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De Humanos A Objetos Arqueológicos. Pierre Loti En La Isla De Pascua (1872)
Daniel Schávelzon
DE HUMANOS A OBJETOS ARQUEOLÓGICOS.
PIERRE LOTI EN LA ISLA DE PASCUA (1872)
FROM HUMANS TO ARCHAELOGICAL OBJECTS.
PIERRE LOTI IN EASTER ISLAND (1872)
Resumen
Abstract
El joven escritor francés Pierre Loti estuvo en la
hoy chilena Isla de Pascua (Rapa Nui) en 1872.
De allí surgió su primera publicación, la que
con sus dibujos se difundió por el mundo entero. Aunque otros viajeros estuvieron antes y
después, su Diario es una pieza crucial para entender la mirada europea al resto del mundo.
La isla estaba cruzada en esos años por eventos
tremendos como el esclavismo, la imposición
religiosa, la prohibición de su cultura y lengua
o la introducción del capitalismo salvaje.
The young French writer Pierre Loti was in today Chilean Easter Island (Rapa Nui) in 1872.
From there he made his first publication, which
with his drawings spread throughout the world.
Although several others were there before and
after, his journal is crucial to understanding the
European look to the world. The island was
crossed in those years by tremendous events
such as slavery, religious imposition, prohibiting their culture and language, the introduction of wild capitalism.
Palabras Clave
Key Words
Destrucción Cultural, Imposición Cultural, Isla
de Pascua, Rapa Nui
Cultural Destruction, Cultural Imposition,
Eastern Island, Rapa Nui
Daniel Schávelzon
Universidad de Buenos Aires
Centro de Arqueología Urbana
Es director del Centro de Arqueología Urbana
de la Universidad de Buenos Aires e investigador principal del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología. Ha publicado unos cincuenta libros
sobre arqueología y arte en América Latina con
especial interés en el patrimonio cultural. Ha
dirigido proyectos de investigación en diversos
países de la región en especial en la excavación
de grandes centros urbanos.
ISSN 2254-7037
Fecha de recepción: 2-X-2015
Fecha de revisión: 23-X-2015
Fecha de aceptación: 15-XI-2015
Fecha de publicación: 30-XII-2015
Quiroga
nº 8, julio-diciembre 2015, 10-22 · ISSN 2254-7037
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Daniel Schávelzon
DE HUMANOS A OBJETOS ARQUEOLÓGICOS.
PIERRE LOTI EN LA ISLA DE PASCUA (1872)
1. INTRODUCCIÓN1
E
n la vida hay algo que a pocos les sucede:
están en el lugar preciso en el momento
adecuado, con las herramientas para describirlo, siendo joven, inteligente y que además
le pagaban por hacerlo. Esto le sucedió a Louis
Julien Marie Viaud (1850-1923) quien aun no
soñaba con su seudónimo literario de Pierre
Loti, a la edad de 22 años2. Había ingresado a
la marina francesa donde haría su carrera militar, paralela a su pasión por la escritura, en que
llegó a ser uno de los escritores románticos más
famosos. Había vivido en Oceanía de muy niño,
luego en París y en su inicial vuelta al mundo
como marino tuvo la suerte de pasar por la
Isla de Pascua donde permaneció cuatro días.
Había arreglado con su familia para enviarles
cartas y dibujos de ese viaje iniciático, las que
ellos enviarían a revistas del mundo, porque ya
se preveía como un romántico escritor viajero.
Entre los muchos recuerdos que se llevó de la
isla logró una enorme escultura de piedra que
está en el Louvre, en un acto ambivalente entre
el saqueo y la admiración. Para algunos fue un
orientalista clásico como lo definió Eduard Said3,
para otros fue un antiimperialista que denunciaba a Occidente y su accionar4, para otros
un romántico más que usaba el mundo como
objeto de sus textos.
Para obtener objetos para llevar, Loti creyó engañar a la población local cambiándoles sus “obras
de arte” por objetos de mínimo valor. Lo describió diciendo que cambiaban “un conejo por
un alfiler”. Obviamente él sabía lo que estaba
viendo en términos de arte, tenía una cultura
formada, sólida y en esta historia no hay inocencia; lo que no sabía es que no le daban conejos
sino ratas polinesias. Es decir, las cosas no fueron tan simples como creyó. Valga de ejemplo
la enorme cabeza de piedra que llevó al Louvre:
hizo dibujos mostrando que los mismos indígenas le permitieron derrumbar una escultura
y sacarla. La realidad es que no fue así, pero
quedó una de las mejores imágenes de la destrucción por Occidente de otras culturas, fuese
verdad o mentira lo sucedido en esa situación
porque sabemos por la arqueología que para
ese momento no quedaba grupo escultórico
alguno en pie. ¿Fue una manera de justificar
un acto de expolio del que tenía dudas morales?
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De Humanos A Objetos Arqueológicos. Pierre Loti En La Isla De Pascua (1872)
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¿Fue para lograr un efecto visual? ¿Quería mostrar la violencia de la incursión armada? Hoy es
la única imagen de Occidente destruyendo las
esculturas de Pascua. Verdad o imaginación es
tema de discusión académica, pero los dibujos
están. Fueron cuatro días de aventuras que se
difundieron antes de su regreso en revistas de
París, Berlín y Barcelona. Fue una suerte para él
que nadie a bordo tuviese una cámara fotográfica ya que eso le hubiese quitado a los dibujos
y textos su valor como documento; él y su hermano eran fotógrafos5.
Haber estado en Pascua en 1872 le significó lanzarse al mundo como artista y escritor, haber
estado en un sitio romántico y exótico al gusto
de la época, y haber retratado escenas magníficas llenas de datos e información sobre ese
momento histórico. Sin saberlo estaba en el final
de una civilización. Vio lo que otros no vieron y
no vio lo que no quería ver, estuvo en los años
en que Pascua pasaba de ser un pueblo único
en la historia humana, a ser esclavizado, diezmado y todo se destruyera o robase hasta casi
el exterminio. Después de su primera novela
publicada en 1879, cuyo éxito fue fulminante,
Pascua le quedó desdibujada ante lo que vivió
en otros lugares6. Sólo volvió a escribir sobre la
isla veinticinco años después.
Loti supo reconocer el valor de lo considerado
exótico y como verdadero explorador a lo des-
26
Fig. 1. Grabado del dibujo de Pierre Loti hecho en Barcelona en 1872:
la población danza frente a esculturas aún en pie: romántica mentira que lo llevó a la fama (L. J. M. Viaud 1872-1025, pág. 72).
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conocido del siglo xix occidental destacó que
fue el único que se animó a explorar, porque
sus compañeros creyeron que estaban frente
a caníbales. Asumió sus temores para construir
la situación del viajero que emocionaba a sus
lectores, con asombro pero condescendiente
de la considerada inferioridad de los habitantes
locales. Vio la “extraña belleza” de los rostros
y cabellos rojos y las caras pintadas, preanunciando sus novelas y sus amoríos en Turquía,
Japón y en toda y cualquier parte del mundo
alejado de Occidente, las que aun se discute si
fueron verdad o mentira. Pero esa es la historia
de Viaud-Loti más tarde, la del Caballero de la
Legión de Honor de Francia, del famoso literato,
no la de este joven militar en ciernes ante su
primera experiencia literaria y etnográfica.
2. El principio del final de la cultura
de Pascua
No sabemos ni importa cuándo ni quién vio
Pascua por primera vez para Occidente, esa es
una discusión bizantina. La bibliografía asume
por consenso que hubo viajeros que desde el
siglo xvii dieron noticias de algo que se denominaba Isla de Davis, pero el primer relato lo
dejó el almirante holandés Jacobo Roggeveen
en 1722 quien la bautizó por el día de Pascua7.
Esos holandeses también tuvieron la primer
refriega con los pobladores seguramente por
los ciento cincuenta agresivos y armados marineros que desembarcaron; los Rapanui deben
haber entendido la situación como una invasión
rechazada que terminó con la huida de los viajeros y dos de los suyos muertos.
La llegada de Occidente no debe haber sido inocente como la relatan los viajeros, de rechazos
a la civilización y el contacto, de seguro produjo
fuertes efectos no considerados por los mismos
que escribieron. Si esos efectos se sumaron a
una intensa degradación ecológica preexistente
no lo sabemos, ese es un tema de discusión en
arqueología: si el “Contacto” se produjo en el
momento de un cambio en el patrón de cultivos
o de reconfiguración social, o en pleno proceso
de deterioro y destrucción de la naturaleza8. El
ver llegar barcos hechos de madera, el recurso
más escaso en la isla si no extinguido, con gente
que venía de algún otro lado de un mundo del
que no sabían que existía, debió de ser algo que
poco ha sido tomado en consideración: la mirada
del otro. Con los años comenzarían a llegar viajeros, desde James Cook hasta barcos de guerra
de paso, balleneros y viajeros que dejaban o no
escrito lo que hacían. Para una pequeña sociedad
que había o estaba agotando su principal recursos, la madera, imaginar el impacto de ver grandes barcos armados y cientos de marinos, con
comida, el desconocido hierro, armas explosivas
y ropa para uniformes, todo lo que allí no había,
debió ser duro de aceptar y generaría conflictos
internos de todo tipo. El sólo hecho de aceptar
que no estaban solos en el mundo, después de
siglos y siglos de una historia propia, debió ser
impactante. Y para los viajeros Pascua era un
sitio remoto que no les interesaba, con extrañas
e inexplicables esculturas como las que había en
otros sitios. Hoy sabemos que tenía una historia
excepcional que a la arqueología la cuesta desentrañar9. Pero para el que llegaba solamente era un
lugar considerado como una rareza y se llevaban
recuerdos que debían cambiar por abalorios. Los
conflictos se desataban cuando desembarcaban
agresivamente. Si se trocaba una peculiar talla en
madera por una aguja nadie del barco imaginaba
el significado que eso tenía para los habitantes
locales, no era un engaño o picardía como creyó
Loti, era el acceso al hierro, material que cambió
la manera de tallar artesanías para venderles a
los mismos europeos. En gran medida las famosas tallas en madera —madera muchas veces
importada—, fueron hechas por el impacto de
Occidente10. Es decir, que lo considerado como
más significativo de la cultura y a la vez muestra
de sus antiguas creencias, era el resultado de una
respuesta al “Contacto”.
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Fig. 2. Imaginaria escena de la frenética danza mientras se destruyen las esculturas;
atrás el ejército, el jefe medita angustiado (L. J. M. Viaud 1872 - 1026, pág. 180).
Los viajeros, para construir la imagen romántica,
hacían hincapié en que veían cadáveres abandonados por doquier; lo que era cierto, pero lo que
no sabemos es si eran sepulcros saqueados o
muertos por la viruela por el mismo “Contacto”.
Nadie entendió que era un pueblo que moría
ante sus ojos. Si el deterioro que llevó a esa mortandad fue culpa de los mismos pasquences al
destruir su ecología, o fue la transición a una
nueva economía agrícola, o fue el impacto de
Occidente es un tema que aun falta desentrañar
totalmente11.
En 1805 se produjo un cambio que se sumó al
proceso de desintegración: el barco Nancy llegó
desde Estados Unidos para capturar esclavos,
hubo muertos y se llevaron 22 personas. Eso no
se olvidaría y los barcos siguientes serían siempre rechazados. Cuando llegó el barco KaahouManou en 1806, luego los rusos con el almirante
Rurich y el Albatros diez años después, e incluso
el almirante Frederick Beechy en 1825 con su
barco de guerra, los pobladores mantuvieron
lábiles contactos hasta que se desataba el conflicto a la mínima agresión o mal entendido.
Los arribados veían un pueblo diezmado, con
esculturas por el piso y una sensación de destrucción casi absoluta, pero la cruel realidad era
que a finales de la década de 1860 se indicaba
que en la isla quedaban solamente 155 habitantes. Loti pasó en el momento del despoblamiento y la mortandad, lo que nos indica que la
masa de gente danzando en sus dibujos difícilmente pudiera haber existido. La historia de esa
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década, 1860 a 1870, en la que llegó la nueva
religión con los primeros padres cristianos junto
a la primera empresa para explotar la ganadería,
ya ha sido estudiada, lo que nunca ha quedado
claro es la responsabilidad de cada uno en la
destrucción de ese pueblo12.
Respecto a la existencia de esculturas derrumbadas como vieron los viajeros —o caídas por los
maremotos—, resultaba un pensamiento complejo el imaginar que toda cultura ha vivido y
vive con ruinas de otras anteriores13. Los moais
podían haberse hecho en diferentes momentos con significados distintos, y hoy sabemos
que hay varias etapas de construcción y alteración de las estructuras que los soportan, y
que estuvieran de pie o caídos no significaba
necesariamente destrucción de una cultura si
no un gran cambio14. Es evidente por el grado de
estudio de los procesos de sedimentación que
hubo moais que quedaron abandonados y se
cubrieron de tierra mientras pasaban otros por
su lado para ser erigidos15; la cronología y relación entre ambas cosas es aun un interrogante
pero es evidente que los había abandonados
mientras se hacían otros16.
3. La isla a la que llegó Loti
Las penurias mayores de la isla comenzaron
entre 1859 y 1861 cuando llegaron barcos desde
Perú que se llevaron cientos de personas como
esclavos. En realidad buscaban los llamados “trabajadores libres” para trabajar en las insalubres
islas guaneras, pero era un simple engaño sin
retorno posible. Si hubo un final para ese mundo
aislado fue ese. Lo sucedido desde el primer
contacto europeo hasta ese momento es fruto
de cómo interpretamos los datos escritos que
dejaron los viajeros o lo que dice la arqueología;
lo de después está bien detallado. La impunidad
para saquear, secuestrar y destruir fue total ya
que la isla no le pertenecía a nadie más que a
los rapanui, es decir ni siquiera tenían a quien
quejarse. Se logró detener el rapto masivo por-
que actuaron los religiosos de Tahití sobre las
embajadas europeas en Chile y Perú en 1862;
pero el precio fue el cambio de religión, de costumbres, de vestimenta, una lenta pérdida del
idioma y que la memoria pasase a ser reescrita
por los religiosos17. En 1864 se instaló la Misión
a cargo de Eugene Eyraud, eso dio un vuelco
a la historia de Pascua por el establecimiento
de una religión con iglesia e ingerencia en el
manejo de la tierra, lo que implicó la destrucción
de ídolos y la quema de las antiguas tablillas
con inscripciones jeroglíficas. A partir de allí el
nacimiento, muerte, casamiento, educación y
cultura pasaría por las manos de quien sería
el hombre más importante de la isla. La subsistencia material estaría en manos de quienes
administraron la Compañía Explotadora, dueña
del 80 % de las tierras, protegidas por hombres
armados: había llegado lo peor del capitalismo
salvaje. Y el paso de las tierras de cultivo a la
ganadería de ovejas terminaría de transformar
la isla casi en un desierto.
Fue en esos años cuando los religiosos, que
no se ocuparon nunca de los monumentos del
pasado, al enviarle de regalo al obispo de Tahití
varias extrañas tablillas con jeroglíficos, este
dio la orden de recuperarlas e inició la primer
colección. Es el mejor ejemplo de cómo los
objetos cotidianos de un pueblo que aunque
sufrido estaba vivo, se transformaban por otros
en piezas de museo, arqueológicas. En 1868 se
llevaron el primer gran moai entero, de piedra,
a Londres, con enormes trabajos18 y Loti llevó
otro al Louvre. En pocos años todos querían
tabletas escritas o siquiera una talla en madera
y los artesanos locales las hacían como ingreso
extra con madera importada: su arte y cultura
se había transformado en reliquias del pasado,
tras haber pasado por ser escritos diabólicos del
presente19. Ya no eran sujetos de estudio para
que los viajeros describiesen sus actividades
consideradas exóticas y resabios de una remota
antigüedad, eran habitantes de una isla cuya
cultura la habían hecho otros, desconocidos, de
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antes, que nada tenían que ver con los actuales
pobladores. La cultura Rapanui había pasado a
ser arqueológica. Incluso su isla tenía un nuevo
nombre extranjero, en español.
Sabemos que la historia no es inocente y parece
llamativo que la destrucción de la isla sea achacada por el consenso de los historiadores a los
esclavistas. Y que resulte que estos eran casi
todos del Perú, el país que entre 1879 y 1883
estuvo en guerra con Chile, quien se apropiaría de la isla poco más tarde y quien escribió
la mayor parte de la historia. Fue encontrar
un único culpable e instalarlo en el imaginario
colectivo local. Nunca hemos visto ni siquiera
en la bibliografía científica el aceptar que la historia haya sido hecha —o al menos forzada a
ser—, una justificación del presente. Se logró
que fuese tema menor el que la Compañía
Explotadora contratada por el gobierno chileno
no permitiese que los Rapanui criaran animales, que se los obligara a vivir en un campo de
concentración hasta 1964, que la isla estuviera
militarizada, o que la lepra que hacía estragos
no tuviera un médico y hospital en serio, que se
persiguiera la lengua natal y que hubiese habitantes viviendo en cuevas en el siglo xx para
mantenerse escondidos20. Esta construcción histórica sigue inmersa en la mayor parte de los
arqueólogos o historiadores modernos.
Chile tomó posesión de la isla en 1888. La acción
fue camuflada como una compra que se basó en
las malas traducciones de los textos engañando
a los habitantes locales, tema que nacionalismo
por medio es aun fruto de enormes discusiones
e intentos por reivindicar la lucha por la Independencia. En esos años llegaron los primeros
viajeros académicos o al menos con intereses
en el pasado y todos coincidieron en que las
esculturas eran restos de culturas muy antiguas
e inexplicables. Como le pasó a Loti: aunque
estaba ante la gente que hablaba el idioma y
mantenía sus costumbres, los objetos eran de
otros que estuvieron antes. A quien tomó pose-
sión de la isla para Chile, el marino Policarpio
Toro, con arrebato burocrático y de escrituras
legales en 1888, hoy se lo recuerda como héroe,
no de esa historia de terror militarizado, no como
introductor del campo de concentración por los
siguientes ochenta años, sino como libertador.
En ese universo del absurdo fue que en 1886
llegó William Thomson, quien haría en nombre
de la ciencia el saqueo y destrucción final de lo
que había quedado, desmanteló hasta casas para
llevarse las piedras pintadas y cientos de objetos más21; nadie en Chile levantó la voz ante esa
publicación si no para alabarla por su cientificidad descriptiva. Su trabajo escrito y sus relevamientos fueron adecuados, eso se consideraba
como buena arqueología y etnografía, más que
acrecentaba las colecciones de los museos, pero
fue el final y nada más quedaría. Cuando llegó
Catherine Routledge en 1914 sólo vio cien personas en situación desesperada22; la presencia de
Chile era sólo militar y de apoyo a la explotación
de la empresa monopólica. Entender la historia
de Pascua es a la vez comprender el porqué no
fue un país independiente en lugar de una insólita colonia de un país de América Latina23.
Entre esas aventuras, conflictos, apetencias desatadas, e intereses económicos y religiosos, es
que llegó el teniente Viaud. Así el futuro Pierre
Loti se enfrentaría a lo que asumía como desconocido, lo exótico, lo extraño, lo romántico. Y
tuvo la capacidad de escribir y dibujar lo que el
gran público esperaba, de allí su éxito: el lugar
adecuado, el momento perfecto, la mirada sesgada —los conflictos no existían—, la imposición
imperial, mujeres extrañas y lenguas desconocidas. Ideal para el consumo de las nuevas masas
letradas del siglo xix. Y la antropología, la historia y la arqueología realmente académicas, o al
menos lo que se entendía como tales, no habían
llegado aun a la isla. Si Loti hubiese estado cinco
años más tarde no hubiese podido escribir lo
que escribió; después de él nació la arqueología
de los museos y universidades internacionales.
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De Humanos A Objetos Arqueológicos. Pierre Loti En La Isla De Pascua (1872)
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propio comandante, seco, árido pero muy consecuente y poco dado a las reflexiones. Su superior
hizo un informe muy escueto y sin literatura25,
basado en el precedente del chileno Gana de
187026. Hoy, ese interjuego de escritos, producto
del mismo viaje y momento, enmarca la de Loti
mostrando las diferentes miradas que había en
el mismo barco, la romántica del escritor y la del
militar Positivista que no llegó a circular.
Fig. 3. El Pensador. El “jefe de la tribu”
reflexiona al modo renacentista sobre la fugacidad de la vida.
4. Releyendo el Diario de Pierre Loti
Los dibujos de Loti de 1872 fueron grabados y
publicados en España, Francia y Alemania simultáneamente. Hoy sabemos que la edición hecha
en Barcelona en la Revista de Ultramar fue crucial en la difusión de la importancia de la isla
como sitio militar, supuestamente estratégico
a la hora de definir su ocupación por Chile. Fue
la primera publicación sobre la isla que masivamente circuló en español ante un público asombrado en el momento de la intención chilena
de expandirse colonialmente sobre el Pacífico.
Loti, si bien hizo muchos otros dibujos de la isla
y sus objetos, nunca más publicó sobre el tema
hasta que en Reflets sur la sombre route de 1899
le agregó al viejo Diario nuevas anécdotas24. O
las inventó o exageró recuerdos, no importa, la
frescura del original es única y no sabemos que
hubiese pasado si hubiese leído el informe de su
El texto de Loti comenzaba reflexionando aun
en el barco acerca de la isla de la que le han
dicho “que pueden devorarnos si nos aventuramos locamente por el interior”, donde “la raza
indígena se ha extinguido completamente y la
isla no es más que una gran soledad en medio
del Océano, guardado por sus antiguas estatuas de piedra”. Ahí, en el primer párrafo definió
su manera de observar al otro: eran caníbales
que estaban extinguidos, ambas cosas al mismo
tiempo. Caníbales, soledad, isla y antiguas estatuas, lo exótico perfecto. Salvo que al descender
se encontró con un supuesto danés haciendo un
plantío para una empresa internacional a la vez
que llegaban los habitantes locales en piraguas;
un interesante contraste por el que se entraba
a un mundo vivo y no a uno muerto. Ese día le
ocurrieron varias cosas, por un lado cada uno
de los que se le acercaba “presentaba un ídolo
informe” (¿para venderle un souvenir recién
hecho?) y llegó hasta la cabaña del jefe a donde
entró para hacerse su amigo. Al regresar al barco
el comandante admiró lo que había conseguido
y le ofreció su levita para que hiciera un trueque
por otro “muñeco de madera”. Fue mucho más
que una talla lo que le pidió ya que terminaron
llevándose la enorme cabeza de una escultura de
piedra. El segundo día comenzó con la elección
de la estatua que se iban a llevar y los habitantes organizaron “una danza general en torno de
aquellas piedras: parecen una legión de diablos”.
Notable porque hizo sus dibujos mas espectaculares, el previo con el baile y el segundo con la
demolición del conjunto. Escribió ante eso que
“los salvajes, siguiendo el ejemplo, se mostraron
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tan vándalos como nosotros”; lo que muestra
que tenía conciencia de lo que hacía. Y dejó otro
dato: el danés juntaba calaveras “para el doctor
que estudia las razas primitivas”. Entendía bien
lo que estaba destruyendo pero la categorización
era absoluta. La aislación de la isla no existía pero
les justificaba hacer cualquier cosa, incluso se
enteró de los esclavistas y sus matanzas, lo que
no justificó pero tampoco opinó. Sí le llamó la
atención que los habitantes “no sintieran respeto
ninguno por esos vestigios de sus antepasados”,
cosa que no predicó con el ejemplo. Nos queda la
duda si todo fue fantasía basado en que vio casas
vacías e inventó hasta su visita al rey, si la escultura saqueada estaba caída y simplemente se la
llevaron y no había nada en pie para demoler,
pero igual las cosas no cambian. Lo que importa
es el texto y los dibujos que dejó. El reconstruir el
destruido conjunto de esculturas ya no importa si
mentía, fue un excelente trabajo de arte.
Al irse, con melancolía asumió que era imposible
quedarse ya que “no puede saberse hasta que
grado se puede exaltar la ferocidad de un salvaje”, y cerró su Diario predestinando el futuro
del solitario recolector de cráneos: que cuando
fuesen a buscarlo “dirán lisa y llanamente que
Adam Schmitt ha muerto”.
5. Conclusiones
El Diario de Loti y sus dibujos son un testimonio
excepcional para la historia de la forma en que
Occidente vio al resto del mundo y de su forma
de actuar sobre él. Si lo que dibujó y dijo Loti es
verdad, es triste, pero si es mentira, es más interesante: logró captar lo que la sociedad europea
de su tiempo necesitaba27. El decirle al mundo
que las gigantescas esculturas no estaban caídas
desde hacía mucho tiempo —al menos algunas—, si no que él mismo las había destruido, no
es algo menor para asumir. El no ver que estaba
frente a un pueblo agonizante, saqueado, esclavizado y que vendía lo que tenía —falso o verdadero— para sobrevivir, es patético. El haberle
dado una enorme antigüedad a lo encontrado
y separarlo del pueblo local es el origen mismo
de la arqueología moderna. Pero no hizo todo
eso sin culpa: en sus dibujos hay un jefe sentado entre las piedras, acongojado, melancólico
y triste; quizás era su propia conciencia. ¿Nostalgia sentimental romántica?, ¿expresión de
culpa? No sabemos qué hubiese pensado si se
le dijese hoy que los objetos de gran antigüedad que compró por un alfiler eran modernos y
hechos para los turistas de esa época. Su texto
terminaba contando que al embarcarse:
“El viejo jefe que me acompañó regresó lentamente a su choza, y viéndolo tan ridículo y lamentable con su capa de almirante y sus dos largas
piernas tatuadas, siento que le he faltado el respeto, aceptando que en el intercambio he cometido una falta contra él de lesa barbarie”28.
Hoy las imágenes y el texto tomaron dimensiones diferentes a las de su época. No por reprocharle desde el presente haber sido parte de
la debacle imperial que produjo Occidente, el
tema ha sido más que estudiado. Sólo fue uno
más que destruyó y se llevó lo que pudo, que
arrasó con objetos de uso cotidiano que al ser
transformados en objetos arqueológicos, pasaban a ser los productos de hombres primitivos,
por lo tanto no eran de nadie.
Fue la “Invención del Otro” y para eso era
necesaria la construcción de una cultura que
fuese a la vez desconocida y antiquísima, había
que separar a los propietarios de sus bienes.
El Romanticismo fue usado para ver y mostrar
lo sublime, lo siniestro, lo salvaje, lo bestial, el
exceso hasta el aturdimiento de los sentidos,
para hacer exótico lo que no había otra forma
de deshumanizar. Así los dibujos de Loti, a diferencia de sus predecesores y posteriores, fueron
las imágenes más logradas de la isla, no sólo por
su calidad en un sentido occidental del arte si no
porque logró ver lo que tenía que ver, y dibujar
lo que tenía que dibujar, en el lugar preciso y el
momento adecuado.
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NOTAS
1
Este artículo es una version traducida y modificada de: “From Ethnographical Subjects to Archaeological Objects: Pierre Loti on Easter
Island (Rapa Nui)”, publicada en el Bulletin of the History of Archaeology (Londres), 24: 19 (2014), págs. 1-8.
LOTI, Pierre (Julian VIAUD). “Viajes: La isla de Pascua, diario de un oficial del Estado Mayor de La Flore”. El Correo Ultramar (Barcelona),
1025: 155-158, 1026: 179-181; 1027: 187-190, 1872; Ídem en: Globus (Braunschweig), XXIII (65-68 y 81-84), 1873.
2
3
SAID, Eduard. Orientalism. New York: Pantheon Books, 1978; HARGREAVES, A. G. The Colonial Experience in French Literature. London:
Macmillan, 1981.
BERRONG, Richard M. “Pierre Loti the Anti-Colonialist: Pêcheur d’Islande”. Cincinnati Romance Review (Cincinnati), 34 (2012), págs.
34-46.
4
DEMARIAUX, Jean Claude y TABOULET, George. Pierre Loti photographe. París: Editions du Scorpion, 2012.
5
YEGENOGLU, Meyda. Colonial Fantasies: Towards a Feminist Reading of Orientalism. Cambridge: Cambridge University Press, 1998.
BLANCH, Lesley. Pierre Loti: Portrait of an Escapist, London: Collins, 1983. BLANCH, Lesley. Pierre Loti: The Legendary Romantic. San
Diego: Harcourt Brace Jovanovich, 1983b. D´AUVERGNE, Edmund B. Pierre Loti: The Romance of a Great Writer. New York: Frederick
A. Stokes Company, 1926.
6
7
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