Algunas ideas sobre la formación de lectores

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Algunas ideas sobre la formación de lectores
Algunas ideas sobre la formación de lectores
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Rafael Cessa para EntraLee
Estos apuntes han sido diseñados como un apoyo teórico-práctico para los maestros que
voluntariamente coordinan un círculo de lectura en las escuelas secundarias donde el
Programa de Fomento a la Lectura EntraLee tiene presencia. Aunque está dirigido a los
maestros, la información que a continuación presentamos no se refiere únicamente a la
lectura en el ámbito escolar.
1.-Contexto
1.1Promoción de la lectura en México
Nunca antes el reconocimiento de la importancia de fomentar la lectura había sido tan
generalizado. El gobierno y sus instituciones, los centros escolares, las organizaciones
de la sociedad civil, las empresas y un número cada vez mayor de ciudadanos no sólo
parecen estar convencidos de que fomentar la lectura es una tarea que debe hacerse,
sino que se han involucrado en ese trabajo.
Desde hace algunos se han venido generando un sinfín de programas, iniciativas
y acciones de distinto alcance que buscan incidir en las prácticas de lectura de las
personas. Aunque los recursos y los esfuerzos que se invierten en promover la lectura
son considerables, los resultados arrojados por estudios y encuestas recientes muestran
que la situación de la lectura en el país apenas ha cambiado.
Creemos que algunas de las razones que han propiciado esta situación son: que las ideas
que detentan muchas iniciativas no corresponden a las necesidades de los lectores ni a
la naturaleza misma de la lectura, que una buena parte de las personas involucradas no
son lectores ni están formadas como mediadores y que, en general, trabajan aisladas e
incomunicadas por lo que sus recursos y esfuerzos resultan siempre insuficientes.
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El Programa de Fomento a la Lectura EntraLee es una iniciativa de A Leer/ IBBY México y la Administración
Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal. Surge en 2009 y a la fecha opera en 460 escuelas
secundarias públicas del Distrito Federal.
Ante esta situación, A Leer/IBBY México y la Administración Federal de Servicios
Educativos en el Distrito Federal se han aliado para crear el Programa de Fomento a la
Lectura EntraLee, que busca sumar esfuerzos, recursos y experiencias en beneficio de
los jóvenes lectores de las escuelas secundarias públicas del Distrito Federal.
1.2 Los jóvenes lectores
Según la última Encuesta Nacional de Lectura (CONACULTA 2006), los mexicanos
leemos 2.9 libros al año. Sin embargo, en lo que se refiere a los jóvenes encontramos
que poco más de la mitad de los mexicanos de 12 a 17 años (56.4%) reporta que lee
libros; poco menos de la tercera parte (30.4%) reportó haberlos leído en algún momento
de su vida. Además, los niveles más altos de lectura de libros se dan entre los jóvenes
de 18 a 22 años, con 69.7%, y de 12 a 17 años, con 66.6%.
Aunque se trata sólo de algunos indicadores que hay que saber leer e interpretar (el
promedio de libros leídos al año por jóvenes entre 18 y 22 años sigue siendo muy
bajo: 4.2), los datos parecen corroborar lo que Michèle Petit había señalado en Nuevos
acercamientos a los jóvenes y la lectura: “si bien la proporción de lectores asiduos ha
disminuido, la juventud sigue siendo el periodo de la vida en el que hay una mayor
actividad de lectura.”
En 2011, México alcanzó el máximo histórico en población juvenil . Una mayor
presencia de los jóvenes quizá nos ayude a reconocer que ellos están leyendo, sobre
todo en internet y en una gran variedad de soportes, de formas distintas que no todos
estamos dispuestos a reconocer y valorar.
Por todo lo anterior, el Programa de Fomento a la Lectura EntraLee busca fortalecer
las prácticas de fomento a la lectura al interior de las escuelas secundarias. Creemos
que dar a conocer a los maestros información sobre la lectura y la escritura que se ha
generado en ámbitos distintos al escolar podría ayudar a una mayor comprensión de las
prácticas de lectura de los jóvenes.
2 “La situación actual de los jóvenes en México” (CONAPO 2010).
2.- Ideas más o menos inexactas sobre la lectura y la escritura
Todos nosotros sabemos (o creemos saber) qué es leer. Todos nosotros sabemos (o
creemos saber) cómo tiene lugar la lectura. Todos nosotros leemos todos los días,
y leemos cosas sobre la lectura y, a veces, hablamos de las lecturas de los otros,
de cómo leen, o de cómo deberían leer. Pero a lo mejor eso que sabemos (o que
creemos saber), lo sabemos (o creemos que lo sabemos) precisamente porque nunca
nos hemos parado a pensarlo.
Jorge Larrosa
Un aspecto indispensable del trabajo de mediación de lectura es la reflexión constante
sobre las bases y principios de la práctica. A continuación proponemos un breve ejercicio
de reflexión a partir de algunos tópicos sobre la lectura y la escritura. Sugerimos leer
cada pregunta y dar una respuesta desde el punto de vista personal antes de abordar el
contenido y las referencias.
2.1 ¿La lectura y la escritura se enseñan y se aprenden?
Una cosa es saber leer y escribir y otra cosa muy distinta es leer y escribir de forma
autónoma y por gusto. El objetivo de fomentar la lectura y la escritura, a diferencia de la
alfabetización, es ayudar a otros a descubrir el placer de leer y escribir por sí mismos.
No es posible enseñar, aprender u obligar a otro a sentir placer por algo. El placer
tampoco se mide o evalúa. El placer es algo que se siente, que se experimenta. Promover
la lectura y la escritura es multiplicar las oportunidades para que las personas descubran,
por sí mismas, el placer de leer y escribir.
He oído a ciertas personas decir delante de criaturas de tierna edad que leer es cosa muy
educativa: sin deseos de caer en extremismos, creo que deberían ser quemadas a fuego
lento. No sé si leer es cosa muy educativa; lo único que sé es que la educación resulta
de entrada el motivo menos seductor para dedicarse a la lectura.
Fernando Savater, Loor al leer
2.2 ¿La lectura y la escritura son actividades?
Actualmente, las preguntas sobre la lectura y la escritura (qué son, para qué sirven, cómo
se motivan, etc.) han dejado de ser cuestiones esencialmente pedagógicas. A la par de la
escuela, que las define como actividades enfocadas a la adquisición de conocimientos y
al desarrollo de habilidades, investigaciones recientes han puesto de manifiesto su papel
social y eminentemente personal.
Más que actividades, la lectura y la escritura constituyen una experiencia formativa que
involucra conocimientos, pero también una serie de saberes, absolutamente personales,
únicos e irremplazables, que tienen que ver con el desarrollo y fortalecimiento de la
personalidad, la conquista de una posición de sujeto y, en definitiva, con lo que sentimos,
queremos y somos.
Quizá confundimos la experiencia de lectura y escritura con las actividades o
estrategias que estamos acostumbrados a realizar en las escuelas. Las actividades se
diseñan: sabemos cuándo empiezan, cómo se desarrollan, cuándo acaban, cuáles son
sus objetivos. La lectura y la escritura son algo que ocurre, y por lo tanto no es posible
predecir o controlar sus efectos.
La actividad de la lectura es a veces experiencia y a veces no. Porque aunque la
actividad de la lectura sea algo que hacemos regular y rutinariamente, la experiencia
de la lectura es un acontecimiento que tiene lugar en raras ocasiones. Y sabemos que
el acontecimiento escapa al orden de las causas y los efectos. La experiencia de la
lectura, si es un acontecimiento, no puede ser causada, no puede ser anticipada como
un efecto a partir de sus causas, lo único que puede hacerse es cuidar que se den
determinadas condiciones de posibilidad: sólo cuando confluye el texto adecuado, el
momento adecuado, la sensibilidad adecuada, la lectura es experiencia. Aunque nada
garantiza que lo sea (…). Por otra parte, una misma actividad de lectura puede ser
experiencia para algunos lectores y no para otros. Y, si es experiencia, no será la misma
experiencia para todos aquellos que la hagan. La experiencia de lectura es también el
acontecimiento de la pluralidad (…). Para que la lectura sea experiencia hay que afirmar
su multiplicidad, pero una multiplicidad dispersa y nómada, que siempre se desplaza y
se escapa ante cualquier intento de reducirla.
(…) la experiencia de lectura tiene siempre una dimensión de incertidumbre que no se puede
reducir. Y, además, puesto que no puede anticiparse el resultado, la experiencia de lectura
es intransitiva: no es el camino hacia un objetivo pre-visto, ante una meta que se conoce
de antemano, sino que es una apertura hacia lo desconocido, hacia lo que no es posible
anticipar y pre-ver. (…) La pedagogía (quizá toda pedagogía) ha intentado siempre controlar
la experiencia de la lectura, someterla a una causalidad técnica, reducir el espacio en el
que podría producirse como acontecimiento, capturarla en un concepto que imposibilite lo
que podría tener de pluralidad, prevenir lo que tiene de incierto, conducirla hacia un fin
preestablecido. Es decir, convertirla en experimento, en una parte definida y secuencia de
un método o de un camino seguro y asegurado hacia un modelo prescriptivo de formación.
Jorge Larrosa, La experiencia de la lectura
El poder indeterminado de los libros es incalculable. Es indeterminado precisamente porque
el mismo libro, la misma página, puede tener efectos totalmente dispares sobre los lectores.
Puede exaltar o envilecer; seducir o asquear; apelar a la virtud o a la barbarie; magnificar
la sensibilidad o banalizarla. De una manera que no puede ser más desconcertante, puede
hacer las dos cosas, casi en el mismo momento, en un impulso de respuesta tan complejo, tan
rápido en su alternancia y tan híbrido que ninguna hermenéutica, ninguna psicología pueden
predecir o calcular su fuerza. En diferentes momentos de la vida del lector, un libro suscitará
reflejos completamente diferentes.
Goeorge Steiner, Los logócratas
(…) los lectores se apropian de los textos, los hacen significar otras cosas, cambian el sentido,
interpretan a su manera deslizando su deseo entre líneas: se pone en juego toda la alquimia
de la recepción. Nunca es posible controlar realmente la forma en que un texto se leerá,
entenderá, interpretará. Permítanme darles un ejemplo que tomo de un psicoterapeuta que lee
y hace leer mitos antiguos a los niños. Así pues, hay un pasaje en el que Hércules ha dejado
su piel de león y lleva collares de piedras preciosas, brazaletes de oro, un chal púrpura,
y se dedica a hilar madejas de lana. Comentario de los niños: “¡Nunca hubiera pensado
que Hércules fuera un maricón!” Otro ejemplo: la lectura que hace Omar, un estudiante
preparatoriano, de Madame Bovary, de Flaubert, uno de los textos canónicos del programa
francés. Cito a Omar: “Emma le ponía los cuernos a su marido, y entonces hubo hasta un
juicio. Flaubert, en su alegato de defensa, dijo que como había hecho morir a Emma, entonces
era moral. Y ahora cuando se lee eso se ve que Emma le puso los cuernos a su marido, y eso
es todo.” Evidentemente, no estoy segura de que este resumen lapidario esté de acuerdo con
lo que el profesor de Omar y las autoridades académicas desean que los niños retengan de
este gran texto de nuestra literatura nacional.
Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura
2.3 ¿La lectura y la escritura nos ayudan a mejorar nuestro lenguaje y vocabulario?
La idea de que la lectura y la escritura facilitan aprendizajes no es del todo incorrecta. En
efecto, leer y escribir implican aprendizajes muy diversos. Pero lo que alguien aprende
cuando lee y escribe no necesariamente es lo que nosotros pensamos o querríamos que
fuera:
Bety Soto, que ha promovido la lectura en comunidades marginadas de Querétaro, me
contó que cuando comenzó a trabajar con las mamás y los niños sus expectativas estaban
enfocadas en observar cambios en los periodos de atención de los niños e incremento de
vocabulario. Pero que después de años de talleres lo que encontró fueron cambios en la
forma de relacionarse entre las madres y sus hijos.
Las mamás le relataron que el taller las ayudaba a ser más pacientes con sus pequeños.
Que les gustaba llevarse libros a sus casas, porque convivían con sus hijos en un espacio
que no era de trabajo ni de tareas de la escuela. Algunas le confesaron que ya no les
gritaban ni les pegaban tanto; y muchas que les habría gustado que sus mamás también
les hubieran leído.
Este tipo de comentarios la hicieron concluir que el taller, y sobre todo los libros, eran
el pretexto para compartir. De pronto, Bety también descubrió que no le importaba que
el texto fuera sólo un pretexto.
Daniel Goldin, Al otro lado de la página
2.4 ¿La cultura humaniza?
Existe la creencia de que la constante exposición a expresiones culturales hace más
humanas a las personas. Sin embargo, alguien que lee y escribe con regularidad, que
asiste al teatro y visita museos, que gusta de la música, que conoce sobre el arte y
participa de la cultura no necesariamente es una “buena persona”.
En Lenguaje y Silencio George Steiner nos recuerda que los nazis fueron educados para
leer a Shakespeare y que nunca dejaron de hacerlo. Además, afirma que existen lectores
que lloran cuando leen una historia triste pero que son incapaces de conmoverse ante la
desgracia de sus vecinos.
Miles, centenares de miles de personas mueren cada día, en las pantallas de televisión
de un mundo aseptizado, en una completa monotonía. La destrucción de lejanas estatuas
por fanáticos afganos, la mutilación de una obra maestra en un museo, nos hieren en el
alma. El erudito, el verdadero lector, el hacedor de libros está saturado por la intensidad
terrible de la ficción. Su formación le predispone a no identificarse de la manera más
intensa sino con las realidades textuales, con la ficción. Esta formación, esta manera
de centrarse en las antenas y órganos de la empatía –cuyo alcance nunca es ilimitado-,
pueden suponerle una desventaja en su relación con lo que Freud denominaba “el
principio de la realidad”.
Es tal vez en este sentido, paradójico, en el que el culto y la dedicación a las humanidades,
la frecuentación del libro a grandes dosis y el estudio son factores de deshumanización.
Debido a ellas, no es quizá más difícil responder activamente a las intensas realidades
de las circunstancias políticas y sociales, comprometernos plenamente.
George Steiner, El silencio de los libros
2.5 ¿El lector se convierte en lo que lee?
Hay una fuerte tendencia a promover la lectura de textos que abordan contenidos
específicos por ser considerados “valiosos” o “importantes”. Se trata de una práctica
que proviene del desconocimiento de la naturaleza de la lectura o, en algunos casos,
como señala entre otros Michèle Petit, de una tentativa de control basada precisamente
en ese conocimiento.
Aunque algunos aún conservan la esperanza de poder influir en los lectores a través de
la lectura de ciertos textos, la realidad es que ningún lector se convierte en lo que lee.
Piaget escribió: “Nadie se convierte en lechuga por comer muchas lechugas.”
No porque leamos textos con un “alto contenido de valores” seremos personas de mayor
valía moral. La superación personal tampoco se alcanza con la lectura de este tipo de
textos: es un proceso interior que implica la toma de decisiones.
Hitler consideraba a Don Quijote de la Mancha uno de los grandes libros de todos los
tiempos. Igual suerte le tocó al Robinson Crusoe, a La cabaña del tío Tom y a Los viajes
de Gulliver. Veía en Robinson Crusoe “la evolución de la historia de la humanidad” y
a su juicio Don Quijote reflejaba con ingenio el final de una época. Poseía las Obras
completas de Shakespeare en una edición alemana publicada en 1925.
(…)En 1935 la biblioteca de Hitler había adquirido tal magnitud que ese año, Janet
Flanner escribió un artículo para el New Yorker estimando que poseía alrededor
de seis mil volúmenes. Años después, un corresponsal en Berlín de la United Press
International calculaba que la colección ascendía a 16.300. En una foto se lo ve leyendo
en su escritorio del cuartel general del partido nazi. No sabemos qué está leyendo, pero
poco importa. Sí sabemos hoy que la lectura de lo bueno y lo mejor no hace a la gente
mejor y más buena.
Guillermo Piro, La biblioteca de Hitler
2.6 ¿La lectura es la solución para los problemas sociales?
En Estado, educación y lectura Juan Domingo Argüelles reflexiona sobre algunos tópicos (o
lugares comunes) acerca de la lectura. Dedica el segundo capítulo a debatir la idea de que la
lectura es el remedio contra los males sociales. La reflexión de Arguelles es contundente: “los
libros no suprimen nuestras desdichas y fatalidades ni borran, por arte de magia, sus causas.”
Más adelante, en el mismo texto, el autor afirma que “son las políticas sociales y económicas,
como responsabilidad del Estado, las que deben aliviar y aun resolver las condiciones adversas,
las desigualdades y la miseria, para que los libros, y la lectura en general, puedan hacer su parte
en la restauración del alma del individuo y la reconstrucción del tejido social.”
En efecto, hay condiciones que la lectura no puede modificar por sí sola. Pero algo sí puede
hacer, a nivel personal y de conciencia:
Los muchachos, y sobre todo las muchachas, han sido las principales víctimas del
desempleo y de la precariedad creciente del empleo. De manera más trágica, en todos los
rincones del mundo hay jóvenes que mueren, son heridos, lastimados por la violencia, por
las drogas, la miseria o la guerra. Y, desde luego, habría que decir de entrada que no hay tal
cosa como “los jóvenes”, sino que se trata de muchachos y muchachas dotados de recursos
materiales y culturales muy variados según la posición social de sus familias y el lugar en
dónde viven, y expuestos de forma muy desigual a los riesgos que mencioné.
(…) si bien la proporción de lectores asiduos ha disminuido, la juventud sigue siendo el
periodo de la vida en el que hay una mayor actividad de lectura. Y más allá de los grandes
sondeos estadísticos, si se escucha hablar a los jóvenes, se comprende que la lectura de
libros tiene para ellos ciertos atractivos particulares que la distinguen de otras formas de
esparcimiento. Se comprende que a través de la lectura, aunque sea esporádica, se encuentren
mejor equipados para resistir cantidad de procesos de marginación. Se comprende que la
lectura los ayude a construirse, a imaginar otros mundos posibles, a soñar, a encontrar un
sentido, a encontrar movilidad en el tablero de la sociedad, a encontrar la distancia que da
el sentido del humor, y a pensar, en estos tiempos en que escasea el pensamiento.
Estoy convencida de que la lectura, y en particular la lectura de libros, puede ayudar a los
jóvenes a ser un poco más sujetos de su propia vida, y no solamente objetos de discursos
represivos o paternalistas.
Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura
3.- ¿Cómo crear estrategias para fomentar la lectura y la escritura?
Algo que parece preocupar a una buena parte de los coordinadores de los círculos de lectura es la
cantidad de estrategias que conocen para trabajar con sus lectores. Hay que decirlo claramente:
nunca serán suficientes, porque los lectores y los textos son una diversidad en movimiento.
Existen muchos manuales de estrategias de lectura y escritura. Aunque algunos pueden ofrecernos
algunas ideas que nos servirán en la práctica, por lo general no se corresponden con los enfoques de
promoción de la lectura.
Por eso, en lugar de ofrecerles un compendio de actividades, queremos compartir con ustedes una
propuesta que podría ayudarlos a crear sus propias estrategias. La clave siempre será: leer, estar
informado, ser creativo, arriesgarse y compartir experiencias con otros mediadores.
Estén tranquilos. La metodología de trabajo de un círculo de lectura no se traduce en el hacer y hacer
actividades, constantemente, inflándolas de forma innecesaria. Después de todo, lo más importante
que hacemos como mediadores es generar encuentros y compartir experiencias.
3.1 Leer: la única forma de empezar
Una vez consumada la merienda, el organillero propuso hacer una ronda de sueños. Hans le
explicó a Sophie aquella costumbre y ella pareció encantada con el juego. Como nadie se
decidía a comenzar, el organillero contó el primer sueño. Anoche, dijo, soñé con unos tipos
que tomaban sopa en una posada. La mesa estaba oscura y sólo se veían tres o cuatro caras
rojas. De pronto uno de los tipos lanza al aire una cucharada de sopa, y la sopa vuela fuera
del sueño y vuelve a caer entera en la cuchara como si fuera un dado. Entonces el hombre
se la toma, y dice: seis. Y así con cada cucharada. Eso, conjeturó Álvaro es que usted estaba
pidiendo suerte. No digas tonterías, replicó Reichardt, ¡eso es que tenía hambre! Yo, contó
Hans el último sueño interesante que tuve fue la semana pasada. Soñé que estaba en una
isla. Pero era una isla rara: no tenía mar alrededor. ¿Sin agua?, se interesó Lamberg, ¿cómo
es eso? Ni mar, contestó Hans, ni agua ni nada. Alrededor de la isla había un vacío inmenso.
Entonces, dijo Lamberg, ¿cómo sabes que era una isla? Buena pregunta, dijo Hans, y no lo
sé, pero yo sabía que era una isla. Y quería salir, quería ir a otras islas que se divisaban a lo
lejos. Pero era imposible, no sabía cómo llegar a ellas y me asustaba. Entonces me ponía a
correr en círculos, a correr sin sentido, hasta que la isla empezaba a hundirse poco a poco.
Y tenía que elegir entre saltar y caer al vacío o hundirme con mi isla.
¿Y qué carajo elegiste?, preguntó Reichardt. Despertarme, sonrió Hans. ¡Bueno!, aprobó
el organillero, ¡muy bueno!, ¿y ustedes, queridas señoritas?, ¿no tendrán un sueño que
regalarnos? Elsa negó con la cabeza y bajó la vista. Sophie lo miró un poco avergonzada
y dijo: No sé, en fin, nunca sueño gran cosa, anoche, en realidad es una tontería, pero
anoche…
El texto es un fragmento de la novela El viajero del siglo del escritor argentino Andrés Neuman.
Leí la novela y debo decir que me gustó mucho, quizá demasiado. Lo cierto es que nunca antes
había subrayado y escrito tantas notas en los márgenes de un libro.
Seleccionar fragmentos en un texto a lo largo de la lectura es algo que hacemos los lectores.
Como lector, suelo marcar una frase que me gustó, una bella descripción o un pasaje que
me pareció divertido. Además, sobre todo desde que soy mediador de lectura, me pasa que
encuentro algunos fragmentos que me sugieren estrategias. Éste es el caso del texto que ahora
les comparto: en él descubrí todo lo necesario para diseñar una estrategia para promover la
lectura.
La estrategia podría titularse “La ronda de sueños” o “El círculo de los sueños”, y puede
esquematizarse de la siguiente manera:
1.- El mediador introduce la actividad hablando sobre el tema de los sueños.
2.- Se invita a los participantes a hacer una Ronda de sueños: cada uno debe contar un sueño
que haya soñado recientemente.
3.- Se hacen comentarios, se proponen interpretaciones, se conversa sobre cada participación.
Hasta aquí la actividad pareciera ser muy sencilla. Sin embargo, como se verá en la siguiente
descripción, es compleja porque implica la consideración de varios aspectos.
3.2 Descripción de la actividad
Utilizo algunas frases del texto de Andrés Neuman para ilustrar las reflexiones sobre las distintas
partes de la estrategia:
Una vez consumada la merienda, el organillero propuso hacer una ronda de sueños.
Como se puede observar, hay una parte previa (la merienda) a la realización de la actividad (La
ronda de sueños). No es recomendable comenzar una sesión directamente con la actividad. Hay que
introducir a los participantes a la estrategia. En este caso podríamos iniciar hablando sobre el tema
de los sueños.
Hay que observar que el verbo utilizado es “proponer”, que es distinto a “imponer”. Todas las
actividades que se realizan al interior de un círculo de lectura son propuestas, y puede darse el caso
de que haya alguien que no quiera participar. Si esto ocurre no hay que obligarlo, hay que negociar:
puede permanecer como observador o escucha, o podemos sugerirle otras actividades como leer en
silencio.
Hans le explicó a Sophie aquella costumbre y ella pareció encantada con el juego.
Aunque la actividad realizada por los personajes es una “costumbre”, hay alguien en el grupo que no
la conoce. Podemos suponer que Sophie se integró al grupo en un momento distinto al de los demás
y por eso Hans tiene que darle explicaciones.
En los círculos de lectura todos los lectores acuden de forma voluntaria, pueden ir y venir a sus
anchas y nadie debe obligarlos a permanecer en las sesiones. Si tenemos cuidado al seleccionar
los textos y si las actividades son atractivas, los lectores, como Sophie, “encantados con el juego”,
permanecerán en las sesiones sin necesidad de coacción.
Como nadie se decidía a comenzar, el organillero contó el primer sueño.
El organillero, que a mí me gusta imaginar como un magnífico mediador, ha propuesto la ronda de
sueños. Y como nadie se decide a comenzar, él toma la palabra.
Puede ocurrir, cuando proponemos una actividad en el círculo de lectura, que los integrantes se
muestren poco participativos en un primer momento. Si esto ocurre podemos insistir pero nunca
obligar. Muchas veces, por timidez, los jóvenes prefieren no ser los primeros en tomar la palabra.
Una forma de animarlos es que seamos nosotros, los mediadores, los que tomemos la iniciativa.
En las actividades que estamos acostumbrados a realizar en las escuelas con nuestros alumnos es
común que nosotros no participemos. En un círculo de lectura esto rara vez ocurre: el mediador es
un lector más y participa activamente en las actividades.
Anoche, dijo, soñé con unos tipos que tomaban sopa en una posada. La mesa estaba oscura
y sólo se veían tres o cuatro caras rojas. De pronto uno de los tipos lanza al aire una
cucharada de sopa, y la sopa vuela fuera del sueño y vuelve a caer entera en la cuchara como
si fuera un dado. Entonces el hombre se la toma, y dice: seis. Y así con cada cucharada.
Cada participación en La ronda de sueños puede considerarse un comentario o incluso una
narración oral. Si se propone como una actividad inicial, basta con promover la conversación.
Si se trata de una actividad más avanzada, podemos enfocarla desde la narración oral.
La narración oral es una práctica compleja que implica observar varios aspectos como la
construcción de imágenes mentales, la adaptación y la estructura del relato, la modulación
de la voz, la entonación y la dicción, dotar a las palabras de emotividad, emplear ademanes
y silencios, entre otros. El mediador es el primero que debe ejercitarse en la narración oral,
ya que el dominio sobre la técnica le permitirá enriquecer sus actividades: además de narrar,
podría preparar a los jóvenes para que narren cada vez mejor.
Una sugerencia: no olvidar que la finalidad de todas nuestras actividades es promover la
libre expresión de las ideas y compartir experiencias. Por eso, sobre todo en actividades
iniciales, es importante dar prioridad al contenido de los relatos por encima de la forma o la
corrección de una técnica.
Eso, conjeturó Álvaro es que usted estaba pidiendo suerte. No digas tonterías, replicó
Reichardt, ¡eso es que tenía hambre!
Hacer comentarios, proponer interpretaciones, conversar sobre los relatos que los participantes
nos comparten es una práctica que debe fomentarse. Cuando cada uno relata sus sueños está
comunicando una experiencia personal, y una forma de corresponder a esa persona, para no
mostrarnos indiferentes, es opinar sobre su relato.
Cuando se promueve la conversación hay que estar preparados para los distintos escenarios
posibles. Se puede dar el caso de que todos quieran opinar, incluso varias veces. Si esto
ocurre hay que considerar el tiempo destinado a la sesión. Si la conversación sobre una
participación se prolonga demasiado y otras personas quieren a su vez relatar un sueño,
puede suceder que el tiempo no alcance. De hecho, en ocasiones afortunadas, la conversación
se puede extender a varias sesiones.
También se puede dar el caso de que las intervenciones de los participantes sean escasas
y breves. Si esto ocurre no hay que obligar a otros a participar en contra de su voluntad:
podemos continuar con el siguiente relato o incluso dar por terminada la actividad.
Algunas veces puede suceder que nadie quiera participar. Si esto ocurre podemos tomar la
palabra, dirigir la conversación o, nuevamente, dar por terminada la actividad. El silencio
es un derecho de los lectores y nosotros tenemos la obligación de respetarlo.
Yo, contó Hans el último sueño interesante que tuve fue la semana pasada. Soñé que
estaba en una isla. Pero era una isla rara: no tenía mar alrededor. ¿Sin agua?, se interesó
Lamberg, ¿cómo es eso?
Es probable que muchas de las participaciones en La ronda de sueños, por tratarse
precisamente de sueños, contengan elementos confusos o poco claros. Aunque todo esto
debe ser visto como magníficas oportunidades para conversar, es preferible esperar al
final del relato para opinar, preguntar o pedir explicaciones. De esta forma evitamos
interrupciones, escuchamos el relato completo, y por lo tanto podemos entenderlo mejor,
y respetamos el turno de quien tiene la palabra.
Ni mar, contestó Hans, ni agua ni nada. Alrededor de la isla había un vacío inmenso.
Entonces, dijo Lamberg, ¿cómo sabes que era una isla? Buena pregunta, dijo Hans, y no
lo sé, pero yo sabía que era una isla.
En una conversación a veces se plantean preguntas que no es posible responder. Ya sea
porque no se sabe o porque no se tiene clara la idea, uno puede, tranquilamente, decir “no
lo sé”. Y entonces el grupo propone interpretaciones y conversa sobre ellas.
En el caso de este texto, Hans responde “No lo sé, pero yo sabía”, haciendo alusión a una
experiencia común en los sueños: sabemos cosas sin saber por qué las sabemos.
¡Bueno!, aprobó el organillero, ¡muy bueno!, ¿y ustedes, queridas señoritas?, ¿no
tendrán un sueño que regalarnos? Elsa negó con la cabeza y bajó la vista.
La palabra participación significa tomar parte de forma voluntaria. Nuevamente, si se da
el caso de que alguna persona no deseé participar en la ronda de sueños, hay que respetar
su derecho a guardar silencio. No hay que caer en el error de interpretar ese silencio
como incomodidad o disgusto: quizá la persona esté más interesada en escuchar los
relatos. En lugar de obligarla a participar podemos tratar de integrarla a la conversación
sobre los relatos de los otros.
Sophie lo miró un poco avergonzada y dijo: No sé, en fin, nunca sueño gran cosa,
anoche, en realidad es una tontería, pero anoche…
Durante la conversación puede ocurrir que la persona que habla, o alguien que opina,
califique de forma negativa lo que se ha mencionado. “En realidad es una tontería”, dice
Sophie refiriéndose a lo que está a punto de relatar.
El objetivo de la conversación es que las personas expresen lo que realmente piensan
y no lo que los demás quieren escuchar. Aidan Chambers, en su libro Dime, afirma
que una forma de lograrlo es hacer sentir a los involucrados que todo lo que digan es
“honorablemente comunicable”.
Todos los relatos y comentarios son únicos e irrepetibles (incluso cuando dos personas
coinciden en una observación no usan las mismas palabras y es posible apreciar matices)
y por lo tanto valiosos.
De lo que se trata es de fomentar la libre expresión de las ideas, por conflictivas que
puedan llegar a parecernos. Si una persona descalifica un relato o un comentario, en
lugar de reprenderlo o censurarlo, podemos pedirle explicaciones: ¿cómo lo sabes?,
¿alguien más opina lo mismo?, ¿alguien opina algo distinto? Y seguimos conversando.
Observación:
Hasta aquí sólo hemos incluido en la actividad dos herramientas del promotor de lectura:
conversación y narración oral. Sin embargo, no expusimos ningún aspecto técnico sobre
la narración oral y sólo ofrecimos algunas referencias a la propuesta de conversación
literaria de Aidan Chambers.
3.3 Enriquecer las actividades
Así como una conversación puede prolongarse e ir creciendo hasta tocar aspectos que no
imaginábamos, una estrategia puede enriquecerse si incluimos en ella otras actividades,
materiales y referencias. A continuación les presentamos algunos ejemplos.
3.3.1 Textos literarios
Hay que recordar que la lectura de textos literarios es la base de la dinámica de trabajo de
un círculo de lectura. Debemos evitar a toda costa que nuestras sesiones se conviertan en
reuniones sociales o talleres de manualidades. Los textos literarios deben ser la materia prima
de nuestras actividades.
Para realizar “La ronda de sueños”, como la hemos descrito hasta este momento, no es necesario
utilizar el texto de El viajero del Siglo de Andrés Neuman. Únicamente lo compartimos porque
la idea para diseñar la actividad surgió a partir su lectura.
Sin embargo, es posible introducir en la actividad la lectura de algún texto literario. De ninguna
forma se trata de una elección arbitraria: hay que seleccionar textos adecuados. Una sugerencia
es que los textos sean breves, de interés para los lectores y que tengan alguna relación con la
temática o la dinámica de la actividad.
En “La ronda de sueños”, podríamos incluir, por ejemplo, la lectura de:
Un poema:
Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.
Jaime Sabines, Sólo en sueños
Un cuento breve:
Despiértese, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted,
que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.
Ana María Shua, La sueñera
Algún fragmento:
Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos
infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual,
con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo
cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro
exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro
exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una
galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces
regresaba de cuarto en cuarto, despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y
encontraba a Prudencio Aguilar en el cuarto de la realidad. Pero una noche, dos semanas
después de que lo llevaron a la cama, Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto
intermedio, y él se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
En las bibliotecas escolares y de aula encontrarás una gran variedad de textos para realizar
actividades diversas.
3.3.2 Otras expresiones culturales
Una de las propuestas del Programa de Fomento a la Lectura EntraLee es vincular la lectura
de textos literarios con otras expresiones culturales. La música, el cine, la fotografía y la
pintura, entre otras, además de ser atractivas para los jóvenes, tienen muchos puntos de
encuentro con la literatura.
Más allá del hecho de que muchas de las historias que narran las películas y las canciones
tienen su origen en textos literarios, el cine y la música utilizan lenguajes particulares que
tienen un valor y un alcance en sí mismos. La música, como las mejores historias, también nos
lleva a imaginar y nos despierta emociones. El cine nos ofrece una experiencia audiovisual
bastante peculiar: todo es simultáneo.
Además, existe una relación muy especial entre las imágenes y las palabras. En el libro
álbum, por ejemplo, las imágenes no sólo son ilustraciones que acompañan al texto, sino que
forman parte del texto, de la historia que se cuenta. Las imágenes en la pintura y la fotografía
son algo más que registros: comunican, sugieren. Una imagen vale más que mil palabras.
Música
Incluir la audición de una pieza musical en una actividad no plantea demasiadas dificultades.
Basta que nuestra selección (la música también se selecciona) tenga alguna relación con el
tema y la dinámica de nuestra actividad.
En “La ronda de sueños” podríamos incluir:
•
La audición de la canción Soñé de Liliana Felipe.
Además, es posible realizar actividades lúdicas a partir de otras expresiones culturales, en este
caso: cantar un poema, musicalizar un texto.
Cine y video
Incluir la proyección de una película en una actividad implica tomar en cuenta varios aspectos.
Uno de ellos, el más evidente, es la duración de la sesión.
Nuestra metodología sugiere que una sesión regular del círculo de lectura debe durar dos
horas. Las películas, en general, tienen una duración promedio de hora y media o dos horas.
¿Vale la pena utilizar todo el tiempo destinado a una sesión para la proyección de una película?
En realidad esto depende del criterio de cada mediador, de la calidad de la película y de la
pertinencia.
Dos recomendaciones: ver las películas en una sola proyección (evitar interrupciones y
proyecciones deferidas) y utilizar cortometrajes.
En “La ronda de sueños” podríamos incluir:
•
La proyección de la película La ciencia del sueño de Michel Gondry.
Sugerencias:
•
Además del cine, podemos utilizar otros materiales audiovisuales, por ejemplo:
videojuegos o animaciones. Recomendamos especialmente las cápsulas Imaginantes* (http://www.
fundaciontelevisa.org/imaginantes-2/) y su propuesta didáctica “Imaginantes* en la escuela”.
•
Un recurso formidable: www.youtube.com
•
Recurre al uso de videocámaras para realizar actividades de registro y narración
audiovisual. Es común que muchos jóvenes cuenten con videocámara en sus teléfonos
celulares.
Ilustración, pintura y fotografía
Es mucho más que una historia, es una imagen.
Charles Dantzig
El programa DIA (Desarrollo de Inteligencia a través del Arte) ha demostrado que se puede hacer
del encuentro con las obras de arte el centro de una dinámica de trabajo muy fructífera. A diferencia
de su metodología, que recomendamos al menos conocer someramente, a nosotros nos interesa el
arte en relación con la literatura.
En todos los textos literarios existen referencias a otras expresiones culturales. Por ejemplo, algunos
textos literarios han sido escritos a partir de la observación de una pintura y es posible, a través de
una estrategia, hacer evidente las referencias:
Que sea Roma la que Faustina, que el viento aguce los lápices de plomo del escriba sentado,
o atrás de enredaderas centenarias aparezca escrita una mañana una frase convincente:
No hay enredaderas centenarias, la botánica es una ciencia, al diablo los inventores de
imágenes presuntas. Y Marat en su bañera.
También veo la persecución de un grillo por una bandeja de plata, con la señora Delia que
suavemente acerca una mano semejante a un sustantivo y cuando va a atraparlo el grillo
esté en la sal (entonces cruzaron a pie enjuto, y Faraón los maldecía en la ribera) o salta al
delicado mecanismo que de la flor del trigo extrae la mano seca de la tostada. Señora Delia,
señora Delia, deje a ese grillo andar por platos playos. Un día cantará con tan terrible
venganza que sus relojes de péndulo se ahorcarán en sus ataúdes parados, o la doncella
para la ropa blanca dará a luz un monograma vivo, que correrá por la casa repitiendo sus
iniciales como un tamborileo. Señora Delia, los invitados se impacientan porque hace frío.
Y Marat en su bañera.
Por fin que sea Buenos Aires en un día salido y rehilado, con trapos al sol y todas las radios
de la cuadra vociferando al mismo tiempo la cotización del mercado libre de girasoles.
Por un girasol sobrenatural se pagó en Linares ochenta y ocho pesos, el girasol hizo
manifestaciones oprobiosas al repórter Esso, un poco por cansancio luego del recuento de
sus granos, en parte porque su destino ulterior no figuraba en la boleta de venta. Al atardecer
habrá una concentración de fuerzas vivas en la Plaza de Mayo. Las fuerzas irán por distintas
calles hasta equilibrarse en la pirámide y se verá que viven gracias a un sistema de reflejos
instalado por la municipalidad. Nadie duda de que los actos se cumplirán con la máxima
brillantez, lo que ha provocado como es de suponer una extraordinaria expectativa. Se han
vendido palcos, irán el señor cardenal, las palomas, los presos políticos, los tranviarios, los
relojeros, las dádivas, las gruesas señoras. Y Marat en su bañera.
Julio Cortazar, Plan para un poema, Historias de cronopios y de famas
El texto de Cortázar está plagado de referencias. Por ejemplo, algunos pasajes evocan las
imágenes del surrealismo (sus relojes de péndulo se ahorcarán en sus ataúdes parados). Pero
la referencia más clara es La muerte de Marat de Jacques-Louis David.
¿Por qué Cortázar introdujo la referencia en el texto? ¿Quién es Marat? La referencia ¿tiene alguna
relación con otros pasajes del texto? ¿Hay en el texto otras referencias similares? Éstas y otras
preguntas pueden surgir en la conversación.
También existen textos en los que el autor refiere alguna experiencia en relación al descubrimiento
de una obra de arte. El valor de estos textos, además del literario, es enorme: se trata de testimonios
que nos dan información sobre el autor, sobre su forma de leer y de relacionarse con el arte, nos
permiten conocer aspectos de su vida a los que de otra forma no tendríamos acceso.
La finalidad de leer estos textos no es practicar una veneración por los autores o las obras de
arte, sino mostrar la relación entre arte, lectura y escritura. Todos los lectores vivimos este
tipo de experiencias estéticas y podemos, si así lo deseamos, conversar o escribir sobre ellas.
Estaba en segundo año de secundaria. Mi abuela me había regalado un pequeño portafolio
rígido de cuero para guardar libros, cuadernos y demás utensilios escolares, con la
esperanza de que dejase de perderlos a cada rato. A mi casa llegaba regularmente una
revista médica muy bien ilustrada, de cuyo interior se podía desprender la reproducción de
una obra maestra del arte. Yo recortaba esas páginas para guardarlas en una caja de tesoros
personales.
Un día, al abrir la revista me quedé aturdido. Nada había visto tan deslumbrador como
aquella página colorida. Un cuadro bañado de luz, iluminado desde arriba, pero también
desde el interior de la tela. En una pecera nadaban unos cuantos peces rojos cuyo reflejo
se mecía en la superficie del agua. Era el triunfo absoluto del color. El cubo que contenía
a los peces formaba parte del eje vertical del cuadro y se apoyaba en una mesa redonda
sostenida por un solo pie. Estaba, claro, en el centro. Todo el resto de la tela era una selva
de hojas hermosas y de flores; estaban en el primer plano, en el fondo, se las veía a través
del cristal del recipiente, enardecidas, arracimadas, luminosas, perfectas. Si hubiese vivido
en la Antártida, o en el corazón de Sonora, o del Sáhara, donde nadie nunca ve flores ni
peces ni agua, podría comprender que aquella precipitación florida me hiciera enloquecer.
Pero vivía en Córdoba, al lado de Fortín de las Flores, en medio de jardines suculentos, y
aún así aquello me parecía un milagro. Fijé la página con pegamento en la parte interior
dura de mi maletín. Algunos compañeros colocaban allí fotos de Lucha Reyes, de Toña
la Negra, las grandes voces del momento, o de boxeadores, escenas de películas, perros,
Vírgenes y santos, modelos de aviones o automóviles flamantes; otros, nada. Conviví con
mis peces rojos y su entorno fascinante durante tres años. Fue mi mejor amuleto; una señal,
una promesa. Vi después reproducciones de obras de su autor, pero no ésa. En el Museo
de Arte Moderno de Nueva York me detuve por asombro antes formidables óleos suyos.
Años después, al entrar en una sala del Museo Pushkin de Moscú, la que alberga algunos
de los óleos más extraordinarios de Matisse, me encontré de golpe con el original de
aquellos Peces rojos míos. Más que una experiencia estética fue un trance místico, una
revaloración instantánea del mundo, de la continuidad del tiempo.
Sergio Pitol, Peces rojos, El viaje
Existen muchas otras variantes. Las imágenes y las palabras se
relacionan de formas diversas, siempre nuevas. A cada uno de
nosotros nos corresponde explorar esas relaciones.
En “La ronda de sueños” podríamos incluir:
•
Cualquier pintura de Remedios Varo (como sugerencia:
La creación de las aves). También pueden consultar el libro de
Isabel Castells: Remedios Varo Cartas, sueños y otros textos.
Sugerencias:
•
Utiliza en tus actividades: libros sin palabras, álbumes, libros de arte, fotografías,
ilustraciones, diapositivas y todo tipo de materiales visuales. Hay que tomarse el tiempo de
buscar, observar y seleccionar imágenes de calidad (que tengan verdadera fuerza expresiva y
emotiva).
•
Existen muchos proyectos visuales que integran elementos de escritura literaria que se
podrían incluir en nuestras estrategias, por ejemplo: Dear Photograph (http://dearphotograph.
com), Postsecret (http://www.postsecret.com) y Acción poética (http://www.accionpoetica.
com).
•
Podemos realizar ejercicios de ilustración o artes plásticas a partir de textos, que se han
leído o escrito, siempre cuidando la pertinencia. Por ejemplo, ilustrar poesía:
3.3.3 Escritura
La lectura y la escritura no se dan de forma aislada. Por eso algunos autores hablan de
lectoescritura o de prácticas lectoras y escritoras. La lectura asidua puede despertar el deseo
de escribir y quien escribe utiliza sus lecturas previas y lee sus borradores.
Nuevamente es la lectura de El Viajero del siglo el origen de una actividad, esta vez de
escritura. Se trata de un fragmento que se encuentra un poco más adelante del que ya hemos
presentamos:
Esa noche, el muro interminable con el que sonó Hans fue el mismo que Sophie se vio
trepando, intimidada por su altura y sorprendida de ir desnuda, sin saber qué le esperaba
al otro lado. Por encima de muro, la rama de un árbol hueco temblaba bajo el peso de
Álvaro, que dormía ovillado e incómodo, a punto de caerse. Al pie del árbol hueco, Elsa
enterraba un violín en el hoyo donde el organillero jugaba a los dados con un hombre sin
cara, envuelto en la lana negra.
La actividad de escritura podría titularse “Sueño colectivo” y consistiría en que el grupo
escribe, conjuntamente, un sueño en el que todos los participantes están presentes (también
podríamos realizar un trabajo plástico observando el mismo principio: sueño colectivo).
La idea de que dos o más personas sueñen el mismo sueño es bastante antigua y está presente
en muchos lugares. De hecho, en la película La ciencia del sueño, que ya mencionamos, dos
personajes se encuentran en un mismo sueño. Todo se conecta.
Sugerencia: Podemos promover que los participantes lleven un diario o bitácora de las sesiones.
No cómo un requisito para participar o permanecer en el círculo de lectura, sino como una
forma de registrar sus experiencias: qué hice hoy, qué me gustó, qué no me gustó, qué me
pareció divertido, etc.
4. Bibliografía
Si deseas conocer más información sobre algunos temas relacionados con la promoción de la
lectura, puedes consultar les siguientes referencias:
Lectura literaria y escuela
Carolina Cuesta, Discutir sentidos La lectura literaria en la escuela, Libros del Zorzal 2007.
Gustavo Bombini, Reinventar la enseñanza de la lengua y la literatura, Libros del Zorzal
2007.
Delia Lerner, Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario, FCE 2003.
Los jóvenes y la lectura
Michelle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, FCE 2007.
Michelle Petit, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, FCE 2001.
Charles Sarland, La lectura en los jóvenes: cultura y respuesta, FCE 2003.
La conversación literaria
Aidan Chambers, Dime, FCE 2009.
Aidan Chambers, Conversaciones, FCE 2008.
Escritura
Monica Lavín, Leo, luego escribo, Lectorum.
Oscar de la Borbolla, Manual de creación literaria, Grupo Editorial Patria, 2009.
Narración oral
Rodolfo Castro, La intuición de leer, la intención de narrar, Paidós 2007.

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