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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 67 / 1era quincena de agosto 2010 / Bs 5 Prosigue la destitución simbólica de la República y de sus valores 6 de agosto: réquiem para una República La deslucida conmemoración del 185 aniversario de la creación de Bolivia fue consistente con la proscripción de las instituciones republicanas y el desconocimiento de los valores y símbolos de la tradición democrática. Vivimos el tiempo de las cosas pequeñas, mezcla de borrachera de poder, frivolidad e impunidad. Entretanto, las ffaa entrenan a milicias campesinas, crece la descomposición interna en el mas y el país se ve nuevamente confrontado por la ingobernabilidad social como ocurre en Potosí y con los gremialistas que resisten la Ley de Aduanas. Artista invitado: Carlos San Millán. Las banderas de las dos Bolivias La dirigencia cruceña quedó escindida en torno a si debía o no izarse la wiphala en los actos cívicos del 6 de agosto. Los más duros consideraron esa disposición legal como una afrenta a la “cruceñidad”. Pero los más conciliadores tuvieron que aceptar que marchistas y asambleístas usen la wiphala casi con alevosía. El Vicepresidente aprovechó el incidente para ofrecer una novedosa explicación de lo que representa ese símbolo: la wiphala, dijo, “es la bandera de los pobres, de los indígenas”. Con lo cual quedó claro que la tricolor es la bandera de esa otra Bolivia conformada por los ricos y los blancos... Pero esa sorprendente interpretación no se aviene con la aseveración que hizo después, en su discurso en la Fexpo, de que hay “una sola nación estatal” compuesta por 36 “naciones culturales”. ¿No podría entonces dejarse a la tricolor como única bandera de esa única nación estatal y que cada nación cultural, cada departamento y cada muncipio enarbole la suya? Contrapuntos Carlos Rocabado ofrece un balance de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización, 4 Alejandro Ramírez S. describe los derechos de las mujeres en la Ley Andrés Ibañez, 5 Hugo Rodas Morales examina lo que ha cambiado y lo que debe cambiar en Bolivia, 6 Las redes del poder según Chistian F. Kanahuaty, 7 Francesc Xavier Ruiz Collantes analiza la experiencia española de 30 años de autonomías, 8-9 Debate Fernando Mires revela las semejanzas entre uribismo y chavismo, 10-11 H.C.F. Mansilla, las raíces religiosas del populismo, 12 José Mirtembaum Luces y sombras del Estado Plurinacional en el día de la República, 13 Cultura Jorge Luna Ortuño Entre Bruce Lee y Gilles Deleuze, una secreta amistad,14 Libros, cine Santiago Espinoza A. Entrevista al cineasta haitiano Arnold Antonin, 15 Mario Frías Tamayo Franz Tamayo: mito y tragedia, aproximación a la obra de Alberto Bailey, 16 Entrevista al filósofo Tomás Abraham, 17 Mauricio Souza Crespo reseña Un cuento explosivo: una lenta bomba de tiempo, 18 20 editoriales de 8 países en el stand de la Alianza Internacional de Editores Independientes XV Feria del Libro de La Paz 18 al 29 de agosto Más de seiscientos títulos nuevos, reunidos para Celebrar la bibliodiversidad. Un esfuerzo conjunto de la Cámara del Libro de La Paz, la Red Hispanohablante de la AIEI, la Cooperación Regional Francesa para los Países Andinos y Plural editores. Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel. 2411018 / Casilla 5097 / email:[email protected] Librería Cochabamba: Nataniel Aguirre Nº 354 / Tel. 4511547 / editorial 1era. quincena de agosto 2010 El tiempo de las cosas pequeñas “ Consejo editorial: Joan Prats (†) Fernando Mayorga U. Horst Grebe López Director: José Antonio Quiroga T. Instituto PRISMA Calle 21 Torre Lydia Piso 2 Of. 201, Calacoto Tel: 2799673 [email protected] www.institutoprisma.org Plural editores c. Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel: 2411018 [email protected] www.plural.bo ISSN: 1996-4420 www.cesu.umss.edu.bo La versión digital de los números pasados de la revista pueden ser obtenidos en la siguiente dirección: www.institutoprisma.org Los lectores de Nueva Crónica pueden escribir al correo electrónico [email protected] Las colaboraciones no solicitadas serán sometidas a la consideración del Consejo Editorial Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”. Esta declaración del Preámbulo de la nueva Constitución puede explicar el deslucido acto de celebración del 6 de agosto –185 aniversario de la creación de la República de Bolivia– en contraste con los fastos del 22 de enero, fecha en la que se celebra la creación del Estado plurinacional, la ascensión al poder de Evo Morales y su entronización como “líder espiritual de los pueblos indígenas del mundo”. En el pasado quedó, en efecto, el informe que el Presidente presentaba a la nación en un solemne acto en la Casa de la Libertad de Sucre, capital de Bolivia y sede de uno de los poderes del Estado o, cuando las circunstancias no lo permitían, en la ciudad de La Paz, sede del gobierno y de los otros dos poderes del Estado. La elección de Santa Cruz para la celebración del 6 de agosto fue anunciada desde el poder Ejecutivo como un homenaje a ese departamento, que este año conmemora el bicentenario de su gesta libertaria. Pero el argumento cae por su propio peso si se toma en cuenta que en esa misma condición están Cochabamba, Oruro y Potosí. El acto pareció más bien una demostración de fuerza del gobierno en el principal bastión de la “media luna” y una destitución simbólica de la República en el aniversario de su creación. El gobernador de Chuquisaca ofreció una explicación más honesta al argumentar que la celebración verdaderamente importante era la del 22 de enero porque con ella “comienza la historia”. Y en la prehistoria quedó la creación de la República y de las instituciones republicanas, abolidas por el nuevo régimen constitucional. La ceremonia –que tendrá a partir de ahora un carácter itinerante– se realizó en un salón de la Feria Exposición de Santa Cruz y ante una Asamblea Legislativa incompleta, puesto que los parlamentarios de Chuquisaca decidieron no asistir y algunos de Potosí estaban en huelga de hambre por un conflicto de límites con Oruro. Sentados en sillas de plástico, concurrieron los miembros del cuerpo diplomático, representantes del poder Judicial, los mandos militares y policiales, dirigentes empresariales y la reina de belleza de Bolivia, acompañada por algunas amigas. Los gobernadores de Beni, Tarija y Chuquisaca no asistieron en señal de protesta. El único ex presidente invitado fue el Gral. Vildoso, ex E ministro del gobierno dictatorial del Gral. Banzer y miembro de la junta militar que derrocó al Gral. García Meza en 1982. En su improvisado discurso, Evo Morales apareció como conciliador y autocrítico. Dijo que Santa Cruz era símbolo de integración nacional y que las principales debilidades de su gobierno son la incapacidad de controlar el narcotráfico y el contrabando, además de las deficiencias de la gestión pública para ejecutar el presupuesto de inversión. No eran, ciertamente, buenas noticias. No hizo ninguna referencia al encarnizado conflicto entre Potosí y Oruro ni ofreció explicación alguna sobre el entrenamiento militar que reciben los militantes del mas, cuya revelación estaba en la portada de los periódicos ese día. Pero criticó a los dirigentes sindicales de su partido que sólo piensan en cuotas burocráticas y que se involucran en hechos de corrupción. En su mensaje al país por el 6 de agosto publicado en solicitadas de página entera, Evo Morales hizo esta sorprendente declaración: “Nuestra lucha es larga y dura, está marcada por luchas libertarias en contra del yugo colonizador, de patrones feudales, de dictadores militares y de demócratas neoliberales”. La lucha contra demócratas fue recurrente en los 185 años de vida republicana, pero tradicionalmente fueron los dictadores militares los encargados de hacerlo. A su turno, el Vicepresidente ofreció una reseña histórica de la gesta de emancipación para concluir que recién ahora Bolivia está resolviendo las tres asignaturas pendientes de la construcción de su orden social y estatal: el reconocimiento de la plurinacionalidad, la creación de las autonomías y la lucha por la justicia social. Luego aclaró que existe una sola “nación estatal” que contiene a 36 “naciones culturales”, reconocimiento que pudo haber ahorrado numerosas confusiones durante el debate constituyente. La diferenciación de los conceptos de “nación política” y “nación cultural” fue desechada por los redactores de la nueva Constitución en nombre de la descolonización. Álvaro García Linera cerró el acto invitando a las reinas de belleza a formar una bancada parlamentaria permanente, lo cual despertó una emotiva adhesión del público masculino reunido en el campo ferial. Vivimos, nuevamente, el tiempo de las cosas pequeñas... Nuevos estilos en América del Sur l encuentro de José Manuel Santos y Hugo Chávez en la histórica ciudad de Santa Marta ha disipado en buena medida los riesgos inherentes a un conflicto atizado por una peligrosa mezcla de diferencias políticas reales, confrontación de intereses geopolíticos divergentes, campañas proselitistas en curso y estilos de liderazgo cargados de un alto grado de subjetividad. Esta reunión ha resuelto en efecto pasar la página e inaugurar una negociación de nuevo tipo entre ambos países, sin que por ello se pueda considerar que ya se han superado los problemas de fondo, ni que las tensiones existentes vayan a desaparecer de inmediato. Por de pronto, no cabe duda de que José Manuel Santos imprime a estas relaciones una impronta personal muy diferente de la que caracterizó a Álvaro Uribe. Para comenzar, se han establecido comisiones para el tratamiento de diversos temas a nivel de cancillerías y los ministerios correspondientes, y queda claro por tanto que el protagonismo personal de los presidentes será reemplazado en buena medida por negociaciones sistemáticas entre técnicos y diplomáticos a partir de una agenda y un itinerario acordados en esta ocasión. En cierta medida, la reanudación de conversaciones más profesionales y menos traumáticas entre Colombia y Venezuela ha servido también para poner en vigencia a unasur, aunque resultaría exagerado a todas luces atribuirle a su flamante Secretario General los méritos de una mediación exitosa. La predisposición favorable de ambas partes hizo innecesaria una mediación en forma, aunque está claro que ambos gobiernos optaron por el rol testimonial de Néstor Kirchner y descartaron todas las demás opciones. Los problemas no están resueltos ni mucho menos. Se trata además de cuestiones que desbordan el plano bilateral y afectan al conjunto de los países suramericanos. Lo único que cabría poner de relieve por de pronto es que se perciben nuevos estilos, que podrían replicarse en otros ámbitos, y eso podría representar un paso en la dirección correcta. / contrapuntos 1era. quincena de agosto 2010 Ley Marco de Autonomías y Descentralización: un breve balance (II) Carlos Rocabado* La ley se impone como una vía para el tránsito ordenado de un régimen autonómico que ciertos actores quisieran que sea más impetuoso, pero que está marcado por el ritmo impuesto por el proyecto político hegemónico de nuestros gobernantes. P untos de conflicto en el texto final Según un documento de Fundación Tierra, entre el proyecto presentado por el Ministerio de Autonomía a la Asamblea Legislativa Plurinacional (alp) y el texto final promulgado por el Sr. Presidente ha habido alrededor de 200 modificaciones de forma y de fondo en el texto de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización (lmad). Lógicamente no hubo un consenso total: ciertos aspectos del contenido final de la norma y la materia misma abarcada por la ley son cuestionados por la oposición. El texto de la lmad sobrepasa ciertamente el mandato que la Constitución Política del Estado (cpe) le otorga en su artículo 271, que establece que la ley “regulará el procedimiento para la elaboración de Estatutos autonómicos y Cartas Orgánicas, la transferencia y delegación competencial, el régimen económico financiero, y la coordinación entre el nivel central y las entidades territoriales descentralizadas y autónomas”. No se pensaría, en el momento de redactar la Constitución hace tres años, en toda la complejidad inherente a un régimen autonómico bastante peculiar, que supera ampliamente a esos cuatro puntos, los cuales juntos no hacen ni la mitad del contenido final de la ley; por el contrario, es positivo para efectos de consistencia de la norma y del régimen autonómico en general que la lmad regule sobre materia básica que en algún momento habría tenido que ser abordada. Sobre el contenido de la norma, vale destacar varios puntos. Uno de los más polémicos es el de la adecuación de los estatutos autonómicos departamentales de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija. El artículo 61 de la lmad señala que “para los departamentos que accedieron a la autonomía en el referendo del 2 de julio del 2006, la Asamblea Departamental deberá adecuar sus estatutos a la Constitución Política del Estado por dos tercios (2/3) del total de sus miembros y sujetarlos a control de constitucionalidad”. Esta redacción aclara la disposición transitoria constitucional que definía que estos departamentos debían adecuar sus estatutos a la Constitución y sujetarlos a control de constitucionalidad. Se aclara entonces que: 1. son las Asambleas Departamentales las cuales adecuan sus estatutos y no sus instancias ejecutivas u otras; 2. lo hacen por dos tercios y no por mayoría simple; 3. la adecuación es anterior al control de constitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional Plurinacional y no al revés. Esto constituye un problema político para las fuerzas opositoras regionales, las cuales no poseen los dos tercios en sus respectivas Asambleas Departamentales. El otro punto álgido de las negociaciones fue el de la suspensión de autoridades. Las referencias a este respecto eran la Ley 2028 de Municipalidades que trataba la suspensión temporal y definitiva del alcalde en artículos ya derogados por la lmad y la Ley Transitoria 017 para el Funcionamiento de las Entidades Territoriales Autónomas, que trataba sobre la suspensión temporal LMAD: “Revisión de modificaciones y cambios con respecto al proyecto de ley”, julio 2010. ral; 2. la obligación por parte de las entidades territoriales autónomas de velar por la “unidad e integridad” del Estado, obligación de subjetiva interpretación al igual que la sanción que se impondría en caso de incumplimiento; 3. las ya mencionadas (ver nc 66) bases poblacionales mínimas para nuevas unidades territoriales indígena originario campesinas, que ponen en riesgo la viabilidad de las mismas, condenándolas a ser meras receptoras de transferencias y dependientes de políticas de asistencialismo. de los gobernadores departamentales. No es necesario esperar una sentencia ni existe participación del juez o tribunal: es el fiscal del Ministerio público quién comunica al respectivo órgano deliberante la suspensión de la máxima autoridad ejecutiva; dicho órgano debe simplemente designar al suplente. La imparcialidad de los fiscales ya está siendo observada en lo que significa una progresiva penalización de la acción política. Un tercer tema también tratado en las mesas de negociación entre partidos fue el de la necesidad de establecer un Pacto Fiscal. Si bien en su concepción cepaliana de los años 90 el pacto fiscal implica por lo menos cinco ejes (institucionalidad fiscal, consolidación del ajuste fiscal y la macroeconomía, resguardo de la equidad, productividad del gasto público y transparencia del gasto público), en el imaginario actual boliviano el pacto se traduce en una simple redistribución de recursos. La lmad incluye una disposición específica que liga el uso de los recursos públicos con el ejercicio competencial y las necesidades económicas diferenciadas entre regiones, por lo cual es de esperar que tal redistribución tenga una mínima correspondencia con el gasto de los distintos gobiernos del Estado. Lo que sí es peculiar es que se ligue la presentación de la propuesta de Pacto Fiscal a los resultados del censo de población programado para 2011… ¿la pelea dependerá finalmente de cuánto peso demográfico, y cuánta pobreza, vayan a tener las distintas autonomías? De los varios otros puntos polémicos de la lmad señalemos tres más: 1. las disposiciones en cuanto a resolución de conflictos de límites a nivel local, que podrían ser resueltas por un referendo especial y discrecional, ya que al abarcar sólo a las poblaciones en conflicto, no respetaría los ámbitos territoriales del referendo establecidos en la Ley del Régimen Electo- El camino a seguir La lmad contiene varias otras disposiciones sobre cuyas consecuencias sólo podemos especular; lo cierto es que existen varios cabos sueltos que necesitan pronta definición: comparada a la Constitución, que contiene más de 180 derivaciones a ley, la lmad tiene alrededor de 55 derivaciones a leyes u otro tipo de normas, sin contar las derivaciones a normas autonómicas, a leyes vigentes o a leyes sectoriales específicas (ley de transportes, de educación, de telecomunicaciones, etc.). La mayor parte de las leyes pendientes dependen del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas: ley básica de regulación para creación de impuestos y ley de clasificación de impuestos –importantes para dar paso al ejercicio de la potestad tributaria subnacional–, ley de responsabilidad fiscal, ley de endeudamiento público, ley de gestión presupuestaria, ley del Fondo de Desarrollo Productivo Solidario. Además, son necesarias la ley básica de control gubernamental, de deslinde jurisdiccional, de las regiones metropolitanas, de mancomunidades, de participación y control social, de unidades territoriales y límites. Si agregamos a éstas la ley general del trabajo, ley de pensiones y otras ya programadas, la sobrecarga horaria y de los deltoides que enfrentarán nuestros asambleístas es inminente. Más allá del éxtasis que debe provocar esta normativitis en no pocos leguleyos altoperuanos, la lmad como base del régimen autonómico parece provocar amargas reacciones en unos y más indiferencia que entusiasmo en otros. Es cierto que el espíritu de la ley es continuista: no rompe el ordenamiento territorial actual, ya que delega la creación de nuevas autonomías a futuras mediciones de fuerzas con las distintas naciones y pueblos indígena originario campesinos; exceptuando los recursos no presupuestados que irán a un Fondo, se confirma el reparto actual de los recursos fiscales, por lo que no soluciona las evidentes inequidades económicas; no se cede un ápice en la asignación de competencias a las regiones que aún creen intocables sus Estatutos. La lmad se impone entonces como una vía para el tránsito ordenado de un régimen autonómico que ciertos actores quisieran que sea más impetuoso, pero que está marcado por el ritmo impuesto por el proyecto político hegemónico de nuestros gobernantes. * Economista, experto en descentralización. 1era. quincena de agosto 2010 / contrapuntos Mujeres, ciudadanía y Ley Andrés Ibañez Alejandra Ramírez S.* Esta Ley contempla mecanismos importantes para la constitución de una ciudadanía activa de las mujeres, aunque quedan vacíos y contradicciones que si no son solucionados provocarán una brecha peligrosa entre el discurso y la práctica. ¿ Pueden las autonomías fortalecer la ciudadanía, entendida como el ejercicio de derechos y obligaciones, participación en la definición y construcción de calidad de vida y fiscalización de la gestión pública? Dos posturas agrupan las posiciones al respecto: la que plantea que el vínculo entre descentralización/ autonomías y el fortalecimiento de ejercicio ciudadano no es necesariamente automático y la que propone que estos procesos –y sus respectivas reglamentaciones– son de por sí un paso hacia el fortalecimiento del ejercicio ciudadano, pues acercan a la población a sus gobiernos permitiendo un mayor control de las gestiones públicas y una más activa participación en la construcción de los derechos y de las obligaciones ciudadanas. Asumiendo esta segunda postura, el objetivo de este artículo es analizar los aportes que la Ley Andrés Ibañez presenta para el fortalecimiento del ejercicio ciudadano, particularmente de las mujeres. Partimos de la idea de que, en sí, esta Ley contempla mecanismos importantes para la constitución de una ciudadanía activa de las mujeres, aunque quedan vacíos y contradicciones que si no son solucionados provocarán una brecha peligrosa entre el discurso y la práctica. Algunos de los avances A nivel discursivo, existe en Bolivia un gran impulso hacia la equidad de género en el ejercicio ciudadano. Ello es evidente en la Ley Marco de Autonomías, en la que la equidad de género aparece como uno de los principios transversales de toda la conformación del Estado autonómico. Esfuerzo no gratuito, ni concesión política, si se toma en cuenta el acompañamiento, la presión y el seguimiento constante de grupos y organizaciones de mujeres de la sociedad civil –sobre todo urbanas– a las iniciativas legislativas sobre este tema. La Ley señala tres aspectos para mejorar la equidad de género: se estipula la obligada y equitativa representación de las mujeres en los distintos niveles de gestión gubernamental, aunque no se la especifica en el caso de las autonomías indígenas; se establece que en los estatutos y cartas orgánicas se incorporen regímenes de “igualdad de género, generacional y de personas en situación de discapacidad”; y se plantea que los planes de desarrollo de los distintos niveles gubernamentales incorporen el tema de fortalecimiento de la equidad de género. Éstas son grandes conquistas: 1. El incremento de la representación política de las mujeres en los diferentes niveles de gestión gubernamental, ha sido –y sigue siendo– un “desafío político” para combatir el déficit de ciudadanía. Conseguirlo permite la explicitación del género en la participación política. 2. La obligatoriedad de incorporar igualación de oportunidades, es otro gran avance ya que posibilita el diseño de políticas y prácticas efectivas que permitan disminuir las brechas existentes en los ejercicios ciudadanos. Por último, 3. La incorporación del tema de equidad de género como pilar importante de una ley de organización territorial y administrativa estatal, muestra que se está dando un gran cambio en los imaginarios y mentalidades en el país, que deberá hacia el futuro expresarse en prácticas (sociales, políticas, económicas) concretas y cotidianas. Existen, no obstante, limitaciones que hay que enfrentar –y corregir– si se quiere lograr hacer un puente entre el discurso y la agencia plena de las mujeres en su totalidad. A continuación mencionaré dos de los principales problemas que se pueden vislumbrar. Problemas y limitaciones El primero se refiere a la representación política. Los hechos están demostrando que no existe una correlación directa entre una mayor representación de las mujeres en los niveles de decisión política, la defensa automática de los intereses de las mismas y/o el consecuente incremento de sus derechos ciudadanos. El ejercicio de la representación política se ve cruzada por adherencias partidarias, políticas, de clase o étnicas, que están por encima de los intereses de género. Hay cada vez mayor consenso sobre la existencia de una brecha entre los logros discursivos sobre equidad de género y las dificultades e, incluso, retrocesos que se dan en la práctica, provocada, no sólo por dinámicas patriarcales atribuibles a los hombres, sino por el rol de ciertas organizaciones de mujeres –o de sus representantes– que tienden a defender más consignas partidarias que intereses vinculados a sus derechos como género. El segundo surge a raíz de que si bien la Ley plantea una mayor equidad de género, en los acápites referidos al nivel de autonomía indígena, ésta está subordinada a las normas y costumbres del pueblo en cuestión. No son de extrañar las declaraciones de una ex concejal de un municipio indígena, que rechaza la autonomía indígena porque la misma discriminaría a jóvenes, profesionales y mujeres ya que “para gobernar sólo pueden postular los mallkus y gente con trayectoria dirigencial” (En: Los Tiempos 16-07-2010). Este problema no es nuevo: también se encuentra en la Constitución Política del Estado, donde si bien el tema de equidad de género es reiterativo, en el capítulo correspondiente a pueblos indígenas, desaparece. Si bien es cierto que las necesidades y subjetividades de las personas varían de un pueblo a otro, hay ciertos derechos básicos –como los ciudadanos y los humanos– que deben estar rígidamente defendidos e introducidos más allá de “las normas y costumbres”. Datos no faltan para demostrar que a nombre de éstas, se violan los derechos individuales de muchas mujeres. Lanzamos la pregunta: ¿En pos del relativismo cultural, deben los derechos ciudadanos plenos de las mujeres restringirse a las llamadas mujeres ‘interculturales’ que habitan los espacios urbanos? Algunos puentes para vencer limitaciones Tomando en cuenta que la finalidad principal de la Ley es el fortalecimiento de la “participación de las ciudadanas y ciudadanos en la toma de decisiones” (Art. 7) como dispositivo para fortalecer la democracia y coadyuvar a la construcción de una mejor calidad de vida, se deben encontrar formas de superar los problemas mencionados y lograr un ejercicio ciudadano más eficiente de la pluralidad de mujeres bolivianas. Hacer el seguimiento, cumplimiento y promover las correcciones de la Ley es un mecanismo básico. El capítulo viii referido a la participación y control social brinda pautas de partida. Destacan los artículos 140 y 141 sobre la transparencia en la gestión pública y la obligatoriedad de rendición de cuentas por parte de todos los funcionarios públicos –desde el presidente del Estado hasta el portero– frente a la ciudadanía. Los ciudadanos están en el derecho de recibir informes permanentes sobre todos los aspectos que atañen a la gestión pública en sus distintos niveles –tanto central como autonómicos–, así como a demandar la información que consideren pertinente en su calidad de individuos, organizaciones u organismos colegiados. Empezar a ejercer este derecho, sin miedos ni restricciones, será un primer paso para ir cambiando y solucionando los obstáculos que se presenten para el fortalecimiento del ejercicio ciudadano, no sólo de las mujeres sino de todos los habitantes de Bolivia. * Investigadora del cesu-umss. / contrapuntos 1era. quincena de agosto 2010 Lo que ha cambiado y lo que debe cambiar en Bolivia Hugo Rodas Morales* Próximos a contar un lustro desde que se institucionalizara la esperanza popular de un cambio de las condiciones reales de existencia en Bolivia (2005), el mas confirma su voluntad de continuar por el camino del pragmatismo sin rumbo ideológico, expresivo de personalidades erráticamente discursivas y tributario de las limitaciones de la pobre escena política posliberal. Sostengo que lo que ha cambiado incumbe a la derecha política (se ha agotado) y lo que debe cambiar hacia la izquierda es el “populismo de derecha” del binomio ejecutivo, repolitizando el debate actual. C onsulto fuentes recientes y experiencias directas. En la prensa, el Vicepresidente Álvaro García dijo en el xxi Congreso de productores de coca, acerca de una “quinta etapa” de la “revolución democrática”, cuya “ofensiva estratégica” consistiría en disponer de todo el poder, incluido el cultural: “El dirigente sindical tiene que ser como el catedrático. Para eso, para ser el motor del proceso de cambio los futuros candidatos no necesitan ir a las universidades. Eso es el poder cultural, no es una oficina”. Alertó además sobre el principal peligro para el gobierno del mas: “El objetivo es mostrar que en Bolivia hay más narcotráfico”, con lo que se aislaría a Bolivia justificando una intervención (27 de julio). Cinco días antes, otro intelectual del “proceso de cambio”, Rafael Puente afirmaba en Cochabamba (Foro del cedib: “Primeros pasos en la constitución del nuevo Estado”, 22 de julio) que el periodo actual –todavía no caracterizado por el Vicepresidente– correspondería, por diversos argumentos que expuso, a una “borrachera del poder” en el mas. Tanto Puente como Alejandro Almaraz, destacaron la “violación” de la nueva Constitución del Estado Plurinacional en aspectos centrales relativos a la autodeterminación indígena; ninguno se refirió a las intactas instituciones coercitivas estatales (ff.aa. y Policía) heredadas del Estado neoliberal. El Vicepresidente ya se había referido a Almaraz en cambio: “Ese señor no ha leído la Constitución”. Apenas días después, cuando el Vicepresidente afirmaba que el disenso interno en el mas era una invención de “la derecha”, el principal dirigente masista de la conalcam, Fidel Surco, que coordina los “movimientos sociales” que el Vicepresidente diera a conocer como nueva categoría social a la academia latinoamericana, es expulsado por las bases sociales de la región de Caranavi, pero respaldado por el Vicepresidente, exigiendo una “renovación ideológico-política” en el mas (30 de julio), precisamente acabando de anunciar el ingreso triunfal a una “quinta etapa” cultural (de predominio ideológico-político) y promoviendo en las mismas fechas, junto a académicos del cesuumss (María Teresa Zegada y otros) el libro colectivo sobre la nueva Constitución Política titulado Miradas. Tres días antes el antropólogo y miembro del pieb, Xavier Albó, que no menciona su adscripción como funcionario del actual gobierno, declaraba en Buenos Aires luego del indulto presidencial y la negación vicepresidencial de los archivos de la represión militar de décadas pasadas, a treinta años de impunidad por crímenes de lesa humanidad: “Evo se da cuenta de que necesita a los militares (...). Hay una especie de pacto indígena-militar, como fue en el pasado el pacto militar-campesino. Ahora bien ¿qué habrá en esos archivos? Algo debe de haber. No soy experto en eso”. (Página 12, Buenos Aires, 27 de julio). El pueblo boliviano que tampoco es experto sabe lo que hay en esos archivos: la verdad sobre la impunidad de tres décadas, esa que ha dado lugar al “pacto indígena-militar” reconocido por el muy prudente jesuita, amigo de evocar y citar a Luis Espinal, sobre quien lo mismo que Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y tantos otros dirigentes y militantes de izquierda se guarda silencio debido al pacto mencionado. El Presidente “indígena” y la continuidad de viejas elites Es preciso escuchar a las nuevas generaciones de la futura burguesía subalterna, la nueva pequeña burguesía reaccionaria boliviana que hoy interviene en la opinión pública, reproduciendo las relaciones sociales que sus padres les aseguraron al interior del Estado o de la burocracia internacional en el país. No hay duda acerca de su lucidez respecto al papel del Presidente en el actual proceso de “cambio de piel” de la dominación de elites: Evo Morales es la garantía de dicho proceso porque frena toda autodeterminación del movimiento popular. Y el Presidente lo repitió con mayor nitidez en varias ocasiones: lo que teme es el desborde del movimiento popular. Por supuesto que en el ambiente de eufemismos correspondiente a la burguesía y pequeña burguesía boliviana se lo señala como lo que impide un enfrentamiento fratricida. En cuanto al Vicepresidente, ¿cuál era la estrategia que declaraba para el “país en serio” que ofrecía desde el año 2007?: un giro al centro, apostando por recuperar a ese difuso sector medio que atraviesa casi todo el espectro social del país, con un discurso electoralista burgués: “En nuestra gestión de gobierno no hubo una sola medida que haya afectado a las clases medias e incluso a las clases altas de Bolivia (…). En los hechos, es un gobierno que respeta la propiedad, la seguridad jurídica, las empresas y que trabaja justamente para mejorar los ingresos de las clases medias”. (“Vamos a corregir las señales erradas”, entrevista en diario La Prensa, 21 de febrero). La explicación para que dicha pequeña burguesía fantasee acerca de sus posibilidades al interior del “proceso de cambio” es similar a la de las direcciones sindicales subordinadas al gobierno (la cob entre otras) y de organizaciones políticas “de izquierda” que a lo sumo plantean que se debe reorientar dicho proceso. Ni siquiera el recuerdo de la “agenda de octubre” logra desembarazarse de esta ilusión de reconducción del “cambio”, término cuya ambigüedad se pierde de vista. Esta es la segunda dimensión del freno ideológico para los subordinados de la clase media y los sectores populares resignados a la “realidad única”, que el discurso del mas promueve para legitimar su política reformista a la derecha de masas desmovilizadas. El papel del Vicepresidente es coincidente con esta orientación. A través de un discurso que simula el del Terror revolucionario jacobino y un narcisismo provinciano para consumo de elites tercermundistas, el temor al Vicepresidente se convierte en la aceptación del despotismo del “buen salvaje”: la pequeña burguesía deshabitada y las viejas elites coinciden conservadoramente en que es preferible el Presidente conocido que el Vicepresidente por conocer. El pueblo que votó que el cambio había sucedido La pedagogía conservadora en el conjunto de las organizaciones del movimiento popular, surge en la forma de reivindicaciones corporativas separadas del cuerpo social. Hecho inédito el que un gobierno que se reivindica “de izquierda” y “popular”, represente mediante viejas leyes y políticas reformistas burguesas o neoliberales las esperanzas de “cambio” de un pueblo que vota por un “cambio” que mantiene la pobreza extrema en niveles semejantes a los del pasado próximo y con prácticas políticas que continúan las del sistema de partidos justamente desaparecido. Por esto debe cambiar lo que no cambia en Bolivia: la ideología del nacional-populismo de izquierda o derecha. Y no porque la cizaña deba separarse del trigo, proyecto soberbio y erróneo de una de las ramas de la socialdemocracia (el mbl, ahora el msm), sino porque sin un criterio regulativo de la política que sería bueno y necesario desarrollar, no se abandonan las inercias del pasado. Puesto que es evidente que el mas no se proponía desarrollar ningún esfuerzo de formación política de los “movimientos sociales” ni de esclarecimiento ideológico, porque esto le habría significado la obligación de renunciar a mantener buenas relaciones con instituciones y sectores reaccionarios de la sociedad boliviana, lo que puede esperarse de la gestión y la escena política masista es el aumento de disputas personales y por beneficios particulares que el Vicepresidente lamenta retóricamente. Por otra parte y en tanto se incuban diferencias no expresadas públicamente con sus pares intelectuales, porque la lógica corporativa de los académicos tiene sus propios intereses que velar, mientras la ignorancia de la izquierda latinoamericanista sobre la realidad y tiempo propio de la política boliviana no despierta a la realidad de que un gobierno de izquierda que se mantiene en el poder no es todo lo satisfactorio que se podría desear, seguirán multiplicándose interpretaciones ad hoc sobre la política en Bolivia. Lo que debe cambiar no está al alcance de la imaginación de la derecha política o las nuevas generaciones de la pequeña burguesía cuya sensibilidad proviene de las dos últimas décadas neoliberales. No lo está en los proyectos que demuestran algún grado de satisfacción con el “proceso de cambio” o que mantienen esperanzas en reconducirlo y en esto caben muchas de las organizaciones vecinales o sociales de El Alto y por supuesto ex socialistas que se reivindican como tales o defensores de los derechos humanos cuyas demandas podrían ser absorbidas de alguna manera por el gobierno actual. Para que pueda cambiar una ideología que juega con ambas manos y ahora con la piel de los procesos sociales, es preciso desear una realidad distinta y comprender (tarea teórico-ideológica) que el futuro no se parecerá a nada de lo que podamos imaginar pero sin duda será diferente de lo que hoy se dice y existe. Sólo la superación de la pobreza intelectual y moral, la reforma cultural que el mas distorsiona con un multiculturalismo folclórico, podrá remover nuestras anacrónicas costumbres políticas que niegan la realidad y sus desafíos en el tiempo (la historia), entre ellas, acaso la primera y peor, el “quedar bien”. * Profesor universitario de Ciencia Política y Administración, reside en México ([email protected]). 1era. quincena de agosto 2010 contrapuntos / Las redes del poder Christian J. Kanahuaty* El gobierno podría entender que la dinámica social no tiene por qué ser capturada por el ritmo estatal y que no puede controlar las demandas de los ciudadanos y menos aún minar las posibilidades de encuentro que están autogestionando organizaciones críticas al Estado. P ensar en las posibilidades de ampliación del poder que tiene el gobierno del mas es más una necesidad que una urgencia. Primero porque el debate sobre el gobierno de los movimientos sociales y la relación de éste con las organizaciones sociales parece clausurado toda vez que fue reelecto en las pasadas elecciones y que los debates pos Asamblea Constituyente se han anclado en una serie de cuestionamientos más hacia el ámbito autonómico que hacia las cuestiones de organización y redistribución de la política y del poder. Empero, este texto intenta reactualizar el debate. Organizaciones sociales Las organizaciones sociales en la actualidad atraviesan por una serie compleja de dinámicas internas. Están las organizaciones que se han fracturado por dentro desde el 2005 y que en la actualidad están en un franco proceso de reagrupamiento de sus dirigentes y bases sociales, tratando de decidir de nuevo el rumbo: 1. Estar al lado del gobierno o 2. Estar de lado de los ciudadanos. Otras organizaciones están más bien en un plano intermedio esperando que sus propuestas y demandas sean canalizadas; de ese modo se convierten en aliados del gobierno mientras tanto guardan silencio. Un tercer grupo de organizaciones está desmarcándose del gobierno, ya no sólo entendiendo que el acompañamiento crítico es la solución, sino que ahora han comprendido que actuar lejos del gobierno les da mayor capacidad de acción y de presión. Generalizando, podemos decir que hay una tendencia hacia el desmarque por parte de las organizaciones, desmarque que no es fácil porque el poder del gobierno utiliza redes clientelares y prebendales, ya sea para comprar o beneficiar a una diversa gama de dirigentes que al final utilizan a sus organizaciones según su conveniencia. El tiempo de las organizaciones sociales libres y autónomas ha terminado, porque un rasgo que define la autonomía es la capacidad de decisión sin mediaciones estatales y el otro es el que tiene que ver con las libertades económicas, pero si el gobierno a través de sus instituciones otorga préstamos y prebendas, fácilmente la organización dejará de movilizarse para seguir recibiendo aquello que aún entiende que son favores de parte del gobierno. El peso de la crítica para el gobierno Ya es un sentido común apuntar que cualquier crítica desde el lugar que sea para el gobierno es una crítica de la derecha y automáticamente queda descalificada y sin necesidad de réplica. Sin embargo, no hay mayor crítica que las acciones de las organizaciones sociales y sus dirigentes y la forma en que se va rearticulando cierto espacio social para la deliberación colectiva. Esto es, que una vez más, los espacios públicos son utilizados por los ciudadanos para la deliberación. Desde lejos el gobierno ya no parece estar tan compacto, se encuentran fisuras y desmarques de organizaciones que antes estaban fortaleciéndolo desde otros espacios territoriales. La hegemonía creada por el mas se erosiona y ese es un punto que el gobierno de- y consenso estableciendo nuevas plataformas de debate y discusión de las normas. Pero los límites de la Asamblea son ahora las fortalezas del Estado, un Estado que en todo se parece al Estado del 2003 y del 2005. bería tener en cuenta, no para volver a capturarlos, sino para responder a la pregunta ¿por qué los que estaban antes formando parte sólidamente del gobierno ahora se encuentran fuera? Ejercicios de desplazamiento Lo que las organizaciones sociales están haciendo es desplazarse de un polo acrítico a uno crítico. Criticar es tomar posición y lo que ha ocurrido con la cidob es una clara muestra de que las políticas gubernamentales no serán aceptadas por imposición. El gobierno parece olvidarse que ha habido un cambio en el orden de las políticas públicas desde abril de 2000, y sobre todo a partir de octubre de 2003. Todos esos momentos nos han dejado algo en el camino: las políticas públicas no son sólo consensuadas y construidas desde los gabinetes ministeriales sino que pueden ser impugnadas por la sociedad civil y ser criticadas y modificadas. Lo que el gobierno se olvida es que él mismo es producto de este tipo de cuestionamiento y, sobre todo, que ha sido también uno de los que ha propuesto que este modelo de funcionamiento se adecúe y se lo trabaje como modelo de toma de decisiones. Sin embargo, en términos de modelo al parecer el modelo estatal no acepta este tipo de modificaciones y este es quizá el punto de fuga por donde uno puede empezar a entender que los logros de la Asamblea Constituyente realmente han sido pocos, porque después de todo una de las facetas más interesantes que se desplegó al interior de la Asamblea Constituyente fue el debate sobre la forma en que se iba a organizar el gobierno y la manera en que se iban a confeccionar las políticas públicas afuera del Estado (democrático representativo) convirtiéndolo de ésta manera en un diferente Estado que pueda establecer puntos de diálogo y deliberación Es cuestión de roscas Sergio Almaraz ya lo dijo: en Bolivia luego de las revoluciones ocurre que sólo hay un recambio de roscas para que la maquinaria siga funcionando con igual intensidad y desmoronando la capacidad organizativa de las organizaciones campesinas y mineras. Y sí, en efecto ahora el gobierno del mas es sólo el recambio de rosca con nueva cara, una cara que está ciertamente teñida de nuevos actores políticamente excluidos con anterioridad pero que fácilmente han asimilado el sistema no sólo de representación política sino el sistema de poderes y silencios que establece el gobierno para seguir funcionando por encima de la sociedad. La cuestión no era cambiar de rosca, sino cambiar de modelo estatal, no se trataba de cambiar cuestiones en el modelo, sino de cambiar de modelo estatal y gubernamental, pero no se puede porque los actores e impulsores del proceso de cambio entienden que primero hay que ajustar los engranajes del Estado para luego desarmarlo; así, la cuestión se vuelve episódica y etapista, no es radical como se planteó en los discursos pre y post Constituyente y menos aún como Álvaro García Linera quiere hacer creer al mundo académico latinoamericano desde sus textos. Salida Hay que ser un poco cauto para anunciar salidas. Una salida es que las organizaciones empiecen a desmarcarse del gobierno. Eso significaría un enfrentamiento mayor entre sociedad y Estado, porque ya hemos visto que el gobierno sí puede estar dispuesto a usar el aparato bélico en determinadas oportunidades. Una solución menos probable es que el tiempo se agote y las organizaciones sociales fuercen a otro proceso de rearticulación electoral: éste por supuesto es el escenario menos probable y el menos esperado. Otro de los escenarios y salidas es que el gobierno entienda que la dinámica social no tiene por qué ser capturada por el ritmo estatal y que no puede controlar las demandas de los ciudadanos y menos aún minar las posibilidades de encuentro que están autogestionando organizaciones críticas al Estado. Otra de las salidas posibles es dar rienda suelta a un proceso más vital y acoplativo de diálogo. Es decir, que el gobierno se fuerce a sí mismo a transformarse, ponerse nuevos límites y darse una nueva fisonomía organizativa, al menos para trabajar en las leyes y decretos que se necesitan para que la Constitución no quede sólo como un enunciado. Claro que una salida por ese lado demorará los tiempos y sostendrá la capacidad de un mayor debate de las fuerzas opositoras, pero en realidad, lo que parece ser una debilidad y algo no deseable, puede que sea una fortaleza para el mismo gobierno y una oportunidad para construir aquello que nombran como un horizonte común. * Escritor y crítico literario. / contrapuntos 1era. quincena de agosto 2010 Escrito desde Cataluña: La experiencia de treinta años de Estado autonómico Francesc Xavier Ruiz Collantes* El Estado independiente catalán comienza a vislumbrarse como una posibilidad más factible que el Estado federal español. Gran parte de las nuevas masas independentistas están compuestas por federalistas que han visto cómo sus propuestas han sido constantemente humilladas y ridiculizadas por los poderes centrales del Estado. Algunas enseñanzas para las nuevas autonomías bolivianas. E n Bolivia, como salida a un largo y complejo proceso de conflictos departamentales, se ha optado por la conformación de un Estado autonómico. Este tipo de organización del Estado tiene su referencia en España puesto que es en España donde se elaboró por primera vez un nuevo modelo que pretendía ser diferente a las formas clásicas de organización del Estado. Así, a los Estados más o menos centralistas, federales y confederales se ha unido el concepto de Estado autonómico. El Estado autonómico boliviano posee muchas y claras diferencias respecto al español; pero a pesar de ello, el Estado autonómico español es, en última instancia, la fuente que lo ha inspirado. En España tenemos ya aproximadamente 30 años de desarrollo del Estado autonómico y quisiera hacer un breve recorrido por esta experiencia, pero no desde la perspectiva del poder central del Estado y de sus instituciones, sino desde la perspectiva de la sociedad civil de una de las comunidades autónomas más emblemáticas: Cataluña. Hacer un relato desde Madrid, la capital del Estado, sería algo totalmente distinto: Barcelona y Madrid viven en dos mundos cada vez más distantes y ajenos entre sí. Con seguridad escribir sobre el Estado autonómico desde el País Vasco también determinaría un discurso diferente porque, a pesar de los paralelismos evidentes, Cataluña y el País Vasco son dos realidades muy distintas. Sólo espero que este sucinto relato les permita a todos reflexionar, desde sus particulares posiciones ideológicas y desde sus diferentes identidades de pertenencia, sobre lo que supone o puede suponer el desarrollo de un Estado autonómico. Tres décadas entre dos manifestaciones ciudadanas El 11 de septiembre de 1977, en plena transición de la dictadura a la democracia en España, se había convocado una manifestación en Barcelona a favor de la restauración de la autonomía para Cataluña. Yo era un joven que en mi infancia había llegado a Barcelona desde otro lugar de la España de cultura castellana y quería conocer mejor lo que era Catalunya. Asistí a aquella manifestación y quedé sorprendido por el éxito de la convocatoria. Alrededor de un millón de persona salieron a la calle siguiendo la cabecera de una manifestación presidida por los líderes de los partidos políticos democráticos catalanes, ondeando senyeras –banderas catalanas– y coreando unánimemente consignas a favor de la autonomía. Aquella manifestación hoy se considera histórica porque hizo evidente que la democracia en España no se podría construir sin la recuperación de la autonomía política por parte de Catalunya. Pasan más de treinta años y para el 10 de julio de 2010, una organización cívica, Òmnium Cultural, * Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. convoca una manifestación en Barcelona con el fin de reivindicar que Cataluña es una nación y que tiene derecho a decidir su propio futuro. Asisto a la manifestación ya bastante más mayor, con una larga vida social, profesional y familiar hecha en Barcelona y habiendo interiorizado la cultura y el carácter de los catalanes. Después de tanto tiempo y de tantas vivencias compartidas, me siento ahora un catalán más. Todo, en esta nueva manifestación, es parecido a la de 1977 y, a la vez, todo es diferente. La manifestación transcurre por las mismas avenidas y de nuevo alrededor de un millón de personas salen a la calle, la misma ilusión, el mismo orgullo de que se está haciendo historia y que ya nada será igual a partir de ese día. Pero hay cambios muy profundos: además de senyeras aparece una marea de senyeras esteladas –banderas catalanas independentistas– y la reclamación de la autonomía se ha tornado en un clamor mayoritario por la independencia, por la creación de un nuevo Estado dentro de la Unión Europea. Por otro lado, los ciudadanos ya no respetan la preeminencia de la cabecera de la manifestación compuesta por el Presidente del Gobierno de Cataluña y demás líderes políticos catalanes que, en muchos casos son abucheados; ahora los ciudadanos se sienten protagonistas y sienten también que han sobrepasado a estos líderes y a sus partidos en cuanto a reivindicaciones, entusiasmo y determinación. Al día siguiente los medios de comunicación de Barcelona se refieren a la manifestación como un hito en la reciente historia de Catalunya y de España; los de Madrid intentan ignorarla, minimizarla, deslegitimarla o descalificarla con diferentes tipos de argumentos. Quizás los sistemas políticos español y catalán consigan que esta reciente manifestación ciudadana, y lo que ella representa, no tenga consecuencias visibles de envergadura en el futuro más inmediato, confiando para ello en el natural carácter pacifista y pactista de los catalanes; pero para todos los que conozcan mínimamente la realidad catalana resulta obvio que algo importante está cambiando y que a medio plazo todo ello tendrá traducciones políticas inevitables. Todas las encuestas realizadas últimamente en Cataluña certifican un aumento constantemente creciente del independentismo, algo inimaginable hace sólo unos años. La espiral del silencio en torno al tema se ha roto y la conversión de Cataluña en un Estado es ya un tema de conversación y discusión habitual entre los ciudadanos catalanes. ¿Qué ha pasado en estos poco más de treinta años que separan a las dos manifestaciones a las que he aludido?, ¿qué factores han contribuido a que amplísimos sectores de la sociedad civil catalana comiencen a plantearse la independencia como un futuro posible, viable e, incluso, necesario y ansiado? Con la perspectiva que confiere escribir desde Cataluña, quiero hacer un breve análisis de las causas que han llevado a esta situación de desapego de una gran parte de los catalanes respecto a España. De las reivindicaciones nacionales al “café para todos” En el inicio de la transición democrática, Cataluña y el País Vasco plantearon con fuerza, aunque de forma muy distinta, reivindicaciones de autogobierno, porque amplísimas capas de sus ciudadanos se sentían a sí mismos como colectividades nacionales. Catalunya, por ejemplo posee una lengua y una cultura propia y considera que su autogobierno fue liquidado por la fuerza ilegítima de las armas, primero en la Guerra de Sucesión de 1714 y después en la Guerra Civil en 1939. Ante este reto, desde el Estado Español se ideó una fórmula para diluir el problema catalán y vasco: un Estado con 17 autonomías. De esta manera, regiones españolas que nunca tuvieron ninguna conciencia colectiva nacional diferenciada, con una cultura plenamente castellana y que se sentían integradas en España de forma natural, pasaron a tener las mismas cotas de autogobierno que Cataluña. “Café para todos”. Y así, por ejemplo, mientras que la bandera catalana tiene su origen en la Edad Media, algunas nuevas comunidades autónomas tuvieron que improvisar apresuradamente una enseña distintiva. Si se tiene en cuenta que estas nuevas comunidades autónomas rápidamente se instalaron en la lógica de que 1era. quincena de agosto 2010 si Catalunya obtenía algunas competencias, por ejemplo para gestionar la normalización de su lengua y de su cultura en la educación o en los medios de comunicación, ellas también las reclamarían porque no iban a ser menos, estaba claro que el sistema entraría en un absurdo colapso en algún momento. El invento del Estado Autonómico Frente a la alternativa entre construir un Estado centralizado, aunque con algún grado de descentralización administrativa o un Estado en el que pudieran encajar las aspiraciones de Cataluña y el País Vasco en una relación federal dentro de España, se optó, por una vía pastiche: el Estado autonómico, un Estado que tendría que desarrollarse paulatinamente mediante transferencias del gobierno central concedidas “generosamente” a los gobiernos autonómicos. Mientras que en Cataluña se confiaba que el Estado autonómico derivaría progresivamente hacia un Estado federal, las fuerzas políticas centralistas españolas no han visto el Estado autonómico más que como una amplia descentralización concedida para evitar males mayores. El conflicto interpretativo de hacia dónde llevaba el Estado autonómico estaba servido y sólo hace falta dejarlo madurar un poco más para que algún día acabe estallando. De hecho, el detonante de la manifestación del 10 de julio de 2010, a la que anteriormente me he referido, ha sido precisamente una sentencia del Tribunal Constitucional del Estado Español que ha considerado inconstitucionales artículos relevantes de un nuevo estatuto de autonomía que el Parlamento de Cataluña había elaborado y que implicaba, en algunos aspectos, una lectura federalizante del futuro del Estado autonómico. Al otro lado no hay federalistas con los que federarse Con toda seguridad, y así lo confirman una gran parte de estudios sociológicos realizados en Cataluña, el objetivo ideal para la mayoría de los catalanes sería el de la constitución de un Estado federal en España, a poder ser un Estado federal asimétrico porque no se pueden tratar de igual manera realidades que son diferentes. Sin embargo, este deseo se ha revelado finalmente como una utopía porque para establecer una federación es necesario que existan otras colectividades que quieran federarse y, como ya he indicado, esta opción parece definitivamente desterrada en la mente de las élites españolas que dominan el Estado. Así las cosas, las únicas opciones que quedan para muchos ciudadanos catalanes son: o un autonomismo de corto alcance cada vez menos adecuado a los intereses de Cataluña o un independentismo definitivo. Aunque parezca extraño, el Estado independiente catalán comienza a vislumbrarse como una posibilidad más factible que el Estado federal español. Gran parte de las nuevas masas independentistas están compuestas por federalistas que han visto cómo sus propuestas han sido constantemente humilladas y ridiculizadas por los poderes centrales del Estado. ¿Cuántas naciones caben en un Estado? El Estado autonómico, en su versión española, no concibe más nación que España, por ello el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional propia que tienen la mayoría de los catalanes no tiene cabida en la actual Constitución española. En España se ha impuesto, parece que definitivamente, el concepto de Estado-nación, a cada Estado le corresponde una sola nación, y no parece que las élites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas españolas sean capaces de pensar que es posible que un Estado contenga en su interior varias naciones, aunque sean sólo consideradas “naciones culturales”. Por ello, además de inventarse el concepto de “Estado autonómico”, en su momento se acuñó el término “nacionalidad” para referirse a Cata- contrapuntos / luña, el País Vasco y Galicia. ¿Qué es una nacionalidad? Nadie lo sabe con certeza. De hecho el término “nacionalidad” no es más que un eufemismo, un término forzado para negar a Cataluña y al País Vasco su reconocimiento como naciones históricas. Todo ello tiene enorme trascendencia porque define una visión nacionalmente unitarista de la cultura del Estado, una cultura de raíz castellana que sólo tolera la presencia de otras culturas de manera periférica, a regañadientes, con recelos, desgana, con constantes trampas y frenos y sin reconocerlas realmente como partes integrantes, con todos los derechos, del acerbo cultural e histórico común de España y de los españoles. Naturalmente, el concepto de Estado plurinacional que en Bolivia se ha adoptado para referirse a las múltiples realidades de las culturas indígenas y criollas que conviven en su seno, independientemente de sus limitaciones y de cuál sea finalmente su aplicación efectiva, en Cataluña no puede despertar más que pura envidia. El cambio de equilibrios en la estructura económica del Estado Tradicionalmente, desde el inicio de la industrialización, el poder político ha estado en Madrid mientras que el desarrollo económico tenía su epicentro en Cataluña gracias a una sociedad civil más moderna y a una burguesía más sólida y europeizada. Pero a partir de los años noventa del siglo pasado esto empezó a cambiar. Cataluña sigue siendo la comunidad con mayor producto interior bruto en España, pero la privatización de las grandes empresas estatales, –Telefónica, Endesa, Repsol, Tabacalera-Altadis, Iberia, etc.–, el desembarco mayoritario en la dirección de estas empresas de una nueva clase dirigente político-económica con sede en Madrid, la conversión de algunas de estas empresas en multinacionales y el intrincado y perverso maridaje de sus intereses con los del poder central del Estado, han hecho, entre otras cosas, que la economía catalana en general y su empresariado en particular hayan empezado a sentir que el Estado desatendía las necesidades en infraestructuras fundamentales para el desarrollo de Cataluña y ello en claro y flagrante beneficio de la nueva clase económica dirigente y del núcleo políticoeconómico “madrileño”. Por otro lado, los ciudadanos de Cataluña consideran que existe lo que aquí se denomina “expolio fiscal”, una buena parte de los impuestos recaudados en Cataluña van a parar a gastos e inversiones en otras comunidades autónomas en una medida que, más allá de toda solidaridad razonable, lastra de forma profunda e inexorable el futuro de Cataluña y el nivel de vida de sus ciudadanos. Un contexto europeo de economía globalizada y de democracia generalizada Estamos en una situación internacional en la que las economías dependen cada vez menos de los Estados y de sus mercados interiores y en la que resultaría impresentable y condenable que, dentro de la Unión Europea, un Estado utilizase la fuerza bruta para aplastar las decisiones pacífica y democráticamente tomadas por la población de uno de sus territorios. En esta situación la posibilidad de emergencia de nuevos Estados parece posible. Las soberanías son ya compartidas y el surgimiento y desarrollo de la Unión Europea permite visualizar nuevos escenarios políticos en las relaciones entre los Estados miembros. Por otro lado, la realidad demuestra que no se necesita un gran territorio ni una gran cantidad de población para constituir un Estado eficiente y con altas cotas de bienestar para sus ciudadanos –ahí está el caso de Holanda– y ni siquiera es necesario que se posean empresas multinacionales, como ejemplo de ello tenemos a Dinamarca. Todas estas consideraciones dan alas al imaginario del nuevo independentismo catalán para plantearse la creación un pequeño Estado moderno y altamente desarrollado en la costa noroccidental del Mediterráneo. Algunas consideraciones finales sobre el Estado autonómico A partir del relato que he desarrollado desde Cataluña sobre el Estado autonómico español, no pretendo explicitar las conclusiones que podrían extraerse para Bolivia. Prefiero, como ya indiqué anteriormente, que cada lector, desde su propia posición, establezca sus analogías, sus paralelismos y las reflexiones que considere pertinentes. Sin embargo, me permitiré tres consideraciones muy generales. La primera consiste en constatar que los temas de identidad de pertenencia nacional dentro de un Estado deben ser enfrentados sin subterfugios y sin caminos huidizos y deben buscarse soluciones claras, porque en este tipo de problemas, como en tantos otros, lo que se expulsa por la puerta acaba penetrando de nuevo, con más fuerza, por la ventana. La segunda consideración es que el modelo de Estado autonómico es un compuesto inestable que tiende a precipitar, como sustancia, hacia una nueva forma de centralismo o hacia un Estado federal y que en esa dialéctica de posibilidades los conflictos pueden ser importantes. La tercera consideración consiste en señalar que en un Estado autonómico, para que los problemas no se acrecienten aún más, los poderes políticos, económicos y culturales deben estar adecuadamente distribuidos y compartidos, de no ser así, se están potenciando los agravios, la afrentas y, finalmente, los deseos de secesión. 10 / debate 1era. quincena de agosto 2010 Uribismo, chavismo y la cuadratura del círculo Fernando Mires* El uribismo y el chavismo tienen más puntos en común de lo que a primera vista parece, y eso los llevará siempre a entenderse, aunque sea un par de centímetros antes del abismo. Por de pronto, bajo los respectivos gobiernos, el paramilitarismo ha crecido más que la mala hierba. Q uizás sin que ninguna de las cuatro partes del cuadrado lo hubiera concebido así, lo cierto es que ha llegado a formarse en la poco apacible región latinoamericana, un cuadrado. ¿Cuáles son los lados de ese cuadrado? Dicho de acuerdo al orden de importancia de las estrategias que se juegan al interior de esa cuadratura, esos lados son: Colombia, Venezuela, Cuba y “los demás”. Los demás, es decir, el resto de los países latinoamericanos, son –si concebimos esta historia como tragedia– una especie de coro griego; y si la concebimos –como yo mismo tiendo a concebirla: como comedia– son una simple comparsa. Pero vamos un poco más despacio. El punto originario de esa nueva formación lo marcó el Presidente Álvaro Uribe al denunciar públicamente el día jueves 15 de julio, lo que no hay quién no sepa: que Venezuela es un “Hinterland” logístico y militar de las farc. ¿Qué se trae Uribe al lanzar esa denuncia que todo el mundo conoce, pero que casi nadie nombra? La mayoría de las opiniones han concordado en que Uribe intenta hacer una zancadilla a J. M. Santos, convirtiéndolo en heredero de un problema nunca resuelto, pero que hoy por hoy es más agudo que nunca: las relaciones de la Colombia uribista con la Venezuela chavista. Permítanme, sin embargo, dudar de dicha tesis. La primera duda surge del hecho de que si bien J.M. Santos no era el candidato preferido de Uribe, representa la línea continuista no con, sino dentro del uribismo, hecho que percibió muy bien Chávez al intervenir abiertamente en las elecciones colombianas en contra de Santos. J. M. Santos, pese a todo lo que inten* Profesor de la Universidad de Oldemburg, Alemania. te desmarcarse de la persona Uribe, configura, en el más extremo de los casos, una desmarcación al interior del uribismo, o si se prefiere: la versión “santista” –aunque no santa– del uribismo. ¿Y qué es el uribismo? El uribismo es en primera línea un proyecto de guerra a muerte en contra de las farc. El uribismo es, desde esa perspectiva, un proyecto más militar que político, con todo lo que eso implica (incluyendo paramilitarismo). Sólo en una segunda línea el uribismo encierra un proyecto de modernización económica de Colombia, objetivo parcialmente alcanzado durante el mandato de Uribe. Ahora, ni en el primer ni en el segundo punto hay diferencias dramáticas entre Uribe y J. M. Santos. Y por si fuera poco, Uribe es en Colombia tanto o más popular que Santos. A nadie, a Santos tampoco, podría interesar desmarcarse de una figura tan popular como Uribe. De manera que, si se piensa de modo lógico, habrá que dejar de lado la tesis de la zancadilla de Uribe a Santos. Por cierto, hay diferencias entre Uribe y Santos, pero son diferencias de estilo, no de fondo, y más bien tocan temas de política nacional. A Santos debe preocupar mucho, por ejemplo, que Uribe deje como legado casos de avanzada corrupción, una seria crisis en el sistema de salud pública y el caso de las “chuzadas” del das (interferencias telefónicas a magistrados y periodistas al lado de las cuales Watergate es un juego de niños). Y, no por último, el eterno caso del para-militarismo. También el hecho de que los ministros que está nombrando J. M. Santos no son todos amigos íntimos de Uribe, muestra que hay diferencias. Pero ¿dónde no existen esas diferencias internas? No, la tesis de la zancadilla de Uribe a Santos no cuadra; definitivamente no. Mucho menos cuadra la tesis que agita el antiuribismo militante, tesis relativa a que Uribe intenta a través de su ataque imprevisto a Chávez, levantar una “cortina de humo” frente al tema del descubrimiento de fosas comunes con miles de muertos, sobre todo en la localidad de La Macarena. Hay que tener en cuenta que esas macabras denuncias fueron hechas públicas en enero de este año y ya estamos en agosto. En el intermedio, mientras el anti-uribismo agitaba tales denuncias, hubo elecciones presidenciales en donde el uribismo en su versión santista venció de modo abrumador. En fin, las violaciones a los derechos humanos así como la presencia de un siniestro paramilitarismo que involucra a personeros uribistas parece no mermar la opinión pública colombiana, interesada en erradicar cuanto antes, y por cualquier medio, la presencia de las farc. Por otro lado, quienes lideran las acusaciones en contra de Uribe son –entre otras– personas como Piedad Córdoba quien, si no es la vocera civil de las farc, representa al menos la voz de Chávez en Colombia. Y esa voz no siempre desafina frente a la de las farc. Eso no quiere decir, por supuesto, que el tema de los muertos de La Macarena no exista. Si no en la dimensión que le otorga la Córdoba, existe, y es parte de la guerra de Uribe a las farc que, como toda las guerras, es y será sucia (que alguien muestre, por favor, dónde ha habido alguna guerra limpia). En fin, una nación tan castigada por el terrorismo como es Colombia, parece estar mayoritariamente dispuesta a aceptar cualquier violación a los derechos humanos si el objetivo apunta a derrotar a las farc. Con el paramilitarismo –así leo el mensaje de esa opinión pública– habrá que arreglar cuentas después. Pero primero hay que liquidar a las farc. Y Uribe, qué duda cabe, conoce ese mensaje; y de acuerdo a su texto, actúa. Pero hay una tercera tesis que quizás cuadra algo más con la realidad colombiana. Esa tesis dice que el calculador Uribe descubrió en los últimos días de su gobierno que Chávez, tanto nacional como internacionalmente, está atravesando por un momento muy difícil y, por lo mismo, ha llegado la hora precisa de asestarle una estocada, sino mortal, por lo menos muy hiriente. Que J. M. Santos comparta o no esa tesis no tiene en el marco de este análisis la menor importancia. La verdad es que nadie puede ponerse en la mente de los actores políticos, pero si uno piensa que tales actores son racionales (aunque a veces lo dudo) hay que suponer que ellos siguen cálculos racionales. Y uno de esos cálculos parece decir a Uribe que, justo antes de terminar su mandato, su epígono, Chávez, está atravesando por una fase de deterioro político, deterioro que se expresa tanto nacional como internacionalmente. Y como ya hemos dicho, si Uribe persigue un objetivo militar, y si un objetivo militar es aislar al adversario, pudo haber percibido Uribe que ha llegado el momento de actuar. En otras palabras: Uribe y Santos cuentan con un poderoso “frente interno”. El frente interno de Chávez, en cambio, parece estar algo más agrietado. Chávez, a su vez, no esperaba ése, según su perspectiva, artero y bajo golpe de Uribe. Precisamente él, acostumbrado a dictar las condiciones de lucha, fue sorprendido por una movida del ajedrez político-militar de Uribe, movida que estuvo a punto de dejarlo fuera del juego. El resto del libreto parece ajustarse a la discursiva más que fría, glacial, de Uribe, que repito, pese a ser un civil, domina la lógica de la guerra mucho mejor que su colega militar venezolano. Si Uribe es lógico, y lo es, todo lo que hizo después Chávez, lo esperaba; y tengo la impresión: lo deseaba. Chávez no sería Chávez si hubiese reconocido que las farc operan en Colombia. Chávez, y todo el mundo lo sabe, pretende manejar a las farc para presionar en contra del Estado colombiano, lo que, por cierto, no podría reconocer jamás frente a la comunidad internacional. Por eso Chávez –y Uribe no sería Uribe si no lo hubiera esperado– rompió de inmediato relaciones con Colombia. Que en el acto de ruptura Chávez hubiese estado acompañado no por un alto dignatario cubano, o del alba, sino por un simple entrenador del fútbol, no fue una muestra de fortaleza internacional. ¿Cuál será el segundo paso? Si Uribe es Uribe, antes de dar un primer paso, pensará en el segundo. El segundo paso será 1era. quincena de agosto 2010 dejar que el problema llegue a la unasur. Ahora, ¿qué es lo que captó probablemente Uribe? La respuesta es fácil: que la mayoría de la unasur si bien todavía no se pronuncia en contra de Chávez, no es ni será –como en sus momentos triunfalistas imaginó Chávez– un reducto del chavismo internacional, ni tampoco un campo de operaciones del alba. Los resultados ya están a la vista. Aparte de Evo Morales (y Ortega, con quien nadie quiere ni fotografiarse) nadie apoya a Chávez en su imaginaria guerra con Colombia. La forma de no apoyarlo es, desde luego, muy sutil, y por cierto, al igual que las estrategias de Uribe, maquiavélica (algún día tendré que escribir un artículo relativo a que América Latina se encuentra en la fase maquiavélica de la política). En otras palabras: nadie apoya a Uribe en la unasur (tiene las manos muy manchadas de sangre). Pero, a la vez, cada vez son menos los que apoyan a Chávez, y eso, al fin y al cabo, es lo que a Uribe interesa evidenciar. El primer gran maquiavélico fue Kirchner, ese corrupto que, a decir de Teodoro Petkoff, anda suelto en la unasur. Kirchner, el antiguo aliado de Chávez, se ofreció, ante el disgusto de Chávez, como simple mediador. Enseguida Pepe Mujica, mediador entre su pasado y su presente, también ofreció sus servicios como mediador. Correa, el aliado más inseguro de Chávez, ya se apresta a ser otro mediador, y arreglar positivamente sus problemas no resueltos con Colombia. Piñera y Alan García, tan lejos de los problemas entre Venezuela y Colombia, quieren también ser sólo mediadores. Hasta Fernando Lugo, que tan cerca parecía estar de Chávez, desea ser un mediador más. Lula, por supuesto, está en su salsa: él será siempre un mediador en cualquier problema y en cualquier continente. En fin; los gobiernos latinoamericanos han descubierto, de pronto, su nueva vocación: la mediadora. ¿Y qué significa en este caso ser mediador? En un lenguaje que quizás Chávez no entiende, mediador quiere decir: “Chávez, aquí no te seguimos”. En otras palabras: a Chávez le sobran mediadores, pero lo que él necesita son aliados, no mediadores, sobre todo cuando no hay nada que mediar. Si mostrar el aislamiento de Chávez era un objetivo de Uribe; ya lo consiguió. Los aliados del primero, sobre todos los potenciales, han sido neutralizados, o reducidos en su rol de simples “mediadores”. Pero Chávez es Chávez. Con ese instinto de poder que supera su inteligencia, descubrió de inmediato que Uribe, indirectamente, le está prestando un inesperado apoyo que, bajo determinadas condiciones, podría ayudarlo a restablecer electoralmente su deteriorado “frente interno”. Según todas las encuestas venezolanas, Chávez está en bajada. Más todavía: si Chávez había podido ganar muchas elecciones, ocurrió porque tuvo la habilidad de apropiarse de un discurso de demandas sociales frente a las cuales él se erigía como el gran vindicador. No obstante, la crisis energética, la crisis económica, la inflación imparable, los casos de corrupción generalizada, y sobre todo, los hallazgos de miles y miles de alimentos descompuestos, son hechos que han terminado por socavar la imagen social del chavismo. Frente a ese deterioro, Chávez ha recurrido a la última pieza de su teclado ideológico: el ultranacionalismo. La profanación de la tumba de Bolívar fue un desesperado intento de Chávez para buscar refugio en el mito histórico, lo que tampoco pareció lograr. Y de debate pronto, como un maná del cielo, aparece, y de modo absolutamente inesperado, la denuncia de Uribe en la oea. Eso significa que gracias a Uribe, Chávez ha encontrado, al fin, la posibilidad de dar forma concreta a sus fantasías, presentándose como el defensor de la patria amenazada por quienes –según su antojadiza interpretación histórica– asesinaron al Gran Libertador: la oligarquía neogranadina a la cual pertenece Uribe. Así se explica por qué en Venezuela quienes están verdaderamente enfadados con Uribe no son los chavistas sino, paradoja de paradojas, los opositores al chavismo. Ahora, si Chávez logrará remontar en las elecciones parlamentarias de septiembre mediante su interpelación al mito histórico, está todavía por verse. Lo cierto es que la oposición ha centrado casi todos sus esfuerzos en denunciar las toneladas de alimentos po- dridos, descuidando otros temas de enorme importancia, hasta el punto que muchos imaginan que cualquier tema que sea diferente al tema central (podredumbre de alimentos) es una “cortina de humo” o “trapo rojo”. Pero con esas “cortinas de humo” y con esos “trapos rojos” ha ganado Chávez casi todas las elecciones. En fin, hay en la oposición quienes creen que si Chávez vuelve a ganar las elecciones en septiembre, tiene que agradecérselo a Uribe. Pero también, hay que agregar, la culpa sería, además, de esa parte de la oposición que todavía no entiende que las elecciones nunca se ganan apelando a un solo tema, por muy importante que éste sea. Cada elección es un proceso multi-temático. Y eso lo sabe muy bien Chávez. Por otra parte, se engañan quienes piensan que el principal enemigo de Uribe es Chávez. No. El principal enemigo de Uribe, más aún: la obsesión de su vida, el sentido último de su existencia, son las farc. De ahí que no extrañe que si Chávez hace sólo un par de concesiones en la “cosa” farc, lo vamos a ver muy pronto en tv abrazado con Santos, o con el mismo Uribe, como ya tantas veces lo vimos. La verdad, Chávez y Uribe juegan poker. Las farc para Chávez son sólo una carta. Para Uribe, en cambio, las farc son el jue- / 11 go. Para Santos, también. El juego para Chávez son las bases norteamericanas establecidas en Colombia. Para Uribe, en cambio, son sólo una carta. Para Santos, también. El uribismo y el chavismo tienen más puntos en común de lo que a primera vista parece, y eso los llevará siempre a entenderse, aunque sea un par de centímetros antes del abismo. Por de pronto, bajo los respectivos gobiernos, el paramilitarismo ha crecido más que la mala hierba. La diferencia es que bajo Uribe el paramilitarismo aumentó de modo clandestino, guarecido delincuencialmente bajo la administración del propio gobierno. El paramilitarismo venezolano, en cambio, tiene lugar al aire libre, y toma la forma de “milicias revolucionarias”, ejércitos paralelos, grupos de choque y bandas militarmente organizadas (La Piedrita, entre otras). ¿Qué irá a pasar en Venezuela con esa enorme cantidad de grupos armados el día en que Chávez no gobierne más? ¿Se unirán con las farc? ¿Nacerán las farv? Escenario horroroso del que por ahora más vale no preocuparse demasiado. Al fin y al cabo, la política tiene lugar en el día de hoy; y cada día tiene sus plagas. En síntesis: 1. El plan de Uribe al denunciar la cooperación de Chávez con las farc apunta a desestabilizar internacionalmente el gobierno de Chávez. 2. Chávez sigue el juego de Uribe y rompe relaciones con Colombia. 3. El escenario latinoamericano se muestra cada vez menos favorable al chavismo (unasur). 4. Chávez después de su campaña electoral ultra-nacionalista hará un par de concesiones mínimas a Santos. 5. Santos hará un par de concesiones mínimas a Chávez, hasta que el conflicto explote de nuevo. Hay, sin embargo, un sexto punto. Y ese punto no figuraba ni en la agenda de Uribe ni en la de Chávez. Ese sexto punto es Cuba. ¿Por qué Cuba? Pocas veces Cuba ha intervenido tanto en un conflicto interamericano como en el caso del conflicto chavismo-uribismo. Pero –ya adivino la pregunta– ¿cómo ha intervenido Cuba? De un modo totalmente imprevisto: a través del más sepulcral de los silencios. A través del más estridente de los silencios. El silencio de los cubanos no es broma. Si hubo alguna vez un gobierno que se consideraba no sólo con el derecho sino con el deber de intervenir en cuanto conflicto apareciera sobre la tierra, ese gobierno era el cubano. Y que en la celebración del 26 de Julio, sin la presencia de Fidel Castro, y sin la presencia de Hugo Chávez, el veterano Machado Ventura lea un discurso radicalmente anodino, hay que tomarlo muy en serio. ¿Por qué no fue Chávez a La Habana? (Esa patraña de quedarse en Caracas para defender a Venezuela de un ataque colombiano no la cree ni el más santo de los inocentes). ¿Quién desde la Habana le habrá dicho que ni se aparezca por ahí? ¿Qué dimensiones estará tomando esa lucha sorda (y sórdida) entre el raulismo y el fidelismo? (¿o entre reformistas y talibanes?) ¿Qué habrá ofrecido usa al gobierno cubano a cambio de tanto silencio? ¿O la ue a través de España? Todo eso lo sabremos alguna vez. Más, lo que importa destacar, por ahora, es lo siguiente: Cuba no es cualquier país para Chávez. Cuba es junto con Venezuela el eje ideológico y estratégico del alba. Sin ese eje, no hay alba. Si un miembro del eje guarda silencio cuando el otro miembro del eje está enfrentando al “imperio” y a su “lacayo” colombiano, hay que pensar que tal vez Chávez está más sólo de lo que él y Uribe piensan. 12 / debate 1era. quincena de agosto 2010 Las raíces religiosas del populismo H. C. F. Mansilla* Lo común a los distintos populismos son la inclinación antipluralista, la tendencia anti-elitista, el imaginario quasi-religioso y la función integradora de la ideología movilizadora. E s posible percibir a los movimientos populistas como erupciones colectivas elementales, inherentes a todo ejercicio democrático, que emergen habitualmente en periodos de crisis y cambios. Margaret Canovan expuso la teoría de que el populismo se encuentra en medio de las “dos caras” que tiene toda democracia: una redentora y otra pragmática. Al agotarse esta última, importantes sectores de la población se inclinan por un renacimiento de la fase redentora, que se expresa por una exaltación quasi-religiosa de las masas populares y por la creencia de que sus decisiones primordiales son necesariamente las correctas, según el principio: vox populi, vox Dei. Esta concepción, no muy convincente a causa de la idealización de la etapa redentora, presupone una separación relativamente simple, divulgada por Michael Oakeshott: los regímenes se moverían entre la política de la fe, que correspondería a la época premoderna, y la política del escepticismo, que caracterizaría a la era moderna. El retorno a la etapa redentoria es considerada como una limpieza indispensable que hace una sociedad democrática, cansada de los refinamientos ociosos del pluralismo y el escepticismo liberales y de las perversiones de la economía de mercado: una expurgación de los males con los que las masas se han contagiado en su intento de alcanzar la modernidad y una vuelta a las convicciones sanas y simples de aquellos que han conservado la fuerza de las emociones y los sentimientos. Esta etapa redentora en su versión populista del presente –una versión edulcorada e idealizada de la democracia comunitaria– puede ser estudiada en el modelo populista boliviano instaurado en enero de 2006. Mediante elecciones y plebiscitos casi permanentes se intenta dar la impresión de una identidad entre gobernantes y gobernados, donde los intermediarios clásicos juegan un rol marcadamente secundario; esto es además facilitado por una concepción monista, antipluralista de pueblo, en la cual no hay fisuras político-ideológicas de importancia. Si hay elementos heterogéneos, estos pertenecen al no-pueblo, a lo que proviene de afuera, y que, por consiguiente, no tiene o no debería tener derecho a una representación autónoma y permanente de sus intereses. La unidad del pueblo, elevada a una categoría casi sagrada, hace superflua toda actividad opositora. Los gobernantes, que “mandan obedeciendo” (la actual fórmula ritual boliviana), no necesitan de instancias independientes que supervisen sus actos. La separación de poderes, la imparcialidad de los tribunales y la libertad de expresión adoptan entonces la característica de un fenómeno proveniente de un modelo civilizatorio fundamentalmente diferente, que por ello no necesita ser integrado en una “cosmovisión que se basta a sí misma”, como escribió Jorge Lazarte. En el caso boliviano la identificación entre gobernantes y gobernados lleva al partido oficial (mas) a menospreciar todo instrumento y procedimiento para controlar y limitar el poder. Lazarte afirma que el poder es el “núcleo ordenador”, el “código profundo” de la retórica y la praxis de este partido y que, por lo tanto, la violencia, como “virtualidad inherente” a todo ejercicio de acción política, no es algo considerado como negativo o reprobable por los miembros del partido y por los votantes del mismo. Restricciones institucionales y el uso del diálogo con los adversarios son percibidos, al igual que en la mayoría de las culturas autoritarias, como manifestaciones de debilidad o traición. Lo común a los distintos populismos son la inclinación antipluralista, la tendencia anti-elitista, el imaginario quasi-religioso y la función integradora de la ideología movilizadora. Esta última se manifiesta en el intento de restablecer una armonía primigenia que dormita en el alma colectiva, amenazada por los efectos corrosivos y cosmopolitas de los procesos de modernización. El populismo constituye una forma actualizada de un sentimiento esencialmente conservador y religioso, basado en una solidaridad mecánica y dirigido contra la sociedad abierta y plural del presente y contra los elementos distintivos del liberalismo. Los regímenes populistas aparecen a menudo como un proceso de inmersión en los valores y las prácticas de la religiosidad popular y como la superación del debate perenne y de la lucha abierta de intereses divergentes, que una buena parte de la población considera como un proceso negativo, innecesario y hasta doloroso. El modo liberal de hacer política, la pugna continua de propuestas ideológicas y la administración pragmática de lo público constituyen para dilatados sectores populares una forma excesivamente profana y materialista de conducir los asuntos de Estado, que debería ser reemplazada por un sistema basado en la confianza y no en el disenso, un modelo, por ende, más acorde con las emociones de la población y con una versión idealizada de la soberanía popular (por encima de las contiendas de intereses). En el trasfondo emerge la voluntad general de corte rousseauniano. Se trata de un imaginario colectivo con claros rasgos premodernos, religiosos y familiares, que pretende el restablecimiento de una armonía primigenia, la cual estaría en peligro por la acción combinada de la modernidad, el liberalismo y la globalización. Sistemas populistas refuerzan un ámbito de ideas y sentimientos favorable a la homogeneidad social y la simplicidad ideológica, afín a la solidaridad mecánica y más cerca de la comunidad pre-burguesa y pre-industrial que de la sociedad moderna. En suma: un ámbito engarzado en fundamentos orgánicos y en orientaciones colectivistas, que siente como extraños los presupuestos racionales y contractuales del mundo contemporáneo y su inclinación al individualismo. En este tipo de sociedad el caudillo populista no representa al pueblo, sino lo encarna adecuadamente; el caudillo conforma el camino hacia la redención socio-política. * Filósofo y escritor. / 13 debate 1era. quincena de agosto 2010 Luces y sombras del Estado Plurinacional en el día de la República Boliviana 6 de agosto de 2010 José Mirtenbaum* El 6 de agosto del 2010 es el comienzo de la muerte del ciclo del nacionalismo revolucionario sustentado por un Estado central absorbente y el posible comienzo de una República Federal, parida por las contradicciones del Estado Plurinacional Autonómico. “ Después del maqanaku (pelea) viene el munanaku (amor)”, fueron las únicas palabras quichuas en el discurso de buenas intenciones que el Presidente Morales dio durante la sesión de honor de la Asamblea Plurinacional en la Feria Exposición de Santa Cruz, otrora lugar de algunas operaciones de Eduardo Rosza. Las buenas intenciones discursivas ocupaban un pequeño espacio en el gran contexto cargado por un amargo sentimiento que se desencadenó en Santa Cruz días anteriores por la presencia de “patriotas” de los movimientos sociales, entrenando para el conflicto armado (todos preguntaban, ¿con quién?) en la base militar de los Rangers en Montero (unidad creada por los norteamericanos para combatir al Che Guevara) y la desafortunada y absolutamente superflua discusión entre los defensores oficialistas de la Whipala y los reaccionarios cruceños a favor de la bandera cruceña. En ese mismo día, el Gobernador Rubén Costas tuvo que soportar un acto de infantilismo político de de parte de Vanessa Moreno, Asambleísta de Convergencia Nacional, que le entregó un “par de huevo que le hacían falta” para defender la enseña verde/blanco/verde en pleno desfile cívico, al cual Evo Morales, Álvaro García Linera y los Asambleístas del mas no tuvieron la decencia de asistir. Tampoco tuvieron la educación de asistir a la Catedral de San Lorenzo para escuchar algunas recomendaciones del Cardenal Terrazas. Pero más allá de estas misceláneas simbólicas y discusión chauvinista en Santa Cruz, en el gran texto social y entramado de la conflictiva nación boliviana, la insurgencia de los ciudadanos potosinos que lanzaron a las calles 100 mil personas en una “marcha de la rebeldía” contra el régimen de Evo Morales, este hecho señalaba que la República boliviana no está todavía muerta y que el Estado Plurinacional está solamente construido en el imaginario del discurso de Álvaro García Linera, quien señalaba una dialéctica mecánica entre fuerzas “centrípetas” y “centrífugas” para justificar los alcances y controles de la Ley Marco de Descentralización y Autonomías en un Estado hipercentralizado; aunque las voces potosinas ya reivindicaban el federalismo republicano. Lo que se ha posicionado en el debate ideológico contemporáneo de Bolivia en este 6 de agosto de 2010, es el primer reclamo popular a favor de una República Federal como antinomia y alternativa al proyecto de Estado Plurinacional. Rubén Costas también no dejó de señalar que se debe rescatar y avanzar sobre el retorno a una República más justa y dentro de los principios universales de la democracia, además rindiendo homenaje a la ciudad de Sucre como la matriz original del nacimiento de la República boliviana. Esto pone en entredicho el proyecto del mas como la necesidad de concentrar el poder en manos de una sola persona –en este caso el Presidente del Estado Plurinacional– y un tema que a futuro hay que ponerlo en mesa abierta de discusión una vez que se vean los resultados de la aplicación de la nueva Constitución a todas luces poco operativa a nivel de la realidad social y económica del país. Estado Plurinacional y República Federal Para Álvaro García Linera, el Estado Plurinacional es una analogía del “Estado Revolucionario” de Robespierre quien dice: “El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el Gobierno Revolucionario de la libertad pública…; bajo el régimen revolucionario, el poder público debe defenderse a sí mismo de todas las facciones que lo atacan”. A esto quiero responder la cita de Robespierre con una cita de Rosseau sobre la inalienabilidad de la soberanía del pueblo: “Afirmo, pues, que no siendo la soberanía sino el ejercicio de la voluntad general, jamás deberá enajenarse, y que el soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede ser representado sino por él mismo: el poder se transmite, pero no la voluntad” Citados estos pensadores de la Revolución francesa, la idea de República con un Estado Constitucional está basada en la soberanía de los ciudadanos y el Estado solamente debe defender los derechos humanos de la ciudadanía, en el sentido de precautelar la soberanía como voluntad colectiva. Sin embargo este principio elemental es abandonado por la nueva Constitución Plurinacional, por un régimen de súbditos adscritos al Estado a través de su identidad sociocultural. Es decir, la soberanía de igual potencia del colectivo de ciudadanos es enajenada por el Estado. De hecho, la ciudadanía en Bolivia se funde en tres súbditos absolutamente confusos: el súbdito intercultural, García Linera, Álvaro: “El Estado en Transición. Bloque de Poder y Punto de Bifurcación”, en El Estado. Campo de Lucha. CLACSO, Muela del Diablo y COMUNA. La Paz, Bolivia, 2010. Pag. 9. Rosseau, Jean Jackes: El Contrato Social. Edicomunicación, Barcelona, 1994. Pág. 47. el súbdito campesino/indígena/originario y el súbdito afro-boliviano. Estas categorías son producto de una teoría política poco pensada. A primera vista, parece innovadora, pero en su fondo ideológico es excluyente y discriminadora del concepto universal de ciudadanía. Por lo tanto, la tarea de transición de la República boliviana al Estado Plurinacional está en manos de un instrumento político cuya base ideológica mezcla una suerte de estalinismo anacrónico, con un andino-centrismo mesiánico que en la realidad contemporánea y objetiva de los ayllus y comunidades campesinas, enajena la voluntad de una pulsión ciudadana autónoma, cuyo objetivo es el vivir bien material y espiritualmente, pero con la ayuda de un Estado facilitador y no centralizador del poder. Por las acciones del gobierno, la cosmovisión andina del “pachakutek”, es decir la inversión del mundo a favor del orden de la complementariedad de los opuestos en el marco de la filosofía de la dualidad, ha sido absolutamente degradada por un efecto mediático que coloca a Evo Morales en los mercados de consumo mediático globalizado para las sociedades europeas, que todavía creen que el “noble salvaje” es un sujeto político real y salvará a Bolivia y al mundo del desastre ecológico asociado al cambio climático. Este pensamiento es también sustentado por aquellos que mitifican el rol de Evo Morales en el imaginario mitológico neopopulista de los seguidores y militantes del mas. Sin embargo en otro orden político más racional de las pulsiones dialécticas de la historia Republicana contemporánea de Bolivia, el Estado Plurinacional Autonómico, puede ser también visto como el partero del Estado Republicano Federal, es decir una ii República. No tenemos que ir muy lejos en nuestra historia, para señalar que el federalismo fue una consideración de la organización política y territorial desde la existencia de las primeras republíquetas fundadoras de la Nación boliviana. A pesar de las controversias históricas, queda registrado que Andrés Ibáñez y Zarate Willka postulaban la total descentralización del poder, a compartirse entre los Departamentos bolivianos en un ámbito territorial que al momento de fundación tenía 2 millones de km2. Cada departamento, tenía su razón particular para argumentar la necesidad de organizar Bolivia federalmente. Por ello, queda marcada la huella y el camino a seguirse en el futuro, en la medida que la cultura democrática de los bolivianos deje de pensar que el “caudillo” es la solución de salida a cada crisis del Estado. En última instancia, el 6 de agosto del 2010 es el comienzo de la muerte del ciclo del nacionalismo revolucionario sustentado por un Estado central absorbente y el posible comienzo de una República Federal, parida por las contradicciones del Estado Plurinacional Autonómico. * Catedrático de Sociología y Miembro del Observatorio Político Nacional. uagrm. Santa Cruz. 14 / cultura 1era. quincena de agosto 2010 Aproximaciones Entre Bruce Lee y Gilles Deleuze Jorge Luna Ortuño* De una secreta amistad a la vista de todos A mistad tripartita En un pasaje de una de sus novelas más elogiadas, Jesús Urzagasti escribe: “Los muertos que no se conocieron en vida, traban amistad en el más allá, pero sus aventuras nos están vedadas. Y en buena hora. Mis amigos muertos proceden de mundos dispares, algunos de ellos ni siquiera cruzaron un saludo y en la mayoría de los casos el uno no supo de la existencia del otro. […] Sin embargo, los muertos que están destinados a no conocerse en vida, delegan el papel de intermediarios a un montón de personas. Una del montón soy yo”. Tengo dos amigos que son parte de la tribu que me habita, de las fuerzas que me animan y de las voces que hablan en mi escritura. Uno vivió en Francia casi toda su vida, el otro estuvo mixturando su percepción entre la rigidez de las tradiciones chinas y la pragmática visión de vida que tienen los norteamericanos. Uno en la filosofía occidental, el otro en las artes marciales orientales, cada uno escarbó en sus respectivos territorios a la pesca de nuevas armas y de alguna liberación, hasta llegar al punto en que sus creaciones trazaran poderosas líneas de fuga que renovaron sus artes. Aunque vivieron en la misma época, es casi seguro que no se conocieron, ni tampoco pudieron leerse el uno al otro, pues mientras uno comenzaba a hacerse más notorio –al principio de la década de los 70– el otro moría en circunstancias misteriosas estando en el auge de su carrera. Pero su afinidad ya había comenzado a partir de un filósofo que los afectó enormemente: ambos fueron fervientes lectores de Baruch Spinoza. Hoy por hoy los dos se han ido; muchas de las bellas imágenes que tenían del mundo se fueron con ellos, pero muchas otras nos fueron legadas a través de sus libros y de algunas raras entrevistas que quedaron grabadas. Se fueron, por lo menos en lo que atañe a su forma orgánica, pero en realidad se quedaron, porque no han dejado de trazarle sus rutas de salida a la vida ahí donde está comprimida, aprisionada por las formas, los sistemas, los sujetos o las rutinas. Nada que interpretar, ambos son una provocación para que desencadenemos experimentaciones con nosotros mismos. Sus nombres propios designan mucho más que la historia o la biografía de un personaje; más bien son la cifra de una multiplicidad de encuentros y devenires que siguen pasando a través de ellos. Ellos son Bruce Lee y Gilles Deleuze, y las aventuras que han debido tenerlos por protagonistas en el más allá no nos han sido vedadas, en buena hora, y si es que por algún capricho aún no hubieran podido juntarse, en este caso yo soy una de esas personas privilegiadas que a través del mundo de los conceptos y los afectos se conoció con ambos e intuyó desde el principio que hubieran sido grandes amigos. Soy por tanto en esta ocasión uno entre el montón que puede hacer las funciones de intermediario para hilar lo que no alcanzó a tejerse en vida. Esta es, ante todo, una cuestión de amistad y de agradecimiento. Jesús Urzagasti, De la ventana al parque, pp. 10-11. El cuerpo ¿De qué servirían las artes marciales y la filosofía si no fueran un vehículo a través del cual el ser humano pudiera expresarse honesta e integralmente a sí mismo? En la actualidad la libre auto-expresión del cuerpo ha sido desplazada por la emisión liberal de opinión y cierta erudición. Por eso hay siempre algo de plástico y nauseabundo en los discursos académicos y las posturas intelectuales: tienen muy poco que ver con ellos mismos, con sus experiencias vitales. De ahí que su poder de convocatoria se reduzca a un público compuesto por otros intelectuales como ellos; la gente es inteligente y no se deja engañar: capta primero la emoción, la intensidad, la pasión y los afectos que están detrás de un pensamiento. Bruce decía las cosas simples. Ahí donde Deleuze dice, “aprendan a hacerse un cuerpo sin órganos”, Bruce dice: “vacía tu copa”. (El taoísmo es la referencia de ambos). Y vaciar tu copa significa que no puedes expresarte realmente a ti mismo hasta que no te hayas deshecho de tus certezas, de lo que ya sabes, de tus prejuicios, de los conceptos que tienes y a través de los cuales quieres hacer encajar el flujo puro de la vida. Un escritor, un pintor, un filósofo, no se enfrentan con una página ni con un lienzo en blanco, pues incluso ellos mismos están ya rayados de antemano por una serie de líneas que los amarran y de las cuales tienen que liberarse. Hay una organización de su organismo que tienen que hacer saltar antes de que lo nuevo pueda brotar. “¿Cómo hacer para escribir si no es sobre lo que no se sabe, o lo que se sabe mal? Es acerca de esto, necesariamente, que imaginamos tener algo que decir. Sólo escribimos en la extremidad de nuestro saber, en ese punto extremo que separa nuestro saber y nuestra ignorancia, y que hace pasar el uno dentro de la otra”. Gilles Deleuze en el Prefacio a Diferencia y repetición. Pero está bien, son ideas, son ideas mi amigo, no perdamos mucho tiempo en eso. No te concentres demasiado en el dedo o te perderás toda la gloriosa majestuosidad de la luna hacia la que está apuntando. El pensamiento tiene que ser algo muy práctico, porque está al servicio de la vida, nunca al revés. Respecto del cuerpo, Spinoza hace una poderosa afirmación contra el dualismo cartesiano: “nadie sabe de lo que es capaz el cuerpo”. ¿Cómo llevar este interés a las artes marciales? Bruce Lee lo pone así: antes que la preferencia por un estilo de combate u otro, antes que la adhesión a un sistema o a una doctrina, el ser humano comprometido con su propio desarrollo debe preocuparse por conocer qué es lo que puede su cuerpo, de qué afectos es capaz, cuáles son sus poderes de ser afectado. Bruce Lee retoma esta batalla contra el dualismo sujeto-objeto, cuerpo-alma, y la lleva a la aplicación de una pedagogía en las artes marciales: “No enseño nada, sólo puedo ayudarte a explorarte a ti mismo” dice a sus estudiantes. Esto no consiste en preguntarse ¿quién soy yo?, sino en cuestiones funcionales: ¿qué funciona mejor para mí? o ¿qué está en la potencia de mi cuerpo? Bruce escribe en un pasaje de sus miles de folios de apuntes acumulados –difundidos por John Little–: “La utilidad de una copa está en su vacío, y lo mismo puede decirse de un artista marcial que no tiene forma, y que en consecuencia carece de estilo, puesto que no tiene juicios preconcebidos respecto al combate, ni a favor ni en contra. En consecuencia él es fluido, adaptable, y capaz de trascender la dualidad y llegar a la totalidad última”. Toda la lucha contra la trascendencia de Deleuze se llevó a la práctica en la vida de Bruce Lee: “experimenten, no descarten lo que no conocen, tomen de los otros sistemas lo que les sea útil, pero sin dejar que este sistema restringa su libre investigación”. Deleuze hubiera dicho: agencien. Agenciar=extraer elementos de campos heterogéneos para hacerlos co-funcionar. Hacer rizoma. Parafraseando a Bob Dylan, el artista tiene que cuidarse de no creer nunca que ya ha llegado a un lugar, sino estar consciente de que está continuamente convirtiéndose en algo, becoming, estado de devenir, algo siempre inacabado, sin forma. Pero he aquí una distinción: no es lo mismo no tener forma que tener la no-forma. Estar en devenir es lo segundo. “Aprende la forma, obedece la forma, y luego trasciende la forma”. Tener un no-estilo, aprender a utilizar todos los caminos sin estar limitado por uno. No acumular ni evolucionar, mas bien devenir, involuir, hacerse más simple y económico. Estar siempre inacabado, como este texto que no se cierra aquí. Bruce Lee, El Tao del Jeet Kune Do. * Filósofo y gestor cultural. cine 1era. quincena de agosto 2010 / 15 Entrevista al cineasta haitiano Arnold Antonin A Haití la consumen dos locuras: una destructora y otra creadora Santiago Espinoza A.* El cine no puede realmente hacer la revolución. Solamente puede llevar su pequeño grano de arena en la lucha por la justicia social y la libertad en nuestros pueblos. A l cineasta haitiano, Arnold Antonin, el terremoto del pasado 12 de enero pasado lo cogió cuando llegaba a su casa en Puerto Príncipe. El caos posterior a la catástrofe impidió que se tuviera una información inmediata y certera sobre su estado y paradero. Afuera del país, donde es muy conocido, se lo daba por muerto. Sin embargo, el realizador y los suyos tuvieron suerte, porque su casa está localizada en una zona en la que “tenemos las casas construidas sobre una roca, y las rocas resisten más”. De otro modo, no habría llegado a Sucre la tercera semana de julio pasado para integrar el Jurado del Sexto Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos, organizado por el Centro de Gestión Cultural “Pukañawi” (a la cabeza de Humberto Mancilla). El realizador haitiano fue uno de los invitados especiales del festival, donde, además de ser jurado, participó en charlas abiertas para el público y presentó algunos de sus principales trabajos. Leyenda viva del cine de su país, Arnold Antonin (Puerto Príncipe, 1942) es autor del primer largometraje haitiano de la historia, Haití, el camino de la libertad (1974), un documental realizado en el exilio, que, en su momento, fue comparado con La hora de los hornos, aclamado por la crítica y distribuido por la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinéma. Con más de 30 producciones documentales y de ficción en su haber, el realizador compartió unos minutos de su estadía en Sucre para dialogar en torno a la cinematografía de su país, el compromiso político en su obra, la fascinación que ejercen sobre su trabajo la cultura y el arte haitianos, la paradoja de hacer cine en una país que ya no tiene salas y el rol que le atribuye al cine en un contexto tan deprimido como el haitiano. Podríamos comenzar con una introducción a la historia cinematográfica de Haití, de la que se conoce poco o nada… El cine es arte e industria y, de algún modo, es reflejo de la situación económica de un país. En ese sentido, el cine haitiano es reflejo de la situación económica y de la situación global que vive el país. Hemos tenido poca producción cinematográfica durante muchos años. Sin embargo, en Haití se empezaron a proyectar películas y hasta se filmó una de un incendio allá, poco tiempo después del nacimiento del cine. Si el cine nació en 1895, en 1896 ya se había filmado algo en Haití. Pero, se puede decir que un cine propiamente hecho por haitianos empezó en los años 50 y 60, con la filmación de actualidades. Había entonces unas 20 salas en Puerto Príncipe, había una sala en cada provincia de Haití, hasta que llegó la dictadura de (François) Duvalier. Y con la dictadura de Duvalier en 1957 empezó realmente el reino del oscurantismo. Entonces comenzó un cierto cine en el exilio. Yo hice el primer largometraje haitiano, Haití, el camino de la libertad, en el 74. Pero no hubo mucha producción, en realidad. ¿Y en algo ha cambiado la situación en los últimos años? Dentro del país, hace unos cinco años, empezó a desarrollarse el cine-video y hubo un “boom” del cine haitiano. En cierto momento, durante dos o tres años, se logró hacer unos 20 largometrajes en video. Haití se transformó, de repente, en el país del Caribe y de Centroamérica donde se producía más películas al año. No importa tanto que fueran películas en video o que muchas de ellas estuvieran inspiradas en las telenovelas, sino que hubo una gran producción (por la baja de los costos de realización con los aparatos ligeros) y que la gente se lanzó a hacer películas baratas. Se habló del “Haití boom”. Había un ambiente muy propicio al desarrollo del cine y, sobre todo, la producción haitiana contaba con el apoyo de su público. Las películas que hacían los haitianos, al modo de telenovelas, tenían más éxito que las películas taquilleras de Estados Unidos. Hubo una película que tuvo más éxito que Titanic. Sin embargo, esta especie de “boom” duró poco tiempo, unos tres años. La inseguridad política en el país hizo que la gente no quisiera salir de noche y no fuera a las salas de cine. Por otro lado, la piratería empezó a copiar las películas que producíamos para venderlas muy baratas, además que había salas clandestinas que las proyectaban a costos muy bajos y cadenas de televisión de Haití que las pasaban sin autorización de los autores. Todo esto contribuyó a que el cine haitiano, que había tenido un ascenso exponencial, experimentara una caída tremenda. En diciembre del año pasado cerraron la última sala de cine en Haití, un hecho muy significativo de la situación del cine en el país. ¿Cómo se interesa e inicia usted en el cine? Siempre fui un cinéfilo. Incluso en Haití iba a ver películas de arte y ensayo. La segunda motivación, que estimé cuando me inicié como cineasta, es que para comunicar con las grandes masas del pueblo de Haití no se podía confiar en el texto escrito, tratándose, en aquel momento, de un pueblo en su gran mayoría analfabeto. Había que buscar una comunicación más directa, y la imagen, evidentemente, era ideal para ello. Su cine se ha caracterizado por un firme compromiso político. ¿Cómo ha evolucionado este compromiso a lo largo de su filmografía? Evidentemente, empecé con un cine muy militante, un cine de combate, como era la moda en aquel momento. Mi película Haití, el camino de la libertad fue calificada como La hora de los hornos (documental argentino dirigido por Pino Solanas, paradigmático del cine comprometido latinoamericano) de los haitianos. En Francia, la revista Cahiers du Cinéma distribuyó la película. Se decía que era una de las grandes películas del tercer mundo. Era un cine militante, declaradamente político, de intervención, directo. Pero, des- pués, entendía que el cine no podía realmente hacer la revolución ni contribuir a cambiar tan radicalmente las cosas como creía y que podía solamente llevar su pequeño grano de arena en la lucha por la justicia social y la libertad en nuestros pueblos. De regreso en Haití empecé a hacer un cine no tan directamente político, pero sí comprometido con los aspectos sociales de la vida haitiana. Películas que, dentro de la miseria del país, subrayaran el coraje y el valor de la gente de a pie y de los grandes artistas haitianos. Están, por ejemplo, sus películas sobre artistas plásticos haitianos… Sí, he hecho sobre pintores, sobre escultores. Es que yo tengo la idea de que Haití es un país dominado por dos locuras: la locura destructora de los hombres ávidos de poder y riqueza, y la locura creadora de sus artistas. ¿Qué papel cree que juega el cine en un país como Haití? ¿Será una forma de visibilizar a un país sólo visible por sus tragedias sociales, políticas y naturales? No sé quien dijo que un país sin imagen no existe. Hay que dar una imagen de Haití. No puede ser una imagen mentirosa, de tarjetas postales. Se tiene que hacer un cine que le permita al público extranjero tener una idea de la realidad haitiana e interesarse por Haití por otras cosas más que sus tragedias. Necesitamos una imagen de la verdad, y la verdad haitiana no es solamente la miseria; es la verdad de un pueblo que lucha, de gente creadora, con una de las culturas más ricas de toda América Latina, sea en las artes plásticas, la música y la creación literaria. Esperamos que un día hagamos un cine que sea también un aporte de idea y estética al arte universal. Uno de sus últimos trabajos es un corto sobre la Haití inmediatamente posterior al terremoto del 12 de enero pasado: Crónica de una catástrofe anunciada. ¿Cómo se ha vivido esta tragedia desde el mundo del arte y del cine, en particular? ¿Cuál debería ser su papel en este contexto? Ha sido una tragedia tremenda para todo el país, para los artistas también. Por ejemplo, murió la hija del editor de mis películas. Murió un cineasta que había trabajado con nosotros y que había ganado algunos premios. Hubo pérdidas en todos los campos. Es una verdadera tragedia. Ahora, los cineastas y los artistas tienen que contribuir a hacer entender mejor la dimensión de esta tragedia, que no sólo se debió a una catástrofe natural; es una catástrofe humana también. Es también resultado de la negligencia criminal de los dirigentes haitianos, que ha hecho que se registraran tantos muertos en este terremoto. Los artistas en todos los países del mundo, sea cual sea el régimen, tienen que tener siempre un ojo crítico. Tenemos que tratar de entender los hilos de la tragedia para que no se repita. Porque la gran tragedia de nuestros países, aparte de todas las que hemos vivido, consiste en olvidar siempre lo que ha pasado y en repetir los mismos errores. * Crítico de cine y periodista. 16 / libros 1era. quincena de agosto 2010 Franz Tamayo: mito y tragedia Mario Frías Tamayo* Presentación del libro de Alberto Bailey sobre la mitología, la tragedia y las dos “tragedias griegas” de Tamayo: Prometheida y Scopas. H ay un refrán español que dice: “de tal palo, tal astilla”. La Biblia sentencia: “por sus frutos los conoceréis”. Antes aún, los antiguos griegos se referían a lo mismo con estas palabras: Toi=oj goneuÜj oiåa gonh/ Cual el engendrador, tal el engendrado Tengo ahora el honroso privilegio, la eu)tuh/, como decían Sófocles, Esquilo, Platón y otros amigos cuya palabra escrita, venciendo peripecias múltiples, nos ha llegado desde la antigua Grecia, de presentar el libro Franz Tamayo: mito y tragedia, que es la astilla, el fruto, la gonh/, que conduce al conocimiento y valoración de las dotes intelectuales de su autor, Alberto Kit Bailey Gutiérrez, una rica personalidad cultivada en la tierra fértil de la humanidades clásicas y de la reflexión filosófica. [...] Bailey Gutiérrez es autor, fuera de numerosos trabajos publicados en revistas especializadas, de dos señeras obras, que con justo merecimiento se inscriben, entre las destacadas, en el catálogo del patrimonio bibliográfico nacional. La primera es una calópida traducción directa del original latino de los cuatro libros de odas del inigualado poeta romano Quinto Horacio Flaco. La calidad de esta traducción está plusvaluada por la impecable edición bilingüe, que salió con el sello de Plural editores. La segunda obra, con el mismo sello editorial, titulada Tiempo y muerte en la Iliada, consiste en un erudito estudio de la inmortal y siempre actual epopeya homérica, centrado en los dos conceptos enunciados en el título del libro. Eso, muy sucinta y brevemente, en lo que toca al palo y al goneu/j. Y ahora corresponde decir algo, solo algo, de la obra que presento, pues todo lo demás del gran tesoro que contiene, dejo para la admiración y deleite de los no pocos lectores que recorrerán aquellas fedróforas páginas. Franz Tamayo: mito y tragedia es un libro tetracéfalo, es decir que consta de cuatro capítulos. El primero, Mito y mitología, oficia de guía a lo largo de un prolongado recorrido por el mito como tal y por la amplia variedad de mitos creados en diversas civilizaciones, señalando su génesis, su significación e importancia en la sociedad humana, en cuanto reveladores de la identidad de los pueblos que los crearon. En muchos casos, como afirma Bailey, el mito “se ha constituido en un elemento indispensable para entender y poner en su justa dimensión a los seres humanos.” Demuestra que a partir del mito se dio el primer paso a la ciencia y a la racionalidad. ¿No es acaso el mito el elemento que juega un papel decisivo en la investigación psicológica y en los tratamientos psiquiátricos? El amplio espectro abarcado por los mitos obligó a Alberto a proceder a su clasificación, atendiendo a la tan amplia y variada temática. Un punto de interés es el despliegue que realiza por los mitos americanos y, finalmente, por aquellos propios de nuestras culturas autóctonas. El segundo capítulo está dedicado a la tragedia, concebida como la consagración del mito. No ha de perderse de vista que el término consagración apunta al acto de convertir lo profano en sagrado, es decir en algo que se deposita, para siempre y exclusivamente, en manos de la divinidad. En la visión de Alberto, por lo tanto, la tragedia, y aquí se trata de la tragedia griega, * Escritor, filólogo y traductor de obras clásicas. transforma al mito en obra de arte. Es una poi/hsij y, como tal, de acuerdo con la mentalidad helena, la poesía era inspirada por los dioses, de suerte que el poeta no pasaba de ser un transmisor de las divinas voces. La Iliada comienza con este grave y sonoro hexámetro: Mh=nin aãeide, qea/, Phlhia/dew A)xile/oj, es decir “canta oh diosa, la cólera de Aquiles.” El poeta, en consecuencia, no estaba llamado a jugar otro papel que no fuera el de hacer escuchar la voz divina, no la propia, portadora de un contenido cuya profundidad sapiencial estaba simbióticamente consubstanciada con una depurada y elevada estética. He ahí por qué las obras de la literatura clásica son perennes: rigen en todos los tiempos triunfando sobre los poderes temporales y espaciales. El hombre de la época y de la latitud que fueren se reconoce en ellas por el simple hecho de que lo enfrentan a los fundamentales cuestionamientos que su esencia humana le plantea: la existencia, la vida y la muerte, el destino y la libertad, el amor y el odio, el premio y el castigo, en fin, una larga serie de opuestos que en algún momento llaman a la reflexión al hombre, atormentándolo en su espíritu. De todo ello hablan los mitos artísticamente tratados en las piezas del género trágico que, en el caso de la literatura griega antigua, están presentados con un arte al que no es posible superar. Por eso, en este segundo capítulo, el autor se detiene minuciosamente en la tragedia griega, abordándola a partir de su origen, siguiendo su evolución, señalando sus notas esenciales, su sentido y mensaje y, en cuanto a la forma, analizando su estructura, lenguaje y arte. Recala en los tres grandes de la tragedia: Esquilo, Sófocles y Eurípides, para pasar luego a los siglos posteriores en los que saltan los nombres de Shakespeare, Corneille, Racine, Goethe y otros de proyección universal. El capítulo tercero responde al título “Prometeo: el mito trasciende a la tragedia”. Encuentra aquí el lector, en un amplio y analítico desarrollo, el fenómeno de que un mito consagrado por la tragedia sale de ella para pervivir como un arquetipo, para ocupar un espacio en el imaginario de un pueblo, para representar un ideal, personificar una ideología, o modelo de vida, aún una filosofía o una aspiración religiosa. Algunos se han convertido en prototipos de heroísmo o símbolos de realidades psicológicas o en objetos no sólo de admiración para no pocas personas sino también una identificación. Demuestra Alberto Bailey en el tercer capítulo de su obra que uno de los mitos que ha trascendido la tragedia es el mito de Prometeo, el cual fue presentado por el poeta Hesíodo en dos versiones y enriquecido o modificado con otros matices en años posteriores, todavía en la Antigüedad. La relación y el análisis de este mito son exhaustivos en el libro que se presenta. Dedica decenas de páginas al estudio de la manera como ha sido tratado en la trilogía de Esquilo, destacando tanto la extraordinaria penetración en el alma humana y en su significación filosófica, como la también extraordinaria belleza de la composición poética. Pero no acaba ahí, porque el mito trasciende la tragedia. En lo que va de Esquilo a nuestro días, que no es poco, el mito de Prometeo ha concitado el interés de estudiosos en diversas parcelas del saber que le han dedicado sus desvelos intelectuales a practicarle nuevos análisis e interpretaciones a la luz de las ciencias que respectivamente cultivan. Pero el tema no queda ahí. En el prolongado y completo seguimiento que Bailey Gutiérrez hace del mito de Prometeo, guía al lector por la senda en la que han ido surgiendo nuevas versiones literarias o creaciones de corte trágico fundadas en este mito. Cita a decenas de autores que a lo largo del tiempo, desde remotos tiempos hasta la modernidad, han compuesto alguna obra centrada en aquel héroe cuyo nacimiento tuvo lugar en la Grecia clásica. No sólo en el campo de la dramática sino también en la lírica. Ha sido, asimismo este personaje inspirador para los escultores y célebres compositores de música que también alcanzó la categoría de clásica. Finalmente, el capítulo cuarto, cuyo titular es “El mito y la tragedia en Franz Tamayo”, comienza con una panorámica relación de la vida del poeta, aportando todos los datos posibles, que no son muchos, si se deja de lado lo meramente anecdótico, terreno en el que suele imperar la deformación fantasiosa. Hace referencia a la familia, niñez y juventud de don Franz, al medio en el que vivió, a sus primeros estudios, los que, según relata, se habrían realizado fuera de escolaridad sistematizada, y a la singular forma como obtuvo el título de abogado sin haber completado el plan de estudios. No omite su paso por alguna universidad europea, como tampoco el conocimiento, supuestamente profundo, que Tamayo tuvo de las lenguas clásicas latina y griega. En este punto de la formación de don Franz cabe hacer un paréntesis. Existe una deuda biográfica hasta ahora no saldada por los historiadores, entre los cuales se cuentan, a no dudarlo, algunos admiradores del poeta, pensador y político. No han subsanado esta falencia mediante una investigación llevada a cabo con la debida seriedad profesional. ¿Habráse preocupado alguien de buscar en los registros y archivos de la Facultad de Derecho de la umsa los documentos que dejen constancia de que Tamayo hubiera estado inscrito en aquella Facultad y de que habiendo vencido solamente algunas materias (¿cuáles?) solicitara que se le recibiera el examen de abogado y de que las autoridades académicas le hubieran / 17 libros 1era. quincena de agosto 2010 Entrevista al filósofo Tomás Abraham “El maestro no tiene discípulos, los discípulos tienen maestro” O hecho tal concesión, así como respecto de otros detalles, por ejemplo, la conformación del tribunal examinador, el acta de la prueba, las calificaciones? Menos probable es todavía el que algún investigador hubiese acudido a la Sorbona para indagar cuándo y en qué circunstancias el señor Franz Tamayo Solares estudió en aquella casa de estudios superiores, con especificación de las asignaturas tomadas, de los profesores, del tipo de cursos en los que se habría inscrito y demás datos que echarían muchas luces para un mejor conocimiento de la personalidad del biografiado, sobre todo en lo que concierne a su formación intelectual y a la comprensión e interpretación de sus obras, especialmente de las poéticas. Volviendo al libro de Alberto Bailey, corresponde señalar que en el cuarto y último capítulo se presenta una detallada relación de la actuación de don Franz Tamayo en la política nacional, en la diplomacia y en asuntos de fundamental interés de la patria, como la educación, las relaciones con Chile, la cuestión marítima. Pero es el Tamayo poeta el que abarca la parte mayor de esta sección de la obra. El estudio está centrado principalmente en la Prometheida. El análisis y la interpretación, realizados con esmero y prolijidad terminan en una justa valoración de esta tragedia en la que, con nuevos matices y aportaciones personales, es retomado por el eminente vate boliviano el mito de Prometeo. Para Alberto Bailey “La figura de Franz Tamayo se presenta con gran esplendor y al mismo tiempo como la encarnación de un destino trágico”, según textualmente afirma al término de este libro. Franz Tamayo: mito y tragedia es fruto de la sólida formación clásica y filosófica de su autor. No pudo tener sino un padre intelectualmente cultivado en las obras cumbres de la poesía y de la prosa de aquellos griegos y romanos que en sus escritos ofrecen un paseo fundacional por la filosofía, la historia, la ciencia, sentando las bases de la cultura occidental cuyo alcance llega, de una u otra forma, a todos los puntos del planeta. Una última y necesaria acotación es que cada uno de los capítulos de este libro constituye una unidad en sí mismo, de suerte que su contexto es el propio texto. Pero, a su vez, hay un hilo que los engarza, pues los tres primeros viene a ser un introito del cuarto dedicado a la Prometheida y, de refilón, a la Scopas, la otra tragedia tamayana. No queda sino felicitar a Alberto por esta obra y agradecerle profundamente por este valioso aporte a la bibliografía nacional, en beneficio de la educación y la cultura y celebrar que el rico contenido del libro haya salido a la luz en una pulcra y bien cuidada edición, característica del sello Plural editores. rganizado por el Goethe-Institut y el gestor cultural Jorge Luna Ortuño, el I Seminario de filosofía para no-filósofos titulado El devenirfilosofía del arte, realizado los primeros días de agosto, ofreció un espacio diferente abierto a la posibilidad de encuentros y conexiones entre personas provenientes de campos diferentes, entre percepciones diversas, pero reunidas en base a ciertas afinidades a nivel de los intereses y las inquietudes. El filósofo argentino Tomás Abraham, el invitado especial, captó la atención de todos los presentes a partir de una elocuencia, claridad, capacidad de síntesis y sentido del humor, francamente formidables. Nueva Crónica conversó con él. Aquí dejamos desparramados algunos trozos de su modo de pensar para que sean recogidos por el lector: El descubrir es algo que me pasa casi todos los días. No necesito entrar en un terreno virginal como si nada hubiera pasado para descubrir lo nuevo. Cuanto más meto sedimentos en mi memoria más frescos tengo los ojos para ver cosas nuevas. No es que el cúmulo de lecturas filosóficas me cansa la vista; me la renueva. *** La filosofía me enseñó a decir que no. Eso para mí es la filosofía: es un modo de pensar el no. La vida de un adolescente, como yo lo era, en sí misma era una obligación; se llamaba obediencia, respeto, cumplimiento, decir la verdad, no cuestionar aquello que se ve y lo que no se ve… Y así yo me estaba muriendo, estaba engordando, y no hablaba, era tartamudo. Tenía mucho miedo al castigo. La filosofía me enseñó a decir que no. Vi un diálogo de Platón y ahí estaban discutiendo todo el tiempo. ¿Qué era eso de discutir? No entendía eso de no estar de acuerdo. Después vino el mundo de Sartre –que es una novela en sí– en el mundo de Paris, era un mundo de aventuras, de libros, de escritura, de amores, de independencia y rebeldía, entonces yo entré a un mundo ahí; ese fue el primer contacto que tuve con la filosofía y me sedujo para ya no salir más de ella. *** Tanto Deleuze como Foucault me enseñaron a decir que sí. Deleuze por la imagen del pensamiento que se diagrama con conexiones. Rizomas. Y Foucault por su modo de expresarse sin censura, de hacer un pensamiento de combate. Es el sí de la afirmación. Para nada es contradictorio con el otro no. Son dos caras de una misma moneda. El sí de la libertad necesita del no. Hacer filosofía implica decirle que no a aquellos que te piden antecedentes, una identidad bien delimitada, y el deber de conocer todo, antes de pensar algo. Hay que decir que no a todos aquellos que te quieren encasillar en alguno de los lugares previstos, controlables, tanto en la universidad como en la vida pública y en general. Uno tiene que hacer su camino de pensamiento, y este camino se hace siendo propietario de tu propia página. Tienes que ser dueño del soporte material en el que vos estás expresándote. Si alguien entra y te corta las alas, bueno estás trabajando para otro. El pensar no tiene otro. Y el sí se refiere a un abrirse a todas las posibilidades de conexiones. La imaginación teórica necesita de lo inesperado, de lo imprevisto. Tanto es necesaria la disciplina del trabajo, del compromiso y la constancia, para poder pensar, como de lo imprevisto. Ese camino debe ser tan riguroso como loco. *** Nadie le puede decir a otro que diga que no. No hay un maestro ni una autoridad que vaya a decirle al otro que diga que no. Los problemas en los que vive cada uno los resuelve cada uno. Esa función delegativa y autorizada del intelectual que sabe lo que los otros no saben, o que deberían querer… esa es una figura tradicional del siglo xix que está bastante puesta en tela de juicio. Uno puede conectarse con otra gente a través de los intereses que uno tiene, si hay conexión con los intereses que otro tiene, y esto va a producir algún espacio, que no se sabe bien cuál es. En todo caso, yo estoy hablando del no y del sí que me tocó a mí en mis circunstancias. Y eso me abrió un camino hacia el mundo. Pero no es un camino en el que yo les voy a decir a los otros lo qué tienen que hacer. Es un camino en el que yo siembro lo mío y en el que encuentro a otros sembradores, y se van produciendo cosas. *** Un maestro es alguien que te ilumina, que con un pensamiento suyo te abre un camino, porque vos vas a transitar mucho tiempo. ¿Qué vas a hacer en ese camino? Es cosa tuya. Pero te abre caminos, te sorprende con algo que dice, con algo que piensa, con una asociación, una conexión que hace. Por algún lado te reafirma en algo que de alguna manera vos andabas buscado. Y le da un nombre. Y eso a vos te marca el terreno de algo indeterminado, indefinido que andabas buscando. Porque algo andabas buscando. Nunca podrías encontrar a un maestro si no estuvieras buscando algo. El maestro, Foucault, por ejemplo, no tiene discípulos. Los discípulos tienen maestro pero los maestros no tienen discípulos. Él no tiene idea de quién soy. Un maestro hace su camino, y hay otros que de su camino se inspiran. ¿Qué hacen con esa inspiración? Cualquier cosa. *** El profesor es una figura que deposita saber en el ignorante. En cambio el maestro no le transmite un saber al discípulo; lo que le transmite es un modo de hacer. Lo que uno aprende es en qué modo hace las cosas. El modo, la práctica, cómo lo hace. A un maestro hay que mirarle cómo hace lo que hace. *** La filosofía es para cualquiera, pero ese cualquiera se tiene que romper el alma, tiene que estudiar. Se necesita de rigor, disciplina, constancia, compromiso, como en cualquier arte. En la filosofía no hace falta don, son cosas de la vida que te pasan, que te empujan. Cualquiera puede ser filósofo, porque hay una distribución equitativa de la inteligencia, pero va a serlo al final aquel que trabaja. El acceso al conocimiento filosófico está abierto. *** El corazón caliente no sirve para pensar. Lo que sirve es la observación, la sensibilidad, la malicia, la irreverencia. El corazón te vuelve tonto. La admiración es una forma de amor filosófico. Hay que tomar distancia con respecto a sus propios sentimientos, tener sentido del humor. Cuando uno habla mucho de corazón habla de desahogo, pero no pasa nada. Pensar es otra cosa. Pensar en sí es olvidarte un poco de vos, porque sino es un lamido de heridas. Para pensar hay que salir de sí. El corazón te retiene, te reterritorializa en Edipos, quejas, identificaciones, lamentos. Tomás Abraham es profesor titular de filosofía de la UBA. Director del Colegio Argentino de Filosofía. Autor de Historia de una biblioteca. De Platón a Nietzsche, que se suma a su ya importante bibliografía. Véase su blog, para mayores referencias. 18 / ocho y medio 1era. quincena de agosto 2010 Un encuentro explosivo: una lenta bomba de tiempo Mauricio Souza Crespo Un crítico, por otra parte muy serio, tituló su reseña de Un encuentro explosivo así: “Tom Cruise: por favor, cállate la boca”. Otro crítico serio propuso el siguiente juicio: “Esta película plantea una interesante hipótesis: ¿qué pasaría si Jason Bourne fuera un cojudo?”. U no: Un espectador en la fila de adelante no dejó de quejarse de lo que –presumo– consideraba las improbabilidades de la película. Si, por ejemplo, Tom Cruise saltaba de una motocicleta al parabrisas de un auto a 130 kilómetros por hora o “le hacía el entre” a la rubia de rigor mientras mataba a unos 92 ó 93 malos, este espectador emitía unos gruñidos de disconformidad, especie de lentos y guturales “yaaaa, a ver” (o “yaaa, haber…”?). En suma, las piruetas del señor Tom Cruise y la señorita Cameron Diaz no lo convencían para nada. La pregunta ineludible es simple: ¿qué esperaba de una comedia romántica de acción, con las ya mencionadas estrellas y las correspondientes imágenes generadas en computadora, las muchas que pueden financiar 120 millones de dólares? ¿Un documental? Pero acaso aquel señor gruñón era el espectador ideal de la película: escéptico pero divertido, un poco disconforme con “la falta de realismo” en el producto (quizá para no sentirse culpable disfrutando tonterías) y radicalmente distraído (ese mismo espectador sostuvo una animada conversación por celular en media película y, a juzgar por el estado de su butaca al terminar la función, enfrentó problemas controlando la conexión pipocas-boca: dejó un promontorio de restos en los alrededores). Dos: Supongamos que tiene alguna importancia contar, brevemente, de qué va al asunto: en un aeropuerto, Cruise se tropieza con una rubia casi cuarentona, Diaz. Coqueteos van y vienen, se suben al avión y, minutos más tarde, el galán ha despachado de diversas formas (tiros, cuchilladas, golpes) a la tripulación. La chica se salva, claro. Lo que sigue no requiere mayor resumen: varios países, persecuciones en diversos medios de transporte, más saltos, peleas cuerpo a cuerpo, tiroteos, malos con algún tipo de acento, etc. Entre tanto, el coqueteo pasa también a mayores y se revela un romance en regla. Tres: Hay por lo menos tres teorías posibles sobre esta película. La primera: el postulado encanto de sus estrellas es sofocado por el abuso de efectos generados digitalmente. En la batalla, ganan las máquinas y perdemos nosotros. La segunda: sus estrellas, Cruise y Diaz, venidas a menos por una serie de fracasos cinematográficos y escandaletes mediáticos, necesitaban un “lavado de imagen”. Ergo, esta película. La tercera: la cinta es un fiasco exasperante, entro otras razones porque Tom Cruise no se calla en sus 130 minutos y Cameron Diaz no deja de emitir chillidos y frases tales como “hooo, hooo, my godddd”. Es probable que estas tres teorías no sean incompatibles, es decir, que las tres sean justas, a la vez. Cuatro: Que la película se apoya por completo en efectos generados en computadora (CGI) es evidente. No por nada el chistecito costó 120 millones de dólares, que serán recuperados apenas (pues, a dos meses de su estreno en Estados Unidos, es claro que Un encuentro explosivo será un fracaso de taquilla). Se habla, al respecto, de un cambio en la industria: se dice que las estrellas, por sí solas, no son suficientes. O sea: si los efectos o lo que los empresarios llaman “el concepto” fallan, el resto no puede ser salvado ni por Tom Cruise. Un encuentro explosivo se abre como si se tratara de una prometedora comedia de suspenso a la Hitchcock (encuentros “casuales”, identidades confundidas, etc.), pero deriva en un videojuego violento. E incluso para esos espectadores alimentados en videojuegos es un juego inverosímil. Cinco: Desde su divorcio de Nicole Kidman, el señor Cruise anda de capa caída. A una triste seguidilla de papeles serios en cintas desastrosas (v.g.: Valkyria), hay que sumarle apariciones desquiciadas en los medios (se subió a sillas gritando su amor por x o z, profirió una sarta de incoherencias sobre la cienciología, su culto a los extraterrestres). Y la señorita Diaz, con la excepción de la voz de la princesa Fiona en Shrek, no ha estado en una película exitosa en diez años. Se trataba de crear el producto que los reivindique, sin escatimar en gastos. Seis: Pero no siempre: incluso el intento del señor Cruise de parodiarse a sí mismo termina siendo tan molestoso como el señor Cruise en persona. (Porque en la película, Cruise interpreta a Cruise: muestra los dientes, fatiga su mejor perfil, dice a mil por hora las incoherencias y frases hechas que lo acompañan fuera de la pantalla). Se habla también, a propósito de esto, del poder ilimitado de las estrellas: Cruise puede forzar a una compañía a invertir 120 millones en un mamarracho, imponer directores y co-estrellas, definir efectos. Un dato es ilustrativo: como Cruise es algo petiso para ser una estrella de acción (mide 1 metro 70), el cielo raso de los sets es más bajo, así no se ve enano. Siete: La tercera teoría es breve. Un crítico estadounidense, por otra parte muy serio, tituló su reseña de Un encuentro explosivo así: “Tom Cruise: por favor, cállate la boca”. Otro crítico serio propuso el siguiente juicio: “Esta película plantea una interesante hipótesis: ¿qué pasaría si Jason Bourne fuera un cojudo?”. En fin: la animosidad contra el señor Cruise, ampliamente motivada, abunda en las filas del gremio crítico. Y esta película paga ese rencor porque es considerada un vanidoso ejercicio a su servicio. Ocho: Un crítico aun más serio distingue dos tipos de comentario cinematográfico: el que llama “indistinto”, por un lado, y el “diacrítico”, por el otro. En el primer caso, nos ocupamos de declarar que algo nos gustó o no, sin la obligación de explicitar la lógica que rige ese gusto. En el segundo, el comentario diacrítico, establecemos un juicio de valor “estético” comparativo, pensando en la “calidad”, los “estilos”, la “historia del cine”. Si los comentarios indistintos se concentran en el placer y el olvido, también anotan lo que se ve: las estrellas. En cambio, los apuntes diacríticos se toman el trabajo de identificar directores y estilos. ¿Cómo se comportaría Un encuentro explosivo sometida a esta distinción? Nuestro juicio indistinto sería rápido (“no, no nos gustó”) y meterse con el otro, el diacrítico, sería una pérdida de tiempo. Y medio: Cameron Diaz, o su personaje, resume la situación hacia la mitad de Un encuentro explosivo: “Estaba ocupada de mis cosas, en un día como cualquiera, y de repente me vi arrojada a Gran Theft Auto [el juego de video]”. Quizá ese momento autoreflexivo resuma la experiencia del espectador. Con esta y otras películas. * Periodista y catedrático La furia del río Claudia Peña Claros Plural editores / Novela En La furia del río, Claudia Peña Claros le sigue los pasos a la injusticia, convoca sus crímenes: el hijo del patrón, Antonio, mata a golpes al mejor futbolista del pueblo, Manuel. Eleuterio Medina, padrino del futbolista, ya no podrá vivir en paz con la injusticia, incapaz de volver al “así nomás de las cosas”. Una de las diversas y precisas voces que construyen la novela anuncia de hecho la que será su obsesión, su registro mayor: “Yo soy la rabia”, dice. Y explica: “Vengo desde ese antes que hombres y mujeres han querido desaprender. Ellos borraron las palabras y las huellas, deseando olvidarse del dolor para seguir. Yo me encargo de que no sea así”. Claudia Peña Claros (Santa Cruz, 1970) es investigadora social, narradora y poeta. Ha publicado las colecciones de cuentos El Evangelio según Paulina (2003) y Que mamá no nos vea (2006) y los poemarios Inútil ardor (2005) y Con el cielo a mis espaldas (2007). Uno de sus cuentos, “Verde”, fue adaptado al cine por Rodrigo Bellot en el 2009. La furia del río es su primera novela. / 19 libros 1era. quincena de agosto 2010 Mientras cae la noche Toda una noche la sangre Renato Prada Oropeza Juan de Recacoechea Plural editores / Novela Plural editores / Colección Novela Mientras cae la noche es la cuarta novela de Renato Prada Oropeza. La narración tiene como fondo y marco el sangriento golpe de Estado encabezado por el entonces coronel Hugo Bánzer. Este marco condiciona al personaje central, Horacio, un tímido empleado que, en el tiempo que roba a su trabajo y la vigilancia de su esposa, escribe una novela. El clima de terror que desencadena el extremismo fascistoide es el aire favorable para que la caja de Pandora, que es cada hombre, algunas veces se abra y deje manifestarse lo que reprime. El relato se detiene en cuadros de la violencia auspiciada por los reaccionarios. Dentro de esta maraña de la araña siniestra, Horacio teje, a su vez, su propia fantasía. El relato se desliza hasta que, sin imaginárselo el lector, la “realidad” de la violencia y de “la novela dentro de la novela” de Horacio se confunden. Esta edición, la primera boliviana, ha sido revisada por el autor. Se ha eliminado en ella las deficiencias de la edición mexicana. En Toda una noche la sangre, Juan de Recacoechea reconstruye –desde la ficción– el secuestro, tortura y asesinato de Luis Espinal. Esta novela reaparece, en una edición corregida, a 30 años de los hechos que la inspiran. El protagonista, Antonio Sivalic, es alcohólico, amante y ajedrecista consumado. Es también –o sobre todo– un paramilitar. Hijo de croata y educado en la admiración al movimiento nazi, Sivalic es de aquellos que alguna vez creyeron en la causa de los golpistas Barrientos y Banzer. Pero en 1980 Sivalic ya es un escéptico: conoce las miserias de los militares y los nuevos aprestos golpistas y la gente que participa en ellos ni lo apasionan ni lo convencen. Un poco por necesidad, un poco por inercia, acaba sin embargo aceptando una última misión: el secuestro e interrogatorio de un sacerdote jesuita, crítico de cine y director de un influyente semanario de izquierda. Como en otras novelas de Juan de Recacoechea, aquí el protagonista descubrirá que las astucias del poder configuran un brutal o esquivo laberinto destinado a perderlo. La cola del diablo Gonzalo Otero Plural editores / Novela Con la publicación de esta novela se hace justicia a Gonzalo Otero, un escritor que fue, hasta su muerte en el 2004, un gran desconocido de la literatura nacional, a pesar de haber publicado dos novelas: Las máscaras de rey sobre la tierra (1986) y La guerra de La Paz (2001). La cola del diablo es un análisis del abuso de poder. Tras un golpe de Estado, le llega la hora a un generalito. Esta es pues, entre muchas otras cosas, la historia del general pequeño y duro, que entró al palacio marchando fuerte sobre un montón de muertos. En su narrativa, Otero cuenta una historia, la nuestra, marcada por el sino de la tragedia, de la violencia, del tropezar en las mismas piedras, del no aprender del pasado. En esta memoria viva de los muertos, Otero nos dice que el país fue siempre propiedad privada de algunos vivos que sembraron su geografía de muchos muertos. El lector podrá descubrir las varias lecturas que propone el texto: lo que dice, lo que sugiere y lo que susurra: pesadillas que el país no quiere recordar. Celebremos la bibliodiversidad L a xv Feria Internacional del Libro de La Paz será anfitriona de la reunión de la Red Hispanohablante de la Alianza Internacional de Editores Independientes (aiei), una asociación con sede en París que reúne a centenares de editores en los cinco continentes. Con la cooperación activa de la Cooperación Regional Francesa para los Países Andinos, la Cámara del Libro de La Paz y Plural editores, los representantes de colectivos nacionales de México, Colombia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay celebrarán una “Cumbre” para examinar los programas de coediciones, la circulación del libro en América Latina y España, los desafíos y oportunidades para la bibliodiversidad que ofrecen las nuevas tecnologías, y las políticas públicas destinadas al fomento de la lectura en un escenario de fuerte concentración de la edición en grandes conglomerados transnacionales. Pablo Odell del Observatorio Iberoamericano de la Edición Independiente y Pablo Arratia de Colombia participarán en las conferencias de las jornadas profesionales que se desarrollarán los días 19, 20 y 21 de agosto en el campo ferial de Seguencoma. Simultáneamente a estas jornadas, 20 editoriales de 8 países expondrán sus novedades en un stand colectivo de la aiei. Los lectores bolivianos podrán acceder a más de 600 títulos que difícilmente se encuentran en nuestras librerías. La presencia de las editoriales independientes será sin duda una de las principales novedades de la Feria, junto a la participación de Italia como invitado especial. Entre las editoriales participantes con mayor recorrido están era de México, lom y Cuarto Propio de Chile, La Marca y Marea editorial de Argentina, Trilce de Uruguay, peisa de Perú, Icono y Desde Abajo de Colombia y Txalaparta del País Vasco. Este año, el lema elegido para la Feria fue “Celebremos la bibliodiversidad”. Las actividades descritas dan cuenta de una manera muy significativa de hacerlo. La interrupción del subalterno John Beverley Plural editores–Universidad de Pittsburgh / Ensayo El cine, la crítica cultural, el testimonio, las artes performativas son algunos de los objetos de lectura de los once ensayos reunidos en La interrupción del subalterno. Su autor, el reconocido latinoamericanista norteamericano John Beverley, piensa que estos ensayos se inscriben, todos ellos, como contribuciones a una problemática. En su introducción, define esa problemática: “El neoliberalismo, como doctrina, no puede ofrecer una normatividad positiva suficientemente fuerte para disciplinar (o inspirar) a las sociedades. Presenciamos, como resultado, la irrupción de nuevos sujetos y movimientos populares extremadamente heterogéneos que, a su vez, han nutrido las nuevas formas de la izquierda en América Latina. En el pasado estas irrupciones solían venir desde fuera del Estado. Pero hoy, en muchas partes de América Latina, lo subalterno se ha ‘vuelto el Estado’. Los ensayos aquí reunidos buscan intervenir en esta coyuntura|”. 20 / 1era. quincena de agosto 2010 Carlos San Millán, artista invitado La otra orilla El tiempo Jorge Luis Borges (1899-1986) E l tiempo es la imagen de la eternidad. Yo creo que esto último nos ayudaría a entender por qué el tiempo es sucesivo. El tiempo es sucesivo porque habiendo salido de lo eterno quiere volver a lo eterno. Es decir, la idea de futuro corresponde a nuestro anhelo de volver al principio [...] todo el mundo, todo el universo de las criaturas, quiere volver a ese manantial eterno que es intemporal, no anterior al tiempo ni posterior; que está fuera del tiempo. Y eso ya quedaría en el ímpetu vital. Y también el hecho de que el tiempo está continuamente moviéndose. Hay quienes han negado el presente. Hay metafísicos en el Indostán que han dicho que no hay un momento en que la fruta cae. La fruta está por caer o está en el suelo, pero no hay un momento en que cae. ¡Qué raro pensar que de los tres tiempos en que hemos dividido el tiempo –el pasado, el presente, el futuro–, el más difícil, el más inasible, sea el presente! El presente es tan inasible como el punto. Porque si lo imaginamos sin extensión, no existe; tenemos que imaginar que el presente aparente vendría a ser un poco el pasado y un poco el porvenir. Es decir, sentimos el pasaje del tiempo. Cuando yo hablo del pasaje del tiempo, estoy hablando de algo que todos ustedes sienten. Si yo hablo del presente, estoy hablando de una entidad abstracta. El presente no es un dato inmediato de nuestra conciencia. Nosotros sentimos que estamos deslizándonos por el tiempo, es decir, podemos pensar que pasamos del futuro al pasado, o del pasado al futuro, pero no hay un momento en que podamos decirle al tiempo: “Detente. ¡Eres tan hermoso!”, como quería Goethe. El presente no se detiene. No podríamos imaginar un presente puro; sería nulo. El presente tiene siempre una partícula de pasado, una partícula de futuro. Y parece que eso es necesario al tiempo. En nuestra experiencia, el tiempo corresponde siempre al río de Heráclito, siempre seguimos con esa antigua parábola. Es como si no se hubiera adelantado en tantos siglos. Somos siempre Heráclito viéndose reflejado en el río, y pensando que el río no es río porque ha cambiado las aguas, y pensando que él no es Heráclito porque él ha sido otras personas entre la última vez que vio el río y ésta. Es decir, somos algo cambiante y algo permanente. Somos algo esencialmente misterioso. ¿Qué sería cada uno de nosotros sin su memoria? Es una memoria que en buena parte está hecha del ruido pero que es esencial. No es necesario que yo recuerde, por ejemplo, para ser quien soy, que he vivido en Palermo, en Adrogué, en Ginebra, en España. Al mismo tiempo, yo tengo que sentir que no soy el que fui en esos lugares, que soy otro. Ése es el problema que nunca podremos resolver: el problema de la identidad cambiante. Y quizá la misma palabra cambio sea suficiente. Porque si hablamos de cambio de algo, no decimos que algo sea reemplazado por otra cosa. Decimos: “La planta crece”. No queremos decir con esto que una planta chica deba ser reemplazada por una más grande. Queremos decir que esa planta se convierte en otra cosa. Es decir, la idea de la permanencia en lo fugaz. La idea del futuro vendría a justificar aquella antigua idea de Platón, que el tiempo es imagen móvil de lo eterno. Si el tiempo es la imagen de lo eterno, el futuro vendría a ser el movimiento del alma hacia el porvenir. El porvenir sería a su vez la vuelta a lo eterno. Es decir, que nuestra vida es una continua agonía. Cuando San Pablo dijo: “Muero cada día”, no era una expresión patética la suya. La verdad es que morimos cada día y nacemos cada día. Estamos continuamente naciendo y muriendo. Por eso el problema del tiempo nos toca más que los otros problemas metafísicos. Porque los otros son abstractos. El del tiempo es nuestro problema. ¿Quién soy yo? ¿Quién es cada uno de nosotros? ¿Quiénes somos? Quizá lo sepamos alguna vez. Quizá no. Pero mientras tanto, como dijo San Agustín, mi alma arde porque quiero saberlo. Cf. Jorge Luis Borges: Obras completas, 1975-1988, v. 4, Buenos Aires, Emecé, 2005, pp. 221-222. Pintar la realidad L a pintura de Carlos San Millán posee un elevado componente autobiográfico. Sus temas pertenecen a su entorno físico inmediato, a su realidad más próxima, debido en su mayor parte a la necesidad que tiene de pintar del natural siempre que le es posible, y a su convencimiento de que no hace falta ir muy lejos para encontrar la esencia de las cosas y de la vida misma. Define su trabajo como una búsqueda continua, frustrante en muchas ocasiones, un intento de atrapar esos retazos sutiles de significación que se desprenden de todo cuanto nos rodea, de captar el alma de los objetos; confiesa estar obsesionado con llegar a un modo de representación de la materia satisfactorio y definitivo. Citando a Caspar David Friedrich afirma, por otro lado, que “el pintor no ha de pintar simplemente lo que ve delante de sí, ha de pintar también lo que ve dentro de sí mismo, porque de otro modo los cuadros aparecerían como biombos tras los que sólo se adivinarían objetos carentes de vida”. Algo que llama la atención al acercarnos a la obra de este pintor es que casi nunca le pone título a sus pinturas, pues considera que de esta manera el espectador se encontrará cara a cara con una experiencia de primera mano: “El título en la mayoría de las ocasiones acaba actuando como una mala traducción de una obra literaria, limitando y desvirtuando la intención original del creador”, afirma. Como influencias directas en su trabajo nos habla de Antonio López García, de Lucian Freud, del recientemente fallecido Avigdor Arikha, pintores contemporáneos que han sabido ver y representar la esencia de lo material como pocos. Retrocediendo unos siglos en la de la historia de la pintura, reconoce la gran impresión que le causaron en su día los cuadros de Velázquez en el Museo del Prado, la asombrosa aparente facilidad de este gran pintor para plasmar la vida en sus retratos y en los entornos representados. Carlos San Millán nació en 1969 en Palencia, España, y ha estado afincado en Madrid hasta aterrizar en La Paz por motivos familiares. Se licenció en Bellas Artes en Bilbao, en la Universidad del País Vasco, después de cursar unos años en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid. Tras un paréntesis de casi una década de trabajo en publicidad, retornó a la actividad pictórica, a la que se dedica por completo en la actualidad. A lo largo de su trayectoria artística ha obtenido varios premios y menciones, y ha sido seleccionado en numerosos certámenes de pintura nacionales e internacionales.