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No.1, publicación cultural, junio de 2016, Bucaramanga; Consejo editorial: Claudio Anaya, Jesús María
Stapper, Carlos Lizcano; [email protected]; 312 346 67 25; diagramación Andrés
Felipe Acevedo, [email protected]; índice: Editorial pág. 1, La fragua y el perfil pág. 1, El encanto
de la novela negra o de investigación pág. 2, La ecuación onírica pág. 2, Sazón made in USA pág. 4
Surge este periódico como respuesta a una necesidad patente en el
espectro cultural de nuestros tiempos. Hace años desaparecieron los
suplementos literarios, perdiéndose así una buena franja de lectores, la
cual tenía como único contacto cultural, precisamente esos suplementos.
Desaparecieron muchas revistas, pero sobreviven otras, las cuales tienen
un relativo y definido público: intelectuales, escritores, artistas y lectores
ya formados, público culto; pero el área de influencia de estas publicaciones es, con todo respeto, limitado, ya que generalmente las nuevas generaciones de potenciales lectores o quienes leían los suplementos, no
tienen acceso a ellas por sus costos, por los inadvertidos e inusuales
canales de distribución o difusión, entre otras posibles circunstancias.
No podemos soslayar la brutal arremetida de la cultura electrónica, entendiéndose ésta como el uso de internet, Facebook, redes sociales, twitter,
además de los grandes canales de televisión internacional, las cadenas
radiales y los modernos equipos portátiles electrónicos, que han sometido
a las últimas generaciones a un autismo social, un narcisismo que les crea
la ilusión de que el universo gira en torno a la manipulación de sus pulgares, y los reduce a su mínima expresión pues les está destruyendo paulatinamente su lenguaje, que es precisamente la mayor creación humana
colectiva que les da su dimensión de grandeza y dignidad, que los separa
del plano natural y animal y los eleva a un nivel superior en la escala
evolutiva hasta el punto de haber adquirido conciencia; llevándolos de
rebaño a horda, a tribu, a sociedad; permitiendo el paso desde los esquemas instintivos hacia el alma colectiva, y finalmente a la conciencia individual.
Ante esta arremetida, Riendasuelta se sintoniza con una de las tantas
facetas de la literatura, y que podría ser considerada como una de sus
funciones sociales, y es el rescate del lenguaje, pues los escritores, los
maestros orales, los buenos contertulios y los fieles lectores, en todos los
tiempos han sido los encargados de oxigenar el lenguaje y rescatarlo de
los saqueados lugares comunes y del ámbito de las herramientas y de lo
utilitario, al cual el actual sistema lo ha confinado asignándole la única
función de herramienta de comunicación, o como textos de apoyo junto
imágenes publicitarias, o como literatura técnica, como si el lenguaje fuera
sólo de intensión comunicativa, suprimiéndole todas sus grandes connotaciones, subjetivas, espirituales, históricas.
Una mirada panorámica al semblante general de nuestra época, nos urge
a intentar desde nuestra modesta trinchera, la creación y la consolidación
de este periódico cultural, como un medio alternativo que propone un
frente más en el rescate de la palabra y por lo tanto de la imaginación y la
fantasía en la lucha y los esfuerzos diarios por restituir una realidad digna
y a medida humana. Como lo menciona Ivonne Bordelois en La palabra
amenazada: “en primer lugar denuncio las razones por las cuales el
presente sistema intenta aniquilar la conciencia lingüística en un tiempo
diseñado para la esclavitud laboral, informática y consumista”. Proponiendo después esta autora, “el redescubrimiento de la energía de la palabra,
clave de conocimiento, placer y conciencia crítica”.
Riendasuelta sólo representa un grano de arena en el cosmos de la cultura, pero aspira a la constancia y al ejemplo multiplicador, y aspira igualmente a entregar algunos rasgos que contribuyan a modificar el perfil de
esta sociedad, entendiendo esta sociedad mutante como el corazón de
nuestra región, en estos vertiginosos tiempos.
Recordatorio de Fernando Soto Aparicio
11 de octubre de 1933, Socha (Boyacá), 2
de mayo, Bogotá.
Hacia 1950 publicó su primera novela,
'Voces en silencio'. Su última obra, 'Bitácora del agonizante', es un libro de poemas
basado en la evolución de su enfermedad.
Sus obras: 'Mientras llueve', 'Solamente la
vida', 'El espejo sombrío', 'La sed del agua', 'Proceso a un ángel', 'Viaje al pasado',
'Después empezará la madrugada', 'Viva el ejército', 'Viaje a la claridad','La siembra de
Camilo', 'Mundo roto', 'Cartilla para mejorar el mundo', 'Solo el silencio grita', 'Y el hombre
creó a Dios', 'La agonía de una flor', 'La noche del girasol', 'La cuerda loca', 'Todos los
ríos son el mismo mar', 'Puerto Silencio', 'Camino que anda', 'Los funerales de América',
'Los hijos del viento', 'Hermano hombre', 'Alfajuego', 'Las ratas reveladas', 'Guacas y
guacamayas', 'Héroe antes de los doce años', 'Pedro Pascasio' y 'La última guerra de los
sexos'.
Su literatura se perfiló, contando los problemas sociales de Colombia.
Por Claudio Anaya (Bucaramanga, febrero 5 de 2016)
El siglo es un tahúr embriagado que juega al póker
tiene cien años de derrotas empeñadas en el casino.
Jesús María Stapper
Cuando en 1992 Juan Carlos Botero publicó Las semillas del tiempo, libro
de textos cortos, hacia el final de esta obra incluyó su tesis de grado en la
cual retoma un género extraña y reiteradamente olvidado o desechado por
los editores, que son quienes en gran medida deciden qué leen los
diferentes públicos. Recuerdo a grandes rasgos que en la mencionada
tesis, titulada: El epífano, una alternativa en prosa, comenta sobre una
selección de textos cortos de Ernest Hemingway, escritos en los años
veinte del siglo pasado, que no podían clasificarse dentro de ninguno de
los géneros conocidos hasta entonces, pero que eran en sí mismos, que
podían percibirse en sí mismos como unidades estilísticas consolidadas,
a los cuales Juan Carlos Botero terminó designando como epífanos; en
palabras suyas: “No era un cuento, sino una especie de relato breve,
conciso y apretado, sorprendentemente cargado de identidad a pesar de
su tamaño, y al ser leído, parecía rebosar en la mente, generando un
efecto estético singular”.
Hay una tradición, habrá una tradición establecida pero no muy conocida,
de la experimentación literaria, (las obras consideradas menores, los
libros raros) conformada por muchos escritores a lo largo del tiempo,
recordemos a grandes saltos los cuadernos de apuntes de Nathaniel Hawthorne, las narraciones breves y los aforismos de Franz Kafka, los textos
poéticos o los poemas prosaicos de José Antonio Ramos Sucre, los
poemas en prosa de Cesar Vallejo y con seguridad una extensa lista de
obras que han quedado o se observan hoy en día como ejercicios o apuntes curiosos, los cuales, como ya lo mencionamos, no llamaron la atención de los editores del Siglo XX, más interesados en la experimentación
de la novela y en los llamados Best sellers, que en correr riesgos de
mercadeo, pero aun así, este impreciso pero interesante género determinado por Hemingway como bocetos, que no son otra cosa que los apuntes
que destila el autor como producto de su permanente y por lo tanto agudo
proceso de observación de la vida, permanece, sobrevive en el talante de
algunos escritores y me atrevo decir que la intensidad de la carga poética
puede llegar a perfilar un cierto sesgo de género, sin llegar a dibujarlo en
totalidad, como es el caso de Carretera hecha a mano, de Jesús María
Stapper, que es un libro de textos cortos de género impreciso, con un
intenso lenguaje poético y concebidos en la misma fragua matriz de la
imagen inusitada, que por inusitada muchas veces se torna filosófica o
surreal.
Por otra parte, creo en la idea de que la poesía no es un género sino una
esencia o actitud ante la vida y la cultura; cosa que no es nueva ni mía
pero que siempre tengo presente. Quizá sea la poesía un éter o una
sustancia común a todos los géneros como el poema, el cuento, la novela
e inclusive el ensayo, y posiblemente otros géneros literarios que en algunos casos participan de esa atmósfera profunda o elevadamente espiritual
porque son escritos o contados por seres humanos en los cuales se ha
decantado esa sensibilidad que es una forma de ver y sentir la vida. Precisamente por esto, el halo de lo poético no sólo trasciende el ámbito de lo
literario y las demás formas de expresión artística como la música, la
escultura, el teatro, el cine, la pintura e inclusive la arquitectura, sino
muchas otras formas de expresión cultural que no son artísticas. Lo poético sólo se da en el infinito ámbito de lo humano, multánime y cambiante.
Una revisión a la historia nos habla de los drásticos cambios en las sociedades, y con ellos, sus formas de expresar la belleza y dejar testimonio.
Cada época o sociedad ha tenido sus géneros predilectos. Hoy en día,
quizá como consecuencia del gran desarrollo de la tecnología y de los
medios de comunicación, vemos que el límite entre los géneros tiende a
borrarse, posibilitando una extensa gama de formas de expresión,
muchas veces híbridos y experimentaciones, que no por ello en principio,
carecen de la ambición de lo poético o de la posibilidad de su realización
en el hecho estético.
Carretera hecha a mano se constituye por historias que sugieren por
contraste, sugieren porque el autor le da medio giro de tuerca a la sintaxis;
son epífanos o bocetos por su indiscutible talante enunciativo antes que
poético o narrativo; de lo poético participa por la imagen, de lo narrativo
participa por un rotundo relato, implícito detrás de cada imagen.
Los textos de Carretera hecha a mano son imágenes que encierran una
atmósfera y un ámbito muy singulares, son textos que pintan un paisaje
particular y que encapsulan una historia, un personaje, un relato, pero por
medio de un lenguaje sumamente condensado, comprimido, elevado a la
imagen o al feliz empalme secuencial de dos o tres imágenes que establecen esa historia tácita u oculta en cada uno de los textos, sólo visible a
través de un lenguaje con alto índice de poesía y que explora la capacidad
de la conciencia humana de transmutarse en sendero, en bosque, en
camello, en dios, en lápiz, en insecto, en objeto, en fin, en la infinidad de
posibilidades que nos presenta la vida, y que precisamente por esto, en
esta cualidad de ser varia, radica la quintaesencia de su encanto.
*
La arboleda susurra mil secretos y envía un rumor extraño
el venado salta cuando presiente la estampida del asombro.
*
Es el caballo azabache infinito, es profunda la noche tenebrosa
destella la silla sin domador y un corcel va camino del abismo.
*
El camino quiso ir por el mundo y no logró iniciar la partida
los pasos giran sobre rastros repetidos de su tiempo circular.
*
La estatua no teme al tiempo azul que la cubre de agonías
el héroe parpadea para remover telarañas de los tiempos idos.
Jesús María Stapper
La joroba del camello
***
Por Carlos Augusto Pereira Martínez
(Poeta, ensayista y novelista santandereano, autor dramaturgo, director de teatro
y actor, periodista cultural y gestor, ganador de premios y reconocimientos, autor
de los libros de cuentos: Ha llegado la hora, La sombra de la máscara, La angustia
de las almas en pena, y el libro de poemas Ijares de la noche).
La narrativa, y hablo del cuento y la novela como sus géneros heráldicos
y más dinámicos, a pesar de ser más artificiosa que la poesía, por lo que
no extraña lo de la carpintería de que hablaba el maestro García Márquez,
en su construcción, le apunta a no dejar costado de la vida sin explorar en
su taxidermia de la palabra, y el imaginario; de ahí, que la etiología del
crimen y sus honduras, como uno de los quiebres y fractura del ser
humano, para situarlo en el umbral de lo oscuro y malsano, diera origen a
la novela negra, y sus vertientes detectivescas o policíacas, hasta desembocar con Fereydoon, (Fereydoon Hoveyda, Historia de la novela policiaca, Madrid: Alianza editorial, 1967) en el género del Thriller o suspenso.
Indudablemente, la novela negra tuvo sus gateos como género policial, en
la idea inicial cerrada de resolver un caso, desde la mirada de un detective
que indagaba sobre el origen de un crimen, hasta llegar a su motivador.
Nada de complejidad. Una escritura de tejido seco. Sin relieve. Pero la
novela (por ello vive sin importar el género), que se estira con el desperece de un gato, fue tomando osatura en el género negro, y asumiendo un
espíritu de investigación más gruesa, donde el delincuente, su contexto
social, psíquico y familiar (algunos dirían sociología), entrarán a hacer
parte del ovillo criminal.
Es aquí, cuando el criminal en toda su dimensión personal es tenido en
cuenta para la investigación del delito, que nace propiamente una novela
negra en todo el juego de la investigación, porque problematiza el crimen,
para aplicar un método que la lleve a desentrañar la naturaleza del crimen,
que es no sólo entenderlo, sino explicarlo, y el delito no se explica en el
hecho de llegar a quien lo cometió, sino en las razones que lo empujaron
a cometerlo, rebasando el reduccionismo investigativo, pues no se asesina por el solo evento de matar, como se observa en la mítica y maestría
de la tragedia griega, con Edipo Rey de Sófocles, que anticipa el género
negro, en el desentrañamiento por Tiresias de un Edipo parricida, e incestuoso.
En adelante queda hablar de maestros en el género de la novela negra o
de investigación. Se hablan de reglas para escribir una novela de investigación, que la anclan, pero mentira, este género, reitero la figura, se
despereza como el gato, y toma nuevas formas, pero en el fondo lo ancla,
la búsqueda de una verdad: resolver un crimen.
Ello hila el relato. Lo justifica para el lector y el autor. Lo demás es construcción: intriga, construcción de los personajes, verosimilitud en la construcción de la maldad, porque la novela negra, se ajusta a las expectativas
de los tiempos, y no hay que olvidar que por más imaginario en la construcción del crimen, este debe ser tan certero, que emerja como la misma
realidad, no verse como el truco de un prestidigitador, pero sí con magia,
así parezca paradojal, antitético, contradictorio.
Por eso, hay pocos maestros en el género, que sin despojarse de su
imaginario, hacen ver el crimen en la novela como una realidad encantadora, y bien contada: Chandler (El largo adiós), Himes (Un ciego con pistola), Roberto Bolaño (los detectives salvajes) y García Márquez (Crónica
de una muerte anunciada).
***
Por Carlos Lizcano Pimiento
(Joven e importante narrador santandereano, que ya había llamado la
atención en el 2009 con su primer libro de cuentos titulado Entre las esquinas del amor y la muerte, libro habitado por personajes conscientes de
debatirse ante sus circunstancias reales, y que por ese rasgo de su carácter nos muestran una sociedad que devora a sus víctimas como lo hace el
paso del tiempo; en sus relatos, circunstancias y tiempo, conforman una
nueva materia que da curso a la historia y de la cual sólo seremos un
manojo de palabras; en La ecuación onírica se sostiene el carácter de sus
personajes, pero esta vez su escenario está impregnado por el orbe de lo
onírico y la especulación fantástica).
En todo el recorrido hacia la universidad, no hizo otra cosa que pensar en
la ecuación. Estaba seguro que ya había tenido en cuenta todas las variables posibles. Llevaba ya dieciséis meses y once días desarrollándola,
desde aquel domingo en que sentado en su balcón y tomándose unas
cervezas, entreveró de manera azarosa las lecturas del Libro de los
Sueños de Freud, los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano de
Leinibz y un ensayo escrito por el filósofo y matemático inglés Charles
Thompson, acerca de las investigaciones de Newton sobre cómo encontrar tangentes, curvaturas y áreas, utilizando como base matemática la
geometría analítica de Descartes.
Por esos días estaba apasionado leyendo todo lo que tuviera relación con
el enfrentamiento surgido entre Leibniz y Newton, acerca de quién era el
verdadero padre del cálculo diferencial. De acuerdo a sus pesquisas, tenía
la convicción de que los dos contaban con todo derecho para reclamar la
patria potestad de ese niño; estaba perfectamente demostrado que la
notación utilizada por el alemán Gottfried Wilhelm Leibniz era mucho más
clara y precisa que la empleada por el físico, filósofo, alquimista y matemático inglés y que por esta razón es la utilizada hasta nuestros días; pero
también estaba completamente seguro que los desarrollos del británico
fueron mucho más pragmáticos y por lo tanto más aplicables a las explicaciones de los fenómenos de la vida cotidiana.
Ese atardecer descubrió en uno de los postulados de Freud, referentes a
la elaboración onírica, que efectivamente, los sueños… reúnen en forma
de cálculo matemático números entrañados en las ideas latentes y que
pueden servir de alusiones a un material no representable… el discurso
onírico presenta así la estructura de una argamasa constituida por grandes trozos de materias homogéneas unidas entre sí mediante un fuerte
cemento.
Ese fuerte cemento no puede ser otra cosa que los números, bien lo había
dicho siglos atrás Pitágoras: “El hombre es un número…” y si los postulados de Freud, Leibniz y Newton son correctos y hartamente demostrado
está que así es, entonces los sueños pueden ser interpretados, generados
o explicados mediante el desarrollo de una expresión matemática de
tercer grado, en donde el desarrollo de esos sueños obedece a la derivación de cada una de las variables numéricas que afectan en mayor
medida nuestra vida despierta, nuestra vigilia, nuestra duermevela y las
condiciones ambientales que cubren las horas en las cuales nuestro
cuerpo y espíritu, se entregan al descanso en su lecho.
Paradójicamente, desde que se empezó a preocupar por el asunto, sus
horas de sueño disminuyeron. Llegaba a su apartamento antes de las
siete de la noche, miraba los titulares de los noticieros de televisión, se
preparaba algo de comer y se sentaba a leer sobre las teorías oníricas
contenidas en casi dos decenas de libros que había ido comprando o
argollando a partir de documentos encontrados en internet. Leía desde las
teorías griegas de los atomistas encabezados por Aristóteles y Demócrito,
quienes sostenían que los sueños son producto de unos átomos externos
que se apoderan del alma humana en el momento de estar dormidos.
Pasaba después a los axiomas de los estoicos y los peripatéticos, que
decían que los sueños se debaten entre los delirios proféticos y un estado
de muerte parcial del espíritu. Leía las historias de la biblia sobre las interpretaciones hechas al Faraón, por parte de José; luego pasaba a los escritos de Jung, pero siempre terminaba desembocando en los trabajos de
sicoanálisis hechos por Freud. Ya a las diez de la noche se servía una
copa de Merlot, y empezaba a enlazar lo ya leído con los conceptos de
cálculo diferencial, que le permitieran poder perfeccionar la ecuación.
Finalmente, después de la una de la mañana, escribía en su libreta en qué
consistiría la prueba experimental que realizaría sobre los sueños de esa
madrugada y las condiciones que debía cumplir al día siguiente, durante
sus casi veinte horas de vida despierta.
***
Entró a su oficina después de dictar las dos primeras horas de clase y se
sentó al escritorio a buscar la excusa para llamarla e invitarla a desayunar.
Su pecho estaba rebosante de felicidad, había logrado soñar casi en su
totalidad lo planeado en su última experimentación. Tomó el teléfono y la
llamó a su extensión, le preguntó sobre lo que había hecho en la noche
anterior, y ella le habló sobre todo el trabajo que representa tener que
ordenar la información de los proyectos de investigación de todas las
carreras de la facultad, mientras él apuntaba con el lapicero de tinta roja
en su libreta las palabras claves para el siguiente experimento, al fin la
interrumpió y le pidió que se vieran en cinco minutos en la cafetería, para
contarle acerca de su conversación del día anterior con el rector.
De reojo percibió que ella se acercaba, simuló no verla, en tanto que disolvía el azúcar en su taza de café con un pequeño pitillo rojo. Levantó su
mirada al escuchar su saludo y se encontró con esa sonrisa que le llenaba
a ella toda la cara y a él su alma de perro solitario, desde que su mujer lo
dejó por otro. Llevaba una blusa negra, engolada en el cuello y tenía
sueltos dos de los tres botones, provocando un escote que le generó un
corrientazo que lo paralizó. Se puso en pie y la besó en la mejilla y entonces quiso que ese momento fuera eterno, que se quedaran allí estáticos
hasta el atardecer, sintiendo el aliento de su respiración y el aroma de su
piel. Se sirvió otro café con el propósito de alargar el momento, descargó
esta vez sólo la mitad de la bolsita de azúcar, utilizando el mismo agitador,
ya mordido y chasqueado en uno de los extremos, en tanto que ponía su
mirada en el entrecejo de ella, tratando de emplear un método de convicción que le había enseñado un amigo suyo, en la época de la universidad.
Hablaron de los cambios que se estaban presentando en la Coordinación
y coincidieron que la cadena de errores terminaría por aumentar la cantidad de trabajo y disminuir la calidad académica de la institución; situación
originada seis años atrás por las obligaciones financieras que había adquirido la universidad para realizar la ampliación de la planta física.
Trató de caminar lo más despacio posible por el pasillo, le propuso que
ese fin de semana fueran a visitar la Fundación de niños enfermos de
cáncer, que los dos apoyaban, pero ella se excusó alegando que su novio
viajaría a visitarla. Entonces y como último recurso, le pidió que lo acompañara a la oficina para entregarle los documentos que estaba requiriendo
el Decano, desde la semana anterior. Tomó el cúmulo de carpetas de su
escritorio y se lo entregó en sus manos, las sintió suaves y delicadas como
las olas del mar en verano, se miraron a los ojos y él le ordenó un mechón
de cabello que le caía sobre la frente, entonces no soportó más y acercó
sus labios a los de ella, descargaron las carpetas nuevamente sobre el
escritorio y juntaron sus bocas en medio de una pasión desbordada, se
abrazaron y juntaron sus cuerpos, él deslizó su mano por entre el escote
y ella en medio de un gemido le mordió suavemente el lóbulo de la oreja.
Él trató de hacer caso omiso del timbre de su celular, mientras ella se
recostaba sobre la silla en espera del cuerpo de él, se amaron por un
momento eterno que se vio interrumpido cuando la alarma del celular
terminó por despertarlo de su sueño a las 5:17 de la mañana, para que
iniciara otro día de su vida lejos del amor de ella.
***
Se concentró en la frase de Pedro Calderón de la Barca que tenía grabada
en la cabecera de su escritorio, jugueteó con el bolígrafo entre sus manos
y después miró a través de su ventana con la vista perdida entre los
edificios del sur. De qué forma podía controlar dentro de su experimentación las fuentes exclusivamente síquicas, que según Freud, representan
el cuarto elemento de la elaboración onírica. Cómo hacer para que los
eventos sucedidos durante el día se ajusten a esa ecuación y no entorpezcan los elementos prefijados en su diseño de experimentos con las demás
variables que sí pueden ser controlables. Sacó del cajón de su escritorio
la foto de ella, en la que aparecía vestida con el color rojo de sus labios
sonrientes y su cabello flameante por el viento, con el mar al fondo y el sol
radiante iluminándole la mirada. La puso sobre el teclado del computador
y aligeró el último trago de vino tinto que le quedaba en el vaso.
El sonido del timbre de su celular lo sacó del estado de concentración en
que se encontraba. Miró la pantalla y sintió el palpitar de su corazón al ver
la palabra con la cual la identificaba a ella en su directorio. Dejó que
sonara por unos cinco segundos más para tomar un poco de aire y le
habló tratando de enmascarar su ansiedad. Al otro lado encontró una voz
entrecortada que le presentaba disculpas por llamarlo a esa hora, pero
que necesitaba hablar con él. Le contó que se estaba muriendo en la
tristeza después de la llamada en que su novio le había pedido que terminaran con esa relación discontinua por la distancia. Él la oyó por más de
quince minutos, sólo interrumpiéndola con sonidos guturales, monosílabos y cortas frases sin ningún sentido. Salió del apartamento y decidió
bajar de dos en dos los escalones al ver que el ascensor se encontraba en
el último piso. Entró al automóvil y en menos de diez minutos ya estaba
identificándose en la portería del conjunto residencial en donde ella vivía,
al oriente de la ciudad.
Volvió a oír nuevamente lo que ya le había contado en la llamada telefónica. Secó sus lágrimas, la abrazó y la besó en su frente. Le preparó un café
y se sentó en la alfombra, cruzando las piernas y la miró sin parpadear
mientras ella seguía hablando, sólo haciendo interrupciones para llorar o
dar puñetazos en el sofá o la pared. Le oyó todas las historias de los
últimos tres años con ese hombre a quien apenas él si había conocido una
noche, cuando en una reunión de amigos, habían festejado el cumpleaños
de ella; recordó que casualmente, fue la misma noche en que la había
empezado a ver con otros ojos, tras las varias botellas de vino que terminaron tomando los últimos invitados hasta el amanecer, mientras aquel
hombre, ahora su rival, roncaba en el sillón, exhibiendo su exuberante
barriga.
La abrigó con su chaqueta y la abrazó nuevamente para sentir que su
respiración se hizo queda y tranquila, sintió cómo la cabeza de ella
descansaba sobre su hombro, hasta que la vio quedarse dormida. Él cerró
los ojos, mientras a lo lejos se oía la sirena de un vehículo; aspiró el aroma
de sus cabellos y sintió cómo sus pulmones se llenaban de un aire tibio
que empezaba a calentar su pecho. Se quedó estático, tratando no hacer
el más mínimo movimiento que la despertara y rompiera el hechizo. No
supo cuánto tiempo trascurrió, apenas oía el palpitar de su corazón y
sentía la calidez de su piel; recostó su cabeza en la de ella y pensó que
por fin estarían juntos por el resto de sus días, sin que nadie se interpusiera, sin que nada los separara. Sólo se oía el sonido de aquella sirena, que
cada vez se sentía más cercana y se metía en su cabeza, y terminó
despertándolo con una oquedad terrible en su pecho.
***
Estaba seguro que por fin había logrado encontrar el valor exacto de la
constante del término cuadrático de la quinta variable de la ecuación. Por
fin había logrado enlazar perfectamente la sicología con la matemática,
para crear lo que en adelante podría patentar como la Construcción y
hermenéutica de los sueños. Tomó una hoja de papel y trazó con tinta roja
una línea horizontal y otra vertical, formando los cuadrantes para en cada
uno de ellos, escribir con otro lapicero de tinta verde el listado de los
elementos sensoriales internos y externos, los estímulos orgánicos y las
fuentes puramente síquicas. A cada uno de estos términos le escribió
enfrente, con tinta negra, valores entre uno y cinco y que serían aplicados
en el experimento del siguiente día. Sonrió y pensó en ella una vez más,
suspiró y tomó la botella de vino para ponerla a contraluz y observar que
ya no quedaba más de un trago para celebrar el hallazgo. Escanció el
contenido en la copa y lo bebió lentamente, dejando que sus papilas
gustativas lo paladearan hasta la última gota.
Subió la cremallera de su chaqueta para que lo protegiera de la garúa, se
frotó las manos para calentarse un poco y echó a caminar calle arriba,
para recorrer las cuatro cuadras que lo separaban del estanco de licores
más cercano. El administrador del negocio, un hombre joven y robusto, le
despachó la botella de Merlot sin que siquiera él tuviese que pedírsela,
intercambiaron un par de frases mientras el hombre daba las vueltas del
billete y se despidieron como dos compañeros que saben que en no
menos de tres días, se volverán a ver.
Su sueño: "…un país que piense más en encuentros
culturales, en festivales de cine y de teatro gratis, en
grandes conciertos para todos los públicos". "Pero mi
mayor sueño es hacer el gran Congreso de Novela Negra
y mantener viva la esperanza con lo que hace mi equipo
de Libros y Letras", añadió.
Su revista Libros y Letras, promovió y divulgó la cultura de
Colombia y Latinoamérica.
Bucaramanga 22 de diciembre de 1949 – Bogotá 20 de mayo de 2016
Ya, nuevamente de camino a su apartamento, se distrajo leyendo el mensaje que ella había enviado a su celular, fue en ese instante en que el
destelló de luz lo encegueció, oyó el rugido de la motocicleta ya muy cerca
suyo, de inmediato sobrevino el forcejeo con el hombre que saltó del
puesto del parrillero. Atinó a defenderse, golpeándolo con la botella de
vino en la cabeza, hasta lograr liberarse, pero con tan mala suerte que
resbaló en las baldosas húmedas, al tratar de iniciar la fuga. Se reincorporó y no alcanzó a correr más de veinte metros cuando sintió el fuerte
embate del vehículo y después, el cuchillo filoso entrando por su costado,
rasgando la carne, rompiendo las costillas y saliendo para nuevamente
introducirse por entre sus omoplatos. Hizo el último intento inútil por evitar
que le robaran el equipo celular y vaciaran sus bolsillos, terminando por
sentir el ahogo de la sangre saliendo a bocanadas de su ser.
El sonido del motor se perdía a lo lejos, la lluvia arreciaba, confundiéndose
con su sangre. Pudo pensar en ella, en cuánto la amaba y de qué manera
tendría que decírselo, si por algún milagro la alarma de su celular lograba
despertarlo una vez más para iniciar otro día. La vio llorando sobre su
cuerpo inerme, trató de abrazarla pero le fue imposible siquiera moverse,
empezó a repasar cada uno de los términos de la ecuación, tratando de
descomponerla y de esa manera lograr despertar a tiempo. Sintió cómo la
lluvia se había convertido en un río caudaloso que empezaba a arrastrar
su cuerpo como si fuese un tronco seco, mientras a lo lejos, ella se quedaba de rodillas en la otra orilla, y entonces comprendió que a todos los
seres humanos en el momento de nacer, se nos asigna un número finito
de sueños y que para él, éste era el último sueño del cual jamás lograría
despertar.
***
Por Silvestre Lixaus
(Nació en El Socorro, Santander, en 1956. Ha sido un estudioso de la
literatura y un sociólogo pragmático. Viajó por el extranjero durante treinta
años, al cabo de los cuales regresó hace pocos meses, radicándose en
una pequeña finca de su propiedad, como todo un eremita. Aún no ha
publicado libros, pero tiene escrita una colección de relatos y comentarios,
producto de sus innumerables viajes, lecturas e inquietudes).
Con el deshielo de la URSS, que representó una buena parte de la utopía
por llegar a establecer un nuevo mundo, la humanidad quedó huérfana de
una propuesta que representara el ideal de una nueva sociedad por construir. Ante este panorama, frases como: “El planeta quedó en manos de los
grandes predadores”; expresada por el escritor uruguayo Eduardo Galeano, ilustraban la incertidumbre social y política a la que se enfrentarían el
público intelectual y una buena parte de las sociedades a nivel mundial.
Con la desaparición del régimen soviético, esto es, con la inviabilidad
política y económica del socialismo y de paso del comunismo, también se
establecía una vez más a lo largo de los siglos XIX y XX el reiterado fracaso del capitalismo, pues una vez más quedaba demostrada su incapacidad para solucionar las injusticias sociales.
Las décadas que siguieron a la Perestroika y el glasnost, a la caída del
muro de Berlín, estuvieron marcadas por la consolidación del proyecto
neoliberal, de la absorción de las diferentes culturas universales por la
cultura electrónica y del asentamiento de la autócrata idea norteamericana
que los hacía verse como los indiscutibles amos del mundo. Junto a viejos
socios como muchos dirigentes políticos de Inglaterra, Alemania y Francia
(cartel de piratas y bucaneros) los Estados Unidos retomó con renovado
ímpetu su negocio de exportar la guerra a diferentes sitios del planeta; a
veces con intervención directa de sus tropas, a veces armando a rebeldes
para propiciar la caída de gobiernos que, si no elegidos democráticamente, algunos de ellos garantizaban la estabilidad de sus regiones. Pero esta
vez la clase dirigente norteamericana, la godarria republicana y buena
parte del partido demócrata, volvieron con mucha más comodidad a sus
andadas, pues la guerra fría establecida con la URSS y sus países satélites, había finalizado.
Pero el mundo no descansaba, no podía descansar, pues la vida es sobrevivencia y esto implica una lucha diaria y sin cuartel. Es un principio o una
dinámica heredada del mundo natural al cual las sociedades no han sido
capaces de superar. Los países de segundos y terceros mundos busca-
ban acomodarse en el nuevo orden mundial, y mientras China se integraba al mercado mundial y Rusia se acercaba cultural y económicamente a
Europa, en Latinoamérica se daba el proceso de girar a la izquierda en
algunos países mientras otros se alejaban con respecto a los Estados
Unidos. Pero no solamente estos mencionados actores buscaban una
alternativa a un mundo más inestable y peligroso que nunca; el mundo
imperialista también estaba huérfano de un contrincante de su mismo
peso, bueno, no de su mismo peso, pero sí, un tanto más ligero que él,
que le justificara la aprobación de desbordados presupuestos para el
ejército, para investigación militar, para el mantenimiento de muchas
bases en el extranjero y para ayuda financiera a regímenes afines, entre
otros asuntos.
El derribo de las torres gemelas marcó un momento de ruptura en la historia. Nunca antes un enemigo de los Estados Unidos había tenido la osadía
y la capacidad de atacarlos en su propio terreno. Muchas son las hipótesis
al respecto, incluso, documentos ya desclasificados permiten establecer
nuevas teorías que supondrían que el alto gobierno de Estados Unidos,
con antelación recibió información sobre el atentado, pero ¿por qué no lo
evitó?... la respuesta tal vez pueda encontrarse en la nueva doctrina
Norteamericana que a partir del 11 de septiembre de 2001, a toda manifestación de inconformidad, de oposición, de resistencia, pasó a considerarla como terrorismo. A falta de un bloque socialista, a falta de una cortina
de hierro, se creó el gigantesco fantasma del terrorismo, integrado por
milicianos del mundo árabe, fundamentalistas y fanáticos, víctimas de las
políticas del mismo país que los entrenó y armó.
La segunda guerra contra Irak, que precedió a las famosas revoluciones
de colores en el mundo árabe, capitaneada por George Bush y la cáfila
republicana y la consecuente caída de Sadam Husein, su irregular juicio y
ejecución, marcaron tal vez el punto de inicio de lo que hoy en día es el
máximo peligro para el mundo en su totalidad: el estado islámico. Mucho
se habla de sus salvajes métodos, de su visceral fanatismo, de su anacrónico ideario medieval, de su psicótica sed de sangre, asuntos que no
pueden comportar la más mínima justificación, pero muy poco se habla de
los facilitadores de las circunstancias y condiciones para que semejante
engendro naciera y creciera, y se hiciera tan poderoso como para poner
en jaque a las principales potencias del mundo y de ahí para abajo a todas
y todos.
El estado islámico nace como consecuencia de las políticas mercenarias
principalmente de los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia.
Aunque no se desconoce que intereses económicos afincados en la
industria de la extracción de petróleo robado a Siria e Irak, subyacen en la
base de esta guerra, tampoco se desconoce que desde el punto de vista
de los norteamericanos y esto teniendo en cuenta a Rusia y China, es más
rentable para occidente mantener la inestabilidad política en oriente
medio. Esta organización nace de la desesperación una buena lista de
países árabes saqueados y expoliados por los imperios neocolonialistas,
nace como forma de sobrevivencia en la retoma del credo musulmán en
sus interpretaciones más extremas, y tal vez nace de la necesidad de
sacrificar las libertades individuales en aras de un fin político; quizá sea la
respuesta de algunos pueblos del oriente medio a esta época, a este
mundo unipolar, y no sólo de los pueblos árabes porque ¿qué nos indica
el hecho de que hayan cerca de treinta mil combatientes occidentales y
que no son de origen árabe, en las filas del estado islámico? Son las reacciones desesperadas de las últimas generaciones que han convertido en
hecho concreto la sabiduría alegórica del refrán: “La violencia engendra
más violencia”.
¿Qué nos deja la geopolítica del Siglo XX y principalmente de las últimas
décadas? ¿El execrable peligro del estado islámico y su proyecto de
asesinar a quinientos millones de occidentales por no profesar su fe? ¿La
desaparición de incontables culturas absorbidas por la cultura electrónica
o cibercultura, y una sobreproducción de bienes materiales que han
puesto en jaque el equilibrio ecológico del planeta? ¿La oquedad de nuestras sociedades representada en las barras bravas que son hordas de
delincuentes y asesinos activos y en potencia, y que hasta el momento no
han podido ser controladas por los estados?
Gonzalo Márquez Cristo y la muerte inconclusa
De entre una amplia
gama de actividades
culturales, resaltamos
la publicación de dos
Bogotá, 1 de febrero
ediciones del poemade 1963, 24 de
rio Apocalipsis de la
mayo de 2016
rosa (Quimera del Oro
1988 y Hojas Sueltas
1990); la novela Ritual
de títeres (ganadora
de Beca Colcultura en 1990: Tiempos Modernos Editores, 1992); El Tempestario y otros
relatos(Común Presencia Editores 1998 y CreateSpace 2011); La palabra liberada(Colección Los Conjurados 2001, 2005 y 2009); Oscuro Nacimiento (Mención concurso
nacional José Manuel Arango, Colección Los Conjurados, Bogotá, 2005, 2006 y 2010),
entre otras obras.