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ANOREXIA Y BULIMIA
PRINCESAS
DE LA
FATALIDAD
Encubierto bajo expresiones banales
—asociadas a la moda, la publicidad y la
farándula—, este par de trastornos psicológicos
y nutricionales emerge en la contemporaneidad
como una amenaza creciente que exige, sin
postergación, tratamiento clínico, además de una
urgente y comprensiva colaboración de la familia
y de toda la sociedad
María Alejandra Domínguez Veracoechea
[24] EXCESO //Edición 248
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La asociación sueca Anorexi
Bulimi Kontakt lanzó al aire
una fuerte campaña incentivando al público a tender una
mano a aquellas personas que
sufren desórdenes alimentarios. El comercial mostraba la
distorción que sufre un anoréxico o bulímico con respecto
a su propia imagen
M
ucho se ha hablado del prototipo de mujer delgada impuesto por las modelos y actrices actuales.
De las curvas que lucían Liz Taylor, Marilyn Monroe, Kim Bassinger o Elle McPherson, pasamos de
pronto a los cuerpos andróginos que desfilan sobre las pasarelas,
más próximos a una comparsa de mujeres enfermas que de mujeres bellas. Lo que tanto se criticó a Kate Moss —cuando era
el centro de las famosas campañas de Calvin Klein— terminó
convirtiéndose en la imagen deseada por los diseñadores más famosos y contagió también los predios de Hollywood, donde las
actrices se ven cada vez más y más delgadas.
Por supuesto, esto no podía dejar de tener impacto en el público y
cada vez son más las adolescentes y mujeres, ya en edad adulta, que
aspiran tener los deseados cuerpos de modelos y actrices de cine.
Pero, ¿hasta qué punto puede ser considerada sana esa necesidad
de delgadez? Depende únicamente de lo que la persona está dispuesta a sacrificar por conseguirlo, marcando entre el deseo de verse bien
y un desorden alimentario —que puede amenazar incluso la vida—
una línea tan delgada como los cuerpos que desean lucir.
La anorexia nerviosa es un trastorno psicológico y de la conducta
alimentaria impulsado por la necesidad obsesiva de perder peso, por
medio de la conducción voluntaria a un estado de inanición. Es decir,
el individuo deja literalmente de alimentarse y, por ende, de recibir
los nutrientes mínimos necesarios para llevar una vida saludable.
Igualmente peligrosa es la bulimia, en la cual el individuo —por
la misma necesidad de perder peso— se induce a sí mismo el vómito para “eliminar” del organismo todo aquello que ha consumido —
también compulsivamente— en medio de ataques de ansiedad.
Ambas enfermedades, cuando son diagnosticadas como tal, tienen su origen en trastornos psicológicos con base en problemas de
autoestima y autocontrol por parte de las personas que las sufren y
ameritan tratamientos severos de distinta índole, siempre bajo estricta supervisión médica, pudiendo llegar incluso a ser necesaria la
reclusión en centros especializados.
Ninguno de los dos conceptos es algo nuevo. En 1870, el médico inglés William Withey Gull describió el trastorno y sus síntomas
durante una conferencia en Oxford, acuñando por primera vez el
término de “anorexia nerviosa” para referirse a la enfermedad.
Pero fuera de las definiciones y términos científicos, la anorexia y
la bulimia se han convertido, para muchos, en un verdadero estilo de
vida, el cual ha conseguido un terrible aliado en las redes sociales, en
esta nueva era tecnológica.
Nieves Álvarez, es una famosa modelo española, que
narró en un libro su experiencia
con la anorexia durante siete
años.“Nadie sabía en casa que
yo quería ser modelo, pero era lo
que más deseaba en el mundo.
Pensé que podía serlo cuando
aún no había cumplido los quince
años, y ese deseo coincidió con el
inicio de mi enfermedad”
ANA Y MÍA
Bajo lemas como “Lo que me nutre, me destruye” o “La comida
es como el arte: solo para verla”, se consiguen con total normalidad tips para lograr descensos en el peso que pueden llegar hasta
siete kilogramos en siete días —lo aconsejado es no excederse de
medio kilogramo semanal—, únicamente consumiendo té. Cocteles
de medicamentos recetados en situaciones normales para la obesidad —los cuales recomiendan ser consumidos bajo la vigilancia estricta de un galeno especializado— son sugeridos a modo de tips en
estos sitios webs, para lograr eliminar esa “grasa de más” que solo
se encuentra en la imagen distorsionada que niñas, adolescentes y
mujeres reciben del espejo, cuando la realidad es que se encuentran
muy por debajo del peso que deberían tener para su edad y estatura.
La Organización Mundial de la Salud (OSM, según sus siglas en
inglés) estima que el peso ideal promedio para una mujer de 1,50 m
está alrededor de los cincuenta kilogramos; sin embargo, la mayoría
de los “blogs de amigas de Ana y Mía” indican que el peso máximo
ideal para esa estatura está en los 38 kilogramos.
Los blogs y páginas webs incluyen también, entre otras cosas,
tablas de peso, listas de calorías, datos sobre celulitis y frases para
utilizarse a modo de afirmaciones.
Extrañamente, la mayoría de ellos contiene advertencias sobre la
enfermedad y recomiendan a aquellas lectoras menores de quince
años alejarse de sus contenidos.
La red de Pro-Ana y Pro-Mía —como ellas mismas se denominan— va mucho más allá. Se han creado códigos de identificación,
como el uso de lazos blancos virtuales en las páginas webs que proveen información a las afectadas con el trastorno y el uso de un cordón rojo en la mano izquierda que las identifica como anoréxicas, o
morado en el caso de las bulímicas.
PRINCESAS EN VENEZUELA
A raíz del caso del asesinato de Roxana Vargas a manos de su
psiquiatra, Edmundo Chirinos, se dio a conocer el blog de esta joven
de dieciocho años, quien sufría de ambos desórdenes. Además de
las narraciones de la muchacha sobre sus encuentros con el doctor
Chirinos, el blog era una guía detallada de consejos y experiencias
sobre el tema de la anorexia y la bulimia.
En Venezuela existen grupos organizados que se dedican a difundir, por la Web, información para las Anas y las Mías venezolanas.
Los blogs se llenan de fotos de lo que llaman sus “thinspiration”, que
no son más que colecciones de imágenes de mujeres extremadamenEdición 248// EXCESO [25]
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Confesiones de
una anoréxica
Adriana tiene dieciocho años y es anoréxica desde los catorce. Su familia no está al tanto del trastorno que padece.
Ha logrado mantenerlo oculto recurriendo a muchos de los
trucos que consigue en la Web. “Es difícil, porque sobre todo
mi papá se preocupa por mi peso. En diciembre es terrible,
porque hay muchísimas fiestas y reuniones familiares”, explica
Adriana, que mide 1.70 metros de estatura y pesa 43 kg. “La
sensación de la comida rozando mis labios es particularmente desagradable —agrega—. Mi mamá siempre se ríe porque
dice que hago un gesto extraño cuando como, pero en realidad es la forma que tengo de evitar que la comida me toque”.
Otro de los puntos que le es difícil esconder es la ausencia
total de su menstruación. Confiesa que se guía por un calendario en el cual anota la fecha estimada en la que debería
tenerla y en esos días coloca un paquete de toallas sanitarias
en el baño que comparte con su hermana.
Adriana nunca ha estado hospitalizada, se ha vuelto una experta en la cuenta de calorías que tienen los alimentos y asegura que aprendió a conocer la cantidad exacta que necesita para
mantenerse activa, sin que esto implique aumentos considerables de su peso. Afirma que hace ayuno una semana de cada
mes y hace que esta coincida con viajes que debe realizar su
padre, porque durante su ausencia, la cena —la única comida
que hace la familia junta— pasa a segundo plano. Adriana consume únicamente té verde durante el ayuno y un paquete de
galletas de soda bajas en grasas, es lo que le provee la energía
para mantenerse activa diariamente. “Lo más terrible del ayuno
son los dolores durante la noche, pero cuando al acabar la semana, veo que el peso marca cuatro kilogramos menos, todo se
ve recompensado. Sé que hago daño a mi cuerpo con muchas
de las cosas que hago, pero es el precio que hay que pagar para
llegar a estar perfecta y poco a poco lo iré logrando”.
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te delgadas, que representan sus metas de peso y que ellas mismas
recomiendan utilizar como “incentivo” cuando los dolores ocasionados por el hambre y la desnutrición se vuelven insoportables.
Los consejos que aportan las autoras de los blogs son realmente
dramáticos. Para lograr llegar a la meta de mantenerse por debajo
del consumo de quinientas calorías diarias, recurren a dietas que
van desde consumir únicamente agua un día sí y un día no, o tres
claras de huevo como único alimento diario. Con lo anterior intercalan una gran cantidad de chicle sin azúcar para mitigar el hambre.
Esta situación es realmente preocupante si vemos que las tablas
de consumo de calorías para una persona sana, que se encuentre
entre los veinte y cuarenta años, va desde las 1.400 a las 1.750 calorías diarias, según peso, estatura y actividad diaria.
Los tips abarcan detalles sobre vestimenta, actitudes y listas de
mentiras para lograr escapar de las sospechas de padres y amigos y
evitar situaciones incómodas —como cenas y eventos familiares—
que obliguen a la ingesta de cualquier alimento. Las Anas y las Mías
también consiguen en la Web el apoyo que no tienen en su cotidianidad, al compartir anécdotas, angustias y sufrimientos con muchas otras muchachas que se sienten incomprendidas al sumergirse
en un estilo de vida que ellas consideran las llevará a la perfección.
Terriblemente es este apoyo el que consolida fuertes lazos entre
ellas, que más que ayudarlas, dificultan una salida victoriosa de lo
que se convierte en un atentado contra su propia vida.
CASTIGO ANTE LA DEBILIDAD
A diferencia de muchos otros trastornos, los anoréxicos y bulímicos
están conscientes de que lo padecen y son muy exigentes en la selección de nuevos integrantes de sus comunidades. Se muestran particularmente excluyentes con aquellas personas que se someten a dietas
extremas para rebajar, pero que lo hacen por temporadas o hasta lograr
una meta de peso específico, por considerarlas simplemente “víctimas
de la moda”. A estos, despectivamente, los califican como “wannabes”.
Por el contrario, como si de una especie de cofradía se tratara, son admiradas y reconocidas aquellas personas que han sido diagnosticadas
con alguno de los trastornos y que incluso han sido sometidas a tratamiento, pero vuelven a retomar el estilo de vida.
Otro punto importante es el tratamiento del dolor, el que utilizan
en muchos casos como recurso para quemar calorías. Mantienen
también un sistema de autoflagelación para aquellas situaciones en
las que la ansiedad las obliga a consumir alimentos “prohibidos”. Las
técnicas van desde hacerse pequeños cortes con una navaja, hasta
utilizar corsé y cinturones con incrustaciones de objetos punzantes
que causen dolores agudos permanentemente. Equivocadamente
consideran que el infligirse dolor las ayuda a quemar calorías.
Por esta misma situación de conciencia ante el problema, es muy
dif ícil para una persona con trastornos alimentarios tomar la decisión de buscar ayuda. La mayoría de ellas considera que mantienen
un control total de su situación, por lo que es en los momentos en
los que el trastorno ha llegado a niveles extremos en los que se dan
cuenta que tal control no era real y deciden buscar ayuda especializada. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, ya sus organismos presentan daños irreparables.
Se calcula que a nivel mundial un 8% de los adolescentes sufren
de algún trastorno alimentario, y de ellos el 90% son mujeres, por
tanto se trata de la tercera enfermedad crónica más común entre
adolescentes. La tasa aumenta a 18% en el mundo del modelaje.
La OSM estima que uno de cada cien adolescentes sufre anorexia,
mientras que la bulimia afecta a tres de cada cien. La tasa de mortalidad para ambos trastornos ronda entre el 3% y el 5%.
FOTO TOMADA DEL BLOG WWW.2MEDUSA.COM
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El drama Isabelle Caro
En mayo de 2007 el mundo de la moda se vio conmovido
por las imágenes de una campaña contra la anorexia protagonizada por la modelo Isabelle Caro. Las fotos tomadas por
el fotógrafo de modas Oliviero Toscani mostraban el cuerpo
desnudo de Isabelle de veinticinco años, 1,65 m de estatura y
veinticinco kilogramos de peso. La imagen ponía en evidencia
los estragos causados por más de doce años de someter su
cuerpo a dietas extremas. Su vida fue marcada por el abuso. Confinada a su propia casa hasta la edad de veinte años
por una madre controladora y enferma, Isabelle salió de su
encierro por primera vez para ser hospitalizada. A partir de
allí comenzó una cruzada para lograr convertirse en modelo y
actriz, pero fue muy poco lo que logró dentro de este mundo.
Isabelle murió el 17 de noviembre de 2010, sola en un hospital
de París, luego de que su cuerpo perdiera una terrible batalla
contra su trastorno, viéndose afectado por múltiples deficiencias, sobre todo renales y respiratorias. Tenía veintiocho años y
pesaba veintisiete kilogramos.
Cada día aumentan alarmantemente los casos de niñas menores
de doce años que presentan trastornos alimentarios y, en los últimos años, se ha incrementado también la aparición de casos de sexo
masculino.
La preocupación mundial apunta a que es más fácil tener acceso
a la información que refuerza su conducta Ana o Mía que a aquella que ayuda a alejarse de ella. Las páginas masqueunaimagen.com y anaymia.com intentan orientar a personas que sufren de alguno de estos trastornos y a padres, representantes y maestros que
tengan un caso cercano. Pero a pesar de que se hacen esfuerzos y
se invierten grandes cantidades de dinero en campañas para luchar
contra estos desórdenes, jamás pueden competir con las figuras de
modelos y actrices que inundan las pantallas de cine, televisión y las
portadas de las revistas.
Así, miles de princesas Ana y princesas Mías siguen embarcadas en
lo que para ellas es una batalla por la perfección, lucha que en la mayoría de los casos terminan por perder, conducidas hasta la muerte.
“… a veces inconscientemente hago cosas que hacen las Anas, y
es porque nunca dejaré de serlo, lo acepto, ella vive en mí y jamás
se irá, pero lo importante es que yo la controle a ella y no ella a mí
como por tanto tiempo hizo, llevándome al borde del precipicio,
a la depresión profunda y al fanatismo por ella, porque llegó un
momento en el que ella era mi todo y me estaba muriendo poco a
poco y destruyendo mi vida sin antes haber vivido nada…”
Tomado del blog de una ex-Ana. La edad de inicio de la anorexia se sitúa entre los trece y dieciocho años, no
obstante cada vez se detectan más casos en prepúberes. La de la bulimia se ubica
entre los dieciocho y los veinticinco años
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