altamente - Plural Editores

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 67 / 1era quincena de agosto 2010 / Bs 5
Prosigue la destitución simbólica de la República y de sus valores
6 de agosto: réquiem para una República
La deslucida
conmemoración del
185 aniversario de
la creación de Bolivia
fue consistente con
la proscripción de
las instituciones
republicanas y el
desconocimiento de los
valores y símbolos de la
tradición democrática.
Vivimos el tiempo de
las cosas pequeñas,
mezcla de borrachera
de poder, frivolidad e
impunidad. Entretanto,
las ffaa entrenan a
milicias campesinas,
crece la descomposición
interna en el mas y el
país se ve nuevamente
confrontado por la
ingobernabilidad social
como ocurre en Potosí
y con los gremialistas
que resisten la Ley de
Aduanas.
Artista invitado: Carlos San Millán.
Las banderas de las dos Bolivias
La dirigencia cruceña quedó escindida en torno a
si debía o no izarse la wiphala en los actos cívicos
del 6 de agosto. Los más duros consideraron esa disposición legal como una afrenta a la “cruceñidad”.
Pero los más conciliadores tuvieron que aceptar que
marchistas y asambleístas usen la wiphala casi con
alevosía. El Vicepresidente aprovechó el incidente
para ofrecer una novedosa explicación de lo que representa ese símbolo: la wiphala, dijo, “es la bandera
de los pobres, de los indígenas”. Con lo cual quedó
claro que la tricolor es la bandera de esa otra Bolivia
conformada por los ricos y los blancos... Pero esa
sorprendente interpretación no se aviene con la aseveración que hizo después, en su discurso en la Fexpo, de que hay “una sola nación estatal” compuesta
por 36 “naciones culturales”. ¿No podría entonces
dejarse a la tricolor como única bandera de esa única
nación estatal y que cada nación cultural, cada departamento y cada muncipio enarbole la suya?
Contrapuntos
Carlos Rocabado ofrece un balance de la Ley Marco
de Autonomías y Descentralización, 4
Alejandro Ramírez S. describe los derechos de las
mujeres en la Ley Andrés Ibañez, 5
Hugo Rodas Morales examina lo que ha cambiado y
lo que debe cambiar en Bolivia, 6
Las redes del poder según Chistian F. Kanahuaty, 7
Francesc Xavier Ruiz Collantes analiza la experiencia
española de 30 años de autonomías, 8-9
Debate
Fernando Mires revela las semejanzas entre uribismo
y chavismo, 10-11
H.C.F. Mansilla, las raíces religiosas del populismo, 12
José Mirtembaum Luces y sombras del Estado
Plurinacional en el día de la República, 13
Cultura
Jorge Luna Ortuño Entre Bruce Lee y Gilles Deleuze,
una secreta amistad,14
Libros, cine
Santiago Espinoza A. Entrevista al cineasta haitiano Arnold Antonin, 15
Mario Frías Tamayo Franz Tamayo: mito y tragedia, aproximación a la obra de Alberto Bailey, 16
Entrevista al filósofo Tomás Abraham, 17
Mauricio Souza Crespo reseña Un cuento explosivo: una lenta bomba de tiempo, 18
20 editoriales de 8 países en el stand
de la Alianza Internacional de Editores Independientes
XV Feria del Libro de La Paz
18 al 29 de agosto
Más de seiscientos títulos nuevos, reunidos para Celebrar la bibliodiversidad.
Un esfuerzo conjunto de la Cámara del Libro de La Paz, la Red Hispanohablante de
la AIEI, la Cooperación Regional Francesa para los Países Andinos y Plural editores.
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/
editorial
1era. quincena de agosto 2010
El tiempo de las cosas pequeñas
“
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Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”. Esta declaración del Preámbulo de la nueva Constitución puede explicar el deslucido acto de celebración del
6 de agosto –185 aniversario de la creación de la República de
Bolivia– en contraste con los fastos del 22 de enero, fecha en la
que se celebra la creación del Estado plurinacional, la ascensión
al poder de Evo Morales y su entronización como “líder espiritual de los pueblos indígenas del mundo”.
En el pasado quedó, en efecto, el informe que el Presidente
presentaba a la nación en un solemne acto en la Casa de la Libertad de Sucre, capital de Bolivia y sede de
uno de los poderes del Estado o, cuando las
circunstancias no lo permitían, en la ciudad
de La Paz, sede del gobierno y de los otros
dos poderes del Estado.
La elección de Santa Cruz para la celebración del 6 de agosto fue anunciada desde
el poder Ejecutivo como un homenaje a ese
departamento, que este año conmemora
el bicentenario de su gesta libertaria. Pero
el argumento cae por su propio peso si se
toma en cuenta que en esa misma condición
están Cochabamba, Oruro y Potosí. El acto
pareció más bien una demostración de fuerza del gobierno en el principal bastión de
la “media luna” y una destitución simbólica
de la República en el aniversario de su creación. El gobernador de Chuquisaca ofreció
una explicación más honesta al argumentar
que la celebración verdaderamente importante era la del 22 de enero porque con ella
“comienza la historia”. Y en la prehistoria
quedó la creación de la República y de las instituciones republicanas, abolidas por el nuevo régimen constitucional.
La ceremonia –que tendrá a partir de ahora un carácter itinerante– se realizó en un salón de la Feria Exposición de Santa
Cruz y ante una Asamblea Legislativa incompleta, puesto que los
parlamentarios de Chuquisaca decidieron no asistir y algunos de
Potosí estaban en huelga de hambre por un conflicto de límites
con Oruro. Sentados en sillas de plástico, concurrieron los miembros del cuerpo diplomático, representantes del poder Judicial, los
mandos militares y policiales, dirigentes empresariales y la reina
de belleza de Bolivia, acompañada por algunas amigas. Los gobernadores de Beni, Tarija y Chuquisaca no asistieron en señal de
protesta. El único ex presidente invitado fue el Gral. Vildoso, ex
E
ministro del gobierno dictatorial del Gral. Banzer y miembro de
la junta militar que derrocó al Gral. García Meza en 1982.
En su improvisado discurso, Evo Morales apareció como
conciliador y autocrítico. Dijo que Santa Cruz era símbolo de
integración nacional y que las principales debilidades de su gobierno son la incapacidad de controlar el narcotráfico y el contrabando, además de las deficiencias de la gestión pública para
ejecutar el presupuesto de inversión. No eran, ciertamente, buenas noticias. No hizo ninguna referencia al encarnizado conflicto
entre Potosí y Oruro ni ofreció explicación alguna sobre el entrenamiento militar que reciben los militantes
del mas, cuya revelación estaba en la portada de los periódicos ese día. Pero criticó
a los dirigentes sindicales de su partido que
sólo piensan en cuotas burocráticas y que se
involucran en hechos de corrupción.
En su mensaje al país por el 6 de agosto publicado en solicitadas de página entera,
Evo Morales hizo esta sorprendente declaración: “Nuestra lucha es larga y dura, está
marcada por luchas libertarias en contra del
yugo colonizador, de patrones feudales, de
dictadores militares y de demócratas neoliberales”. La lucha contra demócratas fue
recurrente en los 185 años de vida republicana, pero tradicionalmente fueron los dictadores militares los encargados de hacerlo.
A su turno, el Vicepresidente ofreció
una reseña histórica de la gesta de emancipación para concluir que recién ahora
Bolivia está resolviendo las tres asignaturas
pendientes de la construcción de su orden
social y estatal: el reconocimiento de la plurinacionalidad, la
creación de las autonomías y la lucha por la justicia social. Luego aclaró que existe una sola “nación estatal” que contiene a 36
“naciones culturales”, reconocimiento que pudo haber ahorrado
numerosas confusiones durante el debate constituyente. La diferenciación de los conceptos de “nación política” y “nación cultural” fue desechada por los redactores de la nueva Constitución
en nombre de la descolonización.
Álvaro García Linera cerró el acto invitando a las reinas de
belleza a formar una bancada parlamentaria permanente, lo cual
despertó una emotiva adhesión del público masculino reunido
en el campo ferial. Vivimos, nuevamente, el tiempo de las cosas
pequeñas...
Nuevos estilos en América del Sur
l encuentro de José Manuel Santos y Hugo Chávez
en la histórica ciudad de Santa Marta ha disipado en
buena medida los riesgos inherentes a un conflicto
atizado por una peligrosa mezcla de diferencias políticas reales, confrontación de intereses geopolíticos divergentes, campañas proselitistas en curso y estilos de liderazgo
cargados de un alto grado de subjetividad. Esta reunión ha
resuelto en efecto pasar la página e inaugurar una negociación de nuevo tipo entre ambos países, sin que por ello se
pueda considerar que ya se han superado los problemas de
fondo, ni que las tensiones existentes vayan a desaparecer
de inmediato.
Por de pronto, no cabe duda de que José Manuel Santos imprime a estas relaciones una impronta personal muy
diferente de la que caracterizó a Álvaro Uribe. Para comenzar, se han establecido comisiones para el tratamiento de
diversos temas a nivel de cancillerías y los ministerios correspondientes, y queda claro por tanto que el protagonismo personal de los presidentes será reemplazado en buena
medida por negociaciones sistemáticas entre técnicos y diplomáticos a partir de una agenda y un itinerario acordados
en esta ocasión.
En cierta medida, la reanudación de conversaciones
más profesionales y menos traumáticas entre Colombia
y Venezuela ha servido también para poner en vigencia a
unasur, aunque resultaría exagerado a todas luces atribuirle a su flamante Secretario General los méritos de una
mediación exitosa. La predisposición favorable de ambas
partes hizo innecesaria una mediación en forma, aunque
está claro que ambos gobiernos optaron por el rol testimonial de Néstor Kirchner y descartaron todas las demás
opciones.
Los problemas no están resueltos ni mucho menos. Se
trata además de cuestiones que desbordan el plano bilateral
y afectan al conjunto de los países suramericanos. Lo único
que cabría poner de relieve por de pronto es que se perciben nuevos estilos, que podrían replicarse en otros ámbitos,
y eso podría representar un paso en la dirección correcta.
/
contrapuntos
1era. quincena de agosto 2010
Ley Marco de Autonomías y Descentralización:
un breve balance (II)
Carlos Rocabado*
La ley se impone como una vía para el tránsito ordenado de un régimen autonómico que ciertos actores quisieran que sea más impetuoso,
pero que está marcado por el ritmo impuesto por el proyecto político hegemónico de nuestros gobernantes.
P
untos de conflicto en el texto final
Según un documento de Fundación Tierra, entre el proyecto presentado por el Ministerio de
Autonomía a la Asamblea Legislativa Plurinacional (alp) y el texto final promulgado por el Sr. Presidente ha habido alrededor de 200 modificaciones de
forma y de fondo en el texto de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización (lmad). Lógicamente no
hubo un consenso total: ciertos aspectos del contenido
final de la norma y la materia misma abarcada por la ley
son cuestionados por la oposición.
El texto de la lmad sobrepasa ciertamente el
mandato que la Constitución Política del Estado (cpe)
le otorga en su artículo 271, que establece que la ley
“regulará el procedimiento para la elaboración de Estatutos autonómicos y Cartas Orgánicas, la transferencia y delegación competencial, el régimen económico
financiero, y la coordinación entre el nivel central y las
entidades territoriales descentralizadas y autónomas”.
No se pensaría, en el momento de redactar la Constitución hace tres años, en toda la complejidad inherente
a un régimen autonómico bastante peculiar, que supera
ampliamente a esos cuatro puntos, los cuales juntos no
hacen ni la mitad del contenido final de la ley; por el
contrario, es positivo para efectos de consistencia de
la norma y del régimen autonómico en general que la
lmad regule sobre materia básica que en algún momento habría tenido que ser abordada.
Sobre el contenido de la norma, vale destacar varios puntos. Uno de los más polémicos es el de la adecuación de los estatutos autonómicos departamentales
de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija. El artículo 61 de
la lmad señala que “para los departamentos que accedieron a la autonomía en el referendo del 2 de julio
del 2006, la Asamblea Departamental deberá adecuar
sus estatutos a la Constitución Política del Estado por
dos tercios (2/3) del total de sus miembros y sujetarlos
a control de constitucionalidad”. Esta redacción aclara
la disposición transitoria constitucional que definía que
estos departamentos debían adecuar sus estatutos a la
Constitución y sujetarlos a control de constitucionalidad. Se aclara entonces que: 1. son las Asambleas Departamentales las cuales adecuan sus estatutos y no sus
instancias ejecutivas u otras; 2. lo hacen por dos tercios
y no por mayoría simple; 3. la adecuación es anterior
al control de constitucionalidad por parte del Tribunal
Constitucional Plurinacional y no al revés. Esto constituye un problema político para las fuerzas opositoras
regionales, las cuales no poseen los dos tercios en sus
respectivas Asambleas Departamentales.
El otro punto álgido de las negociaciones fue el de
la suspensión de autoridades. Las referencias a este respecto eran la Ley 2028 de Municipalidades que trataba
la suspensión temporal y definitiva del alcalde en artículos ya derogados por la lmad y la Ley Transitoria 017
para el Funcionamiento de las Entidades Territoriales
Autónomas, que trataba sobre la suspensión temporal
LMAD: “Revisión de modificaciones y cambios con respecto
al proyecto de ley”, julio 2010. ral; 2. la obligación por parte de las entidades
territoriales autónomas de velar por la “unidad
e integridad” del Estado, obligación de subjetiva interpretación al igual que la sanción que
se impondría en caso de incumplimiento; 3. las
ya mencionadas (ver nc 66) bases poblacionales mínimas para nuevas unidades territoriales
indígena originario campesinas, que ponen en
riesgo la viabilidad de las mismas, condenándolas a ser meras receptoras de transferencias y
dependientes de políticas de asistencialismo.
de los gobernadores departamentales. No es necesario
esperar una sentencia ni existe participación del juez o
tribunal: es el fiscal del Ministerio público quién comunica al respectivo órgano deliberante la suspensión
de la máxima autoridad ejecutiva; dicho órgano debe
simplemente designar al suplente. La imparcialidad de
los fiscales ya está siendo observada en lo que significa
una progresiva penalización de la acción política.
Un tercer tema también tratado en las mesas de
negociación entre partidos fue el de la necesidad de
establecer un Pacto Fiscal. Si bien en su concepción cepaliana de los años 90 el pacto fiscal implica por lo menos cinco ejes (institucionalidad fiscal, consolidación
del ajuste fiscal y la macroeconomía, resguardo de la
equidad, productividad del gasto público y transparencia del gasto público), en el imaginario actual boliviano el pacto se traduce en una simple redistribución de
recursos. La lmad incluye una disposición específica
que liga el uso de los recursos públicos con el ejercicio
competencial y las necesidades económicas diferenciadas entre regiones, por lo cual es de esperar que tal redistribución tenga una mínima correspondencia con el
gasto de los distintos gobiernos del Estado. Lo que sí es
peculiar es que se ligue la presentación de la propuesta
de Pacto Fiscal a los resultados del censo de población
programado para 2011… ¿la pelea dependerá finalmente de cuánto peso demográfico, y cuánta pobreza,
vayan a tener las distintas autonomías?
De los varios otros puntos polémicos de la lmad
señalemos tres más: 1. las disposiciones en cuanto a
resolución de conflictos de límites a nivel local, que
podrían ser resueltas por un referendo especial y discrecional, ya que al abarcar sólo a las poblaciones en
conflicto, no respetaría los ámbitos territoriales del
referendo establecidos en la Ley del Régimen Electo-
El camino a seguir
La lmad contiene varias otras disposiciones
sobre cuyas consecuencias sólo podemos especular; lo cierto es que existen varios cabos sueltos que necesitan pronta definición: comparada
a la Constitución, que contiene más de 180 derivaciones a ley, la lmad tiene alrededor de 55
derivaciones a leyes u otro tipo de normas, sin
contar las derivaciones a normas autonómicas,
a leyes vigentes o a leyes sectoriales específicas
(ley de transportes, de educación, de telecomunicaciones, etc.).
La mayor parte de las leyes pendientes dependen del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas: ley básica de regulación para creación de impuestos
y ley de clasificación de impuestos –importantes para
dar paso al ejercicio de la potestad tributaria subnacional–, ley de responsabilidad fiscal, ley de endeudamiento público, ley de gestión presupuestaria, ley del Fondo de Desarrollo Productivo Solidario. Además, son
necesarias la ley básica de control gubernamental, de
deslinde jurisdiccional, de las regiones metropolitanas,
de mancomunidades, de participación y control social,
de unidades territoriales y límites. Si agregamos a éstas
la ley general del trabajo, ley de pensiones y otras ya
programadas, la sobrecarga horaria y de los deltoides
que enfrentarán nuestros asambleístas es inminente.
Más allá del éxtasis que debe provocar esta normativitis en no pocos leguleyos altoperuanos, la lmad
como base del régimen autonómico parece provocar
amargas reacciones en unos y más indiferencia que entusiasmo en otros. Es cierto que el espíritu de la ley es
continuista: no rompe el ordenamiento territorial actual, ya que delega la creación de nuevas autonomías a
futuras mediciones de fuerzas con las distintas naciones
y pueblos indígena originario campesinos; exceptuando
los recursos no presupuestados que irán a un Fondo, se
confirma el reparto actual de los recursos fiscales, por lo
que no soluciona las evidentes inequidades económicas;
no se cede un ápice en la asignación de competencias a
las regiones que aún creen intocables sus Estatutos. La
lmad se impone entonces como una vía para el tránsito ordenado de un régimen autonómico que ciertos
actores quisieran que sea más impetuoso, pero que está
marcado por el ritmo impuesto por el proyecto político
hegemónico de nuestros gobernantes.
* Economista, experto en descentralización.
1era. quincena de agosto 2010
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contrapuntos
Mujeres, ciudadanía y Ley Andrés Ibañez
Alejandra Ramírez S.*
Esta Ley contempla mecanismos importantes para la constitución de una ciudadanía activa de las mujeres, aunque quedan vacíos y
contradicciones que si no son solucionados provocarán una brecha peligrosa entre el discurso y la práctica.
¿
Pueden las autonomías fortalecer la ciudadanía, entendida como el ejercicio de derechos y obligaciones, participación en la definición y construcción
de calidad de vida y fiscalización de la gestión pública? Dos posturas agrupan las posiciones al respecto:
la que plantea que el vínculo entre descentralización/
autonomías y el fortalecimiento de ejercicio ciudadano
no es necesariamente automático y la que propone que
estos procesos –y sus respectivas reglamentaciones– son
de por sí un paso hacia el fortalecimiento del ejercicio
ciudadano, pues acercan a la población a sus gobiernos
permitiendo un mayor control de las gestiones públicas
y una más activa participación en la construcción de los
derechos y de las obligaciones ciudadanas.
Asumiendo esta segunda postura, el objetivo de
este artículo es analizar los aportes que la Ley Andrés
Ibañez presenta para el fortalecimiento del ejercicio
ciuda­dano, particularmente de las mujeres. Partimos
de la idea de que, en sí, esta Ley contempla mecanismos importantes para la constitución de una ciudadanía activa de las mujeres, aunque quedan vacíos y contradicciones que si no son solucionados provocarán una
brecha peligrosa entre el discurso y la práctica.
Algunos de los avances
A nivel discursivo, existe en Bolivia un gran impulso
hacia la equidad de género en el ejercicio ciudadano.
Ello es evidente en la Ley Marco de Autonomías, en la
que la equidad de género aparece como uno de los principios transversales de toda la conformación del Estado
autonómico. Esfuerzo no gratuito, ni concesión política, si se toma en cuenta el acompañamiento, la presión
y el seguimiento constante de grupos y organizaciones
de mujeres de la sociedad civil –sobre todo urbanas– a
las iniciativas legislativas sobre este tema.
La Ley señala tres aspectos para mejorar la equidad de género: se estipula la obligada y equitativa representación de las mujeres en los distintos niveles de
gestión gubernamental, aunque no se la especifica en el
caso de las autonomías indígenas; se establece que en
los estatutos y cartas orgánicas se incorporen regímenes
de “igualdad de género, generacional y de personas en
situación de discapacidad”; y se plantea que los planes
de desarrollo de los distintos niveles gubernamentales
incorporen el tema de fortalecimiento de la equidad de
género.
Éstas son grandes conquistas: 1. El incremento
de la representación política de las mujeres en los diferentes niveles de gestión gubernamental, ha sido –y
sigue siendo– un “desafío político” para combatir el
déficit de ciudadanía. Conseguirlo permite la explicitación del género en la participación política. 2. La
obligatoriedad de incorporar igualación de oportunidades, es otro gran avance ya que posibilita el diseño
de políticas y prácticas efectivas que permitan disminuir las brechas existentes en los ejercicios ciudadanos.
Por último, 3. La incorporación del tema de equidad
de género como pilar importante de una ley de organización territorial y administrativa estatal, muestra
que se está dando un gran cambio en los imaginarios y
mentalidades en el país, que deberá hacia el futuro expresarse en prácticas (sociales, políticas, económicas)
concretas y cotidianas.
Existen, no obstante, limitaciones que hay que enfrentar
–y corregir– si se quiere lograr
hacer un puente entre el discurso y la agencia plena de las
mujeres en su totalidad. A continuación mencionaré dos de
los principales problemas que
se pueden vislumbrar.
Problemas y limitaciones
El primero se refiere a la representación política. Los hechos están demostrando que
no existe una correlación directa entre una mayor representación de las mujeres en los
niveles de decisión política, la
defensa automática de los intereses de las mismas y/o el consecuente incremento de sus derechos ciudadanos. El ejercicio
de la representación política
se ve cruzada por adherencias
partidarias, políticas, de clase
o étnicas, que están por encima de los intereses de género.
Hay cada vez mayor consenso
sobre la existencia de una brecha entre los logros discursivos
sobre equidad de género y las
dificultades e, incluso, retrocesos que se dan en la práctica, provocada, no sólo
por dinámicas patriarcales atribuibles a los hombres,
sino por el rol de ciertas organizaciones de mujeres
–o de sus representantes– que tienden a defender más
consignas partidarias que intereses vinculados a sus
derechos como género.
El segundo surge a raíz de que si bien la Ley
plantea una mayor equidad de género, en los acápites referidos al nivel de autonomía indígena, ésta está
subordinada a las normas y costumbres del pueblo en
cuestión. No son de extrañar las declaraciones de una
ex concejal de un municipio indígena, que rechaza la
autonomía indígena porque la misma discriminaría
a jóvenes, profesionales y mujeres ya que “para gobernar sólo pueden postular los mallkus y gente con
trayectoria dirigencial” (En: Los Tiempos 16-07-2010).
Este problema no es nuevo: también se encuentra en
la Constitución Política del Estado, donde si bien el
tema de equidad de género es reiterativo, en el capítulo correspondiente a pueblos indígenas, desaparece.
Si bien es cierto que las necesidades y subjetividades de las personas varían de un pueblo a otro, hay
ciertos derechos básicos –como los ciudadanos y los
humanos– que deben estar rígidamente defendidos e
introducidos más allá de “las normas y costumbres”.
Datos no faltan para demostrar que a nombre de éstas,
se violan los derechos individuales de muchas mujeres. Lanzamos la pregunta: ¿En pos del relativismo
cultural, deben los derechos ciudadanos plenos de las
mujeres restringirse a las llamadas mujeres ‘interculturales’ que habitan los espacios urbanos?
Algunos puentes para vencer limitaciones
Tomando en cuenta que la finalidad principal de la
Ley es el fortalecimiento de la “participación de las
ciudadanas y ciudadanos en la toma de decisiones”
(Art. 7) como dispositivo para fortalecer la democracia y coadyuvar a la construcción de una mejor
calidad de vida, se deben encontrar formas de superar los problemas mencionados y lograr un ejercicio
ciudadano más eficiente de la pluralidad de mujeres
bolivianas.
Hacer el seguimiento, cumplimiento y promover
las correcciones de la Ley es un mecanismo básico. El
capítulo viii referido a la participación y control social brinda pautas de partida. Destacan los artículos
140 y 141 sobre la transparencia en la gestión pública
y la obligatoriedad de rendición de cuentas por parte
de todos los funcionarios públicos –desde el presidente del Estado hasta el portero– frente a la ciudadanía.
Los ciudadanos están en el derecho de recibir informes
permanentes sobre todos los aspectos que atañen a la
gestión pública en sus distintos niveles –tanto central
como autonómicos–, así como a demandar la información que consideren pertinente en su calidad de individuos, organizaciones u organismos colegiados. Empezar a ejercer este derecho, sin miedos ni restricciones,
será un primer paso para ir cambiando y solucionando
los obstáculos que se presenten para el fortalecimiento
del ejercicio ciudadano, no sólo de las mujeres sino de
todos los habitantes de Bolivia.
* Investigadora del cesu-umss.
/
contrapuntos
1era. quincena de agosto 2010
Lo que ha cambiado y lo que debe cambiar en Bolivia
Hugo Rodas Morales*
Próximos a contar un lustro desde que se institucionalizara la esperanza popular de un cambio de las condiciones reales de existencia en Bolivia (2005),
el mas confirma su voluntad de continuar por el camino del pragmatismo sin rumbo ideológico, expresivo de personalidades erráticamente discursivas
y tributario de las limitaciones de la pobre escena política posliberal. Sostengo que lo que ha cambiado incumbe a la derecha política (se ha agotado) y lo
que debe cambiar hacia la izquierda es el “populismo de derecha” del binomio ejecutivo, repolitizando el debate actual.
C
onsulto fuentes recientes y experiencias directas. En la prensa, el Vicepresidente Álvaro
García dijo en el xxi Congreso de productores de coca, acerca de una “quinta etapa” de la
“revolución democrática”, cuya “ofensiva estratégica”
consistiría en disponer de todo el poder, incluido el
cultural: “El dirigente sindical tiene que ser como el
catedrático. Para eso, para ser el motor del proceso de
cambio los futuros candidatos no necesitan ir a las universidades. Eso es el poder cultural, no es una oficina”.
Alertó además sobre el principal peligro para el gobierno del mas: “El objetivo es mostrar que en Bolivia hay
más narcotráfico”, con lo que se aislaría a Bolivia justificando una intervención (27 de julio).
Cinco días antes, otro intelectual del “proceso
de cambio”, Rafael Puente afirmaba en Cochabamba
(Foro del cedib: “Primeros pasos en la constitución
del nuevo Estado”, 22 de julio) que el periodo actual
–todavía no caracterizado por el Vicepresidente– correspondería, por diversos argumentos que expuso, a
una “borrachera del poder” en el mas. Tanto Puente
como Alejandro Almaraz, destacaron la “violación”
de la nueva Constitución del Estado Plurinacional en
aspectos centrales relativos a la autodeterminación indígena; ninguno se refirió a las intactas instituciones
coercitivas estatales (ff.aa. y Policía) heredadas del
Estado neoliberal. El Vicepresidente ya se había referido a Almaraz en cambio: “Ese señor no ha leído la
Constitución”.
Apenas días después, cuando el Vicepresidente afirmaba que el disenso interno en el mas era una
invención de “la derecha”, el principal dirigente masista de la conalcam, Fidel Surco, que coordina los
“movimientos sociales” que el Vicepresidente diera a
conocer como nueva categoría social a la academia latinoamericana, es expulsado por las bases sociales de la
región de Caranavi, pero respaldado por el Vicepresidente, exigiendo una “renovación ideológico-política” en el mas (30 de julio), precisamente acabando de
anunciar el ingreso triunfal a una “quinta etapa” cultural (de predominio ideológico-político) y promoviendo
en las mismas fechas, junto a académicos del cesuumss (María Teresa Zegada y otros) el libro colectivo
sobre la nueva Constitución Política titulado Miradas.
Tres días antes el antropólogo y miembro del
pieb, Xavier Albó, que no menciona su adscripción
como funcionario del actual gobierno, declaraba en
Buenos Aires luego del indulto presidencial y la negación vicepresidencial de los archivos de la represión
militar de décadas pasadas, a treinta años de impunidad por crímenes de lesa humanidad: “Evo se da cuenta
de que necesita a los militares (...). Hay una especie de
pacto indígena-militar, como fue en el pasado el pacto
militar-campesino. Ahora bien ¿qué habrá en esos archivos? Algo debe de haber. No soy experto en eso”.
(Página 12, Buenos Aires, 27 de julio). El pueblo boliviano que tampoco es experto sabe lo que hay en esos
archivos: la verdad sobre la impunidad de tres décadas,
esa que ha dado lugar al “pacto indígena-militar” reconocido por el muy prudente jesuita, amigo de evocar y
citar a Luis Espinal, sobre quien lo mismo que Marcelo
Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y tantos
otros dirigentes y militantes de izquierda se guarda silencio debido al pacto mencionado.
El Presidente “indígena” y la continuidad
de viejas elites
Es preciso escuchar a las nuevas generaciones de la
futura burguesía subalterna, la nueva pequeña burguesía reaccionaria boliviana que hoy interviene en la
opinión pública, reproduciendo las relaciones sociales
que sus padres les aseguraron al interior del Estado o
de la burocracia internacional en el país. No hay duda
acerca de su lucidez respecto al papel del Presidente en
el actual proceso de “cambio de piel” de la dominación
de elites: Evo Morales es la garantía de dicho proceso
porque frena toda autodeterminación del movimiento
popular. Y el Presidente lo repitió con mayor nitidez
en varias ocasiones: lo que teme es el desborde del movimiento popular.
Por supuesto que en el ambiente de eufemismos
correspondiente a la burguesía y pequeña burguesía
boliviana se lo señala como lo que impide un enfrentamiento fratricida. En cuanto al Vicepresidente, ¿cuál
era la estrategia que declaraba para el “país en serio” que
ofrecía desde el año 2007?: un giro al centro, apostando
por recuperar a ese difuso sector medio que atraviesa
casi todo el espectro social del país, con un discurso
electoralista burgués: “En nuestra gestión de gobierno
no hubo una sola medida que haya afectado a las clases
medias e incluso a las clases altas de Bolivia (…). En
los hechos, es un gobierno que respeta la propiedad,
la seguridad jurídica, las empresas y que trabaja justamente para mejorar los ingresos de las clases medias”.
(“Vamos a corregir las señales erradas”, entrevista en
diario La Prensa, 21 de febrero).
La explicación para que dicha pequeña burguesía
fantasee acerca de sus posibilidades al interior del “proceso de cambio” es similar a la de las direcciones sindicales subordinadas al gobierno (la cob entre otras) y
de organizaciones políticas “de izquierda” que a lo sumo
plantean que se debe reorientar dicho proceso. Ni siquiera el recuerdo de la “agenda de octubre” logra desembarazarse de esta ilusión de reconducción del “cambio”, término cuya ambigüedad se pierde de vista. Esta
es la segunda dimensión del freno ideológico para los
subordinados de la clase media y los sectores populares
resignados a la “realidad única”, que el discurso del mas
promueve para legitimar su política reformista a la derecha de masas desmovilizadas.
El papel del Vicepresidente es coincidente con
esta orientación. A través de un discurso que simula
el del Terror revolucionario jacobino y un narcisismo
provinciano para consumo de elites tercermundistas, el
temor al Vicepresidente se convierte en la aceptación
del despotismo del “buen salvaje”: la pequeña burguesía deshabitada y las viejas elites coinciden conservadoramente en que es preferible el Presidente conocido
que el Vicepresidente por conocer.
El pueblo que votó que el cambio había
sucedido
La pedagogía conservadora en el conjunto de las organizaciones del movimiento popular, surge en la forma
de reivindicaciones corporativas separadas del cuerpo
social. Hecho inédito el que un gobierno que se reivindica “de izquierda” y “popular”, represente mediante
viejas leyes y políticas reformistas burguesas o neoliberales las esperanzas de “cambio” de un pueblo que vota
por un “cambio” que mantiene la pobreza extrema en
niveles semejantes a los del pasado próximo y con prácticas políticas que continúan las del sistema de partidos
justamente desaparecido. Por esto debe cambiar lo que
no cambia en Bolivia: la ideología del nacional-populismo de izquierda o derecha. Y no porque la cizaña
deba separarse del trigo, proyecto soberbio y erróneo
de una de las ramas de la socialdemocracia (el mbl,
ahora el msm), sino porque sin un criterio regulativo
de la política que sería bueno y necesario desarrollar,
no se abandonan las inercias del pasado.
Puesto que es evidente que el mas no se proponía desarrollar ningún esfuerzo de formación política
de los “movimientos sociales” ni de esclarecimiento
ideológico, porque esto le habría significado la obligación de renunciar a mantener buenas relaciones
con instituciones y sectores reaccionarios de la sociedad boliviana, lo que puede esperarse de la gestión y
la escena política masista es el aumento de disputas
personales y por beneficios particulares que el Vicepresidente lamenta retóricamente. Por otra parte y
en tanto se incuban diferencias no expresadas públicamente con sus pares intelectuales, porque la lógica
corporativa de los académicos tiene sus propios intereses que velar, mientras la ignorancia de la izquierda
latinoamericanista sobre la realidad y tiempo propio
de la política boliviana no despierta a la realidad de
que un gobierno de izquierda que se mantiene en el
poder no es todo lo satisfactorio que se podría desear,
seguirán multiplicándose interpretaciones ad hoc sobre la política en Bolivia.
Lo que debe cambiar no está al alcance de la imaginación de la derecha política o las nuevas generaciones de la pequeña burguesía cuya sensibilidad proviene
de las dos últimas décadas neoliberales. No lo está en
los proyectos que demuestran algún grado de satisfacción con el “proceso de cambio” o que mantienen esperanzas en reconducirlo y en esto caben muchas de
las organizaciones vecinales o sociales de El Alto y por
supuesto ex socialistas que se reivindican como tales o
defensores de los derechos humanos cuyas demandas
podrían ser absorbidas de alguna manera por el gobierno actual. Para que pueda cambiar una ideología que
juega con ambas manos y ahora con la piel de los procesos sociales, es preciso desear una realidad distinta y
comprender (tarea teórico-ideológica) que el futuro no
se parecerá a nada de lo que podamos imaginar pero
sin duda será diferente de lo que hoy se dice y existe.
Sólo la superación de la pobreza intelectual y moral, la
reforma cultural que el mas distorsiona con un multiculturalismo folclórico, podrá remover nuestras anacrónicas costumbres políticas que niegan la realidad y
sus desafíos en el tiempo (la historia), entre ellas, acaso
la primera y peor, el “quedar bien”.
* Profesor universitario de Ciencia Política y Administración,
reside en México ([email protected]).
1era. quincena de agosto 2010
contrapuntos
/
Las redes del poder
Christian J. Kanahuaty*
El gobierno podría entender que la dinámica social no tiene por qué ser capturada por el ritmo estatal y que no puede controlar las demandas
de los ciudadanos y menos aún minar las posibilidades de encuentro que están autogestionando organizaciones críticas al Estado.
P
ensar en las posibilidades de ampliación
del poder que tiene el gobierno del mas
es más una necesidad que una urgencia.
Primero porque el debate sobre el gobierno de los movimientos sociales y la relación
de éste con las organizaciones sociales parece
clausurado toda vez que fue reelecto en las pasadas elecciones y que los debates pos Asamblea
Constituyente se han anclado en una serie de
cuestionamientos más hacia el ámbito autonómico que hacia las cuestiones de organización y
redistribución de la política y del poder. Empero, este texto intenta reactualizar el debate.
Organizaciones sociales
Las organizaciones sociales en la actualidad
atraviesan por una serie compleja de dinámicas
internas. Están las organizaciones que se han
fracturado por dentro desde el 2005 y que en
la actualidad están en un franco proceso de reagrupamiento de sus dirigentes y bases sociales,
tratando de decidir de nuevo el rumbo: 1. Estar
al lado del gobierno o 2. Estar de lado de los
ciudadanos. Otras organizaciones están más
bien en un plano intermedio esperando que
sus propuestas y demandas sean canalizadas; de
ese modo se convierten en aliados del gobierno mientras tanto guardan silencio. Un tercer
grupo de organizaciones está desmarcándose
del gobierno, ya no sólo entendiendo que el
acompañamiento crítico es la solución, sino que ahora
han comprendido que actuar lejos del gobierno les da
mayor capacidad de acción y de presión.
Generalizando, podemos decir que hay una tendencia hacia el desmarque por parte de las organizaciones, desmarque que no es fácil porque el poder del
gobierno utiliza redes clientelares y prebendales, ya sea
para comprar o beneficiar a una diversa gama de dirigentes que al final utilizan a sus organizaciones según
su conveniencia. El tiempo de las organizaciones sociales libres y autónomas ha terminado, porque un rasgo
que define la autonomía es la capacidad de decisión sin
mediaciones estatales y el otro es el que tiene que ver
con las libertades económicas, pero si el gobierno a través de sus instituciones otorga préstamos y prebendas,
fácilmente la organización dejará de movilizarse para
seguir recibiendo aquello que aún entiende que son favores de parte del gobierno.
El peso de la crítica para el gobierno
Ya es un sentido común apuntar que cualquier crítica
desde el lugar que sea para el gobierno es una crítica
de la derecha y automáticamente queda descalificada
y sin necesidad de réplica. Sin embargo, no hay mayor
crítica que las acciones de las organizaciones sociales
y sus dirigentes y la forma en que se va rearticulando
cierto espacio social para la deliberación colectiva. Esto
es, que una vez más, los espacios públicos son utilizados
por los ciudadanos para la deliberación.
Desde lejos el gobierno ya no parece estar tan
compacto, se encuentran fisuras y desmarques de organizaciones que antes estaban fortaleciéndolo desde
otros espacios territoriales. La hegemonía creada por el
mas se erosiona y ese es un punto que el gobierno de-
y consenso estableciendo nuevas plataformas
de debate y discusión de las normas. Pero los
límites de la Asamblea son ahora las fortalezas
del Estado, un Estado que en todo se parece al
Estado del 2003 y del 2005.
bería tener en cuenta, no para volver a capturarlos, sino
para responder a la pregunta ¿por qué los que estaban
antes formando parte sólidamente del gobierno ahora
se encuentran fuera?
Ejercicios de desplazamiento
Lo que las organizaciones sociales están haciendo es
desplazarse de un polo acrítico a uno crítico. Criticar es
tomar posición y lo que ha ocurrido con la cidob es una
clara muestra de que las políticas gubernamentales no
serán aceptadas por imposición. El gobierno parece olvidarse que ha habido un cambio en el orden de las políticas públicas desde abril de 2000, y sobre todo a partir de
octubre de 2003. Todos esos momentos nos han dejado
algo en el camino: las políticas públicas no son sólo consensuadas y construidas desde los gabinetes ministeriales
sino que pueden ser impugnadas por la sociedad civil y
ser criticadas y modificadas. Lo que el gobierno se olvida
es que él mismo es producto de este tipo de cuestionamiento y, sobre todo, que ha sido también uno de los que
ha propuesto que este modelo de funcionamiento se adecúe y se lo trabaje como modelo de toma de decisiones.
Sin embargo, en términos de modelo al parecer el
modelo estatal no acepta este tipo de modificaciones y
este es quizá el punto de fuga por donde uno puede empezar a entender que los logros de la Asamblea Constituyente realmente han sido pocos, porque después de
todo una de las facetas más interesantes que se desplegó
al interior de la Asamblea Constituyente fue el debate
sobre la forma en que se iba a organizar el gobierno y la
manera en que se iban a confeccionar las políticas públicas afuera del Estado (democrático representativo)
convirtiéndolo de ésta manera en un diferente Estado
que pueda establecer puntos de diálogo y deliberación
Es cuestión de roscas
Sergio Almaraz ya lo dijo: en Bolivia luego de
las revoluciones ocurre que sólo hay un recambio de roscas para que la maquinaria siga funcionando con igual intensidad y desmoronando
la capacidad organizativa de las organizaciones
campesinas y mineras. Y sí, en efecto ahora el
gobierno del mas es sólo el recambio de rosca
con nueva cara, una cara que está ciertamente
teñida de nuevos actores políticamente excluidos con anterioridad pero que fácilmente han
asimilado el sistema no sólo de representación
política sino el sistema de poderes y silencios
que establece el gobierno para seguir funcionando por encima de la sociedad.
La cuestión no era cambiar de rosca, sino
cambiar de modelo estatal, no se trataba de
cambiar cuestiones en el modelo, sino de cambiar de modelo estatal y gubernamental, pero
no se puede porque los actores e impulsores del
proceso de cambio entienden que primero hay
que ajustar los engranajes del Estado para luego
desarmarlo; así, la cuestión se vuelve episódica
y etapista, no es radical como se planteó en los
discursos pre y post Constituyente y menos aún como
Álvaro García Linera quiere hacer creer al mundo académico latinoamericano desde sus textos.
Salida
Hay que ser un poco cauto para anunciar salidas. Una
salida es que las organizaciones empiecen a desmarcarse
del gobierno. Eso significaría un enfrentamiento mayor
entre sociedad y Estado, porque ya hemos visto que el
gobierno sí puede estar dispuesto a usar el aparato bélico
en determinadas oportunidades. Una solución menos
probable es que el tiempo se agote y las organizaciones
sociales fuercen a otro proceso de rearticulación electoral: éste por supuesto es el escenario menos probable y el
menos esperado. Otro de los escenarios y salidas es que
el gobierno entienda que la dinámica social no tiene por
qué ser capturada por el ritmo estatal y que no puede
controlar las demandas de los ciudadanos y menos aún
minar las posibilidades de encuentro que están autogestionando organizaciones críticas al Estado. Otra de las
salidas posibles es dar rienda suelta a un proceso más vital y acoplativo de diálogo. Es decir, que el gobierno se
fuerce a sí mismo a transformarse, ponerse nuevos límites y darse una nueva fisonomía organizativa, al menos
para trabajar en las leyes y decretos que se necesitan para
que la Constitución no quede sólo como un enunciado.
Claro que una salida por ese lado demorará los tiempos
y sostendrá la capacidad de un mayor debate de las fuerzas opositoras, pero en realidad, lo que parece ser una
debilidad y algo no deseable, puede que sea una fortaleza
para el mismo gobierno y una oportunidad para construir aquello que nombran como un horizonte común.
* Escritor y crítico literario.
/
contrapuntos
1era. quincena de agosto 2010
Escrito desde Cataluña:
La experiencia de treinta años de Estado autonómico
Francesc Xavier Ruiz Collantes*
El Estado independiente catalán comienza a vislumbrarse como una posibilidad más factible que el Estado federal español. Gran parte
de las nuevas masas independentistas están compuestas por federalistas que han visto cómo sus propuestas han sido constantemente
humilladas y ridiculizadas por los poderes centrales del Estado. Algunas enseñanzas para las nuevas autonomías bolivianas.
E
n Bolivia, como salida a un largo y complejo
proceso de conflictos departamentales, se ha
optado por la conformación de un Estado autonómico. Este tipo de organización del Estado
tiene su referencia en España puesto que es en España
donde se elaboró por primera vez un nuevo modelo
que pretendía ser diferente a las formas clásicas de organización del Estado. Así, a los Estados más o menos
centralistas, federales y confederales se ha unido
el concepto de Estado autonómico.
El Estado autonómico boliviano posee muchas y claras diferencias respecto al español; pero
a pesar de ello, el Estado autonómico español
es, en última instancia, la fuente que lo ha inspirado. En España tenemos ya aproximadamente
30 años de desarrollo del Estado autonómico y
quisiera hacer un breve recorrido por esta experiencia, pero no desde la perspectiva del poder
central del Estado y de sus instituciones, sino
desde la perspectiva de la sociedad civil de una
de las comunidades autónomas más emblemáticas: Cataluña. Hacer un relato desde Madrid, la
capital del Estado, sería algo totalmente distinto:
Barcelona y Madrid viven en dos mundos cada
vez más distantes y ajenos entre sí. Con seguridad
escribir sobre el Estado autonómico desde el País
Vasco también determinaría un discurso diferente porque, a pesar de los paralelismos evidentes,
Cataluña y el País Vasco son dos realidades muy
distintas.
Sólo espero que este sucinto relato les permita a todos reflexionar, desde sus particulares
posiciones ideológicas y desde sus diferentes
identidades de pertenencia, sobre lo que supone
o puede suponer el desarrollo de un Estado autonómico.
Tres décadas entre dos
manifestaciones ciudadanas
El 11 de septiembre de 1977, en plena transición
de la dictadura a la democracia en España, se había convocado una manifestación en Barcelona a favor
de la restauración de la autonomía para Cataluña. Yo
era un joven que en mi infancia había llegado a Barcelona desde otro lugar de la España de cultura castellana
y quería conocer mejor lo que era Catalunya. Asistí a
aquella manifestación y quedé sorprendido por el éxito
de la convocatoria. Alrededor de un millón de persona
salieron a la calle siguiendo la cabecera de una manifestación presidida por los líderes de los partidos políticos
democráticos catalanes, ondeando senyeras –banderas
catalanas– y coreando unánimemente consignas a favor
de la autonomía. Aquella manifestación hoy se considera histórica porque hizo evidente que la democracia en
España no se podría construir sin la recuperación de la
autonomía política por parte de Catalunya.
Pasan más de treinta años y para el 10 de julio
de 2010, una organización cívica, Òmnium Cultural,
* Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona.
convoca una manifestación en Barcelona con el fin de
reivindicar que Cataluña es una nación y que tiene derecho a decidir su propio futuro. Asisto a la manifestación ya bastante más mayor, con una larga vida social,
profesional y familiar hecha en Barcelona y habiendo
interiorizado la cultura y el carácter de los catalanes.
Después de tanto tiempo y de tantas vivencias compartidas, me siento ahora un catalán más. Todo, en esta
nueva manifestación, es parecido a la de 1977 y, a la
vez, todo es diferente. La manifestación transcurre por
las mismas avenidas y de nuevo alrededor de un millón
de personas salen a la calle, la misma ilusión, el mismo
orgullo de que se está haciendo historia y que ya nada
será igual a partir de ese día. Pero hay cambios muy
profundos: además de senyeras aparece una marea de
senyeras esteladas –banderas catalanas independentistas– y la reclamación de la autonomía se ha tornado
en un clamor mayoritario por la independencia, por la
creación de un nuevo Estado dentro de la Unión Europea. Por otro lado, los ciudadanos ya no respetan la
preeminencia de la cabecera de la manifestación compuesta por el Presidente del Gobierno de Cataluña y
demás líderes políticos catalanes que, en muchos casos
son abucheados; ahora los ciudadanos se sienten protagonistas y sienten también que han sobrepasado a estos
líderes y a sus partidos en cuanto a reivindicaciones,
entusiasmo y determinación.
Al día siguiente los medios de comunicación de
Barcelona se refieren a la manifestación como un hito
en la reciente historia de Catalunya y de España; los de
Madrid intentan ignorarla, minimizarla, deslegitimarla
o descalificarla con diferentes tipos de argumentos.
Quizás los sistemas políticos español y catalán
consigan que esta reciente manifestación ciudadana, y
lo que ella representa, no tenga consecuencias visibles
de envergadura en el futuro más inmediato, confiando para ello en el natural carácter pacifista y
pactista de los catalanes; pero para todos los que
conozcan mínimamente la realidad catalana resulta obvio que algo importante está cambiando y
que a medio plazo todo ello tendrá traducciones
políticas inevitables.
Todas las encuestas realizadas últimamente
en Cataluña certifican un aumento constantemente creciente del independentismo, algo inimaginable hace sólo unos años. La espiral del
silencio en torno al tema se ha roto y la conversión de Cataluña en un Estado es ya un tema de
conversación y discusión habitual entre los ciudadanos catalanes.
¿Qué ha pasado en estos poco más de treinta
años que separan a las dos manifestaciones a las
que he aludido?, ¿qué factores han contribuido a
que amplísimos sectores de la sociedad civil catalana comiencen a plantearse la independencia
como un futuro posible, viable e, incluso, necesario y ansiado?
Con la perspectiva que confiere escribir desde Cataluña, quiero hacer un breve análisis de las
causas que han llevado a esta situación de desapego de una gran parte de los catalanes respecto a
España.
De las reivindicaciones nacionales
al “café para todos”
En el inicio de la transición democrática, Cataluña y el País Vasco plantearon con fuerza, aunque
de forma muy distinta, reivindicaciones de autogobierno, porque amplísimas capas de sus ciudadanos
se sentían a sí mismos como colectividades nacionales.
Catalunya, por ejemplo posee una lengua y una cultura
propia y considera que su autogobierno fue liquidado por
la fuerza ilegítima de las armas, primero en la Guerra de
Sucesión de 1714 y después en la Guerra Civil en 1939.
Ante este reto, desde el Estado Español se ideó una fórmula para diluir el problema catalán y vasco: un Estado
con 17 autonomías. De esta manera, regiones españolas
que nunca tuvieron ninguna conciencia colectiva nacional diferenciada, con una cultura plenamente castellana
y que se sentían integradas en España de forma natural,
pasaron a tener las mismas cotas de autogobierno que
Cataluña. “Café para todos”. Y así, por ejemplo, mientras que la bandera catalana tiene su origen en la Edad
Media, algunas nuevas comunidades autónomas tuvieron que improvisar apresuradamente una enseña distintiva. Si se tiene en cuenta que estas nuevas comunidades
autónomas rápidamente se instalaron en la lógica de que
1era. quincena de agosto 2010
si Catalunya obtenía algunas competencias, por ejemplo
para gestionar la normalización de su lengua y de su cultura en la educación o en los medios de comunicación,
ellas también las reclamarían porque no iban a ser menos, estaba claro que el sistema entraría en un absurdo
colapso en algún momento.
El invento del Estado Autonómico
Frente a la alternativa entre construir un Estado centralizado, aunque con algún grado de descentralización
administrativa o un Estado en el que pudieran encajar
las aspiraciones de Cataluña y el País Vasco en una relación federal dentro de España, se optó, por una vía
pastiche: el Estado autonómico, un Estado que tendría
que desarrollarse paulatinamente mediante transferencias del gobierno central concedidas “generosamente”
a los gobiernos autonómicos. Mientras que en Cataluña se confiaba que el Estado autonómico derivaría
progresivamente hacia un Estado federal, las fuerzas
políticas centralistas españolas no han visto el Estado
autonómico más que como una amplia descentralización concedida para evitar males mayores. El conflicto
interpretativo de hacia dónde llevaba el Estado autonómico estaba servido y sólo hace falta dejarlo madurar
un poco más para que algún día acabe estallando. De
hecho, el detonante de la manifestación del 10 de julio
de 2010, a la que anteriormente me he referido, ha sido
precisamente una sentencia del Tribunal Constitucional del Estado Español que ha considerado inconstitucionales artículos relevantes de un nuevo estatuto de
autonomía que el Parlamento de Cataluña había elaborado y que implicaba, en algunos aspectos, una lectura
federalizante del futuro del Estado autonómico.
Al otro lado no hay federalistas
con los que federarse
Con toda seguridad, y así lo confirman una gran parte de estudios sociológicos realizados en Cataluña, el
objetivo ideal para la mayoría de los catalanes sería
el de la constitución de un Estado federal en España,
a poder ser un Estado federal asimétrico porque no
se pueden tratar de igual manera realidades que son
diferentes. Sin embargo, este deseo se ha revelado finalmente como una utopía porque para establecer una
federación es necesario que existan otras colectividades que quieran federarse y, como ya he indicado, esta
opción parece definitivamente desterrada en la mente
de las élites españolas que dominan el Estado. Así las
cosas, las únicas opciones que quedan para muchos
ciudadanos catalanes son: o un autonomismo de corto alcance cada vez menos adecuado a los intereses de
Cataluña o un independentismo definitivo. Aunque
parezca extraño, el Estado independiente catalán comienza a vislumbrarse como una posibilidad más factible que el Estado federal español. Gran parte de las
nuevas masas independentistas están compuestas por
federalistas que han visto cómo sus propuestas han
sido constantemente humilladas y ridiculizadas por los
poderes centrales del Estado.
¿Cuántas naciones caben en un Estado?
El Estado autonómico, en su versión española, no concibe más nación que España, por ello el sentimiento
de pertenencia a una comunidad nacional propia que
tienen la mayoría de los catalanes no tiene cabida en
la actual Constitución española. En España se ha impuesto, parece que definitivamente, el concepto de
Estado-nación, a cada Estado le corresponde una sola
nación, y no parece que las élites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas españolas sean capaces
de pensar que es posible que un Estado contenga en su
interior varias naciones, aunque sean sólo consideradas
“naciones culturales”. Por ello, además de inventarse el
concepto de “Estado autonómico”, en su momento se
acuñó el término “nacionalidad” para referirse a Cata-
contrapuntos
/
luña, el País Vasco y Galicia. ¿Qué
es una nacionalidad? Nadie lo sabe
con certeza. De hecho el término
“nacionalidad” no es más que un eufemismo, un término forzado para
negar a Cataluña y al País Vasco su
reconocimiento como naciones históricas. Todo ello tiene enorme trascendencia porque define una visión
nacionalmente unitarista de la cultura del Estado, una cultura de raíz
castellana que sólo tolera la presencia de otras culturas de manera periférica, a regañadientes, con recelos,
desgana, con constantes trampas y
frenos y sin reconocerlas realmente
como partes integrantes, con todos
los derechos, del acerbo cultural e
histórico común de España y de los
españoles.
Naturalmente, el concepto de
Estado plurinacional que en Bolivia
se ha adoptado para referirse a las
múltiples realidades de las culturas
indígenas y criollas que conviven en
su seno, independientemente de sus
limitaciones y de cuál sea finalmente
su aplicación efectiva, en Cataluña
no puede despertar más que pura
envidia.
El cambio de equilibrios en
la estructura económica
del Estado
Tradicionalmente, desde el inicio de la industrialización, el poder político ha estado en Madrid mientras
que el desarrollo económico tenía su epicentro en Cataluña gracias a una sociedad civil más moderna y a una
burguesía más sólida y europeizada. Pero a partir de los
años noventa del siglo pasado esto empezó a cambiar.
Cataluña sigue siendo la comunidad con mayor producto interior bruto en España, pero la privatización
de las grandes empresas estatales, –Telefónica, Endesa,
Repsol, Tabacalera-Altadis, Iberia, etc.–, el desembarco mayoritario en la dirección de estas empresas de una
nueva clase dirigente político-económica con sede en
Madrid, la conversión de algunas de estas empresas en
multinacionales y el intrincado y perverso maridaje de
sus intereses con los del poder central del Estado, han
hecho, entre otras cosas, que la economía catalana en
general y su empresariado en particular hayan empezado a sentir que el Estado desatendía las necesidades
en infraestructuras fundamentales para el desarrollo
de Cataluña y ello en claro y flagrante beneficio de la
nueva clase económica dirigente y del núcleo políticoeconómico “madrileño”. Por otro lado, los ciudadanos
de Cataluña consideran que existe lo que aquí se denomina “expolio fiscal”, una buena parte de los impuestos
recaudados en Cataluña van a parar a gastos e inversiones en otras comunidades autónomas en una medida
que, más allá de toda solidaridad razonable, lastra de
forma profunda e inexorable el futuro de Cataluña y el
nivel de vida de sus ciudadanos.
Un contexto europeo de economía globalizada y de democracia generalizada
Estamos en una situación internacional en la que las
economías dependen cada vez menos de los Estados y
de sus mercados interiores y en la que resultaría impresentable y condenable que, dentro de la Unión Europea, un Estado utilizase la fuerza bruta para aplastar las
decisiones pacífica y democráticamente tomadas por
la población de uno de sus territorios. En esta situación la posibilidad de emergencia de nuevos Estados
parece posible. Las soberanías son ya compartidas y el
surgimiento y desarrollo de la Unión Europea permite
visualizar nuevos escenarios políticos en las relaciones
entre los Estados miembros. Por otro lado, la realidad
demuestra que no se necesita un gran territorio ni una
gran cantidad de población para constituir un Estado
eficiente y con altas cotas de bienestar para sus ciudadanos –ahí está el caso de Holanda– y ni siquiera es
necesario que se posean empresas multinacionales,
como ejemplo de ello tenemos a Dinamarca. Todas
estas consideraciones dan alas al imaginario del nuevo
independentismo catalán para plantearse la creación un
pequeño Estado moderno y altamente desarrollado en
la costa noroccidental del Mediterráneo.
Algunas consideraciones finales sobre
el Estado autonómico
A partir del relato que he desarrollado desde Cataluña
sobre el Estado autonómico español, no pretendo explicitar las conclusiones que podrían extraerse para Bolivia.
Prefiero, como ya indiqué anteriormente, que cada lector, desde su propia posición, establezca sus analogías,
sus paralelismos y las reflexiones que considere pertinentes. Sin embargo, me permitiré tres consideraciones
muy generales. La primera consiste en constatar que los
temas de identidad de pertenencia nacional dentro de un
Estado deben ser enfrentados sin subterfugios y sin caminos huidizos y deben buscarse soluciones claras, porque en este tipo de problemas, como en tantos otros, lo
que se expulsa por la puerta acaba penetrando de nuevo,
con más fuerza, por la ventana.
La segunda consideración es que el modelo de Estado autonómico es un compuesto inestable que tiende
a precipitar, como sustancia, hacia una nueva forma de
centralismo o hacia un Estado federal y que en esa dialéctica de posibilidades los conflictos pueden ser importantes. La tercera consideración consiste en señalar
que en un Estado autonómico, para que los problemas
no se acrecienten aún más, los poderes políticos, económicos y culturales deben estar adecuadamente distribuidos y compartidos, de no ser así, se están potenciando los agravios, la afrentas y, finalmente, los deseos
de secesión.
10 /
debate
1era. quincena de agosto 2010
Uribismo, chavismo y la cuadratura del círculo
Fernando Mires*
El uribismo y el chavismo tienen más puntos en común de lo que a primera vista parece, y eso los llevará siempre a entenderse, aunque sea un
par de centímetros antes del abismo. Por de pronto, bajo los respectivos gobiernos, el paramilitarismo ha crecido más que la mala hierba.
Q
uizás sin que ninguna de las cuatro partes del
cuadrado lo hubiera concebido así, lo cierto es
que ha llegado a formarse en la poco apacible
región latinoamericana, un cuadrado. ¿Cuáles
son los lados de ese cuadrado? Dicho de acuerdo al orden de importancia de las estrategias que se juegan al
interior de esa cuadratura, esos lados son: Colombia,
Venezuela, Cuba y “los demás”. Los demás, es decir,
el resto de los países latinoamericanos, son –si concebimos esta historia como tragedia– una especie de coro
griego; y si la concebimos –como yo mismo tiendo a
concebirla: como comedia– son una simple comparsa.
Pero vamos un poco más despacio. El punto originario de esa nueva formación lo marcó el Presidente
Álvaro Uribe al denunciar públicamente el día jueves
15 de julio, lo que no hay quién no sepa: que Venezuela
es un “Hinterland” logístico y militar de las farc.
¿Qué se trae Uribe al lanzar esa denuncia que
todo el mundo conoce, pero que casi nadie nombra? La
mayoría de las opiniones han concordado en que Uribe
intenta hacer una zancadilla a J. M. Santos, convirtiéndolo en heredero de un problema nunca resuelto, pero
que hoy por hoy es más agudo que nunca: las relaciones
de la Colombia uribista con la Venezuela chavista. Permítanme, sin embargo, dudar de dicha tesis.
La primera duda surge del hecho de que si bien
J.M. Santos no era el candidato preferido de Uribe,
representa la línea continuista no con, sino dentro del
uribismo, hecho que percibió muy bien Chávez al intervenir abiertamente en las elecciones colombianas en
contra de Santos. J. M. Santos, pese a todo lo que inten* Profesor de la Universidad de Oldemburg, Alemania.
te desmarcarse de la persona Uribe, configura, en el más extremo
de los casos, una desmarcación al
interior del uribismo, o si se prefiere: la versión “santista” –aunque
no santa– del uribismo. ¿Y qué es
el uribismo? El uribismo es en primera línea un proyecto de guerra
a muerte en contra de las farc.
El uribismo es, desde esa perspectiva, un proyecto más militar
que político, con todo lo que eso
implica (incluyendo paramilitarismo). Sólo en una segunda línea
el uribismo encierra un proyecto
de modernización económica de
Colombia, objetivo parcialmente alcanzado durante el mandato
de Uribe. Ahora, ni en el primer
ni en el segundo punto hay diferencias dramáticas entre Uribe y
J. M. Santos. Y por si fuera poco,
Uribe es en Colombia tanto o
más popular que Santos. A nadie,
a Santos tampoco, podría interesar desmarcarse de una figura tan
popular como Uribe. De manera
que, si se piensa de modo lógico,
habrá que dejar de lado la tesis de
la zancadilla de Uribe a Santos.
Por cierto, hay diferencias entre Uribe y Santos,
pero son diferencias de estilo, no de fondo, y más bien
tocan temas de política nacional. A Santos debe preocupar mucho, por ejemplo, que Uribe deje como legado casos de avanzada corrupción, una seria crisis en
el sistema de salud pública y el caso de las “chuzadas”
del das (interferencias telefónicas a magistrados y periodistas al lado de las cuales Watergate es un juego de
niños). Y, no por último, el eterno caso del para-militarismo. También el hecho de que los ministros que está
nombrando J. M. Santos no son todos amigos íntimos
de Uribe, muestra que hay diferencias. Pero ¿dónde no
existen esas diferencias internas? No, la tesis de la zancadilla de Uribe a Santos no cuadra; definitivamente no.­
Mucho menos cuadra la tesis que agita el antiuribismo militante, tesis relativa a que Uribe intenta a
través de su ataque imprevisto a Chávez, levantar una
“cortina de humo” frente al tema del descubrimiento
de fosas comunes con miles de muertos, sobre todo en
la localidad de La Macarena. Hay que tener en cuenta que esas macabras denuncias fueron hechas públicas en enero de este año y ya estamos en agosto. En
el intermedio, mientras el anti-uribismo agitaba tales
denuncias, hubo elecciones presidenciales en donde el
uribismo en su versión santista venció de modo abrumador. En fin, las violaciones a los derechos humanos
así como la presencia de un siniestro paramilitarismo
que involucra a personeros uribistas parece no mermar
la opinión pública colombiana, interesada en erradicar
cuanto antes, y por cualquier medio, la presencia de
las farc.
Por otro lado, quienes lideran las acusaciones en
contra de Uribe son –entre otras– personas como Piedad Córdoba quien, si no es la vocera civil de las farc,
representa al menos la voz de Chávez en Colombia. Y
esa voz no siempre desafina frente a la de las farc.
Eso no quiere decir, por supuesto, que el tema de los
muertos de La Macarena no exista. Si no en la dimensión que le otorga la Córdoba, existe, y es parte de la
guerra de Uribe a las farc que, como toda las guerras,
es y será sucia (que alguien muestre, por favor, dónde
ha habido alguna guerra limpia). En fin, una nación tan
castigada por el terrorismo como es Colombia, parece
estar mayoritariamente dispuesta a aceptar cualquier
violación a los derechos humanos si el objetivo apunta
a derrotar a las farc. Con el paramilitarismo –así leo
el mensaje de esa opinión pública– habrá que arreglar
cuentas después. Pero primero hay que liquidar a las
farc. Y Uribe, qué duda cabe, conoce ese mensaje; y
de acuerdo a su texto, actúa.
Pero hay una tercera tesis que quizás cuadra algo
más con la realidad colombiana. Esa tesis dice que el
calculador Uribe descubrió en los últimos días de su
gobierno que Chávez, tanto nacional como internacionalmente, está atravesando por un momento muy difícil
y, por lo mismo, ha llegado la hora precisa de asestarle
una estocada, sino mortal, por lo menos muy hiriente.
Que J. M. Santos comparta o no esa tesis no tiene en el
marco de este análisis la menor importancia.
La verdad es que nadie puede ponerse en la mente
de los actores políticos, pero si uno piensa que tales
actores son racionales (aunque a veces lo dudo) hay que
suponer que ellos siguen cálculos racionales. Y uno de
esos cálculos parece decir a Uribe que, justo antes de
terminar su mandato, su epígono, Chávez, está atravesando por una fase de deterioro político, deterioro que
se expresa tanto nacional como internacionalmente. Y
como ya hemos dicho, si Uribe persigue un objetivo
militar, y si un objetivo militar es aislar al adversario,
pudo haber percibido Uribe que ha llegado el momento de actuar. En otras palabras: Uribe y Santos cuentan
con un poderoso “frente interno”. El frente interno de
Chávez, en cambio, parece estar algo más agrietado.
Chávez, a su vez, no esperaba ése, según su perspectiva,
artero y bajo golpe de Uribe. Precisamente él, acostumbrado a dictar las condiciones de lucha, fue sorprendido por una movida del ajedrez político-militar
de Uribe, movida que estuvo a punto de dejarlo fuera
del juego.
El resto del libreto parece ajustarse a la discursiva
más que fría, glacial, de Uribe, que repito, pese a ser un
civil, domina la lógica de la guerra mucho mejor que su
colega militar venezolano. Si Uribe es lógico, y lo es,
todo lo que hizo después Chávez, lo esperaba; y tengo
la impresión: lo deseaba.
Chávez no sería Chávez si hubiese reconocido que
las farc operan en Colombia. Chávez, y todo el mundo
lo sabe, pretende manejar a las farc para presionar en
contra del Estado colombiano, lo que, por cierto, no
podría reconocer jamás frente a la comunidad internacional. Por eso Chávez –y Uribe no sería Uribe si no lo
hubiera esperado– rompió de inmediato relaciones con
Colombia. Que en el acto de ruptura Chávez hubiese
estado acompañado no por un alto dignatario cubano, o
del alba, sino por un simple entrenador del fútbol, no
fue una muestra de fortaleza internacional. ¿Cuál será
el segundo paso? Si Uribe es Uribe, antes de dar un primer paso, pensará en el segundo. El segundo paso será
1era. quincena de agosto 2010
dejar que el problema llegue a la unasur. Ahora, ¿qué
es lo que captó probablemente Uribe? La respuesta es
fácil: que la mayoría de la unasur si bien todavía no
se pronuncia en contra de Chávez, no es ni será –como
en sus momentos triunfalistas imaginó Chávez– un reducto del chavismo internacional, ni tampoco un campo
de operaciones del alba. Los resultados ya están a la
vista. Aparte de Evo Morales (y Ortega, con quien nadie
quiere ni fotografiarse) nadie apoya a Chávez en su imaginaria guerra con Colombia. La forma de no apoyarlo
es, desde luego, muy sutil, y por cierto, al igual que las
estrategias de Uribe, maquiavélica (algún día tendré que
escribir un artículo relativo a que América Latina se encuentra en la fase maquiavélica de la política). En otras
palabras: nadie apoya a Uribe en la unasur (tiene las
manos muy manchadas de sangre). Pero, a la vez, cada
vez son menos los que apoyan a Chávez,
y eso, al fin y al cabo, es lo que a Uribe
interesa evidenciar.
El primer gran maquiavélico fue Kirchner, ese corrupto que, a decir de Teodoro Petkoff, anda suelto en la unasur.
Kirchner, el antiguo aliado de Chávez, se
ofreció, ante el disgusto de Chávez, como
simple mediador. Enseguida Pepe Mujica, mediador entre su pasado y su presente, también ofreció sus servicios como
mediador. Correa, el aliado más inseguro
de Chávez, ya se apresta a ser otro mediador, y arreglar positivamente sus problemas no resueltos con Colombia. Piñera y
Alan García, tan lejos de los problemas
entre Venezuela y Colombia, quieren
también ser sólo mediadores. Hasta Fernando Lugo, que tan cerca parecía estar
de Chávez, desea ser un mediador más.
Lula, por supuesto, está en su salsa: él será
siempre un mediador en cualquier problema y en cualquier continente. En fin;
los gobiernos latinoamericanos han descubierto, de pronto, su nueva vocación: la
mediadora. ¿Y qué significa en este caso
ser mediador? En un lenguaje que quizás
Chávez no entiende, mediador quiere
decir: “Chávez, aquí no te seguimos”. En
otras palabras: a Chávez le sobran mediadores, pero lo que él necesita son aliados,
no mediadores, sobre todo cuando no hay
nada que mediar.
Si mostrar el aislamiento de Chávez
era un objetivo de Uribe; ya lo consiguió.
Los aliados del primero, sobre todos los potenciales,
han sido neutralizados, o reducidos en su rol de simples
“mediadores”.
Pero Chávez es Chávez. Con ese instinto de poder
que supera su inteligencia, descubrió de inmediato que
Uribe, indirectamente, le está prestando un inesperado apoyo que, bajo determinadas condiciones, podría
ayudarlo a restablecer electoralmente su deteriorado
“frente interno”.
Según todas las encuestas venezolanas, Chávez
está en bajada. Más todavía: si Chávez había podido ganar muchas elecciones, ocurrió porque tuvo la habilidad de apropiarse de un discurso de demandas sociales
frente a las cuales él se erigía como el gran vindicador.
No obstante, la crisis energética, la crisis económica, la
inflación imparable, los casos de corrupción generalizada, y sobre todo, los hallazgos de miles y miles de alimentos descompuestos, son hechos que han terminado
por socavar la imagen social del chavismo. Frente a ese
deterioro, Chávez ha recurrido a la última pieza de su
teclado ideológico: el ultranacionalismo.
La profanación de la tumba de Bolívar fue un
desesperado intento de Chávez para buscar refugio en
el mito histórico, lo que tampoco pareció lograr. Y de
debate
pronto, como un maná del cielo, aparece, y de modo
absolutamente inesperado, la denuncia de Uribe en la
oea. Eso significa que gracias a Uribe, Chávez ha encontrado, al fin, la posibilidad de dar forma concreta
a sus fantasías, presentándose como el defensor de la
patria amenazada por quienes –según su antojadiza interpretación histórica– asesinaron al Gran Libertador:
la oligarquía neogranadina a la cual pertenece Uribe.
Así se explica por qué en Venezuela quienes están verdaderamente enfadados con Uribe no son los
chavistas sino, paradoja de paradojas, los opositores
al chavismo. Ahora, si Chávez logrará remontar en las
elecciones parlamentarias de septiembre mediante su
interpelación al mito histórico, está todavía por verse.
Lo cierto es que la oposición ha centrado casi todos sus
esfuerzos en denunciar las toneladas de alimentos po-
dridos, descuidando otros temas de enorme importancia, hasta el punto que muchos imaginan que cualquier
tema que sea diferente al tema central (podredumbre
de alimentos) es una “cortina de humo” o “trapo rojo”.
Pero con esas “cortinas de humo” y con esos “trapos
rojos” ha ganado Chávez casi todas las elecciones. En
fin, hay en la oposición quienes creen que si Chávez
vuelve a ganar las elecciones en septiembre, tiene que
agradecérselo a Uribe. Pero también, hay que agregar,
la culpa sería, además, de esa parte de la oposición que
todavía no entiende que las elecciones nunca se ganan
apelando a un solo tema, por muy importante que éste
sea. Cada elección es un proceso multi-temático. Y eso
lo sabe muy bien Chávez.
Por otra parte, se engañan quienes piensan que el
principal enemigo de Uribe es Chávez. No. El principal enemigo de Uribe, más aún: la obsesión de su vida,
el sentido último de su existencia, son las farc. De ahí
que no extrañe que si Chávez hace sólo un par de concesiones en la “cosa” farc, lo vamos a ver muy pronto
en tv abrazado con Santos, o con el mismo Uribe,
como ya tantas veces lo vimos. La verdad, Chávez y
Uribe juegan poker. Las farc para Chávez son sólo
una carta. Para Uribe, en cambio, las farc son el jue-
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go. Para Santos, también. El juego para Chávez son
las bases norteamericanas establecidas en Colombia.
Para Uribe, en cambio, son sólo una carta. Para Santos, también.
El uribismo y el chavismo tienen más puntos en
común de lo que a primera vista parece, y eso los llevará
siempre a entenderse, aunque sea un par de centímetros antes del abismo. Por de pronto, bajo los respectivos gobiernos, el paramilitarismo ha crecido más que
la mala hierba. La diferencia es que bajo Uribe el paramilitarismo aumentó de modo clandestino, guarecido
delincuencialmente bajo la administración del propio
gobierno. El paramilitarismo venezolano, en cambio,
tiene lugar al aire libre, y toma la forma de “milicias
revolucionarias”, ejércitos paralelos, grupos de choque
y bandas militarmente organizadas (La Piedrita, entre
otras). ¿Qué irá a pasar en Venezuela con
esa enorme cantidad de grupos armados el
día en que Chávez no gobierne más? ¿Se
unirán con las farc? ¿Nacerán las farv?
Escenario horroroso del que por ahora
más vale no preocuparse demasiado. Al
fin y al cabo, la política tiene lugar en el
día de hoy; y cada día tiene sus plagas.
En síntesis: 1. El plan de Uribe al
denunciar la cooperación de Chávez con
las farc apunta a desestabilizar internacionalmente el gobierno de Chávez. 2.
Chávez sigue el juego de Uribe y rompe
relaciones con Colombia. 3. El escenario
latinoamericano se muestra cada vez menos favorable al chavismo (unasur). 4.
Chávez después de su campaña electoral
ultra-nacionalista hará un par de concesiones mínimas a Santos. 5. Santos hará
un par de concesiones mínimas a Chávez,
hasta que el conflicto explote de nuevo.
Hay, sin embargo, un sexto punto.
Y ese punto no figuraba ni en la agenda
de Uribe ni en la de Chávez. Ese sexto
punto es Cuba. ¿Por qué Cuba? Pocas
veces Cuba ha intervenido tanto en un
conflicto interamericano como en el caso
del conflicto chavismo-uribismo. Pero
–ya adivino la pregunta– ¿cómo ha intervenido Cuba? De un modo totalmente
imprevisto: a través del más sepulcral de
los silencios. A través del más estridente
de los silencios.
El silencio de los cubanos no es broma. Si hubo alguna vez un gobierno que
se consideraba no sólo con el derecho sino con el deber
de intervenir en cuanto conflicto apareciera sobre la
tierra, ese gobierno era el cubano. Y que en la celebración del 26 de Julio, sin la presencia de Fidel Castro, y
sin la presencia de Hugo Chávez, el veterano Machado Ventura lea un discurso radicalmente anodino, hay
que tomarlo muy en serio. ¿Por qué no fue Chávez a
La Habana? (Esa patraña de quedarse en Caracas para
defender a Venezuela de un ataque colombiano no la
cree ni el más santo de los inocentes). ¿Quién desde
la Habana le habrá dicho que ni se aparezca por ahí?
¿Qué dimensiones estará tomando esa lucha sorda (y
sórdida) entre el raulismo y el fidelismo? (¿o entre
reformistas y talibanes?) ¿Qué habrá ofrecido usa al
gobierno cubano a cambio de tanto silencio? ¿O la ue
a través de España? Todo eso lo sabremos alguna vez.
Más, lo que importa destacar, por ahora, es lo siguiente: Cuba no es cualquier país para Chávez. Cuba es
junto con Venezuela el eje ideológico y estratégico del
alba. Sin ese eje, no hay alba. Si un miembro del eje
guarda silencio cuando el otro miembro del eje está
enfrentando al “imperio” y a su “lacayo” colombiano,
hay que pensar que tal vez Chávez está más sólo de lo
que él y Uribe piensan.
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debate
1era. quincena de agosto 2010
Las raíces religiosas del populismo
H. C. F. Mansilla*
Lo común a los distintos populismos son la inclinación antipluralista, la tendencia anti-elitista, el imaginario quasi-religioso
y la función integradora de la ideología movilizadora.
E
s posible percibir a los movimientos populistas como erupciones colectivas elementales,
inherentes a todo ejercicio democrático, que
emergen habitualmente en periodos de crisis y
cambios. Margaret Canovan expuso la teoría de que
el populismo se encuentra en medio de las “dos caras”
que tiene toda democracia: una redentora y otra pragmática. Al agotarse esta última, importantes sectores
de la población se inclinan por un renacimiento de la
fase redentora, que se expresa por una exaltación quasi-religiosa de las masas populares y por la creencia de
que sus decisiones primordiales son necesariamente
las correctas, según el principio: vox populi, vox Dei.
Esta concepción, no muy convincente a causa de la
idealización de la etapa redentora, presupone una separación relativamente simple, divulgada por Michael
Oakeshott: los regímenes se moverían entre la política
de la fe, que correspondería a la época premoderna, y
la política del escepticismo, que caracterizaría a la era
moderna.
El retorno a la etapa redentoria es considerada
como una limpieza indispensable que hace una sociedad democrática, cansada de los refinamientos ociosos
del pluralismo y el escepticismo liberales y de las perversiones de la economía de mercado: una expurgación
de los males con los que las masas se han contagiado en
su intento de alcanzar la modernidad y una vuelta a las
convicciones sanas y simples de aquellos que han conservado la fuerza de las emociones y los sentimientos.
Esta etapa redentora en su
versión populista del presente –una versión edulcorada e
idealizada de la democracia
comunitaria– puede ser estudiada en el modelo populista boliviano instaurado
en enero de 2006. Mediante
elecciones y plebiscitos casi
permanentes se intenta dar
la impresión de una identidad entre gobernantes y
gobernados, donde los intermediarios clásicos juegan un
rol marcadamente secundario; esto es además facilitado
por una concepción monista,
antipluralista de pueblo, en
la cual no hay fisuras político-ideológicas de importancia. Si hay elementos heterogéneos, estos pertenecen al no-pueblo, a lo que proviene
de afuera, y que, por consiguiente, no tiene o no debería
tener derecho a una representación autónoma y permanente de sus intereses. La unidad del pueblo, elevada a
una categoría casi sagrada, hace superflua toda actividad
opositora. Los gobernantes, que “mandan obedeciendo” (la actual fórmula ritual boliviana), no necesitan de
instancias independientes que supervisen sus actos. La
separación de poderes, la imparcialidad de los tribunales y la libertad
de expresión adoptan entonces la
característica de un fenómeno proveniente de un modelo civilizatorio
fundamentalmente diferente, que
por ello no necesita ser integrado
en una “cosmovisión que se basta a
sí misma”, como escribió Jorge Lazarte. En el caso boliviano la identificación entre gobernantes y gobernados lleva al partido oficial (mas)
a menospreciar todo instrumento y
procedimiento para controlar y limitar el poder. Lazarte afirma que
el poder es el “núcleo ordenador”,
el “código profundo” de la retórica
y la praxis de este partido y que, por
lo tanto, la violencia, como “virtualidad inherente” a todo ejercicio de
acción política, no es algo considerado como negativo o reprobable por
los miembros del partido y por los
votantes del mismo. Restricciones
institucionales y el uso del diálogo
con los adversarios son percibidos,
al igual que en la mayoría de las culturas autoritarias, como manifestaciones de debilidad o traición.
Lo común a los distintos populismos son la inclinación antipluralista, la tendencia anti-elitista, el
imaginario quasi-religioso y la función integradora de la ideología movilizadora. Esta última se manifiesta
en el intento de restablecer una armonía primigenia que
dormita en el alma colectiva, amenazada por los efectos
corrosivos y cosmopolitas de los procesos de modernización. El populismo constituye una forma actualizada de
un sentimiento esencialmente conservador y religioso,
basado en una solidaridad mecánica y dirigido contra la
sociedad abierta y plural del presente y contra los elementos distintivos del liberalismo. Los regímenes populistas aparecen a menudo como un proceso de inmersión
en los valores y las prácticas de la religiosidad popular
y como la superación del debate perenne y de la lucha
abierta de intereses divergentes, que una buena parte de
la población considera como un proceso negativo, innecesario y hasta doloroso. El modo liberal de hacer política, la pugna continua de propuestas ideológicas y la administración pragmática de lo público constituyen para
dilatados sectores populares una forma excesivamente
profana y materialista de conducir los asuntos de Estado, que debería ser reemplazada por un sistema basado
en la confianza y no en el disenso, un modelo, por ende,
más acorde con las emociones de la población y con una
versión idealizada de la soberanía popular (por encima
de las contiendas de intereses). En el trasfondo emerge
la voluntad general de corte rousseauniano. Se trata de
un imaginario colectivo con claros rasgos premodernos,
religiosos y familiares, que pretende el restablecimiento
de una armonía primigenia, la cual estaría en peligro por
la acción combinada de la modernidad, el liberalismo y
la globalización.
Sistemas populistas refuerzan un ámbito de ideas
y sentimientos favorable a la homogeneidad social y la
simplicidad ideológica, afín a la solidaridad mecánica y
más cerca de la comunidad pre-burguesa y pre-industrial que de la sociedad moderna. En suma: un ámbito
engarzado en fundamentos orgánicos y en orientaciones
colectivistas, que siente como extraños los presupuestos racionales y contractuales del mundo contemporáneo y su inclinación al individualismo. En este tipo de
sociedad el caudillo populista no representa al pueblo,
sino lo encarna adecuadamente; el caudillo conforma el
camino hacia la redención socio-política.
* Filósofo y escritor.
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debate
1era. quincena de agosto 2010
Luces y sombras del Estado Plurinacional en el día de la República Boliviana
6 de agosto de 2010
José Mirtenbaum*
El 6 de agosto del 2010 es el comienzo de la muerte del ciclo del nacionalismo revolucionario sustentado por un Estado central absorbente y el
posible comienzo de una República Federal, parida por las contradicciones del Estado Plurinacional Autonómico.
“
Después del maqanaku (pelea)
viene el munanaku (amor)”, fueron las únicas palabras quichuas
en el discurso de buenas intenciones
que el Presidente Morales dio durante la sesión de honor de la Asamblea
Plurinacional en la Feria Exposición
de Santa Cruz, otrora lugar de algunas operaciones de Eduardo Rosza.
Las buenas intenciones discursivas
ocupaban un pequeño espacio en el
gran contexto cargado por un amargo sentimiento que se desencadenó
en Santa Cruz días anteriores por la
presencia de “patriotas” de los movimientos sociales, entrenando para el
conflicto armado (todos preguntaban,
¿con quién?) en la base militar de los
Rangers en Montero (unidad creada
por los norteamericanos para combatir al Che Guevara) y la desafortunada
y absolutamente superflua discusión
entre los defensores oficialistas de la
Whipala y los reaccionarios cruceños a favor de la bandera cruceña. En ese mismo día, el Gobernador Rubén
Costas tuvo que soportar un acto de infantilismo político de de parte de Vanessa Moreno, Asambleísta
de Convergencia Nacional, que le entregó un “par
de huevo que le hacían falta” para defender la enseña
verde/blanco/verde en pleno desfile cívico, al cual Evo
Morales, Álvaro García Linera y los Asambleístas del
mas no tuvieron la decencia de asistir. Tampoco tuvieron la educación de asistir a la Catedral de San Lorenzo
para escuchar algunas recomendaciones del Cardenal
Terrazas.
Pero más allá de estas misceláneas simbólicas y
discusión chauvinista en Santa Cruz, en el gran texto
social y entramado de la conflictiva nación boliviana,
la insurgencia de los ciudadanos potosinos que lanzaron a las calles 100 mil personas en una “marcha de la
rebeldía” contra el régimen de Evo Morales, este hecho señalaba que la República boliviana no está todavía
muerta y que el Estado Plurinacional está solamente
construido en el imaginario del discurso de Álvaro
García Linera, quien señalaba una dialéctica mecánica
entre fuerzas “centrípetas” y “centrífugas” para justificar los alcances y controles de la Ley Marco de Descentralización y Autonomías en un Estado hipercentralizado; aunque las voces potosinas ya reivindicaban
el federalismo republicano.
Lo que se ha posicionado en el debate ideológico
contemporáneo de Bolivia en este 6 de agosto de 2010,
es el primer reclamo popular a favor de una República
Federal como antinomia y alternativa al proyecto de Estado Plurinacional. Rubén Costas también no dejó de
señalar que se debe rescatar y avanzar sobre el retorno a
una República más justa y dentro de los principios universales de la democracia, además rindiendo homenaje a
la ciudad de Sucre como la matriz original del nacimiento de la República boliviana. Esto pone en entredicho
el proyecto del mas como la necesidad de concentrar
el poder en manos de una sola persona –en este caso el
Presidente del Estado Plurinacional– y un tema que a
futuro hay que ponerlo en mesa abierta de discusión una
vez que se vean los resultados de la aplicación de la nueva
Constitución a todas luces poco operativa a nivel de la
realidad social y económica del país.
Estado Plurinacional y República Federal
Para Álvaro García Linera, el Estado Plurinacional es
una analogía del “Estado Revolucionario” de Robespierre quien dice: “El gobierno constitucional se ocupa
principalmente de la libertad civil; y el Gobierno Revolucionario de la libertad pública…; bajo el régimen revolucionario, el poder público debe defenderse a sí mismo de todas
las facciones que lo atacan”. A esto quiero responder la
cita de Robespierre con una cita de Rosseau sobre la
inalienabilidad de la soberanía del pueblo: “Afirmo,
pues, que no siendo la soberanía sino el ejercicio de
la voluntad general, jamás deberá enajenarse, y que el
soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede
ser representado sino por él mismo: el poder se transmite, pero no la voluntad” Citados estos pensadores
de la Revolución francesa, la idea de República con un
Estado Constitucional está basada en la soberanía de
los ciudadanos y el Estado solamente debe defender los
derechos humanos de la ciudadanía, en el sentido de
precautelar la soberanía como voluntad colectiva. Sin
embargo este principio elemental es abandonado por
la nueva Constitución Plurinacional, por un régimen
de súbditos adscritos al Estado a través de su identidad
sociocultural. Es decir, la soberanía de igual potencia
del colectivo de ciudadanos es enajenada por el Estado.
De hecho, la ciudadanía en Bolivia se funde en tres súbditos absolutamente confusos: el súbdito intercultural,
García Linera, Álvaro: “El Estado en Transición. Bloque de
Poder y Punto de Bifurcación”, en El Estado. Campo de Lucha.
CLACSO, Muela del Diablo y COMUNA. La Paz, Bolivia,
2010. Pag. 9.
Rosseau, Jean Jackes: El Contrato Social. Edicomunicación, Barcelona, 1994. Pág. 47.
el súbdito campesino/indígena/originario y el súbdito afro-boliviano.
Estas categorías son producto
de una teoría política poco pensada.
A primera vista, parece innovadora,
pero en su fondo ideológico es excluyente y discriminadora del concepto
universal de ciudadanía. Por lo tanto,
la tarea de transición de la República
boliviana al Estado Plurinacional está
en manos de un instrumento político
cuya base ideológica mezcla una suerte de estalinismo anacrónico, con un
andino-centrismo mesiánico que en la
realidad contemporánea y objetiva de
los ayllus y comunidades campesinas,
enajena la voluntad de una pulsión
ciudadana autónoma, cuyo objetivo es
el vivir bien material y espiritualmente, pero con la ayuda de un Estado facilitador y no centralizador del poder.
Por las acciones del gobierno, la
cosmovisión andina del “pachakutek”,
es decir la inversión del mundo a favor del orden de la
complementariedad de los opuestos en el marco de la filosofía de la dualidad, ha sido absolutamente degradada
por un efecto mediático que coloca a Evo Morales en los
mercados de consumo mediático globalizado para las sociedades europeas, que todavía creen que el “noble salvaje” es un sujeto político real y salvará a Bolivia y al mundo
del desastre ecológico asociado al cambio climático. Este
pensamiento es también sustentado por aquellos que mitifican el rol de Evo Morales en el imaginario mitológico
neopopulista de los seguidores y militantes del mas.
Sin embargo en otro orden político más racional
de las pulsiones dialécticas de la historia Republicana
contemporánea de Bolivia, el Estado Plurinacional Autonómico, puede ser también visto como el partero del
Estado Republicano Federal, es decir una ii República.
No tenemos que ir muy lejos en nuestra historia, para
señalar que el federalismo fue una consideración de la
organización política y territorial desde la existencia de
las primeras republíquetas fundadoras de la Nación boliviana. A pesar de las controversias históricas, queda registrado que Andrés Ibáñez y Zarate Willka postulaban
la total descentralización del poder, a compartirse entre
los Departamentos bolivianos en un ámbito territorial
que al momento de fundación tenía 2 millones de km2.
Cada departamento, tenía su razón particular para argumentar la necesidad de organizar Bolivia federalmente.
Por ello, queda marcada la huella y el camino a seguirse
en el futuro, en la medida que la cultura democrática de
los bolivianos deje de pensar que el “caudillo” es la solución de salida a cada crisis del Estado. En última instancia, el 6 de agosto del 2010 es el comienzo de la muerte
del ciclo del nacionalismo revolucionario sustentado por
un Estado central absorbente y el posible comienzo de
una República Federal, parida por las contradicciones
del Estado Plurinacional Autonómico.
* Catedrático de Sociología y Miembro del Observatorio Político
Nacional. uagrm. Santa Cruz.
14 /
cultura
1era. quincena de agosto 2010
Aproximaciones
Entre Bruce Lee y Gilles Deleuze
Jorge Luna Ortuño*
De una secreta amistad a la vista de todos
A
mistad tripartita
En un pasaje de una de sus novelas más elogiadas, Jesús Urzagasti escribe: “Los muertos que no
se conocieron en vida, traban amistad en el más allá,
pero sus aventuras nos están vedadas. Y en buena hora. Mis
amigos muertos proceden de mundos dispares, algunos de ellos
ni siquiera cruzaron un saludo y en la mayoría de los casos
el uno no supo de la existencia del otro. […] Sin embargo, los
muertos que están destinados a no conocerse en vida, delegan
el papel de intermediarios a un montón de personas. Una del
montón soy yo”.
Tengo dos amigos que son parte de la tribu que me
habita, de las fuerzas que me animan y de las voces que
hablan en mi escritura. Uno vivió en Francia casi toda
su vida, el otro estuvo mixturando
su percepción entre la rigidez de las
tradiciones chinas y la pragmática
visión de vida que tienen los norteamericanos. Uno en la filosofía
occidental, el otro en las artes marciales orientales, cada uno escarbó
en sus respectivos territorios a la
pesca de nuevas armas y de alguna
liberación, hasta llegar al punto en
que sus creaciones trazaran poderosas líneas de fuga que renovaron sus
artes. Aunque vivieron en la misma época, es casi seguro que no se
conocieron, ni tampoco pudieron
leerse el uno al otro, pues mientras
uno comenzaba a hacerse más notorio –al principio de la década de los
70– el otro moría en circunstancias
misteriosas estando en el auge de su
carrera. Pero su afinidad ya había
comenzado a partir de un filósofo
que los afectó enormemente: ambos
fueron fervientes lectores de Baruch Spinoza.
Hoy por hoy los dos se han ido; muchas de las
bellas imágenes que tenían del mundo se fueron con
ellos, pero muchas otras nos fueron legadas a través de
sus libros y de algunas raras entrevistas que quedaron
grabadas. Se fueron, por lo menos en lo que atañe a su
forma orgánica, pero en realidad se quedaron, porque
no han dejado de trazarle sus rutas de salida a la vida
ahí donde está comprimida, aprisionada por las formas,
los sistemas, los sujetos o las rutinas. Nada que interpretar, ambos son una provocación para que desencadenemos experimentaciones con nosotros mismos. Sus
nombres propios designan mucho más que la historia
o la biografía de un personaje; más bien son la cifra de
una multiplicidad de encuentros y devenires que siguen
pasando a través de ellos. Ellos son Bruce Lee y Gilles
Deleuze, y las aventuras que han debido tenerlos por
protagonistas en el más allá no nos han sido vedadas, en
buena hora, y si es que por algún capricho aún no hubieran podido juntarse, en este caso yo soy una de esas
personas privilegiadas que a través del mundo de los
conceptos y los afectos se conoció con ambos e intuyó
desde el principio que hubieran sido grandes amigos.
Soy por tanto en esta ocasión uno entre el montón que
puede hacer las funciones de intermediario para hilar lo
que no alcanzó a tejerse en vida. Esta es, ante todo, una
cuestión de amistad y de agradecimiento.
Jesús Urzagasti, De la ventana al parque, pp. 10-11.
El cuerpo
¿De qué servirían las artes marciales y la filosofía si no
fueran un vehículo a través del cual el ser humano pudiera expresarse honesta e integralmente a sí mismo?
En la actualidad la libre auto-expresión del cuerpo ha
sido desplazada por la emisión liberal de opinión y cierta erudición. Por eso hay siempre algo de plástico y
nauseabundo en los discursos académicos y las posturas
intelectuales: tienen muy poco que ver con ellos mismos, con sus experiencias vitales. De ahí que su poder
de convocatoria se reduzca a un público compuesto por
otros intelectuales como ellos; la gente es inteligente
y no se deja engañar: capta primero la emoción, la intensidad, la pasión y los afectos que están detrás de un
pensamiento. Bruce decía las cosas simples. Ahí donde
Deleuze dice, “aprendan a hacerse un cuerpo sin órganos”, Bruce dice: “vacía tu copa”. (El taoísmo es la
referencia de ambos). Y vaciar tu copa significa que no
puedes expresarte realmente a ti mismo hasta que no te
hayas deshecho de tus certezas, de lo que ya sabes, de
tus prejuicios, de los conceptos que tienes y a través de
los cuales quieres hacer encajar el flujo puro de la vida.
Un escritor, un pintor, un filósofo, no se enfrentan con
una página ni con un lienzo en blanco, pues incluso
ellos mismos están ya rayados de antemano por una serie de líneas que los amarran y de las cuales tienen que
liberarse. Hay una organización de su organismo que
tienen que hacer saltar antes de que lo nuevo pueda
brotar. “¿Cómo hacer para escribir si no es sobre lo que no se
sabe, o lo que se sabe mal? Es acerca de esto, necesariamente,
que imaginamos tener algo que decir. Sólo escribimos en la
extremidad de nuestro saber, en ese punto extremo que separa nuestro saber y nuestra ignorancia, y que hace pasar el
uno dentro de la otra”.
Gilles Deleuze en el Prefacio a Diferencia y repetición.
Pero está bien, son ideas, son ideas mi amigo, no
perdamos mucho tiempo en eso. No te concentres demasiado en el dedo o te perderás toda la gloriosa majestuosidad
de la luna hacia la que está apuntando. El pensamiento
tiene que ser algo muy práctico, porque está al servicio de la vida, nunca al revés. Respecto del cuerpo, Spinoza hace una poderosa afirmación contra el
dualismo cartesiano: “nadie sabe de lo que es capaz
el cuerpo”. ¿Cómo llevar este interés a las artes marciales? Bruce Lee lo pone así: antes que la preferencia
por un estilo de combate u otro, antes que la adhesión
a un sistema o a una doctrina, el ser humano comprometido con su propio desarrollo debe preocuparse por
conocer qué es lo que puede su cuerpo, de qué afectos
es capaz, cuáles son sus poderes de
ser afectado.
Bruce Lee retoma esta batalla
contra el dualismo sujeto-objeto,
cuerpo-alma, y la lleva a la aplicación de una pedagogía en las artes
marciales: “No enseño nada, sólo
puedo ayudarte a explorarte a ti mismo” dice a sus estudiantes. Esto no
consiste en preguntarse ¿quién soy
yo?, sino en cuestiones funcionales: ¿qué funciona mejor para mí?
o ¿qué está en la potencia de mi
cuerpo? Bruce escribe en un pasaje
de sus miles de folios de apuntes
acumulados –difundidos por John
Little–: “La utilidad de una copa está
en su vacío, y lo mismo puede decirse de
un artista marcial que no tiene forma,
y que en consecuencia carece de estilo,
puesto que no tiene juicios preconcebidos respecto al combate, ni a favor ni
en contra. En consecuencia él es fluido,
adaptable, y capaz de trascender la dualidad y llegar a la
totalidad última”.
Toda la lucha contra la trascendencia de Deleuze
se llevó a la práctica en la vida de Bruce Lee: “experimenten, no descarten lo que no conocen, tomen de los
otros sistemas lo que les sea útil, pero sin dejar que este
sistema restringa su libre investigación”. Deleuze hubiera dicho: agencien. Agenciar=extraer elementos de
campos heterogéneos para hacerlos co-funcionar. Hacer
rizoma. Parafraseando a Bob Dylan, el artista tiene que
cuidarse de no creer nunca que ya ha llegado a un lugar, sino
estar consciente de que está continuamente convirtiéndose en
algo, becoming, estado de devenir, algo siempre inacabado, sin forma. Pero he aquí una distinción: no es lo
mismo no tener forma que tener la no-forma. Estar en
devenir es lo segundo. “Aprende la forma, obedece la forma,
y luego trasciende la forma”. Tener un no-estilo, aprender
a utilizar todos los caminos sin estar limitado por uno.
No acumular ni evolucionar, mas bien devenir, involuir,
hacerse más simple y económico. Estar siempre inacabado, como este texto que no se cierra aquí.
Bruce Lee, El Tao del Jeet Kune Do.
* Filósofo y gestor cultural.
cine
1era. quincena de agosto 2010
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Entrevista al cineasta haitiano Arnold Antonin
A Haití la consumen dos locuras:
una destructora y otra creadora
Santiago Espinoza A.*
El cine no puede realmente hacer la revolución. Solamente puede llevar su pequeño grano de
arena en la lucha por la justicia social y la libertad en nuestros pueblos.
A
l cineasta haitiano, Arnold Antonin, el terremoto del pasado 12 de enero pasado lo cogió cuando llegaba a su casa en Puerto Príncipe. El caos
posterior a la catástrofe impidió que se tuviera
una información inmediata y certera sobre su estado y
paradero. Afuera del país, donde es muy conocido, se
lo daba por muerto. Sin embargo, el realizador y los
suyos tuvieron suerte, porque su casa está localizada en
una zona en la que “tenemos las casas construidas sobre
una roca, y las rocas resisten más”. De otro modo, no
habría llegado a Sucre la tercera semana de julio pasado
para integrar el Jurado del Sexto Festival Internacional
de Cine de los Derechos Humanos, organizado por el
Centro de Gestión Cultural “Pukañawi” (a la cabeza de
Humberto Mancilla). El realizador haitiano fue uno de
los invitados especiales del festival, donde, además de
ser jurado, participó en charlas abiertas para el público
y presentó algunos de sus principales trabajos.
Leyenda viva del cine de su país, Arnold Antonin
(Puerto Príncipe, 1942) es autor del primer largometraje haitiano de la historia, Haití, el camino de la libertad
(1974), un documental realizado en el exilio, que, en
su momento, fue comparado con La hora de los hornos,
aclamado por la crítica y distribuido por la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinéma. Con más de 30
producciones documentales y de ficción en su haber,
el realizador compartió unos minutos de su estadía en
Sucre para dialogar en torno a la cinematografía de su
país, el compromiso político en su obra, la fascinación
que ejercen sobre su trabajo la cultura y el arte haitianos, la paradoja de hacer cine en una país que ya no
tiene salas y el rol que le atribuye al cine en un contexto
tan deprimido como el haitiano.
Podríamos comenzar con una introducción a la historia cinematográfica de Haití, de la que se conoce poco o nada…
El cine es arte e industria y, de algún modo, es reflejo de
la situación económica de un país. En ese sentido, el cine
haitiano es reflejo de la situación económica y de la situación global que vive el país. Hemos tenido poca producción cinematográfica durante muchos años. Sin embargo,
en Haití se empezaron a proyectar películas y hasta se
filmó una de un incendio allá, poco tiempo después del
nacimiento del cine. Si el cine nació en 1895, en 1896 ya
se había filmado algo en Haití. Pero, se puede decir que
un cine propiamente hecho por haitianos empezó en los
años 50 y 60, con la filmación de actualidades. Había entonces unas 20 salas en Puerto Príncipe, había una sala
en cada provincia de Haití, hasta que
llegó la dictadura de (François) Duvalier. Y con la dictadura de Duvalier
en 1957 empezó realmente el reino
del oscurantismo. Entonces comenzó
un cierto cine en el exilio. Yo hice el
primer largometraje haitiano, Haití, el
camino de la libertad, en el 74. Pero no
hubo mucha producción, en realidad.
¿Y en algo ha cambiado la situación en los últimos años?
Dentro del país, hace unos cinco años, empezó a desarrollarse el cine-video y hubo un “boom” del cine haitiano. En cierto momento, durante dos o tres años, se logró
hacer unos 20 largometrajes en video. Haití se transformó, de repente, en el país del Caribe y de Centroamérica donde se producía más películas al año. No importa
tanto que fueran películas en video o que muchas de ellas
estuvieran inspiradas en las telenovelas, sino que hubo
una gran producción (por la baja de los costos de realización con los aparatos ligeros) y que la gente se lanzó a
hacer películas baratas. Se habló del “Haití boom”. Había
un ambiente muy propicio al desarrollo del cine y, sobre todo, la producción haitiana contaba con el apoyo
de su público. Las películas que hacían los haitianos, al
modo de telenovelas, tenían más éxito que las películas
taquilleras de Estados Unidos. Hubo una película que
tuvo más éxito que Titanic. Sin embargo, esta especie de
“boom” duró poco tiempo, unos tres años. La inseguridad política en el país hizo que la gente no quisiera salir
de noche y no fuera a las salas de cine. Por otro lado,
la piratería empezó a copiar las películas que producíamos para venderlas muy baratas, además que había salas
clandestinas que las proyectaban a costos muy bajos y
cadenas de televisión de Haití que las pasaban sin autorización de los autores. Todo esto contribuyó a que el cine
haitiano, que había tenido un ascenso exponencial, experimentara una caída tremenda. En diciembre del año
pasado cerraron la última sala de cine en Haití, un hecho
muy significativo de la situación del cine en el país.
¿Cómo se interesa e inicia usted en el cine?
Siempre fui un cinéfilo. Incluso en Haití iba a ver películas de arte y ensayo. La segunda motivación, que
estimé cuando me inicié como cineasta, es que para comunicar con las grandes masas del pueblo de Haití no
se podía confiar en el texto escrito, tratándose, en aquel
momento, de un pueblo en su gran mayoría analfabeto.
Había que buscar una comunicación más directa, y la
imagen, evidentemente, era ideal para ello.
Su cine se ha caracterizado por un firme compromiso político. ¿Cómo ha evolucionado este compromiso a lo largo de su
filmografía?
Evidentemente, empecé con un cine muy militante, un
cine de combate, como era la moda en aquel momento. Mi película Haití, el camino de la
libertad fue calificada como La hora
de los hornos (documental argentino
dirigido por Pino Solanas, paradigmático del cine comprometido latinoamericano) de los haitianos. En
Francia, la revista Cahiers du Cinéma distribuyó la película. Se decía
que era una de las grandes películas del tercer mundo. Era un cine
militante, declaradamente político,
de intervención, directo. Pero, des-
pués, entendía que el cine no podía realmente hacer
la revolución ni contribuir a cambiar tan radicalmente
las cosas como creía y que podía solamente llevar su
pequeño grano de arena en la lucha por la justicia social
y la libertad en nuestros pueblos. De regreso en Haití
empecé a hacer un cine no tan directamente político,
pero sí comprometido con los aspectos sociales de la
vida haitiana. Películas que, dentro de la miseria del
país, subrayaran el coraje y el valor de la gente de a pie
y de los grandes artistas haitianos.
Están, por ejemplo, sus películas sobre artistas plásticos haitianos…
Sí, he hecho sobre pintores, sobre escultores. Es que yo
tengo la idea de que Haití es un país dominado por dos
locuras: la locura destructora de los hombres ávidos de
poder y riqueza, y la locura creadora de sus artistas.
¿Qué papel cree que juega el cine en un país como Haití?
¿Será una forma de visibilizar a un país sólo visible por sus
tragedias sociales, políticas y naturales?
No sé quien dijo que un país sin imagen no existe. Hay
que dar una imagen de Haití. No puede ser una imagen
mentirosa, de tarjetas postales. Se tiene que hacer un
cine que le permita al público extranjero tener una idea
de la realidad haitiana e interesarse por Haití por otras
cosas más que sus tragedias. Necesitamos una imagen de
la verdad, y la verdad haitiana no es solamente la miseria;
es la verdad de un pueblo que lucha, de gente creadora,
con una de las culturas más ricas de toda América Latina,
sea en las artes plásticas, la música y la creación literaria.
Esperamos que un día hagamos un cine que sea también
un aporte de idea y estética al arte universal.
Uno de sus últimos trabajos es un corto sobre la Haití inmediatamente posterior al terremoto del 12 de enero pasado:
Crónica de una catástrofe anunciada. ¿Cómo se ha vivido
esta tragedia desde el mundo del arte y del cine, en particular? ¿Cuál debería ser su papel en este contexto?
Ha sido una tragedia tremenda para todo el país, para
los artistas también. Por ejemplo, murió la hija del editor
de mis películas. Murió un cineasta que había trabajado
con nosotros y que había ganado algunos premios. Hubo
pérdidas en todos los campos. Es una verdadera tragedia.
Ahora, los cineastas y los artistas tienen que contribuir a
hacer entender mejor la dimensión de esta tragedia, que
no sólo se debió a una catástrofe natural; es una catástrofe
humana también. Es también resultado de la negligencia
criminal de los dirigentes haitianos, que ha hecho que se
registraran tantos muertos en este terremoto. Los artistas
en todos los países del mundo, sea cual sea el régimen, tienen que tener siempre un ojo crítico. Tenemos que tratar
de entender los hilos de la tragedia para que no se repita.
Porque la gran tragedia de nuestros países, aparte de todas
las que hemos vivido, consiste en olvidar siempre lo que
ha pasado y en repetir los mismos errores.
* Crítico de cine y periodista.
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libros
1era. quincena de agosto 2010
Franz Tamayo: mito y tragedia
Mario Frías Tamayo*
Presentación del libro de Alberto Bailey sobre la mitología, la tragedia y las dos “tragedias griegas”
de Tamayo: Prometheida y Scopas.
H
ay un refrán español que dice: “de tal palo, tal
astilla”. La Biblia sentencia: “por sus frutos los
conoceréis”. Antes aún, los antiguos griegos
se referían a lo mismo con estas palabras:
Toi=oj goneuÜj oiåa gonh/
Cual el engendrador, tal el engendrado
Tengo ahora el honroso privilegio, la eu)tuh/,
como decían Sófocles, Esquilo, Platón y otros amigos
cuya palabra escrita, venciendo peripecias múltiples,
nos ha llegado desde la antigua Grecia, de presentar
el libro Franz Tamayo: mito y tragedia, que es la astilla,
el fruto, la gonh/, que conduce al conocimiento y valoración de las dotes intelectuales de su autor, Alberto
Kit Bailey Gutiérrez, una rica personalidad cultivada
en la tierra fértil de la humanidades clásicas y de la reflexión filosófica. [...] Bailey Gutiérrez es autor, fuera
de numerosos trabajos publicados en revistas especializadas, de dos señeras obras, que con justo merecimiento se inscriben, entre las destacadas, en el catálogo
del patrimonio bibliográfico nacional. La primera es
una calópida traducción directa del original latino de
los cuatro libros de odas del inigualado poeta romano
Quinto Horacio Flaco. La calidad de esta traducción
está plusvaluada por la impecable edición bilingüe, que
salió con el sello de Plural editores. La segunda obra,
con el mismo sello editorial, titulada Tiempo y muerte en
la Iliada, consiste en un erudito estudio de la inmortal y
siempre actual epopeya homérica, centrado en los dos
conceptos enunciados en el título del libro.
Eso, muy sucinta y brevemente, en lo que toca al
palo y al goneu/j. Y ahora corresponde decir algo, solo
algo, de la obra que presento, pues todo lo demás del
gran tesoro que contiene, dejo para la admiración y deleite de los no pocos lectores que recorrerán aquellas
fedróforas páginas.
Franz Tamayo: mito y tragedia es un libro tetracéfalo, es decir que consta de cuatro capítulos. El primero,
Mito y mitología, oficia de guía a lo largo de un prolongado recorrido por el mito como tal y por la amplia
variedad de mitos creados en diversas civilizaciones,
señalando su génesis, su significación e importancia en
la sociedad humana, en cuanto reveladores de la identidad de los pueblos que los crearon. En muchos casos,
como afirma Bailey, el mito “se ha constituido en un
elemento indispensable para entender y poner en su
justa dimensión a los seres humanos.” Demuestra que
a partir del mito se dio el primer paso a la ciencia y a
la racionalidad. ¿No es acaso el mito el elemento que
juega un papel decisivo en la investigación psicológica
y en los tratamientos psiquiátricos? El amplio espectro
abarcado por los mitos obligó a Alberto a proceder a su
clasificación, atendiendo a la tan amplia y variada temática. Un punto de interés es el despliegue que realiza
por los mitos americanos y, finalmente, por aquellos
propios de nuestras culturas autóctonas.
El segundo capítulo está dedicado a la tragedia,
concebida como la consagración del mito. No ha de
perderse de vista que el término consagración apunta
al acto de convertir lo profano en sagrado, es decir en
algo que se deposita, para siempre y exclusivamente, en
manos de la divinidad. En la visión de Alberto, por lo
tanto, la tragedia, y aquí se trata de la tragedia griega,
* Escritor, filólogo y traductor de obras clásicas.
transforma al mito en obra de arte. Es una poi/hsij y,
como tal, de acuerdo con la mentalidad helena, la poesía era inspirada por los dioses, de suerte que el poeta
no pasaba de ser un transmisor de las divinas voces. La
Iliada comienza con este grave y sonoro hexámetro:
Mh=nin aãeide, qea/, Phlhia/dew A)xile/oj, es decir
“canta oh diosa, la cólera de Aquiles.” El poeta, en consecuencia, no estaba llamado a jugar otro papel que no
fuera el de hacer escuchar la voz divina, no la propia,
portadora de un contenido cuya profundidad sapiencial estaba simbióticamente consubstanciada con una
depurada y elevada estética. He ahí por qué las obras
de la literatura clásica son perennes: rigen en todos
los tiempos triunfando sobre los poderes temporales y
espaciales. El hombre de la época y de la latitud que
fueren se reconoce en ellas por el simple hecho de que
lo enfrentan a los fundamentales cuestionamientos que
su esencia humana le plantea: la existencia, la vida y la
muerte, el destino y la libertad, el amor y el odio, el premio y el castigo, en fin, una larga serie de opuestos que
en algún momento llaman a la reflexión al hombre, atormentándolo en su espíritu. De todo ello hablan los mitos
artísticamente tratados en las piezas del género trágico
que, en el caso de la literatura griega antigua, están presentados con un arte al que no es posible superar.
Por eso, en este segundo capítulo, el autor se detiene minuciosamente en la tragedia griega, abordándola
a partir de su origen, siguiendo su evolución, señalando
sus notas esenciales, su sentido y mensaje y, en cuanto a
la forma, analizando su estructura, lenguaje y arte. Recala en los tres grandes de la tragedia: Esquilo, Sófocles
y Eurípides, para pasar luego a los siglos posteriores en
los que saltan los nombres de Shakespeare, Corneille,
Racine, Goethe y otros de proyección universal.
El capítulo tercero responde al título “Prometeo:
el mito trasciende a la tragedia”. Encuentra aquí el lector, en un amplio y analítico desarrollo, el fenómeno
de que un mito consagrado por la tragedia sale de ella
para pervivir como un arquetipo, para ocupar un espacio en el imaginario de un pueblo, para representar
un ideal, personificar una ideología, o modelo de vida,
aún una filosofía o una aspiración religiosa. Algunos se
han convertido en prototipos de heroísmo o símbolos de realidades psicológicas o en objetos no sólo de
admiración para no pocas personas sino también una
identificación.
Demuestra Alberto Bailey en el tercer capítulo de
su obra que uno de los mitos que ha trascendido la tragedia es el mito de Prometeo, el cual fue presentado por el
poeta Hesíodo en dos versiones y enriquecido o modificado con otros matices en años posteriores, todavía en la
Antigüedad. La relación y el análisis de este mito son exhaustivos en el libro que se presenta. Dedica decenas de
páginas al estudio de la manera como ha sido tratado en
la trilogía de Esquilo, destacando tanto la extraordinaria penetración en el alma humana y en su significación
filosófica, como la también extraordinaria belleza de la
composición poética. Pero no acaba ahí, porque el mito
trasciende la tragedia. En lo que va de Esquilo a nuestro
días, que no es poco, el mito de Prometeo ha concitado
el interés de estudiosos en diversas parcelas del saber que
le han dedicado sus desvelos intelectuales a practicarle
nuevos análisis e interpretaciones a la luz de las ciencias
que respectivamente cultivan.
Pero el tema no queda ahí. En el prolongado y
completo seguimiento que Bailey Gutiérrez hace del
mito de Prometeo, guía al lector por la senda en la que
han ido surgiendo nuevas versiones literarias o creaciones de corte trágico fundadas en este mito. Cita a
decenas de autores que a lo largo del tiempo, desde
remotos tiempos hasta la modernidad, han compuesto
alguna obra centrada en aquel héroe cuyo nacimiento
tuvo lugar en la Grecia clásica. No sólo en el campo
de la dramática sino también en la lírica. Ha sido, asimismo este personaje inspirador para los escultores y
célebres compositores de música que también alcanzó
la categoría de clásica.
Finalmente, el capítulo cuarto, cuyo titular es “El
mito y la tragedia en Franz Tamayo”, comienza con una
panorámica relación de la vida del poeta, aportando todos los datos posibles, que no son muchos, si se deja de
lado lo meramente anecdótico, terreno en el que suele
imperar la deformación fantasiosa. Hace referencia a la
familia, niñez y juventud de don Franz, al medio en el
que vivió, a sus primeros estudios, los que, según relata,
se habrían realizado fuera de escolaridad sistematizada,
y a la singular forma como obtuvo el título de abogado
sin haber completado el plan de estudios. No omite su
paso por alguna universidad europea, como tampoco el
conocimiento, supuestamente profundo, que Tamayo
tuvo de las lenguas clásicas latina y griega.
En este punto de la formación de don Franz cabe
hacer un paréntesis. Existe una deuda biográfica hasta
ahora no saldada por los historiadores, entre los cuales
se cuentan, a no dudarlo, algunos admiradores del poeta, pensador y político. No han subsanado esta falencia
mediante una investigación llevada a cabo con la debida
seriedad profesional. ¿Habráse preocupado alguien de
buscar en los registros y archivos de la Facultad de Derecho de la umsa los documentos que dejen constancia
de que Tamayo hubiera estado inscrito en aquella Facultad y de que habiendo vencido solamente algunas materias (¿cuáles?) solicitara que se le recibiera el examen de
abogado y de que las autoridades académicas le hubieran
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libros
1era. quincena de agosto 2010
Entrevista al filósofo Tomás Abraham
“El maestro no tiene discípulos,
los discípulos tienen maestro”
O
hecho tal concesión, así como respecto de otros detalles,
por ejemplo, la conformación del tribunal examinador,
el acta de la prueba, las calificaciones? Menos probable
es todavía el que algún investigador hubiese acudido a la
Sorbona para indagar cuándo y en qué circunstancias el
señor Franz Tamayo Solares estudió en aquella casa de
estudios superiores, con especificación de las asignaturas
tomadas, de los profesores, del tipo de cursos en los que
se habría inscrito y demás datos que echarían muchas
luces para un mejor conocimiento de la personalidad del
biografiado, sobre todo en lo que concierne a su formación intelectual y a la comprensión e interpretación de
sus obras, especialmente de las poéticas.
Volviendo al libro de Alberto Bailey, corresponde
señalar que en el cuarto y último capítulo se presenta una detallada relación de la actuación de don Franz
Tamayo en la política nacional, en la diplomacia y en
asuntos de fundamental interés de la patria, como la
educación, las relaciones con Chile, la cuestión marítima. Pero es el Tamayo poeta el que abarca la parte mayor de esta sección de la obra. El estudio está centrado
principalmente en la Prometheida. El análisis y la interpretación, realizados con esmero y prolijidad terminan
en una justa valoración de esta tragedia en la que, con
nuevos matices y aportaciones personales, es retomado
por el eminente vate boliviano el mito de Prometeo.
Para Alberto Bailey “La figura de Franz Tamayo se presenta con gran esplendor y al mismo tiempo
como la encarnación de un destino trágico”, según textualmente afirma al término de este libro.
Franz Tamayo: mito y tragedia es fruto de la sólida
formación clásica y filosófica de su autor. No pudo tener
sino un padre intelectualmente cultivado en las obras
cumbres de la poesía y de la prosa de aquellos griegos
y romanos que en sus escritos ofrecen un paseo fundacional por la filosofía, la historia, la ciencia, sentando las
bases de la cultura occidental cuyo alcance llega, de una
u otra forma, a todos los puntos del planeta.
Una última y necesaria acotación es que cada uno
de los capítulos de este libro constituye una unidad en
sí mismo, de suerte que su contexto es el propio texto.
Pero, a su vez, hay un hilo que los engarza, pues los tres
primeros viene a ser un introito del cuarto dedicado a la
Prometheida y, de refilón, a la Scopas, la otra tragedia tamayana. No queda sino felicitar a Alberto por esta obra
y agradecerle profundamente por este valioso aporte a
la bibliografía nacional, en beneficio de la educación
y la cultura y celebrar que el rico contenido del libro
haya salido a la luz en una pulcra y bien cuidada edición, característica del sello Plural editores.
rganizado por el Goethe-Institut y el gestor
cultural Jorge Luna Ortuño, el I Seminario de
filosofía para no-filósofos titulado El devenirfilosofía del arte, realizado los primeros días de
agosto, ofreció un espacio diferente abierto a la posibilidad de encuentros y conexiones entre personas provenientes de campos diferentes, entre percepciones diversas, pero reunidas en base a ciertas afinidades a nivel de
los intereses y las inquietudes. El filósofo argentino Tomás Abraham, el invitado especial, captó la atención de
todos los presentes a partir de una elocuencia, claridad,
capacidad de síntesis y sentido del humor, francamente
formidables. Nueva Crónica conversó con él. Aquí dejamos desparramados algunos trozos de su modo de pensar
para que sean recogidos por el lector:
El descubrir es algo que me pasa casi todos los días.
No necesito entrar en un terreno virginal como si nada
hubiera pasado para descubrir lo nuevo. Cuanto más
meto sedimentos en mi memoria más frescos tengo los
ojos para ver cosas nuevas. No es que el cúmulo de lecturas filosóficas me cansa la vista; me la renueva.
***
La filosofía me enseñó a decir que no. Eso para mí
es la filosofía: es un modo de pensar el no. La vida de un
adolescente, como yo lo era, en sí misma era una obligación; se llamaba obediencia, respeto, cumplimiento, decir
la verdad, no cuestionar aquello que se ve y lo que no se
ve… Y así yo me estaba muriendo, estaba engordando, y
no hablaba, era tartamudo. Tenía mucho miedo al castigo. La filosofía me enseñó a decir que no. Vi un diálogo
de Platón y ahí estaban discutiendo todo el tiempo. ¿Qué
era eso de discutir? No entendía eso de no estar de acuerdo. Después vino el mundo de Sartre –que es una novela
en sí– en el mundo de Paris, era un mundo de aventuras,
de libros, de escritura, de amores, de independencia y
rebeldía, entonces yo entré a un mundo ahí; ese fue el
primer contacto que tuve con la filosofía y me sedujo para
ya no salir más de ella.
***
Tanto Deleuze como Foucault me enseñaron a decir que sí. Deleuze por la imagen del pensamiento que
se diagrama con conexiones. Rizomas. Y Foucault por
su modo de expresarse sin censura, de hacer un pensamiento de combate. Es el sí de la afirmación. Para
nada es contradictorio con el otro no. Son dos caras de
una misma moneda. El sí de la libertad necesita del no.
Hacer filosofía implica decirle que no a aquellos que te
piden antecedentes, una identidad bien delimitada, y el
deber de conocer todo, antes de pensar algo. Hay que
decir que no a todos aquellos que te quieren encasillar
en alguno de los lugares previstos, controlables, tanto
en la universidad como en la vida pública y en general.
Uno tiene que hacer su camino de pensamiento, y este
camino se hace siendo propietario de tu propia página.
Tienes que ser dueño del soporte material en el que vos
estás expresándote. Si alguien entra y te corta las alas,
bueno estás trabajando para otro. El pensar no tiene
otro. Y el sí se refiere a un abrirse a todas las posibilidades de conexiones. La imaginación teórica necesita
de lo inesperado, de lo imprevisto. Tanto es necesaria la
disciplina del trabajo, del compromiso y la constancia,
para poder pensar, como de lo imprevisto. Ese camino
debe ser tan riguroso como loco.
***
Nadie le puede decir a otro que diga que no. No
hay un maestro ni una autoridad que vaya a decirle al otro
que diga que no. Los problemas en los que vive cada uno
los resuelve cada uno. Esa función delegativa y autorizada del intelectual que sabe lo que los otros no saben, o
que deberían querer… esa es una figura tradicional del
siglo xix que está bastante puesta en tela de juicio. Uno
puede conectarse con otra gente a través de los intereses
que uno tiene, si hay conexión con los intereses que otro
tiene, y esto va a producir algún espacio, que no se sabe
bien cuál es. En todo caso, yo estoy hablando del no y
del sí que me tocó a mí en mis circunstancias. Y eso me
abrió un camino hacia el mundo. Pero no es un camino
en el que yo les voy a decir a los otros lo qué tienen que
hacer. Es un camino en el que yo siembro lo mío y en el
que encuentro a otros sembradores, y se van produciendo cosas.
***
Un maestro es alguien que te ilumina, que con un
pensamiento suyo te abre un camino, porque vos vas a
transitar mucho tiempo. ¿Qué vas a hacer en ese camino?
Es cosa tuya. Pero te abre caminos, te sorprende con algo
que dice, con algo que piensa, con una asociación, una
conexión que hace. Por algún lado te reafirma en algo
que de alguna manera vos andabas buscado. Y le da un
nombre. Y eso a vos te marca el terreno de algo indeterminado, indefinido que andabas buscando. Porque algo
andabas buscando. Nunca podrías encontrar a un maestro si no estuvieras buscando algo. El maestro, Foucault,
por ejemplo, no tiene discípulos. Los discípulos tienen
maestro pero los maestros no tienen discípulos. Él no tiene idea de quién soy. Un maestro hace su camino, y hay
otros que de su camino se inspiran. ¿Qué hacen con esa
inspiración? Cualquier cosa.
***
El profesor es una figura que deposita saber en
el ignorante. En cambio el maestro no le transmite un
saber al discípulo; lo que le transmite es un modo de
hacer. Lo que uno aprende es en qué modo hace las
cosas. El modo, la práctica, cómo lo hace. A un maestro
hay que mirarle cómo hace lo que hace.
***
La filosofía es para cualquiera, pero ese cualquiera
se tiene que romper el alma, tiene que estudiar. Se necesita de rigor, disciplina, constancia, compromiso, como
en cualquier arte. En la filosofía no hace falta don, son
cosas de la vida que te pasan, que te empujan. Cualquiera
puede ser filósofo, porque hay una distribución equitativa de la inteligencia, pero va a serlo al final aquel que
trabaja. El acceso al conocimiento filosófico está abierto.
***
El corazón caliente no sirve para pensar. Lo que
sirve es la observación, la sensibilidad, la malicia, la irreverencia. El corazón te vuelve tonto. La admiración es
una forma de amor filosófico. Hay que tomar distancia
con respecto a sus propios sentimientos, tener sentido
del humor. Cuando uno habla mucho de corazón habla
de desahogo, pero no pasa nada. Pensar es otra cosa.
Pensar en sí es olvidarte un poco de vos, porque sino es
un lamido de heridas. Para pensar hay que salir de sí. El
corazón te retiene, te reterritorializa en Edipos, quejas,
identificaciones, lamentos.
Tomás Abraham es profesor titular de filosofía de la UBA.
Director del Colegio Argentino de Filosofía. Autor de
Historia de una biblioteca. De Platón a Nietzsche,
que se suma a su ya importante bibliografía.
Véase su blog, para mayores referencias.
18 /
ocho y medio
1era. quincena de agosto 2010
Un encuentro explosivo: una lenta bomba de tiempo
Mauricio Souza Crespo
Un crítico, por otra parte muy serio, tituló su reseña de Un encuentro explosivo así: “Tom Cruise: por favor, cállate la boca”. Otro crítico
serio propuso el siguiente juicio: “Esta película plantea una interesante hipótesis: ¿qué pasaría si Jason Bourne fuera un cojudo?”.
U
no: Un espectador en la fila de adelante no
dejó de quejarse de lo que –presumo– consideraba las improbabilidades de la película. Si,
por ejemplo, Tom Cruise saltaba de una motocicleta al parabrisas de un auto a 130 kilómetros por
hora o “le hacía el entre” a la rubia de rigor mientras
mataba a unos 92 ó 93 malos, este espectador emitía
unos gruñidos de disconformidad, especie de lentos y
guturales “yaaaa, a ver” (o “yaaa, haber…”?). En suma,
las piruetas del señor Tom Cruise y la señorita Cameron Diaz no lo convencían para nada. La pregunta
ineludible es simple: ¿qué esperaba de una comedia
romántica de acción, con las ya mencionadas estrellas
y las correspondientes imágenes generadas en computadora, las muchas que pueden financiar 120 millones
de dólares? ¿Un documental? Pero acaso aquel señor
gruñón era el espectador ideal de la película: escéptico
pero divertido, un poco disconforme con “la falta de
realismo” en el producto (quizá para no sentirse culpable disfrutando tonterías) y radicalmente distraído (ese
mismo espectador sostuvo una animada conversación
por celular en media película y, a juzgar por el estado
de su butaca al terminar la función, enfrentó problemas controlando la conexión pipocas-boca: dejó un
promontorio de restos en los alrededores).
Dos: Supongamos que tiene alguna importancia
contar, brevemente, de qué va al asunto: en un aeropuerto, Cruise se tropieza con una rubia casi cuarentona, Diaz. Coqueteos van y vienen, se suben al avión y,
minutos más tarde, el galán ha despachado de diversas
formas (tiros, cuchilladas, golpes) a la tripulación. La
chica se salva, claro. Lo que sigue no
requiere mayor resumen: varios países,
persecuciones en diversos medios de
transporte, más saltos, peleas cuerpo a
cuerpo, tiroteos, malos con algún tipo
de acento, etc. Entre tanto, el coqueteo
pasa también a mayores y se revela un
romance en regla.
Tres: Hay por lo menos tres teorías
posibles sobre esta película. La primera:
el postulado encanto de sus estrellas es
sofocado por el abuso de efectos generados digitalmente. En la batalla, ganan
las máquinas y perdemos nosotros. La
segunda: sus estrellas, Cruise y Diaz,
venidas a menos por una serie de fracasos cinematográficos y escandaletes
mediáticos, necesitaban un “lavado de
imagen”. Ergo, esta película. La tercera:
la cinta es un fiasco exasperante, entro
otras razones porque Tom Cruise no
se calla en sus 130 minutos y Cameron
Diaz no deja de emitir chillidos y frases
tales como “hooo, hooo, my godddd”.
Es probable que estas tres teorías no
sean incompatibles, es decir, que las tres
sean justas, a la vez.
Cuatro: Que la película se apoya
por completo en efectos generados en
computadora (CGI) es evidente. No
por nada el chistecito costó 120 millones de dólares, que serán recuperados
apenas (pues, a dos meses de su estreno
en Estados Unidos, es claro que Un encuentro explosivo
será un fracaso de taquilla). Se habla, al respecto, de un
cambio en la industria: se dice que las estrellas, por sí
solas, no son suficientes. O sea: si los efectos o lo que los
empresarios llaman “el concepto” fallan, el resto no puede ser salvado ni por Tom Cruise. Un encuentro explosivo
se abre como si se tratara de una prometedora comedia
de suspenso a la Hitchcock (encuentros “casuales”, identidades confundidas, etc.), pero deriva en un videojuego
violento. E incluso para esos espectadores alimentados
en videojuegos es un juego inverosímil.
Cinco: Desde su divorcio de Nicole Kidman, el
señor Cruise anda de capa caída. A una triste seguidilla
de papeles serios en cintas desastrosas (v.g.: Valkyria),
hay que sumarle apariciones desquiciadas en los medios
(se subió a sillas gritando su amor por x o z, profirió una
sarta de incoherencias sobre la cienciología, su culto a
los extraterrestres). Y la señorita Diaz, con la excepción
de la voz de la princesa Fiona en Shrek, no ha estado en
una película exitosa en diez años. Se trataba de crear el
producto que los reivindique, sin escatimar en gastos.
Seis: Pero no siempre: incluso el intento del señor Cruise de parodiarse a sí mismo termina siendo tan
molestoso como el señor Cruise en persona. (Porque
en la película, Cruise interpreta a Cruise: muestra los
dientes, fatiga su mejor perfil, dice a mil por hora las
incoherencias y frases hechas que lo acompañan fuera
de la pantalla). Se habla también, a propósito de esto,
del poder ilimitado de las estrellas: Cruise puede forzar
a una compañía a invertir 120 millones en un mamarracho, imponer directores y co-estrellas, definir efectos.
Un dato es ilustrativo: como Cruise es algo petiso para
ser una estrella de acción (mide 1 metro 70), el cielo
raso de los sets es más bajo, así no se ve enano.
Siete: La tercera teoría es breve. Un crítico estadounidense, por otra parte muy serio, tituló su reseña
de Un encuentro explosivo así: “Tom Cruise: por favor,
cállate la boca”. Otro crítico serio propuso el siguiente
juicio: “Esta película plantea una interesante hipótesis:
¿qué pasaría si Jason Bourne fuera un cojudo?”. En fin:
la animosidad contra el señor Cruise, ampliamente
motivada, abunda en las filas del gremio crítico. Y esta
película paga ese rencor porque es considerada un vanidoso ejercicio a su servicio.
Ocho: Un crítico aun más serio distingue dos tipos de comentario cinematográfico: el que llama “indistinto”, por un lado, y el “diacrítico”, por el otro. En
el primer caso, nos ocupamos de declarar que algo nos
gustó o no, sin la obligación de explicitar la lógica que
rige ese gusto. En el segundo, el comentario diacrítico,
establecemos un juicio de valor “estético” comparativo,
pensando en la “calidad”, los “estilos”, la “historia del
cine”. Si los comentarios indistintos se concentran en
el placer y el olvido, también anotan lo que se ve: las
estrellas. En cambio, los apuntes diacríticos se toman
el trabajo de identificar directores y estilos. ¿Cómo se
comportaría Un encuentro explosivo sometida a esta distinción? Nuestro juicio indistinto sería rápido (“no, no
nos gustó”) y meterse con el otro, el diacrítico, sería
una pérdida de tiempo.
Y medio: Cameron Diaz, o su personaje, resume
la situación hacia la mitad de Un encuentro explosivo:
“Estaba ocupada de mis cosas, en un día como cualquiera, y de repente me vi arrojada a Gran Theft Auto
[el juego de video]”. Quizá ese momento autoreflexivo
resuma la experiencia del espectador. Con esta y otras
películas.
* Periodista y catedrático
La furia del río
Claudia Peña Claros
Plural editores / Novela
En La furia del río, Claudia Peña
Claros le sigue los pasos a la injusticia, convoca sus crímenes: el hijo
del patrón, Antonio, mata a golpes
al mejor futbolista del pueblo, Manuel. Eleuterio Medina, padrino del
futbolista, ya no podrá vivir en paz
con la injusticia, incapaz de volver al
“así nomás de las cosas”. Una de las
diversas y precisas voces que construyen la novela anuncia de hecho
la que será su obsesión, su registro mayor: “Yo soy la rabia”, dice.
Y explica: “Vengo desde ese antes
que hombres y mujeres han querido desaprender. Ellos borraron las
palabras y las huellas, deseando olvidarse del dolor para seguir. Yo me
encargo de que no sea así”.
Claudia Peña Claros (Santa
Cruz, 1970) es investigadora social,
narradora y poeta. Ha publicado las
colecciones de cuentos El Evangelio
según Paulina (2003) y Que mamá no
nos vea (2006) y los poemarios Inútil
ardor (2005) y Con el cielo a mis espaldas (2007). Uno de sus cuentos,
“Verde”, fue adaptado al cine por
Rodrigo Bellot en el 2009. La furia
del río es su primera novela.
/ 19
libros
1era. quincena de agosto 2010
Mientras cae la noche
Toda una noche la sangre
Renato Prada Oropeza
Juan de Recacoechea
Plural editores / Novela
Plural editores / Colección Novela
Mientras cae la noche es la cuarta
novela de Renato Prada Oropeza.
La narración tiene como fondo y
marco el sangriento golpe de Estado encabezado por el entonces
coronel Hugo Bánzer. Este marco
condiciona al personaje central,
Horacio, un tímido empleado que,
en el tiempo que roba a su trabajo
y la vigilancia de su esposa, escribe una novela. El clima de terror
que desencadena el extremismo
fascistoide es el aire favorable para
que la caja de Pandora, que es cada
hombre, algunas veces se abra y
deje manifestarse lo que reprime.
El relato se detiene en cuadros de la violencia auspiciada por
los reaccionarios. Dentro de esta
maraña de la araña siniestra, Horacio teje, a su vez, su propia fantasía.
El relato se desliza hasta que, sin
imaginárselo el lector, la “realidad” de la violencia y de “la novela
dentro de la novela” de Horacio se
confunden.
Esta edición, la primera boliviana, ha sido revisada por el autor.
Se ha eliminado en ella las deficiencias de la edición mexicana.
En Toda una noche la sangre, Juan de
Recacoechea reconstruye –desde la
ficción– el secuestro, tortura y asesinato de Luis Espinal. Esta novela
reaparece, en una edición corregida, a 30 años de los hechos que la
inspiran. El protagonista, Antonio
Sivalic, es alcohólico, amante y ajedrecista consumado. Es también –o
sobre todo– un paramilitar. Hijo de
croata y educado en la admiración
al movimiento nazi, Sivalic es de
aquellos que alguna vez creyeron en
la causa de los golpistas Barrientos
y Banzer. Pero en 1980 Sivalic ya
es un escéptico: conoce las miserias
de los militares y los nuevos aprestos
golpistas y la gente que participa en
ellos ni lo apasionan ni lo convencen.
Un poco por necesidad, un poco por
inercia, acaba sin embargo aceptando una última misión: el secuestro e
interrogatorio de un sacerdote jesuita, crítico de cine y director de un
influyente semanario de izquierda.
Como en otras novelas de Juan de
Recacoechea, aquí el protagonista
descubrirá que las astucias del poder
configuran un brutal o esquivo laberinto destinado a perderlo.
La cola del diablo
Gonzalo Otero
Plural editores / Novela
Con la publicación de esta novela
se hace justicia a Gonzalo Otero,
un escritor que fue, hasta su muerte en el 2004, un gran desconocido
de la literatura nacional, a pesar de
haber publicado dos novelas: Las
máscaras de rey sobre la tierra (1986)
y La guerra de La Paz (2001).
La cola del diablo es un análisis
del abuso de poder. Tras un golpe
de Estado, le llega la hora a un generalito. Esta es pues, entre muchas
otras cosas, la historia del general
pequeño y duro, que entró al palacio
marchando fuerte sobre un montón
de muertos. En su narrativa, Otero cuenta una historia, la nuestra,
marcada por el sino de la tragedia,
de la violencia, del tropezar en las
mismas piedras, del no aprender
del pasado. En esta memoria viva
de los muertos, Otero nos dice que
el país fue siempre propiedad privada de algunos vivos que sembraron
su geografía de muchos muertos. El
lector podrá descubrir las varias lecturas que propone el texto: lo que
dice, lo que sugiere y lo que susurra: pesadillas que el país no quiere
recordar.
Celebremos la bibliodiversidad
L
a xv Feria Internacional del
Libro de La Paz será anfitriona de la reunión de la Red
Hispanohablante de la Alianza
Internacional de Editores Independientes (aiei), una asociación con
sede en París que reúne a centenares
de editores en los cinco continentes.
Con la cooperación activa de la Cooperación Regional Francesa para los
Países Andinos, la Cámara del Libro
de La Paz y Plural editores, los representantes de colectivos nacionales
de México, Colombia, Perú, Chile,
Argentina y Uruguay celebrarán una
“Cumbre” para examinar los programas de coediciones, la circulación del
libro en América Latina y España, los
desafíos y oportunidades para la bibliodiversidad que ofrecen las nuevas
tecnologías, y las políticas públicas
destinadas al fomento de la lectura en
un escenario de fuerte concentración
de la edición en grandes conglomerados transnacionales. Pablo Odell del
Observatorio Iberoamericano de la
Edición Independiente y Pablo Arratia de Colombia participarán en las
conferencias de las jornadas profesionales que se desarrollarán los días 19,
20 y 21 de agosto en el campo ferial de
Seguencoma.
Simultáneamente a estas jornadas, 20 editoriales de 8 países expondrán sus novedades en un stand
colectivo de la aiei. Los lectores bolivianos podrán acceder a más de 600
títulos que difícilmente se encuentran
en nuestras librerías. La presencia de
las editoriales independientes será sin
duda una de las principales novedades
de la Feria, junto a la participación de
Italia como invitado especial. Entre
las editoriales participantes con mayor recorrido están era de México,
lom y Cuarto Propio de Chile, La
Marca y Marea editorial de Argentina, Trilce de Uruguay, peisa de Perú,
Icono y Desde Abajo de Colombia y
Txalaparta del País Vasco.
Este año, el lema elegido para la
Feria fue “Celebremos la bibliodiversidad”. Las actividades descritas dan
cuenta de una manera muy significativa de hacerlo.
La interrupción del subalterno
John Beverley
Plural editores–Universidad
de Pittsburgh / Ensayo
El cine, la crítica cultural, el testimonio, las artes performativas son
algunos de los objetos de lectura
de los once ensayos reunidos en
La interrupción del subalterno. Su
autor, el reconocido latinoamericanista norteamericano John Beverley, piensa que estos ensayos
se inscriben, todos ellos, como
contribuciones a una problemática. En su introducción, define esa
problemática:
“El neoliberalismo, como
doctrina, no puede ofrecer una
normatividad positiva suficientemente fuerte para disciplinar (o
inspirar) a las sociedades. Presenciamos, como resultado, la
irrupción de nuevos sujetos y movimientos populares extremadamente heterogéneos que, a su vez,
han nutrido las nuevas formas de
la izquierda en América Latina.
En el pasado estas irrupciones solían venir desde fuera del Estado.
Pero hoy, en muchas partes de
América Latina, lo subalterno se
ha ‘vuelto el Estado’. Los ensayos
aquí reunidos buscan intervenir
en esta coyuntura|”.
20 /
1era. quincena de agosto 2010
Carlos San Millán, artista invitado
La otra orilla
El tiempo
Jorge Luis Borges (1899-1986)
E
l tiempo es la imagen de la eternidad.
Yo creo que esto último nos
ayudaría a entender por qué el
tiempo es sucesivo. El tiempo es sucesivo porque habiendo salido de lo eterno quiere volver a lo eterno. Es decir,
la idea de futuro corresponde a nuestro
anhelo de volver al principio [...] todo
el mundo, todo el universo de las criaturas, quiere volver a ese manantial
eterno que es intemporal, no anterior
al tiempo ni posterior; que está fuera
del tiempo. Y eso ya quedaría en el ímpetu vital. Y también el hecho de que el
tiempo está continuamente moviéndose. Hay quienes han negado el presente.
Hay metafísicos en el Indostán que han dicho que no hay un momento en que
la fruta cae. La fruta está por caer o está en el suelo, pero no hay un momento
en que cae.
¡Qué raro pensar que de los tres tiempos en que hemos dividido el tiempo
–el pasado, el presente, el futuro–, el más difícil, el más inasible, sea el presente!
El presente es tan inasible como el punto. Porque si lo imaginamos sin extensión, no existe; tenemos que imaginar que el presente aparente vendría a ser un
poco el pasado y un poco el porvenir. Es decir, sentimos el pasaje del tiempo.
Cuando yo hablo del pasaje del tiempo, estoy hablando de algo que todos ustedes sienten. Si yo hablo del presente, estoy hablando de una entidad abstracta.
El presente no es un dato inmediato de nuestra conciencia.
Nosotros sentimos que estamos deslizándonos por el tiempo, es decir, podemos pensar que pasamos del futuro al pasado, o del pasado al futuro, pero
no hay un momento en que podamos decirle al tiempo: “Detente. ¡Eres tan
hermoso!”, como quería Goethe. El presente no se detiene. No podríamos imaginar un presente puro; sería nulo. El presente tiene siempre una partícula de
pasado, una partícula de futuro. Y parece que eso es necesario al tiempo. En
nuestra experiencia, el tiempo corresponde siempre al río de Heráclito, siempre
seguimos con esa antigua parábola. Es como si no se hubiera adelantado en
tantos siglos. Somos siempre Heráclito viéndose reflejado en el río, y pensando
que el río no es río porque ha cambiado las aguas, y pensando que él no es Heráclito porque él ha sido otras personas entre la última vez que vio el río y ésta.
Es decir, somos algo cambiante y algo permanente. Somos algo esencialmente
misterioso. ¿Qué sería cada uno de nosotros sin su memoria? Es una memoria
que en buena parte está hecha del ruido pero que es esencial. No es necesario
que yo recuerde, por ejemplo, para ser quien soy, que he vivido en Palermo, en
Adrogué, en Ginebra, en España. Al mismo tiempo, yo tengo que sentir que no
soy el que fui en esos lugares, que soy otro. Ése es el problema que nunca podremos resolver: el problema de la identidad cambiante. Y quizá la misma palabra
cambio sea suficiente. Porque si hablamos de cambio de algo, no decimos que
algo sea reemplazado por otra cosa. Decimos: “La planta crece”. No queremos
decir con esto que una planta chica deba ser reemplazada por una más grande.
Queremos decir que esa planta se convierte en otra cosa. Es decir, la idea de la
permanencia en lo fugaz.
La idea del futuro vendría a justificar aquella antigua idea de Platón, que el
tiempo es imagen móvil de lo eterno. Si el tiempo es la imagen de lo eterno, el
futuro vendría a ser el movimiento del alma hacia el porvenir. El porvenir sería
a su vez la vuelta a lo eterno. Es decir, que nuestra vida es una continua agonía.
Cuando San Pablo dijo: “Muero cada día”, no era una expresión patética la suya.
La verdad es que morimos cada día y nacemos cada día. Estamos continuamente
naciendo y muriendo. Por eso el problema del tiempo nos toca más que los
otros problemas metafísicos. Porque los otros son abstractos. El del tiempo es
nuestro problema. ¿Quién soy yo? ¿Quién es cada uno de nosotros? ¿Quiénes
somos? Quizá lo sepamos alguna vez. Quizá no. Pero mientras tanto, como dijo
San Agustín, mi alma arde porque quiero saberlo.
Cf. Jorge Luis Borges: Obras completas, 1975-1988, v. 4,
Buenos Aires, Emecé, 2005, pp. 221-222.
Pintar la realidad
L
a pintura de Carlos San Millán posee un elevado componente autobiográfico. Sus
temas pertenecen a su entorno físico inmediato, a su realidad
más próxima, debido en su mayor
parte a la necesidad que tiene de
pintar del natural siempre que le es
posible, y a su convencimiento de
que no hace falta ir muy lejos para
encontrar la esencia de las cosas y
de la vida misma. Define su trabajo
como una búsqueda continua, frustrante en muchas ocasiones, un intento de atrapar esos retazos sutiles
de significación que se desprenden
de todo cuanto nos rodea, de captar
el alma de los objetos; confiesa estar
obsesionado con llegar a un modo
de representación de la materia satisfactorio y definitivo. Citando a
Caspar David Friedrich afirma, por
otro lado, que “el pintor no ha de
pintar simplemente lo que ve delante de sí, ha de pintar también lo que ve dentro de
sí mismo, porque de otro modo los cuadros aparecerían como biombos tras los que
sólo se adivinarían objetos carentes de vida”.
Algo que llama la atención al acercarnos a la obra de este pintor es que casi nunca le pone título a sus pinturas, pues considera que de esta manera el espectador se
encontrará cara a cara con una experiencia de primera mano: “El título en la mayoría
de las ocasiones acaba actuando como una mala traducción de una obra literaria,
limitando y desvirtuando la intención original del creador”, afirma.
Como influencias directas en su trabajo nos habla de Antonio López García, de
Lucian Freud, del recientemente fallecido Avigdor Arikha, pintores contemporáneos
que han sabido ver y representar la esencia de lo material como pocos. Retrocediendo unos siglos en la de la historia de la pintura, reconoce la gran impresión que le
causaron en su día los cuadros de Velázquez en el Museo del Prado, la asombrosa
aparente facilidad de este gran pintor para plasmar la vida en sus retratos y en los
entornos representados.
Carlos San Millán nació en 1969 en Palencia, España, y ha estado afincado
en Madrid hasta aterrizar en La Paz por motivos familiares. Se licenció en Bellas
Artes en Bilbao, en la Universidad del País Vasco, después de cursar unos años en la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid. Tras un paréntesis de casi
una década de trabajo en publicidad, retornó a la actividad pictórica, a la que se dedica por completo en la actualidad. A lo largo de su trayectoria artística ha obtenido
varios premios y menciones, y ha sido seleccionado en numerosos certámenes de
pintura nacionales e internacionales.

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