¡Claro que soy `Cateto a babor`! - Blogs

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DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2008
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Éxito
MANUEL
VICENT
Alfredo Landa, tirando una caña en el bar del hotel donde tiene su tertulia todos los sábados. / álvaro garcía
ALFREDO LANDA Actor
“¡Claro que soy ‘Cateto a babor’!
KARMENTXU MARÍN
Pregunta. Más de 120 películas, y
ahora nos propina una biografía.
¿No tenía suficiente?
Respuesta. No. Anhelaba tener
más comunicación con la gente
que me quiere. Y la gente que
me quiere es la multitud que me
rodea.
P. ¿Y la multitud se va a tragar
el libro impunemente?
R. ¡Pero no lo sabe usted bien!
Porque es precioso y ameno.
P. ¿Es un strip-tease?
R. No, coño. Lo hago totalmente vestido. Cuento todo lo que puedo contar, lo que debo contar.
P. Se pasa el libro quejándose
de que no ligaba.
R. Y es verdad. Yo no he ligado
nada. Sólo una vez: mi mujer. Con
eso me basta, ¿eh? He sido un poquico el perseguidor de las suecas, y me han apetecido, pero no
he querido. La única vez que ligué me ligó Ingrid Thulin. Me ligó anímica, ideológicamente. Se
enamoró de mí en un rodaje, en
Playa de Aro.
P. ¿Usted es irresistible en bañador?
R. Sí [carcajada]. Yo a mí mismo me noto la irresistibilidad.
P. Tras colgar los hábitos, ¿no
echa de menos la sotana?
R. No, porque llegó un momento que perdí la ilusión de ponérmela.
P. Dijo que le contó a Jesucristo lo de su retirada. ¿Él respiró
aliviado?
R. No me dijo nada. Normal-
mente, no me contesta, cosa que
me cabrea muchísimo. Yo a Dios
le llamo Manolo, porque es bonito, es un nombre apetecible.
P. Siempre ha sido más Sancho que Quijote. ¿Sólo cuestión
de centímetros?
R. Era Sancho, pero adoraba a
Don Quijote. Su forma de encauzar la vida, de querer el bien de
los demás es algo que he sentido
muy dentro. Sentí no hacer la segunda parte, en la que yo iba a la
isla Barataria.
P. ¿Cuál es su ínsula Barataria?
R. Madrid. Hace bien poquico
tuve la suerte y la alegría de que
Madrid me diera su medalla de
oro. Cincuenta años después de
mi llegada. Algo habré hecho bien.
P. En lugar de DNI lleva un carné de mus. ¿Qué le dice la policía
cuando le detiene?
R. No me han detenido nunca.
Y, cuando me ven el carné, dicen:
“Ah, coño, ¡enhorabuena!”.
P. No quiso jugar al mus con el
Rey por no ganarle. ¿Usted siempre lleva más reyes?
R. No. Pero el mus tiene un
léxico muy particular. Y tenerle
que soltar, en un momento dado,
“no seas gilipollas”, resultaba un
poco duro.
P. ¿El Rey es más de copas o de
oros?
R. Pues yo creo que alterna.
P. ¿Y quién es la sota?
R. ¡Joder! Pues la que tiene el
basto y lo apoya en el hombro.
P. En ETB dicen que el lenguaje más hablado en el País Vasco es
Perfil
Con 75 años y tres hijos, jura
que no volvería a trabajar ni
pidiéndoselo Spielberg, y dice
que disfruta levantándose a
las 12.00, dando un paseo o
yendo al cine, pero, sobre todo,
estando en casa con Maite.
“El año que viene hacemos las
bodas de oro, y no me cansa”.
Su “recuerdo imborrable”, una
visita en el año 1989, a Figueras,
donde vivió a los ocho o nueve
años, en la que 40 compañeros
de colegio le dieron una
comida: “Sorpresa y maravilla”.
el de los tacos. ¿Dónde lo estudió,
que lo borda?
R. Soy el rey del taco. El mejor.
Me he enseñado yo mismo.
P. ¿Elabora, o sólo copia?
R. Elaboro. Porque el taco no
es sólo decirlo. Es el tono. Y el
tono yo lo doy como nadie.
P. ¿Borraría algo de su biografía, como las españoladas de los
años sesenta y setenta?
R. ¡Está loca! Ni hablar del peluquín. Quizá haga mal, no lo sé.
Pero estoy encantado de mi vida.
De todo.
P. ¿Sigue siendo un Cateto a babor?
R. Un chico que quiere el bien
de su hermano, que se comporta
fenomenalmente, que lucha por
ser el mejor, que se enamora de
una cieguecica y la consigue… ¡Joder! Claro que soy Cateto a babor.
P. Pues imagínese Vente a Alemania, Pepe en Hollywood.
R. Me hubieran dado un oscar.
Seguro.
P. La Real Academia Española
va a aceptar el término landismo.
¿Se han vuelto locos?
R. De locos, nada. Han acertado y merecen premio. El landismo
es un fenómeno sociológico representado y enarbolado por mí, y
del que me siento muy orgulloso.
P. Presume de hacer el mejor
dry martini del mundo. ¿Se cree
James Bond?
R. James Bond es un soplagaitas a mi lado. No tiene ni idea. Él
el martini lo hace con vodka, cosa
que a mí no me gusta. Tiene que
ser con ginebra, y de la buena.
P. ¿Y eso de que hasta Al Capone tenía ternura?
R. Es verdad. Tiene rasgos de
ternura, de cariño.
P. Como defraudar a Hacienda.
R. Ahí yo le doy un diez… Aunque yo no he defraudado nunca.
Siempre me han cogido, y lo he
pagado.
P. Tiene fama de ser un poco
fachilla.
R. ¿A qué le llama usted fachilla? Yo soy de derechas. Y uno puede ser de derechas sin ser facha.
Yo soy un tío cojonudo. Lo tengo
a gala, y me lo creo. Y creo que me
comporto como buena gente.
P. Lo que tiene es el ego muy
bien puesto.
R. Sí, sí lo tengo. Soy consciente de lo que soy y de qué pie cojeo.
Pero también de lo que debo y de
lo que quiero.
En los países anglosajones el deporte es la base de la educación.
El esfuerzo, la audacia, el juego
limpio, no dar nunca nada por
perdido hasta el final, aceptar la
victoria o la derrota con elegancia son valores que se desarrollan primero en el patio de los
colegios, se transforman en conocimiento en las aulas y de
ellos se nutre luego la moral ciudadana. En la cultura anglosajona el pensamiento se genera a
través de la acción. Con esta regla crearon su imperio. En la
educación latina, en cambio,
queda establecido que en el principio era el verbo, que siempre
termina haciéndose carne. España ha sido tradicionalmente un
país verborreico, tierra propicia
para leguleyos, abogados, tribunos, predicadores y sacamuelas.
Durante el franquismo, un mando falangista daba la asignatura
de formación del espíritu nacional en la escuela. Con soflamas
patrióticas, que eran puro flato,
llevaba a los alumnos por el imperio hacia Dios y desde los luceros se bajaba después al recreo
donde un instructor desganado
y fondón dirigía una tabla de
gimnasia rudimentaria con un
bocadillo de chorizo en la mano.
Los charlatanes apenas han
cambiado de tarima, pero de forma casi milagrosa España ha generado hoy una floración de
campeones del mundo en el deporte. Mientras este país sigue
produciendo, en general, políticos, artistas, escritores y científicos sin ningún significado en el
orden internacional, unos deportistas de élite no cesan de
generar victorias que obligan
una y otra vez en cualquier parte del planeta a tocar el himno e
izar en el mástil la bandera española, que aquí ha representado
lo más rancio y nefasto del patriotismo. El éxito mundial en el
deporte comienza a ser una costumbre en esta tierra de perdedores. Los jóvenes han comenzado a asociar la patria, no con
un desfile militar ni con un acto
político institucional, sino con
la figura de cualquiera de nuestros campeones subido en lo
más alto del podio. En Grecia se
solía derribar parte de la muralla de una ciudad para que entrara con todo esplendor el atleta que había triunfado en los
juegos olímpicos. Pero eso sucedía cuando en el principio era la
acción y el verbo no se había
convertido todavía en nuestra
carne.
I. GOYAS. LA ENTREVISTA
Alfredo
LANDA
“Yo me sé cabrear muy bien”
Lo deja. Tras más de 120 películas, se va. Insiste: no quiere
saber ya nada de trabajar. Se marcha a disfrutar de la vida,
su mujer y sus nietos. De despedida, el Goya de honor.
Por Borja Hermoso. Fotografía de Jordi Socías
V
oces autorizadas habían
alertado al incauto ante la
perspectiva de una cita con
Alfredo Landa, hipotético
monstruo del averno. “¡Uffff, Landa, vete
con cuidado!”. “A ver cómo tiene el día”
o “prepárate” eran algunos de los avisos a navegantes. Y no tenían razón, o
la tenían sólo a medias, porque, una
vez enfilada la proa, el acorazado Landa,
todo un carácter, navega solo, con prisa,
sin pausa y sin freno, apabullante como
un cíclope bajito y cabreado, sí, aunque
en el fondo no lo está, sólo lo parece, y la
cosa desemboca casi en lo entrañable.
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EL PAÍS SEMANAL
Landa da cita en el bar de un hotelito
madrileño, imperceptible y muy años
setenta. Es su cuartel general, su santuario pagano y su salón de tertulias los sábados al mediodía, según se mira al fondo a
la derecha de la barra, y algún vinito cae,
porque arreglar el mundo se hace
pesado.
Landa fabricó el landismo hace cosa
de 40 años y sigue fascinado con él, como
muchos españoles, da lo mismo que unos
lo confiesen y otros no. Pero se va. Cansado –y algo desencantado– de una vida
de cine, está dispuesto a pegarse ahora la
vida padre. Y marido. Y abuelo. El noble
ALFREDO LANDA
arte de no hacer nada y tirarse el rollo; en
fin. Quedan lejos, pero tan cerca, salvajadas cañís y raciales como Cateto a babor,
No desearás al vecino del quinto, Un curita
cañón o Vente a Alemania, Pepe. También personajes de altura cinematográfica como el sobrecogedor Paco el Bajo de
Los santos inocentes, de Camus (premio
de interpretación en Cannes junto a Paco
Rabal); el Germán Areta de El Crack, de
Garci, o el Sancho Panza que compuso
para Manuel Gutiérrez Aragón. Por todo
ello –por todo– recibirá el domingo que
viene el Goya de honor de la Academia
del Cine, en una gala de la que Alfredo
Landa puede salir con dos cabezones bajo
el brazo, ya que también opta al Goya al
mejor actor por el que, asegura, será su
último papel en el cine, Luz de domingo,
de su antes amado y ahora denostado José
Luis Garci. Llegan al fin las buenas noticias para Alfredo Landa, últimamente
acosado por otras noticias mucho peores
en forma de problemas de salud, no sólo
en carne propia, sino también en la de su
esposa y confidente, Maite.
Tuvo Alfredo Landa la desfachatez de
nacer el 3 del 3 del 33 a las tres de la tarde,
y vive en el número 3 de su calle, a la sazón
Comandante Franco, y hasta hace nada
tenía tres nietos, uno de ellos de tres años,
llamado también Alfredo Landa. Qué
cosas tiene usted. Pues sí, mira tú qué
cosas con el dichoso tres. Y otro de mis
nietos se llama Jerónimo, qué majico es.
Se puso como loco el día que le dije que a
su abuelo le habían concedido el Goya de
honor y que además le habían nominado
a mejor actor del año, y que además iba a
ganar los dos premios.
Anda que no va usted sobrado de confianza. ¡Que sí, hombre, que sí, que voy a
ganar los dos, aunque le joda a Garci!
Eso, la que ha montado usted con su
cabreo con Garci. ¿Pero no eran ustedes
íntimos? Éramos, éramos, pero se acabó.
Cosas.
Hombre, será un mal rollo pasajero. No,
se acabó para siempre. Y mira que José
Luis ha estado en casa, yo en la suya, me
ha llorado en el hombro y yo a él y todo
eso, pero se acabó. A mí no se me hacen
estas cosas. [A la pregunta de cuál fue el
motivo concreto del desencuentro,
Alfredo Landa contesta con una larguísima, personal e intransferible explicación plagada de pelos y señales, explicación que no se publica aquí porque así
lo ruega el interesado].
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EL PAÍS SEMANAL
Bueno, ¿y qué hará si gana los dos ‘goyas’?
Invitaré a todo el mundo a casa a tomar
dry martini, porque no sé si sabe la gente
que yo hago el mejor dry martini del
mundo. Lo tengo todo escondidito en un
cajón de la nevera que sólo puedo tocar
yo. La ginebra, las copas, el vaso mezclador, todo. Dejo huella con el dry martini,
dejo huella.
Así que Alfredo Landa, natural de Pamplona, hijo de guardia civil, criado en San
Sebastián, emigrado a Madrid, inventor
del ‘landismo’... Pues sí. Hombre, yo a San
Sebastián la respeto y la quiero mucho,
allí paseé la pubertad y esas cosillas, pero,
este... ¡Yo soy navarro, ante todo y por
encima de todo, navarro! Y que no me
toquen el magro con el tema. Ser navarro
marca nivel. Yo hace poco dije en una
entrevista que nada de que Euskadi
anexionara Navarra. ¡En todo caso, que
Navarra anexionara Euskadi! Bueno, pues
recibí muchas llamadas de familiares, y
sobre todo la de mi primo Javier, que me
soltó: “¡Oye, Alfredo, te llamo porque me
has puesto a cien, y porque tienes unos
cojones como el caballo de Santiago!”.
Por cierto, perdón; la primera pregunta
de esta entrevista tendría que haber sido
‘¿qué tal esa salud?’. Y yo te hubiera contestado: ¡Maravillosa! Todo en orden.
Muy bien. [Dibuja con las manos un
gesto definitivo de que todo está
resuelto].
También su mujer estaba delicada. ¿Cómo
se encuentra ahora? Estupendamente,
fenomenal. Un milagro. Si estaba casi
muerta…
Bueno, es de suponer que el médico le
habrá quitado a Alfredo Landa lo del ‘dry
martini’. ¡Nada de eso! Mira: Augusto, mi
médico, me dijo que comiera y bebiera lo
que quisiera; hombre, con medida, como
todo en esta vida. Me pidió que procurara no pasarme con la bebida destilada,
eso sí. Normal. Pero tomo, tomo, ¿eh?,
aunque no abuso. Hombre, cuando hay
que celebrar algún evento gordo y tal...
Por ejemplo, cuando gane los dos goyas
caerá alguno, claro.
De lo que sí se ha retirado es del cine. O eso
dice. ¿Nos lo creemos? Nos lo creemos,
nos lo creemos.
Pues se ha tirado casi medio siglo haciendo
películas, y eso... Quítale lo del casi.
Y eso acojona. No.
Hombre, visto desde fuera, impresiona.
Ciento veinte películas a las espaldas. Ah,
no sé, no me he puesto yo nunca en la piel
de los de fuera, sólo en mi piel. Hombre,
yo comprendo que, según la forma de ser
que uno tenga, la visión de la vida y tal,
pueda impresionar. Pero a mí no, nada.
mucho al cine –dos o tres veces por
semana, seguro– y en ningún momento
he sentido envidia. Qué raro. Soy más
raro que la pera. Hombre, yo vi la peli esa
alemana de La vida de los otros y vi a ese
actor que estaba del carajo de la vela de
bien, pero nada, nada de envidia.
¿Cabe o cabrá alguna dosis de arrepentimiento? ¿Ha empezado ya el camino
hacia la nostalgia? ¿¡Quééé diiices!?
Mira, esa decisión yo la
tomé en el mes de marzo,
pero la tenía pensada
desde las navidades anteriores. Y me lo pensé
mucho, le di muchas vueltas a la cabeza, y calibré
mucho lo que entrañaba la
decisión de retirarme. De no hacer ni
una película más, de decir adiós, de
empezar a verlo todo desde fuera, con
cariño, pero desde fuera. Y al cabo de
muchos días de pensar me dije: “¡Lo
tengo claro!”. Y cogí a Maite, mi mujer, y
le dije: “Siéntate, que tenemos un temita
importante”. Porque Maite es mi 50%,
mi proyección, mi pensamiento, mi
modo de estar y de hacer...
¿Qué cosas descubre uno tras tomar la
decisión de dejarlo? Pues una de las cosas
importantes que yo descubrí fue que, en
“GARCI Y YO ÉRAMOS
ÍNTIMOS, PERO SE ACABÓ.
SE ACABÓ PARA SIEMPRE”
¿Su prolongación? ¿Y usted la suya? Sí.
Totalmente.
realidad, había circunscrito toda mi vida
al cine. Oye, que llevo 47 años casado con
Maite, más otros cuatro de noviazgo
como aquel que dice. Eso es mucho arroz.
Y ahora vamos a disfrutar. Y de los nietos,
claro.
Pero hay toreros que se cortan la coleta
y luego acaban renaciendo como el ave
fénix. No será usted de ésos, ¿no? ¡Que
nooo, que nooo! Mira, hay gente que
me plantea eso y, vale, yo lo admito.
Pero es que se olvidan de una cosa: yo
soy navarro. Un tío serio. Y si digo una
cosa, la digo y la hago. Soy un tío de
principios.
¿La persona que ha limado el diamante
en bruto, con perdón, que iba dentro de
Alfredo Landa? Pues sí, porque si hay diamante, es verdad que es bien bruto. Anda, ésa es una de las cosas que más dice
Bueno, pues nos tomamos un pelotazo y
la gente que tiene pero que en realidad
se lo expliqué. Le dije que acababa de
menos abunda: los principios. Bueno,
rodar Luz de domingo, de Garci, y que, vale, pues para mí son fundamentales. Y
aunque no había tenido problemas con
no hay que decirlos; hay que tenerlos y
nadie, había sido para mí una experien- hacerlos.
cia incómoda por cómo se habían hecho
ciertas cosas y por la trayectoria que
O sea, que en el caso hipotético de que
había tomado la película. Película en la
gane los dos ‘goyas’... ¡Que no, que hipotéque, por cierto, yo estoy fenomenal, por- tico no, que me los van a dar!
que es uno de mis dos o tres mejores
papeles, pero que a mí no me gusta cómo
Digo que ni en ese caso se replantearía la
quedó. Y le dije a Maite que eso me había
retirada, ¿no? No, nada, ¡mecagüendiez,
hecho pensar mucho. Y que la conclu- si sería la retirada ideal! Mira, un día,
sión era que me iba a retirar. Bueno, que
hablando con Jesucristo –porque yo
nos íbamos a retirar. Pero que necesitaba
suelo hablar mucho con él a título de
consultárselo. Ella me miró y me con- “oye, tú, joder, lo esto y lo otro”–, le dije
testó: “Olé”. Me dijo eso la tía. Y se quedó
que ya sabía que iban a venirme con oferzanjado el tema.
tas y cosas si ganaba el Goya. Pero, nada,
no hay nada que hacer. Ya pueden venir,
Ya, pero repito: ¿ha asomado la nostal- ya. Bueno, ya he tenido ofrecimientos,
¿eh? Pero nada, nada.
gia? Absolutamente nada. Y eso que la
posible nostalgia fue una de las cosas que
más calibré al tomar la decisión. Yo sé
Ahora se dedica a la vida contemplativa.
que voy a perder muchas cosas de las que
¿En qué consiste no hacer nada? En nada.
En no levantarse antes de las doce. En
ayudan a vivir la vida, pero eso no es lo
importante. Es cojonudo, porque yo voy
irse al frigorífico, prepararse un gin-tonic
EL PAÍS SEMANAL
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ALFREDO LANDA
y tumbarse en la terraza a leer el periódico. En eso.
Historia de
ese señor bajito
¿Y? Llegué a la altura de Alsasua y todavía
estaba llorando. Adiós a mis padres, adiós
a mis amigos, adiós a San Sebastián.
¿Por qué? Porque llegó un momento en el
que me di cuenta de que la pasión que yo
tenía ya no era pasión. Todo el mundo
tiene un hobby: unos coleccionan sellos,
otros monedas, otros mariposas... Pero,
en mi caso, mi hobby ha sido mi profesión. A veces me he puesto a considerar
mi vida y me he preguntado: “Y si no
hubieses sido actor, ¿qué coño habrías
sido?”. Y me he contestado: “¡Habrías sido
un gilipollas!”. Porque no tengo otras
pasiones, ni las he tenido. Pero ahora se
me ha ido esa pasión, pero no me
importa.
A lo mejor habría sido algo serio, como
abogado, como quería su madre, en vez
de eso tan desprestigiado de cómico. Je, je,
je, pues a lo mejor. Oye, que yo hice primero de Derecho, ¿eh?
¿Cómo recuerda su juventud donostiarra, la época del Teatro Español Universitario y todo aquello? Pues como si
fuera ayer. Recuerdo el TEU y cómo
ensayábamos en un desván destartalado
del antiguo Instituto Peñaflorida, lo que
hoy es el Centro Cultural Koldo Mitxelena de San Sebastián. Y recuerdo cómo
un día, volviendo de noche a casa después del ensayo, empecé a repetirme sin
parar: “Yo tengo que ser cómico, yo
tengo que ser cómico”. Tenía 16 años,
pero ya lo tenía muy claro. También me
acuerdo de la sección de teatro de las
juventudes de Acción Católica, que dirigía Alberto Aróstegui. Y fue él el que me
propuso debutar, en una obrita de
Muñoz Seca que se titulaba Señor Tressols. Yo le dije que ni hablar, que no
sabría hacer aquello. Pero al final fui y lo
hice. Y tuve un éxito de cojones. Me
aplaudieron tres mutis por el foro. Entonces sentí como un destello y supe que iba
a ser actor. Tiene cojones.
Debió de parecerse a eso que Mick Jagger
y otras estrellas del rock han llamado “el
orgasmo del directo”. Pues debe de ser, sí.
¡Je, je, el orgasmo! Fue la leche.
Y eso que, repito, su madre no quería ni
oír hablar de cómicos. ¡Pero si hasta hizo
en Pamplona una reunión familiar con
mi tío Serafín y mi tía Felipa para decirles que Alfredico se quería meter a actor!
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EL PAÍS SEMANAL
¿Y después de los adioses y las lágrimas?
Llegué a Madrid, salí de la estación de
Príncipe Pío con las piernas que no me
tenían, miré a un lado, miré a otro y me
dije a mí mismo: “Y ahora, ¿por dónde le
meto yo mano al melón?”. Hablamos del
año 58; échale cojones al asunto, ¿eh?
Y con la carta de recomendación, ¿qué
pasó? Ah, pues eso, que le llamé a
Higuera y no me hizo ni puto caso, claro.
Lógico.
Hombre, es que era usted un pobre diablo.
Ni más ni menos que un pobre diablo.
Alfredo Landa (Pamplona, 1933)
debutó en el cine por la puerta grande
con 29 años gracias al ojo del tándem José María Forqué/Pedro Masó.
‘Atraco a las tres’ fue el arranque de
una ristra de más de 120 películas
donde se mezcla la inconfundible figura
del ligón de playa reprimido y chuleta
con no pocas muestras de alta capacidad interpretativa (‘Los santos inocentes’ es su cumbre, junto a otras muestras de cine ‘serio’ con Garci, Cuerda,
Martín Patino o Gutiérrez Aragón).
Pero había sido el teatro, muchos
años antes, el que le había abierto las
complicadas puertas del éxito. Landa,
hijo de guardia civil, contravino pronto
la estricta filosofía familiar, que exigía
un abogado en casa, y se enroló en las
filas de los cómicos; primero, en la
rama donostiarra del Teatro Español
Universitario (TEU), y luego, ya en
Madrid, “metiéndole mano al melón”.
Y, claro, le dijeron que no me dejara, que
qué iba a decir la gente. Pero yo le avisé
a mi madre: “Mamá, si no me dejas irme,
me quedo y acabo la carrera de Derecho,
pero si a los 40 años soy un infeliz, te voy
a echar la culpa a ti”. Y ahí se acabó la
discusión, me dijo: “Vete”. Tardé una
semana en meterme en el Expreso a
Madrid, con 7.000 pelas que tenía ahorradas y una carta de recomendación
Y a los cuatro años, el pobre diablo ya
estaba rodando con Forqué ‘Atraco a las
tres’. Pues sí. El 18 de octubre de 1962, yo
debuté en el cine con Atraco a las tres.
¿Qué le debe a José María Forqué?
¡Hombreeeeee! Mucho, mucho, mucho.
Forqué y Pedro Masó se habían fijado en
mí el año anterior en el Teatro María
Guerrero, donde yo estaba haciendo
Eloísa está debajo de un almendro, con
dirección de José Luis Alonso. Masó le
preguntó a Forqué: “Oye, ¿quién coño
es el bajito ese, que no le conozco de
nada?”. Y Forqué cogió el programa y le
dijo: “Uno que se llama Alfredo Landa”.
Y Masó: “Llámale y que venga al despacho”. Y tres días después me soltó Pedro
Masó: “Bueno, usted va a empezar en el
cine por la puerta grande”. Y me pagó
10.000 pesetas por tres semanas de contrato. Cuando acabamos el rodaje de
Atraco a las tres le dije la verdad: “Oye,
Pedro, ¿sabes que si en vez de pagarme
esas 10.000 pelas me las hubieras pedido,
yo te las habría pagado por estar en la
película?”.
Y ahí empezó la pasión de sus pasiones: la
comedia. Por supuesto.
Pero también ha hecho cosas serias, papeles graves... Sí, pero la comedia, ¡ay!
¿Qué tiene esa chica que no tengan las
demás? Pues esa chica tiene una mirada
que no la tiene nadie. Es el género mejor,
Fotografía de Ricardo Martín
En ocasiones, en la vida, se diluye la emoción de las cosas como azucarillo en el café.
¿Es su caso con esto del cine? Sí que es, sí.
para presentarme ante Modesto Higuera,
que era el director del Teatro Nacional
de Cámara, porque yo había ganado el
premio nacional al mejor actor en el TEU
de San Sebastián.
el más importante, también el más difícil.
Yo estrené 40.
Fue usted siempre el perfecto cabreado. Sí,
es verdad, qué le vamos a hacer. Un día,
en una boda en Barcelona, Luis Aguilé, a
quien habían contratado para cantar, me
soltó: “Eres el actor que mejor se cabrea
en el mundo”. Y le dije que tenía razón.
Porque es que yo me cabreo muy bien.
En el cine, se entiende... En el cine. Bueno,
si me tocan un poquito el magro, en la
vida también. Yo me he cabreado muy
poco. Una vez me cabreé con un director
de cine que, si me dejan, esta entrevista
la hubiéramos hecho en Alcalá Meco.
Porque Landa gasta fama de mala leche,
eso sí. Eso sí. Y no es del todo mentira, la
puedo tener, ¿eh? Yo me sé cabrear muy
bien.
paso de los años la cosa ha cambiado, y
hoy se habla de él como un fenómeno de
sociedad, sí, y se habla con simpatía.
Admitamos que era un cine más que primario, pero a lo mejor hablaba de un
montón de fantasmas que el españolito
de a pie mantenía escondidos. ¡Pues,
hombre, claro! ¿Lo dudas? Muchos despotricaban contra aquellas películas porque en el fondo les daba rabia no ser ellos
el ligoncete que se llevaba
de calle a las suecas, cómo
te lo contaría yo. Bueno,
pues hoy mucha gente se
me acerca y me dice al
oído: “Tú sí que has vivido,
¡qué cabrón!”.
mado España? Yo, mal, francamente mal.
No por mí, que no tengo queja, sino por
cómo se comporta la gente, cómo van
algunos por la vida.
Un país ‘muy putilla’, que diría Santiago
Segura. Sí, puede que sí, puede que valga
la expresión. ¡Ah, Santiago Segura, sí,
hombre! Bueno, yo a éste le vi en una
película que estaba francamente cojonudo, espera, una de…
“EL SENTIDO DEL BIEN QUE
LLEVA EL ‘QUIJOTE’ AQUÍ
NO LO HA ASUMIDO NADIE”
En los sesenta y los setenta, ¿se vivía el
rodaje de una película igual o parecido
a hoy o era muy distinto? Bah, nada que
ver, era muy distinto, había como otra
soltura en todo. No sé, era otra cosa.
Álex de la Iglesia. ¡Eso, Álex de la Iglesia!
Este…
‘El día de la Bestia’. El día de la
Bestia, ¡buenísima! Vale, bueno, pues
muy bien. Pero luego le vi en el programa
Pero ¿por qué exactamente? Explíquelo
ese de televisión que hizo, Sabías a lo que
venías o algo así. Y muy mal. A mí me
para que la gente no diga que es usted un
nostálgico. ¡A mí qué cojones me importa, llamó para que fuera. ¿Te imaginas? Yo,
ya pueden decir misa! No, lo que quiero
en un programa que se titula Sabías a lo
que venías. ¡Antes monja! ¡Pero si a mí me
decir es que yo viví mi juventud de una
da asco la telebasura esa! Habría que proforma totalmente distinta a como se vive
hoy, sin ninguna duda. Con otra proyec- hibirla, que si el tomate, que si tal y que si
cual, y es mucho más fácil acabar con ella
ción, con otras metas, otras ideas, otra
Pero eso de la ‘vis cómica’, ¿se tiene o se
inquietud. Mira, yo, de joven, en San
que lo que quiere dar a entender el
aprende? Se nace. Uno nace cómico, y
punto. Y lo demás son sólo buenos inten- Sebastián, cuando todo el mundo se iba a
Gobierno, ¿eh? Se prohíbe y punto. No,
tos. Por ejemplo, Paco Martínez Soria
bailar a las fiestas de Rentería o de Her- Santiago Segura es un tío listo, ¿eh?, pero
nació cómico. Yo fui siempre un fan suyo, nani, yo ensayaba funciones de teatro sin
yo te digo una cosa: visto aquello que
qué gracia tenía el cabrón. Y no salió nunca
hizo en la tele, te puedo decir que ése ya
parar, pensando en si un día la podríamos
de España. Bueno, sólo cuando se largó a
representar. Pero no era un empollón, no hará nada. Se acabó. Una pena.
México a hacer Anacleto se divorcia.
¿eh? Es que lo disfrutaba, era mi vida.
¿Tiene remedio la cosa esa del comportaPues no deja de ser valiente, en este país, ¿Cree que antes se vivía mejor? Pues sí, miento medio de los españoles? Hombre,
reconocerse ‘fan’ de Martínez Soria. Ni
creo que se vivía distinto, que se vivía
claro que tiene. Ese remedio está metido en
siquiera del Alfredo Landa –ligoncete– mejor, sí. Yo es que... ¡Yo es que he sido
un frasquico, y yo lo tengo. Hay que llenarlo
en Torremolinos... Jooooder, claro que
muy feliz, mecagüen la leche! Nunca he
todos los días, pero la gente no lo llena.
renegado de las cosas, y lo he pasado de
¿Sabes qué hay dentro? Una cosa que se
no. Es que yo estoy orgulloso y defiendo
llama respeto. Hoy en día, en este país no
todo lo que he sido, pero he hecho algu- cojones. Y sigo.
hay ni gota de respeto, mecagüen la leche. Y
nas cosas que... ¡Joder, qué cosas he
es complicado. No sé, a lo mejor hay que
hecho!
Nunca formó compañía teatral ni tuvo
crear para nuestros críos un instituto donde
anhelos de dirigir una película. ¿Por qué?
se enseñe la asignatura Respeto.
Usted perpetró, por ejemplo, el ‘landismo’,
Fácil: porque siempre he pensado que
fenómeno personal e intransferiblemente “zapatero, a tus zapatos”. Lo tuyo, hazlo
bien, y no te metas en otros jaleos. Que
español. ¿Asume o lamenta? Yo no creé
Se habla sin parar del orgullo, el
otros lo han hecho, y en fin... Y en cuanto
esa palabra, pero estoy agradecidísimo al
altruismo y la nobleza del ‘Quijote’, pero
a lo de la compañía, pues no, porque no
tío que la creó. No sé quién es, pero tiene
¿no cree que a este país le ha influido
he tenido yo la suficiente mala baba para
toda mi admiración y todo mi cariño. Lo
mucho más la picaresca del ‘Lazarillo’?
ser empresario: habría formado una
asumo, lo asumo.
¡Eso aquí no lo ha captado ni Cristo! Pero,
compañía cojonuda, les habría pagado a
desgraciadamente, el sentido del bien que
El ‘landismo’ pasó de hecho cinematográ- todos lo que se hubieran merecido... y
lleva dentro el Quijote no lo ha asumido
me habría estrellado.
aquí ni Cristo. Somos un país sin solución.
fico a fenómeno sociológico, ¿no cree? No
tengas ninguna duda sobre eso. El landismo ha marcado. Y aunque muchos se
Alfredo Landa, producto cien por cien
Un país maravilloso, por otra parte... Sí,
han referido a él peyorativamente, con el ‘typical spanish’, ¿cómo ve a este país lla- bueno, sí, pero muy por otra parte, ¿eh? 쎲
Incluso en los papeles más dramáticos
acababa Alfredo Landa inyectando comedia. Caso de Paco el Bajo de ‘Los santos
inocentes’. Es que es lo más bonito del
mundo. Sacar de un drama la ternura y la
risa es lo más hermoso de esta profesión.
Y ternura la tenemos todos, ¿eh?, hasta Al
Capone.
EL PAÍS SEMANAL
41
EL PAÍS, viernes 6 de abril de 2007
Madrid
lfredo Landa (Pamplona, 1933) dice que
se retira. Que hasta
el mismísimo Steven
Spielberg se iría con
el rabo entre las piernas si le ofreciera un papel. Que todo tiene un
principio y un final y no va a
hacer “como los toreros, que dicen que se van y al año o dos
años vuelven”. Aún está por estrenar la que, previsiblemente, será su última película, Luz de domingo, dirigida por José Luis
Garci.
Landa iba para abogado pero
empezó a hacer teatro universitario en San Sebastián y se enganchó. Más tarde, ya en Madrid,
alternó el doblaje con el escenario y participó en películas como
El verdugo (Luis García Berlanga) La niña de luto (Manuel Summers) y De cuerpo presente (Antonio Eceiza).
Y entonces llegó el landismo.
Desde mediados de los sesenta,
encadenó protagonismo en películas como La ciudad no es para
mí, Las que tienen que servir, Vente a Alemania, Pepe, No desearás
al vecino del quinto, París bien vale una moza, Dormir y ligar, todo
es empezar, Cuando el cuerno suena, o Manolo la nuit. Las críticas
más cáusticas llovieron sobre el
actor. Sobre todo durante la transición política, cuando ese cine se
reveló una rémora, casi vergonzosa, para un país que trataba desesperadamente de desprenderse de
su pasado.
Aunque aquellas películas tienen mucho de retrato social de
una época, la del desarrollismo y
los primeros setenta, la que vio el
nacimiento de una clase media
que, una vez conseguidos el seiscientos y el frigorífico, se dio
cuenta de que aún tenía pendiente otra conquista de la modernidad: la sexual. Pero sacudirse de
encima tres décadas de nacionalcatolicismo no fue tan fácil. Por
eso, los personajes de Landa eran
tipos que, a la hora de la verdad,
no se atrevían a ligarse a las suecas del primer boom del turismo
español. Demasiado peso aún de
la moral de novia de toda la vida,
boda por la Iglesia, y familia, a
ser posible numerosa.
Juan Antonio Bardem rescató
a Landa del landismo en El puente (1976). A partir de entonces, el
actor fue mucho más selectivo
con sus trabajos y la década de
los ochenta lo revalidó como el
gran actor que nunca dejó de ser,
con interpretaciones antológicas
como el detective Areta de El
crack, de José Luis Garci, o el
Paco el Bajo de Los santos inocentes, de Mario Camus, con el que
ganó el premio de interpretación
masculina en Cannes, en 1984,
junto con Francisco Rabal.
Pregunta. ¿Con qué películas
de su carrera se queda?
Respuesta. ¡Con todas! De
unas se aprende más que de
otras. De los fracasos se aprende
más que de los éxitos. Los éxitos
te dejan en una nube vaporosa.
¡Qué bien, qué maravilla, soy estupendo! Y no ves lo malo también en lo bueno. De las malas
dices: “¡Qué horror! No tenía que
haber aparecido ni en los títulos
de crédito. ¿Por qué?”. Entonces
razonas todo eso y aprendes mucho. Yo estoy encantado y maravillado de mis 133 películas.
P. ¿Cuál fue su aprendizaje como actor?
R. He sido autodidacta total.
Yo era miembro de una Juventud
de Acción Católica en San Sebastián porque era un sitio donde se
hacía teatro, se proyectaban películas de cine, se jugaba al cine, al
ALFREDO LANDA / Actor
ISABEL LAFONT,
A
CULTURA / 37
|C|I|N|E|
“Haber creado el ‘landismo’ es
algo que llevo como bandera”
Alfredo Landa, durante la entrevista. / GORKA LEJARCEGI
“En ‘Los santos inocentes’, te dejas
llevar y te sale. Lo otro... ¡No te vas a
dejar llevar por ‘El vecino del quinto’!
Hay que fabricarlo, y eso cuesta”
balonmano… El que luego fue
gran amigo mío, Alberto
Aróstegui, era el que se hacía cargo del teatro y me convenció para
hacer un papel de catalán en una
obra de Muñoz Seca. No era protagonista, pero el día del estreno,
en la primera escena, lo debí de
hacer tan bien que me aplaudieron el mutis. Y eso es como la
abeja, que parece que te acaricia
pero te deja el aguijón. Saliendo,
noté como un destello y dije: “Esto es lo mío. Yo tengo que ser
cómico”. Luego fundé el Teatro
Español Universitario (TEU) de
San Sebastián con mi amigo Alberto. Y estrené 40 comedias,
¿eh? Ése fue mi aprendizaje.
P. ¿Ni una clase de interpretación en todos estos años?
R. Nada. Ver, ver, ver. Yo lo
“Yo emplazo a que alguien vea una
película mía y diga: ‘¡Qué asco!’. No.
La gente podía pensar: ‘Éste es un
reprimido, pero me cae bien”
veía todo. Todas las funciones
que ponían en San Sebastián. Si
estaban tres días, los tres días las
veía yo.
P. ¿Por qué dejó de hacer teatro?
R. Porque me cazó el cine.
¡Bendito sea Dios, eh! Porque el
teatro es mucho más esclavo. Mucho más bonito para el actor,
más directo, pero tiene más inconvenientes… hacer todos los días
lo mismo dos veces. Yo he sido
muy comodón toda la vida.
P. ¿Siente predilección por alguno de sus papeles?
R. ¡To-dos! Todos tienen algo.
De los malos he aprendido más
que de los buenos. De los buenos... ¡Es que hacer Los santos
inocentes es mucho más fácil que
hacer El vecino del quinto!
P. Explíquelo.
R. ¡Hombre! En Los santos
inocentes no hace falta más que
dejarse llevar por el sentimiento.
Hace falta sentir. Pero siendo sensible y sintiendo te dejas llevar y
sale eso. Lo otro… ¡No te vas a
dejar llevar por El vecino del quinto! ¡No, hombre, no! ¡Hay que
fabricarlo, y eso cuesta!
P. Es más difícil hacer comedia que drama…
R. ¡Pero mucho más difícil!
¿Dónde va a parar? Arrancar
una carcajada… ya no digo una
carcajada, ¡una sonrisa! Es como
un médico, hay muchos médicos,
pero el del corazón debe ser especialista. Para ser gracioso, para
ser un actor cómico, hace falta
esa especialización. Entonces se
decía que había que tener vis có-
mica, y eso es patrimonio de poca gente. Yo era un vehemente
fan de un actor que se llamaba
Rafael Somoza y admiraba profundamente a Paco Martínez Soria. Mucha gente dirá: “Bueno,
Paco...”. Pero es que era un actor
¡pro-di-gio-so! ¿Y gracia? ¡Tenía
para dar y vender! Hoy no hay
actores así. Paco Martínez Soria
se empeñó durante una parte de
su vida: “Tú eres mi sucesor, yo
te formo compañía”. Y yo: “Que
no, que no, Paco, que yo tengo
otras miras, no digo que sean mejores o peores, pero yo no quiero
vivir toda mi vida encima de un
escenario”. A los ochenta y tantos años seguía subiéndose a un
escenario dos veces al día. ¡Estaba loco!
P. Defina usted el landismo.
R. El landismo es algo prácticamente inalcanzable, porque yo todavía no conozco un rodriguismo
ni un martinismo ni un jimenezismo. Haber creado, ahí está, un
fenómeno sociológico... ¡Ojo!
¡Viene en el Espasa! ¡Joder, haber
conseguido eso! Muchos lo han
tomado en el término peyorativo.
Yo estoy orgullosísimo. Es algo
que lleva uno como bandera. Yo
soy el que ha creado el landismo,
que era una forma de comportarse, de andar por la vida. El landismo es sinónimo de limpieza, fíjate. Yo era un español medio, que
entonces era un tío pequeño, bajito, rechoncho, cabreado y que
además se quejaba de que iba a la
cama poquísimo. Pero yo emplazo a que alguien vea una película
mía y diga: “¡Qué asco!”. No. Todo era sonrisa. La gente podía
pensar: “Éste es un reprimido, pero me cae bien”. Eso siempre ha
sido una constante en mi vida artística.
P. Ha dicho que se retira. Eso,
¿va a misa?
R. ¡Pero cómo que si va a misa! Va en serio, en serio. Eso que
hacen en general muchos toreros,
me retiro y al año o a los dos
años vuelven... No, no. Me ha
costado mucho decidirme, ¿eh?
Yo terminé la película que estaba
haciendo en Oviedo con Garci y
a finales de noviembre tuve un
momento de reflexión. Me puse a
pensar en eso, en que esto tiene
que tener un fin. No se puede
uno dejarse arrastrar y prolongar, dilatar… Yo he visto a mucha gente deteriorada. Un día vi
en un programa de televisión a
alguien a quien yo admiraba mucho. Y le vi mal. Le vi que faltaba
ya… Bueno, que sobraba el paso
de los años. Y me cacé diciéndole
a la televisión: “Retírate hombre,
retírate”. Y yo me volví y me dije:
“Bueno, y tú, ¿qué? Tú dices alegremente a este señor retírate, retírate…”. Y me miré yo al espejo
y me dije: “Pues tengo que pensarlo”.
P. ¿Cómo ha cambiado la profesión, para lo bueno y para lo
malo? ¿Cómo ve a los actores de
ahora?
R. Antes, la formación generalmente pasaba por el teatro porque no había televisión. ¡Qué mala escuela es la tele! ¡Sólo la tele...! Yo me pongo a ver la tele y
no me entero de la mitad. ¡No les
entiendo! ¡No saben hablar! Hoy
ha desaparecido la pausa, un arma maravillosa, que permite dominar el ritmo de una frase. Hay
que saber dar poca importancia a
aquellas cosas en una frase que
no tienen demasiada importancia, hacer la pausa, y meter
—que eso es lo difícil— lo que tú
quieres. ¡Jolín! ¡Eso es una gozada para un actor! Y hoy no saben. ¿Por qué? Una de las causas
es que en televisión es todo ritmo,
y confunden el ritmo con correr.

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