Lenguaje visual prehispánico en Tepoztlán: pintura rupestre

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Lenguaje visual prehispánico en Tepoztlán: pintura rupestre
DOMINGO 1 DE JUNIO DE 2008
No. 314
Lenguaje visual prehispánico en Tepoztlán: pintura rupestre
◆ Georgia Yris Bravo López ◆
T
epoztlán es un pueblo con historia
milenaria que lo ha llevado a ser lo
que hoy es. De los restos de los pueblos prehispánicos que vivieron en el lugar, sin lugar a dudas el sitio más conocido
y visitado es «El Tepozteco», aunque también existen otros sitios que permiten reconstruir la historia del pueblo, como Axitla
donde se ubican los palacios y templos de
la antigua ciudad xochimilca.
Aunado a lo anterior, Tepoztlán cuenta
con otros elementos que nos permiten conocer más acerca de su historia, éstos consisten en pinturas y grabados realizados
sobre las rectas paredes de los altos cerros
de la región. Estos elementos consisten en
representaciones gráfico – rupestres, mejor conocidas como arte rupestre, las cuales son pinturas y/o grabados en superficies rocosas, como paredes de abrigos rocosos, cuevas o piedras. La información que
se obtiene de estas representaciones es
muy variada, ya que a través de ellas cono-
cemos una realidad determinada en la que
son partícipes actividades tanto de la vida
cotidiana como de la vida ritual.
En Tepoztlán las representaciones rupestres son principalmente pinturas de color blanco y rojo, entre las que se incluyen
figuras de animales, plantas, humanos y
deidades, así como cuerpos celestes y motivos abstractos. Para poder interpretarlas
es preciso pensarlas como un todo, es decir que no son elementos aislados del entorno en el que se encuentran y mucho
menos podemos dejar de lado el hecho de
que por sí solas son un lenguaje que maneja significados concretos.
Con base en la técnica y el estilo con las
que fueron realizadas las pinturas, así como
en la medida de lo posible realizar una asociación con otros contextos arqueológicos,
es factible obtener un fechamiento aproximado, lo que permite ubicarlas dentro de su
dinámica social; sin embargo, para obtener más información es preciso realizar
un estudio más profundo acerca del lenguaje que hablan y, por ende, conocer y
comprender su significado.
Por ejemplo, en uno de los sitios de Tepoztlán, en una accidentada pared de un
abrigo rocoso, hay pinturas que representan principalmente motivos zoomorfos,
como animales cuadrúpedos, peces y anfibios hechos con la técnica de tinta plana,
es decir sin volumen tridimensional, en colores blanco y rojo, además de manos humanas y la imagen de Tláloc, la cual está
caracterizada por ser un rostro humano con
anteojeras, bigoteras y colmillos, así como
por la forma de las cejas y de la nariz. El
lugar en donde están estas pinturas está al
pie de una montaña y a unos metros al norte de ellas hay una cueva de la que emana
una pequeña cascada. Para acceder a las
pinturas es preciso subir una escalinata que
forma parte de un basamento piramidal adosado a la misma pared rocosa.
Dentro de la cosmovisión mesoamerica-
na, la montaña es un gran contenedor de
agua, es el mundo que habita el dios Tláloc y sus ayudantes los tlaloques, y la
forma de acceder a ellos es a través de la
cueva. Las pinturas de animales acuáticos y de la deidad nos muestran esa idea
de ese mundo sobrenatural en donde se
muestra al dios en su entorno. Al no encontrarse una estructura que cumpliría
las funciones de un templo sobre el basamento piramidal, y que solamente remate en la pared rocosa con las pinturas,
nos indica que esa pared de la montaña
cumplía la función del templo y que las
pinturas son equivalentes a la escultura
en bulto del dios. En ese lugar se adoraba
al dios Tláloc, asociado tanto con las lluvias como con las actividades agrícolas.
Con base en la técnica de las pinturas
así como de la técnica constructiva del basamento piramidal y la cerámica encontrada en el área, se sabe que el lugar fue edifiA página 3
Muros del basamento piramidal sobre el que remata las pinturas rupestres. Foto Georgia Panorámica de las pinturas rupestres desde el pie de la montaña Foto Georgia Bravo
Bravo
López
II
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El Tepozteco
◆ Giselle Canto Aguilar ◆
Cómo llegar
E
l tepozteco es una Zona Ar
queológica que se encuen
tra en el poblado de Tepoztlán. Desde la ciudad de México,
el acceso es por la carretera federal
de cuota número 95, se toma la desviación a Cuautla, carretera federal
de cuota número 115 y a 8.5 km se
llega a Tepoztlán. Desde la ciudad
de Cuernavaca la zona se localiza a
21 km por la carretera federal libre
Cuernaaca-Tepoztlán. En el poblado se toma la calle principal, Av. Tepozteco, que en línea recta lleva hasta las faldas del cerro.
De este punto el acceso se
hace caminando hasta la cima de
la montaña donde fue construido
el templo del dios Tepoztécatl.
Nombre del lugar
Tepoztécatl, según el mito
mesoamericano, fue uno de los
“400” (es decir innumerables)
hijos que tuvieron los dioses
Mayahuel y Pentécatl, la diosa
del maguey y el dios que descubrió como fermentar aguamiel
para obtener pulques. Estos 400
dioses fueron conocidos colectivamente como los Centzon
Totochitli, los “400 Conejos” y
aunque individualmente se les
conoció de distintas maneras, su
nombre calendárico siempre fue
el mismo: Ometoctli,”2 Conejo”.
Los dioses del pulque, entre
ellos Tepoztécatl, también estaban
asociado a los cultos de la fertilidad, ya que pertenecían al grupo
de los tlaloque, manifestaciones
de Tlaloc, dios de la lluvia, como
deidades de los cerros. Es por ello
que estas divinidades del pulque
aparecen representadas con una
hacha de desmonte en sus manos.
En el mito, Tepoztécatl es un asociado con el viento por lo que se
le conoce también como Ehecacone, hijo del viento.
En el Códice Mendocino, el
señorío de Tepoztlán aparece
simbolizado por un glifo que
muestra una hacha de cobre en
un cerro que literalmente ha sido
traducido como “Lugar del cobre” Tepoztécatl y los Centzon
Totoctli fueron representados
por un hacha de cobre. Es posible que ésta sirviera como una
imagen abreviada del nombre del
dios. Otros autores como Silvia
Garza, interpretan que los tepoztecos dibujaron el hacha y el
cerro porque la forma en que
sonaban esas palabras nahuales permitían expresar “Lugar de
Tepoztécatl”.
Las Relaciones Geográficas
del siglo XVI describen que los
habitantes de Tepoztlán se dedicaban a trabajar la fibra del
maguey para producir ropas,
sandalias y cuerpos.
Historia del Señorío de Tepoztlán
La llegada de grupos nahuas alrededor de 1200-1220 d.C. al estado de Morelos marcó el inicio
del Posclásico Medio. Fueron
los xochimilcas quienes ocuparon Tepoztlán, así como otros
territorios al noreste del estado,
fundando los señoríos de Totolapan, Tlayacapan, Ocuitulco, Tetela, Hueyapan, Tlamimillpa, Xomitepec, Tlacotepec, Zacualpan y
Temoac. Los Tlahuicas, en cambio, fundaron los señoríos de
Cuauhnáhuac, Xiutepec, Yautepec, Huaxtepec, entre otros.
Durante este periodo de consolidación, el pueblo de Tepoztlán funcionó como la cabeza del
señorío, la cual abarcaba un extenso territorio que hacia el
norte estuvo limitado por Xochimilco, al oeste por Cuauhnáhuac , en el sur por Yautepec y Xiutepec, hacia el este
por Totolapan y Tlayacapan.
Tuvo varios pueblos sujetos de
los cuales recibía tributo y que
en la actualidad aún existen
Panorámica de Tepoztlán desde el cerro del Tepozteco. Foto Archivo
Centro INAH Morelos
como: San Juan Tlacotenco (Tepecuytlapilco), Santa Catarina
(Cacatepetlac), San Andrés de la
Cal (Acacueyacan), Santo Domingo (Xocotitlán), Amatlán y
Santiago Tepetlapan.
El Posclásico Tardío está marcado por la hegemonía del imperio tenochca, siendo Tepoztlán
uno de los señoríos sojuzgados
por el imperio. En 1428 se formó
la triple alianza en el Valle de México con los estados de Texcoco,
Tlayacapan y la poderosa México-Tenochtitlan. Aunque Ixtlilxóchitl adjudica la conquista de Tepoztlán al tlatoani tenochca ozcóatl en 1438, otras fuentes mexicas
mencionan que el señorío de Tepoztlán fue conquistado en 1452
por el tlatoani_tenochca Moctezuma llhuicamina, lo que parece más probable.
Para la recolección de tributos de los señoríos conquistados por la Triple Alianza, el imperio reorganizó los territorios
dominados en provincias tributarias, por lo que el pueblo de
Tepoztlán fue agrupado junto
con los señoríos de Yautepec,
Totolapan y Yacapiztlan bajo el
dominio de la Provincia Tributaria de Huaxtepec. El principal tributo de estos Estados sojuzgados tenían que entregar al imperio fue el papel amate que no
sólo era necesario para la creación de códices, sino también
para confeccionar las vestimentas de los dioses, así como algodón y mantas tejidas, productos
que al no obtenerse en la región,
tenían que importar o intercambiar con Yautepec. Es éste el
panorama que encuentran los
españoles cuando a su llegada
a la región, tal como es registrado en la Matrícula de tributos y
el Códice Mendocino.
El templo de Tepoztécatl
Durante el Posclásico Medio, en
una de las cimas de la sierra de
Tepoztlán, fueron erigidas varias
terrazas y un templo que constituyen lo que actualmente se conoce
como El Tepozteco. Su importancia como Santuario fue tal que peregrinos de regiones tan lejanas
como Guatemala visitaban al dios.
La construcción del sitio implicó nivelar la superficie del cerro a
partir de cortar la roca, rellenar y
levantar muros de contención. En
el lado oeste de esta zona las terrazas fueron utilizadas para construir unidades habitacionales, en
ellas vivían los sacerdotes dedicados al culto del dios y sus ayudantes, los cuales no sólo servían
para prepararles alimentos, sino
que también trabajaban el papel
amate para elaborar la vestimenta
El Tepozteco. Foto. Archivo Difusión Centro INAH Morelos
de Tepoztécatl.
En el lado oeste del sitio los
habitantes levantaron una plataforma de 6.40 m de altura, sobre ella erigieron un basamento
piramidal de 3.30 m de alto, el
cual fue utilizado para edificar el
templo cuya elevación máxima
conservada es de 2.70 m. El basamento presenta un perfil de
talud-tablero saliente, con la característica de que el tablero no
es un paramento recto, sino que
sigue el mismo grado de inclinación que el talud.
El edificio del templo se compone de dos cuartos, la entrada
al primero de ellos, que funcionó como un vestíbulo, está porticada con tres claros, siendo la
entrada central la mayor.
Al centro del vestíbulo se
observa una oquedad de forma
rectangular, en la cual se encontraron restos de carbón y copal.
Para acceder al cuarto posterior,
donde probablemente se localizaba la escultura del dios, se
atraviesa una puerta formada
por dos pilares convertidos en
muros laterales.
Aunque el techo del templo no
se conservó, durante la liberación
del edificio en 1895, el arquitecto
Francisco Rodríguez registró material de derrumbe consistente en
fragmentos de tezontle y gran cantidad de mortero de cal, proponiendo la existencia de un techo plano
de al menos 70 cms de espesor
sostenido por una estructura de
vigas de madera.
El templo de Tepoztécatl fue
modificado en varias ocasiones,
en la primera se limitaron a cerrar los accesos al cuarto del
dios; de una entrada portificada
con dos pilares, se convirtió en
una sola entrada con dos muros. En la segunda, la más importante y la que mayor controversia ha causado entre los investigadores, se le agregaron al
templo sillares con relieves que
forman una banqueta y una pe-
queña cornisa saliente; en los
relieves de ésta, el investigador
alemán Seler identificó los glifos de los 20 días del calendario
sagrado, el tlalpohualli. Pero la
presencia de otros grifos como
la corona de turquesa y el escudo con flechas (chimalli) nos han
llevado a proponer que la banqueta fue construida por la Triple Alianza; y que por lo tanto,
esta tercera modificación fue
efectuada después del año 1452.
La controversia sobre esta
modificación ha surgido alrededor de dos sillares que se encontraron en el derrumbe del
edificio y que probablemente
formaron parte de la banqueta,
uno con el glifo del nombre del
tlatoani tenochca Ahuizotl y el
otro con la fecha calendárica “
10 conejo”. Esto ha llevado a varios investigadores a plantear
que el templo fue construido, o
al menos terminado por los mexicas en el año 1502 que corresponde a “10 conejo” año de la
muerte de Ahuizotl.
Aquí proponemos que los grifos “10 conejo” y el nombre de
Ahuizotl fueron colocados en la
capilla del Tepoztécatl para conmemorar la muerte del gran conquistador y señor mexica tenochca, pero que el templo es una construcción mucho más temprana y
que fue edificada por los tepoztecos de filiación xochimilca y no
por los mexicas. El templo no es
una estructura aislada, sino que
forma parte de la ciudad prehispánica de Tepoztlán que se localiza a
las faldas del cerro donde se levanta el templo, asentamiento que
está parcialmente cubierto por el
poblado actual.
Texto tomado de la miniguía
CONACULTA-INAH, la cual se
basa en los trabajos de los arqueólogos Micheael Smith, Giselle Canto y Silvia Garza; de los
etnohistoriadores Johanna Broda y Druzo Maldonado y del arquitecto Ignacio Marquina.
III
DOMINGO 1 DE JUNIO DE 2008
Las historias del Tlacuache
Difusión Centro INAH Morelos
El papel 1
E
l papel era uno de los artículos más
empleados por los nahuas en sus
ceremonias rituales: servía para vestir las estatuas de los dioses, para cubrir
ciertas partes del cuerpo de los sacerdotes
o de las víctimas próximas al sacrificio; se
utilizaban también como material de
ofrenda por enfermos en pago a que los
dioses les habían devuelto la salud, o por
muchas otras razones. Así mismo se consumían grandes cantidades de papel cada
vez que alguien moría.
Pero la utilización más trascendental que
tuvo el papel indígena fue, sin duda, en la
elaboración de los “libros pintados” o códices, pues salvo en algunos casos en que
se empleo piel de ciervo curtida y preparada, en la mayoría se utilizó papel amate sobre el que se consignaron y perpetuaron,
por medio de una escritura bastante desarrollada, el saber y sentir nahuas.
La escritura de los códices se hacía con
tintas de diversos colores aplicadas por medio de pinceles. El tlacuilo era el artista encargado de estas obras. Tanto Hernández como
Saghún citan el uso del tzácuitli por los pintores, al elaborar los colores; es posible que
la observación haya abarcado a los “escritores” de códices. Sin embargo este es un asunto que trataremos más tarde.
Volviendo al papel, aunque hay quienes
dicen que éste se hacía de maguey o de la
cubierta del saco de ciertas orugas del género Bómbix, parece estar demostrado que
el papel de mayas y mexicanos se hacía con
la corteza de ciertas especies maráceas. El
amaquauitl, del que deriva el nombre amate, es un árbol que pertenece a la familia de
las moráceas. Los amates son árboles de
nuestros climas cálidos, generalmente corpulentos, de corteza amarillenta, parda o
de color ceniciento, y de follaje denso.
Su tronco es robusto y sus raíces enormes , que suelen abrazarse a las rocas o a
los árboles, producen un jugo lechosos
que contiene algo de hule; sin embargo,
lo que los indígenas prehispánicos utilizaron abundantemente fue la corteza con
la que fabricaban papel. Hay en México
unas 25 especies de amates. Extracto del
artículo de Fernando Martínez Cortes: “el
tzacuhtli en la fabricación del papel” del
libro: Pegamentos, gomas y resinas en el
México prehispánico. México, 1970.
Introducción
L
a Fototeca Juan Dubernard fue fun
dada en el año 1995 con la finalidad
de salvaguardar los archivos fotográficos de este Centro que se han venido
generando desde su creación y se han acrecentado con el paso de los años. En sus
inicios, la Fototeca se ocupó de recopilar
diversos archivos fotográficos que se encontraban dispersos en las diferentes áreas
que conforman el centro de trabajo.
Se localiza en el interior de la antigua
finca de descanso del Emperador Maximiliano de Habsburgo, también conocida
como: Villa Olindo, donde ahora tiene su
sede el Centro INAH Morelos.
El acervo consta en la actualidad con
Av. Morelos. 1930. Casasola. Archivo Fototeca Juan Dubernard. Centro INAH Morelos
Lenguaje visual prehispánico...
cado durante el periodo Posclásico Tardío
(1350 – 1521dC), lo que implica que es contemporáneo al templo del Tepozteco.
Lamentablemente, en la actualidad estas manifestaciones se están desvane-
Fototeca Juan Dubernard
del Centro INAH Morelos
DE PAGINA
1
ciendo. Por un lado, la mayoría de ellas
se encuentran a la intemperie, lo que implica su inexorable exposición al ambiente; la luz solar, la lluvia y el viento son
elementos que día con día alteran su com-
Representación del Dios Tlaloc. Foto Georgia Brav López
posición. Por otro lado, y peor aún, existe
el factor humano que se traduce en grafitis
sobre las pinturas o extracción de una parte
de la piedra o de la figura, lo que ocasiona
pérdidas de datos irrecuperables acerca de
una ideología ancestral.
Al igual que los sitios arqueológicos
con presencia de arquitectura monumen-
un aproximado de 37,000 piezas con las
siguientes características: Impresiones de
plata/gelatina sobre papel en ampliaciones de 3x, 4x, 5x 7, 8x10 y 11x14. Negativos en formatos: 110, 120, 126, 135 y algunas placas de 5x7.
La temporalidad de la obra abarca desde
el año 1900 a la fecha, esto último debido a
la incorporación constante de piezas y archivos fotográficos producto de investigaciones y proyectos que se desarrollan cotidianamente en las diferentes áreas que conforman el Centro INAH Morelos. Aunado a
las donaciones que se reciben de manera
constante por particulares.
A la fecha, se cuenta
con 25 Fondos Fotográficos
Pertenece al SINAFO (Sistema Nacional de
Fototecas) que registra, cataloga, conserva y difunde el Patrimonio Cultural Gráfico
del Estado de Morelos.
El área de la Fototeca, representa el
acervo interno y externo generado por
investigadores en diferentes materias, es
el patrimonio histórico fotográfico existente y adquirido que conserva la memoria y el valor de la imagen como Patrimonio
Cultural. Resguarda colecciones particulares, registros fotográficos de procesos de
intervención en materia de: Arqueología,
Antropología Social, Antropología Física, Arquitectura, Biología, Conservación
y Restauración de bienes muebles e inmuebles, Historia y Museología.
Ofrece el servicio de consulta para investigaciones publico en general el horario
es de 9 a 3 de lunes a viernes.
tal, los lugares con representaciones rupestres también son sitios arqueológicos
con la misma importancia, y aunque están protegidos por la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos como
zonas arqueológicas de pintura y petrograbados, es responsabilidad de todos
el salvaguardarlas para su permanencia.
Detalle de la representación de Tlaloc. Dibujo de Bernardo Adán Flores Bonilla
EL YAUHTLI
HIEDRA
Hedera helix L.
FAMILIA ARALIACEAE
◆ Margarita Avilés Flores y Macrina Fuentes Mata ◆
V
arias de las especies del
género Hedera son de
gran importancia hortícola, especialmente cultivadas para
fines ornamentales por la belleza
de su follaje. La especie que describimos es la Hedera helix originaria de Europa, Norte de África y
Asía. Actualmente cuenta con gran
número de variedades y es cultivada en diversas partes del mundo.
Antiguamente se empleaba
para sanar llagas, quemaduras del
fuego, aclarar manchas del rostro
originadas por el sol, en problemas menstruales, para propiciar la
esterilidad en la mujer y como veneno de los piojos. Los sacerdotes de la antigua Grecia ofrecían
una corona de hiedra a los recién
casados y durante siglos se consideró un símbolo de la felicidad.
El término Hedera deriva del
latín haerere -estar adosado-; debido a que las especies incluidas
en el género tienen una gran capacidad de apoyarse por su dorso
a las paredes y árboles.
La Hedera helix es una liana
que puede alcanzar hasta 50m de
largo; perenne, sus tallos son largos y flexibles, que presentan raicillas adventicias que se enganchan a la tierra, los muros y los
árboles. Las hojas son coriáceas,
brillantes y lustrosas; tienen de 3
a 5 lóbulos triangulares o son ovoides-romboidales y acuminadas.
Las flores de color verde blancuzco o amarillento, están dispuestas
en numerosas umbelas globulares
simples, que se inclinan hacía el
suelo y forman un corimbo. Las
bayas son negras, contienen de
dos a cinco semillas. La corteza
exuda una resina gomosa de sa-
bor amargo y áspero, y aromático.
Se usan las hojas, las bayas, la
madera y la resina gomosa. Actualmente se comercializa en diferentes presentaciones: hojas troceadas, bolsas para infusión, diferentes extractos, seco, fluido, nebulizado, estandarizado y concentrado, suspensión, polvo, en tintura
y en tintura madre. Los extractos
se emplean en la elaboración de
productos cosméticos, en forma
de cremas, geles, lociones, chapúes, preparados anticelulíticos y
revitalizadores cutáneos.
En los países de origen de la
planta, tradicionalmente se ha empleado como expectorante. Se aplica en caso de dolores neurálgicos
o reumáticos y para moderar la sensibilidad de los nervios periféricos,
en el tratamiento de alteraciones
menstruales
La planta contiene: saponósidos triterpénicos (2-6%) heterósidos de la hederagenina (hederacósido C, signo alfa –hederina), heterósidos del ácido oleanóloico (hederacósido B y betahederina. Hererósidos de flavonoles, (rutina, kemferol-3-rutinósido, trazas de emetina (alcaloide);
poliacetilenos: falcarinona, falcarinol; esteroles; acidos cafeíco y
Frutos de Hedera helix L. http://waste.ideal.es/hiedra.htm
clorogénico; hidrocarburos sesquiterpénicos (germacreno, b-elemeno, elimina).Saponósidos de
tipo glicosídico: alfa, beta y gamma hederían, derivados de la hederagenina. Glicósidos flavónicos: quercetina, rutina, derivados del kaempferol, hederacósido. En las hojas tambien se han
encontrado una sustancia de
acción hormonal, de tipo estrogénico y folículinico.
La acción farmacológica reportada para la Hedera helix es
mucolítica y expectorante, analgésico y sedante, antifúngica,
antibacteriana, antihelmintica y
antiprotozoaria. La planta fresca y el jugo pueden causar dermatitis de contacto, la reacción
es especialmente intensa si la
piel esta húmeda y se expone al
sol. Su uso interno en dosis elevadas, puede provocar parálisis respiratoria y bradicardia.
Dado su alto índice de toxicidad,
debe ser administrada por personas expertas.
Hojas de Hedera helix L. archivo fotográfico Fuentes-Aviles
Director General INAH:
Alfonso de María y Campos Castelló.
Coordinador Nacional de Difusión INAH:
Benito Adolfo Taibo Mahojo.
Director Centro INAH Morelos:
Eduardo López Calzada
Subdirector Técnico Centro INAH Morelos:
Eduardo Sigler Islas
Consejo Editorial: Ricardo Melgar Bao, Lizandra Patricia Salazar Goroztieta, Jesús
Monjarás-Ruiz, Luis Miguel Morayta Mendoza y Bárbara Konieczna Zawadzka
Coordinación: Vianey C. Arroyo
Formación: Arturo Mendoza Vázquez
Matamoros 14, Acapantzingo. Correo electrónico: [email protected]

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