`Maestro, Señor y Dios mío, haz que pueda ver`.
Transcripción
`Maestro, Señor y Dios mío, haz que pueda ver`.
1 MOTIVACIONES DESDE LAS LECTURAS DE DOMINGOS Y SOLEMNIDADES Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 (al 27.10.2012, 8'25). 'Maestro, Señor y Dios mío, haz que pueda ver'. (Jesús sana al ciego, mosaico realizado por el ilustre Maestro Marko Ivan Rupnik, sj) Índice: 1) Resumen introductorio. 2) Posibles títulos. 3) Algunos temas que brotan de las lecturas. 4) Anexos. 1) Resumen introductorio: Después de sugerir en Cap. 2 algunos posibles títulos para resumir lo principal de las lecturas de este Domingo. En el Cap. 3 se ofrecen algunos temas y que brotan de las lecturas de hoy. En el Cap. 4 hay Anexos con: 1) Siglas; 2) Posibles contextos; 3) Ayuda para el Rito Penitencial; 4) Algunas preguntas; 5) Concordancias bíblicas; 6) Concordancias con el Catecismo; 7) Reflexiones de otros autores; 8) Oraciones, cantos y poemas 9) Algunos Documentos Eclesiales que se pueden consultar; 10) Acontecimientos; 11) Refranes; 12) Invitación a buscar paralelos con las Bellas Artes; 13) Arte religioso. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 2 2) Posibles títulos: Un ciego que ve. Con nuevos ojos. Caminar en la luz. Un modelo de fe. El ciego de Jericó. El misterio de la fe. Tu fe te ha sanado. No hay peor ciego... La fe que sana y salva. Fe y camino de un ciego. Maestro, que pueda ver. Señor, haz que pueda ver'. La confesión de fe del ciego. Para ver las maravillas de Dios. Tu luz, Señor, nos hace ver luz. Ánimo, levántate, que te llama. De Bartimeo aprendamos a ver. La fe: ojos nuevos para ver la vida. La fe como requisito para el milagro. La fe y audacia (o valentía) del ciego. El Señor hace nuevas todas las cosas. Situación originaria de cada creyente. El Señor es mi (nuestra) luz y mi salvación! El fondo de los ojos es el corazón (Guardini). Ver los signos de Dios en la historia humana. Creer para ver. Creer para amar y amar para creer. El caminar de Bartimeo es el caminar del creyente. Una esperanza para los 'mendigos de la existencia'. Te compasión de mí! Kyrie eleíson, Señor ten piedad. Lo esencial se ve con los ojos del corazón (Principito). Mira la vida con otros ojos. Dale un sentido trinitario a tu vida. Los pasos del proceso de la fe: suplicar y gritar desde nuestra ceguera, insistir a pesar de las dificultades o contrariedades. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 3 Vete, tu fe te ha salvado... (Imagen: www.homiletica.org/fidelonoro.htm) 3) Algunos temas que brotan de las lecturas: 3,1) Jesús va de camino a Jerusalén a lo largo del río Jordán, y poco antes de llegar a su meta, pasa por Jericó que está en una oasis al lado del río. Realiza acá su último milagro que es significativo y que simboliza el camino del creyente: al principio hay un mendigo ciego y al final un discípulo que lo sigue. El ciego 'reconoce' a Jesús, es más lúcido que otros. Había escuchado de Jesús de Nazareth, y estaba seguro que le podría ayudar y sanar. Bartimeo hace una 'profesión de fe', lo 'reconoce' como el 'Hijo de David' como el que puede mostrar la Misericordia. Hoy estamos como Bartimeo. Muchos a pesar de tener lo material, no creen en Dios. Hay enfermedades que no generan dolor, pero que son más peligrosas, como por ejemplo, el acostumbrarse al mal, eso nos hace ciegos. No seamos ciegos a los males del mundo actual. Bartimeo reconoce a Jesús, y hace una profesión de fe que la proclama con fuerza ante los demás. Si tenemos una amistad que negamos ante los demás, no será una auténtica amistad, y si Jesús es nuestro amigo, Señor y Maestro, es bueno y justo que lo reconozcamos ante los demás. Por ello no enmudezcamos nuestra fe en este mundo que es adverso a veces a la fe. Hablemos de Jesucristo a los que nos rodean. San Pablo nos invita a evangelizar a tiempo y a destiempo, es decir siempre. Evangelicemos con el ejemplo y el testimonio, apoyemos la promoción humana. Bartimeo tiene ese encentro personal con Jesús, un encuentro sanador. Jesús lo llama, y él bota su manto, salta y corre. Es un encuentro de tú a tú. Jesús le pregunta, ¿qué quieres que haga por ti?. Si nos encontramos con Jesús será un encuentro personalizado. Jesús es a la vez universal y concreto. Será un encuentro existencial y personal con Dios, un encuentro sanador, divinizador y humanizador. El camino de Bartimeo es también nuestro camino de la fe. Jesús sabe lo que necesitamos, pero quiere escucharlo de nosotros en ese diálogo personal. Reconozcámoslo primero e invitemos a Jesús a nuestra vida (cfr. De la homilía de Mons. Dominik SCHWADERLAPP en el Domingo 30-‐B, 28.10.2012, Obispo Auxiliar de Colonia, www.domradio.de, con algunas adaptaciones agregadas). Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 4 3,2) Homilía del Santo Padre Benedicto XVI, en la Santa Misa para la clausura del Sínodo de los Obispos,en la Basílica Vaticana. Domingo 28.10.2012 Venerables hermanos, ilustres señores y señoras, queridos hermanos y hermanas El milagro de la curación del ciego Bartimeo ocupa un lugar relevante en la estructura del Evangelio de Marcos. En efecto, está colocado al final de la sección llamada «viaje a Jerusalén», es decir, la última peregrinación de Jesús a la Ciudad Santa para la Pascua, en donde él sabe que lo espera la pasión, la muerte y la resurrección. Para subir a Jerusalén, desde el valle del Jordán, Jesús pasó por Jericó, y el encuentro con Bartimeo tuvo lugar a las afueras de la ciudad, mientras Jesús, como anota el evangelista, salía «de Jericó con sus discípulos y bastante gente» (10, 46); gente que, poco después, aclamará a Jesús como Mesías en su entrada a Jerusalén. Bartimeo, cuyo nombre, como dice el mismo evangelista, significa «hijo de Timeo», estaba precisamente sentado al borde del camino pidiendo limosna. Todo el Evangelio de Marcos es un itinerario de fe, que se desarrolla gradualmente en el seguimiento de Jesús. Los discípulos son los primeros protagonistas de este paulatino descubrimiento, pero hay también otros personajes que desempeñan un papel importante, y Bartimeo es uno de éstos. La suya es la última curación prodigiosa que Jesús realiza antes de su pasión, y no es casual que sea la de un ciego, es decir una persona que ha perdido la luz de sus ojos. Sabemos también por otros textos que en los evangelios la ceguera tiene un importante significado. Representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios, la luz de la fe, para conocer verdaderamente la realidad y recorrer el camino de la vida. Es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz, de lo contrario se es ciego para siempre (cf. Jn 9,39-‐41). Bartimeo, pues, en este punto estratégico del relato de Marcos, está puesto como modelo. Él no es ciego de nacimiento, sino que ha perdido la vista: es el hombre que ha perdido la luz y es consciente de ello, pero no ha perdido la esperanza, sabe percibir la posibilidad de un encuentro con Jesús y confía en él para ser curado. En efecto, cuando siente que el Maestro pasa por el camino, grita: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,47), y lo repite con fuerza (v. 48). Y cuando Jesús lo llama y le pregunta qué quiere de él, responde: «Maestro, que pueda ver» (v. 51). Bartimeo representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado. Su invocación, simple y sincera, es ejemplar, y de hecho – al igual que la del publicano en el templo: «Oh Dios, ten compasión de este pecador» (Lc 18,13) – ha entrado en la tradición de la oración cristiana. En el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre. El evangelista no nos dice nada más de Bartimeo, pero en él nos muestra quién es el discípulo: aquel que, con la luz de la fe, sigue a Jesús «por el camino» (v. 52). San Agustín, en uno de sus escritos, hace una observación muy particular sobre la figura de Bartimeo, que puede resultar también interesante y significativa para nosotros. El Santo Obispo de Hipona reflexiona sobre el hecho de que Marcos, en este caso, indica el nombre no sólo de la persona que ha sido curada, sino también del padre, y concluye que «Bartimeo, hijo de Timeo, era un personaje que de una gran prosperidad cayó en la miseria, y que ésta condición suya de miseria debía ser conocida por todos y de dominio público, puesto que no era solamente un ciego, sino un mendigo sentado al borde del camino. Por esta razón Marcos lo recuerda solamente a él, porque Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 5 la recuperación de su vista hizo que ese milagro tuviera una resonancia tan grande como la fama de la desventura que le sucedió» (Concordancia de los evangelios, 2, 65, 125: PL 34, 1138). Hasta aquí san Agustín. Esta interpretación, que ve a Bartimeo como una persona caída en la miseria desde una condición de «gran prosperidad», nos hace pensar; nos invita a reflexionar sobre el hecho de que hay riquezas preciosas para nuestra vida, y que no son materiales, que podemos perder. En esta perspectiva, Bartimeo podría ser la representación de cuantos viven en regiones de antigua evangelización, donde la luz de la fe se ha debilitado, y se han alejado de Dios, ya no lo consideran importante para la vida: personas que por eso han perdido una gran riqueza, han «caído en la miseria» desde una alta dignidad –no económica o de poder terreno, sino cristiana –, han perdido la orientación segura y sólida de la vida y se han convertido, con frecuencia inconscientemente, en mendigos del sentido de la existencia. Son las numerosas personas que tienen necesidad de una nueva evangelización, es decir de un nuevo encuentro con Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios (cf. Mc 1,1), que puede abrir nuevamente sus ojos y mostrarles el camino. Es significativo que, mientras concluimos la Asamblea sinodal sobre la nueva evangelización, la liturgia nos proponga el Evangelio de Bartimeo. Esta Palabra de Dios tiene algo que decirnos de modo particular a nosotros, que en estos días hemos reflexionado sobre la urgencia de anunciar nuevamente a Cristo allá donde la luz de la fe se ha debilitado, allá donde el fuego de Dios es como un rescoldo, que pide ser reavivado, para que sea llama viva que da luz y calor a toda la casa. La nueva evangelización concierne toda la vida de la Iglesia. Ella se refiere, en primer lugar, a la pastoral ordinaria que debe estar más animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna. Deseo subrayar tres líneas pastorales que han surgido del Sínodo. La primera corresponde a los sacramentos de la iniciación cristiana. Se ha reafirmado la necesidad de acompañar con una catequesis adecuada la preparación al bautismo, a la confirmación y a la Eucaristía. También se ha reiterado la importancia de la penitencia, sacramento de la misericordia de Dios. La llamada del Señor a la santidad, dirigida a todos los cristianos, pasa a través de este itinerario sacramental. En efecto, se ha repetido muchas veces que los verdaderos protagonistas de la nueva evangelización son los santos: ellos hablan un lenguaje comprensible para todos, con el ejemplo de la vida y con las obras de caridad. En segundo lugar, la nueva evangelización está esencialmente conectada con la misión ad gentes. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar, de anunciar el Mensaje de salvación a los hombres que aún no conocen a Jesucristo. En el transcurso de las reflexiones sinodales, se ha subrayado también que existen muchos lugares en África, Asía y Oceanía en donde los habitantes, muchas veces sin ser plenamente conscientes, esperan con gran expectativa el primer anuncio del Evangelio. Por tanto es necesario rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero, cuyos protagonistas sean de modo especial los agentes pastorales y los fieles laicos. La globalización ha causado un notable desplazamiento de poblaciones; por tanto el primer anuncio se impone también en los países de antigua evangelización. Todos los hombres tienen el derecho de conocer a Jesucristo y su Evangelio; y a esto corresponde el deber de los cristianos, de todos los cristianos – sacerdotes, religiosos y laicos -‐, de anunciar la Buena Noticia. Un tercer aspecto tiene que ver con las personas bautizadas pero que no viven las exigencias del bautismo. Durante los trabajos sinodales se ha puesto de manifiesto que estas personas se encuentran en todos los continentes, especialmente en los países más secularizados. La Iglesia les Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 6 dedica una atención particular, para que encuentren nuevamente a Jesucristo, vuelvan a descubrir el gozo de la fe y regresen a las prácticas religiosas en la comunidad de los fieles. Además de los métodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesia intenta utilizar también métodos nuevos, usando asimismo nuevos lenguajes, apropiados a las diferentes culturas del mundo, proponiendo la verdad de Cristo con una actitud de diálogo y de amistad que tiene como fundamento a Dios que es Amor. En varias partes del mundo, la Iglesia ya ha emprendido dicho camino de creatividad pastoral, para acercarse a las personas alejadas y en busca del sentido de la vida, de la felicidad y, en definitiva, de Dios. Recordamos algunas importantes misiones ciudadanas, el «Atrio de los gentiles», la Misión Continental, etcétera. Sin duda el Señor, Buen Pastor, bendecirá abundantemente dichos esfuerzos que provienen del celo por su Persona y su Evangelio. Queridos hermanos y hermanas, Bartimeo, una vez recuperada la vista gracias a Jesús, se unió al grupo de los discípulos, entre los cuales seguramente había otros que, como él, habían sido curados por el Maestro. Así son los nuevos evangelizadores: personas que han tenido la experiencia de ser curados por Dios, mediante Jesucristo. Y su característica es una alegría de corazón, que dice con el salmista: «El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres» (Sal 125,3). También nosotros hoy, nos dirigimos al Señor, Redemptor hominis y Lumen gentium, con gozoso agradecimiento, haciendo nuestra una oración de san Clemente de Alejandría: «Hasta ahora me he equivocado en la esperanza de encontrar a Dios, pero puesto que tú me iluminas, oh Señor, encuentro a Dios por medio de ti, y recibo al Padre de ti, me hago tu coheredero, porque no te has avergonzado de tenerme por hermano. Cancelemos, pues, cancelemos el olvido de la verdad, la ignorancia; y removiendo las tinieblas que nos impiden la vista como niebla en los ojos, contemplemos al verdadero Dios…; ya que una luz del cielo brilló sobre nosotros sepultados en las tinieblas y prisioneros de la sombra de muerte, [una luz] más pura que el sol, más dulce que la vida de aquí abajo» (Protrettico, 113, 2-‐ 114,1). Amén (Fuente: www.vatican.va). 3,3) '¿Qué quieres que haga por ti?': Jesús pregunta al ciego: ¿qué quieres que haga por ti? Nunca en su vida ese hombre había escuchado algo semejante. Ese pobre limosnero no podía imaginar que el Mesías le ofrecía su cercanía... que el Hijo de Dios estaría dispuesto a responder a sus anhelos... que sus oídos aguzados para oír las más leves brisas iban a escuchar la voz del Verbo de la vida que le decía: '¿Qué quieres que haga por ti?'. 'Con sencillez, ese hombre no pidió riquezas, prestigios ni triunfos; no pidió la honra. Sólo pidió ver. Sin embargo, detrás de esa palabra está la hondura de la fe. En el Evangelio 'ver' es mucho más que mirar con los ojos; sólo 've' de verdad el que es capaz de vislumbrar el misterio; el que descubre hacia dónde va su vida y dirige hacia allí sus pasos. En realidad sólo 've' quien en medio de sus trabajos y sus penas descubre a Jesucristo. El que no llega a eso, aunque vea, conserva su ceguera'. Esa misma pregunta nos hace Jesús hoy. '¿Qué queremos pedirle a Dios... desgraciadamente, a menudo sólo se le pide dinero, salud o verse privado de un dolor... pero allí no está la llave que permite abrir la puerta de la felicidad y de la Vida... ¿qué buscamos en este mundo?... No es fácil Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 7 pedir a Dios lo que realmente necesitamos... ¿Qué quiero yo en verdad? ¿Qué deseo para los seres que amo? ¿Vale de verdad la pena lo que busco? ¿Qué estoy dispuesto a recibir de Dios?' 'El ciego de Jericó hizo una petición que agradó a Jesús: 'Señor, que vea'. A ese hombre sencillo, lo demás se le dio por añadidura' (MONTES, Fernando, sj, LAS PREGUNTAS DE JESÚS ... Y PREGUNTAS DEL EVANGELIO, Ed. Tiberíades, 2002, pág. 31-‐33) 3,4) El despertar de los sentidos espirituales es el llamado del Evangelio a ver con los ojos de la fe. Cuando están activados los sentidos espirituales, entonces verdaderamente oímos y vemos; tenemos esa capacidad de receptividad para abrirnos al corazón de la realidad. A través de la fe, esperanza y caridad escuchamos el mensaje final del universo. El resultado de ese despertar está simbolizado en este ciego que recobra la vista: y éste siguió a Jesús. Jesús destaca lo que le sanó: su fe!, una fe que no es sólo aquella que actúa a través de la razón, es esa fe que es una intuición directa. 'Vete en paz', le dice Jesús, 'tu fe te ha salvado'. Tu fe, es decir, tu consentimiento al llamado que Dios te hace llamándote, tocándote, transformándote. La transformación en Cristo es la sanación definitiva (KEATING, Thomas, O.C.S.O., The Daily Reader for Contemplative Living, Ed. Continuum, 2003, New York, pág. 319). 3,5) • Todo cambia cuando escuchamos la voz de Jesús en medio de tantas otras voces y sabemos reconocerla. La Iglesia, como comunidad orante está llamada a discernir, acompañar y animar a los miembros del Pueblo de Dios, está llamada a comprender sus problemas, compartir sus angustias y a encauzar sus aspiraciones. Nos dice el Compendio de la Doctrina Social, que 'La Iglesia, partícipe de los gozos y de las esperanzas, de las angustias y de las tristezas de los hombres, es solidaria con cada hombre y cada mujer, de cualquier lugar tiempo, y les lleva la alegre noticia del Reino de Dios, que con Jesucristo ha venido y viene en medio de ellos' (CDSI 60) (TALTAVULL, Sebastiá, La llamada de la Palabra. Homilías con la Doctrina Social de la Iglesia. Ciclo B. Librería Editrice Vaticana, Barcelona 2011, pág. 265). 3,6) • Jesús le pregunta apelando a la voluntad del ciego. Éste responde: 'Maestro, que vea'. En arameo dijo: 'Rabbuní' que significa 'Mi Maestro'. Es decir el ciego no lo llama sólo 'Maestro', sino, 'Mi Maestro', dirigiéndose personalizadamente a Jesús. Él quiere volver a ver, en griego: 'anablespo', es decir 'mirar hacia arriba'. El ciego no solo quiere ver cosas y personas, sino quiere poder dirigir su mirada a lo alto, al cielo. Su vista es también un símbolo de la fe, ya que sólo vemos de verdad, cuando vemos a las personas, los acontecimientos de la vida y de la naturaleza reconociendo en todo lo invisible, reconociendo a Dios. Jesús le concede el deseo de ver: ¡Vete, tu fe te ha salvado! Y lo sigue en su camino hacia Jerusalén, hacia la cruz. Mientras los otros discípulos no logran ver el sentido de la cruz, este discípulo sigue a Jesús con los ojos de la fe 'despiertos'. Si como Bartimeo 'elevamos la mirada' podremos reconoce en la cruz al Dios, que Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 8 resucita a los muertos (GRÜN, Anselm, Jesus-‐ Wege zum Leben, www.kreuzverlag.de, 2005 Stuttgart, pág. 253). 3,7) • Lo esencial de ve con el corazón. Jesús pasa también hoy. Que no pase en vano. San Agustín decía temo que pase y que no me dé cuenta. El secreto para entender este Evangelio es sentirnos todos otros Bartimeos, 'mendigos manifiestos', al borde del camino. Saint-‐Exupéry en su gran obra del Principito dice: 'Lo esencial, lo fundamental se ve con el corazón'. Bartimeo no está ciego, sólo tiene una capacidad diferente y no puede ver con sus ojos. Con el corazón ve mejor que muchos otros junto a él porque tiene fe y nutre su esperanza (CANTALAMESA, Rainiero, ECHAD LAS REDES. Reflexiones sobre los Evangelios. Ciclo B, www.edicep.com, Valencia, Primera Edición, Octubre ¿año?, pág. 331 (Título original. GETTATE LE RETTI. Reflessioni sui vangeli. Anno B, 15033 Casale Monferrato (AL), 2001). 3,8) • Con ojos nuevos. La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y renovarse en el Espíritu buscando la Conversión Pastoral. Sólo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días. Bartimeo es “un mendigo ciego sentado al borde del camino”. En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos con dificultad para 'ver', sentados junto al camino, incapaces de seguir ágilmente a Jesús? Entre nosotros es de noche. ¿Conocemos a Jesús? ¿Nos conoce Jesús?. Nos falta luz para seguir su camino, dejando como el ciego el manto. ¿Hacia dónde llevará el Espíritu Santo la Iglesia?. Tengamos esperanza. Seamos audaces, 'desinstalémonos' para ser discípulos de Jesús, ser sus misioneros 'viviendo existencialmente en el Evangelio. A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación. Más que quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones, estamos invitados a vivir la oración humilde y confiada del ciego. Sólo Jesús puede salvarnos. Reconozcamos su presencia cercana saliendo de nuestro rincón y de nosotros mismos. El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: “Ánimo, levántate, que te llama”. Este es el clima que necesitamos crear en nuestras comunidades eclesiales. Animarnos mutuamente a despertar en la fe, la esperanza y la caridad. Volvamos a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo personal y pastoral. El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón sólo brota una petición: “Maestro, que pueda ver”. Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 9 vista y “le seguía por el camino”. Esta es la curación que necesitamos hoy. El salto cualitativo que puede cambiarnos. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndole de cerca (cfr. PAGOLA, José Antonio, Domingo 30-‐B; 28.10.2012, con algunas adaptaciones agregadas). 3,9) •Señor, haznos ver el testimonio de tantas personas buenas y solidarias: Del comentario al Evangelio de este Domingo 30-‐B, 28.10.2012, del R.P. Juan Vicente CATRET, sj. (Fuente: www.equilitur.cl): 'Creo que esta historia del ciego nos viene a nosotros también muy bien para pedir a Jesús: “Maestro que pueda ver”. Sí, que Jesús nos abra los ojos a la luz, para que no veamos al mundo sólo en su faceta ... de odios, guerras, terrorismo, en que parece se recrean los periódicos y la televisión a diario. Que nos abra los ojos para ver el testimonio de tantas personas buenas en este año de la fe, que están llenas de paz, de gozo, de amor servicial a todos, en la familia y en la sociedad, sirviendo a los más pobres, como hizo la Madre Teresa. Que no veamos los defectos de los demás, sino sus virtudes. Y pidamos esa gracia con la humildad del ciego Bartimeo. Que como él soltemos y echemos al aire ese manto en el cual se sentaba para mendigar y recibir alguna moneda; ese manto o alfombra que en nosotros es el apego a lo nuestro de un modo egoísta y miedoso. Saltemos de alegría ante Jesús que nos viene al encuentro y salgamos detrás de él, como hizo Bartimeo. Jesús iba hacia Jerusalén para redimirnos con su sangre. Y el ciego, cuando se le abrieron los ojos, vio “la cruz”, mientras que los demás no veían nada especial, en su rutina. Termino con una prosa poética muy oportuna de Florentino Ulibarri: AL BORDE DEL CAMINO Aquí estoy, Señor, como el ciego al borde del camino cansado, sudoroso, polvoriento; mendigo por necesidad y por oficio. Pasas a mi lado y no te veo. Tengo los ojos cerrados a la luz. Costumbre, dolor, desaliento... Sobre ellos han crecido duras escamas que me impiden verte. Pero al sentir tus pasos, al oír tu voz inconfundible, todo mi ser se estremece Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 10 como si un manantial brotara cerca de mí. Yo te busco, yo te deseo, yo te necesito para atravesar las calles de la vida y andar por los caminos del mundo sin perderme. ¡Ah, qué pregunta la tuya! ¿Qué desea un ciego, sino ver? ¡Que vea, Señor! ¡Que vea, Señor, tus sendas. Que vea, Señor, los caminos de la vida. Que vea, Señor, ante todo, tu rostro, tus ojos, tu corazón'. 3,10) • Contemplar es más que ver. Miremos a Jesús a los ojos. La mirada de Dios está dirigida al corazón de nosotros. Es una mirada universal y concreta a la vez. 3,11) • Ser sanado es una vocación. Esta sanación del ciego es un símbolo del discipulado. 3,12) • La perseverancia de la fe. La invocación. La alegría mesiánica del milagro. El egoísmo de alguna gente. La compasión de Jesús y su sacramento: la Eucaristía, sacramento de nuestra fe. 3,13) •La oración auténtica y la verdadera fe son fundamentales para llegar al corazón de Jesús. ¿Qué es la fe? ¿Cómo es la oración auténtica? 3,14) • Nuestra vocación: acercar a ciegos a Jesús, dejándonos previamente sanar por el Señor. Ánimo, te llama, levántate... 3,15) • El camino de Jesús hacia Jerusalén y la formación de los discípulos. Una catequesis sobre la fe como esencia del discipulado. La escucha...oír (del verbo griego ακουο = akouo). La 'escucha' desacomoda a Bartimeo, no se queda como un discípulo inmóvil, psa a ser peregrino... Grito de la fe...clama misericordia como el Salmo 51 ('miserere')... Jesús de Nazarteh...Hijo de David...Mesías... Rabbuni= mi Maestro... Superar los obstáculos...gestos como arrojar el manto (mayor bien de un pobre, lo único que le queda, su abrigo para el frío, su recipiente para la limosna) lo deja todo para seguir a Jesús... antítesis del que no está dispuesto a desprenderse para seguir a Jesús... su salto (¡inaudito para un ciego!), gesto de confianza total, expresión de apoyo en la palabra de Jesús. El ciego logra su objetivo: Jesús se detiene ante él, lo llama, el ciego sanado lo sigue. Bartimeo es el último de los discípulos... (OÑORO, Fidel, cjm, Centro Bíblico del CELAM, Domingo 30-‐B, 29.10.2006). Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 11 3,16) • El sacerdote y la vida del espíritu. Tres ámbitos del ministerio o carisma sacerdotal: evangelizar, consagrar, reunir a la comunidad. Es decir, servicio de la Palabra, servicio del altar y servicio de la comunidad. O ministerio profético, sacramental y pastoral. Lo que da unidad a estas funciones es el seguimiento de Cristo. San Pablo nos invita a considerarse simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios (1 Cor 4,1). San Francisco ve a los sacerdotes como aquellos que nos administran espíritu y vida, que vivan según el Espíritu, en el amor y la libertad. Esto en un mundo que tiene nostalgia del totalmente otro. Jesús cuando se refiere a la Eucaristía: Las palabras que les he dado son Espíritu y Vida (Jn 6,63) (CANTALAMESA, Raniero, La Palabra y la Vida. Reflexiones sobre la Palabra de Dios de los Domingos y de las Fiestas del año. Ciclo B. Ed. Claretiana, 1994, Buenos Aires, pág. 289-‐293). 3,17) • El sacerdocio para San Pablo lo define en forma bellísima: 'No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe' (2 Cor 1,24). Por tanto, ¡no dueño de la fe sino colaborador de la alegría! El sacerdote debe evitar la mentalidad de manager, es decir, creer que tiene el monopolio de las cosas de Dios y de la Iglesia. Trabajamos para la alegría de la gente y eso será nuestro gozo (CANTALAMESA, ECHAD LAS REDES..., op. cit.). 3,18) • La curación no sólo fisiológica sino que se refiere a la 'salvación', una conversión del corazón, para un recomenzar en el camino (a veces después de una enfermedad, crisis). 3,19) • El Cirio Pascual, simboliza a Cristo Resucitado que ilumina la oscuridad en la vida humana. 3,20) • Sal 125: Dios nos salva y libera, ¿lo creemos de verdad? El papel positivo de la cruz. 4) ANEXOS: Anexo 1) Siglas: Cat.: Catecismo de la Iglesia Católica. CDSI: Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. CECH: Conferencia Episcopal de Chile. CVII: Concilio Vaticano II. DA: Documento de Aparecida. DSI: Doctrina Social de la Iglesia. DV: Dei Verbum. EE: Ejercicios Espirituales de San Ignacio. EN: Evangelii Nuntiandi (Pablo VI, 8.12.1975). Humanizar: 'Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile', Carta Pastoral del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago, 27.09.2012. LG: Constitución Lumen Gentium del CVII. op. cit.: obra citada RM: Encíclica Redemtoris Missio de JPII, (7.12.1990). Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 12 Anexo 2) Contexto del aquí y ahora: 1) Sínodo para la Nueva Evangelización... 2) 11.X.2012= 50 años del Concilio Vaticano II (11.X.1962, Juan XXII, el Papa bueno). 3) Año de la Fe (a contar del 11.X.2012 hasta el 24.11.2013, Solemnidad de Cristo Rey): Documento de BXVI: Porta Fidei. 4) Crisis internacional... no se ha querido ver con el corazón. 5) ¿Cuáles son los rostros sufrientes y ciegos en nuestra sociedad moderna? 6) Dos nuevos doctores de la Iglesia: San Juan de Ávila y Santa Hildegarda 7)... Anexo 3) Para el Rito penitencial: + Señor Jesús, Tú eres misericordioso y compasivo, / Señor ten piedad. + Cristo Jesús, Tú pasaste haciendo el bien a todos, / Cristo ten piedad. + Señor Jesús, Tú quieres que nadie se pierda,/ Señor ten piedad. Anexo 4) Algunas preguntas y motivaciones para meditar: 1) ¿Sólo pides salud, vernos privados de un dolor, bienestar económico? Esa no es la llave que permite abrir las puertas de la felicidad y de la 'vida en plenitud'. El ciego pidió algo que agradó al Señor: ¡QUE VEA!, lo demás se le dio por añadidura. Salomón pidió a Dios la Sabiduría. Lee y medita el Evangelio de hoy, y después responde a las preguntas: a) ¿Qué quieres de verdad en tu vida? b) ¿Qué deseas para los seres que amas? c)¿ Vale la pena, en verdad, lo que buscas? d) ¿Qué estás dispuesto a recibir de Dios? 2) ¿Escuchamos el grito del sufrimiento humano? 3) ¿Ayudamos a los mendigos 'existenciales' del mundo actual en recuperar su mirada hacia lo alto? Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 13 4)... (Preguntas en Nr. 1, incluyendo a-‐d son de: CÁRCAMO V., Juan Pablo, sj, LOS QUE MÁS SE QUERRÁN AFECTAR (E.E.97). Mes de ejercicios espirituales de San Ignacio para la vida cotidiana: Directorios y Fichas, pág. 255). Anexo 5) Concordancias de la Biblia : a) Concordancias de la Biblia de Jerusalén: Jer: Sal 125 ; Sal Hb 5,1-‐6: Mc 10,46-‐52: b) Textos paralelos en la Biblia: El ciego de Jericó: Mc 10,46-52: Mt 20,29-31 (dos ciegos) y Lc 18,35-43 Jn 9, 1-41: Curación de un ciego de nacimiento. 'Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios' (Mt 5,8). 'Ahora vemos las cosas como en un espejo, confusamente, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido' (1 Cor 13,12). 'Ni ojo vio, ni opido oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman' (1 Cor 2,9). ANEXO 6) Concordancias con el Catecismo: • 541-550: Los signos y milagros de Jesús manifiestas la venida del Reino. • 2665-2669: Oración de Jesús. • 783, 893, 901, 1141, 1537-1553: El sacerdocio de Cristo. El sacerdocio en el Antiguo Testamento y en la Iglesia. Anexo 7) Otros autores: • OÑORO, Fidel, CJM, (Comentarios bíblicos en: www.homiletica.org/fidelonoro.htm) • ALONSO SCHOEKEL, Luis, sj, comentarios bíblicos al texto de Jeremías. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 14 • DE SAINT-EXUPÉRY, Antoine, El Principito: Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos (El Principito). Anexo 8) Oraciones, cantos y poemas: • Las oraciones de Consagración al Señor de San Ignacio de Loyola, de Carlos de Foucauld y de Sor Isabel de la Trinidad, en Cantoral: • Consagración a María: Oh Señora mía... • Estas y otras oraciones se pueden ver en el Cantoral 'Cantos y Oraciones': www.parroquiasanpedrodelascondes.cl/cancionero Anexo 9) Documentos Eclesiales: Concilio Vaticano II Documento de Aparecida. Benedicto XVI: Cáritas in veritate, 51. Cáritas in veritate, 7 Centesimus annus, 36 Youcat Anexo 10) Etimología: Schauen es más que sehen. Augenblick, durchblick, Anexo 11) Algunos Refranes: No hay peor ciego que el que no quiere ver (la mala voluntad, el empecimiento). No hay peor sordo que el que no quiere oír (la mala disposición para escuchar). 'Si tienes un corazón, deja el ojo de lado y podrás ver' (refrán asiático). El ciego físico sabe que no puede ver, pero el ciego del alma muchas veces no se da cuenta de su ceguera. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 15 ANEXO 12) La Belleza: Busquemos los paralelos sinfónicos complementarios a estas lecturas bíblicas en el Arte y la belleza en sentido amplio de las 'Bellas Artes': canto, poesía, narrativa, arquitectónica, etc... Literatura clásica y moderna, chilena, universal y latinoamericana. Busquemos en el Canto a lo Divino (del norte, centro y sur de nuestra Patria), que es la alabanza de los corazones sencillos que elevan al Dios uno y trino. Anexo 13) Buscando en el arte religioso: a) La sanación de un ciego de nacimiento (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7): La sanación de un ciego de nacimiento (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7). Wassilij Iwanowitsch Ssurikow: 1888, Óleo sobre Leinwand; País: Moscú, Escuela teológica superior, Rusia. [Fuente: Das Neue Testament: Siemiradzki Henryk Hector. Zeno.org: Die Bibel in der Kunst, S. 2869 (c) 2004 The Yorck Project]. -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 16 b) Cristo sana al ciego (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7): Cristo sana al ciego (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7). El Greco, cerca del 1570, Óleo sobre madera, Dresden, Galería de pinturas. País: Grecia y España. Estilo: Manierismo.[Fuente: Das Neue Testament: Greco, El. Zeno.org: Die Bibel in der Kunst, S. 2773 (c) 2004 The Yorck Project]. -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ c) Cristo sana al ciego (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7): Cristo sana al ciego (Mc 10,46-‐52; Lc 18,35-‐43; Jn 9,1-‐7). Duccio di Buoninsegna; Retablo de la catedral de Siena; 1308–1311, Témpera sobre madera, 43,5 × 45 cm. London, National Gallery; Estilo: Gótico; País: Italia; Escuela sienense. [Fuente: Das Neue Testament: Duccio di Buoninsegna. Zeno.org: Die Bibel in der Kunst, S. 2740 (c) 2004 The Yorck Project]. -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 17 c) Mosaico de San Benito Menni en el atrio del Hospital de la Isla Tiberina (Roma): Escrito el 5 junio de 2012 El mosaico dedicado a San Benito Menni, en el atrio del Centro San Benito Menni del Hospital de la Isla Tiberina ha sido realizado por el ilustre Maestro Marko Ivan Rupnik y el grupo de artistas que con él colaboran. El Maestro Rupnik, teólogo jesuita, es Consultor del Pontificio Consejo para la Cultura y Director del Taller de Centro Aletti de Roma. Ha realizado obras famosas en toda Europa como los mosaicos de la Capilla “Redemptoris Mater” en el Vaticano. El mosaico no es una obra individual sino el fruto de un arte coral, que expresa el sentido comunitario y la dimensión eclesial de quienes participan. Es una expresión artística especial porque en su elaboración se utilizan materiales provenientes de distintas partes del mundo que se armonizan en una obra acabada, sinfónica y armónica, como si la obra creada adquiriese rostro. Estas piedras que hasta hace poco eran inanimadas, ahora unidas forman el rostro de Cristo, el rostro de San Benito Menni y el rostro del milagro. Ante esta obra extraordinaria nos sentimos partícipes de la escena que ilustra y narra el “milagro del ciego”, una narración en la que el artista ha incluido también a San Benito, religioso de la Orden Hospitalaria (Fatebenefratelli). En este milagro los Santos Padres de la Iglesia han visto una suerte de nueva creación: así como Dios creó el hombre con polvo de la Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 18 tierra y sopló en sus narices un aliento de vida, de la misma forma Cristo curó al ciego mezclando tierra y saliva, es decir de su esencia personal. Al principio el ciego no recobró totalmente la vista porque todavía le faltaba el “ojo” espiritual: después del pecado el hombre no tiene ya capacidad de ver las cosas espiritualmente, es decir de ver la relación que hay entre la vida humana y Dios. Este detalle particular del milagro es importante: los que llegan a nuestro Hospital invocan la ayuda del Señor para que les devuelva la salud, aunque no siempre es posible recobrarla. Entonces es muy importante descubrir que nos está diciendo Dios a través de la enfermedad, qué significado tiene para la propia vida y esto sólo se puede entender a través del ojo espiritual. Es muy importante también la imagen de San Benito Menni, que con la mano muestra el costado abierto de Cristo: ésta es la verdadera fuente de la salud, es Dios que se pone en nuestras manos para convencernos de su amor, para decirnos que no existe ninguna situación tan dramática en la que Él no pueda llegar hasta nosotros. El lo que se refiere al simbolismo iconográfico del mosaico, hay que tener presentes también los siguientes elementos. -‐ el ciego tiene el barro en sus manos -‐ Jesús tiene en sus manos un rótulo abierto pero vacío. Notamos como es el ciego el que tiene en sus manos el barro que Cristo ha preparado lo que significa su participación activa en la intervención de Cristo; es decir, una participación activa en la Redención. Se puede estar enfermo pero salvado por estar unido a Dios y se puede estar sano y no poseer la vida eterna. Dios se envuelve en todo el drama humano para que el hombre no se sienta solo y si el hombre colabora con Él tendrá siempre una mirada espiritual. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 19 El rótulo vacío en las manos de Jesús recuerda una antigua tradición iconográfica. Hay muchas representaciones de Jesús con un rótulo en la mano. Según el valor simbólico de la representación, el rótulo puede estar cerrado o abierto. Cuando está cerrado representa a Jesús como Señor. Cuando está abierto simboliza a Jesús con el libro de la vida. El rótulo abierto es generalmente blanco, es decir sin escritura, para significar que Jesús no tiene un registro de las culpas de la humanidad. En el caso de nuestro mosaico, el rótulo blanco remite al texto evangélico del ciego de nacimiento, y en particular, a la pregunta de los discípulos: “Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?”. Jesús respondió: “Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Jn 9, 1-‐41). Hno. Benigno Ramos, Superior del Hospital de la Isla Tiberina (Fuente: www.hospitalarias.org/index.php/mosaico-‐de-‐san-‐benito-‐menni-‐en-‐el-‐atrio-‐del-‐hospital-‐de-‐la-‐isla-‐tiberina-‐roma#). d) El Buen Samaritano (Van Gogh): El Buen Samaritano (Van Gogh). (Fuente: DVD, Die Bibel in der Kunst, www.Zeno.org, Berlin 2008): -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ • Para motivar nuestra solidaridad, contemplemos las imágenes y los textos bíblicos a la luz de los rostros sufrientes que nos duelen y que a veces se hacen 'invisibles' al mundo moderno: a) Personas que viven en la calle en las grandes urbes. b) Migrantes. c) Enfermos. Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52 20 d) Adictos dependientes. e) Detenidos en cárceles. f) Personas ancianas y vulnerables. g) Personas en situación de calle. El Documento de Aparecida recoge (entre los Nrs. 407 y 475) los rostros sufrientes que nos duelen de las letras a, b, c, d, e. -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ (Texto en elaboración, P. Hans Kast, Santiago de Chile, 27.10.2012, 8'25). Domingo XXX (30): Jer 31,7-‐9; Sal 125; Heb 5,1-‐6; Mc 10,46-‐52