buenos aires, planeamiento urbano y patrimonio cultural
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buenos aires, planeamiento urbano y patrimonio cultural
Gestión del Patrimonio Cultural Integrado al Planeamiento Urbano de América Latina Programa ITUC/AL BUENOS AIRES, PLANEAMIENTO URBANO Y PATRIMONIO CULTURAL UNA MIRADA RETROSPECTIVA SOBRE LA GESTION DEL CENTRO HISTORICO Autor: Marcelo L. Magadán Enero de 2003 Monografía presentada como exigencia parcial para la obtención del diploma de Especialista en Gestión del Patrimonio Cultural Integrado al Planeamiento Urbano de América Latina, del Programa ITUC/AL, en Recife (PE), en enero de 2003, bajo la orientación del Prof. Luis de la Mora. A Álvaro, mi hijo tan querido. Agradecimientos: A la Fundación Antorchas, a la Fundación Bunge y Born, a la Dirección Nacional de Política Cultural y Cooperación Internacional de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, a la Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires y a la Fundación Ciudad por el apoyo económico e institucional que me brindaron. A los profesores Silvio Mendes Zancheti y Luis de la Mora, por su orientación y su aporte intelectual. Al cuerpo docente por su dedicación y sus conocimientos. A Raquel Bertuzzi por su paciencia. A los compañeros del curso por su afecto. A la Arq. Nadina Reusmann por su ayuda con el material gráfico de este documento. SUMARIO Abreviaturas utilizadas Glosario 1. INTRODUCCIÓN 1.1. 1.2. 1.3. 1.4. 1.5. 1.6. 2. Objetivo General El Problema Delimitación del problema Objetivos específicos Justificación Metodología p. p. p. p. p. p. 1 1 1 2 2 2 DESARROLLO 2.1. Descripción del objeto de estudio 2.1.1. La perspectiva histórico-geográfica del CHBA 2.1.2. Las primeras propuestas para el CHBA 2.1.3. La conservación del CHBA 2.1.4. Las APH 2.1.5. El rol de los actores sociales 2.1.6. Las formas de organización, las instituciones y los procedimientos 2.1.7. Los resultados p. 4 p. 16 p. 18 p. 23 p. 26 p. 33 p. 36 2.2. La evolución de los mecanismos en el tiempo 2.3. Las causas del fenómeno estudiado 2.4. El estado actual del área 2.5. Otras consecuencias p. 39 p. 41 p. 42 p. 54 3. Conclusiones p. 58 Fuentes consultadas p. 60 ABREVIATURAS UTILIZADAS APH BM CHBA CNM CAAP CPAH CPAU CPU CTPAH DGFOC DGCH DGP DGPIU GCBA HCD IAIHAI ICOMOS ICCROM Km MCBA PNUD SCA UCEDE Área de Protección Histórica Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires Centro Histórico de la Ciudad de Buenos Aires Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales Comisión de Preservación de Áreas Históricas Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo Consejo de Planeamiento Urbano, MCBA Comisión Técnica para la Preservación de Áreas Históricas, MCBA Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro, GCBA Dirección General Casco Histórico, GCBA Dirección General de Patrimonio, GCBA Dirección General de Planeamiento e Interpretación Urbanística, GCBA Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires Instituto Argentino de Investigaciones en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Consejo Mundial de Monumentos y Sitios Centro Internacional para el Estudio de la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Kilómetro Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires Programa Naciones Unidas para el Desarrollo Sociedad Central de Arquitectos Unión de Centro Democrático GLOSARIO Baldío: Terreno o lote desocupado o vacante. Sin construcción. Cochera: Edificio destinado a la guarda temporaria de automóviles. Colonia: Período colonial. En Argentina se considera que la dependencia de la corona española se extendió hasta el 25 de Mayo de 1810. La independencia definitiva del territorio se alcanzo el 9 de julio de 1816. Conventillo: Casa de inquilinato. Vivienda compartida por un número variable de inquilinos. Vivienda colectiva caracterizada por el hacinamiento y la baja calidad de servicios. En general ocupan antiguas casas degradadas. Excepcionalmente se construyeron edificios para darles ese uso. El conventillo como vivienda tuvo su apogeo a fines del siglo XIX, con la masiva inmigración europea. Cuadra: Cada uno de los lados de una manzana. Depósito: Lugar destinado a la guarda de mercaderías o cosas. Ejido: El sector de tierras que envolvían a la traza urbana propiamente dicha, que era de propiedad y uso comunitario destinado a satisfacer ciertas necesidades de la ciudadanía. Galería comercial: Edificio destinado a albergar locales de uso comercial. Geriátrico: Lugar destinado a albergar personas de edad avanzada, en general con algún impedimento físico o mental. Intendencia: Forma que adquiría la administración política de la ciudad de Buenos Aires hasta la declaración el año 1996 en que se decretó su autonomía. La intendencia era gobernada por el Intendente. Intendente: Máxima autoridad de la intendencia. Por ser Buenos Aires la Capital Federal de la República Argentina, hasta que se decretó su autonomía era nombrado y removido por el Presidente de la Nación. Invadido: Usurpado. Ocupado irregularmente por personas que no son sus propietarios ni inquilinos. Línea Municipal: Línea imaginaria que determina la separación entre el espacio público (acera y calle) del lote de terreno (espacio privado). Lote: Parcela. Sector de tierra de propiedad privada. Varios lotes o parcelas conforman una manzana. Manzana: Porción de terreno urbano delimitado por calles. Partido: Se usa en el sentido de parte o lugar. Se trata de cada uno de los sectores políticos y administrativos en que se divide el territorio de la Provincia de Buenos Aires, que colinda con el territorio de la Ciudad de Buenos Aires. Esta forma, junto a una serie de partidos geográficamente próximos, lo que se denomina “el Conurbano”. La proximidad facilita el desplazamiento habitual, fluido y de gran importancia entre bienes y personas de un lugar a otro. Por ejemplo, son muchas las personas de los partidos ubicados hasta unos 50 km de la ciudad de Buenos Aires llegan a diario a ella a trabajar. Playa de estacionamiento: Espacio a cielo abierto destinado a la guarda temporaria de automóviles. Se generan a partir de la demolición de las construcciones existentes en el lote. Reparto: Se denomina así al modo en que Juan de Garay, segundo fundador de Buenos Aires, distribuyó las tierras entre los primeros habitantes. 1. INTRODUCCIÓN 1.1. Objetivo General El presente escrito analiza los mecanismos e instrumentos -básicamente de índole legalaplicados a la conservación del patrimonio arquitectónico y urbano del Centro Histórico de la Ciudad de Buenos Aires (CHBA), Capital Federal de la República Argentina. A la par, y dado que, como se verá en el desarrollo del escrito, se trata de una gestión basada casi exclusivamente en los aspectos legales, plantea un avance en el análisis de la gestión misma. 1.2. El Problema El CHBA es el conjunto urbano con significación patrimonial que, en Argentina, ha tenido por más tiempo en funcionamiento un sistema de preservación. Sin embargo, dicho sistema, no ha logrado revertir de un modo eficaz y eficiente la degradación de los bienes que lo componen y, consecuentemente, no ha alcanzado el desarrollo integrado y sostenible del área. 1.3. Delimitación del problema El problema de la conservación del CHBA puede tener dos delimitaciones posibles: una geográfica y otra temporal. Geográficamente es imprescindible hacer una diferencia entre lo que son los límites del área protegida y los límites históricos –y actuales- de lo que podríamos denominar el CHBA. Actualmente el sistema de manejo y conservación establece ciertos grados de protección para edificios aislados que se encuentran dentro de un área delimitada por la calle Perú, la Av. San Juan, la Av. Paseo Colón, la calle Rivadavia, la Av. Callao y, su continuación, la Av. Entre Ríos y la calle Hipólito Irigoyen. Los límites del área protegida han sufrido algunas variaciones en el tiempo en que llevan establecidas las normativas de protección. Al respecto, es necesario advertir que el área citada abarca solo una parte de lo que fue el casco histórico fundacional y otro tanto, si lo comparamos con el conjunto monumental actual, temas sobre los que se abunda más adelante. En términos temporales el escrito dará cuenta de lo ocurrido en el último cuarto de siglo, en que comenzó a consolidarse, de una u otra forma, el proceso de conservación del conjunto urbano que a los efectos de este escrito he denominado como CHBA. Dado que esta situación se contrapone fuertemente a lo ocurrido en el cuarto de siglo que le antecedió -momento en que se plantearon drásticos proyectos de renovación urbana para el área en cuestión- el horizonte temporal habrá de extenderse hasta la década de 1950, exclusivamente en lo que hace al tratamiento específico de este tema y como forma de dar un adecuado marco referencial al fenómeno que está siendo estudiado. 1.4. Objetivos específicos Los objetivos específicos del presente escrito son los siguientes: • • • 1.5. Identificar las propuestas realizadas en el tiempo para el manejo y la conservación del CHBA. Identificar a los diversos actores involucrados en el proceso de gestión de las mismas. Contrastar la pertinencia de las propuestas en relación a las demandas y los resultados. Justificación El CHBA ha sido territorio de variadas propuestas de intervención, que abarcaron desde la completa renovación del área –por sustitución total de las construcciones- hasta las que podríamos denominar como primeras preocupaciones sistemáticas por la conservación del conjunto patrimonial. Esto último derivó en la propuesta de un sistema de control y manejo de la problemática que se plasmó en la aparición de las primeras normas de conservación. Se trata de una investigación novedosa en la medida en que no se registran, hasta el momento, intentos similares de sistematización de la información disponible y de revisión de las acciones realizadas en esta materia. 1.6. Metodología En primer lugar se presenta una breve caracterización genérica del universo de objetos culturales que forman parte del patrimonio urbano del Centro Histórico de Buenos Aires. Luego se revisan los mecanismos de acción (marco legal, administrativo, etc.) que se aplican en la gestión de conservación. Esta revisión contempla la perspectiva histórica, ya que fue en la década de 1950 cuando comenzaron las primeras propuestas de intervención para el área. Estos mecanismos son analizados comparativamente contrastándolos entre sí y con algunos de los resultados obtenidos. En este sentido, la referencia a la realidad –al área como hecho físico y social- está permanentemente presente. Se identifican también los diferentes actores que han tenido influencia en el proceso, intentando avanzar sobre la explicación de los intereses en juego que, en el marco político de dictaduras y democracia, llevaron a plantear muy distintos modos de intervenir en el área. 2. DESARROLLO 2.1. Descripción del objeto de estudio 2.1.1. La perspectiva histórico-geográfica del CHBA Si ahondamos en la historia de la ciudad, los límites de lo que fue el casco fundacional establecido en el reparto de tierras de su fundador, Juan de Garay, el 11 de junio de 1580 llegaban bastante más allá de los que han sabido tener las áreas de protección implementadas hasta el momento para el CHBA [ver página 5, plano “Ciudad de Buenos Aires en 1750”]. Garay, en el reparto, estableció que la traza de la ciudad abarcaría desde las actuales 25 de Mayo-Balcarce por el Este, hasta Libertad-Salta por el Oeste y desde Independencia al Sur, hasta Viamonte al Norte. Más allá de estas tierras se extendía el ejido de la ciudad [ver página 25, plano “Esquema comparativo de las áreas protegidas y del casco fundacional de Buenos Aires”]. Contrariamente, el área de protección se extiende hacia el Sur, abarcando al barrio de San Telmo [también llamado el Alto de San Pedro] y al Parque Lezama con su entorno inmediato, que corresponden a un sector de la ciudad desarrollado casi dos siglos más tarde, a medida que se fue consolidando la ocupación del ejido. Éste era un sector de tierras comunes, cuya ocupación – irregular- se vio intensificada en la primer mitad del siglo XVIII [cfr.: Gamondés y Magadán; 1997]. Para la primera mitad del XIX, la zona en cuestión era ocupada por familias acomodadas que construían sus viviendas de una o dos plantas con fachadas neoclásicas, que respetaban ciertas pautas de composición y proporciones, con sus basamentos, ventanas con molduras y guardapolvos, balcones y cornisones con sus pretiles de remate, muchas de las cuales están presentes aún en la zona y en algunos otros barrios próximos como Montserrat y Constitución [ver fotos 9, 11, 12, 13, 15 y 16]. Para la segunda mitad del XIX la subdivisión de los lotes y la aparición de los conventillos anunciaban el comienzo de la especulación inmobiliaria con la tierra urbana [Gutiérrez; 1992:54]. El área sufrió un impacto urbano de importancia para la década de 1870. “La alta densificación del barrio sur y las pésimas condiciones de habitabilidad determinaron -con la epidemia de fiebre amarilla- la expansión residencial hacia el norte de los sectores de mayores ingresos...” [Gutiérrez; 1992:82]. A partir de allí comenzó un proceso de sustitución poblacional y de usos -no suficientemente estudiados- que llevó, en algunos sectores del área, a la decadencia económica, social y, consecuentemente, física; mientras que otros, al margen de este proceso, mantuvieron vivos, ciertos elementos conformadores de la vida barrial. El área protegida es rica en elementos urbanos materiales y, en menor medida, inmateriales que poseen valor cultural. Es posible estimar que cerca del 70 % de los edificios que la componen poseen valor cultural. El otro 30 % del área está ocupada por algunos pocos terrenos baldíos -producto de la demolición de construcciones pre-existentes donde funcionan playas para estacionamiento vehicular a cielo abierto, por construcciones antiguas muy modificadas -al extremo de haber quedado absolutamente descaracterizadas- u otras, de nueva planta y de dudoso valor arquitectónico. De un modo u otro, todas ellas provocan un impacto negativo en el conjunto. Esto no significa que el resto del área sea homogénea. Por el contrario posee ejemplos diversos, obras -en mayor o menor medida- representativas de diferentes periodos históricos, estilísticos y tecnológicos. Los más abundantes corresponden al siglo XIX y primeras décadas del XX. Quedan partes de algunas construcciones que datan de los últimos años del período colonial. Por su parte, debajo de “esta ciudad” están enterrados los restos de las construcciones que las precedieron, únicos vestigios subsistentes de un periodo oscuro -en términos de conocimiento histórico particularizado y concreto- de la arquitectura y de la vida cotidiana de Buenos Aires [ver página 7, plano “Plano general de excavaciones del patio posterior de Defensa 751”]. En el área predominan las obras de carácter civil (viviendas, oficinas, mercado, comercios, etc.), aunque hay algunos ejemplos importantes de la arquitectura religiosa (Convento de Santo Domingo, Convento de San Francisco, Iglesia de San Pedro González Telmo, Iglesia Dinamarquesa, Iglesia Ortodoxa Rusa, etc.) e institucional (la Escuela Rawson, el antiguo Patronato de la Infancia, la ex-Cárcel de Mujeres, parcialmente convertida en Museo del Servicio Penitenciario, que conserva en su interior la antigua capilla) [ver página 13, plano “Edificios de interés en el área APH 1 y circuitos turísticos de uso preferencial” y fotos 5, 6 y 18]. Al margen de la importancia de ciertos objetos arquitectónicos y de los conjuntos que conforman, es posible identificar, en general, una serie de los elementos materiales, conformadores de la imagen urbana, que se han mantenido en el tiempo. Ellos son: • El trazado: Responde a la traza fundacional de Juan de Garay. Se trata del extremo Sureste de lo que fuera el primitivo reparto de tierras urbanas. • La trama: Salvo unas pocas excepciones, entre las que se cuentan la iglesia de San Pedro Telmo, la iglesia de San Francisco, la iglesia de Santo Domingo y la Escuela Rawson edificios que poseen un retiro a modo de atrio- el resto se asientan sobre línea municipal. Aún es posible encontrar esquinas sin ochavas (Balcarce y Carlos Calvo) o con ochavas pequeñas que corresponden a las más antiguas de la ciudad [ver foto ]. • La distribución de la tierra: Se mantiene la misma forma de distribución básica de la tierra (loteo) desde hace, al menos, ciento cincuenta años, período en el cual no ha habido subdivisiones, ni englobamientos de importancia [ver página 8 “Foto aérea de un sector de la Avenida de Mayo entre Avenida 9 de julio y Plaza de Mayo”]. • El paisaje: Dentro del área es posible encontrar dos fenómenos que se yuxtaponen y complementan. Por una lado se identifican los pequeños conjuntos urbanos homogéneos [ver páginas 11, 55, 57; fotos 11, 22 y 31], resultado del agrupamiento de edificios erigidos en una misma época y que responden al mismo estilo (hecho poco frecuente en Buenos Aires donde la sustitución de su arquitectura es permanente). En estos pequeños conjuntos es posible reconocer la ciudad italianizante, la ciudad neoclasicista, etc. El fenómeno que, provisionalmente, denominé de yuxtaposición, está ligado a la identificación de ciertas constantes que se extienden más allá de los edificios de un periodo o estilo, abarcándolos y dando una segunda idea de homogeneidad integradora. Este segundo fenómeno está caracterizado por factores tales como la silueta, las alineaciones, las alturas, las continuidades (cornisas, basamentos, etc.) y las proporciones. A esto se suman algunas características del espacio público, como la conservación de tipo de solado (adoquinado) en las calles. No así en las veredas, en las que los materiales de revestimiento se han cambiado en diversas oportunidades, incluyendo una reciente en la que -contrariamente a lo que parece haber sido la tradición- los solados se unificaron empleando baldosas calcáreas de color rojo con la inclusión de una banda de pórfido, desechando los revestimientos más antiguos –de piedra- que aún se conservaban, generando una uniformidad que nunca antes habría existido. • La topografía: Si bien en Buenos Aires, como en toda ciudad de llanura, el relieve no es un elemento extremadamente significativo, este sector de la ciudad está caracterizado por una lomada que se eleva sobre el entorno (lo que le ha dado el nombre de los Altos de San Telmo). Contrariamente a lo ocurrido en la ciudad con algunos otros accidentes geográficos y con la misma topografía, la citada elevación ha permanecido. Es observable, además, la barranca del río, cuyo margen se situaba en coincidencia con el borde Este del área. Cabe citar que la playa se encontraba en el sitio donde actualmente se sitúa la Av. Paseo Colón [ver página 5; plano “Ciudad de Buenos Aires en 1750”]. • Los edificios: En el desarrollo del escrito se ha ido anticipando las características edilicias del área, en la que es posible reconocer no solo diversos periodos arquitectónicos (italianizante, neo-colonial, racionalista, neo-clasicista, art-decó, etc.), sino también diversas tipologías arquitectónicas y constructivas, materiales típicos (incluyendo colores y texturas), proporciones, relación llenos-vacíos, etc. Estoy dejando de lado ex-profeso las cuestiones simbólicas de los edificios, las que mencionaré como parte de los elementos intangibles del área. • Otros espacios urbanos: La antigua plaza Dorrego [ver páginas 57 y 13; foto 33 y plano “Edificios de interés en el área APH 1 y circuitos turísticos de uso preferencial”] y el Parque Lezama. La primera, que conserva aún la idea de “hueco” propio de la ciudad colonial, sigue siendo un elemento característico, tanto por su forma atípica (para el contexto de Buenos Aires), como por la función de nodo, de polo de atracción. Respecto a esto último hay que hacer la salvedad que durante estas últimas tres décadas, los usos más domésticos y habituales de la plaza, como centro de reunión de los vecinos, han sido desplazados por otros nuevos, estrechamente ligados a la explotación turística del área. El Parque Lezama, que para algunos historiadores puede haber sido el sitio elegido por Pedro de Mendoza para dar asiento a la ciudad, en 1536, oportunidad de su primera fundación, fue la residencia de la familia Lezama. La casa (ahora sede del Museo Histórico Nacional) y el terreno que la rodeaba fueron adquiridos por la Municipalidad a fines del siglo XIX. Este parque público, que mantiene buena parte de la vegetación y contiene diversas obras artísticas y monumentos. Conserva además la barranca sobre el bajo, que antiguamente marcaba el inicio de la playa del Río de la Plata. Pasamos ahora a los elemento inmateriales, que tienen valor cultural. En el área lo simbólico juega -tanto a nivel individual, como de conjunto- un factor importante como re-memoración y re-creación del pasado en el imaginario de los habitantes, pero más aún de los visitantes. Podemos arriesgar que, en el barrio perviven muchas menos cosas de las que convoca. Para el turismo la imagen es de lugar tradicional, ligado al tango y al fenómeno social y cultural que éste representó [ver página 57; foto 35]. Por su parte, las vidrieras y los interiores de los comercios de antigüedades, se han convertido en una exposición aluvional que, a su modo, da cuenta de la vida de las clases más acomodadas de la ciudad. En los objetos exhibidos para la venta se repite el fenómeno de la re-memoración. Es inevitable la conexión con el pasado. Lo mismo ocurre con el dominical mercado de pulgas que se instala en la Plaza Dorrego [ver página 57; foto 33]. También se dá un fenómeno de evocación en lo que respecta a los conjuntos urbanos, los edificios, en incluso ciertas de sus partes o elementos. Es obvio el papel simbólico de las iglesias y conventos, las antiguas escuelas, la ex-cárcel de mujeres. Pero esa función también existe en otros ámbitos más domésticos, menos grandilocuentes, cercanos, como en el interior de las viviendas individuales o colectivas. Allí ese fenómeno opera en los patios, en los zaguanes en penumbra, en las rejas de las cancelas, en las galerías entreabiertas al cielo y en la sutiliza del aire fresco, impregnado del aroma a jazmines que penetra a través de las celosías de madera, en los cuartos a media luz, en las cálidas mañanas que marcan el inicio del verano. En la calle, algún personaje mitológico que nos mira –tieso- desde una fachada, nos permiten transportarnos a nuestra infancia e, incluso, imaginarnos las vivencias de los antiguos habitantes del barrio, talvez comunes a las que tuvieron nuestros propios abuelos, en otros lugares de la ciudad. Ligado a lo intangible están también las esquinas, los cafés, los comercios, el antiguo Mercado, que más allá de sus funciones primarias de permitir la circulación, en un caso, y el abastecimiento en los otros, cumplen con la función secundaria de servir de lugar de encuentro y de intercambio de novedades, opiniones, ideas y de afecto. En este marco, los valores más destacables que se encuentran presentes en la zona, relacionados con los elementos urbanos descriptos, son los siguientes: • Valor artístico: Determinado por los estilos arquitectónicos y decorativos presentes, tanto en el exterior de los edificios y conjuntos, como en el interior de los primeros, los que han adquirido significación en el contexto espacio-temporal de la ciudad y del país. • Valor de antigüedad: Se trata de obras que muestran claramente las huellas del tiempo, algunas como pátina, otras como clara indicación de las malas intervenciones. • Valor histórico: Son estructuras que dan cuenta de los modos de vida, de los avances tecnológicos, de las relaciones sociales, de la cosmovisión de sus creadores y ocupantes a lo largo del tiempo. Aunque de modo aluvional, representan claramente etapas determinadas del desarrollo de la arquitectura y, consecuentemente, de la sociedad local. • Valor cognitivo: Como atractivo turístico, nacional e internacional, pero también local, cumple con su papel de transmitir conocimiento (recuérdese lo dicho en relación al carácter simbólico que adquieren no solo los edificios, sino también las antigüedades expuestas en los locales y en el mercado dominical de pulgas). • Valor cultural: Son elementos que sirven a la conformación de las identidades sociales a partir de la conciencia por el pasado. Están involucrados también los valores simbólicos de los que ya se habló en el apartado precedente. • Valor económico: Se trata de una estructura física en uso, por lo tanto con una demanda identificable y actividades concretas establecidas y funcionando, que puede ser rehabilitada a un costo sensiblemente menor que lo que implicaría implementar cualquier operación de renovación “ex-novo” de la zona. • Valor de opción: Basados en diferentes intereses, dependiendo de los sectores del área de estudio de los que estemos hablando, se evidencia el valor de opción. De hecho, ha sido y sigue siendo- el motor de la transformación de parte del área, tanto en lo que hace al alojamiento de nuevos servicios vinculados al turismo, como en las viviendas de nuevos habitantes, con un nivel económico, social y/o cultural más alto. • Valor de existencia: Sin dudas hay ejemplos en los que se ponen de relevancia los conceptos de singularidad, autenticidad e integridad; y que poseen significación más allá de la forma en que estén siendo usados en este momento. Un caso es de la Ex-cárcel de mujeres, un edificio sub-ocupado, mal intervenido y peor mantenido, que sin embargo es uno de los ejemplos más antiguos del área que aún permanece en pie, con un potencial de uso tal que, de mediar las decisiones políticas correspondientes, podría ser auto-sostenible. Sin dudas, el conjunto urbano, posee también valor de existencia. • Valor de uso: Estamos hablando de bienes que tienen una utilidad a futuro, pudiéndose determinar, llegado el caso, cual ha de ser el flujo de utilidades que esos bienes podrían producir. Ahora bien, es necesario advertir que han quedado excluidos del área de protección muchos ejemplos que poseen una significación histórica, arquitectónica y cultural similar –aislados o agrupados en conjuntos homogéneos de regular extensión- situados, tanto en el mismo sector Sur, en parte protegido, como en el Norte de lo que fuera la traza fundacional [ver plano “Esquema comparativo de las áreas protegidas y del casco fundacional de Buenos Aires”]. Cuando hablamos de sector Norte, estamos tomando como referencia la primitiva Plaza Mayor (ahora Plaza de Mayo). Se trata de un sector que se fue consolidando a partir de usos administrativos y financieros que se asentaron en el lugar desde las primeras décadas del siglo XIX, probablemente por la proximidad con el área portuaria, entonces en uso. Actualmente es conocida como “La City” y está fuertemente dominada por la actividad bancaria y cambiaria. El uso habitacional –al contrario de lo ocurre hacia el Sur- ha desaparecido casi por completo. Ese sector Norte tiene buenos ejemplos arquitectónicos que, ha pesar de su heterogeneidad, logran formar un conjunto con interés patrimonial. Lo integran ejemplos de la colonia, como el Convento de San Ramón Nonato y la Basílica de Nuestra Señora de la Merced (parcialmente redecorada entre 1880 y 1920), hasta el primer ejemplo de la arquitectura brutalista moderna, el Banco de Londres, construido en la década de 1960. Entre estos extremos, en la zona se erigieron –en especial entre 1870 y 1930- obras de buena calidad y de diversos estilos arquitectónicos, como la que fuera la sede del antiguo Banco Español, recientemente demolida. De los buenos ejemplos que perviven, dentro del sector Norte de lo que fuera el casco fundacional, perviven, entre muchos otros edificios, el Banco Francés (parcialmente remodelado), el antiguo Banco de Italia (remodelado), el antiguo Banco Alemán, el Banco Roberts (desocupado y en venta), el Edificio Bunge y Born (en rehabilitación), el Banco Central de la República Argentina (que acaba de ampliar sus oficinas construyendo una torre anexa, que rompe con la escala del conjunto), el Bank Boston (parcialmente remodelado), el Banco de la Provincia de Buenos Aires (que hizo lo propio –años antes- solo que calle por medio), el ex-Banco Hipotecario Nacional, la Galería Güemes, la ex-Tienda Gath & Chaves, el ex – Palacio San Miguel, la Iglesia de San Miguel Arcángel y el edificio Mihanovich. Es necesario hacer constar que este sector del casco fundacional está excluido hasta el momento de todo mecanismo de protección. 2.1.2. Las primeras propuestas para el CHBA Como se mencionó en un comienzo, un interés en cierta forma “sistemático” por la conservación del CHBA surgió en el último cuarto de siglo. Pero para enmarcar históricamente este fenómeno será necesario remontarnos hasta 1956. En ese año, Antonio Bonet y Juan Kurchan fueron convocados por el gobierno militar de la denominada “Revolución Libertadora”, que luego de derrocar al Presidente Juan D. Perón, había decidido encarar el proyecto de remodelación del Barrio Sur [ver página 17; plano “Propuesta de remodelación del Barrio Sur de Buenos Aires, de Antonio Bonet, Año 1956”], que comprendía cerca de cien manzanas, entre las que se contaban parte de las que integran el área de protección actual. El proyecto partía del supuesto de que todas las construcciones existentes serían arrasadas, disponiendo del gran terreno que se requería para trazar las “super-manzanas” en las que se proponía construir, mediante la intervención de la iniciativa privada, grandes monobloques de vivienda de 2, 11 y 35 pisos de altura [Gutiérrez; 1992:217]. Esta propuesta, reconocía como antecedente al Plan de Le Corbusier para Buenos Aires. El arquitecto francés había visitado la ciudad en 1929, oportunidad en la que había organizado un taller del que participó el citado Kurchan. Durante la década siguiente, Le Corbusier elaboró “...algunas líneas de acción...” que se concretaron en una propuesta del “Plan Director”... publicado... en 1939” [Gutiérrez; 1992:200]. Aquel proyecto, casualmente, se basada en la construcción de grandes volúmenes de edificios sobre un terreno libre, determinando –implícitamente- la demolición de todo lo existente, no solo en el casco histórico, sino también en el resto de la ciudad. En esta misma línea de pensamiento se contaron algunos otros proyectos de intervención en el área que fueron desarrollados a partir de 1961 y que incluyeron uno realizado durante la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, que al igual que de 1956 tampoco se concretó. En ese caso también se recurría a liberar la totalidad de las tierras demoliendo lo existente, aunque se diferenciaba de las propuestas anteriores ya que planteaba la conservación de algunos monumentos aislados, dejando su entorno despejado con el objetivo de valorizarlos [Gutiérrez; 1992:222]. Resulta llamativo que, dentro del área considerada, esos monumentos fueran únicamente dos: la iglesia de San Telmo [ver foto 6] y el Convento de Santo Domingo [Hardoy y Gutman; 1992:477]. El denominado Ente para la Renovación Urbana de la Zona Sur, que tuvo a cargo ese plan trabajó durante 1971 y 72 y estaba –casualmente- a cargo del ya mencionado Kurchan [Hardoy y Gutman; 1992:476]. Siguiendo con este tipo de proposiciones, en 1977, cuando se sancionó el Código de Planeamiento Urbano, se previeron mecanismos que premiaban el englobamiento de parcelas, incrementando la capacidad constructiva de los terrenos hasta en algo más de ocho veces. Dicho englobamiento implicaba la demolición de las construcciones antiguas que estaban ubicadas sobre los terrenos [Gutiérrez; 1992:267]. Como se pudo apreciar, las primeras preocupaciones por intervenir en el casco histórico de la ciudad estuvieron ligadas a la renovación urbana del área, lo que implicaba la sustitución completa, tanto de las construcciones como del trazado, operaciones inmobiliarias que habían tenido cabida en momentos en que el país era gobernado por dictaduras militares. 2.1.3. La conservación del CHBA Para la década de 1970 en Buenos Aires, paralelamente a los planes citados, comenzó un proceso que sentaría las bases de un cambio de enfoque para con el patrimonio arquitectónico y urbano de la ciudad. En 1968, en el ámbito de la MCBA se creaba el Museo de la Ciudad que, a la sazón, se instaló en la planta alta del centenario edificio de la Farmacia “La Estrella” ubicado dentro del CHBA, en la esquina de Defensa y Alsina, apenas a una cuadra al Sur de la Plaza de Mayo. Desde aquel momento y bajo la dirección del Arq. José María Peña [quien continúa en el cargo hasta la fecha], además de la organización de las exposiciones y de la paulatina conformación de sus colecciones, desarrolló diversas actividades que rescataban algunos aspectos de la historia y de la cultura de la ciudad y de sus habitantes. Paralelamente el museo “...realizó desde el año 1972 trabajos tendientes a la concreción de un distrito de Preservación Histórica...” [Comisión Técnica...; 1983:34]. Cuando poco más tarde las autoridades locales decidieron asumir por vez primera la idea de la conservación de áreas históricas eligieron al Museo como sede y a parte de sus miembros, incluyendo a su director, para conformar la denominada Comisión Técnica Permanente para la Preservación de Zonas Históricas de la Ciudad, que hizo su aparición en 1979, en plena dictadura militar [Decreto 1521 del 2/4/79; publicado en el BM N° 16.002 del 10/4/79]. Esta Comisión sería la encargada de “...discriminar y apreciar los distintos valores arquitectónicos histórico-culturales que demuestran los procesos creativos desarrollados en las sucesivas épocas donde se afirmen nuestras raíces nacionales, costumbres y modo de vida...” [Art. 1°] Esta y otra referencia en la introducción de la norma a la “significación” del “pasado” y “las tradiciones” “con respecto a la formación espiritual de las jóvenes generaciones” son indicadores de algunas de las preocupaciones centrales del denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, que incluyó la sistemática eliminación de personas que pudieran amenazar los valores con los que tal “proceso” se identificaba. En ese marco era obvio que se evitara cualquier mención a la problemática económica y social del área. La ordenanza hablaba de “...una zona que, por razones específicas, esté en condiciones de ser representativa de la historia edilicia y testimonial de la ciudad...”, pero sin precisar los límites de la misma. En el Art. 2° completa la idea diciendo que la Comisión “...controlará y supervisará todo proyecto de obras nuevas, de remodelación, pintura, publicidad, etc., que se desee implementar en el barrio...” Pensar que, en una ciudad como Buenos Aires que ocupa unas veinte mil manzanas, una zona como esa podía ser la única representativa de su historia era una simplificación de los funcionarios locales, alejados de la propia realidad y de las recomendaciones, discusiones y documentos internacionales, que sobre el punto se sostenían en otros lugares del planeta [ver plano “Ubicación relativa del área de protección histórica –APH 1- en la Ciudad de Buenos Aires”]. Dos meses más tarde se dio a conocer la Ordenanza N° 34.956 del 30/5/79 [BM 16.045 del 14/6/79] por la que se incorporó al Código de Planeamiento Urbano el parágrafo 5.4.6.2.5, el que sería publicado poco después. Dicha ordenanza hace mención a “...las áreas de nuestra ciudad pobladas por los vecindarios de Catedral al Sur y San Telmo...”, conformando una zona de protección que pasó a denominarse U-24, cuyos límites aún no estaban definidos. La norma presenta algunas cuestiones llamativas. En el Art. 8° se lee: “Para el caso de restituciones autenticadas que se efectivicen en los edificios existentes... la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires reducirá porcentualmente las contribuciones que incidan sobre dichos inmuebles durante plazos razonables.” [El subrayado es mío] Y pasando al Art. 9° nos encontramos con lo siguiente: “Establécese premio estímulo a la mejor restauración, restitución y puesta en valor de edificios comprendidos en el área, así como a la mejor réplica ejecutada...” [El subrayado es mío] En el primer caso, “restituciones autenticadas” es usado con el mismo significado del término restauración. Respecto del segundo párrafo, si bien era meritorio plantear un incentivo para las intervenciones, no lo era premiar réplicas las que, por el contrario, deberían haber quedado vedadas. Como se anunció en el párrafo anterior, finalmente en el BM N° 16.072 del 25/7/79 se publicó el Anexo I conteniendo las normas urbanísticas para la “Zona Histórica de la Ciudad” denominada “U-24”. En esta norma, finalmente, se fijaban los límites geográficos de la misma, los que abarcaban, además de los ya citados barrios de Catedral al Sur y San Telmo, parte de la Concepción y la Av. de Mayo en toda su extensión [ver página 20; plano “U24 original (Año 1979)”]. Como se planteó anteriormente, el área protegida era exigua y dejaba afuera muchos ejemplos significativos y todo el sector Norte de la que fuera la traza fundacional de la ciudad. La ordenanza contenía una serie de indicaciones respecto al tratamiento de las construcciones, la publicidad, las veredas, los usos, el entorno, etc. a las que habré de referirme más adelante [ver página 39; Cuadro 1]. Poco después apareció una nueva norma que implicaba un avance en la gestión de la recuperación física de algunos edificios. La Ordenanza 35.482 del 11/1/80 [BM 16.231 del 10/3/80] autorizó a la Comisión a solicitar excepciones a los Códigos de Planeamiento Urbano, de la Edificación, de Habilitaciones y de cualquier ordenanza complementaria, con el objeto de facilitar las tareas de conservación del área. Sin embargo, la vigencia de esta normativa no duró demasiado, ya que un año más tarde –pocos meses antes del regreso a la democracia- se publicó la Ordenanza 37.617 del 31/3/1982 [BM 16.764 del 26/4/82] que modificó el Distrito U-24, reduciendo la ya exigua extensión a la mitad [ver página 22; plano “U24 modificada (Año 1982)”]. Cual fue la justificación? En los “Considerandos” de la medida, se decía que “...en el tratamiento del área y de los nuevos análisis realizados.... surge, de acuerdo con el objetivo perseguido en el dictado de las normas provisorias del mencionado Distrito, el límite correcto del sector donde se encuentra ubicado un número considerable de edificios que responden a técnicas correspondientes al pasado, y que por lo tanto merecen ser preservados como patrimonio cultural de la Ciudad...” Lo expresado es falso, ya que en el sector antes protegido –y ahora excluido- también se encontraban –y aún hoy se encuentran- un número también considerable de edificios que responden a técnicas del pasado y que merecen ser preservados. Se trataba de una respuesta espasmódica del poder dictatorial, para entonces debilitado, ante las presiones de los especuladores inmobiliarios que tenían fuertes intereses en el área. Como si buscara dejarle en claro a esos personajes el porque del recorte, el redactor de la norma, recurre a un viejo argumento diciendo: “...el área a liberar debe afectársela a un destino tal como el residencial, que sirva de apoyo al desarrollo del Área Central, en razón de su privilegiada ubicación geográfica...” [El subrayado es mío] Tenemos nuevamente un gobierno dictatorial que se preocupa del CHBA, aunque ahora con una propuesta que se contrapone a las anteriores. Por qué? En este caso las normativas de protección surgieron como un intento de mitigar las críticas que se alzaban contra el gobierno local por la destrucción de buena parte de la ciudad realizada para permitir la construcción de la denominada autopista Sur (actual 25 de Mayo), obra que afectó, entre otros barrios, al de San Telmo. La licitación de esta autopista, que recorría la ciudad de Este a Oeste, bifurcándose a la altura del Parque Avellaneda para conectar por un lado con el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y por otro con los barrios de Floresta, Vélez Sarsfield, Mataderos y Liniers, se concretó en 1977. El recorte del área sirvió para contentar a los capitales inmobiliarios con intereses en la zona. El arquitecto Sergio Zicovich Wilson lo expresaba en estos términos: “Cuando a nuestro anterior intendente [de la dictadura, Brigadier Cacciatore]... quema las naves antes de la retirada y, negociando una de las únicas prendas que había dejado como compensación por los otros desmanes cometidos, reduce drásticamente los límites de la U-24, no lo hace porque lo hayan convencido de que era lo mejor para la ciudad,... lo hace obedeciendo a intereses...” [Zicovich Wilson; s.f.:65] A fines de ese mismo año de 1983, a través del Decreto N° 6842 [BM N° 17.153 del 9/11/83] se derogó la Comisión Técnica para la Preservación de Áreas Históricas, mientras que mediante el Expediente N° 90.315/83 [BM N° 17.291] se creaba la Comisión de Preservación de Áreas Históricas. Entre las tareas de esta nueva Comisión estaban las de: realizar los estudios arquitectónicos de los edificios del área, evaluar el estado de los mismos, elaborar las normas y los proyectos de ordenanzas en lo atinente a la conservación de los inmuebles incluidos en el perímetro protegido, brindar asesoramiento a los vecinos, organismos del estado e instituciones en estos temas y supervisar las obras en ejecución. A partir de entonces se dio cierta estabilidad formal a los mecanismos de gestión del CHBA, que se vieron alterados a comienzo de la década siguiente cuando las nuevas autoridades locales, presididas por el Intendente Carlos Grosso, desarrollaron una política de privatizaciones y despojaron al estado de su rol de regulador de los procesos económicos y sociales. En el ámbito de la conservación del patrimonio esto desencadenó en una fuerte lucha de intereses a la que se hará referencia más adelante. 2.1.4. Las APH El resultado de la disputa en cuestión, fue la promulgación de la Ordenanza 45.517/92, por la que quedaron sin efecto el Distrito U-24 y la Comisión de Preservación que regía sus destinos. Simultáneamente se crearon las Áreas de Preservación Histórica [APH] y un nuevo órgano de aplicación en el ámbito de la Subsecretaria del Consejo de Planificación Urbana. Esta nueva normativa, que partía de la protección del espacio público y las edificaciones, creaba además la APH 1, cuyos límites eran los de la U-24 reducida a la que se le había sumado el entorno de la Plaza Congreso. La protección se estableció –siguiendo algunos criterios españoles- mediante un catálogo en el que los edificios se clasifican de acuerdo a tres grados de importancia: Integral, Estructural y Cautelar, los que se corresponden con los distintos niveles de intervención admitidos. En este caso, hay algunos resguardos tan laxos que dependiendo de la zonificación, la tipología y el nivel de protección pueden admitirse, no solo las modificaciones y ampliaciones internas (bajo parte cubierta), sino también la ampliación del volumen construido. protección de algún bien inmueble propio o de terceros, esto ocurre con poca frecuencia [a/mbiente; 1982:57]. Los miembros de la CTPAH explicaban que la participación en la gestión se daba a través del “...diálogo directo con el usuario y la continua vinculación con el sector por parte de este Organismo...” [Comisión Técnica...; 1983:38]. Hasta donde sabemos, hubo alguna propuesta para establecer ciertos mecanismos de participación. Los funcionarios de la CTPAH expresaban al respecto: “...estamos tratando que se concreten las Comisiones de cuadra, que estarían formadas por 5 ó 6 personas encargadas de detectar todo tipo de problema o alteración, ayudando a la relación mutua de todos los vecinos.” [a/mbiente; 1982:57]. Pero ni esta, ni otras formas de participación se concretaron por entonces. En la actualidad el esquema de trabajo de la DGPIU es similar al de aquellas comisiones. En cuanto al ámbito oficial cabe recordar que también están actuando en el área la DGCH y la DGP. Ahora bien, la segunda vertiente se ha caracterizado por una suerte de enfrentamiento entre quienes estaban a favor de la conservación de la zona histórica y quienes se oponían a ella. Esa disputa se extendió, desde finales de la década de 1970, por unos quince años. Dentro de cada grupo los diversos actores que los conformaban se reunían compartiendo circunstancialmente un interés común, sin que mediara estructura u organización. De esta forma, las acciones se dieron alternativamente de formas convergente, complementaria o conjunta [de la Mora: 2002:253]. Ambos grupos desarrollaron actividades similares, recurriendo a las asambleas de vecinos, conferencias, pegatinas de carteles, distribución de planfetos y entrevistas con funcionarios. Los dos buscaron, además, la difusión de sus actos e ideas en los medios de comunicación, en especial en la prensa escrita. Cada uno de estos grupos apoyó y recibió el apoyo de los funcionarios locales envueltos en las decisiones sobre el CHBA. Revisemos algunos documentos que habrán de permitir la caracterización de las posiciones y a los actores que las sustentaron. En principio resulta obvio pensar que entre los defensores de la conservación estaban los propios responsables de los diferentes órganos de aplicación: CPAH, CTPAH y DGPIU. Esto fue así, salvo algunas excepciones. Las dos comisiones citadas en primer lugar estaban integradas por el Secretario de Obras Públicas de la MCBA, quien era además el encargado de presidirlas. El Ing. Jacobo Fiterman, en momentos en que ocupaba ese cargo, expresaba: “Nuestra intención... es resguardar el patrimonio urbano de la ciudad”, pero agregaba: “reciclar es caro. De lo construido queda poco, apenas la estructura a la cual muchas veces hay que reforzar y después hay que cambiar lo más caro: cañerías, instalaciones... Algunas veces se salvan las paredes, que es lo más barato.” [Arcusín; 1987:29. Las negritas están en el original]. No se necesita demasiado análisis para notar que el máximo responsable por la Gestión de la Conservación de la “Zona Histórica” presentaba un discurso, al menos, contradictorio. Pasemos ahora al discurso de los grupos, comenzando por los actores que se oponían a la conservación de la zona histórica. Las campañas llevadas adelante por Rodolfo J. Vinelli, un inversor y agente inmobiliario que tenía –y tiene- sus oficinas en la zona (casualmente en la parte que quedó excluida luego del recorte al que se hizo mención en un comienzo), planteaba que la conservación implicaba un avasallamiento a la propiedad privada. Surgieron también algunas instituciones “fantasma” como la denominada “Comisión de Estudios sobre el Patrimonio Inmobiliario de la Capital Federal” que ejercía presión para terminar con cualquier restricción al dominio. El objetivo era obtener la libre disponibilidad de los terrenos –muchos de los cuales eran de su propiedad- para poner en marcha el negocio de la demolición y construcción a nuevo. Para ello se decía que la zona había sido congelada -lo que, en el discurso de los detractores, equivalía a quedar apartada de toda posibilidad de “progreso”- cuando en el período 1980-1984 los permisos de obra presentados superaban al promedio del resto de Buenos Aires y el área había “...mantenido el 4° lugar de preferencia dentro de la ciudad luego del Barrio Norte, Palermo y Belgrano...” [Gutiérrez; 1992:268]. Vinelli aprovechaba su poder y presionaba al intendente de la dictadura publicando en algunos diarios locales instrucciones como estas: “Arrojar por la borda a los tecnócratas, burócratas y cuerpos de empleados dirigistas de evidente connotación izquierdizante, cuyas ideas fijas son las de demoler la institución del derecho de propiedad... y a los teóricos que quieren convertir parte de la ciudad en un museo histórico de suciedad, desidia y ruinas y que con sus expresiones altisonantes de reciclaje consiguen que se dicten ordenanzas que prohíben la demolición...” [Vinelli; 1981:s.p.] Contrariamente la zona tomaba cierta vitalidad. “Desde 1979 a febrero de 1982 se realizaron en el distrito U-24 140 obras de restauración y obras nuevas y se instalaron 496 comercios minoristas, 47 mayoristas, 16 obras destinadas a uso cultural y esparcimiento, 10 a educación, 33 a talleres artesanales y 517 a servicios, siendo, es cierto, reducido el uso residencial.” [Gutiérrez; 1992:268; cfr. Gutiérrez; 1982:112] Los especuladores inmobiliarios contaban con el apoyo de los funcionarios del CPU. Continuadores de las ideas de Kurchan, seguían entendiendo que la única renovación era la que partía de demoler lo existente. Por ello les resultó fácil apoyar la reducción del área protegida, acción para la cual los informes del citado consejo “...presidido por el arquitecto Ballester Peña fueron decisivos...” [Gutiérrez; 1992:269]. Es más, ese mismo grupo de profesionales planteaba una nueva reducción del área, proponiendo un esquema de protección puntual de algunos elementos destacados y aislados [ver página 22; plano “U24 modificada (Año 1982)”]. La planificadora Odilia Suárez, representaba la opinión del CPU: “...decidir que se debe conservar resulta una cuestión mucho más delicada, especialmente cuando se trata no ya de conservar edificios aislados sino de sectores urbanos completos.” “El reconocimiento de las herencias del pasado no puede convertirse en lastres inhibitorio para la evolución futura lo cual, en materia urbanística, requiere un cuidadoso y sagaz discernimiento que concilie posibles antagonismos, especialmente porque en el reducido espacio físico de una ciudad la localización de algunas funciones urbanas no es fácilmente intercambiable. Es positivo conservar todo aquello que exhiba valores de singular calidad y significación colectiva siempre que, al mismo tiempo, el sector a preservar pueda ensamblarse en forma armónica en el proceso evolutivo de la estructura urbana y adecuarse al rol funcional que debe cumplir.” “La ubicación relativa del sector regulado por la U-24 torna a esa zona especialmente apta para la expansión de las actividades concentradas en el área central de la ciudad y esta situación pone de relieve el conflicto emergente entre una ambientación que no es concordante con el rol funcional que el área debe cumplir en la estructura urbana general.”[Suarez; 1983:45] Se ponen en evidencia las ideas recurrentes de edificios “valiosos” (pero aislados), del patrimonio como lastre para el progreso y del centro histórico como reserva de tierra urbana. Para Suárez la salida era reconsiderar nuevamente los límites “...en especial del sector comprendido entre las Avdas. Belgrano e Independencia con el fin de otorgarle mayor “centralidad”... [y] mantener en todos sus términos la vigencia de las disposiciones de la U-24 en el sector de San Telmo (al Sur de la Av. Independencia)...” [Suarez; 1983:46] De esta forma dejaría liberado el sector más próximo al área que, según el CPU, necesitaba expandirse [ver página 22; plano“U24 modificada (Año 1982)”]. Por si quedaban dudas al respecto termina diciendo que la conservación es una “...experiencia valiosa...pero que debería ser revisada en sus alcances a la luz de un plan coherente para mantener el equilibrio urbanístico del área central metropolitana.” [Suarez; 1983:46] La condena del Barrio Sur en aras de “...la expansión del área central...[era] para el determinismo planificador algo “inevitable”.” [Gutiérrez, 1982:112] El arquitecto Francisco Liernur, reflexionaba: “Pero ¿porqué existe una presión especulativa sobre el área que la obliga como reacción a “preservarse”? Porque se trata de una apetitosa área de expansión de la City; una expansión que si se admitiera hacia el sur disminuiría la presión del terciario sobre el norte, evitando el deterioro del área residencial más apreciada por los sectores dirigentes.” [Liernur; 1983:44] Ya en democracia, los administradores de turno, primero del partido Radical y luego del Justicialismo, miraron la zona sin mayor convencimiento. Mientras tanto la derecha, políticamente hablando, apoyaba los reclamos de los especuladores inmobiliarios. Dos ejemplos que muestran como se movían algunos políticos. Alberto Sersósimo, a la sazón Concejal [cargo equivalente a legislador] de la Ciudad por la UCEDE [El HCD era el órgano legislativo de la ciudad], en septiembre de 1989 organizó una pegatina de carteles en las calles del barrio en cuyo encabezado se leía: “SALVEMOS SAN TELMO”. Continuaba diciendo: “DELINCUENCIA, SUCIEDAD, DROGA, CASAS EN RUINAS, USURPACIONES, CIRUJEO. Esto es San Telmo.” Abramos un paréntesis para aclarar que este diagnóstico era aplicable a muchos otros lugares de la ciudad, no solo a la zona histórica. Volviendo al texto, a renglón seguido pasaba a citar veintisiete proyectos de ordenanzas municipales que había presentado en su carácter de concejal, para recuperar el área, entre los que se contaban: “Estimular la construcción en el barrio mediante la eximición por 20 años de las contribuciones de Alumbrado, Barrido y Limpieza y pavimentación y Aceras a los inmuebles en que se hagan obras nuevas totales o reciclaje en un 80 % como mínimo y de Ingresos Brutos, Ganancias e IVA [Impuesto al Valor Agregado] a las empresas que realicen esas obras...Desafectación de la zona histórica de la Avenida Paseo Colón, la vereda oeste de la calle Perú y la sur de la Calle Hipólito Irigoyen...Permitir la unificación parcelaria...Limitación de las atribuciones de la Comisión Técnica Permanente de la zona histórica...” El cartel, terminaba con el siguiente llamado: “VECINO... Ha llegado la hora de que usted también actúe contra todos los males que sufre San Telmo.” También de la UCEDE era la Concejal Adelina Dalesio de Viola quien tuvo destacada actuación en contra de la preservación de la zona. Por ejemplo, en 1986, apoyó el pedido de demolición del propietario del inmueble de Perú 342/350, argumentando que el costo de cualquier intervención “...superaría los beneficios que pudieran lograrse”. Por esta razón elevó a tratamiento del Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza –que le fue remitido al Presidente de la CPAH el 21/10/1986- para que el cuerpo legislativo ordenara al Ejecutivo Municipal la autorización de la demolición en cuestión. Los argumentos que utilizaron quienes se oponían a la conservación de la zona histórica fueron tan falaces y simplistas que provocaron la reacción de muchas personas interesadas por el patrimonio y la cultura, ayudando a formar un movimiento de opinión en defensa del zona histórica. Ese movimiento fue creciendo durante los años siguientes de forma tal que salvó, en alguna medida, lo que quedaba protegido de la voracidad de los inversores inmobiliarios y de la endebles de ciertos funcionarios de la ciudad. A favor de la conservación de la zona histórica se alzaron distintas voces. El urbanista Marcos Winograd decía: “El mérito de la ordenanza sobre la U-24 ...es el de ser la primera reivindicación sobre un “pedazo de ciudad”. Frente a toda legislación pasada, y mucha de la presente, al servicio de la simple especulación inmobiliaria, sustentada en la falaz noción de progreso, esta afirmación cultural social de la ciudad respecto de sí misma no puede sino concitar la adhesión de principio.” [Winograd; 1983:50] Hablando de la pretendida destrucción del Sur para permitir la expansión del área central el urbanista Daniel Pini, por entonces funcionario de la Subsecretaría de Medio Ambiente, decía que había que estar atentos a la localización de actividades dentro de amplio y creciente territorio del conurbano de Buenos Aires, las que se verían favorecidas por ciertos cambios tecnológicos. Viéndolo en perspectiva no se equivocaba. Pini agregaba: “Frente a la probabilidad de que esto pueda suceder, la demanda de preservación del Barrio Sur adquiere una dimensión diferente. Sacrificarlo en aras de un mejoramiento funcional que posiblemente se resuelva de mejor manera, puede resultar un costo demasiado alto.” [Pini; 1982:58] Ante las opciones en disputa concluía: “¿No será más cuerdo replantear el problema considerando todo el conjunto urbano y no sólo su porción central, teniendo en cuenta tanto los requerimientos del Área Central, como la preservación de las áreas vecinas, al Norte y al Sur de Plaza de Mayo?” [Pini; 1982:58] La SCA y el CPAU, las dos instituciones que representaban –y representan- a los profesionales de la arquitectura y el urbanismo en Buenos Aires, siempre cercanas a las administraciones de turno en la ciudad, guardaron distancia del asunto. La SCA envió una carta al Intendente Guillermo Del Cioppo, también de la dictadura militar y que sucediera a Cacciatore en el cargo, expresando su ambigüedad en estos términos: “La iniciativa de conservar y preservar el patrimonio arquitectónico-urbanístico es un aporte cultural valioso, aunque no puede desconocerse que la delimitación y la regulación de tales distritos debe efectuarse con cuidada precaución, para no generar conflictos adicionales a la necesaria evolución de la estructura urbana.” [La Nación, Buenos Aires, 26 de junio de 1982] Algunos arquitectos reaccionaban frente a estas actitudes, volcando su oposición en estos términos: “La Sociedad Central de Arquitectos convoca a reunión... Allí se mezclan buenos deseos, tibiezas, terquedad y rabia impotente. El problema sigue en pie y se nos quiere privar de los poco que queda del viejo Buenos Aires.” “En esta época de sorpresas parece que va a deparársenos otra: la derogación de la ley de protección. Si esto ocurre, quedarán sin resguardo los edificios de San Telmo, se podrán hacer torres y grandes edificios con hermosas playas (para almacenar miles de vehículos, los que nos alegrarán con su ronroneo y gases), se podrá demoler y destruir el paisaje, la historia de la ciudad (¡albricias para los constructores de metros cuadrados¡), y podremos con orgullo colocar en conejeras de dos a cuatrocientos mil alienados más.” [Puppo; 1982:s.p.] En esta discusión siempre estuvo ausente la delegación local de ICOMOS, única institución que decía representar los intereses de los especialistas [Gutiérrez; 1982: 108]. Conforme pasaba el tiempo hubo algunos intentos de articulación de las acciones, como fue la conformación de la “Multisectorial de San Telmo-Monserrat” que reunía a los grupos más politizados que actuaban en la zona histórica. El 25 de julio de 1986 la Multisectorial presentó un documento en el que requería medidas tendientes a: “Evitar los desalojos de las familias carenciadas y la represión indiscriminada...[y] una inmediata integración a planes de viviendas populares de las familias que habitan inquilinatos, casas ruinosas, hoteles y pensiones incluyendo la afectación de casas desocupadas por pura especulación garantizando así el fin social de la propiedad...” Tres años más tarde continuaba reivindicando su postura y refería a la violencia, la drogadicción y la marginalidad diciendo que “... solo se resolverán mejorando la calidad de vida de TODA la comunidad”, proponiendo crear: “guarderías infantiles, centros de salud barrial, ...planes de vivienda popular, espacios de recreación, bolsas de trabajo, cooperativas de consumo...” además de “evitar los desalojos de los sectores carenciados”. Junto a las reivindicaciones de los sectores marginales –a veces sumados- actuaban la clase media, los intelectuales, artistas y gente de la cultura. Se generaron así distintos eventos. Puedo citar, a modo de ejemplo, la reunión llevada a cabo el 12 de agosto de 1989 en el Salón de Actos de la Parroquia San Pedro González Telmo. Concurrieron a ella diversas instituciones representativas del barrio, entre las que se contaban la propia Parroquia, el Consejo Pastoral, Jóvenes de Acción Católica, la Junta de Estudios Históricos de San Telmo, la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, el Rotary Club de San Telmo, los Amigos y Vecinos de San Pedro Telmo, los Amigos y Vecinos de San Telmo y Zona Histórica y la Asociación de Plásticos de San Telmo. Como resultado de la misma se “proclamó” “La preservación del casco histórico de la ciudad de Buenos Aires en beneficio y mantenimiento de la Historia de los Argentinos” y el apoyo a medidas consensuadas para mejorar el área. El 28 de octubre de 1989, la Asociación Amigos y Vecinos del Casco Histórico, presidida entonces por Iván Grondona, actor teatral y vecino de la zona, convocó a una reunión pública en la que se lanzaba el relevamiento patrimonial del área. Se trataba de una tarea comunitaria realizada por cincuenta profesionales voluntarios, bajo la coordinación de la CNM y de la CPAH de la MCBA [Clarín, Buenos Aires, domingo 29 de octubre de 1989]. El objetivo era contribuir a la conformación de un registro alternativo de edificios con valor patrimonial de modo de contar con un documento que pudiera oponerse al inventario oficial que estaba desarrollando por entonces personal del CPU. Ese organismo estaba integrado ahora por un grupo de profesionales que propugnaba por una flexibilización de las normas y por un cambio de mano en el control de la zona histórica. Sus ideas y propuestas no eran compartidas por mucha de la gente que estaba vinculada a la conservación de la zona, los que expusieron sus objeciones en oportunidad de las dos Asambleas Públicas –en diciembre de 1989 y en el mismo mes de 1990- en que fue presentado el proyecto de modificación. Las críticas vertidas en ambas ocasiones no fueron tenidas cuenta. Las autoridades se excusaron en que el resultado de las mismas no era vinculante. Entonces quedó claramente demostrado que la convocatoria a la participación era formal y solo perseguía la búsqueda de consenso en torno a una propuesta oficial. El cambio de la normativa U-24 por la de APH, se produjo igual a comienzos de 1992. 2.1.6. Las formas de organización, las instituciones y los procedimientos La gestión de la conservación en el CHBA, siempre estuvo a cargo del gobierno local, teniendo dos etapas marcadas. La primera corresponde al periodo 1979 a 1992 y el segundo desde ese momento hasta la actualidad. Cabe recordar que en 1979 se crea la CTPAH, la que en 1983 paso a denominarse CPAH. Las dos comisiones citadas estaban integradas por el Secretario de Obras Públicas de la MCBA [quien la presidía], por el Director del Museo de la Ciudad y por otros cinco miembros, de los cuales cuatro eran arquitectos y el quinto tenía formación en la materia. Es obvio decir que la comisión no estaba preparada para ocuparse de otros aspectos distintos a los que se ocupaba: los físicos. Hay que hacer notar también que, cuando la primer Comisión comenzó a funcionar, ninguno de sus miembros tenía especialización en conservación. En 1983 una de las personas la integraban asistió a un curso del ICCROM y en 1985, otra, hizo lo propio en la CNM, en un curso que contó con la co-organización del IAIHAI y el apoyo financiero del PNUD. La sede de ambas era el Museo de la Ciudad, ubicado dentro de la zona histórica. En un comienzo no había un relevamiento particularizado del área razón por la cual la respuestas de los funcionarios se daban a partir de la demanda de los vecinos. La atención al público en la sede se hacía dos mañanas a la semana y se reservaba una tercer mañana para las visitas a las obras. Los profesionales atendían las consultas que podía realizar cualquier interesado en intervenir u ocupar un edificio dentro del área [siempre que se tratara de usos que requirieran de habilitación previa]. Los trámites solían ser lentos, lo que solía generar reacciones por parte de los usuarios. La Comisión contaba con muy poco personal y trabajaba prácticamente sin equipamiento. Por su parte, la ausencia de normas claras de intervención de parte del órgano de control y de profesionales especializados a cargo de los proyectos complicaba las cosas. Era frecuente que un profesional presentara un proyecto inviable que debía ser modificado casi por completo, con el agregado que ese proyecto ya había sido presentado al comitente, quien lo había aceptado. Se generaban entonces situaciones enojosas que le daban mala prensa a la gestión. Una vez que el trámite era aprobado por la Comisión era girado a la DGFOC para que completara el resto del circuito administrativo, de forma similar a la que lo hacía cualquier obra de construcción en el ámbito de la ciudad. Por su parte, cuando algún profesional intentaba tramitar un permiso de obra para edificios alcanzados por la U-24, estos eran remitidos a la Comisión para su tratamiento. Lo bueno, es que las inspecciones eran ejercidas por los mismos miembros de la Comisión, lo que les permitía tener un mejor y más rápido control de ciertas situaciones conflictivas, como las alteraciones y/o demoliciones. Para 1992 cuando se anuló el Distrito U-24, también se eliminó la Comisión. Entonces fueron creadas las APH y se creó un nuevo órgano de aplicación en el ámbito de la Subsecretaria del Consejo de Planificación Urbana, que actualmente se denomina DGPIU [ver página 22; planos “U24 modificada (Año 1982)”, “APH 1: Distribución de las sub-áreas” y “Esquema comparativo de las áreas protegidas y del casco fundacional de Buenos Aires”] Se trata de un organismo que funciona en un edificio fuera de la zona histórica, que a diferencia de las Comisiones anteriores tiene una estructura profesional y administrativa verticalista, que responde a un Director General, cargo político designado por el Jefe de Gobierno. En algunos temas actúa el CAAP, órgano colegiado, honorario, que actúa como consultor y está conformado por representantes de diversos organismos e instituciones vinculados en algún sentido con el patrimonio arquitectónico, entre los que se cuentan el Comité Argentino del ICOMOS, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, la SCA, el CPAU y el Centro Internacional para la Conservación, Sede Argentina. Hasta hace unos meses formaba parte del CAAP la CNM, retirándose por desacuerdos respecto a las políticas que aquel estaba llevando adelante. Al igual que su antecesor actúa por demanda, los trámites le son presentados directamente o le son girados por la DGFOC, según corresponda. Está claramente establecido que no puede aprobarse obra alguna u otorgarse habilitación de uso de locales u edificios catalogados sin la intervención de la DGPIU. Se incluye dentro de estas restricciones los edificios que están en proceso de catalogación, aún cuando la incorporación al catálogo dentro de un área vigente o la declaratoria de APH para las nuevas, no se haya producido. Los trámites suelen demorarse varios meses, pero en esto también hay responsabilidad de parte de los peticionantes que no suelen contratar los proyectos con profesionales especializados en restauración y/o rehabilitación de edificios históricos. Contrariamente a los que ocurría con las Comisiones, este órgano no tiene posibilidad de hacer inspecciones de control por sí mismo, dependiendo para ello de la DGFOC, dirección que debe diligenciar todas las denuncias de las veinte mil manzanas de la ciudad con solo cinco inspectores. Como es de imaginarse evitar alteraciones y destrucciones de edificios catalogados con estos recursos es una tarea imposible de cumplir. La DGPIU tiene más personal y equipamiento que aquel del que disponían las Comisiones, pero igual resulta altamente deficitario, ya que este órgano de aplicación tiene que atender un mayor número de áreas de protección que se han ido incorporando a lo largo de los últimos años, proceso que continúa actualmente. Respecto del personal que lo integra, los técnicos son arquitectos, algunos con entrenamiento en urbanismo. De ellos, la mayor parte de los que alcanzaron cierta formación en conservación lo hicieron una vez que estaban trabajando en la DGPIU. La excepción la constituyen un pequeño grupo de profesionales jóvenes, de más reciente incorporación que tenían ciertos conocimientos anteriores y que están continuando con su especialización en este momento. Son también aquellos que tienen una situación de mayor precariedad e inestabilidad dentro del grupo, ya que están contratados. El personal, además de la atención de los expedientes que ingresan para su tratamiento y aprobación [también la Dirección atiende al público dos mañanas por semana], debe llevar adelante los estudios tendientes a la identificación y catalogación de nuevas APH y dar inicio a los trámites de declaratoria por convenio urbanístico a pedido de los vecinos. Además debe intervenir en los pedidos de exención impositiva que hacen los vecinos cuyos edificios están alcanzados por la normativa de protección. Es interesante el mecanismo de incorporación a las APH a pedido del vecino interesado en que su edificio se preserve. En este caso debe hacer una presentación ante la DGPIU incluyendo una memoria arquitectónica, histórica y artística del bien, que justifiquen el pedido. Analizado el caso, si los funcionarios entienden que la declaratoria puede corresponder, preparan el expediente correspondiente que es elevado para su tratamiento por el CAAP y luego por las otras instancias administrativas del gobierno local, hasta llegar al mismo Jefe de Gobierno quien debe refrendar el convenio urbanístico por el cual se hace esa incorporación. Dicho convenio obliga al vecino a conservar el bien en buen estado y a no realizar intervenciones no autorizadas por el órgano de aplicación. En compensación la administración local le otorga las exenciones impositivas previstas como incentivos, las que perderá el bien, tan pronto como los funcionarios constaten en hecho. El trámite pasa luego a la Legislatura local [que después de la declaración de autonomía de la ciudad en 1996 reemplazó al HCD], donde es tratado por los legisladores, teniendo que ser sometido además a una Audiencia Pública antes de su aprobación definitiva. El primer caso de declaratoria de APH por convenio urbanístico a pedido de un vecino fue para una casa de fines del Siglo XIX ubicada en la calle Carlos Calvo 1440. La promulgación de la ley que homologaba el convenio se dio en 2000, tres años después de que fuera iniciado el trámite. En 1999 se incorporan a las actuaciones sobre la zona dos nuevos actores: la DGP y la DGCH. Ambas tienen su asiento en el ámbito de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura del gobierno local. Ambas tienen cierta superposición y duplicación de acciones, entre sí y con la DGPIU, lo que lleva a la dispersión de energía por parte de la administración y provoca algunas confusiones en el vecino. La DGCH por ejemplo brinda asesoramiento técnico gratuito para ciertas intervenciones de elementos que hacen a la conformación del espacio público, como las fachadas. Pero se trata de orientaciones de carácter general que no siempre resultan adecuadas al caso específico a tratar. Eso se debe a que no cuentan con personal especializado en muchos de los aspectos que abordan. Por su parte, esas intervenciones deben ser aprobadas posteriormente por la DGPIU. Además la DGCH y la DGP contratan intervenciones en espacios públicos o en edificios que son propiedad del propio GCBA. Suelen ser intervenciones que, al no estar proyectadas por personal calificado adolecen, de fallas en los enfoques teóricos o en las soluciones prácticas. 2.1.7. Los resultados Al desprevenido lector puede llamarle la atención que el acento de lo tratado está puesto en lo normativo y lo físico, exclusivamente. Pero es que la gestión de la conservación del CHBA ha pasado a lo largo de todos estos años por un intento de regular las cuestiones físicas del área. Es interesante en este sentido un párrafo escrito por los funcionarios de la Comisión de Preservación, donde se muestra que su preocupación por la zona era normativa. El mismo dice: “El objetivo técnico fundamental del plan es la conservación de la Zona Histórica y su incorporación a la estructura de la ciudad como sector diferenciado y con carácter propio. Hacia ese objetivo se encauzó la planificación prevista y que está concretada en normas particularizadas incorporadas al Código de Planeamiento en su capítulo llamado U-24, las cuales tienden a: ....c) restituir el área a su función primitiva y esencial, es decir residencial...” [Comisión Técnica...; 1983:35. El subrayado es mío]. Esto se ratifica en las siguientes líneas: “El perfil urbanístico esta constituido por una altura promedio [sic] baja mientras que el planteo espacial-tomado de la arquitectura hispana- se mantiene intacto con sus patios, los que por su significativo valor dentro de la actividad familiar fueron tomados en cuenta para el proyecto de la zona Histórica....” [Comisión Técnica...; 1983:35]. Respecto de la primitiva U-24, la reducción del problema a sus aspectos físicos podía entenderse, tratándose de una ordenanza promulgada por una dictadura militar. Dejando de lado algunas diferencias con ciertos criterios adoptados, la normativa en sí, representaba un avance ya que se dejaba de lado la preocupación por el monumento aislado y se lo extendía al conjunto, atendiendo –tal vez sin proponérselo- a las recomendaciones de la Carta de Venecia [ICOMOS, 1964]. La falta de atención a lo aspectos sociales y económicos, en cambio, no se explica en los funcionarios del CPU que, en democracia, impulsaron el cambio del marco legal sobre la base de una propuesta intensamente criticada, que surgía en un momento en que se contaba con suficiente experiencia internacional y con un razonable marco teórico que hubiera permitido, de conocerlo, proponer un plan de gestión para la conservación y el manejo del centro histórico y no solo una nueva legislación. En realidad, quienes tuvieron la posibilidad de estructurar el cambio tampoco estaban formados en la materia. Tal vez entre las consecuencias más importantes de estas normas es que aún tenemos edificios valiosos dentro del área protegida. En los últimos años, la depresión económica en la que ha estado sumido el país, contribuyó a que la especulación inmobiliaria haya disminuido, mermando las demoliciones en el sector que formó parte de la primer U-24, como en muchos otros lugares significativos de la ciudad, protegidos o nó [ver página 25; plano “Esquema comparativo de las áreas protegidas y del casco fundacional de Buenos Aires”]. En este campo, ha sido muy llamativa la exclusión de la zona Norte de lo que fuera el casco fundacional de la ciudad, de todo intento de protección, lo que permitió diversas modificaciones en los edificios que los han descaracterizado. Se trata de intervenciones –algunas se mencionaron en un comienzo- que todas ellas se llevaron a cabo en el último cuarto de siglo que, como vimos, corresponde al período en que se establecieron normativas de protección para la parte Sur del citado casco. El caso del antiguo Banco Español ha sido paradigmático. Ubicado en la esquina Suroeste de las calles Pte. Perón y Reconquista, era el único edificio de estilo neo-clásico construido para casa bancaria por 1870 que se conservaba. Comprado por el Banco de Galicia, fue demolido dos años atrás para dar paso a una torre de cien metros de altura con un impacto visual en el entorno, altamente negativo [ver foto 21]. Los funcionarios que aprobaron el proyecto se basaron en que el edificio estaba fuera del área protegida [cfr.: Magadán, 2000:s.p.]. La consecuencia de la exclusión a la que se hace referencia es que, de las 135 manzanas que ocupó el área fundacional, solo están incluidas dentro del sector protegido 30, lo que equivale apenas al 22 % de aquel total [ver página 25; plano “Esquema comparativo de las áreas protegidas y del casco fundacional de Buenos Aires”]. Convengamos que, salvo contadísimos casos, en el área no quedan edificios del período colonial que finalizó en mayo de 1810. Sin embargo, hacia el Oeste hay buenos ejemplos de la arquitectura del S. XIX y hacia el Norte, en especial en el sector delimitado por la calle Florida y las Av. Alem y Córdoba otros tantos que corresponden a la segunda mitad del XIX y la primera del XX, que no están protegidos. En otro sentido, también puede entenderse como un avance positivo que la conservación del patrimonio no es hoy un tema que esté en discusión. Sin embargo, son discutibles los modos en que se interviene, ya que muchas veces se produce la alteración o destrucción del bien por desconocimiento de las técnicas o de los criterios más elementales [ver fotos 21, 22, 23, 24, 26, 29, 30, 31 y 32]. Y estos no son elementos que pueda salvar la legislación vigente. Por otro lado es evidente la falta de participación de los vecinos y la ausencia de propuestas, en este sentido, de parte de las autoridades. Es necesario hacer notar que los movimientos que se dieron, en especial, a lo largo de la década de 1980 en defensa del patrimonio se articularon frente a una amenaza grave, inminente y, en cierta forma, obvia. Esos movimientos, se desarticularon tan pronto como las amenazas de perder la zona histórica parecieron desaparecer. Sin embargo, ahora la zona se pierde de modos más sutiles, por lo tanto menos perceptibles para el común de los vecinos, que ya no reaccionan. Mientras tanto, el poder económico, que cuenta con las herramientas para atender a las sutilezas del mercado, va encontrando nuevas formas de operar sobre el barrio, llevando de la mano al poder político que, despojado de su función de estado regulador, se limita a acompañar, no a restringir en la búsqueda del bien común. Incluso desatendiendo las recomendaciones de los cuerpos técnicos. Un claro ejemplo es la reciente autorización de la ampliación de la obra de Bolívar 120 [ver foto 29], un edificio catalogado, ubicado a treinta metros de la Plaza de Mayo. Sobre una estructura original de dos plantas, de la que solo se conservó la fachada, se está construyendo una torre de oficinas de 47 metros de altura. Esto gracias a la opción de enrase con los linderos [siempre de mayor altura] que prevé la norma vigente y habiendo mediado la opinión favorable del CAAP. Por otro lado, si bien se han incorporado más áreas, los instrumentos de identificación y registro siguen siendo endebles y no tienen fuerza legal para evitar las destrucciones. Las declaratorias de protección se continúan haciendo para edificios aislados dentro de un área más general, pero sin estudiar caso, por caso, lo que dificulta la mitigación del impacto de obras en linderos de edificios catalogados. Por su parte, aún quedan muchas áreas homogéneas por catalogar y el proceso de catalogación es lento. 2.2. La evolución de los mecanismos en el tiempo Partiendo de la base que la gestión de la conservación del patrimonio urbano del CHBA ha estado basado en la normativa, la que sigue es una tabla comparativa entre los contenidos de las tres ordenanzas que han regido hasta el momento: CUADRO N° 1: COMPARATIVA DEL CONTENIDO DE LAS NORMAS CONTENIDOS U-24 (Ord. 34.956) U-24 MODIF. (Ord. 37.617) APH (Ord. 45.517) Año de promulgación 1979 1982 1992 Delimitación del área de protección Superficie equivalente a 140 manzanas Superficie equivalente a 70 manzanas Superficie equivalente a 78 manzanas (U-24 modificada + Plaza Congreso) Tipo de protección Por área, trabajando posteriormente cada caso, en función de las normas generales Por área, trabajando posteriormente cada caso, en función de las normas generales Edificios catalogados, dentro de un área en la que establecen ciertas formas de control Formas de protección No establecidas en la norma No establecidas en la norma Edilicia (según listado de Bienes Catalogados) Internamente la Comisión manejaba criterios para edificios y conjuntos Internamente la Comisión manejaba criterios para edificios y conjuntos No establecidos en la norma No establecidos en la norma Internamente la Comisión manejaba 4 categorías de conservación: integral, parcial, de valorización y demolición Internamente la Comisión manejaba 4 categorías de conservación: integral, parcial, de valorización y demolición No establecidos en la norma No establecidos en la norma Mantiene la estructura catastral Prohíbe subdivisiones y englobamientos No hace mención al asunto Prohíbe la redistribución parcelaria Mantiene los anchos de calles y veredas Fachadas sobre línea municipal Mantiene los anchos de calles y veredas Fachadas sobre línea municipal Fachada de medianera a medianera Fachada de medianera a medianera Niveles de protección Grados de intervención Traza Morfología Ambiental (del espacio público, incluyendo fachadas y muros exteriores) Edilicia (para bienes protegidos): 3 niveles (Protección Integral, Estructural y Cautelar) Ambiental: 3 niveles (Consolidado, Preconsolidado y Potencial) Edilicia: cuatro grados de intervención (1 a 4) En general, mantiene la actual distribución parcelaria Admite redistribuciones parcelarias cuando “ayuden al logro de los objetivos de protección” No lo regula Fachadas sobre línea municipal, aunque se admiten casos de retiros conformando un cerco sobre la Línea Municipal Fachada de medianera a medianera Altura edificación 10 metros 10 metros Integración paisajística Armonización plástica de nuevas construcciones con linderos Obligación de informar para su registro y catalogación Las omisiones serán sancionadas Altura máxima 25 m Enrase con linderos Tiende a conservar fachadas, patios y habitaciones principales con auténtico carácter de época Armonización plástica de nuevas construcciones con linderos Obligación de informar para su registro y catalogación Las omisiones serán sancionadas Altura máxima 25 m Enrase con linderos Tiende a conservar fachadas, patios y habitaciones principales con auténtico carácter de época Toldos No permite construcciones imitando estilos Permite las réplicas arquitectónicas documentadas Regula su colocación No permite construcciones imitando estilos Permite las réplicas arquitectónicas documentadas Regula su colocación Regula su colocación Publicidad Regula su colocación Regula su colocación Regula su colocación Marquesinas No regula especialmente No regula especialmente Regula su colocación Veredas No regula Empedrados No regula Establece los materiales a emplear para conservación y obra nueva No regula Entorno de Monumentos Históricos Equipamiento urbano Varios Regula las construcciones Establece los materiales a emplear para conservación y obra nueva Determina la conservación de los empedrados existentes en las calles de la zona Regula las construcciones No regula No regula No regula Da pautas generales Túneles y sótanos Avenidas Tratamiento arquitectónico constructivo integral Imitación de estilos Réplicas arquitectónicas Particularizada por zona, admitiendo hasta 22 m de altura + construcciones complementarias (Zonas 5 y 6) No lo regula Obligación de informar para su registro y catalogación Las omisiones serán sancionadas Altura máxima 25 m Enrase con linderos Depende del grado de protección. Solo el “Integral” procura la conservación de todas las “características arquitectónicas” No lo regula No lo regula Hubo algunas modificaciones de forma y se aumentaron los usos permitidos respecto de la norma anterior (U-24) Con respecto a los grados de protección cabe citar que las Comisiones de Preservación preveían cuatro grupos de edificios: “Grupo A: Edificios a conservar íntegramente... Grupo B: Conservación parcial... edificios en los que es necesario mantener todos los elementos externos (cáscara) o internos que configuren su estructura tipológica y espacial...Grupo C: Edificios de valorización dentro del conjunto...edificios cuyo único elemento a conservar es la fachada... Grupo D: Demolición....” [Comisión Técnica...; 1983:35]. 2.3. Las causas del fenómeno estudiado Algunas de las que se convertirían en las razones que limitarían fuertemente el éxito de la gestión de la conservación del CHBA, fueron tempranamente anunciadas. Básicamente estaban ligadas a la falta de consideración de otros aspectos que no fueran los físicos que, como se dijo anteriormente, eran los únicos sobre los que fijaban la mirada las normas vigentes. Rodolfo Livingston, arquitecto, señalaba como problema la “...falta estímulo oficial ...no basta con la reglamentación... habría que eximir de impuestos o hacer algo equivalente para producir un estímulo efectivo, económico, que aumente la corriente de inversión hacia algo tan positivo como es lo que se desea para la U-24.” [Livinsgton; s.f.:70] Y agregaba: “El estímulo del gobierno municipal es necesario también para compensar las fuerzas de la rutina que se oponen a la implementación de lo nuevo.” [Livinsgton; s.f.:70] También el ya citado Winograd llamaba la atención sobre el asunto: “La ordenanza define casi todo lo necesario para que la iniciativa privada pueda encarar su inserción, pero no garantiza que el municipio juegue un papel coordinador, promotor y, eventualmente, ejecutor de ciertas operaciones: mantenimiento de las áreas públicas, calles, veredas, control del uso de los espacios libres no edificados incluyendo la refuncionalización de ciertos edificios.” [Winograd; 1983:50] Y concluía expresando: “Una vez más es necesario insistir en que no hay transformación urbana de sentido social integral sin la participación activa, consciente y “proyectual” de la comunidad involucrada. La gestión respecto de la U-24 está llena de buenas intenciones... Sin embargo, los significados reales, las intenciones fundamentales, no son conciencia de la comunidad involucrada, ni de los sectores de escasos recursos, que ven en peligro su permanencia por el inevitable cambio económico que significa la renovación urbana, ni los sectores habientes a quienes la ordenanza no les permite extraer la máxima plusvalía de sus propiedades.” [Winograd; 1983:50] 2.4. El estado actual del área Dado que la gestión se ha centrado en los aspectos físicos, resulta básico contrastar el estado actual de los edificios que en ella se encuentran. Aquí surge una nueva dificultad, ya que el órgano de control no posee un registro sobre el punto. No existiendo dicha información y no teniendo posibilidades de acceder al interior de las construcciones, se realizó un relevamiento de fachadas por muestreo, entendiendo que existe una correlación entre su estado y el del resto del edificio considerado. Las fachadas estudiadas corresponden a ocho cuadras (el 3 % del total de 269) que componen el área y que resultan representativas de las diversas características urbanas y situaciones geográficas y de conservación de lo que se conoce como APH 1 [ver página 43; plano “Estado de conservación fachadas. Ubicación de las cuadras relevadas”]. En las fichas se ha consignado el estado como: Muy malo, Malo, Regular, Bueno y Muy Bueno. Por Regular se entienden los casos que presentan deterioros derivados de la falta de mantenimiento y que no tienen un compromiso constructivo de importancia o que abarque más del 20 % de la superficie de la fachada. Por Malo se consideran los casos en que existe un deterioro evidente y un compromiso constructivo de hasta un 50 % de la superficie. Muy malo, se ha denominado al estado de una fachada cuando el compromiso constructivo supera el 50 % y hay un riesgo evidente para la seguridad. A los efectos de este estudio, se denomina compromiso constructivo a los deterioros que afectan a la mampostería, revoques, o estructura de las fachadas: fisuras, desprendimientos, mermas, corrosión, etc. Ahora bien, como Bueno, se hace mención a una fachada correctamente conservada, que no presenta alteraciones o deterioros que afecten su integridad, aún cuando presente falta de mantenimiento. La referencia está hecha en relación al estado material de lo que existe, aún cuando pueda tratarse de una intervención reciente, hecho que, eventualmente, se aclara en las observaciones. Muy bueno se reservó para los casos en que, además de un buen estado general, se verificara un correcto mantenimiento. Las fichas de relevamiento [ver páginas 44 a 51, Fichas N° 1 a 8] incluyen algunos datos básicos, como la ubicación del inmueble (calle y número), el ancho del lote sobre el que se asienta, la cantidad de niveles y la altura de la edificación (tomada sobre la línea municipal) y la superficie de fachada. A estos se agregaron dos datos complementarios que ayudan a caracterizar el edificio: uso actual y la fecha estimada de construcción. En relación al uso, con el objetivo de simplificar el llenado de la ficha se empleó el código a que se hace referencia a continuación: C: Comercio; D: Depósito; E: Escuela; G: Geriátrico; H: Hotel; M: Museo; O: Oficinas; VMF: Vivienda multifamiliar y VUF: Vivienda unifamiliar. RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Rivadavia N° Ficha N° 1 Entre: Lima y Salta Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° m² • 260,0 1108/22 26,0 VMF+C 1870 2 10 260,0 1128 8,66 VMF+C 1930 8 30 259,8 1134/38 8,66 VMF 1910 3 15 129,9 1144 17,3 VMF 1910 3 17 294,1 Abandonado 1160 21,6 O 1910 3 20 432,0 Mal intervenido 1170 8,66 O 1990 3 15 129,9 1176 8,66 VMF+C 1910 3 15 129,9 1182 21,6 C 1920 2 10 216,0 Parcialmente abandonado • 216,0 1194/96 8,66 C 1880 2 10 86,6 Parcialmente abandonado • 86,6 4 692,5 TOTALES Regular N° • • • n° m² • 432,0 • 129,9 2 561,9 259,8 129,9 294,1 • 1 m² Bueno 294,1 2 129,9 389,7 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Av. de Mayo N° Ficha N° 2 Entre: Bernardo de Irigoyen y Tacuarí Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° m² Regular n° m² • 865,0 902/24 34,6 H 1890 5 25 865,0 930 26,0 O+C 1890 5 25 650,0 950/52 17,30 O+C 1890 5 25 432,5 • 432,5 958/62 21,6 O+C 1890 5 25 540,0 • 540,0 982 17,3 O+C 1890 5 25 432,5 • 432,5 990 26,0 H 1890 4 20 520,0 • 520,0 5 2790,0 TOTALES Mal intervenido y abandonado Bueno n° m² • 650,0 1 650,0 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Alsina N° Entre: Bolívar y Defensa Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° 495 17,3 VMF+C 1970 16 52,8 913,4 477/87 17,3 O 1970 9 29,7 513,8 465 26,0 O 1960 9 29,7 772,2 453 17,3 VUF+C 1870 2 10,0 173,0 Abandonado 445/51 26,0 VUF+C 1890 2 10,0 260,0 Parcialmente abandonado 417 26,0 VUF+C 1860 2 10,0 260,0 411 17,3 VUF+C 1860 2 10,0 173,0 TOTALES Ficha N° 3 Anexo Museo Ciudad Abandonado Anexo Museo Ciudad Abandonado • m² Malo n° m² Regular n° m² • 913,4 • 772,2 2 1685,6 Bueno n° m² • 513,8 173,0 • 260,0 • 173,0 3 606,0 • 260,0 1 260,0 1 513,8 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Moreno N° Ficha N° 4 Entre: Defensa y Balcarce Ancho lote (m) Uso Actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie Estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° M² Regular n° M² • 117,0 310 13,0 Co 1990 3 9 117,0 330 34,6 E 1880 2 14 484,4 350 21,6 M 1880 2 16 345,6 354/62 8,66 VMF+C 1910 1 6 51,9 • 51,9 364/76 17,30 C+O 1920 7 28 484,4 • 484,4 384 8,66 O 1930 3 11 95,2 • 95,2 s/n° 17,30 O 1980 2 12 207,6 TOTALES Abandonado • 484,4 • 345,6 Mal intervenido 2 830,0 4 748,5 Bueno n° m² • 207,6 1 207,6 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Bolívar N° Ficha N° 5 Entre: México y Chile Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° m² n° m² Bueno n° • 605 4,30 VUF+C 1960 2 7,0 30,1 611/15 17,3 VMF+C 1880 2 12,0 207,6 619/23 17,3 VMF+C 1970 10 33,0 570,9 627/41 17,3 VMF+C 1880 2 12,0 207,6 • 207,6 645/51 13,0 Baldío 1880 2 12,0 156,0 • 156,0 s/n° 8,66 VMF+C - 1 2,5 21,6 • 21,6 663/67 13,0 VUF+C 1870 2 11,0 143,0 • 143,0 669/73 8,66 VUF+C 1910 2 12,0 103,9 • 103,9 681 6,9 D 1930 3 15,0 103,5 • 103,5 687/89 13,9 VMF+C 1920 1 6,0 83,4 • 83,4 691/93 8,66 VMF+C 1870 2 12,0 103,9 • 103,9 9 1130,5 TOTALES Regular • Mal intervenido 30,1 207,6 • Mal intervenido m² 1 570,9 570,9 1 30,1 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Perú N° Ficha N° 6 Entre: Av. Independencia y Estados Unidos Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie Estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° m² n° m² • 156,0 • 46,8 890/96 13,0 VMF+C 1890 2 12 156,0 886 5,2 VUF 1900 2 9 46,8 880 5,2 VUF 1870 1 6 31,2 • 31,2 874 5,2 VMF 1880 4 20 104,0 • 104,0 864/70 17,3 VMF 1880 3 15 259,5 856/60 13,0 VMF+C 1930 4 18 234,0 • 850 7,8 VUF 1903 1 6 46,80 • 846 7,8 VUF 1920 1 5 39,0 • 39,0 842 8,66 VUF 1920 1 5 43,3 • 43,3 828/840 21,6 VMF+C 1880 3 15 324,0 814/22 17,3 VMF+C 1890 2 11 190,3 s/n° 13,0 Baldío (1980) 1 2 26,0 4 285,1 TOTALES Mal intervenido Regular • 259,5 • Mal intervenido Mal intervenido 1 259,5 234,0 46,80 324,0 • 190,3 • 26,0 7 956,30 Bueno n° m² Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Defensa N° Ficha N° 7 Entre: Humberto I° y Carlos Calvo Ancho lote (m) Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° m² Malo n° m² Regular n° m² 1092 13,0 VUF+C 1870 2 12 156,0 Recientemente intervenido • 156,0 1088 5,2 VUF+C 1910 2 11 57,2 Mal intervenido • 57,2 1082 5,2 VUF+C 1920 2 10 52,0 • 52,0 1072/80 26,0 C 1890 2 10 260,0 • 260,0 1052 17,3 Baldío ¿? 1 2 2,0 1026/34 17,3 VMF+C 1890 2 9 155,7 1016/22 21,6 C 1910 1 8 172,8 • 172,8 1008/12 13,0 VUF+C 1880 2 12 156,0 5 698,0 TOTALES Galería comercial (reciclado) Playa estacionamiento • 2,0 • 155,7 Galería comercial (reciclado) • 156,0 3 313,7 Bueno n° m² Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 Calle: Defensa N° Ancho lote (m) Ficha N° 8 Entre: Caseros y Brasil Uso actual Estado actual fachadas Fecha estimada construcción Niveles (n°) Altura estimada (m) Superficie estimada (m²) Observaciones Muy malo n° 1597 8,66 VMF 1890 2 10 86,6 Recientemente intervenido 1587 8,66 VUF 1920 1 5 43,3 Mal intervenido 1583/85 8,66 VMF+G 1890 2 10 86,6 1579/81 8,66 VMF 1880 2 10 86,6 1575 8,66 Sede social 1886 1 5 43,3 1569 17,30 VMF 1940 2 8 1561 8,66 VUF 1940 2 1547/51 8,66 VUF 1970 1539 8,66 VMF 1529 8,66 1519/21 m² Malo n° m² Regular n° m² • 43,3 • 86,6 • 43,3 138,4 • 138,4 8 69,3 • 69,3 2 7 60,6 1890 2 10 86,6 • 86,6 VMF 1940 9 31,5 272,8 • 272,8 8,66 VMF 1890 3 15 129,9 • 129,9 1515 8,66 VMF 1970 11 33 285,8 s/n° 8,66 VMF + C 1950 12 42 363,7 TOTALES • n° m² • 86,6 • 60,6 • 285,8 3 433 86,6 Mal intervenido Esquina (acceso por Brasil) 1 Bueno 86,6 • 363,7 9 1233,9 Muy bueno n° m² RELEVAMIENTO ESTADO DE CONDICION ACTUAL FACHADAS - APH 1 CUADRO RESUMEN Estado actual fachadas Cuadra Muy malo Malo Regular Bueno Muy bueno N° Ubicación n° m² n° M² n° M² n° m² 1 Rivadavia 1100 1 294,1 4 692,5 2 389,7 2 516,9 2 Av. de Mayo 900 5 2790,0 1 650,0 3 Alsina 400 4 3 1 260,0 2 1685,6 1 513,8 Moreno 300 2 830,0 4 748,5 1 207,6 5 Bolívar 600 9 1130,5 1 570,9 1 30,1 6 Perú 800 7 956,30 4 285,1 7 Defensa 1000 3 313,7 5 698,0 8 Defensa 1500 1 86,6 9 1233,9 3 433,0 1 606,0 259,5 n° m² TOTALES ABSOLUTOS 5 1159,6 27 4269,6 32 8401,7 9 2351,4 0 0 TOTALES RELATIVOS 6,9 % 7,2 % 36,9 % 26,4 % 43,9 % 51,9 % 12,3 % 14,5 % 0% 0% ESTADO CONSERVACION FACHADAS / NUMERO DE CASOS / PORCENTUAL Muy bueno 0% Bueno 12% Muy malo 7% Malo 37% Regular 44% ESTADO CONSERVACION FACHADAS / SUPERFICIE / PORCENTUAL Muy bueno 0% Bueno 15% Muy malo 7% Malo 26% Regular 52% ESTADO CONSERVACION FACHADAS / NUMERO DE CASOS / PORCENTUAL Muy bueno 0% Bueno 12% Muy malo 7% Malo 37% Regular 44% ESTADO CONSERVACION FACHADAS / SUPERFICIE / PORCENTUAL Muy bueno 0% Bueno 15% Muy malo 7% Malo 26% Regular 52% Revisando el “Cuadro Resumen” y los gráficos anexos [ver páginas 52 y 53] obtenemos algunas conclusiones interesantes. En el total de 8 cuadras de analizaron 73 casos, que corresponden a otros tantos lotes o parcelas. La superficie total de fachadas relevadas alcanza a 16.182 m². De los lotes o parcelas 3 (equivalentes al 4,1 % de este total) son baldíos, 2 sin están sin uso y uno destinado a playa de estacionamiento. Si analizamos el estado de conservación de las fachadas teniendo en cuenta el número de casos analizados el resultado es el siguiente: Muy bueno: 0 %; Bueno: 12 %; Regular: 44 %; Malo 37 % y Muy malo 7 %. Si lo hacemos considerando la superficie el resultado es: Muy bueno: 0 %; Bueno: 15 %; Regular: 52 %; Malo 26 % y Muy malo 7 %. Teniendo en cuenta estos indicadores podemos concluir que la diferencia entre el número de casos y de superficie involucrada está dado por el hecho de que los edificios peor conservados tienen menor superficie de fachada por unidad de desarrollo horizontal (sobre la línea municipal). Esto indica que son los de menor altura, es decir los más antiguos y, en general, más abandonados. Concluyendo: La realidad muestra, de un modo contundente, que a pesar de que la gestión de la conservación del CHBA, a lo largo de un cuarto de siglo, se centró en los aspectos físicos y legales, el resultado ha sido muy magro. 2.5. Otras consecuencias Atender parcialmente los aspectos físicos del problema llevó a que buena parte de los conjuntos homogéneos del CHBA hayan quedado desprotegidos. Esto ha generado algunas situaciones urbanas llamativas originadas en la demolición de los edificios contiguos a los límites del área de protección [ver página 55; foto 24]. Los niveles de protección implementados en la actual ordenanza son endebles y tienen serias dificultades de aplicación. Baste recordar que el órgano de aplicación [DGPIU] no cuenta con posibilidades de paralizar una demolición o cualquier otra obra clandestina y que para ello depende de otra dirección [DGFOC], que se ha caracterizado por tener escaso personal y menos compromiso con el patrimonio de la ciudad. A la fecha el área protegida [APH 1] continúa, en general, postergada. Hay alguna actividad de “rehabilitación” en tres sectores particularizados. El que corresponde al entorno de la Plaza Dorrego [ver páginas 9 y 57; fotos 2 y 33] y la calle Defensa desde la Av. San Juan hasta Chile, un segundo sector – próximo a este extremo del anterior- que involucra la calle Balcarce desde Independencia hasta la Av. Belgrano [ver página 55; foto 22] y un tercero que se extiende desde esta avenida hasta la Plaza de Mayo. Los dos primeros sectores tienen directa vinculación con el turismo [ver página 13; plano “Edificios de interés en el área APH 1 y circuitos turísticos de uso preferencial”]. El tercero con usos terciarios, en especial administración y complementarios: estacionamiento y gastronomía. En sector de la Plaza Dorrego y la calle Defensa las actividades predominantes son la venta de antigüedades y la gastronomía destinada básicamente al turismo local e internacional. Estos comercios, que se han ido extendiendo linealmente de Sur a Norte, han ido remplazando a otros de consumo cotidiano y alcance barrial. También se han modificado edificios para albergar la venta de antigüedades. El sector de la calle Chile ha sido ocupado paulatinamente por restaurantes, bares y salas de espectáculos, dejando de lado las antiguas funciones de los edificios: vivienda, comercio local, etc. Fuera de estas zonas, donde las intervenciones son más evidentes, el resto de las construcciones se mantienen con distinta suerte, dependiendo de la capacidad adquisitiva de sus moradores [ver página 11; fotos 10, 11, 13 y 17]. Hay casonas y antiguos conventillos que han sido rehabilitados y convertidos en pequeños departamentos, en estudios u oficinas. Otras fueron compradas por personas de la clase media que, en parte, fue sustituyendo a la población original. Se conservan un buen número de construcciones tugurizadas [algunas funcionando bajo la forma de hoteles o pensiones] y otras abandonadas. Entre estas construcciones se instala el comercio local que comparte sectores con los locales de ventas de herramientas y máquinarias, instalados desde hace muchos años en la zona. Una recorrida por el lugar nos muestra dos centros históricos: el turístico, escenográfico, recargado; y el cotidiano, más humano. Hardoy y Gutman resumen muy bien cuales eran –y son todavía- las consecuencias del modo en que ha desarrollado la gestión de la conservación del CHBA con estas palabras: “...a pesar de las normativas vigentes desde 1979, el barrio no ha conseguido revertir su situación de estancamiento económico y deterioro edilicio y urbano. La legislación mencionada evitó de manera eficaz la destrucción indiscriminada de edificios, pero no avanzó más allá de una protección de tipo pasivo que, además, fue reduciendo su campo de aplicación a raíz de una limitación de su área de incumbencia en 1982.” [Hardoy y Gutman; 1992:475]. Pero a esto hay que sumarle la falta de acciones eficaces del gobierno local en cuanto al desarrollo social y económico y la inclusión de los diferentes actores sociales en las decisiones. Las distintas administraciones se limitaron a llevar adelante algunas acciones en el espacio público, escasas, falta de coordinación y de pertinencia, si de conservar se trata. Cito solo dos ejemplos. En el entorno de la Plaza Dorrego las antiguas veredas de todas las manzanas fueron renovadas uniformándolas mediante la colocación de un tipo de piso que nunca había existido en la zona. La calle Balcarce, que al llegar a Chile se ensanchaba generando una suerte de gran explanada fue reducida, para ampliar exageradamente las veredas a las que se les cambió el solado agregándoles adoquines [material propio de las calles, no de las veredas], modificando así la traza urbana [ver página 55; foto 22]. El otro problema en la aplicación de una norma que atiende básicamente a los aspectos físicos de la conservación está en relación a la carencia de profesionales especializados en intervenciones edilicias dentro del órgano de aplicación. Esto da como resultado la aceptación de técnicas y soluciones incorrectas, como el pintado de revoques símil-piedra y otros materiales aparentes [ver página 11; foto 14] o el uso indiscriminado de cemento en las restauraciones [ver página 55; foto 26]. 2. Conclusiones Como quedó dicho en su momento, la gestión de la conservación del CHBA ha pasado a lo largo de todos estos años por un intento de regular lo físico. Las propuestas e intervenciones no han estado exentas de fuertes contradicciones que indican la falta de convencimiento político. Los administradores locales –independientemente de su legitimidad y extracción políticasiempre respondieron a la presión de los intereses económicos reduciendo el alcance de la normativa pre-establecida. Es evidente una distancia notable entre los “planificadores” de la ciudad y los especialistas en conservación del patrimonio arquitectónico que marca la ausencia de profesionales formados en gestión de la conservación que sinteticen ambos conocimientos. Faltan medidas complementarias como las políticas que procuren la rehabilitación social y económica y los programas de mejoramiento de las habitaciones mediante rehabilitación asistida, incluyendo la conformación de cooperativas de moradores. Esto en parte puede lograrse creando un fondo de rehabilitación que puede concretarse con un aporte porcentual de los impuestos que se recaudan en la zona por las actividades vinculadas al turismo. Hay que concretar el otorgamiento generalizado de las exenciones impositivas previstas en la normativa, pero generando la obligatoriedad de que al menos una suma igual sea aplicada a la conservación del bien eximido, estipulando las sanciones que correspondan si esto no se cumple. En lo físico es necesario concretar un estudio particularizado por manzana, teniendo en cuenta el impacto negativo de nuevas construcciones sobre el entorno construido, incluyendo Cito solo dos ejemplos. En el entorno de la Plaza Dorrego las antiguas veredas de todas las manzanas fueron renovadas uniformándolas mediante la colocación de un tipo de piso que nunca había existido en la zona. La calle Balcarce, que al llegar a Chile se ensanchaba generando una suerte de gran explanada fue reducida, para ampliar exageradamente las veredas a las que se les cambió el solado agregándoles adoquines [material propio de las calles, no de las veredas], modificando así la traza urbana [ver página 55; foto 22]. El otro problema en la aplicación de una norma que atiende básicamente a los aspectos físicos de la conservación está en relación a la carencia de profesionales especializados en intervenciones edilicias dentro del órgano de aplicación. Esto da como resultado la aceptación de técnicas y soluciones incorrectas, como el pintado de revoques símil-piedra y otros materiales aparentes [ver página 11; foto 14] o el uso indiscriminado de cemento en las restauraciones [ver página 55; foto 26]. 3. Conclusiones Como quedó dicho en su momento, la gestión de la conservación del CHBA ha pasado a lo largo de todos estos años por un intento de regular lo físico. Las propuestas e intervenciones no han estado exentas de fuertes contradicciones que indican la falta de convencimiento político. Los administradores locales –independientemente de su legitimidad y extracción políticasiempre respondieron a la presión de los intereses económicos reduciendo el alcance de la normativa pre-establecida. Es evidente una distancia notable entre los “planificadores” de la ciudad y los especialistas en conservación del patrimonio arquitectónico que marca la ausencia de profesionales formados en gestión de la conservación que sinteticen ambos conocimientos. Faltan medidas complementarias como las políticas que procuren la rehabilitación social y económica y los programas de mejoramiento de las habitaciones mediante rehabilitación asistida, incluyendo la conformación de cooperativas de moradores. Esto en parte puede lograrse creando un fondo de rehabilitación que puede concretarse con un aporte porcentual de los impuestos que se recaudan en la zona por las actividades vinculadas al turismo. Hay que concretar el otorgamiento generalizado de las exenciones impositivas previstas en la normativa, pero generando la obligatoriedad de que al menos una suma igual sea aplicada a la conservación del bien eximido, estipulando las sanciones que correspondan si esto no se cumple. En lo físico es necesario concretar un estudio particularizado por manzana, teniendo en cuenta el impacto negativo de nuevas construcciones sobre el entorno construido, incluyendo FUENTES CONSULTADAS Archivos: • • • • • Biblioteca y Archivo del Museo de la Ciudad, GCBA Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos Dirección General de Interpretación Urbanística, Secretaría de Planeamiento, GCBA Dirección General Casco Histórico, Subsecretaría de Patrimonio Cultural, GCBA Dirección General de Patrimonio Cultural, Subsecretaría de Patrimonio Cultural, GCBA Referencias Bibliográficas: • • • • • • • • • • • • Arcusín, Pablo; “Buenos Aires no te rajes”; Clarín, Buenos Aires, sábado 5 de setiembre de 1987, p. 29 a/mbiente; “Preservación de San Telmo”; a/mbiente; N° 33, Año II, CEPA Centro de Estudios de Proyectación del Ambiente, La Plata, agosto de 1982, p. 50-57 Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires Comisión Técnica Permanente para la Preservación de Zonas Históricas de la Ciudad de Buenos Aires; “Zona U-24”, Nuestra Arquitectura, Año 52, N° 518, 6/1983, Buenos Aires, p. 34-40 Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, promulgada el 1° de octubre de 1996. 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