VII Los pies y el plexo solar - Fraternidad Blanca Universal Española

Transcripción

VII Los pies y el plexo solar - Fraternidad Blanca Universal Española
La Alquimia Espiritual
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VII
Los pies y el plexo solar
“Durante la cena, cuando el diablo había ya inspirado en el corazón
de Judas Iscariote, hijo de Simón, el designio de entregarle, Jesús, que
sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, que
había venido de Dios, y que se iba a Dios, se levantó de la mesa, se
quitó sus vestiduras, y tomó una toalla y se la ciñó. Después, vertió
agua en un barreño y se puso a lavar los pies a sus discípulos y a
enjuagarlos con la toalla que se había ceñido. Fue, pues, a Simón
Pedro; y Pedro le dijo: ¡Tú Señor, no me vas a lavar los pies! Jesús le
respondió: Lo que hago, tú no lo comprendes ahora, pero pronto lo
comprenderás. Pedro le dijo: No, nunca me lavarás los pies. Jesús le
respondió: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo. Simón Pedro le dijo:
Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le
dijo: El que está lavado sólo necesita lavar sus pies para ser
interiormente puro…”
San Juan 13: 1 – 17
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Este pasaje que acabo de leeros es muy conocido, porque a todo el
mundo le ha llamado la atención este gesto que hizo Jesús en el
transcurso de la última cena que tomó con sus discípulos. Siempre ha
sido interpretado como una lección de humildad que Jesús habría
querido dar a sus discípulos. Esta interpretación es exacta, pero
incompleta y, si me lo permitís, os daré algunas explicaciones muy
importantes para vuestra evolución espiritual. Pero todo depende
también de la forma en que vayáis a considerar estas explicaciones.
Suponed que os doy una semilla diciéndoos que tiene propiedades
milagrosas. Si la tiráis o la dejáis en un rincón en vez de sembrarla y de
regarla, ¿cómo podrá germinar? De la misma manera, lo que encontréis
en esta conferencia depende de vosotros. Aquél que busca con el
deseo de beneficiarse de todo lo que oye encontrará ciertamente en ella
algo muy precioso.
Jesús, pues, se levantó, tomó una toalla y empezó a lavar los pies a
sus discípulos. Y San Pedro se negó, al principio, a dejarse lavar los
pies por su Maestro, pero Jesús le dijo: “Lo que hago no lo comprendes
ahora, pero pronto lo comprenderás.” Tenía, pues, intención de explicar
a sus discípulos el significado de su gesto. Jesús dio a sus discípulos
numerosas explicaciones que no han sido relatadas. Al final de su
Evangelio, San Juan dice que, si se tuviesen que escribir todas las
palabras y todos los actos de Jesús, el mundo entero no bastaría para
contener los libros que se escribirían.
Muchos se imaginan que los apóstoles eran hombres sin ninguna
instrucción ni inteligencia. En absoluto; Jesús les escogió porque, en el
pasado, habían sido Iniciados, grandes magos. Es imposible que
alguien se convierta en discípulo de un gran Maestro si no se lo ha
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merecido, si no ha trabajado en el pasado para poseer las virtudes
necesarias. Incluso el más incrédulo, Tomás, era la reencarnación de
Salomón, y era feliz de ser un humilde discípulo de Jesús. Si no me
creéis, ¡id a verificarlo!
A menudo, los religiosos piensan que Jesús pudo realizar milagros
sin haber estudiado ni trabajado. Pero desde los doce a los treinta años
los Evangelios no mencionan nada de la vida de Jesús. ¿Dónde
desapareció durante estos 18 años? En los archivos de la Fraternidad
Blanca Universal, donde su vida está inscrita en detalle, podemos leer
que durante todo este periodo Jesús viajó: se fue hasta el Himalaya y
allí fue instruido por grandes Iniciados.
La ciencia contemporánea estudia los fenómenos de la naturaleza
de forma incompleta todavía, es decir, sin relacionarlos entre sí. Pero
Jesús conocía todas las relaciones que existen entre los diferentes
órganos de nuestro cuerpo físico y los diferentes dominios de la
naturaleza, y nosotros debemos conocer también estas relaciones si
queremos comprender por qué Jesús lavó los pies a sus discípulos.
Cuando os expliqué el milagro de la multiplicación de los dos peces
y de los cinco panes con los que Jesús alimentó a cinco mil personas os
hablé de ciertas correspondencias astrológicas entre los pies y el plexo
solar. Jesús nació cuando el punto vernal entraba en la constelación de
Piscis. La era cristiana está, pues, bajo la influencia de Piscis y del
signo opuesto, Virgo. Jesús nació de la Virgen (Virgo) y representa a
Piscis. Hoy vamos a tratar otra vez de este eje Virgo-Piscis, pero desde
otro punto de vista.
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Os dije, pues, que en el cuerpo humano los pies corresponden a la
constelación de Piscis y el plexo solar a la de Virgo. Jesús lavó los pies
de sus discípulos para mostrarles esta conexión muy importante que
existe entre los pies y el plexo solar. Hoy os hablaré más en detalle del
plexo solar, así como del sistema simpático del que forma parte.
El sistema simpático comporta unos centros escalonados a lo largo
de la columna vertebral, desde el cerebro hasta la base de la médula
espinal, y una parte periférica constituida por nervios y ganglios
comunicados entre sí por redes de filamentos nerviosos llamados
plexos. El plexo solar, situado al nivel del estómago, es uno de ellos.
Los ganglios del sistema simpático se reparten así (ver figuras
págs. 7 y 8):
- 3 pares de ganglios intracraneales situados en el trayecto del
nervio trigémino.
- 3 pares de ganglios cervicales, en relación con el corazón.
- 12 pares de ganglios dorsales, en relación con los pulmones y el
plexo solar.
- 4 pares de ganglios lumbares, en relación con el plexo solar y, a
través del plexo solar, con el estómago, el intestino delgado, el hígado,
el páncreas, los riñones.
- 4 pares de ganglios sacros, en relación con el recto, los órganos
genitales y la vesícula.
Hay, pues, en total 26 pares de ganglios. Este número 26 no es
casual: es el número de las 4 letras del nombre de Dios,
‫ה ו ה י‬. En
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efecto, 5 =
‫ ה‬,6 = ‫ ו‬,5 = ‫ה‬
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,10 = ‫י‬. Lo que da 26. El nombre de Dios está,
pues, construido según las mismas leyes que rigen la estructura del
sistema simpático.
Los 2 grupos de 3 pares de ganglios intracraneales y cervicales
están en relación con el mundo divino; corresponden al lado psíquico de
la naturaleza, a la Cábala.
Los 12 pares de ganglios dorsales están en relación con el mundo
espiritual; corresponden al lado fisiológico de la naturaleza, a la
astrología.
Los 2 grupos de 4 pares de ganglios lumbares y sacros están en
relación con el mundo físico; corresponden al lado anatómico de la
naturaleza, a la alquimia.
Estudiemos cada uno de estos grupos más en detalle (ver figura
pág. 9):
- 2 veces 3 pares de ganglios intracraneales y cervicales: el 3 es el
número divino, el número de la Cábala, que nos revela los factores, los
principios que actúan en el universo. La Cábala responde a la pregunta
“quién”: ¿quién ha creado?, ¿quién actúa?, ¿quién decide?
- 12 pares de ganglios dorsales: el 12 es el número de la
naturaleza, el número de la astrología (las 12 constelaciones del
zodíaco), que estudia las influencias de los planetas y de las
constelaciones, las funciones de los órganos del cuerpo cósmico. La
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astrología está en relación con la circulación y la respiración. El punto
vernal, por ejemplo, retrograda un grado cada 72 años; pero 72 es
también el número de latidos del corazón por minuto. Para las
respiraciones la norma es 18 por minuto, y 18 es, justamente, el cuarto
de 72. La astrología responde a la pregunta “¿cuándo?”.
- 2 veces 4 pares de ganglios lumbares y sacros: el 4 es el número
de la alquimia, porque representa los 4 estados de la materia: tierra,
agua, aire y fuego. La alquimia responde a la pregunta “¿qué?”.
El sistema simpático juega un papel considerable en el organismo:
1 - con sus vías sensitivas, que conectan los órganos de nutrición
con la sustancia gris de la médula espinal.
2 - con sus vías motrices y secretoras, que conectan la sustancia
gris de la médula espinal con las fibras lisas de los órganos internos,
con las fibras musculares del corazón y con las glándulas.
El sistema simpático regula, pues, los mecanismos de la digestión,
de la respiración, de la circulación, de la excreción. Todos estos
procesos tienen lugar en nosotros sin que seamos conscientes de ello.
Algunos Iniciados consiguen actuar sobre el sistema simpático y, desde
allí, sobre los órganos que dependen de él. Se ha creído durante mucho
tiempo que no existía ninguna relación entre el sistema simpático y el
cerebro. En nuestros días se sabe que ambos tienen una relación muy
estrecha
El cerebro no puede actuar directamente sobre los órganos, actúa a
través de un conductor que es el gran simpático. Los Iniciados trabajan
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para hacer consciente en ellos la conexión entre el plexo solar y el
cerebro porque, una vez que esta conexión se realiza conscientemente,
todo se vuelve más fácil.1 Hay ciertos yoguis, en la India y en otras
partes, que se han entrenado durante mucho tiempo en trabajar con el
plexo solar, y así logran cicatrizar, en muy poco tiempo, heridas que se
han hecho ellos mismos o que les han hecho los demás.
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Como habéis podido observar, los 26 ganglios del sistema
simpático están divididos en 5 grupos. Estos 5 grupos de ganglios están
relacionados con las 5 virtudes: la pureza, la justicia, el amor, la
sabiduría y la verdad.
- La pureza está relacionada con los 4 pares de ganglios sacros,
que constituyen la base de la cadena de los ganglios, porque la pureza
es la base, el fundamento.2
- La justicia corresponde a los 4 pares de ganglios lumbares
(situados en la región de los riñones, con los que está relacionado Libra
-la Balanza-, símbolo del equilibrio), en relación con todos los órganos
de la nutrición: estómago, hígado, intestino, etc. Cuando el hombre no
sabe alimentarse correctamente, el equilibrio se rompe, y los problemas
que de ello se derivan revelan que la justicia tiene siempre la función de
restablecer el orden.
- El amor está relacionado con los 12 pares de ganglios dorsales. El
amor es una fuerza que nos dilata (y esta dilatación la encontramos
también en los movimientos de la respiración), que nos conecta con
todos los seres, con todo el universo resumido en las 12 constelaciones
del zodíaco.
- La sabiduría está relacionada con los 3 pares de ganglios
cervicales, porque la verdadera sabiduría viene del corazón.
- La verdad está relacionada con los 3 pares de ganglios
intracraneales, porque la verdad está por encima de todo, es lo más
alto, la meta a alcanzar.
La verdad, la sabiduría, el amor, la justicia y la pureza nos ponen en
contacto con todas las fuerzas armoniosas del universo, del que
recibimos las bendiciones. Cada virtud mejora el funcionamiento de los
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ganglios y de los órganos con los que éstos están relacionados, lo
mismo
que
cada
falta
contra
estas
virtudes
perturba
este
funcionamiento.
Existe una conexión estrecha entre los estados psíquicos y los
estados físicos. Cuando estamos tristes, por ejemplo, este estado actúa
sobre las vías simpáticas que, al tener un papel vaso-constrictor,
empiezan a contraer el sistema arterial. Entonces nos sentimos pobres,
aislados, abandonados. No es así exactamente, pero ésa es la
impresión que sentimos. Esta contracción producida por la tristeza
obstaculiza, pues, la circulación de la sangre y, por consiguiente
también, la digestión, la respiración, etc. Al contrario, para poner en
acción los nervios que dilatan, debemos recurrir al gozo, al amor, y cada
día al levantarnos, en vez de pensar: “No tengo dinero, mi marido –o mi
mujer- me engaña, no he recibido las cartas que esperaba…” debemos
esforzarnos en tener pensamientos positivos. Cada mañana, al
levantarse, el verdadero discípulo lleva en él este pensamiento: “Señor
Dios, Creador nuestro, te doy gracias por encontrarme vivo y con buena
salud, por poder respirar, caminar, cantar, mirar, oír… porque todo esto
son tesoros inestimables.” Debemos levantarnos alegremente dando
gracias al Señor. Si los hombres envejecen tan rápidamente es porque
no saben cómo recurrir todos los días a la alegría.
Pero volvamos al gesto de Jesús lavando los pies a sus discípulos.
Con este gesto quería decir: “Os doy un ejemplo. Más tarde, vosotros
también deberéis mostrar la misma humildad y el mismo desinterés ante
los demás.” Jesús lavó también los pies a Judas, y sin embargo sabía
que ya le había traicionado. Simbólicamente, el que renuncia a
vengarse de los seres que le han hecho daño les lava los pies.
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Pero, sobre todo, al lavar los pies de sus discípulos, Jesús quería
despertar en ellos las fuerzas constructivas del plexo solar. En ciertas
circunstancias muy simples de la vida corriente algunos de vosotros
habéis notado, sin duda, la existencia de esta conexión entre los pies y
el plexo solar. Cuando tenéis mucho frío en los pies sentís una
contracción en el plexo solar y, si coméis en este momento, la digestión
se hace mal. Mientras que si os bañáis los pies, por ejemplo, con agua
caliente, constatáis que sentís una dilatación en el plexo solar, una
sensación muy agradable que os pone en buena disposición.
Ante una persona con la que os encontráis, o ante un espectáculo
penoso, sentís, a veces, que vuestro plexo solar se contrae y estáis
indispuestos. Al contrario, ante otra persona, o ante un espectáculo
agradable (una cascada, un jardín florido, una montaña) os sentís
dilatados. ¿Por qué? Evidentemente no todo el mundo siente estos
efectos o se da cuenta de ellos. No todos los hombres saben sentir y
analizar lo que sucede en su plexo solar. Pero los discípulos de la
ciencia espiritual deben llegar a ser cada vez más sensibles, cada vez
más conscientes y capaces de observar lo que sucede en ellos, y así
pueden hacer numerosos descubrimientos. El plexo solar se convierte
en un guía para ellos, les da informaciones sobre muchas cosas y
personas. A veces se habla del sexto sentido: este sexto sentido es el
plexo solar.
El plexo solar es un centro extremadamente importante para
nosotros y debemos evitar todo aquello que pueda contraerlo, porque
ello conlleva, automáticamente, la contracción de los vasos sanguíneos
y de los diferentes canales del organismo. Y cuando la sangre y los
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demás líquidos circulan mal se forman posos que, con el tiempo,
acaban provocando toda clase de trastornos.
Lo que más perturba al plexo solar y, por consiguiente, a los
órganos internos, el hígado, los riñones, el estómago, etc., es el miedo,
la ira, las preocupaciones, la duda, el amor desordenado. Los
pensamientos y los sentimientos caóticos destruyen la armonía del
plexo solar y, como el plexo solar es el depósito de las fuerzas, la
consecuencia de esta desarmonía es una desmagnetización total.
Cuando sentís pánico, o una fuerte impresión, inmediatamente os
vaciáis de fuerzas, vuestras piernas ya no os sostienen, vuestras manos
tiemblan y ya no tenéis ninguna idea en la cabeza. Eso significa que
vuestro plexo solar ha agotado sus fuerzas.
El plexo solar puede, pues, vaciarse, pero también puede llenarse,
y eso es, justamente, lo que el discípulo debe aprender; cómo llenar su
plexo solar. Os daré algunos métodos.
Cada árbol es un depósito de fuerzas salidas del Sol y de la Tierra;
y podemos extraer estas fuerzas. Escogéis un árbol grande: un roble,
un haya, un abeto, etc… Os respaldáis contra él poniendo vuestra mano
izquierda en vuestra espalda, con la palma apoyada contra el tronco del
árbol; al mismo tiempo ponéis la palma de vuestra mano derecha sobre
el plexo solar. Os concentráis entonces en el árbol pidiéndole que os dé
una parte de sus energías, que recibís por vuestra mano izquierda y que
vertéis, con vuestra mano derecha, sobre vuestro plexo solar. Después,
dais gracias al árbol. Se trata de una especie de transfusión de
energías.
Pero
también
podéis
reforzar
vuestro
plexo
solar
contemplando y escuchando cómo mana una fuente, una cascada, un
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manantial. Estos métodos son, en apariencia, insignificantes, pero dan
grandes resultados. El agua que fluye influencia al plexo solar que se
pone a trabajar expulsando los materiales nocivos. Miramos, a veces, el
agua fluir, pero inconscientemente, sin darnos cuenta de la utilidad del
agua que fluye, y por eso no hay muchos resultados.
Podéis también sumergir vuestras manos en el agua, o mejor aún,
vuestros pies, porque éste es el método más poderoso. Cuando os
sintáis
desmagnetizados,
turbados
o
contraídos,
preparad
conscientemente agua caliente, sumergid en ella vuestros pies y
empezad a lavarlos con atención; así actuáis sobre el plexo solar
dándole
fuerzas,
y
vuestro
estado
de
conciencia
quedará
inmediatamente transformado. Si un día, en vuestra casa, no lográis
meditar, tomad un baño de pies y veréis que tendréis mucha más
facilidad para concentraros.
No es necesario sumergir los pies en el agua durante mucho
tiempo, pero al lavarlos suavemente podemos decir: “Mis queridos pies,
ahora comprendo todos los servicios que me prestáis. Nunca presto
atención a que soportáis el peso de mi cuerpo y me conducís a todas
partes a donde quiero ir. De ahora en adelante, os estaré más
agradecido por vuestra humildad y vuestra paciencia.” Los pies son,
para ciertas células, una escuela en la que deben hacer un periodo de
prácticas. Las células de los pies son seres vivos, y un día estos seres
pasarán exámenes. Cuando aprueben, la Inteligencia cósmica les dirá:
“Ahora podéis subir más arriba”; y subirán a los pulmones, al corazón, al
cerebro, para continuar su evolución. Estos seres están actualmente en
los pies porque en el pasado se mostraron orgullosos y crueles, y les
han puesto en los pies para que aprendan la humildad y la bondad.
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Lo mismo sucede en la vida de los hombres. Todos aquéllos que
son duros, orgullosos, malvados, serán enviados por el destino a unos
pueblos o a unas familias que deben sufrir para aprender la ley de la
justicia, de la humildad y del sacrificio. Así habla la Ciencia iniciática, lo
crean o no.
Todas
las células deben
seguir una evolución.
Las más
desinteresadas, las más evolucionadas están en el corazón. Mientras
que las demás células duermen, se divierten o descansan, las células
del corazón trabajan sin cesar para sostener el organismo y repartir las
fuerzas en él. Las células son seres que deben trabajar juntos para el
bien del organismo. Cuando algunas de ellas desean liberarse y formar
un reino separado, una enfermedad grave se declara. Pero si las células
se separan de la armonía común, no son ellas las culpables. El culpable
es el hombre, porque es él, con su comportamiento, quien las arrastra, y
es el responsable. Las enfermedades son el resultado de nuestros
pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestros actos que actúan
indirectamente sobre nuestro sistema simpático.
La ciencia futura enseñará a los hombres a vivir armoniosamente, y
vivir armoniosamente es, en primer lugar, saber encontrar todo lo que
puede reforzar el plexo solar. ¡A cuántas personas les gusta contemplar
la puesta de Sol o la caída de las hojas en otoño, dejándose ir a
pensamientos melancólicos, a los recuerdos de sus amores perdidos…
Hay que evitar eso; un discípulo debe conectarse únicamente con
aquello que es vivo y ascendente en la naturaleza, con lo que le ilumina,
le fortifica, le eleva. Todo lo que vivimos, comemos, respiramos,
tocamos, actúa sobre el plexo solar; por eso hay cosas que no debemos
ni tocar, ni comer, ni oír, ni mirar, porque actúan sobre el plexo solar
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para debilitarlo. Al contrario, si vamos a mirar cómo se levanta el Sol por
la mañana, sentimos que algo se levanta también en nosotros. Y si
salimos a la naturaleza en primavera, cuando todo brota y florece,
sentimos también florecer algo dentro de nosotros.3
Pero volvamos a la importancia de los pies. Nunca debemos olvidar
que con los pies estamos sin cesar en contacto con la Tierra y las
corrientes telúricas. Los pies son como antenas. Tenía un amigo que
con los dedos del pie sentía venir las tormentas y las lluvias con mucha
antelación. Era un servicio meteorológico perfecto. Pero las corrientes
eléctricas y magnéticas que suben de la Tierra, o descienden a ella,
sólo circulan normalmente en los pies si no son detenidas por capas de
fluidos y de polvo; por eso es bueno lavarse los pies cada noche.
Os acordáis que San Pedro se negó primero a que Jesús le lavase
los pies; pero después quería que le lavase incluso las manos y la
cabeza, y Jesús le dijo: “El que está lavado sólo necesita lavarse los
pies para ser enteramente puro.” Los pies son la parte del cuerpo que
está más en contacto con la Tierra; representan, pues, el plano físico
del que debemos liberarnos para tener acceso a los planos superiores.
Por eso, si nos lavamos los pies concentrándonos conscientemente en
los centros situados encima y debajo de los mismos, trabajamos para
esta liberación del plano físico. ¿Habéis reflexionado por qué el dios
Hermes era representado con alas en los talones? Hermes era el
mensajero de los dioses y sus alas eran el símbolo de su poder de
viajar por el espacio. Pero las alas de los talones de Hermes deben ser
también interpretadas como una representación de los centros, de los
chakras que el hombre posee en sus pies. Si estos centros están
despiertos, el hombre tiene la posibilidad de trasladarse por el espacio y
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en los planos sutiles. Acordaos, por otra parte, de lo que os dije a
propósito del plexo solar en la conferencia “Los misterios de los dos
peces y de los cinco panes”: el milagro de la multiplicación de los peces
y de los panes está en relación con el poder que tenía Jesús de viajar
por el espacio, puesto que San Marcos, que relata cómo llegó Jesús
hasta la barca caminando sobre las aguas, dice: “Quedaron
estupefactos y llenos de asombro porque no habían comprendido el
milagro de los panes.” Este texto nos da la prueba de la
correspondencia que existe entre los pies y el plexo solar, relacionada
con la posibilidad de viajar por el espacio.
Os decía que los pies están relacionados con el plano físico; sin
embargo, es en el plano físico donde somos siempre víctimas, porque
éste está siempre más o menos en contacto con el mundo subterráneo,
los infiernos. Por eso, simbólicamente, los pies representan el lugar en
donde el hombre es vulnerable. Esto es, por otra parte, lo que expresa
otro mito, el de Aquiles. Para hacerle invulnerable, su madre Tetis le
había sumergido cuando era muy joven en las aguas del Styx, pero le
sostenía por el talón que, por lo tanto, no se había mojado; y Aquiles
murió bajo las murallas de Troya por una flecha envenenada que le hirió
en el talón.
¿Comprendéis ahora el significado del gesto y de las palabras de
Jesús: “El que está lavado sólo necesita lavarse los pies para ser
enteramente puro.”? Puesto que los pies son el símbolo del plano más
material, lavarse los pies representa el final de la purificación.
Habría aún muchas cosas que deciros con respecto a los pies.
Desde
tiempos
inmemoriales,
los
sabios
descubrieron
las
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correspondencias que existen entre el microcosmos y el macrocosmos.
Esta ciencia de las correspondencias revela que no solamente el cuerpo
del hombre está en relación con las constelaciones del zodíaco (la
cabeza con Aries, el cuello con Tauro, etc.), sino que cada parte misma
está en relación con el conjunto del organismo, con el universo. 4 Se han
estudiado estas relaciones para las manos, pero también existen para
los pies. Los pies tienen unos puntos precisos que están relacionados
con los demás órganos del cuerpo, y actuando sobre estos puntos
podemos curar ciertos trastornos en los órganos correspondientes.
Pero, esta noche quería, sobre todo, mostraros que este gesto de
Jesús lavando los pies a sus discípulos tiene un significado mucho más
profundo que el que se había visto hasta ahora. Reflexionad en todo lo
que os he dicho, haced un trabajo espiritual con los pies y el plexo solar
y pronto sentiréis todas las bendiciones que os aportarán estas
prácticas.
¡Que la luz y la paz sean con vosotros!
Paris, 18 de marzo de 1939
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Notas
1.Cf- La armonía, Obras completas, t. 6, cap. IX: “El plexo solar y el cerebro”, y cap.
XI: “El corazón iniciático”; Los esplendores de Tiphereth – el Sol en la práctica
espiritual, Obras completas, t. 10, cap. XVII: “El día y la noche (la consciencia y la
subconsciencia)”.
2.Cf. Los misterios de Iesod – Los fundamentos de la vida espiritual, Obras
completas, t. 7.
3.Cf. Vida y trabajo en la Escuela divina, Obras completas, t. 31, cap. 1: “La nueva
vida”, Parte III.
4.Cf. Del hombre a Dios – Sefirots y jerarquías angélicas, Col. Izvor nº 236, cap. XI:
“El cuerpo de Adam Kadmon”.

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