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CAMILA
Camila, siendo todavía adolescente, conoció el mundo a través de lo que algunos llaman “el trabajo más antiguo del mundo”. Aún hoy, no sabe
si fue su mejor elección, “pero el hecho es, que la persona que es hoy, se formó en base a esas vivencias.”
“Camila soy yo misma hace unos años.
Camila, fue mi nombre de trabajo.”
Hoy, como fotógrafa, me reconcilio con el pasado, mostrando quizás lo mejor de él y de esa persona que en la oscuridad, siempre veía luz.
Veronika Marquez
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Camila
(el proceso)
Creí que el proceso era largo, pero que tendría fin, hasta que comprendí que el proceso era transformación de cambios sin fin.
Trabajé como prostituta siendo muy joven, no era lo único que hacía, pero sin ser totalmente consciente, mi vida giraba en torno a ello.
Dejando mi vida pasada a un lado, fui fotógrafa, como si lo anterior nunca hubiera existido.
Pero la misma fotografía me llevo a la búsqueda de esa identidad perdida.
En mi proyecto fotográfico anterior, me utilizaba en mis propias fotografías interpretando a otras mujeres, pero ahora era el turno de
mostrarme a mí misma.
Trabajé con mi otra vida, con ese otro yo. Yendo y viniendo en el tiempo, con miles de preguntas y algún acierto. De repente todo se volvió
luz y nació “Camila”, un proyecto de fotografía que aún hoy realizo, donde pasado y futuro comparten con “naturalidad” un mismo espacio.
El comienzo de este proyecto fue el comienzo de nuestra propia aceptación.
En mis fotografías yo misma interpreto la que soy ahora y la que era antes.
El hecho de volver a interpretar a Camila; a mí misma en otro tiempo, me hace ver con más claridad que somos representaciones, una suma
de caracteres que consientes o no, vamos eligiendo para definirnos como persona.
Veronika Marquez
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CARMEN DALMAU
Verónika y Camila cuidan de las plantas, se acuestan en la misma cama, se contemplan, coinciden en la cocina. Son hermanas, amantes,
amigas. Están obligadas a convivir por siempre juntas, como en las fotografías de Diane Arbus, Gemelas idénticas (New Jersey, 1967), o Dos
muchachas con trajes de baño (Coney Island, 1967).
Hay una sutil narración, un hilo de seda enhebra las imágenes en que dos mujeres van aprendiendo a penetrarse.
Ha llegado la hora de encender un cigarrillo, sentarse una frente a otra y contarse sus vidas.
La conversación que parece comenzar podría asemejarse a la que Paul Auster creó para María y Lillian en Leviatan.
La fotógrafa María Turner, personaje de ficción que encarna a la artista Sophie Calle en el libro de Auster, se encuentra, en los juegos que la artista crea
para alterar las reglas del azar, con Lilian Stern una antigua amiga de la infancia que se gana la vida como prostituta. El reencuentro desliza a María en un
peligroso intercambio de pieles.
En el Instituto habían sido casi inseparables, dos chicas raras que luchaban juntas para atravesar la adolescencia, que planeaban su huida de
la vida en la pequeña ciudad. María había sido un poco más seria, la intelectual callada, la que tenía dificultad para hacer amigos, mientras
que Lillian había sido la chica con mala reputación, la alocada que se acostaba con todos, tomaba drogas y hacía novillos. Por todo ello, eran
aliadas inquebrantables y, a pesar de sus diferencias, era mucho más lo que las unía que lo que las separaba.1
Tras leer Leviatan no sabemos quién es la mujer real, si la fotógrafa Sophie Calle o su alter ego literario María Turner. Después de Leviatan, Sophie firmó
un pacto con Auster por el que adoptó comportamientos del personaje literario para una de sus performances.
Camila, recostada sobre un sillón tapizado de rojo intenso, parece comenzar a perder la paciencia, frente a Veronika que no termina de atreverse a
mostrarse desnuda a sus pies, me evoca, actualizada en el desnudo conquistado gloriosamente, a la Olimpia de Manet. Y por contrapeso de la
representación de dos mujeres, a la alegoría de Tiziano, Amor sacro y amor profano.
1 Paul Auster. Leviatan. Anagrama.
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La obra de Tiziano tiene una interpretación moralista tardía, que se debe al título dado en el siglo XVIII. Con una misma modelo se representa a dos
mujeres sobre el sarcófago de Adonis. Venus resplandeciente, desnuda, y Polia, enfáticamente vestida en tonos blancos. El lienzo tiene otras lecturas al
igual que ha tenido otros títulos: Tres amores, amor terrenal y divino, siendo el amor terrenal la mujer cubierta, aferrado a lo pasajero de las flores y de
las gemas y el amor divino, más puro, la Afrodita desnuda, triunfante, superior, con la lamparilla que le une a lo sublime. Cada época le ha otorgado su
título y su explicación.
El vídeo en el que Camila/Veronika se transforman en la otra ante un espejo orlado de luces de camerino, nos habla de que nada es más engañoso que un
reflejo en el espejo, que nos confunde por su verosimilitud. Frente al espejo no se desnuda, se metamorfosea en la otra.
Leonardo en el Tratado de Pintura indica cómo se dibuxarán las mujeres: Las mujeres se representarán siempre con actitudes vergonzosas,
juntas las piernas, recogidos los brazos, la cabeza baxa, y la vuelta ácia un lado.2
Porque las que no son santas o vírgenes, son putas y a las putas, igual que a las viejas, se las representa de otra manera. En el vídeo Santoral del sábado,
Veronika recita al poeta mexicano Jaime Sabines como un salmo, como una sacerdotisa, que se desnuda al tiempo que reza, como hetaira sabia y antigua,
incluye a Camila en los nombres de mujer -Betty, Lola y Margot- invocados por el poeta.
Veronika Márquez parece desnudarse en Camila, pero el orden establecido en esta serie es un juego cuyas reglas más profundas sólo conoce la autora. No
es un ejercicio de justificación, ni solicitud de comprensión, ni siquiera de complicidad con el espectador. Es un encuentro con su propia memoria.
Veronika es el rostro de la vera icon, mas Veronika es la que soporta el lienzo que representa a otro. Así ella, en un ambiente casi aséptico, onírico, de
clínica de desintoxicación, se enfrenta a la imagen de la otra, de Camila que parece la entregada al sacrificio. Pero el sosiego con el que conviven, el
hieratismo de esfinge, genera una sabia ambigüedad, no hay reto, no hay lucha, no hay renacer, solo aceptación.
2 Leonardo da Vinci. Tratado de la pintura.
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En Canonicemos a las putas, Sabines logra pulverizar el arquetipo de la representación, como sólo la poesía descubre un relámpago que ilumina:
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte.
Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.3
Otros, con más desenfado, escribieron una fábula con moraleja:
No culpemos a nadie, que el pecado es de todos. Vayámonos en silencio y llevando a rastras el fantasma de nuestra maltrecha
conciencia...El que esté limpio de pecado que tire la primera piedra sobre la mujer. Absténgase los señalados por Cristo: el mentiroso,
el prevaricador, el usurero, el perjuro, el hipócrita, el mal amigo, el mal hijo, el falsario, el desleal, el soberbio, el lujurioso, el
intrigante, el calumniador, el intolerante, el vengativo, el orgulloso, el pedante, el cruel...4
Camila es un ejercicio de duplicación que se encuadra dentro de un espacio más amplio de representación de género. A la mujer se la ha cubierto con
velos para ocultarla de los demás y de ella misma. Sólo en la desnudez de Eva es ella misma. El gesto de dolor de la Eva en la capilla Brancacci en Santa
Maria del Carmine en Florencia, es el de aquella que comprende que expulsada del paraíso, sólo podrá sobrevivir si cubre su cuerpo de diosa.
El diálogo comenzado al encenderse el cigarrillo, entre Camila y Veronika, me recuerda a la fotografía de una partida de ajedrez en el Pasadena Art
Museum en la que Marcel Duchamp se enfrenta a Eva Babitz desnuda, y al fondo se recorta el gran vidrio, en la que el artista nos recuerda que la vida es
una partida, que las reglas del juego están impuestas, las fichas repartidas, pero la pasión simbólica hace el resultado siempre impredecible.
3 Jaime Sabines. Canonicemos a las putas. Santoral del sábado.
4 Camilo J. Cela. Izas, Rabizas y Calipoterras.
Carmen Dalmau
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LA HONESTA, ÍNTEGRA Y PERFECTA
Enero 22, 2010 - Escribir una respuesta
Serie Actions- Veronika Marquez
Escribió Rimbaud: “Yo es otro… Algo me resulta evidente: estoy asistiendo al parto de mi propio pensamiento”. Ese es el peligro y el vértigo de
la invasión artística en el alma de quien sucumbe definitivamente. Cualquiera que se dedique a re-crear la existencia descubre la cárcel y su
condena pero también la fuga y su rastro. Apenas somos dueños de nuestro propio cuerpo, uniforme de la vida diaria por el que nos
reconocen los vecinos en el portal y los compañeros, cuando fichamos para ir a trabajar. Después vestimos otras prendas que nos delimitan
aún más y nos sentimos parte de un sistema que no concibe la desnudez por igualatoria sino como objeto de deseo al que se llega por
múltiples callejones, en la más absoluta clandestinidad.
Veronika Marquez investiga en su obra el desdoblamiento individual. Se expone como modelo de su propia mirada a la que somete a toda
clase de reflejo e impresiona con la cámara que atrapa mitosis perpetuas para regresar a la misma originalidad. Es una fotógrafa que maneja
la luz nítida y mima el color con pulcritud. Sus protagonistas huyen de las zonas oscuras y observan sin nada que ocultar. Los ambientes que
crea son cotidianos, casas como la tuya y la mía y calles de ciudades o pueblos por donde una figura femenina se descubre en diferentes
identidades.
La idea de la prostituta que se transforma para cada cliente, sometiéndose a su profesión de amante temporal es para Marquez un horizonte
al que se ha acercado en su búsqueda interior. Recita, en un turbador streap-tease los versos de Sabines: No engañas a nadie, eres honesta,
íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color. Ella, la que se
acaricia por transacciones, es tan pura como el pecado más imperdonable.
En Camila, la lencería y la dermis tentadora envuelven a la siamesa que se abriga con el tacto descubierto. En su propia intimidad ella, su
propio subconsciente, la sugiere y calma. Los objetos y la decoración de hipoteca comparten espacio con la complicidad del raso, la rejilla y la
areola de un pezón. Frente a un espejo se produce el espectáculo de la recreación. Desdoblada, con peluca y sin ella, vestida de negro y en
ropa interior, paralelas, sincronizadas, maquillándose con relajación, preparándose para una velada en la que hay que tomar una decisión. El
lápiz de labios recorre la misma boca, la mujer que alberga timidez en casa, se transforma a la hora de salir y la que está segura de sí misma
dentro de su camerino se desprende de la peluca y calma su pasión.
Marquez reorganiza su propio espacio interior con su forma de habitar. Duerme plácidamente en la pila de la cocina, cuchillo en su cabeza,
grifo ensimismado hacia su sexo. Se desangra tras morder manzanas ácidas en el cuarto. Ocupa las estanterías de un armario, el radiador del
salón. Se escapa del suelo y huye por la terraza o por la calle. Grita en el aseo por el reflejo de su propia oscuridad.
Otra es ella y ella se transforma en objeto si es preciso, escucha los latidos de un reloj, el tiempo que le queda para ser una monja, practicar
otra religión y dar cuenta que todo está en calma pues nadie es para siempre. La sinfonía de Rimbaud se remueve en las profundidades, o
aparece de un salto en escena. Veronika no tiene la culpa de despertar y aprenderse, recién nacida, en otra piel.
José Ramón Huidobro
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Camila I. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila II. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila III. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila IV. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila V. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila VI. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila VII. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila VIII. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila IX. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila X. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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Camila XI. Tintas Pigmentadas. 94 cm x 140 cm. Serie de 5.
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Camila XII. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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Camila XIII. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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Camila XIV. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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Camila XV. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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Camila XVI. Tintas Pigmentadas. 60 cm x 90 cm. Serie de 5.
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" Santoral del Sábado" Video HD: 4´25´, 2010. Serie de 5
Poema:"Canonicemos a las Putas" de Jaime Sabines. Traducción: Ana Lojo
"Camila" Video HD: 3´ 26´ Video - original : Instalación bicanal. Serie de 5
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VERONIKA MARQUEZ
Veronika Marquez, artista visual uruguaya radicada en Madrid.
Nace en Montevideo en 1979. Allí, con su grupo de teatro, comienza a realizar sus primeras perfomances.
A los 20 años se traslada a Buenos Aires donde se forma en la Escuela de fotoperiodismo ARGRA (Asociación de reporteros gráficos) y en la
Escuela de fotografía creativa Andy Goldstein.
Desde el año 2006 se establece en España donde estudia el Máster de Fotoperiodismo en Efti. Más tarde se especializa en iluminación y
comienza con el video.
Desde el año 2005 expone en Madrid, en diferentes muestras colectivas, así como también en una individual, en el Centro Cultural Finlandés.
En junio de 2010, expone sus videos en la Galería “My name´s Lolita”, dentro del programa Photo España Off y del Festival Visible.
Participa este mismo año en la Feria de "Salida de Emergencia".
Actualmente se prepara para exponer en la "Galería Stephen Cohen” en Los ángeles, USA.
www.veronikamarquez.com
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Contacto
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Fuenterrabía 13 28014 Madrid
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