Untitled - Xabier González

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Untitled - Xabier González
Editado por:
ALTERNATIVA EDITORIAL
http://www.alternativaeditorial.com/
[email protected]
Apartado 98 - 32.080 OURENSE
Galicia (Europa)
Edición 2004: 3.000 ejemplares en impresión ofsset
Impreso en: Gráficas Galegas (Ourense)
Depósito legal: O U - 1 9 1 / 2 0 0 2
ISBN: 8 4 - 9 6 0 8 5 - 1 2 - 0
Diseño portada: Xabier González
Maquetación y diseño gráfico: OURENSE DIXITAL
Infografía y diseño web: Rori y Jon G. Pérez
web-site: http://www.lamemoriadelostriangulos.com/
e-mail: [email protected]
e-mail autores:
Xabier González: [email protected]
Belén P.De Prado: [email protected]
Luci Garcés: [email protected]
María L. Lázzaro: [email protected]
Luis E. Prieto: [email protected]
Copyrigth Xabier González, 2.004
El código Penal sanciona a “...quien intencionadamente reprodujere, distribuyere,
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todo o en parte, una obra literaria, científica
o artística o su transformación o una interpretación artística fijada en cualquier tipo de
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se impondrá a quien intencionadamente
importare, almacenare o exportare ejemplares de dichas obras o producciones sin la
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autor o de los cesionarios.
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número de palabras: 131.050
vocablos diferentes: 17.397
Este libro se edita bajo la premisa de ser una publicación sin ánimo de lucro. Los autores conservan
en todo momento los derechos de propiedad intelectual de su obra y únicamente los ceden para
esta edición en formato impreso y en PDF.
“La memoria de los triángulos” esta basada y se desarrolla a partir de una idea y guión original de Xabier González; en su ejecución han participado, además del citado Xabier González (autor de la sección que lleva el mismo título que la novela y de los capítulos/apartados que no pertenecen directamente a los demás personajes), Belén Pérez de Prado (interpretando y escribiendo los
capítulos/apartados del personaje Argiloa), Luci Garcés (haciendo lo propio con Nínfula), Luís Enrique Prieto (en el apartado
de Hernán), y María Luisa Lázzaro (integrando el equipo de creación editorial y asumiendo la autoría de los textos de TES).
“La memoria de los triángulos” es una ficción literaria, cualquier parecido de sus personajes, lugares, diálogos o situaciones
incluidas y/o descritas en la obra, con la realidad es mera coincidencia.
Dedicado a las utopías...
...
Y A LAS OLAS QUE MUEREN EN
LA ARENA DE ESAS PLAYAS QUE DIFÍCILMENTE ENCONTRAMOS .
Prólogo
Xabier González
"Si la realidad interior es tan o más válida que la realidad
exterior, no podemos dejar de penetrar en ella, de explicarla.
<...> La nueva literatura quiere saber y explorar. Su lectura
tiene que producir en el lector un salto cuántico, de modo que,
acabada ésta, ya no sea el mismo de antes, sino que haya
dado un paso más hacia sí mismo. Si esto lo producen las
palabras, es porque no están vacías, porque llevan en sí la
energía del pensamiento."
Gregorio Morales (Conferencia en la Columbia University de
Nueva York)
El universo creativo es un espejo en el que, lo queramos o no, se reflejan
las imágenes de lo que está sucediendo. Nuevas fronteras, tanto en las relaciones
entre seres humanos como en las propias dinámicas grupales, abren todo un
mundo de posibilidades a las que, los escritores, no podemos permanecer ajenos.
El hecho creativo ya no se circunscribe al mero dominio del lenguaje sino que
necesita del conocimiento interdisciplinar, de la globalización comunicativa y de
la formación técnico-científica, para alcanzar ese cenit que el tiempo en que nos
ha tocado vivir exige.
La creación literaria tampoco es entendible que sea concebida como un
compartimiento estanco, insonorizado e impermeabilizado a conceptos -no sólo
temáticos sino estructurales- más propios de la física, las matemáticas, la geometría y, en general, a ese mundo que conocemos como "ciencias" y que, salvo
puntuales excepciones, ha mantenido una prudente distancia del conocido como
"mundo de las letras". Y, por mera extensión de todo ello, un escritor -sea novelista, narrador, dramaturgo o poeta- no debe desaprovechar, alegando un más
que cuestionable concepto del "hecho literario", las oportunidades que la técnica y los avances en la investigación científica y sociológica ponen a su disposición
porque, a fin de cuentas, cualquier texto propone una ruta iniciática para los sentidos, la conciencia y la consciencia, del potencial lector.
Sentadas esas premisas, decir que "La memoria de los triángulos"
está concebida desde perspectivas próximas a la física cuántica es algo que se
ajusta mucho a la realidad; por mucho que la historia que sirve de excusa para
"el existir" de la propia novela gire, intencionadamente, alrededor de un tema
tan socorrido en la literatura como es el amoroso.
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Llegados a este punto, quizás convendría matizar que la física cuántica
es, en si misma, un método o una manera de describir el mundo cuya área de
actuación, las llamadas "partículas elementales" en particular y el denominado
"mundo subatómico" en general, nos da la posibilidad de acercarnos a conceptos
tan alquimistas o esotéricos como lo son el hecho constatado de que el mundo de
dichas partículas se desenvuelve de manera misteriosa para la percepción ordinaria o, dicho de otra forma, que las leyes de los objetos físicos no pueden aplicarse en él. Como concepto creativo, el universo cuántico es de extraordinaria
riqueza porque sus componentes intercambian su naturaleza constantemente, se
comunican entre sí con absoluta cercanía a pesar de las enormes distancias infinitesimales que les separan, son capaces de recorrer el tiempo en las dos direcciones posibles -hacia el pasado y hacia el futuro- y, por muy increíble que parezca, pueden realizar funciones contradictorias en tiempo real -por poner un ejemplo, si nosotros llegamos ante un semáforo que se va a poner en rojo, tenemos
dos opciones: acelerar y pasar o detenernos; si fuésemos partículas cuánticas,
nos detendríamos y pasaríamos al mismo tiempo-.
En "La memoria de los triángulos" los agentes activos -autores, personajes y lectores- intercambian su naturaleza constantemente, establecen una
comunicación bidireccional y tridimensional sin importar las distancias que les
separen, son capaces de existir en un presente tan absolutamente dinámico que es
pasado sin dejar de ser futuro y, por concluir, crean una inercia que les obliga a
realizar acciones contradictorias en tiempo real. Tanto es así que, como resultado
de una trama literaria rayana en lo perverso -no olvidemos que, según la Real
Academia Española, "perverso" también es aquello que "corrompe las costumbres, o el orden y estado habitual de las cosas"-, las fronteras dimensionales se
desvanecen hasta dar como resultado una novela cuyo título sólo se refiere a una
parte, por lo demás mínima, de esa misma novela. En realidad, el lector entra en
"La memoria de los triángulos" a través de los comentarios de otros lectores
que, al contrario que él, sí han leído la novela; por lo tanto, una vez que abre la primera página de la novela propiamente dicha, se produce un fenómeno de re-colocación o de re-conocimiento que es el resultado de la mediatización a la que el lector, a lo largo de las primeras secciones, se ha visto sometido.
Imperceptiblemente, "La memoria de los triángulos" se metamorfosea en el "gato de Schrödinger"; ese que está encerrado en una caja en la que
hay dos recipientes, en uno de ellos hay comida y en el otro veneno. Junto a la
metafórica caja hay un observador que conoce la situación y espera con la
inquietud de intuir que, pasado un tiempo y al abrirla, puede encontrarse con
que el gato ha tomado el alimento y vive, o bien que ha comido el veneno y ha
muerto. El guionista de esta novela piensa que es el observador -en este caso el
lector- el que, al mirar dentro de la caja, convierte en real una u otra posibilidad;
sin que ello implique renuncia alguna del autor a su intervención en el desenlace final, reduciendo a uno concreto los diversos estados de probabilidad, y, por
extensión, minimizando el papel del lector-observador y evidenciando la devoción que siente por esa interpretación del realismo cuántico que considera que la
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realidad, en sí misma, sólo es una mera consecuencia del conocimiento que tenemos de ella. El tiempo y el espacio son conceptos que se ven afectados en la novela. Por una parte, la noción de espacio se diluye por el principio de inseparabilidad -dos sistemas están descritos en una misma función de onda hasta que una
medición los separa- y se convierte, siguiendo las teorías del físico Bernard
d'Espagnat, en un mero modo o medida de nuestra sensibilidad. Por la otra, en
"La Memoria de los triángulos", el tiempo y las dimensiones pueden ser
recorridos en los dos sentidos -hacia el pasado y hacia el futuro- construyendo
una realidad presente infinitamente breve -apenas una fracción de mirada-, un
agujero negro en el que conviven materia y antimateria, para que la energía
resultante se transforme en universos paralelos en constante transformación y
movimiento.
Otro de los aspectos fundamentales de esta novela es, por muy contradictoria que parezca la expresión, la absoluta relativización de los estados perceptivos y el permanente mensaje de que nadie está en condiciones de poder asegurar que lo que sabe es incuestionable para siempre. De alguna manera, "La
memoria de los triángulos" responde al Teorema de Gödel ya que, en sí
misma, o carece de sentido o bien su sentido se encuentra fuera de lo que ella,
literariamente hablando, expresa.
En un tiempo, ahora mismo no muy bien determinado en mis recuerdos
pero que creo fue en Diciembre del 2003, cuando "La memoria de los triángulos" ya estaba terminada y en fase de diseño editorial, leía en un foro de internet ("Encuentro Internacional Virtual de Poesía") el texto de la conferencia de Gregorio Morales, pronunciada el 16 de Mayo de ese mismo año en
el Graduate Center de la Columbia University de Nueva York, titulado
"El realismo cuántico". En ella, el ponente, apuntaba que "la palabra realismo es una tautología, pues no existe nada irreal en el universo, o dicho en
otras palabras: todo lo mental es real. De esta manera, forma parte de la realidad no sólo lo que vemos, observamos, escudriñamos, investigamos, etc., sino
cuanto pensamos, reflexionamos, prejuzgamos, sentimos, amamos, odiamos...
No existe una realidad objetiva, fuera de nosotros, por lo que todo lo que hacemos, aprehendemos o divagamos es la única realidad <...> En otra palabras:
creamos cuanto nos rodea. Pensamiento, hechos, creencias, prejuicios... están
tan absolutamente conectados, que los unos no existirían jamás sin los otros".
Manejábamos ambos, sin tener consciencia de ello, concepciones de la
creatividad literaria muy similares, por no decir idénticas; sobre todo en aspectos tan decisivos como son los de entender que "la misión de narrador o del
poeta es mostrar los millones de mecanismos que existen o podrían existir en el
universo, y al hombre interactuando con ellos".
"Sin el hombre, nada tendría sentido ni, por tanto, la literatura", señala
Gregorio Morales antes de matizar que "No tendría razón de ser <...> una
novela donde sólo aparecieran partículas, sus filias y fobias, su creación y des9
trucción... es necesario mostrar cómo influye eso en la vida del hombre, qué en
su existencia depende justamente de eso. El reto consiste en insertar al hombre
en la vasta realidad que se nos ha abierto y, al mismo tiempo, abrir las fronteras del lector, sugerir, extender, fijar la cosmovisión que deviene de la imaginación científica contemporánea. Pues la ciencia actual es ante todo fantástica,
inquietante, desbocada, irracional, mágica, imposible... el mundo microfísico y
el universo plegado tienen una importancia decisiva en nuestras vidas."
En "La memoria de los triángulos" hay, efectivamente, una búsqueda
profunda de "la verdad", tanto en el plano intimista como en su acepción más
exteriorizable; el objetivo prioritario no es el entretenimiento sino la cartografía
detallada de las emociones y las reacciones, la concepción de que una novela es
como cualquier cebolla: tiene capas que permiten al lector elegir entre quedarse
en la superficie o bucear todo lo profundo que desee. Volviendo a citar la conferencia de Gregorio Morales, diría que busca la verdad profunda del comportamiento humano "rastreada en su esencia, entrevista a través de la subjetividad, algo así como si, más allá de los universos paralelos o de su cambiante
existencia, existiera un mundo de las formas o de los Arquetipos que pueden ser
considerados una suerte de verdad dialéctica".
El análisis realizado por varias escritoras, que tuvieron acceso al primer
borrador de "La memoria de los triángulos", aporta valiosas perspectivas
que añadir a esta introducción a la novela. Por orden cronológico, la escritora
mexicana, Aletse Santiago, resumía sus sensaciones apuntando que es "la más
clara y representativa metaficciòn en cuanto al género se refiere (uno de los
géneros más difíciles, desde mi punto de vista): lectores protagonistas, protagonistas lectores, protagonistas leyendo a protagonistas, incursión a otras novelas
y personajes, lectores adicionales opinando y leídos por protagonistas y por
autores, etc, etc... . Me arriesgo a afirmar que la metaficción se habrá quedado
con el ojo cuadrado de todas las dimensiones empleadas en esta ocasión, tal vez
se creó una nueva: meta-ultra-ficciòn. Es una novela que emplea enormes recursos en la construcciòn del universo narrativo, cuya lingüistica es perfecta en su
juego de palabras y juegos topográficos -amén de sus bellísimas imágenes y
metáforas-, así como cumple con la escritura autorreferencial. Por si fuera poco,
es generosa en su documentación, intimista, y por lo tanto, filosófica. En pocas
palabras, es una obra literaria sin referente alguno y absolutamente GENIAL.
No creo que exista en la literatura novela o texto que maneje el tema de los triángulos amorosos con más originalidad y profundidad y, además, profundice de
tal manera en temas tan alternos como tan protagonistas."
Por su parte, la escritora madrileña Mª Antonia Seguí Collar opina
que "después de leer esta novela, uno recuerda cada uno de los triángulos en
que reside o se reside, desde el desconocer reconocer las bases inexactas de sus
propias memorias. No es un libro casual y sí es un libro causal. Juega con una
base absolutamente lógica: que la realidad no es el alfabeto contado sino el que
queda por contar. Claro que un lector superficial, que busque una historia vul10
gar, resume el argumento en dos líneas: una historia de desencuentros. Y no es
para nada exacto porque este libro no cuenta una historia, sino el arquetipo de
cada una de nuestras historias, demostrando que es falso. Lanza una propuesta de juego cómplice con el lector, para que sea el lector quien invente la novela, para que a través de todas las sugerencias entrevistas, delineadas, forje su
propio armazón, triangular por supuesto e instaure una juego lúdico entre lo
que no es un libro, porque se construye a cada línea que lee, y su propia idea de
lo que debería encontrar y que, afortunadamente, no encuentra. Rasga, en definitiva, un velo más allá de los sueños, porque crea un alfabeto propio de causalidades e inter-rela-acciones, a través de una armazón arquitectónica absolutamente matemática. Me seduce el lenguaje del libro porque por primera vez
leo un libro en el que el lenguaje inventa al lector y se deja inventar por él. Hay
un juego completo de retroalimentación entre el libro y sus lectores, una cadena de ida-regreso-vuelta-marcha, que no se rompe porque, curiosamente, el
libro es re-escribible con cada quien que lo lee".
Apreciaciones que la escritora cubana Julie De Grandy dimensiona al
aseverar: "pienso que el concepto de este libro y su dinámica, es un logro vanguardista, innovador y extraordinario dentro de la literatura" o, también, el matiz que
añade la escritora dominicana Elizabeth Quezada, cuando señala que: "con sus
contenidos eróticos, realistas, existencialistas: espejos de sentimientos cotidianos,
permanecerá en nuestras memorias por mucho, mucho tiempo".
En lo personal, "La memoria de los triángulos" me regala la sensación de que trabajar con todo el equipo fue todo un privilegio, una experiencia
única que daría para escribir otra novela.
Las horas pasadas al teléfono y en internet con la escritora navarra Belén
Pérez de Prado -que se ocupó de dar vida literaria a Argiloa-, puliendo detalles, abriendo fronteras temáticas y deshojando margaritas para escoger la mejor
de todas las posibilidades creativas... el eficaz trabajo de Luci Garcés, desde A
Coruña, para conseguir materializar, literariamente hablando, un personaje tan
complicado y heterodoxo como lo es Nínfula... el desparpajo creativo de Luis E.
Prieto, desde Madrid, que construyó una realidad singular y efectista alrededor
de Hernán... el afecto y el talento de la escritora venezolana María Luisa
Lázzaro, que aceptó integrarse en el equipo y, en un juego de ficciones que va
más allá de lo que ahora mismo pueda sospecharse, asumir como suyo lo que
Tessi, a través de Zoé, nos narra... el trabajo oscuro del equipo de diseño de la
página en internet de la novela (http://www.lamemoriadelostriangulos.com/ ), en la que fueron apareciendo, en estado "bruto" y caóticamente
ordenados, las diferentes "secuencias" que se iban "rodando" y que recibió alrededor de 300.000 visitas en poco más de seis meses... la no menos eficaz labor
del equipo de seguimiento que atendió la espectacular implicación de los cyberlectores en el desarrollo de la novela, hasta el punto de establecerse una bidireccionalidad tan efectiva que dió lugar a cerca de 40.000 mails con comentarios, aportaciones de textos, etc...
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Si ahora mismo tuviese que resumir, diría que "La memoria de los
triángulos" es una búsqueda incómoda pero renovadora, tan iniciática como
renacentista, que, desde el mismo momento en que comencé a preparar el guión
y desarrollar el proyecto, se fue revelando como una "enfermedad contagiosa",
algo capaz de multiplicarse y dividirse por sí mismo; esa Analogía de los ocultistas que lleva de un pensamiento a otro, en una interminable cadena analógica
desordenadamente ordenada, infinita y perfectamente imperfecta.
Gracias por acompañarnos en este viaje que ahora empieza...
“Algunos creen ingenuamente que el mundo ha cambiado. Otros creen de igual
forma que la tecnología y la ciencia han avanzado lo suficiente como para construir en la tierra un paraíso de horizontalidad. Más de alguno se atreve a proponer un desarrollo de la cultura que da paso a un salto cualitativo en el nivel
de conciencia de la especie. Por ahí no falta el que se siente integrado ontológicamente con la experiencia cotidiana y arcaica de los pueblos o revolucionada
su presencia lineal en el mundo. Pero, en la esquina, mis ex vecinos siguen
macheteando para conseguir la pasturri, mis ex compañeros de colegio trabajan quince horas diarias para alcanzar la satisfacción de comprar el domingo
en el mall, mis ex compañeros de universidad tienen cientos de obreros educados en institutos a los que pagan una migaja para hacerse ellos un sueldo que
les permita pagar la cuota del departamento en la comuna en la que nunca
antes vivieron, y lo peor de todo, mis ex compañeros de partido, hoy tan finamente renovados son citados al tribunal porque sin duda y lo supe siempre, son
los corruptos que dan la espalda al pueblo. Es un lindo escenario, hay que decirlo sin pena. Una hermosa ecuación que camina lentamente hacia el indeterminado caos. Tan realista como lo que tenemos que aceptar por presión de la evidencia y tan cuántico como lo que nos negamos a aceptar en la sorpresa. Y aún
si nuestra pobre forma de mirar el mundo sea la que determine esta construcción, si nuestro cerebro estuviera obligado a armar las cosas entre un lejos y un
cerca o un antes y un después que no comprendo, aún si fuéramos todos tan cretinos como para mirarnos el ombligo antes de aceptar la derrota y ponernos de
pie con las mismas banderas de la sagrada y alquímica respuesta, aún así
seguiríamos paseando el miedo que la muerte, y no sólo la de guadaña y capucha, nos dejó de herencia.
Pero el hombre que acecha con los ojos del tigre aún no pierde esa libertad de
soñar y de volar que no puede fundarse ni refundarse porque la llevamos en los
huesos y en la genética misma y retorcida del desenfreno. Son esas las garras
que rasgan los tapices y las pieles y aún beben directo la sangre de los corazones. Ellos son los que forjan la cultura transformándose en símbolo, en mito y
aún en ritual desesperado.
Lo mío, es una cuestión de DERECHO CULTURAL Y JUSTICIA SEMÁNTICA.
Por eso insisto: "Es desde esta perspectiva donde surge la necesidad de establecer un nuevo espacio, una nueva definición literaria, que sirva de soporte a
expresiones culturales que han sido capaces de concebir el devenir del universo
con una visión (desde arriba) donde lo humano y lo divino se entremezclan en
lo témporo-espacial, haciéndonos percibir la vida como un conjunto, sucediendo eterna en todas las cosas y en cada hombre y en cada mujer, por la antigua
y misma senda del espacio-tiempo".
Patricio Liberona ("Una reflexión sobre el realismo cuántico",
Chile, publicado en http://www.estandarte.com/)
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Claves inter-caladas
El lector de una novela es un eslabón más de una cadena grupal, en
la que se reúne la información histórica de todos y cada uno de los lectores
que la hayan leído en el pasado, que la estén leyendo en un presente ignoradamente compartido y aún la lean en un futuro imposible de prever.
El inconsciente colectivo, o la mente virtual, de todos esos lectores
crea la verdadera novela y la dota de vida, trasmutándola en una
fuente de energía y de inspiración que trasciende a la insignificante realidad
de un texto escrito e impreso. Esa fuerza invisible que construye lo visible
empuja al lector, sea consciente o no, a convertirse en personaje y a actuar
inevitablemente como tal; a reaccionar involucrándose, rechazando o
dejándose influir, ante estímulos que nadie puede establecer de antemano y
que no son más que el fruto de la ósmosis permanente que produce la fusión
fría entre la ficción escrita, inmutable por estar impresa, y la variable realidad cotidiana e individual de cada lector.
Pero, si eso es así, ¿que contienen, entonces, las páginas que siguen
a esta?. Siendo sinceros, para nosotros mismos es un enigma aunque, por
dar una respuesta, solemos afirmar que todas ellas conforman el libro
impreso titulado "La Memoria de los triángulos" que, en realidad, es
poco más que un catalizador, apenas un mínimo pinchazo para comprobar
reflejos y desatar sueños y utopías...
Y usted, que ahora mismo está leyendo esta página, acabará convencido de lo que nosotros ya sabemos: que no somos más que personajes... que la verdadera novela, esa que nacerá en cada uno de los lectores,
jamás será publicada ni estará disponible en las librerías... y, precisamen-
te en todo ello, hay una increíble e impagable dosis de magia...
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“La memoria de los triángulos”...
En el título de la novela hay tres letras que se repiten tres veces,
cinco que lo hacen dos y otras cinco que sólo aparecen una vez... veinticuatro letras en total, como las veinticuatro lágrimas que se derraman
cada vez que uno llora bien de alegría o bien de tristeza.
Y de todas, la "a" es la única que merece acento; quizás por haber
nacido consonante y terminar siendo vocal sin que apenas nadie se diese
cuenta.
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Los Personajes
Cada personaje de una novela es un mensajero de hechos mágicos,
una fuerza de la naturaleza, un viaje por el aire hasta el aquelarre. Uno a
uno, no importa que sean principales o secundarios, van cayendo como
Abadires sobre las páginas, haciéndose imprescindibles porque aportan
entorno y perspectiva a lo que nos están narrando.
En "La memoria de los triángulos" contaremos con cuatro
"personajes-raíz", que serán esos cuatro puntos cardinales que nos
permitan orientarnos.
ZOÉ será nuestro Norte, la nereida, el agua esencial que requiere
toda magia, el ajenjo que garantiza la temperatura adecuada; decimoséptimo gran secreto, vaciando a la vez esos dos jarros que lleva en su dos
manos. No busquéis a Zoé en ningún lugar que no sea la cima de la pirámide, esperando, nadie sabe si ansiosa o atemorizada, a que alguien la
sacrifique o la salve.
AINARA, nuestro Oeste, la ninfa de los robles, la piedra imán que
se esconde entre las nubes para llovernos, tímida o irritada, según reine el
calor o el dolor en su sangre. Hace tiempo que siente miedo, que está desasosegada, que ya no duerme muchas noches, que sus pulmones se sienten tan débiles que le cuesta seguir respirando.
YERAY siempre será el Sur y el fuego, la totalidad del yo simbolizada en esa flor octogonal a la que le faltan dos vértices y le sobra un lado,
la espiral esmeralda... Le encontraréis sentado, a la sombra de cualquier
árbol y con la mirada perdida, para que nadie desvele donde está su mente
ni qué late, ahora mismo, en el fondo más remoto de su alma.
NURIVAN, el Este, reinando sobre rayos y tormentas, verde y turquesa, quinto elixir y alfarero. Su lugar es cuna, hogar, pueblo y regresos;
la terraza desde la que se mira a ese cielo donde, cada día, miles de estrellas imposibles se hacen realidad y se convierten en secretos.
¿Cómo combinarlos?
Si mezclamos Sur y Este tendremos Viento.
Si unimos Norte y Este, surgirán Montañas.
Si dejamos que sean el Norte y el Oeste quienes se abracen, tendremos Aire.
Si la opción elegida vincula al Sur y Oeste, será Tierra lo que nazca.
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Sin olvidar que en el centro, mezclados los cuatro elementos, se
halla la clave que el lector habrá de desvelar para lograr la piedra filosofal,
el elixir de vida y la comprensión de lo que, sin nunca haber sucedido, está
ahora mismo sucediendo...
Y en ese centro, apátrida y sin cielo, fuerzas de la naturaleza que
construirán y destruirán emociones y sentimientos, en un ir y venir incesante del que surgirá un círculo en paralelo.
NÍNFULA, la sala de los sueños y el ágata, la poetisa a quien le
hubiera gustado ser hurí, sal mezclada con pimienta o, también, la que se
compra un primero de enero para que nos proteja. Terafim y ausencia,
olvidando siempre cada cosa que recuerda y buscando una identidad que
cada día se niega.
ARGILOA, el sueño de luz, niña coronada, madera de vida, león
verde, buscando ser su propia piedra filosofal , esa que tanto necesita,
para devolverse la vida. Contra-adicción, dureza suave de canto rodado,
contundente y enrevesadamente directa. Sol y sombra en un sondeo de sí
que no cesa, amarrada a su necesidad de respiro, es quién es y no es y
quién se sueña mientras persevera en el ser "muy suya" y de todo aprende y se alimenta.
HERNÁN, compañero de Argiloa y remanso, adora esa intimidad
que es un concepto clave a conseguir a lo largo de su existencia... esa tan
proclive a apasionamientos espontáneos, insuflados por su sentido de la
libertad y del idealismo. Sus dudas son su fuerza, el futuro le provoca
temores y ansiedades pero rechaza el cambio en su rutina debido a sus
miedos. En la búsqueda eterna y prisionero de su amor propio, le gusta
aprender las cosas por sí mismo y sin ayudas que puedan adulterar la percepción de todo lo que sucede..
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El Álgebra sagrada
Pero un universo de siete es muy pequeño... faltas tú y te estamos
esperando. Por ello, esos siete personajes se han reunido en un imaginario hemiciclo y, con ojos expectantes, te miran a ti, lector, que ahora
mismo tienes esta novela entre tus manos. Hay una enorme necesidad de
comprensión que flota, lánguidamente, en el ambiente.
Leer un libro es una operación de humanismo algebraico, aunque
muy pocos lectores se dan cuenta; el álgebra es el arte de descubrir patrones y formas a los que puedan aplicarse reglas, no siempre predeterminadas...
- ¿Álgebra dices...?, ¿te refieres a la parte de las matemáticas en la que se
generalizan las operaciones aritméticas empleando números, signos y
letras?, ¿realmente te parece serio introducir ese concepto en una novela?
- Escúchame... Cada letra, signo o número, de esta novela -de las páginas
que han pasado y aún de las que vendrán después de esta- representa simbólicamente una entidad que necesita de tu complicidad intelectual para
existir por completo. Sin ti, ellos no son nada... contigo crecen, hasta convertirse en novela dentro de la novela. ¡Ah!, ¡no lo olvides!, una ecuación
perfecta siempre tiene valores desconocidos, incógnitas por resolver, variables que la alteran... en ellas reside la magia de aquel árabe que pronunció
por primera vez "al-yabra" y, quizás sin quererlo, amplió el concepto de
"reducción" hasta la penúltima frontera del tiempo y del espacio...
- ¿Seguro?
- No, no lo es... pero te prometo que lo deseo fervientemente. Si te sirve de
algo, hubo un tiempo ya en desuso en el que al arte de restituir a su lugar
los huesos dislocados se le llamaba, también, "álgebra". Para mi esa acepción sigue plenamente vigente y es la que, como personaje, íntimamente
deseo que el lector aplique para que pueda entendernos.
- Humanismo algebraico...¡hum!, suena tan renacentista...
- Renacer es tan necesario... tan imperiosamente urgente... nos asusta,
generalmente, tanto que preferimos encaminarnos al morir desde la placidez extrema del vivir vegetando...
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¿Juego de billar o efecto mariposa?
(Artículo publicado en el Daily Word el 29 de Febrero del 2003)
Estaba en la librería, tan despistado como de costumbre, cuando
un libro me encontró. Traté de resistirme, incluso lo dejé en el estante al
menos unas cuatro veces; al final sucumbí a su callada tentación y compré
"La memoria de los triángulos", pagándolo con tarjeta y con la convicción de que escenificaba un mero acto reflejo.
Han pasado varios días, aún no lo he abierto pero sé que él me eligió a mi. Diría más, tengo el absoluto convencimiento de que, este ejemplar en concreto, entró en la imprenta con un nombre y dirección de destino: el mío.
Ya sé que eso es puro determinismo, en su versión laica por supuesto; pero la realidad es que sería absurdo afirmar que su adquisición no es
el resultado, inevitable, de los eventos o acciones precedentes. Esa
influencia irresistible, tan ajena a la voluntad de uno mismo, me fascina
porque, al menos en principio, reafirma mi convicción de que es posible
predecir cualquier evento futuro o reconstruir cualquier acontecimiento
pasado sin el menor márgen error o duda.
Sí, cualquier cosa que pase en el futuro está determinada completamente por lo que está pasando hoy y, más aún, todo lo que está pasando ahora está completamente determinado por lo que ha ocurrido en el
pasado.
Posición, dirección, velocidad, intensidad y dirección de todas las
fuerzas que actúan en cada instante... el modelo newtoniano del Universo
que no va más allá de ser un juego de billar, en el cual el estado final surge
matemáticamente de las condiciones iniciales siguiendo leyes predeterminadas, a la manera de una película que puede ser pasada hacia adelante o
hacia atrás sin que su desenlace se altere.
Lástima que un tal Poincaré se haya dedicado a demostrar que esas
teorías sólo funcionan en los sistemas simples -de uno o dos elementos- y
que en cuanto traspasábamos la frontera de los tres o más agentes, interactuando entre ellos, ya no obedecían las reglas; surgían entonces las
"inestabilidades dinámicas" o, por decirlo simple y llanamente, ese "caos"
que siempre se empeña en sorprendernos.
Miro al libro para comprobar que él me mira fijamente y con una
sonrisa pícaramente correcta. Noto que hay una ósmosis enérgica entre él
y yo...
Pienso...
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Una novela y su autor no pasan de ser un mero sistema simple, tan
elemental que no hay enigmas ni intrigas que se resistan a la inquisitiva
mirada de un lector inteligente. El asunto varía si introducimos un tercer
elemento: los lectores, devolviéndoles plenamente su condición de cómplices imprescindibles para que la afirmación de Poincaré -"una pequeña
diferencia en las condiciones iniciales crece en el tiempo a una velocidad
enorme"- se cumpla y nos encontremos de repente con que, para la misma
novela, dos conjuntos casi indistinguibles de condiciones iniciales dan por
resultado dos estados finales que difieren enormemente.
El "Principio de incertidumbre" de Heisenberg -"la medición
precisa de una variable implica una total indeterminación en el valor de
la otra"- y el "Efecto Mariposa" de Edward Lorenz -"el aleteo de una
mariposa en alguna parte del mundo puede hacer que una tormenta se
dé un tiempo después en otra parte del mundo"- nos ayudaran en la tarea.
Y mientras eso sucede, de camino a Troya, Agamenón sacrificará a su
hija Ifigenia para cumplir un oráculo de Calcas y lograr que Artemisa
calme los vientos. Un tiempo después, Calcas vuelve a aparecer como el
genio que imagina, y construye, el famoso caballo...
La historia no lo cuenta, pero está escrito entre líneas, con letras
invisibles que sólo pueden leer los iniciados: la memoria es caballo de
madera albergando, en su panza, a cientos de recuerdos-soldado que afilan sus lanzas y preparan sus antorchas para quemarnos...
Al fin y al cabo, todo el mundo tiene derecho a declararse inocente de no ser culpable.
24
Tiempo de Metáforas
Y así, justo a la entrada, tratamos de entender lo que nos pasa; inspirándonos, como casi siempre, en los conceptos cabalísticos más sagrados. Sedientos de sentirnos, inventamos fracciones y números negativos
para los polinomios de grado uno, matando en soledades lo que las compañías no regalan y adoptando la recta como la expresión más fiel de los
números reales; para los de grado dos, en una búsqueda de sublimar la
fidelidad, inventamos las raíces cuadradas y los números imaginarios... en
el caso de los polinomios de grado tres, obligados por el lunático influjo de
los triángulos, descubrimos que es imprescindible emplear números complejos y vislumbramos el vínculo de la trigonometría y las ecuaciones de
tercer grado... para el cuarto, cuando dos y dos siempre son más que tres
pero nunca llegan a cuatro, necesitamos manipular las raíces con maestría
y rozamos la noción de grupo de permutaciones... El quinto grado trajo
cierta desilusión porque, inicialmente, vimos que las raíces no servían;
entonces el álgebra y nosotros cambiamos de rumbo, incorporamos las
teorías de los grupos, anillos, cuerpos y sus extensiones, espacios vectoriales y la parte de la geometría que contemplaba las elipses, las parábolas
y el círculo...
Ahora es tiempo de metáforas, de viviseccionar una novela ilógicamente lógica; la era de los triángulos y su memoria, de los espacios de
grado uno que representan la realidad rectilínea... de los de grado dos, en
los que la imaginación juega el papel de tercero en discordia... de los de
grado tres, cuya complejidad relacional y emocional es infinita... de los de
grado cuatro que necesitan ver manipuladas sus raíces, en una permuta de
tal maestría que el cuarto lado crea mantener un dominio sobre algo que
ya ha perdido... y ya finalmente, el tiempo de los espacios de grado cinco
que justo en este momento, gracias a ti lector o lectora, es en el que existimos...
Al final todo resultará sencillamente complejo o complejamente
sencillo, no olvides nunca que en todo triángulo la suma de los ángulos
interiores es siempre igual a dos ángulos rectos; justo ese giro de ciento
ochenta grados que nos negamos a dar para seguir creyendo que respirar
aliviados nos libra de la asfixia de aceptarnos...
25
Hernán
- un punto . . .)-
Para entender la necesidad de Hernán en esa novela ha de
escoger usted, y en primer lugar, la definición que prefiere para
“punto”. Diccionario en ristre, nos hemos permitido seleccionar dieciocho definiciones para que usted vea la que más le cuadra...
1.- (Del lat. punctum.) m. Señal de dimensiones pequeñas, ordinariamente
circular, que, por contraste de color o de relieve, es perceptible en una
superficie.
2.- Cada una de las partes en que se divide el pico de la pluma de escribir,
por efecto de la abertura o aberturas hechas a lo largo de él.
3.- Rotura pequeña que se hace en las medias por soltarse alguna de estas
lazadillas.
4.- Medida longitudinal, duodécima parte de la línea.
5.- Cada uno de los agujeros que tienen a trechos ciertas piezas; como la
correa de un cinturón, para sujetarlas y ajustarlas, según convenga, con
hebillas, clavijas, etc.
6.- Cosa muy corta, parte mínima de una cosa.
7.- La menor cosa, la parte más pequeña o la circunstancia más menuda de
una cosa.
8.- Instante, momento, porción pequeñísima de tiempo.
9.- Cada uno de los errores que se cometen al dar de memoria una lección.
11.- Lo sustancial o principal en un asunto.
12.- Ortogr. Nota ortográfica que se pone sobre la i y la j.
13.- crítico. fig. Momento exacto en que ocurre o es preciso hacer cierta
cosa.
14.- débil. fig. Aspecto o parte más vulnerable de alguien o de algo.
15.- filipino. Pícaro, persona poco escrupulosa, desvergonzada, etc. Suele
emplearse con cierta benevolencia.
16.- neurálgico. fig. Parte de un asunto especialmente delicada, importante y difícil de tratar.
17.- y aparte. Ortogr. El que se pone cuando termina párrafo y el texto continúa en otro renglón más entrado o más saliente que los demás de la plana.
18.- de partida. instante o lugar desde el que comienza algo.
Usted decide... usted tiene la palabra...
29
I
AQUÍ ESTOY, SI AQUÍ OS PARECE
El jodido Pirandello siempre me ha perseguido, casi tanto como la metafísica de Schopenhauer y su inestable convivencia con el ser pragmático.
Desde hace tiempo ando buscando al autor que pudiera explicarme la
novela de mis últimos años con Argiloa. Porque el tercero en discordia, el impotente e hipócrita Freud, ha tiempo que fracasó en su discurso de sexos reprimidos y de padres castradores.
Siempre supe que el sexo, entre Argiloa y yo, era un pacto de conveniencias y necesidades que habíamos acondicionado entre amores de verano y pasiones de invierno y primavera. Y a mis padre ya los había olvidado en un cementerio sin lápidas y con cenizas bastantes años atrás.
Al final era más sustanciosa la dramaturgia latina de un diletante, confuso y honrado, que todas las elucubraciones didácticas de un germánico amargado entre las brumas del Norte, o las gayolas mentales de un personaje que
anduvo toda su vida buscando una explicación a su impotencia, y que tuvo el
cinismo de elaborar toda una doctrina analítica en base a sus fracasos que marcó
toda una revolución pragmática en el conocimiento-desconocimiento del ser
humano...
Definitivamente me quedo con Luigi, que está más cercano, a pesar de
que llevo ya más de treinta años comiendo del padrecito Freud, y citando a
Schopen, que queda de lo más fino y convincente, sobre todo cuando me invitan a impartir Cursos Universitarios , o, por el contrario, cuando Argiloa se
empeña en dramatizar nuestros desencuentros, que, últimamente, son mucho
más que frecuentes.
Porque lo más novedoso ahora es que Argiloa me persiga y me atosigue
en mi dedicación internáutica, so pretexto de que la tengo abandonada y de que
está segura de que mis consultas sicológicas altruistas on line son sólo una tapadera para buscar ingenuas doncellas desequilibradas y necesitadas de cariño. ¡A
estas alturas! Ella, que lleva años durmiéndose en el salón delante de la tele,
haciendo caso omiso de mi compañía. Es curioso: mientras duerme como una
bendita roncante parece que le importa poco que yo esté soñando con valkirias o
telefoneando a una línea erótica nueve-cero-séis, pero ha decidido no soportar
que utilice Internet para contestar a las numerosísimas demandas de ayuda sicológica que llegan a mi buzón electrónico a través del portal www.tusicologo.com, y es como si tuviera un radar conectado a sus ronquidos, porque cada
vez que aprovecho para contestar alguna de las consultas, indefectiblemente, al
cabo de poco tiempo, noto su figura rígida, por detrás de mis hombros, lanzándome sus quejas irónicas: ¿qué, Hernán, en tu tarea de cuidador de almas virtuales descarriadas?
Es lamentable, después de tantos años, y de tantas complicidades, que
tenga ahora que esconderme de Argiloa para ejercer una actividad altruista y que
creo imprescindible para mi equilibrio interior.
Pero Argiloa ya no es aquella mujer que se quedaba "con la boca abierta"
cada vez que yo teorizaba sobre el mundo y la sociedad, cada vez que alguien, 31
en una reunión de amigos, en un Congreso, o en un encuentro profesional-, me
preguntaba sobre algún tema controvertido o complejo.
No, desde hace unos años, Argiloa esboza una mueca , entre irónica y
suficiente, y desaparece del círculo dialéctico en el que yo intervengo.
Ella dice que "ha crecido" lo suficiente como para no necesitarme, que se
ha convertido en alguien independiente, tanto cultural como afectiva y sexualmente. Pero yo intuyo que, desde hace meses, Argiloa anda por la casa en plan
"aquí estoy, pero sin estar", y por la cama como "estoy, pero más bien lejos".
Y sí, la dependencia filosófica que Argiloa ha tenido de mis ideas durante años ha sido exagerada y rozando con la pleitesía, -a pesar de mis esfuerzos
para dotarla de una visión independiente de las realidades afectivas, cosa que ella
siempre percibió como despego o desinterés amoroso-, pero desde unos meses a
esta parte cada día me sorprende con alguna novedad coyuntural, lo que, he de
reconocer, me está confundiendo bastante más de la cuenta.
Hoy, sin ir más lejos, me llamó a la consulta para decirme que no estaría
en casa para la cena pues había quedado con Piluca para la Presentación del
Libro de la poetisa andaluza Victoria Ruso que se celebraba en el Ateneo, y a la
cena-cóctel que se ofrecía luego en el Mesón Tres Cruces.
“No me esperes levantado, Hernán, -me dijo-. Prepárate cualquier cosa
y te acuestas... Ya sabes cómo son estas cosas culturales de largas”.
¿Desde cuándo Argiloa estaba interesada en la poesía?
La coartada me pareció infantil, pero, sobre todo, provocativa, porque
Piluca me había llamado, curiosamente, poco antes que ella para invitarnos a
pasar el fin de semana en su chalet de Guadarrama , y nada me había comentado ni de la poetisa , ni de la Presentación, ni de la cena en el Tres Cruces.
Yo, por supuesto, tampoco le comenté nada sobre la llamada de Piluca -a
la que no identificaba, desde luego, teniendo orgasmos culturales con la poesía
de la Ruso-, y aunque se me ocurrió aparecer por el Ateneo, o por el Mesón, me
sentí a mi mismo ridículo haciendo de perseguidor de fidelidades marchitas. Me
marché a casa y me preparé una pizza Margarita y un bocadillo de huevo con salchichas mientras me regocijaba con un programa televisivo en el que un par de
famosillos de tres al cuarto se ponían de "chupa de dómine" con publicidad y alevosía.
Antes de acostarme, y por puro morbo, tuve la necesidad de saber qué
ropa interior se había puesto Argiloa para su velada poética, y rebusqué en sus
cajones de las mudas más recientes, pero no sólo no pude identificar la que portaba aquella noche -¿sería una muda especial y secreta, para mi desconocida?-,
sino que me llevé una mayúscula sorpresa al encontrar, bien arropados por bragas de seda y raso, tres libros idénticos, casi sin estrenar, y con un título de lo más
sofisticado: LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS...
Evidentemente, -pensé-, Argiloa tiene un amante, y escritor, para más señas.
Tomé uno de los ejemplares, lo guardé en la cartera de la consulta, me
bebí un whisky con un valium-5, y me quedé dormido como un tronco, porque
elucubrar en caliente siempre me pareció poco eficaz y bastante primitivo...
32
II
¡MALDITA PUTA!
¡Maldita puta!
Has esperado a que mi barriga acumulara la grasa de los años, y a que a
mis atributos de macho le colgaran el paso del tiempo y del sobre-esfuerzo, para
hacerte la enigmática libertaria...
Ya no te debes acordar de tus celos paranoicos cada vez que alguna de mis
alumnas se acercaba a mi para consultarme cualquier problemilla de la Facultad,
o cuando alguna de tus amigas, en conflicto matrimonial, me llamaba por teléfono para comentar conmigo sus cuitas y lamentos. “¡Zorras, más que zorras!”,
decías sin poder disimular tu ira, “¿No sabéis que Hernán tiene dueña y compromisos, más que zorras?”
Y no, no es que este comportamiento tuyo me pareciese sensato o equilibrado, pero al menos era de un primitivismo encantador que demostraba tus
afectos, por encimas de componendas de últimas hornadas, que, seguro, te están
babeando de romanticismos seudo-intelectuales, y más trasnochados que un
Ayatolá en un desfile de modas de Valentino.
Me he pasado años diciéndote: Argiloa, tienes que salir, realizarte como
persona, buscarte una actividad que te haga crecer como individuo, desarrollar
la parte más sensible y sensitiva de tu personalidad... y tú te has pasado años contestándome que estabas más que realizada y satisfecha junto a mi, que eras feliz
aguardándome en casa hasta que llegara de la consulta, haciéndome la cena,
acompañándome a los Congresos y a las reuniónes de la Facultad. Que necesitabas tu libertad para ofrecérmela en una compañía permanente, tu tiempo para
convertirlo en mi tiempo, tu lealtad para compensar mis tendencias desleales
que nunca disimulé.
¡Jodida puta! ¿Me has engañado siempre, o es que, simplemente, te ha
llegado el momento y lo has aprovechado?
A lo mejor ha sido mía la culpa por no querer nunca formalizar nuestra
relación, a pesar de que tú has insistido en muchas ocasiones, pero siempre
pensé que el cariño -¿o es el amor?- estaba por encima del matrimonio y de toda
su parafernalia socio-económica; es más, tenía razones más que fundadas para
pensar que el matrimonio solía convertirse, con frecuencia, en un ejecutor implacable de decenas de convivencias más o menos equilibradas....
"La Memoria de los Triángulos"... hasta el título es ridículo y denota un afán de originalidad típico del que necesita de esta característica para compensar su falta de contenido. Seguro que es un ladrillo intelectualoide escrito por
un personaje pícnico, amanerado y andrógino, de esos que hacen las delicias de
las Argiloas insatisfechas y aburridas que pululan por las sociedades convivenciales del post-modernismo.
Pero, ¿he dicho insatisfechas?. ¿Acepto, entonces, la "insatisfacción"
explícita de Argiloa? Bueno... uno tampoco es Cocodrilo Dundee en vacaciones
permanentes, pero a fe que siempre he intentado hacerla feliz , incluso defendiéndola de ella misma, incluso intentando capacitarla para que fuera capaz de
realizarse, a pesar mío, al margen incluso de mis propios intereses y emociones,
33
pero no, por supuesto, en contra de esos intereses compartidos, y, sobre todo,
nunca de una manera oculta, cobarde y torticera.
Ella siempre supo mis debilidades sexuales con las alumnas más jóvenes
de la Facultad, mis inclinaciones por las trans-sexuales jovencitas y hormonadas.
Nunca la engañé, e, incluso, durante tiempo intenté que pudiera involucrarse en
triángulos apasionados -¡esos sí que eran triángulos sin memoria!- y compartidos, aunque nunca conseguí que Argiloa superara esa sensación de asco y rechazo que le impidió participar en ellos. Y la respeté. Me quedé con la miel en la
boca, y tuve que montarme el triángulo por mi cuenta, en rombos sucesivos no
siempre especialmente exitosos, cuando podría haber sido un ejercicio compartido de lo más prolífico y provechoso.
Ya, ya sé que la educación monjil y represiva de Argiloa fue un condicionante capital que marcó, de una manera determinante, su sexualidad, hasta el
extremo de hacerla casi a-sexuada y parcialmente anorgásmica cuando la conocí, y que tuve que hacer acopio de todos mis recursos y conocimientos, teóricos y
prácticos, para poderla reconvertir en algo gozoso y participativo, pero nunca fui
capaz de romper la barrera de la moral heterosexual impuesta por el catolicismo
dominante. Aunque ahora, parece ser, que ya ha debido crecer lo suficiente como
para ponerme los cuernos con algún escritorzuelo de tres al cuarto.
Nada me ha dicho Argiloa de la Presentación del libro poético de la Ruso,
ni de la cena a la que a continuación asistió... aunque, posiblemente, ni fue a
ninguna Presentación ni a cena alguna literaria, y cuando, antes de irme a trabajar, le he preguntado: “¿Qué tal ayer con las actividades culturales?”, me ha contestado escueta, tajante, con un deje de picardía muy bien estudiado: “interesante, bastante interesante, Hernán...”
He estado a punto de cagarme en sus muertos, y de organizar la de dios
es cristo, que, probablemente, era lo que estaba esperando, pero me he contenido a tiempo, y a la vez que recogía la cartera con el famoso librito de los triángulos en su interior, le he respondido: “pues qué bien, chica. ¡Cuánto me alegro!” y
me he marchado dándole un beso aséptico en la mejilla.
III
LUCÍA Y...
Lucía, cuando me vio entrar por la puerta de la consulta con cara de funcionario en horas extras impagadas, se acercó y me dijo:
- ¿Todo bien, jefe?
- No, Lucía, nada bien... más bien todo jodido. Me temo que tendrás que despedir a los citados para hoy. El horno está para pocos bollos...
La recepcionista se quedó con los ojos como platos e intentó sugerirme
alguna idea de su cosecha propia, pero entré rápidamente a mi despacho y no le
di la más mínima opción replicante.
En el trayecto de casa a la consulta, el maldito libro me estuvo tocando las
pelotas desde la cartera del asiento del copiloto de mi BMW 757tdi, que, por cier34
to, y para más INRI y escarnio, estuvo dándome tirones cada vez que accionaba
el climatizador de los asientos traseros (aunque no entiendo para qué puñetas
tenía yo que climatizar los asientos posteriores donde no había más que fantasmas sin voz y con mala leche).
Y no me tocaba las pelotas la presumible infidelidad de Argiloa, sino,
curiosamente, el librito de nombre estúpido. Lo de Argiloa era previsible, aunque
no por ello menos indignante y ofensivo, porque podría haber elegido algo más
competitivo e interesante para ponerme la cornamenta típica. Me ofendía más el
"saber" que el interfecto era, con seguridad, un cretino de armas tomar, de ese
género tan socorrido y frecuente de los acariciadores de viudas solitarias o de
casadas con afectos en declive. Un corrupto sin escrúpulos, con la pluma afilada
y la verga enhiesta para aprovechar la primera oportunidad que se le presente.
- Jefe, ¿estás seguro de anular todas las citas?, -dijo Lucía asomando un trocito
de su cabeza por una rendija de la puerta del despacho.
- Ya te lo he dicho, Lucía, no me incordies... Y, oye, -aproveché para decirle en un
arranque tan de los míos-, ¿puedo hacerte una pregunta personal?
Lucía era una moza robusta y de buenas carnes, de unos 35 años, y que
llevaba conmigo unos tres o cuatro años ya, aunque nunca le presté más atención
que la puramente profesional, excepcionalmente en mi caso.
Abrió un poco más la puerta y puso cara de sorpresa.
- Pasa, pasa, mujer...Oye, ¿tú estás casada? Bueno, si no quieres no tienes por
qué contestarme...
- No, vivo con Paco desde hace ocho años.
- ¿Y le quieres?
- Más o menos...
- Bueno... Perdona por la pregunta, pero es importante para mi: ¿te acostarías
conmigo si yo te lo propusiera?
- ¿Ahora mismo?
- Por ejemplo...
- No, creo que no, Hernán. Yo sigo estando chapada a la antigua y necesito algo
más de morbo preparatorio para tomar una decisión de ese estilo.
- Vale, vale, perdona... es que estoy un poco mosqueado. Gracias, Lucía.
Lucía se retiró con la boca abierta, y yo pensé que era tan puta como
todas, que sólo habría necesitado unos prolegómenos más o menos estudiados y
cariñosos para ponerle los cuernos, sin inmutarse, a su querido Paco.
Saqué el libro de la cartera y me tumbé en el diván de las confidencias
para sicoanalizar al imbécil del autor que había encandilado a Argiloa. Era un
libro vulgarmente editado, con una letra grande, muy propia para la presbicia de
la tercera edad, de páginas en formato mediano. Al ojearlo, de su interior cayeron unas hojas manuscritas, y en las que pude confirmar, enseguida, la letra de
Argiloa. Se me paró el corazón de pronto mientras las desdoblaba para leerlas.
Estaba seguro que en ellas encontraría las pruebas de la infidelidad palpable de
Argiloa, o una encendida y apasionada declaración de amor eterno para el impresentable escritor de sus entretelas...
35
IV
EL MANUSCRITO
El tiempo hacía que fueran las cuatro y dieciséis minutos; la hora no
importaba porque el escrito de Argiloa comenzaba con una cita de Dickens...
"Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas;
era la edad de la sabiduría era la edad de la locura; era
la época de creer, era la época de la incredulidad; era la
estación de la luz, era la estación de las tinieblas; era la
primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperanza. Lo teníamos todo ante nosotros y no teníamos
nada..."
Quizás fue por verme con el alma atravesada en la garganta, como
una nuez de ballesta como dijo Cervantes; quizás por haber recordado el fragmento de Dickens que acabo de escribir. Pero lo cierto es
que me apetece perder la tarde de hoy como los discos duros, ¿por
qué le llamarán "duros"?, de mi PC: "desfragmentándome" en esta
hoja de papel y con tinta "azul-coma-cielo", por aquello de que siempre queda bien el toque romántico.
Podría llamarle Hernán, pero le llamaré Héctor, por llamarle "algo".
Héctor... Héctor... Héctor...
De brillante... a menguante, de ahí a encogido como mínimo.
Recuerdo su savoir faire de antaño, simplemente me había subyugado. Los años de diferencia entre él y yo. La típica historia del “yo te
enseño si tu quieres, yo me ocupo mi niña, confía en mí”, la gaceta
de la razón suprema, la voz de la experiencia... Toda nuestra facilidad
de contacto de entonces, las risas cómplices, las cenas en garitos
apartados, los viajes de fines de semana arañados, el sentirme observada caminando a tu lado; tú, mi profesor de psicología, ayo de lo
ignoto, dómine de lo prohibido, disfrutaba por entonces como loca
del olor de lo oculto a otros ojos. Mis despreocupados levantares de
mano para preguntar esta o aquella duda inexistente, el juego de ver
saltar las gotas de sudor como palomitas sobre tu nariz y frente. El
mentir de ese “Mamá esta noche no vengo, voy a preparar un examen, clases extras con el profe...” que mi madre siempre respondía
con un mohín de disgusto, mientras batía dos huevos para hacer una
tortilla...
"Acurrúcate en mí, pequeña, hazte un ovillo de cuclillas en mis brazos, deja que te quiera..." te creí, ¡Dios!, ¡te creí a pies juntillas! ¡te
creí de veras!. Confié en que tu máxima, tu intención era acompañarme, enseñarme con el deleite en la mirada de quién se maravilla
ante la belleza del aprendizaje, creí que hacías de matrono, de partero, te admiré y te quise hasta reventar por la generosidad, la humanidad que leí en ello, creí que yo era de algún modo coprotagonista
de nuestra historia.
36
Funcionó hasta que descubrí, poquito a poquito, que no era así; que
tu interés no estaba centrado en mí, en verme crecer, disfrutar de mis
logros, celebrarlos como si tuyos fueran... me convencí, también
poco a poco y no sin dolor, que tú objetivo era alimentar tu ego, y yo,
ignorante, lerda, te lo facilité a espuertas. Tú eras el único actor protagonista; yo tu herramienta... tu gallina de los huevos de oro... la
vaca lechera de la que ordeñabas ansias de protagonismo.
Jamás me ayudaste con la asignatura, terminó siendo para mí una
asignada hartura más que otra cosa. Había algo en tu exigencia que
me rechinaba, algo que con el tiempo ha llegado a ser exasperante. El
regustillo que percibe en ti cada vez que surgen conflictos ante un
posible logro mío. Puedo verte sin dificultad cerrando los ojos: digno
y asentado en los cueros de tu sillón de lectura, casual elevar de ceja
y cruzar de pierna, posterior carraspeo que anuncia a bombo y platillo mi tropiezo.
¡Lo has hecho tantas veces!... tantas y tantas como después me has
confortado. Héctor, consolador. Héctor paladín, Héctor te has hecho
a tí mismo ora-pro-nobis, murga y cántico, aspirina y jaqueca, gripe
y miel. Te has empeñado en ser apéndice, amputación y pro-tésis. Me
proporcionas el mejor de los dolores para poder aliviarme después y
así ejercer tu frustrada profesión humanitaria de abnegado enfermero en tiempos de guerra.
He probado tantas veces el sabor de la caída, tanto, que ya domino el
arte de esquivar tu pierna y pernera... ¡Ya no, Héctor!. Ya no me
retienes. Necesitas como el aire ser centro de alguien, centro que
encandile algo; Héctor, jarrón que se exhibe en medio de la mesa, ese
que admiras en un principio para después no saber dónde colocar,
ese que te impide mirar directo a los ojos a otro contertulio que no
seas tú, ese que está siempre impecable y siempre en medio y, últimamente en especial, siempre jodiendo. Héctor pelo que se te mete
en el ojo, la mota de polvo en la nariz, vianda deliciosa que se te va
por el otro lado. Héctor tan lúcido como atosigante, con esa compulsión del “yo lo hago todo mejor”, con el tedioso aditivo del además te
lo demuestro. Héctor y su apuntarse tantos en cualquier triunfo de
ella: “yo te lo enseñé, yo te lo dije antes, te ha ido bien por hacerme
caso”... cuántas veces de haber podido le habría dicho: “querido, el
señor todo lo hizo perfecto pero contigo se pasó en la dósis”.
Tus teorías basadas siempre en la discusión ad aeternum denostando lo de otros, pasando como Atila sobre cualquier argumento de los
unos que no acompañe el tuyo, con esa elegancia innata, clase de clases, rey de reyes... de espadas, de oropeles, de copas de whisky, rey
de bastos roído por la carcoma. Héctor, te acercas con la lupa y el
manual debajo del brazo para acostarte conmigo; miras como burlón: “querida, hoy vas a tener el honor de que yo te la meta”. Al
menos antes funcionaba, de alguna manera hubo sesiones entre ellos
que guardaba para el recuerdo, sesiones memorables de sudar37
sudar, peleas cuerpo a cuerpo donde ella se saciaba y resarcía. Una
pena que de todo el ardor inicial quedara el ardor de estómago... Le
hubiera gustado contar con un cable link, uno de esos que conectara
con la opinión que realmente tenía sobre ella.
No hubo espacio para mí, Héctor, ¡jamás me compartí contigo!.
Nada sabes de mis escritos desde adolescente, de mi afición por las
letras propias, amén por las ajenas. Nada de mi alergia a la miel,
nada de mi-mi ¡Apuesto a que crees que acudo al Ateneo para ser
vista en mi último modelo!.
Un pequeño rictus de venganza pasea, ahora mismo, por mi rostro
cuando me imagino diciéndote, a la menor oportunidad que se presente, lo que nunca te dije: “pero... ¡cómo! cariño... ¿no conoces mis
publicaciones?, ¿mis colaboraciones en proyectos literarios?, pero
¿qué me dices?, ¿que desconoces esa y ésta otra oferta que decliné
del gabinete que te hace la competencia?. ¡Ah!, ¡ops!, olvidé decirte
que ese libro que sueles pasear de habitación a habitación rascándote la cabeza es mío, olvidé comentarte que he cambiado de perfume, que me salté el guión y tu listón hace tiempo, que como Mari
Trini, yo ya no soy esa...”
El escribir siempre bajo seudónimo me protegió de ti, sé a ciencia
cierta que me ridiculizarías hasta la extenuación si lo supieras; apoyándote en Cátulo, en "Schopen-Jaguar",o en el mismísimo
“Kikieerrgard” me convertiría en mordaz diana de tus comentarios
en los postres de cualquier cena erudita con tus sensibleros y plomizos amigos... El Club de los Ideólogos Insatisfechos, que parecían
mirarse unos a otros mientras discurseando, hablaban para no decir.
¡Sí!, se os escapaba por todas las rendijas los "mira, chato, mira, yo
tengo la sabiduría más dura", "pues yo más larga, y yo más gruesa", "pues mi bemeuve se corre más que tu audi", "sí, sí pero mi
chalé tiene más puertas", "pues la mía me la chupa sin necesidad de
chascar los dedos", "pues a mi edad yo sigo ganando al tenis", "pues
no olvidéis que yo saqué un nueve en parvulitos", "pues yo salto de
un golpe diez escaleras"...
Tú y tu psicología selectiva, esa que deja fuera a Fromm, a Freire, al
mismo Rogers para centrarse en todo lo que no toque ni por asomo a
la persona.
Si lo pienso bien tengo mucho que agradecerte... he desarrollado en
mí una ironía cortante como el hielo, como el filo de las hojas de
papel. Convertida en una hojilla de afeitar que ahora bajo el efecto de
los triángulos, bajo la pirámide, parece afinarse día a día, aguzarse
como cuchillo sobre mí, piedra de esmeril. He dedicado horas de
estudio a todos aquellos expertos en la materia que tu obvias, muchas
veces me pregunto el para qué, sabiendo que la respuesta es por la
motivación del básico hecho de poder hacerte mejor la puñeta. Algo
debe haber en ellos para ser dejados de lado por su majestad excelsa.
He llegado a aburrirme también de ese juego, hace poco, el día que
38
hablando con Nin comprendí que era otro modo de seguir enganchada a ti. Ahora sólo me dedico, eventualmente y a tiempo parcial a ser
gotera para ti, a ser tu funcionaria de hacienda, a colocarme tras tu
trono de cuero en tu despacho, para señalar con el dedo meñique tu
miseria al verte sentado frente del "ordeñador". Babeando ante cualquier nick desconocido, Azucena o Iris, Impetuosa o Caléndula... las
dos y media, las tres y veinte, las cuatro en punto, en el imperio del
triste aparente poder oculto, meneándotela mental y apuesto algo
bueno a que también físicamente ante cualquier "oohhh, ahhhh,
hummmm!" que se te ofrezca en bandeja.
¡Lo que te faltaba p´al euro Hector!, ¡lo que te faltaba!. Poder hacer
altruista uso de tu docta sapiencia, impresionar con tus diagnósticos
bis a bis, tener una hueste de colgadas tras tu huella, rendir pleitesía
ante los "¡oh usted es tan sabio!, ¡oh!, doctorcito, ¿qué me pasa aquí,
tengo una presión en mis erguidos y garbosos pechos que me desasosiega?". Imagino tu cara de bobo al descubrir que a la veinteañera se le cayó la "t" de "t-urgentes" al igual que sus pechos hace lustros, que hoy tiene sesenta y pico tacos, dentadura postiza, tres nietos, y un vacío enorme en sus ganas que llenar con fantasías de quién
fue, mezcladas con lo que le gustaría. Justo pecado para tu puta maldad Héctor. Al fin recoges la cosecha de lo que siembras. Te engañas
de nuevo mister Héctor. Tu interés por tus solitarias, paranoicas y
psicópatas, no está centrado en su bienestar sino, como los ratones
de laboratorio en el laberinto, en tu necesidad de recompensa.
¡Y han cambiado las tornas amigo!. Últimamente tengo la sensación
de que me miras distinto, de que olfateas mis huellas. Me gusta. Es
como si por fin, al haber tirado la toalla, al soltar el gancho de la
carreta toda la escena se diera la vuelta. Tú detrás, tú debajo. Yo
delante, arriba. No me da la gana, no quiero fingir más. Ni orgasmos,
ni ronquidos en el sofá, ni feliacideces, ni falsas admiraciones pactadas, ni la más mínima sorpresa. No entiendo para qué sigo aquí, no
lo entiendo Héctor, y como me conozco, sé que permaneceré hasta
que lo sepa... Mientras llega el día, seguiré diciéndote que sí a lo que
ni he escuchado previamente, te acompañaré a casa de tu madre por
Navidad con cara de espumillón, seguiré dejándote preparada la
cena cada vez más y más fría en la nevera, continuaré cumpliendo el
expediente quizá esperando que te ocupes de mirar frente a frente a
la situación y tomes la decisión que hoy por hoy no necesito tomar.
¿Movida por los restos de venganza?. ¡Quizá!, puede que esperando
que aflore para sacarlo de mi sistema y que te enteres de una vez de
todos los datos que desconoces de mí, de todo este tiempo en el que
han pasado y posado tantas cosas..."
Que comenzara con la cita de Dickens me dejó perplejo pero, después,
¿qué decir?. En primera lectura sólo entendí que mi pareja de años me ponía de
"chupa de dómine", como una bayeta, vamos. Pero, ¿todo aquello lo había escri39
to Argiloa, mi Argiloa, la que conozco desde hace quince años?; ¿mi amante compañera, mi fiel amiga, mi apasionada -aunque clásica- partenaire de sexos y
camas? Era su letra, sin duda, pero apenas reconocía sus ideas, ni siquiera sus
palabras, el retorcimiento perverso de sus confidencias, la maldad de sus afirmaciones tendenciosas, la manipulación de sus sentimientos, y la interpretación,
torticera y miserable, de los míos hacia ella.
Me quedé patidifuso, con una sensación de payaso de feria, de pasmarote de domingo, trajeado y sin novia. ¿Argiloa había escrito lo que yo estaba leyendo? No lo tenía nada claro... ¿No sería, quizás, algo que su amante le había dictado con el propósito de hacerme la puñeta? Y si lo había escrito ella, ¿por qué
nunca me contó ni siquiera una mínima parte de lo que confiesa ahora al papel
anónimo?. Más que rabia sentí una sensación de engaño persistente y lejano.
¿Por qué ahora la confesión?. ¿Por qué me ha estado engañando tanto tiempo si,
como parece, sus sentimientos son antiguos?. ¿Ha tenido que aparecer el cretino
de “La Memoria de los Triángulos” para atreverse a volcar sus reproches?
¡A buenas horas, mangas verdes!. En el fondo, intuyo, que no son más
que justificaciones morales para calmar sus complejos de culpabilidad, y, desde
luego, yo no voy a jugar a su juego. Si me provoca directamente le diré lo que
pienso: que me ha engañado durante años, y que ha esperado a tener un recambio oportuno de afectos para hacer su montaje de sinceridades antiguas.
Absolutamente típico y femenino, por otra parte...
Me quedé una hora, más o menos, en el diván, con los ojos cerrados y una
sensación de paz vacía e inmensa. Eran tantas las imágenes que llegaban a mi
cerebro que decidí desecharlas todas y marcharme. Luego, me incorporé con
urgencia, adecenté mi figura, abrí la puerta del despacho, y, al pasar junto a
Lucía, le dije: “Me voy, Lucía. Estoy en un Congreso, si preguntan por mi... ¡Ah!,
y piensa en la proposición que te hice antes, ¿vale?. Salí rápidamente, sin esperar a ver la reacción de Lucía, y decidí pasarme por Golden Motor para comentarle a Pedro, mi mecánico, el problema de mi BMW cuando pongo el climatizador en los asientos traseros...
V
EL IMPERIO CONTRA-ATACA
No volví a casa hasta bien entrada la madrugada. Y no lo hice a la casa que
compartíamos, desde hacía quince años, Argiloa y yo, sino a la casita de campo
que siempre me sirvió de "picadero", o de refugio para ensamblar penas o adecentar recuerdos.
La visita a D´Ángelo, los whiskys de malta, la escapada con Susana y
Verónica a su apartamento, a ciento cincuenta euros la hora, no consiguió amortiguar, a pesar de sus lujuriosos cuerpos aún adolescentes, el dolor absurdo que
me había producido la lectura del texto manuscrito de Argiloa. Incluso Verónica
se ofreció a pasar el resto de la noche conmigo, por dos mil euros la tacada y,
aunque mi borrachera comenzaba a ser de antología, tuve la suficiente fuerza
para declinar su amable y desinteresado ofrecimiento. Necesitaba estar solo,
40
“entender" qué estaba pasando, por qué, de pronto y sorpresivamente, todo se
volvía extraño y difícil, retorcido y ajeno.
Lucía me había llamado al móvil mientras apalabraba a Verónica y le
pedía que buscara a una amiga de confianza y complaciente para un trío integral.
- ¿Jefe?
- Sí..., ¿eres Lucía?
- Sí, jefe. Es que he quedado preocupada con tu doble pregunta de esta tarde...
- No te preocupes, olvídalo. No estoy pasando tiempos demasiado equilibrados...
- Bueno... quiero que sepas que me pareces un tío especialmente atractivo, pero...
- ¿Sí?
- Que... que estoy enamorada de Pedro, y que me parece una cerdada ponerle los
cuernos así como así...
- Claro, Lucía, lo entiendo perfectamente...
- Me alivia que lo entiendas, jefe.
- Tranquila, Lucía...
- Ah, y otra cosa...
- Dime.
- Oye, ¿mi negativa no influirá en mi trabajo?, espero...
- Por supuesto que no, Lucía. ¡Cómo se te ocurre!
- Pues gracias, Hernán. Es que estaba un poco preocupada...
- Anda, olvídate del tema. Hasta mañana.
En medio de mi "coloque" pensé que si la hubiera apretado un poco, Lucía
habría estado compartiendo trío con Verónica y Susana, y sin tarifa extra. Pero ya
me sentía suficientemente cabronazo como para seguir aumentando la cuota.
Argiloa, en cambio, no había tenido la delicadeza de llamarme para saber
de mis andanzas. Intuía que estaría tan confusa como yo, dejando espacio y
silencios para que las cosas se precipitaran y abortaran. ¿O era, simplemente, lo
que yo deseaba pensar?. Igual, mientras yo estaba en mi picadero, solo y con una
tajada monumental, ella se solazaba en otro picadero con el de los triángulos, y
sin el más mínimo sentimiento de culpa.
¡Qué poco conocía a las mujeres!, a pesar de todos mis estudios sobre psicodinamias, a pesar de aquel trabajo, tan premiado y aplaudido en diferentes
foros, que titulé: "La mujer del Siglo XXI. Una aproximación a su comportamiento afectivo desde los presupuestos del sicoanálisis evolutivo". Aunque, sinceramente, en aquel momento estaba demasiado colocado de alcohol y grises
como para hacerme demasiadas preguntas, y, sobre todo, para poder elaborar
unas mínimas respuestas coherentes.
Debí quedarme dormido en el sofá. La musiquilla del "para Elisa" de mi
teléfono móvil me despertó sobresaltado. Era Argiloa que me llamaba para saber
algo de mi. Su voz sonaba neutra, con un imperceptible tono de reproche en sus
palabras por mi desaparición. Le expliqué que había estado con los compañeros
de la Cátedra hasta tarde, celebrando el aprobado de Ramón como Adjunto en
Sevilla, y que me había venido a la casa de Guadarrama porque tenía que preparar una conferencia muy importante para la que necesitaba toda mi atención. Me
dijo: "bueno, pues ya me contarás, Hernán", con una voz que denotaba una mezcla entre incredulidad y pasotismo absoluto.
41
No sé si fue la resaca, o el alejamiento emocional de Argiloa, pero su llamada, además de revelarme un horroroso dolor de cabeza, me dejó literalmente
aplanado. Probablemente hubiera esperado encontrar a una Argiloa enfurecida
u hostil, o, cuanto menos, discretamente afectada por mi desaparición. Parecía
evidente que el texto que leí, no sólo era de su autoría, sino que reflejaba sentimientos muy profundos. Necesitaba mover ficha, aunque mi cuerpo no estaba
para demasiados fandangos. Por primera vez en mucho tiempo me sentía descolocado y con una enorme sensación de fracaso, tanto personal como convivencial. Me tomé un café puro y sin azúcar con un paracetamol, y me quedé sentado
en el sillón, al borde de la ventana, por la que comenzaba a entrar el sol filtrado
entre los pinos.
Tomé unas cuartillas en blanco y un bolígrafo...
"Reconozco que, últimamente, no he debido ser ni el mejor compañero, ni el mejor amigo, ni siquiera el mejor amante, pero pensé que
en las convivencias largas el tiempo hace guiños irregulares, y que
es normal que existan altibajos asumibles, sin histerismos ni posicionamientos rígidos y extremos. Cierto es que no he estado excesivamente "compartidor" en los últimos tiempos, pero no es menos
cierto, también, que el compartir supone una acción plural, de ida y
vuelta, y no sólo singular, y de ida sin retorno.
Entendí que las cosas marchaban lo suficientemente bien, probable
y erróneamente, confiado en silencios y rutinas, en batallas ganadas desde hacía tiempo, batallas y victorias que se me hacen muy
cuesta arriba aceptar que puedan borrarse de un plumazo, como si
nunca hubieran existido. Asumo que no he sabido cuidar, y mantener, el jardín después de haber trabajado con ahínco en él durante
largo tiempo, y que las malas hierbas han podido apoderarse de las
rosas y de los crisantemos que sembré con cariño, pero nunca supe
que iban creciendo malas hierbas porque surgieron transparentes y
sin dejar indicios, porque nunca nadie me señaló su existencia.
Y no es justo lo que he podido leer de pronto, sin previo aviso, despejando, de golpe y porrazo, silencios acumulados y agravios sentidos durante mucho tiempo. ¿Por qué pensáis las mujeres que tenemos que ser adivinos?¿Dónde está escrito que el macho tiene, entre
sus cualidades genéticas, el don de la adivinanza, o de las percepciones extrasensoriales? ¿En qué tratado de convivencia sexual se
remarca que tenemos que ser los hombres adivinos perpetuo?
¿Dónde está escrito que los XY debemos tener siempre a punto la
varita mágica de los milagros para ofrecérselos a las XX? ¿Desde
cuándo es correcto ir recolectando negativos para arrojarlos luego,
cuando el saco está bien repleto, a la cara, sin previo aviso y a bocajarro?
Demasiadas preguntas sin ninguna respuesta coherente, porque el
silencio y los reproches anónimos nunca fueron una respuesta, y
mucho menos un ánimo pactante.
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Demasiado sabéis cómo convertir "victimismos" en palancas de la
historia para justificar artimañas programadas. Todos los pueblos
oprimidos (y también los géneros) aprendieron pronto a convertir
los victimismos en venganzas, los dolores sociales en ataques perpetuos, las ofensas históricas en batallas permanentes.
¿Alguien preguntó nunca a los vencedores por sus sentimientos confusos; a los héroes involuntarios del espectáculo por su cuota de
miedos y fracasos asumidos?
Quizás si hubiera habido voluntad de diálogo, en vez de intención de
revancha sexista, el camino ahora no estaría tan espeso y cerrado.
No me gustan los ajustes de cuentas genéricos, y mucho menos si
intentan ejercerse desde el silencio, no compartido, de años.
Porque mis hormonas, lineales y conservadoras, nunca serán capaces de atrapar a las tuyas, saltantes y cíclicas, sobre todo sin claves
ni referentes previos y ofrecidos. Asumo mi cuota de errores, y los
atribuyo a mi incapacidad histórica de macho dominante y engañado, pero necesito conocer las razones de tus ocultados agravios,
volcados puntualmente y a borbotones en un momento específico de
nuestra inter-convivencia, a todas luces fallida, por lo leído.
Y ni siquiera sé si lo que siento ahora puede servir para algo más
que para desahogar una resaca solitaria y triste que rompe la
comodidad de mi existencia cotidiana..."
No pude seguir escribiendo más, y me negué a releerlo siquiera. Nunca
había sido mi estilo el género epistolar, pero probablemente necesitaba sintonizar con la misma música de Argiloa. Doblé la hoja escrita, lentamente, y la guardé entre las hojas de "La Memoria de los triángulos".
En aquel momento me dolía tanto la cabeza, a pesar del paracetamol, que
mi único deseo habría sido cortármela con una motosierra...
VI
LA CASA DE GUADARRAMA
Un espejo, frente a mi, reflejándome impasible e imperturbable; como
reprochándome en silencio que necesitara mirarme en él para recuperar mi imagen. Una corta camiseta blanca, sin nada debajo, y unos calcetines son las únicas
prendas que, ahora mismo, mi piel soporta sin rebelarse.
Soy Argiloa, el sillón de piel acaricia mis desnudas nalgas y se adhiere a
ellas, como una lapa, succionándolas; al inclinarme para alcanzar papel y bolígrafo, mi sonrisa vertical se hace más amplia y siento como sus labios devuelven
besos sin pasión pero llenos de ansias. Detengo el tiempo, por unos instantes, la
única luz que hay en la "Casa de Guadarrama" es la de mi mesa de trabajo.
Penetra en cada poro de mi piel esa agradable sensación de intimidad que me
invita, siempre, a masturbarme.
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Pienso en Lucía, en su llamada, en el diálogo...
- Argiloa... tu marido... ya sabes...
- ¿Qué ha pasado esta vez?
- Un poco lo mismo de siempre, aunque con más detalles.
- ¿Y que has hecho?
- Le he hablado de Pedro, pero pensaba en ti... creo que si insiste un poco hubiera aceptado irme con él a la cama.
- ¿Por qué?
- ¿Quieres la verdad?
- Si
- Tu marido no me atrae ni física ni intelectualmente, pero hay un morbo especial en hacer el amor con la pareja de alguien a quien conoces. Llegué a sentir un
derroche de humedad inusual, empapándome. Si te soy plenamente sincera, me
hubiese encantado sentirlo penetrándome para experimentar lo que tú sientes
cuando te lo hace.
- Hace mucho que eso no pasa, Lucía; nuestra agenda sexual no necesita secretaria...
- Me sentí deseada, con la loca idea de querer ser la típica putita que se acuesta
con su jefe en la habitación de un motel, a última hora de la tarde...
- Si tanto te apetece, por mi no dejes de cumplir esa fantasía.
- ¿Nunca has sentido ese impulso, Argiloa?
- No. Pero quizás es que siempre he tenido un jefe en casa que me follaba cuando le venía en gana y eso, lo quieras o no, marca.
- Lo niegas pero no te creo, todas las mujeres hemos fantaseado alguna vez con
entregarnos a ese desconocido que idealizamos y que, en nuestra imaginación,
hará del sexo una sucesión interminable de orgasmos que concluya en un fajo de
billetes o en un collar de diamantes.
- No todas somos putas...
- Por mucho que duela, de una u otra forma lo somos... aunque digamos que por
amor y aunque, en muchos casos, no pasemos de ser unas aficionadas que se
dejan hacer porque "hacer" no saben.
- Lucía, si pensar en follar con Hernán te da morbo que sepas que a mi me da
igual. Puedes tirártelo en la oficina o en un motel, en el ascensor o en el asiento
trasero del coche; aunque yo te recomendaría un buen "solitario" de trabajos
manuales o que le pusieras su cara a un vibrador porque, a buen seguro, obtendrás mucho más placer que con Hernán entre tus muslos, intentando convencerte de lo duro y consistente que está su pene fláccido...
- Quizás conmigo no...
- Tú misma. Pero recuerda que él es de la escuela norteamericana: "me caso con
una inglesa para tener hijos, luego me divorcio y, a eso de los cincuenta, me
busco una latina caliente de veinte años para hacer realidad todas mis fantasías sexuales, incluidas las buenas mamadas"...
- Te pasas un poco, ¿no?
- Me da igual, tu dirás que eres mi amiga pero no dejas de ser la simple secretaria de mi esposo que, entre carpeta y carpeta, fantasea con follárselo. Gracias por
llamar, Lucía... un beso... no olvides darte una vuelta por el bidet y cambiarte de
bragas.
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Colgué el teléfono sin esperar respuesta. Sobre los labios, mi pulgar ha
cobrado vida propia y yo dejo que, por si mismo, vaya improvisando. La temperatura va subiendo en una escalada irracional que mezcla emociones, fantasías,
imágenes, latidos y espasmos. "La memoria de los triángulos", como un
puzzle, se deshace en pequeños fotogramas y uno a uno, entre mis muslos, van
cobrando vida los personajes. Zoé, Ainara, Yeray, Nurivan... el espejo que
tengo frente a mi, Nínfula, Lucía, Hernán... la despedida de soltera de Juana,
el rincón oscuro... aquel desconocido que me regaló cuatro orgasmos inolvidables sin penetrarme... el viaje de fin de carrera, la boca de Julio tratando de
encontrar mi clítoris a través de las bragas... aquel viaje en autobús atestado de
gente, el señor gordo y sudoroso apretujado contra mis nalgas, notar como su
erección iba aumentando hasta desearla con todo el morbo del pecado... aquella
vez en la piscina, la irrefrenable necesidad de masturbarme a la vista de todos
que provocó el que me hundiera sin remedio en el momento del orgasmo, consiguiendo mezclar la sensación de ahogo con la de un increíble éxtasis...
De repente todo se detiene, la bajada es brutal y provoca una instantánea
taquicardia. ¡Nínfula y Hernán se han mezclado en una imágen bisexuada
que, desde el espejo, me amenaza!
Poco a poco la calma se adueña del momento, mi pulgar se ha detenido y
yace, inerme, con la uña introducida en mi sonrisa. Quisiera morderlo, pero no
hay dientes bajo esos labios.
Y así, inercialmente, mi mirada se pierde en el umbral de las sombras;
con Enrique Heine y sus cuadros de viaje de mi mano... "Soy el hombre más cortés del mundo, me precio de no haber sido grosero nunca, en esta tierra donde
hay tantos insoportables bellacos que vienen a sentarse junto a uno a contarle
sus cuitas e incluso a declamarle sus versos"
Quizás por sentirme de nuevo en consonancia con Cervantes en su
Quijote cuando decía que "Unas veces huían sin saber de quién y otras esperaban sin saber a quién", necesito dejar constancia de cómo me siento en esta
tarde de asfixiante verano subido de tono.
Necesito escribir. Volveré a llamarte Héctor, porque me da la gana...
VII
CARTA SIN SELLO
Estaban escritas desde siempre en aquel papel, pero con tinta invisible;
sólo hace falta que el roller de mi bolígrafo pase por encima para que vayan apareciendo, una tras otra, cada una de las palabras...
"Héctor, Héctor, Héctor...
Estoy recuperando últimamente la deliciosa sensación de conversar,
de hablar siendo escuchada, hablar también para escucharme, como
no tengo tus ojos cómplices abiertos de par en par para mí, esta tarde
elegiré de nuevo el papel para sacar lo que se remueve por dentro...
De Fromm aprendí la teoría de que la desvalidez es una condición
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transitoria mientras que la capacidad de pararse y caminar sobre los
propios pies es común y permanente. Mis clases prácticas de desvalidez fueron a tu lado y duraron el tiempo exacto. "Tienes que esto,
tienes que aquello". ¡Señor, sí señor!. Tus "tienes que" y tus "debes y
deberías" se podrían apilar y subir con ellos al cielo. Hubiera sido
relativamente fácil asentir y seguir de pe a pa el guión que pretendías para mí. Hubiera sido engordar el más de lo mismo. Elegí el camino duro, me empeñé en quererte, incluso cuando eso suponía hacerme la tonta y permanecer a tu lado me encomendé la misión de
acompañarte. Esa fue mi elección del momento. Escuchaba tus "tienes que realizarte como persona" y la persona que yo era por entonces se realizaba con la actitud de la mujer que ama, y ama a espuertas. Elegí quedarme, observar el brillo intermitente en tus ojos cuando cubrías a esta o aquella alumna, jamás disimulaste tus devaneos,
siempre leí con pena tu insatisfacción tras cada uno de ellos. Héctor,
Héctor, Héctor, guerrero errante, caballero de capa desteñida y espada con caries, don Juan del todo a diez, buscador de fatuos fueguitos,
buscón de adoraciones externas. ¡Cómo intentaste -sin éxito- que
entrara por tu redil de la post-modernidad!, ¿por qué no "me" pruebas esto y si te animas a intentarme aquello?, tus "¡nada de boda,
Chiquilla!, ¡qué dirán mis amigos!, ¡no me seas paleta!, debes
ampliar horizontes, lo digo por tu bien". ¡Mi bien!, ¡que bien!
Detrás de todas y cada una de tus palabras se agazapaba tu agobio, tu
propio deseo de novedad, que no el mío, tu desprecio por mi, por las
mujeres en su conjunto. Te hubiera encantado poder pillarme in fraganti, poder representar la escena del amante ultrajado. Darte motivos para dejarme con una mano delante y otra detrás, llorando sobre
el felpudo como Dino en la puerta de Pedro Picapiedra.
Pero jamás te di ocasión...
"Quiero hacerte feliz" me repetías, ¿traducción de esto en tu lenguaje?; muy simple: "necesito hacer de ti la mujer por la que cualquier
hombre babearía”, todo pasa por ti, por tu sempiterno yo-me-mi conmigo.
¿Te preguntarás por qué permanezco? , me lo he preguntado en
muchas ocasiones, supongo, y lo digo sin mucha convicción que por
los restos de amor, por la fidelidad a mi papel de años de grumete.
Me debo la imagen de no abandonar el barco por si el capitán perdiera los galones, el usted, la formalidad y los papeles y necesitara
una mano en su último momento, ese de antes de dar la última bocanada de aire antes de hundirse para siempre.
No lo sé, Héctor, todavía me duele demasiado aceptar que no ha
habido en ti amor hacia mí en todo este tiempo, permanezco, porque
después de todo me duele tanto como a ti reconocer que metí la
gamba, que me he equivocado, que he dedicado la lozanía de mis
mejores años a un fantoche egocéntrico. Lo hago esperando despertar una mañana con una rosa amarilla en mi almohada y un abrazo
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de cielo, esperando mirarme en tus ojos y verte por fin en trigo limpio, quiero escuchar al hombre que siempre intuí en ti, ese capaz de
decir sin palabras: "mi vida, lo siento..." capaz de cambiar, de reconocerse, de devolverme algo de la fe que dejé junto a mi sonrisa y
mi ilusión en el camino. Permanezco porque soy cabezona por naturaleza, porque, al igual que tú quiero todo el beneficio de la inversión
de tiempo e interés puesto en ti... y si las fuerzas me flaquean, si ese
momento no llega... permanezco sostenida por el motor del odio, por
no querer perderme la patética imagen de todo tu coloso en llamas,
porque sentada a la mesa con el cuchillo y tenedor en ristre, con la
servilleta anudada a mi cuello quiero comerme todo este plato de
odio en frío, y hoy por hoy no abandono, por no darte la más mínima
ocasión de reproche, de nuevo, por no darte ese gusto.
Soy consciente de que esto que está ocurriendo ya supone un cambio
en nuestra relación. Consciente de que como en el cuento, irás asomando la pata enharinada por debajo de la puerta, sé que la ira irá
desprendiendo el color de polvo de talco y se desvelará todo tu pelo
de lobo en lo bajini, toda tu hipotética amabilidad, tu discurso sempiterno, tu pose postmoderna se irá desvaneciendo para dar paso al
básico y rudo ser que eres. Te revolverás, re removerás, intentarás
manipular, culpar a todo lo que te rodea, darás coces contra la barrera, hasta que, sudando, con los belfos cargados de espuma, y con la
cola larga con su fin en forma de flecha, te asomes a ese espejo... ese
en el que por primera vez en mucho tiempo tendrás la maravillosa
ocasión de apadrinar la colorada imagen del ser con cuernos que
escondes dentro.
Tu señor de las tinieblas llama a la puerta querido, la pregunta es
¿vas a atreverte a abrirle?.
Y sí, "...menos mi madre y mi hermana no hay coño que no esté en
venta..." suena la canción de Torrente y su letra me lleva a pensar en
ti y tu famoso "son todas unas putas" Tú me enseñaste, me has instruido en el arte de ser la más en ese sentido, y lo sé, nunca lo reconocerás en público. No te hace falta, tu desprecio se nota, sale por
todas tus rendijas. Recuerdo ese día que salimos a cenar, tu abriste la
puerta de tu coche, me ofreciste el brazo, te colocaste en la posición
del protector desde el inicio. Llegó la cuenta y raudo y veloz echaste
con parsimonia estudiada mano de la cartera, por favor acepta mi
invitación, uno está algo chapado a la antigua, ya sabes, no te lo
tomes a mal, ni me ofendas rechazándolo... esa noche no te dejé
pagar simplemente, esa noche fue la primera noche en la que me
dejé. La compraventa fue hecha, todo fue tan natural, tan sencillo,
todo encajaba. El paseo por la orilla del mar, el subir a tu casa para
tomar una última copa para despedir el día, tu cogerme de la mano,
esos besos en mi cuello, el camino hacia tu habitación. Después de
nuestras citas en esos meses anteriores, ese era el momento idóneo
para el sí de la niña, confiaba en ti, me gustabas, la noche lo requería.
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Lo demás vino después. Viajecitos, quizás debería decir "viaje-coitos" de fin de semana, excitantes todos en inicio. Tú mi Pigmalión, yo
tu inquilina: “Ponte este conjuntito, vístete de putita, corazón, vuelveme loco...".
Desde esa cena inicial has pagado por mi ropa, por mi comida, has
pagado mis libros, mi maquillaje, has pagado por todo y creo que has
obtenido lo que querías a cambio. Chica de compañía, veinticuatro
horas al día, discreta, elegante, con la clase necesaria para no levantar risitas de sospecha entre tus amigos, con la cultura suficiente para
seguir, sonreír y callar sin dificultad tus conversaciones. Nada excesivo, todo atemperado, lo justo para provocar en sus ojos esa mirada
de "¡qué cabrón!, ¿cómo lo haces?”, mientras observan a sus orondas
señoras respectivas con caras de: “"lamadrequemeparió" ¡cómo se
deteriora todo! “
Me sentí incómodamente halagada en un principio... me fuiste convenciendo, me fui a-como-dando, en plazos, he pagado con creces
por todo ello.
Jamás te planteaste prescindir de la comodidad en la que estabas
asentado. Yo por entonces no podía permitirme el balneario de ciertos lujos.
No pasó mucho hasta que nuestros tiempos de coitos se vieran interruptus, a veces, por las llamadas de teléfono pretendidamente equivocadas unas, otras de trabajo, por consultas intempestivas de esas
imprescindibles en las que jugando a ser un dios menor, evitabas un
suicidio a las doce treinta y siete y tu voz un fiasco emocional a las
tres menos veinticinco. ¿Qué haría el mundo sin ti?, me lo he preguntado en múltiples ocasiones. Como una imitación héroe de comic,
has estado de guardia día y noche, hombre-araña, hombre-pulpo,
hombre-vampiro, supermán y Capitán América juntos, siempre
listo para altru-tristemente asistir a todas las necesitadas del mundo
unidas. Y yo te he gritado mil veces por lo bajito: “¡escúchame,
Héctor”, mientras tu me respondías dado consejos. Te he oído explicar con mil teorías por qué no debería sentirme como me sentía, y
con ello me mostrabas tu falta de respeto a mis sentimientos. Te gritaba: “escúchame”, y te ponías en marcha para dar rápidas soluciones a lo que tú denominabas: “problemas pecata minuta” diciendome: "búscate un entretenimiento chati, apúntate al gimnasio",
engrosando mi sensación de impotencia. Jamás he sido una incapaz;
me he podido sentir baja en ocasiones, pero no soy una incapaz. Has
atizado mis inseguridades hasta hacer con ella la hoguera en la que
calentar tus manos. Sin pretenderlo, como todas ellas, el club de las
zorritas, como tu las llamas, capitaneado por mí misma, te ha ofrecido la mejor coartada y la mejor de las ocasiones de sentirte algo, sentirte importante. Mis necesidades de ti nunca han tenido de tu boca
la denominación de necesarias. ¡Escúchame Héctor!!, sólo te pedía
eso.
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Me ha costado llegar a mí, deshacer el nudo de la culpa y la sensación de estar en deuda moral y económica eterna contigo; y lo he conseguido cuando me he reconciliado con el título que tanto me ha dolido reconocer: “chica de compañía, puta, zorra”... ¡qué más me da!,
sólo cuando lo he aceptado he podido desligarme de tu mordaza de
terciopelo...
Hace tiempo que dejé de tratar de hacerte comprender, he aprendido egoísmo de ti. Cuando pagaste decidiste hacerlo por ti, ¡exclusivamente por ti!; si hubieras pensado en cómo me sentía yo, si me
hubieras tenido en cuenta, probablemente hubiéramos comido algún
bocadillo que otro, hubiéramos visitado menos países, tenido menos
ropa de marca, más tiempo para nosotros, más planes juntos.
Has pagado Héctor y estás pagando la putada del precio de haber
pagado ¿Y yo?; será por zorrería, chico... yo, simplemente me parto
de risa y me alegro.
Ya ves, Héctor. Aquí y así me encuentro, en el cruce de caminos,
reconciliada conmigo misma, sentada y tan tranquila. Héctor, me
estoy haciendo feliz y en esta tórrida tarde de verano siento que ya no
tengo miedo, ni a deberte, perderte ni a ganarte, Hector, te informo
de que ya no tengo necesidad de sentirme tuya, te comunico que ya
no me tienes..., sigues pagando... y ya... ¡y ya no me tienes!..."
Observadora de mí misma, con el carmín más rojo ácido que encuentro,
deposito un beso de judas al final del último párrafo, al lado de la firma y doblo
cuidadosamente mi patada a su bazo en los folios; sin embargo... ¡escúchate
Argiloa!, la tarea no parece estar acabada, todo demasiado racional y colocado,
demasiado controlado, demasiado perfecto... no es mentira y a la vez la verdad
de ese momento se me antoja, sin duda, más mordaz y escueta
Busca un sobre, guarda los folios en él y cierra; sobre el anverso, escribe
a mano la dirección de Nínfula.
Sonríe y llama a Hernán; se alegra de que salte el contestador de su celular y, con las lágrimas de rabia más honestas y menos controlables de su mundo,
susurra más que hablar: “Hernán, querido... He pasado por la Casa de “Guarradama" para dejar todo en cierto orden antes de estar fuera un tiempo... Te agradecería enormemente que, una vez terminen esos ya clásicos tres minutos de tu
próximo asalto frustrado a alguna amiga-jovencita-madura-que-se-deje-sinrechistar recogieras las sábanas y toallas y las colocaras en la bolsita doblada
dentro del armario; ¿sabes?, es puro pragmatismo, “esas” jamás se lavan en casa,
encárgate de llevarlas tú a la lavandería a desinfectarlas. Para tu comodidad, hay
un paquete de condones de tu "tamaño actualizado" en el primer cajón de la
mesilla; eso te evitará tener que hacer ese molesto rosquito-dobladillo a los que
usabas. Te los dejo justo al lado de las dos viagras que te quedan del bote de cien
que escondiste en el cuarto de baño; así tendrás más a mano todo y no te enfriarás el culo, amén de los colgajos, buscando el kit de erección súbita en tu patético escondite entre las toallas. El vasito de agua es por si te decides a considerar
el dejar los dientes a remojo no vaya a ser que un día te los tragues en el fragor
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de los bufidos de alguna de esas tuyas mini-batallas.
Te recuerdo que el cajoncito con pedal del baño, y no debajo de la alfombra, es el
lugar idóneo para dejar las gomitas sudadas. Y no olvides ventilar bien la habitación antes de salir, te aseguro que el olor a asco barato se pega en las paredes
de una manera... En fin, que sepas que Lucía ha llamado babeando; la pobre me
ha dado tantas razones para hablar contigo que no tengo ninguna duda de que
las bragas sobaqueras las tiene en el bolso, ese que es tan cutre como ella, y me
da que está en hacerle a tu cosa y casa una visita... no sé yo... si daros "de mis
partes" el pésame o mi más cáustica enhorabuena..”
Al arrancar el coche, se dió cuenta de que la carta había quedado junto a
los condones. Ni barajo la posibilidad de regresar por ella, ya habría tiempo de
ponerle el sello y enviarla por correo; o quizás no fuera necesario... que hay cartas, especialmente las francas, que no necesitan franqueo... "siempre" hay
manos caritativas que hacen que "siempre" lleguen...
Ya en la carretera, de camino a alguna parte, la mirada se le perdió entre
los robles que parecían crecer sobre el parabrisas. Conectó la radio, la voz de una
locutora, con acento a vida amarga, leía la carta que una de las oyentes le había
enviado: “...por eso, querido “mío de mi”, me apetecía que lo escucharas por la
radio, aunque sepa que eso es harto complicado. ¿No te importuno, verdad?.
Sólo es para decirte que me ha llamado esa becaria que tienes trabajando en tu
despacho; quería comentarme, te lo resumo, que se siente putita porque no
quiere perder el trabajo; yo creo que, si insistes un poco, te la follas seguro. Por
si se da el caso, te he preparado el cuarto de invitados del apartamento de
Málaga. Los condones, aunque tu ya no los necesitas porque ni se te empalma
ni eres capaz de correrte, los tienes en el cajón de la mesita de noche; te he comprado de los que saben a fresa, el problema es que no tenían talla pequeña y
tuve que traer de los medianos. Yo creo que te apañarás, simplemente le pones
un poco del hilo de atar chorizos, que también te dejo en el cajón, para que se
sujeten. ¡Ah!, como esa chica me parece un poco guarra, te dejo en el baño el
neceser con mis cosas de aseo íntimo y dos juegos de toallas. Cuando termines,
que será pronto, te agradecería que retiraras las sábanas y las dejaras en la
lavadora; no me gusta que mi casa huela a “secre-becaria” amable. Y, si quieres un consejo por aquello de que a ti la erección no te dura mucho y ella, seguramente, tiene ciertas fantasías con el sexo, yo iría rápidamente al grano.
Bueno, mi vida, corazón de mis estropajos, ¡que te aproveche y a ver si por una
vez me dejas en buen lugar!... que no me gustaría pasar la vergüenza de que tu
amante ocasional también supiese que tus años no han pasado en balde y, aunque le pones voluntad, tu "pollita" ya no es lo que era. Besos y no me esperes
levantado, cuando tarde.”
Una insoportable música dulzona y con sabor a “nemequittepas” inundó
el interior del vehículo; apagó la radio bruscamente, música y carta le sonaban
tan familiares que no soportaba escucharse en otra... ¡ella nunca diría en voz alta,
ni escribiría, algo semejante!.
50
Argiloa
y
Nínfula
(- o ese tiempo de después que se
cuenta antes . . .)-
I
NÍNFULA
Todas.
A mi me gustan las mujeres.
Desde mi madre a mis dos hijas,
pasando por monjas, profesoras,
sargentas, actrices, pintoras,
e incluso, si me apura,
puedo jurarle que me gustan
las que no tienen profesión desconocida
y que todos señalan: esa, puta; aquella lesbiana.
No puedo evitarlo, me gustan.
Las amo de una en una,
En concreto y en abstracto
Envidio la tersura de ...
(¿cómo se escribe el plural de tez?)
el agitar de sus pestañas como revuelo de libélula
(eso se lo he dicho alguna vez)
Me gustan sus bustos emballenados,
enconsertados, bustierizados,
sus tetas a secas, o llenas de leche
con mamoncillos cercanos olisqueando
el dulce/agrio perfume.
Y me encantan las mujeres
porque siempre están presentes:
en el pañal sucio del bebé o del anciano;
en los mantos negros o azules que las cubren;
en las cuchillas rotas que enrojece
un clítoris recién cortado,
en los cuerpos vacíos que se ofrecen
para que otros coman.
Pero sobre todo amo a las plañideras,
siempre iguales,
siempre enlutadas,
siempre llorosas,
por un mundo macho que han roto los hombres.
Nínfula cerró los ojos y esperó un momento. Le apetecía recrearse en ese
instante mínimo que precedía a esos aplausos que llegan. Ni reparó en mi, ni se fijó
en aquella Argiloa abrazada por la penumbra y trémula...
55
II
ARGILOA
¡Sí!, ni reparó en mi...
Y es que yo venía huyendo de aquel rechazo, del último de la serie, del
menos importante, de uno casi imperceptible, opaco y soso, un rechazo sin sentido ni razón, uno de esencia de tantos otros, uno que ni importaba siquiera,
halagaba incluso, con la duda -tan molesta como una mosca empeñada en besarte la boca- plegando mi entrecejo y con la tentación de entrar en la autocompasión del “¿qué habré hecho yo para merecer esto?”, con pie firme y buscando el
calmante del olor a papel así fue como...
Tropecé con tus “Versus Perversus”, por primera vez, en una librería
cualquiera de una ciudad tan masculina como podría serlo Madrid. Todavía
recuerdo mi casual entre-tenerme y tejerme en sus páginas, jugué una vez más al
azar de escuchar el mensaje que el libro de la vida quisiera darme. "ELLAS ME
GUSTAN" -leí su título- ¡Semejante tontería!, jamás hubiera puesto en mi boca
tal frase, ellas no me gustan, jamás me he llevado bien con ellas, un cúmulo de
recuerdos, de rostros se apilaron en fila india frente a mis ojos, ¿llevarme bien con
ellas?, ¡ja! mi eterna tarea desde la infancia, con el tiempo había aprendido a
simular cierto interés, a consentir, a coexistir, en muchas, muchísimas ocasiones
pasando de ellas, en otros casos pasando por encima de ellas si era necesario.
¿Esquivarlas?, todo un arte. La experiencia acababa corroborando una a una mis
teorías. Continué leyendo, "A mi me gustan las mujeres. Todas”. La desfachatez
entre dos puntos. ¿Todas?, “pues con tu pan te las comas, bonita” -me dijeEstaba harta, cansada de la abnegación de algunas "Ellas", de la manipulación mimosa de otras, de las justificaciones inherentes a esas "Ellas", de las culpas, de las jaquecas, de los cotilleos, de esa ternura atribuida como si en exclusiva se tratara, harta del: “¡desde luego como puedes!”, hastiada de los morros vestidos de largo, de la frase con tono escandalizado del "¡por dios, yo jamás
podría!", el destroza-veladas del "cari, vamos a casa" -dirigido a sus pacientessupervivientes consortes-oveja- ¿el motivo?: alta prioridad porque "la nena está
cansada". Aburrida de presenciar relatos te-odiosos de escenitas con lagrimones,
del "tengo toda la razón", del chantaje detrás de mil mensajes implícitos: "si no
te portas bien luego ni se te ocurra tocarme".
Dejé de leer repentinamente, asqueada, recuerdo como continué buceando en otros libros, abriendo y cerrando solapas con la mente todavía clavada en
tu "A mi me gustan las mujeres"...
Por esas causalidades de la vida -esas que sólo ella planea y sabe hacer coincidir- no pasó mucho tiempo hasta que me encontrara en aquella sala, sentada entre desconocidos que parecían adorarse, con las piernas cruzadas, enfundada en la protección de celda de mi traje de raya diplomática, la curiosidad, el
aburrimiento y un amigo de esos del tipo "cuyo nombre prefiero no recordar"
me habían llevado hasta ti. Fue allí donde reescuché tu escrito entero, me quedé
colgada de la ingenuidad en tus paréntesis, de la dureza de tus directos a la
matriz, de las palabras taladradas con un golpe seco en el escrito, sin pretensión
machacona, contundentes. Sí, fue allí donde mi aparente rotundidad se encontró
56
frente a frente con tu supuesta determinación... mucho ha diluviado desde
entonces, ¡qué te voy a decir que no sepas!
Hoy, más serena, después de todo lo ocurrido, antes de todo el porvenir
que temo y deseo a partes iguales; hoy quiero escuchar el grito de esta necesidad
de volver a todo el ayer que sigue siendo “ahora” para mí. Re-pasar, secuencia
por secuencia, lo vivido contigo; sí sé que te sorprenderá, contigo -poco importa
si presente, si ausente- asimilar y hacer sitio para el yo que hoy, lo admito, todavía se re-siente, se des-conoce en y por lo entonces vivido.
Sé que aquel día te leíste en alto y para mí, ¡niégalo si te atreves!; eso sí,
confirmar mi intuición me llevó su tiempo, en el oásis de tu casa, descalza, con
las piernas eternamente en cruceta en tu sofá. Hoy, sigo sin haberme contestado
qué buscaba cuando me acerqué a felicitarte, cuando acepté con una sonrisa
cauta tu invitación al lunch ofrecido después. Hoy tengo algunas respuestas y mil
preguntas a todas y cada una de las piezas del puzle que juntas nos atrevimos ¿nos atrevimos?- a construir.
"Nos" regalé "La memoria de los triángulos" en esa mi primera visita a tu casa; millones de veces he estado tentada de maldecir su bendito título,
hoy lo denominaré como el segundo "tropiezo de librería" con mi devenir.
Abrimos sin planearlo, con su portada y primer capítulo nuestra historia, con la
mejor excusa, la que tuvimos más a mano para dar de comer a nuestra imperiosa necesidad de dar y "dar-nos" a conocer...
III
ELLAS ME GUSTAN
Escribir un libro es peor o casi igual que desnudar a un amante, a la mínima te enganchas con un botón o se descose una costura que no tendría que estar
allí o que su mamá notará. Nunca quise titular ningún libro con "Ellas me gustan", ni siquiera un poema, pero las palabras, como todo y casi como siempre, funcionan solas, a su aire.
Me da miedo, siempre me dio miedo eso de que las palabras hicieran sus
juegos y sus trabajos prescindiendo de puntuaciones. Al menos eso me pasa a mi;
estoy pensando en otras cosas y me empujan hacia el ordenador, o me hacen llegar al papel en blanco y surgen a borbotones, como insectos de un agujero y se
disciplinan y ordenan.
Pero yo pensaba en adulterio. Llevaba bastante tiempo masticando la
idea. En un adulterio no se precisan dos, sino cuatro, los que participan y los que
dejan hacer. Y tampoco era eso lo que deseaba escribir. Estaba absorta en Amina,
mujer que aguarda una lapidación dictada cuando acabe la etapa de amamantamiento, cuando a ella se le acabe la leche, cuando él la rechace, cuando el juez
decida que ha llegado el momento. Ella y el cuerpo del delito forman el adulterio, no el hombre que cedió violentamente sus espermatozoides, “yo no fui” dijo- y asunto-absuelto. A fin de cuentas es un hombre, y aunque no sea verdad,
Allah es grande, y los estudios de ADN son algo occidental de blancos cristianos.
Pero ella será enterrada, hasta un lugar a voluntad del sádico de turno: por deba57
jo del cuello , por encima de la cintura. Y comenzará la lluvia de piedras, escogidas cuidadosamente, no excesivamente filosas, ni gruesas, para que no produzcan la muerte de inmediato. ¡Sadismo!, gritan los más... ¡Piedad!, rezan los creyentes, porque Amina, según la ley, puede todavía librarse de la muerte. Para ello
bastaría hacer cumplir la ley, nada de apisonar una y otra vez la tierra a su alrededor, y Allah, el misericordioso, la declararía perdonada o inocente si ella sale
por sus propios medios de su media tumba. Por eso las piedras solo deben matar
lentamente...
Pero las palabras se enredaron y recordé a otras mujeres: a las que fueron acuchilladas por la espalda cuando se manifestaban protestando por la ley
que autorizaba el matrimonio de las niñas de nueve años. Su recuerdo, enlutadas
mujeres de sangre roja, me ronda impío. Ellas me gustan porque yo soy ellas: la
adúltera, la niña violada, la madre, la novia abandonada. Y me raspan las palabras la garganta, el estómago, la matriz, y se me mueren los dedos y las miradas,
y cuando por fin recito, las palabras nacen dulces para convertirse en saetas y
esas reuniónes, a las que voy porque el editor dice que firmar libros es vender y
recitar incitar a la venta, se convierten en unos anfiteatros sangrientos, de los que
huyo con la sirena de los loqueros atronando el silencio de la noche.
IV
¿LO ESTÁBAMOS?
Recuerdo un "pre-asentarme" ante ti, con ese nombre que elegí para mi,
y el diálogo...
- ... Argiloa, con "gui" de guía , no con jota...
- Nínfula a secas. Los que escribimos tenemos esas manías de puntualizar aquellas palabras que se escriben y pronuncian diferente
Revivo nuestra conversación "canapié" en ristre...
- ¡Hombre, has venido!
- Mujer..., te he dicho que lo haría.
Sostengo en tus manos el escrito, ese correo que recibí y leí después de
nuestro encuentro "casual". Supongo que quise leerte como si no te conociera, en
una recién estrenada visión que me aportara todo aquello que en su momento no
vi. Como la película que te subyuga, esa que ves una y otra vez esperando encontrar un detalle desapercibido en la visión anterior, ese guiño de complicidad
necesario para considerarla algo más tuya.
La sensación de entonces permanece en mí: desconcierto a manos llenas.
Me hablabas del miedo a que las palabras te traicionaran y hablaran por ti y de ti
sin tú planearlo, sin quererlo. A veces sacan la patita por debajo de la mesa, nos
tantean, pretenden desembarazarse de los yugos, de los lazos de seda en las que
las pretendemos enmarcar, y ellas cuentan, ellas se encargan de enseñarnos si
estamos dispuestos a dejarnos guiar, y si, se ordenan a su modo, caóticamente en
ocasiones para nosotros, ingenuos organizadores, supuestos manipuladores de
palabras, el vértigo y el reto se presentan cuando uno percibe que son ellas las que
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van, como nuestro cuerpo, por delante de nosotros mismos. Podría haber pintado de color nácar perlado el miedo a que mamá interna se entere y nos controle,
a ser consciente de todo aquello que deseamos, y tememos a partes iguales..
Y escuché tu alegato sobre la mujer con el tanto por ciento de un interés
genuino y relativo ante lo desconocido, lo hice con un pié aquí y otro allá. En realidad, ahora puedo confesármelo, poco me importaba lo que dijeras, no era el
contenido lo que me enganchaba; no, la verdad es que yo misma había construido semejantes párrafos en el pasado y me sentía capaz de argumentar hasta alucinar, y tumbar, al contertuliano más tenaz. No, no encontraba en tu discurso pie
para discusión, yo pensaba la misma clave de tú en cuanto a su contenido, compartía canal, hábito de esconderme tras el lenguaje y uso del código. Lo escuché
con la impaciencia de quién preferiría saltarse los previos, las introducciones, el
gasto inútil del tiempo del ritual que conlleva sentirte cerca de alguien, lo hice
con la intriga y el cansancio ante lo nuevo, con la pereza que da el abrirse a conocer a un alguien otra vez, con la íntima certeza de la alta posibilidad del terminar
sufriendo. Tu diste datos hasta la extenuación.
- Camarero, por favor otro rioja, ¿tomas algo?
- Un thé helado.
Datos, que no intimidad, demasiado preocupada por quedar bien, por la
palestra, por impresionar; te vi inmersa en un mundo en el que te debatías incómoda entre el deber y el querer ser. La balanza de algún modo no parecía encajarte por dentro, tú continuabas dale que te pego con Allah mientras yo me quedaba "por aquí", con editores, adulterios, removida y casi, casi "apostolando"
- Yo, fíjate que eso que dices lo resumiría en un título: "La memoria de los
triángulos"
El cansancio, ¡si!, la indignación, la memoria histórica, la herencia que
llevamos grabada, marcada a fuego en cada poro, por ser y estar mujer. El libro
de instrucciones que nos transmitimos de "pu-bis" a pu-bis, de generación en
generación. Entré en tu lenguaje lo justo para darte pie a continuar hablando, lo
hiciste mencionando ablaciones, violaciones, abandonos, improperios, lo mismo
que recibiría por escrito en tu e-mail al día siguiente.
Ahora, sosteniéndolo entre las manos, te traigo de nuevo al presente. ¿Y
yo?, ¿dónde estaba yo?. No sé, tal vez anhelando sentir. ¡Sí!, anhelaba el pan y la
sal. La aventura del interrogante eterno, la búsqueda, el humor, el ingenio, olfateando todo aquello, todos aquellos que me aportaran la vida en luz que no sentía,
buscaba compañía mientras curaba con la magia de hierbas y especias los históricos dolores añejos. Buscando mi ser salvaje, mi naturaleza indómita, a mi mujer de
las cavernas, ahí me encontraba, intuyendo que la vida nos había coligado en un
proyecto, incómoda e intrigada, cuestionándome, dudando, queriendo saborear la
gana por despertar, expectante, des-aprendiendo, sólo abierta por deseo propio a
todo aquello que me enseñara más de lo íntimo de mi ser mujer, del ser-y/o-no ser.
Hoy, que Luna se oculta la cara con las dos manos, recuerdo como por
dentro me habló mi cansancio y mi casi decepción.. Me hubiera encantado preguntarte: ¿dónde estás tú?; quiero conocerte y recibo a cambio y contra reembolso un diccionario, un tratado de justificaciones por un título y un alegato contra la injusticia de género...
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Protesté a mi manera y sin la más mínima convicción de que me llegaras a oír.
- Disculpa, será que me siento cansada... no he tenido buen día... me ha gustado
hablar contigo este ratito... me retiro...
Nos despedimos, cogiste una copia de tu libro, lo abriste, escribiste algo
a toda prisa y sin levantar los ojos para mirarme... me lo entregaste y yo me alejé
buscando en mi bolso las llaves del coche, colocando en él mi mareo y mi descoloque. Me sentía tonta, equivocada, como si hubiera empezado a escribir una historia en la que el otro personaje se desmarca, cambiando el rumbo del escrito,
forzándome a hacer piruetas para encajarlo en mi, para encontrar un rumbo en
el que continuar. En mi contestador varias llamadas infumables, y tu dedicatoria: "Para una mujer sorprendente de una mujer sorprendida"
Sorpresa. La otra cara del desconcierto.
Estábamos en diferentes caras del mismo punto de encuentro... ¿Lo estábamos?
V
ELLA ME GUSTA
No sé porque razón le dije que mi nombre era Nínfula, como si alguien
pudiera denominarse así en la realidad, pero en cierta forma quería saber si me
adivinaría, si se molestaría en archivar ese nombre exótico en su diminutez, pero
quizás lo hice por su deseo de autonombrarse con un nombre absolutamente
nuevo. Freud, o quizás Lacam o quizás la madre que les parió hubieran decidido
que esa búsqueda de un nombre fuera de lo común era precisamente la lanza que
eliminaría cualquier defensa.
Una no tiene escudos para explicar porque su nombre no significa nada,
no tiene prolongaciones esotéricas, pero el que yo adopté, si. Algo moldeable
como el agua, como el deseo, como ella. Pero ella no parece moldeable, nadie lo
es, ni yo, y sin embargo basta saber que nudo quedo sin trenzar para que todo se
deshaga entre las manos y se realice de nuevo, una y otra vez hacia el infinito. Ya
estoy soñando...
- No creí que vinieras, mi idea de nuestro anterior diálogo, es que fue un monólogo en el que me perdí... ¿Te he dicho que soy tremendamente despistada?
- Mujer... te dije que lo haría.
-Yo lo digo tantas veces, eso y otras cosas, que después se quedan en el olvido, o
en uno de mis despistes, o en el beso que voy a dar y que se queda pendiente de
mis labios porque la lengua no quiso realizar una excursión.
Esto empieza a ser un monólogo y yo no necesito eso; quiero diálogos,
quiero que mi palabra se una al verbo ajeno y que se elabore en si mismo hasta
formar un pensamiento, una frase, o darle vuelta al deseo de conocer a alguien
por encima de la piel, por la sonrisa semiabierta que deja vislumbrar unos dientes descuidados con manchas a tabaco. Y, de pronto, deseo lamer esas manchas,
y toda yo me inicio una circunvalación alrededor de mi misma, y me petrifico con
una sonrisa ligeramente bobalicona, o quizás despectiva; y firmo una dedicatoria
a alguien que no pasará de la segunda página, o del segundo verso, porque "esto
es de lesbianas, antinatura". Esa idea me divierte. Nada es antinatura, si lo fuese
60
nosotros lo seríamos, nada de lo que uno se nosotros haga puede ser rechazado,
condenado, si, pero rechazado no, y que se fastidien.
Así que para diluir las ideas salvajes que se me están ocurriendo, todas
naturalmente antinatura, me dedico a perorear sobre todo lo que me desagrada,
la tortura al sexo femenino como incapacidad e impotencia. Odio a los hombres
que abusan de la mujer, y a las mujeres que se hominizan y hacen lo mismo; me
gustan las relaciones más claras y a la vez más oscuras. A veces me pregunto si
se podrá azotar con una cinta de seda, pero nadie me responde. Y yo deseo una
delicada piel que enrojezca, simplemente, porque mi lengua azota el centro de
una de sus vértebras.
Es una chiquilla. Se está enfadando porque cree que me adivina, porque
le parece ridículo que yo este exponiendo lo que ella ha defendido hace tan sólo
unos meses. Me gusta eso, que su juventud no le permita ser amable, que lo quiera todo de golpe, sin preámbulos, sin cortejos, como si las ecuaciones sólo fueran
una enumeración de incógnitas cuyo resultado exige un poco de paciencia y no
toda la paciencia. ¿Seguiría escuchándome tan impaciente si le dijese que la querría sumisa y entregada, temerosa y deseando que mi mano se abatiera sobre ella
con un bisturí y cerráramos un ciclo de terror en su entrepierna, en la mía con
una sola puntada?.
Y a partir de ahí, un mundo entero para crear como haploides asexuadas,
siamesas... Sonrío despacio volviendo en mí. La miro. Sonrío de nuevo. Ella me
gusta. Yo me gusto. Hoy es un día genial. Me divierte siempre mi propio desconcierto. Querría sorprender a esta mujer, reformar mis facciones y mi cuerpo
mientras hablo, recuperar la audaz adolescencia y sonreírle todo el tiempo hasta
que quisiera perderse en mis ojos como camino directo para horadar mi cerebro.
Pero evito posibles e imposibles y le hablo de esas cosas que yo ya no creo. Me
escucha por mera educación aunque a veces la monotonía de estos minutos en
los que ni yo me oigo, se transforma por una rayo que agudiza aún más su mirada. Podría valer, podría ser yo de nuevo, podría tener vigor, cansancio, desesperación, empuje. Me gustaría que esta mujer aburrida, aburrida porque yo no soy
lo que espera, lo que desea, o no respondo a sus expectativas, me gustaría que
esta mujer me hiciera sonreír y yo la pudiera añadir a las que amo, sin capricho,
con deseo, una mujer nueva, distinta. Una mujer. Se va. Creo que me vuelvo vieja
a cada instante, ya ni siquiera seduzco con la palabra a alguien que desea ser
seducido. Nos despediremos, al menos yo, con estilo, nunca se sabe , a veces
hasta se gana. Me sorprende ese anhelo mío de sorprender, de llegar aún más
lejos en un contacto nimio. Ella cogerá el libro dirá adiós y se marchará definitivamente llevándose un puñado de mi soledad y me da la impresión que mucha
de la suya. Aunque si se lo pregunto me responderá con una sonrisa y quizás me
detalle todo a su agenda telefónica en la que yo, en este momento, desearía ser el
único número, y saber cuando suene mi timbre que es ella, y dejar que rompa el
aire una y otra vez, y no descolgarlo nunca, para no saber jamás si me equivoco,
si existen almas gemelas y cuerpos armónicos de un solo eje.
Se va como estaba previsto, sin girar la cabeza, taconeando sin ruido pero
remarcando bien la pantorrilla, bailo mi pierna desde la rodilla al pie.
Me gusta. Me gusta... Me encontrará.
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VI
BLANCAPERUCITA
Ya estaba allí, escuchándola hablar de ascensores, terrible error...
- ... se me olvidó decirte que aunque encontraras el letrero del ascensor no te
asustases...
Mientras hablaba, con esa voz, profunda, suave, nada afectada, las palabras martilleaban mi ya mareada mente... olvido, protección, error, asustarse...
fallo, miedo...
No tengo miedo de los carteles sobre ascensores, es más: los adoro, agradezco enormemente el detalle, esa molestia que alguien se toma en avisar que me
evita el mal trago potencial de verme encerrada. Subir por las escaleras me alivia, el miedo a compartir espacios pequeños, a la asfixia, sentir otro cuerpo de
pie, enfundado, enfusando palabras y poros, silencios y hormonas, sudores y
pensamientos en la tripa de mi espacio. Me sentía tremendamente incómoda en
esas situaciones, aunque en alguna ocasión había simplificado al comentarlo y
englobarlo en el término claustrofobia, no podía asegurar que fuese exactamente eso. Me molestaba la excesiva cercanía impuesta, fantasías de ataúd, de uñas
clavadas sobre su tapa, el yuyu en variadas dosis combinadas se unían a lo anterior. Cada vez que las puertas del ascensor-descensor se abrían se juraba, por
supuesto que en vano y hasta la siguiente ocasión, no volver a hacer uso de semejante aparato en mi vida.
El sonido del timbre me sorprende, no es el din-dong que anuncia acontecimiento casi a bombo y platillo, no es el molesto meeeeee que siempre se las
apaña para interrumpir algo en su momento más "G", ni el pijo resabido tríiiiiin
de la señora marquesa anunciando su llegada; tu timbre, tan antiguo como tu
casa, como tú y yo, tiembla un poquito, vacila y tintinea, suena a monaguillo
principiante estrenando frase de campanilla en su primera misa. Cruje el molledo de la tarima según avanzas hacia la puerta, abres, me invitas... caramelos de
café y leche, una toquilla, las gafitas redondas abiertas sobre una pila de libros...
te miro... estás nerviosa, las tozudas gotitas de sudor sobre tu nariz contradicen
tu supuesto aire de “aquí no pasa nada”. Hablamos como si el preámbulo hubiera sido eliminado por un pacto silencioso, como si encadenáramos el ahora con
el ayer en un punto y seguido sin guión.
Me siento algo blancaperucita con cruce de Gretel -¿o era Hansel?,
nunca soy capaz de unir sus nombres a sus sexos-, me pregunto si en la casita de
chocolate de este cuento la aparente abuelita es el lobo. De nuevo me asoma sin
querer el síndrome pseudobsesivo de: “cariño, esta noche cenamos y la cena
eres tú”. Y por dentro... el hormigueo agridulce del riesgo a saber de mi. Me
gusta, me gusta, resisto el tirón, me quedo. Apenas puedo articular palabra,
demasiado ocupada en colocar sensaciones y contestar mi eterno diálogo interno, tu oferta bicéfala de ducha y túnica me sorprende, thé o café , cocina o sala
de estar, ¿te quedas o te vas?. Decido el camino del medio, yes please, no en la
primera cita, thank you, mi cuerpo se queda, mi mente viene y se va.
- Si te parece tomaré aquí un té con nube y sin ducha, sin túnica ni azúcar por
favor... -pongo carita de buena con la banda musical de tu risa al fondo-.
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Adoro el tiempo del thé y su ceremonia, calentar la tetera con agua... remover, remover, remover... vaciar, rellenar su generosa panza hirviendo, cauterizarla... el olor a la hierba, el reposar, el colar, el servir... abrazar con las dos manos el
vapor de la taza hasta mis labios... cerrar los ojos y dejar que penetre hasta el último rincón de mi cerebro... ¡adoro la voluptuosidad de la entrega al thé!, del entregar-te... desde el mirador de tu sofá, te veo volver a mi como en bandeja, con ella
casi tartamudeando entre tus manos. Tu imagen: simplemente entrañable.
El silencio, repentino, después del alud de palabras se impone sacrosanto y se ocupa de hablar para que me escuche por dentro...
Yo me quiero indagar en los pilares que sostienen a la palabra. Soy consciente de que mientras hablo me miras en silencio, intercalándote en pequeñas
frases, consciente de que repito mi tendencia a empanarme; a hablar, por dentro
y fuera, demasiado en situaciones de nerviosismo, consciente de que con mi actitud mi cuerpo se defiende de antemano en un escenario de-semejante, disímil, y
consciente de que canto "yo no soy lesbiana , ni lo quiero ser", mientras la barca
del barquero que es la vida arrima poquito a poquito mi lado soslayo al otro lado
de la orilla, a la vera de tu lado.
- ¿Qué lees?
- Un poco de todo...
- Dudé sobre si traer flores, por eso de no saber si tienes alergia al polen lo dejé
para otro momento; jamás hubiera traído bombones, cuestión de principios y
mira, al final nos acabo de comprar un libro. Bueno, no sé si es exactamente así,
ya sabes, una de esas ocasiones en las que son los libros quienes me eligen a mí.
Si te fijas, de alguna manera en la portada está incluido el regalo de la flor...
- “La memoria de los triángulos”, suena, me gusta...
Te dejas caer en el sofá, a mi lado, sonrío al ver cómo la túnica se hincha como
el papo de un batracio, mientras lo ojeas a pelo, sin gafas yo abro mi ejemplar.
Tu silencio me interrumpe, decido callar y leo, leo.
¿Cual será tu flor?, ¿y tu lenguaje? mientras soy consciente de mi intriga, entre geranios, margaritas y crisantemos, un capullo de mi flor, lilium salpicado de lluvia rosa palo, se me abre por dentro para ti.
VII
¿QUIERES MÁS TÉ?
- He visto, sobre tu mesa, un ejemplar de "El violador"...
- Bueno... lo estoy ojeando, también me lo han regalado. Buena excusa ¿eh?; es
un libro de los que yo, por principios, no compraría. La historia tiene miga.
- Sí, buena excusa. Sólo he leído una sinopsis, me suena a libro con un estudiado
objetivo: provocación. Ella en femenino, que no el libro es lo que vende y vende
mucho, trae consigo un acceso a medios inmediato, se busca el escándalo, dejando el librito de marras a un lado... ¿sabes? me interesa más el fenómeno de la
provocación. Los límites en ella, el juego, su sombra, el reto, la dantesca obscena
intimidad de la provocación, me gusta el relamer sus vértices, el mordisquear sus
63
comisuras, tantear detrás de ellas mi capacidad de disfrute, son como el alimento a la fantasía, como el segundo que antecede a un orgasmo, un glorioso
momento de olvido en el que el cuerpo manda y se impone, la mente se rinde y
disfruta, la necesidad de escuchar relájate y goza bonita, ahora, afortunadamente para ti, no mandas tú...
- En el término violación se tiende a englobar mucha materia, ya sabes, a eso de
que toda mujer fantasea con ser violada... ahora se le añade, supongo el que todo
hombre fantasea con violar ...
- ¿Vulnerar? de nuevo yo con mis sinónimos, creo que detrás de ello se busca el
sabor de lo vulnerable, de lo frágil, para quién debe mantener el tipo haciéndose
el duro, para quién necesita sentirse por un segundo en el control que habitualmente su tendencia al acatar y tragar no le permite.
Y más sinónimos de provocación se apelotonan en mi mente..., encuentro desacato, quebrantamiento, agresión, desobediencia, incumplimiento,
infracción, falta... me sorprende comprobar cómo de todos ellos disfruto una
parte, hay una palabra que rechazo en un cien por cien visceral, cavernícola perdida: AGRESIÓN.
Buceo en el resto, descaro, descomedimiento, desenvoltura, atrevimiento, desfachatez, encuentro en ellas mis filias. Me gusta el riesgo, me gusta leer la
promesa en la mirada, el código del lenguaje doble del "¿entiendes?" ese que se
cuela por debajo de la mesa, el acercamiento imperceptible, el roce premeditadamente casual. ¡Y poco me importa si ello es generado por hombre, mujer ,
objeto animal u cosa!
Y acuden las fobias de la mano de agresión, imposición, impudicia, procacidad, el desgarro, la grosería, lo soez... no puedo con lo chabacano, ,no puedo
tampoco con las asociaciones inmovilistas de bueno, dios, derecho, correcto, limpio, moral, decente, no puedo con proto-tipos en estéreo, estereotipos de lesbiana como, curva de suavidad, sábanas de satén y cuidado, o bollera y machirulo,
el prototipo del denominado mito del armario maricón, la diferenciación de
matices de éstos respecto al gay o el homosexual todos encadenados a la esclavitud de la sensibilidad, englobados a su vez bajo el consabido telón de acero de
lo anti-natura , el vicio, la perversión.
- Yo soy bisex y no pienso apearme de ello
- Yo Argiloax... y ¡tampoco tengo intención de hacerlo!
- Es que me zumba la manía esa de "monog-amarse", estoy escribiendo sobre
una teoría muy mía sobre el sexo secundario
-Yo quiero lo humano; sin dobles ni triples acepciones, simplemente “lo humano”. Reivindico la doble condición de la debilidad del “buf, me asusta no controlar y no sé si puedo con esto”, conjugado con la fuerza que alimenta el guiño y la
picardía del "a ti te enseñaba yo lo que vale un peine". Repudio el "ahí te va la
vara" unilateral, el "bajalafajamaja"...
Recordé la cárcel que el pretendido guión de lo femenino me había
supuesto en momentos; la obligación del guión de la ternura, de lo suave... las
veces en que, golpeada por las circunstancias, entre risas de esas que primero
esconden y acaban por curar daños, recordé que, para la siguiente reencarnación, me había pedido un miembro de tamaño medianamente apañao -siempre
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he creído que quién dijo que el tamaño no importa la tenía pequeña- y, para
completar la petición, una servidora sería catalogable como ¿masoquista? o
¿ama dómina?... más cartelitos, odio los cartelitos, la respuesta no, o sí, sí y no,
no más que nadie, no menos que nadie.
Los chicos no lloran, ¡joder!; la pena es que no se lo hubieran dicho a
todos aquellos que habían dejado sus babas mocos y miserias sobre mi hombro...
y las legañas de la autocompasión, el quejío grabado en los pañuelos de papel, el
chantaje del dar pena, el apelar a la maternal naturaleza de una... el que dijo la
frase tuvo amnesia temporal y dejó fuera, ¡quien sabe si intencionadamente!, el
tan necesario y selectivo “algunos”. Sí, algunos chicos no lloran...
El silencio , repentino, después del alud de palabras se impone sacrosanto y se ocupa de hablar para que me escuche por dentro...
- Yo no quiero hablar de violación, me niego a ello, me quiero indagar en los pilares que sostienen a la palabra. Recuerdo, por una extraña asociación de ideas,
una escena anterior contigo...
- ¿Cuál?
- No importa...
- ¡Si importa!
- Verás, hay veces en que soy consciente de que mientras hablo y hablo me miras
en silencio, intercalándote en pequeñas frases. Lo percibo, como creo que tu percibes mi tendencia a hablar en situaciones de nerviosismo... de que eres consciente de que, con esa actitud, mi cuerpo se defiende de antemano en una situación diferente, distinta...
- ¿Y...?
- Bueno, lo que quiero decir es que te grito y me grito: "yo no soy lesbiana , ni lo
quiero ser"...
- Me parece bien...
- Ya, pero el caso es que, ¿cómo te lo explico?, siento que la vida me va empujando, poquito a poquito, a tu lado...
- ¿Quieres más té...?
VIII
ESPACIO PARA MI “NO”
Los ojos de Argiloa se clavaron en el suelo, en su mano temblaba el ejemplar de "La memoria de los triángulos" que aún no habían empezado a leer;
Nínfula buscó, en el alrededor, algo que su mirada mereciera...
Fue apenas un destello, una chispa tan breve que no duró más allá de una
milésima de segundo; sin embargo, en el aire se conjugaron palabras, en forma
de pensamientos. Pareciera que al unísono, ambas, estuvieran diciéndose: "me
siento a salvo frente a ti, hay espacio para mi no. Es curioso. De repente me doy
cuenta de ello. Falta algo que siempre me ha sobrado. No me siento enfrentada,
ni perseguida en esencia. Por comparación contigo me resulta fascinante comprobar que no hay nada como ausencia de ese algo, ausencia de necesidad de
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estar en guardia física, mi cuerpo salta, acciona su tendencia a reproducir comportamiento. De repente me doy cuenta, acaricio mi crin, tranquila, shhhh, no
hay necesidad de agitarse, estás en casa."
Nínfula se acercó a la mesa y en ese movimiento inocente plasmó lo que
sus labios pronunciaron inmediatamente:
- Es muy, muy curioso... He sentido como se abre un campo de diferenciaciones
abismal, un punto de encuentro nuevo y alternativo para mí en esta relación...
- Sinceramente siento que sólo una mujer puede entender-entender la sensación
de persecución, el correr como la zorra con la jauría de perros aullando a sus talones, con toda la caballerosa caballería detrás... los inocentes pasos del desconocido de turno, el sonido de su eco tras tu huella en la madrugada, acelerando,
desacelerando, detrás, apremiando, persistiendo. Pasos conscientes, premeditados, como jugando por un capricho desocupado al acecho, como testando su
poder y una con el corazón dale que te zum-zum-zumba en la garganta y el miedo
fundido en rezo... y la falta de aliento triturada con la rabia que da el saber, a
ciencia cierta, que sea quién sea poco importa porque ese desconocido está disfrutando como un cebrón. No hace falta mirar atrás, nosotras sabemos que esos
pasos pertenecen a un hombre. Sabemos de la añeja sombra de niebla espesa
que destilan.
- Completamente de acuerdo, da igual que se disfrace de corderito angelical con
ricitos de oro, que se vista con un rústico jersey tejido con amor por la abuelita,
o vestido de arma-nis tomar, lo mismo da que vaya con las greñas al viento,
cosido de piercings e imperdibles con una chupa de cuero y el demonio tatuado
enseñando los dientes; los cuatro, demonio incluido, tienen un guión de licencia
y poder implícito que les da autoridad para subirse a tu chepa, saltar a tu espalda en el menor descuido...
- Quizás por ello y muy a mi pesar, me doy cuenta cómo me sitúo de diferente
modo siempre ante la mujer, otros botoncitos se activan; ¿competitividad?,
puede, ¿curiosidad? en ciertos casos, complicidad no tanta como se piensa, comparación incluso... se puede esperar mala leche, mordacidad, ironía, desplantes,
hipocresía, ¡todo lo que quieras!, las cotas nunca llegan al punto de sentir que en
cualquier momento su mano puede hacer diana en tu chau-chau o en tus glándulas mamarias, porque sí, porque para eso están. En ningún momento una
siquiera ni de lejos una considera la posibilidad de que una mujer te acorrale y
ponga una bandera clavada en tu espacio vital por derechos traspasados por
herencia o auto impuestos o adquiridos.
Absorta, Nínfula mantuvo en silencio su silencio; escuchaba a Argiloa, se
perdía entre sus palabras de acero...
- Una conoce a un tipo y por dentro laten las patéticas preguntas eternas: ¿me
tratará bien?, no ya como a una jodida reina, simplemente: ¿sabrá comportarse?,
¿me pegará?, ¿tendrá un buen vivir, un buen beber?; me cuesta pensar que un
hombre se haga preguntas de ese tipo. Para ellos quedan las de la serie: ¿ me será
fiel?, ¿me saldrá un putón?, ¿trajinará y cocinará bien?, ¿le gustará a mi madre?,
¿encajará en mi entorno?; y, con toda seguridad, la de ¿cambiara con el tiempo
de limpia y delgada a gorda y marrana?. No creo que ni por un segundo en sus
mentes se contemple el ¿me aceptará un no por respuesta si decido darlo en el
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último minuto?. Y es que "una" se ha visto distinguida con el toque mágico de
varita, el deferente del “te toco porque estás rebuena, da las gracias siéntete
halagada por mi gesto, sé que te gusta, no te quejes”; si hasta una puede llegar
a verse casi inconscientemente calibrando el nivel de atractivo personal traducido en la cantidad-calidad de las entradas a matar, de los toques y miradas del
catálogo “te comía”, que una recibe de ellos. Triste. Cierto.
- De alguna manera, amiga, nacemos con el aguanta sellao en el culo, aguanta
mujer que ya sabemos como son; con el supuesto del hay que tragar y nadie dijo
que sea fácil, que ya se sabe... que son un poco brutos, hay que saber llevarles.
- Yo no me resigno, ¡no quiero!. Miro alrededor, a las mujeres que me rodean,
tanto en la mía como en la pupila de todas descansa una, alguna, varias, muchas
imágenes, grabaciones que apoyan hasta la saciedad todo lo anterior; bañado
todo ello de una insana complicidad muda porque, aunque no lo reconozcamos,
ninguna parecemos poder permitirnos pegar un golpe sobre la mesa y reventar
la piñata. Ninguna levantamos la piedra para que salga el gusano, ni estallamos
el plato contra la pared, ni parecemos atrevernos a poner el cascabel al gato.
- Quizás la mayoría no se dé cuenta...
- ¡Que va!. Sabemos, ¡todas sabemos!, que si no es el vecino, es el primer novio...
que si no es el cura es el compañero de trabajo. Todas hemos olido de cerca las
feroces feromonas de ese guión con el que nacen; todas sospechamos que, en ese
él que se acuesta en nuestra cama, en el que se sienta en la mesa contigua o se
levanta del asiento de nuestro lado en el autobús, descansa el ogro capaz de saltar
a la menor ocasión o excusa que, en su cerebro, se implante. Quizá y con algo de
suerte, puede que nos salvemos por los pelos, incluso que no se cebe precisamente en nuestro cuello, pero eso no nos sirve, sabemos que dentro de ellos está
el gatillo que puede activar el salto a la yugular de cualquier infeliz que después se
irá a casa escocida, esquilmada y con los ojos de cordero degollado. Compartimos
y callamos nuestra inseguridad en segundo plano, jurando que el nuestro no, que
él es incapaz de matar una mosca, que además me adora, que después de toda
nuestra inversión en asentar bases de seguridad ¡sería para matarlo!. La inseguridad que nos produce olerles de lejos y vivir con el mazo sobre la cabeza, de temer
que en una cena de trabajo un día entre semana, o en una despedida de soltero, o
en cualquier ocasión y con cualquier excusa que les dé la gana, pinten bastos y se
active el mecanismo macho en alguna de sus variantes y, tristemente, nos quedemos con una mano delante y otra detrás, teniendo que rellenar a zarpazos y dentelladas el agujero negro bajo nuestros pies, para después volver a empezar de un
hipotético cero que, en realidad, supone mucha menos fe en el género humano. Y
eso no es para tanto, mujer, si lo hacen casi todos, lo realmente peor es que se enamore. Miedo a que el castillo de naipes de una creencia de relación profunda se
derrumbe en nuestras narices, junto a todo su peso, encima de ti... que caiga la
venda de los ojos y surja el “yo lo sabía, lo sabía, siempre supe que era capaz de
más y esto. ¡Maldita sea!, no hice nada en su día, pasé por encima de mí, una vez
más me desoí, no me hice caso”...
- Ya... y luego sucede lo que sucede... y nos hacemos las mártires... y buscamos
que la sociedad nos comprenda, nos atienda, nos devuelva lo que no supimos
conquistar ni defender con valentía...
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- Nos convertimos en madres en la cocina, en amigas y tertulianas en el salón,
administradoras de la despensa física y emocional... putas, por supuesto, también en la cama, modelos de pasarela a la última... kilos de anticelulíticos por
aquí, litros de antiarrugas por allá... con la ilusión de que encuentren en nosotras
todo lo deseable, que no necesiten salir de picaflor... y rezamos para que,
pudiendo ser, no nos coloquen en la temerosa situación de contárnoslo. En el
fondo, sin a veces ser conscientes, pasando la mano por el lomo nos hacemos
íntimas y, con hechos, les decimos por activa que les queremos sensibles y por
pasiva que nos gustan algo cabrones; y, aunque les digamos “¡qué bicho!”,
seguimos lapidando a la guarra esa o la calientapollas aquella que no respetan
las relaciones, que se meten por medio dándoles o enseñándoles el caramelo
mientras nosotras planchamos.
- ¡Se me ocurre algo! ¿Cambiamos de sexo una situación medianamente habitual
para desmenuzarla?
- Vale, vamos a ello...
- Ella se viste de gala, se cambia de ropa interior, hoy toca, esta noche no vuelve
de vacío, cae algo, seguro, se dirige sola a la barra de un bar, pide una copa, se
apoya en la barra y espera a que llegue, la una, las dos, casi las tres, sí, esa es la
mejor hora de ataque, a nadie se le ocurre proponer nada escabroso a las doce,
hay que saber esperar pero eso sí, no mucho, a partir de las cuatro y media quedan los restos, baja la calidad, el rendimiento no es el mismo, aunque depende de
sus ganas, en caso de necesidad ella tampoco le hace muchos ascos. Es mejor a las
dos y pico, ellos quieren ojear un poco antes, que se les vea... vienen a bailar, preparaditos para ser elegidos, con un par de copitas de más encima, alegres ma non
troppo, tan monos, siente cómo la llaman con sus gestos. Localiza uno, uno que le
gusta, que mira alrededor como buscando; intercambia miradas y se acerca, una
broma, cualquier bobada... baila a su lado, le roza, entabla conversación y en un
momento le dice eso del “te voy a ser sincera, me gustas, me apeteces, me he fijado en ti, me vas a perdonar chico, pero si no te lo digo reviento, ¿tomamos algo?,
invito yo”. Así, mientras él toma su copa, enciende un cigarro, aguanta el coqueteo, le da cuerda, tantea su mirada, calibra, le hace reír... él sigue la conversación,
bien, va entrando va cayendo; en un momento del diálogo y de forma casual, se
lo apalanca contra la barra, aprieta sus pechos contra su cuerpo y le mete un
morreo, susurra “no puedo evitarlo, qué te parece si nos damos un ratito, disfrutemos de la noche y mañana como si nunca hubiera sucedido”... ante la duda del
“no sé si debo”, que lee en el silencio de él , ella continúa: “lo estás deseando tanto
como yo, lo sé, no me seas estrecho”. Su mano para entonces ya vuela a aferrar su
paquete y ¿el?...,
- Jajajajaja... ya puesta a imaginar, imagina algo sustancioso...
- El asiente sin decir palabra. Con una risa nerviosa se despide de sus amigos con
la mano, de lejos... bien, vamos bien, relamiéndose ella le lleva en su coche a su
casa... pone musiquita... ¿otra copa?, lo mejor es no darle tiempo para pensar. Se
encarga de desnudarle entre besos aquí, en la comisura de sus labios, besos allá,
en el lóbulo, en su cuello... aturdido, minutos más tarde le tiene debajo, entre sus
piernas, se lo introduce sentada sobre él y está tan excitada que no aguanta
mucho entre salto y asalto... termina, desmonta, enciende un cigarro, y con su
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tarea de mujer cumplida sonríe... “¿ha estado bien, verdad?”, evita su mirada, es
mejor así, “¿y tu?¡,ah! ¿ que tú no has podido? habrás bebido mucho, no te preocupes, no pasa nada hombre, otro día será”... algunas frases intercambiadas,
tiene sueño y el trámite se alarga demasiado, se ofrece voluntaria a llevarle a casa
porque siempre ha sido una dama; él acepta... ella le lleva y se despide dentro del
coche aparcado en su puerta. Le pide su teléfono, es imprescindible la des-dramatización, el detalle de un guiño simpático y un recuerda, “hemos quedado que
mañana como si nada, corazón ¿eh?”, mete primera, vuelve a casa. “La vida es
así, ya sabías a qué veníamos”, en el trayecto coloca lo vivido como puede, “majo
chaval, nadie ha hecho daño a nadie, no pasa nada, los dos somos mayorcitos
y lo hemos querido, soy mujer, y como mujer de vez en cuando lo necesito. Eso
no tiene por qué llevarme a tener que conocer mañana a tus padres, cielo”.
- ¡Eres terrible!, aunque creo que existiría otra más que posible opción entre
muchas otras. Veamos la contrapuesta: ante su metida de mano en la misma
barra, en el punto previo en el que quedamos, él mismo, que ha fantaseado con
que le ocurra algo así mil veces, el mismo que ha contado una y otra vez una jugosa historia de similares ingredientes a los amigotes, ese, ¡ese mismo!, mete el
turbo con la excusa de ir al baño, a por tabaco o gamusinos y sale por la puerta
trasera... con la boca seca y tropezando con el mito de su hipotética masculinidad
como si de una cuerda de goma atada a sus pies, con un par de pelotas desinfladas, se tratara. Sale diciéndose: “menudo pendón, ésta tiene más muescas en la
culata que billy el niño, pá pillarte cualquier cosa, qué agobio tú, otia tú que
fuerte, cómo está el patio, esto no lo cuento ni loco, que no se enteren, puede
haber cachondeo en la pandilla para los restos de los restos”... que tiene su continuación en un trágico golpearse el pecho con el consabido: “debo ser bobo, me
la tenía que haber tirao, ¿qué me pasa? Me ha superao, un mal rato lo tiene
cualquiera”. Si, creo que esta situación es más real...
- Si, más real y creíble. Pero, sigamos el juego, e imaginemos ahora a una persona, da igual si hombre o mujer contestando desde otro punto ante semejante
situación: “mira, tu propuesta me atrae y no me es cómoda; físicamente me
apeteces y a la vez me doy cuenta que no conocerte pesa en mí... me gusta sentirme partícipe en mis relaciones, disfruto de escoger y sentirme escogido, me
halaga y me excita tu invitación, también me asusta y excita la sensación de no
llevar las riendas y a la vez creo que ambos nos merecemos y podemos darnos
mutuamente más cuidado, respeto, calidad y calidez que todo esto”. En este
caso, surge la persona, se habla otro lenguaje, se abren las puertas a otro nivel,
germina la posibilidad de respuesta de contacto y encuentro. La soledad es difícil de llevar, necesito un abrazo y para conseguirlo a veces no me queda más
remedio que vampirizarlo través del sexo; una persona puede pedir explícitamente un revolcón, está relativamente mal visto y más contemplado que abordar
a alguien desconocido y decirle: “me muero por un abrazo, me da la sensación
que te tú también te sientes así, no llevo bien la soledad, me supera... ¿Te parece que nos abracemos un rato?”
- Tu traes la imagen de dos soledades que no se mienten, que deciden compartir
y celebrar un encuentro a través del sexo...
- El problema es que ellos no están programados para ser tumbados. ¡No lo
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están!. Ellos están proyectados para seguir el juego como galgos, ¿como liebres?
¡Jamás! Lo de los conejos es cosa de ellas..
- ¡Claro!, pero no olvides que tampoco nosotras estamos programadas para tumbar. Por mucho que nos duela, no lo estamos. Nos empeñamos a veces en hacerlo, nos forzamos a estomagar auto-imágenes tóxicas para nosotras mismas. En
realidad creo que ninguno de los dos géneros está mentalmente preparado para
dar un click en el "actualizar nuestra relación", para arriesgarnos a cuestionar si
nos excita nuestra pareja, si nos divierte, si nos llena, si renovaríamos o nos renovarían contrato, el miedo a escuchar un no por respuesta es grande, como alto es
el riesgo. Mantenemos relaciones con contrato vitalicio fijo y no hay más que
echar un vistazo a la fama de la actividad laboral del funcionariado.
- Totalmente de acuerdo... No estamos programados para mostrarnos en nuestra vulnerabilidad a capa descubierta, no lo estamos y esto es para mí, un hecho.
- Ambos sexos nos acicalamos, perfumamos, enviamos señales de “ven y conquístame”, seleccionamos “ésta para un rato, éste para amigo, con este no me
importaría dejar la moral de un lado y tener amnesia temporal, con esta me
gustaría a mi tener un par de hijos, éste me da prestigio, ésta me adorna”... y
a través de la mirada, de nuestro baile, entonamos los cánticos de “acércate”, “ni
se te ocurra”, “tienes posibilidades”, “olvídate”, “estoy disponible”, “ni en tus
mejores sueños”, “sor-préndeme”, “welcome”, “cerrado por vacaciones”, y sigue
la mutua búsqueda verdadera: “a ver si contigo llega el color y las ganas, prende la ilusión y puedo dejarme de ceremonias, dame fe, me duele al alma y los
pies, son las tres de la mañana de otro sábado anodino y yo aquí fichando
mientras anestesio a base de copas mi vacío y mi rutina”...
- Cuestión de roles atávicos, de ignorancia tanto nuestra como de ellos. Parece
que la misión que tiene encomendada un hombre, atada y recosida a su miembro, es la de penetrar; y la nuestra, igualmente tatuada en la piel, recibir. Algo no
encaja. Busco impenitente sinónimos que me ayuden a entender dónde fallamos,
que me guíen, ¿qué encuentro?. Para mi total sorpresa... penetrar es igual a comprender, entender, intuir, vislumbrar, adivinar, incluir, discernir, enterarse, asimilar...
- Busca en otra dirección... ¿En recibir?, tomar, absorber, atraer, calar, empapar,
humedecer, cautivar, embelesar, recoger, tocar, acoger, adoptar, albergar...
- Ya, pero mira, me sale mi egomujer y no puedo menos que pensar que, al leer
el libro de instrucciones de mi uso, alguien malinterpretó penetrar y dio la orden
de agredir, asaltar, arrollar, atracar, violentar, arremeter, no puedo menos que
creer que por recibir, alguien tradujo acatar, someterse, doblegarse, dejarse
hacer, cumplir, venerar, reverenciar...
- Acepta que nos fallan los diccionarios internos, en nuestra lectura de los libros
heredados confundimos y olvidamos los sentidos de las palabras, los enmarañamos, los adu-alteramos, los prosti-tergiversamos y nos colocamos la receta cofundiéndola con nuestra definición de nosotros mismos, nos tragamos el mito y
vamos por la vida con la creencia puesta como si fuera un saco que nos cubre de
pies a cabeza. Todo en nuestra contra, unos y otros contra nuestra naturaleza,
contra nuestra verdadera esencia de género. Totalmente antinatura.
- Si te paras a pensar, lo hacemos de diferente modo pero con similar resultado.
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Ellos bajo el derecho y la necesidad de demostrar que no en vano les cuelgan dos
criadillas, que saben más y mejor, que no se doblegan fácilmente ni a la primera.
Nosotras disfrazamos apetencias físicas con supuestos enamoramientos, practicamos rituales de intercambio de fluidos en los que la con-ciencia brilla por su
ausencia. Nos ponemos en manos unos de otros sin darnos cuenta de que, en
esos momentos, todos los poros están presentes y activados y, en cada uno de
ellos, está grabada a fuego la memoria de nuestra historia personal. Jugamos y
experimentamos, acabamos practicando gimnásticas sesiones de sexo al que
luego sacar jugo re-latando en la partida de mus, de pe a pa, con la irónica maldad del: “un caballero no da detalles”...
Las palabras brotaban a borbotones, se había convertido en pozo artesiano que necesitaba expulsar el agua hasta lograr el nivel equilibrado entre su existir y su manantial en la montaña.
- Nosotras tendemos a denominarlo amor para poderlo justificar, para poder
contarlo a las amigas sin ser tildadas de peligrosa. Nos desconocemos, nos han
contado como son los otros, los hombres esto, las mujeres aquello, “chaval lo que
mejor puedes hacer es”... “chica, yo lo que haría”... “son muy raritas”... “ellos
siempre piensan en lo mismo”... Nos repetimos y perdemos. Nos relacionamos
con las imágenes que tenemos unos de otros, con espejismos tras los cuáles se
parapeta un yo aturdido, cansado, juzgado, apaleado, un yo aparentemente más
chiquitín y desvalido, algunos comparten casa, cama y macarrones tres cuartas
partes de vida y nunca llegan a ver de lejos a ese ser que tienen a su lado.
Ponemos cartelitos, planeamos estrategia de caza y captura, “¿en qué trabaja?
no le dejes escapar”... nos empeñamos en la carrera de la hipotética igualdad sin
saber escuchar cual es nuestra especialidad, nuestro camino. Parece haber un
mandamiento divino, algo similar al desconfiad los unos de las otras y entre vosotros y vosotras mismos.
Se levantó, presa de su propia inercia dialéctica, y se sentó de nuevo como si
se hubiera dado cuenta de que sólo sentada podría concluir lo que había empezado.
- Algunos, se consideran modernos -¡señor si hasta la palabra es antigua!-, envían flores a las amigas el día de la mujer trabajadora, reivindican a la mujer, se
manifiestan en contra de la violencia doméstica y a favor de compartir tareas del
hogar. Al igual que las mariladillas, corretean alrededor de las mujeres para descubrir su lado femenino, con el silbato y la pancarta, tomando cafetitos y haciendo confidencias íntimas de superficie, obteniendo información de portera con la
que luego poder impresionar a sus congéneres después de reciclarla. Los hay que
musitan entre dientes: “pedorras” y salen en la foto sonriendo. Algunos terminan tan descafeinados como acalóricos, tan hueros como eunucos, con el yermo
“lo que tú digas mi vida” que se acomoda y castra posibilidad de cuestionar y de
crecimiento. Y, en contrapartida, algunas, las que se consideran valientes, reivindicativas, optan por imitar, por seguir la senda de elefante del hombre con el
metro en la mano, en una carrera de buscar demostrar a ver quién la tiene más
grande. Otras se cuelgan la bufanda alrededor del cuello como una soga y el jersey tienda de campaña; y hasta hay grupúsculos que se dirigen, a lo machirulo,
a un campo de fútbol para unir sus improperios a los de ellos, para escupir y vilipendiar a la madre de un pobre señor, acompañado de dos sacristanes todos ves71
tidos de negro. Ellas, las más audaces, buscan justificación para esa falsa libertad que sólo ha añadido unos eslabones más de suelta a la larga, y tensa , cadena
y olvidan... se olvidan de que siguen amarradas y se hacen daño, se hieren apostándose en manos de cualquier caballo regalado al que temen mirar el diente...
- Te olvidas de las más peligrosas... de las que militan en el refuerzo de ciertas
actitudes de macho ibérico desde el hogar, esas que salen al encuentro del rey de
la casa, con las zapatillas en la boca, y alimentan día a día con mantel y servilismo las actitudes de sus cachorros. Algunas dan un pasito más y hacen apología de ello, engrosando ego y filas, confundiendo hombre con comportamientos
trogloditas. No me extraña que luego él, en su interior, piense: "esta no se entera"... y lo peor es que ella se autosatisface con un absurdo: "este ve lo que un
pichón por el culo".
- Si te soy sincera... si realmente, como mujer, digo lo que pienso, creo que bajo
nuestras actuaciones coexiste junto a la fe, un enorme desprecio por el sexo contrario. En el fondo de lo hondo de nuestra naturaleza existe una sarcástica sonrisa con el dedo corazón enhiesto dedicada de los unos para las otras y viceversa.
Existe un enorme mutuo desconocimiento. La venganza del poso que dejan los
siglos de desencuentro, la factura que se paga por haber mancillado una y otra
vez, a través de los siglos, la naturaleza sagrada del otro y de nuestro propio
sexo...
Las miradas de ambas se encontraron encima del florero. Fue un largo y
telepático momento, justo en el instante en que la noche se acercaba de puntillas y ponía un broche de gris al color azul del cielo...
- ¿Sabes?.... hay un grito que escucho y que va escrito en el lenguaje del denominador común neutro: “pelea, bucea y aprende a quererme, meréceme, valgo la
pena, yo te espero con mis ganas frescas, por aquí adentro”... una pena que nos
quedemos en las bocas, en las formas, en las imágenes, el reto, el verdadero reto
creo que va por otros derroteros...
IX
“HIPOTEMUSAS”
Se despiden, a menos un segundo del momento exacto. Argiloa se levanta y coge el bolso, Nínfula la acompaña a la puerta. Ambas se quedan apoyadas
en ella, pensativas, semiabiertas.
- No sabes lo que me alegra que ahora me toquen los seis pisos en versión descenso, estoy rota, esto de hablar tanto me desinfla!
- Nos vemos Argiloa, cuídate, y ya sabes donde encontrar té y me...
Argiloa baja tres peldaño, se detiene, sonrie mirándola y continua la bajada de la colina de escalones en cuesta.
Reflexiona hasta darse cuenta de que se había asomado a su espejo, de
puntillas y con miedo a asustarla, a verse dividida en la imagen que recibiera de
ella; un poco como hacer la prueba del vaho, escribirse con las yemas, tomarse
todo el tiempo que necesitara... sonaba bien, la lectura inicial le encajaba.
72
Volvería, no sabía cuando, pero se lo dijo su hueco en el sofá y el libro que descansaba abierto sobre la mesita. Disfrutando del tiempo de ahora contó los escalones hasta que se aburrió, salió a la calle y caminó redondeando su cansancio
hasta su casa. Su mejor plan para ahora era ducha, fruta y cama.
La despertó una llamada que madrugó más que ella.
- ¿Si...?
- ¿Te pasas hoy? Estaré en casa.
- ¿Has seguido leyendo la memoria?
- Mucho tomate en los triángulos.
- ¿Que?. ¿Así que a ti también te ha bajado la regla? Paso a verte en algún
momento, prepara la tetera.
Ducha con pensamientos enjabonando la mente... "me siento libre a su
lado"... "hay espacio para mi decisión"... "da igual la que sea, no pido permiso ni lo doy"...
Escaleras... "me vuelve a sorprender y a encantar esta nueva ausencia"... "no hay ni una micra de peso de culpa sobre mis hombros y a la vez soy
consciente de que me la juego cada vez que cierro la puerta tras de mí"... "extremadamente cuidadosa con ello"... "responsable"... "consciente del riesgo de no
encontrarte, adoro saber que ni me tienes, ni te tengo"... "sé que si bien no
habrá un reproche, tampoco habrá una explicación para tu adiós".
La puerta se abre, no hay preámbulos.
- ¿Qué te han parecido los primeros capítulos?
- He ido saltando en ellos, todavía no tengo una idea muy marcada hasta ahora
es como si se dividiera el mundo entre los que aman y los amados.
- Me pongo en situación, dos personas pendientes de ti, y vas de la ¿oficial? a la
otra persona, tu hipote-musa. Es relativamente fácil ser cualquier lado del triángulo, eso sí, siempre que el lado amado seas tú.
- Necesita quererles mucho para justificar consigo mismo su actitud y quisiera
amar-amar, o al menos querer de otra manera y por más que lo intenta no puede,
¿quieres decir eso?, a mi me da sensación de que quiere profundamente a las
otras dos personas, que se estira hasta sus límites para complacerlas...
- No lo veo, creo que se escapa como una anguila, fíjate... te leo: "dile que es
mucho más importante que nada en el mundo y que vas a a olvidarte del viaje...
que no vas a ir..."
- El contesta con un "ya lo he hecho..."
- ¿Ha hecho qué? Nin, él continúa "¡ya os lo he dicho de mil maneras ¡, pero no
me entendéis"... se cuela por las fisuras de la palabra, el eterno recurso del soy un
incomprendido. Me suena a manipulación, a: yo soy el que decido, con mi actitud me provoco sufrimiento y pretendo que ambas personas acomoden mis
decisiones con armonía, que lo lleven bien, para poder irme tranquilo, no con el
gallinero inquieto.
- ¡Quiere complacerlas!
- No les complacerá de ninguna de las maneras, ni quedándose ni yendo, él no se
complacerá ¿No te parece que están metidos en una ratonera?
- Dices él...
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- ¡Tiene que ser hombre!.
- Pareces muy segura, yo no lo estaría tanto.
- Se complace él mismo, ¿no lo ves Nin?, la decisión ya la tiene tomada, ¡sólo la
está negociando! sabe lo que supone su ausencia y parece buscarlo, pretende
además de irse, hacerlo con sus permisos y si tiene que pagar el arancel de la
culpa lo hace. Necesita alejarse del correveidile de ellas dos. ¡Apuesto a que si
pudiera irse de ambas situaciones sin sentimiento alguno de culpa lo haría!
- ¿Ellas?
- ¡Tienen que ser ellas!
- ¿Por qué?, dime, por qué das por hecho que la que pide que se quede sea ella,
que la que sufre es ella, que la que espera es ella. ¡Ay que Joder tan soso!, Argüí,
tienes el síndrome Penélope metido en la médula!
- Tienes razón... y fíjate, tú sigue añadiendo componentes... el del acepto compartirte por ejemplo. ¿No lees me conviene compartirte?. Ella plantea el marcharse juntos y lejos.
- Él rechaza la idea. Renunciar a una parte que amas es muy doloroso
- No puedo evitar leer entre líneas: tú mantienes tu relación cuanto más estable
y centrada estés, mayor estabilidad tendrá la mía con mi otro lado, menos problemas para mi propia situación, si estás lejos, menos posibilidades de encontrarte con los pañuelitos de papel arrugados en un puño, llena de mocos y
lágrimas en mi puerta. Se garantiza la comodidad del te querré por quererme,
porque necesito ser querido así, de lejos por ti, de cerca por ella, con pasión, con
adoración por las dos
- Eres dura.
- No creo en los cuentos. Tengo la convicción de que en los amados, almas trashumantes, hay una llamada al amárrame a tu lado. Un miedo cerval a la rutina y
una intrincada manera de sondeo. La búsqueda sin cesar de un ser que le prenda y no sólo para un rato por muy largo que sea. Alguien que les rete y remueva el intelecto, el sentido del humor, el olfato, el gusto, la magia, el sexo, que les
toque y cautive por entero. Álguien que le aporte códigos a descifrar de ganas
constantes en todas direcciones, a todos los sentidos. Si pudieran harían un
collage con trocitos de distintas personas, con actitudes diferentes, opuestas, y
según suman y suman relaciones se dan cuenta ...
- ¿De...?
- Déjalo Nin, no quiero entrar en ello ahora, digamos que los amados buscan
amar con una silenciosa y dolorosa desesperación.
- ¿Déjalo? ¿Tu dilema también es que no quieres decirme nada?
- No, mujer, es la intención de buscar un manantial que se renueve, que no se
estanque, creo que en cada alma nómada amada, se esconde un profesor en
busca de volver a ser alumno y mirar al compañero con ojos como platos.
- No me has contestado... además en ese caso podrían aprender a amar de aquellos por quienes son amados...
- Sé que no lo he hecho... ni siquiera el triángulo isósceles les complace, a esas
almas les toca sostener desde la base, toda la carga de los otros dos lados, sujetar como Atlas las longitudes y la estructura del "todo" de la relación con la propia medida media de corto rendimiento. Se resisten a probar a otra posición que
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no sea la que conocen, la del epicentro y así no se aprende a amar Nin...
- ¿Y en qué te basas para decir eso? ¿Dónde está la llave en el texto con la que
abres esa puerta?
- ¿La clave? Yo la encuentro en esa terrorífica pregunta revelación: "¿Álguien me
dijo quédate?". Me parece demoledora. No se trata de apoyar la cabeza en un
seno en un momento de debilidad, la debilidad confesada se convierte en una
mayor fortaleza. Si tuviera que elegir una frase de todas me quedaría con ella.
Algo aquí dentro resuena al escucharla.
- La continúa con "¿Álguien hizo algo más que repetirme eso de "sé feliz"?”... ese
sé feliz suena a equívoco, a vete que aunque me duela, aquí estaré a tu vuelta...
justamente lo contrario de lo que pretende.
- Más todavía, quiero decidir, si quedarme o irme da igual, en realidad
quiero ser quién decida quedarse, y no encuentro razones para hacerlo. No me dejes
partir. Crúzate en la puerta, saca la chistera y descúbreme...
- Das una versión injusta para con ellos. Se aman, quieren hacerse felices, necesitan que el otro se sienta satisfecho
- Pienso que cuando el pulso del sé feliz lo echan los amados o bien necesitan
cortar los hilos o los tienen atados de tal manera, que la otra persona ya no puede
prescindir de amarle. Es como un adorno en el pelo, un farol que uno puede
echar cuando percibe que la otra persona ya depende de ti, que te necesita para
respirar. En clave de quién ama, en ocasiones tiene el lastimero tinte del ve y
compara pero vuelve a mí, en otras subyace el miedo al si encuentras algo mejor,
el síndrome del corderito. No me gusta Nin, no me gusta.
- Entonces, según tú ¿el quiero hacerte feliz es letal? Tan egocéntrico como el
quiero ayudarte, la felicidad y la ayuda suelen venir calibradas a la medida del
dador, del ayudador, a lo grande
- ¿Quién se permite decir necesito ayudarte para sentirme bien conmigo mismo
y como no sé si quieres que lo haga, te pido permiso para hacerlo.
- Argí, ¿Qué es para ti la felicidad? ¿Qué es para ti la ayuda?
- ¿Ayuda? Compañía calibrando distancias. Cuando una está jodida lo último que
quiere es tener que ocuparse de hacer sentir útil al ayudador o la ayudadora de
turno. Hay veces en las que dan ganas de decir: anda ayúdate tú un rato, ocúpate de tu propia felicidad, por Dios, no más cargas ni tareas.
- Pero no lo dices...
- Creo firmemente que algo que odian los amados, los trashumantes, es hacer
sufrir a quienes quieren, creo que es un reflejo de evitar su propio sufrimiento.
Se culpan por saberse fingidores, poderosos, maquinadores. Aunque se alejen
constantemente, no suelen ser ellos quienes se van, optan por arreglárselas para
que les dejen. Es todo más fácil, más sencillo para con uno mismo de esta manera, así es más fácil acomodar el perdón.
- Y ¿ cómo llegas a todo eso?
- Preguntando se llega a Roma, ¿Qué me pasa? ¿Qué me está ocurriendo?. Todo
está en orden, no tengo motivos que justifiquen mi necesidad de ir, tengo todo
lo esperable todo lo querible y lo tengo en la calculada dosis justa. Algo en todo
esto no encaja, hay algo dentro que repudia ese orden, que no se acomoda, probablemente la conciencia de saber que puedo morir y no he amado- amado, odio
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el ¡ya está!. Como la primera vez que tienes relaciones, siento la decepción del:
¿era era nada más?.
- ¿Y la felicidad entonces?
- Tengo la sensación de que la infelicidad nos rodea como una nube de anhídrido carbónico. Hacemos una lista interna de condiciones de felicidad en la que
apuntamos salud, dinero, amor...
- ... una casa chuli, la familia bien, gracias, un coche bueno, una pareja amable,
hijos sanos, buen sexo.
- Una no se entera, y un día se despierta para sentirse corcho y nada, un día una
mira y se ve una más entre miles que arrastran sus pies grises, me temo que sobre
el cemento no dejan huella. Racionaliza: todo está bien, siente demasiado tarde,
ya me he montado en la rueda.
- Quieres decir que de algún modo se las arregla para desestabilizar lo aparentemente estable, para que aunque pierda la vida en ello, se sienta viva, que haya
algún riesgo y diferencia.
- Como el fumador que escucha hablar de cáncer e ilógicamente se ve impulsado
a encender un rebelde cigarro, no quiero seguir hablando, de nuevo la sensación
de estar metiendo el tocho, me supera...
Argiloa apoya su cabeza sobre un brazo extendido del sofá, cierra los ojos,
vértigo por dentro, la pregunta nunca llega a verbalizarse pero existe: "¿qué me
está ocurriendo?"...
X
“MEDIACTRIZ”
Suena el teléfono, ese que é mobile, cual piuma al vento, ¿o se escribe
móvil?, nunca sabe a ciencia cierta a santo de qué el nombrecito cuando precisamente él, es el único no se mueve.
Es ella la que, como sirvienta a la llamada del señorito, inicia una expedición de busca y captura. ¿El protocolo de cada llamada?: suena, se levanta y
empieza a dar vueltas -¿ande oño lo habré puesto?- revisión de mil bolsillos dentro y fuera del bolso, cartera, perfume, compresa, sigue sonando, bolígrafos,
libreta, caramelo, pañuelo de papel, para esas alturas, pintalabios, ya se desmelena e inicia una conversación tú a túuuuu, con el bicho: ¡ya va!, ¡ya vaaaaa!,
agenda, llaves, dos tornillos, ¿dónde te he metido bonito?
La musiquita dale que te pego hasta perforar el tímpano de los nervios, y
se va poniendo en lo peor -¿habrá muerto el canario de la tía Concepción y me
pegaré la mañana de tantatorio y la tarde de entierro?- ¡ahahá!, ¡ya suenas
más cerca!, -¿será el fin del mundo y me pillará con estos pelos?-, ¡aquí estás!;
y se abalanza encima con un jubiloso: ¡ya te tengo!, desbloquea, aprieta el botoncito verde juuuusto en el segundo en el que ha cambiado de opinión, ya no le
interesa sonar, se ha aburrido.
Entonces lo deja de nuevo a buen recaudo para volver a los dos minutos
posteriores al más de lo mismo. Se acabó, de ahora en adelante le cambiaré de
nombre, pienso tratarle distinto, decir algo así como ¡oh!, vibra el celular... a ver
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si con una aproximación nominal más sensual se conmueve, y aguanta algo
más... marca rellamada
- ¿Si?
- Soy Argiloa, buenos días Nin, comunícote que si el tiempo no me derrite con la
regla y a buen compás me aproximo a tu casa.
El ascensor funciona, tiene en cuenta que sus ovarios hoy no están para
muchos trotes, opta por hacer uso de su cortesía aunque sólo respira tranquila
cuando abre las compuertas de su buche.
Dicen que la mediana de un triángulo es una recta que une cada vértice
con el punto medio del lado opuesto, para ella, y hasta ese momento la mediana
había sido la raya hipnótica que divide una carretera. No puede evitar pensar que
se siente tan partida e intermitente como ella. Busca en la casa su baricentro, se
abre la puerta y en medio del bochorno respira un ligero olor a flores limpias, las
persianas con sus párpados bajos, penumbra y fresco, la música suave invita a
entrar... con los ojos se dicen: ¡me alegro tanto de que existas para mí!.
- Hola Argi, ¿cómo estás?
- ¿Bien?... ¿o te lo cuento? parece mentira que una frase tan corta y manoseada
pueda significar todavía algo, ¿cuánto hace que no la escucho así?, no suena a
cumplido, joé, ¡si suena a verdad!,
- Ya te dare la receta, je.
- No me hagas caso... Bien Nin. Ahora estoy bien.
- Buff, ¡madre del señor hermoso!, ¡pues díselo a tu cara!, vamos, ponte cómoda.
Deja caer el fardo de su bolso en el suelo, suena como ella, como cargado
de piedras. Podría sentirse semi-desnatada o incluso desnatada ...¿pero con ella?
bífidus, fibra, y entera... nada de amputar, ni pintar la pantera de rosa porque no
es políticamente correcta.
- ¿Quieres pegarte una ducha? ¡Este bochorno es tan pegajoso que parece chicle de
alquitrán!
- Acabo de ducharme, pero la verdad, pasar los óvulos por agua no me vendría
nada mal...
- Toalla.., camiseta.., tienes unos calcetines blancos de hilo ahí en el cajón, si
necesitas algo dime ¿ok?
- Gracias Nin, eres un ángel...
Se cierra la puerta entre las dos, una fina capa de madera con una manilla hace de biombo que diferencia estancias para sus cuerpos.
Argiloa, se desnuda para ella. Despacito, con intención, se descalza imaquinando que existe un agujero en algún lugar de la puerta, que sus ojos devoran
imágenes detrás de cada guión de luz de la persiana. Desliza un tirante del vestido, después el otro, sin prisa. Tomándose en serio el tiempo que dedica.
Desabrocha el sostén y sus pechos sudados, bajo sus párpados, se tiemblan como
gelatina. Las dos lunas llenas orgullosas con sus guindas crujientes de antaño,
han dado paso con el tiempo a una relajación en su expresión, a una caída más
humana, más terrena. Se rinde el vestido a sus pies. Inclina el dorso al recogerlo
y, por coquetería y pudor, entra al baño con la braguita... puesta...
Bajo la cortina de generosa agua fresca, en el baño de su dormitorio, su
hervir interno se deshace como mantequilla. Con un gesto de a la porra la pelu77
quería de ayer, se deja llevar por las manos del placer de lloverse de pies a cabeza; malvadamente recrea una cantinela archí conocida: Argiloa por favor, que te
alisen esos rizos, ¿no irás a presentarte así?, Arguiloa ese pinchito que luego lo
pagas, Argiloa no jures, no fumes que te huele el aliento, menos tacones que
parezco más bajo, ¿no te pones el reloj de oro que te regalé?, anda mujer no
hagas el vacío a los Sanchez de Pelargón...
Ni siquiera está harta; esa fase hace tiempo que ya la superó. Creía estar
cómodamente instaurada en la indiferencia y el si no te gusta no mires. Se está
dando cuenta de que algo ha cambiado en estos días, ya no es lo que era. Levanta el
dedo corazón y se lo dedica, en su entera extensión, a él: ¡eau-d´etè ,chato, jo-de-té!
- Argui, ¿estás bien?
Su voz desde el otro lado de la puerta le hace dar un respingo, como pillada en pensamiento y obra in fragancia, in fraganti, con las manos en la masa.
- Divina de la muerte, Nin, ahora acabo...
Sale de la ducha, se seca con la toalla a golpecitos, como enfermera que
toca una herida con una gasa, como de lejos. La toalla frota su cabeza con gesto
de mira que eres tontorrona, necesario un pequeño exorcismo: ¡fuera bicho!, no
pienses, se pasa el peine y sacude su pelo como los perros, surgen en respuesta
sus rizos, ellos alborotados contagian, festejan contentos el respiro,
- ¡Qué gloria!. Un cigarro, thé con limón helado... un buen libro, una buena conversación, ¡no cambio esto ni por un mes en Cayo Coco!
Sonríe de boquilla; ¿sus ojos?... mal que le pese, son harina de otro costal.
- ¿Que ocurre Argí?
- Tonterías mías, pensaba en por qué se harta la gente, Nin, en como llegamos
a ello.
- Supongo que tan imperceptiblemente como los pasos que da el azúcar negro,
resbalando poquito a poco por la cuesta de la rutina, por el manido desagüe de la
desilusión.
- Ya... si, eso es lo típico, yo quiero más, quiero entenderlo Nin, me esfuerzo por
hacerlo, créeme... ellos por ejemplo...
- Estoy segura de que muchos se ven también encorsetados por su condición de
macho. No debe ser agradable ser la nómina de tu casa, pim, toma el sobre, pom,
toma la camisa planchada, tris, la comida está servida, tras... sábado sexo a todo
meter, nunca mejor dicho, ella abajo se deja hacer; él fichando, arriba. La necesidad fisiológica cubierta, la fantasía alimentada cuando nadie les ve masturbándose a hurtadillas. Tiene que ser difícil, triste, pero creo que no se les deja, o bien
no encuentran otra salida...
- Pero Nin, ¿qué ha ocurrido hasta llegar ahí?, hasta llegarse a ver arrastrando un
mapa interno con tres cuartas partes de zonas muertas, catastróficas, estoy segura de que siempre no fue así... ¿por miedo a qué mantenemos situaciones similares?, ¿qué ganamos con ello?
- ¿Preguntas por qué?
- No, no pregunto por qué de por-quería, ni por-que-ría, los porqués te llevan al pozo
del reproche y lo pasado, a otro por qué y a otro sin fin, Nin, me pregunto para qué.
- Mira, no es tan dramático, Nurivan y Zoé por ejemplo... él la re-descubre cuando cree que puede perderla, se da cuenta y le pone palabra, se retira para dejar
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espacio para que ella decida, cuando pierde el miedo a perderla es cuando la
reconquista.
- Ya..., algo así como ¿aprieta el pan que se te escapa la magra?, ¡ahora que veo
que me levantan la paloma es cuando veo lo que importa en mi vida!, ¿es eso
Nin?¿ No crees que eso tiene que ver más con la propiedad y posesión que con el
amor?
- Reaccionas de un modo más que extremo, escocido...
- Fíjate en el caso del típico niño que quiere un juguete, lo quiere y da la murga
de noche y día. El último, el mejor, el que anuncian en la televisión. Da la tabarra con el juguetito de marras hasta que se lo compran, para que se calle de una
santa vez, aunque a él le dicen que porque se ha portado bien. Lo tiene, juega con
el un rato, dos, al tercer día tiene otro objetivo en mente y el juguete se aburre
solo en un rincón.
- ¿Y?
- Pues oye, que no se le ocurra a la hermanita, o al amiguito aquel echarle el ojo
y mostrar interés por el aparatito, es entonces, ni antes ni después es cuando el
niño se agarra a él, lo reivindica, patalea su derecho de propiedad... ¡no me digas
que no te suena igual!
- Vale, para ti esa perra gorda, pero mira a Ainara y Yeray, también hay parejas
que se cuidan, que se regalan noches para el recuerdo en un motel, que reavivan
y se encuentran desde otro punto, que son conscientes de que el amor si no se alimenta...
- Mira que lo intento... pero... ¿por qué no me lo creo? Me da la terrible sensación de que son intentos de evitar lo inevitable, o de postergarlo... hablan de las
fantasías adúlteras que flotan en el aire. Esfuerzos porque no venza la rutina y el
aburrimiento. Es como cuando a uno de la pareja le llueven atenciones y regalos
sin ton ni son, un síntoma de que la otra persona está atendiendo sus otras necesidades en otro lado.... no sé, demasiado elaborado Nin, parecido al poner en
práctica una fantasía, y ... ¿en la ficción? ¡tan excitante!, ¿en la práctica? la mesa
es demasiado alta o baja, o se te enfría el culo, o el corchete del body se atasca, o
los violines no suenan, o tiras con el codo el jarrón encima del informe que tienes que entregar mañana...
- ¡Entonces para ti no existe el amor! Siempre hay una pega, una pesimista vuelta de la tortilla...
- Una realista vuelta, y siento que el amor existe Nin, claro que existe, sólo me
pregunto si es correcta la posología, el modo de administrarlo... Me pregunto por
qué no podemos ser tal cual somos, por qué de alguna manera aceptamos vivir
actuando un papel que nos coarta, en una obra que ni siquiera nos gusta.
- Y acabamos hartas de hacer de medi-actrices.
- Lo que digo es que debería haber una asignatura que fuera algo así como gestión del sentimiento, aprender a dosificar, a administrarlos. Nos bebemos de un
ansioso trago al otro, le sacamos chispas y si encaja en nuestro medio le ponemos
rápidamente un marco legal de normativa interna y externa...
- y... hecha la ley, hecha la trampa.
- Pues eso me parece. El mundo cambia en cada micra de segundo, nosotros cambiamos con él queramos o no y si nos guiamos constantemente por normas pasa79
das no es de extrañar que no se mueva nuestro molino. Algo debe cambiar por
dentro para concertarse, el hecho de que no avance ya es en sí un retroceso. Es
similar a la limpieza de un trastero. Es necesario tirar lo que no sirva, añadir nuevas concepciones que se ajusten a nuestra realidad interior y externa...
- Ya que estamos con los triángulos, dicen que las mediatrices de un triángulo
son las perpendiculares a los puntos medios de cada lado. ¿Ok?
- Si...
- Y en cualquier triángulo siempre se cortan en un punto llamado circuncentro.
- Ahá..
- Lo que planteas sería algo semejante a estar actualizando el interior al segundo, ser conscientes de ello y buscar un punto medio en ti y el otro para alcanzar
un equilibrio relacional directamente proporcional a la suma ...
- Jjajajja mientras la suma no sea de catetos a mi lo de sumar me va, y no entiendo de matemáticas, cuando me han pedido que imagine un cubo en el espacio,
siempre lo he visto de madera con su asa tan mona, uno de esos rústicos, de ordeñar vacas... lo que sí se es que si uno se busca y logra encontrar una mínima coherencia dentro de sí mismo, si es capaz de hacer y decir lo que siente y piensa,
entonces no hay que esforzarse en ser honesto, eso viene solo. El sí es sí y el no,
no. Si perdiéramos la parte del miedo a perder cambiarían las reglas Nin, sería
todo más sencillo ¿no crees?
- Tengo la sensación de que tu medi-actriz está muy medi-atizada por el pasado... lo que planteas es como de libro, demasiado perfecto.
- erm...
- Argí, volviendo a las relaciones de las que hablábamos antes, me venía a la
mente los doce triángulos de la muerte, ¿has oído hablar de ellos?, los que de
alguna manera enmarcan los agujeros negros. Tengo la misma sensación respecto a los triángulos amorosos, parecen ser atractivos y uno puede acabar totalmente perdido en ellos. Ayer leía que hay una ciencia novísima, el
Paleomagnetismo, que nos puede enseñar algunas cosas. Hay dos hechos sorprendentes, comprobados por esta joven ciencia... primero: los continentes han
derivado millares de kilómetros en la superficie del globo...
- Bien, hasta ahora me encaja, ¡anda que el género humano no ha derivado, hasta
desvariar incluso! te he cortado, sigue, sigue
- ...y, segundo, el campo magnético terrestre se ha invertido periódicamente,
pasando el polo Norte a ser el polo Sur y viceversa. la Tierra se encuentra en el
umbral de un cambio de polaridad. Es decir, que de un magnetismo normal
pasaremos a un magnetismo invertido.
- Jajajjaaj, interesante..., eso explicaría el por qué tantas personas deciden invertir sus apetencias sexuales, las relativas “aceras de enfrente” están hasta la bandera...
- Cambio de música, ¿ok?
- Me parece bien, pon-te... pon-me si te parece... algo más o algo menos...
- ¿Alegre y ligerito?
80
XI
CADA VUELO...
- Escucha esto Nin, en un capítulo de La memoria de los triángulos:
“...amada, ideal, única, princesa, reina”
- Pelín empalague ¿no?
- No me refiero al título, escucha: "tienes esa mezcla única que compagina en
perfecto equilibrio sensibilidad y rudeza,... delicadeza y fuerza... enigma y franqueza..."
- ¡Oñó! Si hubiera añadido sensualidad, inteligencia y modestia....¡se diría que
nos ha descrito a nosotras!
- ¡Tonta!, ¿no te parece un cocktail estupendo?
- Depende de la lectura que hagas de él... lo he leído varias veces, me lleva al por
la boca muere el pez, no me preguntes por qué, se me ha unido a los doce triángulos de la muerte... no están sólo en el espacio, si trazas un triángulo a ambos
lados de la nariz bajando hacia las comisuras de la boca tienes otro triángulo de
la muerte, otro agujero negro, la zona más sensible, o al menos una de las más
delicadas del cuerpo. Creo que en este capítulo se toca esa zona...
- Explícate...
- Si te fijas toca temas troncales, la libertad dentro de la relación. Me ha hecho
gracia la forma, ¡lo del pájaro no tiene desperdicio!
- Ya está, ya se pone cáustica.
- Que no mujer...
- Estoy de acuerdo en algo, los amados pueden permitirse partir, los que aman lo
sufren, ¿recuerdas?. Quién tiene el poder en la relación suele ser quién reivindica ese espacio de libertad. Y que conste que me parece genial, que si me agobio
en un ascensor imagínate tú en una relación de pata quebrada y en casa...
- Yo pienso como él y la entiendo a ella.
- Pues a mi la actitud de Yeray me parece vampiresca. Ese querer estar repicando y en la procesión no me encaja, en mi corto entender nada por la superficie y
sin mojarse. Demasiado control y estrategia para mi gusto, léele Nin: "cada
vuelo tiene un objetivo preciso: traer los alimentos."
- Para mi eso es nutrirse, aportar a la relación aires nuevos, nuevos sentimientos
que compartir...
- Muy bonito, ¡sí señora!, hasta ahí bien, y basándome en su metáfora , observa...
¿de qué pájaro se trata?, ¿de un pájaro loco, de cristal, de barro o de fuego?,
¿pájaro de mercurio de ónice, pájaro carpintero?, ¿de dónde trae los alimentos?;
para mi es el cuclillo que anida en el nido de otro. Él tiene claras y asentadas su
base en la nave nodriza, en Ainara... y, contando con ello, el pájaro vuela a otras
latitudes y se trae consigo otras mieles que alimentan su relación; lo siento por
la dureza, pero eso es de parásito emocional, de chupóptero, no lo uno con
amar... Nin, él no se moja... controla estratégicamente los comportamientos, la
conoce, sabe de sus miedos y sólo tiene que manipular un poquito aquí, apretar
la tuerquita allá..
- Los pájaros respiran más rápidamente, su corazón late más deprisa, su tempe81
ratura es más alta que la de los demás animales, Argiloa, puede ser que algo
interno le impulse a ello, por naturaleza, el mismo menciona la palabra antinatural...
- Los pájaros, no lo olvides, obtienen alimento a través del pico. ¡Él miente!.
Acomoda su necesidad de aires nuevos con esa excusa y lo hace con una labia
apabullante que deja a Ainara atada de pies y manos, Nin. Él es el cuclillo, el
murciélago. ¿Ella?, digamos que ella es una flor... No lo olvides, los que se van no
son los que sufren la enfermedad del echar de menos, ellos simplemente echan
un órdago y echan... entre otras cosas...de más.
- Digamos que crees que en esta peli el es el malo, ¿ella la buena?. Esa clasificación de peli de indios y vaqueros, de buenos y malos no va contigo Argüí,
- Me intriga la co-evolución de esta historia, la interacción entre dos especies
diferentes, pájaro-flor. Los pájaros y las mariposas pueden ser los estampados
de flores en el cielo. Unimos a ellos connotaciones de vida, sentimientos positivos, yo sólo señalo que hay flores venenosas y pájaros de rapiña y mal agüero...La
actuación de cada parte afecta al desarrollo de las características de la otra
durante el curso de su evolución. A veces, y creo que este es un buen caso, resulta en una total dependencia de la planta hacia su polinizador. Da lo mismo si
alguien se vende a cambio de una nómina económica o afectivo-emocional. La
venta de uno mismo ya está hecha. La connivencia de Ainara la hace más que
cómplice, partícipe en activo de la situación, si fuéramos a buscar culpables, tan
culpable o más que él. Ella a la chita callando y por mucho que parezca quejarse,
lo hace de boquilla, permite su vuelo.
- ¿Como cuando nos proponen relaciones y damos un no con la boca y un sí con
los ojos?
- Exacto, ella es la nave nodriza, tiene asegurada su posición matriarcal siempre
y cuando no rompa las normas internas. Necesita el vuelo de Yeray tanto o más
que él. Le ve despegar, volar alto y sabe que se lanzará en picado, que una vez
conseguida la dulce recompensa, libará de ella todo lo necesario, después girará
y volverá a aterrizar, traerá los zumos de culpa, néctar de nuevas palabras, el
polen de nuevos aprendizajes, la recompensa será compartida por los dos. De
alguna manera disfrutará de lo que realmente le gustaría hacer a ella, pero... no
todos los pájaros pueden volar, y escucha a Ainara sin el velo del pobrecita sobre
los ojos, escucha la malignidad que se esconde detrás, él ha nacido para "matar
suavecito", ella lo supo siempre y creo que hasta por eso le eligió... creo que hay
una estrategia masculina explícita y otra femenina mucho, mucho más letal...
- Es como si ella no se pudiera permitir volar y lo estuviera deseando. Como si
en su selección del macho con quién aparearse hubiera buscado intencional o
inconscientemente la mezcla de ingredientes que le convierten, amada, ideal,
única, princesa, en abeja reina en el panal. Él hace el trabajo sucio. Ella tiene un
abastecedor. ¡Jodér!, de todos modos tal y como lo pones... la combinación de las
dos actitudes, ¡es un peligro!
- Hablamos de triángulos Nin, y la muerte, los agujeros negros y los triángulos de
nuevo tan relacionados. El peligro es un arma de doble filo, la supuesta víctima
de los vampiros, el tercer lado del triángulo ese lado tiene en sus manos una
parte importante de la clave...
82
- Claro, sobre todo del grado de conciencia de ser triángulo que cada uno de ellos
tengan. De la actitud que tomen unos respecto los otros en trío, tomados de uno
en uno y en dos, del grado de conciencia de la interacción, de cómo gestionan su
poder, no sé a ti, pero a mí esto cada vez me fascina más ...
Permanecen en silencio. La palabra consciencia abre una grieta de vértigo bajo sus pies. Argiloa la mira y se da cuenta de que prácticamente es ella quién
habla. Nínfula sigue su vuelo como de lejos, alentando y sin mojarse en exceso,
retro-alimentando su diálogo para que continúe dando datos, recuerda que por
la boca muere el pez. Se da cuenta de toda la información de sí misma que va
dejando tras de sí, miguitas de pan que señalan el retrato en negativo de la historia que calla.
Sabe tanto como tan poco de ella... por primera vez en mucho tiempo se
siente incómoda en compañía... y, para su alivio, no siente necesidad de huir.
XII
ARAÑANDO EL POZO
- Disculpa, voy al baño...
Nínfula se aleja de la mesita sobre la que descansa esa taza de porcelana
de infinita delicadeza en la que he tomado un thé de hierbabuena. Entra en el
cuarto de baño y enciende un cigarrillo mientras se mira al espejo. Aún quedan
retazos de aroma a Argiloa, agazapados en las juntas de los azulejos.
Sus ojos tropiezan con la bañera, instintivamente su imaginación vuela y
en sus pupilas se refleja una imagen de mujer desnuda, enjabonándose los hombros, los pechos, el pubis, las caderas; cómo el agua de la ducha mata la espuma
y arrastra hasta el sumidero unos pocos vellos púbicos que, en ese instante, se le
antojan círculos de deseo.
Los pensamientos se suceden como si los estuviese dictando o escribiendo en su computadora, en un desordenado orden que le estremece...
"Debo de estar en baja forma. Argiloa me gusta, pero no quiero
depender de su aire fresco. Para escribir lo que preciso de verdad es
algo más rancio, el reposar de las ideas. No quiero seguir discutiendo esta novela, en algún punto se romperá, cuando ella me hable de
sus amores y los compare; cuando dejemos de mantenernos neutras
y las ideas plasmen los deseos. Sin embargo es hermoso estar así,
placentero como un masaje con aceite de canela mientras se bebe
hidromiel. Un día tendremos que hablar de la reencarnación.
Necesito colocar en algún lugar de esta relación, en algún recodo de
nuestras vidas paralelas alrededor de ese eje que nos une, los almohadones y las sedas, los velos de muselina, las ajorcas, los dedos de
los pies con anillos y las manos limpias de joyas para que la piel no
tropiece en la caricia.
El título de esta novela que leemos, y que quizás estemos reescribiendo con nuestras conversaciones, no lo hemos discutido y, sin
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embargo, para mi es de lo más significativo. Un triángulo, llevo
pensándolo desde que iniciamos este análisis tan alejado de la crítica literaria, no tiene que ser forzosamente una relación de a tres, ni
un compás de tres por cuatro. Un triángulo puede ser solitario,
introvertido, expuesto, delicado como una flor, coriáceo como un
escudo de galápago. Sólo existe un triángulo que nos centra, que nos
llama, que nos provoca y ata.
Todos, los personajes de la novela, Argi y yo misma , lucimos nuestro triángulo intransferible, rasurado o decorado más o menos
frondosamente, nuestro pubis. Y no importa el sexo que cobije, ni las
veces que haya sido usado, ni siquiera las costuras, ni la memoria
de tanto sexo aceptado, amado, rechazado, soñado. El pubis nos
marca, aunque últimamente tan sólo los futbolistas tengan un pubis
decoroso que puede dañarse y deba ser operado con gran profusión
de informaciones sobre el asunto, muy espinoso por otra parte, porque desde que el pubis se le estropea a los futbolistas parece, una de
dos, que ellos se feminizan o que el pubis ya no es un tema femenino, salvo precedido de la palabra vello.
El indecoroso, es decir, el mío, se ha erizado pensando en ese voyeur
de gimnasio, que precisa mirar por un agujero pétreo una entrepierna lejana, quizás húmeda, y sobre todo imposible de poseer, o al
menos literalmente inalcanzable, para tener una erección respetable que anime a una masturbación de urgencia, ¿será también
colectiva?, o el salir con rapidez para llegar al conducto húmedo
interno y privado de la mujer con la que se tiene el contrato conyugal, y ya allí frente a ese pozo oscuro, arañar las arenas del deseo y
gozar en el lugar común e indeseado, de la glotonería visual, del
deleite carnal con el sentido que más datos nos da y que usamos con
tan poco arte: la vista..
Me gustaría acudir a ese gimnasio, a menos un día, y mirar por uno
de esos agujeros y contemplar esa otra pupila dilatada, sorprendida y a la vez humillada por no poder ver más que la mía inquisitiva, curiosa, burlona…
Quizás sea eso. Todos tomándose en serio el sexo cuando es un maldito juego. A mi me interesa el sexo cerebral, las ideas que me llevarán a amar como una adolescente. Creo que propondré a Argiloa ir
juntas al gimnasio, yo preciso un buen masaje, y después junto a
ella, agarradas de la mano, mirar por esos agujeros y quizás masturbarnos para que esas pupilas vean contraer las nuestras por los
espasmos del placer y quizás nos oigan gemir y se vean hermafroditas en un solo espejo. Y después volver ambas corriendo a las
duchas y lavarnos juntas como chiquillas chapoteando en la bañera.
Es curioso como me ha excitado la imaginación esa idea de observar a los observadores. Quizás sea, siempre quizás, sea un deseo
insatisfecho de comparar tiempos, dilatación, y otros factores. Con
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ojo clínico, analítico, ajeno y ausente al placer que se provoca, que
se recibe.
De todas formas, como desbarre mental no ha estado mal, espero.
Al menos encontré algo más que nos iguala al varón: el pubis. Y ese
triángulo es el centro del universo. Enmarca los sexos, es reclamo de
fertilidad, de deseo, de ofrenda, es justo el asiento del regazo.
¡Ufff!, quisiera ordenar estos pensamientos que se me escapan,
encontrar el método para dominar la química, la física, la anatomía del pubis-triángulo que lleva en si un sexo y reclama otros. Dos
masculinos y uno femenino, dos femeninos y uno masculino, ambos
triángulos montados lateralmente con un tercero y así hundirnos
en la memoria de los tiempos, en las pirámides, y terminar como
sacerdotisa de Isis reclamando la vagina mientras agito el falo
como un bastón de mando, como un sistro, como un pene vivo…"
Han pasado quince minutos o, quizás, menos. Nínfula sale de su trance
místico con los ojos fijos en la toalla, algo en ella necesita rozarla, saber a que
huele, sentir su textura para saber qué piensa de la piel de Argiloa o si se ha
humedecido al rozar su sexo. Sacude su cabeza, tratando de despejar su mente,
tira de la cadena y abre el grifo buscando, como Pilatos, que al lavarse las manos
sus pensamientos queden tan blancos como la nieve.
- ¡No!, no caeré en oler la toalla húmeda, no me gusta el olor del algodón mojado, sólo el que tiene cuando el sol ha intentado dorarlo.
Regresa al salón, al sofá, a Argiloa, a la mesita sobre la que descansa esa
taza de porcelana en la que ha tomado un té de hierbabuena....
XIII
ESTA NOCHE NO ME ESPERES
La tarde les cae encima en un abrir y cerrar de ojos, lectura a dos, en
momentos comentada, en momentos interrumpida, sopensada a dúo, cada una
en-sí-mimada, cigarro en el balcón, mirada hacia arriba, el turquesa rabioso,
vestido de plomo promete tormenta...
- Me gustaría chascar los dedos y estar ya en mi casa, da pereza sólo pensar en
vestirme..., hala, de vuelta a dar la orden, cargar con el saco al hombro, vuelta al
horno de la calle...
- No lo pienses más, Argi y, quédate...
- No sé...
- Espera, que te lea algo que he subrayado: " Decidir es la exigencia"
- Sí, y continúa: "... aunque la decisión gangrene el alma"
- Decide, mujer...
Los elementos se alían a su favor. El cielo ya no aguanta más. Cargado,
repentino, revienta y, en tromba, rompe a llorar. El ozono de respiro y fresco
aporta el alivio para hablar de la decisión.
- Lo primero a decidir es desde dónde y para qué decido... Los momentos previos
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a la decisión son los verdaderamente decisivos, una vez tomada, ya está, ya se
empiezan a desencadenar los cambios, la secuencia esta activada...
- ¡Socorro!, ¡que ataca la niña er entresijo!
- No te rías Nin, me explico. Es importante para mí... mira, decidir desde la cabeza por ejemplo, es relativamente sencillo, para eso tengo un millón de normas y
reglas a aplicar. Tengo que hacerlo. Yo controlo. Me evito el riesgo, voy sobre
seguro. Punto.
- ¿Y...?
- Decido desde mi gana, ¿vale?, para ello imprescindible el aparcar la cabeza...,
agarro el momento, el deseo, cuando el disfrute llega a su fin la mente cabalga y
calibra de inmediato el precio posterior a pagar. Llega entonces de nuevo el
miedo a desestabilizar el entorno, el miedo a perder, a las con-secuencias que
vienen tras la decisión...
- Vaya, cambias un problema por otro, además en tu caso me parece que te es
imposible aparcar, lo que se dice aparcar la cabeza...
- Tienes razón en eso, pero... ¿no te parece que la vida es eso? Nin, un sopesar,
un elegir entre varias posibilidades. Si estoy sola, tengo un problema: la soledad.
El estar sola conlleva en sí gozo y sufrimiento. Por muy feliz que una esté con la
libertad que proporciona la soledad, por muy reconciliada con ella y todo eso, no
se deja de sufrir los clavos de su parte dura...
-Si estás acompañada tienes el problema de la compañía.
- ¡Claro! Si estoy acompañada, entra el disfrute, y el sufrimiento de los planes a
dúo, compañía y complacer, el es-fuerzo de acompasar ritmos, deseos, fantasías, realidades. Nuestras acciones, todas, tienen sus consecuencias dentro y fuera
de nosotros. Lo que dejamos, lo que tomamos, todo nos lleva a una nueva situación, todo cambia y nos transformamos con ello al segundo. Por hacer, por dejar
que hagan otros, poco importa si por decir, si por callar, en nuestra elección de
actitud siempre hay una parte de responsabilidad en la decisión en la que por
activa o pasiva nos mojamos. Constantemente tengo la sensación de que delante
de mí se abren caminos. Sendas, muchas de ellas promesa, están conectadas
directamente con quienes somos en ese momento. Senderos a los que, en otro
momento de la vida una no presta atención, que pasan inadvertidos frente a las
narices de uno, y que de repente adquieren una dimensión diferente, como si les
hubiera llegado su tiempo. Como si uno hubiera llegado a ese punto y todo lo
anterior tuviera sentido en ese instante.
- ¿Entonces...?
- Elijo quedarme. Me quedo.
- Prepararé algo para picar en la cocina...
Ya esta, ya lo ha hecho y a lo hecho pechos.
Coge el aparato celular-vibrante, antes llamado móbil, marca su numero
y espera que salte el contestador: "No me esperes esta noche, no sé si llegaré
tarde o no llegaré, me ha pillado la tormenta en la ciudad. Nos vemos". Cuelga,
no hay ni "buenas noches, cariño" ni siquiera el protocolario beso. La lluvia parece haber remitido, el asfalto empieza a secarse. Las luces parpadean destellos. No
sonríe y se echa en falta tanto a sí misma como el protagonista de la novela,
tanto, que duele...
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- ¿Te echo una mano?
- ¡Vaya oferta!. Jejeje la mano la acepto, el ojo no hace falta que lo eches a la sopa,
a ver, si te parece... limpias ensalada o pones la mesa...
- Jajajaja, ¡más decisiones!, nos pegamos la vida decidiendo, Nin, constantemente, en las decisiones nos apostamos, en ellas nos reflejamos, ratificamos, nos
probamos a nosotros mismos. El cómo las tomamos, condiciona en cadena los
acontecimientos posteriores, decidimos a la baja en los apuros, jugamos con la
carta del tiempo a nuestro favor, sembramos nuestro propio des-tino, nuestro
paquete de gozo y descontento. Merece más la pena en cuanto más inclinada esté
la balanza hacia lo positivo. Thé o café... blanco o negro... vienes o te vas... subes
o bajas...
- En ese sentido que señalas yo admiro a los gallegos...
- Yo tenía la creencia de que en la vida uno debe decantarse, uno debe definirse,
lo unía a conceptos ser claro, honesto, directo... Últimamente algo me ha cambiado, pero hablabas de los gallegos...
- Sí, de su habilidad de no posicionar sus pasos en ningún lugar determinado, es
la famosa imagen del estar parados con un pie en un peldaño en el tramo medio
de una escalera.
- Ya no uno directamente decantarse con honestidad, creo incluso que es más
honesto posicionarse en el sol y sombra del cuestionarse. No hay en mí tantas
certezas, todo depende de cómo se lea. Antes pensaba que mojarse era necesario, hoy me pregunto qué parte de lo que considero necesario me es imprescindible...
- Mira que te complicas la existencia... a este paso me dirás que depende de si has
dormido bien la siesta, de si te sentó bien la cena de ayer, de si el sol ha salido
por Antequera...
- Jajaaja, ¡pues efectstiviwonder!, quiero para mí la galleg-habilidad de hacer
diferentes lecturas de los mismos hechos, de definirme en la línea que suma el sí
y el no. Si te fijas, ellos tienen un lenguaje que comparten, ellos se entienden
entre ellos y saben lo mucho que a todos los demás nos descolocan brutalmente,
saben apreciar y leer los detalles en su código, apuesto a que ellos saben quién
sube y quién baja, que perciben entre ellos el más allá; somos los de fuera, los
"demás", los que interpretamos su postura desde el desconcierto y el desasosiego que da el no entender, no controlar, necesitamos saber dónde está el otro para
posicionarnos en la trinchera, para saber hacia dónde colocar el punto de mira...
- Tantas lecturas como lectores, ¿te imaginas por un momento qué pensarían y
entenderían diferentes personas si nos leyeran a nosotras?
- ¡Ja!, calla, calla, por favor, ¡socorro!; ahora en serio, ¡sería muy interesante!, me
encantaría conocer la retroalimentación de sus espejos..., probablemente nos
sorprendería en muchas ocasiones. Dicen que somos como somos y como nos
ven, la suma de las dos cosas.
- De todos modos no olvides algo... en las opiniones del mundo dejamos ver
nuestra subjetiva visión personal, seguro que en esas opiniones se trasluciría la
historia personal de cada uno, las filias con las que ratificarse, las fobias que
señalan lo que les cuesta integrar y aceptar dentro. Muchas veces dudo si somos
capaces de abstraernos del lastre de nuestra historia personal para ver-ver lo que
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tenemos delante. Cuantas veces alguien nos cuenta algo y mientras lo oímos, no
llevamos por dentro a aquel día que me pasó algo similar, a cómo me sentí yo,
reproducimos el diálogo y la situación, la revivimos... ¿cuantas veces acabamos
hablando de nosotros y dejando a la otra persona con la cara de lerda sentada en
un mojón de la carretera kilómetros detrás...?
- Muchas. En nuestro caso estoy casi segura de que verían por ejemplo un par de
amargadas cuarentonas huyendo del pasado, refugiándose la una en la otra para
restregar clítoris y penas.
- Jajajaja ¡eso!, dos mujeres quemadas que deciden pasarse a lesbianas desde su
rencor hacia los hombres.
- A mi me gustan las mujeres Argi, recuerda mi escrito...
- A mi no me gustan las mujeres Nin, me gustas tú, jajajaja. Mi rencor no está
dirigido al hombre ni a la mujer en general, en todo caso y como mucho a ciertas
personas concretas. En todas las historias que he vivido reconozco mi responsabilidad. Yo estaba allí, Yo formé parte de ello al cincuenta por ciento.
- No te sientes víctima sino co-partícipe y protagonista de lo que te ha sucedido...
- ¡Exacto-correcto! En su día decidí soportar determinadas situaciones y romperlas cuando dejaron de aportarme lo que buscaba en ellas. No me vale el pobre
de mí, ni echar la mierda al tejado ajeno. El quid de la cuestión está en ver hasta
qué punto somos capaces de derivar e integrar nuestra historia personal. No está
tanto en lo que ocurre sino, como en el papelito arrugado de la novela, en la lectura que hacemos de ello...
- Me quedé en esa parte... para mí se entrecruzan diferentes factores, fíjate en
cómo va la secuencia, pide un café y es regalado con una sonrisa seductora,
enmarcada en unos labios increíbles que le llaman, en ese momento habla de no
poder abstraerse y sin embargo de inmediato decide responder por el camino del
bloc. La sonrisa es aprovechada para dirigir su interés al objetivo de escribir algo
para otra, esa su ella.
- Lo hipotéticamente más justo, lo directo y honesto sería en ese momento escribirle a la persona que ha inspirado el hecho. Dejar con otra sonrisa en sus manos
el papel después de tomar el café... me pregunto qué hubiera pasado después...
- ¡No lo hace!. Hay ya una elección entre la sonrisa y el bloc. Abraza el sentimiento y lo desvía, lo aplica hacia donde él tiene puesto el corazón. Hay y una eliminación en su actitud.
- Pásame esa fuente, ¿no te parece que es retorcer mucho la cosa?
- Toma..., los cubiertos están el cajón del medio, ¿No te parece delicioso el retorcimiento?
Cae la noche con el sabor especial del lujo de cotidiana normalidad. Una
mesita baja como la luz, dos cojines, el fresco crujir de la ensalada, balcón semiabierto.
Dos mujeres disfrutan de la erótica del mutuo interés y el contacto. Callan
lo que eligen callar, hablan lo que deciden hablar. Se escuchan más allá de la
palabra.
Sobre el mantel, el vino se acuna en dos copas, por dentro las cartas barajadas, unas boca arriba, otras a la espera...
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XIV
COMO PREFIERAS...
- “Ni contigo ni sin ti”. Ni concibo aquí sin allí.. ni te consigo sin. .ni allí ni aquí...
¿has leído Nin?
- "El contigo ni sin mí" es bi-direccional, dicho a ambas partes, desde diferentes
posturas, buscando objetivos distintos.
- Aristóteles decía que el principio más firme de todos es aquel del cual es imposible engañarse. Decía también que todo agente obra por un fin. El fin de Yeray
es desconocido para mí, está tejiendo una red que me intriga, Desconfío de la
bondad. No puedo dejar de hacer una lectura de su en el sentido del poseo pero
no soy poseído. Hay algo maquiavélico en su tono, no sé..., ¿recuerdas la frase de
El Príncipe: "Los seres humanos se vengan de las pequeñas ofensas, pero no de
las grandes, por ello el agravio que se les haga debe ser de los que no permitan
tomar venganza"?
- ¡La madre que parió a peneke, voy buena como ahora te de por meterle mano
a la filosofía...!
- Escuuuucha, tengo la sensación de que está manejando los hilos desde la cúspide, pero... así a bote pronto... ¿dónde se coloca habitualmente a la cúspide?.
- Encima, Argiloa, encima...
- Creo que él controla desde la cúspide del triangulo, no en vertical como se espera sino desde el triángulo inverso.
- Desde la raíz... desde la parte sumergida del iceberg... desde el poder oculto de
manejar los hilos, elevándolas a ambas a la hipotética cúspide, haciéndolas sentir reinas, princesas, amadas, únicas... ¿eso dices?
- Es como si en su actitud estuviera una de las máximas de Maquiavelo; ¿cómo
era?, si algo así como "La patria siempre tiene que ser defendida, sea con ignominia, sea con gloria, porque de cualquier modo la defensa es indispensable".
El está defendiendo su patria, en ambos triángulos.
- Su patria, su concepto del amor, ¿pero no me digas que ahora son dos, no era uno?
- Veamos Nin, lo habitual es ver en un triángulo amoroso a tres personas, tres
bandas ¿es así?
- Si...
- Pongamos que tenemos una persona que se relaciona en paralelo con otras dos.
Tres elementos Ainara, Yeray y Zoé, ¿Vale?
- Si...
- No veo un triángulo, veo dos. Dos distintos y diferenciados, con sus características propias determinadas. Uno: Ainara y Yeray con respecto a Zoé que, por
desconocer Ainara su existencia, es la persona que no está; el segundo: Zoé y
Yeray con respecto a la persona que falta, es decir con Ainara...
- Pues para no ser menos yo echaré mano de la psicología... ¿No te suena algo a
Gestalt?, a esas imágenes que si las miras desde el fondo obtienes la silueta de
un par de rostros y si las remiras desde la forma tienes la imagen de un ánfora?
- ¡Me viene genial el ejemplo!, ¡eso es lo que quería decir!, todo depende de la lectura que se vaya haciendo, lo importante no es quedarse ni con una ni con otra
sino con el juego visual que produce el ejercicio entero con ambas. El darse cuen89
ta de que sin el fondo y la forma unidos, el ejercicio no tiene sentido. Uno se
queda a menos de medio camino. Tengo la sensación de que Yeray lo sabe. Que
busca ese algo más. Que en su relación con cada una de las dos reivindica lo
mismo desde diferentes lecturas, haciendo hincapié en diferentes aspectos.
Potenciando de sí mismo aspectos diferentes en relación a cada una de ellas. A
Ainara le refuerza su seguridad ante su miedo a quedarse sin él, es a ella a quién
le asegura continuidad del fondo, en la interacción con Ainara, Yeray busca el
contigo incluyendo a quién falta, no puede prescindir de ello.
- En el caso de Zoé...
- ¿Zoé?
- ¿Crees que Yeray es el amante de Zoé?
- Si, y estoy abierta a sorprenderme si así no fuera... sería una faena adorable que
me desmontaría toda la hipermegateoría que te expongo. Creo que cuando habla
con Zoé, alimenta en ella la forma para conseguir el mismo fondo; ella misma le
dice "me haces sentir amante", creo que eso es lo que él busca, lo que quiere
potenciar en ella...
- Se me explique, madre...
- Quiero decir que esa es su estrategia, busca la Amante con mayúsculas. Yeray
no busca huir de Ainara, ni cambiarla por otra, la quiere profundamente, tiene
asentadas sus raíces y su sistema de fondo con ella funciona, eso no le aporta dificultad alguna, no más que la que supone garantizarle a Ainara continuidad y
fidelidad dentro del triángulo que forma con ella. No es cambiar de pareja lo que
persigue, no, no lo creo.
- Respecto a Zoé, entonces no es el vivir a la vista de todos y a su lado en abierto
lo que Yeray necesita, ella se desvía según tú del guión cuando pide relación en
abierto, entonces él la está aleccionando entre caricia y caricia...
- Eso creo, de ella espera la profesionalidad de la amante al cien por cien. Busca
lo oculto, el guiño, el morbo del código secreto del sólo nosotros sabemos; busca
acariciar la espera que anticipa el encuentro, el paladear el antes y el sacarle chispas al durante, dure lo que dure, para sacarle jugo del después... en Zoé descansa la necesidad de Yeray de crear memoria tridimensional. Creo que busca la
esencia de los triángulos en paralelo... Yeray necesita su relación con ambas para
la foto que persigue no puede dejar ninguna fuera, ni puede elegir una sóla entre
ellas. Deben estar las dos.
- De ahí su ni contigo ni sin tí, ahí está el meollo...
- Creo que con Ainara lo tiene amarrado. El asunto depende en mucha medida
de Zoé, de su capacidad por encontrar su sitio, en su valentía, en su decisión, de
su modo de estar depende que el consiga lo que quiere y descanse...
- Argí, me temo que un día de estos te voy a llevar bombones al manicomio... no
siempre es así, me refiero a lo de los triángulos.
- Si. ¡Cada triángulo es un mundo!. A veces ni siquiera existe otra persona, a
veces en medio de una pareja puede estar una idea, una idealización de un
recuerdo. Sacamos concluilusiones generales, creemos saberlo todo, y detrás de
cada persona hay todo un mundo de ser y potencia de ser que combinado con
otros dan una progresión infinita... ¡eso es lo que más me fascina de las relaciones! ¿No te parece apasionante?
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- ¡Me parece que tú necesitas un buen polvo y yo, ejem, por lo pronto necesito un
refresco!
Nínfula se levanta de la mesa; Argiloa fija su vista en un cielo sin estrellas, desparramada y con el interrogante en nube sobre su cabeza, deseando
poder encontrar teorías simples o complicadas en las que apoyar su interna sensación de desasosiego
¿Cuál es su necesidad?, ¿cuáles las características de su propio triángulo?
¿qué mantiene su relación con él?. ¿Dónde está su propio vértice?, ¿dónde su
cúspide?, ¿donde las aristas cortantes?, ¿donde su incentro...?. ¿Qué espera de
ella?, ¿qué busca detrás de esos ojos que parecen bailarle el agua y en los que
intuye paralelos monólogos internos...?
Regresa Nínfula, deja los vasos de naranjada y derrama sonrisas sobre ella...
- Gracias, si me traes una almohada me quedo sopa aquí mismito.
- Como prefieras...
XV
LA DANZA DEL DESASOSIEGO
Sigo pausadamente tomándome mi copa mientras siento que Argiloa se
duerme. Contemplo su rostro relajado ahora, sin los desasosiegos de sus últimas
reflexiones. Porque eso es lo que ocurre, algo la tiene inquieta, y esta buscando
la solución entre mis palabras y esta novela triangular.
Yo estuve bailando con el desasosiego en distintos períodos de mi vida. En
todos los que tenía que elegir. Suelo ocultar mi vida privada, mi familia, mis visitas
al médico para que mi corazón siga adelante, incluso mis lecturas y mi casa. Argi
ha venido porque quizás yo esté de nuevo desasosegada. Ella es tan igual a mi que
cuando la escucho me estremezco. Me llama Nin y nunca hemos mencionado el por
qué de Nínfula, pero el nombre, en mi mente partió de Anäis Nin y de la falta de
deseo. Esta casa, ella aún lo ignora, no es más que mi refugio, mi "picadero", mi
refugio cuando me siento caracol, mi primer hogar. El sitio donde he amado, me
han amado y no guarda más traiciones que las de mi memoria.
Voy a taparla para que no se enfríe -me digo a mi misma- y me veo levantarme y rodear la mesa para abrir la puerta de un aparador antiguo, que guarda en su interior ropa blanca y tres leves mantas blancas, casi chales. Sonrío al
advertir el número de prendas y estoy a punto de soltar una carcajada cuando
al desplegar una de ellas queda expuesto un dibujo geométrico, una greca compuesta de triángulos sujetos por la base a un par de círculos paralelos. Tomo
con suavidad los pies de Argiloa por los tobillos, y la estiro sobre el sofá, recubriéndola con la manta. Después vuelvo a sentarme, pero antes me sirvo
whisky sin hielo. Tras el primer trago y una mueca al pasarlo por la garganta,
recojo de la mesa un cuaderno lleno de papeles y una pluma; me semi-reclino
en el sofá paralelo al de mi invitada...
No sé como demonios logro tener siempre tantos papeles, tantos apuntes
juntos, cuando en realidad compro los cuadernos para ser ordenada y que mis
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exégetas puedan elucubrar a placer como voy enhebrando las palabras para construir poemas o novelas. Quizás esto obedezca al trauma que sufrí cuando me supe
engañada, traicionada. Ni una lágrima, sólo angustia y aquellas arcadas secas destrozándome el estómago. Fue una estupidez que debía haber previsto... apartados
de correo nuevos, cartas que llegaban equivocadas al buzón común, gastos extras
no justificados, y el desasosiego que me inundaba como una marea salvaje.
Y entonces, el amigo que te admira por lo liberal que eres y te propone un
adulterio en vivo y directo, y cuando te extrañas y bromeas con lo que crees una
broma y ves su turbación, ya sabes. El resto fue fácil, me tomé unas cuantas
copas, abandoné la timidez y marqué el teléfono del hotel en el que se me había
declarado aquella nochevieja en la que no pudimos ni darnos un beso, de tan
borrachos que estábamos, cuando yo le contesté que sí, que si le quería, antes de
quedarme dormida escuchándole roncar…
"Hotel Miramar, ¿qué desea?", me preguntó una educada voz masculina.
Estuve a punto de decirle que no deseaba nada, pero me lo imaginé joven y pasado de vuelta en las cosas que pueden ocurrir de madrugada en un hotel playero,
próximo a una discoteca y a una barra americana. Sin tartamudear dije: ¿Puede
ponerme con la señora de Hermida?. Así de fácil, tres timbrazos y tu voz estaba
al otro lado, enfadado me preguntaste cómo te había localizado, y te lo dije: Me
pasaron la llamada a la señor de Hermida, no esperaba hablar con el señor
Hermida. La próxima vez recuerda no pagar con tu tarjeta de crédito y no te
localizarán.
Y a partir de ahí, abogados, juzgado, reparto de bienes comunes. Tu no
quisiste nada mío y yo nada tuyo, aunque no hubo forma de arrancarme los sueños, los proyectos, esas cosas que se convirtieron en una llaga, que se remozaba
cada vez que nos echábamos de nuevo y volvíamos al Miramar y engañábamos a
nuestras parejas respectivas... y yo me sentía como cuando te adoraba, y siempre
te enfadabas porque te decía "que de amante siempre funcionabas mejor en la
cama", como si el esconderte, el mentir, el tener el tiempo contado, fuera un
excitante más. Tú sabías que yo lo sabía y te enfurruñabas. Y yo me preguntaba
que era esto del amor, por qué te amaba a ti que no me querías y al amor que
tuviese entonces. Y de improviso me encontré un día pensando que aunque las
rupturas hubieran sido sangrientas metafóricamente hablando, yo os amaba a
todos. Entonces dejé de interesarme por el sexo, pero en ese período apático me
casé otras dos veces, y aún sigo con mi último marido, a quien he dedicado algunos poemas y sobre todo un archivo, donde guardo fichas de cada una de las
otras que tiene… Y me sirven para esas historias que se venden también y que
escribo con seudónimo y que me permiten mis otras vidas secretas, y el Cardus
de cada día, los viajes a países exóticos y tercermundistas, o a países tercermundistas, cultísimos y de extrañas relaciones sociales.
Voy a escribir un rato, eso me permitirá pensar después cuando tenga que
enzarzarme en otra conversación con ella, en cómo uno puede amar siempre,
incluso a los que odia, porque el amor, el eros, también es tanático. Pero no voy
a pensar en la muerte, ni en los deseos de inmortalidad, quizás sea mejor beberme otro whisky y meditar sobre lo que voy a hablar en el Círculo de Bellas Artes.
Algo que me llene a mí, nada de congraciarme con las damas, me vestiré con
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modelito, gasas y escote amplio, justo el que permite ver el lunar de mi seno
derecho y que hace ponerse bizcos a los que se aproximan y se pierden entren el
lunar y el canalillo, quizás pueda estrenar nuevo amante mañana, aunque desearía que fuera de usar y tirar, pero de los que se creen que te seducen por sus frases inteligentes y su retorcido sentido del humor.
XVI
INTIMIDAD DE MONITOR
Nínfula se arrellana en el sofá; al hacerlo, el cuaderno resbala de su regazo y cae al suelo desperdigando una serie de cuartillas. Sobresaltada, Argiloa abre
los ojos.
- ¿Qué ocurre…?.
- Nada, el cuaderno... que se ha caído sin pedir permiso...
- ¿Seguro?, me da la impresión de que algo más pasa
- Quizás sea que me he detenido a leer un antiguo mail y como se refiere al amor
te haya alertado. No sé, desde que leemos la novela parece que ahondemos nuestro conocimiento mutuo a partir de ella.
- ¿Me lees ese mail?, bueno si no te importa… ¿de quién es?
- Es una carta de alguien, que en el transcurso del tiempo fue muy, muy importante para mi. Como tengo la certeza de que yo lo fui para él.
- ¿Se puede tener esa certeza?
- Si. Si se puede, aunque como, en mi caso, aprendida y olvidada.
- ¿Olvidada?
- Debe responder a mí sino, me pidió que le enseñara a amar, que gracias a mi
rehacía su concepto de relación y práctica de relación sexual, es decir empezaba
a adivinar lo que la sensualidad presta al conocimiento geográfico del mundo
más normalmente inexplorado: el cuerpo. Evidentemente me juró amor eterno,
de lo que yo me reía con la boca chica, porque terminé creyéndole y ese fue mi
gran error; me abandonó por otra, alguien a quien acaba de conocer, ni mejor ni
peor que yo pero real. Estaba pensando si las parejas de los tríángulos, más Yeray
que Zoé, habrán conocido a sus partenaires a través de la red de redes. Hay algo
en su búsqueda que me recuerda eso: el monitor.
- Internet, siempre internet... Tú eres real, todas somos reales...
- No, no siempre somos reales. A veces estamos detrás de la pantalla de un monitor… Fíjate en está frase, del capítulo tercero que tanto te hizo hablar. Lo dice
Ainara y a poco que busque yo tengo más de un mail con esas frases: "Ese es tu
embrujo: con apenas una docena de palabras provocas que me sienta imprescindible en tu vida y, al mismo tiempo, como una pequeña traidora por atreverme a elucubrar sobre la mía sin ti...".
- En lo personal, me cuesta entender que uno pueda llegar a colgarse tan rápido
de alguien. La "red" es un psicotrópico casero y sin receta, poco más que una
droga contra la soledad, hay tantos internáutas adictos como ludópatas. El amor
es intenso, vitriólico.
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- Es posible. De la misma forma que hay tantas personas que aman demasiado y
a destiempo, como alcohólicos a su droga. Es el sistema. Uno está sólo ante un
monitor, que a fin de cuentas es un foco de luz hacia nuestros ojos, hipnotizante.
Se busca en él lo que de alguna forma nos falta aunque no lo sepamos: compañía, exaltación del ego, la satisfacción del voyeur, etc. Es más, en los tiempos en
los que andamos, la red se esta convirtiendo en un mundo feliz de sexo que
Huxley sólo había vislumbrado.
- Pero el sexo tras un monitor es una masturbación a dos y no siempre, porque
no me figuro a las voces de los teléfonos eróticos masturbándose ocho horas al
día, seguidas, por mucho que les paguen. Por otra parte, sí reconozco que tiene
morbosidad porque ignoras quien está del otro lado, aunque te envíen una fotografía, e incluso cuando estás vía cam, porque el conocimiento siempre es parcial, y desde luego carece del olor, la mirada, el calor de una persona viva.
- Lo de las cámaras tiene su gracia… es convertirse en mirón, hacer que el otro lo
sea, es decir que la mayoría obtienen placer por enseñar y que les vean, más que
por ver en si. Figúrate el tipo que en casa o la tipa no tiene cámara y se va a un
cibercafé para usarla… Sólo podrá realizar insinuaciones de gestos sexuales si
puede mover la cámara, y eso ahora, antes eran solo una foto fija hasta que te
aprendías hasta la última arruga y contabas el último pelo de la barba… Pero los
amores de monitor son adictivos porque hay que fijar horas para verse, o mejor
dicho escribirse en principio, y ese tiempo se prolonga porque la charla suele ser
amena y porque al estar escribiendo se invierte el proceso de los antiguos enamorados. Ellos escribían para ahondar en el conocimiento de sus enamoradas, y
en el amor influía la duda de si llegarían las cartas o no, de cómo interpretase el
otro lo que escribías… El conocimiento personal era, pues lento. Pero en Internet
no es así.
- Claro, existe el factor instantáneidad, además del chat, de la posibilidad de
hablar y oír de inmediato aunque estés a miles de kilómetros…
- ... lo que, traducido, significa que si antes te enamorabas lentamente, porque
los datos afluían temporalmente despacio, ahora eso es inmediato y se convierte
en intenso porque sueles decirle al monitor, que después se transforma en persona, lo que no dirías en mucho tiempo a tu pretendiente más cercano; es decir,
entregas el alma, el corazón, y parte del cerebro, por usar clichés, antes de entregar el cuerpo. En el amor tradicional generalmente se descubre el alma después.
- Pues no sé si es ventaja o no. Porque nunca llegas a conocer el alma del otro…
Puedes adivinarle sus deseos, su mecánica existencial, pero... ¿llegas a conocerlo?...
- Esa es la cuestión. La intimidad de poder relacionarse con otra persona instantáneamente y sin ruborizarse, da lugar a una amplia entrega. Y no te digo nada
cuando te mueves con algo que te desasosiega… Tengo un ensayo sobre el asunto. ¿Sabías que lo más consultado es la pornografía, todo lo que tiene que ver con
el sexo? Supongo que sí. Se publica casi a diario. Pero lo que no se dice es el dinero que los magnates de la pornografía dedican a la investigación de la red…
Porque son muchos los millones que se intercambian, y con la amenaza, o más
bien el temor y el desconocimiento del sida, millones de personas se aparean virtualmente, se juran virtualmente fidelidad, se casan virtualmente.
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- Había oído hablar de lo de la fidelidad en la red. Me es difícil de entender que
aún enamorándote por ese sistema quieras mantener una exclusividad que posiblemente, sea ya compartida por mujer, amantes reales, amantes virtuales y, en
este caso los travestís amorosos.
- Confieso que yo he sido travestí amoroso. Gay, lesbiana y adolescente deseosa
de aprender… No pongas esa cara de extrañeza, todo tiene que ver con esa relatividad. Con este papel que tengo en las manos, con otros que deben de andar por
ahí. Mi amante virtual era morboso y absolutamente obsesionado por el sexo. En
lo público y etéreo, la vagina y la boca era su destino poético y de seducción; en
lo privado, fetichista del amor con los pies, del amor anal propio y ajeno, del
incesto, necrofilia, voyeur, esclavo sumiso… y en ese terreno un escritor gore.
- No sé que decirte, salvo imaginar que, siendo todo muy aburrido, no tendrías
un momento de aburrimiento.
- ¡Me aburría periódicamente!. Soy incapaz de repetir la misma historia.
Improvisaba, inventaba escenarios, rebatía formas de poseer.
- Sin embargo tu no dudas en mostrarte muy sensual, ese escarbar en la morbosidad también te ayudaría se sentirte bien...
- No. Pocos hombres, aunque se crean así, son sensuales. Y a él le gustaba disfrutar del cuerpo, una vez se había poseído brutalmente a ser posible en posición
de nalgas. Ignoraba lo importante que es el olor, la suavidad, y otros detalles.
Estamos tan acostumbradas a que nos obliguen a depilarnos desde la infancia,
que cuando le pides a un hombre que se saque sus horribles pelos del aparato
genital o del trasero, parece que exiges un universo nuevo… Y pocos se prestan a
dejarte jugar con pincitas…
- ¡Qué bruta eres!
- Ummmm… mi mayor prueba de amor fue ir a un instituto de belleza y dejarme
depilar las cejas, las axilas y las ingles… Desde entonces esas zonas son sagradas
para mi tal y como la naturaleza las hizo. Y esta que te habla piensa que un apenas visible vello en ciertas zonas, además de la inferior, provoca tanto como un
buen escote.
- Lo cierto es que a mi me da un cierto asco sacarme pelos de la boca.
- Eso es un acto antilujuria, pero ellos no se dan cuenta, como no se dan cuenta de
esos pequeños detalles que pueden estropear un revolcón o una santa entrega.
- Oye, léeme ese papelito que te cayó.
- Más bien deberías preguntar cuál de ellos quiero leerte…, pero aquí tienes uno
de los del inicio: "¿De dónde el amor inesperado? Como te decía en otro mensaje, desde la mínima caricia hasta el éxtasis son grados del amor. Si uno está
pensando en el otro durante la mayor parte del día, si estamos pendientes de
los mensajes, de lo que ocurrirá con nuestro correo, ¿cómo lo llamas? Sé que
eres una mujer inteligente y que le pondrás un nombre, pero en mi opinión será
un eufemismo para no nombrar al amor, palabra tan significativa y a la vez
tan bastardeada por nuestra cultura. Te amo".
- ¿Parece sincero?. A mí se me antoja, más que una forma inteligente de seducir,
un intento de convencerte de algo a lo que te resistes.
- Tienes razón, me resistí durante meses. Para mi era un juego literario, pero me
halagaba, me sentía admirada, protegida. El maestro, con mayúsculas y comillas
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que le coloco yo, había posado su mirada en mi persona, y además respetaba mis
timideces, se interesaba por los deportes de mis hijos y me introducía en su propio mundo de morbosidades. Y eso me interesaba, no tanto por la práctica sino
por el ejercicio de la creatividad. Ahora pienso, y tengo razones para ello, que
sólo le interesaba de mi una parte bien pequeña: que crease historias que el desarrollara; que se las corrigiese y planteará nuevas cuestiones, pero todo ello
desde exageradas muestras de pasión y deseo, o de perversiones sin cuento.
- Pero entonces no lo creías así…
- Lo sabía; me burlaba de ello, por ahí anda otro correo en el que le pregunto si
le he dicho que le quiero un poco, y me contesta: "Me basta con eso, yo te quiero por los dos". Pero terminé queriéndole. Y eso trastornó toda mi vida. Mis relaciones familiares, mis preocupaciones, y mi cuenta bancaria… En el fondo, todo
ha sido como una telenovela de segundo orden.
- Y basaste parte de tu felicidad en una relación tan inestable…, yo no sé si podría
hacerlo. Pediría más, exigiría más. Rompería con todo…
- Mira, yo lo hice y todo terminó en tragicomedia. Es largo, fueron dos años
seguidos de historia, pero sólo te contaré este principio y el final que estuvo a
punto de convertirse en thriller, conmigo como una plañidera recorriendo una
playa desconocida, bajo un cielo desconocido, en un lugar que nunca debí de
haber pisado...
- ¿Te duele, verdad?
- No es dolor, es darse cuenta de que como me han utilizado con absoluta deshonestidad y sin tener en cuenta de que, bajo la capa de piel, hay un corazón que
puede latir muy aprisa si le dan motivos para preocuparse.
- ¿Para preocuparse por qué?
- Por la salud, por el bienestar, por los problemas de aquel a quien crees a pies
juntillas... hasta que descubres que prácticamente todo es mentira y que tu relación, más que con un ser humano, era con un personaje inventado.
- Tremendo...
- No me compadezcas... a mi todavía me humilla el hecho de que creyese que yo
era la tonta del bote y él un inteligente caballero, porque encima pasa por tal.
¡Déjalo!, no importa... es ya muy tarde y no te voy a dejar marchar, te quedarás
aquí aunque sólo tenga una cama. Te aseguro que, salvo que lo deseemos, no tropezaremos en ella: es como un campo de fútbol.
Discurre un momento de silencio, tapiz mental entre Argiloa y Nínfula; al
final ambas mujeres se levantan y salen del salón. Ante ellas un largo pasillo se
bifurca en ele y, a sus lados, algunas puertas enigmáticas.
- ¡Dios! ¿qué es esto? Parece de cuento…
- El piso es toda la planta del edificio, aunque no lo parece, eso me permite tener
mi dormitorio en la parte más alejada de donde recibo visitas, incluso de donde
trabajo. Es un lugar para descansar, para gozar de las rosas… No te lo he dicho,
en mi dormitorio confluyen las terrazas y en ellas cultivo tres variedades de
rosas...
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XVII
LAS SORPRESAS SON SIMPLES CAPRICHOS
El dormitorio de Nínfula es muy espacioso y sus paredes son espejos. Uno
de ellos, abierto, deja entrar un penetrante olor a rosas, mezclado con menta.
Argiloa se vé, a sí misma, repetida una y otra vez, como una bailarina de una caja
de música. Alza una ceja al volverse para mirar a su compañera, justo un segundo antes de comentarle: "no sé si salir corriendo, ¿cómo se te ocurrió esto, Nin?”
- Nunca me miraba al espejo, a veces lo hacia en el cristal del portal… Y un día
sentí el capricho de rodearme de espejos, como el dormitorio de un prostíbulo,
pero sin adornos de drapeados ni cosas así. Aséptico como un quirófano. Ahí al
lado de la lámpara de la mesilla tienes una serie de botones. Con ellos puedes ver
lo que hay tras los paneles de espejos: cuarto de baño, terraza, vestidor, minicocina, despacho… Esto es en realidad un refugio, una supersuite, un apartamento.
- Pienso que cada dormitorio es una zona absolutamente privada…
- ¿Incluso cuando la compartes? Siempre desee tener mi propio dormitorio, no
prescindir de él por matrimonio. Lo ideal era que el contrario tuviese una suite y
yo otra… Sueños que se han hecho realidad en parte.
- Y tenías razón en lo de la cama, ahí cabe un regimiento.
- No me des ideas…
Se ríen. Nínfula decide ducharse antes de irse a la cama y abre la entrada
al cuarto de baño; Argiloa, mientras ve a su compañera desaparecer en el blanco interior, se desnuda y se acuesta, acurrucándose abrazada a la almohada. Casi
de inmediato se queda dormida sobre su costado derecho; su espalda y parte de
sus nalgas quedan al descubierto al deslizarse el cubrecama.
Pasan los minutos, Nínfula sale del cuarto de aseo frotándose los cabellos
con una gruesa toalla. Contempla su cama y a la mujer dormida que yace en ella
y recoge fantasías que creía olvidadas.
Le apetece retirar, con suavidad, la colcha que cubre todavía la parte
delantera de Argiloa; desea que ahora sólo esté cubierta por una de sus manos,
olvidada sobre su monte de venus, y que la otra que se mantenga bajo uno de sus
pechos como si se lo estuviera ofreciendo o regalando. Deja caer al suelo su bata
y se contempla, en los espejos, los grandes senos caídos, la redondez del vientre
rasgada por dos cicatrices, los muslos redondos plenos…
Sonríe y se sitúa a la espalda de la durmiente, a tan sólo unos milímetros
de su piel, y besa a Argiloa entre los omóplatos, resbalando la punta de la lengua, casi sin rozar, por el invisible vello que existe en la piel de las vértebras.
Vuelve a sonreír cuando ve, como con una lupa gigante por la proximidad, que el
vello de la nuca de Argiloa se eriza, y los espejos muestran los pezones de ésta
irguiéndose, mientras que ella retira la mano de su monte de venus y entreabre
un poco sus muslos; aprovecha ese movimiento y posa su mano en el semi rasurado montículo, juntando todo su cuerpo a la espalda de Argiloa, y frota sus pezones pequeños y duros contra la piel erizada de su compañera que se suaviza instantáneamente, agradecida por el contacto, mientras su dueña acelera su respiración y suspira.
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La mente es uno más de los espejos que rodean la estancia y la escena se
multiplica, sin treguas ni pausas. Los labios de Nínfula, más que besar, acompañan a la lengua que lame el cuello de Argiloa, en sentido ascendente, hasta entrar
en su oreja como un dardo. Las dos tienen la respiración acelerada. Sin variar de
postura, Nínfula, con suavidad, presiona el bajo vientre de Argiloa y deja deslizar un dedo hacia su humedad; quiere sentir y así ocurre que su amiga responde, a esta penetración, suspirando y abriendo más sus muslos. El audaz dedo
roza el clítoris, e inmediatamente se le une otro y comienzan a amasar la pequeña protuberancia que crece bajo ellos…
Nínfula está en absoluto trance, ve como una Argiloa jadeante se gira y
como sus pechos se aplastan contra los de ella... como abre los ojos, turbios, y
pregunta: ¿Por qué haces esto?; se escucha responder: Ha sido un impulso, tranquila, relájate; decide que su voz ronca se pierda dentro de ella cuando penetra,
en su boca, la lengua ávida de su amiga. Quiere abrazarla... quiere que la abracen... que las lenguas luchen denodadamente en el estrecho recinto de sus bocas
y que las manos en las caderas, en las nalgas, acompañen a las pelvis en la búsqueda de un ritmo sin aplicación... los muslos separados... los clítoris buscándose, enloquecidos, hasta que decida dibujar esa explosión que hace gritar y retorcerse a Argiloa para, mientras la sostiene, seguir frotándose en ella, lamer su
grito y, finalmente, gemir sin pudor y al ritmo de dos corazones golpetean tanto
que su tamborileo se oye en las sienes de ambas, que siguen su inacabable beso
y sus caricias sobre sus pieles húmedas.
De pronto, su imagen vuelve a las paredes que son espejos. Nínfula está
de pie, desnuda y sudorosa, convencida de que Argiloa se acurruca entre sus
senos y, con ojos semicerrados, le pregunta de nuevo: "¿Por qué?".
- Por nada, pequeña... ¿qué hago con esta deuda de afectos que me mata lentamente?, ¿cómo mato esa mitad que busco en ti porque, en mi, no la encuentro?.
No pasa nada, fue un pronto, un impulso que surgió al leer otro de esos mails...
deseé entrar en ti, a través del sexo. Ahora tenemos nuestros propios triángulos,
a través de nosotras y nuestras parejas. Y, quizás, de nuestros amantes. No te he
preguntado si tienes alguno, pequeña...
Mientras apaga la luz presiente que, la próxima vez, Argiloa se girará en
su cuna de carne y recogerá en su boca el pezón izquierdo que ella le ofrecerá
ansiosamente; que lo mamará con precisión, con golpes de lengua, aspiraciones,
y de sus comisuras resbalará su saliva... que su otra mano se ocupará del otro
pezón, amasándolo hasta alargarlo blando y sensible a cualquier roce…
En el umbral del sueño, Nínfula se limita a gozar de estas caricias, devolviéndolas con sus manos a las nalgas prietas de su amante a quien, entre suspiros dice: Me gusta esta lentitud exploratoria. Es un goce dentro de un goce.
Ábrete para mí. Quiero beberte, saborearte, darte placer. Y ella se abre, mientras que la húmeda lengua resbala a su vientre, rodea su ombligo y sigue deslizándose hasta su entrepierna, y se agita a la entrada de su caverna dejando que
los dientes mordisquean el clítoris hasta hacer que la espalda corte, arqueada, el
aire y la lengua se convierte en estilete y penetre en esa vagina rezumante de fluido y de anhelo... y salga... y entre, hasta lograr gritar los gemidos… en una danza
animal en la que yo soy tu mujer y tú eres mi hembra.
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XVIII
LA QUÍMICA DE LA ESCRITURA
Despertares, los codos de los ojos descansan en el techo, la luz entra
suave por las rendijas de la persiana, como telegrafiando un mensaje en clave
que ninguna acierta a descifrar. Sensaciones extrañas, agridulces, en sus bocas.
La casa en silencio, sólo el sonido de algún coche sin prisa, con el ritmo desacelerado del domingo por la mañana.
- Buenos días Argi. ¿Descansaste bien? ¿más cómoda la cama que el sofá, verdad?
- ¿Descansar?, pues no sé... me he debido llevar un buen ajetreo porque me veo
en los espejos con los rizos enmarañados y, aunque te rías, mi mano acaba de
comprobar que no sólo son los rizos de mi cabellera. Es sabio eso de que nuestro
cuerpo no nos deje recordar todos los sueños... Nin, ¿alguna vez has escuchado a
una mujer alardear con las amigas de haber desvirgado a un hombre o a dos o a
ciento quince?
- Nunca, ¿y eso?, vaya hija, ¡con menudos temas te desayunas!
- Ya sabes, cosas mías, ¡algo que habré soñado!. Me pregunto qué hay detrás de
ese hecho. He escuchado en varias ocasiones a hombres contar sus experiencias
con vírgenes, he visto la mirada de satisfacción, similar a la cara que ponen al
contar que estuvieron con una puta y no les cobró nada por el servicio. ¿De
dónde les vendrá eso?
- Necesidad de sentirse elegidos, distintos, importantes, no lo sé...
- ¿Te imaginas a una mujer en la misma situación?
- ¿Alardear de haber desvirgado a un tío, o de irse con un gigoló y que no les
cobre?. Yo nunca, no es muy habitual; lo que no entiendo es qué te ha llevado a
preguntármelo.
- Cosas mías... puede que sea el capítulo ese de "La memoria de los triángulos" en que se habla de la depilación, ya sabes...
- Jajajjaa, haré como que te creo. Has leído entonces.
- Si...
- ¿Y...?
- Pues que quieres que te diga, que me he hecho un lío, que no me ha quedado
claro quién depila a quién... ¡que me gustaría pensar que es ella quién se lo depila!... y que, a la vez, tengo la sensación que es ella la que ha salido depilada, una
vez más ha sido ella... saldrá trasquilada, ya verás...
- Encajaría más con la realidad externa, fíjate que yo tengo la teoría de que dentro
de muchos hombres existe la fantasía pederasta, el gustito por los pubis rasurados
me huele a mi...
- ¿A chamusquina?
- Desde luego una cosa está clara, ellos no son los que se depilan habitualmente, ellos no son los que sufren las consecuencias de los picores, olores, de la fase
“peces-barba”, ellos no son los que están acostumbrados a pasar penurias para
estar guapetones para nosotras. Aunque ahora que pienso... en esto hay que ser
realistas y decir que en estos tiempos parecen haber empezado a preocuparse
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más por la parte física. Hace a penas unos años echarse desodorante era similar
a ser considerado como mínimo un amanerado. Creo que el género masculino le
debe mucho al sector gay en ese sentido. Una vez más les ha tocado romper moldes, abrir camino...
- ¿Sabes? "La memoria de los triángulos" esta logrando su objetivo...
- ¿Una novela de amor que tiene un fin? Será enervante si a nosotras nos ha traído hasta esa situación…
- No seas cáustica. Estamos aquí no por la novela en si, sino a causa de nuestros
desasosiegos, a la química y al hecho de que ambas consideramos el sexo como
parte enriquecedora de nuestras vidas.
- Un sexo sin género. Esta es la única forma de aceptar eso que tanto excita a los
hombres, los tríos, el sexo grupal, y que por los condicionantes educativos nosotras vemos como el colmo de las perversiones, con la de ellas que hay y no solemos mencionar.
- El sexo con muchas mujeres debe de ser un tipo de adicción también… ¡Menudo
ejercicio tener que recordar que le excita a cada una de ellas o, sin ir más lejos,
las menudencias de la relación! Quien lo consiga o lo lleve a cabo debe ser un
escritor magnífico y un mentiroso excepcional…
- Puede ser un hombre común, Nin, de esos que se encuentran a cientos en los chats,
sólo ha de tener memoria, y eso también ocurre si tienes varios líos de cama a la vez.
Sólo hay que subsanar los apelativos y no metes la pata. Llamarlos amor, o cielo, o
cariño… a todos igual, incluso a los que nos unen lazos sentimentales más duraderos,
o contratos matrimoniales…
- Si, Argi, es posible que estén navegando mas de cincuenta millones de personas
en estos momentos, y que la cuarta parte este intentando chatear o chateando;
de esas que en este preciso instante hacen de la virtualidad su realidad más próxima, alrededor de un cuarto de millón buscan crear sus nidos de intimidad virtual, de acercamiento erótico…
- Pero no es lo mismo lograr intimidad sexual que emocional. La intimidad emocional es la capacidad de revelarle al otro nuestro yo más profundo. Mientras que
para la intimidad sexual basta con que dos o más personas se pongan de acuerdo para practicarlo. Eso es lo que prometen y yo diría que casi garantizan los
canales calientes: tu mundo erótico interior es aceptado y aquí estamos para estimularlo y gozarlo en compañía. El sexo virtual puede ser una experiencia más
intensa que el sexo en tres dimensiones, porque en la vida real no compartimos
necesariamente nuestras fantasías sexuales.
- Ahí quería llegar, escribir una fantasía sexual puede ser el acto más audaz, más
obsceno de nuestras vidas. Cuando leemos, sea esta novela, sea en un chat general o privado, y nos sentimos atraídos por una persona, no tienen que influir para
nada sus cualidades eróticas. Lo erótico no puede percibirse, no está presente. La
base de la atracción es puramente intelectual o emocional. En el intercambio de
fantasías sexualmente explícitas, no reaccionamos ante el aspecto físico de la
otra persona, ni en su olor, ni en su sonrisa, ni en el brillo de sus ojos.
Reaccionamos ante la magia de la escritura, de su escritura.
- Tienes razón Nin: nos excita lo que leemos. Es una actividad intelectual, quizás
sea eso lo que permite que una relación de este tipo, de cibersexo te conduzca a
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disfrutar más de tu pareja real. O que la lectura de narraciones que giran en torno
al sexo nos hagan más proclives a él. Tanto lo uno como lo otro ahogan las soledades y crean otras.
- Si. Pero te lo digo por experiencia y observación que el cibersexo es adictivo y más
cuando uno se siente inseguro, asocial en cierta medida. Carece de las limitaciones
físicas del sexo directo y clásico. La necesidad de conectarse varias veces al día para
satisfacer fantasías sexuales genera, dicen los expertos, un patrón de ansiedad-deseoalivio. Pero cuando estas experiencias sexuales se convierten en rutina, se precisan
otro tipo de fantasías más duras...
Se mantiene un silencio pensativo, ambas mujeres se giran y se miran quizás tratando de explicarse la razón por la que la novela les ha llevado hasta allí.
- Argi... me estoy dando cuenta de que si nos hubiéramos conocido antes quizás
no estuviésemos preparadas para esto. Mentalmente aceptaba el ser bisexual,
pero es las escasas ocasiones de sexo comunitario como le digo yo, he sido elemento pasivo. Hoy no.
- Me hablabas hace un momento del cibersexo y puedo asegurarte que, ni siquiera como experiencia, me parece interesante. Seguro que no pensarás igual,
supongo que has tenido alguna relación fuerte que te ha marcado... se huele...
- Supones bien, hubo promesas, juramentos, declaraciones, adicción más o
menos total, llamadas de teléfono, buzones de voz, mensajes, confidencias íntimas, muy íntimas. El caso es que un día me encontré con que me reclamaba a
todas horas. Se había separado. Tenía un lugar para los dos en un lugar semisalvaje junto al mar. Y o pasaba por un mal momento físico y quise romper todo
aquí y continuar nuestra relación en vivo y directo.
- En pasado... hablas en pasado y, a juzgar por las palabras que empleas, un pretérito imperfecto…
- El querer no era en plural, o quizás sí, y la química funcionaba a la hora de escribir, o al hablar ambos en público. Pero funcionaba también la adicción al sexo en
internet, al menos, en esos momentos, de su parte. El me creía enfadada por su
separación y yo andaba atareada en lograr papeles necesarios para justificar su
venida hasta aquí: contrato editorial, pasaje de avión abierto por seis meses…
Quería que fuera una sorpresa…
- ¿Enfadado por su separación?, me cuesta entenderlo... ¿Estaba casado con un
top-model y tenía una camada de hijos?
- Me haces reir… fue más tonto y más apropiado. Él me esperaba para unos meses
después, aunque siempre me pedía que fuera a su lado inmediatamente. Había
encargado un edredón para mí, para ocultar mis timideces o para amarnos en el
suelo sobre él. Aprovechando el viaje a un Congreso, logré robar cuatro días de mi
agenda... pero sólo podría estar con él dos, los otros serían mi ida y mi regreso…
- ¿Y?
- Veo la historia lejana, pero aún me molesta. Iba como una chiquilla. Alquilé un
lugar en el aeropuerto de partida para dejar mi maleta, justo donde había dejado
la mochila mágica, de mi color favorito, el rojo. Viajé miles y miles de kilómetros.
Pasé del calor al frío. De ropa de muselina a anorak. Pisé dos aeropuertos, dos
aviones. Y llegué a mi destino enamorada como una quinceañera,
- ¡No me lo puedo creer! ¿Y tu lógica, y tu racionalismo?
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- Los perdí de alguna forma. El caso es que llegué; en teoría el estaba enfermo,
así que si no estaba en casa, estaría en el médico… Esperé. Me senté sobre mi
mochila y esperé… Nadie llego a la vivienda de un "único ambiente". Ninguno de
los que me vieron me preguntaron nada. Comí varias barritas de chocolate de las
adelgazantes. Usé mi celular para tratar de hacerle saber que estaba allí. Llamé
al interior y escuchaba la puesta en marcha del contestador… Me marché tras
hacer pedacitos los papeles que llevaba, estuve tentada a pasar debajo de la puerta el pasaje…me sentía herida en mi amor, en mi orgullo. Luego supe de él... a
través de alguna de las amantes que compaginaba conmigo. Cumplió todas las
reglas del juego del engaño y de la adicción al sexo internauta...
Súbitamente, algo estalla en el ambiente.
Argiloa se levanta, recoge la ropa de la silla y las bragas del suelo; sin
mediar palabra se mete en el baño y cierra la puerta.
Nínfula mira al techo, se ha quedado enganchada en la náusea.
Transcurren apenas tres minutos, Argiloa sale del baño vestida y desaparece por la puerta de la habitación. Hay un "¿qué te apetece para desayunar" que
se queda a medias en la garganta de Nínfula cuando oye como se cierra la puerta y presiente que Argiloa, al menos hoy, no tomará ni café ni galletas con ella...
XIX
A LAS SEIS SIN FALTA...
Algo en Argiloa no encaja, algo le chirría por dentro. Mientras espera el
ascensor, con los brazos caídos y la mirada ausente, se da cuenta de que acaba de
vestirse tan apresuradamente como para acudir a una cita ineludible consigo
misma. Conoce ese zumbido en sus oídos, el siseo de serpiente que le silba por
dentro... los latidos en las sienes... la sensación de maremoto... las oleadas de
"sácate de aquí" llegan como las pendientes en la montaña rusa, una tras otra,
sin piedad y sin compadecerse.
Entre dientes murmura: necesito mi espacio y lo necesito ¡ya!... paren la
noria que me bajo.
El ascensor no tiene prisa, quizás porque tiene tiempo; a Argiloa le urgen
las escaleras, bajar... bajar... alejarse... encontrar un sitio para, como hacía desde
niña, acurrucarse y luchar con sus miedos. Quinto piso... cuarto... tercer piso, se
come las escaleras... segundo, las salta... primero, las tropieza... planta baja,
terreno más llano y al final la ansiada puerta...
Quiere alejarse a toda prisa, pero el portero automático le recuerda que lo
cortés jamás quita lo valiente. Se apoya en la tecla, escucha que la escuchan y dice
lo que, en aquel momento, se le antoja como más pertinente.
- Soy yo, quiero hablar contigo. Te espero a las seis en el patio del Santo Martirio.
- ¿Es esa iglesia pequeña a las afueras, la del cementerio adosado?
- La misma.
- Allí estaré ... ¿estás bien?
- A las seis sin falta.
102
XX
EL SANTO MARTIRIO
Son las seis, el patio del Santo Martirio juega a cementerio viejo con iglesia que, por lo abandonada, a nadie interesa.
- Nin...
- Hola Argi... ¿estás bien? Todo parecía ir tan estupendamente, y de repente me
citas en este sitio...
- No es casual para mí la elección de los lugares, Nínfula.
- Pero mujer...¡El Santo Martirio!.
- Exacto. El mejor lugar para decirte que este es todo el Martirio que quiero en
mi vida. ¡Ni un puto ápice de martirio más!. En este cementerio descansa una
promesa que me hice hace mucho tiempo y soy de las jamás olvida el carácter
sagrado de las promesas.
- ¿Ha ocurrido algo?
- Iré por partes y quiero que escuches lo que te digo con toda rotundidad y con
todo su significado.
- Tengo la sensación de estar jugándome la relación contigo...
- Bien, entonces estás en el punto exacto para escuchar, ese es justamente el
punto desde el que te estoy hablando. Yo no necesito saber nada de tu historia
personal, ni un solo dato. Yo no quiero vivir una historia menor contigo. En mi
modo de entender la vida el compartir intimidad no tiene nada que ver con dar
datos.
- No estás siendo justa Argi.
- Nadie dijo que la vida fuera un lecho de rosas.
- ¿A qué se debe todo esto Argi?
- Tú sabrás.
- ¿Pero por qué me dices todo esto?
- Para qué Nin, ¡para qué!, ¿para qué?. Pues para que tengas claro que jamás permitiré que tus fantasías llevadas a la realidad o no, virtuales o no me fuercen en
ningún sentido.
- Hablas como en clave y con una dureza que me asusta.
- Eso está bien. Está estupendo que conozcas algo más de mí. No soporto a las
dulcineas del morboso, no me gustan los novelones, quizá me haya equivocado
contigo. Quizás las señales que te he enviado no han sido bien leídas.
- Quizá envías señales equívocas...
- Probablemente. No es la primera vez que alguien se hace una paja interpretando mis palabras o mis gestos, ni la primera que alguien me dice que se ha ido
de pilinguis y que cerró los ojos pensando en mí. Ni la primera que me tocan el
culo poniendo como excusa el que mi culo lo estaba pidiendo a gritos. No me
gusta esta babosa sensación en absoluto, y como ahora, cuando tengo ocasión
de evitarlo lo evito.
- No te reconozco...
- Mira Nínfula, eso nos une en este momento, en estos días no tengo ni idea qué
ha removido tanto egoísmo en ti. Me has dejado sentada en la carretera y tu moto
se ha puesto tres pueblos más allá.
103
- ¿Hoy soy Nínfula para ti? ¿no soy Nin?
- No vivo de culebrones, no ofrezco ni a ti ni a nadie el clavo ardiendo al que agarrarse desde el desgarro por otras historias. No soy una boya y nunca mejor dicho,
a la que aferrarte porque tu mundo virtual se haya desmoronado. ¿Tú te has escuchado? A mi internet y toda la corte de e-mails de correos electrónicamente y esemeeses me importan un pimiento. He seguido hasta donde he podido el relato de
tu rollo internauta y gracias pero no gracias. No me siento bien con ello. Uno
puede conocer personas en diferentes medios, no son los medios sino el uso que
se hace de ellos lo que daña a las personas. Tengo la enorme sensación física de
que te has estado haciendo una paja mental con todo ese mundo y no quiero que
tu paja me salpique y que me mezcles con ello. Tan duro y claro como esto.
- Lo que me dices duele, ¡me jode!, y te aseguro que duele y jode mucho.
- Lo que has hecho conmigo también duele y jode, la posibilidad de que todo el
cariño, las expectativas, el tiempo y el cuidado puesto en nuestra relación se transforme en una mierda pinchada en un palo también duele. En el fondo hablamos
de un dolor común, el dolor de que se mancille lo más sagrado de uno mismo. Tú
lo has sufrido en manos de eso que llamas amor, te has dejado, te has olvidado de
ti y estás pagando el precio. Yo no quiero permitir que tú seas quién lo haga conmigo. Sin mala intención, probablemente sin buscarlo ni pretenderlo, incluso llevada de la mano de tu creencia y tu dar por hecho que tus deseos son los míos,
puede que hasta movida por un casiamor incipiente hacia mí que tú vives como
puro y sincero. No me gustan tus formas de estos días. Yo o soy co-protagonista
de una historia o rompo la baraja. ¡No tengo dos años, ni necesito que me bajen
las bragas y me sienten en el retrete! No está una para esos menesteres.
- Estoy confundida.
- Lo entiendo. Te entiendo. Hablemos entonces Nin, de los límites, de lo sagrado, del respeto, y la confusión, hablemos de nuestras carencias, de debilidades y
de nuestros fuertes, hablemos y callemos, escuchemos lo que susurra por dentro,
para todo esto me tienes a tu lado, para lo que no me tienes es para lo que has
estado haciendo.
- ¿Te has sentido usada.?
- Utilizada, dada por hecho, forzada, abusada en mi paciencia, me he sentido
arrastrada a las zonas de tus claroscuros que no han sido elegidas por mí. Confié
en ti, me puse en cierto sentido en tus manos y no me gusta despertar con sensación agridulce en la boca, con una nube interrogante sobre mi cabeza y con este
mareo de no saber qué me pasa por dentro. Los ritmos y límites, las normas y
tiempos de cada una deben ser respetados, ese es mi pacto contigo. No me gusta
que mis resistencias se rompan a bombazos, tienen su razón de ser, cumplen su
función de protección, no lo olvides nunca. En algún lugar aprendí que el corazón tiene una puerta que se abre por dentro, que hay dolores que son inevitables
pero el sufrimiento es opcional. Bien, mi puerta la abro yo, y acepto mi dolor, no
opto por tragar más martirio ni sufrimiento.
- No entiendo nada, esta mañana sonreías, hablábamos del libro...
- ¡Mi sonrisa!. No me has aprendido todavía Nin, tanto como para poder interpretarla y en cuanto al libro es un eje, una excusa, es una ocasión como cualquier
otra para centrarse y dar orden al exponer intimidad en una relación, para
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encontrarse, para encontrar y ser. El libro para mí no tiene otro destino en sí
mismo que el que cada lector quiera darle, tiene tantas lecturas como lectores. Te
he estado dando a través de él mis lecturas de mi mundo. El libro toca tantos
botones como uno tenga los botones de tocarse. Esta mañana decías que estamos
aquí no por la novela en sí y en eso estoy de acuerdo, es la segunda parte la que
me inquieta, cuando me reduces nuestra historia a estar aquí a causa de nuestros
desasosiegos, quiero puntualizar que hablas de TU desasosiego que no el mío,
cuando hablas de la química, te debes referir a TU química y el hecho de considerar ambas el sexo como parte enriquecedora de nuestras vidas, tal como decías, suena en principio ajustado pero para mí no lleva consigo acabar rebozándose como una croqueta cada dos por tres. ¡Los accesos están abiertos, señores y
señoras, a por ello entonces, ya no hay cortapisas. Abordaje garantizado! Ni
hablar. El sexo para mí tiene componentes mucho más complejos, más sagrados
que todo eso, el primero la consciencia del hecho de que cuando nos intercambiamos con alguien entregamos nuestra esencia en cada poro... creí que compartíamos esto, me entristecería enormemente ver reducido el tema a un mecánico
intercambio explosivo de fluidos.
- Créeme... no sé qué decir, pero tampoco quiero decirte que lo siento...
- ¡Créeme tú!, también lo siento yo. Repites patrones manidos. Dicen que quien
hace un cesto hace un ciento, yo no creo que en lo que me has hablado en estos
días haya amor. Deseo quizá, aburrimiento puede, necesidad de llenar huecos de
soledad, de afecto podría ser, incluso orgullo de hembra herido pero mira... me
repatea los hígados escuchar elevar a categoría de amor a los batiburrillos, los
chocolates y lo devaneos. Sabes que me gusta llamar a las cosas por su nombre y
me jode cuando se coge una brocha y un bote de pintura y se me intenta pintar
el paisaje de rosa. La vida, la real, no es para mí eso. La magia, la real, no es esa
tampoco, ni el amor, ni como te he dicho ni siquiera el buen sexo
- Argiloa, estás siendo tan cruel que prefiero pensar que va a bajarte la regla y
estás histérica... que nada de lo que dices te sale del alma, por eso estoy aguantando este chaparrón de acusaciones desmedidas que, de verdad amiga, se me
antojan el capricho de una niña que cualquier cosa que tenga que ver con una
mujer hecha y derecha.
- ¡Piensa lo que quieras!. Estoy dándote lo que siento. He intentado seguirte el
rollo, he intentado entenderte, créeme, y lo siento pero se me atraganta, te dormiste en tus laureles contándote como las muñecas rusas un cuento dentro de
otro y ahora has despertado a batacazos, sin beso, sin siete enanitos, sin príncipe, sin sapo siquiera, con el vacío de la muñeca más pequeña entre los dedos y
no entiendo qué tiene que ver todo esto con nosotras, en qué capítulo de nuestra
historia lo encajas. Si estás en otro sitio, entonces soy yo la que me he confundido. Si estás en el vacío y ese vacío duele cuéntame eso, pero no me lo adornes con
perifollos por favor
- ¿Y ahora?, ¿qué se supone que tengo qué decir?
- ¡Estoy harta de estar harta mil veces!. Así que ahora yo me iré más tranquila a
mi casa, habré sido coherente porque te he dicho y he hecho lo que pienso y siento, a mi modo esto es luchar a brazo partido por una relación clara, llana, directa y sin cartas bajo la manga. Sin aguantares con los que luego dar guantazos.
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- ¿Y yo?, ¿y mañana?
- Tú decidirás como situarte y cómo colocarte ante lo que yo te he dicho y he
hecho y de nuevo yo me recolocaré en respuesta a ello y respecto a mañana... ya
sabes lo que dice la canción Nin, mañana "never comes"... ¡Vamos!, ¿me acompañas al coche?, quiero dejar tres rosas sobre esa lápida, buf, un alivio que
empiece a levantarse viento,
- Si, hoy ha hecho un infernal calor de mil malditos demonios... ahora mismo
añoro una playa desierta, fronteriza al océano del olvido... para amontonar días
en sótanos sin luz y dejar que pasen todos y cada uno de los trenes de la vida...
Tres rosas... quedan tres rosas sobre una lápida cubierta de musgo, en el
cementerio del Santo Martirio.
La verja contempla impasible cómo se alejan las dos mujeres, mientras se
pregunta por enésima vez cual es su cometido y si guarda, de los vivos, a los
muertos que están dentro o, tal vez, la cruda realidad es que hay muertos a un
lado y al otro y sus hierros son, desafortunadamente, la línea fronteriza entre los
que se sabe que sí han muerto y los que nadie podría asegurar que estén vivos.
XXI
INTRODUCIRSE EN LA CARACOLA
Acompañada de pensamientos que son como alfileres, Nínfula detiene un
taxi y sube al vehículo. Sin mirar hacia atrás da instrucciones al conductor y se
aleja del Santo Martirio y de Argiloa. La poeta parpadea de vez en cuando y,
finalmente, una lágrima cae y le sigue otra, ambas resbalando por sus mejillas.
Sus facciones siguen rígidas cuando se las seca.
Llega a casa, respira aliviada, abona el importe de la carrera y saluda con
la cabeza al portero antes de subir en el ascensor hasta su vivienda. Tras abrir la
puerta, va directamente a un cuarto de aseo, se lava la cara con agua fría, suspira, respira hondo varias veces, expeliendo el aire hacia el espejo, despacio, muy
despacio, mientras su mente recita un mantra.
Más tarde, sin rastros de dolor y muy serena entra en su despacho y selecciona unos CD Roms, un cuaderno lleno de papeles, una pluma y cargadores. Abre
la caja fuerte y saca su pasaporte, varias tarjetas de crédito y una fuerte cantidad
de dólares; introduce todo en un maletín, que deja sobre la mesa. Se dirige después a su dormitorio y en el vestidor retira una maleta con ruedas, la abre, y la
llena de ropa, zapatos y objetos de tocador. Nada excesivo, lo justo para viajar
dejando espacio para que la caracola del desasosiego vaya cómoda en las maletas.
Arrastra su equipaje hasta la puerta del despacho y hace dos llamadas de
teléfono. La primera, para reservar un pasaje de avión y una reserva de hotel. La
segunda, a su agente literario. Al colgar teclea de nuevo desviando las llamadas.
Toma su bolso y saca el teléfono móbil y la agenda y los deposita sobre la mesa.
Después va al salón y recoge su ejemplar de "La memoria de los triángulos"
y se lo lleva para guardarlo en el maletín.
106
Suspira de nuevo. Llama por el interfono al conserje del edificio; cuando
éste aprieta el timbre de la puerta y le abre no tiene que decirle nada, él recoge la
maleta y el maletín y los lleva al ascensor. Ninfula le sigue al aparato y después
al taxi que espera y que la conduce al aeropuerto.
Accede hasta el mostrador de Lufthansa y a sus pasajes de avión. Viajará
a México DF, el vuelo de regreso está abierto. Por primera vez, al comprobar este
detalle, Ninfula sonríe y piensa: estoy huyendo, huir es también suicidarse un
poco, es cambiarse por un emigrante, por un exiliado que no existe.
Antes de pasar a la sala VIP, se acerca a una floristería y envía, sin tarjeta tres rosas blancas al domicilio de Argiloa, pero no a ella, sino a su esposo, a
Hernán. Rellena un documento para la floristería, encargando que tres rosas
sean entregadas a la misma dirección, semanalmente cada lunes, hasta nueva
orden. Después se acerca a una tienda de regalos y encarga una cocina de juguete y menaje para ella; el paquete con los juguetes infantiles lo remite, también, al
mismo domicilio y a nombre de Argiloa.
Bueno, veremos cómo se toma ese mensaje, medita y, a continuación
pasa al avión y orienta su mente hacia este viaje que comienza: es como introducirse en una caracola, una espiral con paredes, un refugio... Cuando regrese, si
lo hago, no escucharé más cantos de sirena que los que deseé oír.
Más tarde, cuando bebe una margarita, enumera despacio las palabras,
que ha sentido como insultos, de su amiga. Su pensamiento se evade del libro de
Volpi, que ha comenzado a leer, y recae de nuevo en lo ocurrido no hace aún veinticuatro horas: Argiloa me gusta, su voluntad me atrae, pero no me ha dejado
ni un resquicio para hablar. Ella está más herida que yo. Debo pensar si eso me
interesa, si ella me interesa más allá de su propio egoísmo. Pero he de reconocer que su petulancia, me ha herido. Parecía una amante despechada… ¡Señor,
señor, confundir mi deseo por ella en ese instante por mi presunto y traicionado amor virtual! En fin, esperaré.
Pasan las horas y se adormece, una azafata de espigada figura la recubre
con una manta. Nínfula sonríe y le responde otra sonrisa. Piensa: es fácil ser
amable, cuando uno lo es, nadie piensa que puede ser cruel. En nuestra relación, ella siempre ha querido interponer su deseo, lo que cree que soy yo por
encima de cualquier otra cosa. Y yo no soy más que una adulta, adúltera y
ambigua escritora...!. Meditando en eso y sonriendo, Nínfula, alias Guillermo
Cir Valdemar, escritor de ciencia ficción, intenta dormirse pensando que hay
cosas en el guión de la telenovela que escribe sobre el amor internauta, que deberá cambiar...
Antes de abandonarse al sueño, recuerda que Argiloa merece una explicación más completa al pequeño teatro que acompaño su arrebato pasional.
Horas después, ese último pensamiento regresa con su despertar, y lo
aparca, susurrando entre dientes: quizás Argiloa hubiera preferido que yo
hubiera sido un caballero andante...
Cuando el largo viaje termina, Nínfula se da un prolongado baño en la
suite del hotel donde se hospeda. Bebe zumo de frutas y después duerme horas
como un bebé. Cuando despierta, encarga un desayuno continental y abre "La
memoria de los triángulos" .
107
Desayuna en la cama leyendo, panecillo tras panecillo, sorbo de café tras
sorbo, hoja tras hoja... se le antoja que las páginas la miran con ojos de letras en
negrilla o en cursiva, hasta llega a barajar que más de un espacio intermedio le
acerca la nariz y la olfatea.
Hasta que no termina el libro no se incorpora. Lleva el ejemplar hasta el
escritorio y lo deposita allí. Del maletín saca un lapicero rojo y otro azul, y uno
negro de punta blanda. Un cuaderno queda al lado, inquieto.
Llama a recepción y pide que le pasen los recados que tenga. Su agente ha
trabajado. Algunos amigos la esperan para cenar y al día siguiente una secretaria
estará dispuesta para que le dicte.
Está lejos, a miles de kilómetros, pero las sombras ya se asoman a la
puerta de su habitación de hotel.
No puede evitar preguntarse: ¿Cuánto tardarán, las malditas, en adueñarse de mis latidos y helarme de calor con si gélido frío?
XXII
CONJUGANDO “PUEDE” PARA OLVIDAR “POR QUɔ
Recuperar las fuerzas para acercarse sola al libro, que dormita encima del
armario, no se le hace tarea fácil; abierto por el lomo, se encuentra tal como cayó
al arrojarlo, entrizado, entre el fondo del techo del armario y la pared. Ya con él
entre sus manos, después de un periplo de silla y escalera, cogido como un péndulo o una varita para encontrar agua, entre su índice y pulgar, lo desempolva y
se dirige con él hacia su sillón.
"La peor forma de extrañarte es que no estés, que tu alrededor consiga ocultarte a mis ojos...
- ... que sepa que estás ahí, pero no para mí."
Desangelada, con su cojín destartalado entre sus brazos, Argiloa fija su
mirada en las cortinas, como esperando que de un momento a otro abran su
telón y comience la sesión de recoloque. Hoy no hay palomitas, cofundida en su
maremoto de sentimientos su mente echa el pelo para atrás, esforzándose en
recordar que paso aquí, que fallo allá...
“Sombras, deslizándose serpenteantes sobre el parquet y el recuerdo”...
Argiloa busca la cajetilla de tabaco, “recurrir al cigarrillo es pretender que se
ahoguen en humo las tristezas”. ¡Esto ya es de brujería! “Ya no vendrá”...
Su voz interna le sorprende y mantiene con ella un pulso
- No estás loca. Estas bien.
- No, no te creas, vuelve esta maldita soledad a jugarme malas pasadas ¿a esto
llamas estar bien?
- Estás bien con ella, estás bien sin ella Argi, reconócelo...
- ¿Si?. No entiendo, eso quiere decir que no la quiero tanto como pensaba entonces.
- Puede querer decir que estas amando de otra manera.
- Vuelvo a no entender...
Eso esta bien, llega la hora de conjugar los "puede" para construir frases
que parezcan razonables y hasta sensatas...
108
- "Puede" querer decir que "puede" significar que la has tomado más en serio de
lo que pensabas; o "puede" que todo lo contrario, que "puede" que no fuera tan
importante, tan esencial en la vida como una se había creído... incluso "puede"
que la haya elevado a la categoría de imprescindible o, también, "puede" significar que no te aferras a tus relaciones hasta asfixiar y quemarte en ellas como
antaño, es inútil esperar a quien no llega.
- Pensé que era ella, que ella llegaría a mí, que traería todo el amor de su mano...
- Esperas demasiado. El buscar desesperadamente aquello en lo que ya no
crees no es precisamente tarea fácil, una expectativa pesada la que has puesto en
sus hombros... pero... estás bien, sobrevivirás
- ¿Y como explicas este hueco?
- Yo no necesito explicarlo, eres tú la que se busca explicaciones que te dejen
tranquila contigo misma
“Vestirse, cerrar la puerta, olvidar las tres rosas...”
- Me siento culpable, fui demasiado dura con Nin, me pase con mi huída, con el
rapapolvos... igual es mejor no desnudarse más, cerrar puertas, olvidar.
- Ahora te me pones dramática, a mi me lo vas a decir, yo soy la que carga con
toda tu porquería, solo nos falta que ahora empieces con la matraca del machacarte arrepintiéndote de decir lo que sentías, de poner tierra por medio...
- No se como hacer, me siento perdida, perdona por la turra...
- Puedes empezar por dejarte estar, ¡que manía con tener que hacer constantemente!, déjate estar, no te empeñes, a veces la solución es el problema
- No entiendo... “Las calles están tan vacías que puedes ver cómo los adoquines
huyen aterrorizados, escapando de la liturgia de regresos que tus pisadas tan
bien interpretan”.
- Me gusta cuando retienes la sensación de reconocerte perdida, me recuerda tu
mirada de pequeña
- Hice lo que pude, no soporto verme metida en fregaos, no puedo con ello, no
tengo base en la que sustentar lo que digo, ¡es todo tan subjetivo!, tiene tanto que
ver con el mundo de la intuición; en lo formal se puede pensar que estoy loca, me
acuesto una noche feliz de la vida y me levanto hecha un basilisco, sin más.
- Tu sabes que no es así, que no fue así, sabes además de la imposibilidad de controlarlo todo, el control, el control otro temita de los tuyos...
- Ya no sé lo que sé y lo que me interesa saber, y creo que tienes razón, pasar por
alto mi nausea de la mañana al escucharla hubiera sido hacerle un flaco favor
“me he dado cuenta de que la peor forma de extrañarme es que no esté... que
mis circunstancias o mi alrededor consigan ocultarme a sus ojos... que sepas
que estoy aquí, pero no para ti...”
- ¡Claro!, hubiera significado en primer lugar mucho más dolor para ti, es curioso como te sigues situando en un segundo plano. Reconocerse Argi, como la tarea
primordial, en lo que uno hace dice y siente...
- Me hubiera gustado leerle este fragmento el día después. Sólo leerle este fragmento, en él está resumido todo lo que quise decirle: la peor forma de echarme
en falta es no reconocerme en mis actos, no poder verme clara ante sus ojos,
estar ahí, pero en realidad no para ella. ¡Joder!.
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XXIII
ROSAS Y COCINITAS...
Estaban a punto de acabarse las palabras cuando suena Él...
El timbre de la puerta interrumpiendo su libro-auto-conversación, permanece inmóvil en un principio, como sorprendida en medio de un acto íntimo;
no puede evitar que un pensamiento orbite alrededor de su cabeza: "¡socorro!,
¿será alguien vendiendo alfombras?, seguro que un par de esos rubitos asépticos testigos de..."
Un gesto de fastidio tira de ella y la dirige a la puerta , el timbre insiste
como un pretendiente cabezón- Ya va, ¡ya vaaaa!
- Buenas tardes
- ¿Por qué han de ser buenas?
- No sé...
- ¡Vale!, seré educada: buenas tardes tenga usted...
- Traigo este envío, haga el favor de firmarme en esta casilla de aquí abajo.
- Son preciosas... ¡pues si que hacen las casillas justas!. Ahí tiene, gracias...
Sellan su adiós con una mirada y cruce de sonrisa aún sin haberse conocido...
quizás por no haberse conocido. Argiloa cierra la puerta, huele las tres flores
blancas, la imagen teatral perfecta para continuar en conversación interna.
¡Esta Nin es increíble! Pero... ¿a qué esperas?, ¡mira la tarjeta!, busca la
confirmación del remitente, recuerda recuerdos leídos que se han quedado muy
dentro...
“- Tres rosas rojas, por favor...
- ¿Para regalar?
- Si, las más hermosas que tenga... alguien me espera desde hace
horas... quiero llevar pétalos para recorrer su piel...”
El sobre de la tarjetita se resiste a desvelar su secreto. Al final se abre de
pliegues y asoma un cursi cartoncito beig: "para Hernán de ... Guillermo C"
- ¿Guillermo C...?
El glup de su garganta hace eco en el pasillo, se canda en ella el estupor.
El diálogo con ella misma regresa...
- ¡No puedo creerlo...!
- ¿Es por Hernán?, ¿por la sorpresa de saberle en medio de un rollito más?, en
esta ocasión, al menos es diferente, ¿imaginas al ibérico de Hernán en brazos de
un pecho peludo de hombre?
- Pagaría algo bueno por verlo, lo reconozco, pero con el todo puede ser
- Argi... ¿no será más bien por la decepción de no recibir el detalle esperado de
Nin?
- Me inclino por lo segundo, a estas alturas nada de lo que Hernán haga o deje de
hacer le sorprende ni interesa lo mas mínimo, aunque, siendo seria, lo que me
deja absolutamente perpleja es que el libro señale la senda, que se convierta en
la predicción que se auto- cumple, me asusta, me atrae, me desespera...
Su yo y su alter ego se callan tan de repente que parecen hermanas sia110
mesas. Con las tres rosas apoyadas en el pecho, sus espinas a la altura del corazón como cualquier actriz haciendo un mutis de impacto, se dirige a la cocina,
corta sus tallos, las coloca en un jarrón con agua, que a los segundos empieza a
fabricar burbujitas de aquí algo no va bien. Echa en ella una aspirina por si les
doliera la cabeza, antes de hablarles con la lástima de las abuelitas cuando dan
un consejo, que saben que nadie les ha pedido ni a nadie interesa:
- Os compadezco, vuestro destino: Hernán.
De pie, frente a las flores, con los brazos en jarra pega un bote cuando el
timbre de la puerta la pilla a mano derecha según se entra en la inopia, tarda dos
segundos en abrir, no hay "¡ya va!, ¡ya vaaa!" en esta ocasión; apenas un fugaz
pensamiento resumido en ese clásico "¡Manda huevos!; una, que ya está en los
prolegómenos de los cuarenta, de seguir así terminará esta noche más acojonada que el día que vió El Exorcista, en casa de mamá..."
- Buenas tardes, ¿Argiloa, por favor?
- Si, soy yo
- Un envío para usted, firme aquí arriba...
- Ya,
- Gracias
- A usted, muy amable.
- El bolígrafo, si no le importa...
- ¡Ops!, lo siento, ¡se me quedan pegados a las manos!
Cierra tras de si la puerta y, todavía azorada, se sienta en el suelo dispuesta a desembalar el paquete... como en reyes, al lado del árbol, con las piernas cruzadas. Se empeña en desentrañar la lazada, en no arrugar su papel, intrigada, excitada y como manteniendo la calma llega a la caja de cartón. Poco a
poco, asoma una cocinita de esas de juguete...
- Argi, ¿no necesitas un espejo para ver tu cara de pasmo?
- Gracias, pero no gracias, esto no puede ser de nadie mas que de Nin,
- ¿Recuerdas tu reacción cuando teniendo cuatro años esa señora nos agarró de
los mofletes diciendo con voz ondulante de vicetiple a la vez: "pero oys, oys que
niña mas monaaaa, cuchicuchichichi..."
- ¡Si! la pregunta directa... mamá, ¿que le pasa a esta señora?.
- Señor, señor, ¡a lo que puede llegar una! De nuevo preguntaría que coño le pasa
a esta señora, ¡pobriña!, el infantil recurso es hasta entrañable, ¿te la imaginas
metiendo la cocinita en la caja?, envolviendo el paquete toda meticulosa ella,
querrá decir que poco a poco se le está yendo la olla? ¿le faltara un hervor?, ¡o
dos!, ¡señor, por su bien espero que haya sido un vahído!
- Calla, de todos modos... debe estar mal para hacer esto, llamémosle: ¿un desliz
tontorrón?; y es que hay que ver: seguimos cometiendo niñerías hasta nuestros
últimos días.
- No la disculpes Argi, esto suena a querer jorobarte, a que en este momento no
esta en su sano juicio, Argi , tú atenta... estos suelen ser los primeros síntomas
de una conducta temeraria,
- ¿La de la hormiga que, inconsciente, amenaza al elefante con tumbarle de un
puñetazo?. Debe de sentirse absolutamente perpleja y no sabe qué hacer; dan
ganas de decirle: "veamos, hormiga mía...", ejem, digo: "veamos, amiga mía,
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piensa un momento con la parte del cuerpo que no tiene raja... no seas lela, no
te pongas a ti misma en esta situación..."
- ¡Venga, Argi!, demuestra que eres inteligente y haz un uso positivo de la indirecta de la cocina.
- Tienes razón, ¿y si nos cocinamos algo rico?
- ¡Excelente idea!, lo bueno del diálogo con una misma es que en cuestión culinaria se llega pronto a un acuerdo.
La tarde oscurece la lente de su objetivo, una hipotética cámara se retrotrae sin prisa desde su espalda en dirección hacia tus ojos... ¡los tuyos!, lector. Si
escuchas, verás que lo hace sin decir ni mu, al fondo, ya sólo se intuye a una
mujer entre cazuelas que humean borbotones de olores, uno no sabe a ciencia
cierta si la mujer se ha encogido para entrar en ella o es la cocinita la que se ha
hecho mayor.
“Tarde amenazando noche. Monólogos, que aparentemente son diálogos, van decorando el vacío de una habitación perfectamente ordenada...”
XXIV
RUBIA CON RABIA
El sonido del patético gallo grabado en su despertador indica a Argiloa
que el sueño pasa ahora la película en clave sesión continúa, en blanco y negro
de vida externa. El cuarto de baño la espera ducho en reparaciones de su fachada y, como siempre, se dedica un rutinario buenos días frente al espejo; su imagen de siempre contesta con semejante tedio que le asusta. Toma repentina conciencia de su hastío...
- ¡Está claro!, ¡tengo que hacer algo "ipsofactamente"!
Una hora más tarde aparenta leer con atención una revista, sentada en la
sala de espera de la peluquería, pensando que es una lástima no tener estilista
particular para invitarle a casa y cotillear sobre la última moda de rizos para
andar por casa o, ¿por qué no?, de "permanentes" a lo "señora Simpson" para
darse una vuelta por ese café de moda al que nunca va pero en el que todo el
mundo "queda".
- Buenos días señora.
- Buenos días, habrá que decir.
Su pie izquierdo, con el que se ha levantado, protesta para sus adentros:
¡qué manía!, buenos días, buenas tardes, ¿qué tal estás?, ¿puedo decir que estoy
bien o prefieres que te lo cuente?
- La señora se va a...
- La señora se va a quedar aquí... se va a lavar, cortar, hacer mechas, tinte, manicura, maquillaje, ¡quiero todo!, ¡la sesión completa!.
- Eso llevará un tiempo, señora.
- Lo entiendo, tranquila... ya sé que para lograr milagros hay que ir a Lourdes,
pero no tengo prisa.
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Se desencadenan una serie de instrucciones de: "pase por aquí,-póngase
esta bata, siéntese por favor-carta de colores.."
- Rubio... quiero el pelo rubio
- Le advierto que al tener el pelo tan oscuro le costará aclarar, necesitará venir
algún día más para ir sacando mechas, se arriesga a ir con el pelo naranja durante un tiempo, yo no sé si lo haría...
- No hay problema, adoro el riesgo, el naranja me pega con los calcetines, tranquila, contaba con ello ¡ah!, ¡yo sí sé lo que hago y lo que quiero!
Le coloca un gorro sobre la cabeza, transparente, como un condón; sus
rizos morenos fuera de la vista.
En cosa de pocos segundos tiene a su disposición un café, caramelos, las
dos últimas descorazonadoras revistas rosa, un cenicero y una bandejita de plata
con tabaco. Rubio también, por supuesto.
Rubio, rabia. Siente coraje. Su cabeza embutida en una tripa, parece un
pitufo desangelado, da la impresión de ser más pardilla todavía de cómo se siente. Poco a poco empiezan a sacar a ganchillo mechas de pelo, una a una; la visión
ridícula de sí misma le produce risa y, aunque le jorobe reconocerlo, tanto dolor
como el "mucho dolor" de la película de Torrente en Marbella.
Si alguien se atreviera a preguntarle, en ese justo momento, ¿cómo te
sientes? diría que: "a tiras", pero en la peluquería nadie parece interesado en
saberlo.
Abre el bolso y saca "La memoria de los triángulos", necesita romper y rasgar sin calibrar consecuencias. La causalidad le lleva a Zoé y Nurivan,
lee sin respirar los cuatro capítulos iniciales, entre tirón de pelo y con la escopeta de perdigones cargada al hombro en el tiro de pichón de una hipotética feria;
casi sin darse cuenta, se encuentra interrogando al mundo en clave muda de pensamientos.
- ¿Qué pasa aquí? ¿Es que todo el mundo vive en rosa, la revista rosa, el culebrón
rosa, ¿qué tal?, bien, buenos días, el mundo parece sonreír al personal, ¿y yo?,
¿qué soy?, ¿idiota?
Vuelve a releer, no se oculta a sí misma las ganas de arrasar. ¡Tan dulce,
tan perfecto, tan idílico... ¡ideal de la muerte!. Las ideas van y vienen, atropelladamente; en un discurso que nadie escucha y que sólo a ella le estremece.
- ¡Je!, "nadie es imprescindible" dice Zoé, por lo tanto no hay que pensar mucho
para extraer la dureza de su silogismo: ¡alguien es prescindible y el nombre de
ese alguien empieza por tú!. ¡Señor!, la ingenuidad de Nurivan no tiene límite,
"¿si yo falto nadie tomaría mi lugar?". Mira, majo, yo misma te contesto: no,
querido, ese lugar no, ¡otro!.
El "esti-listo" se da una vuelta y sonríe, provocando en Argiloa un gesto
de "haz lo que tengas que hacer y déjame tranquila, que estoy leyendo y pensando al mismo tiempo".
- Nurivan, ¡no te enteras, majete!, lo que aparentemente suena tan romántico
amoroso se traduce también en: ¿como puedes pensar eso?, ni se te ocurra; me
compraré otra cama, cambiaré el color de las paredes pero tu lugar será tuyo
por el resto de los restos". ¡Qué forma más dulce para la puñalada!. ¡Te quiero
para la eternidad en el “frag-miento” en el que te quiero, “pero-porompompero”,
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siempre y cuando en el otro fragmento esté mi amor idílico. Ya, ¡ahora me lo
explico!, la felicidad de uno es, además de un auténtico rompecabezas, una imagen virtual construida con piezas de mecano que cohabitan sin darse cuenta... la
pieza azul del esposo o compañero, la roja del amante, la verde del amigo con
derecho a roce, la negra del banquero que da un préstamo de un millón por centímetro de pierna, la naranja del chico del gas que tiene un físico que mata, la amarilla del ligue por internet, la fucsia de la amiga lesbiana que nos tira los tejos...
Argiloa respira hondo, como quién acaba de soltar un lastre que lleva
tiempo arrastrando calle arriba y calle abajo, como quién va al callista y sale
paseando sobre nubes.
- ¡Lástima de Nurivan!, envidio en cierto modo su inocencia o ¿debería llamarlo ignorancia?. ¿Cuántos amores tienes? pregunta el susodicho... pero, vamos a
ver, ¿a éste chico no le ha contado nadie que Santa Teresa dijo: cuidado con lo
que pides que igual se te concede. ¡Mira que si te responde y te da el número te
ves de cabeza pinchando el globo de tu felipondia felicidad, muchacho!; ¿cuándo
aprenderás, Nuri de mi vida?, hay preguntas que están mejor bajo llave y candado, no sea que te las contesten. Zoé, la bella Zoé presta al quite: "mira... mira un
pajarito, por allí, por allí, ¿no lo ves chati?" y cambio de conversación al que sólo
le falta el cuchi-cuchi pertinente.
Traen dos canapés y tres Ferrero Rocher, que se quedan mirando a Argiloa
sin atreverse a interrumpirla mientras va transformándose en "algo diferente"...
- Debo ser rara avis in terris; pero sé que lo soy, al menos lo sé. No soporto los
engaños, mi piel ya cubierta de escamas por todos los engaños acumulados en
estos tiempos, escupe todo lo que huele a amoroso tejemaneje : "Me voy cariño,
estarás cansada..." Perdona, corazón, pero te vas porque estás cansado tú. Yo
me ocupo de mi cansancio, gracias pero sé retirarme cuando estoy agotada, no
me hagas la tarea-punto-com.
Un papel de plata envuelve galácticamente su cabeza, le faltan dos antenas para parecer la hormiga atómica; recuerda a Nin, ¿cómo andará?. El agua
oxigenada a cuarenta grados Fahrenheit empieza a quemar el pelo haciendo su
labor, mientras ella dialoga hoy en un auto de choque:
- Bien, coherente hasta estos extremos, quemada, chamuscada hasta las puntas,
así te siento Argiloa de mi alma. Si algún día de mi vida tenía que ser el adecuado para el cambio de look, evidentemente ese es hoy. Lo mejor de todo es que
acabo de darme cuenta de algo en lo que no había caído: "Él" odia mi pelo liso,
odia mi pelo corto y no soporta a las rubias; bueno, eso dice, que parece que
ahora con eso de Guillermo y sus tres rosas blancas diarias habrá que incluir a
los rubios. ¡Je!, bien, ¡bien!, ¡mejor que mejor!, ¡ya va siendo hora que conozca a
otra Argiloa!. Sí, va siendo hora de que yo misma vea otra imagen de mí misma,
una con la que nunca me identifiqué o con la que jamás pensé que podría identificarme. Me gusta esta sensación de "objetor de imagen que tu deseas", el paso
de la rebelde estática a la rebelde estética... aunque salga de aquí como un pollito, o como kalimero con el cascarón sobre la cabeza, merece la pena el intento.
Para colmo histriónico de las causalidades, "Maná" se asoma al hilo
musical rayando al sol y al colmo de la paciencia de Argiloa.
- ¡No puede ser!, he visto un capítulo por aquí...
114
Aceleradamente hojea el libro hasta encontrar ese capítulo con idéntico
título, con la misma cantinela. Relee quedándose con el fragmento de la pareja
ideal para los otros, la aparente coherencia en el argumento de al menos ser
consciente, de que los hijos no vean distorsionada la imagen de sus padres cae de
bruces cuando dice que las risas compartidas eran francas.
- ¿De qué franqueza habla?. Debe ser de la franqueza de lo que el viento se llevó.
Frankly my dear, I give a damn!... Francamente my dear me importa un pito...
En tu diálogo veo la carencia, recuerdo el argumento que Nin jamás llegó a explicar, su teoría sobre la diferencia entre honestidad y honradez. Y leo culpa por
cada rincón, culpa de tamarindo entre los renglones, peso por la venta cada vez
menos convencida al entorno de una relación que fue y que ya no sigue siendo lo
que era, que se mantiene alentada por un motor que apenas tiene potencia, que
necesita los kilowatios de otro amor para poder seguir latiendo. Amigos míos, las
grietas en vuestro muro están hechas, el agua ha empezado a pasar por ellas y el
que reviente la casa es cosa de tiempo. ¿Qué franqueza puede haber en unas risas
de estanque?. Mi querida Zoé, mi querido Nurivan... no puedo menos que compararos con Ainara y Yeray, hay algo que no se equipara, en estructura externa
parece ser paralelo pero no lo es; echo de menos a Nurivan en directo, ¿dónde
está él como protagonista?. ¿Dónde, que no sea en unas líneas embuchadas en el
mar de disculpas y justificaciones con residuos de amor-conmiseración de Zoé
hacia él?. ¡No hay duda posible!, el lugar en el carnet de baile de la eternidad de
Zoé ya está reservado y el acompañante no es otro que Yeray; y no tengo el
menor resquicio en la absoluta seguridad de que Nurivan lo sabe, que su apocalíptica frase "tú eres ya harina de otro costal" no es casual, que siente pánico en
perderla y que prefiere las migajas estos algos a muchas nadas. No tiene menor
duda de que Zoé es mujer y Yeray hombre.
Se abre un paréntesis en su proceso de diálogo mental. Argiloa siente una
tentación brutal de decirle a la "niña-del-peine" que, de seguir quemándole el
pelo así, la siguiente visita será para encargar una peluca.
- Siento dolor... me duele lo injusto que se le hace ver las abundancias de los dos
tríos, cuando mi vida personal va en clave de single, en billete de ida. Si fantaseo
sobre mi propia eternidad, me veo de oyente en las gradas, en gallinero por
supuesto, con el pelo amarillo limón como un polluelo desplumado. Al menos
libre de él, de eso estoy segura; pero tampoco llamaré a Nin...
No tiene ni la menor idea de la hora que es, pero sabe que han pasado,
exactamente, tres cuartos de hora de papel de plata porque suena el relojito, con
un bip-bip discreto; vuelve el protocolo del pase por aquí, pase por allá... Para
cuando se mira en el espejo, una vez sobrepuesta del shock, casi necesita que le
vuelvan a presentar a sí misma.
Una línea clara, visible, separa su antes de su ahora. ..
Rubia con rabia, así también se quiere de este punto en adelante. Sin
entender por qué viaja en su mente la imagen del pueblo, su mente se focaliza
en las vacas bajo las encinas, ¡no hay duda!, ¡todas las señales lo indican se avecina una buena tormenta!.
Se refugiará en casa, al menos por el momento.
115
XXV
"QUID RECIPITUR AD MODUM RECIPIENTIS RECIPITUR"
Botella de Rioja y el vaso de cristal que se compró exclusivamente para
beber la vida a sorbitos, paquete de cigarrillos, camiseta y calcetines blancos,
musiquita de fondo, "La memoria de los triángulos" sobre la mesa...
Está todo en su lugar; lo único que no encaja es la mosca impertinente
que revolotea, entre atontada y ansiosa, tropezando con los cristales y tratando
que el cielo de escayola no sea la última visión de su vida entre la mierda.
Argiloa avanza en el libro, casi detestándolo, con la impotencia del detestando que sabe que el sujeto detestado no se entera, sabiendo de lo infértil de su
sentimiento; bebe un trago, se acomoda y mira la página que toca con la rabia
de quién sólo le resta la opción del pataleo y se dispone a diseccionar, de arriba
abajo, de izquierda a derecha, al personaje a quién ella considera la cúspide del
triángulo... y hasta de sus propios círculos paralelos.
Abre el bloc de notas, no quiere perderse ni una reflexión y por eso va
levantando acta de todo lo que pasa por su mente.
Yeray.
panza.
Per-verso. Re-verso.
Sus dulces palabras, como galletitas chinas, esconden el papelito en su
Control.
Perversión en el cien por cien de "Una" en una de sus acepciones : la de
fechoría sonriente.
¿De donde sale?, ¿tiene padres?, ¿dónde vive?, ¿es simplemente un personaje o, por el contrario, es una realidad compleja de la que todos parecen saber
mucho y nadie puede definir con exactitud y certeza?.
Yeray, entre la línea argumental de "Ausencia de malicia" y "Nueve
semanas y media"; ¿es un trhiller o no pasa de ser una creación fantástica al estilo del pulpo de Julio Verne?.
¿Existe?, ¿es?; no importa, atengámonos a los hechos...
Actúa con la desfachatez suficiente para llevar el barco consiguiendo que
otros remen y que lo hagan silbando, con una sonrisa en sus labios y cantando la
alegre canción del viaje de ida en las excursiones; haciéndoles creer que son ellos
los que dirigen su nave, él es quién pone su mapa de procesos invisibles e incomunicables en manos de las dos remeras.
Yeray, pícaro que jode al ciego que acompaña porque no tiene mas remedio, porque también tiene hambre de alma... porque sabe de maravilla que ellas,
en el fondo, así de truhán y señor le quieren.
No, nunca miente; cree a pies juntillas que él decide lo mejor para todos
y hasta diría que tiene razón y, sin complejos, acomete la tarea dejando a un lado
el libre albedrío de sus ocupantes. Lo que hace, lo hace con una intención suprema: que sean felices; necesita el terreno de felicidad a su alrededor.
116
Por eso Yeray quiere hacer de Zoé su amante estrella, quiere hacer de
Ainara el paradigma de su pareja estable: su abeja reina; y tiene el poder supremo de no necesitar, de no necesitarlas, porque no deja de ser un superviviente
interno que se entrega con el mayor de los desapegos efectuosos.
Yeray y su reinado de egoísmo sin fines lucrativos, ese egoísmo endogámico que persigue, incansablemente, el imposible cruce de caminos paralelos
con los escasos individuos de su mismo modo de sentir.
Consciente de sus carencias, Yeray frustra y exalta, siembra y aniquila,
cuestionando sus básicos cimientos, poco a poco, como la carcoma, en silencio,
con una dulce nocturnidad, sin extrema alevosía.
Yeray perfecto en aseveraciones sin fisuras, en sus planteamientos deriva
e integra todas las variantes e incógnitas. No hay modo de pillar al pillo. Tiene
copadas todas las posiciones. Se ha puesto en todos los casos y de todos ellos
conoce lo suficiente como para saber qué hacer y no hacer, cuando callar, donde
respirar, en que curva cerrar los ojos; tiene la clave del éxito agarrada por las orejas: él genera las ideas, él se encarga de la escenografía del contexto, lo consigue
sin que el charlie le enfoque a él, la luz cenital la quiere sobre las cabezas de
otros. Él no necesita ese tipo de reconocimiento, que los demás lleguen a creer
que son ellos los ideólogos del guión es su objetivo, que olviden que son meros
actores bajo las órdenes de un director de escena; un director tan preciso y sabedor de su control que ni siquiera necesita acudir a los ensayos. Y lo grita a los
cuatro vientos, de un modo tan abierto, claro y obvio, que parece estar tomando
el pelo al personal, en un mundo en el que la realidad y la ficción de las fantasías se entrecruzan en barrocas complejidades máximas, hasta haber llegado al
límite de no distinguir una de otra.
¿Quién va a hacer caso de lo obvio ?. Es muy sencillo: Yo mismo, diría él...
Con un apego desapegado, Yeray actúa como si no pasara nada porque no
cree en nada, acepta todo como se le presenta sin obsesiones; acepta sin aceptar,
descarta sin descartar, hace parecer que siente como si no supiera, Yeray actuaría como si tuviera el control aunque estuviera temblando de miedo; actuar de
ese modo disipa su obsesión. Y Yeray se da cuenta en todo momento y trabaja,
aún en su descanso, para obtener la paz que necesita tanto como teme.
Si pudiera estaría sin estar, les haría el amor in situ como si las amara en
una platónica distancia, se tele-transportaría en su protectora nave -tendría que
ser nodriza, por supuesto- y daría un toc-toc en su puerta cuando estuviera al
borde de sus propios abismos. Sólo por saborearse en esa mirada. Las azotaría en
el culete o las acunaría, quizás ambas cosas; les cantaría una nana suave y arroparía a ambas si así lo necesitaran, apagando la luz y cerrando con dulzura la
puerta tras él, para partir de nuevo, con el sabor en la boca de quién se sabe presencia.
Las lleva, a Zoé y a Ainara, al borde de la situación sin hundirlas ni salvarlas. Yeray pretende lo imposible, estar en dos sitios a la vez y en ninguno. Y
lo consigue, de la única manera posible: en un final que confirma esta teoría
hasta la desesperación.
Yeray es el ladino, marrullero sutil, genio que busca las vueltas a cualquier ley presupuesta y establecida; es la excepción que no le interesa confirmar
117
ni desmentir nada. No necesita moverse de su posición, apenas elevar una ceja;
se sabe poseedor del poder porque él no hace dejación de él en ningún momento, porque además las ha convencido de que ellas así lo han decidido, a sabiendas de que es muy difícil sustraerse a la tentación de la condición femenina del
protégeme. Caballero andante, rotundo, claro, dispuesto; toca las teclas necesarias, interviniendo a su alrededor de modo que los sistemas en contacto con el
suyo cambian sus pautas comunicacionales, provoca un proceso continuo de
cambio, de reflexión sobre los cambios que proceden desde dentro. Ansía la calidad, la mejora continuada, pretende que los cambios vengan dados por las decisiones de ellas, preparándolas para esas decisiones que les afectan, porque son
ellas y solo ellas las que pueden garantizar que el cambio que él persigue se lleve
a cabo. Ellas son sus trabajadoras, en el ecosistema organizacional que propone,
la satisfacción de los participantes garantiza la operatividad de alto nivel, duradera, coordinada y dirigida hacia sus propios objetivos.
Constituye su sistema relacional delimitándose también, desmarcándose
de los otros sistemas de su entorno. Su arma y su herramienta es la comunicación a todos los niveles, la verbal: verso a verso, la no verbal: con el aliado aroma
de las rosas en su mano. Él observa e interviene y lo hace asumiendo su responsabilidad; en este sentido, llega a conseguir una condición sine quae non para él:
que no haya culpables.
Con frecuencia señala lo que no se ve. Siembra el efecto multiplicador.
Cuenta con el conocimiento, con la experiencia, con las herramientas, la flexibilidad interna medida con cuentagotas; él pone, propone e incluso impone la
estructura de su savoir faire cuando percibe que los daños pueden ser importantes; ¡joder!, ¡Yeray las protege hasta de sí mismas!.
Fritz Perls decía que las plantas no evitan su propio crecimiento, sólo los
humanos lo hacemos. Para el crecimiento que él propone, la figura baila de
fondo a forma, resalta en cada momento lo que quiere que sea resaltado, hace
que los otros dos vértices del triángulo cierren un ojo para resituarse ante lo que
él expresa. Es consciente, busca un ajuste creativo de las otras dos partes; plantea el modo de saber, el modo de escoger, el modo de actuar y lo hace con tal frescura que uno diría que no está haciendo nada. Parecería que se trata de un niño
que con mirada directa y boca deslenguada y casual desvela, sin rubor ni vergüenza, los secretos más ocultos guardados por la familia de generación en degeneración.
Yeray conforma el triangulo de mediador y facilitador en el proceso de
comunicación; es el actor, el emprendedor de la red emocional que entreteje; es
el visionario portador de la bandera que conjuga los dos lados del cerebro, en una
combinación tal que es capaz de dominar lo emocional sin perder de vista lo
competitivo.
Sin inmutarse, pone el liderazgo, tal como lo conocemos, en crisis; él
domina el arte de la contradicción, la maestría en la ambivalencia, aporta nuevos
contextos que exijan nuevas conductas y que estas sean aprensibles y aprehendibles, encargándose de enseñar porque su mano amable te cocina las situaciones
de manera que apetecen, que entran por los sentidos sin encontrar resistencia.
Yeray tutor, en el mundo en el que vivimos todo puede ser y, curiosamente,
118
"puede ser" de muchas maneras aunque la suya prevalece. Manager idílico,
malabarista que al mismo tiempo regula y des-regula, controla dando autonomía,
da libertad y la acota, limita la contingencia y la aumenta abriendo su espita.
La inteligencia emocional que desprende, la impresión de su capacidad
de manejarse en la ambivalencia y en la contradicción hace de Yeray un personaje que convierte en conscientes a Ainara y Zoé de sus respectivas situaciones y,
con toda naturalidad, les coloca en la necesidad de mover peón y ajustarse a
ellas, acompañándolas como en igualdad de términos, como entrenador de nuevas prácticas. Posee la didáctica de sus acciones; él es capaz de situarse frente a
Zoé y Ainara y redescubrir sus puntos fuertes y débiles, los retos y desafíos, objetivos conscientes e inconscientes propios del entorno del triángulo que él, y sólo
él, ha formado. Propicia creatividad, motiva, quid recipitur ad modum recipientis recipitur, nadie puede escuchar cosas de las que no ha visto ni oído, ni leído,
ni experimentado.
Cuando lees a Yeray, te das cuenta de que él sí. El puede hacerlo. El lo
hace. ¿Cómo? Es muy simple, haciéndolo, diría él...
Suena una sirena, esa misma que enciende las alertas de la piel y hace que
se ericen todos los vellos. La botella de Rioja se ha quedado tan vacía que da
miedo pensar que estuvo llena. Argiloa arroja "La memoria de los triángulos" contra la pared, se levanta y arranca las hojas que acaba de escribir en su
bloc de notas. Le angustia pensar que Yeray pudiera leer lo escrito, teme lo indecible que él la felicitara con la mejor de sus sonrisas y, al rato, fuera Zoé quien le
contestara en, más o menos, estos términos:
- No andas tan despistada, amiga mía... aún cuando tus propios paradigmas de
género te ubican en ocasiones en conclusiones no acertadas. Aventas la lanza y
sabes que dará, sino en el centro, sí muy cerca de él; abarcas lo inabarcable para
que queden las menos piezas posibles fuera del tablero de lo que sientes, muy
sinceramente, dominado desde tu muy certero, pero no exactamente perfecto,
ojo crítico. ¡Lo sabes!, por eso odias al personaje Yeray, precisamente por ese
deje de imperfección que te provoca no poder determinarlo con precisión y, a la
vez, determinarte a tí misma, a tu forma comunicacional con el sexo opuesto.
Necesitas que Yeray sea la cúspide del triángulo, lo pides a gritos con la misma
necesidad que tienes de ser la mano que dirija tu propio triángulo amoroso; porque necesitas imperiosa e indisimuladamente, en círculos desesperados, encontrar nuevas formas de ser-te y de proyectar-te sin romper ese equilibrio que
crees posee y piensas que presume Yeray. La negación es tu escudo ante lo evidente; lo detestas porque te fascina, porque ves en él tus propias batallas perdidas. Él es el espejo en el que te miras sin querer mirarte, es el abismo que te llama
a dejarte ser y hacer con ternura por Nínfula sin que te sientas vulnerable; es, en
resúmen, la excusa perfecta para no rendirse a ese amor que tanto temes. Sois,
mi querida Argiloa, tan iguales y a la vez tan diferentes que te duele... te duele
tanto que no te queda más remedio que odiarlo para salvarte a tí misma, aún sin
saberlo...
119
XXVI
INVITADOS EN CASA
De la propia mano de Argiloa, Zoé ha abierto una brecha, ha lanzado un
dardo envenenado que condicionará sus próximas horas. Mira el sofá y se le
antoja que todos los personajes de "La memoria de los triángulos" han venido a visitarla... a comer pipas en su casa y tirarlas por el suelo... a dejarle la vida
hecha unos zorros... a ir a la cocina y comerse todo lo que hay comestible en la
nevera. Mentalmente cierra la puerta del baño y de su habitación; no desea que
Zoé o Ainara prueben sus perfumes, ni que Yeray se le cuele entre las sábanas al
primer descuido que tenga.
Insatisfecha de su mini-tesis, quizás porque le gusta "ver" a los demás
siempre que ello no implique "verse", decide que dará buena cuenta del helado
que guarda para esas ocasiones en las que el cielo se le desploma sobre la cabeza. Pasan horas, sentada y sin moverse, no ha hecho nada más que comerse
impaciencias y tratar de digerir que los personajes de la novela se han instalado
en su casa, al parecer para siempre. Vagamente recuerda que Hernán existe y que
es su pareja, que Nínfula le ha regalado una cocina de juguete y que se ha marchado lejos; ninguna de ambas cosas le importa demasiado, o quizás sí... pero no
es el momento de averiguarlo... ni es oportuno, ni viene a cuento.
Decide levantarse, se da cuenta de que su mano derecha está entumecida... la marca de su intensidad en la presión, sobre el mango de la cucharilla para
el helado, ha dejado planchados sus dedos índice y corazón; no es lo único que se
ha dormido, nota algo extraño y se pregunta qué es, aunque sabe que la respuesta le dejará perpleja.
- ¿El cóccix sobrecargado?, puede ser, pero esto... ejem, no, como que no es eso,
es... el chichi... ¿dormido?, pues sí, como cuando se duerme un pie, ¡igualito!.
Recuerda con una sonrisa lo que la abuelita le enseñó: "una crucecita
dibujada con saliva en la parte interior del muslo y en nada se despierta"...
- ¡Señor!, ¡nunca es tarde para tener nuevas experiencias metafísicas!
Opta por dejarlo descansar, tentada hasta con cantarle una nana, ¿para
qué despertarlo si tampoco es que tenga trabajo alguno que hacer con él?; un
momento más tarde se dirige al baño, abre el grifo del bidet y mientras se lava no
puede menos que partirse de risa recordando el chiste: "hambre pasarás, pero
lo que es sed..."
En pocos minutos todo parece volver a estar de nuevo bajo un ponderado y modoso control. Es el momento de entablar ese monólogo eterno consigo
misma, buscando aclararse, encontrar algo para ella en el baúl que guarda todos
sus razonamientos...
- Escucha lo que esto ha significado para ti, no interpretes, no huyas de ti
Argiloa...
- No ha podido ser de otra manera. Ahora entiendo algo mejor....
Se entiende, sin poder poner en palabras, en su lectura del libro; se da
perfecta cuenta de su propio comportamiento con respecto a Hernán... incluso
con respecto a la misma Ninfula... se da cuenta de qué manera ella misma ha
seguido la estela de Yeray, como siente su versión y aversión concentrados, refle120
jados en las actitudes de los distintos personajes, en especial Yeray. Su propia
transferencia en él, en ellas, llevada desde y hacia su propia vida personal. Su
implicatio con la novela en toda la extensión de su significado en latín, enlace,
enlazamiento, encadenamiento, embrollo, confusión...
- ¿Qué más implicación, envolvimiento, entrelazado y vinculación que la tuya
con esta historia de triángulos?
Se esfuerza por captar el marco de referencia interno de ellas, de Ainara,
de Zoé, no lo consigue sin caer de nuevo en la interpretación...
- Ainara ...casa, Ainara domus, oikos, no lo tengo muy claro pero... y ¿Zoé?
- Zoé... tu antípoda femenina, piensa en la interdependencia de los contrarios,
entre tú y yo...creo que ella representa la parte de ti con la que adorarías reconciliarte...
- ¿Con Zoé la dulce?, ¿la que escapa por azoteas mientras el viento arrecia?,
¡anda yaaa!, ¡no me jorobes!. Zoé , el pajarito aterido, ¿con esa postura de gatita
mimosa, como si mirara de abajo arriba, como si estuviese a punto de estallar
contra el parabrisas?. ¿La Zoé a quién nadie parece haber enseñado a sacar y
pulir las garras?. Esa Zoé y sus culpas, huidora de su realidad de mano de un
Yeray que le garantiza un pedacito de pan para su hambre de alma. Una Zoé todo
sensibilidad de paloma ronrroneando acurrucada, la dulzura anhelante, ¿todo lo
bueno, todo lo suave, todo lo maternal?. Zoé... ¿Afrodita?
- Pues si...
- ¡Por el amor de Dios y de todos los quemados en hogueras!. Pero si todos sus
"amor" se clavan dentro y lo único que producen es un dulzón rechazo visceral,
si parecen de culebrón... ¡no me jodas!, además no olvides que las palomas son
una verdadera plaga en las ciudades, muy romántica la imagen, pero la realidad
lleva consigo el excremento y el deterioro incluido.
- ...
- ¿Y que hay con su amoroso comportamiento hacia Nurivan? Dónde está el
"amor" con hechos, ¿dónde?, ¿no se trata más bien del egoísmo de no querer
soltar la magra?. No, Zoé,mira... a mi no me engañas... no se trata de seguridad,
de no romper la armonía... se trata de saber que Yeray jamás dejará a Ainara por
nadie. ¿Me vas a decir, Zoé, que no sabes que antes de dejarla a Ella os dejará a
las dos?
- No hables con Zoé... no la hagas cabeza de turco... sabes que él llegó un día igual
que haces tú, Argiloa, como avisando con irse...
- Me río yo del amor y de las debilidades, hay que ser muy, muy fuerte para vivir
una situación así, o tener un estómago muy resistente.
- ¿Qué hay en ti que a mí no me gusta de mí?, no te desvíes Argi, céntrate en esto
respecto a cada personaje, búscate en ellos... Recuerda a Gabriel Marcel: "esse est
coesse", ser incluye el ser con..
- ¿Lo que me faltaba p'al euro, ¿me vienes ahora con filosofía existencialista ?
Vale que seamos géminis... vale que parezcamos siamesas... pero, ¿no nos estaremos pasando tres pueblos chatina?
- Recuerda Argi, todos los personajes tienen algo en común, "son con". Tú no.
"Ser con", Argi, "ser con"... Nadie habla del tiempo que ese "ser con" deba durar,
ni de las condiciones, ni de contratos; no, ¡no es eso!. Si fuéramos capaces de
121
experimentar esa sensación durante una milésima de segundo sería suficiente
para que nuestra vida hubiera tenido sentido. Para sentirnos acompañados
internamente de por vida.
- ¿Qué ocurrió con Nínfula?
- Dímelo tú, que eres tan guapa y tan lista.
- Sabes que dejó caer la preposición "con", desmarcándose de ti con sus planes
para ti; se desmarcó por lo que creyó que era su derecho a "su" fantasía, a "su"
deseo, a "su" propia independencia de ti... me refiero a la noche anterior al día en
el que te despertaste y la encontraste bailando sola su loca danza de las zapatillas
rojas.... Nínfula, con su aparente laissez faire, te dejó esa mañana con la cara de
tonta, te colgó la preposición...
- La realidad se impone muchas veces a mi ingenuidad en mis hipótesis... Es
curioso observar la circularidad en las acciones, tú también tienes una decisión
que tomar, en realidad lo que llevas buscando todo este tiempo es tomar "esa"
decisión. La desconoces y a la vez sabes cual es; y no te vale cualquiera, ¡no!. Para
hacer lo que ha hecho Yeray necesitas confirmar, asegurarte antes, de que las dos
personas que conforman tu propio triángulo en algún momento te han querido...
en ello andas, solo que al contrario...
- ¿Al contrario?, ¡sí!, Yeray se va a la primera señal de que ya no se mantiene su
equilibrio... ya no es el fiel, el centro de la balanza; Ainara se desmarca de él y
Yeray corre a soñar con Zoé, es la primera vez que estando con una la otra entra
en ese terreno acotado hasta ahora.. Hasta ahora había sido juego cerrado con
llave y candado, Ainara ha roto la norma...
- En tu caso... es lo contrario. Tú, Argiloa, llevas media vida de desequilibrio en
la balanza, esperando desesperadamente que el barba azul de Hernán ponga las
pesas necesarias en su plato... esperando por un día, por un solo momento para
poder decir adiós desde la justicia de la proporción. ¡Necesitas que se dé a la
mujer del Cesar lo que es de la mujer del Cesar!, ¡no lo niegues!.
- ...
- Y te ocurre algo similar con Ninfula...
- ¿Con Nínfula?
- Sí, no has querido ni siquiera levantar el teléfono para hablar con ella, todavía
sientes rencor porque te fuera infiel contigo misma sin tu permiso..
De pronto, la radio le sobresalta con la canción de uno de los capítulos de
la novela: "...Lo que me digas, de memoria me lo sé... te lo perdiste, ojalá te vaya
bien, yo me voy por donde vine, se que no me perderé, abandonado..., un exiliado... de tu boca, de tus manos, de tu corazón... sin rumbo fijo..., voy de la
mano... de mis sueños vagabundos y me importa poco, que me diga el mundo,
el abandonao..."
- ¿Escuchas?, es la canción del capítulo de las tres cadenas, he leído sobre tres
cadenas, ¿dónde estaban?
- Argiloa, ¿no te das cuenta?. Es curioso como escuchamos lo que queremos escuchar; seleccionamos del discurso, de la canción, de entre todas las palabras que
se nos dirigen, aquellas partes que se nos resaltan, que nos resultan interesantes
por encontrarles sentido, por evitarnos el dolor de escuchar otras... por querer
contarnos la película con el guión que nos deje tranquilos. Es curioso como nos
122
agarramos a una canción, al vuelo de una mosca, a cualquier cosa que desvíe
nuestra atención cuando hay daño, cuando tocamos tema... haré como que no
nos damos cuenta.
- Vamos a cerrar nuestro círculo personal con un broche diferente al que hemos
estado encadenadas todo este tiempo. ¡Vamos!, ¡no tenemos mucho tiempo más
que perder!, vamos a descubrir lo que resta de nuestras tres cadenas. ¿Te parece?
- Vale...
Son las siete, tiene a penas tres cuartos de hora para maquillarse, vestirse y dirigirse a la presentación de un libro en el centro. Se sumerge en el cuarto
de baño, cantando, como si con ella no fuera la cosa y le divirtiera todo lo que la
ha hecho sufrir hasta hace unos momentos...
Sabe que los personajes de "La memoria de los triángulos" siguen en
el sofá, comiendo pipas y tirando las cáscaras en el suelo; decide que, si al regresar no se han ido, se unirá a ellos. Por muy curioso que pueda parecer, no suena
nada mal eso de ser parte de una novela...
XXVII
ESPERANDO A CALCAS
- ¡Hola!
- Hola Nin, ¡qué sorpresa! ¡No me lo puedo creer! no esperaba encontrarte aquí.
- Pues, mujer, no sé qué tiene de raro... en un contexto similar nos conocimos ¿no?
- Tienes razón, pero no esperaba verte en esta presentación en concreto
- Pues, ¿la verdad?, leí en el periódico que acudiría J. Calcas y me pareció un
guiño del destino, el sitio adecuado para volver a coincidir contigo. No te he querido llamar, en realidad he puesto kilómetros por medio, he levantado el teléfono mil veces y no he llegado a poder marcar más allá de los cuatro primeros
números... me he dedicado a recolocarme... no sé, me dio la sensación de que
querías un tiempo para ti, menudo chaparrón el de aquel día... Pero bueno...
¿cómo estás?
- Si... un bochorno de mucho cuidado... mejor... menos agobiada... ¿Quién de
todos es Calcas?, ¿le ves?, ¿nos sentamos juntas?
- Por mi encantada.
Argiloa se sienta a sentirse, percibe cada respiración de Ninfula, cada
movimiento, abrazada a su bolso en su regazo parece una niña que no quiere que
le quiten su juguete preferido, más todavía, su baúl de los recuerdos. Oye hablar
por turnos a toda una mesa mientras se duda en qué hacer después de la presentación. No se siente preparada para retomar en el punto previo a su explosión
en el cementerio, no sabe dónde situar a Ninfula, ¡han pasado tantas cosas en
este tiempo¡ recuerda su sensación cálida al abrir la puerta y recibir tres rosas
blancas, su cara de decepción al ver escrito en la tarjeta que ella no era su destinataria, el recordatorio floral diario de su desamparo, curioso... el envío de rosas
había cesado un par de días atrás, rememora su maraña de sentimientos y pen123
samientos, el centrifugar de sus tripas, su vértigo, la burla entre sus manos
hecha cocinita de juguete y esa añoranza profunda de sus momentos especiales
con Nin. Decide centrarse en el acto y dejar las decisiones de un lado, da la razón
a Antonio Gala cuando dice que si no se avanza recordando se tropieza, espera
internamente cruzando sus dedos que las decisiones se decidan por sí mismas
repitiendose el clásico: "no estés antes de estar, Argiloa... no en vano dices saber
que la vida es lo que ocurre cuando uno está haciendo otros planes".
El acto se estira y estira con pereza, se percibe claramente que a algunos
ponentes les pone el minuto de foco y gloria, sonríe internamente mientras escucha lo que parece ser el penúltimo broche definitivo del encuentro. El escritor ha
enviado sus excusas, no ha podido acudir, se pregunta si ha sido un reclamo de
los organizadores, un invento para atraer más gente a la presentación. La decepción hace su entrada por la puerta grande mientras por chiqueros se da cuenta
de que crece su curiosidad con respecto al personaje, ya casi mito para ella.
- Así que no ha podido venir...
- Eso parece Nin, me hubiera gustado conocerle, tengo alguna que otra pregunta
para él, aunque confieso que probablemente me quedaría de pie petrificada y
sería incapaz de abrir la boca con un mínimo de coherencia, no se qué me ocurre
en esos momentos, me apatunflo de pies a cabeza, recuerda nuestro encuentro,
tú toda digna parapetada tras la mesa y el micrófono y yo con cara de lerda
diciendo no sé qué...
- Yo no tuve esa sensación, me pareciste hasta enigmática, el poder de los silencios entre el pan y pan de la palabra es grande, yo te interpreté como eres para
mí, diferente, eso en un mundo en el que lo repetido y lo poco original abunda
tanto, es de agradecer
- En este caso es distinto, ¿cómo miras a alguien cuya mente ha creado un guión
que estás siguiendo? ¿Cómo explicar lo que se mueve por dentro con cada página con cada capítulo? ¡Dios! Necesito tantas respuestas
- Tú y tu manía de dar explicaciones que no se te piden, mujer, es más sencillo
que todo eso ¿no? Un "me gusta tu libro" bastaría...
- Se me queda corto. No es eso lo que quisiera decirle...
- ¿Qué le dirías?
- Como en "My family", la película, ¿la has visto?
- No...
- Pues le diría: "yo sé de ti", o quizás no... igual un "tú sabes de mí" sería más
apropiado... sí, mejor la segunda frase, es menos prepotente... No sé qué le diría,
la verdad, creo que me alegro de que no haya venido, quizá en la próxima ocasión
lo tenga más claro...
- Bien, parece que habrá que esperar esa siguiente oportunidad... ¿qué vas a
hacer ahora? te apetece que tomemos un café, un cine, me da hasta cosa preguntarte pero no sé si procede un ¿quieres que subamos a casa?
- ¿Qué quieres hacer tú?
- Cualquier plan en el que tu estés me encaja bien...
La tarde parece estar de buen humor, como si la nube que pende sobre
sus cabezas dijera hoy no lluevo, Argiloa se siente aliviada al recibir su respuesta, se esfuerza en hacer como si no hubiera pasado nada, al menos lo intenta,
124
nota que el peso por dentro no se aligera, tantas preguntas algunas ya convertidas en aseveraciones en el bombo... bola uno: ¿desde cuando sabes que estoy
casada?, dos: ¿desde cuando conoces a mi marido?, tercera: ¿lo conoces bíblicamente hablando; cuarta: ¿estás jugando conmigo?, ¿con nosotros?; sabe que no
sabe, se siente conejillo de indias, se siente atrapada en un tejemaneje, como
oveja entre los pinchos de alambrada, como mariquita en tela de araña. No confía y a la vez la intriga hace de motor para su respuesta.
- ¡Mira que eres zalamera, maja!. Venga... vamos a tomar un algo, ¿te parece?
- De acuerdo.
Se caminan en paralelo, se escucha el taconeo firme, los pechos cabalgando entre los escotes de sus blusas, los latidos desacompasados, cada una a su
aire, una bolso en el hombro, otra bolso en mano, pintadas dos sonrisas, una
color carne otra color burdeos, ambas como con prisa por llegar a alguna parte,
por caminar zapatos sin que cada guijarro se clave en sus plantas, ambas con la
mirada tornasol puesta en un objetivo, ambas con su historia personal ahora a
cuestas, ahora a rastras. Con el intento de originalidad común al resto del
mundo. Tan iguales y tan distintas. Tan cercanas como distantes. Tan llenas
como vacías. El silencio corta de vez en cuando la conversación de sus pensamientos, para cuando atraviesan la puerta de ese bar ambas parecen dar bocanadas de alivio.
- Temía que no quisieras volver a verme..., lo que es peor, temí no querer volver
a verte...
- Yo también he temido ambas situaciones, y no me puedo permitir estar en guerra contigo Nin, al menos no ahora.
- ¿Has tocado el libro en este tiempo?
- Si te soy sincera, lo primero que hice al llegar a casa fue tirarlo encima de un
armario... volví a él con los días, con aproximación meticulosamente gradual, el
capítulo de Yeray y Ainara me estaba esperando, el de la separación, ya sabes,
recuerdo que nuestra conversación en tu casa cuando me fui era sobre ese asunto ya sabes que en ese momento me hizo mucha gracia
- ¿Y? ¡Parece como si te cabrearas con el libro!
- ¡Joé!, tienes razón, con el libro o con el autor, hay momentos en los que una se
siente medio marioneta, ¡coño! o este hombre, el Calcas de marras, es adivino o
está condicionando tanto lo que me ocurre que una está tentada en ir a la última
página para leer su propio final. Mira que eso en mí es extraño, me he tenido que
agarrar por los pelos para no autochafarme la historia, siempre he odiado ir al
cine y que la persona que se sienta al lado me cuente el final de la película, en este
caso es como si él supiera ya lo que me va a ocurrir, y tengo la superstición de que
si lo hago, si lo leo, yo misma condicionaré mi historia a favor o en contra aunque sea sólo por llevarle la contraria, ¡me desquicia pensar que hasta eso lo tiene
contemplado!
- !Santa Telésfora del camino empinado!. Pero mujer... estoy segura de que si se
lo cuentas al pobre hombre le da un mal... Argi, no me has llamado en todo este
tiempo.
- No.
- ¿Llegaste al menos a marcar mi número?
125
- No, no lo hice Nin.
- ¿Dónde estamos ahora Argi?
- No sé dónde estás tú, te juro que no lo sé, ni echándome un vistazo a fondo me
encuentro situada respecto a ti, por lo tanto deduzco que estamos en el epicentro del desconcierto.
- ¿Y qué se supone que debo hacer ahora?
- Esa es la misma pregunta que llevo haciéndome en todo este tiempo.
- ¿Y te la has contestado?
- Me digo algo que leí en algún lugar... haz lo que quieras, siempre y cuando sepas
lo que quieres y lo que haces...
- Jodido ¿eh?
- Jodido, jodido...
Las sombras en la pared siguen su conversación... sus miradas con tanto
por decirse como miedo de hacerlo se pierden entre el tráfico al otro lado de la
cristalera. Una mosca aburrida, pasea su zumbido y sus alas verdes entre los bordes de sus vasos, mientras el camarero repasa con un trapo blanco la vajilla
humeante y de reojo las casi inmóviles agujas el reloj...
XXVIII
LA MAGIA DEL LIMON Y LA AVELLANA HELADOS
Como si de un caso de redoble de personalidad se tratara, la Argiloa que
baja a tierra por las mismas escaleras que le habían llevado a esperar a Calcas,
retoma el primer plano que, intencionada o casualmente, se ha estado cocinando en privado durante todo este tiempo. Sabe que ese rechazo sin sentido viene
de lejos, que la llevó a la presentación del libro de Nin y la fue fortificando en los
monodiálogos con ella; lo demás ya fue una consecuencia lógica, que se iba reforzando a través de sus escritos esporádicos, guiada por su propia memoria junto
a la de los triángulos.
Argiloa se ha mantenido a la espera y al acecho en ocasiones, soportando
el rollo de la, supuestamente bienintencionada, otra durante tiempos inmemoriales. Ahora es, por decirlo de alguna forma, la que sabe de ella y sabe tanto que
aprendió a esperar pacientemente o, ¿por qué no admitirlo abiertamente?, a
dejar que la otra vaya entendiendo lo inútil de su comportamiento.
Toma cuerpo una imagen diferente; ¡basta de soportares inútiles!, ¡basta
de hacer parecer!. es el momento justo de saltar los últimos peldaños de la escalera y, con frescura recién desembalada, detenerse ante el espejo. Contemplar...
contemplarse, nunca sabrá si con lágrimas secas o con sonrisas húmedas, en una
visión de maquillaje suave que se une al tono claro de su nuev look peluquero
para suavizar sus facciones; cierra los ojos, el oscuro pelo entremezclado con el
rubio no engaña y eso le agrada porque no pretende ir de lo que no es, simplemente le gusta la mezcla de mechones oscuros y platino. El sol en sus ojos da un
tono de avellana profundo... la imagen no es... ¿rara?; ¡no!, es algo más... es la de
alguien que se vive diferente... es la rubia de tinte quién hoy propone a la morena natural una visión absolutamente nueva.
126
Se sonríe, horizontal y verticalmente, mientras sus tacones torturan adoquines de aceras perplejas; no puede evitar la imagen de esas piedras recorriendo, en una visión fugaz pero suficiente, con la mirada sus piernas hasta llegar a
adivinar que lleva bragas blancas bajo la falda negra... nadie lo dice, pero los adoquines son mirones por naturaleza. Baja el ritmo de sus pasos, la vida de las
rubias es una vida distinta... por las miradas de algunos con los que se cruza
entiende que, hasta ahora, se ha perdido la mitad de la tarta; justo esa mitad en
la que está la nata y las fresas...
Elige una terraza en la plaza, se le antoja un lugar cálido y adecuado para
sentarse y cruzar las piernas, mientras "La memoria de los triángulos" y
todos sus fantasmas quedan sobre la mesa.
- ¿La atienden, señorita?
- A veces me atienden... y otras ni me hacen caso... ¿Puede traerme la carta de helados por
favor?
- Avec plaisir... aquí la tiene...
- Tomaré un cucurucho mixto de... avellana y limón, por favor.
- ¿Me permite que le sugiera el carte d'or?
- Le permito y acepto
Abre "La memoria de los triángulos" y busca un capítulo determinado de Ainara y Yeray, lo ha leído varias veces pero da igual. Lo encuentra sin
esfuerzo, no necesita casi ni leerlo para que se desate ese maldito diálogo interior
al que le resulta imposible sustraerse...
“Sin ti, no creo...”, ¡pedazo de título!. Sin ti no creo, "coma" impertinente y final de femme fatale con puntos suspensivos incluidos; ¿no crees qué,
Yeray?, ¿es una negación de la fe o es algo más?, ¿qué te hace falta para que
creas?, ¿necesitas una "hipote-musa" para volverte creyente sin la más mínima
duda?. ¿Y que me dices del "sin ti dudo de qué pudiera"?, ¡ja!, ¡ese es el Yeray
auténtico!, ¡es él sin duda alguna!... los puntos suspensivos le subrayan, los espacios entre los tres puntos son su reino. De nuevo un triángulo esta vez dibujado
con tres sencillos puntos suspensivos... uno, el primero, de suspense... el
siguiente, de suspender o de no llegar al cinco ni mucho menos a la perfección de
su listón... el tercero cierra la figura y deja la amargamente dulce sensación de
"sus-pender" de un hilo. ¡Si!, ese es Yeray, ¡ese es él!.
- Su helado, señorita...
- Gracias, muy amable.
El señorita vuelve a llegar hasta Argiloa como el primer lametón al helado: cremoso y refrescante; no es extraño que responda con su mejor sonrisa de
gratitud y que añada, a la cuenta, una generosa propina. El camarero se retira
zigzagueando entre las mesas y se detiene unos metros más allá; la sensación de
sentirse escudriñada, centímetro a centímetro, le resulta tan agradable que
entreabre descuidadamente sus rodillas... hay un deseo morboso y a la vez cándido de que los ojos del camarero, como si por un momento fueran las yemas de
dedos suaves, resbalen por el interior de sus muslos y lleguen a rozarle el monte
de venus que, ella sabe, se adivina y se marca...
No utiliza la cucharilla de plástico, prefiere que su lengua resbale por
aquel glande helado... sentir la textura en sus papilas gustativas y notar como
127
llega a su garganta esa cremosa mezcla que la refresca y la sacia... cerrar los ojos
y notar como va moldeándolo a su antojo, percibir como se derrite y finos regueros líquidos bajan por el cucurucho hasta la mano cerrada que lo agarra. El chirriar de los neumáticos de un coche convierte en mil pedazos su fantasía de limón
y avellana; sin soltar el helado, limpia su mano con una servilleta de papel y se
ruboriza al darse cuenta de que no ha llovido pero está empapada.
Para disimular su turbación, levanta la cabeza del libro y la dirige, mirando sin interés, hacia el fondo de la plaza con el quiosco de música en su centro.
Repasa mentalmente las partes de el capítulo que se le han quedado colgando;
son frases sueltas como: "mi misión es conseguir que Atzin se acompañe de una
persona que la merezca; si te soy sincero, que mi hija domine la situación me
parece perfecto...". La prepotencia en la frase la hace alucinar, ¿su misión?,
¿conseguir que ella se acompañe de una persona que la merezca?; ¡increíble!, ¿y
ella?, ¿donde queda el respeto del padre y la confianza en la capacidad de elección de su hija?, ¿dónde queda ella y el riesgo, ella y sus decisiones, su derecho a
errar?. ¡Este es un "hiper-megalomaníaco" talla XXL!. Argiloa se piensa en una
situación semejante, mi misión sería... acompañar a mi hija, a mi hijo en las elecciones que tomen, algo así. Continúa, el razonamiento que él da para que su hija
mantenga relaciones en su propia casa es aparentemente perfecto, la fantasía de
lo que va a ocurrir es eso simplemente, una fantasía, ¿y si al maromo acompañante de hija no sólo no se le baja el aparatito por estar en su casa sino que le
pone más contento todavía?, ¿cepillarse a la chavalita sin estrenar en su propia
cama, con la mirada testigo de las muñecas que le han acompañado desde niña,
apartando el osito de peluche al tumbarse sobre ella?. Toma dósis de morbo para
todos esos amantes del fui el primero en tirármela, esos que se ponen escuchando el "lo mejor de tu vida me lo he llevado yo" de Julio Iglesias.
El argumento de Yeray se le vuelve a antojar controlador e incluso algo inocente. Su intención hacia su hija es positiva, en el relato del estar antes de estar se
pasa de listo o, desde perspectivas más generosas, deja sin contemplar otros millones de situaciones posibles. Acompañar, acompañar, no determinar pretendiendo
controlar los inconvenientes de las situaciones más íntimas. Vale que le hables de
tus miedos, vale que pongas a un hijo o a una hija en antecedentes... pero, ¿organizarle como un operador turístico su primera vez?. ¡Por favor!.
Según se habla se pregunta dónde y de qué manera está planeada la primera vez de su hijo, del varón. No lo lee por ninguna parte. Habrá que suponer
que en la casa de una "ella" donde, en su primera vez, se le baje el aparato pensando en que los padres están al corriente y en la habitación de al lado... ¿es ese
el estreno que sueña para su hijo?.
Nota que algo húmedo le cae sobre la rodilla, es una aparatosa gota de
helado; el camarero le ofrece una toallita húmeda.
- Gracias, ¡se me ha ido el santo al cielo!
- Es mi obligación, señorita... ¡Ah!, debe ser interesante el libro que está leyendo,
es el octavo ejemplar que veo entre las manos o apoyado en la mesa de clientes
en estos días...
- Lo es... lo es, pero sólo se lo recomiendo si está usted muy seguro de sí mismo...
gracias por la toallita... ¿me puede traer un vasito de agua?
128
- ¿De que trata el libro, Señorita?
El miedo a que el bueno del camarero se sentara y le contara su personal
y trágico novelón le devolvió a la realidad
- Verá, es difícil de explicar y, sin pretender molestarle, prefiero que me traiga el vaso
de agua...
- Claro, señorita... usted perdone mi atrevimiento...
Se queda sola y respira aliviada; en realidad lo que le apetece es seguir
ensimismada en sus pensamientos, aunque reconoce que empieza a no sentirse
cómoda en aquella terraza. Abre de nuevo el libro, el mohín que se dibuja en su
cara traduce al exterior su monólogo silencioso: "imposible no relacionar a los
protagonistas de la novela". Lee el capítulo de las rosas y su mente le lleva a imaginar que la amiga con la que Ainara ha quedado esa tarde, en sus cuarenta y con
hijos ya mayorcitos es la mismísima Zoé; no sería de extrañar, personas con similar sensibilidad, gusto y características, tienden a entablar relación... incluso ve
la mano negra de Yeray presentándolas, saboreando el poder del momento, y se
lo imagina después, retirado, apoyado en una barra con una copa entre las
manos, observando como sus dos mujeres del alma hablan animadamente sin
saber la una de la otra... oliendo ambas a él, habiendo dejado atrás las dos camas
satisfechas, todavía templadas.
Si, con Yeray es todo tan posible... se lo imagina susurrando un día, en
un momento de intimidad, en uno o incluso ambos oídos: "tu ya la conoces..." Y
Argiloa avanza en los capítulos ávida, casi ansiosa... hojas que van y vuelven
hasta encontrar la secuencia dialogada en la que Yeray le dice a Ainara:
"-Abstráete e imagina a tres personas en un espacio plano... te
pones a cierta distancia, trazas una línea imaginaria que las una y
tienes un triángulo... un triángulo inscrito en un círculo, vicioso o
virtuoso es lo de menos, que las hace ser una realidad separada de
todo lo demás...
- Si...
- Te aproximas... escoges a una de ellas y te inventas un mundo de
relaciones con las otras dos. Con la mera elección de aquel en quien
concentras tu microscopio, acabas de decidir una gran parte de la
trama.
Alguien de ese triángulo inscrito en el dichoso círculo de relaciones
puede no ir más allá de la primera parte de la frase... esa en la que
tú te has quedado: "sin ti no puedo vivir""
Bebe el agua y se levanta, se siente incómodamente observada por el
libro, amén de por el camarero, y no le gusta ser la tercera ni en plato, ni en discordia, ni en cliente con libro. ¿Puede estar Ainara tan ciega, tan sorda, confiada o enamorada como para no darse cuenta de la trama de Yeray?; sin duda, si...
o no... ¿Quiénes son los otros lectores a los que ha hecho referencia el camarero?,
¿cómo están viviendo estas mismas páginas?; ¿sería Nin alguno de ellos?,
¿podría ser otro el mismo Hernán?... ambos suelen frecuentar esta terraza...
Viéndola, podría asegurarse que "se camina", más que encaminarse, lentamente hacia casa, recordando su imagen de reojo cada vez que pasa delante de
un escaparate; una imagen de si mismo que le dice al oído: habla menos y haz
129
más... observa, escucha que no en vano tienes dos oídos y sólo una boca... sabes
que la inteligencia racional no sirve por sí sola, recuerda la actitud de Nin, la
del mismo Hernán, la de tantos otros titulados cum laude y con laureles, profesores eméritos con masters y doctorados hasta las orejas que, la mayoría de tus
"siempre", pasan como tantas otras cosas: a un segundo plano. Argi... de ahora
en adelante es la hora de dar y recibir hablando en clave de inteligencia emocional... en clave de... Argi, ¿dónde has leído algo sobre ello?.
Lo ha leído en el libro que mediatiza su vida: "La cúspide es la clave;
quien se coloque en ella dominará el juego... conseguirá que la pirámide se convierta en triángulo y ganará. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo,
con su triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una cuestión de memoria...
y la memoria es la expresión más egoísta que conozco del ser humano... o eso
espero..."
Sin darse cuenta, llega a su portal y busca, mirando al techo, las llaves en
el fondo del bolso... como si fuera a sacar una bola de una bolsa para una rifa. No,
esta vez no cruza los dedos para que no esté Hernán; aunque estuviera, es ella la
que sube decidida y sin dolerle prendas sabiendo que, pase lo que pase, para él
no va a estar.
Recuerda Argiloa, recuerda: "es lógico que para ti sea todo tan abstracto... y para mi tan concreto... "
XXIX
EL CORSÉ DE FRIDA
Se aburre, que no es lo mismo que estar aburrida. Nínfula está cansada
de que "La memoria de los triángulos" le persiga allí donde vaya; ahora
mismo, en la cocina y mientras busca el punto de nieve a aquella clara de huevo,
ve formas triangulares por doquier... da igual donde dirija la vista, están allí y
acechan sin descanso con una perversa sonrisa. Arroja el recipiente al suelo y, sin
poder evitarlo, le grita al horno que aún no está encendido: ¡ya me cansa que
Argiloa lo saque a relucir siempre!, ¡ni que fuera la Biblia que llevan siempre
bajo el brazo los devotos y los arrepentidos!.
No se relaja de modo alguno, ni mordisqueando un apio ni pateando la
puerta con saña y entre delirios.
- ¿Qué coño quieres, Argiloa?, ¿no te das cuenta de que puedo olvidarte con la
misma facilidad con la que te he hecho mía?.
Busca el libro y lo encuentra, como escondido, debajo de una silla; le
habla como si en vez de hojas encuadernadas fuera todo oídos.
- Mira... al principio te leía con la perseverancia de un estudiante ambicioso de
saber. ¡Si!, tomaba notas de palabras suprimibles... de erratas... resumía ideas
expuestas y otras que tú me sugerías... Al cabo de una par de semanas no sabría
decirte si me tenías enganchada o si, la revisión a que te sometía, no era más que
un castigo que me autoinfligía... ¡Nunca me engañaste!, ¡ni tu ni la veleidosa de
Argiloa!; siempre supe que no os miraba a ninguno de vosotros... ¡sois tan poco
interesantes que sería un insulto para mi inteligencia perder mirandoos un pre130
cioso tiempo de mi vida!... lo que estaba haciendo era realizar un estudio propio,
íntimo y hasta creí que enriquecedor... Y, ¡mira por donde!, me satisfacía el ego;
al menos hasta que el destino quiso que un buen día aceptase visitar la casa
museo de Frida Kalo...
Deja a un lado el libro para buscar un cigarrillo, pero sigue hablando
como si hubiese una audiencia ansiosa por escucharla...
- Hacía calor en la ciudad... trataba de no bloquearme demasiado ante la cháchara del amigo que me había acercado al lugar... deseaba perderme en los amarillos, en los azules o en los verdes, de la loza casera... en los cientos de óleos
sobre plancha metálica o, ¿por qué no?, en la monótona explicación de las anodinas guías. Allí, en medio de todos, ignorada pero no perdida... disfrutando de
que algún despistado turista-admirador o estudioso rozara el invisible rayo láser
de la alarma y, de inmediato, se disparara una tonadilla que sobresaltaba a los
que se arrastraban, casi durmientes y también casi dormidos, por las maravillas
de aquellas paredes. Y así, enjugándome el sudor con un pañuelito de batista con
encajes tan a tono, ¡Dios!, con ese marco tan siglo XIX... sí, podría depositarlo
sobre la silla de ruedas y nadie advertiría que lo había comprado hace apenas
unos días para regalárselo a...
El nombre de Argiloa le quema en los labios pero no lo pronuncia, hace
un ademán con la mano como retirándoselo de la vista y continúa...
- Fue ese cuadro donde se clona Frida, la que me devolvió tu imagen casi perdida; ese cuadro... con sus alusiones al corazón y al sexo... al amor creciente, siempre por su marido... a su bisexualidad... el ver, sobre una cama, el corsé pintado
que mantenía erguida la espalda de la pintora... ¡Todo!, ¡absolutamente todo me
llevaba hacía donde no quería ir!... Frida, la que sólo se rindió ante el amor perdido... pero el amor no se pierde, esta en nosotros o no existe, sólo cambia el
objeto o la persona amada y en algunos perdura a través de las décadas; como en
Zoé... como en Frida...
Se da cuenta de que ha mencionado a Zoé; de que, una vez más e instintivamente, ha invocado al libro y lo ha llevado a su realidad más íntima.
- Quizás el amor sea algo femenino que no compartimos más que entre nosotras.
El resto posiblemente sea pasión, antojo... El amor como lazo de género, ¡me
gusta la idea!. Nosotras, las hembras, estamos muy dotadas para el amor y no
sólo para el sexo, aunque éste sea una forma de comunicarnos, de intentar ofrecer ese don... ¡Estoy loca!, ¡más loca que Frida y sus estrechas camas individuales y sus espejos en el dosel para autorretratarse!; ella se amaba... ella amaba y
veía la espalda del amor, con su torso encorsetado por las costumbres sociales...
Yo, simplemente me contemplo en cada espejo, inclinando el busto y alzando la
cabeza, mientras la alarma estalla y suena y suena... Busco tanto mi otro yo que,
aún sin desearlo, termino encontrándolo en cada "tú" que se me acerca...
Aquella noche, la poetisa y la mujer deja paso a Guillermo Cir Valdemar;
necesita escribir una larga carta:
"Estimado, o más bien querido, Hernán:
Supongo que habrás recibido mi tributo a tu inestimable inteligencia, al estímulo que suponen tus ensayos para mi. Las rosas son la
perfección estética y olorosa y por ello un presente que no debería
131
ser entregado más que aquellos que se lo ganan con la belleza de su
mente y su persona.
En un principio pensé enviarte parte de mi producción, pero es algo
tan poco válido para la belleza de tus análisis sobre la condición
femenina, que he optado por enviarte un ejemplar de La memoria
de los triángulos, que llego a mis manos, casualmente, durante la
presentación del último libro de la poetisa Victoria Russo. Digo
casualmente, y doy gracias por esa casualidad, que me permitió
conocer a tu encantadora esposa y hacerle llegar, para que te lo
repitiera, mi admiración hacia tu obra, que ha sido fuente de inspiración y documentación para mi. Por cierto, como veras, el libro
está marcado y al final hay unas cuartillas con el ensayo que sobre
el mismo he escrito y que esta pendiente de publicación porque deseaba que tu lo leyeses antes que nadie, ya que te cito como fuente
bibliográfica.
A la espera de tus noticias, un varonil abrazo.
Guillermo C. Valdemar"
Ninfula reaparece inmediatamente después de terminar la misiva, para
guardarla en el interior del ejemplar de la novela de los triángulos que había
subrayado minuciosamente y que, también, contenía el primer borrador del
ensayo que pensaba escribir; sacó un sobre grande de su ecritorio, empaquetó el
libro junto a una tarjeta con su sola firma, introducida en una biografía de Frida
Kalo, y al pañuelo de encaje aún húmedo. Escribió el nombre y dirección de
Argiloa y pidió por teléfono que recogieran el envío urgente.
Abrió las cortinas y abarco todo el horizonte que pudo con sus pupilas...
- Y ahora, Argiloa... ¿qué harás?. La dichosa "memoria de los triángulos" no creo
que te sirva...
XXX
UNO DE ESOS MOMENTOS "G"
La vida trae situaciones concretas, ocasiones constantes de reflejo en las
que actualizar la base interna de datos, con las que poder calibrar filias y fobias.
Sólo hace falta ponerse a tiro. Si uno tiene los melones para hacerlo, no hay otro
camino que aquel que te dirige hacia delante.
Argiloa duerme, sin embargo sabe que son las seis menos diez porque su
mirada se lanza al reloj antes de descolgar el supletorio sobre su mesilla.
- Buenos días. Llamo del Hospital de la Cruz. Tenemos ingresado a un paciente...
- ¿Hernán?. ¿Qué ha ocurrido?
- No estoy autorizado para dar esa información por teléfono. Será mejor que se
pase cuanto antes a hablar con los médicos. Pregunte por el Doctor Osinaga, está
de guardia y él es quién lleva su caso. Para sucesivas ocasiones el horario de UCI
es de ocho a diez , las entrevistas informativas a la familia de diez a once...
132
- Voy para allá. Gracias por su llamada.
Cuelga el teléfono y en cosa de diez minutos está duchada, maquillada y
vestida para la circunstancia. La blusa blanca abre su solapa doble sobre el traje
sastre, zapato plano, bolso bandolera. ¿Cuantas veces ha temido y esperado una
llamada así?, muchas... demasiadas...
Agarra el manojo de llaves, los escasos tres minutos que el ascensor se
toma para bajarla al garaje se le antojan eternos; escucha mil ruidos internos,
parece que el motor de su licuadora de sentimientos se hubiese puesto frenético.
No ha sido capaz de preguntar si está vivo o muerto; deduce que vivo y
jodido si está en UCI, saltan las rebanadas en el tostador de la culpa... Lástima:
"¿qué hemos estado haciendo?"; revancha: "tú te lo has buscado Hernán, te lo
has trabajado tú solito"... compasión: "bastante desgracia tienes".
Llega, aterriza sin tren de aterrizaje y con las ruedas pinchadas. El médico que la atiende se esfuerza pero ella sólo palabras sueltas, conexas...
- Su secretaria dio aviso... sobredosis... mezcla de alcohol y barbitúricos... enfermedad venérea... alucinaciones... pérdida de conciencia... coma reversible... no
sabemos... dependiendo de la evolución de las siguiente cuarenta y ocho horas...
¿Cuántas veces había fantaseado con su muerte?, ¿cuantas?.
Muchas, demasiadas. Había elegido el color negro para su ropa interior,
traje de chaqueta tono azabache, entallado, con falda altura por encima de la
rodilla; sin blusa, con un pequeño pañuelo anudado en la parte superior del cuello... zapato alto, tacón no excesivo... gafas de sol oscuras para proteger el brillo
de sus pupilas del sol y de las miradas inquisidoras.
Sí, había ensayado mil y una veces su actitud general: nada de llantos plañideros, nada de espectáculos, ni de lanzarse a su ataúd gritando: “¡qué haré sin
ti mi vida!”; tres frescas rosas blancas en una de sus dos manos que, con precisión suiza, sabía que estarían una enguantada y la otra desnuda. Serenidad en el
tono comedido, atemperado...
Y le sonaba tan duro como dolorosamente cierto e inevitable: había esperado que la vida hubiera hecho de marido complaciente y se hubiera encargado
del trabajo sucio, que tirara al contenedor la basura por ella.
Sentada al lado de la máquina de bebidas, con un amargo zumo de naranja sintético entre las manos, su mirada no ve más allá de las marcas del destino
escritas en la palma de las baldosas.... "¿qué nos ha pasado Hernán?, ¿hasta qué
límites nos hemos llevado para evitarnos qué?, ¿tanto nos cuesta aceptarnos en
el fracaso?", musita como si rezara.
Si hay momentos "G" en la vida de cada persona, este es, sin duda, uno de
ellos. Siente no sentir otra cosa que no sea todo esto. Corcho hueco. Hay algo en
los hospitales que sobrecoge, que al igual que el olor de los tanatorios o el silencio de los cementerios, señala con un gesto duro y seco la cadena del destino que
como putas, todos llevamos atada al tobillo.
Desea llamar a alguien para decirle: "has corrido demasiado, Hernán...
te has enganchado en la alambrada al huir y ni lo siento... ni me alegro... ni,
más bien, todo lo contrario”.
Son alrededor de las siete, se nota por el incremento de actividad en el
sonido del hospital; tras la ventana, el aparcamiento empieza a rellenar sus casi133
llas, echa mano del teléfono de su bolso.
- Ninfula, soy Argiloa, te llamo del Hospital de la Cruz.
- ...
- Estoy bien, no se trata de mí. Es Hernán... no me preguntes por qué, creo que
deberías saberlo.
- ....
- Las visitas de UCI son de ocho a diez.... sexta planta...
XXXI
LA IMAGEN DE TUS ALAS, ZOÉ...
Los minutos que ahora mismo cuenta Argiloa son días enteros. Rellena el
tiempo de espera con el recurso recurrido del libro de los triángulos entre sus
manos, hoy ambas desnudas y con un par de anillos sin alianza. Se centra en el
encuentro casual de Zoé, en su descripción de Violeta...
- ¿Qué harías tú Zoé?. ¿Qué harías si la vida te llevara de un mazazo, de un manotazo egoísta todo en lo que te has apoyado, todo de lo que te has nutrido?. Si te
despertaras una mañana sin Nurivan, lo que es realmente grave sin Yeray... sentada en una cama de una sola solapa, con la cara de tonta y un enorme nada entre
las manos. ¿Qué haría esa dulce niña que tanto se vanaglorias de sus notas en el
cole ante las amigas?, ¿decir: "yo conozco todas las gamas en la paleta de colores"?. Es tan chulesco ese argumento... tan ingenuo...
No puede fumar en la sala de espera, así que se imagina fumando en un
lugar lleno de césped y con una bombilla de cien watios apagando el sol...
- Disfrútalo Zoé, ¡disfruta lo que te dure hasta reventar!, hasta llenar el recuerdo
hasta el gaznate; disfrútalo y lúchalo hasta el último aliento... y reza, ¡reza mucho
mucho querida mía!, para que ese día aciago no llegue nunca. Ponle velas a todos
los santos en todas las peanas, cárgate de amuletos, de talismanes y disfrútalo,
consciente de que toda la gloria que vives puede convertirse en tu más tenebroso infierno.
Paladea el hipotético desconcierto de Zoé como si la estuviera viendo...
- ¿Qué harías, dulce Zoé, si descubrieras la MENTIRA con mayúscula escrita en
escarlata sobre tu pecho?, ¿cómo reaccionarías si hubiera una cinta grabada en
la que descubrieras que todas sus palabras, ¡todas!, son no sólo compartidas sino
fotocopiadas, sacadas de una novela de otro y aprendidas de memoria con un
objetivo: extender la red sobre ti?. ¡No te calles, Zoé!, ¿qué harías si descubrieras
que, incluso, el brazalete que llevas lo regalan con su romántica historia incluida
si compras un paquete de cervezas en la tienducha esa de la vuelta de la esquina?. ¿Qué sería de tu jactancia entonces?
Por la mejilla de Argiloa baja una procesión de lágrimas.
- Tú bien lo dices bonita: "a nadie vuelan si no quiere ser volado" y, corazón, te
has olvidado que puedes despertar esa mañana con la carga de dinamita bajo tus
pies y con su mano amante prendiendo la mecha. Puedes ser sujeta pasiva de la
voladura y ver tu vida entera saltar por los aires. ¿Y después?, si es que eso te
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ocurriera y créeme que no te lo deseo, ¿serás capaz de rehacerte y de recuperar
las palabras estalladas en fragmentos?, ¿o te irás corriendo a la tienda donde
venden fe para cargar tus alforjas?. ¿Te has parado a pensar, amiga, lo difícil que
te será volver a contarte el cuento con idéntica fe, con la mirada virgen, con la
confianza impoluta?. ¡Ah!, si lo consigues, por favor, no olvides darme la receta...
Hay un niño de pie que la mira fijamente; unos metros más allá, dos
ancianos tratan de descubrir cual de ellos está más enfermo... pasa una señora
embarazada con esa bata verde que se ata por detrás y siempre enseña. En el
mostrador, tres chicas jóvenes hacen bromas sin que todo el dolor que las rodea
influya en su juerga.
- Veo la imágen de tus alas, Zoé... de esas que dejas en la terraza de casa de Yeray...
y en el fantasma de Nurivan, que siempre se me antoja poco más que la desteñida
imagen de una pretensión de amor que no llega o que pasa de largo en un coche;
que parece guiñar desde una esquina y nunca, como la palabra mañana, llega. No
me convences querida, el Nurivan que tu pintas "pinta" tan poco en tu paleta que
asusta... pasas sobre el como de puntillas, como pretendiendo dejarle en un papel
destacado, elevándole en un taburete de palabrería hueca mientras tus hechos,
esos que prevalecen sobre las palabras te llevan volando hacia Yeray... hacia el
señor de tu vida eterna, en dirección al lugar en el que tus alas sí vuelan. ¡Por
favor, Zoé!; si alguna vez hubieras sentido hacia Nurivan ese amor del que tanto
alardeas, jamás habrías estado a tiro para aterrizar tus alas en otra que no fuera
su azotea... Pero sabes que es en la azotea de Yeray donde tienes tu nido, paloma;
en esa que azota, aunque no lo veas, Zoé, ¡aunque no lo veas...!
El hospital se ha convertido en un hervidero. Es curioso, la esperanza tiñe
las paredes y repta por el suelo; da igual la gravedad del paciente, los miras y ves
que todos se aferran a una esperanza extrema que, como un puñal curvo, les va
cortando, uno a uno, todos los dedos hasta que ya no queda ninguno y el final se
los lleva.
- ¡Zoé!, te atreves a decir: "a nadie vuelan si no quiere ser volado", ¡que te lo pregunten a tí!; obvias que tú elegiste despegarte de Nurivan por la pista número
uno de aquel día y no hay vuelta atrás, ni justificación que te convenza mi querida Zoé. Por eso y no por otra cosa no se lo cuentas a nadie: no te convences ni a
ti misma, ni a tu llamada por ti tu mejor amiga; no es de extrañar que no lo hagas,
descubrirías también tu concepto de la amistad, el que tan-bien violentas.
Violeta, Zoé, ¡se llama Violeta!; lleva el nombre de esa flor de color lila que simboliza independencia, fragilidad, sencillez, que desprende un aroma de verbena
y que, como sabe de sí, no se prende de cualquier solapa y prefiere elegir aunque
le cueste más de un batacazo. "Viole" la llamas tú y tu sentir interno hacia ella
asusta; si a esto le llamas amistad, ¿para qué necesita enemigas la pobre de
Violeta?
Le duele el pecho, muy tenuemente llega a los oídos de Argiloa la letra de
una cación: "anoche pude ver cuando te fuiste... tal vez está canción te suene
triste...". La reconoce tan bien que ha hecho suyas cada una de las notas... "no
pasa nada, sé que no me moriré... así es la vida... sólo vine a despedirme..."
- Y puedes repetirte a ti misma, niña Zoé, la frase heredada del ya aprenderás a
quererle con el tiempo... como todas esas mujeres que antaño, necesitadas del
135
dame pan y llámame perra, encadenaban sus vidas a las de hombres elegidos
por otros para ellas y que se resignaban, entre llantos, a esperar que la temible
frase del ahora que tengas suerte y te dure poco se cumpliera y, ¡por fin!, verse
con el mendrugo asegurado... sin tener que pagar peaje sexual, noche tras noche,
una vez efectuado el intercambio de arras. ¡No Zoé!, hay personas que no tragan,
que se niegan... hay personas que se arriesgan a dejar atrás aquello que les hace
daño, aunque les conforte en el momento, aunque les haga cosquillitas inmediatas o les forre la cuenta. Personas que aman y por eso mismo dicen adiós,
conscientes de que sus alas están en otra terraza y no quieren, ni podrían, permitirse semejante engaño e incoherencia; porque, lo reconozcas o no, la incongruencia es un monstruo que mata... y por eso hay mujeres distintas a ti, gente
como yo, ¡personas a las que el precio que puedan obtener no les compensa!.
Como sobresaltada por la realidad, pillada de improvisto en su propio
diálogo Argiloa se descubre en sus propias palabras...
- No quiero huir de nada, ¡de nadie!. No quiero elegir nada, ¡no hoy!. No soporto la idea de cadenas ni alrededor de mi muñeca tirando de mi mano... ni alrededor de mi garganta impidiéndome hablar para decir... ni alrededor de mi tobillo, en su origen santo y seña de las chicas de vida alegre... no quiero sobre mí la
cadenita que me diferencia de las otras, de las serias. ¡No!, no quiero verme
"amar-rada" a una bola de condena que lastrar y arrastrar de aquí para allá.
Con el culo del vaso teñido de naranja en una mano, Argiloa decide no
postergar decisiones; en su mente hay un único objetivo: poner fin a su caminar
a borbotones, a golpes, a lametazos, a trompicones, a susurros y silencios.
- ¡Si!, voy poner fin a ello y buscarse en raíz dónde quiera que sea... sola, en compañía... Yo escribiré el final que quiera para mi propia novela... aprenderé a
conocerme en ese desconocido espacio interno sin ansiedad, ese terreno personal acotado donde reside la esencia de mi misma... llenar ese hueco es mi prioridad, es urgente, ¡sin saberlo como ahora lo he estado buscando durante toda mi
existencia!.
En unos momentos su propio triángulo dibujará sombras en la pared de
la habitación de Hernán; Nínfula ha ratificado todo con su no negar nada.
Argiloa sonríe como la loca del parque y de los "paraqués"; todo lo que la
ha llevado hasta este segundo se convierte en válido. Bendice a los omniausentes
Hernán y Nurivan; ambos, uno para mal y el otro para bien, habitando el país
del nunca jamás, compartiendo estatus de limbo... ambos con una triste línea
para interpretar en el guión de sus vidas... la de Zoé... la suya propia. Espolvorea
pétalos de agradecimiento sobre Zoé y Ainara, sobre Nínfula y Yeray...
Todo lo que quiere es encontrarse y llenarse en ese espacio; poco a poco,
nota el calor bajar de su garganta a su pecho, de su pecho a su estómago, del estómago a su pelvis, nota el ovillo lleno de nudos, su deseo, su confusión, su miedo,
su necesidad de protegerse, su dolor, su placer en ese mismo dolor, nota por primera vez en mucho, mucho tiempo, un hormigueo esperanzador en los dedos de
sus pies.
Si se llegara a escuchar con suma atención, podría haberse escuchado el
sonido del plástico al acoger una de las lágrimas que brotan en ella.
136
XXXII
TRIÁNGULO EN LA UCI
"Un viernes, que coincidía con el primer día de luna llena y con la
primera flor del almendro, citó a ambas almas alrededor de aquella mesa... sin testigos y sin que una supiese que la otra también
asistiría... "
Argiloa fija sus ojos en esas líneas que flotan en el aire. En pocos minutos, su propio triángulo se da convoca en una UCI, el lugar se le antoja más que
adecuado. No hay almendro bajo el que encontrarse, no se trata de una cita para
el encuentro precisamente.
Nínfula se acerca acalorada, con su paso dubitativo, en bamboleo, abanicándose con un cuadernillo dirige sus pasos hacia Argiloa. Sin cruzar otra cosa que
no sea una mirada ambas entran y se colocan a ambos lados de la cama, donde
entubado yace el cascarón de Hernán. Sus brazos extendidos en una cruz derrotada sostienen catéteres en el mapa verde de sus venas, en su pecho ventosas ad-heridas, las bolsas cuelgan sobre su cabeza; una mosca, emparentada con seguridad
con todas las anteriores, sale despavorida al reflejarse en el espejo del suero.
- Es curioso, parece niño y abuelo a la vez...
- ¿Cómo está?
- Estable, probablemente sea la primera vez en la vida en la que esa palabra,
estabilidad, la asocio a Hernán.
Argiloa observa a Hernán en desmayo, le habla fijando la mirada en sus
ojos cerrados aprovechando el privilegio de tenerle callado ante ella: ¿Que buscabas Hernán?¿Qué te ha traído aquí?. Hace un silencio mental, esperando una
respuesta imposible, antes de darse por vencida.
- Lo intenté todo, ¡todo!, recuerdas tus palabras: "me muero por comerte...", tus
hechos al encontrarnos: "voy a servirme otra copa, esto... lo de comerte mejor
lo dejamos para después de cenar". Postergada, herida en mi sensibilidad, en mi
feminidad, fui clausurando mi tiempo de amor hacia ti y contigo. El paisaje interior común se fue secando, una brizna ahora, otra luego. Luego llegó ese relámpago, el fuego que provocó, a la chita callando, se comió incluso mi penar.
La luz en la habitación parpadea incrédula, se escucha a una ATS comentar que ha habido apagón general, mientras se repara la avería el generador se
encarga de la respiración de Hernán.
- Creo que hasta podría señalar en el calendario el día en el que el cúmulo de despropósitos agostó mi tanque de paciencia. ¿Podrías hacerlo tú?. Poco a poco dejé
de acercarme a tu sillón para rodearte con mis brazos y colocar mi cabeza en tu
cuello mientras hablabas con la confederación de tus amigas ínter-náuticas del
alma, un buen aciago día, sin planearlo dejé de acercarme a ti. ¿Cuantas veces he
procurado parar el carro? pues ¡tantas como he necesitado!, permanecer con los
brazos cruzados viendo como te ahogabas en humos y locuras de licores no era
por entonces mi estilo, dejar en la estacada a la gente que quiero no es fácil para
mí: ¡predicadora sempiterna del bien-pensar, del bien-hacer!. Te escudaste en
que yo tenía clara mi función de proveerte de todo el afecto, de toda mi esperan137
za, abastecerte con mi perseverancia a tu lado, la ausencia de amenazas, el evitar
el chantaje emocional del "si me quieres deja esta mierda". ¿Te diste cuenta
alguna vez de que aprendí a no engancharme en discusiones? Aprendí a esquivar
tus ataques, a desinflar la dureza de tus palabras, a acudir en silencio con la aspirina tan efervescente como mi rabia y los paños tan helados como mi desilusión
que poner en tu frente. ¿Sentiste alguna vez escuchada tu necesidad de ser querido?, ¿percibiste mi culpa por no ser capaz de llenar los listones de tus multiples
expectativas?. Te consta que jamás escondí una botella, brindé contigo hasta que
pude y... sabiendo que mentías, no dudé un instante de tu veracidad. ¡Te creí,
maldita sea tu estampa!. Creí tu llanto entre mis senos, ¡ingenua de mí!, creí tus
intenciones: "te necesito, eres mi vida, te quiero tanto que duele, todo va a cambiar, te juro que voy a dejar todo esto, no pasa nada, no pasa nada" tu vulnerabilidad siempre traía el resultado del posterior cobro revertido.
Toma asiento a su lado y con la cabeza entre las manos, su monólogo
parece celebrar poder decirle cara a cara todo lo que ha guardado por dentro para
él: "quizá no te enteraste pero hoy yo necesito decirte que podría escribir un
tratado sobre tus diferentes grados de ansiedad. Podría llenar páginas describiendo tu mirada de soslayo en los sorbos -esos que debían haber sido besosrobados a hurtadillas tras de una columna. ¡Que decirte de las dos copas en tu
mano para ahorrarte el viaje a la barra!, una gota más en la vena de la cuenta atrás... y... no entro en los machaques, en tu megalomanía, en el repetido
ridículo ajeno que viví, el que me llevó a enclaustrarme entre cuatro paredes,
¿recuerdas al menos mis excusas? Ve a esa cena tú, yo no sabría de qué
hablar... supongo que a todo ello le debo el haber aprendido a decir ¡ya basta!,
¡nunca más! Eso me evitó algún que otro pase privado en sesión continua de "
Bienvenido Mister Hyde"".
XXXIII
SI TUVIERAMOS UN ALBÚM...
Con la boca seca, desencajada, Argiloa parece pelear con su mirada en el
vacío, lanza en una mano, onda en ristre, contra todos los gigantes fantasmas y
molinos de viento a la vez. El suave aire acondicionado se activa, lo sabe porque
el cuello de su blusa se agita rimando con las aletas de su nariz. Argiloa se siente como quién en una ronda de reconocimiento, protegida tras los cristales de su
agresor, resarce su dolor señalándole repetidas veces con su dedo.
- Cada vez que te he dado mi mano, ¿recuerdas, ¡dime que sí!?... "tenemos un
problema, a pesar de los pesares creo en nosotros, vamos a superar esto", me
convertía en tu cómplice, en tu guardiana, en tu desangelado ángel de la guarda,
nada supiste de mi temblor interior... no te enteraste de que no cesaba de preguntarme: "¿quién custodia a esta guardiana?, ¿quién aconseja a la consejera?". Y te he visto buscar intencionadamente broncas conmigo, excusas para
poder acercarte a una barra y saciar el dolor de tu impotencia, te he visto Hernán:
borracho... perdido, ¡borracho perdido!, he sentido tu alivio al verme marchar
138
por poder seguir sin obstáculos esa quijotesca lucha ebria contra tus tres molinos
de viento.
- Disculpa Argiloa, tranquilízate... no te escucha...
- Pero tú si... tu me escuchas, ¿verdad?
- ¿Y me entiendes o sólo te limitas a escuchar?
- Me ha sorprendido tu llamada, no sé para que me has convocado aquí, ¿qué
pinto yo aquí?, soy la convidada de piedra en tu representación de "Cinco horas
con Mario" particular, me ha mosqueado eso de "pensé que querrías saberlo",
sobre todo tu "no me preguntes por qué..."
Como si le hubieran despertado a empellones de un sueño-pesadilla,
Argiloa se paraliza y duda entre continuar o disculparse por su descortesía; después de tomarse un tiempo para aterrizar, alcanza a articular unas palabras que
suenan más que cansadas, más que derrotadas.
- Ninfula, por el amor de Dios...
- De acuerdo, ¿desde cuando lo sabes?
Con pereza, como si le costara salir de un contexto para entrar en otro,
deja de lado los cerrados ojos interlocutores de Hernán y se da cuenta de que su
peso específico en la balanza es mayor de lo que creía.
- En algo tienes razón, cuando te llamé tuve la intención de coserte a preguntas,
quería ver tu cara, hablar contigo. Me sorprende comprobar que a pesar de los
pesares a quién quiero hablar es a quién más detesto, a él.
- ¿Y lo demás?
- Respecto a lo demás no ha sido fácil deducirlo Nínfula, empecé a sospechar que
os conocíais al escuchar tu ausencia de preguntas, jamás te conté nada de él, solté
el cebo de mis famosos "déjalo Nin" en los que, tú, curiosa por naturaleza nunca
indagaste. Pasabas por encima del tema de puntillas, evitándolo en exceso.
- No me sentía cómoda, de todos modos ¡supongo que no pretenderás soltarme
reproches!, no te he mentido, sencillamente no te he contado toda la verdad, ¡al
fin y al cabo me he limitado a reproducir tu comportamiento conmigo!.
- No exactamente, puede que sí en la forma, no en el fondo. Yo no he ido buscando guarida en ti, sino respuestas. No podía permitirme meter mano directa a
mi dolor. Puedes haber sido honesta de cabeza para arriba, de cintura para abajo,
con el corazón en la mano y en varios sentidos no has sido honrada conmigo
Nínfula y lo sabes bien.
- ¿Me has convocado para echarme los perros?, ¿pretendes que trague con la
basura de tu relación frustrada con Hernán? Qué ocurre, es hoy el día del desahogo y petición de cuentas al personal?
- Créeme, no hay reproches por mi parte. Hasta me alivia pensar que ha sido tan
selectivo como para caer contigo. Ese maldito aparato introduce nuevos conflictos emocionales en nuestras vidas. Sin comerlo ni beberlo, cuando el organismo
que forma la pareja pasa por un momento bajo, uno puede encontrarse con una
discusión de pareja, de esas que se solucionan hablando cuando se bajan los
humos. Sin el diabólico aparato en casa, uno no tiene más narices que tomarse
su tiempo para que baje la hinchazón, para arreglarlo, uno roza con su pie como
sin querer el del otro al entrar en la cama, y el otro se vuelve, y acabar abrazados es irremediable.
139
- Con el diabólico aparato...¿te refieres a un vibrador?
- Tú siempre tan oportuna querida, al menos no lo has llamado consolador.
Argiloa agradece internamente la excusa para elucubrar sobre un tema y
descansar de la tensión interior. Sabe que se va por las ramas, se recuerda en el
tono a las conversaciones en casa de Nin, por un momento tiene la sensación de
que nada ha cambiado y continúa.
- No. Nínfula, ¡no y no!; me refiero al mundo que tú manejas tan bien, el del
ordenador. Hoy en día el ronroneo del teclado se escucha desde la habitación de
al lado y una sabe que la bronca está siendo compartida por media red y sabe que
habrá, ¡siempre la hay!, un alma desinteresada y caritativa que va a escuchar y
dar consejo, que va a poner caritas y enviar rojos iconos florales de tirita y curita sana. Una no encuentra ese pie que acariciar y una se duerme con la sensación
de estar perdiendo algo importante, algo valioso. Y no puedes decir nada al respecto, no hay infidelidad constatada. No “pillas” a nadie con las manos en la
masa. Son “nadererías”, “entreteni-mientos” pasajeros sin importancia que van
volando uno a uno los puentes que ha llevado construir media relación. Nadie ha
cogido las llaves y ha cerrado radical la puerta tras de sí, y nadie puede impedir
que sientas cómo las puertas, las verdaderas puertas, se están cerrando con llave
y candado cada vez que se abren en otro lado.
- ¿Te ocurrió eso con Hernán?
- Eso y mucho más, pero me temo que las preguntas llegan algo tarde Ninfula
- De nuevo eres cortante, parcial e injusta. El mundo al que te refieres es una
excelente herramienta para comunicarte con el mundo, para recabar información, la Inter-conexión de elementos individuales que supera los guiones de las
mejores obras de ciencia ficción. Las ventajas a nivel profesional son indudables,
a nivel personal incuestionables.
- El mundo en concreto al que me refiero es el mundo de las personas con carencias afectivas, con desequilibrios emocionales, el mundo de la necesidad de afecto,
de ser escuchados, ¿me dirás ahora que cuentas con estadísticas que apoyan tu versión?. ¿Me puedes demostrar que el noventa por ciento de los usuarios de internet
son personas realizadas, con vidas llenas hasta la bandera de afecto, de escucha,
que limitan su tiempo frente a la pantalla, que se nutren y saben separar los componentes de realidad y de ficción?. Anda ya Ninfula, ¡menos lobos, Caperucita!
- ¡No te jode! Pero si al final va a tener la culpa "la red" de que tu no hayas podido cumplir tus sueños respecto a Hernán, o tus expectativas respecto a mí, además, ¡todas las escenas no pueden haber sido así!, algo debe haber habido positivo para que hayas permanecido a su lado, ningún tonto se pega en las pelotas
Argiloa, al menos... ¿no sientes lástima por él?
- Siento compasión por nosotros tres. Afectados por la misma "sed de alma", nos
hemos embarcado en una infértil búsqueda de remedio externo. Y, ahora mismo,
yo, Argiloa, giro la cabeza desde la sombra sobre la cama, hacia la sombra de
tatuada en la pared y reviento: Estoy cansada del contigo Hernán, estoy cansada del sin ti Nín. Harta de bregar a contracorriente como un salmón asfixiado, en
un río de purgatorio el que sólo encuentro almas en grito.
- Me revienta tu tono "sufridora"...
- En absoluto Nínfula, ya no me interesa entender, os toca deshacer los nudos de
140
vuestros respectivos comportamientos, simplemente mi imagen no encaja en la
foto con vosotros. Me encuentro anfibia perdida, me han crecido las patas, ahora
quiero tumbarme al sol. Hacer lo que quiero sabiendo lo que quiero y lo que hago,
esa es la frase grabada en mi montaña.
- ¿Fotos?, ¿pero qué tienen que ver las fotos en esto?
- Es normal que las odiara con todas mis fuerzas. Ha sido triste y doloroso verme
retratada en cuerpo sin alma. El grito que mi propia imagen me ha enviado en
ocasiones ha sido tan evidente y confrontador que me asustaba. No lo podía
soportar. Me he dado cuenta de que no tenemos álbum, que si lo tuviéramos
nuestro álbum no tendría fotos, sería uno intermitente y en negativo en el que sale
sonriendo el hijo que no tuve, en el que quedan los huecos de las fotos arrancadas del amor que “pre-sentí”. No tengo ni una sola fotografía tuya, ni contigo,
Hernán; ni una sola junto a ti, Nin. O quizá si, quizá la fotografía de vuestra ausencia revela el lugar en el que ambos habéis estado sin estar estando, como Núrivan,
¿le recuerdas? y por eso me repateaba tanto. Una no se retrata con lo que no puede
asumir como suyo, quizás ahí subyace el quid de la cuestión. Quiero hacerme una
foto en blanco y negro, sin sombras, una foto con un trípode de estudio con la que
yo pueda enfocar lo que quiero que salga resaltado, una cuyo click yo misma
pueda activar. La fotografía que me debo, la de la portada de mi propia recuperación de espacio personal. Respecto al tono, me importa un pimiento querida.
- ¿Y ahora, a parte de esa foto? ¿Qué piensas hacer?
- Cambia la dirección de mi viento. Me voy.
- ¿Te vas?, ¿por nosotros?.
- Noooo, no me voy por lo que hagáis o dejéis de hacer. No porque vuestras actitudes me repateen, ni por un ataque elitista de selección de relaciones, no porque no
me importe lo que pueda pasar con vosotros por separado o juntos. No quiero
inventarme un trabajo en las antípodas, ni hacerme la ofendida, ni dejar sobre
vuestros hombros los mocos pegados y el melodrama del siempre os querré. Me
voy porque YO ya no me veo a vuestro lado. Me rechinan hasta los dientes cuando
lo pienso. Mi tiempo a vuestros respectivos lados del triángulo expiró, bueno es
dejar descansar a lo muerto en paz.
- ¿Piensas dejarle así? Jamás pensé que fueras capaz de tanta crueldad. No tiene
a nadie, y lo sabes.
- Yo llevo en la Unidad de Cuidados Intensivos mucho tiempo, Nínfula; exactamente desde que enterré, a escondidas, en aquel cementerio el feto de escasas
semanas del hijo que nunca llegó a ser. ¿Sí!, lo enterré en la misma caja de terciopelo rojo en la que recibí una cadena de oro macizo que, ¿recuerdas Hernán?,
me regalaste por ser juiciosa, recapacitar y ocuparme de él. Quizá haya llegado el
momento de que sepas que entre las cosas que nunca te dije está el que jamás fui
a aquella clínica, no lo hice Hernán, simplemente nuestro hijo decidió por su
cuenta su no nacer. Deja que te susurre algo al oído ¿El no contártelo? Yo te lo
digo, Hernán, ha sido mi deliberada y ruin venganza hacia ti.
Cae una gota de suero en el dosificador; no ha hecho más ruido que el que
pueda hacer una hoja de roble en otoño, pero los ojos de Argiloa y de Nínfula la
han oído caer. Ambas saben que están inmersas en uno de esos “instantes detenidos” en los que nada sucede pero, inevitablemente, algo está por suceder...
141
El aparato conectado al corazón de Hernán emite un pitido de alarma.
Médicos y enfermeras rodean la cama, afanándose en alentar mecánicamente un
boca a boca a Hernán, muerto para él mismo mucho tiempo atrás. Argiloa no
necesita esperar a ningún parte médico; saca la pitillera y el encendedor mientras colecciona pasos alejándose por el pasillo del hospital con la larga mirada de
Nin acariciando su espalda; respira hondo para notar toda su fe en ella intacta,
ahora sabe que, como Yeray, ha tomado su mejor decisión: "al amanecer del día
siguiente no habrá rastro de ninguno de los tres, sólo quedará la mesa circular y la cuerda sagrada sobre ella..."
XXXIV
LA “CASA DE ENTONCES” Y “MI HOGAR”
Mudarse a ese apartamento recién desembalado es una de las experiencias más recomendables para cualquier alma en proceso de crisis; ahora, se siente ofidio dejando atrás el ajado cascarón de piel que ha arrastrado por los secarrales de su vida. El olor a pintura fresca reconforta a una Argiloa sonriente ma
non troppo; el piso vacío emite un eco metálico en cada una de sus pisadas invitándola a ocuparlo. Como si de una matriz amiga se tratara, el calor de los tonos
tierra y blanco elegidos para su decoración prometen, por lo más sagrado, ser el
lugar más idóneo para Argiloa; el lugar exacto que se corresponde con el punto
en el que ella se encuentra.
Identificarse con la casa le lleva dos minutos; las puertas y el suelo de
tarima recién colocada, las ventanas blancas con el aislamiento que ofrece el
doble cristal. Hay una sensación de ocasión que se saborea con lo nuevo y que
sólo en lo nuevo se puede encontrar, por mucho que uno se empeñe en reciclar,
lavar, pintar lo viejo, no se obtiene el mismo resultado. Con lo nuevo viene adosado el “de aquí en adelante”, el “ borrón y cuenta nueva”, la ocasión de ensayarse y el olor de ese tan deseado volver a empezar en claro y en limpio, la fe del
pasarán otras cosas, la seguridad de que algunas nunca más volverán a pasar.
Ahora, vuelve a la casa de entonces para terminar de embalar sus últimas
pertenencias, ¡menuda palabra!. Su sillón la espera sentado en medio de la habitación, protegido por un plástico; a su alrededor cajas ordenadas de diferentes
tamaños, llenas hasta los topes de sus libros, alguna con su ropa, zapatos y bolsos, algo de menaje de cocina, y ese mueble que compró en una tienda de antigüedades y que, si alguien le hubiera entrevistado, habría confesado que se
encontraba casi reumático y con pereza de moverse debido a su edad.
Quiso que su mudanza fuera mudanza, levantar un teléfono y llamar a una
empresa de esas de “te lo desmonto y embalo y te lo vuelvo a montar” ni era su
estilo ni económicamente, en esta fase de su vida, se lo podía permitir. Argiloa quería vivir la mudanza como se vive, mojándose; así que cerró con una tira adhesiva
la boca a mil recuerdos y anotó meticulosamente el destino, que no era otro que el
trastero, en su exterior. Ayudada de un amigo incondicional con furgoneta, aún con
la boca cerrada y sudando por el ajetreo se le podía escuchar cantar.
-Por favor, ¡cuidadín con esa caja! ¡que es como yo! va llena de fissnísimo cristal.
142
Antes de salir definitivamente por la puerta, saca un cigarro, apoyada en
una pared echa un largo repaso por la estancia. Una muchedumbre de recuerdos
en fila de dos se agolpan en su memoria; revuelve en ellos y va cribando con un
cedazo imaginario entre las manos, escogiendo, buscadora cuidadosa de las pepitas de oro de memoria que en su traslado se quiere llevar...
- ¡Nadie diría que esta casa está de mudanza!, si no es por el hueco del sillón y que
los libros se pueden dar de codazos con algo más de espacio en alguna estantería
- Si, ¡antes parecían embutidos con calzador! Lo mío en esta casa nunca ha sido
mucho, ya lo sabes, en realidad me llevo lo que estaba ya embalado metido en el
trastero desde que me incorporé a vivir aquí.
- ¿No piensas llevarte más?
- ¡Por supuesto! Me llevo las veces que hicimos el amor en ese sofá, a ver... las
cenas íntimas en la mesa del comedor, mi foto de monjita de la comunión, las risas
de la cocina, los pasos precipitados del cuarto de baño al dormitorio con el salto
mortal sin plinto hacia la cama en las noches de invierno, para abrazarme a él y al
edredón. ¿Qué más?, a ver... me llevo el olor a palomitas con besos viendo esas
películas tumbada en braga y con su camiseta en el sofá. Los cigarros del balcón
en días de lluvia, el sudor de gota gorda de las velas en el dormitorio al escuchar
confidencias, la ducha y su enorme alcachofa con su chorro de agua hirviendo a
presión. Me llevo sus abrazos por la espalda mientras cocinaba y los bailes con la
música de la radio, ah, y ¡que no se me olvide! esos días sabáticos enteros en la
cama, hablando, riendo, bromeando del inicio, esos ¡ni loca los quiero dejar!
- Lo que te llevas no parece pesar mucho Argiloa, creo que habrá sitio de sobra
para eso en la camioneta.
- Jajaaja, también pesa, es más, es lo que más pesa, no vayas a pensar.
- ¿Estás bien? ¿Estás segura del paso que tomas? ¿No crees que más adelante te
arrepentirás de tu arranque de generosidad? Sabes que te pertenece más que
todo eso, está la casa en la sierra, los coches, las inversiones en bolsa, este piso,
la casita al lado del mar...
- Chico, ¡llevas la cuenta mejor que yo!. Ni siquiera estoy al corriente de lo que
tiene "el innombrable". No me interesa, además no soportaría el añadido de
dolor de la batalla legal. Nunca lo he tenido tan claro, tengo todo lo que necesito, de veras, dame un abrazo y déjame dar la última vuelta vale, estaré abajo en
un par de minutos.
- De acuerdo, y... disculpa si me entrometo, es que me da rabia...
- Vale, no hay problema, entonces ¿lo dejamos estar?
- Lo dejamos estar, te espero en el portal.
Argiloa respira hondo, deja el manojo de llaves encima de la mesita de la
entrada y por primera vez se sincera, deja el usted y habla a la casa de tú a tú .
- Me despido, tú y yo no nos hemos acabado de llevar del todo bien, nos hemos
tolerado como suegra y nuera profesionales, siempre políticamente correctas la
una para con la otra, educadamente distantes, sabiendo cual es nuestro sitio y sin
traspasar ambas del umbral. Si somos sinceras, a ninguna de las dos nos duele
esta separación y creo que no me equivoco si digo que a la vez no nos deseamos
ningún mal, ¿sabes?, hoy es un día especial para mí. ¡Por fin me voy a mi hogar!
143
XXXV
¿FICCIÓN O REALIDAD?
El piso nuevo va llenando de algodón su sonido hueco y metálico según
llegan las cajas , pasos y risas a sus entrañas.
- ¡No sabes lo que te agradezco tu ayuda!
- ¡Mujer!, para eso estamos los amigos.
- ¡Hombre!, en tu caso añade a la condición de amigo la posibilidad del transporte y caja de herramientas, ¡taladro incluido! ¿qué más puedo pedir?
- Eso que dices del taladro se presta al chascarrillo Argiloa, y en cuanto al qué
más puedes pedir... no me tientes, sabes que...
- Oyeee, mira esta habitación es mi estudio, los libros van en las estanterías que
están al llegar. Podemos ir desembalando el equipo de música ¿te parece?
- Oído cocina, ¡Qué modo más diplomático de cambiar de tema tiene esta mujer!
Las horas pasan aprovechadas al máximo. Frente a sus ojos se va plasmando la imagen de la fantasía previa a su nueva realidad.
- Te debo una cena en otras condiciones
- Esto del bocadillo de queso de oveja y traguito de rioja con el mantel en el césped de madera tampoco está nada mal... Me gusta la posibilidad de recuperar tu
amistad, Argiloa.
- No se necesita recuperar lo que nunca se ha perdido. Sí es cierto que llegan
tiempos diferentes, y sabes cuanto te agradezco que estés para mí.
- Bueno, me marcho, mañana trabajo, haz el favor de contar conmigo, déjate de
pamplinas, ni siquiera es una simple cuestión de correspondencia, te conozco y
¡eres capaz de asfixiarte antes de coger un teléfono para pedir ayuda!, si no llego
a encontrarme contigo el otro día me consta que no hubieras llamado.
- Estoy en ello, me cuesta, me conoces bien.
- Vale, ¿me llamarás si me necesitas?
- Vale, te llamaré, y si no te necesito también lo haré.
- Me encantará saber de ti...
Con un abrazo a ojos cerrados, de esos que reconforta al peregrino, despide en la puerta a su mecenas. Sus cuadros ya descansan en las paredes, la cama
montada y con la sábana asomando su lengüeta crujiente, se sorprende como
encaja absolutamente todo lo que ha traído consigo. Apenas necesita comprar
algunas cosas más, unas cortinas, y un par de espejos nuevos para cada cuarto de
baño, a casa nueva espejos nuevos, no es cuestión de seguir mirándose en el
fondo anterior.
A primera vista nadie diría que es su primera noche en la casa, Argiloa se
da cuenta de que no percibe lo principal, falta... algo esencial, eso es, esencia, ¡falta
su olor!. Después de estrenar la ducha, y con el albornoz blanco cubriéndola de
pies a cabeza, no espera más para pulverizar con verdadero mimo un toque de
perfume en cada habitación en un ritual que la deja tranquila consigo misma.
Respira hondo, muy hondo, mientras cambia de música; lo uno le lleva a lo otro,
se sirve un culín de single malt con hielo, saca de su bolso a sus compañeros de
avatares: la cajetilla de rubio, “La memoria de los triángulos”, un lápiz de
mina blanda y se acurruca con el mismo gesto de poner un huevo en su sillón.
144
Pasan las páginas del libro, como si fueran instantes observados a través
de ese ojo de cerradura que alguien ha puesto en aquella puerta con el único fin
de invitar a espiar.
- ¡Lo sabía!. Sabía que Yeray pediría un lector a la carta, estas palabras y este
capítulo ratifican todos los mensajes leídos entre líneas: él necesita ser visto
como cualquiera, busca esa complicidad tanto como la he buscado yo...
Empieza a leer uno tras otro los títulos de libros que se mencionan en el
capítulo, tratando de memorizarlos y sintiendo el comezón de querer saber si
eran títulos de ficción o realmente existían.
De pronto sus ojos se convierten en platos, se lleva la mano a la boca y
reprime un salto de sorpresa...
- ¡No puede ser! A ver Argiloa, dime que no estás soñando, espera, ¡tranquila!, lee,
lee con atención,¡no existe la menor duda!, Yeray menciona a "Mujer de Nadie",
¡lo hace!, escrito por Belén Pérez de Prado; lee, relee, vuelve a leer como los
peces en el río del villancico. ¡Lo pone bien claro!, ¡no hay duda alguna!.
Argiloa se levanta e inicia una danza de cántico que, vista desde fuera,
recuerda a una danza india alrededor de una hoguera. A duras penas recobra la
cordura y, con el corazón rebotando de una costilla a otra, anota cuidadosamente en una hoja aparte el título del resto de los libros que menciona en su capítulo. La lluvia de exclamaciones e interrogantes en mono-diálogo, son sencillamente, imposibles de evitar.
- ¡Dios mío! Mi mujer de nadie, ¡la mía!, ¡mi libro! Mi seudónimo, ahí sobre su
mesa. Todo este tiempo “mi mujer” ha estado en su librería, en sus manos, en su
estantería...
Una ola de calor sube a su garganta con el solo pensamiento de esa posibilidad
- ... y, si es así, mi teoría sobre Yeray, el "sabes de mí" que he sentido respecto a
él, ¡está más que fundada!. Y no puede ser una casualidad, los demás autores
también tienen que estar relacionados, no puede ser algo aleatorio, ¿o si?, ¿se
tratará de otros lectores de “La memoria de los triángulos”, quienes, como
yo, están en alguna parte intentando reunir sus piezas personales?. ¿Tienen una
historia propia, como la mía, unida a la de la lectura del libro?. ¿Forman parte de
la ficción?, ¿de la elaboración de la misma novela?
No hay pausas en la mente de Argiloa, oye el zumbido de su celular y lo
espanta como si fuese una mosca cojonera...
- Yeray, Zoé, Ainara, el mismo Nurivan pueden o no existir, quienes sin duda
existen son la o las mentes que han plasmado a cada uno de los personajes.
¿Podría tratarse de un escritor adoptando diferentes personajes? Si fuera así
solamente Yeray podría hacerlo, sólo él conjuga el atavismo del corsario de
nadie, solo el podría hablar con los silencios de agua. A la vez, el diferente registro en los escritos le indica la esperanza de que pueda no ser así. La mención a
los libros podría indicar que de alguna manera ellos le han nutrido para escribir,
que esconden en sus raíces la información de base que añadir a la fotografía final.
Yeray no habla porque sí... nunca lo hace.
Se levanta y se dirige a la pared para dejar que las plamas de sus manos
y su cabeza reposen sobre aquella piel de escayola tibia. ¡Adoraría hablar con
145
ellos!, reunirse en una mesa redonda en la que todos los triángulos se superpusieran, incluir en ella su propia memoria de su triángulo y hacer girar la tabla
con energía, como la rueda de un croupier de Las Vegas, experimentar el vértigo
de su circularidad. Esperar a ver en qué casilla cae la bola...
La adrenalina de la sensación estimulante, de vivir lo mágico, no es comparable a ninguna otra. Argiloa se detiene para saborear sus ganas alcalinas de
conocer, de saber más.
Atontada, sorprendida, halagada, como si le hubiera tocado la lotería... le
inunda la necesidad de compartirlo con alguien, no un alguien cualquiera, necesita un alguien especial que entienda lo que significa para ella ese momento... un
alguien que la haya abrazado y zarandeado con cariño, agarrándola por los hombros... ese alguien que sepa decirle: es una confirmación de que las causalidades están presentes si uno se permite mirar con atención; no estás loca, las piezas encajan dentro y fuera del libro, ¡tienes razón!.
Un fértil campo de fe se abre ante los ojos de Argiloa, revisa el libro para
buscar en él más información directa sobre los personajes y el autor.
Suelta un “¡qué tonta!” al darse cuenta de que hasta ese momento ha centrado su corte de miras únicas en J. Calcas, no ha llegado más allá y ahora toma
otra dimensión en su esquema...
- ¡Puede que sea él el único ficcionado!, no descarto nada, todo puede y puede no
ser...
Es ahora mismo, y no antes, cuando asocia los nombres a personajes y
eso desborda su excitación.
¡Cuantas veces tenemos ante nuestras narices lo que buscamos y cargamos las alforjas para dirigir el bocado de nuestro mulo hacia una búsqueda que
nos aleja de nuestro objetivo cada vez más y más!. Eso mismo, con otras palabras, lo había dicho el propio Yeray!. ¡Estoy aquí!, ¡estás aquí!, ¡todo este tiempo
el libro ha guardado esa valiosa sorpresa entre su lomo!.
Se tranquiliza pensando que todo tiene su lugar en la vida; tiempo de
sembrar, tiempo de cosechar, tiempo de recoger los frutos. Se siente como un
pollito, recién salido de su cascarón en el momento justo. No siempre estamos
preparados para poder asimilar lo que decimos querer, o necesitar, si es con la
ansiedad del aquí te pillo aquí te mato desde donde buscamos.
Dedica un guiño a Santa Teresa: lo siento chatina, la frase a la que hace
mención Yeray "Cuidado con lo que pides que igual se te concede" no es tuya,
como pensaba, ahora sé que pertenece al Tao... la misma frase le hace preguntarse, no sin cierto temor, cuál será la cruz de la aventura que tras pedir conocer
a los personajes le espera.
Vuelve al sillón, apoya lu cabeza en su brazo y decide indagar y unir las
piezas de un puzzle, contando con las señales de llamada que Yeray va dejando
en su camino.
Para cuando cierra el día junto con sus ojos ya tiene su agenda repleta de
asuntos de estado para la mañana siguiente.
- Dos espejos con marco de madera tallada, un ramo de flores frescas en el mercado y nada de llamadas por teléfono, una visita a la librería sencillamente imposible de postergar.
146
XXXVI
SEPHER, SIPUR, SEPHAR...
La mañana siguiente, o mejor dicho la madrugada siguiente, post-cedió a
una intensa noche de sueño. Sueño reparador, sueño revelador. Cambió de planes nada más abrir los ojos y escucharse.
- No te precipites Argiloa, no por mucho madrugar amanece más temprano.
Con su primer bostezo se escucha hablar consigo misma; una sucesión de
reflexiones, réplicas, contrarréplicas, que no cesan ni bajo el agua de la ducha ni frente al café y las tostadas que esperan verse devoradas para saciar su matinal apetito.
- Necesitas asimilar todo esto antes de añadir nuevos datos, necesitas un orden
en el que colocar todo lo que está pasando.
- He dedicado todo este tiempo, sin saberlo, a buscar dentro de mí mi propio elixir de larga vida, he mezclado metales propios con ajenos en mi alambique casero, mi: "no estás loca" repetido una y otra vez, la escucha y selección de señales
encontradas por el camino me llevan hacia donde aún doliéndome incluso resistiéndome a veces, quiero ir. ¡No nos hagas esperar!, tú te encargas de dictar lo
que debería hacer, ¡yo me limito a querer seguir las ganas de precipitarme puertas afuera!
- ¡Dios! Esta mujer ni descansando descansa, ¡quieta parada chatina!
- Calla, calla, escucha...los símbolos varían de significado, soles, leones, la propia
luna o el mismísimo Mercurio pueden actuar como la varita de un prestidigitador, convertirse en perfecto lugar de focalización, de distracción, lugar en el que
poner la mirada del que se limita a observar sin preguntarse más allá, mientras
la magia se da en otro lado delante de sus narices.
- Estoy contenta, compruebo en carne y hueso el sabor del carácter mágico de la
vida... ya sé que suena a turra, sí, ya sé que me repito hasta la extenuación pero...
no puedo o no quiero evitarlo, ¿será que empiezo a tener la ilusión de conocer
una micra de la estructura de la magia?
- Querida..., piensa en verde, desde luego suena a que... o efectivamente te pruebas
en las señales, o terminas con el certificado en la mano ¡que muestre que estás
como un cencerro!.
Las intuiciones que había rechazado en muchas ocasiones por encontrarlas demasiado sencillas, por no valorar ni confiar lo suficiente en sí misma, todo
ello adquiere una dimensión diferente ante sus ojos.
Da lo mismo si se trata de inconsciente colectivo como lo denominó Jung,
Piedra filosofal, Santo Grial, o el Alma del mundo; Argiloa ahora tiene un objetivo más concreto. Sólo escucharse diciendo esto le produce cierto pudor, se imagina la conversación con la vecina de toda la vida:
- Hola Argiloa! ¿Qué tal,cariño?
- Bien, muy bien, en mi línea ¿y tú?
- Bien, oye, a qué te dedicas últimamente, ¿qué te mantiene tan ocupada?;
¡chica, desde que te cambiaste de casa no se te ve el pelo!
- Pues ya ves, nada hija, lo normal, me dedico a iniciarme en la búsqueda del
Código del Lenguaje Universal, a indagar en la memoria, en el conocimiento
inconsciente, ya sabes, lo habitual...
147
- Lo normal para ti suena a algo bastante “a-normal”, Argiloa, reconócelo
- No me cuesta tanto reconocerlo, tienes razón si entendemos por lo normal es lo
que sigue la norma... creo que sí, yo sigo las mías propias.
- De todos modos dices ¿que buscas qué?
- Deja deja, un desbarre mío como otro cualquiera, te dejo que voy sin prisa.
- Cuídate, ¡y no seas tan cara de ver!
No tenía manera, por serle desconocido, de referirse a lo buscado; quizás
valdría el "nagual", lo impronunciable, de Don Juan en los libros de Castaneda;
lo que sí sabe es que su ser entero requiere saborear la tregua interna, recrearse
en ese espacio interior. Tiene una herramienta, la mitad del pastel: su "tonal", su
persona, convertida de guardia en su guardiana, aliada de sí misma, con piel
recién mudada y ojos sin cataratas de velos con los que mirar a su alrededor.
Tiene un camino inmediato de "guerrera" en el que explorar: contactar de raíz a
cúspide con su ese aliado que es la trastienda de “La memoria de los triángulos”; buscando encontrar dentro los arrestos suficientes para dejar que sea la
fuerza de la vida la que se encargue de llevarla, de guiarla más que arrastrarla por
los pelos de las piernas, del pubis, de las axilas dependiendo la ocasión. El monodiálogo la acompaña allá donde se lleva y es con ella misma donde se encuentra
y se encuentra mejor.
- Hija, si de hacer cábalas se trata por qué no contactar con la Kabballah.
- Somos geniales, ¡chavalita, hacemos buen equipo tú, mi yo practico-irónico y
mi yo emocional-mágico!, te hago caso, ¡venga! de cabeza a la Kabballah... admito mi ignorancia supina en el tema, recuerdo haber escuchado comentar a una de
esas escasas y valiosas personas escuchables al cien por cien que se trata del
secreto confiado a Moisés por dios sobre la creación del universo, decía que lo
hizo con ayuda de tres entes superiores, las letras-cifra, sefar... oral, sipur...
escrita, sefer. Los tres entes definen los atributos de dios, sabiduría, inteligencia,
misericordia, belleza, severidad, triunfo, la gloria, causa, la dignidad real y alguno más que no recordaba. Aquí todo parece estar unido. La Sepher, la Sipur, la
Sephar.
- ¡Eso es!, de nuevo en la “letra escrita” uno encuentra la precisión, el rigor de lo
estricto, la exactitud escrupulosa, clara en las palabras tatuadas de cualquier
pergamino, en cualquier graffiti, en el libro mismo. La “letra escrita” permanece, entra con sangre a veces, en ocasiones se cincela en piedra, en piel, lo grabado, grabado queda, subsiste, se eterniza y perpetúa más allá de la palabra que en
ocasiones se lleva el viento, que da pie a donde dije diego digo digo.
- Veamos, en la “letra hablada”, uno puede bucear en la tradición, en lo transmitido de generación en generación, en el pasado que condiciona el estado actual de las
cosas. La “letra hablada” es la vida misma, entendida desde el registro auditivo de
todos los diálogos y monólogos muchos de ellos aparentemente casuales, es el
ruido y la música que conviven por dentro y por fuera traducidos en palabras que
escuchar, palabras que metadecodificar.
- La Sephar, la “letra cifra”, confieso una especial debilidad por ella, por las combinaciones de elementos, de elucubraciones y sensaciones, los códigos, las claves,
los para qués del mundo, todas las preguntas con su jeroglífico correspondiente,
con una respuesta única y tantos caminos para llegar a ella como personas pre148
guntándose. En la “letra cifra” se unen en un código aparentemente sencillo, un
código binario en el que indagar sobre lo vertiginoso del misterio, en el que
hacerse la pregunta sin interrogante, cuánto de real hay en la realidad. Cuántas
realidades subyacen bajo la aparente letra escrita y oral de lo externo.
- ¡Esta mujer no cambiará nunca! ¡Santa Torrija del amor perpetuo! ¡Las turras
que se mete entre pecho y espalda!, ¿no se dará cuenta de que a estas horas de la
mañana lo que procede es un cafetito y como mucho un cigarrín?
Como caballera de la tabla redonda, "arturesca" perdida, Argiloa tiene
consciencia clara de estar buscando su propio Santo Grial personal. Se da cuenta cómo y hasta qué punto lo escrito ha estado escrito, lo vivido ha formado parte
de la “letra hablada” en su vida... y, sobre todo, lo más especial, lo más interesante de todo, la “letra cifra”. La trinidad de las tres letras, la esencia del ser y
co-ser, el todo... la nada
El sueño puede rendirle a uno, uno puede ir en su busca y no encontrar
más que la desesperación de las mil vueltas de la tortilla, el run-run interno no
siempre cede fácilmente, uno puede mentalizarse en salir a su busca, la hora
temprana y el en-sueño vuelve a pillar a Argiloa sin premeditación ni alevosía,
con la guardia baja, como anestesia vence el pulso y cerrando los ojos la vigilia se
la lleva con ella.
Suena el timbre, Argiloa, no espera a nadie, podría decirse que ya no
espera. Haciendo caso insumiso dirige sus pasos al baño; le apetece una bañera
de espuma, con pétalos que floten como restos de esos naufragios que permiten
seguir la estela de los corsarios. Abre el grifo, se sienta en el borde y va desnudando su desnudez sin la mínima pausa ni la indispensable tregua.
XXXVII
PRELUDIO DE ESPUMA PARA LA BÚSQUEDA
Espuma que juega con los pezones, en una danza de olas de simetría asimétrica... como un vals interpretado para aquella única piel. Argiloa deja que resbale su cuerpo hasta que el agua le llega a los ojos y ve, a lo lejos, flotar un pubis
que ella imagina isla perdida en la inmensidad del oceano.
No hay ruido, la ficción ha desaparecido y sólo queda la bruma de la realidad empañando los espejos. Secuencialmente van pasando momentos de su
vida que, subconscientemente, trata de relacionar con “La memoria de los
triángulos” para ver hasta que punto son instantes ciertos.
Recuerdos...
... la tinaja en el jardín, en la que bañó sus tres años hasta que cumplió
siete; sus hermanas correteando... los cinco años del hijo del vecino, malvestido
con pantalones raídos y la cara untada de mantequilla, que observaban cada
movimiento que hacía sin el menor pudor ni el más mínimo respeto.
... los baños de espuma de su pubertad, tan secretos y tan llenos de “descubrires” y miedos.
... la bañera que le acogió a su regreso de que “la estrenaran” como
149
mujer, en la que intentó lavar esa maldita sensación que la acompañaría para
siempre.
... las veces que se “lavó de Hernán”, en una búsqueda imposible de
sacarse aquel estigma de cuerpo utilizado sin reparo alguno.
... el ahora mismo, que le sorprende imaginándose Ainara y Zoé al mismo
tiempo, con las manos de Yeray regalándole caricias mientras Nurivan espera a
que regrese.
La imagen de Nínfula se une a la “fiesta”, irrumpe tan bruscamente en su
psique que toda su piel se estremece violentamente. Por un largo instante mantiene los ojos cerrados, necesita darle un final apropiado a ese sueño de espuma
y se esfuerza en hacerlo. Coloca a Nurivan frotándole la espalda, a Zoé con la
cabeza apoyada en su hombro derecho y a Ainara en el izquierdo; a Hernán y a
Nínfula los ve reflejados en el espejo empañado, con los ojos vidriosos de ansia
por que les invite a participar de su baño de espuma y su bañera. A Yeray no le
ve ni le encuentra acomodo en la escena, pero le siente dentro...
Ahora el silencio hace demasiado ruido, parece empeñado en competir
con la gota que cae, con ritmo hipnótico, del grifo. Sabe que su piel está arrugada y que la laxitud que siente es el síntoma más claro de que un orgasmo se ha
mezclado con la espuma; es el momento de recurrir a la toalla y pedirle que seque
su humedad, hasta que sólo ellas dos sepan de que manera ha venido y cual es el
desagüe que la libera.
No encuentra el albornoz y eso le enoja porque detesta salir desnuda del
baño. En apenas unos minutos ya está vestida con un pantalón fresco de algodón
y una camisola blanca, sandalias y esa mochila de cuero pequeña donde meter
una llave, la de su casa, una cartera y toda la intención del mundo de regalarse
una mañana de lujo. Orden, estructura y una manzana para las mariposas del
estómago y del camino; ¡sabe por dónde comenzar y está decidida!.
- Semejantes libros jamás serían encontrados en una librería convencional, un
“mega-store” del libro no es el lugar más indicado para su búsqueda...
Sale de casa con las gafas de sol puestas, le aprietan un poco los zapatos
pero eso no evita que pise firme. Echa de menos a su librero de olfato, al enamorado, al que se comía uno a uno los libros antes de venderlos; al librero con
alma de monje, de frutero de la tienda de la esquina, que elige una a una las piezas, que las envuelve y te las pone en la mano con el “ya me dirás qué tal". Una
fugaz mirada al saco del recuerdo le roba una sonrisa, echa de menos en tantas
y tantas ocasiones las gafas sobre la pila de libros, esa escalera al librero adosada, el crujir de la tarima,y el olor, ese olor que ella unía a lo incunable del incienso, el moho, el cuero, la tinta, sepia, pluma, el perfume de mano de monje... el
librero que como el cura vivía encima de la misma librería, al librero soltero
vocacional, sin horario de cierre, el de la conversación y cafetito caliente y los
manguitos con los dedos recortados, a ese, ¿dónde estaba su librero de entonces?. Conoce, ¡sí!, algunas librerías marginales donde todavía podía encontrar
algo parecido a la idílica imagen en su recuerdo.
Debía ser congénito pero nunca pudo cambiar mil best-sellers por un
paseo por los mercadillos del libro, por las tiendas de antigüedades, por subastas
y pequeñas librerías generalmente acurrucadas en los cascos antiguos de las ciu150
dades, como de incógnito, sobreviviendo a la par que destilando ese olor al secreto compartido por el temor de ser fagocitados, miedo a ser absorbidos por el
monstruo de las galletas de lo comercial, de los tantos por desaciertos, al silencio del que no se entere el enemigo de que seguimos vivos. Se negaba en redondo a la decoloración, a la clonación, a la multiplicación por esporas de escritores
y libros de personajes varios, a las memorias de autores de veintipico años, al
último libro del opinador estrella mass media o de la cantante o actor de turno.
Le repateaba el higadillo escuchar críticas encumbradoras de así llamados escritores, esos que transmitían tanta emoción como una carrera de caracoles poco
convencidos en huelga japonesa. ¡No!, jamás encontraría esos libros en esas
librerías; así que encaminó sus pasos hacia el casco antiguo, el tintilineo de farmacia de pueblo al abrirse la puerta parecía celebrar que la cruzara, sonrió e
inclinó la cabeza ligeramente al librero que levantó la cabeza por un segundo
para continuar ojeando con un interés sin disimulo el ejemplar que sostenía
entre las manos.
El “ya me entiendes, si me necesitas, silbas” en la mirada del librero fue
acogido por Argiloa con todo el calor de su familiaridad. Se acercó a su rincón
favorito, sentada con las piernas cruzadas fue saludando con la mirda en panorámica, uno a uno a los ejemplares próximos a acercarse a su mano. De nuevo el
juego con los escritos que siempre la había cautivado, con los ojos golosos, ávidos de confirmaciones y un: “a ver, ¿qué tenéis para mí hoy?” susurrado en bajito, Argiloa comienza a leerse entre las líneas.
Extiende la mano y sin dejar la calma y sí con una ligera sensación de
excitación cierra los ojos y deja que uno de los libros la elija, no se podría distinguir si el fragmento de El lapidario de Alfonso X se abre ante sus ojos o bien son
estos los que se abren, reverenciándose ante él; incluso juraría que son ambos:
"Et su natura dela piedra deste metal es, que quando la meclan con
arambre, tornase como natura de uidrio et quiebra, mas pero
encorpora se con el.
Et otrossi, si lo mezclan con estanno torna negro, et si con plata lo
mezclan, recibe la la blancura della, et assi faz con cada metal. Et
por ende, los que se trabaian de alquimia, aque llaman la obra
mayor, deuen parar mientes que no dannen el nombre del saber, ca
alquimia tanto quiere dezir, como maestria para meiorar las cosas,
ca non empeorar las. Ende los que toman los metales nobles et los
buelen con los uiles, non entendiendo el saber ni la maestria, fazen
que se non meiora el uil, et danna se el noble."
El texto se deshace como bombón en su paladar. No quiere interpretaciones, cansada de hablar y hablarse, como quien convoca un espíritu en una
ouija, siente las ganas de que esta vez sean ellos en exclusiva los que se digan, que
guíen sus dedos, y a la vez sabe que le será imposible no elucubrar. Gustav
Meynrichk en su Golem es el siguiente en acudir a ella...
"La vida toda no es más que interrogaciones hechas de forma que
llevan en sí el germen de la respuesta y respuestas cargadas de interrogaciones. El que vea en ella algo más es un loco"
Y como haciendo cola, mientras sus manos buscan los libros menciona151
dos en “La memoria de los triangulos”, Tomás en el capítulo 22 de los
Evangelios Apócrifos deshoja su margarita ante ella, prepara el camino.
"Jesús les dijo: Cuando de los dos hagáis uno, y cuando hagáis lo de
dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro y lo de arriba como lo de abajo y de lo masculino hagáis uno, para que lo masculino no sea masculino, ni lo femenino sea femenino, cuando
hagáis ojos en vez de un ojo, y una mano en vez de una mano y un
pie en vez de un pie y una imagen en vez de una imagen, entonces
entraréis en el Reino"
Habermas parece querer intervenir con su razonado grano de arena:
"Quien sistemáticamente se engaña a sí mismo sobre sí mismo se está
comportando irracionalmente, pero quién es capaz de dejarse ilustrar sobre su irracionalidad, no solamente dispone de la racionalidad
de un agente capaz de juzgar y de actuar racionalmente con arreglo
a fines, de la racionalidad de un sujeto moralmente lúcido y digno de
confianza en asuntos practico-morales, de la racionalidad de un sujeto sensible en sus valoraciones y estéticamente capaz, sino también de
la fuerza de comportarse reflexivamente frente a su propia subjetividad y penetrar las coacciones irracionales a que pueden estar sistemáticamente sometidas sus manifestaciones cognitivas, sus manifestaciones practico-morales y sus manifestaciones práctico estéticas."
Esa posibilidad de ilustración racional sobre sí misma la fascinaba, quería para ella el cuestionar uno a uno los pilares que la habían sostenido en el
pasado, unos servirían, otros definitivamente no.
H.G. Wells toma la palabra, en el espacio justo entre libro y libro, para
interrumpirla y decir que sólo hay un modo de concebir el tiempo. "No existe
ninguna diferencia entre el tiempo y las tres dimensiones espaciales, aparte el
hecho de que nuestra conciencia se mueve en el...". Argiloa tiene la sensación de
quién con hambre atrasada se sienta delante de una nevera repleta de manjares,
cada fragmento combinado con otro da lugar a múltiples sensaciones se pregunta cual es el triángulo que configura su propia estructura del amor, le asalta la
imagen de Hernán extendido en su cama, como abierto en canal, Nínfula y su
fantasía,
- ¿Dónde nos estará colocando ahora? ¿En qué escena se estará y sobre todo me
estará situando? ¡Vete tú a saber!
Recuerda en ese punto que ni siquiera le ha dado a Nínfula su nueva
dirección, apunta en su agenda mental el pasarse por casa de Hernán para recoger el correo. Nada sabe de ellos y en ese punto ni siquiera ha dedicado tiempo a
saber si quiere saber.
Con una sonrisa menea su cabeza elevando las cejas, con ese gesto de
aceptación del ¡qué se le va a hacer!, así es y así también la quiero aparta el tema
de su mente mientras tiene la porosa sensación de que el zumo de lo vivido va
calando en ella.
Se da cuenta de que en realidad, para ella el triángulo del amor ni siquiera lo
componen tres personas sino que lo conforman tres elementos: Pasión, Intimidad y
Compromiso; dependiendo del grado de cada uno de ellos el triángulo se dibuja de
152
diferente modo, se eleva al cielo como una plegaria de isósceles, se arrastra por el
suelo como un escaleno derrengao, se torna equilátero en su apetencia...
- ¿Cuál Argiloa, cuál es el triángulo que configura tu propia estructura del amor?
- No es pasión en exclusiva lo que busco, el amor insensato y fatuo del revolcón,
ni el amor centrado en la decisión y el compromiso que durante años me ató a
Hernán y dejó mi boca tan vacía como mi estómago, no es el amor de la mera
intimidad que genera un cariño como el que pretendí mantener con Nín, no, ni
quiero intimidad más pasión que me lleve en volandas hacia un amor romántico,
larresco, compuesto de tanta nada palpable que le lleva a uno a la locura o al suicidio, no es la intimidad apareada con el compromiso para terminar con un
amor compañerismo, ni la pasión junto con el compromiso que resulta en un
amor vano, lo requiero consumado, con los tres componentes equilibrados que
de una vez por todas terminen con esta sensación de .¿desamor?
- No, no es la palabra,
- Sensación de “No amor” lo define mejor.
- Amor, afecto, cariño, interés... te quiero, te amo, cada palabra lleva en sí una
graduación como los licores, de nuevo las palabras y sus significados.
Revisa mentalmente a Yeray y su actitud, él desea promover el bienestar
de la persona amada, parece vivir y expresar su sentimiento de felicidad, respeta, cuenta con ella en momentos de necesidad, existe un entendimiento mutuo,
una entrega de sí mismo y de sus posesiones, entrega de su apoyo emocional, se
comunica íntimamente y valora a Ainara, ella es SU amada. En principio parece
que aporta todos los elementos para conseguir su propio objetivo. ¿Qué es lo que
busca?, ¿qué es lo que le lleva a caminar por la vida de Zoé?. Uno podría decir
que lo tiene todo, pasión, intimidad, decisión de permanecer al lado de Ainara,
¿cuál es la pieza interior que se tambalea?. Recuerda entonces las palabras de
Yeray a Zoé: la sutil diferencia de matiz entre mi amante y la amada...
Cualquiera puede ser amada, mi amante y la amada, por ese orden. Pasión, más
la intimidad y el romántico riesgo de saberse compartiendo una historia paralela, de sentirse adorado en la distancia, seguro en el entorno diario, de nuevo
¿dónde encontrar el compromiso?. Sabe de su precisión en el lenguaje, de su
obsesiva manía de emplear la palabra exacta en cada momento y la de veces que
se han reído comprobando que, casi siempre, el interlocutor a quien va dirigida
no termina de entenderle. Lo lógico sería que hubiera dicho: "¡no eres la amante!" o, quizás, "¡no eres una amante!"... pero no, precisó y singularizó, con ese
"mi" tan posesivo, que se sentía su dueño.
Sin embargo sí podía ser "la" amada... ¿la única o una de ellas?. Le dolía
el pecho, no sabía si de gozo o tristeza...
- Él sabe y reconoce su irracionalidad...
"Conocí el bien y el mal, pecado y virtud, justicia e injusticia, juzgué y fui
juzgado pasé por el nacimiento y por la muerte por la alegría y el dolor, el cielo
y la infierno, y al fin reconocí que yo estoy en todo, y todo está en mi...” Hazrrat
Inayat Khan parece querer decirle que sólo Yeray tiene la respuesta; Yeray virtuoso y pecador, Yeray alegre y triste, muerto y resucitado en cada fracaso...
Yeray, ángel caído y protector, dando cielo y tragando infierno. Argiloa tiene la
impresión de que él ha llegado a reconocerse en todo y que todo está en él.
153
Empieza a no gustarse en su tono de homilía, afortunadamente Herman
Hesse ataja su pensamiento por lo sano: "Nuestras inclinaciones tienen una
asombrosa habilidad para disfrazarse de ideología"
Piensa en como se ha empeñado en buscar la salida a su no amor por
todos los rincones y es entonces cuando se da cuenta de que la entrada y la salida pueden ser la misma puerta. Le cuesta unos segundos separar la voz del librero de la suya propia
- Pareces buscar algo muy concreto, hoy vuelas de libro en libro Argiloa, ¿te echo
una manita?
- Busco estos libros e información sobre los autores...
Extiende su mano y en ella sudado un trocito de papel con la información
que su librero del alma lee detenidamente, dedica una sonrisa pensativa -que ella
traduce como enigmática- y con un acompáñame que le da esperanza se dirige
con paso seguro y ligero a una estantería concreta. Argiloa siente que los pasos
de ambos sobre la tarima se combinan a la perfección como el tum tum de su
corazón, mientras una mosca revolotea como eligiendo las tapas del libro en el
que frotarse las manos mejor.
XXXVIII
EN LA LIBRERÍA
En el siglo en el que el librero revisa las estanterías elegidas, apoyada
sobre una pila de libros y expectante, nadie hubiera podido definir mejor la sensación de Argiloa que una nueva cita de Tomás y su Evangelio Apócrifo: "El que
busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre
se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración..."
Son tantas las puertas que parecen abrirse ante ella que le ocurre exactamente como cuando en una tienda le enseñan trescientos modelos para elegir,
todos deliciosos, todos para diferentes ocasiones, cada uno le regala la promesa
de una imagen en la que verse, éste de cocktail, este otro para una cena, aquel
para salir de jujú, el desotro para algo más formal. Cuando se ha visto en semejante situación ha terminado por salir apabullada de la tienda, sin comprar nada
y acaba sentada en un café pequeño, de esos cuyo olor a pan y café recién molido te rodea por todas partes, ese olor que como confidencia al oído, mete sus propias narices hasta en tus calcetines, de esos pequeños locales que simplifican y
ayudan a bajar los pies a la tierra, caminar la sencilla textura de lo simple.
- ¡Dios mío!, todo tan aprendible, tan indagable, tan apetecible que ¿por dónde
empezar la criba?, ¿qué puerta no es necesaria, cual no abrir para poder centrarse?, ¿su compulsión al abrirlas significa huir?
Tal como se vive, diferencia con palabras sentimientos:
- No es saturación, acaso rebosamiento...
Se siente inundada de efusión y una palabra con la que se autodefinió
tantas veces salta a su mente: Intensa. Haciendo caso omiso al friki de conjunto
imposible que acaba de entrar oliendo a pachuli y pidiendo un ejemplar de las
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"Memorias de un descerebrado", se habla tantas ocasiones como sea necesario
hasta escucharse
- Recuérdate su significado: vehemente, recurre a sinónimos Argiloa: aguda,
viva, penetrante, acelerada, urgente, crecida... in-tensa, si, pero, necesito algo
más, se busca en su antónimo: leve insignificante, débil, moderada.
Inundada en sus pensasentimientos, le sobresalta la voz penetrante, deliciosamente grave y dulce del librero.
- “Corsario de Ciudad” y ... “Silencios de Agua”, déjame ver... no, no tengo
los otros, y... puedo encargarlos si quieres...
- No. Gracias pero no gracias...
- ¿No..?, . lo sabía, ¡ es bueno recordar con qué cliente hablo!. No quieres forzarlos por esa vía, ellos llegarán a ti si tienen que llegar cuando sea el momento y
bla, bla, bla,... ¿Es eso?
- Si te digo que hasta me alivia encontrar estos dos y ninguno más, ¿me crees?
- Sabes que uno ya solo cree ...en Dios ¡y en el bicarbonato! ,Argiloa; no olvides
a Mencius: "Suelen decir, Buscad y lo encontraréis, desatended y lo perderéis"...
- Seguir buscando, sin descanso, ¡debe ser mi sino chico!... Exactamente... ¡majo
chico ese Mencius! Eso es lo complicado, la seguridad de que en las decisiones
que tomamos determinamos el rumbo del camino, ¡es tan imposible eso que nos
cuentan de que uno tiene la opción de volver atrás!, nunca se puede deshacer una
elección, aplicas la cera caliente en una ingle o una axila, dejas reposar durante
un instante, justo lo que dura el calor del hacerte a la idea de que no hay vuelta
atrás y cerrando los ojos, arrancas la tira de cuajo, y surgen las lágrimas convocadas en pelotón alrededor de los ojos... la siguiente tira, el ser que vuelve a recorrer el camino para retomarlo ya no es el mismo que se planteó dicho camino con
anterioridad. Una vez empezada la tarea ya no te permites dejarla hasta terminar, no te caminas por la vida con una pierna depilada a ranchones y otra no, y
después, eso sí, puedes esperar a que otros nuevos vellos nazca de nuevo, es
imposible volver a colocar pelo por pelo, en sus respectivos poros y capilares. No
es cuestión de andar y desandar sin rumbo, al final se trata de aceptar las reglas
del juego y caminar depiladita y tragando la pastilla aceptando la certeza del oráculo, esa que dice que hagas lo que hagas te equivocarás..
- Como buen arrumbador de bodega, una vez que se inicia el viaje sólo queda trasegar, cabecear y clarificar los caldos uno a uno...
- De eso se trata y eso es lo verdaderamente apasionante. Sólo ahí subyace la
posibilidad del renacimiento,
- Del rehacimiento también... ¡Renacimiento! ¡Vaya palabrita mencionas!
Argiloa se recuerda en la palabra hasta reventar, el recipiente de parte de su
juventud se vuelca sobre ella... recuerda su examen de selectividad, cómo se vio llevada a hacerlo forzada por la decisión de otros, como era tan habitual en aquellos entonces. Rememora la sensación de duda sobre sus parcos conocimientos, en aquel
momento humorísticamente llamados por ella pacos cocepimientos. El zumbido entre
nubes de humo, de mil caras desconocidas a su alrededor, los fragmentos de conversación, los cuadernos de notas sobre el pecho, los globos con el rosa transparente del
chicle desgastado y los mechones de pelo retorciéndose como dando cuerda al nerviosismo, a las preguntas variadas sobre las materias, salteadas por aquí y por allá...
155
- ¿Platón?, ¿qué decía ese?. ¡San Pedro!, ¿has visto el conjuntito que se ha traído
la guay?... estoy en blanco, y el ¿Aristófanes?
- Lo del mundo de las ideas ¿no? Joé, tía, sí, duro de pelar, página veintitrés,
corre, ¡saca el resumen!... Lo del Aristo-gato ese no lo tengo, lo encuentras tú?
- Oye... ¿y Kant?, ¡socorro, que no me acuerdo de Kaaant!, alucina vecina, no te
pierdas con quién está hablando la Cocó...
- Pura crítica a la razón, Crítica a la razón pura o algo así, tía... ¡anda que no! Lo
que nos quedará por ver! jó tía, no me pongas nerviosa...
El diálogo flotando junto a la ansiedad comunitaria en el aire, ambientando la desesperación de Argiloa, ella en un alarde de sentido del humor pensando: ese Kant... ¡alguna razón tendrá la Pura cuando critica!
- Declíname lobo, pregúntale a "Fefa" como era el acusativo de Rosa...
- Lupus, lupa lupum,
- Rosa rosa rosam, rosae, rosae, rosam... búscalo tú entre todos ellos que yo
ando en otra cosam...
Y Argiloa se recuerda cigüeña sobre una pierna, con la otra apoyada sobre
una pared que se temblaba a juego, a penas unos dos años de calendario la separaban de la edad media de toda aquella gente presentándose al examen, en pocas
ocasiones había sentido en ella tanto medieval extrañamiento... con unas ganas
de echar a correr y no parar, recordando como mucho que el lobo es para ella, a
parte de un gran turrón, uno que salía en el cuento de la caperu pretendiendo
comerse la merienda de la niña de la capa roja y que terminó por comerse a la
abuelita y en cuanto al acusativo en latín no llegando más allá de que excusatio
non petita acusatio manifiesta.
XXXIX
RE-NACIMIENTO
Entornando los ojos con disimulo en medio de la librería, con la cabeza
inclinada sobre un libro que no lee y sustrayéndose del bolso de cocodrilo tristemente colgado del brazo de una imitación a señora, que algo perdida, o igual no
tanto, parecía no encontrar el último libro del cocinero de moda, en la sección de
astronomía, recordó la entrada a la sala de aquel día...
El olor a bio-universidad era diferente, papel mezclado con mezclas de
cafetera y restos de insomnio de la noche anterior, perfume y un leve sudor de
palma de manos y planta de pies. Curioso cómo el olor de las aulas crece y cambia con las personas, recordaba el olor a colonia, plastilina y suavizante de parvulitos, el olor a lápiz y gominolas mezclado con comida reciclada de monjas en
los pasillos de la primera etapa, -si hoy cocido, mañana sopa y croquetas- el olor
del estallido en la primavera de hormonas variopintas, pipas y caramelos de
menta para tapar el rastro de los primeras colillas besadas a compartidas hurtadillas, de los primeros besos robados como caladas a la trasgresión en un temprano cigarro. El olor que al llegar a Viernes se concentraba casi hasta reventar
en ganas de fin de semana, olor directamente proporcional a la distancia en días
156
con el último contacto con el baño o la ducha, el desinflado olor perezoso del volvamos a empezar, del Lunes por la mañana. Los lugares tienen su olor grabado a
ellos, las iglesias huelen a mocasín azul marino, a incienso y casulla, los asilos a
pena y recuerdo, a la colonia uniformada de adiós, para siempre adiós.
Recordó aquel día al milímetro, cómo se sentó entre dos seres cuasiintergalácticos, a quienes mirándoles con la intensa atención de un vistazo de
reojo le parecieron la reencarnación de Pitagorín y la Pitonisa-reina de la
Sabiduría.
¿Y cómo olvidar su triunfal expresión de júbilo?, su no saber, se esfumó y
se elevó como sus ojos a las alturas al leer el tema central del examen: RENACIMIENTO -gracias-dios-mío-existes, sólo que a veces pareces estar hablando por la
otra línea-. Paladeó la mini satisfacción añadida de ver a los dos supuestos seres
con precipitada atribución de ciencia infusa, a ambos lados, comiendo los muñones al caperuzón azul del bic, y recordó su canturrear bic naranja escribe fino, bic
cristal escribe normal, bic, bic, bic, bic, bic... esa parte salvada, a ver el resto...
Gestión de los recursos, aprovechamiento y reciclaje de todo lo almacenado en su disco duro, ese fue su examen; arte, literatura e historia hiper-inter-relacionados, traducción de latín, si antes de ojear el examen su actitud era de "Ave
Cesar suspendituri te salutant", con la muleta del renacimiento y con su reglamentario diccionario en ristre enhebró una abierta traducción tan libre de un fragmento de las Galias, que el mismo César la habría felicitado en persona por haberla creído partícipe de dicha batallita o bien por su fructífera imaginación.
Reaparición, regeneración, restauración, renovación, retorno...todos los
sinónimos mezclados en su panza, hablando a la vez y a gritos cada uno sobre su
significado, como un grupo de niños en su primera noche de acampada alrededor del fuego.
Su sonrisa floreció como esa época, si hay palabras fetiche en la vida de
uno esta sería en estos momentos para Argiloa una de ellas. Renacimiento.
Lejos ya del "Hernáncentrismo", o lo que es lo mismo: del prepotente triste teocentrismo en minúsculas; lejos de la austeridad en lo afectivo, del hierático
hermetismo... lejos de la quema indiscriminada de toda opinión que no coincidiera con la suya, del secret y todos los restantes ismos, de sus mil libros incompartibles bajo su llave, de las inquisitorias miradas, de las explicaciones, y culpas, lejos
del la amenaza constante del tenebroso ¡miiiiira que te mira dios, mira que te está
miraaaando, mira que has de moriiiiir sin saber cómo ni cuaaaando!
El ser, más humano que nunca, retoma el inmenso lujo de sentirse el ser
terrenal quién se es. Y surgen sin dificultad las especias y el arco-iris del intercambio y se abren fronteras, y se surca el mar ya sin miedo, con el ímpetu de
acercarse a otros mundos, y una vez sentido lo suntuoso de la seda sobre la piel,
cae la anterior tela de saco a los pies, y no hay retorno, una vez probado el sabor
del color en la pupila, sólo queda avanzar... en el placer por ejemplo, placer para
las papilas gustativas de todo el sistema socio-personal, placer para recrear los
sentidos con mil cuadros, mil paisajes, mil registros. La posibilidad de disfrutar,
dejando atrás el oscurantismo de lo parcial, abriendo brecha en lo universal. Sólo
entonces es cuando puede surgir la importancia de la multiplicidad, cuando el
ojo deja de focalizar en un único y aplastante todopoderoso creador, pueden
157
emerger los ángeles con su poder de mecenazgo, de compañía y protección.
Cuando se aparta el énfasis en su aspecto inexpresivo, austero y castrador, surge
el aspecto del dios que también acompaña y entiende desde otra distancia, siempre ha pensado que Dios, harto de ser retratado de frente y en plano, da con el
renacimiento un toque de atención, para que el escorzo de otros énfasis sean
matizados, invita a un té con pastas, en una jornada de puertas abiertas de su
estancia, mostrando otros caminos de vida y muerte en los que resucitar, no en
vano se supone que sabe de resurrección en sus propias carnes.
Argiloa ni siquiera se ha dado cuenta de que el librero hace rato que se ha
alejado de ella con una mirada traducida en:
- Disculpa Argiloa, te dejo sola, ha entrado un cliente que me reclama...
Como si una de las liras de los angelotes mencionados hubiera caído de
las nubes en las que se encuentra y le hubiera dado en todo el coco, se da cuenta
de cómo, inmersa en sus pensamientos, ha dejado al cocodrilo, la señora, al librero y a cualquier posible espectador de la escena, incluido tú mismo que estás
leyendo estas líneas, atrás. Cómo en su vida ha ido reduciendo el círculo hasta
hacerlo casi cerrao con llave y candao, cómo paso a paso ha ido apartándose de
la gente. No ha sido una decisión tomada un día y llevada a rajatabla, no. Ha sido
un caminar, un elegir, cada vez más cribado, más selectivo, si es sincera y se mira
por dentro, son tan, tan escasas las personas con las que puede permitirse tal
cual, su sensación al mirar alrededor es de extrañeza, no entiende mucho, los
cambios en su posicionamiento se han ido sucedido vertiginosamente rápidos,
profundos, escucha conversaciones del pasado que se le antojan leajenas, como
de antesala al siquiátrico. Suena en ella la música entremezclada de dos boleros
dialogantes:
- Si tú me dices ven lo dejo todo.. si tú me dices ven, será todo para ti...
- Lo dudo, lo dudo, lo dudo...
(- ¿Sabes? Chica, estoy locamente enamorada, es un tío estupendo, me lo
da todo, es...¿cómo te diría yo? es bueno casi en todo, es generoso, amable, cariñoso, viste que te mueres, tierno, sólo tiene la pequeña pega de
que mató a uno en un arranque de locura, una bobada, de verdad, no es
el típico asesino, que va, ¡no tiene cicatriz en la cara, ni tatuajes ni nada!
es que con la paciencia que tiene... ¡como debería estar aquel día el pobrecito para perder los nervios de esa manera!, además, tenías que haber
visto la pinta del que se cargó, ese sí que era el típico lleno de piercings,
casi habría que darle las gracias, es tan especial, y ¡cómo me quiere!,
¡tenías que verlo!, tiene mujer y tres hijos pero no se lleva bien con ella, la
dejará un día de estos, bebe los vientos por mi...
...Pues entonces se acostó con la chica que estaba liada con el nieto de su
tía-abuela la del pueblo, esa que vende garrapiñadas en el puesto de la
plaza y como no le quería y lo que buscaba era sacarle las peladillas, pues,
nada, como lo oyes, que al final se fue con el primo de su consuegra , más
que nada porque se sentía solo y como era de casa pues había confianza,
ya sabes... )
Suspiro de "Benditos sean los solitarios" en su boca, teatral y deleitándose en la imagen, como una novicia con contrato en prácticas, recoge con un mimo
158
níveo de uñas blancas su cuaderno de cánticos, su rosario y su misal, recopila el
“Corsario de Ciudad” y los “Silencios de Agua”; con un conocido gesto
cómplice de "me lo apuntas en la cuenta", abandona la librería en recogimiento,
pisando en blando con pasos aplicados, como dando la imagen de quién sale del
templo sintiendo la prepotencia del más ungido que nadie, como quién acaba de
recoger el salario de la venta de la cosecha sembrada durante un arduo año de
trabajo y se encamina a casa con la empanada y la bolsa en sus manos, sin saber
a ciencia cierta cómo, ni de qué manera, ni hacia dónde sus manos le van a llevar
a invertirlo. Sacude con gesto de fastidio de la mano que le queda libre, una
mosca más que tozuda, viene consecutivamente a intentar besarle en la boca, lo
terreno del gesto le devuelve a la realidad exterior. Levanta su mirada con esa
frase, como una oración en sus labios: “miserable es el cuerpo que depende de
un cuerpo, y miserable es el alma que depende de entrambos".
¿Qué estará siendo de Nínfula, qué habrá ocurrido con Hernán?
XL
LIBROMANCIA
Unos kiwis le guiñan con su militar verde caqui al pasar delante de un
puesto de frutas, Argiloa frena su caballería y se detiene ante él.
- Buenos días, ¿le pongo?
- ¡La verdad es que una pregunta así tan directa..., como que no mucho, la verdad, ...¡no
está una para ponerse mucho a estas horas! su sonrisa abierta contesta con: medio kilo
de kiwis, tres manzanas Granny Smith y un kilo de naranjas de zumo por favor.
- ¿Sólo?. Pues menuda mañanita llevo, ¡a ver cómo me las arreglo para dar de
comer a los siete churumbeles!, ¡no es por tocarle los melones, señora, pero no
sé si se ha dado cuenta que...las peras las tiene en su punto, casi maduras!
- Me lo va a decir usté a mi, que como se me sigan cayendo, a este paso voy a
poder calcular la temperatura del suelo sin tener que mirar al barómetro... ande
póngame kilo y medio de peras ¡que sólo me falta sobre mi conciencia el hambre
de sus niños!
- Eso está mejor... si me permite yo que usté me dejaba de pamplinas graniesmices y me tiraría por la reineta de toda la vida...
- Tiene razón hombre, ponga, ponga reineta y... ya casi, y ahora que pienso... si
le parece hacemos una cosa, otro día téngame la compra que usté tiene planeada
para mí en una bolsa, paso, pago y me evito esperar...
La conversación surge sola y sola se cierra con un: hasta la vista, seguido de un socarrón: no le he querido decir nada por no abusar, pero ya sabe
dónde encontrar el mejor pepino del barrio y la clásica despedida con guiño pillo
que, a pesar de rayar en el exceso de confianza, le salpica de risas como un charco hace con los tacones, tan frescales como el aire de una avanzada mañana de
otoño.
Argiloa aterriza de nuevo en casa, destina la compra a la nevera, da una
vuelta meteórica a sus rincones, necesita orden a su alrededor antes de sentarse
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a leer correo y después disfrutar. La carta confirmando su excedencia de un año
por motivos personales llega al fin sellada con institucionales morados y azules y
le aporta una tranquilidad esperada. Ordena facturas y acercando intermitente
su boca al agrio escalofrío de una de las manzana, sosteniéndola entre los dientes, se dispone a sacar uno a uno los libros de la bolsa, la agarra de tal manera
que sin querello ni buscallo su asa se desgarra dejando caer los ejemplares en
escala ordenada desparramados a su libre albedrío, tropezando en el camino y
llevándose consigo un bote con bolígrafos y el ejemplar de su propio libro que
minutos antes yacía corpore insepulto sobre la mesa. La echada de libros descansa en la tarima de madera, Argiloa, detenida como una señal de tráfico, de pie
y observándolos, coge dos ejemplares cualquiera que simbolizan los libros que no
ha encontrado, escribe “Diario de un anarquista atávico” sobre un post-it y
"Me basta con mirar" y los deja caer a su aire, retoma la imagen de Yeray con
los libros extendidos sobre la mesa y tiene claro que se ha llegado a ella la hora
de escuchar su invitación de leerlos en clave de Tarot.
Meticulosamente, abre la cajita en la que envuelta en un pañuelo de seda,
descansa la baraja usada que le regalara un echador de cartas años atrás.
Selecciona los arcanos mayores y, barajándolos, los coloca boca abajo
sobre cada uno de los tres libros.
Sobre “Corsario de ciudad” van nevando cartas. Arrodillándose como
en un reclinatorio, como lavandera que coloca su tajuela cerca de la piedra en el
río, levanta la primera de ella: EL LOCO, inicio de nuevo ciclo de vida y nuevos
principios, optimismo, fuerza. Circunstancias y ocurrencias inesperadas, que sin
planificar, cambian de signo los estados existentes, decisiones importantes y
elecciones importantes a tomar...
Argiloa traza un círculo imaginario alrededor de la carta y el libro y se
sitúa en el polo opuesto, desde la antípoda lee lo impulsivo de las acciones y elecciones temerarias, la locura, la disipación, la pérdida de energía creativa, cambios en el entorno, Zeus, Júpiter, Señor del silencio, todo Yeray, percibe con claridad su cansancio, su agostamiento detrás del buscador impenitente en cuyo
tacómetro, el disco de registro de la ruta de sus ojos se acumulan los kilómetros,
aún así, es consciente de que es ella la que da la vuelta, ella la que debe tomarse
la molestia de pillarle al revés, la carta bien dignificada se muestra en positivo, a
la espalda su historia personal con toda la magia y atracción que tiene lo desconocido.
La siguiente carta sobre el libro: EL MAGO. La voluntad y el dominio, la
habilidad y la oratoria. Iniciativa y aceptación de los riesgos, la capacidad de percibir y utilizar el potencial organizativo y comunicativo... Hermes, Odín, el errante, inventor de la poesía y las runas, todos los dioses planificadores de la vida unidos en torno a él.
Sobre “Silencios de Agua” descansan cartas que Argiloa en ese punto
necesita levantar; no podía ser de otro modo: LA TORRE, cambio conflicto e
interrupción, la superación de un modo de vida existente, acciones que tienen
repercusiones extendidas, inesperadas, dibujando el mismo círculo, mirándolo
en clave de cabeza abajo, mal dignificado como dirían los entendidos en la materia. Argiloa escudriña interpretando cambio inesperado, circunstancias que pri160
van al individuo de libertad de expresión, aprisionamiento del individuo en una
serie de circunstancias que por el momento no puede superar. Argiloa levanta
con parsimonia la siguiente carta sobre el libro: LA LUNA, sin alguna duda de
que se trata de Zoé, de la bella Zoé. Media carta reposa sobre él, media sobre el
suelo, sueños, ilusiones, imaginación, decepción y la incapacidad de enfrentarse
a la realidad con el consiguiente escape a las ensoñaciones...
Abre los dos libros, alternando lecturas, uno en cada mano, lee en balanza saltando de uno a otro...
- ¿Viajarás mucho...?
- No lo sé...
- ¿Me echarás de menos...?
- Seguramente...
- ¿Volverás...?
- No... no lo creo...
Y si has de partir...
Que un lunes cualquiera, tu hueco en la cama lo ocupe
esa muñeca de trapo que un día me regalaste y tu lugar
en la mesa se ría de tu plato vacío.
Pero...
Cuando se acerque el día y la hora en que mis ojos se han
de cerrar para siempre, sólo déjame... sólo déjame
morir a tu lado...
No...
No...
No...
Calla...
Únete a mis silencios de agua...
...sedienta quedó mi sed
de los rocíos
del agua.
Es curiosa la sensación de que independientemente cuáles sean las cartas, uno puede leer las líneas de la palma de las hojas de un libro, simplemente
dejando que la intuición ponga letra a la música de los posos que se balancean en
su fondo.
La imagen de los libros desparramados en el suelo le recuerda que existe
la catoptromancia, el arte de adivinación mediante los fragmentos de un espejo
partido o de una superficie lisa, las risas se apelotonan en su garganta y boca
cuando recuerda la cefalomancia, la lectura adivinatoria de la cabeza de un asno
cocida o en su defecto de un ciervo.
Se le ocurren mil ejemplos de especímenes con cuernos y sin ellos para
cocer y leer un buen rato, divertido el experimento,
- ¿A qué te dedicas en estos tiempos?
- Pues mire, soy cefalomante a domicilio, la cabeza y la cazuela la pone usté, yo,
encantada le leo el resultado de la cocción.
161
Vuelven mil fraccionadas imágenes de quienes somos, de quienes parecemos ser; Argiloa se pregunta si existirá la libromancia...
- Seguro que sí, y... si no existiera merecería la pena hacerla existir.
No es la primera vez que ha leído un libro, o visto una película, añadiendo datos a su final, imaginando la ruta posterior a la narración, lo que la ha originado, se da cuenta de que en realidad los leedores de libros, tienen el inmenso
poder de la interpretación en su mano, el de cambiar el destino de los personajes, de resucitarlos incluso, el poder de atribuirles tantas características como
necesiten hasta cubrir su satisfacción personal, hasta encontrar lo que venían a
buscar en ellos. Si se lo permiten, tienen en su mano la capacidad de elección.
Eso es, ni más ni menos, lo que ha estado haciendo ella, convertida en
leedora más que como mera lectora. ¿Cual es el secreto para hacerlo? ¿Cuál la
fórmula? ¿de dónde viene tal necesidad?
Sabe de los elementos necesarios para el proceso: interés, constancia,
esfuerzo... pero el origen es anterior, va más allá de ello, busca la palabra clave,
la que sujeta la estructura central como en el arco románico... puede ser ¿catarsis?. Recordó sus pequeñas incursiones en el teatro del colegio, su gusto por la
tragedia griega que buscaba y producía una catarsis colectiva. La purificación
ritual de personas afectadas por haber sucumbido en alguna impureza, el efecto
en el espectador de suscitar emociones y por extensión el sentimiento de liberación suscitado por alguna vivencia causada por cualquier obra de arte, yendo un
poquito más allá en lo fisiológico...la expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo, la limpieza general resultante de poder hacer cuentas cara a cara con la conciencia y conseguir un equilibrio interior... Aún así ella
busca el origen, el gatillo que activa esa catarsis hay sentimientos inexplicables
con palabras y decide que su sensación es la de haber nacido con el interrogante
puesto, a veces colgada de él como un abrigo en una percha, otras veces mordiéndolo como si fuera anzuelo, otras usándolo como garfio. Se sabe nacida con
amnesia, viajándose en la curva, a veces ante el salto al abismo entre su camino
recto y el punto en suspensión. Preguntarse al fin y al cabo es tomar carrerilla
para hacer ese salto que le lleve a la plataforma del punto. Dibuja mentalmente
dos signos de interrogación y lee ying- yang, el reflejo sobre sí mismo de un
mismo interrogante de apertura se dibuja en un perfecto corazón.
- Creo que es todo ello, sobre todo, una cuestión de humildad Argiloa...
- ¡No podría estar más de acuerdo conmigo misma! Recuerdo haber leído que la
humildad no consiste en rebajarse, eso es simplemente rebajarse, humildad es
saber que en el momento siguiente se puede aprender algo que podría cambiar
por completo la manera de ver el mundo. Me gusta leer y escribir así, no puedo
con prepotencia del "te equivocas" todo podría ser y no ser a la vez, todo está
siendo desde el momento en el que uno le da dimensión de posible...
Las expresiones que aborrece se van enumerando: "ya nos conocemos",
“yo sería incapaz de hacer eso", “a mi eso jamás me pasaría"
En un repentino ataque de egoísmo que ya no quiere refrenar, va de cabeza a levantar las cartas sobre su propio libro “Mujer de Nadie”, la escorpiana
visión de LA MUERTE unida a LOS AMANTES, los gemelos, símbolo de los
géminis, boca abajo y se recuerda en el otro lado de la barrera. ¿Cómo sentiría
162
Hernán si leyera en escrito todo lo que ella misma ha vivido en estos tiempos?
¿qué cuestiones se plantearía si abriera un libro en el que encontrara una radiografía ficcional?, ¿desde dónde y cómo viviría más que esta faceta suya, esta
necesidad?
Siempre necesitó la protección de un seudónimo, algo que la ayudara a
mantenerse a salvo de su ironía, no podía por aquel entonces permitirse el juego
entre ficción realidad y, hubiera sido para ella simplemente imposible no sentirse expuesta, cuando escribía, se ocupaba en la catarsis de retorcer su dolor por
dentro, para escurrirlo por uno y otro extremo hasta estrangularlo como lavandera, para enjuagar una y otra vez todo lo ad-herido en él. El público por aquellos entonces era un impedimento para que ella pudiera llevar a cabo su tarea, un
freno a su limpieza, imbuida en su tarea, no estaba para el escaparate de la autoexposición. Toda esa forma de escribir de entonces, diciendo sin decir, sintiéndose culpable por lo dicho y lo callado, dejando que el tono de la rotundidad
hablara por ella ya que ella no podía hablar por sí misma... es muy curioso, a la
vez, siempre echó de menos no poder compartir su necesidad desde la paz, había
llegado a creer que siempre, indefectiblemente, siempre que alguien escribe, su
alguien más cercano sufre por lo escrito, se convierte en damnificado directo. Los
afectados por el síndrome de acompañamiento al escritor, al actor se pelean
entre la posible realidad de lo plasmado, se convierten sin quererlo y muchas
veces por la inseguridad y el riesgo que conlleva el amor en investigadores afectivos que recaban datos y señales por todas las esquinas de los escritos, convocan
a los fantasmas que prueben, confirmen, revaliden y corroboren sus dudas, como
la paranoia de quién huele la ropa a la persona amada que llega a casa tarde, indagan en el bolso o los bolsillos del otro, rastrean contraseñas, escudriñan, inquieren... en ese momento entiende: debe dar miedo la posibilidad de ver volar
a quien quieres a tu lado, el esfuerzo ingente, el desgaste de energía de verse convertido en pegamento de expresiones para que no se desconecten, para que permanezcan unidas, debe ser jodido ver ensancharse el abismo de silencio entre las
expresiones y las palabras para que no se conviertan en diálogo:
- Siempre jamás.
- Siempre... jamás.
- Siempre...
- Jamás...
Debe ser terrible, debe ahondar su sensación de provisionalidad. La tortura de sentirse demanda constante, pozo sin fondo, dime que soy importante
para ti, dime que me quieres, que nunca vas a dejarme, ¿para qué necesitas todo
lo que no sea yo?. La confusión entre las necesidades personales, las de pareja,
las sociales, ¿cual debería ser la diferenciación y los límites entre ellas?, ¿de
dónde provenía el deseo de cargarse precisamente lo que en su día nos resultó
más seductor en la otra persona?, la ambivalencia. Los conflictos entre la intimidad y la autonomía, la separación de las necesidades individuales de las necesidades en la relación. Era muy curioso como por proyecciones varias, una situación que pertenecía exclusivamente al ámbito intrapsíquico, llegaba a ser convertido en un conflicto interpersonal. ¿Cómo aprender a separar el alma de la
sombra?. Cómo colocar respeto por el ser del otro y a la vez ser consciente y capaz
163
de no dejarse dañar por la sombra del otro?. ¿Cómo aprender a relacionarnos por
entero, con los arquetipos del bien y mal?
Nunca pudo con los ultimatums, reconocía haber pensado en podarse las
manos, en dejar de escribir, poniendo en la balanza todo el sufrimiento que podía
ser infringido, ¿merecía la pena?. El seudónimo le permitía la protección del
tiempo de espera suficiente para llegar a responderse dicha pregunta, temiendo
llegar un día a responderse No. Temiendo en realidad por aquellos entonces
comprobar que a Hernán le era absolutamente indiferente.
Optó por no regalarse el posible dolor en activo o pasivo de la incomprensión de su entorno afectivo, llámese Hernán. Se parapetaba tras las palabras
como adolescente abrazando la llave al cuello de su diario en excusas... no en
vano alguien llegó a definir el acto de escribir como uno de los supremos vicios
solitarios y si no fue así alguien debería haberlo definido de esa manera. Si al acto
de escribir se le añadía el pequeño condicionante de hacerlo en internet las elucubraciones saltaban hasta sacarse de quicio y de madre. Sin ninguna dificultad
podía escuchar el monólogo reprochante por parte de Hernán, cuando intentó
alguna débil incursión en páginas seudo literarias.
- Amanecerás un día con un balazo en la sien, en cualquier cuneta, desconoces
toda la bazofia que hay en este medio...
- Por favor, Hernán, déjalo, ¿no hablarás de ti?
- Tu ingenuidad no tiene límites Argiloa, ¿crees de veras que a alguien le importa lo que escribes, ¿no te das cuenta de que es una tontería adolescente a la que
te agarras por temor a la madurez?, ¡¿no pretenderás hacerme creer que hay algo
serio en lo que haces?!, es infantil, te conozco, no tienes nada que aportar y además está todo dicho, no cuentas con la técnica, con la estructura, pero por el
amor de tu dios, esto no es serio, ¿tú quién te crees?, bonita, ¡si no sabes ni puntuar!... en realidad parece más que lo que buscas es acabar en brazos de algún
poetucho postmoderno guay, o mordiendo el anzuelo de algún poetastro degenerao... En realidad creo que te aburres, que tienes demasiado tiempo libre...
La carta de LA MUERTE la entiende hasta la desesperación, él número de
la carta, el trece, coincide con el día de su nacimiento; ella juraría que fue en martes. Su simbolismo: Transformación y cambio como resultado natural de las circunstancias predominantes, cambio abrupto y completo de los modos de vida o
de conducta por causa de acontecimientos pasados. No tiene miedo a esa muerte como hija de las grandes transformaciones, como fin al estancamiento, ella
sabe que el sabor a corcho de la inmovilidad es lo que realmente la mata.
Interpreta la carta de los Amantes, número seis, su número preferido, tal como
la encuentra, cabeza abajo, como buena geminiana sólo tiene que mirarse para
entenderla perfectamente, dualidad y conflicto, como compañía perturbada por
acontecimientos externos, contradicción, sospechas, conflicto con el ser.
Comprende entonces que la necesita bien dignificada y está en ello, se conoce y
sabe que para ello tiene que enfrentarse a su propia cruz, a que su elección sea
más intuitiva que racional...
Sin poder ya parar sigue levantando cartas, leyendo entresijos...
Fracaso. Contratos y compromisos rotos. Compañías y alianzas perturbadas. Mal juicio y fracaso. Fantasías de éxito, hipersensibilidad, hiperactividad,
164
incapacidad para el aprendizaje incluso alergia, todas las deidades que representan la mente consciente, lo académico, vueltas del revés, como vueltas por el
forro. EL SOL haciendo el pino sobre el presunto libro del Anarquista atávico,
fantasea por un momento y llevada por las palabras y sus significados se pregunta si es posible que Hernán haya publicado un libro sin que ella se haya podido enterar. ¿Sería imposible?, todo es posible, si bien él alardearía de ello hasta
el aburrimiento, lo oculto en Hernán parece inevitable, ojea el libro y reconoce
que el traje no podía estar más a la medida, su mano dando la vuelta EL COLGADO parece ratificar su incertidumbre: preocupación por lo material y las ocupaciones del ser, tendencia a dejar pasar oportunidades por el miedo a perder lo
que ya se posee. Preferencia por el estatus quo a pesar de los contratiempos, decisiones retrasadas, sacrificio de una cosa para obtener otra.... sobre la segunda
nota post it aparece LA TEMPERANCIA diría que algo despeinada: escaso juicio
tendencia a tratar de combinar actividades o personas muy distintas, demasiadas
actividades en poco tiempo, volatilidad, Diana, diosa de la caza, Artemisa, como
arcoiris Ares... ya por elucubrar y cerrar el círculo le atribuye el libro a Nínfula...
¡demasiada fantasía?...
(Si Yeray, sí... yo también..."Enciendo un cigarrillo y aspiro una
bocanada de humo con esa lentitud que siempre parece premeditada. Brota una sonrisa de mis labios mientras pienso que no hay
nada más increíble que la realidad... que no hay ficción mejor si uno
consigue contarla como debe ser contada...")
Un bostezo de saturación le recuerda que en algún lugar de la cocina le
espera algo parecido a un plato de pasta fresca, algo de fruta y una siesta. Los
libros quedan a la espera sobre la alfombra en la tarima de madera, cuando
apaga la luz siente como si la verdadera función fuera a tomar lugar sin su direccional presencia, desde el respeto y no sin envidiarlos, se aleja de ellos para
dejarlos conversar su intimidad a solas en paz.
XL
AHYH ASHR AHYH, SOY QUIÉN SOY
9:00 am. Argiloa casi se arrastra hacia la consulta del masajista, suena el
timbre suave, piensa que de existir, ese sería el sonido del timbre del cielo, después de todos los avatares vividos, tiene la sensación de plantarse como un
paquetito bien embalado, en la puerta de San Pedro.
- Aquí estoy para que aterrices todo este aire. Necesito lastre...
Se siente como la señora que con la mano extendida la para cada día a la
puerta del supermercado con su: aaaanda, dame aaaargo, que es mu triste de
pedí pero más triste es de robá... Cambia esa frase que de buena gana le diría,
por un más que cortés, necesitado:
- Buenos días, aquí estoy porque he venido.
- Pasa Argiloa, te estaba esperando, mientras te cambias hago una llamada, estaré contigo enseguida
165
En pocos minutos descansa su ropa en el perchero tras del biombo y
todos sus pesos junto a sus kilos boca abajo sobre una camilla, los brazos reposando a ambos lados, piernas, pecho y frente apoyados en sendas almohadas, con
una rendija espaciosa para mirar hacia el abismo del suelo y respirarse en la tensión de su mini- paz.
La letra de la música proveniente de una cadena de radio amiga la acoge...
a menudo me recuerdas a alguien, tu sonrisa la imagino sin miedo... se recuerda
en sus años adolescentes y piensa en lo diferente que hoy en día le suena la
misma música, con todas sus fuerzas desea recordarse a sí, echa de menos su
propia sonrisa.
Como un crustáceo con el caparazón contraído, hace un esfuerzo por distender sus nudos, se siente parra retorcida, se siente trabazón y estrecho, impotente por no saber cómo aplicar toda su teoría en la práctica de su cuerpo. Sabe
que no es a limpia orden de ¡relajate, coma, coño!, como va a conseguir hacerlo,
intuye que el diálogo que se trae por dentro debe cesar, reconoce que en cierto
modo sigue siendo una pequeña tirana para sí misma y el cómo hacer o no hacer,
se le antoja tan empinado como una cucaña trucada.
No se impone obligación alguna de hablar, si hay lugares-ermita para ella
diría que este es uno de ellos, con un egoísmo consciente reza para que nadie se
entere de los milagros que el masajista realiza, como si nada, a la chita callando,
desde su local en medio de una calle de un barrio y lo fiche para trabajar en algún
salón mega elitista.
Si le hubieran preguntado a su cuerpo cual es su necesidad hubiera sin
duda pedido calor a gritos, hubiera rogado ser estirado, él debió hacerle esa pregunta en silencio porque cincuenta minutos más tarde tenía sensación de ser una
trenza de pelo deshecha, extendida manteniendo el paso del calor del secador.
Se viste con una facilidad recién engrasada, nueva cita, pago en efectivo,
una sonrisa de agradecimiento, una vez dentro del coche y sin más motivo ni
explicación se escribe...
“Admito que fui alondra atolondrada, polilla tarambana que confundió la luna con el yerto resplandor de una farola fulana. Me expliqué
hasta el desmayo, y como metafísico método y teorema, arrojé datos
de arena a mis ojos a puños y puñados para así cegar con papel
secante mi crónico llanto lacio y hacerme la puñeta más y mejor.
Admito que reventé mis válvulas escupiendo en la espita de la queja,
que, vampiresa, me resarcí cebándome de atestados en algún que
otro cuello laxo. Detoné turbas de desquicies, eludí aludes de alusiones, y sí, admito que no olvidé un dato, que jamás permití un destrone, que me traspasé antes de aceptar un ajeno cierre y arrojé mi
corona lejos, sin saberla boomerang.
Admito haber montado mil justificaciones a pelo, admito incluso el
cansancio de haberme crispado en la crin sobre la intrincada grupa
de la "coimplicación".
Y recidiva y contumaz reinal, admito la interesada perseverancia
ignorante de aquello en lo que no me omito, admito saber donde y
cómo me encuentro.
166
Y retiro tres pasos del lienzo, alterno el guiño de un ojo a otro,
asumo, arrogo, separo lindes de límites, normas de guías, deseos de
realidades, y en la policromía de fondo, ya despegada de la tiranía
de la perfección, respiro más hondo el fresco alivio del SOY QUIÉN
SOY.”
Belén Pérez de Prado.
En esta ocasión marca una banda a través de su seudónimo y añade debajo un tímido: Argiloa.
XLI
RETALES Y RETALÍAS
Por la ventana entreabierta se cuelan retales de patio del mejor reality
show, se inter-calan tiempos presentes, subjuntivos. Argila cierra los ojos y se
deja balancear como haciéndose la muerta sobre las olas que saludan para retirarse porque añoran el devenir del vaivén, del va-i- ven, ve-y-ven de-mar-amar...
(- Mira que te lo he dicho veces, que no sacudas el mantel por la ventana, ¡leñe!; que estoy aburrida de que mi marido lleve el mono de
trabajo a lunares de migas mojás.
- Pero Puri, anda que no eres exagerá...
- ¿Exagerá dices?, pero si cualquier día de estos lo mando a trabajar
con el mono y la lata de sardinas para que se haga el bocata allí
mismo... si los trozos cada vez son más grandes Mari, ¡que le caben
en los bolsillos, hija!... que las palomas le siguen cuando va de aquí
pallá con la fengüi, ¡que esto pasa de castaño oscuro!)
En la vida, la madurez a veces nos sobreviene como la sensación de envejecer, viene como el pensamiento, este mismo, a pujos. Después de un partoparto se aprende a relativizar el dolor, mientras que el dolor es inevitable; en un
parto una tiene la ocasión de vivirlo separado del sufrimiento , ese que siempre
opcional. El sufrimiento con el que cargamos las espaldas del dolor.
Una subiría a planta, desde los quirófanos más vivos de todo el hospital,
los de maternidad, sonriendo y dando las gracias, a dios, a los médicos, al camillero y hasta el señor de mantenimiento, con las piernas cruzadas, como sujetando un foco de calor-dolor anestesiado y recién cosido en vivo y sin otra anestesia
que la generada por su propio cuerpo para la situación, con la sensación de haber
cumplido con el mundo, de tener la tarea hecha, con un crujiente ser respirando
entrecortado entre los brazos oliendo a meconio, a placenta y vitelo, como con un
libro en blanco en el que uno sabe que una se escribirá para bien y para mal.
Tendría que ser así...
(- ...pa castaña la que llevaba tu Pepe el otro día, quiya... que se le
ocurrió subir en ascensor y con el mareo que se traía tuvo que parar
dos veces en cada planta, hia que desbarraba como morlaco mareao
167
de paré a paré, a ver si le haces ver la vista, que llamó a tós los timbres que le cayeron de paso y eran las tres de la madrugá.
- Con mi Pepe ni se te ocurra meterte, ¿eh?, ¡que la tenemos!, ¡que la
tenemos, Mari.. ¡que hace tiempo que te la tengo jurá!. Que mira que
mi Pepe es trabajaó y buena persona, no como el Rodolfo Langostino
ese que elegiste de padre del primero del muestrario de chavales que
tienes, hija, que de seguir asin los van a venir a buscar por el orden
analfabético ese, los padres de apellido que empiece por “A” que arrecojan a sus churumbeles en el portá de cuatro a cinco...)
... existe un egoísmo tan inevitable como entendible en los que no han
tenido hijos, en quién desconoce a qué sabe levantarse siete veces siete a lo largo
de la noche para el vaso de agua, o para la cucharada de antibiótico cada ocho
horas, para cambiar el pañal, o la cama de arriba abajo en varias ocasiones por el
pis, o los vómitos repetidos, o sostener una mano pasando la otra por la frente
retirando el pelo y deseando todo tipo de protecciones y seguridades para ese ser.
Existe un yocentrismo entendible de quién no conoce la impotencia del: ¡qué te
puedo dar que no me sufras! que no se rompe hasta que una se ve con una pierna aquí y la otra en sebastopol agarrada a dos barras metálicas a ambos lados,
con un equipo médico vestido de verde jaleando y animando al empuja, empuja,
que ya asoma la cabeza...
(- ...maldita sea tu joía estampa, mira que eres un bicho, lo que tienes es una endivia que no te la pues aguantar, pa ti quisieras tú la
mitá de alegrías que se ha llevao este cuerpo serrano p´alante.
- Pues deja que lo dude un poco, que te conocí con diecisiete y entodavía no te he visto sin estar preñá dos meses seguíos, que hasta en
la cuarentena estabas dale que te pego, Mari.. hija... que de ser animal serías gallina, además, que a mi lo que me molesta es que se oye
tó, que se te olvida las paredes son de papé de fumá... ¡menudo ejemplo pa tus pobrecitos!)
Me hubiese gustado tener un esqueje, un tú escindido tan o más importante que mi yo para poderme trascender en él. Un hijo, una hija. Los dibujó en mi
mente, les pongo cara, tono de voz, cierro los ojos para imaginar su sensación de
acogida mezclada con la duda del seré una buena madre para ellos. Y a base de
ponerme en los zapatos desconocidos, quiero entender lo que me he perdido. He
optado por otro tipo de vida, probablemente guiada por el evitarme complicaciones
y la certeza interior de que la inestabilidad de su casa, mi llamémosle hogar no era
precisamente el mejor nido para ningún proyecto de tal envergadura.
(- A ti me gustaría verte en las mías, ibas a estar tú preocupá por unas
miguitas de ná por aquí y por allá, ¡si te tuvieran regao el jardín día
y noche otro gallo te cantaría!, pero si se te nota en la cara, que estás
amarilla, que pareces estriñía, que no hay más que verte a ti y al
Pepe, amos, que yo lo entiendo, no creas, ¡pobre Pepe!, que no me
extraña ná que le haya dao por bebé para orvidá, que no hay que
tener tragaeras ni ná panimarse a meterle mano a eso, menudo
debe estar, mohoso o mohino perdio, ¡como no te compres una desbrozadora...!
168
- Pero mira que eres burra y malablá, ya te gustaría a ti un rebozao
con mi Pepe cuando se pone a ello, si es que no sé ni pa que te digo
ná, me voy padentro que viene el del butano, a todo esto... mira a ver,
que es nuevo y tu pequeño ya tiene dos meses, no vaya a ser que estés
perdiendo el tiempo pa que te vuelvan a hacer otra barriga...)
Tal y como me vivía ¡me he perdido tanto!, no era precisamente pasear orgullosa al cachorrito en la silleta repleta de puntillas y lazos lo que echo de menos, ni
las consabidas atenciones y el impuesto mimo durante el embarazo, lo que realmente duele es haberme perdido los cabezazos de su boquita ávida buscando el
rezumar de mi pecho, el calor, el olor de las babitas secas al lado de la boca, la visión
del dedoncho regordete metido en la boca, besar la concentración de salado más
salado del mundo, ese que sólo se encuentra en las lágrimas de un bebé...
(- Puriiiii, sal pacá, llama al niño padentro y lávale las orejas, que
está la lengua de esta víbora suerta y no me extrañaría nada que en
cualquier momento fuera a reventá, a todo esto cuida no te la muerdas y caigas reonda, hala bonita, que te lo miren...
- Oye, calla boba, espera, una cosa..., para... oye ¿sabes lo del separao del sétimo? Se fue pa Cuba y se ha traío a una, ¿la has visto?
¡donde vamos a ir a pará!. ¡Que cosa!... oye, ¡que cuando anda más
que mover el pandero lo baila!, tiene a tol portal revolucionao, pa mi
que esta era puta...)
Echo de menos todo eso, al no haber tenido hijos me he evitado volverme
loca pensando qué decisión sería la más adecuada para ellos, dejarme la piel a
tiras desgranando cual sería la fórmula mágica para que pudieran crecer con la
máxima calidad y el mínimo de aplaste para sus respectivas formas de ser.
Probablemente la sensación de iniciar una tarea que no acabaría hasta el
momento de mi muerte me hubiera agobiado, hubiera supuesto para mi un
esfuerzo sobrehumano sabiendo de mi ansia de perfeccionismo. Los experimentos con gaseosa, no con los hijos Argiloa, convéncete de que has hecho lo adecuado, y a la vez... ¿cómo sería la vida ahora junto a ese hijo que decidió no nacer,
con la hija a quién hubiera ido de buena gana a buscar?
(- Pues hija, ¿qué quieres que te diga?, será to lo puta que quieras
pero mira, él no tocaba una escoba cuando le tocaba turno y ahora el
portal está como los chorros del oro!
- Pues bien mirado ties razón, bueno maja, te dejo que tengo la comida haciendo gor-gor y voy a separar a las lentejas antes de que se me
peguen...)
Imaginaba paseos-confidencia, se veía al lado de ellos, agarrada con los
ojos cerrados y cuesta abajo sin freno, en una de esas terroríficas montañas rusas
suicidas de los parques de atracciones en las que por sí misma jamás había podido montar, y sentía pena por ella, por ellos, pena por no haber sucumbido a su
necesidad y haber dejado que el reloj junto al calendario fueran marcando su
mejor no en ni hablar hasta encontrarse de bruces con el ya no puedes ahora es
tarde, haberlo pensado antes.
No servía de mucho culpar a Hernán, él fue cómplice de esa negación elegida, no el generador de ello, ella no supo, o no pudo, o ninguna de las dos cosas
169
en aquel momento decirle adiós y continuar con su vida, este era el resultado, ella
misma era el resultado de esa misma negación.
Con el inmenso privilegio de la soledad, con su lastre también, piensa en
llamar por teléfono, necesita contacto con tierra y... y no, la puedes visualizar
inmóvil, sentada en el sofá sin mover un músculo, le apetece que hablen otros y
a la vez le da más que pereza casi temor por lo que pueda llegar a decirse hablar
ella. Se enciende como un un cigarro y la tele, el clan familiar de turno está siendo diseccionado. Como si con el abrir la ventana le hubiera llegado las ganas de
salir de ese sí misma en el que se ha metido, necesita voces ajenas para no sobrecargarse de la decepción que es quién hoy es la que habla:
-¡Nos lo hemos perdido chicos, en otra vida quizás...
Una ventana se cierra persiguiendo el sonido de la otra, como haciendo
competición de dominó escalado, a ver cual se cierra antes, a ver cual suena más
al candar. Se imagina también como Puri o Pepi, hablando naderías hasta hartar, a
través de una celda del panal mientras tiende los baberos, su ropa interior y los
buzos del correspondiente Pepe, Juan o José y las envidia profundamente. Envidia
la llaneza, de lo familiar, la espontaneidad de la conversación escuchada por la ventana... y por asociación de ideas nos deja de nuevo para escarbar en la infancia....
Había algo en el turrón que le hacía saber distinto cuando uno tenía que
esperar a probarlo al día de nochebuena y navidad. Recordaba a sus padres trabajando, sus conversaciones sobre ella y sus hermanos cuando se supone que
todo el clan dormía en la habitación al lado, esas conversaciones que olían a todo
en orden, a uniformes del colegio recién planchados con la música de fondo de la
retransmisión de un partido dominguero en la televisión. Recordó el olor a comida casera al abrir la puerta: hoy macarrones y filete rebozado ¡bien!, las conversaciones con mamá al pie de embozo en la cama antes de dormir, el pasar
revista por casa de papá el apagar el calentador de gas antes de cerrar la puerta
con doble llave. Recordó el sonido del despertador por la mañana y el arrebujarse entre el calor de las mantas, mientras escuchaba golpear la lluvia contra el
cristal del balcón pidiendo amodorrada con dedos de manos y pies cruzados, la
imposible prorroga de un minuto más. Recordó la bañera en Domingo, lleno su
cuenco hasta la bandera de niños a remojo como garbanzos, y el “bendito y alabado sea el santísimo” que se escapaba de los labios de su madre al secarles con
la toalla y ponerles la muda limpia, la cola ante el zumbido del secador de pelo.
El sonido a vida en los rincones, las broncas, las risas, lavaros las manos, venga
a la mesa, ni se os ocurra empezar hasta que no se siente papá.
- Todo se convierte o lo convierto en demasiado complicado, das una extrema
relevancia a las situaciones, a las cosas probablemente aquejada de una enorme
hipersensibilidad.
- Esa sencillez se me hace increíblemente difícil de conseguir, se me empina la
cuesta, y tú lo sabes... ¿cómo lo hicieron mis padres?, ¿cómo se las apañaron para
educar un manojo de hijos sin volverse majaras?, con toda la dignidad del
mundo, con sus fallos, con sus cosas, y siempre con el olor a lo no elaborado, a lo
natural... ¿Cómo se hace lo sencillo?
Y echa de menos todos y cada uno de aquellos momentos que se apilaban
cobrando una dimensión especial, la misa de gallo, la primera lavadora automáti170
ca, las empanadillas de la abuela, el calor en las posaderas del cemento del balcón
en Junio, mientras hacían hora nocturna para salir de vacaciones al pueblo, las preguntas en el coche: “¿qué monte es este?”, “¿qué río pasa por Valladolid?”, los
paseos con papá a comprar churros mientras mamá hacía el chocolate caliente, el
accidente que de siempre ocurría en Navidad, un año el pequeño se partía la lengua, los puntos de la mayor, a urgencias con la tercera que ese asma un día nos va
a dar un disgusto. El episodio con la mediana merecía mención a parte...
- Dame fuerte en el tiovivo,
- No, que te caes
- Anda dame fuerte, venga que quiero volar...
- Que nooo que te la pegas y luego a ver que pasa..
- Que noooo, que no me caigo que me sujeto..
- Vale, toma, pero agárrate bien...
Recordaba con una sonrisa de diablilla la predicción que se cumple en
forma de galletón, su cara de pobrecita y sobre todo el susto y sus posteriores
esfuerzos por hipnotizar a su hermana...
- Yo sólo quería volar pero poocoooo
- Vaya por dios! Ahora si que la tenemos buena, de todos modos, te lo has hecho tú
sola, yo no he hecho nada ¿verdad?, te has caído tú solita, eso le vamos a decir a
mamá ¿a que si?
Recordaba perfectamente su llanto, las velas transparentes saliendo en
globitos de sus narices mezcladas con sus lágrimas amargas, el brazo haciendo
triste gala de la protuberancia del hueso desencajado, su personal culpable acojono momumental...
- Si, claro, le decimos que yo me he dado muy fuerte y me he caído solita... quiero ir a casa que me duele mucho el braazoooo.
- Si, mira que has tenido mala pata, eso, ahora le decimos a mamá lo que ha pasado, que querías volar en el tiovivo y que TU te has hecho daño en el brazo, y ella
te curará...
Jamás olvidaría la entrada triunfal, todo su gozo en un pozo al escuchar
a su hermana ir directa al grano...
- ¡¡¡¡¡Mamá... Argiloa le ha dado muy muy, pero que muy fuerte al tiovivo y mira
lo que me ha hechoooo !!!!!
Imposible olvidar el tacto opaco del sonido exasperante que se empeñaba en cantar el minutero del reloj de pared y cómo tiritaba la nevera cuando se
quedaba, por la noche, en vela junto a ella, a estudiar en la cocina, cómo la abuela confundía al huevero en la puerta con un pretendiente de las nietas; cómo literalmente se le quemó la olla de sopa, -si no había tres litros no había ningunocuando retransmitieron la misa de la visita del Papa, o cómo saludaba con la
mano a esa señorita tan amable que la conocía tan bien que salía en la televisión.
Los violáceos chichones sobre el amarillo verdoso de los coscorrones en la frente ya frankensteiniana del pequeño cuando con el andador, por entonces inexplicablemente llamado taca-taca, caía escaleras abajo
- Os tengo dicho que no dejéis la puerta abierta... anda bajar a buscar al chiquito...
- Jopé siempre me toca a mi, que baje Argiloa...
- ¡Qué morro si siempre bajo yo...!
171
Se preguntaba qué tipo de recuerdos habrían tenido sus propios hijos, y
una vez más y a su pesar tuvo que admitir que la naturaleza es sabia también
cuando dice que no...
La televisión ya no le sorprende en absoluto, se supera así misma cada vez
que acciona el interruptor con su medley de noticias escarbadas en todos los
basureros. Las noticias siempre son algo que ocurre una y otra veces pero se
empeñan en convencernos que es algo nuevo: “el hasta ahora famoso actor y la
conocida cantante de ayer han decidido seguir caminos diferentes después del
escándalo que han protagonizado...Reunión de populares casposos en la fiesta
de silicona belly patrocinada por la confederación de cirujanos estéticos asociados, no lo dude, deje de pasar miserias y ponga unas buenas tetas en su
vida...”
Extendida en el sofá acomoda el cojín a su cabeza, Argiloa mira alrededor
echando repentinamente de menos a esa mosca que hoy parece haber tenido
mejores cosas que hacer, que acompañarla a ver la televisión.
XLII
¿SE NOS GASTÓ EL AMOR DE TANTO NO USARLO?
La despierta el sonido elevado a propósito desde la cadena, el que corresponde al tiempo de anuncios. Le pone los dientes largos con un reportaje cuyo
título la fascina: Represaliado.
Uno, o una, tiene sus ciclos, y a veces se ve valorando en exceso el esfuerzo, el trabajo y la lucha, una creencia en la que se ha crecido, sólo lo que se trabaja y se pelea tiene valor, hoy se le antoja hoy bastante triste, muy revisable.
Reflexiona sobre ello detenida en aquellos que han vivido una batalla encarnizada en vivo y en directo y les escucha y siempre permanece la conclusión: ninguno
se ve como héroe de guerra, prevalece el hambre, la sed, el olor a muerto estancado en el asfalto del olfato. Todo el que ha luchado, quién ha matado, ha muerto de
algún modo en cada bala, pregúntales uno a uno, está segura de que todos ellos
hablarían de que sólo el verse teniendo que luchar ya significa perder.
Y uno, o una, ve a esas personas removiendo tierra, buscando restos de
sus seres queridos ejecutados, no justiciados, guardan, cuando encuentran algo,
los restos como reliquias, el cordón con el que le ataron de pies y manos, la foto
o los restos mohosos de la carta que metió en un calcetín. Argiloa se levanta y se
dirige a la cocina, cuando vuelve con un vaso de leche en la mano es el Dalai
Lama quién ha tomado el relevo y está siendo entrevistado, las preguntas se le
antojan desesperantemente patéticas, sus respuestas parecen ir al margen de la
pregunta y dan sensación de ser hondas como la raíz de olmo, le escucha mencionar una palabra yuyu para ella hasta ese momento: buscar dentro de uno y
ejercer la palabra “compasión”.
Si cualquiera le hubiera nombrado la palabrita en cuestión minutos antes
de encender la tele, hubieras visto a una Argila removida en el asiento, agarrar un
cigarro por el pescuezo para hacerlo arder entre sus dedos, como para apoyar en
un lugar su desasosiego. La Compasión: apenas tres líneas en el diccionario algo
172
así como sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes
sufren penalidades o desgracias. Odiaba hasta entonces la compasión, se extendía
como el fuelle de un acordeón, en un abanico de conmiseración, lástima, piedad,
misericordia, devoción, clemencia, situaba la lástima en su lista negra de palabras,
esas que de haberle preguntado a ella hubiera votado por ni siquiera haberle asignado una palabra. La lejanía y la falta de respeto que suponía hacia el otro, la prepotencia y supuesta bondad de quién la siente... ¡lástima!, ¡estás hecho una lástima!, una de esas palabras que se dice que nadie quiere dar, el: ¡qué lástima!, antecedía al inmovilista no se puede hacer nada que no sea compadecer...
- ¡Qué pena chata, oye!, ¡qué pobres son los pobres, nena!... fíjate, “fefa", tú
sufriendo, todas las desgracias de los pobres niñitos de la china y del japón, yo va
y pierdo el boli... ¡no hay derecho!...
Es hiriente.
Había escuchado a gente relatar sus novelones buscando dar lástima, en
momentos se había visto casi cayendo en el mismo error, mira lo que me ha pasado, soy víctima, quiéreme... una actitud de ida y vuelta que lastima, descalabra,
lesiona, que es ofensiva, que alardea de una debilidad irreal.
Implicada en la palabra hasta el moño, hoy por el motivo que sea, adquiere una dimensión diferente, Argiloa decide de una vez por todas reconciliarse,
congeniar con la joía palabra y dueña y señora de los significados que atribuye a
sus palabras se aproxima a ella desde otra posición, desde la misma compasión;
del com passio-com passionis, apasionada, la desgrana.
Con-pasión. Partidaria de las pasiones y afectos del ánimo. Partidaria de
ciertas actitudes de la persona. Intuye que para ella en casos concretos la quiere
unida a sentir-con alguien, de acompañar con verdadero compromiso, con inclinación y preferencia, sensible al dolor de alguna de las partes del enfermo de alma.
En lo que escucha al Dalai Lama no entiende ese tipo de compasión en
exclusiva, percibe que el reto está en la compasión hacia el agresor, ese es el
hueso más duro de roer.
Sin intervenir desinflando energías en ejercer de odiante, en un estado
aparentemente pasivo en lo externo que confronte a la otra persona con su propio discurso, con sus hechos, que dé espacio y espejo para que se pueda dar el
reconocerse en lo dañino de la actitud. Lo considera como una estrategia política activa, centrada en la pasión del compás de espera, en agrandar el abismo que
separa actitudes. El hacer guerra provoca, justifica, da caña a la cadena desenfrenada de actos superpuestos al anterior.
Es como los porqués, un pozo sin boca que no tiene medida ni fondo.
Escucha ecos imaginados deslizándose pared abajo como chorretes de grasa
- Tú empezaste primero aquel día...
- No, fuiste tú quién el día antes lo comenzó...
Silencio, mirada, dar la vuelta y alejarse caminando con una sonrisa es
otra opción... la compara al voto activo de abstención política, a quién decide no
votar porque no entra en el aro, porque no se considera representado ni por las
personas ni por el sistema proimpuesto. Un hacer consciente la elección de no
elección.
- ¡Castígame, échame la bronca, dime algo!,
173
- Hazlo, ¡joder!, porque si no lo haces... voy a tener que decírmelo yo, voy a tener
que enfrentarme conmigo mismo y mi puñetera mierda y no hay modo de que me
lo justifique aunque lo intento, que con mi sentimiento de culpa de mi jodida
conciencia me voy a destrozar...
- ¡Que me dejas en pelotas con la triste realidad del ser en el que me he convertido y ese infierno es insufrible!, ¡zúmbame fuerte por favor!
Un silencio apasionante es quien susurra a-pasionado: con-pasión dejo
de odiarte, simplemente jamás colaboraré en tu justificación, y con-pasión te
digo que me alejo del marrón de la ratonera en la que te has metido, que tú deberás arrastrar tu cadena o deshacer el nudo sin el motor de mi odio, sin la puya ni
mi espuela en tus flancos y que si para reconciliarte con tus hechos necesitaras
mi odio o mi comprensión, los acabo de quemar, me temo que nunca los encontrarás en mí.
Con-pasión me alejo de este moridero. Respeto el lugar que has elegido y
las consecuencias de ello para ti. Agarro mi dolor y desprendo de él mi sufrimiento, continúo mi camino y con pasión te digo que no me das pena, que sólo
tengo claro que sabiéndome mi propio enemigo, necesito la compasión hacia mí
misma suficiente para seguir reconciliada con él. No te envidio.
Y siento lo que hago y lo que digo no lo siento; como compulsivamente se
escribe, o me escribo, en resumen amplio:
“Podemos sacarnos los ojos por un "quítame allá esas pajas", magnificar cualquier excusa que sirva para podernos reventar. Podemos
hacerlo. Quedarnos paralizados de medio cuerpo entre los dos guiones de la casuística pura, cortar el talón a aquiles por no aguantar el
tirón. Podemos prender el aguijón de la mecha, subsistir migajas,
capear temporales cortezas, hasta partir peras para tocarnos los
melones más y mejor.
Podemos enconar rabias, borrarnos de encima de la mesa, quitarnos
años a golpe y porrazo. Reinventar y dar la vuelta a todo lo invertido,
darnos por hecho y por sabido, levantar sordomudos muros de "no
hay nada que hacer".
Quizá, lo más fácil sin duda, sería batallar en dejarse deshacer, apretar la boca como puño cerrado y morir nuestro espacio por dentro,
para olvidar, traspasar o clausurar definitivamente el "nos". Si, ni lo
dudes, podemos contarnos que en realidad no quisimos, que ese
capricho se apareó con esa necesidad de dejarme querer. Que nos
confundió la noche, que no sabíamos qué hacíamos, que de lo dicho
a lo hecho sólo hay deshecho, que se nos acabaron las pilas y se nos
fundió el amor.
Podemos soldar recelos con miedos, complacer el vacío de estómago
con mil convincentes razones esotéricas, rebozarnos en la pocilga de
las culpas mutuas, hasta concluir que las apuestas en nuestra contra,
parcas agoreras sabias, tenían razón. Podemos repartirnos como discos libros y fotos: el tú para allí, al cajón de sastre, el yo por aquí en
el rincón del rencor. Darnos plazos insostenibles por el supuesto
bien del entorno, emborronar de coartadas de sacrificio nuestro
174
pavor... Cambiar el pecho, por la tetina de silicona verde mosca y
nutrir la ilusioria esperanza de despensas llenas de perdices ajenas
hasta rebosar. Hacer una desastrosa mudanza en tiempo de cambio:
Tú cargas con el armario al hombro, yo con el aparador. Podemos
patear el "érase una vez que se era" y caer de bruces en el colorín
"colorao" este cuento se ha "acabao".
Sin duda, ese sería alguno de los caminos, y...
Podríamos optar por los posos, por la tregua y el paseo, soltar la cincha de estos bueyes que en terca disyuntiva sudan para tirar del carro
con todos los "peros y sin embargos", con la amargura de lo feo, de
todo lo que no fue. Podríamos poner manos a la obra en lo más duro;
aceptar sin pelear ni pestañear lo más íntimo, lo más nuestro: nuestro intransferible dolor.
Podríamos decidir por creer en nuestra poca fe y apurar nuestro
invierno, y contando con el frío adoptar este deshielo huérfano.
Esperarnos de vuelta con la luz encendida y echar a la espalda el
petate de razones y orgullo y... por si acaso, incluir en el hatillo: linterna, leche, tiritas y dos mantas de más.
Me pregunto si quizás, de esa manera, se abrirían opciones como flores de loto, me pregunto si arraigados a nuestro fondo, al menos, no
nos robaríamos a la memoria de lo nuestro ni un ápice de lo que para
cada uno de nosotros sí hubo, sí estuvo, sí fue.
¿Se nos gastó el amor de tanto no usarlo o simplemente ocurre que,
por usarlo, se oxidó?
(Hoy me he dado cuenta de lo inútil de pretender empujar aguas
para que sean ríos; a veces las aguas fluyen sola o se estancan en
pantanos turbios y a su ritmo entre las piedras como alían afluentes con pasiones, es consecuencia de sus maneras el cómo se acercan, bifurcan o evaporan, como llegan o no llegan a ser... mar)”
Argiloa.
XLIII
MOTIVO DE AUSENCIA: OVERBOOKING
Sabe que es Viernes porque el tirón de los tendones en sus hombros, la
presión de la base del cráneo, su dolor de cabeza se lo indican. Argiloa se lleva de
nuevo al masaje que le espera como quién ve al fondo un chiringuito cuando
acaba de atravesar un trecho de desierto, se abre la puerta, el masajista despide
al cliente anterior, ella entra en baño y en pocos minutos se vuelve a ver extendida sobre la camilla. Una caricia suave sobre la espalda le sobreviene junto a un
escalofrío.
- ¿Estás bien cariño?
Su mente se niega y deshecha de inmediato de su cuerpo su sensación de
incomodidad mastica la flema que su palabra cariño ha dejado en su oído...
175
- ¿Estás tonta?, ¡Argiloa!.
A los pocos segundos nota cómo el masajea su pie y va ascendiendo por
su pierna, con los ojos semicerrados percibe el toque diferente, más caótico,
menos profesional, se deja hacer mientras se lucha por dentro inquieta, las
manos extrañas, como implantadas ascienden por su pierna izquierda hasta su
ingle, poco a poco empieza a presionar, a buscar como goloso en llamas, con los
dedos lo que ella quiere interpretar como tendones en la zona inguinal, la zona
de masaje se va extendiendo, borrando los límites razonables, se inicia en ella un
rastreo mental, la rapidez es tal que ni siquiera es capaz de detectar el lugar en el
que se encuentran esas manos, percibe el descontrol se escucha rezando: “que
encuentre pronto la tensión que busca, por el amor de Dios”.
Se asusta, incrédula comenta su incomodidad, le pone a propósito nombre con frases quejido:
- ¡Me haces daño, no me gusta!, no sigas por favor.
Para entonces todo se le antoja demasiado, la música hoy de CD es demasiado íntima, la habitación demasiado oscura, el continúa haciendo oídos demasiado sordos y le escucha balbucear algo semejante a un demasiado inconexo
- Tú a tu puto pedo, date la vuelta
- Pero...
- ¡Date la vuelta ya!
Levanta la camilla con un mando y un par de almohadas bajo su cuello.
Coloca una mano sobre su pubis, otra sobre el pecho, le mira fijamente y es
entonces lo ve todo con meridiana claridad; no sabe si está bebido, si se ha metido algo por la nariz por las venas o por el culo, lo que sabe a ciencia cierta es que
lo que está pasando no es lo que debería suceder.
- Mejor lo dejamos para otro día, no me siento cómoda, no estoy relajada
- Shhh, déjate estar...
- No estoy tranquila, no te veo como siempre, algo te pasa y no me gusta nada
- Ábrete...
- No puedo, ¡te digo que no puedo!.
Él coloca una toalla sobre su torso desnudo, sus gestos son teatrales, hace
esfuerzos por dar a sus toques un aire profesional, cierra los ojos y pierde la vertical, se da cuenta de que la situación se le está yendo de las manos. Una mano
descansa sobre el pubis otra entre los dos pechos que ella mantiene candados
cubriéndolos con sus propias manos.
Se repite de nuevo como pasando la mano por el lomo del lobo
- Mejor lo dejamos para otro día, no sé que me pasa..
De un salto baja de la camilla, aliviada corre a ponerse la ropa tras el
biombo, tarda en vestirse lo que distancia un trueno de un relámpago, le deja el
dinero sobre la mesa, una vez más opta por pagar con dinero el poderse marchar,
balbucea algo parecido a cita para otro día, a lo que él en un aire triste, casi sensato, como componiéndose contesta.
- Mejor que llames tú otro día, prefiero así.
- Muy bien.
No hay acompañamiento que valga a la puerta, sin dar tiempo a nada más
se precipita y la abre con avaricia de par en par, cuando sale, como de toriles, se
176
encuentra de bruces con la luz mustia de la tarde de otoño, se escucha de fondo
la música de las fiestas del pueblo, le tiemblan las piernas, se siente imbécil,
pequeña, sola, y sobre todo de nuevo bañada en las conocidas aguas de la impotencia.
Ríe, llora, mezcla imágenes pasadas con hipotéticas, ¿qué hacer con lo
que no ha hecho?, ¿dónde meter la patada que no le ha endiñado en todo el estómago o en sus sacrosantas partes?, ¿a quién llamar?
Con el cielo creado por ella hecho trizas en el suelo, su desilusión, su balneario, su lugar de alma profanado, su templo saqueado arranca el coche y lo
dirige sin rumbo por la decepción activando los limpiaparabrisas aunque las
nubes esta tarde son las únicas que no llueven. En el parabrisas se activa la pantalla en la que se refleja, en imagen de futuros, la película que puede suceder:
- Buenas tardes, mire, vengo a denunciar que me ha tocado mi masajista
- Muy bien señora, pase al departamento de tilas y tómese unas siete
u ocho y después más serena vuelva por aquí a escucharse relatar
semejante gilipuertez.
- Pero es que no me entiende, ¡me ha faltado al respeto, me ha metido mano abusando de su situación profesional!, estoy segura de que
había bebido o tomado algo,
- Ya, ya seguro que le buscaba los ganglios de un modo diferente a
otras veces.
- Si,
- Sí, sí, claro que sí, y a que no había nadie en la sala que pueda atestiguar lo que comenta...
- Si, no, que sí estábamos solos, quiero decir que no había nadie,
- Ya...Y tiene alguna señal física clara de agresión, algún corte,
- Tendré que esperar unos días para ver si sale el cardenal...
- Muy bien, mire, pues cuando le salga, si es que le sale, vamos a
hacer una cosa... dele recuerdos a toda la curia cardenalicia de nuestras partes, oiga... y mire, como consejo, de ahora en adelante vaya a
una masajista, una mujer, pídale certificado de penales y hágale la
prueba del algodón para asegurarse de que no sea lesbiana...
La impotencia le hace reflejar situaciones ficticias en un humor negro que
no se aleja mucho de la posible realidad.
Y da lo mismo si eres hombre, si eres mujer, la cuestión es otra. ¿En qué
ventanilla se denuncian los abusos que no dejan huella externa?, los que rozan y
manosean, los que no penetran rasgan y llagan, la mano del padre que restriega
las tetas de la hija cuando se sienta sobre sus rodillas buscando un beso del cariño de padre, la mano que hurga cuando echa crema en un culito escocido, la
emite señales libidinosas que el otro percibe y registra, ¿dónde se denuncia la
intuición de que uno está siendo agredido? ¿dónde el asco?, ¿dónde se denuncia
el casi, casi?
- Usté se ve aquejada del mal de la hipersensibilidad, según datos
objetivos no hay daño, no sangra, no supura, para ser tenido en cuenta uno debe ir con la vagina rasgada bajo el brazo, con la prueba contrastada de ADN del individuo en cuestión, la barra con la que te
177
pegó el golpe en la cabeza con las huellas impresas del agresor, hay
que presentarse sin lavar, con todo el asco del mundo encima, con
una bolsita en la que se hayan depositado las muestras de debajo de
las uñas que deben probar haber arañado mucho y bien para defenderse, en ese caso si se llevan las uñas arrancadas mejor que mejor.
Ande, métalo en el saco y tire p´alante, no se me haga la especial
El sonido del proyector sigue escuchándose
- Buenas noches, vengo a denunciar malos tratos por parte de mi
señora, mi vecino, o por parte de aquella dependienta, que me ha
metido mano a la bragueta apoyando la otra en el culo mientras me
cogía el bajo del pantalón.
- Póngase en la cola, por favor siéntese allí, entre allí el que viene a
denunciar al vecino que le acaba de magrear y la que viene a denunciar a su profesor particular, le aviso que tendrá que esperar un rato
vamos atendiendo por orden de preferencia y gravedad, estamos con
el que acaba de abrir media acera con la cabeza de la que era su mujer
y estamos buscando el presunto apéndice de un presunto caso de castración por parte de una presunta señora a su presunto compañero
sentimental...
Se imagina sentada en la comisaría, escucha diálogos de diferentes
pacientes o clientes de la misma, escucha tan muda como la "h" común de "hiel"
y "humor"
- Mire usté, la mató pero poco, lo hizo con poca alevosía y como era
de mañana lo hizo sin nocturnidad, movido por unos traumas infantiles que le han torturado al pobre... que bastante tiene...
- Mire usté, la violó pero con la puntica, además llevaba minifalda,
era muy de madrugada y eso es un atenuante claro y no debe olvidar
que cuando terminó le pidió perdón.
- Mire usté abusó de ella pero no hubo mucho trauma, los daños no
parecen ser serios, los niños se recuperan de todo, seguro que dentro
de unos años se le olvidará. Y si a los dicecipico se despierta un día
recordando... tese usté tranquila que para entonces el sistema de
seguridad social seguro que a este paso contará con un departamento de sicología y psiquiatría de una gran calidad.
- Mire usté abandonó a sus hijos y a su marido y los dejó en la calle
pero lo hizo por amor a otro que le quería mucho, a rabiar...
Argiloa aparca su coche en una calle cualquiera, casi sur-surrealista.
Echa de menos, de nuevo, a los relevos de la mosca que le acompañaba
cuando quería cerrar capítulo; de repente mira la foto de otra manera: ¿será que
las moscas hoy en día están pluriempleadas?, ¿no dan abasto?, ¿huelen olores
más penetrante a pútrido en otra parte?
No lo duda.
Ella, hoy en especial, disculpa a la mosca y apuesta la poca fe que le queda
en que el motivo de su ausencia es: overbooking.
178
XLIV
ENTRE LOS “EN COMPAÑÍA” Y LOS “EN SOLEDAD”
Son las siete de la tarde, hora puente entre el despertar y la cena; una
hora tonta en la que uno puede jugar a hacer sombras con las manos, sobre una
pared: ¡mira, el perrito, la paloma, el conejo!, juego de niños, sol en una tarde
de verano...
En otoño es diferente, otoño es estación puente, las siete en otoño es la
hora de la inflexión. La línea meridiana que separa lo cotidiano externo de lo
interior, es la hora en la que a la luz no le queda más remedio que ceder, en la
que se percibe que el pulso va a ser ganado por del reino de las sombras, el tono
ya no es de juego, es más cariacontecido, Las cicatrices sobre la pared a la luz del
atardecer saben a uno de Noviembre, a sombra chinesca, anteceden a luna y suenan a catana y a búho, a ramas con cartílagos y nudos, a corrientes internas de
liquen y lodo en un río revuelto sin ganancia, un río pecador. Su tacto es rugoso, como el saco que llevamos cargado a la espalda, nos sitúa en el vientre de la
ballena, nos coloca en esa exacta posición de dusk, de twilight para que las cosas
a-parezcan y se perciban desde otras distancias y no sean tan claras. Es la hora
del menos lobos, del guiño alternante de un ojo al otro, la hora del entremundo,
en la que los brazos se saben solos y pesan más.
Dusk, twilight, le fascinan ambas palabras en inglés, sin saber por qué es
en ese idioma donde lo gris, lo sombrío parecía encontrar su sitio, probablemente condicionada por la asociación de ideas con el apellido de Dorian Grey, con
Jekyll y Hyde, el Frankenstein de Mary Shelley, con el smog, mezla de mítica niebla y polución que se agarraba al Támesis en las mañanas ya más que frescas que
anteceden al invierno. Probablemente por considerar a Londres como una de las
ciudades más masculinas que conoce, lo asocia directamente con el traje de rayas
diplomático, con la magnética atracción a lo desconocido.
Imaginó uno de los cuestionarios que le hubiera gustado hacer un día y
que hasta ese momento no se había dado ocasión. Uno cuenta con reseñas desperdigadas de las biografías de las personas por las que se rodea. Uno cree conocer al otro, cree saber y almacena datos; cuando se le cayó el primer diente, cuando comenzó a andar, la edad aproximada en la que se dejó de hacer pis en la
cama. Uno indaga en detalles como la edad del primer beso, edad del primer trabajo, del primer amor. Compone la película de la vida del otro, mira algo, escucha poco y saca conclusiones: “ésta tiene cara de x, aquel pintas de c”, y parece
tocar puerto final en el punto en el que empezamos a relacionarnos
- ¡Socorro que vuelve la niña er turre! Si vas a meterte en fregaos quiero que
hablemos, quiero estar por aquí...
- ¡Desconocemos tanto! No nos damos permiso para preguntarnos, derivamos en
muchas ocasiones la necesidad de preguntarnos por la de preguntar a quién
tenemos delante, o al lado, en frente para protegernos preguntamos con una profundidad que nos llegue a los tobillos y no suba ni un milímetro más,
- Pues claro, ¡no te fastidia! ¡no vaya a ser que nos pillen o, peor aún, que nos tengamos que contestar! ¿desde dónde las preguntas?, ¿a qué viene la pregunta?
- De nuevo complicado. Tengo una sensación contradictoria hacia ellas, siento un
179
claro repelús por preguntar ciertas preguntas con una fuerza equivalente a la
pasión que me llevaba a no dejar de preguntarme.
- ¿Sobre qué preguntas y te preguntas?
- Espera, vísteme despacio que tengo prisa, a ver... me disgusta la pregunta de
puertas afuera, la pregunta abrelatas o sacacorchos, no soporto la pregunta que
inquiere, rompe y rasga y olvida que el corazón tiene una puerta que se abre por
dentro, la que mandona exige una autoexposición del otro que ella misma no da.
No me gusta la que pretende meter el dedo en el ojo del huracán ajeno, es otra
cosa...creo que la cuestión está entre Preguntar y Preguntarse. El riesgo y el reto
que supone para uno conocerse darse a conocer, unido al entrar en el conocer al
otro.
- Argiloa ya estás con tus puntilloseces, ¡si ya te digo yo! ¡no teníamos que haber
comido quisquillas!
- Calla, calla, Preguntar me suena a inquirir, averiguar, sonsacar, curiosear
- Pues, Preguntarse a averiguarse, aclararse, examinarse, inquirirse, investigarse, curiosearse, ¡no me digas que es lo mismo por favor!
- La verdad es que no... y qué preguntas nos hacemos Argiloa, ¿cuáles serían?
- Pues en principio mis preguntas hacia otros partirían de un claro “me pregunto”, al cual añadiría el interés personal por mi pregunta, algo así como me gustaría saber de ti y me ayudaría conocer...
- Tú eres consciente de lo hortera patatera que puedes llegar a parecer ¿verdad
chatina?, quiero decir que uno no va por la vida diciendo frasecitas como la que
propones, maja... ¡menudo tono de plástico!, se te quedaría mirando el personal,
¡sin duda preguntándose qué plantita te habías fumao! Aunque ahora que lo
pienso, eso no sería para ti mucha novedad...
- Que siiiii, ¡pero mira que te pones borrega a veces con perdón por las corderas!,
intento hablar de otro modo, en otro lenguaje, en otro nivel, ¡joé! Intento poner nombre a las preguntas que nunca hice, las que me hubiera gustado hacerme y hacer.
- Vale, vale mujer, no te me pongas así, yo me pregunto y te pregunto para saber
si sigues manteniéndote cuerda, dicen que el cerebro de ser ejercitado da mucho
de sí, las zonas que no se estimulan se anquilosan, y también existe a la vuelta de
la esquina el peligro de pasarse de rosca, en darle demasiada cuerda, vaya a ser
que te pase como a tu padre con los tornillos, que los trasrosques uno tras otro y
acabemos ambas gagás... pero...mira me tienes intrigada, oye, me pregunto cuáles son esas preguntas
- Tú lo has dicho
- ¿Cómo? ¡A mi que me registren!
- ¿Cuáles son tus preguntas? Esa sería mi respuesta...
- Pero mujer concretiza un poco, mejor dime ¿cuáles son nuestras preguntas?
- Esa vendría después... una vez que hubiera camino común...
- Ya estamos, contigo no hay quién pueda, me aburro cuando te pones tan metamegafílotosica, ¿cuáles son tus preguntas para el otro, Argiloa?
- Todas las que me hago a mí misma... ¿A qué sabe mi sombra? ¿cómo diferenciar la maldad de la bondad excesiva, ¿cómo distinguir los elementos masculinos
de lo femeninos, los educacionales y los esenciales, los que vienen con nosotros
al nacer? ¿cómo discernir ego de sombra?
180
- ¿Cual es el sinsentido del sentido?,¿cuándo ocurre la pérdida?, ¿hacia dónde
vamos?, ¿quién puede plantearse esa pregunta?, ¿cuál es la linde entre el amor y
el desamor?, ¿cuánto de impuro debe coexistir en nosotros para que la vida se
pueda dar?
- Complicado... supongo que es cuestión de ir haciendo limpieza general hasta
que todo esté en orden, todo en su sitio,
- ¿No es esa una de las mayores tentaciones en la que podemos caer?. ¿Qué perdemos organizando? ¿A dónde nos lleva la carrera por la perfección?. ¿No será
momento de recordar la frase: "Agua pura no cría hay peces"?... no existen los
microorganismos necesarios para generar vida, en nuestra agua tiene que haber
impurezas, encuentras riqueza en la contradicción, en la ambivalencia, en la cantidad de preguntas sin respuestas, creo que fue Jung quién dijo que prefería ser
"un individuo completo antes que una persona buena" ¡no podría estar más de
acuerdo!. ¡El que me de tanto yuyu la bondad debe provenir de que temo a la vida
aséptica más que a un nublao!. ¿Cómo diferencio lo que me parece siniestro de
lo que realmente es siniestro?¿Qué es el mal para mí? ¿Qué es el mal arquetípico? ¿El hecho de moralizar aleccionando sobre el mal no es ya en sí mismo una
sutil forma de sucumbir a él?
- ¿Y como respondes a todo ello?
- Las respuestas no me importan tanto, cada uno busca y se construye en las
suyas, el tema está en preguntarse o no preguntarse, en ese quehacer radica todo
¿no? Hay tantas respuestas como seres preguntándose, cada una diferente a otra,
con un hincapié en determinados aspectos en cada caso disímiles, disparejos,
dependiendo de la experiencia del mundo y de las cosas, de la sensibilidad con la
que uno cuente, nuestro único modo de mirar para ver el mundo es a través de
nuestros ojos internos y externos. De ahí la riqueza al abrirse a otros mundos, de
la capacidad de humildad de cada uno, de la disposición que uno tenga a la hora
de preguntarse y preguntar. De ahí la maravilla del poder ampliar hasta el infinito nuestra visión de las cosas, nuestra posibilidad de cambiar, de avanzar.
Nuestro cuerpo permanece en continuo movimiento, como el mundo, el universo, en cambio encadenado, ¿es entonces posible parar?
- Como sigas por esta vía, Argiloa, mal vamos ¡que te he pedido un par de preguntas, no la recopilación guía de preguntas mundiales!
- ¿Estamos dispuestos a dejarnos mojar por lo que escuchamos?, ¿dispuestos a
confrontarnos o confortarnos con las imágenes que recibimos de nosotros mismos desde el exterior cuando no coinciden con las propias? ¿Escuchar nuestros
lapsos verbales, esas aparentes meteduras de pata? ¿nos atrevemos a investigar
en nuestro sentido del humor hasta poder llegar a reirnos de nuestra sombra,
nunca mejor dicho, ¿tener en cuenta los mensajes que nos auto-enviamos a través de nuestros sueños? ¿Nos atrevemos a desvelar nuestras proyecciones?
¿Somos capaces de mirar de frente a nuestra mediocridad? ¿Cómo gestionamos
nuestra vergüenza, nuestro odio, miedo, orgullo, envidia, nuestra avaricia, rechazo, pereza, egoísmo? ¿Cómo nos movemos entre el sentimiento de inferioridad y
el ansia de poder? ¿Podemos convivir con nuestros olores, con nuestras cegueras
y sorderas, con los límites que la naturaleza nos impone? ¿Qué hacemos respecto del yo perdido, con el tarambana, el disoluto, con todo lo que ha ido quedan181
do por el camino por ser políticamente incorrecto? ¿Somos conscientes de la
fachada que el falso yo se ha ido construyendo por esa represión, por la falta de
una satisfacción adecuada de nuestras necesidades? ¿Qué hacemos con el yo del
que renegamos porque no nos gusta ni n pelo, ese que generalmente coincide con
el que mordazmente criticamos en actitudes de otros? ¿Cómo separar lo mío de
lo tuyo, de lo suyo? ¿Cómo responsabilizarnos de lo que nos toca? ¿Nos ocupamos de nuestras corrientes internas? Según el Tao el agua prefiere los lugares
más bajos.¿Cómo nos relacionamos con la parte inferior de nuestro cuerpo, con
nuestra pasión, con nuestras carencias, con los tobillos y las plantas de nuestros
pies? ¿Cómo leemos nuestras enfermedades? ¿Qué entendemos por respetarnos? Qué parte de nosotros la hemos hecho consciente? ¿Cuáles son las resistencias que nos ayudan e impiden permitirnos ver? ¿Cuál es la herencia verbal y no
verbal que traspasamos a nuestros hijos e hijas?
- Ahora sí que sí, creo que ha llegado el momento de comunicarte que acabas de
despegar por la pista trece y el temido momento empieza a sucederse. ¡Estás para
atar! Al menos has parado un poco...
- Lo justo para respirar, esas serían algunas de las preguntas a bote pronto de
uno hacia sí mismo, de uno hacia el otro, ¿y del mundo animal?, ¿del vegetal?,
¿no te surgen millones de preguntas que hacer al mundo inanimado? Una piedra
de basalto o una de mármol no tienen nada que enseñarnos, nada la pirita o el
mercurio, nada la sal? No sería la imaginación, la literatura, las artes todas un
medio esencial creado para poder seguir preguntando a todo aquello que existe
y por el mero hecho de existir es digno de ser preguntado y aprendido? ¿La ciencia en sí, las artes, no son el paradigma de todo lo preguntable? ¿No simbolizan
la mirada inconformista, la trasgresión, el querer ir más allá, no es el arte de
alguna manera otro tipo de filosofía, de religión?
- ¿Las preguntas no acaban de ser las mismas, repitiéndose a través de los tiempos?
- ¿No crees que no hay nada estático? ¿Qué nos movemos dentro de la más absoluta...
- ¿Relatividad, parcialidad y subjetividad? Pues si...
- ¿No te parece que ese tipo de preguntas nos salvan de la ilusión de lo estático,
que llevan consigo la grandeza de la duda, del desconfiarse a sí mismas para
avanzar?
Argiloa se pregunta el para qué detrás de cada pregunta y si es su propio
temor a encontrar respuestas que la defrauden lo que la lleva a la compulsión del
no poder parar de preguntar...
- ¿Qué pensamos cuando no estamos pensando en nada?. ¿Cómo el modo en el
que nos pensamos en nuestra vida y nuestra muerte determinan por acción y
omisión los acontecimientos venideros?
La luz cerrada a cal y canto se deja ver por la ventana, llueve mullido en
la calle, el charol del pavimento refleja la luz de las farolas en turno de noche, y
una sensación metálica de vacío se mastica entre sus labios. Argiloa echa de
menos otras dos piernas balanceándose al borde del mismo vértigo, mientras
como siempre, la noche se reparte a escote entre los "en compañía" y los "en soledad".
182
XLV
MARÍA ARGILOA
- ¡María Argiloa! ¡Dichosos sean los ojos!
Tal expresión sólo podía proceder de alguna tía carnal del pueblo, Argiloa
cree que en este caso, como en muchos otros, la denominación más adecuada
sería la de carnívora. Gira sobre sí misma, despacio, con el gesto en su cara de
quién abre un paquete regalo de boda y se encuentra con una cerbatana jíbara
de "extrema" utilidad.
- Holaa, tía, ¡cuanto tiempo!, ¿qué tal estas? Te veo bien...
El “te veo bien” es instintivamente seguido por un rascarse la nariz para
asegurarse de que el efecto pinocho es algo que ocurre sólo en los cuentos.
Conocía el gusto de su tía por, llamémosle, las tertulias; su regusto morboso por
la excavación en el detalle unido a su infumable ingenuidad, no le eran ajenas
esas mortíferas reuniónes en torno a la mesa camilla de su casa, donde uno a
una caía todo el pueblo, copita de anís va, copita de anís viene... frente a su televisor a color, el primero del pueblo en llegar con un plástico sobre la pantalla con
diferentes tonos graduados, del rojo al verde cetrino pasando por amarillos violetas y azulado tornasol. El televisor, en murmullo continuo cumplía su misión
de ser el punto de atención tan puntual como necesario a la hora de cambiar de
tema: pues sí chica, vaya, vaya con mengana, si es mejor no añadir más...
mira,mira, mira, oye.. ¿y de citanita qué se sabe?
- Bien, bien, tú si que estás diferente, no sé, te noto algo distinto, déjame que te
mire, ¿y la familia?, ¿bien?, ¿tu marido bien?, no sé te encuentro algo... pero ¿qué
haces aquí y cómo es que tu marido no está contigo?, ¿no será que algo no anda...?
Tenía tiempo mientras esperaba al tren. Argiloa, no pudo, o mejor no
quiso evitar la tentación.
- La verdad tía, es que... bueno, la cosa no anda muy bien, me voy a Madrid..., al
especialista... él no sabe nada...
- ¡Pero qué me dices! ¿ves? Ya te decía yo que algo me olía.
- Pues déjame que te cuente, estoy siendo tratada por un equipo de expertos porque ... me lo veía venir tita, lo intuía, formaba parte de una de mis pesadillas más
repetitivamente angustiosas y lo he sufrido en silencio, pero hoy... no sé si para
mi bien, mal o regular,.
- Pero hija, ¡por dios!, ¿y eso? Me estás asustando...
- No te disgustes, tita, creo que ha llegado el día de contarte confiando por
supuesto, en tu total discreción...
- Vamos, por supuesto, vamos a sentarnos en ese banco, pero sigue, sigue contando...
- Nadie más que yo es responsable de ello... recuerdo que comencé por soltar un
taco un día, por saborear la sensación del salto a la prohibición, las señoritas
esto, las señoritas "pepis" aquello, las damas no blasfeman decían las monjas,
pues... ¡al carajo con las monjas, las damas y el ajedrez entero!, a partir de ese
momento se me desinfló la norma y lo celebré, lo confieso, tomándome un
Soberano, ¡sólo a mí se me ocurre! mira que el anuncio repetía que eso era cosa...
- De hombres, sí, lo recuerdo, eso lo avisaba muy claro la canción...
183
- Si bien he de confesar que dicho hecho me relajó bastante, no sería muy significativo si no hubiera venido acompañado de otros. El mes pasado, acontecimientos extraños empezaron a tomar lugar, primero esa conversación telefónica:
- ¿Puedo hablar con el cabeza de familia?
- Si, está hablando con la cabeza, dime...
- Disculpe pero no, me refiero con el hombre de la casa
- Ah, disculpe, niñooooooo deja el yoyó y ponte al aparato que un
señor quiere hablar contigo...
- Pero María Argiloa, hija, ¡si tú no tienes hijos!, eso no se hace, tus padres no
te enseñaron a mentir... y ¿qué te dijo ese señor?
- No le di tiempo a nada, colgué el teléfono sorprendida por mi propia voz,
- Avergonzada, claro, te entiendo
- Luego vino lo de la amable señorita recopilando datos para la tarjeta de su establecimiento de belleza o algo así
- Si, sigue mujer...
- Me preguntó eso de ¿Estado civil? Nunca entenderé para qué necesitan saber
con qué objeto, animal "u" cosa te acuestas para hacerte una tarjeta descuento en
un perfume.
- ¿Y qué le contestaste a esta?
- Le dije: Estado civil indeterminado, dependiendo del día...
- ¡Pero hija! Con lo modosita que has sido siempre, pero ¿y ella, ella que te contestó?
- Algo así como: perdone, no me he explicado bien, ¿señora de?... a lo cual contrarepliqué con: Nadie, ponga señora de nadie por favor.
La mirada patidifusa y el temblor en su mano al colocarse el mechón de
pelo que caía sobre sus ojos en el rostro de su tía le hizo pensar que estaba saliéndose de madre, con un gesto nervioso de su otra mano colocaba y recolocaba el
sonotone en su oído una y otra vez, le miraba a los labios con ansia golosa, ávida de
noticia que llevar al pueblo junto con la compra de chucherías en el mercadillo, las
ganas de diversión le pudieron más y le jalearon animándola seguir adelante...
- María Argiloa, tú no estás bien hija, mírate, si estás como sonámbula, te ha
hecho algo el ¿cómo se llama? Eso, el Hernán, ¿te pega?, ¿te da mal vivir?
- ¡Huy, tía por dios!, el pobrecito es un santo, ¡si supiera lo que está aguantando!,
pero espere tía, que sólo he hecho que comenzar...
- ¡Mi dedo corazón responde últimamente como autómata!, adquiriendo un estado erguido de elección por su cuenta, como si de un ente externo a mi voluntad
soltara un resorte, y de ahí a empezar a notar los primeros preocupantes síntomas físicos fue todo visto y no visto...
- Haces bien en ir a Madrid cariño, eso tienes que hacerlo mirar
- Una tirantez en el sacro, una pequeña descamación, dos nódulos internos,
pequeños, primero tamaño garbanzo de pedrosillo, para en cosa de nada aumentar a tamaño kiwi, dos, plácidamente instalados entre mi depiladita ingle...
- ¡Señor, qué disgusto! Por algo te veo tan extraña, tú no suenas como la de antes...
- He leído mucho al respecto tía, mira, dicen que el ser humano ha ido amoldando su constitución a las circunstancias a través de los tiempos, que nuestros
miembros se han ido atrofiando y adquiriendo mayor flexibilidad de acuerdo con
184
el uso y hoy, yo no tengo la menor duda de ello., desde que empecé a decir cosas
como "Tengo huevos para eso y para más", me encuentro en éste lío...
- ¡Hija!
- ... y me temo que ahora sí que los tengo, y su tamaño no tiene nada que envidiar a los las criadillas de un morlaco charolés
- Pues no se te nota nada, así a primera vista, claro está que con ese jersey largo...
pero oye,
- Si lo miro con atención y no exagero, debo admitir, que aún siendo incómodo
el verdadero problema no es ese, tía, es lo otro..., lo otro es lo que más me está
inquietando. Verás, comenzó a brotar, como si se tratara de una alubia germinando, una pequeña protuberancia que prometía llegar a ser tallo, pensé que era
algo así como el apéndice, luego quise convencerme de que se trataba sólo de una
pequeña hernia, pero me temo que no... Mis pantalones ajustados se han convertido en asustados pantalones, las cremalleras serpentean de un modo sospechoso, me es imposible enfusar todo este mondongo en el encaje del tanga
woman secret que me regaló Hernán, y me pregunto: ¿todo esto será por haberme empeñado en tirar p´alante del carro yo solita?, ¿un castigo divino por
haberle pedido a los reyes una caja de herramientas y haber aprendido a usarlas?
¿por fumar de vez en cuando un habano disfrutándolo? ¿ por apetecerme pedir
un whiskecito de ná de ciento a viento? ¿será por pretender decir quiero ó me
apetece? ¿por haber aprendido a decir no, o no me da la gana? ¿por no aceptar y
resistirme como una jabata cuando me colocan en lugares y situaciones que no
me convencen en absoluto?
- Si ya te digo yo, tanta liberación de la mujer, tanta liberación, ¿ves? Si es que
hoy en día os habéis pasado de la raya, estas cosas estaban por venir
- Cuando estuve a tiempo no supe parar, no pude controlar la mala uva, tía, no la
canalicé como es debido, no. ¿Habrán sido contagiosos los contactos con los
especimenes ibéricos más ibéricos del mundo mundial?. Créame tía cuando le
digo que llevo varios días que ya van siendo meses dando vueltas y vueltas, me
voy a volver loca.
- ¡Jesús, María Argiloa!, ¡no digas eso!, que esto seguro que tiene que tener solución
- ¿Será porque no doy grititos haciendo como que me escandalizo ante cualquier
mamonada? ¿o... puede que sea porque no me dejo salvar y menos a lo manso, o
quizás porque -¡maldito sea el tono de mi piel!- no me ruborizo lo suficiente? el
caso es que el apéndice crece, y crece en dirección a mi bolsillo derecho y no parece tener ni vuelta atrás, ni disimulo, ni mucho remedio.
- Pues sí que hablas raro, poco fino...¡Hay que ver qué cosas pasan hoy en día!
Esto en otros tiempos no pasa, así que te has vuelto transverti o marfrodita de
esos, tengo el aparato este del oído que me pita, a ver si lo llevo un día de estos a
la revisión y cuando se me queda sin pilas, oigo a trozos y me pone la cabeza
como un bombo...
- No lo se tía, una se vuelve loca anticipando el desastre total, las consecuencias
podrían ser lamentables, sabes cómo me siento cuando me veo con una bufanda de colorines vociferando improperios contra la pobre madre del señor de
negro en un partido de fútbol? Cuando me escucho relatando a las "amigotas"
185
sin pudor alguno los mismos "kikis fantasmas" una y otra vez... al menos me
consuela pensar que ya no hay servicio militar obligatorio, ¡que de eso al menos
me libro!. Me veo extendiendo el brazo para señalar un plato para decir esto es
mejor que lo "metamos" en la nevera antes de que "freguemos", ¡tía! ¡Que me
dejo la tapa del inodoro levantada, la ducha sembrada de pelos, la ropa despelujada por doquier? ¡con lo que a mi me reventaba eso antes! Me preocupan estas
locas ganas de empujar con la pelvis, tal y como va la cosa una se puede meter en
un buen brete porque digo yo... me lío con una ¡ya la he liao! ¡y si me lío con otro
vaya un lío!
- Dios mío qué situación , espera que las pilas de esto están fallando ¿Que decías
de que te empuja Elvis?, ¿qué tiene que ver Elvis Pelvis con esto hija?. ¡Huy!, que
sofoco, pobrecito Hernán, ¡lo que tendrá que aguantar! tal como estás menudo
un plan, ¡ya decía yo que era raro eso de que no tuvierais hijos!, ¡tanta modernidá, tanta modernidá!
- Créame cuando digo que ya sólo rezo para no darme el espectáculo bochornoso a mi misma de verme diciendo lo que el otro día "oye chata, mira lo que tengo
aquí... ¿quieres coger un patito por el cuello?"
- Siempre has hablado mucho hija, pero la verdad es que hoy ... bueno, pues
nada, que saludos a tus padres y a tu marido, el pobre, dile que paciencia, que
seguro que todo esto pasará.¡Mira que yo te decía que no dejaras a las niñas ni la
Nancy para jugar partidos de furgol con los chicos del barrio!
- Si, tía, una que es sicosomática perdida debería haberlo previsto, haber sido
más lista y haberos hecho caso y no olvidar que a veces se cumple el terrible dicho
de que tarde o temprano a la que madruga... dios le apoya...
- Pues sí, eso va a ser lo mejor, reza, reza mucho para que Dios te oiga y lo dicho,
saludos a tus padres yo me voy para cercanías que si pierdo este tren me pongo
en el mediodía y tengo la comida sin hacer, señor, señor, ah y María Argiola, tú
tranquila que no le diré a nadie que me he encontrado contigo hecha un obelisco cuando te vas a operar a Madrid por ser una perdida sicoasmatica y todo sin
que lo sepa tu marido.
XLV
EL TREN
Llegó al tren, se sentía todavía excitada, divertida. Se acomodó, zona
fumadores, vagón uno, asiento 3C. Se alegró de contar con la ventana, no sólo
por poder disfrutar de la mudanza en el paisaje sino porque sabía que llegada
cierta hora, la ventana le serviría de reflejo, podría contar con un espejo en el que
ver sus ojos en caso de necesitar echar mano de un cómplice.
El tren salió con algo de retraso; una señora "bien" de casa mal con un, a
su gusto, excesivo abrigo de zorra sobre sus hombros, hizo su entrada y cayó, cual
fardo, muda, en el asiento de al lado. Dio gracias al cielo por su mala educación,
el encuentro con su tía le había copado el cupo, no estaba su ánimo para intercambio de muchas más nadas. Dos monjas de la Caridad entraron en el recinto
con pálidas caras desubicadas, sus expresiones blanquecinas enmarcadas por la
186
toga del "nos hemos colao" para después de muchas vueltas, movilizar al personal y salirse con la suya, hacer el trayecto sentadas juntas. Una vez conseguido su
propósito, ambas se adentraron en un trance silencioso, cuasi místico, que no se
rompería excepto en tres o cuatro ocasiones para estar de acuerdo con la senadora de turno sentada enfrente, quién, haciendo gala de una sensibilidad, gusto
y discreción característica e inherente a su cargo, se ocupó de informar a todo el
vagón de su esencial apretada agenda signo evidente de su propia importancia
personal , en prioridad absoluta y especial para ella mismamente propia.
Supimos de lo dulzón de su perfume de marca que sonaba a cristo dio.
Se ocupó de aventarlo junto a las pulseras de oro en cada gesto histriónico de su mano, nos hizo conocer lo inverosímil, la apabullante falta de comodidades de la clase preferente del AVE a la que se dirigía. Sus quejas-exposición se
ocuparon de cubrir la primera media hora del trayecto, supimos de la importancia extrema de su viaje así como sufrimos con las repetidas e insistentes llamadas a su móvil de mil personajes sin desperdicio: Tiroriroriii" Si Pochola, cariño ahora no puedo hablar ya te contaré"... Tiroriroriii "Se lo haré llegar a tu
secretaría a primera hora vía valija" Tiroriroriii "Si, tata, el niño puede jugar
con la pleiesteision, pero por favor que esté acostado para cuando yo llegue",
Tiroriroriii, “ah, creía que no ibas a llamar nunca, ahora no puedo hablar,
luego te llamo, tonto que te va a oír,, mejor me llamas tú que éste hoy no está...”
¿La película en proyecto? Parque Jurásico III, ni que elegida a propósito
para la ocasión. Argiloa se colocó los cascos, algo de clásica le vendría bien...
En la malla del asiento delantero había colocado la prensa y un par de
libros. Habitualmente le mareaba leer en movimiento, al igual que no soportaba
que nadie, y digo bien ningún alguien le agitara con las manos la cabeza.
Uno de los azafatos -¿habría en el mundo palabro más horroroso?- se
acercó y le ofreció: La señora tomará ¿zumo de naranja, jerez, cava? ...con un
estudiado gesto de "normalidad" , ese gesto teatral de: yo hago esto un día sí y
otro también... sonriendo por dentro, y echando mano de un tono de voz premeditadamente seguro contestó: cava si es tan amable, (pausa), por favor.
Se encendió un cigarro, la jornada prometía... echó mano para ojear el
“Corsario de Ciudad”, su título le llevó directamente al guerrero del antifaz,
sonrió al mirar la foto en su portada, podría ser confundida perfectamente con
la imagen del Ché... Hasta hacía unos meses el autor era un mero nombre en la
estantería de otros, hoy, entre sus manos, su voz tenía una foto fija y móvil unida
a Yeray, unida a su lectura de “La memoria de los triángulos”, era como si
pudiera contar con más datos que añadir a uno de los vértices, uno de los que
más le habían subyugado.
Curiosa, como cotilleando abrió sus páginas, uno de sus auriculares se
desprendió de su oído, diría oreja, pero no debemos olvidar que estamos en clase
preferente. La senadora describía con todo lujo de detalles, -copa de jerez al airea las hermanitas de la caridad, su chalecito en la sierra, remanso de paz imprescindible donde alejarse del mundanal ruido y necesario balneario para acoger a
sus numerosas e importantes relaciones...
- ...hay cosas, que aunque una no quiera... ya sabe hermana... hoy en día es un
must estar bien relacionado...
187
Se recolocó el aparato, dio un trago y se levantó media copa, cigarro en
ristre, comenzó a intentar su lectura... demasiado para su estómago, mejor no
escuchar. El aséptico azafato volvió a hacer aparición por detrás de ella haciéndole dar un respingo,
- ¿La señora tomará la cena?
Sin esperar respuesta, por lo obvio, le alargó el menú, "ensalada de crudités Biarritz aderezada con aliño mediterráneo... Lasagna de carne a la boloñesa guarnecida con ralladura de jamón cocido, queso y perejil, pastel Alaris
soft rock...". No pudo evitar, una vez más, reír por dentro, le fascinaba la forma
que tenían ciertos restauradores de llamar a las cosas, unos óvulos de pularda
con frutos de tubérculo de la tierra bañados en jugo impúber de cosecha de
olivo... todo ese circunloquio para decir en lenguaje de barrio.. huevos fritos con
patatas. Per, al menos, sonaba bien... le gustaba la música en las palabras... más
incluso que en ocasiones la propia música, sobre todo la proveniente de los restos de los cascos de las dos jovencitas sentadas en el asiento posterior, quienes se
las apañaban de maravilla para beber unas cocas, echar un cigarro, mascar chicle, escuchar los truenos y relámpagos del último grupo más "in", suele éste coincidir con el de denominación más irreverente como "ladillas en las patillas", así
como, por supuesto, mantener una fina conversación monólogo interruptus
- Tía, te lo juro tía, osea, cuando le vea le pienso decir de todo, ¡qué cebrón!
- Esto tiene que estar te keich in de breich...
Se levantó y se dirigió al servicio, una vez dentro se dio cuenta que el libro
seguía pegado a su mano, volvió a hacer uso de la sonrisa que tan frecuentemente le acompañaba, lo dejó encima del lavabo y en un gesto muy suyo, como si
alguien estuviera grabando la escena, en un guiño hacia ella misma también volvió la portada boca abajo con la foto de su escritor diciendo en voz alta... querido... no en nuestra primera cita...
Se lavó las manos y al volver a su asiento la siguiente azafata pasaba con
una bandeja ofreciendo: ¿la señora acepta una toallita húmeda?, irresistible la
oferta aunque sólo fuera por no sentirse rechazando un epíteto tan sugerente...,
algo que parecía pedir un no gracias, la señora viene lo suficientemente húmeda
de casa.... con una sonrisa por la picardía interna lo cambió por: pausa "efectista", coma, “muy amable gracias”.
No acababa de haber encendido un cigarro cuando la re-vuelta de la azafata bis volvió a sorprenderle: su toallita húmeda si me permite la señora...;
empezó a impacientarse con tanto tiquismiqueo... tenía todavía horas por delante, tenía una cita inconcreta con un autor, tenía hambre, cansancio, sentimientos encontrados y encantados por dentro... y el hormigueo de tanto señora le
daba la sensación de que empezaba a rayar en el pitorreo. La bandeja con la
cena hizo aparición por encima de su cabeza, la sombra arrebujada a su lado se
movió, alguien debió haber dicho: ¡espíritu manifiéstate!
- ¿Bollito de pan blanco o integral señora?
- Integral si es tan amable, por favor.
¡A ver quién osa pedir blanco en primera!, antes de que volviera a preguntar Argiloa se permitió decir con una sonrisa...
- Y esta señora tomará de beber, vino tinto por favor...
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El diálogo que imagina para continuar hace que asome un pícaro brillo en
su pupila izquierda...
- Tome...
- Traiga...
- Gracias...
- De nada...
- A usted...
- No, que va, mujer a usted más...
- Pues a usté infinito más infinito elevado a infinito más uno...
Para concluirlo, fantaseó con un :"¡hala bonita que ya te puedes ir
durante un rato a echar un cigarrito y unas risas!, ya has repartido el racho al
personal"·
Dio buena cuenta de su ensalada básica de nombre exótico aliñada con
aceite y vinagre, eso si, puros de oliva y de jerez respectivamente... comió con
ganas y hasta con cierta prisa, abrió la mini botella de rioja, saludo a la lasaña y
dejó el postre sin tocar, en un gesto de coquetería y de lujo...
- ¿la señora tomará café?
- No, gracias... infusión, por favor
- Tenga
- Gracias muy amable...
Parque jurásico III....
La senadora interrumpió su soliloquio pidiendo otra sospechosa botella
de vino con gesto de garçon silvuplé, muchísmo más in que el tópico: disculpe,
dónde vas tú a comparar.
Argiloa se recordó entonces con nostalgia los trenes de antaño; los de
vagones con pasillo y compartimentos, las fotografías en blanco y negro, los
asientos de escay, reventados. Los trenes llenos de soldados que iban a una inútil
mili que hoy echaba de menos, aquella señora con la cara regordeta y sus tres
niños, uno con mocos dos despeinados. La fiambrera con lacón con grelos, la
botella de vino con el corcho... la bota... los bocadillos envueltos en papeles
variopintos, de revista..., de periódico...,"embumetidos" en una socorrida bolsa
de plástico, esos bocadillos que sobrevivían mareaos y blandos a la bolsa-preservativo, que salían con la legua fuera, asfixiaos... echó de menos la conversación de tren-tren, la botella de agua, caliente, por supuesto, comprada por la
ventanilla
- ¡A doblón, cómo abusan !
- ¡No hay derecho!
- ¡Desde luego!, y usted que lo diga...
El traqueteo del tren... el sonido de los postes-tes-tes-tes... echó en falta
el olor a hollín, la negrura en las narices al llegar a casa, el WC con un inencontrable pedal... la cruz roja tachando el dibujo del grifo y el no potable... los petates encima de los soldados aburridos, desmadrejaos , en desparrame por los
pasillos, aquellos viajes eternos de cuando uno sabía que salía de viaje y no sabía
más. Cuando una no sabía con exactitud hora de partida ni hora de llegada, ni
siquiera tenía asegurado llegar. Tiempos cuando una viajaba y todavía tenía la
ilusión crujiente, recién salida del horno... aquellos tiempos...
189
- ¿La señora ha terminado?... ¿retiramos su bandeja?... ¿tomará otra infusión la
señora? -mirada, sonrisa- ¿se encuentra bien la señora?, la veo algo verde -sin
palabras que mejoraran el silencio...El tren para en seco, con una brusquedad insultante, violenta. Varado
entre dos estaciones, como si alguien o algo le hubiera dado un bofetón en las
narices de todo el vagón locomotor, como si un algo externo a él poniendo un
veto de mano sobre su cara le hubiera dicho: así tú no, tú así no pasas, no te
permito seguir así, porque lo digo yo. Las miradas corren de ojos en ojos. La azafata deja colgado su “...ñora” en el aire, las monjas hablan en inteligible por primera vez entre ellas, la política calla y parece rezar, las chicas se han quitado los
cascos del discman y su mascar chicle se hace más lento, más concentrado, algunas maletas caen por su peso y el susto, fuera, la oscuridad aprieta los labios y no
suelta ni prenda.
- Señores pasajeros, rogamos disculpen y mantengan la calma, nos vemos obligados a hacer una parada no prevista por dificultades técnicas de intercomunicación. Rogamos que durante el tiempo en el que estemos parados se abstengan
de usar los sanitarios. En breve reanudaremos la marcha. Gracias.
A los pocos segundos, ¿o son ya minutos?, un tren cruza por delante como
una exhalación de látigo, su chasquido de luz interfiere haciendo parpadear la
iluminación de su tren y muestra la imagen segmentada de una Argiloa perpleja,
en desasosiego, saca un cigarrillo buscando calmar su pulso y recobrar su sitio de
dama entre las piezas del tablero de ajedrez.
- ¿Dónde estoy? ¿Dónde están ellos?
XLVI
BLACK OUT TOTAL
Como ratón el laberinto, se siente personaje, palpa en sus carnes cómo
todo lo que le rodea, bien por acción, bien por omisión, la condiciona y hace que
tire por esta vía o esa otra, que baje en unas estaciones y omita otras. Como
quien, al entrar en los cuarenta, necesita volver al vagón de cola a saludar al
coche en el que colocó a su primer amor, se inclina y extrae de la redecilla del
asiento su ejemplar manoseado, subrayado, y ésta vez, se trata de “La memoria de los triángulos”.
Se da cuenta entonces de cómo en numerosas ocasiones ella, minúsculo
laboratorio representación de ser humano, utiliza, incluso con la inconsciente
bondad del sin pretenderlo, aquello que encuentra, se trate de persona, situación,
cosa, poco importa, todo con lo que se topa en su camino es deglutido y asimilado
para su propio beneficio, la tendencia de olvidar y dar por hecho, la necesidad de
recordarse constantemente. Como si hubiera convertido su amor de adolescencia
en su pareja de cohecho, se siente injusta y prepotente, humana,... y le habla como
quién al tiempo de su muerte se acerca a la tumba de un ser querido. Como si esa
conversación-reconocimiento siempre pendiente con los padres una vez que uno
se ha hecho mayor, esa deuda que uno paga con el olvido de agradecimiento de
sus propios hijos pocos años después, se llevara a cabo en medio de un campo
190
- Tú todo el tiempo aquí, a mi lado, yo metida en el yoyó de mis entrañas. Como
si una vez leído, ya exprimido, no tuvieras otra función más que la de ocupar un
lugar en mi estantería o en mi memoria semántica, un mero nombre en la lista
de agradecimientos al recoger un premio que ni siquiera por justicia me correspondería a mí.
Se siente como quién después de haber disfrutado de la compañía lozana
de un cuerpo terso, nuevo, sensual, en el que irse descubriendo, se lo hubiera
bebido de un trago una noche de fiesta, vampirizando su cuello, extrayendo de su
yugular la savia y dejándolo a un lado seco, arrugado, acartonado, yerto.
Su relación con la memoria había llegado a un punto cenit, a un momento supremo de olvido: ahí te quedas cariño, yo con los ojos cerrados me dedico
a turbarme con lo mío y turbarme más, y más, más-turbarme. Turbarme, azorar y aturdirme, desconcertar y atolondrarme más y más...
Le mira con la ternura y la esperanza de alivio de que busca reconciliación,
de quién se da cuenta de que ha estado a punto de tirar por la borda la memoria
histórica que les entronca. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo, con su
triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una cuestión de memoria...
Círculo virtuoso que no vicioso, necesita romper el vicio de su círculo,
retornar a la madre, volver al hogar después de la aventura. Vuelve a “La
memoria de los triángulos”, como ovejita descarriada en su pérdida de
memoria, la memoria tan selectiva, aproximada, provisional y relativa, la memoria tan efímera como la vida misma.
- No olvides la memoria Argiloa, no la olvides jamás.
La memoria es la señora, la sacerdotisa, princesa de la estrella plateada,
gimel, polaridad, luna, uno más uno dos. La memoria es Artemisa, cazadora, rescata pasajes del pasado y los ensalza o denosta, los recoloca una y otra vez.
Memoria es Hécate, fecunda equilibrio, penetra inamovible, enraíza materia e
inteligencia, resuelve problemas que no genera, fría, amigable, acogedora, no
afectiva, la verdadera memoria emana espíritu... la memoria pura, único antídoto contra la desaparición.
A todo lo no recordado se le condena al limbo del no existir. No existir como
la escalada de desapariciones en el propio libro; Núrivan, sombra errante, aparecido sin presencia, cuerpo a-espiritado, traído y llevado de aquí para allá por Zoé,
por su necesidad de que sea, por su obligarse a darle presencia en su vida, para
compensar el sentir todo su amor vencerse hacia el contrapeso de Yeray. Zoé quién
se apaga en los sopesares, quién termina por difuminarse toda, por dejarse llevar
por su corriente y darse una despedida de Silencio de Agua. Argiloa se lleva a calibrar el peso real de Hernán, de Nínfula, en su vida, como si en el momento en el
que deja de nombrarles es como si se desvanecieran, como si sus colores se destiñeran quedando en un atrás tan cercano como ya no existente.
- ¿Quién desaparece de quién? Argiloa, lo tuyo también podría ser una desaparción
en toda regla. Dejaste tu adiós a ambos en el hospital, se pueden haber contado mil
historias mientras nunca más les has dado ocasión de saber en directo de ti.
Escucha una voz lejana conocida, a la cual en ese instante no puede poner
rostro ni nombre definido: "La memoria, sin ella es imposible el aprendizaje.
El comportamiento inteligente tanto emocional como racional, demanda la
191
memoria, el recordar es uno de los pre-requisitos para el razonamiento. La
habilidad de resolver un problema, o incluso de reconocerlo previamente
depende de ella, la practica, la revisión se construye y mantiene en ella....”
Calcas ha contado con ello, ha ido dejando piedrecitas en el camino con
las que recordar que nada es casual. Y, en su trazado, no ha elegido como en el
cuento de "garbancito" miguitas de pan; ha dispuesto pequeñas rocas y minerales en forma de flecha y fila india, y ha elegido ese material concreto, el mineral,
elemento sólido, compuesto inorgánico con una definida composición química y
en casi todos los casos una estructura de cristal interna regular. Agregada de
cristal, influenciada por la temperatura y la presión, porosa, con susceptibilidad
magnética, conductividad; térmica, e hidráulica y de expansión. Con sus propiedades ópticas, en conglomerado, piedrecitas ígneas en el vértice del triángulo
Yeray-Zoé, sedimentarias con Ainara -Yeray, Yeray ha buscado la pura metamorfísis en combinación
Yeray, compendio de grafito, mineral de textura compacta, color negro
agrisado, lustre metálico, graso al tacto, y compuesto casi exclusivamente de carbono.. Yeray lapiceros, crisol refractario, Yeray grafo griego, el que escribe o describe, letrero o dibujo grabado o escrito en las paredes del libro, en las de la
misma Zoé, Ainara, en ella misma, ya leedora, ya convertida en presonaje cautivado, ni siquiera lo podría distinguir ya bien.
En aquellos momentos vienen a su visión las clases en la facultad, y reconoce que es la antigua voz de Hernán por entonces profesor de psicología la que
se mezcla en su oído: "La habilidad de olvidar puede ser interpretado como un
mecanismo para sobrevivir a través de un proceso de selección natural, sin
aprender a olvidar, la habilidad adaptativa sufriría, por lo tanto el olvido
parece servir a la supervivencia del individuo y de las especies...”
Y sobreviene entonces un buscar-entender el engranaje interno que lleva
a Yeray a desaparecer. Uno puede optar por desaparecer algo o a alguien de su
memoria, lo que jamás se borra de ella son aquellas personas que se desaparecieron voluntariamente de ella, las que deciden poner niebla sobre su nombre,
esas dejan tal huella que uno jamás de los jamases puede olvidar.
¿Qué fue de ella?
¿Qué fue de él?
¿Por qué lo hizo?
¿Para qué?
¿Por qué se esfumó ?
Es imposible desprenderse de los múltiples recuerdos que ensalzan cada
minuto vivido dándole una dimensión especial, el calor en la almohada, su taza,
ese cenicero con la última colilla presionada y el jarrón donde sus flores se abrían para mí. Como quién de alguna manera decide quitarse la vida y de ese modo
tomarse la revancha de llevarse consigo, quitar también un fragmento de vida a
aquellos que le quisieron. Una desaparición voluntaria deja al otro anclado en el
pasado hasta la cintura. Sin duda una de las mejores maneras de ser el centro de
una reunión es el no acudir a ella. Y Yeray lo sabe. La mejor manera de permanecer y permanecer siempre, la mejor venganza, la mejor tortura, la fuente
inagotable de ansia, el permanecer en ambas memorias ...
192
Quién se queda en orfandad debe reconstruirse en la nueva vida en la que
tú no estás, renombrar objetos y conceptos, añadir nuevas acepciones a su diccionario personal de interpretación del mundo:
Teléfono: Cascarón hueco con teclas unido a un ridículo cable
tirabuzón desconectado que ya no sirve para poder hablar
contigo.
Cama: lugar en el que dar vueltas como un cromo al molino
del coco.
Oración:
A las aladas almas de las rosas
Del almendro de nata te requiero
Que tenemos que hablar de muchas cosas
Compañero del alma, compañero...
La resolución que rompe el círculo, esa es la desaparición que otorga él...
la que de alguna manera ella sigue a pie juntillas. Y cuando uno se desaparece de
una persona, situación, lugar... ¿dónde se lleva a aparecer? Esa sería ya otra cuestión. Recordar para sufrir, para vivir...
"- Y señoritas, caballeros, recuerden que la tasa de olvido está
directamente relacionada con la de aprendizaje. La forma en la que
guardamos recuerdo, como colecciones de códigos de información
de nuestra interacción; la interacción, ese factor fundamental al
olvidar. Su naturaleza parece ser por lo tanto el retener y recordar, seleccionar el olvido. La retención, el reconocimiento, la memoria a corto y largo plazo, la memoria semántica por un lado, la episódica, que nos hace retener sin darnos cuenta, la procedual, que
nos ayuda a funcionar sin tener que mantener constante la atención. El cerebro y su capacidad de contener diez milones de bits, de
unidades de información. Tiene la capacidad extraordinaria para
obtener información sin que la haya adquirido explícitamente, sino
haciendo deducciones rápidas, prácticamente inmediatas. Sabemos
reconocer algo sin haberlo visto nunca, no necesitamos haber visto
para identificar algo como tal. ¿Cómo puede la memoria humana
contener tanta información y saber cómo recuperarla dentro de
nuestro cerebro?. Parece ser que los recuerdos se pueden recuperar
gracias a la excitación eléctrica de ciertas neuronas. La activación
de un grupo concreto de éstas permite recuperar un recuerdo. Y la
transmisión de las señales eléctricas a través de las neuronas, viene
provocada a su vez por sustancias químicas neurotransmisores..."
La química, la alquimia, se van encadenando a base de un flash tras otro
de memoria, uno a unos todos los vagones de su historia personal...
“- Anoten por favor que el proceso por el cual la memoria humana
es capaz de almacenar nuevas informaciones parece ser que es el de
la plasticidad de las sinapsis o contactos neuronales. El cerebro
humano no es una red de cables ya formada, sino que las comunicaciones y los nuevos circuitos entre neuronas se van creando a
medida que aprendemos y recordamos nuevas situaciones vitales y
193
datos concretos. Los recuerdos son registrados en nuestro cerebro
gracias a los nuevos circuitos creados. Cuantos más detalles diferentes tengamos de una imagen y de su entorno, más fácil nos será
que, con sólo ver una parte, recordemos todo el conjunto. No hay un
circuito activado para cada recuerdo, sino un conjunto de circuitos
que, activados al mismo tiempo, proporcionan el recuerdo, el contexto es muy importante en la recuperación de los recuerdos, la
memoria es asociativa....”
De nuevo la sensación de que la novela ha sido el crisol donde recordarse, todos los circuitos luminarios que se han ido activando en ella, en su entorno,
todos los cambios acontecidos desde dentro hacia fuera desde que aquel día pisara aquella librería y posteriormente se acercara a la presentación del libro de Nín,
su recuerdo junto a un pequeño escalofrío de "Ellas"..
“- Las capacidades personales se pueden potenciar, existen
técnicas de memorización como las palabras mnemotécnicas
compuestas por la primera sílaba de los nombres a recordar.”
Ella ha olido los triángulos, los ha visto, y lo que es más ha sentido en su
piel la sinestesia, la imagen, la sensación subjetiva propia de un sentido determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente, secuencias encadenadas, núcleos sucesivos entroncados...
Y... E R A... Y , continuación, ypsilon abriendo un principio y abriendo de nuevo un final, con la “R” de Resistencia y Rumbo, guerrero entre la “E”
final de Zoé y la “A” inicial de Ainara. Yeray. Todas sus letras combinadas formaban un Y.. AYER, veamos, la memoria humana tiene una estructura compleja, es un proceso que se produce en diversos lugares del cerebro, para memorizar intervienen diversas funciones, la identificación visual, la auditiva, la clasificación de aquello que vemos... AYER...Y se bucea casi descompuesta, leyendo su
nombre de delante atrás, de atrás hacia delante, encadenándolo
Y... ERA... Y... Y AYER... YA REY...
Y era ayer, y ya era rey...
Se tiembla como quién lee un mensaje enviado desde el mundo de los
muertos. ¿Qué historia que recordar antecede a “La memoria de los triángulos”?. ¿Y si el supuesto aprendizaje en realidad no es más que recuerdo de lo
que nuestro cuerpo ya conoce?. ¿Podría ser que él hubiera estado ya en algún
momento relevante de su pasado?, ¿podría estar dándose un reencuentro?. ¿Y si
éste libro no fuera más que el coche restaurante, el que divide el tren en dos?.
¿Y si ella misma, sin tener consciencia de ello se hubiera convertido en un
personaje más?. ¿Y si ella ni siquiera existiera y fuera un anexo a la novela, una
sección, un invento más del autor-director?. ¿Y si ese y era, y ayer, y ya era
colocara a Yeray en el reino del destinado al destierro del presente?. ¿Y si él permaneciera en las vidas de quienes le quieren sólo hasta el momento cenit, necesario para cuajar el objetivo de convertirse en ser pasado?
Sospecha hasta de su propio nombre Argiloa, sueño de luz, ¿era ese un nombre en condiciones?; ¿y si resultaba que ella fuera apenas el sueño de una partícula
de luz, un flexo cuya misión es enfocar un círculo tras otro sobre el libro, campo de
visión de un lector casual, o leedor causal elegido, como lo puedes ser tú?
194
¿Y si fuera así?. Si ella fuera personaje... ¿qué historias se remueven, se
están escribiendo en tu interior en este segundo al estar leyendo?, ¿qué te sugiere?, ¿hacia dónde llevas tu mente, tus senaciones?, ¿qué recuerdos, rechazos,
preguntas, apetencias..."folias y fibias", hacia dónde te llevas cuando paseas tus
ojos por estas líneas?, ¿tienes hambre?, ¿te duele el cuello?, ¿te aprieta el botón
del pantalón o la tira del sujetador?, ¿te has preguntado por ejemplo si nos conoceremos?, ¿te conozco ya?, ¿te conoceré algún día ?, ¿conoceré un día pasado o
futuro al autor?, ¿al director?, ¿he sentido la tentación de utilizar el correo electrónico y decir: “hola, me presento, aquí estoy yo”?
Todo, absolutamente todo parece desenfocarse, incluso la imagen repetitiva de la mosca se destaca de nuevo con una dimensión especial.
Los ojos internos de las moscas son ojos compuestos con muchas facetas
o lentes individuales, cada uno representando una unidad individual para detectar la luz. Luz que se puede descomponer formando un arco iris. Los ojos de la
mosca no tienen párpados, probablemente los perdieron por no necesitar evitarse visiones molestas, o por estar en guardia, ¡qué más da!, la mosca se asea
constantemente y se frota los ojos con los pies para mantener sus ojos limpios.
Se camina por todas las superficies, aún bocabajo y pueden servir tanto para
polinizar como para reconvertir la materia fecal. ..
- Argiloa, bonita, sólo te falta ya empezar a preguntar ¿y si tú misma fueras una mosca?
- A estas alturas te aseguro que todo puede ser, no me atrevería yo a jurar lo contrario...
Falta el aire, pequeñas chispas en sus ojos y bostezo tras bostezo le indica que la cantidad de oxígeno que llega a su cerebro no es suficiente, la luz, ella,
o bien las dos parpadean...
...black out total.
XLVII
¿CUÁNTOS LIBROS EXISTÍAN?
Se nota trajín en el compartimiento, abre los ojos para ver sobre ella las
cabezas de las dos moscas, perdón, monjas.
El azafato sostiene un vaso de agua con pequeñas burbujitas, el tercer
botón de su camisa abierto da permiso para que se entrevea palpitando, inusualmente acelerada, la puntilla blanca de su sostén.
- ¿La señora se encuentra mejor?
- No sé qué me ha ocurrido...
- Está sudando...
- Debe ser una bajada de tensión...
- Por el susto, claro, normal y además tanta la calefacción, ¿no estará embarazada la señora?
- Pues, a no ser que el Espíritu Santo haya vuelto a armar una de las suyas... no
creo, no, aunque algo embarazosa sí que es la situación...
La senadora a un celular pegada parece percatarse de su presencia en ese
momento echándole un vistazo de reojo a la barriga, se reacomoda en su asiento, mientras las dos chicas beben a morro de sendos botellines de agua asintien195
do mecánicas con la cabeza todos los compases de música inyectada en sus
pobres trompas de Eustaquio.
- Señoras y señores, rogamos disculpen la tardanza, estamos esperando confirmación de paso desde la central. En breves instantes reanudaremos la marcha,
debido a estas pequeños fallos técnicos sufriremos un retraso de tres cuartos de
hora estando prevista la llegada en destino para las once y veinte. Les recordamos así mismo que la compañía se hará cargo del transporte a destino de aquellos pasajeros que acrediten con sus pasajes que por este motivo han perdido su
transbordos, así mismo recordarles que disponemos de hojas de reclamación a
su entera disposición. Agradecemos su comprensión. Muchas Gracias.
El libro cerrado descansa sobre sus piernas, sólo alcanza a ver el título...
Los títulos lo resumen todo, Argiloa ha jugado miles de veces a diferenciar desde dónde han sido elegidos los títulos de libros, cuadros, esculturas y
películas. Si uno se para un segundo en ellos nota matices; se les ve el plumero
cuando son escogidos con la precipitación de a la tremenda del azar, cuando vienen con la mano derecha a la espalda, con intención de gancho publicitario,
cuando miran a los ojos o susurran al oído y son sencillamente genuinos, elixir
que añade calidad en la esencia de lo venidero. También hay títulos que son promesa que hincha expectativas, ante los que uno ya anticipa desilusión y cuesta
abajo. Los títulos son el nombre, encierran en ellos toda su simbología, son como
el primer vistazo selectivo, al igual que pasa con respecto de las personas, los
títulos de los libros se dicen y lanzan miradas de seducción al leedor, parecen
decir: “tú tienes pintas de saber leerme,¡hojéame!, ¡ojéame!”.
No es lo mismo un nombre que otro, un título que otro, no es lo mismo un
lector que otro lector, no es lo mismo... canta la canción y ella está de acuerdo.
“La memoria de los triángulos”. Un título de los compactos, lo suficientemente cerrado como para asentar el tema, tan abierto a interpretaciones,
como profundo, y en esos momentos señal clara de su propio olvido de días atrás
respecto del libro, de los personajes.
La pérdida de memoria inconsciente ante ciertos aspectos del mundo o
de ella misma, que, o bien le cuestionan, le asustan, o no le interesan, todo aquello que selecciona al intentar llevarse el gato a sus aguas, en las relaciones, en la
selección del material que añadir a su propio disco duro. La utilización del otro,
uno de los aspectos intrínsecos al amor: aquí estoy para ti, puedes tomarte
libertades. La pérdida involuntaria de subjetividad, nos llamamos "mi cosita",
¡qué cosa más bonita!, cuando nos dirigimos al ser amado, proporcionamos un
salto de sujeto a objeto y vivimos en la contradicción básica de ser sujeto y objeto a la vez.
“... y la memoria es la expresión más egoísta que
conozco del ser humano... o eso espero...”
O eso espero..., jamás lee arbitrariedad en las palabras de Yeray, o eso
espero... ¿qué habría en los tres puntos suspensivos?, y ¿entre ellos?.
Era el instante de preguntarse ¿cuántos libros de “La memoria de
los triángulos” existían?, ¿se trataba de uno?, ¿de una trilogía ya escrita o por
escribir?, ¿del segundo, el tercero de una serie?.
196
... y en ese momento, en medio del parón de su propio tren, locamotora que viaja de estación en estación, tocando puertos diferentes, cargando y descargando sus vagones de gente, de ideas, echando humo,
tirando de todos los vagones asidos a ella, motriz y matriz alucinada, tiene
sensación de ver su vida en una ráfaga, y aunque si se lo preguntan siempre lo negará... escucha la voz de “La memoria de los Triángulos”
darle, en silencio y en el hombro izquierdo de la consciencia, un directo
toque de ratificación:
- Cuando dejas de hojearme, de moldearme, cuando dejas de delimitar
mis fronteras físicas, “sobre-vienes” en mí una especie de muerte, dejas
de hacer posible mi encarnación. Cuando decides por tu cuenta terminar
en mí el misterio, “sobre-vienes” la indiferencia. Me matas Argiloa, y
“mueres “ parte de tu memoria de mí. En el momento en el que lo haces,
permites que se den todas las condiciones para la magia y es entonces
cuando yo libro, decido por mi propia cuenta “des-entrañarme”, abrirme a ti...
Dos bruscas patadas en las posaderas del vagón de cola le indican
que el tren ha sabido entender y respetar el momento...que la vida exterior
reanuda su respiración, su marcha y, sobre todo, un lacónico: “no ha
lugar a más”.
197
Y llegados a este punto, el libro y tú, lector, sabéis perfectamente
en qué estación aposentar esa magia que os convierte en autor y personaje al mismo tiempo... esa que os hace renacer en historia propia y única...
la que os fastidia porque invierte la ortodoxia y convierte todas las preguntas en respuestas recien nacidas o, también, en mitos y leyendas...
(Con un descaro recién parido, el engranaje de movimiento del círculo por entero parece preguntar a Argiloa: ¿lo sabes tú?)
En el vagón de la novela entera se respira un silencio comunitario
de alivio por no haber elegido como
medio de transporte, para este viaje,
un avión...
199
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Calcas
Supe, desde siempre, que moriría de pesadumbre cuando hubiese, para ellas,
alguien mejor que yo. Por eso escribí en un tiempo pasado, e incluso en este
mismo presente que se me escapa de las manos, sin ansias ni necesidad de un
futuro en el que "escribir"...
Hoy he buscado mis manos y las he encontrado en un rincón que ya olvidé. Sólo
recuerdo que las miré de lejos, como si no fueran mías o estuviesen, amputadas,
nadando en un frasco de formol.
No las sentí.
Ahora mismo, sobre la mesa, un hatillo recién liado trata de esbozar esa sonrisa
tierna; algo que logre mitigar la inmediata amargura del regreso a la esencia de uno
mismo... esa tristeza, no exenta de alegría, del que necesita dejar todo para volver
a la tierra húmeda, a la hierba seca y la sombra de ese árbol que, sin dejar de alejarlo, acerca el horizonte como nadie lo ha hecho antes.
La última voluta del humo de ese cigarro que se apaga, consumido por apenas dos
docenas de caladas, acompaña la escena; en realidad suplica una muerte rápida,
que lo apaguen aplastándolo en el cenicero y lo olviden... que le dejen vivir un óbito
tranquilo y merecido porque ya ha dado de sí cuanto tiene y, afortunadamente lúcido, no siente que le queden más que frías cenizas, sin una mínima brasa encendida, para ofrecer.
¡C'est la vie, mon ami!, así de cíclica y tenaz... unos folios apilados en el centro, celosamente guardados en una carpeta etiquetada como “La memoria de los triángulos”, con las últimas palabras que fue capaz de escribir la mano derecha mientras,
como un fiel escudero sin soldada ni pan, la izquierda sujetaba el papel para evitar
que, como muchos otros, se lo llevara el viento hacia países donde el "nunca" hace de
pregonero para anunciar la inminente llegada del "jamás"...
Con el alma en llamas, leen mis ojos lo que mis amanuenses manos han escrito
quizás, sólo quizás, para que la mente recuerde algún día lo que ella mismo ha
dictado... reflexiones de cansancio, vino dulce y pastel de azúcar amargo, amarte o no ser... preguntas de trigo verde y respuestas de pan ácimo colgando
como uvas en cientos de racimos impávidos, que ven como el tren de la vida pasa
sin detenerse, sin que cese jamás el tic-tac.
Y leen mis ojos para escuchar el torbellino de ideas que han escrito mis obedientes manos; suena una música de carrusel, el clímax y la mística no han hecho más
que empezar: "te dicen diestra por ser la derecha y en tu fuero interno te percibes tan torpe y dubitativa que me estremezco sólo de pensarlo. No, no es fácil
vivir con la sensación a cuestas de ser, apenas, mano de obra barata; casi la
misma que debe de sentir un inmigrante ilegal cuando vive, muriendo, lejos de
su país y tratando desesperadamente de encontrar esa identidad propia que la
"identidad colectiva" le concede desde la negativa a dársela e, hipócritamente,
con la pompa y el boato necesarios para que la estética oculte la realidad tangible de la práctica.
203
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Te dicen diestra porque estás justo al lado opuesto de aquel en que late el corazón... ellos no saben, ni se imaginan, que siempre soñaste con ser mano izquierda y tener la habilidad y la astucia de resolver las situaciones más difíciles o las
relaciones más complicadas.
¡Sí, ¡lo sé!, a veces te sientes blanda, a veces dura... y hay otras en las que quisieras ser "mano de jabón" para lavar toda la ropa sucia y renacerte en la
blancura de diez o doce sábanas tendidas, perezosa y resignadamente, al sol de
la luna y al cielo del mar en que vuelas tus amar a-mares. Pero no sufras ni te
obsesiones, nadie mejor que tú sabe leer tu palma y las otras lecturas son tan
sólo una verdad a medias de la quinta parte de ti que, en contadas ocasiones,
dejas asomar a la ventana y que la vean aquellos que habitan el jardín..."
Me he sentido mano tantas veces que ya he perdido la cuenta o, quizás, he decidido dejar de contar...
Y sé que se me han caído libros y amores, de las manos; que, en algún momento
de la vida, los he visto como cambiaban de mano y, con la mano en el
corazón, me he quedado mirando como mis manos vacías se llenaban
otra vez, dejando siempre un lugar reservado a todo lo que, aún sin estar, sigue
existiendo y en el que nada ha muerto porque sabe que siempre le recordarán. Y
esas mismas manos, que no eran “yo” aunque eran mías, me las he frotado de
esperanza y de frío... me las he llevado, feliz o aterrado, a la cabeza... las he pedido gratis... las he levantado para protestar y se me han congelado hasta llenarse
de sabañones y, ¡como no!, las he puesto en el fuego hasta quemarme la piel...
No, no conozco nada como la palma de mis manos y, sin embargo, he llegado a
comprender que la memoria nos construye, y destrye, una y otra vez.
A comprender...
A escribir...
Quizás por ello y en este preciso instante me siento "kheir"; me percibo "mano",
flotando libre sin un cuerpo que la ate ni la domine... sin el oficio de escribir al
dictado lo que otra parte de mi decide sin preguntarme, siquiera una vez, lo que
realmente necesito para vivir. Dicen que es la vida, tejedora tenaz de ciclos y
triángulos; se equivocan, es todo más simple: la mano que meció la pluma se ha
cansado de escribir realidades que parecen sueños y se ha dormido... ella aún no
lo sabe, pero busca soñar una realidad que se pinte en el rostro y no necesite estar
escrita en papel para que otros sepan que, sin serlo del todo, es feliz.
Hoy he mirado frente a a frente a mis manos,
a la memoria que guardan celosamente...
Hoy he sabido que ninguna de ellas tiene ya nada más que añadir.
204
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
El espejo
"Lo quiero de cuerpo entero, también lo quiero biselado,
con el bisel bien ancho, más que el ancho de los pulgares
tuyos; es tan lindo asomársele despacito a un espejo,
como si lo fuéramos a asustar, y verse uno con la cara
dividida por el bisel, con dos caras, y no saber uno cuál
es la real, ¡ah!, y no te olvidés hacerle la prueba del vaho,
mientras más se demore en desaparecer el vaho el espejo es más frío, por tanto de mejor calidad, acordate que
la gran virtud de los espejos es reproducirnos a nosotros
y al mundo, ésa es también casi que su naturaleza, y algo
que nos permita tamaño encanto, por cualquier precio
que lo compremos es barato, tomate todo el tiempo que
necesités para conseguirlo ..."
Leo a José Cardona-López, sentado en el porche y saboreando este
lunes amargo en el que sé que te has ido... pero desconozco si ya has llegado y si me echas insoportablemente de menos o, por el contrario, no tienes el sosiego que necesitas para recordarme...
Cierro los ojos... necesito reflexionar, revivir instantes, contarme a mi
mismo lo que a nadie he contado...
205
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
El instante Capturado
Ainara y Yeray se reflejan en el espejo mientras se abrazan; si miraran, comprobarían que el cristal de azogue les devuelve la imagen de Zoé
y Nurivan, también amándose... también abrazados...
207
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
El enigma
Aparentemente, dos líneas rectas discurriendo paralelas en algunos instantes...
ella y yo, tu y él... paralelas que, a juicio de todos, jamás van a encontrarse...
Pero lo que parece evidente no es más que un espejismo... una sensación que
regalamos para que nuestro secreto permanezca oculto a los ojos de todos,
incluso a los de aquellos a quienes amamos...
Por eso, en la intimidad, nos sentimos cuadrilátero...
Cuatro vértices, cuatro esquinas, cuatro lados, cuatro puntos cardinales...
Cuatro somos, tu y yo sumados a Ellos; geométricamente hablando, un trapezoide porque tu vértice y el mío están más cercanos.
Y, en ese espacio cuatridimensional nos morimos día a día... inventando coordenadas de latitud y longitud para encontrarnos... escudriñando el tiempo por
venir con el ansia y el desespero de hallar un espacio que nos acoja, un lugar en
el que cada segundo sea un año y cada gotita de lluvia logre que nazcan burbujas de esperanza enjabonada...
¿Cómo hacer para que nuestra superficie anímica no se convierta en desierto o
en papel arrugado?. ¿Qué hacer para que la vida nos regale mil paseos bajo la
luna abrazados?.
La triangulación, dicen, resuelve los problemas de los polígonos irregulares...
también dicen que los triángulos no tienen memoria... pero, entonces, ¿quien
de Ellos se queda y cual de Ellos ha de acompañarnos?
No sé... no sabes... los queremos tanto...
209
El idioma de las flores
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Suavecito, con la sutileza y la ternura de los brotes, dedos de algodón que
se deslizan sobre piel de seda mojada...
- Aluniza en mi... despacito, sintiendo cada detalle...
- Bésame, Yeray... no digas nada...
Alguno de los dos abrió los ojos y adivinó, en la penumbra, que las paredes se volvían traslúcidas. Aún así se dibujaron en ellas escenas de un pasado tan
reciente que parecía estar sucediendo en el mismo momento de recordarlo.
Buscaron aquel motel de carretera porque Ainara estaba enojada, sentía
un agujero en el estómago y que los tobillos no eran tan fuertes como siempre;
sí, le dolían los pensamientos y le angustiaba algo que no podía identificar pero
que estaba en ella y, sin salir a la superficie, le carcomía y mataba en silencio.
Solos, sin hijos por medio, cenaron chipirones de primero y una ración de anguilas; luego se perdieron en la noche, como nómadas de las noches en la carretera.
- No puedo más, Yeray...
- Mantente ahí, Ainara... entre las llamas y el fuego...
- ¡Coño!, ¡no es tan fácil!. ¡Duele!, ¿lo sabes?
El azar que elige alcoba, la barrera que se abre y el deslizarse sigiloso del
coche hasta el garaje. Puerta que se cierra, cambia la atmósfera hasta que puede
olerse esa íntima humedad que todo lo invade, encendiendo la luz que avisa de
la inminente metástasis del deseo ...
Desnudarse mutuamente cobra, entonces, un significado especial; en el
paladar esa sensación fronteriza con lo prohibido, fantasía adúltera que nunca se
confiesan pero que domina la escena y se come, a dentelladas voraces, veinticinco años de convivencia. Sí, aquello es diferente; nada que ver con el sexo en la
misma cama de siempre... las miradas, los gestos, hasta el olor que desprenden
es distinto al de la excitación cotidiana y se revela como increíblemente nuevo.
- Juega con ella... acaríciate... siéntela...
- Si...
- Déjala que resbale...
- Si...
- Te desea, ¿lo sabes?
- Si...
- ... ... ...
- Me apetece...
Como lanceros bengalíes, desfilan las caricias al ritmo de un mundo minimalista de pequeños besos y breves jadeos; todo, ¡absolutamente todo!, "se sucede"
como un bombardeo en la piel que obnubila el cerebro. Apartar el cabello de la
nuca, besar el cuello, bajar por los hombros y hasta el pecho... las axilas, el torso, el
vientre... manos que buscan el interior de los muslos y rozan furtivamente la seda
de unas bragas húmedas o el lino de un slip que amenaza romperse.
Diálogo sin palabras... Ainara se ve de pie, tiembla y se estremece, con las
manos entrecruzadas en su nuca y los ojos cerrados por completo; siente como
sus bragas ya no son algo inerte... le parece que han aumentado de talla y que se
caen, hasta las rodillas, por su propio peso. Las manos de Yeray son un misterio,
213
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
aparecen y desaparecen en cualquier lugar de su cuerpo sin la más mínima
advertencia...
Se le doblan las rodillas, arde bajo esos labios que rozan el mínimo triángulo que parece señalar la dirección hacia otros labios inflamados de deseo.
- Déjame sentirte en mi...
Yeray no contesta, se limita a dejar una media sonrisa abandonada en las
inmediaciones de un clítoris que entrará en combustión instantánea en cualquier
momento.
No lo soporta más, ¡ya es suficiente!; lo empuja sobre la cama y se deja
caer de rodillas entre sus piernas.
- ¡Vas a saber lo que es bueno!
Aún en la oscuridad, sabe perfectamente donde encontrar lo que sus labios
desean. Ansiosa, se deleita sintiendo como se escurre la piel hasta liberar del todo
al prisionero; son momentos ciegos, instintivos, convulsos y tan fuera de toda lógica que puede sentir perfectamente que, aún sin dejar de serlo, ya no es ella.
No habla, pero piensa... se visualiza arrodillada y siente cierto rubor al
comprobar que sus bragas siguen a media asta: justo en mitad de los muslos, sin
bajar del todo y tan confundidas como puede estarlo un pez en medio de un desierto. Le hubiese gustado tenerlas en la mano, dárselas a él para que oliera esa
humedad de hembra ansiosa que las impregnaba... pero nota el vaivén de sus
pechos, como resbala por la comisura de sus labios la saliva mezclada con él,
como su mano derecha se aferra y la izquierda la recorre... y eso le impide detenerse. Se da perfectamente cuenta de que "él sabe bien" o, al menos, de que "sabe
a lo que ella desea"; y se separa un momento para acercar sus labios a los de él y
dejarle huella.
Sólo es un brevísimo momento. Necesita volver y vuelve, insaciable e
"insaciada", preguntándose qué diría su madre si la viera ahora mismo o que
pensarían sus compañeros de trabajo. No puede evitarlo, le fascina y al mismo
tiempo le da tanta vergüenza...
- Ainara... ven...
Se da la vuelta, deja que él resbale entre sus nalgas hasta llegar a ella; se
va sentando poco a poco, cuenta cada centímetro que la penetra y evoca otros
muchos momentos con él y otras urgencias.
- ¿Así, mi amor...?
- Eres perversa...
Ya no hay nada más que ellos, ha desaparecido el tiempo y flotan sudorosos
en un universo absoluto de placer y éxtasis, totalmente ajeno a las leyes de Einstein.
La habitación huele a sexo, con ese olor mestizo y único que resulta de mezclar fluidos sin apenas respirar, con detalle y con esmero. Han pasado horas por su lado pero
ni se han dado cuenta y eso, piensan al unísono, es realmente bueno.
De nuevo en la carretera, rumbo a casa, la noche se ha envuelto en una
delgada capa de silencios tiernos.
- Me ha quedado algo por decirte...
- ¿Qué es...?
- Te quiero...
214
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
- Te seguiré hasta el fin de la otra orilla de la cama, como si fuera el mundo. No
importa que ahora me des la espalda. Mientras estés aquí, tenemos esperanza.
- Si tan sólo no te hubieras enamorado, si tan solo...
Sin hablar, el diálogo sigue fluyendo entre la penumbra de una noche que
se niega a regalarles lunas nuevas; palabras desfasadas, caducas y a la vez vigentes, con más de dos años de edad pero que, de cuando en cuando, surgen como
neblina entre los dos sin decir palabra alguna. El instante aproxima y aleja, sube
y baja como una montaña rusa con sonrisa malévola e intenciones de vértigo; ella
estira la mano pero no se atreve a tocarlo... él piensa que quiere decirle muchas
cosas pero, instintivamente, opta por no romper el mutismo después de esa larga
discusión donde la lógica luchó otra vez, a muerte, contra los sentimientos que
aún los sustentan.
Cerrando los ojos y evitando que las lágrimas griten desesperadas,
recuerda el episodio de los "cinco días de gracia" de hace años. No, ¡para nada
fue un mero incidente!; ahora era Zoé quien prefería mil veces encontrarlo en su
cama, haciendo el amor con cualquier mujer, a verlo enamorado de otra que no
fuera ella.
Y las sombras le recordaron que el pasado siempre vuelve, que no importaba que ella no hubiese llevado al plano de lo real esa pasión desbordada en sus
poemas y retacitos desperdigados como migajas -consciente o inconscientemente- por toda la casa. El asunto es que se había enamorado... y de un fantasma, que
era lo peor, le había dicho Nurivan con una mirada llena de amor y de tristezas.
Enamorarse a distancia... carta a carta y sello a sello; la loca locura que a veces
nos tienta y termina convirtiéndose en acordeón de infiernos.
Le recuerda alejándose como un caballero; regalándole espacio para que
ella tuviera toda la libertad del mundo de encontrarse con su fantasma, tocarlo
con todas las de la ley, al revés y al derecho, mirarlo a los ojos y todo lo que fuera
necesario para que la decisión que adoptara fuera sincera. La quería toda suya,
sin dudas y supo jugárselo todo a la única carta que le quedaba: demostrarle que
la quería tanto que sólo sería feliz si ella lo era. ¡Y no!, no le bastó que le dijera
que seguía siendo el amor de su vida, que era su paladín y que jamás se iría de su
lado; de cualquier forma él hizo las maletas y se marchó... “cinco días -le dijo- no
más”... cuando regresó a casa, traía el infierno sufrido reflejado en la mirada.
- Tal vez si yo no me hubiera enterado de tus engaños, no hubiera habido ninguna fisura por donde se colaran otros sueños...
- Pero, Zoé, yo jamás me enamoré de nadie... ¡Tu te enamoraste, carajo!
- O sea, ¿tuve suerte?; si te hubieses enamorado, ¿estarías aún aquí?, ¿seguirías
conmigo?. Yo ya ves que sí...
Zóe abre los ojos, y la distancia entre una orilla y otra de su cama king
size, se le hace abismal; añora en silencio el punto intermedio donde, sin dejar de
ser dos, se convierten en uno. Una larga vida juntos, donde él nunca dejó de
hacerla sentir como una reina, a veces sin castillo, pero siempre reina; aunque
nunca le preguntara por los muchos dragones de incertidumbre que se escondía
en el sótano de sí misma. A su manera, durante esos cinco días de gracia, Zoé se
215
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
enfrentó y rehuyó enfrentarse con su "fantasma"... no podía vivir sin Nurivan,
¡no podía arriesgarse!. Pero jamás fue la misma; había descubierto su capacidad
de amar, más allá del amor que le profesaba a Nurivan y de ese amor renovado,
de él para con ella, que surgió después de sentirla casi perdida.
Toca ahora mojar las fundas de su almohada con lágrimas mudas; ya no
extraña ni a sus muñecas de porcelana, que la miran silenciosas desde el tocador
antiguo que hay en la esquina de la habitación. Sin verlo, sabe que es un mueble
macizo de fina caoba tallada, de tres espejos oblicuos, giratorios y biselados; el
espejo central la refleja a ella, secándose las lágrimas con rabia, mientras otro,
más pequeño, proyecta la espalda desnuda y lejana de Nurivan. La imagen que
hoy por hoy regresa el tercer espejo, sólo ella la ve. Y calla. Sólo sabe que esta vez
no es un fantasma.
- Si tan solo supieras cuanto te amo...
- ¿Me lo dices a mi?
No importa cuando suceden los diálogos, ni los recuerdos; todo es aqui y
ahora, allá y antes... pareciera ser parte de ese des-tiempo reflejado en los cristales...
III
“tu tienes que despertarte,
yo he escondido el reloj...”
Miran las paredes, sin ojos de nostalgia y con ojos de perdón.
- Se asoma el alba y observa, buscándonos, entre las rejas de hierro; dieciocho
grados... hoy hará calor.
- Sí... dame tu piel... tu piel tibia, perversa, ciclo, ave, ala, luna, lirio y cicatriz; piel
de rodaja de limón, de plátano, de arándano, de enredadera y de geranio asomando sus ojos rojos entre los hierros de cualquier balcón...
- ¿Robarás una flor para mi?
Mohín divertido, guiño cómplice, media sonrisa, gesto, ademán divertido, dulce espera, la respuesta se retrasa porque juguetea con las sombras chinescas que se empeñan en decorar la pared...
- ¡Respóndeme!
- Robaré
- ¿Cuál robarás?
- Un girasol...
Un eco terco se adueña de la estancia, repite y repite sin cesar: un girasol... un girasol...
- ¿Por qué?
- Robar girasoles para regalártelos lleva un mensaje cifrado, una razón que se
esconde bajo ese eterno movimiento de la flor buscando el sol...
- No entiendo...
- Sentimientos, mi vida... una forma de decirte que se está transformando en
dolor la inseguridad que genera nuestra relación...
216
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Silencio de tristezas que tapiza poco a poco el aire; violines afónicos que
cantan notas musicales con un mínimo hilillo de voz y un ansia, perpleja y desesperada, de que despierte el saxofón dorado, la flauta mágica, el violonchelo y
la batuta decisiva de un destino director.
- Eso duele...
- ¿Por qué habría de doler...?
- No quiero girasoles...
Los cigarrillos se apagan, resistiéndose a morir sin haber quemado el
edredón.
- ¡No!, no quiero girasoles... ¡roba para mi otra flor!
- ¿Una margarita, quizás?
- No sé...
- ¿Sabes?, si te regalo margaritas también estaré diciéndote algo...
- ¿Cómo qué?
- Ven... acércate... las margaritas son la duda, el “pensaré en la propuesta que me
hiciste” o, también, aún no ha llegado el momento de decirte un "sí"... y mucho
menos un "no"...
Se acercan, minimizan el espacio hasta quedar reducido a la unidad esencial. Cualquiera que estuviese allí diría que en el contacto reside la expresión
alquímica perfecta, el punto exacto de inflexión del que habrá de salir una pepita de oro o, tambien, una bola de alcanfor.
No sucede nada más que una unidad de dos, apenas un leve susurro... esa
esperanza nueva que renace de las cenizas y se transforma en latido rítmico y en
silencios que se gritan hasta perder la voz.
- ¡Tampoco quiero margaritas!, me encantan las lilas... ¿robarás una para mi?
- Si, pero piensa que es la flor del primer amor...
La tentación que vence, ¿quien podría resistirse a preguntarlo?. Nadie,
creo yo...
- ¿Soy tu primer amor?
- No, pero serás el último... uno de los únicos dos que marcan mi vida... inseparables hasta la extenuación...
Ventana que se cierra, envidiosa de que un rayo de sol enamore a los cristales y haga nacer un arco-iris de color. Necesidad de beber, sorbo de agua y ceño
fruncido por una leve cremallera de preocupación.
Cae la tarde, con un ritmo cansino de bolero, mientras la mirada perdida
regresa a la cama y se pierde entre el umbral del ansia y la frontera que marcan
las agujas del reloj...
- Un crisantemo, quizás... ¡Robaré uno para ti cuando asome la luna!
- ¿Por qué?
- Es una flor contradictoria, como yo. Representa la vida y la muerte, la luz y
las tinieblas, los buenos y malos presagios... pero, en tu país, es una declaración de amor...
Sonrisa que nace horizontal y se derrama en las mejillas, ilusión, latido
intenso y abrazo de piel a piel.
Magias que tiene regalar una simple flor...
217
Ese día no te irás
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Les pilló de sorpresa y eso, curiosamente, era lo más extraño.
Sentados a la mesa, entre bocado y bocado de un almuerzo cualquiera,
surgió el tema sin detenerse a avisar que estaba llegando.
Atzin, a sus catorce años hacía honor al significado de su nombre -"agua
transparente"- e iniciaba el diálogo
- Ayer os escuché cuando hacíais el amor...
Ainara y Yeray se miraron casi a hurtadillas, la sensación de haber sido
pillados "in fraganti" tenía tonalidades, desde el gris al malva, pasando por el
sonrojo y el azul-orgullo que trataban de que no se notara.
Yeray reaccionó con extrema lentitud y, aún así, fue el más rápido.
- Es normal, ¿no crees, Atzin?
- Si, papá... a mi no me ha extrañado pero a Kevin le ha sorprendido porque él
creyó que ya no...
Kevin, a sus diecisiete, puntilloso y perfeccionista hasta casi rayar la obsesión, reacciona con esa cierta rudeza que suele mostrar cuando está contrariado.
- ¡Eres idiota!, ¡una niña boba!, en ningún momento he dicho que me sorprendiera... además, tu fuiste la que me despertó anoche para contármelo...
- Haya paz -intercede Ainara-, ¿qué os resulta tan excepcional?, ¿nos lo contáis?
- A mi no me sorprende -Atzin se muestra tajante-, ¿recuerdas, mamá, el último
verano en el que viajamos en una autocaravana?
- Si, ¡claro que recuerdo ese viaje!, sobre todo que terminamos con casi mil fotografías de los sitios que visitamos...
- No, no me refería a eso, mamá. Yo hablaba de una noche en la que papá se golpeó la cabeza contra el techo y terminó con una brecha en la ceja... ¿lo recuerdas?
- ¡Siii!, fue realmente gracioso... aunque tuvieran que darle tres puntos de sutura y
se pasó el resto del viaje con una tirita enorme pegada...
- No desvíes la conversación, mamá... aquella noche, papá se golpeo porque estábais haciendo el amor y tu quisiste ponerte debajo...
- ¿Y cómo se te ocurre pensar eso?
- Porque te oí... y Kevin también te oyó... le dijiste bajito: "quiero sentirte encima" y un momento después se oyó el golpe de papá...
- ¡Hay que ver estos niños...!, ¡tienen una imaginación de lo más exagerada!
Ainara se levanta y va a la cocina; un momento después vuelve a la mesa,
se sienta, se levanta, va al baño, vuelve a regresar y a sentarse, echa agua en su
vaso, bebe, se atraganta, tose, derrama el líquido por la mesa y termina con la
sensación de que todos la miran divertidos aunque sin carcajadas.
- Vuestra madre y yo, a pesar de llevar muchísimos años juntos, disfrutamos
haciendo el amor... es una manera más -continúa Yeray, disimulando lo divertida que le parece la situación- de demostrarnos cariño o de encontrarnos en ese
lugar en el que el "nosotros" cobra una dimensión especial...
- Lo que quieras, papá, pero no te enrolles ni nos sueltes una conferencia -sentencia Atzin-, a mi me parece estupendo y me siento feliz de que seáis tan distintos a otros padres...
221
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- ¿Distintos...?, ¿en que sentido?
- Pues mira... yo siempre oigo comentar a mis amigas que sus padres se pelean y
discuten, que nunca se duchan juntos o que les da vergüenza que las vean o verles desnudos en casa.... que creen que ya hace mucho tiempo que no hacen el
amor y que, lo dicen muy seguras, ni el padre es el hombre ideal para su madre
ni, por supuesto, la madre es la mujer ideal de su padre. Yo me callo, pero siento tristeza por ellas y me alegro de ser afortunada...
- Oye, Atzin -irrumpe Kevin-, que si lo pones más color de rosa esto terminará
empalagándome. Papá y mamá también discuten a veces... ¡y no pasa nada!.
Espectadores, Ainara y Yeray se habían convertido en una especie de
"escuchadores invitados" de una conversación que, si bien era "sobre ellos", iba
más allá de sus propias "circunstancias".
- Si, Kevin, pero luego se ríen... y papá o mamá están siempre preocupándose del
otro. Fíjate que mamá se queda triste y hasta se pone de un humor de perros cuando papá sale de viaje, para recuperar la alegría al día siguiente en que él regresa; y
mira como papá la espera cada mañana que ella vuelve de trabajar, para desayunar
juntos...
- Bueno... tienes razón pero tampoco es para exagerar. Que a mamá no le guste
que papá viaje no es algo nuevo; como tampoco lo es que papá aproveche algunas
madrugadas para escribir y luego esté despierto cuando ella regresa del trabajo.
- A ver chicos -tercia Yeray-, es muy interesante esta vivisección que estáis haciendo de nosotros como pareja... lo que no acabo de comprender es por qué os extraña tanto comprobar que seguimos haciendo el amor cada vez que podemos...
- Tonterías de adolescentes -matiza interesadamente Ainara, incómoda con el tema
y tratando de que se aleje cuanto antes-, Yeray... tampoco tiene más importancia...
- Si que la tiene, mamá... anoche, vine a por agua y te oí gemir... se lo conté a Kevin
y él puede decirte que salió al pasillo y se te escuchaba...
- ¡Eh!, que yo no salí al pasillo para espiaros... simplemente coincidió que tenía
sed y vine por un vaso de refresco de naranja...
- ¡Vaya!, seguro que la cena estaba muy salada y esa es la razón de que ambos
estuvieseis sedientos y desesperados -apuntó Yeray con una malicia a la que añadió una breve carcajada final que, indudablemente, subrayaba la ironía- No vengas con vaciles, papá... Atzin vino a mi habitación y yo creí en principio
que, los gemidos, serían de una escena de cualquier película que estariaís viendo... es más, por curiosidad fui al salón y encendí la "tele"... Me soprendió comprobar que estaba en un canal de documentales y que lo que, en aquel momento, estaba en pantalla era un reportaje sobre Gandhi...
- Que conste que a nosotros dos encanta y divierte saber que hacéis el amor y que
disfrutáis con ello -matiza Atzin, con desparpajo-, y os voy a decir más: lo que
realmente nos sorprendió a ambos fue escuchar a mamá... incluso comentamos
que "papá debe hacerlo muy bien para que mamá..."
- Si, Atzín... porque en la caravana se notaba el movimiento pero no se escuchaba ni un gemido...
Carcajadas, divertidas unas y nerviosas las de Ainara. El almuerzo se
saldó, por parte de Yeray y Ainara, con la sensación de haber casi compartido
algo muy íntimo y la decisión de insonorizar la habitación de la pareja; en cuan222
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
to a Atzin y a Kevin, su regocijo era total porque para ellos pillar haciendo el
amor a sus padres era la expresión más fidedigna de que ellos se adoraban, de
que uno era para el otro el ideal de vida y eso, aunque ambos adolescentes no llegaran a confesarlo, les daba una absoluta seguridad de que sus padres formaban
una pareja sólida, indestructible, inquebrantable y, de alguna forma y subconscientemente, les hacía sentirse privilegiados.
II
-Duele, duele mucho, mamá...
-Lo sé, hijo, lo sé...
Todos sus quince años, estremecidos, reposaban a lo largo en el sofá de la
sala, mientras Zóe le acariciaba el rostro secándole las lágrimas. De fondo, muy
tenue, música y letra de la canción "Rayando el Sol" de Maná, parecieran ser las
gotas de limón en esa herida-cóctel de asombros. Zóe se percató en ese instante,
que añoraba recibir y entregarse con esa vehemencia adolescente, y Alexis el que
amar doliera tanto.
- Pero si la quieres, ¿por qué terminaste con ella?
- Porque no puedo aceptar una relación así, yo quiero una como la tuya y la de
papá: la forma en que se miran, en que ríen todo el tiempo, en que platican...
- ¿Hasta la manera en que peleamos?
- Sí, mamá, hasta eso, aunque te rías...
- Amor, pero si es lógico que tengan sus problemas.
- Sí, má, pero nuestras broncas superan los días de la semana, y no reímos ni la
mitad de lo que ustedes ríen.
Zóe no quería reír, quería llorar. Llevaba demasiados años cargando con la
imagen de "la familia perfecta", "la pareja ideal", la de "todo les va de maravilla". Ella no se veía la capa de la Wonder Woman por ninguna parte, ni la de
supermán a Nurivan. Sin embargo, en su ámbito tanto familiar como laboral,
siempre los ponían de "un clásico modelo a seguir". Si a todos les va bien esa imagen, pues que bien les vaya, pensaba Zóe, pero que a mis hijos no les distorsione
la realidad de lo que es vivir en pareja, los abismos que se tienen que tocar para
impulsarse nuevamente a tocar el cielo juntos. Sin embargo en algo todos acertaban, el amor profundo del uno por el otros y las risas compartidas eran francas.
-No llores, mamá, voy a estar bien.
-Lo sé, mi cielo, lo sé...
Zóe pone otra vez la foto de Alexis en su lugar, y acaricia con su índice la
imagen de su otro hijo, Jasson, ambos ahora universitarios y lejos del hogar. Aún
la llaman por teléfono por larga distancia cada que al son de "Rayando el sol"
sienten que se les mueve el mundo. Se mira en el espejo central de su tocador, y
se pregunta en dónde estuvo durante los últimos veintitantos años, no la amanteesposa-amiga, no la madre, no la profesional, sino ella. Le gusta la imagen desnuda que le regresa el espejo, el reencuentro, sin embargo tiembla. Le es tan claro
el momento en que deseó vivir de nuevo un amor adolescente, -la ensoñación de
223
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
un amor perfecto- , como tan cierto es el que ella no lo haya buscado, ni mucho
menos como una venganza hacia Nurivan. Simplemente, un atardecer nuevo, con
un resplandor único, la sorprendió en una noche especialmente oscura.
Nurivan está por llegar a casa, por lo que se viste a toda prisa. Teme que
él note ese rubor, esa fragancia furtiva que solo a ella le pertenecen. La noche
anterior él le había dicho: "tú ya eres harina de otro costal", cuando la vio
inmersa en sus pensamientos, a lo que ella le respondió: "no, mi amor, por primera vez en mi vida soy harina de mi propio costal.". Después hicieron el amor,
como lo venían haciendo desde la época de "los cinco días de gracia": con toda
la ternura y toda la pasión que podría contener un "aquí y ahora, mañana ya
Dios dirá, cada día es ganancia".
Ganancia también era el que los hijos se hayan llevado por herencia la
imagen de un padre no competitivo en el plano profesional con su mujer, tan
seguro de sí mismo y de su masculinidad que no temió en ningún momento
hacerse responsable de tareas meramente "femeninas" tantas veces como fue
necesario. Agarrar una escoba, hacer él las compras, o cocinar para todos, le era
tan natural por el simple hecho de que él llegaba de su trabajo dos horas antes
que el resto de su familia, aunque le quedara menos tiempo para descansar antes
de irse a su segundo turno. Si algo no soportaba era ver a Zóe cansada y con mil
cosas por hacer. Mil entre cuatro, siempre decía, nos dará más tiempo para compartir. Detalles como este y tantos más siempre habían sido su forma de amarla. Poco después tuvo que aprender otro idioma para hacerlo, fuera del pragmatismo que a ella le costaba tanto entender.
Ya está lista para recibirlo, le hace bien tocar fotos, y buscar las raíces de
sus sentimientos, aún cuando la imagen del tercer espejo es cada vez más latente. Irían a cenar como todas las noches, como novios, como lo hicieron por más
de veinte años cada viernes de semana. Eligió el vestido que a él más le gusta.
Baja presurosa a su encuentro cuando lo oye llegar, y arrastra escaleras abajo el
aroma que la envuelve, junto con media alma.
-Te quiero, Zóe...
-Yo también, Nurivan...
Y ninguno de los dos miente.
III
- Uno a uno, trataré de desgranar esos momentos del hoy en los que el destino
jugó todo lo que le vino en gana...
- Esa frase me suena...
- ¡Es tuya...!
- Lo sé...
- Hagámoslo de la mano, amor, desgranemos los temores...
- Es difícil, de casualidad hoy leí un poema que no quisiera haber leído, cada
verso se me clava en el alma... y he sentido que "tocaban" nuestros "a-mares" de
una manera palpable, evidente, insufrible, lacerante, incomprensible, innecesaria porque lo han escrito manos que deberían saber que lo nuestro no fue una
224
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
anécdota, ni una aventura ni algo accidental que se esfuma tan rápido como ha
llegado...
- ¿Es este que estoy leyendo?
- Si, me he quedado corto, he optado por... ¡por comprender mucho!, lo que sentí
quizás algún día te lo cuente
Bajan las hojas suspirando tierra, un alambre de humo se despierta en la
punta de los cigarrillos y va perdiéndose en un mañana que hoy sucede.
Son las nueve y veinte, minuto más... minuto menos...
- No lo había leído hasta ahora... ansiaba hacerlo porque tus palabras me llegaron al alma... y también porque, aún sin leerlo, sabía, presentía, intuía que el
depositario del secreto de un gran amor no podría reñirme de manera alguna
después de decirme, una y otra vez, que lo bendiga, que es un regalo del cielo, que
lo cuide, así como que cuide también el que ya tenía antes de ti.... que la fortuna
me ha sonreído dos veces y que eso es un privilegio. Es, como tú dices, una coincidencia desafortunada que leíste en un momento especial, de desasosiego, como
en el que me encuentro yo también por esta lejanía que, ahora, nos pesa mucho
más que antes de tenerla.
- Hoy también sentí soledad... pero no era "soledad de hoy", nacía en un ayer que
no resultó nada fácil...
El silencio coloca largas hileras de ladrillos, sin argamasa. Van pasando
los segundos y, entre caricia y caricia, las miradas vuelven a encontrarse.
- ¿Irás?
- No sé...
- No logro entender la absoluta necesidad que siento en ti; es una percepción tan
brutal que en ningún momento he dudado de que irías. Una necesidad que, en
este preciso instante y después de escucharte, me resulta muy familiar y tan similar a la que muchas veces me recordaste que tenías de venir... Y no pasa nada;
simplemente ocurre que, en su momento, sentí un enorme privilegio al pensar
que yo tenía que ver mucho en esa "necesidad" y, posiblemente, deseaba, en lo
más profundo de mi alma y aún sin confesármelo, que sólo sintieras esa "necesidad" por viajar hacia mi.
Respirar al unísono, tan a la vez que es muy complejo determinar a quien
pertenece el suspiro que, tímidamente, repite el eco de la penumbra alojada en
la habitación.
- Esto que dices me duele especialmente... me hace sentir que ni recuerdas mis
dos semanas de espera agónica en las que lo único que deseé es que todo terminara para estar a tu lado. ¿Comprendes porqué me duele tanto lo que me dices?...
Es tremendamente injusto y duele, mi amor, de verdad duele...
- Por saber que te dolería, cuidé al máximo mis palabras... busqué trasmitirte
algo que, por lo que veo, no he logrado...
Niebla azafrán tapa, como una manta, la cama; la ductilidad del instante
hace que se asome a la realidad un rayito de esperanza. Un tiovivo de preguntas
aguarda para ponerse en marcha...
- ¿Se lo has dicho?
- Si...
- ¿Y que te dijo?
225
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Lo mismo que me has dicho tú... que tengo que ir, que sabe lo que significa para
mi y que eso es lo que en realidad importa. Y yo sé que no miente, que le sale del
alma... como también sé que las dos personas que adoro quieren que vaya pero
que no vaya, que con nada les hago felices... ni yendo, ni quedándome...
- Lo que está claro es que antes tenías una presión y ahora se te ha multiplicado
por dos... Intuyo que se siente tan culpable como yo y que, dentro de lo que cabe,
preferimos desear que ya estés de regreso y apartar de nuestra mente que estás
fuera. Y eso no te puede entristecer...
- Eso no me llena de tristeza... o quizás sí. Me duele que duden de mi sinceridad...
- No, no dudamos de ti... sólo, quizás, sentimos pavor a descubrir un mínimo
detalle que nos diga lo que tememos... que, para ti, lo más importante es ir y que
todo lo demás queda relegado a un segundo plano...
- ¡En absoluto!, ¡para mi no es primario ir!, ¡en lo más mínimo!. ¡Jamás en la
vida podría dejaros en un plano secundario!
- Te parecerá sorprendente, pero te pido que no lo hagas por mí... me conformaré con saber que lo haces por esa otra persona que, al igual que yo, se muere de
ti y por ti... dile que es mucho más importante que nada en el mundo y que vas a
olvidarte del viaje... que no vas a ir...
- Ya lo he hecho... ¡os lo he dicho de mil maneras!, pero no me entendéis...
- Pues igual es así y no te entendemos... igual no lo hemos hecho y por eso optamos por pensar: "que sea feliz es lo único importante". Sin embargo, detrás de
esa frase, hay un sentimiento atroz de no estar en la cúspide de la pirámide...
- ...quedándome, ¿sabréis que sois lo más importante que existe para mi?
- No... y sí.
- ¿Qué?
- Si vas, sería absurdo pensar que el ir no es lo más importante para ti...
- ¿Y si me quedo?
- Más o menos igual... o aún peor... nada evitará que pensemos que renunciaste,
muy a tu pesar, y que serás para siempre infeliz...
- ¿Es que, haga lo que haga, jamás lograré trasmitiros que sois lo máximo para mi?
- No lo sé... pero sí sé muy bien lo que es sentirse así, por eso prefería callarme,
adueñarme de mi silencio para no entristecerte a ti.
- ... siento que os estoy fallando cuando ese no es mi deseo. No, ¡no es mi deseo!.
¡Además de que NO os estoy fallando!
- Lo sabemos, de alguna manera sabemos que es así; pero no es esa la cuestión,
mi vida...
- Las mismas... idénticas conversaciones con dos personas a las que quiero más
allá de la razón. Similares comas, los mismos verbos y hasta la recurrente y amenazadora presencia del "que seas feliz". ¡Pues no!, ¡no puedo!, ¿te enteras?, ¡¡¡no
puedo ser feliz así!!!
Más de medianoche... Cenicienta ya ha perdido su zapato de gamuza azul y
suena el callejero acordeón de un alma callejera que intenta, un día más, sobrevivir...
- Imagino que tienes razón...
- ¡No!, no imagines nada... ¡me fastidia que pienses que te mentí cuando no fue
así!. ¡No!, ¡¡no fue así!!
- ¡¡¡Coño!!!, ¡nunca he pensado eso!, ¿como quieres que te lo diga?
226
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Bésame...
- Nunca dejaré de besarte ... aunque pierda brillo en la mirada siempre te rezaré... siempre habrá un beso del alma para ti...
- ....
- Sé perfectamente que tengo que vivir sin ti... pero, también, que sin ti no puedo
vivir... que me cuesta hacerlo, que apenas doy... y estas cosas me quitan el aliento, me asfixian anímicamente... son dilemas terribles....
- ¿Pero cual es el dilema?, ¿no sientes mi amor?, ¿no sientes mi necesidad de ti?
- El dilema es que no quiero decirte nada, pero tú preguntas y si no respondo
parecerá que escondo algo. Si te digo apenas un poquito, sé que te presiono y no
contribuyo a que seas feliz... y si no te lo digo, pues que te preocupas y tampoco
eres feliz... ese es el dilema...
- Sólo dime que estarás a mi lado... siempre...
- Sabes que lo intentaré, con toda mi alma...
- Dime que vendrás conmigo, desde que suba al avión hasta mi regreso
- No, eso no me lo pidas... ¡por favor!, quien se va eres tu, yo me quedo...
- ...
- No quiero decirte lo que no siento...
- Vale...
- Y no me contestes, por favor, con un lacónico "vale"... es cruel hacerlo así; aunque te decepcione, ese "vale" no es justo...
- Pues quieras o no, ¡¡te llevaré conmigo!!. Y eso ¡no lo podrás evitar!, ¡¡estás dentro de mi y ahí te necesito!!
- No quiero que te duela más, pero fíjate que nunca apuntas siquiera la posibilidad de no ir... y yo te entiendo... y quiero ir contigo... y quiero sentirme ahí, en ti...
- Es que esa posibilidad ya la apunté muchas veces, ¡coño!, ¿alguien me dijo quédate?, ¿alguien hizo algo más que repetirme eso de "sé feliz"?
- ¿En serio crees que alguna vez tuviste tanta fuerza sopesando el quedarte que
la que has puesto en ir?. Y no es justo, mi vida... hay cosas que uno debe escuchar
sin que se las digan... entender sin explicaciones, percibir...
- ¡Y tal vez por eso os amo más!, ¡más y más!, pero... ¡como habéis hecho que me
duela!
- No nos culpes por quererte y, si cabe, mucho menos culpes a quien lleva un mes
sin ti... que yo llevo apenas una semana y es dolorosamente insufrible, así que me
imagino como estará...
- Abrázame, por favor...
- Lo estoy haciendo, con el trocito de alma que no me has roto aún...
Las copas vacías, sobre la mesita una botella de champán sin nada en el
estómago y dos aceitunas marchitas.
La colilla que hace rebosar el cenicero acababa de pedir permiso para instalarse entre las demás colillas... quedó encima, con su nariz enterrada en la ceniza y exhalando un último hilillo de humo grisáceo...
- ¿Me harás un favor si te lo pido?, no es para mi... es para alguien a quien aprecio... ¿me lo harás?
- Claro que sí, dime...
- Juégate la vida esta noche cuando regreses a casa, dile que no puedes ir porque
227
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
necesitas estar a su lado... confiésale que has comprado el pasaje pero que, después de un mes echándole de menos, no puedes irte ni un sólo día más... le harás
feliz...
- ....
- Y te diré mi egoísta razón... sé que si lo haces cualquier encuentro nuestro en el
futuro será más fácil, al tiempo que también sé que te empujará a ir... ¿Lo harás?
- Si... aunque ya se su respuesta... la sé...
- Bien... no te importe...
- Lo haré, pero también lo haré por ti
- Cualquier respuesta que te dé buscará que tu insistas... que, a través de ella, le
hagas sentir que está y es la cúspide de la pirámide...
- Como lo eres y estás tu también...
- Así que hazlo con decisión... se lo merece
- Y tu también... si se lo digo, será por ti
- Yo, mi vida... me siento a gusto con una frase tuya... aquella en la que me dijiste que me entregabas tus últimos "te amo"...
- ¡Esa jamás la olvides!
- Es suficiente, mi lugar no está en la cúspide de la pirámide cotidiana, al menos
por el momento; mi lugar está en lo más alto de nuestro uni-verso paralelo...
- Mis dos mundos... uno es tan importante como el otro...
- Algún día, te contaré un secreto... pero ese día no te dejaré marchar... así que
mejor no me insistas para que te lo cuente...
- ¡Dímelo hoy!, ¡ahora!, ¡ya!
- No... ese día no te irás de mi lado aunque te duela; una fuerza superior te empujará a quedarte y lo harás, sólo entonces descubrirás el agridulce sabor de la felicidad, la relativa memoria que tienen los triángulos y lo egoístas que terminamos
siendo todos cuando buscamos esa felicidad que creemos merecernos...
228
Tenemos dos vidas...
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Recurrir a mirarse es un hábito que no les cansa. El río, que ofrece sus
riberas para sus largas caminatas de pasos perdidos, es testigo; uno y otro han
conseguido ver como las aguas les observan mientras pasan a su lado, camino de
un mar en el que morir para renacer en gotas de lluvia de cualquier invierno.
- A veces pienso que en tu círculo eres más feliz que conmigo...
- ¿Y como se te pasa eso por la cabeza?
- Miedo, pavor... tu voz, que cala muy dentro... el temor a que esa devoción que
sé que despiertas acabe haciendo mella y te robe de mi lado... no sé, son muchas
cosas que quizás no comprendas.
- Deberías sentirte orgullosa y, sin embargo, te entristece...
- ¡Estoy orgullosa!, ni lo dudes siquiera... pero quisiera que tú fueras mi secreto, no tener
que compartirte y que nadie supiera que existías... ¡para mi sola!, ¡para mi por entero!
- Si le cortas las alas, puede que el pájaro no vuele... pero se morirá de tristeza.
Si lo enjaulas, puede que tengas sus trinos sólo para ti... pero, aunque no lo
entiendas, las letras de sus canciones serán un reivindicar constante de la libertad que no tiene...
- ¿Y si mi sueño imposible es el de un pájaro que no deseara volar fuera de su
nido?. Siempre tengo la duda de la necesidad de buscar horizontes distintos de
los que uno ya tiene; no consigo comprenderlo, para mi el cielo que quiero eres
tú... no hay nada más allá de ti que yo desee...
- Es antinatural, va en contra de toda lógica. Lo quieras o no, cada vuelo tiene un
objetivo preciso: traer alimentos; no se trata de que la finalidad sea buscar una
rama desde la que los trinos suenen mejor o un árbol que tenga más audiencia.
- Envidia... quizás, aunque me cueste reconocerlo, no sean más que celos...
Conozco muy bien tus "trinos", son ladrones de almas a los que es difícil resistirse porque desactivan cualquier alarma y, cuando te das cuenta, estás absolutamente a su merced... vulnerable, indefensa. Me pasa a mi, tiene que pasarle a
otras, lo sé... lo presiento...
- Creo que exageras...
- No, para nada... tienes esa mezcla única que compagina, en perfecto equilibrio,
sensibilidad y rudeza... delicadeza y fuerza... enigma y franqueza...
- Me sorprendes... yo me veo tan normal, tan mediocre... tan "mass media"...
- Ese es lo que dices en voz alta, pero sé que no es cierto que te veas así. De alguna forma ese el secreto de tu magnetismo: haces sentir importantes a los demás
sin soltar jamás las riendas de todo lo que sucede... acabas convenciendo al esclavo de que ha sido él mismo quien se ha puesto las cadenas... creas dependencia
psicológica sin el más mínimo esfuerzo... has perfeccionado tanto la técnica que
la has vuelto tan natural que nadie, no sé si afortunadamente o por desgracia
para él mismo, puede concebirte si no es a través de una idea global mágica y
subyugante... no enamorarse de ti es un sacrilegio...
- Lo mismo podría yo decir de ti... con la diferencia de que yo estaría en lo cierto
y tu sólo te haces cábalas, que tus sensaciones carecen de fundamento... soy tan
normal que quizás, en un mundo tan lleno de personajes cuidadosamente planificados, eso sea lo que puede causar cierta sorpresa...
231
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- ¿Ves?, ¡acabas de hacerlo!. Te instalas en tu normalidad para dar la sensación
de que la importante, la que domina la escena de nuestra existencia, soy yo...
Pero mientes, tu sabes que no es así; no tienes duda alguna de cómo dirigir la
conversación, de cómo manipular mi lógica hasta llevarme suavemente hacia
una sensación placentera y bella en la que me siento mujer perfecta, amada, ideal
y única, princesa, reina,...
- Es que eso es lo que eres...
El río guiña un ojo cómplice, como asegurando que, siendo sincero y aún
diciendo la verdad, Yeray no había cerrado el círculo de posibilidades. El sauce
llorón que queda a mano izquierda, mucho más inteligente que el río, cae en
cuenta de que, dentro de la posibilística, hay tantas princesas y reinas como castillos... que los caballeros andantes son fieles a sí mismos porque, aunque no lo
confiesen, es la única fidelidad canina que admiten... que con las damas son leales y, a la vez, felinos... y que no olvidan que han nacido para que su vida esté
llena de gigantes y dragones, aunque los unos y los otros no pasen de ser molinos.
El eco devolvió las últimas palabras de Yeray... nítidamente se escucho un
"es que eso es lo que eres" que sonaba a caricia tan sincera como envenenadamente ambigua...
- Dime, ¿cuántas han tenido esa misma sensación?
- La tuya, por definición, es exclusiva; sólo a ti te pertenece y entiendo que sólo
tú la tienes...
- La mía si... pero algo en mi interior me dice que no soy la única, que es una sensación compartida con otras mujeres. En realidad, siempre que te vas, me quedo
con un nudo en la garganta... me asalta el pensamiento de que quizás una vez no
vuelvas...
- ¿No puedo pensar lo mismo yo?
- No, tu no tienes razones para fundamentar ciertos pensamientos. No serían
más que elucubraciones, caprichos momentáneos fuera de toda lógica y carentes
de base que los sustente.
- ¿Quién te ha dicho que yo no sienta envidia y celos?
- Nadie pero lo sé... has nacido para "matar suavecito", lo hacías a los dieciocho
con la misma fuerza que hoy pero con menos experiencia. Con el tiempo, tú
mismo lo has confesado varias veces, aprendiste a leernos con detalle... depuraste tus técnicas de seducción al máximo, hasta el punto de que eres capaz de dar
la sensación de que estás por encima de cualquier ansia masculina de conquistar... nos haces sentir cómodas, hasta que bajamos tanto las defensas que terminamos con las bragas en la mano y la sensación, en parte equivocada y en gran
parte cierta, de que hemos encontrado esa persona única que nos hace el amor
como siempre deseamos y nunca hemos conseguido.
- Tengo la sensación de que lees al hombre de tus fantasías... Yo soy Yeray, no me
reconozco en lo que tu dices...
- Intuyo que te vas de todas con el mismo sigilo en que llegas... la única diferencia es que sientas un precedente tremendo, insufrible, que mediatiza el resto de
la vida... Creo que nos quedamos con la sensación de haber rozado el ideal de
hombre... aún con las bragas en la mano, mojadas y llenas de ti... felices y, al
232
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
mismo tiempo, plenamente conscientes de que pasaremos el resto de nuestras
vidas tratando de encontrarte en cada hombre que se nos acerque... que nos roce,
que nos anime a dejarnos caer, desnudas e indefensas, en una cama y no abrir los
ojos hasta que amanezca...
- Eso es imposible, son fantasías tuyas... no creo que sea posible dejar una
impronta de tal calibre en la existencia de otros...
- A veces me planteo qué sería mi vida sin ti... sé que no tendría problema alguno en conseguir la compañía que quisiera, pero también sé que no habría un solo
momento en el que no estuviese comparándola contigo...
- Yo nunca me he planteado mi vida sin ti... eres y serás siempre uno de los ángulos más importantes de mi existencia...
- ¿Ves?, me haces sentir casi culpable de echarte de menos y pensar que podría,
algún día no tenerte. Ese es tu embrujo: con apenas una docena de palabras provocas que me sienta imprescindible en tu vida y, al mismo tiempo, como una
pequeña traidora por atreverme a elucubrar sobre la mía sin ti... ¡Eres temible!,
¡un depredador!, esa capacidad de hacer que los demás nos embelesemos tanto
contigo que no podamos dejar de sentirnos satisfechos con lo que recibimos e
insatisfechos con lo que damos es, ¡lo creas o no!, un arma demoledora que nos
estremece, ata y mediatiza...
- Llámale arma o lo que quieras... pero, para mi sólo, es la fuerza del cariño...
Casi por descuido, la mano de Yeray busca la de Ainara; la estrecha con
fuerza y siguen el sendero de los pasos perdidos.
Anochece, están juntos y eso es la realidad tangible... lo que permanece...
II
Nurivan camina apresuradamente las dos manzanas que le restan por llegar a casa; prefiere caminar para degustar paso a paso el encuentro. Sabe que
Zoé la espera con una sorpresa; al menos eso fue lo que ella le dijo por teléfono.
Definitivamente no sería encontrarla desnuda como la ultima vez, con sólo una
flor de geranio entre su pelo, pues eso ya no sería sorpresa.
Aminora el paso para recrearse en el recuerdo e, instantaneamente, viene
a su memoria otro momento: el día Mr. & Mrs Help.
- ¿Estás seguro, Nurivan, que puedes tomarte tres días seguidos?
- ¡Por supuesto que puedo! ¿Qué a ti no se te apetece?
- ¿Bromeas? ¡ahora mismo preparo las maletas!
- No, déjame hacerlo a mi, concédeme el privilegio... Además, no ha pasado ni
una semana de que regresaste de tu Congreso, y has de estar harta de hacer y deshacer maletas.
El viaje no les llevó más que un par de horas. La elección de la música y esa
charla casual a risas sueltas fue el marco perfecto para el deslizar del pie desnudo
de Zoé por entre las piernas de Nuriván. "¡Eres una niña, deja ya que vamos a chocar!", le dijo, más por decir algo, que por una mera protesta... Zoé risueña se
recuesta en su hombro derecho y le acaricia el pecho, el vientre, el sereno...
233
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Nuriván está ya sólo a una manzana de casa y aminora aún más los pasos,
lleva los ojos abiertos, pero una capa invisible los cubre de ensoñación... La sabe tan
acuática que el sólo pensarla le provoca sed. Sed de ser parte absoluta de sus vuelos,
la columna vertebral de sus deseos, el eco inconfundible del llamado de su vientre...
El recepcionista en turno los vio entrar, más no salir por tres días y dos
noches... Nurivan y Zoé apenas repararon en él al registrarse, tomar la llave y
dirigirse a su habitación. El paisaje a disfrutar lo llevaban dentro:
- Ven, Zoé... regálame el canto de todas tus ninfas, mientras mis labios trazan la
ruta de tus secretos húmedos...
- Nurivan, vamos, ¡no perdamos tiempo en versos!
- ¡Já! Y uno que trata de complacer a tu vena musa...
- Jajajaja, amor, gracias, pero no tienes que tratar de complacerme recitando versos que de entrada estoy segura te resultan cursis...
- Pues, la verdad, sí... ¡gracias por liberarme del intento! Con o sin versos, sabes
que eres mi reina...
- Con o sin versos, nos sabemos aquí y ahora, sin querer estar en otro lugar que
no sean nuestros besos. Eso es lo importante, amor...
- Aquí y ahora... ¿y mañana? Asegúrame el mañana y te prometo no atormentarte más con versos robados de tu librero...
- Ven, que ya reboza el agua en la bañera... y yo te enseñaré lo que son versos al
vapor y entre burbujas...
Tres días de ocultarse del sol, para iluminarse sólo con su deseo. Atrás quedan tareas pendientes que nunca dejarán de ser pendientes aunque con otra cara y
diferentes matices. La maleta que llevan es ligera, pero también cargan en ella
momentos compartidos que no se equiparan con sus eventuales desencuentros. En
las maletas, cuando estas se hacen con cuidado, sólo se llevan las buenas partes de
la película, las mejores escenas, las más significativas, la mejor música... Esas que
dejan el buen sabor en la boca por haber elegido lo mejor en la cartelera de la vida.
Tres días después, rumbo a casa, ahora es Zoé la que conduce el auto.
- ¿Te fijaste como se nos quedaron viendo los de la recepción, Zoé?
- ¿Sólo los de recepción? ¿y que me dices de las camaristas?
- ¿Cuáles camaristas? ¡Ah! Sí, ¿la de la falda cortita?
- Jajajá, Nurivan, sabes a lo que me refiero...
- Bueno, es lógico, si lo que escuchaban por debajo de la puerta era un susurrante... help... help.. help... apenas audible, como queriendo ser rescatada y rogando
a la vez no lo hicieran... De otros ruidos me imagino estarán acostumbrados...
- ¡Jajajá, amor¡ ¿help?, pues serían los tuyos, pues para nada que me tenías rendida...
- ¡ah, no?... si cuando...
- ¡Ok!, ¡ok!, está bien! ¡Tú ganas!. Pero desmiénteme si yo no te arranqué unos
cuantos "helps" también!: "Ya no, amor, ya no... bueno, si.... No...no... para,
para, espera...sigue... sigue... así, así... help... help... que alguien venga a detener
a esta insaciable, pero cuidadito que en verdad llegue ese alguien que lo mato!" .
- Jajajá, anda tú, ¿no sería al revés?
- Bueno, bueno, digamos que quedamos tablas...
- No, tú ganas... mi linda Mrs. Help. Y a la vez, y por lógica, también gano yo...
234
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Así es, mi querido Mr. Help.... ganamos los dos....
- ¿Sabes? Te adoro...
- Yo también...
- ¿Sabes, Zoé? no hay espacios para nostalgias cuando está saciada el alma de
instantes como este.
El fraccionamiento de magias se da al entrar por la puerta de las cotidianeidades, pero sin ellas, difícilmente se podrían apreciar en su justa medida estas
cimas del sentimiento.
- Y no me refiero a lo cotidiano que como un buen bocado, nunca aburre: el desayunar juntos, enjabonar la espalda del otro, la plática nocturna al aire libre en
la terraza, etc. Me refiero a las que se hacen automáticamente, como robots, por
necesidad o mera obligación, por cubrir roles, llenar expectativas, avanzar, avanzar, avanzar, rápido, muévete, encaja, el mundo gira, el tiempo pasa, produce,
genera, circula, las cuentas por pagar, el estire, el afloje, que pan con lo mismo...
- Y aún así, a veces se necesita esa plataforma de lo cotidiano, para aterrizar de
un viaje a las estrellas...
El resto del camino lo hacen en silencio, escuchando música y de la
mano... Y la línea divisoria entre un pensamiento y otro, sólo a ellos les pertenece.
Sin apenas darse cuenta, Nurivan estaba abriendo la puerta de la entrada
de su casa... y sí, tuvo una sorpresa...
Esta vez no era un geranio sino una rosa la que adornaba su cabellera...
III
La música, conversar en un café, ver como humean las tazas y descubrir
mundos en miniatura que nacen y mueren alrededor de una mesa de madera o de
mármol... Tiempo que pasa despacio, como arena y como si nada. Escribir... hablar...
- ¿Sabes?, he estado reflexionando...
Olor de tortilla recién quemada, el cuadro de la pared, el vidrio de la ventana; llueve sobre la acera, tanto que ha borrado las pisadas de los que pasan.
- ¿Cuál es nuestro objetivo común?, ¿qué buscamos conseguir del mañana?
- No lo sé...
- Sí, ¡sí lo sabes!
- Dímelo tú
- Cuando te conocí, la meta era tenerte entre mis brazos... detener el tiempo a
dúo... caminar de la mano y besarnos bajo cualquier farola o cerca de cualquier
árbol... pasear, reír, hacer el amor hasta que la vista se nublara... amarte y sentir
el amor de tu piel y de tus labios...
Deshojar margaritas entre un ruido de sillas que aún conservan el calor
de quien pudo, por un momento, poseerlas. Sigue el monólogo hasta lograr que
el diálogo imponga su presencia.
- ... un uni-verso de dos que no fuera una anécdota, ni una hoja más en el calendario; que, entrañando riesgo, no fuera una aventura...
- ¿Y ahora?
235
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Ahora, todo eso ya lo hemos logrado...
- ¿A dónde quieres llegar?
- ... el sueño ya se ha hecho realidad, pero aún no es real.
- ¿No es real?, ¿de verdad lo sientes así?
- Verás... falta esa cotidianeidad que traen de la mano los amaneceres conjuntos,
sucediéndose unos a otros sin interrupción y a lo largo de todo lo que nos resta
de vida... y hay veces en las que, incluso, llego a perder la esperanza...
- Abrázame...
- ... y me pregunto por nuestro futuro, ¿dónde están los proyectos que lo garantizan?
- ...
- ¡No!, no pienses... No hay proyectos, ¡no los hay!. Lo único que podemos lograr, a
duras penas, es mantener lo que ya tenemos, vivir en el límite del latido y tratar de que
"todo" siga igual porque es la única garantía que tenemos de que ese "todo" va bien...
- Tenemos dos vidas... es un privilegio que entraña un riesgo, que ya sabíamos...
- Pero... ¿y si no basta?, ¿por qué tenemos que renunciar a vivir una vida exclusivamente nuestra?, ¿por qué tengo yo que compartirte con nadie?, ¿por qué tienes tú que compartirme?
- También son nuestros amores y prescindir de ellos sería morir... Si alguien nos
oyera no daría crédito a lo que dices... pensaría que mientes y, sin embargo, yo te
creo a pies juntillas... me pasa igual, exactamente igual... me pasa lo mismo...
- Sí, es increíble... pero yo me he oído y te he oído hablar de esos dos amores, que
nunca dejan de acompañarnos mientras vivimos el nuestro. Y te confieso que he
llegado a querer a quien tu quieres...
- ... están con nosotros, son parte esencial de nuestras vidas... sabemos que no
han llegado a ellas de casualidad o por un mero accidente, por eso no hay celos
aunque, lo quieras o no, mediatizan extraordinariamente todo el resto de esa
vida que nos queda...
- ¿Has pensado alguna vez en huir lejos...?
- No podría. Sé que en el equipaje me llevaría una tristeza enorme, imposible de
mitigar, profunda y sincera; una culpa de la que acabaría culpándome y culpándote... un virus destructor, que terminaría siempre en ruptura contigo y en un
regreso con muchas más culpas a cuestas...
- Algún día la vida nos pedirá cuentas, lo intuyo; llegará el momento de optar, en la
bifurcación, por la ruta de la izquierda o por la de la derecha. ¿Qué pasará entonces?
- Mientras llega ese momento, disfrutémonos... ¿te parece?
- Quizás tengas razón, pero no me pidas que renuncie a no compartirte porque,
de alguna manera, sería como si matases mis sueños...
- No te lo pediré.
- ¿Y tu?, ¿podrás compartirme y renunciar a una parte a la que tienes derecho?
- Lo intentaré.
- Es bueno que me lo digas... es bueno saberlo...
Se apagan las luces porque es invierno y el café cierra a las nueve. Pasos
que se pierden a lo lejos, sin dejar de contar farolas... deteniéndose para escuchar
si los besos saben mejor cuando los labios guardan silencio o, también, si la tibia
calidez sobrevive cuando, tras palabras de esperanza, hay la sutil tristeza de no
poder esperar ya nada que no se tenga.
236
Fuego nuevo
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Hace tanto calor que se derriten las alas de las golondrinas; pero ellas,
tercas, no dejan de volar ni de perseguir insectos.
- Creo que Atzin tiene novio...
- Pues habrá que tomar medidas urgentes, yo desde luego no me pierdo el cazarla besándose con él... ¡creo que voy a disfrutar ese momento!
- ¡Por Dios!, ¡como eres!
- ¿Cómo soy...?
- Es muy joven... tu te lo tomas a broma pero no está en edad aún...
- Ya... ¡que a sus años tú estabas de monja!
- No es igual... ella es muy niña...
- No, si es curioso... con sus años tú te creías mayor, recuerdo cuando tu madre
te señalaba una hora... o lo ansiosa que estaba aquella "niña" por descubrir
"mundos de mujer". ¿Ya lo has olvidado?
- La culpa era tuya, me tentabas...
- ¿Yo?, ¡anda ya!, ¿se te ha olvidado a qué sabían los besos furtivos en las escaleras de tu casa?, ¿ya no recuerdas cuando hicimos el amor por primera vez?
- Pues claro que lo recuerdo... ¡idiota!
- ¿Entonces?, ¿te preocupa que besen a tu hija en las escaleras?, ¿te da miedo que
le hagan el amor?. Pues ya sabes lo que tienes que hacer: ¡que suban a casa!
- ¡Estás loco!, ¿cómo se te ocurre eso?
- Pues muy fácil... estarán más cómodos y, sea en casa o en otro lugar, tu hija acabará abrazada, besada, acariciada, desnuda, con las bragas en las rodillas y
haciendo el amor. Yo prefiero que todo ello ocurra en casa, es una cuestión de ser
inteligentes...
- ¿Inteligentes?, ¿pero como puedes decir eso?, ¿estás de broma, verdad?
- Nooooo... lo digo muy en serio. Mira, yo imagino la escena y me parece que mi
actitud es la más inteligente. Piensa... el "maromo" insinuándole que necesita
tener sexo con ella... ella que le apetece y le dice: "vale, pues vamos a mi casa, en
mi habitación estaremos cómodos"... la cara del "maromo" que cambia de color
y la erección que desaparece entre balbuceos de: "me da corte... ¿y si tus padres
nos pillan?"... ella que le replica: "no te preocupes, lo hemos hablado y ellos
piensan que es lo mejor; sobre todo por si en el último momento decido que no
me apetece y a ti se te pasa por la cabeza que un tren en marcha no puede detenerse"... el chaval que muda de color, que se le pasan mil cosas por la cabeza, que
siente como a sus hormonas le ha entrado un susto de muerte...
- ¡Es que tiene razón el pobre!, ¿y que pensará de mi hija?
- ¡Ah!, ¿qué pensará?, bueno... eso es su problema... mi misión es conseguir que
Atzin se acompañe de una persona que la merezca; si te soy sincero, que mi hija
domine la situación me parece perfecto...
- ¡No vas a convencerme!
- Pues es una lástima... yo no soy mujer pero imagino que, pese a ser momentos
increíbles, hay varios componentes que menguan la capacidad de disfrute, que
reducen el placer y que pueden marcarte una vida, tanto en lo positivo como en
lo negativo.
239
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Tienes razón en eso... las mujeres sentimos expectación pero también cierto
miedo a lo desconocido, para nosotras es algo más que sexo... es sentirnos
expuestas e indefensas, más solas que nunca y ante lo que quizás sea el primer
reto de nuestra edad adulta... aunque no lo confesemos, nos sentimos niñas hasta
que tenemos sexo por primera vez; a partir de ahí ya nos sabemos mujeres... ¡y
claro que marca esa primera relación!, lo hace a fuego, no se olvida... muchas
veces pienso lo difícil que debe serle a las niñas que se han convertido en mujeres de manera forzada o con una cierta violencia...
- ¿Ves?, si pudiera escoger, para mi hija quiero un entorno que le dé seguridad,
que le sea familiar, que sepa que está protegida y a la vez es libre para hacer lo
que desee... quiero que una sonrisa radiante sea el gesto que inaugure su etapa
de "mujer"... quiero lo mejor porque creo que se lo merece...
- Crecen... ellos solitos y sin pedir permiso a nadie, sin consultarnos siquiera.
- ¡Claro!, no iban a ser niños para siempre.
- Todo pasa tan rápido. ¿Sabes?, yo seré una madre de esas que los visitará
mucho.
- Pues yo no. En absoluto estoy dispuesto a fomentar dependencias de uno u otro
sentido; tengo muy claro que, cuando se independicen todos, me quedará poco
más de una década de vida... a lo sumo, veinte años... y quiero que sean míos,
nuestros...
- ¿Cómo puedes decir eso?
- Mira, piensa... ahora mismo es posible que seamos el centro de sus vidas, pero
ellos no son de nuestra propiedad; en el momento en que encuentren su pareja,
tu y yo dejaremos de ser el eje. Es natural, ni me asusta ni me acompleja. Yo no
quiero encarnar la eterna figura paternalista y protectora, siempre con un consejo sabio a mano, ni estoy dispuesto a que me utilicen de niñera y quedarme con
sus vástagos para que ellos se vayan de fiesta. Procuraré retirarme de sus vidas
como padre y convertirme en ese amigo con el que quedas para pasarlo bien, con
el que te citas para ir de cena o de fin de semana.
- ¡Pero son tus hijos!
- Sí... por eso he intentado, en la parte de mi vida que les he dedicado, prepararlos para que disfruten de la vida y sean felices... educarlos para que sean libres y
capaces de afrontar los retos que la vida les reserva. Sabes perfectamente que,
para mi, los lazos de sangre han de llevarse con alegría y sentirse como un privilegio; por eso, yo recuperaré mi vida para mi y para ti...
- Mi vida y ellos son una misma cosa... no podría alejarme, me moriría de pena...
- Aunque te cueste admitirlo, tu y yo sólo nos tenemos el uno al otro... ellos tendrán sus parejas y me parece que es quererles muy poco si, por egoísmo disfrazado de amor paternal, acabamos obligándoles a que carguen con nuestra vejez
invocando algo así como el que "nos lo deben". No, yo ni loco acepto ese rol...
- ¿No son lo más importante de tu vida?
- No... sin ellos, estoy absolutamente seguro, podría vivir... sin ti, no creo...
240
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
Las bebidas están frías. La jornada fue ardua para ambos y después de la
cena nos dirigimos a uno de nuestros lugares preferidos: una pequeña terraza
que no da al mar, pero que da a todo un océano de estrellas.
Prendemos el candil de la mesita de centro y me ofrece un cigarro.
- Este fin de semana podaré los árboles.
- ¡Pero si así están lindos!
- Si, pero al rato será "dos árboles con casa..."
- Nuriván, ¿sabes? Cada vez que te subes a podar esos árboles me da pánico,
¿que tal si te caes? ¡Ya están muy altos! ¡Prefiero dos árboles con casa, que casa
con dos árboles y sin marido!
- Pero, ¿de qué te preocupas? Ya encontrarías a alguien...
- ¡Ah, eso sí que no! No olvides nuestro pacto... ¡Eres tú el que echará mis cenizas al mar!
- ¡No!, ese es "tu" pacto. Las probabilidades se inclinan a que seas tú la que lance
las mías. La diferencia de años dicta la lógica...
El mar... agua que une o separa, según desde el ángulo del círculo que se
le mire... Mar embravecido o en calma, espejo de profundas lunas acuáticas.
Reímos como niños, mientras corro alrededor de la mesa de jardín sin
que se deje alcanzar, para darle un beso. "¿Qué crees que soy un chico fácil?", me
dice mientras en mi camino va dejando obstáculos para no alcanzarlo; un cojín,
una de las sillas, o corre en sentido contrario. Admiro su constante vitalidad para
hacer lúdicos nuestros momentos, para espantar al aburrimiento de una patada... Es un juego, sin embargo siento por un instante la imposibilidad de tocarlo, y siento ansias... - -¡Nuriván, detente!..
Un mar de distancia podría estar a unos metros, a unos centímetros, aún
estando piel a piel si alguno de los dos... "Bueno, me rindo..." me dice, y su abrazo abre las aguas de su mar para llegar al él...
Acompañamos a la luna en su disimulada soledad, mientras nos dejamos
caer en la manta acolchonada desde donde nos gusta contemplar la bóveda celeste. Nos quedamos un rato callados ante la noche murmurante. Es la noche perfecta para que nuestras soledades se den la mano, para ponernos al ritmo con la
respiración del otro, mezclar nuestros aromas.
- Nadie es imprescindible, Zoé, si yo faltara...
- No empieces, Nuriván, y ese dicho siempre me ha parecido tan egoísta, por
muy real que sea... ¡como si las personas fueran algo así como focos! ¡Tan fácilmente sustituíbles una vez fundidos! Qué manera tan elegante de cosificar a las
personas... "Nadie es imprescindible"...
- Jajajaja, Zoé, no te lo tomes tan a pecho. Pero en realidad así es, o me vas a
decir que si yo faltara nadie tomaría mi lugar?
- Nadie podría tomar tu lugar, nadie... Otro lugar quizás sí, pero el tuyo, nadie.
Los amores, como los hijos, no se sustituyen. Cada uno es especial...
- A ver, a ver... ¿pues cuántos amores tienes? Mira que si no muero de la caída
de un árbol, de seguro tú si me matas de un infarto!
- Jajajaja, Nuriván, ¡pero si estamos hablando en general!
241
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Pues en general, déjeme decirle, señora mía, que esta noche está usted más
hermosa que nunca...
- Pensé que venías cansado...
Una blusa que empieza a deslizarse por mis hombros, y un escalofrío provocado por la brisa nocturna -o la repentina expectación- es ahora mi manto. Piel
al descubierto que algún día ha de ser cenizas, ni de él, ni de nadie, ni de mí
misma... sólo cenizas...
¿Qué habrá en el más allá?
¿Quién me habrá de esperar?
¿A quién habré de esperar?
Recuerdo al personaje femenino de Kundera en su novela "La inmortalidad", donde ella se da cuenta que no es amor lo que siente por su marido al tener,
por un segundo, la certeza de que no desea pasar la eternidad con él, por mucho
cariño que le tenga -que da por terminado su "contrato" con él en esta vida, y se
siente liberada-. Pero no, este no es mi caso, yo sí lo quiero para la eternidad, pero...
Una punzada en mi corazón me hace abrazarlo con fuerza y quisiera que
no existiera otro instante que no fuera este. Pero sé que también hay otra realidad, otros momentos... Mis sueños no tienen amarras y llegan, -a veces sueltos y
alegres, otras agonizando por la distancia... a tocar las mismitas estrellas que
ahora miro... Pero regreso a la tierra con el primer contacto de su mirada.
- No seré yo, amor, el que lance tus cenizas al mar... No alcanzaría a hacerlo, me
declaro de antemano muerto una vez tus ojos me dejaran de existir.
Nuriván -pienso-, ¿en qué resquicio de nuestra historia perdimos el
camino hacia el amor idílico? ¿Y por qué...? ¿Por qué? ¿O no existe el amor idílico? ¿Hemos sido engañados? ¿Existen otras formas de amar?.
Sus labios y sus besos sobre los míos callan mis preguntas no formuladas; oportunamente, es de noche y así no ve caer mis lágrimas.
Me siento tan feliz, y a la vez tan desdichada...
III
Hoy, les une delgado hilo de teléfono
- Escribamos algo común, de ti para mi...
- Si, de mi para ti...
Una pausa precisa detiene el tiempo, de un lado esperan palabras... del
otro desean besos...
- ¿Empiezo yo?
- Empieza...
- Eres mi leyenda del cielo de trece nubes y trece paraísos, la que habita en el
cerro de la colina aguardando a que la luz de Aldebarán la ilumine...
- Soy, apenas, un atisbo... una mínima rendija... una mirada que no sabe como
decirte lo que siente...
242
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Cuatro puntos cardinales, cuatro colores y cuatro paredes nos simbolizan; agua
y fuego, tierra y aire, pebetero en llamas y vasija de agua esencial... todo ello en
uno, sin dejar de ser lo que somos ni dejar de sentir lo que nos rodea...
Imaginan, reviven, paredes bronceadas, casi morenas, en ocres rozando
el marrón y vigas de madera; asomada al tiempo, buscándolo a tientas, tiritando
una frágil pereza de desvelos... casi una burbuja de jabón con aromas de jazmín
y las texturas rugosas del mejor de los anhelos...
Recrean un balcón que trata de seducir al vacío sin dejar de asomarse a la
gente... lino que oculta interiores y el suave frío de un piso de cerámica imitando
piedra...
Quizás no sea así... tal vez sólo sean imágenes oníricas jugueteando en el
umbral del latido, como corceles desbocados que galopan sin cesar las sinfonías
del vértigo...
Quizás ni exista ni en el cerca ni en el lejos; pero está ahí, aguardando
cómo un cofrecito ansioso de noches que, en la noche, nacen y en el día se recuerdan.
Quizás ni ha existido o, tal vez, negarlo sea la mejor manera de sobrevivir
para morir cada día... y, aún así, ¿hay algo más bello que morir la realidad de un
sueño?.
Norte negro, jaguar y águila, horizontes que señala la pasión bajo la mirada atenta de nuestro mágico Venus...
- Mándame palabras... muchas palabras... necesito palabras porque no puedo
estar a tu lado, ni tocarte...
- ¡No!, no puedo mandarte palabras... para ti sólo me sirven las emociones, el
saberte existiendo, la lluvia quizás también; pero, sobre todo, uno de esos besos
que me olvidé de darte porque, dándote besos, se me esfumó el tiempo.
- Mándame palabras de colores... palabras-esperanza y palabras-deseo...
¡dímelas!, ¡necesito tenerlas!
- ¡No!... palabras no, que son peligrosas y podrían desvelarte miradas buscándote sin la más mínima esperanza de que, esas mismas miradas, hoy te encuentren
para acariciarte como desean... ¡palabras no!... palabras no, que podrían contarte vacíos irremediablemente llenos de "no está" o "¿donde le encuentro?".
Palabras no... que a mi no me gustan las palabras cuando no estás cerca... me
falta tu piel para escribirlas y tus labios para dibujar, con los míos, los a-mares
infinitos que llenan mi vida mientras te rezo...
- Por favor...
- No, mi vida... cerca... cerca... ¡¡cerca!!. Cerca de mi, así te quiero... sin más palabras que las que nos decimos en silencio...
Dibujan un sur azul, de aguas tibias y ternuras sin edad ni tiempo... geranio yo y tú enredadera... gitana que te lee la mano y pide ver mis ojos mientras
deja en tu mano una ramita de romero...
243
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- No lo olvides, me has besado en el vórtice mismo de la tormenta... hemos buscado el tiempo, enredándonos y sin tregua, asfixiándonos, detallándonos en
cada caricia que, ingenua, precedía a cada esmerado beso...
- Si... fascinándonos, sin recordar que el mañana nos espera, acechando, bandido, reloj de soga y horca de arena... y no hubo nada más allá de aquello que nos
estaba sucediendo porque, también, la cordura se inflamó y se quemaba entre
chispitas de azúcar salado que subían y bajaban, que iban y venían, como destellos de luz que, en las noches de luna llena, sobre el mar revolotean...
- ¿De que están hechas las nubes de tu cielo?
- De mis miradas buscándote... deseando que vengas y te quedes...
- ¿Y esa luna tuya?, ¿cómo brilla cuando rompe la noche en que no te tengo?
- De calor y ansia... de deseo y desvelos... con el aroma a almizcle que siempre tienen mis tristezas...
- ¿Y yo...?
- De terciopelo, mi amor... de terciopelo...
Garabatean un oriente rojo, del color apasionado que renace cada vez que
se inflama el deseo... lugares secretos pintados de espuma... deletrear la vida,
sintiendo que se pierde un suspiro cada vez que pasamos a la siguiente letra...
bailar contigo, mordisquearte el lóbulo y sentir que no hay nada más que nuestro uni-verso...
Sentir que hubo un tiempo en que dejaron de acariciarse por un momento... en total desnudez y de rodillas, frente a frente, rezándose en una plegaria o
cantándose saetas, capturando sus imágenes, suave y recíprocamente; nadie se
lo ha dicho, pero saben que ese silencio a gritos es una fracción infinitesimal más
del sueño que han decidido a rozar con los dedos...
- Prisión de seda...
- Veinticuatro meses de veinte días... día trece del año cuatro bajo una luz de
lunas de Luna llena...
- Guerras floridas, nunca sabré si quiero capturarte o prefiero sentir en mi piel
los eslabones de abrazos con que me encadenas...
- En el umbral de la despedida caí en la cuenta de lo difícil que es buscar el
Tiempo...
- En el taxi, desee tanto que me detuvieras...
- ...y me sentí parte del último día de cada siglo, justo en el instante en que el sol
se oculta y uno piensa que no habrá más albas en las que despertarte con un
beso... que, como ese sol, desaparecerás y que la noche sin ti será eterna...
- Apenas doscientas noventa y tres noches para el Fuego Nuevo...
- ¿Me esperarás?
- Tiritando... muriendo de frío... en el Cerro de la Estrella...
244
En la cúspide está la clave
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
- Leía hace un rato el proceso de lo que la historia denomina "solución final"...
- ¿La que aplicaron a los judíos?
- Si
- ¿Y qué te hace estar tan pensativo?
- Bueno, el caso es que uno de los participantes en la conferencia reflexiona en
voz alta y, entre tanta locura y dogmatismo, cuenta una historia que tiene mucha
tela que cortar.
- ¿Cuál...?
- Se refiere a una persona que mantiene estrechos vínculos con otras dos. Esa persona siente una profunda amistad por una de las ellas y, posiblemente por razones de
guión, un odio extremo por la otra. Se muere aquella a quien consideraba su alma
gemela y está triste pero no derrama una lágrima; con el paso de los años, muere la
que odiaba a muerte y se derrumba entre lágrimas cuando asiste a su funeral.
- ¡Increíble!
- ¿Qué llore en el funeral de la que odiaba te parece increíble?. Pues no, si te
paras a pensar es muy lógico... en el fondo, sabe que ha perdido la razón de su
vida; no importa que esa razón fuera el odio, la pérdida es irreparable y es normal que se derrumbe y se eche a llorar.
- Curiosa manera de aplicar el "sin ti no puedo vivir"...
- No te creas... a veces esa frase esconde una realidad asfixiante, la de: "ni contigo, ni sin ti".
- No entiendo.
- Si, Ainara... lo correcto sería quizás unir a ambas... dejarlas en: "sin ti no puedo
vivir; ni contigo, ni sin ti".
- ¡Ufff!, ¡vaya lío!
- Olvídate del ejemplo que da orígen a esta conversación . Abstráete e imagina a
tres personas en un espacio plano... te pones a cierta distancia, trazas una línea
imaginaria que las una y tienes un triángulo... un triángulo inscrito en un círculo, vicioso o virtuoso es lo de menos, que las hace ser una realidad separada de
todo lo demás...
- Si...
- Te aproximas... escoges a una de ellas y te inventas un mundo de relaciones con
las otras dos. Con la mera elección de aquel en quien concentras tu microscopio,
acabas de decidir una gran parte de la trama.
- ¡Claro!, pero puedes ir saltando de una en una hasta tener el puzzle completo,
¿no es así?.
- Por supuesto... ¿quieres jugar?
- Si...
- Alguien de ese triángulo inscrito en el dichoso círculo de relaciones puede no ir
más allá de la primera parte de la frase... esa en la que tú te has quedado: "sin ti
no puedo vivir".
- Pero no es nada trágico ya que revela con toda exactitud un sentir personal, profundamente arraigado y sin margen de duda.
- No te lo niego, pero has pasado por alto un detalle: hablamos de un triángulo y
247
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
ello implica que hay tres. Si lo analizas en profundidad... quizás la clave de quedarse atrapado en una parte de la frase sea, precisamente, el no reconocer que a veces,
cuando se dice eso, se piensa en dos... es decir: se desconoce, se obvia o no quiere
admitirse abiertamente, que para que haya un triángulo tiene que haber tres...
- Es cierto... es terrible... es, cuanto menos, preocupante...
- Y ahora, cambia de ángulo; fíjate en otro... imagínate la escena de la que surge
la imperiosa necesidad de completar la frase...
- Espera... deja que me centre... si fuera yo, pensaría que "ni contigo" porque tu
mera existencia condiciona que haga realidad mis sueños... porque si estoy aquí,
contigo, no puedo estar allí, con él...
- "Ni sin ti", Ainara, porque sin ti no puedo vivir...
- ¡Coño!, ¡que tremendo!
- Hay veces en las que la vida es así.
- ¿Y que pasa con el tercer ángulo?, ¿ese no opina ni siente?
- Veamos, se supone que el tercero en discordia sabe de los otros dos y tiene una
relación con alguno de ellos. ¿Es así?, ¿no?.
- No sería muy lógico que fuera de otra manera ya que, de serlo, el aspecto del
triángulo inscrito en el círculo no tendría sentido.
- Pues imaginemos opciones... aunque, bien pensado, ¿por qué no dejamos abierta la incógnita?
- ¡Noooo!, ¡quedarme así me pondría histérica!
- Entonces elige tú la opción
- La más romántica sería que se quedara sólo con la primera parte de la frase...
- La más real podría ser que también pronunciase la frase entera...
- ¡Pero entonces habría otro triángulo!, ¡uno que existiría en paralelo!.
- La vida es a veces tan compleja...
- ¡Que agobio!, ¡es terrible sólo pensarlo!
- Y no habría sólo un triángulo más; en realidad ya estaría construida la pirámide... el tercer lado lo formaría el círculo de relaciones entre aquel que se coloque
en la cúspide y los dos que están fuera de juego...
- Me he perdido... me confundes...
- No tiene importancia, Ainara, sólo reflexionaba en voz alta en busca de la clave. Es
lógico que para ti sea todo tan abstracto... y para mi tan concreto...
- ¿Has encontrado la clave?
- La cúspide es la clave; quien se coloque en ella dominará el juego... conseguirá
que la pirámide se convierta en triángulo y ganará. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo, con su triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una
cuestión de memoria... y la memoria es la expresión más egoísta que conozco del
ser humano... o eso espero...
- ¿Salimos a cenar?
- Pago yo las copas, si me invitas a la cena...
- ¡Hecho!
- Mira que si ponen esa de "ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio..."
- Jajajajaja... ¡serás idiota!, ¿cómo me dices eso?
La pregunta queda colgada en el aire, aunque tenga respuesta.
248
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
- ¿Qué haces, Zoé?
- Nada...
- ¿Nada?, ¿estás en la azotea sin hacer nada?
- Me encantan las azoteas, Nurivan; no hay mejor lugar para disfrutar de la soledad, es poco probable ser interrumpida y es un lugar de rápido acceso... por algo
es el lugar preferido de las palomas... desde ellas, ¡se ve tan cerca el mar!
- ¿El mar?, ¿qué tiene el mar que tanto te fascina?
- Me tiene a mi... siempre me he sentido sirena que vaga, prsionera, de mar a-mar..
Nuriván anda de un humor raro, de esos que no son ni para bien ni para
mal, sino todo lo contrario. Sé que no le gusta que esté en la azotea cuando él está
en casa, cree que no le presto la atención que debiera y no se da cuenta que eso
no es verdad.
- Voy ahora, Nurivan... tan sólo dame cinco minutos para escribir en cortito algo
que acaba de volar hacia mi...
Corro al teclado, tecleo con la mirada vista en el monitor... quiero escribir un mensaje y buscar una botella que lo haga llegar...
"Las azoteas, Nurivan... Describir la quietud de su existencia concretada es lo de menos. Lo importante es que no hay paredes. Nada
impide el vuelo de la mirada. ¿Sabes?, hoy amaneció especialmente
azul, con ese aroma a de crepúsculos adormecidos, parsimoniosos, y
así se quedó todo el día. No, no es casualidad que esté nublado, tenía
que completarse este cuadro de nostalgia. Y aún así sonrío, aspirándote a trocitos de vida, estirándome poco a poco, sintiendo cada una
de mis extremidades extenderse, como ramas matutinas, en busca
de gotas de sol, de ti...
Creo que te lo he dicho, me gusta ser abrazada por la inmensidad de
este silencio a medias, cómplice de ti y de mi. Es más probable que
aquí regrese a mi sueño de anoche, aún cuando no recuerdo nada de
lo que soñé y sólo tengo esta sensación de haber soñado la plenitud.
Me gustan las palomas, inquietas y solidarias criaturas de la paz. Me
gustan solas y en bandadas, blancas y negras. Quietas en la contemplación de la vida. Me gusta cuando se emparejan y se desemparejan,
sin registro de propiedad que reclamar. Pero siempre presentes, plenas, incondicionales. Ufanas en saberse símbolo y esencia, sin que
cambie al mundo el que estén o no estén. Aquí, hasta por ratos puedo
dejar de pensar en ti, Nuriván... en tus cambios de humor tan repentinos, aunque no tan frecuentes como los míos; aunque nunca logro
saber si son mis ensimismamientos lo que de pronto le ponen así.
Sí, aquí puedo ser símbolo y esencia de mí misma, corona de mi propio reino, gallina de mi propio corral. No... no me gusta el símbolo de
las gallinas, por muchos huevos que pongan, generosas, mansas y
predecibles. No vuelan, aunque tampoco se caen...
Me gusta esta altura solidaria que me permite por momentos sentirme en la misma cima del Everest, sobre muchas otras azoteas con sus
249
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
propias palomas y fantasmas, por donde el viento se pasea como si
estuviera en su casa. Hasta por instantes me siento valiente, sin ese
miedo que producen los abismos de la duda. Y la duda y la plenitud
nunca han hecho buena pareja de baile. Recuerdo la letra de una
canción de Marc Anthony y Ana Gabriel, que me estremece y me
recuerda el horizonte que está al final de mi mar: "quiero vivir la vida
amándote, sólo tu amor me ha hecho renacer... no quiero estar ni un
minuto sin ti". Y me siento renacer con cada latido, en cada pestañearle a la vida, en cada suspiro...
No, no importa que el viento desdeñoso me barra rostro y pelo,
recordándome que no tengo alas y que, sin ellas, es difícil volar.
Paradójicamente, es ahí cuando me acerco al vértigo y la altura
empieza a marearme hasta los huesos. Me ha empezado a calar el
frío... sólo falta que llueva o que Nuriván me cuestione sin preguntarme y consiga, muy a mi pesar, que su silencio se instale cómodamente entre nosotros hasta el cansancio y, entonces sí, se me congele el alma.
No sé por qué regreso a las azoteas, si no soy paloma. Pero estoy
segura que las palomas no llegan hasta donde yo llego: al mismo
límite de mis fronteras, a la misma tierra firme que existe más allá
del horizonte de mi mar..."
- ¿Cenas conmigo o sigues escribiendo?, he preparado una deliciosa sopa de
letras para ti...
- Ya he terminado, amor... solo déjame asomarme de nuevo a la azotea para dejar
las alas y despedirme de mi mar...
III
Lagrimillas de cristal, confundidas con las gotas de sudor que perlaban
los dos cuerpos.
Mezclando palabras en voz alta y miradas, caricias y la arritmia precisa
para que el blanco y negro se convierta en la mayor gama de colores jamás imaginada.
- Escúchame... no daré más vueltas... ¿para qué?
- Te escucho. Hueles a pimienta... a aceituna en sazón... a deseo en rojo y negro...
- Sentarme a tu lado es... bueno... no sé qué es, pero podría utilizar mil palabras
y aún quedarme con sed. Así que... ¡mírame!, calcula el área que necesitamos
para bañarnos en intersecciones onduladas... y no te olvides, ¡por favor!, de que
hoy robé una pluma para escribir sobre tu piel de ayer el mejor de todos los poemas...
- Sentirte aquí es... bueno... tampoco sé que es, pero me hace revivir...
- ¡Ven!, acúnate... he comprado dos mandarinas y tres tocinitos de cielo, una lata
de coca-cola vacía y un vaso que llenaré de besos...
250
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- ¿Y mis alas de ángel?, ¿podré volar sin ellas...?
- Esas puedes dejarlas sobre el sofá; hay espacio de sobra y seguro que estarán
cómodas... diles que hay pavo frío en la nevera y una tableta, medio dormida, de
turrón que las espera...
- Necesito volar. Sé que, esperándome, en cualquier lugar al que nunca llego, hay
una ventana abierta que te esconde...
- No me creerás, lo sé, pero a veces resulto indescifrable. No es que lo haga adrede, simplemente no me siento y me detengo, en plena crisis de confusión, en el
peldaño dieciséis de esa escalera que queda según sales del horizonte, a mano
izquierda.
- La escalera que siempre imagino cuando te llamo o me llamas... ¿Sabes?, la han
pintado hoy... de verde.
- Si, a mi me gustaba más de piedra, pero dicen que el verde ahuyenta las palomas y parece un argumento convincente. Sin embargo no puedo evitar sentir esa
pena absurda y circunfleja... esa que siempre visualizo como un pastel de chocolate y nueces, relleno de vidrios primorosamente troceados para que resulte más
crujiente...
- Un pastel... tu y yo en medio de una escalera de piedra pintada de verde... es tan
"daliniano"...
- No creas, cada vez que paso por cualquier confitería se me nubla la vista y te
recuerdo... me apeteces... aunque resulte un tanto tópico, deseo comerte hasta
que me suba el azúcar o me duelan las muelas... así, desnudez de todo y en traje
de nata... adornos con fresas y rodajas de arándanos... quizás un chorrito de ron
añejo y dos acordes de saxofón te añadan matices y substancias... pero, ¡que
quede claro!, no son imprescindibles ni, mucho menos, necesarios para morirme
como tu "me mueres".
- Me gusta la imagen... el problema nunca será quien deshaga la cama... ni quien
arruga las sábanas... ni, mucho menos, si una almohada es suficiente... o, quizás,
con el colchón en el suelo y la luz apagada los "uni-versos" tuyos y míos se
encuentren más plácidamente, aún en la distancia más distante...
- Sabes a sal disuelta en cualquier viento... pero puede que seas esa arena que
viaja mezclada con la brisa del norte, siempre de "este-o-este", cegándome sin
remedio...
- Tú sabes a mi. Escucha... cae una hoja y sólo son las nueve... sería tan romántico que fuera de sauce pero, ¡maldita sea!, es de geranio. ¿Te has fijado como caen
las hojas de geranio?, ¡exacto!, van girando mientras bajan... se parecen tanto a
bailar rock con pasos de salsa...
- El problema de las hojas de geranio es que caigan con maceta incluida... pero
nunca tendrías tú la culpa, aunque salten desde tu balcón o desde esa terraza en
la que te dejas acariciar por el sol mientras yo no llego...
- ¡Oye!, ¿y si te llamo?
- Si abres los ojos y dejas de soñar, verás que estoy a tu lado
- Sí, ya sé que no tengo tu número de teléfono pero puedo preguntarlo desesperadamente... que una urgencia de ti, como la mía, bien merece la atención de las
autoridades y que la población se movilice para complacerme. Además, siempre
queda la solución de no llamarte... de sentarme en una esquina cualquiera espe251
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
rando a ver si pasas... o, ¿por qué no?, de comprarme un kilo de rodaballo y dos
docenas de ostras porque, dicen, las penas con pescado y marisco son menos
penas y más soportables...
- ¿Te has preguntado que pasaría si decido quedarme en tus huesos?. Quizás
tendrías que regalarme una mirada... entrar de puntillas y cerrar con cuidado la
puerta... procurar que nadie más que yo te sueñe y sentir necesidad de volar
hasta que el alba nos amanezca muy temprano...
- No recuerdo ahora mismo un nombre con el que llamarte... pero no tengo
dudas de que "eres" noviembre, diciembre y hasta treinta de febrero... un matiz
y mil simpatías... la estela que deja tu luna sobre mis océanos paralelos... una
nube jovencita que no se atreve a llover...
- ¿...un color azul rozando el gris?, ¿...un fucsia de lágrima?, ¿un rojo sutil...
sutil... sutil?
- "Ven, acércate, vuelve a sonreír para mi, a recordar Paris..."
- Cuídame y nunca olvides que soy mirada perdida... mil colores en blanco y
negro... apenas un trocito de chocolate hipnotizado, soñando que tus labios lo
disuelven...
- ¡Chocolate!, si supieras cuanto me apetece otra taza...
252
Rosas
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Dan las doce en el reloj de la Torre mientras llueve. Las campanadas mitigan el leve ruido de la llave introduciéndose en la cerradura, el mínimo chirrido de
las bisagras y el cambio de situación que, sin exteriorizarse, se produce en la mente.
- ¿Rosas rojas?, ¿por qué?
- Porque te las mereces más que nadie, siempre estás... siempre me esperas...
Beso suave en la mejilla, Ainara contesta con una caricia de cómplice
agradecimiento.
- No te espero, eres tú quien siempre vuelves.
- O quizás sea que nunca me voy. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar eso?
- Eso no lo sé...
Frases de un diálogo que interrumpe su temática durante la cena, aunque
Yeray sigue escuchándolas, una y otra vez, tercas, insistentes... Ainara se afana
en aliñar la ensalada; a duras penas puede contener su necesidad de preguntarle a Yeray por esos enigmáticos "te las mereces más que nadie" y "siempre me
esperas", que parecen llevar mensajes cifrados en cada letra.
Son momentos de silencio, breves instantes pero muy intensos; que no se
hacen añicos ni ante el diálogo que asoma tímidamente.
- ¿Qué tal el día?
- Normal, a última hora de la tarde tenía una cita pero me retrasé y, cuando llegué, ya no estaba.
- ¿Con quien estabas citada?
- Con una amiga que acaba de separarse de su pareja y se ha marchado a vivir
provisionalmente a un hotel.
- A ver si adivino... seguro que es Juana o Mariel...
- ¿Por qué tiene que ser alguna de esas dos?
- Bueno, su perfil encaja... están en los cuarenta... sus hijos ya son mayorcitos...
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Científicamente es el perfil, mira las estadísticas y te darás cuenta. Hay un considerable número de mujeres que parece descubrir en la pre-menopausia que
todo lo que tienen no les hace feliz, que necesitan otros estímulos y compañías
que les devuelvan esa ilusión que, dicen, han perdido con el paso del tiempo.
- ¡Tonterías!, la gran mayoría de las separaciones las provocan los hombres.
- No estoy de acuerdo, los hombres las llevan a efecto pero son las mujeres quienes las provocan casi siempre.
- ¿Ahora vas a decirme que la culpa siempre es nuestra, verdad?
- No, la culpa es siempre de las dos partes; aunque sea el hombre quien, por regla
general, aparece como el culpable.
- Lo es, siempre lo es... ni lo dudes...
- ¡Lo dudo y tengo razón!. Si es el hombre el que decide separarse, la mujer se las arregla para aparecer como víctima; si es ella quien se marcha, encontrará o inventará
miles de justificaciones para que los demás la comprendan y hasta la compadezcan.
- Por algo será... ¿no?
- ¡Pues no!
- ¡Ya!, ¡ahora resultará que las víctimas sois vosotros!
255
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Si la definición de víctimas implica el quejarse hipócritamente o el alegar, olvidando su absoluta connivencia, que su vida ha sido un martirio permanente pero
que han tardado en darse cuenta... ¡ni dudes de que seríais siempre las mujeres!.
- ¡Sandeces!, demagogia en estado puro porque careces de buenos argumentos.
- Da igual... el caso es que una de tus amigas ha decido dar carpetazo a su vida
anterior y buscarse un jovencito con el que sentirse quinceañera...
- No, no puede dar carpetazo a tantos años ni ha decidido más que separarse. ¿Lo
entiendes?
- Creo que si, más o menos...
- ¡Me alegro!
- No te enfades
- ¡No me enfado sola!, ¡te tengo a ti para provocarme ese "placer"!
- Como quieras... por cierto, ¡vaya casualidad!
- ¿Casualidad?
- Al entrar vi, en la salita, tres rosas rojas...
- Si, tres rosas, como dice mi amiga, de fuego...
- Igual que las mías...
- Parecidas, no hay dos rosas iguales... cada una tiene sus espinas que las hacen
ser únicas y diferentes...
- ¿Cómo se te ocurrió comprarlas?
- Mi amiga me las dejó en el hotel; un detalle para disculparse por no esperar
más, imagino...
- Dices que son rosas de fuego... yo las veo rojas, como las mías...
- Ella dice que son de fuego por la pasión que encierran sus pétalos... las tuyas
son rojas porque, además de la pasión, creo que quieren decirme lo mucho que
me quieres...
- Si, Ainara, mis rosas para ti siempre serán rojas sin dejar de ser de fuego...
- ¿Y si me lo demuestras?
En las manos de Yeray, una de ellas se desliza por el cuello y los hombros... por las mejillas y la comisura de los labios... por el escote, hasta hacer temblar los senos. De pie, Ainara, va sintiendo como su ropa desaparece; primero la
blusa, para que sus pechos reciban las caricias de la segunda de las rosas y sus
pezones se endurezcan... después la falda, abrazada a sus bragas, resbalando por
los muslos, descubriendo ese breve triángulo que anhela a la tercera...
Apenas un gemido ahogado y un susurro de impaciencia....
- Lléname de tí... lléname, suavemente...
Pétalos sobre piel que los espera, caen suavemente y resbalan en dirección a
la mesa. Ainara y Yeray se miran fijamente mientras mezclan sus ansias, una y otra
vez agitan la coctelera hasta derramar en la noche un fuerte y dulzón sabor a sexo.
- Cada vez que recorro tu piel, descubro algo nuevo...
- Me lo has dicho tantas veces que no sé si creerte.
- Estás graciosa... desnuda y sentada encima de la mesa, con las piernas abiertas...
- Pues si te vieras... con los pantalones en las rodillas, entre mis muslos y arrugándote por momentos...
- ¡Idiota!
- A mi me gusta... quédate, no te muevas...
256
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
El pastel de nueces se quedó intacto esperando ser el rey de la fiesta; la
cena también, a diferencia que, por su sencillez, sabía que sería la Cenicienta y
no por eso menos protagonista. Tal vez rey y princesa esperan mejor oportunidad para mostrar sus mejores galas en el castillo de sus devoradores.
¿La razón?. Zoé ve llegar a Nurivan, observa su rostro pálido y como se
marcha directo a la cama... un escalofrío la recorre, piensa que "cuando él enferma una parte de mi corazón se encoge al tamaño de una catalina asustada...
se me mueve la plataforma de mis certezas, las que son inamovibles por más
que nadie las cuestione... es una impotencia futura que se adueña de mi presente, porque su vitalidad mermada me hace sentir indefensa".
- ¿Qué sucede, amor?
- Algo que comí me hizo daño...
- Parece que tienes fiebre...
- No sé, siento que ardo...
- ¿Tomaste alguna medicina?
- No, esperaba llegar a casa...
- Espera... te preparo un té y veo que tenemos en el botiquín.
Antes de salir le afloja la corbata y le quita los zapatos. Sabe que, en otras
circunstancias, Nurivan no se lo permitiría tan fácilmente... a menos que entrara en el marco lúdico de la seducción.
Busca en el botiquín y se decide por un frasco etiquetado como
Kaomicyn, con la íntima y secreta esperanza de que sea apropiado para su dolencia. No oye a Nurivan y se inquieta, sube a toda prisa la escalera mientras no
puede evitar decirse: ojalá que no sea nada importante... me gusta este preámbulo de vida junto a él, con tanta vida entre las manos con todo y sus contradicciones. Se detiene y vuelve sobre sus pasos; prende la estufa y pone la tetera
por pura inercia... sonríe, apaga la estufa y coloca una taza con agua en el microondas... en dos minutos el agua está hirviendo...
- Ten, amor, te hará bien... Thé de hierbabuena con miel y limón..
- ¿El thé de hierbabuena no es para la tos y el pecho congestionado?
- ¡Joder!, ¡tienes razón!, espera...
Vuelve sobre sus pasos aceleradamente. De nuevo en la cocina, algo la
paraliza y hace que se estremezca. Le asalta un temor inconfesable que traduce
en un monólogo interior lleno de crudeza: "¿es realmente de Nurivan de quien
me preocupo o es miedo a no atenderle como sería lógico que lo hiciera?, ¿y si
estoy aterrorizada por la hipotética posibilidad de pensar en eternidades mientras dejo cabos sueltos en mis presentes?". Enciende un cigarrillo, se da cuenta
de que aún no ha vuelto a poner la taza de agua en el microondas y se sorprende
cuando se permite la licencia de decirse: "un día de estos estaré poniéndole clavos de carpintero al té de clavo, con sus consabidas consecuencias..."
Ahora mismo, en la soledad de la cocina, hay una Zoé de Nurivan y otra
Zoé que sólo es de ella; una mujer que sabe que sus pensamientos son mariposas
y que no siempre puede indicarles en que rosa han de posar sus patas.
¿Las rosas...?. ¡Nada de rosas, Zoé, que tu has venido a por manzanilla!.
257
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Las rosas son como instantes robados, en secreto, al tiempo... tienen la belleza y
la fragancia de lo bello y lo prohibido; la manzanilla es otra cosa, es la flor de la
casa, aromatiza el alma y aporta la savia de la vida. Si, ¡tienes razón, Zoé!, se
podría vivir con ambas o sobrevivir sin ninguna... pero, ¿y si el destino es tan
generoso que te las regala a ambas?, ¿qué ocurre si te da cada una para su justo
momento, sin que ninguna sea más importante que la otra?; ¿y si la combinación
perfecta es un thé de manzanilla con pétalos de rosas?. El agua está ya caliente,
sube a toda prisa y coloca la infusión en las manos de Nurivan.
- Ven Zoè, recuéstate a mi lado...
- ¿Estás mejor?
- Tu me haces sentir mejor con sólo con saberte a mi lado... y si, además, me traes
manzanilla... ¡entonces ya me siento totalmente curado!. Cuéntame... ¿cómo te
fue en el día?, ¿conociste al nuevo galán de Violeta?
- No, para nada, amor. La dejé en la puerta del café.
- Y... ¿cómo la ves?, ¿tú crees que...?
- Yo sólo espero, Nuri, que ya se haya recuperado de su último intento de suicidio. A veces me siento tan impotente para ayudarla, sé que hablándole suavemente nunca conseguiré nada; sin embargo, a veces me pesa ser tan dura con
ella... Siempre me queda la sensación de no dar en el punto exacto...
- Bueno, pero de eso ya han pasado varios años... ¿dos?, ¿tres ?
- Sí, tres, pero no siempre el tiempo es la mejor medicina...
- ¿Cuál es la mejor medicina, Zoè? ¿Lo sabes?
No contesta, se limita a acomodarle las almohadas... a dejar prendida
sólo la luz tenue de su lamparilla de noche... mientras piensa: "me gusta la habitación a media luz, me siento acogida y olvido las luces neón de mi oficina, que
me revisten de esa otra Zoé pragmática dirigiendo su orquesta de responsabilidades con la mano en la cintura; aquí solo necesito ser YO, al derecho y al
revés y tan a fondo como quiera... necesito meditar la pregunta que mi esposo
acaba de hacerme..."
Vuelve a recostarse a su lado y se funde con Nurivan en un abrazo.
- El perdón, Nuri... el perdón... aunque nunca las cosas vuelvan a ser como
antes... Si acaso desear que sean mejores, aunque no estén dentro del parámetro
de tus paradigmas. Y creo que el perdón hacia uno mismo es el más difícil.
Desperdiciar la vida buscándole la perfección circular al cuadrado está canijo y,
lo que es aún peor, exigir esa perfección a las personas a las que amas nunca es
la mejor de las soluciones...
- Bueno, en todo caso, tú haces lo que puedes... No pretendas tampoco ser la
heroína en escenarios que te son desconocidos...
- Así es, Nuri... a veces hasta me siento culpable de que mi vida haya sido siempre relativamente buena o, incluso, muy buena... Siento que me quita el derecho de siquiera pretender ayudar a alguien en diferentes circunstancias; sin
embargo sé lo que es tocar el fondo de las soledades. No creo que nadie esté o
haya estado en su vida exento de ello... La vida nunca es del color preciso de
nuestras pretensiones; pero la vida es así y en nosotros está el sacarle el mayor
jugo a sus maravillas... y aún mejor si se hace en compañía, en un tú y yo contra
todo el mundo. O lo que es mejor, un nosotros en pro del mundo...
258
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Hablando de maravillas... me ha caído de maravilla tu thé de canela...
- ¿De canela?
- Jajajá, Zoé, bromeo... Pero ya sé lo que sigue... te pondrás melancólica por una
combinación de impotencia y tristeza, por no tener la non plus ultra solución que
arregle otros mundos o, incluso, que mejore el tuyo... Eres demasiado soñadora.
Eres la combinación de canela y arándano en una tacita de porcelana... y no quiero que te me rompas...
- Ya me he roto en el pasado y me volveré a romper, Nuri... y eso, con toda certeza, lo sabes... Pero agradezco al cielo que aún no soy taza de plástico, ni de
papel desechable y mucho menos de aluminio... Quiero apostar hasta las últimas
consecuencias de que no me vaciaré por ninguna parte de mi taza... por ninguna
rajadura... en ningún cobarde gota a gota que vaya agotando el contenido de mi
misma... Tampoco me chupo el dedo, conozco mis limitaciones...
- Nadie conoce sus limitaciones, es parte de la naturaleza humana el desconocerlas, Zoé, por eso tropezamos una y otra vez...
Le toca la frente y le besa los párpados; la temperatura ha bajado y sus
últimas palabras han sido casi susurros, se ha quedado dormido. Se queda inmóvil, temiendo despertarle; mira al techo y desea que, en aquel justo momento,
rosa y manzanilla escuchen esas palabras que mueren por salir de su garganta...
- Hombre o niño, tú eres la presencia que me reconforta... el thé del que uno
nunca se cansa... ese brebaje que nutre y que sabe llegarme cuando más lo necesito... Por eso cualquier resfriado, cualquier infección estomacal, es una verdadera amenaza de fuego... ¿Lo sabes?
III
Tarde amenazando noche. Diálogos, que aparentemente son monólogos,
van decorando el vacío de una habitación de hotel perfectamente ordenada.
- Seguro que habré llegado demasiado pronto...
Sí, se retrasa. No es normal, la necesidad de verse es una garantía de puntualidad que nunca falla. Hay tiempo para dejar las tres rosas de fuego, en agua; estarán
más frescas cuando llegue, serán mejores las caricias de sus pétalos sobre su piel.
En menos de tres minutos, mira ocho veces el reloj; se impacienta, lo
acerca a la oreja y le da golpecitos. No puede marcar su número de teléfono, son
horas prohibidas porque el riesgo de que "esté en compañía" es muy elevado.
Opta por la vía telepática, uno a uno va lanzando mentalmente mensajes desesperados: "te echo de menos, he llegado hace rato", "¿dónde estás?", "¿te ocurre
algo?", "hoy las sábanas son azules, a cuadritos, suaves, huelen a suavizante",
"¿nuestra cita era a las ocho, verdad?", "te he comprado fresas, pero no había
nata", "¡¡¡dime algo!!!"...
No llega. Han pasado casi veinte minutos, deletreados, sufridos, amargos...
- La peor forma de extrañarte es que no estés...
Esa opresión en el pecho va aumentando. Trata de distraerse, pero la
habitación se va achicando por momentos; la sugestión hace que al techo le crezcan dientes, que los cuadros de la pared se conviertan en una cara ladina que no
259
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
cesa de hacerle muecas burlonas... como diciéndole: ¿no has notado algo raro en
vuestras últimas citas?, ¿no te has dado cuenta de hay cosas más importantes
en su vida?, ¿cuándo te convencerás que estás en el último lugar de la fila de sus
prioridades?.
Casi media hora. Es tanta la presión anímica que empieza a sopesar la
posibilidad de hacer algo para distraerse. La ducha se antoja una buena solución
y a ella se dirige cansinamente.
No hay jabón en su piel... cae el agua, pacientemente cuenta los chorritos
y se equivoca siempre que llega a diecinueve; cuesta soportar esa incapacidad
para contar el chorrito número veinte, no es fácil entenderla... El teléfono celular no ha sonado, tampoco el timbre de la puerta. Es el momento de salir de la
bañera, de plantar su desnudez física ante el espejo y tratar de descubrir que, anímicamente, el strep-tease de esperanzas va consiguiendo un desnudo tan total
como patético. Mecánicamente la toalla va empapándose; al pasarla por la cara,
una sensación claustrofóbica ahoga sin remedio.
- La peor forma de extrañarte es que no estés, que tu alrededor consiga ocultarte a mis ojos...
Sombras, deslizándose serpenteantes sobre el parquet y el recuerdo de
canción de Sabina que las hunde más en la tristeza; no, Joaquín, ya difícilmente
todas las noches serán noches de boda... se complica muchísimo que todas las
lunas sigan siendo lunas de miel. Recurrir al cigarrillo es pretender que se ahoguen en humo las tristezas. Ya no vendrá, es inútil esperar a quien no llega.
- ... que sepa que estás ahí, pero no para mí.
Vestirse, cerrar la puerta, olvidar las tres rosas, entregar las llaves en
recepción...
Las calles están tan vacías que puedes ver cómo los adoquines huyen aterrorizados, escapando de la liturgia de regresos que tus pisadas tan bien interpretan.
Están a punto de acabarse las palabras cuando suena el teléfono.
- No pude ir, mi amor... ¡no pude!
- Te des-esperé...
- ¡Y yo a ti!, ¡no te imaginas como te extrañé!
- ¿Sabes?, en el hotel me he dado cuenta de que la peor forma de extrañarme es
que no esté... que mis circunstancias o mi alrededor consigan ocultarme a tus
ojos... que sepas que estoy aquí, pero no para ti...
- ¡Lo sé!, esperemos tener más suerte en próximos encuentros...
- ¡No!
- ¿No?
- Sólo es necesario buscar el tiempo y querer encontrarnos como la primera vez...
El teléfono desaparece en los bolsillos, sin esperar respuesta; justo antes
de detener los pasos ante un puesto callejero de flores.
- Tres rosas rojas, por favor...
- ¿Para regalar?
- Si, las más hermosas que tenga... alguien me espera desde hace horas... quiero
llevar pétalos para recorrer su piel...
260
Las tres cadenas
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
No fue un día fácil, ni de lejos. El aire se llenó de electricidad estática, de esa
que atropella la percepción y hace que todo se vuelva tan borroso que es difícil verlo.
- ¿Qué te ocurre, Ainara?
- Nada... ¿por qué?
- Tu expresión... es amarga, inexplicablemente amarga... ni la entiendo ni te
entiendo.
- No, estoy bien; quizás lo único es que llevo todo el día muriéndome de sueño.
- ¿De sueño?, sinceramente cuesta creerte...
La última frase de Yeray queda ahí, balanceándose de la lámpara del salón y
sin esperanza alguna de abrazarse a una respuesta; cuando la luz se apaga, sigue brillando en la oscuridad e iluminando la madrugada que ahora empieza.
Bajo la mirada de Yeray, Ainara se desnuda con la misma sucesión de
movimientos que repite desde su niñez. Va dejando, una a una, las prendas en las
perchas hasta quedarse en ropa interior; luce espléndida y deseable en la penumbra de la habitación, con esa piel tostada por el sol que hace destacar el color blanco de la braga y los sostenes. Ya vestida de piel, se contempla en el espejo rococó
que insistió en mantener como elemento extemporáneo al estilo modernista del
resto del mobiliario; con las tres cadenas brillando obsesivamente, la de la muñeca y la del tobillo son como hijas pequeñas de la que lleva al cuello, busca su perfil, se acaricia maternalmente los pechos y deja que su dedo índice recorra la
redondez de su ombligo antes de perderse, un eterno segundo más tarde, entre el
mínimo triángulo que anuncia lo inminentemente próximo que queda su sexo.
Abre la puerta del baño y desaparece. El cuarto queda impregnado de ella
y, en una improvisada coreografía, las cortinas se mueven cansinamente... como
si quisieran saltar de sus rieles.
Yeray se pregunta cómo saldrá vestida Ainara, ¿vestida de nada o, tal vez,
con el pijama largo del "hoy no me apetece"?. Prefiere ni pensarlo, dejar que le
sorprenda o le defraude sin composiciones de futuro previas. Como en un movimiento reflejo, aprieta el botón en el mando a distancia y la melodía suena:
"Dejaría decidir tus ojitos verdes... tus vaqueritos rotos... tus vestidos cortos de
vida alegre...". La canción se mezcla con los gritos de alivio que da el agua al
escapar de las cañerías y salir por los agujeros de la ducha. Habla para ella, aunque no le escuche; de alguna manera, Yeray, siempre le habla a ella...
- Tus vaqueritos rotos... ¿Recuerdas la historia de la cadena que llevas en el tobillo?. Tú con tus catorce y yo con mis diecisiete... éramos unos niños que soñaban
con hacerse viejos juntos y descubrir a qué saben las tardes de otoño, las puestas
de sol en invierno y el calor de una chimenea compartida con años y años de
recuerdos... Invertí todos mis ahorros, creo que fue la primera y última vez que
dilapidé mi fortuna, porque aunque no fuera mucho dinero era todo el que tenía,
para cumplirte un deseo. ¡Si!, ¡me lo pediste entre besos!, me dijiste: "regálame
una cadena para el tobillo que me dure toda la vida, quiero que todos sepan que
soy tu esclava y que quiero serlo para siempre"...
El estribillo de la canción retoma protagonismo: "Dejaría decidir tus ojitos verdes... tus vaqueritos rotos... tus vestiditos cortos..."
263
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- ¿Y la que llevas en la muñeca?, ¿te acuerdas?. Cumplíamos un cuarto de siglo
juntos, busqué y busqué hasta encontrar esos veinticinco eslabones... al final, ya
desesperado, mi abuela me sorprendió regalándome una pulsera que había recibido, hacía ya mucho tiempo, de manos de su madre. ¡Tenía veinticinco eslabones!, ¡era lo que buscaba!. Dártela significó sellar un compromiso más allá del
tiempo en el que tú, y sólo tú, recreas el enigma de las vírgenes-madre de arcilla
negra. Y busqué un lugar único, especial y mágico, con el ahínco de quien persigue encerrar su deseo de trascender en un único gesto... la guardé en una cajita
de terciopelo rojo... la enterré bajo la raíz que sobresale de la tierra, esa que pertenece al roble que plantara hace quinientos años el antepasado que hizo posible
mi apellido y mi existencia... te llevé allí, desenterramos juntos la cajita y plantamos dos granos de trigo en el agujero... volviste con la pulsera en tu muñeca y mi
alma quedó allí, prisionera de la simiente, esperando a germinar junto a ti cada
año del resto de la vida que nos queda...
Ya no se oye la ducha y en la radio han hecho una pausa. Un tono mínimo en mi celular me avisó de que había llegado un mensaje, pero no era el tiempo apropiado para leerlo...
- La cadena que llevas al cuello... esa que combina perfectamente con cualquier
collar que decidas ponerte... la "encontramos" juntos la mañana siguiente a
nuestra primera noche de convivencia. Nos hipnotizó tanto que el dueño de la
joyería, preocupado y perplejo, salió a preguntarnos la razón por la que hacía casi
una hora que estábamos frente al escaparate sin movernos...
Apago la lamparita, no necesito luz para leer cada línea de mis recuerdos.
Espero y desespero, atrincherado en los taludes del desearte y temeroso de que
tú hoy no me desees. Sales del baño, a oscuras; te deslizas bajo las sábanas y la
noche empieza...
- Buenas noches... estoy muerta de sueño...
No respondo, aunque para nada estoy dormido y te he oído perfectamente.
Volvió a sonar la música, esta vez de Pasión Vega: "y además, como no
sabía rezar, me dió por coleccionar retalías y escapularios... me he bañado en la
playa desierta del mar del olvido... y además, como no sabía volar, me dio por
coleccionar pañuelos y golondrinas... en almacenes oscuros, se amontonaban los
días... los trenes de cercanías seguían pasando de largo, entre tu cama y la mía..."
Nuestra noche se acaba justo en ese momento; tú tienes sueño y yo tengo
sueños en los que hoy no estarás, aunque jamás lo sepas...
II
Enigmático, Nurivan deja caer sobre el aparador de entrada el brazalete
que había encontrado, hace apenas unos minutos, junto a la cañería de registro
exterior de la bañera; se queda observándolo un instante, lo recoloca en la bandejita, junto al juego de llaves de casa que Zoé usa, y frunce el ceño.
El ruido que se produce cuando cierra la puerta, al marcharse, despierta
a Zoé con un sobresalto. Se acaricia la mejilla, buscando huellas de ese beso que
traía un "volveré por la noche, mi vida" y que, desde hacía veinte años al menos,
264
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
todas las mañanas le regalaba Nurivan. Por alguna razón que no alcanza a entender, no encuentra ni el mínimo rastro; acerca las yemas de los dedos a su nariz,
en un desesperado intento de oler su after-shave...
Bajo la lluvia de la ducha, Zoé trata de encontrar explicaciones a una
ausencia que, por una parte, le preocupa y, por otra, no entiende. Su cabello
enjabonado cae sobre la espalda y le acaricia suavemente; poco a poco va
sumiéndose en una sensación de que son las yemas de unos dedos, masculinos,
las que rozan su piel y no puede evitar entregarse por entero.
Por equivocación, hoy la pastilla no es de jabón neutro...
Cierra el grifo, la espuma va cubriéndole los senos como un manto de
nata o una clara a punto de nieve; su ombligo se encoge, entreabre los muslos y
cierra los ojos imaginándose a sí misma en aquel exacto momento. Poco a poco
va escalando la cumbre hasta rozar las nubes y atreverse a saltar buscando el
cielo.
Suena una sirena en la calle; el climax, que ya asomaba entre los labios,
estalla en mil pedazos que, sin saber muy bien la razón, se van convirtiendo en
íntima vergüenza.
Abre apresuradamente el grifo, un chorro de agua helada termina lo que
ha empezado el sonido de la sirena.
- ¡Maldita sea mi suerte!
No sin esfuerzo, consigue al fin que llueva a la temperatura perfecta;
necesita apenas medio minuto para que la espuma huya, a toda prisa, por el desagüe de la bañera. Unos minutos después, vestida con una toalla y descalza, se
apresura a tomar el café y una tortita con queso. Empieza el día y no puede decirse que sea un buen comienzo...
- ¿Si?, ¿dígame?
- ¿Te encuentras bien?
- ¡Pues claro, Nurivan!, ¿por qué no habría de estarlo?
- No sé...
- ¿Necesitas algo?, ¡a saber lo que te habrás olvidado en casa hoy!
- Nunca me olvido nada que no sea nuestro...
- ¿Almorzamos juntos o tienes alguna cita que yo desconozca?
- Hoy no me va a ser posible... te llamaba precisamente por eso...
- ¿Tan ocupado estás?
- Si... nos vemos por la noche, llegaré pronto.
- Besos, mi amor... se me hace tarde...
En la radio ponen una canción cuyo título no recuerda, pero le suena tan
familiar que la tararea mientras se viste... "yo tengo una pena que me está
matando... sigue tu camino que hay mujeres de sobra... deja la mía y búscate
otra..."
Un toque de carmín en los labios... la agenda... la cartera... un zapato que
aparece mientras el otro se ha escondido...
- ¡Que no se me olviden las llaves de casa...!
Se detiene junto al aparador, sus ojos se clavan en el brazalete; abre la
puerta para salir, el autobús está doblando la esquina...
- ¡No llego!, ¡no llego!
265
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
El conductor la espera con una sonrisa; sofocada se sienta en el primer
asiento que encuentra libre, prisionera de la sensación de que todos los pasajeros la miran.
El día va pasando sin pena ni gloria; Zoé se esfuerza en pensar que es uno
más en la rutina habitual y uno menos que le queda de vida. De regreso, en el
momento de abrir, como si la adivinara llegar, Nurivan aparece en el quicio de la
puerta y le mira pícaramente; se aproxima y la besa mientras le da un suave tirón
de orejas...
- ¡Qué harías tú si yo no existiera!
- ¡Acordarme de llevar las llaves!, o eso o llamar al cerrajero...
Al pasar frente al aparador de entrada, Zoé mira de reojo y disimuladamente la bandeja de las llaves... hay, junto a ellas, tres cadenitas de oro y ha desaparecido el brazalete.
III
No era una noche más, ni de lejos. La cena en la habitación quedó al margen, enfriándose sin protestar, porque eran otros los apetitos que primaban en
aquellos momentos. Dos horas intensas, mareantes, hasta que alguien iza una
simbólica bandera blanca de rendición momentánea. Desenfundar los cigarrillos, uno rubio y el otro negro... encenderlos, aspirar el humo... que una mirada
llene de contenido el silencio de las sonrisas satisfechas.
A través del hilo musical del motel, llega la voz de la vocalista de La Oreja
de Van Gogh: "dibujé tu sonrisa junto a la mía, me dormí con tu abrigo en el
sofá... quiero estar a tu lado, quiero mirarte y sentir... quiero perderme esperando... yo quiero quererte o morir..."
La caricia cómplice que se moja con esa gotita de sudor que aún insiste
en resbalar; sigue la canción: "cogí un tren que no dormía y ví tu cara en el cristal... era un reflejo del sol de mediodía, era un poema de amor para viajar..."
- Tu expresión, ahora mismo... es tan dulce, tan increíblemente sensual...
- Mal de amores, mi vida...
- ¡Secuéstrame!
- ¿Y si no pagan el rescate?, ¡tendré que asesinarte!
- ¿Bromeas?, ¿asesinarme?
- ¡Claro!, ¡algo tendré que hacer contigo!, ¿no querrás que te lleve a casa?
- ¿Por qué no voy a quererlo?
- ¿Y donde te alojarías?
- En tu cama...
- Es para dos... tres estaríamos incómodos...
- ¿Entonces?
- No sé...
En un momento se apagaron todas las luces, incluyendo la luz de luna y
la farola que alguien había colocado en la calle de enfrente. La realidad... ¡la maldita realidad que siempre está ahí, amenazante!
266
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Pareciera que la noche se acaba justo en ese momento, como si ya hubiese encontrado un título apropiado y no necesitara más horas que hicieran de
relleno. Una brevísima pausa, la siguiente melodía va dejando que su letra se
cuelgue de las telarañas invisibles: "anoche pude ver cuando te fuiste, solito me
quedé y no dije nada... tal vez esta canción te suene triste, pero me está llevando la chingada... un exiliado de tu boca, de tus manos, de tu corazón... esta
tarde vi llover... bésame, bésame mucho..."
En realidad, por mucho que los integrantes de "Elefante" intenten pintar
en colores, el momento es uno de esos en los que las notas musicales parecen granizo y quienes las escuchan, aunque cueste creerlo, apenas dos muñequitos de
nieve con nariz de zanahoria y ojos de rodaja de tomate en los que la mirada brilla, precisamente, por su ausencia.
Cuando la impotencia se adueña del decorado existencial, vestirse es casi
lo único lógico que queda por hacer. Pero, incluso para ello, hay un protocolo que
establece la forma exacta en que se ha de desarrollar la "escena". Por eso resulta
tan natural que, mientras las distintas prendas ocupan su lugar sobre la piel, la
mirada recorra obsesivamente el suelo... como buscando alguna razón para detenerse, como tratando de que una baldosa se levante de repente y grite: "¡detente!, ¿qué estás haciendo?, ¿no te das cuenta de que vas a morir de amor si te
pones el abrigo y sales por esa puerta?".
La mitad de ambos cigarrillos se queman, uno en el cenicero de la izquierda y el otro en el de la derecha. Las espaldas se miran de frente, separadas por
una cama revuelta que huele a sexo apasionado y a amarse locamente; nadie
parece darse cuenta de que los abrazos de espaldas son imposibles porque,
lamentablemente, una mera cuestión física exige que los que se abracen estén
frente a frente.
- Te dejas el paquete de cigarrillos...
- Está vacío... tan vacío como yo en estos momentos...
A veces, bajar en un ascensor es la antesala misma del infierno; la misma
proximidad de esos dos metros cuadrados es un handicap insuperable, una celda
para esas cosas que estoy deseando decirte pero que no te digo porque igual no
es el momento...
Luego está la amabilidad del personal de recepción, incapaz de percibir
estados de ánimo y siempre tan servicial que huele a servidumbre de esas trasnochadas de cofia y delantal...
La puerta de salida... la calle está mojada y desierta...
- Ayer... hace un momento me dijiste que me querías...
- Ayer, hoy, mañana... te lo diré siempre...
- ¿Por qué te vas...?
- ¿Me voy sólo yo...?
- ¡Quédate!, tengo mil sueños en los que sólo estás tu... quiero que lo sepas...
Bajo la lluvia, al pie de aquella farola que se estremece, nace un beso que
va de unos labios a otros sin detenerse; pasan los taxis pero no hay necesidad de
detenerlos, al otro lado de la calle una viejecita recoge lo que deja su perro y mira
de reojo como desaparecen por la misma puerta del motel que, hace apenas unos
momentos, los había escupido sin remordimientos.
267
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Amanecía cuando salieron de nuevo; caminar en la neblina, una experiencia increíblemente intensa.
- Ven... abrázame...
- ¡Me encantan tus abrazos!, ¡me muero por estar en ese hueco que queda entre
tus brazos y el pecho!
Algo brilla con más intensidad que nunca, es apenas un brazalete de
modesto cobre y alguien recuerda que lo encontró en la casa familiar...
- ... no sé cuantos años llevaba enterrado pero si sé que perteneció a alguno de
mis antepasados. Para mi representa la esencia del clan, la eternidad de la sangre y el juramento de que quiero renacer contigo y estar a tu lado para siempre...
- Mi amor...
En el semáforo se detiene un coche con el casette a todo volumen, canta
Raúl: "Porque estar contigo es como un juego de azar, soy el as de corazones
que va a ganar... no tendrás una salida para escapar y esta noche tu te vas a
entregar..."
- No digas nada... vuelve con la pulsera en tu muñeca y deja que mi alma quede
en ti, voluntariamente prisionera, esperando a germinar junto a ti cada año del
resto de la vida que nos queda...
268
A los seres sin tiempo
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Aquel día, el salón "era", de ser y de existir, una jaula. Una y otra vez,
Yeray combate la sensación de estar en las celdas de Guantánamo, en los calabozos de la Dirección General de Seguridad y hasta formando parte de unas imágenes de Abimael Guzmán, que había visto por TV, en una cárcel peruana.
Sentado en el sofá, la sensación de estar en el banco de una galera se le
abalanza; el tum-tum del tambor que maneja el "jefe de máquinas" produce un
estado de hipnótica catalepsia, fronteriza entre el forzado "soy capaz" y el natural "estoy desbordado, a punto de irme a pique y sin un maldito salvavidas al
que agarrarme".
- Le llamaré "Síndrome de Moisés", quizás el ponerle nombre valga para algo…
- ¿A que te refieres?
- Mira, Ainara, el pobre Moisés vivía como un rajá; un día se le ocurre pensar en
los demás y empieza a alucinar, hasta el punto de lanzarse a buscar la "Tierra
Prometida". Cuarenta largos años de deambular por el desierto, hasta que un día
se asoma a la cima de una colina y la ve...
- ¡Que bíblico estás!
- No, espera... que quien no recuerda la historia está condenado a repetirla.
Sorprendentemente, la misión del Moisés ha terminado... puede verla pero no
pisarla... puede imaginar sus bondades, pero el destino le prohíbe disfrutarlas;
así que el patético "conductor" se queda en la cima del primer peñasco que
encuentra, con una pose orgullosa y altiva pero con las entrañas quemadas, viendo como los demás entran y resignado a esperar un "bien morir" que empieza a
tardar demasiado.
- Como bien dices, el destino manda...
- Ya, ¡pero es una gran putada!. Te echas cuarenta años por caminos polvorientos,
comiendo pastelitos "Maná" y bebiendo agua que ni siquiera está fresca, haces
milagros todos los días porque si no lo haces te vas al carajo... las pasas canutas y,
al final, haces realidad el sueño pero sólo para ver como te quedas fuera sin remedio y sin que nadie se acuerde que, si está allí, es porque tú le has guiado...
- ¿No dices siempre que hay personas cuya utilidad sólo se pone en relieve cuando ya no están?, pues ya tienes un consuelo...
- No es tan simple Ainara... ¡No!, ¡no es tan simple, carajo!
Yeray hace que sus ojos, sin producir el más mínimo ruido, regresen a las
páginas que, desde sus rodillas, aguardan entre ansiosas y excitadas. La idea de
que "un libro abierto se parece a una mujer deseosa de entregarse" le posee; deja
que la yema de su pulgar derecho resbale por la hoja impar, notando la textura y
las pequeñas rugosidades que la impresión del texto ha producido, mientras descubre que Ainara está subida a una pequeña escalera y busca algo en la repisa más
alta. Se deja resbalar en el sofá para obtener un plano mejor... acaricia las dos
páginas como si fueran esos muslos que ella le regala y siente un escalofrío cuando, al rozar el espacio en la que ambas páginas se juntan, percibe con total nitidez
el suave tacto de las bragas que tímidamente asoman bajo la falda de Ainara.
Trata de no sucumbir, se esfuerza en leer que "la ameba del limo es una
estructura unicelular que parasita a unas bacterias que se alimentan de las
271
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
hojas putrefactas"... pero su mente se niega a apartarse de los tres pliegues que
se forman entre las nalgas de Ainara.
Intenta concentrarse en que ellas "se reproducen tan rápidamente que
agotan los recursos alimenticios y necesitan migrar hacia otros hábitats; y es
entonces cuando espontáneamente se agrupan y forman cadenas que se reúnen
en un punto nodal y se convierten, luego de superponerse y entrelazarse, en un
gran gusano"... pero cada palabra que lee aumenta la presión que siente en su
bragueta. Cierra el libro, sigilosamente lo deja a un lado y se levanta; la hora no
importa porque Yeray se siente un ser sin tiempo que perder y necesita abrazar
y entrar en Ainara...
La distancia que los separa es tan pequeña que parece inmensamente
grande. Ainara ahora está de puntillas sobre el taburete, cambiando y colocando
cosas en varias repisas; al agacharse, las rodillas se separan y amplían el "paisaje"... son blancas sus bragas, como sus calcetines, y tan transparentes que dejan
asomar los detalles anatómicos con una precisión casi topográfica. Yeray imagina
mil maneras de conseguir que ocupen ese lugar en los tobillos que ahora mismo
necesita y se decide, finalmente, por una acción delicada y suave: arrancárselas.
Suena el teléfono, inoportunamente incesante...
- ¿Contestas tú, Yeray?
- No espero llamada de nadie...
- ¿Qué hora es...?, quedó en llamarme Juana...
- Vale...
Yeray consigue levantar el auricular justo en el momento en que deja de
sonar el timbre. El teléfono nunca sabrá lo cerca que estuvo de ser asesinado en
un ataque de locura tan lógico como insensato.
- ¿Quién llamaba?
- No llegué a tiempo de descolgarlo...
- ¿Me ayudas a bajar...?
- Me gusta que estés donde estás...
- ¿Qué dices?
No contesta porque sabe que es una tontería hacerlo. Si lo hiciese tendría
que explicarle a Ainara que eran dos seres sin tiempo... que mientras leía el ensayo sobre las amebas del limo pasó por su cabeza, y por alguna otra parte de su
anatomía, una necesidad sexual inexplicablemente explicable... que ella no sabía
hasta que punto resultaba provocadora al estar encima de un taburete... que
había acariciado las páginas de un libro con especial ansiedad porque, aunque le
pareciera increíble, al igual que el fenómeno de transubstanciación del vino en la
Eucaristía, las hojas se convirtieron en sus muslos y provocaron un trance místico con claras connotaciones de apetito desmesurado.
"Las amebas del limo, muy probablemente, sienten un impulso irrefrenable e inexplicable que se manifiesta a través de
ellas y las guía..."
¿Acaso a los seres sin tiempo también les ocurre y nadie, de quienes les
rodean, es capaz de explicárselo?
272
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
Llevar a Violeta a su cita a ciegas es todo un privilegio... Mi auto-calabaza se vuelve carroza transportando a la princesa intocable. Se ve más guapa que
nunca. Me pregunto cómo no se ha casado a sus cuarenta años, siendo tan atractiva y de una inteligencia muy peculiar, tan exitosa... Y claro, yo sola me respondo con sus palabras antaño dichas "Nadie me merece, nadie está a mi altura".
Es una mujer fuerte, pocas personas la han visto llorar, y por supuesto yo, ella me
dice: "su mejor amiga" y en realidad me siento así, soy una de ellas. Me pregunto, por aquello de no perder mi costumbre de preguntar, a qué "altura" se
habrá "puesto"... Ha de ser muy cansado llegar a ella si se ha puesto a la altura
de la imposibilidad... Podrá decirme lo que quiera, incluso que es feliz así, que
está más allá de las "parejitas amorosas y sosas", pero su mirada no miente, tienen el brillo-opaco de la desolación, la risa fácil de la desesperanza...
- ¡Adiós, amor!
- ¡Zoé! ¿a quien saludas? ¡vamos a chocar!
- ¡Viole, pues a Nurivan! ¿a quién más le iba a decir amor?
- Pues no sé, pero lo dijiste con tanto entusiasmo...
- Jajajá.... pues me entusiasma esta casualidad de cruzármelo de vez en cuando
en esta gran ciudad donde ya nos come el tráfico.
- ¡Pero si lo verás en unas horas! ¡Es más, lo ves a diario! Cualquiera pensaría
que saludabas a un amante.
- Pues eso, Viole, eso... lo siento así... como un amante...
- Estás loca, tú y tus romanticismos.... ¡Despierta Zoé! ¡Helloooo, Hellooooo,
Violeta llamando a Zoé desde la tierraaaa!, !Violeta recordándole a Zoé que ya
tiene más de veinte años de casada y que se baje de su luna!
La escucho a lo lejos, sus cáusticos comentarios me dan ternura... mientras
veo que el auto de Nurivan ha doblado a la izquierda. A la izquierda o la derecha es
lo mismo, ya no sigue mi ruta... Aún así saboreo con una sonrisa ese beso volado
que me regaló con la mano a toda prisa. Inútil explicarle a Violeta que 20 años no
es nada (como la canción) si se siguen sintiendo hormigas en la panza cuando las
miradas olvidan calendarios o se reinventan. "Ñoñerías", me diría ella... y es cuando se prefiere no desgastarse en defender amores, sino vivirlos... Ella mira sus
uñas muy bien cuidadas, el reflejo de su rostro impecable en la visera, y sus labios
perfectos y prontos en decir "verdades". Anida, muy en el fondo, eso que la humaniza: albos deseos de comprenderse a sí misma. Me imagino que se estancó en su
dura adolescencia, cuando aquél chico del que realmente se enamoró, jamás se
dignó en mirarla. Mientras, yo me remonto a la mía, cuando la mirada de Nurivan
me buscaba por todas partes, derritiéndome las defensas, robándome suspiros. Y
sí, por qué no, espantándome a los galanes con su figura viril y su actitud de "es mi
novia" cuando aún no lo era... Me urge llegar a casa, recibirlo en la puerta y decirle que lo extraño... Me estremece seguir sintiendo lo que siento...
- Espero que éste no me resulte aburrido...
- Aburrido, o pobre, o demasiado alto, o chaparro, o flaco, o muy gordo, o "se
pasa de listo" o de tonto, o tiene un lunar de más... no te preocupes, amiga, ya le
encontrarás un defectito...
273
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- No te burles, Zoé. De verdad que voy en la mejor disposición.
- ¿Y cuál es tu "mejor" disposición? ¿Seguir encerrada en ti misma? ¿Encontrar
defectos hasta donde no los hay?
- ¿Es una pregunta retórica?
- Pues tú dirás... Y además son dos... si es que sabes contar...
- La verdad es que a mí no me cuadra eso de las parejas perfectas...
- No existen las parejas perfectas, Viole, ni en las películas... Siempre hay un
"pero", que las hace humanas, edificantes, probadas a fuego lento una y otra vez...
- Dime, Zoé... ¿nunca has pensado en tener un amante?
- ¿"Pensar" en tener un amante? ¡Ay, no, amiga! Eso de "pensar" es muy aburrido!
Me pregunto si algún día llegaré a ser como Violeta. Inquisitiva, dura,
prescindible sólo para ella misma. Y cruzo los dedos, toco madera y primero le
rezo a todos los santos en los que no creo, antes de que eso suceda. Aunque nunca
hay que decir de esta agua no he de beber... A veces envidio su frialdad, el ser
"intocable" para bien o para mal... Ni siquiera a ella, mi mejor amiga, puedo
contarle ciertas cosas... jamás las entendería y sí le daría pié a alimentar sus teorías lapidarias. Ella cree con firmeza en el blanco y negro, no en medios tonos, y
mucho menos en los colores malvas, brisados, aromatizados... No dudaría en
lanzar la primera piedra por lo que ella considera correcto, ni en juzgar lo que
nunca ha vivido... Si jamás ha navegado sangre adentro, hasta la misma médula
de la locura, de lo indecible, de lo temerario... Sería como querer descifrarle a un
niño un cuadro de Van Gogh en dos palabras, o dibujarle un Dalí de un solo pincelazo. Las acuarelas y los relojes me los guardo para mí misma, para que no me
los toquen... ¿cómo explicarle la nota exacta de lo inexplicable? La certeza de mi
música sólo a mí me corresponde bailarla...
- ¿Qué es lo que tú más admiras en un hombre?
- Buen humor, inteligencia y ternura... La combinación de estos tres elementos
es el mejor de los afrodisíacos...
- Eso sí... ¡Y ya sabes que siempre he lamentado que tu marido sea casado!
- Pues no te lamentes y...
- ¿Y.....?
- Jajajá... ¡No te me emociones! Y búscate otro igual...
- Sí, como si se dieran en macetas...
- Pues sé tú la flor, el perfume que los atraiga...
- ¡Já! Si lo que busco es un hombre, no un colibrí...¡Ay! Zoé, eres incorregible...
Lo bueno es que tú si tienes todo eso en quien amas...
- Sí, amiga, sí.... lo tengo a mares... Y a veces siento miedo...
- ¿De que te lo vuelen? Cada vez en más atractivo...
- No, de eso no, es de algo aún más complejo... Además, a nadie "vuelan" si no
quiere ser "volado". Y ya hemos llegado, princesa, no olvide dejar su zapatito de
cristal en la escalera...
- ¡Zoé, no juegues, que me pones más nerviosa! Y gracias... Ya veré que me reparen el auto lo antes posible.
- Suerte amiga... mañana nos llamamos...
La veo caminar presurosa, pero de seguro antes de entrar al café, cambiará sus pasos apresurados por unos seguros, de "mírame, no tengo prisa", de
274
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
"sé bien por donde ando, inútil", "meréceme"... Espero esta vez estar equivocada
y que se atreva a "tropezar" por una vez en la vida, y así estar a la altura de la tierra y fijarse en la fosa de soledad que ella misma está cavando para sus cansados huesos.
Ya es tarde para llegar a casa y prepararle a Nurivan su postre favorito.
Pero le compraré ese pastel de nueces que tanto le gusta. Después de todo, como
él dice... no se casó conmigo por ser buena cocinera...
III
- ¿Cómo estás hoy, mi amor?, en tus ojos veo cierto cansancio...
- No sé... quizás una frase de Belthold Bretch defina perfectamente mi estado...
- ¿Bretch?, ¿el de "La cantante calva"?, ¿qué frase?
- Sí, ese... una vez dijo: "me parezco al que llevaba un ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa". Precisamente así me siento hoy, aunque intente disimularlo...
- Parafraseando a Capote... te aconsejaría que, antes de iniciar la labor de cambiar al mundo, no olvides dar tres vueltas por tu "ladrillo"... a veces la mente se
aclara.
- No es tan fácil... nada es tan fácil... En la vida real no puedes dejar una frase a
medias, ni cortocircuitar alguna absurda reflexión para retomarla algún día.
Decidir es la exigencia, aunque la decisión gangrene el alma.
- ¿Y si vienes aquí y te sientas sobre la hierba?, ¿y si me cuentas lo que pasa?
- Ayer, en un bar del que no recuerdo el nombre, pedí un café y me regalaron una
sonrisa de mujer dibujada sobre unos labios increíbles. Intenté abstraerme, pero
fue en vano. Al abrir el bloc, desde la mesa de la izquierda, casi de puntillas y
envuelta en celofán de enigmas, me recorre la cálida y desconocida mirada de
unos ojos azabache que, más que matarme, "me mueren" a suspiros...
- ¿Y qué pasó?
- Pensaba en ti, te deseaba a mi lado... y entonces, contigo ocupando toda mi
mente, escribí unas palabras...
A cámara lenta, la hoja arrugada pasa de una a otra mano.
"A los seres sin tiempo que perder... a quienes comprender resulta
fácil y, sin embargo, morimos casi siempre incomprendidos...
A las noches que no brillan... a las estrellas que parecen sentarse en
la cornisa... a los búhos... a las luciérnagas... a las ardillas...
A ti... que cuando duermes sueñas sueños imposibles mientras me
amas...
A mi... que casi nunca encuentro las palabras..."
- ¡Es precioso!, ¡bellísimo!, ¡gracias!
- Hoy por la mañana me levanté con la sensación de haberme despertado en ese
día nuevo que vuelve a suceder, una y otra vez, todos mis días; con el sentido del
olfato alerta, miré a mi alrededor y descubrí que el color azul se había convertido en un tímido verde a la deriva... que las sirenas caminaban despacito, mien275
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
tras las olas hacían surfing sobre botellas de ron añejo que coqueteaban con viejas botellas de champagne...
- ¿Por qué no me llamaste?
- Te sabía durmiendo en ese abrazo íntimo que convierte a otra piel en privilegiada. Me sorprendí pensando y me dije que no era posible, ni conveniente, ni
necesario...
- Mi amor...
- ¿Sabes?, quizás te resulte difícil de admitir pero el negro serpenteaba entre las
ansias de sobrevivir, pintadas en amarillo, y la suave laxitud del incoloro suicidio. Más allá de mi, al girar levemente la cabeza, podía distinguir las silenciosas
siluetas de los abruptos acantilados de la vida...
- Me haces sentir amante... cuando yo deseo vivir a la vista de todos y a tu lado...
- A la hora del almuerzo, me di cuenta de lo vacía que estaba mi mirada. Intenté,
con mucho esfuerzo, rescatar un destello de lo que fuera mi sonrisa... pero resultó inútil, sólo conseguí convertirlo en una mueca que, curiosamente, combinaba
a la perfección con la ausencia de todo y la presencia de nada que era, en aquel
contexto temporal, el color elegido para los velos que cubrían mi alma...
- Sabes que sin ti no puedo vivir...
- ... y dejé el entrecot a medio cortar y encendí la radio... deseaba asomarme a la
ventana y escuchar una noche de verano, con el canto de los grillos incluido y la
brisa rozándonos.
- No me sueltes nunca la mano, mi vida... ¡nunca lo hagas!
- Es difícil de explicar... me echaba en falta a mí... me extrañaba con tal necesidad que no recordaba si me había ido o, por el contrario, no me había movido
mientras todo a mi alrededor desaparecía engullido por la nada cotidiana...
- Siempre supimos que ese era el riesgo y, aún así, decidimos seguir adelante.
Una relación como la nuestra se merece la oportunidad de vivir, aunque a veces
nos cueste lo indecible mantener la esperanza.
- Inocente de no ser culpable, quise sentirme... pero era demasiado fácil...
A cámara lenta, las manos se juntan y la hoja arrugada de papel se queda
dormida entre ambas. Hay escritas exactamente las mismas palabras, pero algo
en su lectura ha cambiado...
"A nosotros, seres sin tiempo que perder porque la vida pasa rápido...
A nosotros, a quienes comprender resulta fácil y, sin embargo,
morimos casi siempre incomprendidos...
A las noches que no brillan si nuestra piel no se roza... a las estrellas que parecen sentarse en la cornisa... a los búhos... a ti... a mi...
que aún disfrutamos embistiendo molinos de viento y soñando sueños que otros creen imposibles...
Pero, sobre todo:
A ti, que cuando duermes sueñas sueños imposibles mientras me
amas... y a mi, que casi nunca encuentro las palabras..."
276
¿Te he dicho alguna vez?
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
El programa que, ahora mismo, pasan por televisión tiene todos los
ingredientes de estupidez necesarios que garantizan el éxito...
- ¿Cambiamos de canal, Ainara?
- Vale
A un lado, marginado e indiferente, queda el mando a distancia de las
cinco cadenas que emiten en abierto; el protagonismo pasa al que controla las
emisiones por satélite... ciento cincuenta canales que conforman un universo
perfecto para el zapping...
- ¿Cine, series, variedades o documentales?
- Cine... quizás una buena película me saque de la modorra en que me ha sumido este día.
- Mientras no me pidas que veamos "Cementerio TV", ese bodrio que se dedica a
grabar camposantos de noche y emitirlos, sin música ni nada más que imágenes,
de madrugada...
- ¡Por Dios!, ¿habrá gente que le guste sentarse frente a un televisor y ver programas así?. No, no me contestes... imagino que habrá porque en televisión la
audiencia manda...
- En este canal echan "Infiel", pero ya ha empezado...
- Buena dirección, diría que excelente... pero la imagen de mujer que trasmite la
protagonista no acaba de encajarme.
- ¿Por qué?, la escena del regreso en tren después de su primer "polvo" es sensacional...
- No sabría decirte exactamente por qué... estoy de acuerdo contigo en lo buena
que es esa escena, pero el film necesita de un estereotipo de mujer muy peculiar
que no se ajusta a la realidad... es una mujer de cera que vive, aburrida, en un
embalaje de plástico y a la que un buen día se le cae la envoltura y se lanza a
derretirse como una desesperada...
- Pues mira, Ainara, a mi me parece un personaje tratado desde una sensibilidad
especial... desde una óptica muy femenina...
- ¡Ni loco te lo crees!, pero aplicas la ilógica masculina para standarizarnos a
todas... a los hombres os gustaría que fuese así, pero la realidad es muy distinta...
- ¡Vale!, pues espera que busco en otro canal... aquí programan "El diario de
Bridget Jones"...
- ¡Odio esa película!
- ¿Por qué?
- Porque es como "Thelma y Louise", un subproducto de la corriente pretendidamente feminista que tanto daño nos hace a las mujeres.
- ¡Joder!, ¡sí que estás crítica hoy!.
- No, piensa un poco Yeray... ¿Qué prototipo femenino nos presenta Bridget?
- ¡Sorpréndeme!
- ¡Es una imbécil!, una tonta que a sus treinta años se pone ciega de vino porque
no encuentra su príncipe azul turquesa y le da por dedicarse a escribir un diario
estúpido, misógino y chabacano.
- Jejejeje... si te oye Helen Fielding...
279
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- El colectivo femenino no es más defendible que el colectivo masculino, Yeray...
cuando las mujeres nos ponemos a hacer el estúpido lo hacemos mejor que nadie...
incluso mucho mejor que los hombres, ¡que ya es difícil!. Y lo ves palpablemente en
el puñetero diario de esa pobre ingenua de Bridget, pero se masca también tanto en
Thelma como en Louise... Hay una manía que no soporto del feminismo que sale
en los periódicos y va a las manifestaciones gays para reivindicarse...
- ¿La de que hacen lo mismo que los machistas pero sin darse cuenta?
- ¡No es broma!, a mi me parece insostenible un punto de vista de mujer que presente siempre al hombre como un gilipollas inútil y que, a la vez, se crea que ese
ser medio imbécil sea capaz de destacar sobre los otros tontos y se presente en
nuestra puerta con la única y exclusiva misión de hacernos dichosas, felices y
comer todos los días perdices en pepitoria únicamente con nosotras.
- Jajajaja... me recuerdas el chiste que la feminista con la falda arremangada y el
megáfono en mano que grita: "Todos somos iguales, pero las mujeres somos
más listas"...
- ¿Y qué tiene de chiste eso...?
- Nada, que el borracho que pasaba por allí y que, justamente, era el marido de la oradora responde: "Cariño, ¿si eres tan lista, por qué te casaste con un tonto como yo?
- ¿Estás tomando en serio lo que te estoy diciendo?
- Si te soy sincero, Ainara... cada vez me siento más lejos de estas discusiones
bizantinas. En realidad me parece inmensamente estúpido que, tanto un importante grupo de hombres como otro no menos importante colectivo de mujeres,
demuestren tan poca inteligencia.
- ¿Y el inteligente lo eres tú que lo ves con claridad todo, verdad?
- No, yo tampoco tengo ni la cuarta parte de las respuestas que necesito... pero al
menos busco la manera más coherente de ser incoherente...
- Ya, tu y tu status de objetor sistemático de la legalidad y, por extensión, de la
conciencia social...
- No, Ainara... yo y mi manera de entender la vida... que hay personas que, creyéndose poseedoras de la verdad, viven sin entender nada y otras que, porque
saben que toda verdad es algo relativo, necesitan comprender para vivir.
Ainara se levanta y apaga el televisor, se dirige a la biblioteca y saca varios
libros que pone encima de la mesa. Con curiosidad, Yeray, se acerca y le rodea la
cintura mientras va leyendo autores y títulos...
- "Silencios de Agua" de Aletse Santiago... "Mujer de Nadie" de Belén Pérez
de Prado... "Me basta con mirar" de Luci Garcés... "Diario de un anarquista atávico" de Luis E. Prieto... "Corsario de ciudad" de Xabier
González...
- ¿A que juegas?
- Con los títulos de cada uno puedo construir una frase lapidaria...
- ¡Demuéstralo!
- Por ejemplo: "Me basta con mirar los silencios de agua de cada mujer de nadie
para encontrar el diario de corsarias de ciudad frustradas, anarquistas y, además, atávicas"
- Jajajaja... lo intentaré yo... "Cada mujer de nadie esconde un corsario de ciudad en sus silencios de agua... y escribe a hurtadillas sus propias fantasías en
280
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
diarios menos anarquistas de lo que quisiera y más atávicos de lo que siempre
ha deseado... mientras asegura: "me basta con mirar" y por eso no hace nada"
Accidentalmente, dos de los libros se caen de la mesa y los restantes quedan colocados en triángulo
- ¿Te has fijado, Ainara?. Sólo es necesario hacer desaparecer lo innecesario para
que la armonía se adueñe de los tres restantes...
- Hijo, ¡no hay quien te entienda!
- No importa... no me hagas caso... imagino que vas a leerlos, Ainara... que lo
harás como es tu costumbre: todos a la vez, saltando de uno en otro hasta que los
termines todos un buen día...
- Si...
- Son distintos y todos guardan en su interior, seguramente, textos bellísimos;
pero hace falta que llegue el lector que sepa pasar sus hojas, que sepa leer sus
líneas... que sepa interpretar sus frases y cada una de sus palabras... En realidad
los libros no son tan diferentes a los seres humanos...
- Cuando entras en trance místico, Yeray, ¡te pones de un misterioso!.
- ¿Sabes?, si alguna vez pudiera convertirme en escritor y publicar "La memoria de
los triángulos" quiero escoger a los lectores... no se trata de caer en tentaciones elitistas, ¡que va!, pero no deseo que lo lea cualquiera... siento que, llegado el momento, necesitaría una complicidad más allá de lo racional y hasta de lo imaginable...
- ¿Por qué?
- Chaplin decía que el amor es la mayor de las frustraciones porque, cuando es
verdadero, no puede expresarse con palabras... Un libro, una novela, si se queda
prisionero de la cadencia de su lenguaje es una pérdida de tiempo. Los libros
"Mar Rojo", con una salinidad tan acusada en su lenguaje que facilitan la flotabilidad del lector, tienen un mérito más que dudoso porque hacen difícil bucear
en las entrañas de su mensaje... y una historia que tenga como único aval las
palabras bellas con la que está escrita es como confrontar el arco iris con un cuadro de Dali... nadie duda que los colores básicos del arco iris son bellos pero, aunque parezca extremista, son precisamente las tonalidades y las mezclas que descubre el pintor las que crean una imagen de calado espiritual que fascina, además de a los cuatro sentidos, al alma y al intelecto...
- ¿Y si mañana hablamos de literatura?. Me apetece un beso...
- ¿Te he dicho alguna vez que me encanta que seas una mujer perfectamente
imperfecta?. Ni Bridjet Jones, ni Thelma, ni Louise, ni esa de la película "Infiel"
cuyo nombre, ahora, ni recuerdo... todas ellas tienen el gran defecto de que hay
palabras más que suficientes para describirlas y, por ello mismo, son tan previsibles que me asquean... En el fondo, si te soy sincero, me aburren tanto las
"warrior woman", que buscan conflicto permanente con los hombres porque
son unas frustradas y unas insatisfechas... como esas otras que yo llamo "mujeres plastilina", que son tan adaptables y moldeables que uno nunca sabe en
donde termina el engaño y empieza la certeza... Afortunadamente tú eres tan
diferente a todas ellas...
- Me lo has dicho muchas veces y, sin embargo, no termino de creerte.
- No necesito que me creas... y ahora soy yo el que necesita un beso...
281
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
II
Aquel día los pájaros cantaban en silencio, mientras observo a Nurivan y
me crece, por dentro, un estremecer tan imperceptible como trepidante...
Mentalmente me pregunto una y otra vez si le he dicho que no es sorpresa para mí descubrir que cada día le quiero más. Me sucede a menudo. Sin
embargo me sorprende de tanto en tanto esta imperiosa y suicida necesidad mía
de saber más de él, de sus más íntimos pensamientos; ansia de meterme en esa
mirada suya donde sé que no estoy yo, entrar a ese terrero que sólo le pertenece
a él y donde no cabe más que un alfiler o, como mucho, un mar de incógnitas.
La guitarra y él, sus dedos se deslizan a veces con suavidad y a veces con
fuerza sobre las cuerdas, como cuando toca mi cuerpo, mientras que con los ojos
semicerrados se pierde en cada nota nacida y aún en las que esperan su turno
para nacer. La música y él armonizan como su piel y la mía sobre las sábanas, con
denuedo… Y yo sigo observándole a cierta distancia; tan ensimismada que, quizás, de tanto mirarlo no me doy cuenta que ha terminado de cantar. Presiento
que esta tertulia por su cumpleaños será…
- ¿Alguna canción en especial, Zoé?
- “Sin miedo a nada”…
- ¿De quién es?
- No sé, creo que de Alex Ubago
- No la conozco…
- Es muy bella.
- ¿Cómo va?
- Sólo medio me sé el estribillo que dice algo así como "Me muero por conocerte, abrir todas tus puertas, vences todas esas tormentas que nos quieran abatir, sembrar en tus ojos mi mirada, cantar contigo al alba, besarnos hasta desgastarnos nuestros labios, y ver en tu rostro cada día, crecer esa semilla, crear,
soñar, dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir…"
- Pues no la sabes tan mal, y sí, la he escuchado, pero no me la sé, reina…
- ¿Reina? Ufffff, párale Nurivan, no te me pongas cursi…
- Jajá jajá, ¡Violeta! Mira que ahora Román no deja de decirte "princesa"… y yo
no veo que hagas mueca alguna…
Ocho o diez personas a nuestro alrededor.. ¡qué importa!, es todo un
mundo. Risas, viandas y un buen vino en la mesa del centro. Me gusta esta calma
pletórica de Zoé entre tanto bullicio, como hoja de flamboyán divirtiéndose en una
corriente de río; y esa sonrisa de “aquí estoy pero no me veas” que me lanzo a hurtadillas, como niña traviesa tras una paleta. Conozco ese gesto tan mío y tan de
“ella-yo”, ese de acariciarse disimuladamente las rodillas desnudas apenas con las
yemas de los dedos, las piernas cruzadas como una invitación postergada... ese
tomar la copa y dilatar el sorbo en la boca, degustando el saber que la desean… Yo,
Zoé, analizo a Zoé mientras pasa lentamente su lengua por la orilla circular del cristal y el pecho se ensancha, acecha, reclama… veo como nuestro aroma se cuela
entre todos los demás para llegarme como bofetada con guante de seda, profundo…
Pero está Violeta y se encarga de romper el instante con una pregunta
dirigida a la Zoé que ve, sin darse cuenta de que la Zoé oculta se desvanece con
282
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
cada una de sus palabras hasta que pierdo su mirada. Dejo que termine mientras
acurruco a mi otro yo en los valles interiores de mis nostalgias; compartirla es
algo que nunca quiero porque me sentiría desnuda y vulnerable.
No recuerdo qué preguntaba Violeta, sólo sé que Nurivan me hace un
guiño mientras habla.
- ... si me lo permiten, yo quiero cantar la canción con la que dice Zoé que la conquisté…
¡"El día que me quieras"!, contesto adelantándome a todos.
El día que me quieras… Me pregunto si aún se ponen celosas las estrellas cuando nos ven pasar, o ya les somos tan cotidianos que bostezan nuestro encuentro…
- ¡Que suerte tienes Zoé!, tu esposo es tan encantador que...
Ultimamente me pongo celosa con las atenciones exageradas y los elogios
siempre a punto que Violeta le regala a Nurivan.
Y él que se deja querer… Quizás por eso le oigo cantar pero lo siento muy
lejano cuando está en su papel de popular, poco más que una fan de tercera fila
y, sin embargo, tan orgullosa de él. Si no fuera porque sé que no es muy afecto a
estas tertulias, pensaría que está disfrutando. Espero que al menos él lo esté
gozando; nos hace bien airear nuestra relación, salir un poco de ese capullo que,
a fuerza de sorpresas, hemos construido y donde nos sentimos mariposas.
Pero no quiero engañarme. Cada vez nos cuesta más compartir nuestro
tiempo con otros, en grupo… como si el tiempo se nos estuviera acabando y no
quisiéramos desparramar ni un segundo. La vida, como el mejor vino… él es del
más fino y me dejo embriagar con esas burbujas de estrellas que desprende
nuestra canción de antaño… Termina de cantar, y Violeta le da una palmada en
la espalda buscando esa sonrisa cómplice que Nurivan le regala…
- Gracias, público conocedor…
- Jajá jajá, Nurivan, eres encantador cuando te quitas tu traje de serio…
- Siempre soy serio, Violeta… ¿o no es así, Zoé?
- Pues si tu lo dices, corazón…
Con ese “si tu lo dices, corazón” rebotando, de pared a pared, en la estancia pasan al comedor y dejan los acordes de guitarra. La mesa está servida, Zoé se
ha lucido con la cena; sobre todo porque a Zoé le cuesta lo suyo meterse a la cocina… No falta ni un solo detalle. Flores frescas al centro, la mejor vajilla, y la comida preferida de Nurivan: salmón a la pimienta y alcaparras, con guarnición de
champiñones. La conversación gira alrededor de los últimos acontecimientos
políticos del país, y estos llevan ineludiblemente a temas internacionales.
Diferentes puntos de vista respecto a lo que es la globalización aderezan la velada.
Zoé está allí, pero a distancia. Hoy, para variar, le apetece observar tras
bambalinas, dejar que sean otros los que arreglen el mundo. Hay días en que,
inexplicablemente, la caída suave de un vestido rojo sobre los hombros de una
mujer, resuelven todos los enigmas… He perdido la ruta perfumada de Nurivan
casi sin darme cuenta de que alguno de los dos, en aquellos momentos, estaba
alejándose; le veo, le escucho... ahora que se enfrasca en la conversación hablando de derechos humanos y solidaridad entre las razas. A mí me gusta su piel... el
saberla sin conocerla por completo. Moriré sin abarcarla por entero, pero amándola sin remedio…
283
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
La velada termina como a eso de las tres de la mañana. Los platos quedaron sucios en el fregadero. Violeta y Román fueron los últimos en partir; la
última en llegar al dormitorio fue Zoé, con el pelo tan suelto como cada uno de
sus deseos confesables y aún inconfesables…
- Si las circunstancias me lo permitieran, en este momento me inclinaría y te
besaría los pies…
- ¡Nuri! ¿Hablas en serio?
- Por completo…
Cada día trae su propia sorpresa, impredecible, como cuando llega un
aroma lejano, a canela o de jazmines, o de mar des-limitando sus orillas e invadiendo tu terreno... y te llenas los pulmones, cierras los ojos, aspiras, y ves como
pinta todas tus velas y tus barcas, de certezas. Hoy Nurivan ha pintado todo el
horizonte; o la sorpresa puede ser un colibrí, que perdiendo el rumbo entra en tu
recámara y revolotea desesperadamente sus pequeñas alas, agotado, en el vidrio
de la ventana. Ese colibrí imaginario que tomas en las manos, con exquisito cuidado y la esperanza de no hacerle daño, para maravillarse con la perfección de
sus colores, con su diminuto y alargado pico... para sentir su calor chiquito, su
palpitar chiquito... ¡todo tan chiquito y a la vez tanta grandeza y hermosura entre
tus manos!. Es entonces cuando te das cuenta de que en el minimalismo reside
la clave del “¿te he dicho alguna vez?” y, en trance, sales a la terraza y lo liberas...
lo dejas volar libre y se pierde tu mirada en su precipitado vuelo... siempre con la
esperanza de que vuelva… siempre con el temor a que las migajas de pan-cariño
con las que le señalas el camino de regreso no alcancen a verse desde ese espacio
en el que bate sus alas al alejarse...
La luna saldrá también hoy, aunque las nubes se empeñen en ocultarla
tras una cortina de lágrimas. Ser rezada y besada en los pies es mucho más de lo
que yo merezco…
- ¿Te gusta mi negligé nuevo?
La coqueta pregunta de Zoé se desvanece en el aire; la prenda de seda
negra ya está en el suelo. La noche les regala una velada más, sin miedo a nada y
con todo eso que no se han dicho nunca pero que se acuesta, mientras hacen el
amor, con ellos y en su misma cama...
III
- Enciende la luz que hay en mi aunque yo no la imagine, déjate caer de lado
mientras yo me pongo de rodillas... Y abrázame, como cuando nevaba y aún éramos niños...
- Sí, sentémonos al calor de la noche, arrebujados bajo una sábana de tú y yo, sin
nada más que tu piel rozando la mía y el fuego dibujando deseos en las telarañas
de ese adiós sin ira que, desde siempre, divisamos mientras nos mira...
- Dime un verbo
- Comprender...
284
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Acercarse al equinoccio invertebrado del suéter de lana y luna que se desliza... del suave roce de mis dedos meñiques al pagar el peaje de tus axilas... de
mis labios entre el lóbulo de tu oreja y un cuello que me ofreces para que, siendo
siempre tuyo, jamás deje de ser mío...
- Enteros, pares... los dos...
- ...tú entre unos dedos míos que se hacen ojos y por los que respiran mis suspiros.
- Dime otro
- Encontrar...
Rescatar las palabras que son Génesis y Apocalipsis; sobre libros de
Salmos, abrazar el infinito hasta no saber si el uni-verso es uno o hay un choque
de galaxias que, poco a poco, se aproxima...
- Otro más
- Percibir...
Capturar ratones que corretean por las venas convertidos en hormigas...
latiendo latidos... erizando el vello... convirtiendo en un mar de de sal licuada el
amar a-mares; ese que uno nunca sabe cuando empieza, pero sí cuando termina...
- ¿Me das el cuarto?
- Deshojar...
Con cuchillos de ceniza, cortar el acero hasta conseguir que el alma se
destierre al país de las mil y una maravillas... y, un jadeo más tarde, cargarla en
carromatos de azúcar mientras, entre la extenuación y la felicidad, nos deletreamos cada centímetro de deseo con esas letras especiales que construyen las palabras más imposibles...
- El último...
- Prometer...
Con miradas que jamás podrán ser descritas, que no existe mejor manera
de soñar que la de dormirnos en el menor espacio posible... siempre bajo ropajes
de nada, saltando hacia el vértigo de la tibia sensación infinita que nace entre el
beso que te doy en la nuca y esa mano tuya que aprieta, contra tu pecho, la mía...
- ¿Para siempre?
- Todas las noches... de todos los días...
Rebélate... cierra con fuerza los labios y mírame con los ojos más dulces
que jamás hayan existido... convertidos en páginas en blanco, escribámonos al
unísono... sentados nuestros cuerpos al calor de la vida, arrebujaditos bajo una
sábana de tú y yo, sin nada más que tu piel rozando la mía y el fuego dibujando
deseos en las telarañas de ese adiós sin ira que, desde siempre, divisamos mientras nos mira...
- ¿Escuchas?
- Si
- Es el viejo del acordeón, el que estaba en la esquina cuando subimos...
- Es una bella canción, una bella melodía
285
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Canta conmigo...
"Y ahora, sin dejar que pase ni un segundo más...
convertidos en sal y perejil,
o en certezas de pimienta
y en locuras verde oliva,
mezclemos a golpes de a-mares
en el almirez de madera
la parte de tu vida que me pertenece
y la parte que es tuya, de la mía
Y , ¡que no se te olvide!,
abrázame
como cuando nevaba
y aún éramos niños..."
286
El séptimo amanecer
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Despertó aquel séptimo amanecer y Ainara no estaba a su lado; sintió
tanta soledad que pudo ensillarla y cabalgar en ella hasta vértigos de ausencia
jamás imaginados. Miró el reloj sin encender la lámpara de la mesita, las agujas
reflectantes marcaban las siete y cuarto... en apenas quince minutos llegaría, tendría que darse prisa y preparar la leche, el café y las tostadas.
La oye llegar, con esa misma sonrisa que le regala cada mañana desde
hace más de veinticinco años.
- ¿Qué tal la noche...?
- Mala... quirófanos... partos... una extracción...
- La mía tampoco fue buena...
- ¿Por qué...?
- No dormías a mi lado...
No son ni las ocho; sobra una cantidad considerable de espacio en la
cama. Ainara se duerme sin más palabras que una secuencia de besos rimados;
Yeray cierra los ojos, trata de soslayar ese sentirse culpable que le asalta cada vez
que la ve regresar cansada.
Se queda inmóvil hasta que se le duerme el brazo sobre el que reposa la
cabeza de Ainara; lo retira con cuidado y decide levantarse.
Deja que una ducha sin detalles le despierte del todo; se viste y sale en
dirección a su estudio, con prisa llena de desgano y nostalgia.
Su reloj de pulsera le avisa de que ya son las dos de la tarde, hora de despertarla...
- ¿Y si almorzamos fuera de casa?
- La verdad es que no me apetece... ¿por qué no tomamos algo fácil y nos quedamos en el sofá toda la tarde?
- Vístete entonces, prepararé algo mientras lo haces...
Queso, jamón serrano, espárragos y pimientos de piquillo llegados de
Navarra... algo de ensalada, lechuga y tomate, y pan-trigo para completar ese
bodegón que nadie había pintado.
- ¿El café lo tomas en el salón?
- Si, mientras lo tomo ¿pones música y me lees algo?
- ¡Fíjate que tenía pensado hacerlo!, hasta imprimí un texto que publicó una sevillana, Marila López, en internet... se titula "Siempre quedará tu voz"...
Música de cumbia, suave, bajito, como chispitas que caldean poco a poco
la estancia; la lectura del texto coloca cada palabra en la pared, como si fueran
cuadros expuestos en una pinacoteca... ansiosas de que alguien escuche sus texturas y lea sus colores con la mirada.
"Aunque decidas no volver a tomar el arco de tu pluma para interpretar una nueva melodía en el violín de los sentimientos...
Aunque quieras enterrar tus manos, tus ojos, tu piel para sentirte
libre; apagar amaneceres, arrinconar puestas de sol, palabras sin
hablar, palabras hondas que llegan más allá de las rutas de la seda.
Aunque desaparezcas de la vida de los sueños y te sumerjas en la
vida real, mucho más lejana que la ensoñada.
289
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Aunque te escondas entre la hiedra que trepa las fachadas de otras
cosas, de otras casas, de otras ventanas, de otras vidas...
Siempre quedará tu voz, tus escritos que dicen, que cuentan sueños
que nadie como tú sabe contar, porque nunca podrás ser uno más.
Nadie sabrá llegar como tú, a esos rincones sensibles que jamás sospechaste pudieran existir.
Hoy después de beber de tus letras una vez más, de tus letras
convertidas en voz, susurrando: mi pequeña... con un beso y una
flor.
No puedo dejar de decirte, qué vayas donde vayas, tomes el camino
que tomes, tanto si decides a partir de ahora pintar paredes, hacer
abanicos, arlequines o simplemente mirar los girasoles.
Siempre, siempre me quedará aquello de "a tu lado quiero morir
cuando de verdad me muera".
Siempre, ¿me oyes?.
¡Siempre!, aunque te enfades, aunque protestes...
¡Mejor no digas nada!.
Siempre me quedará tu voz. Siempre me quedará tu huella..."
El silencio camina, como un funambulista, sobre el alambre de humo que deja
escapar la colilla apagada, a medias, en el cenicero de barro.
- Es precioso... dice todas las palabras que yo siempre quiero decirte, Yeray, aunque te canses de escucharlas.
- Si alguna vez no estoy, búscame... estaré muriendo de frío y de ti, esperándote
cada séptimo amanecer y deseando que llegues para rescatarme. ¡Nunca olvides
que es cierto!, ¡que sólo a tu lado quiero morir cuando de verdad me muera!
El resto de la tarde carecía de importancia...
II
- ¿Te leo algo, Nurivan?
- ¿Qué es?
- Es el comentario de una lectora, Elizabeth Quezada, a una novela que se titula "La memoria de los triángulos"...
- Como quieras... pero sólo si te desnudas y dejas que te vista la piel de saliva.
- ¡Así no podré concentrarme!
- ¡Hum!, ni yo tampoco... probemos de otra forma... ¿te desnudas y te masajeo
las plantas de los pies mientras lees?
- ¡Siiii...!
Desnudarse, para Zoé, es un arte. Convierte cada paso en un cuidado
espectáculo porque, aunque no lo confiese, le divierte y excita sentir como el erotismo que desprende va llenando el espacio.
Nurivan la contempla embobado, es el séptimo y último día de estas vacaciones que han decido tomarse.
Todas las prendas, aún las más íntimas, reposan sobre la silla; Zoé aprovecha que una de ellas ha resbalado hasta el suelo para, al agacharse, regalarle a
290
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Nurivan una esplédida y excitante vista panorámica...
- Si quieres que te escuche, mejor dejas de provocarme...
Zoé se ríe y arruga la nariz con esa picardía que utiliza siempre que se
siente deseada.
- ¡Pues como que no mires!
- ¡Que te crees tu que eso es tan fácil!
De espaldas a él y en sentido inverso, se estira en la cama. Recibe, con los
ojos cerrados, las primeras caricias en los tobillos... sacude la cabeza y empieza a
leer:
"Con mi pareja me siento amada, reina, princesa... me siento una
diosa y no aceptaría que fuese de otra forma, pero no es suficiente
ni acaba de llenarme. Suficiente para mí, es tener a un hombre con
quien pueda conversar de mis interioridades, de mis fantasmas, de
mis proyectos, que me entienda y que sea dos conmigo y que no me
crea su mitad.
¡Yo no soy mitad de nadie!.
Quiero que respete mis silencios, así como yo respeto los suyos; que
no trate de cambiarme... que me deje respirar. Lo más importante
del amante, es que lo da todo sin pedir nada a cambio, excepto una
cama de deseos en pétalos y de orgasmos verdaderos. Amante y
amada se dan por entero... se hacen indispensables hasta que dura
ese amor... los amantes se hacen artículos de primera necesidad.
El hombre que tengo en casa cree en los conceptos arcaicos de las
relaciones hombre-mujer... o sea, que la mujer sea sumisa, ama de
casa y apegada a los valores tradicionales: "el hombre es de la calle
y la mujer de su casa".
No sabe que es parte de un triángulo-cuadrilátero y que su mujer,
sin salir de casa, ama en la distancia a ese amor imposible que también la hace reina, amada, deseada... que, en definitiva, la hace
completa... que, para concretar ese amor, tiene que viajar muchas
millas en avión y que son tantas las ganas que se satisfacen por todo
un año de escasez de caricias y de miradas deseantes.
Y más que la fuerza del cariño, yo digo que es la fuerza de la distancia... de lo que no se tiene a la mano... de lo prohibido... de la
trasgresión que significa tener lo que muchos desean toda su vida y
jamás logran realizarlo. Si, indiscutiblemente, "hay cariño" porque, si no fuera así, ¿cómo reflejarse en los ojos del amado amante?.
¡Cuánto me reflejo en los amaneceres de Yeray con Ainara y en la
fuerza de ese sentimiento que les hace adorarse!"
Le roza las pantorrillas con una mano; la otra hace ya un rato que, descuidadamente, se ha detenido en la misma comisura de sus labios.
Zoé trata de sobreponerse a su humedad, a no pensar en ella porque
necesita escuchar la opinión de los labios de Nurivan.
- ¿Qué opinas?
- Que soy tu mejor amante...
- ¡Eso te lo crees tu, presuntuoso!. Anda, dame tu opinión o te leo el comentario
291
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
de otra lectora a la misma novela...
- Hazlo, así opinaré de los dos conjuntamente...
- Este lo ha escrito Issa Martínez, es justamente la visión contraria...
Vuelve a leer, aunque le cueste un gran esfuerzo concentrarse.
"El amor, la convivencia en pareja tan de todos los días.
Con las magias perdidas. Con tan solo el lastre en que se transmuta la rutina. El deseo que se convierte en necesidad de crear, de
inventar, de descubrir un rayo de luz diferente a la que siempre
alumbra nuestro entorno familiar.
Hombres y mujeres, que deslumbrados por enamoramientos caemos, nos enredamos, cerramos nuestros ojos y nuestros oídos.
Pasados los años, descubrimos la realidad y nos sorprendemos...
nos sentimos atrapados entre amorosos mitos.
Y, a partir de entonces, llevamos una doble vida, real o imaginaria;
un disfraz para la familia y una máscara distinta para los amigos.
Buscamos cualquier salida para evadirnos.
¡Es tan difícil el amor!, es tan frágil, tan abstracto y no por eso deja
de ser genuino.
Tal vez el misterio radique en la aceptación a esos cambios que son
esenciales en nuestras vidas.
O quizá el "amor" de película, al que tan acostumbrados estamos y
al que tan estúpidamente idealizamos, sea un invento nuestro y, tal
vez, el más cercano a la inexistencia.
Al igual que muchas mujeres, mi vida se refleja en un espejo con tres
caras... mi amado esposo del lado derecho... la esposa y madre en el
centro... y, del lado izquierdo, la magia, las alas voladoras, el azul
siempre soñado, mi individualidad, mis sueños incompartidos, mi
esencia; todo eso que tan incompatible resulta con las otras dos
caras de mi espejo..."
Casi no puedo terminar, Nurivan la está llevando hasta el éxtasis por
autopistas disfrazadas de caricias y masajes.
- ¿Te quieres estar quieto un momento?
- ¿Por qué...?, ¿no te gusta...?
- Me gusta demasiado...
- ¿Entonces?
- Quiero conocer tu opinión...
- Ten paciencia, mujer... estoy en ello, cierra los ojos y escucha mis manos...
La arrastra hacia su pecho y la besa, Zoé ni intenta resistirse a la salvaje
necesidad de sentir como Nurivan encaja en ella.
Desaparece la noción del tiempo y del espacio; hay un flotar que se le
antoja líquido, un deseo absolutamente mimético en ambos.
Quedan exhaustos sobre la manta; en un susurro, apenas perceptible, Zoé
deja escapar una lágrima...
- ¿Sabes, Elizabeth?, Ainara no tiene todos los amaneceres aunque ella crea lo
contrario...
292
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
III
- Hoy te toca hablar a ti, quiero escucharte; saber de esos tus recuerdos nuestros...
- Me apetece hacerlo...
- Empieza...
Se acomodan, encienden cigarrillos y mezclan las volutas de humo en un
abrazo que tiene mucho de juramento.
Para ambientar la escena, mentalmente retroceden al momento exacto...
- Estaba en el balcón, pintada en mis pupilas la curiosidad de ver una calle a la
que regresaba de nuevo, después de imaginarla mil veces; deseando el abrazo
que me regalaste por sorpresa...
- ¿Y...?
- Pensé: aquí estoy, haz de mí lo que quieras; seis días de mi vida para ti, entregándote mi languidez con la misma soltura de los rayos del sol, al empezar a
colarse por debajo de las cortinas. Sentí: este lugar y la habitación son nuestros
y lo han sido siempre, no importa que no tengamos factura ni derecho de antigüedad; simple y sencillamente, son nuestros... sus colores, su balcón, sus arrugadas paredes...
- Hicimos el amor, ¿recuerdas cuantas veces?, rezándonos... con devoción extrema.
- Perdí la cuenta, te confieso.... Sólo sé que las llamas de las velas que nos regalamos, exhaustas por la contemplación de nuestro fuego nocturno, agradecen el
relevo de otra luz para que nos alumbre tenuemente. El olor a jazmines se ha ido
a dormir sus pétalos a otra parte; ahora la fragancia es de lavanda y esencias de
canela. Nuestras ropas por el suelo se me antojan barcas abandonadas y el perfil
de tu figura desnuda, de pié, mirándome a cierta distancia, me estremece. Cierro
los ojos... El séptimo amanecer nos vuelve a sorprender como una cuenta atrás
que marca las horas, sutil pero persistente, por más que escondimos los relojes y
tratamos de que el tic-tac no matara nuestro sueño..
- Quedaban apenas horas y una tarea pendiente...
- ¡Si!, ¡temía el que no la hicieras!, ahora sé que fue y es una necesidad tan mía
como tuya... tan nuestra...
- Fui al baño; regresé con un vaso de agua, la espuma de afeitar y una maquinilla nueva...
- Me doy cuenta de que no me asusta el artefacto cómplice que ahora tienes en
tus manos expertas; te confieso que pensé: "que me mueras más, se me antoja
imposible". Pero avanzas hacia mí y distingo más nítidamente tu rostro, tu mirada de "perdóname la vida porque te quiero tanto"
- Yo te digo: "¿tienes frío?"; tú me respondes: "no, amor". La secuencia del breve
diálogo termina en un capcioso: "¿entonces, por qué tiemblas?".
- No te respondo, sé que tus ojos me están gritando la frase entera: "perdóname
la vida porque te quiero tanto, que yo te perdono la tuya porque sé que me quieres igual"; y me sonríes, sintiendo el triunfo asegurado, cuando mi sonrisa te
devuelve mi certeza de que en ningún momento he sentido pérdida alguna. Los
dos hemos ganado, y un "te amo" se cuela por cada uno de los poros de nuestra
piel.
293
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- No necesitamos las palabras para acortar la distancia, para encontrar ese tiempo que sólo es nuestro, que sólo a ti y a mi nos pertenece. Pero la vida no se detiene y ahora, como en las películas buenas, las palabras son aquello que hace de
cada intermedio un tiempo soportable... difícil pero esperanzado... de otros, sin
dejar de ser muy nuestro...
- Y comienzas por acercar a la cama todos los elementos que utilizarás en este
último rito que insistes en regalarme y yo desesperadamente deseo, en el umbral
de un adiós que nos espera a la vuelta de la esquina.
- Si, la puerta de un taxi obscenamente abierta será testigo, unas horas después,
de las palabras no dichas en su momento, atoradas en nuestras gargantas como
ahora se detienen nuestras vidas cada vez que nos separamos, aunque sepamos
que en ese mismo momento empieza un nuevo regreso...
- Un beso en mis labios, tranquilizante y traicionero al mismo tiempo, mientras
me susurras con ternura: "me encantas, gracias por permitirme hacerlo"... "me
apetece tanto como a ti" logro balbucear mientras desapareces y empujo la almohada bajo mi cabeza para verte...
- Me reprocho una y mil veces el no haber llegado antes. Aunque fuera un segundo, una hora, un día, o ¡toda la vida!, pero es un tiempo que robé estúpidamente
al "nosotros" y quiero que lo sepas.
- ... entre mis piernas abiertas. Para sentir como pasas los dedos lentamente por
donde, en unos segundos, habrás de cubrirme con espuma... un leve gemido traiciona al silencio, que también nos observa extasiado. Un escalofrío nuevo, que
jamás imaginé, me trepa de pies a cabeza y se posa en este gesto mío, en mis
manos crispadas que se agarran a las sábanas... en mis labios que muerdo. Voy
sintiendo como me cubres de espuma, como dejas que intencionadamente alguno de tus dedos me explore y me excite... tiemblan mis muslos y en mi vientre se
han citado todas las hormigas del mundo... me dices: "relájate, todo saldrá perfectamente"... protesto: "¡no puedo!, ¡es imposible!, ¿cómo voy a relajarme si
rozo la locura con todo esto?"... me acaricias con ternura y me preguntas: "¿te
doy primero un masajito?"... desesperadamente te contesto: "¡ni lo sueñes!,
¡continúa!, ¡no te entretengas!"
- Me concentro o trato de hacerlo. No dejo de imaginarte con las dudas que
comentaste cuando surgió la idea; sé que te preocupa escribir la siguiente línea...
el riesgo que conlleva dejar huellas que delaten mi paso por tu vida... por eso te
acaricio con la mirada, como diciéndote que estamos firmando un pacto de sangre... escenificando el momento en que nace la frontera entre un antes de cada
uno y un después que sólo es nuestro...
- Deslizas delicadamente el filo de la cuchilla que ha de dejar desnudas mis partes
íntimas, con el mismo cuidado que emplearías en trazar las líneas de un triángulo
perfecto en un examen de geometría. Primero un lado, luego el otro, arriba, aquí,
allá... y, por fin, me relajo completamente. Vences todos mis escrúpulos, derribas
todos mis esquemas, siento que te conozco de toda la vida. Te escucho lejos, si es
que acaso estás hablando, pues vienen a mi mente las risas compartidas, los besos,
las caricias, las interminables caminatas bajo una luna que no es la nuestra...
- ... luna que no es la nuestra. Sí, lo mismo me pasa a mí, regálame tu memoria
hasta que nos vuelva el respiro.
294
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Te escucho decirme "no te duermas" y responderte con excitación: "¡imposible!, ¡ni modo de que eso suceda!"; aunque estuviera sobre una mina, contigo
me siento a salvo. Y te alejas un poco, observas los resultados con ojo clínico; me
miras desde un ángulo, desde otro... frunces un poco el ceño y vuelves a la carga.
Muy parecido al desmayo es este dejarme hacer; inerte animal ante su cazador
de mirada hipnotizante, de movimientos leopárdicos, pero tu arma es la ternura... podría quedarme aquí toda la vida, en este tiempo que es nuestro sin pertenecernos, amor... a merced de tus dedos que ahora comprueban la suavidad de
mis labios inflamados, urgidos de los tuyos...
- Aún hoy, casi puedo percibir tu rubor, tu respiración levemente agitada, al dejar
rodar sobre las hojas toda tu esencia, impregnándola de latidos, de suspiros, de
ansias... Sigue, lo necesito...
- Asomas tus ojos, que quedan enmarcados entre mis muslos temblorosos. "Bello
panorama", me comentas pícaramente y solo acierto a replicarte: "la belleza eres
tú". Y esa sonrisa pícara, que a veces esgrimes, me comunica que has terminado
tu obra; siento mi desnudez al borde de la cima, arqueo un poco el cuerpo y te
digo ven... pero te veo alejarte por el pasillo, Cierro los ojos con los últimos vestigios de fuerza que me quedan después de una noche en vela; los abro al sentir
como elevas mis caderas y pones debajo una toalla blanca. Con toda la parsimonia perversa de quien sabe mi extremo deseo, pasas sobre mi piel, mi vientre, mi
entrepierna, una esponja con agua tibia... evitando mi sexo, prolongando este
morir en tus manos, este nuevo querer ser poseíble, quedarme sin nombre, sin
señas, sin límites; implorar que sean otros los líquidos que apaguen mi fuego sin
que termine la agonía... Sólo acierto a exhalar un entrecortado "Amooor", al que
respondes con tierno: "mi cielo". Son mis palabras de "¡basta!, ¡basta!, ¡no
puedo más!" las que te dan la señal inequívoca y te hundes en mi, clavándote en
mi memoria por siempre...
- ¿Sabes?, yo también te extraño. Sin ti ya nada tiene sentido...
- Cierro los ojos para respirar más profundamente el olor a sexo... El séptimo
amanecer se está haciendo mayor y apenas queda tiempo...
- Sí, el amanecer se hizo mediodía... la realidad, un sueño que sigue existiendo...
295
El secreto de las fotografías
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
I
Uno a uno, como cuentas de un rosario o estaciones de vía crucis beato,
van pasando de la estantería y reposando, con sus tapas abiertas y las entrañas
al aire, sobre la mesa que tiene el color de la caoba pero es de castaño.
Hay muchos, posiblemente uno por cada año de los casi treinta que llevan coleccionado casi sin enterarse.
- ¡Como pasa el tiempo, Yeray!. ¡Como se escurre entre los dedos casi sin que nos
demos cuenta...!
- Instantes perdidos jugando a la comba con momentos inolvidables...
El álbum fotográfico del setenta y seis está prácticamente nuevo, como si
las visitas recibidas fueran tan escasas que ni dejaron huella en sus páginas; en
cambio, el del ochenta y también el del dos mil se notan ajados y manoseados.
- Ainara, ¿te das cuenta?. Siempre dicen que las fotografías inmortalizan instantes; en realidad es una afirmación equivocada porque la inmortalidad debe ser
algo mucho más importante.
- Quizás dentro de quinientos años...
- ¿Quinientos años?, ¡ja!, ¿quieres que te diga lo que pasará probablemente con
estas fotografías cuando pasen cinco siglos?
- ¿Qué se hayan perdido?
- No, mujer... seguro que las que queden estarán en cualquier local de mala
muerte, de esos a los que acuden los coleccionistas para comprar fotos vivas de
personas que han muerto hace muchísimos años...
- A veces tienes un humor más negro que el betún de los zapatos.
- Como quieras, pero no me extrañaría que las fotografías que no se hayan perdido
terminen en una de esas páginas de internet dedicadas al "vintage".
Ainara acerca aún más su silla a la de Yeray, la idea de un retorno a los años
pasados estimula su piel y termina convirtiéndose en un escalofrío inevitable.
El azar juega sus cartas y el álbum elegido es el de color verde metalizado; corresponde a un año en la década de los noventa, es relativamente reciente
en tiempo y tiene menos páginas que ninguno de los otros. Resulta extraño ver
como Ainara y Yeray se miran y dudan, como si el contenido les intimidara; finalmente la primera de las hojas queda a la vista...
- Cuatro generaciones en una sola fotografía... cien años reunidos en una instantánea.
- Tu abuela, tu madre, tu y yo, nuestros hijos... tu padre no está pero puedo verlo
en tu mirada... es increíble que la muerte no se lleve de los ojos a quienes queremos con el alma...
La siguiente página precede a la tercera, luego llega la cuarta y así van
sucediéndose... hasta que con la última se esfuman unos recuerdos y otros van
apareciendo sin que ninguno de los dos haga prácticamente nada.
- Falta una fotografía, Ainara... o, quizás, varias...
- No, Yeray... ese año se detuvo en Mayo...
- Se detuvo en Marzo y aún diría que antes. Desde la perspectiva de ahora mismo,
ese año acabó en el preciso momento en que dejaste de verme invencible y creíste que jamás podría recuperarme...
299
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Fueron momentos muy duros, extremos... ¿No te has parado a pensar que hay
veces en las que uno piensa que el único futuro que queda ya pertenece al pasado?
- Creer, Ainara... esa fe indestructible que mueve montañas es lo que alimenta el
espíritu de los que caemos cien veces y conseguimos levantarnos ciento una...
¿Te diste cuenta alguna vez de que yo lo sabía?
- No lo sé... sólo puedo asegurarte que, en aquellos momentos, no dudaba de que
estabas haciendo un esfuerzo sobrehumano pero que creí inútil porque, con el
corazón te lo digo, se te veía tan indefenso, tan hundido, tan desesperanzado...
- Remontar el vuelo sin que aquellos que siempre confiaron en uno te digan, aunque sólo sea con la mirada, que siguen y seguirán haciéndolo es... ¿cómo te diría
yo?, ¿cómo podría explicártelo?
- Morir... imagino que esa es la palabra exacta...
- Más que eso... mucho más... ¿dónde estabas?
- Contigo, siempre contigo... dejando de ser una flor de invernadero o, al menos,
intentándolo desesperadamente...
- ¿Y los años que siguieron?, ¿crees que realmente merecía que cada proyecto se
mirara con una aparente lupa de sensatez que nunca fue más que el puntillismo
de la desconfianza?
- Si, pero con matices muy subrayados... ahora mismo, el tiempo te da una razón
que en aquel momento no tenías... no hay la misma perspectiva cuando tienes
delante a alguien acorralado que la actual... ¡no es tan difícil entenderlo, carajo!.
¿Qué querías que hiciese?, ¿qué me quedara con los brazos cruzados y esperando a que reaccionaras?
- No es eso, Ainara... dime: ¿qué lograste para que hoy puedas sentarte ante mi
y decirme que no te quedaste con los brazos cruzados?
- Creí sentirme útil... capaz de sacarte a ti y a nuestros hijos adelante... insegura
y temerosa pero decidida a luchar sin desmayo...
- Creíste... sí, pero te repito la pregunta: ¿qué lograste?
- No estoy segura de haber logrado nada...
- Yo te lo diré: conseguiste hacerme soportar una presión que nunca llegarás a
imaginar... eso ha cambiado mi perspectiva de la vida, sigo siendo el mismo que
cuando tenía quince años pero he aprendido que, incluso entre dos personas que
se quieren y adoran, lo importante nunca son las intenciones y sí los resultados
que pueda uno poner sobre la mesa cuando, por la razón que sea, hacen falta más
hechos y menos palabras de esperanza
- Exageras... y lo haces de una manera que hiere...
- No exagero y no pretendo herirte, simplemente trato de que no se corra un tupido velo sobre varios años de nuestra vida como si no hubieran existido. He llegado a sentirme soportado por quienes yo deseaba que me arroparan y confiaran
en mi sin reservas... y eso es muy duro de sobrellevar, Ainara.
- ¿No has pensado que yo lo único que quería era protegerte?. Es difícil de explicar, Yeray... pero ni los inconvenientes que te planteaba cada vez que te sacabas
de la manga un nuevo proyecto... ni lo que tu llamas etapas de celos...
- ¿Lo que yo llamo "etapas de celos"?, ¿crees que no tengo razón?
- No, no la tienes... nunca la tuviste ni nunca has entendido que estoy totalmente segura de que jamás otra mujer podrá ocupar mi lugar en tu vida... ¡No te equi300
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
voques!, aunque estuvieras con otra mujer yo sé que tu sabes que es a mi a quien
pertenece tu alma; ¡nunca lo he dudado!. Es algo mucho más complejo... es la
sensación de que no estaba aportando lo necesario para mantenernos unidos y
que, tarde o temprano, lo más lógico es que abandonaras un entorno lleno de
problemas y buscaras un lugar y una compañía más agradable.
- Me conoces poco... ya sabes lo que me fascinan los retos...
- ¡Que equivocado estás!, te conozco al dedillo... para mi no tienes secretos...
- Mientras existan las cosas que nunca te he dicho, ¿para que quiero tenerlos contigo?; en realidad los secretos no son ni prácticos ni útiles porque es difícil que
quien los tiene decida cuando han de dejar de serlo...
- ¿Y las cosas que nunca me has dicho...?
- Diría que son cosas nuestras que, por el momento, sólo a mi me pertenecen.
Para todo existe un tiempo, Ainara... pero creo que no me iré a la tumba sin
decírtelas todas...
- ¿Me dices alguna ahora?, por ejemplo... tengo mucha curiosidad por saber qué
guardas en la carpeta etiquetada como "La memoria de los triángulos"...
- Instantes... momentos... fotografías... textos que son mezcla de realidad y ficción... dos rosas y un deseo...
- ¿Y eso tiene que ver con los triángulos que estudiábamos en la escuela?
- No exactamente. Tiene mucho más que ver con una antiquísima tradición religiosa hindú, recogida en algunos apéndices de los "Vedas"... en la mística necesidad de que la exactitud en el cálculo de los lados permitiera construir un triángulo perfecto. ¿Sabes?, puede sonar curioso y hasta podrás decirme que no viene
mucho al caso, pero para muchas ramas del hinduismo es esencial esa triangulación precisa porque, ¡aunque no te lo creas!, se constituye en la herramienta básica para levantar altares y templos que sacralicen la relación del hombre con las
Diosas... con esas deidades femeninas que pueden ser tan humanas y a las que ha
elegido adorar y amar en esta vida... y en sus reencarnaciones venideras.
- Me he perdido... creo que en la segunda frase; suena tan enrevesado y tan grandilocuente...
- Para explicarme mejor, se me ocurre improvisar una vieja historia... pero seguro que no te apetece escucharla...
- Si es cortita...
- Mi historia tiene esos puntitos de luz que avisan de que estamos lo que, con el
tiempo, será una leyenda. Habla de Ith... del hombre que, un buen día, imploró
a la deidad que gobernaba el mundo de los ríos de almas perdidas para que le
concediera encontrar almas gemelas. La súplica fue atendida de inmediato, con
la única condición de que esculpiera en la ladera de una montaña un antiquísimo dicho oriental: "ten cuidado con lo que deseas que igual se te concede". Así
lo hizo, tardó todo un período entero en el que sólo brilló la luna llena y, concluida su tarea, la deidad le convirtió en niño y le empujó a las aguas del río de
almas perdidas que quedaba más cerca...
- ¿Encontró a su alma gemela?
- Al principio casi se ahoga, hay demasiadas almas perdidas y los ríos que las guardan
tienen la fuerza de las torrenteras. Pero, Ith, no tardó mucho en encontrar la primera... en términos humanos, podríamos decir que la encontró cuando era adolescente...
301
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- ¿La primera?, ¿buscaba más?
- Espera... En realidad Ith no buscaba más, pero estaba tan embebido con su
alma gemela que se olvidó de salir del río y la corriente del destino lo arrastró
hacia otras almas que parecían ser tan gemelas como la primera... Así fueron
pasando los años hasta que, inesperadamente, justo en la desembocadura del río
encontró otra alma gemela verdadera. Se encontró en la playa, abrasado por los
rayos de un sol inclemente y presa de una terrible tristeza...
- Y con las dos almas gemelas a su lado...
- Volvió a implorar auxilio a la deidad y se encontró, de nuevo, ante la ladera de
la montaña en la que había esculpido la frase; "necesito dos corazones para
amarlas a las dos", suplicó desesperadamente... "necesitas un triángulo perfecto", le respondió una voz que jamás supo de donde procedía... Aquella noche, los
Dioses decidieron regalarle una cuerda sagrada para que, con ella, pudiese trazar
los lados del triángulo sin el mínimo error de cálculo; ya de regreso en su aldea,
buscó al mejor carpintero y le pidió que construyera una mesa de madera bajo el
viejo avellano...
- ¿Una mesa de madera?
- Si, una mesa circular...
- ¿Y qué pasó?
- Un viernes, que coincidía con el primer día de luna llena y con la primera flor
del avellano, citó a ambas almas alrededor de aquella mesa... sin testigos y sin
que una supiese que la otra también asistiría... Al amanecer del día siguiente no
había rastro de ninguno de los tres, sólo quedaba la mesa circular y la cuerda
sagrada sobre ella...
- No me gusta el final de esa leyenda...
- El final, Ainara, nunca es bueno ni malo... cada final que elijamos abre y cierra
puertas que tienen, todas ellas, sus ventajas y sus inconvenientes. Puede que
haya triángulos perfectos, pero el final siempre depende de la memoria o, lo que
es lo mismo, de la capacidad de renacer de las cenizas que quedan cuando se
incendia la vida y parece que el pasado es una gran mentira, que desenmascaramos en ese preciso momento...
- Si el pasado fuera así y el presente lo pusiera en evidencia... ¿podría haber una
esperanza de futuro, por muy mínima que sea?
- La esperanza, dicen, es lo último que se pierde....
II
La ciudad era nueva para Zoé; ella misma se sentía nova, estrenando el
mundo. Yeray hacía de guía, fotografiándola y buscando rinconcitos para regalarle en una ciudad que no visitaba desde hacía dos décadas. Tácitamente, ambos
querían recobrar la magia de las calles, el sabor de su cocina, la belleza de sus
edificios; por eso caminaban de la mano, atados a su vivir por sólo unos días,
esclavos felices sin más yugo que la voluntad de estar ahí, desear así, amar así.
En el parque, a unos metros del croar de las ranas, Yeray le entrega un
ramillete de flores, robadas de cada jardín que se cruzó en su camino, de la forma
302
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
más principesca: rodilla en tierra, inclinándose ante ella y, a la vez, haciéndose
más grande que nunca. La avenida, tan amplia como la placentera sensación que
ambos sentían, parecía no tener principio ni fin... como un camino sin más tiempo ni destino que el que ellos imprimían en cada caricia mútua.
Los dos siempre se habían disputado la posesión de la luna, sin embargo,
ese día, ésta pasó a segundo término, sin dueño alguno...
- ¿Eres feliz?
- Sí, ¡mucho!…
- ¿Sabes? … hace mucho tiempo que no reía tanto, Zoé… quédate…
La sonrisa de Zoé anticipa su respuesta.
- Cuando me lo digas en serio, lo pensaré…
- ¿Piensas que bromeo?
- Pienso que no sabes lo que dices… ambos sabemos que eso es imposible…
- Quédate…
Callan por un instante; son los únicos segundos que dejan de sonreír...
Un manto de noche cubre el atardecer, optan por vivir ese momento sin
ninguna sombra que empañe los días vividos y las horas por vivir... esas risas que
no han dejado de hacerles cosquillas suaves en la piel, en los labios, en el alma.
Juntos ahora, eso es tan importante que olvidan la cámara fotográfica; esa que
han utilizado para eternizar el milagro de estar juntos, en las calles, en los parques, a la luz del día y de la noche, sin temor alguno. Zoé tiembla, ha refrescado
la noche; Yeray se quita la chaqueta y se la pone, le acomoda el pelo y la besa de
tal forma que los dos sienten la urgencia de llegar a donde no haya viento que los
roce, bajo unas sábanas cálidas, cómplices, tan amigas como temporales.
- Anda, Zoé... abre los ojillos y vámonos... que tenemos una tarea pendiente y no
es cuestión de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy…
- ¿Una tarea?
- ¿Recuerdas lo que nos dijo la gitana esta tarde al leer tu mano?. Una niña…
Estoy seguro que tendría tu sonrisa…
- Y el color de tu mirada…
Van dejando que su pasos se marquen en la senda del regreso. En silencio, abrazados, se confiesan mutuamente que no hay nada que deseen más, y
puedan menos. Saben que juegan con fuego con solo pensarlo.
Justo al otro lado del río, sucumben a la tentación de describirla...
- Tus ojos...
- ¡No!, ¡los tuyos!. Y el hoyuelo de tu barba, tu nariz, esos labios que enloquecen...
- Los tuyos también enloquecen...
- Tu inteligencia...
- Tu ternura, el pelo como el tuyo, tus pestañas...
- ¡No!, ¡las tuyas!
- Bueno, pero que no sea tan cabezota como tú...
- Ni tan arrogante como el padre...
- ¿Yo arrogante?, anda ya…
- Bueno... algo tenía que decir para que el llamarme “cabezota” no se quedara sin
respuesta…
- Definitivamente, amaría que tuviese tu sonrisa…
303
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
A pesar de la urgencia, no detienen taxi alguno. Quieren des-caminar lo
recorrido, como para poner énfasis a cada paso juntos y alargar el camino, saboreando el retorno a sus brazos y a su fuego. Esa misma tarde, se habían jurado
una eternidad juntos, dejando como un mero hecho circunstancial el saber que
vivirían separados; en una capilla antigua, bajo ritos que inventaron mezclando
trocitos de cristianismo con perlas taoistas e islámicas. Sin saberlo, nacieron una
religión nueva donde no existían perjuicios, fuera de toda dimensión... más allá
de toda lógica celeste o terrestre... alén de todo lo comprensible... Un triángulo
con esa memoria que sólo los cuadriláteros tienen.
- Nunca lo lograremos…
Sombras que aparecen, mientras Yeray trata de salvar el momento recurriendo a una respuesta pícara...
- Yo sí que puedo… aunque a ti te veo un tanto "abuelita"...
- ¡No me refiero a eso... además, ¡carajo!, ¡detesto que me digas "abuelita"!.
- ¡Mujer!, no te ofendas o te regalaré una dentadura postiza y una faja ortopédica...
- ¡Eres odioso!, ¡disfrutas dándome mordisquitos y haciéndome rabiar!.
La toma del brazo, deposita una mirada dulce en los ojos de ella que toca, con
extrema delicadeza y ternura, su rostro... la atrae hacia su pecho y, presintiendo
que el diálogo les detendrá el latir a ambos, con tres pequeños besos seca sus
ojos, humedecidos e intensos...
- Anda, dime qué es lo que te preocupa.
- Yeray... ¡lo sabes bien!. Nadie jamás entenderá lo nuestro... que tú y yo nos
podemos amar así, definitivos, plenos, a tope, sin que baje un solo milímetro
nuestro amor por "ellos"... que ni tu ni yo podemos vivir sin el otro, pero que
tampoco podríamos vivir sin ellos… que lo nuestro no es una aventura... que no
tratamos de usurpar lugar alguno, porque nuestro lugar, el tuyo y el mío, ya es en
sí, único, como nuestra vida a su lado también es irrepetible… A veces, ni yo
misma lo comprendo… Tengo tanto miedo…
Con mimo, Yeray crea una pausa perfecta; antes de responderle, la abraza fuertemente, como protegiéndola.
- Nadie entiende lo que, por temor o incapacidad emocional, no desea entender.
Pero a mi no me importa mucho, me he dado cuenta de que sólo tratan de comprender los que, consciente o inconscientemente, buscan juzgar sin darse cuenta
de que sus juicios a casi nadie interesan. Hay cosas que "son" y "existen", nosotros
somos una de ellas... y hay otras que "están" simplemente... quizás sean las más
abundantes porque para "estar" no se necesita mucho más que tener presencia...
- Nurivan... Ainara... ¿lo entenderían ellos?
- Entenderlo entra dentro de las opciones posibles, Zoé... pero de ahí a consentirlo hay un largo trecho...
- ¿Qué haremos?
- Una opción sería la de "pertenecernos" a nosotros sin dejar de "pertenecerles" a ellos...
- ¿Hay más?
- Si... pero todo tiene un tiempo...
Llegan al hotel y se sumergen en un torbellino de sensaciones que, aunque una y otra vez las repiten, nunca dejan de ser nuevas. Las sábanas revueltas
los contemplan de pie; Zoé se ha convertido en “costalito de papas” que se estre304
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
mece, doblada sobre el hombro izquierdo de Yeray, para recibir y percibir todo
el placer. Al poco rato, desde el baño comenta la “jugada” con Yeray, un universo multicolor de carcajadas inunda la habitación hasta que sale y se abraza a él.
- ¡Eres mi locura, Yeray!
- Ya veo... ya... jajajaja
- ¡Hummm!, ¡presumido!
Necesita un cigarrillo y lo encuentra en su tabaquera de piel, lo enciende y se
sienta, sobre la cama, jugando a trasmitir una imágen tan erótica como la que su líbido incendiada necesita dejar ver. Yeray busca la complicidad del espejo de la cómoda para fotografiarla reflejada, el ángulo preciso para no salir él y la perspectiva que
le otorgara una visión litúrgica de la desnudez que vestía a Zoé. Ambos saben que es
una de esas fotos prohibidas que nunca se incluyen en los albumes familiares, que
nunca se enseñan, que se rompen o se guardan en el lugar más secreto para revivirlas, a hurtadillas, cada vez que el alma reclama un viaje en el tiempo.
A su llegada, Zoé reveló todas las fotografías y guardó en una página anónima de internet esas que no podía mostrar a nadie más que a Yeray y a ella.
Pensó que un instante fotografiado va más allá de lo que en la fotografía se observa; en las suyas, en las secretas, hay alguien que está detrás de la cámara y ella
sabía quien era...
Semanas después, en la oscuridad de su alcoba, sin más probabilidad que
la de un milagro, pues había contado bien sus días, Zoé se toca el vientre, se
estremece, implora. Nunca un retraso le había parecido tan eterno...
- Mi chiquita, preciosa, son tus ojos del color de su mirada: olivo-miel-nostalgia… Tus pequeñas manos tan blancas como las nubes-raso que te engendraron.
Tu pelo dibuja espirales de oro que acarician tus hombros frágiles. Tus pies dejan
la huella de un suspiro. Tu sonrisa y correr entre parajes de algodones de azúcar
embelezan nuestra mirada. Duermes sólo cuando nosotros cerramos los ojos, y
aún con los ojos cerrados no dejas de estar un solo segundo en nuestras pupilas.
Silenciosa niña, eco de nuestros corazones, pletórico rosario de ensoñaciones…
no, no mi vida, por favor, tú aún no puedes existir… ni nunca…
Y entonces, como si sus palabras hubieran sido escuchadas, le llovieron
desde el vientre todos los rojos-pétalo de un jardín infecundo, a la par de un mar
de lágrimas. El deseo de su corazón nunca se materializaría. No tenía el espaciotiempo para llorar todo lo que necesitaba, pronto no estaría sola, por lo que se
encerró en su mutismo, conociendo el otro lado de la moneda: fría, despiadada,
metálica, la que reclama con intereses de usura todo lo redituado hasta el
momento. "La vida, tarde o temprano, se lo cobra todo", le había dicho Yeray en
alguna ocasión; lo que jamás se imaginó es que doliera tanto, hasta desgarrar
todo su interior con precisión tan quirúrgica como violenta.
Se hizo ovillo en la cama y se tapó toda, aunque sentía el cuerpo ardiendo y estremecido. Cuando oyó su nombre, fingió que dormía y no respondió a la
dulce caricia que Nurivan dejó sobre su pelo; por una eternidad hecha instante,
la sola posibilidad de perderle hizo que viviera mil infiernos...
Se sintió fraccionada en mil pedazos, como un cuadro de Monet, difuminada pero precisa; por un momento, quiso cerrar los ojos para siempre...
En la mañana siguiente, llega a su oficina un ramo de rosas blancas con
305
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
una misiva de Yeray. Sin abrir el sobre, lo pone furtivamente entre su pantalón y
la piel de su vientre; aspira las rosas y sonríe, buscará el mejor lugar y el momento idóneo para leerla. Mientras tanto, desde lo profundo, una mirada -olivo miel
nostalgia-, que "es" pero que jamás será, recorre emocionada cada línea de la
carta, sabiéndose amada, protegida y acogida en el mejor de los sueños imposibles:
“Mi amada Zoé: empezaré con los ojos semicerrados y pensando en que
tú haces que todos mis días sean muy especiales... incluso conviertes en
sol esas 24 gotitas de lluvia que se empeñan en caer de cuando en cuando... como ahora que me has comunicado que…
Lo supe siempre y cada minuto que pasa me hace escribir con letras más
grandes: La luz, esa alegría que grita detrás de cada esquina, se escondió
en tus ojos y pintó de azul de a-mares cada una de mis pupilas...
Tú sabes que es así... que el nosotros tuyo y mío es tan real que todo lo
demás parece que no pasa de ser ese mundo de ficción que queda en
medio de cada uno de nuestros encuentros... No te extrañe, entonces, que
te grite que en la niña de mis ojos habita nuestra niña... que cada tarde le
trae el sueño y cada noche tú le cantas esa nana nueva que, cada día, juntos le escribimos...
Hoy, como ha ocurrido desde siempre, te rezaré para que sepas que
amarte es la razón de mi vida..."
III
- El viernes a las cuatro y los domingos a la una no son citas conmigo... y yo quiero ser la cita, quiero ser el motivo, quiero ser tu necesidad... y los viernes y los
domingos no lo soy. Quiero tener la certeza de que vienes a mí... que abres las
puertas del balcón... que ves mi figura, ¡sólo la mía!, delinearse en el marco... y
que te acercas y me abrazas por la espalda... y me das un beso en el cuello...
¡Quiero sentirlo así!, ¡no puedo soportar otra sensación porque ya me cuesta bastante extrañarte y compartirte!
Sin casi darse tiempo para respirar, brotaron las palabras como un geiser
de la única garganta que creía tener razón para decirlas. A veces, lo mejor es dejar
que broten así para que la energía se libere y la presión vuelva a su justa medida. Sin embargo, aquella tarde, pudo entreverse como temblaban las cortinas...
- ¿No vas a contestarme?, ¿te da igual lo que necesite?
Desde la silla llega una respuesta envuelta en papel de cariño, es apenas
un beso depositado sobre los dedos de una mano y un soplo que lo empuja a través de la estancia. Lo ve volar, ansioso por llegar a su destino y eso enternece su
alma... al mismo tiempo que siente una inundación de fastidio.
- ¿Te crees que con un beso soplado vas a lograr que sonría?. ¡Pues no!, ¡tengo razón!,
¡toda la razón del mundo!, ¿lo entiendes por una vez en tu vida?
Desde la misma silla de antes llega una mirada dulce, que se va deslizando por cada poro de su piel y entibiando todo lo que toca. Pasa una eternidad sin
detenerse, como si llevara prisa y la estuvieran esperando en el piso de abajo...
306
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
como si la necesitaran los vecinos. También se ha levantado un poco de brisa que
agita los geranios, hace un momento testigos tan expectantes como sorprendidos, hasta dotarlos de vida y crear una escena en la que parece que ellos están
inmersos en una discusión parecida.
- No vas a contestarme, ¿verdad?. Soy tan poco importante para ti que te quedas
ahí, en la silla, a resguardo de la penumbra y sin encontrar argumentos para contradecirme...
- Sólo te dejaba espacio... me callo para que hables, para escucharte decirme
justo lo que no quieres decirme: que me echas tanto de menos que se te hace
insufrible...
No hay silencio que no escuche como se levanta de la silla, como se acerca y como dibuja un abrazo exclusivo... no hay palabras que expliquen qué quiso
decirle con los besos que llegaron a continuación... ni siquiera hay idioma que
sirva para describir, con exactitud, el mensaje que esa caricia larga e íntima iba
dejando sobre la piel...
- No hables, escucha... Cuando la soledad me ahoga, busco esas fotografías que
tu ya sabes... veo en ellas lo que nadie puede ver porque, siendo realistas, en las
fotografías no sale... en ellas estás sólo tu, pero yo estoy detrás de la cámara...
Quiere protestar pero no puede, sabe que el torrente de su enojo está llegando a la falda de la colina... que la llanura está tan cerca que es imposible no
convertirse en remanso y dejarse abrazar por los meandros... por eso calla y cierra los ojos... saborea que, por primera vez en sus citas íntimas, la ha llamado por
su nombre y eso cambia el decorado de aquel momento. Es como si se produjera una trasgresión en lo habitual, como si acabaran de cruzar una frontera invisible y aquel instante resultara decisivo para todo lo que el futuro ofrezca; ¿por
qué hoy?, ¿cuál es la razón?, desea tanto preguntárselo pero recuerda que está
enojada y que quizás no sea el mejor momento.
- ¿Te das cuenta?, Zoé... nos fijamos tanto en lo evidente que hay veces que la
magia y la verdad se nos escapan; no importa que existan... si los demás no las
perciben, por muchos versos y estrellas que tengan o por mucho que brillen, son
un universo aparte... Y yo no quiero que seas mi secreto... ni quiero ser el tuyo...
ni tampoco que nos vayamos convirtiendo en fantasmas, con una tercera dimensión en la que vivamos pero de la que no podremos jamás salir sin que nuestro
entorno, el de las personas que queremos o de esas otras que nos conocen, sufra
sobresaltos... ¡No eres mi amante!, ¡eres la amada con todas las consecuencias!.
La sutil diferencia de matiz, entre "mi amante" y "la amada", produce
una levísima grieta en la mente de Zoé; no podría explicar la razón pero intuye
que ni le agrada del todo ni es bueno. Sabe de su precisión en el lenguaje, de su
obsesiva manía de emplear la palabra exacta en cada momento y la de veces que
se han reído comprobando que, casi siempre, el interlocutor a quien va dirigida
no termina de entenderle. Lo lógico sería que hubiera dicho: "¡no eres la amante!" o, quizás, "¡no eres una amante!"... pero no, precisó y singularizó, con ese
"mi" tan posesivo, que se sentía su dueño. Sin embargo sí podía ser "la" amada...
¿la única o una de ellas?. Le dolía el pecho, no sabía si de gozo o tristeza...
Ninguno se da cuenta pero, instintivamente, sus manos tienen vida propia y van
desnudando sus cuerpos. En la terraza, la brisa ha cesado y los geranios ya no riñen...
307
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Así que... aquí me tienes... prisionero de una necesidad imperiosa. No es nada
nuevo, simplemente necesito una fotografía contigo... o, mejor, un álbum completo... ¡Miento!, ¡quiero toda una estantería llena de tomas fotográficas de eso que
definimos como "lo nuestro"!. Quiero tener problemas comunes contigo, de esos
que tratemos de resolver juntos durante la cena o en el almuerzo... quiero sentir
angustia o percibir a qué sabe la adversidad estando contigo al lado. ¡Y no me llega!,
quiero todos los momentos dulces que tengas y todos los amargos... quiero las
horas que tu quieras darme y también las que reserves para ducharte o reírte...
todos tus enojos y todas tus alegrías... ¡No me conformo con menos!. Y no preguntes por mis méritos para querer tanto de ti; sabes que me inspiras cada día una
nueva aguamarina, con olas de amar a-mares y mareas de necesidad y deseo...
- Demasiado tiempo sin vernos... Tengo ganas de escoger entre tres camas... de ser
tan tuya y tu tan mío en cualquiera de las tres que escojamos... Me muero por venir
corriendo hacia ti, en día y la hora que tú digas...
- ¿Sabes?, como una unidad de medida universal, treinta días separan cada día
que tu sabes; cuento uno... cuento dos... quiero pensar que es una cuenta atrás
pero, ¡lo hemos hablado tantas veces!, llegar a cuatro es un esfuerzo tremendo
porque implica que la distancia va robándonos nuestro tiempo sin que podamos
hacer prácticamente nada... Y llega el momento en que uno te extraña tanto que
ya ni sabe como decírtelo... que desea que recuerdes que robé flores para ti... o
que escuchamos croar ranas juntos, en una de nuestras noches mágicas... o que
detuvimos el tiempo... o que hacía frío en aquel pueblecito en el que encontramos una mesa bajita para hacer el amor... y uno teme que no soportes la presión
y acabes bajando los brazos...
Desnudos, con los ojos cerrados y las alas abiertas, tratan de reducir a la mínima
expresión cualquier espacio que les separe. Va cayendo la noche y siguen besándose...
- ¿Estarás siempre para mi, Zoé?
Aunque la pregunta tenga, en el alma de ella, una respuesta clara; responder no es fácil... implica aceptar la ambigüedad de ese "la amada", comprometerse sin pedir reciprocidad de compromiso... pronunciar su nombre y, tal
vez, perder la memoria para que los sueños no se vuelvan pesadillas.
- No lo sé, amor, no sé si estaré... Ya sabes como soy... la mujer que hay en mí...
no hay peor forma de extrañarte, ¿recuerdas?, que aún estando no estés para
mi... ¡sólo para mi!
Yeray desculega el teléfono, una voz femenina le atiende desde la recepción del hotel...
- Sería tan amable, señorita, de decirme si tienen la canción “Lucía”, de Rosario
Flores... Gracias, si... nos gustaría escucharla...
Se queda mirándola, como contando los segundos que pasan desesperadamente despacio; Zoé adivina una sonrisa que no asoma por ningún lado.
- Zoé... las fotografías tienen memoria, más o menos la misma memoria que necesitan para existir los triángulos... ese es su secreto y esa es su magia...
El silencio se inundó de notas musicales... "si alguna vez fui ave de paso,
que vine aquí para anidar en tus brazos... si algún día después de amar amé,
fue por tu amor... tus recuerdos son, cada día más dulces... el olvido sólo se llevó
la mitad... y tu sombra aún se acuesta en mi cama..."
308
Llevándose consigo todo el
silencio que quedaba...
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Hay un espacio psíquico, acotado por un tiempo también psíquico,
desde el momento en que se reúnen tres personas porque, inercialmente,
surge una intención ritual que se trasmuta en energía; nace así el triángulo, la comunicación psíquica que simboliza la perfecta estructuración
final del pensamiento emocional del ser humano. De todos los triángulos
posibles, el equilátero es el único que ha conseguido el total equilibrio de
todas sus potencias... el único que ha olvidado todo lo que "no es", aunque
"haya sido" en otro tiempo, para ser y disfrutar de la realidad existencial
que lo retroalimenta.
Pero, únicamente desde la perfección geométrica del triángulo
equilátero no es posible diseñar un universo emocional que realmente
transcienda porque, indudablemente, pueden darse situaciones en las que
sólo uno de los vértices domine, en su totalidad, la realidad emocional
mientras los otros dos permanecen en una ceguera parcial que les convierte en meras marionetas; en este caso, los tres vértices del triángulo
crearían un círculo vicioso cuya fragilidad terminaría evidenciándose y
autodestruyéndolos sin remedio.
Sólo queda una vía: que los tres vértices se reconozcan entre sí y
sepan de su existencia; una apuesta al todo o nada porque, sin lugar a
dudas, una situación así sólo tiene dos salidas posibles: o el triángulo se
destruye o, por el contrario, se inscribe para siempre en un círculo virtuoso que lo hace transcender a su propia esencia.
- ¿Por qué, Yeray?
- ... las quiero tanto a ambas que he decidido que el riesgo de perderlas
merece la pena... si tengo una sola posibilidad de ganarlas a las dos para
siempre.
311
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
A las dos, por separado y al mismo tiempo...
Pero no es menos cierto que hay todo un mar entre ellas y, el mar
en general, es a menudo hostil, de una fuerza profunda, tenebrosa, imprevisible, incontrolable, adversa e insegura que, sin querer o queriendo, nos
seduce hasta el tuétano.
Yo marino, capitán o grumete, vigía o timonel, ancla o
mástil, cuerda o cadena...
La alegoría de la vida humana como navegación es universal,
arranca tan de antiguo que ni los más viejos recuerdan sus orígenes; pareciera que estuvo aquí desde siempre. De costa a costa, de puerto en puerto... luchando por sobrevivir a las tempestades hasta que el cansancio se
transforma en un sueño profundo que acaba venciéndote... o muriendo en
la calma chicha de un mar de sargazos, tan tranquilo que asfixia hasta lo
inconcebible a cualquier embarcación, sea a motor o a vela.
Yo, que escribo líneas torcidas en renglones derechos y
aprovecho los espacios intermedios para que se oiga lo que no
dicen mis letras... yo, pirata travieso o corsario que siempre
adorará esa voz que le nombrara bucanero...
En la vida, como en cualquier océano, es imprescindible el viento...
da igual que soplen las brisas del azar o que los huracanes pasionales sean
los que, sin previo aviso, hinchen el velamen y empujen la nave de nuestra existencia. Incluso sin timón, o sin cartas ni cuaderno de bitácora,
tarde o temprano la nave naufraga o llega al puerto...
¿Quedarse en la orilla de oriente o hacerlo en la de poniente?. No,
irse dejando miguitas de pan invisibles para que, quienes en realidad te
necesiten, descubran dónde encontrarte antes de que tu esperanza se
muera... marchar, descubrir ese punto equidistante entre los dos vértices,
aunque conlleve el riesgo de ahogarse sin remedio...
313
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
No llueve, como ocurre casi siempre a pesar de la fama que tiene
esta tierra. Es martes y alguien dijo que trece, el mes no importa porque
estas cosas suelen ocurrir casi siempre en Enero.
Sopla una liguera brisa que, poco a poco, se va haciendo viento y,
de tenerlas, las hojas del viejo avellano se moverían como una marea sin
más playa que la arena azul de este cielo.
La mesa y Yeray, ambos en silencio
315
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Alguien ha pintado en el horizonte una frase de Madame de Stäel...
"El amor es la historia completa de la vida de una
mujer, pero solamente es un episodio en la del hombre."
Un pájaro, que se ha quedado sin nido, trata de aprenderse de
memoria tres versos de la “Canción para la esposa ajena” de J.A.Buesa...
"Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra cuan relata tu historia,
pues serán, simplemente, los versos de un poeta..."
Mientras todo ello ocurre, la realidad se sienta frente a Yeray y le
invita a entrar en el juego virtual de la utopía que aún puede conseguirse,
sin que nada ni nadie pueda evitarlo.
317
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Cuidadosamente, Yeray dobla la hoja de papel; la deja, lentamente, dentro del segundo sobre y cierra con llave de saliva el imaginario candado. En el paladar se mezclan el regusto amargo de lo imperiosamente
necesario con el sabor a pegamento; escupe, instintivamente, hacia atrás
para deshacerse de ambos...
Mira el reloj, apenas faltan horas para la hora señalada.
Queda el horizonte más cerca que nunca mientras, en su pecho,
anida una sensación que le hace comprender la esencia del tiempo transcurrido, del que estaba ahora mismo viviendo y del que acechaba en sus
días de mañana.
No hay años que le observen, tan sólo instantes que recuerda y
otros que ha olvidado sin borrarlos. Tampoco hay imágenes, las ha sustituido por un arcoiris de colores que incluye negros, grises y hasta una
docena de gamas de blanco.
Coloca los sobres, sobre el impertinente círculo de aquella mesa,
mientras enciende mecánicamente su enésimo cigarro... expele el humo,
como si fuera un vómito de certezas que sólo él pudiera imaginarse...
319
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Le quedan algunas cosas por hacer y decide, aunque
parezca redundante, hacerlas de inmediato...
321
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Alguien le dijo, en una ocasión, que era prisionero de la misma originalidad que espontáneamente generaba. No, no fueron simplemente
palabras; aquella frase marcó un permanente estado de reflexión a través
del cual fue añadiendo matices y perdiendo espontaneidad hasta llegar,
casi sin darse cuenta, a un estado permanente de análisis detallado de
cada paso que daba. Como si estuviese montado en su particular montaña
rusa, del "hago lo que siento" pasó paulatinamente al "hago lo que pienso
que debo hacer"; no quería continuar, era tiempo de detenerse para no
terminar como uno más de los miles de títeres que pululaban a su alrededor: escenificando su vida en tercera persona, "haciendo lo que los demás
esperan" y buscando espejos que no devolvieran su imagen para no tener
que verse tan al revés como estaban.
Hoy estaba seguro de que la esencia de lo original no reside en el
"cómo" sino en el "qué"; lo demás son atuendos, deportivos o clásicos
según la moda imperante, que visten de apariencias algo que luce mucho
más si se viste de nada.
Por eso las citó a ambas, a la misma hora y en aquel mismo lugar
en el que estaba, sin recurrir a sofisticados artilugios ni artificiales puestas en escena que contaminaran la natural espontaneidad de su meditada
decisión.
No necesitaba sorprender a nadie, Yeray sabía que la clave de su
originalidad estaba en lo que iba a hacer...
323
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Las vió venir...
aproximarse...
llegar casi al unísono...
saludarle...
325
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
- Ainara... Zoé... tenéis muchas cosas que contaros ...
Por un momento, las líneas invisibles de los lados del triángulo se
materializaron sobre la mesa creando un círculo virtuoso pirograbado en
la madera.
¿Dónde estaba la memoria de ese triángulo que formaban ellos tres?.
No existía; en aquel instante ni siquiera había más realidad que la
sorpresa en los ojos de Zoé y Ainara mirando fijamente a Yeray con la
esperanza, imposible, de que la crisálida-pesadilla dejara escapar una
mariposa-sueño que huyera, en dirección al horizonte, para dar sentido a
aquel atardecer.
Yeray apagó el cigarrillo y se fue,
llevándose consigo todo el silencio que quedaba...
327
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Las mismas palabras para Ainara y Zoé, guardadas en diferentes sobres y
escritas sobre distinto papel...
"No sé muy bien como decirlo, pero es lo único que puedo
hacer...
Hay un lugar que me espera desde siempre, siete kilómetros
cuadrados y esos siete volcanes que, vistos desde el aire, son la
réplica exacta de esas siete estrellas de la Osa Mayor que
siempre marcan el este y el oeste desde mi norte... tan unidas
a mi Vía Láctea y a ese sentido de la vida que, sólo en mi, siento crecer.
De Santiago a Santiago, desde mi Campus Stelae hasta
Camémbaro... sé que llevo años trazando, en espiral, un camino con cada uno de mis peregrinos pasos; mi propia "Ruta
Xacobea", el camino iniciático que mana de un "sen ti non
podo vivir" aplicable a dos y que afecta a tres...
Dejo atrás el "reino de las siete cruces", me dirijo al "país de
las siete luminarias"... en las orillas del Yuriría, que me ha
prometido cambiar el color de sus aguas en el momento exacto, esperaré... "
329
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
El avellano queda como último espectador, quizás porque sus raíces de memoria emocional le mantienen anclado firmemente a su amada
tierra; ni siquiera se da cuenta de que ha pasado de amante a esclavo sin
contar hasta diez.
Es un árbol, una especie vegetal que se limita a cumplir su ciclo
existencial mientras trata de autoconvencerse de que hace lo que desea
hacer.
Se miente a sí mismo, como lo hacen todos los árboles. Son demasiados siglos insistiendo en que la memoria emocional es una combinación binaria, aunque ello implique negar el dicho de "no hay dos sin tres".
Mientras, la realidad es otra... lo quiera o no, el avellano también
tiene su propio triángulo: sus raíces se hunden en la tierra mientras sus
ramas tocan el cielo con las yemas de sus hojas...
Aunque su memoria lo niega,
cielo,
tierra
y avellano
también son tres...
331
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Soy la cúspide, la clave, la única memoria
posible para que exista nuestro triángulo...
Y Estoy...
Estoy pensando en vosotras y concluyendo que, en mi, hay un niño
que aún no ha nacido; un niño-pajarillo aterido, agazapándose detrás de
las matas y resistiéndose a asomarse al mundo porque teme ser o no ser
feliz.
Estoy "reflexionándoos" con mis pupilas, aguardando insomne la
llegada del país del agua... soñando con la piel todos los sueños que el
alma no puede soñar...
Estoy escuchando vuestras palabras escritas como si leyera vuestra voz: "Me emociona estar a tu lado compartiendo un espacio tan especial... Gracias... Asì y todo, ¿sabes? pecaré de vanidosa, pero dime...
¿alguien te habrà leído con más sentimiento y mejor?. No, creo que no...
es mi regalo para ti, desde el fondo de mi alma, amor mío..."
Estoy convirtiéndome en mirada, en novela escrita en el aire, en
poema pintado en la tierra, en surco de espuma, en el azul de vuestro
mar...
Estoy queriendo desnudaros al compás de un tuteo y hablaros,
simbólicamente, de usted..
¿Me creéis?
¡Os lo demostraré!
333
¿¿¿No???
LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS
Las necesito a ustedes entre mis brazos
y no se crean que esa necesidad es algo que regale...
Las deseo, precisamente a ustedes, entre mis sábanas
y no se crean que ese desear es algo que regale...
Las quiero, concretamente a ambas, porque son mi locura...
... mis silencios
... mi vida
... ese concepto de feliz que en ustedes me nace
y no se crean que ese querer a-mares es algo que regale.
Escuchen...
Quiero comerme su piel y beberles su mirada,
quiero llorar con vosotras todas las sonrisas que construyan nuestras tardes...
quiero querer que me quieran y me busquen donde vaya;
quiero sus ojos dormidos,
sus hombros desnudos,
vuestros pies descalzos...
Las adoro a ustedes porque sólo sé rezar a ángeles,
porque tengo memoria de nuestros días y revivo, a cada instante,
nuestras madrugadas...
Pero, ahora mismo, las echo de menos
con intensidad nostálgica...
Y no se crean ustedes, ni os creáis vosotras, que todo lo que acabo
de deciros es algo que regale...
Sí, lo sé...
. .estoy donde, aún siendo, no estáis. . atrapado entre
cajitas de alambre y buscando, para las dos, el lenguaje
de los pájaros. .
334

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