Ciencias aplicadas al estudio de estructuras monumentales en

Transcripción

Ciencias aplicadas al estudio de estructuras monumentales en
Ciencias aplicadas al estudio de estructuras monumentales en Teotihuacan (cont.)
Ciencias aplicadas al
estudio de estructuras
monumentales en
Teotihuacan, México
Emily McClung de Tapia1 y Luis Barba Pingarrón2
RESUMEN
Investigaciones recientes en el centro urbano prehispánico de Teotihuacan en la Cuenca de México, particularmente las relacionadas
con las tres estructuras monumentales de mayores dimensiones han aportado indicadores útiles para estudiar el paleoambiente de la
región circundante a lo largo del tiempo y a la comprensión de la modificación del paisaje como consecuencia de la explotación de
los recursos naturales para obtener materiales para la construcción de la antigua ciudad. Excavaciones en el templo de la Serpiente
Emplumada, y los recientes descubrimientos en la Pirámide de la Luna, así como la Pirámide del Sol, han enriquecido nuestra
comprensión acerca de una parte del misterio que encierra Teotihuacan.
Nuestra investigación aborda dos aspectos: la prospección geológica del valle de Teotihuacan y el análisis de los restos macro y
microbotánicos obtenidos a través de las excavaciones. Los estudios geofísicos proporcionan datos importantes respecto de los
rasgos geológicos, en particular, la disponibilidad de materiales volcánicos de construcción. La extracción de tezontle (escoria
volcánica) para su uso en la construcción tuvo como resultado la perforación de numerosos túneles, especialmente en el sector
noroeste de la actual zona arqueológica. Algunos fueron utilizados posteriormente para otras actividades domésticas y rituales. Así
mismo, la construcción de edificios monumentales a lo largo de la “Calzada de los Muertos” exigió cantidades considerables de
relleno en las diferentes etapas. Por su cantidad, la fuente de sedimentos empleados como relleno se debería encontrar lo más cerca
posible de las estructuras. Los restos macro y microbotánicos recuperados en los contextos excavados en el templo de la Serpiente
Emplumada y en las pirámides de la Luna y del Sol sugieren que las áreas agrícolas adyacentes a la zona ceremonial fueron arrasadas
para obtener este material de relleno. La alteración continua del paisaje urbano durante los últimos 2 mil años ha limitado nuestra
capacidad para reconstruir la secuencia de modificaciones ambientales durante el periodo de la ocupación de Teotihuacan. Así que
los rellenos de las estructuras principales proporcionan información importante en torno a este problema.
Recent investigations in the prehispanic urban center of Teotihuacan in the Basin of Mexico, particularly those related to its three
largest monumental structures, have contributed significant data relevant for the study of the paleoenvironment of the region as
well as the modification of the landscape as a consequence of the exploitation of natural resources to obtain construction materials.
Excavations in the Feathered Serpent Temple as well as recent discoveries in the Moon Pyramid and the Sun Pyramid provide new
light on the mystery of Teotihuacan.
ABSTRACT: Our research considers two aspects: the geophysical prospection of the Teotihuacan Valley and the analysis of macroand microbotanical remains recovered from excavations. Geophysical studies provide important data with respect to the geologic
characteristics, especially the availability of volcanic materials for construction. The extraction of tezontle (volcanic scoria) resulted in
the perforation of numerous tunnels, especially in the northwestern sector of the archaeological zone. Some of those spaces were
used during later occupation phases for ritual and domestic activities. Also, the construction of monumental buildings throughout
the Street of the Dead required large quantities of suitable fill in the different stages. Based on the amount required, the source
of sediment used as fill would have been located as close as possible to the structures. The macro- and microbotanical remains
recovered in contexts excavated in the Feathered Serpent Temple as well as the Moon and Sun Pyramids suggest that former
agricultural areas adjacent to the ceremonial zone were razed to obtain material for fill. The continuous alteration of the urban
landscape during the last two millennia has limited our capacity to reconstruct the sequence of environmental modifications during
the time of the occupation of Teotihuacan, and the fill of monumental structures corresponding to this period represents a valuable
source of information.
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Ciencias aplicadas al estudio de estructuras monumentales en Teotihuacan (cont.)
INTRODUCCIÓN
Las investigaciones recientes en el centro urbano
prehispánico de Teotihuacan en la Cuenca de
México (Figura 1) se han enfocado a comprender
mejor cómo la ideología, manifiesta a través
de los diferentes niveles de la sociedad, ha
contribuido a establecer y mantener el poder y
la autoridad. Las excavaciones en el templo de
la Serpiente Emplumada (Cabrera, Sugiyama y
Cowgill 1991; Cabrera 1991b; Sugiyama 1989),
además de los recientes descubrimientos en la
Pirámide de la Luna (Sugiyama y Cabrera 2000,
2007), han aportado información para alcanzar este
objetivo, pero adicionalmente han proporcionado
indicadores útiles para efectuar análisis
colaterales, en particular sobre la reconstrucción
del paleoambiente de la región de Teotihuacan
a lo largo del tiempo y a la comprensión de la
modificación del paisaje como consecuencia
de la explotación de los recursos naturales para
obtener materiales para la construcción de la
ciudad prehispánica. Así mismo, las excavaciones
realizadas en la Pirámide del Sol desde mediados
del siglo veinte (Altschul 1978; Millon 1973; Millon
et al. 1965; Rattray 2001; Sload 2005) y las más
recientes a cargo de Sugiyama, han enriquecido
nuestra comprensión acerca de una parte del
misterio que encierra Teotihuacan.
Nuestra investigación aborda dos aspectos principales: por
un lado, la prospección geofísica, especialmente la magnética, del valle de Teotihuacan (Barba 1995) proporciona datos
importantes respecto de los rasgos geológicos, en particular
la disponibilidad de materiales volcánicos de construcción.
La extracción de tezontle (escoria volcánica) para su uso en la
construcción tuvo como resultado la perforación de numerosos
túneles (Figura 2.) Especialmente los del sector noreste de la
actual zona arqueológica (Barba et al. 1990), pudieron usarse
posteriormente en actividades domésticas y rituales (Manzanilla
et al. 1996). Así mismo, la construcción de edificios monumentales a lo largo de la “Calzada de los Muertos” exigió cantidades considerables de relleno en las diferentes etapas. Por su
cantidad, la fuente de sedimentos empleados como relleno se
debería encontrar lo más cerca posible de las estructuras. Por
otro lado, el análisis de los restos macro y microbotánicos en los
contextos excavados en el templo de la Serpiente Emplumada
y en las pirámides de la Luna y del Sol, sugiere que las áreas
agrícolas adyacentes a la zona ceremonial fueron arrasadas
para obtener material de relleno. Evidentemente, esto fue un
proceso gradual, como sugieren las etapas de remodelación
que estas estructuras experimentaron. No obstante, la alteración continua del paisaje urbano durante los últimos 2 mil años
ha limitado nuestra capacidad para reconstruir la secuencia de
modificaciones ambientales durante el periodo de la ocupación
de Teotihuacan. Así que los rellenos de las estructuras principales proporcionan información importante en torno a este
problema.
FIGURA 1. Mapa del valle de Teotihuacan, mostrando la extensión del centro urbano de Teotihuacan.
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FIGURA 2. Túneles de extracción de escoria volcánica
(tezontle).
RECONSTRUCCIÓN GEOLÓGICA
En términos generales, los resultados de las prospecciones
geofísicas realizadas por Luis Barba (1995), Linda Manzanilla
et al. (1994), Marcos Milán et al. (1990) permiten comprender
la evolución del valle de Teotihuacan como consecuencia de
actividad tectónica que produjo la erupción de lava proveniente
de fisuras y centros de emisión, lo que formó los materiales
sólidos, basalto y tezontle, hoy subyacentes en toda el área.
Eventos anteriores produjeron flujos basálticos que se alternan
con capas de escoria al pie del Cerro Gordo, un estratovolcán
que se remonta al Mioceno con alguna actividad durante el
Pleistoceno (Mooser 1968). Una etapa de actividad más reciente,
caracterizada por emisiones de magma de alta presión, produjo
acumulaciones de bombas volcánicas y escoria en pequeños
conos y túmulos. Existen evidencias de dos fracturas principales que formaron zonas de emisión alargadas. Una comienza
en el área llamada Oztoyahualco, en el sector noroeste de la
ciudad futura y sigue hasta la Pirámide de la Luna. La otra se
origina cerca de la depresión cercana a la terminal, pasa debajo
de la Pirámide del Sol, y termina en la Depresión 11, donde
actualmente se ubica el restaurante La Gruta. Sin embargo,
esto resulta difícil de apreciar ya que una erupción proveniente
del Cerro Coronillas (entre Cerro Gordo y Cerro Malinalco), al
noroeste del valle, provocó un enorme lahar o flujo de lodo de
ceniza volcánica que actualmente es visible como una capa de
toba amarillenta, llamada localmente tepetate. Este derrame
cubrió los afloramientos de materiales, como basalto y escoria,
volcánicos suavizando el paisaje en el proceso (Figura 3).
Por otro lado, como parte de un estudio sobre los cambios
en las condiciones paleoambientales durante el Holoceno, se
FIGURA 3. Imagen 3-D de fotografía aérea del Valle de Teotihuacan mostrando puntos de emisión de magma.
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TABLA 1. Fechamientos por 14C de materia orgánica contenida en capas de tepetate y toba en el Valle de Teotihuacan.
Localidad/Elevación/
Profundidad
Laboratorio/
Número
Material
fechado
Fecha
(Años 14C a. P.)
Calibración
Años a. P. (2σ)
Calibración
Años a. C (2σ)
Cerro Colorado
2315 msnm (90–110 cm)
Beta 68347
Sedimento
7200 ± 110
8302–7792
6353–5843
Cerro Colorado
2315 msnm (> 110 cm)
Beta 68348
Sedimento
7900 ± 160
9234–8390
7285–6641
Planicie Aluvial
2298 msnm (> 50cm)
Beta 73307
Sedimento
7770 ± 60AMS
δ13C= –16.5
8694–8414
6745–6465
Planicie Aluvial
2318 msnm (86–114 cm)
Beta 73311
Sedimento
11650 ± 60AMS
δ13C= –18.4
13690–13373
11741–11424
Nota: McClung de Tapia et al. 2005.
excavaron varios perfiles de suelo en diversos sectores del valle
de Teotihuacan (McClung de Tapia et al. 2003; McClung de
Tapia et al. 2005). El material orgánico fue fechado por 14C para
determinar la edad aproximada de la formación de suelos y en
esta tarea se incluyeron varias muestras de tepetate. Desafortunadamente, la cantidad limitada de carbono en varias muestras
impidió su datación (Tabla 1; McClung de Tapia et al. 2005:Tabla
1); no obstante, tres fechas sugieren un espectro dentro del cual
pudo haberse formado el lahar, lo cual sitúa la emisión volcánica
entre 7200 y 7900 años 14C a. P. (perfil 92-7, Cerro Colorado) y
7770 años 14C a. P. de la planicie aluvial (perfil 94-2) al este del
centro urbano. Una muestra adicional de tepetate de la planicie
aluvial es muy anterior: 11,670 años 14C a. P (perfil 94-1). Para
aclarar su relación se requiere un estudio más detallado de las
capas de tepetate en la región. Sin embargo, estos datos nos
permiten acotar el tiempo de formación del suelo, pues éstos
dispusieron de varios milenios para formarse antes de que se
iniciara el asentamiento humano y se les utilizara para el relleno
de plataformas y monumentos mayores.
natural, sino el resultado de la excavación de la escoria y del
tepetate con la intención de disponer de un túnel de acceso a la
cámara con forma característica (Barba 1995).
Ahora es evidente que la llamada cueva es consecuencia del
conocimiento acumulado por los teotihuacanos para hacer
túneles con el fin de extraer escoria, pero en este caso esa
experiencia fue aprovechada para transformar el túnel y la
cámara en espacios rituales (Barba 1995; Sload 2005). La cueva
CAVANDO “TÚNELES”;
CONSTRUYENDO MONTAÑAS
Las tres estructuras monumentales más importantes de Teotihuacan han sido objeto de diversos estudios enfocados en
sus rasgos arquitectónicos, su significación simbólica y ritual,
sus orientaciones astronómicas y sus conceptos geográficos
sagrados (Iwaniszewski 2005), entre otros temas. Ciertamente
es difícil ignorar su ubicación como reflejo de rasgos naturales
importantes del paisaje circundante (Figura 4: a, b), aún cuando
no todas las interpretaciones planteadas se han sustentado en
la evidencia disponible.
Originalmente se creía que la cueva situada debajo de la
Pirámide del Sol de Teotihuacan (Heyden 1975; Millon 1981)
era un tubo de lava modificado (Altschul 1999; Millon 1993)
para crear un túnel que al final desembocaba en una cámara
tetralobulada (quatrefoil), un concepto de gran importancia en
Teotihuacan ya que aparece en numerosas representaciones
(escultura, pintura mural, vasijas de cerámica, etc.) y estaba
relacionado a los puntos cardinales. Estudios posteriores de la
morfología de la cámara de la cueva revelaron una zona de contacto entre las capas de escoria volcánica y el tepetate (Figura 5;
Barba 1995), lo cual demuestra que no se trata de una formación
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FIGURA 4. (a) Pirámide del Sol con el Cerro Patlachique en
el trasfondo; (b) Pirámide de la Luna con el Cerro Gordo en
el trasfondo.
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FIGURA 5. Zona de contacto entre capas de escoria
volcánica (tezontle) y tepetate en la cueva debajo de la
Pirámide del Sol, Teotihuacan.
pudo haber sido usada principalmente durante la fase Tzacualli
(100-150 d. C.) y Rebecca Sload (2005) sugiere que este espacio
fue clausurado ritualmente durante la siguiente fase Miccaotli
(150-250 d. C). El acceso al túnel coincide con el límite de la
plataforma adosada lo que sugiere una relación entre ambas
estructuras, de forma que la plataforma ya debió estar cuando
se inició la excavación del túnel.
La cerámica descubierta en TE22, una excavación de prueba en
el piso del túnel superior (un túnel arqueológico E-O excavado
en 1962), indicó que esta etapa fue edificada durante la fase
Tzacualli (Rattray 2001:54–58). Esta evidencia, y la detección de
una estructura anterior debajo de la Pirámide del Sol por René
Millon (1967), indican que dicha pirámide fue terminada mayormente durante la fase Tzacualli, lo cual sugiere la utilización
contemporánea de su cueva inferior. Se han recobrado algunas
evidencias de actividades rituales asociadas con la pirámide
misma (Matos 1995), pero una reconstrucción inadecuada de sus
rasgos arquitectónicos realizada a inicios del siglo XX, así como
un registro inapropiado de las excavaciones tempranas, dificultan reconstruir la historia del monumento. Actualmente Saburo
Sugiyama (Sarabia González y Sugiyama 2010) realiza investigaciones en contextos preservados en la base para confirmar esta
hipótesis y aclarar la secuencia de construcción.
Aunque el templo de la Serpiente Emplumada y la Pirámide de
la Luna no están asociadas con espacios sagrados tan relevantes
como una cueva subterránea, sus características arquitectónicas
son lo bastante imponentes como para asombrar al observador.
Básicamente, los mismos materiales (suelo, tepetate, basalto y
escoria) fueron utilizados en estos edificios, aunque se aprecian
importantes diferencias en las técnicas constructivas empleadas
así como en la cronología y la secuencia de la construcción. El
templo de la Serpiente Emplumada no tiene estructuras ceremoniales sobrepuestas y pudo haber sido construido en un solo
proceso, si bien largo. Fue clausurado ritualmente alrededor del
año 350 d. C, cuando la fachada occidental fue cubierta por una
enorme plataforma escalonada (Sugiyama 2004).
La Pirámide de la Luna ha sido investigada en años recientes
(Sugiyama y Cabrera 2000, 2007) por lo cual su secuencia de
construcción es conocida y se ha propuesto una cronología
aproximada de estas fases. Varios complejos de ofrendas funerarias fueron hallados, posiblemente asociados a la clausura de
una estructura antes del inicio de una nueva fase de construcción, o al inicio en sí de la etapa (Sugiyama 2004:100). Los restos
humanos representan individuos sacrificados con ofrendas de
varios materiales, entre ellos piezas de cerámica, obsidiana,
concha, y restos de caninos y felinos. Los materiales cerámicos
y los fechamientos de radiocarbono asociados a los Edificios
1 y 2 (Sugiyama 2004:101), debajo de la plataforma Adosada,
sugieren su utilización alrededor de los años 100 y 200 d. C.
El Edificio 3 (ca. 200 a. C), representa una expansión del 2 que
fue destruido en su mayor parte para reutilizar los materiales
en la construcción del Edificio 4, una importante ampliación
probablemente construida por el año 250 d. C. La estructura
subsiguiente, el Edificio 5, implicó también muchas modificaciones arquitectónicas, que desplazaron la estructura al norte e
incluyeron la aparición de una plataforma anexa a la fachada sur,
la Adosada.
Excavados en diferentes niveles a fin de estudiar la secuencia de
construcción, los túneles S-N y O-E arrojaron mucha información
acerca de los materiales empleados, así como el significado
simbólico de las ofrendas descubiertas (Sugiyama y López
Luján 2007). Aunque las ofrendas funerarias fueron analizadas
de diversas formas, incluyendo el análisis de los restos macro y
microbotánicos, fueron las muestras de los rellenos de construcción las que más aportaron a nuestro estudio de las condiciones
paleoambientales y el impacto humano en el paisaje.
Tomando en consideración las diversas evidencias disponibles,
proponemos que el primer periodo de construcción en Teotihuacan se caracterizó principalmente por la canalización de la
energía a la acumulación del suelo para formar una “montaña”.
Durante esta etapa, se hizo hincapié en la reproducción de la
naturaleza a través de la forma así como por el uso de los materiales naturales, como la “tierra” (Barba y Córdova 2010).
ANÁLISIS VOLUMÉTRICO DE LOS
GRANDES BASAMENTOS
Barba (1995) planteó como hipótesis que los sedimentos de las
estructuras importantes de Teotihuacan fueron obtenidos de
los suelos adjuntos. Excavaciones dirigidas por Eduardo Matos
(1995) en la base de la Pirámide del Sol muestran que la estructura descansa directamente sobre la capa de tepetate. Observamos una situación parecida en la Pirámide de la Luna donde la
esquina noreste de la estructura fue descubierta. Otras excavaciones arqueológicas en diversos puntos de la parte central
de la ciudad prehispánica confirman esta tendencia (Cabrera,
Rodríguez y Morelos 1991).
Con base en el volumen de las tres estructuras más importantes,
Barba (1995) sugiere que el suelo original del área nuclear del
sitio fue arrasado para utilizarse como relleno. Considera una
profundidad de 40 cm de suelo sobre el tepetate y sugiere que
aproximadamente 5 km2 serían necesarios para proporcionar
material suficiente para acumular el relleno estructural. Esta área
corresponde a cerca de 20 cuadrantes de 500 × 500 metros del
mapa del centro urbano de Millon (Millon 1970; Millon et al.
1973) o al área ubicada entre la Pirámide de la Luna y la Ciud-
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FIGURA 6. Localización de depresiones en el centro de la
zona urbana de Teotihuacan y el área posiblemente arrasada.
adela, con 1 km a ambos lados de la Calzada de los Muertos
(Figura 6).
Durante el estudio de los sedimentos se observaron fragmentos de tepetate en muestras obtenidas de adobes dentro de la
Pirámide del Sol, además de fragmentos de tepetate de color
claro en sedimentos obtenidos en túneles tanto de la Pirámide
del Sol como de la Luna (Figura 7). Esta evidencia sugiere que
antes de su empleo como relleno, los sedimentos de aluvión
estuvieron en contacto directo con la capa de tepetate y que
el suelo se desarrolló como resultado de la alteración del
tepetate. A través del análisis de varias muestras del interior de
la Pirámide de la Luna (Figura 8) se ha identificado un horizonte
Ah (superficie agrícola prehispánica) con base en sus características micromorfológicas, que incluyen fragmentos de tepetate
FIGURA 8. Relleno de la Pirámide de la Luna (edificios 2–4).
(Rivera-Uria et al. 2007). Estos dos indicadores reafirman la
hipótesis planteada sobre el aprovechamiento de suelo agrícola
como relleno de los basamentos.
ANÁLISIS DE RESTOS MACRO Y
MICROBOTÁNICOS DEL RELLENO
DE BASAMENTOS
Los restos de plantas recobrados de las muestras de relleno
en las excavaciones de las tres estructuras más importantes
también sustentan la hipótesis formulada. Además, es evidente
que al menos parte del área adyacente, la cual proporcionó los
sedimentos para el relleno de estos edificios en las etapas de su
construcción, consistió originalmente de campos agrícolas. Esta
interpretación se basa en varias líneas de razonamiento, más
allá de la premisa lógica de que los constructores prehispánicos
intentaban explotar los materiales disponibles en un radio
mínimo dado lo limitado de su tecnología de transporte.
FIGURA 7. Tunel en el centro de la Pirámide del Sol,
Teotihuacan donde se aprecian fragmentos de toba, adobes
y partículas de carbón.
24
Los macrorrestos de plantas recobrados durante la excavación
del túnel superior de la Pirámide del Sol (TE22), del “Teotihuacan Mapping Project” (Millon 1973; Rattray 2004), incluyeron
varios especímenes carbonizados de maíz (Zea mays), entre
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ellos algunos fragmentos de mazorcas, así como Portulaca sp.,
Chenopdium sp., Amaranthus sp., Capsicum sp., Physalis sp.,
Opuntia sp., y Mammillaria sp. entre otros taxa (McClung de
Tapia 1979, 1987). Con todo, dichos especímenes no estaban
directamente relacionados a ofrendas o a la preparación de alimentos asociados posiblemente a actividades de construcción
posteriores. Aurora Montufar López (1994) también identificó
restos vegetales vinculados al trabajo agrícola procedentes de
relleno en la Pirámide del Sol.
En diversos sectores de la Pirámide de la Luna los sedimentos proporcionaron asimismo muchos restos carbonizados de
cúpulas de maíz así como fragmentos de mazorca, los cuales no
estaban asociados a las ofrendas ya referidas. Otras familias y
géneros encontrados fueron Poaceae, Salvia sp., Portulaca sp.,
Physalis sp., Jaltomata sp., Verbena sp., Oenothera sp. y cactos,
tales como Opuntia sp. y Mammillaria sp. El polen hallado en
sedimentos de la Pirámide de la Luna incluye maíz, elementos
arbóreos y raíces, típicos de los campos de cultivo (por ejemplo,
Chenopodium-Amaranthaceae, Asteraceae) (Figura 9).
Los restos macrobotánicos hallados en el relleno del templo de
la Serpiente Emplumada son muy similares a los de la Pirámide
de la Luna, aunque esta última se caracteriza por condiciones
más favorables de conservación, y una mejor representación
de taxa. Por otra parte, la técnica de construcción empleada
en el templo de la Serpiente Emplumada se basó en “cajones”
sobrepuestos, hechos de piedra y rellenos de piedra y sedimentos. Finalmente, esta estructura sufrió uno o varios episodios
de saqueo prehispánico, que alteraron el microambiente del
relleno y pudieron, en cierto grado, haber afectado la conservación de los restos de plantas. En contraste, la Pirámide del Sol
está construida predominantemente de sedimento acumulado
y revestido con piedra (Millon et al. 1965; Sarabia González y
Sugiyama 2010).
CONSIDERACIONES TEMPORALES
DEL USO DE MATERIALES DE
CONSTRUCCIÓN
La estimación de la cantidad de material que se necesitó para
edificar las estructuras monumentales en Teotihuacan debe
considerar las etapas de construcción. Durante la fase Tzacualli
(1-150 d. C) la energía humana se canalizó a la edificación de
las pirámides del Sol y la Luna, las cuales requirieron al menos
1,760,000 m3 de suelo agrícola, tomado del espacio circundante, fácilmente accesible. Si asumimos que la construcción
abarcó los 150 años de la duración de esta fase, 11,700 m3 de
tierra pudieron haber sido acumulados anualmente. Durante
la siguiente fase Miccaotli y el inicio de la fase Tlamimilolpa
(150-250 d. C) la energía pudo dirigirse a la aplicación del
revestimiento a las superficies exteriores de estas dos pirámides,
con 30,300 m3 de bloques de escoria. El área de Oztoyahualco,
en tiempo teotihuacano, es la única donde pudo encontrarse
escoria volcánica en la superficie y, así, es probable que ésta
fuera el área donde el tezontle se explotó al principio, aunque
luego se extendió a todo el sector noroeste. Luego de aplicarse
el revestimiento, se utilizaron aproximadamente 35 mil toneladas de aplanado para completar el tratamiento de la superficie,
que abarca las pirámides del Sol y la Luna así como el templo
de la Serpiente Emplumada.
FIGURA 9. Restos macrobotánicos y microbotánicos
recuperados de la Pirámide de la Luna: (a) Restos
macrobotánicos: (i) Cúpula de Zea mays, (ii) Chenopodium
cf. berlandieri; (b) Polen: (iii) Asteraceae (40X), (iv)
Chenopodium-Amaranthaceae (40X), (v) Zea mays (40X); (c)
Fitolitos: (vi) Fitolito bilobado (40x), (vii) Fitolito de aquenio
de Cyperaceae (40x con zoom digital).
COMENTARIOS FINALES
Los resultados aparentemente dispersos de diferentes investigaciones, tomados con una perspectiva interdisciplinaria,
nos permiten abordar varios temas relacionados con el auge
y la caída de Teotihuacan, así como las preocupaciones más
mundanas tales como las prácticas agrícolas. Implícito en la
construcción de edificios monumentales, como los de Teotihuacan, está la existencia de una compleja estructura política,
económica y social, capaz de obtener apoyo de la población
por medio del convencimiento y la coerción. La reconstrucción
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de estas actividades a través del registro arqueológico es, en
el mejor de los casos, una labor de especulación. Sin embargo,
las actividades en sí mismas dejan rastros en otros aspectos
del pasado prehispánico que pueden aplicarse al estudio de
diferentes problemas.
Un ejemplo es el uso de campos agrícolas para obtener relleno para la construcción de pirámides. La superficie necesaria
para satisfacer los requerimientos de material de construcción
implica remover un área de suelo equivalente a 5 km2, lo cual
pudo tener consecuencias inmediatas en el abasto de alimentos a los residentes de la ciudad. Estudios realizados sobre
el potencial agrícola y la capacidad de carga (Charlton 1970;
Lorenzo 1968; Sanders et al. 1979) sugerían que la productividad
total del valle y las laderas circundantes sustentarían entre 50 mil
y 60 mil habitantes. Sin embargo, Millon (1970) y George L. Cowgill (1974, 1992) han argüido convincentemente que la población
urbana creció hasta rebasar estos límites ya en la fase Tzacualli.
Indudablemente, los residentes de la ciudad debían depender
de productos importados de regiones próximas para obtener
parte de sus alimentos, lo que implicaba disponer de un sistema
bien estructurado de intercambio o tributación para satisfacer
esta demanda. Cabe señalar que recientemente Julie Gazzola
(2009) ha resumido datos arqueológicos que sugieren que el
área de alto nivel freático y manantiales al sur del actual pueblo
de San Juan Teotihuacan no tuvo un uso agrícola intensivo
durante el periodo teotihuacano, como anteriormente se había
propuesto (e.g., Lorenzo 1968), sino que se desarrolló durante
la Colonia. Si esto fuera cierto, entonces se reduciría de manera
considerable, la productividad agrícola estimada para la región
durante la época prehispánica.
Por otra parte, la presencia de diversas plantas carbonizadas en
los sedimentos proporciona evidencia de la quema sistemática
de campos para eliminar malezas y preparar la tierra para
la siembra. Aquí tenemos evidencia de prácticas agrícolas
específicas las cuales, aún cuando aparezcan en documentos
referentes al periodo posclásico, no habían sido documentadas
previamente por medio de evidencia arqueológica directa. Esto
sugiere, a la vez, que el asentamiento primario no se encontraba
en la parte central de la ciudad construida posteriormente y, a
juzgar por la posibilidad de obtener el tezontle en la zona de
Oztoyahualco y por excavaciones que han sugerido que éste
es el sector más antiguo del asentamiento (Millon 1973), podría
buscarse en esta zona el asentamiento más temprano.
Otro problema interesante es la deforestación potencial de
las laderas que rodeaban la planicie aluvial de Teotihuacan.
El volumen de madera usado directamente en la construcción, en la preparación de estuco de cal, y como combustible
tanto para las actividades domésticas como para la producción
alfarera, bien pudieron contribuir a este proceso. La cantidad
de energía necesaria para transformar la piedra caliza en cal se
estimó con base en el análisis termodinámico de la reacción.
Una estimación del estuco usado para encalar los edificios
principales (Barba 1995) determinó que la energía implicada fue
de aproximadamente 2.31 × 1011 kilocalorías. Alrededor de 2.4
millones de metros cúbicos de madera serían necesarios para
efectuar esta transformación. Sin embargo, el estimado del total
de madera necesaria para todos los usos de la ciudad llegaría
a los 96 millones de metros cúbicos en un periodo de 750 años,
un promedio anual de 64 mil toneladas.
26
A pesar de estas estimaciones, los estudios de materiales macro
y microbotánicos no arrojan conclusiones definitivas al respecto.
La presencia de pino y encino, además de otras maderas, corresponde al periodo de ocupación de Teotihuacan (AdrianoMorán 2000) sin una clara señal de deterioro. Por otra parte, un
análisis de suelos y de las características geomorfológicas del
área estudiada (McClung de Tapia y Tapia-Recillas 1997) señala
que la región bien pudo no haber sido muy boscosa en el
pasado. Esta evidencia sugiere que los teotihuacanos debieron
obtener parte de la madera de regiones vecinas con bosques
densos, como lo hicieron con probabilidad para obtener ciertos
alimentos. Con base en las cifras anteriores, es aparente que la
madera pudo haber sido una mercancía importante y traerse
de lugares distantes. En el caso de la producción de cal, lo más
probable es que el quemado de la cal se hiciera en las proximidades de las áreas de obtención de roca caliza transportando
tan sólo la cal viva en lugar de la piedra caliza y la madera. Es
posible también que otros materiales se hayan usado como
combustible, incluyendo olotes, tallos de maíz y pencas de
maguey, entre otros, para el consumo cotidiano (Adriano-Morán
y McClung de Tapia 2008).
¿Qué sugiere esto respecto de la organización política y
económica de la ciudad? Ciertamente, administrar una gran
cantidad de mano de obra para llevar a cabo proyectos de construcción de largo aliento y sostener a los trabajadores requiere
de una autoridad organizada y compleja. La disminución de
áreas de cultivo cercanas a las zonas residenciales (a través
de su uso como material del relleno para los edificios monumentales) sugieren que las autoridades teotihuacanas dieron
prioridad a las manifestaciones ideológicas frente a la producción agrícola; los recursos podían obtenerse en otras regiones,
dentro y fuera del valle. Finalmente, aunque el entorno era
de gran significado –la emulación de las montañas y los ríos
circundantes por estructuras monumentales y obras hidráulicas, pues sus representaciones artísticas así lo indican– no fue
administrado de la manera más eficaz. Si bien la información
acerca de la explotación de recursos no señala claramente al
deterioro ambiental como consecuencia de las demandas del
centro urbano y del estado que encarnaba, el impacto humano
resultó en una transformación importante del paisaje durante el
periodo de ocupación de Teotihuacan.
Agradecimientos
Tantos individuos y grupos de investigadores han participado en
las investigaciones de Teotihuacan, en particular en los últimos
cincuenta años, que la única manera viable de reconocer sus
aportes y colaboración generosa es mediante un agradecimiento global. Las líneas de investigación mencionadas en este
trabajo, en las cuales los autores han participado directamente,
fueron apoyadas en México por el Instituto de Investigaciones
Antropológicas, en colaboración con el de Geofísica, el de
Geología, y el de Geografía. El financiamiento provino del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Dirección General de
Asuntos del Personal Académico (UNAM), para Linda Manzanilla, Emily McClung de Tapia y Luis Barba. Agradecemos a
René Millon, George Cowgill, Saburo Sugiyama, Rubén Cabrera
y Linda Manzanilla por ofrecer las oportunidades para desarrollar enfoques interdisciplinarios para el estudio de Teotihuacan
en sus proyectos.
Archaeological Practice: A Journal of the Society for American Archaeology • January 2011
Ciencias aplicadas al estudio de estructuras monumentales en Teotihuacan (cont.)
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Notas
1
Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente, Instituto de
Investigaciones, Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de
México.
2
Laboratorio de Prospección Arqueológica, Instituto de Investigaciones
Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
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Archaeological Practice: A Journal of the Society for American Archaeology • January 2011

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