2007-06-25 Discurso aniversario Natalicio de Eloy Alfaro

Transcripción

2007-06-25 Discurso aniversario Natalicio de Eloy Alfaro
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA
REPÚBLICA, RAFAEL CORREA EN EL
ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE ELOY
ALFARO EN MONTECRISTI
Quito, 25 de junio de 2007
Hoy, 25 de junio, conmemoramos la fundación
de Manabí como provincia, hecho sucedido en
1824, y el mismo día, 18 años más tarde, el
natalicio de Eloy Alfaro, en la ciudad que era
entonces capital de la provincia, esta bella
Montecristi, de nombre poético y de fecundidad
histórica.
José Eloy, hijo de Manuel Alfaro y Natividad
Delgado, se inició en la lucha política motivado
por circunstancias graves para el país. La
suscripción del Concordato que sometió la
voluntad nacional a las conveniencias de la
Santa Sede; las gestiones del gobierno con el
objetivo de que el país pasara a ser parte de un
protectorado francés, entre otras situaciones,
despertaron en Alfaro ideas que jamás
abandonaría. Otra casualidad significativa se
manifiesta el día 5 de junio. En 1864, en
Colorado, sitio cercano a Montecristi, Alfaro
tomó prisionero a Salazar, representante de
García Moreno, y 31 años más tarde, se dio el
gran triunfo de la Revolución, con el
nombramiento de Alfaro como Jefe Supremo.
Quizá más que coincidencia, es la constatación
y el testimonio de una vida entera entregada a
la lucha por la transformación de la república.
Su relación intelectual con Juan Montalvo,
cuando ambos estaban exilados en Panamá,
contribuyó a la formación doctrinaria de Alfaro.
También desde el inicio de sus actividades
políticas, siempre comprometidas con la
insurrección, Alfaro fue denostado, vejado y
ultrajado. Desde las sentencias de "cabecilla sin
gente" hasta prisiones y destierros. En defensa
de Alfaro, en 1878, Montalvo escribió: "Si
Veintimilla supiera con qué hombre está
haciendo lo que está haciendo, por bronco que
sea su corazón, se moriría de vergüenza".
Hoy, en su pueblo de Montecristi, el gobierno de
la Revolución Ciudadana rinde tributo a la figura
más
trascendente
de
nuestra
historia
republicana. Y lo hacemos con plena conciencia
y convicción de que la obra de Alfaro, truncada
por manos asesinas, por contubernios e
intereses
colusorios,
debe
continuar
y
profundizarse. Por eso dijimos, sin vanidad,
pero con enorme voluntad, el día de la
posesión, el pasado 15 de enero: que a nadie le
quepa duda: nuestro gobierno será bolivariano
y alfarista.
Cuando las transformaciones son verdaderas, y
no simples maquillajes, se enfrentan a poderes
invisibles, a titiriteros que actúan tras el telón y
que se escudan en voceros y portavoces
sumisos. Así sucedió con Alfaro y la feroz
campaña que la prensa reaccionaria impulsó
contra el Viejo Luchador.
Si por un lado apoyaban a Alfaro figuras de
dimensión mundial y continental, como Rubén
Darío y Vargas Vila, las huestes conservadoras
apoyaban libelos, pasquines y publicaciones
infamantes contra el General.
César Borja, -quien firmaba bajo el seudónimo
de Metacarpo-, y César Larrea Donoso
(fundador del Banco del Pichincha) aupaban
publicaciones que, a la luz de la historia, nos
parecen bien conocidas, porque encontramos en
ellas la misma desinformación, calumnias y
virulencia que cierto sector de la prensa y la
televisión exhibe contra los postulados y las
conquistas de la Revolución Ciudadana de hoy.
Compatriotas: al mirar la historia del Ecuador
nos
encontramos
con
situaciones
y
acontecimientos que parecería que han sucedido
ayer. Escuchen lo que decía Alfaro en un
manifiesto de 1907, hace exactamente un siglo:
"La prensa sediciosa, satisfecha de su obra
nefanda, porque obra de ella es esta situación
anormal de la República, redobló sus ataques
contra la administración, que la toleró hasta el
absurdo"...
No es una simple coincidencia o casualidad del
destino, es la misma infamia, la misma
calumnia que hoy se regodea al mentir, la
misma patraña tejida por los hilos invisibles de
la oligarquía.
Con la mayor humildad, y reverente ante Alfaro,
asumo
sus
palabras
como
un
credo:
"Considerarme capaz de apostatar de mi credo
político a trueque del poder, no solo es el mayor
de los absurdos, sino la ofensa más graven que
puede inferírseme...", y la asumo como propia
porque hoy, y gracias a la voluntad de nuestro
pueblo, sus mandatarios no vamos a retroceder,
no vamos a claudicar jamás de nuestros
principios.
Lo he manifestado en otras circunstancias, y
hoy, en el pueblo de Alfaro, es grato ratificarlo:
lo que ahora sucede es que el poder atrabiliario
se enfrenta al poder ciudadano, y ahora ese
poder ciudadano tiene un Presidente, no un
testigo de los atracos; ahora en nuestro país
hay un Presidente, no un cliente sumiso de los
poderosos.
Se nos ha criticado también por dedicar
recursos para construir la Ciudad Alfaro, es
decir, se nos critica por honrar la memoria del
hombre más grande de la Patria. Es hora de
preguntarse entonces: ¿dónde estaban los
criticones cuando la partidocracia se llevaba el
país en peso? Si hasta el agua ha sido
convertida
por
la
Constitución
de
los
sucretizadores en un bien privado. ¿Han dicho
acaso algo los censuradores sobre crímenes de
lesa humanidad como la legislación que permite
privatizar el agua?
Pero se acabó... No vamos a permitir el regreso
de los privatizadores, muchos de ellos prestos
para enlistarse en la misma Asamblea Nacional
Constituyente que denigraron.
Será el pueblo ecuatoriano el que en los
próximos comicios vuelva a dar una lección
histórica a la partidocracia, a esa Sociedad que
no tiene nada de Patriótica, y al Partido Social
que no tiene ni idea de lo que significa ser
cristiano.
Aquí, y con mayor convicción que nunca,
debemos recordar los lazos que nos unen a la
Revolución Alfarista, y si nos preguntan qué
significa hoy ser Alfarista, podemos responder:
Es defender
pueblos.
la
autodeterminación
de
los
Es propugnar y promover la integración de los
pueblos de América Latina, tal como lo soñaran
los Libertadores.
Es actuar con la mayor honestidad y
transparencia en el manejo de los fondos
públicos.
Es propiciar la integración nacional y actuar a
favor de los más necesitados y vulnerables.
Es la consagración de los derechos de las
mayorías, y no la exclusividad del uso de los
bienes públicos para una minoría que se cree
dueña de la historia y del país.
Es reconocerse en el Socialismo del Siglo XXI y
recordar que en el Romancero Alfabético
Alfarista, el poeta Remigio Romero y Cordero
así lo declaró: "Socialista Don Eloy".
Es luchar contra el crimen organizado, porque
es la hora de unir los corazones generosos y
ardientes para tener una Patria en la que la
violencia sea un mal recuerdo. Ya lo hemos
dicho: ninguna conquista de la Revolución
Ciudadana servirá si la violencia, enajenante y
perversa, sigue matando niños, si emboscadas y
complot siguen matando a gente inmensamente
honesta como Irene Guerrón, y vamos a luchar
para que la justicia sea real y no una oratoria
grandilocuente.
Alfaro decía: "Cuando desaparece la práctica de
la Justicia, se viene al suelo el edificio social que
llamamos Nación".
La Revolución Ciudadana asume ese apostolado
y ratifica sus convicciones, porque la Patria no
es el Club de la Unión, la Patria es de todos,
hombres y mujeres, ancianos y niños,
indígenas, mestizos, cholos, chasos.
La Patria es la mujer, y es bueno recordar ahora
la figura emblemática de Matilde Huerta
Cedeño, nacida en Charapotó, primera mujer
que se incorporó al trabajo del Estado en la
administración de Alfaro, en Octubre de 1895.
Repetimos con Alfaro: "Nada soy, nada valgo,
nada pretendo, nada quiero para mí: todo para
vosotros que sois el pueblo que se ha hecho
digno de ser libre".
Por Alfaro, y la Patria, Tierra Sagrada...
¡Hasta la victoria siempre!
Rafael Correa Delgado
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
REPÚBLICA DEL ECUADOR
DE
LA

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