¡Claro que soy `Cateto a babor`! - Blogs
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DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2008 MADRID: Miguel Yuste, 40. 28037 Madrid. 91 337 82 00. Fax: 91 304 87 66. BARCELONA: Consell de Cent, 341. 08007 Barcelona. 93 401 05 00. Fax: 93 401 06 31. BILBAO: Ibáñez de Bilbao, 28, 6º A. 48009 Bilbao. 94 413 23 00. Fax: 94 413 23 13. SANTIAGO: Rúa Nova, 39, 1º. 15705 Santiago de Compostela. 981 58 99 00. Fax: 981 58 59 21. Pub: 981 58 26 00. SEVILLA: Cardenal Bueno Monreal, s/n, Edificio Columbus. 41013 Sevilla. 95 424 61 00. 95 424 61 10 (pub.). Fax: 95 424 61 24, 95 424 61 16 (pub.). VALENCIA: Poeta Querol, 11, 1º. 46002 Valencia. 96 398 11 50. Fax: 96 351 17 31. ATENCIÓN AL SUSCRIPTOR Y PROMOCIONES: 902 11 91 11. Depósito legal: M-16295-2004. © Diario EL PAÍS, SL. Madrid, 2007. “Todos los derechos reservados. 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Y la gente que me quiere es la multitud que me rodea. P. ¿Y la multitud se va a tragar el libro impunemente? R. ¡Pero no lo sabe usted bien! Porque es precioso y ameno. P. ¿Es un strip-tease? R. No, coño. Lo hago totalmente vestido. Cuento todo lo que puedo contar, lo que debo contar. P. Se pasa el libro quejándose de que no ligaba. R. Y es verdad. Yo no he ligado nada. Sólo una vez: mi mujer. Con eso me basta, ¿eh? He sido un poquico el perseguidor de las suecas, y me han apetecido, pero no he querido. La única vez que ligué me ligó Ingrid Thulin. Me ligó anímica, ideológicamente. Se enamoró de mí en un rodaje, en Playa de Aro. P. ¿Usted es irresistible en bañador? R. Sí [carcajada]. Yo a mí mismo me noto la irresistibilidad. P. Tras colgar los hábitos, ¿no echa de menos la sotana? R. No, porque llegó un momento que perdí la ilusión de ponérmela. P. Dijo que le contó a Jesucristo lo de su retirada. ¿Él respiró aliviado? R. No me dijo nada. Normal- mente, no me contesta, cosa que me cabrea muchísimo. Yo a Dios le llamo Manolo, porque es bonito, es un nombre apetecible. P. Siempre ha sido más Sancho que Quijote. ¿Sólo cuestión de centímetros? R. Era Sancho, pero adoraba a Don Quijote. Su forma de encauzar la vida, de querer el bien de los demás es algo que he sentido muy dentro. Sentí no hacer la segunda parte, en la que yo iba a la isla Barataria. P. ¿Cuál es su ínsula Barataria? R. Madrid. Hace bien poquico tuve la suerte y la alegría de que Madrid me diera su medalla de oro. Cincuenta años después de mi llegada. Algo habré hecho bien. P. En lugar de DNI lleva un carné de mus. ¿Qué le dice la policía cuando le detiene? R. No me han detenido nunca. Y, cuando me ven el carné, dicen: “Ah, coño, ¡enhorabuena!”. P. No quiso jugar al mus con el Rey por no ganarle. ¿Usted siempre lleva más reyes? R. No. Pero el mus tiene un léxico muy particular. Y tenerle que soltar, en un momento dado, “no seas gilipollas”, resultaba un poco duro. P. ¿El Rey es más de copas o de oros? R. Pues yo creo que alterna. P. ¿Y quién es la sota? R. ¡Joder! Pues la que tiene el basto y lo apoya en el hombro. P. En ETB dicen que el lenguaje más hablado en el País Vasco es Perfil Con 75 años y tres hijos, jura que no volvería a trabajar ni pidiéndoselo Spielberg, y dice que disfruta levantándose a las 12.00, dando un paseo o yendo al cine, pero, sobre todo, estando en casa con Maite. “El año que viene hacemos las bodas de oro, y no me cansa”. Su “recuerdo imborrable”, una visita en el año 1989, a Figueras, donde vivió a los ocho o nueve años, en la que 40 compañeros de colegio le dieron una comida: “Sorpresa y maravilla”. el de los tacos. ¿Dónde lo estudió, que lo borda? R. Soy el rey del taco. El mejor. Me he enseñado yo mismo. P. ¿Elabora, o sólo copia? R. Elaboro. Porque el taco no es sólo decirlo. Es el tono. Y el tono yo lo doy como nadie. P. ¿Borraría algo de su biografía, como las españoladas de los años sesenta y setenta? R. ¡Está loca! Ni hablar del peluquín. Quizá haga mal, no lo sé. Pero estoy encantado de mi vida. De todo. P. ¿Sigue siendo un Cateto a babor? R. Un chico que quiere el bien de su hermano, que se comporta fenomenalmente, que lucha por ser el mejor, que se enamora de una cieguecica y la consigue… ¡Joder! Claro que soy Cateto a babor. P. Pues imagínese Vente a Alemania, Pepe en Hollywood. R. Me hubieran dado un oscar. Seguro. P. La Real Academia Española va a aceptar el término landismo. ¿Se han vuelto locos? R. De locos, nada. Han acertado y merecen premio. El landismo es un fenómeno sociológico representado y enarbolado por mí, y del que me siento muy orgulloso. P. Presume de hacer el mejor dry martini del mundo. ¿Se cree James Bond? R. James Bond es un soplagaitas a mi lado. No tiene ni idea. Él el martini lo hace con vodka, cosa que a mí no me gusta. Tiene que ser con ginebra, y de la buena. P. ¿Y eso de que hasta Al Capone tenía ternura? R. Es verdad. Tiene rasgos de ternura, de cariño. P. Como defraudar a Hacienda. R. Ahí yo le doy un diez… Aunque yo no he defraudado nunca. Siempre me han cogido, y lo he pagado. P. Tiene fama de ser un poco fachilla. R. ¿A qué le llama usted fachilla? Yo soy de derechas. Y uno puede ser de derechas sin ser facha. Yo soy un tío cojonudo. Lo tengo a gala, y me lo creo. Y creo que me comporto como buena gente. P. Lo que tiene es el ego muy bien puesto. R. Sí, sí lo tengo. Soy consciente de lo que soy y de qué pie cojeo. Pero también de lo que debo y de lo que quiero. En los países anglosajones el deporte es la base de la educación. El esfuerzo, la audacia, el juego limpio, no dar nunca nada por perdido hasta el final, aceptar la victoria o la derrota con elegancia son valores que se desarrollan primero en el patio de los colegios, se transforman en conocimiento en las aulas y de ellos se nutre luego la moral ciudadana. En la cultura anglosajona el pensamiento se genera a través de la acción. Con esta regla crearon su imperio. En la educación latina, en cambio, queda establecido que en el principio era el verbo, que siempre termina haciéndose carne. España ha sido tradicionalmente un país verborreico, tierra propicia para leguleyos, abogados, tribunos, predicadores y sacamuelas. Durante el franquismo, un mando falangista daba la asignatura de formación del espíritu nacional en la escuela. Con soflamas patrióticas, que eran puro flato, llevaba a los alumnos por el imperio hacia Dios y desde los luceros se bajaba después al recreo donde un instructor desganado y fondón dirigía una tabla de gimnasia rudimentaria con un bocadillo de chorizo en la mano. Los charlatanes apenas han cambiado de tarima, pero de forma casi milagrosa España ha generado hoy una floración de campeones del mundo en el deporte. Mientras este país sigue produciendo, en general, políticos, artistas, escritores y científicos sin ningún significado en el orden internacional, unos deportistas de élite no cesan de generar victorias que obligan una y otra vez en cualquier parte del planeta a tocar el himno e izar en el mástil la bandera española, que aquí ha representado lo más rancio y nefasto del patriotismo. El éxito mundial en el deporte comienza a ser una costumbre en esta tierra de perdedores. Los jóvenes han comenzado a asociar la patria, no con un desfile militar ni con un acto político institucional, sino con la figura de cualquiera de nuestros campeones subido en lo más alto del podio. En Grecia se solía derribar parte de la muralla de una ciudad para que entrara con todo esplendor el atleta que había triunfado en los juegos olímpicos. Pero eso sucedía cuando en el principio era la acción y el verbo no se había convertido todavía en nuestra carne. I. GOYAS. LA ENTREVISTA Alfredo LANDA “Yo me sé cabrear muy bien” Lo deja. Tras más de 120 películas, se va. Insiste: no quiere saber ya nada de trabajar. Se marcha a disfrutar de la vida, su mujer y sus nietos. De despedida, el Goya de honor. Por Borja Hermoso. Fotografía de Jordi Socías V oces autorizadas habían alertado al incauto ante la perspectiva de una cita con Alfredo Landa, hipotético monstruo del averno. “¡Uffff, Landa, vete con cuidado!”. “A ver cómo tiene el día” o “prepárate” eran algunos de los avisos a navegantes. Y no tenían razón, o la tenían sólo a medias, porque, una vez enfilada la proa, el acorazado Landa, todo un carácter, navega solo, con prisa, sin pausa y sin freno, apabullante como un cíclope bajito y cabreado, sí, aunque en el fondo no lo está, sólo lo parece, y la cosa desemboca casi en lo entrañable. 36 EL PAÍS SEMANAL Landa da cita en el bar de un hotelito madrileño, imperceptible y muy años setenta. Es su cuartel general, su santuario pagano y su salón de tertulias los sábados al mediodía, según se mira al fondo a la derecha de la barra, y algún vinito cae, porque arreglar el mundo se hace pesado. Landa fabricó el landismo hace cosa de 40 años y sigue fascinado con él, como muchos españoles, da lo mismo que unos lo confiesen y otros no. Pero se va. Cansado –y algo desencantado– de una vida de cine, está dispuesto a pegarse ahora la vida padre. Y marido. Y abuelo. El noble ALFREDO LANDA arte de no hacer nada y tirarse el rollo; en fin. Quedan lejos, pero tan cerca, salvajadas cañís y raciales como Cateto a babor, No desearás al vecino del quinto, Un curita cañón o Vente a Alemania, Pepe. También personajes de altura cinematográfica como el sobrecogedor Paco el Bajo de Los santos inocentes, de Camus (premio de interpretación en Cannes junto a Paco Rabal); el Germán Areta de El Crack, de Garci, o el Sancho Panza que compuso para Manuel Gutiérrez Aragón. Por todo ello –por todo– recibirá el domingo que viene el Goya de honor de la Academia del Cine, en una gala de la que Alfredo Landa puede salir con dos cabezones bajo el brazo, ya que también opta al Goya al mejor actor por el que, asegura, será su último papel en el cine, Luz de domingo, de su antes amado y ahora denostado José Luis Garci. Llegan al fin las buenas noticias para Alfredo Landa, últimamente acosado por otras noticias mucho peores en forma de problemas de salud, no sólo en carne propia, sino también en la de su esposa y confidente, Maite. Tuvo Alfredo Landa la desfachatez de nacer el 3 del 3 del 33 a las tres de la tarde, y vive en el número 3 de su calle, a la sazón Comandante Franco, y hasta hace nada tenía tres nietos, uno de ellos de tres años, llamado también Alfredo Landa. Qué cosas tiene usted. Pues sí, mira tú qué cosas con el dichoso tres. Y otro de mis nietos se llama Jerónimo, qué majico es. Se puso como loco el día que le dije que a su abuelo le habían concedido el Goya de honor y que además le habían nominado a mejor actor del año, y que además iba a ganar los dos premios. Anda que no va usted sobrado de confianza. ¡Que sí, hombre, que sí, que voy a ganar los dos, aunque le joda a Garci! Eso, la que ha montado usted con su cabreo con Garci. ¿Pero no eran ustedes íntimos? Éramos, éramos, pero se acabó. Cosas. Hombre, será un mal rollo pasajero. No, se acabó para siempre. Y mira que José Luis ha estado en casa, yo en la suya, me ha llorado en el hombro y yo a él y todo eso, pero se acabó. A mí no se me hacen estas cosas. [A la pregunta de cuál fue el motivo concreto del desencuentro, Alfredo Landa contesta con una larguísima, personal e intransferible explicación plagada de pelos y señales, explicación que no se publica aquí porque así lo ruega el interesado]. 38 EL PAÍS SEMANAL Bueno, ¿y qué hará si gana los dos ‘goyas’? Invitaré a todo el mundo a casa a tomar dry martini, porque no sé si sabe la gente que yo hago el mejor dry martini del mundo. Lo tengo todo escondidito en un cajón de la nevera que sólo puedo tocar yo. La ginebra, las copas, el vaso mezclador, todo. Dejo huella con el dry martini, dejo huella. Así que Alfredo Landa, natural de Pamplona, hijo de guardia civil, criado en San Sebastián, emigrado a Madrid, inventor del ‘landismo’... Pues sí. Hombre, yo a San Sebastián la respeto y la quiero mucho, allí paseé la pubertad y esas cosillas, pero, este... ¡Yo soy navarro, ante todo y por encima de todo, navarro! Y que no me toquen el magro con el tema. Ser navarro marca nivel. Yo hace poco dije en una entrevista que nada de que Euskadi anexionara Navarra. ¡En todo caso, que Navarra anexionara Euskadi! Bueno, pues recibí muchas llamadas de familiares, y sobre todo la de mi primo Javier, que me soltó: “¡Oye, Alfredo, te llamo porque me has puesto a cien, y porque tienes unos cojones como el caballo de Santiago!”. Por cierto, perdón; la primera pregunta de esta entrevista tendría que haber sido ‘¿qué tal esa salud?’. Y yo te hubiera contestado: ¡Maravillosa! Todo en orden. Muy bien. [Dibuja con las manos un gesto definitivo de que todo está resuelto]. También su mujer estaba delicada. ¿Cómo se encuentra ahora? Estupendamente, fenomenal. Un milagro. Si estaba casi muerta… Bueno, es de suponer que el médico le habrá quitado a Alfredo Landa lo del ‘dry martini’. ¡Nada de eso! Mira: Augusto, mi médico, me dijo que comiera y bebiera lo que quisiera; hombre, con medida, como todo en esta vida. Me pidió que procurara no pasarme con la bebida destilada, eso sí. Normal. Pero tomo, tomo, ¿eh?, aunque no abuso. Hombre, cuando hay que celebrar algún evento gordo y tal... Por ejemplo, cuando gane los dos goyas caerá alguno, claro. De lo que sí se ha retirado es del cine. O eso dice. ¿Nos lo creemos? Nos lo creemos, nos lo creemos. Pues se ha tirado casi medio siglo haciendo películas, y eso... Quítale lo del casi. Y eso acojona. No. Hombre, visto desde fuera, impresiona. Ciento veinte películas a las espaldas. Ah, no sé, no me he puesto yo nunca en la piel de los de fuera, sólo en mi piel. Hombre, yo comprendo que, según la forma de ser que uno tenga, la visión de la vida y tal, pueda impresionar. Pero a mí no, nada. mucho al cine –dos o tres veces por semana, seguro– y en ningún momento he sentido envidia. Qué raro. Soy más raro que la pera. Hombre, yo vi la peli esa alemana de La vida de los otros y vi a ese actor que estaba del carajo de la vela de bien, pero nada, nada de envidia. ¿Cabe o cabrá alguna dosis de arrepentimiento? ¿Ha empezado ya el camino hacia la nostalgia? ¿¡Quééé diiices!? Mira, esa decisión yo la tomé en el mes de marzo, pero la tenía pensada desde las navidades anteriores. Y me lo pensé mucho, le di muchas vueltas a la cabeza, y calibré mucho lo que entrañaba la decisión de retirarme. De no hacer ni una película más, de decir adiós, de empezar a verlo todo desde fuera, con cariño, pero desde fuera. Y al cabo de muchos días de pensar me dije: “¡Lo tengo claro!”. Y cogí a Maite, mi mujer, y le dije: “Siéntate, que tenemos un temita importante”. Porque Maite es mi 50%, mi proyección, mi pensamiento, mi modo de estar y de hacer... ¿Qué cosas descubre uno tras tomar la decisión de dejarlo? Pues una de las cosas importantes que yo descubrí fue que, en “GARCI Y YO ÉRAMOS ÍNTIMOS, PERO SE ACABÓ. SE ACABÓ PARA SIEMPRE” ¿Su prolongación? ¿Y usted la suya? Sí. Totalmente. realidad, había circunscrito toda mi vida al cine. Oye, que llevo 47 años casado con Maite, más otros cuatro de noviazgo como aquel que dice. Eso es mucho arroz. Y ahora vamos a disfrutar. Y de los nietos, claro. Pero hay toreros que se cortan la coleta y luego acaban renaciendo como el ave fénix. No será usted de ésos, ¿no? ¡Que nooo, que nooo! Mira, hay gente que me plantea eso y, vale, yo lo admito. Pero es que se olvidan de una cosa: yo soy navarro. Un tío serio. Y si digo una cosa, la digo y la hago. Soy un tío de principios. ¿La persona que ha limado el diamante en bruto, con perdón, que iba dentro de Alfredo Landa? Pues sí, porque si hay diamante, es verdad que es bien bruto. Anda, ésa es una de las cosas que más dice Bueno, pues nos tomamos un pelotazo y la gente que tiene pero que en realidad se lo expliqué. Le dije que acababa de menos abunda: los principios. Bueno, rodar Luz de domingo, de Garci, y que, vale, pues para mí son fundamentales. Y aunque no había tenido problemas con no hay que decirlos; hay que tenerlos y nadie, había sido para mí una experien- hacerlos. cia incómoda por cómo se habían hecho ciertas cosas y por la trayectoria que O sea, que en el caso hipotético de que había tomado la película. Película en la gane los dos ‘goyas’... ¡Que no, que hipotéque, por cierto, yo estoy fenomenal, por- tico no, que me los van a dar! que es uno de mis dos o tres mejores papeles, pero que a mí no me gusta cómo Digo que ni en ese caso se replantearía la quedó. Y le dije a Maite que eso me había retirada, ¿no? No, nada, ¡mecagüendiez, hecho pensar mucho. Y que la conclu- si sería la retirada ideal! Mira, un día, sión era que me iba a retirar. Bueno, que hablando con Jesucristo –porque yo nos íbamos a retirar. Pero que necesitaba suelo hablar mucho con él a título de consultárselo. Ella me miró y me con- “oye, tú, joder, lo esto y lo otro”–, le dije testó: “Olé”. Me dijo eso la tía. Y se quedó que ya sabía que iban a venirme con oferzanjado el tema. tas y cosas si ganaba el Goya. Pero, nada, no hay nada que hacer. Ya pueden venir, Ya, pero repito: ¿ha asomado la nostal- ya. Bueno, ya he tenido ofrecimientos, ¿eh? Pero nada, nada. gia? Absolutamente nada. Y eso que la posible nostalgia fue una de las cosas que más calibré al tomar la decisión. Yo sé Ahora se dedica a la vida contemplativa. que voy a perder muchas cosas de las que ¿En qué consiste no hacer nada? En nada. En no levantarse antes de las doce. En ayudan a vivir la vida, pero eso no es lo importante. Es cojonudo, porque yo voy irse al frigorífico, prepararse un gin-tonic EL PAÍS SEMANAL 39 ALFREDO LANDA y tumbarse en la terraza a leer el periódico. En eso. Historia de ese señor bajito ¿Y? Llegué a la altura de Alsasua y todavía estaba llorando. Adiós a mis padres, adiós a mis amigos, adiós a San Sebastián. ¿Por qué? Porque llegó un momento en el que me di cuenta de que la pasión que yo tenía ya no era pasión. Todo el mundo tiene un hobby: unos coleccionan sellos, otros monedas, otros mariposas... Pero, en mi caso, mi hobby ha sido mi profesión. A veces me he puesto a considerar mi vida y me he preguntado: “Y si no hubieses sido actor, ¿qué coño habrías sido?”. Y me he contestado: “¡Habrías sido un gilipollas!”. Porque no tengo otras pasiones, ni las he tenido. Pero ahora se me ha ido esa pasión, pero no me importa. A lo mejor habría sido algo serio, como abogado, como quería su madre, en vez de eso tan desprestigiado de cómico. Je, je, je, pues a lo mejor. Oye, que yo hice primero de Derecho, ¿eh? ¿Cómo recuerda su juventud donostiarra, la época del Teatro Español Universitario y todo aquello? Pues como si fuera ayer. Recuerdo el TEU y cómo ensayábamos en un desván destartalado del antiguo Instituto Peñaflorida, lo que hoy es el Centro Cultural Koldo Mitxelena de San Sebastián. Y recuerdo cómo un día, volviendo de noche a casa después del ensayo, empecé a repetirme sin parar: “Yo tengo que ser cómico, yo tengo que ser cómico”. Tenía 16 años, pero ya lo tenía muy claro. También me acuerdo de la sección de teatro de las juventudes de Acción Católica, que dirigía Alberto Aróstegui. Y fue él el que me propuso debutar, en una obrita de Muñoz Seca que se titulaba Señor Tressols. Yo le dije que ni hablar, que no sabría hacer aquello. Pero al final fui y lo hice. Y tuve un éxito de cojones. Me aplaudieron tres mutis por el foro. Entonces sentí como un destello y supe que iba a ser actor. Tiene cojones. Debió de parecerse a eso que Mick Jagger y otras estrellas del rock han llamado “el orgasmo del directo”. Pues debe de ser, sí. ¡Je, je, el orgasmo! Fue la leche. Y eso que, repito, su madre no quería ni oír hablar de cómicos. ¡Pero si hasta hizo en Pamplona una reunión familiar con mi tío Serafín y mi tía Felipa para decirles que Alfredico se quería meter a actor! 40 EL PAÍS SEMANAL ¿Y después de los adioses y las lágrimas? Llegué a Madrid, salí de la estación de Príncipe Pío con las piernas que no me tenían, miré a un lado, miré a otro y me dije a mí mismo: “Y ahora, ¿por dónde le meto yo mano al melón?”. Hablamos del año 58; échale cojones al asunto, ¿eh? Y con la carta de recomendación, ¿qué pasó? Ah, pues eso, que le llamé a Higuera y no me hizo ni puto caso, claro. Lógico. Hombre, es que era usted un pobre diablo. Ni más ni menos que un pobre diablo. Alfredo Landa (Pamplona, 1933) debutó en el cine por la puerta grande con 29 años gracias al ojo del tándem José María Forqué/Pedro Masó. ‘Atraco a las tres’ fue el arranque de una ristra de más de 120 películas donde se mezcla la inconfundible figura del ligón de playa reprimido y chuleta con no pocas muestras de alta capacidad interpretativa (‘Los santos inocentes’ es su cumbre, junto a otras muestras de cine ‘serio’ con Garci, Cuerda, Martín Patino o Gutiérrez Aragón). Pero había sido el teatro, muchos años antes, el que le había abierto las complicadas puertas del éxito. Landa, hijo de guardia civil, contravino pronto la estricta filosofía familiar, que exigía un abogado en casa, y se enroló en las filas de los cómicos; primero, en la rama donostiarra del Teatro Español Universitario (TEU), y luego, ya en Madrid, “metiéndole mano al melón”. Y, claro, le dijeron que no me dejara, que qué iba a decir la gente. Pero yo le avisé a mi madre: “Mamá, si no me dejas irme, me quedo y acabo la carrera de Derecho, pero si a los 40 años soy un infeliz, te voy a echar la culpa a ti”. Y ahí se acabó la discusión, me dijo: “Vete”. Tardé una semana en meterme en el Expreso a Madrid, con 7.000 pelas que tenía ahorradas y una carta de recomendación Y a los cuatro años, el pobre diablo ya estaba rodando con Forqué ‘Atraco a las tres’. Pues sí. El 18 de octubre de 1962, yo debuté en el cine con Atraco a las tres. ¿Qué le debe a José María Forqué? ¡Hombreeeeee! Mucho, mucho, mucho. Forqué y Pedro Masó se habían fijado en mí el año anterior en el Teatro María Guerrero, donde yo estaba haciendo Eloísa está debajo de un almendro, con dirección de José Luis Alonso. Masó le preguntó a Forqué: “Oye, ¿quién coño es el bajito ese, que no le conozco de nada?”. Y Forqué cogió el programa y le dijo: “Uno que se llama Alfredo Landa”. Y Masó: “Llámale y que venga al despacho”. Y tres días después me soltó Pedro Masó: “Bueno, usted va a empezar en el cine por la puerta grande”. Y me pagó 10.000 pesetas por tres semanas de contrato. Cuando acabamos el rodaje de Atraco a las tres le dije la verdad: “Oye, Pedro, ¿sabes que si en vez de pagarme esas 10.000 pelas me las hubieras pedido, yo te las habría pagado por estar en la película?”. Y ahí empezó la pasión de sus pasiones: la comedia. Por supuesto. Pero también ha hecho cosas serias, papeles graves... Sí, pero la comedia, ¡ay! ¿Qué tiene esa chica que no tengan las demás? Pues esa chica tiene una mirada que no la tiene nadie. Es el género mejor, Fotografía de Ricardo Martín En ocasiones, en la vida, se diluye la emoción de las cosas como azucarillo en el café. ¿Es su caso con esto del cine? Sí que es, sí. para presentarme ante Modesto Higuera, que era el director del Teatro Nacional de Cámara, porque yo había ganado el premio nacional al mejor actor en el TEU de San Sebastián. el más importante, también el más difícil. Yo estrené 40. Fue usted siempre el perfecto cabreado. Sí, es verdad, qué le vamos a hacer. Un día, en una boda en Barcelona, Luis Aguilé, a quien habían contratado para cantar, me soltó: “Eres el actor que mejor se cabrea en el mundo”. Y le dije que tenía razón. Porque es que yo me cabreo muy bien. En el cine, se entiende... En el cine. Bueno, si me tocan un poquito el magro, en la vida también. Yo me he cabreado muy poco. Una vez me cabreé con un director de cine que, si me dejan, esta entrevista la hubiéramos hecho en Alcalá Meco. Porque Landa gasta fama de mala leche, eso sí. Eso sí. Y no es del todo mentira, la puedo tener, ¿eh? Yo me sé cabrear muy bien. paso de los años la cosa ha cambiado, y hoy se habla de él como un fenómeno de sociedad, sí, y se habla con simpatía. Admitamos que era un cine más que primario, pero a lo mejor hablaba de un montón de fantasmas que el españolito de a pie mantenía escondidos. ¡Pues, hombre, claro! ¿Lo dudas? Muchos despotricaban contra aquellas películas porque en el fondo les daba rabia no ser ellos el ligoncete que se llevaba de calle a las suecas, cómo te lo contaría yo. Bueno, pues hoy mucha gente se me acerca y me dice al oído: “Tú sí que has vivido, ¡qué cabrón!”. mado España? Yo, mal, francamente mal. No por mí, que no tengo queja, sino por cómo se comporta la gente, cómo van algunos por la vida. Un país ‘muy putilla’, que diría Santiago Segura. Sí, puede que sí, puede que valga la expresión. ¡Ah, Santiago Segura, sí, hombre! Bueno, yo a éste le vi en una película que estaba francamente cojonudo, espera, una de… “EL SENTIDO DEL BIEN QUE LLEVA EL ‘QUIJOTE’ AQUÍ NO LO HA ASUMIDO NADIE” En los sesenta y los setenta, ¿se vivía el rodaje de una película igual o parecido a hoy o era muy distinto? Bah, nada que ver, era muy distinto, había como otra soltura en todo. No sé, era otra cosa. Álex de la Iglesia. ¡Eso, Álex de la Iglesia! Este… ‘El día de la Bestia’. El día de la Bestia, ¡buenísima! Vale, bueno, pues muy bien. Pero luego le vi en el programa Pero ¿por qué exactamente? Explíquelo ese de televisión que hizo, Sabías a lo que venías o algo así. Y muy mal. A mí me para que la gente no diga que es usted un nostálgico. ¡A mí qué cojones me importa, llamó para que fuera. ¿Te imaginas? Yo, ya pueden decir misa! No, lo que quiero en un programa que se titula Sabías a lo que venías. ¡Antes monja! ¡Pero si a mí me decir es que yo viví mi juventud de una da asco la telebasura esa! Habría que proforma totalmente distinta a como se vive hoy, sin ninguna duda. Con otra proyec- hibirla, que si el tomate, que si tal y que si cual, y es mucho más fácil acabar con ella ción, con otras metas, otras ideas, otra Pero eso de la ‘vis cómica’, ¿se tiene o se inquietud. Mira, yo, de joven, en San que lo que quiere dar a entender el aprende? Se nace. Uno nace cómico, y punto. Y lo demás son sólo buenos inten- Sebastián, cuando todo el mundo se iba a Gobierno, ¿eh? Se prohíbe y punto. No, tos. Por ejemplo, Paco Martínez Soria bailar a las fiestas de Rentería o de Her- Santiago Segura es un tío listo, ¿eh?, pero nació cómico. Yo fui siempre un fan suyo, nani, yo ensayaba funciones de teatro sin yo te digo una cosa: visto aquello que qué gracia tenía el cabrón. Y no salió nunca hizo en la tele, te puedo decir que ése ya parar, pensando en si un día la podríamos de España. Bueno, sólo cuando se largó a representar. Pero no era un empollón, no hará nada. Se acabó. Una pena. México a hacer Anacleto se divorcia. ¿eh? Es que lo disfrutaba, era mi vida. ¿Tiene remedio la cosa esa del comportaPues no deja de ser valiente, en este país, ¿Cree que antes se vivía mejor? Pues sí, miento medio de los españoles? Hombre, reconocerse ‘fan’ de Martínez Soria. Ni creo que se vivía distinto, que se vivía claro que tiene. Ese remedio está metido en siquiera del Alfredo Landa –ligoncete– mejor, sí. Yo es que... ¡Yo es que he sido un frasquico, y yo lo tengo. Hay que llenarlo en Torremolinos... Jooooder, claro que muy feliz, mecagüen la leche! Nunca he todos los días, pero la gente no lo llena. renegado de las cosas, y lo he pasado de ¿Sabes qué hay dentro? Una cosa que se no. Es que yo estoy orgulloso y defiendo llama respeto. Hoy en día, en este país no todo lo que he sido, pero he hecho algu- cojones. Y sigo. hay ni gota de respeto, mecagüen la leche. Y nas cosas que... ¡Joder, qué cosas he es complicado. No sé, a lo mejor hay que hecho! Nunca formó compañía teatral ni tuvo crear para nuestros críos un instituto donde anhelos de dirigir una película. ¿Por qué? se enseñe la asignatura Respeto. Usted perpetró, por ejemplo, el ‘landismo’, Fácil: porque siempre he pensado que fenómeno personal e intransferiblemente “zapatero, a tus zapatos”. Lo tuyo, hazlo bien, y no te metas en otros jaleos. Que español. ¿Asume o lamenta? Yo no creé Se habla sin parar del orgullo, el otros lo han hecho, y en fin... Y en cuanto esa palabra, pero estoy agradecidísimo al altruismo y la nobleza del ‘Quijote’, pero a lo de la compañía, pues no, porque no tío que la creó. No sé quién es, pero tiene ¿no cree que a este país le ha influido he tenido yo la suficiente mala baba para toda mi admiración y todo mi cariño. Lo mucho más la picaresca del ‘Lazarillo’? ser empresario: habría formado una asumo, lo asumo. ¡Eso aquí no lo ha captado ni Cristo! Pero, compañía cojonuda, les habría pagado a desgraciadamente, el sentido del bien que El ‘landismo’ pasó de hecho cinematográ- todos lo que se hubieran merecido... y lleva dentro el Quijote no lo ha asumido me habría estrellado. aquí ni Cristo. Somos un país sin solución. fico a fenómeno sociológico, ¿no cree? No tengas ninguna duda sobre eso. El landismo ha marcado. Y aunque muchos se Alfredo Landa, producto cien por cien Un país maravilloso, por otra parte... Sí, han referido a él peyorativamente, con el ‘typical spanish’, ¿cómo ve a este país lla- bueno, sí, pero muy por otra parte, ¿eh? 쎲 Incluso en los papeles más dramáticos acababa Alfredo Landa inyectando comedia. Caso de Paco el Bajo de ‘Los santos inocentes’. Es que es lo más bonito del mundo. Sacar de un drama la ternura y la risa es lo más hermoso de esta profesión. Y ternura la tenemos todos, ¿eh?, hasta Al Capone. EL PAÍS SEMANAL 41 EL PAÍS, viernes 6 de abril de 2007 Madrid lfredo Landa (Pamplona, 1933) dice que se retira. Que hasta el mismísimo Steven Spielberg se iría con el rabo entre las piernas si le ofreciera un papel. Que todo tiene un principio y un final y no va a hacer “como los toreros, que dicen que se van y al año o dos años vuelven”. Aún está por estrenar la que, previsiblemente, será su última película, Luz de domingo, dirigida por José Luis Garci. Landa iba para abogado pero empezó a hacer teatro universitario en San Sebastián y se enganchó. Más tarde, ya en Madrid, alternó el doblaje con el escenario y participó en películas como El verdugo (Luis García Berlanga) La niña de luto (Manuel Summers) y De cuerpo presente (Antonio Eceiza). Y entonces llegó el landismo. Desde mediados de los sesenta, encadenó protagonismo en películas como La ciudad no es para mí, Las que tienen que servir, Vente a Alemania, Pepe, No desearás al vecino del quinto, París bien vale una moza, Dormir y ligar, todo es empezar, Cuando el cuerno suena, o Manolo la nuit. Las críticas más cáusticas llovieron sobre el actor. Sobre todo durante la transición política, cuando ese cine se reveló una rémora, casi vergonzosa, para un país que trataba desesperadamente de desprenderse de su pasado. Aunque aquellas películas tienen mucho de retrato social de una época, la del desarrollismo y los primeros setenta, la que vio el nacimiento de una clase media que, una vez conseguidos el seiscientos y el frigorífico, se dio cuenta de que aún tenía pendiente otra conquista de la modernidad: la sexual. Pero sacudirse de encima tres décadas de nacionalcatolicismo no fue tan fácil. Por eso, los personajes de Landa eran tipos que, a la hora de la verdad, no se atrevían a ligarse a las suecas del primer boom del turismo español. Demasiado peso aún de la moral de novia de toda la vida, boda por la Iglesia, y familia, a ser posible numerosa. Juan Antonio Bardem rescató a Landa del landismo en El puente (1976). A partir de entonces, el actor fue mucho más selectivo con sus trabajos y la década de los ochenta lo revalidó como el gran actor que nunca dejó de ser, con interpretaciones antológicas como el detective Areta de El crack, de José Luis Garci, o el Paco el Bajo de Los santos inocentes, de Mario Camus, con el que ganó el premio de interpretación masculina en Cannes, en 1984, junto con Francisco Rabal. Pregunta. ¿Con qué películas de su carrera se queda? Respuesta. ¡Con todas! De unas se aprende más que de otras. De los fracasos se aprende más que de los éxitos. Los éxitos te dejan en una nube vaporosa. ¡Qué bien, qué maravilla, soy estupendo! Y no ves lo malo también en lo bueno. De las malas dices: “¡Qué horror! No tenía que haber aparecido ni en los títulos de crédito. ¿Por qué?”. Entonces razonas todo eso y aprendes mucho. Yo estoy encantado y maravillado de mis 133 películas. P. ¿Cuál fue su aprendizaje como actor? R. He sido autodidacta total. Yo era miembro de una Juventud de Acción Católica en San Sebastián porque era un sitio donde se hacía teatro, se proyectaban películas de cine, se jugaba al cine, al ALFREDO LANDA / Actor ISABEL LAFONT, A CULTURA / 37 |C|I|N|E| “Haber creado el ‘landismo’ es algo que llevo como bandera” Alfredo Landa, durante la entrevista. / GORKA LEJARCEGI “En ‘Los santos inocentes’, te dejas llevar y te sale. Lo otro... ¡No te vas a dejar llevar por ‘El vecino del quinto’! Hay que fabricarlo, y eso cuesta” balonmano… El que luego fue gran amigo mío, Alberto Aróstegui, era el que se hacía cargo del teatro y me convenció para hacer un papel de catalán en una obra de Muñoz Seca. No era protagonista, pero el día del estreno, en la primera escena, lo debí de hacer tan bien que me aplaudieron el mutis. Y eso es como la abeja, que parece que te acaricia pero te deja el aguijón. Saliendo, noté como un destello y dije: “Esto es lo mío. Yo tengo que ser cómico”. Luego fundé el Teatro Español Universitario (TEU) de San Sebastián con mi amigo Alberto. Y estrené 40 comedias, ¿eh? Ése fue mi aprendizaje. P. ¿Ni una clase de interpretación en todos estos años? R. Nada. Ver, ver, ver. Yo lo “Yo emplazo a que alguien vea una película mía y diga: ‘¡Qué asco!’. No. La gente podía pensar: ‘Éste es un reprimido, pero me cae bien” veía todo. Todas las funciones que ponían en San Sebastián. Si estaban tres días, los tres días las veía yo. P. ¿Por qué dejó de hacer teatro? R. Porque me cazó el cine. ¡Bendito sea Dios, eh! Porque el teatro es mucho más esclavo. Mucho más bonito para el actor, más directo, pero tiene más inconvenientes… hacer todos los días lo mismo dos veces. Yo he sido muy comodón toda la vida. P. ¿Siente predilección por alguno de sus papeles? R. ¡To-dos! Todos tienen algo. De los malos he aprendido más que de los buenos. De los buenos... ¡Es que hacer Los santos inocentes es mucho más fácil que hacer El vecino del quinto! P. Explíquelo. R. ¡Hombre! En Los santos inocentes no hace falta más que dejarse llevar por el sentimiento. Hace falta sentir. Pero siendo sensible y sintiendo te dejas llevar y sale eso. Lo otro… ¡No te vas a dejar llevar por El vecino del quinto! ¡No, hombre, no! ¡Hay que fabricarlo, y eso cuesta! P. Es más difícil hacer comedia que drama… R. ¡Pero mucho más difícil! ¿Dónde va a parar? Arrancar una carcajada… ya no digo una carcajada, ¡una sonrisa! Es como un médico, hay muchos médicos, pero el del corazón debe ser especialista. Para ser gracioso, para ser un actor cómico, hace falta esa especialización. Entonces se decía que había que tener vis có- mica, y eso es patrimonio de poca gente. Yo era un vehemente fan de un actor que se llamaba Rafael Somoza y admiraba profundamente a Paco Martínez Soria. Mucha gente dirá: “Bueno, Paco...”. Pero es que era un actor ¡pro-di-gio-so! ¿Y gracia? ¡Tenía para dar y vender! Hoy no hay actores así. Paco Martínez Soria se empeñó durante una parte de su vida: “Tú eres mi sucesor, yo te formo compañía”. Y yo: “Que no, que no, Paco, que yo tengo otras miras, no digo que sean mejores o peores, pero yo no quiero vivir toda mi vida encima de un escenario”. A los ochenta y tantos años seguía subiéndose a un escenario dos veces al día. ¡Estaba loco! P. Defina usted el landismo. R. El landismo es algo prácticamente inalcanzable, porque yo todavía no conozco un rodriguismo ni un martinismo ni un jimenezismo. Haber creado, ahí está, un fenómeno sociológico... ¡Ojo! ¡Viene en el Espasa! ¡Joder, haber conseguido eso! Muchos lo han tomado en el término peyorativo. Yo estoy orgullosísimo. Es algo que lleva uno como bandera. Yo soy el que ha creado el landismo, que era una forma de comportarse, de andar por la vida. El landismo es sinónimo de limpieza, fíjate. Yo era un español medio, que entonces era un tío pequeño, bajito, rechoncho, cabreado y que además se quejaba de que iba a la cama poquísimo. Pero yo emplazo a que alguien vea una película mía y diga: “¡Qué asco!”. No. Todo era sonrisa. La gente podía pensar: “Éste es un reprimido, pero me cae bien”. Eso siempre ha sido una constante en mi vida artística. P. Ha dicho que se retira. Eso, ¿va a misa? R. ¡Pero cómo que si va a misa! Va en serio, en serio. Eso que hacen en general muchos toreros, me retiro y al año o a los dos años vuelven... No, no. Me ha costado mucho decidirme, ¿eh? Yo terminé la película que estaba haciendo en Oviedo con Garci y a finales de noviembre tuve un momento de reflexión. Me puse a pensar en eso, en que esto tiene que tener un fin. No se puede uno dejarse arrastrar y prolongar, dilatar… Yo he visto a mucha gente deteriorada. Un día vi en un programa de televisión a alguien a quien yo admiraba mucho. Y le vi mal. Le vi que faltaba ya… Bueno, que sobraba el paso de los años. Y me cacé diciéndole a la televisión: “Retírate hombre, retírate”. Y yo me volví y me dije: “Bueno, y tú, ¿qué? Tú dices alegremente a este señor retírate, retírate…”. Y me miré yo al espejo y me dije: “Pues tengo que pensarlo”. P. ¿Cómo ha cambiado la profesión, para lo bueno y para lo malo? ¿Cómo ve a los actores de ahora? R. Antes, la formación generalmente pasaba por el teatro porque no había televisión. ¡Qué mala escuela es la tele! ¡Sólo la tele...! Yo me pongo a ver la tele y no me entero de la mitad. ¡No les entiendo! ¡No saben hablar! Hoy ha desaparecido la pausa, un arma maravillosa, que permite dominar el ritmo de una frase. Hay que saber dar poca importancia a aquellas cosas en una frase que no tienen demasiada importancia, hacer la pausa, y meter —que eso es lo difícil— lo que tú quieres. ¡Jolín! ¡Eso es una gozada para un actor! Y hoy no saben. ¿Por qué? Una de las causas es que en televisión es todo ritmo, y confunden el ritmo con correr.