antonio fuentes (1905-1995)

Transcripción

antonio fuentes (1905-1995)
ANTONIO FUENTES
(1905-1995)
ANTONIO FUENTES
(1905-1995)
Excmo. Sr. don Juan Jesús Vivas Lara
Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta
Excma. Sra. doña María Isabel Deu del Olmo
Consejera de Educación y Cultura
Sr. don Adolfo Hernández Lafuente
Presidente de la Fundación Foro del Estrecho
Organización
Museo de Ceuta
Fundación Foro del Estrecho
Alfonso Fuentes
Comisario
Alfonso Fuentes
Transporte y Montaje
856, Servicios Generales, S.L.
Depósito Legal: CA – 429/05
ANTONIO FUENTES
(1905-1995)
DEL 27 DE JUNIO AL 21 DE AGOSTO DE 2005
MUSEO DE CEUTA
REVELLÍN DE SAN IGNACIO – CONJUNTO MONUMENTAL DE LAS MURALLAS REALES
CIUDAD AUTÓNOMA DE CEUTA
CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA
MUSEO DE CEUTA
ÍNDICE
Pag.
Emilio Sanz de Soto. “Centenario de un maleficio.”
9
Joan Gil. “Antonio Fuentes. La reafirmación de una actitud apasionada.”
11
Obras
29
Desnudos
35
Flamencos
55
Tánger
63
Catedrales
99
Abstracciones
117
Frottages
129
Catálogo de obras
139
Addenda documental
151
Alfonso Fuentes. “Antonio Fuentes. A modo de biografía.”
153
Emilio Sanz de Soto. “Antonio Fuentes. Un recuerdo de Tánger y un olvido de España.”
161
José Hernández. “Primero fue el caos. Para mi amigo y maestro Antonio Fuentes.”
175
F. Castellani. “Fuentes Contreras en la galería Dell’Ordine della Valiglia.”
179
Imágenes y documentos
182
Traducciones
193
7
CENTENARIO DE UN MALEFICIO
Emilio Sanz de Soto
En el multiforme y
amplísimo panorama
de la pintura española del siglo XX, al
decir de Jean Cassou,
se echaba en falta
algún nombre y
sobraba algún otro, y
esta afirmación, a mi
parecer, sigue de pie.
El refugio de Antonio
Fuentes era una casa
en la “casbah” en la
plazuela de la enloquecida cofradía de
los aissauas, donde, al
atardecer,
Antonio
Fuentes salía de su
cueva de anacoreta
para repartir tizas de
colores entre los
Aunque me voy a
“moritos” del barrio
referir a un nombre
para que pintaran en
que ni estaba ni Hotel Fuentes. Zoco Chico, Tánger.
los encalados muros, y
sobraba en este panojusto antes de que
rama de la pintura española del siglo
amaneciera se apresuraba Antonio
XX. A un pintor que nos maravilló a
Fuentes a recoger en su cuaderno de
unos pocos y lo descubrimos a la
apuntes las llamadas por él “obras
manera de un tesoro. Su nombre:
maestras” de sus pequeños pintores
Antonio Fuentes.
en estado de gracia.
Todo en él, absolutamente todo,
resulta insólito: Era español, españolísimo, pero nació, vivió y murió, de
siempre en Tánger, muy en particular
cuando esta ciudad era “zona internacional” y secreto refugio de nombres
hoy de fama universal.
En 1929 se pasó las horas vivas en
París en “La Grande Chaumière” y
discutiendo con Francisco Bores. A
Pablo Picasso lo conoció a través de
una amiga común, Rosa Castelucho.
Y ya entonces, desde siempre, fue un
rebelde del impresionismo.
9
De vuelta a Tánger conoce a
Kokotschka y traspasa el impresionismo convirtiéndolo en expresionismo. En un expresionismo muy
colorista, muy personal y, sobre todo,
muy ajeno al expresionismo español
del amplísimo panorama de nuestra
pintura del siglo XX.
obra. Fui de los privilegiados a traspasar aquella puerta. Y doy fe
–aunque pueda parecer increíble–
que ante aquella puerta llamaron
inútilmente nombres como Barbara
Hutton o un Tennessee Williams. Sí la
traspasaron una Martha Chambrun,
princesa Ruspoli o un Paul Bowles…
Su tardía e impar serie de
“Catedrales” sorprenden por su
enorme parecido con el dibujo de
Antonio Gaudí sobre el interior de la
ideada catedral para Tánger del
genial arquitecto, desgraciadamente
nunca realizada. Dibujo que hoy
conocemos, pero que Antonio Fuentes
nunca pudo conocer.
Este año de 2005 se celebra el centenario de Antonio Fuentes –¿Podrá, al
fin, salir del olvido, tan singular
pintor español?. No tengo respuesta.
Y no tengo respuesta por dos motivos:
porque Américo Castro nos enseñó
que “España es un país sin memoria
histórica”… y por que el propio
Antonio Fuentes se empeñó –aunque
nos cueste creerlo– en no darse a
conocer. Hay pues que romper el
maleficio creado por el propio
Antonio Fuentes.
Encerrado a cal y canto en la
“casbah” de Tánger se negaba
siempre a recibir visitas y a vender
ANTONIO FUENTES.
LA REAFIRMACIÓN DE UNA ACTITUD
APASIONADA
Joan Gil.
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte
Ríos de tinta se han
escrito sobre la
ciudad marroquí de
Tánger. Una ciudad
que jugó un papel de
vital importancia en
el período de guerras
como urbe abierta a
los amantes de la
libertad. Declarada
zona internacional
neutral bajo la soberanía del Sultán de
Marruecos, aglutinó Antonio Fuentes.
una amalgama de
culturas que enriquecieron sin duda
su espectro.
a la creatividad, un
lugar donde desarrollar
aquellas ideas impensables en otros lugares.
Es en este entorno
donde Antonio Fuentes
(Tánger, 1905–1995)
desarrolla su juventud
más apasionada. Un
espacio que le ofrece
la diversidad de
opiniones, la confrontación de ideas y
culturas, el análisis de
pensamientos y el
medio creativo para ejercer una
disposición plena dedicada al dibujo
y la pintura.
Refugio de artistas, escritores, políticos, cineastas, literatos y un sinfín de
personajes más o menos exóticos
–algunos de dudoso origen– la convirtieron en un espacio donde la intriga, el
misterio, la pasión y la creatividad eran
el aglutinante de su quehacer diario.
Zoco chico, Tánger.
Pero pronto sus ansias de conocimiento forjaron en el joven artista la
necesidad de traspasar fronteras para
enriquecer su conocimiento. Si bien
en sus inicios sus viajes fueron más
frecuentes –Madrid, París, Roma,
Venecia, etc.– no ocurre lo mismo en
su madurez, en donde prácticamente
se encierra en su estudio del Zoco
Pero como ciudad abierta, Tánger
ofreció siempre un ambiente propicio
10
11
Chico de Tánger para trabajar incansablemente de sol a sol.
Con ocasión del centenario de su nacimiento, es un buen momento para
rendirle el homenaje que se merece y
repasar de forma humana, pero también
crítica, el trabajo ejercido durante su
trayectoria artística. Un legado, el suyo,
que con la perspectiva actual demuestra
la entrega, la pasión, la convicción y las
ansias de investigación que en todo su
itinerario nunca abandonó.
UN REFLEJO DE INQUIETUDES
PERSONALES.
Una de las pruebas decisivas para un
artista es superar con éxito la confrontación de diferentes etapas creativas. Es
evidente que el discurso de un momento,
aislado de todo contexto evolutivo,
siempre resulta mucho más coherente
porque cierra un círculo. Por esto una
exposición retrospectiva que aglutine
sesenta años de trayectoria es siempre
un examen que sirve para valorar la relación existente en el transcurso de un
itinerario. Este es el caso de la muestra
que ahora se presenta de Antonio
Fuentes y que nos permite compartir un
recorrido pictórico extenso y fructífero, a
través de una obra que va evolucionando
desde un realismo academicista hasta
una total abstracción, incorporando en
su universo creativo el legado plástico
del siglo XX. Acercar el arte a la vida,
conectar la creación con las circunstancias externas ha sido, desde el principio,
la preocupación fundamental de Antonio
12
Fuentes. Su obra es una revelación del
instante, un reflejo de las inquietudes
más personales que en todo momento
supo vivir con toda intensidad, nunca
doblegado por los engaños del dinero y
siempre coherente con sus convicciones.
Una actitud que, desde sus inicios, se
mantuvo fiel a sus principios y que
nunca claudicó ni a los avatares del éxito
ni a las falsedades que el mercado del
arte le brindó.
Entender la obra de Antonio Fuentes es
adentrarse en un mundo lleno de
fantasía, independencia, esperanza,
poesía y misterio. Su ciudad natal,
Tánger, estableció un vínculo con un
mundo carente de libertad y en donde el
único reducto de aire puro era el
ambiente que se respiraba en sus calles,
en sus cafés, en sus plazas, en su Zoco
Chico. Todo este entorno arraigó de
forma impactante en la obra de Antonio
Fuentes siendo sus cuadros y dibujos el
testimonio más claro de una sociedad
que ante todo anhelaba libertad.
Así, de la observación de cada una de las
etapas creativas de Fuentes se desprende
que la sinceridad y el compromiso
personal han actuado en cada momento
en el ánimo del artista, comunicando sus
ideas, emociones o preocupaciones
sociales y humanas. Es por esta razón
que, con una total autonomía de expresión y con gran dominio del oficio, ha
utilizado diferentes recursos para conseguir el resultado deseado.
Con la posibilidad que nos ofrece este
trayecto, vemos que su pintura tiene un
13
denominador común que conecta el
conjunto de su obra, a pesar de los
cambios propios de la dinamización
producida
en
cada
momento.
Evidentemente, se observan épocas diferentes con características específicas que
nos demuestran su turbación, su afán de
investigación y de lucha. Pero, un hilo
conductor conecta el conjunto de sus
obras gracias a un lenguaje basado en la
espontaneidad, en la sinceridad, en una
expresión contundente dictada por sus
ímpetus y por sus inquietudes más vitales.
Desde joven, decidió que su opción era
la comunicación plástica. No existía otra
cosa que le interesara tanto. Por este
motivo, luchó a contracorriente para
demostrar que lo único que deseaba era
expresarse plásticamente y manifestar
su potencial interior. Fuentes pertenece
a aquella clase de pintores para los
cuales la pintura, por sí misma, se
convierte en fuente inagotable de nuevas
ideas y, por lo tanto, de nueva pintura.
La práctica pictórica para él se convirtió
en una necesidad vital, una exigencia
del ser. Ésta es creación y como tal el
medio más adecuado para comunicarse
con el mundo. Pero también es el vehículo para encontrase con uno mismo,
para hurgar en las entrañas del pensamiento humano. Si para algo le sirvió la
expresión pictórica a Antonio Fuentes
fue para realizarse a sí mismo, para
hallar a través de este lenguaje el
sentido que la vida le brindaba.
Si inicialmente su obra se sitúa entre la
de los maestros realistas cézannianos de
la generación postnovecentista, inmersa
14
en aquel retorno al orden, con figuras
femeninas –en las que refuerza las formas
opulentas y los valores constructivos–
elaborados en la tradición del realismo
clásico y académico, ya a finales de su
trayectoria –seducido por las tendencias
abstractas– se encamina hacia una nueva
orientación, dejando de lado la figuración
para investigar nuevos vocabularios.
Estos cambios y evoluciones expresivas
no constituyen un estilo unitario, sino
que es necesario entenderlos como retos
permanentes para no encasillarse en un
estilo concreto.
Sus relaciones sociales, por no decir
escasas, fueron seleccionadas con orden
y minuciosidad. En ningún momento
Antonio Fuentes pretendió salir fuera de
su mundo, por el contrario su obra
demuestra que ésta le enseñó a reafirmarse en un universo interior muchas
veces solitario pero de enorme riqueza.
Con el fin de delimitar sus etapas pictóricas, resultado de sus inagotables
búsquedas, proponemos reconstruir cada
una de ellas para perfilar sus características específicas. Todas son un fiel
destello de las intensas experiencias
vividas por el artista en las diferentes
ciudades en las que residió. En la
muestra que ahora se presenta no están
todas representadas, ya que temáticas
como la tauromaquia, las naturalezas
muertas, la serie religiosa o los
nocturnos se han obviado para no
redundar en ciertos aspectos. Así la
elección recoge una síntesis representativa de su trayectoria.
15
DESNUDOS.
DESCUBRIENDO LA NATURALEZA
HUMANA.
Desnudo.
En los inicios, Fuentes se encaminó a
eternizar los arquetipos que le brindaba
la realidad. En este sentido, siempre
trataba la figura humana como único
motivo de inspiración, estructuras de
generosa y sólida complexión, con un
dibujo compacto y ceñido a una devoción inequívoca por la forma concreta.
Son obras que poseen una gran potencia
plástica, una presencia vigorosa, una
nítida precisión y un ritmo de volúmenes casi escultóricos. La gran atención por el esquema constructivo que
traduce la consistencia corpórea de las
figuras, lo aproxima a la “Nueva objetividad” alemana –próximo a Otto Dix–
con una figura humana, de un realismo
duro, potente y sensual que a la vez
conserva la calidez, la suavidad y la
placidez propias del Mediterráneo,
sereno y arquetípico.
Obra de tendencia clasicista y de
influencia principalmente italiana, no
fue una excepción entre la gran oleada
de artistas –de diferente significación–
que se sintieron atraídos por aquella
“vuelta al orden”, entre los cuales cabe
incluir al mismo Picasso.
Existe en todos sus desnudos un estudio
anatómico de la figura que viene acompañado por ambientes donde el mar, las
barcas y las arquitecturas tangerinas
armonizan la composición. Como una
áurea, sus figuras son silueteadas con
precisión, reforzando el sentido humano
16
de su presencia. Se observa que en
algunos dibujos que acompañan a ciertas
figuras aparece ya insinuado lo que se
convertiría –cincuenta años más tarde–
en sus abstracciones. Una revelación
prematura que en el inconsciente del
artista palpitará permanentemente hasta
lograr su ejecución.
BAILAORES Y FLAMENCOS.
LOS AMBIENTES LÚDICOS.
Después de permanecer en Madrid de
1925 a 1929, donde ingresa en la Real
Academia de Bellas Artes de San
Fernando, se instala en París entre 1930
y 1935 donde realiza apuntes y esbozos a
pincel. Durante su estancia hace caricaturas para La Semaine de Paris. De esta
época data la serie de los “Bailaores”,
flamencos de los ballets españoles; unos
estudios de rápida ejecución en los que
capta, a través de las siluetas, la esencia
del movimiento y la expresión de los
gestos. Su obra respira el ambiente
festivo y folclórico que se capta en las
calles y los cafés de la grande cité. Esta
atmósfera le permite conocer a figuras
españolas relevantes que pasan por
París: Manuel de Falla, Encarnación
López, Vicente Escudero, Andrés
Segovia, etc… así como jóvenes artistas
que también residen en la ciudad como
Souto y Pelayo con los que comparte
ideas y proyectos.
Su afán de aprendizaje hace que se
inscriba en la Grand Chaumière por
donde pasan todos los grandes nombres
de la pintura contemporánea. Es aquí
17
Flamenco.
Flamenco.
donde se relaciona con Vlamink y a
Kisling, con los que más tarde compartiría exposiciones colectivas. Incansable
trabajador, ejercita sin descanso su mano
y su ojo. Su dibujo, seguro, tenaz y firme,
capta la esencia del instante pero no deja
al azar nada que lo pueda enriquecer.
Antonio Fuentes quiere que su estancia
en París sea un fiel testimonio y retrata
con rapidez aquellos motivos que le son
más impactantes. En 1930 es admitido
en La Nationale de Beaux Arts con un
excelente desnudo. Aquí contacta con
jóvenes pintores que al igual que él
también aspiran a hacerse un lugar en el
mundo del arte. Más tarde expone en la
Salle d´Art Castelucho donde conoce a
Pablo Picasso. De este encuentro, se
conservan graciosas e interesantes anécdotas escritas en las cartas de Fuentes
que hacen referencia a las conversaciones entre ambos artistas.
En 1934 Antonio Fuentes se traslada a
Roma con la intención de ampliar
nuevos conocimientos artísticos. Ramón
del Valle Inclán firma la solicitud de
acceso a la Academia Española de
Bellas Artes en Roma. Y aunque París se
había convertido en la nueva sede de la
capitalidad artística, Roma sigue conservando el estatus de ciudad artística por
excelencia. Un claro interés por los
clásicos se hace patente en Fuentes
como mención de estudio y análisis.
Siempre manifestó que “El buey degollado” de Rembrandt era una obra de
referencia para el arte contemporáneo, lo
que hace entender la admiración que
tuvo por la obra de Soutine y Kisling con
claras alusiones al pintor holandés y que
18
como muy bien manifiesta Emilio Sainz
de Soto cuando dice: “eran nietos de
Rembrandt, y sobre todo en ambos latía
una inquietud expresionista muy parecida a la del entonces joven Antonio
Fuentes con una pincelada casi similar”.
TÁNGER.
ESCENAS POPULARES Y
PSICOLOGÍA DEL RETRATO.
Este español nacido en Tánger, es uno
de los continuadores de esta corriente
española que se dejó seducir por el
ambiente norteafricano, en una línea
que va de pintores ochocentistas como
Marià Fortuny y Josep Tapiró, pasando
por Tomàs Moragas o Antoni Maria
Fabrés, hasta llegar a artistas del siglo
XX como el catalán Alfred Figueras, el
mallorquín Juli Ramis –con el que
mantendría posteriormente relaciones
muy personales sobre temas esotéricos y
astrales– o el mismo Gaudí que viajó a
Tánger para diseñar el ambicioso
proyecto para las misiones tangerinas.
Enamorado del ambiente y de los tipos y
tradición que le ofrecía Marruecos, las
escenas y retratos que Fuentes captó
constituyen una rica crónica de las
costumbres del país vecino, sin dejarse
llevar jamás por el exceso de exotismo
que distorsionaría la realidad. Habitual
de las callejuelas de la antigua medina
–donde vivía, el Zoco Chico– el transcurrir tranquilo de la vida y el contacto con
la gente le ofrecían los temas que
buscaba para su pintura. Aspectos
variados de la vida cotidiana que
conocía a la perfección y que captaba
19
Escena tangerina.
con inmediatez, sin idealizarlos y sin
añadir anécdota ni folclorismo.
Retrato.
El cromatismo contrastado y la pincelada
densa y pastosa caracteriza esta etapa.
Son obras de resolución inmediata y
rápida, de primera intención, con un
primer toque de pincel gestual que hace
innecesaria la insistencia para explicar
la imagen. Esta voluntad de síntesis es el
resultado del esfuerzo constante por
eliminar la anécdota y el detalle innecesario y superfluo. Una larga elaboración
mental que cristaliza en unos toques
incisivos, trémulos, pero seguros, que
contienen la emoción que le ha producido al artista la observación de su
entorno más inmediato.
Es aquí donde Antonio Fuentes
demuestra toda su fuerza expresiva con
un trazo contundente de la más rabiosa
modernidad europea del momento.
Tanto las escenas populares de las
calles, plazas y mercados tangerinos
como los interiores del café Fuentes
tienen un tratamiento similar. Son obras
realizadas con pasión, con fuerza expresiva, obviando el detalle y magnificando
el conjunto de la composición. Son
pinceladas expresionistas en su más
pura forma. Su gama cromática consigue
unos colores vivos e intensos: ocres,
amarillos, tierras, azules y blancos
configuran un espectro de riqueza plástica. Por el contrario, los retratos de esta
misma época adquieren un matiz más
naturalista con el cual pretende captar
la psicología del personaje y en donde
los colores respiran una calidez y
20
suavidad más acentuada. Los dibujos de
los rostros tangerinos están resueltos
con enorme sencillez, con muy poca
señales, percibiendo sin duda los rasgos
más esenciales.
CATEDRALES.
UNA CONCEPCIÓN MÍSTICA DE LA
VIDA.
Uno de los temas más evocadores y particulares que se conocen en la obra de
Antonio Fuentes son las catedrales. Estas
nos remiten a una concepción mística
que si bien en estas series se hace claramente patente, también en otras se
evidencia de forma sugerente. Su posición de la vida ante la muerte hace que el
artista afronte de forma devota una temática que exprime con ahínco.
La arquitectura y la construcción de las
catedrales dominan su atención durante
un período aproximado de cinco años de
su trayectoria pictórica (1965-1970). Es
un tema singular y personal que lo sitúa
en una de sus etapas de mayor plenitud
artística. Son obras de una espléndida
madurez; obras meditadas y perfectamente estructuradas en las que se
mantiene fiel a la lección constructiva.
La concepción de la composición
aparece robusta y muy afinada con una
percepción lumínica y espacial. En estos
trabajos parece que la convivencia entre
la simbología católica y árabe edifique
unos cuerpos a la vez rotundos y mágicos
que se parecen más a visiones y
ensueños que no a realidades concretas.
Personajes en procesión, rostros insi-
21
Catedral.
nuados, que evidencian una revelación
espiritual, dentro de una arquitectura a
modo de retablo eclesiástico, estrellas
referenciales, rayos de luz cósmica y
celestial que invaden el espacio, configuran un hábeas lleno de connotaciones
religiosas y humanas. Encontramos aquí
un ambiente metafísico y telúrico que en
posteriores series se evidencia de forma
más acentuada, llegando a transmitir una
nostalgia angustiosa ante la concepción
de otros mundos imaginarios.
ABSTRACCIONES.
LAS ENERGÍAS DE LO ETERNO Y
TRANSCENDENTE.
Abstracción.
A partir de 1970, Antonio Fuentes
adopta una postura introspectiva ante la
vida. Su mundo se cierra en sí mismo y
abandona aquel universo externo que
tanto le había dado para adentrase en sus
pensamientos y crear el suyo propio. Una
actitud desoladora pero voluntaria que le
llevaría a realizar obras de extremada
libertad en un campo que no había abordado hasta el momento: la abstracción.
Después de la etapa dedicada a las catedrales, abandona la contundencia y la
solidez anterior para dejarse llevar por
situaciones etéreas, vaporosas y difusas.
Llega el período de las pinturas que
desarrolla a lo largo de los años setenta y
en las que la atmósfera espacial es el
único protagonista. Es evidente que en
éstas sigue manteniendo la predilección
por el sentido constructivo y por su
íntima relación con el espacio, aunque lo
vaya abandonando cada vez más. Pero
22
este orden estructural queda supeditado
al elemento luminoso con una voluntaria
limitación cromática en un afán de
austeridad y simplicidad. Una luz que
Antonio Fuentes persigue como referencia, como guía ante un destino, a
veces incierto, en la búsqueda por
encontrar un sentido en el mundo que
habita. Una claridad identificada con el
espíritu y con la moralidad. La luz de
Antonio Fuentes es fuerza creadora,
energía cósmica, irradiación.
Psicológicamente, recibir la iluminación
es adquirir conciencia de uno mismo y,
en consecuencia, obtener la fuerza espiritual; aquella que nunca le abandonó y
que hizo que se adentrara en mundos
hasta el momento inexplorados por él.
Nos encontramos ante unas pinturas extremadamente sensibles y refinadas,
cargadas de misterio y que piden una
mirada lenta e introspectiva. En estos
años, materializa pictóricamente experiencias interiores. Por este motivo este trabajo
no puede ser visto desde fuera, sino que se
convierte en atmósferas para habitar, espacios para sumergirse. Es aquí cuando deja
de lado las descripciones referenciales de
la realidad para adentrarse en las impresiones que ésta le produce y cuando
empieza a traducir plásticamente las
emociones en luces, sombras, transparencias, opacidades... es decir, en climas de
un mundo intemporal. Paisajes de los
sueños, escenas con valores eternos y
universales, en los que late un tono enigmático, impreciso y misterioso pero con
una emanación de energías que se
proyectan hacia lo eterno y trascendente.
23
Abstracción.
Progresivamente, se introduce en la
abstracción lírica para desarrollar una
obra basada en formas que fluctúan,
velándose y apareciendo. Son atmósferas
inciertas y laberínticas en un equilibrio
inestable. Pintura de la memoria, del
recuerdo, en la que rastros, sombras,
reflejos, transparencias, presencias sin
peso, quedan abandonadas en el espacio,
de la misma manera que las emociones
se sostienen en la conciencia.
FROTTAGES.
UNA COSMOLOGÍA UNIVERSAL.
Frottage.
En esta última etapa que abarca los años
90 es como si quisiera despojarse de
todo: dejando de lado lo superfluo para
quedarse con el gesto y la presión que
ejerce sobre el soporte para hacer
emerger relieves y texturas. Gracias al
recorrido de la mano y al tránsito de la
herramienta pigmentada , van apareciendo en la superficie huellas y señales
a partir de la propia cadencia energética,
de las latentes vibraciones o de los movimientos dinámicos.
Antonio Fuentes quiere dejar patente su
paso, su experiencia más sincera en el
final de su carrera. Nuestro artista se
despoja aquí de todo el lastre acumulado
e intenta simplificar al máximo aquel
sentido de acumulación material que los
humanos poseemos. Una conciencia
espacial que evidencia el estudio por
otros mundos superiores más allá de la
realidad circundante. Su mente viaja en
busca de la luz que le revele el sentido
de la verdad absoluta.
24
PLANTEAMIENTOS GLOBALES.
El centenar de obras que ahora se muestran en esta exposición manifiesta de
forma clara y contundente que Antonio
Fuentes ejerció un trabajo pictórico
durante una trayectoria que aglutinó las
tendencias más esenciales del arte del
siglo XX.
No se puede estudiar su obra sin tener
presente la imagen de un personaje
peculiar, bohemio, pintoresco y ávido de
conocimiento, preocupado por un
estudio interior del desarrollo humano.
Un personaje abierto al mundo pero
también encerrado en sí mismo.
Es un buen momento para conocer una
de las figuras con más talante creativo
que supo optar por un estilo de vida
inmutable y mantener una coherencia
consigo mismo, dando una visión muy
particular del mundo a través de su arte.
Muchos paralelismos se podrían hacer
con los grandes artistas de su época, pero
tal vez sería inútil forjar estrechos lazos
con un creador que sólo pretendió ser él
mismo. Ni el mercado, ni el dinero, ni el
éxito hicieron tambalear su integridad.
Por el contrario siempre se mantuvo
firme en sus ideas y recogió solamente
aquello que más le cautivó. Sin duda ha
sido un artista olvidado, pero también él
creó las condiciones para serlo, quizás
en busca de aquéllo que tal vez no
sabemos si lo llegó a conseguir.
Encerrado en su estudio del Zoco Chico,
este “Toulouse–Lautrec de Tánger”,
como le calificó Pierre Gassier en sus
25
inicios, supo recoger aquellos ambientes
que tanto cautivaron a antecesores suyos
como Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró
y muchos más. Sus contactos con Paul
Bowles, Kokotschka, Picasso, Vlkamink,
Soutine y muchos otros le enriquecieron
de forma decisiva, extrayendo de éstos
aquello que más le impresionó.
Un dibujo ágil, elegante, expresivo, así
como una pintura, tenaz y contundente,
de pincelada gruesa, con nervio y vigor
pero a la vez segura, definen un vocabulario plástico propio que supo engrandecer sus fronteras y que no se limitó a
estrecheces academicistas.
El concepto de espacio también marcó
un punto de interés en toda la obra de
Antonio Fuentes, desde el físico y real,
hallado en las escenas tangerinas,
hasta el sugerido e insinuado de sus
últimas abstracciones.
había forjado en su mente. La forma
desaparece pero no su estructura.
Una doble condición, la de Antonio
Fuentes –la del popularismo tradicional
por sentimiento y la del cosmopolitismo
por la experiencia asumida de la modernidad vivida en París y Roma– que se ha
materializado en un vocabulario
singular y de fuerte personalidad. No
falta de contenido, su obra transmite un
mensaje esperanzador.
Personaje de espíritu fuerte, inquieto y
analítico, Antonio Fuentes vivió constantemente forzando retos personales que
superó con éxito según los objetivos y
exigencias que en todo momento se iba
imponiendo. Es por este motivo que nos
complace rendirle un cálido homenaje de
reconocimiento a su figura y a su obra.
La luz no podía faltar como ingrediente
en este creador. Desde las luces mediterráneas que captan el esplendor del
ambiente, hasta las luces místicas de las
catedrales o las luces cósmicas de sus
abstracciones, éstas se convierten en
testimonio de veracidad e hilo conductor
en su obra.
Sus composiciones formales no abandonaron nunca las estructuras compositivas
de sus obras. Tanto en el dibujo como en
la pintura, Antonio Fuentes materializó
un orden natural que conseguía un
conjunto equilibrado. Incluso en sus
obras abstractas se desvela un interés
por no destruir aquéllo que durante años
26
Antonio Fuentes.
27
OBRAS
1. Autorretrato.
2. Detalle.
2. Autorretrato.
DESNUDOS
3. Desnudo.
4. Desnudo.
5. Desnudo.
6. Desnudo.
7. Desnudo, reverso.
7. Desnudo, anverso.
8. Desnudo.
9. Desnudo.
10. Desnudo.
11. Desnudo.
13. Desnudo.
12. Desnudo.
14. Desnudo.
FLAMENCOS
15. Flamenco.
16. Flamenco.
17. Flamenco.
18. Flamenco.
19. Flamenco.
20. Flamenco.
TÁNGER
21. Escena tangerina.
22. Escena tangerina.
23. Escena tangerina.
24. Escena tangerina.
25. Escena tangerina.
26. Escena tangerina.
27. Escena tangerina.
28. Escena tangerina.
30. Escena tangerina.
29. Escena tangerina.
31. Escena tangerina.
32. Escena tangerina.
33. Café Fuentes.
34. Café Fuentes.
35. Café Fuentes.
36. Retrato.
37. Retrato.
38. Retrato.
39. Retrato.
CATEDRALES
40. Detalle.
40. Detalle.
40. Catedral.
41. Detalle.
41. Catedral.
42. Detalle.
42. Catedral.
43. Catedral.
44. Catedral.
45. Catedral.
46. Catedral.
47. Catedral.
46. Detalle.
47. Detalle.
46. Detalle.
47. Detalle.
ABSTRACCIONES
48. Abstracción.
49. Abstracción.
50. Abstracción.
51. Abstracción.
52. Abstracción.
53. Abstracción.
54. Abstracción.
55. Abstracción.
56. Abstracción.
FROTTAGES
57. Frottage.
58. Frottage.
59. Frottage.
60. Frottage.
61. Frottage.
62. Frottage.
63. Frottage.
64. Frottage.
CATÁLOGO DE OBRAS
1. Autorretrato - ca. 1945.
Óleo sobre piel, 27 x 19,5 ctm.
2. Autorretrato, 1967.
Óleo sobre cartón, 37 x 19 ctm.
Firmado Fuentes 67 ángulo inferior derecho y
anagrama ángulo inferior izquierdo.
3. S/T. - ca. 1945.
Óleo sobre piel, 37 x 88 ctm.
Firmado Fuentes ángulo superior derecho.
4. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 43 x 59 ctm.
Firmado Fuentes lateral derecho.
5. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 44 x 27 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
140
6. Desnudo - Roma, 1935.
Técnica mixta sobre papel, 54 x 27 ctm.
Firmado Fuentes Contreras ángulo inferior
derecho.
7. Desnudo, Reverso - París, 1929.
Técnica mixta sobre papel, 87 x 31 ctm.
7. Desnudo, Anverso - París, 1929.
Técnica mixta sobre papel, 87 x 31 ctm.
8. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 33 x 43 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
9. Desnudo - París, 1939.
Técnica mixta sobre papel, 43 x 59 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
10. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 43 x 31 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
141
11. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo.
12. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 37 x 43 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
17. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo.
18. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo.
13. Desnudo - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 30 x 43 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
14. Desnudos - ca. 1935.
Técnica mixta sobre papel, 42 x 59 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho, centro y anagrama lateral izquierdo.
19. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo.
20. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
15. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
16. Flamenco - ca. 1931.
Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo.
21. Tánger - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 53 x 76 ctm.
Anagrama ángulo inferior derecho.
22. Tánger - ca. 1955.
Óleo sobre cartón, 30 x 49 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
142
143
23. Tánger - ca. 1955.
Óleo sobre cartón, 31 x 50 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
24. Tánger - ca. 1965.
Óleo sobre cartón, 33 x 50 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
29. Tánger - ca. 1955.
Óleo sobre cartón, 31 x 60 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
30. Tánger - ca. 1955.
Óleo sobre cartón, 37 x 51 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
25. Tánger - ca. 1965.
Óleo sobre cartón, 33 x 51 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
26. Tánger - ca. 1945.
Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm.
31. Tánger - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 55 x 76 ctm.
Anagrama ángulo inferior derecho.
32. Tánger - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm.
Anagrama ángulo inferior izquierdo.
27. Tánger - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm.
Anagrama ángulo inferior izquierdo.
28. Tánger - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm.
Anagrama ángulo inferior izquierdo.
33. Café Fuentes - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm.
Anagrama ángulo inferior izquierdo y derecho.
34. Café Fuentes - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm.
Anagrama ángulo superior derecho.
144
145
35. Café Fuentes - ca. 1950.
Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm.
Anagrama ángulo inferior derecho.
36. Retrato - ca. 1945.
Óleo sobre tabla, 35 x 30 ctm.
41. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 66 x 53 ctm.
42. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 97 X 64 ctm.
37. Retrato - 1950.
Óleo sobre tabla, 66 x 47 ctm.
Firmado Fuentes-Contreras 50 ángulo inferior derecho.
38. Retrato - ca. 1935.
Lápiz sobre papel, 25 x 20 ctm.
Firmado Fuentes ángulo inferior derecho.
43. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 65 x 50 ctm.
44. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 63 x 50 ctm.
Anagrama ángulo superior izquierdo.
39. Retrato - ca. 1935.
Lápiz sobre papel, 35 x 22 ctm.
40. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 77 x 53 ctm.
45. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 65 X 92 ctm.
46. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 65 X 92 ctm.
146
147
47. Catedral - 1966.
Óleo sobre cartón, 63 x 80 ctm.
48. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 27 x 22 ctm.
Anagrama ángulo inferior derecho.
53. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
54. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
49. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
50. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 20 x 27 ctm.
55. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
56. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
51. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
52. Abstracción - ca. 1980.
Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm.
Anagrama ángulo inferior derecho.
57. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
58. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
148
149
59. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm
60. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
Firmado Fuentes lateral derecho e izquierdo.
61. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
Anagrama ángulo superior izquierdo.
62. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
63. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
64. Frottage - ca. 1990.
Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm.
150
ADDENDA DOCUMENTAL
ANTONIO FUENTES.
A MODO DE BIOGRAFÍA.
Alfonso Fuentes. Albacea del Artista.
En el “Hotel Fuentes”,
Antonia, una guapíun 9 de octubre de
sima muchacha gitana
1905, nace Antonio
que entró a trabajar en
Fuentes, en el mismo
casa de la madre de
hotel donde Camille
Antonio Fuentes y que
Saint–Saëns compuso Tánger. Mezquita Aissaouas y estudio del pintor. hasta su muerte con
su “Danza Macabra”.
más de noventa años
En el mismo Zoco Chico que pintaron
mantendría una muy estrecha relaDelacroix, Fortuny, Tapiró, Van
ción con toda la familia, contaba
Rysselberghe, Iturrino, Matisse…
cómo Antonio vivía casi aislado en los
cuartos de las azoteas del Hotel
Antonio Fuentes pinta de niño en las
Fuentes, donde se pasaba el día
mesas de mármol del café Fuentes. A
desnudo y dibujando. Antonio se
los trece años hace dibujos para “El
dedica a pintar los techos de estos
Heraldo de Marruecos”. A los catorce,
cuartos con el humo de las velas.
ilustraciones para “La Esfera”y “El
Nuevo Mundo”. Sin saberlo, se está
Recién terminado su servicio militar
convirtiendo en el Toulouse-Lautrec de
en Cádiz en 1925, Fuentes marcha a
Tánger como años más tarde hablaría
estudiar a Madrid, donde ingresa en
de él el gran hispanista francés Pierre
la Real Academia de Bellas Artes de
Gassier. Alentado por los artistas espaSan Fernando. De esta época data un
ñoles Abascal y Ortiz Echagüe, decide
precioso retrato de Federico
dedicarse exclusivamente a la pintura.
García–Lorca hoy desaparecido pero
Dibuja el mundo que le rodea y lo pinta
que podemos apreciar en algunas de
deformándolo irónicamente.
las fotos de Fuentes en su estudio. El
academicismo de Madrid no le
A los quince años su vida gira excluconvence y decide dar el salto a París,
sivamente en torno a la pintura.
al Montparnasse de la época. En 1929
152
153
pinta de sol a sol en “La Grande
Chaumière”, inmensa y destartalada
academia–estudio por donde han pasado
todos los grandes nombres de la pintura
contemporánea. Fuentes dibuja al
pincel, y es así como consigue una fuerza
y una seguridad enormes en el apunte.
Se convierte en un gran dibujante.
Durante su estancia en París hace caricaturas para “La Semaine de Paris”.
Gracias a estas caricaturas conoce a
cuantas figuras españolas pasan por
París: Manuel de Falla, Encarnación
López – “La Argentinita”, Vicente
Escudero, Andrés Segovia. De esta
época data su serie de los “bailaores” de
los ballets españoles.
Ilustración, 1923.
Por las noches se reúne en los cafés con
los otros pintores españoles: Souto,
Pelayos, Bores. No obstante, como cita
Emilio Sanz de Soto, “Fuentes estaba tan
imbuido del espíritu del Zoco Chico de
Tánger, de su convivir diario con árabes y
judíos, que los pintores con los que
intimó fueron los dos judíos: Möise
Kisling y Chaïm Soutine”. No coincidía
con el planteamiento artístico de muchos
de sus compatriotas, “puesto que estaban
todos obsesionados con Picasso –lo que
era natural– pero lo que en Picasso es
puro instinto adivinatorio, mis paisanos
lo reconvertían en álgebra mental”.
Por aquellos años nace su admiración
por Rembrandt; cree que toda la nueva
pintura ha de arrancar de “El buey
desollado ”. Ya en 1930 es admitido en
“La Nationale des Beaux Arts” con un
soberbio desnudo. Realiza su primera
154
exposición individual en la “Salle d’Art
Castelucho”, donde conoce a Picasso. En
exposiciones colectivas figura junto a
Kisling y Vlaminck.
En 1934 se traslada a Italia, a continuar
su formación. Inicialmente a Florencia,
como discípulo de Felice Carena
(1879–1965) y posteriormente a Roma,
donde ingresa en la “Academia Española
de Bellas Artes”. Se conserva su admisión firmada por Valle–Inclán, director
de la Academia. Sigue colaborando con
la prensa española mandando ilustraciones desde Italia.
Hace en Roma un apunte al natural de
S.M. don Alfonso XIII, apunte que don
Alfonso le firmaría posteriormente con
un: “Sí señor, así soy yo por la gracia y
desgracia de Dios”. Se trataba de un
retrato-caricatura a la manera que
Fuentes realizara en París. En la obra: “A
Dictionary of Painters in Tangier, 16692003”, la entrada dedicada a Fuentes –la
mayor de todos los artistas contemplados–, habla de este retrato: “… Whilst
still a student he executed a portrait of
the exiled Spanish sovereign, King
Alfonso XIII. The portrait was recently
sold at auction . It is believed to have
been purchased by King Juan Carlos…”.
Al finalizar la 2ª Guerra Mundial,
Fuentes vuelve a Tánger, a su
casa–estudio de la medina, en la plaza
de los Aissauas. A partir de entonces
muy raramente expone: sólo cuando
grandes amigos o instituciones le
convencen a ello. En estas ocasiones
grandes nombres de la crítica artística y
155
Roma, 1935.
cultural reconocen sus exposiciones.
Una recopilación exhaustiva de todos los
textos acerca de la obra y de la figura de
Fuentes se está realizando para su publicación en www.antoniofuentes.org.
A partir de 1973 se produce el aislamiento definitivo de Antonio Fuentes.
Se dedica por completo a la meditación
y su obra se centra en la abstracción
hasta llegar a la serie de los frottages
de 1990 cuando Fuentes cuenta ya con
85 años.
Cartel exposición. París, 1972.
Fuentes gozó de la libertad de poder
dedicarse exclusivamente a su obra sin
que nada le distrajera de ello y no tener
que “mercantilizarla”. Vende en su
estudio cuando “el comprador tiene la
suficiente categoría para tener mi obra”.
Los compradores tenían que aventurarse
a ver si Fuentes los recibía y, si lo hacía,
si conseguían comprarle obras.
En la década de los noventa, el
Consulado General de España en Tánger
le ofrece realizar una exposición retrospectiva de su obra. Fuentes se niega a
ello. Posteriormente le proponen
convertir su casa en el Museo Fuentes,
así como realizar una Exposición
Antológica Itinerante, acompañada de
una catalogación general de su obra, de
la que el catálogo fotográfico está realizado y compuesto por más de 450 obras
repartidas en importantes colecciones
privadas de todo el mundo, desde
América del Sur, Estados Unidos y
Europa hasta Arabia Saudita. Fuentes
rehúsa ambas propuestas.
156
En sus últimos años se dedicó a plasmar
–en una escritura cuasi automática–
todos sus recuerdos. Me conmueven
especialmente los textos en los que
Fuentes relata sus encuentros con
Picasso en París, 1930 y Vallauris,
treinta años más tarde.
En el primero de ellos, Fuentes relata
cómo se encontró con Picasso en la
tienda de materiales artísticos adjunta a
la galería Castelucho y la posterior visita
junto al Maestro de la exposición de la
galería. En esta visita, Antonio Fuentes
propone a Picasso, para no interferirse
mutuamente en la visita, que cada uno
hiciera el recorrido de la exposición en
sentido contrario y a la salida comentar
qué pieza consideraban la mejor. Ambos
coincidieron en su apreciación: una
gitana de Nonell. En este encuentro con
Picasso, Fuentes nos relata también
cómo la dueña de la galería –que tenía
obra suya en depósito– le ofrece una
importante cantidad por un cuadro que
una cliente quería comprarle. Fuentes
dudaba sobre la venta. Picasso le recomendó que no lo dudara, que lo vendiera
para así ir haciéndose una clientela en
París. En esta serie de textos, Fuentes
describe a Picasso como a un señor ya
mayor –Antonio tenía entonces veinticinco años y Picasso cincuenta– de
aspecto burgués, con un buen abrigo
inglés y un sombrero borsalino y al que
trata como un padre por lo humilde de
su actitud.
En los textos de Vallauris, Fuentes –de
viaje hacia Venecia para exponer– visita
a Picasso y juntos se dirigen a un verte-
157
Fuentes escribiendo. Archivo Mª Paz Mateo.
Detalle de texto sobre Picasso.
dero de donde Picasso solía surtirse de
piezas para sus esculturas-objetos.
Antonio Fuentes muere en Tánger el 25
de julio de 1995, sin haber dejado de
trabajar un solo momento. Incluso en sus
últimos días le molestaba que le distrajeran. No consintió en abandonar su
casa–estudio de la medina tangerina
hasta un día antes de su muerte que finalmente tuvo lugar en el Hospital Español
de Tánger. Mª Paz Mateo y Manuel
Rodríguez–Ballester, profesores ambos
del Instituto Español de Tánger en la
época, fueron sus últimos acompañantes.
El 20 de julio de 1995 fueron a visitarlo
como casi todos los días. Aún les dijo que
la pintura le daba la vida cuando le ofrecieron una cajita de acuarelas.
En la exposición conmemorativa del
centenario del nacimiento de Fuentes
presentamos series que abarcan desde
1929 hasta la década de los noventa del
pasado siglo. Los fondos de esta exposición pertenecen en su integridad a la
colección privada de la familia.
Podemos contemplar la trayectoria de un
artista que conoce y hace suya en todo
momento la trayectoria del Arte a lo
largo del siglo XX, pero adecuando
siempre cada escuela a su propia personalidad artística.
Exposición de Fuentes en Tánger. Librairie des Colonnes, 1962.
Todo un siglo dedicado a la creación. Al
perder Tánger el status de Ciudad
Internacional, la familia y amigos recomendaban a Fuentes que saliera de allí,
algo a lo que Fuentes siempre se negó.
158
159
ANTONIO FUENTES: UN RECUERDO
DE TÁNGER Y UN OLVIDO DE ESPAÑA
Emilio Sanz de Soto
Artículo publicado en El País-Babelia, el 23 de agosto de 1997, con ocasión de la
primera exposición póstuma de Antonio Fuentes.
Hablo de una plazuela
de agua o fuentes de
en todo ajena a lo que
aljibe, sin cuyo sonido
por una plaza se
mágico es casi impoentiende, pequeña,
sible entender el mundo
asimétrica, sin ningún
islámico. Sonido que le
edificio que por su
fue donado a Andalucía
valor artístico o históy que el genio de
rico mereciera ser
Manuel de Falla habría
tenido en cuenta y, sin
de eternizar.
embargo, es citada por
muy notables escriEstas plazuelas nacen,
tores tanto del siglo
o mejor, se hacen a sí
XIX como del siglo
solas, por la confluencia
XX. E igual sucede en Hotel Fuentes. Zoco Chico, Tánger.
de varias callejuelas. Y
dibujos y apuntes de
así le sucedió al Zoco
muy importantes pintores también de
Chico de Tánger. ¿Por qué hablo del
ambos siglos. Me estoy refiriendo al
Zoco Chico en pasado?. Por la
Zoco Chico de Tánger.
elemental razón de que ya no es el
mágico lugar que fue. Los lugares
Y se pregunta uno, ¿qué tenía el Zoco
mágicos no pueden durar eternamente.
Chico de Tánger para despertar el
Ya se sabe que el “tiempo” y la “magia”
interés que le dedicaron tan imporestuvieron de siempre reñidos.
tantes artistas y escritores?. Hoy, por
supuesto, ninguno: hoy es una más de
En el Zoco Chico, en tan reducido
entre las inconfundibles plazuelas que
espacio, se repitió día tras día y noche
surcan las antiguas ciudades árabes,
tras noche, a lo largo de siglo y medio,
siempre a escondidas del sol y del calor,
con texto y actores siempre improviy siempre en busca de fuentes naturales
sados, siempre renovados, pero con
161
igual contenido y significado, una representación tan insólita como única, ante
unos espectadores que, a través del
tiempo se fueron renovando e, incluso,
algunos, nos dejaron el testimonio de su
particular encantamiento.
Tánger.
No todo el mundo pudo percibir en el ir
y el venir de Zoco Chico, en sus encuentros y desencuentros, esa muy particular
“representación” cuyo significado no era
otro que la última expresión, el resumen,
la esencia, de lo que Tánger era, de lo
que Tánger fue: la fusión sin confusión
de razas, culturas, religiones, lenguas,
comportamientos, costumbres. Una
fusión milagrosamente convertida en
realidad cotidiana, en realidad vivida. Y
percibir esta realidad cotidiana, esta
realidad vivida, en el “espectáculo” que
ofrecía gratis el Zoco Chico sólo le fue
dado contemplar a algunos privilegiados:
a Camille Saint-Saëns en el inicio de su
“Danza Macabra”, una sinfonía alegre y
festiva, aún sin contaminar, aunque
presintiendo que habría de ser devorada
por los atronadores ruidos del materialismo, o en el encuentro de figuras
míticas de la cultura occidental, todos en
paz y armonía, tomándose un té verde en
el “Camino Real” de Tennesse Williams,
pieza luego cambiada de localización por
arte y desastre del director de escena
Elia Kazan. Sigo confiando en que el
original de esta obra, tal como fue concebida y escrita, salga un día a la luz.
Y así como Tennesse Williams presenció
el espectáculo del Zoco Chico desde la
pequeña terraza del café-bar “Tingis”, a
la que él llamaba “mi pequeño palco
162
privado” –lo solía decir en francés: “ma
petite loge privée”– Camille Saint-Saëns
empezó a componer su conocida sinfonía
desde la terraza del Hotel Fuentes, que
era, ése sí, un palco privilegiado.
Y aunque parezca que me alejo del tema
que motiva este texto, el pintor Antonio
Fuentes, luego se comprobará que este
alejamiento está más que justificado. O,
al menos, así lo creo.
No hace mucho leí en una biografía de
Saint-Saëns, que “monsieur Camille”
conoció al compositor español Joaquín
Valverde en el mismísimo Hotel Fuentes,
del que éste era un asiduo cliente, hospedándose siempre en la habitación número
cuatro, desde la que decía oir el latir de
la ciudad. Y fue Joaquín Valverde el
“mágico colaborador” de Federico
Chueca en “pequeñas obras maestras”
como “La Gran Vía”, obra sobre la que
Nieztche dejaría escrito que era tan
“genial como imposible de clasificar”,
quien le haría oir a Saint-Saëns, en el
piano del Hotel Fuentes, una selección
de los principales temas de “El Año
Pasado por Agua”, compuesta por el
propio Valverde en colaboración, como
otras veces, con el personalísimo Chueca.
Y tan entusiasmado quedó el compositor
francés que, al año siguiente, se estrenaba en París y media Francia cantó:
“Faites moi le plaisir madame, d’écouter
seulement deux paroles”
El hijo de Joaquín Valverde, conocido y
reconocido como “Quinito” Valverde,
“personaje” al que distinguidos musicólogos han llegado a confundir con su
163
Antonio Fuentes, padre del pintor.
padre, fue un prematuro compositor que
siendo muy joven aún, compuso
canciones que, de inmediato, adquirieron una enorme popularidad, como
“El Polichinela”, que le estrenaría La
Fornarina o “El Pai-Pai”, que le estrenaría una no menos joven Lola
Membrives quien, con el tiempo, se
habría de convertir en esa enorme actriz
que supo aunar el teatro en español de
ambas orillas del Atlántico.
Pero el siempre brillante y alegre
Quinito Valverde también compuso
canciones de altura musical como
“Clavelitos” que diera a conocer a los
cuatro vientos la gran mezzo-soprano
española Conchita Supervía, ídolo del
“Covent Garden” de Londres.
Quinito Valverde al igual que su padre
también triunfó en París, regalándole a
su paisana, Carolina Otero, mundialmente conocida como “La Bella Otero”,
nada menos que “La Machicha”, la
canción–paradigma de la “Belle
Epoque” parisina, canción que en su
versión original en español rezaba así:
“Tengo dos lunares, el uno junto a la
boca y el otro donde tú sabes”
Y anticipemos que el hijo de Joaquín
Valverde no fue ajeno al hijo pintor de
Antonio Fuentes, el propietario del
Hotel Fuentes, como en su momento
se comprobará.
Al parecer Truman Capote dijo una vez
–y Jane Bowles lo repitió mil veces– que
ante el Acrópolis de Atenas, algunos se
sienten en “estado de sabiduría”, ante
164
San Pedro de Roma, algunos deberían
sentirse en “estado de gracia”, pero que
ante el Zoco Chico de Tánger, todos se
sentían en “estado de libertad”.
El Hotel Fuentes –o mejor: la familia
Fuentes– era el punto de unión más
concreto y preciso entre España y
Tánger; y al decir de muchos y entre los
muchos me incluyo, de manera mucho
más directa y eficaz que nuestras autoridades diplomáticas con excepciones
que, pos supuesto, las hubo.
Y a modo de ejemplo, dos celebraciones
que tuvieron lugar en el Hotel Fuentes, y
a las que de haber prestado más atención
los gobiernos españoles de entonces,
nuestra realidad histórica hubiese despertado, al menos un poco, de su letargo
secular. Me estoy refiriendo al reconocimiento racial y cultural de que, en su
mayoría, dieron siempre pruebas más que
palpables los judíos sefarditas españoles.
Dos españoles ilustres, el uno de nuestra
historia política y el otro de nuestra literatura, merecieron el emocionado homenaje
de la colonia hebreo-sefardí de Tánger:
Emilio Castelar y Benito Pérez-Galdós. Y
ello sucedió –sucedía siempre– en el Hotel
Fuentes. A Castelar el homenaje le fue
ofrecido por el erudito Abraham Pimienta y
a Galdós por una muy singular mujer, la
escritora y periodista Rahma Toledano,
que se adelantó a su tiempo en ideas e
ideales feministas, y que fue la más decisiva colaboradora del doctor Angel Pulido
a la hora de redactar su profético libro,
“Españoles sin patria”, obra a la que
Galdós prestó una muy particular atención.
165
Un año después del homenaje a Galdós,
don Antonio y doña Ana Contreras
habrían de tener un nuevo hijo, con
prematura vocación de pintor y que, con
el tiempo, habría de vivir la bohemia
artístico-literaria de París, en unos años
tan míticos como irrepetibles.
Nace así Antonio Fuentes, que se llamó
como su padre y que fue una persona
singular hasta extremos de muy difícil
comprensión. Dijérase que llegaba al
absurdo forzando su implacable lucidez.
Sus opiniones de inmediato se nos aparecían como un contrasentido, pero una
vez repensadas comprobábamos que
obedecían a una lucidez muy suya. Algo
similar a la imagen que Cervantes nos da
del “loco cuerdo”. En Antonio Fuentes
su esfuerzo de cordura resultaba
evidente. Eso sí: un esfuerzo de cordura
para evitar cualquier asomo de locura.
Durante años creí que Antonio Fuentes
era, cronológicamente hablando, el
primer pintor español nacido en Tánger,
hasta que descubrí que el dibujante-ilustrador –excelente ilustrador– de nuestra
triste guerra civil, en el bando franquista, Carlos Sáenz de Tejada, nació en
Tánger en 1897, donde su padre estaba
entonces en misión diplomática. Y, tras
Antonio Fuentes, el otro gran pintor
nacido en Tánger es José Hernández.
Antonio Fuentes vivió en un mundo no
ajeno al arte y, concretamente, a la pintura.
Su familia era muy amiga de la del extraordinario acuarelista catalán Josep Tapiró,
que llegó a Tánger invitado por Mariano
Fortuny y en esta ciudad se quedó a vivir.
166
A la madre de Antonio Fuentes, doña
Ana, la recuerdo vagamente, ya de
mayor, como a una señorona andaluza,
siempre muy erguida, muy solemne, de
andares seguros, aunque sostenida por
un bastón de ébano con empuñadura de
plata y con vistosos sombreros de exquisito gusto francés, de seguro salidos del
taller de madame Boissonet, famosa
sombrerera parisina que hubo de refugiarse en Tánger tras un escándalo que
puso en peligro al mismísimo
Presidente de la República Francesa.
Madame Boissonet fue la segunda
madre y la profesora de Mariquita
Molina, que habría de heredar la
sombrerería y cuyo único hijo fue el
insólita novelista tangerino Angel
Vázquez, autor de una obra impar: “La
Vida Perra de Juanita Narboni”.
Antonio Fuentes veneraba a su madre, y
al enterarse de que iba a asistir al
entierro de Josep Tapiró, que era íntima
amiga de su mujer que, si mal no
recuerdo , pertenecía a una notable
familia de liberales españoles que al
adquirir la protección inglesa cambiaron
de apellido; el de la peña de convirtió en
Lepen (léase en inglés: Lepin), y dado
que el niño Antonio Fuentes, entonces
de 8 años, se había empeñado en acompañar a su madre a aquel entierro, doña
Ana accedió, pues sabía del entusiasmo
que despertaba en su hijo las obras del
genial acuarelista catalán. A través de
Josep Tapiró se despierta la vocación de
pintor en Antonio Fuentes, hasta que,
años más tarde, descubre en una
Enciclopedia de Pintura a Rembrandt,
en particular a través de su cuadro “El
167
Ana Contreras de Fuentes y su hijo Carlos.
Tánger.
Buey Desollado”. El propio Antonio
Fuentes se decía estar de acuerdo con
quienes creían ver en el expresionismo
siempre latente en toda su obra, la
huella de su primer encuentro con “El
Buey Desollado”, de Rembrandt, cuya
reproducción en forma de postal, casi a
la manera de una imagen religiosa,
habría de acompañarle a lo largo de toda
su vida.
tiene más de un punto en común, sobre
todo es sus escenas tangerinas.
Desde su llega da a París, al
Montparnasse de 1929, donde vive como
mandaban los cánones de entonces una
auténtica bohemia, y donde, según el
propio Antonio Fuentes “me pasaba las
horas vivas en La Grande Chaumière o
conociendo a personaje y medio por
día”. Curiosamente no intima con otros
pintores españoles. “Estaban en su
mayoría –son también palabras de
Antonio Fuentes– obsesionados con
Picasso, pero lo que en Picasso era puro
instinto adivinatorio, mis paisanos lo
reconvertían en álgebra mental”. Esto
explica sus acaloradas discusiones con
Francisco Bores –Y añade Antonio
Fuentes, no sin ironía: “Estaba tan
embebido del espíritu del Zoco Chico de
Tánger, de mi convivir a diario con
árabes y judíos, que los dos únicos
pintores con los que intimé eran los dos
judíos, uno polaco y el otro lituano:
Moïse Kisling y Chaïm Soutine”. Cosa
nada de extrañar, pues ambos, cada uno
a su manera eran “nietos” de
Rembrandt, y sobre todo, en ambos latía
una inquietud expresionista muy similar
a la del entonces joven Antonio Fuentes.
Tampoco debemos olvidar que en Tánger
conoce a Oskar Kokotschka, con el que
Naturalmente Quinito sabía de la
amistad de su padre con la familia
Fuentes de Tánger, y fue él quién le
presentó a la hija de unos muy amigos
suyos, Rosa Castelucho, directora y
propietaria de una sala de exposiciones
que llevaba su nombre: “Galerie d’Art
Castelucho”. Galería en la que habría de
celebrarse la primera exposición individual de Antonio Fuentes. Siempre he
pensado –y perdonen la indiscreción–
que Antonio Fuentes no dejó nunca de
estar enamorado de “Rosita” Castelucho.
Y fue en la sala de exposiciones de Rosa
Castelucho donde Antonio Fuentes
conoció a Picasso. Sobre este encuentro
he leído un texto tan autobiográfico como
conmovedor de Antonio Fuentes, que, al
igual de otros escritos suyos, permanecen todos inéditos.
168
Antonio Fuentes nos confesaba que un
día decidió superar su natural timidez y
fue a visitar en su apartamento parisino a
un señor grueso y solterón al que el “tout
Paris” de entonces conocía como
“monsieur Quinito Valverde”… pronunciado, eso sí, con profundo acento francés.
Existe un período en la obra pictórica de
Antonio Fuentes por el que siempre sentí
una muy particular predilección, un
período que él mismo llamaba de los
“camareros del Zoco Chico”, donde, de
un abigarrado y oscuro mundo de formas
en movimiento, emergían unos incólumes camareros de blanco con nudos de
corbata de pajarita, unas en negro y otras
169
en rojo. El gran hispanista francés Pierre
Gassier, notable erudito en Goya,
también compartía conmigo esta admiración por el período de los “camareros del
Zoco Chico” y fue por ello que habló de
Antonio Fuentes como del “ToulouseLautrec de Tánger”.
Pero Antonio Fuentes, siempre encerrado
en sí mismo, no compartía nuestra admiración por este período de su pintura, y
tan fue así que tanto Gassier como yo
llegamos a sospechar que en algún
momento de crisis llegó a destruir las
obras de este período. Tiempo después
me confesó que este período le recordaba
los años que para sobrevivir hacía caricaturas por las terrazas de los cafés de París
o Roma. Y fue así como nació su amistad
con la genial bailarina Antonia Mercé,
“La Argentina”, en París, y que tuvo
lugar su simpático encuentro con el rey
D. Alfonso XIII, en Roma, donde tras
hacerle una caricatura a don Alfonso,
éste escribió de su puño y letra, debajo de
su caricatura: “Sí Señor, soy así por la
gracia y desgracia de Dios”.
Hay que tener en cuenta que hasta en
sus momentos más difíciles se negaba a
vender sus cuadros. Era Antonio
Fuentes un hombre lleno de manías
profundamente arraigadas en él, a su
personalidad. Había días, muchos días,
en los que se negaba a abrir la puerta de
su estudio. Y así perdió –quienes le
conocimos fuimos testigos de ello–
encuentros y ventas que le hubiesen
abierto muchas puertas; pero él se
definía a sí mismo como: “hombre de
puertas cerradas”.
170
Quien no visitó su estudio vivienda en la
medina de Tánger no puede hacerse una
idea por lejana que ésta sea , del ambiente
caótico-surreal en el que, durante años, se
mantuvo oculto Antonio Fuentes.
Cuánto lamento que nadie filmara –el
cineasta Mario Ruspoli pensó hacerlo–
aquel mundo de tan inimaginable como
increíble desorden, pero curiosamente
para Antonio Fuentes este desorden era
sólo aparente pues puesto a buscar el
más insignificante de los papeles
siempre sabía dónde estaba.
El estudio de Antonio Fuentes donde
vivió escondido –sí, escondido– hasta la
avanzada edad de noventa años, estaba
ubicado como ya creo haber dicho, en la
antigua medina de Tánger, concretamente en la plazuela de los Aissauas,
frente a la Mezquita Nueva, a la que
durante largas décadas le hizo siempre
compañía una milagrosa palmera gigante
que, en uno de esos días de viento de
levante, su muy largo y esbelto tronco se
quebró, y la palmera fue enterrada casi
religiosamente en el viejo cementerio
árabe cercano a la Mendubía.
Sin duda alguna uno de los períodos
pictóricos más personales y sugerentes
de Antonio Fuentes fue el llamado de
“Las Catedrales”. En estas catedrales se
nos aparecen fundidas toda una misteriosa y secular simbología, donde lo
judío, lo católico y lo árabe, parecen
emerger de una misma y única ceremonia religiosa. Las más bellas piezas
de este período se las repartieron por
partes iguales –fui testigo de ello–
171
Mezquita Aissaouas. En primer término estudio
de Fuentes y “la milagrosa palmera gigante”
de la que habla mi amigo Sanz de Soto.
Barbara Hutton y la Princesa de
Ruspoli, Marthe Chambrun.
En su último período creativo se dejó
tentar por la llamémosle “abstracción”,
período que mantuvo secreto hasta el
final de sus dís y en que se deja sentir la
influencia del pintor mallorquín, de
Sóller, Juli Ramis, que vivió en Tánger
años decisivos en la evolución de su muy
refinada pintura y que para algunos
historiadores y críticos del arte español
contemporáneo –afortunadamente no
todos– sigue vergonzosamente olvidado.
Al decir del propio Picasso, “el
benjamín”, así llamaba don Pablo a Juli
Ramis, fue uno de los más indiscutibles
precursores de la no figuración en España.
hirientes. Y, tras observar los resultados, destruían las obras. Eran tan
solo, decían, para mantener seguro el
pulso del pintor.
Es más: si los olvidos ya existen
dentro de la propia España referidos a
ciudades que no sean Madrid o
Barcelona, cómo no van a existir referidos a mundos tan anchos como
ajenos a ése que , dicen, es el nuestro.
Pienso –lo he pensado muchas veces–
que aún no existe una historia global,
totalizadora, de la pintura española
del siglo XX. Y quien dice pintura,
dice también otras ramas del arte, de
la literatura, de la investigación, de la
ciencia. Muchas siguen siendo las
causas. Aunque uno sigue pensando
que la herida de las dos Españas aún
no ha cicatrizado del todo, que
muchas de sus consecuencias siguen
abiertas: exilios interiores, olvidos
tanto voluntarios como involuntarios,
vidas rehechas en los más recónditos
lugares del mundo…
Sirvan pues estas líneas para sumas
otro nombre a esos “olvidos de España”
de los que ya hablaba Jovellanos.
En el caso que nos ocupa es para
añadir el nombre de un pintor
español, aunque a muchos españoles
aún no les suene: el nombre de
Antonio Fuentes.
La amistad entre Juli Ramis y Antonio
Fuentes fue de lo más peculiar. Difícil
me resulta destacar cuál de los dos era el
de carácter más difícil. Podían pasar
largas horas juntos sin apenas dirigirse
la palabra. Compartían, eso sí, modelos
difíciles de conseguir, de muchachas
marroquíes, aún adolescentes, que
hubiese envidiado el propio Gauguin.
Una vez finalizado el tiempo pactado, la
modelo se envolvía en su jaique, y se
marchaba subrepticiamente, sin hacer el
menor ruido, y era entonces cuando
ambos pintores observaban sus obras,
unas obras que resultaban siempre, no
ya diferentes, sino diametralmente
opuestas. Mientras Ramis con un duro
lápiz conseguía unos refinados entornos,
casi de pintura japonesa, Fuentes, con
un suave pincel, conseguía todo lo
contrario, unos entornos violentos, casi
172
173
PRIMERO FUE EL CAOS. PARA MI AMIGO
Y MAESTRO ANTONIO FUENTES.
José Hernández,
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Si lo que se denomina
pero no sería justo ni
talento artístico fuera
serio dejar de destacar
realmente materia
lo que considero una
cuantificable, no cabe
verdadera cualidad: la
duda de que el materara facultad de éste
rial, real o imagipara ver y hacer ver a
nario, de Antonio
los demás siempre el
Fuentes
superaría
lado estético, artístico,
cualquier cifra conoo si se quiere, positivo
cida. Esto, como es
de las cosas que nos
natural,
no
lo
rodean, ya sean objeto,
descubro yo hoy, sino Antonio Fuentes. Tánger, 1975.
atmósfera o situación.
que otros con más
conocimiento y facultad en estas
Esa enorme y envidiable vitalidad es
cuestiones lo han dejado dicho,
forma de fuerza centrífuga nos deja
escrito y rubricado. En este sentido
una huella indeleble, una lección
poco o muy poco podría yo añadir a lo
para siempre aprendida de generoque ya, por derecho, consta. No
sidad, de creatividad, de humildad y
obstante, y por pequeña que sea mi
de otros términos hoy triste e incomaportación, sí puedo (o debo) contar
prensiblemente en desuso.
mi de impresión personal en mi
primera visita al estudio de un pintor,
Salvo esta mención obligada, he
estudio o celda, allá donde se desata
preferido la evocación de un recuerdo
la imaginación creadora.
de la adolescencia por ser a veces lo
más ilustrativo. El relato podría
Soy enemigo acérrimo de las loas, y
situarse en Tánger, también mi
me consta que Antonio Fuentes
ciudad natal, una tarde luminosa y
tampoco es muy sensible al género,
fresca de un mes de marzo.
175
Acompañaba yo a dos buenos amigos:
Emilio Sanz de Soto y Antonio o Ángel
Vázquez. Una plazoleta, la cuidada
fachada de una pequeña mezquita iba a
ser el decorado natural de este sortilegio.
Traspasar el umbral de la puerta azul fue
como penetrar súbitamente en un planetario, mis ojos abiertos como dos
enormes y desproporcionados discos de
porcelana blanca. Ascendí por un hueco
oscuro en donde unas escaleras se trasformaban como por arte de magia a
veces en una espiral, en el lomo de un
cuerpo escamoso, en las horas superpuestas de la esfera de un reloj de pared
o bien es simples hojas hilvanadas de un
menú de hotel.
Llegado la planta superior ví cómo el
Artista, jadeante, observaba algo a
través del ojo de una cerradura. Con un
gesto pidió silencio y acto seguido
desapareció entre la maleza. En el lugar
que ocupaba, toda una flota de latas de
sardinas en su S.I.N.G.L.A.D.U.R.A.
pedía paso al dirigirse hacia un cuarto
de baño en cuya bañera habitaba un
lacerado jergón de plumas de ave, de las
de fábula.
En una sala central una motocicleta de
gran tamaño pilotada por una también
voluminosa enciclopedia recorría en
diagonal enormes salas de alrededor
sorteando todo tipo de obstáculos:
objetos muy diversos (algunos de ellos de
culto) tales como un par de calcetines de
color turquesa unidos por uno de los
extremos y formando el signo de Omega,
un sombrero canotier, un gramófono con
176
embocadura de orquídea, brochas
manchadas de color y ya secas o una
cajita, en otro tiempo de pastillas para la
tos, ahora repleta de ojos de muñeca y
más allá, un pájaro disecado al que, por
su aspecto, sólo le faltaba la vida. Ví
también cómo una columna de insectos
traspasaba los muros, de otro modo, y por
su espesor, impenetrables. Al fondo, en
otra sala y de cuyas paredes se desprendían enormes pergaminos, partituras,
diplomas, alas de mariposas y otros
suspiros, ví cómo Antonio Fuentes, con
ruedas en los pies, pintaba frenéticamente una catedral e intentando contenerla en un rectángulo de no más de
cincuenta centímetros. Sobre él, una
hilera de bestias mitológicas desfilaba
por la cornisa de la habitación.
Permanecí en este estado de éxtasis no
sé bien cuánto tiempo, pero sí sentí cómo
mi cabeza giraba hacia la izquierda,
hacia un ventanuco por donde pude ver
el azul del cielo; un aroma de menta
penetraba por el estrecho hueco
quebrando el vidrio y manifestando la
horizontalidad. A mi lado yacía un sobre
con matasellos desdibujado. Una sombra
pentagonal ponía tildes al poema.
Esta fue mi primer encuentro con un
Artista. Esta es la visión que ha permanecido grabada en mi mente. En
tiempos como los que vivimos, podrían
acaso ser, éstos y otros, datos para
nuestra moribundia?.
177
FUENTES CONTRERAS EN LA GALERÍA
DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA
F. Castellani.
“Il Gazzetino” - Venecia, 21 de octubre de 1964.
… L’ impressione che
del Marocco ha il
Fuentes non è pura
suggestione o magia;
il suo modo di esprimersi non è soltando
simpatia picasiana. Il
Fuentes s’incontra
con Picasso per un
sincero modo di
semplificare, di scartare il superfluo, di
ordinare, di fai risaltare spazialmente, Venecia.
arabesamente, ciò
che constituisce l’essenza , ai più
nascosta, della visione reale.
si incontra con le più
moderne espressioni
dell’arte occidentale
creando tra i due continente quella continuità
di rapporti spirituali
che è il fine, la
conquista dell’arte …..
Los experimentos del
cubismo no han terminado aún, aunque en la
última Bienal de
Venecia todo dejaba
suponer lo contrario.
Numerosos pintores, italianos en particular, hasta ayer cubistas y
para–cubistas, se han dirigido, en
efecto, hacia otras corriente. Se diría
que ha prevalecido una especie de
respeto sagrado de la figura humana
que había sido deformada hasta el paroxismo por el expresionismo social de
marca alemana surgido hace cincuenta
años, y por el cubismo actual.
Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le
sue fumate a Vallauris che son otra le
poche opere del genere che di lui si
conoscano, non presentano l’interesse
che acompagna tutta l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del
Fuentes Contreras, il valore nuevo
della sua paessaggistica africana che,
affaciandosi alle luci de Mediterraneo,
Un gusto tenaz por la deformación de
la figura aunque no sea de origen
179
puramente cubista existe en la escultura,
pero la escultura tiene un campo de
acción limitado si se compara con la
pintura, y liberarse del elemento humano
, como dicen los artistas vanguardistas,
no es cosa fácil para los escultores de
toda tendencia. Sin embargo, no es
nuestra intención detenernos sobre la
escultura, sino sobre la pintura, con
motivo de la ocasión que se nos presenta
con la exposición personal en la Galleria
dell’Ordine della Valiglia, en la calle
Fabri, del artista español Antonio
Fuentes Contreras, residente en Tánger.
Fuentes Contreras ha hecho también
tiempofiguras cubistas motivado, no por
exigencias de angustia, sino por su
interés por el arabesco con una composición ritmada por el rigor geométrico.
Pero con los años, se ha dado cuenta de
que hay que descartar la figura picasiana
y la naturaleza muerta braquiana para
dar amplitud a un mundo de encantos
orientales, que no es el descubierto por
Ingres, Delacroix o Matisse encerrado en
los harems, sino aquél contemplado,
meditado durante muchos años entre los
laberintos de la alcazaba, a pie de las
almenas, donde se desenvuelve el calor,
la vida tumultuosa y holgazana, confundiéndose con la Naturaleza de manera
alucinante y casi por completo desconocida por los europeos.
encuentran todos los colores del arco
iris, espaciados por contornos marcados
por el Sol. Cada cosa pierde su consistencia objetiva para conseguir un valor
de concreción fantástica. La impresión
que Fuentes tiene de Marruecos no es
pura sugestión o magia. Su manera de
expresarse no es puramente simpatía
picassiana. Fuentes se encuentra con
Picasso en una sincera manera de
simplificar, de descartar lo superfluo, de
ordenar y de hacer resaltar en el
espacio, arabescamente, lo que constituye la esencia, aunque escondida, de la
visión real.
Por optra parte, Picasso nunca se empeñó
realmente en el paisaje, y sus plantas
tropicales y sus fumatos de Vallauris, que
son las pocas obras suyas de esta naturaleza que se conocen, no presentan el
interés de su otra multiforme actividad.
En esto reside la personalidad de Fuentes
Contreras y el valor de su nueva paisajística africana qe, asomándose a las luces
del Mediterráneo, se encuentra con las
más modernas expresiones del arte actual,
creando entre los dos continentes aquella
continuidad de las relaciones espirituales
que es fin, la conquista del Arte.
En la pintura de Fuentes queda eliminada la idea errónea que muchos de
hicieron de aquella tierra, todo contraste
deslumbrante de luces blancas y
sombras violetas. En él al contrario todo
es color. En cada rincón de la calle se
180
181
Carnet de la Escuela especial de Pintura,
Escultura y Grabado. Madrid, 1932.
Tarjeta XVIII Feria de Marrakech, Marruecos.
Feria - Exposición. Fez, Marruecos, ca. 1947.
Carta de admisión de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Firmada por Valle-Inclán, 1934.
Tarjeta Feria - Exposición de Meaux, a nombre de M. Vox (alter ego de Fuentes).
182
183
Semblanza de Antonio Fuentes por Ángel
Vázquez, Premio Planeta en 1962 por
“Se enciende y se apaga una luz”.
“La vida perra de Juanita Narboni”, de Ángel Vázquez con obra de Fuentes en portada.
184
Ángel – o Antonio – Vázquez fue un personaje tan peculiar como Fuentes, luchando
toda su vida contra su ímpetu creador.
Autor de la genial obra “La vida perra de
Juanita Narboni”, se está convirtiendo,
también quizás a pesar suyo, en un autor
de culto. Esta obra ha sido traducida al
francés, y sé del interés de Barbara ProstSolomon por su traducción al inglés, algo
realmente difícil pues la protagonista del
libro utiliza la así llamada “yaquetía”,
particular forma de lenguaje de la colonia
judío-sefardita de Tánger.
185
Postal enviada por el pintor durante su estancia
en Roma, 1935.
Postal enviada por el pintor desde Madrid, 1925.
Postal enviada por el pintor durante su
estancia en Roma, 1935.
Postal enviada por el pintor durante su estancia en Roma, 1935.
186
187
Autorretrato a modo de caricatura.
Ilustraciones realizadas por Antonio
Fuentes desde 1925 como colaboración con
la prensa de la época: “La Esfera”, “Nuevo
Mundo”, “Crónica”...
188
189
CON PICASSO
París, 1929.
…..me doblaba la edad. Lo consideré
como un padre o un abuelo, tratándolo
como si lo conociera de siempre, pues
tan humilde y simple no se prestaba a
otra cosa. Él se daría cuenta de mi ignorancia y me preguntó por mi estado en
Francia. Le dije que me buscaba la vida
haciendo retratos a lápiz en las Ferias.
Como tenía mi cuaderno bajo el brazo le
mostré la técnica que empleaba para
dibujar. Me escuchó como aprendiendo
mi estilo…..
… Invité a Picasso a visitar una exposición anexa a la tienda de los Castelucho
y al llegar a la puerta cometí el error que
nunca olvidaré. Le dije a Picasso que
para no molestarnos uno al otro él
cogiera por la izquierda y yo por la
derecha y nos veríamos a la salida. Yo
llegué antes que él . Le esperé y le dije,
ha visto el Nonell que hay dentro?, y
abriendo sus ojos Extraordinarios con
aureola blanca como una luna llena, me
dijo: es lo mejor que hay. Era una gitana.
190
Texto sobre Picasso, 1985.
191
TRADUCCIONES
ANTONIO FUENTES (1905-1995). A ONE HUNDRED YEAR CURSE.
Emilio Sanz de Soto.
In the multiform and very wide view of XX century Spanish painting, Jean Cassou believes that out of all
the artists associated with this period there are some important names missing and some that are not relevant. I agree with him.
I am going to refer to a name that is not well known but whom I believe important to speak about in this
view of XX century Spanish painting. To a painter that amazed some of us and whom we discovered like
treasure. His name is: Antonio Fuentes.
Everything about him, absolutely everything, was unusual: He was Spanish, extremely Spanish, but he was
born, lived and died in Tangiers, when this city was an “International area” and secret refuge for people
that today are universally famous.
Antonio Fuentes’ refuge was a house in the Kasbah in the small square of the crazy “aisauas” brotherhood,
where, at dusk, Antonio Fuentes would leave his anchorite’s cave to share out coloured chalk between the
Moroccan children of the area so that they could draw on the whitewashed walls. Just before dawn Antonio
Fuentes would rush to make notes in his notebook of the “masterpieces”. This is the name he gave to the
pictures drawn by his smaller painters (the children) in state of grace.
In 1929 he spent his life in Paris in “la Grande Chaumière” and debating with Francisco Bores. He got
to know Pablo Picasso through a mutual friend, Rosa Castelucho. He was as always a rebel against
impressionism.
When he returned to Tangiers he met Kokotschka and converted impressionism into expressionism– into a
very colouristic, very personal expressionism and above all, beyond Spanish expressionism of the very wide
view of our XX century painting.
His late and unique “Catedrales” series amazed by its huge similarity with Antonio Gaudí’s drawing on
the interior of a Cathedral in Tangiers, designed by this great architect. This cathedral was unfortunately
never built. This drawing is known nowadays but was never known by Antonio Fuentes.
Securely enclosed in the “Kasbah” of Tangiers he always refused to receive visits and to sell works of art.
I was one of the privileged people to be allowed in. I can vouch that –although it may seem incredible–
names like Barbara Hutton and Tennessee Williams have knocked on his door and been unsuccessful.
People that have managed to enter are Martha Chambrun, Princess Ruspoli and Paul Bowles…
We celebrate this 2005 Antonio Fuentes’ centenary. Will this outstanding Spanish painter ever be remembered? I do not have the answer. I do not have the answer for two reasons: Firstly because Américo Castro
taught us to believe that “Spain is a country without historic memory” and also because Antonio Fuentes
–although it is difficult to believe– insisted on being unknown. One must therefore break the curse made
by Antonio Fuentes himself.
ANTONIO FUENTES. THE REAFFIRMATION OF A PASSIONATE ATTITUDE.
Joan Gil. Member of the International Art Critics Association.
Rivers of ink have been used to write about the Moroccan city of Tangiers. A city that played a role of vital
importance in the war periods as a city open to freedom loving people. It was declared a neutral interna-
195
tional area under the sovereignty of the Sultan of Morocco, bringing together an amalgam of cultures that
without a doubt enriched its range.
A refuge for artists, writers, politicians, film makers, man of letters and no end of celebrities more or less
exotic –some of uncertain origin– they converted it into an area where intrigue, mystery, passion and creativity took place on a daily basis.
As Tangiers was an open city, there was always an atmosphere favourable to creativity, a place where one
developed those ideas that were considered unthinkable in other places. It is in this environment where
Antonio Fuentes (Tangiers 1905-1995) developed his most passionate youth. A place that offered him
diverse opinions, confrontation of ideas and cultures, thought analysis and the creative environment to
constantly practice a talent for drawing and painting.
However, soon his thirst for knowledge made the young artist cross borders in order to enrich his knowledge.
Although at the start his travels were more frequent –Madrid, Paris, Rome, Venice, etc– this did not happen
as he matured, instead he practically enclosed himself in his studio in the “Zoco Chico” in Tangiers to
work untiringly day and night.
On his centenary, it is a good time to pay a deserved tribute to him as well as to review, in a human and
critical way, his work developed during his artistic path. From a current perspective, his legacy shows the
devotion, passion, conviction and the thirst for investigation that throughout his life he never abandoned.
A REFLECTION OF PERSONAL CONCERNS
One of the decisive tests for an artist is to successfully overcome the confrontation of different creative stages.
It is evident that the course of a moment, isolated from all evolutionary contexts, always turns out a lot more
coherent because it closes a cycle. Due to the above, a retrospective exhibition that brings together sixty years
of development is always an exam that is used to evaluate the existing connections in the course of an itinerary. This is the case of the Antonio Fuentes’ exhibition that is now held and that allows us to share an
extensive and productive pictorial journey, through a work of art that evolved from an academicist realism
to a total abstraction, incorporating in his creative universe the plastic legacy of the XX century. To bring
art closer to life, to connect creation with external circumstances has been, from the very beginning, Antonio
Fuentes’ fundamental concern. His work is an instant revelation, a reflection of the most personal concerns
that he always felt with intensity, never crushed by swindles with money and always coherent with his
convictions. An attitude that, right from the beginning, stayed true to his principles and that never gave in
to the transformations of success nor to the falsities that the art market offered him.
To understand Antonio Fuentes’ work means to go into a world full of fantasy, independence, hope, poetry
and mystery. His birth place, Tangiers, established a link with a world lacking in freedom and where the
only stronghold of pure air was the atmosphere breathed in the streets, coffee shops, squares, in the “Zoco
Chico”. This environment affected Antonio Fuentes’ work in an incredible way, his pictures and drawings
being the clearest testimony of a society that primarily longed for freedom.
That is why, from the observation of each of Fuentes’ creative stages we can see the sincerity and the
personal commitment that always took place in the spirit of the artist, communicating his ideas, emotions
or social and human concerns. It is for this reason, with total freedom of expression and with a great
command of the trade; he has used different resources to achieve the desired result.
Since he was young he decided to dedicate himself to plastic communication. There was nothing else that
interested him as much. For this reason, he fought against all odds to demonstrate that the only thing he
desired was to plastically express and to show his inner potential. Fuentes belonged to that class of painters who believed that painting is converted into an inexhaustible fountain of new ideas and, therefore, new
painting. For him, the practical pictorial work converted into a vital necessity and a requirement. This is
creation and therefore the most appropriate means to communicate with the world. It is also the vehicle to
find oneself, to rummage in the core of human thought. Pictorial expression was really important for
Antonio Fuentes as he could achieve personal fulfilment and discover through this language the meaning
that life offers.
Initially his work is positioned between the realist cezannian masters of the post nineties generation,
immersed in that return to order, with feminine figures –in which he reinforced affluent ways and constructive values– elaborated in the tradition of classic and academic realism. However at the end of his path
–captivated by abstract tendencies– he walks towards a new orientation, leaving the figurative art to investigate new vocabulary.
These expressive changes and evolutions do not make up a unitary style, but it is necessary to understand
them as permanent challenges in order to not be categorised in a specific style.
His social relationships, without using the word scarce, were selected with order and meticulously. Not at
any time did Antonio Fuentes intend to leave his world, on the contrary his work showed that he was learning to reassert himself in an internal universe a lot of the time alone but of enormous variety.
With the aim of delimiting his pictorial stages, due to his inexhaustible searches, we propose to reconstruct
each one of them to shape his specific characteristics. All are a true glimmer of the intense experiences lived
by the artist in the different cities he resided in. In the exhibition that is now being held not all of them are
represented, as subjects such as bullfighting, still life, the religious series or the nights have been left out
to not redound to certain aspects. This way the elected collects a representative summary of his career.
NUDES. DESCOVERING HUMAN NATURE.
At the beginning, Fuentes aimed at perpetuating the archetypes that reality offered him. In this sense, he
always treated the human figure as the only object of inspiration, structures of generous and solid build,
with a compact drawing and closely following an unmistakable devotion for concrete shapes. They are
works that have a great plastic potential, a vigorous presence, a clear precision and volume rates nearly
sculptural. The large attention he paid to the constructive way that translates the bodily consistency of the
figures, brings him nearer to the German “New objectivity”, closer to Otto Dix, with a human figure, of a
hard, powerful and sensual realism that at the same time conserves the heat, mildness and placidity typical
of the Mediterranean, peaceful and archetypical.
The work of classicist tendency and mainly Italian influence, was not an exception between the big wave of
artists –of different significance– that felt lured by that “return to order”, which includes Picasso himself.
In all his nude paintings exists an anatomical study of the figure that comes accompanied with scenes
where the sea, boats, and Tangiers architecture harmonise the composition. Like a bright golden light, its
figures are outlined with precision, reinforcing the human meaning of its presence. One can see in some
drawings that accompany certain figures, hints of what would be his abstractions fifty years later. A
premature revelation that in the artist’s unconscious will constantly palpitate until achieving fulfilment.
Using the possibility that this route offers us, we see that his painting has a common denominator that
connects each of his works, despite the changes due to the dynamisation constantly produced. Evidently, we
observe different stages with specific characteristics that show us his disturbances, his eagerness to investigate and fight. However, a connection exists between each of his works thanks to a language based on spontaneity, sincerity, and on a forceful expression dictated by his impetuousness and most vital concerns.
“BAILAORES” AND “FLAMENCOS”. PLAYFUL SCENES.
Having stayed in Madrid from 1925 to 1929, where he enrolled in the San Fernando Royal Academy of
Fine Arts, he settled in Paris between 1930 and 1935 where he carried out sketches using a paintbrush.
During his stay in Paris he did caricatures for “La Semaine de Paris”. In this period he sketched a series
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of dancers called the “Bailaores”, flamenco from the Spanish ballet; studies of rapid fulfilment in which
he captured, through silhouettes, the essence of movement and the expression of gestures. His work breathed the festive and picturesque atmosphere that is captured in the streets and coffee shops of the “grand
cité”. This atmosphere enabled him to meet relevant Spanish artists that went to Paris: Manuel de Falla,
Encarnación López, Vicente Escudero, Andrés Segovia, etc… as well as young artists that also lived in the
city such as Souto and Pelayo with whom he shared ideas and projects.
His thirst for learning made him enrol at the “Grand Chaumière” where all the great names of contemporary painting go. It is here where he mixed with Vlamink and Kisling, with whom he would later share
collective exhibitions. A tireless worker, he practised without resting his hands and his eyes. His drawing,
confident, resistant and firm, captures the essence of a moment but never leaves anything to fate which
could enrich it. Antonio Fuentes wanted his stay in Paris to be a true testimony and to quickly portrait the
most incredible subjects.
In 1930 he was accepted at “La Nationale des Beaux Arts” with an excellent nude painting. Here he made
contact with young painters that, like him, also aspired to make themselves known in the art world. Later
he exhibited in the “Salle d’Art Castelucho” where he met Pablo Picasso. From this encounter, funny and
interesting anecdotes written in Fuentes’ letters are kept which make reference to conversations between
both artists.
In 1934 Antonio Fuentes moved to Rome with the intention of widening his artistic knowledge. Ramón del
Valle Inclán signed the entrance form to the Spanish Academy of Fine Arts in Rome. Although Paris had
converted into the new artistic capital venue, Rome always kept its artistic city status of excellence. A clear
interest for the classics could be seen in Fuentes mentioned for study and analysis. He always declared that
the “The Slaughtering of an Ox” from Rembrandt was a work of reference for contemporary art, which
makes you understand the admiration he had for Soutine and Kisling’s work with clear references to the
Dutch painter and how well Emilio Sainz de Soto demonstrates this when he says: “they were Rembrandt’s
grandchildren, and above all both had interests in expressionism very similar to that of the then young
Antonio Fuentes with a very similar brushstroke”.
TANGIERS. POPULAR SCENES AND PORTRAIT PSYCHOLOGY.
This Spanish artist born in Tangiers is one of the people that continued this Spanish trend and who was
influenced by the North African atmosphere, like other painters from the eighteen hundreds such as Mariá
Fortuny and Josep Tapiró, not forgetting Tomás Moragas or Antoni Maria Fabrés, up to other artists from
the XX century such as the Catalonian Alfred Figueras, the Majorcan Juli Ramis –with whom Fuentes kept
a really personal relation with regards to esoteric and astral themes– or even Gaudí, who travelled to
Tangiers to design the ambitious project for the missions of the people from Tangiers. Being in love with the
atmosphere, the types and the traditions of Morocco, the scenes and portraits that Fuentes captured make
up a rich account of the customs from the neighbouring country, without ever being influenced by an excess
of exoticism that distort the reality. Fuentes regularly walked along the side streets in the old quarter of the
city –where he lived, the “Zoco chico”–. Life quietly passing by and contact with people supplied him with
themes that he was looking for in his painting. Varied aspects of daily life that he knew to perfection and
that he captured immediately, without glorification and without adding any anecdote or folklorism.
The Tangiers’ popular scenes such as streets, squares and markets as well as the inside of the Fuentes coffee
shop all have a similar style. They are works carried out with passion, with expressive strength, avoiding
detail and emphasising the overall composition. They are expressionist brushstrokes in the purest way. His
chromatic range obtains bright and intense colours: ochre, yellows, ground colours, blues and whites form
a wide plastic range. On the contrary, the portraits from this same period require a more naturalistic shade
which intends to capture the psychology of the person and where the colours boast a more accentuated
smoothness. The drawings of faces of people from Tangiers are made with huge naturalness, with very few
signs, observing without a doubt the most essential features.
CATHEDRALS. A MYSTICAL CONCEPTION OF LIFE.
One of the most evocative and special themes in Antonio Fuentes’ work are the Cathedrals. These send us a
mystical conception which can clearly be seen in this series; also in others it is suggestive. His opinion about
life against death made the artist confront in a devotional way a subject matter that eagerly exploited.
The architecture and the construction of the cathedrals dominated his attention during a period of approximately 5 years within his pictorial development (1965-1970). It is a singular and personal theme that
took place in one of his greatest artistic stages. They are works of splendid maturity; works that have been
thought out and perfectly structured keeping true the constructive lesson. The conception of the composition appears robust and finely polished with a light and spatial perception. In these works it seems that the
coexistence between the Catholic and Arabic symbols constructs bodies at the same time convincing and
magical that are more similar to visions and fantasies rather than realities. People in procession, hinted
faces, that demonstrate a spiritual revelation, within an architecture by way of an ecclesiastical altarpiece,
referential stars, rays of cosmic and celestial light that violate the area, form a habeas full of religious and
human connotations. We found here a metaphysical and telluric atmosphere that in later series is found in
a more accentuated way, transmitting an anguishing nostalgia in view of the conception of other imaginary worlds.
ABSTRACTIONS. ENERGIES OF ETERNAL AND IMPORTANT SUBJECTS.
From the 70’s on, Antonio Fuentes adopted an introspective position towards life. His world closed around
him and he abandoned that external universe which provided him with many things in order to go into his
thoughts and create his own universe. A devastating but voluntary attitude that made him carry out works
of extreme freedom in a field that he had never dealt with up until that time: abstraction.
After the stage dedicated to the cathedrals, he abandoned the previous strength and solidity to be
influenced by ethereal, vaporous and diffused situations. He reached the painting period that was developed over the seventies in which the spatial atmosphere is the only main subject. It is evident that in these
paintings he kept the predilection for the constructive sense and for his intimate relation with the area,
although he was abandoning it more and more. However this structural order depended on the bright
element with a voluntary chromatic limitation with regards to austerity and simplicity. A light that
Antonio Fuentes followed as a reference, as a guide to destiny, sometimes uncertain, in search of a
meaning of the world he lived in. A clarity identified with spirit and morality. Antonio Fuentes’ light is a
creative force, cosmic energy, an irradiation. Psychologically, to receive enlightenment is to acquire our
own conscience and, consequently, to obtain the spiritual strength; which never abandoned him and which
made him explore worlds never known to him.
The contrasted chromatism and the dense brushstroke characterise this stage. They are works of immediate
and rapid resolution, of first intention, with a first gestural touch of the paintbrush that makes insistence
unnecessary to explain the image. This summary intention is the result of constant strength to eliminate
the anecdote, unnecessary detail and superfluousness. A large mental elaboration that takes place in
touches that are incisive and trembling, but definite, and it contains the emotion that the artist has experienced during the observation of his most immediate environment.
It is here where Antonio Fuentes shows all his expressive strength with an overwhelming sketch coming
from the most furious modernity in Europe.
We are dealing with some pictures extremely sensitive and refined, full of mystery and that need a slow and
introspective look. During these years, interior experiences are materialised in picturing. For this reason
this work can not be seen from outside, but can be converted into atmospheres to live in, areas to immerse
oneself in. It is here where he abandons the referential descriptions of reality to go into the impressions that
this reality produces and when he starts to plastically translate emotions into lights, shades, transparencies, opaqueness... meaning, into climates of a timeless world. Dream landscapes, scenes with eternal and
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universal values, in which an enigmatic, vague and mysterious tone beats but with an emission of energies
that project towards eternal and important subjects.
Progressively, he starts a lyric abstraction to develop a work based on objects that fluctuate, appear and
disappear. They are uncertain and labyrinthine atmospheres in an unstable equilibrium. A painting of his
memories, in which faces, shades, reflections, transparencies, presences without influence stay abandoned
in the area, the same way that emotions are held in the conscience.
“FROTTAGES”. A UNIVERSAL COSMOLOGY.
In this last stage, which was undertaken in the nineties, it looks like he wants to give up on everything:
leaving superfluousness to pay attention to the gesture and the pressure exerted on the support in order to
bring out relief and textures. Thanks to the hand movement and to the transition of the coloured tool, some
signs and signals appear on the surface coming from the energetic rhythm, the intense vibration or the
dynamic movements.
Antonio Fuentes wanted his work and his most sincere experience to be known, at the end of his career. Our
artist leaves here all the accumulated burdens and tries to simplify to the maximum the material accumulation that humans possess. A spatial conscience that makes way to study other superior worlds far away from
the surrounding reality. His mind travels in search of the light that reveals the meaning of absolute truth.
GLOBAL APPROACHES.
The hundreds of works of art that are now shown in this exhibition demonstrate, in a clear and overwhelming way, that Antonio Fuentes carried out a pictorial work along his development that included the most
essential trends of XX century art.
One cannot study his work without keeping in mind the image of a person who was peculiar, bohemian,
bizarre and eager for knowledge, concerned about a deep research in the human development. A person
open to the world but also enclosed in himself.
It is a good opportunity to learn about a celebrity who had one of the greatest creative talents and who
chose to have an unchangeable lifestyle and keep consistency, showing a very particular view of the world
through his artwork.
Lots of comparisons could be made with great artists of the same period, but maybe it would be pointless
to link them with an artist who intended to just be himself. Neither the market, money nor success made
him change his integrity. On the contrary, he kept his ideas and only studied what captivated him more.
Without a doubt he is a forgotten artist, but he also made this happen, maybe in search of something that
to this day we do not know if he found or not. Enclosed in his “Zoco Chico” studio, this “Toulouse-Lautrec
of Tangiers” as Pierre Gassier used to call him when he started his career knew how to express the atmosphere that captivated many of his predecessors such as Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró and many
more. His contacts with Paul Bowles, Kokotschka, Picasso, Vlkamink, Soutine and many others enriched
him in a decisive way, taking from them the most interesting things to him.
His formal compositions never abandoned the typical structures of his work. Both in drawing and painting, Antonio Fuentes materialised a natural order to achieve a well-balanced composition. Even in his
abstracted work one can see his intention not to forget the things that over the years forged in his mind.
The shape disappears not the structure.
Antonio Fuentes had a double background: the traditional popularism due to his feelings and the cosmopolitanism due to the experience taken from the modernity he lived in Paris and Rome. This has materialised into a singular vocabulary with a strong personality. His work transmits an encouraging message
that has no contents missing.
Antonio Fuentes was a person with a strong, restless and analytical spirit who lived constantly looking for
personal challenges that he successfully beat according to the objectives and demands he was always imposing on himself. It is for this reason we are pleased to pay a warm tribute to him to appreciate his personality and work.
ANTONIO FUENTES. SOME BIOGRAPHICAL NOTES.
Alfonso Fuentes. The artist’s executor.
Antonio Fuentes was born in the “Hotel Fuentes” on 9th October 1905, in the same hotel where Camille
Saint–Saëns composed his “Danza Macabra”. In the same “Zoco Chico” where Delacroix, Fortuny,
Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino, Matisse… painted.
As a child Antonio Fuentes painted on the marble tables at the Fuentes café. At thirteen he did drawings
for “El Heraldo de Marruecos”. At fourteen, pictures for “La Esfera” and “El Nuevo Mundo”. Without
knowing, he was becoming the “Toulouse-Lautrec” of Tangiers and this was mentioned years later by the
great French hispanist Pierre Gassier. Encouraged by the Spanish artists Abascal and Ortiz Echagüe, he
decided to dedicate himself exclusively to painting. He drew the world around him in an ironically
distorted way.
At fifteen his life revolved around painting. Antonia, a very pretty gypsy that worked in Antonio Fuentes’
mother’s house, and who until her death in her nineties had a very close relationship with all of the family,
told how Antonio lived an almost isolated life in the top floor rooms of the Fuentes Hotel, where he would
spend the day drawing naked. Antonio painted the ceilings of these rooms using the smoke from candles.
Having recently finished his military service in Cadiz in 1925, Fuentes went to study in Madrid, where he
enrolled at the San Fernando Royal Academy of Fine Art. In this period he drew a beautiful portrait of
Federico García-Lorca now disappeared but we can see it in some of Fuentes’ photos in his studio. The
Academic nature he experienced in Madrid did not impress him so he decided to go to Paris, to
Montparnasse. In 1929 he painted day and night in “La Grande Chaumière”, a vast academy that was a
ramshackle-a studio where all the great names of contemporary painting had been. Fuentes drew using a
paintbrush, and that is how he gained his strength and confidence in the sketch.
An agile, elegant and expressive drawing, as well as a resistant and overwhelming painting, made from
thick brushstrokes, with spirit, strength and confidence at the same time, defines an own plastic vocabulary that opened his borders and did not limit his work to an academicist narrowness.
The space concept also marked an interesting feature in all of Antonio Fuentes’ work, from the physical and
real spaces found in his Tangiers scenes to the suggested and insinuated spaces found in his last abstractions.
During his stay in Paris he did caricatures for “La Semaine de Paris”. Due to these caricatures he met
every Spanish artist that went to Paris: Manuel de Falla, Encarnación López – “La Argentinita”, Vicente
Escudero, Andrés Segovia. In this period he sketched a series of dancers called the “bailaores” from the
Spanish ballet.
The light could not be missing as it is an ingredient of this creator. Mediterranean lights that capture the
splendour of the atmosphere, mystic lights from the cathedrals or the cosmic lights from his abstractions
are a true testimony and connect to his work.
At night he met in cafés with other Spanish painters: Souto, Pelayos, Bores. However, as quoted by Emilio
Sanz de Soto, “As Fuentes was so immersed in the “Zoco Chico” in Tangiers atmosphere and in daily
contact with Arabs and Jews, the painters he was most friendly with were the two following Jews: Möise
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Kisling and Chaïm Soutine”. He did not agree with the artistic approach of many of his compatriots “they
were all obsessed with Picasso –which was normal– but what in Picasso’s art was pure instinct, the people
from my home country reconverted to intellectual algebra”.
it, that by selling it he would have clientele in Paris. In this series of texts, Fuentes describes Picasso as
an old gentleman –Antonio was then twenty five and Picasso fifty– a middle class person, with a good wax
jacket and a borsalino hat and whom he treated like a father because of his humble attitude.
During those years he started to admire Rembrandt; he believed that all new paintings should be based on
“The slaughtered Ox”. In 1930 he was accepted at “La Nationale des Beaux Arts” thanks to a superb nude
painting. He carried out his first solo exhibition at the “Salle d’Art Castelucho”, where he met Picasso. In
collective exhibitions he appeared with Kisling and Vlaminck.
In the texts about Vallauris, Fuentes –who had travelled to Venice to exhibit – visited Picasso and they
went to a tip together where Picasso used to find objects for his sculptures.
In 1934 he moved to Italy to continue his training. First in Florence, as Felice Carena’s pupil (1879-1965)
and later went to Rome, where he enrolled in the Spanish Academy of Fine Art. The original enrolment
sheet signed by Valle-Inclán, Academy director, has been kept. He continued collaborating with the
Spanish press by sending pictures from Italy.
Antonio Fuentes died in Tangiers on 25th July 1995, having worked non-stop. Even in his last few days
he got annoyed when people distracted him. He did not allow himself to leave his house-studio in the old
quarter of Tangiers– until one day he finally went to the Spanish hospital in Tangiers, where he died one
day later. Mª Paz Mateo and Manuel Rodríguez-Ballester, both teachers from the Spanish Institute in
Tangiers were his last companions. On 20th July 1995 they went to see him as almost every day. When
they offered him a little box of watercolours, he said to them that painting gave him life.
In Rome he drew a sketch of His Majesty Alfonso XIII, who himself later signed with the following: “Yes
sir, that is me by the grace and misfortune of God”. It was a caricature portrait in the way Fuentes drew
in Paris. In the “A Dictionary of Painters in Tangier, 1669–2003”, the following quote about this portrait
is mentioned: “Whilst still a student he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso
XIII. The portrait was recently sold at auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos”.
At the commemorative exhibition of Fuentes’ one hundred year birthday, we show series from 1929 to the
nineties. The funds from this exhibition all went to his family.
At the end of World War 2, Fuentes returned to Tangiers and he enclosed himself in his house-studio in the
old quarter of the city, in the “plaza de los Aissauas”. From then on he rarely exhibited; only when close
friends or institutions convinced him to do so. On these occasions great names from artistic and cultural
critics would highly rate his exhibitions. A thorough compilation of all the texts about the work and life of
Fuentes is being carried out for publication in www.antoniofuentes.org.
A whole century dedicated to creation. When Tangiers lost the International City status, family and friends
advised Fuentes to leave, something that Fuentes always refused to do.
From 1973 Antonio Fuentes became totally isolated both socially and artistically. He completely devoted
himself to meditation and his work focused on abstraction, finally reaching the “frottages” series in 1990.
Fuentes enjoyed the freedom of being able to dedicate himself exclusively to his work, without having
anyone to distract him from it and without having to commercialise it. He would sell in his studio when
“the buyer had enough class to have my work”. The buyers had to take a risk to see if Fuentes would
welcome them, and if he did, if he managed to sell his work.
In the nineties, the Spanish General Consulate in Tangiers asked him to hold a retrospective exhibition of
his work. Fuentes refused to do it. Subsequently they proposed a conversion of his house into a Fuentes
Museum, as well as holding a Travelling Retrospective Exhibition with a general cataloguing of his work.
The photographic catalogue is made up of more than 450 works of art distributed in important private
collections all over the world, from South America, United States and Europe to Saudi Arabia. Fuentes
refused both proposals.
In his last few years he reflected on his life –in a quasi-automatic style of writing– all his memories. I was
particularly moved by the texts where Fuentes relates to his meetings with Picasso in Paris, 1929 and
Vallauris thirty years later.
In the first of those, Fuentes tells how he met Picasso in the artwork supplies shop next to the “Castelucho”
gallery and the subsequent visit with the curator of the gallery exhibition. In this visit, Antonio Fuentes
suggested to Picasso (to not mutually interfere in the visit) that they go round the exhibition in different
directions and on exit discuss the exhibit they thought the best. They both agreed in their evaluation: A
gypsy girl painted by Nonell. In this meeting with Picasso, Fuentes also tells us how the owner of the
gallery (who had some of his work in the warehouse) offered him a large amount of money for one of his
painting that a client wanted to buy. Fuentes doubted the sale. Picasso told him that he shouldn’t doubt
202
We can see the career of an artist that knows and participates in every moment of the Art development
throughout the XX century, but always adjusts each school to its own artistic personality.
ANTONIO FUENTES: TANGERINE MEMORIES UNKNOWN IN SPAIN.
Emilio Sanz de Soto. Article Published in “El País”- Babelia, 23rd August 1997, for the first exhibition
after the death of Antonio Fuentes.
I speak about a small square, completely different to what is normally understood as a square. It is small,
asymmetrical, with no buildings of any artistic or historic worth, but, is quoted by very important writers
from both the XIX and XX centuries. The same happens with drawings and sketches from very important
painters also from both centuries. I am referring to the “Zoco Chico” (small Moroccan market) in Tangiers.
I ask myself the following question: What did the “Zoco Chico” in Tangiers have to make it interesting to
such important artists and writers? Nowadays it has nothing: it is just another unmistakable small square in
the old Arab cities, always hidden from the sun and the heat, and always in search of natural water sources
or manmade wells. Without that magic sound it is almost impossible to understand the Islamic world. This
sound was donated to Andalusia and that the genius Manuel de Falla should have to perpetuate.
These small squares are created, or better said, are made naturally due to a confluence of side streets. That
is how “Zoco Chico” of Tangiers was created. Why do I speak about the “Zoco Chico” in the past tense?
For the simple reason that it is not the magical place it used to be. Magical places can not last forever.
Everybody knows that “time” and “magic” do not go well together.
In the “Zoco Chico” in such a small space, day after day and night after night for a century and a half,
an unusual and unique performance took place. The scripts and the actors were always unexpected, always
new, but the content and the meaning were always the same. The audience changed along the years and
even some people left us evidence on how much they had enjoyed it.
Not everyone could feel the real meaning of that “performance”, with the comings and goings from the
“Zoco Chico”. That performance expressed the meaning, the summary, the essence of what Tangiers was:
the uniting of races, cultures, religions, languages, behaviours, and customs without blending them toge203
ther. A miraculous uniting converted into daily reality. The chance to see this daily reality in the Zoco
Chico show, free of charge, was only given to a few privileged people: to Camille Saint-Saëns at the beginning of his “Danza Macabra”, a happy, festive and unspoilt symphony. However there was a feeling that
in the future it was going to be consumed by the deafening noise of materialism, or influenced by the
meeting of mythical people from the occidental culture, all in peace and harmony having a green tea in
the “Camino Real” of Tennessee Williams. This masterpiece changed location for fault of the scene director
Elia Kazan. I still believe that the original, as it was created and written, will be published one day.
Tennessee Williams watched the “Zoco Chico” show from the small terrace of the “Tingis” café-bar, which
she called “my small private box” –she usually said it in French: “ma petite loge privée”– Camille
Saint–Saëns started to compose his well known symphony from the Fuentes hotel terrace, now that was a
privileged box.
Although it seems I have moved away from the subject of this text, that being Antonio Fuentes the painter,
I will later prove that this distancing is more than justified. Or at least, I believe so.
Not long ago I read in the biography of Saint-Saëns, that “monsieur Camille” met the Spanish composer
Jaoquín Valverde in the very same hotel, Fuentes hotel, of where he was a regular customer. He always
stayed in room number four, from where he said he could hear the throb of the city. It was Joaquín
Valverde who was the “magical collaborator” with Federico Chueca in “small masterpieces” like “La
Gran Vía”, work on which Nieztche wrote as “so wonderful it is impossible to classify”. He would listen
to Saint-Saëns play the piano at Fuentes hotel, a selection of the main themes from “El Año Pasado por
Agua”, composed by Valverde and as other times in collaboration with the highly individualistic Chueca.
The French composer became so enthusiastic that the following year, he made his debut in Paris and half
of France sang:
The Fuentes hotel –or better said: the Fuentes family– was the most specific meeting point between Spain
and Tangiers; according to many people including me, which was a more direct and efficient way than our
diplomatic authorities, with some exceptions of course.
For example, two celebrations that took place at the Fuentes hotel. If the Spanish government had paid
more attention to those, our realities of history would have modernised, at least a little, from its age-old
lethargy. I am referring to racial and cultural recognition, always made by almost all of the Spanish
Sephardic Jews, who left obvious evidence of this.
Two famous Spanish people, one from our political history and the other from our literature, deserved the
moving tribute of the Hebrew-Sephardi colony of Tangiers: Emilio Castelar and Benito Pérez Galdós. This
happened –as always– in the Fuentes hotel. The tribute was presented to Castelar by the scholar Abraham
Pimienta and to Galdós by an outstanding woman, the writer and journalist Rahma Toledano. She was
ahead of her time in terms of ideas and feminist ideals, and was the most decisive collaborator with Doctor
Angel Pulido at the time of writing his prophetic book, “Españoles sin patria” (Spanish people without a
country) a book that Galdós paid particular attention to.
One year after Galdós’ tribute, Antonio and Ana Contreras had a child, who had an early vocation for
painting and in time he would have to live the artistic-literary bohemia in Paris, in mythical and unrepeatable years.
“Faites moi le plaisir madame, d’écouter seulement deux paroles”
He was named Antonio just as his father. He was an extremely exceptional person, so exceptional it was
difficult to understand. We could say he reached absurdity when using his relentless brilliance. His
opinions immediately seemed like a contradiction to us, but after rethinking we realised it was down to his
shear brilliance. Something similar to the image Cervantes gives us from his “loco cuerdo” (someone crazy
but at the same time sensible or wise) Antonio Fuentes’ effort to be sane was evident. I mean: he did this
to avoid any signs of craziness.
Joaquín Valverde’s son known and recognised as “Quinito” Valverde,“celebrity” that distinguished musicologists have mistaken for his father, was a premature composer. Despite being young he composed songs
that immediately gained huge popularity, like for example “El Polichinela”, “La Fornarina” or “El PaiPai” debuted by a girl as young as him, Lola Membrives. In time Lola would become a huge actress that
had the ability of uniting Spanish-speaking theatre from both sides of the Atlantic.
For years I believed that Antonio Fuentes was (chronologically speaking) the first Spanish painter born
in Tangiers, until I discovered that the artist-illustrator –an excellent illustrator– at the time of our upsetting civil war, in the pro-Franco party, Carlos Sáenz de Tejada, was born in Tangiers in 1897, where his
father was then on a diplomatic mission. After Antonio Fuentes the other great painter born in Tangiers
was José Hernández.
The always happy and brilliant Quinito Valverde also composed high quality songs like “Clavelitos”,
which gave the mezzo-soprano Conchita Supervía the opportunity to become famous everywhere, she
became a Covent Garden in London idol.
Antonio Fuentes lived in a world that was connected to art, specifically to painting. His family were friends
with the family of the extraordinary Catalan water-colourist Josep Tapiró, who was invited to Tangiers by
Mariano Fortuny where he ended up living.
Quinito Valverde like his father was also successful in Paris. He gave to his compatriot Carolina Otero
(known throughout the world as “La Bella Otero”) “La Machicha” song, paradigm of the Parisian “Belle
Epoque”, a song that in its original Spanish version went like this:
I vaguely remember Ana, Antonio Fuentes’ mother, as an Andalusian lady, always a very straightbacked person, very solemn, and always walking confidently, sustained by an ebony walking stick with
a silver handle.
“Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes”
We anticipate that the son of Joaquín Valverde was connected to the son of the painter Antonio Fuentes,
the proprietor of Fuentes hotel. This will be proven later.
She wore colourful hats of exquisite French style, bought for sure in Madame Boissonet’s shop, a famous
Parisian hat maker that had to flee to Tangiers after a scandal that put in danger the President of the
French Republic. Madame Boissonet was like a second mother to Mariquita Molina and was also her
master, who was going to inherit the hat shop. Mariquita Molina’s only child was the unusual novelist
Angel Vázquez, from Tangiers, author of the following unique book: “La Vida Perra de Juanita Narboni”.
Apparently Truman Capote once said –Jane Bowles also said the same thing a thousand times– that in
front of the Athens Acropolis, some felt a “state of wisdom”, in front of the San Pedro of Rome, some
should have felt in a “state of grace”, but in front of the “Zoco Chico” in Tangiers, everyone felt a “state
of freedom”.
204
Antonio Fuentes worshiped his mother. He found out she was going to Josep Tapiró’s funeral, whose wife
was a close friend of her. If I remember well Josep Tapiro’s wife belonged to an important liberal Spanish
family, whose surname was changed from “de la peña” to “Lepen” (Lepin in English) as a result of the
205
English protection scheme. Given that Antonio Fuentes, then an 8 year old boy had insisted on accompanying his mother to that funeral, Ana agreed, because she knew the enthusiasm her son had for the works
of genius, created by the Catalan water-colourist. Through Josep Tapiró, Antonio Fuentes’ vocation in
painting was activated. Years later, he discovered Rembrandt through an Encyclopaedia of painting, more
specifically through his painting “The Slaughtered Ox”. Antonio Fuentes agreed with those who believed
that in his expressionism, which was always alive in his work, they could see the influence from his first
encounter with Rembrandt’s “The Slaughtered Ox”.
He went to Paris, to Montparnasse in 1929, where he lived as the norms of an authentic bohemian require,
and where, according to Antonio Fuentes “I spent my life in La Grande Chaumière or meeting a person
and a half per day”. Curiously he did not become friendly with other Spanish painters. As Antonio Fuentes
said “The majority were obsessed with Picasso, but what in Picasso’s art was pure instinct, the people from
my home country reconverted to intellectual algebra”. This explains his heated debates with Francisco
Bores and Antonio Fuentes added with irony: “I was so fascinated with the spirit of the “Zoco Chico” in
Tangiers, of living among Arabs and Jews, that the two only painters I was friendly with were two Jews,
one Polish and one Lithuanian: Möise Kisling and Chaïm Soutine”. This is not strange as both painters
were, in their own way, Rembrandt’s “grandchildren”, and above all, both had interests in expressionism
very similar to that of the then young Antonio Fuentes.
We must not forget that in Tangiers he met Oskar Kokotschka, with whom he had a lot in common, especially in his Tangiers scenes.
Antonio Fuentes confessed to us that one day he decided to overcome his natural shyness by going to visit,
in his Parisian apartment, a fat and single man, that in “tout Paris” (all of Paris) was known as
“monsieur Quinito Valverde”… pronounced with a deep French accent.
Quinito of course knew of the friendship his father had with the Fuentes of Tangiers family, and it was
him who introduced Antonio to the daughter of some very close friends, Rosa Castelucho, curator and
owner of an exhibition gallery that carried her name: “Galerie d’Art Castelucho”. A gallery where the
first individual exhibition of Antonio Fuentes was held. I have always thought –forgive me for my indiscretion– that Antonio Fuentes never stopped being in love with “Rosita” (little Rosa) Castelucho. It was
in Rosa Castelucho’s exhibition gallery where Antonio Fuentes met Picasso. With regards to this meeting
I have read a moving and autobiographic text from Antonio Fuentes, which like some of his other texts,
remains unpublished.
There exists a period in Antonio Fuentes’ pictorial work where I always felt a particular predilection, a
period that he called “the Zoco Chico waiters”, where some waiters with white clothes and bow ties, some
black and others red, emerged from a disorganised and dark world of moving objects. The great French
Hispanist Pierre Gassier, an important Goya expert, also shared this admiration with me for the “Zoco Chico
waiters” period and it was him who spoke about Antonio Fuentes as the “Toulouse-Lautrec of Tangiers”.
However, Antonio Fuentes, always self-enclosed, did not share our admiration for this period of his painting. Both Gassier and I started to suspect that in a moment of crisis he destroyed all the work of this
period. Within time he confessed to me that this period reminded him of the years that he drew caricatures
on the café terraces in Paris and Rome in order to make money to survive. This was how he made friends
with the wonderful dancer Antonia Mercé “La Argentina” in Paris and how a nice meeting took place with
King Alfonso XIII in Rome after having drawn a caricature of King Alfonso. The following was written by
hand from King Alfonso under the caricature: “Yes sir, that is me by the grace and misfortune of God”.
On must take into account that even in his most difficult times he refused to sell his paintings. Antonio
Fuentes was a man with lots of really strong obsessions. There were days, lots of days, when he refused to
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open the door of his studio to people. That way he lost –those who knew him were witnesses of it– meetings
and sales that would have brought lots of opportunities; but he defined himself as: “an door-closed man”.
Those who did not visit his studio-house in the old quarter of Tangiers can not have any idea of the chaotic
and surreal atmosphere where Antonio Fuentes stayed hidden for years.
I really regret that nobody filmed –the film maker Marion Ruspoli thought about doing it– such an unimaginable world with incredible chaos. Curiously for Antonio Fuentes it only looked like chaos, as when he
went to look for the most insignificant of papers he always knew where it was.
The studio where Antonio Fuentes lived hidden away –yes, hidden away– until his advanced age of ninety,
was situated as I think I have already mentioned, in the old quarter of Tangiers, specifically in the small
square of the “Aissauas” in front of the new Mosque. For decades by this Mosque there was a miraculous
giant palm, until one day with east wind, its long and slim trunk broke and the palm was buried almost
religiously in the old Arab cemetery near to the “Mendubía”.
Without a doubt one of the most personal pictorial and suggestive periods of Antonio Fuentes was called
“Las Catedrales” (The cathedrals). In these cathedrals a mysterious and ancient system of symbols appears
mixed together, where the Jew, the Catholic and the Arab, seem to emerge from the one same religious ceremony. The most beautiful examples of this period were shared out in equal parts –I was a witness to it– to
Barbara Hutton and the Princess of Ruspoli, Marthe Chambrun.
In his last creative period he was influenced by “abstraction”, a period that was kept secret until his last
days. You can notice the influence from the Mallorcan painter, from Sóller, Juli Ramis who lived in
Tangiers during the important years of the evolution of his refined painting. For some art historians and
Spanish contemporary art critics –fortunately not all– shamefully remains forgotten.
As Picasso mentioned, “the Benjamin”, as Pablo called Juli Ramis, was one of the most unquestionable
precursors of the artists forgotten in Spain.
The friendship between Juli Ramis and Antonio Fuentes was so peculiar. It was hard to notice which of the
two had the most difficult character. They could spend lots of hours together without saying a word to each
other. They both used adolescent Moroccan models that were difficult to get hold of and that even Gauguin
would have wanted to use. Once the agreed time with the model was over, she got dressed and went surreptitiously without making any noise. This was when both painters observed their works of art, work that was
always different or sometimes even the complete opposite. While Ramis with a hard pencil created refined
settings, almost Japanese painting, Fuentes, with a soft paintbrush, created the total opposite, violent and
striking scenes. After having observed the results, they would destroy the work. According to them, they did
this only to practise keeping a steady hand when painting.
I think –I have thought a lot– that a global and all-embracing history of the XX century Spanish painting still does not exist. When I speak about painting I also mean other types of art, literature, investigation and science. There are a lot of reasons for the above. Although I still think that both parts of Spain
have an unresolved problem with a lot of consequences: interior exile, things that have been forgotten intentionally and unintentionally, rebuilt lives in the most obscure places of the world…
Furthermore: if forgotten things exist within mainland Spain referring to cities other than Madrid or
Barcelona, how many more forgotten things happen here?
This article pretends to add another name to those “Unknown in Spain”, who “Jovellanos” already
spoke about.
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In this case it is to add the name of a Spanish painter, although a lot of Spanish people have never heard
of him: his name is Antonio Fuentes.
king the glass and showing horizontality. By my side there was an envelope with an unclear postmark. The
pentagonal shade put written accents in the poem.
This was my first encounter with an artist. This is the vision that is permanently kept in my mind.
Nowadays, could this and other information be part of our way to death?
AT FIRST IT WAS CHAOS. FOR MY FRIEND AND TEACHER ANTONIO FUENTES.
José Hernández, from the San Fernando Royal Academy of Fine Art.
If what we call artistic talent was actually quantifiable, Antonio Fuentes’ material, real or imaginary,
would undoubtedly exceed any figure. Naturally, I did not discover this today by myself, but other people
with more knowledge and ability in these matters have mentioned, written and ratified the above. In this
respect I could add little or very little to what is already written.
However, even if my contribution is small, I would like to (or must) describe my personal impression of my
first visit to the painter’s studio, studio or cell, where creative imagination takes place.
I am a bitter enemy of praise, and I know that Antonio Fuentes was too. However, it would not be fair or
honest not to mention what I considered his real quality: his strange ability to be able to see and make
other people always see the aesthetic and artistic side, or even the positive side of everything around us.
When I say everything I mean objects, atmosphere or situations.
That huge and enviable vitality leaves an indelible trace like a centrifugal force. It is a lesson learnt forever
about generosity, creativity, humbleness and other terms that, sadly and incomprehensibly, are not nowadays normally used.
Apart from this necessary comment, I prefer to speak about a teenage memory as at times examples can be
a better form of clarification. It was in Tangiers, also my place of birth, a bright and chilly afternoon in
March. I was with two good friends: Emilio Sanz de Soto and Antonio or Ángel Vázquez. A small square
with an impeccable façade of a small mosque was going to be the natural scenery for this narrative.
Passing through the threshold of the blue door was like suddenly entering a planetarium. My eyes opened
wide like too big disproportionate white porcelain discs. I went up through a dark hole where some stairs
transformed, like it was magic, sometimes into a spiral on the back of a scaly body, other times into the
hours on the face of a wall clock and lastly into the simple sheets put together to make a hotel menu.
When I arrived to the top floor I saw how the artist, gasping for breath, was looking at something through
the key hole. Immediately after a gestured silence he disappeared between the weeds. In a place full of fleets
of sardine tins, in his NAUTICAL TRIP he headed towards a bathroom. In the bath there was a fabulous
feather mattress which was damaged.
In the main room a big motorcycle driven by an also large encyclopaedia went diagonally through the
huge rooms dodging different obstacles: very diverse objects (some of them really strange) such as a pair
of turquoise socks joined together at one end to form the Omega sign, a canotier hat, a gramophone with
an orchid shape speaker, dried colour stained paintbrushes and a little box that used to contain cough
tablets but now contains dolls eyes. Further away a stuffed bird that looks real but was dead. I also saw a
group of insects go through thick impenetrable walls. At the end of the house, in another room there were
huge scrolls, musical scores, diploma certificates, butterfly wings as well as other things on the wall. I saw
how Antonio Fuentes, with wheels on his feet was frantically drawing a picture of a cathedral, trying to
keep the picture within a fifty centimetre rectangle. Above him, a row of mythological creatures were
walking along the beams of the roof.
FUENTES CONTRERAS IN THE “DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA” GALLERY.
F. Castellani. “I1 Gazzetino” – Venice, 21st October 1964.
…L’ impressione che del Marocco ha il Fuentes non è pura suggestione o magia; il suo modo di esprimersi
non è soltando simpatia picasiana. Il Fuentes s’incontra con Picasso per un sincero modo di semplificare,
di scartare il superfluo, di ordinare, di fai risaltare spazialmente, arabesamente, ciò che constituisce l’essenza , ai più nascosta, della visione reale.
Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le sue fumate a Vallauris che
son otra le poche opere del genere che di lui si conoscano, non presentano l’interesse che acompagna tutta
l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del Fuentes Contreras, il valore nuevo della sua paessaggistica africana che, affaciandosi alle luci de Mediterraneo, si incontra con le più moderne espressioni
dell’arte occidentale creando tra i due continente quella continuità di rapporti spirituali che è il fine, la
conquista dell’arte...
The cubism experiments have not yet finished, although the last Venice Biennale (also known as the
International Art Exhibition in Venice) showed it to be the contrary. Numerous painters, mainly Italians,
that were cubists and worked for cubists, have changed to other trends. We could say that a special sacred
respect for pictures of humans has been imposed against the extreme distorted pictures that come from
German social expressionism (that started fifty years ago) as well as current cubism.
A strong tendency for the distortion of the human figure also exists in sculpture, although it is not of pure
cubist origin. Sculpture has a limited field of action if you compare it with painting; and to disregard the
human figure, as the avant-garde artists say: is not an easy thing for sculptors. However, it is not our intention to focus on sculpture, but on painting, because of a personal exhibition that was held, in the Galleria
dell’Ordine della Valiglia on Fabri Street, of the Spanish artist Antonio Fuentes Contreras, Tangiers resident.
In the past, Fuentes Contreras also made cubist figures, not due to anxiety but due to his interest in the
Arabic culture, creating geometrically calculated compositions. Over the years, he realised that one must
disregard Picasso’s figures and Braque’s “dead nature” (“still life”) in order to give variety to a world of
oriental delights. It does not refer to the world discovered by Ingres, Delacroix or Matisse being enclosed
in harems but the world observed over many years in the labyrinth of the “Alcazaba” (Arabic castle), at
the foot of the battlements, where you cope with the heat, the turbulent and lazy life and become overwhelmed with nature. All of this is practically unknown to Europeans.
In Fuentes’ pictures, the general erroneous concept of Morocco is eliminated: a dazzling contrast between
white lights and violet shades. For him everything is in colour. At every street corner you find every colour
of the rainbow, separated by define lines from the sun. Everything loses its objective consistency in order to
obtain a fantastic concrete value. Fuentes’ impression of Morocco is not in his mind, it is real. The way he
expresses himself is not like Picasso’s friendly way. Fuentes coincides with Picasso in a sincere simplifying
way, of dismissing the superfluous things, arranging and projecting space in an Arabic way, that constitute the essence of real vision.
I don’t know how long I stayed in that state of ecstasy for, but I felt my head turn to the left towards a
small window where I could see the blue sky; the smell of mint penetrated through the narrow hole, brea208
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On the other hand, Picasso never really worried about the landscape, so his “tropical plants” and his
“fumatos de Vallauris” (these are two of only a few known paintings of this type) do not create interest for
his other multiform activity. This is the important part of Fuentes Contreras personality and the value of
his new African landscapes. Looking out to the Mediterranean lights, he finds the most modern and current
art expressions, creating between both continents that continuity of spiritual relationships that undoubtedly
represents the great conquest of art.
ANTONIO FUENTES (1905-1995). CENTAINAIRE D’UN MALÉFICE.
Emilio Sanz de Soto
Jean Cassou affirmait que dans le très large panorama multiforme de la peinture espagnole du XXème siècle,
il manquait certains noms et d’autres y étaient de trop, et cette phrase, à mon sens, est toujours aussi valable.
Bien que je ferai référence à un nom qui ne se trouvait pas dans le panorama de la peinture espagnole du
XXème siècle, et bien sûr qui n’y était pas de trop. Un peintre qui a émerveillé quelques personnes seulement et que nous avons découvert comme un trésor. Son nom: Antonio Fuentes.
Tout en lui, absolument tout, est insolite : Il était Espagnol, très espagnol, mais il est né, a vécu et est mort
à Tanger, notamment quand cette ville était une «zone internationale» et refuge secret de noms aujourd’hui
célèbres dans le monde entier.
Le refuge d’Antonio Fuentes était une maison dans la casbah, sur la petite place de la confrérie endiablée
des aïssaouas, où, au coucher du soleil, Antonio Fuentes sortait de sa cave d’anachorète pour répartir des
craies de couleur aux petits Arabes du quartier pour qu’ils peignent sur les murs de chaux ; puis, juste
avant le lever du soleil, Antonio Fuentes se pressait pour écrire sur son cahier de notes ce qu’il appelait les
«oeuvres d’art» de ses petits peintres en état de grâce.
En 1929 il passa les heures vives de Paris à «La Grande Chaumière» et à discuter avec Francisco Bores.
Il connut Pablo Picasso par le biais d’une amie commune, Rosa Castelucho. Et déjà alors, depuis toujours,
il fut un rebelle de l’impressionnisme.
De retour à Tanger, il fait la connaissance de Kokotschka et il transperce l’impressionnisme et le convertit
en expressionnisme. Un expressionnisme très coloriste, très personnel et surtout, très éloigné de l’expressionnisme espagnol du panorama de la peinture espagnole du XXème siècle.
Sa série tardive et impaire «Cathédrales» surprend du fait de sa grande ressemblance avec le dessin
qu’Antonio Gaudí, le génial architecte, avait réalisé de l’intérieur de la cathédrale pour Tanger, malheureusement jamais menée à bien. Un dessin que l’on connaît aujourd’hui mais qu’Antonio Fuentes ne connut pas.
Renfermé dans la casbah de Tanger, il se niait toujours à recevoir des visites et à vendre des oeuvres. Je fus
l’un des privilégiés à pouvoir franchir cette porte. Et je peux affirmer, bien que cela paraisse incroyable, que
des personnes comme Barbara Hutton ou Tennessee Williams frappèrent en vain à cette porte. Par contre,
Martha Chambrun, la princesse Ruspoli ou Paul Bowles réussirent à y entrer...
Cette année 2005, on célèbre le centenaire d’Antonio Fuentes. Pourra-t-il enfin sortir de l’oubli, ce peintre
espagnol si singulier? Je ne connais pas la réponse. Je ne connais pas la réponse pour deux raisons : parce
qu’Américo Castro nous a appris que «l’Espagne est un pays sans mémoire historique»... et parce
qu’Antonio Fuentes lui-même s’est efforcé, bien qu’on a du mal à le croire, à ne pas se faire connaître. Il
faut donc rompre le maléfice créé par le propre Antonio Fuentes.
ANTONIO FUENTES. LA RÉAFFIRMATION D’UNE ATTITUDE PASSIONNÉE.
Joan Gil. Membre de l’Association Internationale des Critiques d’Art.
Des fleuves d’encre ont coulé sur la ville marocaine de Tanger. Une ville qui a joué un rôle fondamental
dans une période de guerres en tant que ville ouverte aux amants de la liberté. Déclarée zone internationale neutre sous la souveraineté du Sultan du Maroc, elle a rassemblé un amalgame de cultures qui ont
sans aucun doute contribué à enrichir son image.
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Refuge d’artistes, écrivains, hommes politiques, cinéastes, littérateurs et toute une liste sans fin de personnages plus ou moins exotiques –quelques-uns uns d’origine douteuse– l’ont converti en un espace où l’intrigue, le mystère, la passion et la créativité étaient l’agglutinant de son quotidien.
Mais en tant que ville ouverte, Tanger a toujours offert une atmosphère propice à la créativité, un endroit
où développer ces idées impensables dans d’autres endroits. C’est dans cette ambiance qu’Antonio Fuentes
(Tanger, 1905-1995) a passé sa jeunesse la plus passionnée. Un espace qui lui offre la diversité des
opinions, la confrontation des idées et cultures, l’analyse de la pensée et le milieu créatif pour se consacrer
pleinement à la peinture et au dessin.
Mais bientôt toute sa soif de connaissance amena le jeune artiste à la nécessité de traverser les frontières
pour enrichir ses connaissances. Bien qu’au départ ses voyages furent plus fréquents –Madrid, Paris, Rome,
Venise, etc. – la situation change ensuite et il se renferme pratiquement dans son studio du Petit Souk de
Tanger pour travailler inlassablement du lever au coucher du soleil.
À l’occasion du centenaire de sa naissance, le moment est venu de lui rendre l’hommage qu’il mérite et de
revoir de façon humaine mais également critique, le travail réalisé au cours de sa trajectoire artistique. Un
héritage, le sien, qui avec la perspective actuelle montre le dévouement, la passion, la conviction et l’envie
de recherche qui l’accompagna tout au long de sa carrière.
UN REFLET DES INQUIÉTUDES PERSONNELLES.
Une des preuves décisives pour un artiste est de surmonter avec succès la confrontation des différentes étapes
créatives. Il est évident que le discours d’un moment, isolé de tout contexte évolutif, paraît toujours beaucoup
plus cohérent parce qu’il complète un cercle. Pour cette raison, une exposition rétrospective qui rassemble
soixante-dix ans de trajectoire est toujours un examen qui sert à juger la relation existant dans un itinéraire.
Voici le cas de l’exposition que présente maintenant Antonio Fuentes et qui nous permet de partager un
parcours pictural ample et fructueux, grâce à une œuvre qui a évolué du réalisme de l’académisme à une
abstraction totale, tout en intégrant dans son univers créatif l’héritage plastique du Xxème siècle.
Rapprocher l’art à la vie, connecter la création avec les circonstances externes, a été, dès le départ, le principal souci d’Antonio Fuentes. Son œuvre est une révélation de l’instant, un reflet des inquiétudes les plus
personnelles que l’artiste a su à tout moment vivre intensément, jamais soumis aux mensonges de l’argent et
toujours cohérent dans ses propres convictions. Une attitude qui, dès le départ, est restée fidèle à ses principes
et qui n’a jamais cédé aux avatars du succès ni aux faussetés que le marché de l’art lui a mis sur son chemin.
Comprendre l’œuvre d’Antonio Fuentes, c’est entrer dans un monde plein de fantaisie, d’indépendance,
d’espoir, de poésie et de mystère. Sa ville natale, Tanger, a établit un lien avec un monde sans liberté et où
le seul réduit d’air pur était l’ambiance qui émanait de ses rues, de ses cafés, de ses places, de son Petit
Souk. Tout cet environnement enracina profondément l’œuvre d’Antonio Fuentes, ses tableaux et dessins
étant le témoignage le plus évident d’une société qui désirait surtout être libre.
Ainsi, à partir de l’observation de chacune des étapes créatives de Fuentes, il nous est possible d’observer
que la sincérité et l’engagement personnel ont joué à tout moment un rôle important sur l’état d’esprit de
l’artiste, communiquant ses idées, émotions ou inquiétudes sociales et humaines. Pour cette raison, avec
une autonomie complète d’expression et un grand contrôle du métier, il a utilisé différentes ressources pour
obtenir le résultat voulu.
Avec la possibilité que nous offre ce trajet, nous voyons que sa peinture a un dénominateur commun qui
connecte au reste de son œuvre, malgré les changements propres de la dynamisation produite à tout
moment. Evidemment, nous pouvons observer des époques différentes avec des caractéristiques spécifiques
qui nous prouvent son trouble, sa soif de recherche et de combat. Mais un fil conducteur connecte l’ensemble
de ses œuvres grâce à un langage basé sur la spontanéité, la sincérité, l’expression profonde dictée par ses
élans et inquiétudes les plus vitales.
212
Très jeune, il se décida pour la communication plastique. Il n’existait rien d’autre pour lui d’aussi intéressant. Pour cette raison, il s’est battu à contre-courant pour prouver que la seule chose qu’il souhaitait était
de s’exprimer plastiquement et de manifester son potentiel intérieur. Fuentes appartient à cette classe de
peintres pour qui la peinture, par elle-même, devient une source inépuisable de nouvelles idées et donc de
nouvelle peinture. La pratique picturale est devenue pour lui une nécessité vitale, une exigence de son être.
Elle est création et donc le moyen le plus adéquat pour se communiquer avec le reste du monde. Mais elle
est également le véhicule pour se retrouver avec soi-même, pour fouiller dans les entrailles de la pensée
humaine. L’expression picturale servit à Antonio Fuentes à se réaliser, pour qu’il trouve au travers de ce
langage le sens que la vie lui offrait.
Si dans un premier temps, son œuvre se situe parmi celles des maîtres réalistes cézanniens de la génération
d’après le XIXème siècle, plongée dans ce retour à l’ordre, avec des silhouettes féminines –dont il souligne
les formes opulentes et les valeurs constructives– élaborées suivant la tradition du réalisme classique et
académique, à la fin de sa trajectoire –séduit par les tendances abstraites– il suit une nouvelle orientation
à la recherche de nouveaux vocabulaires.
Ces changements et évolutions expressives ne constituent pas un style unitaire, mais il est nécessaire de les
envisager comme des défis permanents, pour ne pas se restreindre à un style concret.
Ses relations sociales, pour ne pas dire rares, ont été sélectionnées avec ordre et minutie. À aucun moment
Antonio Fuentes n’a voulu sortir de son monde ; bien au contraire, son œuvre montre qu’elle lui a appris
à se réaffirmer dans un univers intérieur souvent solitaire mais très riche.
Dans le but de délimiter ses étapes picturales, résultat de ses inlassables recherches, nous vous proposons
de reconstruire chacune d’elles pour profiler leurs caractéristiques spécifiques. Elles représentent toutes un
portrait fidèle des intenses expériences vécues par l’artiste dans les différentes villes où il vécut. Dans l’exposition présentée ici, elles ne sont pas toutes présentes, puisque certains thèmes comme la tauromachie, les
natures mortes, la série religieuse ou les nocturnes ont été éliminées pour ne pas répéter certains aspects.
Ainsi, la sélection rassemble une synthèse représentative de sa trajectoire.
NUS. À LA DÉCOUVERTE DE LA NATURE HUMAINE.
Dans ses commencements, Fuentes a choisi d’éterniser les archétypes que lui offrait la réalité. Dans ce sens,
il traitait toujours la silhouette humaine comme unique motif d’inspiration, des structures de généreuse et
solide complexion, avec un dessin compact et limité à une dévotion évidente pour la forme concrète. Ses
œuvres possèdent une grande force plastique, une présence vigoureuse, une précision nette et un rythme de
volumes presque sculpturaux. Sa grande attention au schéma constructif qui traduit la consistance corporelle des formes le rapproche de la « Nouvelle objectivité » allemande, proche à Otto Dix, avec une forme
humaine, d’un réalisme dur, puissant et sensuel, mais conservant tout à la fois la chaleur, la douceur et la
placidité propres de la Méditerranée, sereine et d’archétype.
Œuvre tendant au classicisme et d’influence principalement italienne, il ne s’agit pas d’exception parmi la
grande vague d’artistes, de différents styles, qui se sentirent attirés par ce « retour à l’ordre », parmi
lesquels se trouvait même Picasso.
Il existe parmi tous ses nus une étude anatomique de la silhouette accompagnée d’environnements où la
mer, les barques et l’architecture de Tanger se fondent avec harmonie dans la composition. Comme un
aureus, les silhouettes de ses formes se détachent avec précision, et viennent renforcer le sens humain de
leur présence. On observe sur quelques-uns uns de ses dessins qui accompagnent certaines silhouettes l’apparition de ses abstractions cinquante ans plus tard. Une révélation prématurée qui, dans l’inconscient de
l’artiste, palpitera de façon permanente jusqu’à parvenir à la matérialiser.
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BAILAORES ET FLAMENCOS. LES AMBIANCES LUDIQUES.
Après être resté à Madrid de 1925 à 1929, où il rentre à l’Académie Royale des Beaux-Arts de San
Fernando, il s’installe à Paris entre 1930 et 1935 où il réalise des croquis et des esquisses au pinceau. Là,
il dessine des caricatures pour « La Semaine de Paris ». De cette époque date la série « Los Bailaores »,
flamencos des ballets espagnols ; des études rapides où il capte, au travers des silhouettes, l’essence du
mouvement et l’expression des gestes. Son œuvre respire l’ambiance festive et folklorique des rues et cafés
de la grande cité. Cet environnement lui permet de faire la connaissance de personnalités espagnoles qui
passent à Paris : Manuel de Falla, Encarnación López – “ La Argentinita” , Vicente Escudero, Andrés
Segovia, etc, ainsi que de jeunes artistes qui vivent également dans la capitale française, comme Souto
Pelayo avec lesquels il partage des idées et des projets.
Son désir d’apprendre le mène à s’inscrire à la Grande Chaumière où passent tous les grands noms de la
peinture contemporaine. Là il fait la connaissance de Vlamink et Kisling, avec lesquels il partagerait plus
tard des expositions collectives. Travailleur infatigable, il utilise à toute heure sa main et son oeil. Son
dessin, sûr, tenace et ferme, capte l’essence de l’instant mais ne laisse rien au hasard. Antonio Fuentes veut
laisser un témoignage fidèle de la période où il vit à Paris et il dessine avec rapidité les motifs qui l’impressionnent le plus. Déjà en 1930, il est admis à La Nationale des beaux-arts, grâce à un nu magnifique.
Là, il fait la connaissance de jeunes qui tout comme lui, aspirent à se faire une place dans le monde de
l’art. Plus tard, il expose dans la Salle d’Art Castelcuho où il fait la connaissance de Pablo Picasso. De
cette rencontre, on conserve d’intéressantes et drôles anecdotes écrites dans les lettres où Fuentes fait référence aux conversations entre les deux artistes.
En 1934, Antonio Fuentes part pour Rome dans l’intention d’enrichir ses connaissances artistiques. Ramón
del Valle Inclán signe sa sollicitude d’accès à l’Academia Española de Bellas Artes de Rome. Et bien que
Paris était devenue le nouveau siège du capitalisme artistique, Rome continuait à conserver le statut de
ville artistique par excellence. On retrouve un net intérêt de Fuentes pour les classiques, comme source
d’étude et d’analyse. Il a toujours manifesté que le “Bœuf écorché” de Rembrandt était une œuvre de référence pour l’art contemporain, ce qui permet de comprendre l’admiration qu’il ressentait pour l’œuvre de
Soutine et de Kisling, faisant clairement allusion au peintre hollandais et tout comme le disait Emilio
Sainz: “Ils étaient «petits-fils» de Rembrandt, et surtout, les deux partageaient des inquiétudes expressionnistes très similaires à celles du jeune Antonio Fuentes, avec un coup de pinceau très similaire».
TANGER. SCÈNES POPULAIRES ET PSYCHOLOGIE DU PORTRAIT.
Cet Espagnol né à Tanger est une des personnes à poursuivre ce courant espagnol qui s’est laissé séduire
par l’ambiance nord-africaine, dans une ligne qui va des peintres du XVIIIème comme Marià Fortuny et
Josep Tapiró, tout en passant par Tomàs Moragas ou Antonio Maria Fabrés, jusqu’à arriver à des artistes
du Xxème comme le Catalan Alfred Figueras, le Majorquin Juli Ramis, avec lequel il aura une relation
très personnelle sur des sujets ésotériques et astraux, ou Gaudí lui-même qui voyagea à Tanger pour mettre
en place un projet ambitieux pour les missions de Tanger. Amoureux de l’ambiance et des types et tradition
que lui offrait le Maroc, les scènes et les portraits que Fuentes a captés constituent une riche chronique des
coutumes du pays voisin, sans jamais se laisser emporter par l’excès de l’exotisme qui dénature la réalité.
Habituels dans les ruelles de l’ancienne médina où il vivait, le Petit Souk, la vie tranquille et le contact
avec les gens lui offraient les sujets qu’il recherchait pour sa peinture. Des aspects variés de la vie quotidienne qu’il connaissait à la perfection et qu’il captait immédiatement, sans les idéaliser et sans ajouter
d’anecdote ni de folklore.
Un chromatisme contrasté et un coup de pinceau dense et pâteux caractérisent cette étape. Ses œuvres de
résolution immédiate et rapide, de première intention, avec un premier coup de pinceau gestuel qui rendait
inutile l’insistance pour expliquer l’image. Cette volonté de synthèse est le résultat de l’effort constant pour
éliminer l’anecdote et le détail inutile et superflu. Une longue élaboration mentale qui cristallise dans des
coups de pinceaux incisifs, tremblants, mais sûrs, qui contiennent l’émotion ressentie par l’artiste quand il
a observé son monde immédiat.
214
C’est là qu’Antonio Fuentes montre toute sa force expressive avec un trait contondant représentant la
modernité européenne la plus rageuse du moment.
Aussi bien les scènes populaires des rues, places et marchés de Tanger, que l’intérieur du café Fuentes reçoivent un traitement similaire. Se sont des œuvres réalisées avec passion, avec force expressive, oubliant le
détail et exagérant l’ensemble de la composition. Se sont des coups de pinceau expressionnistes dans leur
forme la plus pure. Sa gamme chromatique obtient des couleurs vives et intenses: ocres, jaunes, terres, bleus
et blancs construisent une palette très riche. Par contre, les portraits de cette même période acquièrent une
nuance plus naturaliste, avec laquelle il prétend capter la psychologie du personnage et où les couleurs
respirent une chaleur et douceur plus accentuées. Les dessins des visages de Tanger sont d’une grande
simplicité, avec très peu de signes, ne faisant ressortir que les traits essentiels.
CATHÉDRALES. UNE CONCEPTION MYSTIQUE DE LA VIE.
Un des sujets les plus évocateurs et particuliers que l’on connaisse de l’œuvre d’Antonio Fuentes sont les
cathédrales. Celles-ci nous renvoient à une conception mystique qui, même si évidente dans ces séries, elle
n’en est pas moins suggérée dans d’autres. Sa position dans la vie quant à la mort oblige l’artiste à
affronter avec dévouement une thématique qu’il exploite avec acharnement.
L’architecture et la construction des cathédrales captent toute son attention pendant une période d’environ
cinq ans dans sa trajectoire picturale (1965-1970). C’est un sujet singulier et personnel qui le situe dans
une de ses étapes les plus mures artistiquement parlant. Ce sont des œuvres d’une maturité splendide; des
œuvres méditées et parfaitement structurées où il reste fidèle à la leçon constructive. La conception de la
composition apparaît robuste et très affinée avec une perception de la lumière et de l’espace. Dans ces
travaux, on dirait que la cohabitation entre les symboles catholiques et arabes édifie des corps à la fois
consistants et magiques qui ressemblent plus à des visions et des rêves qu’à des réalités. Des personnages
en procession, des visages insinués, qui montrent une révélation spirituelle, dans une architecture à la façon
d’un retable ecclésiastique, des étoiles référentielles, des rayons de lumière cosmique et céleste qui envahissent l’espace et créent un habeas rempli de connotations religieuses et humaines. Nous retrouvons ici une
ambiance métaphysique et tellurique qui, dans des séries postérieures, revient avec encore plus de force, et
transmet même parfois une nostalgie angoissante face à la conception d’autres mondes imaginaires.
ABSTRACTIONS. LES ÉNERGIES DE L’ÉTERNITÉ ET DE LA TRANSCENDANCE.
Après les années 70, Antonio Fuentes adopte une position introspective face à la vie. Son monde se referme
sur lui-même et il abandonne cet univers externe qui lui avait tant donné pour se plonger dans ses pensées
et créer un univers propre. Une attitude désolatrice mais volontaire qui le mènera à réaliser des œuvres très
libres dans un champ qu’il n’avait encore pas abordé : l’abstraction.
Après l’étape qu’il avait consacrée aux cathédrales, il abandonne la force et la solidité antérieures pour se
laisser porter par des situations éthérées, vaporeuses et diffuses. Dans les années soixante-dix, il réalise des
peintures où l’atmosphère spatiale est la seule protagoniste. Il est évident qu’il y conserve une certaine
prédilection pour le sens constructif et pour sa relation intime avec l’espace, bien qu’il l’abandonne de plus
en plus. Mais cet ordre structurel dépend de l’élément lumineux avec une limitation chromatique volontaire
dans le but de transmettre austérité et simplicité. Une lumière qu’Antonio Fuentes poursuit comme référence, comme guide face à un destin, parfois incertain, dans le but de trouver un sens au monde où il
habite. Une clarté identifiée avec l’esprit et la moralité. La lumière d’Antonio Fuentes devient force créatrice, énergie cosmique, irradiation. En psychologie, recevoir l’illumination équivaut à acquérir la conscience du soi, et en conséquence, à obtenir la force spirituelle ; celle qui ne l’abandonna jamais et qui le
mena à s’immerger dans des mondes qu’il n’avait pas encore explorés.
Nous nous trouvons face à des peintures extrêmement sensibles et raffinées, chargées de mystère et qui
demandent un regard lent et introspectif. Pendant ces années, il matérialise en peinture des expériences
intérieures. Pour cette raison, ce travail ne peut se regarder de l’extérieur; il se transforme en ambiances
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où vivre, en espaces où se submerger. C’est à ce moment qu’il laisse de côté les descriptions référentielles de
la réalité pour se plonger dans les impressions que celle-ci lui transmettent et il commence à traduire dans
ses peintures les émotions avec des lumières, des ombres, des transparences, des opacités, c’est à dire, des
climats d’un monde intemporel. Des paysages de rêves, des scènes aux valeurs éternelles et universelles,
d’où jaillit un ton énigmatique, imprécis et mystérieux mais d’où émanent des énergies qui nous projettent
vers l’éternité et la transcendance.
Progressivement, il nous introduit dans l’abstraction lyrique pour réaliser une œuvre fondée sur les formes
qui fluctuent, se voilent et apparaissent tour à tour. Ce sont des ambiances incertaines et de labyrinthe dans
un équilibre instable. Peinture de la mémoire, du souvenir où les traits, les ombres, les reflets, les transparences, les présences sans poids, sont abandonnées dans l’espace, de la même manière que les émotions
restent dans la conscience.
FROTTAGES. UNE COSMOLOGIE UNIVERSELLE.
Dans cette dernière étape, dans les années 90, on dirait qu’il souhaite se débarrasser de tout: il laisse de
côté le superflu pour garder le geste et la pression qu’il exerce sur le support pour faire émerger des reliefs
et textures. Grâce au parcours de la main et au transfert de l’outil pigmenté, on voit apparaître sur la superficie des empreintes et signes à partir de la propre cadence énergétique, des vibrations latentes ou des
mouvements dynamiques.
Antonio Fuentes veut marquer son passage, son expérience la plus sincère à la fin de sa carrière. Notre
artiste se défait de tout le poids accumulé et il essaye de simplifier au maximum ce sens d’accumulation
matérielle que les humains possèdent. Une conscience spatiale qui prouve l’étude d’autres mondes supérieurs, au-delà de la réalité qui nous entoure. Son esprit voyage en quête de la lumière qui lui révèle le sens
de la vérité absolue.
QUESTIONS GLOBALES.
La centaine d’œuvres qui sont ici exposées sont la preuve du travail pictural d’Antonio Fuentes au cours de
sa trajectoire qui a rassemblé les tendances essentielles de l’art du Xxème siècle.
Il est impossible d’étudier son œuvre sans tenir compte de l’image d’un personnage singulier, bohémien,
pittoresque et avide de connaissance, inquiété par une étude intérieure du développement humain. Un
personnage ouvert au monde mais aussi renfermé sur lui-même.
Le moment est venu de connaître une des figures possédant le plus de talent créatif, qui a su opter pour un
style de vie immuable, conserver une cohérence avec lui-même, et donner une vision très particulière du
monde à travers de son art.
On pourrait établir de nombreux parallélismes avec les grands artistes de son époque, mais il serait peutêtre inutile de forger des liens étroits avec un créateur qui voulait simplement être lui-même. Ni le marché,
ni l’argent, ni le succès n’ont menacé son intégrité. Bien au contraire, il est toujours resté ferme dans ses
idées et il assimila seulement ce qui le captiva. Sans aucun doute, Antonio est un artiste oublié, mais il a
également créé les conditions dans ce sens, peut-être pour chercher quelque chose qu’il n’a peut-être jamais
trouvé. Renfermé dans son atelier du Petit Souk, ce “Toulouse-Lautrec de Tanger”, comme le nomma Pierre
Gassier dans ses débuts, a su reprendre ces ambiances qui captivèrent tant ces antécesseurs comme
Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró et bien d’autres. Ses contacts avec Paul Bowles, Kokotschka, Picasso,
Vlkamink, Soutine et beaucoup d’autres l’enrichirent de façon décisive, reprenant de chacun d’eux ce qui
l’avait le plus impressionné.
Le concept d’espace a également marqué un point d’intérêt dans toute l’œuvre d’Antonio Fuentes, du
physique au réel, et que l’on retrouve dans les scènes à Tanger jusque dans les traits suggérés et insinués
de ses dernières abstractions.
La lumière ne pouvait manquer comme ingrédient de ce créateur. Des lumières méditerranéennes qui captent
la splendeur de l’environnement, jusqu’aux lumières mystiques des cathédrales ou les lumières cosmiques de
ses abstractions, celles-ci devenant le témoignage de véracité et le fil conducteur de son œuvre.
Ses compositions formelles n’abandonnèrent jamais les structures de composition de ses œuvres. Antonio
Fuentes matérialise aussi bien dans son dessin que dans sa peinture, un ordre naturel qui transmettait
toujours un ensemble équilibré. Il dévoile même dans ses œuvres abstraites un intérêt pour préserver ce qu’il
avait forgé pendant des années dans ses pensées. La forme disparaît mais pas sa structure.
Une double condition, celle d’Antonio Fuentes, populaire et traditionnelle quant au sentiment et cosmopolite quant à l’expérience assumée de la modernité vécue à Paris et à Rome, qu’il a matérialisé dans un
vocabulaire singulier et très marqué par sa personnalité. Il ne manque pas de contenu et son œuvre
transmet un message d’espoir.
Personnage d’un esprit fort, inquiet et analytique, Antonio Fuentes vécut constamment avec des défis personnels qu’il surmonta avec succès selon les objectifs et exigences qu’il s’imposait à tout moment. Pour cette
raison, nous avons plaisir à lui rendre un hommage chaleureux en reconnaissance à sa figure et son œuvre.
ANTONIO FUENTES. EN GUISE DE BIOGRAPHIE.
Alfonso Fuentes. Exécuteur testamentaire de l’Artiste.
Antonio Fuentes naît le 9 octobre 1905, à l’hôtel Fuentes, dans le même hôtel où Camille Saint-Saëns
composa la «Danse Macabre». Dans le même petit souk que peignirent Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van
Rysselberghe, Iturrino, Matisse...
Antonio Fuentes, enfant, peignait sur les tables en marbre du café Fuentes. À treize ans, il réalise des
dessins pour «l’Héraut du Maroc». À quatorze ans, des illustrations pour «la Sphère» et «Le Nouveau
Monde». Sans le savoir, il devient le Toulouse-Lautrec de Tanger, comme le nommerait des années plus tard
Pierre Gassier, grand hispaniste français. Encouragé par les artistes espagnols Abascal et Ortiz Echagüe,
il décide de se consacrer à la peinture. Il dessine le monde qui l’entoure et le peint en le déformant de
manière ironique.
À quinze ans, sa vie tourne uniquement autour de la peinture. Antonia, une jeune fille gitane magnifique
qui commença à travailler chez la mère d’Antonio Fuentes et qui conserva jusqu’à plus de quatre-vingt-dix
ans une relation très étroite avec toute la famille, racontait qu’Antonio vivait pratiquement isolé dans les
chambres de la terrasse de l’Hôtel Fuentes, où il passait ses journées nu et à dessiner. Antonio passait son
temps à peindre les plafonds de ces chambres à la fumée des bougies.
Un dessin agile, élégant, expressif, et une peinture tenace et contondante avec un coup de pinceau épais,
nerveux et vigoureux mais à la fois sûr, définissent un vocabulaire plastique propre qui a su agrandir ses
frontières et qui ne s’est pas limité aux visions étroites des académistes.
Alors qu’il venait tout juste de terminer son service militaire à Cadix en 1925, Fuentes partit étudier à
Madrid, où il rentra à l’Académie Royale des Beaux-arts de San Fernando. De cette époque date un très
beau portrait de Federico García-Lorca, aujourd’hui disparu, mais que nous pouvons observer sur quelquesunes des photos de Fuentes dans son atelier. L’académisme de Madrid ne lui convient pas et il décide de
partir à Paris, au Montparnasse de l’époque. En 1929 il peint toute la journée à La Grande Chaumière,
académie-atelier immense et disloqué où sont passés tous les grands noms de la peinture contemporaine.
Fuentes dessine au pinceau et obtient ainsi une force et sécurité énormes dans ses esquisses. Il devient un
très grand dessinateur.
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À Paris, il réalise des caricatures pour «La Semaine de Paris». Grâce à ces caricatures, il fait la connaissance de toutes les personnalités espagnoles qui se rendent à Paris : Manuel de Falla, Encarnación López
– “La Argentinita” , Vicente Escudero, Andrés Segovia. De cette période date sa série des «bailaores» des
ballets espagnols.
Le soir, il se réunit dans les cafés avec les autres peintres espagnols : Souto, Pelayos, Bores. Cependant,
comme le cite Emilio Sanz de Soto, «Fuentes était tellement absorbé par l’esprit du petit souk de Tanger, de
la cohabitation au quotidien avec les Arabes et les Juifs, que les peintres avec lesquels il s’était lié d’amitié
étaient les deux juifs Moïse Kisling et Chaïm Soutine». Il ne partageait pas l’opinion artistique de la plupart
de ses compatriotes vu «qu’ils étaient tous obsédés par Picasso –ce qui était naturel– mais ce qui n’était pour
Picasso qu’un simple instinct divinatoire, mes compatriotes le convertissaient en algèbre mental».
Pendant ces années naît son admiration pour Rembrandt ; il croit que toute la nouvelle peinture doit
partir du «Bœuf écorché». Déjà en 1930, il est admis à La Nationale des Beaux Arts, grâce à un nu
magnifique. Il réalise sa première exposition individuelle dans la Salle D’Art Castelucho, où il fait la
connaissance de Picasso. Dans des expositions collectives, il se retrouve aux côtés de Kisling et Vlaminck.
En 1934, il part pour l’Italie pour continuer sa formation. Tout d’abord à Florence, comme disciple de
Felice Carena (1879-1965), puis à Rome, où il rentre à l’Academia Española de Bellas Artes. Son admission signée par Valle-Inclán, directeur de l’Academia a d’ailleurs été conservée. Il continue à collaborer
avec la presse espagnole en envoyant ses illustrations depuis l’Italie.
Il fait à Rome une esquisse naturelle de S.M. don Alphonse XIII, esquisse que don Alphonse signerait plus
tard en écrivant : «Oui, Seigneur, je suis comme cela par la grâce et disgrâce de Dieu». Il s’agissait d’un
portrait-caricature que Fuentes avait dessiné comme il le faisait à Paris. Terence MacCarthy, dans son
oeuvre «un Dictionnaire de Peintres à Tanger, 1669 – 2003», consacre à Fuentes, «the ridden genius», le
plus grand paragraphe de tous les artistes mentionnés et il parle de ce portrait : «… Whilst still a student
he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso XIII. The portrait was recently sold at
auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos».
À la fin de la deuxième Guerre Mondiale, Fuentes retourne à Tanger et se renferme dans sa maisonstudio de la médina, sur la place des aïssaouas. À partir de ce moment, il n’exposera que rarement:
seulement lorsque de grands amis ou des institutions parviennent à le convaincre. Dans ces occasions,
les grands noms de la critique artistique et culturelle reconnaissent ses expositions. Une collection
exhaustive de tous les textes faisant référence à l’œuvre et à Fuentes lui même est en cours et sera publiée
sur www.antoniofuentes.org.
À partir de 1973, Antonio Fuentes s’isole complètement au niveau social et artistique. Il passe tout son
temps à la méditation et son oeuvre se centre sur l’abstraction pour arriver à la série des frottages de 1990:
Fuentes a déjà 85 ans.
Fuentes jouit de la liberté de pouvoir s’adonner exclusivement à son oeuvre, sans que rien ne l’en détourne
et sans avoir à la «commercialiser». Il vend son atelier quand «l’acheteur a suffisamment de catégorie
pour posséder mon oeuvre». Les acheteurs devaient s’aventurer pour voir si Fuentes les recevait, et s’il le
faisait, voir s’ils pouvaient lui acheter des oeuvres.
Dans les années quatre-vingt-dix, le Consulat Général d’Espagne à Tanger lui propose de réaliser une
exposition rétrospective sur son oeuvre. Fuentes refuse. Postérieurement, ils lui proposent de convertir sa
maison en Musée Fuentes, et de réaliser une Exposition Anthologique Itinérante, accompagnée d’un catalogage général de son oeuvre, dont le catalogue photographique est réalisé et composé de plus de 450
oeuvres réparties dans d’importantes collections privées du monde entier, de l’Amérique du Sud aux ÉtatsUnis et de l’Europe à l’Arabie Saoudite. Fuentes refuse les deux propositions.
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Pendant les dernières années de sa vie, il passa son temps à dévoiler, dans une écriture quasi systématique,
tous ses souvenirs. Certains me touchent particulièrement, notamment les textes dans lesquels Fuentes parle
de ses rencontres avec Picasso à Paris en 1930 et avec Vallauris, trente ans plus tard.
Pour le premier, Fuentes raconte la façon dont il fait la connaissance de Picasso dans le magasin de
matériel artistique à côté de la galerie Castelucho, et la visite postérieure avec le Maître de l’exposition
de la galerie. Pendant cette visite, Antonio Fuentes propose à Picasso, pour ne pas créer d’interférences
entre eux, que chacun parcourre l’exposition dans un sens contraire et à la sortie, de commenter quelle en
est la meilleure pièce. Tous les deux tombèrent d’accord sur leur appréciation : “Une gitane” de Nonell.
Lors de cette rencontre avec Picasso, Fuentes nous raconte également comment la propriétaire de la
galerie, qui possédait une de ses oeuvres en réserve, lui offre une importante somme pour un tableau
qu’elle voulait lui acheter. Fuentes avait des doutes sur cette vente. Picasso lui recommanda de ne pas
hésiter, qu’il le vende de manière à se faire une clientèle à Paris. Dans cette série de textes, Fuentes décrit
Picasso comme un homme déjà âgé –Antonio avait à ce moment-là vingt-cinq ans et Picasso cinquante–
d’aspect bourgeois, avec un bon pardessus anglais et un chapeau Borsalino et qu’il considère comme son
père vue son attitude humble.
Pour les textes de Vallauris, Fuentes, en voyage à Venise pour une exposition, rend visite à Picasso et
ensemble se dirigent à une décharge où Picasso avait l’habitude d’aller pour trouver des pièces pour ses
sculptures-objets.
Antonio Fuentes meurt à Tanger le 25 juillet 1995, sans avoir jamais arrêté de travailler. Même durant les
derniers jours de sa vie, il n’aimait pas qu’on le distraie. Il n’a accepté d’abandonner sa maison-atelier de
la médina de Tanger qu’un jour avant sa mort qui survint finalement à l’Hôpital Espagnol de Tanger. Mª
Paz Mateo et Manuel Rodríguez – Ballester, tous deux professeurs à l’Institut Espagnol de Tanger à
l’époque, furent les dernières personnes à ses côtés. Le 20 juillet 1995, ils lui rendirent visite comme presque
tous les jours. Et là encore il leur dit qu’avec la peinture il se sentait vivre quand ils lui offrirent une petite
boîte d’aquarelles.
À l’exposition commémorative du centenaire de la naissance de Fuentes, nous présentons des séries qui vont
de 1929 aux années quatre-vingt-dix du siècle dernier. Les fonds de cette exposition appartiennent intégralement à la collection privée de la famille.
Nous pouvons contempler la trajectoire d’un artiste qui connaît et s’approprie à tout moment la trajectoire
de l’Art pendant le XXème siècle, mais en adaptant toujours chaque école à sa propre personnalité artistique.
Tout un siècle consacré à la création. Lorsque Tanger perdit son statut de Ville Internationale, la famille
et les amis de Fuentes lui recommandèrent d’en partir, mais Fuentes ne l’accepta jamais.
ANTONIO FUENTES: UN SOUVENIR DE TANGER ET UN OUBLI DE L’ESPAGNE.
Emilio Sanz de Soto. Article publié dans El País – Babelia, le 23 août 1997, à l’occasion de la première
exposition à titre posthume d’Antonio Fuentes.
Je parle d’une petite place, pas du tout comme on pourrait se l’imaginer, petite, asymétrique, sans aucun
bâtiment qui mérite d’être mentionné par sa valeur artistique ou historique, et cependant, plus d’un écrivain célèbre du XIXème et XXème la cite dans ses oeuvres. Et il se passe la même chose avec les dessins et
annotations de peintres très importants de ces siècles. Je fais allusion au petit souk de Tanger.
Et je me demande: qu’avait-il donc de si spécial le petit souk de Tanger pour susciter l’intérêt de si notables artistes et écrivains? Aujourd’hui, bien sûr, rien dut tout: aujourd’hui, ce n’est qu’un souk parmi les
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petites places uniques qui jalonnent les vieilles villes arabes, toujours cachées du soleil et de la chaleur et
cherchant toujours des fontaines d’eau naturelle ou des fontaines citernes et leur son, sans lequel il est
pratiquement impossible de comprendre le monde islamique. Un son offert à l’Andalousie et que le génie
Manuel de Falla a éternisé.
Ces petites places naissent ou mieux, se font elles-mêmes, de la confluence de plusieurs ruelles. Et ainsi se
créa le petit souk de Tanger. Pourquoi parlai-je du petit souk au passé ? Pour la simple raison qu’aujourd’hui il n’est plus ce lieu magique qu’il était. Les endroits magiques ne durent pas éternellement. Il est bien
connu que le «temps» et la «magie» ne vont pas de pair.
Dans le petit souk, dans un espace si restreint, jour après jour et nuit après nuit, pendant un siècle et demi,
avec des textes et des acteurs toujours improvisés, toujours nouveaux, mais tout en conservant un contenu
et un sens, une représentation avait lieu, aussi insolite qu’unique, devant des spectateurs qui, au fil des ans,
changeaient et certains même nous léguant le témoignage de son charme particulier.
Tout le monde n’était pas à même de ressentir, dans le va-et-vient du petit souk, dans ses joies et ses peines,
cette «représentation» très particulière, dont le sens ultime n’était que l’expression, le résumé, l’essence de
ce qu’était Tanger, de ce qu’elle fut : la fusion sans confusion de races, cultures, religions, langues,
comportements, coutumes. Une fusion miraculeusement convertie en réalité quotidienne, en réalité vécue.
Et seuls quelques privilégiés pouvaient contempler et percevoir cette réalité quotidienne, cette réalité vécue,
dans le «spectacle» offert gratuitement par le petit souk : à Camille Saint-Saëns au début de « La Danse
Macabre», une symphonie légère et festive, pas encore contaminée, bien qu’elle pressentît qu’elle serait
dévorée par les bruits assourdissants du matérialisme, ou par la rencontre de figures mythiques de la
culture occidentale, tous en paix et harmonie, prenant un thé vert au «Chemin Royal» de Tennessee
Williams, pièce changée a posteriori de place par art et désastre du metteur en scène Elia Kazan. Je garde
l’espoir que l’œuvre originale, telle qu’elle fut conçue et écrite, puisse un jour être connue.
Et tout comme Tennesse Williams fut témoin du spectacle du petit souk depuis la petite terrasse du café –
bar «Tingis», qu’il appelait «ma petite loge privée», en français, “Camille Saint-Saëns commença à
composer sa célèbre symphonie sur la terrasse de l’Hôtel Fuentes, qui était effectivement une loge privilégiée.
Et bien qu’il puisse sembler que je m’éloigne du sujet qui est à l’origine de ce texte, le peintre Antonio
Fuentes, le lecteur comprendra plus loin que cet éloignement est plus que justifié. Ou, tout au moins, cela
est mon opinion.
J’ai lu il y a quelque temps dans une biographie de Saint-Saëns, que «monsieur Camille» connut le compositeur espagnol Joaquín Valverde à l’Hôtel Fuentes, dont il était fidèle client, se logeant toujours dans la
chambre numéro quatre, d’où il disait entendre le battement de la ville. Et Joaquín Valverde fut le «collaborateur magique » de Federico Chueca dans des «petites oeuvres d’art» comme «La Gran Vía», dont
Nieztche écrivit qu’elle était aussi «géniale qu’impossible à classifier» et il fit écouter à Saint-Saëns, sur le
piano de l’Hôtel Fuentes, une sélection des principaux thèmes de «El Año Pasado por Agua», composée
par Valverde lui-même, en collaboration, comme d’autres fois, avec le très personnel Chueca. Et le compositeur français montra tant d’enthousiasme que l’année suivante, elle fut jouée pour la première fois à Paris
et la moitié des Français chanta alors:
«Faites moi le plaisir madame, d’écouter seulement deux paroles»
Le fils de Joaquín Valverde, connu et reconnu comme «Quinito» Valverde, «personnage» que plusieurs
musicologues distingués ont même confondu avec son père, fut un compositeur prématuré, qui, encore très
jeune, composa des chansons qui furent aussitôt énormément populaires, comme par exemple «El
Polichinela», que chanterait pour la première fois La Fornarina ou «El Pai-Pai», chanté par la encore
plus jeune Lola Membrives, qui, avec le temps, deviendrait une très grande actrice, sachant unir le théâtre
en espagnol des deux côtés de la frontière.
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Mais Quinito Valverde, toujours brillant et joyeux, composa en outre de grandes chansons comme
«Clavelitos» qui rendit célèbre la grande mezzo-soprano espagnole Conchita Supervía, idole du «Covent
Garden» de Londres.
Quinito Valverde, tout comme son père, triompha à Paris et offrit à sa compatriote Carolina Otero,
mondialement connue comme «La Belle Otero», rien de moins que “La Machicha”, la chanson - paradigme de la «Belle Epoque» parisienne, chanson qui dans sa version originale en espagnol disait:
«Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes»
Et nous pouvons anticiper que le fils de Joaquín Valverde connaissait le fils du peintre Antonio Fuentes, le
propriétaire de l’Hôtel Fuentes, comme vous pourrez le vérifier au moment voulu.
Il semblerait que Truman Capote ait dit une fois –et Jane Bowles l’a répété mille fois– que devant
l’Acropole d’Athènes, certaines personnes se sentent dans un «état de sagesse», devant Saint Pierre de
Rome, certains devraient se sentir en «état de grâce», mais que dans le petit souk de Tanger, tous se
sentaient en «état de liberté».
L’Hôtel Fuentes – ou encore mieux : la famille Fuentes – était le point d’union le plus concret et précis
entre l’Espagne et Tanger ; et selon les dires de beaucoup de personnes, parmi lesquelles je m’inclus, beaucoup plus direct et efficace que nos autorités diplomatiques, à quelques exceptions près, bien sûr.
À titre d’exemple, je parlerai de deux célébrations de l’Hôtel Fuentes : d’ailleurs, si les gouvernements
espagnols y avaient porté plus d’attention, notre réalité historique se serait réveillée, tout au moins un peu,
de sa léthargie séculaire. Je fais référence à la reconnaissance raciale et culturelle dont ont fait preuve la
majorité des Juifs sefardis espagnols.
Deux illustres Espagnols, l’un politique et l’autre littérateur, ont mérité l’hommage émouvant de la colonie
hébreo-sefardi de Tanger : Emilio Castelar et Benito Pérez-Galdós. Et tout cela, toujours, à l’Hôtel
Fuentes. C’est Abraham Pimienta qui rendit hommage à Castelar et Rahma Toledano, femme très singulière, écrivain et journaliste qui salua Galdos. Rahma, femme aux idées et idéaux féministes en avance et
collaboratrice décisive du docteur Angel Pulido lors de la rédaction de son livre prophétique «Españoles
sin patria», oeuvre pour laquelle Galdos s’intéressa tout particulièrement.
Un an après l’hommage à Galdos, don Antonio et doña Ana Contreras auraient un nouveau fils, avec une
vocation précoce de peintre qui, avec le temps, vivrait la bohème artistique et littéraire de Paris, dans des
années aussi bien mythiques qu’uniques.
Ainsi naît Antonio Fuentes, du même nom que son père, et personne singulière, tellement parfois qu’il était
même très difficile de le comprendre. On aurait dit qu’il atteignait l’absurde en forçant son implacable
lucidité. Ses opinions nous paraissaient au premier abord un contresens, mais une fois réfléchies, nous vérifiions qu’elles suivaient sa très personnelle lucidité. Quelque chose de semblable à l’image de Cervantès du
«fou sage». Les efforts de bon sens d’Antonio Fuentes étaient évidents. Mais: un effort de bon sens pour
éviter tout début de folie.
Pendant des années, j’ai cru qu’Antonio Fuentes était, chronologiquement parlant, le premier peintre
espagnol né à Tanger jusqu’à ce que je découvre que le dessinateur, illustrateur –très bon même– de notre
triste guerre civile, du côté des franquistes, Carlos Saénz de Tejada, était né à Tanger en 1897, alors que
son père était en mission diplomatique. Et après Antonio Fuentes, l’autre grand peintre né à Tanger est
José Hernández.
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Antonio Fuentes a vécu dans un monde proche de l’art et concrètement de la peinture. Sa famille était très
amie de l’extraordinaire aquarelliste catalan, Josep Tapiró, qui arriva à Tanger sur l’invitation de Mariano
Fortuny et s’y établit.
Je me souviens vaguement de la mère d’Antonio Fuentes, doña Ana, déjà âgée, une grosse femme andalouse,
toujours très droite, très solennelle, d’un pas décidé bien qu’elle s’appuyât sur une canne en ébène avec une
poignée en argent et portât des chapeaux voyants d’un goût français exquis, certainement sortis de l’atelier
de madame Boissonet, célèbre chapelière parisienne qui dut se réfugier à Tanger après un scandale qui mit
en danger le Président de la République française. Madame Boissonet fut comme une seconde mère et professeur pour Mariquita Molina, qui hériterait ensuite la chapellerie et dont le fils unique fut Angel Vázquez, insolite romancier de Tanger et auteur d’une oeuvre unique: «La Vida Perra de Juanita Narboni».
Antonio Fuentes vénérait sa mère. Alors qu’il n’avait que huit ans, il apprit que sa mère allait assister à
l’enterrement de Josep Tapiró et insista pour y aller ; elle accepta, connaissant l’enthousiasme de son fils
pour les oeuvres du génial aquarelliste catalan. Ana Contreras était amie intime de sa femme, qui, si je me
souviens bien, appartenait à une famille connue de libéraux espagnols qui changèrent de nom de famille
après recevoir la protection anglaise (Lepen, en anglais Lepin).C’est grâce à Josep Tapiró que naît la vocation de peintre d’Antonio Fuentes, jusqu’à ce que, quelques années plus tard, il découvre dans une encyclopédie spécialisée le peintre Rembrandt, et notamment son tableau «Bœuf écorché». Antonio Fuentes luimême disait être d’accord avec les personnes qui croyaient voir dans l’expressionnisme toujours latent de
son oeuvre, la marque de sa première rencontre avec le « Bœuf écorché», de Rembrandt, qui l’accompagna
comme reproduction sur carte postale, presque comme un icône religieux, tout au long de sa vie.
Depuis son arrivée à Paris, au Montparnasse de 1929, où il vécut l’authentique bohème et où, selon
Antonio Fuentes lui-même, «je passais les heures vives à la Grande Chaumière ou à faire la connaissance
d’un personnage et demi par jour». Curieusement, il ne se lie pas d’amitié avec d’autres peintres espagnols.
«La plupart –selon ses propres mots– étaient obsédés par Picasso, mais ce qui n’était chez Picasso qu’un
pur instinct divinatoire, mes compatriotes le convertissaient en algèbre mental». Cela explique ses disputes
passionnées avec Francisco Bores. Et Antonio Fuentes ajoute, non sans ironie : «J’étais tellement absorbé
par l’esprit du petit souk de Tanger, par ma cohabitation jour après jour avec les Arabes et les Juifs, que les
deux seuls peintres avec lesquels je me suis lié d’amitié étaient les deux Juifs, un Polonais et l’autre
Lituanien, Moïse Kisling et Chaïm Soutine». Rien de bien étrange puisque tous les deux, chacun à leur
manière, étaient «petits-fils» de Rembrandt, et surtout, partageaient des inquiétudes expressionnistes très
similaires à celles du jeune Antonio Fuentes.
Nous ne pouvons pas oublier non plus qu’à Tanger il fit la connaissance d’Oskar Kokottschka, avec lequel
il avait plus d’un point en commun, notamment sur ses scènes à Tanger.
Antonio Fuentes nous confessa qu’un jour il décida surmonter sa timidité naturelle et rendit visite dans son
appartement parisien à un homme gros et vieux garçon que tout Paris connaissait sous le nom de
«monsieur Quinito Valverde»... prononcé, bien sûr, avec un profond accent français.
Naturellement, Quinito avait entendu parlé de l’amitié de son père avec la famille Fuentes de Tanger, et
ce fut lui qui lui présenta la fille de ses grands amis, Rosa Castelucho, directrice et propriétaire d’une salle
d’expositions du même nom : «Galerie d’Art Castelucho». Galerie où aurait lieu la première exposition
individuelle d’Antonio Fuentes. J’ai toujours cru –mes excuses pour l’indiscrétion– qu’Antonio Fuentes est
resté amoureux toute sa vie de «Rosita» Castelucho. Et ce fut dans la salle d’exposition de Rosa Castelucho
qu’Antonio Fuentes fit la connaissance de Picasso. À propos de cette rencontre, j’ai lu un texte aussi autobiographique qu’émouvant d’Antonio Fuentes, inédit comme la plupart de ses écrits.
monde surchargé et sombre de formes en mouvement, émergeaient des serveurs indemnes et habillés en
blanc avec des nœuds papillon, noirs ou rouges. Le grand hispaniste français Pierre Gassier, érudit célèbre
de Goya, partageait également mon admiration pour la période des «serveurs du petit souk», et pour cette
raison il parlait d’Antonio Fuentes comme du «Toulouse-Lautrec de Tanger».
Mais Antonio Fuentes, toujours renfermé sur lui-même, ne partageait pas cette admiration pour cette
période de sa peinture, et de fait, Gassier et moi avons même soupçonné qu’il ait même détruit les oeuvres
de cette période dans un moment de crise. Longtemps après, il me confessa que cette période lui rappelait
les années où il s’était vu obligé à faire des caricatures sur les terrasses de Paris ou Rome pour survivre. Et
c’est ainsi que commença son amitié avec la géniale danseuse Antonia Mercé, «La Argentina», à Paris et
qu’eut lieu sa rencontre sympathique avec le roi Alphonse XIII à Rome, où, après lui avoir dessiné une caricature, ce dernier écrivit de sa propre main en-dessous : «Oui, Seigneur, je suis comme cela par la grâce
et disgrâce de Dieu».
Il faut savoir que même dans ses moments les plus difficiles, il refusait de vendre ses tableaux. Antonio
Fuentes était un homme rempli de manies profondément ancrées dans sa personnalité. Certains jours,
souvent, il refusait d’ouvrir la porte de son atelier. Et il manqua ainsi (les personnes qui l’avons connu
sommes témoins) des connaissances et des ventes qui lui auraient ouvert de nombreuses portes ; mais il se
définissait lui-même ainsi: «homme aux portes fermées».
Une personne n’ayant pas vu son atelier résidence dans la médina de Tanger ne peut s’imaginer, même de
loin, l’environnement chaotique, surréel où, pendant des années, s’est caché Antonio Fuentes.
Combien je regrette que personne n’ait filmé –le cinéaste Mario Ruspoli avait l’intention de le faire– ce
monde d’un désordre si difficile à imaginer, si incroyable. Curieusement pour Antonio Fuentes, ce désordre
n’était qu’une apparence puisque que s’il avait besoin de quelque chose, il savait toujours où la trouver.
L’atelier d’Antonio Fuentes où il vécut caché –oui, caché est le mot– jusqu’à l’âge de quatre-vingt-dix ans,
se trouve comme je crois l’avoir déjà mentionné, dans l’ancienne médina de Tanger, concrètement sur la
petite place des aïssaouas, face à la Nouvelle Mosquée, où pendant des dizaines d’années, un miraculeux
palmier géant l’a accompagné. Son tronc svelte finit par plier un jour où souffla le vent du levant et l’arbre
reçut alors un enterrement presque religieux dans le vieux cimetière arabe proche de la Mendoubia.
Sans aucun doute, une des périodes picturales les plus personnelles et suggestives d’Antonio Fuentes a été
celle des «Cathédrales». Sur ces cathédrales, on découvre tout un symbolisme mystérieux et séculaire où
les éléments juifs, catholiques et arabes semblent émerger d’une même et unique cérémonie religieuse.
Barbara Hutton et la Princesse de Ruspoli, Marthe Chambrun se sont partagées à parts égales (j’en fus
témoin) les plus belles oeuvres de cette période.
Dans sa dernière époque créative, Antonio se laissa tenter par, disons-le ainsi, «l’abstraction», période qu’il
garda secrète jusqu’à la fin de ses jours, et où l’on retrouve l’influence du peintre de Majorque, Juli Ramis
de Sóller, qui vécut à Tanger des années décisives pour l’évolution de sa peinture très raffinée et qui pour
quelques historiens et critiques d’art espagnol contemporain –heureusement pas tous– reste encore honteusement oublié.
Juli Ramis, que Picasso appelait «le benjamin», fut l’un des précurseurs les plus indiscutables de la nonfiguration en Espagne.
Il existe une période de l’œuvre picturale d’Antonio Fuentes pour laquelle j’ai toujours eu une très particulière prédilection, une période que lui-même avait baptisée les «serveurs du petit souk», d’où, dans un
L’amitié entre Juli Ramis et Antonio Fuentes fut très particulière. Il m’est difficile de déterminer lequel des
deux était le plus spécial. Ils pouvaient passer de longues heures ensemble sans à peine prononcer un mot.
Par contre, ils partageaient des modèles difficiles à trouver, des jeunes filles marocaines, encore adolescentes, que le propre Gauguin aurait envié. Après que le temps arrangé se soit écoulé, la modèle enfilait
son haïk et partait subrepticement, sans faire le moindre bruit, et alors les deux peintres observaient leurs
oeuvres, des oeuvres qui étaient toujours, non plus différentes, mais diamétralement opposées. Alors que
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Ramis avec un crayon dur réussissait à dessiner des contours raffinés, presque comme une peinture japonaise, Fuentes, avec un pinceau doux, créait tout l’inverse, des environnements violents, presque blessants.
Et après observer les résultats, ils détruisaient leurs oeuvres. Selon leurs propres mots, ce n’était que pour
conserver le coup de pinceau.
Je pense –je l’ai pensé de nombreuses fois–, qu’il n’existe pas encore d’histoire globale, totalisatrice, de la
peinture espagnole du Xxème siècle. Et quand je dis peinture, je veux également dire d’autres branches de
l’art, de la littérature, de la recherche, de la science. Et ce, pour beaucoup de raisons. Bien que je pense
que la blessure des deux Espagne ne soit pas encore complètement refermée, que ses conséquences soient
encore d’actualité : ses exiles intérieurs, oublis aussi bien volontaires qu’involontaires, vies refaites dans
les endroits les plus éloignés de la planète...
Et même: si les oublis existent déjà dans l’Espagne elle-même dans des villes hors Madrid ou Barcelone,
comment ne vont-ils pas exister dans des mondes si grands et différents au nôtre?
Que ces lignes servent à ajouter un autre nom à la liste des «oubliés de l’Espagne» dont parlait Jovellanos.
Dans ce cas, il s’agit d’ajouter le nom d’un peintre espagnol, bien que beaucoup d’Espagnols n’en aient
jamais entendu parler : le nom d’Antonio Fuentes.
trouvé, toute une flotte de boîtes de sardines dans leur C.I.N.G.L.A.G.E. demandait qu’on lui ouvre la voie
pour se diriger vers une salle de bains où la baignoire était habitée par une paillasse de plumes d’oiseau
lacérée, comme dans les contes.
Dans une pièce centrale, une motocyclette de grande taille pilotée par une encyclopédie elle aussi volumineuse parcourait en diagonales d’énormes pièces tout autour, esquivant toute sorte d’obstacles : des objets
très divers (certains de culte), comme une paire de chaussettes turquoises unies à un bout et formant la
lettre oméga, un canotier, un gramophone en forme d’orchidée, des pinceaux tachés de peinture de couleur
et déjà secs ou une petite boîte, autrefois remplie de dragées pour la toux, aujourd’hui pleine d’yeux de
poupée et plus loin, un oiseau empaillé, à l’aspect presque vivant. J’ai vu également comment une colonne
d’insectes traversait les murs, autrement impénétrables vu leur épaisseur. Au fond, dans une autre pièce,
d’énormes parchemins, partitions, diplômes, ailes de papillon et autres soupirs se détachaient des murs et
j’ai vu de quelle manière Antonio Fuentes, avec des roulettes sous les pieds, peignait frénétiquement une
cathédrale et essayait de la faire rentrer dans un rectangle de cinquante centimètres tout au plus. Sur lui,
une rangée de bêtes mythologiques défilait sur la corniche de la chambre.
J’ignore combien de temps je suis resté en extase, mais j’ai senti ma tête tourner vers la gauche, vers une
petite fenêtre où j’ai pu voir le bleu du ciel ; un arôme de menthe pénétrait par l’étroit passage cassant le
verre et manifestant l’horizontalité. À mes côtés se trouvait une enveloppe avec un tampon effacé. Une
ombre pentagonale mettait des accents au poème.
AU COMMENCEMENT, LE CHAOS. POUR MON AMI ET MAÎTRE ANTONIO FUENTES.
José Hernández, de l’Académie Royale des Beaux-arts de San Fernando.
Ce fut ma première rencontre avec un Artiste. Voici la vision qui est resté gravée dans mes souvenirs. Au
temps où nous vivons, ne serait-ce pas des indices de notre mort?.
Si ce que l’on nomme talent artistique était vraiment une matière quantifiable, le matériel, réel ou imaginaire d’Antonio Fuentes serait alors certainement bien plus cher que tout. Ceci, naturellement, je ne l’ai
pas découvert moi aujourd’hui mais d’autres personnes plus averties en la matière l’on dit, écrit et répété.
Dans ce sens, je ne pourrai ajouter que peu ou très peu à ce qui a déjà été affirmé.
FUENTES CONTRERAS DANS LA GALERIE DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA.
F. Castellani. “Il Gazzetino” - Venise, le 21 octobre 1964.
Néanmoins, et si petit que soit mon apport, je peux (ou dois) raconter mon impression personnelle lors de
ma première visite à l’atelier d’un peintre, studio ou cellule, là où s’envole l’imagination créatrice.
Je suis un ennemi convaincu des louanges et je suis sûr qu’Antonio Fuentes n’y est pas non plus très
sensible, mais il serait injuste, et peu sérieux de ne pas mentionner ce que je considère une véritable qualité:
la rare faculté d’Antonio pour voir et toujours faire voir aux autres le côté esthétique, artistique, ou si on le
veut, positif des choses qui nous entourent, que ce soient des objets, des environnements ou des situations.
Cette énorme et enviable vitalité, de force centrifuge, nous laisse une empreinte indélébile, une leçon de générosité apprise pour toujours, de créativité, d’humilité et d’autres termes, aujourd’hui malheureusement oubliés.
Excepté cette mention obligatoire, je préfère évoquer un souvenir de l’adolescence, souvent plus illustratif.
On pourrait situer cette histoire à Tanger, également ma ville natale, un après-midi lumineux et frais d’un
mois de mars. J’accompagnais deux bons amis: Emilio Sanz de Soto et Antonio ou Ángel Vázquez. Une
petite place, la façade soignée d’une petite mosquée allaient être le décor naturel de ce sortilège.
Passer le seuil de la porte bleue était comme pénétrer subitement dans un planétaire, mes yeux ouverts
comme deux énormes disques disproportionnés de porcelaine blanche. Je suis monté para un trou sombre où
les escaliers se transformaient comme par magie parfois en une spirale, en un flanc d’un corps écaillé, en
heures superposées de la sphère d’une horloge murale ou bien en simples feuilles cousues d’un menu d’hôtel.
Arrivé au premier étage, je vis l’Artiste, haletant, observer quelque chose par le trou d’une serrure. Avec un
seul geste, il imposa le silence, et aussitôt, disparut entre les mauvaises herbes. À l’endroit où il s’était
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…L’ impressione che del Marocco ha il Fuentes non è pura suggestione o magia; il suo modo di esprimersi
non è soltando simpatia picasiana. Il Fuentes s’incontra con Picasso per un sincero modo di semplificare,
di scartare il superfluo, di ordinare, di fai risaltare spazialmente, arabesamente, ciò che constituisce l’essenza , ai più nascosta, della visione reale.
Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le sue fumate a Vallauris che
son otra le poche opere del genere che di lui si conoscano, non presentano l’interesse che acompagna tutta
l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del Fuentes Contreras, il valore nuevo della sua paessaggistica africana che, affaciandosi alle luci de Mediterraneo, si incontra con le più moderne espressioni
dell’arte occidentale creando tra i due continente quella continuità di rapporti spirituali che è il fine, la
conquista dell’arte...
Les expérimentations du cubisme n’ont pas encore terminé, bien que lors de la dernière Biennale de Venise,
tout laissait supposer le contraire. De nombreux peintres, surtout des Italiens, jusqu’alors cubistes et pour
le cubisme se sont en effet dirigés vers d’autres courants. On dirait qu’il y avait une sorte de respect sacré
à la figure humaine qui avait été déformée jusqu’à son paroxysme par l’expressionnisme social de la
marque allemande, né cinquante ans auparavant, d’une part et par le cubisme actuel, d’autre part.
Dans la sculpture, on retrouve un goût tenace pour la déformation de la figure bien qu’elle n’est pas d’origine purement cubiste, mais la sculpture a un champ d’action limité si on le compare à la peinture et tout
comme le disent les artistes d’avant-garde, il n’est pas simple pour les sculpteurs de se libérer de l’élément
humain. Cependant, notre intention n’est pas de nous attarder sur la sculpture, mais sur la peinture, à l’oc-
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casion de l’exposition personnelle dans la Galleria dell’Ordine della Valiglia, dans la rue Fabri, de l’artiste espagnol Antonio Fuentes Contreras, résident à Tanger.
Fuentes Contreras a également réalisé, il y a quelque temps, des figures cubistes, poussé, non par des
exigences d’angoisse mais par son intérêt pour l’arabesque avec une composition rythmée par la rigueur
géométrique. Mais avec le temps, il s’est rendu compte du fait qu’il fallait écarter la figure de Picasso et
la nature morte de Braque pour donner de l’ampleur à un monde de beautés orientales, non pas celui
découvert par Ingres, Delacroix ou Matisse renfermé dans les harems, mais celui contemplé, médité
pendant de longues années entre les labyrinthes de la casbah, au pied des créneaux, où la chaleur, la vie
tumultueuse et fainéante, se confondent avec la Nature de façon hallucinante et pratiquement inconnue
des Européens.
Dans la peinture de Fuentes, on ne trouve pas l’idée erronée que beaucoup transmirent de cette terre, tous
contrastes éblouissants de lumières blanches et ombres violettes. Pour lui, bien au contraire, il n’y a que de
la couleur. Dans chaque recoin de la rue sont présentes toutes les couleurs de l’arc-en-ciel, espacées par des
contours marqués par le Soleil. Chaque chose perd sa consistance objective pour acquérir une valeur de
concrétion fantastique. L’impression qu’a Fuentes du Maroc n’est pas une simple suggestion ou de la
magie. Sa manière de s’exprimer n’est pas simplement de la sympathie pour Picasso. Fuentes rencontre
Picasso dans sa manière sincère de simplifier, d’éliminer les éléments superflus, d’ordonner et de mettre en
valeur dans l’espace, de façon arabesque, ce qui constitue l’essence, bien que cachée, de la vision réelle.
D’autre part, Picasso ne s’est jamais vraiment centré sur le paysage, et ses plantes tropicales et sfumatos de
Vallauris, ne sont que de rares exemples de cette nature et ils n’ont pas autant d’intérêt que son autre activité multiforme. Là réside la personnalité de Fuentes Contreras et la valeur de son nouveau paysage africain, qui, s’approchant des lumières de la Méditerranée, retrouve les expressions les plus modernes de l’art
actuel, en créant entre les deux continents cette continuité des relations spirituelles, la conquête de l’Art.
Este catálogo ha sido diseñado por Alfonso
Fuentes con desarrollo gráfico y maquetación de Grupoingenio, fotografías de
Martín García Pérez y Fernando Carrillo
de Mendoza (serie Flamencos). La revisión
de la traducción al francés fue realizada
por Ana López-Veneroni, y al inglés por
Natalia Jiménez de Cossío de Stucley.
Se terminó de imprimir el día 24 de junio
de 2005, día de San Juan y del 85
cumpleaños de Carlos Fuentes Contreras.
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