Descargar PDF - Libros Padre Juan Aguirre

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Descargar PDF - Libros Padre Juan Aguirre
JUAN A. AGUIRRE R.
EL AM R
Y LA RELACION DE PAREJA
PA R A N O V I O S Y R E C I E N C A S A D O S
EDICIONES
PAU L I N A S
Colección
FAMILIA
1. La familia formadora de personas
Sergio Cerna
2. TV - Padres - Hijos
Valerio Fuenzalida
3. Así crecen los hijos
Franz J. Maringgele
4. Una vida de esperanza
Sergio Cerna
5. Matrimonio comunidad de amor
Antonio Carlos Hualde y Eqúipo “Aucal”
6. Pareja y familia:
Cómo construir su relación, hoy
Juan A. Aguirre R:
7. El amor y la relación de pareja
Para novios y recién casados
Juan A. Aguirre R.
Con las debidas licencias
Todos los derechos reservados
Inscripción N° 66.482
© EDICIONES PAULINAS
Vic. Mackenna 10.777, La Florida (Stgo.), Chile
Vic. Mackenna 6.299, Santiago, Chile
Impresor: Pía Sociedad de San Pablo
Vic. Mackenna 10.777, La Florida
1ª edición — Diciembre de 1987
Impieso en Chile — Printed in Chile
JUAN A. AGUIRRE R.
Psicólogo
El amor
y la relación de pareja
Para novios y recién casados
EDICIONES
PA U L I N A S
JUAN ALBERTO AGUIRRE RODRIGUEZ
nació en Santiago, en 1936. Es sacerdote diocesano, cuatro veces titulado en la
Universidad Catolica de Chile: Licenciado
en Teología, Profesor de Estado, Orientador Profesional y Psicólogo. Ha realizado
cursos de perfeccionamiento en las Naciones Unidas (O.E.A.): “Planificación de
recursos Humanos”; en la Universidad
de Chile: “Administración de Personal”.
Formador y director espiritual de laicos y
religiosos a lo largo de veinticinco años
de servicios sacerdotales.
Actualmente párroco en la Parroquia
Santa Catalina, Profesor de Ética Profesional, en la Escuela de Psicología de la
Pontificia Universidad Católica, Predicador de Retiros Espirituales a Religiosas,
Psicólogo Clínico con consulta particular.
Murió en Santiago, en 1997.
Prólogo
Eran las Siete de la tarde… Aún no podían ponerse de
acuerdo las chiquillas del cuarto año B, del Colegio San
Anselmo.
Treinta y ocho mujercitas entre 16 y 19 años estaban
organizando la ceremonia de graduación.
Tenían razón… ¡Como ponerse de acuerdo si se trataba
de poner el broche de oro a doce años de Colegio!
María de la Luz no quería “anillo de graduación”… Veía
la importancia del momento, pero sentía que era un gasto
que no correspondía dada la miseria en que vivían tantos
otros jóvenes y familias enteras en el país. María de la Luz
tenía en casa el apoyo y cariño de sus padres y cuatro hermanos. Por orden cronológico ella había nacido en
el número tres. Pidió la palabra y con tranquilidad, planteó
al curso su punto de vista.
Después que habló, hubo un corto silencio hasta que
Margarita pidió la palabra… Habló con fuerza… Presentó lo
bonito de un anillo, lo conveniente de una fiesta grande, ojalá solas entre ellas y sus pololos, porque total “se sale del
colegio una sola vez en la vida”, dijo. Pero, en verdad, Margarita quería aturdirse en un mundo mágico, de sueños. ¡Era
tan triste su vida!... Su padre, un exitoso profesional, apenas si acompañaba a la familia los días domingo a la hora de almuerzo e, incluso, entonces leía el diario en la me5
sa. Sus dos hermanos mayores, de 23 y 21 años, ya estaban
perdidos: uno le “pegaba” a los “pitos” y el otro, al trago.
Planteó su posición con entusiasmo y sus palabras parecieron convencer de lo segundo a algunas, pero de lo primero,
a todas.
Habría graduación con anillo de oro, 18 K., e inscripción
con el nombre y el año.
Jeannette, la presidenta del centro de alumnas del Colegio, sin dificultad pudo continuar dirigiendo el resto de la
reunión y todo quedó acordado para la graduación.
El 10 de noviembre, en el cine California, el Colegio de
San Anselmo despediría a las alumnas de los Cuartos Años
correspondientes a la promoción 1987. Cada alumna sólo
podía invitar un máximo de tres personas, además del pololo.
Finalmente llegó, el día de la graduación. A la entrada
del cine, los floristas vendían rosas y gladiolos. Los padres
compraban estos delicados presentes... En el interior del cine
estaba todo perfectamente preparado.
Al iniciarse la graduación, ya habían llegado la casi totalidad de las alumnas que egresaban. A Rosita, Vicky y María José les había costado conseguir para la ocasión un “pololo” acompañante, pero finalmente lo habían logrado.
El himno del Colegio abrió la ceremonia de graduación.
La emoción en padres, profesores, alumnos y asistentes,
en general, fue creciendo a medida que se terminaban las estrofas de la canción. Quedaban atrás doce años, tantos momentos compartidos... En verdad era despedirse de una
parte importante de la vida..
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A la señora Matilde F., profesora jefe del 4° C, le tocó
despedir a las alumnas a nombre de los profesores... Con voz
firme empezó: “Queridas alumnas, nos encontramos reunidos
por última vez...”.
Don Horacio, papá de Alicia no entendía por qué tanta
emoción... Era la primera vez que él venía a acompañar a su
hija y hablaban de “última vez”. Don Horacio se había separado de su esposa hacía ya casi 10 años... Alicia estaba en
segundo básico y las ocupaciones no le habían permitido participar en la vida de sus “primeros” hijos. Pero esta vez, Alicia lo había ubicado y había insistido tanto que, para sacársela de encima, había dicho “sí”, sólo por esta vez.
La señora Matilde continuaba con su discurso de despedida. Estaba realmente emocionada; se expresaba, como era
habitual en ella, con sinceridad: “veo partir a unas auténticas hijas”...
Soledad Paz se estremeció... En un segundo, recordó la
tarde fría de invierno cuando llena de miedo había pedido
a la señora Matilde que la escuchara. En verdad, la había
escuchado mejor que su propia madre cuando le
contó. que estaba embarazada y en la casa estaba todo
preparado para que un médico amigo hiciera el aborto.
Ignacio, el pololo, era un chiquillo lleno de problemas.
Estudiaba Ingeniería en un Instituto, lo había conocido cuando tenía apenas 15 años y él le había enseñado un manejo
neurótico de la sexualidad.
¡Cuánta verdad! decía Soledad Paz, sentada en la cuarta
fila del cine, en medio del silencio respetuoso de toda la sala,
recordando la conversación de aquella tarde. “Ella me escuchó, lloró conmigo”, se decía interiormente. En cambio, en
casa, por el contrario, después del temor al qué iban a decir
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los demás, todos siguieron preocupados por sus cosas: la vacuna del perro, la ropa que aún no traía la lavandera, la
cuenta del teléfono, etc. ...
Terminó la señora Matilde... Se lució el profesor de música
con la participación del coro del Colegio. Continuó la entrega
de distinciones y, finalmente, el canto del “Adiós”.
La señora Directora, los prófesores, los papás, todos
mostraban en sus rostros una gran complacencia... No podía
ser de otro modo: era la expresión de satisfacción por el deber cumplido...
Abrazos, risas, muchas lágrimas de sentimientos confusos... Incluso las chiquillas de los cuartos A y C se abrazaron. Habían sido eternas rivales y no se hablaban desde antes de las pruebas finales de año. En el fondo, por primera
vez, miraron la vida y se sintieron simplemente mujeres desafiadas a abrirse camino y, ciertamente, era mejor ir juntas y
no separadas.
A la salida del cine California, la mayoría de las alumnas egresadas con sus pádres y pololos, reales o postizos,
partieron rumbo a la casa... Las esperaban los otros parientes y muchos amigos y amigas. Fue una fiesta cariñosa, sincera, alimentadora de relaciones personales.
Sin embargo, otras egresadas se despidieron de sus familiares, armaron unos “grupos” previamente concertados y
acompañadas de sus pololos partieron a celebrarse. Unos
grupos tomaron rumbo hacia El Arrayán, otros, hacia La
Reina y algunos partieron, por ahí cerca, a Providencia.
En todos estos grupos el comienzo fue muy parecido: alegría, brindis, bocadillos, piropos, bailes, etc. ...
Pero después, poco a poco, las parejas empezaron a no
estar de acuerdo. Unas parejas volvieron a ponerse de acuer8
do, otras no: unas decidieron volver a casa, otras continuaron festejándose y otras, prefirieron cambiar de “ambiente”.
Marisol se peleó con Francisco y regresó sola a casa:
quería hacer el amor en el auto y el Pancho, esa tarde andaba en otra onda.
Alicia terminó cediendo y con Sergio, su pololo, se fueron
a un hotel. Sin darse cuenta, los sorprendió la mañana. Después de tomar desayuno, a las 9 horas, estaban en Vicuña
Mackenna con Marín, esperando un taxi. Ella iba aún vestida con el traje de graduación y, en su mano derecha, llevaba
el gladiolo que, con inmensa ilusión, le había regalado su
madre a la entrada del cine California.
Alicia y Sergio tenían un rostro muy triste, pero era
aún más grande la confusión que llevaban en sus almas...
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Introducción
En la historia de la humanidad, los maravillosos logros
de la ciencia y la tecnología alcanzados en las últimas cinco décadas de este siglo serán características positivas sobresalientes al final del año 2.000.
Sin embargo, junto a ellas, pero con signo contrario,
también aparecerán el desconocimiento del hombre de sí
mismo y la capacidad de autodestrucción.
El hombre de hoy, siendo un gran desconocedor de sí
mismo, ¿puede vivir plenamente como humano?...
El nivel de vida que llamamos humana se desarrolla en
la relatividad del tiempo y del espacio; contiene situaciones
de inicio y fin; presencias y ausencias, salud y enfermedad,
risa y llanto; desde la perspectiva de lo humano se da lo
lógico, lo irracional, las contradicciones, etc.
En esta gran multiplicidad ¿puede el hombre armonizar
la variedad?... A lo largo de la historia del pensamiento,
atravesando diferentes civilizaciones y culturas se han presentado teorías, sistemas, ideologías, religiones queriendo
asumir esta pregunta y mostrar al hombre cómo ser feliz.
El cristianismo desde hace 2.000 años también trata de
presentar una respuesta prometiendo a las personas y a los
pueblos, la felicidad. La ley del amor y la metodología del
equilibrio, resumidos en el “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Juan 15,13) armonizarían la variedad, las incógnitas,
as contradicciones humanas. El amor empapando a las per11
sonas, a las estructuras, a los grupos, a las organizaciones,
etc., garantizarían una “civilización de amor” (Paulo VI).
El autor está seguro que la ley del amor presentada por
Jesús es capaz de gestar una nueva humanidad. Sin embargo,
también está seguro que el amor es necesario pero no suficiente.
Concretamente desea conversar esta postura con los jóvenes y más específicamente con los jóvenes que sienten que
la vida los llama a formar pareja.
La tesis que sostiene este libro es que el mundo nuevo
vendrá de parejas nuevas que formen hogares nuevos.
En esta perspectiva se plantea la gran interrogante: supuesto un amor grande y bonito, ¿es posible pensar en pautas objetivas mínimas que garanticen el éxito en la construcción de una relación de pareja alimentadora?...
Aunque muchos se sientan tentados a decir que no, el
autor intentará dar una respuesta afirmativa.
En una sencilla comparación tomada de la vida agrícola resumirá su posición. Así se preguntará: una buena semilla ¿garantiza, por sí sola, necesariamente una buena cosecha?
Todos sabemos que la semilla es necesaria, pero no suficiente. La buena semilla, la tierra, el agua, el sol, etc., también son necesarios para obtener una buena cosecha.
A la luz de este sencillo ejemplo, todo este libro nos repetirá la pregunta: si existe el amor, ¿se puede asegurar el
éxito en una relación de pareja?
El autor, manteniendo su postura ya presentada, responderá que no. Sin cansarse dirá que el amor es necesario, pero no suficiente. Es necesario que también se den en las per12
sonas un determinado tipo de características mínimas, algunos sentimientos y actitudes que permitan que la semilla
del amor eche raíces, crezca, madure, dé frutos... Rasgos de
personalidad, valores, actitudes, estilos de vida de las personas se presentarán en los capítulos de este libro como otras
variables que deberán chequearse continuamente para trabajar el éxito de la pareja.
EL AUTOR
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CAPITULO I
Algunas variables que participan
en la construcción madura
de la pareja exitosa
–Tú tienes tu estilo y ése es tu sello. Si alguien
te ama sabrá acoger lo que le ofreces.
–Tú amas de verdad y, por eso, escuchas y expresas
tus sentimientos y los de tu pareja.
–El encuentro, la comunión, el crecimiento del amor
auténtico se realiza con la versión original de las
personas, y no a través de poses o máscaras.
Un muchacho y una muchacha sienten el amor... Quieren compartir lo que les gustaría ser, pero que aún no son.
Las personas autónomas e independientes aún no existen...
El cariño de un lolito y de una lolita es hermoso. Nadie tiene derecho a dudar de ese cariño. En cambio, sí podemos dudar de su permanencia, de su éxito...
Si no hay separación y autonomía en los miembros de
una pareja, el uno será “muleta” del otro y cada cual irá
frenando el crecimiento del otro, el caminar del otro.
En este capítulo plantearemos la relación de pareja primero como el encuentro de estilos de personalidades diferentes, luego como expresión sincera de sentimientos y,
finalmente, como puesta en común de verdades asumidas
y compartidas.
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1. El estilo de las personas
Cada persona tiene algo que le es peculiar. Podríamos
hablar de su estilo, de su tono, de su ritmo. ¿Qué es el ritmo de vida en un individuo?... Es el modo innato para encontrarse con el mundo: el estilo como alguien aprende,
enfrenta personas y situaciones, come, duerme, hace el
amor, maneja la frustración, se adapta a su ambiente, se
presenta al mundo...
El ritmo es innato, pero no se hereda... Todos tenemos un ritmo propio.
Es el fluir natural del organismo...
Lo podemos observar en todas las personas, pero muy
claramente en un niño recién nacido: cada niño tiene su
propio y único patrón para comer, dormir, mamar y para
el contacto físico con los adultos.
Cada individuo, pero lo vemos muy claramente en los
niños, tiene su propia manera de establecer límites o de retroceder o retirarse de situaciones o personas.
Cuando un niño crece, su ritmo, su modo será más
marcado y se mostrará en todo lo que la persona haga: la
manera en que crece, el modo cómo aborda nuevas situaciones, cómo logra el contacto con los demás, cómo vive
su ciclo sexual, etc.
Al hablar del amor y del amor de la pareja no podemos desconocer el estilo de cada persona. El ritmo también es importante como parte vital de la relación hombremujer. En la magia del amor no se nos enseñó a valorar el
ritmo natural. Por el contrario, la enseñanza del hogar y la
cultura reinante son más propensos a impedirlo por medio
de las expectativas, esperanzas y modelos propios de una
sociedad de apariencias.
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Sin embargo, por ser el ritmo algo profundo en cada
persona, cuando alguien critica o trata de cambiar el estilo
natural de otra persona, ese intento es percibido como intromisión, como desestimación.
En general, no se reconoce que los ritmos individuales son innatos, que no se pueden cambiar por el mero deseo de cambiarlos.
¿Qué relación hay entre el amor, la construcción de la
pareja y el tono natural de cada individuo?
Lo común es que cada miembro de la pareja posea
su propio ritmo... Si no hay respeto por el estilo natural
del otro, se intenta cambiarlo. En el diálogo corriente de
la pareja se escuchará, por ejemplo: “si tú me amaras, actuarías de otra manera”, o bien “si tú lo intentaras de verdad, podrías hacerlo de otra manera”...
Suponer que el ritmo natural puede cambiar por el
solo hecho de quererlo produce frustración en las dos personas involucradas.
Por eso, entre dos personas que se aman es de suma
importancia, además, para construir con éxito la relación
dual, que los miembros de la pareja perciban sus ritmos
individuales y luego que utilicen esa percepción como la
base para promover el crecimiento y la comprensión de
la pareja.
Resumiendo digamos que en la construcción de la
relación de pareja es necesario que nuestros muchachos,
perciban sus propios ritmos y aprendan a respetar, complementar las diferencias rítmicas. Así el centro de la relación
cambia de la dominación o la protección, a un modo de
crecimiento convergente de tonalidades energéticas diferentes.
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Es una realidad el que dos sistemas de energía libremente fluyendo, juntos o en contacto, producen fuerza en
progresión geométrica.
Preguntas
1. ¿Qué entiendes tú por ritmo en una persona?
2. ¿Cuál es tu ritmo? Descríbelo.
3. ¿Cómo interpretas tú las diferencias de ritmo con tu pareja?
4. ¿Has pensado que de tu estilo de vida más el estilo de vida
de tu pareja surgirá la riqueza del estilo de vida de Uds. como
esposos, padres, amigos, etc.?
5. Si tú encuentras un amigo(a) que afirma que nunca ha discutido con su pareja, ¿qué te parece esa afirmación?
2. La expresión de los sentimientos
El crecimiento de un individuo depende fundamentalmente de su capacidad de entrar en comunión. La vida
tiene estructura lógica, pero básicamente se expresa en resonancia afectiva. Sentirse a sí mismo, el entorno y al prójimo para, luego, poder expresar el significado de los sentimientos de manera clara, congruente es camino de salud,
de madurez, de plenitud.
Desgraciadamente, dada la idiosincrasia nacional y latinoamericana, nos encontramos con falsos patrones culturales en la expresión de nuestras emociones, sentimientos
y estados afectivos.
Suponemos, por ejemplo, que la gente fuerte, inteligente, responsable, no llora, no grita. Si alguien se manifiesta en alguna de estas formas juzgamos que se trata de
una persona inestable, poco seria, simplemente débil.
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La verdad es que una persona sana puede perder en
alguna oportunidad, por diferentes razones, su compostura sin dejar de ser respetable.
Desde el punto de vista de la salud mental es poco
probable que una persona sana se manifieste siempre, en
toda situación, adecuadamente serena, controlada.
Lo sano en las personas es que cada quien encuentre,
en las diferentes situaciones, internas y externas, la forma
propia de expresión acorde tanto con lo que está viviendo
como con sus características de personalidad.
En la construcción de la relación de pareja, el amor es
necesario, pero no suficiente. También debemos preocuparnos porque cada individuo atienda, escuche, perciba y exprese los sentimientos propios y los de su pareja.
La relación de pareja, en especial, será verdadera sólo entre personas que pueden darse permiso para reír y
llorar simplemente cuando cada cual desea hacerlo.
En general, sólo las personas conscientes de sus emociones y capaces de expresarlas adecuadamente terminan
relacionándose felizmente consigo mismas y con los demás.
Esto debemos afirmarlo, con mayor razón, en la relación
dual amorosa.
Veamos un ejemplo. Si un miembro de una pareja llora y asume su llanto agradecerá si su compañero (a) comparte su pena, pero si no lo hace no se resentirá: tiene conciencia de su dolor y reconoce que le pertenece. Por el contrario, si no asume su emoción buscará a quién endosársela, a quien culpar y es muy probable que lo haga con su
pareja.
Las personas que asumen sus sentimientos y se dan permiso para ser dueños de ellos también acogen la responsabilidad de su expresión en cuanto tal y, al margen de la
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emoción del momento, reconocen si están o no satisfechos,
felices, desgraciados, complacidos o deseosos de cambio.
No tienden a responsabilizar a otro de lo que está sucediendo en sus vidas.
Digamos, resumiendo estos pensamientos, que un individuo psicológicamente sano siente que tiene derecho a
reír o a llorar y no se muere o rompe en pedazos si se encuentra solo.
Sin embargo, hoy, la sociedad ha creado una serie de
prescripciones, normas en la construcción de la relación de
pareja: que tu pareja no conozca esto o lo otro; oculta tales
o cuales sentimientos; proyecta tal imagen; cuida tal apariencia, etc.
La estructura de pareja construida con pautas externas
puede funcionar durante un cierto tiempo con apariencias de
armonía. Sin embargo, los novios o los jóvenes esposos,
están pagando un precio muy alto: pérdida del verdadero
conocimiento de sí mismo y del otro; a mediano o largo
plazo aparecerá el cansancio de la relación.
Preguntas
1. ¿Qué piensas del papel de los sentimientos en las personas?
2. Si deseas llorar, ¿te das permiso para hacerlo?
3. La última vez que, no importa por qué motivos, lloraste en
presencia de otra persona, ¿te has arrepentido muchas veces
de ello?
4. Lo que muestras, de ti a tu pareja ¿es más que lo que le ocultas?
5. La imagen de tu persona que concientemente tratas de entregar, ¿es la imagen real o una imagen “fabricada”?
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3. Las máscaras sociales aprendidas
El repertorio conductual de las personas en un alto
porcentaje es fruto de aprendizaje. El largo proceso de socialización hace, finalmente, de cada persona un miembro
“adaptado” a la comunidad en que se encuentra inserto.
Desgraciadamente, de hecho, en nuestra sociedad, muchos de estos comportamientos adquiridos son mentirosos:
oficialmente se enseña a fingir. Aparentar agrado, felicidad,
valentía, tranquilidad, etc. Digamos, en pocas palabras, que
desde la más tierna infancia la comunidad enseña a sus
miembros que para relacionarse con los demás en forma exitosa y asegurarse la aceptación no debe mostrarse realmente:
son las máscaras, las posturas falsas aprendidas.
¿Se puede construir la relación de pareja a través de
máscaras?
Hablemos primero de la “domesticación social”
(aceptación de lo externo). Ya en la cuna la guagua aprende
que será aceptada, respetada, se confiará en ella, si adhiere
a un código que determina cómo debe portarse y cómo debe
sentir. (Tenga o no tenga hambre, si se toma la papa, la
mamá queda contenta y si la mamá está feliz ella tiene otras
ventajas...).
Así aprende que para no tener dificultades en la vida
y aumentar las ventajas lo mejor es “someterse”, acatar lo
establecido.
Este mismo individuo confirma al llegar a la vida adulta que si bien la adhesión no voluntaria a lo establecido
es irritante, también es una postura segura: si él se somete
no tiene problemas, la sociedad no lo critica o, por lo menos, no lo ataca.
A través de todas las épocas de la vida esta postura va
significando un deterioro personal profundo: el acatamiento
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no querido de las exigencias externas terminan por acallar
lo propio y original. La voz interior no se escucha, incluso
puede llegarse a no saber que existe. Al extremo, el individuo puede llegar a no saber conscientemente quién es realmente él.
Esta forma de relacionarse adquiere la firmeza del hábito, más aún de “lo natural por adopción”. Con este estilo
de comunicación llegan los individuos a intentar ser novios
o jóvenes esposos...
En la construcción de la relación de pareja el amor es
necesario, pero no es suficiente.
También se necesitan dos personas que se conozcan
realmente en su versión original y se amen de verdad a sí
mismas. Sólo en este conocimiento y amor auténticos puede
darse el encuentro, la comunión, el crecimiento de ambos.
El conocimiento y el amor prefabricados son fantasmas y éstos no pueden relacionarse.
En segundo lugar, hablemos de la “manipulación”, entendiendo por tal obtención de tu cariño mostrándote no lo
que yo realmente soy, sino lo que yo sé que tú esperas de
mí. Se trata, pues, de mostrarme como creo que tú quieres que yo sea, lo cual no es verdad e, incluso, en lo profundo tampoco yo quiero ser.
Desde temprano, el niño descubre que obtiene ganancias acallando su realidad y fingiendo ser lo que el ambiente espera de él. El niño aprende a mostrarse consonante con
lo que se espera de él.
Al llegar a la adolescencia, a la juventud, a la edad adulta, este juego destructor de la personalidad perdura. En algunas ocasiones parece funcionar bien; sin embargo, en
verdad, a la larga, se trata de una mera cortina de humo.
Si en un buen momento, los miembros de una pareja
descubren el peso de sus máscaras y deciden relacionarse
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con honestidad, enfrentarán una tarea desafiante. Sin embargo, sólo desde ahí pueden esperar una auténtica relación.
Con mucha valentía tendrán que decirse a sí mismos y
a su pareja: “sé que hay un alto porcentaje de probabilidades de que, en algún momento, en ciertos aspectos, experimentaré y experimentaremos desarmonía. En esos casos me
comprometo a que trataré de comprenderme y de comprenderte, trataré de poner lo mejor de mí para trabajar y para
que trabajemos el momento de desentendimiento tratando
de convertirlo en una nueva motivación de crecimiento”. Esta pareja va realmente construyendo una relación alimentadora y, por lo mismo, sólida.
Preguntas
1. ¿Sientes tú que, hoy, la publicidad nos enseña a usar “máscaras”? Entrega algún ejemplo.
2. ¿Has sentido rechazo, alguna vez, por no someterte a la moda?
3. ¿Crees tú que dos personas puedan mantener una relación seria y sana si se interrelacionan a nivel de “apariencias”?
4. Para tu relación de pareja, ¿prefieres un camino fácil y efímero
o uno” más dificil pero duradero?
5. ¿Qué desarmonías interiores crees tú que pueden experimentar
los individuos que sofocan la versión personal original y adquieren las “máscaras” del medio ambiente o la publicidad?
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CAPITULO II
Los desentendimientos
en la relación de pareja
–Las personas pequeñas compiten por las diferencias;
–Las personas maduras crecen integrando las diferencias positivas.
– La vida es hermosa por la amplia gama de matices
que presenta. Esto lo siente el amor verdadero.
La construcción de la relación de pareja es un proceso.
Por esto las personas que lo inician se ponen en camino:
antes, ahora y después incluye diferentes momentos, etapas y, por lo mismo, cambios.
En la vida de las personas comprometidas en una relación dual todo será replanteado: vivir como individuo particular y vivir compartiéndose en pareja; es el paso del yo,
de lo mío al nosotros, a lo nuestro. Entre muchas otras cosas, pensemos cómo los miembros de la pareja ponen en
marcha el cambio en el manejo del tiempo, del dinero,
de la intimidad física, de la posible procreación, etc.
Gracias al aporte de la psicología sabemos hoy cómo
la persona, a través de todo el ciclo vital, desde que nace
hasta que muere, se desarrolla y crece, es decir, constantemente está en marcha, cambia. E1 individuo se construye y
se reconstruye. La vida, bajo este aspecto, es siempre una
nueva oportunidad para renacer...
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En la relación dual está presente, pues, el mundo cambiante de dos individualidades. Si el compromiso de toda
pareja es “trabajar’ juntos la sintonía, el entendimiento, es
conveniente tener presente que, a su vez, cada miembro de
la pareja está trabajando su propio entendimiento, crecimiento, sintonía.
El amor es maravilloso, pero no es mágico...
El amor acerca a las personas, a seres concretos con una
historia de vida...
El amor es necesario pero no suficiente en la construcción de la relación de pareja. Además se necesita que sus
integrantes reconozcan sus particularidades y las del otro
e intenten la convergencia de algunas, el respeto de otras y
la sintonía vendrá compartiendo las comunes y complementando las diferentes.
En la realidad de cada día esto se traduce en una hermosa, pero desafiante tarea. Como toda tarea, ésta también
se enfrenta en términos de aprendizaje. Inevitablemente éste es fruto de aciertos y errores. Esto, es válido cuando el
aprendizaje se realiza en forma individual, y también cuando es grupal. En este trabajo compartido habrá momentos
de acuerdo y desacuerdo, de entendimiento y desentendimiento...
A estos momentos normales de desacuerdo que pueden darse en la tarea compartida de construir una relación
de pareja los llamaremos “situaciones de conflicto” o simplemente “conflictos”.
Estos momentos de desentendimiento pueden revestir
muchas formas y referirse a muy diversas situaciones. Pueden presentarse porque hay puntos de vista diferentes en
situaciones específicas, porque hay impasse en el intento de
integrar caracteres, amistades, expectativas de vida, etc.
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La necesidad de enfrentar estos momentos y de transformarlos desde su aparente negatividad en situaciones realmente positivas, será el contenido de este nuevo capítulo.
1. El conflicto en una relación de pareja
Temo que al oír hablar de conflicto, espontáneamente
nos sintamos incómodos. Pareciera que inconscientemente
el contenido de la palabra tiende a proyectar situaciones de
muerte, de ruina, de catástrofe.
En psicología, por el contrario, el concepto de conflicto, entendido como crisis, no es necesariamente negativo.
El gran maestro C.G. Jung (1875-1961), al referirse a
las neurosis, plantea la situación de conflicto como un momento altamente positivo en la historia de crecimiento, de
individuación de la persona si se le da un manejo adecuado.
En esta perspectiva psicológica, los desentendimientos
que se presentan en la construcción de la relación de pareja podemos asimilarlos a momentos de crisis y, como tal,
aceptar que pone a los individuos en situación de conflicto.
Pero, también podemos ver ahí, en el interior de la relación
conflictuada una zona de luz, de crecimiento. Los individuos conflictuados en la relación dual si tienen valentía para escuchar la desarmonía que están viviendo pueden sentir también que algo nuevo y positivo intenta brotar: una
nueva etapa de cercanía, de afiatamiento. Quiere renacer
con más clara identidad el “nosotros”...
Sin embargo, cabe preguntarse, ¿siempre una crisis en
la relación de pareja es esperanza de gestación positiva?...
Ciertamente que no. La crisis a nivel de la pareja será un
buen momento, una circunstancia positiva sólo si le reconocemos existencia e intentamos sacarle partido. Cómo
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aprovechar positivamente los impasse en la construcción de
la relación de pareja lo veremos en los puntos dos y tres de
este mismo capítulo.
Preguntas
1. Hasta ahora, cuando tú hablabas de “crisis”, ¿siempre te referiste a algo sin solución?
2. Da dos ejemplos que tú hayas conocido de cerca: uno en que
después de la crisis sobrevino algo negativo; otro en que
después de la crisis nació algo nuevo y positivo.
3. En las personas, en la naturaleza, enumera tú algunas características que permitan hablar de “rutina”.
4. En tu experiencia personal diaria ¿puedes decir que, en alguna oportunidad has vivido las diferencias económicas, políticas o artísticas en una línea de complementación?
5. ¿Qué condiciones ves tú que son necesarias para que un momento de conflicto, de desentendimiento se transforme en una
nueva oportunidad de crecimiento personal o grupal?
2. Necesidad de reconocer y acoger los conflictos
Al referirnos a los momentos de desencuentro, al interior de la relación de pareja, pueden presentarse sucesivamente varias alternativas: reconocemos o no su existencia; aceptada su realidad, la acogemos o no.
El aceptar tales momentos tiene un significado profundo en términos de pronóstico en tales situaciones. En efecto,
implica una mentalidad madura en que las personas se reconocen con derecho a no estar de acuerdo con..., se dan
permiso para no sentir igual que..., porque tienen derecho
a..., porque pueden permitirse que... y todo esto en una
mentalidad evolucionada que no siente que se termina el
mundo, ni que es el comienzo de una tercera guerra mundial.
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Falsos conceptos sobre buen entendimiento o concepciones pseudo-románticas sobre la vida no dan cabida al
desentendimiento y al amor.
En esta línea, amor es sinónimo de ausencia de conflicto. La convivencia positiva se la presenta en un tono monocorde, repetitivo...
Los desencuentros, las crisis, si son momentos conscientes compartidos con altura de miras y en el sano propósito de hacer crecer una relación no son interacciones
destructivas. Pueden ser oportunidades de convergencia de
“capitales” e, incluso, en algunas oportunidades, excelentes
catarsis de las cuales las personas salen con más conocimientos y fuerzas...
Aceptada la realidad del impasse es posible el diálogo
sabiendo que éste es de primera importancia para la sobrevivencia de una interrelación. Además, la experiencia muestra que la conversación es la puerta de la conquista o reconquista.
Sin embargo, la posibilidad de diálogo afectivo está
rodeada de falsas suposiciones. Suponemos que “tocar cosas difíciles” es negativo. Aunque moleste o irrite, a mediano y largo plazo, es altamente positivo. Erradamente preferimos enterrar un problema, no tocarlo, no resolverlo.
Así se piensa, se enseña y se actúa en nuestra idiosincrasia nacional. Los frutos inmediatos parecieron darle la
razón a esta falsa filosofia: todo queda en nada. Sin embargo, más bien temprano que tarde se cosechan tempestades:
la comunicación va disminuyendo poco a poco. Se inventan muchas razones para justificar este “no conversar los
asuntos”. Se llega a decir que es para no molestar, por
amor.
La torpe ilusión consiste en pensar que cuando algo no
se expresa, el sentimiento desaparece.
29
El amor es algo maravilloso, es algo necesario para
construir la relación de pareja, pero no es suficiente. Además
debemos conscientemente mirar con coraje los momentos
de desencuentro y desde la realidad, la verdad, intentar seguir creciendo.
Cualquier tipo de sentimientos antagónicos, de una u
otra manera conllevan algo de agresividad. Si no se expresan adecuadamente, de todas maneras se manifestarán y en
esta segunda alternativa lo harán de forma inadecuada. Todos tenemos experiencias personales de desatinos, de respuestas desproporcionadas, etc. El error es una actitud anterior: creímos que tal enojo, tal desilusión, tal esfuerzo no
asumido lo habíamos borrado porque no lo habíamos expresado y, de repente, salen juntos y en mal momento porque estaban simplemente retenidos.
La expresión, la manifestación, el diálogo de nuestros
desentendimientos, de nuestras situaciones de conflicto originadas en decepciones o cualquier otro tipo de sentimientos sofocados entre los miembros de una pareja ayudan real
y positivamente a acercarse entre sí más allá del momento
presente de desafio y posible desagrado.
Preguntas
1. ¿Eres capaz de expresar con tranquilidad tus opiniones?
2. Si en un grupo, tú manifiestas una opinión diferente a la de los
demás, ¿sientes que las cosas se presentan en términos de ganar o perder?
3. ¿Qué significa para ti ésta expresión: “unidad en la diversidad”?
4. Al leer esta frase: “mi verdad más tu verdad son más verdad”,
¿qué entiendes tú?
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5. El apóstol Pablo, en la primera carta a los cristianos de Corinto
enseña que la diversidad integrada es signo de totalidad, de organicidad. ¿Recuerdas tú en qué capítulo?
3. Los aspectos positivos del conflicto
El conflicto surgió porque entre tú y yo hay desentendimiento. Para que nuestra relación crezca en esta misma
situación de impasse tendremos que esforzarnos por ser
honestos y reconocer, aceptar nuestro desencuentro.
Ayer nos conocimos... ¿qué esperaste tú de mí?... ¿qué
expectativas me hice yo de ti? Quizá tus locuras me agradaban y tú me admirabas por mi organización.
Ayer nos conocimos y nos invitamos a iniciar una relación de pareja: tú quisiste juntar tus locuras y mi organización; yo quise cuidar lo mío y lo tuyo. Es la amistad, el cariño que tiende a reunir, a integrar. El amor nos invitó a
crecer, a aprender a sumar lo mío y lo tuyo.
Hoy estamos en impasse... En realidad, ¿qué nos pasa?... Hemos vuelto al egoísmo del mundo occidental aprendido en la familia, el colegio, el ambiente. El mundo occidental se quiere llamar cristiano, pero aún no ha aprendido
a respetar el espacio del otro. Hemos vuelto a la competencia: o lo mío o lo tuyo.
La pareja que ha acogido el momento de desencuentro,
porque desea crecer desde su situación crítica, está desafiada a cambiar el “marco teórico”. La pareja es vida y para crecer no se puede excluir al otro. Los miembros de la relación amorosa están invitados a crear un nuevo espacio, a
descubrir que, para la pareja, “mi verdad más tu verdad son
más verdad”. Tu punto de vista y el mío; mi historia de vida y la tuya, tu manera de ser y la mía construyen nuestra
31
relación, nuestra comunión, nuestra nueva realidad que es
vida compartida.
Si los miembros de la pareja logran incorporar esta
nueva filosofía en su relación, el conflicto se les ofrecerá
como una excelente oportunidad de enriquecimiento. Concretamente exige de cada cual despojarse de la suficiencia
ciega que impide toda comunión.
Incluso la discusión y los errores posibles del momento
presente pueden tener un sentido positivo: es el costo necesario de una lenta, pero real transformación de las personas
y de la relación misma.
Resumiendo la idea, digamos que construir la relación dual se da a modo de tarea.
En esta auténtica actividad humana, cada miembro de
la pareja asume el desafio de un nuevo nacimiento con característicos cambios y readaptaciones. Todo este proceso
incluye momentos de crisis que valientemente acogidos y
positivamente manejados conllevan maduración y profundización de las personas y de la relación dual.
Preguntas
1. ¿Cómo entiendes tú está sentencia: “ser feliz es aprender a sumar las diferencias”?
2. ¿Recuerdas tú alguna situación personal que te permitió experimentar esta frase: “mi verdad más tu verdad son más verdad”?
3. ¿Qué sientes tú que significa en la relación dual: “ama a tu pareja tanto como a ti mismo?
4. En el amor, ¿crees tú que deban respetarse espacios personales?
5. Enumera algunas consecuencias de un conflicto personal solucionado positivamente.
32
CAPITULO III
Lo sexual en la vida de la pareja
El centro de la experiencia amorosa está en la corriente emocional de los individuos... Participando
en la corriente de los sentimientos, cada encuentro
de amor es inédito...
Sobre lo sexual se ha escrito y se podrá escribir mucho.
Aquí sólo repetiremos consideraciones muy básicas, pero
que por ser tan obvias, se olvidan con facilidad en la construcción de la pareja.
El ideal es que, a pesar de su simplicidad, sean conversadas por novios y jóvenes esposos. Es muy posible que en
el primer diálogo no resulte fácil expresar los juicios y sentimientos propios. No importa; está dentro de lo esperado,
dada nuestra idiosincrasia.
Sin embargo , también es de esperar que, poco a poco, el tema sexual, a nivel de la pareja, se vaya dando en un
clima más espontáneo. Cuando uno de los miembros experimenta especiales inhibiciones el otro, a través de información o silencio, según sea lo adecuado, apoyará, hará lo menos dificil posible la expresión, el intercambio de opiniones
o sentimientos.
Para facilitar el diálogo sobre lo sexual a nivel de la pareja presentamos a continuación algunas reflexiones.
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1. Historia personal, uso y valoración de lo sexual
No es fácil evaluar cuánto significan hoy en nuestras
vidas las experiencias del pasado. Sin embargo, sabemos
cada día mejor que nuestra historia personal pasada condiciona significativamente nuestro pensar y sentir de hoy.
Tomemos simplemente un ejemplo banal. Al hablar
hoy de “casa”, lo que yo entiendo y siento, de una u otra
manera, en mayor o menor grado, encierra connotaciones
relacionadas con lo que fue y significó en mi historia de vida la propia experiencia de “casa”.
Tengamos también presente que al hablar de experiencias pasadas debemos entender tanto lo explícito y directo como también lo implícito o indirecto.
Finalmente digamos que al referirnos al pasado nos
estamos refiriendo a ideas, sentimientos, imágenes, presencias y ausencias.
La dificultad para evaluar la experiencia del pasado,
también es válida en el área sexual, en particular. Aún más,
si tenemos presente que, a pesar de pertenecer a algo tan
básico, ya que lo sexual se ubica a nivel de lo básico del organismo, la mayor parte de nuestra experiencia en relación
a lo sexual la realizamos preferentemente en la línea de lo
indirecto, lo implícito, lo dado por supuesto. Tomemos un
ejemplo. ¿Qué sabemos de la sexualidad de nuestros padres?... Lo que podemos conocer pertenece a lo indirecto,
a lo implícito, a lo dado por supuesto: porque nosotros
somos sus hijos, suponemos que hicieron el amor, por lo
menos cuando nos engendraron. De la frecuencia, de la calidad, del aprendizaje de la vida íntima de nuestros padres
es muy poco lo que conocimos explícitamente. Pero este
estilo concreto de comunicación, este estilo de abordaje
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del tema de todas maneras es portador de un mensaje. En
una historia personal concreta cada cual hemos formado
nuestras opiniones, actitudes, valores sexuales.
El acercamiento, manejo y sentido del cuerpo, de los genitales, de las zonas erógenas y tantos otros aspectos relacionados con lo sexual, en la gran mayoría de nuestros jóvenes pertenece al mundo de lo implícito, de lo indirecto, de los
supuestos.
Esta realidad crea muchos “fantasmas” en nuestros
muchachos y muchachas y es muy dificil vivir, dialogar con
fantasmas.
Es muy dificil tener un corazón, unas manos, unos ojos
limpios, según el Sermón del Monte, si las telas de araña de
los supuestos ni siquiera permiten primeramente mirar.
El construir la relación de pareja es una tarea. El amor
tiene en ello participación necesaria, pero no exclusiva. Además, las personas involucradas deben compartir una visión
clara, definida, realista en todo lo relacionado con el
cuerpo, la expresión de cariño, la sexualidad.
Preguntas
1. Cuando tú hablas de “casa”, ¿piensas que tu interlocutor
está entendiendo lo mismo que tú?
2. ¿Sientes tú que tienes un acercamiento, un manejo tranquilo,
espontáneo de tu cuerpo?
3. Cuando tú hablas de lo sexual, ¿sientes que entras en un mundo poco claro o definido?
4. Si tú no tienes facilidad para abordar el tema sexual en tus conversaciones, es posible que tu pareja tampoco la tenga. En estas
condiciones, ¿eres capaz de darte permiso para iniciar el diálogo
sexual en pareja con ciertas dificultades, temores, etc. o prefieres guardar silencio?
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5. ¿Crees tú que la vida sexual de los esposos tiene características
propias en cada pareja y que éstas se van descubriendo y consolidando a lo largo del tiempo o, por el contrario, esperas que la
vida sexual sea una actividad estandarizada?
2. Aprender a hacer el amor
Es un hecho que el mundo de lo sexual tiene su propia y
particular historia en cada persona. Esto significa que en cada
miembro de una pareja conlleva características particulares.
Si, en general, la construcción de la relación dual es una
tarea por realizar a través de la vida, específicamente también
lo es en lo sexual.
¿Podría construirse con éxito el área de la vida íntima
si, luego, en cada esposo lo sexual y los sentimientos relacionados se dan en una atmósfera de supuestos?
La vida sexual activa de los esposos necesita, por lo
menos, compartir lenguaje, puntos de vista, valores.
Desde el hogar, cada individuo está sexualmente “programado”, en un determinado estilo. El éxito en una sexualidad compartida entre esposos implica poder expresarse; comunicarse y gratificarse recíprocamente. Esto exige un nuevo estilo en el acercamiento, manejo y comunión sexual.
Una pareja sexualmente triunfadora es aquella que descubrió la “reprogramación” adecuada de la sexualidad individual. Ciertamente que este logro también tiene un precio.
Nada es gratis en la vida. Aquí concretamente se debe pagar el precio de la sinceridad, humildad, petición de ayuda,
aceptación de errores.
En el proceso de aprendizaje de esta comunión sexual
habrá descarte de supuestos y fantasmas e integración de
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ideas, sentimientos, tácticas y estrategias claramente identificadas, acogidas y compartidas.
La relación de pareja es una tarea. En ella el amor es
necesario, pero no suficiente. Además se precisa una reprogramación de la historia sexual personal. Es parte del costo
del éxito en la vida sexual de los esposos.
Preguntas
1. La relación de pareja, ¿la visualizas tú como un desafio en la
vida de sus integrantes?
2. El éxito en la vida sexual de los esposos, ¿lo sientes como un
lento aprendizaje que tiene su propio costo?
3. En nuestra cultura, ¿cuál crees tú que es el precio del éxito
en la vida sexual para la mujer o el hombre de hoy?
4. ¿Crees tú que los esposos se dan permiso para realizar, en forma compartida, el aprendizaje de su vida sexual gratificante?
5. ¿Qué entiendes tú cuando se dice que: “si los esposos entran
en el juego del amor, preferentemente con el lenguaje de los
sentimientos, de la piel, la sabiduría interior los acompañará y la
experiencia amorosa será gratificante y compartida”?
3. Hacer el amor o cumplir un programa
Los jóvenes, en general, están muy preocupados por
“cómo hacer el amor”... Es una pregunta básica que desgraciadamente no forma parte del dialogo común, sereno, maduro ni con sus padres, profesores o guías espirituales.
En tal situación los jóvenes reciben las respuestas pertinentes desde la penumbra de la ignorancia, de la perversión,
de las fuentes menos calificadas.
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Digamos aquí algunas cosas obvias.
¿Qué sentido tiene la vida sexual en la pareja?
En la cultura popular que se preocupa de este tema, presente en las conversaciones, en los chistes, en la pornografía, etc., los mitos acerca de los hombres y de las mujeres
en el campo de la expresión sexual son poderosos y generalizados. Sinceramente creo que para construir una nueva
cultura necesitaremos tiempo, dedicación y capacitación.
Hoy son muchos los jóvenes y las muchachas que, en el
mundo poco claro de los supuestos a los que ya nos hemos
referido tantas veces, igualan, por ejemplo, masculinidad
con tamaño de pene, con hazañas sexuales entendidas como
habilidad para tener erecciones fuertes, mantener por cierto
tiempo la erección llevando a la pareja a orgasmos repetidos. Lo falso en este tipo de ecuación es que tales mitos separan el funcionamiento genital externo del proceso interno
de los sentimientos de cada individuo.
Educados en tales mitos, la mayoría de los jóvenes esposos viven la tragedia de la incomunicación sexual. La vida
íntima de los esposos es pobre, humillante, exigente. No es
raro encontrar en gestación, en esta estresante vida íntima,
futuras frigideces o impotencias.
La vida íntima ha pasado a ser o una representación
mental (se aprendió en los libros, en el mejor de los casos,
la respuesta sexual masculina y femenina); o bien un acto de
rendimiento. No se sospecha de la vida sexual como expresión de sí mismo o como una corriente de sentimientos entre dos personas.
Si hacer el amor no es un diálogo de sentidos y sentimientos entrelazados, compartidos, acogidos, mutuamente enriquecidos, lo que podría ser una excelente ocasión de
encuentro profundo entre esposos, termina siendo ocasión
de distanciamiento, resentimiento, fastidio y desamor.
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Si hacer el amor es repetir una lección, la mente estará preocupada de ir cumpliendo etapas y chequeando cómo
se van desarrollando los momentos. En este ambiente, los
individuos adoptan apariencias externas basadas en lo que se
dice ser correcto y debe agradar a la pareja. Entre lo que el
actor está realmente sintiendo en su interior y lo que está
tratando de mostrar no hay sintonía. Muchos de los hombres de activa vida sexual caen en esta categoría de amantes.
Ellos están tan divididos que su funcionamiento sexual es
meramente genital con incapacidad ya adquirida, aprendida
para involucrar sentimientos. El precio que las personas
pagan en esta anticultura amorosa es alto: incapacidad de
sentir y desarrollar relaciones personales profundas, permanentes.
Hacer el amor es mucho más que cumplir con un programa. Las personas involucradas también están interesadas
en la expresión de sus sentimientos. El centro de la experiencia amorosa está en la corriente emocional de los individuos. Los participantes se dan permiso para concentrarse
en la experiencia misma del placer, entusiasmo o lo que
surja.
Participando en la corriente de los sentimientos cada
encuentro de amor es inédito. Hacer el amor en una línea
de experiencia alimentadora es compartir la vida: anhelos,
esperanzas, alegrías, dolor, tristeza, derrotas, etc.
Si los amantes involucrados están centrados en el sentimiento, ellos podrán armonizar con todo lo que surja y tendrán la experiencia de una corriente entre ambos que es una
recompensa. Por el contrario, si los miembros de la pareja
están sólo empeñados en actuar, ellos tienen un programa
por delante y deben chequear cómo están funcionando. Así
la corriente natural se interrumpe. El sexo es una experiencia más que un quehacer.
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Los daños inmediatos y a mediano plazo ya los hemos
señalado. Los daños a largo plazo también existen. La sexualidad vivida como rendimiento tiene una existencia corta. El
día de mañana las condiciones físicas serán menos fuertes y,
dado el falso enfoque, la vida sexual tendrá que terminarse.
Por el contrario, la sexualidad vivida también como expresión de sentimientos perdurará a través del tiempo.
Preguntas
1. ¿Qué entiendes tú por “separar funcionamiento externo genital del proceso interno de sentimientos de cada individuo”?
2. ¿Qué entiendes tú por “cumplir un programa”, al hacer el
amor?
3. ¿Crees tú que tiene larga vida una sexualidad vivida como
“rendimiento”?
4. ¿Qué entiendes tú cuando lees esta frase: “el centro de la experiencia amorosa está en la corriente emocional de los individuos”?
5. ¿Por qué creen ustedes que, con frecuencia, los esposos se
quejan de “rutina” al hacer el amor?
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CAPITULO IV
Una pareja feliz: receta práctica
Seis pasos necesarios y suficientes para ser una
pareja feliz.
Quizá sorprenda a muchas personas escuchar que la relación de pareja se construye.
En la vida, hay una serie de realidades importantes que
el ser humano tiende a envolverlas en una atmósfera mágica.
Desgraciadamente, los errores tienen también su precio y, tarde o temprano, hay que pagarlos.
Entre esas muchas realidades humanas que tendemos
a mitificar está la relación de pareja. En efecto, dos jóvenes
o no tan jóvenes sienten el amor, deciden casarse y cumplen algunos pasos administrativos. Están casados como
ciudadanos y como hijos de Dios, pero hacia adelante suponen que el éxito en la relación vendrá “por añadidura”.
La verdad es muy diferente. La relación dual necesita
que alguien la construya, le dedique tiempo, la cuide... El
vínculo de pareja, como toda realidad, existe o no existe;
puede existir en excelentes, regulares o malas condiciones;
puede estar sano o enfermo, etc.
Para los jóvenes que piensan casarse y no quieren improvisar su relación de pareja; para los jóvenes esposos que
ya sienten que su relación es dolorosa y no ven por qué, a
todos ellos ofreceremos una “receta” práctica.
Este capítulo contiene muchas orientaciones entregadas en páginas anteriores. Aquí queremos ofrecer un resu41
men. Son actitudes, sentimientos, valores que permiten preparar o revisar el camino de pareja. Es una excelente metodología que garantiza una relación sana y alimentadora.
Contiene seis pasos absolutamente necesarios para ser una
pareja feliz.
Receta para las parejas
Primer Paso: Muestra honestamente quién y cómo eres
Los amantes se suponen personas “paradas en sus propias piernas”. Es decir, que se conocen a sí mismas, que
aman la vida, que aprendieron a relacionarse, que tienen un
proyecto individual en la existencia. Como tales aceptan
sus cualidades y limitaciones y así, a nivel del yo consciente, personal, tienen claro el tipo de pareja con quien desean
hacer camino conviviendo a través de los años.
Si se encuentran dos personas, con estas características,
el primer paso es mostrar honestamente al otro quién y cómo es cada cual. Esto significa primeramente que cada cual
se siente bien consigo mismo y, luego, que desea que el otro
tenga una información verídica.
Asegurados estos dos supuestos, quizá uno de los candidatos a pareja descubre decididamente que le gusta el
otro y desea él también gustar. Si se ajusta o no a lo esperado por el otro, si se mostró tal cual es, lo sabrá pronto.
Esto es economía de tiempo y energías.
En la práctica, esto no es fácil porque significa seguridad, confianza en sí mismo. Traducido a un diálogo interior suena, más o menos, así: “me interesa que yo te guste, pero mi valer no depende de si te gusto o no”.
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En nuestra realidad nacional, nuestros muchachos y
muchachas hacen precisamente todo lo contrario.
Este primer paso está muy lejos de lo que es el inicio
de los noviazgos o matrimonios.
En general, los jóvenes no muestran lo que son; ofrecen lo que suponen que agrada al otro o lo que, en el mejor de los casos, me gustaría ser, pero no lo soy, y, no pocas veces, sé que nunca lo seré.
Así se inician las relaciones teniendo como base lo que
no es. Es decir, las apariencias son la base de los vínculos
que pretenden dar sentido a la vida de las personas.
Las consecuencias, poco a poco, se manifiestan: expectativas frustradas, tensiones, cansancios, tristeza, resentimientos, desamor.
Las parejas que se sienten enredadas y opacas porque
se originaron y tratan de mantenerse en la filosofía de las
“apariencias”, pueden hacer un análisis de costo-beneficios
y verán que, si en un primer momento, parece alto el precio, a mediano y largo plazo, los beneficios de intentar rehacer la relación, en base a lo que es realmente cada cual,
son infinitamente mayores.
Preguntas
1. ¿Qué tipo de relaciones se dan en tu vida de trabajo, de amistades? ¿Aparentes? ¿Reales?
2. ¿Qué crees tú que caracteriza una relación de amistad?
3. ¿Cuáles crees tú que son algunas de las aparentes ventajas de
una relación basada en “apariencias”?
4. La gente joven, en general, ¿crees tú que inician una relación
amorosa basados principalmente en lo que es, en verdad, cada cual?
43
5. ¿Por qué crees tú que algunas parejas se van llenando de resentimientos?
Segundo Paso: Entre tú y tu pareja hay algunas cosas
comunes y otras diferentes: míralas todas
con tranquilidad.
El segundo paso para construir una pareja feliz es mirar con tranquilidad lo que el otro ofrece como manifestación y expresión de sí mismo. Cada cual es como es: tiene gustos, rechazos, intereses, limitaciones, etc.
La relación de pareja se construye con lo que es realmente cada cual.
En nuestro medio nacional y latinoamericano las personas prefieren vincularse con lo que les gustaría que fuera el otro. En esta proyección del otro, en la frontera de lo
irracional, se intenta construir un meta-lenguaje. El que registra los mensajes usa una codificación diferente a la del
emisor y así por ejemplo, se pretende establecer un diálogo
usando significados diferentes: el emisor dice “soy triste” y
el receptor descodifica “eres tierno (a)”. El futuro de esta
comunicación claramente es negativo: es un diálogo de sordos o, peor aún, de locos.
Por el contrario, si el mensaje es enviado claramente y
el receptor lo interpreta adecuadamente pueden darse en algunos momentos situaciones en que si a ella no le gustan las
mismas cosas que a él o viceversa la experiencia de desencuentro en esa oportunidad sólo podrá interpretarse: “en este aspecto particular yo siento así y tú sientes asá y nuestro amor se da de manera fuerte y profunda”.
Si los miembros de una pareja se expresan claramente
lo que les agrada, lo que les desagrada, poco a poco, apren44
den a relacionarse integrando lo que hay en común, y respetando las diferencias. La relación será sana y no se alimentará de interpretaciones que generan angustias.
Preguntas
1. ¿Qué entiendes tú por percepción?
2. ¿Puedes contar alguna percepción que tú hayas tenido y que
después descubriste que no había sido una percepción exacta
por razones emocionales o prejuicios?
3. Cuando expresas tus sentimientos, ¿los comunicas como tuyos o tiendes a expresarlos de tal manera que otros terminen
sintiéndose responsables de ellos?
4. Según lo que tú conoces, ¿el amor de pareja, de hecho, tiende
a estandarizar a los miembros que la componen o incluye también respeto mutuo de las diferencias personales?
5. ¿Conoces algún caso en el cual una persona expresaba claramente algo a su pareja y ésta entendía lo que ella quería oír y no
lo que le estaban diciendo?
Tercer Paso: En nuestras diferencias, nos enriquecemos
El tercer paso, absolutamente necesario en el proceso
de construcción del vínculo dual, es acoger las diferencias
y los desacuerdos que se dan como una oportunidad de crecimiento. Esta actitud positiva y realista madura la comprensión mutua en lugar de dar cabida a humillaciones, reprimendas o críticas. Además, la expresión de diferencias
personales y/o desacuerdos se comparte en una postura de
manifestación de sí mismo más que un juicio o crítica del
otro (a). Es un excelente aprendizaje reconocer diferencias
sin experimentar pérdida de la estima personal.
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Miremos un ejemplo. Si la esposa se siente segura de
sí misma y lo acepta como un valor personal no buscará al
esposo para que la apruebe. La relación con su pareja será
diferente: “tu opinión es importante para mí y la respeto,
pero ello no determina mi valer”.
En un estilo sano de relación, como éste recién mencionado, un miembro de la pareja puede éxpresar al otro
algo que no le guste, y el amor no sufre daño porque, aunque le preocupa lo que gusta o disgusta a su pareja, la importancia y el valer personal no están en juego.
Veamos otro ejemplo. La esposa puede estar tratando
de ofrecer ayuda al esposo; sin embargo, la forma en que la
ofrece puede ser percibida, sentida como intromisión. ¡Es
tan importante convivir entre mensajes claros y positivos!
Digámoslo todo esto en un diálogo fantaseado:
Esposa:
¿Puedo ayudarte en tu informe? Sé que lo tienes que
entregar mañana.
Esposo:
Gracias. Ya estoy terminando.
Esposa:
¿Por qué no dejas que te lo escriba a máquina? Luego
lo puedes corregir y ver lo que tú quieras cambiar. Esto te ahorrará tiempo.
Esposo:
¡Porquería! ... ¡Termina de una vez! ...Yo sé que estás
tratando de ayudarme, pero estoy presionado tratando
de terminar este informe y tú continuamente me estás
interrumpiendo ...
En un primer momento, la esposa puede sentirse herida por este intercambio verbal, pero también puede apren46
der, luego, que si ofrece ayuda a su esposo y él le dice que
no, realmente quiere decir no. Además, la esposa, después
que se le pase el enojo, podrá aprender algo muy importante de sí misma: tiene tendencia a presionar y a su esposo, en
particular, no le agrada que lo presionen. Incluso el esposo
ha ganado porque ha aprendido algo de la esposa que es importante tener presente en la relación y, posiblemente, manejar en forma menos costosa.
Preguntas
1. Cuando alguien expresa una opinión diferente a la tuya,
¿te sientes atacado (a)?
2. ¿Has experimentado últimamente la posibilidad de amar, aceptar a otra persona, a pesar de tener algún punto de vista importante diferente?
3. Cuando tú haces un regalo a tu pareja, ¿le regalas algo que a
ti te agrada o lo que sabes agradará a tu pareja?
4. Cuando tus necesidades, gustos o planteamientos son diferentes a los de tu pareja, ¿te sientes superior, inferior o simplemente distinto (a)?
5. ¿Qué se quiere expresar, según tu punto de vista, cuando se dice
de alguien que en la relación interpersonal es “invasor”?
Cuarto Paso: Date permiso para mostrar tus sentimientos
El cuarto paso en el proceso de construcción de una
relación de pareja exitosa es el compromiso y permiso recíproco de expresar todos los sentimientos. Alegrías, penas,
envidias, dolores, desconciertos, inseguridades podrán salir
afuera y quedar al descubierto.
Si los miembros de la pareja sienten que pueden contar con el otro cualesquiera que sean las circunstancias o di47
ficultades, el amor realmente significa “cuenta conmigo” o
“puedo contar contigo”.
En esta transparencia, poco a poco, aprenderán que, en la
vida, no todos los problemas tienen que ser resueltos, que
tampoco deben estar de acuerdo en todo para funcionar bien.
Pueden darse diferencias no resueltas y, si bien puede
ser, más o menos, doloroso el hecho de no poder llegar a
una decisión que complazca a ambos, sin embargo tampoco se trata de algo fatal o catastrófico.
Lo que sí es necesario para que la relación sea verdadera y como tal crezca, es que todos los sentimientos sean
expresados adecuadamente, oportunamente.
En este estilo de comunicación, de convivencia nadie
lleva en su interior un “peso excesivo” generador de dolor
y resentimientos.
Preguntas
1. Frente a los acontecimientos, a las personas, ¿tú reaccionas
con la “cabeza” o con el “corazón”?
2. ¿Qué es más fácil para ti: expresar sentimientos positivos (amor,
alegría, solidaridad, etc.) o sentimientos negativos (rabia, tristeza, etc.)?
3. Al experimentar sentimientos negativos, ¿tú tiendes a quedarte “pegado (a)” en ellos cuando los callas o cuando los expresas?
4. ¿Por qué crees tú que, de repente, sin motivo aparente, “estallan” algunas personas?
5. ¿Qué puedes decir de la siguiente frase: “las depresiones son
el resultado de frustraciones no asumidas y como tales arrastradas a lo largo del tiempo”?
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Quinto Paso: Conozco tus limitaciones y te amo
El quinto paso en la construcción profunda, estable,
es el reconocimiento y la aceptación de las limitaciones propias y las de la pareja.
En la vida no basta con querer cambiar. En los seres
humanos el cambio, a cualquier nivel, no es fruto inmediato del mero deseo de la voluntad. No basta con que queramos cambiar; el cambio depende también de muchos
otros factores.
Consciente de esto, cada miembro de la pareja puede
administrar sus limitaciones y establecer su programa de
cambios a mediano o largo plazo. Así en la convivencia
tiene derecho a presentar sus limitaciones y responsablemente establecer sus propias fronteras o límites. Este “trazado de cancha” permite a la pareja conocer claramente
ciertas reglas de convivencia y cada miembro aprende a darse y recibir sin resentimientos. La pareja se ama a pesar de
las limitaciones...
No es un buen regalo en la relación de pareja el que
uno de ellos esté de acuerdo o dé al otro si al hacerlo siente resentimiento. Este resentimiento no podrá esconderlo.
De cualquier manera saldrá afuera. Quizá el que reprime
comenzará a sentirse irritado sin saber por qué, quizá notará tendencia a responder en forma inadecuada, inoportuna.
Incluso, entre esposos, alguien puede convertirse en una
persona sexualmente fría... Es otra forma de agresión...
Preguntas
1. ¿Tiendes a “idealizar” a las personas?
2. ¿Sientes frustración permanente al conocer algún defecto de
un ser querido?
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3. Si un amigo (a) te dice que no desea compartir contigo algo
personal, ¿quedas muy frustrado?
4. ¿Qué puede suceder a una persona que por agradar a otra se
exige más allá de sus reales posibilidades?
5. ¿Crees tú que tiene algo, nada, toda la razón una persona que
dice a otra: “si me amaras, cambiarías”?
Sexto Paso: Confia en mí, no deseo herirte.
“Te amo” significa: “cuenta conmigo; a mí me agradaría poder contar contigo”. El amor planteado y aceptado
en esta línea suprime toda posible mal entendida competencia: “lo mío y lo tuyo de signo positivo lo sumaremos;
lo que hay en mí o en ti con signo negativo y que no podemos o no deseamos cambiar, lo respetaremos. Pero, si de
común acuerdo, lo deseamos y decidimos, lo compartiremos y, si uno le pide ayuda al otro, lo trabajaremos juntos”.
En el respeto de las fronteras se va plasmando el estilo, la fisonomía de la pareja.
En el gran supuesto amoroso el darse al amado o a
la amada no depende básicamente de lo que alguien
pida o necesite, depende básicamente de la capacidad de
dar y de las limitaciones propias que tiene el solicitado.
Si las limitaciones de uno impiden el estar compartiéndose, apoyando al otro, éste debe saber interpretar la
ausencia y no traducirla como mala voluntad, desinterés o
falta de cariño. Por el contrario, si un miembro de la pareja por dar al otro lo que pide, desconociendo sus limitaciones, se exige más allá de sus posibilidades reales se está hiriendo a sí mismo, de ahí nacerá un resentimiento del cual
no será responsable en su administración y que, a la larga,
dañará la relación.
50
Por eso, el sexto paso, para construir un vínculo estable y feliz es que cada miembro de la pareja debe dar como un hecho firme, no cuestionable que la intención del
otro es dar todo lo que puede dar dentro del límite de sus
reales fronteras. Si, en un momento dado, pareciera que
uno no está dando, debe suponerse que existe alguna razón
válida para ello y no suponer falta de deseo de dar.
Si suponemos que los miembros de la pareja están
aportando realmente dentro de sus posibilidades, el grado
de cercanía y lejanía de sintonía o desentendimiento, etc.,
no afectará la relación de pareja; muy por el contrario, esa
realidad histórica, concreta irá dando rostro a la relación;
quedará atrás, sin generar fronteras, la relación imaginada,
fantaseada.
Preguntas
1. Suponiendo sinceridad, ¿qué significa para ti el hecho de que
un esposo o esposa diga a su pareja: “desearía poder ayudarte
en este momento, pero no puedo”?
2. ¿Conoces tú alguna persona que por exigirse, en algún aspecto, más allá de sus reales posibilidades, esté mal?
3. Si una persona opina que el amor verdadero es el amor que
idealiza a su pareja ¿qué dirías tú?
4. ¿Qué te sugiere esta frase: “en el respeto de las fronteras se va
plasmando el estilo, la fisonomía de la pareja”?
5. ¿Se puede interpretar toda ausencia como mala voluntad, desinterés o falta de cariño?
51
CAPITULO V
Moral matrimonial
Una pareja sexualmente triunfadora es aquella que
descubrió la “reprogramación” adecuada de las personalidades individuales.
Cada vez que necesitamos abordar un tema, una situación, una persona, corremos el riesgo de realizar sólo
una aproximación. El aquí y el ahora de la vida, ciertamente es realidad, es historia, pero, querámoslo o no, no es toda la realidad, es sólo una parte de la historia. La realidad
y la historia son riquísimas, se construyen poco a poco. Iniciaron su ser en el primer día de la creación y concluirán
cuando llegue el final de los tiempos. Entre el inicio y la
conclusión del tiempo a cada realidad, a cada acontecimiento le falta la perspectiva de la totalidad.
Por otro lado, también es cierto que en la percepción
restringida de las parcialidades hay que integrar algo del
ayer que está en el presente; considerar algo, incluso, del
futuro presente ya en el aquí y el ahora.
Antes de entrar en el tema de moral matrimonial, siento además, necesaria una segunda reflexión. La ciencia ha
establecido un estilo de presentación: entrega el estudio de
los hechos, de las personas, etc., preferentemente desde las
grandes líneas, desde los aspectos más significativos. No
cabe duda que es una sabia y pedagógica metodología.
Sin embargo, tambien es cierto que siempre, junto a las
grandes lineas, hay tambien pequeñas líneas, aspectos me53
nos significativos. La realidad está entretejida con trazos
fuertes y débiles...
En particular, en relación a la “Moral Matrimonial”
también existen algunos aspectos muy significativos y otros
menos importantes.
Las líneas importantes, significativas de la moral matrimonial son presentadas por excelentes especialistas, en todos sus aspectos, tanto a nivel nacional como internacional. Ellos presentan tanto la vida íntima de la pareja en sí
como en relación con los hijos. En este capítulo se suponen estas grandes líneas.
En cambio, el autor, en las presentes orientaciones,
tomará más bien algunas pequeñas líneas, algunos aspectos
que, aparentemente, parecen menos significativos porque
considera conveniente y oportuno presentarlos a la consideración de los lectores hoy.
El marco teórico será eminentemente teológico. Aceptamos que la creación entera, y la realización de cada persona, en particular, es un proyecto de vida en el corazón de
Dios. Este proyecto está llamado a ser realidad, a través del
tiempo, en cada actitud, juicio, valor, pensamiento, imagen,
sentimiento, comportamiento que esté en la dirección de
Dios. Esto mismo lo traducimos éticamente diciendo: “si
tiene signo positivo” y, religiosamente: “si es virtuoso”.
Lo contrario, es decir, lo que impide la realización feliz del proyecto divino tiene signo negativo, es pecado.
Aplicando, en particular, este marco teórico a las consideraciones sobre moral matrimonial, en los aspectos no
relevantes, en relación a la vida íntima de la pareja diremos
que todo lo que apoya la alimentación afectiva de los esposos, en el ejercicio de la sexualidad, es positivo, es virtuoso; por el contrario, lo que impide el encuentro personal
es pecado.
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1. Moral y cristianismo
¿Qué es ética o moral en el cristianismo? El cristianismo es una doctrina en favor de la vida. Todo lo que está
verdaderamente a favor de la vida es ético, moral; todo lo
que impide o atenta contra la vida es inmoral, es pecado.
Acoger, cuidar, hacer crecer la vida en nosotros y en
los que nos rodean, ahí está el por qué y el para qué del
cristianismo (Jn 10, 10; Mt 25, 34-37).
Concretamente para el judío y el cristiano una obra de
creación está en curso, una obra está inacabada (Gén 1,28).
Todo cuanto bloquea esta intención creadora se llama
pecado. Podría llamarse también de otra manera, no es eso
algo relevante.
En la cosmovisión y antropología cristianas lo principal es descubrir y reconocer que algo positivo está en marcha y que es posible destruirlo, detenerlo o retrasar su realización. El pecado es, simplemente, lo contrario a la creación; es la destrucción (los antiguos escolásticos, siguiendo
a San Agustín, lo definían como “factum, dictum vel concupitum contra legem aeternam”).
Todo cuanto destruye la creación o le impide desarrollarse o la fija, es malo...
También el análisis racional del hombre ajeno al cristianismo puede reconocer que existen actos positivos y negativos, según se encuadren o no en el sentido, en la dirección de la creación.
Así puede descubrir y trabajar por lo que es positivo
para el hombre y su desarrollo. También, por el contrario,
puede no querer ver y/o no querer apoyar lo que es positivo.
Esta tendencia a lo negativo, a la nada, a la regresión la puede llamar de cualquier forma, pero la experimenta y es coincidente con lo que el cristianismo llama “pecado”.
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Las relaciones entre lo positivo y el cristianismo no es
algo claro para muchas personas.
Se da un grupo de personas que llegan a pensar que
sin cristianismo no habría moral. En esta posición, el cristianismo, por vía de autoridad, intentaría imponer una moral en la sociedad. Con esta postura encontramos, por un lado, personas que le piden que siga desempeñando el papel
de defensor de la moral. Pero por el otro lado, también hay
personas que quieren matar al cristianismo para sacudirse
el yugo de la moral.
Pensamos que en esta postura, ambos grupos de personas están equivocados. La moral no depende del cristianismo.
Afirmamos más bien que las exigencias de humanismo, las posturas positivas por la vida que constituyen lo
que llamamos ética o moral se fundamentan en la realidad
objetiva.
Se acepte o no la autoridad del cristianismo, subsisten
las exigencias de humanismo, las posturas positivas por la
vida y toda inteligencia normalmente puede leerlas al mirar
y ver lo que es el hombre.
El cristianismo implica exigencias y posturas humanistas; las requiere, las presupone dado que no sería posible
conducir a la humanidad hacia su plenitud, hacia su divinización, como gratuito don, si no está realmente humanizada.
Las exigencias, las posturas de humanismo dependen
de la realidad humana objetiva.
Ciertamente que los católicos recibimos desde el Vaticano nuestras directrices. El pagano, el ateo, el no católico
no tiene por qué aceptar este tipo de orientaciones. Sin embargo, católicos, ateos, etc., por participar en la misma rea56
lidad, experimentable y cognoscible por la inteligencia humana, podemos compartir la misma moral.
2. ¿Qué impide que la pareja viva la sexualidad,
en forma sana y gratificante?
Como lo hemos repetido numerosas veces, cada uno
de nosotros tiene su propia historia personal. En ella, en
un porcentaje no despreciable, todos hemos sido más “víctimas” que “actores”.
Sin embargo, la virtud, lo positivo en el “aquí y ahora”
de cada cual existe y consiste en acoger lo real y tratar de sacarle el mayor provecho.
Si lamentándonos del pasado, llorando por nuestra
condición de víctimas, o, simplemente no tomando conciencia de la posibilidad de sanación que nos ofrece cada
día, la vida, malogramos o vivimos pobremente el presente
personal o social, moralmente somos, directa o indirectamente, responsables del fracaso o de la pobreza de nuestro
comportamiento en nuestras vidas.
Ahora vamos a referirnos directamente a las pequeñas
cosas que pueden hacer fracasar o empobrecer la vida íntima de una pareja de esposos y que, de una u otra manera,
pueden ser responsabilidad personal de ellos. Esto lo llamaremos moral matrimonial y hablaremos de ello en los siguientes acápites.
El aprendizaje de la vida
Lo normal es que tengamos que aprender la casi totalidad de las cosas: comer, hablar, jugar, leer, relacionarnos,
entrar en el mundo laboral, etc., etc.
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La entrada en un proceso de aprendizaje implica la
experiencia de éxitos y fracasos. Normalmente todo aprendizaje es una sumatoria de aciertos y errores.
Si hacer el amor bien y en forma gratificante es un logro para los integrantes de la pareja, tendrá las características propias de toda meta alcanzada. Los esposos que entran en la experiencia sexual recíproca y no se dan permiso para iniciar juntos un proceso de aprendizaje tienen
pocas posibilidades de ser felices y consolidar una experiencia gratificante de vida. Pobre del esposo que, por ignorancia, acepta tener que jugar el rol de “experto” en vida sexual;
pobre de la esposa que se supone “niña alumna” del “gran
maestro”... ¡El precio por pagar será tremendamente alto!
Además, en la vida íntima compartida, como en todas
las áreas del quehacer humano, habrá experiencias óptimas, regulares y fallidas. Lo importante es que los esposos,
al margen de tensiones inútiles, acepten que así es la realidad y, con tranquilidad, traten, poco a poco, si lo pueden,
hacer más frecuentes las experiencias óptimas; mejorar las
regulares; disminuir las fallidas.
Con esta filosofía, el hombre y la mujer esposos se permiten simplemente entrar en el aprendizaje de la vida íntima dispuestos a experienciar el amor, a alimentarse bien
recíprocamente. Esto es hacer el amor en la dirección
de la vida; esto es vivir la intimidad virtuosamente.
Aparentar, exigirse más allá de las posibilidades humanas, es pecado.
Preguntas
1. Cuenta un logro, en cuyo aprendizaje experimentaste los aciertos y errores propios del proceso.
2. ¿Qué sientes tú, por lo general, cuando en una determinada
actividad no logras lo óptimo?
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3. ¿Por qué crees tú que, a nivel de la pareja, se tiende a suponer
que el hombre es un “experto” en práctica sexual madura?
4. ¿Es exacto suponer, como regla general, que siempre los esposos que se aman hacen bien el amor, en el sentido que viven la
intimidad en plena armonía?
5. ¿Qué características, comparativamente positivas o negativas,
crees tú que presenta la vida sexual de una pareja de recién
casados y otra con algunos años ya de esposos?
Capacidad de expresar sentimientos
Toda persona normal reacciona afectivamente.
Los estímulos internos y externos producen una resonancia emocional positiva o negativa. El mundo de las
emociones, de los sentimientos es connatural a las personas.
Si vivo sentimientos de alegría, dolor, inquietud, malestar, etc., tengo tendencia a expresarlos.
Normalmente esta tendencia a manifestar las resonancias afectivas se concreta en palabras, gestos externos, silencios, presencias, ausencias, etc.
Si impido la expresión de mis reacciones afectivas, de
alguna manera, algo queda en mí inconcluso, incompleto,
a medio camino.
Desde el punto de vista de la salud mental, del funcionamiento psíquico son como necesidades no satisfechas;
son como puntos débiles que van introduciéndose en el sistema afectivo personal. Un hombre o una mujer que, en
general, tienen un sistema afectivo debilitado porque no satisfacen la necesidad de expresar la resonancia afectiva son
personas con una vida opaca, triste, no compartida. No existe la expresión de sentimientos y por eso son vidas sin brillo.
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En particular, debemos aplicar todas estas consideraciones a la vida sexual. Hacer el amor sin expresar sentimientos significa que la vida íntima queda incompleta, que
los sentimientos, las emociones, los estados afectivos relacionados con la vida sexual han quedado inconclusos. Además, obliga a suponer el mundo, las reacciones del otro y
eso crea emociones enredadas, no expresadas, fingidas,
ocultas; se bloquea el fluir, se manipula en la dirección de
la vida.
Esta conducta es negativa y éticamente pecaminosa.
Preguntas
1. ¿Cómo entiendes tú esta afirmación: los supuestos son “fantasmas” y con ellos no es fácil ni agradable convivir?
2. Para ti, ¿es más fácil expresar o callar tus sentimientos?
3. Cuando alguien te expresa sentimientos positivos ¿te sientes
incómodo (a)?
4. ¿Crees tú que sea poco frecuente entre esposos hacer el amor
sin expresar los propios sentimientos?
5. ¿Qué entiendes tú cuando se dice que es “pecado” exigirse más
de lo que uno puede o no expresar adecuadamente los propios
sentimientos?
Una autoimagen positiva es una obligación
Nadie está de más en el mundo... Todo ser humano
tiene positividad mínima como para quererse a sí mismo
y esperar que lo quieran los demás (Gén 1,31).
La vida sexual es compartirse... Para que este compartirse, a nivel profundo de la pareja, sea tranquilo, gratificante, es necesario, como mínimo, que lo que cada cual regala
al otro sea aceptado y querido también por la persona misma que ofrece.
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Resulta dificil pensar en un darse tranquilo, gozoso si
lo que entrego, que soy yo mismo, no lo considero positivo.
Para que el ejercicio de la sexualidad sea gratificante es imprescindible que los participantes se quieran a
sí mismos. En otras palabras, si los esposos tienen una auto-imagen positiva, se ofrecerán con alegría y con tranquilidad. Los sentimientos positivos los predispondrán y acompañarán en la vida sexual.
¡Cuántas intimidades malogradas!... Se buscan causas ... Se piensa en esto o aquello externo a la pareja: el lugar, la hora, el cansancio, etc.,etc. Muchas veces falta simplemente valor para confesarse a sí mismo y a su pareja: “no sé
quererme, no tengo confianza en mí mismo(a); perdóname
que al ofrecerme a ti lo haga tan mal. Ayúdame, enséñame
a amarme a mí mismo(a) para poder amarte a ti”.
Aquí ciertamente se ve con mucha claridad lo ético. La
moral cristiana, en la vida sexual, pide a los esposos ser
positivos hacia sí mismos, para poder regalarse bien.
Preguntas
1. Cuando has hecho un regalo a otra persona y ésta no te agradaba, ¿con qué voz, mirada, etc., lo entregaste?
2. ¿La experiencia íntima de amor la sientes como obligación o
regalo?
3. ¿Tú dirías que, en general, tienes hacia ti mismo (a), sentimientos positivos, negativos o neutros?
4. ¿Has pensado que también en la vida íntima de los esposos el
sólo dar o el sólo recibir no bastan porque no crean condiciones reales de encuentro?
5. ¿Cómo explicarías tú esta afirmación: “El camino más corto
para entenderse una pareja es la verdad”?
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Conclusiones
En el matrimonio, el compromiso moral, en aspectos
considerados habitualmente como poco significativos implica:
1. Aceptar que la vida sexual es una sumatoria de aciertos y errores, al margen de lo que uno pueda desear. Es obligación moral tratar de hacer crecer el número de aciertos y
disminuir el número de errores.
2. Aceptar que la experiencia sexual tiene resonancia
afectiva en los esposos. Es obligación moral para la pareja tratar de ser sano, adecuado en la expresión de los sentimientos.
3. Aceptar que lo mucho o lo poco que descubro en
mí es lo suficiente para administrar una auto-imagen positiva. Es obligación moral en todas las personas quererse y
en los esposos, entregarse positivamente.
En el marco de este “pequeño manual de moral matrimonial” la vida íntima será gratificante, alimentadora, porque, en último término, los esposos la estarán viviendo en
el mismo sentido en que Díos la proyectó.
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Indice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
CAPITULO I
Algunas variables que participan en la construcción
de la pareja exitosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. El estilo de las personas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. La expresión de los sentimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Las máscaras sociales aprendidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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21
CAPITULO ll
Los desentendimientos en la relación de pareja . . . . . . . .
1. El conflicto en una relación de pareja . . . . . . . . . . . . . . .
2. Necesidad de reconocer y acoger los conflictos . . . . . . .
3. Los aspectos positivos del conflicto . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CAPITULO III
Lo sexual en la vida de la pareja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Historia personal, uso y valoración de lo sexual . . . .
2. Aprender a hacer el amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Hacer el amor o cumplir un programa . . . . . . . . . . . . .
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CAPITULO IV
Una pareja feliz: receta práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Primer Paso: Muestra honestamente quién y cómo eres
Segundo Paso: Hay cosas comunes y otras diferentes:
míralas con tranquilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tercer Paso: En nuestras diferencias, nos enriquecemos
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Cuarto Paso: Date permiso para mostrar
tus sentimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Quinto Paso: Conozco tus limitaciones y te amo . . . . 49
Sexto Paso: Confía en mí, no deseo herirte . . . . . . 50
CAPITULO V:
Moral matrimonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Moral y cristianismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. ¿Qué impide que la pareja viva la sexualidad
en forma sana y gratificante? . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El aprendizaje de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capacidad de expresar sentimientos . . . . . . . . . . . . . .
Una autoimagen positiva es una obligación . . . . . . .
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Indice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
64
C O L E C C I O N “ FA M I L I A ”
Los padres de los hijos nacidos en la segunda mitad del siglo XX, hoy día viven los cincuenta años... Ellos
al entrar en la vida adulta, al asumir las responsabilidades de la vida lo hicieron, por sentirse a sí mismos hijos de la rigidez, en una postura pendular de : “Nada de
disciplina, nada de verticalidad, nada de tabúes, pero sí
todo cambiante, todo dinámico, etc”.
Lo anterior se refleja en nuestra sociedad dramáticamente en la mayoría de los jóvenes que hoy forman
un hogar: no tienen un modelo familiar esperanzador,
garantizador de éxito duradero.
A estos jóvenes, el autor ofrece “El amor y la relación de pareja”. El libro presenta la tesis de que, en la
construcción exitosa de la relación de pareja, el amor
es necesario, pero no suficiente. Es imprescindible, además, que se den en las personas un determinado tipo
de características de personalidad, sentimientos, actitudes que permitan que la semilla del amor eche raíces, crezca, madure y dé frutos.
Esta obra puede ser útil, en los Colegios, en los
Cuartos Años de Enseñanza Media, en los Grupos Cristianos de Jóvenes y, en general, a novios y jóvenes esposos que deseen triunfar como pareja.

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