Esclava del Mare Nostrum

Transcripción

Esclava del Mare Nostrum
Reina de Reyes
“ E sclava del Mare Nostrum
Siglo VI a de C.
Aquellos sueños fueron tomando forma....... Día tras
otro me encontraba llena de deseos y la vida me los
ponía a mi servicio. Pasaron muchas lunas llenas de
esperanza y la sabiduría de mi buena hermana me fue
formando un camino. Yo pretendía ser danzadora pero
ello en el momento en el que vivíamos era difícil de
asimilar para mi condición social, ella siempre me
decía:
--------Sigue, no desesperes que todo llegará.
--------Estoy abrumada Isis. Pronto papá me querrá
desposar y me pondrá como a las gallinas en el
mercado en venta, y tendré que consentir toda la vida
estar atada a un viejo mercader, o a un acomodado y
gordo terrateniente. Me moriré de pena.
--------No te preocupes que aunque sea lo último que
haga yo, tú no tendrás esta suerte, ya bastante sufro
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al lado de Ciro; no solamente es viejo, también es
feo y bebe (aunque eso es un mal de hombres); a padre
sólo le agradaron sus riquezas. Confío que no
fallezca yo antes que él, pues si así fuera, Dios no
fuese justo. Llevo siendo su consorte trece años (la
mitad de mi camino) y estoy hastiada de sus
traiciones y devaneos con la servidumbre; cuando soy
yo quien pago a las pobres sirvientas, y las buscan
tetonas ignorantes como a él le gustan, para que me
deje en paz y no me acose el gordo éste. Muy feliz
los primeros tres años. La verdad es que pensé estar
enamorada; ahora lleva unos meses mucho más
tranquilo, será la edad.
--------¿Cómo son tan ineptos los hombres hermana
mía... ?
--------Más que ineptos son solamente consortes y
ello significa lo mismo que alimaña.
--------Por favor, no me dejes a la suerte de Padre,
moriría enjaulada sin poder crear mi anhelo.
--------Tú sigue bailando y que no sepa lo que
tramamos.
--------No sé que podría hacer sin ti, ¡me das tanta
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fortaleza para poder seguir, hermana mía!. Te quiero.
Las dos mujeres estaban abrazadas en los jardines de
la gran fortaleza de Ciro, un acaudalado hombre que
vivía en lo alto de la colina llamada Monte Olimpo,
que dominaba un rico puerto en el Mar Egeo frente a
la costa del Imperio Persa. Era un lugar muy visitado
por ricos comerciantes de todo el Mediterráneo.
Estaba entre las ciudades de Larisa y Katerini, en él
podías ver lo grande que podía ser el mundo, ya que
desde todas las culturas se desplazaban a sus costas
para comerciar con todo tipo de mercancías, ricas
alfombras de países orientales y árabes, bronce, oro,
piedras preciosas, cristales soplados y ricamente
elaborados. Más todos los artesanos que trabajaban
dichas mercancías, para hacer todo tipo de aderezos,
para enriquecer las tablas y los aposentos de los más
acomodados burgueses del mundo, así como las alhajas
más bellas que los adinerados podían obtener; en este
puerto no sólo había comerciantes también había
hermosas damas, y hembras de goce... El visitante
siempre salía abrumado con las riquezas del lugar, ya
que era una plaza de mucha estima entre los
navegantes y mercaderes de estos mares. Estas dos
mujeres, a su vez, eran las dos únicas herederas de
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una gran dote, ya que su padre era uno de los
comerciantes más ricos. Su centro comercial estaba en
Atenas pero él vivía casi todo el tiempo en los mares
y su rincón privado lo tenía en Caláis (isla de
Eubea), al igual que Ciro, era un hombre con infinito
poder, el cual dominaba la entrada a los Mares Egeo,
de Levante, de Mármara, Negro, El Azor y el Mar de
Creta, teniendo también mucho poder en los Mares
Adriático y Jónico. Sólo ellos eran los que tenían el
control íntegro de este paraíso comercial, ellas
estaban de acuerdo en todo, no solamente eran bellas,
sino mujeres muy cultivabas e instruidas. Ya desde
muy niñas, con su familia, habían viajado por toda la
cuna del mundo. El Mediterráneo era la mejor herencia
que les podían dejar sus antepasados.•• EgeaGea era
la más pequeña de las hermanas y desde muy niña
siempre tuvo la protección de Isis. No-solo había
sido su hermana mayor, sino que también había hecho
de madre, ya que quedaron huérfanas en el cuarto
parto de ésta. El segundo fue un niño y nació muerto.
El último también fue un varón y la mató. Su padre se
centró en los negocios y en seguir enriqueciendo las
dotes de estas dos hermosas hembras.
Isis había jurado en el lecho de muerte de la bella
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esposa y madre, que sería el apoyo y consejo de su
hermana Gea, que en aquellos momentos era tan sólo un
bebé. Así había sido siempre; y cuando su padre la
desposó con Ciro (un sultán turco con antecedentes
Otomanes de la península de Crimea), como si fuera su
hija, fue a vivir con ellos.
La sutil y hermosa pequeña del acaudalado Turku,
estaba siempre entre los músicos del gran palacio que
poseía Ciro. Entre ellos había crecido y siempre
estaba muy feliz y dichosa. Su vida era el baile y su
hermana Isis lo tenía muy claro. Ella había sido
encerrada viva en aquel palacio entregando su vida
para seguir atendiendo y ayudando a enriquecerse a su
esposado, y al padre, ya que los dos controlaban el
comercio de aquellos mares. Su hermana pequeña no
tendría que pasar por esas humillaciones, ellas dos
eran lo suficientemente ricas para que EgeaGea no
tuviera que servir a nadie. Además, su nombre (como
bien su madre había elegido para ella), la excluía
del servicio. Ella era Reina de su vida y su madre en
el lecho de muerte, le dijo a Isis que luchara porque
así fuera.
•EgeaGea siempre estuvo en aquel palacio con los
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mejores músicos que pasaban por aquellos mares. Para
este evento habían hecho traer a los Jenízaros, que
formaban la mejor orquesta. Sus instrumentos eran los
tambores, timbales, zurna, boru o trompas de metal,
platillos y campanillas. Actuaban en eventos
oficiales, recepciones de embajadores, coronaciones
de sultanes, convocatorias de consejo y festivales.
Anunciaban también los cinco rezos diarios
musulmanes. La mezcla de oriente y occidente estaba
siempre presente en nuestro hogar. Para esta cena ya
que era Pitia la bailarina, serían ellos los músicos.
Era todo un ritual el que se ofrecería esa noche en
el gran salón. Pertenecían a la unidad de élite
militar Otomano. La posibilidad de ser ilustrada en
el arte de las danzas por tan honorables músicos y
las más bellas bailarinas, que su padre y el esposado
de su hermana compraban, era todo un privilegio. Esta
bella mujer estaba dando unos pasos en su vida sobre
un terreno que no conocía plenamente por su juventud;
pero la vida le iba a dar unas pistas a seguir que
debía conocer, ilustrarse en ellas, aprender y sacar
de su interior para darlas en bien de su estirpe,
sangre y pueblo. Así era todo en aquellos mares
misteriosos, preludio de grandes rituales mágicos.
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Isis siempre que salía a pasear por las costas de
aquellos arrecifes, se llevaba a su pequeña hermana,
y juntas daban rienda suelta a las más atrevidas
ilusiones que sus mentes tenían. Un día en uno de los
más bellos atardeceres que la naturaleza ponía en sus
pupilas, EgeaGea le dijo a su bondadosa hermana:
------- Quisiera navegar por esos mares que tú me
cuentas. A los que cuando eras pequeña padre y madre
te llevaban.......
Isis era una gran narradora de relatos llenos de
belleza y de gran sensibilidad. Amores mágicos,
hombres rubios, sensibles y fuertes llenaban su
mundo, lleno del horror por tener que dormir en los
aposentos de su gordo esposo por lo menos dos días a
la semana, ya que del resto se encargaba la
servidumbre y su fuerte dolor de cabeza, así ella
podía soñar con su varón, su libertador; no eran
esclavas por su abolengo social pero en el fondo,
eran las más grandes cautivas, ya que no tenían
libertad para poder volar, y ella sabía lo que era
volar y tener libertad. Su madre había sido una gran
mujer enamorada de su padre. De jóvenes viajaron por
todos los mares consiguiendo las riquezas suficientes
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entre los dos, para volver y aposentarse otra vez en
su Mar Jónico donde estaban las raíces de Teseo, el
padre de Turku. Su madre Elizabeth era de una cuna de
la cual muchos viajeros sabían de ella, ya que llegó
a estas costas en un naufragio de un gran Galeón de
las colonias Jonias del oeste del Mediterráneo.
Llevaba en su cuello colgado un rico camafeo el cual
sirvió para poderla criar con dignidad. La madre de
Turku fue la mujer que le dio la vida y la protegió;
ellos dos se criaron juntos y se amaron desde niños.
Cuando murió Teseo el más rico por aquellos lugares,
él y Elizabeth contrajeron matrimonio apoyados por la
madre de éste (Dalila), una mujer que ya sufrió el
estar casada con un hombre rico que no era su amor.
De la bella Dalila se contaban maravillosas proezas
ya que era una mujer que ayudaba al pueblo
desinteresadamente. Eso era lo único que le hizo
sentirse feliz y dichosa; aunque en aquellos días la
vida no era así y las mujeres asentían con los
acuerdos familiares, porque los pactos de comercio
eran lo más importantes para que las familias
acaudaladas enriquecieran sus arcas. Elizabeth era,
como su familia, una gran navegante y había hecho que
Ciro en su juventud la llevara a conocer de donde
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provenía. Habían navegado por los Mares Líbico,
Ligúrico, Golfo de Lion y Alborán, volviendo a estos
mares felices; pero ella enfermó y su poca salud la
llevo muy lejos, donde jamás volvió. Estaba muy
enamorado de ella: era su sueño y su vida era su
Amor. Por esto estas dos mujeres sabían lo que
significaba el Amor; lo llevaban en sus genes y su
estirpe era de muy alto abolengo para ser sumisas sin
estar preparando su evasión (por lo menos en sus
mentes libres).
•-------¡Algún día encontraremos al capitán que nos
guíe lejos de aquí!
Ese era el sueño de estas dos ricas damas de una
corte llena con los horrores de la esclavitud. No
importaba el rango; la esclavitud existía siempre.
-------Prométeme que iremos juntas, que no me dejarás
aquí.
La pequeña Gea tenía mucho miedo de todo lo
desconocido, ya que Isis la había protegido siempre
como una madre.
-------Siempre estaremos juntas pequeña.
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Se abrazaban en un cálido y amoroso enlazo lleno de
fe; ellas dos conseguirían sus sueños. El atardecer
culminaba en el horizonte lleno de esperanzas, el
color rojizo y gris les daba él ultimo soplo de vida
del día. Gea ayudaba a incorporarse a Isis embarazada
por primera vez. Siempre había estado intentando el
no tener descendencia de Ciro, pero el destino no le
había ayudado a conseguirlo; por lo menos eso era lo
que ella quería, ya que un hijo le quitaría la
posibilidad de escapar. Estaba muy adelantada y el
peso le impedía el estar ya ágil, pero por el
contrario, también el sentimiento de la maternidad
llenaba su espacio y le hacia mucho más libre con su
esposo. Era una buena excusa para no estar mucho
tiempo a su lado. Ciro, siendo un rico comerciante,
no tenía más remedio que atender a sus compradores y
leales discípulos de sus antojos, era muy mujeriego y
adicto a los placeres mundanos. Ello lo convertía en
un personaje alejado de su vida personal, como ya
comentamos uno o dos días a la semana y eran los días
en los cuales se tenían que ver. En ellos Isis tenía
que organizar al personal de servicio para sus
continuas fiestas. Así era como se hacían los
negocios, ricos manjares y todo tipo de
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divertimientos, fuegos malabares, músicos, bellas
bailarinas y mujeres de entretenimiento. Esta era la
parte que a ella le tocaba llevar de la morada que
compartía con Ciro. Su avanzado estado hasta era una
buena excusa para no asistir a ellas.
-------Acaba de llegar un rico mercader de Epiro.
Ciro dice que es un rudo hombre de pelo blanco,
salvaje y atrevido comerciante. Esta noche tenemos
fiesta y tengo que dar los últimos retoques. Él
quiere que venga Pitia a bailar. La conoció en otros
viajes y sabe que ahora es propiedad de papa. Fue muy
listo al comprar a esa esclava. Ella les trae muchos
comerciantes para seguir enriqueciéndose. Le he dicho
que la traiga esta noche, es decir, que te va a tocar
sentarte a su lado, ya que yo por mi estado prefiero
estar en mis aposentos. Estarás entre padre y este
comerciante. Es una de tus primeras apariciones en
sociedad: ¡estarás bellísima!. He mandado que te
traigan sedas en colores turquesas y ricos adornos de
oro. Hoy tú serás la reina, (bella damisela), la
anfitriona del Palacio.
••--------¡Prométeme que me ayudaras siempre!. Sin
tus consejos jamás llegaría a ser libre.••
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--------Egea, tú naciste libre.
Era más que amor, el compromiso que en el lecho de
muerte esta joven mujer había hecho a su madre.
--------¡Démonos prisa!. No quiero enojar a Ciro. En
el fondo, sé que él y padre se quieren a su manera; y
yo sé darles lo que necesitan. En momentos en los
cuales juegan con mercancías tan llenas de valor para
ellos, tú debes aprender todas estas cosas, ya que
algún momento serás tú quien organice estas fiestas.
Yo me tendré que dedicar en breve a este retoño que
llevo en mis entrañas, y nuestro sueño vendrá en
breve, ¡son muy viejos ya los dos!.
Miraba y acariciaba su vientre con verdadero amor.
Ahora iba a ser el momento de ser madre (aunque dicha
tarea llevaba quince años ejerciéndola con su pequeña
y delicada hermana), las dos eran muy felices juntas.
Los sueños de las dos eran los mismos: •-¡libertad...
!
Era cierto. Les podían quedar veinte años más de vida
como mucho a ambos. Bueno, pensando en esto me
mareaba. ¡Toda una vida!. Los enterraría hoy sin
esperar a un nuevo amanecer. Queríamos a mi padre
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porque era de nuestra sangre, pero sabíamos las dos
que si mi madre hubiera vivido, jamás le hubiera
obligado a Isis a hacer este matrimonio por
intereses. Ciro era el único comerciante que le podía
hacer sombra a padre y se lo quitó de en medio
haciéndose aliado de él. Mi hermana Isis era la más
bella flor de estos arrecifes. Y se la entregó como
el que vende a una vaca, ¡el muy cabrón!. Lo odiaba
por ello. Era un bebé cuando se casaron, pero viví en
mis carnes él verla entristecida y humillada. Sólo
por complacerle a él y a sus bienes, los cuales
fueron mucho más grandes con este casamiento, ya que
le ofreció un buen pico en piedras preciosas de todos
los negocios que hiciera, Ciro era el más rico
comerciante del Mar Negro. Lo controlaba todo. El
oro, la plata y las piedras preciosas eran su
patrimonio. Cuando se casó con Isis era ya un hombre
de más de sesenta años. Estaba podrido de dinero y mi
padre siguió enriqueciéndose con todos sus negocios,
por todos estos mares que mi padre dominaba y eran la
puerta de otros más grandes. La verdad es que se
ayudaron los dos muy inteligentemente, para su
bienestar; pero castraron la libertad de Isis y ahora
estaba viendo en las carnes de mi hermana cómo tenía
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que estar sodomizada a sus intereses por siempre, ya
que la descendencia era lo que más quería Ciro. Y mi
padre, si era un varón, sería el más rico heredero de
todos los mares, dominará todo el Mediterráneo; pero
Isis estaba obligada a criarlo cerca de ellos y, por
su puesto, su cárcel de oro y piedras preciosas no
eran su sueño.
•-------Entonces esta noche veremos a la hermosa
Pitia. ¡Me imagino que vendrán los mejores músicos
del cortejo real de Grecia!. Te oí comentarlo hace
días con ella.
•-------Solamente bailaría con ellos. Es una sibarita
de la belleza nata y sólo ellos saben tocar sus más
bellas canciones para que las baile. Fíjate muy bien
en como lo hace, ya que por mucho que he insistido
por tu educación dentro de este arte, ella se sigue
negando a enseñar sus más ricos secretos, y padre la
protege. No puedo conseguir nada más. Es la primera
vez que la vas a ver sin estar escondida entre las
cortinas. No tendrá más remedio que bailar frente a
ti. Por esto yo me indispondré y tú ocuparás mi
lugar.
•--------No sabes como te lo agradezco, ¡hermana
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eres maravillosa!. Siempre piensas en todo.
•--------¡No solamente eres mi hermana!.
Así era. Había sido mi mejor amiga y mi madre.
Siempre estaba pendiente de mi vida y mi futuro. Se
lo debía todo. Padre siempre estaba rodeado de
amantes y comerciantes bebidos; ella odiaba ese mundo
y me había tenido entre sus protectores brazos, no
dejándome ver nada más que lo que la casualidad ponía
en ellos. Esta era una gran noche, pensaba mientras
caminábamos las dos hacia nuestro Palacio. Así le
llamaban a la fortaleza en la cual vivíamos (entre
los más bellos jardines que nadie pueda imaginar). El
jardinero era Galo (de nombre Florián) y había
servido para un rey, según contaba él en sus largas
andaduras, (aunque era un truhán y se embarco para
conocer nuevos mundos, llegando a nuestras costas y
abandonando el navío, por enamorarse de la hija de un
marinero). Él era, el que en sus ratos libres subía a
nuestros aposentos enseñándonos a hablar su lengua.
Era un hombre muy culto y un gran vividor. Padre le
tenía muy en estima. Se corrían muchas fiestas
juntos. Para nosotros era alguien más en la familia.
Todas las mañanas nos subía las más bellas flores a
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nuestros aposentos, desde los cuales dominaba toda la
bahía. Eran de gordos muros de piedra tallada,
gigantescas gárgolas de fantásticos personajes de
cuentos terroríficos hechas por los escultores más
afamados de la historia: griegos, romanos, turcos,
egipcios. Aparte, allí jamás se terminaban las obras
y siempre había nuevos artistas haciendo cosas en
nuestra morada, llena de ricas esculturas, tapices
suntuosos de sutiles colores, (ya que ella era la ama
y tenía un gusto exquisito). El hábitat de nuestra
estancia era subliminalmente bello. Todos los
comerciantes que llegaban y eran invitados por Ciro
(ya que era el único con derecho a ello), se quedaban
sorprendidos. La vajilla era de oro y en ella ricas
piedras preciosas ensalzaban la belleza del artesano
egipcio, que muy delicadamente las había trabajado.
Era un viejo hombre que vivía bajo la protección de
Padre desde su juventud. En el momento que se dio
cuenta de sus habilidades, lo casó con la hija de
nuestra doncella, (todo quedaba en casa). Los muebles
los habían traído de muchos lugares diferentes, ya
que había maderas nobles españolas y alemanas,
trabajadas por artesanos turcos; al igual que ricos
tapices, sedas indias, y bellos artículos de cuero de
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los cuales éramos los más exquisitos comerciantes.
Todo ello daba calor de hogar a aquellas estancias
desmesuradamente grandes en donde vivíamos. Menos mal
que estábamos rodeados de un gran servicio, el cual
estaba dispuesto y coordinado para que el fuego en
invierno estuviera encendido siempre y todo
funcionara con armonía. La vida era muy placentera en
nuestro mausoleo color púrpura. Las gentes de los
alrededores nos apreciaban, ya que nuestra estirpe
les había dado trabajo durante generaciones a toda
las gentes del lugar. Nosotras, desde muy niñas,
jugábamos con todos los niños de nuestra edad. Madre
así lo había hecho jurar a Padre que no nos privaría
de relacionarnos con la vida. Era algo que el viejo
había respetado. En el fondo no era tan malo. Su
avaricia vino después de morir ella. Todo lo que
pudiera conseguir para nosotras era poco, y la
verdad, es que las riquezas de las dos casas eran más
que suficientes para mantener un país, y a miles de
personas. En nuestras casas trabajaba todo el pueblo.
Había siempre algo que pudiera hacerse y nunca se
negó a nadie el placer de desarrollar su arte. Así
fuera culinario, artístico, experimentado. Era un
paraíso preservado para nosotras y los moradores del
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lugar.
Al llegar al salón principal mi hermana me dijo:••
-------Súbete a tus aposentos. María espera tu
llegada. Ella te ayudará hoy.
María era su mujer de compañía, su mano derecha, su
hada.
-------Gracias mi buena hermana, eres tan admirable
que me siento muy feliz de estar bajo tu protección.
-------Así lo quiso Madre. Jamás le fallaría. Ella lo
fue conmigo y en sus últimas palabras fue su deseo.
¡Déjate llevar por María!. Ella te ayudará a vestirte
y a engalanarte para que seas esta noche la joya de
esta casa.
Gea asintió con la cabeza y subió las escaleras del
Palacio en dirección a sus habitaciones. Al llegar,
todo un conjunto de aromas endulzaban el ambiente.
Las mujeres llenaban el baño con agua caliente
llevadas en bellas tinajas de bronce. Los aceites
naturales impregnaban aquella atmósfera llena de
vahos enriquecidos. La salvia era hoy la esencia que
predominaba subliminalmente. Las flores que adornaban
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aquel aposento eran las más bellas. Vivíamos en un
sueño y solamente los elegidos podían disfrutar de
tales placeres. Éramos conscientes de ello; por eso
Madre siempre quiso que conociéramos el mundo
exterior. El de nuestros criados era un claro
ejemplo, (y eso que muchos de ellos vivían en la
cúpula y ello les hacía ser unos privilegiados ya que
el pueblo vivía en cuevas, o cabañas hechas de barro
y maderas). Al llegar a mi habitación Ama me esperaba
en ella.
--------Ven niña hoy vas a ser tratada como una
mujer. Tienes que ser la más bella flor de este
jardín(ayudándome a desnudarme para entrar en el
baño).
•--------María, me abrumas con tus palabras. Yo
seguiré siendo siempre la misma.
--------La flor más bella.
--------Es mi hermana. Está más bella y floreciente
que nunca en estos momentos.
•--------Sí hija mía. Está bella, más que nunca. La
maternidad la está dotando de la madurez de ser
completa, ya que las mujeres hasta que no somos
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madres no estamos tan bellas. Me ha mandado traerte
estas sedas, ¿ Te gustan mi niña...?
--------Son bellísimas y mi color favorito, es tan
exquisita su naturalidad para saber que es lo que
necesitamos cada uno de nosotros.
Estas últimas palabras llenas de amor hacia su
hermana daban luz a su rostro, limpio como el
esplendor de su inocencia. Ricas joyas estaban en el
lecho al lado de los exquisitos cordones de oro, que
servían para atar aquellos velos dándoles forma a las
vestimentas. Florián el jardinero, había hecho la más
bella corona de pequeñas flores que una doncella
virgen puede llevar en su pelo. Era de notar entre la
sociedad que así fuera, ya que si algún rico mercader
optara a ella, sería un alto precio el que tendría
que pagar para poderla obtener. Estamos otra vez en
la compra y venta, en la esclavitud que su madre
odiaba y que ella llevaba escrita en su sangre, ya
que fue vendida junto a su joya, la que la salvaría
de ser una mujer de trabajo.
-------Y Florián te ha hecho esta corona. Es de hada.
¿Te acuerdas de los cuentos que te contaba cuando
eras niña?. Hoy eres tú.
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-------María alcánzame el espejo. ¿Tú piensas que
estoy preparada para estar en su lugar hoy?.
-------Claro mi niña. ¿ Cómo no vas a estar
preparada?. Lo llevas en la sangre y ya eres una
mujer. ¡Mírate!. ¿Ves lo bella que eres?.
Observaba muy relajadamente su rostro en el espejo de
ébano negro que su madre llevaba en sus viajes.
------- ¿ Cómo ha llegado este espejo hasta aquí?
-------Isis me lo hizo traer. Hoy es tu día y en él
te reflejarás con la belleza más espléndida. Así, tu
madre que siempre lo llevó, estará a tu lado. Mira,
también me ha hecho traer su camafeo. En él hay un
retrato de tus abuelos. Hoy lo llevarás tú.
-------¡Cuántos honores ama!. Estoy abrumada con
tantos detalles admirables. Mi hermana es mi mejor
amiga.
-------¡No lo dude nunca hija!. Para ella eres lo más
importante que ha tenido en su vida. Fuiste un bello
juguete en sus brazos; aunque la diferencia es que tu
corazón latía, y tu vida inunda la suya cuando
vuestra madre dejó de existir. Es una gran
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responsabilidad la que a ella fue a parar siendo tan
sólo una niña. Por eso tu padre la casó rápidamente
para que también tuvieras la imagen de familia muy
clara en tu hogar. El no quiso a ninguna otra mujer
jamás. Solamente acepta compañías de horas, duerme
solo y en sus aposentos todos los recuerdos de que
existió están en los lugares donde ella los dejó.
-------Ama lo que me cuentas es una gran historia de
Amor.
••-------¿ Lo dudas?
-------Es la historia más triste que he oído nunca.
-------La tristeza fue provocada solamente por el
deseo de tu padre de tener un heredero. Ella ya era
muy mayor para seguir siendo madre. Si él hubiera
sido condescendiente cuando tú naciste y no la
hubiera arrastrado a volver a engendrar, seguramente
seguiría viva. El médico así lo piensa.
-------Ama ¿Por qué me cuentas estas cosas en este
día y momento?
-------El retoño que Isis lleva en sus entrañas es
muy importante que llegue a buen término, y tú debes
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de ayudarla en todo. Ahora es el momento de empezar a
ser mujer. Ha llegado tu hora.
Aquellas últimas palabras eran muy duras y firmes.
Tenía que dejar de ser niña. Hoy era mi día. Estaba
muy confusa pero la paz con la que todo se
desarrollaba a mí alrededor me daba confianza, y ello
me tranquilizaba. Las mujeres que me estaban ayudando
en aquel preciso momento a bañarme eran Yolanda y
Cecilia, las dos más bellas de todo el palacio.
Yolanda me tenía entre sus brazos dándome un masaje
en mi espalda y pechos con su cuerpo y Cecilia
sostenía mis pequeños pies frotándomelos muy
delicadamente. Estaba sumida en los placeres
relajantes que estas dos bellas mujeres me ofrecían.
María no dejaba de ir y venir a la habitación de mi
hermana y a los vestidores que estaban entre las dos
cámaras. De ella traía todo lo que le parecía
maravilloso para decorar mi vestimenta, pelo y....
-------Mira niña lo que acaba de traerte Jhonas. Te
ha hecho estas sandalias. Están trabajadas con los
más ricos cueros y en ella te ha incrustado turquesas
haciendo los pétalos de las flores; y rubíes en los
centros de ellas. Las hojas son de plata y
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esmeraldas. ¿ Qué te parecen?
-------Bellísimas ama. ¿Qué quieres que diga del
trabajo y la delicadeza de Jhonas? para mí siempre ha
sido mágico.
Jhonas era el hijo de María. Zapatero de profesión y
gran amigo en mi infancia, teníamos los mismos años y
los maestros que me daban clases de pequeña también
se las impartían a él y a los otros hijos de la
servidumbre. Era mi mejor amigo. Muy malo para
aprender nada que no fuera crear y hacer algo con sus
manos. Es un artista y su padre lo enseñó a trabajar
con él en la zapatería. Este era su más preciado
trabajo. Yo no sabía que mi hermana le había confiado
este fineza para este día. Con él aprendí muchas
cosas de los hombres, ya que con él empecé a
descubrir mi sexualidad y como os he comentado, es un
gran habilidoso con las manos y ¡qué decir de su
lengua! Es el más avispado y elocuente engañador. ¡Se
las sabe todas el muy truhán!. Me tuvo enamorada a
los doce años y, al mismo tiempo jugaba fuera del
palacio con Leticia y Paloma. Lo odio, pero en el
fondo le amo. Estos eran mis pensamientos mientras su
madre sostenía las más bonitas sandalias que jamás
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mujer alguna tuvo. Estaban hechas con amor y me lo
demostraba una y otra vez.
-------¡Venga sal ya de ahí, niña!
-------Tengo hambre ama.
-------Tienes unos racimos de fruta dulcísima en tu
mesita.
Salí del baño y ella me envolvía en la más suave
toalla de algodón Turku que jamás pude sentir. La
sensación era como el abrazo con las alas de un
ángel, suaves y cosquilleantes....
-------¡Venga niña que te tiene que arreglar las uñas
de los pies y manos!
Cecilia se responsabilizó de los pies; Era lo suyo y
a Yolanda le encomienda mis manos, mientras María
cogía el cepillo de mi pelo, desenredándomelo. Lo
tenía muy largo. Me tapaba el culo. Mi melena era del
color de la miel, como mis ojos, acaracolada y muy
espesa. A mí sola me era muy difícil de arreglar, y
siempre, desde muy niña, María todas las mañanas
hacía este trabajo con mucho cariño y delicadeza. Me
relajaban sus suaves cepillados. Y por las noches
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también venía a mi cuarto (aunque era Isis la que me
ayudaba cuando había entrado la noche), ya que ella
se retiraba con su familia después de la cena.
En casa estaba todo muy organizado, Isis era una gran
mujer y así se lo hacía saber a todos con su actitud
y prestancia. Vivía entre almohadones...
Sí, no sólo vivía entre estos, sino que eran de ricas
sedas y plumas de ganso.
-------- María ¿Piensas que soy guapa?
--------No lo dude mi niña. Eres una bella flor de
loto.
Tenía grandes miedos en mi interior; y la vida me lo
daba todo. Estaba todo dispuesto a mí alrededor y no
carecía de nada que la vida pudiera darme. Tenía todo
lo que un ser humano quiera alcanzar; y mucho más, ya
que las riquezas de mi familia eran inconmensurables.
Nadie podía ni imaginar lo que estos dos hombres
poseían en sus arcas personales.
--------¿Habéis terminado?. Dejadnos solas.
Las dos mujeres se levantaron con la cabeza baja y
desaparecieron prontamente. María cogió a EgeaGea de
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la barbilla y levantándole la cara le dijo:
--------Jamás bajes tu rostro ante nadie. Tú no eres
cualquier hembra. Eres una elegida, una reina, una
gran mujer y así te debes de comportar. No quiero que
tengas nunca una duda ante ellas, ni ante nadie. ¿ Me
has entendido?
--------Sí, ama.
--------Pues piensa en voz baja si tienes dudas en
las respuestas.
Era una mujer muy concisa en sus palabras. Cuando su
madre murió ella la amamantó durante tres años, al
mismo tiempo que a Jhonas; por eso entre ellos existe
una conexión tan profunda y natural, ya que él está
siempre como la sombra que no se ve, a su lado. Ha
sido su guardián y compañero y en este viaje, el
primero que ella como mujer va a tener, él no está
pero llevará sus sandalias, y ella lo siente cuando
María se las está poniendo. Las mira muy
detenidamente en sus pies y al levantar sus ojos y
mirar a María los tiene llenos de lágrimas. Se miran
las dos mujeres y se abrazan con verdadero calor de
amor. Ya ninguna menciona palabra. Solamente se dejan
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llevar por el momento. María la embadurna de aceite
de salvia y romero mientras ella se recoge el pelo
sobre su erguida cabeza. Las dos mujeres saben en
este instante, que es decisivo el entender que el
comportamiento de ahora en adelante es una gran clave
que debe de practicar a solas EgeaGea, ya que la
confianza que ha tenido durante la infancia y
adolescencia de esta bella dama forma parte de una
ceremonia en la cual las enseñanzas de Ama son una
primordial clave.
-------¿Prefieres la azul turquesa o el verde?.
Aunque podemos combinar los dos: el verde debajo, y
la turquesa envolviéndote más vaporosamente encima,
¿Qué piensas...?
-------Tú eres más sabia en estos menesteres.
-------Decide pequeña.
-------Verde sobre mi piel, como la esperanza que
tengo dentro de mi corazón.
La mujer envolvía a la adolescente en la vaporosa
seda, mientras Yolanda otra vez en la habitación, con
el cordón de oro en sus manos se disponía a enlazar
su cuerpo armoniosamente rodeando sus incipientes
28
formas de adolescente. Primero alrededor de su
cintura y después en cruzado desde debajo del pecho a
los hombros. Al terminar el rico cordón lo acopló
entre sus piernas, delimitando su bello cuerpo. Era
una diosa fenicia, ya que sus raíces así lo
demuestran. ¡Estaba tan bella!
Mi imagen en el gran espejo era espléndida. Sólo me
faltaban los aderezos de mi cabeza, la corona de
pequeñas flores en mi pelo recogido en una gran
trenza. Mis dulces bucles caían sobre mi rostro
desenfadadamente peinados; el camafeo de mi madre y
la seda turquesa sobre mis hombros. Yolanda me la ató
muy delicadamente a ellos con el cordón sobrante de
oro. Ya estaba dispuesta. Todo parecía estar en su
lugar. Cuando me decidí a salir María me llamo:
--------Espera EgeaGea, te faltan unas gotas de
esencia de rosas.
Era la primera vez en la vida que me llamaba con mi
nombre de pila, ya que para ella siempre fui su niña.
Al volverme y mirar a sus ojos sorprendida por ello,
sonrió diciéndome:
-------- Desde hoy ya eres una mujer. Piensa en todos
29
mis consejos y advertencias. Ya es hora que empieces
a caminar sola y debes de tener la mente muy clara y
ser muy justa para contigo y tus semejantes. Anda,
baja, ya te están esperando.
Había perdido la noción del tiempo, pero al salir de
mi habitación y ver toda la cúpula encendida con las
antorchas, me di cuenta que debían de haber pasado un
montón de horas. La música ya se oía a lo lejos en el
gran salón, y el alboroto de los comediantes era
agradable, sentir risas y murmullos por todos los
lugares, así como un rico olor a incienso, fiesta...
Para acceder a la gran sala de Naos, que era la sala
donde se veneraba a la gran estatua de la divinidad,
tenía que bajar una magna escalera circular. Todo
empezaba en un gran descansillo y al final veintidós
peldaños claves en mi vida, ya que eran los más
importantes de aquella entrada. La música bajó el
tono al aparecer en el descansillo y mi corazón se
alteró. Fueron unas órdenes vitales y naturales. En
el centro de aquel salón un gran tablero oval, la
altura de él (no más de media pierna, lleno de
agasajos y comidas). En nuestra cultura había muchas
descendencias de Oriente. Aquel salón estaba rodeado
30
de las más grandes columnas que pudiereis ver, ya que
la riqueza de los dueños que veis escrita en la
construcción de ellas, terminaban en forma de cono y
estaban coronadas por bellas enredaderas esculpidas
por los mejores escultores del mundo. El suelo de
aquella estancia era de mármol negro veteado en
marfil, con las más esplendorosas alfombras del Imperio
Persa. Tras aquella mesa, los cojines en los cuales
estaban ya mi padre, el esposo de mi hermana y varias
personas más que no conocía. Era normal encontrarse
en esta casa con enigmáticos personajes siempre. Eso
no me alteró. Sólo sentí un revolcón en mi interior
cuando vi una gran melena rubia, sobre aquel rostro
lleno de vivencias, era como el bello corcel blanco
que mi hermana me había regalado unos días antes,
preludio de esta fiesta. Ella siempre me da pistas y
ésta podía ser una, ya que el personaje al igual que
yo nos quedamos sumidos en un pensamiento vibrante.
Yo tardé unos segundos en reaccionar antes de poner
mi piececito en el primer escalón, me temblaron las
piernas y esto no me pasa muy a menudo por la
presencia de nadie, todas las miradas estaban
centradas en mi, los trovadores estaban con la cabeza
baja en señal de respeto y el servicio totalmente
31
quieto, mi padre muy orgulloso hablaba con el corcel
y mi cuñado sonreía y seguía bebiendo haciéndolo
frente a una dama muy bella, que estaba a su diestra.
Había más invitados, la mesa estaba dispuesta como
para unas quince personas, todos ellos venidos de
otras tierras, se les veían hombres del norte,
personas de gran corpulencia y de rasgos pequeños y
definidos, sus melenas rubias quemadas por el sol y
el mar les daban un aspecto muy sexy para nosotros,
ya que los comerciantes de estos mares suelen ser
mucho más morenos y grotescos, razas desiguales entre
sí y muy a diferenciar, el corcel no dejó de
observarme en ninguno de mis movimientos, y antes de
llegar al penúltimo escalón estaba en él ofreciéndome
su mano, muy galante, pensé, al ofrécele la mía, noté
la brusquedad de la suya, es grandísima y curtida por
los trabajos del mar, la mía se pierde dentro es como
si se la tragara. Que sensación. Es muy calida,
pensé, mientras asentí con mi cabeza en señal de
aprobación y cortesía.
------¿Vos sois EgeaGea? Asentí con mi cabeza.
------¿Y vos?.
------Alejandro, bella dama.
32
Son muy galantes y respetuosas sus formas; Me siento
espléndidamente mujer. Ahora me doy cuenta de todo lo
que mi hermana y Ama querían decirme con sus palabras
esta tarde. Un beso tierno y cálido en ella me ponen
la piel de gallina. Levanta su mirada y unos ojos
negros me sorprenden. Es entonces donde siento otra
vez que me flaquean las piernas. Sonrió nerviosamente
y al levantar la mirada es cuando veo el gran y
musculoso brazo que la acompaña. Es enorme y en su
bíceps, dibujada una serpiente enroscada en él, me
vuelvo a poner nerviosa. Son sensaciones muy fuertes
las que este hombre me está dispensando en unos
segundos. Es un juego difícil de burlar, ya que él
sabe mucho más que yo y de ello y soy consciente.
Bajo los dos peldaños y la esponjosidad de los
tapices persas me hacen sentirme en casa otra vez.
Respiro profundamente y mientras nos dirigimos a la
esquina opuesta de la mesa. Presentándome a todos los
visitantes, sus nombres son muy difíciles y tan sólo
en mi memoria uno de ellos, Golf Gam. Un hombre muy
fuerte con la cabeza rapada. Parece un gigante. Es
muy simpático y está en todo momento enseñando la
dentadura llena de piedras preciosas. No me extraña
que quiera que se la vean. Yo jamás vi una así y me
33
impresionó mucho. Al aproximarme a Padre, con la
mirada él ordena a uno de los sirvientes que me
acomode los respaldos, para que me sienta más cómoda.
Los almohadones de seda color rosa palo y bordes
nacarados, resaltan los verdes y turquesas de mis
vestiduras, suaves como la piel de un ángel; mientras
mi apuesto galán me ayuda a sentarme cómodamente, me
doy cuenta de los que están bajo del. Son de cuero
rojo y lobo negro. Esta es una pista de Isis, pienso.
Vuelvo a levantar la mirada y sobre una piel de zorro
plateado, veo su escudo tras él. Es de bronce
trabajado con el dibujo de un caballo muy estilizado
y veloz. Está rematado con cuero trenzado en sus
bordes. Otra vez vuelvo a sentir un súbidon de mi
sangre a mi rostro cuando él me ofrece la copa, del
mas sutil cristal tallado. Nuestra forma de comer ha
sido siempre tumbados, ya que mis padres siempre han
sido unos sibaritas, y siempre la mezcla de razas en
este palacio fue una unión de influencias muy
importante. Aquí, en este salón, han estado los más
grandes mandatarios de todo el Mediterráneo. Hombres
de poder y gran linaje, mercaderes y luchadores,
artistas y plebeyos. El mundo…
A nuestro alrededor no dejan los malabaristas de
34
fuego de iluminar y sorprender a nuestros invitados.
Las risas de las cortesanas que acompañan a estos
duros hombres son amigas de mi padre. Las llevo
viendo desde lejos muchos años, ya que siempre que
hay una fiesta y baila alguna bailarina, mi hermana
dejaba a Ama que me bajara unos minutos a que viera
el espectáculo desde el descansillo, o tras las
cortinas que daban al hogar. Yo las veía tan
elegantes y guapas que no sabía hasta el momento en
que se me encendió una luz quienes eran.
Acompañantes, y me imagino que buenas herramientas de
trabajo para estos hombres: “ L a bebida que no falte
en esta casa ” . Es una frase que siempre he oído en
voz alta. Terminan todos borrachos, ya que algunas
veces cuando Ama se marcha a su casa, por que mi
hermana ya está en sus aposentos, yo de puntillas me
asomaba en lo alto de la escalera y ¡no veas el
descontrol que me encontraba!. Todos están como en un
amasijo de carne, y ellas cada vez son las
acompañantes de uno diferente. Son tan guapas y
parece que felices, que pienso que su vida es
maravillosa. Sólo acuden a fiestas, ya que luego
jamás me las encuentro en ningún lugar. De pronto,
todo parece con un gran control. Las manos sobre las
35
carnes y las copas llenas una y otra vez, van
calentando el ambiente. Cuando todo parece que está
en una órbita que no es la mía, oigo un susurro en mi
oído:
-------¿ Es tu primera fiesta, bella dama?
-------Sí.
-------Pues disfrútala y piensa que eres la mujer más
bella de este salón....
Bueno, otra vez ese súbidon de sangre en mi rostro.
¿Que hago?. Sonrió y agachó el rostro para que no se
diera cuenta, aunque en ese momento oigo en mi mente
las palabras de ama ” no bajes tu rostro ante nada ni
nadie ” (Espero que la luz de las velas y las
antorchas no sea la suficiente para delatarme)
Mirando altivamente la cara curtida de este bello
ejemplar. Y es en estos momentos en los que de verdad
soy consciente de la raza y pureza de este caballero.
Tras el silencio de mis pensamientos le contesto.
-------Eres muy atento, gracias.
-------¿Eres doncella?.
Bueno, ahora casi se me atraganta el vino que me
36
acabo de echar en mi boca, siendo de las mejores
cosechas de las producciones más exquisitas de
nuestra tierra. Yo solamente me mojaba los labios ya
que era muy joven y no se me tenía permitido más.
Haciéndome la mujer. En este instante, una gran
carcajada cortó el momento de tensión. ¡ja. ja. ja. !
(Echándonos a reír los dos). Mi actitud era muestra
de puro nerviosismo, aunque de gran confianza, por mi
nobleza y asesoramiento de mis maestras.
-------¿Lo dudas?.
•-------No, lo presiento.
Yo lo único que presentía era los calores que me
subían por todos los lugares de mi cuerpo. Era la
primera vez que un extraño hablaba de estas cosas
conmigo. Pasaron los minutos como si fueran horas y
me centre relajadamente en disfrutar de la cena tan
deliciosa que habían preparado bajo las indicaciones
de mi hermana. Estaba todo dispuesto con tanto gusto
y armonía. Que absorta estaba en el disfrute… de vez
en cuando miraba al corcel… tropezándome siempre con
su mirada, nuestros pensamientos confluían y en una
de las veces que volví a sentir la sensación de su
mirada, sonreí…
cuando el susurro de su poderosa
37
voz, me saco de aquel sueño.
-------Mañana puedo venir a veros por la tarde,
después de tratar la misión que me ha sido
encomendada. Mi padre ha de hablar de cosas muy
importantes con el tuyo. Me sentiría muy halagado si
aceptarais. Soy una persona muy tímida y llevo dos
horas a vuestro lado sin decir palabra. Mi mente no
deja de dar vueltas y yo también siento ese hormigueo
en mi cuerpo.
-------¿Vos también?
-------¿Lo dudáis?. es muy escalofriante y, al mismo
tiempo, caliente.
-------Tendré que estar con mi hermana Isis. Ella es
mi mejor amiga.
-------La compañía que tú desees será muy bien vista
por mí.
En aquel momento sonaban las trompetas. Esto quería
decir que llegaba ella. Pitia, la más bella bailarina
de todos los mares, es una mujer de más de cincuenta
años, con un cuerpo bestialmente bello y trabajado.
El baile ha sido su mundo y se refleja en él,
38
teniendo parte de éste ricamente dibujado. Según
cuentan son los acontecimientos más grandes de su
vida lo que se evocan en ellos; y los más diestros
tatuadores de países orientales fueron componiendo en
él toda esa historia. Nunca los vi de cerca, ya que
cuando la he tenido a poca distancia, los lleva
cubiertos con sus ropas, (aunque siempre
traslucidas), dejando ver sin poder apreciar. Tiene
mucho morbo, y los ojos más negros que he visto
nunca. Siempre lleva el rostro cubierto, ya que
pertenece a padre.
•-------¿ Es tu bailarina preferida ?
-------¿ Cómo lo sabes ? Ella es siempre un
acontecimiento muy importante en estas fiestas y le
he oído a mi hermana que tu querías que bailara.
-------Para mí es la primera vez que la voy a ver. Es
a mi padre al que le vuelve loco, y me imagino que es
de él de quien tu hermana habla.
Lo dijo señalando a Golf. ¡Uf que alivio y desahogo
de tensión tuvo mi cuerpo al oír estas ultimas
palabras!.
-------Jamás hubiera pensado que él era tu padre. Es
39
un hombre muy.......
•-------Especial y mágico. Lleva toda su vida en el
mar y éste es el primer viaje que me deja
acompañarlo. Yo me he criado en Grecia rodeado de
arte. Jamás pensé en otra cosa que no fuera ello. Soy
escultor. He oído muchas cosas buenas sobre virtuosos
escultores cerca de aquí en las islas Cicladas y
deseo llegar a ellas para aprender. Trabajan sobre
figuras de la divinidad relacionadas con la Gran
Madre. De donde vengo yo son muy apreciadas.
-------Me apasionan las islas Cicladas. Es allí donde
llevan a las esclavas fenicias y árabes. Es el mayor
mercado de ellas. Las más bellas bailarinas allí son
vendidas a los más ricos comerciantes que visitan
nuestros mares. Estas son las mujeres que sirven de
modelos a los artistas… ¡Que apasionante tu viaje!.
Te envidio.
-------Yo te invito a venir con nosotros. Me sentiría
muy alagado, y al mismo tiempo podríamos conocernos
un poco más.
Nos miramos en este momento a los ojos muy
intensamente y fue entonces cuando un gran estruendo
40
nos hizo volver al lugar. Uno de los músicos se había
dado cuenta de nuestra avivada conversación y había
dado un mazazo a uno de los platillos. A ella no le
gustaba que nadie estuviera ausente ni un segundo.
Sonreímos por los nervios y dirigimos nuestras
miradas hacia las cortinas de terciopelo marfil,
desde donde ella salía. Unos segundos antes los
malabaristas de fuego habían dejado sus antorchas en
el suelo marcando el camino, desde donde ella
saldría. Todo era expectación y respeto, ya que es
una mujer muy venerada en todo el Mediterráneo. Se
dice que una sacerdotisa. Hubo un segundo que miré a
los ojos verdes de Golf y vi en ellos la llama de la
admiración. Es un hombre de gran sensibilidad. Lo
puedo observar a través de esa gran máscara de hombre
duro. La miré a ella y sus ojos negros estaban
clavados en él. Volví mi mirada hacia mi corcel y en
él vi el fogonazo del flechazo. Un escalofrío
recorrió mi cuerpo, volví a mirar hacia ella y en ese
instante ofrecía su venerable baile a mi padre e
invitados. Estaba considerablemente bella. El color
de sus velos es dorado y rojos. Sus muñequeras,
tobillos y cabeza estaban ricamente adornados con
cobras doradas con reflejos brillantes de ricos
41
rubíes en los ojos. Su manto en muselina roja bordada
en oro. Es una mujer que según me cuenta mi hermana y
Ama, posee la mayor colección de joyas que se
conocen, ya que de sus encantos miles de comerciantes
y de casas reales se han enamorado, obsequiándola con
los más ricos presentes (según cuenta la historia de
esta Sacerdotisa). Se enamoró de un rico hombre del
norte y se quedo embarazada de éste, teniendo un
retoño del cual nadie sabe. De pronto, miro hacia mi
corcel y veo en sus ojos el amor que profesa de
admiración. Hay algo que trastorna mi mente, ya que
cuenta la historia que este joven se encontraba
estudiando en Grecia. Vuelvo a mirarla a ella y ¿Qué
veo?. Los ojos de Pitia tan negros como los de este
rubio corcel. ¡Qué mezcla más explosiva!. Estoy
descubriendo, sin saber nada, toda una historia de
amor. No me importan sus bailes. En este instante
sólo veo y siento a estos hombres y su admiración
hacia esta bella mujer. ¿Sabrá Él esta historia?, me
pregunto. Mientras oigo otra vez entre susurros.
-------¡Es bellísima!. Como mi padre siempre me dijo.
Sus grandes y apaisados ojos negros estaban turbios,
llenos de lágrimas. La gran emoción que embriagaba el
42
momento era demostrada sin ningún tipo de reparo. Su
admiración y respeto estaban a flor de piel. No había
dudas. Se habían reconocido y cada uno de ellos
estaba dando lo mejor de su amor, ya que todo era
eternamente subliminal.
-------Es mágico este encuentro.
Me miró unos segundos y me dijo:
-------Es mágico tu hogar. Gracias por invitarnos y
halagarnos con tan bellos presentes.
No sabía que contestar ante la emoción de este
hombre. No sé ni cuantos años tiene, ni quien es.
Sólo sé que me enternece el alma y le gusta el arte.
Es un hombre maravilloso, (pienso mientras veo como
se desvanece su emoción, dando paso a una suave
sonrisa de aprobación y placer). Me acerco al costado
de mi padre y le pregunto:
-------¿ Quiénes son Padre?
-------Has tardado mucho en hacerme esta pregunta.
¿Se la preguntaste a Isis antes de venir?.
-------Disculpa Padre mi inexperiencia. Es la primera
vez.
43
-------Lo sé hija. Es uno de los pocos caballeros que
comercian en este Mare Nostrum. Pertenecen a sangre
muy pura como el corcel que lleva su hijo en su
escudo. Un noble caballero germano de una estirpe muy
vieja.
-------¿Te refieres a Golf?.••
-------Sí hija. El es un Lobo Perro. ¡Mira su escudo!
Al volver mi rostro hacia su parte trasera, vi un
gran lobo negro, como si la visión en este instante
se hiciera realidad. Lo vi pasar por entre los
escudos paseándose por mi casa como si de la suya se
tratara.
-------Es amigo mío desde que éramos muy jóvenes. Nos
conocimos en el Templo de Apolo hace muchos años. Él
fue el hombre que me presentó a Pitia. Ellos dos
vivieron la historia de amor más bella escrita en los
pergaminos. Tenía una gran casa donde descansaba en
sus viajes por estos mares, situada al pie del monte
Parnaso en la ciudad de Delfos. Allí viví con tu
madre al engendrarte en aquel lugar sagrado. En él
fuiste concebida... ¡ fuimos tan felices en su casa!
Estas palabras estaban llenas de admiración y
44
respeto. Se ve en sus ojos el amor que siente todavía
por el recuerdo de mi madre, y al mismo tiempo por
Pitia, ya que es la mujer que siempre ha acompañado a
mi padre en sus negocios. Sus juicios eran
considerados palabras de Apolo. No es solo una
bailarina (dice mi hermana). Es una sacerdotisa muy
sabia y aconseja siempre muy bien a Padre. Es una
mujer invitada a las asambleas de estado.
-------Padre, ¿y su hijo?
-------¡Calla! Más tarde te contaré esta historia.
Sabía cual era. La había oído contar cientos de veces
en el Cúpula. Era parte de la historia de mis
antepasados. Los criados siempre hablaban del Lobo.
Hoy lo tenía delante. Era un gran día dentro de la
historia de mi vida. Parece ser (por lo que siento)
que mi bello corcel ha oído hablar de ella. Pero no
sabe en realidad quien es. Yo presiento que para su
padre fue mucho más que una bailarina, ya que le dejó
un bello regalo para que no la olvidase jamás. Bueno,
todo esto son divagaciones mías. Mientras tanto me he
perdido todo el baile de Pitia, pero he visto muy
claramente uno de los dibujos que lleva en su lado
derecho. Es un hombre desnudo esculturalmente bello,
45
subiendo por las costillas de su costado. Su cabeza
está rapada al igual que la de Lobo y en su cuello
lleva un signo muy extraño. La música con la que lo
ha interpretado era tan profunda: flautas y
chirididus, acompañados por chembes, me han hecho
sentir una gran historia de amor. En ese mismo
instante todos aplaudimos y los hombres se levantan
de la mesa. La admiración y el respeto que hacia esta
mujer profesan, son mágicos.
--------Después del baile te retiras a tus
habitaciones.
¡Presto! me dice mi padre muy bajito al oído. No me
hace ninguna gracia pero sé que debo obedecer, ya que
siempre mi hermana hace lo mismo. Es decir que vuelvo
a aspirar un gran halo de oxígeno y miro a mi
costado. El príncipe azul del cual me debo de
despedir, no ha desaparecido, no es un sueño, tengo
la oportunidad de verlo mañana. Me lo ha pedido,
levantándome muy discretamente, sin causar alboroto.
El se levanta y me ofrece su mano para facilitarme la
salida entre los cojines. Lo miro a los ojos y me
sonríe, guiñándome uno de ellos.
--------Espero que me concedáis el honor de poderos
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ver mañana.
--------Espero que raudo y veloz lo hagáis en el
momento que os fuera posible.
--------¿Lo dudáis?
--------¡Jamás!
Temblaban otra vez mis piernas pero mi voz era muy
firme y totalmente convencida. Era un hombre de
palabra. Me acompañó hasta el centro del gran salón,
donde allí me paré unos segundos mirando a los
comensales y en señal de despedida sonreí. Todos
asentaron con la cabeza mi partida de aquella cena.
Al girarme en dirección a la escalera la vi más alta
que nunca. Yo tendría que subirla sin mirar hacia
detrás como una dama, cuando lo más mágico que me
había sucedido en mi vida se quedaba allí abajo. ¡Qué
catástrofe! pensé, mientras subía los primeros
escalones. Oí por ultima vez su voz.
--------Por la tarde no lo olvidéis.
Sin girarme le dije:
--------En el acantilado oeste.
Era mi lugar preferido cuando quería estar sola y
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esto sería un secreto. Quería conocerlo a él a solas,
sin ninguna mirada indiscreta de nadie de mi entorno.
Soy una gran atrevida y se lo hice saber en esta
cita, la cual sería muy importante en nuestras vidas.
Lo tenía claro desde el primer momento en el cual vi
su melena rubia sobre su rostro y hombros. Al llegar
al último corredor que da a nuestras habitaciones hay
un trozo donde no hay techo, es decir, que las
estrellas lo son. Fue en ese mismo instante donde al
mirar hacia él, una gran estrella fugaz hizo su
aparición, explotó y siguió su halo unos segundos
más, volviendo a explorar por segunda vez, llenándome
de esperanzas, ya que pedí un deseo. Jamás había
visto una estrella que volviera a explotar por
segunda vez. ¿ Querría decirme algo la naturaleza?.
No tardé en dormirme esa noche, ya que no tengo
costumbre de beber vino, y los dulces sueños llenaron
mi interior con el bello goce de estar junto a él.
Aunque fuera en sueños viví una bella historia en la
cual bailaba para él, sólo para él.• No hubo en esta
fantasía un momento de acercamiento retirado. Siendo
observada por él como una bella flor, entre bellas
flores estaba todo este sueño; Y mis joyas eran
ellas, solamente pureza enredadas en mis brazos y
48
piernas. Mi pelo suelto ondulante con los movimientos
armónicos de mi baile, lo estaban hipnotizando, como
la serpiente de su brazo, la cual también bailaba; y
hubo un momento en el cual ella se subió por mis
piernas, desapareciendo entre ellas y las gasas de
mis vestidos. Mi rostro estaba lleno de placer al
igual que el de él. Estábamos los dos sumidos en el
éxtasis más sublime de nuestras vidas. Me estaba
poseyendo, me estaba amando y los dos lo sabíamos.
Hubo un momento en el cual me desperté. Estaba
amaneciendo. Fueron tan solo unos segundos y estaba
encogida con los brazos juntos entre mis piernas,
húmeda.
Cuando volví a abrir los ojos ya reinaba el sol en el
cielo y por la terraza entraba entre las grandes
columnas rodeadas de enredaderas y jazmines, los
rayos de este a mi lecho. ¡Qué felicidad sentí
aquella mañana!. Estaba pletórica de vida, voraz
llena de ella. Al retozar unos momentos fue cuando
pude recordar muy levemente el sueño: mi entrepierna
seguía húmeda, era una sensación que conocía. Jhonas
vino en este momento a mi mente. Era con quien la
había gozado antes. Bellos recuerdos entre sus brazos
me traían imágenes entre los jardines del Palacio
49
escondidos por cualquier lugar. Juntos. Siempre
entrelazados, unidos por otras vidas eternamente.
Siempre tuve claro que era mi alma gemela. Él sabía
como era yo, y como hacerme feliz en cualquier
momento.
El ruido por los pasillos me hizo volver a la
realidad. Las mujeres cuchicheaban. Era el momento de
poner un pie en el suelo y de enfrentarme con la
realidad del nuevo día. En ese instante apareció
Isis, como la más bella flor del jardín real.
-------¿ Cómo está mi bella durmiente...?
-------Aturdida ante tu belleza.
-------Llevo horas despierta entrando de puntillas
para no despertarte de tus dulces sueños. Estabas tan
bella: me recuerdas tanto a mamá...
Sus ojos estaban brillantes. Su pelo suelto al viento
llenaba aquel espacio. Era una gran mujer; era mi
ejemplo y mi guía; era un sueño hecho realidad, para
los más exquisitos. En ese instante me acariciaba el
rostro con tanta ternura que unas lágrimas
aparecieron en mis pupilas.
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-------¿ Qué hubiera sido de mí, si tú no me hubieras
protegido siempre?
-------Fuiste la luz en mi vida.
-------Tú mi vida.
Estábamos muy compenetradas y nos amábamos. Era tan
natural para todos vernos llorar de amor. Entre las
dos siempre hubo esta magia que embriagaba nuestros
corazones haciéndolos palpitar.
-------¿ Tú sabías lo guapo que era?
-------Yo sabía que era él.
-------¿ Es el hijo de Pitia?
-------¿Tienes alguna duda?
-------No.
-------Sería el único hombre en la tierra que alabará
tus bailes y te dejará realizarte como mujer.
-------¿ Cómo sabes esas cosas ?
-------Tal vez él haría lo mismo que Padre.
-------Es un artista. Lo lleva en la sangre.
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-------Ha quedado con migo esta tarde en el
acantilado.
-------Lo verás antes, ya que estarán con nosotros
para almorzar. Habrá mucha gente, ya que vendrán
amigos de Golf. Están en su gran barco al norte del
arrecife. Levántate y métete en el baño. Ya lo tienes
preparado en mi habitación. No quise que te
molestaran las mujeres esta mañana.
-------¡Qué buena eres conmigo ¡
-------Es algo que siento tan dentro, ¡Mi amor!
Sonreímos las dos y nos dimos un gran abrazo lleno de
paz. Sentí su olor como siempre a Agua de Rosas. Era
su aroma preferido, una de las ricas esencias que
elaborábamos para el comercio, siendo de gran aprecio
por los ricos más ricos comerciantes que venían a
nuestros mares. Acto seguido me dio la mano y me
acompañó a sus habitaciones. Yo no tenía mucha
costumbre de entrar en ellas, respetando la intimidad
del matrimonio. Pero siempre que ella podía me
llevaba allí. Eran momentos en los cuales su esposo
estaba fuera. La verdad es que me encantaba entrar en
aquella suntuosa estancia tan íntima de color
52
caramelo como ella. Era tan dulce todo lo que había
en estos aposentos. Los muebles eran del más divino
marfil que nadie pudiera imaginar, y las muselinas
que vestían aquella estancia eran tan fluidas y
volátiles como un sueño, los tapices más sutiles y
mágicos, los ricos linos y maravillosas lanas
completaban todos los complementos de esta estancia,
en colores pasteles, comprendo que cada vez él quiera
estar más tiempo allí a solas con ella. Tiene todo
tanta armonía y bienestar. Él, siendo un hombre ya
muy mayor, está muy fuerte y erguido. Todos los días
se va hasta los arrecifes a andar, y allí se baña, •(
Haga frío o calor). Solamente desiste de esta
costumbre si hay tormenta, aunque a veces, ella se lo
prohíbe por el mal tiempo, él no hace caso. Es un
hombre de ideas fijas. Si, así es. La consiguió a
ella después de estar comerciando con padre más de
diez años. Cuentan historias en el lugar, de que
jugando entre las piernas de Padre él vio la dulzura
de Isis. Por el trato de ésta hacia todos, ello fue
lo que hizo llegar al acuerdo que los dos tienen de
negocios. Él asumió a su futuro suegro como socio de
él, de por vida. Ese fue el pacto, y lo ha cumplido.
La verdad es que ella, a pesar de la edad tan
53
avanzada de él, lo aceptó, por el rayo de luz que
lleva en su cabeza, que yo no se lo veo pero parece
que es una historia cierta.
------¡Desnúdate bella dama!
Me despojaba de mis dulces camisones, cuando oímos en
el jardín un sonido conocido, como el canto de una
gaviota de mar.
------Es Jhonas.
Se me iluminó el rostro de alegría, nos miramos las
dos y le pregunté:
-------¿ Qué hago?
•-------Salir a verlo tonta.
Me puse una capa sobre mi cuerpo desnudo y salí al
mirador. Él estaba allí, sonriente como todas las
mañanas.
-------¿Te gustaron las sandalias que hice para ti?
-------¿Cómo puedes dudar de ello?. Son las más
bellas que mujer alguna tuvo.
-------¿Tardarás mucho en bajar?
54
-------Voy a bañarme en los aposentos de mi hermana.
Después del almuerzo nos vemos.
-------Estaré donde siempre.
-------Rauda y veloz saldré en el momento que me sea
posible.
Me mandó como siempre un gran beso sobre la palma de
su mano. Es tan dulce y amoroso. Es mi mejor amigo.
Al volver a la sala de baño, mi hermana sentada en el
borde de ella y mirándome fijamente me dijo:
-------Tienes que diferenciar el amor de la amistad.
-------No quiero pensar en ello ahora. Jhonas es mi
mejor amigo y quiero contarle lo que me sucede.
-------Lo matarás.
-------Me confundes.
-------Para él, eres la mujer de sus sueños.
-------Y para mí él es mi mejor amigo.
-------Si, pero él es hombre.
-------¿Y me vas a decir que él no siente lo mismo
por otras damas ?•
55
-------Aunque lo sintiera, para él tú eres suya. Las
demás son solamente mujeres.
-------No te entiendo
-------Los hombres tienen un instinto de posesión muy
fuerte y él siempre ha sido tu guarda, tu compañero,
tu fiel amigo. Con él has aprendido muchas cosas que
solo un hombre te podía haber enseñado, y eso no lo
olvidará jamás. Es tu hermano de leche.
-------¿Qué crees que debo hacer?
-------En primer lugar como tu dices, contarle todo
lo que te sucedió anoche...
Así las dos mujeres se metieron en el baño juntas y
pasaron horas bañándose y dialogando sobre todo lo
acontecido la noche anterior. El día era espléndido y
los rayos del sol picaban la estación. Era ya
primaveral. En los jardines se preparaba una gran
fiesta, ya que el almuerzo sería copioso y con muchos
más invitados. Vendrían muchas parejas y niños. Las
fiestas de día eran muy diferentes y populares, ya
que se hacía partícipe al pueblo de ellas, y ésta era
una sonora fiesta. Habría una pedida de boda. Era
algo que EgeaGea no sabía todavía, pero que en el
56
desayuno los hombres ya habían pactado; e Isis había
sido advertida unos minutos antes de ir a despertar a
su hermana. Había un pacto en el cual Golf (que es el
mercader más considerable del Mar del Norte, dueño de
las islas Frisias), quería asociarse con estos dos
hombre y entre los tres dominarían tres cuartas
partes del Mare Nostrum, ya que él estaba tratando la
boda de su única hija con un Romano gran comerciante
de los mares Líbico, Tirreno y Ligurico. Esta unión
debía de ser lo antes posible, ya que este viaje era
para soldar lazos muy fuertes de unión entre muy
grandes hombres. Yo era ajena a todo lo que sucedía a
mí alrededor, pero en muy poco tiempo fueron
preparándome para ello. Habría una gran fiesta en
Delfos, santuario de Apolo núcleo comercial de los
primeros griegos y romanos, lugar en el cual
solamente fui una vez de muy pequeñita y me marcó
toda mi vida.
------Quiero que sepas algo que Padre me dejó caer
esta mañana.
------¿ Qué pasa? Tu tono de voz es muy extraño.
------Golf ha venido de negocios a estos mares.
57
------¿Cuál es la mercancía que él trabaja?
------Es el dueño de los mares del norte. Es un rudo
hombre muy conocido por Padre en su juventud. Es el
varón que fertilizó a Pitia en su mocedad llevándose
al niño con él. Ella se lo ofreció en acto de amor,
ya que debía de seguir bailando y él era un hombre
casado. Lo crió como a un Rey y le dio la instrucción
que él quiso. Es un hombre amante del arte; además de
ser uno de los hombres más poderosos del mundo.
------Hay algo que me choca y es la idea que hemos
tenido siempre las dos de que yo me casaría con quien
yo quisiera.
El tono de voz era un tanto desacorde con la forma
que estas dos mujeres tenían siempre de tratarse.
------No te estoy diciendo que aceptes. Te estoy
contando lo que sucede, mi amor.
El tono (en este caso) de Isis era muy dulce y
maternal.
------Me das un respiro pero no la solución.
------La solución esta en ti.
Como siempre, Isis dejaba una ventana abierta.
58
Siempre que le cerraba la puerta, y ellas dos lo
sabían, tan solo debían entre ellas de llegar a
encontrarla.
------Siento en estos momentos el arduo peso del
poder, y sé que si Padre te ha dicho esto, es para
que no sólo me lo cuentes, si no para que yo te dé la
respuesta, sin dilación.
------Conoces a Padre.
------Sí, al igual que tú.
------¿Pero qué te parece tu apuesto galán?
------Atento, educado, sensible, guapo; lo tiene
todo, pero yo no lo conozco.
------Pues no vas a tener mucho tiempo.
------Se marchan al amanecer con la respuesta, ya que
la boda de su hermana Malena es en tres lunas en el
Puerto de Génova. Están todos invitados si dijeras
que sí; las prepararían juntas. De aquí se marchan a
las islas Cicladas, “ ya que su arte, la escultura, le
llevan hacia ellas ” . Es la frase que más me ha
impresionado de lo que hablaron ayer delante de mí,
con Padre. Es un hombre de gran respeto tratando los
59
más ricos mármoles. Ahora viene de las canteras de
Carrara con su padre y traen en su barco del más puro
Bianco Carrara y Bardiglio Nuvolato, para enriquecer
su palacio de la isla de AndrosDelfos; donde está
dispuesto a hacer el más bello Templo que jamás nadie
conociere, venerando a la mujer, “ El Templo más bello
del Mare Nostrum ” (según palabras suyas).
------No me digas todo esto tan rápido, no puedo
asimilarlo.
------Lo sé pequeña flor, pero es el momento de
decidir y tienes muy poco tiempo.
Se paró a pensar unos minutos mientras veía a su
hermana salir del baño con la ayuda de ama y Yolanda.
Estaba tan guapa con la barriguita ya muy baja;
faltaba muy poco para el alumbramiento
------No puedo, mi sobrino nacería en esas fechas y
he de estar a tu lado.
------A mi lado estarás como lo has estado siempre.
Este hombre no quiere llevarte lejos, Padre le cede
la casa de Delfos a Alejandro. Vivaríais muy cerca de
nosotros, mientras termina su palacio, ya que es el
presente que Golf le ha hecho por su mayoría de edad.
60
Es un joven y apuesto hombre, rico por dentro. Su
alma es del más rico cristal volcánico.
Esta expresión era muy de valorar, ya que una de las
joyas de estos mares era el encontrar Obsidiana
(cristal volcánico).
Esta casa estaba emplazada en el famoso Oráculo del
Dios Apolo, situada en la ladera sur occidental del
Monte Parnaso, en la región de Fócida cerca del golfo
de Corinto, considerada por los antiguos Griegos, el
centro de la Tierra, Delfos fue el Oráculo de la
Diosa de la tierra Gaya. Según la leyenda, Apolo
derrotó a la monstruosa serpiente Pitón que
custodiaba a Gaya y la expulsó del santuario, el cual
después compartió con el Dios Dionisio. Los
sacerdotes Delfos desarrollaron un complicado ritual,
centrado en la sacerdotisa principal que era Pitia.
Sus manifestaciones eran consideradas palabras de
Apolo y el oráculo era considerado por los ciudadanos
particulares como oficiales públicos. El camino
sagrado al palacio estaba alineado con ricas casas
construidas con las ofrendas dadas por las ciudades
estado Griegas. Padre era dueño de una de las más
bellas, la que ofrecía por la unión de estos dos
61
jóvenes. Si ello fuera hacia adelante era parte de mi
dote.
------Isis, está ya todo dicho.
------Si, ellos tomaron esa decisión esta mañana.
Eres muy bella y Alejandro se siente muy feliz de que
seas su prometida.
------Estoy aturdida. No doy fe a lo que oigo. Esta
noche he tenido un extraño sueño......
Le contó lo que podía recordar de él y la sensación
húmeda entre sus piernas.
------Esta noche la bella Pitia (con su danza), en el
gran salón de la Diosa Madre ha hecho un ritual
sagrado cuyo único destino está asociado con la
fertilidad. Eres la elegida y ya lo saben. Serás la
mujer que engendre al Dios del Mar.
Se incorporaba del baño en este momento, siendo
acogida entre los brazos de Cecilia. Con mucho cariño
la abrazó y dándole un beso en la mejilla le dijo
ésta:
------Es el hombre más guapo que he visto jamás, y
anoche desde las cortinas pude ver como os miraba.
62
Los ojos los tenía llenos de amor. Eres un sueño para
él.
------¿Pensáis esto en realidad?. Dijo dirigiéndose a
todas las mujeres de aquella estancia. ¡ Ja. Ja. Ja.
Ja...! Risas de todas ellas bajan el asombro de la
pequeña damisela. Esto le hizo enfadar y les dijo con
un gesto muy cerca del llanto:
------Haré lo que me aconsejéis, ya que siempre lo
hicisteis bien; pero si fracasara este matrimonio, os
lo encasqueto a vosotras.
---------¡ Ja. Ja. Ja. !
------Yo sé de alguna que se iría a vuestro servicio
sin que se lo pidierais (Dijo María).
------Bella flor, hoy tienes que estar mucho más
bella que ayer.
Ordenó rauda a las mujeres para que se encargaran de
ello, con tan sólo un gesto.
------Ama, ¿ Jhonas que pensará ?
------El siempre supo que cuando pasara tu pubertad
serías de otro. Es tan sólo un zapatero. No sirvió ni
para poderos dar lo que os merecéis. Por rango y
63
linaje, si bien tu Padre siempre quiso ayudarlo al
ver lo felices que erais juntos. No pienses en él, ya
que tu felicidad y el honor de esta casa están en
juego.
------¿Cómo queréis que no piense en él?
------¡Basta ya!. Hoy vestirla de color marfil.
Daba órdenes Isis; y las mujeres desaparecieron y en
unos segundos estaban allí, vistiéndola como a una
reina. Le trajeron la más bella Cástula (falda desde
debajo de los senos hasta los pies) en seda marfil, y
el Pentectënes (Túnica de cuatro puntas) en seda ocre
bordada con una rica cenefa de flores en oro. Hoy las
flores en su cabeza eran simples margaritas. La
corona era tan bella..... Le pusieron por todo su
pelo algunas de ellas. Estaba muy sensual y bella.
Sus duros pechos marcaban aquellas muselinas con
verdadera potencia, ya no la vestían como una niña.
Había pasado a mujer en tan sólo veinticuatro horas.
En ese instante que ya estaba vestida, apareció María
con unas nuevas sandalias de cuero marfil y dorado,
simulando la planta de las margaritas, rodeando sus
tobillos y subiendo por sus piernas. En ese instante,
cuando las tuvo puestas, al mirar a su hermana de
64
frente, rompió a llorar.
------Yo le quiero.
------Pronto te has enamorado.
------Quiero a Jhonas.
Hubo unos segundos en los cuales todas las mujeres se
quedaron atónitas, mirándose unas a las otras.
Estaban heladas ya que María estaba presente en toda
esta conversación. Fue ella la que rompió el hielo.
------Ese amor que tú crees tener por Jhonas, es
solamente el amor que se le tiene a un hermano. Yo os
di de mi pecho a los dos juntos. Sois hermanos de
leche.
Rompió a llorar en sus brazos. Era la única que podía
consolar el dolor de su corazón. Estaba totalmente
hundida y más hermosa que nunca, ya que dicen que es
cuando una dama está más bella.
------Seca tus lágrimas que no tenemos mucho más
tiempo. Nos esperan. (Me dijo muy cariñosamente Isis,
mientras me daba un suave pañuelo de seda marfil con
las iniciales de las dos en seda dorada, eran las que
llevaban bordadas en muchas cosas que utilizábamos en
65
común). Nos dirigimos a la gran puerta que daba a la
terraza y de allí bajamos las escaleras que
atravesaban los jardines privados de sus habitaciones
y traspasamos la entrada que comunicaba con los
jardines del Palacio donde se encontraba el altar de
Zeus. Era el señor del Cielo, Dios de la lluvia,
acumulador de nubes y del terrible rayo. Presidía a
los dioses en el monte Olimpo. Representados allí
todos, este lugar era sagrado. Ellos, a su vez, daban
a la más bella vista que jamás noble alguno vio, la
ciudad de Creta. Anunciaban nuestra entrada en este
momento las trompetas, cuando sin saber cómo, me doy
cuenta de que estoy frente a los dos hombres de mi
vida, ya que tengo a mi lado a Alejandro y frente a
mí a Jhonas. ¿Cómo hacer?. Estoy muy nerviosa y
parece ser que nadie es consciente de ello. La
presentación de los dos hombres fue maravillosa, ya
que Jhonas le había hecho unas sandalias bellísimas a
Alejandro, había estado trabajando durante toda la
noche para no pensar y su trabajo era el fruto del
amor que me tenía. Con este detalle me quiso decir,
que él, lo aceptaba y que me haría feliz. Todo
transcurre con armonía, ya que mi hermana no me deja
sola ni un instante. ¡Las cosas de la vida!. Es
66
difícil asumirlas muchas veces, pero son tan
naturales como ciertas. Aquel almuerzo fue exquisito,
ofreciéndonos el pueblo los más ricos frutos de mar.
Los invitados estaban felices y la armonía era
absoluta. La vida es maravillosa y todos estábamos
radiantes. Jhonas también lo era, ya que en ningún
momento sentí por su parte descontento alguno.
Hablamos en alguna ocasión los tres y Alejandro supo
desde el primer momento lo que había habido entre
nosotros. Quedamos para más tarde, nos veríamos en
nuestro lugar secreto. Esta seria nuestra última cita
furtiva, pensé, al mismo tiempo que Jhonas se me
acercó y me dijo:
-------¡Ya eres una mujer!•
------- Bien sabes que todavía no lo soy.
¿Habría por ello dejado de gustarle? pensé. Estaba
muy confusa, pero todo transcurría con tanta
normalidad, que no me podía parar a asimilar el
momento. Lo vivía como me llegaba. La vida nunca me
había hecho reaccionar a tanta velocidad. Ello era lo
que me dejaba en blanco en algunos momentos.
Más tarde, cuando nos retiramos, ya estaba entrando
67
el ocaso del sol por entre las montañas. Fue cuando
me acordé de las dos citas. Tenía que correr para
poder estar en las dos. Primero me dirigí al cenador
del gran salón, donde se encontraba el altar de
Hestia. Este daba a un acantilado el cual siempre a
esta hora estaba solitario. Sólo los pájaros eran
nuestros compañeros. Al entrar en él me quedé muy
sorprendida: él no había llegado. No puede ser
(pensé). La segunda sorpresa fue oír entre los
rosales el canto de la gaviota. Es él (pensé). Estaba
acostado en el frondoso césped, esperándome, como un
Dios. Es tan dulce y tierno... es parte de mi vida.
Corrí a su encuentro y al llegar a su vera, tropecé
cayéndome encima:
------Bueno, ¡Qué efecto te ha hecho él sentirte
mujer!
Me dijo teniéndome entre sus brazos.
------No te rías de mí, tonto.
Era gran conocedor de mis reacciones y tonterías como
él las llamaba. Cuando mi madre murió él tenía cuatro
años, dos más que yo, y Ama nos tuvo juntos los tres
años que le duró la leche. El ya tenía dientes y la
68
mordía. Por esto Ama siempre le reñía, y tenía que
ponerse en la tetilla después que yo. Había un amor y
celos muy poderoso en nuestra relación con Ama, ya
que los tres siempre habíamos compartido muchas
cosas. Nos conocíamos a la perfección.
------Te vi como lo mirabas. (Me decía mientras me
tenía entre sus brazos, acariciándome muy
delicadamente una de mis mejillas, coloradas ante tal
afirmación).
------Y yo a ti cómo le ofrecías lo mejor de tu
trabajo.
------Será tu dueño.
------Jamás tendré dueño y tú lo sabes.
------Te van a casar con él.
Era muy afirmativo en sus palabras y ellas siempre
habían estado llenas de sabiduría. A pesar de lo vago
que había sido siempre en las enseñanzas de nuestros
profesores, era muy inteligente y ello siempre había
hecho mella en mí.
------Será si yo quiero.
------Será si a ellos les interesa.
69
------No me vuelvas loca, no quiero pensar en él en
este momento.
------Pues ¿para qué hemos venido?
------Necesitaba sentirte a mi lado.
------¿Te parece poco el haberme pasado toda la noche
haciendo unas sandalias para tu apuesto galán?. Yo
siempre estaré a tu lado.
------Me has hecho muy feliz y a él le han gustado
mucho.
•------Lo sé, por eso lo he hecho. Le he ofrecido lo
mejor que tengo, ya que no puedo tener riquezas como
él.
------¿Qué piensas de todo esto?.
------Que ha llegado la hora de separar nuestros
caminos. Hemos sido más que hermanos durante quince
años, pero este es el momento en el cual tenemos que
decidir que hacemos de nuestras vidas, y la tuya ya
tiene camino. Yo decidí hace años seguir siendo no
solamente un plebeyo, sino que me dedicaré a seguir
haciendo calzado. Soy un artesano. Jamás te podría
dar más y tú eres de cuna noble y a ella te debes.
70
------Parece que todos os hayáis puesto de acuerdo.
No entiendo nada. Para vosotros es normal que
desaparezca con este hombre y siga mi camino. Para mí
es tan difícil... debo de ser un bicho raro.
------No bella dama. Tu camino estaba escrito por los
Dioses, y a él te tienes que enfrentar en este
instante de tu corta vida.
------Me das miedo.
------Jamás intentaría algo así. Solamente quiero que
seas consciente de todo lo que debes de afrontar. Tu
vida, como ya te he dicho, está escrita por los
sabios desde hace muchas lunas. Todo en tu paraíso ha
sido descrito por ellos.
------¿ Cómo sabes tantas cosas?
------Mi madre es la mujer de confianza de tu hermana
y lo fue de tu madre. Ella jamás me engañó y siempre
me puso claro tu destino. Yo lo he asumido
simplemente a lo largo de nuestra vida. Siempre supe
que serías de otro, por ello viví toda mi vida
esperando este momento: tarde o temprano se haría
realidad. Solamente tenía que llegar.
71
------¿Y té quedas impasible a ello?
------Jamás, mi amor.
------¿ Qué haremos?
------Esperar. Debes conocerlo y darle una
oportunidad. Si no estuvierais enamorados y lo
tuvierais claro, yo te rescataría de las garras del
monstruo más grande del mundo. No tengas miedo, abre
tu corazón y escucha tus sentimientos. Observa sus
movimientos hacia tu interior, tal vez éste sea tu
sueño.
------Os haré caso. Siempre fuisteis muy justo y sé
que me amas.
------Más que a mi propia vida. Por ello, sé que la
daría por ti.
Estaba entre sus brazos y los labios de los dos
jóvenes se unieron en el más largo beso, que los dos
antes habían tenido juntos. Su muestra de amor estaba
firmada con la humedad y la tensión de las
entrepiernas de los dos adolescentes, unidos por el
destino de sus infancias, aletargados y sedientos de
más. Los dos jóvenes se despedían. Entre ellos no
72
solamente existía una unión carnal, era sublimemente
idealizada por el amor etéreo de las ninfas y los
dioses.
------He quedado con él para vernos en el arrecife. ¿
Vienes?. Le dije que iría acompañada.
------No, mi niña. Debes de enfrentarte tú sola a tu
destino. Yo sería solamente un estorbo.
••------Hay algo que me ocultas.
En estas palabras había escondido un trasfondo del
cual la bella niña no tenía noción pero presentía. En
sus andurriales con la plebe, Jhonas, estaba
acostumbrado a tratar con mujeres del pueblo,
habiendo en este momento en su vida una bella joven,
con la cual podría tener un hogar digno. Era la hija
de un rico mercader de alfombras. Venido a menos por
su adicción a los vinos, (allí en aquellas tierras
los hay de gran calidad), siendo muy apreciados por
los comerciantes, esta bella dama trabaja en los
telares del padre y a su vez lleva a un grupo de
mujeres de labor. Es una mujer culta, ya que en su
infancia el padre era muy poderoso. La casó con un
hombre de la ciudad de Thera, del cual quedó viuda
73
siendo muy joven. Tiene dos hijos muy pequeños, los
cuales son una delicia. Es una mujer independiente
que en estos momentos lo estaba instruyendo en el
arte de amar. Los dos se llevaban muy bien y tal vez
era el momento de desvelar este gran secreto y
hacérselo saber a su hermana de leche.•
-------Yo estoy. Aprendiendo a amar.
-------¿ Con quién?
En pocas palabras, él le desveló su secreto, y ella
le puso en antecedentes de la invitación de él a
viajar hasta el Santuario de Apolo. Se despidieron
llenos de felicidad, ya que los dos se querían más
que a sus propias vidas. Entre los dos había mucho
respeto. La bella EgeaGea marchó hacia su cita con el
posible hombre de sus sueños, sintiéndose libre y
llena de felicidad. Él la miraba desde lejos con los
ojos llenos de lágrimas. Sabía que ya no la volvería
a poder tener entre sus brazos. Había sido la última
vez que sus húmedos labios se juntaban en aquel su
último beso. Hubo unos segundos en los cuales ella
hizo el ademán de volver su rostro y él se gira para
que ella no lo pudiera ver llorando. Jamás sabría
ella el sacrificio que este joven hombre había hecho
74
por amor.
En lo alto de la montaña, cerca del arrecife, pudo
distinguir a su joven y apuesto galán. Al trasluz de
la más tenue luz del crepúsculo de la tarde, era un
hombre de complexión muy fuerte. Sus vestiduras eran
de un Rey, color rojo burdeos con accesorios en
bronce. Es muy elegante su figura y ello la pone un
poco nerviosa al acercarse. Impone respeto. Los
hombres romanos siempre son muy elegantes, ya que es
un país de mucha cultura en el arte del vestir. Al
acercarse sin ser vista, ya que él está sumido en la
profundidad del horizonte, lo hace muy suavemente, y
al estar junto a él y ponerse a su misma altura, las
dos manos de los dos jóvenes se unieron en un lazo
eterno, estando sin decir palabra durante algunos
minutos.
------Pensaba que no vendrías.
------Se me hizo tarde hablando con mi mejor amigo.
Seguían los dos mirando hacia el horizonte.
------¿Tienes ya claro, él por qué estoy aquí, en tus
tierras?
75
------Sí. Mi hermana y mis personas de confianza me
lo han hecho saber.
------¿ Y qué piensas?
•------Quiero conocerte.
------¿Qué quieres saber de mí.......
------¿Qué haces en tu vida?
------Soy escultor. Trabajo con los más grandes
maestros del arte escultórico, siendo un magnífico
retratista. Empecé mi andadura dentro de este arte
con un viejo amigo de mi padre, al cual fui entregado
siendo un niño. Para mí él y su mujer son mis padres
terrenales. Ellos me enseñaron el arte de vivir y ser
un hombre de bien. Fidias es uno de los maestros más
notables de esta generación. Siendo tan sólo un niño
me pusieron a tallar, maderas nobles, abedules,
robles, pinos y nogales. Hoy en día soy un gran
discípulo suyo y mis trabajos en mármol son muy
preciados. Uno de los negocios de los cuales mi padre
de sangre Golf se siente más orgulloso es éste, ya
que los más grandes edificios sagrados y retratos de
los más nobles comerciantes, reyes, hombres de esta
historia, dioses y sacerdotisas los estamos
76
negociando nosotros. Tenemos a un gran equipo de
artistas, discípulos de los mejores escultores
griegos y este arte perdurará en la historia. Esta es
mi vida, y como te comenté ayer tengo que ir a las
islas Cicladas. Debemos desembarcar todo el mármol
que llevamos en el barco. Es para el Templo más bello
que nadie vio, y quiero que tú seas la imagen con la
que pueda trabajar las más bellas esculturas que
sobre la mujer se han hecho. ¿ Querrás ser mi modelo?
------Llenas de vanidad a esta joven mujer, que hace
tan sólo dos días era una niña. Me sentiría muy feliz
viajando acompañándote a los viajes en los cuales tú
quieras llevarme.
------Eres una bella dama y no solamente en tu
exterior, tu interior esta lleno de riquezas. Así me
lo han hecho saber los más grandes y sabios
consejeros de los que mi padre cuenta. Nuestros
caminos están enlazados por la historia de nuestras
familias.
------Me gusta oírte hablar, pero me confundes.
------Tú estas predestinada a ser la más grande
Sacerdotisa de la historia y yo crearé nuestro
77
imperio a tu imagen y semejanza. Tu interior es tan
puro como tu alma.
------¿Por qué me dices esto?.
------Porque así me lo ha hecho saber anoche Pitia.
------Ella nunca quiso ser mi amiga y jamás me
insinuó nada, no queriéndome enseñar a bailar,
sabiendo el amor que proceso por este rico arte.
------Solamente intentaba no influenciarte en nada, y
al mismo tiempo siempre ha seguido muy de cerca tus
enseñanzas con los mejores músicos. Las más bellas
bailarinas estuvieron siempre cerca de ella para
seguir tus pasos en este camino.
------Jamás sentí su presencia cerca, pero sí tengo
que reconocer que lo que cuentas tiene un sentido y
seguro que tienes razón. Ella siempre me dio muy
buenas energías y yo siempre la idolatré, así es cómo
se la tiene aquí, en estas mis tierras, idolatrada.
Es más que una Diosa.
------Sus palabras son salidas de los labios del Dios
Apolo.
Así era como esta bella esclava llegó a ser una gran
78
sacerdotisa. Bajo la protección de Teseo su padre, al
mismo tiempo fue siempre desde la distancia protegida
de Golf, ya que era la madre de su hijo Alejandro y
él tenía que llegar a ser un día un gran hombre que
dominara el poder del mar en el centro de la vida de
las Cicladas. Ese fue el pacto que hicieron estos dos
hombres cuando se conocieron y nosotros sus hijos
seríamos los que viviríamos esta historia escrita por
los más grandes sabios. Los dos jóvenes tenían sus
días firmados en los pergaminos antes de tener uso de
razón. Así eran sus vidas y ellos dos lo tenían que
asumir muy rápidamente, con resignación y respeto.
------¿Tú que piensas de todo esto que nos está
sucediendo? ( Le pregunto la bella joven a su
apuesto).
------Que jamás imaginé lo bella que pudieras ser. ¿Y
tú que es lo que sientes junto a mí?
Hubieron unos minutos de silencio, mientras los dos
seguían mirando al horizonte con la mirada fija en
él.
-------Que tú eres el hombre que construirá el Altar
de la Paz, en el cual yo quiero invocar a los Dioses
79
para que jamás falte en estos mares.
Él rápida mente contestó:
-------De los más bellos mármoles y pensando en ti
bailando. Para ellos, los Dioses Sagrados, tú eres la
Sacerdotisa de mis sueños embriagantes en las dulces
y cálidas noches, en las cuales me quedaba mirando al
cielo, en él aparecía mi estrella fugaz y siempre le
pedía que me llevara a tu lado.
En este instante, los dos se miraron a los ojos, y se
unieron en un dulce y tierno abrazo. Estaban
predestinados a encontrarse y unirán sus vidas para
siempre. Así estaba escrito.
-------¿ Me amas?
-------Serás mi reina, y ten seguro que la mujer más
feliz de estos mares.
Estas palabras estaban llenas de vida y traspasaron
los cuerpos de estos dos jóvenes amantes.
-------¿Cuándo partes?
-------Mañana al alba zarparé para AndrosDelfos. ¿
Deseas venir ?
80
Es un hombre muy escueto en sus meditaciones. Sabía
lo que quería y era directo. Ella le miraba con
admiración y respeto. Sus ojos estaban iluminados,
llenos de vida y de ilusiones. •¿ Sería el hombre que
la llevaría lejos a conocer el mundo? Era su
príncipe?. ¿ Estaba preparada ?. Había muchas
preguntas en su cabeza y en su corazón; la duda de lo
desconocido. Agachó su linda cabeza de largos
cabellos ondulados de color miel y, sin levantar la
vista de sus sandalias, le dijo:
-------¿ Crees que debo acompañarte?
-------Eres tú la que tiene que elegir. No quiero que
te influya algo que no venga de tu corazón.
Se volvieron a mirar a los ojos y una dulce caricia
de una ruda mano en su larga cabellera, le hizo decir
sin pensar:
-------Lo tendré todo preparado al alba.
-------No te arrepentirás. Soy un joven hombre pero
tengo los pies en la tierra y tú eres la musa de mis
sueños, lo tengo claro. Lo vi en el primer momento
que apareciste en lo alto de la escalera. Eres una
Diosa, lo sé. Estoy esperando venerar tu esencia y
81
que el mundo jamás te olvide. Vengo de ver unos
mármoles en la isla de Paros. Allí hay uno muy
especial y altamente apreciado, que se extrae en los
montes de Parpessa. Su nombre es Pentelikon. De él
haré la más bella escultura que jamás hubo de una
mujer y tú eres la inspiración de mis sueños. Debo de
restaurar algunas cosas del palacio que mi padre
tiene en AndrosDelfos, y uno de los trabajos es en un
Templo que empezó a alzar en su juventud y siguen su
construcción los más viejos y sabios amigos de mi
padre. Tiene una situación en la cual se domina el
atardecer y el crepúsculo de la vida. Allí pondré tu
escultura.
Estaba totalmente convencido de sus palabras y se las
hacía sentir con la mirada fija, no solamente
cortejándola, sino que la devoraba con sus ojos
negros penetrantes y profundamente hipnotizadores. La
joven e inexperta dama estaba en sus manos y él lo
sabía. Es muy apuesto y un gran triunfador.
Necesitaba a una igual y ella era la elegida por su
sangre. No había dudas. Le dio un suave y cálido beso
en su mejilla y levantándose, ayudando a su joven
dama, le dijo:
82
------Debemos volver.
Al levantarse la joven se quedó con ganas de que el
apuesto galán la cogiera por la cintura y le diera un
gran beso en los labios. Él era cauto y la dejo con
ganas. Volviendo la vista hacia la morada en la cual
estaba toda su vida y su pasado, vio claramente que
sería la ultima vez que tendría esta imagen.
------¿ Te sientes feliz ?
------Me siento extraña ya que todo lo que en esta
vida amo esta aquí.
------Vendremos siempre que tú quieras. Hay
temporadas en las cuales yo debo de viajar por
trabajo a países en los cuales hay peligro para una
bella dama como tú y lo mejor es que cuando esto
suceda, si tú quieres aquí estarás con tu familia. La
vida me ha hecho comprender que es muy importante el
tener amor y no estar solo.
Fue ella la que paró su paso. Se giró mirándolo
fijamente a los ojos. Ya no podía aguantar más y
contener sus impulsos interiores. Se echó a su cuello
y la dulce boca de ella se posó en los labios de él.
En este instante, el ya perdió el recato y se besaron
83
apasionadamente. El amor brotó de sus corazones. Y el
beso paro el tiempo…
En el palacio todo seguía su curso y las mujeres
estaban ya embalando las vestiduras de la joven, ya
que la orden estaba dada desde el momento que desde
la torre se les vio en el acantilado. Todo el mundo
estaba feliz, ya que el Amor era la tónica más
importante del día y lugar. Durante sus dos largas
citas de amor con sus bellos galanes. Su sobrino
había llegado al mundo, en el baño caliente de la
tarde, rodeado de pétalos de rosas. Su hermana estaba
descansando, ya recuperada milagrosamente junto al
pequeño Ra (Dios del Sol). Este era el nombre que su
padre tenía en mente durante todo el embarazo de su
bella mujer, ya que su significado subliminalmente,
era jefe de las debilidades cósmicas, de quien los
primeros Reyes egipcios se proclamaban descendientes,
y sus raíces venían de allí. Isis, por su parte, era
muy feliz y el nombre le parecía digno de su linaje.
Ama disponía en aquellos momentos todo lo que se
tramaba en el palacio que no era poco.
Aquella noche habría una cena ritual, ceremonia en el
cual el ofrecimiento por la vida y el amor eran el
84
motivo de ella. Todo el palacio estaba en activo y no
dejaron de entrar a él todos los amigos y el pueblo,
ofreciéndoles presentes en señal de felicidad por la
buena nueva de vida y amor que en él florecía.
Llegaban cestas llenas de comida, pescado, aves,
jabalíes, vinos y flores. En los lugares de culto del
palacio se acumulaban los presentes. El palacio
vistió sus mejores galas. Todo estaba espléndido y
era un buen motivo el que incitaba a los presentes a
estar felices. La noche sería muy larga y los músicos
Sacerdotes de Etiopia estaban empezando con las
bellas liras y arpas una dulce melodía, acompañadas
por una bella voz. Cantos que pedían a Buda felicidad
y riqueza. Solamente la aristocracia podía disfrutar
de estos placeres, pero en este palacio todos eran
bien venidos. La mezcla de culturas e ideales era
admitida y el culto a Dioses de diferentes etnias,
eran la magia de aquella estancia.
Al llegar los dos jóvenes al obelisco y pasar las
columnatas, sus rostros se iluminaron de sorpresa y
felicidad, ya que una gran alfombra de pétalos de
flores les daba la bienvenida, y las gentes que
salían o entraban abrían paso, dándoles la buena
nueva. Todo el mundo estaba feliz, el pequeño Ra era
85
uno de los motivos y la unión de las dos familias
también era bien vista por todos. La juventud de
estos dos seres humanos y la belleza de ambos era de
alabar, un regalo del cielo. El fuerte olor a
incienso y aceites naturales embriagaba aquel gran
espacio. Todos los artistas estaban por cada rincón
de él, preparando la noche que se avecinaba. Sería
mágica y cada cual ofrecería lo mejor de sí mismo.
EgeaGea le dijo a su joven prometido:
-------Me gustaría bailar por la gloria de todo este
acontecimiento.
-------¿ Quién te lo prohíbe?
-------Nadie.
-------Hazme este honor. Esta noche me sentiría muy
feliz y honrado. Quiero verte y sentir todo el arte
que llevas dentro.
-------A media noche nos escaparemos al Acantilado
Sur. No puedo programar nada que no esté ya hecho.
Como ves, este es un palacio en el cual yo tan sólo
soy la mujer más joven de él.
-------A la luz de la luna, un gran fuego será el
86
lugar. Mandaré prepararlo a mi hombre de confianza y
nos veremos allí.
Se miraban los dos de frente mientras se separaban en
direcciones opuestas, ya que él volvería a su barco y
ella a sus habitaciones. Los dos estaban felices y
dichosos. El amor llenaba sus corazones.
EgeaGea subía las largas escalinatas muy rápidamente.
Deseaba ver a su hermana y sobrinito. Tenía que
abrazarlos y decirles cuán feliz se encontraba.
Estaba pletórica y bellísima. El amor se reflejaba en
su rostro. Al llegar al umbral de la estancia de su
hermana, paró unos segundos cogiendo aire y al
soltarlo, dio un paso y entró radiante.
-------¿Cómo está lo más bello de esta casa?. (Dijo
al ver a su hermana sentada entre los almohadones,
con su retoño en brazos, cogido a su pecho).
-------Feliz y dolida. Pero mira este regalo de los
Dioses. El hambre que tiene de vivir. Me está
costando el tener leche pero no deja de querer que
mis pechos le den y parece que lo esta consiguiendo.
Los Dioses me están haciendo feliz y dichosa, al
mismo tiempo que fuerte, y la persistencia de este
87
pequeño me da fuerzas para no derrumbar mi ánimo.
-------Lo criarás sin dificultad. ¡ Lo siento tan
dentro de mí !. Como cuando lo cogí y supe que estaba
vivo. (Le decía Ama)
-------Nos has dado la vida a mi familia y jamás te
podré pagar este acto de fe.
-------Tu me la has dado a mí desde que Madre murió.
Has sido mi guía, mi mano derecha y hoy me has
concedido la clave para ser la mujer más feliz del
mundo. Estas eran las palabras que oí en el momento
en el que me incorporaba a la conversación.
Estas palabras estaban dichas con el corazón en la
mano y los cinco sentidos expuestos en ella. Mire a
las dos mujeres asombradas mientras mi sobrino rojo
de rabia empezaba a llorar. Ama lo cogío entre sus
brazos, me lo acerco a mi rostro y lo bese con amor,
acto seguido dejo de llorar y mi hermana me miro a
los ojos.
-------¿ Mañana al alba saldrás con él?
-------Si tengo vuestro permiso, no vacilaré.
Le decía mientras admiraba la belleza de este nuevo
88
ser. El rostro de todos estaba iluminado por la
felicidad.
-------Lo tienes. Al igual que mi bendición. Mereces
ser la mujer de un gran hombre y él lo es.
-------Debo de preparar un montón de cosas.
-------Relájate y disfruta de esta noche, la última
en varias lunas en esta tu morada. Ya dispuso Ama
todo lo necesario y esta misma noche estarán todas
las cosas que necesites en su barco. Al alba todo
estará dispuesto.
-------¿ Qué podría hacer yo sin ti?
-------Disfrutar de tu vida.•
-------Me pones en el camino de la felicidad y no
tienes dudas. Eres una sabia mujer y te quiero. Te
amo.
-------Te deseo toda la felicidad que los dioses te
tienen reservada para ti. Es tuya, te la has ganado
con tu fidelidad y tu constancia. Has sido muy
estudiosa. Los más sabios siempre vieron tu capacidad
y tu intuición desde muy niña. Fue la que nos dio las
claves para poderte instruir en el arte de dar. Estas
89
hecha para amar y serás escuchada por los Dioses.
--------Tus palabras me abruman, y al mismo tiempo,
me dan fuerzas para creer en mí.
Todo este preámbulo estaba lleno de magia. Eran las
más bellas palabras que Isis daba a su hermana, en
los momentos en los cuales sabía que partiría de su
lado y formaría su propia familia, su hogar, su
mundo, su Templo. Estaba escrito en los papiros el
destino de estos dos jóvenes. Los sacerdotes se oían
desde las habitaciones contiguas, cercanas y lejanas
sus cantos y las flautas. Eran el medio de
comunicarlo a todo el pueblo. La felicidad se
respiraba en todo el valle.
--------Tienes el baño preparado. Hoy tienes que
estar muy bella. Esta noche es la gran noche en la
que tu mano será pedida públicamente y Padre te
ofrezca. Es un gran lazo el que estos dos hombres
vuelven a hacer a lo largo de sus vidas, ya que el
primero fue cuando Golf dejó que Pitia se quedara
bajo su protección. Eran los más bellos amantes de
estas islas, y el fruto de su amor es Alejandro. Todo
es un gran acontecimiento en el cual la sangre de las
dos familias se unan. Relájate y serás feliz. Hoy
90
vestirás con las más bellas ropas que jamás se
hicieron para una mujer y ha sido Pitia quien las ha
ofrecido para este acto. Son las que llevaba ella el
día que conoció a Golf, hechizándolo con su
hermosura.
-------¿Por qué él se marchó?
-------Porque era un hombre casado con la hija de un
rey de los Mares del Norte. Ya te lo expliqué, y los
lazos de unión de los mercaderes son sagrados. Ella
ha muerto y él le ha cedido su reinado a uno de sus
hijos, que se ha casado con una mujer de Armenia en
los montes del Caúcaso, grandes productores de
granito y minerales. Seguirá él desde allí cuidando
su reinado, enriqueciéndolo con las propiedades de su
mujer. Ella es una rica heredera de la más grande
estirpe del Ducado Moscovita, dueños de millones de
esclavos en el Mar Negro, donde son los más grandes
comerciantes. Bueno, seguiremos hablando en otro
momento. Ve a ponerte bella. Hoy es una noche muy
especial.
-------¿Tú podrás estar con nosotros?
-------Estoy muy cansada, pero tal vez baje.
91
-------Me harías sentirme muy feliz.
-------No te lo puedo prometer, ya que estoy desecha,
pero he dejado de sangrar esta tarde y tal vez pueda
ver aunque sea desde lejos tu entrega.
-------Desde la balconada del gran salón podrías, si
no decides bajar.
Era el lugar desde donde ella siempre veía lo que
sucedía bajo en el salón.
-------Confía en que mi corazón estará a tu lado.
-------Siempre tuve esta sensación en el mío.
-------Así es y así será siempre.
Las dos mujeres se abrazaron con el sentimiento más
armonioso que la vida les ponía en estos instantes,
cuando de pronto, el pequeño retoño empezó a
lloriquear.
-------¿Qué le sucede?
-------Solamente quiere decirnos que él también está
feliz.
Las dos mujeres sonrieron felices viendo como el
pequeño Ra estiraba sus bracitos. Estaba tan lleno de
92
vida... Tenía hambre y Ama enseguida lo volvió a
coger entre sus brazos y lo depositó en los de una
joven madre con los pechos llenos de leche.
-------Ella me ayudará a criarlo. Está muy fuerte y
Ra, al igual que tú, tiene una hermana de leche que
se llama Isis. Será una bella mujer, y juntos jugarán
como tú lo hiciste con Jhonas. Si todo va bien, la
leche empieza a subirme pero no tengo todavía la
suficiente.
•-------Tal vez sea mejor que hoy no te muevas de tus
aposentos.
-------Yo te he criado como a una hija. ¿Cómo me voy
a perder este acto?. No tendré que moverme. Me
llevaran en mi trono. Ama ya está preparandolo para
que me laven aquí mismo y me vistan sin moverme. No
debo de hacer ningún movimiento brusco, pero debo
estar a tu lado. Los eunucos están avisados para
recogerme en cuanto éste lista. Sólo falta que tú
también lo estés antes que yo y seas la anfitriona
hoy también.
El tono de voz de aquella mujer era pausado y
estrictamente sabio. EgeaGea agachó su cabeza en
93
señal de respeto y se levantó en dirección a la sala
de baño. Allí ya estaban hoy cuatro de las más bellas
mujeres. Para preparadla, nada más entrar la
despojaron de sus ropas y ayudándola con verdadera
delicadeza, se introdujo en el baño. Hoy las esencias
eran muy penetrantes y daban vida a aquellas cinco
mujeres. El baño fue muy divertido y entre ellas los
juegos eran muy sensuales y erógenos. La estaban
preparando sutilmente para que fuera feliz y ella
disfrutaba de aquel regalo de dioses con verdadera
sabiduría. Era una mujer gozosa y espléndidamente
bella. Las caricias sobre sus bellas formas
delimitaban estas: sus incipientes senos llenos de
vida, cintura de sirena, y caderas de hembra, largas
piernas torneadas atléticas. Era en realidad una gran
mujer, un regalo de los Dioses, para un elegido.
Ama apareció en el arco que daba a la gran terraza y
anunció la presencia de Pitia. Era la primera vez que
ésta entraba en sus aposentos. Y nada mas entrar le
dijo:
-------No te muevas, disfruta. (Su voz era muy dulce
y cálida y en sus manos llevaba una gran copa de oro)
Vengo a ayudarte a vestirte y a probar tu inocente
94
castidad. Con un rito de purificación y ascetismo, he
de preparar tu vida para después de tu muerte, ya que
debes de seguir reencarnándote. Estás muy cerca de
llegar a formar parte de lo Divino. Tu Alma deberá
prepararse para liberarse de los elementos titánicos
y te reuniras con la Divinidad.
-------¿Debo morir?
-------No, mi bella niña. Debes de estar dispuesta
para ser inmortal. Tu alma es eterna, preexistente y
por completo espiritual. Debo protegerte de la furia
de los titanes.
En este instante las damas salieron del baño y Pitia
se desnudó delante de EgeaGea metiéndose en él,
pudiendo apreciar lo hermosa que es, y todos las
bellas imágenes tatuadas que llevaba en su cuerpo,
dejando al descubierto su vida reflejada en cada
dibujo. En sus ojos había un rayo de luz muy fuerte,
el cual unía sus otras vidas y las dos eran
conscientes de ello. Cogió la copa levantándola hacia
los cielos y cerrando los ojos dijo unas palabras
casi indescifrables por EgeaGea. Se la ofreció a la
joven, y al tenerla en sus manos las rodeo con las
suyas, las dos de rodillas en el gran baño, invocaron
95
unas palabras que repetirían juntas. Al acercársela a
sus labios sintió un fuerte olor a salvia. El color
de aquella bebida era azul, como el color del cielo
al atardecer. Las dos se lo tomaron haciendo un
ritual el cual estaba dirigido por Pitia, no siendo
consciente del tiempo trascurrido ya que al volver en
sí EgeaGea, sólo tenía una lejana imagen. Las suaves
caricias de la gran serpiente ascendiendo entre sus
muslos y al acercarse a su sexo fue cuando
desfalleció, sumida en un dulce y húmedo sueño. Al
despertar, estaba acostada entre los cojines de su
habitación, frente al ventanal que daba al acantilado
sur y se podía distinguir un gran resplandor. El
fuego estaba encendido.
Pitia estaba ordenando con las bellas esclavas,
ritualmente aquel acto, en el cual la más bella flor
del jardín iba a ser entregada a su propio hijo,
asustada pero feliz, dijo al ver otra vez la vida.
-------¿Qué hora es?
-------Tranquila, todo está previsto y solo falta
vestirte. ( Le indicó Pitia con una voz suave y
tranquilizadora).
96
En aquel instante sentí mi sexo palpitar. Por mi
adolescencia lo llevaba cubierto por un ligero vello
pubico. Pitia me había preparado a fondo para
convertirme en mujer… ya que sentía algo muy especial
entre mis piernas…
-------Has descansado y tu vuelta a este plano está
llena de belleza. Has pasado la prueba y sé que harás
feliz a Alejandro. Si todo sucede como está escrito,
gobernarás a su lado el reino más grande de estos
mares. Lo asesorarás y serás su amiga, amante, mujer
y esclava. Lo harás dichoso y padre. Eres su mano
derecha, su consorte y Diosa, su bendición divina y
su inspiración. No tengas dudas.
-------Pitia ¿Qué significado tiene la serpiente que
llevas en tus joyas y en tu estomago rodeando el
huevo que llevas en tu ombligo?. Hay momentos en los
que tengo alucinaciones y cuando ella aparece
desfallezco y al despertar un gran sentimiento de
placer inunda mi interior.
-------La serpiente es el símbolo de la salud, y el
huevo la vida, distinción que el Dios Apolo me
ofreció para mi protección y sabiduría. La gran
serpiente es hija de Gaya, la Madre Tierra, nacida
97
del barro que quedó en la tierra después del gran
diluvio. Vive en la gruta cerca de Delfos, sobre el
monte Parnaso y allí custodia el Oráculo. Apolo me
otorgó el don de la profecía, ya que me amaba y quiso
que yo fuera su palabra sabiamente utilizada para el
bien. Es un gran maestro que me enseñó el arte de la
curación. Este arte tú lo tienes en tus manos,
sagradamente lo debes de utilizar para el bien de tu
pueblo y los tuyos. La serpiente fecunda tu vida en
cada alucinación. Estás siendo poseída por su
espíritu.
-------Estoy un poco aturdida por tanta información
que estoy recibiendo en tan poco tiempo.
-------Eres muy joven pero tu alma es muy vieja.
Ésta, como te dije anteriormente, es una de tus
últimas vidas antes de alcanzar la perfección. Debes
de ser madre y darle a Alejandro un heredero que será
el Dios sagrado que llene el Olimpo de amor y
rectitud hacia los otros. Los humanos son inmortales
en razón de su naturaleza celeste, pero al igual que
existen grados en la naturaleza Divina, también
existen grados de inmortalidad. La vida después de la
muerte común a toda la humanidad, difiere de la
98
existencia futura de las almas para las que el
paraíso, consiste en la unión con los dioses.
Relájate y déjate llevar. Estás siendo preparada y el
legajo de tu mente trabaja rápidamente. Eres la
elegida. No dudes en nada. Tu destino está escrito en
los pergaminos.
Pitia, mujer muy sabia, daba claves pero no decía
toda la verdad. Esta niña pasaría por fases, en las
cuales su futuro sería incierto y su lucha, un duelo.
-------Hoy vestirías como una Reina Egipcia. Mira la
belleza de este casco de oro, con incrustaciones de
ricas piedras preciosas y esmaltes. Fue un regalo del
Dios Osiris en uno de los viajes con Golf por el
Nilo. En la ciudad de Tebas tuve el honor de bailar
en el Templo de Hatshepsut. Sus tres terrazas estaban
llenas de fieles esperando mi bendición. Es un lugar
mágico excavado en el interior de la ladera. Grandes
columnas soportan el más magnánimo Templo de aquellos
territorios. Sus pinturas narraban las más grandes
historias de la Mitología Divina y sus conexiones con
los faraones. Se hizo en nuestro honor una gran
fiesta, en la cual nuestro Amor se consolidó y en
aquel lugar pude ver la misión de este hombre. Debía
99
volver con los suyos y terminar su cometido en sus
tierras. Sería un gran maestro para el hijo que yo
llevaba en mis entrañas. Debía de sacrificar mi amor
por la bendición de los míos. Me llegaría la
felicidad después del sacrificio de ser despojada del
amor que tenía en mi útero y él retornaría con mi
retoño hecho hombre, para dar paso a un nuevo camino
en estas tierras, ya que él será el hombre que hará
posible el crear los más bellos templos de tu
descendencia, al igual que sus antecesores lo han
hecho durante generaciones anteriores. La sangre de
Golf ha sido de los mercaderes que han trasportado
los más bellos mármoles de todo el Mediterráneo, al
igual que han trabajado con los mejores escultores
griegos, romanos, turcos, egipcios. Son los creadores
de las más bellas obras. Alejandro fue aleccionado
por los más ilustres. Él está preparado y su viaje a
estas tierras en este momento esta escrito, ya que
aquí encontraría el amor con la más bella flor de
estos jardines, y ésa eres tú.
EgeaGea escuchaba atenta y respiraba muy
pausadamente. Estaba archivándolo todo. Esta noche el
ritual sagrado en el cual se vería envuelta era
decisivo para el futuro de todos.
100
-------Esta rica muselina bordada en oro es la más
bella tejida en estos mares. Es digna de una Diosa.
Aquel lecho estaba cubierto por joyas espléndidas que
esta bella flor debía de vestir esta noche. Un ancho
collar, con los increíbles brazaletes y un rico
cinturón hacían juego con el casco. El brillo del oro
de aquellas joyas era majestuoso. Las sandalias otra
vez se convertían en serpientes alrededor de sus
pequeños tobillos, y algo que llamó la atención de
EgeaGea fue la peluca.
------¿Esto también me lo debo poner?
------Por supuesto. Esta noche eres una sacerdotisa y
serás la sorpresa de todos. Nadie podrá reconocerte.
Sólo el valiente que siga tus pasos será el elegido.•
Lo tenían fácil los dos amantes, ya que tan sólo
ellos sabían donde estaba el fuego que les uniría.
Abajo, en el palacio, todo eran risas y fiesta. Nadie
sabía lo que se tramaba en las habitaciones de la
joven. Ésta, estaba siendo preparada y todo daría
paso según lo previsto por Pitia. Isis estaba ya
preparada cuando Ama entró en los aposentos de
EgeaGea para comunicarles a las dos bellas damas que
101
era el momento de bajar.
------Apareceremos más tarde. Los músicos ya tienen
la orden. Nos falta muy poco. Estoy terminando de
maquillarla. Decidle a Isis que en el momento que a
ella ya la hayan acomodado, sonaran campanillas y esa
será la señal, en la que su hermana hará la aparición
digna de una Diosa, la reencarnación de Astarté
(Diosa del Amor y la Fertilidad).
Las dos mujeres se miraron fijamente a los ojos,
asombradas.
------Es la primera vez que me nombras a Astarté.
(Dijo la joven).
•------En el baño tuve una visión y en ella estabas
tú en una oscura cueva, al lado de la Diosa
Selene(Diosa de la Luna). El apuesto Endimión
(pastor) estaba dormido entre los brazos de ella y tu
observabas desde muy cerca el amor que ésta le
profesaba. Mientras él, sumido en un eterno sueño
estaba a su merced, vi también el carro tirado por
dos bueyes en el que os esperaban Artemis (diosa de
la Naturaleza Salvaje) y Afrodita (diosa del Amor y
la Naturaleza). Partisteis juntas, gozosamente
102
después de haberlo poseído. Él siguió con su sueño
eterno. Las tres gracias Áglae, Eufrósine y Talía
cantaban a los dioses del Monte Olimpo. Junto
Afrodita y Eros sus compañeras las Musas, danzaban al
ritmo de la dulce música de Apolo. Al reuniros con
ellos, él dejó su lira y dirigiéndose a ti, te
preguntó:
------Astarté ¿ Cuántos hijos dará la fecundidad de
Selene?•• Tú le contestaste:
------Cincuenta hembras. Fue en ese momento, cuando
vi tu camino e inmortalidad, ya que sólo ella podía
fertilizarla con sus dones. Mnemosine (diosa de la
Memoria) me susurró al oído:
-------Elizabeth, su madre, nació en Ispal (Sevilla),
donde se sabe que la Diosa Astarté estuvo en el cerro
de Carambolo donde los Fenicios la desterraron
enterrando su esfinge. Después de sus infidelidades y
siguiendo venerada como la Estrella de la tarde y
Reina del Firmamento, ella vuelve una y otra vez en
cuerpos creados para amar, los más bellos. Mírala y
lo sabrás.
Estaban las dos mujeres sumidas en la leyenda que
103
salía de los labios de Pitia. Mientras, Ama miraba la
belleza de su pequeña hija de leche, convertida en
tan sólo tres días en un mito vivo.
-------Cuenta la epopeya que Deucalion: fue encantado
por los cantos y la belleza de las Ninfas del Mar
(las Sirenas). Su mujer, tu abuela materna, antes de
ser devorada por Polifemo (hijo de Poseidón rey del
Mar), dejo su camafeo en el cuello de tu madre y
cuando fue rescatada de los brazos de Anubis (Dios de
los Muertos), éste le dijo a Teseo que algún día una
de sus hijas llevaría en su vida la huella de una de
las Diosas desaparecidas.
-------¿Yo soy Astarté? ( Preguntó la joven con una
voz fuerte y segura). Sus grandes ojos verdes y sus
labios jugosos y rosados, entreabiertos, esperaban la
respuesta de Pitia.
-------Si Dioses me mandan volver en el cuerpo
presente asumiere esta vida siguiendo la leyenda de
mi existencia, soy La Diosa del Mare Nostrum, aunque
en esta termine siendo vendida, así será y tú lo
sabes.•• Le dijo serenamente Pitia.
-------Es lo que presiento.
104
Mirando a Ama en este instante mientras de los ojos
de ella salían unas húmedas lagrimas.
-------Ama por favor no flaquees tú antes que yo.
Debo de ser fuerte y tú sabes mejor que nadie que
cumpliré mi destino, aunque en el fondo de mi corazón
tan solo llevo el amor de los míos. Dile a Jhonas,•
que siempre estaré a su lado, que en mi corazón el
primer recuerdo húmedo está entre sus brazos, jugando
cuando éramos tan sólo unos niños. Dile a mis
esclavas, que ellas me supieron hacer feliz y que en
mis sueños eternamente estarán, tan
bellas.........Fue el momento en que Ama salió de
aquellos aposentos dejado la gran puerta abierta sin
volver el rostro, desecha, sumida en el más grande
dolor que una madre puede tener. Sabía que estas
palabras eran el fin de la unión entre los tres. Se
oía la música del gran salón en todo el palacio. Las
arpas y los cantos de los monjes eran sonidos
divinos.
-------¿Estás preparada?
-------Asumo mi condición y no le tengo miedo al
destino.
105
-------Así me gusta. ( Contesto Pitia).
EgeaGea era una buena discípula y la verdad, es que
había sido formada por los mejores sabios. Todas
estas leyendas las había leído en los papiros de
palacio y oído por los monjes griegos. Su iniciación
estaba en un buen camino y ella sabía como tenía que
actuar. Había sido tantas veces testigo de los
rituales sagrados detrás de las cortinas de
palacio..... Dirigiéndose hacia la gran puerta
entreabierta, sola al mirar hacia detrás, Pitia le
dijo:
-------No vaciles.
Mientras ella salía por aquel umbral, daba la orden a
Buba •( Eunuco personal de Pitia) con un gesto,
saliendo el raudo a avisar a los músicos.
El traje era muy sensual y ligero; aunque las joyas y
el casco se hacían notar, aquel corredor, antesala de
las escalinatas rodeadas de columnas llenas de
antorchas, eran las que iban marcándole el camino. Un
camino lleno de incertidumbre y aventuras en las
cuales ella estaba embarcándose con la mayor
naturalidad y el porte de una Reina. Pitia, desde
106
lejos vio como se desfallecía aquella imagen: la
imagen que daría la libertad a su vida. Ella seria su
sucesora, la venerada en las fiestas, la idolatrada
por los comerciantes más ricos, la mujer soñada, la
mejor bailarina, la deseada. Estaba dejándole el
camino libre. Ella se reuniría con Golf y
desaparecerían juntos a reanudar su amor, un gran
sueño que después de los años estaba llegando a la
culminación de éste. Ello era, no-solo un sueño, sino
en estos momentos la realidad presente. Aquel largo
pasillo iluminado por antorchas sería una vez más, el
túnel del tiempo, por el cual llegaría a la penumbra
de aquella antesala, la cual daría paso a las
escarpadas escaleras en las cuales cada escalón
estaba iluminado por un gran recipiente de piedra. La
forma de éstos eran cabezas de cobra, en los cuales
brasas incandescentes eran el combustible, cubiertas
por un bello candil de bronce y cristal de colores,
en los cuales podías descifrar los ojos y la lengua
viperina de las cobras, reflejados éstos en las
grandes piedras rocosas y muy sutilmente iluminando
los grandes arcos de aquella gran estructura, rodeada
de grandes columnas terminadas en subliminales
cópulas. Las tonalidades rojizas y verdes de aquellas
107
lámparas, daban un aspecto fantasmal a aquellos
espacios inmensos, llenos de magia y un fuerte olor a
incienso. Te trasladaban a otros mundos, en los
cuales, los fantasmas de los dioses eran
acompañamiento y disfrute de aquellas ceremonias, en
las cuales la fe y las viejas creencias eran
compañeras del destino que nos esperaban al final de
aquellos escalones. La trayectoria de mi propia vida
era la muerte de mi pasado, encontrándome un futuro
incierto y subliminalmente lleno de aventuras, en las
cuales yo era una parte muy importante del destino de
mi reino. Ello me empujaba con firmeza hacia aquellos
escalones, llenos de añoranza, ya que en aquel
momento pude sentir en mi interior cómo la propia
vida llegaba desde lo más profundo de mis entrañas a
fluir entre mis piernas. Al mirar hacia ellas, pude
ver todo mi cuerpo de color rojo fuego. Era la sangre
de la vida que fluía de entre ellas saliendo en unos
minutos, mojándome toda la entrepierna. Al darme
cuenta de ello, corrí horrorizada en dirección
contraria. Debía volver a mis aposentos. Ama tenía
que saber lo que me estaba sucediendo. Todo mi cuerpo
se indispuso en aquel instante y la llama de mi
interior me hizo mujer. Al correr aquellas cortinas y
108
mirar a Pitia abrió sus brazos y me dijo con voz
dulce y cálida:
------- ¡Mi pequeña ninfa!
Rodeándome con sus poderosos brazos, sentí el calor
de una madre. Era ella, sí, mi madre, la que en aquel
momento me daba el cobijo y el calor que necesitaba.
En unos segundos apareció Ama. Yo la miré desde los
brazos de Pitia, entre los tirabuzones de su larga
cabellera. Sonreía feliz. Este era un momento
subliminal en el paso que estaba dando.
------- Ya eres una verdadera mujer. (Oí entre sus
delgados labios). Este paso era muy importante en
esta ceremonia, ya que si en ella se jugaba algo, era
el futuro en la unión de aquellas tres familias. Mi
padre estaría muy orgulloso. Golf sería acogido como
uno de los nuestros y Pitia optaba haber a su
descendencia reinar uno de los territorios más
importantes de este nuestro Mare Nostrum. La fortuna
me había hecho mujer en el momento oportuno. Sin
darme cuenta, estaba desnuda y las bellas mujeres
limpiaban mi entrepierna con verdadero amor.
Taponaron aquel derrame de vida y en segundos estaba
otra vez dispuesta para poder salir en dirección al
109
gran salón. Todo este revuelo se hizo en silencio.
Aquella ceremonia había comenzado. Desde los
aposentos oímos el ritual Tántrico, en el cual yo
debía de aparecer, y sin saber cómo, estaba otra vez
en lo alto de aquellas escaleras. No me encontraba
sola esta vez. Todas las mujeres de mis aposentos
estaban a mí alrededor. Ello me hizo sentir mucha más
predisposición a bajar entre aquellas cabezas de
cobras, reflejadas en los altos muros de aquellas
paredes llenas de recovecos. No podía flaquear, ya
que en ello se jugaba el futuro de todos. Este era el
sentimiento que reinaba en mi interior. A mitad de
aquellas escaleras había un descansillo, en el cual
me esperaban dos de los eunucos de palacio. Me
cogieron entre sus poderosos brazos y me portaron
hacia el centro de aquel gran salón. Los chirimías
(Instrumentos musicales de viento), eran los
encargados de dar la bienvenida a mi presencia. La
lira llenó aquel espacio y los tambores
contundentemente reinaron en él. Todo estaba
dispuesto. Cuando puse mi piececito en el suelo, una
gran nube de incienso llenó aquella dimensión y entre
ella mi aparición hizo que todos los presentes
aplaudieran mi presencia. La vida llenaba la estancia
110
y las sombras iluminaban mi paso. Mi cuerpo
desapareció y mi alma indujo a que encontrara el
camino. Sentía los ojos de todos los presentes en los
poros de mi piel, penetrando muy intensamente en él.
En este instante y etéreamente empecé a bailar, mi
cuerpo flotaba y todo mi ser lleno de esperanzas voló
hacia una nueva vida. Cuando los instrumentos
musicales muy tenuemente dejaron de sonar, me
encontraba tirada en el suelo. Los aplausos volvieron
a llenar aquella estancia y miles de pétalos de rosas
taparon mi cuerpo inerte sumido en el ahogo de
aquella gran expresión corporal. Levanté mi rostro y
todas las personas de aquel salón estaban de pie,
felices después de haber disfrutado mi ofrenda a los
Dioses. Mi padre se acercó y ofreciéndome su mano, me
incorporé. Acto seguido mi Amor se acercó hacia mí en
promesa hacia mi padre. Muy aceptada con una sonrisa
de satisfacción por parte de Alejandro, en aquel
instante miré hacia donde mi hermana estaba y, a lo
lejos, percibí el calor y el amor que ella me mandaba
con una suave sonrisa salida de sus labios. Bellos
esclavos me ofrecían a mis pies todos los regalos que
Golf y Alejandro ponían en pago, así como por parte
de mi familia un suntuoso ajuar lleno de
111
preciosidades, joyas. Ricos y maravillosos regalos
llenaron todo aquel salón. Empezaba el festejo
ceremonial sagrado. Poco a poco fueron llegando todos
los comerciantes y amigos de las dos familias
colmándonos con los más bellos presentes que jamás
imaginé. Los cantos de los monjes inundaron el
espacio. No se les podía ver pero sabía que en lo
alto de aquellas escaleras estaban y sus plegarias
serían la antesala de nuestra felicidad. Aquellos
cánticos dieron paso a uno de los poetas homéricos
más conocidos, el cual en ofrecimiento a esta unión,
describió uno de los más bellos poemas de amor en el
dialecto jónico. Oradores, filósofos e historiadores
manifestaron sus sentimientos y aquella ceremonia,•
llena de paz y amor, inundó los corazones de todos
los presentes. Las lágrimas cayeron por las mejillas
de todos y la felicidad inundó aquel reducto familiar
en el que nos encontrábamos. El festejo duro varios
días con sus noches. Pasaron por allí cientos de
personas, agasajándonos con los más bellos presentes.
Muchos de ellos artistas, nos colmaban la vista y el
oído con sus artes y el festejo estuvo lleno de
armonía. Todo fue imprevisto y, al mismo tiempo,
deseado por todos aquellos amigos de nuestras
112
familias. Uno de los más antiguos y bellos rituales
fue traído por el Sultanato de Delhi, donde bellos
bailarines indios hicieron un hermoso rito religioso
de las ceremonias reales de su país.
Las dos familias hicieron un intercambio de anillos y
el sellado oficial de documentos que certificaban la
unión de estas estirpes, exhaustos después de no sé
cuantos días, nos retiramos a nuestras habitaciones.
Nos habían preparado en el ala donde se encontraba mi
antiguo cuarto, un paraíso en el cual muchos de los
presentes de nuestra unión estaban ya colocados en
lugares donde jamás se volverían a mover. Las mujeres
no habían dejado de trabajar durante los días del
festejo. La vida para ellas había seguido en la
elaboración de aquel nido de amor, un lugar donde
Pitia había puesto el toque mágico. Nuestra cama era
un altar.
La habían traído de Babilonia. Era toda tallada con
marfil, carey e incrustaciones de materiales
preciosos. Las patas de ésta eran garras de león
macizas de oro con uñas de marfil y cuatro columnas
de arquitectura romana muy trabajadas con enredaderas
de parra. Los granos de uva daban la impresión que
113
podías comértelos. Eran piedras preciosas granates.
El color de ellos era tan natural como si recién
cogidos de los campos los hubieran puesto allí. Las
hojas de aquellas parras estaban cuajadas de
esmeraldas y del dosel colgaban unas suntuosas
cortinas en seda color marfil bordadas en oro,
traídas de Damasco, enriquecidas por las manos de las
mejores bordadoras. Frente a ésta había un arcón de
las mismas características de la cama, abierto. En él
se encontraban las más bellas joyas que nunca jamás
vieron mis ojos. Estaban traídas de los lugares más
recónditos de nuestros mares. Confeccionadas por
artesanos reales. El mobiliario era todo hecho por el
mismo artista: una mesa redonda con patas cruzadas en
forma de garras de león y dos tronos frente a una de
las balconadas que daban al acantilado noroeste, por
donde salía en este instante un rayo de luz por entre
las cortinas.
Aquel amanecer estaba floreciendo y el sonido de un
arpa sonaba muy dulcemente bajo aquella balconada. El
sueño de aquel amor estaba llegando a un momento muy
importante: Él encontrarme a solas con mi amado
Alejandro, ya convertidos los dos, en marido y mujer.
El baño estaba preparado y las más bellas mujeres
114
regaladas por el rey Persa, nos desnudaban. Sentía el
deslizar de las prendas que me quitaban como jamás lo
sentí antes. Sus pequeñas manos estaban preparando mi
cuerpo para abrir todos mis sentidos. Fue en aquel
instante, en el que me di cuenta de que mis
incipientes pechos se habían convertido en
voluptuosas formas… Eran desconocidas para mi… como
nosotros dos. Todo era mágico e inicial. Estábamos
viendo nuestros cuerpos al desnudo por primera vez,
bajo la tenue luz de aquel amanecer. En segundos,
solos él y yo. Un suave halo de brisa recorrió mis
pezones erizándolos, sentí un sutil dolor…. Mis
hormonas estaban floreciendo… No podía bajar mis ojos
de los suyos, ya que el pudor de verlo desnudo me
hacía verme a mí igual, sin ropa frente a él: una
sensación muy difícil de explicar llena de
sensaciones eróticas. Los ojos de él, sí recorrían mi
cuerpo y sus manos se extendieron hacia mí. Sumergida
en la sumisión de ser su esposa, di un paso hacia
adelante al igual que él. En segundos nuestros
cuerpos estaban en contacto. La sensación era muy
placida, no tenia un solo pelo en el cuerpo, su larga
cabellera plateada… en ocasiones me daba la impresión
de estar con una de mis mujeres… me desperté de este
115
ligero pensamiento, cuando sentí rápidamente su sexo
duro y caliente en mi estomago. Un escalofrío inundó
mi cuerpo. Él me abraza con más intensidad entre sus
fornidos y dibujados músculos… acogiéndome entre sus
poderosos brazos me levantó del suelo, depositándome
en unos minutos en el baño caliente. El olor a azahar
calmó mi nerviosismo y el calor de aquellas aguas
quitó mi frío interior, relajando mis músculos. Él,
todavía fuera de aquel baño, cogió uno de mis
piececitos y empezó a besármelo, introduciendo su
lengua entre mis dedos. Aquel cosquilleo me recordó a
mi niñez. Me hizo sentirme pequeña y poco a poco, me
sumí en la más profunda relajación. Era suya y él lo
sabía. Su lengua recorrió mi pierna llenándome
sutilmente de sensaciones placenteras. Reconocidas en
mis sueños, aquella serpiente que entre ellas
humedeció mi interior… Mi piececito empezó a recorrer
su pecho, abdominales y su sexo, tan duro y firme
como las columnas de Hércules. Mi excitación fue
subiendo y él se introdujo también en aquel baño, en
el cual los dos cuerpos se rozaban entre el fluido de
las aguas que nos rodeaban. Nuestras manos se
deslizaban por las firmes formas de ambos: dos
cuerpos jóvenes sedientos de amor. Entrelazados,
116
disfrutábamos de las más dulces caricias que jamás
había sentido. Sentía su sexo por todo mi cuerpo,
rozaba el mío y me dejaba con ganas de más. No sabía
que había detrás de aquel cosquilleo, pero yo quería
sentir más y hacía que mi sexo volviera a estar
rozando el suyo. Esto nos excitaba mucho más. Las
mujeres, de vez en cuando, aparecían y nos echaban
más agua caliente, no dejando que llegáramos a sentir
frío. Hubo momentos en los cuales en nuestra boca
aparecieron frutas maduras jugosas, que nos hacían
juguetear con ellas llenas de flujos dulces. Su
lengua era penetrante en mi boca, me llenaba y hacía
que mi sexo lo deseara más y más. Sentía convulsiones
dentro de mis más profundos sentimientos. Estaba
enloquecida de deseo. Cuando me di cuenta que el sol
reinaba en aquella estancia. Era muy caliente y, mi
cuerpo al igual que el suyo, también lo estaban. Se
incorporó y entonces fue cuando pude ver todo aquel
colosal sexo frente a mi cara. Saqué mi lengua
deseándolo. Él me miró con una sonrisa y
acariciándolo me dijo:
------- Es tuyo mi reina.
Me volví a relamer mis jugosos labios. El se agachó,
117
comiéndomelos con verdadera pasión, en el mismo
instante en el que sentía otra vez entre mis piernas
la contundencia de aquel sexo en las puertas del mió
rozándome. Me introducía su jugosa y gran lengua en
mi boca, penetrándome en lo más hondo de mis
sentimientos. Con ella, mi sexo latía como mi
corazón, deseoso de más. Bajó con su boca hacia mis
pechos y la llenó con uno de ellos. Mi excitación era
muy fuerte y deseaba aquella penetración con ardor
entre mis piernas. El agua del baño había bajado y,
al igual que su boca, llegó a la altura de mi sexo,
el cual estaba muy jugoso. Me miró unos segundos a
los ojos y relamiéndose los labios con aquella
deseada y penetrante lengua, abrió mis piernas y me
profundizo con ella. Aquella sensación fue tan
potente como el estremecimiento que mi cuerpo
descargó. Llena de pasión, le cogí por los cabellos y
restregué su cara por él. Me miraba con ilusión y
satisfacción. Penetraba mi sexo una y otra vez con
aquella lengua, llena de pasión, me amaba. Al igual
que él disfrutaba de aquel acto, los dedos de mis
pies jugueteaban con su sexo. Llevaba horas tan duro
y caliente... Yo también deseaba tenerlo en mi boca,
besarlo y amarlo, como él hacía con el mío. Hubo un
118
momento en el cual le pedí salir del baño, me cogió
entre sus poderosos brazos y me depositó en la gran
cama que por primera vez acogía a dos amantes. En
ella se encontraba una gran fuente de oro llena de
ostras frescas recién abiertas, vivas. Nuestros
paladares degustaron aquel manjar con aprobación y
nuestros cuerpos mojados siguieron el camino que
habían empezado y entrelazados, nos amábamos con
nuestras bocas, llenas de aquellas jugosas ostras que
nos sirvieron afrodisíacamente con un excelente vino,
afrutado, blanco, joven.
Recorrimos cada rincón de nuestros cuerpos
descubriendo cada escondrijo en ellos.
Placenteramente nos amábamos bajo los rayos del sol,
ya que estaba nuestra cama en posición en la cual
todo él reflejaba la belleza de aquel momento. Los
reflejos del oro y las joyas incrustadas en aquel
nido de amor, brillaban como las gotas de agua en
nuestros cuerpos. Todo era belleza y nuestras lenguas
esculpían nuestros jóvenes cuerpos. Nuestras
posiciones eran acrobáticas y sentí por primera vez
tantas sensaciones indescriptibles hasta este
instante. Su lengua en mi trasero, inundándome de
placer, introduciéndomela una y otra vez en él. Fue
119
en este instante, cuando me di cuenta que necesitaba
más penetración, cogí su sexo con suavidad entre mis
manos y sacando mi lengua, lo abrace con ella. El se
paralizó unos segundos, disfrutando la suavidad de mi
boca, comiéndole su sexo con la adoración de un Dios.
Mientras con sus dedos apartaba los labios exteriores
de mi monte de Venus, su lengua jugueteaba con mi
vulva estimulándome sexualmente al enloquecimiento
erógeno. Sentía mi órgano erecto, vasculizado, duro,
como el suyo en mi boca, fue en este momento cuando
sentí muy suave y lubricadamente una doble
penetración en mis dos cavidades sexuales, hubo unos
segundos de dolor. El himen estaba rompiéndose, me
estaba desvirgando con mucha suavidad, ya que sus
dedos eran mucho más pequeños que su sexo. Muy
suavemente fue introduciéndome dos de ellos dentro de
mí. Aquella excitación era máxima y me introducía su
sexo hasta mi garganta. La cavidad de mi boca era
como jamás imaginé, y aquel miembro dentro de ella
penetrándola me hacía sentir latiendo mis entrañas.
Estaba poseyéndome por todos los rincones de mi
cuerpo. Me estaba haciendo suya. Una gran secreción
lubricante suavizaba aquella penetración con sus
dedos y la suavidad de aquel acto era muy erótica.
120
Había momentos de más excitación y en ellos él
suavizaba el acto dejándome en las puertas de aquella
entre sala de deseo. Sentía placer sin sentir el
orgasmo y lo deseaba con tanta curiosidad.... Estaba
siendo amada con la devoción de una reina. Me estaba
llenando de deseo de más. Sentía sus caricias por
todo mi cuerpo, ya que no dejaba inactivo nada de él.
Profundamente erotizada, lo miró a los ojos
cogiéndolo por los cabellos y le digo:
••------- ¡Penétrame, mi Amor! lo necesito.
Él levantó el rostro y yo giré mi cuerpo, poniéndole
el trasero frente a él.
------- Gírate mi Amor, te he de amar como a una
igual.
Lo miré por encima de mi hombro y él me cogió por la
cintura dándome la vuelta. Me abrió de piernas y se
las puso encima de sus hombros. Colocó sus brazos
bajo mis axilas y suavemente empezó a restregarme su
sexo por las puertas del mió. Yo me retorcía llena de
gusto. No sentía ningún tipo de tabúes sexuales;
estaba dispuesta a que me penetrara por donde él
quisiera, ya que toda mi zona erógena estaba plena de
121
deseo, lubricada después de varias horas de juegos
sexuales, mi libido muy alto y todo mi sexo abierto a
él..... la cama estaba llena de sangre. Mis
estrógenos estaban en pleno florecimiento y mis senos
duros como piedras y mi bello pubico casi
inexistente. La desfloración y mi pubertad estaban
unidas en aquel ritual sagrado que uniría nuestras
vidas. La música no había dejado de sonar y el
romanticismo del momento era sublime. Estaba
totalmente a su merced. Era mi dueño y los dos lo
sabíamos. Su sexo era enorme y sabía que si me
penetraba me haría daño, pero estaba dispuesta a
sufrir por saber lo que significaba ser poseída por
mi amo. En la posición que me tenía estaba totalmente
a su merced, abierta y húmeda. Era el momento. Yo no
había sentido en ningún momento un orgasmo, tan solo
gran placer, ya que en momentos en los cuales estaba
apunto de más... él paraba cortándome el ritmo
ascendente de dicho placer. Su sexo seguía
restregándose por el mío cuando sin poderlo
controlar, sentí la puntita del suyo dentro de mi
vagina. Durante unos segundos, ya que los siguientes
eran en mi trasero donde pretendía introducirse, ello
me excitaba más y más, llenándome de deseo.
122
Necesitaba aquella penetración y hubo un instante en
el cual fui totalmente infiel, pensando en dos
hombres amándome; o tal vez tres, ya que su sexo en
mi boca era tan jugoso y potente. Deseaba más y
quería que me lo diera. En este instante, sin una
penetración interior, fue cuando sentí mi primer
orgasmo. El deseo de más me hizo estallar, y una gran
confusión llena de un placer volcánico… empujo su
sexo con gran fuerza al mismo tiempo que un río de
flujo interior florecía entre mis piernas… en ese
instante el me introdujo hasta los testículos dentro
de mi vagina, el dolor y el placer se unieron,
provocándome un segundo orgasmo indescriptible,
abierta en canal deseando ser llenada, mis manos
agarraban aquel cuerpo con el ansia de hacerlo mió, y
en segundos, una gran fuente de placer llenó toda mi
vagina, con su más calido orgasmo. Una fuente de
energía que él mismo no daba crédito de ella y
sacando su sexo del mío, llenó todo mi pecho de
esperma. Mis manos se dirigieron a él y no dejaron de
acariciarlo, viendo como aquel manantial de vida
salpicaba hasta mi cara. Enardecido de placer, volvió
a restregarme todo aquello por mi sexo y me lo
introdujo en mi trasero, rompiéndome todo lo intacto
123
de mi virginidad. Las lágrimas floraron en mis ojos y
él me las limpiaba con su lengua, mientras me hacía
suya eternamente. Dolida y feliz no dejaba de moverme
facilitándole más placer al igual que él a mí, ya que
en unos minutos volví a sentirme llena con sus
flujos. Aquel orificio estrecho y duro se suavizó y
la penetración se hizo muy placentera. Salía y
entraba en ellos con mucha suavidad causándome mucho
placer. De ello, volvió a fluir un orgasmo tras otro
y cuando en un momento de relajación quise darme
cuenta, el sol ya había cambiado de posición. Era ya
tarde y tan solo los dulces dátiles y el vino eran
nuestra compañía. A lo lejos se oían tambores y el
festejo entre los hombres del pueblo seguía. Era ya
de noche cuando sentí desvanecerse de cansancio a mi
amante marido. En este instante oí a las mujeres
hablar en voz baja y me dispuse a incorporarme,
siendo inútil ya que las piernas no sostenían mi
pequeño cuerpo. Estaba sin ninguna fuerza para
levantarme, y mi voz era tenue:
------- Cecilia, Yolanda, ¿estáis por ahí?
------- Sí, mi Ama. ( Me contesto Yolanda).
------- ¿Queréis algo mi señora?
124
------- ¿Por qué me habláis así?
------- Ya no eres una niña.
Era la voz de Ama. Estaban en la habitación contigua.
Yo intenté incorporar mi cuerpo, ladeando a mi bello
amante desnudo desfallecido a mi lado.
------- No os mováis. Os llevaremos un poco de caldo
con hierbabuena. Están calentándolo. Necesitáis un
poco de alimento para recuperaros.•
------- Por favor entrar; no puedo veros.
Las cortinas se movían y entre los pliegues apareció
Ama.
------- ¿Cómo esta mi niña?
------- Ama, deshecha.
------- Mi noche de bodas no fue tan sonada, ni tan
dulce. ¡Qué maravilloso hombre te han mandado los
dioses, mi niña!
------- ¿Has estado ahí todo el tiempo?
------- Sí, y nos ha costado mucho el no poderos oír.
------- ¡Que vergüenza!
125
------- Callad. No despertéis a vuestro amado.
Entraban a hurtadillas en la habitación, todas las
mujeres. Entre ellas las risas de ver aquel
descomunal cuerpo desnudo en la cama.
------- Está toda la cama llena de sangre. Vamos a
cambiar las sábanas.
------- No. Dejarlas. No lo despertemos.
------- No lo despertaríamos ni aún queriendo mi
niña. ¡ Ayudarme! ( Indicó a las mujeres que lo
empujaran sobre uno de sus costados, y cuando estuvo
la cama hecha por ese lado, lo rodaron hacia él,
terminando de desplegar la gran sabana de lino
blanco)
------- La energía que este hombre ha soltado por
todo tu cuerpo, le costará un montón de horas de
recuperar. Bebe la sopa caliente y duerme junto a él.
En el momento que despierte, querrá más. La sed de
amor será su alimento y tú su comida.
------- Ama, dile a Jhonas que me ha hecho muy feliz
y que lo amaré eternamente.
------- Gracias mi niña. Sabes que para él eres más
126
que una hermana y si tú estás feliz él también lo
será.
-------También dile que gracias a él aprendí como
hacer feliz a un hombre.
------- Calla mi niña, que el subconsciente del
hombre aún durmiendo archiva ciertas cosas.
Entre las mujeres, unas risas de complicidad mientras
miraban a Alejandro. Dormía con su sexo erecto, duro
y brillante, lleno de vida.
------- Quiero también un poco de carne de búfalo.
¡Tengo un hambre feroz!.
Se oían risas de complicidad entre las sirvientas
jajaaaaaaaaa
------- Venga niñas. Salid del cuarto. ¿Es que nunca
habéis visto a un hombre?
Ama estaba feliz, ya que su pequeña niña también lo
estaba, pero ya no la podía tratar como a una niña.
Ya no lo era. Dándole un recipiente en forma de cáliz
le dijo:
------- Esto te lo ha traído Pitia. Cuando estés a
solas y antes de dormirte embadúrnale su sexo con él,
127
y suaviza tu escozor. Cuando él despierte, sólo
pensara en ti y en tu sexo. Será tuyo siempre.
------- Ama ¿tú crees que debo de?....
No le dejó seguir la frase.
------- Haz lo que Pitia te indica. Ella sabe muy
bien qué debes hacer, niña.
No rechistó. Cogió entre sus manos el cáliz y las
cortinas se volvieron a cerrar. Estaba otra vez a
solas con su amante. Metió los dedos en aquel
ungüento y empezó a acariciar el sexo de Alejandro.
El olor que desprendía era como si de miel de pura
abeja reina se tratase, y su instinto le hizo
llevarlo hacia su olfato. Una vez sus dedos cerca de
su boca, lo degustaron y su impulso fue bajar su boca
al sexo de su amado y comérselo con verdadero placer.
Era muy sabroso y dulce aquello. El no despertaba
pero sus facciones sonreían. El placer inundaba el
momento. Aunque estuviera durmiendo su inconsciente
estaba vivo, sintiendo la lengua y la boca de su
amada idolatrando su sexo. Hubo un momento en el cual
pensó en las palabras de Pitia y llevó su mano a su
sexualidad, untándolo con aquel ungüento. Era por un
128
lado refrescante y por otro cálido. Una mezcla de
sensaciones que le hicieron sentirse muy excitada y
siguió tocándose, mientras su boca llena con el sexo
de Alejandro le proporcionaba un placer sublime.
Llegó a la masturbación en soledad y con ella, al
orgasmo, mientras él yacía totalmente dormido a su
lado. Después cayó desfallecida y durmió junto a
él........
Al alba, las gaviotas despertaron entre sueños a
Alejandro, y sintió como una de sus piernas se posaba
sobre su culo, al igual que el calor del sexo de éste
en su cadera. No queriéndose despertar, giró su
cuerpo y se tropezó con los labios de él. Ya estaba
inconscientemente besándola en el cuello y en unos
segundos poseyéndola. Estaba de espaldas a él y muy
suavemente le introdujo su sexo dentro de su vagina
caliente y jugosa, sodomizándola medio dormido. Se
corrió en unos minutos y siguieron dormidos.
Esto sucedió varias veces antes de estar despiertos y
conscientes de ello. La última vez que él la poseyó,
le introdujo todo su sexo en su trasero, ya que ella
así lo quiso poniéndoselo sumisamente a su
disposición. No tardando con las estrecheces en
129
correrse en segundos...
Ya con el sol fuera, les despertaron los cantos de
las mujeres, revoloteando por las estancias
contiguas. El se tapó con las sábanas mientras ella
se levantaba a coger las copas de mosto que estaban
en la mesa.
••-------- Mi amor, toma y bebe. Esto te dará
energías.
En ese instante, apareció entre las cortinas Cecilia.
-------- Buenos días. ¿Tenéis hambre?.
-------- Sí. ( Contestó Alejandro).
-------- Quiero media docena de huevos fritos y un
poco de carne de buey. Estoy hambriento, o me traéis
algo rápido, o me como a esta bella dama.
--------¡ Ja. Ja. Ja. !
-------- ¿No has tenido bastante?.........
Jugueteaban entre las sábanas con las cabezas tapadas
los dos amantes.
-------- ¡Déjame ya, bruto!.
-------- No te dejaré jamás bella dama. Eres mía.
130
¡Ja. Ja. Ja. !
-------- Qué malo eres.
-------- Bella princesa, tú eres el manjar más
exquisito que probé jamás.
Diciendo estas palabras, ya tenía mi sexo en su boca
otra vez, ¡el muy truhán!.
-------- ¡Mummmmm, qué dulce cito. ¡Esto sabe a
miel!.
---------¡ Ja. Ja... ja. !•• Se oía entre las
cortinas, las mujeres estaban alborotadas con la
virilidad del joven hombre.
-------- ¿Se puede pasar?
-------- Sí, hazlo Cecilia.
La voz de EgeaGea era entrecortada, y la sábana
ocultaba el cuerpo de su amante entre sus piernas,
¡ja. ja... ja. !. Era el murmullo que se oía a su
alrededor. Estaba totalmente hechizado por el
sortilegio del ungüento de Pitia, aunque el olor de
los huevos y la carne fueron mucho más fuertes que el
dulce sabor a miel de la entrepierna de su amada.
131
--------- ¡Mummmmmm!, ¡Qué rica olor!. (Fueron las
palabras de Alejandro; mientras se destapaba y sacaba
la cabeza de entre las sábanas).
--------- Seguimos, mi amor, en unos segundos. (Dijo
con una vocecita de niño pequeño y juguetón).
--------- Come. Te vendrá bien reponer fuerzas.
Mañana salimos en dirección a las islas Cicladas.
--------- ¿Tan pronto?..... Ha pasado ya una semana
desde nuestra boda.•¡ Menos mal que te dije en
nuestra primera cita a solas en el acantilado que me
iría al día siguiente! ¡ Ja. Ja. Ja. !
--------- Sí, mi amor.
En estos momentos había pasado de ser niña a ser
mujer y madre, ya que es así en lo que nos
convertimos. Ama siempre me lo decía, “ los hombres
son solamente niños grandes” y era lo que vería en
este instante, ya que con barba de una semana y los
pelos despeinados aquel jovenzuelo parecía un osito
de peluche, dócil y tierno, pequeño y cálido. Nos
incorporamos y en unos segundos nos trajeron las
túnicas para tapar nuestros cuerpos. Nos sentamos por
primera vez en aquellos dos confortables sillones
132
dignos de dioses. La vista desde aquel ventanal era
magnánima. Al fondo nuestro acantilado, el lugar
donde por primera vez pudimos estar a solas. Nos
miramos y cogidos de la mano juntamos nuestros labios
en un cálido beso; en el instante que mi hombre me
dijo:
-------- Volveremos, siempre que tú quieras ver a los
tuyos.
Me leía el pensamiento y yo lo miraba con la
admiración del amor. El flechazo y todo el augurio de
nuestra felicidad se podían tocar; era en realidad el
sueño de cualquier mujer.
Después del desayuno, me retiré con las mujeres para
recomponer mi belleza y poder ver a mi hermana, y a
su retoño. Tal vez sería la última vez que lo hiciera
en un largo tiempo. Al llegar a sus aposentos me la
encontré en lo alto de la torre. Estaba con las manos
en la cara y su actitud me preocupó. Subí corriendo y
al llegar junto a ella, vi en sus mejillas unas
lágrimas.
------ ¿Qué pasa Isis?
------ Nada, mi niña. Solamente lloro de alegría
133
mientras veo como lo preparan todo para tu despedida,
me dijo señalando el barco que me llevaría al otro
lado del horizonte. En sus brazos, el pequeño me
sonreía. Sus ojos estaban ya abiertos y el color de
ellos era del más puro azul cristal. Ojos llenos de
esperanza y de amor.
------ Nos veremos en cuatro lunas, ya que todos
iréis a la fiesta de Delfos, en el Santuario de Apolo
donde será bendecido tu retoño. Así me lo ha
confirmado Alejandro. Debemos de ir delante para
poderlo preparar todo a vuestra llegada. Ahora me
toca a mí adecuar el próximo acontecimiento, y no te
fallaré. Todo lo que he aprendido a tu lado dará su
fruto. Te lo prometo.
------ No es eso lo que me preocupa. Sé que estás
preparada. Es la sensación que me va a dar no tenerte
a mi lado. Es la primera vez que nos separamos desde
que tú naciste, y en el lecho de muerte de madre le
juré que jamás me alejaría de ti; y eres tú la que te
marchas y me dejas. Todo lo que planeamos de pequeñas
se descompone por momentos.
EgeaGea se abrazó en el regazo de Isis, y las dos
estallaron al mismo tiempo en un llanto sumido en el
134
amor y la unión que había entre ellas dos. Esto sí
que de verdad era algo que ni el tiempo ni la
distancia cambarían. Mientras tanto, Alejandro se dio
un baño y salió en dirección a su embarcación. Estaba
todo preparado para la salida. Llevaban esperando una
semana, un poco borrachos pero como siempre
dispuestos. Solamente yo era la última mercancía que
tenía que subir a bordo. Sonaron las trompetas y mi
hermana me indicó el momento:
------- Ve junto a él, te espera.
Señalando la embarcación con su mirada, me dio una
orden.
Al salir de los aposentos de mi hermana, una gran
alfombra de pétalos de rosa me indicaba el camino a
seguir. Volvió a mirar hacia la torre y ella, con un
gesto altivo y con la mirada enturbiada por las
lágrimas, me daba la despedida. A mi paso en él, me
encontré a toda la servidumbre y aquella alegría de
los últimos días, se convirtió en la tristeza más
grande que jamás sentí. Todo eran lágrimas a mi paso.
Estaba confusa. No sabía si volver atrás, pero la
fuerza de la mirada de mi hermana me decía: ¡sigue
adelante!. Es tu camino. Los pétalos de rosa me lo
135
indicaban y seguí aquella indicación divina que me
esperaba. Al salir a los jardines, me encontré con
Florián. Era él el que me había hecho el camino de
pétalos, y en sus manos me ofrecía la ultima corona
que llevaría como única joya en mi salida de la casa
de mi familia. Incliné mi rostro y me la colocó como
si de una reina se despidiera. Sentí la necesidad de
abrazarlo, pero acto seguido miré hacia adelante y
allí estaba Jhonas. Su mirada altiva me indicaba que
tenía que seguir con la mayor dignidad aquel camino
de pétalos de rosas. Al pasar junto a él, no pude
resistirme y caí entre sus brazos. Él, en mi oído
susurró:••
------- Estaré siempre a tu lado. Siempre junto a tu
corazón estará el mío.
Rompí otra vez en un gran llanto. Él separó su rostro
del mío y secándome mis lágrimas con un pañuelo, me
dijo:
------- Aunque seas de otro, serás siempre mía.
En aquel momento, la mano de mi padre extendida junto
a mí me separó de sus brazos. Confundida y totalmente
enturbiada por las lágrimas, rodeé su cuello y
136
estallé otra vez. Toda aquella amargura
indescriptible ahogaba mi presente. El placer de las
horas anteriores se había difuminado; no quería subir
en aquel barco. Él me despegaría de todo lo que me
había rodeado desde mi nacimiento. Altivamente mi
padre me lleva de la mano hacia él, mientras mi
rostro volvía una y otra vez en dirección opuesta
hacia todo lo conocido hasta ahora. Todo aquel camino
me pareció una eternidad. Los lugareños, a mi paso,
seguían tirándome pétalos de rosas, y al final de
aquel camino el mar. En él me esperaban dos hombres
con una pequeña embarcación, la que me llevaría al
gran barco que me alejaría de todos. En aquel
momento, vi un rayo de luz, en la distancia,
Alejandro me esperaba en lo alto del castillo de
proa. Estaba vestido con una túnica azul marino y una
armadura brillante y plateada. Él era la esperanza y
compañía. Era mi único amigo en aquel inmenso barco,
lleno de hombres rudos, esclavos y fugitivos,
encadenados a remar.
Jamás me había parado a pensar en ello y, en estos
momentos, venían a mi mente. (Raudo y veloz) Aquellos
pensamientos. ¡Con lo bien que estaba yo entre los
pétalos de rosas!. Tuve mis puños cerrados y al
137
llegar a la gran embarcación, Alejandro extendió su
mano ofreciéndome su fuerza para salir de aquel bote
y subir a bordo. Al abrir mi mano para encontrar la
suya, el pañuelo de Jhonas sé cayo al mar, al igual
que la corona de Florián. Allí se quedarían todas mis
lágrimas y mis sueños de juventud, ya que Alejandro
me trató con tanto amor que toda mi tristeza
desapareció en segundos, recogiéndome entre sus
brazos y sujetándome en ellos hasta que en el
horizonte desapareció la tierra. Era ya el atardecer
y también el sol se estaba esfumando entre las nubes
rojizas. El horizonte era un punto hacia el cual nos
dirigíamos. Nuestro objetivo era encontrar la isla de
Milo. Llevábamos en la bodega del barco grandes
piedras de mármol blanco y un obelisco, los cuales
estaban destinados a ser parte de un Templo y en él
la escultura de una mujer que representara a la Diosa
del Amor y la Belleza. Alejandro sería el escultor y
yo su diosa y modelo. Las dimensiones eran magnánimas
y solamente una galera romana podía transportar tales
obeliscos. Aquella galera tenía más de cincuenta
metros de eslora por catorce de manga y puntal. Se
aparejaba con velas cuadradas sobre tres palos y
tenía una gavia sobre la vela mayor. Durante los días
138
posteriores a nuestra salida, el sol abrasador me
tenía atontada y pasaba la mayor parte del día abajo,
en el camarote de mando. Era un bello lugar con
muchos objetos personales. Es el Barco de Golf que el
día de nuestra boda nos lo ofreció como regalo de
ésta; para que pudiéramos seguir juntos hasta las
Cicladas donde todavía se conserva en Andros la casa
familiar de su estirpe. También estaríamos en Delfos
donde mi padre me contó que fui concebida con tanto
amor, pensando en voz alta con mi corcel. El también
fue engendrado en el Santuario de Apolo. Al igual que
yo, tan sólo una vez estuvo allí de niño, y por
primera vez para ambos íbamos hacia aquel lugar
juntos y con la madurez para poder apreciar lo que
nuestros familiares nos ofrecían. Era todo de cuento
de Dioses y en los momentos en los cuales me
encontraba sola decidí escribir toda esta historia,
la historia de nuestras vidas. Estaba impaciente por
llegar, por ver en el horizonte como serían aquellas
tierras que nos dieron la vida a los dos. Al
atardecer me preparaban un palio donde descansaba
viendo las puestas de sol. La brisa del mar hacia que
mi blanca piel se pusiera de color dorado, sin estar
ni un solo instante bajo su reflejo. A mi lado
139
siempre un maravilloso músico, el cual me tocaba
dulces baladas de amor. Comía y bebía sin parar y los
momentos en los cuales Alejandro estaba junto a mí,
siempre quería y conseguía mis favores, terminando
haciendo el amor en cada rincón donde estuviéramos a
solas. No-solo era un artista, sino que también era
un gran navegante como su padre. Había heredado
muchas cosas buenas de éste. El poder también era una
de sus cualidades. En un espacio tan pequeño como
puede ser un barco, era muy comprensivo y cordial con
todos. Me seguía enamorando con sus actitudes y
personalidad. Todo aquel viaje fue en realidad un
viaje de bodas, un sueño.........
Había momentos en los cuales nos encontrábamos a
solas en nuestro camarote que me decía con una
vocecilla picaresca:
------- ¡Baila para mí, mi reina!
Era un grandioso agasajo. Pitia había dispuesto un
gran baúl hecho de madera de Ébano con el gran dibujo
de un pavo real con incrustaciones de marfil, jade y
corales, lleno de ricos vestidos y joyas de ensueño.
Yo en mis ratos de soledad, preparaba con verdadera
pasión aquellos complementos, los cuales lucía para
140
mi buen amado. Sabía siempre que terminaba quitándome
pieza por pieza cada una de ellas y terminaba
bailando desnuda. Me sentía tan feliz, era la forma
más maravillosa de poderlo hacer, ya que no sentía el
peso de las ricas joyas y las sedas. El calor de mi
cuerpo así me lo indicaba y mi corcel secaba mi sudor
con las caricias de su lengua. Me excitaba tanto
aquel ritual que el amor que más tarde entregaban
nuestros corazones era subliminalmente placentero y
el erotismo me llevaba al cielo. Nos amábamos.
El único lazo de unión con mi casa y con mi familia
eran mi buena sirviente Yolanda. Bubu y el caballo
blanco que me había regalado mi hermana. Una bella
yegua árabe, estaba a bordo y había momentos en los
cuales yo me refugiaba junto a una de ellas. Los
primeros días estaba un poco inquieta y necesitaba
mis caricias. Al igual que yo, allí también
descansaba de toda la agitación que sufría mi vida
junto a aquel hombre. En las comidas le dábamos unas
hierbas las cuales la dejaban muy relajada, pero mi
ternura la hacían estar más despierta y corría menos
peligro de sufrir los altibajos tan grandes que les
proporcionaban dichas hierbas. También se encontraba
Apolo, el caballo de mi buen amado. Era negro como el
141
cielo y brillante como el ónix. Es un caballo de la
Bretaña, una raza que por estos mares es muy cotizado
y raro de ver. El también agradece mis caricias y
Alejandro ve con agrado el tiempo que yo dedico a
ellos todos los días. Entre estos dos caballos de tan
diferentes razas, también veo mucho amor, ya que se
refugian uno en el otro y siempre los encuentro
abrazados, un comportamiento que parece humano. Se
refugian uno en el otro y es muy bello poder
disfrutar de esta conducta. Pienso que, al igual que
nosotros, ellos dos han nacido el uno para el otro.
Mi buen amado me explica que, en Delfos empieza la
gran fiesta del verano y que debemos de prepararlo
todo para que en unas semanas nuestras familias
acudan a nuestra fiesta de bienvenida en ella. Es el
lugar donde vamos a vivir por un tiempo. Está
preparando un trabajo escultórico para la terminación
de un templo. También tengo que preparar la casa de
AndrosDelfos, ya que nuestras familias se instalarán
en ella el tiempo que estén por las Cicladas, siendo
necesario el estar durante este periodo en aquellas
islas, aunque Alejandro es inquieto y quiere que
viajemos hacia Egipto, ya que quiere estudiar a los
grandes escultores del periodo predinastico. Necesita
142
tener de cerca las esculturas de los faraones y
gobernantes sobre las que se cuentan reposan los
espíritus que perpetuarán la memoria de los difuntos.
Hay un material con el cual le es muy interesante
trabajar, que es la Diorita: unas rocas cristalinas
de grano gordo volcánicas. Es apasionante el poder
compartir las cosas que me cuenta. Me hace muy feliz
el escucharlo. Ha creado en mí la necesidad de saber
más. Está muy interesado por llegar a la Ciudad
Celestial y visitar el Templo de Amón en Karnak. El
sueño de pisar la Avenida de las Esfinges le fascina.
He oído tantas historias en la boca de mi buena
hermana.... ya que ella siempre me contaba todas las
historias que mi madre le contó antes de su
fallecimiento. Ahora sería yo quien le contara a ella
y a mi sobrino mi viaje y mis historias; por ello
tenía que recordarlo todo. Este fue el sentimiento
que tuve cuando le pedí a mi buen amado el
consentimiento para poderlo escribir todo, su
contestación fue:
------- Eres libre de expresar tus sentimientos y
deseos. En Egipto aprenderemos algo que los más
viejos escribas nos enseñarán, será el poder
transformar nuestros pensamientos en jeroglíficos.
143
Quiero aprender ese arte y sé que a ti también te
gustará, mi bella dama.
El pensar que puedo llegar con él a aprender tantas
cosas que sólo los hombres podían, al igual que el
llegar a todos los templos más importantes que
aparecen en los escritos, hechiza mi presente
envolviendo mi vida en un futuro mágico.
Lo adoro en muy poco tiempo y mi vida se llena de
esperanza. Me siento plena y llena de amor.........•
En no muchos días empezamos a ver costas. Mi joven
esposo estaba asesorado por un viejo compañero de
Golf, un hombre irakí el cual llevaba navegando toda
su existencia. Su padre lo encontró en el mar
Arábigo, perdidamente enamorado de la mujer de un
sultán, la cual dejó tal huella en él, que no quiso
saber nada más de mujeres, embarcando con Golf y
siendo su mano derecha hasta el momento en el que
pasó a ser el guía de nuestra vida. Él conocía todos
los peligros de los mares, al igual que a los
gobernantes de ellos. Era nuestro salvoconducto, el
guía de nuestro futuro. Alejandro estaba siempre a su
lado. Sabía que de él aprendería todo lo que su padre
le quería dejar, ya que éste tenía muchas propiedades
144
y palacios por todos los mares, imposible de llegar a
ellos sin un tutor y así lo había designado Golf.
Sumer, que así se llamaba, era un duro hombre, al
cual le faltaba una pierna, llevando una de madera,
la cual, Alejandro le talló en forma de dragón. Fue
el castigo del Sultán cuando se enteró de la
infidelidad de su mujer. Él era un hombre muy joven y
este acto tan humillante le hizo desaparecer de la
tierra y meterse en los mares de por siempre. Jamás
bajaba a tierra. Conocía nuestro barco “ E l dragón en
llamas ” mejor que nadie. Se decía entre los marineros
que era su mujer.
El primer lugar donde pisamos tierra era la isla de
Eubea, para repostar agua y víveres. Es un bonito
lugar, en el cual hay todo tipo de animales. Vacas,
cerdos y ovejas pastaban en los verdes prados de sus
fértiles llanuras. Allí nos recibieron con sencillez,
ya que sus moradores son simples hombres del campo.
Días más tarde, llegamos a las costas de
AndrosDelfos. Me sorprendió el que fuera un lugar tan
montañoso y tosco. Allí fue todo un acontecimiento
nuestra llegada. Era un gran suceso el que Alejandro
viniera con su esposa para vivir en la casa que
145
durante años había sido guardada por una familia
hindú que Golf había hecho traer de uno de sus viajes
por Asia Menor, de la región de Frigia donde había un
mármol muy preciado llamado Frigio. Me sorprendió la
belleza de aquellas personas, las cuales eran muy
especiales, ya que era muy difícil de averiguar su
sexo. Eran de piel color púrpura y pelo largo negro.
Lo mismo ellos que ellas, no se habían mezclado con
los aborígenes de la isla y llevaban con mucho
orgullo la pureza de su raza. Al acompañarme a
visitar nuestro hogar, me extrañó la construcción de
él, el cual estaba hecho a partir de una habitación
central dominante o megarón, presidida por el Dios
Zeus, Dios del Cielo y soberano de los dioses
olímpicos, padre de los dioses y de los mortales, a
los que se llegaba desde un patio cruzando un pórtico
flanqueado por columnas. Entre ellas, se encontraba
Nereo Dios del Mar con sus hijas las Nereidas ninfas
del Mediterráneo. Aquellas bellas esculturas parecían
tener vida. Aquel noble espacio tenía un hogar
central, rodeado de cuatro columnas, construido con
bloques macizos e irregulares de mampostería
ciclópea.
Todos los muebles de la casa eran de madera de roble,
146
y en muchos de ellos predominaba un símbolo
majestuoso: él águila. Al llegar a un gran espacio,
el olor penetrante de la esencia de rosas me hizo
vislumbrar nuestra habitación. Era un espacio enorme
y circular con gruesos doseles de piedra. Parecía un
lugar construido por gigantes, al igual que nuestra
cama también era redonda y desmesuradamente grande.
En lo alto de ella, había la cabeza de un león con
las fauces abiertas, y toda ella estaba cubierta por
la piel de varios leones. Frente a ésta estaba la
Divinidad Rea o Cibeles, madre de los dioses
olímpicos, Diosa de la Naturaleza y la Fertilidad.
Era una Titánida hija de Urano y de Gea, cielo y
tierra, mujer del Titán Cronos, erguida
majestuosamente mirando fijamente hacia aquella gran
cama, salida de un gran baño tallado en mármol de una
sola pieza también redondo, en el cual podían caber
más de cuatro personas dentro. De los pies de ésta
brotaba en todo momento un manantial de agua y en la
superficie del agua flotaban pétalos de rosas. Me
sentí un tanto retraída en aquel momento. Más tarde
me dí cuenta del significado de todo ello, el poder
de lo sublime. Mi joven amado era un hombre muy
afortunado y tremendamente rico, como me había dicho
147
mi hermana en aquel nuestro último paseo por el
acantilado; y yo, la mujer más agraciada del planeta,
ante la situación en la que me encontraba, ya que era
su cónyuge. Mientras yo disponía con Yolanda donde
iban emplazadas nuestras pertenencias, Alejandro se
encargaba de que los materiales que debían de
descargar, Androsno sufrieran ningún percance. Era
una tarea muy dura y arriesgada, ya que se
necesitaban grandes troncos y cientos de brazos para
poder deslizar aquellas gigantescas piedras hasta el
lugar donde debían de ser trasportadas. Aquella
noche, lo tenía todo dispuesto para cenar en nuestros
aposentos. Mi buen amado estaba totalmente desecho,
al llegar a ella y decirle:
------- Mi amor ¿quieres cenar?
Su contestación fue clara y concisa.
------- La cena eres tú............
No me dejó reaccionar y cogiéndome entre sus
poderosos brazos me introdujo en aquel baño. Me trató
con mucho mimo y dulzura, lavándome como si de su
pequeña ninfa se tratase. Más tarde, me sacó entre
sus magníficos brazos y me tumbó en aquella gran cama
148
y abriéndome de piernas, me comió las entrañas
lubricándomelas jugosamente al meter sus sensuales
labios entre ellas. Me miró fijamente con sus
rasgados ojos negros y me dijo:
------- Me gusta tu olor y tu sabor, mi amor.....,
eres el mejor manjar que los dioses han creado en la
tierra.
Así entramos los dos en nuestro nuevo hogar. Después
de gozar como una reina, el Olimpo nos acogió entre
los brazos de Morfeo, y yo reposé junto a él como un
corderillo junto al león de la selva. A media noche
me desperté, mi buen amado estaba con su sexo erecto
y desafiante junto a mí. Sin dilación cogí el
ungüento de Pitia y lubriqué su sexo, quedándome
dormida junto a él.
A la mañana siguiente, un fuerte olor sexual me
despertó y al abrir los ojos pude apreciar que, entre
sueños, Alejandro había tenido un poderoso orgasmo.
El flujo de su sexo estaba sobre los músculos de su
bien formado abdomen y sólo con sacar mi lengua pude
saborearlo sin que él lo percibiese. Seguía durmiendo
como un ángel. Degustando aquel manjar, me volví a
quedar entre los sueños adormilada. Fue entonces
149
cuando un gran escalofrío recorrió mi cuerpo y, sin
saber cómo estaba rodeada de bellos cuerpos alrededor
del mío. Sentía el calor de ellos y la suavidad de su
piel, diferente a la nuestra. Eran suaves y mis manos
se deslizaban por aquellos talles al igual que las
delicadas manos de ellos sobre el mío. La gran
sorpresa la tuve al mirar a mi amado saboreando
delicadamente el sexo de otro cuerpo junto a mí. La
sensación fue muy placentera, ya que al mirar
fijamente el rostro de aquella persona no supe cuál
era su sexo, indeterminado como sus formas, bello sin
igual. Su boca alcanzó la mía y nos unimos en un
suave beso. Aquella lengua entraba en mi boca
delicada pero contundentemente. Hubo momentos en los
cuales era tan sexual como posesiva. Fue entonces
cuando pude apreciar que estaba comiéndome el sexo de
aquel ser indefinido, mientras otras lenguas
saboreaban todo mi cuerpo. Me retorcía de placer.
Mientras, sentía sobre mis caderas los pequeños
pechos de otra mujer, al igual que su lengua en mi
sexo. Al querer volver otra vez mi rostro hacia mi
hombre, este poseía por detrás aquel cuerpo de sexo
desdibujado. Aquella confusión me hizo despertar de
un sobresalto, y volviendo a la realidad de aquella
150
mañana.• Mi amado, me cogió entre sus poderosos
brazos y poniéndome de espaldas, me introdujo su sexo
hasta el alma, suave y lentamente. Me corría en ese
instante.......•• Así, día tras día, una historia
diferente aparecía en mi mente. Hubo un momento el
cual me preocupó la sensación tan sexual que tenía,
ya que cada vez que estaba cerca del servició sentía
mi entrepierna jugosa y húmeda. Aquellos personajes
me atraían mucho sexualmente, y no me atrevía a
decirle nada a Alejandro. En aquella gran cama, un
sueño tras otro me sucedía. Era como si otras vidas y
otros encuentros aparecieran en mi mente. Para todo
había cabida en ella. Siempre al despertar, la mirada
penetrante de aquella gran dama que presidía nuestra
habitación, y sin dilación el encontrarme con el
cuerpo de mi hombre siempre dispuesto a darme su
amor. Había una conexión entre aquella gran dama y
yo. Las dos lo sabíamos. Por las noches, cuando
Alejandro llegaba antes de estar yo dormida, le
gustaba que bailara y había algo que desde el primer
momento sentí, la necesidad de hacerlo junto a ella.
Suavemente restregarme con sus formas me excitaba y
sentía que a mi hombre también le gustaba. Había
momentos en los cuales no la sentía fría como una
151
estatua, sino que su piel rezumaba calor. Era una
sensación indescriptible. Estaba viva y las dos
gozábamos de aquel ritual sexual. Había momentos en
los cuales sentía los brazos de ésta rodeando mi
cuerpo, al igual que su lengua sobre mí. Desde
nuestra llegada a la isla hacía tres noches los rezos
de los sacerdotes Coribantes. Inundaban nuestro
hábitat. Yo sentía verdadero terror. Por ello, cuando
Alejandro no estaba a mi lado, a la bajaba del sol,
yo me refugiaba en aquella habitación, en la cual en
el momento que me dormía, el placer inundaba mi
mente, y los cuerpos de aquellos seres me
proporcionaban el mayor placer que pudiera imaginar.
Nunca me sentí sola allí, esperando sin impaciencia a
mi esposo, que al llegar, siempre me encontraba
húmeda y jugosa, deseosa de más.......
Alejandro se pasaba muchas horas trabajando en sus
cosas y me dejaba mucho tiempo libre para poder
conocer aquella isla. Mi dócil caballo blanco me
llevaba a rincones mágicos. Uno de ellos fue el
descubrir entre dos montañas cercanas un valle al pie
del Monte Cynthus un valle. Este el cual daba una
gran cala en la cual, un gran altar se erigía
esplendido, era desde donde oía los cantos y los
152
rezos de los monjes. Sí, tenía que ser desde allí,
aquel mágico lugar estaba presidido por el Dios
Poseidón, soberano del mar, bello y robusto como
hombre sin igual. Este altar estaba lleno de ofrendas
frescas, perpetuando un lazo entre lo sagrado y lo
divino. Estas eran frutas, flores y grandes vasijas
de vino. También había restos de sangre con trozos de
animales. Estos restos otras alimañas los habían
devorado. Me impresionó aquella escena y a mi vuelta
a casa me perseguía la atmósfera de aquellos
sacrificios. Ese mismo día, Alejandro no llegó al
atardecer y mi curiosidad por aquellos cantos me
llevaron a ir a los corrales. Monté a mi corcel y
salí en dirección a los cantos. Llevábamos varios
días de luna llena y hoy era el día en el cual ella
estaba mucho más plena. Fue por ello, por lo que me
atreví a salir en la oscuridad. Al irme acercando
pude apreciar el halo de luz de las antorchas y
hogueras y el tumulto de la gente, los gritos
frenéticos y los músicos con timbales, tambores,
flautas y címbalos, me atraían compulsivamente. Dejé
mi caballo atado a un árbol, en el cual había
descansado cuando bajé por la mañana y me deslicé
entre los arbustos furtivamente, al situarme en un
153
lugar donde podía ver bien todo aquel espectáculo, me
recordó a mis incursiones en lo alto de la escalera y
tras las cortinas de nuestra casa. Desde allí pude
ver a una sacerdotisa bellísima la cual presidía toda
aquella ceremonia. Su expresión era de estar fuera de
sí. Estaba vestida solamente con una gasa blanca
traslúcida. Sus formas sensuales andróginas me
hicieron desear su cuerpo: mensajes en mis
pensamientos los cuales pasaban por mi mente desde la
primera noche que dormí en la isla. En este momento
una cierva gigante estaba siendo sacrificada,
degollada viva por tres eunucos gigantes. La
sacerdotisa recogía en una gran copa de oro repleta
de piedras preciosas la sangre de aquel animal. La
ofrecía a los presentes y la bebió en aquel instante,
cayéndole gotas de sangre por los lados de su boca y
posándose en sus vestiduras pegándose a su piel. Era
tan sensual todo aquel acto, que cuando quise darme
cuenta, estaba con mis manos entre las piernas
masturbándome. Todo aquel acto me excitaba
enormemente. En este preciso instante sentí mis
pechos entre dos pequeñas manos sin saber cual era su
sexo, gustosamente masajeándomelos. Acto seguido, su
mano derecha me levantaba mi cabellera y me
154
mordisqueaba el cuello gustosamente. Me erizaba la
piel y mi mano en mi sexo se humedecía. En aquel
punto, sentí su lengua bajando por mí espalada y de
un tirón me dejó desnuda. No mire hacia atrás. No me
importaba quien fuera. Era tan placentero el acto,
que me dejé llevar por el momento. Aquella lengua
bajó hacia mi trasero y me comió el alma. Vino a mi
mente Jhonas. Me tenía muy bien agarrada por mi larga
cabellera y era imposible moverme; pero yo tampoco
quería hacerlo. Inmovilizada, me dejaba gustosa y
placenteramente violar, sintiendo un sexo mucho más
pequeño que el único que había sentido dentro de mí.
Restregármelo por mi trasero. Estaba muy excitada y
lubricada, cuando de un acto reflejo potente y seco
me introdujo aquel sexo en mi trasero, sentí a las
puertas de éste un pequeño dolor, pero el tirón de mi
melena en el mismo momento apaciguó ese instante,
sintiendo rápidamente tanto placer que en segundos
estaba disfrutando de aquel acto animal. No dejé de
moverme ni un segundo al compás de él, al mismo
tiempo masturbándome. El placer nos llegó a los dos
al mismo tiempo y me llenó todo mi culo de una gran
corrida caliente y excitante. No miré hacia atrás,
mientras él se cogió a mi cuerpo para no desfallecer.
155
Era un hombre de estatura pequeña. Sentí su sexo
bajar de presión dentro de mi trasero y, al igual que
aquel desfallecimiento fue su huida, suave y cálida,
en una grata noche de primavera.
Cuando quise reaccionar estaba apoyada en un árbol
medio desfallecida, desnuda, deshonrada, corrida,
placenteramente violada, orgullosamente poseída.
Recompuse mis vestiduras, sin mirar hacia aquella
ceremonia. Cuando quise fijar la mirada en ella, mi
fiel amado estaba en aquel altar sobre aquella mujer
virgen desflorándola. Me quedé totalmente
petrificada, no pudiendo reaccionar. Yo había hecho
lo mismo con un desconocido segundos antes. No podía
bajar allí con la cabeza alta, y vi sin pérdida de
detalle el resto de aquella ceremonia. No solamente
la poseía, sino que ella no estaba presente en ese
acto ya que se veía fuera de sí, en trance. Era muy
joven. Tal vez once o doce años. Estas mujeres sabían
que era un deber sagrado y eran inducidas a comer el
Hongo Divino desde su más corta infancia,
preparándolas para este tipo de rituales por
ciudadanas libres que servían desempeñando las
funciones del mantenimiento del Templo. A su
156
alrededor otros personajes bailaban y después de
poseer a esta joven virgen, fue pasando por actos
sexuales con todos aquellos danzantes: hombres y
mujeres, sin importarle su sexo, jóvenes y bellos
como los personajes de mis sueños. Mi hombre estaba
delante de mí, siéndome infiel a nuestro lazo y
promesa de unión. No quise ver más y me retiré en
dirección a mi caballo. Allí, junto a mi amiga blanca
como la nieve, estaba atado el caballo negro de mi
amante. Quise pensar rápido, pero la mente sola me
daba para considerar en que había llegado después que
yo y me había visto humillada por aquel pequeño
hombre al que jamás vi su rostro. Confusa, me monté
en él y en el camino de vuelta, llorando y muy
triste, sólo pensaba en lo humillante que podía haber
sido para él verme con aquel hombrecillo del bosque.
Al llegar a mis aposentos, pedí que me pusieran un
baño. Necesitaba lavar aquel horror de mi cuerpo. No
dejaban de aflorar mis lágrimas en mis ojos y el
pensamiento de aquella gran cama ante mí, me hizo
reflexionar el porqué de aquellos sueños, en los
cuales, tanto él como yo actuábamos obscenamente con
otras personas, sin importarnos el sexo de estas.
Aquella familiaridad sexual me hizo mirar fijamente a
157
la Diosa Frigia frente a mí, preguntándole en voz
alta:
------- ¿Por qué yo?
Hubo un segundo en el cual pude percibir los ojos de
aquella Diosa mirándome fijamente, y por mi mente
pasaron estas palabras.:
------- Eres la elegida.••
Horrorizada y sumida en una gran desolación, limpiaba
mi cuerpo. Cuando llega Alejandro, venía limpio, sin
rastros de sangre ni semen, sólo polvo del trabajo.
Su mirada era la de todos los días, jovial y decidido
se acercó a mí y besándome en la frente me dijo:
------- Hazme lugar en tu baño que limpie el polvo de
la cantera.
Aquello me hizo estallar en un llanto frenético sin
pausa. Se acercó a mí y abrazándome me dijo
consolándome:
------- ¿Qué pasa mi bella dama? ¿Te sucedió algo en
el bosque?
-------- ¿Me viste?
158
-------- No, mi amor. Te busqué, ya que al volver a
casa vi tu caballo atado en el sendero que da al
altar de Dios Poseidón, en el cual el ritual estaba
en plena culminación y me quedé observando desde lo
alto de la ladera. No quise perderme detalle, ya que
jamás lo había visto. Llevan varios días invitándome
a ir los lugareños pero termino muy tarde y no me ha
sido posible. Hoy venía un poco antes para que
fuéramos juntos, y al encontrar tu caballo, pensé en
encontrarte a ti, mi bella dama; pero totalmente
abstraído por el ritual, cuando volví en mí fui hacia
el sendero y tu caballo ya no estaba. Por ello volví
raudo a casa, tuve miedo.
En este instante, los dos abrazados lloraban, unidos
en el lazo de amor de la cotidianidad de todos los
días. Jamás ninguno de los dos nombró aquel atardecer
en la colina, que da al valle del Dios Poseidón.
Se amaron en el baño y más tarde, ya en la gran cama,
durmieron entrelazados como lo hacían siempre.
Al crepúsculo matutino con los últimos cantos
ceremoniales, Alejandro se despertaba y al ver el
hermoso trasero de su dama, sin pensárselo se lubricó
su sexo con su propia saliva y la cogió de la
159
cabellera y, sin dejarla reaccionar, le introdujo su
sexo en el de ésta. Aquel momento fue muy doloroso
pero EgeaGea no dijo absolutamente nada. No fue capaz
de quejarse del gran sexo de su amado. En este acto
duro y frívolo se dio cuenta que su amado sí había
sido observador de su furtivo incesto. Mientras la
violaba le decía:••
--------¡ Mastúrbate, zorra!
Fue muy corto, ya que mi sumisión lo excitaba más y
más. Había sacado su sexo y seguía masturbándose
sobre mi culo. En unos segundos, sentí su semen por
toda mi espalda llenándome toda con su jugoso y
caliente esperma. Aquel acto sexual, fue el comienzo
de una relación mucho más animal por parte de los
dos. La ternura y el deseo de amor de los comienzos
era mucho más pasional, y este otro tipo de placer
nos gustaba a ambos. Aquella mañana no nos levantamos
de ella. Gozamos hasta la hora del almuerzo con todo
tipo de perversiones que hasta el momento no nos
habíamos planteado en nuestra relación sexual. Hubo
palabras fuertes y actos duros, sumisión, abuso,
dominación, obediencia y docilidad por mi parte. Este
fue el principio de mi esclavitud sexual con aquel mi
160
hombre, mi amo.
Al levantarnos de la cama, aquel al medio día y
meternos en el baño, me dijo con voz clara y firme:
------- Hoy necesito tu presencia en el Altar de las
Almas. Estas palabras me las decía mientras me
acariciaba el rostro con una gran ternura.
------- ¿Voy contigo?
Al levantarse del baño con un porte señorial,
poniéndome su miembro a la altura de mi rostro, me
dijo mirándome fijamente a los ojos.
------- No. Yo salgo ya en cuanto desayune algo.
Arréglate sin prisas hoy, ya que estarán todos juntos
con sus familias. Este es un gran acontecimiento que
llevan preparando meses. Es necesario que sienta tu
presencia en él al atardecer. Necesito esa luz para
poder ver tu hermosura en el Templo. La creación de
mi trabajo necesita una gran concentración y la
aprobación de los sabios. Es muy importante.
Necesitan ver la pureza de tu alma. Ponte muy bella.
Vendrán amigos de las montañas. Son el grupo más
interesante de artistas y eruditos que he conocido.
Todos amigos de mi padre, que siguen fieles en el
161
levantamiento del Templo y quieren conocerte. Para
ellos es muy trascendente tu presencia, ya que tú,
serás el modelo de mi gran obra. Para ello he sido
aleccionado durante todo mi periodo de aprendizaje en
Italy. Mi padre me trajo aquí teniendo siete años, y
conviví con ellos durante tres veranos, mezclándome
con sus hijos y sus familias. Son grandes amigos los
que hice en aquel periodo de mi vida, en el cual los
más viejos, siempre me hablaban de mi madre como una
Diosa, y yo no comprendía cómo no estaba junto a mí,
como las madres de mis amigos. Fue duro pero muy
aleccionador, ya que ellos me explicaron el
significado y el concepto de todo este trabajo,
pidiéndole a los dioses durante todos estos años la
vuelta de Golf a estas tierras libres de cargas para
poderse unir otra vez a Pitia. En aquel momento, las
obras estaban ya en un periodo muy avanzado,
conociendo cada rincón de esta isla y el proyecto con
detenimiento. Para mí era un placer, pero ellos
sabían muy bien lo que hacían en este juego conmigo.
Los planos de este maravilloso proyecto estuvieron
siempre junto a mí, en todos los lugares donde
estudié, los más afamados artistas con los que me
instruía, me formaron y aconsejaron para que esta
162
gran obra se terminara bajo mis órdenes. Los han
comprobado y la terminación de obra es magistral.
Este Templo será la gran obra de Golf, con la cual él
se retirará y dejará paso a su sucesor y este soy yo,
mi amor.
------- ¿Te sientes muy orgulloso de tu padre?••
------- Me siento orgulloso de los dioses que han
hecho posible el amor de él con Pitia, ya que siempre
supe que mi madre era un pilar muy importante en mi
vida. He tardado muchos años en conocerla pero me
siento muy feliz en saber que esta obra se creó en el
seno del amor que mi padre sintió por ella, y también
gracias a esta relación he tenido el inmenso placer
de conocer a mi Diosa.
Su mirada era tan bella como el amor que me
profesaba. El vicio de los momentos anteriores a esta
escena era subliminalmente el comienzo de un gran
amor terrenal.
------- ¿Cómo quieres que vaya vestida?
------- A tu antojo. Siempre estás muy bella.
Me miró obscenamente, mientras se tocaba su sexo
163
frente a mi rostro.
------- ¿Cómo llegaré hasta allí?. No sé el camino.
------- Sigue la ladera este y, pasado el primer
valle, verás un gran obelisco. Es la entrada del
valle, no tiene pérdida.
Estas últimas palabras, me las decía saliendo de
nuestros aposentos, desnudo. Me quedé pensando unos
segundos mientras me preguntaba ¿ Dónde va desnudo?
Él, en ese instante volvía a entrar, distraído y con
una sonrisa de pillo.
------- He visto entre las cortinas un movimiento
extraño y, al acercarme, un personaje pequeño y
curioso salía por los pasillos. No he podido
alcanzarlo, ya que me he dado de morros con Yolanda y
he vuelto rápidamente. Mientras, ella se ha echado a
reír.
Una risa nerviosa inundó aquella estancia. ¿Sería el
personaje del bosque con el que le he sido infiel?
era mi pregunta.
Se vistió y se marchó. Yo no salí del baño hasta que
llegó Yolanda, y en él me estuve tocando mis pechos,
164
los cuales noté muy calientes y tirantes. Parecía que
me estaban creciendo. Al verla entrar en mis
aposentos le dije de inmediato:
------- ¿ Lo Viste?
------- ¿A quién, pequeña flor?
------- Al pequeño hombre que corría por los
pasillos.
------- Por los pasillos sólo he visto a tu potente
esposo correr desnudo, y de pequeño nada, ¡ ya qué
esta muy bien dotado! Ja. Ja...
------- Yolanda, tengo un secreto que contarte.
------- Si me lo cuentas dejará de serlo.
------- Necesito un desahogo y en ti confío.••
------- Cuéntame sólo lo que jamás te arrepientas de
contarme.
------- Estuve ayer en el bosque viendo el ritual.
------- Yo también.
------- Y me pasó algo muy extraño. Sentí como un ser
pequeño como un duende se apoderó de mi cuerpo,
165
violándome.
------- A mí me sucedió algo semejante, pero fue el
hijo de Akbar y tuve una muy buena experiencia sexual
que no olvidare. Los duendes no los puedes ver y yo a
éste no sólo lo vi, sino que me lo comí. ¡ Ja. Ja...
ja. !. Es muy joven y pequeñito, pero es muy travieso
y se las sabe todas. Me gusta.
Me quedé aturdida, pensé rápidamente, vi a aquel
pequeño ser follándose a todas las mujeres.
Horrorizada, le dije a Yolanda:
-------- ¿Estás segura que fue él?
-------- Sí. Disfrutamos mucho entre los árboles. Los
dos estábamos escondidos en la ladera viendo la
ceremonia.
Era un tanto extraño. Los cuatro habíamos estado en
el mismo lugar y ninguno de nosotros había percibido
la presencia del otro. Ya dudaba hasta de mi sombra y
no me atreví a contar nada más. Me vestí con lo
primero que encontré, haciéndome mil preguntas, me
interné en el bosque. La mañana era muy soleada y
estaba todo precioso. Hubieron momentos en los
cuales, el bosque me dio miedo, ya que la vegetación
166
es muy espesa. Los rayos del sol entran como
fugitivos destellos, dándole a éste un aura
enigmática; pero yo siendo una buena amazona desde
muy niña, puesto que me han cultivado en el arte de
montar buenos caballos, en lo alto de éstos, me
siento libre y fuerte. Llegué al lugar del obelisco
sin ningún inconveniente. Desde allí pude ver la
maravillosa obra que se estaba haciendo. Él me había
comentado que este trabajo lo empezó su padre hace
veintiún años. Era la entrada de un templo sagrado.
Estaba ubicado en lo alto de una colina y frente a
éste, se ponía el sol. Era magnánimo y tremendamente
bello. Desde la posición donde me encontraba, tenía
una perspectiva del trabajo que se estaba haciendo.
La excavación en la montaña era de unas dimensiones
sobrehumanas y divinas. Una antigua cantera había
servido de inspiración a esta gran obra. En ella se
podían percibir los antiguos cortes en la montaña.
Sobre éstos una hilera de grandiosos bloques de
columnas pétreas, talladas y ornamentadas
majestuosamente. Estas columnas sustentaban una
cubierta plana a dos aguas, en la cual, una gran boca
monstruosa representaba la puerta del Infierno. Toda
esta construcción está hecha a partir de mármol fino,
167
dando paso a una sucesión lineal de espacios que
conducían a los recintos sagrados o cellas
interiores. Se extendía hacia el exterior a través de
una avenida de esfinges, las cuales eran grifos,
animales con cuerpo y patas de león, cabezas con
picos de águilas, colas de serpientes y alas de
vampiros de la noche, rodeadas de exedra o zonas de
asientos. Era una obra magistral y tremendamente
bella. En el centro de ésta estaba el obelisco
gigante que habíamos trasportado en nuestro barco, al
igual que una gigantesca pieza redonda como la que
había en nuestro cuarto y nos servia de baño. Estaba
en tal posición, que rápidamente vi su utilidad. El
fuego sería su reinante. A la derecha se podía ver
claramente la tribuna de oradores. El espacio estaba
preparado para ser habitado por los más grandes
espíritus. También se encontraba el bloque de mármol
que debía de tallar Alejandro. Representaría a la
Diosa Afrodita y yo tenía que ser su modelo.
Era la morada digna para un Dios, ya que su
construcción estaba planeada, dirigida y construida
por los mejores y más sabios artistas de los lugares
donde Golf había estado trabajando, griegos,
fenicios, persas, caldeos, asirios, babilonios y
168
egipcios se habían unido para concebir el Oráculo o
Templo de las Almas. En él se unirán las de todos los
dioses concebidos por todas las culturas que por él
han luchado para ponerlo en pie. Un sueño lo
suficientemente bello, para dar de cada uno de
nosotros, lo mejor. A su alrededor se construirán las
casas de los más ilustres hombres públicos de
Grecia.•• Al acercarme al valle en mi caballo blanco,
sonaba una lira, la del poeta que todos los
atardeceres expresaba sus mágicas poesías en el
jardín de nuestra torre en Grecia. Era tan familiar
para mí el poder estar tan lejos de él y tan cerca,
gracias a sus mágicas composiciones...... El valle
era una caja de resonancia natural, donde todos los
obreros que trabajaban en él, estaban dispuestos como
si las tropas de un gran conquistador fueran a entrar
en el Templo. Hombres alineados, limpios, guapos,
corpulentos, cuerpos desnudos, tallados a cincel por
el duro trabajo de la piedra, esperaban la entrada de
mi paso. Hasta este momento no pude darme cuenta de
la importancia de mi visita, a este lugar mágico.
Fue en aquel momento en el que me di cuenta de mi
vestimenta. Tan sólo una túnica y manto color
púrpura, recogida con gruesos cordones, los cuales
169
delimitaban mis pechos más grandes que nunca. Nobles
muñequeras de plata y descalza, ya que las sandalias
las llevaba colgando al cinto, mi pelo al viento,
salvaje como la isla, amazona de ella, en la cual
desde el primer momento en el que llegué fue muy
natural la desnudez. El calor era la excitación a
ello.
El sol estaba en la posición más caliente del día, y
el color que emanaba su reflejo en aquel desfiladero
por el cual debía de entrar, era púrpura como mi
túnica. Los dioses se habían hecho cargo de ello, ya
que yo llegué así, sin apercibirme de la imagen que
tendría en estos momentos de mi vida en este lugar.
Sentía las miradas profundas de aquellos hombres,
raza de supervivientes, de los cuales saldrán los
colosales gladiadores, para las colinas de Palatino,
Capitolio y Quirinal. Allí se encontraban en
construcción los Templos de Saturno, Cástor y Pólux,
en los cuales Alejandro había dejado obra escultórica
al lado de los grandes maestros, ayudando a la
terminación del gran Foro Romano. Todo ello, formaba
un papel muy importante en el desarrollo y la
apreciación de la belleza física, que era muy notable
en nuestra cultura, absolutamente ello establecía
170
parte del carácter religioso, para asegurar el
continuo favor de los dioses. El espectáculo principal
era proporcionado por la competición de los atletas,
ya que después del duro trabajo, al atardecer se
formaban con grandes maestros de las artes atléticas.
Eran prácticas y ofrendas en honor a los dioses. Más
tarde los Romanos lo utilizaron como mero
entretenimiento para ganarse el favor del pueblo, el
más venerado y magnánimo era el Dios Apolo, del cual
había en éste, una de las mayores representaciones
escultóricas que había visto jamás. Nació en esta
isla y fue el que mató a la serpiente Pitón, que
protegía un Santuario ubicado en las montañas del
Parnaso. Era el Dios de la Profecía, de la luz y de
la verdad y se las daba a éstos a los cuales amaba.
Gran músico dotado, deleitando a los dioses tocando
la lira, arquero diestro y atleta veloz, protector de
un modo especial hacia los muchachos, todos ejemplos
de su culto. La Diosa Artemis a su lado era la
protectora y guardiana de las muchachas. Estas dos
grandes deidades eran el más poderoso ejemplo en este
Templo, donde muchos más dioses estaban presentes y
donde otros que no conocíamos, tenían su lugar
reservado.
171
Uno de los juegos era el equilibrio encima de toros
bravos y aquí se encontraba uno de gran valor blanco
como la nieve… del cual me había hablado Alejandro.
Estaba relajado en la ladera oeste. Mirándome
fijamente. Todas aquellas sensaciones poblaban mi
cuerpo de flujos…
Al llegar junto a Alejandro, éste extendió su potente
brazo y bajé ayudada por él, esperándome con el más
tierno beso de sus jugosos labios. En aquel momento,
mi blanca yegua relinchó dándose a mostrar su bravura
y fibrosidad. Bailó para nosotros a dos patas y se
marchó galopando en dirección a donde se encontraba
su caballo compañero. Este acto reflejo de poder, era
digno de su raza. Allí se encontraban los maestros y
sus familias. Habían dispuesto grandes mesas en las
cuales, ricos manjares, esperaban mi llegada para
empezar aquella fiesta en honor a mi presencia, en
aquel lugar Sagrado.
Cientos de percusionistas sonaron para dar inicio al evento, junto a los
sonidos de los bouzoukia, instrumentos musicales tradicionales griegos,
desde lo alto de la gran colina y empezó el festín.
Se rompieron filas y los trabajadores formaron parte
de él. Yo no podía dar crédito a tanta belleza
172
masculina, y hubieron momentos en los cuales la
presencia de estos hombres, embriagó mi espacio. Sus
bellos cuerpos correspondían a los más bellos
Titanes, convirtiendo aquel lugar sagrado, en una
gran orgía de cuerpos, semi desnudos, ya que sólo
llevaban pequeñas faldas de cuero tableadas. Eran
auténticas bellezas físicas traídas de todos los
confines del mundo, esclavos de otras tierras,
vendidos a Golf y vueltos a la vida mundana. Bellas
mujeres vestidas con cortas túnicas blancas y joyas
tan sólo hechas con las flores del campo, eran sus
compañeras y familias. Ellas disponían todo aquel
festín. La vida allí era placenteramente bella,
trabajo y culto al cuerpo, venerado por los Dioses
Universales. Aquellos placeres visuales humanos eran
muy excitantes, y en muy poco tiempo sentí mi
entrepierna jugosa. Alejandro hablaba con todos ellos
y yo hacía lo mismo, ya que las conversaciones eran
muy reconfortantes después de tantos días de soledad
en el mar. Ellas eran muy sumisas, ellos niños
grandes. Las edad de todos ellos eran las nuestras,
excepto las de los sabios y sus mujeres, que eran
similares a las de nuestros progenitores. Algunos de
sus hijos se habían encontrado con mi amado en casas
173
de otros maestros, y sus formaciones habían seguido
caminos paralelos. Aquella felicidad había sido
elegida por nuestras familias para hacernos
emperadores de nuestro Mundo. Las Islas Cicladas eran
un Paraíso Terrenal. Allí me dí cuenta del por qué,
de aquella gran cama en nuestros aposentos, de mis
sueños al amanecer y de todas las libertades sexuales
que se respiraban en aquel lugar. Era imposible vivir
allí sin desear la belleza de las personas que lo
habitaban. Daba igual a quién mirar. El deseo nublaba
mi mente como la de Alejandro. Fue allí donde también
me di cuenta del por qué, de aquella aparición en el
bosque, de aquel ser indefinido o duendecillo. Tenía
que ser abierta en aquel momento y el espejismo no
llegaba más lejos que la mera realidad. Era libre por
mi formación, era bella por mi genética, y tenía que
ser sabia por el don que Pitia me había dado en
aquella ceremonia de iniciación. Era muy complejo
pero muy simple. En aquel periodo de mi juventud
sabían que aprendería rápido. Estaba perfecta para
ser su Diosa.
Lo mejor de todo ello era, que yo estaba muy
consciente en todo momento de la situación. Esta
claridad de pensamientos y rapidez, eran enseñanzas
174
de mi buena hermana y de todos los maestros que
habían colaborado en mi formación. Me sentía
orgullosa y veía tan feliz a mi amado... Era
subliminalmente bella la imagen que en estos momentos
tenía de él. Estaba recostado entre las más bellas
ninfas de un frondoso jardín en el bosque. Cualquiera
de ellas se podía comparar con la belleza de una
Diosa y ello, despertaba mis instintos sensuales.
Viendo esta imagen comprendí que eran las cincuenta
Nereidas, hijas del viejo hombre del Mare Nostrum,
Nereo. Ellas vivían en las profundidades del mar y
montaban en delfines. Bellas mujeres cinceladas como
ellos. Había oído hablar de estas divinidades y hoy
las tenía delante de mis ojos. Dar crédito a toda
aquella belleza era subliminalmente mágico. Era una
comunidad incontaminada de deidades. Aquella zona en
la que nos encontrábamos era el círculo donde se
había tallado el gran altar de una sola pieza y
estaba cincelado con mucha precisión. En él se podían
ver troncos de seres indefinidos. Exquisitamente
bellos. No tenían rostros y estaban entrelazados como
un amasijo de cuerpos orgiásticos. En mi tierna
infancia siempre estuve presente sin que nadie lo
percibiera en las fiestas, ya que desde lo alto de la
175
escalera y detrás de aquellas cortinas siempre vi
relacionarse a los seres humanos orgiásticamente. Era
algo común en nuestras culturas. Tan sólo las mujeres
de los progenitores de la casa estaban excluidas de
estas prácticas sexuales, ya que públicamente eran
las encargadas de dar fruto a la descendencia pura de
una estirpe; aunque entre las mujeres también había
mucho amor y sensualidad, al igual que entre los más
bellos corceles. Los juegos y el sexo eran algo
innatos y profundamente respetado. La vida placentera
era el detonante de la ascensión divina y en ésta, la
cuna del Mare Nostrum. Nuestra cultura era libre para
el que tenía poder, y nuestra estirpe era de esta
clase. Los placeres y el buen vino eran vistos con
grata aceptación.
Allí pude conocer a seres tremendamente interesantes,
verdaderos artistas de mi generación, personas que
habían tratado con los maestros más detonantes de
ella. Las Nereidas estaban en todo momento flotando a
nuestro alrededor. Eran no sólo bellas, sino unas
excelentes bailarinas. Estaban muy disciplinadas y
las coreografías de sus danzas eran tremendamente
sensuales. No dejaron ni un segundo de
proporcionarnos un gran placer, ya que estaban muy
176
pendientes del servicio de todo aquel festín. Mi copa
se llenaba una y otra vez, me la dejaba en cada mesa,
ya que no es un placer que pueda controlar y le tengo
un gran respeto, pero siempre había una llena
ofrecida por una de ellas. Eran no solamente
hermosas, sino mujeres dadas a dar placer, del cual
me sentí muy alagada, aparte de dos grandes tronos
trabajados sobre mármol con patas de bronce en forma
de trompetas e incrustaciones de bellos cuerpos
tallados en marfil, en los cuales reposaban nuestros
brazos. Estuvimos en ellos mientras empezó toda
aquella ceremonia de adaptación como mortales. El
resto de los presentes se encontraban en la exedra o
zona de asientos, esculpida en la montaña o en los
Klismos pequeñas pero muy confortables sillas
plegables. Frente a estas pequeñas mesas con patas
trabajadas en bronce talladas, las personas más
mayores estaban más cómodamente en divanes de bronce,
los cuales estaban ornamentados con joyas y esmaltes.
Ricos cojines en sedas hindúes hacían más plácido el
aposento, en los momentos en los cuales recostaba mi
cuerpo en alguno de estos lugares, ya que poco a poco
me iban presentando a sus familias, siendo muy bien
acogida entre ellos y en todo momento estas personas
177
sabias me contaban anécdotas de nuestras
ascendencias. Siempre tenía alguna de estas Nereidas
acariciando mis formas y masajeando alguna parte de
mi cuerpo. Ellos, bellos como Dioses, no dejaban de
ofrecernos sus habilidades atléticas, o eran simples
conversadores y observadores de los actos en los
cuales las Nereidas me ofrecían sus artes. Nunca en
mi vida había me sentido tan placenteramente
acompañada. Describir tantos elogios y cúmulos de
sensaciones no me es fácil.
El atardecer estaba llegando a un punto sublime. El
tornasolado de los colores rojos y violetas de un
gran cielo claro dejaba ver la aparición de la Luna
llena entre las montañas y en dirección opuesta. La
culminación del día en el horizonte y los tambores
estaban dando paso a esta culminación y mi buen amado
Alejandro se acerca a mí sin ser percibido y muy
tiernamente, besó mi frente. Al mirar hacia el cielo,
me tropecé con sus poderosos ojos negros y sus
gruesos y calidos labios en los míos, húmedos y con
un afrutado aroma a los vinos de estas tierras.
Separó su rostro del mío dejándome ver con más
amplitud su grandiosa belleza y me dijo:
178
-------- Mi amor, ¿ nos ofrecerías un baile?
-------- ¡Cómo no, mi buen amado! Estaba en este
instante con la mirada fija en esta grandiosa belleza
y la música me estaba incitando a ello.
-------- Este es tu Templo, mi divina e idolatrada
esposa. Haz el honor de colmar con tu arte a todas
estas personas que nos han acogido con tanto
amor.....
No pensé ni un segundo más. Mi amado levantó el brazo
derecho y todo el murmullo y la música cedió. Empezó
a sonar la cítara griega o lira asociada con el Dios
Apolo, proporcionando un efecto de relajación e
inspiración entre los oyentes. Cuando la paz entró en
aquellas almas, sentí que hoy era un día muy
especial. Para el Dios Dionisio, al cual hoy
estábamos ofreciéndole culto por la muerte de la
estación invernal y el nacimiento de la primavera.
Este renacimiento cíclico acompañado de la renovación
estacional de los frutos de la tierra, encarnaba la
promesa de la encarnación de los muertos. Era bueno y
amable con quien lo honraban, pero ello llevaba a la
locura y a la destrucción a quienes lo despreciaban,
a él o a los rituales orgiásticos de su culto.
179
Descalcé mis pies de aquellas sandalias que mi
hermano de leche había hecho con tanto amor el día de
mi primera fiesta, cubriéndome el rostro con mi
ligera capa de muselina púrpura. Me alcé con un porte
regio, deslizándome hacia el centro de aquel altar
sagrado hecho para amar. En aquel momento sonaron las
trompetas y los platillos de bronce. Se retiraron
rápidamente las mesas y empiezan muy suavemente a
sonar el Aulos. La excitación fue ascendiendo y la
invocación hacia los ídolos sagrados, era
subliminalmente divina y mágica. Mi cuerpo ascendía
muy lentamente hacia el sagrado y sentía como mi Alma
salía de él hacia aquel inmaterial fuego del sol
crepuscular. Mis contorneados brazos invocando aquel
instante ascendieron con él y, al llegar a sentir con
mis yemas de los dedos su calor, se despojaron de mi
capa lanzándola al aire con porte dignó de una Diosa.
Todo mi cuerpo sintió la necesidad de expresión y mis
músculos aflojaron las tensiones de la noche
anterior. Pletórica de vida, les estaba ofreciendo el
más magistral de mis sentimientos expresos, invocando
a todos los dioses que me rodeaban y a la naturaleza.
Las Almas perdidas volverán junto a los nuestros y
serán partícipes de esta felicidad. Aquella ceremonia
180
sagrada era un rito el cual estaba siendo alabado por
todos los presentes. Mis caderas alababan la
divinidad de la fecundación y la presencia de la
Diosa Afrodita y de la Diosa Artemis.• Bellas como la
más plena imagen Divina, hacían que mi sensualidad
fuera aflorando. Mi cuerpo despedía calor y mi túnica
se pegaba a mis formas sudorosas, deslizándose por
ellas y dejando mis pechos al viento. Sentía el
placer de la desnudez y mis ondulantes giros ardían
mis entrañas. Me elevaba hacia mis Ídolos Sagrados y
ellos recibían mi ofrenda con admiración y respeto.
La mirada complaciente de mi joven esposo era las
alas de mi vuelo celestial. El sol estaba ocultándose
ya en el horizonte y una lluvia de pétalos de rosas
cayó sobre mí, millones de ellas ofrecidas por las
Nereidas a mi paso, culminando éste en el más
explosivo y subliminal final. Tumbada en el suelo
cubierta por éstos, el máximo silencio imperó en
aquel valle y rápidamente al volver en mí y recuperar
la vista, todos los presentes estaban de pie
aplaudiendo mi ofrecimiento. En los ojos de mi Amado
pude ver unas lágrimas. La emoción la sentía en los
poros de mi piel, excitados...
Mi amado se levantó y cubriéndome con su capa, me
181
alzó con sus potentes brazos en señal de poder y
recompensa. Todos los presentes adivinaron el
mensaje. Al bajarme a la altura de su rostro sentí en
mis labios el dulzor de su amor. Mis manos
acariciaban su bíceps y sentían aquel tatuaje en su
piel, como si en realidad tocara las escamas de aquel
reptil. Me sentí en casa. Él era mi amo y yo
sumisamente su amada. Me sacó de aquel círculo
sagrado que se había hecho mientras había
desfallecido aquellos segundos con el fuego de las
antorchas que las Nereidas habían puesto a mí
alrededor, y nos dirigimos hacia los caballos, que
descansaban muy cerca. Me montó en mi bella yegua y
subiéndose en su negro corcel, nos dirigimos hacia
nuestro mundo privado. No me dejó la opción de
despedirme de nadie. Tampoco tenía el porqué, pero no
giré mi cabeza en ningún instante para mirar hacia
detrás. No me importaba. Su larga cabellera, su
sonrisa y su contorneado cuerpo eran mi ilusión, mi
vida. Los pensamientos en los cuales vi la
sensualidad en otros, fue solamente el espejismo. Lo
amaba y él a mí, ya que tengo muy claro que en estos
rituales estás ofreciendo tú vida y él sabía que era
suya.•• Al llegar cerca del acantilado, nos paramos y
182
me ayudó a bajarme de mi yegua, diciéndome:
-------- Te amo....
-------- Y yo a ti, mi amado.
-------- No podía quedarme ni un solo segundo más
allí. Sentía los ojos de todos traspasar tu piel y
llegar a tu alma. Sentí mi cuerpo enardecer de pasión
y tenías que ser solamente mía.
Nos abrazamos en una de las caricias más conmovedoras
de nuestra relación y, cogiendo la manta que llevaba
en su potro, se la puso en el hombro y dándonos la
mano nos dirigimos hacia la playa, felices y
cómplices de nuestra unión. La luna era nuestro solo
testigo y estaba espléndida. Él me tenía cogida por
el hombro y me daba el calor y la protección que
necesitaba. Es el hombre de mis sueños (pensé
mientras nuestros pasos unidos nos acercaban a la
playa). La noche estaba espléndida, y aquella gran
luna, la hacía muy clara. Miles de estrellas
brillaban en el infinito y, en ese instante, recordé
aquella que brilló tan intensamente y estalló dos
veces. La estrella fugaz que me dio el amor de este
hombre a mi lado. Sentí la necesidad de dar gracias a
183
los dioses y de decir en voz alta:
---------Sin ti mi amor, no sería tan feliz. Gracias
por estar a mi lado.
Al decir estas palabras, él me volvió a coger por mi
cintura y levantándome dos palmos del suelo, me dio
un beso cálido y jugoso, llenándome de vida toda mi
boca, sintiéndome penetrada y latiendo de pasión.
Acto seguido, extendió la manta en el suelo.
Estábamos en la entrada de una cueva, frente al mar.
Al mirar a nuestro alrededor unos troncos estaban
preparados en aquel lugar. Encendió aquella hoguera y
nos sentamos observando el fuego de ésta.
--------- ¿Sabías la existencia de esta cueva?
--------- No. Este es un regalo de los dioses.
Mirando al cielo, él se acostó y yo lo hice
apoyándome en su pecho, frente a su rostro. Lo
acariciaba dulcemente cuando, sin mediar palabra, me
acercó a su rostro y volvimos a unir nuestras bocas
en un sexual beso. Sus manos me desnudaron. En
segundos, su lengua penetraba mi boca y sus dedos
jugueteaban en las puertas de mi sexo jugosamente
lubricado. La excitación iba subiendo por mis piernas
184
cosquille ante y electrizante. Sabía cómo y era
mágico. Todo con él estaba lleno de incógnitas y
seguridad. Me sentía protegida y feliz. Me incorporé
sentándome sobre su torso. Bajé mi pequeña mano tras
mi espalda hacia su sexo duro y contundente bajo su
túnica. Me pedía cariño. Saqué mi lengua de mi boca
y, saboreándola, lo miré fijamente a los ojos y me
acerqué a su rostro, deslizándola por su cara y
barbilla. De allí la dirigí hacia su cuello, detrás
de sus orejas. Sentí el escalofrío de la grata
sensación que le producía, y su sexo latía suave y
caliente de placer, cerca de mi trasero. Es un hombre
muy grande y mi cuerpo junto al suyo es diminuto.
Bajé mi lengua por sus hombros mientras mi cuerpo lo
hacía sobre su sexo. Ladeando su túnica, llegué a sus
pechos, duros y firmes, poderosos, magníficamente
formados por el duro trabajo de mi amado. El se
desabrochó los prendedores de ésta y se la arrancó de
un solo acto. Sólo unos segundos y él también estaba
desnudo ante aquel cálido fuego que iluminaba
nuestros cuerpos, y la luz de la luna los reflejaba,
excitados por nuestras caricias y deseosos de
amarnos. Sentía la dureza de su sexo en las puertas
del mío, duro y caliente. Me retorcía de placer
185
mientras me rozaba suavemente sobre él. Era tan
excitante aquel acto. Le cogí por las muñecas y
forzándolo se las puse sobre sus hombros. Hubo unos
segundos en los cuales puso resistencia, pero mi
mirada picara lo derrumbó. Sumisamente se dejó
poseer. Levanté un poco mi trasero y su sexo juguetea
levantándose en las puertas del mío. Suavemente se
deslizo a la entrada de éste y muy despacito yo lo
introduje en mi cuerpo. Todo nuestro amor.
Deslizándose muy suavemente por el interior de mi
vagina, hasta llegar a lo más profundo de ella. Lo
sentía excitado y tenso. Para él no era fácil el
estar sodomizado. Jamás en su vida nadie debía de
haber utilizado estos medios con él. Yo era
consciente de sus sensaciones y, al volver a sacar su
sexo muy lentamente del mío, sentí como si le hiciera
daño, y le pregunté:
------ ¿Te gusta mi Amor?
------ Me muero de placer.........
¡Guau!...., me volvieron loca estas palabras y me
dieron mucha más confianza, en la actitud que estaba
tomando en aquel instante, deslizando muy suavemente
mi sexo por el suyo, bajando y subiendo lentamente,
186
profundamente, amándonos. Sus escalofríos inundaban
mi vida y ello me llevaba a la ascensión de mi placer
entre mis muslos calientes abrazando su sexo. Lo
sentía cada vez más duro y potente. Hubieron unos
segundo en los cuales, con un acto reflejo, paró mi
cuerpo. Estaba descargando todo su semen en él. Al
sentir esta cálida descarga de su amor, el mío
explotó, abrazando su sexualidad muy firmemente.
Cruzando mis piernas entre las suyas. Estaba todo él
en tensión, ya que estaba haciendo todo este acto
flexionando mi cuerpo sobre él, con los brazos firmes
como un atleta. Mi cuerpo en tensión explotaba,
desfalleciendo entre los gritos de placer de ambos.
Tardamos unos segundos en volver a la realidad que
nos embriagaba. Estaba encima de él abierta en canal,
mojada, llena de vida. Reaccioné muy rápidamente y
con su sexo húmedo y jugoso, me incorpore y
sacándomelo del mío, me lo restregué por todo el.
Jugueteando en las puertas de mi trasero, me miró
fijamente a los ojos y me dijo:
------- ¿Me piensas matar? soy tu esclavo y me siento
tan feliz de ello........
No me lo pensé ni un segundo; introduciéndome la
187
puntita de aquel duro sexo por mi trasero, sediento
de su amor, se retorcía de placer sintiendo la
resistencia de él. No era fácil pero debía de relajar
mi mente, y darle aquello que yo sabía era el máximo
placer que él deseaba. La verdad es que yo también
anhelaba el sentir como se enardecía de placer. En
este instante me dijo:
------- ¡Cómo me gustaría penetrarte al mismo tiempo
por todo tu sexo!. Me gustaría tener dos
extremidades, ser dos hombres en uno.........
-------- A mí también me gustaría mi amor. Soy
tuya.........
-------- Tengo algo en mi taller que te gustará.
Mañana te lo regalaré.
Era toda una incógnita para mí su regalo, pero
rápidamente aquellos pensamientos desaparecieron de
mi mente y en segundos estaba relajadamente
disfrutando de aquella penetración anal como una
reina. Él me tenía con sus potentes brazos levantada
y firmemente ascendía y bajaba sobre su sexo, muy
delicadamente ya que no es muy fácil. Hubo un momento
en el cual me dijo:
188
------¡Mastúrbate mi amor!. Necesito sentir también
tu placer para que este acto me sea placentero a
mí......
Le pasé mis dedos por su boca para lubricarlos y él
los devoró con ansiedad, dejándomelos muy jugosos. De
allí me los llevé a mis pezones, duros como piedras y
al tocármelos suavemente sentí algo que jamás había
sentido: dolor. Un dolor placentero. De allí, con una
de las manos, aparté los labios de mi sexo y con la
otra suavemente empecé a lubricármelo, con
movimientos circulares, casi sin tocármelo, muy
suavemente. Era tan excitante aquel acto... Me sentía
desfallecer por el placer y ello me hizo perder el
equilibrio. Él me sujetó firmemente y me ayudó a
seguir con mis piernas flexionadas sobre su sexo. Me
moría de placer, y sentí que mi orgasmo asomaba y mi
sexo necesitaba aquella otra penetración. El acto
seguido, sacó su sexo de mi trasero y me lo introdujo
en mi vagina, penetrándome potentemente. Yo caí sobre
su pecho y en este instante, sentí sus dedos
jugueteando en aquel otro orificio que segundos antes
estaba lleno con su vida, introduciéndome uno de
ellos. Me volví loca y en segundos estallaba de
placer en un loco orgasmo, diciéndole:
189
------- Ms....... Más. Lléname. Córrete........
Lo debo de volver loco, ya que sacó su sexo y yo me
bajé a él chupándoselo con todo el vicio que tenía
dentro de mí. Necesitaba ser penetrada por todos los
orificios de mi cuerpo. Estalló en segundos dentro de
mi boca, llenándomela. Hubo unos segundos que pensé
que me ahogaba, y la saqué, restregándome aquel
floreciente sexo de vida por mis pechos duros y
doloridos, salpicándome toda mi cara y llenándome el
alma. El vicio que despedíamos los dos era innato en
nuestras vidas, ya que, para mí era mi primer hombre
y el único. Él lo sabía y ello lo volvía loco. Hubo
un momento en el cual me dijo:
------- ¡Zorra mía, no pares!.......
No podía dejar de masturbarlo y seguí con una segunda
corrida en segundos otra vez en mi boca, (mucho más
pequeña en cantidad de semen pero por sus gestos y
retorcimiento de cuerpo mucho más profunda y fuerte).
------- Me vas a matar, (me dijo entre dientes).
------- Quiero que sólo seas mío. Me moriría si te
viera con otra mujer.
190
------- Yo no te dejaría disfrutar con otro hombre.
Nos abrazamos muy intensamente y en aquellos segundos
pensé que me iba asfixiar; pero hubiera muerto sin
resistencia. Estaba entre sus brazos y lo amaba. No
tardamos mucho en quedarnos dormidos hasta el
amanecer, sintiendo un poco de frío. Abrí mis ojos y
él me tapaba con la manta y su cuerpo protegiéndome
de éste. Alargó la mano y avivó aquellas cenizas,
volviendo a resurgir el fuego. Aquellas palabras se
quedaron en mi inconsciente y entre sueños pude verlo
entre los brazos de aquellas Deidades en los jardines
de nuestros aposentos. ¡Son tan bellas!. Aquel sueño
volvería una y otra vez. Los dos sabíamos que no es
una isla para desconfiar del otro, ya que el elemento
Titánico o presencia del mal propio de nuestra
naturaleza, nos incitaban a aquellos pensamientos que
vagaban en nuestras mentes, buscando preservar lo
Dionisiaco o divino naturaleza de nuestro ser.
Seguíamos los ritos Órficos de purificación y
ascetismo a través de una larga serie de
reencarnaciones. Los seres humanos nos preparamos
para la vida después de la muerte. Si se ha vivido en
el mal habría un castigo •y si el bien era tu vida
reinante después de la muerte, las almas se
191
liberarían completamente de los elementos Titánicos,
reuniéndose con la divinidad. Sabíamos que lo mejor
era no jugar con el destino, ya que éste era un
incitador de este peligro que reinaba en nuestro
entorno. Desde aquel día todo cambió y todos los días
nos íbamos juntos hacia la cantera. Era un camino el
cual no debíamos de hacer jamás solos. Al llegar a
ésta yo posaba mientras él esculpía aquel trabajo que
honraría a la Diosa del Amor y la Belleza. Éramos los
elegidos y los dos lo sabíamos. La confusión estaba
en todo momento a nuestro alrededor pero los dos
éramos muy fuertes e intentábamos no separarnos. Yo
cada día me sentía más bella y mi cuerpo iba
sintiendo una trasformación. Mis pechos crecían y
estaban muy duros. Había días que me encontraba
indispuesta y Alejandro se quedaba a mi lado en
nuestros aposentos o nos íbamos a la playa. Subir a
la cantera era muy pesado y hacía mucho calor.
Cambiamos nuestro horario y, o subíamos de muy buena
mañana, o a la bajada del sol. Aquella primera luna
pasó muy rápidamente y aquel primer mes no tuve el
derrame que ama y mi hermana me dijeron que tendría
todos los meses. Estaba embarazada y era algo que
afloraba en mi cuerpo como las flores del campo. Todo
192
era nuevo para mí, pero tan normal como la vida
cotidiana que nos rodeaba. Mi amado veía con gran
aceptación mi embarazo y deseaba al igual que yo un
heredero. Teníamos todo lo que la vida nos podía dar.
Era mágico el día a día con aquel joven hombre. Había
mañanas que mandaba preparar un pequeño bote lleno de
cojines y frutas y me llevaba a nadar, hacíamos el
amor en el mar y disfrutábamos de los placeres
mundanos de una vida relajada. Aunque había noches
que nos quedábamos en la cantera junto al fuego, yo
decidía quedarme durmiendo, mientras él seguía su
trabajo.
Tenía muy poco tiempo para terminar aquella
maravillosa escultura, y las horas eran cruciales
para poderlo hacer. Él me decía que era mágico el
verme desnuda junto a aquel reflejo mientras él
trabajaba mis formas en aquel trozo de mármol blanco.
Las llamas del fuego jugaban con mi apariencia y él
iba creando y moldeando su trabajo con la pasión y el
deseo. A solas, ya que allí solamente estábamos los
dos, las cinceladas de aquellas diestras y pequeñas
herramientas iban engendrando la esencia de aquella
mi figura llena de amor, y solamente suya, nos habían
instalado una gran carpa del desierto de Nubia,
193
regalada a Golf en uno de sus viajes por el Nilo, por
las Dinastías Cusitas, ya que en aquel lugar en la
zona limitada por Abrí, al norte, y Karima y Merowe,
al sur. Construyeron varios templos, siendo él, el
que había hecho llegar hasta allí los mármoles que
los hicieron posibles. En aquella morada de nómadas
éramos muy felices. El suelo estaba cubierto por
pieles de los animales más raros que pudiera
imaginar, ya que también Golf tenía una gran afición
por la caza. Los muebles de aquella estancia, eran
maravillosas y pequeñas piezas plegables hechas de
maderas con incrustaciones de marfiles, trabajadas
por artesanos Egipcios. Los cojines de bellas sedas
hechos con plumas o lanas de ovejas, eran nuestro
descanso. Pasaron días y noches en los cuales
habíamos trasladado nuestra vida a aquel refugio en
la cantera y estábamos muy felices con aquel nuevo
hogar. Todas las mañanas, nos traían el agua las
bellas ninfas, aquella bella balsa hecha para el
fuego,• se convirtió en nuestro estanque. Allí nos
bañábamos a cualquier hora, ya que mi buen amado
nunca tenía horas fijas. Trabajaba sin descanso y era
impredecible a la hora que descansaba. Yo siempre,
cuando terminábamos de ello, le ofrecía mis más
194
sabias dotes en el arte del masaje para dejarlo
relajado y que el esfuerzo físico se atenuara
placenteramente con mis cuidados: ungüento de aceites
y plantas de la isla traídas por las viejas mujeres.
Me ayudaban a dejarlo en paz con el duro esfuerzo del
trabajo. La noche era mucho más tranquila. Los
tambores de los músicos y los sacerdotes se centraban
en tener sus rituales en el Altar del Dios Poseidón.
Cuando oíamos la música a lo lejos, yo siempre
bailaba sólo para él, mientras él descansaba
placenteramente. Desnuda, como nos gustaba a los dos,
era el momento en el cual comíamos y bebíamos los
frutos de la tierra y ello nos llevaba a hacer el
amor en aquel magnánimo altar a solas con las
estrellas. Éramos muy felices. Después yo siempre me
quedaba dormida y al despertar el trabajo estaba
diferente. Siempre me sorprendía con nuevas formas
que iban apareciendo en aquella escultura de la Diosa
al Amor y la Belleza. Era tan especial ir viendo día
tras día aquel bello ejemplo de la constancia y la
sabiduría de aquel hombre.... Las horas que había
pasado rodeado de artistas y sabios era el reflejo de
aquella, su obra maestra, ya que así era como la
llamaban los ancianos, cuando por las mañanas venían
195
a ver su trabajo. Había días que estábamos durmiendo
abrazados y no nos molestaban, ya que Bubu dormía
junto al fuego a la entrada del obelisco y tenía
órdenes de que si Alejandro había trabajado hasta muy
tarde nos dejaran descansar. Seguíamos nuestros
propios periodos de vida, pero todas las jornadas
eran un gran esfuerzo. Faltaban muy pocos amaneceres
para que nuestras familias llegaran de su largo viaje
para estar con nosotros en la gran fiesta del
solsticio de verano. Se invocaba a Júpiter, Dios del
cielo y rey del firmamento. Ese era un gran aliciente
el cual nos unía más en todo. El trabajo iba hacia
adelante gracias a la paz de nuestras vidas.
Custodiadas por Bubu, mi fiel eunuco, había habido
grandes cambios en los planes, ya que también
vendrían mis cuñados y familias lejanas. Como Fidias
y su mujer, padres adoptivos de Alejandro en Italy,
Golf quería presentarnos a todos y que toda su
estirpe unida, viera lo feliz que él estaba junto a
Pitia. Quería disfrutar de toda la parentela junta y
nosotros todos éramos esa gran alianza que él había
reunido en sus viajes, confiando a su amada y a su
hijo Alejandro. Con estas dos familias para que
estuvieran protegidos, estaba llegando el día que él
196
vería (y no en sueños) que nos pudiéramos encontrar.
Era su esperanza durante sus largas travesías por el
mundo, y esta circunstancia estaba llegando a su
florecimiento. Vivía el presente con la culminación
de un pasado lleno de amor.
Teníamos noticias de nuestras familias, gracias a
Sumer, que no dejaba de viajar por todo el
Mediterráneo trayéndonoslas. Él era el encargado de
que todos supieran de este evento, haciéndonos llegar
la conformidad de aquel acuerdo. Recibíamos
continuamente regalos de todos y provisiones para
este acontecimiento, el cual era muy importante. Las
familias se preparaban para esta cita con la mayor
alegría de nuestras vidas. Ya teníamos noticias de
que Fidias había salido de Carrara donde se
encontraba en este momento, hacia las Cicladas.
Llevaba una gran carga de mármoles para enriquecer
nuestro Templo. Había que construir unas termas
públicas para los ritos de purificación. Para ello
contábamos con el más afamado constructor de ellas en
Turquía y los mármoles de Carrara serían la materia
para levantarlos. También traía la escultura de
Júpiter y Artemisa, las cuales estaban hechas con sus
propias manos y serían puestas en el Templo junto con
197
las otras deidades. Ello nos hacía estar mucho más
unidos, esperando con ansia la llegada de nuestras
respectivas familia. Allí se haría la ceremonia de
entrada en el paraíso del hijo de Isis y Ciro. Ra
será bautizado como Dios del Sol, heredero de los
mares de nuestros antepasados; y también haríamos
publica mi maternidad. Era el secreto que teníamos
Alejandro y yo para nuestras familias.
Una mañana, al despertarme junto a mi esposo, el cual
yacía en un plácido sueño, vi moverse las cortinas de
la entrada de nuestra jaíma. Y entre sueños a
Yolanda, acto seguido la llamé:
------- Yolanda, ¿estás ahí?
------- Sí, mi pequeña flor.........
La voz no era la de ella y, sobresaltada, siéndome
muy familiar, dije instintivamente:
------- Ama, ¿ eres tú?••------- Sí, mi niña. Estoy
aquí.
Me levanté veloz y al salir, los brazos de ella me
abrazaron con todo el amor de una madre, fundidas en
algo más que afecto.
198
-------¿ Cómo estás, mi pequeña? ( me dijo,
separándome unos instantes de su regazo). Mirándome y
tocándome la barriguita, muy suave y tiernamente, me
dio a entender que sabía que estaba llena de amor.
------- ¿Lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?
------- Lo siento en mis entrañas. Eres mi pequeño
colibrí. No te engendré pero te di mi vida y estás
dentro de mi alma.
Volvimos a abrazarnos muy intensamente y cuando tuve
su oído al lado de mi boca, le pregunté
instintivamente:••------- ¿Y Jhonas?
------- Está ayudando a bajar todas nuestras
pertenencias del barco, con los hombres. Está loco
por verte.
------ ¡Vamos!. Necesito verlo. Debe de ser el
primero en saberlo.••------ Tranquila, mi niña.
------¿ Cómo quieres que esté tranquila?, ¿Y mi
hermana?, ¿Ha llegado con vosotros?
------ No llegará en unos días. Tengo que disponerlo
todo a su llegada; por ello vine con los hombres y
todo lo necesario.
199
------ Dejemos dormir a Alejandro. Quiero ver a
Jhonas.
Toda esta conversación fue entre dientes y con voz
muy bajita. Cómplices y amigas, las dos mujeres
montaron en dos caballos y se dirigieron hacia la
bahía donde estaban desembarcando todas las
pertenencias. Al llegar allí, Jhonas estaba en el
barco y Gea no se lo pensó ni un instante. Se
abalanzó, y nadando se acercó a él, pero el encuentro
entre estos dos jóvenes fue mágico, ya que él, la
divisó desde cubierta y también se tiró al mar en su
búsqueda. Al ir acercándose, se sumergieron,
desapareciendo los dos cuerpos bajo el agua. En las
profundidades se encontraron y se abrazaron como lo
harían dos amantes. Unieron sus cuerpos y sus labios
besándose sin que nadie los pudiera ver. Era un juego
que habían hecho desde niños. Eran como dos peces,
sirena y sireno, cómplices dentro del mar. Nadaron en
las profundidades sin salir a la superficie. Al
emerger a ella, lo hicieron protegidos entre las
rocas, fuera del alcance de las miradas de todos, que
no daban crédito a tal desaparición. Solamente Ama
sabía que estaban escondidos en cualquier lugar. Era
un juego de la infancia y a ella no le sorprendía.
200
Al encontrarse los dos jóvenes fuera del agua, raudo
él le preguntó:
-------¿ Eres feliz?
------- Mucho, mi amor; y ahora más que nunca, ya que
estáis a mi lado.
Se volvieron a unir en un beso lleno de amor, en el
cual Jhonas, hecho ya un hombre, se apartó del cuerpo
de ésta. Ella le dijo sobresaltada:••------- ¿Por que
huyes de mí?
------- Te desearé siempre, mi pequeña florcilla y
eres propiedad de otro hombre.
------ Por favor, no rehúses mis caricias. Deseaba
tanto él volver a verte...
------- Y yo a ti, pero. cada día soy más hombre y
siento.......•¡ja... ja... ja. !
Reían los dos siendo oídos por uno de los marineros
que andaban en tierra. Los estaban buscando por la
costa y al verlos gritó:
------ ¡Están vivos ¡
201
Todos se alegraron y reinó la paz. Salieron del agua
y fueron al encuentro de Ama. Ella esperaba sentada
en la orilla del mar remojando sus cansados pies en
ella, ya que había ido al amanecer hasta el Templo,•
andando. Al llegar junto a ella, Gea se tiró en su
regazo y Jhonas también. Los tres estaban otra vez
juntos y ello les hacía muy felices. Allí estuvieron
durante unas horas contándose los acontecimientos
acaecidos en las semanas que no se habían visto. Él
había terminado su relación con su amante, por culpa
de los hijos de ésta que no veían con buenos ojos
esta unión. Por ello había decidido acompañar a Ama a
este encuentro. El mal de amores le estaba haciendo
daño y cuanto más se alejara de ella, antes olvidaría
a esta mujer que lo marcaría de por vida, ya que fue
ella la que le enseñó sexualmente como tratar a una
dama. Cuando se oyó una voz desde lo alto de la
colina que llamaba a Gea. Era Yolanda que se había
quedado en el Templo esperando que se despertara
Alejandro y habían quedado para que la llamara cuanto
esto sucediese.
------- Debo de marcharme. Venid conmigo. Se sentirá
muy feliz de veros.
202
------- Yo me quedo con los hombres ayudando a
descargarlo todo. ¿Nos vemos luego?
------- Ama, acompáñame.
Así lo hicieron, y Jhonas se quedo trabajando
mientras las dos mujeres subían hacia la montaña a
caballo. Debían de encontrarse con el amado de la
pequeña. Por el camino Gea, no paraba de contarle a
Ama todas las nuevas cosas que había descubierto y lo
maravillada que estaba con las cualidades de su
amado, así como lo bien que había sido recibida en
aquella isla por todos. Estaba pletórica y feliz,
deseosa de presentarle a todas las personas que allí
habitaban. De alguna manera, Ama era como su madre y
ella se sentía muy orgullosa de que hubiera hecho
aquella larga travesía por mar para estar con ella en
estos momentos tan importantes de su vida.
Al llegar a la entrada del Templo, Ama se paró en
este lugar y Gea volvió su rostro hacia ella al oír
como su caballo paraba en seco. Su rostro estaba
reluciente y la gran paz que había en aquel lugar le
motivaron para decir estas palabras:•------- Eres muy
afortunada, mi niña. El te ama como a ninguna mujer
de su reino. Esta obra esta hecha con tanto amor que
203
perdurará a través de los tiempos. Él ya nació fruto
del amor y seguirá la obra que empezó su padre para
que seas la mujer más feliz del Mediterráneo. Me
siento muy alagada de que estés entre sus brazos.
No pude contestar, ya que me sentía tan feliz que
sobraban las palabras. Estaba todo dicho y seguimos
por aquel desfiladero protegido por los grifos que lo
custodiaban. Era una obra totalmente magistral,
tremendamente bella y descomunalmente magnánima. Era
el paraíso de los Dioses sin duda. Descabalgamos y
los caballos se marcharon juntos hacia el lugar donde
tenían el agua y la comida. Nosotras seguimos andando
juntas por aquel desfiladero de inmensas y poderosas
imágenes salidas de la imaginación de un sabio. Yo
jamás había visto animales con tanto poder. Estaba
muy impresionada cuando,• como un pájaro oí la voz de
Alejandro:
------- ¡Qué alegría, Ama! ¿Ya habéis llegado?
Aquellas palabras me hicieron salir del sueño en el
que me encontraba. La belleza de aquel hombre era
sublime. Su larga melena rubia al viento ondeando
como una bandera la dicha de un nuevo día, su sonrisa
es una poesía y su cuerpo, el manjar de los Dioses.
204
Me sentí rejuvenecida y pletórica de vida. Avanzaba
rápidamente hacia nosotras y, al llegar, nos abrazó
con los brazos abiertos, dándonos cobijo entre ellos
a las dos.
------- ¡Qué feliz que estoy!. Veo en tu rostro,
amada mía, tu felicidad y ello me llena de placer.
Contadme, ¿Cuándo llegan nuestras familias?
------- Pienso que en dos o tres días. Yo salí antes
y creo que una pequeña tormenta, que empujaba vientos
del norte, los hará llegar aquí antes de lo que
pensamos.
------- Mi amado: hoy me iré a nuestro hogar y
ayudaré a Ama a prepararlo todo.
------- ¡Que gran dicha el estar juntos!
Era un hombre tan bello en su interior, que sus
palabras eran el reflejo de sus sentimientos. Ello me
llenaba de alegría y felicidad y él sabía en el poco
tiempo que estábamos juntos, cuales eran mis
debilidades y deseos. Era un buen compañero.
------- Desayunemos juntos y os acompaño a casa.
Yolanda ya lo tenía todo preparado, y tumbados como
205
reyes. Comimos los manjares que nos ofrecían los
Dioses. Su idea fue la de acompañarnos, pero después
de pensárselo dos veces, decidió que nos fuéramos
solas y él seguiría trabajando mientras hubiera luz.
Al anochecer, él vendría y cenaríamos juntos con
Jhonas, fue él quien dispuso todo ello. Nos
preparamos las tres mujeres organizándolo todo para
bajar a casa. Allí debíamos de coordinar juntas la
llegada de todos los nuestros. Felices y con un gran
alboroto, llegamos a nuestro hogar. Allí todo estaba
en paz y armonía, ya que la familia que llevaba
nuestra casa, eran pequeños pero muy eficientes. Nos
dirigimos a mi habitación, y al llegar a ella Ama se
paró en aquel pórtico respirando profundamente. Sabía
que ésta era la habitación de Pitia y Golf y ello le
emocionó. Se habían oído tantas cosas sobre este
lugar y habían contado tantas historias, que
comprendo su admiración al ir descubriendo, paso a
paso, todo este paraíso. Era un sueño el estar allí
para ella. Entró a formar parte de mi familia cuando
mi madre murió y mi padre había estado aquí con mi
madre siendo Isis un bebé; por lo tanto, sólo sabía
lo que le habían contado las mujeres más viejas de
nuestra casa. Nuestra familia es muy poderosa, pero
206
el linaje al cual habían unido mi vida, era mucho más
poderoso que el nuestro. Ella se sentía muy orgullosa
de ello y con un gran respeto se dirigió hacia la
estatua de la Diosa que gobernaba aquella estancia.
Se arrodilló y rezó en silencio, respetando su
decisión. Yolanda y yo nos salimos de aquella
habitación, dirigiéndonos hacia una balconada que
daba al mar. El cielo estaba rojizo y unas nubes
blancas tapaban los rayos del sol. Fue en este
instante cuando concebí que mi lugar en el mundo
estaba allí, al lado de aquella imagen en el
horizonte. Estuvimos en silencio unos minutos
respirando aquel otro ambiente. Arriba, en el Templo,
se respiraba otro aroma. Las plantas que nos rodeaban
junto al mar eran mucho más frescas y la brisa de
éste también. El ardor que despedía aquella obra
maestra era para los Dioses (seres superiores). Yo me
sentía en este momento mortal. Miré mi vientre y lo
acaricié, Yolanda me dijo:
------- Será un buen gobernante y llevará muy alto el
nombre de sus familias.•------- ¿Y si fuera una
niña?••------- Será un hombre. Los Dioses así lo
quieren. Los rezos de todos estos últimos días han
sido destinados al Dios Apolo, y es él, el que te ha
207
fecundado.
------- Me siento tan llena de amor..........
------- Jhonas está en el acantilado ¿ lo veis?
------- Como siempre, soñando con el horizonte,
pensando en su amor........
------- Lo habéis visto?
------- Si, y he estado entre sus brazos unos
instantes, compartiendo con Ama unas horas antes de
subir al Templo.
------- ¿Sigue estando tan guapo?
------- Bien sabes que sí. Siempre te gustó. Ahora
esta solo y muy triste, ya que su amada lo ha dejado.
Ha venido para olvidarla. Podías tenerlo en cuenta y
hacerle compañía cuando veas que lo necesite.
------- Me lo ponéis en bandeja. Jamás hubierais
hecho esto hace unos años. Erais tan celosa de su
compañía.......
------ Ahora sólo soy celosa de mi Amo y señor. Estoy
tan enamorada y llena de vida a su lado..... jamás
pude pensar que en tan poco tiempo podría olvidarlo.
208
Es parte de un pasado que está en mi piel y me niego
a desprenderme de él. Se quedaran aquí por un tiempo.
Necesitará una mujer a su lado y tú eres perfecta.
Era una mujer muy rápida de mente y en segundos pensó
que si Yolanda se unía a él, lo tendría siempre
cerca. Habían jurado de niños no separarse jamás y el
destino los volvía a unir. Tenía que preocuparse por
él y que fuera feliz, le costase cualquier precio.
En ese instante, apareció Ama por detrás de ellas
dos. Estaba muy relajada y su aspecto era muy feliz.
Cogió a Gea por la cintura cuidadosamente y
extendiendo sus brazos hacia su vientre le dijo:
------- Jamás te volveré a dejar sola.
------- Gracias Ama. Necesitaba tu cariño y tu
lealtad junto a mí.
------- Mi esposo llegará con tu hermana, él me lo
había propuesto antes de venir aquí. Me dijo que si
de verdad quería quedarme a tu lado, •se lo
comunicase en cuanto llegara a tierra. En tu
habitación lo he sentido y le he mandado el mensaje.
Esas eran mis plegarias, ya que necesito que los
Dioses le hagan comprender que aquí junto a ti, está
209
mi vida, y que también necesito a los míos. Espero
que él sea consciente de ello y vea con aprobación
esta determinación. Yo, de la misma manera, lo
necesito a él. Es el padre de Jhonas y quiero que
estemos juntos los cuatro. No puedo vivir lejos de
mis seres queridos, mi niña.......
•------- Has estado muy triste en mi ausencia.
------- ¿Lo dudas?••------- No. Mi Ama, yo en los
pequeños ratitos que estaba sola, que no han sido
muchos, también le pedía a los Dioses el volver a
estar con los míos.••------- ¿Te hace muy feliz este
buen hombre?
------- Sí, mi Ama.
------- Tenemos que ayudar a Jhonas. Está muy triste
y nos necesita.
En este instante, Yolanda le dijo:
------ No te preocupes Ama, yo me encargo de él.
Siempre me gustó,• pero el respeto que le tuve a Gea
por lo celosa que era, fue lo que me impidió el estar
con él. Os lo juro: en unos días no echará a ninguna
otra mujer de menos. Lo tendremos otra vez en casa.
210
Esta piña de mujeres estaban muy unidas y ello las
llevaría a controlarlo todo dentro de aquel hogar.
Después de aquel descanso, cada una se ocupó de
organizar diferentes cosas. Las habitaciones de los
invitados debían de quedar dispuestas con los objetos
personales que cada uno necesitara. Estos arcones
estaban en el gran pasillo donde estaban estas
habitaciones. Ello no era sencillo, pero Ama lo tenía
todo muy controlado y cada arcón fue destinado a una
de ellas, que era elegida entre Ama y Gea. Yolanda se
ocupó de colocar los objetos personales en los
lugares correspondientes, y en tan sólo unas horas
todo estaba dispuesto. Estaba ya el sol muy bajo y
Gea pensó en su amado, disponiendo la cena. Quería
que esa noche fuera muy especial, ya que los dos
hombres de su vida se encontrarían cara a cara.
Habilitó un salón contiguo muy pequeño al lado de las
dimensiones de toda aquella gran construcción cerca
de las cuadras. Había servido antiguamente para los
hombres más leales de Golf. Era un bonito lugar con
una gran mesa redonda de madera. Sus grandes sillas
eran auténticos tronos tallados. Detrás de éstas se
encontraban escudos y armas de muy diversos países y
estirpes del Mediterráneo. Esa noche contarían con
211
sus personas más queridas y de confianza. Estarían
ellos dos: Ama, Jhonas, Yolanda, Bubu y Akbar. Quería
que todo fuera perfecto el día señalado y como una
buena anfitriona, compartiría su mesa con sus más
queridas personas que en la intimidad la servían.
Esta manera de ser no era muy común entre los amos y
la servidumbre; pero aquella cena, sería
determinativa para el bienestar de todos de ahora en
adelante.
Cuando llegó su amado, les ordenó que cada uno se
fuera a sus habitaciones y se pusieran sus mejores
galas. Quería ser feliz esa noche con todos ellos y
que se sintieran invitados en su casa. Al llegar a su
habitación, el baño estaba dispuesto y su hombre
dentro de éste. No dudando un segundo, se despojó de
sus vestidos y se metió con él.
------- ¿Estás feliz, mi vida? Te veo tan
resplandeciente y bella.....
------- Estoy llena de vida y eso me hace ver las
cosas de otra manera. Por primera vez voy a ser
anfitriona en nuestro hogar y quiero que no falle
nada.
212
------- Todo saldrá muy bien. Estás acompañada por
tus personas más queridas y ellas te ayudarán en
todo. Nada puede fallarte. Relájate y disfruta. Sólo
tienes que estar fresca como una rosa y pensar
rápido, que es algo muy común en ti. Nada fracasará.
Te conozco y estás educada para ser una reina.
Mientras le decía estas palabras, la tenía cogida
entre sus brazos y estaba dándole un masaje en la
espalda dentro de aquel majestuoso baño.
------- He dispuesto que en la cena estén todas las
personas con las cuales tenemos que contar para que
todo vaya bien estos días.
-------¡ Me parece genial!. Lo que tú dispongas será
bien visto por mis ojos, mi amor. Yo tendré estos
días mucho más trabajo del que pensaba, ya que tendré
que quedarme a trabajar en el Templo día y noche. Tu
dormirás aquí, así nada puede escapársenos y cuando
empiecen a llegar nuestras familias, tú serás la
anfitriona que todos esperan que seas.
------- No te fallaré mi amor.
------- Salgamos ya. Esta noche te cogería entre mis
brazos como jamás lo hice... (me decía con una risa
213
burlona, mientras me empujaba de mi trasero,
obscenamente pellizcándomelo). Al volverme, me
encontré con su boca queriéndome morder suavemente
mis pechos.
------- Déjame golfo.......
------- No te dejaré nunca, mi Reina.........
Salimos del baño y nos ayudamos, como siempre que lo
hacíamos juntos, a secarnos, no dejando ni un segundo
de ser un niño juguetón y travieso. Su sexo estaba
duro como siempre. Yo me hacía la despistada, pero
mientras me ayudaba con mis largos cabellos, sentía
todo aquel descomunal sexo en mi paladar rozándome
suavemente. Era muy excitante y no pude reprimir mis
instintos carnales. Dándome la vuelta, me puse de
rodillas y me lo metí todo en mi boca, sedienta de
él. Le miraba a los ojos mientras él se apoyaba con
sus brazos en los pies de la cama. Le temblaban las
piernas y aquel gran hombre se convertía en mi
corderillo. Era tan excitante y sensual, verlo con
las gotas de agua que le caían de su larga cabellera
por sus pechos hacia sus abdominales...... El reflejo
de la tenue luz de nuestra alcoba, era la perfecta
para ver este instante como el reflejo de un Dios
214
Griego. Lo amaba y él lo sentía con las caricias de
mi boca y mi lengua en su sexo, duro y brillante,
lleno de vida estallaba en ella. Al sentirlo en mi
garganta, la saqué y seguí masturbándolo. Las gotas
de su semen caliente y dulce como la miel, salpicaban
mi rostro, incorporándome un poco también, mis pechos
se llenaron de aquel manantial que inundaba mi ego.
Me restregué su sexo por ellos y enfurecí más su
instinto sexual. Me giró de un acto firme y potente y
bajándome mi cabeza hacia la cama, me acarició la
espalda con las yemas de los dedos y dándome una
palmadita en mi trasero, con su otra mano me tocó mis
pechos llenos de su esperma y me lo restregó por mi
sexo, introduciéndose el suyo duro y firme como
momentos anteriores estaba dentro de mi boca. Me
poseyó...... con un gran instinto animal, dándome
todo lo que tenía acumulado después de haber pasado
el día solo, trabajando. Sentí el desahogó de la
posesión, inundando todo mi interior. En este momento
me decía:
------- ¡Eres mía!......¡solo mía!
------- Tú lo sabes.•• Fue mi respuesta simple y
corta, ya que me poseía como un animal, obsesionado.
215
Hubieron unos instantes en los cuales sentí su
orgasmo y el mío floreció a su unísono, llenándome
del placer más grande que una mujer puede tener. El
placer de su calor en mi sexo. Lo miré en ese
instante y su rostro estaba desfigurado, totalmente
ido, transpuesto, lleno de ira y desenfreno. Me dio
miedo. Supe en aquel instante él por qué. Alguien le
debió de contar mi encuentro con Jhonas, ya que aquel
orgasmo no había sido como ninguno de los anteriores
en toda nuestra relación. Me giré sacando su sexo muy
suavemente del mío, y sentí como si le hubiera
causado dolor el hacerlo. Lo cogí entre mis brazos y
nos tumbamos en la cama, acariciando sus cabellos.
Pude calmar esa ira que instantes antes me había dado
miedo. Sí, sentí miedo.
------- Mi amor, soy tuya. Sólo tuya.
-------- No me dejes nunca. No podría vivir sin ti.
-------- Tengo un retoño dentro de mi interior fruto
de nuestro amor.
-------- Hoy, mientras trabajaba, sentí muchos celos
de pensar que no estabas a mi lado........
-------- ¡Vida mía!. Relájate y ten confianza en mí.
216
Jamás te engañaría.•-------- ¡Júramelo!.
-------- Te lo juré el día que nuestras familias nos
entregaron y jamás te sería desleal.
-------- No es cierto. Te vi en el bosque junto al
Templo del Dios Poseidón.
Se me paró el corazón. Fue cuando me empezaron a
temblar a mí las piernas. No daba crédito a las
palabras que estaba oyendo. Me sentía sucia y
malvada. Le había sido infiel, no había sido un sueño
y él me había visto. No podía decir ni media. Lo
sabia todo. Mi silencio provocó que él hablara y
fuera él, el que me calmara.
-------- Tú también me viste a mí, lo sé. Bajé al
ritual y violé a la Sacerdotisa frente a todos. Lo
viste, dime que lo viste. Lo recuerdas, no puedes
haberlo olvidado. Tuve relaciones sexuales con todos
los que estaban en el ritual. Ese fue mi castigo, no
me hagas daño ya que soy mucho más poderoso que tú y
te mataría como hice con aquel adolescente que oso
violar mi propiedad. Le estrangulé con mis
extremidades y luego me lo tragué entero, tardando
varios días en digerirlo.
217
Su mirada diabólica me aterrorizó, ya que sus grandes
pupilas se convirtieron en elípticas. Su rostro
estaba totalmente desfigurado por la desesperación, y
su boca deformada con grandes colmillos delanteros
curvos. Aquella lengua se convirtió en bífida. La
imagen que llegó a mi mente fue la de una gran
serpiente pitón. Sentí mucho miedo y respeto.
Experimenté la mayor humillación que una persona
pueda sentir, la suciedad en mi cuerpo. Sinceramente
no le vi el rostro a aquel hombrecillo, pero en
ningún instante sentí la presencia de aquel humano
cerca en días posteriores. Había sido partícipe de
aquel asesinato, ya que si no me hubiera dejado
llevar por aquellos instintos carnales ese joven
hombre estaría vivo.
Me levanté muy dignamente y quise meterme otra vez en
el baño. Él me cogió por la cadera muy firmemente,
como si una gran serpiente rodeara mi cuerpo, y me
dijo:
------- Olerás a mí esta noche. No te limpies. Mi
esperma será tu perfume. Él debe saber que eres mía.•
Aquellas palabras eran muy firmes y sonaban a ley. Me
dejó sola en mi cuarto y se fue al suyo. Me vestí muy
218
sumisamente, con la túnica menos atractiva que
encontré. Estaba muy nerviosa y tenía que encontrarme
con todos en aquella mesa. Intenté maquillarme un
poco, ya que mi rostro estaba descompuesto. No sabía
cómo arreglar aquella situación. Él apareció, con la
dignidad de un Rey, vestido de violeta y oro,
sonriente y feliz, como si nada hubiera sucedido. Era
otro hombre. Me ofreció su brazo y nos desplazamos
hacia el Salón de los Escudos, en donde se
encontraban representadas las doce de las más
antiguas tribus Griegas. Golf, a lo largo de su vida
por estos mares, había conseguido ser la unión de la
Liga Anfictionía, formada para proteger el templo de
Deméter. En Anthela, cerca de las Termópilas y Delos,
era el lugar donde dos veces al año, se juntaban las
doce tribus. Este fue el recinto donde mi Amado
dispuso que se hiciera esta cena. Llevaba el poder en
la sangre y aquella sala era testigo de ello. La
estancia era una gran cámara redonda presidida por el
Dios Hefesto Deidad del fuego y de la metalurgia. Era
el artesano de los Dioses y les fabricaba sus
armaduras, espadas, arcos, flechas, puñales, escudos
y joyas. Se creía que su taller estaba bajo el monte
Etna, un volcán Siciliano. Al llegar estaban todos ya
219
allí, esperándonos, de pie, tomando un vino y
disfrutando de la buena música, de un grupo de
orientales traídos para las próximas celebraciones.
La felicidad se veía en el rostro del conjunto. Era
un momento muy especial y, en unos segundos, todo lo
acontecido momentos antes pasó al olvido. Alejandro
estaba muy cordial y educado con todos, como siempre
lo es. La noche fue espléndida. Hablamos de muchas
cosas. Dejamos claras situaciones para que todo
funcionara bien los días que estuvieran nuestras
familias y todo transcurrió con armonía. Yo pasé en
todo momento de mirar a Jhonas y Yolanda, se encargo
de que éste estuviera entretenido. No hubo ninguna
nota discordante en aquella cena. Todo fue fluyendo
con verdadera naturalidad.
No nos retiramos muy tarde, ya que Alejandro se
despertaría al amanecer. Allí todo funcionaba con el
sol y la luna. Eran los que marcaban los momentos. Al
llegar a nuestros aposentos, me abrazó con todo el
amor del planeta, y me dijo al oído:
------ Jamás sería capaz de hacerte daño.
Me besó en el cuello y nos acostamos abrazados como
lo hacíamos todas las noches. Dormimos muy
220
plácidamente y, al amanecer, mi hombre se despertaba
hecho un toro. Me tenía cogida por la cintura y mi
culito estaba entre sus piernas. Yo todas las noches
antes de dormirme me ponía el ungüento de Pitia en mi
sexo. Jugueteo con el suyo en las puertas del mío y,
sintiéndolo lubricado, me lo introdujo hasta los
huevos. Suave y posesivamente me amó aquella mañana,
como cualquier otra de ellas.
Se marchó a la cantera y yo retocé en la cama unas
horas más. No tenía prisas. Estaban todos para
ayudarme y últimamente estaba mucho más dormilona que
de costumbre. Nadie vino a despertarme hasta el
mediodía, que apareció Ama con una taza de hiervas y
una fuente de uvas.
------ ¿ Cómo esta mi niña esta mañana?
------ Ama debo de contarte algo.........
------ Si es de tu vida privada con tu hombre,
guárdatelo para ti. No debes de poner al descubierto
tus intimidades con nadie. Es un hombre muy fuerte y
me causa un gran respeto. Aquí sé que las paredes
tienen oídos y nosotros somos los extranjeros. No
cometas errores de los que luego te arrepientas.••
221
Las palabras de Ama eran sabias y no puse ninguna
objeción en ellas. Tenía claro que debía de
escucharla y obedecer sus sabios consejos.
Pasaron los días y todo transcurrió con naturalidad.
Mi buen amado dormía en el Templo, como me había
anunciado y yo subía con Bubu a llevarle algunas
cosas que sabía le gustaban para comer. Era un
pretexto, ya que no le faltaba de nada. Allí estaban
trabajando tantos hombres, que las Nereidas los
atendían con verdadera devoción. Era placentero ver
la armonía que existía en aquel lugar, aunque los
cuerpos sudorosos de aquellos hombres dieran fe del
esfuerzo de aquel duro trabajo. Yo necesitaba el
calor de aquel abrazo y los minutos que pasábamos a
solas. Si se lo podía permitir lo que estuviera
haciendo, siempre jugábamos y encontraba lo que iba a
buscar, que se desahogara sexualmente conmigo y no
necesitara a ninguna otra, ya que estaba siempre
rodeado de las más bellas. Había momentos en que el
sudor se lo limpiaba una, mientras otra le ponía la
comida en sus gruesos labios. Aquellos gestos me
proporcionaban un poquito de celos, pero debía de
asumirlos con resignación y sin ningún gesto de
desaprobación. Sabia lo que me jugaba y no podría ver
222
jamás a mi hombre como lo había visto semanas antes.
Aquello se me quedó en mi cerebro y jamás se me
olvidó.
Uno de los días se me ocurrió subir al anochecer. La
luna estaba creciendo y era una noche clara. Al
llegar dejé mi caballo antes del obelisco. En lo alto
del altar se podía vislumbrar la imagen de varias
personas dentro de la pila que utilizábamos de baño,
Alejandro y yo. Me deslicé con mucha suavidad y, en
silencio, por detrás de los Grifos, la luz de las
antorchas estaban muy tenues y me pude acercar lo
suficiente para poder ver quienes eran. Hubiera
gritado y no sé que hubiera sucedido, pero mantuve
mis instintos y pude observar. Dentro había dos
hombres. Uno de ellos era mi amado y el otro no podía
ver bien su rostro, ya que estaba de perfil; pero no
me era desconocido. Una de las mujeres se lo comía a
besos, mientras otra le lavaba los cabellos. Había
otra que le estaba limpiando los pies. Estaban muy
bien acompañados y mi fiel esposo estaba frente a
éste, solo, observante y distante. Me pareció muy
curioso este ritual, y callada me quedé contemplando.
Me sentí muy excitada, ya que no tenía costumbre de
ver como otras mujeres trataban a un hombre tan de
223
cerca. Detrás de las cortinas y en lo alto de la
escalera de nuestra casa, había mucha más distancia
que desde donde me encontraba. Mi amado Alejandro
estaba en una posición muy contemplativa. Observaba,
y su actitud con los brazos abiertos y apoyados en el
borde de la pila lo dejaban libre de ninguna sospecha
sexual; pero satisfacía, y a mí esto me llamó la
atención. El morbo inundó mi cuerpo. Cuando vi que mi
buen amado se acariciaba el pecho, de allí acercó sus
manos hacia su estómago sumergido dentro del agua.
Volvió a sacarlos y se mojó el pecho y la cara. Giró
la cabeza sacudiendo el agua y siguió en la misma
posición. No dejaba de observar en silencio aquel
ritual en el que el hombre que tenía delante
disfrutaba con las Nereidas. De pronto, vi salir del
agua a otra mujer, echando un gran chorro de agua por
la boca. ¡Ja. Ja... ja. !. Entre júbilo y un gran
algarabío todos ellos demostraron su felicidad. Había
estado sumergida dentro de la pila y llevaba bastante
tiempo, ya que yo me encontraba allí un gran rato. Me
moría, ya que la cara de Alejandro era de placer
contenido. Imaginé que esta mujer le estaba comiendo
el sexo dentro del agua y me volví loca. Me tapé la
boca, conteniendo un grito de rabia y me deslicé en
224
otra posición. Nadie había observado mi presencia y
ello me dio confianza para poder seguir observando.
Las mujeres siguieron con aquel extraño y cuando
hubieron terminado su aseo personal, salieron del
baño y se marcharon. Entre risas y alborotos, los
bellos cuerpos mojados e iluminados muy tenuemente
con la luz de las antorchas, incitaron mis instintos
a tocar mis formas. Ello me fue llevando a, sin saber
como, estarme masturbando viendo aquellos dos hombres
hablando sumergidos en el baño. Cerré mis ojos y note
las manos de los dos tocando mi figura, deseosos de
mí, hambrientos de sexo. Seguí sin abrirlos y en muy
poco tiempo vislumbré el estar poseída por los dos.
Mi buen amado me poseía por delante y el extraño
humedecía mi culito y me obtenía muy suave y
dulcemente por él. No tardé mucho en llegar al
orgasmo, pero no me fue fácil hacerlo en silencio, no
gemir. Estaba muy cerca y me podían oír. Al relajarme
un poco abrí mis ojos y para sorpresa mía aquellos
dos hombres se estaban besando y masturbándose el uno
al otro. En este momento me dí cuenta de que el
extraño era Jhonas. Se había cortado el cabello,
parecía un hombre distinto, aquello me volvió loca y
seguí masturbándome volviendo a sentir el placer de
225
inmediato. Nos corrimos los tres juntos. Mis ojos no
perdieron ni un segundo aquellas imágenes y el deseo
de meterme con ellos en aquel instante, fue el que me
hizo correr en dirección opuesta, hacia donde se
encontraba mi caballo. Me daba miedo mi actitud. En
tan solo unos meses, estaba totalmente obsesionada
por el sexo, era muy natural, ello me hacía sentirme
extraña. Galopé hacia la costa y, al llegar a ella,
me metí en el mar con mi caballo. Los dos
necesitábamos un refresco. No daba crédito a lo
acontecido y me volvía loca el pensar que los dos
hombres de mi vida estaban juntos amándose a solas
sin mí. Me tiré desde lo alto de éste y buceé lo más
lejos posible. Aguanté la respiración todo lo que
pude y en esos momentos sólo pensaba en el sexo de
cualquiera de los dos dentro de mi boca, sintiendo en
el agua la máxima frustración. Quise ahogarme, pero
salí a falta de oxígeno en mis pulmones. Odié mi
masturbación física; odie aquellos dos hombres a los
cuales amaba; las caricias del agua fueron las que me
hicieron estallar en un gran llanto lleno de horror.
Al salir y llegar a tierra, todo aquello me daba
vueltas en mi cerebro y me trastornó durante varias
horas que vagué sola por las playas.........
226
Pensé en volver al Templo, pero masoquistamente sólo
podía pensar en que todo lo que me estaba sucediendo
parecía irreal. Era una noche en la que estaban muy
enfadados todos lo Dioses, ya que estalló una gran
tormenta de primavera, rayos, truenos, relámpagos y
muchísima agua. Vi amanecer desde lo alto de aquel
acantilado, por donde se metía el sol. Sentí la
necesidad de tirarme por él, pero estaba muy presente
mi maternidad y ello fue lo que me impidió hacerlo.
Al volver a mis aposentos, estaba muerta de frío,
temblando, humedecida hasta los huesos, llorando. Me
había arañado los pechos y mi estomago; había habido
momentos en los cuales hubiera querido arrancarme el
alma. Estaba deshecha, al entrar entre las columnas
pude percibir una sombra, pero me daba igual quien
fuera. Si quería algo que se hiciera ver. Estaba en
mi casa y, con el porte de una reina, sin mirar hacia
mí alrededor, llegué a mi cuarto, me quité las ropas
húmedas. Abrigándome con una gran capa de terciopelo
granate me metí en mi cama, entrando en calor muy
rápidamente y me quedé dormida.
Al rato sentí oír a las mujeres a mí alrededor,
hablar en voz baja. No quería abrir los ojos, cuando
oí la voz de Ama decir:
227
------- Tenemos que despertarla. Es el barco de
Fidias. Decirle a Bubu que suba al Templo y le haga
llegar la noticia a Alejandro.
Abrí los ojos y pude ver el alboroto que ya había en
mi cuarto. El baño estaba preparado y mis ropas
estaban encima de uno de los baúles. Quise que el
cielo me tragara pero no fue así. Me ayudaron a
levantarme, ya que no podía, me sentía enferma. Ama
me miró a la cara y me dijo:
------- Tú no estás bien mi niña. ¿Dónde estuviste
anoche?
No contesté, no estaba allí, no quería....... eso era
lo que sentía, en este instante me desvanecí, perdí
el conocimiento, debiendo de estar sin él durante
varias horas, al volver en mí, me habían aseado y
vestido. Tenía sobre mi frente un paño muy frío,
estando rodeada de personas que jamás había visto.
Entre ellas se encontraba Alejandro. Me tenía cogida
por la mano y estaba tumbado junto a mi. Las primeras
palabras que oí fueron de Ama:
------ Ya vuelve en sí......Acto seguido, Alejandro
me preguntó:
228
------ ¿Qué te ha sucedido mi bella dama?
No podía decir nada. Las palabras no podían salir de
mis labios. No tenía voz, me dolía la garganta y
sentía escalofríos.
------ Dejadla descansar. Cuando le baje la fiebre se
encontrará mejor. Los espíritus malignos están
alejándose de su entorno. Nuestras plegarias han sido
escuchadas por el Dios Asclepio. Él la llevará de su
mano y nos la traerá de vuelta al mudo de los
humanos. Ponedle un poco más del ungüento de
mandrágora, mezclado con el muérdago y unas gotas de
estramonio. Volará con la imaginación aunque su
cuerpo se encuentre en estado de sopor. Ello le
ayudara. ( Decía uno de los hombres más viejos que se
encontraban a mi lado). Me acariciaba con las yemas
de sus manos impregnadas en alguna sustancia
asquerosa. Estaba rodeada de hierbas y me sentía con
un fuerte olor fétido. Antes de salir de mi cuarto oí
decirle a Ama:
------ Dadle todos los días una pequeña dosis. La
necesitará durante algún tiempo. Volví a perder el
conocimiento y en este desvanecimiento pude ver cómo
los dos hombres de mi vida, no sólo se masturbaban
229
sino que se penetraban. El sexo de Alejandro era una
gran serpiente que reventaba a Jhonas y lo devoraba.
Enloquecí de rabia y al volver en mí, me estaban
sujetando entre Yolanda y Ama. Ya no había ningún
hombre en mi habitación e intentaban tranquilizarme
entre las dos:
------ Tranquila mi niña, que es tan solo un sueño,
una alucinación de tu inconsciente. La fiebre nos
hace ver cosas que no existen, los espíritus
milagrosos están alejando tus temores y en muy pocas
horas abandonaran tu cuerpo dejándote limpia de
males.
------ No Ama. Los vi con mis propios ojos.•• Era una
voz de ultratumba, salida del infierno, lo que podía
oír en mis oídos y salía de mis labios,
desquebrajada, rota y llena de ira.
------ Has estado muy enferma varios días, mi niña.
La fiebre ha sido muy alta y han habido momentos en
los que nos creíamos que no volverías en sí. Hemos
invocado a todos los Dioses que te concedieran la
vida a ti y al hijo que llevas dentro.
------¿ Y Alejandro?
230
------ Ha pasado todas las noches al pie de tu cama,
velando y rezando por tu alma. Ha llorado como un
niño. Jamás vi a un hombre tan entristecido.
------ No dejadlo entrar aquí más.
------¿ Qué dice mi niña?
------ No quiero verlo.
------ ¿Qué té pasa?
------- Es la gran serpiente Pitón. Es el hombre más
odioso del planeta. Lo odio.
Ama se quedó petrificada, ya que conocía muy bien la
historia de Pitón la gran serpiente hija de la Diosa
Gaya, la madre tierra, nacida del barro que quedó en
la tierra después del gran diluvio. El monstruo vivía
en una gran gruta cerca de Delfos sobre el monte
Parnaso custodiando el oráculo. En el mismo lugar
donde se encontraba ubicado el lugar de reposo de mi
amado, había sido matada por el Dios Apolo y bien se
sabía que las palabras de Pitia eran consideradas.
Palabras de tal Dios.••------- ¡Es el padre de tu
hijo!
------- Pitia me lo dijo. Serás fecundada por la
231
serpiente Pitón.•• Su llanto era desgarrador y sus
palabras entrecortadas pero certeras.
------- Me estoy volviendo loca Ama.
------- Calma mi niña. Todo eso son historias que
cuentan los viejos.
------- La primera noche que estuvo en nuestra casa,
soñé que una gran serpiente me poseía. Era él.
------- Debes asumir la palabra de los Dioses y
sentirte feliz por formar parte de ellos.
------- Está loco y me volverá a mí como es él.
------- Dime, mi niña, ¿ quién te hizo todos los
cortes que llevas en el pecho y tu estomago?.
Apareciste con ellos el día que te encontraste
enferma.
------- Yo sola Ama. Quería arrancarme el hijo que
llevo en mis entrañas. No debe vivir.
Las dos mujeres no daban crédito a las palabras de
Gea. Era todo una locura de la cual se veían
partícipes. Debían de impedir que esta joven mujer
enloqueciera. Había algo más....... pero ella no
quería contarlo.
232
------- Fidias está aquí y esta noche habrá una
fiesta en su honor, ya que la fiebre te ha bajado un
poco. ¿Bajarás?
------- No quiero ver a nadie. No me encuentro bien
Ama. Estoy muy confusa y dolida. No sólo me duele mi
cuerpo físico, también mi alma está muy dolida.
Necesito reflexionar y ver qué me ha sucedido. Estoy
desconcertada y todos mis recuerdos son parte de un
laberinto que debo yo sola descifrar. ¡Prepararme un
baño muy caliente!
En estas palabras había mucha sensatez y las dos
mujeres se quedaron tranquilas. Todo parecía haber
vuelto a la normalidad. La voz de Gea era todavía un
poco ronca pero juiciosa. Obedecieron y en poco
tiempo se encontraba metida en el baño, dando una
orden muy contundente a Bubu:
------- No dejes que Alejandro entre en mi
habitación.
------- Mi niña, es tu esposo (Contesto Ama).
------- No quiero que me vea desnuda. No debe de
saber nada de lo que vi.
233
Las dos mujeres se miraron unos segundos y siguieron
sus tareas.
------- Buscadme un vestido que tape este destrozo
que llevo en mi tronco y traedme la esencia de rosas.
Echa un buen chorro en el agua y el ungüento de Pitia
dádmelo por todo mi cuerpo. Poned mirra en los
quemadores. Va a saber este diablo a quien se
enfrenta.
Fueron sus palabras rígidas y contundentes con la voz
de un amo.
Comí sola en mi cuarto, no queriendo bajar a los
jardines donde el sol era el rey del día, ya que me
habían dicho que los días de mi enfermedad habían
estado muy oscuros y tristes, con mucha lluvia.
Estaba lleno de pequeñas florcillas, lleno de vida
como a lo largo del día yo me fui sintiendo. Por la
tarde empezaron a llegar caballos montados por ricos
hombres muy bien vestidos, elegantes, corpulentos y
muy atractivos, Romanos (pensé). Debían de ser los
hombres de Fidias. Según había oído decir le
acompañarían los más nobles caballeros para poder ver
la obra maestra de nuestro templo.
234
Fue en este momento, cuando me dispuse
majestuosamente como una reina a darme un paseo por
el jardín, ensalzando mi belleza con mis más
preciadas sedas chinas. El color que elegí para este
momento fue el verderón. El atardecer estaba
empezando a vislumbrar los más bellos colores rojos y
violáceos. Allí estaban algunas mujeres recogiendo
flores para la fiesta. Me dispuse a ayudarlas,
haciéndome amiga de una de las más jóvenes, que me
llamó la atención ya que buscaba los matorrales más
secos y no recogía las flores frescas, sino astillas
de madera y plantas aromáticas, las cuales se
quemaban para crear buenas fragancias en las
estancias. Era una bella doncella, con la cual estuve
hablando de su futuro. Era una mujer muy feliz. Había
sido elegida para ser una de las vírgenes vestales.
Eran las sacerdotisas que cuidaban del fuego. Una
mujer muy entendida en plantas y ello me hizo pensar
en las que me rodeaban en mi habitación. Cuando me
desperté entre sueños, ello me hizo preguntarle por
las palabras que había oído aquel sabio que estaba
junto a mí.
------- ¿Qué sabes del Muérdago?
235
------- Es una planta que se utiliza en los rituales
como el antídoto de un veneno.
------- ¿Y la Mandrágora y el Estramonio?
------- Con ellas se experimentan alucinaciones y
estados de euforia. También está muy ligado a la
fecundidad, aunque las dos juntas tienen un
significado muy fuerte con la esterilidad.
Perturbando las facultades mentales, ellas dos son
venenosas juntas. Por ello el Muérdago contrarresta
estos efectos.
Las palabras de aquella joven mujer me llevaban a
odiar más al hijo que llevaba en mis entrañas. Me
estaba volviendo loca tan sólo con el pensamiento. Al
volver a casa sentí un gran dolor en mi vientre y en
segundos mi entrepierna era un río de sangre oscura.
Corrí hasta mi cuarto y al llegar a él, Yolanda
estaba en ella preparándome todas las vestiduras y
mis joyas para la cena. Al verme llegar en este
estado, me dijo:
------- ¿Voy corriendo a buscar al sabio?
------- Ni se te ocurra. Llama a Ama y que nadie se
alborote. No quiero que se entere ninguna otra
236
persona en esta casa. Sal despacio y ya sabes cuales
son mis órdenes.
Yolanda miró hacia el suelo en señal de respeto y
sumisión. Mientras salía de aquella estancia, siguió
las ordenes de Gea y encontró a Ama en el salón
principal, se acercó y al oído le dijo:
------ Gea te necesita en su cuarto.
Las dos mujeres con un porte muy digno salieron de
aquel salón donde había muchas personas trabajando,
dirigiéndose a los aposentos de ésta. Al llegar al
umbral de aquel cuarto, Ama miró a Yolanda
horrorizada, ya que las gotas de sangre se hacían muy
visibles en la piedra de aquel lugar.
------ Limpia esto rápidamente. (Le ordenó a Yolanda
señalándole aquel reguero de sangre). Al entrar en la
habitación, Gea estaba dentro del baño se había
desnudado y estaba limpiándose. Se miraron las dos
mujeres y Gea se echó a llorar, y Ama extendió los
brazos protegiendo su llanto.
------ Esto es tan sólo un regalo de los Dioses.
Posiblemente este niño no estaba bien concebido mi
niña. Relájate y no te preocupes.
237
------ Ama, he descubierto muchas cosas que debo
contarte. Esto no lo han hecho los Dioses, sino los
sabios, con sus hechizos y sus ungüentos.
------ Hubo un momento en el cual no deseaste a este
hijo, y sólo los Dioses saben el porqué. Debes
resignarte y comprender el significado de todos los
acontecimientos acaecidos.
------ Ahora es el momento en el cual tú debes oírme.
Yolanda, dile a Bubu que no deje entrar en mis
aposentos a ningún mortal, y en especial a mi esposo.
Las dos mujeres se quedaron solas en aquel gran
cuarto y en confesión, Gea le contó todo lo que había
sucedido en los días anteriores a su enfermedad.
Cuando hubo terminado todo aquel fantasmal relato,
lleno de engaños y sexo, Ama le dijo:
------ Debes de ser más inteligente que él. Está
probando tu fidelidad. Todo lo acontecido son
solamente alucinaciones provocadas por los ungüentos.
Es muy sabio e hijo de una hechicera. El ungüento de
Pitia no sólo te hace estar unida a él, sino que él
puede dominar tu inconsciente y entrar en ti con su
mente, provocándote todo tipo de deseos carnales, que
238
él quiera meter en tu cerebro. Mi pequeña flor, yo
sabía que era muy peligroso el estar unido al hijo de
Pitia, ya que aunque él no se haya criado con ella,
lleva su sangre.
Todo aquello me parecía sobrehumano. Soy una mujer
muy joven pero mi cultura y soberanía, me habían
hecho ser libre y en estos momentos me sentía atada a
Alejandro por fuerzas exteriores a la naturaleza. Era
todo un tanto confuso. No sentí ningún miedo. Ama,
con sus sabios consejos me había dado la clave de los
porqués de toda esta historia escabrosa. Tan sólo
debía de encauzar el amor que sentía por este hombre
y darle un heredero como él deseaba. Este reguero de
sangre sólo era el presagio de la muerte de este
joven óvulo. Ama me puso claro que en unos días
cuidándome y con una buena alimentación, estaría otra
vez fuerte para ser fecundada por mi amado. Tan solo
debía de tener fe y rezar a los Dioses. Así era como
se solucionaban las cosas y yo debía ser una buena
mujer y comprender todo lo acontecido, ya que sólo
quería decirme que mi amado quería tener claro mi
amor. Toda esta historia irreal era mi presente.
Debía de asumirlo con la resignación y el porte de mi
clan.
239
En aquellos momentos oímos en los pasillos a Bubu
decirle a Alejandro, que seguía indispuesta y que no
bajaría al comedor. Él pretendía entrar en mi alcoba
y él ponía resistencia. Todo esto se oía muy cerca y
levantando la voz un tanto ronca le dije a Bubu:
------ Dejadle pasar.
Entró como una fiera y en unos segundos se relajó. Yo
estaba metida en la cama y Ama sentada con sus manos
junto a las mías.
------ ¿Sigues mal, mi amor?
------ Me encuentro muy afectada. Hoy bajé a los
jardines y no me debió de sentar bien la brisa que
hacía. Como verás mi garganta sigue mal. Prefiero
aguantar unos días más aquí en mi cuarto. Debo de
estar bien para cuando lleguen todos.
Estaba junto a mí y me cogía una de mis manos. Se la
llevó a su pecho y me dijo:
------ Lo que tú creas conveniente.
Miró a Ama y le dijo:
------ No dejes de darle las medicinas que hicieron
para ella.
240
------ Sí, mi amo(contestó ella).
------ Y que no esté sola ni un instante (dijo
mirando a las dos mujeres).
------ No me separaré de ella. ( Dijo Ama).• Yolanda
bajó su rostro en señal de obediencia. Me dio un beso
en la frente y salió de la habitación con el porte de
un Rey. Al quedarnos solas, y oír muy lejos el sonido
de sus pasos, les dije:
------ No me dejareis sola ni un segundo, pero
jurarme que no me volveréis a dar ninguna pócima ni
ungüento alguno. Esto es un simple enfriamiento y
este río de sangre es lo natural y cederá en el
momento que haya salido todo lo que tengo malo en mi
cuerpo.
Mis palabras eran órdenes y las tenían que cumplir.
Vivía con mis personas de confianza, yo lo sabía.
Se oían músicos y fiesta por todos los lugares. No me
afectaba en nada. Yo tenía que concentrar mi vida en
mi persona y no importarme lo que sucediera a mí
alrededor. Era una mujer con una gran voluntad y ello
me ayudó a salir de donde me encontraba. Había
momentos en los cuales me anunciaban la visita de uno
241
de los sabios y me hacia la adormilada. Ama les
contaba que seguía con las alucinaciones y se iban
muy contentos. Según ellos, todo iba a mejor. Cuando
nos quedábamos solas, nos reíamos las tres y era muy
cómico ver a Bubu hacer de Sabio. Él también era
nuestro cómplice. Vigilaba sin descanso día y noche
la entrada a mis habitaciones. Alejandro seguía
durmiendo en el Templo. Allí era mucho más fácil el
estar con sus amigos y cómo no, con las Nereidas o
mujeres de goce, diría yo. Seguían las fiestas y el
alboroto de éstas no llegaba hasta aquí. Ello me
protegía de los pensamientos a los cuales no quería
acercarme.
Así estuve durante una semana y, una mañana muy
soleada, oí gritar en una de las torres:
------¡ Navío a la vista!.
No podía ser otro que no fuera el de mi familia. Me
levanté de un salto y asomándome a mi balconada
desnuda, pude apreciar los mástiles del Edén, un gran
barco de la propiedad de mi padre construido en el
Mar Rojo. Sí, era él. Sus velas color púrpura eran
difíciles de confundir con las de otra embarcación.
Loca de contenta se me quitaron todos los males y
242
ordené que me prepararan un baño y mis mejores galas.
Mi familia tenía que verme como la flor que habían
ofrecido varias lunas antes a los Dioses Del Amor.
Cuando estuve preparada, que lo hice mucho más rápido
que nunca, corrí como loca hacia los establos. Ama
salió corriendo tras de mí y me dijo:
------ Mi amor, no cojas tu caballo, no debes. Te han
preparado uno de los carros romanos con cuatro
caballos para que vallas como una Diosa.
------ No te preocupes, Ama no voy a cometer ningún
error del cual me pueda arrepentir.
Al pasar la entrada del establo, me encontré el carro
que tenían guardado en él. Lo habían limpiado y
estaba reluciente. Era muy bello. En las ocasiones
que había estado a solas en las cuadras, me había
parado curiosamente mirándolo. Es una bella pieza en
madera de roble tallado, con incrustaciones de oro y
marfil. La estructura es de bronce y según me han
contado los hombres que cuidan los establos, es un
trabajo hecho por los Escitas. Le había acariciado y
sentido su tacto, pero no imaginé jamás que yo lo
pudiera conducir. Los había visto en el hipódromo en
243
Grecia, ya que allí se hacían carreras, dentro del
circo en las celebraciones y actos reales. Siempre
fue un arte que me gustó desde niña y admiré, pero
nunca había tenido el placer de subirme en uno de
ellos. Normalmente eran conducidos por hombres. Los
arreos llevaban a cuatro bellos corceles, los cuales
representaban las cuatro estaciones del año. De esto
dio lugar a su nombre, cuadrigas. Lo sabía por mi
abuelo Teseo que era el más aficionado a estos juegos
Olímpicos. Era él, el que me llevaba desde muy niña
al circo. Cada uno era de un color. Había uno blanco,
otro negro, uno gris manchado, y otro marrón. Al
pasar junto a ellos, los acaricié con ternura. Eran
los más grandes que pudiera imaginar, ya que se
utilizaban como caballos de tiro. Procedían del
noroeste de Siria, una raza proveniente de los
Hicsos. De allí habían pasado a Egipto, y Golf los
había traído a estas tierras. Eran los más fuertes
caballos de arrastre. Estos junto con los bueyes
servían para llevar los grandes trozos de mármol al
templo. No lo dudé y subí en él. Me sentí poderosa y
di ordenes para salir de los establos muy lentamente.
Una vez en los jardines soltaron los caballos. No me
fue fácil hacerme con ellos, ya que estaban
244
nerviosos, seguramente al no ser un hombre el que los
condujese. Pero mi gran dominio desde muy niña con
estos animales y lo atenta que había estado siempre
que los había visto en el circo, me sirvió para
dominar la situación en muy pocos metros. Miré a Ama
y le dije:
-------¿ Subes?.
No tardó ni un segundo en estar a mi lado y las dos
mujeres nos dispusimos a ir hacia la costa a recibir
a mi familia. Sólo tenía que seguir el sendero o
calzada que estaba construida para esta cuadriga.
Todo en este lugar tenía un porqué, y éste era el día
en el cual yo tenía que estrenar aquel carro en aquel
sendero, ya que mi familia me tenía que ver como una
poderosa amazona. No podían ver la enfermedad y la
desesperación que días antes había sufrido. Quería
que me vieran magnífica. No se merecían saber nada.
Mi sufrimiento sólo había sido compartido por mis
personas de confianza y ellas no me defraudarían.• Al
llegar a la costa, al primero que me encontré fue a
Jhonas, el cual se sintió muy orgulloso de ver a las
dos mujeres de su vida juntas y con aquel porte, nos
miramos, sonreímos y no dijimos ni una sola palabra.
245
En aquel momento me di cuenta de que en realidad
había una barrera entre él y yo. Si de verdad quería
que estuviera cerca de mí, era yo la que debía de
mantener las distancias. Mi instinto me decía que era
así y pienso que el de él igual. Normalmente, desde
muy niños, hemos sentido las mismas cosas al unísono,
ya que fuimos criados como gemelos y ello está en el
aire. Fue él el que se hizo cargo de coger los
caballos mientras yo ayudaba a Ama a bajar del carro.
Al pisar tierra fue cuando me temblaron las piernas.
No sé cuál era el motivo. Había varios. En el primer
bote que llegaba a tierra iba mi hermana, con su
retoño y Cecilia. No pude esperar a que llegaran y me
metí en el agua. Los ojos de mi hermana eran un imán
en los míos. Es tan bella... Lo primero que hizo fue
alargar sus brazos y ofrecerme que cogiera a Ra y lo
pusiera a salvo. Es muy pequeño todavía pero es una
bolita, rojiza. Está muy colorado y me dan ganas de
comérmelo a besos. Alargamos las dos el cuello y nos
besamos intensamente en la boca. Yo di media vuelta
en dirección a la playa y ella esperó a que el bote
estuviera más cerca de la orilla. Cuando bajó a
tierra yo había depositado el bebé en los brazos de
Ama y volvía a por ella.
246
-------¡ No sabes como te he echado de menos mi
querida hermana. !
Las dos estábamos abrazadas besándonos y llorando de
felicidad.
------- Os esperábamos hace varios días y estábamos
muy preocupados por las lluvias, aunque en mi
interior reinaba la calma. Sabía que no os podía
suceder nada.
------ Sí. Nos pillaron las lluvias, pero padre nos
protegió en una calla y allí pasamos dos días. Cuando
amainó el temporal, zarpamos con buenos vientos y
como ves, aquí en tus dominios estamos.
------ ¡Qué feliz que estoy!, ¿y padre?
------ Terminando de dar las órdenes para dejar bien
anclado el viejo..........
¡Ja. Ja. Ja.....! No terminó la frase, ya que las dos
reímos de felicidad y de nervios, al igual que de
pensar en las momias que bajarían de éste.
------ Cuando te vi en lo alto de la cuadriga, me
recordaste a Madre. Era tan valiente como tú, es algo
que día a día florece más en ti.
247
------ Jamás subí en una, pero tenía prisa por llegar
a recibirte y Ama no quería que viniera en mi corcel.
------ ¿Te sucede algo?
------ Luego te cuento........
Estas palabras estaban dichas con un halo de
misterio. Las dos mujeres cogidas del brazo se
encaminaron hacia el sendero y muy pausadamente se
dispusieron para hacerlo a pie. La cuadriga serviría
para subir las pertenencias. Ama subía con Ra en sus
brazos y los objetos más personales los portaban
Yolanda y Cecilia, que otra vez estaban juntas, con
unas sonrisas en sus rostros que llenaban el campo.
------ ¡Qué bonito lugar es este sitio!. Está muy
verde y las flores son preciosas.
------ Las personas que cuidan esta casa son de una
familia hindú, teniendo entre ellos un buen jardinero
y hay muchas mujeres bellísimas que siempre están en
los alrededores cogiendo flores para los templos y
arreglándolos.
------ ¿Cuántos templos hay aquí?••------ Yo sólo he
llegado a uno de ellos, que esta aquí cerca, en uno
248
de los acantilados y es el del Dios Poseidón; y más
arriba, en la montaña, está la nueva construcción por
la cual Golf nos mando aquí. Será uno de los Templos
más majestuosos que se han construido en el
Mediterráneo.
------ ¿Cómo te va la vida en común con Alejandro?.
Te veo un poco pálida y delgada.
------ Me conoces hermana, como si fueras mi madre y
sabes que hay algo que no funciona.•------ Lo supe el
día de la tormenta. Sentí que me necesitabas y que te
estaban haciendo daño, ya que el Dios Zeus señor del
cielo, Dios de la lluvia y acumulador de nubes,
blandía el terrible rayo. No sentí miedo por
nosotros. Sabía que era una advertencia de los cielos
y que me reclamabas con brevedad. Hubo un momento
entre los hombres que pensaron en volver a casa y
esperar a que pasara la tormenta, ya que muchos de
ellos se sintieron enfermos; pero no los dejé. Era la
señal para seguir hacia adelante.
------ Gracias, mi buena hermana. Te necesitaba a mi
lado, sí, lo han intentado; pero yo soy más
inteligente que las fuerzas del mal, dándome cuenta
que querían despojarme de la seguridad que me
249
proporciona el amor que me tiene Alejandro y, gracias
a poder estar acompañada por todos vosotros, venceré
estas adversidades.
Las dos mujeres se pararon unos segundos, abrazándose
con todo el cariño contenido. Esta conversación dejó
de existir en los días venideros, ya que hubieron
otros temas mucho más importantes.
Gea hizo de anfitriona con verdadera dignidad de su
rango y todo transcurrió con mucha armonía. Los
hombres pasaban muchas horas juntos y a la hora de
dormir, los pasillos se llenaban de silencio en señal
de respeto. Así fueron pasando los días, hasta que
por fin llegaron Golf y Pitia. Con ellos llegaba su
hijo mayor y su mujer. Todo el lugar se llenó de
alegría y alboroto. Se habían montado grandes tiendas
en los alrededores de la gran casa y durante semanas
seguían apareciendo naves por aquellas costas.
Llegaron todos los componentes de la Liga
Anfictionía, amigos de las tres familias y aliados de
Golf, que venían a venerar la fiesta en la cual se
daría apertura al Templo. Llevaban luchando por la
apertura de éste ante muchas contrariedades y la
alegría de la finalización era algo respirable. Los
250
sacerdotes Délficos estaban preparando un complicado
ritual, donde Pitia sería la sacerdotisa, ya que sus
manifestaciones eran consideradas las palabras de
Apolo. Toda esta cadena compleja de pequeñas piezas
de un rompecabezas, estaban construyendo el Imperio
más fuerte en el Mediterráneo.
Golf era, junto a Pitia, mi Padre y Ciro, los
artífices de todo este complejo entramado de comercio
que estábamos poniendo en funcionamiento, ya que
serían los patrocinadores de los Juegos Pitios. La
ceremonia de inauguración estaba a punto de
anunciarse. De todos los lugares mandaban
delegaciones que competirían en esplendor y en
actividades atléticas. En estas competiciones sólo
podían participar hombres honorables, de descendencia
Griega. Durante los cinco días que iban a durar estos
juegos se cumpliría la denominada tregua olímpica, la
cual paralizaba todos los conflictos bélicos.
El primer día se dedicará a los sacrificios, rituales
y ofrendas. La Diosa Hestia presidía todos los fuegos
de las aras de sacrificio y Pitia era la encargada de
esta ofrenda de fuego a esta deidad. Este ritual
empezaría por la tarde con un sacrificio (algo
251
convertido en sagrado). Era una ceremonia donde se
hacían las ofrendas al ser espiritual, con el fin de
establecer y perpetuar o restaurar un lazo sagrado
entre lo humano y lo divino. Los Sacerdotes
Coribantes coreaban las plegarias desde los
principios de la Luna Nueva. Al quinto día la Luna
estaría llena, e iban ascendiendo conforme a su
forma. La ceremonia tenía connotaciones religiosas y
paganas, ya que Pitia, que era la hechicera, con sus
bailes rituales, llegaba a un estado de trance. Esta
cualidad de alteración de la consciencia eran
muestras de posesiones de espíritus, en los cuales,
ella entraba en contacto con los Dioses, intentando
descubrir y dar respuestas a conocimientos ocultos,
pasados, presentes y futuros, a través del contacto
directo o indirecto de la inteligencia humana con lo
sobrenatural, llevando a cabo sus adivinaciones en
elaboradas ceremonias, las cuales eran pagadas con un
sacrificio, u ofrenda, a estos rituales. Los más
grandes y poderosos eran los que podían acceder,
dando respuestas a sus preguntas. Ella, desde lo alto
de su trípode, era la mujer más admirada y respetada,
ya que su porte de Reina y su cuerpo de Diosa eran
herramientas que ella sabía muy bien utilizar. El
252
concepto de que no hay creación sin sacrificio o
sacrificar lo que se estima es sacrificarse. Era una
doctrina por la cual conseguiría que todas las
ciudades - estado griegas, hicieran grandes ofrendas
para que se construyeran en el Camino Sagrado al
Templo ricas casas, alineadas unas frente a las
otras, haciendo de este lugar un instrumento político
de los miembros más poderosos. Allí se consumirían
centenares de litros de vino y comidas, servidos por
la Nereidas; así como todo tipo de actividades
lúdicas. Estábamos viendo el nacimiento de la mayor
potencia comercial en el Mediterráneo, la cuna del
Mundo.
El segundo día empezaron las carreras pedestre,
luchas, boxeo y el pancracio (que era una mezcla de
las dos). El objetivo de estos deportes era el
demostrar la fuerza y el poder del contrario. Uno de
los dos tenía que reconocer su derrota o morir. No
pude aguantar todo este acto y terminé con mi hermana
y Ra en su tienda, que estaba muy cerca. Me quede
allí echada, llevaba semanas durmiendo muy poco y de
cena en cena. Las fiestas se sucedían como los
invitados iban llegando.
253
El tercer día amaneció con el sol más magnánimo que
habíamos visto en semanas. Me despertaron los gritos
de Yolanda:
------- Egea, despierta. Tu marido está en la arena,
con su bello corcel.
Me levanté y ni tan siquiera me lavé la cara. En
segundos entre Yolanda y Cecilia me arreglaron, me
vistieron medio dormida, sin saber cómo estaba en lo
alto de la tribuna viendo a Alejandro como se
disponía a competir con los más ricos en las carreras
de caballos, en las que cada participante era dueño
de su caballo. Este tipo de competición era una de
las atracciones más populares. No perdí detalle, ya
que ¡Menudos hombres competían!. Eran tan
poderosos......y guapos. Me desperté enseguida.•• El
cuarto día le seguía el Pentatlón, una serie de cinco
pruebas: velocidad, salto de longitud, lanzamiento de
jabalina y lanzamiento de disco. Yo pasé largas horas
con varios jóvenes y atractivos hombres, los cuales
me decían estar enamorados locamente de mí. No me
importaba lo que pensara Alejandro. Él estaba de flor
en flor.
Los ganadores recibían como premio guirnaldas de
254
olivo. Este sí que era un papel dentro de estos
juegos que me encantaba, ya que tenía que ser una
bella dama quien se la pusiera alrededor de su cuerpo
y, por supuesto, felicitarlo. Otorgando fama a sus
ciudades de origen, los poetas los convertían en
celebridades y vivían el resto de sus vidas a costa
del erario o tesoro público.
El quinto día se preparaba una gran Noche de Luna
Llena. Yo hacia días que no veía a mi amado. Tampoco
me molestaba en buscarlo. No tenía ganas de sorpresas
y mi hermana me ayudó mucho en tomar esta actitud.
Toda una fiesta de júbilo. Era la noche que se
adoraba al Dios Dionisio. Los gritos con los que se
idolatraba a este Dios en las bacanales, daban paso a
frenéticos y devastadores estados de embriaguez,
actos licenciosos y disolutos. Los vencedores tenían
derecho a todos los placeres y la fiesta tomaba el
mayor auge pagano. Hombres y mujeres se confundían.
No sabías con qué sexo te encontrabas. El vino había
hecho sus efectos. Todo el mundo bailaba, reía, o
estaba en los brazos de cualquier ser que estuviera a
mano. Era un gran amasijo de cuerpos, que terminaba
en las orgías más desenfrenadas. Ese fue el momento
en el cual las mujeres de algunos de los más altos
255
cargos nos fuimos hacia mi casa. Dormiríamos allí, ya
que en las tiendas era imposible hacerlo. En
cualquier momento había otro ser humano achuchándote
por cualquier sitio.
Al llegar a mi casa, sentí que la paz había vuelto.
Allí no habían ni músicos, ni bailarinas, ni
borrachos. Dispuse que todas las mujeres que habían
venido solas o con los niños tuvieran un buen lecho
donde descansar nuestros doloridos huesos. Habían
sido muchos días de actos. Estábamos todas
destrozadas. El silencio reinaba en nuestro espíritu,
pero esto duró muy poco, ya que conforme iba llegando
a mi habitación, que era la más alejada del resto de
ellas, iba oyendo susurros y alguna que otra
insinuación, que me fueron poniendo los pelos de
gallina. Me deslicé sin hacer ningún ruido y, al
asomarme sin que percibieran que estaba allí, pude
darme una gran sorpresa. Me encontré con el mejor de
los regalos, mi fiel Amado rodeado de cuerpos en mi
cama. Volví al pasillo, pensándomelo dos veces y en
la soledad de éste, pensé en entrar, pero mi pregunta
fue: ¿Cómo hacerlo?, rompiendo toda aquella escena o
infiltrándome en ella.
256
Me desnudé muy suavemente dejando mi ropa en el suelo
y, como si fuera una serpiente, me deslicé por él sin
ser vista. Al llegar a la gran cama, me encontré con
un bonito cuerpo de una mujer desnuda. No me lo
pensé. Empecé a besarle las plantas de los pies y fui
subiendo por sus delgadas piernas hacia sus nalgas.
No me disgustaba el hacerlo, ya que desde muy niña,
siempre había estado relacionándome con mujeres.
Ellas me habían enseñado cómo era la sexualidad. Era
normal que nos iniciaran en el arte del placer entre
nuestro mismo sexo. Estaba bien visto por nuestra
sociedad, aunque yo tenía muy claro que eran los
hombres mi pasión. La bella dama no se dio en ningún
segundo la vuelta, es decir, que me tocó empezar a
comerle su prominente trasero. Se abrió de piernas
rápidamente, y me encontré con su jugoso y cálido
sexo en mi boca, Chorreante de semen. Me lo comí, sin
hacerle ningún asco, con los ojos muy abiertos
intentando ver lo que hacía el canalla de mi esposo.
Él estaba de rodillas, con ellas muy abiertas y los
ojos cerrados, sintiendo como ella en este momento le
estaba comiendo el sexo, mientras otra que estaba
detrás y boca arriba se estaba tragando los
testículos, ayudada por la mano bajo su cuello de
257
otro hombre que se masturbaba sobre sus pechos.
Estaba siendo follada por un descomunal espécimen, al
mismo tiempo se lubricaba los dedos y se los metía
por el trasero a mi marido. Sentía que a él, esto le
estaba causando gran placer y ello me excitó más.
Observé su actitud durante unos segundos. La mujer
que tenía delante de pie frente a su boca, con un
culo bestial debía de ser etíope, de color del ébano.
El movimiento de su cabeza, la posesión de sus manos
sobre el duro culo de ésta y los lengüetazos de su
boca por aquellas grandes tetas, me cautivaron,
hipnotizándome. Sin saber cómo, sentía su lengua en
mi sexo....... o era cierto que también me lo comían
a mí........ no quise mirar. Que los Dioses me
protejan, pensé, y seguí. En aquel momento empecé a
sentir unas poderosas manos en mis pechos,
estrujándomelos como jamás lo había hecho nadie. Me
gustaba y fue en este instante en el que cerré los
ojos y no los volví a abrir en ningún momento,
sintiendo tanto placer como cualquiera de ellos. Se
oían los susurros y los orgasmos me salpicaban por
todos los lados de mi cuerpo. Yo sentía y no quería
que se acabara. Aquel sexo femenino que tenía en mi
boca me pedía más y empecé a meterle los dedos por
258
los dos orificios. Cambiamos de posición y sentí en
mi mano el duro y potente sexo de un hombre. Le ayudé
a penetrar a aquella mujer, mientras sentía como
otras manos me tenían cogida por debajo de mis muslos
y me abrían más y más. Se aflojaron todos mis
músculos y también yo estaba siendo penetrada, por
unos grandes dedos, en todos mis orificios. Era una
mano muy cariñosa que me iba abriendo mi trasero y mi
sexo, mientras sentí como un cuerpo se deslizaba
debajo del mío. Me cogió por las caderas con unas
grandes y poderosas manos levantándome, mientras la
pequeña mano de una de las mujeres me restregaba
aquel descomunal sexo por el mío, no tardando mucho
en penetrarme, haciendo tope con su puño, con un sexo
mucho más gordo que el de mi Amado. Abrí un segundo
mis ojos, al sentirlo tan potente y bajo de mí. Tenía
a un hombre de color dorado, cuando sintió mi mirada,
aquella mujer quitó su mano y él me metió hasta los
huevos, ya que yo estaba encima de él con las piernas
totalmente abiertas. Me volví loca de placer y dolor,
mientras las manos de otro me acariciaban la espalda
y me metía suavemente otro dedo en el orificio que me
quedaba libre, pasándome una gran lengua desde lo
alto de mi cuello a mi culo, una y otra vez,
259
lubricándomelo con verdadera pasión, aflojándome más
y más. El hombre de color miel agachó mi cuerpo hacia
el suyo, poniéndome el culo en una posición más
prominente, levantando sus caderas y el otro hombre
que estaba de rodillas detrás de mí, me restregó su
sexo por mi trasero ayudado por la masturbación de
otra de las mujeres, jugoso y húmedo, suave, y
delicadamente me penetraban los dos. En este instante
sentí un gran desgarro en todo mi sexo y un olor
conocido me despertó. Sí, el ungüento de Pitia. No
abrí los ojos. Sabía que no debía de hacerlo. Me
sujetaron muy fuertemente por mi larga cabellera. Era
el hombre que me estaba dando por detrás, haciéndome
levantar el rostro. Otro sexo jugueteaba
golpeándomelo terminando en mi boca, metiéndomelo
hasta sentir que me ahogaba. Estaba delante de mí de
rodillas, me cogió del pelo y me agacho la cabeza con
un acto duro y firme, metiéndome todo su sexo dentro
de mi boca. Lo acaricié con mi lengua y cesó su
penetración brusca. Empecé a comérmelo con verdadera
pasión. Necesitaba su sexo, y su placer sería el mío.
Aquello hizo que los tres hombres empezaran con un
mismo ritmo suave y lento. Entreabrí los ojos y vi
que el hombre color de miel le comía los testículos,
260
mientras una de las mujeres se lubricaba los dedos
para introducírselos en su trasero. Apreté mis ojos
sabiendo que era el sexo de mi buen amado Alejandro.
Me estaban penetrando los tres. Sentí las bocas de
ellas lamerme los pezones, sentía un placer muy
sexual y me gustó, ya que mezclado con la suavidad y
lubricación de aquellos sexos, me estaban llevando a
un grandioso orgasmo. Me agarré al sexo de mi amado
como no lo había hecho antes y me dispuse a
exprimirlo, alterando mis constantes y las de ellos.
Entreabrí los ojos, ya que dejé de sentir las cálidas
bocas de ellas sobre mis pezones y observé cómo les
comían a ellos los testículos, se introducían sus
dedos por sus traseros o se masturbaban retorciéndose
los pezones. Me volví loca de vicio y pasión y los
volví a cerrar sintiendo como entre los dos hombres
que me penetraban por mi sexo me inundaban con su
placer. Aquel orgasmo no dejó de ser el mayor que
había podido sentir. Nos corrimos los tres juntos, ya
que ninguno de los hombres dejaba de darme más y más.
Hubo un momento en el que, muerta de placer, y
sintiendo la debilidad de éstos, sacaron sus sexos
muy suavemente y me restregaron lo que les quedaba
sobre mi cuerpo. Yo seguía con el sexo de mi amado
261
masturbándolo con la felación más poderosa que le
había hecho. Mi buen amado fue en este instante
cuando empezó a sentir su orgasmo, sacándome su sexo
de mi boca me inundó la cara y los pechos, terminando
con su sexo mucho más blando restregándomelo y
pegándome en mi cara, frotándome todo el semen que le
quedaba por ella diciéndome:
------ ¡Zorra, más que zorra!. Eres más puta que las
demás.........
No abrí mis ojos. No hice caso omiso de sus palabras.
No me importaba nada. Estaba muy bien follada y se lo
había ganado a pulso el muy cabrón. En este momento
aquellas personas empezaron a comerme entera, lavando
cada milímetro de mi piel con sus lenguas. Ello me
causó más placer todavía, ya que me sentí flotar.
Aquello era un sueño o realidad. Me sentí en el
limbo. Me relajé y me quede dormida, ya que estaba
muerta. Nadie me molestó ni sentí en ningún momento a
nadie moverse a mí alrededor.•• A la mañana
siguiente, el sol estaba ya muy alto. La claridad,
sin abrir los ojos, era latente a mí alrededor. Tenía
miedo de abrir los ojos. Deslicé mi mano derecha por
la cama, pero no sentía ningún cuerpo de nadie. Sin
262
abrirlos, hice lo mismo con la otra mano y con mis
piernas. Fue en el momento en el que sentí la
seguridad de estar sola cuando los abrí. Sí, estaba
sola. Me emocioné llena de felicidad. Podía haber
sido todo un sueño, pero rápidamente sentí un olor a
sexo conocido. Me toqué mi rostro y todavía estaba el
semen de mi marido terso y suave sobre mi rostro,
mezclado con el ungüento de Pitia. Lo último que
recordaba era las lenguas de estas personas por todo
mi cuerpo, lavando toda huella de él. La cama estaba
desecha y, al quererme levantar, sentí mi trasero
dolorido. Sí, me habían metido algo contundente por
él. No había sido un sueño, lo tenía claro.
------- Ama, Yolanda, ¿ Estáis despiertas?
La voz de Bubu fue la primera que oí.
-------- Sí, mi Ama. Están preparando los desayunos
para las mujeres. ¿ Queréis algo señora?
-------- ¿Y Alejandro?
-------- No lo vi salir, señora.
Aquellas palabras no me parecieron normales, ya que
él jamás dormía si estaba yo cerca. Me levanté y fue
263
en este instante cuando más me di cuenta de la
realidad, de la fantasía sexual de la noche anterior.
Tenía el sexo destrozado. Sentía irritación. Recordé
el sexo de aquel descomunal hombre color miel: era
enorme, pero ¡cómo me gustó... ! Me dolían los
pezones, teniéndolos inflamados. No me arrepentía de
nada, y si mi fiel marido quería que yo viviera en un
sueño, yo lo haría y como si no sucediera nada. Me
daba igual. Él había elegido y a mí me parecía muy
bien.
Aquel día no lo volví a ver. Estaba desaparecido,
pero no me importaba. Me estaba acostumbrando y
además estaba tan ocupada con tantos invitados y
tanto protocolo que lo que los Dioses quisieran.
Disfrutamos todas las mujeres juntas en la playa, era
un criadero de Ninfas. Bellas todas. Adolescentes,
vírgenes, madres y niños. No había hombres. Estarían
entre el Templo, las cabañas y el bosque, durmiendo
la celebración de los días pasados, o tal vez con la
Nereidas o con quien quisieran. Nos daba igual. Había
visto en estos días tanta perversión que no me
preocupaba nada que no fuera el placer presente. Yo
estaba satisfecha y bien servida, había estado dos
semanas sin sexo y en unas horas me habían dado todo
264
el que necesitaba por unos días. Entre nosotras
también había mucha sensualidad y placeres, ya que
unas a otras nos acariciábamos y nos dábamos masajes,
con ricos aceites hechos con las plantas y las flores
de nuestro Mediterráneo, que eran muy placenteros y
en ocasiones sexuales. Salíamos y entrábamos en el
mar, ya que hacía mucho calor y dentro y fuera de él
jugábamos y éramos felices. Comíamos ricas y sabrosas
frutas, como los higos maduros dulces como la miel.
Eran un manjar que los dioses, frutos del amor,
bebíamos el jugo de las uvas frescas. Esta felicidad
era la que había vivido en mi casa toda la vida. La
desnudez era algo natural y el marco y el contexto
estaba siendo plasmado por un joven y guapo pintor
hijo de una rica familia vinculada con el arte, la
cual vive actualmente en Pompeya. El trabajo lo hacía
sobre unas tablas, utilizando la técnica de la
encáustica, un método que disuelve los pigmentos en
cera fundida aplicándolos con una pequeña espátula y
pinceles. Hay entre este joven pintor y nosotras un
lazo muy fuerte, ya que nuestras familias se conocen
desde que mis padres eran unos niños. Puede tener
unos cinco años más que yo. Hoy en día es un hombre
muy atractivo. Competía en la prueba de carreras de
265
caballos, en la cual Alejandro era uno de los
corredores con su negro corcel. Este corría con un
caballo gris manchado espectacularmente bello y
fuerte, quedando en la tercera carrera el primero,
siendo yo la mujer que había puesto en su cuello la
corona de laurel. Aquel momento fue la entre sala de
este otro, en el cual su objetivo fue mi cuerpo, ya
que estaba plasmando el momento en el cual nos
encontrábamos. Su joven hermana Amatista se
encontraba en nuestro circulo y ello era una buena
excusa para poder plasmar mis formas. Habíamos jugado
juntos en nuestra adolescencia y siempre en nuestra
relación hubo una gran atracción. Pero la presencia
de Jhonas siempre perturbó la naturalidad de esta
simpatía. En este momento la explosiva naturaleza nos
estaba dando la oportunidad de conocernos un poco
más. Desde muy niño me había regalado dibujos y
pinturas las cuales conservaba en mi casa, ya que en
las estaciones de más calor su familia venía a la
isla de Lesbos, muy cerca de la costa turca. Su madre
era familia del poeta Griego Alceo. Su abolengo
estaba vinculado al mundo de las artes, siendo él un
gran músico con la Lira, así como un elocuente poeta.
Siempre estaba alrededor de las mujeres, ya que los
266
juegos entre los hombres no llamaban su atención. En
una ocasión me llegó a decir:
------- Los encuentro absurdos y la fuerza que ellos
derrochan en fanfarronear, yo la canalizo en la
belleza de la vida.
Era, en realidad, un hombre muy interesante que en
estos momentos estaba tan cerca de mí, que podía
sentir el aroma de su belleza, una belleza interior
difícil de describir. Hubo un momento en el cual mis
amigas se metieron en el agua y yo fui a llevarle una
fuente de fruta y a observar lo que estaba pintando.
Me quedé sorprendida, ya que en esa tabla el único
cuerpo que existía era el mío. Él, al ver mi
expresión de sorpresa, me dijo:
------ Ha sido tu marido, Alejandro, el que me ha
pedido que plasme tu belleza en este día.
------¿ Cuándo lo has visto?
------ Esta mañana en el Templo. Estaba observando la
belleza de la escultura que él ha hecho de tu
persona, en la cual representas a la Diosa Astarté.
------ ¿Qué hacía él allí?
267
------ Se encontraba con dos viejos sabios
escultores, con los cuales estaba dando los últimos
retoques de pulido, aconsejado por ellos para que la
terminación fuera la mejor. Al mismo tiempo,
discípulos y artistas más jóvenes estaban muy atentos
en el trabajo de Alejandro y hablaban de sacar con
una nueva técnica un molde para consagrar esta
estatua en bronce.
Me eché a llorar de emoción, y él me recogió entre
sus poderosos brazos diciéndome:
------ Ya lo irás comprendiendo, con el paso del
tiempo. Para él su arte.....es la vida, que le da
energías para poder seguir vivo. Dale un heredero y
jamás se apartará de ti. Sé que te ama, ya que es
imposible el poder plasmar con tanto amor tu belleza
como él lo ha hecho. Dale tiempo.
Me abrazaba en un cálido y tierno instante en el cual
vi fundirse su sensibilidad con la amistad que tenían
nuestras familias.
Así fueron pasando los días y el calor nos hacía ir a
refugiarnos entre los árboles, había momentos en los
cuales perdías de vista a cualquiera. Era un lugar
268
mágico para poderlo hacer con alguien que de verdad
te gustara. También los veías acercarse a las costas
para zambullir sus sudorosos cuerpos, después de
libres y jugosos juegos de amor entre los matorrales,
a cualquiera que momentos antes hubiera desaparecido.
Entre nosotras las mujeres, no se comentaba nada de
lo que había sucedido en los días pasados y nadie
preguntaba por el marido de nadie. Todas éramos
conscientes de lo que acaecía pero no se pronunciaba
palabra de ello. Delfos, aquel verano, fue sin duda
el lugar donde se concentró la mayor afluencia de
amigos poderosos de nuestras familias. Casi todos
eran las castas más ricas, mercaderes o afamados
artistas. Todos estaban uniendo sus fuerzas por crear
aquel imperio nuestro.
Los más poderosos de la Liga Anfictionía quisieron
tener alrededor del templo sus casas y poco a poco se
iban viendo estructuras de ellas. Miles de esclavos
trabajaban en la construcción, hechas por los más
afamados de cada estado. Fuimos creciendo al igual
que aquel templo. Se proyectaron empezándose a
construir baños y termas, un gimnasio y una gran
biblioteca pública. Todo ello con las grandes
ofrendas que se brindaban a los dioses. Llegaron
269
personas de muchos lugares y nuestro templo se fue
enriqueciendo.
Yo me dediqué a ser mujer y amante de mi marido en
ocasiones especiales de las fiestas en las cuales me
veía involucrada; ya que nunca jamás, él me incitó a
acostarme con nadie; pero en acontecimientos me
encontraba con la cama llena de cuerpos, y como la
primera vez que me introduje en ella hice (sin
prestarle la más mínima importancia) me metía en
ella. A él le gustaba ver como otros hombres me
poseían. Siempre terminaba su mayor orgasmo en mi
cara insultándome, pero a mí no me importaba aquella
actitud, ya que lo sentía muy feliz de que yo lo
acompañase en estos juegos eróticos. Se sentía
complacido disfrutándolos conmigo. Me ponían el
cuerpo bien y yo sabía que a él eso le excitaba.
Sobretodo cuando sabía que había algún hombre con el
sexo mucho más grande que el suyo. Sentía sus ojos
clavados en el macho. Después jamás volvía a
encontrarme con aquellas personas y nunca le pregunté
la procedencia de ellas. Posiblemente esclavos. El
resto de nuestras relaciones en pareja, sexualmente,
eran muy cálidas y amorosas, sin ninguna carencia,
sólo la falta de hijos empezaba a ser un pequeño
270
problema entre nosotros, ya que él deseaba tener un
descendiente. Me fui dando cuenta cuando en estas
orgías los hombres que me poseían empezaron a no
eyacular dentro de mí. Le excitaba mucho ver como lo
hacían encima de mí, en mis pechos. Sólo podían
eyacular dentro de mi trasero. Y si lo hacían fuera
le gustaba más. Ver aquellos duros y firmes sexos que
segundos antes hacían feliz a su mujer estallar de
placer mirándolo a él....... Mi boca estaba siempre a
la disposición de los sexos de las mujeres o el de mi
marido. No me dejaba chupársela a ninguno. No era de
su aprobación. Le gustaba mirarme comiéndole el sexo
a cualquiera de ellas; sobre todo después de haberse
corrido alguno de ellos en él, mientras que a él le
estuvieran haciendo lo mismo. Era un ritual como la
primera vez que lo hicimos. El culo de ellas y mi
boca en él, le ponían muy excitado. Él, sin trabas,
sólo las penetraba por sus traseros duros y
apretados. También le gustaba que ellas le metieran
sus dedos en él. Con el paso del tiempo llegué a
pensar en una desviación sexual muy fuerte hacia los
hombres. Se pasaba muchas horas rodeado de bellos
varones y sabía que le atraía ello; al igual que
aquellos sexos tan enormes que hacía que me
271
penetraran. Siempre en las orgías existía el gran
macho. Este era él (que me penetraba por mi sexo
jugoso, después de habérmelo comido alguna de las
bellas mujeres que estaban en nuestro lecho), o el
mismo me lo había dejado jugoso al penetrar a otra y
en el momento de correrse pedirme él, correrse en las
puertas del mío. Interrumpir el orgasmo y buscar mi
sexo o mi cara le excitaba. Y loco de rabia y pasión
eyaculaba, se volvía enajenado y el ritual siempre
era muy similar, llena del flujo de aquellas personas
y la pasión sexual por todos lados. Cuando yo ya no
podía más y mi sexo estaba totalmente desgarrado, me
desplomaba. Este era el momento en el que todos los
involucrados pasaban sus lenguas por mi cuerpo,
dejándolo limpio de cualquier resto sexual. Ello me
proporcionaba el placer de la relajación y, después
de la batalla, necesitaba un descanso.
Nunca hablamos de dónde eran estas personas y qué era
lo que sucedía después de que me lo comieran todo y
me durmiera; pero en una ocasión pude descubrir a mi
amado masturbarse en nuestra playa. Era de noche y
pensaba que nadie lo estaba viendo. Se encontraba en
cuclillas con un movimiento el cual me dio la
impresión que había alguien debajo. Enseguida percibí
272
que estaba sentado encima de algo y no era un ser
humano. Pude oír muy claramente como decía en voz
alta:
------- ¡Penétrame como a ella cabrón!
Días más tarde, descubrí, muy bien guardada entre los
matorrales, una plataforma redonda en la cual un
brillante pene tallado de mármol negro (Tan grande
que me dio miedo), era lo que mi amado se introducía
en su trasero mientras se masturbaba. Jamás le conté
mi descubrimiento, pero sí tuve el morbo y llevándome
un frasco de aceites lubricantes, lo utilicé cuando
lo necesité. Era enorme y frío y cuando me lo
introducía o me lo comía, (masturbándome como el lo
hacía), siempre tenía la misma fantasía, la de estar
chupándosela al macho o la de pensar en él, dentro
del culo de mi hombre. La sodomización de saber cual
era esa inclinación sexual que él tenía y que a mí me
ocultaba o no hablaba conmigo. Había momentos en los
cuales no aparecía por nuestros aposentos en días. Yo
seguía rodeada de deidades, bellos cuerpos y sutiles
caricias. Me tenía que desahogar sola, ya que no era
capaz de hacerlo con ningún hombre que no fuera él.
Le tenía mucho respeto.•• Y así pasó el verano, lleno
273
de emociones culturales y artísticas, momentos
salvajes e inigualables, grandes fiestas y rituales
indescriptibles llenos de sexo y pasión.
Al llegar la época de las lluvias, mi amado quiso que
nos fuéramos hacia Egipto. Era un viaje que tenía en
mente antes de conocernos. Yo me sentía muy feliz, ya
que recordaba nuestro primer viaje por mar juntos y
me sentía radiante. Lo fuimos preparando todo en tan
sólo unas semanas. Había mucho trabajo en nuestro
templo, ya que aparte de los miles de esclavos
trabajando en la construcción, todos los días había
una larga peregrinación para consultar y pedirle a
los dioses. El templo iba enriqueciéndose con las
donaciones y sacrificios, pero él estaba deseoso de
poder traer conocimientos nuevos que enriquecieran
aquel magnánimo trabajo escultórico. Había oído a
tantos expertos hablar de aquellas cercanas tierras a
nuestras costas, que el sueño se estaba haciendo
realidad día a día. Nuestro barco (El Dragón en
Llamas) será quien nos llevaría allí. Sumer estaba
con mucha ilusión de volver a aquellas tierras, ya
que con Golf había hecho este viaje en otras
ocasiones.
274
Zarpamos una mañana otoñal, en la cual el sol nos
daba la despedida. Era de muy buen augurio esta señal
divina, la cual estábamos esperando varios días.
Pasamos el Golfo de Corinto y en dos días estábamos
en mar abierto. Fuimos costeando Elida, Mesenia y nos
dirigimos a la isla de Creta. Allí desembarcamos. En
ella fuimos a ver el Palacio de Cnosos, ya en declive
tras un terremoto. Había habido un gran esplendor de
la civilización Minoica, una sociedad muy avanzada
siglos antes; pero seguía erguido y era de una
anticipada técnica de ingeniería y arquitectura...
Llevaba en pie más de mil años. La mezcla de la
población era muy heterogénea y se mezclaban aqueos,
dorios, pelasgos, sidonios o fenicios y
eteocretenses.
Seguimos navegando hacia el sur hasta llegar a las
costas de Egipto. Nuestra primera toma de tierra
sería de Tanis. Allí, mi amado y yo, empezaríamos a
solas un largo viaje. Cambiamos de embarcación a una
pequeña, hecha con esquifes de juncos, atados con
entramados de tallos de papiro. Eran de extrema
ligereza, llevando pequeñas velas y remos. Me
sorprendieron los reptiles tan grandes que vivían en
él. Sus grandes bocas llenas de dientes podían
275
tragarse a un ser humano, eran aterradores, hubo
momentos en los cuales sentí verdadero pánico.
Alejandro se divertía lanzándoles los restos de los
alimentos. A nuestro paso por algún lugar donde
habían arrojado el cadáver de alguna persona, los
veías en plena lucha por la carne humana. De allí nos
desplazamos a Menfis, cerca de la cabecera del río
Nilo, llegando a Heliópolis al extremo meridional del
delta del río Nilo. Decidimos visitar el Templo del
Dios Ra, el cual se había dado nombre a nuestro
sobrino. Mi cuñado Ciro me había dado unas ofrendas
para este Dios y mi amado quería ver documentos
escritos por los antiguos sacerdotes, así como poder
estudiar sus raíces artísticas. Fue un lugar donde
pudimos encontrar mucha documentación, enriqueciendo
abismalmente la ilusión de mi buen amado. Era como
ver a un pequeño niño todos los días con cara de
sorpresa. Fuimos invitados a una boda y las mujeres
me enseñaron sus danzas, movimientos y esquemas muy
especiales y valiosos para mi iniciación. Días más
tarde.• Llegamos a la ciudad del Cairo Dióspolis o
Ciudad Celestial, donde mi amado quería visitar la
tumba del faraón Kefrén. Cambiamos nuestro medio de
transporte, ya que nos debíamos de adentrar en aquel
276
paisaje estéril y en vez de caballos, cual fue mi
sorpresa, los habitantes del río del África oriental
se desplazaban con unos animales gigantes que jamás
había visto llamados camellos. Tenían dos grandes
jorobas y eran muy dóciles. Fue muy divertido el
subir en ellos y el poder estar sobre sus jorobas,
aún más. Estos animales nos llevaron hacia un lugar
donde nunca imaginé, en el cual encontraría estas
tres inmensas majestuosas construcciones en un
desierto de arena. Eran cuadradas terminando en el
cielo; señalando un punto en concreto en el infinito,
en las Pirámides de Gizeh pasamos la noche. A los
pies de aquellas grandes y monstruosas esculturas de
paredes dibujadas, rodeando el fuego unos personajes
muy particulares, entre ellos un vidente, dos mujeres
ocultas tras un velo sumisamente toda la velada y los
hombres que nos habían recibido en la orilla del río,
éramos siete personas. Ellas no hablaban, ya que su
dialecto era imposible de descifrar. Yo sólo me podía
relacionar con el vidente. Era un viejo hombre muy
sabio, el cual había pasado parte de su vida en
Grecia. Conocía a Padre y me contó varias historias,
entre ellas una en la cual estaría en el desierto y
el gran Ra me llevaría junto a él a solas, ya que la
277
luz del fuego se llevaría a mi acompañante muy lejos.
Sus palabras estaban llenas de tristeza y el dolor
impregnaba su rostro. Sentí miedo, pero al mirar
hacia mi esposo, él sonreía lleno de vida. Al volver
mi rostro hacia aquel viejo hombre, había
desaparecido, no estaba, se había esfumado. Nadie en
aquel momento sintió su desaparición excepto yo.
Todos seguían en sus conversaciones. Yo estaba
cansada y abrasada por el fuerte sol. Desfallecí
apoyada en la cabalgadura de mi camello, frente al
fuego. Entre los pies de la esfinge con cabeza humana
y cuerpo de león, desperté sola. Todos se habían ido.
Pensé en las tiendas y en aquel instante sentí un
leve murmullo y unas risas. Provenían de dentro de
éstas. Me imaginé la escena y ni tan si quiera me
levanté. Sabía que mi marido estaba jugueteando con
alguna de aquellas mujeres o tal vez con ellos, pero
no me importaba. Quería conciliar el sueño del cual
había despertado unos segundos. Volví a cerrar mis
ojos y me encontré dentro de una de las grandes
tumbas, llenas de esculturas que parecían cobrar vida
con mi presencia. Eran todas las personas que habían
estado alrededor del Faraón, ricamente vestidos con
trajes suntuosos llenos de oro y joyas, rodeados de
278
todos sus enseres. Viajaban hacia un mundo nuevo. Me
condujeron por un angosto pasadizo lleno de dibujos y
jeroglíficos, en él, se podían ver distintos momentos
de la vida de sus Faraones y sus allegados. Allí se
encontraban Keops, Kefrén y Mikerinos. Los tres
juntos me recibieron dentro de la sala de Sufis. Allí
me pasaron un papiro del libro de los muertos y me lo
hicieron leer. De mi boca salían las palabras y en mi
corazón se archivaban éstas:
------- Dejarás este cuerpo y te unirás a nosotros
donde las estrellas llevan tu nombre.
Al mirar hacia mí alrededor, tan sólo momias y un
fuerte olor a descomposición me hizo volver a la
realidad, pero al querer despertar, una sensación
desconocida no me dejaba abrir mis ojos. Mi cuerpo
quería salir de mi yo personal y al mirarlo, desde
dentro una gran coraza me separaba del exterior.
Muchas manos me tocaban con suavidad desde dentro.
Pensé unos segundos si estaba despierta o seguía
durmiendo, oía rezos y oraciones, pero la suavidad de
aquellas manos me hipnotizaron. Era una sensación
mágica, volviendo a aquel lugar donde estaban las
momias vivas, bellos rostros de facciones muy
279
definidas y cuerpos bellísimos. Inundaron mi entorno,
experimenté feliz y relajadamente como aquellas
caricias cada vez eran más sexuales. Volví a percibir
la misma sensación que inundó mi primer sueño con mi
amado Alejandro, intuyendo el cuerpo de aquella gran
serpiente deslizarse por mis muslos, entrando con
mucha suavidad en mi sexo, adueñándose de mí. Sentía
placer sensual y mi sexualidad no tardó en brotar en
un gran orgasmo. Las compulsiones eléctricas de éste
me hicieron volver a la realidad. Estaba entre los
brazos del gobernante de los muertos. Su cabeza de
chacal me hizo volver a cerrar mis ojos, asustada.
Mis manos intentaron separar aquel cuerpo de hombre
que me poseía y al palpar éste, en él reconocí el
cuerpo de Alejandro. Volví a abrir mis ojos y estaba
entre sus brazos. Mis ojos llenos de lagrimas estaban
siendo limpiados con la dulce lengua de mi amado. En
este instante me dijo:
------ ¡Te amo mi bella dama!
Estallé en un llanto desenfrenado y poderoso. Tan
sólo el calor de aquellos brazos eran mi refugio. Las
estrellas eran mis compañeras y a ellas les pedí
protección. Tenía miedo a todas aquellas sensaciones
280
desconocidas. Más relajada con las caricias de mi
amado, me confesó que al quedarme durmiendo, el
vidente lo llevó a otras vidas y desde ellas pudo
verse como Anubis. Lo llevó a verse como un lobo
perro. El escudo familiar de su padre. Por parte de
su madre, se sintió reptando por la arena del
desierto buscando cobijo, para poder seguir viva su
descendencia en el futuro. De ahí supo un poco más de
sus otras vidas.
Yo me sentí muy asustada y el frío inundó mi cuerpo.
Mi buen amado intentaba con sus caricias calentar mi
complexión, endurecida por la tensión pasada unos
minutos antes. Sus caricias empezaron a relajar mis
músculos y el esperma depositado en mi vientre estaba
germinando mi vida. Lo sentí en aquel instante. Sabía
que sería ese el momento en el cual aquella semilla
daría su fruto. El lugar era mágico en la oscuridad
de aquel amanecer negro y rojizo, con las brasas de
aquella hoguera. Todo parecía un sueño. Aquellas tres
esculturas piramidales eran los fantasmas del pasado,
vigilantes ante aquel engendro. Fue en este instante
donde mi amado me regaló un collar espléndido. Era de
unas ancestrales dinastías de los beréberes, de un
sistema matrilinaje en el cual todos los hijos
281
pertenecen al clan de la madre. Era una joya única,
muy antigua, de extrema belleza, en la cual estaban
representadas todas las familias que habían unido sus
vidas. Me sentí orgullosa de este instante y feliz de
aquel ofrecimiento. Era una ceremonia de amor y
ofrenda. Otra vez entre sus poderosos brazos,
enamorada de él.
Teníamos, al alba, que seguir nuestro camino y así
hicimos. En aquel viaje aquellas dos mujeres estaban
a nuestra disposición y los dos hombres nos servirían
de guías y ayuda personal. El vidente era la conexión
con nuestras otras vidas. Alejandro, en aquella
reunión, en la tienda mientras yo dormía, me contó
que hicieron estos tratos y les compró aquella joya
para mí.
Los días posteriores, yo no me sentía muy bien. Tal
vez el calor.........
•En varias ocasiones desfallecí, teniendo dulces
sueños, en los cuales tan sólo las suaves caricias de
mi amado por mi rostro y pecho, húmedas, mojadas con
agua, me volvían en sí. En unos minutos me recuperaba
y volvíamos a seguir el camino. Al atardecer llegamos
a un poblado en el desierto. Eran moradores de él,
282
habitantes beduinos que se desplazaban por éste con
todos sus enseres. Bebimos leche recién ordeñada y
nos ofrecieron carne de sus rebaños para comer. Nos
instalaron en una de sus tiendas ricamente decorada.
En ella suele habitar uno de los más grandes emires
del desierto, amigo de Golf, el cual quería que nos
adentráramos hacia un oasis donde en estos momentos
se encontraba descansando con sus esposas. Ello me
cautivó y fue un tema de conversación interesante, ya
que pude ver cómo, según sus costumbres sociales y
religiosas, podían tener varias. Según su condición
social y económica, este Emir seguía en la
construcción de uno de los templos más grandiosos que
pudiese pensar la imaginación humana. Era una
creación Divina, el Oráculo de Amón en el oasis de
Siwa, en el desierto Líbico, Amón en egipcio Oculto,
Dios Tebano de las fuerzas reproductoras representado
por un carnero. Los Cusitas en pie de guerra con los
asirios estaban siendo derrotados por estos últimos,
restableciéndose los soberanos egipcios. Ello hizo
resurgir de nuevos logros culturales, reminiscencia
de épocas anteriores. Las relaciones con Grecia eran
muy bien vistas y la mezcla de nuestras dos culturas,
ya que Alejandro se había criado a los pies de Roma y
283
la Griega, eran para ellos un regalo de los Dioses.
Nuestras inquietudes culturales hacia estas nuevas
tierras tan viejas eran muy bien vistas y nos
ayudaron en todo lo que necesitamos para poder
asimilar toda la información que deseábamos. Todo era
un intercambio cultural muy civilizado. De este viaje
surgió el honor de poder trabajar en el proyecto de
la sala Hipóstila de este templo, en el cual ya se
habían erigido ciento veintidós columnas,
distribuidas en nueve hileras. Sobre éstas, un gran
tejado. Los muros estaban recubiertos de relieves e
inscripciones, habiendo lugares para estatuas,
pilonos y obeliscos. Allí entraba el trabajo de mi
buen amado Alejandro y el mío propio. Hubo un gran
despliegue de asentamientos de mercaderes y soldados
Griegos en Egipto, y nuestros continuos viajes a
estas tierras nos hizo tener grandes alianzas con
estas tierras, siendo invitados en reuniones y
fiestas. Como era costumbre, cada parte ofrecía una
ofrenda. Le hice una propuesta a mi amado:
------- Yo puedo ayudarte a conseguir lo que bien
deseas........
------- Te escucho, mi bella dama.
284
------- Veo y siento el efecto que sobre estos
hombres mi presencia hace, ya que sus mujeres siempre
a la sombra de ellos están. Nosotros venimos de
culturas mucho más libres y mi rostro les enturbia el
pensamiento. Mis formas les trastornan y mi
sexualidad los enloquece.••------- ¿Adónde vas a
llegar?
------- A que empecemos una nueva vida donde yo,
aparte de ser tu mujer, sea una sacerdotisa y tú un
escultor sagrado.
------- Ello no sería un engaño.
------- Desde hoy, el ofrecimiento que haremos serán
mis danzas y veo y siento que tenemos que seguir por
estas tierras, fecundándolas.
No me equivocaba y mi hombre me seguía en mis
predicciones como yo en sus andaduras. Así empezamos
el nuevo camino juntos. Nuestra vida social se
integró con la de estos personajes. Mi buen amado
tenía todo lo que necesitaba para trabajar y yo podía
bailar. En unos meses empezó a verse mi latente
maternidad. Ello causaba gran admiración por los
hombres de estas culturas, los cuales daban gran
285
importancia a la maternidad y sus significados,
provocando mucha más sensualidad sobre éstos. Mi buen
amado no se separaba un instante de mi lado y todas
aquellas fiestas las cuales en Grecia nublaron
nuestras mentes, aquí pasaron a ser olvidadas. Era
muy celoso de mí y de mi estado. Amaba mi mundo y el
entorno de nuestras vidas estaba lleno de armonía y
felicidad. Este era nuestro estado antes de que la
luna negra llenara nuestras vidas de un gran manto de
tristeza. Una noche sin luna, estando en nuestra
tienda en el desierto, después de haber estado en una
celebración bailando, despertamos entre los sollozos
y unos gritos de pánico. Me abrace a Alejandro y él,
en un acto rápido, intenta coger su espada; pero era
tarde, ya que una flecha le atravesaba el corazón.
Fueron segundos, no sufrió. Estaba caliente. Le besé
en los labios y pude sentir su lengua jugosa y
húmeda.........Sintiendo entre mis piernas, como la
vida que había dentro de mí, sucumbía como la suya,
abrazada a él. Estuve tres días, y tres noches, los
dos ensangrentados, sintiendo como nuestros cuerpos
se helaban, callada y muerta de miedo, siendo en todo
momento consciente de lo que a nuestro alrededor
sucedía. Me dieron por muerta como a mi amado, ya que
286
la sangre nos inundaba a los dos. La muerte habitaba
en aquella estancia donde tan sólo el amor había
tenido morada.•• Al cuarto día, abrí los ojos al
sentir los primeros rayos del sol entrar por entre
las telas de nuestra tienda. El olor era infesto. No
podía moverme. Estaba presa de la muerte. Oía fuera
unos pasos con rotunda fuerza, camellos y hombres.
Quería hablar y no me era posible. Hubiera gritado
pero no salía de mi garganta ningún sonido. ¿Que me
sucedía? Pensé que estaba muerta.
Cuándo volví en mí otra vez, estaba en otro lugar
caliente, protegida, cuidada, lavada y perfumada ¿
Dónde me encontraba?
Quería abrir los ojos y sentía un gran miedo a lo
desconocido. Sería el lugar donde llegamos después de
la muerte. ¿ Estaría Alejandro a mi lado?
Toda una serie de preguntas venían a mi mente y yo no
encontraba respuestas. Sentía una pequeña mano
limpiándome la frente con un paño frío, con mucho
mimo y cuidados. Debía de atreverme a abrir mis ojos
y enfrentarme con aquella otra vida. Era mi pregunta,
la respuesta estaba en aquel gesto por mi parte, de
querer volver a esta vida, la cual desconocía.
287
Hubieron unos instantes en los cuales con una gran
fuerza interior intentaba abrirme paso y salir de
aquella oscuridad, pero me era imposible. Fue en
aquel preciso momento en el que me acordé del sueño
en el cual desperté en el desierto al lado de las
pirámides, entre los brazos de mi buen amado. Fue
entonces cuando me dí cuenta que los rezos y
oraciones estaban ofreciéndose muy cerca de mí. Me
encontré dentro de aquella gran coraza, que en aquel
sueño aprisionó mi ahogo; pero las manos que en aquel
otro sueño me hicieron llegar a encontrar el placer
no estaban a mi lado. Sentí una gran sacudida, un
escalofrío lleno de un frío interior. En este
instante, pude tener las fuerzas para abrir mis ojos
y enfrentarme a este minuto de mi vida.
Estaba en una gran tienda, desconocida. Al mirar a mi
derecha, el rostro de una joven con su faz tapada, me
dio un pánico que estallé en un gran manantial de
lágrimas.
------¿ Dónde esta Alejandro?
------ Se lo han llevado los dioses a otro lugar
sagrado.
288
------ ¿ Dónde estoy?
------ En el oasis del Kufra. Somos del pueblo
fenicio. Hace muchas lunas que os encontramos.
Estabas casi muerta en los brazos de tu amado.
------ ¿Él ha muerto?
------ Sí, y le hicimos una gran despedida en el
templo de Osiris (Diosa y Sacerdotisa de los
muertos), al cual vinieron muchas personas de
recónditos lugares. Mi amo es un hombre romano que
conoce a tu familia. No temas. Estás entre amigos.
Éstas fueron las últimas palabras que escuché
volviéndome a desfallecer. Los cuidados de aquella
joven mujer me hicieron volver en mí. No sabía cuánto
tiempo había pasado, pero estaba muy debilitada y
sumamente delgada. Me dolían los huesos y la muerte
había pasado de largo. Tenía que ponerme de pie y una
tarde ayudada por esta mujer salí fuera de la tienda.
Era el momento en el que el sol desaparece en el
ocaso. Los cantos de las mujeres le daban la
despedida. Los tambores tocaban llenos de vida y eso
fue un aliciente para querer ver de nuevo la vida.
•En este campamento, en el oasis, sólo había mujeres
289
y niños. Tan sólo unos cuantos hombres armados,
protegiendo este lugar. Eran seres los cuales se les
veía dispuestos a luchar. Guerreros sin duda. No se
mezclaban con nosotras y vigilaban en todo momento.
Me sentí segura y, aquella noche, después de una
buena cena junto al fuego, concilié el sueño, sin
miedos, ni pesadillas. Los horrores estaban
desapareciendo de mi entorno, aunque no podía olvidar
el fuerte olor a descomposición. Se había archivado
en mi mente, al igual que el frío. Noches antes
siempre me despertaba con ese helor en el cuerpo y
Nora, la mujer que me cuidaba, optó por dormir
conmigo y abrazarme para que no lo sintiera tan
inminente en mi interior. Sus cuidados, muy tiernos y
maternales, me ayudaron a seguir viva. Hablaba poco,
ya que el trauma de lo acontecido estaba muy presente
en mi inconsciente y el dolor reinaba en mí. Fueron
unos días de adaptación hasta poder situarme en mi
vida. Según pasaban me sentía mucho más fuerte. La
debilidad iba desapareciendo. Todos los días comía
carne y bebía mucha leche. En todo momento comía
dátiles maduros. Ellos me daban fuerzas. Una mañana,
al levantarme, decidí que era el día en el que
empezaría una nueva vida.
290
------- Nora, quiero ir al oasis a bañarme.
------- ¡Qué alegría me das con tus palabras!.¡
Vayamos, pues, juntas!. Voy a preparar todo lo
necesario.
Esta joven mujer estaba llena de vida y me sentía
feliz aquella mañana de estar a su lado. Cuando
estuvimos preparadas, salimos juntas. Llevábamos una
gran cesta llena con todo lo indispensable. Yo me
preste a ayudar y fue muy bien acogida mi iniciativa.
Ello me hizo sentirme útil y me dio confianza en mi
misma. Al llegar a la fuente donde nace el oasis, no
muy lejos del campamento, pude apreciar que no
estábamos vigiladas. Estábamos completamente solas,
sin orejas cercanas. Fue en este momento cuando le
dije:
------¿ Cuéntame algo de tu amo?
------ No es mi amo. Es mi futuro esposo.
------ Me dijiste, o creí oír en sueños, que era un
hombre romano.
------ Sí, pero su fe en Alá lo ha hecho convertirse
en las leyes del Corán. Nosotros vemos con buenos
291
ojos que un hombre tenga varias mujeres. Mi esposo es
marido de mi hermana mayor y yo también estoy
preparándome para serlo. Ella no puede darle
herederos y hay una esperanza muy grande en que yo se
los de.
------ ¿Cuántos años tienes?
------ Trece.
------¿ Ya has estado con él?
------ No. Me tienen aquí hasta que llegue el momento
en el cual pueda concebir herederos. Espero que en
pocas semanas esto suceda y podamos ser felices toda
la familia. El profeta hizo una revelación divina.
•En la cual yo seré la elegida para poder engendrar a
los hijos de Tulio en estas tierras. Sólo viene a
ellas cuando puede, ya que sus obligaciones en sus
territorios son muy grandes. Allí, también tiene otra
mujer y herederos; pero en nuestra cultura está bien
visto. Se porta muy bien con nosotras y mi familia
está muy feliz.
------¿ Qué hace tu familia?
------ Trabajan las tierras más fecundas de los
292
oasis, recogiendo sus frutos, dátiles, oliva y
naranjas. Las llevamos a los mercados donde son
vendidas. También tenemos mujeres trabajando el fruto
de la oliva haciendo el más rico aceite de éste. Así
mismo, tenemos cientos de cabezas de ganado ovino,
caprino, vacuno, camellos y aves de corral. En todos
los mercados tenemos trabajo. Mi familia es una de
las más conocidas dentro del mundo de los mercaderes
en estas tierras.
------¿ Tú estás de acuerdo con esta boda?.
------ Es lo que mi familia quiere y la voz de mi
padre es sagrada en nuestra casa.
------ Te he hecho una pregunta.
------ Las mujeres, en nuestra cultura, sólo podemos
obedecer. Así se establecen las alianzas con pueblos
más ricos y con otras civilizaciones.
------¿ No me vas a contestar a mi pregunta?
------ No puedo.
En este instante, sus ojos se llenaron de lágrimas y
un gran sollozo la hizo estallar en el llanto.
------ ¿Qué té pasa Nora?
293
------ Amo a otro hombre, pero si mi familia se
entera puedo ser castigada.
Estas palabras estaban llenas de sollozos y grandes
lagrimas. Era una niña con la apariencia de una gran
mujer. Hasta el momento, la impresión que tenía de
ella era muy dura. En este instante era como un
gatito pequeño entre mis brazos. Toda aquella dureza
había desaparecido.
------- ¿Quién es él?
------- Es el hijo de una familia cartaginesa, la
cual durante generaciones están en guerra con la
nuestra, sólo por la ambición de nuestros
antepasados. Entre nosotros no existen estas
ambiciones y siempre que podemos nos vemos. ¡Es tan
guapo y joven!.
-------¿ Cuántos años tiene Tulio?
------- Como padre. Más de sesenta.
------- ¿Y estás decidida a entregarte a él?
------- No, pero si accedo a este mandato de mi
padre, jamás sabrá nada de Hannón y temo por su vida.
Es de una familia de navegantes, de Tiro (fenicios)
294
que viven en las tierras donde se encuentra Leptis
Magna, siendo muy poderosos. En según que temporadas
del año, nos cruzamos en algunos Oasis y nos vemos
sin que nuestras dos familias lo sepan. Llevamos
jugando desde que somos muy pequeños y con él he
conocido la sexualidad. En mi cultura, las mujeres
están destinadas a no sentir los placeres de la
sexualidad. Mi piel es casi negra y venimos de unas
tribus que somos castradas genitalmente en el momento
que tenemos nuestra primera muestra de maternidad. Yo
estoy a punto de tenerla y en esta ceremonia, si
sobrevivo, me entregaran a Tulio.
Horrorizada por este relato, no pude más que pensar
en salvar a esta mujer de tal humillación y
seguramente de la muerte. Había oído hablar de estas
prácticas, pareciéndome mutilaciones espantosas. Nos
quedaba muy poco tiempo. Debía de actuar con rapidez
y cautela.
Nos bañamos la una a la otra, ayudándonos con
nuestras largas melenas. Nos quitamos la gran pena de
amores que sufríamos las dos. Sus dulces cuidados
durante estas semanas me habían dado la vida y, en
agradecimiento, la traté como a una diosa, haciéndole
295
sentir en aquella fuente, la sexualidad y el placer
máximo que se puede obtener con la sabiduría de su
propio cuerpo. La besé muy dulcemente, al mismo
tiempo que le fui enseñando todos los puntos más
sensibles y sensuales. Mis caricias terminaron
besando su sexo con todo el amor del mundo. Esta
mujer debía de saber cuales eran sus armas. El placer
no sólo le llega a ella, sino que yo sentía tal goce
de mis actos, que la excitación que deploraba al
tener su sexo en mi boca, acariciando su sexualidad
me hicieron sentir con ella el alcanzar las estrellas
con nuestras manos. Estando tan agradecida que desde
este instante nos dimos cuenta que nos necesitábamos
la una a la otra. Me sentí responsable y madre y en
los días posteriores investigué más sobre la vida de
su amado Hannón. Era el hombre perfecto para sacarnos
de allí, y mi mente se iba hacia las dominaciones de
su familia por el Mediterráneo, llegando hacia
Cartago y allí había sido de donde provenían mis
raíces, ya que en estos momentos estaban dominando la
costa del pueblo ibérico. Nuestras conversaciones
eran muy cultas. Su familia se había ocupado en que
tuviera siempre a su lado a buenos pensadores y
filósofos. Su amado le había hablado de una isla que
296
sé llamada Ibosin (Ibiza ), donde su familia obtenía
grandes cantidades de cristales de Halita (sal). Mi
familia, según decía Teseo mi abuelo paterno por
parte de mi madre, eran comerciantes de esa sustancia
tan preciada. Se consumía en la elaboración de la
conserva de los alimentos, para limpiar teñir o
blanquear tejidos y en la preparación de cueros y
pieles, era de gran prestigio el poderla comerciar,
allí también cultivan cereales, patatas y prados,
teniendo ganado vacuno, lanar y caprino. Podía ser un
buen lugar para huir de mi pasado y encontrar un
futuro, al mismo tiempo investigar sobre mis raíces
en este lado del mar.
Estaba la luna llegando a su máximo esplendor. Las
mujeres se preparaban engalanándose con el tinte que
se extraía de las hojas de un árbol que lo llamaban
henna. Con esta sustancia se teñían las uñas de las
manos, el pelo y partes de los pies, al igual que
tejidos que luego les servirían de vestidos. Esto era
un ritual, entre ellas se lo hacían las unas a las
otras. Las mujeres más viejas eran como las
sacerdotisas de esta ceremonia. La belleza afloraba
entre estas mujeres. Yo me dejé hacer por ellas y mis
largos cabellos dorados se convirtieron en rojizos,
297
sintiéndome muy bella. Las risas y el alboroto
reinaron en el campamento. Los músicos estaban
llenando nuestros corazones de felicidad y la vida
impregnaba nuestro presente.
Una tarde, al anochecer, se esperaba la visita del
padre de Nora. Las mujeres se engalanaron con sus
mejores vestiduras y todas ellas estaban muy bellas.
Se preparaba un gran festín, ya que habían matado
unas cabezas de ganado ovino. Los músicos estaban
dispuestos y nosotras no teníamos más que
engalanarnos. Todas mis pertenencias cuando nos
atacaron en el desierto, habían sido robadas y tan
sólo tenía las cosas que estas mujeres me habían
dado. En el tiempo que estuve viajando con mi amado
Alejandro, había comprado bellas piezas de los
mejores y más delicados tejidos. Mis joyas habían
desaparecido. Tan solo poseía el collar que mi amado
me ofreció unos meses antes, que lo llevaba puesto
cuando nos asaltaron. No me lo quitaron, ya que el
cuerpo de mi amado y la sangre lo debieron de
ocultar. Yo no sabía cuál era su significado, pero él
me protegía en estos lugares, ya que era de una de
las familias más antiguas de nómadas del desierto. En
varias ocasiones había intuido entre las mujeres el
298
hablar de éste.
Aquella noche, no muy lejos, un gran resplandor hizo
que todo el campamento sintiera el olor de la sangre.
Los hombres salieron a ver qué sucedía y hubo un
momento en el cual, todas las mujeres estábamos en la
misma tienda. Al mirar a mí alrededor, vi que Nora no
se encontraba entre nosotras. Salí corriendo en
dirección de la fuente del oasis y mi instinto no me
defraudó. Allí me encontré la escena de amor más
dulce que había visto en mucho tiempo. Los dos
jóvenes amantes se besaban entre las plantas. ¡Son
tan guapos los dos ¡
Acechante estuve unos segundos hasta que oí las voces
de las mujeres buscándonos.
------ Nora, nos han descubierto.
Los dos jóvenes me miraron y entre los tres hubo una
conexión tantica, saliendo en la misma dirección sin
decir palabra alguna. En el remanso había atados dos
camellos. Ellos dos montaron uno y yo subí en el
otro. La dirección no me importaba y salí tras ellos.
Estuvimos cabalgando toda la noche, y al alba nos
encontramos muy cerca de una ciudad. Estaba en llamas
299
y cientos de personas salían con sus pertenencias.
Era una invasión romana, ya que podíamos ver sus
tropas desplegadas por todos los lados. Los carros
tirados por caballos sacaban a las familias que
habían podido huir. Allí, en este instante, fue
cuando me di cuenta del largo camino que había
recorrido este joven hombre por amor. Era ya un guapo
ejemplar de unos veinti pocos años, curtido por el
trabajo del mar. Su porte era magnánimo y su fuerza
como la de un toro. La dulce doncella que llevaba
entre sus poderosos brazos, era su tesoro.
Los camellos estaban preparados con víveres y
estuvimos cabalgando durante días y noches. El sol
abrasador del desierto llegó a nublar mi mente y hubo
momentos en los cuales llegue a alucinar, optando por
descansar, escondidos en algún lugar fresco durante
el día. Por las noches que la temperatura es muy
baja, era perfecto el poder seguir nuestro camino
hacia el mar. Pasaron varios días y seguíamos nuestro
camino. Tan sólo parábamos en lugares que Hannón
conocía para proveernos de víveres. Siempre era él el
que se acercaba a estos lugares. Nosotras esperábamos
en algún escondite. No tenían que vernos juntos. El
padre de Nora, la buscaría por toda la región y
300
mataría a su amado, las leyes de estas tierras eran
muy duras y éramos, en estos momentos fugitivos del
destino. Los rostros tapados por su tradición, nos
hacían invisibles ante los ojos de los desconocidos;
pero Hannón era de una familia de gran relieve
comercial y por él era fácil que pudieran dar con
nosotras. Cuando descansábamos, disfrutaba viendo
como estos dos jóvenes se amaban. Entre ellos había
un lazo mágico. Ello me cautivaba y pronto empecé a
sentir deseos sexuales hacia aquellos dos amantes.
Una tarde abrasadora desfallecí y al volver en mí,
estaba entre los brazos de él, ella estaba cogiendo
agua de un manantial cercano donde por la mañana
habíamos estado bañándonos. Yo siempre dejaba que
ellos tuvieran su intimidad y me alejaba siendo
consciente de los juegos en los que ellos
disfrutaban. Sus risas y sus jadeos se oían en todos
los rincones de aquel verde bosque. Al despertar él
me estaba dando aire con una hoja de un árbol, y el
que de verdad necesitaba aire era él. Al mirarme vi
cómo de mis vestiduras asomaba uno de mis pechos. Sus
ojos recorrieron mi cuerpo en segundos. Sentí su
poderoso sexo caliente y duro entre sus piernas. Yo
estaba recostada sobre ellas y mi cuerpo se enardeció
301
de pasión en unos instantes. Al volver rauda y veloz
Nora con el agua, me dijo:
------¡ Menudo susto nos has dado!
------ No os preocupéis por mí. Todavía estoy un poco
débil.•------ Hoy descansaremos toda la noche. Ya
está bien de correr (dijo con voz dura y con firmeza
el bello corcel de mi amiga).
------ Estamos a muchas millas de los territorios de
mi padre. Podemos descansar. El lugar es maravilloso,
vamos a volver a darnos un baño, ¿vale?
La juventud y belleza de esta joven mujer nos llenaba
de alegría. Pronto aquella sexualidad se desvaneció,
llenándonos la vida con una suave caricia de suave
sensualidad. Nora fue quien dijo en este instante:
------ Bañémonos juntos.
Hannón quiso desaparecer. Lo sentí en este instante,
ya que estaba muy excitado. Fue entonces cuando yo
les dije:
------ Bueno, la desnudez en Grecia es algo natural.
Los hombres y las mujeres están muy acostumbrados a
estar juntos, al igual que a hacer el amor en grupo.
302
Sentí como aquel joven hombre tragaba saliva, y vi en
los ojos de ella la candidez de la tarde en el Oasis
que hicimos el amor. Estaba claro que éramos nosotras
las que llevaríamos a este joven hombre a sucumbir
ante nuestros encantos. Nos miramos y yo empecé a
desnudarme. Al mismo tiempo, Nora lo hacía. El no
daba crédito a nuestro acto y, sacudiendo la cabeza
como para despertar de una alucinación, dijo:
------ Me rindo.
------¡ Ja, Ja, ja. !
Aquel lugar se llenó de risas y las dos mujeres
desnudas corríamos hacia el agua. El no tardó mucho
tiempo en estar también desnudo y con nosotras. Al
llegar este momento, aquel bello paraje se convirtió
en un paradiso. Gea hizo tres coronas de flores, como
las que le había enseñado Florián el jardinero y,
desnudos, correteaban. Al anochecer, preparamos un
campamento protegido debajo de una gran roca. Hicimos
un fuego y pasamos dos días con sus noches amándonos
los tres.
Estas escenas las dejo en la imaginación, ya que el
destino nos puso en el camino y la paz inundaba
303
nuestro espíritu. Nos amamos dulce y tiernamente. ¡
Éramos tres niños tan jóvenes!
Una mañana decidimos reanudar nuestro viaje. Teníamos
que llegar a las costas del Golfo de Sirte, donde
Hannón tenía un barco preparado para que zarpáramos
en el momento que apareciéramos. Era muy joven, pero
al mismo tiempo, curtido hombre de mar. Sus
decisiones eran las que ya habíamos hablado los tres.
Las costas de Ibosin serían nuestro destino. Su
familia tenía allí comercio y no nos faltaría de nada
a ninguno. Él se sentía muy honrado y feliz. Llevaba
a dos perlas preciosas juntas.
En los días posteriores, cambiamos los camellos por
caballos, yendo cada uno de nosotros en uno. El de él
era negro como la luz de la noche, el de Nora cobrizo
y el mío jaspeado. Eran de pura raza árabe, bellos,
delgados, estilizados. Para mí fue un descanso el
montar a tan bello corcel. La vida nos sonreía.
Éramos tres jóvenes en busca de aventura. Estábamos
libres. Estas palabras las oía una y otra vez en mi
inconsciente. Yo no había sido prisionera pero había
sentido la presión de esta raza por sus mujeres.
Estaba plena de felicidad de saber que a Nora no la
304
sacrificarían como a un cordero en un altar. Era tan
fuerte el entender cuales eran los ritos de estas
tribus, que poner tierra por medio me daba alas.
Respiraba el aroma del salitre del mar, mientras
cabalgábamos entre árboles conocidos de mis tierras,
olivos, almendros, naranjos en flor. La vegetación
era muy cálida y empezamos a vislumbrar las costas a
lo lejos. Nos encontrábamos muy felices de ver un
horizonte azul los tres. Nora nunca había visto el
mar. Su padre no la dejaba salir de los oasis
protegidos por sus dominios. Yo era una enamorada de
él y Hannón era un sireno de mar. Su barco se llamaba
como el Dios del mar Neptuno, siendo construido en
Biblos por armadores Persas. Era un sueño hecho
realidad, un gran navío dispuesto a zarpar a sus
órdenes. Entre nosotras surgió el amor de la
hermandad. Éramos huérfanas en la vida. Yo estaba muy
lejos de mi familia y ella no volvería nunca, la
matarían. Él sabía que estábamos en sus manos y nos
amaba. Ella era la candidez y yo la sabiduría en un
cuerpo muy joven. Todavía no había cumplido los
dieciocho años, y había recorrido medio mundo.
Zarpamos y fuimos costeando hasta el puerto de Leptis
Magna. Al llegar allí, bajamos a tierra. Yo quería
305
ver el teatro, el cual estaba dominando una cala
protegida por un montón de islas. Majestuosamente,
era un lugar mágico, erigido sobre una ladera de
montaña, semicircular, inmenso, esplendoroso. Estaba
desértico, casi enterrado bajo la arena. Los muros
fortificados de la ciudad habían sido destruidos. La
sequedad y la arena daban una imagen fantasmal de lo
que había sido un gran Imperio Romano. Al llegar a la
gran pista central del majestuoso teatro, estaba
atardeciendo. En lo alto de éste, la estatua de una
diosa dominaba la vista al mar. Había oído a
Alejandro hablar de este lugar y una vez en lo alto,
las lágrimas inundaron mis ojos. Este era el último
reducto de sus recuerdos. En la otra parte del mar
estaba mi destino.•• Lloré durante un largo rato
viendo como el sol se escondía en el mar. Hacía tanto
tiempo que no veía un atardecer tan espléndido... El
cielo se convirtió en el fuego del infierno y, en
unas horas, empezó a llover incesantemente. Esta
noche no partiríamos. Estábamos bien protegidos en un
puerto natural. Hacía mucho calor y decidí no volver
al navío. Necesitaba estos momentos de soledad. Mis
vestidos estaban mojados y mi cuerpo semi desnudo
violaba las reglas de estas culturas. Yo me sentía
306
libre y no me importaba nada. Quería volar, correr,
soñar.
Así fue como me vi en unos segundos, en los cuales
había corrido sola en la noche por las ruinas del
templo. La lluvia no dejaba de caer y la noche estaba
muy oscura. No sentía miedo, no sentía frío, no
sentía otra cosa que no fuera la felicidad de
sentirme libre. Me apoyé en una columna y fue en este
instante donde sentí unos fuertes brazos sujetarme la
cintura. Eran unas manos conocidas, cálidas, fuertes,
duras. Eran las manos de un hombre rudo, varonil,
cálido, como mi amado Alejandro. No volví mi mirada,
no quería ver su rostro, sólo quería seguir
sintiéndolo a él. Amándome en la oscuridad. Tal vez
un sueño o tal vez la realidad. No me importaba. Sólo
quería seguir estando libre. Aquellas manos no me
proporcionaban ningún tipo de tensión. Eran cálidas y
me acariciaban con verdadera pasión. Con mis pequeñas
manos quise tocar sus piernas, y entre ellas, su gran
sexo estaba resurgiendo a la vida. Cerré los ojos y
me di la vuelta. No los abriría, no quería ver quien
era. Tan sólo me sentía en los brazos de mi amado
Alejandro. Me levantó del suelo y, en unos minutos,
me depositó en un lecho cálido y seco. No quería
307
abrir los ojos y él no me pidió que lo hiciera. Me
amó como a una reina y me dejo dormir. Al amanecer,
los primeros rayos del sol me despertaron. Estaba
sola, en una cueva cercana al templo. No había ningún
vestigio de vida a mi alrededor, tan sólo unas pieles
en el suelo. Nunca supe si fue un sueño.
Al volver al navío, la tripulación estaba buscándome.
Sólo Nora estaba en él. Todos los hombres estaban en
tierra. Ella estaba muy preocupada. No sabían si me
había sucedido algo extraño y su preocupación era muy
fuerte. Al subir a él, se abrazó a mí y lloró
intensamente. Era una niña, yo su única familia.
------ Sentí que jamás te volvería a ver.
Fueron sus primeras palabras llenas de amor y
desesperación. En ese momento, yo sentí dentro de mi
alma estas otras, y se las dije:
------ Jamás te dejaré sola. Eres mi familia.
Tranquila.
Las dos nos abrazamos y lloramos juntas. En muy poco
tiempo, sonaba la caracola y se oyeron los silbidos
de los marineros. Todos volvían al navío. Era la
señal de que yo había aparecido. Al llegar a él,
308
Hannón me preguntó:
------¿ Qué te ha sucedido, blanca flor?.
------ Me pilló la gran lluvia en el templo, donde
fui a rezar y dar gracias por haber llegado hasta
aquí sanos y salvos. Empezó a llover y me refugié en
una cueva, quedándome dormida donde me he levantado
con los primeros rayos del sol.
Mis palabras eran convincentes pero no reales, y él
no tenía muy claro esta explicación. Zarpamos en el
momento que subió el último marinero. Seguíamos
nuestra andadura. La expresión de este hombre me hizo
darme cuenta de lo que en realidad sentía: celos de
pensar que otro hombre hubiera tocado mis dulces
formas. Era muy joven pero tenía mucho poder y lo
demostró, sacándonos de aquel país de aquella manera
y con tanta decisión. En aquella mirada pude ver su
espíritu y sopesar su fuerza. Una vez en la mar, se
acercó a nosotras y cogiéndonos del hombro nos
dirigió a su camarote. Nosotras no hablábamos, sólo
seguíamos a su lado sonrientes y felices. Él, con
este abrazo protector, nos decía: sois mías. Era
importante que nos pusiéramos a sopesar esta
circunstancia juntos. Y así fue. Al llegar a aquel
309
camarote, las dos nos recostamos en la cama. Nuestros
encantos florecían entre los almohadones de aquella
estancia, llena de reliquias de muchos países
visitados. Era un lugar muy vivido, que hasta este
momento no me había parado a mirar con detenimiento.
No era la estancia de un barco de comercio. Era el de
un guerrero. Me debió de leer el pensamiento. Se
percató de la situación y me dijo:
------ Mi padre y mi abuelo trabajaron muy duramente
durante muchos años para que yo tuviera el poder de
ser feliz, a mi manera. Se lo debo todo a ellos, pero
yo fui muy aplicado en aprender sus conocimientos y
seguí en este negocio. En muy pocos años, nuestros
territorios han crecido considerablemente. El poder
de nuestra familia es muy grande y poderoso. Somos
personas respetables dentro del comercio de esta
parte del Mediterráneo, donde se nos respeta. No
puedo defraudar a mi sangre. Vosotras dos sois dos
niñas caprichosas y rebeldes. Pensáis que me estáis
llevando hacia donde queréis llegar. Yo sólo voy por
que me pilla de camino. Quiero que sepáis que estáis
bajo mi poder y no yo bajo el vuestro. Debéis de
asumir esta circunstancia, ya que si no, seréis
vendidas como esclavas. Me darán un buen dinero por
310
las dos. No quiero estar pendiente de ninguna. Sois
mis invitadas y estáis a mi disposición.
Estas palabras duras y cortantes eran dichas con
tanta autoridad, que la piel se me puso de gallina.
No eran simples palabras. Eran un mandato que
debíamos asumir con la mayor dignidad posible. Fue en
este instante cuando me di cuenta de la estratagema
de este joven hombre. El amor que podía sentir por la
pequeña Nora era un simple capricho. Sus palabras
eran ciertas y nos vendería. Íbamos hacia un centro
de venta de esclavos muy importante. Por dos mujeres
como nosotras se pagarían grandes fortunas. No sólo
éramos bellas, también cultas e hijas de buenas
familias. También podríamos ser motivo de una gran
masacre. Si esto sucediera, teníamos que ser
conscientes de ello. Yo sabia que a Padre se le
conocía mucho por todos los mares, pero no sabía
hasta que punto llegaba su poder. No tardó mucho en
dejarnos a solas y subirse al puente de mando. En
este instante, fue donde pensando muy rápidamente en
todo lo acontecido, le dije a Nora:
------ Volvemos a ser esclavas de un hombre.
------ Yo siempre lo fui. Es normal en mi cultura.••-
311
----- Nora, debemos de estar alertas a todo lo que
hagamos o digamos. No me fío de Hannón. Es un hombre
muy bello y su poder es muy grande. Yo no puedo ser
su esclava. Siempre fui libre y no pienso cambiar mi
vida. Puedo recobrar fuerzas, pero mi interior me
dice que desconfíe de él. Mi sexto sentido me lleva a
ser así. Perdóname. Fui yo quien os metió en esto. No
debía de ser tan susceptible a mis sentimientos
físicos y sexuales. En mi cultura es algo normal. En
esta vuestra, veo que un inconveniente. Yo quiero que
os sigáis amando sin mí.
Me miró muy intensamente con sus ojos negros como la
noche y me dijo:
------ Confío más en ti que en él. Seguiremos el
juego de este amor hasta que podamos escapar. Yo no
estoy dispuesta a tener que ser esclava de nadie. Tú
me enseñaste cual es la libertad y él su precio. No
quiero pagar por ello el resto de mi vida. No me
dejes a solas con él. Ayúdame a hacerlo feliz en este
viaje. Te prometo que escaparé contigo cuando véamos
el momento. Era mi única salida para no casarme con
el viejo Tulio. Yo enamoré a este hombre y le di mi
virginidad, sabiendo que sería pasto de las hienas si
312
mi familia me descubriera. El día que en el oasis
hicimos el amor las dos con él, te sentía a ti, no a
él. Me enseñaste a ser yo misma. Me amaste como a tu
propio yo, y ahora soy parte de ti. Él es sólo la
escapada hacia un mundo diferente. No lo amo.
Aquellas palabras eran muy claras y concisas. Eran
fuertes y reales. Ella me había dado la vida y la
libertad. Yo le había enseñado a conocerse y, en muy
pocas semanas, era una mujer muy madura y cerebral.
Ello me gustó y mis pequeñas manos acariciaron su
rostro con delicadeza y admiración. Ella se
estremeció y en unos minutos estábamos abrazadas y
sensualmente ligadas a amarnos.
Cuando aquella puerta se volvió a abrir, la visión
que tuvo Hannón fue la más bella que un hombre pueda
tener en su lecho. Estábamos disfrutando de nuestros
sexos, llenas del sudor que provocaba el fuego de
nuestro corazón. El camarote estaba sumido en la
bonita luz del atardecer, mirando las dos en
dirección a la puerta, con la expresión de la dejadez
y el placer del amor. En el umbral de aquella puerta,
se desabrochó el cinto que sostenía sus vestiduras,
cayendo al suelo, acariciándose el hombro,
313
descubriéndoselo, desnudándose. ¡Qué bella imagen la
de aquel ser totémico, grandioso, escultural, mágico,
brillante, armado, poderoso!
No salimos de aquel camarote hasta bien entrada la
noche. El barco estaba anclado en una bahía. Habíamos
seguido costeando y sólo estaba la guardia del
puente. Los tres, abrazados, salimos a refrescar
nuestros cuerpos y desde el puente nos tiramos
desnudos al mar.
Aquellos días estuvieron rodeados de armonía. No
existieron más tensiones. No había equivocación en
nuestros actos. Éramos sus siervas. Pero día a día
entre nosotras iban surgiendo más afecciones humanas.
Estábamos amándonos en trance, ya que cuando él no
estaba a nuestro lado, entre las dos existía una gran
compenetración. Recogíamos todo el desorden y lo
único que teníamos que hacer era seguir con armonía
aquel viaje. Los días eran muy calurosos y el sol
pegaba muy fuerte. Estábamos mejor en nuestro
camarote. Él se volvía loco de pasión cada vez que
bajaba y estábamos unidas en un abrazo constante.
Nuestros sexos se habían hecho el uno al otro y
cuando él llegaba, el deseo de la penetración nos
314
daba tanto placer que él se volvía loco de pasión.
Éramos gozadas en la armonía más plena del sexo,
habiendo momentos en los cuales, la penetración era
tan necesitada por nuestros cuerpos, que estallábamos
en los orgasmos más poderosos que jamás había
sentido. En segundos, sólo con verlo con su poderoso
sexo desnudo ante nosotras. Estaba acostumbrándome a
ver a aquel hombre haciendo gozar a la pequeña Nora,
que me volvía loca de pasión. Una de las posturas que
más nos gustaban a los tres, era cuando él penetraba
a alguna de las dos por detrás, disfrutando una de
nosotras bajo de ellos, lamiendo los genitales de
ambos, mientras entre nosotras nos comíamos la vulva.
Era muy sexual el poder ver a Nora con sus carnosos
labios dentro de mi lubricado sexo. Siempre estábamos
las dos con ese contacto. En esta postura él se
volvía loco, dándonos toda su sexualidad y en el
momento de correrse la sacaba del sexo y la
introducía en la boca de la que estaba debajo,
siguiendo rozando con su verga la vulva de la que
había estado penetrando. Esta era una buena fórmula
que habíamos ideado entre las dos para que él no
dejara embarazada a ninguna. Sería un gran error.
Estos momentos no tenían fin. Me gustaba sentir toda
315
su leche en mi cara y pechos.
Las noches más tranquilas y frescas paseábamos por la
cubierta. Yo bailaba a la luz de la luna. Uno de los
marineros era un gran músico y había noches que me
acompañaba con una flauta. Los sonidos de ésta me
parecían mágicos. Era un placer que todos en el barco
disfrutábamos. Estos momentos de gran armonía, un
magno ofrecimiento a los dioses por haber pasado un
buen día en paz con la naturaleza. Después nos
bañábamos y dormíamos desnudos. Las madrugadas
siempre eran acogidas con verdadera pasión. Era raro
que no me despertara con el sexo de alguno de los dos
en mi boca, o la de ellos en el mío. Así pasaban los
días y las noches. Comíamos jugos de frutas y
pescados. Hubieron días que nuestro alimento eran
nuestros propios jugos sexuales, ya que estábamos
totalmente sumidos en el placer de nuestros cuerpos.
Aquella rueda parecía no tener fin, aunque tampoco
queríamos vérselo. Éramos muy felices amándonos.
Los hombres tan sólo bajaron a tierra en el puerto de
Icosium (Argel), donde habíamos cargado las bodegas
del barco de provisiones y ricas alfombras. Allí nos
compró tejidos para hacernos vestidos, los cuales
316
fuimos confeccionando en aquel viaje. Ya en el puerto
de Mastia (Siglos después Cartago Nova), rico en
minerales, nuestro amado nos ofreció unos
maravillosos collares a juego con unas diademas
exquisitas y unos brazaletes, los cuales
representaban a unos grifos con cuerpo de león alado
y cabeza de carnero. Nos honraba todos los días con
los más bellos objetos que tenía en comercio.
Habíamos hecho un triángulo en la ruta de este viaje
en todos los sentidos y estábamos ya cerca de nuestro
destino.
Una mañana, al alba, oímos el grito de “ a la vista
las costas de Ibosin “ . No tardamos ni un segundo en
estar en el puente las dos, medio desnudas. Los
marineros estaban acostumbrados. Lo que no entiendo
fue cómo no hubo ningún motín a bordo. Llevábamos
semanas navegando, ya que entre nosotras no había
pudores y pasábamos gran parte del día un tanto
salvajes, o en nuestro camarote.
Al salir, lo primero que vimos fue una isla
prominente pequeña, pegada a otra más pequeña, y
ésta, a una gigante de acantilados elevados donde la
vegetación era escasa. En esta parte de la isla, ya
317
que al ir dando la vuelta por la parte sur de ésta,
nos encontramos con otro tipo de parajes y, a lo
lejos, verdes montañas de frondosos pinares. Me
parecía un lugar agradable, pero muy desértico. No se
veía ningún vestigio de vida. Me pareció aburrido el
pensar vivir allí, pero ya estábamos embarcadas en
esta aventura y sonreía con verdadero placer, aunque
mi interior se hiciera estas preguntas.••------- ¿
Por estas tierras no hay gentes?( Le pregunté a
nuestro hombre)
------- ¡Ja... ja... ja. ! El único hombre que veréis
en vuestro horizonte pienso ser yo. ¡Ja... ja... ja.
!
Las dos nos quedamos atónitas, ya que éramos presas
de este hombre y sus excentricidades, como él haber
sido embaucadas por su fortaleza y osadía. Estos eran
nuestros pensamientos. Cuando la verdad era que
habíamos sido nosotras las embaucadoras que lo
habíamos liado mano a mano. Es muy guapo y lo sabe,
además de ser como he mencionado, en otros momentos,
poderoso. Nuestras miradas se cruzaron y con la
cabeza altiva nos fuimos hacia el camarote. Si
teníamos que bajar a tierra había que prepararse como
318
reinas. No teníamos más que ver allí en el puente.
Horas más tarde llegamos a un lugar mágico donde los
colores que se disipaban eran como el arco iris. Los
hombres en cubierta reían y bebían vino. Se
preparaban para bajar a tierra felices. Estaba
atardeciendo sobre grandes zonas de poca profundidad,
entre sierras donde se podían ver grandes montones de
sal. Fue donde decidimos salir otra vez al puente, ya
vestidas y perfumadas, engalanadas con las bellas
joyas que nuestro......... nos había regalado. Éramos
tan jóvenes y bellas mujeres... Toda la tripulación
se alborotó. Nos tiraban piropos y silbidos.
Estábamos como dos flores en primavera. Volvimos a
girar por el próximo cabo entre dos pequeños islotes,
en donde Hannón estuvo muy atento a esta maniobra, ya
que según contaba, su abuelo había encallado hace
muchos años, perdiendo el barco con toda la mercancía
y, a parte de la tripulación, en ella iba su esposa y
dos de sus hijos menores. Nosotras, curiosas, no
dejábamos de hacer preguntas y así fue como llegamos
al puerto, en el cual nos estaban esperando muchas
personas. Éramos como el agua del cielo. Llegábamos a
la colonia de Ibosin (Ibiza). Esta, estaba ubicada en
una cala cerrada y dominada por una gran montaña. Era
319
un paraje muy bello, lleno de diversas razas de
personas. Se veían gentes diferentes. Vinieron a
recogernos en unos caballos y nos condujeron a un
lugar sagrado en lo alto de una colina donde se
albergaba una necrópolis, mirando al mar. Allí nos
esperaba una gran ceremonia sagrada en la cual se
veneraba a los muertos; y era una costumbre después
de haber pasado por aquellos dos islotes y haber
llegado sanos y salvos a Ibosin. El venir hasta aquí
a ofrecer nuestros presentes, las hogueras, nos
hacían paso hacia este lugar. Al llegar a él, sentí
un gran escalofrío. Hannón se veía muy afectado. Me
recordó inmediatamente la necrópolis donde mis
abuelos estaban enterrados en Grecia. Este lugar no
me era desconocido. Era como si en otra vida ya
hubiera estado aquí. Esto estimuló mis instintos,
viendo de otra manera aquel sombrío espacio,
ofreciendo en un momento de la noche una de mis
grandes composiciones en la cual se da un significado
muy grande a la muerte y la resurrección. Al terminar
mi baile, todos los presentes quisieron conocernos.
Nuestro amado anfitrión nos fue presentando a todos.
Éramos sus protegidas y nada más. Esa fue la
conclusión a la cual llegué en muy pocas horas de
320
estancia en aquel lugar. Me dolía el ver tan clara
esta situación cuando sentía a Nora enamorada como
una Sirena de su Neptuno; pero este hombre nos
vendería en la primera de cambio y este sentimiento
empezó a darme vueltas en mi cabeza, aunque no tuve
mucho tiempo de pensar en ello, ya que aquella misma
noche hicimos un largo trayecto en carro y fuimos
alojados en una casa en el campo hecha de adobe, como
en los pueblos más antiguos griegos o fenicios.
Todo era muy simple y en el suelo de aquel gran salón
con una gran chimenea encendida, unas grandes
alfombras de tejidos gruesos serían nuestro refugio,
cestas de frutas y una jarra de agua. Nuestras vidas
y culturas eran muy diferentes. Yo provenía de la
mayor exquisitez de la cultura Griega y Nora del lujo
árabe. Estábamos sin otra cosa en este mundo que no
fuera nuestra persona y belleza, pero muy pronto nos
acostumbramos a ver este tipo de vida como algo
normal. A las pocas horas nos levantamos con el canto
del gallo. Al salir fuera de la casa, una gran
sorpresa fue para mí muy importante. Mi sentido de la
orientación me decía que estábamos mirando en
dirección hacia el oeste, el lugar donde salía el Sol
y, a lo lejos, estaba situada mi amada Grecia.
321
Estábamos entre colinas dominando toda una zona, a lo
lejos el mar. La casa estaba preparada para cultivos
necesarios alimenticios. Teníamos animales de corral
y agua de un pozo subterráneo. El lugar era muy
confortable y austero. Después de darnos un baño
sacando el agua de aquel pozo, jugueteado como dos
ninfas por el campo, cogimos huevos frescos y leche
de oveja y preparamos un buen desayuno. ¿ Éramos
libres?. Esta era mi pregunta en mi inconsciente.
Todos los días, mientras Nora jugueteaba con toda la
naturaleza que nos rodeaba, yo sentía que el mar era
nuestra cárcel y nosotras sus esclavas. El término de
isla es un trozo de tierra delimitado por el agua del
mar. Esto significaba que en algún momento veríamos
toda aquella extensión y desearíamos conocer más,
estando limitadas a este espacio. Estos pensamientos
afloraron en mi mente en lo alto de una colina.
Cuando me di cuenta que el amor que yo podía obtener
en esta vida estaba al lado de Nora, si el destino
nos había traído juntas hasta este lugar sería por
alguna razón, que tal vez en este instante no
comprendía, pero debía dejar pasar hasta madurar su
significado. Esta fue la conclusión que dio paz a mi
interior, relajando mi vida en este apacible rincón
322
del Mediterráneo.
Pasaron las semanas y los meses. Nuestros juegos
amorosos seguían siendo de índole triangular, excepto
cuando podíamos estar a solas que no dudábamos en
darnos calor y amor en cualquier momento. Ella se
hizo mujer y sufrió mucho en estos momentos. Sangró
durante varios días como un cordero degollado. Nos
pilló a solas, ya que Hannón se encontraba de viaje.
Sólo veíamos a los trabajadores del campo y ninguno
nos gustaba. Eso quería decir que esperábamos a ser
poseídas por nuestro amo y señor. Él, mientras tanto,
seguía haciendo comercio entre las costas más
cercanas. Siempre volvía deseoso de nuestros
cuidados, y nosotras nos prestábamos a todas sus
locuras sexuales. Se las ganaba. Aquella humilde
morada, poco a poco, fue convirtiéndose en un hogar
muy feliz, donde siempre había visitas. Habíamos
hecho amistades con los músicos cercanos y Nora era
una excelente profesora de las danzas del vientre, lo
llevaba en la sangre. Nos hicimos muy populares por
las gentes del entorno y éramos imprescindibles en
cualquier ceremonia. No teníamos templos, ni teatros,
pero habíamos buscado espacios para hacer nuestros
rituales sagrados, siempre en lugares naturales. Esto
323
nos daba la libertad de seguir practicando nuestras
doctrinas con los dioses de una manera ancestral y
milenaria. Aquí empecé a ser yo misma y a sentir la
vida con la verdadera esencia de ésta.
Una tarde, al salir a despedir el día y respirar un
soplo de aire, ya estaba muy avanzada la estación
invernal, y grandes nubes anunciaban una eminente
lluvia. El viento era huracanado y las turbulencias
en el cielo eran de preocupar. Los rayos del sol
difuminaban entre las nubes colores rojizos y
violáceos mágicos entre las montañas. Al mirar hacia
el lado opuesto el mar, a lo lejos, pude percibir un
gran barco con banderas de color rojizo. Estaba muy
cerca de las costas y en un lugar de poca profundidad
y rocas. Estaban en una zona muy peligrosa. Al mirar
fijamente a aquel barco, pude apreciar unos escudos
en forma de animales. Hubieron unos instantes en los
cuales pensé en el escudo de Golf. No me lo pensé ni
dije nada a Nora. Estábamos solas como casi siempre.
Corrí entre los bosques por lugares que otros días
había llegado hasta la costa sola paseando. Nora era
mucho más tranquila que yo y siempre aguardaba mi
vuelta. Eran lugares de mucha maleza y con las prisas
y los nervios que tenía en mi cuerpo, me fui rozando
324
con los matorrales de zarzas, haciéndome grandes
raspaduras en mis vestidos y piernas. Pero no me
importaba. En este barco podían ir familiares y
amigos de los míos. Tardé más de una hora hasta
llegar a la costa. Ya entrada la oscuridad de la
noche, aquella parte de la isla estaba deshabitada,
ya que la colonia estaba en el lado opuesto. Había
una pequeña cueva vigía en un lugar estratégico en la
cumbre de la colina, en el acantilado de ésta. Tenía
que llegar a ella, ya que allí había todo lo
necesario para hacer señales y un fuego. Tropecé en
varias ocasiones y me lastimé piernas y manos, pero
ello no era lo suficiente para poderme parar. Debía
de llegar y hacer lo que mis instintos dentro de mi
interior me dictaban, consiguiéndolo. No era la
primera vez que hacía este recorrido, ya que Hannón
me había llevado allí a solas, enseñado como poder
hacer estas señales. Los días de tormenta y niebla
tenía que estar atenta para que ninguno de nuestros
barcos tuviera un accidente en aquellas costas,
consiguiéndolo. Pude ver sus señales de
agradecimiento y alejándose de la costa desapareció.
Una gran agonía nubló mi mente. Sentí morir al
recordar a mi amado Alejandro. Lo amaba en la
325
oscuridad de aquellos pensamientos sombríos que
venían a mi mente llena de sangre y frío, enturbiados
por la soledad de aquel lugar. La tormenta empezó con
rayos de fuego en el cielo y el volver a la casa
seria difícil. Me acomodé dentro de la cueva donde
pude protegerme con las alfombras que allí se
guardaban. Era un lugar promiscuo donde había estado
haciendo el amor con Hannón a solas. No tenía que
dejar que el fuego se apagara. Tenía que mantener
aquella llama, por la vida de estos navegantes y la
mía propia. No tenía costumbre de pasar frío y estar
sola allí. Acuciaba la humedad y la tormenta era muy
agresiva. No dejé de mirar hacia el horizonte hasta
que desapareció de mi vista aquella imagen del gran
navío. No tenía dudas. Era del padre de mi amado
Alejandro. Pensé hacia donde se podía dirigir y había
un puerto en aquella dirección de la que Hannón me
había hablado. Estaba en una isla al parecer mucho
más grande, en dirección al oeste. Esa podía ser una
de las opciones que podía tomar este barco. La otra
era dar la vuelta a la isla y llegar a la colonia de
Ibosin. Esperé toda la noche sin poder conciliar el
sueño y al ir amaneciendo fui dejando el fuego
apagarse. La tormenta había cedido y en el horizonte
326
empezaba a salir un sol radiante. Aquellos rayos de
sol me dieron las fuerzas para, magullada y dolida
del frío pasado, volver en dirección a casa.
Al llegar a ésta, Nora no se había despertado. Recogí
unos huevos y leche caliente y le llevé el desayuno
al lecho, donde me paré unos segundos admirando sus
bellas formas. Estaba desnuda frente a las brasas del
fuego. Me tumbé a su lado suavemente sin querer
despertarla y con las yemas de mis dedos húmedas por
mi saliva, le rocé uno de sus prominentes pezones. Un
escalofrío inundó su cuerpo y, al abrir los ojos, sus
primeras palabras fueron, seguidas de un fuerte
abrazo:
------ Pensé que no volverías........
------ He vuelto pero vengo a despedirme. Debo de
seguir mi camino.
Las dos sabíamos que este momento llegaría y que
nadie me podría parar. Yo estaba muy fuerte de la
vida en el campo y de mis constantes relaciones
sexuales. Eran muy vigorizantes y me sentía pletórica
de vida.
Nos abrazamos en un cálido abrazo terminando con un
327
gran beso en la boca lleno de deseos y sexo. La
despedida no podía ser de otra manera. Nos enzarzamos
en una relación sexual como las de todos los días, a
todas horas, en las cuales estábamos ociosas. Me
recorría con su jugosa boca todo mi cuerpo, haciendo
presa en uno de mis pechos, succionándolo con deseo y
pasión. Me amaba, y no podía dejar que me fuera sin
darle el jugo de mi sexualidad. No lo pensé y actué
sin delimitaciones. Directa, sin pérdida de tiempo,
me giré y besándole directamente entre los muslos,
metí mi boca en su sexo, jugoso y caliente, deseoso
de mis caricias. La miraba a los ojos mientras me
relamía los labios. La deseaba y me sentía muy
poderosa entre sus piernas. Mi parte masculina la
había descubierto entre estas largas y oscuras
piernas del color del ébano. La amé con el deseo y la
pasión que yo sabía que a ella le gustaba. Al
girarnos, ella tomó mis doloridas piernas como
objetivo de sus caricias, humedeciendo y lavando mis
cicatrices todavía sangrantes con su lengua. Aquel
acto de humildad llenó el alma. Hubo un momento en el
cual me pidió que la penetrase, introduciéndole dos
de mis dedos en su vagina caliente y húmeda, mientras
le comía uno de sus duros pechos dolidos por su
328
próxima y sangrante muestra de fecundidad. Le
acariciaba aquel pequeño apéndice sexual humedecido
con el flujo de su sexo. Yo le había enseñado que
existía en su bello cuerpo. Fue el detonante para que
sintiera la necesidad de escapar de la castración que
su estirpe. Mi dedo pulgar lo acariciaba con
delicadeza, mientras los dos dedos contiguos jugaban
en el interior de aquella vagina jugosa, que deseaba
penetrar con todo el ardor de mi corazón. Fue en
aquel instante cuando deseó el tener un gran sexo
para poderla amar. Era un pensamiento muy poderoso en
mi mente. Jamás había existido en mí este deseo. Fue
en este instante cuando sentí su orgasmo entre mis
dedos y el mío deseoso de tener ese sexo entre mis
piernas para penetrarla explotó de placer. Ella me
cogía de mi larga melena, gritando de placer. Nos
dimos todo. En este instante, las dos nos giramos y
nos comimos la una a la otra aquel flujo de nuestra
pasión.
Hubiéramos seguido durante horas como hacíamos muchos
días, pero yo tenía una decisión clara. Tenía que
volver a ver a los míos, y con todo el dolor de mi
corazón y sin pensármelo un instante, me incorporé
para recoger algunas cosas y salir en dirección a la
329
colonia de Ibosin, mientras ella curiosa me
preguntaba:•------ ¿Volverás?
------ Tal vez no lo haga. Si de verdad encuentro a
mi familia, deseo volver a mi casa con los míos.
Tengo que ver a mi hermana. Mientras, yo sé que tu
estás aquí. Tranquila, haz feliz a Hannón y dale un
heredero. Lo ansía y desea más que nunca, y cuando
sientas la necesidad de verme, piensa en mí
profundamente. Yo, aunque esté lejos puedo sentir tu
fuerza interior y mandarte todas las energías que
necesites. He sido muy feliz contigo. Me salvaste de
la muerte y la vida que tengo es gracias a ti.
------¡ No sé que voy hacer sin ti a mi lado!
------ Céntrate en él y hazle feliz. Si vieras que
vuelve muy pronto, entre tenlo. Dame tiempo a estar
lejos, para que no pueda privarme del instinto que
tengo en este momento de volver con los míos.
Estas palabras se las decía, estando las dos mujeres
abrazadas por la cintura y con las bocas muy juntas
una de la otra, rozándose, con la sensualidad que
sólo pueda brotar entre dos mujeres.
------- ¡Bésame por última vez!.
330
Y sin darle tiempo a pensar, Gea volvió a estar
enroscada en los labios de Nora. En realidad, tenían
algo muy fuerte entre ellas, pero Gea era mucho más
cerebral que Nora, la que más sufriría esta
circunstancia sería ella. Las dos lo sabían y el amor
que había entre las dos era correspondido por ambas.
Nora se fue hacia la despensa y preparó un hatillo
con queso y pan, mientras que Gea recogía todas las
cosas que podía llevar consigo.
------ Llévate las joyas. Abultan poco y si las
tuvieras que vender para salir de la isla, serían de
gran valor. Y estas viejas vestiduras de Hannón. No
las echará en cuenta y te servirán para pasar
inadvertida. ( Le dijo Nora).
Gea la miraba con los ojos llenos de lágrimas y feliz
por haber encontrado una amiga como ella. Gea le
dijo:
------ Sólo me llevo de las mías, unos brazaletes y
estas dos sortijas, si no, sospechará y temo por ti.
Volveré a veros en el momento que pueda. Para mí, la
felicidad que he tenido a tu lado, ha sido la que me
ha dado fe en la vida. Tú has sido mi Serafín (ser
celestial Ardiente o Ángel). Tu ardor, tu amor y tu
331
pureza son las que han iluminado mi camino de luz
para seguir viva.
------ Ve con Alá y quédate en paz con esta vida que
has conocido y que sabes, no es la tuya. Eres una
gran superviviente como tu madre lo fue en su vida.
Hoy eres tú la que debe volver a encontrar a tu
pueblo donde te espera la luz del amor familiar. Yo
sé que no podría volver al mío. Sería sacrificada en
el fuego, por haber huido de mi destino y de mi
familia. Tampoco podría volver a tu lado, ya que amo
a Hannón y él se volvería loco si nos fuéramos las
dos juntas.
------ No debe saber que me he marchado. Tan sólo
dile, si vuelve, que me fui a hacer un fuego para que
un navío no embarrancara en las rocas, y no volví.
Dame tiempo para poder salir de la isla.
------ No tengas miedo. Yo lo haré quedarse a mi lado
todo el tiempo que pueda.
------ Voy a ir por el mar. Si esto es una isla,
llegaré sin perdida a la colonia. Tú deja entre las
rocas volcánicas unos trozos de ropa, como si hubiera
caído por el acantilado. Debemos hacer como si
332
hubiera muerto, ya que sino Hannón me buscará por
todos lados.
------ Ve en paz. Yo me encargo de esto.
Las dos mujeres salieron juntas hacia los riscos y,
en el cruce de un sendero, se despidieron con el más
grande abrazo de cariño y amor que dos seres pueden
darse. Aquella despedida no tuvo palabras. Estaba
todo dicho y los caminos eran opuestos. Una se bajaba
hacia las rocas a preparar las pruebas de un
accidente y la otra seguía su camino hacia la
colonia.
Pasaron varios días hasta que volvió Hannón, y Nora
interpretó con gran sabiduría toda la escena del
infortunio, ya que de otra manera este hombre la
hubiera buscado hasta en el infierno. Bajaron los dos
juntos hacia el acantilado rocoso. Allí se
encontraron los trozos de ropas y una zapatilla de
esparto destrozada. Era la evidencia de un gran
accidente. Los dos subieron hacia la casa,
ensombrecidos por la agonía de la muerte de un ser
querido. No hubo reproches ni ninguna mal sonante
palabra. Era el destino y así lo vieron ambos.
Pasaron los días y aquel hogar volvió a ser el mismo
333
de antes pero ahora mucho más feliz, ya que el uno se
refugió en el otro y reinó la paz en los corazones de
ambos. En los meses siguientes, Nora se quedó
embarazada de éste y fueron felices con varios hijos
que esta mujer le dio.
Gea siguió su camino en busca de su familia, y al
llegar a un puerto al anochecer, el cual no era la
colonia pero estaba habitada por pescadores, tuvo que
mezclarse entre ellos. Se sentó en un fuego. Era el
primer día después de tres en el cual vería a
personas. Se había recogido el pelo llevando un
turbante e iba vestida como un hombre. Así disimulaba
más su identidad, ya que Hannón era muy conocido en
estos territorios. Pudo saber que sí, en efecto,
había pasado por la costa un gran navío hacía dos
días y, en conclusión, sus banderas eran rojas con
unos zorros negros como emblema, el cual se dirigiría
a una isla cercana a las colonias de Portus Magonis o
a Jama. No tenía que perder mi tiempo y pude
conseguir hacer un trueque con un joven y apuesto
pescador que tenía una pequeña embarcación construida
como un mercante fenicio. Él me llevará hacia aquel
lugar, aceptando en pago uno de los brazaletes. Con
el pago de una de mis sortijas este hombre llenó el
334
barco de provisiones. Estaba amaneciendo cuando
partimos. Ya en alta mar, me dijo:
-----¿ Por qué escondéis vuestra persona bajo esas
vestiduras?
-----¿ Os habéis dado cuenta?
----- Claro, en el primer momento, ya que vuestras
manos no son ni de campesino ni de pescador. Además
oléis a mujer.
Me quité el turbante, apareciendo mi poderosa melena
al viento. Me la alboroté, y mirándole a los ojos, le
dije.
----- Soy la hija de un gran comerciante de otros
mares. He pasado por un montón de penalidades y,
atravesando los mares, llegué a tus tierras donde he
estado cautiva muchas lunas. Vislumbré hace unos días
el gran navío y pensé que era el del padre de mi
amado Alejandro, muerto hace dos años en el desierto
Egipcio. Su familia me puede llevar hasta los míos,
en Grecia.
------ Yo he oído hablar de aquellas tierras muy
ricas y con una cultura muy evolucionada.•------¿ Tú
335
de dónde provienes?
------ Mi familia llegó a este territorio del sur de
Itálicos. Provengo de una familia de pescadores de
muchas generaciones, de una colonia, Jonia, en Pixu.
Mirando bien a aquel hombre se podía ver en él una
gran nobleza de espíritu, a parte de ser un hombre
robusto y francamente bello. Sus facciones eran muy
prominentes: labios muy gruesos, besadores, barbilla
con gran hoyito, pómulos muy pronunciados, ojos
verdes y pelo color miel. No era el prototipo de
hombre que pasa desapercibido.
------ ¿Por qué decidiste ayudarme sabiendo que era
una mujer y que huía de algo o de alguien?.
------ Sois mi debilidad. Amo a las mujeres y vi tu
belleza a pesar de tu disfraz. También tú te
dirigiste rápidamente hacia mí. Fue muy claro el que
querías que fuera yo tu portador.
Agaché la cabeza en señal de vergüenza, y este hombre
cogió mi rostro con sus poderosas manos y me dijo:
------ ¡No temáis!. Me crié entre mujeres y murieron
todas en un naufragio, buscando a mi padre. Tú no
336
tendrás ese final. Yo te dejaré en las manos de tu
familia, como deseáis.
------ ¿Y qué queréis a cambio?
------ Cambiar de vida.
------ ¿Por qué?. ¿ No erais felices en la isla de
Ibosin?
------ Estoy solo y no tengo ataduras. Soy joven y en
mi alma siempre hay un instinto de aventura.
Gea se quedó pensando unos minutos y exclamó.
------¡ Seremos buenos compañeros ¡
------ No lo dudes, mi señora.
------¿ Cuánto tardaremos en llegar a las costas de
esa nueva isla?
El joven marinero, con un gesto subiendo los hombros
hacia arriba, le dijo:
------ Tal vez dos días o tres a lo sumo.
La bella Gea, se desnudó sus pequeños pies y
poniéndose cómoda en aquel pequeño barco de
pescadores, sacó de su hatillo un poco de pan y queso
337
de cabra que la misma Nora había hecho con sus manos
y ofreciéndoselo a aquel hombre le dijo:
------ Esto es lo último que me queda en recuerdo de
mi ultimo amor. Cómelo conmigo. ¿Podremos pescar?
------ Desde que salimos eché las redes pequeñas.
Llevamos arrastrando el pescado que comeremos esta
noche.
Gea se sintió muy afortunada y el camino se llevó con
mucha armonía por parte de los dos. Al atardecer, el
hombre sacó de las redes aquellos pescados que
comerían y el resto los metió en sal. Gea se dispuso
a pelarlos y prepararlos. El hombre la miraba con
gran aceptación. Ella estaba muy complacida. En los
tiempos que navegaba con Alejandro jamás hubiera sido
capaz de sacarle las tripas a ningún animal, pero en
la etapa de vida que estuvo con los nómadas y en la
isla, aprendió de Nora todo lo que una mujer debe
saber y ello le hacía sentirse radiante, llena de
feminidad y de deseo. Él sacó unos limones y un poco
de aceite de oliva, una tripa de buen vino y aquel
festín les hizo conocerse un poco más. Los dos
estaban muy felices de encontrarse a solas y libres
de todo. Él le confesó que estaba en la colonia de
338
Ibosin el día en el que llegaron a puerto, viéndola a
ella y a una mujer oscura (se refería a Nora). Él
siempre está navegando por estas aguas y hacía muchos
años que deseaba dirigirse a otras tierras, ya que
allí no tenía ningún lazo de unión, no tenía familia.
Siempre esperó a que su padre llegara, pero jamás
apareció. Cuando el barco en el que iban sus
familiares naufragó, él pudo sobrevivir, ya que su
madre en el último momento, lo ató a aquel cofre y
llegó a tierra sano y salvo. En él estaba el ajuar de
sus hermanas y con Él pudo comprarse su primera
barca. Se sentía feliz y dichoso de haber sido
agraciado por la vida, aunque en su interior había
una gran desolación y tristeza al haber perdido tan
joven a toda su familia. Su padre debía de ser un
gran truhán, ya que contaba como enamoró a su madre
doncella y la raptó haciéndola criar hijos,
marchándose en busca de nuevas tierras. Jamás volvió.
Su madre, muy valiente ya con cinco hijas y un hijo,
marchó tras él, dirigiéndose a aquellas tierras que
es donde fue la última noticia de haberlo visto vivo.
Después de los años y de las constantes historias de
las que se hablaban de su padre, parece ser que debió
morir en manos de algún marido cornudo. Esa era la
339
historia que este joven hombre contaba. Él era el más
pequeño y, al parecer, su padre nunca supo que tenía
un heredero hombre, ya que en el sexto embarazo se
marchó y jamás apareció. Él pensaba que si lo hubiera
sabido hubiera vuelto junto a su esposa. Era su
excusa hacia su padre.
Aquella noche dormí entre sus piernas, cobijada del
frío de ésta. El barco tenía un pequeño lugar donde
él tenía su morada, ya que aquella pequeña
embarcación era su hogar. Volví a despertar ya al
amanecer. Él me miró como a una muñeca y me alborotó
mis cabellos. Me contemplaba como a una hermana, no
como a una mujer. Ello me hizo sentirme muy feliz y
aquel segundo día dentro del mar, aconteció mucho más
favorable que el primero, ya que la relación entre
estas dos almas solitarias había tenido una buena
química. El segundo día nos bañamos en el mar cogidos
de una cuerda, mientras la pequeña embarcación
navegaba sin ninguna interrupción por aquellas aguas
limpias y azules turquesas. Jugueteábamos felices
como dos niños pequeños. Este hombre era muy correcto
y en ningún momento sentí ninguna sensación en la
cual mostrara su masculinidad: todo lo contrario. Me
recordaba mucho a Jhonas. Era muy parecido
340
físicamente y su hermandad fue la que me proporcionó
a mí la necesidad de refugiarme entre sus brazos.
Aquella segunda noche, después de la cena, nos
quedamos dormidos los dos juntos, en un abrazo de
amistad. Ya al amanecer, al despertarme, sentí en mi
costado su prominente masculinidad. Me regocijé entre
sus brazos y él despertó raudo, nervioso. Quería
disimular su erección y lo primero que hizo al
levantarse fue tirarse al mar. Estábamos en calma
chicha total. No se movía ni un soplo de aire a
nuestro alrededor. Yo me levanté, desnudándome
entera. Me molestaban mis ropas. Me tiré al agua y
allí nadamos juntos hacia un punto fijo los dos. Este
era nuestro tercer amanecer juntos. Jugamos en el
agua y yo me deslizaba a su alrededor. Esto le
excitaba y yo sentía su sexualidad florecer. Tenía
deseos de él.... pero este hombre era muy tímido. Si
yo no daba el primer paso, él no lo haría. Me
respetaba demasiado y esto me daba morbo al mismo
tiempo que confianza. En aquellos juegos, en algunos
momentos me cogió por la cintura, teniendo a su
alcance el resto de mis formas. Pero no se decidía a
tocar ni un milímetro más que el estipulado por la
amistad. Esto enardeció mi interior y cuando salimos
341
del agua, él subió primero al barco, y me ofreció su
mano para no tener que hacer mucho esfuerzo sola. Al
estar en él, en el impulso que hizo para subirme, me
abalancé sobre él, cayéndonos los dos encima de las
amarras y redes. Esto amortiguó el golpe y cuando me
sintió en sus brazos desnuda, húmeda y sonriendo no
tuvo más que un instinto, el de llevar sus labios
junto a los míos. En este instante fue cuando yo supe
que era el momento o jamás volvería a suceder este
mágico instante. Le metí mi lengua hasta la
campanilla de la suya y succioné este gran manjar de
dioses. Desabroché aquella camisa con mis manos como
si quisiera arrancarla de su cuerpo, y en unos
segundos, estábamos los dos desnudos uno frente al
otro, sintiendo en mi estomago aquel sexo duro,
rígido y erecto, como una roca de su radiante
juventud. En este instante le pregunté:
------¿ Cuántos años tienes?
------ Ya te lo dije.
------ Me mentiste. Tienes muchos menos.
------ Nunca te hubieras atrevido a escapar conmigo a
la aventura.
342
------ Me iría contigo al fin del mundo.
¡Ja. Ja... ja...!. Reímos los dos, felices de nuestro
presente juntos.
Volvimos a unir nuestros labios y, aquel momento,
sería crucial en la vida de este joven hombre, ya que
yo era su primera mujer. Lo supe en el instante en el
cual toqué su sexo, queriéndolo masturbar muy
suavemente, era el de un hombre que todavía tenía en
el prepucio un hilo que no le dejaba ver toda la
cabeza de su sexo. Tenía que tratarlo con delicadeza,
ya que sentía dolor en esta parte. Por ello puse el
alma, bajándome hasta la altura de éste y mirándolo
fijamente. Saqué la lengua de mi boca, mojándome los
labios, pasándosela por todo aquel sexo lleno de
vida. Me metí sus pequeños testículos en ella y
jugueteé con ellos con la lengua. Pasé ésta por la
raya que la unía con su ano. Esto lo transpuso, se
volvía loco de placer. Mientras, él me intentaba
tocar con sus manos inexpertas. Tenía que enseñarle a
amar. Este será mi regalo hacia este valiente y
atrevido hombre que me había ayudado a salir de
aquella isla, donde el triangulo sexual que tenía con
Nora y Hannón me estaba dejando seca el alma, ya que
343
yo sabía que Nora amaba a Hannón y yo era una
consecuencia de una circunstancia en la cual una de
las tres personas sobraba, y esa era yo. Aquí, en
esta situación, era su única mujer y encima era un
hombre tan joven que estaba a mi disposición. Pasamos
las horas en calma acariciando nuestros cuerpos. Él
estaba encantado de que le enseñara los caminos del
arte de amar. Yo me sentía felizmente dichosa de esta
otra circunstancia. Deseaba ser poseída por este sexo
duro y flagrante de vida, que necesitaba hacerse
hombre. Tenía que ser yo quien desvirgara a aquel
hombre. Era una labor delicada y era consciente de
esto. Tenía que darle todo lo que pudiera a este
joven macho, y aquí donde nos encontrábamos, era lo
único que teníamos que hacer, ya que sacar los remos
era cansado y el calor de la mañana empezaba hacerse
notar. El otoño había entrado con gran fuerza y,
durante la noche, se notaba el frío. Pero los días
que salía el sol, al contrario, eran primaverales. De
vez en cuando veía que su sexo estaba a punto de
explotar. Sentía el dolor que le producía el bajar un
poquito más aquella piel, y me tiraba al agua seguida
por él. Pasó allí, donde retozando entre sus brazos,
jugueteando en las puertas de mi sexo con la puntita
344
del suyo, estando muy jugosa y deseando ser
penetrada, abracé con mis piernas a aquellas caderas
de un cuerpo musculoso y joven. Me cogí con mis
brazos a su cuello y, muy suavemente, me fue metiendo
aquel sexo dentro de mí. Lo sentí hacer un gesto de
dolor, pero al contrario de lo que pude pensar en un
principio, para él fue un alivio lleno de placer,
siguiendo en segundos un vaivén en el cual me
penetraba y sacaba todo su sexo del mío con verdadero
placer, muy despacito, ya que para él era todavía un
poco doloroso. Aquellos influjos marinos eran un
verdadero goce y, en muy pocos minutos, llegamos los
dos a nuestro primer orgasmo juntos. Sentí
desfallecer y ahogarme. Estábamos al lado de la barca
y yo me agarraba a su cuello y a ella. Cuando volví
en mí, estaba en el lecho de este joven pescador,
cubierta con unas pieles, preservándome del frío que
había sentido mi cuerpo al irse de mí. Me estaba
poniendo en mi nariz alguna sustancia muy fuerte.
Luego supe que era una raíz, la cual tiene poderes
revitalizantes. Me hizo volver en mí, y en unos
momentos, estar otra vez en sus brazos amándonos. En
esta segunda vez, no tuve miramientos y cuando sentí
su sexo duro, me puse de pie encima de él. Él estaba
345
recostado en los almohadones. Abriendo mis piernas y
mostrándole todo mi sexo, él llevó sus manos hacia él
y separándome los cabellos de éste, metió sus gruesos
labios en mi saladito sexo, comiéndome el alma en
esta postura. Sentí que mis piernas temblaban y mi
orgasmo florecía llenando su boca. Él, en este
momento, miraba hacia arriba viendo la expresión de
mi rostro, y sonriendo y mirándolo fijamente a los
ojos, me sentaba en sus caderas metiéndome su sexo
hasta mis riñones, duro, firme y poderoso. Me amó
como a una reina, explotando varias veces. Él seguía
ayudándome con sus poderosas manos cogiéndome por el
culito a moverme. No me dejaba parar y mis orgasmos
florecieron uno detrás del otro. Él sonreía feliz y
orgulloso. Tenía sexo para rato, ya que su juventud
era de hierro. Mi experiencia y mi deseo de un hombre
para mi sola, me hicieron darle a este todo el fruto
de mi pasión.
Al atardecer, empezó a soplar un poquito de brisa y,
raudo, puso velas y nos dejamos llevar por el aire
hacia nuestro destino. Ponía todos sus conocimientos
en que todo fuera en buena dirección y no tardamos
mucho en estar viendo entre las sombras de aquella
noche. El contorno de unas costas me despertó, ya que
346
yo había desfallecido por el cansancio del calor y la
sexualidad de todo el día. Estaba muy feliz de haber
llegado en buena dirección. Era un gran navegante. Lo
llevaba en la sangre. Nos dirigimos hacia donde vimos
un gran resplandor. Era una gran cala en la cual se
podían ver varios barcos muy grandes, resguardados de
las corrientes de mar abierto. Tenían todos las velas
plegadas y no podíamos distinguir si entre ellos
estaba el de Golf. A lo lejos se distinguía un gran
resplandor y se oían unos músicos. Era una pequeña
cala contigua a la ensenada donde estaban los barcos.
Nos dirigimos hasta allí. Cuando estábamos llegando,
mi joven pescador sacó de un pequeño baúl, a los pies
de aquel lecho, un vestido de un cierto espesor y de
una textura aterciopelada de color rojo. Me lo
ofreció, diciéndome:
------ Ponte bella. Era de mi madre. Lo guardé
durante todos estos años esperando. Con este traje
esperaba ver a mi padre. Jamás lo llegó a estrenar.
Estas palabras me las decía con un nudo en la
garganta y los ojos en nublados de lágrimas. Así fue
como me vestí, poniéndome las joyas que llevaba, el
saco, el brazalete y la sortija que le había dado en
347
pago del viaje. Me las puso. Estaba muy orgulloso de
verme tan bella y yo me sentí feliz de verle a él.
Había encontrado a un gran amigo, habiendo un lazo de
unión en otras vidas de este ser y mi alma. Acercó la
barcaza lo más cerca posible de la costa y bajé en
aquella playa como si de una reina se tratase. Él me
acompañaba orgulloso de mi seguridad y decisión.
Aquel lugar estaba lleno de hombres borrachos y
desfallecidos, en un estado de embriaguez total. Se
podía percibir un gran banquete y había mujeres
desnudas por todos lados. Entre los matorrales se
oían susurros y gritos. Se podía percibir un fuerte
olor a sexo. Aquella bacanal era digna de unos
salvajes. Yo no había visto todavía en mi vida este
descontrol humano. Estaban drogados o habían
enloquecido. Mi joven pescador me cogió del brazo y
me dijo:
------ Estaremos más seguros en el barco. Mañana será
otro día y podrás hablar con alguno de ellos. Hoy ya
es tarde. Han debido de pasar mucho tiempo en el mar
y aquí se han desahogado de los meses de austeridad
que en él se viven. Volvamos.
Yo sabía que sus palabras eran ciertas y no quise
348
andar más por entre las tinieblas de aquel
descontrol. Volvimos a nuestra barca y, al llegar a
ésta, mojados y con frío, mi joven pescador cogió
unas pieles mientras yo me quitaba aquella túnica
roja. Me cubrió con ellas y me dio calor con su
cuerpo ya desnudo, el cual ya estaba con su sexo como
siempre. Nos dispusimos a darnos nuestra propia
fiesta a solas, el uno junto al otro. Nos amamos con
pasión y desenfreno, realizando todo tipo de piruetas
en aquel reducido espacio. La verdad es que he hecho
el amor en muchos lugares, pero en un espacio tan
acotado..... Tienes lugares donde agarrarte y poder
hacer el amor con mucha más intensidad y menos
monotonía. Disfrutamos los dos de nuestros sexos
hasta el agotamiento mío, ya que él está más fuerte
que un toro y es capaz de seguir aún durmiendo, ya
que durante todo el espacio de tiempo que lo hice,
seguía con su sexo tan duro como el mástil de aquella
embarcación. Cuando desperté, ya estaba entre mis
piernas comiéndome mi sexo, como un pequeño con una
cucharada de miel. Estaba tan feliz de amarme...
había sido un hombre tardío en descubrir su
sexualidad. Era muy tímido pero al descubrirla de
golpe, estaba hambriento de ella. Yo, como siempre,
349
estaba acostumbrada a una gran actividad sexual. Me
sentía feliz y dichosa de que los dioses me mandaran
a tan buen amante para no seguir sola este difícil
camino hacia mi hogar.
En el momento que vi movimiento en la playa, pensé
bajar, pero retocé a su lado sintiéndome amada.••
Horas más tarde, la bahía era todo un alboroto. Se
habían despertado todos y los que no lo habían hecho,
no tardarían en hacerlo, ya que era imposible que el
algarabío los dejara descansar. Los músicos tocaban
los tambores, las mujeres medio desnudas bailaban al
compás de ellos y los hombres bebían más. Aquella
rueda no pararía mientras hubiera mujeres y vino; y
así fue. A los tres días aquella bacanal seguía. Yo
había bailado al atardecer los tres días ganándome
con esto la confianza de aquellos salvajes hombres.
En estas danzas había pedido a los dioses respuestas
a mis preguntas. El siempre esperaba al acecho y me
sentía protegida, mientras hablaba con quien yo
quería. Así conseguí la información que necesitaba.
Al anochecer, desaparecíamos juntos en dirección a
nuestra pequeña embarcación. Allí estábamos seguros y
seguíamos amándonos.
350
En aquel gran barco parece ser que iban Golf y Pitia.
Se habían dirigido hacia el mar Adria, donde se
encontraba Epiro. De allí se dirigirían a Dónona, la
capital, donde se halla el más antiguo Santuario
Griego, al naciente de Corfú, este estaba consagrado
a Zeus, Dios del Cielo y soberano de los Dioses
Olímpicos, Dios de la lluvia y acumulador de nubes.
Blandía el terrible rayo. Su arma principal era la
Egida (capa corta o coraza, realizada con piel de
cabra, recubierta de escamas y con serpientes en los
bordes). Servía como símbolo de poder. El y su amante
Dione, se encontraban presidiendo aquel Templo. Era
uno de los más respetados. Allí se ofrecería un
ritual sagrado en el cual Pitia sería la Sacerdotisa.
Este ritual sería la próxima luna llena, y acababa
esta de esconderse. En este ritual se encontrarían
las dos familias y esperaban respuesta de los dioses,
ya que ellos los habían llevado hasta allí. “ Los
pormenores que habían sucedido a su hijo y esposa ” ,
eran las palabras de estos borrachos marineros.••
Tenía que seguirlos y apagar aquella llama de
desesperación que tenían aquellos humanos. Sabía que
estaban en contacto con mi familia, y tal vez dentro
de él, habría alguien más conocido. Pensé en Jhonas y
351
deseé que fuera en aquel barco. Estaba muy cerca de
su rastro, al igual que ellos, habían estado del mío.
Tenía que encontrarlos y hacia allí nos dirigimos la
madrugada del cuarto día. Si todo iba bien, allí me
encontraría con todos mis más allegados y familiares.
Seguro que todos irían a este ritual. La felicidad
brotó de mi interior y vi cerca a mi familia en
sueños. El pequeño Ra sería un niño revoltoso y
juguetón. Mi hermana estaría tan bella como siempre.
¿ Qué habría sucedido con Padre y Ciro?. Ellos dos
eran ya mayores. ¿ Estarían vivos?. Todo era una gran
incógnita y yo me sentía muy feliz de dirigirme hacia
ella.
Los próximos días no fueron muy buenos para navegar y
nos encontramos vientos en contra y mala mar. También
lluvias. Los dioses nos ponían obstáculos pero esto
no cansaba a mi joven capitán. Se sentía muy feliz de
verme luchar, como él, dentro de aquel barco,
achicando agua o remando en los momentos de
contrariedades. Cuando podíamos descansar, me cuidaba
mis manos y masajeaba mis músculos. También me
preparaba la comida si me quedaba durmiendo extenuada
de cansancio. Era todo un señor. Aunque muy joven,
era tan correcto y educado, que ello me abría más mi
352
corazón hacia él.
A la décima amanecida, los rayos del sol y unas
gaviotas nos despertaron. La noche había sido
agitada. Un tormento diría yo. Nos habíamos quedado
un rato durmiendo abrazados junto al timón. Cuando yo
abrí mis ojos, mi joven capitán oteaba el horizonte.
Su mirada fue resplandeciente y sonriendo, me dijo:
------ Hay tierra muy cerca. Puedo olerla.
Al levantarnos y acercarnos a la proa de nuestro
barco, a lo lejos pudimos divisar el resplandor de la
costa, tras el inminente amanecer que resurgía
esplendoroso.
-------- ¿Dónde podemos encontrarnos?
-------- Hay dos grandes islas con asentamientos
Griegos y Jónicos. Una de ellas es Alacia (actual
Córcega). Allí tengo todavía algunos familiares. He
estado una vez con mi madre y no fuimos bien
recibidos, ya que nuestros antepasados, todavía están
en vendetta por una historia del pasado que no puedo
comprender.
-------- Nos hacen falta algunos víveres. Pararemos
353
lo justo y seguiremos nuestro camino.
No necesitábamos nada más que unas horas en tierra y
así lo hicimos. Fondeamos en una bahía y nos
acercamos a tierra en el pequeño bote, volviendo
repleto de víveres. Compramos queso fresco y leche a
una campesina y del campo cogimos las verduras y
frutas silvestres que necesitamos. También compramos
una gallina ponedora y dos conejillos. Eran parejas y
estaban a punto de tener familia.
Estábamos muy felices de cómo nos había salido todo
cuando llegamos a nuestro barco. Estábamos subiendo
las mercancías a él, cuando levanté mis ojos y pude
ver un barco que se acercaba por estribor. Al mirar
en su interior, pude ver un rostro que no me dio
ninguna confianza. Mi actitud debió de ser de horror,
ya que al mirar a mi joven pescador, él estaba
sacando su puñal.
------- Métete dentro y saca el arco de fuego. Está
bajo las............
No pudo decir ni una palabra más. Estaba herido de
muerte. Su mirada fue de despedida y su gesto de
dolor. Se me iban las ilusiones y la esperanza de
354
encontrarme con mi familia. Desapareció en un
instante. Miré otra vez a aquel barco y supe que él
era el justiciero de la vendetta. Los ojos de aquel
hombre, enfebrecidos de sangre, eran del propio
diablo y la flecha envenenada que había matado a mi
amante, un juramento. Mi pregunta fue en ese
instante: ¿ Voy a morir? ( Con gesto altivo y
cogiendo a mi joven capitán entre mis brazos). Se
desplomó.
Tardé unos segundos en reaccionar y cuando volví a
hacerlo, aquel barco se alejaba en dirección a
aquella bahía, la cual nos había ofrecido los víveres
para subsistir. No entendía nada y ello me causó tal
dolor que estuve toda la noche abrazada a aquel
cuerpo, dándole el calor que iba perdiendo por
segundos, hasta que estuvo totalmente frío. Era la
segunda vez en mi corta vida que la muerte de mi
amado se iba entre mis brazos. Aquello me trastornó;
y cuando pude reaccionar, habían pasado dos días
vagando por aquel mar desconocido.
Busqué sus mejores galas y todas aquellas cosas que
tenía de su familia en aquel cofre, que guardaba con
tanto amor. Las fui colocando con gran delicadeza en
355
la pequeña barquita junto a la comida para el último
viaje que tendría que hacer solo. Cuando todo estuvo
dispuesto, era la hora del crepúsculo. No dejaba de
implorar a los dioses la entrada de su alma en el
reino de las oscuridades, con paz y bienestar. Sabía
que allí le esperaban sus hermanas y sentí una gran
relajación de mi conciencia, ya que había encontrado
la muerte buscando mi felicidad.•• Aquella pequeña
embarcación se alejaba en el horizonte en su último
viaje.
Cuando estuvo a una distancia en la cual el
horizonte, el sol y mi pescador se fundían, cogí el
arco de fuego y disparé una flecha encendida,
acertando en mi objetivo y viendo como, en segundos,
aquel pequeño bajel prendía en las llamas de la
purificación.
Mis lágrimas impregnaban mi rostro y ellas me dieron
la paz que tenía que encontrar mi corazón. Recogí
todos los aparejos de aquella embarcación y decidí
seguir mi viaje en busca de mi familia. El rumbo era
en dirección opuesta a aquel crepúsculo en el cual se
iban parte de mis sueños, ya que aquel joven pescador
sosegaba y armonizaba mis sueños.•• Aquella noche
356
estuvo repleta de equilibrio y sosiego, quedándome
dormida en un dulce letargo plagado de alucinaciones
suaves y dulces, como las caricias de aquel joven
pescador, en las cuales pude sentir sus afables
palabras diciéndome ” : Siempre estaré junto a ti, y
velaré en las horas en las que tu descanses. No temas
nunca a la soledad. Yo estoy a tu lado ” . Aquellas
palabras me las decía teniéndome entre sus brazos sin
dejarme de mirar a los ojos, hipnotizándome por
completo, dándome tranquilidad y confianza.
Al despertar con el alba, tuve la necesidad de
ponerme a funcionar dentro de aquel, mi barco, con la
decisión de ser yo mi propio capitán. No volvería a
necesitar a ningún otro en mi vida. Tenía que ser mi
propia fuerza la que me llevara a poder ser feliz en
mi futuro. En el tiempo que había estado navegando
con Alejandro o con Hannón, había estado muy
pendiente de aprender todo lo que en el mar se debe
de saber, y era ya, de muy niña, muy aplicada en todo
lo concerniente a navegar. Mi padre siempre lo había
creído conveniente, ya que él y mi madre tuvieron
mucho tiempo para estar a solas en él. Siempre me
decía que tenía que ser “ Amazona, dominar bien el
arco y ser una buena marinera ” . Era el momento de
357
afirmarme a mi misma, cuales eran mis conocimientos
para poder llevar yo mi propia nave, sin miedos.
Así que me centré en sentir cual era mi destino, y en
la dirección que tenía que seguir mi navegación. La
estrella estaba en dirección al oeste de aquellos
mares y los ocho vientos de ellos serían mi guía. Me
tenía que llevar por mis instintos con firmeza y ello
fue lo que decidí.
Pasaron cuatro noches y, al despertar del quinto día,
vislumbré tierra. Me sentí feliz, y vi abiertos los
cielos. La familia de conejos ya tenían pequeños y el
barco se convirtió en una feliz morada para todos.
Hasta la gallina jugaba con los pequeñines. No estaba
sola. Estaba todo el tiempo ocupada con atender a
aquella gran familia, limpiar todo lo que aquellos
pequeños moradores de mi barco me ponían por medio y
seguir mi rumbo. Todo aquel abanico de distracciones
eran, a su vez, el motivo de mi existencia, ya que
eran todo lo que poseía y daban sentido a mi
presente. Así fue cómo me fui haciendo a estar sola y
no necesitar a ningún humano a mi alrededor. Decidí
plasmar mis emociones en los papiros que mi joven
pescador había comprado para mí, después de que
358
aquella primera noche le dijera que me gustaba pintar
(palabras que jamás habían salido de mis labios con
ningún humano). Fue en este momento, cuando de verdad
pude apreciar toda la educación que habían puesto a
mi servicio mi familia, viendo la belleza de las
imágenes que salían de mis apuntes. Dibujaba con
carbones y hacía mis propias mezclas para conseguir
materiales para poder transformar mis elaborados
apuntes en dibujos, espléndidos. El tiempo que había
vivido con Alejandro y la documentación que había
dentro de mí sobre el arte, eran muy importantes y
afloraron en estos momentos. Así fui llenando mi vida
de todo lo que de verdad amaba. Pinté a mis seres
queridos, a mis dioses y a mis símbolos. Hubo un
momento en el cual aquellos apuntes estaban por todos
los rincones de mi embarcación, hasta que me quede
sin papiros. En este momento decidí pintar sobre las
maderas de éste, convirtiéndolo en un templo sagrado.
Utilizaba los huevos de mi gallina, sus excrementos y
la tinta de los animales del mar que pescaba. Mi
pescador me había enseñado a tener siempre las
pequeñas redes echadas. Ello me proveía siempre de
comida fresca. Cualquier sustancia que me pudiera
proporcionar un color, la trabajaba hasta que
359
conseguía la tintura que necesitaba. Esto lo había
aprendido de los moradores del Valle del Indo.•• En
los crepúsculos siempre bailaba a los dioses y en los
amaneceres me obligué también a hacerlo. Cuando quise
darme cuenta de las lunas que habían pasado, ya era
luna llena y no tenía ni rumbo ni destino. No sabía
en qué lugar del mar me encontraba. Había visto
costas y pasado de largo ante ellas. Estaba
totalmente perdida, pero ya no me importaba. Había
creado mi propio mundo. Pasaron muchas lunas y no
encontraba a ningún humano en mi camino. Algunas
noches bajaba a tierra y me proveía de vegetales y
frutos secos. Llegué a pensar que no quería
tropezarme con ningún otro humano. Veía que la vida
estaba repleta de cosas bellas que poder absorber a
solas. Me estaba haciendo ermitaña de mi presente y
autosuficiente dentro de éste. Me dediqué a meditar
sobre mi vida y en ella encontré siempre la
dependencia de otros para subsistir. Tenía que ver mi
propia imagen para darme cuenta de quien era, y
muchas veces me miraba en las aguas del mar en calma
para hablar conmigo. Aquella soledad era deseada y
necesitaba encontrar mi paz espiritual. Todo aquello
era muy constructivo y enriquecedor. Así fui formando
360
mi propia personalidad y moldeando mi alma.
Una de las noches en la cual descansaba cerca de las
costas en una dársena, muy protegida de los fuertes
vientos, empecé a tener una alucinación en la cual
los tambores me llevaron al lugar de donde provenían
estos. Allí pude ver a los músicos, poetas y
filósofos. Alrededor de las Musas (las nueve Diosas
del dios Zeus), Caliope (musa de la poesía épica),
Clío (de la historia), Euterpe (de la poesía lírica),
Melpómene (de la tragedia), Terpsícore (de la música
y la danza), Erato (de la poesía amorosa), Polimnia
(de la poesía Sagrada), Urania (de la astronomía) y
Talía (de la comedia), cantaban a los dioses en el
Monte Olimpo y danzaban al ritmo de la afable música
que el Dios Apolo interpretaba con su dulce lira. Las
Gracias como ágiles doncellas, danzaban en círculo,
mientras el Dios Zeus miraba sentado en su trono con
aprobación la belleza de sus bellos hijos, nacidos
del placer del amor.
Fui llegando a un estado de éxtasis, en el cual no
sabía si me encontraba entre sueños o era realidad el
presente que inundaba mi entorno. Danzaba y danzaba
entre aquellos bellos seres, y sentía como sus
361
túnicas, sus suaves manos, sus delicados labios
rozaban mi cuerpo. Fue subiendo mi estado y muy
pronto pude llegar al clímax. Sudando nerviosa y
mojada, me desperté de aquella alucinación. Fue en
este preciso momento en el cual sentí la necesidad de
hacer un ritual, en el cual ofrecería una vida a
cambio de un sueño. Este se lo había merecido y era
el momento de empezar aquel camino hacia el cual
estaba preparándome.
Fue la primera vez.
Cogí uno de los conejos y lo sacrifiqué, degollándolo
con el puñal de mi pescador. La sangre la deposité en
un cuerno de animal, que había encontrado en uno de
los templos después de un Ritual Sagrado, viendo como
aquel pequeño y suave animal se convulsionaba
preámbulo a su muerte. Esta fue la primera vez que yo
daba fin a la vida de un ser vivo mamífero. Después
pele aquel animal, sale su carne y preparé aquella
pequeña piel en un curado de sal muela. Todo aquel
trabajo iba acompañado por los cánticos que estaban
en mi inconsciente y salían de mis labios sin saber
que estaban archivados en mi mente. Cuando quise
despertar de aquello, sentí pánico, ya que estaba
362
cubierta de sangre seca en todos los lugares de mi
cuerpo. ¿ Había tenido relaciones sexuales con aquel
animal muerto? ¿ había sentido placer con ello?. Eran
dos preguntas que rondaban en mi mente. Recordaba el
calor de la sangre en mi piel y esto me excitaba de
una manera muy especial.
Pero aquello no alteró mi presente y desnuda me tiré
al mar. Nadé lejos del barco y volví a él disfrutando
de la naturaleza marina. Me gustaba mucho vivir en el
agua y ver a la fauna que en ella habita.•• Fue un
periodo en el cual, la carne y la sangre estaban muy
a menudo en mi mundo, haciendo rituales siempre que
sentía la necesidad de ello, a solas. La sangre la
utilizaba para hacer tintes y pintaba luego sobre las
pieles las sensaciones que tenía en estos momentos de
éxtasis. También la bebía caliente en momentos de
excitación. Todo esto era un juego conmigo misma y
los elementos de los que disponía.
Una tarde me acerqué a la costa viendo de lejos que
en ella un joven se bañaba entre las rocas. Estaba
altiva y serena sentada en la proa de mi barco.
Mientras el viento me llevaba hacia ella, decidí
anclar en aquella bahía. Estando en estos menesteres,
363
emergió del mar una cara sonriente y feliz. Sentí una
sensación muy atrayente y, al mirar hacia ésta, vi mi
imagen reflejada en el agua, mi pelo trenzado en
tiras muy finas, largísimo y mi rostro oscuro curtido
por los rayos del sol. Parecía una mujer del sur del
desierto. Mis pechos desnudos y mi sexo oculto detrás
de un taparrabos, que yo misma había hecho con las
pieles de conejo que muy diestramente trabajaba. En
mi cadera sujetando aquel pequeño faldón, el cinto de
mi marinero con su daga, mis muñecas y mis tobillos
fuertemente atados con muñequeras hechas para
protegerme del duro trabajo del mar, y en éstos,
conchas de mar colgando haciendo el papel de
cascabeles para no sentirme sola y al bailar
experimentar la música de éstos. En mis largas
trenzas, colgaban todo tipo de pequeñas cosas
encontradas: plumas de pájaros, conchas, piedras de
los collares y amuletos sagrados para mí.
Aquel hombre enmudeció y volvió a sumergirse en el
agua. Seguí su figura desnuda semi borrosa debajo de
ésta y sentí la necesidad de tirarme al agua a por
él. Un juego infantil, el cual, terminó en suaves y
dulces caricias bajo el agua. Era como un hombre pez,
ágil y resbaladizo. Era muy bello. Su melena plateada
364
me recordaba a Alejandro, y los instintos de mi
interior fluyeron en caricias y suaves arrumacos
hacia ese joven cuerpo que me ofrecían los Dioses.
Nuestros organismos se acercaban cada vez más y las
caricias de este cortejo fueron siendo cada vez mucho
más sensuales.
Era también un hombre muy salvaje de espléndida
figura curtida por el trabajo. Subía a coger aire y
se volvía a sumergir juguetón y muy sexy. Yo seguía
sus movimientos mientras se escondía entre las rocas,
sorprendiéndome y haciéndome sentir confianza en sus
juegos de niño joven. Aquella manera de actuar, me
recordaba a Jhonas en nuestros días adolescentes. Fue
entonces cuando pensé en cuál sería su edad. No más
de dieciséis años. Me observaba con admiración y
respeto. Sus caricias eran muy dulces, casi sin ser
apreciadas, sutilmente huidizas. Frente a frente,
arrogante y sensual, me acariciaba mis pechos,
mientras yo sumisa y juguetona, acariciaba su pelo.
Así fue nuestro primer encuentro. Tremendamente
sensual, activo y delicado, bajo las aguas del mar.
Aquel cortejo terminó en la orilla del mar, en una
calita protegida de éste. Había una gran cavidad en
365
la montaña en la cual este joven hombre tenía su
morada. Me portó de la mano hacia ésta, en la cual un
cálido lecho hecho con paja y pieles de camello, nos
daba la bienvenida caliente y seco. Hacía muchos días
que no descansaba en tierra firme y me pareció
genial. No comprendía bien su dialecto pero su nombre
era Nerón. Hablaba una antigua lengua Semítica, la
cual prestándole atención podía descifrar, ya que en
mi casa siempre hubo un gran contacto con estas
gentes, y era muy similar al Arameo. En los años que
llevaba viajando había aprendido el lenguaje del
cuerpo, y éste me hacía comprenderme con muchos
individuos diferentes, sin importarme el idioma natal
de estos seres.
La decoración de aquel espacio me impresionó. Muchos
trofeos recogidos del mar y entre ellos la caracola
más grande que había visto nunca, la utilizaba como
llamada para sus bestias. Era pastor de una raza de
camellos muy pequeña que jamás había visto, ya que en
mis viajes por las tierras del desierto había tenido
contacto con estos animales. Era un hombre muy
tranquilo y pausado en actuar. Me hacía sentirme muy
cómoda, y estuvo colmándome de atenciones en todo
momento, ya que nada más llegar a su morada, me
366
ofreció leche que el mismo ordeñó para mí. Allí, en
la cueva, había varias camellas con sus crías al
igual que una a punto de parir. La armonía reinaba en
esta estancia, donde los aminales y aquel hombre
convivían con respeto. Poco a poco me fui despojando
de mis correajes, cinto y daga. Las puse junto al
fuego que él había dispuesto para hacer la comida que
traía de su día de pesca. Desnuda, altiva y serena
estuve esperando recostada en aquel lecho, a que este
hombre me hiciera aquel ágape, que con tanto esmero
preparaba. Así fue como conocí a Nerón, un pastor
humilde y cálido que me dio serenidad y sosiego. Era
algo que mi interior deseaba y necesitaba. Después de
una copiosa cena, me quedé dormida entre sus brazos.
Soñé como siempre lo hacía y estuve en otras
estancias de mi mundo, en el cual pude sentir el
corazón de este hombre y sus otras vidas. Era una
persona que había sufrido en su infancia el quedarse
solo sin familia ni amigos. Lo crió una camella con
su leche, dándole su savia como a una de sus crías, y
esto lo marcó de por vida a ser amigo de éstas. Su
familia, no comía de su carne y sólo sacrificaba a
uno de estos animales por enfermedad de éstos. Era un
hombre pacífico y compasivo. No tenía ambiciones, ni
367
las pretendía. Quería ser libre y lo había
conseguido, al alejarse de las comunidades de
habitantes, que eran los que habían castrado su vida
con su familia. Había atravesado grandes extensiones
para llegar a la costa y vivir junto al mar y de sus
frutos alimentarse. Así era este hombre y su mundo.
Al despertar junto a él, sentí la necesidad de
acariciar su torso, trabajado por la vida de campo y
mar que este hombre llevaba. Era francamente bello, y
no tuve más remedio que caer ante sus encantos,
besando su cuerpo con delicadeza para no despertarlo
bruscamente. Sensualmente, fui bajando por estos
bellos músculos hacia su sexo espléndido, fibroso y
duro. Sin poder esperar más, y con mucha delicadeza,
me lo metí en mi boca húmeda y suave. Al mirar a su
rostro, pude ver su mueca sonriente y sabrosa. Estaba
en sueños. Seguramente no sabía qué le sucedía, ya
que en las horas que había pasado junto a él, pude
percibir su sensualidad, pero no advertí sexualidad ¿
Sería virgen? (Fue mi pregunta en aquel momento). Al
abrir los ojos, miró con dulzura mi entrega. Yo me
sumí en el placer de la obediencia aceptada. El se
convulsionaba de sensibilidad. Sentía mucho goce y no
tardó en explotar de placer entre mis labios. Mi boca
368
se llenó del semen que este joven hombre tenía
guardado en su interior para mí. Saqué su sexo de mi
boca brotando de ella su leche y lo seguí masturbando
sobre mis pechos humedecidos con ésta. Seguía
retorciéndose de placer y no pudiendo aguantar más,
volvió a brotar de su sexo otro manantial de vida,
salpicándome el rostro. Fue el momento en el cual, él
se incorporó aturdido y me cogió por las caderas
tumbándome en aquel lecho. Fue recorriendo poco a
poco todos los rincones de mi cuerpo con su lengua
dulce y cálida, haciendo un buen trabajo,
sensibilizando mi sexualidad hasta el punto, que sin
poder más, le pedí que me penetrara.
Vi un momento de indecisión en este acto reflejo y me
incorporé rápidamente, sentándome encima de él,
apretando su sexo contra mi entrepierna, jugosa y
húmeda, deseosa de la penetración de aquel miembro
erecto. Me restregaba sobre él sin llegar a la
penetración. Él disfrutaba como un niño, mientras yo
seguía calentando motores sobre éste. Le acariciaba
el pecho con ansia y deseo, mientras él me cogía por
las caderas levantando mi sexo del suyo. Le estaba
haciendo daño y deseaba penetrarme, lo ansiaba, y yo
lo sentía, ya que aquel sexo cada vez estaba mucho
369
más hinchado y caliente. Él lo miraba sorprendido
como si jamás lo hubiera sentido así. Fue en uno de
estos movimientos en los cuales me incorporé para ver
su sexo, cuando éste resbala en las puertas del mío.
Suave y húmedo empezó a querer entrar en él. Estaba
casi a punto de explotar de placer, cuando sentí
aquella penetración, contundente, caliente,
resbaladiza y apretada. Sentía cómo aquel miembro
erecto profundizaba en mi interior. Las paredes de
éste, jugosas, se•adhieren a él, mientras le daba la
bienvenida un apretado y explosivo espasmo de mi
sexo, brotando de éste un gran chorro de suave amor,
cálido y jugoso. Los dos estábamos disfrutando del
éxtasis pleno de la penetración. Sacó su sexo de éste
todavía brotando leche de él y me acostó en el lecho,
metiendo su boca y mamando como un bebé aquel jugo de
mis entrañas. Sentía su lengua perforando mi sexo,
como si de su miembro se tratase. En este instante,
metió sus dedos dentro de éste, intentando penetrarme
al mismo tiempo que jugueteaba con mi apéndice
sexual. Me estaba masturbando con destreza y
dedicación. Esto me hizo relajarme y dejarme sentir
por sus caricias sexuales, siendo muy placenteras y
gustosas para mí. Me estaba amando como si me
370
conociera de otras vidas. Eso fue lo que me hizo
darme cuenta que tenía que conocer a este hombre un
poco más. Tenía que sacar de este hasta la última
gota de vida que él llevara dentro, y ello nos hizo
estar durante todo el día amándonos. Cuando teníamos
sed o hambre, nos acercábamos a una de las camellas y
comíamos de sus ubres llenas de leche. Estaban
acostumbradas a esto, ya que eran su familia. Toda
aquella experiencia llenó mi presente y dio esperanza
a mi futuro, el cual estuvo agasajado con su
compañerismo durante unas semanas, las cuales
estuvieron en todo momento escoltadas por la
necesidad de compañía y amor. Por las noches, cuando
él dormía, yo trabajaba unas prendas de cuero.
Hasta que llegó una mañana en la cual descubrí en el
horizonte la necesidad de ir hacia él.
No me despedí. Estaba durmiendo agotado, exprimido,
cansado de amarme. Yo, pletórica de vida y llena de
amor, decidí buscar en el horizonte la aventura de
seguir navegando en mi propia vida. Esto sería un
duro golpe para aquel gozoso hombre, y al pensar en
ello, decidí dejarle mi perro de aguas para que le
ayudara con sus camellos. Se llevaban muy bien y en
371
los días que estuve allí, había tenido familia y
estaría mejor cuidando a sus hijos en aquel hogar que
en mi barco. No quería ataduras y un animal lo era.
Tan sólo mi gallina ponedora me acompañaría. Tenía
que pensar en mí, y siempre, por los hombres, había
tomado decisiones y caminos que no eran los que me
dictaban mi corazón.
Otra vez navegando hacia el horizonte naciente.
¿Dónde llegaría y cuál sería mi próximo amigo?. Eran
preguntas que estaban en mi mente.
Costeando, llegué a una pequeña aldea en la cual
había un gran mercado. Se veían personajes de las
montañas junto a los marineros de éstas. La mezcla
era muy particular en aquel lugar. Unos traían las
cosechas y los frutos del interior e intercambiaban
sus mercancías. El joven Nerón me había regalado
jugosas pieles de camello, con las que había hecho
unas capas fabulosas. Yo llevaba una y las gentes me
tocaban admirando el bonito trabajo que había hecho.
Fueron muy bien intercambiadas por alimentos frescos,
llenando mi barco de provisiones. Fue en aquel
momento, cuando tomé una decisión muy importante en
mi vida. Cambiar el rumbo de mi barco. Iría hacia el
372
sur. Tenía muy buenos recuerdos de las tierras en las
cuales estaban las tumbas Faraónicas. Decidí volver
allí a enfrentarme con el destino que truncó la
felicidad de mi amor.
El viaje hasta allí no era corto y tenía que
centrarme en un rumbo fijo. Estuve comentando con los
marineros y comerciantes más sabios que encontré.
Ellos me indicaron el camino que tenía que seguir y
los pormenores que encontraría. Así fue como planteé
mi futuro, el cual estaba lleno de aventuras. En
aquel lugar pude conocer a un persa, el cual dominaba
unas luchas muy interesantes para defenderme si en
algún momento necesitaba de ello. Venía de unas
raíces culturales de países que no conocía. Era
asiático y él se ofreció a ser mi maestro. Esto me
pareció maravilloso y decidí esperar unas lunas, las
cuales estarían llenas de lluvias para aprender.
Me encontraba en Biblos, ciudad fenicia dominada por
los persas. A este lugar se le denominaba “ e l
creciente fértil ” . Allí se vivía del comercio de la
madera y de la planta del papiro, de donde se hacían
objetos, tanto ornamentales como prácticos, tocados,
sandalias, cajas, barcas y cordelería. Las raíces
373
secas servían de combustible y la médula del tallo se
consumía hervida, aunque su elaboración más
importante. Era un soporte para escribir, muy
apreciado por los escribas, habitantes en el valle
del Nilo. Era un puerto comercial muy importante en
estos mares.• La ciudad estaba amurallada, con torres
cuadradas y semicirculares. Muy cercanas unas de las
otras, hechas de adobe.
Yo pasaba algunos días en el interior de las montañas
con mi arco a cuestas y cazaba. Esto me servía para
pagar mis clases. Era una gran arquera y ello me
ayudó a sobrevivir en aquellos lugares. Los jabalíes
eran muy apreciados, así como los ciervos, liebres y
perdices. Mis hábitos eran muy masculinos y mi imagen
muy atrevida. Siempre cubierta de pieles y armaduras,
me mezclaba con los hombres y me hacía amiga de
éstos, sin que en ningún momento mi sexualidad
aflorara en mí. Este fue un escudo del cual me serví
en muchos momentos. Entre ellos se decía que era
medio hombre. A mí no me importaba. Así se inventaron
una historia, la cual decía que yo venía de la isla
de Lesbos, donde las mujeres tenían relaciones entre
ellas. A mí, me divertía toda esta historia y como
conocía bien la isla, podía hablar de ella sin
374
mentir. Ello me sirvió para tener cama caliente en
algunas ocasiones entre las mujeres, que se deshacían
por estar conmigo y aprender. En muchas ocasiones
tenía relaciones sexuales con ellas. Si me gustaban,
no hacía ascos a un buen festín. Ello me servía para
poder estar unos días tranquila y lavar y arreglar
mis cosas. El morbo entre ellos era más poderoso y yo
jugaba con esto. Ello hacía que las relaciones que
tenía fueran a escondidas, ya que no estaban del todo
bien vistas entre ellos.
Así pasé un invierno crudo y duro, en la más
placentera y total armonía con la vida y la
naturaleza. Tuve la oportunidad de hacerme con un
carro de una viuda acaudalada que se encaprichó de
mí. Era de uno de sus hijos, el cual tuve el placer
de conocer antes de su boda, con una niña de una
familia de hititas afincados en aquellos parajes.
Este joven hombre, su madre y yo tuvimos una historia
sexual muy poderosa, y fue también definitiva para
terminar su incesto familiar.
Cambié una de mis joyas por un caballo blanco de tiro
espléndido. De pequeña, en casa, los carros y los
arcos eran mi mejor juguete y los conocía muy bien,
375
ya que padre tenía una gran colección de éstos,
hechos por los mejores artesanos y los más ricos
materiales que existían. Era uno de sus más preciados
caprichos, y como no tuvo ningún hijo yo fui su
incondicional compañera de juegos con éstos. Tuve
varios de pequeña, hechos a semejanza de los de mi
padre, pero en diminutos. Conforme fui creciendo,
éstos fueron cada vez más grandes y, antes de
marcharme de casa, hacía muchas lunas que utilizaba
cualquiera de los suyos. Era igual de poderoso pero
más humilde, ya que los de mi padre estaban hechos
con materiales preciosos y muy trabajados. Me sentía
encima de él como una amazona salvaje. Me hizo ser
poderosa y muy envidiada por los hombres. Había
sacado mi barco del agua y lo estaba arreglando en
mis ratos libres, ya que era muy normal el verme por
las tabernas, en las noches de tempestad y frío con
mi amigo y maestro. Él bebía como un cosaco, mientras
yo observaba los comportamientos de todos. Hacía como
que lo saboreaba y me gustaba, pero más tarde siempre
tiraba el vino al suelo, o lo echaba en la copa de
otro, así no quedaba mal con nadie. Ya que siempre
intentaban conocerme y para ello me invitaban a
beber. Los dueños de las tabernas y posadas se
376
alegraban mucho cuando los visitaba, ya que sabían
que en muy pocos minutos, estarían vendiendo más
vino. Siempre había alguien que quería verme bailar y
pagaría por ello. Los mismos posaderos eran los que
vaciaban mis copas cuando veían que el gallito que
tenía delante quería emborracharme. Así fue como me
hice otro hogar en las tabernas. Acompañante y
bailarina, también los portaba en mi carro a sus
casas, ya que no podían llegar en sus caballos.
Cuando la cosa no me gustaba, desaparecía y no volvía
al lugar durante unos días, los cuales o estaba en el
monte o en el mar, o en la casa de alguna mujer,
donde pude recuperar mi imagen más femenina,
cuidándome otra vez mis cabellos y cepillándomelos
todos los días.
Los días se iban aclarando y empecé a dormir en la
playa. El calor estaba ya empezando, tenía que
terminar el trabajo en el barco y ponerlo en el agua,
por ello, me apresuré a terminarlo cuanto antes. En
los meses que había estado en tierra firme había
enriquecido la despensa de éste, y había decorado mi
estancia en él con muchas pertenencias que había
estado ganándome de cama en cama. Desmonté el carro,
lo subí a bordo y dejé libre a mi caballo. Ya no
377
tenía ni gallina ponedora. Las joyas también habían
caído en manos de los usureros y me encontraba muy
ligera de peso, más libre y fuerte que nunca. Mi
corpulencia era notable después de aquel duro
invierno, en el que había estado ejercitando no sólo
mi cuerpo, sino mi agilidad mental para subsistir
entre la fauna que rodeaba mi entorno. Me sentía
feliz y con fuerzas de afrontar lo que viniera en mi
ansia de encontrar un horizonte diferente.
Una mañana de primavera, inicié otra vez mi viaje. En
dirección al sur, había una ciudad llamada Pelusio,
la entrada al •As-Suways era una vía fluvial que
podría estar abierta si las aguas habían sido lo
suficientemente abundantes, y los sabios decían que
el año había sido poderoso. Esta vía, comunicaba con
el Mar Rojo y era el destino que después del invierno
había decidido tomar. Necesitaba encontrar mi camino
sola, ya que no quería volver en las circunstancias
que me encontraba con los míos. Había perdido la
esperanza de verlos. Sabía que podría encontrar el
camino, pero mi corazón me pedía seguir sola. La
necesidad de libertad rodeaba mi entorno.
Estuve costeando durante diferentes lunas no bajando
378
a tierra, hasta que llegué a lo que parecía esta vía
fluvial de la que hablaban los sabios. El lugar era
muy hermoso, lleno de pequeños islotes, en los cuales
sólo habitaban animales carroñeros y aves de mar.
Llegué a la ciudad (llamada Pelusio) al amanecer. En
ella abastecí mi despensa de víveres y salí de mi
cascaron. Era fácilmente confundida con un hombre.
Esa máscara era la mejor de todas las que había
conseguido trabajar. Hablaba un montón de dialectos
de estas costas y me entendía muy bien con las gentes
de éstas. Ello me proporcionaba tranquilidad. En el
puerto donde amarré mi embarcación, había otros
grandes barcos los cuales eran de ricos comerciantes.
Había un cálido y conocido ambiente comercial que me
recordaba a mis tierras. Era maravilloso encontrar un
atajo hacia otro mundo, hacia otras culturas. En mi
corta juventud había viajado mucho y estaba
satisfecha conmigo misma, pero mi afán de aventura me
recordaba en mis horas de descanso y mis antepasados,
dando vueltas por los mares en busca de un nuevo
futuro.•• Estos eran los pensamientos que ondeaban en
mi cerebro, mientras disfrutaba de un vaporoso baño
público sólo para mujeres de origen turco. Sentía que
me quitaba la coraza de salitre en cada pozalazo de
379
agua caliente y volvía a ser doncella. ¡Qué placer
tan sensual ondeó en mi subconsciente!. Mientras me
lavaba una joven mujer que trabajaba en éstos,
acariciaba mis ondeantes y sensuales formas con una
esponja de mar jugosa y suave, como sus masajes por
todo mi cuerpo. No pude reprimir mis instintos
animales y al terminar ésta, le di unas monedas y me
dejó sola. El lugar es muy bello, con una gran sala
central cupulada, calentada con vapor. Son lugares
sociales y hay personas que pasan en éstos parte del
día. Era ya muy tarde y las mujeres se habían
retirado a sus casas. Me encontraba sola sentada en
una gran piedra de mármol, acariciando mis pechos y
mi sexo, sediento de vida y de amor. Terminé
masturbándome placenteramente. Hacía semanas que no
disfrutaba de estas emociones y mi cuerpo y
subconsciente agradecían dicho regalo. Cuando llegué
al orgasmo oí unas risas en aquellos pasillos de
oscuras habitaciones húmedas. Con ligereza, abrí mi
hatillo y volví a vestir mis limpias ropas de hombre,
saliendo del lugar rápidamente. El envoltorio, con
las sucias, lo dejé en un escondite seguro, no muy
lejos de allí.•• Vagué por las calles ya de noche,
respirando el oxígeno limpio de aquel lugar, oliendo
380
a buenos guisos y a familias. Así es como llegué a
encontrar una cantina, en la cual estaba decidida a
probar el puchero de aquella casa que olía tan bien,
cuando vi a un guapo y tímido hombre, que cautivó mi
mirada durante unos minutos. Llevaba mi cabeza y
rostro cubierto por un pañuelo como los moradores del
desierto, al igual que él. Por lo tanto, lo único que
podíamos vislumbrar el uno del otro eran nuestros
ojos, los cuales lucieron como dos estrellas en una
noche sin luna.
Era un hombre de complexión fuerte, no mucho más alto
que yo. Los mechones que salían por los lados de
aquel turbante eran de color negro azabache. Me llamó
la atención. Aquellos ojos oscuros y su mirada serena
me dieron fuerzas para seguir adelante, cruzar el
limite de nuestra distancia y entablar conversación
con él:
-------- ¿Estás solo?
-------- Sí. ¿ Y tú?
-------- Yo viajo hacia el sur, donde se esconde el
sol.
-------- Yo no tengo destino. Tan sólo vago por estas
381
tierras.
-------- ¿Qué es lo que haces?
-------- Nada. Sobrevivo.
-------- ¿No quieres nada?
-------- No deseo nada que no seas tú.
Estas últimas palabras me dejaron transpuesta y
sorprendida.
-------- ¿Sabías que era una mujer?
-------- Llevo varias horas tras de ti.
-------- ¿Qué viste en mí?•-------- Tu bravura y
libertad. Eres como un hombre y esto me hizo pensar y
buscar una respuesta a mis preguntas.
Fueron las últimas palabras que dijo antes de cogerme
de la mano y sacarme de aquel antro. Nos dirigimos
hacia una calle oscura. No sentí miedo, ya que mi
fortaleza y mis instintos me hacían sentir
tranquilidad. Mi sentimiento era de sorpresa y
felicidad. No me importaba a dónde nos dirigíamos.
Tan sólo necesitaba seguir a alguien hasta cualquier
lugar. Llevaba sola muchas lunas y mi deseo sexual
382
fue creciendo más y más. El contacto de su fuerte
mano era muy sensual y poderoso. No era un hombre de
campo. Sus manos muy finas y delicadas me decían que
estaba criado entre almohadones de plumas. Salimos a
una plaza y allí estaba atado un caballo blanco
esperando que su amo lo recogiera. Le acarició el
morro y relinchó feliz. Era el suyo. Subió a lomos de
éste y me tendió su brazo elegante y firmemente. En
este instante, de un tirón limpio, me descubrí el
rostro y mi pañuelo cayó al suelo. Moví mi cabeza y
mi larga melena, todavía húmeda, ondeó al viento de
aquella suave brisa nocturna. En este instante, miré
hacia el cielo y volví a mirar aquellos ojos negros,
como si fueran estrellas brillantes y felices. Sus
poderosos brazos recogían a mi fibroso cuerpo, y
abrazándome a la luz de aquella noche estrellada, me
daban la bienvenida, besándome jugosamente en los
labios.
No tardamos mucho en estar adentrándonos en un
angosto paso estrecho entre casas de adobe. El paso
de su caballo era majestuoso y tranquilo. Me tenía
cogida por la cintura junto con las riendas de su
caballo. Los mechones limpios de mi pelo, suave como
la seda sobre su rostro, enardecían su sexualidad
383
prominente en mis riñones. Sentía latir su corazón
salvaje y, cuando terminaron aquellas callejuelas,
salimos a una gran extensión iluminada por la luna
llena. Allí su poderoso caballo empezó a galopar en
dirección a las montañas. No pregunté. Me dejé
llevar.
Adentrándonos en un pequeño bosque, entre las ramas
de los más altos árboles, los rayos de la luna
iluminaban nuestro paso. En éste apareció uno de los
pasajes naturales más bellos que se pueden tener en
los sueños. Un plácido lago rodeado de una gran
extensión de fauna vegetal, el más bello jardín que
jamás había visto, alrededor de un Dios. En él la
figura de Nanna (dios de la luna). Este lugar hizo
sentirme en casa.
Al bajar de la cabalgadura y mirar a mi alrededor,
volví mi mirada hacia este hombre y le pregunté en
lengua aramea:
------- ¿Cuál es el nombre de tu familia?
-------- Nabonidus (rey de entre ríos) Babilonia.
-------- ¿ Y qué haces tan lejos de tus tierras?
384
-------- Buscarte.
-------- ¿Sabes quién soy?
-------- Sí, mi sacerdotisa.
--------¿ De dónde vengo?
-------- Del otro lado del mar.
-------- ¿ Adónde voy?
-------- A mi reino.
-------- ¿Por qué eres un hombre tan seguro de tus
palabras?.
-------- Soy Rey. Llevo muchas lunas en auténtico
retiro espiritual buscándote, vagando por estas
tierras, esperando el descanso entre tus brazos.
-------- No puedo dar crédito a tus palabras. Soy una
extraña en tu vida.
-------- Te conozco. Los dioses hablan conmigo todos
los días y las pistas me han llevado hasta ti. Sufro
por mi tierra. Estoy a punto de perderlo todo. Mis
súbditos están sufriendo bajo el yugo de los persas.
Necesito sacrificar mi vida para ascender a los
cielos y tú tienes que ser la mano que corte mi
385
cuello.
En este instante, se quitó el turbante de su cabeza y
me enseñó su largo y poderoso cuello, bello como el
de una gacela del bosque, poderoso como el de un toro
salvaje. No pude resistir mis instintos y me tiré
hacia éste, besándole con la más imperiosa necesidad
de amor que un ser humano puede tener en su interior.
Este me acogió entre sus poderosos brazos, no
tardando mucho en ir desnudándonos el uno frente al
otro, mirándonos fijamente a los ojos, deseando el
amor que nos estaba predestinado, y en unos segundos
estábamos rodando por el frondoso y rico suelo, lleno
de suaves y frescas hierbas, olorosas y sensuales.
Estuvimos haciendo el amor toda la noche. Ya en el
preludio del amanecer, derrotada entre sus poderosos
brazos, acurrucada, mirándome a los ojos me dijo:
------- Necesito que seas mía siempre.
------- Esto es algo que sólo una vez concedí a un
hombre con mi palabra y éste la rompió. No creo que
pueda creer en otro hombre jamás.
Su soberana mirada me aterrorizó en este instante.
Sus poderosos brazos me cortaron la respiración y su
386
fuerza me dio miedo. El odio salió de su cuerpo e
inundó el mío. Temblorosa y desfallecida era presa de
este poderoso semental, el cual no tuvo compasión y,
en un acto duro y brusco, me introdujo su poderoso
sexo en mis posaderas, enternecidas por el calor del
amor que había estado dándome toda la noche, pero con
la desavenencia de la tensión de aquel instante duro
y frívolo. Me causó mucho dolor. Las lágrimas
afloraron de mis ojos y el corazón se me rompió en
aquellos segundos eternos.
Llorando e implorándole que parara, enardecía su
virilidad y esto le llevó a la locura. Me rompió
entera y cuando miré hacia mis piernas, éstas estaban
llenas de sangre. Esto lo llevó a un éxtasis, el
cual, no tuvo límite y explotó en un orgasmo lleno de
furia animal. Sentí verdadero miedo. Hacía mucho
tiempo que no vivía esta sensación en mi cuerpo, y
recordé el cadáver frío de Alejandro ya muerto entre
mis brazos. En este instante, lo miré a los ojos y vi
la cara del diablo en su rostro. Sentí pánico e
intenté consolarlo entre mis pechos. Esta sensación
no la olvidaría nunca y ello me daría una clave de
por vida.
387
Después de este orgasmo, se durmió como un bebé. Yo
me relajé durante un buen rato y en un descuido por
su parte, me deslicé de sus poderosos brazos, muy
despacito y con un miedo terrible. Recogí mi ropa,
aprehendí las suyas, y me las llevé también. Estaban
hechas de ricos materiales. Con éstas iban sus
poderosas armas, recubiertas de gruesas piedras
preciosas y me fui alejando en dirección al
riachuelo. Allí me lavé con desesperación. Quería
quitarme hasta la última partícula que hubiera en mi
cuerpo de este hombre. No quería tener nada de él en
mi organismo. El aroma tan dulce y suave con el cual
me había hipnotizado me hacia odiarlo. Cuando estuve
limpia, salí mojada vistiéndome rápidamente y muy
despacio, me deslicé hasta donde pastaba su blanco
caballo, me hice con él y, andando muy lentamente, me
alejé de aquel lugar. Cuando vi que estaba a una
prudencial distancia, me subí en su caballo y al
galope me dirigí en dirección al mar.
Aquel hombre no era ni mi amigo ni un buen amante.
Era un loco sanguinario. Aquel fue mi sentimiento en
aquel instante. Cuando salía en dirección segura, al
llegar a la ciudad, fui a mi escondite y recogí mis
cosas, cambié el caballo por más comida y zarpé en
388
dirección al lejano Oriente, con un gran botín. Los
hombres sabios me habían dado la clave. Había una
estrella en el cielo que era muy poderosa. Ella me
llevaría hacia mi destino, le llamaban La Estrella
Polar. En mi inconsciente estaban muy presentes las
palabras de Tales de Mileto, con el cual, había
tenido gran trato, ya que pasaba muchos meses al año
con Padre. Era un gran Filosofo, estando muy centrado
en sus estudios de astronomía. Las explicaciones que
nos daba del universo eran mitológicas, y su interés
por la sustancia física básica del mundo marcó mi
pensamiento científico. Él me había dicho muchas
veces que al otro lado de esta vía fluvial, estaba un
mundo lleno de magia, en el cual otras razas
dominaban estos mares. Siempre sentí una gran
curiosidad por este sueño y en él estaba sola.
Hubieron momentos en los cuales tuve que ser muy
hábil y prudente, ya que la navegación por aquellas
aguas era muy peligrosa. Había remolinos y lugares
donde la profundidad era muy poca; Pero la navegación
era muy rápida, ya que estaba impulsada por una
tromba de agua. Llovía incesantemente, no pudiendo
dejar de navegar durante dos noches enteras. Exhausta
y destrozada fue como llegué a un recodo de aquel
389
torrente y encontré un remanso de paz, no dando
crédito a esta alucinación. El cansancio pudo con
migo y me desmayé.
Despertándome con los primeros rayos de sol,
sintiendo la brisa de aquel amanecer, un escalofrió
recorrió mi cuerpo y volví en mi. Nada más abrir los
ojos, me incorporé y miré a todo alrededor de mi
embarcación. Estaba encallada en un banco de arena.
Respiré profundamente y me volví a sentar en la
cubierta. Con las piernas abiertas y medio desnuda,
vi como salía el sol por la proa de éste, sintiendo
una gran necesidad de acariciar mi desnudo y bello
cuerpo. Dándole gracias a los dioses por la vida.
Así fue como desperté entre suspiros y rayos de luz.
Cuando había concluido mi masturbación y el sol
dominaba el día, me incorporé despojándome de las
ropas que todavía cubrían mi cuerpo, dejando solo en
él, mi cinturón con el puñal que mi último amante
llevaba consigo. Este era de oro y piedras preciosas
y me tiré de cabeza al mar.
Estuve nadando durante mucho tiempo, cogiendo gran
cantidad de unos moluscos muy grandes. Estaban
390
pegados a las rocas. También pude apreciar bancos de
corales rojos bellísimos, cogiendo trozos de éstos,
así como grandes estrellas de mar y dos caracolas
gigantes. La fauna marina llenaba mis pupilas y me
deslizaba entre ésta con gran naturalidad. Esto
estimuló mi baño y cada vez que emergía de las
profundidades subía cargada de tesoros. También cogí
un gran pulpo, con el cual, tuve una pelea, ya que
interrumpí en su hábitat y me cogió de una de mis
piernas, teniendo una gran confrontación con él. Hubo
un momento que creí que tendría más fuerza que yo, ya
que lanzó una gran manta de tinta negra, la cual me
hizo quedarme en la más oscura soledad. Existió otro
instante en el cual, sentí paralización de mis
miembros, miedo, desesperación, agonía y gracias a
los dioses a los cuales invoqué en este instante y al
puñal de aquel último amante, pude defenderme y salir
airosa de este percance. Al subir a la cubierta de mi
barco exhausta y debilitada por aquella contienda con
aquel grandioso animal de más de un cuerpo, me di
cuenta del milagro de la vida y de lo preparada que
estaba en aquel momento. Aquella mañana me sentí muy
feliz, volví a nacer otra vez. Tenía un montón de
cosas que hacer y no dejé a mi cerebro pensar en nada
391
más que en comer. Colgué el pulpo en lo alto del
mástil y me senté en la cubierta con mi cuchillo,
decidida a comerme estos maravillosos moluscos. Gran
sorpresa la mía, cuando vi que contenían unas
majestuosas perlas, bellas como nunca había visto. La
vida me recompensaba mis penalidades y esto era
suficiente para preparar un ritual para aquella
tarde, en tierra firme.
Estaba agradecida a la vida y esto valía un buen
baile. Mi barco estaba encallado pero seguro. Sólo
tenía que esperar una crecida y la luna estaba
llenándose. Esta me traería buenas energías y me
ayudaría a salir de allí.
La mañana era muy cálida. Me vestí cómoda y bajé a
tierra. El litoral era muy agreste, parecía otro
mundo. Era de color grisáceo volcánico triste y
sombrío. En él había una gran montaña, la cual, había
oído contar por los sabios que era la montaña
sagrada, en la cual me sentía extraña y al mismo
tiempo muy feliz. Era un lugar especial en el que me
encontraba. Subí una ladera que me condujo a un
lugar, en el que podía dominar aquella bahía. Estaba
feliz de haber superado esta dura prueba de mi viaje.
392
Entre la oscuridad de aquella naturaleza hostil,
encontré un manantial con agua dulce. Esta fuente de
vida me inspiró confianza y me desnudé tranquila
frente a aquella maravilla de paisaje a mis pies. Me
introduje en el agua fresca y la sal de mi cuerpo fue
limpiándose con ésta. Me lavé bien mis cabellos
enredados con el duro viaje y me sentí purificando mi
alma. El pequeño manantial quitó mi sed y reconfortó
mi espíritu, el cual había sufrido en esta dura
prueba. Mirando hacia atrás, intente localizar el
punto donde me encontraba. El sol venía del este y se
pondría tras de mí. Tenía que encontrar un buen lugar
para mi ritual sagrado.
Estos eran mis pensamientos en el instante que sentí
una sensación extraña y conocida en mi espalda. Me
sentí observada y pensé que no estaba sola. En ese
instante, muy despacio, volví la mirada distraída y
allí estaban los ojos de aquel ser extraño. Era un
animal de más de un cuerpo, muy estilizado y
poderoso. Un íbex o cabra de montaña con una gran
cornamenta curvada hacia detrás. Estaba pastando y
bebiendo de aquel manantial sabiendo que yo estaba
allí, confiado con mi presencia. No presté atención y
en unos minutos había más bebiendo. Era una familia
393
de éstos. Había algunas piezas pequeñas. Mi primer
instinto fue pensar en cazar alguno de éstos, pero en
segundos pensé que estas bellas criaturas serían los
testigos de mi ritual.
Medio desnuda volví a mi embarcación, cogí todos los
recipientes que encontré vacíos, volví a aquel
pequeño manantial y me dispuse a ir llenándolos y
llevándolos de vuelta a mi navío, Esto me ocupó
aquella mañana llena de energías. Cuando tuve otra
vez ganas de comer, me tire a aquel mar y volví a por
frutos de éste, los cuales comí vivos. Aquella
experiencia me recordaba mi primer y último viaje con
Alejandro. Él decía que, los moluscos vivos eran
afrodisíacos y le encantaba comerlos con vinos
blancos jóvenes. Era un gran sibarita y me enseñó
muchas cosas. En aquel instante, a solas conmigo
misma, pensé en él, en el maravilloso artista que
era, en las cosas que aprendí a su lado, en lo joven
que era cuando me enamoré locamente de él. Estos
pensamientos hicieron que las lágrimas afloraran de
mis ojos. Me sentí muy extraña. Este día era un día
muy especial y fue entonces cuando hice cuentas y
percibí que estaba en un punto muy estratégico de mis
últimos momentos con él en el desierto. Más o menos
394
podía estar a la misma altura, pero en dirección más
al oeste. Era la misma estación en la cual, los
dioses se lo llevaron de entre mis brazos. Esto
trastornó mi presente y empecé a dar vueltas en
círculos.
Había algo que quería salir de mi interior, y no
sabia por dónde. Sentí ansiedad y, viendo que el día
se alejaba de mí, recogí leña para hacer un fuego,
hice un círculo de piedras y en el Caúcaso de este
día tan especial, hice un ofrecimiento, en el que
habría un sacrificio y decidí tirarme al monte a por
un ser vivo. Necesitaba sangre para ofrecerlo esta
noche a la Diosa Artemisa (Esta deidad era diosa de
los dioses de la caza y de la luna), la cual me
ayudaría a encontrar mi presa. Estos eran mis
pensamientos mientras encendía el fuego y preparaba
mis vestiduras sagradas. En el tiempo que había
estado disfrutando del sexo femenino en mi último
lugar de residencia, había obtenido bellas
indumentarias de las mujeres con las cuales
intercambiaba placeres por regalos de éstas. Vestida
como una diosa y con mis armas a cuestas, me adentré
en la inmensa montaña que presidía aquel paisaje
digno de un cuento de terror.
395
Dejé encendido el fuego para saber volver a aquel
lugar y muy cautelosamente, me deslicé furtiva en
busca de una presa, la cual no tardé mucho tiempo en
encontrar. En aquel pequeño manantial, mi arco era
poderoso y mi pulso certero, no tardando en estar
trasportando aquel gran íbex a hombros. Al llegar al
lugar donde dejé mi fuego, las brasas eran ya las
reinas de éste. Allí decidí abrir en canal aquella
pieza y con su sangre todavía caliente embadurnar
todo mi cuerpo desnudo. Algunas de sus vísceras las
comí crudas. Tenía en la bodega de mi barco un buen
vino regalo de uno de los taberneros, y éste fue mi
compañero. Aquel ritual terminó con unas danzas muy
salvajes las cuales había aprendido en el desierto.
Conseguí entrar en trance, volver a ver a mi amado
Alejandro, bailar para él y hacer el amor por última
vez entre sus brazos.
Exhausta y embriagada, desfallecí frente a aquel
fuego. Al despertar, los primeros rayos del sol daban
la bienvenida al próximo día. Todos mis pensamientos
de la noche anterior estaban difusos. Sabía y
presentía cierto tipo de vivencias, pero no quería
recordar más, ya que mi cuerpo estaba lleno de sangre
seca. Esto me hizo volver al pequeño manantial a
396
lavarme y allí encontré a un pequeño hijo de aquel
animal que me había servido para mi ritual sagrado.
Estaba solo, hambriento y triste. Exactamente igual
que yo. Esta sensación me hizo pensar en mi familia y
en cómo se encontraría mi padre si todavía vivía. Mi
hermana estaría también muy preocupada y su pequeño
retoño levantaría dos cuartas. Estos pensamientos
inundaron mi presente y las lágrimas afloraban de mis
ojos inundando mi rostro. La prueba era muy dura y
esto me consternó. Tenía que tomar una decisión
rápida. Miraba a aquel animalillo y me veía en el
espejo de la vida, sola.
El sol se oscureció por unas grandes nubes negras y,
en muy poco tiempo, estaba cayendo agua a mares. El
cielo parecía roto. Cogí aquel pequeño animal entre
mis brazos y las cosas con rapidez para volver al
barco. Al subir a éste, la gran cornamenta de mi
víctima estaba en la proa de él, siniestramente
guiando mi camino. No puedo recordar cómo pudo llegar
hasta aquel lugar.•• Otra vez navegando por aquel
pequeño mar, ayudada por las fuertes corrientes que
provocaron aquellas aguas diluviales, en dirección al
sur oeste de mi último punto de partida, el destino
me llevaba en dirección opuesta a mis pensamientos
397
familiares. El destino era mi compañero, al igual que
aquel animal que no pude dejar solo en aquel
territorio estéril. Mi naturaleza era muy sensible y
en aquel ritual había vuelto a las capas más internas
de mi ser, a mi verdadera naturaleza, a la que había
dejado olvidada después de la muerte de Alejandro,
donde la subsistencia había sido mi compañera.
¡Otra vez luchando entre la vida y la muerte!. Eran
mis compañeras. Así fue como empecé a darme cuenta de
la importancia que tiene la familia en nuestras
vidas; y esto me dotó de fuerzas, para seguir
adelante con la misma energía que tenía en el último
puerto. Fuera donde fuera tenía que tener las fuerzas
para volver. Tenía que encontrar a mi familia y saber
cómo estaban ellos. Esta conclusión eran mis
pensamientos en aquellos momentos llenos de vida. Mis
meditaciones estaban dando sus frutos y esto aliviaba
mi espíritu, dándome la energía necesaria para salir
de aquella tormenta en la que estaba viviendo el fin
del mundo. Bueno, del mío, ya que aquel diluvio era
tan intenso que estaba subiendo el nivel de aquella
vía fluvial por segundos. Hubieron momentos que no
veía costa por ningún lado, la tormenta me impulsaba
y tenía que estar en todo momento pendiente del
398
timón. Las velas las tenía plegadas y los bandazos
eran preocupantes, pero mi control sobre aquella nave
era máximo y esto me daba la seguridad de poder ver
un rayo de luz en el cielo. Así fue, y a él me
dirigí.
El impulso de aquellas aguas me alejaron muy pronto
de las nubes, que acechaban mi tranquilidad. Cuando
pude relajarme unos minutos, pensé en aquel pequeño
animal que había subido a bordo en el último momento.
Estaba totalmente mareado y embriagado. Tal vez la
falta de alimento influyó en su estado casi
somnífero. Esto lo hacía estar muy tranquilo y
relajado. Lo cogí entre mis brazos e intenté darle
algún alimento. Tenía leche de almendras dulces y le
gustó muchísimo. Esto le daba esperanzas de vida a
este pequeño animal al cual yo le había arrebatado la
de su madre. Me relamía mis manos llenas de la
dulzura de esta leche y estas gratas caricias me
sensibilizaron aún más, volviendo las lágrimas a mis
ojos. ¡Menudo día llevaba!. Hacía mucho tiempo que la
ternura no era mi compañera. Esta afloró en mí,
sorprendiéndome a mi misma.
Las corrientes me llevaron hacia el lado opuesto de
399
aquella vía de agua. Por la tarde, otra vez estaba en
un lugar lo suficientemente protegido para descansar.
Las aguas estaban más tranquilas y el paraje era
mucho más bello. Ahora veía la costa por la parte
izquierda de mi embarcación. Esto me hizo pensar que
estaría en estas otras tierras para mí desconocidas.
No era la costa donde estaban las grandes Pirámides o
tumbas de los egipcios. Este lugar era también
desértico y aplanado en la costa, pero a lo lejos se
veía una gran cordillera de montañas con unas formas
muy extrañas y aplanadas en su parte superior.
También podía ver algún oasis a lo lejos, donde
grupos de grandes palmeras y vegetación me indicaban
lugares donde había agua.
Esto me hizo pensar en vida humana y decidí descansar
cerca. Pude anclar mi barco en un lugar protegido por
un arrecife de coral cercano. En toda esta andadura
por este nuevo mar, tenía que estar muy pendiente de
éstos ya que eran abundantes y peligrosos.
La temperatura durante el día era muy cálida, pero al
anochecer el frío era insoportable. No sabía si había
elegido bien la estación para poder navegar por estas
aguas. Las lluvias también estaban haciendo mi viaje
400
muy difícil, pero ya estaba embarcada en él y sola.
Una sensación extraña y difícil de asimilar si no
hubiera sido por aquel pequeño animal que me hacia
compañía. Él me necesitaba, ya que yo lo había dejado
sin madre. Tenía que encontrar el sustento para que
pudiera seguir vivo. Este aliciente fue el que me
hizo poner el pie en tierra. Tenía que encontrar
algún animal de su especie o similar que quisiera
amamantarlo. Lo metí en una bolsa de cuero y me lo
puse en el costado. Así fue como llegué a estas
tierras.
Al llegar a este lugar solitario y desconocido,
busqué para hacer un fuego. Pasaría la noche en
tierra. El barco está muy húmedo y la mayoría de mis
cosas también lo están. Necesitamos calentarnos, ya
que si no podemos morirnos de frío. En ello estoy
cuando miro al cielo y veo el firmamento más
espléndido que jamás vi. Bueno, en Egipto también
había visto estos cielos llenos de estrellas
gigantes.
---------¡Mira allí!(dije señalando a una estrella
fugaz).
Pedí un deseo mientras cerraba los ojos,
401
concentrándome en éste. Horas más tarde me di cuenta
de que los dioses habían oído mi deseo y, entre las
sombras de aquella tarde, pude ver un reflejo el cual
veía claro que no era una hoguera. En la ladera de la
montaña lejana, esta señal era lo suficientemente
poderosa como para acercarme a ella, y así lo hice.
Anduve durante horas con aquel retoño en mi costado.
Me daba calor mientras yo lo protegía. Sentía el
pequeño latido de su corazón en mi costado. Era el
aliento de vida que necesitaba para no desistir en mi
empeño. Así fue como me fui acercando hacia el sonido
de un tambor. ¡Esto me recordaba a tantos lugares en
los cuales había estado!. Sentía cómo se comunicaban
desde la costa hacia este reflejo en el monte. Ya
sabían quién era y que procedía del mar. Esta
sensación era la que yo percibía mientras subía el
acantilado rocoso.
Hubo un momento en el cual ya sentí la presencia
cercana de un vigilante a mi lado. Este seguía mis
pasos y con sonidos muy parecidos a los que tienen
los animales en la noche. Tenía un lenguaje, el cual,
traducía que iba sola y en dirección a la cueva. No
sentía ningún miedo. Relajada y tranquila seguía mi
camino.
402
Al llegar a la boca de ésta, la iluminación de una
poderosas antorchas me iban indicando mi destino. En
él estaba esperándome un hombre de complexión muy
potente. Iba vestido todo de blanco. Ello me hizo
pensar en una ceremonia. No me equivocaba, ya que la
música, conforme había ido ascendiendo, era mucho más
poderosa y armónica. Este hombre me aguardaba con una
bonita sonrisa y una bella mujer a su lado estaba
esperando su señal para ofrecerme agua. Había andado
durante horas y había seguido sus señales, ya que el
reflejo que había visto desde la costa al atardecer
no podía ser el fuego. Era algo mucho más poderoso.
La cueva se abría a una gran caverna de grandes
magnitudes, en ella todo un poblado vivía dentro.
Quedé totalmente sorprendida, ya que la riqueza de
ella y el salvajismo que percibía eran muy poderosos.
Estas personas eran civilizadamente salvajes y ello
se intuía en cómo miraban y sonreían ante mi
presencia. Era muy diferente a ellos. Su fisonomía
era mucho más pequeña que la mía. Yo soy una mujer
muy fuerte y poderosa. Aquí las mujeres son muy
sumisas y de estatura muy diminuta. Esconden sus
rostros con la mirada y los hombres me desnudaban con
esta. Mi piel es mucho más blanca, aunque este dorada
403
por el sol. En las magnánimas paredes, pinturas de
colores desafiantes dan reflejo de sus costumbres, el
ganado y la caza. Todas las pinturas reflejan el
sentimiento de parentesco entre todos los seres
vivos. Me hicieron sentirme cómoda y me ofrecieron un
lugar donde descansar y comida. Cuando estuve
relajada, después de comer y beber algo, vi el lugar
sagrado donde estos humanos ofrecían las ofrendas a
sus dioses. Lugar de culto. En este decidí ofrecer un
ritual sagrado en el cual hice un sensual baile,
terminando ofreciendo el animalillo que llevaba en mi
bolsa. Hasta aquel momento nadie había percibido su
presencia. Estaba adormilado, casi muerto de hambre.
Rápidamente una de las mujeres trajo a una gran cabra
con sus ubres llenas de leche y la acostó junto a él.
Mi pequeño enseguida olió y sintió el calor de ésta,
y con los ojos cerrados buscó sus grandes pezones,
sacando su lengua muy lentamente intentando sentir
aquella fuente de vida. En segundos estaba
amamantándose como una fiera, muerta de hambre.
Seguiría vivo y esto me llenaba de vida.
Mis deseos habían sido escuchados por los dioses y mi
esfuerzo en aquel duro camino hacia la cueva, estaba
siendo redimido por sus moradores. Estaba llena de
404
amor, cuando pude ver sus ojos en la oscuridad. Un
rayo de luz muy poderoso fue el que me hizo parar
unos segundos ante aquel hombre. Estaba sentado
frente a mí. No perdía ni un segundo mis movimientos
con sus ojos. Estaba hambriento al igual que yo de
amor. Ello fue lo que sentí en aquella cálida
expresión que enamoró mi instante, terminando de
rodillas ante él, algo que jamás pude saber como pudo
ser así. La fuerza hipnótica de su mirada era
cegadora. Ello fue algo decisivo para estar junto a
él y cerrarlos, sintiendo en aquel instante la
dulzura de sus jugosos labios sobre los míos, la
dulce caricia de sus suaves manos en mi piel.
Aquellas manos me decían que no era un hombre de
campo, ni su trabajo eran los animales. Pronto me di
cuenta de cual era su misión: la pintura, el arte, es
su mundo. Otro morador de los templos era lo que me
ofrecían los dioses. Esta fue la sensación que pude
sentir junto a él. En muy poco tiempo estábamos
amándonos, rodeados de otras muchas personas a
nuestro alrededor. Me recordaba mi otra vida con un
artista.
Al amanecer, salimos entre la niebla de aquel nuevo
día. Llenos de amor y paz, nos dirigíamos hacia la
405
costa. No hablábamos el mismo idioma pero el idioma
del cuerpo era entendido por ambos. Pasaríamos el día
solos en la costa. Él cogió unas frutas frescas y
vino. Así fue cómo, entre risas y juegos, llegábamos
hasta mi barco, el cual estaba custodiado por dos
hombres en la costa. Eran dos pastores que él mismo
había mandado para que no le sucediera nada en mi
ausencia. Esto fue lo que intentó decirme por
señales, mientras me los presentaba como amigos.
Aquello me hizo darme cuenta de que estaba muy bien
protegida. Aquel hombre era muy educado y correcto,
sensible y atento. Era un hombre de rasgos muy
especiales. Tan sólo en la isla de Delfos había visto
a humanos con estos rasgos. Proviene de la
lingüística Altaica (habitantes del norte de
Siberia), pueblo Turco o Mongol llamados Yacuto. Sabe
utilizar la escritura Cuneiforme y, poco a poco, voy
entendiendo más y más a este hombre. Al mediodía, los
dos buceamos entre los arrecifes, amándonos en el
agua como seres de éste. Puedo comprender que es un
Chaman elegido para plasmar la historia de las
culturas por donde va y encuentra a su paso. Esto lo
va plasmando en tablillas de arcilla, metales y
piedras, con los materiales que encuentra según el
406
lugar por donde pasa. Es nómada y con su arte puede
pagar su estancia y dejar la huella de estas tribus
en los diferentes sitios donde pasta su vida. Es un
hombre simple y servidor. Intenta complacer mi
existencia a su lado y esto era algo que necesitaba
mi espíritu para poder descansar unos días, después
de tanto mar y tormentas.
Así se me van pasando las semanas junto a este
hombre, que es muy adorado y respetado por todos.
Siempre, cuando despertamos de nuestras noches de
amor, encontramos a nuestro lado leche fresca y
alimentos. La gente lo quiere y yo me siento muy
feliz y honrada de haber caído entre sus brazos.
Cuando el calor va apretando y mi tiempo en este
lugar va llegando a su fin, decidimos marcharnos los
dos juntos, ya que él esta también solo en este
lugar.• Nuestra despedida esta llena de sorpresas ya
que toda la tribu de pastores bajan a la costa y
aquella noche un gran festejo, llena de luz y fuego
la playa. Todos se han vestido con sus mejores galas
y nos ofrecen lo mejor de sus bienes. Cada persona
trae algo para nuestro viaje y esto me llena el
corazón de amor. Hay un regalo el cual me llama mucho
la atención. Son unas pequeñas runas las cuales están
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hechas de huesos de pequeños herbívoros, las cuales
provienen de las montañas de aquellos seres, de las
culturas más viejas. La trae entre sus manos
temblorosas una vieja mujer, que me las ofrece en
continuidad. Esto llena mi alma y da fuerzas a mi
espíritu para seguir indagando en él.•• Mi compañero
Hipomenes, que así lo llaman, me dice:
------ Este detalle que la vieja mujer ha tenido en
darte su más rico tesoro con el cual ha nacido, es
muy importante. Con ello quiere decir que tú serás el
nervio de su energía.
------ Lo asumiré con la importancia que para ella
tiene y estudiaré sus leyes.
Mi contestación clara y concisa fue bien recibida por
mi compañero, el cual me ofrecía unas tablas que le
habían sido confiadas a él para que las transcribiera
y llevara por los mares a otros lugares. Estos
hombres sabían lo importante que era llevar la
cultura de sus ancestros hacia otros parajes del
mundo. Aquel ritual sagrado estaba en manos de dos
espíritus libres, que volarían dejando un rastro
estelar a su paso. Esto es lo que decían los Dioses
de nosotros y de nuestro destino, el cual era muy
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incierto y acontecimiento esperado, ya que había una
vieja leyenda en la cual dos dioses vivientes
viajarán hacia el sur de los mares, para encontrar a
otros dioses y enseñarles nuestras costumbres y
profecías. Así fue como dejamos estas costas llenas
de familiaridad y calor por parte de sus moradores.
Hipomenes me hacía sentirme muy feliz y esto era para
mí magnánimo. Hacía mucho tiempo que estaba muy sola
y él era una gran compañía y un buen amante. Me tenía
plagada de halagos y siempre estaba a mi lado. Si lo
necesitaba cerca, dejándome al mismo tiempo mi
espacio vital a solas, era un gran sabio de la vida y
esto llenaba la mía.
Siendo un hombre de tierra pronto se acostumbró al
mar y en su papel de marinero era excelente, ya que
tenía claro desde el primer momento que subió en mi
barco que yo sería su capitán y su camino. En mi vida
había tenido varios hombres y siempre había sido yo
la mujer y seguidora de sus dogmas. En este caso, era
todo lo contrario. Yo sólo era mujer a la hora de
hacer el amor con él. En este momento, era en el
único del día que lo sentía hombre y macho hacia mí.
El resto del día era un gran amigo y compañero de
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viaje. Él me llamaba Atlanta.
Y así me sentía entre sus omnipotentes brazos, ya que
me hacía sentirme suya como Atlanta, que según cuenta
la historia, fue una veloz corredora que prometió
casarse con quien le venciera en una carrera. Los que
perdieran serían asesinados, y la verdad era que en
mi vida había sido así. Dicen que el joven Hipomenes
ganó con la ayuda de Afrodita, la Diosa del Amor,
quien le dio tres manzanas de oro a Hespérides. Él
las dejó caer una a una y ella, por recogerlas,
perdió la carrera. Más tarde, ellos fueron
convertidos en los leones que tirarían del carro de
Cibeles, a causa de una afrenta con los dioses.
La leyenda decía que tuvieron un hijo, Partenopeo.
Así sería como se llamaría el retoño que llevaba
entre mis entrañas, de este hombre que había ganado
mi amistad y confianza. Con tan sólo una mirada,
estaba de rodillas entre sus poderosos brazos y su
gran humanidad y sencillez
Fin
Firmado seudónimo “ El Secreto del Sahara”
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