Un día en Barcelona
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Un día en Barcelona
Un día en Barcelona (digital).indd 1 19/02/13 18:21 sANT GERVAsi G U dA A v in ida b o ib DEl T Tibidabo A DE DA l T rO N D El PA rC D T U ró D El PU tG ET Via G AU US Ta A v in R E p. G U d A d A rg eNT E lA in A A v in VA l LCG U d A d E arCA C A r rEr Pl. LESSEPS C Arr dE G r A N E r Grà c iA A dE M U N TA N Er V ia AUG US T a GràciA TrA v d E G E S s e Ra r àc iA TrA v d E G E S s e Ra r àc iA ig d E G r àc L‘eiXaMplE PA ss E iA REcoRrEGuT 17KM l nA Go diA Av . G rA n cO RTs V ia D E l e S c ATa L A N Es C A r rEr L a M A dE Rin a lA moNUmeNTAl h si à s m ArC El AD GUd El A v in A r a l ·L P el rAVaL CA rrEr La PA ss E ig d CO m PA E l l U ís n yS GÒTiC PA ss E S A NT ig d E J OA N Er d ‘A U CArr PARC Güell Al on i AG v. d CA r rEr R Eg o m d e l ir CA rrEr lA pr in d E ceSa dE i ig AS ss E rv PA T GE N A S BLa E L ES U dA d A v in G A Ss A N Es dr rAm CA rrEr d FE RrAn E Un día en Barcelona (digital).indd 2 A esTaciÓ DE FrANçA d E lA m ARiN PA ss Ei g d PU jA d E Es E Er d C A r r Es r iB PlAçA DE COLom PAssEig dE COLom A DEl iA n DA Rid RO n me CA rrEr dE SA lvAD OR Es pr iU PArC dE lA BARCelonETa l iTo ral A v in A GUd 19/02/13 18:21 G rA n cO RTs V ia D E l e S c ATa L A N Es Daniel Brühl En colaboración con Javier Cáceres Traducción de Marta Torent López de Lamadrid Un día en Barcelona Argentina – Chile – Colombia – España Estados Unidos – México – Perú – Uruguay – Venezuela Un día en Barcelona (digital).indd 3 19/02/13 18:21 Un día en Barcelona (digital).indd 4 19/02/13 18:21 Para Hanno Un día en Barcelona (digital).indd 5 19/02/13 18:21 Un día en Barcelona (digital).indd 6 19/02/13 18:21 ÍNDICE INVITACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TIBIDABO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CUESTA ABAJO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SANT GERVASI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MONTJUÏC. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA CASITA BLANCA . . . . . . . . . . . . . . . . . . MONTAÑA SERRADA . . . . . . . . . . . . . . . . . GRÀCIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MI PRIMER DÍA EN EL CAMP NOU. . . . . XAVI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CON SHAKIRA Y PIQUÉ EN LA TERRAZA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CÓMO POR POCO ME QUEDO CIEGO Y POR QUÉ ESTOY SORDO. . . . . . . . . . EN LA MONUMENTAL . . . . . . . . . . . . . . . . UNA PERSPECTIVA DIFERENTE. . . . . . . . SANDRA, ¿ERES TÚ? . . . . . . . . . . . . . . . . . . EN EL BORN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . EL RAVAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA GUINDA A UN DÍA ÚNICO . . . . . . . . . 9 11 19 33 43 51 55 63 79 93 101 115 123 139 147 163 169 177 DIRECCIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Un día en Barcelona (digital).indd 7 19/02/13 18:21 Un día en Barcelona (digital).indd 8 19/02/13 18:21 INVITACIÓN Tengo que escribir un libro sobre Barcelona. Sentado en mi banco favorito del parque del Turó del Putget, contemplo la ciudad desde ahí arriba y me pongo a pensar. Tiene que ser un libro personal, un libro donde hable de lo que me ha pasado en esta ciudad desde que nací, de la gente extraordinaria que he ido conociendo aquí con el paso del tiempo, de los lugares recónditos que he descubierto, aparte de las Ramblas y el parque Güell. ¿Qué es lo que más me gusta hacer en Barcelona? Pasear, callejear, fue mi primer pensamiento. No hay sitio mejor para eso que éste: desde la montaña hasta el mar y viceversa, desde que sale 9 Un día en Barcelona (digital).indd 9 19/02/13 18:21 el Sol hasta que se pone. Eso es. El libro tiene que ser un largo paseo. Debe ser una declaración de amor sincera a esta maravillosa ciudad, no una cursilada en rosa como Vicky Cristina Barcelona. También quiero describir qué es lo que me ha mosqueado en nuestros 34 años de relación amorosa, porque son unas cuantas cosas. Es fácil que Barcelona no te guste. Yo también he pasado por esta fase. Esta metrópoli moderna y de alucinante arquitectura de pronto puede antojársele a uno provinciana, agarrada, pequeña. Superado nuestro desencuentro, nos hemos vuelto a reconciliar felizmente. Sobre eso quiero escribir. Mis queridos lectores, este día fantástico consiste en un montaje, una amalgama de distintos momentos maravillosos que he vivido en Barcelona con el paso de los años, desde mi infancia hasta hoy*. Me encantaría que mis historietas sirvieran de acicate para que buscarais vuestro día perfecto en mi ciudad favorita. Así que disfrutad de la lectura, id a la nevera, servíos una Fanta de naranja o un Sprite, añadidle un poco de buen vino tinto, sin pasarse, dos cubitos de hielo, y sentaos. Salut i força al canut! * Los mapas que preceden a los capítulos representan mi pa- seo por Barcelona. Las digresiones mentales que hago por el camino no siempre reflejan los lugares descritos en el capítulo correspondiente. 10 Un día en Barcelona (digital).indd 10 19/02/13 18:21 M IRA B LA U Pa rc de la fo nt de l Racó Avin 1 TIBIDABO g u da del T i b i da bo DA L T RO N D A DE recorrido 200 m Aquí arriba, en la montaña del Tibidabo, uno entiende al diablo y el turbio negocio que parece que le propuso a Jesús: «… et dixit illi haec tibi omnia dabo si cadens adoraveris me», dicen los versículos bíblicos correspondientes. En español: «… y le dijo: Todo esto te daré si postrándote me adoras…». ¿Cómo resistirse? Es temprano, alrededor de las siete, y os aseguro que pocas veces me he despertado tan pronto en esta ciudad. Hoy he hecho un esfuerzo porque por una vez quería disfrutar a toda costa del amanecer sobre Barcelona desde aquí arriba. El mejor sitio para hacerlo es el restau- 11 Un día en Barcelona (digital).indd 11 19/02/13 18:21 rante bar Mirablau. Un clásico, nada especial desde un punto de vista gastronómico, pero con un ventanal que seguramente ofrece una de las mejores panorámicas de Barcelona. El camarero, somnoliento y gruñón, refunfuña algo para sus adentros mientras anota mi comanda. Típico de España. ¿O es sólo que no me ha entendido? Le he pedido «un cortado y un sándwich mixto»; a lo mejor no ha querido entenderme. Pruebo en catalán: «Un tallat i un biquini». Al final me lo trae. «Aquí tens», me ladra cuando vuelve y me tira la taza y el plato encima de la mesa: ‘Aquí tienes’. Busco el asiento más apartado de él. En el fondo me gusta esta hosquedad, este malhumor descarado que brota de las entrañas y se exhibe sin ningún recato. Porque mi abuelo era precisamente así. Natural de la ciudad andaluza de Málaga, primero se fue a vivir a Madrid. Sin embargo, en los años cincuenta se instaló en Barcelona y trabajó de periodista y cronista taurino. Arrastraba siempre consigo a su mujer, quien lo seguía con absoluta resignación, como correspondía a aquellos tiempos (y como en España, en parte, corresponde todavía). Aún me parece estar viéndolo, sentado con una manta 12 Un día en Barcelona (digital).indd 12 19/02/13 18:21 frente al televisor, estoico, serio, con un cigarrillo Ducados (o sea, el tabaco negro más fuerte) en la mano y un termo de café hirviendo delante. Siempre entraba en el salón con un sentimiento de tremendo respeto, sin atreverme apenas a acercarme al sillón donde, a mis ojos de niño, él parecía haber echado raíces. ¿He dicho respeto? ¡Qué va! Era mucho más que eso. Pánico escénico. Yo quería a toda costa captar su atención y sabía que para impresionar al anciano tenía que ocurrírseme algo emocionante de verdad. Nada de chiquilladas absurdas, nada de lloriqueos afeminados como «Santi me ha quitado la pelota» o algo así. No, no. Él quería oír historias bien contadas, no demasiado largas, pero con gracia, y epopeyas heroicas. Empecé a mentir por él. Porque lo que más le gustaba oír eran historias de fútbol. Y lo que yo era capaz de hacer en el campo de fútbol nada tenía que ver con las proezas y los goles inconcebibles que le relataba. Con mil colores me pintaba ante sus ojos chutando a porterías imaginarias, le explicaba cómo desde la línea media corría hasta la portería contraria, regateando a todos, como Pelé o Alfredo Di Stéfano en los años mozos de mi abuelo, Diego Maradona en aquel momento o Lionel Messi en la actualidad. Los demás chi- 13 Un día en Barcelona (digital).indd 13 19/02/13 18:21 La familia Un día en Barcelona (digital).indd 14 19/02/13 18:21 Un día en Barcelona (digital).indd 15 19/02/13 18:21 cos me llamaban Brrrreme, Clinzmann o Coolerrr, por lo menos eso era cierto, y como era alemán automáticamente me elegían siempre. En aquel entonces Alemania era un monstruo futbolístico, los títulos de campeona europea y mundial no quedaban tan lejos en el tiempo, por eso los españoles también se esforzaban en pronunciar nombres que a ellos les sonaban como si alguien se hubiese tragado clavos: Brehme, Klinsmann, Kohler. Yo llevaba un sello futbolístico de calidad, un Made in Germany en las suelas. «Así —preguntaba mi abuelo con unos ojos aún más chispeantes que los míos—, ¿por cuánto habéis ganado?» Se sobreentiende que en mi narración el equipo rival se había hundido estrepitosamente, cuando en realidad así era como nos habían derrotado. «¿Qué equipo erais vosotros?», quería saber siempre el abuelo, y ahí también me veía obligado a contar un embuste. Porque sólo podía y debía haber una respuesta a esa pregunta: el Real Madrid. Era su equipo favorito, aunque viviese en la ciudad de sus rivales más acérrimos. «¿Y los otros?» «Pues… el Fútbol Club Barcelona», me apresuraba a decir yo cada vez. A lo que también cada vez él me respondía: «Muy bien, chaval». Para terminar diciéndome: «¡Siéntate en mi regazo!», lo que no era sólo un gran honor, sino 16 Un día en Barcelona (digital).indd 16 19/02/13 18:21 algo que me encantaba. Porque el olor de mi abuelo español era maravilloso; olía a Agua Brava, el aftershave de Puig, a tabaco y una vida larga. A los dos minutos ya se había cansado de abrazarme, volvía a adoptar su gesto ceñudo, me espetaba un «¡Hala!», que casi equivalía a un «¡Levanta!», y me daba una palmadita de ánimo. Fin de la audiencia. Entonces yo me iba con mi abuela para que me diera una de las magdalenas que había sacado del horno y cuyo aroma rivalizaba en el aire con el de las nubes de humo del abuelo. Sí, aún digo magdalenas, aunque ahora en muchos locales españoles también las llaman muffins desde que los norteamericanos han descubierto el café. Muffins, ¡bah! Detesto esa palabra. Pero el malhumor de los ancianos españoles… ¡eso sí que me gusta! Me gusta tanto como el día de hoy, que promete ser maravilloso. Poco a poco el sol se digna salir, se eleva por encima de la ciudad, rodando por la costa y el barrio de la Barceloneta, donde antaño no vivían más que pescadores, hace resplandecer las callejuelas oscuras y sinuosas del Barri Gòtic, inunda el tablero de ajedrez del Eixample y la distinguida Zona Alta, Sant Gervasi, Sarrià, Pedralbes: la ciudad entera que ahora se convertirá en mi refugio. Porque los turistas no se hacen 17 Un día en Barcelona (digital).indd 17 19/02/13 18:21 esperar mucho. De hecho, la puerta se abre y entran los primeros grupos en el local. Hora de pagar. Hora de irse. Un día en Barcelona (digital).indd 18 19/02/13 18:21