Betania - Formación en la Fe

Transcripción

Betania - Formación en la Fe
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TEMA
Betania
UNIDAD 8
¿Es la Eucaristía
importante
en mi vida?
Miramos la realidad
El Señor Jesús, en su infinito amor por nosotros, murió en la Cruz, entregando su propia vida para que nosotros pudiésemos participar de la vida
divina. Mediante su sacrificio generoso, venció la muerte. Pero eso no es
todo. Además de haber muerto, resucitado y ascendido al cielo, el Señor
Jesús no nos deja solos. Él mismo nos prometió que estaría con nosotros
“todos los días hasta el fin del mundo”2, lo que ha querido hacer no sólo
de una manera espiritual, sino que también ha querido acompañarnos
mediante su presencia real en medio de nosotros, bajo la apariencia de
pan y de vino, en el sacramento de la Eucaristía.
“Al participar en la Eucaristía te unes a la Pasión de Cristo.
Al alimentarte con Él, su Cuerpo y su Sangre te dan vida verdadera”3.
¿Eres realmente consciente de la importancia vital que
tiene la Eucaristía en tu vida?
“El Señor Jesús, la noche
en que fue entregado,
tomó el pan, dio gracias,
lo partió y dijo:
‘Esto es mi Cuerpo, que
se entrega por ustedes.
Hagan esto en memoria
mía’. De la misma
manera, después de
cenar, tomó la copa,
diciendo: ‘Esta copa es la
Nueva Alianza
que se sella con mi
Sangre. Siempre que
la beban, háganlo en
memoria mía’. Y así,
siempre que coman este
pan y beban esta copa,
proclamarán la muerte
del Señor hasta que él
vuelva”1.
1 1Cor 11, 23b-26.
2 Mt 28, 20.
3 Luis Fernando Figari, Oraciones y
pensamientos, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, n. 58.
Manual de Formación Betania - Nivel 1
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Betania
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TEMA
UNIDAD 8
Iluminamos al mundo con la fe
1. La Eucaristía4
En la última Cena, el Señor Jesús instituyó el sacrificio eucarístico de su
Cuerpo y su Sangre.
glorioso. Así, el sacrificio que Cristo
ofreció de una vez para siempre en
la cruz, permanece siempre actual.
Misterio de misterios, la Eucaristía es
un auténtico don del amor de Dios
“Tomó Jesús pan y
lo bendijo, lo partió
y, dándoselo a sus
discípulos, dijo:
‘Tomad, comed, éste es
mi cuerpo’”5.
“Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado,
instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para
perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y
confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte
y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de
amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena
de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura”6.
La Sagrada Eucaristía que forma parte de los sacramentos de la iniciación
cristiana, es el sacramento del cuerpo y la sangre del Señor Jesús bajo las
especies de pan y vino.
a. Eucaristía Sacrificio
En la Santa Misa, por medio de la consagración, el sacerdote convierte el
pan y el vino ofrecido en el altar, en cuerpo y sangre de Cristo. De esta manera se renueva en el altar el Sacrificio de Cristo en el Calvario. Por esto, la
Eucaristía es llamada “memorial” del Sacrificio Redentor. No es otro sacrificio distinto del sacrificio de la Cruz. El mismo Jesús se entrega por nosotros
en él. La única diferencia es que en este Sacramento Él se halla resucitado y
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El mismo Señor
Jesús quiso
dejarnos en
el misterio
eucarístico el
memorial de
su sacrificio
reconciliador.
“El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un
único sacrificio: ‘La víctima es una y la misma. El mismo el que se
ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, el que se ofreció a sí
mismo en la cruz, y solo es diferente el modo de ofrecer’10“11.
En el sacrificio de la cruz, Cristo se ofreció a sí mismo una vez de modo
cruento12 y en la celebración Eucarística, es decir, la Santa Misa se inmola
incruentamente13.
Este don maravilloso lo hacemos nuestro mediante la participación activa
en la Celebración Eucarística. En la Eucaristía —sacramento de comunión
con Dios y con los hermanos— nos unimos al sacrificio reconciliador del
Señor Jesús. Unidos a Él en un solo Cuerpo14, nos ofrecemos con Él al Padre. Todas nuestras obras y esfuerzos, oración, apostolado, alegrías, tristezas y dolores, son presentadas al Padre en el altar, unidas a la ofrenda más
digna y agradable que le podemos hacer: su propio Hijo.
7 Ver 1Jn 4, 9-10.
8 Ver Flp 2, 7-8.
9 Ver Mt 26, 26-28; 1Cor 11, 23-25.
10 Concilio de Trento: DS 1743.
11 Catecismo de la Iglesia Católica, 1367.
12 Cruento: sangriento, RAE.
4 Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1322-1344.
5 Mt 26, 26.
6 Sacrosanctum Concilium, 47.
2
Cristo de San Juan de la Cruz - Salvador Dalí
por nosotros. El Señor Jesús, en la
muestra más grande del amor del
Padre7, se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres... y
se humilló a sí mismo obedeciendo
hasta la muerte, y muerte de Cruz8,
obteniendo para nosotras la reconciliación definitiva. Pero, aunque
en el misterio de la AnunciaciónEncarnación, Muerte, Resurrección
y Ascensión de Cristo, la obra de la
reconciliación, se realizó una vez y
para siempre, el mismo Señor Jesús
quiso dejarnos en el misterio eucarístico el memorial de su sacrificio
reconciliador. Cada vez que se celebra la Eucaristía, se reactualiza el
mismo sacrificio del Hijo de Santa
María9. En cada Eucaristía, el Señor
Jesús sigue despojándose de sí mismo para tomar la apariencia de Pan
y Vino, y ofrecerse nuevamente al
Padre por nosotros.
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13 Incruentamente: sin derramamiento de sangre, RAE.
14 Ver Rm 12, 5; 1Cor 12, 27.
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b. Eucaristía Acción de gracias15
La Eucaristía16 es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su
reconocimiento a Dios por todo lo
que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación.
En el Sacrificio Eucarístico, toda la
creación amada por Dios es presentada al Padre a través de la muerte
y resurrección de Cristo. Él une los
fieles a su persona, a su alabanza y
a su intercesión, de manera que el
sacrificio de alabanza al Padre es
ofrecido por Cristo y con Cristo para
ser aceptado en Él.
c. Eucaristía Comunión17
La Eucaristía no sólo es la plenitud de nuestra vida cristiana, sino
también la fuente de donde brota toda su vitalidad.
“El Señor, habiendo amado a los
suyos, los amó hasta el extremo.
Sabiendo que había llegado la
hora de partir de este mundo
para retornar a su Padre, en el
transcurso de una cena, les lavó
los pies y les dio el mandamiento
del amor”19.
Santo Padre Francisco durante
el Lavatorio de pies, en una Misa
celebrada un Jueves Santo.
En la Eucaristía, el Pueblo de Dios encuentra su plenitud de comunión y
de participación. Sacramento de unidad por excelencia, la Eucaristía es el
punto de partida para la edificación de una auténtica comunión fraterna,
fuente de reconciliación.
d. Eucaristía Banquete
4
Jesús es el Pan de Vida que se nos
ofrece como alimento18. Sólo en el
Hijo de Santa María podemos saciar
nuestros anhelos más profundos,
nuestra hambre de Dios, nuestra
nostalgia infinita de felicidad y de
plenitud. Y no hay manera más íntima y profunda de unirnos a Dios
—mientras dure nuestro peregrinar
en la tierra— que recibiéndolo a Él
en este sacramento. Quien comulga se une más íntimamente con el
Señor Jesús y, por lo tanto, participa
más plenamente de su propia vida
divina. La Eucaristía es un adelanto
sacramental de la gloria a la que es-
tamos llamados: la comunión y participación con Dios-Amor.
15 Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1360-1361.
16 Eucaristía viene del griego “eucharistein”, (Ver Lc 22, 19;
1Cor 11, 24). Significa: Acción de gracias. Esta palabra recuerda las bendiciones judías que proclaman —sobre
todo durante la comida— las obras de Dios: la creación,
la redención y la santificación. Ver Catecismo de la Iglesia
Católica, 1328.
17 Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1331.
18 Ver Jn 6, 48.
La Eucaristía es también sacramento de unidad y del amor fraterno. Es
un sacramento de unidad de la Iglesia. La misma noche que Jesús instituyó la Eucaristía, instituyó el mandamiento del amor. Por lo tanto,
la Eucaristía y el amor a los demás
tienen que ir siempre juntos. Jesús
instituye la Eucaristía como prueba
de su inmenso amor por nosotros y
pide a los que vamos a participar en
ella, que nos amemos como Él nos
amó.
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La familia se reúne alrededor de la
mesa, para alimentarse y compartir
momentos de comunión. En la Eucaristía nos reunimos los fieles alrededor del altar, para alimentarnos
con el cuerpo de Cristo y vivir momentos intensos de comunión con
Él y con nuestros hermanos en la fe.
La Eucaristía la instituyó el Señor
Jesús en la última cena que celebró con sus apóstoles, en la que Él
mismo se dio como alimento, en la
fracción del pan y el vino. Por esto
también la Eucaristía es banquete20.
19 Catecismo de la Iglesia Católica, 1337.
20 Ver 1Cor 11-20; Catecismo de la Iglesia Católica, 1329.
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“La misa es también el banquete sagrado de la comunión en el
Cuerpo y la Sangre del Señor… la celebración del sacrificio eucarístico está totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles
con Cristo por medio de la comunión. Comulgar es recibir a Cristo
mismo que se ofrece por nosotros”21.
e. Presencia real del Señor Jesús en la Eucaristía
La presencia real
del Señor Jesús
en la Eucaristía
no se agota en
la Celebración
Eucarística.
La Santa Misa, es el banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo
como alimento de nuestras almas. Comulgar es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros
Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo y sangre.
La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia22;
y “a participar los domingos y días de fiesta en la Santa Misa”23, además
“recomienda vivamente la comunión frecuente estos días, para que la participación en el sacrificio del Señor Jesús sea completa”24.
“La Iglesia vive de la Eucaristía”25; ella es el núcleo hacia donde tiende toda la acción
de la Iglesia. El Sacrificio Eucarístico es “fuente y cima de toda la vida cristiana”26.
“¿Quién no necesita de un amigo con quien caminar a lo largo de la
vida? ¿Quién no necesita de una persona que nos escuche y acoja
con el mayor aprecio? ¿Quién no necesita de alguien con quien
compartir la alegría fraterna de la amistad, y siempre dispuesta
para ayudarnos en los momentos difíciles? El mejor de estos amigos
es Jesús, nuestro Reconciliador, a quien podemos recibir en el
Sacramento de la Eucaristía, y a quien también podemos visitar,
acompañándolo ante el Sagrario, en el silencio de una capilla o de
una iglesia”27.
El Señor Jesús está en la Eucaristía, verdadera, real y sustancialmente presente, todo entero, vivo y glorioso, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad,
bajo cada una de las especies y bajo cualquier parte de ellas. Es por eso que
la Hostia consagrada no es una “cosa”, aunque lo parezca; es una Persona
Divina, es Jesús vivo y verdadero. Él mismo se convierte en “Pan de Vida”28,
en “Pan vivo”29 que sale a nuestro encuentro para participarnos de la misma
vida de Dios y para estar cerca a nosotras y transformar nuestro corazón.
“No deseo nada ni me siento apegada a nada más que a Jesús
Sacramentado. Pensar que el Señor se quedó con nosotros me
infunde un deseo de no separarme de El en la vida, si se pudiera; y
de que todos lo conociesen y amasen”30.
21 Catecismo de la Iglesia Católica, 1382.
22 La Eucaristía requiere ser acogida en estado de gracia, es
decir, libre de pecados mortales y con la conciencia en paz
con Dios y los hermanos. Por ello, la Iglesia recomienda la
Confesión frecuente.
23 Ver Código de Derecho Canónico, 1247.
6
24 Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1389.
25 Ver Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 1.
26 Ver Lumen Gentium, 11.
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27 Camino hacia Dios, 220.
28 Ver Jn 6, 35; 48.
29 Ver Jn 6, 51.
30 Santa María Micaela del Santísimo Sacramento. Ella funda el 6 de enero de 1859, con siete compañeras, la Comunidad de Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacra-
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mento, dedicadas a adorar a Cristo Jesús en la Eucaristía
y a trabajar por preservar a las muchachas en peligro, y
a redimir a las pobres que ya cayeron en los vicios y en
la impureza.
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Él se hace frágil, al punto de hacerse presente en un pequeño pedazo de
pan, para así compartir nuestras alegrías y los momentos difíciles… Por
esto estamos llamadas a amar a Jesús, presente en la Eucaristía.
La presencia real
del Señor Jesús
entre nosotras,
acompaña a
nuestra vida.
La Eucaristía es también prolongación sacramental del misterio de
la Encarnación, de manera que el Hijo de Santa María continúa
siendo el Dios con nosotros, para siempre.
2. Frutos de la Eucaristía
• Al recibir la Eucaristía, nos adherimos íntimamente con Cristo Jesús,
quien nos transmite su gracia.
• La Eucaristía fortalece la caridad, que en la vida cotidiana tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales.
Esta presencia singular nos habla
del gran amor que el Señor Jesús
nos tiene. No sólo nos ha reconciliado por su muerte en la cruz, sino
que ha querido quedarse con nosotras para ser alimento y fortaleza
en nuestra vida cristiana. En este sacramento el Señor nos muestra de
manera más excelente su amor que
llega “hasta el extremo”31.
La presencia real del Señor Jesús en
la Eucaristía no se agota en la Celebración Eucarística. Jesús ha querido
también permanecer con nosotras
en el Sagrario, de manera que podamos visitarlo, abrirle nuestro corazón y compartir con el Amigo fiel
nuestras inquietudes y esperanzas;
presentar la reverente adoración o
elevar nuestra acción de gracias; el
sincero arrepentimiento o la peti-
ción llena de confianza, en la intimidad de la oración. Aquel anhelo tan
humano de intimidad más profunda
con el Señor Jesús, de búsqueda del
Hijo de María en su proximidad con
nosotras, encuentra eco en la presencia real, verdadera y sustancial
de Cristo en la Eucaristía.
• La Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales, pues, cuanto
más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad,
tanto más difícil se nos hará romper nuestro vínculo de amor con Él.
Visitar al Señor Jesús que está en
el Sagrario de una iglesia es signo
de nuestro amor hacia Él, así como
de nuestra entrega y compromiso cristiano. Es fuente de gracia
y fuerza para avanzar en nuestro
camino de santidad, así como en
la misión apostólica. Jesús no es
una idea o un sentimiento, ni un
recuerdo —nos enseña Juan Pablo II— Jesús es una persona viva
y presente entre nosotras.
• La Eucaristía nos compromete a favor de los pobres; pues, el recibir el
Cuerpo y la Sangre de Cristo que son la Caridad misma nos hace caritativos.
• La Eucaristía es el Sacramento de la unidad, pues, quienes reciben el
Cuerpo de Cristo se unen entre sí en un solo cuerpo: La Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.
Cristo mismo se hace realmente presente en la Eucaristía haciéndose
alimento que nos nutre y fortalece en nuestro peregrinar.
31 Ver Jn 13, 1.
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Vivamos nuestra fe
“…He aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el
fin del mundo”.
Mt 28,2.
¿Qué haré para cooperar
con la gracia?
Interiorizamos...
¿Cómo vivo esto?
“Este aspecto de caridad universal del Sacramento eucarístico se funda en
las palabras mismas del Salvador. Al instituirlo, no se limitó a decir ‘Éste es
mi cuerpo’, ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre’, sino que añadió
‘entregado por vosotros... derramada por vosotros’32. No afirmó solamente
que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que
manifestó su valor sacrificial, haciendo presente de modo sacramental su
sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más tarde, para
la salvación de todos”33.
Preguntas para el diálogo
• ¿Inculcas en tu familia el amor a Jesús Eucaristía? ¿Conversas sobre su
importancia para la vida, con tu esposo, tus hijos, los demás miembros
de tu familia y/o en el trabajo con tus amigas?
• ¿Eres consciente del inmenso don del Amor de Dios al entregarse por ti
en la Eucaristía?
• ¿Confías en que puedes alcanzar la santidad cooperando con la gracia
que recibes en la Eucaristía?
• ¿ Cuándo comulgas, eres reverente con Quien estás recibiendo? ¿Qué
puedes hacer para mejorar tu disposición interior?
• ¿ Visitas al Santísimo? ¿Lo consideras algo importante en tu vida cristiana? ¿Por qué?
• ¿ Participan en familia en la Eucaristía dominical?, ¿Tú y tu familia participan conscientemente del misterio que allí se realiza?, ¿Es un verdadero
momento de acción de gracias, encuentro con Dios y abrirse a su amor?
Acciones personales
Acciones Comunitarias
• M
edita las siguientes citas bíblicas durante la semana. Éstas te ayudarán a
amar la Eucaristía:
-- La Eucaristía es anunciada por los
profetas: Gén 14,18-19.
-- Jesús es el Pan de Vida: Jn 6,34-35.
-- Alimento para la Vida Eterna: Jn 6,54.
-- Se entrega por nosotros: Jn 6,33.
-- Se instituye la Eucaristía: Mt 26,2628; 1Cor 11,24-26.
-- La Eucaristía nos une a Cristo y a la
Iglesia: 1Cor 10,16-17.
-- Nuestra actitud frente a la Eucaristía:
1Cor 11,27-29.
• Lee la carta apostólica Dies Domini, de
Juan Pablo II, en ella podrás comprender mejor la importancia del domingo
en la vida cristiana, en el que la participación de la celebración Eucarística
es fundamental.
• Medita el Camino hacia Dios n. 220,
¿Qué es la visita al Santísimo Sacramento?
Puedes encontrarlo en www.caminohaciadios.com
• No dejes de visitar al Santísimo Sacramento, por lo menos una vez, en esta
semana. Te proponemos una guía en
la hoja de anexo.
• A
sistan con su familia y/o con el grupo de Betania a la Misa dominical, u
otra Misa durante la semana.
• Vean en grupo el video sobre los Milagros Eucarísticos y conversen sobre
los aspectos más destacados o sobre
lo que les llamó más la atención.
• Reflexionen en el grupo sobre cómo
la comunión cotidiana puede también
guiar en el recto camino la vida conyugal, como han demostrado los dos
cónyuges beatos Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi, así como Celia Guérin
y Louis Martin, padres de santa Teresa
di Lisieux, que iban a misa juntos todos los días. ¿Son consciente de esto?
¿Cómo pueden hacer para que su matrimonio sea cada vez, un poco mas
eucarístico?
• La Eucaristía nos compromete a favor
de los pobres, organiza con tu grupo
algún evento en el que recaudes fondos o recursos a favor de algún(os)
pobres en concreto.
• Lean en el anexo 2, “La Eucaristía, corazón de la familia católica” y compartan sus reflexiones.
• Participa activamente en familia en
una celebración eucarística todos los
domingos y fiestas de guardar; y si
puedes también durante la semana.
Dialoga en familia sobre el mensaje
del Evangelio y el don de la Eucaristía.
• ¿ La entrega del Señor en la Eucaristía es el modelo de entrega por excelencia en tu familia?
32 Lc 22, 19-20.
33 Juan Pablo II, Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 12.
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Celebramos nuestra fe
2. De paz y de ventura,
Jesús, Hostia Divina,
es fuente cristalina:
id almas al altar.
Gustad en Él piadosas,
su santo Sacramento.
Él da dicha y contento;
Él es nuestro manjar.
Recemos en comunidad
Todas:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
Lectora 1:
“Tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad,
comed, éste es mi cuerpo’”34.
Lectora 2:
Señor Jesús te damos gracias por tu presencia en medio de nosotras, y especialmente
por acompañarnos cada día de nuestra vida con tu presencia en la Eucaristía. Ayúdanos a aprender de ti y hacer de nuestra vida una entrega constante y sin medidas
a los hermanos.
Cantamos juntos: “Oh Dios Eucaristía”.
Todas:
¡OH DIOS EUCARISTÍA!
¡OH CRISTO REY DE AMOR!
A TI LA FE NOS GUÍA,
A TI GLORIA Y HONOR. (2v)
3. ¡Oh almas, que oprimidas
lloráis vuestros pesares!
Jesús, en los altares,
a todas dice así:
Tomad: éste es mi Cuerpo
y es Sangre de mis venas.
Yo alivio vuestras penas;
vivid siempre de Mí.
Lectora 2:
Madre buena, te damos gracias por el gran amor que nos tienes. Ayúdanos a cooperar con la gracia que recibimos en la Iglesia a través de los Sacramentos. Ayúdanos
a responder con fidelidad y generosidad ante el inmenso don de Amor que tu Hijo
nos regala en la Eucaristía. Rezamos juntas:
Todas:
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
1. Cual ciervo a la corriente
que sus ardores calma,
así va ansiosa el alma
de su ventura en pos,
y encuentra el agua viva
que apaga sus anhelos,
en Ti, Pan de los cielos,
en Ti, que eres su Dios.
Todas:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
34 Mt 26, 26.
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TEMA
Anexo 1
Luego de concluir tus peticiones, reza con confianza de hija, la oración de Jesús al Padre:
Guía para visitar al Santísimo:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Invocación inicial
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
“¡Oh Madre María! Puesta humildemente ante la presencia del Señor Jesús Sacramentado, te imploro para que intercedas por mí ante el Altísimo y le pidas que tenga la misericordia de apiadarse de esta pequeña sierva y se digne permitirme acercarme con una
buena disposición de mente y corazón ante tan magno milagro, y que la luz de la Santa
Presencia se haga accesible a mi interior, y que esta visita me haga crecer en la fe, la esperanza y la caridad. Amén”35.
6. Acción de Gracias:
1. Acto de fe:
Señor Jesús, yo sé que Tú estás presente en la Eucaristía,aumenta mi fe y ayúdame a confiar en Ti. Prepara mi corazón para escuchar todo aquello que me quieres decir.
Gracias Señor Jesús porque descubro que estando contigo, puedo vencer todo lo que se
oponga a mi auténtica felicidad. Amén.
Invocación final
2. Cita Bíblica:
“… He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”36.
3. Comentario:
“Levantad vuestro corazón, pues , no es digno de que los discípulos desfallezcan, habiendo el maestro triunfado sobre sus enemigos. Él me ha garantizado su protección, no es en
mis fuerzas donde me apoyo. Cristo está conmigo, ¿Qué puedo temer? Aunque se turbe
el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro
y mi defensa” (San Juan Crisóstomo).
4. Oración personal:
Eleva al Señor los pensamientos y sentimientos que te ha suscitado este momento de
oración.
5. Peticiones:
Hijo de María, te pido tu gracia para que pueda amarte cada día más. Ayúdame a ser fiel
y constante en mis esfuerzos por conformarme cada día más contigo y de ayudar a mi
familia a lograr este fin.
(Dirígele al Señor todas las demás peticiones que quieras).
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Anexo 2
La Eucaristía, corazón de la familia católica37
• La Eucaristía hace a la Iglesia y la familia es la iglesia doméstica, por lo que la Eucaristía
hace la Iglesia doméstica, la familia. La Eucaristía hace la familia.
• En el pan y el vino, bajo cuya apariencia Cristo se nos entrega en la cena pascual38 nos
llega toda la vida divina y se comparte con nosotros en la forma del sacramento. Dios,
comunión perfecta de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comparten su
misma vida divina a través de la Eucaristía.
• Sin la Eucaristía la familia no puede ser lo que está llamado a ser, un cenáculo de amor
donde las personas en su relación reflejan la comunión perfecta de amor que se vive
en la Santísima Trinidad.
• Comer y beber juntos es, ante todo, un gesto de amistad y comunión; pensemos en
una familia en torno a la mesa o un matrimonio que invita a otro a cenar. ¿A quién
invitamos a cenar? A los amigos, a personas a quienes queremos manifestar nuestra
acogida. “Compañero” viene de con-pan: es quien come conmigo el pan. La familia
37 Arzobispado de Lima, Oficina de Comunicaciones y Prensa, Mayo 2013. Guión para la charla “La Eucaristía, corazón de la familia católica”, para la
semana eucarística arquidiocesana.
38 Ver Lc 22, 14-20; 1Cor 11, 23-26.
35 Luis Fernando Figari,Con María en Oración, segunda edición, Fondo Editorial, Lima 2004, p. 37.
36 Mt 28, 2.
14
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
ANEXOS
ANEXOS
UNIDAD 8
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se une cuando comparte la mesa en la vida cotidiana y cuando comparte con Jesús la
mesa de la Eucaristía.
NOTAS
ANEXOS
Betania
• El sacrificio eucarístico, de hecho, representa la alianza de amor de Cristo con su esposa, la Iglesia, sellada con su sangre en la cruz. Y en este sacrificio de la Nueva y Eterna
Alianza los cónyuges cristianos encuentran la raíz de su alianza conyugal, que configura interiormente y vivifica.
• En el don eucarístico de la caridad la familia cristiana halla el fundamento y el alma de
su “comunión” y su “misión”. Porque el Pan eucarístico hace de los diversos miembros
de la comunidad familiar un único cuerpo, revelación y participación de la más amplia unidad de la Iglesia. La participación en el cuerpo de Cristo que es entregado por
nosotros y en la sangre que es derramada se convierte en una fuente inagotable del
dinamismo misionero y apostólico de la familia cristiana39.
• La Eucaristía es el modelo cristiano de entrega y sacrificio. En el altar el padre, la madre y los hijos aprenden a vivir la dimensión de la entrega y el sacrificio, como don de
sí, que busca el bien del otro por encima del propio bienestar egoísta.
• En cada eucaristía se hace memoria del acto de obediencia de Jesús al Padre, que lo
llevo a ofrecerse como oblación en la Cruz. Al participar en la Eucaristía los miembros
de la familia aprenden a anteponer el cumplimiento del Plan de Dios y a vivir en una
actitud oblativa de obediencia a Dios en la vida cotidiana.
• La Eucaristía es también culmen de la vida cristiana. La familia participando de la Eucaristía el día del Señor aprende a llevar al altar los gozos y tristezas de la vida familiar, así
como ofrecer los frutos del trabajo y las preocupaciones y cansancios de cada semana.
• La Eucaristía es también el ámbito de encuentro de la familia con otras familias, y con
la gran familia de la Iglesia, que se manifiesta en la parroquia o en el movimiento, cuyo
centro y corazón es la Eucaristía. La familia aislada no puede sobrevivir; se disuelve sin
remedio si no se inserta en la gran familia, que le da estabilidad y firmeza.
• En la Eucaristía, la familia cristiana expresa la Acción de Gracias a Dios de quien proviene todo bien en el cielo y en la tierra, proclamando con María, la Mujer Eucarística, el
Magnificat por las maravillas que Dios obra en la vida de cada familia. De este modo,
la Eucaristía es para los padres y los hijos, escuela de adoración y alabanza.
• El Domingo, es día del Señor, día del descanso familiar que encuentra su momento
culminante en la participación en familia en la mesa de la Eucaristía. Los mártires de
África del Norte que desafiaron la prohibición romana de celebrar la misa dominical,
decían: “Sine dominico non possumus”, esto es, “sin el sacramento dominical no podemos vivir”; así también, la familia cristiana no puede salir adelante sin la participación
cada domingo en la Eucaristía.
• La Eucaristía dominical, congregando semanalmente a los cristianos que forman la
familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y el Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión; es el lugar privilegiado donde la comunión es
anunciada y cultivada de manera constante.
39 Ver Familiaris consortio, 57
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Manual de Formación Betania - Nivel 1
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