MUJER, CULTURA Y SALUD - Generalitat Valenciana

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Edita: Generalitat Valenciana
Conselleria de Sanitat
Direcció General per a la Salut Pública
Elaboración: Unidad Salud Sexual y Reproductiva
C/ Rodríguez Fornos, 4
46010 Valencia
Coordinan: Luis Mitjans
Eduardo Plá
Carmen Barona
I.S.B.N.: 84-482-2914-2
Depósito Legal: V-115-2002
Fecha de edición: Junio de 2002
Impreso en: Kolor Litógrafos, S.L.
Tel. 96 132 40 41
MUJER, CULTURA Y SALUD:
CONVIVENCIA SEXUAL
Y REPRODUCTIVA
Curso celebrado en Valencia
el 28 y 29 de noviembre de 2001
GENERALITAT VALENCIANA
Conselleria de Sanitat
Direcció General per a la Salut Pública
2002
SUMARIO
Presentación ....................................................................................
Manuel Escolano Puig, Director General para la Salud Pública
9
Introducción.....................................................................................
Elena Real, Facultat de Filologia, Universitat de València
13
Las parejas en el cine de Almodóvar: Variaciones y otras fugas
Juli Leal
17
Amores sin nombre en los tiempos del sida................................
Domingo Pujante González
41
De esas parejas que llaman normales ..........................................
Elena Real
61
Del vaudeville al cine: estética de la pareja matrimonial de
Georges Feydeau en la comedia norteamericana .......................
Ignacio Ramos Gay
77
Destinos de la sexualidad de la mujer tras la menopausia ........
Germán Herrero V.
99
Metamorfosis eróticas y perversas en la literatura del siglo XX
Adela Cortijo Talavera
109
Relaciones lésbicas ........................................................................
Ana Monleón
127
Reproducción con gametos donados ...........................................
Vicente L. Montañana Ramírez
145
Subfertilidad relacionada con la edad ..........................................
Ana Monzó Miralles
167
La anticoncepción en la pareja de edad reproductiva avanzada
Eduardo Díez Febrer
179
El impacto de las enfermedades de transmisión horizontal
y vertical sobre la reproducción....................................................
Fernando Naranjo De la Puerta
— 7—
197
Arrepentidos de la esterilización ...................................................
José María Rubio Rubio
Papel de los laboratorios de reproducción en pacientes
con enfermedades de transmisión sexual....................................
Pedro J. Fernández
Las huellas de la mujer pantera.....................................................
Pilar Pedraza
Las dificultades reproductivas en la sociedad occidental
actual ................................................................................................
Antonio González Santana
207
219
227
239
El amor breve de los maniquíes ....................................................
Estrella de Diego
249
La anticoncepción en nuestra época ............................................
Ezequiel F. Pérez Campos
259
Panorama actual de las enfermedades de transmisión sexual..
José L. Sánchez Carajo
269
La amenaza de la mujer..................................................................
Facundo Tomás
283
La desmedicalización de la homosexualidad: ¿una cuestión
sólo de nombres? ...........................................................................
Antoni Adam Donat, Àlvar Martínez Vidal
El contexto de la ETS y su prevención .........................................
Luis Mitjans, Eduardo Plá, Carmen Barona
—8—
295
313
PRESENTACIÓN
El participar en la introducción de este libro donde se recogen los trabajos presentados por los ponentes en el curso “Mujer, Cultura y Salud” que
en su tercera edición ha tratado sobre: “La convivencia sexual y reproductiva”, me llena de satisfacción por la seriedad y originalidad del proyecto,
donde se han unido profesionales del campo de la medicina, universidad y
del arte.
El promocionar, debatir, intercambiar ideas sobre la salud sexual y
reproductiva, como se ha producido en este curso, es ayudar a favorecer
una mejor calidad de vida, independientemente de la edad, sexo, cultura,
aptitudes, orientación sexual o de otras características que forman la identidad personal.
Los debates nos han llevado a conocer y actualizar nuestros conocimientos y actitudes en: anticoncepción, ETS, reproducción asistida, homosexualidad, relaciones de pareja.
Temas que afectan la convivencia y la biografia de las personas y que
han sido abordados, uniendo los avances de la técnica médica con la proyección humanística de la Universidad. Quedando patente en los debates,
que el abordaje de estos problemas o/y situaciones, tiene que basarse en un
mejor conocimiento del hecho humano, tanto en su vertiente individual como
de relación con los demás.
Quiero manifestar mi agradecimiento a todos los que han hecho posible la organización de este curso y muy especialmente al Dr. Alberto Romeu,
Jefe de Servicio de Reproducción Humana del Hospital Universitario La Fe.
Asimismo, agradezco la participación de todos y cada uno de los prestigiosos ponentes. Por último, también agradecer a todos los asistentes su presencia y participación, espero que los días pasados en la celebración del
curso y la recopilación de las ponencias en este libro, ayuden a mantener
vivo el debate y la mejora de nuestra sociedad.
El Director General para la Salud Pública
Manuel Escolano Puig
— 11 —
INTRODUCCIÓN
Los autores de los distintos trabajos que aquí se presentan son doctores en Medicina de diferentes hospitales de la Comunidad Valenciana y
profesores de Historia del , Arte y de Literatura de la Universitat de València.
El presente libro es el resultado de las diferentes aportaciones que estos
especialistas presentaron en el Tercer Curso sobre Mujer, Cultura y Salud,
celebrado en Valencia los días 28 y 29 de Noviembre, y centrado en esta
ocasión en la Convivencia sexual y reproductiva. El interés y la originalidad
de este Curso estriba ante todo en el deseo de presentar un mismo tema,
el de la convivencia sexual y reproductiva, no sólo desde un enfoque científico sino también abordándolo desde el punto de vista cultural, tal como lo
refleja la creación artística. En efecto, la problemática de la sexualidad y de
la reproducción no es únicamente asunto importante en el campo de la ginecología, sino que se plasma igua1mente en la literatura, en la pintura, en el
teatro, en el cine, artes que traducen de distintas maneras los múltiples conflictos que se plantean en el seno de la pareja. La sexualidad está en todas
partes, es elemento esencial y primero en la vida humana, y de una manera
u otra se refleja sin cesar en las manifestaciones culturales.
El espíritu de este curso, como lo demuestran los diferentes artículos
que aquí se publican, ha sido el de asociar los estudios médicos con los literarios, artísticos, dramáticos y cinematográficos, presentando los mismos
problemas desde distintos enfoques. La homosexualidad, las enfermedades
de transmisión sexual, los problemas de reproducción, las relaciones de
pareja se estudian aquí tanto desde el punto de vista científico como artístico, poniendo de manifiesto hasta qué punto estas cuestiones no sólo conciernen al científico sino que ocupan y preocupan a la sociedad, y por lo
tanto al creador, que las expresa, según el género o la época, a veces en
tono dramático, otras en tono jocoso.
Los distintos especialistas de las diferentes áreas de investigación que
han colaborado con sus trabajos nos han permitido elaborar esta obra pluridisciplinar que gracias a la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana podemos ofrecer a los lectores interesados no solamente por los
aspectos científicos del tema sino por el eco que estos problemas tienen en
el ámbito artístico y cultural.
Elena Real
Facultat de Filologia
Universitat de València
— 15 —
Las parejas en el cine de Almodóvar:
Variaciones y otras fugas.
Juli Leal
Universitat de València
LA PAREJAS EN EL CINE DE ALMODÒVAR:
VARIACIONES Y OTRAS FUGAS.
Juli Leal
Universitat de València
En primer lugar, conviene aclarar el sentido de nuestro título. Almodóvar se ha convertido para nosotros en un personaje tan complejo y cotidiano
a la vez que , a la hora de consultar la bibliografía dedicada a su cine nos
hemos encontrado con un obstáculo, si así se le puede llamar, y es que en
todas los obras consultadas – creemos que la práctica totalidad- se incide en
un mismo aspecto: El mismo Almodóvar, que, considerado en sí mismo
como personaje resulta tan o más interesante que su obra cinematográfica,
de ahí la constante repetición de las mismas citas, frases ingeniosas o fragmentos de críticas. El apartado temático suele incidir también en la repetición . El segundo escollo es que les películas de Pedro Almodóvar configuran un todo en sí mismas por dicha incidencia temática, pero es evidente un
cambio técnico y de actitud que permite hablar de evolución tonal y
cíclica.Un factor es fundamental, sin embargo, y es la coincidencia de todos
los ensayos sobre este director, coincidencia en la que estamos también de
acuerdo, y es el protagonismo constante del amor y la pasión como referente
constante y como motor de conducta de todos sus personajes. Lo que nos
lleva a las siguientes conclusiones antes de desarrollar nuestro propósito
central: cuando decimos amor o pasión, estamos hablando en términos
genéricos. Amor y pasión en Almodóvar son complejos, caleidoscópicos y
nunca reductivos a un espectro concreto. El amor filial, el amor lésbico, el
amor – amistad, etc, obedecen a una categoría similar. La pasión, más
ligada al sexo aparece con la misma complejidad, de forma que seria demasiado esquemático, por ejemplo decir que una obra como La Ley del Deseo
(1998), trata principalmente de una pasión homosexual. Trata de una pasión
donde el sexo es determinante. Lo de homo es intercambiable.Evidentemente , a todo ello hay que añadir que las influencias, los referentes estéticos y políticos del autor también han provocado ríos de tinta a favor y en contra en tanto en cuanto algunas consideraciones entran – hoy en día – en el
terreno de lo tópico, por lo repetitivo y por lo obvio, o discutible, tal como relacionar el cine almodovariano con la famosa movida madrileña – que sólo
duró tres años- con el postmodernismo – o con la revancha antifranquista. Si
—1
9—
— 20—
JULIETA SERRANO, madre superiora en «Entre tinieblas»
ello aparece en algún film concreto – la alusión al franquismo- como en el
final de Carne Trémula , (1998) se debe a una intención premeditada, como
la de establecer el nexo de unión entre aquella época nefasta y el régimen
actual del P.P., o al factor de inmediatez de su cine, y quien permanezca en
esos parámetros fáciles es porque desconoce la totalidad de la obra del
director en su totalidad y complejidad. La movida aparece en sus primeras
películas como tema o como contexto, porque era eso lo que se vivía y sentía. Lo que no podemos decir ya de Entre Tinieblas, su tercer largometraje
(1983) o de otras obras más personales como La Flor de mi secreto (1995)
o Todo sobre mi madre (1999) .Del mismo modo cambiará paulatinamente
su postura frente a la droga, el sexo, o la crítica social que irá evolucionando
paralelamente a la progresiva madurez técnica.Evidentemente, la pasión o
el amor, aparecen en su totalidad de posibilidades, lo que complica nuestro
análisis, dada la riqueza de ejemplos que encontramos en el cine de Almodóvar. Amor, pasión, sexo, implica relación entre personas, pero, dado que
Almodóvar supone el tránsito de una manera de sentir – el tardío franquismo
– y de una manera de vivir, la de la transición, encontraremos esta dicotomía
en su marca de fábrica estilística. Esto es, la mezcla entre el casticismo, la
herencia de lo genuinamente popular, presentes en el lenguaje, en tipos
populares de la calle, reconocibles por todo el mundo, y los modelos de conducta resultado de la asimilación de las vanguardias- conocidas y vividas por
el propio autor- la experiencia hippy, la droga, el sexo como fuente de creación, la transgresión de los tabús por el humor, y, lo que es más personal, la
asunción con toda normalidad de situaciones y posturas en teoría arriesgadas, y que los personajes almodovarianos nos proponen con toda cotidianeidad sin resquemor ni complejo de culpa alguna. Véase el “pico” de heroína que se mete la Madre Superiora de las Redentoras Arrepentidas (Julieta
Serrano, Entre Tinieblas) para seducir a la prostituta descarriada a los sones
de un bolero de Lucho Gatica, o la manera de mezclar el argot del pueblo
con el argot cheli de última hora del personaje de Chus Lampreave en ¿Qué
he hecho yo para merecer esto? (1984), la cual, al lado de chascarrillos típicamente castizos como “ Qué frío hace en este Madrid “, también puede afirmar que está enganchada al agua de Vichy porque “ Flipa con las burbujas”.
Con lo cual, cuando hablamos de las parejas en el cine de Almodóvar, en
vista de lo dicho, hemos de hacer una puntualización. La pasión y el sexo
pueden ser vividos y experimentados por todos y cada uno de los personajes a su manera y según su problemática personal. En pareja o en solitario.
O a través de ejemplos particulares. Por ello, la manera de experimentar el
amor , y la relación a nivel de dos debe ser resituada según un muestrario
de posibilidades, por lo que proponemos un esquema, a título personal, centrándonos , no en las críticas ni en la enumeración de datos consabida, sino
en nuestra experiencia de espectador del cine almodovariano que conocemos en su totalidad. Por ello, aclaremos que los arquetipos que propone
— 21—
nuestro director son fruto de su imaginación, pero también de su observación
y experiencia, y que, frente a los primeros resquemores de los exégetas de
turno que predecían el fracaso del cine almodovariano por excesivamente
localista – como ocurre con el de Berlanga, por ejemplo- resaltemos que ese
localismo, ese ejercer de espejo de una realidad deformada o no, ha saltado
las barreras de lo internacional con el éxito que todos sabemos. Así pues,
recordemos que la noción de pareja será referida en nuestro análisis a la
relación entre dos personas, marcada por la pasión, del tipo que sea, del
amor, del tipo que sea, sin olvidar los modelos de pareja tradicional filtrados
por la óptica personal del autor. En cada apartado o ejemplo iremos citando
los referentes o influencias pertinentes con el fin de no alargar excesivamente nuestra introducción. Sólo añadir que la noción de amor, sexo, pareja,
o relación entre seres humanos presente en el cine de Almodóvar ha contribuido más que ninguna otra propuesta cinematográfica a cambiar la óptica
del espectador extranjero de cara a la realidad de nuestro país, ligada por
siempre a la imagen de la España negra o , lo que es peor, la de pandereta,
sin menospreciar el cine de Saura con sus incursiones menos crípticas como
pudiera ser Cría Cuervos (1975) o la serie de musicales con Antonio Gades.
Son innumerables las tesis y tesinas realizadas sobre su cine en los paises
más insospechados a nivel técnico, pero, sobre todo a nivel sociológico, al
descubrir un catálogo de expresiones lingüísticas, actitudes, y modelos de
conducta que proponen una imagen cosmopolita de la España actual.
Tipos de pareja predominantes en la obra almodovariana .
(El amor) (...) “ El amor no debe hacerte sentirte respetable ni seguro ni tranquilo ni mejor que los demás. En el seno del amor uno debe sentirse como un
pobre diablo, víctima impenitente de la tentación. Pero esto sólo ocurre en el
cine. Fuera del cine es alguien que está en el salón mientras yo escribo a
máquina, que ponga mis discos favoritos y que no me interrumpa. Que no
intente acompañarme a las fiestas a que me invitan mis amigos, pero que sepa
que, cuando yo vuelva, estará en casa para escuchar los chismes que esté dispuesto a contarle . que en la cama me deje dormir tranquilo y no me abrace
demasiado. Que lea los mismos libros y los comente, estando siempre de
acuerdo. Que sepa mejor que yo mismo lo que pretendo contar en una película
o en un relato. Que no hable por las mañanas y que, a pesar de lo insoportable que resulta mi compañía, conserve el humor las 24 horas del día”1
1
Del dossier de Laberinto de Pasiones, citado en Pedro Almodóvar, 1982.Boquerini . Ed. JC.
Madrid, 1989 , pp. 122
— 22 —
Reproducimos la cita por la importancia que le concede al ser una
declaración de principios del autor, al margen de nuestra valoración personal. Lo interesante es averiguar si hay concordancia entre el sistema de valores emitido por la opinión personal de Almodóvar y su reflejo en la pantalla,
es decir, en realidad, lo plasmado en la pantalla se corresponde con la opinión del autor o las actitudes de los personajes al respecto son independientes, lo cual no invalida la propuesta, evidentemente.Aunque, también
hay que puntualizar que el conjunto de la obra no se puede apreciar como
un bloque homogéneo, ya que, según el progresivo dominio de la técnica del
director su puede dividir por bloques como la ha hecho algún crítico o por
épocas, por ejemplo, lo pop, el melodrama, la entrada en los noventa y la
sublimación2 lo que no afecta a nuestra reflexión que viene dada por la presencia de la pareja en cuanto relación de dos personas, independientemente
del tratamiento estético o técnico .
TIPOLOGÍA FEMENINA.Independientemente de las posibilidades de sexo o edad que presenten las parejas almodovarianas es imposible no constatar que a lo largo de
su obra hay un claro predominio del personaje femenino, por cantidad, y por
fuerza de decisión, lo que marca en consecuencia los masculinos, proponiendo después las mezclas y combinaciones puntuales según el film:
La hegemonía que las mujeres tienen en el cine de Almodóvar nos brinda una
amplia gama, en cantidad y calidad, de trabajos y oficios o profesiones protagonizados por mujeres. Curiosamente y a la inversa de lo que ocurre en la
sociedad española, sus mujeres tienen puestos más elevados que los hombres por lo general: en éstos priman los policías , taxista, etc...3 Ellas son yuppies, ricas..y plantean un muestrario español adecuado a la época actual(...)
La visión no androcéntrica de la sociedad, el poner el punto de mira en una
mujer y traducir esto a cine teniendo además esta mujer la nada estelar o
espectacular vida de un ama de casa (¿ Qué he hecho yo....? 1984) es un
fruto extraño en el cine español...Más allá del tema profesional que nos ocupa,
el mundo de los afectos, las pasiones femeninas, la sensibilidad, están captados desde esta perspectiva no androcéntrica del cine de Almodóvar4
2
Markus, Sasha. La Poética de Almodóvar. 2001. Litera, Madrid.
3
Añadirenos que también abundan, sobre todo en los personajes protagonistas, los que tienen profesiones liberales:escritores, directores, ex presidiarios, abogados, es decir personajes con un estatus de indepencia y con posibilidad de movilidad.
4
Maldonado, Teresa- García de León, Mª Antonia. 1989. Pedro Almodóvar, la otra España
Cañí .Ciudad Real.Biblioteca de temas y autores manchegos.
— 23 —
— 24—
A. BANDERAS Y VICTORIA ABRIL en «Átame»
De todos modos, a partir de Mujeres al borde de un ataque de nervios,
los personajes femeninos secundarios que marcan el acerbo populista del
autor – porteras, putas, camellas, criadas...- van cediendo lugar a los que
desempeñan oficios que resaltan su autonomía: escritora, cantante famosa,
dobladora de cine, hija de arquitecto famoso médica...pero hay entre todas
esas mujeres un denominador común: por muy liberadas que estén por su
profesión, por su estatus, todas están inmersas en un estado febril de dependencia amorosa, víctimas de la pasión.5
Las parejas.“Hay una cosa en la que no puedo estar de acuerdo con mis paisanos:
en sus vidas , la ausencia de placer es total, absoluta ”. (P. Almodóvar, El
Periódico, 16 – 3- 1986)
Partiendo de esta afirmación, proponemos el siguiente esquema
según las conductas de pareja , entendida como dos personas unidas por
una pasión amorosa común, o por una relación unilateral al romperse uno de
los extremos de la cuerda sentimental, teniendo en cuenta dos factores: 1,
que predomina el feminismo como postura, 2, que las pasiones dignas de
ser vividas son la que se viven al límite.
GRUPO 1.6 La pareja tradicionalmente considerada como ortodoxa,
esto es, chica quiere a chico. Influido temáticamente por el melodrama de
Hollywood, especialmente , y a partir de sus declaraciones el cine de Douglas Sirk, las relaciones hombre- mujer pasan en Almodóvar por una curva
de ascenso- descenso-desamor que subraya siempre el peligro de la rutina
o el lado del sufrimiento por parte de la mujer, capaz de sentir de una manera
más objetiva que el hombre, cuando no se roza la tragedia. Cuando aparece
la pareja casadera clásica, Almodóvar la muestra como aburrida, monótona
y sin interés, abocada al desastre o a la separación. Por ejemplo, en Pepi
Luci, Bom ,(1980) primer ejemplo, conocemos el fracaso del matrimonio de
Luci (Eva Siva), casada con un policía mediocre- en su cine siempre lo son,
como en las novelas de Genet- y decide vivir brevemente con Bom, quien
satisface sus deseos masoquistas, como se muestra en la célebre escena
de la lluvia de oro de Alaska a Eva Siva:
5
Maldonado, T. – García de León, MªAntonia.-Op.cit.Pp.83.
6
Aclaremos que los límites entre los temas de los grupos son a veces aleatorios ya que algunos ejemplos son válidos pàra dos o tres de ellos a la vez. Por ejemplo, La ley del Deseo
podría ser incluida en el eje Eros – Tánatos, o en el de el ciclo de la pasión trangresora.
— 25—
Bom: (entrando en plano – habitación) Venga meándome.
Pepi.: Méate encima de ella, le refrescará
Lo cual realiza para mayor goce de Lucy que recibe la meada en éxtasis. Al final de la película, descubrirá que su marido la vuelve a colmar de
palizas y placer. Trasgresión dentro de lo establecido. Opta por ello, pero
también supone la vuelta al redil clásico. Pepi y Bom estarán solas, pero
serán libres. La soledad y la independencia son un valor pero se paga con
la soledad. Luci volverá a ser “ feliz” pero volverá también al anonimato, suicidio metafórico que la actualidad ha desvelado como trágico. En Mujeres al
borde de un ataque de nervios, (1987) encontramos dos parejas: la formada
por Pepa (Carmen Maura) y su ex - compañero (Fernando Guillén), y la formada por Rossy de Palma (Marisa) y Antonio Banderas (Carlos). Aparte de
que los nombres también definen los personajes, encontramos una pareja
típica. Acuden a ver el piso con la intención de casarse. La apariencia de
ambos es normal. Él, tímido y vestido a la última, pero pusilánime, y ella decidida a no dejar escapar su noviazgo.Como referente cinematográfico, constante en el cine de Almodóvar a través de citas, carteles de películas o fotos
de actrices, vislumbramos en el personaje de Banderas una alusión a los
galanes de comedia americana de los años 40, gafas, distraído, etc.El piso,
el de Pepa expone una marca de fábrica, la mezcla entre kitsch, vanguardia
y castizo. Por ejemplo, Pepa tiene un gran ático en el centro de Madrid, que
recuerda las terrazas tipo Cómo casarse con un millonario (Jean Negulesco,
1953), sólo que en ella tiene gallinas, conejeras y patos que deambulan libremente.La parejita discute:
Marisa, viendo el piso: Carlos
Carlos.- Si, mi amor.
Marisa.- Esto no me gusta. Está muy alto. Debe costar un ojo de la
cara. Yo lo que quiero es una casa, y esto no es una casa casa (Mujeres al
borde de un ataque de nervios) En el enredo general que tiene mucho de
comedia clásica española y a la vez de comedia enloquecida con ritmo frenético, esta pareja, típica y por ello sin entidad se ve llevada por los acontecimientos. El personaje de Carlos se va diluyendo en la trama. Marisa, dormida por un gazpacho con orfidal que todos han tomado, se despierta y
confiesa que ha soñado como perdía la virginidad. Lo que hace pensar que
su relación con Carlos era típica y asexuada. La frase final de Pepa no deja
lugar a dudas:
Pepa: Es verdad, has perdido la dureza esa que tienen las vírgenes en la
cara, porque las vírgenes son muy antipáticas. (Mujeres....)
La otra pareja , la de Pepa y su ex - amante es vivida colectivamente
desde la desesperación del desamor. El teléfono, que sirve en Almodóvar
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para incomunicarse, esperar inútilmente la llamada del otro, o para nunca
encontrar a nadie llega a ser obsesivo, elemento clave. El dolor, la ausencia,
culminan en la escena en que Pepa, exorciza su situación quemando la
cama – altar. Y si hemos dicho colectivamente es porque Almodóvar introduce el recurso del azar – casualidad –, como en el teatro barroco. El ex amante, infiel, es también padre del personaje de Banderas, y ha engañado
a su ex mujer, salida de un coma, y que sigue vestida como en aquel
momento (Julieta Serrano). Inmersa en esa ronda de desamor, Pepa vive
dos días y dos noches en blanco frenéticamente hasta descubrir que el
motivo –hombre no valía la pena. Todos los personajes femeninos de la película sufren por un hombre. La victoria de Pepa se convierte así en colectiva
después de haber tocado fondo. Su frase ante la dura de una vecina que se
inclina por la moto en lugar de por su novio es tajante: A una moto puedes
llegar a conocerla, a un hombre, nunca . La pareja tradicional se acaba con
resaca inevitable, proponiendo la amistad o un mundo entre mujeres como
alternativa, y ya que hablamos de tocar fondo, vemos otro toque al mismo
tema en la más lírica La Flor de mi Secreto, (1995).? De hecho, independientemente de nuestra clasificación, es sorprendente , al profundizar en la
filmografía de nuestro director cómo los temas se van repitiendo como leit –
motivs, sólo que con ópticas diferentes. La Flor... iba a llamarse en un principio ¿ Existe una posibilidad, por pequeña que sea de salvar lo nuestro ?,
título que define ya la intención general.Dentro de una estética sofisticada y
claustrofóbica asistimos al sufrimiento de Leo, escritora de novelas rosa con
el pseudónimo de Amanda Gris (Marisa Paredes), consecuencia del cansancio – rechazo que provoca su relación con su marido siempre ausente
Paco (Imanol Arias) –. La soledad y el desamor provocan en Amanda una
estado constante de desesperación que afecta a su creatividad. Ligada a
una editorial por un contrato que le obliga a escribir tres novelas al año,
Amanda pierde su musa y cada vez que intenta reescribir la novela sola le
sale cada vez más negra, incapaz de edulcorar la realidad.Tras una visita de
Paco, el marido que da por acabada su relación, la realidad se convierte en
abismo para Leo. Primeros planos de errar por un Madrid fotografiado entre
neorrealista y kitsch, contrapunto de otros personajes como los de Manuela
Vargas y Joaquín Cortés, la fuerza del flamenco interpretado en jazz por
Miles Davis convierten a La Flor ...en una sinfonía de soledades y en el
retrato de la fragilidad y el desvalimento que provoca la ruptura de la pareja
tomada como un referente clásico. El hombre, infiel y tramposo – se lía con
la mejor amiga de Leo- es además cobarde. La constatación del sacrificio
enorme por causa de la mediocridad hace descender al personaje al abismo.
El tono de actuación en clave de sonambulismo ausente de Marisa Paredes
es perfecto. Angel, personaje Deus –ex machina supone la salvación–. Le
encarga a Leo redactar una crítica sobre la antología que acaba de salir de
Amanda Gris, ignorando que se trata de la misma escritora. Con otra perso-
— 27—
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EUSEBIO PONCELA Y ANTONIO BANDERAS en «La ley del deseo»
nalidad Leo afronta el suicidio artístico con la critica demoledora de su etapa
anterior y el suicidio físico. Cuando se dispone a ello oye la voz de su madre
en el contestador, una de las pocas veces en el cine de Almodóvar en que
teléfono o contestador son positivos- y la reacción se produce. El alejamiento
y el reencuentro de las raíces en el pueblo – Chus Lampreave y Rossy de
Palma, provocan una nueva Leo. El descubrimiento de la amistad con Ángel,
el redescubrimiento de sí misma culminan con un renacimiento que invalidan
de nuevo los parámetros de la pareja clásica en que se apoyaba anteriormente. A partir de ahí, la nueva Leo asumirá la vida y la relación sentimental
con otra óptica. Como trasfondo, el homenaje a las grandes narradoras de
cuentos cortos como Jean Rhys, Djuna Barnes, y, sobre todo Dorothy Parker –de cuyo relato La Visita7 bebe la idea central de La flor.. -significativamente la segunda antología de narraciones breves de Parker se llama La
Soledad de las parejas.8 A partir de La Flor, quizá el retrato más íntimo más
profundo, la temática del amor en pareja aparece de una manera más profunda, moviéndose al límite entre la pasión desde lo más oculto de los personajes y las emociones en estado puro. La reivindicación de la amistad en
un final – homenaje a Ricas y Famosas de Cukor(1981) – produce una sensación de liberación también en el espectador después de haber asistido a
esta especie de via crucis íntimo del que dice el mismo Almodóvar:
La flor de mi secreto habla del Dolor con mayúscula, pero, a pesar de ser una
película casi épica sobre el dolor, este se manifiesta a través de pequeñas
cosas. El dolor está aquí provocado por el abandono y lo que sí es cierto es
que el dolor que provoca el abandono del ser que amas equivale realmente a
la pérdida, a la muerte. Da igual que esa persona siga viva para el resto del
mundo, el final de una relación equivale a una muerte física , provoca el
mismo dolor.9
Del dolor a liberación por la muerte como salida nos habla otra relación de pareja tradicional, en las antípodas de La Flor...La austeridad , el chic
y la sofistificación de su ambientación y planificación son vividas por Gloria,
ama de casa, (Carmen Maura) y su marido Antonio, taxista (Angel de
Andrés) en el infierno de un minúsculo apartamento de los bloques de la
ayuda popular estatal de los años 60 en plena M-30 en la tragicomedia de
aire neorrealista ¿ Qué he hecho yo para merecer esto?, que , aunque anterior a La flor, nos plantea ya desde otro prisma social el matrimonio típico con
planteamiento machista desde un ángulo de humor negro que enraiza con
una tradición literaria clásica – Galdós, Arniches- y la influencia italiana del
7
Parker, Dorothy . La visita. En Una dama neoyorkina.Penguin, 1990
8
Parker, Dorothy. La soledad de las parejas. 1995 .Ed.B.Barcelona.
9
Strauss, Frédéric. Pedro Almodóvar, un cine visceral. Conversaciones con P. Almodóvar.
1995. Ed. el Pais – Aguilar.Pp. 178.
— 29—
cine neorrealista, sirviéndose Almodóvar de la fealdad del entorno para
comunicar en el espectador también con un feísmo estético pretendido el
desasosiego de la realidad que le toca vivir a Gloria inmersa en un abismo
de horror en el que la pobreza y la explotación a que su condición de ama
de casa con dos hijos y marido con sueldo mínimo la reduce.La música de
Bernardo Bonezzi que suena como homenaje a Nino Rota, subraya en un
principio el recorrido de la cámara por el barrio siguiendo a Gloria en su
periplo de faenas con las que llegar a fin de mes. El matrimonio, lejos de
suponer un apoyo moral supone el principal eslabón de su infierno doméstico, con un marido grosero, machista y enamorado en secreto de un ideal,
una antigua cantante alemana, episodio que supone según ciertos críticos
una digresión dramática a las que el director es tan aficionado, ya que el
interés central está situado en el personaje de Gloria y su vida cotidiana,
su dependencia de los tranquilizantes, y su sórdida rutina. Curiosamente,
nunca hasta escribir estas lineas nos habíamos percatado del paralelismo
–aunque antagónico– estructural que reside entre ambas obras, de ahí que
hayamos comentado por La Flor aunque sea más reciente. En ambas tenemos un Via Crucis femenino, aunque con diferente contexto social, lo que
marca la estética y tratamiento técnico, vestuario, etc...En ambas se habla
de una bajada a los infiernos necesaria para encontrar la salida. El tono
de alta comedia – melodrama desgarrado de La flor...– es en ¿ Qué he
hecho yo...? Un sainete trágico donde el humor está presente de manera
corrosiva y reconocible.La claustrofobia y el desamor son incidentes, aunque para Gloria la existencia del amor ya es algo que ni se plantea. La
amistad de Cristal, puta de buen corazón y la ayuda de la hija telekinésica
de la vecina modista son sus únicas válvulas de escape. En La flor...la
vuelta al pueblo, las raíces, el tocar fondo, viene en ¿Qué he hecho yo...?
reflejada por el primer acto de liberación: el asesinato de Antonio con una
pata de jamón, lo que supone un acto de transgresión y afirmación con un
arma derisoria pero significativa. El asesinato, gracias a una policía cutre
e inepto- esto es un leit-motiv constante en el cine de Almodóvar, al lado
del referente icónico religioso- dejan el asesinato sin resolver, esto es, sin
culpable. Para el espectador, Gloria ya ha pagado en vida, de ahí su inocencia. Como Leo, a Gloria en su fragilidad no le quedan ni sus hijos , por
lo que opta por el suicidio., que se verá truncado por la aparición del hijo
pequeño, también transgresor por homosexual precoz sin atisbo de culpabilidad. Los marginales se reencuentra para apoyarse. Una nueva vida
comienza. La pareja, como la familia , y el desamor son estorbos a superar.Curiosamente, recomendamos la visión conjunta de ambos films para
profundizar en una similitud altamente reveladora de las constantes de
Almodóvar, ya que se trata de dos películas que marcan dos épocas muy
claras. ¿ Que he hecho yo...? supone el reconocimiento de la madurez creativa después de sus comedias disparatadas anteriores- y que ésto no
— 30—
suene a peyorativo, y La flor..., inicia su última trilogía sobre el deseo a flor
de piel.
2.- Bloque.-La Marginalia.
RICKI.-: Tengo 23 años, cincuenta mil pesetas y estoy solo en el mundo.
¿Cuánto tiempo vas a necesitar para enamorarte de mí? (Átame, 1989)
Con esta frase define el personaje de Antonio Banderas su planteamiento de principios.El personaje de Ricki supone la elevación a nivel de protagonista de toda una serie de personajes secundarios o incidentales que
desean, acceden , o tienen contacto a nivel de pareja aunque sea de manera
esporádica o incidental a lo largo de toda la filmografía almodovariana, como
pueden ser , por ejemplo la formada por la madre Sor Víbora (Lina Canalejas) y el Capellán (Manolo Zarzo)en su fuga del convento para dar suelta a
su pasión cinéfila, o la relación entre Sor Perdida (Carmen Maura con su
tigre en el mismo film, Entre Tinieblas (1983). Parejas formadas con sentido
y en búsqueda de la felicidad, sin plantearse los esquemas tradicionales,
como la formada por Riza Niro (Imanol Arias) y Sadeq (A. Banderas) en
Laberinto de Pasiones, y varias más que coinciden en salpicar toda la trayectoria urbana almodovariana con seres que se unen, se encuentran, se
odian , sin necesidad de plantearse un futuro, pero si una vida , dure lo que
dure.Tengamos en cuenta que nuestro autor parte del rechazo a la familia
como célula idónea para el desarrollo de la personalidad e independencia
del individuo. Al menos, la familia que se considera como modelo social, por
tanto, como consecuencia, la familia son los amigos próximos que uno elige,
y la pareja, la persona que procura – recibe nuestra ternura en un momento
determinado, sin importar nada más. Estos parámetros, llevados a personajes marginales como los que estamos comentando, decantan en una realización máxima del hecho amoroso ya que se considera mucho más importante que el mero placer sexual:
Por una parte (el sexo) es algo higiénico, y como tal no debe olvidarse. Hay
una parte meramente fisiológica que hay que tener en cuenta . (...) Pero, con
el tiempo, esta parte meramente fisiológica va debilitándose. Ahora mismo no
lo veo si no es acompañado , como parte de un lenguaje sentimental.10
Todo ello se encuentra llevado a la última consecuencia en ¡ Átame ¡
(1989) y Entre Tinieblas (1983) que coinciden en presentar grandes pasio-
10 Los domingos de ABC.( 20 . 4- 86) Citado en Pedro Almodóvar, Boquerini, 1989. Ed. JC.
Madrid.
— 31—
MARISA PAREDES en «Tacones lejanos»
— 32 —
nes sublimadas por la condición marginal de sus protagonistas, enfermo
mental, una yonqui, cantante de boleros – prostituta, monjas alcinadas capitaneadas por la madre superiora de las Redentoras Humilladas, volviendo
como es ya normal a la referencia cinéfila y a la tradición clásica hispánica
sublimada por la ironía, en búsqueda de la ternura más allá del placer fugaz.
¡Átame! Supuso la rendición de la crítica y público norteamericano
después del boom mundial de Mujeres...por su progresiva corrección formal,
las espléndidas interpretaciones de la pareja central, Banderas y Victoria
Abril, y por no haber jugado continuar repitiendo el filón.La pasión que destila ¡ Átame ! es palpable a lo largo del film que rezuma emoción contenida
con una utilización de las escenas de sexo insólitas en el panorama cinematográfico español. Ricki, enfermo mental , sale por fin del sanatorio donde
estaba en busca de una nueva oportunidad. Su meta es raptar a Marina,
actriz porno de la que se enamoró en un pasado cuando ella hacía carrera
para pagarse el chute. Una vez conseguida su meta le espeta las palabras
que encabezan este apartado. Inspirada en The Collector, de William Wiler,
(El Coleccionista, 1965) el tema del síndrome de Estocolmo provoca en
Marina el efecto buscado por su secuestrador: Tras descubrir la soledad, el
desvalimiento y la fragilidad de Ricki, capaz de ir a buscarle droga, calmantes, de arriesgarse por ella a cambio de esperar que ella recapacite, Marina
logra huir con su hermana que la rescata. Marina, consciente del desvalimiento de Ricki, enamorada totalmente, va en su busca. Juntos emprenderán el camino contrario en una pirueta malintencionada e irónica del director:
desean formar lo que ellos creen que es un matrimonio típico, hijos, estabilidad, etc. El camino de vuelta a no se sabe donde concluye con la canción
del Duo Dinámico Resistiré . La pareja Ricki – Marina es un exponente insólito en nuestro cine. El sexo casi explícito que provocó la prohibición de algunas secuencias en USA, Italia y Argentina, está al servicio de la emoción,
nunca del morbo. La consecución del amor procura la misma sensación que
los famosos finales Happy del cine de Hollywood, sólo que dejando en suspenso el futuro, lo que menos importa, mucho menos que el instante , el presente. Marina y Ricki nunca volverán a ser los mismos.Comparten el amor y
el cariño., y eso basta , abriendo un interrogante sobre la continuación, que,
según Almodóvar, hubiera sido una película con mayor tratamiento de comedia. El hambre de afecto, el sexo como medio, no como fin, el riesgo para
conseguirlo todo, es una constante que encontramos también dentro de los
parámetros de lo marginal, ligados con el universo de la droga, el crimen y
el contrabando en Entre Tinieblas, al mando de la madre superiora de la
orden de las “Redentoras Humilladas“. Julieta Serrano extraordinaria intérprete de tal personaje propone una composición enormemente rica de matices en un papel que pulveriza todos los arquetipos anteriores de cine de
monjas español. La actividad de la orden consiste en recoger mujeres des-
— 33 —
carriadas sin preguntarse el porqué, simplemente con la misión de acogerlas – lo que implica protegerlas y encubrirlas- dentro de un contexto de delincuencia, drogas, asesinatos, etc, que las monjitas viven con una ausencia de
sensación de culpa fascinante y que provoca la risa del espectador. Dentro
de ese contexto, la superiora, heroinómana, representa la fascinación por el
mal, lo que aleja el film de la etiqueta ramplona de anticlerical, siendo mucho
más que eso. Un cierto halo de misticismo se va apoderando de la película
a medida que avanza impregnándolo todo, cambiando el tono de comedia
del principio en un clima sórdido que estalla en el famoso grito desgarrador
final. Mezcla de San Juan Bosco en su actividad de recoger descarriados o
rechazados , y de Jean Genet, la madre superiora , que a su vez ha redimido
un buen numero de descarriadas, entre ellas, algunas de las monjas que
quedan en el convento, hace todo ello una religión donde Dios está ausente,
siendo reemplazado por el ser humana abyecto. Cuando Yolanda, la cantante de boleros que acude al convento pregunta a la Madre porqué tiene
decorado su despacho con fotos de Brigitte Bardot, Ava Gardner o Liz Taylor, ésta responde:
Son algunas de las grandes pecadoras de este siglo(...)En las criaturas imperfectas es donde Dios encuentra toda su grandeza. Jesús no murió en la cruz
para salvar a los santos , sino para salvar a los pecadores. Cuando miro a
estas mujeres siento hacia ellas una enorme gratitud, pues, gracias a ellas,
Dios sigue muriendo y resucitando cada día11
El viaje de redención comporta o provoca el enamoramiento de la víctima en su caída , caída a la que se acompaña a la víctima. Al final, con la
desaparición del convento, dado que ya no hay hulladas que redimir,
Yolanda se irá con la marquesa a emprender una nueva vida. La madre
Superiora, consciente de que éste es el gran y último amor de su vida, se
lamenta con ese famoso grito – desgarro al que nos hemos referido, grito de
importancia, de soledad , de vacío y de desamor, después de todo un viaje
de abnegación que ha comportado el encubrimiento, la heroína, los boleros
de Lucho Gatica y el morbo sexual como alimento espiritual en un mundo
donde las estampas de nuestra infancia forman un referente- igual que el
Sagrado Corazón que abre ¡Átame! O los altres – las flores de mayo de La
Ley del Deseo, por ejemplo, que alternan con fotos de actrices- otro signo
constante son los cánticos de iglesia que evocan ecos de la formación religiosa de la generación de Almodóvar – que es la nuestra- hecha de cromos
y parafernalia. Curiosamente, Entre Tinieblas, rodada después de Pepi,
Luci...y Laberinto de Pasiones, dos miradas sobre el mundo de la movida
madrileña, supone un avance técnico considerable, con una planificación
11 Pedro Almodóvar, la Otra España Cañí. Op.cit.Pp 94.
— 34—
austera que contrasta con el tono del lenguaje y de lo que vemos, planificación que recuerda a veces el cine despojado de Bresson, culminando en el
final del grito donde la cámara se aleja en un suave travelling, enmarcando
el grito de la Madre consolada por Sor Perida en una composición clásica
que recuerda los cuadros de Vermeer. La fascinación del arroyo, de lo
abyecto tiene en la pareja formada por Marisa Paredes (Huma Rojo) y Candela Peña (Nina) de Todo sobre mi madre (1999) otro claro y dramático
exponente. Unidas por la violencia y el sadomasoquismo, el amor de Huma
hacia Nina comporta golpes y brutalidad física y psicológica. Aunque el tema
central consiste en el itinerario iniciático de Manuela entre sus huidas de
Madrid a Barcelona la recuperación de la paz gracias al instinto maternal y a
la amistad, el personaje contrapuesto de Huma Rojo gran actriz atraviesa
una grave crisis de identidad que acentúa su amor por Nina, actriz con la que
comparte vida y escenario , yonki en su vida privada. Huma alcanza su tranquilidad con la asunción de su profesión , una vez separada de Nina, y con
la amistad de sus amigas Agrado y Manuela, después de adoptar la memoria del hijo muerto de Manuela. Concebida como una sinfonía femenina de
instintos emocionales a flor de piel en un universo exclusivamente femenino,
el personaje de Nina desaparece en el último tercio del film. En el epílogo,
Manuela regresa a Barcelona- sin tener que huir, -dirá ella a su hijo adoptivoy Agrado le cuenta el final de Nina, el peor. Nina ha abandonado el teatro y
la droga, se ha retirado a su pueblo para hacer una buena boda. Este parámetro que puede parecer positivo a un nivel primario va subrayado por los
comentarios de “se ha puesto como una vaca” y de que el niño de Nina es
“gordo “ y “Horroroso” como consecuencia del infierno de lo tradicional que
ha elegido aquella que, aunque yonki tenía su carisma personal. El anonimato y la vulgaridad son el precio de su fracaso disfrazado de éxito social en
su pueblo, con lo que pasaría a relacionarse con las parejas corrientes que
hemos mencionado en nuestro primer apartado.
Ultimo apartado.Como tema en común englobamos los films protagonizados por parejas en situación límite. Aquellas que tienen la muerte
como meta, como máximo placer necrófilo, como solución o como Deus ex
Machina a imitación de las tragedias griegas. En este ciclo incluimos, de
manera cronológica : La ley del deseo, (1986), Matador (1985), Tacones lejanos, (1991) Carne trémula (1998) Las cuatro parten de un componente
común, el melodrama, y estilísticamente de la aplicación de la técnica que
podríamos llamar de “pastiche ”o reelaboración de referentes cinematográficos – citas , que, si a lo largo de su filmografía son una constante estilística,
en este corpus atraviesa la médula temática hasta llegar a rehacer la misma
secuencia . Así, si en Todo sobre mi madre, están patentes Opening Night
de John Cassavettes (1977), o Eva al desnudo, de Manckievickz (1950), en
Mujeres...Johnny Guitar, (Ray, 1954) y un largo etcétera, en este ciclo tene-
— 35—
CECILIA ROTH en «Todo sobre mi madre»
— 36—
mos presente, excepto en Tacones Lejanos – y aún así habría que puntualizar – el final de Duelo al Sol de King Vidor, es decir la famosa secuencia en
que Gregory Peck y Jennifer Jones se dan la muerte el uno al otro y se arrastran después por el valle para morir juntos.El pastiche culmina en el final de
Carne Trémula, donde se repite la misma acción con los personajes de Sancho y Clara. De todas maneras, también son obvias – y explícitamente en
cada película, Sonata de Otoño, de Bergman (1978) en Tacones...El imperio
de los sentidos, de Oshima (1976) en Matador. En cuanto a la presencia de
la pareja como eje protagonista, la variedad alcanza una gran riqueza, marcada ,como hemos dicho por el binomio Eros – Tanatos, la muerte como
meta o como final determinante. En La Ley del Deseo, quizá la más original
y para muchos de los seguidores de Almodóvar la mejor de sus obras, la historia de amor central viene complementada por otras paralelas que, por primera vez, cronológicamente, no empañan la importancia del argumento.
Pablo, director de cine de vanguardia y escritor y director de teatro se ve acosado por Antonio, chico marcado por una familia de derechas, sorprendido él
mismo al verse enamorado de otro hombre.Pablo no está dispuesto a abandonar su sistema de vida, reacio al amor y al compromiso, reacio a mantener una relación estable. La dificultad hace que el amor de Antonio se convierta en pasión devoradora. En un principio parecía que el personaje de
Poncela, en tanto que director moderno, era un trasunto del propio Almodóvar, lo que daba al film un tono autobiográfico, aunque, dado que toda su filmografía puede considerarse algo autobiográfica con los mismos fantasmas
repitiéndose con intención y técnica distinta-como en la obra de cualquier
otro gran director- el choque con el actor Eusebio Poncela imprimió más
carácter decisivo al de Banderas, y, sobre todo, al de Tina, el hermano transexual encarnado por Carmen Maura en una memorable creación.De hecho,
la pareja Poncela – Banderas es el eje central, pero el soporte de Maura convierte a su personaje en el alter ego de su hermana (E.Poncela). Tina cuenta
a su hermano como ella , siendo él se fugó con su padre a Marruecos. Allí
se operó pera complacer a su padre –amante, el casi la abandonó seguidamente, convirtiéndola en una nómada urbana, actriz gracias a su hermano.
La pasión de Antonio y su interpretación llena de energía y poesía hicieron
que Almodóvar declara que el resultado fue el contrario al premeditado:
Yo me identifico mucho con el personaje de Banderas, a pesar de que es el
personaje reaccionario, pero para quien la pasión es la única moral. A mi me
gustaría comportarme así, pero no lo hago. Sólo en la película.12
La pasión de Antonio le lleva a asesinar a su posible competidor, (M.
Molina) a allanar de cualquier manera los obstáculos. El final trágico supone
12 Almodóvar. Diario 16, 1986. Citado en Pedro Almodóvar, Bocherini. Op. Cit. Pp.91.
— 37—
la encerrona de Antonio a Pablo. La policía acordona la plaza esperando el
resultado de la conversación entre los dos amigos. La intención de Antonio,
degradado ante los suyos, tocado por la gracia de su amor , condenado a
muerte – recuérdese a Genet- es la de hacer el amor por última vez con
Pablo. Realizado su deseo, se pega un tiro. Pablo desesperado constata que
nadie más le va a querer de ese modo. Ha perdido su gran oportunidad.
Abajo, Tina y la policía espera a Pablo que llora desconsolado teniendo en
sus brazos el cuerpo sin vida de Antonio, en una Pìetá pop resaltada por la
cruz de mayo del fondo del plano incendiada por el fuego purificador – como
en Mujeres...- y presidida por santos y por Liz Taylor. El bolero Lo Dudo interpretado por Los Panchos convierte al conjunto en una estampa de arrebatado lirismo sin parangón en el cine español. La muerte concede a este amor
no comprendido una sublimación trágica que a su vez le sitúa en las filas del
más puro melodrama, devolviendo a este término toda su pureza. En Tacones Lejanos el rol de la pareja está representado por Becki del Páramo, cantante internacional y Rebeca, su hija. Si bien en esta ocasión el sexo no es
un elemento clave, no lo es menos que la relación hija – patito feo necesitada de amor – atención maternal equivale al ascenso imparable de Antonio
hacia Pablo, crimen incluido. Un prólogo freudiano nos cuenta cómo Rebeca,
al interpretar que el novio de su madre intenta separarle de ellos cambia sus
pastillas causando su muerte en la carretera.El complejo de Electra está servido. Becki vuelve al cabo de los años a España y encuentra a Rebeca
casada con su ex amante. La exigencia de cariño de Rebeca la sitúa en el
lugar del marido tradicional que Becki nunca tuvo. Rebeca matará a su
marido para borrar la huella en su madre y poseerla ella sola. Se declara culpable del crimen y nadie la cree. La escena del enfrentamiento en el juzgado
entre madre e hija consuma la relación psicológico – afectiva. La muerte por
enfermedad fulminante de Becki tocando el revólver de Rebeca para dejar
sus huellas en él y absolverla culmina con su muerte el amor nunca vivido
entre ambas, según la imagen del referente Sonata de Otoño de Bergman.
La muerte también sublima dejando el recuerdo de una madre ,amante de
su hija esta vez. Las otras dos cintas tienen como referente obvio por cita, y
por recreación, como ya hemos dicho Duelo al Sol, el clásico de Vidor y por
tema la muerte. Matador, una de las películas más particulares de Almodóvar, ya que supone una reflexión sobre la muerte como meta sensual y sentimental flota sobre la puesta en escena y no al revés como en el resto de su
obra. Los personajes, Diego, un torero retirado por accidente y María Cardenal son, más que personajes , símbolos nacidos para encontrarse, amarse
y destruirse, un poco como Perla Chávez y Lewt en el film de Vidor. El mundo
de los toros , desde una perspectiva mística, aparece filmado con una sofisticación que recuerda el estilo y la plástica de los clásicos japoneses. La
moda, una España actual al máximo aparece en las luces, trajes, desfiles,marcando la dialéctica entre lo clásico y una España a su vez contem-
— 38—
poránea a rabiar. Diego disfruta masturbándose mientras ve crimenes y
catástrofes en la televisión. María asesina a jóvenes muletillas durante el
orgasmo. La atracción de la muerte hace que los encuentros-desencuentros
entre Diego y María recuerden las suertes del toreo, acentuada por la estética de la escuela para toreros de Diego. Un mundo que recoge en su última
película Hable con Ella (2001). Cercados por la policía al ser descubiertos
sus respectivos asesinatos, María y Diego culminan su ceremonia matando
María a Diego durante el orgasmo y disparándose ella un tiro en la sien a los
sones de Espérame en el cielo, un bolero necrófilo- los hay y muchos, después de haberse hecho su declaración amorosa
María: Te gustaría verme muerta?
Diego.: Me gustaría verte muerta y que luego me vieras tu a mi.13
María Cardenal y Diego se encuentran en un cine viendo Duelo al Sol,
van sólo a ver la secuencia final. En Carne Trémula la referencia se recrea.
Dos parejas, una de tres y otra de dos danzan un ballet de amor y muerte
que para cuada una se salda de distinta manera. Víctor conoce a Elena, hija
de un diplomático italiano en los lavabos de un after donde consuman un
encontronazo erótico14. Un disparo fatal a un policía que intentaba detenerle
en casa de Elena deja a éste, David, parapléjico. La salida de la cárcel , poco
a poco, hará que ambos se fusionen. Víctor será las piernas y el sexo consiguiendo el amor de Elena. Sancho y Clara, pareja complementaria, odiándose pero incapaces de separarse, morirán matándose el uno al otro, como
Perla y Lext. Esta ronde de amor y muerte es, además, la única vez en que
Almodóvar se refiere a Franco. Víctor, nacido el día en que Fraga determina
el estado de excepción en España, supone el cambio definitivo con su presencia, clave y metáfora que consuma el amor de una pareja y la muerte de
otra.Conscientes de que cada una de estas obras merece una reflexión profunda por si misma, nos hemos limitado, dadas las características de nuestro trabajo al aspecto de un recorrido personal por las parejas y su representación en la obra almodovariana. Concluimos con un texto del autor que
creemos arroja una luz especial sobre su concepto , escéptico, pesimista,
romántico, como se quiera, pero personal del amor y la pareja:
Yo recibí una carta de una persona a la que quería, y que me quería, pero no
tanto como yo necesitaba; yo leí la carta, y era encantadora, me disgustó, porque no era la carta que deseaba recibir. Entonces le escribí a su vez una carta
y le dije: La carta que yo necesito es ésta.Y me escribí mi propia carta. Encabézala y fírmala, porque esta es la carta que yo quiero recibir. Luego, en la
vida real, guardé esa carta y jamás llegué a mandarla. Pero la he metido en
un guión y mi personaje sí que la envía.15
13 Almodóvar, Pedro. Matador, 1986.
14 Holguín, Antonio. Pedro Almodóvar. Cátedra, 1999. Madrid, pp.
15 P. Almodóvar. El País Semanal, 1986. Citado en Bocherini, P.almodóvar. Op.cit.pp.91.
— 39—
Ningún otro director cinematográfico español ha plasmado la interrelación constante entre vida y obra con tal sinceridad. Y esa emoción, más
que en las críticas y en ensayos, sólo la encontramos con la misma intensidad viendo su cine. La película a la que se refiere con el tema de la carta es
La Ley del Deseo.
—4
0—
Amores sin nombre en los tiempos del sida
Domingo Pujante González
Universitat de València
AMORES SIN NOMBRE EN LOS TIEMPOS DEL SIDA
Domingo Pujante González
Universitat de Valencia
A Juan Vicente Aliaga
On ne naît pas homosexuel, on apprend à l’être.1
Si tuviera que decir cuál es la principal terra incognita que queda por explorar
al pensamiento humano, tanto en el plano experimental y analítico como en el
metafórico y poético, no citaría los simples suburbios del espacio exterior, sino
los vínculos íntimos de la interacción entre lo consciente y lo orgánico, casi
increíblemente vivos y complejos.2
Las relaciones entre enfermedad y escritura están tan entreveradas
como las que se establecen entre los seres humanos, recorren caminos
inextricables y llenos de vericuetos, a menudo fruto de esas relaciones de
pareja fundadas sobre el amor distinto, estéril y vano a los ojos de la sociedad y por el contrario tan gratuito y fértil a los ojos, acaso los más humanos,
de la creación literaria. No hay pues relaciones de parentesco que integren
la homosexualidad, de ahí que haya que recurrir a la realidad heterosexual
para referirse a la persona que comparte una relación estable en términos
de «mi novio». El escritor de origen italiano Pier Vittorio Tondelli evoca, no
sin cierto desgarro, que no existe ni siquiera una palabra en el vocabulario
humano para designar al que no fue ni marido, ni mujer, ni amante ni camarada, del mismo modo que no existe ningún rito de acompañamiento para
celebrar los fastos mortuorios de un compañero irregular3. Cuantos escritores se han nutrido de esas parejas innombrables y han desarrollado su escritura a la sombra, en el seno, cobijados en la enfermedad del otro y en el
dolor profundo que esto produce en la escritura. En este momento, por sólo
1
Pollak, Michael, « L’homosexualité masculine, ou : le bonheur dans le ghetto ? », in Une
identité blessée. Études de sociologie et d’histoire, Paris, Métailié, 1993, p. 184.
2
Steiner, George, «A modo de prólogo», in Steiner, George y Boyers, Robert, Homosexualidad: literatura y política, Madrid, Alianza, 1985, pp. 11-12.
3
Nota de contraportada de Nicole Sels (traductora del italiano) a la edición francesa de Tondelli, Pier Vittorio, Chambres séparées, Paris, Seuil, 1992.
—4
3—
citar a una, se nos viene a la mente «Madame», la gran Marguerite Yourcenar quien en 1937 encuentra y ama a la americana Grace Frick, hasta el
punto de que después de pasar un largo invierno como huésped de honor en
su casa, colmada de agasajos y encendida por la pasión, decide reincidir y
aceptar de nuevo el ofrecimiento y sin proferir votos públicos pasará a su
lado el resto de su vida, creciendo juntas, construyéndose mutuamente,
sufriendo en silencio, como se desprende de su copiosa correspondencia, no
sólo verse envejecer sino la dura prueba de ver como su compañera avanza
inexorablemente, quizá « les yeux ouverts » como ella evocara, hacia la
muerte debido a un cáncer terminal. Este pesimismo creciente que hace que
cada vez esté más presente en su obra la profunda atrocidad de la aventura
humana. No será la única enfermedad que vivirá de cerca pues antes de su
propia muerte en 1987 y decidida de nuevo a viajar, su otra gran pasión, a
darle la vuelta al mundo o « le tour de la prison » en palabras suyas, esta vez
acompañada de otra de esas parejas sin nombre pero con mucha pasión,
ese joven compañero americano de apenas treinta años y de nombre Jerry
Wilson, el mismo que desaparecerá prematuramente, casi en sus brazos, a
causa del sida y que contribuirá sin duda a que ya no le queden muchas
ganas de seguir por más tiempo el camino sola. Yourcenar sabía que sólo se
muere de pena y ya lo vaticinó en su juventud más temprana: «Soledad. No
creo como ellos creen. No vivo como ellos viven. No amo como ellos aman.
Moriré como ellos mueren4».
Sin duda el gran antecesor moderno de la utilización de la enfermedad
como fuente de liberación es Charles Baudelaire y sus Fleurs du mal, obra
maestra de la literatura universal donde la sexualidad ocupa una plaza de
honor en una época esta, el romanticismo, en la que se banaliza la salud,
como también ocurre en Madame Bovary. Precisamente por esta razón
ambas obras se verán condenadas por la justicia por inmoralidad. En efecto,
como muy bien demuestra Frank Mort5, en el siglo XIX, los sistemas morales y médicos asociaban impávidos e impertérritos algunas enfermedades
epidémicas a una inmoralidad sexual, juicio de valor que aún perdura hoy en
día y que castiga, tras reprobantes ordalías, aquellos deseos sexuales que
no se someten a los preceptos religiosos o morales. Así el poeta que cantara
a esas Femmes damnées murió de sífilis, ese otro mal du siècle, principal
ancestro, en cuanto a producción literaria y vehículo de imágenes se refiere,
del sida, presentado a los ojos de la imaginación colectiva como epidemia,
nueva peste de nuestra época y que se convierte a su vez en la enfermedad
4
Véase Sarde, Michèle, Vous, Marguerite Yorcenar, Paris, Laffont, 1995.
5
Mort, Frank, Dangerous Sexualities: medico-moral politics in England since 1830, London,
Routledge and Degan Paul, 1987.
— 4—
más transgresora de nuestra era puesto que atañe a uno de los grandes
tabúes de la sociedad occidental y judeocristiana: la homosexualidad y los
vínculos o uniones que de ésta se derivan. El sida y sus ficciones se tornan
de este modo en el gran revulsivo social de nuestros días una vez sobrepasada la primera etapa de la aparición de la culpa, fruto de la identificación, a
modo de metáfora anticipadora, entre estar malo y ser malo6.
En nuestros días en los que tanto se habla de parejas de hecho,
nuevo vocablo (puesto que lo que no tiene nombre no existe) y forma de legitimar las uniones no religiosas o del mismo sexo, las asociaciones de gays
y lesbianas más progresistas reivindican el matrimonio gay para aquéllas y
aquéllos que así lo deseen. Sin embargo, y como muy bien demuestra el historiador John Boswell a la luz de numerosos textos traducidos y analizados
con sutileza y rigor, esta proeza no es novedosa en la historia de la humanidad, pues la ceremonia cristiana de unión homosexual desempeñaba en
épocas pretéritas la misma función que la de una «ceremonia de matrimonio
gay» aunque evidentemente la naturaleza y los objetivos de cualquier forma
de matrimonio hayan evolucionado considerablemente al hilo de los tiempos.
El autor ha consagrado prácticamente todo su trabajo de investigador incansable y sabiamente documentado a probar que en todas las épocas y culturas ha existido la ceremonia de lo que hoy consideramos matrimonio entre
personas del mismo sexo y que supone un compromiso sentimental permanente entre dos personas en presencia de la comunidad y reconocido por
ésta. Además, en todas las épocas y en todos los lugares de su historia,
incluso hoy en día, la doctrina oficial de la iglesia católica (una de las dos instituciones en la que se desarrolla esta ceremonia) siempre ha admitido que
son las dos partes implicadas las que se casan y que el sacerdote sólo
adquiere el papel de testigo. Si la pareja tiene la intención de casarse, éste
es requisito suficiente para estarlo. No es mi intención entrar en polémicas
–remito al autor y a sus documentos históricos– ni es labor mía evaluar la
importancia social, moral o política que estas investigaciones acarreen. Para
algunos esta posibilidad hoy en día sería el signo de una sociedad ultraliberal y muchos otros, que se sienten realmente progresistas y que no ven con
buenos ojos que la iglesia medie en cuestiones civiles, rechazan cualquier
forma de compromiso tradicional comparables al matrimonio heterosexual.
En definitiva, muchos gays han descubierto que el matrimonio no es la panacea, o, al menos, el objetivo fundamental en una vida que puede ser igualmente feliz bajo distintas fórmulas de pareja o a través de relaciones no
siempre estables. En efecto, si este modelo ya no sirve para una gran parte
6
García Montero, Luis, «La enfermedad y la poesía», in Aldecoa, Josefina et al., Con otra
mirada. Una visión de la enfermedad desde la literatura y el humanismo, Madrid, Taurus,
col. Pensamiento, 2001, p. 33.
—4
5—
de las parejas heterosexuales ¿por qué no inventar algo nuevo? No obstante, no hay que ver en la búsqueda del reconocimiento social de las relaciones de pareja homosexuales una tentativa de imitación calcada de los
modelos esclerosados y cada vez más en desuso de la vida heterosexual.
Se trataría más bien, como sugiere Michael Pollak, de consolidar los nudos
afectivos de lo que se podría denominar «familias gays» y que hace referencia a las relaciones amistosas formadas en torno a una experiencia
sexual común para ampliar «la elección de modos de vida teóricamente posibles y efectivamente realizables7». Así, en este contexto, se impone lo que
Michel Foucault denominaba «la amistad como modo de vida8»: frente a un
estilo de vida determinado por la posibilidad de contactos sexuales fáciles,
una cierta ocultación, la ausencia de reconocimiento de la relación de pareja
y la falta también de un código cultural para tal proyecto que parecen plantear la frustrante impresión de una vida a la deriva porque carece de la mecánica familiar heterosexual. La amistad foucaultiana entendida como camaradería, ese compartir vivencias, afecto y complicidad permitiría desarrollar
unas relaciones en las que no hay nada preestablecido y en las que los códigos deben reinventarse. Un gran avance, no obstante, sería reconocer el
carácter relativamente reciente del rechazo y posteriormente de la represión
de la homosexualidad en occidente que acarreó la sacralización del matrimonio y la exaltación de la monogamia y por ende una gran mutación, suerte
de ablación sin duda, social y mental. Reconocer que la mayoría de sociedades occidentales han institucionalizado un tipo u otro de unión homosexual sentimental, hecho histórico este que nos ofrece una visión mucho más
exacta de la inmensa variedad de las relaciones sentimentales humanas y
de las reacciones sociales que éstas han suscitado y no quedarnos con esa
visión sesgada de la historia que hace que ciertas personas, por mojigatería,
rechacen que esas cosas tan innombrables e ignominiosas hayan podido
existir9. Las uniones homosexuales desafían el orden social puesto que, al
contrario que en el matrimonio, las pasiones privadas dejan de ser de utilidad social reivindicando así los deseos sin utilidad como algo positivo y que
los deseos inútiles son posibles. Se oponen de este modo a la regulación de
los principios colectivos. Y es que la libertad social sólo se puede alcanzar a
través de la reivindicación personal a ser diferente, a ensalzar el cuerpo,
aunque sea enfermo, y sus deseos como único marco de la afirmación indi-
7
Pollak, Michael, « Le couple homosexuel », in Une identité blessée, Op. cit., p. 202.
8
Foucault, Michel, « Mort d’un philosophe. L’amitié comme mode de vie » (Entrevista), GaiPied, Paris, 1984.
9
Boswell, John, Les unions du même sexe dans l’Europe antique et médiévale, Paris,
Fayard, 1996. Para la edición original: Same-Sex Unions in Premodern Europe, Villard
Books, 1994.
—4
6—
vidual. Así la enfermedad, principalmente la de origen sexual, y por ende el
enfermo sexual y sexuado transgreden el orden social, lo debilitan y lo cuestionan, hacen visible su fracaso. El sida supone pues una agresión al cuerpo
en sentido estricto pero igualmente en sentido figurado puesto que el cuerpo
físico es a su vez metáfora del cuerpo social y del cuerpo textual.
Es innegable que el sida ha cambiado muchos rumbos y también el de
la literatura, el peso que esta enfermedad tendrá en las historias de la literatura de nuestro siglo incipiente aún es difícil de evaluar pero se anticipa
importante. En el dominio anglosajón es evidente que la proliferación de
obras literarias y artísticas que abordan el tema y los ingentes estudios
sociales y culturales vinculados a la producción homosexual y a la problemática de género dan debida cuenta de la relevancia que en el ámbito de la
creación está adquiriendo la enfermedad. En el marco europeo la producción
es algo más tímida, especialmente en los países mediterráneos que, aunque
tradicionalmente y legendariamente más proclives a la expresión de la
sexualidad y el homoerotismo, contrariamente son los que más tabúes
siguen manifestando al respecto y menos muestras de asociacionismo y reivindicación gay proporcionan, quizá por el fuerte peso de los preceptos
morales y religiosos. Esto hace que la creación tanto literaria como artística
abiertamente vinculada al mundo homosexual y que vehicule temas directamente relacionados con el sida sea aún algo anecdótica o casi invisible en
nuestro país. Carlos A. Rodríguez Matos intenta indagar en las razones
(estéticas, personales o/y políticas) que han llevado a muchos creadores
directamente vinculados a la comunidad homosexual a evadir el tema. Entrarían aquí los autores que consideran que la creación no debe tener usos
sociales o políticos, esos otros para los que el sida carece de valor estético,
otros que les resulte difícil abordarlo si no lo han vivido de forma directa y
quizá una última razón de peso es que muchos creadores temen ser encasillados como «escritores o artistas del sida». Algunos argumentarán que
evitar el tema es una argucia para impedir la manida asociación, suerte de
mito homofóbico, entre homosexualidad y enfermedad. Sin embargo todos
estos argumentos son quimeras sin consistencia pues «esta estrategia de
resistencia a la mitología homofóbica acarrea el riesgo de colaborar en la
campaña de desinformación y silenciación10». Así el único libro que sigue
10 Rodríguez Matos, Carlos A. (ed.), Poesída. An Anthology on AIDS Poetry from the United
States, Latin America and Spain, New York, Ollantay Press, 1995, p. xxxvii. Esta compilación tiene la valía de recoger sesenta y ocho voces poéticas en torno al sida en el mundo
hispánico (América y España). En lo tocante a nuestro país recoge poemas extraídos de:
Cañas, Dionisio, El fin de las razas felices, Madrid, Hiperión, 1987, Céspedes, Alejandro,
Las palomas mensajeras sólo saben volver, Madrid, Hiperión, 1994, Cózar Granja, Valentín,
Eros letal, Tenerife, Facultad de Filología, Universidad de La Laguna, 1992, Espaliú, Pepe,
En estos cinco años, Madrid, Estampa, 1993, Rossetti, Ana, Devocionario, Madrid, Visor,
1986 y de un poemario inédito de Leopoldo Alas titulado La posesión del miedo, 1994.
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7—
citándose como punto de referencia, por ser el primero en tratar de modo
serio las relaciones entre la creación artística y literaria y el sida en España,
sigue siendo, a pesar de que mucho haya llovido en los ocho años transcurridos desde su publicación, De amor y rabia de Juan Vicente Aliaga y José
M. García Cortés11. Como señala certeramente Paul Julian Smith, aunque
España ostente el mayor aumento de la tasa de transmisión del virus del sida
en Europa, la enfermedad ha permanecido hasta ahora en las sombras, a
pesar de muchos años de gobiernos teóricamente comprometidos con las
minorías y la libertad de opción sexual. «En el cine español, todavía subvencionado en gran medida por el estado, no ha habido hasta la fecha [1997]
películas dirigidas al público en general que se hayan preocupado de promover un debate abierto sobre el sida12; tampoco entre los directores independientes más importantes ha habido ninguno con voluntad o capacidad de
abordar el tema. Y al igual que no hay ningún equivalente español de directores como, por ejemplo, Cyril Collard en Francia o Derek Jarman en Gran
Bretaña, tampoco hay intelectuales o académicos, tales como Cindy Patton,
Douglas Crimp o Simon Watney, que se hayan comprometido a hacer un
análisis de las representaciones de la enfermedad13». Este último estudioso
es quien quizá mejor haya expuesto las claves de esta ausencia: mostrar
claramente el sida es darle visibilidad a la comunidad homosexual. El evidente que la afección plantea problemas de representación. La imagen del
sida «garantiza que la enfermedad se ha hecho visible […] marcando a sus
«víctimas» con las señas, inequívocas e irrefutables, de los degenerados
natos14». La metáfora de víctima del sida es en sí misma apocalíptica y estigmatizante, lo que Smith sabiamente califica de «retórica hiriente». Así las
pocas obras literarias que tratan de forma sesgada la temática del sida en
España y siempre desde una visión imbuida por prejuicios fatalistas y derrotistas, auspiciados por una suerte de complaciencia morbosa, casi escatológica en la muerte por no decir inmolación, que les aproxima a una cierta
estética simbolista fin de siècle a lo Huysmans, son las de autores como el
11 Aliaga, Juan Vicente y García Cortés, José Miguel, De amor y rabia: acerca del arte y el
sida, Valencia, Universidad Politécnica de Valencia, 1993. Véase igualmente de los mismos
autores, Identidad y diferencia. Sobre la Cultura Gay en España, Madrid, Egales, 1997.
12 Es cierto que en películas más recientes como Todo sobre mi madre (1999) de Pedro Almodóvar o El Bola (2000) de Achero Mañas se hace alusión a la enfermedad, apareciendo de
modo tangencial algún personaje afectado, pero nunca el sida ocupa el eje principal de la
acción y mucho menos desde una perspectiva de la pareja homosexual.
13 Smith, Paul Julian, «La representación del sida en el Estado Español: Alberto Cardín y
Eduardo Haro Ibars», in Buxán Bran, Xosé M., Conciencia de un singular deseo. Estudios
lesbianos y gays en el estado español, Barcelona, Laertes, 1997, pp. 303-337.
14 Watney, Simon, «The Subject of AIDS», in Aggleton, Peter et al. (eds.), AIDS: Social Representation, Social Practices, New York, Falmer, 1989, p. 70.
—4
8—
ensayista Alberto Cardín y el novelista Eduardo Haro Ibars15, ambos muertos
de sida. Vicente Molina Foix16 señalaba en 1990 a Proyecto Venus Letal,
publicada bajo el pseudónimo de Monseñor Carlos del Busto17, como única
contribución de la literatura española a la cuestión, encasillable dentro del
género de la novela negra de tesis.
En este sentido Francia es un caso especial pues, aunque soporta
igualmente el fuerte peso de una doble moral en cuanto a homosexualidad y
sida se refiere, la tradición de visibilidad y de reivindicación de las minorías
y de la diferencia es mucho mayor, sin duda propiciada por los grandes
logros feministas y los colectivos de gays y lesbianas. Además cuenta con
grandes sociólogos de la talla del aludido Michael Pollak (desaparecido en
1992), no citado por Smith, que han consagrado al sida una actividad de
investigación impresionante que engloba más de cien publicaciones. Sin
lugar a dudas es de recibo otorgarle su primacía en comprender la dimensión social de la enfermedad. Pollak fue el primero en poner de manifiesto
en Francia que el sida, más allá del riesgo médico, puede constituir un profundo recuestionamiento del sentido de la identidad individual y colectiva de
los homosexuales18. Esto repercute de forma positiva en el terreno de la creación y propicia que nuestro país vecino goce de abundante producción relacionada con la homosexualidad y el sida. Aunque no podemos poner a todos
los autores en el mismo saco, ni por calidad ni por la manera de tratar el
tema, sólo a nivel de estadística podríamos citar fácilmente casi un centenar
de obras literarias, relacionadas en su mayoría de modo directo con la vivencia personal, fruto del encuentro, a menudo asfixiante y apremiante del sida
y la escritura19. Podríamos igualmente comprobar que la preocupación es
casi, y decimos casi, exclusiva de la comunidad gay. Dentro de estos relatos
se podrían establecer muchas categorías atendiendo a diferentes criterios y,
aunque apenas si hay quince años de tradición, sí que podemos afirmar que
la forma de abordar los cuatro temas esenciales a nuestro entender que
plantea esta literatura, a saber, la enfermedad, la muerte, el sexo y la propia
escritura, varían enormemente desde los primeros relatos en los que no se
vislumbraba esperanza de supervivencia y los más recientes donde está presente la aparición de las drogas que auguran un carácter crónico de la enfer-
15 Haro Ibars, Eduardo, Intersecciones, Madrid, Libertarias/Prodhufi, 1991.
16 Molina Foix, Vicente, «Las obras del sida. La literatura de la enfermedad», in Claves, nº 6,
Octubre 1990, pp. 70-80.
17 Busto, Carlos del, Proyecto Venus Letal, Júcar, col. Etiqueta Rota, 1989.
18 Pollak, Michael, « Homosexualité et sida », in Une identité blessée, Op. cit., pp. 180-181.
19 Véase a este respecto, Pujante González, Domingo, «Escribir en el apremio», in Monleón,
Ana y Haderbache, Ahmed, Sida y Cultura, Universitat de València, 1997, pp. 80-91.
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9—
medad y que devuelven una confianza en la vida, en el ser humano y en todo
el potencial de lucha y a veces de rebeldía que éste lleva dentro. De los leitmotive que aparecen reiteradamente en estos relatos y que son extremadamente ricos dejaré de lado el aspecto médico o de relación directa del héroe
(o protagonista) con la enfermedad y todo lo que de este contacto se deriva
(tema muy presente en el autor quizá más conocido por ser un escritor prometedor y consagrado antes de, aún joven, descubrir el mal que le acechaba, Hervé Guibert), la importancia de la escritura como acto terapéutico
adquiriendo una nueva raison d’être y como metáfora de las huellas que la
enfermedad deja en el cuerpo del que la escribe, las reflexiones intimistas y
casi ontológicas sobre la muerte donde el tratamiento del tiempo adquiere
una especial relevancia para centrarme en la sexualidad y poder abordar de
paso las relaciones de pareja dentro del marco anunciado. En cuanto a los
ejemplos me ceñiré a la producción de expresión francesa. Las citas provendrán de tres obras esencialmente. Esta selección se debe a que, primeramente, abordan y vinculan de modo temático a la pareja o las uniones
homosexuales con el sida y en segundo lugar ya que, obedeciendo a su
fecha de edición y a su modo de escritura, me parecen ser paradigmáticas
en cuanto a los propios autores (consagrados o noveles) y al tipo de escritura que desarrollan, amén de marcar tres jalones en la producción literaria
del sida de estas últimas dos décadas. Me refiero a La gloire du paria20 de
Dominique Fernandez (1987), Les nuits fauves21 de Cyril Collard (1989) y Un
ruban noir22 de Vincent Borel (1995). En estas obras se trata de desterrar lo
que Fernandez califica de « franc-maçonnerie de l’ombre (30) », ese « goût
du secret (31)» que caracteriza a Bernard, el mayor de los protagonistas y
que delata su edad. Situando las uniones homosexuales entre personas
seropositivas en el centro de la trama ficcional rechazan el estigma y se protegen de la marginalización, al menos teóricamente, aunque como veremos
no todas lo conseguirán de igual forma. Muestran, parafraseando el título de
la película compuesta de diez historias de amor en los tiempos del sida, que
«El @mor ha de ser reinventado23».
Jordi Petit afirmaba en un artículo muy clarificador sobre la realidad de
las parejas gays que «la aventura de realizar las relaciones personales, y
20 Fernandez, Dominique, La gloire du paria, Paris, Grasset, 1987. Todas las citas de las fuentes francesas corresponden a las ediciones señaladas. Sólo indicaré el número de página
entre paréntesis. Todas las traducciones son mías.
21 Collard, Cyril, Les nuits fauves (1989), Paris, J’ai lu, 1992.
22 Borel, Vincent, Un ruban noir, Paris, Actes Sud, 1995.
23 L’@mour est à réinventer. Dix histoires d’amours au temps du sida, Paris, Lesbian & Gay
Pride Films et Little Bear, 1997.
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0—
especialmente las vivencias de pareja, presenta entre gays una pluralidad de
formas. Ciertamente, construir un proyecto de pareja, o la simple aspiración
de tal fin, fuera de toda institucionalización, a contracorriente de los valores
imperantes de la familia o del entorno social, supone un cierto reto y desemboca en una variedad de fórmulas alrededor de las que los gays organizan
hoy su vida sexual y afectiva24». Dentro de esa disparidad de lo informe o lo
innombrable una distinción oportuna para abordar el cariz propuesto sería
distinguir las uniones estables frente a las relaciones múltiples y esporádicas
y una subtipología giraría en torno al estado serológico de los amantes.
No debemos olvidar que la epidemia del sida supone un retroceso casi
de siglos al reactivar la oprobiosa relación entre enfermedad epidémica e
inmoralidad sexual haciendo hincapié en las características sociales y especialmente sexuales de los enfermos, particularmente los homosexuales que
vuelven a ser considerados como desviados, perversos o inmorales25. Guy
Hocquenghem apunta certeramente en este sentido que «la ideología heterosexual necesita a la vez de una homosexualidad innata o perversa y de
una homosexualidad enferma. Predestinación y falta coexisten26». El súmmum de la ignominia lo constituirían los drogadictos homosexuales y enfermos. No obstante, como precisa Ricardo Llamas, «la efectividad de un discurso de tipo científico que postule el objetivo de la curación como legítimo
descansa, en cierto modo, en el reconocimiento por parte de los sujetos susceptibles de terapia del carácter enfermo de sus hábitos, preferencias, gustos o deseos27». Pero el sida introduce además otro aspecto que me parece
más interesante si cabe y es que fija la atención en un primer momento sobre
personas con riesgo y posteriormente la fórmula suavizada de conductas
sexuales con riesgo o no responsables. Es como decir el pecado y no el
pecador. Este hecho parece que atenúe la aseveración o que travista la
culpa en un intento demagógico de evitar evocar a los homosexuales para
remembrar la bíblica sodomía. Este tema crucial en la representación de la
enfermedad ya había sido ampliamente abordado por Pollak28. El sida, desde
el primer momento de su aparición, amenaza las tentativas de transforma-
24 Petit, Jordi, «Parejas gays», in Verdú, Vicente (ed.), Nuevos amores. Nuevas familias. Barcelona, Tusquets, 1992, p. 181.
25 Véase a este respecto Clatts, M. C. y Mutchler, K. M., «AIDS and the dangerous other:
Metaphor of sex and deviance in the representation of disease», in Bolton, Ralph, The AIDS
Pandemic: a Global Emergency, New York, Gordon and Breach, 1989, pp. 13-22.
26 Hocquenghem, Guy, « Honteux, pervers, fous », in Le désir homosexuel, Paris, Fayard,
2000, p. 81.
27 Llamas, Ricardo, «El reconocimiento en lo enfermo», in Teoría torcida. Prejuicios y discursos en torno a la «homosexualidad», Madrid, Siglo XXI, p. 318.
28 Pollak, Michael, Op. cit., p. 181.
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1—
ción del estigma homosexual en criterio de pertenencia a un movimiento
social que hace posible una identificación positiva. La categoría epidemiológica de grupo de riesgo hace que los homosexuales vuelvan a tener una
representación endurecida y negativa de ellos mismos que entra en conflicto
con unos sentimientos vagos y contradictorios, rechazados socialmente, que
hacen que estas personas se definan o no. El sida reintroduce pues una percepción de la sexualidad anterior al progreso que supuso la liberación sexual
de los años 60 al reactivar los miedos y las fobias que se creían superados.
Con el sida asistimos por consiguiente a toda una renovación del erotismo
contemporáneo y de las relaciones de pareja tanto en el sentido afectivo
como en el puramente sexual. El gran estudioso y sociólogo Dennis Altman
es aún más contundente al afirmar que este renacimiento, por decirlo de
algún modo, se produce al introducir la idea de que «hay límites reales más
alla del control humano en lo que atañe a nuestra capacidad de satisfacer el
deseo sexual29» en la consciencia de una generación que se creía liberada
de la mayoría de las normas pretéritas. No obstante Pollak demostrará que
una homosexualidad más o menos asumida y aceptada estructura las capacidades individuales y colectivas de gestión de la incertidumbre que representa este nuevo «riesgo de salud».
En nuestros ejemplos literarios y por cuestiones de espacio no abordamos la interesante problemática de la identidad sexual tan magistralmente
analizada por Joseph J. Lévy en una obra capital por su carácter pionero en
el análisis literario de la producción francesa (siempre teniendo como modelo
comparativo la realidad americana) referente a las relaciones entre la ficción
y el sida y de gran rigor investigador, realizada junto a Alexis Nouss y que se
anuncia bajo el certero y sugerente nombre de Sida-fiction. Essai d’anthropologie romanesque30. Dejaremos también voluntariamente de lado la expresión sadomasoquista de la sexualidad homosexual, especialmente presente
en Les nuits fauves, muy productiva en el campo literario y artístico y que
para muchos críticos reproduciría de modo catártico las relaciones de poder
generalmente ausentes en la pareja homosexual, no exenta del sentimiento
de transgresión de las reglas y tabués sociales.
Pollak31 anuncia de manera harto metafórica que la fuente de la mayoría de los sufrimientos y de los problemas vinculados con la condición homosexual es el corte relativamente brusco que se opera entre afectividad y
sexualidad, fruto de la falta de esa cimentación social y material que tiende
a hacer durar las relaciones heterosexuales. Se trata de lo que el sociólogo
29 Altman, Dennis, AIDS in the Mind of America, New York, Anchor Press, 1986, p. 173.
30 Lévy, Joseph et Nous, Alexis, Sida-fiction. Essai d’anthropologie romanesque, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1994, pp. 128-134.
31 Pollak, Michael, Op. cit., pp. 191-192.
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2—
denomina « la nostalgie du couple ». Fundada exclusivamente en el intercambio sexual, una relación de pareja resiste mal al tiempo. Las parejas
homosexuales se complican casi desde el principio por toda una serie de
dramas, angustias e infidelidades propiciados por la norma heterosexual
que, debido a la falta de otro modelo de vida propio, sigue ofreciéndose
como el modelo sentimental ideal y eso a pesar de los muchos fracasos
sucesivos e inevitables. La mayoría de parejas homosexuales se enfrentan
a este gran dilema, que no es otro que encontrar el modo de reconciliar las
pulsiones sexuales estimuladas por un mercado fácilmente accesible y casi
inagotable (bares, discotecas, saunas, cuartos oscuros, parques, playas,
contactos de revistas, teléfono erótico, chats, etc.) con el ideal sentimental
de una relación estable fuertemente consolidado tras la aparición del sida,
dificultad que parece vencerse en La gloire du paria. Esta dicotomía o contradicción se vive a menudo de forma especialmente dramática, en el sentido doloroso y teatral de la palabra. Por otra parte, las relaciones de pareja
después del momento de ruptura dan lugar frecuentemente a una relación
de amistad, un rito de paso que marcaría en el fondo la estabilización de una
relación. Este terreno afectivo de relaciones amistosas estables dentro del
mundo homosexual basadas en la confidencia y la confianza crean unos
nuevos vínculos afectivos, unas uniones gratuitas aún sin nombre que
suplen en cierto sentido la carencia de lazos familiares y que procuran una
seguridad y sinceridad afectiva casi imposible de conseguir en pareja. Estas
nuevas parejas unidas por lazos semejantes a los fraternales hacen que a
veces se llamen hermanas entre ellos y que surja el tabú del incesto dentro
de esas parejas, o grupos, con quienes, aparte de un destino común, se
comparte la complicidad y las vicisitudes de la vida íntima, personal y sexual.
El modelo de pareja fundada sobre el amor y que se mantiene a lo
largo de la enfermedad, viéndose en cierto sentido dignificada en la muerte,
se encuentra en varios de los relatos de esta literatura del sida, especialmente en las primeras obras en las que la visión catastrofista predominaba.
Sirvan como ejemplo À ceux qui l’ont aimé de Michel Manière32 o la ya aludida La gloire du paria. Sus protagonistas, Bernard y Marc, creían haber
alcanzado el uno para el otro la plenitud humana. Depués de haber luchado
tantos años por ser aceptados y reconocidos como homosexuales, por no
sentirse escorias sociales, « un rebut de la société, un paria » (29), descubren que tienen que enfrentarse aún a una prueba más dura en su relación
de pareja y de este modo, a través de la tragedia que les golpea, conocen la
dimensión mítica de su amor33. La novela es igualmente un testimonio socio32 Manière, Michel, À ceux qui l’ont aimé, Paris, P.O.L., 1992.
33 Véase la apreciación bastante dura que Vicente Molina Foix hace de la que se ha denominado comúnmente «primera novela del sida en Francia» y que el escritor y crítico empieza
denominando «chillonamente rosa», Op. cit., p. 74-75.
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3—
lógico que demuestra que durante los años 70 las nociones de perversión o
de desviación habían dejado paso a la mucho más positiva de «estilo de vida
alternativo». Sin embargo la aparición del sida en la década siguiente hizo
que se recrudecieran todas las dimensiones de intolerancia que siempre han
ido asociadas a la homosexualidad. Así, Bernard, escritor, veinte años mayor
que su compañero de veinticinco, relata a lo largo de la novela las etapas
fundamentales de su particular visión de la historia que marcaron socialmente la aceptación de la homosexualidad, pasando desde la más absoluta
clandestinidad a una tranquila, visible y normalizada expresión pública.
Ambos, Bernard y Marc, en sus comportamientos y su actitud ante su identidad homosexual representan dos etapas claramente diferenciadas, y en
suma demasiado reduccionistas, de esa evolución, que se podría resumir en
el paso del homosexual al gay, altamente significativo en lo tocante al lenguaje y las imágenes que vehicula. Ambos comparten una vida conyugal que
apuesta por el modelo de pareja y que vincula afectividad y sexualidad o
como cuenta el narrador «plaisir» y «amour». Una unión sin fisuras (salvo
alguna duda casi anecdótica por parte de Marc respecto a las relaciones
anteriores de Bernard y sus devaneos por sitios de ligue) que no cuenta con
ningún nombre disponible con la que ser legitimada y que Benard llama « ma
troisième vie » (45). Estamos ante un modelo carente de entidad que representa una solución ambigua frente a la crisis del sida y que, pretendiendo
ofrecerse como modelo positivo de equilibro, no deja patente sino su precariedad. Lévy insiste en que en este contexto, el sida constituye una fuerza
represiva que vela los logros homosexuales y que hace que se opere en
muchos sectores un retorno a imágenes clásicas de la masculinidad y de la
sexualidad heterosexual fuertemente basada en la monogamia, a la par que
autoalimenta la homofobia y el autodesprecio del homosexual hacia su propia persona34. El resultado de todo este recuestionamiento es que los homosexuales más jóvenes tengan que enfrentarse una vez más a los avatares y
a la fatalidad, suerte de capricho del sino, de construirse una nueva identidad o «sidentidad» como sugiere el título de la compilación de artículos de
Ricardo Llamas35. Esta última solución mucho más positiva pues, convertida
en nuevo reto, a la larga no hace sino reforzar la consciencia identitaria
homosexual.
Entre el romanticismo fácil, casi metafísico, cercano a una unión mística de pacotilla de La gloire du paria, donde se desprecia el valor mercantil
de la pareja frente a una boda convertida en «obra de arte» y fortalecida por
34 Lévy, Joseph, in Sida-fiction, Op. cit., p. 132.
35 Llamas, Ricardo (comp.), Construyendo sidentidades. Estudios desde el corazón de una
pandemia, Madrid, Siglo XXI, 1995.
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4—
la adversidad de la desgracia pero no exenta de justificaciones morales
sobre el modo en que el héroe ha atrapado la enfermedad (como si hubiera
maneras más dignas y otras más humillantes) y la reivindicación desmedida
del goce sexual y de la visión positiva de la vida (no exenta de la acidez propia de ese trasfondo de humor vitriólico que planea por todo el relato) que se
desprende de Un ruban noir de Vincent Borel, encontramos la tan exageradamente, a mi entender, aclamada Les nuits fauves de Cyril Collard donde
el narrador, bisexual, se debate continuamente entre la relación estable, vinculada a la afectividad y a la mujer y el deseo sexual incontrolado representado por las relaciones sexuales múltiples y fuertes con hombres en esas
«noches salvajes». Lo que en un principio constituía una oposición o complementariedad no problematizada en su vida se convierte, con la aparición
del sida, en una experiencia dolorosa y dislocadora donde prima el sentimiento amoroso y donde la relación sexual sólo es comprendida como
fuente de conocimiento e interacción con el ser querido. Surge una escisión
culpabilizadora del ser en la que el peso de los prejuicios morales ahogan al
personaje y lo histerizan en cierto sentido, sintiéndose adicto «enganchado
al sexo como un drogadicto a su droga» (61). Anthony Giddens36 explica muy
bien las características de esta adicción siendo una de sus consecuencias el
sentido de pérdida de control de la identidad consciente que va seguido de
sentimientos de vergüenza y remordimiento que se apoderan del protagonista: «Para combatir el dolor, tenía que bajar hacia la abyección a la que le
pedía regularmente socorro […] Pero volvía puro hacia Laura. Habría podido
llegar con ella a los mismos extremos del sexo que con los de mis noches y
eso no habría cambiado nada. El barro, los escupitajos, el orín, el esperma
o la mierda se lavan con agua y jabón. […] Me gustaba Samy, me gustaba
Laura, me gustaban los vicios de mis noches salvajes ¿Nací dividido hasta
tal punto? ¿O bien me han cortado en trozos poco a poco, porque unificado,
en un solo bloque, habría sido demasiado peligroso, incontrolable?» (69-70)
Sería muy fácil pensar que la búsqueda de estabilidad y de continuidad afectiva que a menudo se opera en las parejas homosexuales es debida
al miedo al sida. Éste se utiliza demasiado frecuentemente para nombrar falsamente problemas relativos a la vida social de los homosexuales que
muchos de ellos se habían planteado con anterioridad. Pollak observa muy
sabiamente al respecto que la promiscuidad y las relaciones múltiples responden, al menos parcialmente, a la necesidad de soportar el verdadero
riesgo al que se enfrenta el homosexual: la soledad, incluso a sabiendas de
que en la manera de gestionarla haya intrínsecos otros riesgos de contraer
36 Giddens, Anthony, «Amor, sexo y otras adicciones», in La transformación de la intimidad.
Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Cátedra, col. Teorema, 1995, p.
74.
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una enfermedad venérea. Aunque sólo fuera por una cuestión de salud
pública (física y mental) se impondría un debate y una reflexión urgente y en
profundidad sobre las diversas formas de vida sociosexual y sus aspectos
poco satisfactorios. El reconocimiento de las parejas homosexuales constituiría sólo la primera etapa de este proceso37.
En este sentido parecía que con el auge de la enfermedad los sitios
de consumo sexual iban a decrecer de forma espectacular y éste fue el caso
al principio de la pandemia. En nuestros días se opera todo lo contrario y
vuelven a proliferar estos lugares propiciadores de encuentros esporádicos.
Quizá en ello hayan influido varios factores: la promiscuidad propia a la
comunidad homosexual como seña de identidad, el deseo de vivir un ritmo
de vida frenético y desbocado tras saberse seropositivo, una suerte de atracción abisal, o el relajamiento de costumbres represoras tras el vaticinio del
carácter crónico de la enfermedad. De este modo el narrador y héroe de À
l’ami qui ne m’a pas sauvé la vie de Hervé Guibert pregunta a Muzil, el otro
protagonista de la novela: «Debido al sida no debe haber ni un alma en esos
sitios. –No te equivoques, respondió, todo lo contrario, nunca ha habido
tanta gente en las saunas, se ha convertido en algo extraordinario. Esta
amenaza que flota ha creado nuevas complicidades, nuevas ternuras, nuevas solidaridades. Antes nunca se intercambiaba una palabra, ahora se
habla. Cada uno sabe muy bien por qué está ahí38». Y es que, frente al
modelo de pareja estable basada en vínculos afectivos potenciado por la
aparición de la enfermedad, surje de modo opuesto la necesidad desesperada de mantener contactos fuertes con multitud de hombres, intensificando
ese vínculo tan estrecho que une a eros y thanatos, o lo que se podría calificar de pulsión de muerte: a más riesgo, más actividad sexual pues «el placer asoma, trémulo, en los confines de una sociabilidad íntima, entre el
miedo al contagio, al daño y a la pérdida39». Los ejemplos abundan en la ya
mencionada Les nuits fauves o en Un ruban noir frente a La gloire du paria
donde encontramos una definición peyorativa y fuertemente moralizante del
cuarto oscuro, comparándolo con un infierno donde vagan almas en pena.
Giddens afirma que los aspectos defensivos de la sexualidad episódica aparecen muy claramente y que «la huida de las conexiones que unen la sexualidad, la identidad personal y la intimidad forman un todo40». En este sentido
37 Pollak, Michael, « Le couple homosexuel », in Une identité blessée, Op. cit., p. 202.
38 Guibert, Hervé, À l’ami qui ne m’a pas sauvé la vie, Paris, Gallimard, 1990, p. 30.
39 Béjar, Helena, «La ordenación de los placeres. Civilización, sociabilidad y autocontrol», in
Gil Calvo, Enrique (ed.), Los placeres. Extasis. Prohibición, templanza, Barcelona, Tusquets, 1992, p. 211.
40 Giddens, Anthony, «Homosexualidad y encuentros episódicos», in La transformación de la
intimidad, Op. cit., pp. 134-136.
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6—
la sexualidad episódica puede ser una forma positiva de experimentación
cotidiana pues revela lo que es la sexualidad plástica, sexo separado de la
servidumbre ancestral al poder diferencial ya que la satisfacción sexual es el
único determinante, por lo que este tipo de relaciones no son incompatibles
con las normas emergentes de la pura relación.
Casi una década después de La gloire du paria y en fuerte contraste
desde todos los puntos de vista (autor, estilo, temática, personajes, modos
de narración) aparece Un ruban noir de Vincent Borel, que ofrece una nueva
apreciación de las personas que conviven con el virus en las postrimerías del
siglo XX. Una vez descubiertas las culturas de la rave, el éxtasis y la música
tecno, los protagonistas vuelven a introducirse en la aventura de los encuentros sexuales ilimitados. En esta novela, André (joven homosexual que trabaja como enfermero en un hospital para enfermos de cáncer terminales)
está acostumbrado a verse cara a cara con la muerte. Es seropositivo y
cohabita con le Doc y le Déjanté en París donde pasea su cuerpo entre los
cuartos oscuros de las discotecas gays y los bares del Marais, barrio céntrico de París, próximo al centro de arte Georges Pompidou, poblado de
numerosos palacetes, museos y galerías de arte y donde han proliferado los
locales gays en una especie de gueto, curiosamente junto a lo que queda del
barrio judío.
Su carácter vitalista hace que desdramatice el sida, rechazando los
tratamientos convencionales para combatir la enfermedad. Parece no conocer el sentimiento de culpa, adaptándose a las nuevas situaciones que le
presenta la vida de forma rápida y camaleónica. Por las noches intenta divertirse al máximo y olvidar su condición de seropositivo. Opina que sus numerosos amantes ocasionales son responsables de su propia salud así que
desvela raramente su estado serológico hasta que se enamora de Miguel, un
barcelonés que lo introduce en la música house y las drogas de diseño que
se vinculan a este tipo de cultura floreciente en la ciudad condal. Decide confesarle su seropositividad y Miguel lo rechaza. Tras esta incursión transpirenaica y al fallar el intento de pareja, vuelve a su vida de evasión, música y
amantes continuos, muchos de los cuales contacta a través del Minitel
(suerte de ancestro francés de Internet). No obstante André no logra encontrar un paliativo a su soledad, mucho menos llevadera que la propia enfermedad. La novela se cierra con un capítulo futurista situado en el 2006
donde los maravillosos efectos secundarios de los tratamientos antirretrovirales hacen a la gente más joven y bella.
En su mundo pululan otros personajes, como el aludido Doc, su mejor
amigo, también gay y seropositivo, estudiante de medicina que experimenta
en su cuerpo tratamientos alternativos mientras espera abrir una clínica.
Mantiene a su vez una relación con La Palatine, suerte de caricatura, no
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exenta de grandes dosis de humor negro, de la drag queen. En el extremo
opuesto se encuentra Déjanté, contrapunto realista al relato que fuerza al
narrador a enfrentarse a su estado. El estilo de la novela, distinto a la mayoría de los relatos del sida, adquiere una estructura anárquica alternando los
tonos chocantes y profundamente admirables que confieren un tratamiento
novedoso del héroe. Por otra parte, supone un documento de gran valor
sociológico, debidamente documentado pues demuestra que un diagnóstico
de seropositividad no implica necesariamente la muerte y que los factores
colaterales son tanto o más importantes que la presencia misma del virus.
Esta desafiante postura ante la enfermedad es digna de encomio y podría
resumirse en la frase: «Bicho perezoso… si me matas, te matarás tú también» (232). El estilo lleno de fuerza de Borel y la crudeza de las escenas
sexuales donde abunda el sexo duro y se confiesa sin pudor el abandono del
preservativo, junto con el gran gusto por la vida que respiran sus personajes
y el cáustico humor de algunos pasajes, hacen que esta novela, que huye
desesperadamente de la autopunición y del sentimiento de culpa, sea difícil
de olvidar.
En este breve trabajo hemos intentado contribuir a demostrar la gran
importancia de la función terapéutica de la literatura del sida frente a tantas
reacciones sociales que excluyen y estigmatizan al enfermo y por ende al
homosexual, considerado como doblemente enfermo. En este sentido y una
vez más, lo que muchos consideran, minorías, literarias y sociales, ocupan
una función primordial en la creación y en las relaciones humanas, son realmente el revulsivo que hace avanzar al ser humano. Quizá nuestra labor
sea, como sostiene Smith, redefinir «lo que queda de un «yo» homosexual
anticuado bajo la forma de la homográfisis: intentar deshacer las violentas
metáforas en las que se basaban las identidades gay y lesbiana y hacer visible la relación metonímica entre los sujetos y su opción sexual, ya que la
identificación metafórica de homosexualidad, feminidad y enfermedad […]
ahora tiene unos efectos especialmente fatales41» y más en estos días en los
que se intenta probar que Hitler era homosexual.
En estos tiempos de involucionismo disfrazado de buenas palabras la
literatura del sida nos hace ver que hay otros mundos posibles, otros esquemas, otras fabulaciones, otras ceremonias, otras uniones, otras parejas, tan
legítimas y tan nombrables como las oficialmente establecidas. Vemos en
esta literatura, aparte del indiscutible valor antropológico, un instrumento de
análisis, de reflexión, de cuestionamiento y de resistencia, suerte de poética
renitencia (empleando una metáfora médica) y a veces rebelde reluctancia,
41 Smith, Paul Julian, Las leyes del deseo. La homosexualidad en la literatura y el cine español. 1960-1990, Barcelona, Ediciones de la Tempestad, 1998, p. 223.
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8—
a los discursos opresores, propiciados por la gran crisis cultural actual que
legitima de nuevo el fanatismo más absurdo y la aniquilación de lo distinto.
Si consiguieramos contribuir a desechar la idea de que no hay enfermedades denigrantes ni conductas sexuales inmorales y que todas las uniones
basadas ya en el amor o ya en la sexualidad son igualmente nombrables,
que la Verdad con mayúsculas no existe sino muchas pequeñas verdades,
que nada es correcto o erróneo por naturaleza o simplemente antinatural o
contranatura, que se pueden instaurar relaciones sociales nuevas basadas
en la sexualidad, que las (s)identidades se construyen. Si lograra que entre
vuestros libros de cabecera estuviera un relato del sida, mi esfuerzo no
habrá sido baldío. Quizá así comprendiéramos que el @mor debe ser reinventado.
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9—
De esas parejas que llaman normales
Elena Real
Universitat de València
DE ESAS PAREJAS QUE LLAMAN NORMALES
Elena Real
Universitat de València
¿Cómo refleja la literatura la convivencia sexual de las parejas llamadas normales? ¿Cúales son los criterios que permiten definir la normalidad?
Estas son las dos primeras preguntas a las que intentaré contestar antes de
hacer un recorrido forzosamente rápido y selectivo por algunas obras literarias que nos permitirán reflexionar sobre este tema. Normal, es, dice el diccionario, “aquello que es conforme al estado más frecuente, el más habitual,
lo que no está modificado por algún accidente, ni tiene ningún carácter
excepcional.” Pero es evidente que la norma va variando y evolucionando
con el tiempo, y que lo habitual en un momento dado de la historia de una
sociedad deja de serlo en otro momento. Lo normal solamente tiene sentido
en un contexto moral, social y político determinado. La pareja normal del
siglo XX no tiene por qué ser la misma que en el XIX, y el concepto de pareja
no es el mismo en los paises orientales que en los occidentales. Pretendo
centrarme en nuestra cultura, europea y occidental, y especialmente en la
evolución que se produce desde el siglo XIX a la época contemporánea.
Asimismo, la definición que da el diccionario Larousse del XX del término pareja nos permite precisar más claramente el tema. “Hombre y mujer
casados”, es la primera acepción. En segundo lugar escribe, “Hombre y
mujer unidos por lazos de amor”; “Reunidos momentáneamente para un
baile”, es el tercer sentido. (1971, p. 309). Como evidentemente es difícil que
exista convivencia sexual en un hombre y una mujer reunidos momentáneamente para un baile, me centraré exclusivamente en las dos primeras definiciones, intentando ver cómo las refleja la literatura.
Vaya por delante que la normalidad, entendida como una aceptación
a asunción perfecta y satisfactoria de la norma, de lo legislado o de lo aceptado y asumido por la colectividad, no tiene interés para el arte en general ni
para la literatura en particular. Los cuentos de hadas y numerosas novelas
de amor se terminan cuando empieza la pareja. El famoso final de “se casaron, y fueron felicies, y comieron perdices” anuncia y resume eufóricamente
todo un programa de balsámica felicidad entre El y Ella que nada va entur-
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3—
biar. El final feliz se cierra con el apasionado beso cinematográfico que sella
para siempre la dicha eterna de la pareja.
La pareja en el matrimonio
Pero cuando la literatura se ha centrado en un hombre y en una mujer
casados, se ha interesado siempre por todo lo que desestabiliza la unión de
la pareja. Los ejemplos de este tipo de novelas en la literatura occidental,
especialmente en los siglos XIX y XX son incontables. Mujeres casadas que
se enamoran de otro hombre, maridos infieles a sus esposas, celos justificados o no, intentos de seducción, son la temática habitual de todas estas
novelas de la pareja, basadas en la mayoría de los casos en una estructura
triangular, constituída por el marido, la mujer, y un tercer personaje, hombre
o mujer, (que puede multiplicarse según los casos) cuya presencia desencadena una crisis que o bien se resuelve al final o termina con la destrucción
del matrimonio. A partir de este esquema sencillo los relatos varían las situaciones, los problemas, las consecuencias, los enfoques, pero siempre inscribiendo a la pareja en el marco social básico del matrimonio.
La novela Madame Bovary de Flaubert es casi un obligado primer
ejemplo. Compuesta a mediados del siglo XIX la historia se inicia prácticamente como terminan las novelas sentimentales a las que me he referido
anteriormente, con la boda de Carlos Bovary, “médico-practicante” de pueblo, tímido, de mediana inteligencia y con escasas aspiraciones sociales, con
la hermosa Emma, hija única de un campesino acomodado, pero con ciertos
problemas económicos. El padre concede la mano de su hija porque aunque
piensa que es un hombre “algo esmirriado”...se le consideraba una persona
de buena conducta, ahorrador, bien educado, y sin duda no daría problemas
con la dote. Y como el señor Rouault iba a tener que vender veintidós acres
de sus tierras, que debía mucho al albañil, y mucho al tonelero, “Si me la
pide, se la doy”. Carlos se la pide, y tras el consentimiento de Emma, se
casan. Emma acepta el matrimonio, porque está aburrida en la granja de su
padre. Porque una chica en edad de casarse se casa, y porque Carlos
parece mejor partido que la mayoría de los hombres de la contornada.
Pero al poco de casarse se va dando cuenta de que las cosas no son
como ella creía. Discretamente, pero con toda claridad, Flaubert señala que
las relaciones sexuales con Charles no satisfacen a Emma. Mientras que él,
desde la noche de bodas está pletórico, ha perdido su timidez, y se pasa el
tiempo besando y haciendo carantoñas a su mujer, ésta no soporta sus continuas caricias :
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“ El entraba en la habitación, la besaba en la espalda. Ella daba un grito.
El se pasaba el tiempo tocando continuamente su peine, sus sortijas, su
pañuelo; algunas veces le daba enormes besos en la cara, o la besaba despacito recorriéndole todo el brazo, desde los dedos hasta el hombro; ella lo
apartaba, medio sonriente y fastidiada, como se hace con un niño que se te
cuelga al vestido.
Antes de casarse, había creido estar enamorada; pero como la felicidad que
habría tenido que resultar de este amor no había llegado, tenía que haberse
confundido, pensaba. Y Emma intentaba saber lo que en la vida significaban
exactamente las palabras de felicidad, de pasión , y de arrebato que le habían
parecido tan hermosas en los libros.” (p. 52)
En Emma el desencanto de las relaciones sexuales se va acrecentando con el paso del tiempo, y paralelamente el desprecio por su marido es
cada vez más grande. Carlos no ha sabido enseñarle lo que es el amor, ni la
pasión ni la felicidad. Para ella “un hombre debía conocerlo todo, ser excelente en múltiples actividades, iniciaros a las energías de la pasión, a los refinamientos de la vida, a todos los misterios”. Pero ése no enseñaba nada, no
sabía nada, no deseaba nada. El la creía feliz; Y ella no le perdonaba esa
tranquilidad tan constante, esa pesada serenidad, la felicidad incluso que
ella le daba a él.” (59-60)
Insatisfecha afectiva y sexualmente, Emma intentará buscar fuera del
matrimonio y en los brazos de otros amantes la pasión y la felicidad que no
puede encontrar con Charles. Sus dos experiencias amorosas, con Rodolfo
y con León, se terminarán ambas en dos rupturas, y, al final de la novela
Emma solamente encontrará una solución en el suicidio.
En cierto modo la novela de Mauriac Thérèse Desqueyroux, casi un
siglo después de la de Flaubert, plantea con algunas variantes el mismo problema. Teresa, como Emma, se ha casado por conveniencia y sin amor y
desde el principio la vida conjugal es sexualmente e intelectualmente para
ella un suplicio. La novela analiza de manera más explícita que Flaubert la
repugnancia sexual que siente Teresa por su marido, los esfuerzos que hace
para fingir un placer que no siente. “jugaba a no traicionarse. A un novio se
le engaña fácilmente, pero a un marido! No importa que se sepan proferir
engañosas palabras ; las mentiras del cuerpo exigen otra ciencia. Expresar
el deseo, la alegría, la fatiga dichosa, eso no lo puede hacer cualquiera.
Teresa supo plegar su cuerpo a esos fingimientos y gustó un placer amargo.”
(34) Bernard, aquel muchachote de mirada vacía, !qué facil de engañar era!.
Estaba encerrado en su placer como esos encantadores cerditos a los cuales es divertido mirar , cuando gruñen de felicidad ante el comedero. (El
comedero era yo, pensaba Teresa).” (35) A esta insatisfacción sexual se une,
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5—
como en el caso de Emma Bovary un desprecio por el carácter y la personalidad del marido, rígido, conservador y sin preocupaciones intelectuales.
La reacción de Teresa no será, como la de Emma, el intentar satisfacer su frustración con otros amantes, si no, de manera mucho más drástica,
el intentar envenenar a su marido.
Pero es interesante señalar que en ambos casos las protagonistas
son madres, y concretamente malas madres. Ninguna de las dos tienen lo
que se suele llamar “instinto maternal”. Emma Bovary, al enterarse de que
está embarazada, siente primero “asombro, luego ganas de tenerlo de una
vez para saber lo que era ser madre.” (113) Pero como no pudo comprar la
cuna y los faldones lujosos que le gustaban, renunció a toda la canastilla y
la encargó a una costurera del pueblo, sin elegir ni discutir. “No se divirtió
pues con esos preparativos en los que la ternura de las madres empieza a
nacer y su cariño, desde el principio, se atenuó de alguna manera” dice Flaubert. (113) Pero además Emma quiere un niño, que para ella es como una
revancha contra la falta de libertad de la condición femenina. Tiene una niña,
y al enterarse, “giró la cabeza y se desmayó.” Emma no se ocupará de su
hija, a la que criará una nodriza a las afueras del pueblo. En la novela, solamente en una ocasión irá a visitarla brevemente.
A Teresa, que vuelve embarazada del viaje de novios, le “habría gustado
conocer a un Dios para que le concediera que esa criatura desconocida, aún
unida a sus entrañas, no se manifestara nunca.” (53) Durante el embarazo
siente con indignación que para su marido ella sólo importa porque lleva en su
vientre al descendiente de la familia. “Los la Trave vereraban en mí un vaso
sagrado; el receptáculo de su progenie; no hay duda de que, de presentarse
el caso, me hubiesen sacrificado a aquel embrión. Yo perdí el sentido de mi
existencia individual. Yo no era más que el sarmiento; a los ojos de la familia
sólo contaba el fruto ligado a mis entrañas.” (76) Cuando nace su hija, ella también se desentiende de la niña. No soporta que le digan que la recién nacida
se parece a ella : “No quería que Marie se le pareciera. No deseaba tener nada
en común con aquella carne desprendida de la suya. Comenzó a correr el
rumor de que el sentimiento maternal no la sofocaba.” (78)
La figura de la mujer desprovista de instinto maternal o que rechaza a
sus hijos aparece así en estas y otras obras _ escritas por hombres_ asociada a la de la mujer insatisfecha sexualmente en su matrimonio, a la mujer
que no está enamorada de su marido, y que le engaña con otros amantes o,
como en el caso de Teresa, que intenta incluso matarle.
Por el contrario, llama la atención que la figura de la mujer con instinto
maternal aparezca encarnada en estas novelas escritas por hombres en los
personajes de las mujeres que sí están enamoradas de sus maridos, aunque
éstos las engañen con otras. En toda la literatura del XIX es recurrente el
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tema de la infidelidad del marido y de la resignada docilidad de la esposa
entregada amorosamente a sus hijos. En las Escenas de la vida privada de
Balzac abundan los ejemplos, así como en Galdós. En Fortunata y Jacinta
Galdós plantea admirablemente, a través de los personajes contrapuestos
de la amante Fortunata y la mujer legítima, Jacinta, el tema del instinto
maternal. Jacinta sabe que su marido la engaña con Fortunata, pero está
enamorada de su marido, y quiere tener hijos.
“Pobre joven! Lo tenía todo, menos chiquillos. Esta pena convirtióse
pronto en dolorosa idea de vacío. (...)Jacinta quería canarios de alcoba a
todo trance, aunque salieran raquíticos y feos; aunque luego fueran traviesos, enfermos y calaveras. Sus dos hermanas mayores parían todos los
años, como su madre. Y ella nada, ni esperanzas. “ (65).
Pero instinto maternal tienen también en esta literatura escrita por
hombres las mujeres que aunque no están enamoradas de sus maridos
saben conservar su virtud y no caen en la tentación del adulterio. Como si el
instinto maternal fuera un antídoto contra el deseo prohibido por la norma,
estas mujeres _ madres perfectas y abnegadas _ son capaces de vencer la
atracción sexual que sienten por otro hombre gracias al amor que profesan
a sus hijos. Es curioso comprobar cómo, en numerosas novelas del siglo XIX
es la enfermedad del hijo la que impide que la madre, a punto de cometer
adulterio, caiga en la tentación. Sucede así en Volupté, de Sainte Beuve, en
Le lys dans la vallée de Balzac, o en L’éducation sentimentale, de Flaubert.
De una manera general, se desprende pues de todo lo que acabamos
de señalar, que en la inmensa mayoría de las novelas compuestas por hombres, durante el siglo XIX, e incluso en buena parte del XX, el instinto maternal aparece asociado a lo que se suele llamar “amor” de la mujer por el
marido (que éste engañe o no), o a la ausencia de relaciones amorosas (o
sexuales) extra conyugales. El instinto maternal, en estos textos, es incompatible con la falta de atracción sexual por el marido. En este sentido me
parece interesante señalar que por ejemplo Emma Bovary carece de sentimientos maternales antes incluso de haber tenido ningún amante. Como si
la ausencia de sentimiento maternal anunciara ya la futura “anormalidad” de
la esposa. Inversamente, la presencia del sentimiento maternal en otras
mujeres aparece así como una garantía a la fidelidad conyugal que se
espera de ellas.
En el siglo XX la cosas van a cambiar. No desaparece la temática de
los problemas de la pareja en el matrimonio (el tema general de la mujer
adúltera sigue presente hasta en la novela contemporánea como La pasión
turca), pero los enfoques varían, y la problemática se diversifica, reflejando
la evolución de la sociedad en nuestro tiempo. Cuando se trata de infidelidades dentro del matrimonio, sean del hombre o de la mujer, se insiste más
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7—
en el tema y en el análisis del deseo, que la novela de corte tradicional en
cierto modo obvía o trata de un modo secundario. Por otra parte, la novela
de la pareja aborda conflictos que, si no son nuevos en la historia de la
humanidad, sí se pueden expresar por primera vez de manera más o menos
clara en la historia de la literatura : el de la homosexualidad, masculina o
femenina, que puede romper con la pareja tradicional hombre-mujer (así
sucede en Gide, o en Yourcenar), el de las relaciones o los deseos incestuosos dentro de la familia, o el de las nuevas parejas, fuera del matrimonio,
tanto de hombre y mujer como de hombres o mujeres solas, que deciden
convivir juntos, sin que les aten lazos civiles, religiosos, y sin que se plantee
el problema de la procreación. La familia no ha desaparecido, es cierto, de
la sociedad actual; pero sí tiene mucha menos importancia en la literatura
contemporánea, que si trata de los problemas de la pareja lo hace desde un
punto de vista totalmente diferente de la literatura tradicional a la que me he
referido anteriormente.
Por otra parte la incorporación de la mujer a la literatura, ya desde
Colette en Francia a principios de siglo, pero de manera cada vez más
importante desde los años sesenta, aporta nuevas visiones e interpretaciones de la pareja en la época contemporánea : la mujer escritora del siglo XX
no tiene miedo de expresar claramente sus deseos, sus frustraciones, lo que
le pide al compañero o a la compañera en unas relaciones de pareja; no se
siente culpable por no tener deseos de maternidad, o por tenerlos fuera del
matrimonio o incluso al margen de la pareja.
Jean Echenoz : parejas al final del milenio
El abanico de posibilidades que ofrece la literatura que trata de las
relaciones de la pareja contemporánea es variado, como se verá en los distintos trabajos de compañeros que se interesan por este tema. Personalmente, querría centrarme en algunas novelas de Jean Echenoz, escritor
francés contemporáneo, de gran éxito internacional, y cuyas novelas, galardonadas por importantes premios literarios _ como el Premio Goncourt de
novela _ se han ido traduciendo sistemáticamente al castellano al año
escaso de su aparición en Francia.
Jean Echenoz se inscribe en lo que algunos críticos literarios consideran la generación post-moderna. Su obra, toda ella narrativa, se inicia en
1979 con El Meridiano de Greenwich y desde ese año se prosigue regularmente hasta la más reciente, Me voy , publicada en 1999 y galardonada con
el premio Goncourt. Echenoz es un escritor pausado, y como hombre una
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persona tremendamente discreta y secreta. Todas sus novelas, que le llevan
una media de dos o tres años de trabajo, están cuidadosamente construidas,
y se caracterizan desde el punto de vista formal por una escritura y lectura
aparentemente sencilla, en la que se hilvanan situaciones y peripecias con
una extraordinaria fluidez.
Dando un giro total a lo que ha sido la novela francesa de los últimos
cincuenta años del siglo XX, Echenoz deja de lado en sus novelas los graves problemas filosóficos y existenciales que planteaba por ejemplo un Sartre, o los problemas políticos en los que se centran las novelas que tienen
por tema las guerras europeas de este siglo, ya sea la guerra civil española,
los largos años de la posguerra, la segunda Guerra Mundial, el problema de
los judíos, etc. Rehúye igualmente otras tendencias características de la
novela del XX, tanto la de la novela psicológica, que pretende ahondar en la
psicología de los personajes, como la de la novela autobiográfica, con los
relatos de la infancia, la adolescencia y la juventud del o de la protagonista
inspirados en las experiencias personales del autor. Sus novelas, en las que
se asocian las influencias de la novela policíaca, la de espionaje y de la de
aventuras, son novelas de acción y de imaginación, llenas de humor, con
situaciones inverosímiles y descabelladamente divertidas, pero que al
mismo tiempo reflejan la situación del hombre en esta sociedad postmoderna. Se percibe en todas ellas el desencanto, y el pesimismo del hombre de nuestra época, pero siempre tratado con un humor que desdramatiza
las situaciones, sin dejar por ello de ponerlas de manifiesto.
En Nous trois el ingeniero Louis Meyer, “hombre infiel y divorciado de
una mujer, llamada Victoria Salvador” (14), se va a Marsella a pasar una
semana en la playa en casa de una amiga. Recoge en la autopista a una hermosa y enigmática mujer cuyo coche _ un mercedes _ se ha incendiado. Al
día siguiente de su llegada, un terremoto destruye parte de la ciudad. Meyer,
que ha ido a unos grandes almacenes, consigue salvarse junto con la mujer
de la autopista, a la que da el nombre de Mercedes, por el coche que conducía. Vuelve a París con ella, pero los intentos que hace por ligarla fracasan. La misteriosa Mercedes desaparece. El jefe de Meyer le pide que participe en una expedición espacial, junto con tres expertos más, para reparar
un satélite que se ha estropeado. De mala gana Meyer acepta, y cuando se
encuentra con los otros miembros de la expedición resulta que Mercedes,
que es la doctora Lucie Blanche, es uno de ellos. En órbita, Mercedes-Lucía
y Meyer hacen el amor. En tierra, Lucía se instala en casa de Meyer. Por
unos días, luego por unas semanas. Y luego se separan.
La novela Me voy comienza con estas palabras del protagonista,
Ferrer, cuando deja a su mujer Susana. Se instala en casa de una amiga,
Laurence, que poco tiempo después le echa de casa. Conoce a Victoire, que
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9—
se instala con él. Ferrer es dueño de una galería de arte, y está preparando
una expedición al Polo Norte donde, según le ha dicho su socio, está hundido un viejo galeón con extraordinarias antigüedades. Tras asistir al entierro de su socio, que muere de repente, Ferrer emprende el viaje. Llega a las
regiones polares, encuentra el barco y vuelve a París con la mercancía. Se
la tasan y resulta que vale una fortuna. Victoire ha desaparecido y al día
siguiente las antigüedades han desaparecido de su piso. En uno de los bancos donde intenta conseguir un préstamo, Ferrer tiene un infarto. Unos días
después viene a verlo al hospital una hermosísima mujer, llamada Hélène,
que fué testigo de su ataque al corazón. Hélène viene a verlo con frecuencia, pero, contrariamente a lo que es habitual en él, Ferrer no siente deseos
por esa mujer. Restablecido, vuelve a la galería, y gracias a la policía puede
recuperar las antigüedades, que le había robado su socio, que no se había
muerto. Hélène se instala con él en la galería. Por unos días, luego por unas
semanas. Y luego se separan.
Dejando de lado todas las situaciones rocambolescas e inverosímiles
que juegan, desmitificándolos, con el suspense, la aventura y el misterio,
quiero centrarme aquí en todo el abanico de posibilidades que ofrecen las
novelas en torno al tema de la pareja, y que reflejan, a mi entender, la realidad de lo que se podría llamar la “pareja normal” en la época contemporánea.
Todas las obras de Echenoz traducen con divertido humor un desencanto respecto a la pareja y una desdramatización del sentimiento amoroso, que no se
presenta aquí tanto como estado afectivo sino como deseo erótico.
La vida en pareja
Cuando Louis Meyer, “hombre infiel y divorciado” evoca el momento
en que conoció a su mujer, recuerda lo siguiente :
“Cuando la conoció, fué primero un beso largo, uno de esos larguísimos besos que hacen historia, marcan una época de la que no se ve el final,
como si no se pudiera respirar de otra manera ni ver el mundo. Y en realidad
no habían visto a nadie durante las seis semanas siguientes, reduciéndose
su vida durante cuarenta días a acoplarse, dormirse, acoplarse, dormirse,
acoplarse, dormirse –pero no todo es dormirse y acoplarse–, también hay
que levantarse para ir a trabajar, para ganar el dinero que permitirá comprar
para beber y comer, flores y ropa que uno se quita febrilmente para acoplarse antes de volverse a dormir.
Cuando el amor es tan impetuoso, sucede que uno se hastía : tras la
estrella del primer plano empiezan a surgir cantidad de chicas rubias...”(21)
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0—
El amor en las novelas de Echenoz es deseo, y el deseo que une a la
pareja, se agota con el tiempo. Pero no hacen falta años para que se agote.
Después de unas cuantas semanas de enloquecida pasión, comienza la verdadera vida de pareja, regular, sosegada, tranquila, monótona y solitaria.
“Desde hacía cinco años, hasta la tarde de enero en que se marchó, todos
los días de Felix Ferrer salvo el domingo, se habían desarrollado de la
misma manera.”(14) Levantarse, baño, gimnasia, desayuno con la mujer, trabajo, comida y trabajo. “A las l9’30, invariablemente con las mismas palabras, llamaba a Suzanne, no me esperes para cenar si tienes hambre. Siempre esperaba, y a las 10’30, Ferrer estaba en la cama con ella, discusión una
noche sí y otra no, y a las 11’00 luces apagadas. Durante cinco años, siempre había sido igual.”
En estas novelas, da lo mismo que la pareja esté legalmente casada
o que simplemente vivan juntos. Tras el arrebato inicial, poco después de
que se instalen a vivir juntos, empieza la tediosa vida de pareja, la rutina, la
cotidianeidad. En la novela Nous trois , tras el viaje por el espacio y la
escena de amor en el satélite, Mercedes-Lucie se instala enseguida en casa
de Meyer : “Lucie ha llegado demasiado tarde para el té, demasiado pronto
para el Campari; enseguida se ha instalado en su cama, y luego en su casa.
Eso dura algunos días, y luego trae algo de ropa. Eso dura algunas semanas...quizás dura un mes. Todas las mañanas Meyer va a su trabajo...Por las
tardes, cuando vuelve, toman una copa, Meyer habla de su trabajo, Lucía
poco del suyo(...) Cenan en la cocina y todos los días van quizás al cine y
los fines de semana dan una vuelta por los alrededores.” Lo mismo sucede
en Je m’en vais cuando Hélène se instala en el apartamento de Ferrer. “Aunque no se lo han propuesto explícitamente, eso se parece a una vida de
pareja. Se les ve, por las mañanas, ella ante su té, y él ante su café, que
hablan de cifras y de publicidad, plazos de fabricación, relaciones con el
extranjero...” (242).
En las novelas de Echenoz, la vida de pareja aparece incompatible
con el amor. Está hecha de actos rutinarios, cotidianos, que realizan al
mismo tiempo el hombre y la mujer, pero por separado.La imagen de ella y
él desayunando, juntos, pero cada uno con una bebida diferente, pone de
relieve cómo, a pesar de las apariencias, en la vida de pareja establecida y
normal, ya no se comparte prácticamente nada. El sexo y el deseo desaparecen y la pareja, casi de manera natural, termina por romperse.
Sin dramas y sin aspavientos. En estas novelas no se escenifican en
ningún momento las rupturas dramáticas, ni se explicitan los sentimientos
del personaje que abandona o del abandonado. En las novelas que se
podrían llamar “sentimentales” de los siglos XIX y XX, las escenas de ruptura y las del sufrimiento tras la ruptura son recurrentes, se traten o no en
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1—
tono melodramático. Rabia, celos de la esposa o del esposo abandonado,
llanto, falta de sueño, escenas e insultos, que en el caso de muchos autores
actuales pueden dar lugar a interpretaciones cómico-dramáticas, como
sucede con numerosas películas de Woody Allen. (Maridos y mujeres). En
Echenoz las escenas de ruptura son banales, y si no cordiales, al menos discretas y respetando las reglas. El o ella dicen que se van; lo hacen, y el otro
acepta una decisión que puede sorprenderle pero contra la que no se
enfrenta. No hay discusiones, insultos, ni agresiones en estas separaciones.
Cuando Ferrer tras cinco años de matrimonio , le dice a Suzanne que se va,
ésta se limita a mirar un enchufe en la pared; él deja las llaves en la consola
de la entrada, y sale, cerrando suavemente la puerta.(p. 7) Y Ferrer tiene
prácticamente la misma reacción que Suzanne cuando Hélène le deja. La
novela solamente deja adivinar al lector el desconcierto del personaje abandonado por sus gestos, pero no se adentra en sus pensamientos ni en sus
sentimientos : Ferrer, solo, enciende y apaga el televisor, llama por teléfono
a varios conocidos a ver si encuentra a alguien, se pasea por el apartamento
sin saber qué hacer, va a la cocina, abre y cierra la nevera, va al salón, pone
un disco y lo quita al momento, y tras algún tiempo, luego coge un metro y
se va. Solo.
En Echenoz, como en tantos otros escritores postmodernos, la historia de la pareja es a fín de cuentas una historia de soledades, brevemente
interrumpidas por algunos momentos de convivencia que siempre terminan
rompiéndose, y siempre por los mismos motivos. Una vez agotado o saciado
el deseo, ellos o ellas se cansan. Echenoz es un escritor hombre, y sus protagonistas suelen serlo también. El punto de vista es por lo tanto el del hombre, pero en sus novelas abandonan a veces los hombres o las mujeres, del
mismo modo que tienen la iniciativa de formar pareja a veces las mujeres o
a veces los hombres. El deseo y el hastío son mutuos y a fín de cuentas da
igual quién empieza y quién acaba, porque siempre las historias de pareja
empiezan y acaban y uno se queda solo, que es la mayor parte del tiempo.
La mayoria de las novelas de Echenoz empiezan con una pareja que se
rompe y se terminan con una nueva pareja que se vuelve a romper. En el lapso
de tiempo intermedio, que puede cubrir uno o dos años de la vida del protagonista una multitud de esbozos de pareja, de aventuras y experiencias eróticas irrisorias, de peripecias amorosas descabelladas que ponen de manifiesto
la perpetua soledad del personaje. Pero Echenoz evoca las cosas fugitivamente, lateralmente, sugiriendo el drama, pero sin detenerse en él, presentando la soledad del hombre abandonado más como un contratiempo físico
que como un desastre afectivo, sugiriendo irónicamente la soledad del abandono y no deteniéndose pesadamente en ella, evitando el patetismo al que nos
tiene acostumbrados la novela moderna. Así, cuando presenta la situación en
la que se encuentra Felix Ferrer tras el abandono de Victoria, escribe :
—7
2—
“Así que volvió a vivir solo de nuevo. Pero eso no es bueno para él. Y aún
menos por la mañana cuando se despierta en erección, es decir la mayoría de
las mañanas como la mayoría de los hombres antes de deambular entre la
habitación, la cocina y el cuarto de baño. Yendo y viniendo así, gracias a Dios
pronto no es sino una media erección; pero lastrado, casi desequilibrado por
este apéndice perpendicular a la vertical encorvada de sus vértebras, termina
por sentarse, y va abriendo el correo. Operación casi siempre decepcionante,
y que por lo general se concluye, y rápido, en una sedimentación nueva de su
papelera, pero que mutatis mutandis a menos que sea nolens volens, hace
que el aparato vuelva a un tamaño normal.” (60)
Esta manera lúdica de presentar las cosas, desdramatiza, sin ocultarlo, el dolor del abandono, minimizando lúdicamente lo que parece ser para
el novelista la característica existencial del hombre contemporáneo : la soledad. Y lo mismo sucede en el tratamiento que da a las escasísimas escenas
de amor, o mejor dicho de sexo, que describe en las novelas, fugaces episodios eróticos cómicamente absurdos, que expresan de manera divertida el
aparente embrollo de una existencia a fín de cuentas trivial y banal. Lo
rocambolesco, o al menos la divertida complicación de las dos secuencias
eróticas de las novelas _ una en cada obra _ desmitifica inmediatamente la
tradicional escena de pasión sexual desenfrenada a las que nos tienen acostumbrados el cine y la literatura contemporánea. Las dificultades que tienen
los personajes para poder unirse, el inverosímil exotismo del espacio en el
que se encuentran, todo contribuye a crear una atmósfera desmitificadora,
ya no del amor, sino incluso de la relación sexual apasionada pero normal.
En Je m’en vais en el barco que le lleva al Polo Norte, Ferrer ha intentado en vano seducir a la hermosa y corpulenta Brigitte, enfermera del barco
y una de las escasas mujeres de la expedición. Pero una noche se produce
lo inesperado. Ferrer se despierta al caer de su litera, y comprueba, asombrado, que la enfermera Brigittte, magníficamente proporcionada, ocupa la
totalidad de la cama. La escena de amor _ de sexo_ que se narra a continuación, se relata de la siguiente manera :
“No escuchando más que a su valor, Ferrer decide abordarla por sumersión
con toda la delicadeza de la que es capaz. Pero Brigitte empieza a gemir con
desaprobación. Se niega y se debate (...) pero poco a poco, acaba por calmarse. Se entretienen y sólo pueden entretenerse con un margen de maniobras restringido, pues la estrechez de la litera impide más combinaciones de
las que permite : sólo pueden colocarse uno encima del otro, aunque alternativamente y en los dos sentidos, lo cual no está del todo mal.” (p. 50)
Pero la escena de sexo realmente abracadabrante es la de Meyer y
Lucía en la nave espacial. La última noche del vuelo, Meyer sale de su cama
y levitando, llega hasta la de Lucía. La besa por primera vez cuando la nave
—7
3—
está sobrevolando Venecia.(p. 208) Hacen el amor en la parte de atrás de la
nave, escena que la novela no describe, pero el narrador comenta :
“Ya se sabe, nada se parece tanto al espacio como el agua. El efecto de ingravidez es más o menos semejante. Ahora bien, uno se imagina, habitualmente,
que no estaría nada mal acoplarse en el agua. Es un deseo ampliamente
extendido. Todo el año, mientras se trabaja duro, a uno le gusta pensar que
eso sería estupendo. Y luego, en cuanto llegan las vacaciones, la época de
los baños en el mar y de los amores, uno lo intenta : y se da cuenta rápidamente que, incluso cuando se hace pié, no es tan fácil. Pues lo mismo pasa
con la gravedad cero. Faltan asideros, apoyos, resistencias, pero de todos
modos se consigue hacerlo si uno se concentra bien.” (209)
Las escenas de amor que ilustran las novelas de Echenoz ponen de
manifiesto que hacer el amor no es fácil. Hace falta todo un entrenamiento
gimnástico y acrobático y una buena dosis de concentración para que todo
salga bien.
Pero si las relaciones sexuales son difíciles y raras, más frecuentes
son las relaciones frustradas. De una novela a otra, a lo largo de toda su producción literaria, Echenoz no deja de presentar escenas de divertidos coitus
interruptus involuntarios, a veces por razones totalmente descabelladas, y
en las que lo dramático se mezcla con lo cómico y lo burlesco, como la
escena en la que Bill y Nicole están empezando a hacer el amor en la terraza
del chalet de Marsella, bajo la atenta mirada de dos obreros provistos de
gemelos que los observan extasiados desde lo alto de una grúa. De pronto,
a los gemidos de Bill se superponen otros rugidos más profundos, los del
temblor de tierra de Marsella. Bill y Nicole huyen desnudos del chalet para
intentar ponerse a salvo tumbándose boca abajo en un parking al aire libre.
Pero lo más frecuente es que sean hechos mucho más prosaicos los
que interrumpen el coito. De una novela a otra, una llamada telefónica, el
timbre de la puerta, la entrada en la habitación de una persona, interrumpen
a la pareja, y cortan de seco las efusiones eróticas del personaje devolviéndole a su soledad. Una escena de Je m’en vais puede servir como ejemplo,
no sólo porque se perciben en ella ciertas similitudes con la del terremoto de
Marsella, sino porque también se puede comparar con algunos aspectos que
se han visto en las novelas del XIX : Ferrer, tras volver de su viaje al Polo
Norte, está de nuevo sólo. Bérengère, su amante anterior, se ha marchado.
Pero conoce a Sonia, joven rubia de unos treinta años. La invita a cenar,
luego a unas copas, y luego finalmente van al piso de Sonia, que resulta
tener un hijo de año y medio. “En cuanto se va la canguro, se precipitan uno
sobre el otro, y se desplazan, como bailando torpemente de lado, como dos
cangrejos enlazados, hacia la habitación de Sonia, y luego un sujetador
—7
4—
negro desabrochado cayó suavemente en la alfombra de esa habitación
como un par de gafas de sol gigantes. Pero, al cabo de un momento, instalado de nuevo en la mesilla, el Babyphone empezó a emitir una serie aguda
de suspiros y de gemidos, al principio débiles y en contrapunto con los de
Sonia, que eran más o menos sopranísticos, pero pronto los cubrieron para
dar paso a un crescendo de llantos, gritos y lloros estridentes. Inmediatamente se desenredaron, sin método pero no sin mala conciencia, antes de
que Sonia subiera a tranquilizar al joven Bruno.” (121) Y mientras está sólo
esperando a que Sonia regrese, Ferrer intenta apagar el aparato. Toca un
botón que no es, y el sonido se amplifica a un volumen insoportable. Intenta
enmendar lo que ha hecho tocando otro botón, y esta vez conecta con los
guardias de seguridad, cuyas conversaciones se suman a los gritos del niño.
Desesperado, Ferrer se marcha corriendo, terminándose de vestir en la
escalera. Es el final de la aventura con Sonia.
En todas estas escenas, los ruidos, los gemidos, los gritos del mundo
hacen irrupción en la intimidad de la pareja y abortan la posibilidad de la relación sexual. Lo cotidiano le gana siempre la partida al erotismo, y lo que
podría haber sido una experiencia sexual gratificante no es más que una ridícula historia de frustración.
Pero en esta secuencia volvemos a encontrar el personaje de la
madre, percibido, como se puede apreciar, de una manera sustancialmente
distinta de las de las novelas del XIX y del XX a las que me he referido antes.
Bien es verdad que Echenoz elude siempre el análisis psicológico de los personajes, a los que se les conoce únicamente por sus gestos y sus palabras.
Pero la novela presenta como un personaje totalmente “normal” a esta
Sonia, madre soltera o divorciada, responsable y pendiente de su hijo, pero
al mismo tiempo con una vida sexual activa y sin prejuicios exclusivistas. Es
en la primera cita cuando Sonia lleva a Ferrer a su casa, y cuando se propone hacer el amor con él. En la literatura de finales del XX, y Jean Echenoz
no es una excepción, el amor maternal no es incompatible con el deseo
sexual, y con la realización efectiva de ese deseo. Han tenido que pasar casi
cien años, pero en ese sentido, algo hemos avanzado.
Las novelas de Echenoz son divertidas, pero no son optimistas. Son
lúdicas pero son mucho más profundas de lo que a primera vista puede parecer. La risa es en él un arma eficaz contra el hastío, la mediocridad de la
existencia y la soledad, que es para él, consubstancial con el individuo. A través de las fantásticas incongruencias de las aventuras de sus personajes, lo
que se desvela es la trivialidad de la existencia, la imposibilidad de la pareja,
la futilidad y al mismo tiempo la necesidad de las relaciones sexuales, la
angustia de una soledad, que más que un desastre, aparece para él como
una manera de estar en el mundo. Y para intentar luchar contra este sentimiento, quizás lo mejor sea reirse.
—7
5—
BIBLIOGRAFÍA
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paréntesis remiten a esta edición. La traducción es nuestra.
2.
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paréntesis remiten a esta edición. La traducción es nuestra.
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París. La traducción es nuestra.
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France. University of California Press. Los Angeles.
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Mauriac, F. (1927. Edición española de 1963). Thérèse Desqueyroux.
Ed. Plaza. Barcelona.
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Pérez Galdós, B. (1886-7. Edición 1950). Tomo V. Aguilar. Madrid.
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Raimond, M. (1989) Le Roman. Armand Colin. Paris.
9.
Richard, J.P.(1999) Essais de critique buissonnière. Gallimard. Paris.
—7
6—
Del vaudeville al cine: estética de la pareja
matrimonial de Georges Feydeau en la
comedia norteamericana
Ignacio Ramos Gay
Universitat de València
DEL VAUDEVILLE AL CINE: ESTÉTICA DE LA
PAREJA MATRIMONIAL DE GEORGES FEYDEAU EN
LA COMEDIA NORTEAMERICANA1
Ignacio Ramos Gay
Universitat de València
Dentro de la perspectiva de la literatura francesa de los siglos XIX y
XX, realizar una aproximación analítica a la estética del conflicto matrimonial
exige la referencia obligada a la dramaturgia de Georges Feydeau. Existen
dos razones para ello. La primera, de naturaleza intrínseca, se debe a que
de las 39 piezas que componen la totalidad de la obra dramática de Feydeau, 25 tienen por núcleo central de la trama el matrimonio como campo de
batalla entre el hombre y la mujer. La segunda, de carácter extrínseco, porque Feydeau supone un antes y un después en el tratamiento temático de la
guerra entre los sexos anunciando y marcando la pauta del teatro cómico y
la comedia cinematográfica norteamericana del siglo XX. Como veremos a
continuación, desde Feydeau, más que desde ningún otro, el matrimonio es
entendido como agresión verbal disparatada y continua, como discusión ininterrumpida y circular particularmente estéril, carente de todo fin lógico y
desarrollado entre el hombre y la mujer ambos desempeñando roles sociales bien delimitados dentro de un contexto de indolencia generalizada característica de los mitos creados durante la Belle Époque francesa. Frente a la
idealización burguesa del estadio marital, el dramaturgo contrapone el matrimonio como expresión de la ley de lo necesario, de lo inevitable, para el individuo social. De ahí que todos sus esfuerzos tiendan a esquivar sus consecuencias siempre dentro de los márgenes permitidos socialmente, esto es,
recurriendo al engaño y a la ilusión de la fidelidad. Nuestra exposición por lo
tanto se articulará en dos ejes bien diferenciados que trazaran el puente
entre el vaudeville de Feydeau - en particular sus últimas producciones
estructuradas en un sólo acto y que reciben por título genérico “Du Mariage
au Divorce”- Feu la mère de madame ! (1908) ; On purge bébé ! (1910) ;
Mais n’te promène donc pas toute nue ! (1911) Léonie est en avance (1911) ;
Je ne trompe mon mari (1914)- y toda una serie de comedias cinematográficas norteamericanas de la primera mitad del siglo, a partir del denominador
1
El presente trabajo es el resultado de una Beca de Investigación F.P.I. concedida a Ignacio
Ramos por la Conselleria d’Educació de la Generalitat Valenciana.
—7
9—
La Puce à l’oreille
Théâtre Montparnasse
(1952)
Photos Roger Viollet
Le Système Ribadier
Théâtre La Bruyère
(1958)
Photos Bernand
Feu la mère de madame Comédie-Française (1960)
—8
0—
común que es el tratamiento de la infidelidad y del conflicto conyugal como
tragedia del hombre burgués cotidiano, siempre percibida bajo un prisma
cómico y demitificador. Para ello, nuestro estudio se ordenará a partir del
análisis, en un primer momento, del contexto social común que sirve de referente a ambos géneros. Más tarde nos detendremos en el examen de los
personajes masculino y femenino insertados en la pareja matrimonial y por
último analizaremos el conflicto dialéctico de la pareja. El cine cómico norteamericano que compone el corpus de nuestro estudio entronca con el vaudeville francés de finales del XIX y principios del XX tomando directamente
como fuente comedias teatrales de un vaudevillista precursor de Feydeau,
Victorien Sardou - es el caso de That Uncertain Feeling, dirigida por Lubitsch
en dos ocasiones, e inspirada en Divorçons!2de Sardou- o bien a partir de la
dramaturgia del americano Philip Barry, que inspira la mayoría de las comedias de Cukor formadas con el duo Grant-Hepburn. El corpus fílmico escogido perteneciente a este director lo componen, Holiday -Vivir para Gozar,
1938-, The Philadelphia Story -Historias de Filadelfia, 1940- y Adam’s Rib La Costilla de Adán, 1949. Citaremos anecdóticamente además escenas de
Bringing Up Babe, de Howard Hawks y concluiremos señalando la vigencia
del vaudeville aludiendo a la reciente Enredos de Sociedad. Este estudio no
pretende trazar la evolución de las convenciones dramáticas en el cine. Más
que un análisis diacrónico, apoyar nuestra tesis con escenas filmadas tiene
por fin confirmar las claves de la permanencia y los elementos recurrentes
comunes entre el vaudeville y otros géneros así como la actualidad del fenómeno.
Los vaudevilles de Feydeau fundamentan la expresión teatral cómica
posterior del conflicto conyugal resumiendo y radicalizando todas las posturas dramáticas anteriores relativas al género. Su amplio repertorio de piezas
tiene por precursores, en el marco de la literatura dramática moderna, dos
momentos clave : el ciclo de las diferentes écoles de Molière -L’École des
Femmes, La Critique de l’École des Femmes, L’École des Maris, Le Mariage
2
Lubitsch tomó como origen de su película la comedia de Sardou y su colaborador Emile de
Najac para el cine en dos ocasiones. La primera en 1925, titulada Kiss Me Again ! (Divorciémonos !), es una adaptación de Walter Reisch protagonizada por Marie Prevost y Monte
Blue como Sr. y Sra. Fleury y John Roche -Maurice Ferrière- en el papel del concertista de
piano que se enamora de Mme Fleury. Está ambientada en el París de principios de los
años veinte. El film fue votado como uno de los diez mejores de 1925, junto a otro también
perteneciente a su propia cosecha : Lady Windemere’s Fan -adaptación de la obra de Oscar
Wilde. La segunda adaptación, que es la que nos ocupa, corrió a cargo igualmente de Walter Reisch y tiene por fecha 1941. El título inglés varió a That Uncertain Feeling, traducida
en castellano por Lo Que Piensan Las Mujeres. Esta nueva versión de Sardou fue protagonizada por Merle Oberon, Melvyn Douglas y Burgess Meredith. La ambientación actualiza y
transporta la acción a Nueva York. La crítica no la consideró a la altura del original (Weinberg, 1973 : 361).
—8
1—
Forcé- y su correlación teatral británica reflejada en un género propio denominado Restoration Comedy o Comedia de la Restauración, que se articula
principalmente alrededor de Wycherley -The Country Wife-, Marriage à-lamode de Dryden y Vanbrugh -The Relapse-, sin olvidar a Farquhar, Congreve o Etherege. Este tipo de comedia, centrada en las tribulaciones cortesanas destinadas a evitar la monotonía matrimonial y carente de cualquier
atisbo de justicia poética, evoluciona más adelante hacia posturas más
moralizantes propias de la comedia sentimental, y sólo será recobrado en el
primer cuarto del siglo XIX en Francia con autores como Eugène Scribe y su
discípulo y sucesor Victorien Sardou que, a través de un nuevo género -la
pièce bien faite- esquematizan en un patrón dramático de notable éxito
popular, situaciones ordinarias del París de la época en que el hombre aparece sometido a un orden social del que es reflejo el matrimonio y que le
sobrepasa. Con Scribe y Sardou, la unión conyugal conflictiva recobra la
vitalidad cómica de sus predecesores -entroncando además con la tradición
de la farsa medieval-, y como ocurre en Feydeau, la estructura interna de la
pieza -exposición, qui pro quo, peripecia, scène à faire y dénouement- contribuye a que las escenas se aceleren de manera cómica propiciando también la crisis del personaje, que no existe más que en relación funcional con
la trama. La pièce bien faite, por su mecanicidad estructural y por contaminación con el género cómico, es adaptado por la dramaturgia británica del
XIX, desde Pinero, Grundy y Jones, hasta Wilde y Shaw, y sirve de puente
en Francia para el vaudeville de Labiche y su expresión más radical, el vaudeville de Feydeau. El éxito de este género se trasladará más tarde a escenarios norteamericanos, llegando incluso a ser adoptada como técnica por
numerosos dramaturgos, entre los que destacamos a Strindberg. El ejemplo
más explícito de esto es aquel que señala Weinberg en su monografía sobre
Lubitsch, afirmando que desde su etapa norteamericana, el alemán toma por
referente de sus obras el sexo, o mejor dicho eufemísticamente, la tradición
de la sensibilidad erótica francesa, explotada al máximo por el teatro de boulevard francés un siglo antes. Entre los nombres que el crítico cita como
fuentes de inspiración aparecen todo el repertorio de autores de la pièce bien
faite : Feydeau, Meilhac, Halévy, Sardou y de Najac. Apoyándose en sus dramaturgias, el director consigue establecer el puente -por otra parte ya tendido en los escenarios- entre el vaudeville y el cine, adaptando los temas
centrales de estos autores -sexo y dinero- a un contexto cómico y satírico y
una ambientación extranjera -París y Viena son sus favoritos- que consiguiera esquivar la censura norteamericana (Weinberg, 1973 :85). El caso de
Cukor no es menos significativo y remite también a una tradición teatral evidente. Tanto Holiday como The Philadelphia Story son adaptaciones cinematográficas de dos comedias costumbristas del mismo título, de 1928 y
1939 respectivamente, escritas por el dramaturgo Philip Barry, con el que
ocasionalmente había trabajado Katherine Hepburn - de hecho la Hepburn
—8
2—
conocía su papel en Holiday de memoria ya que lo había estudiado como
suplente de la protagonista, Hope Williams, en la versión teatral de Broadway. Por medio de Barry, al que la crítica describe como “uno de los talentos
descollantes del teatro norteamericano que, en su tono cómico, escribía
obras sobre los ricos de cuna, obras que eran aplaudidas por su cortante diálogo y por situaciones certeramente observadas, a menudo con locura familiar teñida de tristeza” (McGilligan, 1993 :73), Cukor entró en contacto con el
que se convertiría en guionista de dichas adaptaciones, Donald Ogden Stewart, con quien trabajaría en siete ocasiones3, buen conocedor de los
ambientes burgueses tomados como referente en sus films. Cabe suponer
que la tradición cómica francesa del vaudeville entrara por medio de uno u
otro en la cinematografía de Cukor, especialmente si consideramos el éxito
de público generado en Broadway, y del que da cuenta la crítica recogida en
el New York Times por Clive Barnes a propósito de la actuación de la Compañía Nacional de Teatro de Sir Laurence Olivier en la comedia de Feydeau,
La Puce à l’Oreille, que cita Weinberg equiparándola al cine de Lubitsch y en
particular a sus versiones de Divorçons ! :
El gusto de cada risa delicadamente medida sirve para construir un remolino
de hilaridad cuidadosamente controlada…La historia no tiene importancia.
Dormitorios, aposentos, salones, puertas que se abren y que se cierran, infidelidades, promesas de infidelidad, esperanzas de infidelidad, malentendidas
infidelidades, los maridos equivocados, la esposa ingeniosa, el amante
ardiente, el tonto, el bribón, todo un carrusel que gira en torno a un clisé diestramente sincero pero que es accidental. Son marionetas que no tienen otro
cometido que el de hacernos reír, sin preocuparse por averiguar por qué reímos. Los chistes de Feydeau fluyen, la trama se mueve rápidamente, y los
espectadores, irreflexivos y desapegados, se zambullen de cabeza en un mar
de entretenimiento4.
La cita merecía ser íntegramente reproducida tanto por su valor arqueológico como por anunciar con exactitud las constantes paralelas entre el
vaudeville y el cine que pasamos a analizar.
El matrimonio que describe Feydeau corresponde exactamente con la
pareja cinematográfica de la comedia norteamericana. En ambos casos, sus
3
Cukor y Stewart trabajaron juntos en siete ocasiones, siempre con éxito : Honor mancillado,
Cena a las ocho, Vivir para gozar, Historias de Filadelfia ; Un rostro de mujer, Keeper of the
flame, Edward my son.
4
Citado por Weinberg (1973:100). El crítico se refiere además a las dificultades encontradas
por los actores para captar y reproducir el ritmo acelerado y la vertiginosidad verbal de los
franceses, y elogia en este sentido a Lubitsch por haber sabido transmitir con exactitud todo
este repertorio gestual y verbal.
—8
3—
miembros se enmarcan dentro un contexto social y político similar que da pie
al desempeño de ciertas profesiones liberales, y que origina y propicia el
desarrollo de un determinado número de actitudes recurrentes. Los personajes que Feydeau pone en escena son siempre burgueses adinerados, pertenecientes a una nueva burguesía incipiente, arribista, localizada en la capital, que gusta de exhibirse y ostentar socialmente la gloria de su nueva
categoría. Es la expresión de un nuevo reinado fundado no ya en la nobleza
de casta ni de sangre sino en la sacralización del trabajo profesada -es el
logro de la Revolución- por la burguesía. Sus personajes encarnan todas las
profesiones liberales de éxito del momento, con especial predilección por los
abogados - el personaje de Charançon tiene por equivalente en el cine al
dúo matrimonial Tracey-Hepburn de Adam’s Rib-, empresarios florecientes y
hombres de finanzas tipo Cary Grant o la familia Seton en The Philadelphia
Story ; médicos especializados con consulta propia que disponen de todos
los avances tecnológicos en materia médica, arquitectos, o agentes de seguros -el homónimo de Chandebise sería Larry Baker en That Uncertain Feeling-, entre otros muchos. Ocasionalmente, la galería dramática incluye aristócratas de rancio abolengo con los que los personajes de Feydeau adornan
sus fiestas, reuniones y círculos de amistades realzando el pedigrí personal
y de los que espera siempre conseguir alguna ventaja económica. Es el caso
de exóticos príncipes de países imaginarios, reyes, duques o estamentos
militares, muy parecidos tanto al grupo de empresarios húngaros que Larry
Baker, en el film de Lubitsch, cordialmente recibe en su casa avistando la
venta inminente de una póliza de seguros multimillonaria, como a las ancestrales familias norteamericanas a las que suele pertenecer la Hepburn y que
tanto deslumbran a un middle-class Grant.
El burgués del vaudeville, como ocurre en el cine, gusta además de
coleccionar objetos de valor, ya sean los cuadros de pintores de renombre
agrupados en la pinacoteca privada de Vatelin en le Dindon, o ediciones
bibliográficas de lujo que aparecen en Monsieur Chasse !, aunque rara vez
esto se corresponde con un afán o un placer artístico (de hecho uno de los
episodios más divertidos de That Uncertain Feeling es el momento en que el
marido, Larry Baker, confunde a Stravinsky y Rimski-Korsakeoff con dos
comensales invitados a cenar por el nuevo amigo de su mujer, o el simple
hecho de poseer un piano de cola cuya llave está en paradero desconocido).
Muy al contrario, los objetos poseídos son sintomáticos de una elegancia
entendida como promoción y triunfo social - la burguesía francesa que
encumbra la Revolución lejos de atajar la estética aristocrática y crear una
propia, la imita- perpetrada mediante el dominio de clase sobre el otro, y
expresada en el cine mediante la idealización del éxito individual del selfmade man y el sueño americano al que se refieren sus protagonistas, y del
que Grant es el mejor ejemplo en Holiday. Feydeau elabora con precisión
—8
4—
—8
5—
milimétrica las didascalias con las que se abren todas sus obras, llegando a
ocupar cerca de una página en las ediciones publicadas y que parecen
haber sido copiadas al detalle por sus homólogos americanos. Los escenarios recrean casas “museo” -adjetivo atribuido por Grant en Holiday a la mansión de los Seton- apartamentos de lujo, compuestos de infinidad de puertas
que conducen a otras tantas habitaciones, por las que frenéticamente aparecen y desaparecen una multitud de personajes ; amplios ventanales acristalados, chimeneas de murillos recargados, mesas, pianos, bibliotecas,
canapés, materiales nobles y robustos, mobiliarios de lujo, además de todas
las innovaciones y avances técnicos surgidos de la electricidad como son los
fonógrafos-magnetófonos, los timbres eléctricos o el maravilloso invento más propio de la ciencia-ficción que del vaudeville- del sillón extático de La
Dame de Chez Maxim. Al objeto funcional inanimado se añade el objeto funcional humano : los sirvientes, tratados con relativo desprecio, ajenos a todo
ese mundo de riquezas imaginarias que les rodea, aportando siempre un
soplo de aire fresco y de comicidad a la obra, como los criados que huyen
de la casa de los Baker despidiéndose al contraer matrimonio Mrs. Jill Baker
con un joven pianista que no cesa en sus ensayos, ya sea de día o de noche.
Se trata, en resumen, de una clase social holgada, carente de cualquier tipo
de preocupación económica -a pesar de que las alusiones al dinero son
numerosas- concentrada en la distracción personal mediatizada por el placer y en el trabajo, ambos destinados a escapar de la monotonía del hogar.
Con todo, esta próspera y recién estrenada burguesía, de culto venerable al
dinero -“aquí el dinero es Dios” exclama Linda Seton (K.Hepburn) en Holiday-, que imita el canon de optimismo y seguridad propio de una época que
ignora la proximidad temporal de los dos conflictos armados que se les avecinan ; que bebe, baila, juega, viste y está a la moda, y que disfruta al
máximo, parece enclaustrada en una prisión similar a la cage d’or -la jaula
de oro- versallesca, regida por las apariencias y el miedo a la mirada del otro.
Dos ejemplos de esto último : es este miedo al “qué dirán”el que obliga a
Tracy Lord a aceptar como invitados a un par de periodistas la víspera de su
boda, ya que de no ser así se publicaría un reportaje en su revista -curiosamente llamada Spy- sobre cierta relación un tanto “oscura” entre su padre y
una bailarina de Broadway. También en Holiday, las actitudes automatizadas
de la alta sociedad americana establecen toda una serie de conductas que
horrorizan a Cary Grant y a la Hepburn en Holiday, pero a las que se les
exige sometimiento si desean permanecer como miembros de una de las
familias más poderosas del país. La escena en la que Linda se niega a hacer
acto de presencia en la fiesta de su hermana provocando con su actitud todo
tipo de rumores entre sus invitados y el nerviosismo del cabeza de familia,
da buena muestra de ello. Es el reino de la ilusión de la felicidad conyugal,
de los matrimonios que se rompen justo antes de celebrarse - Linda no duda
al final del film en arrebatar el que fuera futuro marido de su hermana, así
—8
6—
como tampoco evita ser infiel a su prometido con James Stewart la noche
anterior a su boda en The Philadelphia Story. Es el retrato de un círculo
social en el que prima el desengaño cómico, pero que cuelga irónicamente
en la pared central del salón, como en el primer acto de An Ideal Husband
de Wilde, el grabado de Boucher simbolizando el triunfo del amor.
Dentro de este primer y breve acercamiento a la galería general de
personajes, destacan los arquetipos masculino y el femenino que conforman
la pareja matrimonial. En cuanto al marido, éste se caracteriza por rasgos
arquetípicos que lo convierten en un personaje fácilmente identificable para
el público. El cónyuge masculino se reconoce generalmente por un aspecto
físico poco agraciado, en absoluto atractivo, rayano en al mediocridad
cuando no directamente feo (así es como describe Mme.Paillardin a Pinglet
en L’Hôtel du Libre-Échange : “Ah…vous êtes laid Pinglet….mais vous savez
parler au coeur des femmes”). Las razones que justifican el físico masculino
se deben más a convenciones escénicas y a la estética de la recepción que
al propio juicio del dramaturgo. Como género propio, el vaudeville a la Feydeau se caracteriza por un personaje al que le suceden toda una consecución de escenas rápida extremas y próximas del surrealismo, destinadas a
provocar la risa delirante y desenfrenada del público asistente a la sala, que
por otro lado así lo espera. Es lógico por tanto suponer que un marido sometido a la epopeya cómica del vaudeville deba caracterizarse por un físico
cuanto menos neutral o mediocre - y a ser posible maduro, ilustrando así el
personaje clásico del barbon, revitalizado por Molière en L’École des Femmes-, de modo que el auditorio no distraiga su atención en aspectos irrelevantes a la trama y se concentre en los gritos, saltos, gestos rápidos, movimientos no coordinados, caídas, golpes, temblores, muecas, risas
incontroladas, lapsus, aspavientos y demás peripecias frenéticas y pánicas.
Es evidente que las convenciones cinematográficas, cuyo objetivo es ciertamente satírico pero adaptado a la estética del star-system de Hollywood que
se quiere modélica y representativa del americano medio, alterarán este
componente del vaudeville, sofisticando al personaje masculino convirtiéndolo en un miembro atractivo en la pareja cuyo prototipo son los personajes
encarnados por Spenser Tracy y Cary Grant, eternos maridos de rasgos,
más que atractivos, homogéneamente elegantes, dotados con “un toque de
distinción” pero sin estar privados por ello del componente cómico que
demuestran en escenas tan legendarias como Tracy siendo zarandeado en
el juicio por una mujer que reivindica una fortaleza física idéntica a la del
hombre en Adam’s Rib, o Grant, dando acrobáticas y aliviadoras volteretas
circenses en Holiday, y tocado de gafas de grandes cristales, corriendo
arrastrado por el suelo detrás de un fox-terrier que ha enterrado en el jardín
el hueso de dinosaurio que necesita para completar la recreación en el
museo (Bringing Up Babe).
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7—
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Psicológicamente, el marido se distingue por el ensimismamiento que
le produce la devoción por su trabajo o su entrega al placer. Es esta una convención idéntica en los dos géneros, aunque cinematográficamente, el
marido opte más por la primera sin duda por razones de censura. Desde el
agente de seguros Larry Baker, hasta el abogado representado por Tracy,
pasando por el ensimismado profesor de La Fiera de mi Niña, el marido es
eternamente obediente a su deber, refinando y abstrayendo el carácter más
carnal del vaudeville. De hecho en la dramaturgia de Feydeau se observa
una evolución que, en su última etapa, coincide plenamente con este tipo de
personaje. Si en sus primeras obras, los maridos se entregaban a una búsqueda constante del placer físico y extraconyugal, propiciando con ello toda
una serie de situaciones frenéticas y enloquecidas, sus últimas obras -aquellas que corresponden al ciclo “Du mariage au divorce”, escenifican hombres
que han transformado la infidelidad por la discusión conyugal perpetua. Es
este arquetipo el que mejor refleja Hollywood a través de Tracy y Grant,
correlaciones humanas de los Toudoux, Follavoine, Ventroux, o Follbraguet
de Feydeau. El marido no es ya infiel con otra mujer, sino consigo mismo,
con su trabajo, y se resigna todo aquello que su mujer le impone. En el film
de Lubitsch, Jill Baker se ve obligada a acudir al médico angustiada por un
hipo perenne. El médico diagnostica un estado de nerviosismo producido por
el contraste entre el irritante bienestar de su marido -reflejado en su aptitud
para el sueño- frente a su malestar del que es prueba su insomnio. Y es que
en el fondo el hipo no es sino la ilustración del desinterés conyugal en la
pareja. Más tarde, junto a una amiga, reconoce la desilusión matrimonial y la
rutina en la que se haya inmersa:
Jill : He sido muy desgraciada estas dos últimas semanas. Para mí sólo existe
el matrimonio. Haga lo que haga, estoy ligada al matrimonio….pero si soy sincera reconozco…que si una mujer mira con lupa a su marido ve cosas…cosas
que nunca hubiera imaginado….no sé qué pensar. Siempre pensé en el matrimonio como algo rodeado de misterio, y que mi marido sería alguien a quien
descubrir día a día. Ya me entiendes…
El hipo -cuya simbología puede ser múltiple, desde el simple desinterés marital a la frustración sexual- desaparece más tarde con la aparición del
joven y excéntrico pianista del que cae enamorada, y volverá a aparecer en
su vida al constatar que el pianista, al igual que su marido, no es más que
un hombre que la descuida en su pasión por la música. Otro ejemplo del
enclaustramiento del marido en la esfera profesional son las razones que
argumenta Adán en Adam’s Rib para justificar la no intromisión de su mujer
Amanda en la defensa de un caso por infidelidad conyugal masculina, en el
que él actúa de fiscal. Adán argumenta su negativa a que su mujer -con la
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9—
que sin duda mantiene un trato afable y cariñosos en todo aquello que no
sea relativo al trabajo- acepte la defensa mediante alusiones a la opinión
pública -¿qué pensaría la gente al leer en los periódicos que su mujer está
defendiendo legalmente a otra (Judy Holliday) que ha intentado asesinar a
su marido por infidelidad ?- y a justificaciones legales. La absolución final de
la mujer acusada no hará sino incrementar la decepción profesional del
marido, que repetirá la escena inicial de la película, en la que Judy Holliday
sorprendía a su marido con otra mujer y disparaba a bocajarro mientras
sonaban de fondo alegres melodías del music-hall emitidas por un transistor.
Un último rasgo identificador del marido, derivado del anterior, es la
certeza de la fidelidad de su esposa. Éstas son entendidas como simples
“comparsas” - en palabras de la propia Jill Baker- del marido, partes suplementarias del mobiliario del hogar, incapaces de desligarse del hombre o de
tener un amante. Faltas de afectividad -lo que recuerda a los suspiros de
Mistress Marchmont, en An Ideal Husband, susurrando que “Our husbands
never appreciate anything in us. We have to go to others for that !”-sólo a partir de los celos consiguen recobrar el cariño de sus maridos. Una vez más es
éste un recurso que ya veíamos en la primera obra de Feydeau, Par la Fenêtre, en que una mujer exigía a su vecino protagonizar con ella una escena
de amor que atajara los constantes celos de su marido. El dramaturgo perfilará este momento adecuándolo a las necesidades de la mujer descuidadas
por el hombre, favoreciendo una lectura mucho más feminista aunque siempre concluyendo en una victoria masculina. En La Main Passe !, Marcel Chanal se reía ante la posibilidad de que su mujer tan sólo se fijase en otro hombre (Un amant toi ? Ah ! Je suis bien tranquille !) y en Le Système Ribadier,
el mismo Ribadier ideaba un sistema pretendidamente infalible consistente
en hipnotizar a su mujer cada vez que deseaba escapar con su amante. Ni
qué decir tiene que en ambos casos los maridos comprobarán lo ilusorio de
sus razonamientos, sorprendidos ante la existencia de un amante en las
vidas de sus mujeres, que provocará el renacer del amor en la pareja. Idéntica fórmula utiliza Lubitsch en su film en dos ocasiones : la primera, utilizando la figura del pianista entrometido en el matrimonio Baker y ante cuyos
encantos cae rendida la esposa ; la segunda, puesta en práctica por el
marido que ha aprendido la lección, al hacer creer a su ex-mujer, que su
cariño y atenciones se orientan hacia una nueva y atractiva joven. Los últimos minutos recrean la consabida reconciliación matrimonial manifestada en
veladas escenas de cama. Cukor utiliza en Holiday un procedimiento parecido al aprovechar el próximo matrimonio de la remilgada heredera Tracy
Lord -Katherine Hepburn- con un nuevo hombre para favorecer la reconciliación con su ex-marido, encarnado por Cary Grant. Por último, citar la aplicación del principio de los celos como método de reunificación conyugal en
La Costilla de Adán. Aquí la trama se deviene más compleja al filtrarse por
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0—
UNE «COCOTTE»
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1—
el universo laboral de la abogacía al que pertenecen las dos partes de la
pareja. Al igual que el motivo de su desunión no es la incompatibilidad matrimonial sino, precisamente, en el trabajo, sólo a partir del momento en que la
mujer asuma - o finja asumir- la verdad del marido en el plano jurídico, esto
es, la certeza de su razonamiento con respecto al caso en que ambos
desempeñaban la acusación y la defensa, mediante el momento al que aludíamos más arriba en que Amanda era sorprendida con otro hombre en análoga situación a la escena inicial, se consiguen disolver las razones de la
separación, aunque no sea más que de manera ambigua, ya que el marido
parece más interesado imponer su criterio sobre el caso que en recuperar o
salvaguardar el amor de su esposa.
Si el personaje masculino en la pareja respondía a una tipificación
dual, por lo que concierne al personaje femenino, asistimos a la presencia
de una terna bien diferenciada compuesta de tres variantes autónomas que
podrían resumirse, como afirma Gidel (1979 :209-10) en la mujer casada
convencional, característica de las obras anteriores a 1908 ; las cocottes
Lucette Gautier, la Môme Crevette y Amélie de tres de sus principales comedias -Un Fil à la Patte (1894), La Dame de Chez Maxim (1899) y Occupe-toi
d’Amélie (1908)- y por último, las enervantes e histéricas esposas que aparecen en el último ciclo de comedias “Du mariage au divorce”, y que suponen la radicalización más extrema de los otros dos tipos femeninos anteriores. De acuerdo con esta categorización, observamos como el personaje
cinematográfico de la esposa encaja con perfección en los roles que acabamos de reseñar. El primero de ellos correspondería al personaje de Jill Baker
en That Uncertain Feeling, caracterizando la esposa tímida y sometida al
marido, que acepta y se resigna a su matrimonio a pesar de llegar a desear
a otro hombre. Teatralmente, se definen por el personaje masculino, del que
se convierten en satélites, actuando más en función de los actos masculinos
que de los suyos propios. De hecho sólo cuando sus maridos dan muestras
de infidelidad o de evidente falta de interés, osan expresar sus sentimientos
como mujeres infelices y actuar por su cuenta buscando ellas a su vez un
amante, aunque siempre con vistas a reintegrase en el matrimonio, ya que
básicamente, su presencia parece estar relegada a ejercer de elemento
disuasorio de la infidelidad.
El segundo tipo, la cocotte, ofrece rasgos mucho más distintivos y originales. La cocotte representa la evolución mundana de un nuevo tipo social
de prostituta surgida en Francia a partir de la Restauración y del Segundo
Imperio5. Su función consiste siempre en inmiscuirse -siempre por medio del
5
Cf. Claude Benoit, “Demi-mondaines, cocottes et l’art de séduire. Sur le modèle de Nana de
Zola”. In Real, E. y Benoit, C. El arte de la seducción en los siglos XIX y XX. Universitat de
València. 1998.
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2—
marido- en el interior de la vida de pareja del hombre casado y sembrar allí
el desorden más absoluto. La cocotte es un revulsivo que pone “patas arriba”
todo el sistema de apariencias y de convenciones sociales que rigen la vida
marital. Su tendencia hacia el exhibicionismo, su carácter eminentemente
carnal y sensual, se acompañan por la provocación y la vulgarización lingüística aderezada por toda una batería de tics gestuales y verbales que
contrastan y rompen definitivamente con el rigor y automatismo de la sociedad en la que se inserta, provocando el tambaleo de los sólidos valores burgueses. Si el tipo femenino anterior fundaba su existencia en un esquema
conductista de causa-efecto con respecto a la actitud del hombre, la cocotte
conculca este sistema e invierte su orden, supeditando los gestos, palabras
y movimientos masculinos a su persona. Es precisamente por su personalidad manifiestamente transgresora que, como afirma Gidel, son las únicas “à
respirer la joie de vivre, et à jouir d’une entière liberté”(1979 :139). Psicoanalíticamente podríamos afirmar que en el fondo, la cocotte representa la
mujer con la que todo hombre desearía casarse pero con la que nunca ha
osado a hacerlo. Es la proyección de los secretos más íntimos del hombre,
la “Mrs. Erlynne” que todo Ideal Husband esconde, o lo que es lo mismo, la
encarnación del deseo masculino dentro de un cuadro social que lo censura
y en el que ha de ser ocultado.
El tercer arquetipo femenino corresponde a la mujer enclaustrada
física y verbalmente en la pareja, que escapa de su frustración no ya
mediante la resignación sino recurriendo a una espiral infinita de agresiones
verbales y de contrasentidos dirigida contra el marido, un marido que se distingue precisamente e las últimas obras de Feydeau, por su intermitencia
entre estados de abnegación absoluta y sublevación. Son las Yvonnes, las
Clarisses, las Léonies o las Marcelles, todas idénticas en su ignorancia, en
su oratoria disparatada y acelerada, en su argumentación inconexa e injustificada, en su vulgaridad, vanidad, osbtinación, inoportunidad y falta de
pudor. En otras palabras, diríamos que es el prototipo de la cocotte casada,
sólo que el efecto producido por la cocotte era generalmente cómico, mientras que en Feu la mère de Madame ! o en On Purge Bébé !, la sensación
es claramente amarga y triste.
Las correlaciones cinematográficas de esta segunda y tercera categoría femenina se aglutinan en el personaje de Katherine Hepburn. Dada la
homogeneización de sus papeles, en cualquiera de sus films viene a representar un híbrido surgido de los dos arquetipos a los que venimos de aludir,
basculante entre la mujer transgresora de las normas de lo social al tiempo
que esposa fiel e hiperactiva. Los personajes recreados por la Hepburn dan
muestras de incesante ingenio verbal, de rapidez lingüística vertiginosa, de
desafío a las normas sociales y de gravitación masculina a su alrededor. Sus
rasgos más definitorios son precisamente masculinos -el corte de sus pren-
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3—
das y la estética del cigarrillo dan fe de ello-, es decir, reúne en la complejidad de su personalidad aquellos trazos reservados tradicionalmente al rol
masculino en la pareja. Como la cocotte, es una mujer con inteligente , decidida y de carácter -Cukor la creyó siempre muy dueña de sí misma, demasiado orgullosa para mostrar o dejar herir sus sentimientos (McGilligan,
1993 :67)-, capaz de rebelarse contra la autoridad paterna y contra toda las
actitudes implícitas en el universo convencional de la alta sociedad a la que
pertenece, además de asumir de entrada el fracaso de la ilusión matrimonial.
A Philadelphia Story se abre con el díalogo siguiente , en que Tracy Lord
recomienda a su madre asumir de una vez por todas la ruptura con su
padre :
Tracy : Si aceptaras los hechos como hice yo entonces
Margaret : Tú y yo debemos aceptar el hecho de que ninguna de las dos
hemos tenido éxito como esposas.
T. : Nos equivocamos al elegir nuestro primer marido.
M. : No hablemos más. Aceptaré los hechos como tú quieres.
T. : Es la actitud de una mujer que quiere conservar su dignidad.
M. : Si hijita, ahora tengo mucha dignidad pero no marido.
T. : Cualquiera diría que quieres que vuelva.
M. : Aunque lo desee no volverá.
T. : Y es mejor así, te lo aseguro.
Tracy aprende a vivir con el fracaso y a sacar partido de él. Y es que
es el único personaje que se atreve a querer vivir plenamente, como decíamos antes a propósito de la cocotte, que asume sus deseos y los lleva a
cabo en libertad, sin claudicar a lo ajeno, a pesar de ser considerada por ella
la “oveja negra” o la “hermana loca” de la familia Seton. De hecho es por su
espontaneidad y naturalidad, por su no sometimiento a la norma venerable
de la apariencia por lo que Johnny -C. Grant- se enamora de ella, olvidando
así a su hermana, a la que estaba prometido en Holiday. Además, su atractivo físico e intelectual ejerce una considerable atracción sobre los hombres,
que ven en ella la contrapartida femenina del sueño americano. Éstos no
pueden más que rendirse ante ella y seguirla, arrastrados por su arrolladora
personalidad, por todas sus andanzas, sean estas verbales -como en el juicio de La Costilla de Adán- o físicas -Bringing Up Babe. Su palabra, como en
las últimas mujeres de Feydeau, sienta cátedra y no permite réplica. Las
mujeres encarnadas por la Hepburn exigen, como si se tratara de un juego
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4—
en el que ellas imponen las reglas, lo que exigían las mujeres-dandies de sus
maridos en las comedias de Wilde :
Mrs. Allonby : He should persistently compromise us in public, and treat us
with absolute respect when we are alone. And yet he should be always ready
to have a perfectly terrible scene, whenever we want one, and to become
miserable, absolutely miserable, at a moment’s notice, and to overwhelm us
with just reproaches in less than twenty minutes, and to be positively violent at
the end of half an hour,and to leave us for ever at a quarter to eight, when we
have to go and dress for dinner. And when after that, one has seen him for
really the last time, and he has refused to take back the little things he has
given one, and promised never to comunicate with one again, or to write one
any foolish letters, he should be perfectly broken-hearted, and telegraph to
one all day long, and send one little notes every half-hour by a private hansom,
and dine quite alone in the club, so that everyone should know how unhappy
he was. And after a whole dreadful week, during which one has gone about
everywhere with one’s husband, just to show how absolutely one was, he may
be given a third last parting, in the eveningm and then, if his conduct has been
quite irreproachable, and one has behaved really badly to him, he should be
allowed to admit that he has been entirely in the wrong, and when he has
admitted that, it becomes a woman’s duty to forgive, and one can do it all over
again from the beginning, with variations (A Woman Of No Importance, Act II)
Este parlamento bien podría atribuirse a cualquiera de las Amandas,
Tracies o Lindas que constituyen el derivado cinematográfico de la New
Woman surgida ya en el XIX en las obras de Wilde, Pinero, Jones o Grundy,
liberada de los lastres masculinos anteriores -el papel de Amanda institucionaliza esa nueva imagen de la mujer que adapta el medio masculino integrándose en el sistema bajo la legalidad que reivindica para su causa en el
juicio. Se trata sin duda de una de las mejores escenificaciones de su propia
personalidad. La Hepburn hacía de sí misma.Es la genuina rica heredera
cuya fortuna ha acostumbrado a poner el mundo a sus pies, y que bajo esa
apariencia de fortaleza física exterior sólo busca en el fondo alguien que la
adore sin objeciones Representa y bien podría haber hecho suya la epigramática sentencia proferida por la enigmática Mistress Cheveley en An Ideal
Husband, afirmando que “the strength of women comes from the fact that
psychology cannot explain us. Men can be analysed, women…merely adored”. Como recuerda McGilligan (1993 :67), Cukor siempre teorizó sobre su
poder ante la cámara, sosteniendo que “la verdadera distinción de ella no era
tan sólo su manera de actuar. Era su modo de caminar y hablar, su personalidad al descubierto. La Hepburn se negaba a ablandarse ; a diferencia de
Cukor, ella no trataba de asimilar y no temía ir contra el público”.
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5—
El conflicto conyugal surge en cuanto los personajes que acabamos
de describir confluyen en escena. Por lo general, la discusión en Feydeau6,
particularmente en sus últimas obras, es puramente verbal, es decir, limitado
al intercambio continuado de réplicas deshiladas, sin ningún tipo de hilo conductor. La lógica expositiva se rompe a favor de la descordinación conceptual. Ninguno de los dos miembros contesta al otro. Es un diálogo de sordos
que denota no sólo la incomunicación y el no entendimiento entre las dos
partes, sino la tragedia cotidiana del aislamiento vital del individuo. El punto
de inflexión suele producirse por la inoportunidad femenina. Toas las esposas son especialistas en interrumpir con estúpidos pretextos a sus maridos
en un momento crucial de su trabajo o de sus carreras. Desde el dentista que
presencia la irrupción de su esposa durante su horario de consulta, indignada porque la gata de la sirvienta hubiera “aliviado” sus necesidades fisiológicas sobre una prenda de su mujer, hasta Julie Follavoine que no duda en
pasearse semidesnuda frente a su marido cuando está intentando cerrar un
importante trato con el delegado del Ministerio de Defensa, Mr. Chouillox, y
exigirle hacerse cargo del hijo del matrimonio, terriblemente afectado de un
problema intestinal. Tampoco Clarisse se resiste a presentarse “en tenue
légère” junto a su marido, diputado, mientras éste conversa con su adversario político Mr. Hochepaix. Este recurso es explotado igualmente en el cine.
Jill Baker invita a cenar a un desconocido pianista la noche en que su marido
cerraba un contrato millonario con unos clientes de origen húngaro, y
Amanda se obstinaba en aceptar la defensa de un caso que abanderaba una
causa feminista y por lo tanto suponía la vergüenza profesional de su
marido. Ni qué decir tiene el sentido de la oportunidad de la Hepburn con sus
maridos, igualmente ajusticiados por una terrible ley fatal que los sumerge
en espectaculares aventuras como en Bringing Up Babe. Para el esposo es
imposible desligarse de la presencia infernal femenina que como un muelle,
vuelve incansable a perturbar su serenidad. La noción de pareja si no ha
dejado de tener sentido, ha relativizado su valor como fundamento social.
En resumen, hemos querido señalar, dentro del límite que impone la
brevedad, los aspectos más característicos del vaudeville “à la Feydeau” y
6
Los tintes misóginos que se perciben en Feydeau por cuanto concierne al matrimonio, han
sido señalados como destellos de sus propias experiencias. De hecho sus personajes
siguen la misma evolución matrimonial que el dramaturgo, al que sus amigos retratan caracterizado por una tristeza contínua. Sus biógrafos afirman que su madre fue infiel. De hecho
su padre, Ernest feydeau murió en 1873 y ésta se casó cuatro años más tarde con el crítico
teatral Henri Fouquier, condenando así a Georges a una vida de internados ajena a cualquier gratitud familiar. Además, el ciclo “Du mariage au divorce” iniciado con Feu la mère de
madame ! anuncia su propia crisis doméstica al abandonar él un año más tarde, el domicilio conyugal e instalarse en un hotel donde residiría durante los diez siguientes años. Feydeau se divorció en 1916, y en 1919 fue internado en un centro de salud mental, donde
murió en junio de 1921.
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6—
su presencia en el marco cinematográfico de la comedia norteamericana del
segundo cuarto del siglo XX a partir del concepto de pareja, que aparece,
según nuestra opinión, ampliamente denostado, a pesar de que las convenciones cinematográficas traten de imponer un happy end moralizante y compensador. Al repertorio de convenciones recurrentes entre los dos géneros
podríamos añadir un listado aún mayor compuesto por recursos escénicos y
fílmicos paralelos -exposición de la trama, peripecias y qui pro quos, juegos
verbales, contrastes entre palabras y situaciones, valor simbólico de ciertos
objetos, etc. La actualidad del fenómeno es constatable si analizamos un film
de reciente estreno, Enredos de Sociedad, protagonizado por un elenco de
estrellas de la talla de Barren Beatty, Goldie Hawn, Andy McDowell, o Diane
Keaton. El mismo reparto respeta ya el star -system sobre el que se fundaba
en gran medida el éxito del vaudeville en el XIX francés y en las salas de
Broadway. Se trata de una comedia de enredo, de intermitentes infidelidades
extraconyugales, ambientada en la alta sociedad norteamericana de finales
de los 90. Se mantienen las máximas conceptuales de los dos géneros que
acabamos de describir, y observamos cincuenta años después del éxito de
la comedia dorada y de las posturas más moralizantes surgidas desde
mediados de siglos hasta los 80, como la noción de pareja, así como los
valores que lleva implícitos, vuelve a difuminarse.
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7—
BIBLIOGRAFÍA
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Baker, S.E. Georges Feydeau and the aesthetics of farce. Michigan.
UMI research Press. 1984.
2.
Cahiers de la compagnie Madeleine Renaud, Jean-Louis Barrault. Janvier 1956.
3.
Esteban, M.A. Georges Feydeau. Boston. Twayne. 1983.
4.
Gidel, H. Le théâtre de Georges Feydeau. Paris. Klincksieck. 1979.
5.
Harris, W.G. Cary Grant. Un toque de distinción. (Gary Grant. A touch
of elegance). Barcelona. Ultramar. 1988.
6.
McGilligan, P. George Cukor. Biografía definitiva exhaustivamente
documentada (George Cukor. A double life). Barcelona. Ultramar. 1993.
7.
Pronko, L. Eugène Labiche and Georges Feydeau. London. Macmillan.
1982.
8.
Shenkan, A. Georges Feydeau. Théâtre de tous les temps. Paris. Seghers. 1972.
9.
Weinberg, H.G. El toque Lubitsch. (The Lubitsch touch). Barcelona.
Lumen. 1973.
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8—
Destinos de la sexualidad de la mujer tras
la menopausia
Dr. G. Herrero V.
Hospital Universitario La Fe. Valencia
DESTINOS DE LA SEXUALIDAD DE LA MUJER
TRAS LA MENOPAUSIA
Dr. G. Herrero V.
Ginecólogo, psicoterapeuta
Quiero agradecer a los organizadores él haberme invitado a participar
en este ciclo, y especialmente al profesor Romeu por haberme encargado
esta conferencia. Se me invitó a participar para hablarles sobre la sexualidad
de la mujer climatérica. Antes de hacerlo quiero justificar el porque de hablarles sobre está temática.
Como saben la sexualidad humana transciende a la reproducción, y
sólo ocasionalmente es un medio para la misma. Es evidente la gran importancia que la sexualidad tiene para el hombre y la mujer , su contribución a
su grado de bienestar o malestar es indiscutible. En nuestro privilegiado
mundo occidental la postmenopausia es una etapa que abarca un tercio de
la vida de la mujer. Por otra parte, dada la mayor mortalidad del varón, el
grupo mayoritario de la población en edades avanzadas son mujeres, lo que
es una razón convincente para que el estudio de la sexualidad de esta población este de actualidad.
Voy hacer una breve introducción sobre el enfoque del hecho sexual,
para ello tomo las ideas y las palabras de una autor español poco conocido,
Alonso Tinoco, de un libro publicado por la Fundación Caixa de Pensiones
que se llama “ Afectividad y sexualidad en la ancianidad “ (1). Este autor
hace un resumen sobre como entiende la sexualidad humana, dice: << El
sexo está inscrito en los genes. A partir de estos se induce el desarrollo
gonadal y las gónadas a su vez inducen, mediante hormonas, el desarrollo
de los genitales internos, de los genitales externos y también modulan el
desarrollo del sistema nervioso central. Con la pubertad, la eclosión hormonal termina la definición de lo genitales externos y la morfología general.
Toda esta importantísima secuencia constituye la base del sexo y de la
sexualidad, pero solo la base. Todo lo anterior en conjunto sería el componente “biológico” de la sexualidad humana, y lo que caracteriza a la sexualidad humana es, precisamente, lo que se sobreañade al componente biológico. Todas las capacidades mentales pueden e influyen sobre la sexualidad
humana modulando fuertemente las respuestas fisiológicas. Todos estos
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0—
factores que van desde la propia personalidad a las capacidades mentales
son el componente “psíquico” de la sexualidad.
Aun habría un tercer grupo de factores que podemos agrupar en
“socioculturales”. Vivimos en un entorno cultural y somos educados en un
contexto social. No hace falta mucha imaginación para comprender todo lo
que el componente sociocultural puede influir en el resultado global.
El comportamiento sexual sería la resultante compleja de estos tres
grupos de factores que están íntimamente relacionados >>. Como observaran, a partir de ahora, mi interés se limita a desarrollar el llamado componente psíquico de la sexualidad desde una óptica psicoanalítica.
Veamos algunas características significativas del desarrollo de la
sexualidad femenina. Comparativamente este desarrollo es más complicado
en la niña que en el niño, debido a que para configurar su posición edípica
la niña necesita sustituir el primitivo amor materno por el paterno, y además
tener que renunciar a la zona genital dominante en la primitiva infancia, el clítoris, a favor de una nueva zona, la vagina. (2).
El clítoris ha sido considerado como un órgano muy particular, como
una especie de glande rudimentario. El clítoris se ha considerado el órgano
del placer o dicho de otra forma metafórica “ la mecha del encendido “. El clítoris pertenece a la zona vulvar heredera directa de la zona cloacal; a igual
que la vagina, el ano y la uretra. Dentro de este conjunto, la vagina tendrá
una particular importancia. Particularmente en el orden de las sensaciones,
por su situación intermedia entre la región uretral y la región anal, pero sobre
todo en el orden de los significados relacionales, que se irán elaborando a lo
largo de toda la evolución psicosexual de la niña. Esta importancia se verá,
sin duda, favorecida en el aspecto sensorial y en el aspecto psíquico por la
existencia y vivencia de la menstruación en la pubertad; vivencia compleja y
variable, pero importante de conocer en detalle para la comprensión de la
feminidad. Además para llegar a instaurarse la genitalidad femenina es necesario el desplazamiento de la erogenidad del clítoris hacia la vagina y esto
se realizaría más tardíamente con la ayuda del pene, es decir con la ayuda
de la relación con el hombre. (3).
La vida sexual de la niña se divide habitualmente en dos fases, una de
carácter masculino y otra específicamente femenina. En la niña actúan las
mismas fuerzas libidinales que en el niño, durante cierto tiempo siguen idénticos caminos y llegan a los mismos resultados. Posteriormente se apartan
de las tendencias llamadas masculinas y se orientan por las vías de la feminidad. Tal proceso es desencadenado por el llamado complejo de castración,
es decir, el reconocimiento de la falta del pene en la niña y en la madre, y el
rechazo de la misma. Esto inaugurara tres opciones para la niña:
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2—
0
La primera: Puesto que la envidia del pene le echa a perder el goce
con el clítoris, la niña renuncia a la misma y con ello a su sexualidad en
general. Sería la vía de la represión.
La segunda sería cuando la niña mantiene su actividad clitoridiana y
se refugia en una identificación con la madre fálica o con el padre, conservando durante mucho tiempo la esperanza de tener un pene. Sería el llamado complejo de masculinidad.
La tercera sería cuando la niña toma al padre como objeto de amor y
alcanza así la forma femenina del complejo de Edipo. Sería la actitud femenina más normal. (2)
Sí intentamos caracterizar psicológicamente la feminidad, tendremos
que decir que se expresa por la preferencia de fines pasivos. Hay que entender que se quiere decir con esta expresión. La preferencia de fines pasivos
no equivale a pasividad, puesto que puede ser necesaria una gran actividad
para conseguir un fin pasivo. Lo que acaso sucede es que la mujer, debido
a su papel continente en la función sexual, puede tener una preferencia por
esta actitud continente también en el resto de la vida. Tampoco, a este respecto, debemos subestimar la influencia cultural, que igualmente empuja a
las mujeres a situaciones continentes.
Unas palabras sobre la elección inconsciente del hombre por parte de
la mujer. Existen básicamente dos formas de elección para el hombre y la
mujer: la elección anaclítica y la elección narcisista. El modelo de elección
anaclítica es la del niño que elige a su madre como objeto de amor, por
supuesto que la madre es la persona que se ocupa de su alimentación y cuidados. De tal manera que el amor, el deseo sexual queda apuntalado en las
funciones nutricias y cuidados maternales. La elección de objeto narcisista
es cuando el objeto erótico se elige conforme a la imagen de la propia persona. Insisto que esto son procesos inconscientes.
En términos generales el amor anaclítico es característico del hombre.
En la mujer, especialmente manifiesto a partir de la pubertad, sería el modelo
narcisista. La adolescente necesita ser amada y acepta el hombre que llena
está condición. En este tipo de elección se supone que se ama a lo que uno
es, a lo que uno fue, a lo que uno quisiera ser, o a la persona que fue una
parte de uno mismo. También la mujer narcisista tiene el camino que le lleva
al amor objetal en toda su plenitud. Sería el amor al hijo, que se le presenta
como una parte de su propio cuerpo al que pueden consagrar un pleno amor
sin abandonar por ello el narcisismo. (2)
Para acabar estas ideas sobre la sexualidad. Se ha dicho y escrito
mucho sobre el orgasmo femenino. Las variables se han descrito según las
zonas de mayor excitabilidad: el clítoris, la entrada de la vagina, la zona pro-
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funda de la vagina; correspondiendo estos tipos de orgasmos sobre todo a
modalidades relacionales. El orgasmo completo corresponde sin duda a la
participación de toda la zona genital en su globalidad. Pero es, sin embargo,
interesante constatar la adaptabilidad de las mujeres libres en cuanto a su
erotismo a las preferencias del varón; o para ser más exacto, a las fantasías
masculinas que conciernen a las zonas femeninas. (3)
La erección femenina tendría características diferentes de la erección
del pene. Mientras que la erección del hombre es externa y visible, las características de la erección de la mujer es que rodea, aprieta, forma una concavidad donde metafóricamente hace la cama para recibir el pene la vagina
entera. Se acompañaría de una fantasía de confusión regresiva transitoria
en la mujer y por otra parte, tal fantasía puede ser compartida por el hombre.
Como sabemos la menopausia y el climaterio constituyen episodios
normales de la vida de la mujer, sería esta época un periodo de crisis y de
transición como tantos otros del ciclo vital. No obstante, la menopausia
implica un cambio con efectos perdurables para la vida de la mujer (4). Una
vez atravesada la crisis la mujer alcanzara un tipo de soluciones, las cuales
tendrán implicaciones para su vida futura (5).
Después de este resumen sobre algunas características de la sexualidad femenina, quiero entrar en el núcleo central de mí exposición. La pregunta que intento desarrollar es, ¿ cual es el destino de la sexualidad femenina tras la crisis de la menopausia?.
La menopausia con la consiguiente perdida de la capacidad reproductiva enfrenta al psiquismo con la tarea de reconocer y elaborar el hecho,
inapelable, determinado biológicamente y más allá del deseo. Este hecho
biológico, la menopausia, tiene valor traumático como resignación del descubrimiento de la castración propia y por identificación con la castración
materna. Ya no se trataría del " quiero o no quiero tener hijos ", lo biológico
se impone, y aunque se quiera ya no se puede.
A. Socci y C. Rosas, estas autoras, plantean en un interesante articulo
(5) que el duelo por la perdida de la función reproductiva no suele aparecer
expresado como tal en lo manifiesto, sino desplazado a una gran preocupación por el cuerpo y la belleza. Por supuesto, este estado alcanza mayor dramaticidad cuando la maternidad ha sido sostenedora del narcisismo, otorgándole al útero y a la reproducción un gran valor, en tanto posibilitaba
cumplir con la fantasía de completud. Así en la menopausia, al dejar de sangrar mensualmente, la mujer se enfrenta con la imposibilidad de desmentir
la castración.
El cese de la función será significado por la mujer como vacío. Vacío
que dará lugar a la emergencia de diversas expresiones sintomáticas, cor-
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porales y psíquicas, todas acompañadas de angustia. Este tipo de mujer que
tiene su imagen sustentada en la potencialidad de hacer efectiva la maternidad, llegada la menopausia se sentirá como castrada y necesitaría subrogados para restañar la herida narcisista nuevamente abierta.
Desde hace algunos años sabemos como en muchos estados emocionales se observa mezclado libido y angustia, y la sustitución final de la
libido por la angustia. A ciertas fases de la vida, como la pubertad y la menopausia, es lícito atribuirle un considerable incremento en la producción de
libido. La impresión que recibimos es que una acumulación de libido a la que
se coarta su aplicación normal acaba expresándose con un acumulo de
angustia. El acumulo de angustia seria causado, entonces, por ese aumento
de la libido más allá del límite que el yo de la persona es capaz de enfrentar
(6). Concretando en relación con la menopausia, una perturbación corporal
de esa índole puede afectar a la vida pulsional y acrecentarla, y si hay una
limitación del yo para contener este incremento de libido acaba por expresarse con angustia y aparecer una neurosis. (7).
¿ Cuál sería, entonces, el destino de la sexualidad en la mujer enfrentada al hecho de la castración que le señala la menopausia?. Según piensan
las psicoanalistas que he citado anteriormente, existen diferentes opciones,
serian: la inhibición sexual, la emergencia de estrategias que han sido denominadas perversas, la sublimación y la posibilidad de ser no solo objeto del
deseo, sino también sujeto deseante.
Veamos cada una de ellas, empezando por la inhibición sexual.
El modelo que se me ocurre para mejor expresar el camino de la inhibición sexual sería la mujer que se refugiaría en ser una “abuelita” supuestamente sublimatoria, acompañándose a la vez con intensificación de los
síntomas neuróticos, hipocondríacos, somatizaciones, llegando a veces a
un colapso narcisista con la consecuente depresión, que en ciertos casos
puede ser muy severa.
Aquí el factor primario sería “ el estasis libidinal “, el cuál se vuelve
patógeno a consecuencia de la frustración relativa, que inflige el mundo
exterior, y la libido insatisfecha y estancada abre los caminos de la regresión
y desata los mismos conflictos que de otro modo habrían permanecido latentes, no obstante existir predisposición. (8)
La segunda alternativa sería la mujer que recurre a estrategias perversas que se montarían en características propias del narcisismo femenino,
y que precisamente por esto pueden mover a engaño en cuanto a su significación inconsciente. Son llamadas estrategias perversas porque estarían al
servicio de desmentir la menopausia y pretenderían sobre todo el sostenimiento del narcisismo. Por ejemplo, la belleza y la seducción, atribuidas a la
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5—
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condición femenina y sostenidas culturalmente, son utilizadas por esta mujer
no como forma de lograr el vinculo objetal, donde estarían presentes ambas
posiciones, desear y ser deseada, sino predominantemente como sostén
narcisista. El fin de estas estrategias sería conseguir la mirada fascinada del
hombre, la cual desmentiría su “castración” y así poder sostener la idea de
que no le falta nada significativo.
Fundamentalmente estas estrategias perversas de la mujer climatérica estarían al servicio, como les digo, del sostenimiento del narcisismo.
Debido a la precariedad en el narcisismo en ciertas mujeres, la grieta que se
produce en estas situaciones de crisis vital o duelos en general, acaban
expresándolo especialmente en la conflictivad entre el deseo hacia el hombre y su investidura narcisista. Esto la lleva a adoptar con exceso las máscaras o insignias de la feminidad. Este " enmascaramiento " les resulta más
eficaz por estar aliado con ideales sostenidos desde la cultura. Esta es una
frontera, muy imprecisa, donde feminidad y estrategia perversa se encuentran, y en ocasiones se alían. Por ejemplo es difícil valorar las diferencias
sutiles de posicionamiento entre ser mujer que desea ser deseada por el
hombre o mujer deseada. Como se puede observar entre ambas posiciones
se pueden producir fáciles deslizamientos.
Podemos suponer que sí la mujer busca en la mirada deseante del
hombre la completud, seguirá ella ubicada en un lugar imaginario, donde
nada parecería faltarle. Para este tipo de mujer posicionarse como mujer que
desea al hombre pondría en descubierto su “déficit ", su " incompletud ", y
con ello el conflicto narcisista inherente al hecho de ser mujer y ser mujer
menopausica, aquello de sí que en esta época se halla menos narcisizado.
El tercer camino que habíamos comentado sería la sublimación. Las
sublimaciones explicarían la posible aparición de creaciones artísticas o intelectuales en esta época. Las verdaderas sublimaciones parten de la elaboración del duelo por la ilusión de completud, lo cual posibilita la apertura a las
relaciones objétales y a la sublimación. Para producirse esta sublimación es
condición que la libido retirada del objeto sexual se vuelva primero sobre si
misma, y a partir de ahí asignarle a esta libido un nuevo fin no sexual. A veces
también se expresa interesándose por actividades sociales y familiares.
Finalmente la cuarta salida sería el verdadero reaseguramiento narcisista, sería sentirse amada pese a su falta, es decir sentirse amada y amar
pese haber perdido la función reproductora. Para ello es necesario el reconocimiento de que la mujer, y en concreto la madre como mujer que fue y
posteriormente mujer climatérica, estuvo amada y valorada por el padre.
Esto es lo que abre el camino para que el padre primero y el hombre después sean los que asuman la función narcisizante para la mujer, esta función
narcisizante la ejerció la madre con la hija originalmente. Dicho de otra
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manera y para diferenciar, asumir ser una mujer que despierta activamente
el deseo del hombre es diferente de la estrategia que hemos llamado perversa donde la mujer buscaba ser el objeto del deseo del hombre.
A estas alturas de la conferencia pueden pensar y preguntarse, ¿ después
de la menopausia que importancia tiene la sexualidad?. Voy a responder,
posiblemente no va a ser fácil concretar. La sexualidad para cada persona
es una fuente importante de placer y bienestar, y en su conflictividad causa
de displacer y malestar. Además este placer es siempre gratuito y renovable
durante toda la vida. Es cierto que el cuerpo biológicamente evoluciona y
envejece, sin embargo no por eso tiene que llegar a deteriorarse. Además,
el amor, la ternura, la sensualidad, y el erotismo no tiene porque desaparecer con la edad; nada impide que pueda conservarse con los años. Esto es
otro lenguaje, es el lenguaje de la ternura y del amor.
¿Las mujeres climatéricas aman, se apasionan, tienen romances?.
¿Cómo les influye la edad en su capacidad amorosa? . El amor es una capacidad de la persona que ha ido aprendiendo y desarrollando a lo largo de la
vida y potencialmente tenemos hasta la muerte. Esta capacidad no solamente son sentimientos. Nuestras emociones las podemos expresar con
palabras, con nuestros actos, en el cuidado de la relación. Esta capacidad
amorosa de la persona en estos años ofrece una sexualidad afectiva y relacional, muy diferente a la sexualidad biológica e instintiva de la juventud.
Como en todas las edades la mujer amorosa aprende a dar, a ser sensible, a jugar, a salir del aburrimiento y la monotonía, a ir descubriendo y
apreciando al otro, y explora intensamente el calor de la ternura y el afecto.
Posiblemente estos años, para todos, tienen un importante desafío: el
vivir lo más placenteramente posible, gozando de las cosas sencillas, y conservar la capacidad de ser amorosos y afectivos.
Agradezco su presencia, el interés que han mostrado en mi exposición, y nuevamente agradezco a los organizadores la invitación.
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7—
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BIBLIOGRAFÍA
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ALONSO TINOCO. I.: Afectividad y sexualidad en la ancianidad. “La
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Tomo XII, 243-244.
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8—
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Metamorfosis eróticas y perversas en la
literatura del siglo XX
Adela Cortijo Talavera
Universitat de València
METAMORFOSIS ERÓTICAS Y PERVERSAS EN LA
LITERATURA DEL SIGLO XX
Adela Cortijo Talavera
Universitat de València
Puisque je m'étais mise à réfléchir à tout, à avoir des idées sur tout, je ne pouvais plus, rationnellement, fermer les yeux sur mon état et me cacher que j'étais enceinte. J'avais pris six kilos en un mois, tout particulièrement au ventre,
aux seins et aux cuisses, j'avais de grosses joues rouges, presque un masque,
j'avais faim sans arrêt. [...] Être enceinte était le seul lien pour ainsi dire objectif et raisonnable entre tous ces symptômes. (Darrieussecq1, 1996: 27-28).
En realidad, la narradora y protagonista de la intriga se equivoca, no
está embarazada, simplemente se está convirtiendo en cerda. Esta metamorfosis simbólica y este símil osado tienen lugar en Truismes2 (1996), la primera novela3, de gran éxito, de la joven escritora Marie Darrieussecq4.
Se trata de una autobiografía ficticia escrita con pezuñas de cerdo,
pues en la novela se nos describe una transformación completa de mujer en
guarra, cochina, marrana o puerca, que se dirige amablemente y con un
cierto pudor al lector para referirle en primera persona su extraña experiencia. Desde esa perspectiva porcina, la feminidad y la maternidad son pues-
1
En las citas abreviaremos el nombre de la autora Darrieussecq con la inicial D.
2
Título que juega con « truie » cerda, y con « truisme », algo manifiesto o evidente, un cliché. « Truisme » es el discurso que emplea la mujer-cerda para describir su verdad, su realidad, su situación.
3
Sus otras tres novelas publicadas son: Naissance des fantômes (febrero de 1998), Le mal
de mer (enero de 2001) y Bref Séjour chez les vivants (septiembre de 2001) y el ensayo Il
était une fois la plage. (abril de 2000).
4
Con sólo veintisiete años Darrieussecq escribió su primera novela, número uno en ventas,
traducida a más de treinta lenguas, situada en la lista de los más vendidos durante más de
diez meses. Fue calificada como « charmant petit monstre » por Le Nouvel Observateur
–Françoise Sagan fue bautizada así por François Mauriac cuando se publicó Bonjour Tristesse en 1954–. Gracias a ese enorme éxito, Darrieussecq se convirtió en una asidua de los
programas televisivos: Nulle part ailleurs, Droits d'auteurs, Le cercle de Minuit. Como anécdota, Jean-Luc Godard –o God Art– compró los derechos cinematográficos de Truismes.
— 1—
tas en tela de juicio, y por supuesto la sexualidad, los comportamientos
sexuales que no siguen el ritmo natural, animal, de la mujer-cerda.
Darrieussecq cede la palabra a esta narradora inverosímil que con
gran dificultad física nos deja su testimonio en forma de manuscrito. Novela
picaresca, de iniciación, de ciencia ficción, fábula, sátira social, todos estos
subgéneros se concentran en Truismes con una gran frescura.
La cuentista hace un flash-back para relatarnos el inicio de su mutación y explicarnos la causa de su estado actual, –que nosotros todavía no
conocemos y que iremos descubriendo conforme ella nos lo vaya revelando5–, para ello se remonta al momento en el que encuentra trabajo en una
extraña cadena de perfumerías. Por aquel entonces estaba «ajamonada»,
había engordado unos kilos, y los hombres la encontraban apetecible. Con
una candidez, que a veces resulta insufrible, ella nos cuenta cómo consiguió
el trabajo dejándose manosear por el director y cómo conoció a su novio
Honoré. Un hombre machista que sólo la desea por su cuerpo, y que no ve
con buenos ojos que ella trabaje porque « Il disait que le travail corrompait
les femmes » (D., 1996: 18). En cierta manera al final la cerda tendrá que
darle la razón, ya que su trabajo en la perfumería consistía en atender a los
clientes con todo tipo de servicios sexuales, que a veces consideraba vejatorios. Desde el principio la metamorfosis comienza a operar y a manifestarse de manera gradual, y ella nos la describe minuciosamente sin ser consciente de lo que le sucede6.
En un tiempo futuro inquietante, como de ciencia ficción, –pues se
paga ya en euros y en Internet card–, y en un espacio urbano que se asemeja el París fantasioso y sórdido de Delicatessen, aparecen los primeros
síntomas: aumenta de peso y pasa de sentirse hermosa a espiarse con
recelo en el espejo, ya que para trabajar en una perfumería chic « [...] l'essentiel est d'être toujours belle et soignée » (D., 1996: 13). Sus mejillas enrojecen y su piel se vuelve alérgica a los cosméticos. Se obsesiona con las
imágenes de sangre y de degüello7, siente náuseas con la charcutería y su
5
El narratario en esta novela son los lectores en potencia, que juegan un papel importante.
La narradora consigue que el lector se identifique con ella gracias a las interpelaciones
directas y a la preponderancia de su voz, del mismo modo que Kafka conseguía privilegiar
la focalización de Gregor Samsa, mediante otras técnicas.
6
En realidad su inconsciencia y su estupidez van más allá, ya que cuando es humana no es
capaz de comprender que está siendo utilizada, ni de ver la maldad o la perversión de los
demás.
7
« Des images de sang et d'égorgement me venaient à l'esprit. Je voyais Honoré ouvrir la
bouche sur moi comme pour m'embrasser, et me mordre sauvagement dans le lard ». (D.,
1996: 52).
—1
2—
menstruación desaparece. Al principio, el desarreglo es paulatino y lento8 y
luego todo se produce en un ritmo in crescendo.
La primera en percibir esos cambios es una cliente asidua, una lesbiana que parece sentirse atraída especialmente por las mujeres embarazadas. « Je la massais quand elle m'a dit que c'était sans doute hormonal. [...]
non, non, m'a-t-elle dit, cela vient de vous, de l'intérieur de vous. Êtes-vous
bien sure de ne pas être enceinte9 ? C'est ce mois-là que mes règles se sont
arrêtées ». (D., 1996: 21).
Ella se obsesiona con un posible embarazo no deseado.
En tout cas j'avais de plus en plus faim, et la cliente reconnaissait des symptômes partout. « Avez-vous des envies ? » me demandait-elle. [...] Je n'avais
pas d'envies, j'avais plutôt des dégoûts. « C'est pareil », me disait-elle, et elle
demandait des détails. Je ne pouvais plus manger de sandwichs au jambon,
cela me donnait des nausées, une fois même j'avais vomi au square. (D.,
1996: 21-22).
Sin saber si está encinta o no, una gran hemorragia le hará pensar
que ha sufrido un aborto natural y su primera experiencia con los servicios
sanitarios no será muy satisfactoria.
Le gynécologue [...] m'a dit que j 'avais fait une fausse couche, il a fourré plein
de coton là-dedans et il m'a envoyée dans une clinique. Ça a coûté très cher
le curetage. Mais moi je suis sûre que je n'étais pas enceinte. Je ne sais pas
ce qui m'a prise tout à coup de tenir tête au gynécologue là-dessus, en tout
cas, il s'est mis très en colère et il m'a traitée de petite grue. (D., 1996: 23).
Para ella los médicos son caros, inabordables y emiten juicios morales. Su menstruación sigue sin presentarse y temiendo un embarazo incompatible con su trabajo se hace practicar un aborto. Aunque está decidida, ella
tiene miedo, está sola, –porque su novio considera que «las cosas de vientre son asunto de mujeres»– y la experiencia resultará muy violenta y surre-
8
En La Odisea, Circe, la hechicera, fue más rápida convirtiendo la tripulación de Ulises en
una piara de cerdos. Circe, –culpable también de la metamorfosis de la hermosa Escila en
monstruo–, despreciaba a los hombres y cuando los navegantes pasaban por su isla Ea, les
invitaba a un banquete y los transformaba en animales con su magia.
9
Es curioso que la narradora en primera persona reproduzca siempre como discurso directo
las voces de los demás, haciendo hincapié, con esa polifonía, en la distinción de perspectivas. Ella da siempre protagonismo a su voz y a su mirada.
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3—
alista. « Ils ne sont pas tendres avec les avortées. On dit même qu'on ne
gâche pas une anesthésie pour ces femmes-là, elles n'ont qu'à faire attention ». (D., 1996: 30). En la novela el aborto está ligado a una escena escatológica, con un anti-abortista encadenado a la mesa de operaciones que
recibe su sangre en la cara. El fantasma de la sangre está siempre presente,
la sangre de la menstruación, la sangre del degüello... « [...] si mes règles
revenaient enfin je me viderais de tout ce sang, je deviendrais à nouveau
fraîche comme une jeune fille; et j'avais des envies des saignées » (D., 1996:
27). Curiosa imagen medieval del carácter sanguíneo y de los humores
femeninos.
Después de esos dos primeros abortos los médicos la previenen de la
posibilidad de volverse estéril y de su anormalidad. « Ils m'ont aussi dit qu'ils
n'avaient jamais vu un utérus aussi bizarrement formé, que je ferais bien de
m'en soucier un peu, qu'il y a des tas de maladies qui traînent [...] » (D., 1996:
31). Y es que a lo largo de toda la novela no dejará de ponerse en relación la
metamorfosis con la enfermedad. El ginecólogo, una dermatóloga y un cura
le recordarán que hay enfermedades que se arrastran con el vicio, enfermedades perniciosas, que podrían ser las causantes de sus alteraciones o irregularidades10. Del mismo modo que la madre y la hermana de Gregor Samsa
creían que su forma de insecto se debía a una extraña dolencia. Pero se trata
de una patología que ningún médico puede remediar. Ella acude al menos a
los servicios sanitarios donde la tratan de mujer perdida, cosa que le fue
incluso negada al pobre coleóptero de La Metamorfosis de Kafka. Por otro
lado, cabría señalar la oposición entre la enfermedad considerada como castigo o fruto de la corrupción y perversión que le adjudican unos y la salud de
sus mofletes rojizos que le adjudican otros. « Jamais, haletait Honoré, jamais
il n'avait rencontré une fille aussi saine ». (D., 1996: 16-17).
En realidad, la ausencia de menstruación durante varios meses, sus
náuseas, el aumento de sus pechos y de su vientre se explican, no por la
metamorfosis natural que supone la gestación, sino por la metamorfosis en
cerda que sufre un cuerpo femenino adiposo y bestial. Y es que su ritmo hormonal cambia, ya no menstrúa cada mes sino cada cuatro meses, después
de un breve pero intenso periodo de excitación sexual o celo. Darrieussecq
no sólo conecta así la transformación en cerda con la maternidad frustrada
sino también, y sobre todo, con el apetito venéreo, –como si la expresión del
deseo sexual femenino sólo pudiera producirse en el ámbito fantástico–,
señalando el lado animal de la mujer.
10 « Il m'a dit qu'il y avait beaucoup de maladies qui traînaient et qu'elles punissaient seulement ceux qui avaient péché ; et que ça se voyait sur mon visage que j'étais malade ». (D.,
1996: 75-76).
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4—
Los «calores» que la afligen en la época del celo hacen que cambie
su conducta sexual a la vez que cambia su fisionomía.
Honoré a fait un effort sur lui-même et il m'a sodomisée. Je crois qu'il ne pouvait même pas penser à mon vagin. Moi, penchée en avant, j'avais pour ainsi
dire une vue imprenable sur ma vulve, et je trouvais qu'elle dépassait étrangement; je ne voudrais pas vous infliger trop de détails mais en quelque sorte
les grandes lèvres pendaient un peu plus que la normale et c'est pour ça que
je pouvais si bien les voir11.(D., 1996: 58).
Y entonces se produce algo significativo, si antes ella sólo satisfacía
el deseo de los otros, –de sus clientes y de su novio–, ahora pretende que
los demás tengan en cuenta el suyo, –parece que la mujer conforme se va
convirtiendo en cerda va adquiriendo lucidez– y entonces se ve rechazada
porque a los clientes les gusta ser pervertidores pero no que les perviertan.
« [...] j'ai pris l'initiative. La première fois que je me suis mise à califourchon
sur un client, ça s'est très mal passé. Il m'a traitée de noms que je n'ose pas
répéter ici ». (D., 1996: 37). Lo realmente extraordinario para ella, es que
pasa de practicar el sexo como una niña obediente y sumisa a disfrutarlo
como una salvaje. « On se serait crus dans la jungle. Il y avait des clients
tellement affolants que j'aurais pu les manger ». (D., 1996: 39). Y eso al sexo
masculino no parece gustarle ni excitarle. « Et il s'est trouvé des vieux habitués pour me faire remarquer sur un air de reproche que ma façon de crier
avait bien changé. Forcément, puisque avant je faisais semblant ». (D., 1996:
41). Ahora, se ve obligada a fingir una constante excitación con su nueva
clientela y una constante indiferencia con los más tradicionales, resignándose a que nadie vaya a su ritmo.
Pero en esa evolución de mujer como objeto sexual manipulado, constantemente pendiente de su imagen, –que se refleja en unos espejos que
jalonan todo el relato y dan fe de todos los cambios–, a una marrana que disfruta instintivamente de su cuerpo, se observa la carencia de la maternidad.
Una fecundación difícil y una frustración maternal que se manifiesta en la
compra-adopción de un conejillo de indias, –en francés cochon d'Inde–.que
su novio degollará. En su observación atenta de los recién nacidos que considera buenos para ser mordisqueados, tan tiernos, tan rosaditos12... Y final-
11 En ese momento de contemplación de su propio cuerpo recuerda que en una revista femenina, Ma beauté ma santé, había leído que la vulva de cerda rellena era un manjar exquisito muy apreciado por los romanos. Y la considera una práctica culinaria cruel y machista.
12 « [...] les bébés étaient roses et gras, j'avais comme des envies de me les mettre à la mamelle, ou alors de les pousser du nez, de jouer, de mordre » (D., 1996: 70).
—1
5—
mente, en el aborto de sus cachorros, de esas seis pequeñas cosas sanguinolentas que ella introduce en sus fauces y de las que no se separará hasta
que se enfríen.
En ese momento ya tenía seis mamas, había perdido los cabellos, sus
manos se habían convertido en pezuñas, iba a cuatro patas, y su «trasero»
lucía un apéndice en forma de tirabuzón. Pero lejos de tratarse de un fenómeno en una sola dirección, la metamorfosis se produce en ambos sentidos,
ella pasa sucesivamente de mujer a cerda y viceversa13. Cuando se deja llevar por su temperamento se convierte en puerca y cuando hace un esfuerzo
–sobretodo si es de tipo intelectual– se hace humana. En cualquier caso sus
instintos más básicos se revelan con su forma porcina y entonces lo irracional domina la parte racional. « C'est mon corps qui dirige ma tête, je ne le
sais que trop maintenant [...] » (D., 1996: 26).
Otra manera de expresar las transformaciones que ha sufrido, es con
la repetición rítmica y cíclica de lugares o situaciones vividas de manera distinta según la morfología adoptada en ese momento. Por ejemplo la primera
vez que va a la piscina disfruta nadando y conoce a Honoré en el agua, la
vez siguiente se hunde incapaz de flotar, tiene que esconder su desnudez
porque su bañador estalla y Honoré la abandona avergonzado. Otro elemento repetitivo que pone de manifiesto su metamorfosis es el espejo, presente en cada cambio, como si la imagen reflejada en su fría superficie fuera
el repiqueteo de una campana que avisa. Al principio lo que percibe le
agrada « Dans le salon désert je me suis dépêchée de me déshabiller et
d'enfiler mon maillot, et là encore, dans le miroir doré qui donne bonne mine,
je me suis trouvée, je suis désolée de le dire, incroyablement belle, [...] mais
en plus appétissante ». (D., 1996: 15). Cuando practica el sexo en los probadores de la perfumería también se observa en el espejo Y así todo sucede
desde su perspectiva, con la escritura tendrá una imagen de ella misma más
reflexiva, mientras que el espejo le devuelve la más inmediata, la más
espontánea.
Después, no se atreverá a escrutar detenidamente los hematomas
que se convierten en tetillas, ni su nariz que adquiere un cierto aire porcino,
ni su cola en espiral, ni el vello largo y translúcido que cubre su espalda
resistiendo cualquier crema depilatoria.
13 Como afirma Pierre Brunel en Le mythe de la métamorphose (1974). « [...] la métamorphose
de l'homme en animal implique souvent la métamorphose inverse : c'est sur elle que
s'achève aussi bien le cycle des ruses de Protée que l'histoire de Lucius. Si elle est à sens
unique, sans possibilité de retour, elle peut aboutir soit à une dégradation, soit à une apothéose. p.10. Con los cambios de talla de Alicia sucede lo mismo, Liliput necesita su polo
opuesto, Brobdingnag, y es que, como asegura Brunel, « La structure du mythe [...] est un
ensemble dynamique, c'est-à-dire, un système de forces antagonistes ».p. 10.
—1
6—
Pero, quizás sea el exceso de grasa lo que convierte su mirada hacia el
espejo en una monomanía. « [...] j'ai commencé à me dégoûter moi-même. Je
me voyais dans la glace et j'avais, pour de bon, des replis à la taille, presque des
bourrelets ! [...] j'avais essayé de réduire les sandwichs, j'en étais même arrivée
à ne plus manger le midi, tout ça pour continuer à grossir14». (D., 1996: 26-27).
A menudo se mira desnuda, y es que vestirse y desvestirse se convierte en un proceso significativo, la pesadilla de quedarse desnuda en
público está muy presente, –como le sucede en la piscina–. Cuando siente
la necesidad de ser humana busca desesperadamente un vestido bonito y
cuando se convierte en cerda lo destroza15. Humana vestida y cerda desnuda, la animalidad, la desnudez y el sexo van unidos.
Su preocupación por el físico, viene expresada también por su trabajo
en una perfumería16 y por su glotonería de perfumes, cremas y maquillajes
–de las casas Yerling y Loup-Y-Es-Tu17–. Darrieussecq denuncia así las
injustas normas de belleza que constriñen las formas femeninas en vestidos
y bañadores que oprimen y no dejan respirar.
A pesar de que a medida que se va convirtiendo en cerda se va dando
cuenta de lo que le sucede y se vuelve más crítica, –su mirada pasa de ser
extremadamente inocente, e incluso algo estúpida, a volverse más perspicaz–, la relación con los demás, con los humanos, siempre es problemática.
Empezando por su madre, que la considera un parásito como humana y casi
la envía al matadero como cerda. El director de la cadena de perfumerías, el
primer pervertidor sexual, constituye, junto con la madre, el vínculo más
inmediato con las personas. Y ella, al final de la novela, los matará a los dos
de sendos disparos rompiendo de cuajo el cordón umbilical que la unía todavía a sus orígenes humanos. Su novio Honoré la utiliza y la trata con crueldad, sus compañeras de trabajo la envidian a causa de su «esplendor». Los
clientes, de los que ella se encariña, la tratan como a un animal aún cuando
todavía tiene forma humana y sólo piensan en su placer. De hecho, los hombres parecen más bestiales que ella « [...]certains commençaient à braire,
d'autres à renifler comme des porcs, et de fil en aiguille ils se mettaient tous,
14 Vid. El interesante y divertido capítulo «Reflexiones de un sobrealimentado» en Como acabar de una vez por todas con la cultura (1966) de Woody Allen.
15 Otros ejemplos significativos son el bañador y la bata blanca de trabajo, que pasan de ser
ceñidos y provocativos a reventar.
16 Insólita y exótica perfumería que parece ser más bien un burdel o una casa de citas.
Darrieussecq parece asociar la preocupación por la belleza superficial con la prostitución.
17 La marca de alta costura y perfumería Loup-Y-Es-Tu, ¿Estás tú allí, lobo?, o ¿Eres tú, lobo?,
puede recordarnos, por la analogía de las siglas, la conocida marca francesa Yves-SaintLaurent.
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plus ou moins, à quatre pattes » (D., 1996: 27). Se produce, pues, una transferencia de atributos, los hombres son más animales que los cerdos. La perversión, la depravación, es la de los cerdos que son personas y no la de las
personas que se convierten en animales. Gregor Samsa cuando se convierte
en insecto se vuelve más humano que sus padres y hermana que siendo
personas son unos auténticos «bichos18».
Como en todo cuento, existe un opositor, Edgar el dictador, al que se
enfrenta directamente el mago, el marabú, que la une a Yvan, su único amor,
el hombre-lobo de su vida. Tanto Edgar como el marabú, la conocen antes y
después de su transformación. El primer encuentro con Edgar es en una
fiesta-orgía en la piscina, donde a ella la destinan a los perros19 y al final, por
su aspecto tan sano, deciden utilizarla para una campaña publicitaria de su
partido fascista. Su foto aparece con el irónico lema «Por un mundo más
sano». Una vez convertida en cerda, el gobierno de Edgar, el Social-FrancProgressisme ya se ha instaurado20, con un Servicio de Censura, la quema
indiscriminada de libros y la deportación de inmigrantes21...
La segunda vez que se encuentran22, es en la apocalíptica nochevieja
del 2000, y ella participa como bufón en esa espectacular, orgiástica y sádica
celebración, donde la gente baila y se resbala en el parquet cubierto de
comida y sangre. Se suceden una serie de escenas sádicas y violentas, con
jóvenes de ambos sexos violados y torturados, que dan cuenta de las prácticas perversas de los hombres23.
18 Como asegura Vladimir Nabokov en su estudio de La metamorfosis de Kafka « La famille
Samsa autour de l’insecte fantastique n’est rien d’autre que la médiocrité entourant le
génie”. p. 98.
19 « Ils se sont juste un peu amusé avec leurs chiens. Et puis ils ont eu l'air comme qui dirait
écoeurés et ils nous ont arrêtés juste au meilleur moment. Un des hommes a tiré son revolver et il a dit : "Il faut abattre cette chienne", et moi je n'avais vu que des mâles » (D., 1996:
65).
20 Marie Darrieussecq escribió la novela en 1995, con la llegada al poder de Jacques Chirac
y durante el periodo de huelgas de transportes y de estudiantes.
21 El gobierno de Edgar se plantea estudiar su caso y utilizarla como cobaya para convertir a
los presos en cerdos, proteínas baratas vista la escasez de carne.
22 Repetición de situaciones antes y después de la metamorfosis.
23 En el relato futurista « Une grande fête française » escrito por Darrieussecq en 1998 para
31 écrivains face à la haine podemos leer « On allait pendre les avortées, éventrer les avorteuses, égorger les professeurs traîtres, brûler vifs les journalistes vendus, empaler les
bougnouls, électrocuter les avortons métèques dans le ventre des salopes, écarteler les
pédés et faire rendre gorge aux derniers mauvais Français ». Al igual que en Truismes la
intriga tiene lugar en un espacio verosímil y en un tiempo futuro, pero no lejano, el niño protagonista ha nacido en el 2038, y como en Truismes se denuncia un gobierno racista e intolerante, donde aparece el grupo escolar de Jean-Marie-Le-Pen, y se lee la revista Ecnarf,
France a la inversa, « c'est la France à l'envers, parce qu'on n'est plus en France aujourd'hui, on est dans l'envers de la France ».
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Ella se salva de ser la comida de año nuevo gracias al marabú24 que,
con su magia, con sus atributos de brujo chaman, conoce su secreto y es el
primero que intenta ayudarla. La primera vez que se cruza con él es en plena
efervescencia sexual y por su exotismo lo distingue de los demás clientes.
Él sabe lo que realmente le está sucediendo y le avisa que si «eso» continúa, si «eso» se agrava, vaya a verle.
On ne découvre pas de novelles sensations tous les jours, d'autant que le
marabout savait des spécialités de son pays. Et puis après s'être bien amusé
le marabout s'est mis à faire des trucs bizarres. Il m'a passé des onguents sur
le corps, il m'a pour ainsi dire auscultée [...] il m'a demandé si je me sentais
malade (D., 1996: 42).
Ante la impotencia de la medicina moderna frente a la licantropía porcina se recurre al componente mágico25 y a los ungüentos como en el Lucius26.
El marabú se empeña en devolverle su forma humana con un antídoto, « "j'ai
déjà vu des sortilèges de ce genre, dans mon pays" » (D., 1996: 110), y le hace
probar todo tipo de mejunjes. Los resultados son relativos, porque no consigue
que ella se vuelva de nuevo del todo humana. « [...] ma queue en tire-bouchon
s'atrophiait peu à peu mais les oreilles, le groin, ça résistait bien. Moi je me laissais faire, nourrie, logée, chouchoutée, que voulez-vous de plus » (D., 1996:
112) Y la irrupción de la SPA27, desbaratará sus planes.
Gracias al marabú ella conoce a Yvan, el director de Loup-Y-Es-Tu. El
mago se convierte así en el punto de enlace entre los dos seres que se metamorfosean en animal, ya que Yvan es un hombre-lobo. El lobo y la cerda se
enamoran y él la ayuda a regular sus cambios, sus ciclos, con la Luna28. Por24 El Marabú, además de ser un pájaro carroñero competidor del buitre, cuyas plumas son muy
reputadas, es un santo brujo del Islam, un mago, cuya tumba, koubba, es un lugar de peregrinaje. Los cuentos de Las mil y una noches están plagados de metamorfosis.
25 La magia es el arte de los cambios y también de la simulación. « La simulation du magicien
est du même ordre que celle que l'on constate dans les états de névrose et, par conséquent,
elle est en même temps volontaire et involontaire ». (Brunel, 1974: 29).
26 En el pseudo-Lucio o en el relato de Apuleyo, Lucio imita a la maga que se ha metamorfoseado en pájaro, pero una vez que se ha aplicado los ungüentos se convierte en asno.
27 La Sociedad Protectora de Animales.
28 La luna ejerce su influencia en el crecimiento de los vegetales, la mandrágora sólo era recogida
en las noches de luna llena, se sigue sembrando con la luna nueva y se cosecha con la menguante. El ciclo hormonal de la mujer, la menstruación, el alumbramiento se relacionan directamente con el astro nocturno. Ciertas plantas sólo crecen de noche. « [...] la Lune, maîtresse
des plantes, est aussi la maîtresse des bêtes. Le mythe astro-lunaire s'élargit en un mythe
astro-biologique ». (Brunel, 1974: 101-102). Isis, en las Metamorfosis de Apuleyo, aparece
como una diosa lunar, igual que Artemisa o Diana, que es también una figura de Isis. En El Asno
de Oro de Maquiavelo la Luna es la responsable de las transformaciones en animales.
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que según él eso iba y venía, « [...] un jour on était comme tout le monde, le
lendemain on se retrouvait à braire ou à rugir, selon, mais, qu'à force de
volonté on pouvait se maintenir. Le directeur de Loup-Y-Es-Tu m'a expliqué
que dans son cas il avait réussi à se régler sur la Lune29». (D., 1996: 116).
Inteligente, elegante, guapo, seductor –un poco como Denis, el lobo
hombre de Boris Vian–, Yvan se metamorfosea de manera más regular y
también más repentina.
Escondida tras un árbol ella observa extasiada su cambio en un
enorme lobo gris, de ojos de fuego que ataca y devora a un transeúnte en el
Pont neuf. « [...] sous sa fourrure de lune et ses coups de crocs très précis,
sous ses bonds, sous ses entrechats sauvages, sous ses grands sourires
blancs. Je suis tombée raide dingue amoureuse d'Yvan ».(D., 1996: 119). Así
es como se crea la pareja perfecta y comienza el mejor periodo de la vida de
la mujer-cerda, que se encuentra por fin aceptada, comprendida y amada
por el hombre-lobo. Sus relaciones sexuales son placenteras y la convivencia es perfecta, sólo existe un pequeño problema cuando él no puede salir
de cacería las noches de luna llena, pero lo resuelven con mucha destreza.
Yvan a tourné des yeux fous vers moi, ça m'a fait comme une brûlure au ventre, je n'avais jamais vu ça que de nuit. Je me suis dit : « Appelons Bip Pizza».
[...]
« Bon, je me suis dit, c'est une belle mort ». À ce moment-là, la sonnette a
retenti. Yvan, ça l'a fait vaciller et il a tourné son regard vers la porte. Je n'ai
même pas eu le temps de dire bonjour au livreur. La pizza a giclé en l'air. On
ne pouvait pas distinguer le sang de la sauce tomate. Je me suis dit que décidément c'était très pratique, la livraison à domicile.
[...]
Ensuite on s'est fait livrer régulièrement chaque soir de pleine Lune. Moi je
mangeais la pizza, et Yvan le livreur.
[...]
On a écumé toutes les pizzerias de Paris afin de brouiller les pistes, Speedo
pizza, Mobylette Pizza, Flash Pizza, Vroum vroum pizza, Solex Pizza, etc. [...]
on a vécu une vraie vie d'aventure, on était les nouveaux Bonnie and Clyde.
(D., 1996: 127-130).
29 Porque « S'il est vrai que l'homme porte un animal en lui et que cet animal se révèle à lui au
cours de sa croissance, il semble que la lune se charge d'éclairer cet aspect inconnu de luimême ». (Brunel, 1974: 103).
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Esta curiosa pareja tan dispar que une a dos animales simbólica y
legendariamente contrarios, que enlaza a un carnívoro con la carne, es un
modelo de transgresión y de liberación. Pero acaban como Bonnie y Clyde,
pues ella e Yvan son sorprendidos una noche de luna llena por la SPA, que
encuentra juntos en la cama a un gran lobo y a una cerda. Desgraciadamente,
la felicidad amorosa no suele perseverar en la literatura, Yvan acabará disecado en el Museo de historia natural y así concluirá esta hermosa aventura.
La cerda rechazará el mundo de los humanos, de los seres perversos,
literalmente inclinados hacia el mal, y desviados de los instintos elementales,
por ser una especie que comete espontáneamente actos inmorales y antisociales. Excepto el marabú por su carácter demiúrgico e Yvan que conjuga su
naturaleza humana y animal, los demás personajes humanos son agresivos
y depravados. La novela se convierte así en una ácida sátira social30, como
sucede en las fábulas o en el alegato a favor de la vida porcina que aparece
al final de El asno de oro de Maquiavelo. Donde el hombre transformado en
cerdo prueba que su nueva condición es preferible a la del ser humano31.
La metamorfosis en animal se ha convertido en un mito recurrente en
la literatura de todos los siglos. El sentido primigenio religioso y mágico de la
metamorfosis, en los dioses egipcios o en la mitología greco-latina32, evoluciona hacia el fenómeno sobrenatural e insólito de la literatura fantástica,
entendido como una violación de la naturaleza. En realidad, los límites entre
lo ordinario y lo extraordinario son siempre fluctuantes, pues como dice
Todorov, sólo se trata de una cuestión de visión y no de sustancia33. El mito
de la metamorfosis tiene una función alegórica, desmitificadora a la vez que
poética. « [...] le réseau des métamorphoses est un filet où se prend, comme
des poissons d'or, la poésie du monde. » (Brunel, 1974: 44).
En esa red del logos, la metamorfosis puede surgir de una metáfora,
de una comparación o de una expresión hecha llevada hasta sus últimas
consecuencias. En Truismes, todos los sentidos figurados referentes al
cerdo: ser un cochino, un marrano, un puerco, ser sucia o estar gorda como
30 En una entrevista Marie Darrieussecq dijo sobre Truismes: « J'ai écrit ce livre en état de
colère, déclare-t-elle. Je n'aime pas la société dans laquelle je vis. Tout me révolte [...] C'est
une femme animale, donc vivante, dans un monde bestial, obsédé par la vie saine mais totalement corrompu ».
31 Como el discurso de los Houyhnhnms, unos caballos nobles y civilizados, creados por Swift,
con todas las cualidades de las que se enorgullece sin poseer la especie humana, y cuya
sociedad utópica sorprende a Gúlliver.
32 En Las Metamorfosis de Ovidio, Lycaon, el tirano de Arcadia, es transformado en lobo por
Júpiter, la bella Calisto se convierte en osa e Io, como Isis, en vaca.
33 En la Introducción a la literatura fantástica, T. Todorov habla de visiones fantásticas y no de
hechos.
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una cerda, o comportarse sexualmente como una cerda, se toman al pie de
la letra. Son clichés, « truismes », que ella contesta.
Cuando al principio del relato se justifica por « [...] cette écriture de
cochon » (D., 1996: 11), ese enunciado tiene un sentido figurado y literal. La
metáfora anticipa la metamorfosis34. Pero las imágenes de animales no se
limitan a las del cerdo ni tampoco se atribuyen únicamente a la protagonista.
Ej. « Il disait que j'étais devenue, excusez-moi, une vraie chienne, ce sont
ses propres termes » (D., 1996: 40). Ella e Yvan eran « [...] heureux comme
des bêtes ». (D., 1996: 126). El director parecerá un toro y el marabú un viejo
elefante. Las abundantes frases hechas con animales no son gratuitas. « Il
[Yvan] croyait qu'on graissait la patte à ma mère pour faire sortir le loup du
bois, en quelque sorte ». (D., 1996: 132). Como vemos las funciones y atributos de los hombres y del reino animal se mezclan, a veces con efectos
cómicos y otras veces con resultados estremecedores, situándose más allá
de las inocentes metáforas.
La mayoría de las veces la metamorfosis se presentará como una
explicación a un hecho inexplicable « [...] introduisant à côté de la causalité
simple une causalité seconde, et bientôt première ». (Brunel, 1974: 6-7). En
Le mythe de la métamorphose, Pierre Brunel enumera una serie de causas
posibles, como mito etiológico35, antropogénico, como mito del crecimiento,
de la degradación y paliogénico. El uso de la metamorfosis para explicar el
origen del hombre es muy curioso. Lucrecio en De rerum natura exponía que
todos lo seres circulaban los unos en los otros en un flujo continuo y que por
tanto, todo animal era más o menos un hombre; como todo mineral era más
o menos una planta y toda planta era más o menos un animal.
« L'idée de la transmutation des espèces, déjà en germe chez les penseurs du XVIII siècle, en particulier chez Diderot, a trouvé en Darwin son
défenseur le plus passionné. » (Brunel, 1974: 66). Con Darwin se introduce
la hipótesis de que el hombre desciende del simio36. Y otra cuestión es la
34 Vid. capítulo 1. « Métaphore et métamorphose » in Le mythe de la métamorphose de Pierre Brunel.
35 Un ejemplo son las fábulas etiológicas de las Metamorfosis de Ovidio que explican el nacimiento o la simbología de plantas como el narciso, el laurel (Apolo y Dafne) o el moral (de
frutos granates por la sangre derramada de Píramo y Tisbe). U otras manifestaciones de la
naturaleza como la aparición de fuentes (Biblis) o maravillas como el eco.
36 Todos recordamos el capítulo de Alicia en el país de las maravillas –cuento seis años posterior a El origen de las especies (1859)–, en el que la diminuta Alicia cruza a nado, junto
con otros animales, el mar que ha formado con sus propias lágrimas, un simio va a la
cabeza. Kafka escribió un relato corto en el que un simio se comportaba como un humano
y Ionesco utiliza el término evolucionista de «mutación», y trata las consecuencias morales
de la lucha por la vida en Rhinocéros .
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metamorfosis como metempsicosis o reencarnación en animales y seres
inferiores.
Au cours de ses palingénésies, les âmes humaines pourront se réincarner
dans des corps d'animaux divers. [...] L'espèce des quadripèdes [...] Par l'effet de ses habitudes les membres extérieurs et leurs têtes se sont inclinés vers
la terre, attirés par leur affinité vers elle. [...] Les imbéciles deviennent reptiles
et vers ; les plus ignorants deviennent mollusques et poissons ; enfin les
couards se sont transformés... en femmes. (Brunel; 1974: 78).
Penosa y arraigada idea esa de la mujer como ser inferior, pues si en
la tradición judeocristiana el hombre procede directamente de Dios, el origen
de la mujer no deja de ser metamórfico, pues surge de su costilla37.
En cuanto a la metamorfosis como símbolo de crecimiento, en Truismes ese enfoque es importante, el engorde de la cerda, la presencia de la
comida, se relacionan con el hecho de que la nutrición es fundamental para
acelerar un proceso de crecimiento o para ayudar en un desarrollo difícil. Un
estiramiento o ensanchamiento físico puede funcionar como imagen de una
progresión o evolución emocional e intelectual, o bien como la denuncia de
una carencia.
En Alicia en el país de las maravillas, la joven protagonista no deja de
crecer y de menguar constantemente y parece estar siempre rodeada de
comida y de bebida con los letreros «Cómeme» y «Bébeme», cosa que Alicia hace sin dudar para intentar solucionar sus problemas técnicos de talla y
también por un deseo de hacerse mayor38.
También hay para Alicia alimentos y bebidas vedados, pero excesivamente atrayentes como para no ser probados, líquidos que parecen venenosos pero que saben a « [...] una mezcla de tarta de cerezas, flan, piña,
pavo asado, caramelo [...] » (Carroll, 1990: 37-38).
Crecer o no parece estar ligado con una cuestión de identidad. En el
capítulo V, cuando Alicia se encuentra con la Oruga azul que fuma en un narguile sobre una seta, la Oruga, –personaje metamórfico y adulto, imperturbable como una esfinge–, le pregunta «¿Quién eres tú?», a lo cual la pobre
Alicia no sabe qué responder después de tantos cambios.
37 Según Brunel, « Morris Jastrow a émis l'étrange hypothèse selon laquelle Dieu n'aurait d'abord créé qu'Adam car il lui destinait comme compagnes les femelles des animaux ». (Brunel, 1974: 80). Como sucede de alguna manera en Truismes.
38 Anhelo que se aprecia en sus diálogos consigo misma, en los que se reprende adoptando
el papel de adulta por sus debilidades o niñerías.
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23 —
Del mismo modo nuestra cerda siempre está hambrienta y su crecimiento-engorde podría ser debido a una cuestión existencial. « [...] J’avais
faim [...] une fringuale terrible» (D., 1996: 20). « J'avais constamment faim,
j'aurais mangé des épluchures, des fruits blets, des glands, des vers de terre.
La seule chose qui vraiment continuait à ne pas passer, c'était le jambon et
aussi le pâté, et le saucisson et le salami [...] je mangeais des sandwichs à
la patate crue » (D., 1996: 51). Es relevante tener en cuenta la alimentación
en las metamorfosis, la cerda no sólo cambia sus gustos culinarios y siente
un mayor apetito, sino que ella misma se arriesga a convertirse en comida
en diversas ocasiones, incluso a ser devorada por su amado hombre-lobo.
Es incapaz de comer carne de cerdo pero sí carroña humana, le encantan
las trufas, las bellotas y castañas y en secreto se come las flores que le regalan los clientes39. « J'avais un intense goût d'eau et de terre dans la bouche,
un goût de forêt, de feuilles mortes. [...] ça faisait baver en longs fils sucrés.
Ça me remontait jusqu'au nez et avec la langue, hop, je me léchais les babines » (D., 1996: 69). Existe incluso una escena de necrofagia en la que ella
se come la carne humana putrefacta, como Gregor Samsa al que sólo le
apetecía el queso oloroso y la comida podrida. En La Metamorfosis de Kafka
el proceso de engordar y adelgazar es también sumamente importante. Al
principio el insecto está hambriento, su hermana será la encargada de darle
de comer, le deja un tazón de leche azucarada con mendrugos de pan, pero
eso que tanto le gustaba cuando era humano no le interesa en absoluto
ahora que es insecto, así que su hermana Grete le dejará una serie de platos a elegir y él sólo comerá aquello que huela a rancio o corrompido. Al final
del relato, conforme se va acrecentando la hostilidad de su hermana, Gregor
no será alimentado, perderá el apetito y morirá de inanición, quedando sólo
su caparazón seco40. Si seguimos una interpretación autobiográfica de esa
metamorfosis, teniendo en cuenta el Diario y las cartas de Kafka, ese cambio en escarabajo, respondería, –como en el caso de Alicia que quema las
etapas de su desarrollo para convertirse en adulta–, en una búsqueda de
identidad. Pues Kafka quiere ser escritor, y su idea de literato es la de un ser
pasivo, que contempla, que no sale de su habitación, y que se agazapa en
el canapé como Gregor.
La idea de la metamorfosis se liga a la evolución pero también al retroceso, pues también puede aplicarse como un castigo, desde una visión de
ruptura total entre la humanidad y el reino animal, entre los que se establece
una distancia no gradual sino de especie. Si en el hombre se haya la pre-
39 Como a Lucio le recomiendan comer rosas para recobrar su forma humana.
40 Curiosamente, Kafka muestra en su Diario que estaba obsesionado por su salud y por su
extrema delgadez.
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sencia de lo divino, o quiere ver a Dios con sus propios rasgos, –la representación antropomórfica–, el cambio en animal es percibido como una punición,
como «las enfermedades perniciosas» que le atribuyen a la protagonista.
Así la narradora de Truismes, tan preocupada por la lozanía de su
cuerpo, se degrada, impotente, pues ningún producto de belleza es satisfactorio ni efectivo cuando una se convierte en cerda.
[...] j'ai ressenti le besoin de me regarder dans la glace, de me reconnaître en
quelque sorte. J'ai vu mon pauvre corps, comme il était abîmé. De ma splendeur ancienne tout ou presque avait disparu. [...] mes cuisses si fermes et si
bien galbées autrefois s'effondraient sous un amas de cellulite. [...] et là dans
le miroir, j'ai vu ce que je ne voulais pas voir. (D., 1996: 55).
Como en el movimiento inmóvil de un péndulo, la metamorfosis oscila
entre el incremento y la disminución, el auge y la decadencia. Y nuestra
cerda en su deseo de expresarse y de comunicarnos su extraña vivencia41,
nos dice que no ha sido su deseo convertirse en un monstruo, alejada por
voluntad propia de los hombres y no aceptada del todo por los cerdos, pero
que su nueva condición le ha permitido superarse y situarse por encima de
lo que eran sus congéneres. Al final el balance es positivo, pues ella acepta
su nueva forma y sólo en las noches de luna llena, por nostalgia, se humaniza y escribe su historia. Como Yvan, consigue controlar su ritmo con la luna
pero en sentido inverso.
41 Como en el monólogo de El Cerdo, interpretado por Juan Echanove.
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25—
BIBLIOGRAFÍA
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1990.
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(1969), Paris, Dunod, 1984.
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1989. pp.83-139.
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9.
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11. http://www.quarante-deux.org/KWS/KWS23/KWS2305.html
12. http://www.dickinson.edu/departments/frnch/darrieu.html
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26—
Relaciones lésbicas
Ana Monleón
Universitat de València
RELACIONES LÉSBICAS
Ana Monleón
Universitat de València
1. Planteamientos previos.
El presente trabajo se articulará sobre dos vertientes que pueden servir en tanto que aproximación general al mundo de la mujeres lesbianas. En
primer lugar partiremos de las constataciones que nos han parecido más
representativas y que pueden servir para identificar dentro la sociedad este
grupo social. Y en un segundo momento de la exposición, intentaremos ligar
dichos presupuestos sociológicos al trasvase literario de que son objeto o no
-siendo la ausencia o presencia de contenidos sociales igualmente significativa para nuestro propósito. Nuestra reflexión tiende pues, de alguna
manera, a rastrear elementos desde una perspectiva de antropología social
para su posterior comprobación dentro del campo de la simbolización cultural y literarria. En efecto, todos los grupos humanos desde los mayoritarios
hasta los que se llaman marginales, minoritarios o disidentes desarrolan su
particular manera de proyectarse culturalmente.
Tomando como punto de partida el título de nuestra ponencia subrayaremos este hecho mismo de la pluralidad en el que nos ha venido dado
por los organizadores y con el que, desde luego, estamos de acuerdo. En
efecto, cuando desde la hortodoxia heterosexual más común se informa
sobre la existencia de este grupo social se suele hacer de un modo que
tiende a la uniformización y al reduccionismo apuntando casi exclusivamente
a la diferencia sexual, las más de las veces percibida como una anomalía,
como un error de la naturaleza en suma que contraviene las reglas morales
y sociales .
En otras palabras la designación “lesbianas” identifica el grupo en
detrimento de las variadas y múltiples realidades personales e interpersonales que se dan hoy día en la sociedad. Con esto queremos dejar bien claro
que nuestro trabajo no puede dar cuenta de un modo completo y exhaustivo
de las relaciones lésbicas. Como por otra parte, tampoco, sería posible en el
ámbito de de las relaciones heterosexuales. En esto las comunidades gays
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29—
y lesbianas no se diferencian de las heterosexuales; exiten pues tan variadas formas de autoindentificarse y formas de relaciones como personas.
Sí podemos pretender, por el contrario, intentar delimitar estas relaciones lésbicas con el modo en que se presentan y se manifiestan en el contexto de una sociedad homogenizada en torno a un único modelo: el heterosexual. La noción de sociedad ha de entenderse como el espacio en que
interactuan el ámbito de lo privado - la familia, los amigos y amigas) y el
ámbito de lo público -fundamentalmente el espacio del trabajo. Básicamente
esta interacción dibuja el trayecto que va desde la autoconciencia al de iniciación al mundo para finalmente acceder a una integración en el momento
y el lugar que no es dado vivir. Este esquema es idéntico al que pueda seguir
una persona identificada como heterosexual. Sin embargo, es evidente que
tal experiencia de individuación para las lesbianas y también para los gays
plantea unas circunstancias específicas.
2. Las etapas de la construcción de la identidad lésbica.
No es que para los gays y lesbianas la sexualidad sea la vocación
exclusiva ni central de sus vidas y de su contribución al mundo, sino que
para todo ser humano la libre y consciente disposición de su sexualidad es
uno de los aspectos importantes que interviene en la estructuración de su
personalidad. Esto como se sabe se resuelve de muy distintas maneras
según las geografías y aún según los sistemas políticos, económicos y religiosos establecidos en la comunidad internacional. Sin embargo es preciso
subrayar la paradoja según la cual , de modo general, sea cual sea, el régimen o sistema político referenciado, el tema de la sexualidad en general y
en su versión hegemónica heterosexual es en el mejor de los casos relegado
a una segundo plano, cuando - y en esto reside la paradoja que anunciábamos- a los gays y lesbianas se les reduce casi exlusivamente a una diferencia del orden de un desajuste o anomalía sexual. De este modo se deduce
facilmente que, dentro de estos sistemas, la sexualidad sigue siendo un
tema molesto politíca y economicamente. Hay demasiados intereses en
juego: los fundamentos mismos de estos sistemas muy celosos del reparto
y delagación del poder como para aceptar la crucialidad de la sexualidad
humana. De tal modo que la acotación designativa de “homosexual” -y de
sus sustituciones más recientes gays y lesbianas- se convierte en una
trampa ideológica en la que quedan atrapados gays y lesbianas. Lo que está
en juego no es tanto del orden de una diferencia sexual, como el de la presencia de una sexualidad percibida como privada de una finalidad, es decir
—1
30—
de la capacidad de la reproducción. De ahí que si entre ellos o entre ellas no
hay posibilidad fisiológica de materializar las aspiraciones a la descencia -eje
crucial de la sexualidad heterosexual- se haya asimilado históricamente y se
sigan manteniendo imágenes desprovistas de fundamento tales como las de
un frenetismo sexual -que correspondería a los varones gays- o la de una
sexualidad que se desparrama en languideces y ternuras materno-sororalespara el caso de las mujeres lesbianas.
Es pues, dentro de un contexto general que problematiza el hecho
sexual en sí en el que nacen personas que se verán obligadas a harmonizar
su especificidad con la estigmatización de la que son objeto antes de venir
al mundo. Las estructuras preceden a la libre voluntad de los individuos, y
entre éstas la estructura linguística es especialmente coercitiva puesto que
en ella nos son acotados mediante la nominación gran parte del potencial
que se habrá de desarrollar.
2.1. LOS NOMBRES DE LO NO NOMBRABLE.
No es sino recientemente -en la década de los 60/70 del siglo XXcuando se empieza a establecer un acercamiento crítico desde ámbitos
diversos del lugar que ocupan las mujeres lesbianas en la sociedad. De este
modo, el nombre o los nombres con los que se las ha identificado son altamente significativos y sirven en tanto que indicios del lugar simbólico que
ocupan o se les ha dejado ocupar en la sociedad. El nombre contiene pues
de modo elíptico el cauce virtual en el que se insertará en la sociedad. Es
relevante, desde este punto de vista, la ausencia de designación propia
hasta fechas muy recientes que coinciden, por otra parte, con el afianzamiento del feminismo durante el siglo XX1.
Han existido pues y existen todavía dos grandes vectores léxicos,
siendo el de la filiación literaria a la poetisa griega Safo de Lesbos -siglo VI
a. de J.C.- el que propicia una ascendencia más noble, digamos. A este respecto es también de señalar que el nombre de la propia escritora griega
1
Durante la década de los años sesenta a los setenta, en Francia, feministas heterosexuales y lesbianas radicales se unen en un esfuerzo de movilización política. Son años intensos de foros y debates abiertos en los que se abordan temas tan candentes entonces tales
como el aborto. Años también en los que Gays y lesbianas, por un tiempo, se plantean una
lucha reivindicadora común con una participación en el F.A.R.H. (Frente de Acción Revolucionaria Homosexual). Baste mencionar el grupo de las “gouines rouges” (bolleras rojas)
que evidencian la voluntad de recuperación a partir de un término despectivo. Tras el mayo
del 68, disidencias y divisiones operan un aíslamiento de las lesbianas que perdura hoy día.
—1
31—
recibe una variedad de grafías con las que sus actualizaciones literarias se
acompañan durante el periodo clásico en Francia2. Por lo demás, éste es el
único antecedente marcado por la historiografía literaria del que, a partir del
siglo XIX3, se forjan los nombres de lesbiana y lesbianismo en relación a la
inclinación amorosa de Safo de Lesbos. Este es precisamente el vector
sobre el que se aglutinarán nominalmente el selecto círculo de las escritoras
Renée Vivien y Nathalie Clifford-Barney en el París de los dorados años de
principio de siglo y de entre-guerras, momento en el que cristaliza con mayor
aceptación el uso de los términos safismo y de relaciones sáficas4 así como
el de amazonas, término que sustituye temporalmente al de lesbiana. El desplazamiento que se opera va desde una realidad amorosa, presentada de
modo eufemístico, al del emplazamiento mítico del grupo social de las amazonas que se distinguen precisamente por constituir una comunidad sin presencia y apenas intervención de varones. Un apelativo similar se forjará en
Francia durante el siglo XVIII dando lugar al neologismo de raíz griega anandrinas aplicado a un grupo de mujeres: la secta de las anándrinas5.
El segundo vector que señalaremos es el que construye una red léxica
difamatoria dentro de la lengua coloquial y argótica. Señalaremos el término
tribada6 forjado en el siglo XVII a partir de la raíz griega tribein que refiere la
acción de frotar. En este caso lo referencializado es la imagen supuesta de la
práctica sexual lésbica. Más recientemente se situan los términos: tortillera,
2
“Saphon, Sappho, Sapho, Sapphô, Psappha. Sappho est une création de l’imaginaire
moderne. Au moment de sa redécouverte, par les érudits des XVI et XVII siècles, elle a été
totalement réinventée par les lettrés français... La série de graphies qui me sert de titre
résume sa présence phantasmatique en France du milieu du XVI siècle au début du XX siècle;derrière chaque graphie se profile une histoire:la fiction de ce que sappho représentait
pour l’époque.” DEJEAN, Joan, Sapho, Les fictions du désir, 1546-1937, Ed.
Hachette/Supérieur, 1994. pp.3-4.
3
La utilización del personaje de la lesbiana es poco frecuente en la literatura convencional
francesa. Es de destacar en la primera parte del siglo el tratamiento que Balzac le dió en su
novela La Fille aux Yeux d’or, en el personaje de Paquita Valdès. Procedente del infraundo
proletario que rodea la degradación que rodea a Nana, en la novela homónima de Zola,
recordaremos a Satin. Sin embargo, es el poeta Baudelaire el que actualizará la fuerza iconoclasta del motivo del amor lésbico; sus poemas Lesbos, Femmes damnées (Delphine
et Hippolyte), Femmes damnées (Comme un bétail pensif...) que evocan la sensualidad
lésbica le valieron, en otros, la censura a su libro y un proceso por ultraje a la moral pública.
4
Este es precisamente el título Idylle saphique con el Liane de Pougy evoca ru relación
amorosa con Nathalie Clliford-Barney, auténtico epicentro del Paris-lesbos de principios del
siglo XX. A esta última, Rémy de Gourmont dedicará sus Lettres à une amazone.
5
Sobre esta misteriosa secta femenina, organizada en torno a iniciaciones amatorias y eróticas, ver el capítulo 2 de la segunda parte del ensayo de BONNET, Marie-Jo, Les relations
amoureuses entre les femmes, du XVI au XX, Ed.. Odile Jacob, 1997
6
El término es empleado en el siglo XVI por Brantôme en sus Vies des Dames galantes. Ver
el capítulo, primera parte del ensayo de Marie- Jo Bonnet.
—1
32 —
bollera, bollycao7 por una parte y también virago -poco utilizado en castellanomarimacho, camionera o turca, por otra. Estas creaciones coloquiales definen
a la mujer lesbiana en su actividad sexual para el primer grupo mientras que
en el segundo predomina en la definición el aspecto físico de la misma. El
rasgo seleccionado como representativo e impropio de la imagen de una
mujer incide precisamente sobre la virilización. De todos modos, ambos vectores ponen en evidencia el insólito emplazamiento que hace de la lesbiana
un sujeto con capacidad de actuar sexualemente -capacidad de la que sólo
los varones estarían en medida de proporcionar- ofreciendo el aspecto aproximado de un hombre. De tal modo que el travestimiento del que hace gala la
mujer lesbiana está en consonancia confirmativa sobre su autonomía sexual.
Más allá de las inevitables asimilaciones que hacen del gay un hombre devaluado en su virilidad -un afeminado- y de la lesbiana una suerte de
aberración viriloïde, es necesario precisar que estas entradas de términos en
el lenguaje coloquial señalan indirectamente dos aspectos importantes de la
realidad de las lesbianas. Por una parte, la visualización externa de signos
que cristaliza sobre el cuerpo e idumentaria y que pueden servir en tanto que
señales de reconocimiento y de identificación de las mujeres que son de
condición homosexual. Y por otra parte, evidencian el fenómeno -menos
resaltado- que hace que el dispositivo visual de las marcas de género tradicionales cobren un nuevo valor. Las mujeres lesbianas hasta el momento
han sido más reticentes a este tipo de deconstrucción visual de las marcas
de género, sin embargo la reciente aparición en Paris de las llamadas Drag
Kings acreditan que el ludismo transgenérico tan eficazmente elaborado
hasta ahora por las ya tradicionales Drags Queens ha pasado a ser un
campo de experimentación para el universo de la mujer lesbiana8.
7
Para estas terminologías, con las que actualmente se indentifican a las mujeres lesbianas,
no hemos podido contar con referencias que aseguren el momento de formación y el origen
figurativo sobre el que se han forjado. Esto sobre todo para el término de “bollera”. En
cuanto al término” tortillera” podría emparentarsela con la expresión figurada de “volverse la
tortilla” que incorpora una idea de inversión en un proceso dado; en esta línea BURGEN,
Stephen, La Lengua de tu madre, Planeta 97, cap 9, refiere que “podría relacionarse con
las tortillas que no pueden hacerse sin romper huevos” (agradecemos a Juan Vicente Aliaga
_Universitat Politecnica de València este último dato). Los términos también son consignados por VIÑUELAS, Olga, Identidades lésbicas, Ed. Bellatera, 2000, en el glosario que establece al final de su estudio; Sin embargo, el origen de la formación de estas palabras no
aparece. Por el contrario “bollycao” derivativo de la cadena alimentaria que abre “bollera” es
consignado por Olga Viñuelas como: “Entre lesbianas, término que sirve para designar a las
adolescentes”. Cabe añadir el termino “barby” antónimo de la marimacho, camionera, etc...,
y que presentan un aspecto muy feminizado.
8
Hay que mencionar el incipiente trabajo de de/construcción genérico en el que interviene el
maquillaje teatralizador, la adecuación del peinado y de la indumentaria que favorece la
incorporación de rasgos masculinos en el soporte anatómico femenino, obteniéndose el
mismo efecto de artificiosidad que caracteriza el mecanismo creativo-transformista de las
Drags Queens.
—1
33 —
2.2. DE LA AUTO-ACCEPTACIÓN A LA “SALIDA DEL AMARIO9”
Hemos intentado hasta ahora situar a la mujer lesbiana en el lugar
ambivalente que ocupa más en el imaginario común que en el lugar social
que realmente ocupa. Este depende en gran medida de ciertas fases que
corresponden al proceso de individuación. Como ocurre en los procesos
generales de formación de la identidad el sujeto tiene que ser capaz de harmonizar su deseos con las estructuras que ofrecen la sociedad en la que tendrá que integrarse. Sin embargo, en el caso de los homosexuales, a este trayecto se une el de la consciencia de una diferencia que se sabe reprobable
para los demás, entorno del que en gran medida depende la imagen que se
está construyendo. En otras palabras, la consciencia de la identitad sexual
se ajusta en el contexto de la transgresión del tabú sexual. Identificarse, posteriormente, aceptarse con respecto a la transgresión acarrea necesariamente unos costes añadidos a este proceso de formación concreto.Son
pocas las personas gays y lesbianas que optan por una enunciación directa
de su condición homosexual dentro de los espacios tradicionalmente considerados como los afectivos -familia y amigos- ya que dicha declaración es
sinónimo de enfrentamiento y de rechazo. La histórica infravaloración del
homosexual resurge con especial intensidad ya que anuda el conflicto disyuntivo entre la aspiración a la felicidad personal y el estupor con el que se
sancciona la discordancia del hecho diferencial. La experiencia del repudio
causa a veces daños irreparables en las personas que los demás interpretan como inherentes a la condición homosexual, cuando se olvida que en
realidad nuestras estructuras están pensadas y orientadas hacia objetivos
muy alejados del bienestar.
Evitar un exceso de sufrimiento de peligrosas consecuencias es lo que
lleva comunmente a los pactos de silencio dentro de las familias de origen y
también dentro de los espacios de trabajo. El pacto de silencio que frecuentemente puede entenderse como una cobardía en los propios medios homosexuales, es en realidad a una estrategia económica -eufemística y sustitutiva- de supervivencia. Se sabe, dentro de una familia que un hijo o hija es
gay, pero no se habla de ello; se sospecha, en el lugar de trabajo, que tal
entiende, o que cual tiene pluma, se comenta, pero no se pregunta ni se
abordará. Esta sería una situación general de invisibilidad que pueden com-
9
Esta expresión refiere concretamente al hecho de enunciar explícitamente la condición
homosexual por parte de una persona. El equivalente inglés es “coming-out”. El monógrafico que dedica el País de los domingos, y con fecha del 8 de Abril de 2001, compone un
interesante y acual panorama sobre la situación de las parejas Gays y lesbianas tittulado
precisamente “Del armario al altar”.
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34—
partir gays y lesbianas y es también la circunstancia que puede explicar la
situación de emergencia de dicha literatura, en el sentido en que en España
y en Francia no habiéndose desarrollado una consciencia de grupo social
compacta es más dificil traspasar la barrera de lo personal para su posterior
simbolización en literatura.
Se ha hecho notar, por otra parte, de algunos estudiosos del tema la
poca visibilidad del lesbianismo en la sociedad. Esto en parte se explica por
la desigual consolidación de la mujer en general dentro de los estamentos
de la sociedad y por otra por la paradoja que hace de la invisibilidad una
suerte de aíslamiento benigno al amparo del cual muchas lesbianas siguen
su vida sin que se sepa la naturaleza real de sus relaciones. Evidentemente,
estas vidas que siguen la vía del encubrimiento se precarizan tarde o temprano y es alta la tasa de fracasos matrimoniales lésbicos.
3. Escrituras ligadas a la identidad lésbica en España.
3.1. UN CORPUS LITERARIO EN FASE DE EMERGENCIA.
Es obvio que la producción de textos ligados a la identidad lésbica se
encuentra en una fase incipiente. Pero más allá de este dato, es preciso
poner de relieve que dicha situación no es la consecuencia exclusivamente
atribuible a la adscripción de una sexualidad dudosa, sino que intervienen
una combinación de factores diversos que hacen que todavía dichas escrituras no se hayan consolidado. Empezando por la tardía entrada en escena
de la mujer en el mundo de las letras, pasando por la fragilidad social en las
que se encuentran las mujeres lesbianas hoy día y constatando finalmente
que la infraestructura editorial -difusión y circulación del libro en un mercado
que traza un perfil determinado de lectores- muestra recelos y es reacia evidentemente, a la hora de enfrentarse a un posible riesgo económico -quizás
también político- explican de un modo más ajustado la existencia precaria de
dichas escrituras. Sin embargo, hay que rendirse a la evidencia y constatar
que existe una demanda social en el mercado del libro que justifica y que ha
motivado, de hecho, la creación de editoriales que suplen por el momento
esta presencia deficiente. Suelen estar ligadas a un activismo militante como
la editorial Gay y Lésbica de Madrid Colección Egales/Salir del armario, o
bien horas y Horas, la editorial/La llave la tengo yo; la difusión que se
alcanza es obviamente más específica y los puntos de ventas suelen coincidir con librerías gays y lésbicas que existen en las ciudades importantes de
—1
35—
españa, pero no es tan seguro que sólo interesen a un tipo de lector gay. Una
vez más constataremos el desconocimiento o el incorrecto conocimiento que
se tiene hoy en día sobre la cultura gay y lésbica.
3.2. CARACTERÍSTICAS LITERARIAS GENERALES.
Desde un punto de vista literario estas escrituras pueden y deberían
englobarse en un código de escritura que se ha desarrollado ampliamente
durante el siglo XX: las ficciones del yo, código literario que ha matizado y
flexibilizado de un modo muy fecundo la tradicional referencia a la autobiografía10.
Estos textos suelen pues corresponder a la representación del proceso del descubrimiento del hecho diferencial, al modo en el que se resuelve
una identidad conflictiva y a la posible integración dialéctica dentro de lo
social que culminaría este trayecto de la consciencia del personaje. Estas
serían las secuencias de base que vertebran estos universos narrativos. Sin
embargo, puede destacarse la ausencia o condensación de la última
secuencia, esta misma que sería reveladora de un proyecto de futuro dentro
del entorno del personaje y que confirmaría una entrada compensada con
respecto a su situación social. Por lo tanto, actualmente, estos textos inciden
sobre todo en el aspecto de la auto-aceptación que muy, a menudo, finalizan
con la cristalización de la pareja de mujeres, a modo de final feliz ciertamente, pero que constituye propiamente el único modo de acreditar una validez dentro de la alteridad que incorpora también la idea de pareja.
La formas narrativas que adoptan estos textos es también variada y
puede destacarse la utilización del diario íntimo - Nunca soné contigo , de
Carmen Gómez Ojea, 2000 Lóguez ediciones-, la ficción narrativa común en
primera persona - Cris y Cris y Pasión , de María Felicitas Jaime, 1992 y
1994, La llave la tengo yo-, el soliloquio en condiciones difusas de terapia -
10 Olga Viñuelas aporta un dato valioso procedente de Estados Unidos, país en el que como
se sabe estos temas tienen un nombre canonizado dentro del ámbito académico - Gays and
Lesbians Cultural Studies-, a saber: “Penelope y Wolfe, 1989, editoras y compiladoras de
uno de los primeros libros sobre este tema, The coming-out Stories (1976-1989). Narradas en primera persona siguen un orden strictamente cronológico. Tanto las escritoras estadounidenses como las inglesas (véase Inventing ourselves, 1989) ordenan su historia
alrededor de aquellos recuerdos de la infancia o de la adolescencia que guardan alguna
relación con el descubrimiento o confirmación de la identidad sexual.”, in op. cit., p. 56 en
la nota 6.
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36—
Dame placer , de Flavia Company, 1999, Emecé Editores, y finalmente la
parodia burlesca de la escritora Lola Van Guardia, con su Con Pedegree y
Plumas de Doble Filo.
3.3. UTILIZACIÓN DEL LESBIANISMO DENTRO DEL DISCURSO LITERARIO FEMINISTA: ESTHER TUSQUETS11.
El universo narrativo de esta autora, que se ha cuidado de deslindar
su creación de posibles filiaciones de identidad sexual, presenta de modo
invariable dentro de las tramas que construye el episodio de encuentro y
posterior separación de la amante lesbiana. Por otra parte, esta secuencia
recurrente se engarza y cobra sentido en un mundo en el que tanto los personajes masculinos como los femeninos aparecen literalmente estrangulados y oprimidos por los códigos y los rituales de una clase social que corresponde a la burguesía adinerada y progresista de Barcelona en los años
60/70. La imagen que se evoca es la de un mundo crepuscular, inmovilista y
estático donde todo deseo -o pulsión de vida- parece haberse extinguido. En
tal contexto, puede decirse que el personaje de la lesbiana -y cabe añadir el
personaje de la amante lesbiana, puesto que ésta es la función que le es
asignada- y el invariable episodio del romance amoroso que propicia pues,
es el único personaje portador de signos revitalizantes. En cierta manera
puede interpretarse contrastivamente de este modo. Sin embargo, el doblete
que resolvería para la narradora una vía hasta ese momento sin salida no
abre el horizonte hacia un futuro renovador, podríamos decir, sino que por el
contrario lo cierra definitivamente.
En principio, de todos modos, el personaje de la lesbiana es el que
escapa a toda previsibilidad social y familiar, e incluso de edad. Es pues el
único personaje que prototipiza lo nuevo y lo desconocido en un universo
estancado. Es más, en el personaje de la amante lesbiana, Tusquets elabora
una encrucijada temática en la que convergen muchos de sus simbolismos
a) En primer lugar, la aventura lesbiana es un momento privilegiado
que tiene la indudable función de descubrir a las protagonistas de las novelas la medida de una auténtica pureza femenina, desde un punto de vista
11 Las obras de Esther Tusquets sobre las que nos apoyamos son: El mismo mar de todos
los veranos (1978), Anagrama, 1990; El amor es un juego solitario, (1979), Anagrama,
1996; Varada tras el último naufragio (1980), Anagrama 1998; Con la miel en los labios,
Ed. Anagrama 1997.
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37—
emocial, erótico e interior. Esta intensidad emocional y física está ligada por
una parte al caracter transgresor que incorpora la relación entre dos mujeres. Aunque no explícitamente tratado el signo del tabú está diluído en el
miedo que Inés en La Miel en los labios siente por ser descubierta por el
círculo de amigos en la facultad. En cuanto a la primera novela es altamente
significativo que el primer encuentro amoroso pleno se desarrolle en el
sancta-sanctorum de la familia, es decir en el palco que esta familia barcelonesa posee desde hace varias generaciones en el Liceo. Teatro operístico
y emblématico donde los halla de la de la burguesía catalana. El palco, espacio social y público, es reconvertido en el segundo “pozo” -como lo llama la
narradora- o espacio simbólico que constituye el recorrido iniciático que efectuan la narradora y su joven amante Clara.
El último, en el que se desarrolla, en un plazo de tiempo recortado, el
romance es también significativamente la casa de la abuela materna cerca
del mar que se constituye en espacio insular, cortado del tiempo y de la contingencias de la realidad.
No podemos dedicar en este trabajo una atención especial al tratamiento de los espacios y de su valor simbólico, sobre todo muy elaborado en
la primera novela de la autora. Señalaremos sin embargo que construyen un
itinerario que desde la sacralidad con la que se asimila a la primera casa
familiar con el interior oculto, húmedo de las iglesias y catedrales hasta el
último compartido en una habitación de hotel despersonalizada y fea -espacio en que se escenifica la separación de las amantes- los espacios han ido
materializando la figura del laberinto interior y emocional de la narradora.
b) En el cuerpo joven de la amante lesbiana, en segundo lugar, se
encarna también una especie de recuperación temporal. La posesión en el
amor de un cuerpo joven disipa las huellas y los estragos del tiempo. El sentimiento amoroso concebido en los términos de una fusión y la imagen correspondiente de la adherencia de los cuerpos femeninos combate la idea restrictiva que la edad -madura- impone al deseo de la narradora; y es precisamente
el cuerpo de la amante lesbiana el único que proyecte textualmente descripciones del cuerpo femenino. Otro cuerpo descrito pero desde una reiteratividad convencional de la belleza femenina es el cuerpo de la madre.
Persiste, hasta la última novela en la que nos encontramos con otro
prototipo físico, una fisiología que aproxima como cabe esperarlo- el cuerpo
de la mujer lesbiana al de un efebo, a un cuerpo androginizado en el que los
signos de la feminidad son imperceptibilizados. Sin embargo Andrea, la
amante lesbiana de la novela Con la miel en los labios es, por el contrario,
poseedora de un cuerpo -gestualidad corporal e indumentaria- en el que los
atributos más femeninos que puedan circular en el imaginario heterosexual,
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38—
se plasman. Es precisamente el único personaje, que en el contexto de unos
jovenes absurdamente intelectualizados en el momento de aperturismo
democrático de España, presenta una arrasadora y soberbia potencia sensual y sexual que hace que todos de un modo más o menos sincero se sientan atraídos por ella. Incluso, y esto es quizás un guiño irónico, el personaje
oscuro y difusamente situado en el feminismo - puesto que no se atreve a
demarcarse de sus compañeros masculinos- de la feminista que siente una
involuntaria pero poderosa atracción hacia Andrea, atracción que ella misma
no llega a entender.
c) En tercer y último lugar, la experiencia lesbiana es indudablemente
el motor que promueve una liberación al tiempo que permite en el universo
crepuscular en el que vive la narradora una reflexión, sin embargo nunca
llega a presentarse como un proyecto de futuro. El deseo renacido en el crisol lesbiano vuelve a conectar una energía, una líbido en el sentido amplio
del término, pero esta nueva energía de vida, nacida del contrabando y clandestinidad social y sentimental, materializa para la protagonista una disyuntiva al término de la cual vuelve a confirmar el mundo al que pertence y que
por otra parte la despersonaliza.
Invariablemente las protagonistas de Esther Tusquets toman prestada
la indumentaria simbólica del Teseo en una actualización invertida del mito.
Otro tema recurrente en la autora. Y que evoca, en cierto modo, la aproximación al tema del amor en una visión trágica del mismo: el amor no corresponde nunca al lugar desde donde se le requiere. Varada tras el último
naufragio lleva hasta las últimas fronteras de lo soportable la representación
de un universo interior desestabilizado y desprovisto de esperanzas, situación sólo recuperada mediante la función materna hacia la que se orienta la
protagonista en un intento recentramiento.
En relación a la aventura lesbiana, si bien la que abandona es la
narradora es seguramente la perdedora auténtica, sin embargo, de este
entramado sentimental. No arriesgando en el último momento a enfrentar
una nueva vida confirma su aletargamiento en el que aboca definitivamente,
obligada por ello a reproducir un simulacro de ella misma
3.4. SISTEMA DE PERSONAJES EN EL UNIVERSO NARRATIVO LÉSBICO. CENTRALIDAD ACTANCIAL DEL TEMA DEL AMOR.
La narrativa lésbica no excluye tampoco la intromisión dentro del
mundo heterosexual. Esta sería la perspectiva invertida, con respecto al
esquema de Tusquets, que plantean las dos novelas de María Felicitas
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39—
Jaime. Estos textos se construyen más concretamente sobre la representación del tema de la conquista amorosa y por lo tanto se alejan del esquema
de base al que aludíamos anteriormente. Esta situación narrativa incorpora
pues una perspectiva liberada del peso del tabú que se construye a partir
una reflexión feminista que sienta las bases del personaje principal. De este
modo los leit-motiv sobre el papel tradicional de la mujer, sobre la maternidad y aún sobre la pareja como destino único y en tanto que objetivo importante quedan rebasados. Mariana, la protagonista de Cris y Cris , a pesar de
su juventud es lo que podríamos llamar una lesbiana feminista radical, y
especialmente recalcitrante a cualquier propuesta de relación normativa. Lo
suyo son las aventuras esporádicas y especialmente centradas en el intercambio sexual. Dentro de los textos que sirven de apoyo a nuestro trabajo
estas dos propuestas son ciertamente insólitas y pueden interpretarse dentro de una visión de vanguardismo en contexto lésbico. No es que no existan, pero son raros los ejemplos llevados a la práctica.
La intriga se sustenta en la paradoja de un personaje cerrado a un
devenir convencional que sin embargo, al final de su evolución, acabará
aceptando este tipo de vida. Es digno de resaltar, de todos modos, que
Mariana se pone el listón muy alto ya la mujer a la que pretende no sólo es
heterosexual, sino además casada -aunque la situación conyugal está deteriorada y en un incipiente proceso de divorcio, lo cual atenua la situación dialéctica-, madre de una hija -Florencia, que ha muerto, con lo que la integración de la maternidad dentro del universo lésbico se elude-, mucho mayor
que la protagonista y finalmente perteneciente a la clase social adinerada
bonaerense. Las transgresiones que se suman al hecho diferencial están,
como podemos ver, en estrecha relación con la postura de la protagonista y
subrayan, si cabe aún más, la propia transgresión sexual.
En la realidad no se confirma de modo tan rotundo la gesta amatoria
que hemos resumido. Es más, la mujer heterosexual que puede de hecho
ser un probable objeto de deseo, un exotismo sexual preciado por cuanto de
modo implícito inscribe dentro de la estrategia de seduccción y de posesión
amorosa una concurrencia eficaz que confirma a la mujer lesbiana en el desplazamiento consiguiente del varón heterosexual. Este triunfalismo lésbico
puede de todos modos desembocar en una cadena de obsesiones fantasmales que acaban precarizando fuertemente a este tipo de uniones producto
de un mestizaje sexual, podríamos decir. Se entiende pues que los elementos obviados por María Felicitas Jaime sean precisamente aquellos que
hubieran situado la trama en un contraste más resueltamente dialéctico con
respecto a una realidad social y personal más compleja.
Este fenómeno es también concomitante con el dudoso lugar que
ocupa la bisexualidad al lado de la heterosexualidad y la propia homosexua-
—1
0—
4
lidad. Se desprende de la muy incipiente toma de postura de colectivos bisexuales que la persona bisexual es percibida como carente de compromiso
político y por lo tanto más dedicada a la única búsqueda de un placer sexual
y exploración de un erostismo que no se asdcribe a ningún bando. Los recelos y las discalificaciones son a veces muy duros y esquematizantes, quedando patente la imagen de un oportunismo sexual. Esta postura de
rechazo, dentro del lesbianismo, ha de emplazarse, sin embargo, en la fragilidad social en la que se encuentran las mujeres lesbianas que lleva, a
menudo, a la radicalización de la percepción del entorno. Es de esperar que
en la medida en que la visibilidad del lesbianismo se vaya afianzando se
desechen estas posiciones y se maticen las relaciones interpersonales.
Abordaremos para finalizar esta breve panorámica, el tema de la centralidad del amor en estos universos narrativos. Es un aspecto recurrente en
todos los textos que hemos podido manipular. Pero conviene precisarlo, ya
que su presencia y su tratamiento responde a la conyuntura específica real
de la que emanan. Si se tiende a explorar fundamentalmente el espacio
amoroso y erótico en la literatura gay y lésbica es ciertamente porque constituyen el único espacio en que puede darse la experiencia de una confrontación con una alteridad. Y aunque, a priori, pueda parecer más justificado
en el contexto de una escritura que se asdcribe a la identidad sexual, también pueden encontrarse disposiciones similares dentro de otras corrientes
de la literatura convencional.
Volviendo a estos textos en los que el tema del amor y del erotismo se
constituyen en núcleos polarizadores en torno a los cuales se distribuyen en
modo específico los demás componentes del relato, resaltaremos que se presentan en tanto que universos singularmente desconectados de las tradicionales coordenadas espacio-temporales que sustentan en gran medida la proyección realista del personaje. Más concentrados en las descripciones de
sentimientos y de emociones las chronotopías que aparecen se reducen frecuentemente a la mención de indicadores temporales que pertenencen al
calendario común de los ritos festivos. Una referencia asidua es, por ejemplo
y como no, la mención a las fechas de la Navidad que aparece en varios textos; se entiende facilmente, en tanto en cuanto es la festividad que con más
intensidad exalta la idea de familia en la cultura heterosexual. Del mismo
modo que los períodos estivales desertizan las ciudades y los lugares de convivencia lesbiana, importante apoyo de sociabilidad, como lo muestran con
mucho humor las novelas de Lola Van Guardia Por lo demás, puede hablarse
de una suspensión temporal y consecuentemente de una inmersión en el
espacio interior de la demanda del personaje, por lo tanto un no-tiempo.
En cuanto al tratamiento del espacio podemos constatar que, muy
lejos de las conclusiones que enunciábamos para el caso de la escritora Est-
—1
4—
her Tusquets, éste no acarrea fragmentos expansivos autónomos dentro de
los textos. Son, en consonancia con lo dicho para la temporalidad, meramente de naturaleza de ubicación topográfica. No dan, todavía actualmente,
lugar a amplificaciones de tipo simbólico.
En definitivas, universos narrativos frágiles que se construyen en la
precariedad de una situación de a-referencialidad, puesto que no ocupan -o
poco, por el momento- un lugar en el orden de lo simbólico.
¿Puede un proyecto literario pretender, en tales circunstancias, existir,
competir, incluso, con las categorías tradicionales de la Literatura?
A esta pregunta, contestaremos de modo afirmativo. Sin embargo, nos
importa especialmente aclarar que esta afirmación no es fruto, en absoluto,
de una militancia investigadora que seguramente me caracteriza. Si los gays
y las lesbianas, no se preocuparan por el análisis, la crítica y la construcción
visible del patrimonio artístico y literario que ofrecen en sus sociedades,
¿quién lo haría?. Seguramente nadie, o en el mejor de los casos sería desvirtuada en tanto que rareza apta para el consumo de sibaritas heterosexuales en busca de acicates exóticos.
Por otra parte, y a modo ya de conclusión, queremos mencionar el
texto de Flavia Company - Dame placer - que interpretamos, en esta sistematización literaria que hemos intentado trazar a partir de textos españoles,
como un exponente narrativo en el que la confluencia de distintos códigos
literarios se dan cita. Esto mismo nos muestra como la realidad de la literatura en su formación, evolución y consolidación busca constantemente nuevos modos de expresión que se ajusten a las necesidades de expresión que
acarrean los cambios sociales e exitenciales. La singularidad formal de
Dame placer, también nos confirma el rebasamiento -aunque sea en un
único texto- de ciertos gestos que podían circunscribir este modo expresión
a una serialidad, y por tanto una previsible agotamiento de la forma misma.
El texto toma la forma de un soliloquio identificado, en principio, a la
enunciación ininterrumpida de la palabra del analizante en situación de terapia. Sin embargo, caso extremo de a-referencialidad, la palabra no es en ningún momento reconducida por el analista. De modo que el acto de palabra
y el discurso que plasma, rebota contra la palabra misma, estableciéndose
en tanto que sistema opaco y autoreferencial, que nos descubre, por eso
mismo, la imposibilidad de establecer el duelo tras la ruptura sentimental. El
abandono y la pérdida de la compañera se resuelven en la resistencia de la
narradora/analizante que se establece como línea estructurante de su autoficción. Invariable y obsesivamente se auto-reconduce a la recuperación
fragmentaria de su amante que constituye el debil conector de una desesperación verbalizada en el umbral de la locura y situada en la pulsión de
muerte.
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El título Dame placer, completado por la anáfora “y te daré la vida” que
puntua, dentro del texto, un recorrido a penas sostenible es una muestra
arriesgada pero llevada a cabo de un modo intenso y eficaz textualmente.
Contrariamente a lo que dejaba presagiar el título, nos devuelve nevamente
a la busquedad de una complementariedad a través del amor, que no ha de
considerarse tan exclusiva de las les bianas y de los gays. En esto, tan esencial e importante para nuestras vidas, tampoco se diferencian de los heterosexuales.
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Reproducción con gametos donados
Dr. Vicente L. Montañana Ramírez
Hospital Lluís Alcanyís. Xàtiva.
REPRODUCCIÓN CON GAMETOS DONADOS
Dr. Vicente L. Montañana Ramírez
Servicio de Ginecología
Hospital Lluís Alcanyís. Xàtiva.
Introducción
El tema que me han propuesto desarrollar: Reproducción con gametos donados, es un tema siempre actual y verdaderamente fue en el pasado,
el disparadero y punto de ignición de las técnicas de reproducción asistida.
Es un tema que hizo que el estudio y tratamiento de la salud reproductiva
avanzara en dos brazos, con gametos propios o con gametos donados. Al
mismo tiempo, dió y da que pensar a mucha gente, desde el propio donante
hasta el receptor y su prole así obtenida, como a todos los profesionales en
salud reproductiva y a la opinión pública en general. Abre capítulos no propiamente médicos ni científicos sino más bien sociales, éticos y legales.
Aunque en su inicio fue el gameto masculino el donado y usado tras
técnicas más o menos precisas con el fin de interrelacionar en un punto
horario ambos gametos, las opciones no han cesado. Se tiene conocimiento
de la primera inseminación artificial con semen de donante (IAD), con éxito,
realizada hacia el año 1884 por William Pancoast en Filladelphia, USA (1).
La IAD-IC intra-cervical dio paso tras el conocimiento de la capacitación
espermática a la IAD intrauterina (IAD-IIU). La congelación de espermatozoides tras el descubrimiento en 1949 de la efectividad del glicerol como
agente crioprotector usado en esperma de ganado bovino, fue la clave para
el desarrollo de la congelación de semen humano (2) y abrió nuevos caminos y esperanzas entre la población estéril de causa masculina. Ayudaron a
este desarrollo y divulgación del método, los trabajos de Sofía Kleegman,
que concienciaron a los profesionales de la época, a pesar que una de las
causas más frecuentes de esterilidad eran las causadas por déficits de origen masculino (3), esto aunado a los criterios de criopreservación hizo que
al principio de los 60, se consiguieran los primeros nacimientos usando
semen que había sido congelado, utilizando vapores de nitrógeno líquido y
conservando a temperaturas de hasta -196º C (4) potenciándose así la IAD.
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Esta nueva posibilidad (Congelación de espermatozoides) por un lado
creó nuevas inquietudes éticas y morales, pero por otro permitió introducir
criterios de calidad, al poder estudiar desde diversos puntos, el semen y el
donante, dando tiempo para descartar patologías incompatibles con el uso
de de los mismos. Así y como obliga la ley, se estudia el semen y al donante,
tanto desde el punto de vista bacteriológico como serológico, incluso genético dejando el mismo en "stand by" "guardado", hasta la certificación con
nuevas pruebas serológicas del donante de que éste no es portador de ninguna enfermedad transmisible con el mismo tras el periodo ventana conveniente (habitualmente 6 meses).
El uso de semen de donante tiene interés, en las indicaciones que a
continuación se cita:
-Azoospermia (falta de spermatozoides en el semen) con o sin fallo de
TESA/PESA (Punción aspiración de espermatozoides testiculares o epididimarios) si estas proceden.
-Oligoastenozoospermia severa con o sin fallo de la técnica de
microinyección esperámatica ICSI.
-Enfermedades transmisibles (genéticas, infecciosas, VIH, hepatitis C,
etc…)
-Isoinmunización Rh.
-Deseo de descendencia en mujeres "solas".Hetero u homosexuales.
-Tras fallos repetidos de FIV/ICSI en parejas con factor masculino.
-Algunos casos de disfunción eyaculatoria.
Frecuencia de uso
Posiblemente dependerá de las prestaciones de cada centro o unidad
de reproducción. Si lo contemplamos dentro de una unidad de segundo nivel
(Hospital Xàtiva) entendiendo como tal una unidad de diagnóstico básico y
por lo tanto de selección de tratamientos, veremos que su uso (IAD) es más
alto que cuando lo comparamos con una unidad de tercer nivel. Es lógico
que esto ocurra, ya que al carecer de técnicas mas sofisticadas (ICSI, TESA,
etc…), junto a la comodidad que supone realizar estas en su lugar habitual
de residencia, sumado a la sencillez del tratamiento hagan que esto sea así.
Por otra parte a los centros de tercer nivel, las pacentes acuden después de
haberles fallado las técnicas básicas como serían estas IAD.
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Preparación de un ciclo de tratamiento para IAD
En las inseminaciones, con el fin de alcanzar un alto rendimiento, se
busca hacer coincidir el momento de la inseminación con el momento más próximo a la ovulación. Para este fin se inicia una inducción programada con tratamiento médico y monitorización de parámetros analíticos y ecográficos, o simplemente se controla el ciclo natural de la mujer. En esquema adjunto (Figura
1) se detalla la pauta de medicación y en la Figura 1 b se detalla una curva
modelo de un grupo de pacientes que gestaron tras la IAD (Cortesía de IMER)
En la tabla 1 se muestran resultados de estas Inseminaciones intrauterinas (IIU) con semen de donante capacitado recogidos por la literatura. Se
ha de hacer notar que como es habitual, el porcentaje expresado es por ciclo
de tratamiento, pues si el resultado se expresara en tasas acumuladas, éste
sería mayor. Se muestran distintos resultados en centros de segundo nivel y
de tercer nivel, aunque no podemos distinguir con seguridad los resultados
entre mujeres solas homosexuales o heterosexuales. En realidad esta disquisición no tiene mayor interés, aunque como se muestra en el trabajo de
Ferrara y cols. (5) las mujeres con pareja homosexual son más jovenes
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cuando inician la primera IAD, siendo la edad media de estas de 34,5 años,
frente a las mujeres solas heterosexuales en que la edad media fue de 38,5
años, además gestan antes las mujeres hosexuales 57% frente a 36%
(p<0,05), presentando una tasa acumulada de gestación a 6 meses del 70%
y 47% respectivamente. Al corregir por edad, los resultados fueron similares,
lo cual refleja que estos resultados estan ligados a fallos de concepción en
periodos de tiempo antes de acudir al especialista.
Futuro de la IAD
Aunque sus indicaciones han disminuido ligeramente o mejor dicho ha
aumentado la oferta de otras técnicas, TESA/ PESA/ICSI (con la posibilidad
de reproducirse con semen de la propia pareja), su utilización está recuperando su meseta pasada, por el aumento de la demanda por parte de mujeres solas a las indicaciones de la misma.
Legislación sobre Técnicas de Reproducción Asistida
En relación a la legalidad y control de calidad de las muestras, deberemos seguir las normativa impuesta por la Ley 35/88 y el desarrollo de la
misma a través de los Reales Decretos 412 y 413, de 1 de marzo de 1996.
En el primero se establecen los protocolos obligatorios de estudios de
los donantes y usuarios relacionados con las técnicas de reproducción asistida y se regula la creación y organización del Registro Nacional de Donantes de Gametos y Preembriones con fines de reproducción humana. Especifica entre otras condiciones, la edad de los/as donantes, que en el caso de
gametos femeninos no deberá tener mas de 35 años y en el caso de los
gametos masculinos mas de 50. En la tabla 2 se transcribe el capítulo I de
este decreto sobre la información a donantes y estudio de donantes de
gametos y preembriones
En el segundo Real Decreto (413) se establecen los requisitos técnicos y funcionales precisos para la autorización y homologación de los centros y servicios sanitarios relacionados con las técnicas de reproducción
humana asistida.
Como objeciones al control de calidad exigido por la ley cabe citar la
posibilidad de la realización de un cariotipo aunque el donante no tenga ningún antecedente, u otras pruebas de enfermedades generales o de caracter
psico-social. Es verdad que nos acercaríamos al donante modelo pero se
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encarecería la técnica, y tal vez entraríamos en comparaciones, al elegir los
sémenes más perfectos para las IAD en comparación con la población general. Además, esta selección minuciosa nos llevaría a una disminución de la
población futura donante acrecentando el problema de la donación. En la
actualidad, las muestras que se utilizan cumplen la normativa vigente.
Es verdad que lo que sí hay que hacer de forma pormenorizada, es
poner en conocimento de la usuaria, y, de su pareja en su caso, como se eligen las muestras y las posibles carencias en su selección. El consentimiento
informado cumple si se realiza bien esta premisa. Otra cosa es que la usuaria exija una selección especial. Es posible que esto no pueda ser así.
En resumen, es una técnica sencilla, cómoda, repetible y "barata" con
un alto rendimiento. Pretende igualar al menos la tasa de fecundabilidad
habitual en la pareja sin problemas reproductivos e incluso mejorarla.
Preguntas clave que probablemente se hace la sociedad
a) ¿Qué pasa con la salud de la prole así obtenida?
b) ¿Qué pasa con los donantes y cuál será su relación futura con esta
descendencia?
c) ¿Los hijos así concebidos como reaccionarán?
d) ¿Cómo se selecciona a los donantes por parte de la mujer receptora?
e) ¿El banco de semen sabe algo más que las características físicas
y algunas analíticas hemáticas de los donantes? ¿Se estudian
desde el punto de vista psicológico?
f) ¿Tienen derecho a saber, las receptoras o sus hijos, como fue su
padre o su madre, no solo desde el punto de vista físico?
a) Médicamente no tienen porqué tener más problemas que cualquier
hijo obtenido de forma natural. Así lo describen múltiples trabajos (6), incluso
con semen mucho tiempo congelado
b) Legalmente no conocerán a su padre biológico, aunque quede
reseñado en el banco de semen, ya que cada donante solo puede tener 6
hijos. Se espera que la legislación no varíe. Otra cosa es saber si los donantes se mueven para saber que fue de su semen (Preguntas a distintos bancos de semen, SEF).
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c) Otra cosa será el impacto psicológico y el futuro desarrollo psicosocial al conocer la noticia. En este punto y dada la confidencialidad, es difícil recoger trabajos científicos que muestren o no alteraciones. Algunos
nunca lo sabrán (tal vez porque tengan padre fisicamente), otros a partir de
cierta edad preguntarán y les contestarán. Hemos de tener en cuenta que
como ya hemos dicho antes, la ICSI ha cambiado drásticamente las características de las mujeres que solicitan gametos masculinos donados. Solo
una minoría de parejas heterosexuales (aquellas con una cierta condición
genética y aquellas con pareja azoospérmica y sin posibilidad de recuperación de gametos) solicitarán esta prestación, por lo tanto las mujeres solas y
homosexulaes serán la mayoría de las solicitantes, si la legislación lo permite. No se sabe con certeza el número de estas peticionarias pero reflejan
la imposibilidad de emparejamiento heterosexual. Muchas de estas preguntas se contestan en un trabajo recientemente publicado en la revista Human
Reproduction de este mes de Noviembre de 2001 (17) Basado y siguiendo
los trabajos de Brewaeys y cols. (1993, 97, 98), realizaron un estudio longitudinal de 41 niños (19 niñas y 22 niños) con edades comprendidas entre 7
y 17 años (9±9). La entrevista a los niños incluyó historia de nacimiento, actitud ante el status de proceder de donante y conversación con sus padres
acerca de las características del donante. La respuesta de los niños fueron
que algunos sabían su procedencia (les habían dicho que procedían de un
banco de semen o de un hospital); sabían que tenían dos madres y ninguno
de los niños mencionaba al donante como miembro de la familia. Aunque en
Bélgica los donantes son anónimos sus preguntas se resumían en tres: a
favor de un registro de identidad: 27%, más información pero no identidad:
19%, preferían que siguiese anónimo: 54%. De los 8 (19%) que querían más
información sin identidad
6 preguntaban sobre apariencia física
5 sobre la personalidad
2 estaban interesados en donar semen
“Entre niños y niñas no hubieron diferencias significativas respecto a
la necesidad de información”. Con respecto a las conversaciones de los
niños acerca de las características de los donantes 26 niños (63%) nunca
hablaban de estas cosas con sus madres, muchos dijeron que no tenían
necesidad, 15 niños (37%) hablaban y preguntaban
En relación con el concepto de donante para las madres el 100% dijeron que les explicaron a sus hijos como habían concebido. A medida que crecían los niños les daban mayor información, es decir que se adaptaban a su
maduración intelectual.
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Con respecto a las madres y su relación con el donante, el 54% nunca
pensaban en esto e incluso para algunas no había diferencia entre donación
de semen y de sangre, el 46% pensaban alguna vez: personalidad: 11, apariencia física: 10, historia médica: 6, gratitud: 2.
Los autores concluyen que más niños que madres estaban a favor de
un registro de no identificados así como de identificados y en todo caso que
requerían más información.
d) Hasta ahora pocos trabajos estudiaban este problema (7), estas
mujeres condicionan su elección en función del parecido físico con su pareja
masculina si la tienen u otras características como la altura y factores en el
perfil del donante que indicasen una buena presencia y carácter positivo.
Está claro que en nuestra legislación no se permite conocer al donante y solo
el banco de semen “elijirá” el semen a recibir.
e/f) Estas preguntas que también pueden ser hechas desde el lado de
las receptoras de ovocitos donados, son dificiles de contestar. Existen tres
estudios de receptoras de ovocitos que tratan este tema; el trabajo de Heinemann-Kuschinsky y cols. (8) en que las pacientes incluidas en el estudio
atribuyen una mayor importancia al perfil genético, talento, tipo de sangre y
personalidad de la donante, siguiendo la habilidad atlética, el perfil psicológico, apariencia e historia social y familiar, menor importancia le dan a la foto
de la donante y a la historia. En el trabajo de Voll, S. y cols. (9) lo esencial
para la receptora era el uso o no de drogas, la preferencia sexual de la
donante, si era o no madre, altura, peso y nivel intelectual-educacional, su
razón para donar y número de parejas sexuales. En el estudio de Lindenheim y Saner (10) se presentan las razones por las que no se admiten a una
posible donante; el peso, la talla baja o alta, la educación, etc…Discute el
caso de una mujer que no fue aceptada por no ser cosmopolita y otra por
fondos religiosos.
Está claro que como en todo, cada uno elije de acuerdo con sus preferencias personales, pero no olvidar que el fenotipo es difícil de predecir y
que las condiciones ambientales influyen en ocasiones de forma decisiva, y
como en muchas ocasiones en la vida la discriminación hace acto de presencia. Muchos bancos de semen no aceptan donantes homosexuales (11)
porque incrementan el riesgo de transmitir enfermedades, en otros no aceptan donantes judios.
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Donación de Ovocitos
La donación es un medio que permite que puedan ser madres aquellas mujeres estériles a causa de patologías o situaciones que no tienen otro
tratamiento médico. Estas mujeres pueden así encontrar una solución a su
problema que de otro modo les conduciría de forma inevitable a la adopción
como único recurso para tener un hijo.
La donación de ovocitos u ovulos es una técnica de reproducción asistida (TRA) en la cual el gameto femenino proviene de una mujer distinta a la
que recibirá éste o el embrión resultante tras la fecundación pertinente (12).
Las mujeres con ausencia de función ovárica tras tratamientos quirúrgicos o quimioterápicos agresivos. Las que padecen fallos ováricos precoces
o las que presenten una menopausia natural establecida así como las que
sufren alteraciones genéticas o incluso aquellas en las que fracasa la inducción o la estimulación ovárica para una TRA, pueden beneficiarse de la
donación de ovocitos. Se detalla en la tabla 3.
En la actualidad la edad de la madre durante su primera gestación ha
aumentado, y no es más que un signo del gran número de mujeres que
intentan su primer embarazo cada vez más tarde. Por otra parte es conocido
por diversos estudios, como entre mujeres de más edad la tasa de fertilidad
y de implantación son menores, mientras que aumenta la tasa de abortos.
Tal vez esta sea la causa que lleva a un fracaso reproductivo, que frecuentemente y a la larga, tenga como única solución la recepción de ovocitos
donados.
Existen dos clases de procedimientos en la donación de ovocitos:
1) Inseminar con semen de la pareja de la receptora a la donante, el
día adecuado (pico de LH o siguiente) y lavado de la cavidad uterina los días 5-7 tras pico, tranfiriendo los embriones recuperados
a la receptora. Técnica no utilizada.
2) Estimular el ovario de la donante, recuperar los ovocitos, inseminarlos o microinyectarlos y transferir el embrion o embriones así
obtenidos al útero de la receptora previamente preparado.
Subtipos: Con semen fresco o con semen congelado. Sincrónico o
asincrónico en dependencia de trasferir en ese mismo ciclo o si la mujer
receptora no está preparada, diferir la tranferencia hasta que lo éste.
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La decisión de donar ovocitos
Probablemente sea una decisión más difícil de asumir que la del hombre. Tiene más riesgo, su duración es superior (supone una gran pérdida de
tiempo) y por lo tanto es más incomoda.
Existen dos vías de obtención de ovocitos de donante:
-Donación compartida (Mujer que está siendo sometida a una estimulación ovárica para una TRA propia, pero que sí tiene un excedente de
óvulos y decide donar para ayudarse económicamente o por
altruismo).
En la actualidad con la relativa baja tasa de gestación tras transferencia de embriones congelados, tiene una explicación, aunque si esto
cambia puede hacer desaparecer este tipo de donación, por otra parte
siempre supone una decisión extra, al tener que elegir los ovulos para
una y otra, además puede darse la paradoja de que la donante no
geste y sí lo haga la receptora. En algunos paises como Canada, esta
práctica de donar ovulos a cambio de servicios de FIV está prohibida
-Donación pura (con dos subtipos). Donante pura y donate que se va a
someter a una intervención (ligadura tubárica) y aprovecha la ocasión.
De una u otra forma, la obtención de candidatas a donantes de ovocito, es difícil ya que además del riesgo que supone, la donante no puede ser
conocida por la paciente receptora ya que las donaciones son anónimas. De
hecho y como se recoge en el articulo de Murray C y cols. (13), 3/4 partes
de las potenciales donantes cambian de idea trás recibir información del procedimiento.
Las pacientes candidatas a recibir ovocitos de donante (PROD) (tabla 3)
serán mujeres con fallo o sin fallo ovárico, incluyéndose en estas últimas,
aquellas con fallos repetidos de FIV por diversas causas como se aprecia en
la figura referida.
Legislación sobre la donación de ovulos.
La donación de ovulos, al igual que la de espermatozoides, es un procedimiento autorizado y regulado por nuestra legislación.
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Desde el punto de vista funcional, los requisitos para ser donantes son
los establecidos por la Ley 35/88 y en resumen dicen que la donación de
gametos (ovulos) para que una mujer estéril pueda tener un hijo es un acto
gratuito formal y secreto, concertado entre la donante y el centro médico,
que se formalizará por escrito y que la donación nunca tendrá un carácter
lucrativo o comercial. Al mismo tiempo especifíca los controles sanitarios que
se deben practicar y que garantizarán un buen estado de salud de la
donante.
Estas deben ser mayores de 18 años y menores de 35, con buena
salud psíquica y fisica.
La donación se formalizará mediante contrato escrito tras una completa información a la donante.
Existirá una total garantía de secreto y toda la información será tratada
y custodiada.
No se aceptará nunca aquellas personas que hubieran generado seis
descendientes o más por reproducción asistida o no asistida.
Debe procurarse que donante y receptora tengan el mismo grupo sanguineo y que no sean fisicamente muy diferentes.
Preguntas que a menudo suscita la donación de ovocitos.
a)¿Compensación económica?
b)¿Cariotipo de la donante?
La donación de gametos es, conforme a lo establecido en la Ley de
reproducción humana asistida, "un contrato gratuito formal y secreto entre el
donante y el centro autorizado", que no debe tener nunca "carácter lucrativo
o comercial" ni por tanto, estar guiada ni promovida por el interés económico.
Estas consideraciones son comunes a todos los paises en los que se
practica la reproducción asistida (RA) pero no significa que la donación
tenga que resultar gravosa para el o la donante. Por otra parte, además de
las molestias, pérdida de tiempo y horas de trabajo y riesgo, en algunos
casos, la compensación puede ser el motivo principal de la donación. Si esta
compensación no se regula, se crea un mercado oculto de la donación con
compensaciones ilimitadas que nos llevarían a un claro deterioro de las condiciones de seguridad.
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La Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida (órgano
colegiado definido de carácter permanente y consultivo), en su primer
Informe anual en Diciembre de 1998 tuvo que definirse, y cifró en unas 5000
pts la donación de semen y en unas 100000 la de ovocitos. Esto lo hizo tras
comprobar la realidad que estaba ocurriendo en ese momento, que las entidades "pagaban" y por otro lado la pérdida de donantes y las quejas de las
entidades que no "pagaban".
Esta marcada diferencia en las cifras del y la donante no son más que la
compensación por un lado del tiempo empleado y por otro del riesgo asumido.
Aunque desde el punto de vista del riesgo asumido la diferencia debía
de ser mayor.
Así como la donación de semen es sencilla y la compensación solo
sería por el gasto de desplazamiento, de los días de recogida de datos, análisis hematológico y recogida de muestras. La donación de ovocitos precisa
además de los datos clínicos y analíticos, de un estímulo con fármacos habitualmente administrados por vía parenteral y de un control periódico de la
función del ovario con determinaciones tanto ecográficas como analíticas,
seguido de una punción-aspiración folicular para la captación ovocitaria en
quirófano con anestesia general.
La Comisión estimó que las valoraciones deberían estar sujetas a las
disposiciones de las administraciones sanitarias correspondientes y responsables de los centros de RA.
De cualquier forma, las valoraciones anteriores deben hacerse compatibles con el fomento de programas de donación altruista.
Como sugería el Diario Médico publicado el 4 de marzo de 1999 (14).
Entre los medios adicionales que podrían contribuir a la donación, se sugirió
la implantación de una "tarjeta de la solidaridad" cuya implantación podría
ser común para diferentes programas de donación y de la que los titulares
podrían obtener diferentes compensaciones en especie en áreas no directamente relacionadas con los actos de donación de distinto tipo que pudieran
efectuarse. También en otra publicación de Diario Médico (15) los expertos
de "El Grupo de Opinión de Observatorio de Bioética y Derecho del Parque
Científico de Barcelona" se aborda la cuestión de fomentar la donación de
ovulos. Ellos apuntan la posibilidad de donar ovulos postmorten y que el proceso de extracción de órganos contemple también la extracción de ovario y
el mantenimiento de la forma científica mas adecuada. Precisa que la
donante potencial haya autorizado por escrito la donación de sus ovarios.
Especifíca, que aunque la Ley 35/88 no autorizaba la congelación de óvulos
mientras no hubiese garantías suficientes sobre la viabilidad de los mismos
tras su descongelación, es evidente que la demostración de la efectividad de
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la mencionada técnica debe causar la desaparición de esta prohibición temporal. De todas formas al igual como la donación o uso postmortem de
espermatozoides, los óvulos probablemente tendría un plazo limitado de uso
a 6 meses según la legislación española. En cualquier caso mientras no
haya mas evidencias sobre la óptima descongelación de óvulos y su uso,
resta pequeña discusión no a lugar.
Aspectos sociales
La donación en vida (siguiendo vivo) de alguna parte tanto orgánica
(riñón, sangre, óvulos, ovarios etc) como intelectual (música, literatura,
inventos varios, etc…) a alguien en particular o al mundo en general, me
atrevo a decir, que aunque no necesariamente económica, si que debería
ser siempre reconocida por parte del que lo recibe o del que los representa.
Tal vez sentaría la base necesaria para que el donante se encontrase "satisfecho" y por tanto para que la donación fuese mas habitual.
En el caso de los óvulos cuya donación debe ser anónima, o bien la
sociedad en general "paga" esta acción altruista y valiente o bien la donante
precisará de un bien material. Parece que en el momento actual, el altruismo
(amor por los demás) está a la baja, y sin embargo, el comercio, los intermediarios y sus ganancias al alza pudiendo inhibir la donación pura.
Por otra parte, estamos hablando de donar una parte de vida con el
más amplio sentido, ya que si se consigue el fin esperado, dará lugar a un
nuevo ser. Es difícil valorar desde el punto de vista económico, esta aportación a la sociedad. Posiblemente no sea igual la donación de espermatozoides aunque el fin sea el mismo.
En la donación de ovulos se precisa de una gran voluntad pues ha de
salvarse un riesgo y unas pruebas previas que conllevan incomodidad atención y cumplimiento del tratamiento y por tanto un cierto sometimiento a la
acción de donar. Tal vez a la donante, no solo se le debe pagar una cantidad
justa por esta acción (la que se marque desde la Comisión ahora o en sus
revisiones o las administraciones correspondientes) no desmesurada pero si
de acuerdo con una media de pérdidas además se le debe dar un reconocimiento por parte de la sociedad. De hecho en el trabajo de Kalflogov AL y
Sittelsohn (16) la insatisfacción provenia en orden decreciente, primero del
malestar físico, de la compensación, del trato médico y del nivel de conocimiento del proceso. La tarjeta de la solidaridad antes mencionada en este
artículo me parece una gran idea. Otra forma podría ser, y ya que hay establecidas "recompensas", el considerar a estas mujeres como "estudiantes"
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de por vida con la ventaja que esto les aporte, las cuales suelen ser de
carácter cultural (disminución de tasas en cines, teatros, museos, transporte,
etc…). Pienso que deben ser de tipo cultural, pues se tratará de mujeres cultas inmiscuidas en un mundo, en el que la pérdida del significado de la palabra ayuda es lo habitual. Además es exigible que los centros intermediarios
de esta ayuda, los centros de RA, estén coordinados como la Ley 35/88
aconseja, dando un carácter oficial a la donación y que esta represente un
acto controlado tanto desde el punto de vista legal como de calidad.
Pauta de tratamiento en la espera de recepción de embriones.
No voy a entrar demasiado en este tema ya que considero que estamos hablando de la donación de ovocitos desde un punto de vista global y de
conocimiento general. En general, la mujer que esta esperando recibir uno o
varios embriones deberá tener preparado su endometrio para tal fin. Tratamientos progresivos de estrógenos hasta el día de la donación, momento en
el cual se agrega progesterona, manteniéndola con posterioridad.
Riesgos que asume la donante de forma inmediata
Hiperestimulación ovárica.
Riesgos inherentes a una punción ovárica ecoguiada y con una
paciente anestesiada.
Problemas farmacológicos.
Diseminación de patologías preexistentes.
Riesgos que asume la donante a largo plazo.
¿Disminución del pool ovocitario?
¿Riesgo futuro de cáncer de ovario?
No existe consenso científico que asevere un riesgo superior entre
esta población.
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Porcentaje de posibles donantes que acuden a un centro y
acaban siendo verdaderamente donantes
Estudios en la literatura observan que entre un 35 y 40 % de todas las
mujeres que acuden a un centro de reproducción asistida con intención de
donar óvulos terminan realizando la donación.
Eficacia de la técnica
40-60% ciclo y acumulado durante varios ciclos alrrededor del 90 %.
¿Que límites tienen las pacientes receptoras de ovocitos de
donante (PROD)?
Edad. La ASRM (Asociación Americana de Medicina Reproductiva) no
la recomienda en mujeres mayores de 50 años. En Italia esta permitido
hasta los 51 años.
En Italia solo a parejas heterosexuales y estables.
Mujeres Solas. España y Reino Unido, Israel y Finlandia sí; en Italia y
Uruguay no. El estatuto de Francia y Dinamarca prohiben estrictamente el
acceso a FIV a lesbianas o parejas homosexuales.
Es difícil encastrar todas las dudas en RA y dar un modelo de actuación, es posible que la mujer no este tomando el papel que debe tener como
actor principal.
Aspectos generales
La Inseminación con semen de donante está permitida en todos los
países, con consentimiento del marido, excepto en Turquía, Egipto, Jordania
y Arabia Saudí. Tampoco esta permitido si es para fertilización " in vitro " en
Austria, Irlanda, Japón, Noruega y Suecia.
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La obtención de semen por parte de los bancos, puede ser pagada o
no, En Canada esta penado el pagar por semen y ovocitos.
La donación de óvulos esta prohibida en Austria, Suiza, Alemania y
Noruega. En el reino Unido solo esta permitido si la mujer es sometida a una
intervención quirúrgica abdominal que permita al mismo tiempo la extracción
simultanea de ovocitos.
En España y Reino Unido esta limitado el número de hijos de un/a
donante a 6 y 10 respectivamente
Tabla 1
RESULTADOS DE DISTINTOS CENTROS DE IAD
Centro / autor
Porcentaje de embarazo
Hospital Lluís Alcanyís (Xàtiva)
21,7%
Hurd y cols.
18,6%
Instituto de Medicina Reproductiva (IMER):
28,5%
Patton y cols.
23,2%
Silva y cols.
24,3%
Botchan y cols.
12,6%
Tabla 2
INFORMACIÓN A DONANTES Y ESTUDIO DE DONANTES DE
GAMETOS Y PREEMBRIONES
-Ser mayor de 18 años
En el caso del gameto femenino no más de 35 años
En el caso del gameto masculino no más de 50 años
-Estar en buen estado de salud psicofísica
—1
6—
-La donación se formalizará mediante contrato escrito, previa informacion por protocolo de consentimiento informado.
-Los donantes seran sometidos a reconocimiento médico, que se
reflejara en una HC, incluyendo antecedentes familiares y personales, así
como un examen físico.
-Como minimo se realizaran los siguientes estudios:
Grupo sanguíneo
Factor Rh
VDRL
Hepatitis B y C
HIV
Estudio clínico para la detección de fases clínicas infectivas de toxoplasmosis, rubeola, herpes y citomegalovirus, gonorrea y chlamydia.
Tabla 3
INDICACIONES PARA LA DONACIÓN DE OVOCITOS
-Mujer con fallo ovárico
Fallo primario
Disgenesia gonadal (Turner, Sawyer, disgenesia gonadal pura)
Sind. ovario resistente
Fallo ovárico prematuro (ausencia función ovárica antes de los 40
años)
Factores hereditarios
Factores autoinmunes
Alteraciones enzimáticas
Factores infecciosos
Factores ambientales
Castración quirúrgica
Quimioterapia y radioterapia
Menopausia establecida
—1
2—
6
-Mujer sin fallo ovárico
Anormalidades genéticas
Alteraciones cromosómicas
Fallo repetido de FIV
Aborto de repetición
Ovarios inaccesibles para la obtención de ovocitos
Mujer mayor de 40 años con ciclo ovárico normal, debido a la tasa
muy disminuida de gestación con sus gametos.
—1
3—
6
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4—
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14. Diario
Médico
4/III/1999
Disponible
http:/www.diariomedico.com/normativa/donacion.htlm
en
URL:
15. Diario Médico 30/11/1999 Disponible en URL: http:/www.diariomedico.es/normativa/norm300501comtris.htlm
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and lesbian parent’s attitudes towards donor anonymity. Hum Reprod
2001, Vol.16, 2019-2025.
—1
5—
6
Subfertilidad relacionada con la edad
Dra. Ana Monzó Miralles
Hospital Universitario La Fe. Valencia
SUBFERTILIDAD RELACIONADA CON LA EDAD
Dra. Ana Monzó Miralles
Servicio de Ginecología (Reproducción Humana)
Hospital Universitario La Fe. Valencia
Introducción
En la mayoría de los tratados de obstetricia y ginecología, incluso los
más antiguos, la incidencia de subfertilidad, considerada como dificultad
para concebir, se cifra en el 10%. Este problema obedece en gran medida a
un mecanismo de envejecimiento o senescencia reproductiva.
El patrón de senescencia reproductiva es distinto entre las diferentes especies. La mujer tiene un peculiar comienzo temprano de su envejecimiento reproductivo, considerando su longevidad. La fase post-reproductiva se ha hecho cada
vez mayor debido, sobre todo, a un aumento en la esperanza de vida. Esto se
debe a que el ovario está dotado de un número fijo y no renovable de células germinales que se van agotando por atresia folicular y por reclutamiento.
El ovario proporciona uno de los más claros ejemplos de muerte celular programada. Además, el momento del fallo ovárico se afecta por factores
hereditarios que probablemente actúan a muchos niveles, incluyendo el
tamaño de la población folicular y su tasa de destrucción. Por otra parte, múltiples variaciones ambientales pueden afectar a cada nivel, de manera que
se hace imposible predecir con precisión en cada caso cuando se va a producir el cese de la actividad cíclica del ovario.
Esto significa, en definitiva que, en mujeres sanas, la fecundidad es
estadísticamente de cero a la edad de 50 años, mientras otros procesos vitales continúan durante décadas prácticamente a su máxima capacidad. Entre
otras especies de primates, la cronología y la velocidad de desarrollo y envejecimiento varían ampliamente. No obstante, en todas ellas, las hembras que
alcanzan la menopausia, muestran otros fallos relacionados con la edad al
mismo tiempo. El hecho de que las mujeres presenten la menopausia en
mitad de su vida, la senescencia completa del ovario, mucho antes que el
resto de su cuerpo, distingue a la especie humana de otros primates y de
casi todos los demás mamíferos.
—1
9—
6
La figura 1 muestra un espectro de los esquemas reproductivos entre
las hembras de distintas especies.
Como puede comprobarse, la etapa post-reproductiva en nuestra
especie es mucho más amplia que en el resto de especies. En algunos individuos de otras especies se producen también etapas prolongadas de vida
post-reproductiva, aunque raramente se manifiestan bajo condiciones naturales. Algunas de estas excepciones las constituyen determinada especie de
ballenas con dientes y algunos chimpancés, que en ocasiones se ha observado que llegan a presentar una menopausia.
Por otra parte, la etapa post-reproductiva en otras especies es un artefacto derivado de la domesticación, que proporciona un ambiente de protección que permite que algunos individuos más afortunados o más resistentes
sobrevivan a edades que sobrepasan la capacidad del sistema ovárico.
Conceptos
Fertilidad: Basada en la distribución de la fecundidad observada en
población “normal”, fertilidad normal se ha definido por la ESHRE como la
—1
0—
7
consecución de un embarazo en los dos años siguientes a una exposición
coital regular.
Esterilidad, subfertilidad, infertilidad: Estos términos se refieren a
aquellas parejas que no consiguen un embarazo, o el nacimiento de un hijo,
tras dos años manteniendo relaciones sexuales regulares y no protegidas.
La población estéril sería aquélla para la cual no es posible un embarazo
natural, y los restantes serían los subfértiles. El término estéril se refiere al
hombre o a la mujer, mientras que el término subfértil se refiere a la pareja.
La infertilidad se refiere a aquellas mujeres que no son capaces de llevar a
término un embarazo.
La definición de esterilidad más comúnmente utilizada en el ámbito
médico la define como el fallo de concebir tras 12 meses de relaciones
sexuales no protegidas. Adoptando esta definición arbitraria basada en el
tiempo identificamos aproximadamente el 15% de adultos jóvenes para los
cuales un consejo y otros recursos podrán acelerar el nacimiento de un niño
sano. Entre 50 y 70% de esas las parejas finalmente conciben, de manera
que la mayoría de parejas subfértiles no son estériles. La subfertilidad puede
definirse como el retraso o la dificultad percibida para la concepción o para
llevar a término un embarazo.
Fecundabilidad es la probabilidad de conseguir un embarazo en un
ciclo menstrual
Fecundidad es la capacidad de conseguir el nacimiento de un niño
vivo como consecuencia de la exposición al riesgo de embarazo en un
ciclo.
Tasa total de fertilidad (por mujer) es la media del número de niños
que podrían nacer por mujer si todas las mujeres vivieran hasta el final de su
vida reproductiva y parieran niños, de acuerdo con los patrones de fertilidad
en cada momento según la edad de la mujer.
El envejecimiento reproductivo como reflejo del
envejecimiento ovárico
Aunque el envejecimiento reproductivo está dictado por la disminución
en la calidad y cantidad del pool de folículos primordiales establecido
durante la vida fetal, en realidad está implicado todo el eje hipotálamo-hipófiso- ovárico.
—1
7—
En sentido estricto, el sistema reproductivo femenino empieza a
envejecer (inicia la depleción folicular) en un momento que incluso precede
al nacimiento. No obstante, si el envejecimiento se considera en un contexto fisiológico, la fertilidad y la secreción hormonal son sus funciones
mayores, de forma que el sistema comienza a ser funcional en la pubertad,
y alcanza su acmé en términos de fertilidad hacia el final de la década de
los 20.
El deterioro de la función fisiológica secundario al envejecimiento se
focaliza en la disminución de la secreción hormonal y de fertilidad que la
mujer experimenta en las últimas dos décadas de su vida reproductiva. Si el
eje hipotálamo-hipófiso-ovárico representa un sistema endocrino sensible y
preciso, se producen necesariamente cambios endocrinos que se producen
como parte del envejecimiento reproductivo.
La media de las mujeres alcanzan su pico de máxima fertilidad alrededor de los 30 años, y la función ovárica cesa (menopausia) alrededor de
los 50 años. Por lo tanto, es durante los últimos 20 años de funcionamiento
del eje hipotálamo-hipófiso-ovárico cuando se producen los cambios más
relevantes.
Para la mayoría de las mujeres, el primer signo indicativo de envejecimiento ovárico es la disminución de su fertilidad antes de que se produzca
ningún cambio en sus menstruaciones. El siguiente paso es una elevación
monotrópica de FSH, que habitualmente se produce simultáneamente con
un acortamiento de la fase folicular y una discreta disminución (unos 3-5
días) de la duración del ciclo menstrual.
Los ciclos menstruales más cortos y frecuentes señalan el comienzo
de lo que se ha denominado el climaterio y la transición menopáusica.
La siguiente fase, la perimenopausia, que se caracteriza por una profunda disminución de la fertilidad, supone un importante cambio en la ciclicidad menstrual. En este periodo se pueden producir ciclos ovulatorios, anovulatorios y periodos de quiescencia ovárica. A menudo estos cambios se
acompañan de síntomas vasomotores. La perimenopausia suele durar unos
3 ó 4 años.
El estadío final o menopausia se alcanza cuando han transcurrido 12
meses desde el último periodo menstrual. Aunque la edad media de la
menopausia se establece a los 50 años, el intervalo de confianza del 595% es relativamente amplio (42-58 años). Este rango de edades indica
que hay una moderada variabilidad en el curso del envejecimiento reproductivo.
Se considera que el ovocito es el principal responsable de la disminución de la fertilidad en relación con la edad de la mujer, reflejada en un
—1
2—
7
aumento de la producción de embriones aneuploides, de otros tipos de anomalías cromosómicas y de abortos espontáneos.
Aspectos demográficos
En las llamadas sociedades de fertilidad natural, como los Hutterites
en Norteamérica, donde las poblaciones históricas están bien documentadas, la disminución de la fertilidad se inicia en la mitad de la cuarta década
de la vida; alrededor del 50% de mujeres casadas paren su último hijo a los
40 años de edad, 10 años antes del final de sus menstruaciones.
En regímenes tradicionales, el nivel de fertilidad está determinado
principalmente por tres factores: la edad del matrimonio, la duración de la
lactancia y la mortalidad. Estudios sobre demografía histórica han mostrado
que en el siglo XVIII en Europa, un matrimonio tenía entre 5 y 6 niños como
promedio. Este índice relativamente bajo se debía a un matrimonio tardío (a
los 25 años en la mayoría de los países), a una lactancia prolongada y a una
proporción significativa de mujeres que morían o quedaban viudas a una
edad menor de 50 años.
Actualmente las parejas tienen menos de dos hijos como media en la
mayor parte de países europeos. No sólo se está limitando el número de
hijos, también existe una tendencia a postponer el momento del nacimiento
a edades mayores. En Francia, la edad media del primer parto es de 27
años, 3 más que hace 20 años. Esta tendencia obedece a distintas razones:
el largo periodo de educación, la entrada de las mujeres al mercado laboral,
la incertidumbre de este mercado, y la disponibilidad de métodos anticonceptivos.
La proporción de mujeres esterilizadas quirúrgicamente en USA ha
permanecido relativamente estable en los últimos 20 años: 25% en 1982 y
27% en 1995. No obstante, la proporción de mujeres con disminución de la
fecundidad, definida como “mujeres de cualquier estatus marital o de cohabitación que tienen problemas para concebir o llevar a término un embarazo,
y aquellas incapaces de concebir después de tres años de relaciones sexuales no protegidas” han pasado del 8.4% en 1982 y 1998 al 10.2% en 1995.
Aunque este aumento parece trivial, en términos absolutos es altamente significativo.
El número total de mujeres con disminución de la fecundidad han
aumentado entre 1982 y 1995 en un 35%, de 4.6 millones a 6.2 millones, lo
que refleja el aumento de la prevalencia y el crecimiento en la población de
—1
3—
7
mujeres de 15 a 44 años en USA en este periodo. La proporción de mujeres
entre 35 y 44 años sin embarazos previos también ha aumentado desde
24% en 1982 a 37% en 1995, probablemente como resultado del retraso en
la edad de matrimonio y parto. La proporción de primíparas de 30 años o
mayores aumentó del 4.1% al 21% en el mismo periodo de tiempo.
Globalmente se acepta que la prevalencia de esterilidad en los países
occidentales y desarrollados es de aproximadamente el 10% de parejas
casadas o co-habitantes en las cuales la mujer tiene una edad entre 15 y 44
años. Puesto que estas mujeres suponen el 20% de la población en estos
países, el 2% de la población total lo componen mujeres estériles, de
manera que la prevalencia actual de esterilidad es de una pareja de cada 50
individuos o 20.000 personas por millón de habitantes. Considerando que el
50% de estas parejas solicitan atención médica por este problema, se estima
de 5.000 parejas por cada millón de habitantes demanda atención médica
por esterilidad.
Aproximadamente el 5% de parejas estériles presentan obstrucción
tubárica, y una proporción similar presentan un factor masculino severo. En
la práctica, esto significa que el 10% de las 5.000 parejas que demandan
atención médica tienen indicación de tratamiento mediante fecundación in
vitro (FIV) o microinyección intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI).
Estos tratamientos también están indicados si fracasan otras medidas convencionales para el tratamiento de la esterilidad (cirugía, inducción de ovulación, inseminación artificial...). Se estima que esto ocurre en unas 2.500
parejas por millón de habitantes, además de las 500 parejas que presentarían una indicación primaria de FIV o ICSI. Asumiendo un almacenamiento
del 50%, habría una necesidad anual de servicios de FIV/ICSI para 1500
parejas.
Para proporcionar los ciclos de FIV/ICSI anuales que cubrieran las
necesidades de estas 1500 parejas serían necesarios dos centros por millón
de habitantes. La densidad de centros que practican estos tratamientos es
mayor en países con baja tasa de mortalidad infantil, considerada un indicador de servicios sanitarios de alta calidad. Por otra parte, en algunos países
europeos los nacimientos derivados de estas técnicas de reproducción asistida contribuyen al 1-2% del total de nacimientos.
En el Programa de Reproducción Asistida del Hospital Universitario La
Fe han consultado por esterilidad o infertilidad entre el 1 de enero de 1995 y
el 8 de noviembre de 2001 un total de 6631 parejas, la mayor parte subsidiarias de tratamiento mediante técnicas de reproducción asistida.
La distribución por grupos de edad en esta población se muestra en la
figura 2.
—1
4—
7
Figura 2. Demanda de asistencia médica por esterilidad o infertilidad en el
Hospital Universitario La Fe
¿La subfertilidad es un problema social o médico?
La pregunta de si el fallo en concebir un embarazo deseado es un problema médico o social constituye en muchos países el debate central sobre
quien debería pagar el tratamiento. El debate público actualmente tiende a
seguir dos aspectos separados. El primero concierne a si la subfertilidad en
general es un problema legítimo para un subsidio social vía seguros médicos. Utilizando Canadá como ejemplo, la respuesta a esta cuestión ha sido
relativamente inconsistente: la Royal Commission on New Reproductive
Technologies y los ministros provinciales de salud han afirmado que la subfertilidad es un problema médico y que el tratamiento de la misma es un cuidado médico que debe ser soportado con medios públicos. Tratamientos
como inducción de ovulación y cirugía tubárica son cubiertos sin discusión
por los seguros médicos en la mayoría de las jurisdicciones.
El segundo aspecto concierne a si la FIV en particular es más que un
tratamiento de la subfertilidad. ¿Las diversas aplicaciones de la FIV, como la
—1
5—
7
subrogación, son médicamente asegurable y socialmente aceptables? ¿La
FIV medicaliza indebidamente problemas sociales y personales? En verdad,
las técnicas de FIV han introducido un buen número de opciones reproductivas y prácticas al margen de la simple oportunidad de tener un hijo. Estas
incluyen la selección del sexo de los embriones, la identificación de determinadas anomalías genéticas antes de la implantación, la posibilidad de contratar un hijo biológico mediante la subrogación, la creación de un mercado
de ovocitos humanos y la maternidad después de la menopausia. Esto
alcanza cuestiones éticas serias, incluyendo quién debería estar obligado a
pagar por todas estas elecciones si les está permitido todo esto.
Si los impactos sociales y económicos de la FIV son controlados
mediante restricciones a las aplicaciones médicamente necesarias, ¿cómo
debería ser definida la necesidad médica? Hurley y cols han argumentado
que la objetividad en la distribución de recursos limitados puede mejorarse
focalizando el concepto de beneficio y decidiendo si esto debería centrarse
en los resultados de salud fisiológica y bienestar. Otra aproximación sería
admitir que definir la necesidad médica es imposible. Más que continuar utilizando este concepto para defender decisiones potencialmente injustas e
inconsistentes, se debería prestar más atención en mejorar la salud y el bienestar.
Para aquellas parejas incapaces de tener un hijo, la subfertilidad
puede ser el mayor y más doloroso problema de sus vidas. Un estudio de la
“complacencia de pagar” sugiere que para tener un niño sano, las parejas
subfértiles pueden aceptar un riesgo de muerte del 20% y pueden dar hasta
el 29% de sus ingresos. Aunque muchos adultos subfértiles podrían sacrificar mucho para tener un niño, la visión de la comunidad de este problema
es bastante menos comprometida.
La FIV es el tratamiento final y más intensivo de la subfertilidad, utilizado cuando aproximaciones menos agresivas han fallado.
En resumen, en sociedades modernas las mujeres tienden a diferir el
matrimonio o la vida en pareja y a retrasar la maternidad. Esta tendencia,
junto al hecho de que la fertilidad disminuye con la edad supone un reto para
los especialistas en el tratamiento de la esterilidad. Las mujeres deberían ser
educadas e informadas de la disminución de la fertilidad relacionada con la
edad y de la menor efectividad de los tratamientos de reproducción asistida
en mujeres de edad superior a 35 años.
—1
6—
7
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La anticoncepción en la pareja de edad
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Eduardo Díez Febrer
Hospital Universitario La Fe. Valencia
LA ANTICONCEPCIÓN EN LA PAREJA DE EDAD
REPRODUCTIVA AVANZADA
Eduardo Díez Febrer
Servicio de Ginecología (Reproducción Humana)
Hospital Universitario La Fe. Valencia
1. Introducción
Esquemáticamente podemos considerar la vida de la mujer, dividida
en cinco grandes periodos:
1. INFANCIA
2. PUBERTAD: Menarquia
3. MADUREZ SEXUAL
4. CLIMATERIO: Menopausia
5. SENILIDAD
El tema que nos ocupa, “Anticoncepción en la pareja de edad
reproductiva avanzada”, está situado entre el final de la madurez sexual y
la primera mitad del Climaterio, finalizando con la Menopausia.
SPEROFF y DARNEY (6) denominan este capítulo como “Contracepción en la mujer añosa” referida desde los 35 años a la Menopausia, también
denominados “años de transición”.
La Menopausia (del griego, mes y cesación), es la interrupción natural de la menstruación de la mujer, aproximadamente entre los 45 y 55 años.
Es la fecha de la última menstruación y uno de los acontecimientos del climaterio. Para considerar que se trata de una Menopausia, han de transcurrir
entre 6 y 12 meses sin menstruación posterior.
No tiene el climaterio unos límites precisos y se trata de un período de
tránsito que tiene en la actualidad gran protagonismo, por su repercusión
sobre el envejecimiento, al aumentar la expectativa media de vida y la exigencia de calidad de la misma. El envejecimiento biológico es inevitable y
—1
8—
está determinado por factores genéticos e influencias del entorno. El pico de
actividad fisiológica y la máxima capacidad homeostática se da entre los 30
y 40 años, iniciándose después un declinar lento y progresivo (1).
Hacia los 40 años de edad, la frecuencia de ovulación disminuye, iniciándose el climaterio, con una duración de unos 20 años, que lleva a la
mujer desde la disminución de la fertilidad a la Menopausia, siguiendo manifestaciones de progresiva atrofia tisular y envejecimiento (6).
Debemos definir algunos términos para no generar confusión. Son
éstos, según la Sociedad Internacional de Menopausia, FIGO y OMS:
• MENOPAUSIA PRECOZ: clásicamente se entendía antes de los 35
años. En la actualidad se toma el límite de 40 años por la mayoría,
aceptando algunos autores la desaparición de las reglas antes de
los 45 años. La MENOPAUSIA TARDIA, sería la desaparición de la
regla después de los 55 años.
• PREMENOPAUSIA: periodo de tiempo anterior a la menopausia,
que se inicia cuando comienzan a aparecer manifestaciones del
declinar de la función ovárica. Su duración varía de unas mujeres a
otras, siendo entre 2 y 10 años. Lógicamente está incluida en el climaterio; es su comienzo.
• POSTMENOPAUSIA: comienza entre 6 meses y 1 año después de
la última menstruación(menopausia) y finaliza con el comienzo de
la senectud, hacia los 65 años. Para algunos autores, serían sólo
los primeros 5 años tras la menopausia.
• PERIMENOPAUSIA:se ha utilizado como sinónimo de climaterio.
En la actualidad designamos con este término a los años que preceden a la menopausia, ya con alteraciones clínicas y hormonales,
hasta 1 año tras la misma.
2. Epidemiología
La edad de la menopausia varia entre los 48 y 55 años(2). No ha cambiado con el tiempo. Un 1% de mujeres la tienen antes de los 40. Se asocia
menopausia temprana con tabaquismo, vida en zonas altas y mujeres histerectomizadas, por posible fallo vascular. En España, la edad media es de 47
años (3 ).
Ha aumentado la población de menopáusicas por haberlo hecho la
expectativa media de vida. Aproximadamente un tercio de la vida de la mujer,
transcurre después del fallo ovárico.
—1
2—
8
En USA (1987), aproximadamente 40 millones de menopáusicas. En
ese mismo año en nuestro país, de los 20 millones de mujeres, mas de 6
también lo eran. Para la Comunidad Autonómica Valenciana se cifran entre
350 y 400.000 menopáusicas, en la actualidad.
Por lo que respecta al uso de anticonceptivos, SHOUPE y MISHELL (8),
refieren en USA (1.988), para mujeres entre 35 y 44 años, que un 61% utilizan
esterilización, un 8% preservativo, 4% diafragma, 2% DIU, 3% anticoncepción
hormonal oral(AHO) y un 6% el resto de métodos. Pero, desde el comienzo de
los 90, se ha registrado una tendencia al aumento de uso de AHO.
3. Endocrinología
Parece unánimemente aceptado, que el desencadenante de todo el
cuadro es el fallo ovárico primitivo, con depleción de folículos que sufren
atresia, ya desde la semana 20 de vida intrauterina y que continua a lo largo
de toda la vida de la mujer.
Los folículos, además, se hacen menos sensibles al estímulo gonadotropo, disminuyendo la producción de estrógenos. Se pierde el feed-back
positivo del estradiol, existiendo por tanto también, un fallo hipotalámico. No
hay fallo hipofisario, ya que en éstas mujeres el test de LHRH es normal (4).
El tránsito desde la función ovárica normal, hasta el fallo total, no es
en general, brusco, existiendo una primera fase (Premenopausia), que se
caracteriza en esquema por:
- FSH alta
- LH normal
- Estradiol normal
- Progesterona normal o baja
- Inhibina disminuida
- Folículos madurantes, disminuidos en número
- Ciclos cortos (fase folicular acortada), anovulares o insuficiencia de
cuerpo lúteo
- Frecuencia de ovulación disminuida
- Estroma ovárico sin cambios
Todos estos cambios se van acentuando, hasta llegar a la Menopausia establecida.
—1
3—
8
4. Manifestaciones clínicas
Pueden esquematizarse en:
Alteraciones CORTO PLAZO:
Menstruales
Vasomotoras
Psicológicas
Alteraciones MEDIO PLAZO:
Trofismo cutáneo-mucoso, genital y general
Alteraciones LARGO PLAZO:
Osteoporosis
Riesgo cardiovascular
Las alteraciones menstruales, así como los síntomas vasomotores y
psicológicos, están presentes en la Premenopausia. El resto, son mas propios
de una menopausia ya establecida, aunque existen variaciones individuales.
5. Anticoncepción en la premenopausia
Como consideraciones generales, debemos tener presentes las
siguientes:
1º La eficacia anticonceptiva debe ser máxima.
2º Debe permitir el mantenimiento de una vida sexual óptima.
3º Control de los síntomas cíclicos (tensión premenstrual, hipermenorrea, etc.)
4º Control del ciclo.
5º Control síntomas climatéricos.
6º Protección pérdida masa ósea.
Desde otro punto de vista, los factores que matizan la anticoncepción
en este grupo de mujeres, son de tres clases: Biológicos, Sociológicos y
Médicos.
—1
4—
8
Factores BIOLÓGICOS, ya comentados al citar los cambios hormonales:
- Déficit de estrógenos (fallo ovárico)
- Ciclos anovulares
- Disminución fertilidad
- Aparición síndrome climatérico
BOWEN-SIMKINS (7), preguntándose acerca de la fertilidad de mujeres entre 40-55 años, revisa un estudio de 139 neozelandesas, encontrando que la frecuencia de ovulación está asociada a la regularidad de la
menstruación, asi:
- regla sin alteraciones, 95% ciclos ovulatorios
- oligomenorrea, 34% ciclos ovulatorios
- espaniomenorrea, menos del 30%
De todas formas, en aquellas que mantienen el ciclo sin cambios, la
tasa de gestaciones permanece baja, seguramente por un aumento en fases
lúteas cortas o inadecuadas, alteraciones en el transporte ovular e implantación retardada.
Hemos de añadir en este grupo de factores, el riesgo materno-fetal
elevado que representa la aparición de una gestación en mujeres de más
de 35-40 años (5). En primer lugar supone un impacto psicológico importante, por tratarse en general, de una gestación no deseada que conlleva un
aumento en la demanda de interrupciones del embarazo.
La morbilidad materna gestacional, está aumentada: mayor tasa de
abortos espontáneos, mayor frecuencia de trastornos metabólicos gestacionales, de gestosis, etc.
Desde la vertiente fetal, incremento en la aparición de anomalías cromosómicas , de CIR, etc., en definitiva morbi mortalidad perinatal aumentada.
En la década de los 80, en el Hospital Universitario La Fe de Valencia,
tabulándose todas las gestantes atendidas en el Centro, 11% tenían 35 ó
mas años, siendo un 3% las de mas de 40 años.
Factores SOCIOLÓGICOS
Se trata de parejas que, por lo general, han completado su proyecto
reproductivo, por lo que la exigencia de eficacia anticonceptiva es mayor.
Quizás la actividad, el deseo y la respuesta sexual están modificados; dis-
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5—
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minuidos para algunos, o bien, como afirma KINSEY, la mujer goza entre los
35 y 45 años, de su mayor potencia sexual (11).
La frecuencia coital según FILSHIE y GUILLEBAUD (7), está disminuida a la mitad, de los 20 a los 40 años. Ahora bien, ésta disminución no es
real, si observamos todas las edades mezcladas y ello es así por tres circunstancias: la aparición de anticonceptivos mas eficaces, la actitud más
permisiva de la sociedad en la esfera sexual y el incremento de divorcios,
que con el cambio de pareja, estimulan la frecuencia.
La incorporación de la mujer al mundo laboral o bien en el otro
extremo, la mujer en tareas domésticas, que encuentra perdido su papel con
los hijos, al emanciparse éstos. La sensación personal de pérdida de atractivo para la pareja. La existencia de conflictos reales de pareja, etc. Son
todos estos factores en conjunto, los que pueden ocasionar cuadros de
ansiedad-depresión en la premenopausia, que no debemos favorecer con
una anticoncepción inadecuada.
Factores MEDICOS:
Mas que médicos serían ginecológicos. Hemos citado la posibilidad de
alteraciones menstruales funcionales, pero no debemos olvidar la gran frecuencia de úteros miomatosos, que desaconsejan el uso de determinados
métodos. Las distopias genitales son igualmente muy frecuentes, acompañadas o no, de problemas de continencia urinaria.
Hay que tener presente, la exigencia de un diagnóstico precoz del cáncer genital y mamario que puede modificar el método anticonceptivo a aplicar.
Finalmente, además de nuestra recomendación anticonceptiva, va a
influir en la elección del método, cuestiones tales como experiencia anticonceptiva previa, razones culturales, creencias religiosas, actividad sexual,
motivación de ambos miembros de la pareja, confort personal, etc.
6. Métodos anticonceptivos
6.1. ANTICONCEPCION HORMONAL ORAL
Afortunadamente clínicos y pacientes han reconocido que los anticonceptivos hormonales orales de baja dosificación, son un método muy seguro
para las mujeres de mas de 35 años, sanas y no fumadoras (6).
Entre los años 75 y 80, informes epidemiológicos como los del Royal
College of General Practitioners y de la Oxford Family Planning Association,
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6—
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desaconsejaban el uso de anticonceptivos orales en mujeres fumadoras, de
mas de 35 años o con mas de 5 años previos de uso continuado, por encontrar elevado el riesgo cardiovascular (infarto de miocardio, accidentes vasculares cerebrales, tromboembolismo venoso periférico, embolismo pulmonar,
etc) y la mortalidad, comparando con mujeres menores de 35 años, fumadoras y no fumadoras y con usuarias de otros métodos, no hormonales (9, 10).
Estas encuestas incluyen mujeres que utilizaban píldoras de la primera generación, con altas dosis de estrógeno (50 ó mas microgramos), y
gestágeno (250 microgramos de levonorgestrel) y con tiempos de uso muy
dispares, asi como sin una valoración adecuada de factores de riesgo
(tabaco, hipercolesterolemia, hipertensión arterial, obesidad y diabetes).
Con la rápida disminución en la cantidad del componente estrogénico
a 35, 30, 20 e incluso 15 microgramos de etinil estradiol, prácticamente el
único estrógeno utilizado en la actualidad y el paso a los gestágenos de tercera generación (desogestrel, gestodeno y norgestimato), se han minimizado los riesgos , por lo que respecta a infarto agudo de miocardio y accidente vasculo cerebral
Al comienzo de los 90 y para la trombosis venosa periférica, se describe un riesgo aumentado hasta el doble, en preparados con Desogestrel y
Gestodeno, comparando con los de Levo-norgestrel. La tendencia es hacia
un aumento del riesgo, especialmente en los tres primeros meses de uso. Un
porcentaje elevado de estas pacientes son obesas, presentan déficit congénitos de antitrombina III, de proteina C y S o una entidad conocida como
resistencia a la proteina C activada (16), cuya prevalencia varia en distintas
localizaciones geográficas y está causada por una mutación del factor V de
Leiden(17, 18). Los anticonceptivos orales multiplican por 30 el riesgo relativo de estas pacientes (8 veces superior para heterozigotas y 80 veces para
las homocigotas). La prevalencia más alta de esta mutación, se encuentra
en europeos (3-4% de la población general), siendo muy rara en el resto.
SPEROFF y DARNEY (6), refieren para USA en 1988, que entre 35 y
44 años, solo el 5% de mujeres usan contracepción oral y si consideramos
40-44 años, son el 3%, comparando con el 68% para el grupo de 20-24
años.
En la actualidad, el planteamiento anticonceptivo hormonal oral en la
premenopausia, debe contemplar los siguientes puntos:
1º Respetar contraindicaciones
2º Valorar factores de riesgo
3º Selección preparado
4º Balance Riesgo/Beneficio
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Como contraindicaciones absolutas recordaremos:
- Embarazo
- Hemorragia genital no etiquetada
- Antecedentes de enfermedad cardiovascular (IAM, AVC, trombosis
periférica)
- Antecedentes de cáncer de mama
- Hiperlipidemia familiar
- Enfermedad hepática aguda o crónica
- Fumadora mayor de 35 años
No listaremos las contraindicaciones relativas,
hacer hincapié en los factores de riesgo:
pero si queremos
• EDAD: superior a 35 años, si se asocia a otro factor. Mujer sana de
35 ó mas años, no fumadora, no tiene ningun incremento del riesgo.
• TABAQUISMO
• HIPERTENSIÓN ARTERIAL
• DISLIPEMIAS
• OBESIDAD
• DIABETES
Preparado Monofásico o Trifásico, con 35, 30, 20 e incluso 15 microgramos de Etinil estradiol, asociado a Gestágeno de Tercera Generación
(Desogestrel, gestodeno) y eventualmente de segunda (Levonorgestrel, Norgestimato) y Acetato de Ciproterona.
Siguiendo a SPEROFF y DARNEY(6), son de esperar en la premenopausia, los siguientes beneficios:
- Anticoncepción efectiva, que ocasiona menor necesidad de abortos
terapéuticos y de esterilización quirúrgica.
- Disminución cánceres de endometrio y ovario.
- Menor patología mamaria benigna, asi como menos quistes de ovario, miomas uterinos y embarazos ectópicos.
- Reglas mas regulares; disminución dismenorrea.
- Menos anemias
- Aumento de densidad ósea.
- Probablemente menos endometriosis y protección frente a arteriosclerosis.
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8—
Actualmente no hay razón para que mujeres sanas, no fumadoras, de
mas de 35 años, no puedan utilizar anticonceptivos orales de baja dosis,
hasta la menopausia. No tienen incremento de riesgo de muerte cardiovascular.
Es difícil conocer cuando es seguro cambiar la anticoncepción oral a
la terapeutica hormonal sustitutiva de la menopausia y es importante porque
la dosis de estrógenos requerida en THS, es cuatro veces menor. A pesar
de todo, puntualicemos que esta dosis tiene un impacto insignificante sobre
el sistema coagulación-fibrinolisis.
Se puede tratar de establecer el comienzo de la postmenopausia,
midiendo los niveles de FSH anualmente, alrededor de los 50, en el 6º-7º dia
de descanso de la píldora. Cuando la FSH es mayor de 30 mU/ml., se debe
cambiar a THS.
Concluiremos este apartado diciendo que los beneficios para la salud
y la eficacia de los anticonceptivos orales de baja dosis, los convierten en
una opción beneficiosa para mujeres sanas, de mas de 40 años y no fumadoras.
Solo de pasada hacer una pequeña referencia a la llamada MINIPILDORA DE PROGESTERONA, comercializada recientemente en nuestro
país, conteniendo 75 microgramos de Desogestrel, para periodos de tratamiento de 28 dias continuados, sin establecer ningun periodo de descanso.
Crea un endometrio involutivo y atrófico y un moco cervical hostil. Sólo presentan ovulación en el 40% de los casos.
Se ha descrito una mayor tasa de embarazos ectópicos, respecto a la
píldora combinada, por enlentecer el transporte del óvulo a lo largo de las
trompas. Así mismo puede ocasionar sangrados irregulares por el efecto
descrito sobre el endometrio..
Está indicada sobre todo, durante la lactancia, ya que no modifica la
secreción en cantidad ni calidad. Igualmente en mujeres de más de 40-45
años y en situaciones en las que están contraindicados el uso de estrógenos.
6.2. ANTICONCEPCION HORMONAL DE DEPOSITO
Los anticonceptivos de depósito, son eficaces, fáciles de uso y de
acción prolongada. Tienen entre 1 mes y 5 años de duración. Todos llevan
un gestágeno y todos modifican o alteran el ciclo menstrual.
Básicamente tres tipos:
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• INYECTABLES:
- Mensual (Estrógeno+Gestágeno)
- Bimensual (Enantato de Noretisterona)
- Trimestral (Acetato de Medroxiprogesterona)
• IMPLANTES SUBDERMICOS:
- Biodegradables: Capronor
- No biodegradabldes: Norplant
• ANILLOS VAGINAL
El inyectable mensual referido, está comercializado en nuestro país
con el nombre de Topasel. Se trata de Enantato de estradiol y acetofénido
de algestona. No es un preparado de elección en la premenopausia, por lo
que no haremos mas comentarios.
Existe un inyectable bimensual, conteniendo enantato de noretisterona, que por razones que no conocemos, fue retirado del comercio en
España, hace algunos años. Se sigue utilizando en otros paises.
Si conocemos y tenemos amplia experiencia, con el Acetato de
Medroxiprogesterona de Depósito (AMDP), en la premenopausia.A dosis de
150 mgr. Intramuscular cada 3 meses, proporciona una eficacia anticonceptiva de prácticamente el 100% (12). Existe amenorrea en todos los casos, a
partir del segundo trimestre de uso, acompañándose de sangrado irregular
inicial y de algun sangrado posterior, nunca de gran intensidad, en el 32% de
los casos. Aproximadamente la mitad de las mujeres experimenta un
aumento de peso entre 1 y 2 kg. en el primer año de uso. No modifica la tensión arterial ni hemos encontrado alteraciones metabólicas. La compliance
de las usuarias de mas de 40 años es buena, si se explican adecuadamente
los problemas descritos. Tiene especial indicación cuando el uso de estrógenos está proscrito; durante la lactancia, deficientes mentales y cuando se
desea este método.
No disponemos en nuestro país de ninguno de los modelos de implantes subdérmicos, ni de anillos vaginales.
El mas difundido de los implantes, es el no biodegradable, denominado NORPLANT, que consta de 6 cápsulas de Silastic que contienen Levonorgestrel y cuya duración de efecto es de 5 años(19). Hace falta practicar
una pequeña incisión en el brazo para la inserción y retirada de las cápsulas.
Vale para este implante lo dicho mas arriba para el inyectable de Medroxiprogesterona. El uso de Norplant está difundido en paises del tercer mundo.
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0—
9
6.3. DISPOSITIVO INTRAUTERINO
Es un buen anticonceptivo reversible para la premenopausia en parejas monógamas, en las que el riesgo de enfermedad inflamatoria pélvica es
muy bajo.
Presenta una eficacia anticonceptiva alta: índice de Pearl alrededor de 1.
Quizás en úteros miomatosos puede ocasionar Menorragias y anemia, que obliguen a abandonar el método.
Se ha descrito en la mujer añosa, la posibilidad de mayores dificultades de inserción por rigideces en el conducto cervical y mayor riesgo de perforaciones uterinas.
La presencia de algun sangrado irregular en este grupo de edad, nos
obliga a la retirada del dispositivo y estudio del endometrio.
En la actualidad estamos utilizando DIU librador de cobre o de hormonas (Progesterona o levonorgestrel).
Tenemos amplia experiencia con DIU de 375-380 mm de Cu, usado
hasta la menopausia o hasta que la presencia de alteraciones menstruales
aconsejan su retirada.
El DIU liberador de Levonorgestrel ha sido comercializado recientemente en nuestro pais (Mirena)(20).
Existe amplia experiencia de uso en paises del Norte de Europa y en
Sudamérica (Brasil, Chile, etc.). Presenta a nuestro juicio unas ventajas
importantes para la premenopausia, por el efecto añadido del levonorgestrel
sobre el endometrio, que al final del primer año de uso, está prácticamente
atrófico y aparece amenorrea. No existe riesgo de hiperplasias endometriales y la eficacia anticonceptiva es prácticamente 100%. La duración de su
uso es de cinco años, aunque mantiene prácticamente las mismas tasas de
eficacia hasta el 7º año.
6.4. METODOS DE BARRERA
Estarían prácticamente indicados en parejas añosas, cuya frecuencia
de relaciones está francamente disminuida.
Nos estamos refiriendo a Preservativo Masculino y Femenino, Diafragma, Esponja vaginal, asociados a sustancias espermicidas, que además
pueden ser una ayuda cuando existe sequedad vaginal.
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La tasa de fallos en este grupo es de 2-3% para el Diafragma y de
alrededor de 1% para el preservativo lubricado con espermicida.
El preservativo femenino tiene una tasa de fallos < 1% y presta una
protección adicional a parte de los genitales externos, frente a ETS.
El uso del diafragma y del preservativo femenino, estaría dificultado en
las distopias genitales. Algunas disfunciones sexuales del varón, podrían dificultar el uso de preservativo masculino.
6.5. METODOS NATURALES
El uso de la temperatura basal, cambios en el moco cervical y cálculo
respecto a la duración del ciclo, es posible con cierta facilidad hasta los 40
años, en general. Después, por las características hormonológicas de la premenopausia, ya descritas, este control es mas cuestionable en muchas
mujeres. Hace falta una motivación personal muy importante, ética o religiosa, en las parejas que siguen estos métodos.
6.6. METODOS QUIRÚRGICOS.6.6.1. BLOQUEO TUBÁRICO
Ha sido y quizás todavía es el método anticonceptivo mas solicitado
en mujeres de más de 35 años, en la última época. A ello ha contribuido con
seguridad, la facilidad proporcionada por las técnicas laparoscópicas, que
apenas requieren hospitalización.
No vamos a repasar ahora las distintas técnicas. Simplemente hemos
de hacer hincapié en que se trata de un método quirúrgico, con invasión de
la cavidad peritoneal y con anestesia general y que aunque la tasa de complicaciones graves es muy baja, deben quedar perfectamente explicadas en
el consentimiento informado que se presenta a la mujer.
Se han descrito alteraciones menstruales post bloqueo tubárico, atribuidas a problemas de vascularización del ovario, tras el acto operatorio. Los
resultados expuestos por distintos autores (13, 14), no son coincidentes.
El método debe ser considerado irreversible. En nuestro ambiente
apenas hemos recibido demandas de repermeabilización, sobre todo en este
grupo de mujeres (premenopáusicas).
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6.6.2. VASECTOMÍA
Es un método muy popular, sobre todo en la última década. Es una
intervención segura, fácil y efectiva, que se practica con anestesia local de
forma ambulatoria. Apenas presenta morbilidad inmediata.
La reversibilización de la misma es relativamente fácil. Mas del 50%
de vasectomizados, presentan anticuerpos antiespermáticos, que condicionan una baja tasa de fertilidad.
Se ha descrito alguna posible relación con alteraciones del metabolismo lipídico, no confirmada.
Es un buen procedimiento para parejas en la premenopausia y
supone una participación activa del varón en el control de la fertilidad.
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3—
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El impacto de las enfermedades de
transmisión horizontal y vertical sobre
la reproducción
Fernando Naranjo De la Puerta
Hospital de la Ribera - Alzira
EL IMPACTO DE LAS ENFERMEDADES DE
TRANSMISIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL SOBRE
LA REPRODUCCIÓN
Fernando Naranjo De la Puerta
Servicio de Ginecología
Hospital de la Ribera - Alzira
Es frecuente encontrar parejas afectas de esterilidad en las que el
estudio de la mujer no demuestra alteraciones endocrinológicas, no presentan anomalías en las pruebas radiológicas con contraste o histerosalpingografías (HSG), presentan un ciclo menstrual normal y en el estudio de sus
parejas se evidencia un semen normal. En otros casos se evidencian alteraciones significativas en las trompas de Falopio, ya sea mediante la histerosalpingografía o la laparoscopia.
En ambos casos se ha intentado relacionar su problema reproductivo
con la presencia de gérmenes que alterarían el medio en el que se desarrollan, impidiendo la migración del espermatozoide a través del cérvix o de la
trompa, la captación del óvulo por la trompa o la nidación del embrión en el
endometrio.
Así mismo, cuando se estudia a los varones de las parejas con dificultades para conseguir un embarazo es frecuente encontrar antecedentes
de infecciones genitales o la presencia de gérmenes a nivel seminal que
interfieren la capacidad fecundante del semen.
Los gérmenes implicados pueden alcanzar el aparato genital interno
de la mujer a través de la vagina, ya sea tras contacto sexual -enfermedades de transmisión sexual (ETS)- o lo que es menos frecuente, tras maniobras quirúrgicas. Una tercera vía es a través de la sangre o vía hematógena,
que se encuentra implicada en los casos de tuberculosis genital, lo que hoy
día es raro.
El espermatozoide es el portador más frecuente de gérmenes, que se
unen a su membrana siendo transportados rápidamente al interior del aparato genital.
En el caso del varón las infecciones pueden actuar sobre la misma
glándula productora de los espermatozoides produciendo una inflamación
del testículo u orquitis que alteraría la producción espermática, como sobre
las glándulas anejas (próstata, vesículas seminales) lo que alteraría el medio
—1
9—
en el que debe desenvolverse el espermatozoide disminuyendo su capacidad fecundante.
De todos los gérmenes implicados en las ETS (Tabla 1), solo unos
pocos van a tener una incidencia clara sobre la capacidad reproductiva de la
mujer. Básicamente algunas bacterias y algunos virus.
Las bacterias que mayor repercusión sobre dicha capacidad reproductora
pueden tener son las que producen inflamación uretral o uretritis (gonococo,
clamydia, ureplasma y mycoplasma), por sus complicaciones a largo plazo.
Otras pueden estar implicadas en lesiones o enfermedades graves
postnatales como la sífilis o los estreptococos del grupo B.
Los virus van a alterar poco la capacidad reproductora, pero van a dificultar la posibilidad de aplicación de técnicas de reproducción asistida por
requerirse técnicas especiales para eliminarlos, técnicas que no están al
alcance de todos los laboratorios y que si no se aplican existe el riego de
transmisión de la enfermedad, ya sea a la mujer o al feto.
La Neisseria Gonorreae o gonococo va a afectar a la uretra donde va
a ocasionar una uretritis o al cérvix uterino donde ocasiona una cervicitis. Lo
más habitual es que se afecten las dos estructuras simultáneamente.
La afectación uretral, tanto en el varón como en la mujer produce sintomatología miccional con dolor a la micción o disuria, sensación de no
haber finalizado la micción o tenesmo, múltiples micciones de escasa cuantía o polaquiuria y emisión de secreciones uretrales matutinas.
En la mujer la afectación cervical es habitual con afectación local que
se refleja en hiperemia, dolor a la movilización cervical (coito doloroso con la
penetración profunda) y flujo abundante o leucorrea.
Su capacidad para ascender desde cérvix hasta trompas y peritoneo
puede afectar a estas estructuras dando lugar a una enfermedad pélvica
inflamatoria, que de no ser tratada de forma adecuada alterará su función y
su anatomía condicionando una infertilidad posterior.
El cuadro gonocócico clásico en el varón es la secreción uretral purulenta matutina que se acompaña de molestias urinarias. El gonococo también afecta otras estructuras como son el ano, el recto y la región oro-faríngea si es que tiene la oportunidad de acceder a ellas, pudiendo ocasionar
una infección diseminada con afectación de otros órganos a distancia.
En el varón se puede afectar la uretra por gérmenes distintos al gonococo, pudiendo presentarse de dos formas:
• Uretritis postgonocócica, habitualmente producida por Chlamydia t.
y que aparece en un paciente tratado de uretritis gonococica que
respondió al tratamiento. Al tener el gonococo un periodo de incu-
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0—
bación más corto que la clamydia, tras ser tratado con un antibiótico que no afecta a la clamydia, aparecerá la sintomatología tras 12 semanas sin síntomas.
• Uretritis de etiología desconocida, en la que no se aísla Chlamydia
t. ni Ureaplasma u.
• Tanto la clamidia como el ureaplasma se han aislado también de la
uretra de varones asintomáticos (sanos?)
En la mujer la infección por Chlamydia t. es la causa más frecuente de
ETS, afectando de forma crónica al paciente, quien por lo general se
encuentra asintomático. Produce una infección crónica de las trompas de
Falopio y es capaz de crear un importante síndrome adherencial peritoneal,
con formación de seudo quistes rellenos de líquido claro que pueden infectarse posteriormente con gérmenes anaerobios, dando lugar a un cuadro
grave de peritonitis, con secuelas de adherencias y alteraciones de la anatomía de las trompas que disminuyen la fertilidad.
Otros gérmenes implicados en las uretritis no gonocócicas podrían
alterar la fecundidad por distintos mecanismos, así el Mycoplasma h. puede
inhibir la migración espermática por alteración de las células ciliadas de la
trompa y ciertas cepas de Ureaplasma u. producen sustancias similares a la
neuraminidasa que interfiere con la implantación y desarrollo del blastocisto
en ratones.
Su presencia es mas frecuente en mujeres estériles sin causa aparente que en los controles, no estando claro cual de los dos, o si son los dos
los juntos los que alteran la fertilidad.
Tal y como se ha dicho anteriormente, la infección por estos gérmenes
en una mujer podría dar lugar a la aparición de una Enfermedad Pélvica
Inflamatoria (EPI), que es la infección del aparato genital interno y espacios
pélvicos, habitualmente producida por gérmenes transmitidos por las relaciones sexuales.
Como ETS es una enfermedad que transmiten, pero no padecen los
hombres.
Es la infección más relevante de la mujer joven , no gestante, en los
países desarrollados y es la complicación más importante de las ETS excluyendo el SIDA. Así mismo es la única, salvo el SIDA, que puede poner en
peligro la vida de la mujer en caso de rotura de un absceso tubo-ovárico.
Es un proceso polimicrobiano que afecta a todo el aparato genital
interno de la mujer y que puede tener mayor manifestación clínica en una
parte del mismo (endometrio, trompa, peritoneo, ..etc).
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1—
Tras la infección del endocérvix, los gérmenes alcanzan el endometrio
y desde allí pueden tomar dos caminos diferentes: a través de la trompa
hasta alcanzar el peritoneo, ruta que es seguida habitualmente por el gonococo, o a través de los linfáticos hasta invadir los parametrios y desde allí
extenderse a todo el peritoneo de pelvis menor, o en los casos graves afectar a toda la cavidad abdominal.
Como consecuencia de la infección de las trompas y de la oclusión del
extremo distal de las mismas, para evitar el paso de gérmenes y detritus a
la cavidad peritoneal, esta se llena de pus que en caso de rotura puede
poner en peligro la vida de la mujer. Si el proceso es dominado, ya sea de
forma natural o con la utilización de antibióticos, el contenido purulento
acaba transformándose en líquido de aspecto acuoso que rellena la trompa
(hidrosalpinx). En estos casos la trompa no puede cumplir su función de
transporte, impidiendo la fecundación. Además, la existencia de hidrosalpinx
parece disminuir las posibuilidades de gestación en las mujeres que se
someten a técnicas de reproducción asistida.
Otra complicación importante de este tipo de infecciones es la aparición de adherencias que pueden afectar al peritoneo que rodea los genitales
internos o a toda la cavidad peritoneal. Estas adherencias pueden dar lugar
a cuadros de dolores abdominales persistentes y sobre todo alterar la anatomía y la función de las trompas lo que contribuye a aumentar el riesgo de
esterilidad posterior de la mujer.
La enfermedad pélvica inflamatoria afecta aproximadamente al 1 % de
las mujeres, siendo diferente su frecuencia en función de la edad, así se presenta en:
– 9,5 a 14 casos/1000 mujeres en edad fértil
– 18 a 20 casos/1000 mujeres entre 15 y 24 años
Tiene una gran tendencia a repetirse, recidivando en el 20 al 60 % de
los casos
Al tratarse de una ETS el riesgo de padecerla está en función del tipo
de actividad sexual de la mujer y del método contraceptivo que habitualmente utilice, protegiendo efectivamente los métodos de barrera (condón o
preservativo femenino) y con algo menos de eficacia las sustancias espermicidas.
La mujer va a presentar una serie de síntomas que son el reflejo de la
afectación de los órganos genitales internos como es el dolor pélvico difuso,
el flujo intenso, el sangrado irregular y las molestias durante el coito con
posible hemorragia postcoital.
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La afectación de la uretra va a provocar molestias durante la micción,
y si la afectación es grave se va a producir fiebre y malestar general con nauseas y vómitos. En los casos graves y sobre todo si la mujer es adolescente
se debe de ingresar a la paciente, porque las secuelas y por lo tanto su
repercusión en la capacidad reproductiva posterior va a estar muy relacionada con la inmediatez y la idoneidad del tratamiento inicial.
En el hombre, la infección por estos gérmenes va a afectar fundamentalmente a la próstata y al epidídimo, siendo hoy día muy raros los cuadros de estenosis uretrales, linfangitis del pene o los abscesos periuretrales.
La prostatitis crónica constituye una complicación de la prostatitis
aguda y afecta al 13-20 % de estos pacientes. Es el Ureaplasma u el causante mayoritario de las prostatitis crónicas.
Como existen portadores sanos en uretra, se considera que existe
infección cuando se produce un incremento del número de leucocitos presentes en el semen (más de 20 por campo de 40 x).
Las infecciones agudas del aparato genital son causa de infertilidad,
ya que pueden producir lesiones en próstata, epidídimo e incluso en tejido
testicular. La tendencia a la cronicidad de estas infecciones aumentan el
riesgo de una lesión permanente en estas estructuras que aumentan el
riesgo de esterilidad.
Desde el primer trabajo de Gnarpe y Friberg en 1973, en el que comunicaron la mayor frecuencia de Ureplasma u en el semen de varones infértiles que en los que no lo eran se han realizado múltiples estudios con resultados dispares y poco concluyentes.
Con los datos actuales, se considera a la infertilidad masculina como
una complicación de la uretritis no gonocócica aguda que cursa con epididimitis, dudándose de que las prostatitis producidas por Ureplasma o
Chlamydia sean causas de infertilidad.
La reproducción puede verse afectada no sólo por la imposibilidad de
conseguir la fecundación, si no que una vez conseguido el embarazo, este
puede verse afectado por la presencia de gérmenes que en los inicios pueden provocar un aborto, y al final de la gestación producir enfermedades graves en el feto y en el recién nacido.
Se han relacionado con el aborto espontáneo a ciertas bacterias como
Chlamydia t, Micoplasma o/y Ureaplasma u, a parásitos como el Treponema
palidum y a la infección por determinados virus como son los de la familia de
los herpesvirus (tipos 1, 2 y 5) y al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Al final de la gestación un caso especial lo presenta el Streptococoagalatiae.
— 20
3—
La mujer puede ser portadora asintomática, con la presencia del germen en recto y/o vagina, produciéndose la infección del feto durante el parto,
siendo mayor el riesgo si existe:
–Rotura prematura de membranas
–Fiebre intraparto
–Prematuridad
Existe la posibilidad de evitar la infección neonatal mediante la detección en la semana 35 de gestación, para lo que se realiza una toma para cultivo de introito vulvar y otra de ano.
Si el resultado de los cultivos es positivo es inútil el tratamiento inmediato de la madre, ya que la reinfección es lo habitual, siendo muy difícil, si no
imposible, la erradicación del germen. Se debe establecer tratamiento antibiótico durante el parto en los casos positivos, habitualmente con penicilina.
De los virus que pueden afectar a la reproducción, el más importante
es el de la inmunodeficiencia humana o VIH. Actualmente la vía heterosexual
es la más frecuente en la transmisión del VIH y aunque en el caso de la
paciente portadora del virus no se altera la capacidad reproductora, sí que
puede afectar al futuro hijo, que corre el riesgo de sufrir un SIDA precoz.
En la actualidad se han establecido una serie de hechos con respecto
a la presencia del virus durante la gestación:
• Existe una transmisión transplacentaria precoz.
• Puede existir una transmisión transplacentaria tardía.
• La transmisión es posible en el momento del parto.
• El VIH está presente en la leche, por lo que se debe de evitar la lactancia materna.
• Una vez el recién nacido en casa, la transmisión horizontal familiar
es prácticamente nula.
• No existe diferencia en la evolución de la enfermedad en mujeres en
función de haber tenido o no un embarazo. Es decir, no aumenta el
riesgo de evolución hacia el SIDA en la mujer portadora del virus
por el hecho de gestar.
• Debe administrarse tratamiento antiretroviral a toda mujer embarazada para disminuir el riesgo de transmisión al feto.
Con relación al momento del parto, hoy día se considera indicada la cesárea electiva en la mujer portadora de VIH. Si por cualquier motivo no se realizase
una cesárea electiva, hay que evitar maniobras que lesionen al feto en el
momento del parto (electrodos de monitorización interna, realización de pH).
— 20
4—
BACTERIAS
Neisseria gonorrhoeae
Chlamydia trachomatis
Treponema pallidum
Haemophilis ducreyi
Mycoplasma hominis
Ureaplasma urealyticum
Calymmatobacterium granulomatis
Shigella spp.
Campylobacter spp.
Streptococos del grupo B
HONGOS
Candida albicans
PARÁSITOS
Phtirus pubis
Sarcoptes scabiei
VIRUS
Herpesvirus alfa humano tipos 1 ó 2
Herpesvirus beta humano tipo 5 (citomegalovirus)
Virus de la hepatitis B
Virus del papiloma humano HPV
Virus del molluscum contagiosum
Virus de la inmunodeficiencia humana
PROTOZOOS
Entameba histolytica
Giardia lamblia
Trichomonas vaginalis
Tabla 1. Gérmenes implicados en las enfermedades de transmisión sexual
— 20
5—
BIBLIOGRAFÍA
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— 20
6—
.
Arrepentidos de la esterilización
Dr. José María Rubio Rubio
Hospital Universitario La Fe. Valencia
ARREPENTIDOS DE LA ESTERILIZACIÓN
Dr. José María Rubio Rubio
Médico Adjunto del Servicio de Ginecología (Reproducción Humana)
Hospital Universitario La Fe, Valencia
Epidemiología
La esterilización voluntaria representa en la actualidad el método de
contracepción mas usado en el mundo y el que ha experimentado un crecimiento más abrumador. En el año 1970 se calculaba que se habían practicado unos 15 millones de esterilizaciones (Ravenholt TR, 1980). En sólo 10
años esta cifra había ascendido a 100 millones mostrando una clara tendencia a continuar subiendo, tanto en países desarrollados como subdesarrollados. Ya en 1977 se citaba que en EEUU el 31,3 % de parejas casadas
habían optado por la esterilización tubárica o vasectomía (Westoff CF, 1977)
y en la encuesta del consejo de población estadounidense se citaba que en
1993 la esterilización masculina y femenina representaba nada menos que
el 41% de todos los procedimientos contraceptivos en uso en todo el
mundo.(Ross JA, 1993)
En general, se acepta una demanda creciente de procedimientos de
esterilización en todo el mundo que podría llegar a representar que el 50%
de los usuarios y usuarias de contracepción optasen por este método.
La esterilización femenina y los dispositivos intrauterinos son los
métodos más usados en los países en vías de desarrollo, mientras que los
contraceptivos orales y el condón son los más usados en países desarrollados (Manuaba IB, 1993)
Es obvio que la demanda de esterilizaciones femeninas está aumentando de forma vertical en los países del tercer mundo donde se establecen
políticas de contención demográfica. Por ejemplo, en Bali se utiliza en el
7,8% de parejas que buscan planificación familiar y en el 5,1% en toda Indonesia, países donde la técnica de esterilización se ha introducido más tarde,
lo que hace pensar que la demanda crecerá hasta alcanzar las cifras de los
países occidentales en pocos años y siempre que se mantengan los planes
de control de la población.
— 20
9—
Los cálculos son que el 16% de las mujeres fértiles del mundo han
sido actualmente esterilizadas por estos métodos, lo que eleva la cifra a
unos 138 millones de mujeres.
Elección del método de esterilización
Después de revisar numerosos métodos de esterilización femenina
cabe preguntarse cuál es el mejor o el más adecuado en orden de eficacia,
menor morbilidad, coste económico y, como no, posible reversibilidad. También se debería tener en cuenta las características psicológicas de la
paciente y su disposición hacia la esterilización.
Analizemos algunos de los aspectos que van a condicionar la elección
del método de esterilización:
Dificultad quirúrgica
El porcentaje de dificultad se sitúa entre el 12,5% y el 2,4%, siendo
máximo para los casos de clips y mínimo para la laparoscopia por punción
dirigida con colocación de anillos de silactic (Bhiwandiwala PP 1982) Las
causas de dificultad fueron las características de la pacientes (obesidad,
cicatrices y adherencias) y las deficiencias y fallos del instrumental.
Se plantean más fallos de instrumental con los procedimientos laparoscópicos que con la minilaparotomía. Por este motivo la OMS recomendó
en 1982 el uso de la minilaparotomía con la técnica de Pomeroy modificada
para aquellas clínicas que se encontrasen alejadas de un hospital con servicios quirúrgicos especializados (WHO,1982)
Morbilidad
Se estima que la morbilidad varía entre el 1 y el 6% de casos, incluyendo la hemorragia, el enfisema, la fiebre, la lesión de órganos vecinos
(lesión de vasos pelvianos y de los genitales, lesiones de intestino, desgarros del mesenterio, quemaduras de intestino y de la vejiga) y la rehospitalización por causa derivada de la esterilización.
Son factores de riesgo la obesidad, la diabetes, las enfermedades
intercurrentes, la cirugía previa sobre abdomen y la enfermedad inflamatoria pélvica.
La morbilidad de la esterilización en el posparto inmediato es mayor
que tras un período posterior al mismo.
— 21
0—
La morbilidad en la esterilización laparoscópica es mayor cuando se
usa instrumental con una sola puerta de entrada que cuando se utiliza una
segunda punción.
Mortalidad
Las tasas netas de mortalidad se sitúan entre 2 y 10 por 100.000
mujeres esterilizadas y dependen, especialmente, del país al que se refieran
y al tipo de anestesia usada más que al procedimiento de la esterilización.
Las principales causas de muerte por orden de frecuencia fueron la
anestesia, la lesión intestinal, la infección, las hemorragias intraabdominales
y otras causas menores. La mortalidad fue mayor en los casos de minilaparotomía (5,9/100.000) que en los casos de laparoscopia (2,9/100.000).
Cuando se estudian casuísticas de países desarrollados las tasas son
menores, situándose entre 1 y 2 por 100.000 mujeres esterilizadas.
Fracasos
Se considera fracaso la producción de un embarazo tras la esterilización tubárica.
En los grandes estudios multicéntricos se citan cifras de fracasos que
oscilan entre el 0,6% para pacientes no gestantes y el 3,28% para esterilizaciones llevadas a cabo en el puerperio o en el postaborto (Chi IC, 1981)
Perfil de la mujer que se realiza la esterilización tubárica
Las características epidemiológicas que voy a referir están sacadas
de un artículo publicado por Wilcox en Fértil and Steril en 1991 sobre un total
de 7590 pacientes que se realizaron la esterilización tubárica.
Así obtenemos el siguiente perfil:
Edad 25-35 años
Raza blanca - 60%
Recién nacidos vivos de 1 a 2 - 60%
Estado marital: casadas - 63%
Intérvalo en la ET - 73%
Religión 60% protestante
Años casadas media = 8 años
— 21
1—
Secuelas de la esterilización femenina
Cuatro son los puntos a destacar entre las posibles dificultades a las
que ha de enfrentarse la paciente a la que hemos realizado una esterilización tubárica:
1. TRASTORNOS MENSTRUALES TRAS LA ESTERILIZACIÓN
En la década de los 80 se empieza a hablar del síndrome post-ligadura de trompas, entidad mal definida que comprendería síntomas tan diversos como irregularidad menstrual, menorragias, sangrado intermenstrual y
dismenorrea.
La justificación fisiopatológica se ha explicado a través de las alteraciones de la función ovárica, como consecuencia de la perturbación del riego
sanguíneo y/o de la inervación sufridos por la gónada a raíz del daño inflingido al meso de la trompa.
Estudios posteriores no han encontrado alteraciones en la función
ovárica (estudiando la fase lútea), ni alteraciones menstruales.
2. PROBLEMAS PSICOLÓGICOS Y ARREPENTIMIENTO
La consideración fundamental que hay que tener en cuenta antes de
proceder a la esterilización tubárica es la MOTIVACIÓN.
La pareja debe ser ampliamente informada de todas la alternativas
contraceptivas o de esterilización masculina, de las dificultades de la reconstrucción, de los riesgos y de los fracasos de las diversas técnicas.
Dentro de la pareja debería existir un acuerdo total, de tal modo que
la esterilización la sufra aquella parte que esté más motivada para hacerlo.
Una mujer que llega a la mesa de operaciones coaccionada o poco convencida de la esterilización es una fuente de conflictos para el futuro.
En nuestro medio se dan dos tipos de actitudes: el sentimiento de culpabilidad, basado en creencias religiosas, y el sentimiento de mutilación por
la pérdida de una función que se considera parte de la feminidad.
Existen pocos estudios que valoren la incidencia de problemas psicológicos y/o psiquiátricos derivados de la esterilización. Las modificaciones de
la conducta y actitudes sexuales después de la esterilización tubárica han
— 21
2—
sido también motivo de numerosos estudios. La mayor parte de experiencias
demuestran que no se producen cambios en la líbido, frecuencia de coitos o
grado de satisfacción sexual, aunque otros encuentran diferencias a favor de
una mejor fase de excitación, una vida sexual más relajada y modificaciones
en la percepción de la feminidad (Kjer JJ, 1990)
Es evidente que existe una disminución del deseo y la frecuencia coital con el paso del tiempo, pero hay quien señala que, en los efectos a corto
plazo, es notable el aumento de relaciones sexuales en las mujeres esterilizadas, especialmente durante el primer año, efecto que, por otra parte, era
de esperar al desaparecer el miedo a la gestación (Shain RN, 1991).
Una de las posibilidades que debe ser explorada en cualquier caso es
aquella en que la mujer solicite más tarde la reanastomosis de las trompas.
No es fácil preveer que número de pacientes van a solicitar la intervención,
pero se estima que sucede entre el 1 y el 10%, dependiendo de grupos
sociales y otras características demográficas.
Las motivaciones que llevan a las pacientes a solicitar la reanastomosis son, por este orden, divorciadas que se casan de nuevo, muerte de un
hijo o del marido y arrepentimiento.
Se ha tratado de identificar las características psíquicas y socioeconómicas y demográficas de las mujeres que con más probabilidad solicitarían la reanastomosis. Se ha podido ver que las pacientes más jóvenes, las
que más pronto tienen relaciones, las que más pronto tienen hijos y las que
son más jóvenes al tener el último de los hijos, son las que más solicitan la
reanastomosis. Así mismo aquellas mujeres de menor nivel cultural, con
maridos con nivel sociocultural y económico más bajo (Taylor PJ, 1986)
Entre las mujeres europeas se ha estimado en el 5% las que lamentan haberse esterilizado, proporción que aumenta entre las que sufren problemas conyugales (el 12,5% se arrepiente), las que tienen un hijo menor de
un año (el 14,7% se arrepiente), las que sufrieron la esterilización como
parte secundaria de otra cirugía (se arrepiente el 16,1%) o las que han sido
desplazadas de su grupo social (el 17% se arrepiente). Bien es cierto que se
ha de señalar el 25% aproximadamente de problemas psíquicos previos a la
esterilización en estos grupos de pacientes (Tharnov I, 1988)
Parece que el factor más importante que determina el arrepentimiento
de la esterilización es la edad de las pacientes. Cuanto más jóvenes son
éstas en el momento de ser esterilizadas, mayor es la incidencia de peticiones de recanalización: entre 20-24 años lo solicitan un 4,3%, mientras que
entre 30-34 años lo demanda el 2,4% (Wilcox LS, 1991)
Las posibilidades de recanalización están en relación inversa a la cantidad de trompa destruída en el procedimiento esterilizado. En general se
— 21
3—
dice que se puede intentar la repermeabilización siempre que queden más
de 5 cm de trompa sana y la fimbrias estén intactas. Los índices de embarazos se sitúan entre el 50 y el 70% con mejores resultados en pacientes
jóvenes (Boeckx W,1986). En caso que haya menos de 4 cm de trompa los
resultados son mejores con técnicas de fertilización in vitro. Los índices de
embarazos ectópicos se sitúan en el 5-8% en la mayor parte de las casuísticas, siendo más frecuentes en las anastomosis ístmico-ampulares y en las
ístmico-cornuales (Spivak MM, 1986). El índice de abortos oscila entre el 3
y el 12%. (Xue P, 1989)
3. NECESIDAD DE CIRUGÍA POSTERIOR
Se ha dicho que las mujeres que se han realizado una esterilización
tubárica tienen más frecuencia de histerectomías en su vida posterior, quizás
debido a las alteraciones menstruales que se producen y a las que antes nos
hemos referido, o quizá a la mayor liberalidad con que el ginecólogo tiende
a la cirugía radical en pacientes que ya no van a tener mas descendencia.
En estudios epidemiológicos de larga duración se ha podido demostrar que las pacientes que sufren la esterilización entre los 25 y los 29 años
tienen un riesgo incrementado (1,6 veces) de sufrir una histerectomía posterior, pero este aumento de riesgo ya no es demostrable para pacientes de
más de 30 años. Si a esta apreciación no se le atribuyen motivos biológicos
(quiste de ovario, miomas,...) hay que concluir que este mayor índice se
debería a una mayor liberalidad en la indicación en el caso de la mujer esterilizada (Rulin MC, 1993)
4. ALTERACIONES DE LA ACTIVIDAD SEXUAL
Existen evidencias que la actividad sexual disminuye con el paso de
los años en un pareja (menor novedad, menor energía, más niños,...) y también se ha visto que la actividad sexual disminuye con el aumento del nivel
socioeconómico.
Como se ha referido anteriormente (Shain, 1991) tras la esterilización
tubárica aumenta el deseo del coito al no existir el riesgo de gestación y también aumenta la frecuencia del coito, aunque esto último, sólo se produce,
en la mujer tras la esterilización tubárica, en el primer año de relaciones.
— 21
4—
Resultados tras la reconstrucción de la esterilización tubárica
Tras la reconstrucción quirúrgica de la esterilización tubárica nos
encontramos con los siguientes resultados: (Boeckx, 1986)
- el riesgo de embarazo ectópico es de un 5%
- la tasa de gestación es del 70%
Hemos de hacer referencia a que los resultados dependen del tipo de
esterilización tubárica realizada. Así las técnicas de electrocoagulación o
cirugía producen más daños que los anillos.
También hemos de considerar que si la longitud de la trompa que
queda tras la esterilización tubárica realizada es menor de 4 cm se obtienen
mejores resultados con técnicas de reproducción asistida que con la reconstrucción quirúrgica.
— 21
5—
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— 21
7—
Papel de los laboratorios de reproducción
en pacientes con enfermedades
de transmisión sexual
Dr. Pedro J. Fernández
Hospital Universitario La Fe. Valencia
PAPEL DE LOS LABORATORIOS DE REPRODUCCIÓN
EN PACIENTES CON ENFERMEDADES DE
TRANSMISIÓN SEXUAL
Dr. Pedro J. Fernández
Coordinador de los Laboratorios de Reproducción.
Servicio de Ginecología (Reproducción Humana) Hospital Universitario La Fe.
Un sector de la población padece alguna enfermedad de transmisión
sexual y, cada vez más, demanda la posibilidad de tener una reproducción saludable que evite tanto la transmisión horizontal como vertical. En este contexto,
parece razonable recurrir a las técnicas de Reproducción Asistida para reducir
las posibilidades de riesgo de transmisión frente a la reproducción natural.
Centraremos la exposición en las posibilidades que pueden aportar
las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) en pacientes con hepatitis víricas o infectados con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) con
deseos de descendencia.
Han sido caracterizados al menos seis virus de la hepatitis: A, B, C, D,
E y G. Las hepatitis víricas constituyen desde hace años un problema sanitario en España, donde se registraron 22,3 casos por cada 100.000 habitantes en 1995; y ello teniendo en cuenta que prácticamente sólo se declara 1
de cada 5-10 casos. Las relaciones sexuales constituyen un mecanismo muy
eficaz de transmisión del virus de la hepatitis B (VHB). En individuos portadores el VHB presenta en sangre entre 1012 y 1013 partículas virales/ml. Es
importante señalar que el virus, además de estar en sangre, también se
encuentra en saliva, secreciones vaginales y en semen (con una concentración de 1000 y 10000 menor que en sangre).
El virus de la hepatitis C (VHC) es el principal responsable de hepatitis crónicas, cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular. La infección madrehijo del VHC es inferior al 10%, posiblemente porque el embarazo inhibe
transitoriamente la replicación del virus. Cuando la madre está infectada
simultáneamente por el VHC y el VIH (situación bastante habitual debido al
tipo de contagio, vía parenteral) la transmisión del virus de la hepatitis C al
hijo es superior. La sangre es la principal vía de contagio.
En cuanto al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), podemos
decir que el 64,6% de los contagios se debe a la práctica de intercambios de
jeringuillas por usuarios de drogas vía parenteral. España supera los 15
casos por cada 100.000 habitantes, lo que la confirma como el país europeo
— 221—
con mayor tasa de incidencia. El VIH se transmite a través de la sangre, sin
embargo se ha comprobado que en semen presenta concentraciones inesperadamente altas (107 -108 partículas virales/ml). Por ello la infección de
VIH por transmisión sexual es muy importante y tiene una particular relevancia en la aplicación de las técnicas de Reproducción Asistida.
En los últimos años han ido desarrollándose terapias antirretrovirales
efectivas que han hecho que el período asintomático en pacientes con el
virus de la inmunodeficiencia humana tipo 1 (VIH-1) se prolongue, al menos,
entre 8 y 10 años; encontrando individuos que llevan siendo seropositivos
durante 15 años y todavía no han desarrollado la enfermedad. Esta mejora
en el tratamiento, unida a una mejor calidad de vida y una menor marginalidad, son factores que han conducido –como ya indicábamos- a que muchas
parejas serodiscordantes (varón infectado con VIH-1 y mujer sana) se planteen la posibilidad de tener sus propios hijos. Ello, por supuesto, sin que
tenga lugar una infección de la mujer o del hijo.
El VIH-1 ha sido detectado en forma de virión (ARN) en el plasma
seminal y en forma de provirus (ADN integrado en el genoma de otra célula)
en células del eyaculado. En concreto se ha detectado la presencia de VIH1 intracelular en linfocitos CD4+ y macrófagos, espermatogonia y espermátides, y en espermatozoides. Resulta interesante señalar que algunos autores únicamente han encontrado el VIH-1 en la fracción de espermatozoides
inmóviles; mientras que otros han encontrado el VIH-1 intraespermático en
la fracción de espermatozoides móviles obtenida tras realizar una selección
de espermatozoides en el Laboratorio.
¿Qué posibilidades pueden ofrecer las técnicas de Reproducción
Asistida para tratar parejas con enfermedades de transmisión sexual?.
En 1992, Semprini y cols. diseñaron un protocolo de trabajo (consistente en la realización de una centrifugación de semen seguida de un gradiente discontínuo de Percoll y capacitación mediante swim-up) que eliminó,
aparentemente, tanto el plasma seminal como las células infectadas por el
VIH-1 del semen en individuos seropositivos (así como el VHB y VHC). Este
grupo practicó inseminación artificial a 29 mujeres seronegativas. Ninguna
de ellas evidenció una seroconversión. De 17 gestaciones se produjo el nacimiento de 10 niños. Todos permanecen seronegativos. En 1997, este mismo
grupo publicó un estudio más amplio en el cual se practicó un total de más
de 1000 ciclos de inseminación intrauterina a 350 parejas serodiscordantes,
produciéndose el nacimiento de cerca de 200 niños, confirmándose la seguridad del procedimiento, puesto que no se produjo ninguna seroconversión
en las mujeres inseminadas y ningún niño resultó infectado.
Estos resultados han sido corroborados por Marina y cols. Estos autores han realizado 325 ciclos de inseminación intrauterina en 168 parejas
— 222 —
serodiscordantes. Se produjeros 31 embarazos, con el nacimiento de 37
niños sanos seronegativos. El semen, tras los “lavados” mostró la presencia
de VIH en 6 casos, que fueron desechados. No se produjo seroconversión
en ninguna mujer inseminada. Este mismo grupo, tambien publicó recientemente el primer nacimiento de un niño sano al proceder a la microinyección
intracitoplasmática (ICSI) de espermatozoides de un varón HIV-1 seropositivo en ovocitos de una mujer HIV seronegativa.
La técnica de Laboratorio seguida por Semprini, Marina y otros autores se centra, básicamente, en separar completamente los espermatozoides
del plasma seminal en el semen. Para ello realizan una combinación de técnicas de selección de espermatozoides habituales en los Laboratorios de
Reproducción Asistida. La aplicación de estos protocolos asume que el virus
de la inmunodeficiencia humana (así como el de la hepatitis B y C) se localizan exclusivamente en el plasma seminal, y no en el citoplasma de los propios espermatozoides. Tras la recuperación de los espermatozoides “lavados” debe comprobarse que la carga viral ha sido eliminada. Para ello se
separa una parte (al menos 100 microlitros) se suspensión espermática para
la determinación de la carga viral por la técnica de reacción en cadena de la
polimerasa (PCR) o mediante una técnica de amplificación basada en la
secuenciación de ácidos nucleicos (NASBA); la parte no analizada podrá ser
utilizada (si no se ha detectado carga viral) para realización de una inseminación artificial o una microinyección espermática.
Los beneficios de la aplicación de esta metodología son evidentes en
parejas serodiscordantes (el seropositivo y ella sana) ya que evita la transmisión a la mujer y a la descendencia. Hasta la fecha la correcta aplicación
de los lavados seminales no ha supuesto, en ningún caso, la infección de la
pareja o del feto. No existe una certeza absoluta de que los virus no puedan
transmitirse utilizando como vector los propios espermatozoides. Sin
embargo la experiencia acumulada por distintos grupos parece no avalar
esta hipótesis.
Por otro lado, en aquellos casos en que tanto el varón como la mujer
padecen la enfermedad también puede suponer un beneficio la aplicación de
técnicas de reproducción asistida ya que, por un lado, puede evitar el contagio de uno de los miembros de la pareja por nuevas cepas de virus; y por
otro, en caso de embarazo el seguimiento del mismo reduciría casi a cero
las posibilidades de transmisión al niño.
La revisión de la bibliografía científico-médica revela que son numerosos los grupos de trabajo europeos que aplican técnicas de reproducción
asistida en pacientes con enfermedades de transmisión sexual (particularmente con VHB, VHC y VIH), sin embargo no ocurre lo mismos en las clínicas de los Estados Unidos. En España la situación es algo confusa. Aunque
— 223 —
no parece existir ningún tipo de impedimento legal para aplicar Técnicas de
Reproducción Asistida a parejas serodiscordantes ya que las posibilidades
de éxito son similares a las de las parejas no infectadas y no hay un riesgo
grave para la salud de la mujer o posible descencencia (tal y como señala la
Ley 35/1988) cada autonomía parece seguir un criterio diferente (o no seguir
ningún criterio) a la hora de autorizar estos procedimientos. Como consecuencia, son muy pocos los Grupos Clínicos (casi todos están localizados en
Cataluña) que admiten aplicar técnicas de Reproducción Asistida en parejas
con enfermedades víricas de transmisión sexual (sida y hepatitis). Sin
embargo es probable que existan grupos Clínicos que, ante el vacío legaladministrativo, estén realizando este tipo de tratamientos.
Desde un punto de vista ético, la aplicación de las técnicas de Reproducción Asistida en pacientes con enfermedades de transmisión sexual,
cumple con los principios de “bondad del acto”: el sentido de la acción es
mejorar las condiciones de vida de un colectivo que padece una enfermedad. Por otra parte también cumple con el “principio de autonomía” ya que
las parejas solicitan libremente (y cada vez con más insistencia) el acceso a
estas técnicas. Por último, y como conclusión, se puede decir que la regulación y uso normalizado de técnicas de Reproducción Asistida en parejas
con enfermedades de transmisión sexual dentro del Sistema Sanitario
supondrá una indudable mejora en la calidad de vida de este colectivo al permitir una reproducción saludable.
— 224—
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— 226—
Las huellas de la mujer pantera
Pilar Pedraza
Universitat de València
LAS HUELLAS DE LA MUJER PANTERA
Pilar Pedraza
Universitat de València
Al enunciar el título de esta charla sobre la “mujer pantera” parece que
vamos a hablar de un síndrome psiquiátrico relacionado con la ninfomanía,
o bien de algo de carácter más ampliamente cultural pero también referente
a una sobreabundancia de libido, o del concepto clásico de la mujer fatal,
que conduce al hombre a la perdición. En todos estos casos, estaríamos refiriéndonos a relaciones desequilibradas en favor de un mayor deseo y potencia femeninos, de una sexualidad imaginaria, bestial y al mismo tiempo misteriosa, heredada de la segunda mitad del siglo XIX fundamentalmente1.
También lo percibimos así porque en nuestra cultura lo felino es al mismo
tiempo animal y refinado, femenino y bestial, salvaje y gracioso, y a menudo
se ha predicado y se predica de las mujeres.
En la zoología precientífica la pantera es un animal acompañante del
dios de la vid, del vino y del teatro, Dioniso. Las fuentes clásicas la relacionan con la belleza, la soledad, los perfumes y las trampas ingeniosas2. Para
los griegos, las palabras pardalis y panther designaban indistintamente a la
pantera, el leopardo y el guepardo. La describen como un animal de cuerpo
largo, de piel blanca o dorada con manchas en forma de ojos, una mayor que
las otras en el lomo, que crece y mengua con la luna. Desde al menos Aristóteles, la pantera es un cazador nato, no está destinada a ser presa. Es tremendamente valiente, hasta el punto de que, enfrentada a un hombre, atacará la primera o perecerá luchando, pero no se dejará atrapar viva. Como
el zorro, posee “frónesis” es decir, astucia y prudencia, y usa estratagemas
para atraer a sus presas. Por ejemplo, se hace la muerta para atraer a los
1
Véase a este respecto M. Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica,
Acantilado, Barcelona, 1999; B. Djikstra, Idolos de perversidad. La imagen de la mujer en la
cultura de fin de siglo, Debate, Madrid, 1994; P. Pedraza, La Bella, enigma y pesadilla, Tusquets, Barcelona, 1991. E. Bornay, Las hijas de Lilith, Cátedra, 1990.
2
Marcel Detienne, La muerte de Dionisos, Taurus, Madrid, 1983; Pilar Pedraza, La bella,
enigma y pesadilla, cit..
— 229—
monos. A veces seduce a sus presas con la belleza de su pelaje y sobre todo
con su buen olor, pues es un animal que desprende un aroma irresistible.
Según una leyenda medieval, cuando la pantera se ha saciado de
comida, se retira a su guarida y duerme tres días, por lo que se la relacionaba con Cristo en el sepulcro y la Resurrección. El perfumado rugido que
lanza al despertar atrae a todos los animales, que se arrojan a sus fauces
abiertas. También es capaz de curar con su aliento a los animales enfermos
que se acercan a ella. A su vez, las panteras son atraídas por los perfumes
de las regiones ricas en plantas aromáticas, que frecuentan periódicamente.
También les gusta el vino. Su naturaleza perfumada y seca les hace estar
siempre sedientas. Se las puede capturar poniendo vasos de vino en los
lugares donde van a beber.
Los antiguos creían que las ménades del cortejo de Dioniso, adornadas con pieles de leopardo, podían llegar a convertirse en panteras. Su nombre servía también para designar a las cortesanas (“panteras”). Era emblema
de la seducción y de la persuasión, de la amistad entre iguales, de la lealtad
y de la discreción. Asimismo, dicen las fuentes clásicas que entre ellas son
más fuertes las hembras que los machos. Envuelta en su lujosa piel, perfumada, solitaria y virtuosa, y al mismo tiempo lasciva, la pantera constituye un
compendio de cualidades nobles, una aristócrata.
Pero la mujer pantera como objeto cultural autónomo concreto de la
que vamos a hablar tiene un origen puramente cinematográfico y la naturaleza del conflicto de la que es metáfora va más allá de cuanto hemos dicho,
aunque lo supone, dada la peculiar cultura de su creador, el productor de la
R.K.O. Val Lewton. Nos vamos a referir a la película de Jacques Tourneur y
Val Lewton Cat people (La mujer pantera, RKO,1942) y a su remake Cat
people de Paul Schrader (El beso de la pantera, Universal y RKO, 1981). En
ambos casos el título original no señala sólo a la protagonista sino a una
especie de pueblo o gente felina de la que ésta formaría parte3.
Recordemos el tema. Irena Dubrovna (Simone Simon) es extranjera
(servia). Conoce al protagonista masculino (Oliver, Kent Smith) ante la jaula
de la pantera negra del zoo. Se casan. A la puerta de su hogar, antes de
entrar en él y bajo una fuerte nevada, ella le pide paciencia para consumar
el matrimonio. Más tarde confiesa a su psiquiatra bajo hipnosis que teme
3
Sobre Tourneur y Cat people, véase Patrick Brion y Dominique Rabourdin, “Biofilmographie
de Jacques Tourneur”, Cahiers du Cinéma, n. 181, agosto de 1966. Patrick Brion y JeanLouis Comolli, “Un cinéma de frontière. Entretien avec Jacques Tourneur, Cahiers du
Cinéma, agosto de 1966. VV.AA., Jacques Tourneur, Festival Internacional de cine de San
Sebastián y Filmoteca Española, 1988. Jacques Manlay y Jean Ricaud, “Entretien avec Jacques Tourneur” en Cinéma, n. 230, febrero de 1978.
— 230—
convertirse en una mujer gato entre los brazos de su marido o si se siente
contrariada. El origen de este extraño miedo reside en su propia historia y en
la tradición servia: su madre formó parte de una facción de brujas que podían
convertirse en gatos. La explicación es confusa porque en ella se mezclan
elementos míticos del folclore servio y elementos del pasado personal. Tourneur, que tenía un gran sentido del humor, lo explicaba diciendo que la película trata de una muchacha que está tan obsesionada con los gatos que
acaba convirtiéndose en uno de ellos. El matrimonio se estanca y no tarda
en surgir un tercero en el juego: la compañera de Oliver, Alice, que está enamorada de él y, por cierto, ha esperado que se case y que su matrimonio sea
un fracaso para aparecer en escena –cosas de los guiones cinematográficos. El psiquiatra intenta abordar el problema por la vía profesional (hipnosis) y luego por la directa de la seducción. Cuando intenta poseer a Irena,
ella efectivamente se convierte en pantera y le mata. Inmediatamente, se
dirige al zoo, abre la puerta de la jaula de la pantera negra y se deja matar
por ella, que a su vez es atropellada por un coche.
Se trata de una película perteneciente al género fantástico psicológico, sutil, rica en matices y discreta en cuanto a los elementos referentes a
la metamorfosis o la animalidad, que juegan un papel metafórico. En ella
tenemos un triángulo sentimental que funciona como triángulo edípico. No
sería otra cosa si no fuera justamente una película fantástica; es decir, si no
fuera por sus panteras . Como casi todas las películas fantásticas, la de
Tourneur convierte al espectador en un potencial reivindicador del orden alterado4.
Cat People es, por otra parte, una variante de los cuentos de la bella
raptada por la bestia. Expresa los peligros que encierra para el hombre trivial la conquista de la virgen custodiada por su propia histeria. En el caso de
Irena, el monstruo no es exterior como en el de Andrómeda guardada por el
dragón que será muerto por Perseo, la princesa liberada por san Jorge, o la
muchacha raptada por King Kong. Es su propia angustia frente a la amenaza
de ruptura de la puerta de su cámara de espejos, la que asume la forma de
una fiera. No teme únicamente que Oliver, al desflorarla, sea víctima de un
estallido histérico o pasional por su parte, que la convierta en una fiera; teme,
sobre todo, la invasión de este gris, amable y paciente delineante, en el
4
Tom Gunning, “Like unto a leopard: figurative discourse in Cat People (1942) and Todorov’s
the fantastic”, Wide Angle, vol. X, n. 3 (1988), págs. 30-39. Jean-Louis Leutrat, Vida de fantasmas. Lo fantástico en el cine, Ediciones de la Mirada, Valencia, 1999. VV.AA. Fantasy
and Cinema, British Film Institute Publishing, London, 1989. Robin Wood, An Introduction to
the American Horror Film, Ed. Grant, Berry Keith, Metuchen, New Jersey, 1984. Robin
Wood, “The Shadow World of Jacques Tourneur”, Film Comment, vol. VIII, n. 2 (summer,
1972), págs. 64-70.
— 231—
mundo poético en el que ella, reina de las fieras, impera como cuando era
niña y su madre reinaba sobre la cat people.
La otra mujer, la normal y sensata Alice, teme y admira el halo misterioso de Irena porque a su vez se sabe carente en absoluto de cualquier
clase de halo, pero no está dispuesta a consentir que la seducción de la
extraña cale demasiado hondo en el hombre al que ella quiere para sí.
Según avanza la película, los conflictos evolucionan hasta cristalizar en una
forma claramente reconocible: la de la familia burguesa. Insensiblemente,
Alice y Oliver se van convirtiendo en los padres de Irena, en pareja amenazada por la anormalidad de una hija con respecto a la cual es urgente tomar
una decisión. Trazan planes para su futuro, programan su vida, piensan en
la posibilidad de internarla, le prodigan cuidados y hasta mimos que, bajo
una frágil capa de aparente buena voluntad, esconden una roca muy dura y
fría de egoísmo, un deseo mal disimulado de quitar de en medio a la joven.
A Alice la mala conciencia la trata peor que a Oliver, hasta el punto de que
es la única que, a pesar de su carácter pragmático y poco dado a fantasías,
cree en la historia de la pantera. Irena ha intentado atacarla un par de veces
y ha puesto las garras en sus cosas. Irena es una fiera.
Al comienzo de Cat People, los deseos danzan, se entrecruzan, dan
vueltas, se sonríen bajo las máscaras. Irena desea ser una esposa como las
demás, engañándose a sí misma con la falacia de la presunta felicidad de
las esposas y las madres. Pero también quisiera seguir siendo ella misma,
no tener que renunciar a su pantera interior, al legado de su cultura ancestral, que la presenta ante sí misma con el prestigio de las metamorfosis mágicas. Su pantera, bella y temible, en la que se puede contemplar en el zoológico como en un espejo, es al mismo tiempo amada y odiada, se identifica o
se separa de ella para que nosotros lo veamos, pero en realidad la lleva dentro de sí. Oliver la desea porque es diferente, pero también desea a Alice por
no ser diferente, porque Alice es una amiga de toda la vida y no da sorpresas. Su amor conservador, dotado de todos los encantos y las falacias con
que la clase media envuelve el contrato familiar, será un confortable colchón
para toda la vida. El mujeriego Dr. Judd, psiquiatra de opereta, recomendado
por Alice a Oliver para Irena, pretende curarla, pero no descarta la posibilidad de disfrutar de una aventura con esa pantera pequeña y perfumada,
cuyo abrazo promete delicias poco comunes. Alice, el personaje más simple
y realista del juego, anhela sobre todo casarse con Oliver, pero bajo la
espesa capa de su deseo de orden late una admiración envidiosa hacia su
seductora rival. Apenas vista pero omnipresente, la pantera es un fantasma
de Irena Dubrovna, su doble bestial, y al mismo tiempo una proyección de
los temores que provoca en Oliver y Alice la mala conciencia de estar engañando mezquinamente a la hermosa e inocente criatura extranjera. Y es asimismo un signo de la ferocidad de los celos. Pero, ante todo, la pantera
— 232 —
constituye un espejo en el que se reflejan los temores y los deseos de todos,
o más bien una proyección de estos sobre la pantalla que ofrece la leyenda
serbia inventada para Irena por Val Lewton, el productor de la película y
auténtico padre de la idea.
De los cuatro momentos en que la fiera ataca o amenaza –persecución
nocturna de Alice, escenas de la piscina y del estudio, muerte de Judd-, el
más fantástico y de mayor riqueza fílmica y simbólica es el primero, mejor
dicho, la cola del primero. Sintiéndose perseguida por unos pasos furtivos en
una calle solitaria, Alice, asustada, toma un tranvía. En el plano siguiente, de
corta duración, vemos unos árboles agitados, no sabemos si por el viento.
Luego, una pantera negra en una jaula. Un leopardo también enjaulado.
Plano del paso de un rebaño de ovejas (nocturno). Por la derecha entra en
campo un hombre con un farol, que se inclina sobre unas ovejas muertas y
las examina. Plano de huellas de un animal sobre un suelo de tierra, iluminado por el farol. El hombre se incorpora, se lleva a la boca un silbato y lanza
un silbido estridente. Plano de huellas sangrientas de felino sobre suelo artificial. La cámara las sigue y vemos que se van transformando en las de unos
zapatos femeninos de tacón. Siguiendo la dirección de la cámara, Irena
entra en campo en el plano siguiente por la izquierda, limpiándose el rostro
con un pañuelo. Oye un silbato –el mismo que hizo sonar el hombre del farol-,
que cambia ligeramente de tono y se acompaña, en fracciones de segundo
y sucesivamente, con el ruido de un tren y de un coche mientras entra en
campo un taxi, que se detiene junto a la joven, se ofrece a llevarla y la
recoge. En el plano primero de la escena siguiente vemos a Oliver dando
vueltas nervioso en el apartamento. Un plano general muestra a Irena
entrando por la puerta, abatida y con el abrigo de piel destrozado.
La ambigüedad de la puesta en escena de esta secuencia es tal que
el espectador ignora donde tiene lugar, cuál es el punto de vista desde el que
se narra, de dónde han salido las ovejas, quién es el hombre del farol, por
qué está destrozado el abrigo de Irena y de dónde vuelve ésta tan fatigada
y deshecha. Sólo una observación minuciosa, plano a plano, puede hacer
reparar en las sutilezas de Tourneur para producir el efecto nebuloso e
inquietante del episodio, que dura menos de dos minutos y pasa casi inadvertido en el conjunto de la película. Su clave es el gesto de Irena al percibir
el cambio de tono del silbato: parece salir de un mal sueño, de un éxtasis
durante el cual ha imaginado todo lo anterior. El hombre de las ovejas es en
realidad un ferroviario que ha dado la salida a un tren –que no vemos, pero
que oímos-. El rebaño atacado por las alborotadas fieras del zoológico, una
fantasía de la joven, pues resulta difícil de creer que por los parques de
Nueva York circulen rebaños de ovejas. El cambio de las huellas del suelo,
de zarpas a zapatos, va acompañado por un cambio del suelo mismo, de
arena o tierra a asfalto. Irena ha fantaseado el crimen de la bestia, de sí
— 233 —
misma convertida en fiera contra Alice. Pues, ¿quiénes son esas ovejas sino
la propia Alice, a quien ella ha perseguido por las calles solitarias poco
antes? Irena sueña o ha soñado que ha matado a su rival, aunque lo único
que ha conseguido ha sido asustarla con su taconeo en la acera. Toda la
secuencia es la representación sintética de los temores de Alice y de Irena,
y del deseo de ésta de matar a Alice, en síntesis regida por asociación de
ideas e imágenes como en el sueño.
Ahora bien, Tourneur no hace alegorías ni ilustraciones de manual de
psiquiatría, sino cine fantástico. Irena vuelve de su correría imaginaria con el
abrigo de pieles destrozado, agotada y deseosa de eliminar su suciedad con
un baño. Como en la secuencia de la piscina y del albornoz desgarrado, su
aventura ha rebasado los límites de lo imaginario y ha contaminado la realidad con una muy palpable huella física, que es la marca peculiar de lo fantástico en contra de lo puramente metafórico. Es aquí, efectivamente, donde
el símbolo se hace realidad, más allá del mero delirio subjetivo del personaje. Lo mismo que los pájaros de Hitchcock, la pantera de Tourneur
adquiere vida propia, se independiza de su propia función retórica o psicológica y deja una huella ominosa e innegable en el universo exterior. Es real y,
por lo tanto, fantástico.
En la película Cat People de Paul Schrader (1981), la secuencia que
acabamos de comentar se narra de otra manera. En este caso Alice no juega
ningún papel. Oliver ha llevado a Irina (Nastassia Kinski) a una casa en un
lago. Después de cenar se ha producido entre ellos una breve e incompleta
aproximación sexual, a causa de los temores de Irina. En plena noche, la
joven se levanta, sale al exterior, se quita el camisón y pasea desnuda por el
campo, cada vez más identificada con la naturaleza y más bestial ella misma.
En un momento dado la cámara se sitúa en su mirada y vemos el mundo con
una perspectiva y unos colores extraños: visión de pantera. Un conejo blanco
llama su atención, vacila y finalmente siente el deseo de matar y devorar, y
se arroja sobre él. A continuación, como en Tourneur, vuelve y es recibida por
Oliver, preocupado. En este caso no trae desgarrado el abrigo: está desnuda
y tiene el rostro ensangrentado, y le grita que no quiere que la vea así. Este
leve episodio en el que la “panteridad” se ha cobrado una presa menor, ha
sido suscitado en el cuerpo potencialmente felino de Irina por la excitación
que le han causado las caricias de Oliver, es decir, por el deseo. Y si el solo
deseo obra estos prodigios, ¿cuál será el resultado de la posesión?
El resultado, en la película de Tourneur, es la muerte de Irena y Judd
tras un combate encarnizado del que apenas podemos percibir nada más
que sombras. El psiquiatra ha entrado con una artimaña en el apartamento
de la joven. Recibe una llamada de Alice previniéndole sobre Irena, a quien
ella y Oliver han visto convertida en pantera en el estudio naval donde tra-
— 234—
bajan juntos. No da tiempo a que el doctor reciba toda la información, porque en ese momento entra Irena. Judd coquetea con ella y trata de sacarla
de su idea fija haciéndole comprobar que el contacto con él no le hará ningún daño. Ella no está segura pero se deja besar. Efectivamente, el beso
metonímico le produce la reacción temida. Pero no hay alardes de maquillaje. Su primerísimo plano se vuelve amenazador, se oscurece, sus ojos brillan. En el contraplano, vemos la reacción de terror de Judd, que retrocede
sacando el estoque de su bastón. Cerca de la chimenea, coronada con el
cuadro de Goya y el reloj, tiene lugar la lucha, durante la cual se rompe una
lámpara. Sólo vemos sombras sobre la pared. El último movimiento, brutal y
mortal, que arroja a la pantera sobre el doctor, lo vemos realmente, aunque
de modo fragmentario. El último movimiento debe ser real.
Irena no sale ilesa de esta batalla de amor. El estoque de Judd se ha
clavado en su hombro. Huye tambaleándose, con su abrigo de piel terciado,
escondiéndose en la escalera entre las ramas de una maceta como en una
selva cuando pasan por delante de ella Oliver y Alice. Se dirige a la jaula de
la pantera negra del zoológico, envuelto en la niebla, y le abre la puerta. El
animal se asusta y retrocede hasta el fondo de su prisión, pero enseguida
reacciona y sale, con un salto enorme que hace caer a Irena. Se encarama
en una tapia y de ahí salta de nuevo. En off es atropellado por un coche y
muere. Mientras, Oliver y Alice se acercan a Irena, que yace en el suelo. No
sabemos lo que ven, sólo oímos que Oliver dice: “No nos mintió”. Esas palabras, de las que ya hemos hablado, son ambiguas y dejan el texto más
abierto que los habituales finales de las películas de licántropos.
Sintético, más o menos satisfactorio, es el final de la película de Schrader. Irina ha hecho el amor finalmente con Oliver y se ha convertido en
pantera ante sus –y nuestros- propios ojos gracias a la magia de los efectos
especiales. Pero en lugar de que ello le acarree la muerte, es atrapada por
la policía con gran despliegue de medios y reclamada por Oliver para el zoológico. Allí la vemos por última vez, acariciada por su cuidador y acompañada por la suntuosa canción compuesta y cantada por David Bowie para la
película. Oliver la contempla melancólico y enamorado hasta el punto de que
casi nos hace pensar que todo lo anterior ha sido una ensoñación suya, el
delirio del veterinario que ama a los animales un poco más de lo correcto y
debe mantener su deseo entre las rejas de la represión. Pero también aquí
triunfa lo conveniente. Alice, la dulce novia y compañera de trabajo de toda
la vida, le espera para almorzar “en casa” –le oímos decir como de pasada.
El autor, como en el caso de Tourneur, está de parte de los extraños, de las
víctimas del bien.
Cat People ha llamado la atención de la crítica feminista. En primer
lugar, porque en una época en la que los monstruos de las películas fantás-
— 235—
ticas y de terror eran casi invariablemente masculinos y fálicos, tenemos una
mujer, que además no es demonizada, a quien contemplamos de cerca y
cuya peripecia y sentimientos compartimos, aunque no su subjetividad más
profunda, lo que sería imposible en este modelo de representación. Tanto
Alisa Hummell como Linda Bohrer y otras, y también Robin Wood, que han
tratado este tema, señalan que el centro de Cat People está en el miedo
(masculino) a una sexualidad agresiva femenina, reprimida, acechante, y
consideran al film casi progresista en el tratamiento de la mujer, contrariamente a lo que sucede con el remake de Schrader, que retrocede al
machismo y la misoginia tradicionales al desdoblar arbitrariamente a la pantera en dos, macho y hembra, y subordinar la segunda a la primera5. En
efecto, Irina Gallier no gestiona en soledad su problema como Irena
Dubrovna, sino que forma parte de una cat people patriarcal, cuyo representante con autoridad sobre ella es su hermano Paul. Y por otra parte, Oliver logra poseerla y neutralizar su agresividad por medio del socorrido expediente de atarla a la cama y después encerrarla en una jaula del
decimonónico zoológico de Nueva Orleáns, donde la tiene a la vista siempre,
como privilegiado y a la vez confinado objeto del deseo, mientras su casa y
su cama pertenecen a Alice. Esto no contradice lo que señalamos más
arriba. Schrader simpatiza con la bestia y se pone de su parte, pero siempre
que esté sola y entre rejas.
Algunas de las películas dirigidas por Tourneur, las más vibrantes, se
salen de la norma clásica habitual, inexpresada pero casi inquebrantable,
según la cual en el cine de género los personajes femeninos son un complemento de los masculinos y están en función de ellos6. Tanto Irena como
la zombi Jessica (I walked with a Zombie, 1943) y la pirata Anne Providence
(Anne of the Indies, 1951) tienen consistencia por sí mismas, y su problema
constituye el eje del relato. De todas ellas, quizá Irena es la que está contemplada más de cerca y con más audacia por sus creadores, que se atreven, en plenos años cuarenta, a convocar su sexualidad a escena. Una
sexualidad percibida por la propia Irena como peligrosa para el otro, incluso
si éste está doblemente armado con el psicoanálisis y un fálico estoque de
acero, como el Dr. Judd. Habrá que esperar al cine fantástico más reciente,
no marcado ya por la misoginia del clásico, para volver a encontrar perso-
5
Karen Hollinger, “The Monster as a Woman: two Generations of Cat People”, Film Criticism,
vol. XIII, n. 2 (winter 1989), págs. 36-46. Linda Rohrer Paige, “The Transformation of
Woman: the “curae” of the Cat Woman in Val Lewton/Jacques Tourneur’s Cat People, its
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Keith, Austin, University of Texas Press, 1986.
6
Véase Ann Kaplan, Las mujeres y el cine. A ambos lados de la cámara, Cátedra, 1998;
— 236—
najes femeninos que no sean comparsas aterrorizadas que circulan por el
texto gritando u obstaculizando los movimientos de sus compañeros.
Otro de los aspectos interesantes de esta película es su atmósfera
melancólica, que desemboca en la muerte entre la niebla. El psicoanálisis ve
en el fondo de la melancolía7 un duelo infinito, la pérdida inconmensurable
de un objeto de amor y de odio de carácter materno. Hay una madre muerta,
en la que no se suele reparar, en el centro de Cat People, que aparece en el
discurso del Dr. Judd: “Ha dicho usted –explica a Irena, que acaba de salir
de la hipnosis- que a su madre los niños la llamaban la bruja de las mujeres
gato...” Esta madre mítica, que ha tenido que ser sacada a la luz por el psicoanalista, esta madre muerta, odiada, temida y al mismo tiempo obsesivamente añorada, tiene un emisario familiar en la película: la “hermana”, la
mujer serbia (Elizabeth Russell) que aborda a Irena en su banquete de
bodas y le dice –y luego pregunta-: “Eres mi hermana, ¿Eres mi hermana?”,
a lo que ella responde con el gesto, religioso o supersticioso, de la señal de
la cruz. Una cruz que aparecerá de nuevo bajo la forma de un cartabón en
manos de Oliver cuando Irena, transformada en pantera, merodee por entre
las sombras de su oficina. La familia de mujeres gato, la cat people, matriarcado maldito contra el que ha luchado el rey Juan y al que ha vencido, arrojándolo a la abyección, reclama al principio en vano a Irena, cuya voluntad
es, por el contrario, integrarse en la sociedad y el modo de vida americano
de la mano de Oliver, sin rechazar en principio la ayuda de los amigos de
éste, ya sean Alice, los compañeros de la oficina o Louis Judd. No le disgusta
el falso matriarcado de las familias modernas. Pero su balanza interior se va
inclinando casi insensiblemente del lado de la nostalgia de lo que ha dejado
atrás: cae en la melancolía y se abandona a ella desde el momento en que
sucumbe a la tentación de arrojar el pájaro muerto de Oliver a la jaula de la
pantera negra del zoológico. Alimentando su obsesión, se corta el camino de
retirada y ya no podrá hacer otra cosa que ofrecer a la bestia su propio
cuerpo, enfundado en el abrigo de pieles y herido por el estoque de Judd, a
quien ella misma acaba de matar. “Tranquilidad y silencio” es lo que pide al
comienzo de esa etapa melancólica sin retorno, en la que siente que su
madre mítica, la bruja de las mujeres pantera, la matriarca de las rebeldes,
está siendo desplazada por una madre de carne y hueso que no tiene derecho a serlo: la propia Alice, empeñada en cuidar de ella e inmiscuirse en su
vida al insidioso estilo de la clase media.
Con la muerte de Irena mueren, como en los versos del soneto de
John Donne que cierra el film, dos partes escindidas del yo: la pantera y la
mujer, que no ha sido capaz de salir de las sombras ancestrales de un
7
Julia Kristeva, Soleil Noir. Depression et melancolie. Editions Gallimard, 1987.
— 237—
mundo de hechiceras resistentes a la dominación del rey Juan, para integrarse en el mundo banal de Oliver. Este final no tiene el valor catártico, liberador, que es característico del cine fantástico de Hollywood. La muerte del
monstruo no libera al héroe, porque en este caso la heroína y el monstruo
son el mismo, dos en uno, y ambos deben morir. Ni siquiera vemos su rostro en paz, humanizado o dulcificado por la muerte, como el del hombre lobo.
No hay un plano piadoso. La felicidad, o simplemente la continuidad, es para
otros: para los que saben vivir en la superficie y son capaces de dar la
espalda al signo de interrogación que es el cadáver en la niebla, alejándose
enfundados en sus gabardinas, hacia un “matrimonio auténtico”. Más tarde
Val Lewton introducirá en éste un nuevo elemento atávico, en el film The
Course of the Cat People, y una frialdad, una cierta falsedad y cursilería que,
sea o no consciente, revela el malestar que todos sentimos ante las ambigüedades de la historia de Irena, la buena muchacha que, según Tourneur,
estaba tan obsesionada con los gatos que acabó convertida en uno de ellos.
— 238—
Las dificultades reproductivas en
la sociedad occidental actual
Dr. Antonio González Santana
Hospital de Sagunto
LAS DIFICULTADES REPRODUCTIVAS EN LA
SOCIEDAD OCCIDENTAL ACTUAL
Dr. Antonio González Santana
Servicio de Ginecología
Hospital de Sagunto
En Noviembre de 1996 la División Demográfica de Naciones Unidas
hizo pública una proyección demográfica mundial que situaba en 10.000
millones de personas la población mundial para el año 2050 frente a los
5.500 millones actuales, proyección aproximada pese a las mejoras en las
técnicas de análisis estadístico actuales, si tenemos en cuenta que la previsión para el año 1984, realizada veinte años antes, se situó en los 3.300
millones y resultó finalmente en 4.400 millones.
Sin embargo la distribución de este aumento es muy distinta según se
considere las distintas regiones geográficas. En el tercer mundo las tasas de
crecimiento siguen en franco aumento y la población en oriente posiblemente se va a triplicar en 50 años, siendo más difícil la estimación del crecimiento en otras zonas geográficas en las que hasta ahora se producía un
imparable incremento tales como el Africa subsahariana con una epidemia
de SIDA que afecta a más del 6% de la población en muchas zonas, sin posibilidades de acceso a medicación específica del proceso, o en las repúblicas
de la extinta Unión Soviética en que se ha producido un alarmante retroceso
en la esperanza de vida que ha pasado de los 67 años en 1987 a los 57 años
en 1997 (1).
En nuestro ámbito occidental se ha producido una estabilización, ya
que la disminución en la natalidad constante desde 1984 en que se bajó de
la tasa de reemplazo generacional se ha visto compensada con el aumento
de la inmigración (2).
La disminución en el número de nacimientos en el mundo occidental
ha sido consecuencia de un cambio en los modos sociales pero posibilitado
por el uso extendido a toda la población de los métodos anticonceptivos de
forma que es difícil discernir si uno u otro aspecto son causa o efecto. Todo
ello ha permitido la incorporación efectiva de la mujer al mundo laboral y ha
ocasionado un retraso de la edad en la que esta se plantea tener sus hijos.
Este retraso, comprensible a nivel social, ha ido en detrimento de los
aspectos biológicos en torno al fenómeno reproductivo.
— 24
1—
Se ha producido un incremento de la patología estrógenodependiente
como la endometriosis dado que el aparato reproductor no esta diseñado
para periodos tan largos sin gestación; el símil a nivel animal estaría en los
primates en los que en libertad la endometriosis es infrecuente, dado que
las hembras habitualmente están embarazadas o en periodo de amamantamiento, mientras que en cautividad aumenta su incidencia extraordinariamente. La aparición de fibromiomas uterinos también aumenta por las mismas razones (3).
El retraso en la edad reproductiva también posibilita un periodo más
largo en el que la mujer puede entrar en contacto con gérmenes de transmisión sexual que sumado a un mayor número de parejas sexuales ha traído
como consecuencia un aumento en los casos de patología tubárica. Este
hecho ha sido constante desde la década de los años sesenta con un cambio muy importante en el rol social de la mujer y una mayor libertad sexual
que vino de la mano del cambio sociocultural de la época. De forma progresiva se ha producido un adelantamiento en la edad de comienzo de las relaciones sexuales (en España se sitúa actualmente en torno a los dieciseis
años), mientras que la edad media del primer embarazo se ha ido postergando (en nuestro país actualmente esta alrededor de los treinta años). Hay
pues un largo período en el que habitualmente se han mantenido contactos
sexuales con más de una pareja lo que ha ocasionado un incremento en las
tres últimas décadas de las enfermedades de transmisión sexual. Ha variado
también en este período el espectro de los gérmenes susceptibles de producir patología en la esfera reproductiva, pasando de las clásicas infecciones por gonococo con una clínica llamativa y característica que hacía suponer con mayor facilidad al médico una posible afectación tubárica, a otro
grupo de gérmenes como las clamidias o el ureaplasma que en un buen
número de casos van a provocar esta misma afectación pero de una manera
mucho más larvada, constituyendo lo que algunos especialistas han definido
como “el enemigo silencioso” en los problemas de esterilidad (4).
Por otra parte la edad de la mujer por si misma también disminuye,
especialmente a partir de los 35 años, las posibilidades reproductivas y ello
va a ser debido fundamentalmente a dos razones:
- La dotación folicular del ovario, constante desde el nacimiento, va
disminuyendo desde la menarquia de tal forma que el número de
folículos que cada ciclo menstrual se activa (cohorte) hasta que uno
llega a la ovulación cada vez es más reducido. Ello va unido a un
sutil aumento de los niveles de FSH que es la hormona que va a
provocar, junto a otros factores intra y extraováricos, el reclutamiento y la selección folicular. A nivel clínico podemos comprobar
que cifras basales de esta hormona tan bajas como 8 UI/l van a difi-
— 24
2—
cultar las posibilidades de que en un ciclo de reproducción asistida
seamos capaces de producir un estímulo de crecimiento folicular
efectivo con las drogas gonadotróficas disponibles, y que a partir de
cifras superiores a las 15 UI/l, que presentan más del 50% de las
pacientes de 40 años, sea prácticamente imposible un estímulo
adecuado.
- Por otra parte las posibilidades de que el embrión resultante de la
fecundación de este óvulo sea anormal cromosómicamente se va
incrementando con la edad, de tal forma que si se estima que en
una mujer menor de 30 años un 30% de sus embriones van a presentar anomalías cromosómicas, en las que superan los cuarenta
años este porcentaje asciende hasta más del 85%. Este hecho
que se sospechaba mediante experimentación animal y mediante la
comprobación del incremento de anomalías cromosómicas en
recién nacidos, ha tenido su comprobación con la aparición de las
técnicas de biopsia preimplantatoria en embriones humanos de los
ciclos de fecundación in vitro. Estas anormalidades cromosómicas
van a condicionar que un importante porcentaje de estos embriones
no vayan a implantar, o si lo hacen vayan a provocar una detención
precoz de su desarrollo que determina una disminución muy importante de las tasas de gestación (5).
El incremento de la edad materna es uno de los problemas más constantes en salud reproductiva el mundo occidental; como ejemplo tomemos
las cifras de nuestro propio país en las dos últimas décadas en que el porcentaje de mujeres de más de treinta años que se embarazan por primera
vez, ha pasado de constituir un tercio del total en el año 1989, a ser más de
la mitad de las mismas en 1992, y un 67% en 1998 (6).
Paralelamente en el varón también han aparecido problemas en las
últimas décadas. Desde que existen registros fiables de cifras de espermatozoides en los eyaculados, aproximadamente desde principio del siglo XX,
se ha constatado una disminución paulatina que aún hoy perdura. Así, si ha
mediados de los años veinte la cifra media de espermatozoides era de cien
millones/ml, esa cifra media hoy se estima alrededor de los cincuenta millones/ml. El porcentaje de varones con semen que presente problemas bien
en su número bien en su motilidad, o en ambos aspectos, en el Instituto de
Medicina Reproductiva (IMER) se encuentra en el 80% de las parejas que
consultan por esterilidad.
¿Cual puede ser la causa de esta progresiva diminución? Para responder a esta cuestión es interesante conocer experiencias llevadas a cabo
en el Reino Unido donde ha constatado que en ríos británicos con elevados
— 24
3—
niveles de contaminación industrial ejemplares machos de algunas variedades de peces han comenzado a presentar algunas características genitales
de peces hembras y ello parece ser debido a la presencia en el agua de sustancias contaminantes con poder estrogénico. Este tipo de sustancias presentes en plásticos, disolventes, pesticidas y antifúngicos hortícolas entre
otros muchos compuestos pueden pasar a la dieta por distintos mecanismos
y ya en el organismo fijarse a receptores estrogénicos celulares a los que
son capaces de estimular.
Estos compuestos no parecen que afecten al varón adulto sino a
mujeres embarazadas de fetos masculinos que han sido expuestos a ellos
intraútero en las primeras semanas de gestación en las que sus testes inmaduros son más susceptibles a esta agresión, ello ocasiona una disminución
de las células madre productoras de espermatozoides que se manifestará en
la edad adulta en una oligoastenospermia de mayor o menor gravedad en
relación con una mayor o menor intensidad de la afectación primaria. Estas
sustancias también están relacionadas con el incremento de cánceres de
mama que al final de este decenio se calcula afectará a una de cada quince
mujeres y ello por el mismo mecanismo: la acción proestrogénica sobre las
células con receptores para ellos no contrarrestada eficazmente por sustancias antiestrogénicas endógenas (7).
Probablemente en los años venideros sea esta una de las causas de
esterilidad más importantes ya que el resto de causas que afectan a la mujer,
a excepción de la edad, se mantienen más o menos estables numéricamente en el último decenio.
En conjunto se adivina un incremento en los casos de esterilidad en
los próximos años en el mundo occidental con índices de prevalencia actuales que se sitúan entre los 11 y 15% según el país y el autor del estudio (6,8).
A ello han contribuido además de los aspectos biológicos antes
expuestos, y aunque pueda parecer paradójico, el desarrollo de las nuevas
técnicas de reproducción asistida. El desarrollo en la última década de estas
técnicas ha generado varias situaciones:
- Existe más facilidad a la hora de acceder a este tipo de prestación
por parte de los pacientes.
- Se han simplificado los métodos diagnósticos de los procesos de
esterilidad.
- Hay un aumento de las espectativas de conseguir un embarazo en
las parejas que tienen algún tipo de dificultad en lograrlo, que
sumado al incremento de la edad media de las pacientes, y consciente los pacientes de que la edad avanzada es un handicap
importante para la consecución del embarazo, hace a muchos deci-
— 24
4—
dirse por someterse a un tratamiento de reproducción asistida antes
que esperar a que el embarazo pudiera producirse espontáneamente.
- Existe un mayor número de profesionales especialistas en estas técnicas que pueden ofertar sus servicios, que unido a los factores anteriores facilita un rápido diagnóstico y unas mayores posibilidades de
iniciar con celeridad un tratamiento de reproducción asistida (9).
Todos estos factores expuestos han condicionado que en las dos últimas décadas se hayan disparado las cifras de ciclos de fecundación in vitro
(FIV), como mejor exponente de las técnicas de reproducción asistida, en
todo el mundo occidental. Como ejemplo tomemos el número de tratamientos FIV registrados por la American Fertility Society (AFS) entre 1989 y 1992
en que se ha pasado de 16.405 tratamientos/año a 24.717 en tan sólo cuatro años (10), o los registros franceses para este mismo periodo, en que se
pasó de 17.661 a 20.617 tratamientos/año (9).
Estos hechos hacen previsible un incremento en la demanda de este
tipo de tratamientos en todos los países occidentales que los distintos
gobiernos deberán afrontar, de forma que se han de efectuar, en los años
venideros, revisiones en las políticas sanitarias de los mismos con el fin de
afrontar de una manera eficaz el reto que suponen los problemas de esterilidad. Problemas que no se ciñen exclusivamente al ámbito de la salud sino
que tiene una trascendencia social innegable al estar hablando de unos países con cifras de natalidad descendentes, con un problema evidente de
envejecimiento de la población y paralelamente problemas en el mantenimiento de los sistemas sociales de pensiones entre otros (11).
— 24
5—
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— 24
7—
El amor breve de los maniquíes
Estrella de Diego
Universidad Complutense. Madrid
EL AMOR BREVE DE LOS MANIQUÍES
Estrella de Diego
Universidad Complutense. Madrid
I.
Jane se despierta de un sobresalto y halla junto a ella, al lado de la
cama, a la más temida de sus pesadillas -y la más deseada también. Cesare,
longilíneo, el ser de la mirada paradójica -vacía y al tiempo penetrante-, planea sobre su sueño como quien planea sobre una predestinación.
La estaba observando mientras dormía, la contemplaba con tanta
vehemencia que esos ojos fijos han acabado por despertarla.
Antes Jane había observado curiosa a Cesare en la feria. Le había
andando escudriñando. Había intentado desentrañar la esencia del autómata -¿quién podría ser durante el sueño? El autómata es lo prohibido, lo
negado, lo que debe ser mantenido a distancia, lo que no puede ni debe vernos: aquello que presagia la proximidad de la muerte. No obstante, Jane se
asoma al habitáculo del autómata, le ama -o le desea al menos, que no es
tan distinto.
Ciertamente forman la pareja perfecta, como se desvela a lo largo de
la película, una inverosímil relación especular en la cual las miradas ciegas
se van intercambiando.
Cesare es el autómata, lo monstruoso, lo expuesto, lo “para ser visto”.
De hecho, como Susan Steward apunta, citando el trabajo clásico de Fiedler,
“la historia de las aberraciones del cuerpo físico no puede ser separada de la
estructura del espectáculo. La etimología del término monstruo está relacionada con moneo y monstro.” Así el monstruo , dice la autora, ha sido históricamente catalogado como un objeto, algo capturado y enviado como regalo a
las cortes o las clínicas de investigación médica, dependiendo del caso.
Nada más cierto. El monstruo -lo monstruoso, la particularidad- , al
hallarse en los márgenes, pierde su subjetividad. Es, como Cesare, lo peculiar para ser mostrado, un objeto unido a la estructura del espectáculo, la
imposibilidad de una mirada propia.
— 25
1—
Sin embargo, Jane podría al tiempo ser leida como la “perfecta histérica” y, en su condición de tal, viviría presa de una mirada a su manera
ciega, un cuerpo para ser visto, cuerpo como lugar de la representación. De
algún modo Jane, en tanto “histérica”, es una suerte de autómata. Por eso
ambos se miran sin verse: se miran sólo buscando la propia imagen que
unos ojos ciegos no serán capaces de devolverles. Los dos están unidos por
un destino ineludible al ser ambos una construcción cultural.
Y esa noche Jane, arrancada del sueño por la presencia del autómata,
al encontrar a Cesare frente a frente, grita. El suyo debe ser un grito intenso
y vacío, paradójico como la mirada del autómata, pues los vecinos del cuarto
de al lado se despiertan y salen despedidos de las camas, movidos por un
resorte para prestarle ayuda. ¿Qué estará sucediendo?.
El grito de Jane debe ser, sobre todo, un grito sonoro, tan diferente de
los gritos que describiera Lacan en su seminario sobre la ansiedad de 196061, gritos mudos que se ahogan en las gargantas sin poder salir por la
angustia profunda -como el de la madre del Acorazado Potemkin o El grito
de Munch.
De hecho, se podría decir que frente a la angustia abismal que desvela Lacan, la que se hace un nudo en la garganta, la angustia de las “histéricas” tiene algo de ficción, de puesta en escena, de síntoma inducido,
como reflexiona Didi-Hueberman en su análisis de las imágenes del archivo
Charcot. Se trata de fotogramas de “histéricas” en poses inauditas, mirando
a la cámara, actuando para la toma.
Y esa noche Jane, en trance, tambaleada por las convulsiones, acaba
por desmayarse y Cesare, el autómata de la barraca, el supuesto asesino,
la arrebata de la tranquilidad de su alcoba y la arrastra en brazos por las
calles sinuosas y oscuras de la ciudad. Jane, la joven raptada, desmayada,
parece ser víctima de un pelo y una ropa que la ahogan metafóricamente
como en tantas imágenes fin de siglo: mujeres “histéricas” que sueñan con
sucumbir al peso de los vestidos o de las cabelleras; cuerpo no enemigo sino
representación, autómatas, pues, como Cesare en tanto corporeidad para
ser mirada, ojos ciegos, mueca sólo para la fotografía.
Indudablemente, la escena descrita en la anterior secuencia se
parece a las narraciones sobre la histeria que los lectores va encontrando en
los trabajos del doctor Freud: lo más temido, lo más terrible, se hace al fin
realidad en la propia alcoba. Aunque no sólo. La histeria se relaciona además con el concepto de lo cotidiano que se vuelve inusual, extraño, extranjero: no habitarse.
Las histéricas, dueñas de un cuerpo para ser mostrado, un cuerpo que
se inventa como síntoma, son pura representación, dueñas -o casi- de un
— 25
2—
cuerpo de otro que no habitan o no habitan del todo, que habitan sólo a ratos.
Son el cuerpo del síntoma inducido y, por tanto, no presentado sino representado. Son el cuerpo escenario, cuerpo que se hace ajeno. Porque las histéricas residen en un lugar donde lo familiar se convierte en extranjero y donde
se manifiesta lo “siniestro”, ese concepto acuñado por Freud en su conocido
artículo de 1919, Das Unheimlich . Se trata de cierta “familiaridad extraña” que
se manifiesta allí, en casa, en lo próximo, en lo más cercano: el propio cuerpo
que se hace cuerpo de y para los otros, corporeidad interpuesta.
Y parece si no otra cosa curioso que en la película aludida, El gabinete del Doctor Caligari estrenada por las mismas fechas de la publicación
del artículo de Freud sobre lo “siniestro”, se investigue la cuestión de la
“locura”, si bien tratada desde un punto de vista que podríamos llamar prefreudiano o, dicho de otro modo, acercándose a la misma como apartamiento, como reclusión y no como “liberación” a través de la palabra, fórmula
obviamente utilizada por el psicoanálisis.
Aunque parece más curioso todavía que el tema central de la película
proceda de uno de los más populares cuentos de Hoffmann, Los autómatas,
cuentos citados por el propio Freud entre los ejemplos de lo “siniestro”.
Freud, atraído por el campo semántico - lo cambiante de las significaciones de palabras idénticas -, queda atrapado en la aporía implícita de la
palabra heimlich, que implica familiaridad, del hogar, íntimo, un término que
evoca, pues, el bienestar y lo confortable, si bien invoca al misterio, a lo
oculto, a lo incierto. De este modo, Freud concluye que das unheimlich no
es en absoluto algo que habita fuera del ámbito de la propia casa sino más
bien todo lo contrario: es el sobresalto que nos causan las cosas que pululan por nuestros alrededores, las que son más familiares y que, de pronto,
se convierten en extrañas, en irreconocibles.
Los ejemplos que Freud trae a colación a la hora de definir el término
son muy ilustrativos: los cuentos de Hoffmann, El doble de Rank, el regreso
involuntario a lugares en apariencia ya vistos como presagio de algo ineludible - vuelta, por cierto-, del algún modo relacionada con la histeria, tal y como
muestra el conocido relato clínico de Isabel de R.
¿Cómo se relacionan, pues, la “histérica” y un autómata, cuál es su
historia de amor? Podriamos preguntarnos.
La pregunta no es de respuesta fácil. A primera vista parecería tratarse del amor entre la bella y la bestia-siguiendo los explotados ejemplos en
torno al personaje de Mary Shelley, Frankenstein. No obstante, podría ser
sólo una trampa.
Pues, quién de los dos es, al fin, el maniquí, debería ser la pregunta
formulada. ¿Cómo amar a un maniquí y, más aún, qué esperar de ese amor?
— 25
3—
La propuesta que querría plantear podría girar en torno a la de historia de amor entre Jane y Cesare, entendida como un ejemplo extraordinario
de ese amor maquinal que tan a menudo ha captado la atención de escritores y artistas.
Y no me refiero sólo a ejemplos como los citados, sino a una precisa
y prolija iconografía cultivada por la cultura occidental, iconografía que explicita, sin lugar a dudas, la fascinación por el juego ambiguo entre el ser y su
doble, el actor y el maniquí -tema que atrapó la atención del mismo Lubitsch,
interesado por las oscuras relaciones entre el señor y su autómata descontrolado-; un juego peligroso y apasionante que también representaría la quintaesencia del amor de los surrealistas, quienes toman al maniquí como uno
de los puntos clave en sus presupuestos de relaciones “fuera de la norma”.
II.
No parece necesario reiterar las filiaciones de este grupo con Freud y
hasta cierto punto con Lacan. Como se irá viendo, este parentesco es esencial para comprender la discusión, aunque al final los surrealistas acaben por
mostrarse como lo que fueron en realidad, burgueses en busca de relaciones convencionales -al menos en la práctica.
De hecho, cuando en 1928 Breton tiene la idea de reunir a los surrealistas para reflexionar sobre el sexo, una de las cuestiones abordadas es
“lo femenino” pero, incongruentemente, no invita a ninguna mujer, al menos
a las primeras sesiones. Sólo Aragon acaba por llamar la atención sobre las
contradicciones de tales ausencias. Así, en la octava sesión participan
Nusch Eluard, la señora Unik y Jeannette Tanguy - junto a sus maridos- que
intervienen para aclarar cómo las mujeres tienen fantasías diferentes a las
de los hombres.
A través de estas sesiones es posible vislumbrar la preocupación
recurrente del movimiento por conjugar sexo y amor y esa moral surrealista
que se establece a través de su factotum . El onanismo y la sodomía estaban socialmente aceptados; por el contrario, la homosexualidad y el bestialismo eran rechazados.
Es en su concepto de amor fou y las restricciones moralistas donde
se encuentra una de las primeras y más flagrantes contradicciones del
Surrealismo. El amour fou, un amor extravagante, loco, que brota de lo irracional, debería tener por objeto cualquier cosa, todo aquello que la imaginación desee, la propia proyección del deseo, por hablar en términos psicoanalíticos -en el fondo, el amor es siempre inventar al otro.
— 25
4—
Esto es lo que lleva a cabo Bellmer en su obsesiva muñeca -uno de
los más extraordinarios maniquíes de la cultura occidental- , idea sobre la
que trabaja toda la vida, desde el año 33, y que simboliza las fantasías
sexuales en torno no sólo al cuerpo femenino, sino al propio cuerpo releido
a partir de esa de/reconstrucción. Tal vez es cierto que, en toda relación
especular -y el amor podría serlo y, sin duda, el amor por el maniquí es la
quintaesencia de esas relaciones especulares- la invención del otro implica
cada vez la revisión del yo. De este modo, ese cuerpo propio/ajeno se traviste a veces de formas realistas y otras de formas híbridas o en descomposición, como sucede con los dibujos para la Historia del ojo de 1944.
El juego de la muñeca, que inspiró los poemas en prosa de Eluard Les
Jeux de la poupée en 1938, se incribe sin duda en ese amor a lo maquinal
tan en voga en la época y que ya recogen ejemplos como las populares
novias de Picabia o Duchamp. Max Enrst o Hans Richter regresan al tema,
el último en un sketch de la película Dreams that money can buy de 1944.
Dentro de esta misma fantasía pigmaliónica, dar vida a la propia creación -aunque pigmaliónica algo matizadamente como veremos-, se situa la
“iconografía estatuaria”, sirviendo la estatua como transición entre lo estático
y lo dinámico. Uno de los ejemplos mejor conocidos es la escena de la Sangre de un poeta de Jean Cocteau en la cual aparece una Lee Miller convertida en escayola.
Sea como fuere, la pasión por el maniquí se instala como imperativo
en la Exposición Internacional del Surrealismo, en 1938, para la cual cada
artista representa su deseo a través del maniquí, formas de control sobre lo
femenino que seguramente hablan de los arraigados miedos masculinos a
las mujeres “reales”, por lo que valga el término.
Las mujeres resultan para los surrealistas proyecciones manejables.
Son frecuentes las castraciones de lo femenino como las citadas muñecas
de Bellmer, mujeres/maniquí objetivizadas, bajo control, igual que las niñas
o las esfinges o las histéricas: imposibles y lejanas, desencarnadas. Amor
maquinal que, en el caso de los surrealistas no libera, sino que reduce -fou,
sólo a medias.
Leonora Carrington se rebela contra las rígidas normas a través del
amour pasionelle y rechaza los límites que imponía la norma moral de los
surrealistas: “ En el amor pasión el amado, el otro es quien tiene la llave. La
pregunta es: ¿quién es el amado?. Puede ser “un hombre, un caballo u otra
mujer.”
Se trata de unas categorías amorosas que, bien visto, podrían estar
relacionadas con fenómenos esencialmente narcisistas. De este modo, si
una constante del amor podría ser la búsqueda del otro como reflejo, si,
— 25
5—
como suele decirse, en el amor buscamos la parte que nos falta -lo complementario-, el amor hacia el maniquí -o hacia el autómata en el caso específico del Gabinete del doctor Caligari - no es sino la ilusión última de inventar
al otro como le deseamos. Más aún: como debería haber sido.
Ya se apuntaba: se trata de un proceso más especular si cabe que el
propuesto por Pigmalión. ¿Qué hará la estatua cuando le demos vida?
¿Qué hará, pese a haberla diseñado como nuestro ideal?
La estatua adquirirá vida propia y quizás, un día, sin siquiera esperarlo, nos dejará de amar. La estatua de Pigmalión es nuestro ideal -los ideales decepcionan a veces. Frankenstein -el autómata- es nuestra prolongación. Pero, quién sabe, es probable que el amor de los maniquíes no sea, al
fin, tan diferente del resto de los amores, como se ha venido anunciando.
III.
En uno de sus últimos y más oscuros seminarios, Encore , Jacques
Lacan habla de amor. Hasta él mismo parece sorprendido por la elección del
tema. ¿Cómo puede alguien pretender hablar del amor? Poco a poco el lector
descubre que Lacan habla una vez más -encore - tan sólo del deseo, ya que
el deseo es, sin duda, la parte esencial de la teoría psicoanalítica lacaniana.
El deseo lacaniano, tan difícil de atrapar y definir al estar continuamente variando con el pensamiento del autor, se podría tal vez nombrar
como una falta, una falla, una fractura y -por qué no- algo semejante a una
discontinuidad. En términos lacanianos, el deseo nos conforma como seres
linguísticos, se entromete en nuestra percepción del mundo y en nuestras
relaciones con los demás. De hecho, el deseo es la clave para comprender
las relaciones entre el Yo y el Otro: el Yo tiene consciencia de quién es
cuando el Otro dice “no”. Y el Otro, claro está, dice “no” con mucha frecuencia o dice al menos “quizás”, ya que el Otro no es más que un Yo que a su
vez ve al Yo como Otro. El encuentro de ese Yo y ese Otro acaba por ser el
encuentro entre dos imposibilidades, dos deseos.
Por este motivo el deseo, esa falta que todos sufrimos en tanto seres
linguísticos, podría ser definido como “dar algo que uno no tiene a alguien que
no lo necesita” -o, al menos, dar algo a alguien que quiere algo completemente diferente de aquello que le damos. “Te pido que rechaces aquello que
te ofreco porque no es aquello.” En otras palabras, aquello que te ofrezco no
es lo que tú en realidad quieres ni lo que yo en realidad quiero darte. El deseo
hace a estos dos roles -Yo y Otro- infinitamente intercambiables.
— 25
6—
Como es bien sabido, en el largo proceso de la definición del deseo
en la teoría lacaniana, el espejo juega un papel crucial: somos conscientes
de nuestro Yo a través de la visión del Otro.
La tan citada “fase del espejo” -el medio para adquirir el Yo- está
basada en el reflejo. El niño (entre los seis y los ocho meses) se halla frente
a un espejo sostenido por un adulto y no en capaz de distinguir entre los dos
reflejos (ese sería el primer estadio). En un segundo momento, comprende
que no se trata de cosas “reales”, sino de reflejos (este sería el segundo
estadio) y finalmente entiende que él/ella no es el otro reflejado y que ese
otro no es él/ella ( tercera fase). Desde ese momento, que por lo general
representa la separación radical de la madre, el niño sufre una fractura, esa
falta que origina el deseo, una discontinuidad imposible de llenarse. De
hecho, los deseos pueden hacerse realidad, el deseo -en términos lacanianos- no.
De este modo, la mirada es imprescindible en la formación del Yo y en
la definición del deseo. A través de ella, buscándonos a nosotros mismos,
nos damos de bruces con el Otro. Allí, en ese mismo momento, comienza la
negociación, porque ese Otro dirá a menudo “no” o “quizás” y en el amor, ya
se sabe, buscaremos desesperadamente el “sí” y el “siempre”. En pocas
palabras, buscaremos a un Otro capaz de no decepcionarnos nunca.
Esa podría ser la causa del amor hacia los maniquíes, algo incluso
diferente de un proceso narcista en su estado más puro. Se ama a un Otro,
sí, pero sólo para ser mirado, ese peculiar Otro que por su misma naturaleza
no es el Yo pero tampoco es el Otro. Es la ilusión ambigua de suturar la fractura: hallar a un Otro sin los conflictos últimos que entraña ese hallazgo.
Hallar, pues, a un Otro que prolonga al Yo.
Final.
Regresemos por un momento a la historia con la que se abría esta
propuesta, la de Jane y Cesare que, en mi opinión, encarnan una perfecta
historia de amor: uno busca en el otro el propio reflejo, la propia fantasia, el
propio maniquí.
Y es que, al fin, los dos son autómatas, los dos maniquíes, pues ninguno de los dos ha superado el momento en el cual se ve sin mirar, se comprende el mundo como algo más que un reflejo.
De hecho, si la mirada ese esencial en la configuracón del deseo,
mirar-se, su romance se fragua a través de miradas que se intercambian.
— 25
7—
Pero lo curioso es que son miradas que se alternan: la que mira al que no
ve, el que mira a la que no ve. Los-que-no-ven se miran -y de ahí surge la
paradoja. Se ven, uno a otro, como reflejo.
Es probable que su deseo surja sólo cuando el desmayo o el automatismo los protegen del contrario, cuando éste es mirada ciega, cuando no
está sino como posibilidad, como reflejo. Quizás ambos buscan en el contrario lo que de maniquí tiene: el silencio. Nunca se dirán “no” ni siquiera “quizás”, serán para siempre la ilusión de la unión perfecta, como el amor breve
de un maniquì que, aporéticamente, dura para toda la vida.
Sea como fuere, claro está, para aceptar esta propuesta es imprescindible admitir que Jane no es la “humana” y Cesare no es el “autómata”, el
“maniquí”, sino que ambos son al tiempo un infinito intercambio de papeles.
Sin embargo, es posible que en la vida real, en las relaciones “reales”, sucedan cosas tan imprevisibles como en los cuentos de Hoffmann. ¿Quién da
vida a quién en todo amor?
— 25
8—
La anticoncepción en nuestra época
Ezequiel F. Pérez Campos
Hospital de Requena
LA ANTICONCEPCIÓN EN NUESTRA ÉPOCA
Ezequiel F. Pérez Campos
Jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología.
Hospital de Requena (Valencia)
La anticoncepción forma parte ya de la vida cotidiana de las parejas
del siglo XXI, sea como libre elección o en políticas gubernamentales de
control demográfico en paises emergentes o del tercer mundo, con tasas
elevadas de crecimiento poblacional.
En nuestro medio, el mundo occidental, la opción contraceptiva
variada y acorde con las distintas posiciones personales, religiosas o sociales está extendida y es una libertad individual consolidada e indiscutible, irrenunciable para las mujeres y sus parejas. La situación no es tan optimista en
otros sectores del planeta, con acceso a veces difícil y restringido de la
población a los métodos contraceptivos, como señalaba el informe anual de
población de la ONU del año 1999.
En cuanto a nuestro país, las tasas de natalidad, las más bajas del
mundo, ponen de manifiesto la genérica utilización de métodos anticonceptivos por las parejas fértiles. Sólo en la parcela etaria de la adolescencia y,
en menor medida, en mujeres de más de 40 años, se viene produciendo un
incremento en el número de embarazos no deseados. Las restantes parcelas de la edad fértil, mantienen cifras descendentes.
La contracepción es uno de los hitos sociales del siglo pasado y quizá
de los más trascendentes en el proceso de liberación de las mujeres de roles
condicionados en buena medida por su fertilidad. En la mayor participación
cívica, social y profesional de las mujeres en el mundo desarrollado de la
segunda mitad del siglo XX, ha jugado un importante papel la elección libre
del momento o momentos de su maternidad. Es, sin duda, la conquista de
una parcela de libertad individual de las mujeres y de las parejas.
Las posibilidades de la anticoncepción han ido creciendo y diversificándose en los últimos años, sobre todo a partir del emblemático momento
de la comercialización, hace unos cuarenta años, de la píldora contraceptiva
de hormonas esteroideas.
No hay duda de que uno de los grandes descubrimientos del siglo
anterior ha sido la píldora anticonceptiva, que ha permitido conseguir el
— 26
1—
control de la fertilidad femenina con el simple hecho cotidiano de ingerir una
pastilla.
Cuando hace cuarenta años, tras los estudios de Pincus, Rock y García, se lanzó al mercado el Enovid 10, muchas cosas comenzaron a cambiar
para las mujeres. La conquista de su libertad y sus derechos y su cada vez
mayor implantación en las esferas de decisión tienen mucho que ver con una
sexualidad no inevitablemente unida a la maternidad.
Una vez introducidos estos preparados, inicialmente con unas dosis
de 10 mg de noretinodrel más 150 mcgr de mestranol, y a la vista de los
efectos secundarios aparecidos en relación a la dosis del estrógeno y al tipo
de gestágeno, especialmente en el aparato cardiovascular, las investigaciones se dirigieron a la búsqueda de nuevas formulaciones con menores dosis
de estrógenos y de gestágenos y al desarrollo de nuevos gestágenos. Los
cambios introducidos han permitido que en la actualidad dispongamos de
preparados en los que los comprimidos contienen 20 y hasta 15 microgramos de etinilestradiol y 60, 75 ó 150 microgramos de gestágeno (según la
potencia geatagénica del mismo), lo que supone una drástica reducción.
Los contraceptivos orales (CO) en esta segunda mitad del siglo XX se
han convertido en el medicamento más estudiado, dadas las enormes implicaciones sociales, religiosas y conductuales que de su generalización se han
derivado. Actualmente en el mundo se estima que un total de 55 millones de
mujeres regula su fertilidad mediante los CO; en España la cifra alcanza los
1,5 millones de mujeres.
Además de la importante y emblemática “píldora” por antonomasia,
debemos revisar otros métodos contraceptivos. Sin dejar la parcela de la
contracepción hormonal, hemos tenido y seguimos disponiendo de la opción
de usar métodos hormonales inyectables. Su difusión ha sido mucho menor
fundamentalmente debido al deficiente control del ciclo menstrual aunque
han sido usados con cierta frecuencia cuando la ingesta diaria de una píldora
se convertía, por razones de índole psicológica sobre todo, en un problema.
Sin duda, el clásico método del preservativo masculino tuvo, tiene y
probablemente tendrá una presencia destacada entre los métodos anticonceptivos. Es el método más utilizado en nuestro país y el segundo en el total
mundial. Su nula medicalización y fácil uso y acceso, lo colocan en esta
situación de privilegio, sin olvidar su asociada acción de prevención de las
enfermedades de transmisión sexual, y ello a pesar de su no excesiva eficacia de uso. Los equivalentes métodos de barrera femeninos, diafragma
acompañado de cremas espermicidas, tienen una difusión mucho menos
universal, quizá por su más complejo uso y la necesidad de un cierto adiestramiento.
— 26
2—
En cuanto a la difusión de la contracepción intrauterina, desde la aparición de los primeros DIUs modernos a principios de los años sesenta, se
ha convertido en un método de alta eficacia entre los reversibles, disminuyendo asimismo sus efectos secundarios a lo largo de su evolución. En la
actualidad es el tercer método en uso en el mundo, estimándose el número
de usuarias por las Naciones Unidas en 1994, en 110 millones de mujeres
de todo el mundo, el 70% de ellas en China, ya que su predicamento varía
notablemente de un país a otro. En España, el número de usuarias se estima
en aproximadamente un millón de mujeres. El método presenta unas elevadas tasas de continuidad, que superan, incluso, a otros métodos reversibles
como la anticoncepción hormonal oral.
Los DIUs actualmente más usados son aquellos con alta eficacia
demostrada como los DIUs liberadores de cobre con alta carga de este metal
(por encima de 300mm2) o los medicados con levonorgestrel, recientemente
comercializados en nuestro país.
Nuevos métodos contraceptivos hormonales están próximos a aparecer en nuestro medio. Presentan otras vías de aplicación (implantes subdérmicos o anillos vaginales), y ya han sido usados en el siglo previo, aunque
ahora presentan perspectivas novedosas que incrementan su eficacia y disminuyen efectos secundarios, lo que aumentan su aceptabilidad y continuidad de uso.
No podemos olvidar los métodos naturales de control de la fertilidad a
los que, en condiciones ideales, se les atribuye una buena eficacia. Son asumidos especialmente por sectores poblacionales con determinados planteamientos filosóficos o religiosos y requieren un riguroso seguimiento científico
para continuar su desarrollo.
Para finalizar este repaso por los métodos anticonceptivos disponibles, debemos hablar del notable desarrollo conseguido en los últimos años
por los métodos quirúrgicos de esterilización masculina o femenina, irreversibles en un principio pero con reversibilidad demostrada en el mundo desarrollado para atender las demandas cambiantes de distintos sectores de la
población.
En España, la eclosión de los métodos quirúrgicos surgida en los años
80 y 90, motivada por la prohibición existente previamente para su práctica,
ha venido seguida de una estabilización probablemente motivada por la normalización del método y la superación de los sectores amplios de población
con demanda no atendida durante años a este respecto.
Durante el presente siglo, suponiendo unas características sociológicas similares, algo que en este momento es cuando menos arriesgado, el
método debiera mantener su estabilidad. La realización más sencilla
— 26
3—
mediante técnicas endoscópicas en las mujeres y la relativa poca complicación del método de la vasectomía, garantizan su mantenimiento entre las
mujeres y los hombres que consideren cumplido su deseo de procreación.
La generalización de la reversibilidad del método puede dar un nuevo
impulso a estas técnicas.
En el recién estrenado siglo XXI, ¿cuál es la perspectiva de futuro
para los anticonceptivos en general y los CO en particular?. Intentaremos
analizarlo desde la perspectiva científica y la, no menos interesante, perspectiva social y demográfica.
Los aspectos demográficos presentes actualmente y su previsión
para los años venideros, representan un aspecto clave en el uso de la contracepción en general y los CO en particular. No podemos olvidar la clara
divergencia entre primer mundo por un lado y segundo-tercero por otro. El
informe anual de la ONU sobre población publicado en Septiembre del
pasado año señalaba con alarma que la población mundial alcanzaba la
impresionante cifra de 6.000 millones de personas, habiéndose doblado la
población en tan sólo 39 años. Por otro lado, en el análisis del cumplimiento
de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994, se
cifraba en 350 millones el número de mujeres que carecen de acceso a los
anticonceptivos. La previsión de población para el 2050 oscila, según las
políticas que se desarrollen, entre 7.300 y 10.700 millones. En este estremecedor contexto que puede suponer una carestía de los medios de supervivencia, es evidente que es imprescindible la difusión de los métodos anticonceptivos para mitigar las previsiones de la eclosión demográfica y dejarla
en su punto óptimo de aumento calculado.
Por su parte, la situación en el Estado español es, como en el resto de
la Unión Europea, radicalmente distinta. Sólo la inmigración ha evitado que
en este espacio geográfico no se haya producido un crecimiento 0 en el año
1999. La “incertidumbre demográfica” de Europa se basa en una previsión
de descenso de población que en España para el año 2050 es de más de 9
millones respecto de la actual. Las políticas natalistas y el adecuado manejo
de la inmigración deberán paliar este problema, sin modificar el papel de protagonismo que la mujer ha asumido en estos países y el indiscutible ejercicio de su libertad individual que supone un conocimiento veraz de las opciones contraceptivas.
El prisma científico del futuro de los CO nos plantea interesantes cuestiones como ¿qué pedimos al contraceptivo oral del siglo XXI?, ¿hemos llegado
al mínimo aceptable de dosis en estrógeno y gestágeno?, ¿requerimos la investigación de nuevos gestágenos que superen los problemas de los actuales?
Intentemos una aproximación a las respuestas a estas cuestiones. El
CO ideal para el siglo XXI podríamos decir que es aquél que mejor se adapte
— 26
4—
a las necesidades de la mujer; un contraceptivo oral “a la carta” de las características de cada mujer.
La paulatina disminución de la dosis ha continuado hasta la aparición
de los CO con 15 mcgr de etinilestradiol y 60 mcgr de gestodeno. La posible
disminución de efectos adversos mayores se tiene que analizar a la luz de la
aparición con estos “15/60” de efectos secundarios como el sangrado intermenstrual o la posible pérdida de los efectos beneficiosos descritos con formulaciones superiores.
La alarma producida en 1995 con los gestágenos de tercera generación ha dejado con una duda a dichos gestágenos, a pesar de los sesgos
demostrados y de los trabajos posteriores que parecen retornar la normalidad. La dimensión del “susto” parece que está aconsejando la investigación
de nuevos gestágenos, algunos en fase muy avanzada de estudio. La acción
antialdosterónica aportada podría ser una de sus novedades interesantes
por su posible uso en mujeres con hipertensión arterial leve.
Como novedad que ya es una realidad en nuestro país, se encuentra
la comercialización de los preparados contraceptivos orales conteniendo tan
sólo gestágeno que, aunque de larga tradición en otros países, no existían
aún en España hasta hace bien poco. En este campo también son esperables innovaciones en los próximos años respecto al gestágeno utilizado a la
búsqueda de disminuir sus efectos adversos.
Un antiprogestágeno, la mifepristona, se investiga para su utilización
en contracepción hormonal tanto estable como de emergencia. Por fin, existen también lineas de investigación en contracepción hormonal usando análogos de Gn-RH.
Las mujeres que accedan a la sexualidad y la contracepción en el nuevo
siglo en nuestro país son, por fortuna, mujeres más formadas y con menos
tabúes y prejuicios respecto a la anticoncepción. La obligación de los profesionales de la salud es la de dar la información lo más científica y aséptica
posible para recuperar el equilibrio en muchas ocasiones perdido, generando
rechazo engrosado e injustificado de los CO. Sin duda, con este enfoque,
debiera aumentar notablemente el uso de los CO, como método de alta eficacia y seguridad, y sin embargo relativamente poco usado por su “mala fama”
a la que hemos colaborado los profesionales de la sanidad. Este aumento
cobra tintes de necesidad dramática si nos proyectamos al conjunto de la
humanidad y sus perspectivas de crecimiento demográfico a medio plazo.
De interés respecto a los CO será la profundización en los aspectos
que propicien un adecuado cumplimiento del método una vez instaurado.
Por último, una breve alusión a otro objetivo no conseguido en el siglo
que acaba: la contracepción hormonal masculina, que puede ser otra de las
— 26
5—
grandes novedades de los próximos años. Qué duda cabe que este aspecto
está mucho menos desarrollado, lo cuál da un cierto tinte “machista” a la
investigación previa sobre anticonceptivos. Es cierto que la interferencia en
el proceso continuo de la espermatogénesis ha resultado más complejo y los
efectos secundarios han resultado no admisibles. Pero las investigaciones
de los últimos años con preparados de testosterona más gestágenos, hacen
prever avances en este campo. De momento, el hombre sólo aporta a este
mundo de la anticoncepción los clásicos condón y vasectomía.
La contracepción, un derecho conquistado en los últimos años y que
forma ya parte de nuestra vida cotidiana, continúa su camino para conseguir
un abanico de métodos que permita acomodarse a las distintas demandas y
situaciones, sin perder de vista el requerimiento de eficacia, seguridad y facilidad de uso para los métodos del futuro
El camino está empezado, los mayores escollos vencidos y el futuro
abierto e incierto médica, demográfica y socialmente.
— 26
6—
BIBLIOGRAFÍA
1.
Grupo de trabajo sobre anticoncepción oral. Manual de anticoncepción
hormonal oral. Zaragoza: Sociedad Española de Contracepción – Carlos Buil Rada. 1997.
2.
Speroff L., Glass R.H. y Kase N.G. Anticoncepción. En: Speroff L.,
Glass R.H. y Kase N.G. Endocrinología ginecológica e infertilidad.
Madrid: Waverly Hispánica S.A., 831-1010, 2000.
3.
Pérez E., García J. Anticonceptivos orales. En: Santiago Palacios.Salud
y Medicina de la mujer. Madrid: Ediciones Harcourt, 97-112, 2001.
4.
Martínez F., Scazzocchio E. Actualización de la anticoncepción intrauterina. Folia Clin. Obstet. Ginecol., 28: 8-31, 2001.
5.
Calaf J. Manual básico de contracepción, 2ª edición. Barcelona: Masson, S.A. 1997.
6.
Fernández-Bolaños J., García A. La contracepción por dispositivo
intrauterino.Madrid: ELA Editorial. 1993.
— 26
7—
Panorama actual de las enfermedades de
transmisión sexual
Dr. José L. Sánchez Carajo
Hospital General Universitario. Valencia
PANORAMA ACTUAL DE LAS ENFERMEDADES DE
TRANSMISIÓN SEXUAL
Dr. José L. Sánchez Carazo
Servicio de Dermatología.
Hospital General Universitario. Valencia.
Utilizamos en la actualidad más propiamente el término enfermedades
de transmisión sexual (ETS) para definir a las antiguamente llamadas enfermedades venéreas en honor a la diosa del amor Venus y que han sido
durante muchos años un grupo de patologías mal estudiadas, despreciadas
incluso por el mundo sanitario y en cuyo estudio, conocimiento y control se
anteponían prejuicios morales y sociales a intereses científicos. En la actualidad se enfocan desde un punto de vista ético, agrupándolas por su característica epidemiológica más importante; la de transmitirse en el curso de
una relación íntima (sexual generalmente) y denominándose Enfermedades
de Transmisión Sexual (ETS). Se trata de un grupo heterogéneo de patologías infecto-contagiosas de etiología diversa: bacteriana, fúngica, parasitaria
y virica, que tienen como denominador común el ser adquiridas durante la
practica de relaciones sexuales. (Tabla 1)
Este grupo de patologías representan un problema de salud pública
en la mayoría de los países del mundo, estimándose por la Organización
mundial de la Salud la existencia de unos 333 millones de casos en todo el
mundo, sólo de las cuatro ETS más importantes, afectando a casi tantas personas como el paludismo o las infecciones respiratorias agudas, aunque
pocas veces son mortales1. Tienen un impacto brutal en la economía, sobre
todo de los países en vías de desarrollo, representando la segunda causa de
muerte en mujeres, (después de la mortalidad post-parto). En los varones
tiene la misma relevancia que el SIDA, patología a la que está íntimamente
ligada.2
La pérdida de salud es un sufrimiento innecesario para todos los afectados por ETS ya que todas se pueden prevenir y salvo el SIDA, curar.
1
Hoja de información sobre ETS del Office of ASD (VIH/Sida y Enfermedades de transmisión
sexual) de la Organización Mundial de la Salud. Abril 1996
2
Word Bank: Confronting AIDS: A world Bank Policy Research Report 1997.Oxford, Oxford
University Press,1997
— 27
1—
TABLA 1
Pero el conocimiento, control y prevención de las ETS ha sufrido un
retroceso en los últimos años debido a la monopolización que ha tenido el
estudio y control de la epidemia de VIH/SIDA, que ha derivado prácticamente todos los recursos disponibles hacia el conocimiento y control de esta
enfermedad, permitiendo el descubrimiento del agente causal a los tres años
de la descripción de la enfermedad y en el plazo de diez años la aparición
de una terapia antiviral específica.
Las ETS se han beneficiado indirectamente del control del SIDA dado
que existe entre ambas una sinergia en la transmisión y en determinados
grupos concretos, se ha evidenciado que un control efectivo de la infección
por VIH es también efectivo en el control de las ETS.3
La mejor forma de comprender la lucha contra las ETS es entender
una serie de principios básicos sobre las mismas; las vías de diseminación,
3
Freeman D.: Sexually transmitted diseases: Present problems-future prospects. Dermatol.
Clinics 16(4). 649-667,1998
— 27
2—
los síntomas clínicos y su tratamiento. Ello aportará el primer paso hacia la
prevención que es la clave del control de la patología.
Es importante establecer al menos cinco puntos sobre las ETS en la
actualidad:
1 Las ETS afectan a hombres y mujeres de todos los niveles socioeconómicos. Siendo mas prevalentes en adolescentes y adultos
jóvenes, casi 2/3 de los casos ocurren en personas con menos de
25 años.
2. La incidencia de las ETS esta aumentando, en parte, por que en las
últimas décadas la gente es más activa sexualmente y el matrimonio mucho más tardío, siendo el divorcio más común. El resultado
final es que la gente sexualmente activa suele tener más parejas
durante su vida y ello es potencialmente más peligroso para contraer una ETS.
3. La mayor parte del tiempo las ETS no presentan síntomas clínicos,
fundamentalmente en las mujeres y cuando estos existen pueden
ser fácilmente confundidos con los que provienen de enfermedades
no transmisibles sexualmente. Incluso cuando no causan síntomas,
una persona infectada puede trasmitir la enfermedad a sus parejas,
por eso se recomienda la practica de tests o revisiones periódicas
en personas que tienen mas de una pareja.
4. Los problemas de salud causados por las ETS tienden a ser más
severos y más frecuentes en mujeres que en hombres, porque la
mayor frecuencia de infección asintomática de las mujeres significa
que ellas no acuden a control sanitario/tratamiento hasta que la
infección provoca síntomas, estando generalmente entonces la
infección está muy avanzada, generando complicaciones.
Algunas ETS pueden infectar el útero y anexos causando inflamaciones pélvicas, que son una de las mayores causas de infertilidad
y embarazo ectópico, siendo esto con frecuencia letal.
- Las ETS en las mujeres pueden estar asociadas con cáncer cervical. Una de ellas, la infección por HPV, causa cáncer cervical y
genital.
- Las ETS pueden ser transmitidas verticalmente (de madre a hijo)
antes, durante o inmediatamente después del nacimiento; algunas de estas infecciones en el neonato son fácilmente curables,
pero otras pueden afectar al desarrollo del feto permanentemente o incluso causar la muerte.
— 27
3—
5. Cuando se diagnostican y se tratan precozmente muchas ETS son
fácilmente curables.
Podemos en la actualidad diferenciar epidemiológicamente dos grupos principales dentro de las ETS; las patologías de origen bacteriano y las
patologías de origen vírico:
Consideramos que las enfermedades de etiología bacteriana están
confinadas en nuestro entorno a grupos reducidos de pacientes, los llamados “núcleos centrales” que representan una marginalidad social ligada a la
inmigración ilegal y a la prostitución, refractaria a las campañas de información y prevención, siendo los responsables del mantenimiento de bajas
tasas de estas enfermedades. Pese a ello y gracias a la estandarización de
métodos diagnósticos y terapéuticos, son patologías en franca regresión.
Sin embargo el rápido incremento que ha sufrido este tipo de patologías en los países del Este de Europa hace que tengamos que estar atentos
a la posibilidad de un incremento de nuevos casos si los controles epidemiológicos se relajan.4
De las patologías de origen vírico se observa desde hace unos años
un notable incremento relacionado en parte con lo anteriormente expuesto;
aumento de la frecuencia y número de relaciones/parejas sexuales y también por un mayor conocimiento de ellas. Además este conocimiento ha permitido establecer la estrecha relación existente entre cáncer genital en mujeres y determinadas ETS víricas.
En general podemos afirmar que el control de las ETS ha sido más
exitoso en las patologías de origen bacteriano que en las de origen virico.
Puesto que solo la abstinencia tiene un 100% de éxito en la prevención
deberíamos tener una serie de medidas de salud pública como el empleo de
preservativos, identificación y tratamiento de las parejas, screenings de sangre, consejos sobre sexo seguro que ayuden al control de la epidemia de
ETS.5
Conocer el estado actual de las ETS es complejo, pues aunque se
trata de enfermedades de declaración obligatoria no existe un sistema uniforme de recogida de casos uniforme. Al mismo tiempo el control no se plantea de la misma forma en todos los países, existiendo en algunos de ellos
centros específicos de diagnóstico y tratamiento y campañas preventivas.
4
Battu V, HornerP, Taylor P et al: Locally acquired heterosexual outbreak of syphilis in Bristol. Lancet 350: 1100-1101,1997.
5
Brown TC, Yen-MooreA, Tyring SK. An overview of sexually transmitted deseases.Part II. J
Am Acad Dermatol (1999) 41;66177.
— 27
4—
Por último la magnitud del problema es diferente en los países desarrollados
que en los países del tercer mundo.
Las patologías más frecuentes en la actualidad en nuestro entorno
son precisamente las que más afectan a las mujeres y mayores y más graves complicaciones acarrean. Es difícil conocer el panorama actual real,
teniendo presente que ante la insuficiencia de datos propios tendremos que
inferir que los datos de países similares son reflejo de lo que ocurre aquí.
Haremos a continuación una exposición sobre estas patologías su
situación actual y las complicaciones que conllevan debido sobre todo a la
falta de control y prevención.
Sífilis
La sífilis es la enfermedad más grave, pero también la menos frecuente, se manifiesta por la presencia de úlceras en los órganos sexuales,
su incidencia en los países desarrollados ha ido progresivamente disminuyendo desde la introducción de los antibióticos. Sigue siendo un problema
grave de salud en los países del tercer mundo.
Como otras ETS el problema principal de la sífilis es la posibilidad de
contagio en ausencia de síntomas clínicos, así como la desaparición de los
mismos pese a la ausencia de tratamiento. Se estima que en los dos primeros años de la infección, el riesgo de adquirir sífilis de una pareja infectada
es del 10 al 60%, es decir que aproximadamente 1 de cada 3 personas que
tienen un solo contacto con una pareja con sífilis precoz se infectarán.
Las cifras reales de sífilis en España son desconocidas, en 1995 se
notificaron 1995 casos nuevos, lo que supone una incidencia de 2,57 casos
por cien mil habitantes6. La incidencia había sufrido un discreto aumento en
los años 80, pero se experimentó un declive progresivo desde la aparición
del SIDA hasta la práctica desaparición de casos. En la actualidad parece
que existe un resurgir de la enfermedad sobre todo a expensas de la prostitución que llega de los países del Este de Europa y Africa.
Así, si tenemos como referencia lo acontecido en Rusia y dado que
una gran mayoría de nuestra prostitución procede de los Países del Este,
podremos observar que tras los cambios ocurridos a partir de 1985 y debido
a múltiples factores acontecidos en estos países tales como: Colapso eco-
6
Boletin epidemiológico semanal (1995) vol 3, nº1;1-6
— 27
5—
nómico, desempleo, pobreza, y fundamentalmente la desaparición de programas sanitarios estatales, se han establecido redes de emigración clandestina dedicadas sobre todo a la prostitución en países mediterráneos. Los
cambios producidos en Rusia han sido dramáticos, los porcentajes de sífilis
se han doblado prácticamente cada año desde 1991(TABLA 2) por lo que es
de suponer que asistiremos en los próximos años a un aumento de casos de
sífilis en nuestro país.
En USA las cifras de sífilis son de 101.000 casos nuevos cada año y
3.400 casos nuevos de sífilis congénita, existiendo una desproporción entre
los distintos grupos de población, siendo las razas negras y los hispanos los
mas frecuentemente afectados, jugando un papel importante el escaso
acceso a la salud, la pobreza y el uso de drogas.
TABLA 2
La situación en otros países con cuya inmigración nos podemos ver
implicados es muy variable, en centro Africa la incidencia ronda el 3-4% de
la población, alcanzando el 7% en Senegal
— 27
6—
Mención aparte merece la sífilis congénita, que aparece en neonatos
por contagio vertical durante el embarazo, se calcula que dos de cada tres
mujeres embarazadas infectadas contagian al feto y la mitad aproximadamente lo pierde antes o durante el parto. Es el mayor problema en países en
desarrollo donde no existen cuidados prenatales. Los niños con sífilis congénita presentan hasta en el 60% de los casos manifestaciones mucocutáneas y malformaciones óseas y tendrán problemas de salud irreversibles.
Dependiendo del tipo de lesiones, las tasas de mortalidad perinatal son muy
altas.
Si tomamos como modelo de lo que puede acontecer en nuestro
Estado lo que está ocurriendo en Rusia, observaremos que existe en general una tendencia al incremento en general de todas las patologías que se
transmiten por vía sexual. (Tabla 3)
Si bien, hay que hacer la salvedad de que no dándose aquí las condiciones sociales anteriormente expuestas, debemos inferir que los incrementos serán posiblemente mucho más escasos que los que se dan en un país
donde todas las estructuras sociales han sido dinamitadas.
TABLA 3
Gonococcia
La clínica de la gonococia es la existencia de una supuración uretral y
disuria en el varón tras un contacto sexual en los 2/3 días previos, lo que la
hace fácilmente diagnosticable y tratable. En el sexo femenino y en caso de
— 27
7—
relaciones orales o anales, los síntomas son mínimos o inexistentes lo que
favorece la diseminación hematógena y las infecciones crónicas.
Pese a que no existen datos fiables parece ser que la gonococia en
los países desarrollados es una patología en vías de regresión, así en USA
el 1997 el porcentaje de infección se redujo en un 74% (casos declarados)
desde 1975.
En los países africanos la gonococica tiene una incidencia más baja
que la sífilis entre un2-5% en los diferentes países, si bien la tasa es altísima
en determinados países como Sudáfrica (11.7 %) o Camerún (10 %) debido
sobre todo a creencias religiosas y a tratarse de zonas de tránsito muy elevado, los camioneros en Africa son junto con las prostitutas los dos grupos
de mayor riesgo de padecer una ETS.
La infección gonocóccica se suele asociar con frecuencia a la infección por Chlamydia tracomatis, que ocasiona cuadros clínicos similares a la
gonococia pero con sintomatología menos evidente, por lo que con frecuencia pasan desapercibidas o son infradiagnosticadas. Esto hace que en
ausencia de pruebas diagnosticas preventivas la infección por Chlamydia
sea una de las ETS emergentes y que más secuelas conlleva. Las tasas en
la actualidad de infección por Chlamydia es aproximadamente 5 veces
mayor que las de gonococcia.
La complicación mas frecuente tanto de la infección por Chlamydia
como de la infeccion gonococcica no tratada, es la enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) que afecta aproximadamente entre el 10-40 % de las mujeres
no tratadas, la EPI da como resultado infertilidad (un 20% de los casos),
embarazo ectópico, y dolor pelviano crónico. El embarazo ectópico es la primera causa de muerte durante el primer trimestre del embarazo
La aparición de conjuntivitis gonococica en recién nacidos con la aparición de ceguera, es la complicación más frecuente en los países subdesarrollados o en aquellos donde no existen cuidados mínimos perinatales. En
los países desarrollados esta complicación está completamente erradicada.
Conviene tener presente que es precisamente esta patología ( infección gonococica e infección por Chlamydia) la que produce en mujeres (y en
hombres) una de las complicaciones más perniciosas de las ETS, la esterilidad. La esterilidad que en algunos países alcanza hasta al 25% de las mujeres afectas por una ETS no es sólo una complicación médica sino que también es un problema social, dado que a estas mujeres se les margina
socialmente y además las bajas tasa de natalidad impiden el normal recambio generacional en determinados paises.
— 27
8—
Condilomas Acuminados
Denominados también verrugas anogenitales, el agente etiológico es
el virus de papiloma humano (HPV) del que se han identificado mas de 80
genotipos, de los cuales unos 45 pueden afectar al epitelio genital. La incidencia de condilomas no ha parado de aumentar en los 30 últimos años calculándose que aproximadamente entre el 30-50% de los adultos activos
sexualmente están infectados por el virus, si bien solo el 1-2% presentan una
infección clínica, esto hace que la infección por HPV sea la ETS viral más
frecuente.
Los genotipos más comúnmente asociados con condilomas acuminados son HPV6 y 11, si bien otros muchos tipos diferentes han sido aislados
de lesiones genitales, estos tipos raramente sufren una transformación
maligna, sin embargo los tipos HPV 16 y 18 que son los tipos que con más
frecuencia se asocian al desarrollo de cáncer genital también son los que
con mas frecuencia presentan una infección subclínica.
Hoy en día se considera que el 100% de las displasias cervicales y
cáncer están relacionados con los HPV con capacidad oncogénica.
La infección genital por HPV añade además la posibilidad como se ha
comentado de la transformación maligna de algunas lesiones. Existen más
de 80 tipos de HPV, pero solo 23, infectan cuello uterino y solo la mitad se
asocian con SIL o cáncer invasor, clasificándose en tipos de bajo riesgo,
HPV 6 y 11, y tipos de alto riesgo 16, 18, 31, y 45.
En la mujer es en el cuello uterino donde existen más posibilidades de
ello, debido a dos factores; es el lugar de asiento preferente de los tipos 16
y 18 y en segundo lugar las infecciones al ser subclínicas tanto por el tipo de
HPV, como por la localización, pueden progresar durante años.
El carcinoma de cervix es una de los cánceres más frecuentes en las
mujeres, siendo en todo el mundo después del cáncer de pulmón la neoplasia mas frecuente tanto en incidencia como en mortalidad. Se diagnostican
más de 471,000 casos cada año.
Aunque el virus se transmite vía sexual con un pico de prevalencia
entre los 22-25 años de edad, la prevalencia de la infección disminuye
cuando aumenta la edad sugiriendo que muchas infecciones se resuelven
con el tiempo mediante respuestas del sistema inmune del huésped 7.
7
Cervical Cancer. NIH Consens Statement 1996 ]; 43(1): 1-38.
— 27
9—
Sida
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida fue descrito por primera
vez en 1981, causado por un virus el VIH que tiene una habilidad especial
para destruir la capacidad del organismo para luchar contra las infecciones.
Desde el comienzo de la epidemia de SIDA a mediados de la década de los
años 80 la tendencia de la enfermedad ha sido al crecimiento.
Al contrario del resto de patologías de transmisión sexual, existe un
registro nacional de casos de SIDA por lo que el conocimiento de la enfermedad en nuestro país es bastante bueno.
La epidemia del SIDA constituye un problema de salud pública de primera magnitud a nivel mundial. En noviembre de 1997, ONUSIDA y la OMS,
estiman en 30 millones las personas vivas e infectadas por VIH, de las que
5,8 millones fueron infecciones nuevas durante 1997 incluyendo 590.000
niños. Desde el inicio de la epidemia se estima que 12,9 millones, entre adultos y niños, han desarrollado SIDA, de estos 11,7 millones ya han fallecido,
estimándose que una quinta parte de estos fallecieron en el 1997.
Europa no está entre los continentes más afectados por la pandemia.
Hasta el 30 de septiembre de 1997 se han notificado un total de 200.531
casos de SIDA en la Región Europea de la OMS
En Europa, las vías de transmisión más frecuentes en los casos de
sida han sido las prácticas de riesgo en varones homosexuales/bisexuales,
seguidas del uso compartido de material de inyección y, en tercer lugar, las
prácticas de riesgo en relaciones heterosexuales. Sin embargo, en los últimos
años, la incidencia de casos ha experimentado algunas variaciones. Desde
1990, el número de casos atribuidos al uso compartido del material de inyección, supera a los debidos a prácticas homosexuales en hombres, experimentando los primeros una importante subida, consecuencia del impacto del
SIDA en UDVP en los países del sur de Europa, especialmente España.
Hasta principio del año 1991 se habían recogido un total de 8199
casos, siendo en nuestro país, a diferencia del resto de los países de nuestro entorno el grupo de riesgo más frecuente, el representado por los adictos
a drogas por vía parenteral (63.8 %) seguido del grupo de varones homosexuales/bisexuales (16.3%) que es el grupo de riesgo más frecuente en
nuestro entorno, y que ya entonces presentaba una creciente proporción
aunque dentro de sus reducidas dimensiones del grupo de enfermos infectados por vía heterosexual (4.6 %).8
8
Boletin epidemiologico semanal (1991) vol,9/1885
— 28
0—
Hasta la fecha (Junio del 2001) se han acumulado un total de 61028
casos de SIDA, notificándose el fallecimiento del 53% de ellos. La edad
media al diagnóstico ha aumentado a los 37.6% años, siendo la vía de transmisión más frecuente todavía (a diferencia del resto de Europa) el compartir
material para la administración parenteral de drogas, siendo el porcentaje en
mujeres del 48% y en hombres del 58%, pero en los últimos años la transmisión por relaciones heterosexuales está sufriendo un incremento progresivo, siendo muy importante en las mujeres donde representa el 40% de los
casos.9
En resumen en la actualidad el panorama actual de las ETS es bastante descorazonador, hemos pasado de una época, a mediados de los años
80, donde se intentó un control y prevención de las mismas, a un olvido prácticamente total, en parte debido a la disminución de número de casos, que
ha hecho que no sean consideradas por las Autoridades Sanitarias como un
problema de Salud Pública. Esto, unido al aumento de la inmigración desde
países del Este como Africa donde son patologías muy prevalentes hace que
exista un aumento progresivo de casos.
Debemos hacer un esfuerzo en la prevención para realizar un buen
control de las ETS y en un futuro el enfoque que se deberá dar a determinadas patologías deberá ser diferente al clásico, creando métodos diagnósticos que permitan su detección precoz e incluso realizando vacunaciones en
grupos de riesgo.
9
Vigilancia Epidemiologica del SIDA en España. Informe Semestral nº 1 Año 2001 Centro
Nacional de Epidemiologia. Instituto de la Salud carlos III.
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1—
La amenaza de la mujer
Facundo Tomás
Universitat de València
LA AMENAZA DE LA MUJER
Facundo Tomás
Universitat de València.
En 1863 Édourard Manet pintó el más célebre de sus cuadros Olympia. Mostraba una joven desnuda tumbada en un diván, acompañada de una
criada negra que le entregaba un ramo de flores, sin duda regalo de algún
cliente que esperaba afuera. La muchacha pintada no era muy bella; al contrario, su cuerpo flaco y desgarbado contrastaba con el de las venus que
aparecían en otros lienzos presentados al mismo salón, como la famosa
Venus de Alexandre Cabanel, un verdadero prodigio femenino de formas
curvas y sensuales que finalmente fue adquirido por el propio emperador
francés. Sin embargo Olympia fue percibida por el público como una auténtica amenaza; la crítica de arte se encargó de ventearlo y extraer la conclusión de que semejante cuadro nunca había debido ser expuesto públicamente. ¿Por qué molestó tanto Olympia? Hay sin duda toda una serie de
aspectos formales que presentaban la pintura como revolucionaria, pero
había también una cuestión de obscenidad. Probablemente ésa fue la más
importante: Olympia no debía haber salido nunca a la luz, porque a nadie le
convenía que se hiciese de conocimiento público lo que era vox populi pero
sin reconocimiento oficial: existían “esas mujeres”, todos lo sabían, los maridos porque se veían periódicamente con ellas, las esposas porque sabían
que los maridos se descargaban por ahí. Pero darles reconocimiento en un
cuadro significaba otorgarles carta de ciudadanía, representaba reconocer
oficialmente que eran necesarias para que el orden establecido siguiese funcionando.
¿Quiénes eran ellas? Unas entre las muy pocas mujeres independientes del siglo XIX: las putas. El término “puta” es hoy más maldito de lo
que era entonces; sobre todo porque estamos hablando de lo que actualmente definiríamos como “prostitutas de lujo”, sólo que elevadas a una
potencia imposible de comprender desde los cánones contemporáneos:
ellas eran la única alternativa real a la esposa sometida, a la mujer dependiente del hombre: vivían por su cuenta y el negocio que llevaban se establecía “en propio”. Había otras hembras independientes, pero no muchas:
estaban las varias “cómicas”, actrices de teatro de la más diversa condición,
— 28
5—
desde las distintas sarasbernhardt y bellasoteros hasta las más pueblerinas
saltimbanquis. Estaban también las sopranos, que arrebataban el corazón
de los hombres incluso más que las demi-mondaines, como esa Leonora
que Blasco Ibáñez situó de protagonista de Entre naranjos en 1900 y que
ejerció en la novela la función de desvariar para siempre el seso de Rafael
Brull, el hijo del cacique local que estaba destinado a dominar Alzira.
Porque precisamente ésa era su principal misión y justo representaba
el mayor riesgo para los hombres: desvariarlos, seducirlos, hacerles cambiar
el rumbo que tenían predestinado en la vida.
El papel de los machos otorgaban a la mujer seductora tenía que ver
con la sorpresa de su potencia equiparable a la fuerza masculina, con su
capacidad para alcanzar ese saber que parecía les estaba negando. Nuestro Rafael Brull empezaba a enamorarse de la soprano Leonora cuando descubría que superaba a cualquier hombre por sus conocimientos.
Pero ¿qué mujer era aquella? ¡Qué modo de expresarse, caballeros!. Acostumbrado el pobre muchacho a las vulgaridades y soseces de las amigas de
su madre, y bajo la impresión de aquel encuentro que tan profundamente le
turbaba, creía estar en presencia de un sabio con faldas, un filósofo venido de
allá lejos, de alguna sombría cervecería alemana, para turbarle bajo el disfraz
de la belleza (parte I, cap. 3)
Importa detenerse en toda la secuencia amorosa de Entre naranjos,
porque ella sola parece desmontar el mito del “terror” masculino ante la
mujer potente. Recordemos bien cómo era la trama de esa novela que en
1900 le dió fama en toda España a Blasco Ibáñez, y con el producto de
cuyas ventas pudo construirse el chalet de la Malvarrosa. Rafael Brull empezaba a enamorarse porque Leonora, además de ser bellísima, hablaba
“como un sabio con faldas, venido de allá lejos, de alguna sombría cervecería alemana”. Se refería sin la menor duda Blasco Ibáñez al filósofo Arthur
Schopenhauer, de moda entonces en España como el resto de Europa;
llama la atención no obstante su colocación en una oscura cervecería (dada
la profunda misoginia del pesimista de Dantzing, sí le gustaba la cerveza lo
más probable es que la bebiese solo, en su casa): efectivamente en 1900 lo
“nacional” era el vino y la cerveza un producto de importación de los imperios centrales. Varios otros escritores, como por ejemplo Unamuno, harían a
menudo referencia a esta dicotomía entre la cerveza y el vino como metonimias de los productos del pensamiento procedentes del extranjero y los
castizos.
Leonora era alzireña de origen y había debido abandonar la ciudad
valenciana a raíz del fracaso republicano y la restauración; con el tiempo se
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6—
había hecho una famosa diva de la ópera internacional y volvía al pueblo originario llena del glamour, de la elegancia adquirida en el conocimiento de los
principales centros y los más importantes personajes de las cortes europeas.
Rafael Brull, el protagonista masculino, era el hijo del cacique local, destinado por su familia para el gobierno político y la dirección económica de las
tierras de naranjos de la familia, pero que había estudiado brillantemente
derecho en la Universidad de Valencia y era asiduo lector de novelas y poesías, admirando profundamente los ambientes culturales.
El primer encuentro con Leonora lo deja deslumbrado y no la reconoce; es ahí cuando la compara con un filósofo alemán. El resto de la novela
relata la aproximación de Rafael y el asedio amoroso que le tiende a la
mujer, volviéndose completamente loco por su amor. Finalmente y casi sin
esperarlo, en una calurosa noche de verano en la que el perfume del azahar
colaboraba a embriagar los sentimientos de los alzireños, Leonora se le
entrega y ambos inician unos amores apasionados que se convierten en la
mayor dicha para ellos y el más grande motivo de escándalo para toda la
buena sociedad del pueblo de la Ribera.
La familia, entretanto, le había buscado una novia conveniente, absolutamente paleta e hija del más rico naranjero de la ciudad. Rafael no le hace
el menor caso y persiste en su desenfrenado deseo amoroso por la soprano.
Finalmente el ambiente se hace completamente insoportable para Leonora
y los dos amantes deciden marcharse. Ella volverá a cantar y él le acompañará para siempre por los escenarios de Europa. Con el fin de no levantar
sospechas acuerdan partir por separado y encontrarse en un hotel de Valencia, cosa que ambos cumplen. Sin embargo, en Valencia Rafael es localizado por don Ramón, consejero de la familia que le hace una reconvención
en toda regla. Tras ella, el hereu de Alzira abandona a la amante y vuelve a
su ciudad para asumir las previsiones que le estaban organizadas.
Importa entender varias cosas en esta trama amorosa. La primera es
que no le molestaba al joven que su amada fuese más potente que él; al contrario, ello era un motivo adicional de admiración y amor. A medida que
Rafael profundizaba en la amistad con Leonora y ella le hablaba de sus éxitos en toda Europa y en América, conforme iba sabiendo más él de la vida
de triunfo de ella, su amor no disminuía, sino todo lo contrario, cada vez la
deseaba y la quería más. Claro, una posición políticamente correcta dentro
de las corrientes de pensamiento feminista al uso hoy diría que Leonora aparecía en el relato como una especie de “trofeo de caza”: cuanto más dura y
difícil fuera la pieza, mayor mérito el del cazador capaz de cobrarla. Y, en
efecto, Blasco Ibáñez relataba pormenorizadamente cómo los amigos y
correligionarios políticos de Brull comentaban y cuchicheaban a propósito de
las “victorias” amorosas de su líder, aumentando su admiración por él por-
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7—
que era capaz de llevarse detrás a la mujer más deseada del pueblo. Pero
el escritor valenciano desvinculaba su protagonista de tales cotilleos y a
medida que la novela avanzaba crecía el enamoramiento y la admiración de
Rafael por Leonora. Establecía precisamente el principal nudo dramático de
la narración en la resolución final de los amores entre los dos personajes.
Rafael conseguía al cabo el amor de Leonora y ambos se conchababan para
abandonar Alzira e ir juntos a Milán, donde la diva internacional proseguiría
su carrera de éxitos y mantendría a Rafael como querido suyo.
Es justo ahí donde la amenaza de la mujer se presentaba nítida en la
novela de Blasco: precisamente en lo que no estaba escrito, en eso que se
dejaba para que fuese rellenado por la imaginación del lector. Supongamos
que Rafael Brull, en lugar de atender el consejo del asesor espiritual de su
familia, que lograba localizarlo en Valencia, a punto de partir para Milán o
París, y que le decía: “si te vas, nunca vuelvas por Alzira”, en lugar de dejar
plantada a Leonora en el hotel, se hubiese embarcado con ella en la aventura europea. ¿Qué cabe suponer que habría sido de él? No resulta demasiado difícil de imaginar: Leonora cantando en los principales escenarios de
la ópera internacional y Rafael mirándola en primera fila; después de la
representación, encontrándose en casa si a la diva no le había surgido algún
“compromiso de última hora”, cualquier empresario al que seducir para obtener un contrato necesario... y Rafael esperando como un imbécil en el hotel
de París, o de San Petersburgo, o de Milán, sin hacer nada más, sin tener
una profesión que le importase y lo relacionase con el mundo independientemente de su mujer, siendo siempre considerado “el amante y el capricho
de la cantante”... en resumen, no siendo absolutamente nadie. Hagámonos
otra pregunta hipotética: ¿cuánto habría tardado Leonora en encontrar otro
galán “más interesante”, que efectivamente tuviese una vida independiente
e influyese en determinado aspecto profesional del mundo alrededor? Rafael
Brull habría firmado la condena a muerte no sólo de su amor, sino también
de su entera persona si hubiese partido junto a Leonora hacia Milán.
¿Encontramos entonces ahí la amenaza de la mujer? ¿Está efectivamente el problema en que la mujer sea capaz de superar al hombre y juegue entonces con él como con un objeto para usar y tirar?
Desde luego estaban preocupados por ello los escritores y artistas de
finales del siglo XIX y principios del XX. Pensemos un poco en la Margarita
Gautier de La dama de las camelias, que no es otra que la Violetta Valéry de
La traviata. Ahí el problema se situaba en el matrimonio con la impura: si
Alfredo Germont/Robert Taylor/Plácido Domingo se casaba con la desviada
ello podía poner en riesgo la seriedad y estabilidad de la descendencia del
linaje de los Germont (Di Provenza il mare, il sol, chi del cor ti cancelló?). Por
eso el padre va a ver a la mujer descarriada para alcanzar con ella un trato
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8—
económico. Pero ese padre es, a fin de cuentas, otro hombre y al verla se
enternece y, lo que es más, ella es buena, y está tan enamorada del hijo que
comprende que lo mejor que puede hacer por él es abandonarlo... ¿no nos
parece un poco demasiado llano, irreal, simple? ¿Por qué nadie ha aventurado todavía la auténtica interpretación del texto poético, que es la profunda
incomodidad del macho ante la domesticación de la hembra? No hay un
modelo de mujer, sino dos: cuando el padre al Alfredo se enfrenta por primera vez con Violeta comprende exactamente la inmensa fortuna de su hijo
y el más abyecto de sus crímenes: esa criaturita encantadora que el vástago
de la familia Germont “ha sacado de la vida” es la encarnación misma de la
delicia de la imaginación de cualquier varón, por lo cual lo peor que puede
hacerse con ella es desviarla (tra-viarla) de los caminos del éxtasis para
introducirla en la senda llana y aburrida de todo matrimonio: el verdadero
pecado del hijo es creer que sólo puede haber un tipo de mujer, negando la
esencia misma de la seductora. Había metido el pajarito en la jaula para que
cantase únicamente para él...sin darse cuenta que la mujer es un tipo de ave
cuyo canto sólo resulta seductor cuando está dirigido a todos (“...la mujer del
ciego....¿para quién se arregla?...”) El padre de Alfredo siente sin duda su
conciencia tranquila cuando libera a la traviata reconvertida en esposa de su
prisión matrimonial y la reintegra al río de la loca seducción de la vida.
La amenaza de la mujer está perfectamente descrita en otra novela de
Blasco Ibáñez, La maja desnuda, en la que la amante del protagonista, en
un momento determinado le lanza una clara arenga antifeminista, diciéndole
cómo deberían ser las mujeres (I,5):
La condesa recordaba entre risas el feminismo feroz de algunas de sus acólitas. Como las más de ellas eran feas, abominaban de la hermosura femenil
como un signo de debilidad. Querían la mujer del porvenir sin caderas, sin
pechos, lisa, huesuda, musculosa, apta para todos los trabajos de fuerza, libre
de la esclavitud del amor y de la reproducción. ¡Guerra a la grasa femenil!...
-¡Qué horror! ¿No le parece a usted, Mariano? –continuaba ella-. ¡La mujer
lisa y escueta por delante y por detrás, con el pelo cortado y las manos duras,
en competencia con el hombre para toda clase de luchas! ¡Y a esto llaman
emancipación!... ¡Buenos son ustedes! A los pocos días de vernos en esa
facha, nos dirigirían a bofetadas.
No; ella no era de éstas. Deseaba el triunfo de la mujer, pero aumentando aún
más sus encantos y seducciones. Si le quitaban la hermosura, ¿qué quedaría
de ella? La quería igual al hombre en inteligencia, pero superior a él por la
magia de su belleza.
“Igual al hombre en inteligencia pero superior a él, por la magia de su
belleza”. ¡Cuántas feministas estrechas acusarían inmediatamente de
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9—
machista este razonamiento, reivindicando la total igualdad! Y sin embargo
los caminos del futuro apuntan hacia la feminización general del conjunto de
la sociedad, no hacia la masculinización de las mujeres, una especie de asexuación general de la sociedad que es lo que efectivamente parece que se
está practicando hoy.
Precisamente La maja desnuda es la segunda de la trilogía de novelas de amor de Blasco Ibáñez, y tiene como trama las relaciones de un pintor de éxito internacional con su esposa y con una amante arrebatadora. En
ambos casos –en realidad, como veremos después, en los tres de la trilogíanos encontramos con una considerable dosis autobiográfica de las narraciones. La historia de Rafael Brull y Leonora la contaba Blasco poco tiempo
después de haber tenido amores con una soprano rusa que había actuado
en el teatro Principal. La de La maja la cuenta en medio de un arrebato amoroso que interrumpe de cabo a rabo su matrimonio: el que le surge con la
chilena Elena Ortúzar cuando está de diputado en las cortes de Madrid y
pone en riesgo la estabilidad de su pareja.
La novela cuenta cómo un pintor que adquiere éxito universal (se han
señalado repetidas veces las similitudes del protagonista Mariano Renovales con Joaquín Sorolla) se enamora perdidamente de una joven, con la que
se casa; el amor por su carne desnuda lo lleva a desear pintarla sin ropa.
Ella se resiste pero al final consiente; cuando se ve desnuda en la tela la
rompe con violencia y prohibe a su marido que jamás vuelva a pintar un desnudo, no sólo de ella, sino de ninguna mujer. La profesión de Renovales se
ve amenazada por su esposa, y él debe decidir si continuar con ella y frustrar su deseo pictórico o, por el contrario, abandonarla y realizarse profesionalmente. Opta por seguir con ella, pero a partir de entonces el matrimonio
se le vuelve un verdadero desastre del que no sabe cómo salir. Conoce otra
mujer, a la que le hace un retrato y de la que cree enamorarse perdidamente.
Se hacen amantes, pero en medio de estos amores ilegítimos muere la
esposa por una mala enfermedad. A partir de ese momento Renovales
pierde por completo el interés por la amante y se encierra en la búsqueda de
la esposa perdida. Curiosamente también se vuelve incapaz de pintar más:
como si la capacidad profesional estuviese ligada a la esposa muerta, se le
hace imposible elaborar un solo lienzo y se ofusca en la elaboración de un
cuadro que es lo que habría deseado siempre pintar: la desnudez de la
esposa que ya está muerta. Busca para ello una modelo que se le parezca,
pero cuando logra encontrarla por fin se da cuenta de que en realidad el desnudo sólo podía retratar el alma y ésta ya no está sobre la tierra.
La imposibilidad del cuadro se conjuga con la irrevitabilidad de la pérdida del amor por la esposa. En conjunto una bella metáfora de la relación
entre la vida y el arte y, a los efectos que nos ocupan aquí, una clara situa-
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ción de la amenaza de la mujer como oposición tajante a la voluntad profesional del marido: si el hombre es capaz de unirse a una mujer, hundirá por
ello sus posibilidades profesionales.
La maja desnuda fue escrita en medio de una turbulencia emocional
del matrimonio de Blasco Ibáñez y situaba el peligro de la mujer en su mera
existencia: por una parte la pareja estabilizada anulaba la expansión ocupativa del hombre, por otra parte las salidas extramatrimoniales resultaban
completamente inútiles. La muerte aparecía ya como resultado casi obligatorio del amor.
Precisamente la muerte era la presencia permanente en la tercera de
las novelas de la trilogía, La voluntad de vivir, de 1907. Importa explicar brevemente que en este caso la conexión autobiográfica era total: durante el
año anterior Blasco había dejado Madrid, en tanto su esposa se retiraba a la
Malvarrosa con sus hijos, y había ido a París al encuentro clandestino con
Elena Ortúzar, desplazada allí por las tareas diplomáticas de su marido Los
amores debieron ser intensos en la capital francesa, y el escritor valenciano
debió solicitar de su enamorada que abandonase a su marido para irse con
él, cosa a la que ésta se negó, presumiblemente por la todavía pobre condición económica de Blasco. Éste decidió entonces romper con ella y volvió a
España, donde rápidamente redactó esta tercera novela de amor, directísimamente inspirada en la aventura que acababa de terminar.
Como en La maja desnuda, también el protagonista de La voluntad de
vivir era un profesional de reconocido prestigio internacional, en este caso
un científico. Conocía en Madrid a una mujer casada con un diplomático
sudamericano y se enamoraba rápidamente, siguiéndola hasta París, donde
vivía con ella una pasión clandestina y desenfrenada. Abandonaba su profesión, se marchaba de su ciudad, prácticamente dejaba la universidad, lo perdía todo por ella.. y justo entonces la mujer se cansaba de él y lo desechaba
por un amante más joven del que se había encaprichado. El protagonista, el
doctor Valdivia, buscaba desesperadamente recuperar el amor perdido, no
obteniendo más que el desdén femenino más atroz. Finalmente daba fin a
sus días suicidándose anónimamente en el banco de un jardín público parisino.
La amenaza de la mujer era aquí ya exactamente el carácter caprichoso de su amor: el deseo supremo de la seductora era convertir al hombre en un muñeco en sus manos para, en cuanto lo conseguía, abandonarlo
como un zapato viejo.
Lo cierto es que la trama vital de Blasco tuvo otro final. Se reconcilió
con su esposa, escribió la novela y la editorial Sempere había impreso ya
doce mil copias, cuando la amante devoradora vino a recibir un ejemplar.
Viajó entonces a Alicante desde París y allí volvió a reunirse con Blasco, sin
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1—
duda dándole a elegir entre su amor y la publicación de la novela. El escritor
no lo dudó: telegrafió a Valencia ordenando la quema inmediata de toda la
edición, que no vió así la luz hasta varias décadas después de la muerte del
novelista y de la que, con el tiempo, acabaría convirtiéndose en su segunda
esposa.
La mujer como amenaza para el varón tuvo en él entre los siglos XIXXX multitud de manifestaciones, de las que apenas hemos observado unas
pocas tomadas de la literatura, la pintura y la música. ¿Eran globalmente una
respuesta atemorizada ante los embates sufragistas y feministas que empezaban a amenazar el orden sexual establecido? ¿Se trataba más bien de la
típica desorientación producto de las necesarias renovaciones globales que
la industrialización estaba promoviendo en el conjunto de Europa? Quizá
todas las respuestas sean válidas y ninguna de ellas agote definitivamente
el tema. Pero lo cierto es que un buen número de mitos reverdecieron y se
instalaron entonces en el imaginario colectivo perviviendo hasta nuestros
días.
Entre ellos, y para terminar, veremos el que se convirtió en más típico:
Salomé. La leyenda bíblica es muy conocida, quizá precisamente porque el
episodio neotestamentario (¿no sería ya hora de dividir tajantemente la
Biblia en dos mitades opuestas, tal como hacen los judíos, pero al revés, el
antiguo testamento del odio y el evangelio del amor?) representa a la perfección eso que a menudo se afirma que es el temor del macho frente a la
hembra. Juan el Bautista es un hombre profético que se encuentra apresado
por Herodes, aunque éste lo respeta y lo teme y no quiere hacerle daño,
parecería incluso que el único motivo de la prisión de Juan fuese la presión
de la esposa del tetrarca, Herodías, ante las recurrentes críticas que el bautista profería en voz alta contra la relación sexual sacrílega que mantenían
ambos amantes (no deja de llamar la atención hoy cómo se le concedía
relieve suficiente al tipo de relaciones eróticas que mantenían un hombre y
una mujer; tema suficientemente serio como para que un profeta de la talla
de Juan arriesgase la vida por denunciarlas. Aunque con un sentido completamente diferente –es decir: estando hoy a favor del derecho de cualquiera a relacionarse con quienquiera de la manera que ambos les venga en
gana- esa importancia que se les concedía a las relaciones puede recordarnos los conocidos versos de Antonio Machado: “La envidia de la virtud hizo
a Caín criminal /¡gloria a Caín!, hoy el vicio es lo que se estima más). Pues
bien, Herodes, no contento con el comercio carnal establecido con la que
había sido mujer de su hermano, se entusiasma ni más ni menos que con la
hija de ésta, Salomé, una jovencita que vuelve locos sus sentidos. Le promete entonces –todo ello, ¡atención! En presencia de su mujer Herodiasque le concederá lo que desee si baila para él una danza que se ha convertido para nosotros en el símbolo por excelencia del erotismo, la de los “siete
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2—
velos”, en la que la bailarina va progresivamente despojándose de un velo
tras otro hasta quedar prácticamente desnuda. Entonces Salomé accede,
seduce al tetrarca con el baile y, en un extrañísimo gesto de complicidad con
la madre, le pide la cabeza del Bautista, que finalmente Herodes le hace servir en una bandeja.
Probablemente la más significativa de las múltiples salomés que se
escribieron en el cambio de siglo que nos ocupa fuese la de Óscar Wilde,
una obra de teatro en un acto pesada e insoportable si las hay, pero que
caracterizaba bien el tipo de mujer castradora. Wilde construía un personaje
como una niña arrebatadora y caprichosa que se enamoraba del profeta prisionero y deseaba besarlo y tocarlo, pero era constantemente rechazada.
Ante el recurrente rechazo, le hacía una afirmación al hombre: “yo besaré tu
boca, ya lo verás”. Ese deseo era la causa de la danza de los velos y de la
petición de la cabeza del tetrarca. Porque estaba enamorada, debía matar al
macho para poder besar su boca. Importa entender bien el planteamiento del
texto de Wilde: Salomé persigue la decapitación de Juan porque es la única
manera que tiene de dominarlo sexualmente, de juntar los labios con los
suyos; ¡macabro espectáculo el de la bella despojada de los siete velos
besando los labios de la cabeza recién cercenada! Vale la pena detenerse
en uno de los párrafos de la obra del irlandés, justo en el discurso que
Salomé dirige a la cabeza cortada antes de besarla:
... yo sigo viviendo y tú estás muerto, y tu cabeza me pertenece...has sido el
único hombre a quien he amado. Todos los demás me dan asco. Pero tú eras
bello. Tu cuerpo era una columna de marfil sobre un pedestal de plata. Era un
jardín lleno de palomas y de lirios de plata. Era una torre de plata adornada
con escudos de marfil. No había en el mundo nada tan blanco como tu cuerpo.
No había nada tan negro como tus cabellos. En el mundo entero no había
nada tan rojo como tu boca. Tu boca era un incensario que esparcía extraños
perfumes, ¡y al mirarte oía yo una música singular!...¿por qué no me
miraste?...Pusiste sobre tus ojos la venda del que anhela contemplar a su
dios. Pues bien: ya has visto a tu dios...Pero a mi...no me has visto nunca. Si
me hubieras visto me habrías amado. Yo te he visto...y te he amado...Yo era
una princesa y tú me despreciaste. Era una virgen y me desfloraste. Era casta
y llenaste mis venas de fuegol.. ¿Por qué no me miraste...? Si me hubieras
mirado me habrías amado. Sé muy bien que me habrías amado, y el misterio
del amor es más grande que el mistero de la muerte. Sólo hay que mirar el
amor.
La moraleja vendría a ser del siguiente estilo: “si no consigue dominar
al macho, le cortará el pene, todo antes de consentir que pueda tener tentaciones que superen la estrecha frontera de su cuerpo”. Probablemente
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3—
hiciese falta un homosexual casado y padre de familia como Óscar Wilde
para entender la profunda dimensión agresiva y posesiva de la hembra arrebatada y en celo.
¡Ése y no otro se nos aparece hoy como el verdadero mito de la amenaza de la mujer! Se expresó con fuerza en el pasado entre siglos porque
era un momento de intensa lucha sufragista y feminista y los varones exteriorizaron con angustia su preocupación por la profunda alteración del orden
que iba a sobrevivir.
Pero, ya para terminar, podríamos con pleno derecho preguntarnos:
¿acaso creemos que el mito ha desaparecido hoy? ¿Tan ciegos estamos
que confundimos nuestros deseos con realidades y queremos creer que la
amenaza de la mujer como vagina dentada, como pantera devoradora, como
esfinge preguntona y asesina, no forma ya parte del imaginario de esta
sociedad que con tanta pompa se pretende democrática e igualitaria?
Y con ello termino, agradeciéndoles a todos ustedes su paciencia.
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4—
La desmedicalización de la
homosexualidad:
¿una cuestión sólo de nombres?
Antoni Adam Donat
Conselleria de Sanitat. Generalitat Valenciana
Àlvar Martínez Vidal
Universitat Autònoma de Barcelona
LA DESMEDICALIZACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD:
¿UNA CUESTIÓN SÓLO DE NOMBRES?
Antoni Adam Donat (Conselleria de Sanitat. Generalitat Valenciana)
Àlvar Martínez Vidal (Universitat Autònoma de Barcelona)
A Carmen Gimeno, in memoriam
Durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX se instauró
en el mundo occidental un nuevo discurso público, básicamente construido
desde la medicina, que identificaba a los homosexuales como un tipo diferenciado de personas. No se trataba de un simple cambio de etiquetas –la
conversión de un pecador (el sodomita) en un enfermo (el homosexual)-, ni
de la mera apropiación por parte de los médicos de un territorio (unos valores, unas actitudes y unas sanciones) que hasta entonces pertenecía a otras
esferas (la religión o la justicia), sino más bien de “la metamorfosis de la realidad social y psicológica, en gran parte por obra de la medicina, que transforma unos determinados tipos de conducta sexual en una condición o una
manera de ser”.
Los médicos, a través de las publicaciones profesionales divulgativas,
de las instituciones docentes o asistenciales y de las consultas en su domicilio o en el de los pacientes, crearán algo más que una etiqueta diagnóstica
y una interpretación de una conducta: contribuirán decisivamente a definir
una manera de ser y un nuevo tipo de individuo, que es consciente de su
identidad y que se siente miembro de una comunidad diferenciada. Los
médicos, y en particular los psiquiatras, que en estos más de cien años fueron los grandes acumuladores y organizadores de conocimiento sobre los
homosexuales, ayudaron a modelar la experiencia de la gente y a cambiar
su conducta, construyendo no solo una nueva enfermedad (la homosexualidad), sino un nuevo tipo de persona (el homosexual moderno).
Con denominaciones tan peculiares y variadas como instinto sexual
contrario, inversión sexual o simplemente homosexualidad, la medicina
redefinirá desde la doctrina de la degeneración, los estigmas y los prejuicios
sociales y reubicará la diferencia sexual en un nuevo espacio conceptual y
simbólico, asegurando una cierta continuidad del discurso moral, que ahora
podía llegar donde la religión y la ley no habían llegado. La medicina, y en
especial la psiquiatría, definieron una enfermedad (una esencia desviada) y
un sujeto patológico que lo será desde siempre y para siempre, legitimando
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7—
el tratamiento de la desviación y justificando incluso la necesidad de la prevención. Y, así, al considerar enfermo al sujeto al que definía, asentaba los
fundamentos de su enajenación, ya que este sujeto difícilmente sería capaz
de rebatir los argumentos científicos que lo mantenían bajo el control del
poder médico.
Este largo, complejo y aún poco explorado proceso histórico de construcción de la homosexualidad se enmarcó en los grandes cambios desencadenados en el mundo contemporáneo por la revolución industrial, de los
que ahora conviene remarcar el incremento del prestigio de la medicina científica y de los profesionales que se dedicaban a ella, así como la aparición
de las especialidades médicas. Nuevas disciplinas como la neurología, la
psiquiatría y la sexología médica se ocuparían de analizar, identificar, clasificar y tratar de manera profiláctica y terapéutica a los individuos perversos,
invertidos o degenerados que se desviaban del modelo legítimo de sexualidad promovido por la sociedad burguesa. Para designar este proceso histórico se usa la expresión –sin duda, redundante- de medicalización de la
homosexualidad.
1. Medicalización versus desmedicalización
Desde una perspectiva sociológica, la medicalización implica la adquisición, por parte de los médicos, del poder para definir como enfermedad
aquellas conductas y afecciones que en algún momento habían sido interpretadas en términos morales, legales o religiosos. El poder médico se ha
utilizado para alcanzar muchos y diversos objetivos: etiquetar la marginación
social como enfermedad, legitimar jerarquías raciales y de género y justificar
intervenciones abusivas o limitaciones de los derechos individuales con la
excusa del tratamiento. También se ha utilizado para analizar y, a veces,
para denunciar las desigualdades sociales, ya que a menudo la miseria se
identificaba con la enfermedad y la salud como un sensible indicador de bienestar.
El paradigma médico entorno a la homosexualidad cristalizó principalmente en la obra de un psiquiatra alemán llamado Richard von Krafft-Ebbing,
quien en 1886 publicó Psycopathia sexualis, un libro originalmente dirigido a
los médicos y a los jueces que recogía más de doscientos historiales clínicos que ilustraban y clasificaban las distintas manifestaciones psicopatológicas de la vida sexual.
El éxito editorial –doce ediciones en vida del autor y traducciones a
varios idiomas- y, sobre todo, la larga vigencia de esta obra se explican, en
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8—
parte, por la escabrosidad de los casos que recoge, ya que procedían de
fichas policiales, registros de manicomios e historiales de pacientes del propio autor o de sus colegas. También abundaba la obra en la idea de que la
única sexualidad natural y, por lo tanto, admisible era la procreativa, al
mismo tiempo que reforzaba las actitudes y prejuicios populares y religiosos
de la época.
A partir del concepto de degeneración y de un número muy limitado de
casos clínicos, Krafft-Ebbing hizo inventario de todas las perversiones
sexuales imaginables y sentó las bases de un estereotipo de homosexual
masculino (hipersexual, afectivamente inmaduro, contaminado neuropáticamente, de hábito físico asténico, etc.) y los fundamentos de los tratamientos
que posteriormente se aplicarían a los homosexuales, incluyendo los programas eugenésicos de higiene sexual. No obstante, un elemento esencial
de esta obra es que recogía, en sus ediciones sucesivas, las experiencias y
comentarios espontáneos de personas (muchas de ellas médicos y estudiantes de medicina) que, a pesar de identificarse con los casos clínicos descritos, discrepaban abiertamente tanto con la nosografía como con la etiología del “instinto sexual contrario” elaboradas por Krafft-Ebbing.
Este interés de los mismos individuos que eran objeto y al mismo
tiempo sujeto de las aportaciones de la medicina en el campo de la homosexualidad, derivaba en parte de la convicción íntima que la atracción por las
personas del mismo sexo no era intrínsecamente perversa sino natural y
digna y que la ciencia era el camino ideal que conduciría a la verdad y a la
libertad. Así, muchos individuos que se identificaban como homosexuales se
animaron, por una parte, a confiar a los médicos y a los psiquiatras sus experiencias personales y, por otra parte, a buscar y leer ávidamente la literatura
profesional sobre sexología médica, con el fin de encontrar una explicación
rigurosa y libre de prejuicios de la peculiaridad de las propias vivencias afectivo-sexuales. Esta interrelación entre médicos y pacientes fue una constante durante años, y tal vez fue una de las características más peculiares
de la medicalización de la homosexualidad, al tiempo que preparaba las
bases de un proceso que se activaría durante la segunda mitad del siglo XX:
el de la propia desmedicalización de la homosexualidad.
Por desmedicalización se entiende el proceso histórico a través del
cual una conducta o afección que había sido controlada por la medicina y
sus instituciones, deja de ser explicada en términos médicos y, por lo tanto,
deja de ser definida y clasificada como enfermedad; y, así, no se precisa ninguna interpretación etiológica ni patogénica, ni hace falta que los individuos
afectados tengan que recibir ningún tipo de tratamiento. En un sentido más
amplio, la desmedicalización significa también una pérdida del dominio de la
medicina en la sociedad y, al mismo tiempo, la capacitación de otras instan-
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cias para gestionar aquella conducta o afección que hasta ahora era sancionada por el poder médico. Ciertamente, la desmedicalización implica,
además de una desmitificación de la medicina, un cambio desde el modelo
médico paternalista hacia una visión holística de la atención sanitaria y
social, que presupone la capacidad y la responsabilidad del individuo y de la
comunidad para definir sus propias necesidades.
En el caso específico de la homosexualidad como enfermedad mental, la desmedicalización estuvo protagonizada principalmente por aquellos
que rechazaban la etiqueta de enfermos, entre los que ha habido durante el
siglo XX un contingente decisivo de médicos, psiquiatras y psicólogos que
han cuestionado la condición patológica de la homosexualidad.
2. Ni perversión ni enfermedad, sino variante natural de la
sexualidad humana
Hasta la década de los años sesenta del siglo pasado, el estatus patológico de la homosexualidad era compartido por la mayor parte de los médicos y psiquiatras. Así, la investigación pretendía, por un lado, verificar que
las intervenciones terapéuticas podían restaurar el funcionamiento normal
heterosexual y, por otro lado, ofrecer respuestas convincentes a las cuestiones etiológicas. Entonces, las explicaciones endocrinológicas basadas en la
existencia de hormonas masculinas y femeninas se disputaban el reconocimiento con las hipótesis psicodinámicas sobre la homosexualidad sugeridas
por Freud, que sus seguidores contemplaron como leyes científicas aplicables universalmente a todos los homosexuales. Pero en ambos casos los
estudios se efectuaban con población clínica casi siempre, es decir, homosexuales bajo tratamiento médico o psicoterapéutico. Dado que era universalmente aceptada la idea de que no había homosexuales sanos, que todos
ellos sufrían alguna condición patológica esencial, no era preciso realizar
estudios en otros tipos de poblaciones que no fuera la población clínica.
No obstante, ha habido también otra corriente dentro y fuera de la
medicina, aunque minoritaria, que disentía radicalmente de las doctrinas
hegemónicas sobre la sexualidad humana. Sin duda, el máximo representante de esta corriente fue Magnus Hirschfeld, médico y psiquiatra alemán
que en el año 1897 fundó el Comité Científico Humanitario, la primera organización que reivindicaba los derechos civiles de los homosexuales y que
dos años más tarde comenzó a editar el Jahrbuch für Sexuelle Zwischenstufen, la primera revista científica sobre homosexualidad. Aquí se publicaron
multitud de artículos a favor de la emancipación de los homosexuales, desde
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0—
una investigación del propio Hirschfeld donde manifestaba la necesidad de
introducir cambios en la legislación, hasta un trabajo, datado en 1903, donde
se estimaba que un 2,2% de la población alemana era homosexual. En 1919
él mismo creó en Berlín el Instituto para la Ciencia Sexual, un centro reconocido internacionalmente, donde se investigaba en diferentes campos de la
sexología, se impartía docencia y se practicaba la asistencia a los pacientes
que lo solicitaban. Desde una extensa base empírica, Hirschfeld concluyó
que la homosexualidad era una variante normal de la sexualidad humana,
postulando que era un fenómeno biológico, no causado por razones psicológicas y que de ninguna manera era un fracaso moral.
Desgraciadamente, con la llegada de Hitler al poder en 1933, el Instituto fue incendiado con sus archivos y la obra de este pionero de la sexología médica fue destruida.
Así, no será hasta después de pasar algunos años, ya terminada la II
Guerra Mundial, cuando encontramos cuestionado nuevamente el paradigma psiquiátrico sobre la homosexualidad. Entre los que discreparon de
las teorías ortodoxas, hay que destacar los investigadores norteamericanos
Alfred Kinsey y Evelin Hooker. El primero, biólogo de profesión, especializado en taxonomía animal, negó rotundamente la validez de los trabajos
efectuados sobre la sexualidad humana, ya que se basaban en un número
ínfimo de sujetos y confundía valores morales y teorías filosóficas con
hechos científicos. Entonces, adoptó una metodología decididamente cuantitativista, efectuando un estudio estadístico de la conducta sexual a partir de
las respuestas proporcionadas por una muestra de la población general de
cerca de veinte mil sujetos, predominantemente de raza blanca. Entre las
conclusiones de su famoso informe publicado en 1948, destaca la descripción del continuum homosexualidad-heterosexualidad, con la escala de siete
puntos, del cero al seis, donde se hacía evidente que era prácticamente
imposible identificar los individuos como homosexuales o heterosexuales,
entendiendo estas etiquetas como polos opuestos de la conducta sexual. Es
importante apuntar también que el movimiento homófilo de los años cincuenta, especialmente el grupo Mattachine y las llamadas “Daughters of Bilitis”, hizo suyas las aportaciones de Kinsey, entre otras razones porque hacía
de los homosexuales ciudadanos estadísticamente “normales” elevando al
diez por ciento la proporción de ellos entre la población adulta, lo que los
convertía en una minoría que, pese a su invisibilidad, no se podía menospreciar.
En la década de los cincuenta, la psicóloga Evelyn Hooker, de la Universidad de California en Los Angeles, se dedicó a estudiar la homosexualidad al darse cuenta de que los gays que conocía no se adecuaban al estereotipo de homosexual masculino –promiscuo, neurótico, superficial, hostil
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1—
hacia las mujeres, etc.- descrito en las publicaciones científicas. Entonces,
su trabajo, encaminado a refutar la teoría de que todos los homosexuales
estaban trastornados, demostró que un grupo de expertos, sin una información previa sobre la orientación sexual del individuo, era incapaz de discriminar entre hombres homo y heterosexuales analizando los resultados de
distintas pruebas psicológicas, entre las cuales estaba el conocido test de
las manchas de tinta, de Rorschach. Como conclusión general, Hooker
señalaba que la homosexualidad no existía como entidad clínica diferenciada, y que sus manifestaciones eran tan variadas como las de la heterosexualidad.
Las investigaciones de Kinsey y Hooker, uno desde la sociología y la
otra desde la psicología, atrajeron la atención de los grupos homófilos norteamericanos y se convertirían, en las décadas siguientes, en argumentos
decisivos para combatir el paradigma médico que sustentaba la condición
patológica de la homosexualidad.
3. De la desclasificación a la supresión de la homosexualidad: del DSM-II al DSM-III-R i la CIE-10
La publicación, en 1968, de la segunda edición del Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-II), la lista oficial de los trastornos mentales reconocidos por la American Psychiatric Association (APA),
donde se consideraba la homosexualidad como una forma de desviación
sexual bajo el epígrafe “Trastornos de la personalidad y otros trastornos
mentales no psicóticos”, provocó en EEUU una fuerte respuesta de los
colectivos de activistas homosexuales contra la psiquiatría y los psiquiatras.
Si tradicionalmente los homosexuales habían abrazado los preceptos
médicos y habían agradecido a los médicos el haberlos librado de los controles y las sanciones que dictaban las autoridades morales laicas y religiosas, de ahora en adelante (sobre todo, entre la militancia homosexual)
empezaría a cuestionarse radicalmente la secular aceptación de los postulados de la medicina en cuanto al régimen de la sexualidad. La afirmación
“mejor enfermo que criminal y mejor recibir un tratamiento que el castigo de
unas leyes brutales”, que podía haber sido válida antes de la II Guerra Mundial, se había convertido en inadmisible a finales de los años sesenta. El
diagnóstico de homosexualidad ya no era percibido como un alivio sino que
suponía una fuente de malestar por el hecho mismo de recibir la etiqueta de
enfermo mental. Además, se hizo cada vez más evidente que esta concepción patológica era la piedra angular de todo un sistema de desventajas
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2—
sociales sufrido por los homosexuales y justificación última del mantenimiento de una discriminación que los condenaba a ser ciudadanos de
segunda clase. Entonces, en el clima reivindicativo de la lucha por los derechos civiles que convulsionó la sociedad americana de los años sesenta, los
colectivos de homosexuales, organizados entorno al activismo social y político, sometieron la psiquiatría a una serie de fuertes presiones con las armas
que tenían, es decir, las diversas estrategias de protesta social.
Ronald Bayer, el autor más bien informado sobre los debates de la
psiquiatría americana sobre la homosexualidad, refiere que, ya en 1968, los
primeros piquetes de homosexuales se presentaron en la convención anual
de la American Medical Association (AMA), celebrada en San Francisco. Un
grupo de activistas gays interrumpió la reunión y pidió que se escucharan los
argumentos de los que estaban en contra de la condición patológica de la
homosexualidad, que la investigación científica abandonara los prejuicios
antihomosexuales de la perspectiva psicoanalítica y que se adoptaran unas
actitudes y unas valoraciones más neutrales. En una protesta parecida, esta
vez en Nueva York, los manifestantes tomaron la palabra y exigieron que “ya
era hora de dejar de hablar de nosotros y empezar a hacerlo con nosotros”.
Estos actos de protesta tuvieron lugar meses antes de los disturbios que
explotaron en la ciudad de Nueva York, a principios del verano de 1969, a
raíz de la brutal agresión policial contra los clientes de un club de ambiente
llamado “Stonewall”, una revuelta que se considera el inicio del movimiento
de liberación gay en los EEUU.
Paralelamente, las corporaciones médicas y, en concreto, la citada
asociación psiquiátrica, no fueron completamente inmunes a las tensiones
sociales que vivía la sociedad americana de la época, por ejemplo la lucha
por los derechos sociales de la minoría negra (el black power), el movimiento
antimilitarista contra la guerra del Vietnam, las reivindicaciones feministas,
etc. En el caso de la homosexualidad, el movimiento de liberación gay vio
que no todos los miembros de la American Psychiatric Association (APA)
compartían la tesis oficial, consagrada en el DSM-II, que la mantenía como
una enfermedad mental dentro del grupo de las desviaciones sexuales. Además de los psiquiatras más tradicionales y ortodoxos, y con ellos la mayor
parte de los psicoanalistas, había dentro de esta asociación algunos psiquiatras más liberales que, sin radicalismos, postulaban la desclasificación
de este diagnóstico basándose en las investigaciones científicas. Incluso,
algunos de estos psiquiatras habían establecido contactos, a nivel personal,
con los colectivos gays. La opinión mayoritaria, no obstante, era la más conservadora, y a las reuniones y congresos psiquiátricos se continuaban presentando trabajos sobre la patología mental de los homosexuales. En este
contexto, la psiquiatria y los psiquiatras se convirtieron en los principales
objetivos del movimiento de liberación homosexual.
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3—
En 1970, la reunión anual de la APA se celebraba en San Francisco,
y los activistas gays de la ciudad aprovecharon la oportunidad de que allí se
encontraba la plana mayor de la psiquiatría americana para desafiar a toda
la profesión, dificultando las intervenciones a los oradores, interrumpiendo
los debates y boicoteando muy especialmente la participación de Irving Bieber en la ponencia “Transexuales y homosexuales”. Incidentes similares se
repetirían en las reuniones de los años sucesivos, que tendrían lugar en
Washington y Dallas, estremeciendo a los psiquiatras más conservadores y
generando la idea de que perdían el control absoluto que hasta entonces
mantenían sobre el discurso médico en torno a la homosexualidad.
Fue el prestigio social y científico de la institución atacada lo que dio
tanta difusión y trascendencia al desafío. Porque, con la APA como adversario fundamental de su lucha, los grupos gays de todo el país podrían dirigirse de forma más unitaria y organizada contra un enemigo común. Además, el antagonismo generalizado contra la psiquiatría como agente
ideológico del conservadurismo social, podría transformarse en una lucha
más focalizada contra los profesionales que ejercían esta especialidad
médica. Y aún más decisivo fue el hecho de que las acciones contra la concepción patológica de la homosexualidad podían convertirse en un auténtico
objetivo político, que se traduciría en una demanda muy concreta: la desclasificación de la homosexualidad del DSM-II.
Dentro mismo de la corporación americana, las tensiones se agudizarían cuando un sector de los psiquiatras más jóvenes y liberales discrepó
abiertamente de las posturas ultraconservadoras de aquellos que pretendían
mantener el estatus patológico de la homosexualidad. A los psiquiatras disidentes se sumarían otros profesionales de la salud mental (psicólogos,
enfermeros, trabajadores sociales...), que también ponían en duda los beneficios de mantener la homosexualidad como enfermedad. Así es como, hacia
el final de 1972, se perfila una corriente de opinión entre estos profesionales
que, secundada por el movimiento de liberación homosexual, aglutinaba
esfuerzos a escala nacional para pedir la enmienda del DSM-II; y así es
como en febrero de 1973 se reuniría el comité de nomenclatura de la APA
para escuchar por vez primera los argumentos que aportaban los gays.
Charles Siverstein, un psicólogo gay, presentó la propuesta ante el comité,
aduciendo la ausencia de base empírica para mantener la homosexualidad
como trastorno patológico y los daños evidentes que provocaban unos tratamientos injustificables. No se puede ignorar que, en aquel momento, la
polimorfa terapéutica de la homosexualidad incluía desde las técnicas quirúrgicas, como la castración o la hipotalamotomia, a la terapia aversiva,
pasando por la psicoterapia y la administración de hormonas sexuales.
Así, se decidió crear un grupo de estudios para discutir la convenien-
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4—
cia o no de desclasificar la homosexualidad como proceso morboso. Este
grupo, encabezado por Robert Spitzer, se dio cuenta enseguida de que ya
había diversos estudios donde se hacía evidente, con suficiencia, que los
homosexuales eran capaces de mantener un rendimiento global satisfactorio ante las demandas de la vida cotidiana y que muchos homosexuales
vivían plenamente satisfechos con su orientación sexual. De esta manera,
Spitzer y los otros miembros del grupo llegaron a la conclusión de que mantener la homosexualidad en el DSM-II suponía una extensión injustificable
del concepto de enfermedad mental y que, a partir de aquí, incluso se tendrían que reconsiderar las bases de toda la nosología psiquiátrica. La estrategia de Spitzer comportaba el desarrollo de una definición restrictiva de los
trastornos psiquiátricos de la cual la homosexualidad quedara excluida, al
mismo tiempo que se evitara la suposición de equipararla a la heterosexualidad, desde el punto de vista de la forma preferible de sexualidad humana.
Esta definición restrictiva de lo que debía ser un trastorno mental aportaba
dos elementos nuevos para poder establecer un diagnóstico: el estrés o
malestar subjetivo y/o alguna clase de deterioro en el funcionamiento global
del individuo. Con la excepción de la homosexualidad y alguna de las otras
“desviaciones sexuales”, argumentaba Spitzer, todas las otras categorías
diagnósticas del DSM-II se adecuaban a esta definición más restrictiva de
trastorno mental. De ahora en adelante, pues, al realizar un diagnóstico psiquiátrico, se tendría que tener en cuenta el malestar referido por el individuo,
así como su rendimiento o ajustamiento global. Para Spitzer, a parte de esta
novedad y las implicaciones que suponía, la reformulación tenía otras ventajas: la psiquiatría ya no podría sostener, nunca más, el posicionamiento de
considerar enfermos a los homosexuales que manifestaban su bienestar y
mantenían un funcionamiento social ajustado, pero al mismo tiempo permetiría, a los profesionales interesados, aplicar el tratamiento psicoterapéutico
a aquellas personas que buscasen el cambio hacia una orientación heterosexual. Además, el hecho de quitarles, a los homosexuales, la etiqueta de
trastorno mental suprimiría uno de los grandes impedimentos para seguir
negándoles los derechos civiles que reclamaban.
Desde el sector más conservador, los psicoanalistas Irving Bieber y
Charles Socarides continuaban defendiendo la condición patológica de la
homosexualidad contraargumentando que, a pesar de la evidencia de “normalidad” de aquellos homosexuales que mostraban un óptimo rendimiento
ocupacional y un buen ajuste social, eso no excluía la presencia de psicopatología, y en consecuencia, en abril de 1973, decidieron construir un
comité ad hoc abierto a todos aquellos miembros de la APA que creían que
el término homosexualidad no debía de desaparecer del manual diagnóstico.
Desautorizaron las aportaciones que habían hecho Spitzer y los otros miembros del comité de nomenclatura en torno al papel del bienestar subjetivo y
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5—
el ajuste social en el momento de establecer un diagnóstico psiquiátrico, y se
ratificaron en que estos elementos pueden coexistir junto con graves alteraciones psicopatológicas, incluso en algunos casos de trastornos psicóticos.
Comenzaba un período de tensiones, en el seno de la APA, caracterizado por los enfrentamientos y las descalificaciones. Los litigios no cesaron
tampoco, incluso, cuando el 15 de diciembre de 1973, la junta de gobierno
de la asociación decidió, por trece votos a favor, ninguno en contra y dos
abstenciones, la supresión del término “homosexualidad” del DSM-II
poniendo en su lugar el epígrafe “Trastorno de la orientación sexual [homosexualidad]”.
Esta nueva categoría, según la comisión “era para individuos con un
interés sexual dirigido, primordialmente, hacia personas de su mismo sexo,
pero que manifestaban malestar, se encontraban en conflicto con ellos mismos o deseaban cambiar su orientación sexual. Esta categoría se distinguía
de la homosexualidad, la cual per se no constituye, necesariamente, trastorno psiquiátrico alguno”.
Al día siguiente, la prensa diaria norteamericana comentaba la noticia
y Alfred Freedman, presidente de la APA, destacaba la gran significación
social que suponía la decisión de la junta de gobierno, pero la matizaba
remarcando el limitado valor científico del voto para eliminar la homosexualidad del DSM-II. También apostilló que la junta no había declarado ni que la
homosexualidad fuera “normal” ni tampoco que fuera tan deseable como la
heterosexualidad. Sin embargo, la desclasificación se acompañaba de una
declaración inequívoca de la junta en contra de cualquier discriminación
legal, laboral económica o social contra los homosexuales, en la línea de las
directrices marcadas por el “Council on Professions and Associations” de los
EEUU.
Pretextando que no se habían tenido en cuenta todas las corrientes de
opinión al suprimir el diagnóstico de homosexualidad en el DSM-II, los citados Bieber y Socarides decidieron impugnar la decisión de la junta de
gobierno arguyendo que, considerando que se había utilizado el voto como
procedimiento para dirimir una cuestión científica, era preciso que todos los
miembros de la APA expresaran su opinión mediante un referéndum.
Cuatro meses despúes, en abril de 1974, tuvo lugar el plebiscito, en el
cual participaron más de diez mil psiquiatras. El resultado, un 58 por cien a
favor del cambio de nomenclatura y un 37 por ciento en contra, aunque confirmaba el posicionamiento de la citada junta, no fue una victoria aplastante
y mostraba la profunda escisión que había dentro de la APA. Ahora, Bieber
y Socarides, que contaban con un fuerte apoyo gracias a los votos, denunciaron algunos dirigentes de la APA de connivencia con los activistas gays y
trataron de demostrar que el resultado del referéndum había sido determi-
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6—
nado por una especie de fraude. La junta de gobierno de la APA tuvo que
crear un comité especial que juzgase todas estas acusaciones, el cual, en
setiembre de 1974, concluyó que: a) se oponía al uso de un referéndum para
decidir sobre temas científicos, que deberían de ser discutidos y dirimidos
por comités de expertos, b) no recomendaba ningún plebiscito más, ni que
se invalidase el referéndum recién celebrado, ya que su anulación añadiría
más confusión y no aportaría ningún beneficio. Aunque las conclusiones del
comité especial no acabaron con los reproches de Bieber y Socarides, en
diciembre de 1974 la junta de gobierno de la APA decidió aceptar los resultados del comité y aprobar una serie de directrices para evitar nuevas denuncias y acusaciones.
En enero de 1975, otra institución relacionada con la salud mental, la
American Psychological Association, secundó la decisión de la junta de
gobierno de la APA haciendo pública una declaración a favor de los cambios
efectuados en el DSM-II y en contra de la discriminación de las personas
homosexuales, y además pidió explícitamente a sus miembros que se esforzasen en suprimir cualquier estigma asociado a las orientaciones homosexuales.
A pesar de todas las dificultades, la desclasificación de la homosexualidad favoreció la visibilidad de los psiquiatras gays y lesbianas en el
seno de la APA, los cuales, durante la década de los años 70, se organizaron como grupo de presión electoral; más tarde, en 1982, obtuvieron el reconocimiento formal dentro de la corporación psiquiátrica americana y, tres
años después, en la reunión de Dallas (Texas), adoptaron la denominación
“Association of Gay and Lesbian Psychiatrists” (AGLP) que todavía hoy
usan. Este grupo sería decisivo para la supresión definitiva, durante la
década de los 80, de cualquier referencia a la homosexualidad del “Manual
diagnóstico y estadístico de trastornos mentales”. Así, el término “Trastorno
de la orientación sexual [homosexualidad]”, que desde 1974 figuraba en el
DSM-II, fue sustituido en la tercera edición del manual (DSM-II) por el término “homosexualidad egodistónica” y, al revisarse en 1985, la AGLP exigió
que la palabra homosexualidad fuese eliminada completamente del manual
de clasificación diagnóstica y estadística, argumentando que no había datos
empíricos que abonasen este diagnóstico, que el término no se utilizaba
mucho ni en la práctica clínica ni en los artículos científicos y, sobretodo, que
era un término inapropiado para etiquetar como trastorno mental la homofobia inducida culturalmente. En el DSM-III-R y DSM-IV, la única referencia a
la homosexualidad sería la de “malestar notable y persistente hacia la propia
orientación sexual” (que podía designar tanto la orientación homosexual
como la heterosexual) bajo el epígrafe “Otros trastornos sexuales”. En esta
misma línea de desclasificación, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
no tardaría en recoger la iniciativa de la psiquiatría americana y, en 1992,
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7—
suprimió el diagnóstico de homosexualidad en la décima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10).
4. La persistencia de los prejuicios antihomosexuales
La literatura médica de los años noventa ofrece algunas muestras de
la nueva actitud hacia la homosexualidad, derivada en gran parte de la desclasificación efectuada por instituciones tan relevantes como son la American Psychiatric Association, la American Psychological Association y la
Organización Mundial de la Salud. Así, han aparecido en el mercado editorial obras de referencia obligada sobre la salud mental de los hombres y las
mujeres homosexuales, de las cuales hay que destacar el Textbook of
Homosexuality and Mental Health y el Handbook of Counseling and Psychotherapy with Lesbian, Gay and Bisexual Clients. Y, por otra parte, el periodismo médico ha recogido esta nueva manera de encarar el tema. La prestigiosa revista americana New England Journal of Medicine publicaba en
octubre de 1994 un artículo de revisión, sucintamente titulado “Homosexuality”, donde los autores repasaban los conocimientos médicos sobre este
tema, dado que los conocimientos actuales sobre la homosexualidad son de
interés no sólo por razones históricas y médicas, sino también por el papel
nuclear de esta orientación en el ajuste y la adaptación psicológica de innumerables individuos. El artículo concluye taxativamente en que no hay datos
procedentes de estudios científicos que justifiquen un trato desigual a las
personas homosexuales ni tampoco su exclusión social. Más recientemente,
el British Journal of Psychiatry publicaba otro artículo de revisión, titulado
“British psychiatry and homosexuality”, donde los autores proponen que los
profesionales de la salud mental deberían de conocer los errores del pasado,
ya que solo así se podrán prevenir excesos futuros y superar las profundas
diferencias y prejuicios que hay entre los pacientes homosexuales y el personal que los atiende. En efecto, la persistencia de prejuicios antihomosexuales entre el personal sanitario es un hecho incuestionable, como revela
un artículo publicado en 1994 en el British Medical Journal, donde se evidencian los efectos perjudiciales que las actitudes homofóbicas tienen en el
ámbito de la clínica. Así mismo, el último informe presentado por el Grupo
por el Avance de la Psiquiatría, hecho público en el año 2000, recomienda el
estudio de las causas de los prejuicios antihomosexuales entre los profesionales de la salud mental y la reforma de la enseñanza de los futuros psiquiatras, con la finalidad de mejorar los resultados de los tratamientos de
gays y lesbianas.
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8—
En suma, los cambios conceptuales y terminológicos dentro y fuera
del ámbito de la medicina y de la salud mental operados durante las tres últimas décadas a escala mundial van en la línea de eliminar cualquier tipo de
relación, directa o indirecta, entre homosexualidad y trastorno mental, y no
únicamente de cambiar unos nombres por otros. Para eso, a la vista de los
importantes cambios ocurridos, no sólo por lo que respecta a las modificaciones introducidas en las clasificaciones internacionales de enfermedades,
sino también a nivel normativo y simbólico, nos resultan tan desafortunadas
e inoportunas las afirmaciones de J.J. López Ibor, catedrático de Psiquiatría
de la Universidad Complutense de Madrid, quien publicó, justo antes del
referéndum de la psiquiatría americana de 1974, un largo artículo editorial en
el cual, desde una posición arrogante y profesoral, tildaba de pueril la desclasificación de la homosexualidad del DSM-II, sancionada por la junta de
gobierno de la APA y por el numeroso grupo de psiquiatras que la defendían,
y, en un intento de minimizar sus consecuencias, reducía a una mera cuestión nominalista uno de los hitos históricos más decisivos en el proceso de
desmedicalización de la homosexualidad: “No tengo idea de lo que decidirán
en ese referendum ni, a decir verdad, me importa. Es curioso anotar que la
educación supertécnica conduzca a una discusión que sólo es comparable
a las discusiones medievales que se califican de nominalistas”.
— 30
9—
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[***Golden remet a l’article de René Fox (1977) The Medicalization and
Demedicalization of American Society. Daedalus, 106, pp. 9-22, i als llibres de Peter Conrad].
A la UAB (CC. Socials) hi ha un llibre que podria ser citat ací: CONRAD,
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26. BAYER (1987), p. 395-397.
27. KRAJESKY (1996), p. 25.
Actualment, hi ha en curs una proposta formal d’esmena dels estatuts
de l’AGLP, que afectaria inclús el nom de l’associació, per tal de donar
— 31
1—
plena entrada a la bisexualitat i el transgènere. Cf. BARBER, Mary:
Transgender Task Force Submits Proposal. Association of Gay and Lesbian Psychiatrists, volum 27 (2), pp. 11-15, abril 2001.
28. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (1980): Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 3rd Edition. Washington, DC, American Psychiatric Association.
29. KRAJESKI, James (1996), pàgines 25-26.
30. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (1989): Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales. Masson, Barcelona [tercera
edicion revisada, DSM-III-R]
31. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (1995): Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales. Masson, Barcelona [quarta
edició, DSM-IV]
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— 31
2—
El contexto de las ETS y su prevención
Lluis Mitjans
Eduard Plá
Carme Barona
Conselleria de Sanitat. Direcció General per a la Salut Pública
EL CONTEXTO DE LAS ETS Y SU PREVENCIÓN
Luis Mitjans
Eduardo Plá
Unidad de Salud Sexual y Reproductiva, Servicio de Promoción de la Salud.
Carmen Barona
Unidad de Salud Perinatal, Servicio de Salud Infantil y de la Mujer.
Dirección General para la Salud Pública. Conselleria de Sanidad. Valencia.
El objetivo de nuestra ponencia es hacer una reflexión sobre las propuestas, actualmente habituales, que se realizan sobre la adopción de conductas preventivas para evitar las llamadas Enfermedades de Transmisión Sexual.
En concreto quisiéramos plantear la pregunta, e intentar ofrecer algunas pistas para que cada una/o se la responda, ¿es eficiente centrar la acción
preventiva en el control de la conducta sexual? como si se tratase de una
variable independiente del propio sujeto que la desarrolla. Siendo para nosotros más necesario, si cabe, hacerse esta pregunta cuando esta va a ser la
estrategia preventiva que se le ofrece a la población adolescente y joven.
Dónde nos ubicamos
Vamos a empezar centrándonos en la nomenclatura que se emplea
para denominar a este grupo de problemas de salud infecciosos y cuales son
los significados más inmediatos que conllevan.
La etimología de las palabras, es decir la razón de su existencia, conlleva un significado que, habitualmente, produce una interpretación espontánea de aquello a lo que nos referimos.
Hasta la década de los 70 la denominación común de este grupo de
enfermedades era la de Enfermedades Venéreas, a partir de esa época se
empezó a cambiarles el nombre. La definición del adjetivo “venéreo, a” (Diccionario de la Real Academia Española, revisión 2002) hace referencia a
dos cuestiones claves. Por una parte como aquel “perteneciente o relativo a
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5—
la venus (deleite sexual)” y por otra como aquel que “se dice de la enfermedad contagiosa que ordinariamente se contrae por el trato sexual”.
El origen del cambio en la nomenclatura estuvo motivado por distintas
cuestiones. Seguro que una razón de peso fue por las connotaciones sexistas que implicaba el asociarlas a la diosa mitológica de la hermosura
(Venus), sexistas porque nadie tiene una representación simbólica que asocie la diosa Venus con un varón y por lo tanto esto implicaba vincular a la
mujer con esas enfermedades.
La representación simbólica a la que nos referimos, evidentemente,
no es la que asocia la mujer a la “madona”, a la madre, sino la que la asocia a aquella imagen de la mujer dueña de su deseo sexual. Esta última
representación ocupa en el imaginario colectivo, al menos en el mundo occidental, ese espacio oscuro y peligroso del pecado, la prostitución y la ninfomanía.
Una segunda razón, imbricada íntimamente con la anterior y relacionada, también, con el momento histórico en el que se empieza a cambiar, fue
la liberalización, normalización, social de los temas relacionados con la
sexualidad en la década florida de la “revolución sexual”, la década de los 70.
La tercera razón que entra en juego es más operativa y probablemente fue utilizada como catalizador para hacer efectivo el cambio de denominación, y es la incorporación al grupo clásico de enfermedades venéreas
de nuevas entidades nosológicas.
El objetivo, a parte de lo políticamente correcto, era intentar sacarlas
de la zona oculta para eliminar el estigma culpabilizador que conllevaba
“padecer una venérea”, que en demasiadas ocasiones añadía un sufrimiento
importante además de producir una ocultación que implicaba una grave dificultad en su prevención.
La denominación aceptada por toda la comunidad científica fue evidentemente el de Enfermedades de Transmisión Sexual.
Hacemos hincapié en la comunidad científica porque seguimos encontrándonos con que fuera del ámbito de los profesionales de la salud cuando
uno se refiere a estas enfermedades y las nombra por las siglas, E.T.S., por
ejemplo en educación sexual de adolescentes, la primera respuesta es una
reacción de desconcierto, desconocimiento, ante la terminología empleada.
Hay que pasar a nombrar los términos completos para que sea inteligible para
la mayoría de los asistentes. Sin embargo salvo en adolescentes púberes, por
su desconocimiento de esto y de tantas otras cosas, hablar de venéreas sigue
produciendo una asociación mucho más inmediata y rotunda.
El hecho es que llamarlas Enfermedades de Transmisión Sexual nos
hizo salir de las venéreas para meternos, bastante a las bravas, en el terreno
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6—
de lo sexual y liar un poco más la cuestión. No consiguiendo por otra parte
el objetivo de eliminar el estigma, de lo cual tenemos un claro y dramático
ejemplo en el caso del VIH/Sida.
Las E.T.S. se convierten así en lo patológico de “lo sexual”, que en el
juego del significado de los contrarios siempre se enfrenta con “lo normal”.
Se pasa del área de la moral al área de la normalización higiénica.
Históricamente las Venéreas se centraban en cinco procesos: sífilis,
gonococia, chancro blando, linfogranuloma venéreo y granuloma inguinal.
Esto apoya que se produzca una asociación casi inmediata, reforzada por el
aprendizaje social del imaginario colectivo, de estos problemas con los genitales y colindantes. La nueva denominación no hace más que legitimar la
modernización de lo viejo sin introducir ningún cambio real y fijando si cabe
aun más, por aquello de los complementarios y los significantes, que “lo
sexual funciona como sinónimo de lo genital”.
Todo esto no ayuda a enfocar la cuestión. La realidad es que estamos
hablando de enfermedades cuyo mecanismo de transmisión es la vía
genito/anal, al menos es la vía que incluimos al hablar de ellas y no otras
como podría ser la sanguínea, vía compartida por algunos procesos incluidos en el grupo. Genitales que evidentemente van a entrar en contacto en
un encuentro sexual genitalizado. Para nosotros está claro, lo sexual
engloba lo genital, pero lo genital no es equiparable con lo sexual.
No estamos proponiendo un cambio en la nomenclatura, sobre todo
porque en realidad todos sabemos que a estas alturas el problema sería el
mismo si les llamásemos Enfermedades de Transmisión Genital, la tabuización está construida sobre el propio Hecho Sexual Humano. Solo queríamos
centrar la cuestión de la prevención..
Estas aportaciones del cambio de denominación a los que nos referíamos no van a caer en saco roto, y son enmarcadas en el paradigma científico, un tanto biologicista, reproductivista y patologizante, que simplifica la
Salud Sexual con alcanzar un nivel óptimo del rendimiento sexual y no logra
enfocarla mucho más allá de una visión reduccionista y genitalizada de la
sexualidad.
Dónde podríamos situarnos
La O.M.S. planteó en el año 1975 una definición de la Salud Sexual:
“la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y
sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores
— 31
7—
y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor”, que desde
luego da píe a una interpretación no biologicista y patologizante y si a una
visión humanista de este tema. Por otra parte el desarrollo de la Sexología
permite cada vez más una interpretación más amplia y compleja del Hecho
Sexual Humano.
Reducir la salud a la ausencia de enfermedad es un concepto ciertamente poco eficiente, bastante pobre y muy antiguo. Tampoco podemos caer
en una definición normativa de la Salud Sexual que nos acerque a un concepto Higiénico, que sería seguir anclado en el mismo paradigma de comprensión del Hecho Sexual Humano y que lo reduce a una función mensurable.
Si la Sexualidad, como parece ser, es una cuestión biográfica, y toda
la evidencia científica nos enfoca hacia esa realidad, las patologías estarán
cada vez más en el extremo de la banda y lo mayoritario será la variabilidad
individual, convirtiendo los problemas en dificultades de mayor o menor entidad dependiendo de cómo estén integrados en la sexuación de cada persona y de cómo vayan a ser vividas en el contexto socio cultural personal.
Estamos hablando pues de niveles adecuados de salud sexual, que
tiene que ver con las identidades y la vivencia acorde de la propia sexuación.
La ausencia de enfermedades se convierte en un objetivo más y no en el
centro conceptual.
Esto permite hablar también de Salud Sexual desde una perspectiva
de Promoción y Educación y desde ella queremos abordar la dimensión
social, comunitaria, de las ETS.
El contexto propiamente dicho
Haciendo referencia al título de nuestra ponencia “ el contexto de las
ETS”, lo que nos planteamos es situar realmente dónde se enmarcan.
Para nosotros contextualizar las ETS será ciertamente la manera de
encontrarnos con la persona. Una persona sexuada y deseante.
Sexuada porque ese Sexo, que va a impregnar la biología pero, y,
sobre todo, impregna la biografía, hace que la identidad personal esté nuclearmente definida en clave sexual. Una mujer se construye mujer y un varón se
construye varón. Hablar de Sexo es hablar de identidades sexuales: identidad de la mujer e identidad del varón. Será en ese punto donde se enmarcan
las ETS, en el encuentro entre los sexos, entre identidades sexuales.
— 31
8—
Deseante ya que este constructo vivencial, el deseo sexual, que filogenéticamente será el resultado de la evolución de estructuras instintivas
básicas como son el instinto de reproducción y el de agresividad, y que nos
predispone hacia la satisfacción sexual, es inseparable de la propia humanidad. Decimos de él que es un constructo vivencial porque se construye, permítasenos la redundancia, en estrecha relación con las capacidades simbólicas, arraigándose profundamente en la historia personal. Codificando en
clave de deseo sexual la historia de la especie, la historia social particular y la historia personal singular.
Algo llamativo de él, y realmente significativo, es que es ciertamente
polimorfo en cuanto a sus disposiciones, sus necesidades y las direcciones
por las que puede circular.
Este deseo sexual va a ser el motor del encuentro entre los sexos,
siendo siempre el responsable, que no el culpable, último de las conductas
sexuales.
Convirtiéndose por estas razones los comportamientos sexuales en
variables dependientes, por orden de inmediatez jerárquica, en primer término del deseo sexual y en segundo término de la biografía.
Qué se suele hacer
En el terreno de la sexualidad humana y en nuestra sociedad seguimos con el lastre de que “lo urgente” eclipsa a “lo importante”. Desde mitad
de la década de los 80 hasta principios de los 90, hablamos del siglo XX, una
vez superada la primera época de estigmatización de las personas por pertenecer a uno u otro de los desafortunadamente denominados “grupos de
riesgo” para el contagio del VIH/Sida, la preocupación se centra en la baja
utilización del preservativo en las relaciones sexuales con penetración. Poco
se había hecho en nuestro país en educación sexual.
Se trataba de poner límites a la transmisión sexual del Virus de la
Inmunodeficiencia Humana que ya se perfilaba como la vía de transmisión
más potente una vez se controlara la epidemia de drogadicción de sustancias ilegales por vía intravenosa compartiendo el material de inyección. Se
articulan los primeros talleres dentro de la estrategia de prevención del
VIH/Sida donde se mezclan mensajes sobre la utilización correcta del preservativo, el no compartir jeringuillas o que el aspecto físico no es indicativo
de no estar infectado (la lectura del mensaje se la hace cada uno).
Poco a poco se van conformando lo que se suele denominar “Talleres
de Sexo Seguro” y sus distintas modalidades. En ellos se combinan conte-
— 31
9—
nidos informativos, instrumentales y los mensajes de como protegerse de la
“zona de riesgo”. Convirtiéndose en el paradigma de la discontinuidad de un
discurso educativo en el que la reflexión sea la guía para la toma de decisiones.
Sustentando la acción sobre lo que algunas teorías cognitivistas y
conductistas han denominado sentimiento de control percibido sobre las
conductas sexuales relacionales, que sería el resultado de la interacción
entre la propia habilidad y las dificultades reales para realizar la conducta
combinado con los recursos de negociación. Incluso en algunos casos
haciendo una simplificación de esta estrategia, casi una reducción al
absurdo, centran la estrategia preventiva en aportar los recursos instrumentales.
Durante una temporada mucha gente se ha dedicado a enseñar a chicas y chicos a poner condones a penes de madera, látex o en el colmo de
la exquisitez con penes de porcelana. Se pensaba, supongo, “ya saben utilizarlos, los utilizarán”. Enfatizando la posibilidad de convertir su utilización
en un juego erótico añadido y asegurándoles que no “cortan el rollo” aunque
ellos y ellas sientan otra cosa.
Nosotros pensamos que es un error basar las estrategias de prevención en la idea de equiparar las conductas sexuales con otras conductas
mucho más instrumentales y que no conllevan una movilización vivencial tan
importante. En un intento de “higienizar”, y hacerlas asépticas, las tratamos
como si fueran variables independientes. Queriendo normalizarlas las convertimos en caricaturas de sí mismas, desprovistas de contenidos simbólicos
aparecen como menos amenazantes pero en realidad dejan de ser situaciones reales.
Parémonos unos instantes e intentemos imaginarnos a un o una adolescente en sus primeras relaciones coitales poniéndose, poniéndole, un
condón como si de un guante se tratase de manera divertida y erótica.
Muchos de ellos y ellas no lo harán, por pura imposibilidad actitudinal y aptitudinal.
En estas edades, adolescencia, todos los procesos de sexuación
están focalizados y supeditados a la necesidad de estabilizar el proceso de
individuación, casi un renacimiento basado en la nueva figura corporal y las
nuevas capacidades (ambas sexuadas). Esta identidad construye las normas propias, subjetivas, referentes a la sexualidad contrastando y equilibrando la “presión de los referentes grupales” con ese modelo interno resultado de la biografía sexuada individual.
Se trata de construcciones de comportamiento elaboradas sobre la
inexperiencia y la falta de repetición, que habitualmente son utilizadas como
— 320—
variables base para el establecimiento de conductas preventivas consistentes, y cuyos determinantes están asentados sobre las actitudes sexuales.
Nos referimos a lo que se viene sintetizando en el concepto de actitudes de
erotofilia vs erotofobia, constructos que significan la capacidad de ser o no
ser permeables a las cuestiones relacionadas con la sexualidad y su vivencia aceptable y desproblematizada o negativa y problematizada. Que serán
las que permitan o no investir eróticamente una situación o una conducta
específica y dejar las puertas abiertas al deseo sexual.
Nuestra propuesta es enmarcar las ETS dentro de un programa
estructurado de educación sexual y trabajado por profesionales formados en
educación sexual. Delimitándolas dentro de los núcleos de trabajo que se
desarrollan sobre roles sexuales, deseo, placer, respuesta sexual y comportamientos sexuales.
Lo problemático de los talleres de “sexo seguro” no es que se hicieran, que seguro que dieron respuesta a una necesidad sentida y que había
que cubrir, lo verdaderamente problemático es que en gran medida han tranquilizado la urgencia de actuar llegando incluso a constituirse como una
alternativa a la propia educación sexual.
— 321—
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