Oración para obtener gracias
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Oración para obtener gracias
CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS DE IGUALADA La M. Teresa Tous dice que el P. José Tous ingresó en los Capuchinos de Igualada a los 13 años. Allí los habría tratado hasta sus 9 años y de ellos se pudo valer el Señor para que cristalizara su vocación. Llevado al convento de Las Llagas de San Francisco por D. Nicolás Tous, pudo ser admitido durante un tiempo antes de ingresar en el noviciado de Sarriá (Barcelona). José debió condolerse en la epidemia de peste amarilla acaecida en Cataluña en 1821 y ejemplarizarse con la generosa entrega de los capuchinos a los apestados. De esta forma durante su adolescencia y juventud su vida de piedad fue creciendo con fuerza y decisión. Oración para obtener gracias Dios de bondad, que nos mostráis con las más admirables virtudes del beato José Tous, cuán dichosa es a vuestros ojos la vida humilde empleada en la salvación de las almas, dignaos concedernos la gracia que os pedimos por su intercesión, si ha de ser para vuestra mayor gloria y bien de nuestras almas. Virgen santísima, Madre del Divino Pastor y Madre nuestra, María, apoyad nuestras súplicas concediéndonos por intercesión del beato José Tous, que tanto os honró con el título de Divina Pastora, la gracia que os pedimos. (Padrenuestro, avemaría y gloria). Para solicitar material y comunicar gracias obtenidas por intercesión del beato José Tous, Dirigirse a: Capuchinas de la Madre del Divino Pastor – Vicepostulación Bailén, 40 – 08010 Barcelona – España Tel. 93 265 65 40 – Fax 93 265 54 33; e-mail: [email protected] Quien desee contribuir con sus donativos, puede ingresarlos en cualquier sucursal del BBVA, Cta. Nº: 0182 1002 19 0200503148 Año XIX Número 1 Febrero 2011 200 aniversario del nacimiento del beato José Tous José Tous y Soler nace en la villa de Igualada, provincia de Barcelona y diócesis de Vic, el 31 de marzo de 1811. Eran años de lucha en Cataluña para mantener su independencia del imperio napoleónico. La población tenía una libertad muy reducida, sujeta a la opresión y persecución de los invasores. Cuando José nace, en la casa de la calle San José nº 10, viven, junto al abuelo Nicolás Tous Martí, sus padres Nicolás Tous Carreras y Francisca Soler Ferrer y sus seis hermanos mayores: Nicolás, de 16 años, Josefa, de 14 años, Pedro, de 11 años, Antonia, de 8 años, Francisco, de 4 años y Mª Ana, de 2 años. Entre ambas familias tienen una pequeña industria de telares, muy reducida, que va abriéndose, poco a poco, camino y lugar, entre la emprendedora burguesía catalana de principios del siglo XIX. Nicolás Tous Carreras era oriundo de Pont d’Armentera (Tarragona). Por diversos documentos conocemos su fisonomía moral y espiritual: hace préstamos sin intereses; se compromete como fiador de la dote de una monja de clausura; recibe poderes notariales amplísimos del padre de San Antonio Mª Claret, es constituido mediante Escritura Pública Procurador de las Carmelitas de Tarragona; se compromete a dar habitación y manutención durante un año a una familia necesitada, etc. Otros documentos, más íntimos y familiares, nos muestran su espíritu de piedad y su vivencia religiosa como cristiano consecuente y fervoroso. “Sólo Dios basta”, era para él la plegaria que animaba su trabajo material y su esfuerzo de crecimiento espiritual. Tenía una gran devoción a María. Todo lo que ha llegado hasta nosotros sobre el padre del P. José Tous y Soler, lo dibuja como: un hombre bueno, trabajador, austero, eficaz, leal, honrado, compasivo y, por encima de todo ello, como un cristiano convencido y consecuente. Era la persona de confianza, a toda prueba, entre sus conocidos, siendo en su hogar padre virtuoso y cariñoso, al mismo tiempo que educador íntegro y prudente. La madre, Francisca Soler Ferrer, nació en Ódena (Barcelona), Obispado de Vic; cuando se casó tenía tan solo 20 años. Es el prototipo de la mujer cristiana del su época, que además de las labores del hogar y la educación de los hijos, era la consejera primera de su esposo. Es manifiesto un rasgo de su vida espiritual: su devoción a San José, por ello pone a la segunda de sus hijas Josefa y al noveno José, así como segundo nombre a varios de sus hijos. Cuando José optó por la vida religiosa como capuchino, la Orden le dio el nombre de Ildefonso, pero la madre acudió, con decisión, un año más tarde, al Ministro Provincial de los Capuchinos, para que le fuera devuelto el nombre de José que en la toma de hábito se le había cambiado. Su piadosa confianza en San José le acompañó hasta que en la Festividad Litúrgica de este santo de 1849 dejó la morada de la tierra. Posiblemente de ella heredó el P. José Tous el carácter humilde y la entrega incansable que tanto le distinguieron. El ejemplo de su madre, debió ser siempre un estímulo para no cejar en sus ocupaciones y llegar, por la constancia, a la fidelidad plena a la voluntad de Dios. Unidos en oración en aquel oratorio privado de su casa, este hijo sacerdote, debió ser para Francisca Soler, en más de una ocasión, solaz en sus preocupaciones. Ella, a su vez, compartía el vacío que José Tous y Soler debió sentir siempre por su condición de exclaustrado. Con ella sintonizaría profundamente en su devoción a San José, el santo del silencio y del trabajo humilde y sencillo. El pequeño José era bautizado al día siguiente de su nacimiento, 1 de abril en la Parroquia de Santa María de Igualada y recibía el nombre de José Nicolás Jaime. Por haber nacido en el último día del mes dedicado a San José y por ser notoria la devoción que su cristiana madre profesaba al glorioso Santo, se le impuso este nombre, aun cuando lo llevaba su hermana mayor que hizo de madrina y su hermano Nicolás de padrino. Con el Sacramento de la Iniciación cristiana, el pequeño José, empieza a vivir con Él. Padres y padrinos, por la raigambre cristiana de su hogar, asumieron bien el compromiso de la educación de la fe de José, educación que impartían en la medida en que su desarrollo humano lo iba haciendo oportuno. Como en los otros hermanos, la infancia de José transcurre en un ambiente de vida sencillo y austero; es formado, con confianza y valentía, en los valores humanos esenciales, dándole a conocer las profundas exigencias de la fe en Jesucristo. Sus padres y hermanos mayores fueron los primeros mensajeros del Evangelio para José. No es extraño que como reacción a la guerra y a la destrucción, comenzara a cristalizar en su corazón, el deseo de lo que un día sería su lema como franciscano: difundir el Bien y la Paz. A partir de la recepción del sacramento de la Primera Comunión y el de la Confirmación, se intensifica la vida cristiana de José. En el seno de la familia aprendió sus primeras oraciones y la vida de los santos catalanes más populares. Desde allí alimentaba sus sentimientos de piedad y devoción a la Virgen. El rezo del rosario le era familiar. La tradición nos ha legado una dimensión notoria en su vida de niño: la prudencia. Era entre los compañeros de juego, un elemento conciliador en las disputas a las que siempre encontraba soluciones amistosas. Un elemento a mencionar en su infancia y preadolescencia que marcó su crecimiento fue: la fábrica. El taller que le era familiar, con pocos trabajadores y todos vinculados con la familia y la dedicación que exigía el negocio, debió enseñarle que el sacrificio y la abnegación son constantes en la vida del cristiano. Supo captar el sentido de responsabilidad que vio en sus padres y en sus hermanos y no menos el sentido de justicia cristiana en unas relaciones cordiales, respetuosas y justas con los trabajadores. Después, la revolución industrial le hizo sentir en su entorno social las consecuencias de la sustitución de la mano obrera por la maquinaria, los vapores, y observó el dolor de los trabajadores al verse en el desempleo. Parroquia de Santa María de Igualada frecuentada por la familia Tous Soler Pila Bautismal de la Basílica de Santa María de Igualada, donde fue bautizado José Tous el 1 de abril de 1811.