Los caminos de - Canyon Sainte-Anne
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Los caminos de - Canyon Sainte-Anne
Los caminos de QUEBEC Texto: Annuska Angulo / Foto: Adam Wiseman Una pareja de flores de asfalto descubren la vieja ciudad de Quebec y se aventuran a conocer sus alrededores. Un viaje lleno de aventuras y paisajes espectaculares. 60 NatioNal GeoGraphic traveler 61 Lo confieso: soy una rata de ciudad. Me encanta escudriñar las urbes, en el caos me siento en casa, por eso cuando planeamos este viaje en pareja a la provincia quebecuá en Canadá, no sabía qué esperar. Canadá es un país que a mi esposo y a mí nos gusta mucho. Esta es la tercera vez que lo visitamos, pero siempre habíamos elegido ciudades. Y en esta ocasión haríamos algo totalmente distinto: vivir la naturaleza, aunque empezaríamos y teminaríamos nuestro road trip en Québec City. RUE SAINT JEAN Llegamos un domingo por la tarde a la ciudad de Quebec, y nos quedamos en el hotel Must, muy cerca del aeropuerto, con la idea de descansar y comenzar nuestra ruta al día siguiente, pero la tentación de dar un primer rol por la urbe nos gana y salimos a cenar en nuestro flamante auto rentado, armados con nuestro GPS al que nos cuesta un poco hacer entender adónde nos queremos dirigir (un restaurante equis, encontrado en una búsqueda de internet). Mientras nos acercamos al centro, nos llama la atención que las calles están absolutamente desiertas a pesar del espectacular y primaveral atardecer. Un par de días después nos enteramos por qué: había un partido de hockey de la copa Stanley, el torneo más importante del deporte que define a los canadienses. Los restaurantes están medio vacíos, sólo algunos extranjeros despistados como nosotros paseamos por la calle Saint Jean. Las tiendas, cerradas; lo que es una lástima. La rue Saint Jean es una calle de pequeños comercios jóvenes, boutiques de ropa de diseñadores locales, supermercados gourmet/orgánico/local, librerías de viejo, una tienda de discos de vinilo. Una pequeña probadita que nos deja deseando ver más. Pero al día siguiente dejamos la ciudad para dirigirnos a nuestro destino: el reconocimiento de la inmensa región quebecois. CHARLEVOIX Quebec es una enorme región de Canadá, casi del tamaño de tres Francias, pero con una población de siete millones y medio de habitantes. Es inmensa con muy poca gente y todos hablan francés. Charlevoix es una comarca al este de la ciudad de Quebec, a las orillas del estuario del río San Lorenzo. La región del Charlevoix tiene el honor de ser la primera colonia turística de Canadá, y uno de sus más famosos veraneantes fue el presidente William Howard Taft (1857-1930): “nos descubrió Mr. Taft”, nos hizo saber al día siguiente François Gariépy, nuestro guía. Charlevoix es también conocida por ser el lugar de origen del Cirque du Soleil. Uno de los cofundadores, Daniel Gauthier, ya retirado de la vida circense, está proyectando un desarrollo turístico para la Baie Saint Paul, en donde hay una montaña con varias pistas de esquí (el Masiff de Charlevoix). A la manera típica canadiense, antes de empezar a proyectar el desarrollo consultó con la población. Si ellos no hubieran estado de acuerdo, no lo haría. La Plaza Real y la iglesia de Notre-Dame-des-Victoires son protagonistas del barrio Petit Champlain en la vieja Quebec. El cañón de Santa Ana, en la comarca de Beaupré, ofrece un majestuoso espectáculo natural de gran atractivo turístico. 62 National Geographic Traveler 63 Practicar kayac es uno de los deportes favoritos de los canadienses, una manera de vivir la naturaleza en verano en el estuario del San Lorenzo. GOLF Y CASINO EN CHARLEVOIX Aquí descubrí los placeres reservados para los madrugadores: la luz y la quietud que cubre los bosques y el estuario. Hospedarse en el Fairmont Le Manoir Richelieu es un deber. Este gran hotel de 400 habitaciones parece salido de un cuento de hadas, situado entre el río y las montañas. El original data de1899, pero fue consumido por el fuego en 1928. Un año después abrió el actual, construido al estilo de un castillo francés con un aire escocés. Hay un campo de golf de 27 hoyos de clase mundial, y un casino donde probar suerte en póker, ruleta, black jack, o en las máquinas tragamonedas. La cena nos deja extasiados y rendidos. Mañana tenemos que madrugar para nuestra excursión en kayac, y es que el estuario está regido por las mareas. Si dejamos pasar la hora, ya no habrá agua en la bahía. BAILAR EN KAYAC EL CRÁTER Françoise Gariépy, nuestro guía, llega en su Kawasaki 40 minutos después de la hora acordada, lo cual no nos molestó demasiado ya que estábamos esperándolo en el centro turístico de Charlevoix, ubicado un poco menos de 10 kilómetros antes de Baie Saint-Paul, y con una espectacular vista de la región. Resulta que esta zona fue alcanzada por un meteorito hace unos 350 millones de años atrás, que dejó un cráter de 60 kilómetros de diámetro. “Estamos viviendo dentro del cráter”, dice François, y arranca su moto que hemos de seguir durante los dos días siguientes por carreteras junto al inmenso estuario o entre las montañas, subiendo y bajando las suaves colinas que son las viejas ondas expansivas del meteorito, como olas de un mar petrificado. CANYONING Una de las actividades más interesantes que ofrece Charlevoix es el canyoning, deporte que consiste en explorar cañones y estrechas barrancas utilizando todo tipo de técnicas, pero sobre todo la del rappel y preferentemente bajando por cascadas de agua. Nuestros dos guías, Mélanie Bisson y Marc Trembay, de 23 y 45 años respectivamente, nos llevan a la base de una cascada cercana a un pueblito llamado Saint-Joseph de la Rive. “Debido al impacto del meteorito, la caliza en esta región tiene un ángulo no muy vertical, ideal para iniciarse en este deporte”, explica Marc al ver nuestras caras de susto que preguntan sin palabras “¿cómo vamos a bajar por esas rocas?”. Aunque la cascada es pequeña, el agua baja con fuerza, algunos tramos se ven peligrosos, y no sé a qué se refiere Marc cuando dice “no muy vertical”. Nos prestan trajes de neopreno, cascos y arneses. Nos explican la sencilla técnica del rappel. Nos cuelgan de 64 National Geographic Traveler una cuerda, y haciendo de tripas corazón bajamos la primera etapa de la cascada (tiene cuatro). Para la tercera, el miedo deja lugar a la sensación excitante de bajar metros y metros de roca dejándose empapar por el agua de la cascada. Altamente recomendable. Cuando nos vamos, a manera de despedida y regresando al tema del meteorito, Marc nos previene: “¡Tengan cuidadó con los plativolós en el cgrategr!” PARC NACIONAL DES HAUTES-GORGES DE LA RIVIÉRE MALBAIE Haremos un picnic en uno de los tres parques nacionales de la zona (un parque marino y de los pocos parques nacionales habitados de Canadá). Seguimos a François en su Kawasaki disfrutando de la carretera que atraviesa un paisaje bucólico, con granjas de techos altos con sus característicos alerones casi verticales para que caiga la nieve, y los tejados pintados de colores (unos rojos, otros verdes, otros azules). Esta costumbre de pintar los tejados se originó por el tráfico en el estuario, para que los que vinieran por barco ubicaran su hogar en la distancia, y también para facilitar la navegación a los capitanes. El color de los tejados también parece indicar de qué región francesa era la familia de la casa. El parque es inmenso y tiene dos atracciones principales: un río con rápidos fáciles de navegar con kayac, y un paseo que conduce al pico de L´Acropole, desde donde se puede apreciar una magnífica perspectiva de la zona. Tiene 150 lugares para acampar, un camión que lo recorre los fines de semana, cuando está prohibido usar auto, y un centro de información con tienda y restaurante. Además, acaban de estrenar una docena de tiendas de campaña ya armadas, un concepto llamado Huttopia, que es como ir acampar pero de lujo: la cocina y la tienda ya vienen armadas, y son divinas. Cuando uno está de vacaciones, levantarse a las 4:30 am para salir del hotel a las 5:15 parece absurdo, o al menos a mí me lo parecía hasta que descubrí los placeres reservados para los madrugadores: la luz y la quietud que cubre los bosques y el estuario. Nuestro guía se llama Philippe, tiene 28 años y cuando se sube a su kayac y empieza a remar, parece que baila de lo hermoso que se ve. Philippe lleva cinco años viviendo en Charlevoix y las inmediaciones de Quebec, porque “puedo realizar muchas actividades que me apasionan, como kayaking o escalada en hielo”. El año pasado Philippe se echó un viaje de 400 kilómetros en kayac solo. Nos sorprende que él, como muchos otros quebecois que hemos conocido estos días, prefiere hablar en español que en inglés. La compañía para la que trabaja Philippe se llama Katabatic. La noche anterior cenamos con Sébastien Savard, fundador y dueño de la compañía, que tiene 10 años funcionando en la zona de Charlevoix. Sébastien conoce el estuario como la palma de su mano. El suyo es un negocio móvil: una camioneta con un remolque para sus kayacs (algunos, construidos por él mismo) es todo lo que ha necesitado hasta ahora. Pero ya creció la compañía, que ha recibido numerosos premios y menciones honoríficas, y ahora tienen una oficina en Malbaie, uno de los dos pueblos principales de Charlevoix. Katabatic ofrece desde excursiones de medio día, como la nuestra, hasta expediciones de cuatro días en las que los participantes van recorriendo largas distancias en kayac, y acampando por las noches. “O se pueden quedar en albergues”, explica de sus servicios: “en definitiva, realizamos tours a la medida de cada cliente. El negocio va muy bien: ya empiezo a tener más actividad en invierno. Navegar entre hielos es fascinante”. Sí, por supuesto. “Nosotros proporcionamos todo el equipo, ropa incluida”. Una buena idea para un negocio veraniego, expandirse al invierno. “Le sugerimos iniciar una compañía en México”. Ya lo he pensado, no crean. Tal vez, tal vez. con deliciosa sazón. Es una parada obligatoria, digo yo, si andan por la región. De postre, François decide llevarnos a ver ballenas, en una excursión que dura tres horas. Vemos algunas, además de una cría de foca, algunos patos, pero definitivamente lo más espectacular de la excursión es el paso por el fiordo del Saguenay, donde las aguas se tornan un poco más cálidas y las rocas verticales impresionan con su altura. Este es el fin de las excursiones marinas. Después, cenamos en la Muse, el restaurante del albergue del mismo nombre. Allí, entre platillos deliciosos sabiamente maridados con un vino blanco, conocemos a la esposa de François, Elisabez Ossandon, una chilena de 48 años que lleva ocho viviendo en Canadá. Nos platica de los largos inviernos, y de cómo se acostumbró a ellos. “No es lo mismo estar a -8 ºC que a -40 ºC, ¿sabes? Y necesitas ropa y zapatos para cada temperatura, ese es el truco. La cosa es salir, no quedarse en casa. Hay una tienda, el Mountain Equipment Co-op, donde tienen todo lo necesario para disfrutar afuera. Venden zapatos para caminar hacia delante, y para caminar hacia atrás, para correr, para subir o bajar. Aquí en Canadá, todos son expertos en algún deporte y les gusta tener el equipo preciso para practicarlo. Y la verdad es que merece la pena estar bien equipado. Es la gran diferencia”. Después de una noche reparadora en el albergue, seguimos con nuestra ruta gastronómica auspiciada por François, que no quiere que LA RUTA DEL SABOR Después de la excursión en kayac por la Baie de la Rochers tenemos hambre. Regresamos a la carretera con François, que nos lleva a un pequeño restaurante/panadería llamado Pains! D’exclamation, en la Malbaie. La dueña, Jose Gervais, empezó su negocio haciendo un pan tan delicioso que llamó la atención del chef del hotel Fairmont. Ahora surte a muchos otros hoteles y albergues, además de servir a diario unas comidas sencillas, compuestas de sopas, sándwiches y ensaladas frescas y 65 El paisaje bucólico a todo lo largo del camino, nos sorprende con sus dramáticos cambios de luz. En todo momento nos sentimos abrazados por la naturaleza. 66 National Geographic Traveler 67 cada verano. El parque comprende una zona de marismas, una llanura húmeda y, por último, un bosque un poco más elevado. Por todo el parque hay caminos para pasear y avistar todo tipo de aves y mamíferos, incluso algunos osos. Es buena idea ir acompañado de uno de los naturalistas que trabajan en el parque para conocer los interesantes detalles acerca de este hábitat protegido. QUEBEC, LA VIEJA Uno de los tres murales del centro de Quebec que narran la historia canadiense. dejemos Charlevoix sin primero degustar los quesos de Maurice Dufour. En la granja de sus padres, este hombre de 45 años se dedica a fabricar quesos artesanales de gran calidad, reconocidos por toda la región y más allá (están empezando a exportar). Nuestra última parada antes de salir para Quebec es el molino La Remy, construido en 1825, restaurado por la comisión civil Heritage Charlevoix que lo adquirió en 1992, y abierto oficialmente en 2007. Es un molino con todas las de la ley, incluido un arroyo con su presa y su cascada que mueve la rueda principal. El trigo que se muele aquí se cultiva en Charlevoix, y ahí mismo, en la panadería del molino, se hornean panes, brioches y cuernitos. Museo-molino-panadería, es una buena parada para los que disfruten de las historias culinarias. CÔTE DE BEAUPRÉ De regreso a la ciudad, pasamos por una comarca dedicada a la agricultura y que ha alimentado a la ciudad de Quebec desde hace 400 años. Fue uno de los primeros asentamientos europeos de la zona, colonizado al mismo tiempo que Quebec. Aquí todavía siguen en pie muchas de las antiguas edificaciones de los colonos franceses, como hornos de pan y ancestrales almacenes semienterrados para alimentos. Aquí se encuentra el Cañón de Saint Anne, con una impresionante cascada de 74 metros y tres puentes que cruzan el cañón sobre diferentes puntos de la cascada. El lugar es francamente impresionante, y es un gran plan si viajan con niños porque, además de la cascada, hay otros dos recorridos con divertidas actividades. Otro lugar de interés en la zona es la reserva nacional de fauna y flora de Cap Tourmente, adonde llegan miles de gansos árticos cada año en su peregrinaje anual hacia el Norte. Aquí vienen a descansar y comer antes de la época de apareamiento 68 National Geographic Traveler Así la llaman para diferenciarla del resto de la región. Está situada justo en el lugar donde el estuario del San Lorenzo se estrecha y se convierte en río de agua dulce. Quien dominara este punto estratégico tenía poder sobre gran parte de Norteamérica, ya que el río San Lorenzo se comunica con los Grandes Lagos en el medio del actual Estados Unidos. La ciudad está poblada de batallas históricas, de recuerdos y relatos en los que los franceses luchan contra los ingleses. Aunque los ingleses ganaran, en última instancia aquí se habla más francés que inglés, y los quebecois, después de tres siglos de dominación inglesa, todavía se identifican más con su lado francés. Y por eso, ¿quién puede decir quién ganó a quién? Es una ciudad preciosa, pequeña, perfecta para descubrir a pie, limpia y muy segura. Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. Nuestro hotel, el albergue Saint-Antoine, representa muy bien, y a escala, lo que es la ciudad en sí: una cajita de sorpresas. El hotel, que empezó con 23 habitaciones, se ha ido expandiendo hasta llegar a las 95 actuales, y está ubicado a las orillas del río. En una de esas ampliaciones, los dueños decidieron construir un parking subterráneo y entonces fue que encontraron miles de artefactos centenarios, entre ellos los muros de una de las tres baterías usadas por los franceses para defender su ciudad. Hoy los artefactos (pipas, botellas, monedas, platos, botones, utensilios, etc.), otrora utilizados como debris para rellenar las orillas del río y ganar terreno al agua, decoran el hotel y dan su carácter especial a cada una de las habitaciones. ÎLE D’ORLÉANS A pocos minutos del centro de Quebec se encuentra esta isla fértil y bucólica, del tamaño de Manhattan pero con unos cuantos millones de habitantes menos. Es un buen lugar para perderse todo el día por sus carreteras y descubrir pequeños lugares para degustar los productos locales. Nosotros nos topamos con una sidrería, el negocio familiar de los Verger Bilodeau. Una fila de manzanos en flor sin fin indica claramente la forma en la que los franceses se repartieron las tierras: en terrenos largos y estrechos que atraviesan los recursos naturales equitativamente, de tal forma que todos comparten un poco de costa, un poco de río, un poco de bosque, etc. También decidimos parar en una granja de casis, una baya que algunos llaman grosella, el ingrediente principal del jarabe que se usa para el Kir, la bebida de vino blanco y casis tan popular en Francia. Dos hermanas dirigen el negocio heredado de su padre, que ahora se dedica a viajar. Además de la elaboración de diferentes productos de casis, las hermanas divinas también llevan un pequeño restaurante que funciona en verano y da a conocer las distintas maneras de disfrutar de esta fruta maravillosa. Sus vinos, licores, jarabes y mermeladas son reconocidas internacionalmente (el jarabe ganó el primer premio en el importante concurso de jarabe de casis de Ljubljana, Eslovenia, en 1995), y la belleza de las dos hermanas es legendaria. Para finalizar nuestra visita a la isla, terminamos devorando un pouttine, un platillo fatal para las arterias pero realmente delicioso y típicamente canadiense: papas fritas con gravy y queso. Confesión de última hora Debo aceptar que en ningún momento de nuestra travesía extrañé el vértigo de las ciudades, al contrario, en Québec City aprendí que el encanto de algunas urbes pequeñas es su integración con la naturaleza y su ritmo pausado. Ya casi al final de nuestro viaje visitamos la cascada Montmorency, cenamos en un restaurante especializado en conejo. Hicimos un tour nocturno de la ciudad, de historias macabras, misterios y crímenes célebres. Tomamos un guía disfrazado de explorador del siglo XVII para recorrer el casco viejo. Visitamos otro parque nacional, abierto al público todo el año, con dos yurtas disponibles para acampar en invierno, donde nos topamos con un caribú bañándose en un río de película de John Ford, y vimos un fantástico musgo fluorescente que casi no necesita luz para crecer. Conocimos un pequeño hotel regentado por una asociación de nativos de la tribu Wendake, junto a su correspondiente museo de “las primeras naciones” y su restaurante de comida típica (uno de los pocos lugares donde se puede degustar carne de foca legalmente), situados ambos en un pueblito que tiene, por supuesto, su pequeña y peligrosa cascada. Fuimos de picnic por otro río, el Saint Charles, y conocimos a Jean Légaré (51 años), que heredó el negocio de las canoas de su padre, quien a su vez lo heredó de su abuelo y así hasta cinco generaciones atrás. Llevan desde hace más de cien años a la orilla de un tranquilo río: esta es la imagen epítome de Quebec. Libro de consulta Lo esencial de Quebec Hoteles Auberge Saint-Antoine Rue Saint-Antoine 8 Tel. (418) 692-2211 www.saint-antoine.com Hotel Must Route de L’Aéroport 1345 Tel. (418) 380-6878 www.hotelsjaro.com Auberge La Muse en Charlevoix Rue Saint-Jean-Baptiste 39 Tel. (418) 435-6839 www.lamuse.com Fairmont Le Manoir Richelieu Rue Richelieu 181 Tel. (418) 665-3703 www.fairmont.com/richelieu Restaurantes A lo largo de la provincia quebecuá encontrarás agradables tiendas y restaurantes. En el restaurante Brynd sirven unos buenos sándwiches de roast beef ahumado. Charlevoix Pains d’exclamation Rue John-Nairne 302 Tel. (418) 665-4000 La Maison d’affinage, Maurice Dufour inc. (Degustación de quesos y vino) Boul. Mgr-De Laval 1339 Tel. (418) 435-5692 www.fromagefin.com Île d’Orléans Cidrerie/Verger Bilodeau Chemin Royal 2200 Tel. (418) 828-9316 Cassis Monna et filles Chemin Royal 721 Tel. (418) 828-2525 www.cassismonna.com Cassis Le Lapin Sauté (La especialidad es el conejo) Rue du Petit-Champlain 52, Quebec City Tel. (418) 692-5325 www.lapinsaute.com Brynd (sándwiches deliciosos) Rue Saint-Paul 369, Quebec City Tel. (418) 692-1903 www.brynd.com Parques y actividades deportivas Parque Nacional HautesGorges-de-la-Riviére-Malbaie (Charlevoix) Tel. (418) 439-1227 www.sepaq.com Parque Nacional de la Jacques-Cartier Tel. en verano: (418) 848-1372 Tel. en invierno: (418) 528-8781 www.parcsquebec.com Canyon Sainte-Anne Route 138, número 206 Beaupré Tel. (418) 827-4057 www.canyonsa.qc.ca Reserva natural de la fauna del cabo Tourmente Chemin du Cap-Tourmente 570 Tel. (418) 827-3776 www.captourmente.com Canots Légaré (renta de canoas y kayacs) Boul. Valcartier, Québec 12766 Tel. (418) 843-7979 www.canotslegare.com Charlevoix Canyoning-Québec Tel. (418) 559-2783 www.canyoning-quebec.com Katabatic (excursiones en kayac) Tel. (418) 665-2332 www.katabatic.ca Visitas guiadas de la ciudad de Québec Cicerone Rue des Jardins 51 Tel. (418) 977-8977 www.cicerone.ca Les visites Fantômes de Québec Rue Saint-Louis 85 Tel. (418) 692-9770 www.ghosttoursofquebec.com 69