Los caminos de - Canyon Sainte-Anne

Transcripción

Los caminos de - Canyon Sainte-Anne
Los caminos de
QUEBEC
Texto: Annuska Angulo / Foto: Adam Wiseman
Una pareja de flores de asfalto
descubren la vieja ciudad
de Quebec y se aventuran a
conocer sus alrededores.
Un viaje lleno de aventuras y
paisajes espectaculares.
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Lo confieso: soy una rata de ciudad. Me encanta escudriñar las urbes, en el caos me siento en
casa, por eso cuando planeamos este viaje en pareja a la provincia quebecuá en Canadá, no sabía
qué esperar. Canadá es un país que a mi esposo y a mí nos gusta mucho. Esta es la tercera vez
que lo visitamos, pero siempre habíamos elegido
ciudades. Y en esta ocasión haríamos algo totalmente distinto: vivir la naturaleza, aunque empezaríamos y teminaríamos nuestro road trip en
Québec City.
RUE SAINT JEAN
Llegamos un domingo por la tarde a la ciudad de Quebec, y nos quedamos en el hotel Must, muy cerca del aeropuerto, con la idea de descansar y comenzar nuestra ruta al día siguiente, pero la tentación de dar un
primer rol por la urbe nos gana y salimos a cenar en nuestro flamante
auto rentado, armados con nuestro GPS al que nos cuesta un poco hacer entender adónde nos queremos dirigir (un restaurante equis, encontrado en una búsqueda de internet).
Mientras nos acercamos al centro, nos llama la atención que las calles están absolutamente desiertas a pesar del espectacular y primaveral atardecer. Un par de días después nos enteramos por qué: había un
partido de hockey de la copa Stanley, el torneo más importante del deporte que define a los canadienses.
Los restaurantes están medio vacíos, sólo algunos extranjeros despistados como nosotros paseamos por la calle Saint Jean. Las tiendas, cerradas; lo que es una lástima. La rue Saint Jean es una calle de pequeños
comercios jóvenes, boutiques de ropa de diseñadores locales, supermercados gourmet/orgánico/local, librerías de viejo, una tienda de discos
de vinilo. Una pequeña probadita que nos deja deseando ver más. Pero
al día siguiente dejamos la ciudad para dirigirnos a nuestro destino: el
reconocimiento de la inmensa región quebecois.
CHARLEVOIX
Quebec es una enorme región de Canadá, casi del tamaño de tres Francias, pero con una población de siete millones y medio de habitantes. Es
inmensa con muy poca gente y todos hablan francés. Charlevoix es una
comarca al este de la ciudad de Quebec, a las orillas del estuario del río
San Lorenzo. La región del Charlevoix tiene el honor de ser la primera
colonia turística de Canadá, y uno de sus más famosos veraneantes fue el
presidente William Howard Taft (1857-1930): “nos descubrió Mr. Taft”,
nos hizo saber al día siguiente François Gariépy, nuestro guía.
Charlevoix es también conocida por ser el lugar de origen del Cirque
du Soleil. Uno de los cofundadores, Daniel Gauthier, ya retirado de
la vida circense, está proyectando un desarrollo turístico para la Baie
Saint Paul, en donde hay una montaña con varias pistas de esquí (el
Masiff de Charlevoix). A la manera típica canadiense, antes de empezar a proyectar el desarrollo consultó con la población. Si ellos no hubieran estado de acuerdo, no lo haría.
La Plaza Real y la
iglesia de Notre-Dame-des-Victoires son
protagonistas del barrio Petit Champlain
en la vieja Quebec.
El cañón de Santa
Ana, en la comarca
de Beaupré, ofrece
un majestuoso espectáculo natural de gran
atractivo turístico.
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Practicar kayac es
uno de los deportes
favoritos de los
canadienses, una
manera de vivir la
naturaleza en verano
en el estuario del
San Lorenzo.
GOLF Y CASINO EN
CHARLEVOIX
Aquí descubrí los placeres
reservados para los
madrugadores: la luz y la
quietud que cubre los
bosques y el estuario.
Hospedarse en el Fairmont Le Manoir Richelieu es un deber. Este gran hotel de 400
habitaciones parece salido de un cuento de
hadas, situado entre el río y las montañas.
El original data de1899, pero fue consumido por el fuego en 1928. Un año después
abrió el actual, construido al estilo de un
castillo francés con un aire escocés. Hay un
campo de golf de 27 hoyos de clase mundial, y un casino donde probar
suerte en póker, ruleta, black jack, o en las máquinas tragamonedas.
La cena nos deja extasiados y rendidos. Mañana tenemos que madrugar para nuestra excursión en kayac, y es que el estuario está regido por
las mareas. Si dejamos pasar la hora, ya no habrá agua en la bahía.
BAILAR EN KAYAC
EL CRÁTER
Françoise Gariépy, nuestro guía, llega en su Kawasaki 40 minutos después de la hora acordada, lo cual no nos molestó demasiado ya que estábamos esperándolo en el centro turístico de Charlevoix, ubicado un
poco menos de 10 kilómetros antes de Baie Saint-Paul, y con una espectacular vista de la región. Resulta que esta zona fue alcanzada por un
meteorito hace unos 350 millones de años atrás, que dejó un cráter de
60 kilómetros de diámetro. “Estamos viviendo dentro del cráter”, dice
François, y arranca su moto que hemos de seguir durante los dos días
siguientes por carreteras junto al inmenso estuario o entre las montañas, subiendo y bajando las suaves colinas que son las viejas ondas expansivas del meteorito, como olas de un mar petrificado.
CANYONING
Una de las actividades más interesantes que ofrece Charlevoix es el
canyoning, deporte que consiste en explorar cañones y estrechas barrancas utilizando todo tipo de técnicas, pero sobre todo la del rappel y preferentemente bajando por cascadas de agua. Nuestros dos
guías, Mélanie Bisson y Marc Trembay, de 23 y 45 años respectivamente, nos llevan a la base de una cascada cercana a un pueblito llamado Saint-Joseph de la Rive.
“Debido al impacto del meteorito, la caliza en esta región tiene un ángulo no muy vertical, ideal para iniciarse en este deporte”, explica Marc
al ver nuestras caras de susto que preguntan sin palabras “¿cómo vamos
a bajar por esas rocas?”. Aunque la cascada es pequeña, el agua baja con
fuerza, algunos tramos se ven peligrosos, y no sé a qué se refiere Marc
cuando dice “no muy vertical”. Nos prestan trajes de neopreno, cascos
y arneses. Nos explican la sencilla técnica del rappel. Nos cuelgan de
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una cuerda, y haciendo de tripas corazón bajamos la primera etapa de
la cascada (tiene cuatro). Para la tercera, el miedo deja lugar a la sensación excitante de bajar metros y metros de roca dejándose empapar por
el agua de la cascada. Altamente recomendable. Cuando nos vamos, a
manera de despedida y regresando al tema del meteorito, Marc nos previene: “¡Tengan cuidadó con los plativolós en el cgrategr!”
PARC NACIONAL DES HAUTES-GORGES DE LA RIVIÉRE MALBAIE
Haremos un picnic en uno de los tres parques nacionales de la zona (un
parque marino y de los pocos parques nacionales habitados de Canadá). Seguimos a François en su Kawasaki disfrutando de la carretera que
atraviesa un paisaje bucólico, con granjas de techos altos con sus característicos alerones casi verticales para que caiga la nieve, y los tejados pintados de colores (unos rojos, otros verdes, otros azules). Esta costumbre
de pintar los tejados se originó por el tráfico en el estuario, para que los
que vinieran por barco ubicaran su hogar en la distancia, y también para
facilitar la navegación a los capitanes. El color de los tejados también parece indicar de qué región francesa era la familia de la casa.
El parque es inmenso y tiene dos atracciones principales: un río con
rápidos fáciles de navegar con kayac, y un paseo que conduce al pico
de L´Acropole, desde donde se puede apreciar una magnífica perspectiva de la zona. Tiene 150 lugares para acampar, un camión que lo recorre los fines de semana, cuando está prohibido usar auto, y un centro
de información con tienda y restaurante. Además, acaban de estrenar
una docena de tiendas de campaña ya armadas, un concepto llamado
Huttopia, que es como ir acampar pero de lujo: la cocina y la tienda ya
vienen armadas, y son divinas.
Cuando uno está de vacaciones, levantarse a las 4:30 am para salir del
hotel a las 5:15 parece absurdo, o al menos a mí me lo parecía hasta que
descubrí los placeres reservados para los madrugadores: la luz y la quietud que cubre los bosques y el estuario. Nuestro guía se llama Philippe,
tiene 28 años y cuando se sube a su kayac y empieza a remar, parece
que baila de lo hermoso que se ve. Philippe lleva cinco años viviendo en
Charlevoix y las inmediaciones de Quebec, porque “puedo realizar muchas actividades que me apasionan, como kayaking o escalada en hielo”. El año pasado Philippe se echó un viaje de 400 kilómetros en kayac
solo. Nos sorprende que él, como muchos otros quebecois que hemos
conocido estos días, prefiere hablar en español que en inglés.
La compañía para la que trabaja Philippe se llama Katabatic. La noche
anterior cenamos con Sébastien Savard, fundador y dueño de la compañía, que tiene 10 años funcionando en la zona de Charlevoix. Sébastien conoce el estuario como la palma de su mano. El suyo es un negocio
móvil: una camioneta con un remolque para sus kayacs (algunos, construidos por él mismo) es todo lo que ha necesitado hasta ahora. Pero ya
creció la compañía, que ha recibido numerosos premios y menciones honoríficas, y ahora tienen una oficina en Malbaie, uno de los dos pueblos
principales de Charlevoix. Katabatic ofrece desde excursiones de medio
día, como la nuestra, hasta expediciones de cuatro días en las que los
participantes van recorriendo largas distancias en kayac, y acampando
por las noches. “O se pueden quedar en albergues”, explica de sus servicios: “en definitiva, realizamos tours a la medida de cada cliente. El
negocio va muy bien: ya empiezo a tener más actividad en invierno. Navegar entre hielos es fascinante”. Sí, por supuesto. “Nosotros proporcionamos todo el equipo, ropa incluida”. Una buena idea para un negocio
veraniego, expandirse al invierno. “Le sugerimos iniciar una compañía
en México”. Ya lo he pensado, no crean. Tal vez, tal vez.
con deliciosa sazón. Es una parada obligatoria, digo yo, si andan por la región.
De postre, François decide llevarnos a ver
ballenas, en una excursión que dura tres horas. Vemos algunas, además de una cría de
foca, algunos patos, pero definitivamente lo
más espectacular de la excursión es el paso
por el fiordo del Saguenay, donde las aguas
se tornan un poco más cálidas y las rocas
verticales impresionan con su altura.
Este es el fin de las excursiones marinas. Después, cenamos en la Muse,
el restaurante del albergue del mismo nombre. Allí, entre platillos deliciosos sabiamente maridados con un vino blanco, conocemos a la esposa de François, Elisabez Ossandon, una chilena de 48 años que lleva
ocho viviendo en Canadá. Nos platica de los largos inviernos, y de cómo
se acostumbró a ellos. “No es lo mismo estar a -8 ºC que a -40 ºC, ¿sabes? Y necesitas ropa y zapatos para cada temperatura, ese es el truco.
La cosa es salir, no quedarse en casa. Hay una tienda, el Mountain Equipment Co-op, donde tienen todo lo necesario para disfrutar afuera. Venden zapatos para caminar hacia delante, y para caminar hacia atrás, para
correr, para subir o bajar. Aquí en Canadá, todos son expertos en algún
deporte y les gusta tener el equipo preciso para practicarlo. Y la verdad
es que merece la pena estar bien equipado. Es la gran diferencia”.
Después de una noche reparadora en el albergue, seguimos con nuestra ruta gastronómica auspiciada por François, que no quiere que
LA RUTA DEL SABOR
Después de la excursión en kayac por la Baie de la Rochers tenemos
hambre. Regresamos a la carretera con François, que nos lleva a un pequeño restaurante/panadería llamado Pains! D’exclamation, en la Malbaie. La dueña, Jose Gervais, empezó su negocio haciendo un pan tan
delicioso que llamó la atención del chef del hotel Fairmont. Ahora surte
a muchos otros hoteles y albergues, además de servir a diario unas comidas sencillas, compuestas de sopas, sándwiches y ensaladas frescas y
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El paisaje bucólico a
todo lo largo del camino, nos sorprende
con sus dramáticos
cambios de luz. En
todo momento nos
sentimos abrazados
por la naturaleza.
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cada verano. El parque comprende una zona de marismas, una llanura húmeda y, por último, un bosque un poco más elevado. Por todo el
parque hay caminos para pasear y avistar todo tipo de aves y mamíferos, incluso algunos osos. Es buena idea ir acompañado de uno de los
naturalistas que trabajan en el parque para conocer los interesantes detalles acerca de este hábitat protegido.
QUEBEC, LA VIEJA
Uno de los tres murales del centro de Quebec que narran la historia canadiense.
dejemos Charlevoix sin primero degustar los quesos de Maurice Dufour.
En la granja de sus padres, este hombre de 45 años se dedica a fabricar quesos artesanales de gran calidad, reconocidos por toda la región
y más allá (están empezando a exportar).
Nuestra última parada antes de salir para Quebec es el molino La Remy,
construido en 1825, restaurado por la comisión civil Heritage Charlevoix
que lo adquirió en 1992, y abierto oficialmente en 2007. Es un molino
con todas las de la ley, incluido un arroyo con su presa y su cascada que
mueve la rueda principal. El trigo que se muele aquí se cultiva en Charlevoix, y ahí mismo, en la panadería del molino, se hornean panes, brioches y cuernitos. Museo-molino-panadería, es una buena parada para
los que disfruten de las historias culinarias.
CÔTE DE BEAUPRÉ
De regreso a la ciudad, pasamos por una comarca dedicada a la agricultura y que ha alimentado a la ciudad de Quebec desde hace 400 años.
Fue uno de los primeros asentamientos europeos de la zona, colonizado al mismo tiempo que Quebec. Aquí todavía siguen en pie muchas de
las antiguas edificaciones de los colonos franceses, como hornos de pan
y ancestrales almacenes semienterrados para alimentos.
Aquí se encuentra el Cañón de Saint Anne, con una impresionante cascada de 74 metros y tres puentes que cruzan el cañón sobre diferentes
puntos de la cascada. El lugar es francamente impresionante, y es un
gran plan si viajan con niños porque, además de la cascada, hay otros dos
recorridos con divertidas actividades. Otro lugar de interés en la zona es
la reserva nacional de fauna y flora de Cap Tourmente, adonde llegan
miles de gansos árticos cada año en su peregrinaje anual hacia el Norte. Aquí vienen a descansar y comer antes de la época de apareamiento
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Así la llaman para diferenciarla del resto de la región. Está situada justo
en el lugar donde el estuario del San Lorenzo se estrecha y se convierte en río de agua dulce. Quien dominara este punto estratégico tenía
poder sobre gran parte de Norteamérica, ya que el río San Lorenzo se
comunica con los Grandes Lagos en el medio del actual Estados Unidos. La ciudad está poblada de batallas históricas, de recuerdos y relatos en los que los franceses luchan contra los ingleses. Aunque los
ingleses ganaran, en última instancia aquí se habla más francés que inglés, y los quebecois, después de tres siglos de dominación inglesa, todavía se identifican más con su lado francés. Y por eso, ¿quién puede
decir quién ganó a quién?
Es una ciudad preciosa, pequeña, perfecta para descubrir a pie, limpia y muy segura. Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco en 1985. Nuestro hotel, el albergue Saint-Antoine, representa
muy bien, y a escala, lo que es la ciudad en sí: una cajita de sorpresas.
El hotel, que empezó con 23 habitaciones, se ha ido expandiendo hasta llegar a las 95 actuales, y está ubicado a las orillas del río. En una de
esas ampliaciones, los dueños decidieron construir un parking subterráneo y entonces fue que encontraron miles de artefactos centenarios, entre ellos los muros de una de las tres baterías usadas por los franceses
para defender su ciudad. Hoy los artefactos (pipas, botellas, monedas,
platos, botones, utensilios, etc.), otrora utilizados como debris para rellenar las orillas del río y ganar terreno al agua, decoran el hotel y dan
su carácter especial a cada una de las habitaciones.
ÎLE D’ORLÉANS
A pocos minutos del centro de Quebec se encuentra esta isla fértil y bucólica, del tamaño de Manhattan pero con unos cuantos millones de
habitantes menos. Es un buen lugar para perderse todo el día por sus
carreteras y descubrir pequeños lugares para degustar los productos locales. Nosotros nos topamos con una sidrería, el negocio familiar de los
Verger Bilodeau. Una fila de manzanos en flor sin fin indica claramente la forma en la que los franceses se repartieron las tierras: en terrenos
largos y estrechos que atraviesan los recursos naturales equitativamente, de tal forma que todos comparten un poco de costa, un poco de río,
un poco de bosque, etc.
También decidimos parar en una granja de casis, una baya que algunos llaman grosella, el ingrediente principal del jarabe que se usa para
el Kir, la bebida de vino blanco y casis tan popular en Francia. Dos hermanas dirigen el negocio heredado de su padre, que ahora se dedica
a viajar. Además de la elaboración de diferentes productos de casis, las
hermanas divinas también llevan un pequeño restaurante que funciona en verano y da a conocer las distintas maneras de disfrutar de esta
fruta maravillosa. Sus vinos, licores, jarabes y mermeladas son reconocidas internacionalmente (el jarabe ganó el primer premio en el importante concurso de jarabe de casis de Ljubljana, Eslovenia, en 1995), y
la belleza de las dos hermanas es legendaria.
Para finalizar nuestra visita a la isla, terminamos devorando un pouttine, un platillo fatal para las arterias pero realmente delicioso y típicamente canadiense: papas fritas con gravy y queso.
Confesión de última hora
Debo aceptar que en ningún momento de nuestra travesía extrañé el
vértigo de las ciudades, al contrario, en Québec City aprendí que el encanto de algunas urbes pequeñas es su integración con la naturaleza y
su ritmo pausado. Ya casi al final de nuestro viaje visitamos la cascada
Montmorency, cenamos en un restaurante especializado en conejo. Hicimos un tour nocturno de la ciudad, de historias macabras, misterios y
crímenes célebres. Tomamos un guía disfrazado de explorador del
siglo XVII para recorrer el casco viejo. Visitamos otro parque nacional,
abierto al público todo el año, con dos yurtas disponibles para acampar
en invierno, donde nos topamos con un caribú bañándose en un río de
película de John Ford, y vimos un fantástico musgo fluorescente que
casi no necesita luz para crecer. Conocimos un pequeño hotel regentado por una asociación de nativos de la tribu Wendake, junto a su correspondiente museo de “las primeras naciones” y su restaurante de comida
típica (uno de los pocos lugares donde se puede degustar carne de foca
legalmente), situados ambos en un pueblito que tiene, por supuesto, su
pequeña y peligrosa cascada. Fuimos de picnic por otro río, el Saint Charles, y conocimos a Jean Légaré (51 años), que heredó el negocio de las
canoas de su padre, quien a su vez lo heredó de su abuelo y así hasta
cinco generaciones atrás. Llevan desde hace más de cien años a la orilla de un tranquilo río: esta es la imagen epítome de Quebec.
Libro de consulta
Lo esencial de Quebec
Hoteles
Auberge Saint-Antoine
Rue Saint-Antoine 8
Tel. (418) 692-2211
www.saint-antoine.com
Hotel Must
Route de L’Aéroport 1345
Tel. (418) 380-6878
www.hotelsjaro.com
Auberge La Muse
en Charlevoix
Rue Saint-Jean-Baptiste 39
Tel. (418) 435-6839
www.lamuse.com
Fairmont Le Manoir Richelieu
Rue Richelieu 181
Tel. (418) 665-3703
www.fairmont.com/richelieu
Restaurantes
A lo largo de la provincia quebecuá encontrarás agradables tiendas y restaurantes.
En el restaurante Brynd sirven unos buenos sándwiches de roast beef ahumado.
Charlevoix
Pains d’exclamation
Rue John-Nairne 302
Tel. (418) 665-4000
La Maison d’affinage,
Maurice Dufour inc.
(Degustación de quesos y vino)
Boul. Mgr-De Laval 1339
Tel. (418) 435-5692
www.fromagefin.com
Île d’Orléans
Cidrerie/Verger Bilodeau
Chemin Royal 2200
Tel. (418) 828-9316
Cassis Monna et filles
Chemin Royal 721
Tel. (418) 828-2525
www.cassismonna.com
Cassis Le Lapin Sauté
(La especialidad es el conejo)
Rue du Petit-Champlain 52,
Quebec City
Tel. (418) 692-5325
www.lapinsaute.com
Brynd (sándwiches deliciosos)
Rue Saint-Paul 369, Quebec City
Tel. (418) 692-1903
www.brynd.com
Parques y
actividades
deportivas
Parque Nacional HautesGorges-de-la-Riviére-Malbaie
(Charlevoix)
Tel. (418) 439-1227
www.sepaq.com
Parque Nacional de la
Jacques-Cartier
Tel. en verano: (418) 848-1372
Tel. en invierno: (418) 528-8781
www.parcsquebec.com
Canyon Sainte-Anne
Route 138, número 206
Beaupré
Tel. (418) 827-4057
www.canyonsa.qc.ca
Reserva natural de la fauna
del cabo Tourmente
Chemin du
Cap-Tourmente 570
Tel. (418) 827-3776
www.captourmente.com
Canots Légaré (renta de
canoas y kayacs)
Boul. Valcartier, Québec 12766
Tel. (418) 843-7979
www.canotslegare.com
Charlevoix
Canyoning-Québec
Tel. (418) 559-2783
www.canyoning-quebec.com
Katabatic
(excursiones en kayac)
Tel. (418) 665-2332
www.katabatic.ca
Visitas guiadas de la ciudad
de Québec
Cicerone
Rue des Jardins 51
Tel. (418) 977-8977
www.cicerone.ca
Les visites Fantômes
de Québec
Rue Saint-Louis 85
Tel. (418) 692-9770
www.ghosttoursofquebec.com
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