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1 DIRECCIÓN DE BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS (DIBAM) 2012 Baile y Fantasía Palacio Concha-Cazotte, 1912 © Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2012 Inscripción Nº 000.000 ISBN Nº 000-000-000-000-0 Directora de Bibliotecas, Archivos y Museos y Representante Legal Sra. Magdalena Krebs Kaulen. EXPOSICIÓN MUSEO HISTÓRICO NACIONAL DIRECTOR: Diego Matte Palacios CATÁLOGO EDICIÓN: Isabel Alvarado INVESTIGACIÓN Y TEXTOS: Emilia Müller, Isabel Alvarado COORDINACIÓN FOTOGRÁFICA: Francisca Riera FOTOGRAFÍA: Pedro Marinello, Juan César Astudillo, Marina Molina, Archivo Fotográfico Museo Histórico Nacional, Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional. DISEÑO: Alejandra Lührs IMPRESIÓN: Andros Impresores EXPOSICIÓN CURATORÍA: Isabel Alvarado TEXTOS: Emilia Müller RESTAURACIÓN: Catalina Rivera, Pilar Garau. CONSERVACIÓN: Fanny Espinoza, Carolina González, Catalina Rivera MUSEOGRAFÍA: Alejandra Lührs EDUCACIÓN: xxxxxxxxx DIFUSIÓN: María Paz Undurraga, Raquel Abella PROYECTO FINANCIAMIENTO: Proyecto Acciones Culturales, DIBAM 2012. COORDINACIÓN GENERAL: Isabel Alvarado P. ADMINISTRACIÓN: Marta López U. MUSEO HISTÓRICO NACIONAL Plaza de Armas 951, Santiago de Chile www.museohistoriconacional.cl IMAGEN PORTADA xxxxxxx IMPRESO EN SANTIAGO DE CHILE / PRINTED IN SANTIAGO, CHILE Santiago Noviembre 2012 - Marzo 2013 2 3 PRESENTACIÓN ÍNDICE Presentación5 Introducción7 La “sociedad elegante” de principios del siglo XX 11 Los bailes de fantasía de la elite 23 El martes 15 de octubre de 1912, relato de una noche de fantasía 35 Disfraces de la Belle Époque49 LA COLECCIÓN 77 María Edwards Mac-Clure78 Luz Lyon Lynch80 Marta Orrego Barros82 Mercedes Villamil Concha84 Mariano Fontecilla Varas86 Moisés Bernales Zañartu88 Tránsito Matte Gormaz90 Victor Besa Vicuña92 Sara Izquierdo Valdés94 Dolores García-Huidobro Fernández 96 Abstract98 Citas 102 Bibliografía106 4 5 INTRODUCCIÓN En el contexto de la élite chilena de principios del siglo XX y poco tiempo después de las celebraciones del Centenario de nuestra Independencia, doña Teresa Cazotte de Concha decidió organizar un baile de fantasía el día 15 de Octubre de 1912. Éste fue celebrado en el majestuoso palacio de estilo morisco, propiedad de la familia. Este baile sería recordado como el acontecimiento más importante del año en la sociedad santiaguina y más tarde como el “baile del siglo”. Por su parte Agustín Squella, plantea: “El que emplea ahora un disfraz no oculta su identidad ni pretende ser otro. El sujeto con disfraz meramente suspende su identidad e invita a otra de una manera que resulta tan ostensible como fugaz. Nadie quiere engañar con su disfraz ni lo lleva tampoco para siempre. El disfraz, por lo mismo, viene a ser el instrumento del juego”.1 Los estudiosos del vestuario o del vestir coinciden en las múltiples miradas que conlleva el análisis del llamado envoltorio del cuerpo. Desde distintas disciplinas como la estética, la psicología, la historia y el diseño, se han analizado los significados que se revelan en las prendas de vestir, dependiendo del status social, región geográfica, función y la edad de quienes las usan. El disfraz no escapa de este análisis ya que este tipo de traje también expresa un sinnúmero de significados, a pesar de su carácter efímero y fantástico. Jugar a ser otro por una noche. ¿qué motivó ese deseo de cambiar de apariencia y también de personalidad? Aquella noche más de 300 invitados participaron de dicho juego. La invitación llegó anticipadamente, para dar lugar a la fantasía y a la expectación. Elegir el personaje, soñar con el vestido, esperar la fecha del encuentro, fueron las sensaciones vividas por el grupo selecto de invitados al Baile de Fantasía del Palacio Concha Cazotte, ocurrido hace exactamente 100 años. Justamente por medio de estos hermosos y sofisticados trajes, hombres y mujeres tuvieron el privilegio de “jugar a ser otro”. Unos se vistieron con disfraces de temáticas fantásticas mientras que otros decidieron usar auténticos vestidos de época. Lamentablemente sólo unos pocos fueron Así como el poeta Rimbaud expone su concepto del yo con su frase “Je est un autre” (yo soy otro) en relación al artista que se desdobla en el momento de la creación artística, en su Diccionario de Símbolos, Cirlot plantea que el disfraz crea un ente autónomo paralelo al que lo porta. Interesante dualidad o doble imagen que nace a partir del acto de vestirse, conformándose también éste, en un acto de creación. 6 1 Squella, Agustín. Columna “Velos, máscaras y disfraces” en Astillas. Editorial Universitaria 1999. 7 cuidadosamente guardados por los descendientes y generosamente donados al museo, permitiendo que hoy, cien años después de su uso, todos aquellos que visiten la muestra u hojeen el catálogo se transporten a una verdadera noche de ensueño y fantasía. que también ocupa un lugar privilegiado en la sala. Los textos dan cuenta de la aparición de este baile en los medios y relatan trozos de comentarios contemporáneos: tanto apologías como anécdotas. Además se presenta el contexto histórico en el que se realizó el baile, las características de la elite chilena de la época y la significación de los bailes de fantasía, espacios de sociabilidad ampliamente celebrados en el periodo. El testimonio material de este recordado baile, conservado en el Museo Histórico Nacional consta de estos diez trajes, un álbum de fotografías impreso y cerca de cien retratos de los invitados disfrazados para aquel evento. Este corpus se constituye en el punto de partida para la organización de la exposición y su correspondiente catálogo. El museo conserva un alto porcentaje de sus colecciones en depósito. Por ende la realización de una exposición y catálogo, permite dar a conocer al público parte de aquella colección y al mismo tiempo posibilita situar los objetos en el contexto histórico en el cual cobraron vida por primera vez. Al cumplirse 100 años del baile Concha Cazotte, el Museo conmemora este histórico evento social dando a conocer trajes, documentos y fotografías. Evidenciando así la riqueza y magnificencia del aquel memorable acontecimiento. La investigación histórica realizada por la historiadora Emilia Muller sobre este evento característico de la elite chilena de principios del siglo XX, fue abordada desde distintos puntos de vista. Se caracterizó a la elite santiaguina del período, entendiendo sus particularidades y los motivos que se escondían detrás de tal expresión de ocio y notorio poder de consumo. También da a conocer la historia del contexto físico del baile, el famoso palacio, ejemplo evidente de aquella notable ostentación. Se comprueba que la costumbre de organizar bailes de fantasía estuvo presente en Chile desde mediados del siglo XIX y que también existían en Europa, en Norteamérica y otros países de Latinoamérica. El foco central de la exposición son los disfraces, 10 trajes pertenecientes a la colección textil y de vestuario del museo. Estos trajes son exhibidos dentro de una vitrina en la Sala Gobernadores del MHN, siendo acompañados por fotografías de los asistentes al baile y del Palacio. Otro objeto destacado es el álbum impreso con fotos de los asistentes, Las diferentes fuentes de la época, revistas, diarios, memorias, entre otras, fueron indispensables para poder conocer en detalle cuales fueron los preparativos para el evento. Sobre todo para saber quienes fueron los invitados y con qué atuendos fantásticos se vistieron. También por medio de la prensa se pudo saber como se preparó el álbum con 8 retratos del renombrado fotógrafo Obder Heffer, que finalmente colaboró para que este evento social y sus asistentes pasaran a la posteridad. María Cristina Besa Guzmán, José Benjamín Bernales Pereira, León Cosmelli, Mariano Fontecilla de Santiago Concha, Andrés Claro San Román, María de la Luz Izquierdo, Vicente dela Lastra, Paz Rodríguez, y Ana María Valdivieso. Una mención especial al señor Francisco Javier Bernales por la donación de la fotografía de su abuelo Daniel Bernales Lazcano, y las señoras Carmen Aldunate, por el préstamo de la fotografía de su abuela Adela Edwards de Salas y Ana María Izquierdo, por el préstamo de un samovar y el collar usado en el baile por Teresa Concha Cazotte, objetos que estarán presentes en la exposición. Un análisis de los disfraces mismos permitió determinar que habían ciertas tendencias en la selección de los personajes a representar y que detrás de esta selección habían motivaciones, anhelos y expectativas sociales. Por otro lado en el caso de las mujeres, en su elección del vestido se puede inferir que este les permitió un cierto grado de libertad y momento de escape a los convencionalismos y restricciones a las que la sociedad las tenía sometidas. A historiadora Soléne Bergot por su valiosa información sobre los bailes de fantasía de la familia Echaurren y familia Edwards. La preparación de la exposición y catálogo fue desarrollada por un equipo multidisciplinario de trabajo. Los profesionales, desde sus respectivas especialidades, colaboraron en las distintas actividades desarrolladas en este proyecto para que se cumpliese así la misión del museo; permitir la difusión de su acervo al ponerlo en disposición del público. A Hernán Rodríguez, Regina Tagle, Mario Rojas y Fernando Imas, por el aporte a la investigación histórica. Esperamos que los visitantes disfruten esta invitación al baile, tal como lo hicieron hace 100 años, quienes participaron de ésta magnífica fiesta en el Palacio de Concha Cazotte. En nombre del Museo Histórico Nacional, agradezco especialmente la colaboración del Teatro Municipal de Santiago, Imme Moller y Ruth Proboste por el préstamo de accesorios. A Carla Franceschini y equipo de la Biblioteca Nacional por la excelente respuesta ala solicitud de material fotográfico. También a los descendientes de los invitados cuyos trajes están en exhibición, quienes aportaron valiosa información: Isabel Alvarado Perales Subdirectora de Colecciones Curadora Colección Textil y Vestuario Museo Histórico Nacional 9 LA “SOCIEDAD ELEGANTE” DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. El día Martes 15 de Octubre de 1912, desde las once de la noche, uno a uno empezaron a llegar los carruajes al palacio de estilo morisco de la familia Concha-Cazotte. Era una noche tibia, agradable sobre todo para aquellos invitados que camuflados en ropajes fantásticos aludían a tierras lejanas de climas tropicales y templados. De a poco, según la libertad de movimiento que les permitían sus trajes, los disfrazados iban subiendo la gran escalinata de mármol blanco que inauguraba la entrada a una de las residencias de Santiago más emblemáticas del período. Al entrar, los recibían “los regios salones…todos ricamente amoblados y decorados al estilo oriental”, que “se encontraban ya a media noche desbordantes de concurrencia”.1 Aquellos asistentes que estuviesen cansados de bailar el cotillón o el vals, podían servirse refrescos y sándwiches en el buffet. Otros podían esperar hasta que sirviesen la cena en mesitas en el invernadero transformado especialmente en comedor para la ocasión, por mozos con frac de color y pantalón corto.2 Además los invitados, sobre todo las parejas recién casadas o a punto de formalizar, podían disfrutar del inmenso parque y coquetear en incógnito permitido por el anonimato del disfraz. La fiesta duró hasta cuando “ya se principiaba a notar la claridad de la mañana. Con la luz se iba disipando el sueño y aparecía la vida real…”3 Texto introductorio del álbum de fotografías realizado en conmemoración del baile de la familia Concha Cazotte MHN 3- 39539 10 un diario de la época en el de mayor trascendencia de toda la temporada santiaguina.4 No sólo era un arduo trabajo organizativo para los anfitriones, sobre todo para la dueña de casa Teresa Cazotte de Concha, cumplir con las expectativas de los casi trescientos ochenta invitados,5 sino que también para éstos significó una preocupación al tener que vestir imperativamente con trajes de fantasía. Eduardo Balmaceda Valdés, el memorialista que atendió el baile en su juventud, da cuenta de la inquietud que provocó esta noticia en el seno de la elite santiaguina, “Tan pronto como esa fiesta fue anunciada, conmoviéndose entera a nuestra sociedad y el traje de cada uno de la familia fue la preocupación de todo momento, registrábanse las viejas bibliotecas y los álbumes, los antiguos figurines, las estampas históricas y, en fin, los libros donde pudiera sacarse un modelo, corrían de casa en casa para ser discutidos apasionadamente por parientes y amigos.”6 Este frenesí colectivo da cuenta de que un baile de fantasía no era un evento social cualquiera, sino que requería de una preparación planeada con meses de antelación por parte de los anfitriones e invitados. No sólo había que establecer un escenario adecuado para recibir a los centenares de disfrazados, sino también éstos debían aparecer de manera impecable para que así se generase un impacto total fascinante y excéntrico propio de las fiestas de fantasía. El baile Este gran acontecimiento social había sido anunciado hace cuatro meses, convirtiéndose según 11 en cuestión efectivamente logró causar dicha imagen imperecedera, al ser calificado por los medios en los días posteriores a la celebración como grandioso y fantástico, incluso igualado a un espectáculo magnífico sobre toda ponderación.7 de distinto tinte político como El Mercurio, El Diario Ilustrado, Diario La Mañana y en revistas ilustradas como Zig-Zag y Selecta. Estos medios expusieron todo aquello ocurrido en el baile a un público mucho más extenso y diverso, a la vez que delimitaron el universo social que perteneció a dicha festividad. Este era un grupo pequeño y selecto de familias, una elite dirigente que ya en esa época “se había consolidado por la unión de dos sectores: el de la aristocracia tradicional, que venía de tiempos coloniales y cuya principal fuente de ingreso era la posesión de tierras y, el otro, formado por comerciantes, mineros e industriales, mayoritariamente extranjeros, que se habían enriquecido durante el siglo XIX.”9 Esta clase alta, mixta en su composición y concentrada mayoritariamente en la ciudad de Santiago, centro indiscutido del autoritarismo oligárquico, se encontraba justamente en su mayor apogeo político en las primeras décadas del nuevo siglo. Luego de la Guerra Civil de 1891, se edificó un sistema parlamentario que se desarrollaba principalmente en función de sus propios intereses, estableciéndose una forma de hacer política excluyente y limitada sólo a aquellos que pertenecían a dicho grupo social. Según Gonzalo Vial desde el triunfo contra Balmaceda, la elite “había completado y hecho absoluto su dominio sobre los restantes sectores.”10 Aquella noche se transformó en un momento único de sociabilidad urbana donde la elite santiaguina se reunió, se observó y opinó, y también celebró en conjunto. Al mismo tiempo se constituyó en un espacio cargado de significados sociales, políticos y culturales, que van más allá de lo que aparece a simple vista y que nos hablan de ciertas características y modos de ser de los asistentes. Como establece Solène Bergot, “un baile de fantasía no solamente permite destacar el prestigio y la fortuna de una familia, sino que constituye también el espejo de la mentalidad, sensibilidad y costumbres de todo un grupo social”.8 Desde su celebración el año 1912, el baile Concha Cazotte se ha posicionado como uno de los eventos sociales que han dejado una impronta más marcada en la memoria colectiva. Al adentrarnos en este baile en particular, es posible descubrir como se relaciona este grupo social entre sí y como se exhibe ante el resto del país. Esta exhibición se logró por medio del detallado relato que hicieron diarios y revistas que provocaron que este evento privado formase parte de un imaginario nacional común, cuyas fronteras eran difusas y alejadas de la exclusiva lista de invitados bosquejada originalmente. Se publicaron los pormenores e imágenes de la fiesta y de los disfrazados en diarios Fotografía grupal de algunos de los concurrentes, sacada en las escaleras del palacio Concha Cazotte. Fotografía en papel monocromo. MHN 3-38743 12 13 Esta consolidación política estaba acompañada de una indiscutible hegemonía económica. La inserción de la economía chilena durante el siglo XIX en el panorama internacional, inicialmente por medio de la exportación de plata, cobre y trigo, y luego gracias al auge salitrero a partir de la década de 1880, produjo un afluente de riqueza sin precedentes que empezó a acumularse en los bolsillos de la elite de manera sorprendente.11 Decimos elite, porque aquellos “nuevos ricos” que se vieron beneficiados principalmente por la explotación de minerales, pero que también habían logrado fortuna en el comercio de exportación, en la banca y en la industria, se enlazaron prontamente con la aristocracia terrateniente y de matriz colonial.12 Se “El baile de la familia Concha Cazotte” Revista Zig-Zag, 19 de Octubre 1912. Año VIII, Número 400. puede decir que ya en el cambio de siglo es posible referirse a un grupo social totalmente fusionado, pero no por eso homogéneo en su composición. Fueron sobretodo las fortunas obtenidas del salitre, ganadas gracias a la anexión de territorios fecundos luego del éxito chileno en la Guerra del Pacífico, las que enriquecieron de forma insospechada a la clase alta. Este imprevisto afluente monetario provocó un cambio radical en su fisonomía y en su actuar. El impacto del abundante caudal de dinero y el mayor intercambio con el extranjero, estimuló de sobremanera la introducción de nuevas creencias, valores e instituciones en la identidad social de este grupo.13 Trabajadores de oficina salitrera Lina. Fotografía en papel monocromo. MHN 3-39429 14 15 En primer lugar, se logró un mayor grado de refinamiento en el diario vivir. Éste resultó de una influencia decisiva de Europa, y específicamente de Francia, a la hora de reproducir adecuados modos de comportamientos gentiles apropiados para una clase alta regidora del acontecer nacional. La elite se auto-proclamó como la orientadora del resto de la sociedad a la hora de demostrar aquello que estaba a la moda y lo que se consideraba de “buen tono”. Para liderar en dicho acto social, se basó justamente en paradigmas extranjeros, particularmente en las conductas de la burguesía europea. Se entendía que el Viejo Mundo era fuente de progreso y civilización, constituyéndose como el modelo a seguir a la hora de que Chile caminase en rumbo a la modernización. Al mismo tiempo, “el auge de las exportaciones de salitre se tradujo a su vez en un incremento de las importaciones, principalmente de bienes suntuarios”, lo que se traduce que la influencia no era sólo cultural y social, sino que también material.14 Francisco Javier González ha estudiado en detalle esta influencia francesa en Chile de fines de siglo XIX y principios del XX, y establece que ésta se manifestó en todos los campos de la sociedad, pero fue en la moda, la decoración y en las costumbres donde destacó de sobremanera.15 No sólo se manejaba el idioma tanto en su versión escrita como hablada, sino también las siluetas, sobre todo las femeninas, se delineaban por medio de vestidos y trajes provenientes directamente del otro lado del Atlántico. La elite no miraba a Europa como un destino lejano e inalcanzable, por el contrario, muchas veces Paris y Londres fueron destinos de viajes y de largas estadías por parte de las familias de elite. En estas oportunidades se tenía una experiencia directa con aquello que se admiraba, se aprendía el idioma de primera fuente y los trajes podían ser mirados y probados en las mismas casas de moda de la famosa Rue de la Paix. Entre muchos de los viajeros chilenos, Tránsito Matte Gormaz y Arturo Claro fueron una de las familias que pasaron un año viajando en Europa, estableciéndose en la ciudad de la luz por seis meses. En segundo lugar y relacionado con el fenómeno recién descrito, el influjo de dinero se tradujo en una mayor expresión de ocio y de consumo conspicuo por parte de los hombres y mujeres de la clase dirigente, ya que esto también se establecía en miras de una burguesía extranjera que se transformaba en fuente de toda expresión de gentilidad. Al estar desligados Vista panorámica de la calle Alameda de las Delicias con sus palacios y mansiones. Fotografía en papel monocromo. MHN-xxxxx “En el Parque Cousiño”. Revista Zig-Zag, 3 de Febrero 1912. Año VI, Número 363 16 Vicuña, en un “espacio donde se exhibía la pertenencia social”17, a través de la ostentación de trajes y alhajas en los cuerpos femeninos, y por medio de los altísimos precios de los palcos. El espectáculo no sólo era desplegado por los actores y cantantes en el escenario, sino que también por aquellos que venían a disfrutar de la función. Otros eventos propios de la “sociedad elegante”, como las reuniones en el Club Hípico, las kermesses de beneficio, y los bailes de etiqueta dan cuenta de esta misma exposición social conciente. Como se verá más adelante, los bailes de fantasía ocuparán un lugar privilegiado en esta dinámica concreta de ostentación pública y mundana. del trabajo productivo, el tiempo de esta elite debía llenarse con otro tipo de actividades que justamente dieran cuenta de la falta de una ocupación profesional reconocible. Esta era un sociabilidad calculada, sobre todo para el caso de las mujeres, que se traducía en una circulación por espacios explícitamente diseñados para su uso exclusivo y elitista. Por ejemplo, los paseos en el Parque Cousiño explican esa ociosidad puesta en escena, donde era necesario la presencia de un público espectador que fuese capaz de reconocer de inmediato la procedencia social de los paseantes desocupados.16 El Teatro Municipal, cumplía un rol simbólico semejante al constituirse, como lo ha señalado Manuel 17 Teniendo en cuenta el peligro de las generalizaciones, en el llamado “Gran Mundo” santiaguino se empezó a hacer evidente una efervescencia consumista que colindó con un derroche de exageradas proporciones. La clase dirigente podía permitirse dedicarse con capricho y extravagancia al esplendor materialista, siguiendo las exigencias de la moda tanto en aspectos del vestir y del paladar, entre otros. Sin embargo los efectos de dichas prácticas ociosas empezaron de pronto a llamar la atención del resto de la sociedad. Surge una crítica que pone hincapié en la desvalorización de esta elite que está totalmente imbuida en el dinero, la especulación y en la tiranía de la moda. Igualmente se le cuestiona su corrupto y débil manejo político, que no había traído beneficios extendidos al resto de la nación. Ésta privación se consideraba una irresponsabilidad política casi insolente sobre todo en aquella época de ponderada riqueza económica, ya que con las ganancias del salitre el abismo social se había acentuado en vez de atenuado.20 Al mismo tiempo, en fuerte contraste al buen vivir de la elite, la ciudad de Santiago escondía otro escenario de situaciones paupérrimas, provocado entre otras razones por el hacinamiento -producto de la extensa migración campo ciudad-, la suciedad y el trabajo urbano miserable. Las precarias condiciones habitacionales en los conventillos promovieron problemas higiénicos y sociales como la propagación de ciertas enfermedades contagiosas y la promiscuidad. Este conjunto de conflictos dieron paso a la conocida “cuestión social” que provocó por primera vez en las clases altas, una preocupación por aquellos sectores más pobres de la sociedad. Quizás donde este consumo conspicuo se hizo aún más evidente, por lo menos a primera vista, fue en la construcción de inmensas mansiones entre las familias de la elite. Debido a que la oligarquía ya se había instalado de forma permanente en Santiago, dejando atrás la tradicional vida en la hacienda, surge la necesidad de espacios acordes a su nuevo estilo urbano y cosmopolita. Siguiendo una arquitectura europea se construyó, entre otros, de estilo neoclásico el Palacio Cousiño del empresario carbonífero Luis Cousiño en la calle Dieciocho, y de carácter neogótico el Palacio Urmeneta, que fue levantado con material traído directo desde Inglaterra.18 Sin embargo uno de los palacios más reconocidos del periodo fue el que cobijó a la Familia Concha Cazotte, un espacio primordial en la extensa vida social santiaguina e impresionante escenario del memorable baile de fantasía de 1912. Durante la primera década del siglo XX, esta elite continúa experimentando plenamente esta renovación, ya que casi en su conjunto expresa el disfrute y el goce que significó vivir bajo la denominación importada -como muchos otros fenómenos del periodo- de Belle Époque. Justamente en Chile se le consideró a ésta en su versión criolla, “con una sociabilidad más cercana a la especulación, al juego y a la plata fácil que al estudio y al trabajo”.19 Lavanderas trabajando en el patio de un conventillo en la ciudad de Valparaíso. Fotografía en papel monocromo. MHN 3-8746 18 19 “El baile de la familia Concha Cazotte.” Revista Zig-Zag, 19 de Octubre 1912. Año VIII, Número 400. 20 Este reproche dual, tanto político como moral, se instaló tanto en miembros de la clase alta como también en personajes excluidos de dicho universo social. El literato Luis Orrego Luco usó la pluma para denunciar al “Gran Mundo” al cual pertenecía en controversiales novelas de la época, como Casa Grande (1908) y Un Idilio Nuevo (1913). Mientras que intelectuales de clase media como el doctor Alejandro Venegas y Tancredo Pinochet elaboraron discursos de amonestación que denunciaron a grandes rasgos “este agotamiento y ceguera oligárquica”.21 Por lo tanto, ambos frentes de opuesta procedencia social establecieron un discurso de recriminación aguda contra los sectores dominantes de la sociedad, a quienes se les acusaba de un grave descuido social. Una sensación de crisis nacional se expresó en aquellos que estaban frustrados ante la situación social y política del país; alegato que se hizo presente sobre todo en respuesta de las celebraciones del Centenario de la Independencia de Chile. Según lo establecido por la historiadora Soledad Reyes, aquellas voces de oposición que surgen en medio del jolgorio colectivo, “Le atribuían a ésta (crisis) factores de diversas índoles, como la decadencia nacional, la cuestión social, el sistema educativo, la desmesurada apropiación de elementos extranjeros en desmedro de los nacionales, la inercia política, la ineficacia administrativa, los males del sistema educacional e incluso problemas raciales”.22 En definitiva, se empezó a poner en duda la capacidad de dirigencia política de la clase alta chilena y a considerar su decadencia moral como fuente de todos los males nacionales. Específicamente en la década de 1910 la elite vio cuestionado su dominio “En el baile de fantasía del Martes” Caricaturas elaboradas por Darío Eguren Larrea durante el baile. Diario La Mañana, Lunes 20 de Octubre de 1912, p. xxxxxxx 21 definía su constitución aristocrática por medio de la exclusión social. Estos eventos sociales tenían la capacidad de unir a una clase alta, que era diversa en su composición, por medio de la manifestación de la opulencia pecuniaria. A la vez que posicionaba a sus asistentes como los líderes de la sociedad en cuanto a decoro, elegancia y cultura. En este espacio de sociabilidad, la clase dirigente se afirmaba como grupo social y a la vez se demarcaba de los demás;25 dinámica que se desarrolló desde los inicios de la vida independiente y que en 1912 seguía siendo parte integral de la identidad de esta oligarquía nacional. gubernamental excluyente y se le reprochó su extrema lejanía de la realidad, llevándola a una compleja crisis de legitimación. No obstante, en las fiestas del Centenario no hubo expresión obvia de este malestar, por el contrario, la elite celebró triunfante su conexión con el origen y devenir de la libertad republicana. Y en efecto, el pueblo se vio transformado en un simple espectador de la exhibición de la clase dirigente. En ceremonias oficiales, bailes y comidas privadas, Chile, o al menos su oligarquía, impresionó a las visitas internacionales, al demostrar que era un “país próspero, estable, culto e institucionalmente sólido”23 y en esto se validó como la indiscutible clase política dirigente. Ante el cuestionamiento de su predominio, en estas celebraciones la elite no dejó dudas de su hegemonía cultural, al deslumbrar al público con el esplendor y el boato de sus festividades. Éstas a la vez se comportaron como medios de reafirmación oligárquica, donde no sólo se conmemoraron las glorias de una elite del pasado sino también del presente, situándola en consecuencia en la cúspide de su poder. En definitiva, las fiestas del centenario se constituyeron como espacios fundamentales de revalidación política de la clase alta del país.24 Sólo dos años más tarde, el baile de fantasía de los Concha Cazotte expresó una auto-celebración oligárquica de similar alcance al también intentar legitimar la supremacía de la elite. Una elite que como se ha visto, se erigía durante el periodo como fuente de acalorada discusión y debate. El baile se convertía en una valiosa oportunidad para la exhibición magnífica de las riquezas de la clase adinerada, a la vez que “Baile de fantasía”, de la Familia Edwards. Revista Zig-Zag, 6 de Agosto 1905. Año I, Número 25. 22 23 LOS BAILES DE FANTASÍA DE LA ELITE mayor elegancia posible propia de una noche de gala por parte de hombres y mujeres. Éstas rivalizaban en cuanto a los vestidos más lujosos y estilosos, recién importados de París o copiado de diseños extranjeros por las modistas locales, algunas efectivamente venidas de Francia y otras que solamente llevaban apelativos franceses. Mientras que los caballeros y sus siluetas impecables en blanco y negro, destacaban en su sobriedad. Aún más importante, el baile y sus asistentes lograban extender su influencia más allá de las cuatro paredes al maravillar por medio de imágenes y comentarios reproducidos en la prensa, a todos aquellos excluidos de dicho universo social. A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la expansión del número de diarios y revistas hicieron que este voyeurismo entre las distintas clases sociales fuese aún más extendido.29 Conjuntamente en este periodo se comienzan a incluir mayores detalles sobre la vida privada de las personas de elite, que va de la mano de sus nuevos comportamientos sociales.30 En una sociedad de ordinario algo apática como la nuestra, en que los temas de conversación no son mui abundantes, en que apenas ocurre algo sensacional cada año, un baile de fantasía es una gran alivio social. Revista Zig-Zag, 13 Agosto de 1905. El baile se extiende como práctica social sobre todo a partir de la década de 1870, cuando el bailar y no la conversación, propia de las tertulias, es el principal motivo de la reunión.26 El baile como espacio de sociabilidad, se convirtió en unos de los acontecimientos sociales más propios de la elite, ya que en el salón oligárquico ésta inevitablemente se ponía en escena expresando simbólicamente sus tensiones, rivalidades y anhelos. Ya que no sólo se comportaba como un fundamental mercado matrimonial27, sino que también como marco de alianzas políticas informales, y sobre todo como escenario de competencias sociales. Además, en palabras de Juan Pablo González y Claudio Rolle, “este espacio adquiere un papel protagónico en la representación del poder, la riqueza y la distinción respecto de los demás componentes de un determinado círculo social y cultural.”28 El salón era el lugar de exhibición por excelencia, ya que exigía la La clase alta santiaguina llevaba una vida social intensa. Según Eduardo Balmaceda Valdés, ésta era muy activa ya “que no había mejor entretención para nuestra clase, la temporada de teatros era breve y luego, en la gran saisson con sus bailes y recepciones que se sucedían de sábado a sábado, las casas principales rivalizaban en elegancia y buen tono.”31 Los bailes de etiqueta y de fantasía se celebraban en “Impresiones en un baile de Fantasía por M. Richon Burnet” Detalle. Revista Zig-Zag, 13 de Agosto de 1905. Año I, Número 26. 24 25 la temporada de invierno, que se iniciaba durante la segunda quincena de Junio hasta la segunda quincena de Octubre, con excepción de una semana en la cual se celebraba el 18 de Septiembre.32 También podían prolongarse hasta el verano, en las celebraciones dedicadas específicamente a la Navidad y al Año Nuevo.33 Los bailes sociales podían desarrollarse en casas particulares o en los clubes exclusivos de la época, como el Club de la Unión o el Club de Santiago, como también en la Sociedad Filarmónica que se situaba en los altos del Teatro Municipal. Las razones de celebración podían variar, matrimonios, cumpleaños o eventos de caridad eran motivos suficientes para desempolvar los salones y recibir a la muchedumbre engalanada del “Gran Mundo” santiaguino. Sin embargo, de acuerdo a las memorias de Eduardo Balmaceda Valdés, uno de los eventos más significativos para la elite, sobre todo para los jóvenes, era el début en sociedad, ya que el uso de nuevos vestidos y fracs, antes de uso restringido, expresaban un fundamental rito social. Para el caso de los hombres, “…no sólo era la parte material de estos nuevos atuendos lo que nos llenaba de emoción; nos parecía y era real que desde la primera vez que los llevábamos cambiaba nuestra vida, nos hacía sentir su peso y una responsabilidad antes imperceptible, salíamos de hecho de la férula paternal y con ello adquiríamos la independencia necesaria para orientarnos, en adelante, por si solos.”34 lista para participar de esta refinada sociabilidad y eventualmente convertirse en una bella futura novia. Con respecto a los trajes que se confeccionaban en Santiago, “eran temas de consultas y de largo estudio, confiándose, muchas veces al estilo del que había recibido de París, Fulanita de Tal, la última creación de Lanvin, el modisto predilecto de las debutantes”.35 Mientras que los atavíos que se encargaban de Europa se mantenían en incógnito y bajo llave desde su llegada hasta el día del estreno, cuando recién era desempaquetado y admirado por toda la casa.36 Era de extrema elegancia no planchar los vestidos recién llegados y así hacer alarde de su procedencia lejana y por ende sofisticada; muchas veces las mujeres más ansiosas los arrugaban a propósito para simular la deseada importación.37 Si los bailes sociales dedicados a los debutantes ocupaban gran parte de las preocupaciones de los jóvenes y de sus padres, los bailes de fantasía eran los eventos que más impacto tenían en la vida cotidiana de la elite, tanto de los grandes como también de los más chicos. El baile de fantasía como práctica social se cristalizó como uno de los pasatiempos favoritos de la clase alta a partir de mediados del siglo XIX, manteniéndose vigente hasta las primeras décadas del siglo XX. Estos eventos de carácter privado, evidentemente lujosos y exuberantes, que imitaban Para el caso de las mujeres, la selección del vestido adecuado pasaba a ser una preocupación de toda la familia, ya que desde este instante la joven demostraba al resto del mundo que estaba Fotomontaje basado en el Baile de fantasía ofrecido por don Victor Echaurren Valero el 24 de septiembre de 1885. Detalle. Fotografía en papel monocromo. MHN-FE000118 26 27 una forma de sociabilidad europea, se convirtieron en reuniones memorables de la historia social de la elite. Estos bailes eran distintos a cualquier otro acontecimiento en sus calendarios ocupados, ya que exigía el uso de espléndidos disfraces, no por eso menos elegantes o valiosos que los trajes de fiesta de uso común. Por ende, estas ocasiones de opulencia se constituyeron en perfectas oportunidades de exhibición conciente de la prosperidad de aquellos que se situaban en las alturas de la escala social. Como lo establece la Revista Selecta en 1912, “En la vida santiaguina, los bailes de fantasía suelen ser acontecimientos sociales de primera magnitud, algo así como las piedras miliares que entre los antiguos separaban las épocas diversas por medio de grandes acontecimientos que sobresalían como cimas sobre la vulgaridad de los tiempos; decían así: “esto pasó en la época de la avenida grande”, es decir, cuando el Mapocho, por un verdadero abuso de confianza, se salió de madre introduciéndose por el medio de la Alameda: también se recuerda la época del terremoto, como si fuera una fecha muy fausta y digna de memoria. De igual manera suele citarse la fecha en que tuvieron lugar los grandes bailes de antaño, acaso porque fueron verdaderos terremotos y avenidas para el bolsillo de los padres que vino a quedar escuálido, terminada la fiesta.”38 “Trajes de fantasía elegantes y nuevos” Revista familia, Septiembre 1912, Año III, Número 33. 28 jugando al menos por una noche, con sus apariencias e identidades. Estos bailes proporcionaban un instante único donde el orden de las cosas podía ser fácilmente distorsionado gracias al poder del disfraz. Sin embargo, es importante dejar claro que en estos entretenimientos debía primar ante todo el decoro y la respetabilidad, al seguir un regulado protocolo. En primer lugar, solamente se le abrían las puertas de mansiones y palacios a un grupo privilegiado de hombres y mujeres, y en segundo lugar, los disfraces tenían que estar a la moda, y nunca ser demasiado originales. Los otros asistentes debían ser capaces siempre de reconocer lo que los otros cuerpos estaban encarnando. Así, “dentro del caos, había un cierto orden interno definido por la necesidad del reconocimiento”.39 Los bailes de fantasía decimonónicos y del cambio de siglo, al ser celebraciones principalmente de carácter privado, recreaban la exclusividad y el boato de las reuniones de las corte inglesa y francesa del Antiguo Régimen, siendo muy distintas a las festividades carnavalescas del siglo XVII donde también se usaban disfraces. Como lo explica Cynthia Cooper en relación a lo ocurrido en Europa,“la moda por los bailes de fantasía creció durante el siglo XIX luego de que costumbres sociales cambiaran a fines del siglo XVIII y se empezara a considerar obscenos y licenciosos a los bailes de máscaras. Así las fiestas privadas donde se vestía con disfraces, pasaron a llamarse bailes de fantasía.”40 La oligarquía adoraba los bailes de fantasía por sus requerimientos lúdicos, cada detalle era especialmente calculado, sobre todo el diseño de los disfraces. En estas fiestas, los asistentes tenían la oportunidad de trasformarse a través de sus vestuarios en personajes lejanos a la vida real, así Aunque el acto de disfrazarse y del uso de máscaras se asocia directamente con las festividades 29 del carnaval italiano del siglo XVII, los bailes de fantasía de la clase alta chilena estarán más bien relacionados con prácticas sociales de las cortes reales europeas que con ritos sociales públicos y colectivos. Esto a pesar de que varios de los disfraces que se representan en los salones elegantes, inclusive en el baile Concha Cazotte, vienen directamente de aquel carnaval veneciano.41 Sin embargo, ya desde principios del siglo XIX estas celebraciones se caracterizan por un tono moral mucho más alto, en íntima relación con el mayor grado de dominio de sí misma que la sociedad empezaba a adoptar.42 Por lo mismo, no es común ver en estos salones indicios de travestismo ni tampoco un ocultamiento total a través del uso de máscaras. No obstante, este grupo social no era el único que tenía el privilegio de disfrazarse. El resto de la sociedad también participaba de la misma metamorfosis superficial en ciertas ocasiones del año, como en las fiestas de carnaval, de la primavera, y en algunos partidos de fútbol que se hacían en trajes de fantasía, donde “los chilenos de toda condición social, hacían gala del ingenio para disfrazarse y jugarles bromas a sus compatriotas”.43 En este tipo de encuentros colectivos los disfraces si presentaban cualidades menos decorosas, como por ejemplo en dos partidos de fútbol celebrados en Septiembre de 1905 y de 1909, los jugadores hombres aparecen en las fotografías vestidos de bebé, de damas y utilizando máscaras graciosas que transformaban completamente los rostros de los participantes.44 Balmaceda Valdés hace alusión a las fiestas estudiantiles en las cuales le tocó participar. En estas situaciones también se utilizaban trajes que se alejaban de la compostura normal, “la animación empezaba en el centro por la mañana en que todos nos disfrazábamos de mamarrachos, y por supuesto con caretas que, de otras suertes, siendo reconocidos éramos presas de bromas interminables que nos obligaban a huir. Nuestras amigas se transformaban en viejas horribles, envueltas en desvaídos mantos, algunas con máscaras inimaginables que costaba pensar cuánta belleza y lozanía pudiera encontrarse tras de ellas. Había hechiceras que en las esquinas nos auguraban el futuro en términos que hacían reír a carcajadas a los curiosos que se acercaban a estos amenos corros, y pandillas que perseguían a sus conocidos con bromas de nunca acabar…la general alegría no daba lugar a los rencores y malquerencias; en esos días había una especie de general fraternidad entre todos los habitantes de Santiago.45 Lo más parecido a una máscara que usaron los asistentes en un baile de fantasía de elite fue un velo, usado sólo por las mujeres en el baile organizado por José Tomás Ramos y su esposa Juana Rosa en Valparaíso el año 1877. Éste fue exigido por expresa disposición de la dueña de casa, ya que así se impedía conocer la identidad de las acompañantes. Sólo después de que se propagara entre los hombres un clima de “dudas, intrigas, y curiosidad por conocer” a las mujeres que los acompañaban, éstas “se despojaron de su velo” revelando a su pareja su verdadera identidad.46 Este relato también nos indica que los bailes de fantasía tampoco eran sólo prerrogativa de la elite santiaguina, asimismo en Valparaíso el año 1854, el señor Swartz ofreció un baile de disfraces a doscientos invitados.47 30 “Match de foot ball en trajes de fantasía”, Cerro Alegre, Valparaíso Revista Sucesos, 30 de Septiembre de 1909, Año VIII, Número 369. La era victoriana fue especialmente entusiasta con respecto a las posibilidades lúdicas que otorgaba el disfraz, además de bailes de salón organizaban obras de teatro, pantomimas y posaban para los tableaux vivant. Fue gracias al afán de la reina Victoria y al príncipe Alberto de celebrar por medio de la recreación de otras épocas y personajes que éstas entretenciones se volvieron formas de sociabilidad dignas de las clases altas, ampliamente seguidas por los británicos y también por la “sociedad elegante” del Nuevo Mundo. Éstas reafirmaban su estatus social privilegiado y a la vez exhibían de manera adecuada una conducta social propia de una aristocracia. Por lo mismo seguían una fórmula estricta, como también ocurría en los bailes chilenos. En primer lugar la anfitriona mandaba las invitaciones con meses de anticipación describiendo los requerimientos de los disfraces, en ciertas oportunidades las temáticas eran definidas 31 de antemano como por ejemplo en el “baile japonés” organizado por Luis Gregorio Ossa, y su mujer Emiliana Concha, Carlos Edwards y su mujer Margot Mackenna en 1919. Luego la dueña de casa debía dedicarse a la completa decoración del hogar, transformándolo en una apropiado escenario para el evento de tales magnitudes, considerando la decoración floral, la calidad del buffet, y el entretenimiento musical. Por ejemplo, en el baile recién descrito, no sólo los asistentes vestían con kimonos sino que también el espacio había sido adecuadamente decorado, “cada pieza era una pagoda, y el patio, un jardín enano con jaulas doradas donde cantaban por docenas los pájaros.”48 Además del diseño de los disfraces, se debía ensayar el cotillón con anterioridad, despertando así altas expectativas entre los invitados. La presión social se veía aumentada por la cobertura de los diarios y revistas, que describían y mostraban los grandes éxitos en relación a los disfraces, y lo más importante era que estos relatos daban cuenta del resultado final del baile, que siempre se consideraba un gran logro social. Ésto era porque los comentarios en la prensa generalmente “quedaban dentro de un tono convencional: se esperaba del periodista encargado de las reseñas mundanas una glorificación de la sociedad que describía, y no una crítica social, porque era lo que esperaba un lector pobre ávido de sueño, o uno rico dispuesto a la auto-celebración…”49 “Baile de Fantasía”, de la Familia Edwards. Revista Zig-Zag. 6 de Agosto de 1905, Año I, Número 25. 32 incluso hasta hoy los grandes bailes de disfraces se recuerdan según el apellido de los anfitriones que los organizaron, hecho que no sólo ocurre con el baile relacionado a los Concha Cazotte, sino también con el de la familia de Claudio Vicuña Guerrero, de Víctor Echaurren Valero y de Agustín Edwards Mac-Clure. Éstos, entre múltiples bailes de fantasía que inundaron las temporadas de invierno de los santiaguinos, son algunos de los que dejaron una mayor huella en la vida social de antaño. El 16 de Julio de 1877, Claudio Vicuña Guerrero junto a su esposa Lucía Subercaseaux celebraron un baile de fantasía en su mansión morisca51 de la calle Compañía, que se convirtió en “la última palabra como acontecimiento regio”.52 Mientras que el baile de Víctor Echaurren y Mercedes Herboso celebrado el 24 de Septiembre de 1885, divirtió de sobremanera a sus casi quinientos invitados con sus dos orquestas y su delicioso “buffet al estilo francés”, incluso llegando a inspirar a Luis Orrego Luco para unas escenas de su novela de 1913, “Un Idilio Nuevo”.53 El baile de fantasía de Agustín Edwards Mac-Clure y Olga Budge de Edwards celebrado el 28 de Julio de 1905 es quizás el evento de disfraces que ha tenido mayor cobertura en periódicos y revistas, considerando que su anfitrión era el reconocido magnate de la prensa. La revista Zig-Zag, que recién estrenaba sus primeras páginas ese mismo año, le dedicó numerosos relatos y un extenso espacio para la publicación de varias fotografías sobre los disfrazados de aquella noche. Fue, sin embargo, el baile de fantasía del 15 de Octubre de 1912, celebrado seis años después, el que dejó, sin lugar a dudas, “imperecederos recuerdos en la presente generación”.54 Los bailes de fantasía, según Manuel Vicuña “constituían auténticos hitos en la memoria colectiva de la oligarquía, indefectiblemente asociados al nombre de alguna familia ilustre”.50 Es por eso que 33 RELATO DE UNA NOCHE DE FANTASÍA Vista del parque y del Palacio Concha Cazotte Fotografía en papel monocromo. MHN-FC-4130 34 35 EL MARTES 15 DE OCTUBRE DE 1912: RELATO DE UNA NOCHE DE FANTASÍA El baile de fantasía Concha Cazotte se convirtió en unos de los favoritos de la elite chilena no sólo gracias al golpe de vista que provocó la congregación alegre de variados y hermosos trajes, sino también por el más perfecto escenario que pudiese haber acogido una fiesta de tales características fantásticas. El palacio Concha Cazotte, que se ha considerado “una mansión que, por muchos títulos debería llamarse histórica, dado el papel que le ha correspondido en la vida social chilena”55 se terminó de construir en 1876. En ese tiempo se le conocía como Quinta o Casa de Caracoles, “aludiendo al nombre del rico venero de cuyo vientre virgen arrancó aquel hombre afortunado sus áureos blasones de Creso moderno”.56 Aquel hombre bienaventurado era José Díaz Gana, quien en 1870 se revelaría como el descubridor de la fructuosa mina de plata de Caracoles, y se haría conocido por arrojar por la ventana el dinero sin contarlo.57 Este mineral le concedería la fortuna necesaria para erigir un palacio de dimensiones extremas, 3500 mts? de exoticismo ecléctico; “nunca se supo como calificar el estilo, se habló de oriental y mudéjar y alguien dijo que era turco siamés”.58 Este tipo de arquitectura novedosa hace referencia al cambio que estaba viviendo la sociedad adinerada. Se dejaba atrás lo colonial y se daba paso a nuevos estilos más cómodos y más excéntricos que acogiesen a una familia amplia y a una múltiple servidumbre.59 Aún más importante, estos nuevos hogares debían ser capaces de acoger a los centenares de invitados que asistirían a los más variados encuentros sociales. Thomas Burchard, arquitecto alemán instalado en Valparaíso desde 1855, sería el encargado de darle el gusto a este minero acaudalado. Burchard haría realidad sus caprichos con la construcción de un palacio “que desafiaba cualquier coherencia decorativa”60, situado al centro de un inmenso jardín que ocupaba media manzana en la Avenida de las Delicias, “esa Vía Appia Santiaguina, que ostenta a su largo los más hermosos ornamentos arquitectónicos de la capital”61. Según Eugenio Pereira Salas, Burchard trabajó en conjunto con el diseñador inglés de apellido Walton y el ingeniero chileno Ricardo Martínez en una “construcción excéntrica, la más osada que se hubiera intentando en el país”, cuyo costo se cotizó en un millón de pesos oro.62 Palacio de estilo neo morisco, construido por el arquitecto alemán Teodoro Burchard en 1872ª solicitud de José Díaz Gana. Con posterioridad fue adquirido por la familia Concha Cazotte, es en esta residencia donde se realizó uno de los bailes de Fantasía más importantes de comienzos del siglo XX. Fotografía en Placa de vidrio monocroma. MHN 3- 39540 36 37 Toro y su señora Teresa Cazotte, quienes aumentarían su carácter oriental. Se añadieron dos minaretes que igualaban la cúpula central y resultaban en una combinación de torres islámicas con campaniles bizantinos venecianos.69 También, los nuevos dueños se preocuparon de decorar los interiores con destacadas obras de arte, cuadros de Pedro Pablo Rubens, del flamenco David Teniers y del florentino Andrea del Sarto, entre otros, colgaban en lo salones. En opinión de Luis Orrego Luco, quien asistió a varias de las suntuosas fiestas y comidas en este palacio70, “los techos preciosamente artesonados y de estilo oriental puro, eran magníficos, así como todo el mobiliario de la casa, el gran salón central con bóveda y el comedor.”71 Añadía también que los cinco o seis salones estaban muy bien equipados.72 Entre los lujos decorativos del palacio se encontraban dos Venus de mármol de Carrara, una chimenea de ónix con aplicaciones de bronce y dos chimeneas de mármol. A partir de las impresiones de Inés Echeverría, quien también tuvo la oportunidad de cenar en dicho palacio, es posible imaginar un interior colorido y opuesto al efecto monocromático de las imágenes que sobreviven. En sus palabras explica, “Se abrió la puerta y me deslumbró la magnífica sala suntuosa, pintada en colores orientales sobre fondo de oro, con sus lustres de cristal centelleantes...”.73 Es posible que junto a Iris, (como también se conocía a Inés) los invitados a Su fachada exterior estaba definida por dos cúpulas laterales y una central destinada a iluminar el inmenso hall; todas doradas y del mismo tamaño “que hacían recordar las de Constantinopla y las mezquitas que se alzan a orillas del Ganjes sagrado en la India.”63 El cuerpo del edificio estaba construido, según la descripción de Pereira Salas, “haciendo uso de todos los elementos del arte musulmán. Se desplegaba la pompa del arabesco en las almenas floridas; en las columnas, en los arcos peraltados, con el fin de envolver las líneas generales de la arquitectura, en el detalle asociado a la concepción de la belleza bizantina e hispano morisca.”64 La escalinata de mármol también estaba decorada al estilo morisco con azulejos multicolores y conducía a la rampa principal que rodeaba la fachada. Cercaban al palacio jardines cuidadosamente mantenidos y llenos de flores raras.65 Además el parque estaba compuesto por grutas falsas, cerritos y lagunas e incluso por avenidas enarenadas para el acceso de carruajes, “todo lo cual le imprimía un indisputable sello de suntuosa mansión señorial”.66 En cuanto a la decoración interior, los planos fueron enviados directamente a España y Francia para que los muebles y sederías se fabricaran de forma especial. De la cristalería Baccarat se recibieron diez enormes arañas de cristal y dos docenas de apliques correspondientes.67 Sin embargo, la mayor parte de la decoración sería producto de la imaginación de los futuros propietarios. En la década de 1890, por la suma de 150.000 pesos la Quinta pasó a manos de Enrique Concha y Frontis del Palacio Concha Cazotte, 1912 Fotografía en papel monocromo. MHN 3-39427 68, 38 39 las numerosas cenas planificadas por Teresa Cazotte de Concha, hayan disfrutado de una espléndida comida, servida en platos de porcelana francesa de marca Pillivuit pintados a mano con incrustaciones de oro, tomado vino en copas de Baccarat, bajo la luz de nueve lámparas de la misma procedencia. envidiable, tanto noble como extranjero. Enrique Concha y Toro Subercaseaux, hijo de Melchor de Santiago Concha Cerda y Damiana de Toro Guzmán, nació en Santiago el año 1840. Descendía directamente del Marqués de Casa Concha, Gobernador del Reyno de Chile y fundador de la ciudad de San Martín de la Concha, hoy Quillota. El apellido Concha, que había estado presente desde la Colonia, había sido representativo de hombres de la plutocracia y la oligarquía de Chile, desempeñando funciones públicas importantes.76 Enrique Concha y Toro, estudió ingeniería y fue discípulo del científico Ignacio Domeyko. Sus conocimientos sobre geología lo llevaron a participar de la explotación de yacimientos minerales tanto en Bolivia como en Chile, lo que permitió eventualmente incrementar su fortuna y adquirir el palacio del arruinado dueño de la mina de Caracoles.77 En el país vecino no sólo fue cónsul chileno en Oruro, sino también gerente de la Compañía de metales Huanchaca. Junto a esta producción de plata, creó en Las Condes una gran fundición bautizada como Establecimiento de San Enrique. Gracias a esta obra, por más de veinte años dio auge a la zona y aumentó la producción de plata en Chile.78 Los relatos contemporáneos de Orrego Luco y de Iris entre otros, junto a las fotografías, se constituyen como fuentes únicas de un palacio que fue derribado por la picota en la década del treinta. Luego de que un aviso de venta publicado el año 1929 no diera señales de una compra que pudiera mantenerlo, el palacio se tuvo que venir abajo un par de años después, dando espacio a la construcción del actual Barrio Concha y Toro. Con eso vino el remate, el año 1933, de sus lujos decorativos e importante colección de arte.74 Ninguno de sus dueños seguían vivos, con ellos también murió una de las mansiones más excéntricas que haya tenido Santiago, y que según Balmaceda Valdés “cuanta categoría le daba la ciudad!”75 No obstante, el 15 de Octubre de 1912, el palacio Concha Cazotte disfrutaba de una vitalidad y esplendor superiores, su destrucción estaba todavía lejos de ser pronosticada. Por su lado, Teresa Cazotte Alcalde también se conectaba con un linaje noble, a la vez que se relacionaba directamente con Francia, tan querida por la elite de aquellos años. Su padre Enrique Scevole de Cazotte de la Tout fue Ministro de Francia en Chile y su madre María del Carmen Alcalde Velasco descendía de los Condes de Quinta Alegre, don Juan Agustín Alcalde y Bascuñan y doña María del Carmen Velasco En contraste a la posición social ganada y perdida de forma apresurada por José Diaz Gana, los nuevos dueños del palacio procedían de un linaje Invernadero del Palacio Concha y Cazotte transformado en comedor especialmente para el evento. Fotografía en papel monocromo. MHN 3-39426 40 41 Cañas y Oruna de los Reyes.79 Hay opiniones dispares con respecto a su belleza. Para Iris, “Teresa no era bonita, en el cabal sentido de la palabra, como su hermana Laura, pero tenía un bello tipo oriental, con magníficos ojos…”80 La escritora la llamaba también sultana y la acusaba apasionada y poco refinada; reconocía en ella una “manera llana y guasona, que iba con su temperamento y franqueza de carácter.”81 Sin embargo, Darío Ovalle Castillo relata que la belleza de Teresa era tan excepcional que incluso el rey Luis Felipe de Francia quedó impresionado “ante la deslumbrante hermosura y distinción de nuestra compatriota, preguntándole a su marido si en Chile todas las mujeres eran como ella.”82 Aún si se considera este comentario como un gesto de gentilidad, nadie ponía en duda la gran sociabilidad de Teresa y su capacidad como anfitriona de las más suntuosas celebraciones de la oligarquía. Su talento no sólo quedaría demostrado en el baile de fantasía de 1912, reunión conmemorativa de su onomástico y el de su hija, sino que también en el baile celebrado en honor al presidente argentino José Figueroa Alcorta dos años antes. Este baile fue uno de los más comentados dentro del marco de las festividades del Centenario. Según Carlos Morla Lynch a media noche, hora en que llegaron los Excmos. Señores de distintas delegaciones extranjeras, “era aquello una visión espléndida, maravillosa, de las mil y una noches, es que no tenía nada que envidiarle a los fastuosos saraos de Aladino o de Ali Babá.”83 Esta referencia al Medio Oriente se hizo aún más categórica la noche del baile de fantasía, ya que los tres hijos de los dueños del palacio, Teresa, Enrique y Luisa y junto a más de una decena de invitados, se vistieron como si hubiesen sido sacados directamente de las narraciones de las Mil y Una Noches. El impacto fabuloso se vio aumentado por la decoración con hilos de luces eléctricas que destacaban la arquitectura extraordinaria del palacio como “un encaje en el fondo obscuro de la noche”.84 La prensa tuvo que confesar que el baile de fantasía había sido mejor que la “regia fiesta” del Centenario.85 Además de ser una anfitriona excelsa, Teresa Cazotte de Concha también dedicó gran parte de su tiempo y riqueza a la acción social, creando el hogar de infancia llamado “Las Créches”. Martina Barros recuerda ambas facetas de su amiga, “La bella hurí del palacio oriental, que ayer deslumbró con las fiestas reales que prodigó a la alegre juventud, es hoy el ángel tutelar que ampara y vela por aliviar el dolor de los niños que sufren”.86 Con la llegada de la primavera el año 1912, también llegó el anuncio de un baile de fantasía y “la hora de presentar al mundo hermosos y delicados retoños de noble estirpe.”87 Tal como lo expone Darío Ovalle Castillo, este baile dio la oportunidad de que numerosas señoritas mostraran sus encantos a través de hermosos y delicados trajes a los jóvenes del sexo opuesto, eso si, siempre bajo la mirada omnipresente de las madres. Por ejemplo, en este baile fueron acompañadas de sus madres las señoritas Lucía Besa Rodríguez y Ester Echaurren Clark. Como se dijo Teresa Cazotte de Concha disfrazada de María Antonieta junto a sus tres hijos Teresa, Enrique y Luisa vestidos al estilo oriental. Fotografía en papel monocromo. MHN 3-17468 42 43 anteriormente, el salón de baile se transformaba en un verdadero mercado matrimonial, donde los jóvenes podían conocerse, compartir en un escenario más informal y eventualmente consolidar sus compromisos. En el baile de Concha Cazotte, hay al menos dos señoritas, Victoria Claro Salas y Josefina Vial Freire que se casaron dos años después con jóvenes que también asistieron al baile, Augusto Ovalle Castillo y Arturo Walker Valdivieso, respectivamente. No es posible establecer si se conocían con anterioridad, pero quizás fue en este baile donde profundizaron en sus relaciones o cruzaron miradas por primera vez. Lo mismo se puede asumir de Teresa Concha Cazotte y su futuro marido Horacio Walker Larraín que también se casaron el año 1914. El baile además les permitía a los jóvenes relacionarse de manera íntima por medio de las danzas de salón. Es posible que durante la velada se hayan danzado distintos tipos de bailes, entre ellos el vals, las cuadrillas, lanceros, pas de patineurs y tangos, como también el two-step y el cake-walk, que ya se De izquierda a derecha: Teresa Clark de Echaurren Ester Echaurren Clark (Campánula) Victoria Claro Salas (Pastora Luis XVI) Teresa Concha Cazotte (Estilo Oriental) 44 45 habían introducido desde Norteamérica en la década de 1910. Frente a la diversidad de las danzas, se usaba los carnets de bal, donde se dejaba escrito la pareja con la cual se iba a compartir dicha pieza. También se dejaba constancia en los mismos cuadernitos delicados con quienes específicamente se iba a pasear del brazo entre cada baile.88 Según Martina Barros, se bailó hasta el alba, “cotillones alegres que cruzaban en cadenas interminables, llevando la alegría, batiendo sus insignias que producían un efecto fantástico en aquel palacio encantado”.89 1 El baile de fantasía fascinaba a todas las edades, tanto señoritas como señoras participaban del lúdico hechizo del disfraz, sobre todo porque era algo que habían cultivado desde niñas. Incluso, con motivo del baile Concha Cazotte, “un grupo de alegres y entusiastas infantes de nuestra sociedad tomaron la determinación de hacer también su pequeño baile de trajes, en forma muy simpática y cumplida lo llevaron a efecto”.90 Estas fiestas de fantasía infantiles respondían al interés de los padres de educar a sus hijos desde pequeños en los modos de sociabilidad propia de los adultos.91 Al mismo tiempo, al compartir dicho pasatiempo infantil, los adultos también estaban negando la inevitabilidad de crecer; el baile de fantasía daba así una cualidad 1 El Mercurio, Santiago, Domingo 20 de Octubre, 1912, p. 5. 2 El Diario Ilustrado, Aviso “Álbum Baile de Fantasía”, 8 de Diciembre, 1912, p.6 2 46 casi inmortal a aquella oligarquía juguetona. Las fotografías tenían el mismo efecto, según un aviso de El Mercurio, fue el asistente Don Ricardo Beaugency, quien tuvo la “feliz idea de hacer un elegante y artístico álbum conmemorativo de esta fiesta”.92 Las fotografías fueron sacadas por el fotógrafo canadiense Obder Heffer instalado en la calle Estado 33, sin ninguna renumeración.93 El desfile de disfraces no se limitó a la noche del 15 de Octubre, varias semanas después, los asistentes podían volver a vestir con sus trajes y retratarse en el estudio. Hay avisos del 20 y del 25 de Octubre, que incitan a los invitados a dirigirse a los talleres fotográficos y avisan que sólo podían hacerlo hasta el 10 de Noviembre del mismo año, pues desde esa fecha comenzaría la confección del álbum, que ya contaba con más de 300 fotografías.94 El Mercurio también explicaba que “la imprenta Barcelona hará la impresión esmerada y lujosamente encuadernada de ese álbum que seguramente habrá de figurar en lo salones de Santiago, rememorando un acontecimiento social digno de los amables invitantes y concurrentes.”95 En esto no se equivocaron ya que copias del álbum siguen conservándose entre los descendientes de los asistentes, que siguen maravillándose con una de las fiestas más asombrosas del siglo pasado. Para evitar aún más la vulnerabilidad de la memoria, también se invitó a los asistentes que deseaban conservar un recuerdo de la fiesta y de los disfraces que llevaban, a participar de la toma de una reproducción cinematográfica el domingo 20 de Octubre de 2 a 5 de la tarde en el palacio Concha Cazotte.96 Lamentablemente no hay registros de “En el baile de fantasía del Martes” Caricaturas elaboradas por Darío Eguren Larrea durante el baile. Diario La Mañana, Martes 21 de Octubre de 1912, p. 5. 47 dicha película, que también hubiese contribuido a cristalizar dicha celebración en un momento eterno. Además de las fotografías de estudio que aparecen en el álbum, hay imágenes publicadas en los diarios que fueron sacadas la misma noche, de los asistentes disfrutando de la cena, en el parque y en los salones; también existen imágenes grupales obtenidas en el palacio pero a la luz del día. Otro tipo de registro que plasmó a los invitados y a sus disfraces la noche del 15 de Octubre, son las caricaturas tomadas al instante por el dibujante peruano Darío Eguren Larrea.97 Publicados en distintas fechas posteriores al baile en el Diario La Mañana, estos dibujos dan cuenta de poses burlescas y escenas risibles de los invitados transformados totalmente en los personajes correspondientes por medio de sus trajes fantásticos. Fotografías y caricaturas se convierten en las únicas fuentes visuales de aquellos disfraces que no lograron sobrevivir el paso del tiempo y el efecto de la naftalina. 1 1 “En el baile de fantasía” Caricatura de Darío Eguren Larrea Revista Zig-Zag, 19 de Octubre 1912, Año VIII, Número 400. “Un gran Baile de Fantasía” Revista Selecta, Noviembre de 1912. Año IV, Número 8. 48 2 Caricatura inspirada en el baile de la familia Edwards. Revista Zig-Zag, 6 de Agosto de 1905, Año I, Número 25. 2 49 DISFRACES DE LA BELLE ÉPOQUE Como se estableció anteriormente, la elite chilena acostumbraba disfrazarse en estos grandes bailes por lo menos desde mediados del siglo XIX, comenzando desde pequeños a jugar con la alteridad proporcionada por los trajes de fantasía. De los más de trescientos ochenta disfraces del baile Concha Cazotte, sólo diez piezas lograron llegar a manos del Museo Histórico Nacional. A pesar de que su confección era igual de esmerada y refinada que cualquier otro vestido de gala, era poco probable que su uso se repitiera en otra fiesta. El disfraz tenía la oportunidad de asombrar sólo por una noche, al igual que Cenicienta, al amanecer el efecto podía esfumarse rápidamente. Por eso era necesario encontrar el vestuario perfecto, a la vez que éste debía resaltar la belleza, el ingenio y la inteligencia de su usuario. Se decía que “cada uno (de los asistentes) libraba una batalla suprema por asegurarse un puesto de honor en el torneo de arte y elegancia que iba a verificarse”.98 Este tipo de traje expresa con mayor fuerza el consumo conspicuo de la elite chilena, justamente debido a su dedicada elaboración pero limitado uso. Joaquín Irarrázabal L.(Caballero siglo XIX) Elena Errázuriz de Sánchez (Época 1830) 50 Concha Cazotte las “intemperancias del año” dejaron “a muchas personas esperando todo el tiempo en la incertidumbre de si tendrán su disfraz oportunamente o no lo tendrán”.99 Sólo “después de muchas cartas, telegramas, y trajines, han logrado que el esperado traje consiga pasar la aduana de Los Andes”.100 Otros tuvieron que viajar ese mismo Martes a Los Andes, Habían varias opciones para la producción de los disfraces. Los más sofisticados los encargaban a París, este fue el caso de Tránsito Matte de Claro y Sara Izquierdo Valdés, ambas personificaciones del siglo XVIII francés que llegaron directamente de la ciudad de la luz. Esta opción no estaba desprovista de dificultades imprevistas. Días previos al baile Etiquetas de los disfraces de Sara Izquierdo de Hurtado y de Tránsito Matte de Claro traídos directamente de París. 51 “para conseguir el anhelado hábito que le ha de presentar como figura en el año de gracia de 1912 y regresar a la capital, después de todo un día de viaje y de fatigas, a la 10 y media de la noche para vestirse rápidamente sin tener tiempo necesario para quitarle al traje las arrugas y el olor a naftalina.”101 escogido era una dama antigua o un caballero de tiempos pasados. En esta oportunidad, solamente era necesario buscar en los guardarropas de madres y abuelas, tal como lo hizo Luz Lyon Lynch que vistió un vestido de la década de 1865, prestado por su suegra Carolina Iñiguez de Pereira. Lo mismo ocurrió en el caso de Marta Orrego de Rodríguez quien representó una dama de mediados del siglo XIX a través de un traje de su abuela materna Eugenia Borgoño de Barros. También hubieron ocasiones en que los vestidos fueron realizados por las mismas manos de las invitadas. Este fue el caso de una debutante que asistió a una baile de fantasía en el salón filarmónico en 1854. Ésta recuerda, “el baile de fantasía me devolvió la alegría de la niñez y en él llevé el nombre de Princesa de Lamballe, en mi casa fui la modista, no sé si a la elección del nombre o en realidad las telas y hechuras acreditaban el buen gusto de la costurera, el hecho es que fui muy lisonjeada y hasta la fecha conservo el prestigio de Princesa”.105 Fernando Eyzaguirre fue uno de los asistentes del baile Concha Cazotte que dudó hasta último minuto si vestiría de Luis XIV como lo había previsto. El mismo día del baile entró al puerto de Valparaíso el barco que traía su traje enviado por su hermano José.102 Aquellos que decidieron confeccionarlos en la industria nacional, en las casas de modas Santiaguinas, por lo menos estuvieron “mas tranquilos, se han visto libres de esas preocupaciones, ansiedades y sinsabores”.103 Al mismo tiempo, estos encargos locales impulsaban el comercio capitalino. Con respecto al baile de fantasía de los Edwards en 1905, “son muy altas las sumas que una fiesta social de este jenero deja en manos de los vendedores de telas y adornos para vestidos, de los talleres de sastrería y modas, de los obreros que, con salarios especiales, son requeridos para esta labor, generalmente extraordinaria y de apuro”104. Se puede asumir que seis años después, un baile de fantasía podía provocar los mismos efectos. Generalmente ante la critica que repudiaba tales demostraciones de derroches efímeros, la prensa los justificaba al dar cuenta de los trabajos otorgados y del dinero ganado por todos aquellos que de alguna u otra forma trabajaban tras las bambalinas de dicho evento social. Muchas veces los trajes estaban listos para ser usados, sobre todo cuando el personaje Esta cita también da cuenta de la posibilidad de metamorfosis de identidad que generaba el uso del disfraz, que a pesar de que tenía un carácter transitorio, podía tener también un efecto duradero. Incluso es posible por medio del análisis de algunos disfraces partícipes del baile Concha Cazotte, explicar ciertas ansiedades y expectativas sociales compartidas por la elite santiaguina. Tal como lo establece Eduardo Vargas, los disfraces dejan “en evidencia gustos, intereses, preocupaciones y sensibilidades.”106 Es posible descubrir que por medio del traje de fantasía la alta burguesía expresa 50 52 un discurso simbólico particular, relacionado con la necesidad de definirse como una clase social poderosa, económica y culturalmente rica. En el presente análisis se asume que el vestido, y en este caso el disfraz, es una superficie profunda capaz de encarnar deseos y motivaciones inconcientes.107 Por lo tanto, la explícita personificación de los trajes de fantasía es entendida como una evidencia material y simbólica de los anhelos de la elite santiaguina. Al mismo tiempo y a pesar del ambiente decoroso y respetable del salón de baile, los disfraces permiten hablar de una cierta transgresión de convenciones de clase y género. El acto de disfrazarse se ha definido como una experiencia de duplicidad, una fantasía de dos cuerpos en simultáneo, donde dos sujetos distintos se convierten en uno.108 Esta metamorfosis momentánea permite de pronto experimentar con lo desconocido y accede la transformación en un “otro”. En definitiva, los trajes de fantasía y sus inherentes intenciones de conversión efímera se convierten en complejas expresiones de una sociedad en constante tensión. En el salón de baile era posible transformarse superficialmente por medio de los trajes fantásticos moldeando la identidad, al menos por una noche. Es necesario establecer que la confusión de apariencias generada por los disfraces no sólo estaba circunscrita al marco espacial de los bailes y carnavales. Durante este período se criticaba el generalizado acto de aparentar lo que no se era y lo que no se tenía.109 Esta simulación se lograba por medio de la adquisición de bienes materiales, entre ellos de vestuario, que eran ahora de más fácil acceso para el resto de la “Un gran Baile de Fantasía”, Revista Selecta, Noviembre de 1912, Año IV, Número 8. 51 53 sociedad. Gracias a la producción de “ropa hecha”, y su comercialización en las multitiendas, como Gath y Chávez inaugurada en 1910, las clases más bajas tenían acceso a modas que anteriormente sólo habían sido accesibles a la élite. Así se podía borrar a través del vestuario la verdadera posición social. En estas circunstancias, la indumentaria adquirió la peligrosa cualidad de esconder y/o transformar la identidad del usuario, ya no era posible a primera vista conocer la procedencia social de los desconocidos en la ciudad. Entonces, si las calles de la capital ya estaban habitadas por personajes supuestamente disfrazados, el baile de fantasía de elite se constituyó como una exagerada continuación de esta mascarada. Eso si, la intención principal de la mascarada de elite recaía en mantener la diferenciación social entre las distintas capas de la sociedad. Por medio del disfraz se defendía su distinción social, que se veía también amenazada por el advenimiento de las clases medias en el contexto nacional. La utilización de trajes de fantasía lujosos y sofisticados pone de manifiesto esta necesidad de excepcionalidad por parte de la oligarquía. Manuel Vicuña explica que el aprendizaje del francés o del inglés, se hacía con el mismo fin, al constituirse como un “capital cultural gracias al cual la elite pudo en cierto modo contrarrestar el menoscabo de su singularidad, producción de la expansión de la alfabetización y del ascenso de la clase media en el panorama nacional.”110 La distinción se fortalecía por medio de la exhibición de trajes que en su totalidad “conformaban un sistema de autorreferencia comprensible para los propios miembros de la elites…”111 Todos los asistentes en el salón podían De izquierda a derecha: Paulina Barros Puelma (Pierrette) Enrique Morandé Campino (Pierrot) Carlos Ossa Prieto (Pierrot) Ramón Vicuña Herboso (Pierrot) reconocer los disfraces de sus amigos y familiares, ya que las temáticas encarnadas reafirmaban la pertenencia a un mismo mundo cultural hermético. Desde el establecimiento del baile de fantasía como un evento social propio de la elite decimonónica hasta el año 1912, los disfraces no variaron 54 significativamente. Por eso es posible definir seis grandes temáticas en las fiestas que se han ido desarrollando en Chile desde mediados del siglo XIX y también en el baile Concha Cazotte. Éstas son: imitación de la nobleza europea de antaño, interpretación de lo exótico, vestuarios de procedencia bucólica, trajes alegóricos, personificaciones del pasado histórico y por último, personajes provenientes del mundo de la literatura, del teatro, del arte y de la ópera. Los trajes que expresan una continuación con los carnavales italianos de antaño, son aquellos que personifican a los caracteres de la Commedia dell’Arte. Varios Pierrot melancólicos y al menos un Arlequín malicioso, hicieron su aparición en el baile del palacio morisco. 55 Como bien dijo Balmaceda Valdés, las referencias visuales y escritas, entre ellas, enciclopedias, figurines y manuales, eran examinadas con vehemencia a la hora de encontrar un traje apropiado para la ocasión. Las revistas de moda, publicadas tanto afuera como en Chile, divulgaban figurines de disfraces apropiados para los bailes según los parámetros del extranjero. En números de El Salón de la Moda, La Mariposa, y Le Moniteur de la Mode, se especificaban las temáticas en boga en los salones parisinos y españoles. La revista Zig-Zag, publicada desde 1905, es quizás uno de los medios más prolíferos a la hora de encontrar personajes adecuados de convertir en disfraces de salón. Ésta no sólo publicaba en detalle fotografías de la elite disfrazada en fiestas y celebraciones varias, sino también en su cobertura cultural de las artes en general proveía imágenes de personajes del teatro y la ópera que luego eran imitados en los bailes de fantasía. Entre ellos, L’Aiglon de la pieza teatral del mismo nombre escrita por el dramaturgo Edmond Rostand, basada en la vida de Napoleón II, es quizás uno de los personajes más queridos en las fiestas de Figurín de disfraces en revista Salón de la Moda. Montaner y Simón Editores, Barcelona. XXIV – N°601 Figurín de disfraces en revista Salón de la Moda. Montaner y Simón Editores, Barcelona. XX – N°472 56 fantasía luego de su exitoso estreno en Paris en 1900. A pesar de que este papel fue escrito especialmente para la actriz Sarah Bernhardt, paradojalmente en el baile Concha Cazotte hay seis hombres personificándolo. Incluso uno de ellos, Vicente Ortúzar Correa se sacó la fotografía para el álbum en la misma pose alguna vez tomada de Bernhardt encarnando dicho personaje, también divulgada en la misma revista.112 Zig-Zag además incluía reportajes explicativos y visuales sobre las modas de antaño, convirtiéndose en una fuente primordial a la hora de querer reinterpretar vestuarios del pasado lo más auténticamente posible. Con respecto a los trajes exóticos, esta revista también se constituía como un banco visual de mujeres y hombres que provenían de tierras lejanas. Desde un extranjero ficticio llegaron al Concha Cazotte, japonesas, africanas, egipcias y chinos mandarines, llenando los salones con un cosmopolitismo delirante. Rebeca Valdivieso Valdés (Época Luis XV)’ 58 Vicente Ortúzar Correa se retrató como el personaje Napoleón II (duque de Reichstadt) de la obra L´Aglion imitando la postura de la gran actriz Sarah Bernhardt, personificando el mismo rol. Sarah Bernhardt en el papel del duque de Reichstadt, Revista ZigZag. 6 de Mayo de 1911, Año VI, Número 324. 59 De izquierda a derecha Alfonso Casanova Vicuña (Príncipe Oriental) Josefina Cuevas (Japonesa) Fernando Claro Salas (Mandarín) Ester de Agüero Herboso (Africana) Julia Alessandri Altamirano (Africana) Inés Larraín Echeverría (Egipcia) 60 61 Una de las temáticas más frecuentes en los bailes de fantasía de la elite, era la representación de la aristocracia del Antiguo Régimen, específicamente francesa, del siglo XVII y XVIII. El día Martes 15 de Octubre, asistieron un Rey Sol, al menos tres siguiendo la moda impuesta por María Antonieta, incluyendo a Teresa Cazotte de Concha, junto a más de once mujeres vestidas a la usanza de la época Luis XV y seis bajo el reinado de Luis XVI. Es bien sabido que la fijación de la clase alta por emular la nobleza europea, no era tan sólo metafórica cómo lo insinúan los trajes de fantasía, sino una preocupación constante para este grupo social, ya que en su vida cotidiana seguían las modas, formas de sociabilidad e incluso el vocabulario del Viejo Mundo. A través de esta íntima identificación con la civilización europea, la élite legitimaba su posición privilegiada en la jerarquía nacional, obteniendo así un conocimiento y un refinamiento que la separaba drásticamente de las clases más bajas. En esta fiesta de fantasía la europeización que invadía la cotidianeidad de la elite cobraba tintes extremos. Si en la conmemoración del Centenario, la elite y sus celebraciones habían sido comparadas con la Corte de Versalles, en el baile Concha Cazotte, esta misma elite se transformaba radicalmente en aquella corte que tanto imitaba.113 La fantasía por lo tanto, reforzaba un anhelo verdadero, produciéndose en consecuencia una confusión entre ficción y realidad. Al mismo tiempo, al personificar superficialmente a la nobleza europea, la alta sociedad tomaba prestada una tradición foránea, y se apropiaba al mismo tiempo de su herencia cultural. De izquierda a derecha Arturo Izquierdo Valdés (Marqués Época Luis XV) Adela Balmaceda Pérez (Época Luis XV) Guillermo Edwards Matte (Luis XIV) 62 Ana Lyon de Álamos (Marquesa de Versailles) 63 Por ejemplo, en el baile Concha Cazotte esto estaba ilustrado, de la obra de William Shakespeare por tres Hamlet, un Romeo, y un Alfredo de la Traviata de Giuseppe Verdi. Gran parte de las obras y piezas operáticas personificadas en los bailes de fantasía habían sido representadas en los teatros nacionales, también entre los años 1892 y 1900, se habían impreso los argumentos en español de obras como Carmen, Fausto, Hernani y Lucía de Lammermoor, cuyos personajes principales también se muestran el día del baile.114 Quizás el ejemplo más evidente de un disfraz inspirado directamente en el arte europeo, fue el fabuloso traje de Adela Edwards de Salas, basado en el retrato de De izquierda a derecha Adela Edwards Mac-Clure(Juana de Aragón) Patricio Irarrázaval Lira(Hamlet) Nibaldo Correa Barros (Romeo) Julio Pérez-Cotapos (Edgardo, de “Lucía” obra de Donizetti) 64 65 Juana de Aragón por el pintor italiano Rafael. Elisa Walker de de la Taille, futura cuñada de Teresa Concha Cazotte, también decidió vestirse en base a un cuadro, representando a la emperatriz Eugenia de Montijo pintada por Franz Xavier Winterhalter. y experimentar con la silueta más allá de lo permitido y de los considerado “mal visto”. En el caso de los hombres, esta alteración también era significativa, ya que la fantasía les permitía exhibir el uso de accesorios y colores que estaban excluidos del sombrío uniforme burgués. Eso si, esta transformación no se veía excluida de comentarios mordaces por parte de los diarios, al constatar que no todas las pantorrillas a la vista obedecían a las reglas de la estética.115 Sin embargo, no todos los hombres estaban interesados en Los bailes de fantasía y la posibilidad de juego otorgada por el disfraz era especialmente disfrutada por las mujeres. Ya que éste admitía escapar de los tabúes imperantes durante el periodo Retrato de la emperatriz Eugenia. Óleo sobre tela. Franz Xavier Winterhalter. Propiedad de Hillwood Estate Museum & Gardens. En www.fineart-china.com, octubre 2012. Elisa Walker de de la Taille (emperatriz Eugenia de Montijo) 66 disfrutar de un baile de fantasía y del uso del disfraz. Quizás para escapar de dichos comentarios, el dueño de casa Enrique Concha y Toro, luego de saludar a sus invitados se fue a acostar, dejando a su mujer e hijos a cargo de la fiesta. Las mujeres, en cambio, podían resaltar sus atributos, usar sus cabelleras largas y sueltas, alhajarse con varias joyas hermosas, y ser más osadas en la exhibición de ciertas partes de cuerpo. Por ejemplo, la Srta. Elena Phillips vestida de aldeana de De izquierda a derecha Eduardo Balmaceda Valdés (Gil Blas de Santillana) Elena Phillips Reyes (Aldeana época Luis XV) 67 De izquierda a derecha Fernando Toro Barros (Turco) Ismael Errázuriz Ovalle (Renato de Anjou) la época de Luis XV, se aventuró a mostrar los tobillos, que fuera del contexto fantástico, se mantenían más bien escondidos bajo el largo de las faldas. Los bailes de fantasías también otorgaban ciertas libertades a las mujeres a la hora de ponerse bellas. Si en el día a día, el uso de maquillaje debía ser discreto debido a su asociación con prostitutas y actrices, la sociedad no criticaba a las señoritas que lo usaban para darle mayor veracidad a sus personificaciones. En el baile de fantasía, las mujeres también jugaban a ser actrices. Esto se volvía evidente en el estudio fotográfico, cuando al plasmar los personajes escogidos se hacía imitando las posiciones correspondientes a las caracterizaciones. Ello sucedía sobre todo en el 68 caso de las exóticas persas y odaliscas que invadieron profusamente el palacio Concha Cazotte, al aparecer declinadas y coquetas en sus trajes de inspiración oriental. Al mismo tiempo, la sensualidad relacionada con el Lejano Oriente, permitía a las señoras y señoritas de elite experimentar con un mundo de connotaciones eróticas. Se exhibía así una feminidad diferente y de fascinación peligrosa, produciéndose como consecuencia un olvido ficticio de la imagen convencional de la mujer de élite. Es interesante constatar que los trajes orientales, formados por pantalones bombachos, turbantes emplumados y gasas transparentes no estaban alejados de las últimas modas promovidas por los diseñadores en París de la misma época. Un año antes, el “pantalón harem”, había asaltado las páginas de las revistas sobre moda causando un apasionado debate. Este estilo se había originado como respuesta al orientalismo provocado por los Ballet Rusos en Paris desde 1909, y gracias al genio de uno de los diseñadores más vanguardistas de la alta costura, Paul Poiret. En Chile, este pantalón se recibió con cierto recelo debido a las consecuencias que este cambio podía generar en las mujeres; era primera vez que se les aparecía la oportunidad de usar pantalones. Sin embargo, en los medios se le catalogó como ridículo, inadecuado e incluso peligroso ya que las mujeres podían pasar como hombres y viceversa. Por ejemplo la revista Zig-Zag comentaba humorísticamente, Caricatura referente a la Moda Harem introducida en el país en 1911. Revista Zig-Zag. 8 de Abril de 1911, Año VI, Número 320. “Una vez que se propague la moda Harem, y cuando ya la mujer se haya apropiado plenamente el uso del pantalón, van a ocurrir conflictos como éste, 69 De izquierda a derecha Elena Fabres Blanco (Persa) Clímenes Phillips de Zañartu (Oriental) Lucrecia Cerda Silva (Oriental) Josefina Valdivieso Barros (Persa) Luisa Concha Cazotte (Oriental) 70 71 nadie sabrá si los que van ahí son doña Dominga Rebosante con su hijo Manuel o don Domingo ídem con su hijita Manuela.”116 Por lo tanto, el uso de pantalones nunca fue de uso generalizado en la altas cúspides de la sociedad, al menos no por un buen tiempo y el salón del baile quedaba como el único espacio apropiado para su exhibición. Así, los trajes de fantasía les daban a las mujeres prerrogativas artificiales, al permitir usar y en consecuencia “ser” algo distinto a lo esperado de su género por la sociedad chilena. Otro tipo de disfraces que le otorgaban a las mujeres una oportunidad de reconfigurar sus personalidades, fueron aquellos trajes que representaban figuras femeninas de importancia histórica. Por ejemplo, en el baile Concha Cazotte, Teresa Hurtado Concha decidió personificar a Carlota Corday, afamada revolucionaria francesa cuya vida terminó drásticamente luego de asesinar a Paul Marat. Lo mismo ocurría al vestir como famosas reinas del pasado, “resucitadas al golpe de una varilla mágica”.117 Blanca Ossa Lynch de Balmaceda, nuera del ex presidente José Manuel Balmaceda, asistió como María de Médicis. Un interesante personaje que concurrió al baile, fue la personificación de “abogada francesa” elegido por la prima de Luisa, Teresa y Enrique, Raquel Echeverría Cazotte. A pesar de que las mujeres podía incorporarse a la universidad desde el año 1877, ésta no era una práctica masiva entre las mujeres de elite, que debían más bien dedicarse al mundo doméstico, a la vida en sociedad y a la De izquierda a derecha Blanca Ossa de Balmaceda (María de Médici) Raquél Echeverría Cazotte (Abogada francesa) Gustavo Rodríguez A. (Imperio Greco-Romano) Delfina Montt Pinto (Pescadora de Nápoles) Irene Lecaros Barros (Pescadora de Nápoles) 72 73 acción social. La figura de la “graduada” también era caricaturizada en las páginas de la revista ZigZag, expresando la presencia de un fenómeno propio de los albores del siglo XX. Es justamente durante este periodo que las exigencias políticas y sociales femeninas empezarían a tomar forma, sin embargo habría que esperar hasta el año 1919 para que surgieran asociaciones femeninas políticamente militantes.118 Por ahora, la vida profesional podía al menos ser evocada por medio del camuflaje del disfraz. A través del traje de fantasía, el pasado cobraba vida y sus fantasmas confundían el panorama del baile Concha Cazotte. En palabras de la revista Selecta, “Por allí desfilaron monarcas de otros tiempos en busca de una reina que acaso no parecía; convencionales del Terror, Príncipes y Condes. Césares romanos que, si no incendiaron Roma, como Nerón, dieron prueba de apetito, como Vitelo, a la hora de la cena, hubo toreros y diplomáticos, aldeanas rusas, persas, marquesas del siglo XVIII, mariposas, todas las niñas debieron de llevar ese traje y egipcias, pastoras y pescadoras.”119 En el salón, la elite no sólo hacía revivir personajes de la historia universal, sino también de su propio pasado nacional. El caso más emblemático es el de Mariano Fontecilla Varas, quien usó el traje de su antepasado Francisco de Borja Fontecilla Palacios, personaje fundamental en la formación de la Independencia de Chile. Al desempolvar la chaqueta del que alguna vez fue Gobernador Intendente de Santiago, y persona de confianza del mismo Bernardo De izquierda a derecha Ernesto Iñiguez Larraín (Torero) Etelvina de Diez de Medina (Andaluza) Oriana Hunneus de Ibar (Andaluza) Ángela Agüero de Saavedra (Andaluza) Blanca Figueroa de Riesco (Andaluza) 74 75 O’Higgins, se expresa una íntima conexión con el acontecer político del país, relacionando así a la elite con las glorias de la República.120 Sin embargo, también por medio de los trajes de fantasía este grupo se conecta con su antigua madre patria, múltiples Manolas, andaluzas y toreros asistieron al baile. No obstante, el vestirse siguiendo las modas españolas era un práctica bastante común en los salones de fantasía de Europa y Estados Unidos, relacionado con un afán por lo exótico. En el caso de las chilenas su atractivo quizás también recaía en la facilidad que significaba lograr dicho disfraz. Las mujeres simplemente se envolvían con un mantón de Manila, y se adornaban el cabello con un peine y una rosa. Los disfraces femeninos más celebrados de la noche, aparte de las bellezas orientales representadas por las hijas de los dueños de casa, Teresa y Luisa, fueron los trajes alegóricos más alegres y traviesos. Pollitos, mariposas, rosas, azucenas y lirios inundaron los salones con hermosura y juventud. Este baile significó un espacio de celebración para lo más jóvenes, para que disfrutaran, quizás por última vez de una época encantada e ilusoria, lejana de la realidad. Por eso la fiesta fue para aquellos, “que por primera vez entraban al mundo y lo hallaban todo disfrazado, acaso para que la realidad de la vida tardara siquiera una noche en mostrarles sus flaquezas y sus desengaños.”121 Aquella noche treinta entusiastas parejas bailaron el cotillón, ensalzando aún más aquel espectáculo formado por la contradictoria combinación de mundos y épocas dispares. El baile Concha Cazotte recreó por una noche una geografía trastornada que se sigue recordando hoy como una experiencia sublime y original. Aquel fue el último esplendor de un momento único, una bella época que tendría que venir a su fin. Aquellos,“fueron los últimos esplendores de este palacio. La muerte borró de ese escenario al señor Concha y Toro y a su encantadora esposa doña Teresa Cazotte y del resto encargose el tiempo; ni siquiera vestigios hallamos hoy de la regia mansión: en su sitio vemos elevarse construcciones modernas, en su generalidad de mal gusto, que nada dicen a nuestra imaginación, sin tradición, sin historia…”122 Emilia Müller G. Licenciada en Historia, PUC M.A. Costumes Studies, New York University De izquierda a derecha Rebeca Izquierdo Phillips (Caperucita Roja) María Godoy de Prieto (Mar) Delfina Edwards Bello (Pollita blanca) 76 77 LA COLECCIÓN 78 79 MARÍA EDWARDS MAC-CLURE Dama del S. XIX c.1855 Seda Cuerpo: 45 x 42cm. Falda: 30 x 103cm. MHN 3-342 Traje compuesto por cuerpo y falda de seda chiné. El cuerpo es corto, entallado, escotado y termina en punta en el delantero. Tiene mangas cortas y en el escote lleva una pieza tipo volante con diseños florales. La falda es larga, compuesta por dos vuelos. Va muy recogida en la cintura, dándole amplitud al ruedo. Este traje es original de mediados del siglo XIX, no existen datos sobre su pertenecia original, pero fue usado como disfraz por María Edwards Mac-Clure y donado al museo por Boutique CLICK en 1989. matrimonio con su primer marido Guillermo Errázuriz Vergara quien moriría en Paris diez años después. María vivió gran parte de su vida en el extranjero y durante la Segunda Guerra Mundial tuvo un papel primordial que sería celebrado en la posteridad con honores. Durante la ocupación alemana se unió a la resistencia francesa lo que le significó peligrosos encuentros con la Gestapo. A pesar de esto se dedicó a resguardar niños judíos de los campos de concentración, lo que la llevó a ganar el reconocimiento póstumo de “Justa entre las Naciones” en 2006. Ya en 1953 había recibido la Legión de Honor por su apoyo a la causa francesa durante la guerra. Luego de casarse por segunda vez con el francés Jacques Feydeu, María murió el 8 de Junio de 1972. María pertenecía a unas de las familias más importantes del país, hija y hermana de empresarios y hombres de prensa, su apellido era sinónimo de éxito. Tanto ella, como su hermana mayor Adela y su hermano Carlos asistieron al baile presidido por Teresa Cazotte. Tenía 19 años en 1912 y todavía no había contraído 81 LUZ LYON LYNCH Traje de dama del S. XIX c.1865 Seda Cuerpo: 45 x 30.5cm. Falda: 33 x 171cm. MHN 3-001 Traje compuesto por cuerpo, falda y faldón, confeccionado en gros de seda. El cuerpo es considerablemente corto y entallado con un gran escote y mangas muy cortas como se estilaba para los bailes. Tiene de adorno en el escote y mangas una pieza plisada de tul, además en el delantero lleva flequería de seda. La falda es larga, muy amplia y con cola, se usaba con crinolina para dar un mayor volumen al ruedo. La falda lleva con alforzas y volantes terminados en ondas, y está adornada con escarapelas. El traje tiene como complemento, un cinturón con faldones en los costados y un cinturón con lazo en la espalda que termina con flequería, estas piezas pueden usarse indistintamente sobre la falda. Tiene otro cuerpo, de manga larga, que es una alternativa al cuerpo anteriormente descrito. Este traje original de mediados del S.XIX, perteneció a Carolina Íñiguez de Pereira, fue usado como disfraz por Luz Lyon Lynch y donado al museo por las hermanas Cosmelli Pereira en 1981. Para el baile Concha Cazotte, Luz Lyon decidió disfrazarse de dama antigua, específicamente de la década de 1860s. A través de este traje se entrelazan dos historias, primero la de Luz quién lo usó para el baile y segunda la de Carolina Iñiguez de Pereira, dueña original del vestido y quien se lo prestó a su nuera para dicha ocasión. Carolina Iñiguez Vicuña y su marido el eminente hombre público Luis Pereira Cotapos, vivieron junto a sus diez hijos en el Palacio Pereira ubicado en Huérfanos y San Martín. Esta casa se transformó en un “centro…en donde toda la sociedad de Santiago, se agrupó como en torno a una lámpara que irradiaba consejos, enseñanzas y beneficios.”2 La muerte de Carolina fue profundamente lamentada por la sociedad de elite que consideró su hogar un modelo. En 1912, a sus veinte y siete años Luz llevaba solo dos años de casada con Ismael Pereira Iñiguez, que también decidió vestir en el baile como un caballero de tiempos pasados. Luz fue hija de Roberto Lyon Santa María y Amelia Lynch Solar, ambos de familias dedicadas al comercio y a la industria, que rápidamente se relacionaron y se vincularon a la elite vasco-castellana por medio de lazos familiares. Tuvo tres hijos, los que tuvo que criar sola desde 1925, luego de que su esposo muriera después de un viaje que realizaron en familia a Europa. Sus nietos la recuerdan como una mujer de carácter fuerte, educada y muy distinguida, que logró sacar a adelante a sus hijos a pesar de su viudez. Se dedicó gran parte de su vida a la asistencia social, sobre todo de los empleados de su fundo Almahue en la VI región. 2 Virgilio, 1800-1825. Diccionario Histórico, Biográfico y Bibliográfico de Chile. Tomo II. Santiago de Chile, Balcells & Co., 1928. p.483. 83 MARTA ORREGO BARROS Dama del S. XIX c. 1955 Seda Cuerpo: 48.5 x 46cm. Falda: 33.5 x 107cm. MHN 3-350 Traje compuesto por cuerpo y falda de seda brocada con diseños florales. El cuerpo entallado y termina en punta en el delantero, tiene manga corta y adornos de flequería. La falda es larga, recogida en la cintura, con mucho ruedo. Está compuesta por dos vuelos terminados con flecos iguales a los del cuerpo. Este traje original de mediados del siglo XIX, perteneció a Eugenia Borgoño de Barros, fue usado como disfraz por Marta Orrego y donado al museo por Marta Rodríguez Orrego en 1987. Complementa este traje una manteleta de seda cubierta por tul bordado con aplicaciones de motivos florales, que también perteneció a Eugenia Borgoño de Barros. a otras señoritas y señoras como una dama antigua de mediados del siglo XIX. También fueron al baile de fantasía tres de sus cuatro hermanos, Carlos, Antonio y Álvaro. El vestido perteneció originalmente a su abuela materna Eugenia Borgoño Vergara de Barros. Al igual que Dolores García Huidobro, Marta también creció en un hogar de intelectuales, entre ellos su tío el escritor Luis Orrego Luco. Su madre, Martina Barros, sobrina del historiador Diego Barros Arana, también se dedicó a la escritura y abogar por la causa feminista, dando varias conferencias sobre el voto y la historia del desarrollo del feminismo en Chile.1 Las tertulias de su madre fueron famosas entre la elite y su padre el doctor Augusto Orrego Luco fue un destacado liberal. Marta Orrego Barros se casó con Enrique Rodríguez Mac-Iver, y tuvieron tres hijas, Flora, María y Marta. Marta Orrego al igual que otras asistentes al baile, también encontró en el clóset familiar un traje adecuado para el evento en el Palacio Concha Cazotte. Durante la noche del 15 de Octubre, Marta vistió junto 1 Virgilio, 1800-1825. Diccionario Histórico, Biográfico y Bibliográfico de Chile. Tomo II. Santiago de Chile, Balcells & Co., 1928. p.141. 85 MERCEDES VILLAMIL CONCHA Corpiño de traje del folklore europeo. 1912 Seda 41 x 46cm. MHN 3-903 Corpiño de terciopelo, que fue parte de un traje de disfraz. El corpiño es corto, entallado, terminado en punta en el delantero donde lleva una pieza triangular de lamé, que va bordada con flores y rodeada con blondas de hilo metálico dorado. Tiene tirantes de cinta de raso adornados con pasamanería y lleva sobre los hombros lazos de cintas de distinto color. Va abrochado en los costados con cintas de seda cruzadas. Fue usado y donado al museo por Mercedes Villamil Concha en 1985. Mercedes Villamil asistió al baile Concha Cazotte en su calidad de prima de segundo grado de Teresa, Luisa y Enrique, ya que su madre María del Carmen de Santiago y Concha era prima del dueño de casa Enrique Concha y Toro. El corpiño, parte de un disfraz inspirado en el folklore europeo, no era primera vez que se usaba en un baile de fantasía. Según los registros del Museo Histórico Nacional, aquel disfraz había sido lucido por una de las hermanas Blanco Gana en un baile en la corte de Napoleón III y Eugenia de Montijo en París, ya sea por su abuela Mercedes, o sus tías abuelas Carmen o Teresa. Mercedes no sólo estaba conectada por medio de su traje con lo más elegante de la corte francesa de fines del siglo XIX; sino también por sangre se relacionaba con lo más ilustre de la historia nacional, siendo su bisabuelo Manuel José Blanco Encalada. 86 87 MARIANO FONTECILLA VARAS Caballero del S. XVIII (Duque Sotomayor?) Casaca, fines S. XVIII Pantalones, 1912 Seda Casaca: 44 x 117cm. Pantalones: 35 x 81cm. MHN 3-37455 y 3- 37455 Traje compuesto por casaca y pantalón corto. La casaca es de terciopelo de seda con diseño acanalado. Tiene cuello alto, va abierta hacia los costados, termina en faldones en la espalda. Lleva bordados con motivos florales multicolores, en el borde del delantero, cuello, bocamangas, bolsillos y faldones. Además, tiene botones forrados y bordados. Los pantalones son cortos, de raso de seda y llevan un alazo de cinta al costado y un vuelo de encaje en el borde de las piernas. El pantalón fue hecho para complementar el disfraz. La casaca perteneció originalmente a Francisco de Borja Fontecilla .Tanto la casaca como el pantalón fueron usados como disfraz por Mariano Fontecilla Varas y donados al museo por Mariano Fontecilla Concha en 1987. El sombrero tricornio es una réplica. Tanto Mariano como su hermano Javier asistieron al baile en el palacio Concha Cazotte el 15 de Octubre de 1912. La levita, confeccionada a fines del siglo XVIII, perteneció originalmente a Francisco de Borja Fontecilla Palacios, antepasado de los asistentes y reconocido padre de la patria. Mariano Fontecilla Varas nació el 3 de Mayo de 1894, y en 1914 obtuvo su título de abogado, convirtiéndose eventualmente en el ministro del Excmo. Tribunal Supremo más joven de la historia a sus 36 años. Según el Diario La Mañana, Mariano quiso ir al baile de fantasía como el Duque de Sotomayor. Se casaría eventualmente con María Olivia de Santiago Concha, sobrina nieta de Enrique Concha y Toro. Un solo hijo nacería de dicha unión, el diplomático Mariano Fontecilla de Santiago Concha. Mariano Fontecilla y al lado derecho, su hermano Javier Fontecilla, usando el mismo disfraz con el que se retrataron para el álbum de fotografías del baile Concha-Cazotte. 89 MOISÉS BERNALES ZAÑARTU Disfraz de Francisco I de Francia. 1912 Seda Chaqueta: 47 x 60cm. Bragas: 42 x 44cm. MHN 3-901 Traje compuesto por chaqueta y bragas, confeccionado en terciopelo con adornos de pasamanería dorada y raso de seda marfil. La chaqueta es corta entallada, con mangas aglobadas con acuchillados en la parte superior y que se angostan hacia el puño. Las bragas son muy cortas y también llevan acuchillados donde asoma la tela de raso marfil. El disfraz se complementa con zapatos de terciopelo. Fue usado por Moisés Bernales Z. y donado por Ana María de la Lastra Bernales en 1991. Para completar el traje se confeccionó una réplica de la capa, sombrero, cinturón y zapatos. Los zapatos originales por motivos de conservación no fueros exhibidos. Moisés Bernales Zañartu fue al baile Concha Cazotte como el príncipe renacentista francés Francisco I de Francia. Este traje pertenecía a su primo Daniel Bernales Lazcano, quien lo habría usado con anterioridad en el Baile de Fantasía de Victor Echaurren. En 1912, Moisés tenía 22 años y pronto se recibiría de abogado de la Universidad de Chile. Tuvo una reconocida carrera judicial, convirtiéndose en juez de San Antonio, relator de la Corte de Apelaciones de Santiago, Ministro y luego Presidente de dicha corte. Se casó con la señora Carmela Pereira Lyon y tuvieron tres hijos. Daniel Bernales Lazcano, y a la derecha su primo Moisés Bernales Zañartu. 91 TRÁNSITO MATTE GORMAZ Dama del S. XVIII 1912 Seda Cuerpo: 42 x 53cm. Levita:42 x 1.57cm. MHN 3-3904 Traje compuesto por cuerpo, falda y levita. El cuerpo de raso con pechera de tul, es corto, sin mangas y terminado en punta en el delantero. En la cintura lleva una cinta de falla a modo de cinturón y en el escote un lazo de cinta de adorno. La levita es entallada, larga con cola, y está confeccionada en gros de seda, y lleva en todo el borde del delantero pasamanerías y borlas de hilo metálico dorado. Las mangas son 3/4, y terminan con un vuelo de encajes. Tiene etiqueta de VincentLachartroulle, 15 Rue de Faub , St. Honoré. París. Fue usado por Tránsito Matte de Claro y donado al museo por la familia Claro San Román en 1986. La falda de encajes, el sombrero y el bastón son réplicas. Tránsito Matte estuvo entre las varias asistentes al baile Concha Cazotte que decidieron disfrazarse imitando la corte francesa del siglo XVIII, para esto usó un vestido traído desde Paris. A pesar de que ya estaba casada en 1912 con Arturo Claro Prieto, no hay referencias de que él haya asistido aquella noche de fantasía. Tuvieron cinco hijos y una hija que murió siendo todavía niña. Tránsito tuvo que criarlos sola luego de que la muerte de su marido la dejara viuda muy joven en 1924. Sus nietos la recuerdan como una mujer extraordinaria, culta y dedicada a la acción social. 93 VÍCTOR BESA VICUÑA Traje de caballero del S. XVIII 1912 Seda Chaqueta: 50 x 98cm. Pantalón: 36 x 58cm MHN 3-905 Traje compuesto por casaca y pantalón corto confeccionado en raso de seda con adornos de cintas y encaje metálico plateado. La casaca es larga, simula en el delantero un chaleco, tiene mangas 3/4 con grandes bocamangas, adornadas con encaje y botones, de donde nacen mangas falsas de encaje. Los pantalones llegan sobre la rodilla, y llevan un lazo de cinta en los costados. Este traje fue usado por Víctor Besa Vicuña y donado al museo por María Guzmán de Besa en 1981 El tricornio que complementa el traje es una réplica. A sus 21 años y soltero, José Víctor Besa decidió ir al baile Concha Cazotte como un príncipe europeo al estilo de Luis XV. Su traje fue elaborado especialmente para el baile. Fue hijo de Elvira Vicuña Rozas y José Víctor Besa Navarro, primer alcalde de la comuna de Barrancas, y también diputado de Santiago. José Víctor Besa Vicuña se casó a los 38 años con María Guzmán Larraín y tuvieron cinco hijos. 95 SARA IZQUIERDO VALDÉS Disfraz de Pastora del siglo XVIII 1912 Seda Cuerpo: 42 x 49cm. Falda: 34 x 84cm. MHN 3-461 Traje compuesto por cuerpo y falda confeccionado en seda chiné, tafetán de seda, tul bordado y encaje. La blusa entallada y escotada en el frente va adornada con encajes, flores en relieve y lazos de cintas, las mangas son 3/4, terminadas con volantes de encaje. La falda de tafetán de seda cubierto por tul bordado, llega hasta más arriba de los tobillos y está adornada con vuelos de encaje y guirnaldas de flores. Tiene una sobrefalda abullonada formando volúmenes en los costados y que queda abierta en el delantero. El traje tiene una etiqueta de Maison Juliet – J. Tissier Succ. Costumier – 10 bont – Montmartre – Paris. Fue usado y donado por Sara Izquierdo Valdés de H. en 1985. Sara Izquierdo Valdés, con 18 años, asistió al baile Concha Cazotte con su marido Carlos Hurtado Errázuriz. Ella vestida como pastora del siglo XVIII, y él como caballero de la década de 1815. Su traje al estilo de María Antonieta había sido enviado especialmente desde Francia, y cuenta la leyenda familiar que decidió usarlo arrugado, justamente para delatar su sofisticada procedencia. Al baile también fueron sus cuatro hermanos, Enrique, Luis, Arturo y Tadeo Izquierdo Valdés. 97 DOLORES GARCÍA- HUIDOBRO FERNÁNDEZ Disfraz de Primavera 1912 Seda 44.5 x 147cm. MHN 3-902 Vestido de gasa de seda plisada, con adornos de encaje de hilo metálico y guirnaldas de flores de tela. En la cintura lleva un adorno de terciopelo pintado imitando hojas. Como complemento tiene un sombrero con una argolla forrada en tul y copa de forma cónica de terciopelo pintado de donde nacen pétalos de seda. Fue usado por Dolores García- Huidobro Fernández y donado al museo por Lucía Correa de Mujica en 1980. El disfraz de Primavera de Dolores García Huidobro es el único de los trajes exhibidos que a pesar de haber sido confeccionado especialmente para el baile de sus primos Teresa, Luisa y Enrique Concha Cazotte, no tuvo la oportunidad de ser estrenado en sociedad. Lamentablemente, el 13 de Octubre del mismo año, el abuelo de Dolores y gran teólogo, filósofo y jurista, Rafael Fernández Concha murió provocando que su familia optara por un luto riguroso impidiendo su participación en bailes sociales. Dolores nació en 1891, y murió a los 83 años en 1973. Tenía 21 años en 1912, y todavía no contraía matrimonio con el mexicano Adolfo Mujica Diez de Bonilla, con quien tendría seis hijos. A pesar de que a lo largo de su vida fue una persona bastante privada y muy religiosa, Dolores creció en un ambiente intelectual y progresista, gracias a los intereses vanguardistas de su madre, María Luisa Fernández; crianza que tendría importantes consecuencias en uno de sus hermanos, el famoso poeta Vicente Huidobro. 98 Fotografía de Dolores García-Huidobro Fernández Colección particular 99 ABSTRACT In the exhibition Baile y Fantasía, Palacio Concha Cazotte, 1912 (Dance and Fantasy, Concha Cazotte Palace, 1912) the Museo Histórico Nacional is displaying ten elaborate costumes that were once used at a memorable event: the Concha Cazotte fancy dress ball, celebrated in 1912. Teresa Cazotte organized the ball as a celebration of her saint’s day, more than three hundred and eighty guests arrived that night dressed in costume. The hostess was a prominent woman of the Chilean elite and was married to the successful mine owner Enrique Concha y Toro. She was well known for spending the family’s fortune on lavish celebrations in their Oriental-style palace, and also for her dedicated charity work. imitate the Europeans, especially the French, in every aspect of their social agendas. In the Chilean Belle Époque society was divided by great problems, as enormous, elegant palaces contrasted heavily with the poverty in Santiago’s tenements. The elite, which controlled the economy as well as the political power, was harshly critiqued as it was seen as the principal cause of the country’s ailments. Fancy dress balls can be seen as a way to legitimize the elite’s supremacy, as these events expressed affluence, culture and social exclusion. Through the sartorial transformation of the ball goers, the elite was also able to differentiate itself from the lower and middle classes, as photographs and detailed descriptions of the party and the guests circulated effusively through the press. Through these publications the upper classes displayed an unreachable and enchanted world manufactured through fantasy. Since the late nineteenth century it was a common trend for Santiago’s upper classes to celebrate exuberant fancy dress balls in their private mansions or in exclusive clubs. These parties were different from any other event on their busy social calendars because costumes balls meant wearing elaborate fancy dresses, no less expensive and extravagant than the most elegant and fashionable garments of the period. Thus, these opulent events became the perfect opportunity for a conscious display of prosperity of those who stood at the top of the social ladder. These families considered themselves as the leaders of an “aristocratic society,” as they ambitiously tried to At fancy dress balls, guests had the chance to transform themselves through costumes into characters they were not in real life, playing with their appearances and identities as they wished, at least for one night. The garments could be brought directly from Paris or made by local seamstresses; others wore old dresses from their parents and grandparents. The 100 most typical fancy dresses were those imitating the European nobility, exotic personifications, historical characters, allegorical subjects, and those inspired by literature, theatre, art and the opera. The costumes had to be fashionable and never too creative, since the guests always had to be able to recognize the costumes of their peers. This demonstrated a shared knowledge and expressed an exclusive and hermetic society. Through the costumes it was possible to escape from restrictions and taboos regarding the fashionable feminine silhouettes of the period. Women could wear shorter dresses and reveal their ankles, normally kept hidden in their everyday clothing. Most important, they were allowed to wear pants, but only when impersonating exotic odalisques and Oriental princesses, because trousers were still the prerogative of men and considered scandalous for women in real life. At the same time, men could also play with their appearance, using jewels and displaying colours usually excluded from the sober bourgeois uniform. Costumes were able to transgress boundaries related to class and gender, as they contributed to change the typical order of things. Fancy dress balls were not only conspicuous and regulated social events for high society, they expressed social tensions and anxieties shared by the Chilean elite. Eugenio Larraín M.(Caballero Siglo XVIII) 101 CITAS 16 El pueblo tenía prohibido la entrada al Parque Cousiño luego de un mandato por el Intendente de Santiago Alejandro Fierro Carrera, en Bergot, Solène, Baile de Fantasía ofrecido por don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885. Boletín de la Academia Chilena de Historia, Número 116, 2007. p.8. 1 “Vida Social: El baile de fantasía de anteanoche”, Diario La Mañana, Jueves 17 de Octubre de 1912, p.5. 2 Ibíd. 3 Ibíd. 17 Vicuña, Manuel. El París Americano, La oligarquía chilena como actor urbano en el siglo XIX. Impreso Universitaria, Santiago, 1996, p.52. 4 “Vida Social: El baile de fantasía de anoche en casa de la familia Concha Cazotte”, Diario La Mañana, Miércoles 16 de Octubre de 1912, p.5. 18 Balmaceda Valdés, Eduardo, Un Mundo que se fue…Santiago, Editorial Andrés bello, 1969, p.254. 5 Debido a la ausencia de una lista de invitados oficial, ésta fue reconstituida por medio de diarios, revistas y memorias de la época, llegando aproximadamente a ciento cuarenta invitadas mujeres y doscientos cuarenta invitados hombres. 19 Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Volumen I., p.304. 20 Reyes del Villar, El Centenario en Chile, 1910, Relato de una fiesta, p.21. 6 Balmaceda Valdés, Eduardo, Del Presente y el Pasado: Crónicas, Recuerdos, Historia, Santiago: Ercilla, 1941. p.121. 21 Salazar, Gabriel y Pinto, Julio, Historia contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movimiento. Santiago, Ediciones Lom, 2000, p.39 7 “Vida Social: El Baile de Fantasía”, Diario La Unión, Miércoles 16 de Octubre de 1912. 22 Reyes del Villar, El Centenario en Chile, 1910, Relato de una fiesta, p. 25. 8 “El baile de fantasía de Agustín Edwards y Olga Budge, 28 de julio de 1905”, exposición presentada en la Academia Diplomática Andrés Bello, Santiago, entre el 28 de julio y el 26 de agosto de 2005. Curadora: Solène Bergot. 23 Ibíd., p.120 9 Reyes del Villar, Soledad, El Centenario en Chile, 1910, Relato de una fiesta, Santiago, Globo editores, 2007, p.22. 10 Vial, Gonzalo, Historia de Chile 1891-1973, La Sociedad Chilena en el Cambio de Siglo 1891-1920, Santiago, Editorial Santillana, 1981, p.635. 54 “El Baile de Fantasía Concha Cazotte”, Revista Zig-Zag, 19 de Octubre 1912, Año VIII, Número 400. 39 Homberger, Eric, Mrs. Astor’s New York, New Haven: Yale University Press, 2002, p.130. (Traducción del autor) 55 Ovalle Castillo, Darío, Por los Caminos del Alba, Santiago: Imprenta Imparcial, 1941.p.33. 40 Cooper, Cynthia, Magnificent Entertainments: Fancy Dress Balls of Canada’s Governor’s General, 1876-1898. Fredericton, N.B.; Hull, Quebec: Goose Lane Editions and Canadian Museum of civilization, 1997.p.21. (Traducción del autor) 56 “La Quinta Diaz Gana”, Álbum/Panorama de Chile, Santiago, Litografía Leblanc Editores, c. 1910. 33 González y Rolle, Historia Social de la Música Popular en Chile, 18901950, p.67 57 “Un gran baile de fantasía”, Revista Selecta, Noviembre 1912, Año 4, Número 8, p.213-214. 41 Esto se verá con mayor detalle en el capítulo dedicado específicamente a los trajes utilizados aquel 15 de Octubre de 1912. 44 “Match de Fantasía”, Revista Zig-Zag, 10 de Septiembre de 1905. Año I, Número 5 y “Match de Football en traje de Fantasía”, Revista Sucesos, 30 de Septiembre de 1909. Año VII, Número 369. 32 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.3. 102 38 “Un gran baile de fantasía”, Revista Selecta, Noviembre 1912, Año 4, Número 8, p.213-214. 26 Ibíd. 31 Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue…p.144. 15 González Errázuriz, Francisco Javier, “Influencia francesa en Chile e identidad nacional a fines del siglo XIX. Sus manifestaciones en la moda, las costumbres y la decoración.” en Iconografía, Identidad nacional y cambio de siglo (XIX-XX), editores Fernando Guzmán, Gloria Cortés y Juan Manuel Martínez. Universidad Adolfo Ibáñez, 2003, p.209. 53 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.11. 43 González, y Rolle, Historia Social de la Música Popular en Chile, 18901950, p. 280. 30 Vargas, Juan Eduardo, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la Casa, la Familia y el Hogar entre 1830-1880.” Revista Historia, PUC, Volumen, 32, 1999: 617-684., p.619. 14 Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Volumen I., p.349 37 Ibíd., p.142. 25 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.2. 29 Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Volumen I, p.299. 13 Barros, Luis y Vergara, Ximena, La imagen de la Mujer aristocrática hacia el novecientos. Chile Mujer y Sociedad, Compiladores: Paz Covarrubias y Rolando Franco. Fondo de las naciones unidas para la Infancia. p.237. 52 De Ramón, Armando, Santiago de Chile, Historia de una sociedad urbana. Catalonia, Santiago, 2007, p.135 36 Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue...p.141.. 42 Jarvis, Anthea y Raine, Patricia, Fancy Dress, Shire Album, Shire Publications Ltd, 1984, p.5 28 González, Juan Pablo y Rolle, Claudio, Historia Social de la Música Popular en Chile, 1890-1950. Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005, p.49. 12 Subercaseaux, Bernardo, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Volumen I. Santiago, Editorial Universitaria, 2011, p.349. 35 Ibíd. 24 Ibíd., p.118. 27 Vicuña, Manuel, La Belle Époque Chilena. Alta sociedad y mujeres de elite en el cambio de siglo, Editorial Sudamericana, Santiago, 2001, p.61. 11 Nazer Ahumada, Ricardo, “El Surgimiento de una Nueva Elite Empresarial en Chile:1830-1880”. En Bonelli, Franco y Stabili María Rosaria, Minoranze e culture imprenditoriali. Cile e Italia (secoli XIX-XX), Roma, Carocci, 2000. posteriormente. Esta mansión junto a la de los Concha Cazotte serán los palacios de estilo “morisco” más célebres del periodo. 34 Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue...p.141. 58 Villalobos, Sergio, Origen y ascenso de la burguesía chilena. Ed. Universitaria, 1986, p.95. 59 Reyes del Villar, Soledad, Chile en 1910, Una mirada cultural en su Centenario, Editorial Sudamericana, 2004., p.70. 60 Vial, Historia de Chile 1891-1973, La Sociedad Chilena en el Cambio de Siglo 1891-1920, p. 645. 61 Reyes del Villar, Soledad, Chile en 1910, Una mirada cultural en su Centenario, p.70. 45 Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue...p.635. 62 Pereira Salas, Eugenio, La arquitectura chilena en el siglo XIX, Santiago, Anales de la Universidad de Chile, sin fecha, p.23. 46 Vargas, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la Casa, la Familia y el Hogar entre 1830-1880.”, p.676. 63 “Un gran baile de fantasía”, Revista Selecta, Noviembre 1912, Año 4, Número 8, p.213-214. 47 Ibíd. p. 675. 64 Pereira Salas, Eugenio, La arquitectura chilena en el siglo XIX, p.24. 48 Vial, Historia de Chile 1891-1973, La Sociedad Chilena en el Cambio de Siglo 1891-1920, p. 666. 65 Orrego Luco, Luis, Memorias del Tiempo Viejo. Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 1984. p.228 49 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.33. 66 “La Quinta Diaz Gana”, Álbum/Panorama de Chile, Santiago, Litografía Leblanc Editores, c. 1910. 50 Vicuña, La Belle Époque Chilena, p.45. 51 Este palacio fue encargado en la década de 1860 al arquitecto Manuel Aldunate Avaria por el magnate de la Mina de plata de Chañarcillo, Francisco Ignacio Ossa Mercado, resultando un palacio a semejanza de la Alhambra en España. Claudio Vicuña Guerrero lo adquirió 67 Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue...p.255. 68 Dato entregado por la historiadora Solène Bergot. 103 69 Boza, Cristián; Castedo, Leopoldo; Duval, Hernán, Santiago, Estilos y Ornamentos. Santiago, Empresa Editorial, Montt y Balmaceda, 1983. p.28. se hacían figuras guiadas por uno de los bailarines. Barros, Martina, Recuerdos de mi vida, Santiago, Orbe, 1942, p.311 70 No hay registros de que Luis Orrego Luco haya asistido al baile de fantasía de 1912. Si asistieron los hijos de su hermano Augusto, entre ellos Carlos, Álvaro, Antonio y Marta, cuyo vestido se encuentra en la exhibición. 90 “Una Fiesta Infantil”, Revista Zig-Zag, 16 de Noviembre 1912, Año VIII, Número 404. 91 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.31. Volumen, 32, 1999: 617-684., p.677. 107 Warwick, Alexandra y Cavallaro, Danny, Fashioning the Frame: boundaries, dress and body, Oxford, Berg, 1998, p.135. 108 Castle, Terry, Masquerade and Civilization: the Carnivalesque in the Eighteenth Century English Culture and Fiction, California, Stanford University Press, 1986, p.5 71 Orrego Luco, Memorias del Tiempo Viejo. p.258. 92 “Vida Social”, Diario El Mercurio, Martes 15 de Octubre de 1912, Santiago. p.7 72 Ibíd. 73 Echeverría Bello, Inés, Memorias de Iris, 1899-1925. Santiago, Aguilar, 2005. p.258. 93 En el Museo Histórico Nacional hay imágenes de disfrazados para el baile sacadas por el fotógrafo Vera, otro estudio del período dedicado a la iconografía de la elite. Es probable que algunos invitados se hayan sacados las fotos en otro taller por cuenta propia. 74 La subasta se realizó el día 5 de Septiembre por el martillero don Arturo Calvo Mackenna en 1933. 94 “Vida Social”, Diario El Mercurio, Domingo 20 de Octubre de 1912, Santiago. p.5 y “Vida Social”, Diario El Mercurio, Viernes 25 de Octubre de 1912, Santiago. p.9. 75 Enrique Concha y Toro murió en 1922, y su señora Teresa diez años después. Balmaceda Valdés, Un Mundo que se fue...p.353. 76 Fue el hermano mayor de Enrique Concha y Toro, Melchor Concha y Toro quién decidió borrar el De Santiago para que no lo confundieran con su padre en el Senado. Él fue también fundador de la famosa viña Concha y Toro, además de ser diputado y banquero. Figueroa, Virgilio, 1800-1825. Diccionario Histórico, Biográfico y bibliográfico de Chile. Tomo II. Santiago de Chile, Balcells & Co., 1928. p.420. 109 Dussaillant Christie, Jacqueline Las Reinas del Estado, Consumo, Grandes Tiendas y Mujeres en la modernización del comercio en Santiago, (1880-1830), Ediciones UC, Santiago, 2011, p. 204. 110 Vicuña, Manuel, La Belle Époque Chilena. Alta sociedad y mujeres de elite en el cambio de siglo, Editorial Sudamericana, Santiago, 2001, p.39. 111 Bergot, “Baile de Fantasía ofrecido por Don Víctor Echaurren Valero, 24 de Septiembre de 1885”, p.32 112 “La vida y muerte de L’Aiglon”, Revista Zig-Zag, 6 de Mayo 1911, Año VII, Número 324. 95 Ibíd. 96 “Vida Social: Ecos del baile de fantasía”, Diario La Mañana, Viernes 18 de Octubre, Santiago, 1912. 97 Cuenta el famoso dibujante Jorge “Coke” Delano que Eguren Larrea se hacía pasar por español debido a las malas relaciones que habían entre Chile y Perú en aquellos años. Justamente en el baile Concha Cazotte estaba disfrazado de español. Délano F., Jorge, “La caricatura chilena a través de medio siglo”, Botica de Turnio, Santiago, Zig-Zag, 1964,p.56. 77 Reseña bibliográfica parlamentaria: http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Enrique_ Concha_y_Toro. (Revisada por última vez 19/07/2012) 113 Morla Lynch, El año del centenario: páginas íntimas de mis Memorias. p. 264. 114 Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Volumen I. p.430. 115 “El baile de fantasía de anoche en casa de la familia Concha Cazotte”, Diario La Mañana, Miércoles 16 de Octubre de 1912. 116 Revista Zig-Zag, 15 de Abril de 1911, Año VII, Número 321. 78 Ibíd. 98 “Vida Social: Baile de Fantasía”, Revista Zig-Zag, 26 de Agosto de 1905, Año I, Número 25. 79 Ovalle Castillo, Por los Caminos del Alba, p.33. 99 “Vida Social: El baile de fantasía de anoche en casa de la Familia Concha Cazotte”, Diario La Mañana, Miércoles 16 de Octubre de 1912, Santiago. 80 Echeverría Bello, Memorias de Iris, 1899-1925, p.257. 81 Ibíd. 117 “El baile de fantasía”, Diario La Unión, Miércoles 16 de Octubre de 1912. 118 Correa, Sofía; Figueroa, Consuelo; Jocelyn-Holt, Alfredo; Rolle, Claudio; Vicuña, Manuel. Historia del Siglo XX Chileno, Santiago, Editorial Sudamericana, 2001.p.85. 100 Ibíd. 82 Ovalle Castillo, Por los Caminos del Alba, p.31. 101 “Vida Social: El baile de fantasía de anoche en casa de la Familia Concha Cazotte”, Diario La Mañana, Miércoles 16 de Octubre de 1912, Santiago. 83 Morla Lynch, Carlos. El año del centenario: páginas íntimas de mis Memorias, Santiago, Minerva, 1921-1922.p. 46. 84 “El Baile de Fantasía Concha Cazotte”, Revista Zig-Zag, 19 de Octubre 1912, Año VIII, Número 400. 119 “Un gran baile de Fantasía”, Revista Selecta, 8 de Noviembre de 1912, Año 4, Número 8. 102 Balmaceda Valdés, Del Presente y el Pasado, p.122. 120 Ortiz Tello, Valeria Isabel, Al servicio del Estado, Mariano Fontecilla de Santiago Concha, un diplomático de noble cepa. Chile: Andros Impresores, 2010, p.23. 103 Ibíd. 121 Balmaceda Valdés, Del presente y el pasado, p.124. 104 “Otro aspecto de una Baile”. Revista Zig-Zag, 13 Agosto de 1905, Año I, Número 26. 122 Ibíd. 85 Ibíd. 86 Barros, Martina, Recuerdos de mi vida, p.312. 87 Ovalle Castillo, Por los Caminos del Alba, p.31. 105 Pereira, Teresa, Santa Cruz, Lucía, Zegers, Isabel, Maino, Valeria. Tres Ensayos sobre la Mujer Chilena, siglo XVIII-XIX-XX. Santiago, Editorial Universitaria, 1978, p. 100. 88 González, y Rolle, Historia Social de la Música Popular en Chile, 18901950, p.72. 106 Vargas, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la Casa, la Familia y el Hogar entre 1830-1880.” Revista Historia, PUC, 89 El cotillón es una danza en la cual se juntaban varias parejas y 104 105 BIBLIOGRAFÍA Libros y Artículos: González Errázuriz, Francisco Javier, “Influencia francesa en Chile e identidad nacional a fines del siglo XIX. Sus manifestaciones en la moda, las costumbres y la decoración.” en Iconografía, Identidad nacional y cambio de siglo (XIX-XX), editores Fernando Guzmán, Gloria Cortés y Juan Manuel Martínez. 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