Esclava del Mare Nostrum
Transcripción
Esclava del Mare Nostrum
Reina de Reyes “ E sclava del Mare Nostrum Siglo VI a de C. Aquellos sueños fueron tomando forma....... Día tras otro me encontraba llena de deseos y la vida me los ponía a mi servicio. Pasaron muchas lunas llenas de esperanza y la sabiduría de mi buena hermana me fue formando un camino. Yo pretendía ser danzadora pero ello en el momento en el que vivíamos era difícil de asimilar para mi condición social, ella siempre me decía: --------Sigue, no desesperes que todo llegará. --------Estoy abrumada Isis. Pronto papá me querrá desposar y me pondrá como a las gallinas en el mercado en venta, y tendré que consentir toda la vida estar atada a un viejo mercader, o a un acomodado y gordo terrateniente. Me moriré de pena. --------No te preocupes que aunque sea lo último que haga yo, tú no tendrás esta suerte, ya bastante sufro 1 al lado de Ciro; no solamente es viejo, también es feo y bebe (aunque eso es un mal de hombres); a padre sólo le agradaron sus riquezas. Confío que no fallezca yo antes que él, pues si así fuera, Dios no fuese justo. Llevo siendo su consorte trece años (la mitad de mi camino) y estoy hastiada de sus traiciones y devaneos con la servidumbre; cuando soy yo quien pago a las pobres sirvientas, y las buscan tetonas ignorantes como a él le gustan, para que me deje en paz y no me acose el gordo éste. Muy feliz los primeros tres años. La verdad es que pensé estar enamorada; ahora lleva unos meses mucho más tranquilo, será la edad. --------¿Cómo son tan ineptos los hombres hermana mía... ? --------Más que ineptos son solamente consortes y ello significa lo mismo que alimaña. --------Por favor, no me dejes a la suerte de Padre, moriría enjaulada sin poder crear mi anhelo. --------Tú sigue bailando y que no sepa lo que tramamos. --------No sé que podría hacer sin ti, ¡me das tanta 2 fortaleza para poder seguir, hermana mía!. Te quiero. Las dos mujeres estaban abrazadas en los jardines de la gran fortaleza de Ciro, un acaudalado hombre que vivía en lo alto de la colina llamada Monte Olimpo, que dominaba un rico puerto en el Mar Egeo frente a la costa del Imperio Persa. Era un lugar muy visitado por ricos comerciantes de todo el Mediterráneo. Estaba entre las ciudades de Larisa y Katerini, en él podías ver lo grande que podía ser el mundo, ya que desde todas las culturas se desplazaban a sus costas para comerciar con todo tipo de mercancías, ricas alfombras de países orientales y árabes, bronce, oro, piedras preciosas, cristales soplados y ricamente elaborados. Más todos los artesanos que trabajaban dichas mercancías, para hacer todo tipo de aderezos, para enriquecer las tablas y los aposentos de los más acomodados burgueses del mundo, así como las alhajas más bellas que los adinerados podían obtener; en este puerto no sólo había comerciantes también había hermosas damas, y hembras de goce... El visitante siempre salía abrumado con las riquezas del lugar, ya que era una plaza de mucha estima entre los navegantes y mercaderes de estos mares. Estas dos mujeres, a su vez, eran las dos únicas herederas de 3 una gran dote, ya que su padre era uno de los comerciantes más ricos. Su centro comercial estaba en Atenas pero él vivía casi todo el tiempo en los mares y su rincón privado lo tenía en Caláis (isla de Eubea), al igual que Ciro, era un hombre con infinito poder, el cual dominaba la entrada a los Mares Egeo, de Levante, de Mármara, Negro, El Azor y el Mar de Creta, teniendo también mucho poder en los Mares Adriático y Jónico. Sólo ellos eran los que tenían el control íntegro de este paraíso comercial, ellas estaban de acuerdo en todo, no solamente eran bellas, sino mujeres muy cultivabas e instruidas. Ya desde muy niñas, con su familia, habían viajado por toda la cuna del mundo. El Mediterráneo era la mejor herencia que les podían dejar sus antepasados.•• EgeaGea era la más pequeña de las hermanas y desde muy niña siempre tuvo la protección de Isis. No-solo había sido su hermana mayor, sino que también había hecho de madre, ya que quedaron huérfanas en el cuarto parto de ésta. El segundo fue un niño y nació muerto. El último también fue un varón y la mató. Su padre se centró en los negocios y en seguir enriqueciendo las dotes de estas dos hermosas hembras. Isis había jurado en el lecho de muerte de la bella 4 esposa y madre, que sería el apoyo y consejo de su hermana Gea, que en aquellos momentos era tan sólo un bebé. Así había sido siempre; y cuando su padre la desposó con Ciro (un sultán turco con antecedentes Otomanes de la península de Crimea), como si fuera su hija, fue a vivir con ellos. La sutil y hermosa pequeña del acaudalado Turku, estaba siempre entre los músicos del gran palacio que poseía Ciro. Entre ellos había crecido y siempre estaba muy feliz y dichosa. Su vida era el baile y su hermana Isis lo tenía muy claro. Ella había sido encerrada viva en aquel palacio entregando su vida para seguir atendiendo y ayudando a enriquecerse a su esposado, y al padre, ya que los dos controlaban el comercio de aquellos mares. Su hermana pequeña no tendría que pasar por esas humillaciones, ellas dos eran lo suficientemente ricas para que EgeaGea no tuviera que servir a nadie. Además, su nombre (como bien su madre había elegido para ella), la excluía del servicio. Ella era Reina de su vida y su madre en el lecho de muerte, le dijo a Isis que luchara porque así fuera. •EgeaGea siempre estuvo en aquel palacio con los 5 mejores músicos que pasaban por aquellos mares. Para este evento habían hecho traer a los Jenízaros, que formaban la mejor orquesta. Sus instrumentos eran los tambores, timbales, zurna, boru o trompas de metal, platillos y campanillas. Actuaban en eventos oficiales, recepciones de embajadores, coronaciones de sultanes, convocatorias de consejo y festivales. Anunciaban también los cinco rezos diarios musulmanes. La mezcla de oriente y occidente estaba siempre presente en nuestro hogar. Para esta cena ya que era Pitia la bailarina, serían ellos los músicos. Era todo un ritual el que se ofrecería esa noche en el gran salón. Pertenecían a la unidad de élite militar Otomano. La posibilidad de ser ilustrada en el arte de las danzas por tan honorables músicos y las más bellas bailarinas, que su padre y el esposado de su hermana compraban, era todo un privilegio. Esta bella mujer estaba dando unos pasos en su vida sobre un terreno que no conocía plenamente por su juventud; pero la vida le iba a dar unas pistas a seguir que debía conocer, ilustrarse en ellas, aprender y sacar de su interior para darlas en bien de su estirpe, sangre y pueblo. Así era todo en aquellos mares misteriosos, preludio de grandes rituales mágicos. 6 Isis siempre que salía a pasear por las costas de aquellos arrecifes, se llevaba a su pequeña hermana, y juntas daban rienda suelta a las más atrevidas ilusiones que sus mentes tenían. Un día en uno de los más bellos atardeceres que la naturaleza ponía en sus pupilas, EgeaGea le dijo a su bondadosa hermana: ------- Quisiera navegar por esos mares que tú me cuentas. A los que cuando eras pequeña padre y madre te llevaban....... Isis era una gran narradora de relatos llenos de belleza y de gran sensibilidad. Amores mágicos, hombres rubios, sensibles y fuertes llenaban su mundo, lleno del horror por tener que dormir en los aposentos de su gordo esposo por lo menos dos días a la semana, ya que del resto se encargaba la servidumbre y su fuerte dolor de cabeza, así ella podía soñar con su varón, su libertador; no eran esclavas por su abolengo social pero en el fondo, eran las más grandes cautivas, ya que no tenían libertad para poder volar, y ella sabía lo que era volar y tener libertad. Su madre había sido una gran mujer enamorada de su padre. De jóvenes viajaron por todos los mares consiguiendo las riquezas suficientes 7 entre los dos, para volver y aposentarse otra vez en su Mar Jónico donde estaban las raíces de Teseo, el padre de Turku. Su madre Elizabeth era de una cuna de la cual muchos viajeros sabían de ella, ya que llegó a estas costas en un naufragio de un gran Galeón de las colonias Jonias del oeste del Mediterráneo. Llevaba en su cuello colgado un rico camafeo el cual sirvió para poderla criar con dignidad. La madre de Turku fue la mujer que le dio la vida y la protegió; ellos dos se criaron juntos y se amaron desde niños. Cuando murió Teseo el más rico por aquellos lugares, él y Elizabeth contrajeron matrimonio apoyados por la madre de éste (Dalila), una mujer que ya sufrió el estar casada con un hombre rico que no era su amor. De la bella Dalila se contaban maravillosas proezas ya que era una mujer que ayudaba al pueblo desinteresadamente. Eso era lo único que le hizo sentirse feliz y dichosa; aunque en aquellos días la vida no era así y las mujeres asentían con los acuerdos familiares, porque los pactos de comercio eran lo más importantes para que las familias acaudaladas enriquecieran sus arcas. Elizabeth era, como su familia, una gran navegante y había hecho que Ciro en su juventud la llevara a conocer de donde 8 provenía. Habían navegado por los Mares Líbico, Ligúrico, Golfo de Lion y Alborán, volviendo a estos mares felices; pero ella enfermó y su poca salud la llevo muy lejos, donde jamás volvió. Estaba muy enamorado de ella: era su sueño y su vida era su Amor. Por esto estas dos mujeres sabían lo que significaba el Amor; lo llevaban en sus genes y su estirpe era de muy alto abolengo para ser sumisas sin estar preparando su evasión (por lo menos en sus mentes libres). •-------¡Algún día encontraremos al capitán que nos guíe lejos de aquí! Ese era el sueño de estas dos ricas damas de una corte llena con los horrores de la esclavitud. No importaba el rango; la esclavitud existía siempre. -------Prométeme que iremos juntas, que no me dejarás aquí. La pequeña Gea tenía mucho miedo de todo lo desconocido, ya que Isis la había protegido siempre como una madre. -------Siempre estaremos juntas pequeña. 9 Se abrazaban en un cálido y amoroso enlazo lleno de fe; ellas dos conseguirían sus sueños. El atardecer culminaba en el horizonte lleno de esperanzas, el color rojizo y gris les daba él ultimo soplo de vida del día. Gea ayudaba a incorporarse a Isis embarazada por primera vez. Siempre había estado intentando el no tener descendencia de Ciro, pero el destino no le había ayudado a conseguirlo; por lo menos eso era lo que ella quería, ya que un hijo le quitaría la posibilidad de escapar. Estaba muy adelantada y el peso le impedía el estar ya ágil, pero por el contrario, también el sentimiento de la maternidad llenaba su espacio y le hacia mucho más libre con su esposo. Era una buena excusa para no estar mucho tiempo a su lado. Ciro, siendo un rico comerciante, no tenía más remedio que atender a sus compradores y leales discípulos de sus antojos, era muy mujeriego y adicto a los placeres mundanos. Ello lo convertía en un personaje alejado de su vida personal, como ya comentamos uno o dos días a la semana y eran los días en los cuales se tenían que ver. En ellos Isis tenía que organizar al personal de servicio para sus continuas fiestas. Así era como se hacían los negocios, ricos manjares y todo tipo de 10 divertimientos, fuegos malabares, músicos, bellas bailarinas y mujeres de entretenimiento. Esta era la parte que a ella le tocaba llevar de la morada que compartía con Ciro. Su avanzado estado hasta era una buena excusa para no asistir a ellas. -------Acaba de llegar un rico mercader de Epiro. Ciro dice que es un rudo hombre de pelo blanco, salvaje y atrevido comerciante. Esta noche tenemos fiesta y tengo que dar los últimos retoques. Él quiere que venga Pitia a bailar. La conoció en otros viajes y sabe que ahora es propiedad de papa. Fue muy listo al comprar a esa esclava. Ella les trae muchos comerciantes para seguir enriqueciéndose. Le he dicho que la traiga esta noche, es decir, que te va a tocar sentarte a su lado, ya que yo por mi estado prefiero estar en mis aposentos. Estarás entre padre y este comerciante. Es una de tus primeras apariciones en sociedad: ¡estarás bellísima!. He mandado que te traigan sedas en colores turquesas y ricos adornos de oro. Hoy tú serás la reina, (bella damisela), la anfitriona del Palacio. ••--------¡Prométeme que me ayudaras siempre!. Sin tus consejos jamás llegaría a ser libre.•• 11 --------Egea, tú naciste libre. Era más que amor, el compromiso que en el lecho de muerte esta joven mujer había hecho a su madre. --------¡Démonos prisa!. No quiero enojar a Ciro. En el fondo, sé que él y padre se quieren a su manera; y yo sé darles lo que necesitan. En momentos en los cuales juegan con mercancías tan llenas de valor para ellos, tú debes aprender todas estas cosas, ya que algún momento serás tú quien organice estas fiestas. Yo me tendré que dedicar en breve a este retoño que llevo en mis entrañas, y nuestro sueño vendrá en breve, ¡son muy viejos ya los dos!. Miraba y acariciaba su vientre con verdadero amor. Ahora iba a ser el momento de ser madre (aunque dicha tarea llevaba quince años ejerciéndola con su pequeña y delicada hermana), las dos eran muy felices juntas. Los sueños de las dos eran los mismos: •-¡libertad... ! Era cierto. Les podían quedar veinte años más de vida como mucho a ambos. Bueno, pensando en esto me mareaba. ¡Toda una vida!. Los enterraría hoy sin esperar a un nuevo amanecer. Queríamos a mi padre 12 porque era de nuestra sangre, pero sabíamos las dos que si mi madre hubiera vivido, jamás le hubiera obligado a Isis a hacer este matrimonio por intereses. Ciro era el único comerciante que le podía hacer sombra a padre y se lo quitó de en medio haciéndose aliado de él. Mi hermana Isis era la más bella flor de estos arrecifes. Y se la entregó como el que vende a una vaca, ¡el muy cabrón!. Lo odiaba por ello. Era un bebé cuando se casaron, pero viví en mis carnes él verla entristecida y humillada. Sólo por complacerle a él y a sus bienes, los cuales fueron mucho más grandes con este casamiento, ya que le ofreció un buen pico en piedras preciosas de todos los negocios que hiciera, Ciro era el más rico comerciante del Mar Negro. Lo controlaba todo. El oro, la plata y las piedras preciosas eran su patrimonio. Cuando se casó con Isis era ya un hombre de más de sesenta años. Estaba podrido de dinero y mi padre siguió enriqueciéndose con todos sus negocios, por todos estos mares que mi padre dominaba y eran la puerta de otros más grandes. La verdad es que se ayudaron los dos muy inteligentemente, para su bienestar; pero castraron la libertad de Isis y ahora estaba viendo en las carnes de mi hermana cómo tenía 13 que estar sodomizada a sus intereses por siempre, ya que la descendencia era lo que más quería Ciro. Y mi padre, si era un varón, sería el más rico heredero de todos los mares, dominará todo el Mediterráneo; pero Isis estaba obligada a criarlo cerca de ellos y, por su puesto, su cárcel de oro y piedras preciosas no eran su sueño. •-------Entonces esta noche veremos a la hermosa Pitia. ¡Me imagino que vendrán los mejores músicos del cortejo real de Grecia!. Te oí comentarlo hace días con ella. •-------Solamente bailaría con ellos. Es una sibarita de la belleza nata y sólo ellos saben tocar sus más bellas canciones para que las baile. Fíjate muy bien en como lo hace, ya que por mucho que he insistido por tu educación dentro de este arte, ella se sigue negando a enseñar sus más ricos secretos, y padre la protege. No puedo conseguir nada más. Es la primera vez que la vas a ver sin estar escondida entre las cortinas. No tendrá más remedio que bailar frente a ti. Por esto yo me indispondré y tú ocuparás mi lugar. •--------No sabes como te lo agradezco, ¡hermana 14 eres maravillosa!. Siempre piensas en todo. •--------¡No solamente eres mi hermana!. Así era. Había sido mi mejor amiga y mi madre. Siempre estaba pendiente de mi vida y mi futuro. Se lo debía todo. Padre siempre estaba rodeado de amantes y comerciantes bebidos; ella odiaba ese mundo y me había tenido entre sus protectores brazos, no dejándome ver nada más que lo que la casualidad ponía en ellos. Esta era una gran noche, pensaba mientras caminábamos las dos hacia nuestro Palacio. Así le llamaban a la fortaleza en la cual vivíamos (entre los más bellos jardines que nadie pueda imaginar). El jardinero era Galo (de nombre Florián) y había servido para un rey, según contaba él en sus largas andaduras, (aunque era un truhán y se embarco para conocer nuevos mundos, llegando a nuestras costas y abandonando el navío, por enamorarse de la hija de un marinero). Él era, el que en sus ratos libres subía a nuestros aposentos enseñándonos a hablar su lengua. Era un hombre muy culto y un gran vividor. Padre le tenía muy en estima. Se corrían muchas fiestas juntos. Para nosotros era alguien más en la familia. Todas las mañanas nos subía las más bellas flores a 15 nuestros aposentos, desde los cuales dominaba toda la bahía. Eran de gordos muros de piedra tallada, gigantescas gárgolas de fantásticos personajes de cuentos terroríficos hechas por los escultores más afamados de la historia: griegos, romanos, turcos, egipcios. Aparte, allí jamás se terminaban las obras y siempre había nuevos artistas haciendo cosas en nuestra morada, llena de ricas esculturas, tapices suntuosos de sutiles colores, (ya que ella era la ama y tenía un gusto exquisito). El hábitat de nuestra estancia era subliminalmente bello. Todos los comerciantes que llegaban y eran invitados por Ciro (ya que era el único con derecho a ello), se quedaban sorprendidos. La vajilla era de oro y en ella ricas piedras preciosas ensalzaban la belleza del artesano egipcio, que muy delicadamente las había trabajado. Era un viejo hombre que vivía bajo la protección de Padre desde su juventud. En el momento que se dio cuenta de sus habilidades, lo casó con la hija de nuestra doncella, (todo quedaba en casa). Los muebles los habían traído de muchos lugares diferentes, ya que había maderas nobles españolas y alemanas, trabajadas por artesanos turcos; al igual que ricos tapices, sedas indias, y bellos artículos de cuero de 16 los cuales éramos los más exquisitos comerciantes. Todo ello daba calor de hogar a aquellas estancias desmesuradamente grandes en donde vivíamos. Menos mal que estábamos rodeados de un gran servicio, el cual estaba dispuesto y coordinado para que el fuego en invierno estuviera encendido siempre y todo funcionara con armonía. La vida era muy placentera en nuestro mausoleo color púrpura. Las gentes de los alrededores nos apreciaban, ya que nuestra estirpe les había dado trabajo durante generaciones a toda las gentes del lugar. Nosotras, desde muy niñas, jugábamos con todos los niños de nuestra edad. Madre así lo había hecho jurar a Padre que no nos privaría de relacionarnos con la vida. Era algo que el viejo había respetado. En el fondo no era tan malo. Su avaricia vino después de morir ella. Todo lo que pudiera conseguir para nosotras era poco, y la verdad, es que las riquezas de las dos casas eran más que suficientes para mantener un país, y a miles de personas. En nuestras casas trabajaba todo el pueblo. Había siempre algo que pudiera hacerse y nunca se negó a nadie el placer de desarrollar su arte. Así fuera culinario, artístico, experimentado. Era un paraíso preservado para nosotras y los moradores del 17 lugar. Al llegar al salón principal mi hermana me dijo:•• -------Súbete a tus aposentos. María espera tu llegada. Ella te ayudará hoy. María era su mujer de compañía, su mano derecha, su hada. -------Gracias mi buena hermana, eres tan admirable que me siento muy feliz de estar bajo tu protección. -------Así lo quiso Madre. Jamás le fallaría. Ella lo fue conmigo y en sus últimas palabras fue su deseo. ¡Déjate llevar por María!. Ella te ayudará a vestirte y a engalanarte para que seas esta noche la joya de esta casa. Gea asintió con la cabeza y subió las escaleras del Palacio en dirección a sus habitaciones. Al llegar, todo un conjunto de aromas endulzaban el ambiente. Las mujeres llenaban el baño con agua caliente llevadas en bellas tinajas de bronce. Los aceites naturales impregnaban aquella atmósfera llena de vahos enriquecidos. La salvia era hoy la esencia que predominaba subliminalmente. Las flores que adornaban 18 aquel aposento eran las más bellas. Vivíamos en un sueño y solamente los elegidos podían disfrutar de tales placeres. Éramos conscientes de ello; por eso Madre siempre quiso que conociéramos el mundo exterior. El de nuestros criados era un claro ejemplo, (y eso que muchos de ellos vivían en la cúpula y ello les hacía ser unos privilegiados ya que el pueblo vivía en cuevas, o cabañas hechas de barro y maderas). Al llegar a mi habitación Ama me esperaba en ella. --------Ven niña hoy vas a ser tratada como una mujer. Tienes que ser la más bella flor de este jardín(ayudándome a desnudarme para entrar en el baño). •--------María, me abrumas con tus palabras. Yo seguiré siendo siempre la misma. --------La flor más bella. --------Es mi hermana. Está más bella y floreciente que nunca en estos momentos. •--------Sí hija mía. Está bella, más que nunca. La maternidad la está dotando de la madurez de ser completa, ya que las mujeres hasta que no somos 19 madres no estamos tan bellas. Me ha mandado traerte estas sedas, ¿ Te gustan mi niña...? --------Son bellísimas y mi color favorito, es tan exquisita su naturalidad para saber que es lo que necesitamos cada uno de nosotros. Estas últimas palabras llenas de amor hacia su hermana daban luz a su rostro, limpio como el esplendor de su inocencia. Ricas joyas estaban en el lecho al lado de los exquisitos cordones de oro, que servían para atar aquellos velos dándoles forma a las vestimentas. Florián el jardinero, había hecho la más bella corona de pequeñas flores que una doncella virgen puede llevar en su pelo. Era de notar entre la sociedad que así fuera, ya que si algún rico mercader optara a ella, sería un alto precio el que tendría que pagar para poderla obtener. Estamos otra vez en la compra y venta, en la esclavitud que su madre odiaba y que ella llevaba escrita en su sangre, ya que fue vendida junto a su joya, la que la salvaría de ser una mujer de trabajo. -------Y Florián te ha hecho esta corona. Es de hada. ¿Te acuerdas de los cuentos que te contaba cuando eras niña?. Hoy eres tú. 20 -------María alcánzame el espejo. ¿Tú piensas que estoy preparada para estar en su lugar hoy?. -------Claro mi niña. ¿ Cómo no vas a estar preparada?. Lo llevas en la sangre y ya eres una mujer. ¡Mírate!. ¿Ves lo bella que eres?. Observaba muy relajadamente su rostro en el espejo de ébano negro que su madre llevaba en sus viajes. ------- ¿ Cómo ha llegado este espejo hasta aquí? -------Isis me lo hizo traer. Hoy es tu día y en él te reflejarás con la belleza más espléndida. Así, tu madre que siempre lo llevó, estará a tu lado. Mira, también me ha hecho traer su camafeo. En él hay un retrato de tus abuelos. Hoy lo llevarás tú. -------¡Cuántos honores ama!. Estoy abrumada con tantos detalles admirables. Mi hermana es mi mejor amiga. -------¡No lo dude nunca hija!. Para ella eres lo más importante que ha tenido en su vida. Fuiste un bello juguete en sus brazos; aunque la diferencia es que tu corazón latía, y tu vida inunda la suya cuando vuestra madre dejó de existir. Es una gran 21 responsabilidad la que a ella fue a parar siendo tan sólo una niña. Por eso tu padre la casó rápidamente para que también tuvieras la imagen de familia muy clara en tu hogar. El no quiso a ninguna otra mujer jamás. Solamente acepta compañías de horas, duerme solo y en sus aposentos todos los recuerdos de que existió están en los lugares donde ella los dejó. -------Ama lo que me cuentas es una gran historia de Amor. ••-------¿ Lo dudas? -------Es la historia más triste que he oído nunca. -------La tristeza fue provocada solamente por el deseo de tu padre de tener un heredero. Ella ya era muy mayor para seguir siendo madre. Si él hubiera sido condescendiente cuando tú naciste y no la hubiera arrastrado a volver a engendrar, seguramente seguiría viva. El médico así lo piensa. -------Ama ¿Por qué me cuentas estas cosas en este día y momento? -------El retoño que Isis lleva en sus entrañas es muy importante que llegue a buen término, y tú debes 22 de ayudarla en todo. Ahora es el momento de empezar a ser mujer. Ha llegado tu hora. Aquellas últimas palabras eran muy duras y firmes. Tenía que dejar de ser niña. Hoy era mi día. Estaba muy confusa pero la paz con la que todo se desarrollaba a mí alrededor me daba confianza, y ello me tranquilizaba. Las mujeres que me estaban ayudando en aquel preciso momento a bañarme eran Yolanda y Cecilia, las dos más bellas de todo el palacio. Yolanda me tenía entre sus brazos dándome un masaje en mi espalda y pechos con su cuerpo y Cecilia sostenía mis pequeños pies frotándomelos muy delicadamente. Estaba sumida en los placeres relajantes que estas dos bellas mujeres me ofrecían. María no dejaba de ir y venir a la habitación de mi hermana y a los vestidores que estaban entre las dos cámaras. De ella traía todo lo que le parecía maravilloso para decorar mi vestimenta, pelo y.... -------Mira niña lo que acaba de traerte Jhonas. Te ha hecho estas sandalias. Están trabajadas con los más ricos cueros y en ella te ha incrustado turquesas haciendo los pétalos de las flores; y rubíes en los centros de ellas. Las hojas son de plata y 23 esmeraldas. ¿ Qué te parecen? -------Bellísimas ama. ¿Qué quieres que diga del trabajo y la delicadeza de Jhonas? para mí siempre ha sido mágico. Jhonas era el hijo de María. Zapatero de profesión y gran amigo en mi infancia, teníamos los mismos años y los maestros que me daban clases de pequeña también se las impartían a él y a los otros hijos de la servidumbre. Era mi mejor amigo. Muy malo para aprender nada que no fuera crear y hacer algo con sus manos. Es un artista y su padre lo enseñó a trabajar con él en la zapatería. Este era su más preciado trabajo. Yo no sabía que mi hermana le había confiado este fineza para este día. Con él aprendí muchas cosas de los hombres, ya que con él empecé a descubrir mi sexualidad y como os he comentado, es un gran habilidoso con las manos y ¡qué decir de su lengua! Es el más avispado y elocuente engañador. ¡Se las sabe todas el muy truhán!. Me tuvo enamorada a los doce años y, al mismo tiempo jugaba fuera del palacio con Leticia y Paloma. Lo odio, pero en el fondo le amo. Estos eran mis pensamientos mientras su madre sostenía las más bonitas sandalias que jamás 24 mujer alguna tuvo. Estaban hechas con amor y me lo demostraba una y otra vez. -------¡Venga sal ya de ahí, niña! -------Tengo hambre ama. -------Tienes unos racimos de fruta dulcísima en tu mesita. Salí del baño y ella me envolvía en la más suave toalla de algodón Turku que jamás pude sentir. La sensación era como el abrazo con las alas de un ángel, suaves y cosquilleantes.... -------¡Venga niña que te tiene que arreglar las uñas de los pies y manos! Cecilia se responsabilizó de los pies; Era lo suyo y a Yolanda le encomienda mis manos, mientras María cogía el cepillo de mi pelo, desenredándomelo. Lo tenía muy largo. Me tapaba el culo. Mi melena era del color de la miel, como mis ojos, acaracolada y muy espesa. A mí sola me era muy difícil de arreglar, y siempre, desde muy niña, María todas las mañanas hacía este trabajo con mucho cariño y delicadeza. Me relajaban sus suaves cepillados. Y por las noches 25 también venía a mi cuarto (aunque era Isis la que me ayudaba cuando había entrado la noche), ya que ella se retiraba con su familia después de la cena. En casa estaba todo muy organizado, Isis era una gran mujer y así se lo hacía saber a todos con su actitud y prestancia. Vivía entre almohadones... Sí, no sólo vivía entre estos, sino que eran de ricas sedas y plumas de ganso. -------- María ¿Piensas que soy guapa? --------No lo dude mi niña. Eres una bella flor de loto. Tenía grandes miedos en mi interior; y la vida me lo daba todo. Estaba todo dispuesto a mí alrededor y no carecía de nada que la vida pudiera darme. Tenía todo lo que un ser humano quiera alcanzar; y mucho más, ya que las riquezas de mi familia eran inconmensurables. Nadie podía ni imaginar lo que estos dos hombres poseían en sus arcas personales. --------¿Habéis terminado?. Dejadnos solas. Las dos mujeres se levantaron con la cabeza baja y desaparecieron prontamente. María cogió a EgeaGea de 26 la barbilla y levantándole la cara le dijo: --------Jamás bajes tu rostro ante nadie. Tú no eres cualquier hembra. Eres una elegida, una reina, una gran mujer y así te debes de comportar. No quiero que tengas nunca una duda ante ellas, ni ante nadie. ¿ Me has entendido? --------Sí, ama. --------Pues piensa en voz baja si tienes dudas en las respuestas. Era una mujer muy concisa en sus palabras. Cuando su madre murió ella la amamantó durante tres años, al mismo tiempo que a Jhonas; por eso entre ellos existe una conexión tan profunda y natural, ya que él está siempre como la sombra que no se ve, a su lado. Ha sido su guardián y compañero y en este viaje, el primero que ella como mujer va a tener, él no está pero llevará sus sandalias, y ella lo siente cuando María se las está poniendo. Las mira muy detenidamente en sus pies y al levantar sus ojos y mirar a María los tiene llenos de lágrimas. Se miran las dos mujeres y se abrazan con verdadero calor de amor. Ya ninguna menciona palabra. Solamente se dejan 27 llevar por el momento. María la embadurna de aceite de salvia y romero mientras ella se recoge el pelo sobre su erguida cabeza. Las dos mujeres saben en este instante, que es decisivo el entender que el comportamiento de ahora en adelante es una gran clave que debe de practicar a solas EgeaGea, ya que la confianza que ha tenido durante la infancia y adolescencia de esta bella dama forma parte de una ceremonia en la cual las enseñanzas de Ama son una primordial clave. -------¿Prefieres la azul turquesa o el verde?. Aunque podemos combinar los dos: el verde debajo, y la turquesa envolviéndote más vaporosamente encima, ¿Qué piensas...? -------Tú eres más sabia en estos menesteres. -------Decide pequeña. -------Verde sobre mi piel, como la esperanza que tengo dentro de mi corazón. La mujer envolvía a la adolescente en la vaporosa seda, mientras Yolanda otra vez en la habitación, con el cordón de oro en sus manos se disponía a enlazar su cuerpo armoniosamente rodeando sus incipientes 28 formas de adolescente. Primero alrededor de su cintura y después en cruzado desde debajo del pecho a los hombros. Al terminar el rico cordón lo acopló entre sus piernas, delimitando su bello cuerpo. Era una diosa fenicia, ya que sus raíces así lo demuestran. ¡Estaba tan bella! Mi imagen en el gran espejo era espléndida. Sólo me faltaban los aderezos de mi cabeza, la corona de pequeñas flores en mi pelo recogido en una gran trenza. Mis dulces bucles caían sobre mi rostro desenfadadamente peinados; el camafeo de mi madre y la seda turquesa sobre mis hombros. Yolanda me la ató muy delicadamente a ellos con el cordón sobrante de oro. Ya estaba dispuesta. Todo parecía estar en su lugar. Cuando me decidí a salir María me llamo: --------Espera EgeaGea, te faltan unas gotas de esencia de rosas. Era la primera vez en la vida que me llamaba con mi nombre de pila, ya que para ella siempre fui su niña. Al volverme y mirar a sus ojos sorprendida por ello, sonrió diciéndome: -------- Desde hoy ya eres una mujer. Piensa en todos 29 mis consejos y advertencias. Ya es hora que empieces a caminar sola y debes de tener la mente muy clara y ser muy justa para contigo y tus semejantes. Anda, baja, ya te están esperando. Había perdido la noción del tiempo, pero al salir de mi habitación y ver toda la cúpula encendida con las antorchas, me di cuenta que debían de haber pasado un montón de horas. La música ya se oía a lo lejos en el gran salón, y el alboroto de los comediantes era agradable, sentir risas y murmullos por todos los lugares, así como un rico olor a incienso, fiesta... Para acceder a la gran sala de Naos, que era la sala donde se veneraba a la gran estatua de la divinidad, tenía que bajar una magna escalera circular. Todo empezaba en un gran descansillo y al final veintidós peldaños claves en mi vida, ya que eran los más importantes de aquella entrada. La música bajó el tono al aparecer en el descansillo y mi corazón se alteró. Fueron unas órdenes vitales y naturales. En el centro de aquel salón un gran tablero oval, la altura de él (no más de media pierna, lleno de agasajos y comidas). En nuestra cultura había muchas descendencias de Oriente. Aquel salón estaba rodeado 30 de las más grandes columnas que pudiereis ver, ya que la riqueza de los dueños que veis escrita en la construcción de ellas, terminaban en forma de cono y estaban coronadas por bellas enredaderas esculpidas por los mejores escultores del mundo. El suelo de aquella estancia era de mármol negro veteado en marfil, con las más esplendorosas alfombras del Imperio Persa. Tras aquella mesa, los cojines en los cuales estaban ya mi padre, el esposo de mi hermana y varias personas más que no conocía. Era normal encontrarse en esta casa con enigmáticos personajes siempre. Eso no me alteró. Sólo sentí un revolcón en mi interior cuando vi una gran melena rubia, sobre aquel rostro lleno de vivencias, era como el bello corcel blanco que mi hermana me había regalado unos días antes, preludio de esta fiesta. Ella siempre me da pistas y ésta podía ser una, ya que el personaje al igual que yo nos quedamos sumidos en un pensamiento vibrante. Yo tardé unos segundos en reaccionar antes de poner mi piececito en el primer escalón, me temblaron las piernas y esto no me pasa muy a menudo por la presencia de nadie, todas las miradas estaban centradas en mi, los trovadores estaban con la cabeza baja en señal de respeto y el servicio totalmente 31 quieto, mi padre muy orgulloso hablaba con el corcel y mi cuñado sonreía y seguía bebiendo haciéndolo frente a una dama muy bella, que estaba a su diestra. Había más invitados, la mesa estaba dispuesta como para unas quince personas, todos ellos venidos de otras tierras, se les veían hombres del norte, personas de gran corpulencia y de rasgos pequeños y definidos, sus melenas rubias quemadas por el sol y el mar les daban un aspecto muy sexy para nosotros, ya que los comerciantes de estos mares suelen ser mucho más morenos y grotescos, razas desiguales entre sí y muy a diferenciar, el corcel no dejó de observarme en ninguno de mis movimientos, y antes de llegar al penúltimo escalón estaba en él ofreciéndome su mano, muy galante, pensé, al ofrécele la mía, noté la brusquedad de la suya, es grandísima y curtida por los trabajos del mar, la mía se pierde dentro es como si se la tragara. Que sensación. Es muy calida, pensé, mientras asentí con mi cabeza en señal de aprobación y cortesía. ------¿Vos sois EgeaGea? Asentí con mi cabeza. ------¿Y vos?. ------Alejandro, bella dama. 32 Son muy galantes y respetuosas sus formas; Me siento espléndidamente mujer. Ahora me doy cuenta de todo lo que mi hermana y Ama querían decirme con sus palabras esta tarde. Un beso tierno y cálido en ella me ponen la piel de gallina. Levanta su mirada y unos ojos negros me sorprenden. Es entonces donde siento otra vez que me flaquean las piernas. Sonrió nerviosamente y al levantar la mirada es cuando veo el gran y musculoso brazo que la acompaña. Es enorme y en su bíceps, dibujada una serpiente enroscada en él, me vuelvo a poner nerviosa. Son sensaciones muy fuertes las que este hombre me está dispensando en unos segundos. Es un juego difícil de burlar, ya que él sabe mucho más que yo y de ello y soy consciente. Bajo los dos peldaños y la esponjosidad de los tapices persas me hacen sentirme en casa otra vez. Respiro profundamente y mientras nos dirigimos a la esquina opuesta de la mesa. Presentándome a todos los visitantes, sus nombres son muy difíciles y tan sólo en mi memoria uno de ellos, Golf Gam. Un hombre muy fuerte con la cabeza rapada. Parece un gigante. Es muy simpático y está en todo momento enseñando la dentadura llena de piedras preciosas. No me extraña que quiera que se la vean. Yo jamás vi una así y me 33 impresionó mucho. Al aproximarme a Padre, con la mirada él ordena a uno de los sirvientes que me acomode los respaldos, para que me sienta más cómoda. Los almohadones de seda color rosa palo y bordes nacarados, resaltan los verdes y turquesas de mis vestiduras, suaves como la piel de un ángel; mientras mi apuesto galán me ayuda a sentarme cómodamente, me doy cuenta de los que están bajo del. Son de cuero rojo y lobo negro. Esta es una pista de Isis, pienso. Vuelvo a levantar la mirada y sobre una piel de zorro plateado, veo su escudo tras él. Es de bronce trabajado con el dibujo de un caballo muy estilizado y veloz. Está rematado con cuero trenzado en sus bordes. Otra vez vuelvo a sentir un súbidon de mi sangre a mi rostro cuando él me ofrece la copa, del mas sutil cristal tallado. Nuestra forma de comer ha sido siempre tumbados, ya que mis padres siempre han sido unos sibaritas, y siempre la mezcla de razas en este palacio fue una unión de influencias muy importante. Aquí, en este salón, han estado los más grandes mandatarios de todo el Mediterráneo. Hombres de poder y gran linaje, mercaderes y luchadores, artistas y plebeyos. El mundo… A nuestro alrededor no dejan los malabaristas de 34 fuego de iluminar y sorprender a nuestros invitados. Las risas de las cortesanas que acompañan a estos duros hombres son amigas de mi padre. Las llevo viendo desde lejos muchos años, ya que siempre que hay una fiesta y baila alguna bailarina, mi hermana dejaba a Ama que me bajara unos minutos a que viera el espectáculo desde el descansillo, o tras las cortinas que daban al hogar. Yo las veía tan elegantes y guapas que no sabía hasta el momento en que se me encendió una luz quienes eran. Acompañantes, y me imagino que buenas herramientas de trabajo para estos hombres: “ L a bebida que no falte en esta casa ” . Es una frase que siempre he oído en voz alta. Terminan todos borrachos, ya que algunas veces cuando Ama se marcha a su casa, por que mi hermana ya está en sus aposentos, yo de puntillas me asomaba en lo alto de la escalera y ¡no veas el descontrol que me encontraba!. Todos están como en un amasijo de carne, y ellas cada vez son las acompañantes de uno diferente. Son tan guapas y parece que felices, que pienso que su vida es maravillosa. Sólo acuden a fiestas, ya que luego jamás me las encuentro en ningún lugar. De pronto, todo parece con un gran control. Las manos sobre las 35 carnes y las copas llenas una y otra vez, van calentando el ambiente. Cuando todo parece que está en una órbita que no es la mía, oigo un susurro en mi oído: -------¿ Es tu primera fiesta, bella dama? -------Sí. -------Pues disfrútala y piensa que eres la mujer más bella de este salón.... Bueno, otra vez ese súbidon de sangre en mi rostro. ¿Que hago?. Sonrió y agachó el rostro para que no se diera cuenta, aunque en ese momento oigo en mi mente las palabras de ama ” no bajes tu rostro ante nada ni nadie ” (Espero que la luz de las velas y las antorchas no sea la suficiente para delatarme) Mirando altivamente la cara curtida de este bello ejemplar. Y es en estos momentos en los que de verdad soy consciente de la raza y pureza de este caballero. Tras el silencio de mis pensamientos le contesto. -------Eres muy atento, gracias. -------¿Eres doncella?. Bueno, ahora casi se me atraganta el vino que me 36 acabo de echar en mi boca, siendo de las mejores cosechas de las producciones más exquisitas de nuestra tierra. Yo solamente me mojaba los labios ya que era muy joven y no se me tenía permitido más. Haciéndome la mujer. En este instante, una gran carcajada cortó el momento de tensión. ¡ja. ja. ja. ! (Echándonos a reír los dos). Mi actitud era muestra de puro nerviosismo, aunque de gran confianza, por mi nobleza y asesoramiento de mis maestras. -------¿Lo dudas?. •-------No, lo presiento. Yo lo único que presentía era los calores que me subían por todos los lugares de mi cuerpo. Era la primera vez que un extraño hablaba de estas cosas conmigo. Pasaron los minutos como si fueran horas y me centre relajadamente en disfrutar de la cena tan deliciosa que habían preparado bajo las indicaciones de mi hermana. Estaba todo dispuesto con tanto gusto y armonía. Que absorta estaba en el disfrute… de vez en cuando miraba al corcel… tropezándome siempre con su mirada, nuestros pensamientos confluían y en una de las veces que volví a sentir la sensación de su mirada, sonreí… cuando el susurro de su poderosa 37 voz, me saco de aquel sueño. -------Mañana puedo venir a veros por la tarde, después de tratar la misión que me ha sido encomendada. Mi padre ha de hablar de cosas muy importantes con el tuyo. Me sentiría muy halagado si aceptarais. Soy una persona muy tímida y llevo dos horas a vuestro lado sin decir palabra. Mi mente no deja de dar vueltas y yo también siento ese hormigueo en mi cuerpo. -------¿Vos también? -------¿Lo dudáis?. es muy escalofriante y, al mismo tiempo, caliente. -------Tendré que estar con mi hermana Isis. Ella es mi mejor amiga. -------La compañía que tú desees será muy bien vista por mí. En aquel momento sonaban las trompetas. Esto quería decir que llegaba ella. Pitia, la más bella bailarina de todos los mares, es una mujer de más de cincuenta años, con un cuerpo bestialmente bello y trabajado. El baile ha sido su mundo y se refleja en él, 38 teniendo parte de éste ricamente dibujado. Según cuentan son los acontecimientos más grandes de su vida lo que se evocan en ellos; y los más diestros tatuadores de países orientales fueron componiendo en él toda esa historia. Nunca los vi de cerca, ya que cuando la he tenido a poca distancia, los lleva cubiertos con sus ropas, (aunque siempre traslucidas), dejando ver sin poder apreciar. Tiene mucho morbo, y los ojos más negros que he visto nunca. Siempre lleva el rostro cubierto, ya que pertenece a padre. •-------¿ Es tu bailarina preferida ? -------¿ Cómo lo sabes ? Ella es siempre un acontecimiento muy importante en estas fiestas y le he oído a mi hermana que tu querías que bailara. -------Para mí es la primera vez que la voy a ver. Es a mi padre al que le vuelve loco, y me imagino que es de él de quien tu hermana habla. Lo dijo señalando a Golf. ¡Uf que alivio y desahogo de tensión tuvo mi cuerpo al oír estas ultimas palabras!. -------Jamás hubiera pensado que él era tu padre. Es 39 un hombre muy....... •-------Especial y mágico. Lleva toda su vida en el mar y éste es el primer viaje que me deja acompañarlo. Yo me he criado en Grecia rodeado de arte. Jamás pensé en otra cosa que no fuera ello. Soy escultor. He oído muchas cosas buenas sobre virtuosos escultores cerca de aquí en las islas Cicladas y deseo llegar a ellas para aprender. Trabajan sobre figuras de la divinidad relacionadas con la Gran Madre. De donde vengo yo son muy apreciadas. -------Me apasionan las islas Cicladas. Es allí donde llevan a las esclavas fenicias y árabes. Es el mayor mercado de ellas. Las más bellas bailarinas allí son vendidas a los más ricos comerciantes que visitan nuestros mares. Estas son las mujeres que sirven de modelos a los artistas… ¡Que apasionante tu viaje!. Te envidio. -------Yo te invito a venir con nosotros. Me sentiría muy alagado, y al mismo tiempo podríamos conocernos un poco más. Nos miramos en este momento a los ojos muy intensamente y fue entonces cuando un gran estruendo 40 nos hizo volver al lugar. Uno de los músicos se había dado cuenta de nuestra avivada conversación y había dado un mazazo a uno de los platillos. A ella no le gustaba que nadie estuviera ausente ni un segundo. Sonreímos por los nervios y dirigimos nuestras miradas hacia las cortinas de terciopelo marfil, desde donde ella salía. Unos segundos antes los malabaristas de fuego habían dejado sus antorchas en el suelo marcando el camino, desde donde ella saldría. Todo era expectación y respeto, ya que es una mujer muy venerada en todo el Mediterráneo. Se dice que una sacerdotisa. Hubo un segundo que miré a los ojos verdes de Golf y vi en ellos la llama de la admiración. Es un hombre de gran sensibilidad. Lo puedo observar a través de esa gran máscara de hombre duro. La miré a ella y sus ojos negros estaban clavados en él. Volví mi mirada hacia mi corcel y en él vi el fogonazo del flechazo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, volví a mirar hacia ella y en ese instante ofrecía su venerable baile a mi padre e invitados. Estaba considerablemente bella. El color de sus velos es dorado y rojos. Sus muñequeras, tobillos y cabeza estaban ricamente adornados con cobras doradas con reflejos brillantes de ricos 41 rubíes en los ojos. Su manto en muselina roja bordada en oro. Es una mujer que según me cuenta mi hermana y Ama, posee la mayor colección de joyas que se conocen, ya que de sus encantos miles de comerciantes y de casas reales se han enamorado, obsequiándola con los más ricos presentes (según cuenta la historia de esta Sacerdotisa). Se enamoró de un rico hombre del norte y se quedo embarazada de éste, teniendo un retoño del cual nadie sabe. De pronto, miro hacia mi corcel y veo en sus ojos el amor que profesa de admiración. Hay algo que trastorna mi mente, ya que cuenta la historia que este joven se encontraba estudiando en Grecia. Vuelvo a mirarla a ella y ¿Qué veo?. Los ojos de Pitia tan negros como los de este rubio corcel. ¡Qué mezcla más explosiva!. Estoy descubriendo, sin saber nada, toda una historia de amor. No me importan sus bailes. En este instante sólo veo y siento a estos hombres y su admiración hacia esta bella mujer. ¿Sabrá Él esta historia?, me pregunto. Mientras oigo otra vez entre susurros. -------¡Es bellísima!. Como mi padre siempre me dijo. Sus grandes y apaisados ojos negros estaban turbios, llenos de lágrimas. La gran emoción que embriagaba el 42 momento era demostrada sin ningún tipo de reparo. Su admiración y respeto estaban a flor de piel. No había dudas. Se habían reconocido y cada uno de ellos estaba dando lo mejor de su amor, ya que todo era eternamente subliminal. -------Es mágico este encuentro. Me miró unos segundos y me dijo: -------Es mágico tu hogar. Gracias por invitarnos y halagarnos con tan bellos presentes. No sabía que contestar ante la emoción de este hombre. No sé ni cuantos años tiene, ni quien es. Sólo sé que me enternece el alma y le gusta el arte. Es un hombre maravilloso, (pienso mientras veo como se desvanece su emoción, dando paso a una suave sonrisa de aprobación y placer). Me acerco al costado de mi padre y le pregunto: -------¿ Quiénes son Padre? -------Has tardado mucho en hacerme esta pregunta. ¿Se la preguntaste a Isis antes de venir?. -------Disculpa Padre mi inexperiencia. Es la primera vez. 43 -------Lo sé hija. Es uno de los pocos caballeros que comercian en este Mare Nostrum. Pertenecen a sangre muy pura como el corcel que lleva su hijo en su escudo. Un noble caballero germano de una estirpe muy vieja. -------¿Te refieres a Golf?.•• -------Sí hija. El es un Lobo Perro. ¡Mira su escudo! Al volver mi rostro hacia su parte trasera, vi un gran lobo negro, como si la visión en este instante se hiciera realidad. Lo vi pasar por entre los escudos paseándose por mi casa como si de la suya se tratara. -------Es amigo mío desde que éramos muy jóvenes. Nos conocimos en el Templo de Apolo hace muchos años. Él fue el hombre que me presentó a Pitia. Ellos dos vivieron la historia de amor más bella escrita en los pergaminos. Tenía una gran casa donde descansaba en sus viajes por estos mares, situada al pie del monte Parnaso en la ciudad de Delfos. Allí viví con tu madre al engendrarte en aquel lugar sagrado. En él fuiste concebida... ¡ fuimos tan felices en su casa! Estas palabras estaban llenas de admiración y 44 respeto. Se ve en sus ojos el amor que siente todavía por el recuerdo de mi madre, y al mismo tiempo por Pitia, ya que es la mujer que siempre ha acompañado a mi padre en sus negocios. Sus juicios eran considerados palabras de Apolo. No es solo una bailarina (dice mi hermana). Es una sacerdotisa muy sabia y aconseja siempre muy bien a Padre. Es una mujer invitada a las asambleas de estado. -------Padre, ¿y su hijo? -------¡Calla! Más tarde te contaré esta historia. Sabía cual era. La había oído contar cientos de veces en el Cúpula. Era parte de la historia de mis antepasados. Los criados siempre hablaban del Lobo. Hoy lo tenía delante. Era un gran día dentro de la historia de mi vida. Parece ser (por lo que siento) que mi bello corcel ha oído hablar de ella. Pero no sabe en realidad quien es. Yo presiento que para su padre fue mucho más que una bailarina, ya que le dejó un bello regalo para que no la olvidase jamás. Bueno, todo esto son divagaciones mías. Mientras tanto me he perdido todo el baile de Pitia, pero he visto muy claramente uno de los dibujos que lleva en su lado derecho. Es un hombre desnudo esculturalmente bello, 45 subiendo por las costillas de su costado. Su cabeza está rapada al igual que la de Lobo y en su cuello lleva un signo muy extraño. La música con la que lo ha interpretado era tan profunda: flautas y chirididus, acompañados por chembes, me han hecho sentir una gran historia de amor. En ese mismo instante todos aplaudimos y los hombres se levantan de la mesa. La admiración y el respeto que hacia esta mujer profesan, son mágicos. --------Después del baile te retiras a tus habitaciones. ¡Presto! me dice mi padre muy bajito al oído. No me hace ninguna gracia pero sé que debo obedecer, ya que siempre mi hermana hace lo mismo. Es decir que vuelvo a aspirar un gran halo de oxígeno y miro a mi costado. El príncipe azul del cual me debo de despedir, no ha desaparecido, no es un sueño, tengo la oportunidad de verlo mañana. Me lo ha pedido, levantándome muy discretamente, sin causar alboroto. El se levanta y me ofrece su mano para facilitarme la salida entre los cojines. Lo miro a los ojos y me sonríe, guiñándome uno de ellos. --------Espero que me concedáis el honor de poderos 46 ver mañana. --------Espero que raudo y veloz lo hagáis en el momento que os fuera posible. --------¿Lo dudáis? --------¡Jamás! Temblaban otra vez mis piernas pero mi voz era muy firme y totalmente convencida. Era un hombre de palabra. Me acompañó hasta el centro del gran salón, donde allí me paré unos segundos mirando a los comensales y en señal de despedida sonreí. Todos asentaron con la cabeza mi partida de aquella cena. Al girarme en dirección a la escalera la vi más alta que nunca. Yo tendría que subirla sin mirar hacia detrás como una dama, cuando lo más mágico que me había sucedido en mi vida se quedaba allí abajo. ¡Qué catástrofe! pensé, mientras subía los primeros escalones. Oí por ultima vez su voz. --------Por la tarde no lo olvidéis. Sin girarme le dije: --------En el acantilado oeste. Era mi lugar preferido cuando quería estar sola y 47 esto sería un secreto. Quería conocerlo a él a solas, sin ninguna mirada indiscreta de nadie de mi entorno. Soy una gran atrevida y se lo hice saber en esta cita, la cual sería muy importante en nuestras vidas. Lo tenía claro desde el primer momento en el cual vi su melena rubia sobre su rostro y hombros. Al llegar al último corredor que da a nuestras habitaciones hay un trozo donde no hay techo, es decir, que las estrellas lo son. Fue en ese mismo instante donde al mirar hacia él, una gran estrella fugaz hizo su aparición, explotó y siguió su halo unos segundos más, volviendo a explorar por segunda vez, llenándome de esperanzas, ya que pedí un deseo. Jamás había visto una estrella que volviera a explotar por segunda vez. ¿ Querría decirme algo la naturaleza?. No tardé en dormirme esa noche, ya que no tengo costumbre de beber vino, y los dulces sueños llenaron mi interior con el bello goce de estar junto a él. Aunque fuera en sueños viví una bella historia en la cual bailaba para él, sólo para él.• No hubo en esta fantasía un momento de acercamiento retirado. Siendo observada por él como una bella flor, entre bellas flores estaba todo este sueño; Y mis joyas eran ellas, solamente pureza enredadas en mis brazos y 48 piernas. Mi pelo suelto ondulante con los movimientos armónicos de mi baile, lo estaban hipnotizando, como la serpiente de su brazo, la cual también bailaba; y hubo un momento en el cual ella se subió por mis piernas, desapareciendo entre ellas y las gasas de mis vestidos. Mi rostro estaba lleno de placer al igual que el de él. Estábamos los dos sumidos en el éxtasis más sublime de nuestras vidas. Me estaba poseyendo, me estaba amando y los dos lo sabíamos. Hubo un momento en el cual me desperté. Estaba amaneciendo. Fueron tan solo unos segundos y estaba encogida con los brazos juntos entre mis piernas, húmeda. Cuando volví a abrir los ojos ya reinaba el sol en el cielo y por la terraza entraba entre las grandes columnas rodeadas de enredaderas y jazmines, los rayos de este a mi lecho. ¡Qué felicidad sentí aquella mañana!. Estaba pletórica de vida, voraz llena de ella. Al retozar unos momentos fue cuando pude recordar muy levemente el sueño: mi entrepierna seguía húmeda, era una sensación que conocía. Jhonas vino en este momento a mi mente. Era con quien la había gozado antes. Bellos recuerdos entre sus brazos me traían imágenes entre los jardines del Palacio 49 escondidos por cualquier lugar. Juntos. Siempre entrelazados, unidos por otras vidas eternamente. Siempre tuve claro que era mi alma gemela. Él sabía como era yo, y como hacerme feliz en cualquier momento. El ruido por los pasillos me hizo volver a la realidad. Las mujeres cuchicheaban. Era el momento de poner un pie en el suelo y de enfrentarme con la realidad del nuevo día. En ese instante apareció Isis, como la más bella flor del jardín real. -------¿ Cómo está mi bella durmiente...? -------Aturdida ante tu belleza. -------Llevo horas despierta entrando de puntillas para no despertarte de tus dulces sueños. Estabas tan bella: me recuerdas tanto a mamá... Sus ojos estaban brillantes. Su pelo suelto al viento llenaba aquel espacio. Era una gran mujer; era mi ejemplo y mi guía; era un sueño hecho realidad, para los más exquisitos. En ese instante me acariciaba el rostro con tanta ternura que unas lágrimas aparecieron en mis pupilas. 50 -------¿ Qué hubiera sido de mí, si tú no me hubieras protegido siempre? -------Fuiste la luz en mi vida. -------Tú mi vida. Estábamos muy compenetradas y nos amábamos. Era tan natural para todos vernos llorar de amor. Entre las dos siempre hubo esta magia que embriagaba nuestros corazones haciéndolos palpitar. -------¿ Tú sabías lo guapo que era? -------Yo sabía que era él. -------¿ Es el hijo de Pitia? -------¿Tienes alguna duda? -------No. -------Sería el único hombre en la tierra que alabará tus bailes y te dejará realizarte como mujer. -------¿ Cómo sabes esas cosas ? -------Tal vez él haría lo mismo que Padre. -------Es un artista. Lo lleva en la sangre. 51 -------Ha quedado con migo esta tarde en el acantilado. -------Lo verás antes, ya que estarán con nosotros para almorzar. Habrá mucha gente, ya que vendrán amigos de Golf. Están en su gran barco al norte del arrecife. Levántate y métete en el baño. Ya lo tienes preparado en mi habitación. No quise que te molestaran las mujeres esta mañana. -------¡Qué buena eres conmigo ¡ -------Es algo que siento tan dentro, ¡Mi amor! Sonreímos las dos y nos dimos un gran abrazo lleno de paz. Sentí su olor como siempre a Agua de Rosas. Era su aroma preferido, una de las ricas esencias que elaborábamos para el comercio, siendo de gran aprecio por los ricos más ricos comerciantes que venían a nuestros mares. Acto seguido me dio la mano y me acompañó a sus habitaciones. Yo no tenía mucha costumbre de entrar en ellas, respetando la intimidad del matrimonio. Pero siempre que ella podía me llevaba allí. Eran momentos en los cuales su esposo estaba fuera. La verdad es que me encantaba entrar en aquella suntuosa estancia tan íntima de color 52 caramelo como ella. Era tan dulce todo lo que había en estos aposentos. Los muebles eran del más divino marfil que nadie pudiera imaginar, y las muselinas que vestían aquella estancia eran tan fluidas y volátiles como un sueño, los tapices más sutiles y mágicos, los ricos linos y maravillosas lanas completaban todos los complementos de esta estancia, en colores pasteles, comprendo que cada vez él quiera estar más tiempo allí a solas con ella. Tiene todo tanta armonía y bienestar. Él, siendo un hombre ya muy mayor, está muy fuerte y erguido. Todos los días se va hasta los arrecifes a andar, y allí se baña, •( Haga frío o calor). Solamente desiste de esta costumbre si hay tormenta, aunque a veces, ella se lo prohíbe por el mal tiempo, él no hace caso. Es un hombre de ideas fijas. Si, así es. La consiguió a ella después de estar comerciando con padre más de diez años. Cuentan historias en el lugar, de que jugando entre las piernas de Padre él vio la dulzura de Isis. Por el trato de ésta hacia todos, ello fue lo que hizo llegar al acuerdo que los dos tienen de negocios. Él asumió a su futuro suegro como socio de él, de por vida. Ese fue el pacto, y lo ha cumplido. La verdad es que ella, a pesar de la edad tan 53 avanzada de él, lo aceptó, por el rayo de luz que lleva en su cabeza, que yo no se lo veo pero parece que es una historia cierta. ------¡Desnúdate bella dama! Me despojaba de mis dulces camisones, cuando oímos en el jardín un sonido conocido, como el canto de una gaviota de mar. ------Es Jhonas. Se me iluminó el rostro de alegría, nos miramos las dos y le pregunté: -------¿ Qué hago? •-------Salir a verlo tonta. Me puse una capa sobre mi cuerpo desnudo y salí al mirador. Él estaba allí, sonriente como todas las mañanas. -------¿Te gustaron las sandalias que hice para ti? -------¿Cómo puedes dudar de ello?. Son las más bellas que mujer alguna tuvo. -------¿Tardarás mucho en bajar? 54 -------Voy a bañarme en los aposentos de mi hermana. Después del almuerzo nos vemos. -------Estaré donde siempre. -------Rauda y veloz saldré en el momento que me sea posible. Me mandó como siempre un gran beso sobre la palma de su mano. Es tan dulce y amoroso. Es mi mejor amigo. Al volver a la sala de baño, mi hermana sentada en el borde de ella y mirándome fijamente me dijo: -------Tienes que diferenciar el amor de la amistad. -------No quiero pensar en ello ahora. Jhonas es mi mejor amigo y quiero contarle lo que me sucede. -------Lo matarás. -------Me confundes. -------Para él, eres la mujer de sus sueños. -------Y para mí él es mi mejor amigo. -------Si, pero él es hombre. -------¿Y me vas a decir que él no siente lo mismo por otras damas ?• 55 -------Aunque lo sintiera, para él tú eres suya. Las demás son solamente mujeres. -------No te entiendo -------Los hombres tienen un instinto de posesión muy fuerte y él siempre ha sido tu guarda, tu compañero, tu fiel amigo. Con él has aprendido muchas cosas que solo un hombre te podía haber enseñado, y eso no lo olvidará jamás. Es tu hermano de leche. -------¿Qué crees que debo hacer? -------En primer lugar como tu dices, contarle todo lo que te sucedió anoche... Así las dos mujeres se metieron en el baño juntas y pasaron horas bañándose y dialogando sobre todo lo acontecido la noche anterior. El día era espléndido y los rayos del sol picaban la estación. Era ya primaveral. En los jardines se preparaba una gran fiesta, ya que el almuerzo sería copioso y con muchos más invitados. Vendrían muchas parejas y niños. Las fiestas de día eran muy diferentes y populares, ya que se hacía partícipe al pueblo de ellas, y ésta era una sonora fiesta. Habría una pedida de boda. Era algo que EgeaGea no sabía todavía, pero que en el 56 desayuno los hombres ya habían pactado; e Isis había sido advertida unos minutos antes de ir a despertar a su hermana. Había un pacto en el cual Golf (que es el mercader más considerable del Mar del Norte, dueño de las islas Frisias), quería asociarse con estos dos hombre y entre los tres dominarían tres cuartas partes del Mare Nostrum, ya que él estaba tratando la boda de su única hija con un Romano gran comerciante de los mares Líbico, Tirreno y Ligurico. Esta unión debía de ser lo antes posible, ya que este viaje era para soldar lazos muy fuertes de unión entre muy grandes hombres. Yo era ajena a todo lo que sucedía a mí alrededor, pero en muy poco tiempo fueron preparándome para ello. Habría una gran fiesta en Delfos, santuario de Apolo núcleo comercial de los primeros griegos y romanos, lugar en el cual solamente fui una vez de muy pequeñita y me marcó toda mi vida. ------Quiero que sepas algo que Padre me dejó caer esta mañana. ------¿ Qué pasa? Tu tono de voz es muy extraño. ------Golf ha venido de negocios a estos mares. 57 ------¿Cuál es la mercancía que él trabaja? ------Es el dueño de los mares del norte. Es un rudo hombre muy conocido por Padre en su juventud. Es el varón que fertilizó a Pitia en su mocedad llevándose al niño con él. Ella se lo ofreció en acto de amor, ya que debía de seguir bailando y él era un hombre casado. Lo crió como a un Rey y le dio la instrucción que él quiso. Es un hombre amante del arte; además de ser uno de los hombres más poderosos del mundo. ------Hay algo que me choca y es la idea que hemos tenido siempre las dos de que yo me casaría con quien yo quisiera. El tono de voz era un tanto desacorde con la forma que estas dos mujeres tenían siempre de tratarse. ------No te estoy diciendo que aceptes. Te estoy contando lo que sucede, mi amor. El tono (en este caso) de Isis era muy dulce y maternal. ------Me das un respiro pero no la solución. ------La solución esta en ti. Como siempre, Isis dejaba una ventana abierta. 58 Siempre que le cerraba la puerta, y ellas dos lo sabían, tan solo debían entre ellas de llegar a encontrarla. ------Siento en estos momentos el arduo peso del poder, y sé que si Padre te ha dicho esto, es para que no sólo me lo cuentes, si no para que yo te dé la respuesta, sin dilación. ------Conoces a Padre. ------Sí, al igual que tú. ------¿Pero qué te parece tu apuesto galán? ------Atento, educado, sensible, guapo; lo tiene todo, pero yo no lo conozco. ------Pues no vas a tener mucho tiempo. ------Se marchan al amanecer con la respuesta, ya que la boda de su hermana Malena es en tres lunas en el Puerto de Génova. Están todos invitados si dijeras que sí; las prepararían juntas. De aquí se marchan a las islas Cicladas, “ ya que su arte, la escultura, le llevan hacia ellas ” . Es la frase que más me ha impresionado de lo que hablaron ayer delante de mí, con Padre. Es un hombre de gran respeto tratando los 59 más ricos mármoles. Ahora viene de las canteras de Carrara con su padre y traen en su barco del más puro Bianco Carrara y Bardiglio Nuvolato, para enriquecer su palacio de la isla de AndrosDelfos; donde está dispuesto a hacer el más bello Templo que jamás nadie conociere, venerando a la mujer, “ El Templo más bello del Mare Nostrum ” (según palabras suyas). ------No me digas todo esto tan rápido, no puedo asimilarlo. ------Lo sé pequeña flor, pero es el momento de decidir y tienes muy poco tiempo. Se paró a pensar unos minutos mientras veía a su hermana salir del baño con la ayuda de ama y Yolanda. Estaba tan guapa con la barriguita ya muy baja; faltaba muy poco para el alumbramiento ------No puedo, mi sobrino nacería en esas fechas y he de estar a tu lado. ------A mi lado estarás como lo has estado siempre. Este hombre no quiere llevarte lejos, Padre le cede la casa de Delfos a Alejandro. Vivaríais muy cerca de nosotros, mientras termina su palacio, ya que es el presente que Golf le ha hecho por su mayoría de edad. 60 Es un joven y apuesto hombre, rico por dentro. Su alma es del más rico cristal volcánico. Esta expresión era muy de valorar, ya que una de las joyas de estos mares era el encontrar Obsidiana (cristal volcánico). Esta casa estaba emplazada en el famoso Oráculo del Dios Apolo, situada en la ladera sur occidental del Monte Parnaso, en la región de Fócida cerca del golfo de Corinto, considerada por los antiguos Griegos, el centro de la Tierra, Delfos fue el Oráculo de la Diosa de la tierra Gaya. Según la leyenda, Apolo derrotó a la monstruosa serpiente Pitón que custodiaba a Gaya y la expulsó del santuario, el cual después compartió con el Dios Dionisio. Los sacerdotes Delfos desarrollaron un complicado ritual, centrado en la sacerdotisa principal que era Pitia. Sus manifestaciones eran consideradas palabras de Apolo y el oráculo era considerado por los ciudadanos particulares como oficiales públicos. El camino sagrado al palacio estaba alineado con ricas casas construidas con las ofrendas dadas por las ciudades estado Griegas. Padre era dueño de una de las más bellas, la que ofrecía por la unión de estos dos 61 jóvenes. Si ello fuera hacia adelante era parte de mi dote. ------Isis, está ya todo dicho. ------Si, ellos tomaron esa decisión esta mañana. Eres muy bella y Alejandro se siente muy feliz de que seas su prometida. ------Estoy aturdida. No doy fe a lo que oigo. Esta noche he tenido un extraño sueño...... Le contó lo que podía recordar de él y la sensación húmeda entre sus piernas. ------Esta noche la bella Pitia (con su danza), en el gran salón de la Diosa Madre ha hecho un ritual sagrado cuyo único destino está asociado con la fertilidad. Eres la elegida y ya lo saben. Serás la mujer que engendre al Dios del Mar. Se incorporaba del baño en este momento, siendo acogida entre los brazos de Cecilia. Con mucho cariño la abrazó y dándole un beso en la mejilla le dijo ésta: ------Es el hombre más guapo que he visto jamás, y anoche desde las cortinas pude ver como os miraba. 62 Los ojos los tenía llenos de amor. Eres un sueño para él. ------¿Pensáis esto en realidad?. Dijo dirigiéndose a todas las mujeres de aquella estancia. ¡ Ja. Ja. Ja. Ja...! Risas de todas ellas bajan el asombro de la pequeña damisela. Esto le hizo enfadar y les dijo con un gesto muy cerca del llanto: ------Haré lo que me aconsejéis, ya que siempre lo hicisteis bien; pero si fracasara este matrimonio, os lo encasqueto a vosotras. ---------¡ Ja. Ja. Ja. ! ------Yo sé de alguna que se iría a vuestro servicio sin que se lo pidierais (Dijo María). ------Bella flor, hoy tienes que estar mucho más bella que ayer. Ordenó rauda a las mujeres para que se encargaran de ello, con tan sólo un gesto. ------Ama, ¿ Jhonas que pensará ? ------El siempre supo que cuando pasara tu pubertad serías de otro. Es tan sólo un zapatero. No sirvió ni para poderos dar lo que os merecéis. Por rango y 63 linaje, si bien tu Padre siempre quiso ayudarlo al ver lo felices que erais juntos. No pienses en él, ya que tu felicidad y el honor de esta casa están en juego. ------¿Cómo queréis que no piense en él? ------¡Basta ya!. Hoy vestirla de color marfil. Daba órdenes Isis; y las mujeres desaparecieron y en unos segundos estaban allí, vistiéndola como a una reina. Le trajeron la más bella Cástula (falda desde debajo de los senos hasta los pies) en seda marfil, y el Pentectënes (Túnica de cuatro puntas) en seda ocre bordada con una rica cenefa de flores en oro. Hoy las flores en su cabeza eran simples margaritas. La corona era tan bella..... Le pusieron por todo su pelo algunas de ellas. Estaba muy sensual y bella. Sus duros pechos marcaban aquellas muselinas con verdadera potencia, ya no la vestían como una niña. Había pasado a mujer en tan sólo veinticuatro horas. En ese instante que ya estaba vestida, apareció María con unas nuevas sandalias de cuero marfil y dorado, simulando la planta de las margaritas, rodeando sus tobillos y subiendo por sus piernas. En ese instante, cuando las tuvo puestas, al mirar a su hermana de 64 frente, rompió a llorar. ------Yo le quiero. ------Pronto te has enamorado. ------Quiero a Jhonas. Hubo unos segundos en los cuales todas las mujeres se quedaron atónitas, mirándose unas a las otras. Estaban heladas ya que María estaba presente en toda esta conversación. Fue ella la que rompió el hielo. ------Ese amor que tú crees tener por Jhonas, es solamente el amor que se le tiene a un hermano. Yo os di de mi pecho a los dos juntos. Sois hermanos de leche. Rompió a llorar en sus brazos. Era la única que podía consolar el dolor de su corazón. Estaba totalmente hundida y más hermosa que nunca, ya que dicen que es cuando una dama está más bella. ------Seca tus lágrimas que no tenemos mucho más tiempo. Nos esperan. (Me dijo muy cariñosamente Isis, mientras me daba un suave pañuelo de seda marfil con las iniciales de las dos en seda dorada, eran las que llevaban bordadas en muchas cosas que utilizábamos en 65 común). Nos dirigimos a la gran puerta que daba a la terraza y de allí bajamos las escaleras que atravesaban los jardines privados de sus habitaciones y traspasamos la entrada que comunicaba con los jardines del Palacio donde se encontraba el altar de Zeus. Era el señor del Cielo, Dios de la lluvia, acumulador de nubes y del terrible rayo. Presidía a los dioses en el monte Olimpo. Representados allí todos, este lugar era sagrado. Ellos, a su vez, daban a la más bella vista que jamás noble alguno vio, la ciudad de Creta. Anunciaban nuestra entrada en este momento las trompetas, cuando sin saber cómo, me doy cuenta de que estoy frente a los dos hombres de mi vida, ya que tengo a mi lado a Alejandro y frente a mí a Jhonas. ¿Cómo hacer?. Estoy muy nerviosa y parece ser que nadie es consciente de ello. La presentación de los dos hombres fue maravillosa, ya que Jhonas le había hecho unas sandalias bellísimas a Alejandro, había estado trabajando durante toda la noche para no pensar y su trabajo era el fruto del amor que me tenía. Con este detalle me quiso decir, que él, lo aceptaba y que me haría feliz. Todo transcurre con armonía, ya que mi hermana no me deja sola ni un instante. ¡Las cosas de la vida!. Es 66 difícil asumirlas muchas veces, pero son tan naturales como ciertas. Aquel almuerzo fue exquisito, ofreciéndonos el pueblo los más ricos frutos de mar. Los invitados estaban felices y la armonía era absoluta. La vida es maravillosa y todos estábamos radiantes. Jhonas también lo era, ya que en ningún momento sentí por su parte descontento alguno. Hablamos en alguna ocasión los tres y Alejandro supo desde el primer momento lo que había habido entre nosotros. Quedamos para más tarde, nos veríamos en nuestro lugar secreto. Esta seria nuestra última cita furtiva, pensé, al mismo tiempo que Jhonas se me acercó y me dijo: -------¡Ya eres una mujer!• ------- Bien sabes que todavía no lo soy. ¿Habría por ello dejado de gustarle? pensé. Estaba muy confusa, pero todo transcurría con tanta normalidad, que no me podía parar a asimilar el momento. Lo vivía como me llegaba. La vida nunca me había hecho reaccionar a tanta velocidad. Ello era lo que me dejaba en blanco en algunos momentos. Más tarde, cuando nos retiramos, ya estaba entrando 67 el ocaso del sol por entre las montañas. Fue cuando me acordé de las dos citas. Tenía que correr para poder estar en las dos. Primero me dirigí al cenador del gran salón, donde se encontraba el altar de Hestia. Este daba a un acantilado el cual siempre a esta hora estaba solitario. Sólo los pájaros eran nuestros compañeros. Al entrar en él me quedé muy sorprendida: él no había llegado. No puede ser (pensé). La segunda sorpresa fue oír entre los rosales el canto de la gaviota. Es él (pensé). Estaba acostado en el frondoso césped, esperándome, como un Dios. Es tan dulce y tierno... es parte de mi vida. Corrí a su encuentro y al llegar a su vera, tropecé cayéndome encima: ------Bueno, ¡Qué efecto te ha hecho él sentirte mujer! Me dijo teniéndome entre sus brazos. ------No te rías de mí, tonto. Era gran conocedor de mis reacciones y tonterías como él las llamaba. Cuando mi madre murió él tenía cuatro años, dos más que yo, y Ama nos tuvo juntos los tres años que le duró la leche. El ya tenía dientes y la 68 mordía. Por esto Ama siempre le reñía, y tenía que ponerse en la tetilla después que yo. Había un amor y celos muy poderoso en nuestra relación con Ama, ya que los tres siempre habíamos compartido muchas cosas. Nos conocíamos a la perfección. ------Te vi como lo mirabas. (Me decía mientras me tenía entre sus brazos, acariciándome muy delicadamente una de mis mejillas, coloradas ante tal afirmación). ------Y yo a ti cómo le ofrecías lo mejor de tu trabajo. ------Será tu dueño. ------Jamás tendré dueño y tú lo sabes. ------Te van a casar con él. Era muy afirmativo en sus palabras y ellas siempre habían estado llenas de sabiduría. A pesar de lo vago que había sido siempre en las enseñanzas de nuestros profesores, era muy inteligente y ello siempre había hecho mella en mí. ------Será si yo quiero. ------Será si a ellos les interesa. 69 ------No me vuelvas loca, no quiero pensar en él en este momento. ------Pues ¿para qué hemos venido? ------Necesitaba sentirte a mi lado. ------¿Te parece poco el haberme pasado toda la noche haciendo unas sandalias para tu apuesto galán?. Yo siempre estaré a tu lado. ------Me has hecho muy feliz y a él le han gustado mucho. •------Lo sé, por eso lo he hecho. Le he ofrecido lo mejor que tengo, ya que no puedo tener riquezas como él. ------¿Qué piensas de todo esto?. ------Que ha llegado la hora de separar nuestros caminos. Hemos sido más que hermanos durante quince años, pero este es el momento en el cual tenemos que decidir que hacemos de nuestras vidas, y la tuya ya tiene camino. Yo decidí hace años seguir siendo no solamente un plebeyo, sino que me dedicaré a seguir haciendo calzado. Soy un artesano. Jamás te podría dar más y tú eres de cuna noble y a ella te debes. 70 ------Parece que todos os hayáis puesto de acuerdo. No entiendo nada. Para vosotros es normal que desaparezca con este hombre y siga mi camino. Para mí es tan difícil... debo de ser un bicho raro. ------No bella dama. Tu camino estaba escrito por los Dioses, y a él te tienes que enfrentar en este instante de tu corta vida. ------Me das miedo. ------Jamás intentaría algo así. Solamente quiero que seas consciente de todo lo que debes de afrontar. Tu vida, como ya te he dicho, está escrita por los sabios desde hace muchas lunas. Todo en tu paraíso ha sido descrito por ellos. ------¿ Cómo sabes tantas cosas? ------Mi madre es la mujer de confianza de tu hermana y lo fue de tu madre. Ella jamás me engañó y siempre me puso claro tu destino. Yo lo he asumido simplemente a lo largo de nuestra vida. Siempre supe que serías de otro, por ello viví toda mi vida esperando este momento: tarde o temprano se haría realidad. Solamente tenía que llegar. 71 ------¿Y té quedas impasible a ello? ------Jamás, mi amor. ------¿ Qué haremos? ------Esperar. Debes conocerlo y darle una oportunidad. Si no estuvierais enamorados y lo tuvierais claro, yo te rescataría de las garras del monstruo más grande del mundo. No tengas miedo, abre tu corazón y escucha tus sentimientos. Observa sus movimientos hacia tu interior, tal vez éste sea tu sueño. ------Os haré caso. Siempre fuisteis muy justo y sé que me amas. ------Más que a mi propia vida. Por ello, sé que la daría por ti. Estaba entre sus brazos y los labios de los dos jóvenes se unieron en el más largo beso, que los dos antes habían tenido juntos. Su muestra de amor estaba firmada con la humedad y la tensión de las entrepiernas de los dos adolescentes, unidos por el destino de sus infancias, aletargados y sedientos de más. Los dos jóvenes se despedían. Entre ellos no 72 solamente existía una unión carnal, era sublimemente idealizada por el amor etéreo de las ninfas y los dioses. ------He quedado con él para vernos en el arrecife. ¿ Vienes?. Le dije que iría acompañada. ------No, mi niña. Debes de enfrentarte tú sola a tu destino. Yo sería solamente un estorbo. ••------Hay algo que me ocultas. En estas palabras había escondido un trasfondo del cual la bella niña no tenía noción pero presentía. En sus andurriales con la plebe, Jhonas, estaba acostumbrado a tratar con mujeres del pueblo, habiendo en este momento en su vida una bella joven, con la cual podría tener un hogar digno. Era la hija de un rico mercader de alfombras. Venido a menos por su adicción a los vinos, (allí en aquellas tierras los hay de gran calidad), siendo muy apreciados por los comerciantes, esta bella dama trabaja en los telares del padre y a su vez lleva a un grupo de mujeres de labor. Es una mujer culta, ya que en su infancia el padre era muy poderoso. La casó con un hombre de la ciudad de Thera, del cual quedó viuda 73 siendo muy joven. Tiene dos hijos muy pequeños, los cuales son una delicia. Es una mujer independiente que en estos momentos lo estaba instruyendo en el arte de amar. Los dos se llevaban muy bien y tal vez era el momento de desvelar este gran secreto y hacérselo saber a su hermana de leche.• -------Yo estoy. Aprendiendo a amar. -------¿ Con quién? En pocas palabras, él le desveló su secreto, y ella le puso en antecedentes de la invitación de él a viajar hasta el Santuario de Apolo. Se despidieron llenos de felicidad, ya que los dos se querían más que a sus propias vidas. Entre los dos había mucho respeto. La bella EgeaGea marchó hacia su cita con el posible hombre de sus sueños, sintiéndose libre y llena de felicidad. Él la miraba desde lejos con los ojos llenos de lágrimas. Sabía que ya no la volvería a poder tener entre sus brazos. Había sido la última vez que sus húmedos labios se juntaban en aquel su último beso. Hubo unos segundos en los cuales ella hizo el ademán de volver su rostro y él se gira para que ella no lo pudiera ver llorando. Jamás sabría ella el sacrificio que este joven hombre había hecho 74 por amor. En lo alto de la montaña, cerca del arrecife, pudo distinguir a su joven y apuesto galán. Al trasluz de la más tenue luz del crepúsculo de la tarde, era un hombre de complexión muy fuerte. Sus vestiduras eran de un Rey, color rojo burdeos con accesorios en bronce. Es muy elegante su figura y ello la pone un poco nerviosa al acercarse. Impone respeto. Los hombres romanos siempre son muy elegantes, ya que es un país de mucha cultura en el arte del vestir. Al acercarse sin ser vista, ya que él está sumido en la profundidad del horizonte, lo hace muy suavemente, y al estar junto a él y ponerse a su misma altura, las dos manos de los dos jóvenes se unieron en un lazo eterno, estando sin decir palabra durante algunos minutos. ------Pensaba que no vendrías. ------Se me hizo tarde hablando con mi mejor amigo. Seguían los dos mirando hacia el horizonte. ------¿Tienes ya claro, él por qué estoy aquí, en tus tierras? 75 ------Sí. Mi hermana y mis personas de confianza me lo han hecho saber. ------¿ Y qué piensas? •------Quiero conocerte. ------¿Qué quieres saber de mí....... ------¿Qué haces en tu vida? ------Soy escultor. Trabajo con los más grandes maestros del arte escultórico, siendo un magnífico retratista. Empecé mi andadura dentro de este arte con un viejo amigo de mi padre, al cual fui entregado siendo un niño. Para mí él y su mujer son mis padres terrenales. Ellos me enseñaron el arte de vivir y ser un hombre de bien. Fidias es uno de los maestros más notables de esta generación. Siendo tan sólo un niño me pusieron a tallar, maderas nobles, abedules, robles, pinos y nogales. Hoy en día soy un gran discípulo suyo y mis trabajos en mármol son muy preciados. Uno de los negocios de los cuales mi padre de sangre Golf se siente más orgulloso es éste, ya que los más grandes edificios sagrados y retratos de los más nobles comerciantes, reyes, hombres de esta historia, dioses y sacerdotisas los estamos 76 negociando nosotros. Tenemos a un gran equipo de artistas, discípulos de los mejores escultores griegos y este arte perdurará en la historia. Esta es mi vida, y como te comenté ayer tengo que ir a las islas Cicladas. Debemos desembarcar todo el mármol que llevamos en el barco. Es para el Templo más bello que nadie vio, y quiero que tú seas la imagen con la que pueda trabajar las más bellas esculturas que sobre la mujer se han hecho. ¿ Querrás ser mi modelo? ------Llenas de vanidad a esta joven mujer, que hace tan sólo dos días era una niña. Me sentiría muy feliz viajando acompañándote a los viajes en los cuales tú quieras llevarme. ------Eres una bella dama y no solamente en tu exterior, tu interior esta lleno de riquezas. Así me lo han hecho saber los más grandes y sabios consejeros de los que mi padre cuenta. Nuestros caminos están enlazados por la historia de nuestras familias. ------Me gusta oírte hablar, pero me confundes. ------Tú estas predestinada a ser la más grande Sacerdotisa de la historia y yo crearé nuestro 77 imperio a tu imagen y semejanza. Tu interior es tan puro como tu alma. ------¿Por qué me dices esto?. ------Porque así me lo ha hecho saber anoche Pitia. ------Ella nunca quiso ser mi amiga y jamás me insinuó nada, no queriéndome enseñar a bailar, sabiendo el amor que proceso por este rico arte. ------Solamente intentaba no influenciarte en nada, y al mismo tiempo siempre ha seguido muy de cerca tus enseñanzas con los mejores músicos. Las más bellas bailarinas estuvieron siempre cerca de ella para seguir tus pasos en este camino. ------Jamás sentí su presencia cerca, pero sí tengo que reconocer que lo que cuentas tiene un sentido y seguro que tienes razón. Ella siempre me dio muy buenas energías y yo siempre la idolatré, así es cómo se la tiene aquí, en estas mis tierras, idolatrada. Es más que una Diosa. ------Sus palabras son salidas de los labios del Dios Apolo. Así era como esta bella esclava llegó a ser una gran 78 sacerdotisa. Bajo la protección de Teseo su padre, al mismo tiempo fue siempre desde la distancia protegida de Golf, ya que era la madre de su hijo Alejandro y él tenía que llegar a ser un día un gran hombre que dominara el poder del mar en el centro de la vida de las Cicladas. Ese fue el pacto que hicieron estos dos hombres cuando se conocieron y nosotros sus hijos seríamos los que viviríamos esta historia escrita por los más grandes sabios. Los dos jóvenes tenían sus días firmados en los pergaminos antes de tener uso de razón. Así eran sus vidas y ellos dos lo tenían que asumir muy rápidamente, con resignación y respeto. ------¿Tú que piensas de todo esto que nos está sucediendo? ( Le pregunto la bella joven a su apuesto). ------Que jamás imaginé lo bella que pudieras ser. ¿Y tú que es lo que sientes junto a mí? Hubieron unos minutos de silencio, mientras los dos seguían mirando al horizonte con la mirada fija en él. -------Que tú eres el hombre que construirá el Altar de la Paz, en el cual yo quiero invocar a los Dioses 79 para que jamás falte en estos mares. Él rápida mente contestó: -------De los más bellos mármoles y pensando en ti bailando. Para ellos, los Dioses Sagrados, tú eres la Sacerdotisa de mis sueños embriagantes en las dulces y cálidas noches, en las cuales me quedaba mirando al cielo, en él aparecía mi estrella fugaz y siempre le pedía que me llevara a tu lado. En este instante, los dos se miraron a los ojos, y se unieron en un dulce y tierno abrazo. Estaban predestinados a encontrarse y unirán sus vidas para siempre. Así estaba escrito. -------¿ Me amas? -------Serás mi reina, y ten seguro que la mujer más feliz de estos mares. Estas palabras estaban llenas de vida y traspasaron los cuerpos de estos dos jóvenes amantes. -------¿Cuándo partes? -------Mañana al alba zarparé para AndrosDelfos. ¿ Deseas venir ? 80 Es un hombre muy escueto en sus meditaciones. Sabía lo que quería y era directo. Ella le miraba con admiración y respeto. Sus ojos estaban iluminados, llenos de vida y de ilusiones. •¿ Sería el hombre que la llevaría lejos a conocer el mundo? Era su príncipe?. ¿ Estaba preparada ?. Había muchas preguntas en su cabeza y en su corazón; la duda de lo desconocido. Agachó su linda cabeza de largos cabellos ondulados de color miel y, sin levantar la vista de sus sandalias, le dijo: -------¿ Crees que debo acompañarte? -------Eres tú la que tiene que elegir. No quiero que te influya algo que no venga de tu corazón. Se volvieron a mirar a los ojos y una dulce caricia de una ruda mano en su larga cabellera, le hizo decir sin pensar: -------Lo tendré todo preparado al alba. -------No te arrepentirás. Soy un joven hombre pero tengo los pies en la tierra y tú eres la musa de mis sueños, lo tengo claro. Lo vi en el primer momento que apareciste en lo alto de la escalera. Eres una Diosa, lo sé. Estoy esperando venerar tu esencia y 81 que el mundo jamás te olvide. Vengo de ver unos mármoles en la isla de Paros. Allí hay uno muy especial y altamente apreciado, que se extrae en los montes de Parpessa. Su nombre es Pentelikon. De él haré la más bella escultura que jamás hubo de una mujer y tú eres la inspiración de mis sueños. Debo de restaurar algunas cosas del palacio que mi padre tiene en AndrosDelfos, y uno de los trabajos es en un Templo que empezó a alzar en su juventud y siguen su construcción los más viejos y sabios amigos de mi padre. Tiene una situación en la cual se domina el atardecer y el crepúsculo de la vida. Allí pondré tu escultura. Estaba totalmente convencido de sus palabras y se las hacía sentir con la mirada fija, no solamente cortejándola, sino que la devoraba con sus ojos negros penetrantes y profundamente hipnotizadores. La joven e inexperta dama estaba en sus manos y él lo sabía. Es muy apuesto y un gran triunfador. Necesitaba a una igual y ella era la elegida por su sangre. No había dudas. Le dio un suave y cálido beso en su mejilla y levantándose, ayudando a su joven dama, le dijo: 82 ------Debemos volver. Al levantarse la joven se quedó con ganas de que el apuesto galán la cogiera por la cintura y le diera un gran beso en los labios. Él era cauto y la dejo con ganas. Volviendo la vista hacia la morada en la cual estaba toda su vida y su pasado, vio claramente que sería la ultima vez que tendría esta imagen. ------¿ Te sientes feliz ? ------Me siento extraña ya que todo lo que en esta vida amo esta aquí. ------Vendremos siempre que tú quieras. Hay temporadas en las cuales yo debo de viajar por trabajo a países en los cuales hay peligro para una bella dama como tú y lo mejor es que cuando esto suceda, si tú quieres aquí estarás con tu familia. La vida me ha hecho comprender que es muy importante el tener amor y no estar solo. Fue ella la que paró su paso. Se giró mirándolo fijamente a los ojos. Ya no podía aguantar más y contener sus impulsos interiores. Se echó a su cuello y la dulce boca de ella se posó en los labios de él. En este instante, el ya perdió el recato y se besaron 83 apasionadamente. El amor brotó de sus corazones. Y el beso paro el tiempo… En el palacio todo seguía su curso y las mujeres estaban ya embalando las vestiduras de la joven, ya que la orden estaba dada desde el momento que desde la torre se les vio en el acantilado. Todo el mundo estaba feliz, ya que el Amor era la tónica más importante del día y lugar. Durante sus dos largas citas de amor con sus bellos galanes. Su sobrino había llegado al mundo, en el baño caliente de la tarde, rodeado de pétalos de rosas. Su hermana estaba descansando, ya recuperada milagrosamente junto al pequeño Ra (Dios del Sol). Este era el nombre que su padre tenía en mente durante todo el embarazo de su bella mujer, ya que su significado subliminalmente, era jefe de las debilidades cósmicas, de quien los primeros Reyes egipcios se proclamaban descendientes, y sus raíces venían de allí. Isis, por su parte, era muy feliz y el nombre le parecía digno de su linaje. Ama disponía en aquellos momentos todo lo que se tramaba en el palacio que no era poco. Aquella noche habría una cena ritual, ceremonia en el cual el ofrecimiento por la vida y el amor eran el 84 motivo de ella. Todo el palacio estaba en activo y no dejaron de entrar a él todos los amigos y el pueblo, ofreciéndoles presentes en señal de felicidad por la buena nueva de vida y amor que en él florecía. Llegaban cestas llenas de comida, pescado, aves, jabalíes, vinos y flores. En los lugares de culto del palacio se acumulaban los presentes. El palacio vistió sus mejores galas. Todo estaba espléndido y era un buen motivo el que incitaba a los presentes a estar felices. La noche sería muy larga y los músicos Sacerdotes de Etiopia estaban empezando con las bellas liras y arpas una dulce melodía, acompañadas por una bella voz. Cantos que pedían a Buda felicidad y riqueza. Solamente la aristocracia podía disfrutar de estos placeres, pero en este palacio todos eran bien venidos. La mezcla de culturas e ideales era admitida y el culto a Dioses de diferentes etnias, eran la magia de aquella estancia. Al llegar los dos jóvenes al obelisco y pasar las columnatas, sus rostros se iluminaron de sorpresa y felicidad, ya que una gran alfombra de pétalos de flores les daba la bienvenida, y las gentes que salían o entraban abrían paso, dándoles la buena nueva. Todo el mundo estaba feliz, el pequeño Ra era 85 uno de los motivos y la unión de las dos familias también era bien vista por todos. La juventud de estos dos seres humanos y la belleza de ambos era de alabar, un regalo del cielo. El fuerte olor a incienso y aceites naturales embriagaba aquel gran espacio. Todos los artistas estaban por cada rincón de él, preparando la noche que se avecinaba. Sería mágica y cada cual ofrecería lo mejor de sí mismo. EgeaGea le dijo a su joven prometido: -------Me gustaría bailar por la gloria de todo este acontecimiento. -------¿ Quién te lo prohíbe? -------Nadie. -------Hazme este honor. Esta noche me sentiría muy feliz y honrado. Quiero verte y sentir todo el arte que llevas dentro. -------A media noche nos escaparemos al Acantilado Sur. No puedo programar nada que no esté ya hecho. Como ves, este es un palacio en el cual yo tan sólo soy la mujer más joven de él. -------A la luz de la luna, un gran fuego será el 86 lugar. Mandaré prepararlo a mi hombre de confianza y nos veremos allí. Se miraban los dos de frente mientras se separaban en direcciones opuestas, ya que él volvería a su barco y ella a sus habitaciones. Los dos estaban felices y dichosos. El amor llenaba sus corazones. EgeaGea subía las largas escalinatas muy rápidamente. Deseaba ver a su hermana y sobrinito. Tenía que abrazarlos y decirles cuán feliz se encontraba. Estaba pletórica y bellísima. El amor se reflejaba en su rostro. Al llegar al umbral de la estancia de su hermana, paró unos segundos cogiendo aire y al soltarlo, dio un paso y entró radiante. -------¿Cómo está lo más bello de esta casa?. (Dijo al ver a su hermana sentada entre los almohadones, con su retoño en brazos, cogido a su pecho). -------Feliz y dolida. Pero mira este regalo de los Dioses. El hambre que tiene de vivir. Me está costando el tener leche pero no deja de querer que mis pechos le den y parece que lo esta consiguiendo. Los Dioses me están haciendo feliz y dichosa, al mismo tiempo que fuerte, y la persistencia de este 87 pequeño me da fuerzas para no derrumbar mi ánimo. -------Lo criarás sin dificultad. ¡ Lo siento tan dentro de mí !. Como cuando lo cogí y supe que estaba vivo. (Le decía Ama) -------Nos has dado la vida a mi familia y jamás te podré pagar este acto de fe. -------Tu me la has dado a mí desde que Madre murió. Has sido mi guía, mi mano derecha y hoy me has concedido la clave para ser la mujer más feliz del mundo. Estas eran las palabras que oí en el momento en el que me incorporaba a la conversación. Estas palabras estaban dichas con el corazón en la mano y los cinco sentidos expuestos en ella. Mire a las dos mujeres asombradas mientras mi sobrino rojo de rabia empezaba a llorar. Ama lo cogío entre sus brazos, me lo acerco a mi rostro y lo bese con amor, acto seguido dejo de llorar y mi hermana me miro a los ojos. -------¿ Mañana al alba saldrás con él? -------Si tengo vuestro permiso, no vacilaré. Le decía mientras admiraba la belleza de este nuevo 88 ser. El rostro de todos estaba iluminado por la felicidad. -------Lo tienes. Al igual que mi bendición. Mereces ser la mujer de un gran hombre y él lo es. -------Debo de preparar un montón de cosas. -------Relájate y disfruta de esta noche, la última en varias lunas en esta tu morada. Ya dispuso Ama todo lo necesario y esta misma noche estarán todas las cosas que necesites en su barco. Al alba todo estará dispuesto. -------¿ Qué podría hacer yo sin ti? -------Disfrutar de tu vida.• -------Me pones en el camino de la felicidad y no tienes dudas. Eres una sabia mujer y te quiero. Te amo. -------Te deseo toda la felicidad que los dioses te tienen reservada para ti. Es tuya, te la has ganado con tu fidelidad y tu constancia. Has sido muy estudiosa. Los más sabios siempre vieron tu capacidad y tu intuición desde muy niña. Fue la que nos dio las claves para poderte instruir en el arte de dar. Estas 89 hecha para amar y serás escuchada por los Dioses. --------Tus palabras me abruman, y al mismo tiempo, me dan fuerzas para creer en mí. Todo este preámbulo estaba lleno de magia. Eran las más bellas palabras que Isis daba a su hermana, en los momentos en los cuales sabía que partiría de su lado y formaría su propia familia, su hogar, su mundo, su Templo. Estaba escrito en los papiros el destino de estos dos jóvenes. Los sacerdotes se oían desde las habitaciones contiguas, cercanas y lejanas sus cantos y las flautas. Eran el medio de comunicarlo a todo el pueblo. La felicidad se respiraba en todo el valle. --------Tienes el baño preparado. Hoy tienes que estar muy bella. Esta noche es la gran noche en la que tu mano será pedida públicamente y Padre te ofrezca. Es un gran lazo el que estos dos hombres vuelven a hacer a lo largo de sus vidas, ya que el primero fue cuando Golf dejó que Pitia se quedara bajo su protección. Eran los más bellos amantes de estas islas, y el fruto de su amor es Alejandro. Todo es un gran acontecimiento en el cual la sangre de las dos familias se unan. Relájate y serás feliz. Hoy 90 vestirás con las más bellas ropas que jamás se hicieron para una mujer y ha sido Pitia quien las ha ofrecido para este acto. Son las que llevaba ella el día que conoció a Golf, hechizándolo con su hermosura. -------¿Por qué él se marchó? -------Porque era un hombre casado con la hija de un rey de los Mares del Norte. Ya te lo expliqué, y los lazos de unión de los mercaderes son sagrados. Ella ha muerto y él le ha cedido su reinado a uno de sus hijos, que se ha casado con una mujer de Armenia en los montes del Caúcaso, grandes productores de granito y minerales. Seguirá él desde allí cuidando su reinado, enriqueciéndolo con las propiedades de su mujer. Ella es una rica heredera de la más grande estirpe del Ducado Moscovita, dueños de millones de esclavos en el Mar Negro, donde son los más grandes comerciantes. Bueno, seguiremos hablando en otro momento. Ve a ponerte bella. Hoy es una noche muy especial. -------¿Tú podrás estar con nosotros? -------Estoy muy cansada, pero tal vez baje. 91 -------Me harías sentirme muy feliz. -------No te lo puedo prometer, ya que estoy desecha, pero he dejado de sangrar esta tarde y tal vez pueda ver aunque sea desde lejos tu entrega. -------Desde la balconada del gran salón podrías, si no decides bajar. Era el lugar desde donde ella siempre veía lo que sucedía bajo en el salón. -------Confía en que mi corazón estará a tu lado. -------Siempre tuve esta sensación en el mío. -------Así es y así será siempre. Las dos mujeres se abrazaron con el sentimiento más armonioso que la vida les ponía en estos instantes, cuando de pronto, el pequeño retoño empezó a lloriquear. -------¿Qué le sucede? -------Solamente quiere decirnos que él también está feliz. Las dos mujeres sonrieron felices viendo como el pequeño Ra estiraba sus bracitos. Estaba tan lleno de 92 vida... Tenía hambre y Ama enseguida lo volvió a coger entre sus brazos y lo depositó en los de una joven madre con los pechos llenos de leche. -------Ella me ayudará a criarlo. Está muy fuerte y Ra, al igual que tú, tiene una hermana de leche que se llama Isis. Será una bella mujer, y juntos jugarán como tú lo hiciste con Jhonas. Si todo va bien, la leche empieza a subirme pero no tengo todavía la suficiente. •-------Tal vez sea mejor que hoy no te muevas de tus aposentos. -------Yo te he criado como a una hija. ¿Cómo me voy a perder este acto?. No tendré que moverme. Me llevaran en mi trono. Ama ya está preparandolo para que me laven aquí mismo y me vistan sin moverme. No debo de hacer ningún movimiento brusco, pero debo estar a tu lado. Los eunucos están avisados para recogerme en cuanto éste lista. Sólo falta que tú también lo estés antes que yo y seas la anfitriona hoy también. El tono de voz de aquella mujer era pausado y estrictamente sabio. EgeaGea agachó su cabeza en 93 señal de respeto y se levantó en dirección a la sala de baño. Allí ya estaban hoy cuatro de las más bellas mujeres. Para preparadla, nada más entrar la despojaron de sus ropas y ayudándola con verdadera delicadeza, se introdujo en el baño. Hoy las esencias eran muy penetrantes y daban vida a aquellas cinco mujeres. El baño fue muy divertido y entre ellas los juegos eran muy sensuales y erógenos. La estaban preparando sutilmente para que fuera feliz y ella disfrutaba de aquel regalo de dioses con verdadera sabiduría. Era una mujer gozosa y espléndidamente bella. Las caricias sobre sus bellas formas delimitaban estas: sus incipientes senos llenos de vida, cintura de sirena, y caderas de hembra, largas piernas torneadas atléticas. Era en realidad una gran mujer, un regalo de los Dioses, para un elegido. Ama apareció en el arco que daba a la gran terraza y anunció la presencia de Pitia. Era la primera vez que ésta entraba en sus aposentos. Y nada mas entrar le dijo: -------No te muevas, disfruta. (Su voz era muy dulce y cálida y en sus manos llevaba una gran copa de oro) Vengo a ayudarte a vestirte y a probar tu inocente 94 castidad. Con un rito de purificación y ascetismo, he de preparar tu vida para después de tu muerte, ya que debes de seguir reencarnándote. Estás muy cerca de llegar a formar parte de lo Divino. Tu Alma deberá prepararse para liberarse de los elementos titánicos y te reuniras con la Divinidad. -------¿Debo morir? -------No, mi bella niña. Debes de estar dispuesta para ser inmortal. Tu alma es eterna, preexistente y por completo espiritual. Debo protegerte de la furia de los titanes. En este instante las damas salieron del baño y Pitia se desnudó delante de EgeaGea metiéndose en él, pudiendo apreciar lo hermosa que es, y todos las bellas imágenes tatuadas que llevaba en su cuerpo, dejando al descubierto su vida reflejada en cada dibujo. En sus ojos había un rayo de luz muy fuerte, el cual unía sus otras vidas y las dos eran conscientes de ello. Cogió la copa levantándola hacia los cielos y cerrando los ojos dijo unas palabras casi indescifrables por EgeaGea. Se la ofreció a la joven, y al tenerla en sus manos las rodeo con las suyas, las dos de rodillas en el gran baño, invocaron 95 unas palabras que repetirían juntas. Al acercársela a sus labios sintió un fuerte olor a salvia. El color de aquella bebida era azul, como el color del cielo al atardecer. Las dos se lo tomaron haciendo un ritual el cual estaba dirigido por Pitia, no siendo consciente del tiempo trascurrido ya que al volver en sí EgeaGea, sólo tenía una lejana imagen. Las suaves caricias de la gran serpiente ascendiendo entre sus muslos y al acercarse a su sexo fue cuando desfalleció, sumida en un dulce y húmedo sueño. Al despertar, estaba acostada entre los cojines de su habitación, frente al ventanal que daba al acantilado sur y se podía distinguir un gran resplandor. El fuego estaba encendido. Pitia estaba ordenando con las bellas esclavas, ritualmente aquel acto, en el cual la más bella flor del jardín iba a ser entregada a su propio hijo, asustada pero feliz, dijo al ver otra vez la vida. -------¿Qué hora es? -------Tranquila, todo está previsto y solo falta vestirte. ( Le indicó Pitia con una voz suave y tranquilizadora). 96 En aquel instante sentí mi sexo palpitar. Por mi adolescencia lo llevaba cubierto por un ligero vello pubico. Pitia me había preparado a fondo para convertirme en mujer… ya que sentía algo muy especial entre mis piernas… -------Has descansado y tu vuelta a este plano está llena de belleza. Has pasado la prueba y sé que harás feliz a Alejandro. Si todo sucede como está escrito, gobernarás a su lado el reino más grande de estos mares. Lo asesorarás y serás su amiga, amante, mujer y esclava. Lo harás dichoso y padre. Eres su mano derecha, su consorte y Diosa, su bendición divina y su inspiración. No tengas dudas. -------Pitia ¿Qué significado tiene la serpiente que llevas en tus joyas y en tu estomago rodeando el huevo que llevas en tu ombligo?. Hay momentos en los que tengo alucinaciones y cuando ella aparece desfallezco y al despertar un gran sentimiento de placer inunda mi interior. -------La serpiente es el símbolo de la salud, y el huevo la vida, distinción que el Dios Apolo me ofreció para mi protección y sabiduría. La gran serpiente es hija de Gaya, la Madre Tierra, nacida 97 del barro que quedó en la tierra después del gran diluvio. Vive en la gruta cerca de Delfos, sobre el monte Parnaso y allí custodia el Oráculo. Apolo me otorgó el don de la profecía, ya que me amaba y quiso que yo fuera su palabra sabiamente utilizada para el bien. Es un gran maestro que me enseñó el arte de la curación. Este arte tú lo tienes en tus manos, sagradamente lo debes de utilizar para el bien de tu pueblo y los tuyos. La serpiente fecunda tu vida en cada alucinación. Estás siendo poseída por su espíritu. -------Estoy un poco aturdida por tanta información que estoy recibiendo en tan poco tiempo. -------Eres muy joven pero tu alma es muy vieja. Ésta, como te dije anteriormente, es una de tus últimas vidas antes de alcanzar la perfección. Debes de ser madre y darle a Alejandro un heredero que será el Dios sagrado que llene el Olimpo de amor y rectitud hacia los otros. Los humanos son inmortales en razón de su naturaleza celeste, pero al igual que existen grados en la naturaleza Divina, también existen grados de inmortalidad. La vida después de la muerte común a toda la humanidad, difiere de la 98 existencia futura de las almas para las que el paraíso, consiste en la unión con los dioses. Relájate y déjate llevar. Estás siendo preparada y el legajo de tu mente trabaja rápidamente. Eres la elegida. No dudes en nada. Tu destino está escrito en los pergaminos. Pitia, mujer muy sabia, daba claves pero no decía toda la verdad. Esta niña pasaría por fases, en las cuales su futuro sería incierto y su lucha, un duelo. -------Hoy vestirías como una Reina Egipcia. Mira la belleza de este casco de oro, con incrustaciones de ricas piedras preciosas y esmaltes. Fue un regalo del Dios Osiris en uno de los viajes con Golf por el Nilo. En la ciudad de Tebas tuve el honor de bailar en el Templo de Hatshepsut. Sus tres terrazas estaban llenas de fieles esperando mi bendición. Es un lugar mágico excavado en el interior de la ladera. Grandes columnas soportan el más magnánimo Templo de aquellos territorios. Sus pinturas narraban las más grandes historias de la Mitología Divina y sus conexiones con los faraones. Se hizo en nuestro honor una gran fiesta, en la cual nuestro Amor se consolidó y en aquel lugar pude ver la misión de este hombre. Debía 99 volver con los suyos y terminar su cometido en sus tierras. Sería un gran maestro para el hijo que yo llevaba en mis entrañas. Debía de sacrificar mi amor por la bendición de los míos. Me llegaría la felicidad después del sacrificio de ser despojada del amor que tenía en mi útero y él retornaría con mi retoño hecho hombre, para dar paso a un nuevo camino en estas tierras, ya que él será el hombre que hará posible el crear los más bellos templos de tu descendencia, al igual que sus antecesores lo han hecho durante generaciones anteriores. La sangre de Golf ha sido de los mercaderes que han trasportado los más bellos mármoles de todo el Mediterráneo, al igual que han trabajado con los mejores escultores griegos, romanos, turcos, egipcios. Son los creadores de las más bellas obras. Alejandro fue aleccionado por los más ilustres. Él está preparado y su viaje a estas tierras en este momento esta escrito, ya que aquí encontraría el amor con la más bella flor de estos jardines, y ésa eres tú. EgeaGea escuchaba atenta y respiraba muy pausadamente. Estaba archivándolo todo. Esta noche el ritual sagrado en el cual se vería envuelta era decisivo para el futuro de todos. 100 -------Esta rica muselina bordada en oro es la más bella tejida en estos mares. Es digna de una Diosa. Aquel lecho estaba cubierto por joyas espléndidas que esta bella flor debía de vestir esta noche. Un ancho collar, con los increíbles brazaletes y un rico cinturón hacían juego con el casco. El brillo del oro de aquellas joyas era majestuoso. Las sandalias otra vez se convertían en serpientes alrededor de sus pequeños tobillos, y algo que llamó la atención de EgeaGea fue la peluca. ------¿Esto también me lo debo poner? ------Por supuesto. Esta noche eres una sacerdotisa y serás la sorpresa de todos. Nadie podrá reconocerte. Sólo el valiente que siga tus pasos será el elegido.• Lo tenían fácil los dos amantes, ya que tan sólo ellos sabían donde estaba el fuego que les uniría. Abajo, en el palacio, todo eran risas y fiesta. Nadie sabía lo que se tramaba en las habitaciones de la joven. Ésta, estaba siendo preparada y todo daría paso según lo previsto por Pitia. Isis estaba ya preparada cuando Ama entró en los aposentos de EgeaGea para comunicarles a las dos bellas damas que 101 era el momento de bajar. ------Apareceremos más tarde. Los músicos ya tienen la orden. Nos falta muy poco. Estoy terminando de maquillarla. Decidle a Isis que en el momento que a ella ya la hayan acomodado, sonaran campanillas y esa será la señal, en la que su hermana hará la aparición digna de una Diosa, la reencarnación de Astarté (Diosa del Amor y la Fertilidad). Las dos mujeres se miraron fijamente a los ojos, asombradas. ------Es la primera vez que me nombras a Astarté. (Dijo la joven). •------En el baño tuve una visión y en ella estabas tú en una oscura cueva, al lado de la Diosa Selene(Diosa de la Luna). El apuesto Endimión (pastor) estaba dormido entre los brazos de ella y tu observabas desde muy cerca el amor que ésta le profesaba. Mientras él, sumido en un eterno sueño estaba a su merced, vi también el carro tirado por dos bueyes en el que os esperaban Artemis (diosa de la Naturaleza Salvaje) y Afrodita (diosa del Amor y la Naturaleza). Partisteis juntas, gozosamente 102 después de haberlo poseído. Él siguió con su sueño eterno. Las tres gracias Áglae, Eufrósine y Talía cantaban a los dioses del Monte Olimpo. Junto Afrodita y Eros sus compañeras las Musas, danzaban al ritmo de la dulce música de Apolo. Al reuniros con ellos, él dejó su lira y dirigiéndose a ti, te preguntó: ------Astarté ¿ Cuántos hijos dará la fecundidad de Selene?•• Tú le contestaste: ------Cincuenta hembras. Fue en ese momento, cuando vi tu camino e inmortalidad, ya que sólo ella podía fertilizarla con sus dones. Mnemosine (diosa de la Memoria) me susurró al oído: -------Elizabeth, su madre, nació en Ispal (Sevilla), donde se sabe que la Diosa Astarté estuvo en el cerro de Carambolo donde los Fenicios la desterraron enterrando su esfinge. Después de sus infidelidades y siguiendo venerada como la Estrella de la tarde y Reina del Firmamento, ella vuelve una y otra vez en cuerpos creados para amar, los más bellos. Mírala y lo sabrás. Estaban las dos mujeres sumidas en la leyenda que 103 salía de los labios de Pitia. Mientras, Ama miraba la belleza de su pequeña hija de leche, convertida en tan sólo tres días en un mito vivo. -------Cuenta la epopeya que Deucalion: fue encantado por los cantos y la belleza de las Ninfas del Mar (las Sirenas). Su mujer, tu abuela materna, antes de ser devorada por Polifemo (hijo de Poseidón rey del Mar), dejo su camafeo en el cuello de tu madre y cuando fue rescatada de los brazos de Anubis (Dios de los Muertos), éste le dijo a Teseo que algún día una de sus hijas llevaría en su vida la huella de una de las Diosas desaparecidas. -------¿Yo soy Astarté? ( Preguntó la joven con una voz fuerte y segura). Sus grandes ojos verdes y sus labios jugosos y rosados, entreabiertos, esperaban la respuesta de Pitia. -------Si Dioses me mandan volver en el cuerpo presente asumiere esta vida siguiendo la leyenda de mi existencia, soy La Diosa del Mare Nostrum, aunque en esta termine siendo vendida, así será y tú lo sabes.•• Le dijo serenamente Pitia. -------Es lo que presiento. 104 Mirando a Ama en este instante mientras de los ojos de ella salían unas húmedas lagrimas. -------Ama por favor no flaquees tú antes que yo. Debo de ser fuerte y tú sabes mejor que nadie que cumpliré mi destino, aunque en el fondo de mi corazón tan solo llevo el amor de los míos. Dile a Jhonas,• que siempre estaré a su lado, que en mi corazón el primer recuerdo húmedo está entre sus brazos, jugando cuando éramos tan sólo unos niños. Dile a mis esclavas, que ellas me supieron hacer feliz y que en mis sueños eternamente estarán, tan bellas.........Fue el momento en que Ama salió de aquellos aposentos dejado la gran puerta abierta sin volver el rostro, desecha, sumida en el más grande dolor que una madre puede tener. Sabía que estas palabras eran el fin de la unión entre los tres. Se oía la música del gran salón en todo el palacio. Las arpas y los cantos de los monjes eran sonidos divinos. -------¿Estás preparada? -------Asumo mi condición y no le tengo miedo al destino. 105 -------Así me gusta. ( Contesto Pitia). EgeaGea era una buena discípula y la verdad, es que había sido formada por los mejores sabios. Todas estas leyendas las había leído en los papiros de palacio y oído por los monjes griegos. Su iniciación estaba en un buen camino y ella sabía como tenía que actuar. Había sido tantas veces testigo de los rituales sagrados detrás de las cortinas de palacio..... Dirigiéndose hacia la gran puerta entreabierta, sola al mirar hacia detrás, Pitia le dijo: -------No vaciles. Mientras ella salía por aquel umbral, daba la orden a Buba •( Eunuco personal de Pitia) con un gesto, saliendo el raudo a avisar a los músicos. El traje era muy sensual y ligero; aunque las joyas y el casco se hacían notar, aquel corredor, antesala de las escalinatas rodeadas de columnas llenas de antorchas, eran las que iban marcándole el camino. Un camino lleno de incertidumbre y aventuras en las cuales ella estaba embarcándose con la mayor naturalidad y el porte de una Reina. Pitia, desde 106 lejos vio como se desfallecía aquella imagen: la imagen que daría la libertad a su vida. Ella seria su sucesora, la venerada en las fiestas, la idolatrada por los comerciantes más ricos, la mujer soñada, la mejor bailarina, la deseada. Estaba dejándole el camino libre. Ella se reuniría con Golf y desaparecerían juntos a reanudar su amor, un gran sueño que después de los años estaba llegando a la culminación de éste. Ello era, no-solo un sueño, sino en estos momentos la realidad presente. Aquel largo pasillo iluminado por antorchas sería una vez más, el túnel del tiempo, por el cual llegaría a la penumbra de aquella antesala, la cual daría paso a las escarpadas escaleras en las cuales cada escalón estaba iluminado por un gran recipiente de piedra. La forma de éstos eran cabezas de cobra, en los cuales brasas incandescentes eran el combustible, cubiertas por un bello candil de bronce y cristal de colores, en los cuales podías descifrar los ojos y la lengua viperina de las cobras, reflejados éstos en las grandes piedras rocosas y muy sutilmente iluminando los grandes arcos de aquella gran estructura, rodeada de grandes columnas terminadas en subliminales cópulas. Las tonalidades rojizas y verdes de aquellas 107 lámparas, daban un aspecto fantasmal a aquellos espacios inmensos, llenos de magia y un fuerte olor a incienso. Te trasladaban a otros mundos, en los cuales, los fantasmas de los dioses eran acompañamiento y disfrute de aquellas ceremonias, en las cuales la fe y las viejas creencias eran compañeras del destino que nos esperaban al final de aquellos escalones. La trayectoria de mi propia vida era la muerte de mi pasado, encontrándome un futuro incierto y subliminalmente lleno de aventuras, en las cuales yo era una parte muy importante del destino de mi reino. Ello me empujaba con firmeza hacia aquellos escalones, llenos de añoranza, ya que en aquel momento pude sentir en mi interior cómo la propia vida llegaba desde lo más profundo de mis entrañas a fluir entre mis piernas. Al mirar hacia ellas, pude ver todo mi cuerpo de color rojo fuego. Era la sangre de la vida que fluía de entre ellas saliendo en unos minutos, mojándome toda la entrepierna. Al darme cuenta de ello, corrí horrorizada en dirección contraria. Debía volver a mis aposentos. Ama tenía que saber lo que me estaba sucediendo. Todo mi cuerpo se indispuso en aquel instante y la llama de mi interior me hizo mujer. Al correr aquellas cortinas y 108 mirar a Pitia abrió sus brazos y me dijo con voz dulce y cálida: ------- ¡Mi pequeña ninfa! Rodeándome con sus poderosos brazos, sentí el calor de una madre. Era ella, sí, mi madre, la que en aquel momento me daba el cobijo y el calor que necesitaba. En unos segundos apareció Ama. Yo la miré desde los brazos de Pitia, entre los tirabuzones de su larga cabellera. Sonreía feliz. Este era un momento subliminal en el paso que estaba dando. ------- Ya eres una verdadera mujer. (Oí entre sus delgados labios). Este paso era muy importante en esta ceremonia, ya que si en ella se jugaba algo, era el futuro en la unión de aquellas tres familias. Mi padre estaría muy orgulloso. Golf sería acogido como uno de los nuestros y Pitia optaba haber a su descendencia reinar uno de los territorios más importantes de este nuestro Mare Nostrum. La fortuna me había hecho mujer en el momento oportuno. Sin darme cuenta, estaba desnuda y las bellas mujeres limpiaban mi entrepierna con verdadero amor. Taponaron aquel derrame de vida y en segundos estaba otra vez dispuesta para poder salir en dirección al 109 gran salón. Todo este revuelo se hizo en silencio. Aquella ceremonia había comenzado. Desde los aposentos oímos el ritual Tántrico, en el cual yo debía de aparecer, y sin saber cómo, estaba otra vez en lo alto de aquellas escaleras. No me encontraba sola esta vez. Todas las mujeres de mis aposentos estaban a mí alrededor. Ello me hizo sentir mucha más predisposición a bajar entre aquellas cabezas de cobras, reflejadas en los altos muros de aquellas paredes llenas de recovecos. No podía flaquear, ya que en ello se jugaba el futuro de todos. Este era el sentimiento que reinaba en mi interior. A mitad de aquellas escaleras había un descansillo, en el cual me esperaban dos de los eunucos de palacio. Me cogieron entre sus poderosos brazos y me portaron hacia el centro de aquel gran salón. Los chirimías (Instrumentos musicales de viento), eran los encargados de dar la bienvenida a mi presencia. La lira llenó aquel espacio y los tambores contundentemente reinaron en él. Todo estaba dispuesto. Cuando puse mi piececito en el suelo, una gran nube de incienso llenó aquella dimensión y entre ella mi aparición hizo que todos los presentes aplaudieran mi presencia. La vida llenaba la estancia 110 y las sombras iluminaban mi paso. Mi cuerpo desapareció y mi alma indujo a que encontrara el camino. Sentía los ojos de todos los presentes en los poros de mi piel, penetrando muy intensamente en él. En este instante y etéreamente empecé a bailar, mi cuerpo flotaba y todo mi ser lleno de esperanzas voló hacia una nueva vida. Cuando los instrumentos musicales muy tenuemente dejaron de sonar, me encontraba tirada en el suelo. Los aplausos volvieron a llenar aquella estancia y miles de pétalos de rosas taparon mi cuerpo inerte sumido en el ahogo de aquella gran expresión corporal. Levanté mi rostro y todas las personas de aquel salón estaban de pie, felices después de haber disfrutado mi ofrenda a los Dioses. Mi padre se acercó y ofreciéndome su mano, me incorporé. Acto seguido mi Amor se acercó hacia mí en promesa hacia mi padre. Muy aceptada con una sonrisa de satisfacción por parte de Alejandro, en aquel instante miré hacia donde mi hermana estaba y, a lo lejos, percibí el calor y el amor que ella me mandaba con una suave sonrisa salida de sus labios. Bellos esclavos me ofrecían a mis pies todos los regalos que Golf y Alejandro ponían en pago, así como por parte de mi familia un suntuoso ajuar lleno de 111 preciosidades, joyas. Ricos y maravillosos regalos llenaron todo aquel salón. Empezaba el festejo ceremonial sagrado. Poco a poco fueron llegando todos los comerciantes y amigos de las dos familias colmándonos con los más bellos presentes que jamás imaginé. Los cantos de los monjes inundaron el espacio. No se les podía ver pero sabía que en lo alto de aquellas escaleras estaban y sus plegarias serían la antesala de nuestra felicidad. Aquellos cánticos dieron paso a uno de los poetas homéricos más conocidos, el cual en ofrecimiento a esta unión, describió uno de los más bellos poemas de amor en el dialecto jónico. Oradores, filósofos e historiadores manifestaron sus sentimientos y aquella ceremonia,• llena de paz y amor, inundó los corazones de todos los presentes. Las lágrimas cayeron por las mejillas de todos y la felicidad inundó aquel reducto familiar en el que nos encontrábamos. El festejo duro varios días con sus noches. Pasaron por allí cientos de personas, agasajándonos con los más bellos presentes. Muchos de ellos artistas, nos colmaban la vista y el oído con sus artes y el festejo estuvo lleno de armonía. Todo fue imprevisto y, al mismo tiempo, deseado por todos aquellos amigos de nuestras 112 familias. Uno de los más antiguos y bellos rituales fue traído por el Sultanato de Delhi, donde bellos bailarines indios hicieron un hermoso rito religioso de las ceremonias reales de su país. Las dos familias hicieron un intercambio de anillos y el sellado oficial de documentos que certificaban la unión de estas estirpes, exhaustos después de no sé cuantos días, nos retiramos a nuestras habitaciones. Nos habían preparado en el ala donde se encontraba mi antiguo cuarto, un paraíso en el cual muchos de los presentes de nuestra unión estaban ya colocados en lugares donde jamás se volverían a mover. Las mujeres no habían dejado de trabajar durante los días del festejo. La vida para ellas había seguido en la elaboración de aquel nido de amor, un lugar donde Pitia había puesto el toque mágico. Nuestra cama era un altar. La habían traído de Babilonia. Era toda tallada con marfil, carey e incrustaciones de materiales preciosos. Las patas de ésta eran garras de león macizas de oro con uñas de marfil y cuatro columnas de arquitectura romana muy trabajadas con enredaderas de parra. Los granos de uva daban la impresión que 113 podías comértelos. Eran piedras preciosas granates. El color de ellos era tan natural como si recién cogidos de los campos los hubieran puesto allí. Las hojas de aquellas parras estaban cuajadas de esmeraldas y del dosel colgaban unas suntuosas cortinas en seda color marfil bordadas en oro, traídas de Damasco, enriquecidas por las manos de las mejores bordadoras. Frente a ésta había un arcón de las mismas características de la cama, abierto. En él se encontraban las más bellas joyas que nunca jamás vieron mis ojos. Estaban traídas de los lugares más recónditos de nuestros mares. Confeccionadas por artesanos reales. El mobiliario era todo hecho por el mismo artista: una mesa redonda con patas cruzadas en forma de garras de león y dos tronos frente a una de las balconadas que daban al acantilado noroeste, por donde salía en este instante un rayo de luz por entre las cortinas. Aquel amanecer estaba floreciendo y el sonido de un arpa sonaba muy dulcemente bajo aquella balconada. El sueño de aquel amor estaba llegando a un momento muy importante: Él encontrarme a solas con mi amado Alejandro, ya convertidos los dos, en marido y mujer. El baño estaba preparado y las más bellas mujeres 114 regaladas por el rey Persa, nos desnudaban. Sentía el deslizar de las prendas que me quitaban como jamás lo sentí antes. Sus pequeñas manos estaban preparando mi cuerpo para abrir todos mis sentidos. Fue en aquel instante, en el que me di cuenta de que mis incipientes pechos se habían convertido en voluptuosas formas… Eran desconocidas para mi… como nosotros dos. Todo era mágico e inicial. Estábamos viendo nuestros cuerpos al desnudo por primera vez, bajo la tenue luz de aquel amanecer. En segundos, solos él y yo. Un suave halo de brisa recorrió mis pezones erizándolos, sentí un sutil dolor…. Mis hormonas estaban floreciendo… No podía bajar mis ojos de los suyos, ya que el pudor de verlo desnudo me hacía verme a mí igual, sin ropa frente a él: una sensación muy difícil de explicar llena de sensaciones eróticas. Los ojos de él, sí recorrían mi cuerpo y sus manos se extendieron hacia mí. Sumergida en la sumisión de ser su esposa, di un paso hacia adelante al igual que él. En segundos nuestros cuerpos estaban en contacto. La sensación era muy placida, no tenia un solo pelo en el cuerpo, su larga cabellera plateada… en ocasiones me daba la impresión de estar con una de mis mujeres… me desperté de este 115 ligero pensamiento, cuando sentí rápidamente su sexo duro y caliente en mi estomago. Un escalofrío inundó mi cuerpo. Él me abraza con más intensidad entre sus fornidos y dibujados músculos… acogiéndome entre sus poderosos brazos me levantó del suelo, depositándome en unos minutos en el baño caliente. El olor a azahar calmó mi nerviosismo y el calor de aquellas aguas quitó mi frío interior, relajando mis músculos. Él, todavía fuera de aquel baño, cogió uno de mis piececitos y empezó a besármelo, introduciendo su lengua entre mis dedos. Aquel cosquilleo me recordó a mi niñez. Me hizo sentirme pequeña y poco a poco, me sumí en la más profunda relajación. Era suya y él lo sabía. Su lengua recorrió mi pierna llenándome sutilmente de sensaciones placenteras. Reconocidas en mis sueños, aquella serpiente que entre ellas humedeció mi interior… Mi piececito empezó a recorrer su pecho, abdominales y su sexo, tan duro y firme como las columnas de Hércules. Mi excitación fue subiendo y él se introdujo también en aquel baño, en el cual los dos cuerpos se rozaban entre el fluido de las aguas que nos rodeaban. Nuestras manos se deslizaban por las firmes formas de ambos: dos cuerpos jóvenes sedientos de amor. Entrelazados, 116 disfrutábamos de las más dulces caricias que jamás había sentido. Sentía su sexo por todo mi cuerpo, rozaba el mío y me dejaba con ganas de más. No sabía que había detrás de aquel cosquilleo, pero yo quería sentir más y hacía que mi sexo volviera a estar rozando el suyo. Esto nos excitaba mucho más. Las mujeres, de vez en cuando, aparecían y nos echaban más agua caliente, no dejando que llegáramos a sentir frío. Hubo momentos en los cuales en nuestra boca aparecieron frutas maduras jugosas, que nos hacían juguetear con ellas llenas de flujos dulces. Su lengua era penetrante en mi boca, me llenaba y hacía que mi sexo lo deseara más y más. Sentía convulsiones dentro de mis más profundos sentimientos. Estaba enloquecida de deseo. Cuando me di cuenta que el sol reinaba en aquella estancia. Era muy caliente y, mi cuerpo al igual que el suyo, también lo estaban. Se incorporó y entonces fue cuando pude ver todo aquel colosal sexo frente a mi cara. Saqué mi lengua deseándolo. Él me miró con una sonrisa y acariciándolo me dijo: ------- Es tuyo mi reina. Me volví a relamer mis jugosos labios. El se agachó, 117 comiéndomelos con verdadera pasión, en el mismo instante en el que sentía otra vez entre mis piernas la contundencia de aquel sexo en las puertas del mió rozándome. Me introducía su jugosa y gran lengua en mi boca, penetrándome en lo más hondo de mis sentimientos. Con ella, mi sexo latía como mi corazón, deseoso de más. Bajó con su boca hacia mis pechos y la llenó con uno de ellos. Mi excitación era muy fuerte y deseaba aquella penetración con ardor entre mis piernas. El agua del baño había bajado y, al igual que su boca, llegó a la altura de mi sexo, el cual estaba muy jugoso. Me miró unos segundos a los ojos y relamiéndose los labios con aquella deseada y penetrante lengua, abrió mis piernas y me profundizo con ella. Aquella sensación fue tan potente como el estremecimiento que mi cuerpo descargó. Llena de pasión, le cogí por los cabellos y restregué su cara por él. Me miraba con ilusión y satisfacción. Penetraba mi sexo una y otra vez con aquella lengua, llena de pasión, me amaba. Al igual que él disfrutaba de aquel acto, los dedos de mis pies jugueteaban con su sexo. Llevaba horas tan duro y caliente... Yo también deseaba tenerlo en mi boca, besarlo y amarlo, como él hacía con el mío. Hubo un 118 momento en el cual le pedí salir del baño, me cogió entre sus poderosos brazos y me depositó en la gran cama que por primera vez acogía a dos amantes. En ella se encontraba una gran fuente de oro llena de ostras frescas recién abiertas, vivas. Nuestros paladares degustaron aquel manjar con aprobación y nuestros cuerpos mojados siguieron el camino que habían empezado y entrelazados, nos amábamos con nuestras bocas, llenas de aquellas jugosas ostras que nos sirvieron afrodisíacamente con un excelente vino, afrutado, blanco, joven. Recorrimos cada rincón de nuestros cuerpos descubriendo cada escondrijo en ellos. Placenteramente nos amábamos bajo los rayos del sol, ya que estaba nuestra cama en posición en la cual todo él reflejaba la belleza de aquel momento. Los reflejos del oro y las joyas incrustadas en aquel nido de amor, brillaban como las gotas de agua en nuestros cuerpos. Todo era belleza y nuestras lenguas esculpían nuestros jóvenes cuerpos. Nuestras posiciones eran acrobáticas y sentí por primera vez tantas sensaciones indescriptibles hasta este instante. Su lengua en mi trasero, inundándome de placer, introduciéndomela una y otra vez en él. Fue 119 en este instante, cuando me di cuenta que necesitaba más penetración, cogí su sexo con suavidad entre mis manos y sacando mi lengua, lo abrace con ella. El se paralizó unos segundos, disfrutando la suavidad de mi boca, comiéndole su sexo con la adoración de un Dios. Mientras con sus dedos apartaba los labios exteriores de mi monte de Venus, su lengua jugueteaba con mi vulva estimulándome sexualmente al enloquecimiento erógeno. Sentía mi órgano erecto, vasculizado, duro, como el suyo en mi boca, fue en este momento cuando sentí muy suave y lubricadamente una doble penetración en mis dos cavidades sexuales, hubo unos segundos de dolor. El himen estaba rompiéndose, me estaba desvirgando con mucha suavidad, ya que sus dedos eran mucho más pequeños que su sexo. Muy suavemente fue introduciéndome dos de ellos dentro de mí. Aquella excitación era máxima y me introducía su sexo hasta mi garganta. La cavidad de mi boca era como jamás imaginé, y aquel miembro dentro de ella penetrándola me hacía sentir latiendo mis entrañas. Estaba poseyéndome por todos los rincones de mi cuerpo. Me estaba haciendo suya. Una gran secreción lubricante suavizaba aquella penetración con sus dedos y la suavidad de aquel acto era muy erótica. 120 Había momentos de más excitación y en ellos él suavizaba el acto dejándome en las puertas de aquella entre sala de deseo. Sentía placer sin sentir el orgasmo y lo deseaba con tanta curiosidad.... Estaba siendo amada con la devoción de una reina. Me estaba llenando de deseo de más. Sentía sus caricias por todo mi cuerpo, ya que no dejaba inactivo nada de él. Profundamente erotizada, lo miró a los ojos cogiéndolo por los cabellos y le digo: ••------- ¡Penétrame, mi Amor! lo necesito. Él levantó el rostro y yo giré mi cuerpo, poniéndole el trasero frente a él. ------- Gírate mi Amor, te he de amar como a una igual. Lo miré por encima de mi hombro y él me cogió por la cintura dándome la vuelta. Me abrió de piernas y se las puso encima de sus hombros. Colocó sus brazos bajo mis axilas y suavemente empezó a restregarme su sexo por las puertas del mió. Yo me retorcía llena de gusto. No sentía ningún tipo de tabúes sexuales; estaba dispuesta a que me penetrara por donde él quisiera, ya que toda mi zona erógena estaba plena de 121 deseo, lubricada después de varias horas de juegos sexuales, mi libido muy alto y todo mi sexo abierto a él..... la cama estaba llena de sangre. Mis estrógenos estaban en pleno florecimiento y mis senos duros como piedras y mi bello pubico casi inexistente. La desfloración y mi pubertad estaban unidas en aquel ritual sagrado que uniría nuestras vidas. La música no había dejado de sonar y el romanticismo del momento era sublime. Estaba totalmente a su merced. Era mi dueño y los dos lo sabíamos. Su sexo era enorme y sabía que si me penetraba me haría daño, pero estaba dispuesta a sufrir por saber lo que significaba ser poseída por mi amo. En la posición que me tenía estaba totalmente a su merced, abierta y húmeda. Era el momento. Yo no había sentido en ningún momento un orgasmo, tan solo gran placer, ya que en momentos en los cuales estaba apunto de más... él paraba cortándome el ritmo ascendente de dicho placer. Su sexo seguía restregándose por el mío cuando sin poderlo controlar, sentí la puntita del suyo dentro de mi vagina. Durante unos segundos, ya que los siguientes eran en mi trasero donde pretendía introducirse, ello me excitaba más y más, llenándome de deseo. 122 Necesitaba aquella penetración y hubo un instante en el cual fui totalmente infiel, pensando en dos hombres amándome; o tal vez tres, ya que su sexo en mi boca era tan jugoso y potente. Deseaba más y quería que me lo diera. En este instante, sin una penetración interior, fue cuando sentí mi primer orgasmo. El deseo de más me hizo estallar, y una gran confusión llena de un placer volcánico… empujo su sexo con gran fuerza al mismo tiempo que un río de flujo interior florecía entre mis piernas… en ese instante el me introdujo hasta los testículos dentro de mi vagina, el dolor y el placer se unieron, provocándome un segundo orgasmo indescriptible, abierta en canal deseando ser llenada, mis manos agarraban aquel cuerpo con el ansia de hacerlo mió, y en segundos, una gran fuente de placer llenó toda mi vagina, con su más calido orgasmo. Una fuente de energía que él mismo no daba crédito de ella y sacando su sexo del mío, llenó todo mi pecho de esperma. Mis manos se dirigieron a él y no dejaron de acariciarlo, viendo como aquel manantial de vida salpicaba hasta mi cara. Enardecido de placer, volvió a restregarme todo aquello por mi sexo y me lo introdujo en mi trasero, rompiéndome todo lo intacto 123 de mi virginidad. Las lágrimas floraron en mis ojos y él me las limpiaba con su lengua, mientras me hacía suya eternamente. Dolida y feliz no dejaba de moverme facilitándole más placer al igual que él a mí, ya que en unos minutos volví a sentirme llena con sus flujos. Aquel orificio estrecho y duro se suavizó y la penetración se hizo muy placentera. Salía y entraba en ellos con mucha suavidad causándome mucho placer. De ello, volvió a fluir un orgasmo tras otro y cuando en un momento de relajación quise darme cuenta, el sol ya había cambiado de posición. Era ya tarde y tan solo los dulces dátiles y el vino eran nuestra compañía. A lo lejos se oían tambores y el festejo entre los hombres del pueblo seguía. Era ya de noche cuando sentí desvanecerse de cansancio a mi amante marido. En este instante oí a las mujeres hablar en voz baja y me dispuse a incorporarme, siendo inútil ya que las piernas no sostenían mi pequeño cuerpo. Estaba sin ninguna fuerza para levantarme, y mi voz era tenue: ------- Cecilia, Yolanda, ¿estáis por ahí? ------- Sí, mi Ama. ( Me contesto Yolanda). ------- ¿Queréis algo mi señora? 124 ------- ¿Por qué me habláis así? ------- Ya no eres una niña. Era la voz de Ama. Estaban en la habitación contigua. Yo intenté incorporar mi cuerpo, ladeando a mi bello amante desnudo desfallecido a mi lado. ------- No os mováis. Os llevaremos un poco de caldo con hierbabuena. Están calentándolo. Necesitáis un poco de alimento para recuperaros.• ------- Por favor entrar; no puedo veros. Las cortinas se movían y entre los pliegues apareció Ama. ------- ¿Cómo esta mi niña? ------- Ama, deshecha. ------- Mi noche de bodas no fue tan sonada, ni tan dulce. ¡Qué maravilloso hombre te han mandado los dioses, mi niña! ------- ¿Has estado ahí todo el tiempo? ------- Sí, y nos ha costado mucho el no poderos oír. ------- ¡Que vergüenza! 125 ------- Callad. No despertéis a vuestro amado. Entraban a hurtadillas en la habitación, todas las mujeres. Entre ellas las risas de ver aquel descomunal cuerpo desnudo en la cama. ------- Está toda la cama llena de sangre. Vamos a cambiar las sábanas. ------- No. Dejarlas. No lo despertemos. ------- No lo despertaríamos ni aún queriendo mi niña. ¡ Ayudarme! ( Indicó a las mujeres que lo empujaran sobre uno de sus costados, y cuando estuvo la cama hecha por ese lado, lo rodaron hacia él, terminando de desplegar la gran sabana de lino blanco) ------- La energía que este hombre ha soltado por todo tu cuerpo, le costará un montón de horas de recuperar. Bebe la sopa caliente y duerme junto a él. En el momento que despierte, querrá más. La sed de amor será su alimento y tú su comida. ------- Ama, dile a Jhonas que me ha hecho muy feliz y que lo amaré eternamente. ------- Gracias mi niña. Sabes que para él eres más 126 que una hermana y si tú estás feliz él también lo será. -------También dile que gracias a él aprendí como hacer feliz a un hombre. ------- Calla mi niña, que el subconsciente del hombre aún durmiendo archiva ciertas cosas. Entre las mujeres, unas risas de complicidad mientras miraban a Alejandro. Dormía con su sexo erecto, duro y brillante, lleno de vida. ------- Quiero también un poco de carne de búfalo. ¡Tengo un hambre feroz!. Se oían risas de complicidad entre las sirvientas jajaaaaaaaaa ------- Venga niñas. Salid del cuarto. ¿Es que nunca habéis visto a un hombre? Ama estaba feliz, ya que su pequeña niña también lo estaba, pero ya no la podía tratar como a una niña. Ya no lo era. Dándole un recipiente en forma de cáliz le dijo: ------- Esto te lo ha traído Pitia. Cuando estés a solas y antes de dormirte embadúrnale su sexo con él, 127 y suaviza tu escozor. Cuando él despierte, sólo pensara en ti y en tu sexo. Será tuyo siempre. ------- Ama ¿tú crees que debo de?.... No le dejó seguir la frase. ------- Haz lo que Pitia te indica. Ella sabe muy bien qué debes hacer, niña. No rechistó. Cogió entre sus manos el cáliz y las cortinas se volvieron a cerrar. Estaba otra vez a solas con su amante. Metió los dedos en aquel ungüento y empezó a acariciar el sexo de Alejandro. El olor que desprendía era como si de miel de pura abeja reina se tratase, y su instinto le hizo llevarlo hacia su olfato. Una vez sus dedos cerca de su boca, lo degustaron y su impulso fue bajar su boca al sexo de su amado y comérselo con verdadero placer. Era muy sabroso y dulce aquello. El no despertaba pero sus facciones sonreían. El placer inundaba el momento. Aunque estuviera durmiendo su inconsciente estaba vivo, sintiendo la lengua y la boca de su amada idolatrando su sexo. Hubo un momento en el cual pensó en las palabras de Pitia y llevó su mano a su sexualidad, untándolo con aquel ungüento. Era por un 128 lado refrescante y por otro cálido. Una mezcla de sensaciones que le hicieron sentirse muy excitada y siguió tocándose, mientras su boca llena con el sexo de Alejandro le proporcionaba un placer sublime. Llegó a la masturbación en soledad y con ella, al orgasmo, mientras él yacía totalmente dormido a su lado. Después cayó desfallecida y durmió junto a él........ Al alba, las gaviotas despertaron entre sueños a Alejandro, y sintió como una de sus piernas se posaba sobre su culo, al igual que el calor del sexo de éste en su cadera. No queriéndose despertar, giró su cuerpo y se tropezó con los labios de él. Ya estaba inconscientemente besándola en el cuello y en unos segundos poseyéndola. Estaba de espaldas a él y muy suavemente le introdujo su sexo dentro de su vagina caliente y jugosa, sodomizándola medio dormido. Se corrió en unos minutos y siguieron dormidos. Esto sucedió varias veces antes de estar despiertos y conscientes de ello. La última vez que él la poseyó, le introdujo todo su sexo en su trasero, ya que ella así lo quiso poniéndoselo sumisamente a su disposición. No tardando con las estrecheces en 129 correrse en segundos... Ya con el sol fuera, les despertaron los cantos de las mujeres, revoloteando por las estancias contiguas. El se tapó con las sábanas mientras ella se levantaba a coger las copas de mosto que estaban en la mesa. ••-------- Mi amor, toma y bebe. Esto te dará energías. En ese instante, apareció entre las cortinas Cecilia. -------- Buenos días. ¿Tenéis hambre?. -------- Sí. ( Contestó Alejandro). -------- Quiero media docena de huevos fritos y un poco de carne de buey. Estoy hambriento, o me traéis algo rápido, o me como a esta bella dama. --------¡ Ja. Ja. Ja. ! -------- ¿No has tenido bastante?......... Jugueteaban entre las sábanas con las cabezas tapadas los dos amantes. -------- ¡Déjame ya, bruto!. -------- No te dejaré jamás bella dama. Eres mía. 130 ¡Ja. Ja. Ja. ! -------- Qué malo eres. -------- Bella princesa, tú eres el manjar más exquisito que probé jamás. Diciendo estas palabras, ya tenía mi sexo en su boca otra vez, ¡el muy truhán!. -------- ¡Mummmmm, qué dulce cito. ¡Esto sabe a miel!. ---------¡ Ja. Ja... ja. !•• Se oía entre las cortinas, las mujeres estaban alborotadas con la virilidad del joven hombre. -------- ¿Se puede pasar? -------- Sí, hazlo Cecilia. La voz de EgeaGea era entrecortada, y la sábana ocultaba el cuerpo de su amante entre sus piernas, ¡ja. ja... ja. !. Era el murmullo que se oía a su alrededor. Estaba totalmente hechizado por el sortilegio del ungüento de Pitia, aunque el olor de los huevos y la carne fueron mucho más fuertes que el dulce sabor a miel de la entrepierna de su amada. 131 --------- ¡Mummmmmm!, ¡Qué rica olor!. (Fueron las palabras de Alejandro; mientras se destapaba y sacaba la cabeza de entre las sábanas). --------- Seguimos, mi amor, en unos segundos. (Dijo con una vocecita de niño pequeño y juguetón). --------- Come. Te vendrá bien reponer fuerzas. Mañana salimos en dirección a las islas Cicladas. --------- ¿Tan pronto?..... Ha pasado ya una semana desde nuestra boda.•¡ Menos mal que te dije en nuestra primera cita a solas en el acantilado que me iría al día siguiente! ¡ Ja. Ja. Ja. ! --------- Sí, mi amor. En estos momentos había pasado de ser niña a ser mujer y madre, ya que es así en lo que nos convertimos. Ama siempre me lo decía, “ los hombres son solamente niños grandes” y era lo que vería en este instante, ya que con barba de una semana y los pelos despeinados aquel jovenzuelo parecía un osito de peluche, dócil y tierno, pequeño y cálido. Nos incorporamos y en unos segundos nos trajeron las túnicas para tapar nuestros cuerpos. Nos sentamos por primera vez en aquellos dos confortables sillones 132 dignos de dioses. La vista desde aquel ventanal era magnánima. Al fondo nuestro acantilado, el lugar donde por primera vez pudimos estar a solas. Nos miramos y cogidos de la mano juntamos nuestros labios en un cálido beso; en el instante que mi hombre me dijo: -------- Volveremos, siempre que tú quieras ver a los tuyos. Me leía el pensamiento y yo lo miraba con la admiración del amor. El flechazo y todo el augurio de nuestra felicidad se podían tocar; era en realidad el sueño de cualquier mujer. Después del desayuno, me retiré con las mujeres para recomponer mi belleza y poder ver a mi hermana, y a su retoño. Tal vez sería la última vez que lo hiciera en un largo tiempo. Al llegar a sus aposentos me la encontré en lo alto de la torre. Estaba con las manos en la cara y su actitud me preocupó. Subí corriendo y al llegar junto a ella, vi en sus mejillas unas lágrimas. ------ ¿Qué pasa Isis? ------ Nada, mi niña. Solamente lloro de alegría 133 mientras veo como lo preparan todo para tu despedida, me dijo señalando el barco que me llevaría al otro lado del horizonte. En sus brazos, el pequeño me sonreía. Sus ojos estaban ya abiertos y el color de ellos era del más puro azul cristal. Ojos llenos de esperanza y de amor. ------ Nos veremos en cuatro lunas, ya que todos iréis a la fiesta de Delfos, en el Santuario de Apolo donde será bendecido tu retoño. Así me lo ha confirmado Alejandro. Debemos de ir delante para poderlo preparar todo a vuestra llegada. Ahora me toca a mí adecuar el próximo acontecimiento, y no te fallaré. Todo lo que he aprendido a tu lado dará su fruto. Te lo prometo. ------ No es eso lo que me preocupa. Sé que estás preparada. Es la sensación que me va a dar no tenerte a mi lado. Es la primera vez que nos separamos desde que tú naciste, y en el lecho de muerte de madre le juré que jamás me alejaría de ti; y eres tú la que te marchas y me dejas. Todo lo que planeamos de pequeñas se descompone por momentos. EgeaGea se abrazó en el regazo de Isis, y las dos estallaron al mismo tiempo en un llanto sumido en el 134 amor y la unión que había entre ellas dos. Esto sí que de verdad era algo que ni el tiempo ni la distancia cambarían. Mientras tanto, Alejandro se dio un baño y salió en dirección a su embarcación. Estaba todo preparado para la salida. Llevaban esperando una semana, un poco borrachos pero como siempre dispuestos. Solamente yo era la última mercancía que tenía que subir a bordo. Sonaron las trompetas y mi hermana me indicó el momento: ------- Ve junto a él, te espera. Señalando la embarcación con su mirada, me dio una orden. Al salir de los aposentos de mi hermana, una gran alfombra de pétalos de rosa me indicaba el camino a seguir. Volvió a mirar hacia la torre y ella, con un gesto altivo y con la mirada enturbiada por las lágrimas, me daba la despedida. A mi paso en él, me encontré a toda la servidumbre y aquella alegría de los últimos días, se convirtió en la tristeza más grande que jamás sentí. Todo eran lágrimas a mi paso. Estaba confusa. No sabía si volver atrás, pero la fuerza de la mirada de mi hermana me decía: ¡sigue adelante!. Es tu camino. Los pétalos de rosa me lo 135 indicaban y seguí aquella indicación divina que me esperaba. Al salir a los jardines, me encontré con Florián. Era él el que me había hecho el camino de pétalos, y en sus manos me ofrecía la ultima corona que llevaría como única joya en mi salida de la casa de mi familia. Incliné mi rostro y me la colocó como si de una reina se despidiera. Sentí la necesidad de abrazarlo, pero acto seguido miré hacia adelante y allí estaba Jhonas. Su mirada altiva me indicaba que tenía que seguir con la mayor dignidad aquel camino de pétalos de rosas. Al pasar junto a él, no pude resistirme y caí entre sus brazos. Él, en mi oído susurró:•• ------- Estaré siempre a tu lado. Siempre junto a tu corazón estará el mío. Rompí otra vez en un gran llanto. Él separó su rostro del mío y secándome mis lágrimas con un pañuelo, me dijo: ------- Aunque seas de otro, serás siempre mía. En aquel momento, la mano de mi padre extendida junto a mí me separó de sus brazos. Confundida y totalmente enturbiada por las lágrimas, rodeé su cuello y 136 estallé otra vez. Toda aquella amargura indescriptible ahogaba mi presente. El placer de las horas anteriores se había difuminado; no quería subir en aquel barco. Él me despegaría de todo lo que me había rodeado desde mi nacimiento. Altivamente mi padre me lleva de la mano hacia él, mientras mi rostro volvía una y otra vez en dirección opuesta hacia todo lo conocido hasta ahora. Todo aquel camino me pareció una eternidad. Los lugareños, a mi paso, seguían tirándome pétalos de rosas, y al final de aquel camino el mar. En él me esperaban dos hombres con una pequeña embarcación, la que me llevaría al gran barco que me alejaría de todos. En aquel momento, vi un rayo de luz, en la distancia, Alejandro me esperaba en lo alto del castillo de proa. Estaba vestido con una túnica azul marino y una armadura brillante y plateada. Él era la esperanza y compañía. Era mi único amigo en aquel inmenso barco, lleno de hombres rudos, esclavos y fugitivos, encadenados a remar. Jamás me había parado a pensar en ello y, en estos momentos, venían a mi mente. (Raudo y veloz) Aquellos pensamientos. ¡Con lo bien que estaba yo entre los pétalos de rosas!. Tuve mis puños cerrados y al 137 llegar a la gran embarcación, Alejandro extendió su mano ofreciéndome su fuerza para salir de aquel bote y subir a bordo. Al abrir mi mano para encontrar la suya, el pañuelo de Jhonas sé cayo al mar, al igual que la corona de Florián. Allí se quedarían todas mis lágrimas y mis sueños de juventud, ya que Alejandro me trató con tanto amor que toda mi tristeza desapareció en segundos, recogiéndome entre sus brazos y sujetándome en ellos hasta que en el horizonte desapareció la tierra. Era ya el atardecer y también el sol se estaba esfumando entre las nubes rojizas. El horizonte era un punto hacia el cual nos dirigíamos. Nuestro objetivo era encontrar la isla de Milo. Llevábamos en la bodega del barco grandes piedras de mármol blanco y un obelisco, los cuales estaban destinados a ser parte de un Templo y en él la escultura de una mujer que representara a la Diosa del Amor y la Belleza. Alejandro sería el escultor y yo su diosa y modelo. Las dimensiones eran magnánimas y solamente una galera romana podía transportar tales obeliscos. Aquella galera tenía más de cincuenta metros de eslora por catorce de manga y puntal. Se aparejaba con velas cuadradas sobre tres palos y tenía una gavia sobre la vela mayor. Durante los días 138 posteriores a nuestra salida, el sol abrasador me tenía atontada y pasaba la mayor parte del día abajo, en el camarote de mando. Era un bello lugar con muchos objetos personales. Es el Barco de Golf que el día de nuestra boda nos lo ofreció como regalo de ésta; para que pudiéramos seguir juntos hasta las Cicladas donde todavía se conserva en Andros la casa familiar de su estirpe. También estaríamos en Delfos donde mi padre me contó que fui concebida con tanto amor, pensando en voz alta con mi corcel. El también fue engendrado en el Santuario de Apolo. Al igual que yo, tan sólo una vez estuvo allí de niño, y por primera vez para ambos íbamos hacia aquel lugar juntos y con la madurez para poder apreciar lo que nuestros familiares nos ofrecían. Era todo de cuento de Dioses y en los momentos en los cuales me encontraba sola decidí escribir toda esta historia, la historia de nuestras vidas. Estaba impaciente por llegar, por ver en el horizonte como serían aquellas tierras que nos dieron la vida a los dos. Al atardecer me preparaban un palio donde descansaba viendo las puestas de sol. La brisa del mar hacia que mi blanca piel se pusiera de color dorado, sin estar ni un solo instante bajo su reflejo. A mi lado 139 siempre un maravilloso músico, el cual me tocaba dulces baladas de amor. Comía y bebía sin parar y los momentos en los cuales Alejandro estaba junto a mí, siempre quería y conseguía mis favores, terminando haciendo el amor en cada rincón donde estuviéramos a solas. No-solo era un artista, sino que también era un gran navegante como su padre. Había heredado muchas cosas buenas de éste. El poder también era una de sus cualidades. En un espacio tan pequeño como puede ser un barco, era muy comprensivo y cordial con todos. Me seguía enamorando con sus actitudes y personalidad. Todo aquel viaje fue en realidad un viaje de bodas, un sueño......... Había momentos en los cuales nos encontrábamos a solas en nuestro camarote que me decía con una vocecilla picaresca: ------- ¡Baila para mí, mi reina! Era un grandioso agasajo. Pitia había dispuesto un gran baúl hecho de madera de Ébano con el gran dibujo de un pavo real con incrustaciones de marfil, jade y corales, lleno de ricos vestidos y joyas de ensueño. Yo en mis ratos de soledad, preparaba con verdadera pasión aquellos complementos, los cuales lucía para 140 mi buen amado. Sabía siempre que terminaba quitándome pieza por pieza cada una de ellas y terminaba bailando desnuda. Me sentía tan feliz, era la forma más maravillosa de poderlo hacer, ya que no sentía el peso de las ricas joyas y las sedas. El calor de mi cuerpo así me lo indicaba y mi corcel secaba mi sudor con las caricias de su lengua. Me excitaba tanto aquel ritual que el amor que más tarde entregaban nuestros corazones era subliminalmente placentero y el erotismo me llevaba al cielo. Nos amábamos. El único lazo de unión con mi casa y con mi familia eran mi buena sirviente Yolanda. Bubu y el caballo blanco que me había regalado mi hermana. Una bella yegua árabe, estaba a bordo y había momentos en los cuales yo me refugiaba junto a una de ellas. Los primeros días estaba un poco inquieta y necesitaba mis caricias. Al igual que yo, allí también descansaba de toda la agitación que sufría mi vida junto a aquel hombre. En las comidas le dábamos unas hierbas las cuales la dejaban muy relajada, pero mi ternura la hacían estar más despierta y corría menos peligro de sufrir los altibajos tan grandes que les proporcionaban dichas hierbas. También se encontraba Apolo, el caballo de mi buen amado. Era negro como el 141 cielo y brillante como el ónix. Es un caballo de la Bretaña, una raza que por estos mares es muy cotizado y raro de ver. El también agradece mis caricias y Alejandro ve con agrado el tiempo que yo dedico a ellos todos los días. Entre estos dos caballos de tan diferentes razas, también veo mucho amor, ya que se refugian uno en el otro y siempre los encuentro abrazados, un comportamiento que parece humano. Se refugian uno en el otro y es muy bello poder disfrutar de esta conducta. Pienso que, al igual que nosotros, ellos dos han nacido el uno para el otro. Mi buen amado me explica que, en Delfos empieza la gran fiesta del verano y que debemos de prepararlo todo para que en unas semanas nuestras familias acudan a nuestra fiesta de bienvenida en ella. Es el lugar donde vamos a vivir por un tiempo. Está preparando un trabajo escultórico para la terminación de un templo. También tengo que preparar la casa de AndrosDelfos, ya que nuestras familias se instalarán en ella el tiempo que estén por las Cicladas, siendo necesario el estar durante este periodo en aquellas islas, aunque Alejandro es inquieto y quiere que viajemos hacia Egipto, ya que quiere estudiar a los grandes escultores del periodo predinastico. Necesita 142 tener de cerca las esculturas de los faraones y gobernantes sobre las que se cuentan reposan los espíritus que perpetuarán la memoria de los difuntos. Hay un material con el cual le es muy interesante trabajar, que es la Diorita: unas rocas cristalinas de grano gordo volcánicas. Es apasionante el poder compartir las cosas que me cuenta. Me hace muy feliz el escucharlo. Ha creado en mí la necesidad de saber más. Está muy interesado por llegar a la Ciudad Celestial y visitar el Templo de Amón en Karnak. El sueño de pisar la Avenida de las Esfinges le fascina. He oído tantas historias en la boca de mi buena hermana.... ya que ella siempre me contaba todas las historias que mi madre le contó antes de su fallecimiento. Ahora sería yo quien le contara a ella y a mi sobrino mi viaje y mis historias; por ello tenía que recordarlo todo. Este fue el sentimiento que tuve cuando le pedí a mi buen amado el consentimiento para poderlo escribir todo, su contestación fue: ------- Eres libre de expresar tus sentimientos y deseos. En Egipto aprenderemos algo que los más viejos escribas nos enseñarán, será el poder transformar nuestros pensamientos en jeroglíficos. 143 Quiero aprender ese arte y sé que a ti también te gustará, mi bella dama. El pensar que puedo llegar con él a aprender tantas cosas que sólo los hombres podían, al igual que el llegar a todos los templos más importantes que aparecen en los escritos, hechiza mi presente envolviendo mi vida en un futuro mágico. Lo adoro en muy poco tiempo y mi vida se llena de esperanza. Me siento plena y llena de amor.........• En no muchos días empezamos a ver costas. Mi joven esposo estaba asesorado por un viejo compañero de Golf, un hombre irakí el cual llevaba navegando toda su existencia. Su padre lo encontró en el mar Arábigo, perdidamente enamorado de la mujer de un sultán, la cual dejó tal huella en él, que no quiso saber nada más de mujeres, embarcando con Golf y siendo su mano derecha hasta el momento en el que pasó a ser el guía de nuestra vida. Él conocía todos los peligros de los mares, al igual que a los gobernantes de ellos. Era nuestro salvoconducto, el guía de nuestro futuro. Alejandro estaba siempre a su lado. Sabía que de él aprendería todo lo que su padre le quería dejar, ya que éste tenía muchas propiedades 144 y palacios por todos los mares, imposible de llegar a ellos sin un tutor y así lo había designado Golf. Sumer, que así se llamaba, era un duro hombre, al cual le faltaba una pierna, llevando una de madera, la cual, Alejandro le talló en forma de dragón. Fue el castigo del Sultán cuando se enteró de la infidelidad de su mujer. Él era un hombre muy joven y este acto tan humillante le hizo desaparecer de la tierra y meterse en los mares de por siempre. Jamás bajaba a tierra. Conocía nuestro barco “ E l dragón en llamas ” mejor que nadie. Se decía entre los marineros que era su mujer. El primer lugar donde pisamos tierra era la isla de Eubea, para repostar agua y víveres. Es un bonito lugar, en el cual hay todo tipo de animales. Vacas, cerdos y ovejas pastaban en los verdes prados de sus fértiles llanuras. Allí nos recibieron con sencillez, ya que sus moradores son simples hombres del campo. Días más tarde, llegamos a las costas de AndrosDelfos. Me sorprendió el que fuera un lugar tan montañoso y tosco. Allí fue todo un acontecimiento nuestra llegada. Era un gran suceso el que Alejandro viniera con su esposa para vivir en la casa que 145 durante años había sido guardada por una familia hindú que Golf había hecho traer de uno de sus viajes por Asia Menor, de la región de Frigia donde había un mármol muy preciado llamado Frigio. Me sorprendió la belleza de aquellas personas, las cuales eran muy especiales, ya que era muy difícil de averiguar su sexo. Eran de piel color púrpura y pelo largo negro. Lo mismo ellos que ellas, no se habían mezclado con los aborígenes de la isla y llevaban con mucho orgullo la pureza de su raza. Al acompañarme a visitar nuestro hogar, me extrañó la construcción de él, el cual estaba hecho a partir de una habitación central dominante o megarón, presidida por el Dios Zeus, Dios del Cielo y soberano de los dioses olímpicos, padre de los dioses y de los mortales, a los que se llegaba desde un patio cruzando un pórtico flanqueado por columnas. Entre ellas, se encontraba Nereo Dios del Mar con sus hijas las Nereidas ninfas del Mediterráneo. Aquellas bellas esculturas parecían tener vida. Aquel noble espacio tenía un hogar central, rodeado de cuatro columnas, construido con bloques macizos e irregulares de mampostería ciclópea. Todos los muebles de la casa eran de madera de roble, 146 y en muchos de ellos predominaba un símbolo majestuoso: él águila. Al llegar a un gran espacio, el olor penetrante de la esencia de rosas me hizo vislumbrar nuestra habitación. Era un espacio enorme y circular con gruesos doseles de piedra. Parecía un lugar construido por gigantes, al igual que nuestra cama también era redonda y desmesuradamente grande. En lo alto de ella, había la cabeza de un león con las fauces abiertas, y toda ella estaba cubierta por la piel de varios leones. Frente a ésta estaba la Divinidad Rea o Cibeles, madre de los dioses olímpicos, Diosa de la Naturaleza y la Fertilidad. Era una Titánida hija de Urano y de Gea, cielo y tierra, mujer del Titán Cronos, erguida majestuosamente mirando fijamente hacia aquella gran cama, salida de un gran baño tallado en mármol de una sola pieza también redondo, en el cual podían caber más de cuatro personas dentro. De los pies de ésta brotaba en todo momento un manantial de agua y en la superficie del agua flotaban pétalos de rosas. Me sentí un tanto retraída en aquel momento. Más tarde me dí cuenta del significado de todo ello, el poder de lo sublime. Mi joven amado era un hombre muy afortunado y tremendamente rico, como me había dicho 147 mi hermana en aquel nuestro último paseo por el acantilado; y yo, la mujer más agraciada del planeta, ante la situación en la que me encontraba, ya que era su cónyuge. Mientras yo disponía con Yolanda donde iban emplazadas nuestras pertenencias, Alejandro se encargaba de que los materiales que debían de descargar, Androsno sufrieran ningún percance. Era una tarea muy dura y arriesgada, ya que se necesitaban grandes troncos y cientos de brazos para poder deslizar aquellas gigantescas piedras hasta el lugar donde debían de ser trasportadas. Aquella noche, lo tenía todo dispuesto para cenar en nuestros aposentos. Mi buen amado estaba totalmente desecho, al llegar a ella y decirle: ------- Mi amor ¿quieres cenar? Su contestación fue clara y concisa. ------- La cena eres tú............ No me dejó reaccionar y cogiéndome entre sus poderosos brazos me introdujo en aquel baño. Me trató con mucho mimo y dulzura, lavándome como si de su pequeña ninfa se tratase. Más tarde, me sacó entre sus magníficos brazos y me tumbó en aquella gran cama 148 y abriéndome de piernas, me comió las entrañas lubricándomelas jugosamente al meter sus sensuales labios entre ellas. Me miró fijamente con sus rasgados ojos negros y me dijo: ------- Me gusta tu olor y tu sabor, mi amor....., eres el mejor manjar que los dioses han creado en la tierra. Así entramos los dos en nuestro nuevo hogar. Después de gozar como una reina, el Olimpo nos acogió entre los brazos de Morfeo, y yo reposé junto a él como un corderillo junto al león de la selva. A media noche me desperté, mi buen amado estaba con su sexo erecto y desafiante junto a mí. Sin dilación cogí el ungüento de Pitia y lubriqué su sexo, quedándome dormida junto a él. A la mañana siguiente, un fuerte olor sexual me despertó y al abrir los ojos pude apreciar que, entre sueños, Alejandro había tenido un poderoso orgasmo. El flujo de su sexo estaba sobre los músculos de su bien formado abdomen y sólo con sacar mi lengua pude saborearlo sin que él lo percibiese. Seguía durmiendo como un ángel. Degustando aquel manjar, me volví a quedar entre los sueños adormilada. Fue entonces 149 cuando un gran escalofrío recorrió mi cuerpo y, sin saber cómo estaba rodeada de bellos cuerpos alrededor del mío. Sentía el calor de ellos y la suavidad de su piel, diferente a la nuestra. Eran suaves y mis manos se deslizaban por aquellos talles al igual que las delicadas manos de ellos sobre el mío. La gran sorpresa la tuve al mirar a mi amado saboreando delicadamente el sexo de otro cuerpo junto a mí. La sensación fue muy placentera, ya que al mirar fijamente el rostro de aquella persona no supe cuál era su sexo, indeterminado como sus formas, bello sin igual. Su boca alcanzó la mía y nos unimos en un suave beso. Aquella lengua entraba en mi boca delicada pero contundentemente. Hubo momentos en los cuales era tan sexual como posesiva. Fue entonces cuando pude apreciar que estaba comiéndome el sexo de aquel ser indefinido, mientras otras lenguas saboreaban todo mi cuerpo. Me retorcía de placer. Mientras, sentía sobre mis caderas los pequeños pechos de otra mujer, al igual que su lengua en mi sexo. Al querer volver otra vez mi rostro hacia mi hombre, este poseía por detrás aquel cuerpo de sexo desdibujado. Aquella confusión me hizo despertar de un sobresalto, y volviendo a la realidad de aquella 150 mañana.• Mi amado, me cogió entre sus poderosos brazos y poniéndome de espaldas, me introdujo su sexo hasta el alma, suave y lentamente. Me corría en ese instante.......•• Así, día tras día, una historia diferente aparecía en mi mente. Hubo un momento el cual me preocupó la sensación tan sexual que tenía, ya que cada vez que estaba cerca del servició sentía mi entrepierna jugosa y húmeda. Aquellos personajes me atraían mucho sexualmente, y no me atrevía a decirle nada a Alejandro. En aquella gran cama, un sueño tras otro me sucedía. Era como si otras vidas y otros encuentros aparecieran en mi mente. Para todo había cabida en ella. Siempre al despertar, la mirada penetrante de aquella gran dama que presidía nuestra habitación, y sin dilación el encontrarme con el cuerpo de mi hombre siempre dispuesto a darme su amor. Había una conexión entre aquella gran dama y yo. Las dos lo sabíamos. Por las noches, cuando Alejandro llegaba antes de estar yo dormida, le gustaba que bailara y había algo que desde el primer momento sentí, la necesidad de hacerlo junto a ella. Suavemente restregarme con sus formas me excitaba y sentía que a mi hombre también le gustaba. Había momentos en los cuales no la sentía fría como una 151 estatua, sino que su piel rezumaba calor. Era una sensación indescriptible. Estaba viva y las dos gozábamos de aquel ritual sexual. Había momentos en los cuales sentía los brazos de ésta rodeando mi cuerpo, al igual que su lengua sobre mí. Desde nuestra llegada a la isla hacía tres noches los rezos de los sacerdotes Coribantes. Inundaban nuestro hábitat. Yo sentía verdadero terror. Por ello, cuando Alejandro no estaba a mi lado, a la bajaba del sol, yo me refugiaba en aquella habitación, en la cual en el momento que me dormía, el placer inundaba mi mente, y los cuerpos de aquellos seres me proporcionaban el mayor placer que pudiera imaginar. Nunca me sentí sola allí, esperando sin impaciencia a mi esposo, que al llegar, siempre me encontraba húmeda y jugosa, deseosa de más....... Alejandro se pasaba muchas horas trabajando en sus cosas y me dejaba mucho tiempo libre para poder conocer aquella isla. Mi dócil caballo blanco me llevaba a rincones mágicos. Uno de ellos fue el descubrir entre dos montañas cercanas un valle al pie del Monte Cynthus un valle. Este el cual daba una gran cala en la cual, un gran altar se erigía esplendido, era desde donde oía los cantos y los 152 rezos de los monjes. Sí, tenía que ser desde allí, aquel mágico lugar estaba presidido por el Dios Poseidón, soberano del mar, bello y robusto como hombre sin igual. Este altar estaba lleno de ofrendas frescas, perpetuando un lazo entre lo sagrado y lo divino. Estas eran frutas, flores y grandes vasijas de vino. También había restos de sangre con trozos de animales. Estos restos otras alimañas los habían devorado. Me impresionó aquella escena y a mi vuelta a casa me perseguía la atmósfera de aquellos sacrificios. Ese mismo día, Alejandro no llegó al atardecer y mi curiosidad por aquellos cantos me llevaron a ir a los corrales. Monté a mi corcel y salí en dirección a los cantos. Llevábamos varios días de luna llena y hoy era el día en el cual ella estaba mucho más plena. Fue por ello, por lo que me atreví a salir en la oscuridad. Al irme acercando pude apreciar el halo de luz de las antorchas y hogueras y el tumulto de la gente, los gritos frenéticos y los músicos con timbales, tambores, flautas y címbalos, me atraían compulsivamente. Dejé mi caballo atado a un árbol, en el cual había descansado cuando bajé por la mañana y me deslicé entre los arbustos furtivamente, al situarme en un 153 lugar donde podía ver bien todo aquel espectáculo, me recordó a mis incursiones en lo alto de la escalera y tras las cortinas de nuestra casa. Desde allí pude ver a una sacerdotisa bellísima la cual presidía toda aquella ceremonia. Su expresión era de estar fuera de sí. Estaba vestida solamente con una gasa blanca traslúcida. Sus formas sensuales andróginas me hicieron desear su cuerpo: mensajes en mis pensamientos los cuales pasaban por mi mente desde la primera noche que dormí en la isla. En este momento una cierva gigante estaba siendo sacrificada, degollada viva por tres eunucos gigantes. La sacerdotisa recogía en una gran copa de oro repleta de piedras preciosas la sangre de aquel animal. La ofrecía a los presentes y la bebió en aquel instante, cayéndole gotas de sangre por los lados de su boca y posándose en sus vestiduras pegándose a su piel. Era tan sensual todo aquel acto, que cuando quise darme cuenta, estaba con mis manos entre las piernas masturbándome. Todo aquel acto me excitaba enormemente. En este preciso instante sentí mis pechos entre dos pequeñas manos sin saber cual era su sexo, gustosamente masajeándomelos. Acto seguido, su mano derecha me levantaba mi cabellera y me 154 mordisqueaba el cuello gustosamente. Me erizaba la piel y mi mano en mi sexo se humedecía. En aquel punto, sentí su lengua bajando por mí espalada y de un tirón me dejó desnuda. No mire hacia atrás. No me importaba quien fuera. Era tan placentero el acto, que me dejé llevar por el momento. Aquella lengua bajó hacia mi trasero y me comió el alma. Vino a mi mente Jhonas. Me tenía muy bien agarrada por mi larga cabellera y era imposible moverme; pero yo tampoco quería hacerlo. Inmovilizada, me dejaba gustosa y placenteramente violar, sintiendo un sexo mucho más pequeño que el único que había sentido dentro de mí. Restregármelo por mi trasero. Estaba muy excitada y lubricada, cuando de un acto reflejo potente y seco me introdujo aquel sexo en mi trasero, sentí a las puertas de éste un pequeño dolor, pero el tirón de mi melena en el mismo momento apaciguó ese instante, sintiendo rápidamente tanto placer que en segundos estaba disfrutando de aquel acto animal. No dejé de moverme ni un segundo al compás de él, al mismo tiempo masturbándome. El placer nos llegó a los dos al mismo tiempo y me llenó todo mi culo de una gran corrida caliente y excitante. No miré hacia atrás, mientras él se cogió a mi cuerpo para no desfallecer. 155 Era un hombre de estatura pequeña. Sentí su sexo bajar de presión dentro de mi trasero y, al igual que aquel desfallecimiento fue su huida, suave y cálida, en una grata noche de primavera. Cuando quise reaccionar estaba apoyada en un árbol medio desfallecida, desnuda, deshonrada, corrida, placenteramente violada, orgullosamente poseída. Recompuse mis vestiduras, sin mirar hacia aquella ceremonia. Cuando quise fijar la mirada en ella, mi fiel amado estaba en aquel altar sobre aquella mujer virgen desflorándola. Me quedé totalmente petrificada, no pudiendo reaccionar. Yo había hecho lo mismo con un desconocido segundos antes. No podía bajar allí con la cabeza alta, y vi sin pérdida de detalle el resto de aquella ceremonia. No solamente la poseía, sino que ella no estaba presente en ese acto ya que se veía fuera de sí, en trance. Era muy joven. Tal vez once o doce años. Estas mujeres sabían que era un deber sagrado y eran inducidas a comer el Hongo Divino desde su más corta infancia, preparándolas para este tipo de rituales por ciudadanas libres que servían desempeñando las funciones del mantenimiento del Templo. A su 156 alrededor otros personajes bailaban y después de poseer a esta joven virgen, fue pasando por actos sexuales con todos aquellos danzantes: hombres y mujeres, sin importarle su sexo, jóvenes y bellos como los personajes de mis sueños. Mi hombre estaba delante de mí, siéndome infiel a nuestro lazo y promesa de unión. No quise ver más y me retiré en dirección a mi caballo. Allí, junto a mi amiga blanca como la nieve, estaba atado el caballo negro de mi amante. Quise pensar rápido, pero la mente sola me daba para considerar en que había llegado después que yo y me había visto humillada por aquel pequeño hombre al que jamás vi su rostro. Confusa, me monté en él y en el camino de vuelta, llorando y muy triste, sólo pensaba en lo humillante que podía haber sido para él verme con aquel hombrecillo del bosque. Al llegar a mis aposentos, pedí que me pusieran un baño. Necesitaba lavar aquel horror de mi cuerpo. No dejaban de aflorar mis lágrimas en mis ojos y el pensamiento de aquella gran cama ante mí, me hizo reflexionar el porqué de aquellos sueños, en los cuales, tanto él como yo actuábamos obscenamente con otras personas, sin importarnos el sexo de estas. Aquella familiaridad sexual me hizo mirar fijamente a 157 la Diosa Frigia frente a mí, preguntándole en voz alta: ------- ¿Por qué yo? Hubo un segundo en el cual pude percibir los ojos de aquella Diosa mirándome fijamente, y por mi mente pasaron estas palabras.: ------- Eres la elegida.•• Horrorizada y sumida en una gran desolación, limpiaba mi cuerpo. Cuando llega Alejandro, venía limpio, sin rastros de sangre ni semen, sólo polvo del trabajo. Su mirada era la de todos los días, jovial y decidido se acercó a mí y besándome en la frente me dijo: ------- Hazme lugar en tu baño que limpie el polvo de la cantera. Aquello me hizo estallar en un llanto frenético sin pausa. Se acercó a mí y abrazándome me dijo consolándome: ------- ¿Qué pasa mi bella dama? ¿Te sucedió algo en el bosque? -------- ¿Me viste? 158 -------- No, mi amor. Te busqué, ya que al volver a casa vi tu caballo atado en el sendero que da al altar de Dios Poseidón, en el cual el ritual estaba en plena culminación y me quedé observando desde lo alto de la ladera. No quise perderme detalle, ya que jamás lo había visto. Llevan varios días invitándome a ir los lugareños pero termino muy tarde y no me ha sido posible. Hoy venía un poco antes para que fuéramos juntos, y al encontrar tu caballo, pensé en encontrarte a ti, mi bella dama; pero totalmente abstraído por el ritual, cuando volví en mí fui hacia el sendero y tu caballo ya no estaba. Por ello volví raudo a casa, tuve miedo. En este instante, los dos abrazados lloraban, unidos en el lazo de amor de la cotidianidad de todos los días. Jamás ninguno de los dos nombró aquel atardecer en la colina, que da al valle del Dios Poseidón. Se amaron en el baño y más tarde, ya en la gran cama, durmieron entrelazados como lo hacían siempre. Al crepúsculo matutino con los últimos cantos ceremoniales, Alejandro se despertaba y al ver el hermoso trasero de su dama, sin pensárselo se lubricó su sexo con su propia saliva y la cogió de la 159 cabellera y, sin dejarla reaccionar, le introdujo su sexo en el de ésta. Aquel momento fue muy doloroso pero EgeaGea no dijo absolutamente nada. No fue capaz de quejarse del gran sexo de su amado. En este acto duro y frívolo se dio cuenta que su amado sí había sido observador de su furtivo incesto. Mientras la violaba le decía:•• --------¡ Mastúrbate, zorra! Fue muy corto, ya que mi sumisión lo excitaba más y más. Había sacado su sexo y seguía masturbándose sobre mi culo. En unos segundos, sentí su semen por toda mi espalda llenándome toda con su jugoso y caliente esperma. Aquel acto sexual, fue el comienzo de una relación mucho más animal por parte de los dos. La ternura y el deseo de amor de los comienzos era mucho más pasional, y este otro tipo de placer nos gustaba a ambos. Aquella mañana no nos levantamos de ella. Gozamos hasta la hora del almuerzo con todo tipo de perversiones que hasta el momento no nos habíamos planteado en nuestra relación sexual. Hubo palabras fuertes y actos duros, sumisión, abuso, dominación, obediencia y docilidad por mi parte. Este fue el principio de mi esclavitud sexual con aquel mi 160 hombre, mi amo. Al levantarnos de la cama, aquel al medio día y meternos en el baño, me dijo con voz clara y firme: ------- Hoy necesito tu presencia en el Altar de las Almas. Estas palabras me las decía mientras me acariciaba el rostro con una gran ternura. ------- ¿Voy contigo? Al levantarse del baño con un porte señorial, poniéndome su miembro a la altura de mi rostro, me dijo mirándome fijamente a los ojos. ------- No. Yo salgo ya en cuanto desayune algo. Arréglate sin prisas hoy, ya que estarán todos juntos con sus familias. Este es un gran acontecimiento que llevan preparando meses. Es necesario que sienta tu presencia en él al atardecer. Necesito esa luz para poder ver tu hermosura en el Templo. La creación de mi trabajo necesita una gran concentración y la aprobación de los sabios. Es muy importante. Necesitan ver la pureza de tu alma. Ponte muy bella. Vendrán amigos de las montañas. Son el grupo más interesante de artistas y eruditos que he conocido. Todos amigos de mi padre, que siguen fieles en el 161 levantamiento del Templo y quieren conocerte. Para ellos es muy trascendente tu presencia, ya que tú, serás el modelo de mi gran obra. Para ello he sido aleccionado durante todo mi periodo de aprendizaje en Italy. Mi padre me trajo aquí teniendo siete años, y conviví con ellos durante tres veranos, mezclándome con sus hijos y sus familias. Son grandes amigos los que hice en aquel periodo de mi vida, en el cual los más viejos, siempre me hablaban de mi madre como una Diosa, y yo no comprendía cómo no estaba junto a mí, como las madres de mis amigos. Fue duro pero muy aleccionador, ya que ellos me explicaron el significado y el concepto de todo este trabajo, pidiéndole a los dioses durante todos estos años la vuelta de Golf a estas tierras libres de cargas para poderse unir otra vez a Pitia. En aquel momento, las obras estaban ya en un periodo muy avanzado, conociendo cada rincón de esta isla y el proyecto con detenimiento. Para mí era un placer, pero ellos sabían muy bien lo que hacían en este juego conmigo. Los planos de este maravilloso proyecto estuvieron siempre junto a mí, en todos los lugares donde estudié, los más afamados artistas con los que me instruía, me formaron y aconsejaron para que esta 162 gran obra se terminara bajo mis órdenes. Los han comprobado y la terminación de obra es magistral. Este Templo será la gran obra de Golf, con la cual él se retirará y dejará paso a su sucesor y este soy yo, mi amor. ------- ¿Te sientes muy orgulloso de tu padre?•• ------- Me siento orgulloso de los dioses que han hecho posible el amor de él con Pitia, ya que siempre supe que mi madre era un pilar muy importante en mi vida. He tardado muchos años en conocerla pero me siento muy feliz en saber que esta obra se creó en el seno del amor que mi padre sintió por ella, y también gracias a esta relación he tenido el inmenso placer de conocer a mi Diosa. Su mirada era tan bella como el amor que me profesaba. El vicio de los momentos anteriores a esta escena era subliminalmente el comienzo de un gran amor terrenal. ------- ¿Cómo quieres que vaya vestida? ------- A tu antojo. Siempre estás muy bella. Me miró obscenamente, mientras se tocaba su sexo 163 frente a mi rostro. ------- ¿Cómo llegaré hasta allí?. No sé el camino. ------- Sigue la ladera este y, pasado el primer valle, verás un gran obelisco. Es la entrada del valle, no tiene pérdida. Estas últimas palabras, me las decía saliendo de nuestros aposentos, desnudo. Me quedé pensando unos segundos mientras me preguntaba ¿ Dónde va desnudo? Él, en ese instante volvía a entrar, distraído y con una sonrisa de pillo. ------- He visto entre las cortinas un movimiento extraño y, al acercarme, un personaje pequeño y curioso salía por los pasillos. No he podido alcanzarlo, ya que me he dado de morros con Yolanda y he vuelto rápidamente. Mientras, ella se ha echado a reír. Una risa nerviosa inundó aquella estancia. ¿Sería el personaje del bosque con el que le he sido infiel? era mi pregunta. Se vistió y se marchó. Yo no salí del baño hasta que llegó Yolanda, y en él me estuve tocando mis pechos, 164 los cuales noté muy calientes y tirantes. Parecía que me estaban creciendo. Al verla entrar en mis aposentos le dije de inmediato: ------- ¿ Lo Viste? ------- ¿A quién, pequeña flor? ------- Al pequeño hombre que corría por los pasillos. ------- Por los pasillos sólo he visto a tu potente esposo correr desnudo, y de pequeño nada, ¡ ya qué esta muy bien dotado! Ja. Ja... ------- Yolanda, tengo un secreto que contarte. ------- Si me lo cuentas dejará de serlo. ------- Necesito un desahogo y en ti confío.•• ------- Cuéntame sólo lo que jamás te arrepientas de contarme. ------- Estuve ayer en el bosque viendo el ritual. ------- Yo también. ------- Y me pasó algo muy extraño. Sentí como un ser pequeño como un duende se apoderó de mi cuerpo, 165 violándome. ------- A mí me sucedió algo semejante, pero fue el hijo de Akbar y tuve una muy buena experiencia sexual que no olvidare. Los duendes no los puedes ver y yo a éste no sólo lo vi, sino que me lo comí. ¡ Ja. Ja... ja. !. Es muy joven y pequeñito, pero es muy travieso y se las sabe todas. Me gusta. Me quedé aturdida, pensé rápidamente, vi a aquel pequeño ser follándose a todas las mujeres. Horrorizada, le dije a Yolanda: -------- ¿Estás segura que fue él? -------- Sí. Disfrutamos mucho entre los árboles. Los dos estábamos escondidos en la ladera viendo la ceremonia. Era un tanto extraño. Los cuatro habíamos estado en el mismo lugar y ninguno de nosotros había percibido la presencia del otro. Ya dudaba hasta de mi sombra y no me atreví a contar nada más. Me vestí con lo primero que encontré, haciéndome mil preguntas, me interné en el bosque. La mañana era muy soleada y estaba todo precioso. Hubieron momentos en los cuales, el bosque me dio miedo, ya que la vegetación 166 es muy espesa. Los rayos del sol entran como fugitivos destellos, dándole a éste un aura enigmática; pero yo siendo una buena amazona desde muy niña, puesto que me han cultivado en el arte de montar buenos caballos, en lo alto de éstos, me siento libre y fuerte. Llegué al lugar del obelisco sin ningún inconveniente. Desde allí pude ver la maravillosa obra que se estaba haciendo. Él me había comentado que este trabajo lo empezó su padre hace veintiún años. Era la entrada de un templo sagrado. Estaba ubicado en lo alto de una colina y frente a éste, se ponía el sol. Era magnánimo y tremendamente bello. Desde la posición donde me encontraba, tenía una perspectiva del trabajo que se estaba haciendo. La excavación en la montaña era de unas dimensiones sobrehumanas y divinas. Una antigua cantera había servido de inspiración a esta gran obra. En ella se podían percibir los antiguos cortes en la montaña. Sobre éstos una hilera de grandiosos bloques de columnas pétreas, talladas y ornamentadas majestuosamente. Estas columnas sustentaban una cubierta plana a dos aguas, en la cual, una gran boca monstruosa representaba la puerta del Infierno. Toda esta construcción está hecha a partir de mármol fino, 167 dando paso a una sucesión lineal de espacios que conducían a los recintos sagrados o cellas interiores. Se extendía hacia el exterior a través de una avenida de esfinges, las cuales eran grifos, animales con cuerpo y patas de león, cabezas con picos de águilas, colas de serpientes y alas de vampiros de la noche, rodeadas de exedra o zonas de asientos. Era una obra magistral y tremendamente bella. En el centro de ésta estaba el obelisco gigante que habíamos trasportado en nuestro barco, al igual que una gigantesca pieza redonda como la que había en nuestro cuarto y nos servia de baño. Estaba en tal posición, que rápidamente vi su utilidad. El fuego sería su reinante. A la derecha se podía ver claramente la tribuna de oradores. El espacio estaba preparado para ser habitado por los más grandes espíritus. También se encontraba el bloque de mármol que debía de tallar Alejandro. Representaría a la Diosa Afrodita y yo tenía que ser su modelo. Era la morada digna para un Dios, ya que su construcción estaba planeada, dirigida y construida por los mejores y más sabios artistas de los lugares donde Golf había estado trabajando, griegos, fenicios, persas, caldeos, asirios, babilonios y 168 egipcios se habían unido para concebir el Oráculo o Templo de las Almas. En él se unirán las de todos los dioses concebidos por todas las culturas que por él han luchado para ponerlo en pie. Un sueño lo suficientemente bello, para dar de cada uno de nosotros, lo mejor. A su alrededor se construirán las casas de los más ilustres hombres públicos de Grecia.•• Al acercarme al valle en mi caballo blanco, sonaba una lira, la del poeta que todos los atardeceres expresaba sus mágicas poesías en el jardín de nuestra torre en Grecia. Era tan familiar para mí el poder estar tan lejos de él y tan cerca, gracias a sus mágicas composiciones...... El valle era una caja de resonancia natural, donde todos los obreros que trabajaban en él, estaban dispuestos como si las tropas de un gran conquistador fueran a entrar en el Templo. Hombres alineados, limpios, guapos, corpulentos, cuerpos desnudos, tallados a cincel por el duro trabajo de la piedra, esperaban la entrada de mi paso. Hasta este momento no pude darme cuenta de la importancia de mi visita, a este lugar mágico. Fue en aquel momento en el que me di cuenta de mi vestimenta. Tan sólo una túnica y manto color púrpura, recogida con gruesos cordones, los cuales 169 delimitaban mis pechos más grandes que nunca. Nobles muñequeras de plata y descalza, ya que las sandalias las llevaba colgando al cinto, mi pelo al viento, salvaje como la isla, amazona de ella, en la cual desde el primer momento en el que llegué fue muy natural la desnudez. El calor era la excitación a ello. El sol estaba en la posición más caliente del día, y el color que emanaba su reflejo en aquel desfiladero por el cual debía de entrar, era púrpura como mi túnica. Los dioses se habían hecho cargo de ello, ya que yo llegué así, sin apercibirme de la imagen que tendría en estos momentos de mi vida en este lugar. Sentía las miradas profundas de aquellos hombres, raza de supervivientes, de los cuales saldrán los colosales gladiadores, para las colinas de Palatino, Capitolio y Quirinal. Allí se encontraban en construcción los Templos de Saturno, Cástor y Pólux, en los cuales Alejandro había dejado obra escultórica al lado de los grandes maestros, ayudando a la terminación del gran Foro Romano. Todo ello, formaba un papel muy importante en el desarrollo y la apreciación de la belleza física, que era muy notable en nuestra cultura, absolutamente ello establecía 170 parte del carácter religioso, para asegurar el continuo favor de los dioses. El espectáculo principal era proporcionado por la competición de los atletas, ya que después del duro trabajo, al atardecer se formaban con grandes maestros de las artes atléticas. Eran prácticas y ofrendas en honor a los dioses. Más tarde los Romanos lo utilizaron como mero entretenimiento para ganarse el favor del pueblo, el más venerado y magnánimo era el Dios Apolo, del cual había en éste, una de las mayores representaciones escultóricas que había visto jamás. Nació en esta isla y fue el que mató a la serpiente Pitón, que protegía un Santuario ubicado en las montañas del Parnaso. Era el Dios de la Profecía, de la luz y de la verdad y se las daba a éstos a los cuales amaba. Gran músico dotado, deleitando a los dioses tocando la lira, arquero diestro y atleta veloz, protector de un modo especial hacia los muchachos, todos ejemplos de su culto. La Diosa Artemis a su lado era la protectora y guardiana de las muchachas. Estas dos grandes deidades eran el más poderoso ejemplo en este Templo, donde muchos más dioses estaban presentes y donde otros que no conocíamos, tenían su lugar reservado. 171 Uno de los juegos era el equilibrio encima de toros bravos y aquí se encontraba uno de gran valor blanco como la nieve… del cual me había hablado Alejandro. Estaba relajado en la ladera oeste. Mirándome fijamente. Todas aquellas sensaciones poblaban mi cuerpo de flujos… Al llegar junto a Alejandro, éste extendió su potente brazo y bajé ayudada por él, esperándome con el más tierno beso de sus jugosos labios. En aquel momento, mi blanca yegua relinchó dándose a mostrar su bravura y fibrosidad. Bailó para nosotros a dos patas y se marchó galopando en dirección a donde se encontraba su caballo compañero. Este acto reflejo de poder, era digno de su raza. Allí se encontraban los maestros y sus familias. Habían dispuesto grandes mesas en las cuales, ricos manjares, esperaban mi llegada para empezar aquella fiesta en honor a mi presencia, en aquel lugar Sagrado. Cientos de percusionistas sonaron para dar inicio al evento, junto a los sonidos de los bouzoukia, instrumentos musicales tradicionales griegos, desde lo alto de la gran colina y empezó el festín. Se rompieron filas y los trabajadores formaron parte de él. Yo no podía dar crédito a tanta belleza 172 masculina, y hubieron momentos en los cuales la presencia de estos hombres, embriagó mi espacio. Sus bellos cuerpos correspondían a los más bellos Titanes, convirtiendo aquel lugar sagrado, en una gran orgía de cuerpos, semi desnudos, ya que sólo llevaban pequeñas faldas de cuero tableadas. Eran auténticas bellezas físicas traídas de todos los confines del mundo, esclavos de otras tierras, vendidos a Golf y vueltos a la vida mundana. Bellas mujeres vestidas con cortas túnicas blancas y joyas tan sólo hechas con las flores del campo, eran sus compañeras y familias. Ellas disponían todo aquel festín. La vida allí era placenteramente bella, trabajo y culto al cuerpo, venerado por los Dioses Universales. Aquellos placeres visuales humanos eran muy excitantes, y en muy poco tiempo sentí mi entrepierna jugosa. Alejandro hablaba con todos ellos y yo hacía lo mismo, ya que las conversaciones eran muy reconfortantes después de tantos días de soledad en el mar. Ellas eran muy sumisas, ellos niños grandes. Las edad de todos ellos eran las nuestras, excepto las de los sabios y sus mujeres, que eran similares a las de nuestros progenitores. Algunos de sus hijos se habían encontrado con mi amado en casas 173 de otros maestros, y sus formaciones habían seguido caminos paralelos. Aquella felicidad había sido elegida por nuestras familias para hacernos emperadores de nuestro Mundo. Las Islas Cicladas eran un Paraíso Terrenal. Allí me dí cuenta del por qué, de aquella gran cama en nuestros aposentos, de mis sueños al amanecer y de todas las libertades sexuales que se respiraban en aquel lugar. Era imposible vivir allí sin desear la belleza de las personas que lo habitaban. Daba igual a quién mirar. El deseo nublaba mi mente como la de Alejandro. Fue allí donde también me di cuenta del por qué, de aquella aparición en el bosque, de aquel ser indefinido o duendecillo. Tenía que ser abierta en aquel momento y el espejismo no llegaba más lejos que la mera realidad. Era libre por mi formación, era bella por mi genética, y tenía que ser sabia por el don que Pitia me había dado en aquella ceremonia de iniciación. Era muy complejo pero muy simple. En aquel periodo de mi juventud sabían que aprendería rápido. Estaba perfecta para ser su Diosa. Lo mejor de todo ello era, que yo estaba muy consciente en todo momento de la situación. Esta claridad de pensamientos y rapidez, eran enseñanzas 174 de mi buena hermana y de todos los maestros que habían colaborado en mi formación. Me sentía orgullosa y veía tan feliz a mi amado... Era subliminalmente bella la imagen que en estos momentos tenía de él. Estaba recostado entre las más bellas ninfas de un frondoso jardín en el bosque. Cualquiera de ellas se podía comparar con la belleza de una Diosa y ello, despertaba mis instintos sensuales. Viendo esta imagen comprendí que eran las cincuenta Nereidas, hijas del viejo hombre del Mare Nostrum, Nereo. Ellas vivían en las profundidades del mar y montaban en delfines. Bellas mujeres cinceladas como ellos. Había oído hablar de estas divinidades y hoy las tenía delante de mis ojos. Dar crédito a toda aquella belleza era subliminalmente mágico. Era una comunidad incontaminada de deidades. Aquella zona en la que nos encontrábamos era el círculo donde se había tallado el gran altar de una sola pieza y estaba cincelado con mucha precisión. En él se podían ver troncos de seres indefinidos. Exquisitamente bellos. No tenían rostros y estaban entrelazados como un amasijo de cuerpos orgiásticos. En mi tierna infancia siempre estuve presente sin que nadie lo percibiera en las fiestas, ya que desde lo alto de la 175 escalera y detrás de aquellas cortinas siempre vi relacionarse a los seres humanos orgiásticamente. Era algo común en nuestras culturas. Tan sólo las mujeres de los progenitores de la casa estaban excluidas de estas prácticas sexuales, ya que públicamente eran las encargadas de dar fruto a la descendencia pura de una estirpe; aunque entre las mujeres también había mucho amor y sensualidad, al igual que entre los más bellos corceles. Los juegos y el sexo eran algo innatos y profundamente respetado. La vida placentera era el detonante de la ascensión divina y en ésta, la cuna del Mare Nostrum. Nuestra cultura era libre para el que tenía poder, y nuestra estirpe era de esta clase. Los placeres y el buen vino eran vistos con grata aceptación. Allí pude conocer a seres tremendamente interesantes, verdaderos artistas de mi generación, personas que habían tratado con los maestros más detonantes de ella. Las Nereidas estaban en todo momento flotando a nuestro alrededor. Eran no sólo bellas, sino unas excelentes bailarinas. Estaban muy disciplinadas y las coreografías de sus danzas eran tremendamente sensuales. No dejaron ni un segundo de proporcionarnos un gran placer, ya que estaban muy 176 pendientes del servicio de todo aquel festín. Mi copa se llenaba una y otra vez, me la dejaba en cada mesa, ya que no es un placer que pueda controlar y le tengo un gran respeto, pero siempre había una llena ofrecida por una de ellas. Eran no solamente hermosas, sino mujeres dadas a dar placer, del cual me sentí muy alagada, aparte de dos grandes tronos trabajados sobre mármol con patas de bronce en forma de trompetas e incrustaciones de bellos cuerpos tallados en marfil, en los cuales reposaban nuestros brazos. Estuvimos en ellos mientras empezó toda aquella ceremonia de adaptación como mortales. El resto de los presentes se encontraban en la exedra o zona de asientos, esculpida en la montaña o en los Klismos pequeñas pero muy confortables sillas plegables. Frente a estas pequeñas mesas con patas trabajadas en bronce talladas, las personas más mayores estaban más cómodamente en divanes de bronce, los cuales estaban ornamentados con joyas y esmaltes. Ricos cojines en sedas hindúes hacían más plácido el aposento, en los momentos en los cuales recostaba mi cuerpo en alguno de estos lugares, ya que poco a poco me iban presentando a sus familias, siendo muy bien acogida entre ellos y en todo momento estas personas 177 sabias me contaban anécdotas de nuestras ascendencias. Siempre tenía alguna de estas Nereidas acariciando mis formas y masajeando alguna parte de mi cuerpo. Ellos, bellos como Dioses, no dejaban de ofrecernos sus habilidades atléticas, o eran simples conversadores y observadores de los actos en los cuales las Nereidas me ofrecían sus artes. Nunca en mi vida había me sentido tan placenteramente acompañada. Describir tantos elogios y cúmulos de sensaciones no me es fácil. El atardecer estaba llegando a un punto sublime. El tornasolado de los colores rojos y violetas de un gran cielo claro dejaba ver la aparición de la Luna llena entre las montañas y en dirección opuesta. La culminación del día en el horizonte y los tambores estaban dando paso a esta culminación y mi buen amado Alejandro se acerca a mí sin ser percibido y muy tiernamente, besó mi frente. Al mirar hacia el cielo, me tropecé con sus poderosos ojos negros y sus gruesos y calidos labios en los míos, húmedos y con un afrutado aroma a los vinos de estas tierras. Separó su rostro del mío dejándome ver con más amplitud su grandiosa belleza y me dijo: 178 -------- Mi amor, ¿ nos ofrecerías un baile? -------- ¡Cómo no, mi buen amado! Estaba en este instante con la mirada fija en esta grandiosa belleza y la música me estaba incitando a ello. -------- Este es tu Templo, mi divina e idolatrada esposa. Haz el honor de colmar con tu arte a todas estas personas que nos han acogido con tanto amor..... No pensé ni un segundo más. Mi amado levantó el brazo derecho y todo el murmullo y la música cedió. Empezó a sonar la cítara griega o lira asociada con el Dios Apolo, proporcionando un efecto de relajación e inspiración entre los oyentes. Cuando la paz entró en aquellas almas, sentí que hoy era un día muy especial. Para el Dios Dionisio, al cual hoy estábamos ofreciéndole culto por la muerte de la estación invernal y el nacimiento de la primavera. Este renacimiento cíclico acompañado de la renovación estacional de los frutos de la tierra, encarnaba la promesa de la encarnación de los muertos. Era bueno y amable con quien lo honraban, pero ello llevaba a la locura y a la destrucción a quienes lo despreciaban, a él o a los rituales orgiásticos de su culto. 179 Descalcé mis pies de aquellas sandalias que mi hermano de leche había hecho con tanto amor el día de mi primera fiesta, cubriéndome el rostro con mi ligera capa de muselina púrpura. Me alcé con un porte regio, deslizándome hacia el centro de aquel altar sagrado hecho para amar. En aquel momento sonaron las trompetas y los platillos de bronce. Se retiraron rápidamente las mesas y empiezan muy suavemente a sonar el Aulos. La excitación fue ascendiendo y la invocación hacia los ídolos sagrados, era subliminalmente divina y mágica. Mi cuerpo ascendía muy lentamente hacia el sagrado y sentía como mi Alma salía de él hacia aquel inmaterial fuego del sol crepuscular. Mis contorneados brazos invocando aquel instante ascendieron con él y, al llegar a sentir con mis yemas de los dedos su calor, se despojaron de mi capa lanzándola al aire con porte dignó de una Diosa. Todo mi cuerpo sintió la necesidad de expresión y mis músculos aflojaron las tensiones de la noche anterior. Pletórica de vida, les estaba ofreciendo el más magistral de mis sentimientos expresos, invocando a todos los dioses que me rodeaban y a la naturaleza. Las Almas perdidas volverán junto a los nuestros y serán partícipes de esta felicidad. Aquella ceremonia 180 sagrada era un rito el cual estaba siendo alabado por todos los presentes. Mis caderas alababan la divinidad de la fecundación y la presencia de la Diosa Afrodita y de la Diosa Artemis.• Bellas como la más plena imagen Divina, hacían que mi sensualidad fuera aflorando. Mi cuerpo despedía calor y mi túnica se pegaba a mis formas sudorosas, deslizándose por ellas y dejando mis pechos al viento. Sentía el placer de la desnudez y mis ondulantes giros ardían mis entrañas. Me elevaba hacia mis Ídolos Sagrados y ellos recibían mi ofrenda con admiración y respeto. La mirada complaciente de mi joven esposo era las alas de mi vuelo celestial. El sol estaba ocultándose ya en el horizonte y una lluvia de pétalos de rosas cayó sobre mí, millones de ellas ofrecidas por las Nereidas a mi paso, culminando éste en el más explosivo y subliminal final. Tumbada en el suelo cubierta por éstos, el máximo silencio imperó en aquel valle y rápidamente al volver en mí y recuperar la vista, todos los presentes estaban de pie aplaudiendo mi ofrecimiento. En los ojos de mi Amado pude ver unas lágrimas. La emoción la sentía en los poros de mi piel, excitados... Mi amado se levantó y cubriéndome con su capa, me 181 alzó con sus potentes brazos en señal de poder y recompensa. Todos los presentes adivinaron el mensaje. Al bajarme a la altura de su rostro sentí en mis labios el dulzor de su amor. Mis manos acariciaban su bíceps y sentían aquel tatuaje en su piel, como si en realidad tocara las escamas de aquel reptil. Me sentí en casa. Él era mi amo y yo sumisamente su amada. Me sacó de aquel círculo sagrado que se había hecho mientras había desfallecido aquellos segundos con el fuego de las antorchas que las Nereidas habían puesto a mí alrededor, y nos dirigimos hacia los caballos, que descansaban muy cerca. Me montó en mi bella yegua y subiéndose en su negro corcel, nos dirigimos hacia nuestro mundo privado. No me dejó la opción de despedirme de nadie. Tampoco tenía el porqué, pero no giré mi cabeza en ningún instante para mirar hacia detrás. No me importaba. Su larga cabellera, su sonrisa y su contorneado cuerpo eran mi ilusión, mi vida. Los pensamientos en los cuales vi la sensualidad en otros, fue solamente el espejismo. Lo amaba y él a mí, ya que tengo muy claro que en estos rituales estás ofreciendo tú vida y él sabía que era suya.•• Al llegar cerca del acantilado, nos paramos y 182 me ayudó a bajarme de mi yegua, diciéndome: -------- Te amo.... -------- Y yo a ti, mi amado. -------- No podía quedarme ni un solo segundo más allí. Sentía los ojos de todos traspasar tu piel y llegar a tu alma. Sentí mi cuerpo enardecer de pasión y tenías que ser solamente mía. Nos abrazamos en una de las caricias más conmovedoras de nuestra relación y, cogiendo la manta que llevaba en su potro, se la puso en el hombro y dándonos la mano nos dirigimos hacia la playa, felices y cómplices de nuestra unión. La luna era nuestro solo testigo y estaba espléndida. Él me tenía cogida por el hombro y me daba el calor y la protección que necesitaba. Es el hombre de mis sueños (pensé mientras nuestros pasos unidos nos acercaban a la playa). La noche estaba espléndida, y aquella gran luna, la hacía muy clara. Miles de estrellas brillaban en el infinito y, en ese instante, recordé aquella que brilló tan intensamente y estalló dos veces. La estrella fugaz que me dio el amor de este hombre a mi lado. Sentí la necesidad de dar gracias a 183 los dioses y de decir en voz alta: ---------Sin ti mi amor, no sería tan feliz. Gracias por estar a mi lado. Al decir estas palabras, él me volvió a coger por mi cintura y levantándome dos palmos del suelo, me dio un beso cálido y jugoso, llenándome de vida toda mi boca, sintiéndome penetrada y latiendo de pasión. Acto seguido, extendió la manta en el suelo. Estábamos en la entrada de una cueva, frente al mar. Al mirar a nuestro alrededor unos troncos estaban preparados en aquel lugar. Encendió aquella hoguera y nos sentamos observando el fuego de ésta. --------- ¿Sabías la existencia de esta cueva? --------- No. Este es un regalo de los dioses. Mirando al cielo, él se acostó y yo lo hice apoyándome en su pecho, frente a su rostro. Lo acariciaba dulcemente cuando, sin mediar palabra, me acercó a su rostro y volvimos a unir nuestras bocas en un sexual beso. Sus manos me desnudaron. En segundos, su lengua penetraba mi boca y sus dedos jugueteaban en las puertas de mi sexo jugosamente lubricado. La excitación iba subiendo por mis piernas 184 cosquille ante y electrizante. Sabía cómo y era mágico. Todo con él estaba lleno de incógnitas y seguridad. Me sentía protegida y feliz. Me incorporé sentándome sobre su torso. Bajé mi pequeña mano tras mi espalda hacia su sexo duro y contundente bajo su túnica. Me pedía cariño. Saqué mi lengua de mi boca y, saboreándola, lo miré fijamente a los ojos y me acerqué a su rostro, deslizándola por su cara y barbilla. De allí la dirigí hacia su cuello, detrás de sus orejas. Sentí el escalofrío de la grata sensación que le producía, y su sexo latía suave y caliente de placer, cerca de mi trasero. Es un hombre muy grande y mi cuerpo junto al suyo es diminuto. Bajé mi lengua por sus hombros mientras mi cuerpo lo hacía sobre su sexo. Ladeando su túnica, llegué a sus pechos, duros y firmes, poderosos, magníficamente formados por el duro trabajo de mi amado. El se desabrochó los prendedores de ésta y se la arrancó de un solo acto. Sólo unos segundos y él también estaba desnudo ante aquel cálido fuego que iluminaba nuestros cuerpos, y la luz de la luna los reflejaba, excitados por nuestras caricias y deseosos de amarnos. Sentía la dureza de su sexo en las puertas del mío, duro y caliente. Me retorcía de placer 185 mientras me rozaba suavemente sobre él. Era tan excitante aquel acto. Le cogí por las muñecas y forzándolo se las puse sobre sus hombros. Hubo unos segundos en los cuales puso resistencia, pero mi mirada picara lo derrumbó. Sumisamente se dejó poseer. Levanté un poco mi trasero y su sexo juguetea levantándose en las puertas del mío. Suavemente se deslizo a la entrada de éste y muy despacito yo lo introduje en mi cuerpo. Todo nuestro amor. Deslizándose muy suavemente por el interior de mi vagina, hasta llegar a lo más profundo de ella. Lo sentía excitado y tenso. Para él no era fácil el estar sodomizado. Jamás en su vida nadie debía de haber utilizado estos medios con él. Yo era consciente de sus sensaciones y, al volver a sacar su sexo muy lentamente del mío, sentí como si le hiciera daño, y le pregunté: ------ ¿Te gusta mi Amor? ------ Me muero de placer......... ¡Guau!...., me volvieron loca estas palabras y me dieron mucha más confianza, en la actitud que estaba tomando en aquel instante, deslizando muy suavemente mi sexo por el suyo, bajando y subiendo lentamente, 186 profundamente, amándonos. Sus escalofríos inundaban mi vida y ello me llevaba a la ascensión de mi placer entre mis muslos calientes abrazando su sexo. Lo sentía cada vez más duro y potente. Hubieron unos segundo en los cuales, con un acto reflejo, paró mi cuerpo. Estaba descargando todo su semen en él. Al sentir esta cálida descarga de su amor, el mío explotó, abrazando su sexualidad muy firmemente. Cruzando mis piernas entre las suyas. Estaba todo él en tensión, ya que estaba haciendo todo este acto flexionando mi cuerpo sobre él, con los brazos firmes como un atleta. Mi cuerpo en tensión explotaba, desfalleciendo entre los gritos de placer de ambos. Tardamos unos segundos en volver a la realidad que nos embriagaba. Estaba encima de él abierta en canal, mojada, llena de vida. Reaccioné muy rápidamente y con su sexo húmedo y jugoso, me incorpore y sacándomelo del mío, me lo restregué por todo el. Jugueteando en las puertas de mi trasero, me miró fijamente a los ojos y me dijo: ------- ¿Me piensas matar? soy tu esclavo y me siento tan feliz de ello........ No me lo pensé ni un segundo; introduciéndome la 187 puntita de aquel duro sexo por mi trasero, sediento de su amor, se retorcía de placer sintiendo la resistencia de él. No era fácil pero debía de relajar mi mente, y darle aquello que yo sabía era el máximo placer que él deseaba. La verdad es que yo también anhelaba el sentir como se enardecía de placer. En este instante me dijo: ------- ¡Cómo me gustaría penetrarte al mismo tiempo por todo tu sexo!. Me gustaría tener dos extremidades, ser dos hombres en uno......... -------- A mí también me gustaría mi amor. Soy tuya......... -------- Tengo algo en mi taller que te gustará. Mañana te lo regalaré. Era toda una incógnita para mí su regalo, pero rápidamente aquellos pensamientos desaparecieron de mi mente y en segundos estaba relajadamente disfrutando de aquella penetración anal como una reina. Él me tenía con sus potentes brazos levantada y firmemente ascendía y bajaba sobre su sexo, muy delicadamente ya que no es muy fácil. Hubo un momento en el cual me dijo: 188 ------¡Mastúrbate mi amor!. Necesito sentir también tu placer para que este acto me sea placentero a mí...... Le pasé mis dedos por su boca para lubricarlos y él los devoró con ansiedad, dejándomelos muy jugosos. De allí me los llevé a mis pezones, duros como piedras y al tocármelos suavemente sentí algo que jamás había sentido: dolor. Un dolor placentero. De allí, con una de las manos, aparté los labios de mi sexo y con la otra suavemente empecé a lubricármelo, con movimientos circulares, casi sin tocármelo, muy suavemente. Era tan excitante aquel acto... Me sentía desfallecer por el placer y ello me hizo perder el equilibrio. Él me sujetó firmemente y me ayudó a seguir con mis piernas flexionadas sobre su sexo. Me moría de placer, y sentí que mi orgasmo asomaba y mi sexo necesitaba aquella otra penetración. El acto seguido, sacó su sexo de mi trasero y me lo introdujo en mi vagina, penetrándome potentemente. Yo caí sobre su pecho y en este instante, sentí sus dedos jugueteando en aquel otro orificio que segundos antes estaba lleno con su vida, introduciéndome uno de ellos. Me volví loca y en segundos estallaba de placer en un loco orgasmo, diciéndole: 189 ------- Ms....... Más. Lléname. Córrete........ Lo debo de volver loco, ya que sacó su sexo y yo me bajé a él chupándoselo con todo el vicio que tenía dentro de mí. Necesitaba ser penetrada por todos los orificios de mi cuerpo. Estalló en segundos dentro de mi boca, llenándomela. Hubo unos segundos que pensé que me ahogaba, y la saqué, restregándome aquel floreciente sexo de vida por mis pechos duros y doloridos, salpicándome toda mi cara y llenándome el alma. El vicio que despedíamos los dos era innato en nuestras vidas, ya que, para mí era mi primer hombre y el único. Él lo sabía y ello lo volvía loco. Hubo un momento en el cual me dijo: ------- ¡Zorra mía, no pares!....... No podía dejar de masturbarlo y seguí con una segunda corrida en segundos otra vez en mi boca, (mucho más pequeña en cantidad de semen pero por sus gestos y retorcimiento de cuerpo mucho más profunda y fuerte). ------- Me vas a matar, (me dijo entre dientes). ------- Quiero que sólo seas mío. Me moriría si te viera con otra mujer. 190 ------- Yo no te dejaría disfrutar con otro hombre. Nos abrazamos muy intensamente y en aquellos segundos pensé que me iba asfixiar; pero hubiera muerto sin resistencia. Estaba entre sus brazos y lo amaba. No tardamos mucho en quedarnos dormidos hasta el amanecer, sintiendo un poco de frío. Abrí mis ojos y él me tapaba con la manta y su cuerpo protegiéndome de éste. Alargó la mano y avivó aquellas cenizas, volviendo a resurgir el fuego. Aquellas palabras se quedaron en mi inconsciente y entre sueños pude verlo entre los brazos de aquellas Deidades en los jardines de nuestros aposentos. ¡Son tan bellas!. Aquel sueño volvería una y otra vez. Los dos sabíamos que no es una isla para desconfiar del otro, ya que el elemento Titánico o presencia del mal propio de nuestra naturaleza, nos incitaban a aquellos pensamientos que vagaban en nuestras mentes, buscando preservar lo Dionisiaco o divino naturaleza de nuestro ser. Seguíamos los ritos Órficos de purificación y ascetismo a través de una larga serie de reencarnaciones. Los seres humanos nos preparamos para la vida después de la muerte. Si se ha vivido en el mal habría un castigo •y si el bien era tu vida reinante después de la muerte, las almas se 191 liberarían completamente de los elementos Titánicos, reuniéndose con la divinidad. Sabíamos que lo mejor era no jugar con el destino, ya que éste era un incitador de este peligro que reinaba en nuestro entorno. Desde aquel día todo cambió y todos los días nos íbamos juntos hacia la cantera. Era un camino el cual no debíamos de hacer jamás solos. Al llegar a ésta yo posaba mientras él esculpía aquel trabajo que honraría a la Diosa del Amor y la Belleza. Éramos los elegidos y los dos lo sabíamos. La confusión estaba en todo momento a nuestro alrededor pero los dos éramos muy fuertes e intentábamos no separarnos. Yo cada día me sentía más bella y mi cuerpo iba sintiendo una trasformación. Mis pechos crecían y estaban muy duros. Había días que me encontraba indispuesta y Alejandro se quedaba a mi lado en nuestros aposentos o nos íbamos a la playa. Subir a la cantera era muy pesado y hacía mucho calor. Cambiamos nuestro horario y, o subíamos de muy buena mañana, o a la bajada del sol. Aquella primera luna pasó muy rápidamente y aquel primer mes no tuve el derrame que ama y mi hermana me dijeron que tendría todos los meses. Estaba embarazada y era algo que afloraba en mi cuerpo como las flores del campo. Todo 192 era nuevo para mí, pero tan normal como la vida cotidiana que nos rodeaba. Mi amado veía con gran aceptación mi embarazo y deseaba al igual que yo un heredero. Teníamos todo lo que la vida nos podía dar. Era mágico el día a día con aquel joven hombre. Había mañanas que mandaba preparar un pequeño bote lleno de cojines y frutas y me llevaba a nadar, hacíamos el amor en el mar y disfrutábamos de los placeres mundanos de una vida relajada. Aunque había noches que nos quedábamos en la cantera junto al fuego, yo decidía quedarme durmiendo, mientras él seguía su trabajo. Tenía muy poco tiempo para terminar aquella maravillosa escultura, y las horas eran cruciales para poderlo hacer. Él me decía que era mágico el verme desnuda junto a aquel reflejo mientras él trabajaba mis formas en aquel trozo de mármol blanco. Las llamas del fuego jugaban con mi apariencia y él iba creando y moldeando su trabajo con la pasión y el deseo. A solas, ya que allí solamente estábamos los dos, las cinceladas de aquellas diestras y pequeñas herramientas iban engendrando la esencia de aquella mi figura llena de amor, y solamente suya, nos habían instalado una gran carpa del desierto de Nubia, 193 regalada a Golf en uno de sus viajes por el Nilo, por las Dinastías Cusitas, ya que en aquel lugar en la zona limitada por Abrí, al norte, y Karima y Merowe, al sur. Construyeron varios templos, siendo él, el que había hecho llegar hasta allí los mármoles que los hicieron posibles. En aquella morada de nómadas éramos muy felices. El suelo estaba cubierto por pieles de los animales más raros que pudiera imaginar, ya que también Golf tenía una gran afición por la caza. Los muebles de aquella estancia, eran maravillosas y pequeñas piezas plegables hechas de maderas con incrustaciones de marfiles, trabajadas por artesanos Egipcios. Los cojines de bellas sedas hechos con plumas o lanas de ovejas, eran nuestro descanso. Pasaron días y noches en los cuales habíamos trasladado nuestra vida a aquel refugio en la cantera y estábamos muy felices con aquel nuevo hogar. Todas las mañanas, nos traían el agua las bellas ninfas, aquella bella balsa hecha para el fuego,• se convirtió en nuestro estanque. Allí nos bañábamos a cualquier hora, ya que mi buen amado nunca tenía horas fijas. Trabajaba sin descanso y era impredecible a la hora que descansaba. Yo siempre, cuando terminábamos de ello, le ofrecía mis más 194 sabias dotes en el arte del masaje para dejarlo relajado y que el esfuerzo físico se atenuara placenteramente con mis cuidados: ungüento de aceites y plantas de la isla traídas por las viejas mujeres. Me ayudaban a dejarlo en paz con el duro esfuerzo del trabajo. La noche era mucho más tranquila. Los tambores de los músicos y los sacerdotes se centraban en tener sus rituales en el Altar del Dios Poseidón. Cuando oíamos la música a lo lejos, yo siempre bailaba sólo para él, mientras él descansaba placenteramente. Desnuda, como nos gustaba a los dos, era el momento en el cual comíamos y bebíamos los frutos de la tierra y ello nos llevaba a hacer el amor en aquel magnánimo altar a solas con las estrellas. Éramos muy felices. Después yo siempre me quedaba dormida y al despertar el trabajo estaba diferente. Siempre me sorprendía con nuevas formas que iban apareciendo en aquella escultura de la Diosa al Amor y la Belleza. Era tan especial ir viendo día tras día aquel bello ejemplo de la constancia y la sabiduría de aquel hombre.... Las horas que había pasado rodeado de artistas y sabios era el reflejo de aquella, su obra maestra, ya que así era como la llamaban los ancianos, cuando por las mañanas venían 195 a ver su trabajo. Había días que estábamos durmiendo abrazados y no nos molestaban, ya que Bubu dormía junto al fuego a la entrada del obelisco y tenía órdenes de que si Alejandro había trabajado hasta muy tarde nos dejaran descansar. Seguíamos nuestros propios periodos de vida, pero todas las jornadas eran un gran esfuerzo. Faltaban muy pocos amaneceres para que nuestras familias llegaran de su largo viaje para estar con nosotros en la gran fiesta del solsticio de verano. Se invocaba a Júpiter, Dios del cielo y rey del firmamento. Ese era un gran aliciente el cual nos unía más en todo. El trabajo iba hacia adelante gracias a la paz de nuestras vidas. Custodiadas por Bubu, mi fiel eunuco, había habido grandes cambios en los planes, ya que también vendrían mis cuñados y familias lejanas. Como Fidias y su mujer, padres adoptivos de Alejandro en Italy, Golf quería presentarnos a todos y que toda su estirpe unida, viera lo feliz que él estaba junto a Pitia. Quería disfrutar de toda la parentela junta y nosotros todos éramos esa gran alianza que él había reunido en sus viajes, confiando a su amada y a su hijo Alejandro. Con estas dos familias para que estuvieran protegidos, estaba llegando el día que él 196 vería (y no en sueños) que nos pudiéramos encontrar. Era su esperanza durante sus largas travesías por el mundo, y esta circunstancia estaba llegando a su florecimiento. Vivía el presente con la culminación de un pasado lleno de amor. Teníamos noticias de nuestras familias, gracias a Sumer, que no dejaba de viajar por todo el Mediterráneo trayéndonoslas. Él era el encargado de que todos supieran de este evento, haciéndonos llegar la conformidad de aquel acuerdo. Recibíamos continuamente regalos de todos y provisiones para este acontecimiento, el cual era muy importante. Las familias se preparaban para esta cita con la mayor alegría de nuestras vidas. Ya teníamos noticias de que Fidias había salido de Carrara donde se encontraba en este momento, hacia las Cicladas. Llevaba una gran carga de mármoles para enriquecer nuestro Templo. Había que construir unas termas públicas para los ritos de purificación. Para ello contábamos con el más afamado constructor de ellas en Turquía y los mármoles de Carrara serían la materia para levantarlos. También traía la escultura de Júpiter y Artemisa, las cuales estaban hechas con sus propias manos y serían puestas en el Templo junto con 197 las otras deidades. Ello nos hacía estar mucho más unidos, esperando con ansia la llegada de nuestras respectivas familia. Allí se haría la ceremonia de entrada en el paraíso del hijo de Isis y Ciro. Ra será bautizado como Dios del Sol, heredero de los mares de nuestros antepasados; y también haríamos publica mi maternidad. Era el secreto que teníamos Alejandro y yo para nuestras familias. Una mañana, al despertarme junto a mi esposo, el cual yacía en un plácido sueño, vi moverse las cortinas de la entrada de nuestra jaíma. Y entre sueños a Yolanda, acto seguido la llamé: ------- Yolanda, ¿estás ahí? ------- Sí, mi pequeña flor......... La voz no era la de ella y, sobresaltada, siéndome muy familiar, dije instintivamente: ------- Ama, ¿ eres tú?••------- Sí, mi niña. Estoy aquí. Me levanté veloz y al salir, los brazos de ella me abrazaron con todo el amor de una madre, fundidas en algo más que afecto. 198 -------¿ Cómo estás, mi pequeña? ( me dijo, separándome unos instantes de su regazo). Mirándome y tocándome la barriguita, muy suave y tiernamente, me dio a entender que sabía que estaba llena de amor. ------- ¿Lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho? ------- Lo siento en mis entrañas. Eres mi pequeño colibrí. No te engendré pero te di mi vida y estás dentro de mi alma. Volvimos a abrazarnos muy intensamente y cuando tuve su oído al lado de mi boca, le pregunté instintivamente:••------- ¿Y Jhonas? ------- Está ayudando a bajar todas nuestras pertenencias del barco, con los hombres. Está loco por verte. ------ ¡Vamos!. Necesito verlo. Debe de ser el primero en saberlo.••------ Tranquila, mi niña. ------¿ Cómo quieres que esté tranquila?, ¿Y mi hermana?, ¿Ha llegado con vosotros? ------ No llegará en unos días. Tengo que disponerlo todo a su llegada; por ello vine con los hombres y todo lo necesario. 199 ------ Dejemos dormir a Alejandro. Quiero ver a Jhonas. Toda esta conversación fue entre dientes y con voz muy bajita. Cómplices y amigas, las dos mujeres montaron en dos caballos y se dirigieron hacia la bahía donde estaban desembarcando todas las pertenencias. Al llegar allí, Jhonas estaba en el barco y Gea no se lo pensó ni un instante. Se abalanzó, y nadando se acercó a él, pero el encuentro entre estos dos jóvenes fue mágico, ya que él, la divisó desde cubierta y también se tiró al mar en su búsqueda. Al ir acercándose, se sumergieron, desapareciendo los dos cuerpos bajo el agua. En las profundidades se encontraron y se abrazaron como lo harían dos amantes. Unieron sus cuerpos y sus labios besándose sin que nadie los pudiera ver. Era un juego que habían hecho desde niños. Eran como dos peces, sirena y sireno, cómplices dentro del mar. Nadaron en las profundidades sin salir a la superficie. Al emerger a ella, lo hicieron protegidos entre las rocas, fuera del alcance de las miradas de todos, que no daban crédito a tal desaparición. Solamente Ama sabía que estaban escondidos en cualquier lugar. Era un juego de la infancia y a ella no le sorprendía. 200 Al encontrarse los dos jóvenes fuera del agua, raudo él le preguntó: -------¿ Eres feliz? ------- Mucho, mi amor; y ahora más que nunca, ya que estáis a mi lado. Se volvieron a unir en un beso lleno de amor, en el cual Jhonas, hecho ya un hombre, se apartó del cuerpo de ésta. Ella le dijo sobresaltada:••------- ¿Por que huyes de mí? ------- Te desearé siempre, mi pequeña florcilla y eres propiedad de otro hombre. ------ Por favor, no rehúses mis caricias. Deseaba tanto él volver a verte... ------- Y yo a ti, pero. cada día soy más hombre y siento.......•¡ja... ja... ja. ! Reían los dos siendo oídos por uno de los marineros que andaban en tierra. Los estaban buscando por la costa y al verlos gritó: ------ ¡Están vivos ¡ 201 Todos se alegraron y reinó la paz. Salieron del agua y fueron al encuentro de Ama. Ella esperaba sentada en la orilla del mar remojando sus cansados pies en ella, ya que había ido al amanecer hasta el Templo,• andando. Al llegar junto a ella, Gea se tiró en su regazo y Jhonas también. Los tres estaban otra vez juntos y ello les hacía muy felices. Allí estuvieron durante unas horas contándose los acontecimientos acaecidos en las semanas que no se habían visto. Él había terminado su relación con su amante, por culpa de los hijos de ésta que no veían con buenos ojos esta unión. Por ello había decidido acompañar a Ama a este encuentro. El mal de amores le estaba haciendo daño y cuanto más se alejara de ella, antes olvidaría a esta mujer que lo marcaría de por vida, ya que fue ella la que le enseñó sexualmente como tratar a una dama. Cuando se oyó una voz desde lo alto de la colina que llamaba a Gea. Era Yolanda que se había quedado en el Templo esperando que se despertara Alejandro y habían quedado para que la llamara cuanto esto sucediese. ------- Debo de marcharme. Venid conmigo. Se sentirá muy feliz de veros. 202 ------- Yo me quedo con los hombres ayudando a descargarlo todo. ¿Nos vemos luego? ------- Ama, acompáñame. Así lo hicieron, y Jhonas se quedo trabajando mientras las dos mujeres subían hacia la montaña a caballo. Debían de encontrarse con el amado de la pequeña. Por el camino Gea, no paraba de contarle a Ama todas las nuevas cosas que había descubierto y lo maravillada que estaba con las cualidades de su amado, así como lo bien que había sido recibida en aquella isla por todos. Estaba pletórica y feliz, deseosa de presentarle a todas las personas que allí habitaban. De alguna manera, Ama era como su madre y ella se sentía muy orgullosa de que hubiera hecho aquella larga travesía por mar para estar con ella en estos momentos tan importantes de su vida. Al llegar a la entrada del Templo, Ama se paró en este lugar y Gea volvió su rostro hacia ella al oír como su caballo paraba en seco. Su rostro estaba reluciente y la gran paz que había en aquel lugar le motivaron para decir estas palabras:•------- Eres muy afortunada, mi niña. El te ama como a ninguna mujer de su reino. Esta obra esta hecha con tanto amor que 203 perdurará a través de los tiempos. Él ya nació fruto del amor y seguirá la obra que empezó su padre para que seas la mujer más feliz del Mediterráneo. Me siento muy alagada de que estés entre sus brazos. No pude contestar, ya que me sentía tan feliz que sobraban las palabras. Estaba todo dicho y seguimos por aquel desfiladero protegido por los grifos que lo custodiaban. Era una obra totalmente magistral, tremendamente bella y descomunalmente magnánima. Era el paraíso de los Dioses sin duda. Descabalgamos y los caballos se marcharon juntos hacia el lugar donde tenían el agua y la comida. Nosotras seguimos andando juntas por aquel desfiladero de inmensas y poderosas imágenes salidas de la imaginación de un sabio. Yo jamás había visto animales con tanto poder. Estaba muy impresionada cuando,• como un pájaro oí la voz de Alejandro: ------- ¡Qué alegría, Ama! ¿Ya habéis llegado? Aquellas palabras me hicieron salir del sueño en el que me encontraba. La belleza de aquel hombre era sublime. Su larga melena rubia al viento ondeando como una bandera la dicha de un nuevo día, su sonrisa es una poesía y su cuerpo, el manjar de los Dioses. 204 Me sentí rejuvenecida y pletórica de vida. Avanzaba rápidamente hacia nosotras y, al llegar, nos abrazó con los brazos abiertos, dándonos cobijo entre ellos a las dos. ------- ¡Qué feliz que estoy!. Veo en tu rostro, amada mía, tu felicidad y ello me llena de placer. Contadme, ¿Cuándo llegan nuestras familias? ------- Pienso que en dos o tres días. Yo salí antes y creo que una pequeña tormenta, que empujaba vientos del norte, los hará llegar aquí antes de lo que pensamos. ------- Mi amado: hoy me iré a nuestro hogar y ayudaré a Ama a prepararlo todo. ------- ¡Que gran dicha el estar juntos! Era un hombre tan bello en su interior, que sus palabras eran el reflejo de sus sentimientos. Ello me llenaba de alegría y felicidad y él sabía en el poco tiempo que estábamos juntos, cuales eran mis debilidades y deseos. Era un buen compañero. ------- Desayunemos juntos y os acompaño a casa. Yolanda ya lo tenía todo preparado, y tumbados como 205 reyes. Comimos los manjares que nos ofrecían los Dioses. Su idea fue la de acompañarnos, pero después de pensárselo dos veces, decidió que nos fuéramos solas y él seguiría trabajando mientras hubiera luz. Al anochecer, él vendría y cenaríamos juntos con Jhonas, fue él quien dispuso todo ello. Nos preparamos las tres mujeres organizándolo todo para bajar a casa. Allí debíamos de coordinar juntas la llegada de todos los nuestros. Felices y con un gran alboroto, llegamos a nuestro hogar. Allí todo estaba en paz y armonía, ya que la familia que llevaba nuestra casa, eran pequeños pero muy eficientes. Nos dirigimos a mi habitación, y al llegar a ella Ama se paró en aquel pórtico respirando profundamente. Sabía que ésta era la habitación de Pitia y Golf y ello le emocionó. Se habían oído tantas cosas sobre este lugar y habían contado tantas historias, que comprendo su admiración al ir descubriendo, paso a paso, todo este paraíso. Era un sueño el estar allí para ella. Entró a formar parte de mi familia cuando mi madre murió y mi padre había estado aquí con mi madre siendo Isis un bebé; por lo tanto, sólo sabía lo que le habían contado las mujeres más viejas de nuestra casa. Nuestra familia es muy poderosa, pero 206 el linaje al cual habían unido mi vida, era mucho más poderoso que el nuestro. Ella se sentía muy orgullosa de ello y con un gran respeto se dirigió hacia la estatua de la Diosa que gobernaba aquella estancia. Se arrodilló y rezó en silencio, respetando su decisión. Yolanda y yo nos salimos de aquella habitación, dirigiéndonos hacia una balconada que daba al mar. El cielo estaba rojizo y unas nubes blancas tapaban los rayos del sol. Fue en este instante cuando concebí que mi lugar en el mundo estaba allí, al lado de aquella imagen en el horizonte. Estuvimos en silencio unos minutos respirando aquel otro ambiente. Arriba, en el Templo, se respiraba otro aroma. Las plantas que nos rodeaban junto al mar eran mucho más frescas y la brisa de éste también. El ardor que despedía aquella obra maestra era para los Dioses (seres superiores). Yo me sentía en este momento mortal. Miré mi vientre y lo acaricié, Yolanda me dijo: ------- Será un buen gobernante y llevará muy alto el nombre de sus familias.•------- ¿Y si fuera una niña?••------- Será un hombre. Los Dioses así lo quieren. Los rezos de todos estos últimos días han sido destinados al Dios Apolo, y es él, el que te ha 207 fecundado. ------- Me siento tan llena de amor.......... ------- Jhonas está en el acantilado ¿ lo veis? ------- Como siempre, soñando con el horizonte, pensando en su amor........ ------- Lo habéis visto? ------- Si, y he estado entre sus brazos unos instantes, compartiendo con Ama unas horas antes de subir al Templo. ------- ¿Sigue estando tan guapo? ------- Bien sabes que sí. Siempre te gustó. Ahora esta solo y muy triste, ya que su amada lo ha dejado. Ha venido para olvidarla. Podías tenerlo en cuenta y hacerle compañía cuando veas que lo necesite. ------- Me lo ponéis en bandeja. Jamás hubierais hecho esto hace unos años. Erais tan celosa de su compañía....... ------ Ahora sólo soy celosa de mi Amo y señor. Estoy tan enamorada y llena de vida a su lado..... jamás pude pensar que en tan poco tiempo podría olvidarlo. 208 Es parte de un pasado que está en mi piel y me niego a desprenderme de él. Se quedaran aquí por un tiempo. Necesitará una mujer a su lado y tú eres perfecta. Era una mujer muy rápida de mente y en segundos pensó que si Yolanda se unía a él, lo tendría siempre cerca. Habían jurado de niños no separarse jamás y el destino los volvía a unir. Tenía que preocuparse por él y que fuera feliz, le costase cualquier precio. En ese instante, apareció Ama por detrás de ellas dos. Estaba muy relajada y su aspecto era muy feliz. Cogió a Gea por la cintura cuidadosamente y extendiendo sus brazos hacia su vientre le dijo: ------- Jamás te volveré a dejar sola. ------- Gracias Ama. Necesitaba tu cariño y tu lealtad junto a mí. ------- Mi esposo llegará con tu hermana, él me lo había propuesto antes de venir aquí. Me dijo que si de verdad quería quedarme a tu lado, •se lo comunicase en cuanto llegara a tierra. En tu habitación lo he sentido y le he mandado el mensaje. Esas eran mis plegarias, ya que necesito que los Dioses le hagan comprender que aquí junto a ti, está 209 mi vida, y que también necesito a los míos. Espero que él sea consciente de ello y vea con aprobación esta determinación. Yo, de la misma manera, lo necesito a él. Es el padre de Jhonas y quiero que estemos juntos los cuatro. No puedo vivir lejos de mis seres queridos, mi niña....... •------- Has estado muy triste en mi ausencia. ------- ¿Lo dudas?••------- No. Mi Ama, yo en los pequeños ratitos que estaba sola, que no han sido muchos, también le pedía a los Dioses el volver a estar con los míos.••------- ¿Te hace muy feliz este buen hombre? ------- Sí, mi Ama. ------- Tenemos que ayudar a Jhonas. Está muy triste y nos necesita. En este instante, Yolanda le dijo: ------ No te preocupes Ama, yo me encargo de él. Siempre me gustó,• pero el respeto que le tuve a Gea por lo celosa que era, fue lo que me impidió el estar con él. Os lo juro: en unos días no echará a ninguna otra mujer de menos. Lo tendremos otra vez en casa. 210 Esta piña de mujeres estaban muy unidas y ello las llevaría a controlarlo todo dentro de aquel hogar. Después de aquel descanso, cada una se ocupó de organizar diferentes cosas. Las habitaciones de los invitados debían de quedar dispuestas con los objetos personales que cada uno necesitara. Estos arcones estaban en el gran pasillo donde estaban estas habitaciones. Ello no era sencillo, pero Ama lo tenía todo muy controlado y cada arcón fue destinado a una de ellas, que era elegida entre Ama y Gea. Yolanda se ocupó de colocar los objetos personales en los lugares correspondientes, y en tan sólo unas horas todo estaba dispuesto. Estaba ya el sol muy bajo y Gea pensó en su amado, disponiendo la cena. Quería que esa noche fuera muy especial, ya que los dos hombres de su vida se encontrarían cara a cara. Habilitó un salón contiguo muy pequeño al lado de las dimensiones de toda aquella gran construcción cerca de las cuadras. Había servido antiguamente para los hombres más leales de Golf. Era un bonito lugar con una gran mesa redonda de madera. Sus grandes sillas eran auténticos tronos tallados. Detrás de éstas se encontraban escudos y armas de muy diversos países y estirpes del Mediterráneo. Esa noche contarían con 211 sus personas más queridas y de confianza. Estarían ellos dos: Ama, Jhonas, Yolanda, Bubu y Akbar. Quería que todo fuera perfecto el día señalado y como una buena anfitriona, compartiría su mesa con sus más queridas personas que en la intimidad la servían. Esta manera de ser no era muy común entre los amos y la servidumbre; pero aquella cena, sería determinativa para el bienestar de todos de ahora en adelante. Cuando llegó su amado, les ordenó que cada uno se fuera a sus habitaciones y se pusieran sus mejores galas. Quería ser feliz esa noche con todos ellos y que se sintieran invitados en su casa. Al llegar a su habitación, el baño estaba dispuesto y su hombre dentro de éste. No dudando un segundo, se despojó de sus vestidos y se metió con él. ------- ¿Estás feliz, mi vida? Te veo tan resplandeciente y bella..... ------- Estoy llena de vida y eso me hace ver las cosas de otra manera. Por primera vez voy a ser anfitriona en nuestro hogar y quiero que no falle nada. 212 ------- Todo saldrá muy bien. Estás acompañada por tus personas más queridas y ellas te ayudarán en todo. Nada puede fallarte. Relájate y disfruta. Sólo tienes que estar fresca como una rosa y pensar rápido, que es algo muy común en ti. Nada fracasará. Te conozco y estás educada para ser una reina. Mientras le decía estas palabras, la tenía cogida entre sus brazos y estaba dándole un masaje en la espalda dentro de aquel majestuoso baño. ------- He dispuesto que en la cena estén todas las personas con las cuales tenemos que contar para que todo vaya bien estos días. -------¡ Me parece genial!. Lo que tú dispongas será bien visto por mis ojos, mi amor. Yo tendré estos días mucho más trabajo del que pensaba, ya que tendré que quedarme a trabajar en el Templo día y noche. Tu dormirás aquí, así nada puede escapársenos y cuando empiecen a llegar nuestras familias, tú serás la anfitriona que todos esperan que seas. ------- No te fallaré mi amor. ------- Salgamos ya. Esta noche te cogería entre mis brazos como jamás lo hice... (me decía con una risa 213 burlona, mientras me empujaba de mi trasero, obscenamente pellizcándomelo). Al volverme, me encontré con su boca queriéndome morder suavemente mis pechos. ------- Déjame golfo....... ------- No te dejaré nunca, mi Reina......... Salimos del baño y nos ayudamos, como siempre que lo hacíamos juntos, a secarnos, no dejando ni un segundo de ser un niño juguetón y travieso. Su sexo estaba duro como siempre. Yo me hacía la despistada, pero mientras me ayudaba con mis largos cabellos, sentía todo aquel descomunal sexo en mi paladar rozándome suavemente. Era muy excitante y no pude reprimir mis instintos carnales. Dándome la vuelta, me puse de rodillas y me lo metí todo en mi boca, sedienta de él. Le miraba a los ojos mientras él se apoyaba con sus brazos en los pies de la cama. Le temblaban las piernas y aquel gran hombre se convertía en mi corderillo. Era tan excitante y sensual, verlo con las gotas de agua que le caían de su larga cabellera por sus pechos hacia sus abdominales...... El reflejo de la tenue luz de nuestra alcoba, era la perfecta para ver este instante como el reflejo de un Dios 214 Griego. Lo amaba y él lo sentía con las caricias de mi boca y mi lengua en su sexo, duro y brillante, lleno de vida estallaba en ella. Al sentirlo en mi garganta, la saqué y seguí masturbándolo. Las gotas de su semen caliente y dulce como la miel, salpicaban mi rostro, incorporándome un poco también, mis pechos se llenaron de aquel manantial que inundaba mi ego. Me restregué su sexo por ellos y enfurecí más su instinto sexual. Me giró de un acto firme y potente y bajándome mi cabeza hacia la cama, me acarició la espalda con las yemas de los dedos y dándome una palmadita en mi trasero, con su otra mano me tocó mis pechos llenos de su esperma y me lo restregó por mi sexo, introduciéndose el suyo duro y firme como momentos anteriores estaba dentro de mi boca. Me poseyó...... con un gran instinto animal, dándome todo lo que tenía acumulado después de haber pasado el día solo, trabajando. Sentí el desahogó de la posesión, inundando todo mi interior. En este momento me decía: ------- ¡Eres mía!......¡solo mía! ------- Tú lo sabes.•• Fue mi respuesta simple y corta, ya que me poseía como un animal, obsesionado. 215 Hubieron unos instantes en los cuales sentí su orgasmo y el mío floreció a su unísono, llenándome del placer más grande que una mujer puede tener. El placer de su calor en mi sexo. Lo miré en ese instante y su rostro estaba desfigurado, totalmente ido, transpuesto, lleno de ira y desenfreno. Me dio miedo. Supe en aquel instante él por qué. Alguien le debió de contar mi encuentro con Jhonas, ya que aquel orgasmo no había sido como ninguno de los anteriores en toda nuestra relación. Me giré sacando su sexo muy suavemente del mío, y sentí como si le hubiera causado dolor el hacerlo. Lo cogí entre mis brazos y nos tumbamos en la cama, acariciando sus cabellos. Pude calmar esa ira que instantes antes me había dado miedo. Sí, sentí miedo. ------- Mi amor, soy tuya. Sólo tuya. -------- No me dejes nunca. No podría vivir sin ti. -------- Tengo un retoño dentro de mi interior fruto de nuestro amor. -------- Hoy, mientras trabajaba, sentí muchos celos de pensar que no estabas a mi lado........ -------- ¡Vida mía!. Relájate y ten confianza en mí. 216 Jamás te engañaría.•-------- ¡Júramelo!. -------- Te lo juré el día que nuestras familias nos entregaron y jamás te sería desleal. -------- No es cierto. Te vi en el bosque junto al Templo del Dios Poseidón. Se me paró el corazón. Fue cuando me empezaron a temblar a mí las piernas. No daba crédito a las palabras que estaba oyendo. Me sentía sucia y malvada. Le había sido infiel, no había sido un sueño y él me había visto. No podía decir ni media. Lo sabia todo. Mi silencio provocó que él hablara y fuera él, el que me calmara. -------- Tú también me viste a mí, lo sé. Bajé al ritual y violé a la Sacerdotisa frente a todos. Lo viste, dime que lo viste. Lo recuerdas, no puedes haberlo olvidado. Tuve relaciones sexuales con todos los que estaban en el ritual. Ese fue mi castigo, no me hagas daño ya que soy mucho más poderoso que tú y te mataría como hice con aquel adolescente que oso violar mi propiedad. Le estrangulé con mis extremidades y luego me lo tragué entero, tardando varios días en digerirlo. 217 Su mirada diabólica me aterrorizó, ya que sus grandes pupilas se convirtieron en elípticas. Su rostro estaba totalmente desfigurado por la desesperación, y su boca deformada con grandes colmillos delanteros curvos. Aquella lengua se convirtió en bífida. La imagen que llegó a mi mente fue la de una gran serpiente pitón. Sentí mucho miedo y respeto. Experimenté la mayor humillación que una persona pueda sentir, la suciedad en mi cuerpo. Sinceramente no le vi el rostro a aquel hombrecillo, pero en ningún instante sentí la presencia de aquel humano cerca en días posteriores. Había sido partícipe de aquel asesinato, ya que si no me hubiera dejado llevar por aquellos instintos carnales ese joven hombre estaría vivo. Me levanté muy dignamente y quise meterme otra vez en el baño. Él me cogió por la cadera muy firmemente, como si una gran serpiente rodeara mi cuerpo, y me dijo: ------- Olerás a mí esta noche. No te limpies. Mi esperma será tu perfume. Él debe saber que eres mía.• Aquellas palabras eran muy firmes y sonaban a ley. Me dejó sola en mi cuarto y se fue al suyo. Me vestí muy 218 sumisamente, con la túnica menos atractiva que encontré. Estaba muy nerviosa y tenía que encontrarme con todos en aquella mesa. Intenté maquillarme un poco, ya que mi rostro estaba descompuesto. No sabía cómo arreglar aquella situación. Él apareció, con la dignidad de un Rey, vestido de violeta y oro, sonriente y feliz, como si nada hubiera sucedido. Era otro hombre. Me ofreció su brazo y nos desplazamos hacia el Salón de los Escudos, en donde se encontraban representadas las doce de las más antiguas tribus Griegas. Golf, a lo largo de su vida por estos mares, había conseguido ser la unión de la Liga Anfictionía, formada para proteger el templo de Deméter. En Anthela, cerca de las Termópilas y Delos, era el lugar donde dos veces al año, se juntaban las doce tribus. Este fue el recinto donde mi Amado dispuso que se hiciera esta cena. Llevaba el poder en la sangre y aquella sala era testigo de ello. La estancia era una gran cámara redonda presidida por el Dios Hefesto Deidad del fuego y de la metalurgia. Era el artesano de los Dioses y les fabricaba sus armaduras, espadas, arcos, flechas, puñales, escudos y joyas. Se creía que su taller estaba bajo el monte Etna, un volcán Siciliano. Al llegar estaban todos ya 219 allí, esperándonos, de pie, tomando un vino y disfrutando de la buena música, de un grupo de orientales traídos para las próximas celebraciones. La felicidad se veía en el rostro del conjunto. Era un momento muy especial y, en unos segundos, todo lo acontecido momentos antes pasó al olvido. Alejandro estaba muy cordial y educado con todos, como siempre lo es. La noche fue espléndida. Hablamos de muchas cosas. Dejamos claras situaciones para que todo funcionara bien los días que estuvieran nuestras familias y todo transcurrió con armonía. Yo pasé en todo momento de mirar a Jhonas y Yolanda, se encargo de que éste estuviera entretenido. No hubo ninguna nota discordante en aquella cena. Todo fue fluyendo con verdadera naturalidad. No nos retiramos muy tarde, ya que Alejandro se despertaría al amanecer. Allí todo funcionaba con el sol y la luna. Eran los que marcaban los momentos. Al llegar a nuestros aposentos, me abrazó con todo el amor del planeta, y me dijo al oído: ------ Jamás sería capaz de hacerte daño. Me besó en el cuello y nos acostamos abrazados como lo hacíamos todas las noches. Dormimos muy 220 plácidamente y, al amanecer, mi hombre se despertaba hecho un toro. Me tenía cogida por la cintura y mi culito estaba entre sus piernas. Yo todas las noches antes de dormirme me ponía el ungüento de Pitia en mi sexo. Jugueteo con el suyo en las puertas del mío y, sintiéndolo lubricado, me lo introdujo hasta los huevos. Suave y posesivamente me amó aquella mañana, como cualquier otra de ellas. Se marchó a la cantera y yo retocé en la cama unas horas más. No tenía prisas. Estaban todos para ayudarme y últimamente estaba mucho más dormilona que de costumbre. Nadie vino a despertarme hasta el mediodía, que apareció Ama con una taza de hiervas y una fuente de uvas. ------ ¿ Cómo esta mi niña esta mañana? ------ Ama debo de contarte algo......... ------ Si es de tu vida privada con tu hombre, guárdatelo para ti. No debes de poner al descubierto tus intimidades con nadie. Es un hombre muy fuerte y me causa un gran respeto. Aquí sé que las paredes tienen oídos y nosotros somos los extranjeros. No cometas errores de los que luego te arrepientas.•• 221 Las palabras de Ama eran sabias y no puse ninguna objeción en ellas. Tenía claro que debía de escucharla y obedecer sus sabios consejos. Pasaron los días y todo transcurrió con naturalidad. Mi buen amado dormía en el Templo, como me había anunciado y yo subía con Bubu a llevarle algunas cosas que sabía le gustaban para comer. Era un pretexto, ya que no le faltaba de nada. Allí estaban trabajando tantos hombres, que las Nereidas los atendían con verdadera devoción. Era placentero ver la armonía que existía en aquel lugar, aunque los cuerpos sudorosos de aquellos hombres dieran fe del esfuerzo de aquel duro trabajo. Yo necesitaba el calor de aquel abrazo y los minutos que pasábamos a solas. Si se lo podía permitir lo que estuviera haciendo, siempre jugábamos y encontraba lo que iba a buscar, que se desahogara sexualmente conmigo y no necesitara a ninguna otra, ya que estaba siempre rodeado de las más bellas. Había momentos en que el sudor se lo limpiaba una, mientras otra le ponía la comida en sus gruesos labios. Aquellos gestos me proporcionaban un poquito de celos, pero debía de asumirlos con resignación y sin ningún gesto de desaprobación. Sabia lo que me jugaba y no podría ver 222 jamás a mi hombre como lo había visto semanas antes. Aquello se me quedó en mi cerebro y jamás se me olvidó. Uno de los días se me ocurrió subir al anochecer. La luna estaba creciendo y era una noche clara. Al llegar dejé mi caballo antes del obelisco. En lo alto del altar se podía vislumbrar la imagen de varias personas dentro de la pila que utilizábamos de baño, Alejandro y yo. Me deslicé con mucha suavidad y, en silencio, por detrás de los Grifos, la luz de las antorchas estaban muy tenues y me pude acercar lo suficiente para poder ver quienes eran. Hubiera gritado y no sé que hubiera sucedido, pero mantuve mis instintos y pude observar. Dentro había dos hombres. Uno de ellos era mi amado y el otro no podía ver bien su rostro, ya que estaba de perfil; pero no me era desconocido. Una de las mujeres se lo comía a besos, mientras otra le lavaba los cabellos. Había otra que le estaba limpiando los pies. Estaban muy bien acompañados y mi fiel esposo estaba frente a éste, solo, observante y distante. Me pareció muy curioso este ritual, y callada me quedé contemplando. Me sentí muy excitada, ya que no tenía costumbre de ver como otras mujeres trataban a un hombre tan de 223 cerca. Detrás de las cortinas y en lo alto de la escalera de nuestra casa, había mucha más distancia que desde donde me encontraba. Mi amado Alejandro estaba en una posición muy contemplativa. Observaba, y su actitud con los brazos abiertos y apoyados en el borde de la pila lo dejaban libre de ninguna sospecha sexual; pero satisfacía, y a mí esto me llamó la atención. El morbo inundó mi cuerpo. Cuando vi que mi buen amado se acariciaba el pecho, de allí acercó sus manos hacia su estómago sumergido dentro del agua. Volvió a sacarlos y se mojó el pecho y la cara. Giró la cabeza sacudiendo el agua y siguió en la misma posición. No dejaba de observar en silencio aquel ritual en el que el hombre que tenía delante disfrutaba con las Nereidas. De pronto, vi salir del agua a otra mujer, echando un gran chorro de agua por la boca. ¡Ja. Ja... ja. !. Entre júbilo y un gran algarabío todos ellos demostraron su felicidad. Había estado sumergida dentro de la pila y llevaba bastante tiempo, ya que yo me encontraba allí un gran rato. Me moría, ya que la cara de Alejandro era de placer contenido. Imaginé que esta mujer le estaba comiendo el sexo dentro del agua y me volví loca. Me tapé la boca, conteniendo un grito de rabia y me deslicé en 224 otra posición. Nadie había observado mi presencia y ello me dio confianza para poder seguir observando. Las mujeres siguieron con aquel extraño y cuando hubieron terminado su aseo personal, salieron del baño y se marcharon. Entre risas y alborotos, los bellos cuerpos mojados e iluminados muy tenuemente con la luz de las antorchas, incitaron mis instintos a tocar mis formas. Ello me fue llevando a, sin saber como, estarme masturbando viendo aquellos dos hombres hablando sumergidos en el baño. Cerré mis ojos y note las manos de los dos tocando mi figura, deseosos de mí, hambrientos de sexo. Seguí sin abrirlos y en muy poco tiempo vislumbré el estar poseída por los dos. Mi buen amado me poseía por delante y el extraño humedecía mi culito y me obtenía muy suave y dulcemente por él. No tardé mucho en llegar al orgasmo, pero no me fue fácil hacerlo en silencio, no gemir. Estaba muy cerca y me podían oír. Al relajarme un poco abrí mis ojos y para sorpresa mía aquellos dos hombres se estaban besando y masturbándose el uno al otro. En este momento me dí cuenta de que el extraño era Jhonas. Se había cortado el cabello, parecía un hombre distinto, aquello me volvió loca y seguí masturbándome volviendo a sentir el placer de 225 inmediato. Nos corrimos los tres juntos. Mis ojos no perdieron ni un segundo aquellas imágenes y el deseo de meterme con ellos en aquel instante, fue el que me hizo correr en dirección opuesta, hacia donde se encontraba mi caballo. Me daba miedo mi actitud. En tan solo unos meses, estaba totalmente obsesionada por el sexo, era muy natural, ello me hacía sentirme extraña. Galopé hacia la costa y, al llegar a ella, me metí en el mar con mi caballo. Los dos necesitábamos un refresco. No daba crédito a lo acontecido y me volvía loca el pensar que los dos hombres de mi vida estaban juntos amándose a solas sin mí. Me tiré desde lo alto de éste y buceé lo más lejos posible. Aguanté la respiración todo lo que pude y en esos momentos sólo pensaba en el sexo de cualquiera de los dos dentro de mi boca, sintiendo en el agua la máxima frustración. Quise ahogarme, pero salí a falta de oxígeno en mis pulmones. Odié mi masturbación física; odie aquellos dos hombres a los cuales amaba; las caricias del agua fueron las que me hicieron estallar en un gran llanto lleno de horror. Al salir y llegar a tierra, todo aquello me daba vueltas en mi cerebro y me trastornó durante varias horas que vagué sola por las playas......... 226 Pensé en volver al Templo, pero masoquistamente sólo podía pensar en que todo lo que me estaba sucediendo parecía irreal. Era una noche en la que estaban muy enfadados todos lo Dioses, ya que estalló una gran tormenta de primavera, rayos, truenos, relámpagos y muchísima agua. Vi amanecer desde lo alto de aquel acantilado, por donde se metía el sol. Sentí la necesidad de tirarme por él, pero estaba muy presente mi maternidad y ello fue lo que me impidió hacerlo. Al volver a mis aposentos, estaba muerta de frío, temblando, humedecida hasta los huesos, llorando. Me había arañado los pechos y mi estomago; había habido momentos en los cuales hubiera querido arrancarme el alma. Estaba deshecha, al entrar entre las columnas pude percibir una sombra, pero me daba igual quien fuera. Si quería algo que se hiciera ver. Estaba en mi casa y, con el porte de una reina, sin mirar hacia mí alrededor, llegué a mi cuarto, me quité las ropas húmedas. Abrigándome con una gran capa de terciopelo granate me metí en mi cama, entrando en calor muy rápidamente y me quedé dormida. Al rato sentí oír a las mujeres a mí alrededor, hablar en voz baja. No quería abrir los ojos, cuando oí la voz de Ama decir: 227 ------- Tenemos que despertarla. Es el barco de Fidias. Decirle a Bubu que suba al Templo y le haga llegar la noticia a Alejandro. Abrí los ojos y pude ver el alboroto que ya había en mi cuarto. El baño estaba preparado y mis ropas estaban encima de uno de los baúles. Quise que el cielo me tragara pero no fue así. Me ayudaron a levantarme, ya que no podía, me sentía enferma. Ama me miró a la cara y me dijo: ------- Tú no estás bien mi niña. ¿Dónde estuviste anoche? No contesté, no estaba allí, no quería....... eso era lo que sentía, en este instante me desvanecí, perdí el conocimiento, debiendo de estar sin él durante varias horas, al volver en mí, me habían aseado y vestido. Tenía sobre mi frente un paño muy frío, estando rodeada de personas que jamás había visto. Entre ellas se encontraba Alejandro. Me tenía cogida por la mano y estaba tumbado junto a mi. Las primeras palabras que oí fueron de Ama: ------ Ya vuelve en sí......Acto seguido, Alejandro me preguntó: 228 ------ ¿Qué te ha sucedido mi bella dama? No podía decir nada. Las palabras no podían salir de mis labios. No tenía voz, me dolía la garganta y sentía escalofríos. ------ Dejadla descansar. Cuando le baje la fiebre se encontrará mejor. Los espíritus malignos están alejándose de su entorno. Nuestras plegarias han sido escuchadas por el Dios Asclepio. Él la llevará de su mano y nos la traerá de vuelta al mudo de los humanos. Ponedle un poco más del ungüento de mandrágora, mezclado con el muérdago y unas gotas de estramonio. Volará con la imaginación aunque su cuerpo se encuentre en estado de sopor. Ello le ayudara. ( Decía uno de los hombres más viejos que se encontraban a mi lado). Me acariciaba con las yemas de sus manos impregnadas en alguna sustancia asquerosa. Estaba rodeada de hierbas y me sentía con un fuerte olor fétido. Antes de salir de mi cuarto oí decirle a Ama: ------ Dadle todos los días una pequeña dosis. La necesitará durante algún tiempo. Volví a perder el conocimiento y en este desvanecimiento pude ver cómo los dos hombres de mi vida, no sólo se masturbaban 229 sino que se penetraban. El sexo de Alejandro era una gran serpiente que reventaba a Jhonas y lo devoraba. Enloquecí de rabia y al volver en mí, me estaban sujetando entre Yolanda y Ama. Ya no había ningún hombre en mi habitación e intentaban tranquilizarme entre las dos: ------ Tranquila mi niña, que es tan solo un sueño, una alucinación de tu inconsciente. La fiebre nos hace ver cosas que no existen, los espíritus milagrosos están alejando tus temores y en muy pocas horas abandonaran tu cuerpo dejándote limpia de males. ------ No Ama. Los vi con mis propios ojos.•• Era una voz de ultratumba, salida del infierno, lo que podía oír en mis oídos y salía de mis labios, desquebrajada, rota y llena de ira. ------ Has estado muy enferma varios días, mi niña. La fiebre ha sido muy alta y han habido momentos en los que nos creíamos que no volverías en sí. Hemos invocado a todos los Dioses que te concedieran la vida a ti y al hijo que llevas dentro. ------¿ Y Alejandro? 230 ------ Ha pasado todas las noches al pie de tu cama, velando y rezando por tu alma. Ha llorado como un niño. Jamás vi a un hombre tan entristecido. ------ No dejadlo entrar aquí más. ------¿ Qué dice mi niña? ------ No quiero verlo. ------ ¿Qué té pasa? ------- Es la gran serpiente Pitón. Es el hombre más odioso del planeta. Lo odio. Ama se quedó petrificada, ya que conocía muy bien la historia de Pitón la gran serpiente hija de la Diosa Gaya, la madre tierra, nacida del barro que quedó en la tierra después del gran diluvio. El monstruo vivía en una gran gruta cerca de Delfos sobre el monte Parnaso custodiando el oráculo. En el mismo lugar donde se encontraba ubicado el lugar de reposo de mi amado, había sido matada por el Dios Apolo y bien se sabía que las palabras de Pitia eran consideradas. Palabras de tal Dios.••------- ¡Es el padre de tu hijo! ------- Pitia me lo dijo. Serás fecundada por la 231 serpiente Pitón.•• Su llanto era desgarrador y sus palabras entrecortadas pero certeras. ------- Me estoy volviendo loca Ama. ------- Calma mi niña. Todo eso son historias que cuentan los viejos. ------- La primera noche que estuvo en nuestra casa, soñé que una gran serpiente me poseía. Era él. ------- Debes asumir la palabra de los Dioses y sentirte feliz por formar parte de ellos. ------- Está loco y me volverá a mí como es él. ------- Dime, mi niña, ¿ quién te hizo todos los cortes que llevas en el pecho y tu estomago?. Apareciste con ellos el día que te encontraste enferma. ------- Yo sola Ama. Quería arrancarme el hijo que llevo en mis entrañas. No debe vivir. Las dos mujeres no daban crédito a las palabras de Gea. Era todo una locura de la cual se veían partícipes. Debían de impedir que esta joven mujer enloqueciera. Había algo más....... pero ella no quería contarlo. 232 ------- Fidias está aquí y esta noche habrá una fiesta en su honor, ya que la fiebre te ha bajado un poco. ¿Bajarás? ------- No quiero ver a nadie. No me encuentro bien Ama. Estoy muy confusa y dolida. No sólo me duele mi cuerpo físico, también mi alma está muy dolida. Necesito reflexionar y ver qué me ha sucedido. Estoy desconcertada y todos mis recuerdos son parte de un laberinto que debo yo sola descifrar. ¡Prepararme un baño muy caliente! En estas palabras había mucha sensatez y las dos mujeres se quedaron tranquilas. Todo parecía haber vuelto a la normalidad. La voz de Gea era todavía un poco ronca pero juiciosa. Obedecieron y en poco tiempo se encontraba metida en el baño, dando una orden muy contundente a Bubu: ------- No dejes que Alejandro entre en mi habitación. ------- Mi niña, es tu esposo (Contesto Ama). ------- No quiero que me vea desnuda. No debe de saber nada de lo que vi. 233 Las dos mujeres se miraron unos segundos y siguieron sus tareas. ------- Buscadme un vestido que tape este destrozo que llevo en mi tronco y traedme la esencia de rosas. Echa un buen chorro en el agua y el ungüento de Pitia dádmelo por todo mi cuerpo. Poned mirra en los quemadores. Va a saber este diablo a quien se enfrenta. Fueron sus palabras rígidas y contundentes con la voz de un amo. Comí sola en mi cuarto, no queriendo bajar a los jardines donde el sol era el rey del día, ya que me habían dicho que los días de mi enfermedad habían estado muy oscuros y tristes, con mucha lluvia. Estaba lleno de pequeñas florcillas, lleno de vida como a lo largo del día yo me fui sintiendo. Por la tarde empezaron a llegar caballos montados por ricos hombres muy bien vestidos, elegantes, corpulentos y muy atractivos, Romanos (pensé). Debían de ser los hombres de Fidias. Según había oído decir le acompañarían los más nobles caballeros para poder ver la obra maestra de nuestro templo. 234 Fue en este momento, cuando me dispuse majestuosamente como una reina a darme un paseo por el jardín, ensalzando mi belleza con mis más preciadas sedas chinas. El color que elegí para este momento fue el verderón. El atardecer estaba empezando a vislumbrar los más bellos colores rojos y violáceos. Allí estaban algunas mujeres recogiendo flores para la fiesta. Me dispuse a ayudarlas, haciéndome amiga de una de las más jóvenes, que me llamó la atención ya que buscaba los matorrales más secos y no recogía las flores frescas, sino astillas de madera y plantas aromáticas, las cuales se quemaban para crear buenas fragancias en las estancias. Era una bella doncella, con la cual estuve hablando de su futuro. Era una mujer muy feliz. Había sido elegida para ser una de las vírgenes vestales. Eran las sacerdotisas que cuidaban del fuego. Una mujer muy entendida en plantas y ello me hizo pensar en las que me rodeaban en mi habitación. Cuando me desperté entre sueños, ello me hizo preguntarle por las palabras que había oído aquel sabio que estaba junto a mí. ------- ¿Qué sabes del Muérdago? 235 ------- Es una planta que se utiliza en los rituales como el antídoto de un veneno. ------- ¿Y la Mandrágora y el Estramonio? ------- Con ellas se experimentan alucinaciones y estados de euforia. También está muy ligado a la fecundidad, aunque las dos juntas tienen un significado muy fuerte con la esterilidad. Perturbando las facultades mentales, ellas dos son venenosas juntas. Por ello el Muérdago contrarresta estos efectos. Las palabras de aquella joven mujer me llevaban a odiar más al hijo que llevaba en mis entrañas. Me estaba volviendo loca tan sólo con el pensamiento. Al volver a casa sentí un gran dolor en mi vientre y en segundos mi entrepierna era un río de sangre oscura. Corrí hasta mi cuarto y al llegar a él, Yolanda estaba en ella preparándome todas las vestiduras y mis joyas para la cena. Al verme llegar en este estado, me dijo: ------- ¿Voy corriendo a buscar al sabio? ------- Ni se te ocurra. Llama a Ama y que nadie se alborote. No quiero que se entere ninguna otra 236 persona en esta casa. Sal despacio y ya sabes cuales son mis órdenes. Yolanda miró hacia el suelo en señal de respeto y sumisión. Mientras salía de aquella estancia, siguió las ordenes de Gea y encontró a Ama en el salón principal, se acercó y al oído le dijo: ------ Gea te necesita en su cuarto. Las dos mujeres con un porte muy digno salieron de aquel salón donde había muchas personas trabajando, dirigiéndose a los aposentos de ésta. Al llegar al umbral de aquel cuarto, Ama miró a Yolanda horrorizada, ya que las gotas de sangre se hacían muy visibles en la piedra de aquel lugar. ------ Limpia esto rápidamente. (Le ordenó a Yolanda señalándole aquel reguero de sangre). Al entrar en la habitación, Gea estaba dentro del baño se había desnudado y estaba limpiándose. Se miraron las dos mujeres y Gea se echó a llorar, y Ama extendió los brazos protegiendo su llanto. ------ Esto es tan sólo un regalo de los Dioses. Posiblemente este niño no estaba bien concebido mi niña. Relájate y no te preocupes. 237 ------ Ama, he descubierto muchas cosas que debo contarte. Esto no lo han hecho los Dioses, sino los sabios, con sus hechizos y sus ungüentos. ------ Hubo un momento en el cual no deseaste a este hijo, y sólo los Dioses saben el porqué. Debes resignarte y comprender el significado de todos los acontecimientos acaecidos. ------ Ahora es el momento en el cual tú debes oírme. Yolanda, dile a Bubu que no deje entrar en mis aposentos a ningún mortal, y en especial a mi esposo. Las dos mujeres se quedaron solas en aquel gran cuarto y en confesión, Gea le contó todo lo que había sucedido en los días anteriores a su enfermedad. Cuando hubo terminado todo aquel fantasmal relato, lleno de engaños y sexo, Ama le dijo: ------ Debes de ser más inteligente que él. Está probando tu fidelidad. Todo lo acontecido son solamente alucinaciones provocadas por los ungüentos. Es muy sabio e hijo de una hechicera. El ungüento de Pitia no sólo te hace estar unida a él, sino que él puede dominar tu inconsciente y entrar en ti con su mente, provocándote todo tipo de deseos carnales, que 238 él quiera meter en tu cerebro. Mi pequeña flor, yo sabía que era muy peligroso el estar unido al hijo de Pitia, ya que aunque él no se haya criado con ella, lleva su sangre. Todo aquello me parecía sobrehumano. Soy una mujer muy joven pero mi cultura y soberanía, me habían hecho ser libre y en estos momentos me sentía atada a Alejandro por fuerzas exteriores a la naturaleza. Era todo un tanto confuso. No sentí ningún miedo. Ama, con sus sabios consejos me había dado la clave de los porqués de toda esta historia escabrosa. Tan sólo debía de encauzar el amor que sentía por este hombre y darle un heredero como él deseaba. Este reguero de sangre sólo era el presagio de la muerte de este joven óvulo. Ama me puso claro que en unos días cuidándome y con una buena alimentación, estaría otra vez fuerte para ser fecundada por mi amado. Tan solo debía de tener fe y rezar a los Dioses. Así era como se solucionaban las cosas y yo debía ser una buena mujer y comprender todo lo acontecido, ya que sólo quería decirme que mi amado quería tener claro mi amor. Toda esta historia irreal era mi presente. Debía de asumirlo con la resignación y el porte de mi clan. 239 En aquellos momentos oímos en los pasillos a Bubu decirle a Alejandro, que seguía indispuesta y que no bajaría al comedor. Él pretendía entrar en mi alcoba y él ponía resistencia. Todo esto se oía muy cerca y levantando la voz un tanto ronca le dije a Bubu: ------ Dejadle pasar. Entró como una fiera y en unos segundos se relajó. Yo estaba metida en la cama y Ama sentada con sus manos junto a las mías. ------ ¿Sigues mal, mi amor? ------ Me encuentro muy afectada. Hoy bajé a los jardines y no me debió de sentar bien la brisa que hacía. Como verás mi garganta sigue mal. Prefiero aguantar unos días más aquí en mi cuarto. Debo de estar bien para cuando lleguen todos. Estaba junto a mí y me cogía una de mis manos. Se la llevó a su pecho y me dijo: ------ Lo que tú creas conveniente. Miró a Ama y le dijo: ------ No dejes de darle las medicinas que hicieron para ella. 240 ------ Sí, mi amo(contestó ella). ------ Y que no esté sola ni un instante (dijo mirando a las dos mujeres). ------ No me separaré de ella. ( Dijo Ama).• Yolanda bajó su rostro en señal de obediencia. Me dio un beso en la frente y salió de la habitación con el porte de un Rey. Al quedarnos solas, y oír muy lejos el sonido de sus pasos, les dije: ------ No me dejareis sola ni un segundo, pero jurarme que no me volveréis a dar ninguna pócima ni ungüento alguno. Esto es un simple enfriamiento y este río de sangre es lo natural y cederá en el momento que haya salido todo lo que tengo malo en mi cuerpo. Mis palabras eran órdenes y las tenían que cumplir. Vivía con mis personas de confianza, yo lo sabía. Se oían músicos y fiesta por todos los lugares. No me afectaba en nada. Yo tenía que concentrar mi vida en mi persona y no importarme lo que sucediera a mí alrededor. Era una mujer con una gran voluntad y ello me ayudó a salir de donde me encontraba. Había momentos en los cuales me anunciaban la visita de uno 241 de los sabios y me hacia la adormilada. Ama les contaba que seguía con las alucinaciones y se iban muy contentos. Según ellos, todo iba a mejor. Cuando nos quedábamos solas, nos reíamos las tres y era muy cómico ver a Bubu hacer de Sabio. Él también era nuestro cómplice. Vigilaba sin descanso día y noche la entrada a mis habitaciones. Alejandro seguía durmiendo en el Templo. Allí era mucho más fácil el estar con sus amigos y cómo no, con las Nereidas o mujeres de goce, diría yo. Seguían las fiestas y el alboroto de éstas no llegaba hasta aquí. Ello me protegía de los pensamientos a los cuales no quería acercarme. Así estuve durante una semana y, una mañana muy soleada, oí gritar en una de las torres: ------¡ Navío a la vista!. No podía ser otro que no fuera el de mi familia. Me levanté de un salto y asomándome a mi balconada desnuda, pude apreciar los mástiles del Edén, un gran barco de la propiedad de mi padre construido en el Mar Rojo. Sí, era él. Sus velas color púrpura eran difíciles de confundir con las de otra embarcación. Loca de contenta se me quitaron todos los males y 242 ordené que me prepararan un baño y mis mejores galas. Mi familia tenía que verme como la flor que habían ofrecido varias lunas antes a los Dioses Del Amor. Cuando estuve preparada, que lo hice mucho más rápido que nunca, corrí como loca hacia los establos. Ama salió corriendo tras de mí y me dijo: ------ Mi amor, no cojas tu caballo, no debes. Te han preparado uno de los carros romanos con cuatro caballos para que vallas como una Diosa. ------ No te preocupes, Ama no voy a cometer ningún error del cual me pueda arrepentir. Al pasar la entrada del establo, me encontré el carro que tenían guardado en él. Lo habían limpiado y estaba reluciente. Era muy bello. En las ocasiones que había estado a solas en las cuadras, me había parado curiosamente mirándolo. Es una bella pieza en madera de roble tallado, con incrustaciones de oro y marfil. La estructura es de bronce y según me han contado los hombres que cuidan los establos, es un trabajo hecho por los Escitas. Le había acariciado y sentido su tacto, pero no imaginé jamás que yo lo pudiera conducir. Los había visto en el hipódromo en 243 Grecia, ya que allí se hacían carreras, dentro del circo en las celebraciones y actos reales. Siempre fue un arte que me gustó desde niña y admiré, pero nunca había tenido el placer de subirme en uno de ellos. Normalmente eran conducidos por hombres. Los arreos llevaban a cuatro bellos corceles, los cuales representaban las cuatro estaciones del año. De esto dio lugar a su nombre, cuadrigas. Lo sabía por mi abuelo Teseo que era el más aficionado a estos juegos Olímpicos. Era él, el que me llevaba desde muy niña al circo. Cada uno era de un color. Había uno blanco, otro negro, uno gris manchado, y otro marrón. Al pasar junto a ellos, los acaricié con ternura. Eran los más grandes que pudiera imaginar, ya que se utilizaban como caballos de tiro. Procedían del noroeste de Siria, una raza proveniente de los Hicsos. De allí habían pasado a Egipto, y Golf los había traído a estas tierras. Eran los más fuertes caballos de arrastre. Estos junto con los bueyes servían para llevar los grandes trozos de mármol al templo. No lo dudé y subí en él. Me sentí poderosa y di ordenes para salir de los establos muy lentamente. Una vez en los jardines soltaron los caballos. No me fue fácil hacerme con ellos, ya que estaban 244 nerviosos, seguramente al no ser un hombre el que los condujese. Pero mi gran dominio desde muy niña con estos animales y lo atenta que había estado siempre que los había visto en el circo, me sirvió para dominar la situación en muy pocos metros. Miré a Ama y le dije: -------¿ Subes?. No tardó ni un segundo en estar a mi lado y las dos mujeres nos dispusimos a ir hacia la costa a recibir a mi familia. Sólo tenía que seguir el sendero o calzada que estaba construida para esta cuadriga. Todo en este lugar tenía un porqué, y éste era el día en el cual yo tenía que estrenar aquel carro en aquel sendero, ya que mi familia me tenía que ver como una poderosa amazona. No podían ver la enfermedad y la desesperación que días antes había sufrido. Quería que me vieran magnífica. No se merecían saber nada. Mi sufrimiento sólo había sido compartido por mis personas de confianza y ellas no me defraudarían.• Al llegar a la costa, al primero que me encontré fue a Jhonas, el cual se sintió muy orgulloso de ver a las dos mujeres de su vida juntas y con aquel porte, nos miramos, sonreímos y no dijimos ni una sola palabra. 245 En aquel momento me di cuenta de que en realidad había una barrera entre él y yo. Si de verdad quería que estuviera cerca de mí, era yo la que debía de mantener las distancias. Mi instinto me decía que era así y pienso que el de él igual. Normalmente, desde muy niños, hemos sentido las mismas cosas al unísono, ya que fuimos criados como gemelos y ello está en el aire. Fue él el que se hizo cargo de coger los caballos mientras yo ayudaba a Ama a bajar del carro. Al pisar tierra fue cuando me temblaron las piernas. No sé cuál era el motivo. Había varios. En el primer bote que llegaba a tierra iba mi hermana, con su retoño y Cecilia. No pude esperar a que llegaran y me metí en el agua. Los ojos de mi hermana eran un imán en los míos. Es tan bella... Lo primero que hizo fue alargar sus brazos y ofrecerme que cogiera a Ra y lo pusiera a salvo. Es muy pequeño todavía pero es una bolita, rojiza. Está muy colorado y me dan ganas de comérmelo a besos. Alargamos las dos el cuello y nos besamos intensamente en la boca. Yo di media vuelta en dirección a la playa y ella esperó a que el bote estuviera más cerca de la orilla. Cuando bajó a tierra yo había depositado el bebé en los brazos de Ama y volvía a por ella. 246 -------¡ No sabes como te he echado de menos mi querida hermana. ! Las dos estábamos abrazadas besándonos y llorando de felicidad. ------- Os esperábamos hace varios días y estábamos muy preocupados por las lluvias, aunque en mi interior reinaba la calma. Sabía que no os podía suceder nada. ------ Sí. Nos pillaron las lluvias, pero padre nos protegió en una calla y allí pasamos dos días. Cuando amainó el temporal, zarpamos con buenos vientos y como ves, aquí en tus dominios estamos. ------ ¡Qué feliz que estoy!, ¿y padre? ------ Terminando de dar las órdenes para dejar bien anclado el viejo.......... ¡Ja. Ja. Ja.....! No terminó la frase, ya que las dos reímos de felicidad y de nervios, al igual que de pensar en las momias que bajarían de éste. ------ Cuando te vi en lo alto de la cuadriga, me recordaste a Madre. Era tan valiente como tú, es algo que día a día florece más en ti. 247 ------ Jamás subí en una, pero tenía prisa por llegar a recibirte y Ama no quería que viniera en mi corcel. ------ ¿Te sucede algo? ------ Luego te cuento........ Estas palabras estaban dichas con un halo de misterio. Las dos mujeres cogidas del brazo se encaminaron hacia el sendero y muy pausadamente se dispusieron para hacerlo a pie. La cuadriga serviría para subir las pertenencias. Ama subía con Ra en sus brazos y los objetos más personales los portaban Yolanda y Cecilia, que otra vez estaban juntas, con unas sonrisas en sus rostros que llenaban el campo. ------ ¡Qué bonito lugar es este sitio!. Está muy verde y las flores son preciosas. ------ Las personas que cuidan esta casa son de una familia hindú, teniendo entre ellos un buen jardinero y hay muchas mujeres bellísimas que siempre están en los alrededores cogiendo flores para los templos y arreglándolos. ------ ¿Cuántos templos hay aquí?••------ Yo sólo he llegado a uno de ellos, que esta aquí cerca, en uno 248 de los acantilados y es el del Dios Poseidón; y más arriba, en la montaña, está la nueva construcción por la cual Golf nos mando aquí. Será uno de los Templos más majestuosos que se han construido en el Mediterráneo. ------ ¿Cómo te va la vida en común con Alejandro?. Te veo un poco pálida y delgada. ------ Me conoces hermana, como si fueras mi madre y sabes que hay algo que no funciona.•------ Lo supe el día de la tormenta. Sentí que me necesitabas y que te estaban haciendo daño, ya que el Dios Zeus señor del cielo, Dios de la lluvia y acumulador de nubes, blandía el terrible rayo. No sentí miedo por nosotros. Sabía que era una advertencia de los cielos y que me reclamabas con brevedad. Hubo un momento entre los hombres que pensaron en volver a casa y esperar a que pasara la tormenta, ya que muchos de ellos se sintieron enfermos; pero no los dejé. Era la señal para seguir hacia adelante. ------ Gracias, mi buena hermana. Te necesitaba a mi lado, sí, lo han intentado; pero yo soy más inteligente que las fuerzas del mal, dándome cuenta que querían despojarme de la seguridad que me 249 proporciona el amor que me tiene Alejandro y, gracias a poder estar acompañada por todos vosotros, venceré estas adversidades. Las dos mujeres se pararon unos segundos, abrazándose con todo el cariño contenido. Esta conversación dejó de existir en los días venideros, ya que hubieron otros temas mucho más importantes. Gea hizo de anfitriona con verdadera dignidad de su rango y todo transcurrió con mucha armonía. Los hombres pasaban muchas horas juntos y a la hora de dormir, los pasillos se llenaban de silencio en señal de respeto. Así fueron pasando los días, hasta que por fin llegaron Golf y Pitia. Con ellos llegaba su hijo mayor y su mujer. Todo el lugar se llenó de alegría y alboroto. Se habían montado grandes tiendas en los alrededores de la gran casa y durante semanas seguían apareciendo naves por aquellas costas. Llegaron todos los componentes de la Liga Anfictionía, amigos de las tres familias y aliados de Golf, que venían a venerar la fiesta en la cual se daría apertura al Templo. Llevaban luchando por la apertura de éste ante muchas contrariedades y la alegría de la finalización era algo respirable. Los 250 sacerdotes Délficos estaban preparando un complicado ritual, donde Pitia sería la sacerdotisa, ya que sus manifestaciones eran consideradas las palabras de Apolo. Toda esta cadena compleja de pequeñas piezas de un rompecabezas, estaban construyendo el Imperio más fuerte en el Mediterráneo. Golf era, junto a Pitia, mi Padre y Ciro, los artífices de todo este complejo entramado de comercio que estábamos poniendo en funcionamiento, ya que serían los patrocinadores de los Juegos Pitios. La ceremonia de inauguración estaba a punto de anunciarse. De todos los lugares mandaban delegaciones que competirían en esplendor y en actividades atléticas. En estas competiciones sólo podían participar hombres honorables, de descendencia Griega. Durante los cinco días que iban a durar estos juegos se cumpliría la denominada tregua olímpica, la cual paralizaba todos los conflictos bélicos. El primer día se dedicará a los sacrificios, rituales y ofrendas. La Diosa Hestia presidía todos los fuegos de las aras de sacrificio y Pitia era la encargada de esta ofrenda de fuego a esta deidad. Este ritual empezaría por la tarde con un sacrificio (algo 251 convertido en sagrado). Era una ceremonia donde se hacían las ofrendas al ser espiritual, con el fin de establecer y perpetuar o restaurar un lazo sagrado entre lo humano y lo divino. Los Sacerdotes Coribantes coreaban las plegarias desde los principios de la Luna Nueva. Al quinto día la Luna estaría llena, e iban ascendiendo conforme a su forma. La ceremonia tenía connotaciones religiosas y paganas, ya que Pitia, que era la hechicera, con sus bailes rituales, llegaba a un estado de trance. Esta cualidad de alteración de la consciencia eran muestras de posesiones de espíritus, en los cuales, ella entraba en contacto con los Dioses, intentando descubrir y dar respuestas a conocimientos ocultos, pasados, presentes y futuros, a través del contacto directo o indirecto de la inteligencia humana con lo sobrenatural, llevando a cabo sus adivinaciones en elaboradas ceremonias, las cuales eran pagadas con un sacrificio, u ofrenda, a estos rituales. Los más grandes y poderosos eran los que podían acceder, dando respuestas a sus preguntas. Ella, desde lo alto de su trípode, era la mujer más admirada y respetada, ya que su porte de Reina y su cuerpo de Diosa eran herramientas que ella sabía muy bien utilizar. El 252 concepto de que no hay creación sin sacrificio o sacrificar lo que se estima es sacrificarse. Era una doctrina por la cual conseguiría que todas las ciudades - estado griegas, hicieran grandes ofrendas para que se construyeran en el Camino Sagrado al Templo ricas casas, alineadas unas frente a las otras, haciendo de este lugar un instrumento político de los miembros más poderosos. Allí se consumirían centenares de litros de vino y comidas, servidos por la Nereidas; así como todo tipo de actividades lúdicas. Estábamos viendo el nacimiento de la mayor potencia comercial en el Mediterráneo, la cuna del Mundo. El segundo día empezaron las carreras pedestre, luchas, boxeo y el pancracio (que era una mezcla de las dos). El objetivo de estos deportes era el demostrar la fuerza y el poder del contrario. Uno de los dos tenía que reconocer su derrota o morir. No pude aguantar todo este acto y terminé con mi hermana y Ra en su tienda, que estaba muy cerca. Me quede allí echada, llevaba semanas durmiendo muy poco y de cena en cena. Las fiestas se sucedían como los invitados iban llegando. 253 El tercer día amaneció con el sol más magnánimo que habíamos visto en semanas. Me despertaron los gritos de Yolanda: ------- Egea, despierta. Tu marido está en la arena, con su bello corcel. Me levanté y ni tan siquiera me lavé la cara. En segundos entre Yolanda y Cecilia me arreglaron, me vistieron medio dormida, sin saber cómo estaba en lo alto de la tribuna viendo a Alejandro como se disponía a competir con los más ricos en las carreras de caballos, en las que cada participante era dueño de su caballo. Este tipo de competición era una de las atracciones más populares. No perdí detalle, ya que ¡Menudos hombres competían!. Eran tan poderosos......y guapos. Me desperté enseguida.•• El cuarto día le seguía el Pentatlón, una serie de cinco pruebas: velocidad, salto de longitud, lanzamiento de jabalina y lanzamiento de disco. Yo pasé largas horas con varios jóvenes y atractivos hombres, los cuales me decían estar enamorados locamente de mí. No me importaba lo que pensara Alejandro. Él estaba de flor en flor. Los ganadores recibían como premio guirnaldas de 254 olivo. Este sí que era un papel dentro de estos juegos que me encantaba, ya que tenía que ser una bella dama quien se la pusiera alrededor de su cuerpo y, por supuesto, felicitarlo. Otorgando fama a sus ciudades de origen, los poetas los convertían en celebridades y vivían el resto de sus vidas a costa del erario o tesoro público. El quinto día se preparaba una gran Noche de Luna Llena. Yo hacia días que no veía a mi amado. Tampoco me molestaba en buscarlo. No tenía ganas de sorpresas y mi hermana me ayudó mucho en tomar esta actitud. Toda una fiesta de júbilo. Era la noche que se adoraba al Dios Dionisio. Los gritos con los que se idolatraba a este Dios en las bacanales, daban paso a frenéticos y devastadores estados de embriaguez, actos licenciosos y disolutos. Los vencedores tenían derecho a todos los placeres y la fiesta tomaba el mayor auge pagano. Hombres y mujeres se confundían. No sabías con qué sexo te encontrabas. El vino había hecho sus efectos. Todo el mundo bailaba, reía, o estaba en los brazos de cualquier ser que estuviera a mano. Era un gran amasijo de cuerpos, que terminaba en las orgías más desenfrenadas. Ese fue el momento en el cual las mujeres de algunos de los más altos 255 cargos nos fuimos hacia mi casa. Dormiríamos allí, ya que en las tiendas era imposible hacerlo. En cualquier momento había otro ser humano achuchándote por cualquier sitio. Al llegar a mi casa, sentí que la paz había vuelto. Allí no habían ni músicos, ni bailarinas, ni borrachos. Dispuse que todas las mujeres que habían venido solas o con los niños tuvieran un buen lecho donde descansar nuestros doloridos huesos. Habían sido muchos días de actos. Estábamos todas destrozadas. El silencio reinaba en nuestro espíritu, pero esto duró muy poco, ya que conforme iba llegando a mi habitación, que era la más alejada del resto de ellas, iba oyendo susurros y alguna que otra insinuación, que me fueron poniendo los pelos de gallina. Me deslicé sin hacer ningún ruido y, al asomarme sin que percibieran que estaba allí, pude darme una gran sorpresa. Me encontré con el mejor de los regalos, mi fiel Amado rodeado de cuerpos en mi cama. Volví al pasillo, pensándomelo dos veces y en la soledad de éste, pensé en entrar, pero mi pregunta fue: ¿Cómo hacerlo?, rompiendo toda aquella escena o infiltrándome en ella. 256 Me desnudé muy suavemente dejando mi ropa en el suelo y, como si fuera una serpiente, me deslicé por él sin ser vista. Al llegar a la gran cama, me encontré con un bonito cuerpo de una mujer desnuda. No me lo pensé. Empecé a besarle las plantas de los pies y fui subiendo por sus delgadas piernas hacia sus nalgas. No me disgustaba el hacerlo, ya que desde muy niña, siempre había estado relacionándome con mujeres. Ellas me habían enseñado cómo era la sexualidad. Era normal que nos iniciaran en el arte del placer entre nuestro mismo sexo. Estaba bien visto por nuestra sociedad, aunque yo tenía muy claro que eran los hombres mi pasión. La bella dama no se dio en ningún segundo la vuelta, es decir, que me tocó empezar a comerle su prominente trasero. Se abrió de piernas rápidamente, y me encontré con su jugoso y cálido sexo en mi boca, Chorreante de semen. Me lo comí, sin hacerle ningún asco, con los ojos muy abiertos intentando ver lo que hacía el canalla de mi esposo. Él estaba de rodillas, con ellas muy abiertas y los ojos cerrados, sintiendo como ella en este momento le estaba comiendo el sexo, mientras otra que estaba detrás y boca arriba se estaba tragando los testículos, ayudada por la mano bajo su cuello de 257 otro hombre que se masturbaba sobre sus pechos. Estaba siendo follada por un descomunal espécimen, al mismo tiempo se lubricaba los dedos y se los metía por el trasero a mi marido. Sentía que a él, esto le estaba causando gran placer y ello me excitó más. Observé su actitud durante unos segundos. La mujer que tenía delante de pie frente a su boca, con un culo bestial debía de ser etíope, de color del ébano. El movimiento de su cabeza, la posesión de sus manos sobre el duro culo de ésta y los lengüetazos de su boca por aquellas grandes tetas, me cautivaron, hipnotizándome. Sin saber cómo, sentía su lengua en mi sexo....... o era cierto que también me lo comían a mí........ no quise mirar. Que los Dioses me protejan, pensé, y seguí. En aquel momento empecé a sentir unas poderosas manos en mis pechos, estrujándomelos como jamás lo había hecho nadie. Me gustaba y fue en este instante en el que cerré los ojos y no los volví a abrir en ningún momento, sintiendo tanto placer como cualquiera de ellos. Se oían los susurros y los orgasmos me salpicaban por todos los lados de mi cuerpo. Yo sentía y no quería que se acabara. Aquel sexo femenino que tenía en mi boca me pedía más y empecé a meterle los dedos por 258 los dos orificios. Cambiamos de posición y sentí en mi mano el duro y potente sexo de un hombre. Le ayudé a penetrar a aquella mujer, mientras sentía como otras manos me tenían cogida por debajo de mis muslos y me abrían más y más. Se aflojaron todos mis músculos y también yo estaba siendo penetrada, por unos grandes dedos, en todos mis orificios. Era una mano muy cariñosa que me iba abriendo mi trasero y mi sexo, mientras sentí como un cuerpo se deslizaba debajo del mío. Me cogió por las caderas con unas grandes y poderosas manos levantándome, mientras la pequeña mano de una de las mujeres me restregaba aquel descomunal sexo por el mío, no tardando mucho en penetrarme, haciendo tope con su puño, con un sexo mucho más gordo que el de mi Amado. Abrí un segundo mis ojos, al sentirlo tan potente y bajo de mí. Tenía a un hombre de color dorado, cuando sintió mi mirada, aquella mujer quitó su mano y él me metió hasta los huevos, ya que yo estaba encima de él con las piernas totalmente abiertas. Me volví loca de placer y dolor, mientras las manos de otro me acariciaban la espalda y me metía suavemente otro dedo en el orificio que me quedaba libre, pasándome una gran lengua desde lo alto de mi cuello a mi culo, una y otra vez, 259 lubricándomelo con verdadera pasión, aflojándome más y más. El hombre de color miel agachó mi cuerpo hacia el suyo, poniéndome el culo en una posición más prominente, levantando sus caderas y el otro hombre que estaba de rodillas detrás de mí, me restregó su sexo por mi trasero ayudado por la masturbación de otra de las mujeres, jugoso y húmedo, suave, y delicadamente me penetraban los dos. En este instante sentí un gran desgarro en todo mi sexo y un olor conocido me despertó. Sí, el ungüento de Pitia. No abrí los ojos. Sabía que no debía de hacerlo. Me sujetaron muy fuertemente por mi larga cabellera. Era el hombre que me estaba dando por detrás, haciéndome levantar el rostro. Otro sexo jugueteaba golpeándomelo terminando en mi boca, metiéndomelo hasta sentir que me ahogaba. Estaba delante de mí de rodillas, me cogió del pelo y me agacho la cabeza con un acto duro y firme, metiéndome todo su sexo dentro de mi boca. Lo acaricié con mi lengua y cesó su penetración brusca. Empecé a comérmelo con verdadera pasión. Necesitaba su sexo, y su placer sería el mío. Aquello hizo que los tres hombres empezaran con un mismo ritmo suave y lento. Entreabrí los ojos y vi que el hombre color de miel le comía los testículos, 260 mientras una de las mujeres se lubricaba los dedos para introducírselos en su trasero. Apreté mis ojos sabiendo que era el sexo de mi buen amado Alejandro. Me estaban penetrando los tres. Sentí las bocas de ellas lamerme los pezones, sentía un placer muy sexual y me gustó, ya que mezclado con la suavidad y lubricación de aquellos sexos, me estaban llevando a un grandioso orgasmo. Me agarré al sexo de mi amado como no lo había hecho antes y me dispuse a exprimirlo, alterando mis constantes y las de ellos. Entreabrí los ojos, ya que dejé de sentir las cálidas bocas de ellas sobre mis pezones y observé cómo les comían a ellos los testículos, se introducían sus dedos por sus traseros o se masturbaban retorciéndose los pezones. Me volví loca de vicio y pasión y los volví a cerrar sintiendo como entre los dos hombres que me penetraban por mi sexo me inundaban con su placer. Aquel orgasmo no dejó de ser el mayor que había podido sentir. Nos corrimos los tres juntos, ya que ninguno de los hombres dejaba de darme más y más. Hubo un momento en el que, muerta de placer, y sintiendo la debilidad de éstos, sacaron sus sexos muy suavemente y me restregaron lo que les quedaba sobre mi cuerpo. Yo seguía con el sexo de mi amado 261 masturbándolo con la felación más poderosa que le había hecho. Mi buen amado fue en este instante cuando empezó a sentir su orgasmo, sacándome su sexo de mi boca me inundó la cara y los pechos, terminando con su sexo mucho más blando restregándomelo y pegándome en mi cara, frotándome todo el semen que le quedaba por ella diciéndome: ------ ¡Zorra, más que zorra!. Eres más puta que las demás......... No abrí mis ojos. No hice caso omiso de sus palabras. No me importaba nada. Estaba muy bien follada y se lo había ganado a pulso el muy cabrón. En este momento aquellas personas empezaron a comerme entera, lavando cada milímetro de mi piel con sus lenguas. Ello me causó más placer todavía, ya que me sentí flotar. Aquello era un sueño o realidad. Me sentí en el limbo. Me relajé y me quede dormida, ya que estaba muerta. Nadie me molestó ni sentí en ningún momento a nadie moverse a mí alrededor.•• A la mañana siguiente, el sol estaba ya muy alto. La claridad, sin abrir los ojos, era latente a mí alrededor. Tenía miedo de abrir los ojos. Deslicé mi mano derecha por la cama, pero no sentía ningún cuerpo de nadie. Sin 262 abrirlos, hice lo mismo con la otra mano y con mis piernas. Fue en el momento en el que sentí la seguridad de estar sola cuando los abrí. Sí, estaba sola. Me emocioné llena de felicidad. Podía haber sido todo un sueño, pero rápidamente sentí un olor a sexo conocido. Me toqué mi rostro y todavía estaba el semen de mi marido terso y suave sobre mi rostro, mezclado con el ungüento de Pitia. Lo último que recordaba era las lenguas de estas personas por todo mi cuerpo, lavando toda huella de él. La cama estaba desecha y, al quererme levantar, sentí mi trasero dolorido. Sí, me habían metido algo contundente por él. No había sido un sueño, lo tenía claro. ------- Ama, Yolanda, ¿ Estáis despiertas? La voz de Bubu fue la primera que oí. -------- Sí, mi Ama. Están preparando los desayunos para las mujeres. ¿ Queréis algo señora? -------- ¿Y Alejandro? -------- No lo vi salir, señora. Aquellas palabras no me parecieron normales, ya que él jamás dormía si estaba yo cerca. Me levanté y fue 263 en este instante cuando más me di cuenta de la realidad, de la fantasía sexual de la noche anterior. Tenía el sexo destrozado. Sentía irritación. Recordé el sexo de aquel descomunal hombre color miel: era enorme, pero ¡cómo me gustó... ! Me dolían los pezones, teniéndolos inflamados. No me arrepentía de nada, y si mi fiel marido quería que yo viviera en un sueño, yo lo haría y como si no sucediera nada. Me daba igual. Él había elegido y a mí me parecía muy bien. Aquel día no lo volví a ver. Estaba desaparecido, pero no me importaba. Me estaba acostumbrando y además estaba tan ocupada con tantos invitados y tanto protocolo que lo que los Dioses quisieran. Disfrutamos todas las mujeres juntas en la playa, era un criadero de Ninfas. Bellas todas. Adolescentes, vírgenes, madres y niños. No había hombres. Estarían entre el Templo, las cabañas y el bosque, durmiendo la celebración de los días pasados, o tal vez con la Nereidas o con quien quisieran. Nos daba igual. Había visto en estos días tanta perversión que no me preocupaba nada que no fuera el placer presente. Yo estaba satisfecha y bien servida, había estado dos semanas sin sexo y en unas horas me habían dado todo 264 el que necesitaba por unos días. Entre nosotras también había mucha sensualidad y placeres, ya que unas a otras nos acariciábamos y nos dábamos masajes, con ricos aceites hechos con las plantas y las flores de nuestro Mediterráneo, que eran muy placenteros y en ocasiones sexuales. Salíamos y entrábamos en el mar, ya que hacía mucho calor y dentro y fuera de él jugábamos y éramos felices. Comíamos ricas y sabrosas frutas, como los higos maduros dulces como la miel. Eran un manjar que los dioses, frutos del amor, bebíamos el jugo de las uvas frescas. Esta felicidad era la que había vivido en mi casa toda la vida. La desnudez era algo natural y el marco y el contexto estaba siendo plasmado por un joven y guapo pintor hijo de una rica familia vinculada con el arte, la cual vive actualmente en Pompeya. El trabajo lo hacía sobre unas tablas, utilizando la técnica de la encáustica, un método que disuelve los pigmentos en cera fundida aplicándolos con una pequeña espátula y pinceles. Hay entre este joven pintor y nosotras un lazo muy fuerte, ya que nuestras familias se conocen desde que mis padres eran unos niños. Puede tener unos cinco años más que yo. Hoy en día es un hombre muy atractivo. Competía en la prueba de carreras de 265 caballos, en la cual Alejandro era uno de los corredores con su negro corcel. Este corría con un caballo gris manchado espectacularmente bello y fuerte, quedando en la tercera carrera el primero, siendo yo la mujer que había puesto en su cuello la corona de laurel. Aquel momento fue la entre sala de este otro, en el cual su objetivo fue mi cuerpo, ya que estaba plasmando el momento en el cual nos encontrábamos. Su joven hermana Amatista se encontraba en nuestro circulo y ello era una buena excusa para poder plasmar mis formas. Habíamos jugado juntos en nuestra adolescencia y siempre en nuestra relación hubo una gran atracción. Pero la presencia de Jhonas siempre perturbó la naturalidad de esta simpatía. En este momento la explosiva naturaleza nos estaba dando la oportunidad de conocernos un poco más. Desde muy niño me había regalado dibujos y pinturas las cuales conservaba en mi casa, ya que en las estaciones de más calor su familia venía a la isla de Lesbos, muy cerca de la costa turca. Su madre era familia del poeta Griego Alceo. Su abolengo estaba vinculado al mundo de las artes, siendo él un gran músico con la Lira, así como un elocuente poeta. Siempre estaba alrededor de las mujeres, ya que los 266 juegos entre los hombres no llamaban su atención. En una ocasión me llegó a decir: ------- Los encuentro absurdos y la fuerza que ellos derrochan en fanfarronear, yo la canalizo en la belleza de la vida. Era, en realidad, un hombre muy interesante que en estos momentos estaba tan cerca de mí, que podía sentir el aroma de su belleza, una belleza interior difícil de describir. Hubo un momento en el cual mis amigas se metieron en el agua y yo fui a llevarle una fuente de fruta y a observar lo que estaba pintando. Me quedé sorprendida, ya que en esa tabla el único cuerpo que existía era el mío. Él, al ver mi expresión de sorpresa, me dijo: ------ Ha sido tu marido, Alejandro, el que me ha pedido que plasme tu belleza en este día. ------¿ Cuándo lo has visto? ------ Esta mañana en el Templo. Estaba observando la belleza de la escultura que él ha hecho de tu persona, en la cual representas a la Diosa Astarté. ------ ¿Qué hacía él allí? 267 ------ Se encontraba con dos viejos sabios escultores, con los cuales estaba dando los últimos retoques de pulido, aconsejado por ellos para que la terminación fuera la mejor. Al mismo tiempo, discípulos y artistas más jóvenes estaban muy atentos en el trabajo de Alejandro y hablaban de sacar con una nueva técnica un molde para consagrar esta estatua en bronce. Me eché a llorar de emoción, y él me recogió entre sus poderosos brazos diciéndome: ------ Ya lo irás comprendiendo, con el paso del tiempo. Para él su arte.....es la vida, que le da energías para poder seguir vivo. Dale un heredero y jamás se apartará de ti. Sé que te ama, ya que es imposible el poder plasmar con tanto amor tu belleza como él lo ha hecho. Dale tiempo. Me abrazaba en un cálido y tierno instante en el cual vi fundirse su sensibilidad con la amistad que tenían nuestras familias. Así fueron pasando los días y el calor nos hacía ir a refugiarnos entre los árboles, había momentos en los cuales perdías de vista a cualquiera. Era un lugar 268 mágico para poderlo hacer con alguien que de verdad te gustara. También los veías acercarse a las costas para zambullir sus sudorosos cuerpos, después de libres y jugosos juegos de amor entre los matorrales, a cualquiera que momentos antes hubiera desaparecido. Entre nosotras las mujeres, no se comentaba nada de lo que había sucedido en los días pasados y nadie preguntaba por el marido de nadie. Todas éramos conscientes de lo que acaecía pero no se pronunciaba palabra de ello. Delfos, aquel verano, fue sin duda el lugar donde se concentró la mayor afluencia de amigos poderosos de nuestras familias. Casi todos eran las castas más ricas, mercaderes o afamados artistas. Todos estaban uniendo sus fuerzas por crear aquel imperio nuestro. Los más poderosos de la Liga Anfictionía quisieron tener alrededor del templo sus casas y poco a poco se iban viendo estructuras de ellas. Miles de esclavos trabajaban en la construcción, hechas por los más afamados de cada estado. Fuimos creciendo al igual que aquel templo. Se proyectaron empezándose a construir baños y termas, un gimnasio y una gran biblioteca pública. Todo ello con las grandes ofrendas que se brindaban a los dioses. Llegaron 269 personas de muchos lugares y nuestro templo se fue enriqueciendo. Yo me dediqué a ser mujer y amante de mi marido en ocasiones especiales de las fiestas en las cuales me veía involucrada; ya que nunca jamás, él me incitó a acostarme con nadie; pero en acontecimientos me encontraba con la cama llena de cuerpos, y como la primera vez que me introduje en ella hice (sin prestarle la más mínima importancia) me metía en ella. A él le gustaba ver como otros hombres me poseían. Siempre terminaba su mayor orgasmo en mi cara insultándome, pero a mí no me importaba aquella actitud, ya que lo sentía muy feliz de que yo lo acompañase en estos juegos eróticos. Se sentía complacido disfrutándolos conmigo. Me ponían el cuerpo bien y yo sabía que a él eso le excitaba. Sobretodo cuando sabía que había algún hombre con el sexo mucho más grande que el suyo. Sentía sus ojos clavados en el macho. Después jamás volvía a encontrarme con aquellas personas y nunca le pregunté la procedencia de ellas. Posiblemente esclavos. El resto de nuestras relaciones en pareja, sexualmente, eran muy cálidas y amorosas, sin ninguna carencia, sólo la falta de hijos empezaba a ser un pequeño 270 problema entre nosotros, ya que él deseaba tener un descendiente. Me fui dando cuenta cuando en estas orgías los hombres que me poseían empezaron a no eyacular dentro de mí. Le excitaba mucho ver como lo hacían encima de mí, en mis pechos. Sólo podían eyacular dentro de mi trasero. Y si lo hacían fuera le gustaba más. Ver aquellos duros y firmes sexos que segundos antes hacían feliz a su mujer estallar de placer mirándolo a él....... Mi boca estaba siempre a la disposición de los sexos de las mujeres o el de mi marido. No me dejaba chupársela a ninguno. No era de su aprobación. Le gustaba mirarme comiéndole el sexo a cualquiera de ellas; sobre todo después de haberse corrido alguno de ellos en él, mientras que a él le estuvieran haciendo lo mismo. Era un ritual como la primera vez que lo hicimos. El culo de ellas y mi boca en él, le ponían muy excitado. Él, sin trabas, sólo las penetraba por sus traseros duros y apretados. También le gustaba que ellas le metieran sus dedos en él. Con el paso del tiempo llegué a pensar en una desviación sexual muy fuerte hacia los hombres. Se pasaba muchas horas rodeado de bellos varones y sabía que le atraía ello; al igual que aquellos sexos tan enormes que hacía que me 271 penetraran. Siempre en las orgías existía el gran macho. Este era él (que me penetraba por mi sexo jugoso, después de habérmelo comido alguna de las bellas mujeres que estaban en nuestro lecho), o el mismo me lo había dejado jugoso al penetrar a otra y en el momento de correrse pedirme él, correrse en las puertas del mío. Interrumpir el orgasmo y buscar mi sexo o mi cara le excitaba. Y loco de rabia y pasión eyaculaba, se volvía enajenado y el ritual siempre era muy similar, llena del flujo de aquellas personas y la pasión sexual por todos lados. Cuando yo ya no podía más y mi sexo estaba totalmente desgarrado, me desplomaba. Este era el momento en el que todos los involucrados pasaban sus lenguas por mi cuerpo, dejándolo limpio de cualquier resto sexual. Ello me proporcionaba el placer de la relajación y, después de la batalla, necesitaba un descanso. Nunca hablamos de dónde eran estas personas y qué era lo que sucedía después de que me lo comieran todo y me durmiera; pero en una ocasión pude descubrir a mi amado masturbarse en nuestra playa. Era de noche y pensaba que nadie lo estaba viendo. Se encontraba en cuclillas con un movimiento el cual me dio la impresión que había alguien debajo. Enseguida percibí 272 que estaba sentado encima de algo y no era un ser humano. Pude oír muy claramente como decía en voz alta: ------- ¡Penétrame como a ella cabrón! Días más tarde, descubrí, muy bien guardada entre los matorrales, una plataforma redonda en la cual un brillante pene tallado de mármol negro (Tan grande que me dio miedo), era lo que mi amado se introducía en su trasero mientras se masturbaba. Jamás le conté mi descubrimiento, pero sí tuve el morbo y llevándome un frasco de aceites lubricantes, lo utilicé cuando lo necesité. Era enorme y frío y cuando me lo introducía o me lo comía, (masturbándome como el lo hacía), siempre tenía la misma fantasía, la de estar chupándosela al macho o la de pensar en él, dentro del culo de mi hombre. La sodomización de saber cual era esa inclinación sexual que él tenía y que a mí me ocultaba o no hablaba conmigo. Había momentos en los cuales no aparecía por nuestros aposentos en días. Yo seguía rodeada de deidades, bellos cuerpos y sutiles caricias. Me tenía que desahogar sola, ya que no era capaz de hacerlo con ningún hombre que no fuera él. Le tenía mucho respeto.•• Y así pasó el verano, lleno 273 de emociones culturales y artísticas, momentos salvajes e inigualables, grandes fiestas y rituales indescriptibles llenos de sexo y pasión. Al llegar la época de las lluvias, mi amado quiso que nos fuéramos hacia Egipto. Era un viaje que tenía en mente antes de conocernos. Yo me sentía muy feliz, ya que recordaba nuestro primer viaje por mar juntos y me sentía radiante. Lo fuimos preparando todo en tan sólo unas semanas. Había mucho trabajo en nuestro templo, ya que aparte de los miles de esclavos trabajando en la construcción, todos los días había una larga peregrinación para consultar y pedirle a los dioses. El templo iba enriqueciéndose con las donaciones y sacrificios, pero él estaba deseoso de poder traer conocimientos nuevos que enriquecieran aquel magnánimo trabajo escultórico. Había oído a tantos expertos hablar de aquellas cercanas tierras a nuestras costas, que el sueño se estaba haciendo realidad día a día. Nuestro barco (El Dragón en Llamas) será quien nos llevaría allí. Sumer estaba con mucha ilusión de volver a aquellas tierras, ya que con Golf había hecho este viaje en otras ocasiones. 274 Zarpamos una mañana otoñal, en la cual el sol nos daba la despedida. Era de muy buen augurio esta señal divina, la cual estábamos esperando varios días. Pasamos el Golfo de Corinto y en dos días estábamos en mar abierto. Fuimos costeando Elida, Mesenia y nos dirigimos a la isla de Creta. Allí desembarcamos. En ella fuimos a ver el Palacio de Cnosos, ya en declive tras un terremoto. Había habido un gran esplendor de la civilización Minoica, una sociedad muy avanzada siglos antes; pero seguía erguido y era de una anticipada técnica de ingeniería y arquitectura... Llevaba en pie más de mil años. La mezcla de la población era muy heterogénea y se mezclaban aqueos, dorios, pelasgos, sidonios o fenicios y eteocretenses. Seguimos navegando hacia el sur hasta llegar a las costas de Egipto. Nuestra primera toma de tierra sería de Tanis. Allí, mi amado y yo, empezaríamos a solas un largo viaje. Cambiamos de embarcación a una pequeña, hecha con esquifes de juncos, atados con entramados de tallos de papiro. Eran de extrema ligereza, llevando pequeñas velas y remos. Me sorprendieron los reptiles tan grandes que vivían en él. Sus grandes bocas llenas de dientes podían 275 tragarse a un ser humano, eran aterradores, hubo momentos en los cuales sentí verdadero pánico. Alejandro se divertía lanzándoles los restos de los alimentos. A nuestro paso por algún lugar donde habían arrojado el cadáver de alguna persona, los veías en plena lucha por la carne humana. De allí nos desplazamos a Menfis, cerca de la cabecera del río Nilo, llegando a Heliópolis al extremo meridional del delta del río Nilo. Decidimos visitar el Templo del Dios Ra, el cual se había dado nombre a nuestro sobrino. Mi cuñado Ciro me había dado unas ofrendas para este Dios y mi amado quería ver documentos escritos por los antiguos sacerdotes, así como poder estudiar sus raíces artísticas. Fue un lugar donde pudimos encontrar mucha documentación, enriqueciendo abismalmente la ilusión de mi buen amado. Era como ver a un pequeño niño todos los días con cara de sorpresa. Fuimos invitados a una boda y las mujeres me enseñaron sus danzas, movimientos y esquemas muy especiales y valiosos para mi iniciación. Días más tarde.• Llegamos a la ciudad del Cairo Dióspolis o Ciudad Celestial, donde mi amado quería visitar la tumba del faraón Kefrén. Cambiamos nuestro medio de transporte, ya que nos debíamos de adentrar en aquel 276 paisaje estéril y en vez de caballos, cual fue mi sorpresa, los habitantes del río del África oriental se desplazaban con unos animales gigantes que jamás había visto llamados camellos. Tenían dos grandes jorobas y eran muy dóciles. Fue muy divertido el subir en ellos y el poder estar sobre sus jorobas, aún más. Estos animales nos llevaron hacia un lugar donde nunca imaginé, en el cual encontraría estas tres inmensas majestuosas construcciones en un desierto de arena. Eran cuadradas terminando en el cielo; señalando un punto en concreto en el infinito, en las Pirámides de Gizeh pasamos la noche. A los pies de aquellas grandes y monstruosas esculturas de paredes dibujadas, rodeando el fuego unos personajes muy particulares, entre ellos un vidente, dos mujeres ocultas tras un velo sumisamente toda la velada y los hombres que nos habían recibido en la orilla del río, éramos siete personas. Ellas no hablaban, ya que su dialecto era imposible de descifrar. Yo sólo me podía relacionar con el vidente. Era un viejo hombre muy sabio, el cual había pasado parte de su vida en Grecia. Conocía a Padre y me contó varias historias, entre ellas una en la cual estaría en el desierto y el gran Ra me llevaría junto a él a solas, ya que la 277 luz del fuego se llevaría a mi acompañante muy lejos. Sus palabras estaban llenas de tristeza y el dolor impregnaba su rostro. Sentí miedo, pero al mirar hacia mi esposo, él sonreía lleno de vida. Al volver mi rostro hacia aquel viejo hombre, había desaparecido, no estaba, se había esfumado. Nadie en aquel momento sintió su desaparición excepto yo. Todos seguían en sus conversaciones. Yo estaba cansada y abrasada por el fuerte sol. Desfallecí apoyada en la cabalgadura de mi camello, frente al fuego. Entre los pies de la esfinge con cabeza humana y cuerpo de león, desperté sola. Todos se habían ido. Pensé en las tiendas y en aquel instante sentí un leve murmullo y unas risas. Provenían de dentro de éstas. Me imaginé la escena y ni tan si quiera me levanté. Sabía que mi marido estaba jugueteando con alguna de aquellas mujeres o tal vez con ellos, pero no me importaba. Quería conciliar el sueño del cual había despertado unos segundos. Volví a cerrar mis ojos y me encontré dentro de una de las grandes tumbas, llenas de esculturas que parecían cobrar vida con mi presencia. Eran todas las personas que habían estado alrededor del Faraón, ricamente vestidos con trajes suntuosos llenos de oro y joyas, rodeados de 278 todos sus enseres. Viajaban hacia un mundo nuevo. Me condujeron por un angosto pasadizo lleno de dibujos y jeroglíficos, en él, se podían ver distintos momentos de la vida de sus Faraones y sus allegados. Allí se encontraban Keops, Kefrén y Mikerinos. Los tres juntos me recibieron dentro de la sala de Sufis. Allí me pasaron un papiro del libro de los muertos y me lo hicieron leer. De mi boca salían las palabras y en mi corazón se archivaban éstas: ------- Dejarás este cuerpo y te unirás a nosotros donde las estrellas llevan tu nombre. Al mirar hacia mí alrededor, tan sólo momias y un fuerte olor a descomposición me hizo volver a la realidad, pero al querer despertar, una sensación desconocida no me dejaba abrir mis ojos. Mi cuerpo quería salir de mi yo personal y al mirarlo, desde dentro una gran coraza me separaba del exterior. Muchas manos me tocaban con suavidad desde dentro. Pensé unos segundos si estaba despierta o seguía durmiendo, oía rezos y oraciones, pero la suavidad de aquellas manos me hipnotizaron. Era una sensación mágica, volviendo a aquel lugar donde estaban las momias vivas, bellos rostros de facciones muy 279 definidas y cuerpos bellísimos. Inundaron mi entorno, experimenté feliz y relajadamente como aquellas caricias cada vez eran más sexuales. Volví a percibir la misma sensación que inundó mi primer sueño con mi amado Alejandro, intuyendo el cuerpo de aquella gran serpiente deslizarse por mis muslos, entrando con mucha suavidad en mi sexo, adueñándose de mí. Sentía placer sensual y mi sexualidad no tardó en brotar en un gran orgasmo. Las compulsiones eléctricas de éste me hicieron volver a la realidad. Estaba entre los brazos del gobernante de los muertos. Su cabeza de chacal me hizo volver a cerrar mis ojos, asustada. Mis manos intentaron separar aquel cuerpo de hombre que me poseía y al palpar éste, en él reconocí el cuerpo de Alejandro. Volví a abrir mis ojos y estaba entre sus brazos. Mis ojos llenos de lagrimas estaban siendo limpiados con la dulce lengua de mi amado. En este instante me dijo: ------ ¡Te amo mi bella dama! Estallé en un llanto desenfrenado y poderoso. Tan sólo el calor de aquellos brazos eran mi refugio. Las estrellas eran mis compañeras y a ellas les pedí protección. Tenía miedo a todas aquellas sensaciones 280 desconocidas. Más relajada con las caricias de mi amado, me confesó que al quedarme durmiendo, el vidente lo llevó a otras vidas y desde ellas pudo verse como Anubis. Lo llevó a verse como un lobo perro. El escudo familiar de su padre. Por parte de su madre, se sintió reptando por la arena del desierto buscando cobijo, para poder seguir viva su descendencia en el futuro. De ahí supo un poco más de sus otras vidas. Yo me sentí muy asustada y el frío inundó mi cuerpo. Mi buen amado intentaba con sus caricias calentar mi complexión, endurecida por la tensión pasada unos minutos antes. Sus caricias empezaron a relajar mis músculos y el esperma depositado en mi vientre estaba germinando mi vida. Lo sentí en aquel instante. Sabía que sería ese el momento en el cual aquella semilla daría su fruto. El lugar era mágico en la oscuridad de aquel amanecer negro y rojizo, con las brasas de aquella hoguera. Todo parecía un sueño. Aquellas tres esculturas piramidales eran los fantasmas del pasado, vigilantes ante aquel engendro. Fue en este instante donde mi amado me regaló un collar espléndido. Era de unas ancestrales dinastías de los beréberes, de un sistema matrilinaje en el cual todos los hijos 281 pertenecen al clan de la madre. Era una joya única, muy antigua, de extrema belleza, en la cual estaban representadas todas las familias que habían unido sus vidas. Me sentí orgullosa de este instante y feliz de aquel ofrecimiento. Era una ceremonia de amor y ofrenda. Otra vez entre sus poderosos brazos, enamorada de él. Teníamos, al alba, que seguir nuestro camino y así hicimos. En aquel viaje aquellas dos mujeres estaban a nuestra disposición y los dos hombres nos servirían de guías y ayuda personal. El vidente era la conexión con nuestras otras vidas. Alejandro, en aquella reunión, en la tienda mientras yo dormía, me contó que hicieron estos tratos y les compró aquella joya para mí. Los días posteriores, yo no me sentía muy bien. Tal vez el calor......... •En varias ocasiones desfallecí, teniendo dulces sueños, en los cuales tan sólo las suaves caricias de mi amado por mi rostro y pecho, húmedas, mojadas con agua, me volvían en sí. En unos minutos me recuperaba y volvíamos a seguir el camino. Al atardecer llegamos a un poblado en el desierto. Eran moradores de él, 282 habitantes beduinos que se desplazaban por éste con todos sus enseres. Bebimos leche recién ordeñada y nos ofrecieron carne de sus rebaños para comer. Nos instalaron en una de sus tiendas ricamente decorada. En ella suele habitar uno de los más grandes emires del desierto, amigo de Golf, el cual quería que nos adentráramos hacia un oasis donde en estos momentos se encontraba descansando con sus esposas. Ello me cautivó y fue un tema de conversación interesante, ya que pude ver cómo, según sus costumbres sociales y religiosas, podían tener varias. Según su condición social y económica, este Emir seguía en la construcción de uno de los templos más grandiosos que pudiese pensar la imaginación humana. Era una creación Divina, el Oráculo de Amón en el oasis de Siwa, en el desierto Líbico, Amón en egipcio Oculto, Dios Tebano de las fuerzas reproductoras representado por un carnero. Los Cusitas en pie de guerra con los asirios estaban siendo derrotados por estos últimos, restableciéndose los soberanos egipcios. Ello hizo resurgir de nuevos logros culturales, reminiscencia de épocas anteriores. Las relaciones con Grecia eran muy bien vistas y la mezcla de nuestras dos culturas, ya que Alejandro se había criado a los pies de Roma y 283 la Griega, eran para ellos un regalo de los Dioses. Nuestras inquietudes culturales hacia estas nuevas tierras tan viejas eran muy bien vistas y nos ayudaron en todo lo que necesitamos para poder asimilar toda la información que deseábamos. Todo era un intercambio cultural muy civilizado. De este viaje surgió el honor de poder trabajar en el proyecto de la sala Hipóstila de este templo, en el cual ya se habían erigido ciento veintidós columnas, distribuidas en nueve hileras. Sobre éstas, un gran tejado. Los muros estaban recubiertos de relieves e inscripciones, habiendo lugares para estatuas, pilonos y obeliscos. Allí entraba el trabajo de mi buen amado Alejandro y el mío propio. Hubo un gran despliegue de asentamientos de mercaderes y soldados Griegos en Egipto, y nuestros continuos viajes a estas tierras nos hizo tener grandes alianzas con estas tierras, siendo invitados en reuniones y fiestas. Como era costumbre, cada parte ofrecía una ofrenda. Le hice una propuesta a mi amado: ------- Yo puedo ayudarte a conseguir lo que bien deseas........ ------- Te escucho, mi bella dama. 284 ------- Veo y siento el efecto que sobre estos hombres mi presencia hace, ya que sus mujeres siempre a la sombra de ellos están. Nosotros venimos de culturas mucho más libres y mi rostro les enturbia el pensamiento. Mis formas les trastornan y mi sexualidad los enloquece.••------- ¿Adónde vas a llegar? ------- A que empecemos una nueva vida donde yo, aparte de ser tu mujer, sea una sacerdotisa y tú un escultor sagrado. ------- Ello no sería un engaño. ------- Desde hoy, el ofrecimiento que haremos serán mis danzas y veo y siento que tenemos que seguir por estas tierras, fecundándolas. No me equivocaba y mi hombre me seguía en mis predicciones como yo en sus andaduras. Así empezamos el nuevo camino juntos. Nuestra vida social se integró con la de estos personajes. Mi buen amado tenía todo lo que necesitaba para trabajar y yo podía bailar. En unos meses empezó a verse mi latente maternidad. Ello causaba gran admiración por los hombres de estas culturas, los cuales daban gran 285 importancia a la maternidad y sus significados, provocando mucha más sensualidad sobre éstos. Mi buen amado no se separaba un instante de mi lado y todas aquellas fiestas las cuales en Grecia nublaron nuestras mentes, aquí pasaron a ser olvidadas. Era muy celoso de mí y de mi estado. Amaba mi mundo y el entorno de nuestras vidas estaba lleno de armonía y felicidad. Este era nuestro estado antes de que la luna negra llenara nuestras vidas de un gran manto de tristeza. Una noche sin luna, estando en nuestra tienda en el desierto, después de haber estado en una celebración bailando, despertamos entre los sollozos y unos gritos de pánico. Me abrace a Alejandro y él, en un acto rápido, intenta coger su espada; pero era tarde, ya que una flecha le atravesaba el corazón. Fueron segundos, no sufrió. Estaba caliente. Le besé en los labios y pude sentir su lengua jugosa y húmeda.........Sintiendo entre mis piernas, como la vida que había dentro de mí, sucumbía como la suya, abrazada a él. Estuve tres días, y tres noches, los dos ensangrentados, sintiendo como nuestros cuerpos se helaban, callada y muerta de miedo, siendo en todo momento consciente de lo que a nuestro alrededor sucedía. Me dieron por muerta como a mi amado, ya que 286 la sangre nos inundaba a los dos. La muerte habitaba en aquella estancia donde tan sólo el amor había tenido morada.•• Al cuarto día, abrí los ojos al sentir los primeros rayos del sol entrar por entre las telas de nuestra tienda. El olor era infesto. No podía moverme. Estaba presa de la muerte. Oía fuera unos pasos con rotunda fuerza, camellos y hombres. Quería hablar y no me era posible. Hubiera gritado pero no salía de mi garganta ningún sonido. ¿Que me sucedía? Pensé que estaba muerta. Cuándo volví en mí otra vez, estaba en otro lugar caliente, protegida, cuidada, lavada y perfumada ¿ Dónde me encontraba? Quería abrir los ojos y sentía un gran miedo a lo desconocido. Sería el lugar donde llegamos después de la muerte. ¿ Estaría Alejandro a mi lado? Toda una serie de preguntas venían a mi mente y yo no encontraba respuestas. Sentía una pequeña mano limpiándome la frente con un paño frío, con mucho mimo y cuidados. Debía de atreverme a abrir mis ojos y enfrentarme con aquella otra vida. Era mi pregunta, la respuesta estaba en aquel gesto por mi parte, de querer volver a esta vida, la cual desconocía. 287 Hubieron unos instantes en los cuales con una gran fuerza interior intentaba abrirme paso y salir de aquella oscuridad, pero me era imposible. Fue en aquel preciso momento en el que me acordé del sueño en el cual desperté en el desierto al lado de las pirámides, entre los brazos de mi buen amado. Fue entonces cuando me dí cuenta que los rezos y oraciones estaban ofreciéndose muy cerca de mí. Me encontré dentro de aquella gran coraza, que en aquel sueño aprisionó mi ahogo; pero las manos que en aquel otro sueño me hicieron llegar a encontrar el placer no estaban a mi lado. Sentí una gran sacudida, un escalofrío lleno de un frío interior. En este instante, pude tener las fuerzas para abrir mis ojos y enfrentarme a este minuto de mi vida. Estaba en una gran tienda, desconocida. Al mirar a mi derecha, el rostro de una joven con su faz tapada, me dio un pánico que estallé en un gran manantial de lágrimas. ------¿ Dónde esta Alejandro? ------ Se lo han llevado los dioses a otro lugar sagrado. 288 ------ ¿ Dónde estoy? ------ En el oasis del Kufra. Somos del pueblo fenicio. Hace muchas lunas que os encontramos. Estabas casi muerta en los brazos de tu amado. ------ ¿Él ha muerto? ------ Sí, y le hicimos una gran despedida en el templo de Osiris (Diosa y Sacerdotisa de los muertos), al cual vinieron muchas personas de recónditos lugares. Mi amo es un hombre romano que conoce a tu familia. No temas. Estás entre amigos. Éstas fueron las últimas palabras que escuché volviéndome a desfallecer. Los cuidados de aquella joven mujer me hicieron volver en mí. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero estaba muy debilitada y sumamente delgada. Me dolían los huesos y la muerte había pasado de largo. Tenía que ponerme de pie y una tarde ayudada por esta mujer salí fuera de la tienda. Era el momento en el que el sol desaparece en el ocaso. Los cantos de las mujeres le daban la despedida. Los tambores tocaban llenos de vida y eso fue un aliciente para querer ver de nuevo la vida. •En este campamento, en el oasis, sólo había mujeres 289 y niños. Tan sólo unos cuantos hombres armados, protegiendo este lugar. Eran seres los cuales se les veía dispuestos a luchar. Guerreros sin duda. No se mezclaban con nosotras y vigilaban en todo momento. Me sentí segura y, aquella noche, después de una buena cena junto al fuego, concilié el sueño, sin miedos, ni pesadillas. Los horrores estaban desapareciendo de mi entorno, aunque no podía olvidar el fuerte olor a descomposición. Se había archivado en mi mente, al igual que el frío. Noches antes siempre me despertaba con ese helor en el cuerpo y Nora, la mujer que me cuidaba, optó por dormir conmigo y abrazarme para que no lo sintiera tan inminente en mi interior. Sus cuidados, muy tiernos y maternales, me ayudaron a seguir viva. Hablaba poco, ya que el trauma de lo acontecido estaba muy presente en mi inconsciente y el dolor reinaba en mí. Fueron unos días de adaptación hasta poder situarme en mi vida. Según pasaban me sentía mucho más fuerte. La debilidad iba desapareciendo. Todos los días comía carne y bebía mucha leche. En todo momento comía dátiles maduros. Ellos me daban fuerzas. Una mañana, al levantarme, decidí que era el día en el que empezaría una nueva vida. 290 ------- Nora, quiero ir al oasis a bañarme. ------- ¡Qué alegría me das con tus palabras!.¡ Vayamos, pues, juntas!. Voy a preparar todo lo necesario. Esta joven mujer estaba llena de vida y me sentía feliz aquella mañana de estar a su lado. Cuando estuvimos preparadas, salimos juntas. Llevábamos una gran cesta llena con todo lo indispensable. Yo me preste a ayudar y fue muy bien acogida mi iniciativa. Ello me hizo sentirme útil y me dio confianza en mi misma. Al llegar a la fuente donde nace el oasis, no muy lejos del campamento, pude apreciar que no estábamos vigiladas. Estábamos completamente solas, sin orejas cercanas. Fue en este momento cuando le dije: ------¿ Cuéntame algo de tu amo? ------ No es mi amo. Es mi futuro esposo. ------ Me dijiste, o creí oír en sueños, que era un hombre romano. ------ Sí, pero su fe en Alá lo ha hecho convertirse en las leyes del Corán. Nosotros vemos con buenos 291 ojos que un hombre tenga varias mujeres. Mi esposo es marido de mi hermana mayor y yo también estoy preparándome para serlo. Ella no puede darle herederos y hay una esperanza muy grande en que yo se los de. ------ ¿Cuántos años tienes? ------ Trece. ------¿ Ya has estado con él? ------ No. Me tienen aquí hasta que llegue el momento en el cual pueda concebir herederos. Espero que en pocas semanas esto suceda y podamos ser felices toda la familia. El profeta hizo una revelación divina. •En la cual yo seré la elegida para poder engendrar a los hijos de Tulio en estas tierras. Sólo viene a ellas cuando puede, ya que sus obligaciones en sus territorios son muy grandes. Allí, también tiene otra mujer y herederos; pero en nuestra cultura está bien visto. Se porta muy bien con nosotras y mi familia está muy feliz. ------¿ Qué hace tu familia? ------ Trabajan las tierras más fecundas de los 292 oasis, recogiendo sus frutos, dátiles, oliva y naranjas. Las llevamos a los mercados donde son vendidas. También tenemos mujeres trabajando el fruto de la oliva haciendo el más rico aceite de éste. Así mismo, tenemos cientos de cabezas de ganado ovino, caprino, vacuno, camellos y aves de corral. En todos los mercados tenemos trabajo. Mi familia es una de las más conocidas dentro del mundo de los mercaderes en estas tierras. ------¿ Tú estás de acuerdo con esta boda?. ------ Es lo que mi familia quiere y la voz de mi padre es sagrada en nuestra casa. ------ Te he hecho una pregunta. ------ Las mujeres, en nuestra cultura, sólo podemos obedecer. Así se establecen las alianzas con pueblos más ricos y con otras civilizaciones. ------¿ No me vas a contestar a mi pregunta? ------ No puedo. En este instante, sus ojos se llenaron de lágrimas y un gran sollozo la hizo estallar en el llanto. ------ ¿Qué té pasa Nora? 293 ------ Amo a otro hombre, pero si mi familia se entera puedo ser castigada. Estas palabras estaban llenas de sollozos y grandes lagrimas. Era una niña con la apariencia de una gran mujer. Hasta el momento, la impresión que tenía de ella era muy dura. En este instante era como un gatito pequeño entre mis brazos. Toda aquella dureza había desaparecido. ------- ¿Quién es él? ------- Es el hijo de una familia cartaginesa, la cual durante generaciones están en guerra con la nuestra, sólo por la ambición de nuestros antepasados. Entre nosotros no existen estas ambiciones y siempre que podemos nos vemos. ¡Es tan guapo y joven!. -------¿ Cuántos años tiene Tulio? ------- Como padre. Más de sesenta. ------- ¿Y estás decidida a entregarte a él? ------- No, pero si accedo a este mandato de mi padre, jamás sabrá nada de Hannón y temo por su vida. Es de una familia de navegantes, de Tiro (fenicios) 294 que viven en las tierras donde se encuentra Leptis Magna, siendo muy poderosos. En según que temporadas del año, nos cruzamos en algunos Oasis y nos vemos sin que nuestras dos familias lo sepan. Llevamos jugando desde que somos muy pequeños y con él he conocido la sexualidad. En mi cultura, las mujeres están destinadas a no sentir los placeres de la sexualidad. Mi piel es casi negra y venimos de unas tribus que somos castradas genitalmente en el momento que tenemos nuestra primera muestra de maternidad. Yo estoy a punto de tenerla y en esta ceremonia, si sobrevivo, me entregaran a Tulio. Horrorizada por este relato, no pude más que pensar en salvar a esta mujer de tal humillación y seguramente de la muerte. Había oído hablar de estas prácticas, pareciéndome mutilaciones espantosas. Nos quedaba muy poco tiempo. Debía de actuar con rapidez y cautela. Nos bañamos la una a la otra, ayudándonos con nuestras largas melenas. Nos quitamos la gran pena de amores que sufríamos las dos. Sus dulces cuidados durante estas semanas me habían dado la vida y, en agradecimiento, la traté como a una diosa, haciéndole 295 sentir en aquella fuente, la sexualidad y el placer máximo que se puede obtener con la sabiduría de su propio cuerpo. La besé muy dulcemente, al mismo tiempo que le fui enseñando todos los puntos más sensibles y sensuales. Mis caricias terminaron besando su sexo con todo el amor del mundo. Esta mujer debía de saber cuales eran sus armas. El placer no sólo le llega a ella, sino que yo sentía tal goce de mis actos, que la excitación que deploraba al tener su sexo en mi boca, acariciando su sexualidad me hicieron sentir con ella el alcanzar las estrellas con nuestras manos. Estando tan agradecida que desde este instante nos dimos cuenta que nos necesitábamos la una a la otra. Me sentí responsable y madre y en los días posteriores investigué más sobre la vida de su amado Hannón. Era el hombre perfecto para sacarnos de allí, y mi mente se iba hacia las dominaciones de su familia por el Mediterráneo, llegando hacia Cartago y allí había sido de donde provenían mis raíces, ya que en estos momentos estaban dominando la costa del pueblo ibérico. Nuestras conversaciones eran muy cultas. Su familia se había ocupado en que tuviera siempre a su lado a buenos pensadores y filósofos. Su amado le había hablado de una isla que 296 sé llamada Ibosin (Ibiza ), donde su familia obtenía grandes cantidades de cristales de Halita (sal). Mi familia, según decía Teseo mi abuelo paterno por parte de mi madre, eran comerciantes de esa sustancia tan preciada. Se consumía en la elaboración de la conserva de los alimentos, para limpiar teñir o blanquear tejidos y en la preparación de cueros y pieles, era de gran prestigio el poderla comerciar, allí también cultivan cereales, patatas y prados, teniendo ganado vacuno, lanar y caprino. Podía ser un buen lugar para huir de mi pasado y encontrar un futuro, al mismo tiempo investigar sobre mis raíces en este lado del mar. Estaba la luna llegando a su máximo esplendor. Las mujeres se preparaban engalanándose con el tinte que se extraía de las hojas de un árbol que lo llamaban henna. Con esta sustancia se teñían las uñas de las manos, el pelo y partes de los pies, al igual que tejidos que luego les servirían de vestidos. Esto era un ritual, entre ellas se lo hacían las unas a las otras. Las mujeres más viejas eran como las sacerdotisas de esta ceremonia. La belleza afloraba entre estas mujeres. Yo me dejé hacer por ellas y mis largos cabellos dorados se convirtieron en rojizos, 297 sintiéndome muy bella. Las risas y el alboroto reinaron en el campamento. Los músicos estaban llenando nuestros corazones de felicidad y la vida impregnaba nuestro presente. Una tarde, al anochecer, se esperaba la visita del padre de Nora. Las mujeres se engalanaron con sus mejores vestiduras y todas ellas estaban muy bellas. Se preparaba un gran festín, ya que habían matado unas cabezas de ganado ovino. Los músicos estaban dispuestos y nosotras no teníamos más que engalanarnos. Todas mis pertenencias cuando nos atacaron en el desierto, habían sido robadas y tan sólo tenía las cosas que estas mujeres me habían dado. En el tiempo que estuve viajando con mi amado Alejandro, había comprado bellas piezas de los mejores y más delicados tejidos. Mis joyas habían desaparecido. Tan solo poseía el collar que mi amado me ofreció unos meses antes, que lo llevaba puesto cuando nos asaltaron. No me lo quitaron, ya que el cuerpo de mi amado y la sangre lo debieron de ocultar. Yo no sabía cuál era su significado, pero él me protegía en estos lugares, ya que era de una de las familias más antiguas de nómadas del desierto. En varias ocasiones había intuido entre las mujeres el 298 hablar de éste. Aquella noche, no muy lejos, un gran resplandor hizo que todo el campamento sintiera el olor de la sangre. Los hombres salieron a ver qué sucedía y hubo un momento en el cual, todas las mujeres estábamos en la misma tienda. Al mirar a mí alrededor, vi que Nora no se encontraba entre nosotras. Salí corriendo en dirección de la fuente del oasis y mi instinto no me defraudó. Allí me encontré la escena de amor más dulce que había visto en mucho tiempo. Los dos jóvenes amantes se besaban entre las plantas. ¡Son tan guapos los dos ¡ Acechante estuve unos segundos hasta que oí las voces de las mujeres buscándonos. ------ Nora, nos han descubierto. Los dos jóvenes me miraron y entre los tres hubo una conexión tantica, saliendo en la misma dirección sin decir palabra alguna. En el remanso había atados dos camellos. Ellos dos montaron uno y yo subí en el otro. La dirección no me importaba y salí tras ellos. Estuvimos cabalgando toda la noche, y al alba nos encontramos muy cerca de una ciudad. Estaba en llamas 299 y cientos de personas salían con sus pertenencias. Era una invasión romana, ya que podíamos ver sus tropas desplegadas por todos los lados. Los carros tirados por caballos sacaban a las familias que habían podido huir. Allí, en este instante, fue cuando me di cuenta del largo camino que había recorrido este joven hombre por amor. Era ya un guapo ejemplar de unos veinti pocos años, curtido por el trabajo del mar. Su porte era magnánimo y su fuerza como la de un toro. La dulce doncella que llevaba entre sus poderosos brazos, era su tesoro. Los camellos estaban preparados con víveres y estuvimos cabalgando durante días y noches. El sol abrasador del desierto llegó a nublar mi mente y hubo momentos en los cuales llegue a alucinar, optando por descansar, escondidos en algún lugar fresco durante el día. Por las noches que la temperatura es muy baja, era perfecto el poder seguir nuestro camino hacia el mar. Pasaron varios días y seguíamos nuestro camino. Tan sólo parábamos en lugares que Hannón conocía para proveernos de víveres. Siempre era él el que se acercaba a estos lugares. Nosotras esperábamos en algún escondite. No tenían que vernos juntos. El padre de Nora, la buscaría por toda la región y 300 mataría a su amado, las leyes de estas tierras eran muy duras y éramos, en estos momentos fugitivos del destino. Los rostros tapados por su tradición, nos hacían invisibles ante los ojos de los desconocidos; pero Hannón era de una familia de gran relieve comercial y por él era fácil que pudieran dar con nosotras. Cuando descansábamos, disfrutaba viendo como estos dos jóvenes se amaban. Entre ellos había un lazo mágico. Ello me cautivaba y pronto empecé a sentir deseos sexuales hacia aquellos dos amantes. Una tarde abrasadora desfallecí y al volver en mí, estaba entre los brazos de él, ella estaba cogiendo agua de un manantial cercano donde por la mañana habíamos estado bañándonos. Yo siempre dejaba que ellos tuvieran su intimidad y me alejaba siendo consciente de los juegos en los que ellos disfrutaban. Sus risas y sus jadeos se oían en todos los rincones de aquel verde bosque. Al despertar él me estaba dando aire con una hoja de un árbol, y el que de verdad necesitaba aire era él. Al mirarme vi cómo de mis vestiduras asomaba uno de mis pechos. Sus ojos recorrieron mi cuerpo en segundos. Sentí su poderoso sexo caliente y duro entre sus piernas. Yo estaba recostada sobre ellas y mi cuerpo se enardeció 301 de pasión en unos instantes. Al volver rauda y veloz Nora con el agua, me dijo: ------¡ Menudo susto nos has dado! ------ No os preocupéis por mí. Todavía estoy un poco débil.•------ Hoy descansaremos toda la noche. Ya está bien de correr (dijo con voz dura y con firmeza el bello corcel de mi amiga). ------ Estamos a muchas millas de los territorios de mi padre. Podemos descansar. El lugar es maravilloso, vamos a volver a darnos un baño, ¿vale? La juventud y belleza de esta joven mujer nos llenaba de alegría. Pronto aquella sexualidad se desvaneció, llenándonos la vida con una suave caricia de suave sensualidad. Nora fue quien dijo en este instante: ------ Bañémonos juntos. Hannón quiso desaparecer. Lo sentí en este instante, ya que estaba muy excitado. Fue entonces cuando yo les dije: ------ Bueno, la desnudez en Grecia es algo natural. Los hombres y las mujeres están muy acostumbrados a estar juntos, al igual que a hacer el amor en grupo. 302 Sentí como aquel joven hombre tragaba saliva, y vi en los ojos de ella la candidez de la tarde en el Oasis que hicimos el amor. Estaba claro que éramos nosotras las que llevaríamos a este joven hombre a sucumbir ante nuestros encantos. Nos miramos y yo empecé a desnudarme. Al mismo tiempo, Nora lo hacía. El no daba crédito a nuestro acto y, sacudiendo la cabeza como para despertar de una alucinación, dijo: ------ Me rindo. ------¡ Ja, Ja, ja. ! Aquel lugar se llenó de risas y las dos mujeres desnudas corríamos hacia el agua. El no tardó mucho tiempo en estar también desnudo y con nosotras. Al llegar este momento, aquel bello paraje se convirtió en un paradiso. Gea hizo tres coronas de flores, como las que le había enseñado Florián el jardinero y, desnudos, correteaban. Al anochecer, preparamos un campamento protegido debajo de una gran roca. Hicimos un fuego y pasamos dos días con sus noches amándonos los tres. Estas escenas las dejo en la imaginación, ya que el destino nos puso en el camino y la paz inundaba 303 nuestro espíritu. Nos amamos dulce y tiernamente. ¡ Éramos tres niños tan jóvenes! Una mañana decidimos reanudar nuestro viaje. Teníamos que llegar a las costas del Golfo de Sirte, donde Hannón tenía un barco preparado para que zarpáramos en el momento que apareciéramos. Era muy joven, pero al mismo tiempo, curtido hombre de mar. Sus decisiones eran las que ya habíamos hablado los tres. Las costas de Ibosin serían nuestro destino. Su familia tenía allí comercio y no nos faltaría de nada a ninguno. Él se sentía muy honrado y feliz. Llevaba a dos perlas preciosas juntas. En los días posteriores, cambiamos los camellos por caballos, yendo cada uno de nosotros en uno. El de él era negro como la luz de la noche, el de Nora cobrizo y el mío jaspeado. Eran de pura raza árabe, bellos, delgados, estilizados. Para mí fue un descanso el montar a tan bello corcel. La vida nos sonreía. Éramos tres jóvenes en busca de aventura. Estábamos libres. Estas palabras las oía una y otra vez en mi inconsciente. Yo no había sido prisionera pero había sentido la presión de esta raza por sus mujeres. Estaba plena de felicidad de saber que a Nora no la 304 sacrificarían como a un cordero en un altar. Era tan fuerte el entender cuales eran los ritos de estas tribus, que poner tierra por medio me daba alas. Respiraba el aroma del salitre del mar, mientras cabalgábamos entre árboles conocidos de mis tierras, olivos, almendros, naranjos en flor. La vegetación era muy cálida y empezamos a vislumbrar las costas a lo lejos. Nos encontrábamos muy felices de ver un horizonte azul los tres. Nora nunca había visto el mar. Su padre no la dejaba salir de los oasis protegidos por sus dominios. Yo era una enamorada de él y Hannón era un sireno de mar. Su barco se llamaba como el Dios del mar Neptuno, siendo construido en Biblos por armadores Persas. Era un sueño hecho realidad, un gran navío dispuesto a zarpar a sus órdenes. Entre nosotras surgió el amor de la hermandad. Éramos huérfanas en la vida. Yo estaba muy lejos de mi familia y ella no volvería nunca, la matarían. Él sabía que estábamos en sus manos y nos amaba. Ella era la candidez y yo la sabiduría en un cuerpo muy joven. Todavía no había cumplido los dieciocho años, y había recorrido medio mundo. Zarpamos y fuimos costeando hasta el puerto de Leptis Magna. Al llegar allí, bajamos a tierra. Yo quería 305 ver el teatro, el cual estaba dominando una cala protegida por un montón de islas. Majestuosamente, era un lugar mágico, erigido sobre una ladera de montaña, semicircular, inmenso, esplendoroso. Estaba desértico, casi enterrado bajo la arena. Los muros fortificados de la ciudad habían sido destruidos. La sequedad y la arena daban una imagen fantasmal de lo que había sido un gran Imperio Romano. Al llegar a la gran pista central del majestuoso teatro, estaba atardeciendo. En lo alto de éste, la estatua de una diosa dominaba la vista al mar. Había oído a Alejandro hablar de este lugar y una vez en lo alto, las lágrimas inundaron mis ojos. Este era el último reducto de sus recuerdos. En la otra parte del mar estaba mi destino.•• Lloré durante un largo rato viendo como el sol se escondía en el mar. Hacía tanto tiempo que no veía un atardecer tan espléndido... El cielo se convirtió en el fuego del infierno y, en unas horas, empezó a llover incesantemente. Esta noche no partiríamos. Estábamos bien protegidos en un puerto natural. Hacía mucho calor y decidí no volver al navío. Necesitaba estos momentos de soledad. Mis vestidos estaban mojados y mi cuerpo semi desnudo violaba las reglas de estas culturas. Yo me sentía 306 libre y no me importaba nada. Quería volar, correr, soñar. Así fue como me vi en unos segundos, en los cuales había corrido sola en la noche por las ruinas del templo. La lluvia no dejaba de caer y la noche estaba muy oscura. No sentía miedo, no sentía frío, no sentía otra cosa que no fuera la felicidad de sentirme libre. Me apoyé en una columna y fue en este instante donde sentí unos fuertes brazos sujetarme la cintura. Eran unas manos conocidas, cálidas, fuertes, duras. Eran las manos de un hombre rudo, varonil, cálido, como mi amado Alejandro. No volví mi mirada, no quería ver su rostro, sólo quería seguir sintiéndolo a él. Amándome en la oscuridad. Tal vez un sueño o tal vez la realidad. No me importaba. Sólo quería seguir estando libre. Aquellas manos no me proporcionaban ningún tipo de tensión. Eran cálidas y me acariciaban con verdadera pasión. Con mis pequeñas manos quise tocar sus piernas, y entre ellas, su gran sexo estaba resurgiendo a la vida. Cerré los ojos y me di la vuelta. No los abriría, no quería ver quien era. Tan sólo me sentía en los brazos de mi amado Alejandro. Me levantó del suelo y, en unos minutos, me depositó en un lecho cálido y seco. No quería 307 abrir los ojos y él no me pidió que lo hiciera. Me amó como a una reina y me dejo dormir. Al amanecer, los primeros rayos del sol me despertaron. Estaba sola, en una cueva cercana al templo. No había ningún vestigio de vida a mi alrededor, tan sólo unas pieles en el suelo. Nunca supe si fue un sueño. Al volver al navío, la tripulación estaba buscándome. Sólo Nora estaba en él. Todos los hombres estaban en tierra. Ella estaba muy preocupada. No sabían si me había sucedido algo extraño y su preocupación era muy fuerte. Al subir a él, se abrazó a mí y lloró intensamente. Era una niña, yo su única familia. ------ Sentí que jamás te volvería a ver. Fueron sus primeras palabras llenas de amor y desesperación. En ese momento, yo sentí dentro de mi alma estas otras, y se las dije: ------ Jamás te dejaré sola. Eres mi familia. Tranquila. Las dos nos abrazamos y lloramos juntas. En muy poco tiempo, sonaba la caracola y se oyeron los silbidos de los marineros. Todos volvían al navío. Era la señal de que yo había aparecido. Al llegar a él, 308 Hannón me preguntó: ------¿ Qué te ha sucedido, blanca flor?. ------ Me pilló la gran lluvia en el templo, donde fui a rezar y dar gracias por haber llegado hasta aquí sanos y salvos. Empezó a llover y me refugié en una cueva, quedándome dormida donde me he levantado con los primeros rayos del sol. Mis palabras eran convincentes pero no reales, y él no tenía muy claro esta explicación. Zarpamos en el momento que subió el último marinero. Seguíamos nuestra andadura. La expresión de este hombre me hizo darme cuenta de lo que en realidad sentía: celos de pensar que otro hombre hubiera tocado mis dulces formas. Era muy joven pero tenía mucho poder y lo demostró, sacándonos de aquel país de aquella manera y con tanta decisión. En aquella mirada pude ver su espíritu y sopesar su fuerza. Una vez en la mar, se acercó a nosotras y cogiéndonos del hombro nos dirigió a su camarote. Nosotras no hablábamos, sólo seguíamos a su lado sonrientes y felices. Él, con este abrazo protector, nos decía: sois mías. Era importante que nos pusiéramos a sopesar esta circunstancia juntos. Y así fue. Al llegar a aquel 309 camarote, las dos nos recostamos en la cama. Nuestros encantos florecían entre los almohadones de aquella estancia, llena de reliquias de muchos países visitados. Era un lugar muy vivido, que hasta este momento no me había parado a mirar con detenimiento. No era la estancia de un barco de comercio. Era el de un guerrero. Me debió de leer el pensamiento. Se percató de la situación y me dijo: ------ Mi padre y mi abuelo trabajaron muy duramente durante muchos años para que yo tuviera el poder de ser feliz, a mi manera. Se lo debo todo a ellos, pero yo fui muy aplicado en aprender sus conocimientos y seguí en este negocio. En muy pocos años, nuestros territorios han crecido considerablemente. El poder de nuestra familia es muy grande y poderoso. Somos personas respetables dentro del comercio de esta parte del Mediterráneo, donde se nos respeta. No puedo defraudar a mi sangre. Vosotras dos sois dos niñas caprichosas y rebeldes. Pensáis que me estáis llevando hacia donde queréis llegar. Yo sólo voy por que me pilla de camino. Quiero que sepáis que estáis bajo mi poder y no yo bajo el vuestro. Debéis de asumir esta circunstancia, ya que si no, seréis vendidas como esclavas. Me darán un buen dinero por 310 las dos. No quiero estar pendiente de ninguna. Sois mis invitadas y estáis a mi disposición. Estas palabras duras y cortantes eran dichas con tanta autoridad, que la piel se me puso de gallina. No eran simples palabras. Eran un mandato que debíamos asumir con la mayor dignidad posible. Fue en este instante cuando me di cuenta de la estratagema de este joven hombre. El amor que podía sentir por la pequeña Nora era un simple capricho. Sus palabras eran ciertas y nos vendería. Íbamos hacia un centro de venta de esclavos muy importante. Por dos mujeres como nosotras se pagarían grandes fortunas. No sólo éramos bellas, también cultas e hijas de buenas familias. También podríamos ser motivo de una gran masacre. Si esto sucediera, teníamos que ser conscientes de ello. Yo sabia que a Padre se le conocía mucho por todos los mares, pero no sabía hasta que punto llegaba su poder. No tardó mucho en dejarnos a solas y subirse al puente de mando. En este instante, fue donde pensando muy rápidamente en todo lo acontecido, le dije a Nora: ------ Volvemos a ser esclavas de un hombre. ------ Yo siempre lo fui. Es normal en mi cultura.••- 311 ----- Nora, debemos de estar alertas a todo lo que hagamos o digamos. No me fío de Hannón. Es un hombre muy bello y su poder es muy grande. Yo no puedo ser su esclava. Siempre fui libre y no pienso cambiar mi vida. Puedo recobrar fuerzas, pero mi interior me dice que desconfíe de él. Mi sexto sentido me lleva a ser así. Perdóname. Fui yo quien os metió en esto. No debía de ser tan susceptible a mis sentimientos físicos y sexuales. En mi cultura es algo normal. En esta vuestra, veo que un inconveniente. Yo quiero que os sigáis amando sin mí. Me miró muy intensamente con sus ojos negros como la noche y me dijo: ------ Confío más en ti que en él. Seguiremos el juego de este amor hasta que podamos escapar. Yo no estoy dispuesta a tener que ser esclava de nadie. Tú me enseñaste cual es la libertad y él su precio. No quiero pagar por ello el resto de mi vida. No me dejes a solas con él. Ayúdame a hacerlo feliz en este viaje. Te prometo que escaparé contigo cuando véamos el momento. Era mi única salida para no casarme con el viejo Tulio. Yo enamoré a este hombre y le di mi virginidad, sabiendo que sería pasto de las hienas si 312 mi familia me descubriera. El día que en el oasis hicimos el amor las dos con él, te sentía a ti, no a él. Me enseñaste a ser yo misma. Me amaste como a tu propio yo, y ahora soy parte de ti. Él es sólo la escapada hacia un mundo diferente. No lo amo. Aquellas palabras eran muy claras y concisas. Eran fuertes y reales. Ella me había dado la vida y la libertad. Yo le había enseñado a conocerse y, en muy pocas semanas, era una mujer muy madura y cerebral. Ello me gustó y mis pequeñas manos acariciaron su rostro con delicadeza y admiración. Ella se estremeció y en unos minutos estábamos abrazadas y sensualmente ligadas a amarnos. Cuando aquella puerta se volvió a abrir, la visión que tuvo Hannón fue la más bella que un hombre pueda tener en su lecho. Estábamos disfrutando de nuestros sexos, llenas del sudor que provocaba el fuego de nuestro corazón. El camarote estaba sumido en la bonita luz del atardecer, mirando las dos en dirección a la puerta, con la expresión de la dejadez y el placer del amor. En el umbral de aquella puerta, se desabrochó el cinto que sostenía sus vestiduras, cayendo al suelo, acariciándose el hombro, 313 descubriéndoselo, desnudándose. ¡Qué bella imagen la de aquel ser totémico, grandioso, escultural, mágico, brillante, armado, poderoso! No salimos de aquel camarote hasta bien entrada la noche. El barco estaba anclado en una bahía. Habíamos seguido costeando y sólo estaba la guardia del puente. Los tres, abrazados, salimos a refrescar nuestros cuerpos y desde el puente nos tiramos desnudos al mar. Aquellos días estuvieron rodeados de armonía. No existieron más tensiones. No había equivocación en nuestros actos. Éramos sus siervas. Pero día a día entre nosotras iban surgiendo más afecciones humanas. Estábamos amándonos en trance, ya que cuando él no estaba a nuestro lado, entre las dos existía una gran compenetración. Recogíamos todo el desorden y lo único que teníamos que hacer era seguir con armonía aquel viaje. Los días eran muy calurosos y el sol pegaba muy fuerte. Estábamos mejor en nuestro camarote. Él se volvía loco de pasión cada vez que bajaba y estábamos unidas en un abrazo constante. Nuestros sexos se habían hecho el uno al otro y cuando él llegaba, el deseo de la penetración nos 314 daba tanto placer que él se volvía loco de pasión. Éramos gozadas en la armonía más plena del sexo, habiendo momentos en los cuales, la penetración era tan necesitada por nuestros cuerpos, que estallábamos en los orgasmos más poderosos que jamás había sentido. En segundos, sólo con verlo con su poderoso sexo desnudo ante nosotras. Estaba acostumbrándome a ver a aquel hombre haciendo gozar a la pequeña Nora, que me volvía loca de pasión. Una de las posturas que más nos gustaban a los tres, era cuando él penetraba a alguna de las dos por detrás, disfrutando una de nosotras bajo de ellos, lamiendo los genitales de ambos, mientras entre nosotras nos comíamos la vulva. Era muy sexual el poder ver a Nora con sus carnosos labios dentro de mi lubricado sexo. Siempre estábamos las dos con ese contacto. En esta postura él se volvía loco, dándonos toda su sexualidad y en el momento de correrse la sacaba del sexo y la introducía en la boca de la que estaba debajo, siguiendo rozando con su verga la vulva de la que había estado penetrando. Esta era una buena fórmula que habíamos ideado entre las dos para que él no dejara embarazada a ninguna. Sería un gran error. Estos momentos no tenían fin. Me gustaba sentir toda 315 su leche en mi cara y pechos. Las noches más tranquilas y frescas paseábamos por la cubierta. Yo bailaba a la luz de la luna. Uno de los marineros era un gran músico y había noches que me acompañaba con una flauta. Los sonidos de ésta me parecían mágicos. Era un placer que todos en el barco disfrutábamos. Estos momentos de gran armonía, un magno ofrecimiento a los dioses por haber pasado un buen día en paz con la naturaleza. Después nos bañábamos y dormíamos desnudos. Las madrugadas siempre eran acogidas con verdadera pasión. Era raro que no me despertara con el sexo de alguno de los dos en mi boca, o la de ellos en el mío. Así pasaban los días y las noches. Comíamos jugos de frutas y pescados. Hubieron días que nuestro alimento eran nuestros propios jugos sexuales, ya que estábamos totalmente sumidos en el placer de nuestros cuerpos. Aquella rueda parecía no tener fin, aunque tampoco queríamos vérselo. Éramos muy felices amándonos. Los hombres tan sólo bajaron a tierra en el puerto de Icosium (Argel), donde habíamos cargado las bodegas del barco de provisiones y ricas alfombras. Allí nos compró tejidos para hacernos vestidos, los cuales 316 fuimos confeccionando en aquel viaje. Ya en el puerto de Mastia (Siglos después Cartago Nova), rico en minerales, nuestro amado nos ofreció unos maravillosos collares a juego con unas diademas exquisitas y unos brazaletes, los cuales representaban a unos grifos con cuerpo de león alado y cabeza de carnero. Nos honraba todos los días con los más bellos objetos que tenía en comercio. Habíamos hecho un triángulo en la ruta de este viaje en todos los sentidos y estábamos ya cerca de nuestro destino. Una mañana, al alba, oímos el grito de “ a la vista las costas de Ibosin “ . No tardamos ni un segundo en estar en el puente las dos, medio desnudas. Los marineros estaban acostumbrados. Lo que no entiendo fue cómo no hubo ningún motín a bordo. Llevábamos semanas navegando, ya que entre nosotras no había pudores y pasábamos gran parte del día un tanto salvajes, o en nuestro camarote. Al salir, lo primero que vimos fue una isla prominente pequeña, pegada a otra más pequeña, y ésta, a una gigante de acantilados elevados donde la vegetación era escasa. En esta parte de la isla, ya 317 que al ir dando la vuelta por la parte sur de ésta, nos encontramos con otro tipo de parajes y, a lo lejos, verdes montañas de frondosos pinares. Me parecía un lugar agradable, pero muy desértico. No se veía ningún vestigio de vida. Me pareció aburrido el pensar vivir allí, pero ya estábamos embarcadas en esta aventura y sonreía con verdadero placer, aunque mi interior se hiciera estas preguntas.••------- ¿ Por estas tierras no hay gentes?( Le pregunté a nuestro hombre) ------- ¡Ja... ja... ja. ! El único hombre que veréis en vuestro horizonte pienso ser yo. ¡Ja... ja... ja. ! Las dos nos quedamos atónitas, ya que éramos presas de este hombre y sus excentricidades, como él haber sido embaucadas por su fortaleza y osadía. Estos eran nuestros pensamientos. Cuando la verdad era que habíamos sido nosotras las embaucadoras que lo habíamos liado mano a mano. Es muy guapo y lo sabe, además de ser como he mencionado, en otros momentos, poderoso. Nuestras miradas se cruzaron y con la cabeza altiva nos fuimos hacia el camarote. Si teníamos que bajar a tierra había que prepararse como 318 reinas. No teníamos más que ver allí en el puente. Horas más tarde llegamos a un lugar mágico donde los colores que se disipaban eran como el arco iris. Los hombres en cubierta reían y bebían vino. Se preparaban para bajar a tierra felices. Estaba atardeciendo sobre grandes zonas de poca profundidad, entre sierras donde se podían ver grandes montones de sal. Fue donde decidimos salir otra vez al puente, ya vestidas y perfumadas, engalanadas con las bellas joyas que nuestro......... nos había regalado. Éramos tan jóvenes y bellas mujeres... Toda la tripulación se alborotó. Nos tiraban piropos y silbidos. Estábamos como dos flores en primavera. Volvimos a girar por el próximo cabo entre dos pequeños islotes, en donde Hannón estuvo muy atento a esta maniobra, ya que según contaba, su abuelo había encallado hace muchos años, perdiendo el barco con toda la mercancía y, a parte de la tripulación, en ella iba su esposa y dos de sus hijos menores. Nosotras, curiosas, no dejábamos de hacer preguntas y así fue como llegamos al puerto, en el cual nos estaban esperando muchas personas. Éramos como el agua del cielo. Llegábamos a la colonia de Ibosin (Ibiza). Esta, estaba ubicada en una cala cerrada y dominada por una gran montaña. Era 319 un paraje muy bello, lleno de diversas razas de personas. Se veían gentes diferentes. Vinieron a recogernos en unos caballos y nos condujeron a un lugar sagrado en lo alto de una colina donde se albergaba una necrópolis, mirando al mar. Allí nos esperaba una gran ceremonia sagrada en la cual se veneraba a los muertos; y era una costumbre después de haber pasado por aquellos dos islotes y haber llegado sanos y salvos a Ibosin. El venir hasta aquí a ofrecer nuestros presentes, las hogueras, nos hacían paso hacia este lugar. Al llegar a él, sentí un gran escalofrío. Hannón se veía muy afectado. Me recordó inmediatamente la necrópolis donde mis abuelos estaban enterrados en Grecia. Este lugar no me era desconocido. Era como si en otra vida ya hubiera estado aquí. Esto estimuló mis instintos, viendo de otra manera aquel sombrío espacio, ofreciendo en un momento de la noche una de mis grandes composiciones en la cual se da un significado muy grande a la muerte y la resurrección. Al terminar mi baile, todos los presentes quisieron conocernos. Nuestro amado anfitrión nos fue presentando a todos. Éramos sus protegidas y nada más. Esa fue la conclusión a la cual llegué en muy pocas horas de 320 estancia en aquel lugar. Me dolía el ver tan clara esta situación cuando sentía a Nora enamorada como una Sirena de su Neptuno; pero este hombre nos vendería en la primera de cambio y este sentimiento empezó a darme vueltas en mi cabeza, aunque no tuve mucho tiempo de pensar en ello, ya que aquella misma noche hicimos un largo trayecto en carro y fuimos alojados en una casa en el campo hecha de adobe, como en los pueblos más antiguos griegos o fenicios. Todo era muy simple y en el suelo de aquel gran salón con una gran chimenea encendida, unas grandes alfombras de tejidos gruesos serían nuestro refugio, cestas de frutas y una jarra de agua. Nuestras vidas y culturas eran muy diferentes. Yo provenía de la mayor exquisitez de la cultura Griega y Nora del lujo árabe. Estábamos sin otra cosa en este mundo que no fuera nuestra persona y belleza, pero muy pronto nos acostumbramos a ver este tipo de vida como algo normal. A las pocas horas nos levantamos con el canto del gallo. Al salir fuera de la casa, una gran sorpresa fue para mí muy importante. Mi sentido de la orientación me decía que estábamos mirando en dirección hacia el oeste, el lugar donde salía el Sol y, a lo lejos, estaba situada mi amada Grecia. 321 Estábamos entre colinas dominando toda una zona, a lo lejos el mar. La casa estaba preparada para cultivos necesarios alimenticios. Teníamos animales de corral y agua de un pozo subterráneo. El lugar era muy confortable y austero. Después de darnos un baño sacando el agua de aquel pozo, jugueteado como dos ninfas por el campo, cogimos huevos frescos y leche de oveja y preparamos un buen desayuno. ¿ Éramos libres?. Esta era mi pregunta en mi inconsciente. Todos los días, mientras Nora jugueteaba con toda la naturaleza que nos rodeaba, yo sentía que el mar era nuestra cárcel y nosotras sus esclavas. El término de isla es un trozo de tierra delimitado por el agua del mar. Esto significaba que en algún momento veríamos toda aquella extensión y desearíamos conocer más, estando limitadas a este espacio. Estos pensamientos afloraron en mi mente en lo alto de una colina. Cuando me di cuenta que el amor que yo podía obtener en esta vida estaba al lado de Nora, si el destino nos había traído juntas hasta este lugar sería por alguna razón, que tal vez en este instante no comprendía, pero debía dejar pasar hasta madurar su significado. Esta fue la conclusión que dio paz a mi interior, relajando mi vida en este apacible rincón 322 del Mediterráneo. Pasaron las semanas y los meses. Nuestros juegos amorosos seguían siendo de índole triangular, excepto cuando podíamos estar a solas que no dudábamos en darnos calor y amor en cualquier momento. Ella se hizo mujer y sufrió mucho en estos momentos. Sangró durante varios días como un cordero degollado. Nos pilló a solas, ya que Hannón se encontraba de viaje. Sólo veíamos a los trabajadores del campo y ninguno nos gustaba. Eso quería decir que esperábamos a ser poseídas por nuestro amo y señor. Él, mientras tanto, seguía haciendo comercio entre las costas más cercanas. Siempre volvía deseoso de nuestros cuidados, y nosotras nos prestábamos a todas sus locuras sexuales. Se las ganaba. Aquella humilde morada, poco a poco, fue convirtiéndose en un hogar muy feliz, donde siempre había visitas. Habíamos hecho amistades con los músicos cercanos y Nora era una excelente profesora de las danzas del vientre, lo llevaba en la sangre. Nos hicimos muy populares por las gentes del entorno y éramos imprescindibles en cualquier ceremonia. No teníamos templos, ni teatros, pero habíamos buscado espacios para hacer nuestros rituales sagrados, siempre en lugares naturales. Esto 323 nos daba la libertad de seguir practicando nuestras doctrinas con los dioses de una manera ancestral y milenaria. Aquí empecé a ser yo misma y a sentir la vida con la verdadera esencia de ésta. Una tarde, al salir a despedir el día y respirar un soplo de aire, ya estaba muy avanzada la estación invernal, y grandes nubes anunciaban una eminente lluvia. El viento era huracanado y las turbulencias en el cielo eran de preocupar. Los rayos del sol difuminaban entre las nubes colores rojizos y violáceos mágicos entre las montañas. Al mirar hacia el lado opuesto el mar, a lo lejos, pude percibir un gran barco con banderas de color rojizo. Estaba muy cerca de las costas y en un lugar de poca profundidad y rocas. Estaban en una zona muy peligrosa. Al mirar fijamente a aquel barco, pude apreciar unos escudos en forma de animales. Hubieron unos instantes en los cuales pensé en el escudo de Golf. No me lo pensé ni dije nada a Nora. Estábamos solas como casi siempre. Corrí entre los bosques por lugares que otros días había llegado hasta la costa sola paseando. Nora era mucho más tranquila que yo y siempre aguardaba mi vuelta. Eran lugares de mucha maleza y con las prisas y los nervios que tenía en mi cuerpo, me fui rozando 324 con los matorrales de zarzas, haciéndome grandes raspaduras en mis vestidos y piernas. Pero no me importaba. En este barco podían ir familiares y amigos de los míos. Tardé más de una hora hasta llegar a la costa. Ya entrada la oscuridad de la noche, aquella parte de la isla estaba deshabitada, ya que la colonia estaba en el lado opuesto. Había una pequeña cueva vigía en un lugar estratégico en la cumbre de la colina, en el acantilado de ésta. Tenía que llegar a ella, ya que allí había todo lo necesario para hacer señales y un fuego. Tropecé en varias ocasiones y me lastimé piernas y manos, pero ello no era lo suficiente para poderme parar. Debía de llegar y hacer lo que mis instintos dentro de mi interior me dictaban, consiguiéndolo. No era la primera vez que hacía este recorrido, ya que Hannón me había llevado allí a solas, enseñado como poder hacer estas señales. Los días de tormenta y niebla tenía que estar atenta para que ninguno de nuestros barcos tuviera un accidente en aquellas costas, consiguiéndolo. Pude ver sus señales de agradecimiento y alejándose de la costa desapareció. Una gran agonía nubló mi mente. Sentí morir al recordar a mi amado Alejandro. Lo amaba en la 325 oscuridad de aquellos pensamientos sombríos que venían a mi mente llena de sangre y frío, enturbiados por la soledad de aquel lugar. La tormenta empezó con rayos de fuego en el cielo y el volver a la casa seria difícil. Me acomodé dentro de la cueva donde pude protegerme con las alfombras que allí se guardaban. Era un lugar promiscuo donde había estado haciendo el amor con Hannón a solas. No tenía que dejar que el fuego se apagara. Tenía que mantener aquella llama, por la vida de estos navegantes y la mía propia. No tenía costumbre de pasar frío y estar sola allí. Acuciaba la humedad y la tormenta era muy agresiva. No dejé de mirar hacia el horizonte hasta que desapareció de mi vista aquella imagen del gran navío. No tenía dudas. Era del padre de mi amado Alejandro. Pensé hacia donde se podía dirigir y había un puerto en aquella dirección de la que Hannón me había hablado. Estaba en una isla al parecer mucho más grande, en dirección al oeste. Esa podía ser una de las opciones que podía tomar este barco. La otra era dar la vuelta a la isla y llegar a la colonia de Ibosin. Esperé toda la noche sin poder conciliar el sueño y al ir amaneciendo fui dejando el fuego apagarse. La tormenta había cedido y en el horizonte 326 empezaba a salir un sol radiante. Aquellos rayos de sol me dieron las fuerzas para, magullada y dolida del frío pasado, volver en dirección a casa. Al llegar a ésta, Nora no se había despertado. Recogí unos huevos y leche caliente y le llevé el desayuno al lecho, donde me paré unos segundos admirando sus bellas formas. Estaba desnuda frente a las brasas del fuego. Me tumbé a su lado suavemente sin querer despertarla y con las yemas de mis dedos húmedas por mi saliva, le rocé uno de sus prominentes pezones. Un escalofrío inundó su cuerpo y, al abrir los ojos, sus primeras palabras fueron, seguidas de un fuerte abrazo: ------ Pensé que no volverías........ ------ He vuelto pero vengo a despedirme. Debo de seguir mi camino. Las dos sabíamos que este momento llegaría y que nadie me podría parar. Yo estaba muy fuerte de la vida en el campo y de mis constantes relaciones sexuales. Eran muy vigorizantes y me sentía pletórica de vida. Nos abrazamos en un cálido abrazo terminando con un 327 gran beso en la boca lleno de deseos y sexo. La despedida no podía ser de otra manera. Nos enzarzamos en una relación sexual como las de todos los días, a todas horas, en las cuales estábamos ociosas. Me recorría con su jugosa boca todo mi cuerpo, haciendo presa en uno de mis pechos, succionándolo con deseo y pasión. Me amaba, y no podía dejar que me fuera sin darle el jugo de mi sexualidad. No lo pensé y actué sin delimitaciones. Directa, sin pérdida de tiempo, me giré y besándole directamente entre los muslos, metí mi boca en su sexo, jugoso y caliente, deseoso de mis caricias. La miraba a los ojos mientras me relamía los labios. La deseaba y me sentía muy poderosa entre sus piernas. Mi parte masculina la había descubierto entre estas largas y oscuras piernas del color del ébano. La amé con el deseo y la pasión que yo sabía que a ella le gustaba. Al girarnos, ella tomó mis doloridas piernas como objetivo de sus caricias, humedeciendo y lavando mis cicatrices todavía sangrantes con su lengua. Aquel acto de humildad llenó el alma. Hubo un momento en el cual me pidió que la penetrase, introduciéndole dos de mis dedos en su vagina caliente y húmeda, mientras le comía uno de sus duros pechos dolidos por su 328 próxima y sangrante muestra de fecundidad. Le acariciaba aquel pequeño apéndice sexual humedecido con el flujo de su sexo. Yo le había enseñado que existía en su bello cuerpo. Fue el detonante para que sintiera la necesidad de escapar de la castración que su estirpe. Mi dedo pulgar lo acariciaba con delicadeza, mientras los dos dedos contiguos jugaban en el interior de aquella vagina jugosa, que deseaba penetrar con todo el ardor de mi corazón. Fue en aquel instante cuando deseó el tener un gran sexo para poderla amar. Era un pensamiento muy poderoso en mi mente. Jamás había existido en mí este deseo. Fue en este instante cuando sentí su orgasmo entre mis dedos y el mío deseoso de tener ese sexo entre mis piernas para penetrarla explotó de placer. Ella me cogía de mi larga melena, gritando de placer. Nos dimos todo. En este instante, las dos nos giramos y nos comimos la una a la otra aquel flujo de nuestra pasión. Hubiéramos seguido durante horas como hacíamos muchos días, pero yo tenía una decisión clara. Tenía que volver a ver a los míos, y con todo el dolor de mi corazón y sin pensármelo un instante, me incorporé para recoger algunas cosas y salir en dirección a la 329 colonia de Ibosin, mientras ella curiosa me preguntaba:•------ ¿Volverás? ------ Tal vez no lo haga. Si de verdad encuentro a mi familia, deseo volver a mi casa con los míos. Tengo que ver a mi hermana. Mientras, yo sé que tu estás aquí. Tranquila, haz feliz a Hannón y dale un heredero. Lo ansía y desea más que nunca, y cuando sientas la necesidad de verme, piensa en mí profundamente. Yo, aunque esté lejos puedo sentir tu fuerza interior y mandarte todas las energías que necesites. He sido muy feliz contigo. Me salvaste de la muerte y la vida que tengo es gracias a ti. ------¡ No sé que voy hacer sin ti a mi lado! ------ Céntrate en él y hazle feliz. Si vieras que vuelve muy pronto, entre tenlo. Dame tiempo a estar lejos, para que no pueda privarme del instinto que tengo en este momento de volver con los míos. Estas palabras se las decía, estando las dos mujeres abrazadas por la cintura y con las bocas muy juntas una de la otra, rozándose, con la sensualidad que sólo pueda brotar entre dos mujeres. ------- ¡Bésame por última vez!. 330 Y sin darle tiempo a pensar, Gea volvió a estar enroscada en los labios de Nora. En realidad, tenían algo muy fuerte entre ellas, pero Gea era mucho más cerebral que Nora, la que más sufriría esta circunstancia sería ella. Las dos lo sabían y el amor que había entre las dos era correspondido por ambas. Nora se fue hacia la despensa y preparó un hatillo con queso y pan, mientras que Gea recogía todas las cosas que podía llevar consigo. ------ Llévate las joyas. Abultan poco y si las tuvieras que vender para salir de la isla, serían de gran valor. Y estas viejas vestiduras de Hannón. No las echará en cuenta y te servirán para pasar inadvertida. ( Le dijo Nora). Gea la miraba con los ojos llenos de lágrimas y feliz por haber encontrado una amiga como ella. Gea le dijo: ------ Sólo me llevo de las mías, unos brazaletes y estas dos sortijas, si no, sospechará y temo por ti. Volveré a veros en el momento que pueda. Para mí, la felicidad que he tenido a tu lado, ha sido la que me ha dado fe en la vida. Tú has sido mi Serafín (ser celestial Ardiente o Ángel). Tu ardor, tu amor y tu 331 pureza son las que han iluminado mi camino de luz para seguir viva. ------ Ve con Alá y quédate en paz con esta vida que has conocido y que sabes, no es la tuya. Eres una gran superviviente como tu madre lo fue en su vida. Hoy eres tú la que debe volver a encontrar a tu pueblo donde te espera la luz del amor familiar. Yo sé que no podría volver al mío. Sería sacrificada en el fuego, por haber huido de mi destino y de mi familia. Tampoco podría volver a tu lado, ya que amo a Hannón y él se volvería loco si nos fuéramos las dos juntas. ------ No debe saber que me he marchado. Tan sólo dile, si vuelve, que me fui a hacer un fuego para que un navío no embarrancara en las rocas, y no volví. Dame tiempo para poder salir de la isla. ------ No tengas miedo. Yo lo haré quedarse a mi lado todo el tiempo que pueda. ------ Voy a ir por el mar. Si esto es una isla, llegaré sin perdida a la colonia. Tú deja entre las rocas volcánicas unos trozos de ropa, como si hubiera caído por el acantilado. Debemos hacer como si 332 hubiera muerto, ya que sino Hannón me buscará por todos lados. ------ Ve en paz. Yo me encargo de esto. Las dos mujeres salieron juntas hacia los riscos y, en el cruce de un sendero, se despidieron con el más grande abrazo de cariño y amor que dos seres pueden darse. Aquella despedida no tuvo palabras. Estaba todo dicho y los caminos eran opuestos. Una se bajaba hacia las rocas a preparar las pruebas de un accidente y la otra seguía su camino hacia la colonia. Pasaron varios días hasta que volvió Hannón, y Nora interpretó con gran sabiduría toda la escena del infortunio, ya que de otra manera este hombre la hubiera buscado hasta en el infierno. Bajaron los dos juntos hacia el acantilado rocoso. Allí se encontraron los trozos de ropas y una zapatilla de esparto destrozada. Era la evidencia de un gran accidente. Los dos subieron hacia la casa, ensombrecidos por la agonía de la muerte de un ser querido. No hubo reproches ni ninguna mal sonante palabra. Era el destino y así lo vieron ambos. Pasaron los días y aquel hogar volvió a ser el mismo 333 de antes pero ahora mucho más feliz, ya que el uno se refugió en el otro y reinó la paz en los corazones de ambos. En los meses siguientes, Nora se quedó embarazada de éste y fueron felices con varios hijos que esta mujer le dio. Gea siguió su camino en busca de su familia, y al llegar a un puerto al anochecer, el cual no era la colonia pero estaba habitada por pescadores, tuvo que mezclarse entre ellos. Se sentó en un fuego. Era el primer día después de tres en el cual vería a personas. Se había recogido el pelo llevando un turbante e iba vestida como un hombre. Así disimulaba más su identidad, ya que Hannón era muy conocido en estos territorios. Pudo saber que sí, en efecto, había pasado por la costa un gran navío hacía dos días y, en conclusión, sus banderas eran rojas con unos zorros negros como emblema, el cual se dirigiría a una isla cercana a las colonias de Portus Magonis o a Jama. No tenía que perder mi tiempo y pude conseguir hacer un trueque con un joven y apuesto pescador que tenía una pequeña embarcación construida como un mercante fenicio. Él me llevará hacia aquel lugar, aceptando en pago uno de los brazaletes. Con el pago de una de mis sortijas este hombre llenó el 334 barco de provisiones. Estaba amaneciendo cuando partimos. Ya en alta mar, me dijo: -----¿ Por qué escondéis vuestra persona bajo esas vestiduras? -----¿ Os habéis dado cuenta? ----- Claro, en el primer momento, ya que vuestras manos no son ni de campesino ni de pescador. Además oléis a mujer. Me quité el turbante, apareciendo mi poderosa melena al viento. Me la alboroté, y mirándole a los ojos, le dije. ----- Soy la hija de un gran comerciante de otros mares. He pasado por un montón de penalidades y, atravesando los mares, llegué a tus tierras donde he estado cautiva muchas lunas. Vislumbré hace unos días el gran navío y pensé que era el del padre de mi amado Alejandro, muerto hace dos años en el desierto Egipcio. Su familia me puede llevar hasta los míos, en Grecia. ------ Yo he oído hablar de aquellas tierras muy ricas y con una cultura muy evolucionada.•------¿ Tú 335 de dónde provienes? ------ Mi familia llegó a este territorio del sur de Itálicos. Provengo de una familia de pescadores de muchas generaciones, de una colonia, Jonia, en Pixu. Mirando bien a aquel hombre se podía ver en él una gran nobleza de espíritu, a parte de ser un hombre robusto y francamente bello. Sus facciones eran muy prominentes: labios muy gruesos, besadores, barbilla con gran hoyito, pómulos muy pronunciados, ojos verdes y pelo color miel. No era el prototipo de hombre que pasa desapercibido. ------ ¿Por qué decidiste ayudarme sabiendo que era una mujer y que huía de algo o de alguien?. ------ Sois mi debilidad. Amo a las mujeres y vi tu belleza a pesar de tu disfraz. También tú te dirigiste rápidamente hacia mí. Fue muy claro el que querías que fuera yo tu portador. Agaché la cabeza en señal de vergüenza, y este hombre cogió mi rostro con sus poderosas manos y me dijo: ------ ¡No temáis!. Me crié entre mujeres y murieron todas en un naufragio, buscando a mi padre. Tú no 336 tendrás ese final. Yo te dejaré en las manos de tu familia, como deseáis. ------ ¿Y qué queréis a cambio? ------ Cambiar de vida. ------ ¿Por qué?. ¿ No erais felices en la isla de Ibosin? ------ Estoy solo y no tengo ataduras. Soy joven y en mi alma siempre hay un instinto de aventura. Gea se quedó pensando unos minutos y exclamó. ------¡ Seremos buenos compañeros ¡ ------ No lo dudes, mi señora. ------¿ Cuánto tardaremos en llegar a las costas de esa nueva isla? El joven marinero, con un gesto subiendo los hombros hacia arriba, le dijo: ------ Tal vez dos días o tres a lo sumo. La bella Gea, se desnudó sus pequeños pies y poniéndose cómoda en aquel pequeño barco de pescadores, sacó de su hatillo un poco de pan y queso 337 de cabra que la misma Nora había hecho con sus manos y ofreciéndoselo a aquel hombre le dijo: ------ Esto es lo último que me queda en recuerdo de mi ultimo amor. Cómelo conmigo. ¿Podremos pescar? ------ Desde que salimos eché las redes pequeñas. Llevamos arrastrando el pescado que comeremos esta noche. Gea se sintió muy afortunada y el camino se llevó con mucha armonía por parte de los dos. Al atardecer, el hombre sacó de las redes aquellos pescados que comerían y el resto los metió en sal. Gea se dispuso a pelarlos y prepararlos. El hombre la miraba con gran aceptación. Ella estaba muy complacida. En los tiempos que navegaba con Alejandro jamás hubiera sido capaz de sacarle las tripas a ningún animal, pero en la etapa de vida que estuvo con los nómadas y en la isla, aprendió de Nora todo lo que una mujer debe saber y ello le hacía sentirse radiante, llena de feminidad y de deseo. Él sacó unos limones y un poco de aceite de oliva, una tripa de buen vino y aquel festín les hizo conocerse un poco más. Los dos estaban muy felices de encontrarse a solas y libres de todo. Él le confesó que estaba en la colonia de 338 Ibosin el día en el que llegaron a puerto, viéndola a ella y a una mujer oscura (se refería a Nora). Él siempre está navegando por estas aguas y hacía muchos años que deseaba dirigirse a otras tierras, ya que allí no tenía ningún lazo de unión, no tenía familia. Siempre esperó a que su padre llegara, pero jamás apareció. Cuando el barco en el que iban sus familiares naufragó, él pudo sobrevivir, ya que su madre en el último momento, lo ató a aquel cofre y llegó a tierra sano y salvo. En él estaba el ajuar de sus hermanas y con Él pudo comprarse su primera barca. Se sentía feliz y dichoso de haber sido agraciado por la vida, aunque en su interior había una gran desolación y tristeza al haber perdido tan joven a toda su familia. Su padre debía de ser un gran truhán, ya que contaba como enamoró a su madre doncella y la raptó haciéndola criar hijos, marchándose en busca de nuevas tierras. Jamás volvió. Su madre, muy valiente ya con cinco hijas y un hijo, marchó tras él, dirigiéndose a aquellas tierras que es donde fue la última noticia de haberlo visto vivo. Después de los años y de las constantes historias de las que se hablaban de su padre, parece ser que debió morir en manos de algún marido cornudo. Esa era la 339 historia que este joven hombre contaba. Él era el más pequeño y, al parecer, su padre nunca supo que tenía un heredero hombre, ya que en el sexto embarazo se marchó y jamás apareció. Él pensaba que si lo hubiera sabido hubiera vuelto junto a su esposa. Era su excusa hacia su padre. Aquella noche dormí entre sus piernas, cobijada del frío de ésta. El barco tenía un pequeño lugar donde él tenía su morada, ya que aquella pequeña embarcación era su hogar. Volví a despertar ya al amanecer. Él me miró como a una muñeca y me alborotó mis cabellos. Me contemplaba como a una hermana, no como a una mujer. Ello me hizo sentirme muy feliz y aquel segundo día dentro del mar, aconteció mucho más favorable que el primero, ya que la relación entre estas dos almas solitarias había tenido una buena química. El segundo día nos bañamos en el mar cogidos de una cuerda, mientras la pequeña embarcación navegaba sin ninguna interrupción por aquellas aguas limpias y azules turquesas. Jugueteábamos felices como dos niños pequeños. Este hombre era muy correcto y en ningún momento sentí ninguna sensación en la cual mostrara su masculinidad: todo lo contrario. Me recordaba mucho a Jhonas. Era muy parecido 340 físicamente y su hermandad fue la que me proporcionó a mí la necesidad de refugiarme entre sus brazos. Aquella segunda noche, después de la cena, nos quedamos dormidos los dos juntos, en un abrazo de amistad. Ya al amanecer, al despertarme, sentí en mi costado su prominente masculinidad. Me regocijé entre sus brazos y él despertó raudo, nervioso. Quería disimular su erección y lo primero que hizo al levantarse fue tirarse al mar. Estábamos en calma chicha total. No se movía ni un soplo de aire a nuestro alrededor. Yo me levanté, desnudándome entera. Me molestaban mis ropas. Me tiré al agua y allí nadamos juntos hacia un punto fijo los dos. Este era nuestro tercer amanecer juntos. Jugamos en el agua y yo me deslizaba a su alrededor. Esto le excitaba y yo sentía su sexualidad florecer. Tenía deseos de él.... pero este hombre era muy tímido. Si yo no daba el primer paso, él no lo haría. Me respetaba demasiado y esto me daba morbo al mismo tiempo que confianza. En aquellos juegos, en algunos momentos me cogió por la cintura, teniendo a su alcance el resto de mis formas. Pero no se decidía a tocar ni un milímetro más que el estipulado por la amistad. Esto enardeció mi interior y cuando salimos 341 del agua, él subió primero al barco, y me ofreció su mano para no tener que hacer mucho esfuerzo sola. Al estar en él, en el impulso que hizo para subirme, me abalancé sobre él, cayéndonos los dos encima de las amarras y redes. Esto amortiguó el golpe y cuando me sintió en sus brazos desnuda, húmeda y sonriendo no tuvo más que un instinto, el de llevar sus labios junto a los míos. En este instante fue cuando yo supe que era el momento o jamás volvería a suceder este mágico instante. Le metí mi lengua hasta la campanilla de la suya y succioné este gran manjar de dioses. Desabroché aquella camisa con mis manos como si quisiera arrancarla de su cuerpo, y en unos segundos, estábamos los dos desnudos uno frente al otro, sintiendo en mi estomago aquel sexo duro, rígido y erecto, como una roca de su radiante juventud. En este instante le pregunté: ------¿ Cuántos años tienes? ------ Ya te lo dije. ------ Me mentiste. Tienes muchos menos. ------ Nunca te hubieras atrevido a escapar conmigo a la aventura. 342 ------ Me iría contigo al fin del mundo. ¡Ja. Ja... ja...!. Reímos los dos, felices de nuestro presente juntos. Volvimos a unir nuestros labios y, aquel momento, sería crucial en la vida de este joven hombre, ya que yo era su primera mujer. Lo supe en el instante en el cual toqué su sexo, queriéndolo masturbar muy suavemente, era el de un hombre que todavía tenía en el prepucio un hilo que no le dejaba ver toda la cabeza de su sexo. Tenía que tratarlo con delicadeza, ya que sentía dolor en esta parte. Por ello puse el alma, bajándome hasta la altura de éste y mirándolo fijamente. Saqué la lengua de mi boca, mojándome los labios, pasándosela por todo aquel sexo lleno de vida. Me metí sus pequeños testículos en ella y jugueteé con ellos con la lengua. Pasé ésta por la raya que la unía con su ano. Esto lo transpuso, se volvía loco de placer. Mientras, él me intentaba tocar con sus manos inexpertas. Tenía que enseñarle a amar. Este será mi regalo hacia este valiente y atrevido hombre que me había ayudado a salir de aquella isla, donde el triangulo sexual que tenía con Nora y Hannón me estaba dejando seca el alma, ya que 343 yo sabía que Nora amaba a Hannón y yo era una consecuencia de una circunstancia en la cual una de las tres personas sobraba, y esa era yo. Aquí, en esta situación, era su única mujer y encima era un hombre tan joven que estaba a mi disposición. Pasamos las horas en calma acariciando nuestros cuerpos. Él estaba encantado de que le enseñara los caminos del arte de amar. Yo me sentía felizmente dichosa de esta otra circunstancia. Deseaba ser poseída por este sexo duro y flagrante de vida, que necesitaba hacerse hombre. Tenía que ser yo quien desvirgara a aquel hombre. Era una labor delicada y era consciente de esto. Tenía que darle todo lo que pudiera a este joven macho, y aquí donde nos encontrábamos, era lo único que teníamos que hacer, ya que sacar los remos era cansado y el calor de la mañana empezaba hacerse notar. El otoño había entrado con gran fuerza y, durante la noche, se notaba el frío. Pero los días que salía el sol, al contrario, eran primaverales. De vez en cuando veía que su sexo estaba a punto de explotar. Sentía el dolor que le producía el bajar un poquito más aquella piel, y me tiraba al agua seguida por él. Pasó allí, donde retozando entre sus brazos, jugueteando en las puertas de mi sexo con la puntita 344 del suyo, estando muy jugosa y deseando ser penetrada, abracé con mis piernas a aquellas caderas de un cuerpo musculoso y joven. Me cogí con mis brazos a su cuello y, muy suavemente, me fue metiendo aquel sexo dentro de mí. Lo sentí hacer un gesto de dolor, pero al contrario de lo que pude pensar en un principio, para él fue un alivio lleno de placer, siguiendo en segundos un vaivén en el cual me penetraba y sacaba todo su sexo del mío con verdadero placer, muy despacito, ya que para él era todavía un poco doloroso. Aquellos influjos marinos eran un verdadero goce y, en muy pocos minutos, llegamos los dos a nuestro primer orgasmo juntos. Sentí desfallecer y ahogarme. Estábamos al lado de la barca y yo me agarraba a su cuello y a ella. Cuando volví en mí, estaba en el lecho de este joven pescador, cubierta con unas pieles, preservándome del frío que había sentido mi cuerpo al irse de mí. Me estaba poniendo en mi nariz alguna sustancia muy fuerte. Luego supe que era una raíz, la cual tiene poderes revitalizantes. Me hizo volver en mí, y en unos momentos, estar otra vez en sus brazos amándonos. En esta segunda vez, no tuve miramientos y cuando sentí su sexo duro, me puse de pie encima de él. Él estaba 345 recostado en los almohadones. Abriendo mis piernas y mostrándole todo mi sexo, él llevó sus manos hacia él y separándome los cabellos de éste, metió sus gruesos labios en mi saladito sexo, comiéndome el alma en esta postura. Sentí que mis piernas temblaban y mi orgasmo florecía llenando su boca. Él, en este momento, miraba hacia arriba viendo la expresión de mi rostro, y sonriendo y mirándolo fijamente a los ojos, me sentaba en sus caderas metiéndome su sexo hasta mis riñones, duro, firme y poderoso. Me amó como a una reina, explotando varias veces. Él seguía ayudándome con sus poderosas manos cogiéndome por el culito a moverme. No me dejaba parar y mis orgasmos florecieron uno detrás del otro. Él sonreía feliz y orgulloso. Tenía sexo para rato, ya que su juventud era de hierro. Mi experiencia y mi deseo de un hombre para mi sola, me hicieron darle a este todo el fruto de mi pasión. Al atardecer, empezó a soplar un poquito de brisa y, raudo, puso velas y nos dejamos llevar por el aire hacia nuestro destino. Ponía todos sus conocimientos en que todo fuera en buena dirección y no tardamos mucho en estar viendo entre las sombras de aquella noche. El contorno de unas costas me despertó, ya que 346 yo había desfallecido por el cansancio del calor y la sexualidad de todo el día. Estaba muy feliz de haber llegado en buena dirección. Era un gran navegante. Lo llevaba en la sangre. Nos dirigimos hacia donde vimos un gran resplandor. Era una gran cala en la cual se podían ver varios barcos muy grandes, resguardados de las corrientes de mar abierto. Tenían todos las velas plegadas y no podíamos distinguir si entre ellos estaba el de Golf. A lo lejos se distinguía un gran resplandor y se oían unos músicos. Era una pequeña cala contigua a la ensenada donde estaban los barcos. Nos dirigimos hasta allí. Cuando estábamos llegando, mi joven pescador sacó de un pequeño baúl, a los pies de aquel lecho, un vestido de un cierto espesor y de una textura aterciopelada de color rojo. Me lo ofreció, diciéndome: ------ Ponte bella. Era de mi madre. Lo guardé durante todos estos años esperando. Con este traje esperaba ver a mi padre. Jamás lo llegó a estrenar. Estas palabras me las decía con un nudo en la garganta y los ojos en nublados de lágrimas. Así fue como me vestí, poniéndome las joyas que llevaba, el saco, el brazalete y la sortija que le había dado en 347 pago del viaje. Me las puso. Estaba muy orgulloso de verme tan bella y yo me sentí feliz de verle a él. Había encontrado a un gran amigo, habiendo un lazo de unión en otras vidas de este ser y mi alma. Acercó la barcaza lo más cerca posible de la costa y bajé en aquella playa como si de una reina se tratase. Él me acompañaba orgulloso de mi seguridad y decisión. Aquel lugar estaba lleno de hombres borrachos y desfallecidos, en un estado de embriaguez total. Se podía percibir un gran banquete y había mujeres desnudas por todos lados. Entre los matorrales se oían susurros y gritos. Se podía percibir un fuerte olor a sexo. Aquella bacanal era digna de unos salvajes. Yo no había visto todavía en mi vida este descontrol humano. Estaban drogados o habían enloquecido. Mi joven pescador me cogió del brazo y me dijo: ------ Estaremos más seguros en el barco. Mañana será otro día y podrás hablar con alguno de ellos. Hoy ya es tarde. Han debido de pasar mucho tiempo en el mar y aquí se han desahogado de los meses de austeridad que en él se viven. Volvamos. Yo sabía que sus palabras eran ciertas y no quise 348 andar más por entre las tinieblas de aquel descontrol. Volvimos a nuestra barca y, al llegar a ésta, mojados y con frío, mi joven pescador cogió unas pieles mientras yo me quitaba aquella túnica roja. Me cubrió con ellas y me dio calor con su cuerpo ya desnudo, el cual ya estaba con su sexo como siempre. Nos dispusimos a darnos nuestra propia fiesta a solas, el uno junto al otro. Nos amamos con pasión y desenfreno, realizando todo tipo de piruetas en aquel reducido espacio. La verdad es que he hecho el amor en muchos lugares, pero en un espacio tan acotado..... Tienes lugares donde agarrarte y poder hacer el amor con mucha más intensidad y menos monotonía. Disfrutamos los dos de nuestros sexos hasta el agotamiento mío, ya que él está más fuerte que un toro y es capaz de seguir aún durmiendo, ya que durante todo el espacio de tiempo que lo hice, seguía con su sexo tan duro como el mástil de aquella embarcación. Cuando desperté, ya estaba entre mis piernas comiéndome mi sexo, como un pequeño con una cucharada de miel. Estaba tan feliz de amarme... había sido un hombre tardío en descubrir su sexualidad. Era muy tímido pero al descubrirla de golpe, estaba hambriento de ella. Yo, como siempre, 349 estaba acostumbrada a una gran actividad sexual. Me sentía feliz y dichosa de que los dioses me mandaran a tan buen amante para no seguir sola este difícil camino hacia mi hogar. En el momento que vi movimiento en la playa, pensé bajar, pero retocé a su lado sintiéndome amada.•• Horas más tarde, la bahía era todo un alboroto. Se habían despertado todos y los que no lo habían hecho, no tardarían en hacerlo, ya que era imposible que el algarabío los dejara descansar. Los músicos tocaban los tambores, las mujeres medio desnudas bailaban al compás de ellos y los hombres bebían más. Aquella rueda no pararía mientras hubiera mujeres y vino; y así fue. A los tres días aquella bacanal seguía. Yo había bailado al atardecer los tres días ganándome con esto la confianza de aquellos salvajes hombres. En estas danzas había pedido a los dioses respuestas a mis preguntas. El siempre esperaba al acecho y me sentía protegida, mientras hablaba con quien yo quería. Así conseguí la información que necesitaba. Al anochecer, desaparecíamos juntos en dirección a nuestra pequeña embarcación. Allí estábamos seguros y seguíamos amándonos. 350 En aquel gran barco parece ser que iban Golf y Pitia. Se habían dirigido hacia el mar Adria, donde se encontraba Epiro. De allí se dirigirían a Dónona, la capital, donde se halla el más antiguo Santuario Griego, al naciente de Corfú, este estaba consagrado a Zeus, Dios del Cielo y soberano de los Dioses Olímpicos, Dios de la lluvia y acumulador de nubes. Blandía el terrible rayo. Su arma principal era la Egida (capa corta o coraza, realizada con piel de cabra, recubierta de escamas y con serpientes en los bordes). Servía como símbolo de poder. El y su amante Dione, se encontraban presidiendo aquel Templo. Era uno de los más respetados. Allí se ofrecería un ritual sagrado en el cual Pitia sería la Sacerdotisa. Este ritual sería la próxima luna llena, y acababa esta de esconderse. En este ritual se encontrarían las dos familias y esperaban respuesta de los dioses, ya que ellos los habían llevado hasta allí. “ Los pormenores que habían sucedido a su hijo y esposa ” , eran las palabras de estos borrachos marineros.•• Tenía que seguirlos y apagar aquella llama de desesperación que tenían aquellos humanos. Sabía que estaban en contacto con mi familia, y tal vez dentro de él, habría alguien más conocido. Pensé en Jhonas y 351 deseé que fuera en aquel barco. Estaba muy cerca de su rastro, al igual que ellos, habían estado del mío. Tenía que encontrarlos y hacia allí nos dirigimos la madrugada del cuarto día. Si todo iba bien, allí me encontraría con todos mis más allegados y familiares. Seguro que todos irían a este ritual. La felicidad brotó de mi interior y vi cerca a mi familia en sueños. El pequeño Ra sería un niño revoltoso y juguetón. Mi hermana estaría tan bella como siempre. ¿ Qué habría sucedido con Padre y Ciro?. Ellos dos eran ya mayores. ¿ Estarían vivos?. Todo era una gran incógnita y yo me sentía muy feliz de dirigirme hacia ella. Los próximos días no fueron muy buenos para navegar y nos encontramos vientos en contra y mala mar. También lluvias. Los dioses nos ponían obstáculos pero esto no cansaba a mi joven capitán. Se sentía muy feliz de verme luchar, como él, dentro de aquel barco, achicando agua o remando en los momentos de contrariedades. Cuando podíamos descansar, me cuidaba mis manos y masajeaba mis músculos. También me preparaba la comida si me quedaba durmiendo extenuada de cansancio. Era todo un señor. Aunque muy joven, era tan correcto y educado, que ello me abría más mi 352 corazón hacia él. A la décima amanecida, los rayos del sol y unas gaviotas nos despertaron. La noche había sido agitada. Un tormento diría yo. Nos habíamos quedado un rato durmiendo abrazados junto al timón. Cuando yo abrí mis ojos, mi joven capitán oteaba el horizonte. Su mirada fue resplandeciente y sonriendo, me dijo: ------ Hay tierra muy cerca. Puedo olerla. Al levantarnos y acercarnos a la proa de nuestro barco, a lo lejos pudimos divisar el resplandor de la costa, tras el inminente amanecer que resurgía esplendoroso. -------- ¿Dónde podemos encontrarnos? -------- Hay dos grandes islas con asentamientos Griegos y Jónicos. Una de ellas es Alacia (actual Córcega). Allí tengo todavía algunos familiares. He estado una vez con mi madre y no fuimos bien recibidos, ya que nuestros antepasados, todavía están en vendetta por una historia del pasado que no puedo comprender. -------- Nos hacen falta algunos víveres. Pararemos 353 lo justo y seguiremos nuestro camino. No necesitábamos nada más que unas horas en tierra y así lo hicimos. Fondeamos en una bahía y nos acercamos a tierra en el pequeño bote, volviendo repleto de víveres. Compramos queso fresco y leche a una campesina y del campo cogimos las verduras y frutas silvestres que necesitamos. También compramos una gallina ponedora y dos conejillos. Eran parejas y estaban a punto de tener familia. Estábamos muy felices de cómo nos había salido todo cuando llegamos a nuestro barco. Estábamos subiendo las mercancías a él, cuando levanté mis ojos y pude ver un barco que se acercaba por estribor. Al mirar en su interior, pude ver un rostro que no me dio ninguna confianza. Mi actitud debió de ser de horror, ya que al mirar a mi joven pescador, él estaba sacando su puñal. ------- Métete dentro y saca el arco de fuego. Está bajo las............ No pudo decir ni una palabra más. Estaba herido de muerte. Su mirada fue de despedida y su gesto de dolor. Se me iban las ilusiones y la esperanza de 354 encontrarme con mi familia. Desapareció en un instante. Miré otra vez a aquel barco y supe que él era el justiciero de la vendetta. Los ojos de aquel hombre, enfebrecidos de sangre, eran del propio diablo y la flecha envenenada que había matado a mi amante, un juramento. Mi pregunta fue en ese instante: ¿ Voy a morir? ( Con gesto altivo y cogiendo a mi joven capitán entre mis brazos). Se desplomó. Tardé unos segundos en reaccionar y cuando volví a hacerlo, aquel barco se alejaba en dirección a aquella bahía, la cual nos había ofrecido los víveres para subsistir. No entendía nada y ello me causó tal dolor que estuve toda la noche abrazada a aquel cuerpo, dándole el calor que iba perdiendo por segundos, hasta que estuvo totalmente frío. Era la segunda vez en mi corta vida que la muerte de mi amado se iba entre mis brazos. Aquello me trastornó; y cuando pude reaccionar, habían pasado dos días vagando por aquel mar desconocido. Busqué sus mejores galas y todas aquellas cosas que tenía de su familia en aquel cofre, que guardaba con tanto amor. Las fui colocando con gran delicadeza en 355 la pequeña barquita junto a la comida para el último viaje que tendría que hacer solo. Cuando todo estuvo dispuesto, era la hora del crepúsculo. No dejaba de implorar a los dioses la entrada de su alma en el reino de las oscuridades, con paz y bienestar. Sabía que allí le esperaban sus hermanas y sentí una gran relajación de mi conciencia, ya que había encontrado la muerte buscando mi felicidad.•• Aquella pequeña embarcación se alejaba en el horizonte en su último viaje. Cuando estuvo a una distancia en la cual el horizonte, el sol y mi pescador se fundían, cogí el arco de fuego y disparé una flecha encendida, acertando en mi objetivo y viendo como, en segundos, aquel pequeño bajel prendía en las llamas de la purificación. Mis lágrimas impregnaban mi rostro y ellas me dieron la paz que tenía que encontrar mi corazón. Recogí todos los aparejos de aquella embarcación y decidí seguir mi viaje en busca de mi familia. El rumbo era en dirección opuesta a aquel crepúsculo en el cual se iban parte de mis sueños, ya que aquel joven pescador sosegaba y armonizaba mis sueños.•• Aquella noche 356 estuvo repleta de equilibrio y sosiego, quedándome dormida en un dulce letargo plagado de alucinaciones suaves y dulces, como las caricias de aquel joven pescador, en las cuales pude sentir sus afables palabras diciéndome ” : Siempre estaré junto a ti, y velaré en las horas en las que tu descanses. No temas nunca a la soledad. Yo estoy a tu lado ” . Aquellas palabras me las decía teniéndome entre sus brazos sin dejarme de mirar a los ojos, hipnotizándome por completo, dándome tranquilidad y confianza. Al despertar con el alba, tuve la necesidad de ponerme a funcionar dentro de aquel, mi barco, con la decisión de ser yo mi propio capitán. No volvería a necesitar a ningún otro en mi vida. Tenía que ser mi propia fuerza la que me llevara a poder ser feliz en mi futuro. En el tiempo que había estado navegando con Alejandro o con Hannón, había estado muy pendiente de aprender todo lo que en el mar se debe de saber, y era ya, de muy niña, muy aplicada en todo lo concerniente a navegar. Mi padre siempre lo había creído conveniente, ya que él y mi madre tuvieron mucho tiempo para estar a solas en él. Siempre me decía que tenía que ser “ Amazona, dominar bien el arco y ser una buena marinera ” . Era el momento de 357 afirmarme a mi misma, cuales eran mis conocimientos para poder llevar yo mi propia nave, sin miedos. Así que me centré en sentir cual era mi destino, y en la dirección que tenía que seguir mi navegación. La estrella estaba en dirección al oeste de aquellos mares y los ocho vientos de ellos serían mi guía. Me tenía que llevar por mis instintos con firmeza y ello fue lo que decidí. Pasaron cuatro noches y, al despertar del quinto día, vislumbré tierra. Me sentí feliz, y vi abiertos los cielos. La familia de conejos ya tenían pequeños y el barco se convirtió en una feliz morada para todos. Hasta la gallina jugaba con los pequeñines. No estaba sola. Estaba todo el tiempo ocupada con atender a aquella gran familia, limpiar todo lo que aquellos pequeños moradores de mi barco me ponían por medio y seguir mi rumbo. Todo aquel abanico de distracciones eran, a su vez, el motivo de mi existencia, ya que eran todo lo que poseía y daban sentido a mi presente. Así fue cómo me fui haciendo a estar sola y no necesitar a ningún humano a mi alrededor. Decidí plasmar mis emociones en los papiros que mi joven pescador había comprado para mí, después de que 358 aquella primera noche le dijera que me gustaba pintar (palabras que jamás habían salido de mis labios con ningún humano). Fue en este momento, cuando de verdad pude apreciar toda la educación que habían puesto a mi servicio mi familia, viendo la belleza de las imágenes que salían de mis apuntes. Dibujaba con carbones y hacía mis propias mezclas para conseguir materiales para poder transformar mis elaborados apuntes en dibujos, espléndidos. El tiempo que había vivido con Alejandro y la documentación que había dentro de mí sobre el arte, eran muy importantes y afloraron en estos momentos. Así fui llenando mi vida de todo lo que de verdad amaba. Pinté a mis seres queridos, a mis dioses y a mis símbolos. Hubo un momento en el cual aquellos apuntes estaban por todos los rincones de mi embarcación, hasta que me quede sin papiros. En este momento decidí pintar sobre las maderas de éste, convirtiéndolo en un templo sagrado. Utilizaba los huevos de mi gallina, sus excrementos y la tinta de los animales del mar que pescaba. Mi pescador me había enseñado a tener siempre las pequeñas redes echadas. Ello me proveía siempre de comida fresca. Cualquier sustancia que me pudiera proporcionar un color, la trabajaba hasta que 359 conseguía la tintura que necesitaba. Esto lo había aprendido de los moradores del Valle del Indo.•• En los crepúsculos siempre bailaba a los dioses y en los amaneceres me obligué también a hacerlo. Cuando quise darme cuenta de las lunas que habían pasado, ya era luna llena y no tenía ni rumbo ni destino. No sabía en qué lugar del mar me encontraba. Había visto costas y pasado de largo ante ellas. Estaba totalmente perdida, pero ya no me importaba. Había creado mi propio mundo. Pasaron muchas lunas y no encontraba a ningún humano en mi camino. Algunas noches bajaba a tierra y me proveía de vegetales y frutos secos. Llegué a pensar que no quería tropezarme con ningún otro humano. Veía que la vida estaba repleta de cosas bellas que poder absorber a solas. Me estaba haciendo ermitaña de mi presente y autosuficiente dentro de éste. Me dediqué a meditar sobre mi vida y en ella encontré siempre la dependencia de otros para subsistir. Tenía que ver mi propia imagen para darme cuenta de quien era, y muchas veces me miraba en las aguas del mar en calma para hablar conmigo. Aquella soledad era deseada y necesitaba encontrar mi paz espiritual. Todo aquello era muy constructivo y enriquecedor. Así fui formando 360 mi propia personalidad y moldeando mi alma. Una de las noches en la cual descansaba cerca de las costas en una dársena, muy protegida de los fuertes vientos, empecé a tener una alucinación en la cual los tambores me llevaron al lugar de donde provenían estos. Allí pude ver a los músicos, poetas y filósofos. Alrededor de las Musas (las nueve Diosas del dios Zeus), Caliope (musa de la poesía épica), Clío (de la historia), Euterpe (de la poesía lírica), Melpómene (de la tragedia), Terpsícore (de la música y la danza), Erato (de la poesía amorosa), Polimnia (de la poesía Sagrada), Urania (de la astronomía) y Talía (de la comedia), cantaban a los dioses en el Monte Olimpo y danzaban al ritmo de la afable música que el Dios Apolo interpretaba con su dulce lira. Las Gracias como ágiles doncellas, danzaban en círculo, mientras el Dios Zeus miraba sentado en su trono con aprobación la belleza de sus bellos hijos, nacidos del placer del amor. Fui llegando a un estado de éxtasis, en el cual no sabía si me encontraba entre sueños o era realidad el presente que inundaba mi entorno. Danzaba y danzaba entre aquellos bellos seres, y sentía como sus 361 túnicas, sus suaves manos, sus delicados labios rozaban mi cuerpo. Fue subiendo mi estado y muy pronto pude llegar al clímax. Sudando nerviosa y mojada, me desperté de aquella alucinación. Fue en este preciso momento en el cual sentí la necesidad de hacer un ritual, en el cual ofrecería una vida a cambio de un sueño. Este se lo había merecido y era el momento de empezar aquel camino hacia el cual estaba preparándome. Fue la primera vez. Cogí uno de los conejos y lo sacrifiqué, degollándolo con el puñal de mi pescador. La sangre la deposité en un cuerno de animal, que había encontrado en uno de los templos después de un Ritual Sagrado, viendo como aquel pequeño y suave animal se convulsionaba preámbulo a su muerte. Esta fue la primera vez que yo daba fin a la vida de un ser vivo mamífero. Después pele aquel animal, sale su carne y preparé aquella pequeña piel en un curado de sal muela. Todo aquel trabajo iba acompañado por los cánticos que estaban en mi inconsciente y salían de mis labios sin saber que estaban archivados en mi mente. Cuando quise despertar de aquello, sentí pánico, ya que estaba 362 cubierta de sangre seca en todos los lugares de mi cuerpo. ¿ Había tenido relaciones sexuales con aquel animal muerto? ¿ había sentido placer con ello?. Eran dos preguntas que rondaban en mi mente. Recordaba el calor de la sangre en mi piel y esto me excitaba de una manera muy especial. Pero aquello no alteró mi presente y desnuda me tiré al mar. Nadé lejos del barco y volví a él disfrutando de la naturaleza marina. Me gustaba mucho vivir en el agua y ver a la fauna que en ella habita.•• Fue un periodo en el cual, la carne y la sangre estaban muy a menudo en mi mundo, haciendo rituales siempre que sentía la necesidad de ello, a solas. La sangre la utilizaba para hacer tintes y pintaba luego sobre las pieles las sensaciones que tenía en estos momentos de éxtasis. También la bebía caliente en momentos de excitación. Todo esto era un juego conmigo misma y los elementos de los que disponía. Una tarde me acerqué a la costa viendo de lejos que en ella un joven se bañaba entre las rocas. Estaba altiva y serena sentada en la proa de mi barco. Mientras el viento me llevaba hacia ella, decidí anclar en aquella bahía. Estando en estos menesteres, 363 emergió del mar una cara sonriente y feliz. Sentí una sensación muy atrayente y, al mirar hacia ésta, vi mi imagen reflejada en el agua, mi pelo trenzado en tiras muy finas, largísimo y mi rostro oscuro curtido por los rayos del sol. Parecía una mujer del sur del desierto. Mis pechos desnudos y mi sexo oculto detrás de un taparrabos, que yo misma había hecho con las pieles de conejo que muy diestramente trabajaba. En mi cadera sujetando aquel pequeño faldón, el cinto de mi marinero con su daga, mis muñecas y mis tobillos fuertemente atados con muñequeras hechas para protegerme del duro trabajo del mar, y en éstos, conchas de mar colgando haciendo el papel de cascabeles para no sentirme sola y al bailar experimentar la música de éstos. En mis largas trenzas, colgaban todo tipo de pequeñas cosas encontradas: plumas de pájaros, conchas, piedras de los collares y amuletos sagrados para mí. Aquel hombre enmudeció y volvió a sumergirse en el agua. Seguí su figura desnuda semi borrosa debajo de ésta y sentí la necesidad de tirarme al agua a por él. Un juego infantil, el cual, terminó en suaves y dulces caricias bajo el agua. Era como un hombre pez, ágil y resbaladizo. Era muy bello. Su melena plateada 364 me recordaba a Alejandro, y los instintos de mi interior fluyeron en caricias y suaves arrumacos hacia ese joven cuerpo que me ofrecían los Dioses. Nuestros organismos se acercaban cada vez más y las caricias de este cortejo fueron siendo cada vez mucho más sensuales. Era también un hombre muy salvaje de espléndida figura curtida por el trabajo. Subía a coger aire y se volvía a sumergir juguetón y muy sexy. Yo seguía sus movimientos mientras se escondía entre las rocas, sorprendiéndome y haciéndome sentir confianza en sus juegos de niño joven. Aquella manera de actuar, me recordaba a Jhonas en nuestros días adolescentes. Fue entonces cuando pensé en cuál sería su edad. No más de dieciséis años. Me observaba con admiración y respeto. Sus caricias eran muy dulces, casi sin ser apreciadas, sutilmente huidizas. Frente a frente, arrogante y sensual, me acariciaba mis pechos, mientras yo sumisa y juguetona, acariciaba su pelo. Así fue nuestro primer encuentro. Tremendamente sensual, activo y delicado, bajo las aguas del mar. Aquel cortejo terminó en la orilla del mar, en una calita protegida de éste. Había una gran cavidad en 365 la montaña en la cual este joven hombre tenía su morada. Me portó de la mano hacia ésta, en la cual un cálido lecho hecho con paja y pieles de camello, nos daba la bienvenida caliente y seco. Hacía muchos días que no descansaba en tierra firme y me pareció genial. No comprendía bien su dialecto pero su nombre era Nerón. Hablaba una antigua lengua Semítica, la cual prestándole atención podía descifrar, ya que en mi casa siempre hubo un gran contacto con estas gentes, y era muy similar al Arameo. En los años que llevaba viajando había aprendido el lenguaje del cuerpo, y éste me hacía comprenderme con muchos individuos diferentes, sin importarme el idioma natal de estos seres. La decoración de aquel espacio me impresionó. Muchos trofeos recogidos del mar y entre ellos la caracola más grande que había visto nunca, la utilizaba como llamada para sus bestias. Era pastor de una raza de camellos muy pequeña que jamás había visto, ya que en mis viajes por las tierras del desierto había tenido contacto con estos animales. Era un hombre muy tranquilo y pausado en actuar. Me hacía sentirme muy cómoda, y estuvo colmándome de atenciones en todo momento, ya que nada más llegar a su morada, me 366 ofreció leche que el mismo ordeñó para mí. Allí, en la cueva, había varias camellas con sus crías al igual que una a punto de parir. La armonía reinaba en esta estancia, donde los aminales y aquel hombre convivían con respeto. Poco a poco me fui despojando de mis correajes, cinto y daga. Las puse junto al fuego que él había dispuesto para hacer la comida que traía de su día de pesca. Desnuda, altiva y serena estuve esperando recostada en aquel lecho, a que este hombre me hiciera aquel ágape, que con tanto esmero preparaba. Así fue como conocí a Nerón, un pastor humilde y cálido que me dio serenidad y sosiego. Era algo que mi interior deseaba y necesitaba. Después de una copiosa cena, me quedé dormida entre sus brazos. Soñé como siempre lo hacía y estuve en otras estancias de mi mundo, en el cual pude sentir el corazón de este hombre y sus otras vidas. Era una persona que había sufrido en su infancia el quedarse solo sin familia ni amigos. Lo crió una camella con su leche, dándole su savia como a una de sus crías, y esto lo marcó de por vida a ser amigo de éstas. Su familia, no comía de su carne y sólo sacrificaba a uno de estos animales por enfermedad de éstos. Era un hombre pacífico y compasivo. No tenía ambiciones, ni 367 las pretendía. Quería ser libre y lo había conseguido, al alejarse de las comunidades de habitantes, que eran los que habían castrado su vida con su familia. Había atravesado grandes extensiones para llegar a la costa y vivir junto al mar y de sus frutos alimentarse. Así era este hombre y su mundo. Al despertar junto a él, sentí la necesidad de acariciar su torso, trabajado por la vida de campo y mar que este hombre llevaba. Era francamente bello, y no tuve más remedio que caer ante sus encantos, besando su cuerpo con delicadeza para no despertarlo bruscamente. Sensualmente, fui bajando por estos bellos músculos hacia su sexo espléndido, fibroso y duro. Sin poder esperar más, y con mucha delicadeza, me lo metí en mi boca húmeda y suave. Al mirar a su rostro, pude ver su mueca sonriente y sabrosa. Estaba en sueños. Seguramente no sabía qué le sucedía, ya que en las horas que había pasado junto a él, pude percibir su sensualidad, pero no advertí sexualidad ¿ Sería virgen? (Fue mi pregunta en aquel momento). Al abrir los ojos, miró con dulzura mi entrega. Yo me sumí en el placer de la obediencia aceptada. El se convulsionaba de sensibilidad. Sentía mucho goce y no tardó en explotar de placer entre mis labios. Mi boca 368 se llenó del semen que este joven hombre tenía guardado en su interior para mí. Saqué su sexo de mi boca brotando de ella su leche y lo seguí masturbando sobre mis pechos humedecidos con ésta. Seguía retorciéndose de placer y no pudiendo aguantar más, volvió a brotar de su sexo otro manantial de vida, salpicándome el rostro. Fue el momento en el cual, él se incorporó aturdido y me cogió por las caderas tumbándome en aquel lecho. Fue recorriendo poco a poco todos los rincones de mi cuerpo con su lengua dulce y cálida, haciendo un buen trabajo, sensibilizando mi sexualidad hasta el punto, que sin poder más, le pedí que me penetrara. Vi un momento de indecisión en este acto reflejo y me incorporé rápidamente, sentándome encima de él, apretando su sexo contra mi entrepierna, jugosa y húmeda, deseosa de la penetración de aquel miembro erecto. Me restregaba sobre él sin llegar a la penetración. Él disfrutaba como un niño, mientras yo seguía calentando motores sobre éste. Le acariciaba el pecho con ansia y deseo, mientras él me cogía por las caderas levantando mi sexo del suyo. Le estaba haciendo daño y deseaba penetrarme, lo ansiaba, y yo lo sentía, ya que aquel sexo cada vez estaba mucho 369 más hinchado y caliente. Él lo miraba sorprendido como si jamás lo hubiera sentido así. Fue en uno de estos movimientos en los cuales me incorporé para ver su sexo, cuando éste resbala en las puertas del mío. Suave y húmedo empezó a querer entrar en él. Estaba casi a punto de explotar de placer, cuando sentí aquella penetración, contundente, caliente, resbaladiza y apretada. Sentía cómo aquel miembro erecto profundizaba en mi interior. Las paredes de éste, jugosas, se•adhieren a él, mientras le daba la bienvenida un apretado y explosivo espasmo de mi sexo, brotando de éste un gran chorro de suave amor, cálido y jugoso. Los dos estábamos disfrutando del éxtasis pleno de la penetración. Sacó su sexo de éste todavía brotando leche de él y me acostó en el lecho, metiendo su boca y mamando como un bebé aquel jugo de mis entrañas. Sentía su lengua perforando mi sexo, como si de su miembro se tratase. En este instante, metió sus dedos dentro de éste, intentando penetrarme al mismo tiempo que jugueteaba con mi apéndice sexual. Me estaba masturbando con destreza y dedicación. Esto me hizo relajarme y dejarme sentir por sus caricias sexuales, siendo muy placenteras y gustosas para mí. Me estaba amando como si me 370 conociera de otras vidas. Eso fue lo que me hizo darme cuenta que tenía que conocer a este hombre un poco más. Tenía que sacar de este hasta la última gota de vida que él llevara dentro, y ello nos hizo estar durante todo el día amándonos. Cuando teníamos sed o hambre, nos acercábamos a una de las camellas y comíamos de sus ubres llenas de leche. Estaban acostumbradas a esto, ya que eran su familia. Toda aquella experiencia llenó mi presente y dio esperanza a mi futuro, el cual estuvo agasajado con su compañerismo durante unas semanas, las cuales estuvieron en todo momento escoltadas por la necesidad de compañía y amor. Por las noches, cuando él dormía, yo trabajaba unas prendas de cuero. Hasta que llegó una mañana en la cual descubrí en el horizonte la necesidad de ir hacia él. No me despedí. Estaba durmiendo agotado, exprimido, cansado de amarme. Yo, pletórica de vida y llena de amor, decidí buscar en el horizonte la aventura de seguir navegando en mi propia vida. Esto sería un duro golpe para aquel gozoso hombre, y al pensar en ello, decidí dejarle mi perro de aguas para que le ayudara con sus camellos. Se llevaban muy bien y en 371 los días que estuve allí, había tenido familia y estaría mejor cuidando a sus hijos en aquel hogar que en mi barco. No quería ataduras y un animal lo era. Tan sólo mi gallina ponedora me acompañaría. Tenía que pensar en mí, y siempre, por los hombres, había tomado decisiones y caminos que no eran los que me dictaban mi corazón. Otra vez navegando hacia el horizonte naciente. ¿Dónde llegaría y cuál sería mi próximo amigo?. Eran preguntas que estaban en mi mente. Costeando, llegué a una pequeña aldea en la cual había un gran mercado. Se veían personajes de las montañas junto a los marineros de éstas. La mezcla era muy particular en aquel lugar. Unos traían las cosechas y los frutos del interior e intercambiaban sus mercancías. El joven Nerón me había regalado jugosas pieles de camello, con las que había hecho unas capas fabulosas. Yo llevaba una y las gentes me tocaban admirando el bonito trabajo que había hecho. Fueron muy bien intercambiadas por alimentos frescos, llenando mi barco de provisiones. Fue en aquel momento, cuando tomé una decisión muy importante en mi vida. Cambiar el rumbo de mi barco. Iría hacia el 372 sur. Tenía muy buenos recuerdos de las tierras en las cuales estaban las tumbas Faraónicas. Decidí volver allí a enfrentarme con el destino que truncó la felicidad de mi amor. El viaje hasta allí no era corto y tenía que centrarme en un rumbo fijo. Estuve comentando con los marineros y comerciantes más sabios que encontré. Ellos me indicaron el camino que tenía que seguir y los pormenores que encontraría. Así fue como planteé mi futuro, el cual estaba lleno de aventuras. En aquel lugar pude conocer a un persa, el cual dominaba unas luchas muy interesantes para defenderme si en algún momento necesitaba de ello. Venía de unas raíces culturales de países que no conocía. Era asiático y él se ofreció a ser mi maestro. Esto me pareció maravilloso y decidí esperar unas lunas, las cuales estarían llenas de lluvias para aprender. Me encontraba en Biblos, ciudad fenicia dominada por los persas. A este lugar se le denominaba “ e l creciente fértil ” . Allí se vivía del comercio de la madera y de la planta del papiro, de donde se hacían objetos, tanto ornamentales como prácticos, tocados, sandalias, cajas, barcas y cordelería. Las raíces 373 secas servían de combustible y la médula del tallo se consumía hervida, aunque su elaboración más importante. Era un soporte para escribir, muy apreciado por los escribas, habitantes en el valle del Nilo. Era un puerto comercial muy importante en estos mares.• La ciudad estaba amurallada, con torres cuadradas y semicirculares. Muy cercanas unas de las otras, hechas de adobe. Yo pasaba algunos días en el interior de las montañas con mi arco a cuestas y cazaba. Esto me servía para pagar mis clases. Era una gran arquera y ello me ayudó a sobrevivir en aquellos lugares. Los jabalíes eran muy apreciados, así como los ciervos, liebres y perdices. Mis hábitos eran muy masculinos y mi imagen muy atrevida. Siempre cubierta de pieles y armaduras, me mezclaba con los hombres y me hacía amiga de éstos, sin que en ningún momento mi sexualidad aflorara en mí. Este fue un escudo del cual me serví en muchos momentos. Entre ellos se decía que era medio hombre. A mí no me importaba. Así se inventaron una historia, la cual decía que yo venía de la isla de Lesbos, donde las mujeres tenían relaciones entre ellas. A mí, me divertía toda esta historia y como conocía bien la isla, podía hablar de ella sin 374 mentir. Ello me sirvió para tener cama caliente en algunas ocasiones entre las mujeres, que se deshacían por estar conmigo y aprender. En muchas ocasiones tenía relaciones sexuales con ellas. Si me gustaban, no hacía ascos a un buen festín. Ello me servía para poder estar unos días tranquila y lavar y arreglar mis cosas. El morbo entre ellos era más poderoso y yo jugaba con esto. Ello hacía que las relaciones que tenía fueran a escondidas, ya que no estaban del todo bien vistas entre ellos. Así pasé un invierno crudo y duro, en la más placentera y total armonía con la vida y la naturaleza. Tuve la oportunidad de hacerme con un carro de una viuda acaudalada que se encaprichó de mí. Era de uno de sus hijos, el cual tuve el placer de conocer antes de su boda, con una niña de una familia de hititas afincados en aquellos parajes. Este joven hombre, su madre y yo tuvimos una historia sexual muy poderosa, y fue también definitiva para terminar su incesto familiar. Cambié una de mis joyas por un caballo blanco de tiro espléndido. De pequeña, en casa, los carros y los arcos eran mi mejor juguete y los conocía muy bien, 375 ya que padre tenía una gran colección de éstos, hechos por los mejores artesanos y los más ricos materiales que existían. Era uno de sus más preciados caprichos, y como no tuvo ningún hijo yo fui su incondicional compañera de juegos con éstos. Tuve varios de pequeña, hechos a semejanza de los de mi padre, pero en diminutos. Conforme fui creciendo, éstos fueron cada vez más grandes y, antes de marcharme de casa, hacía muchas lunas que utilizaba cualquiera de los suyos. Era igual de poderoso pero más humilde, ya que los de mi padre estaban hechos con materiales preciosos y muy trabajados. Me sentía encima de él como una amazona salvaje. Me hizo ser poderosa y muy envidiada por los hombres. Había sacado mi barco del agua y lo estaba arreglando en mis ratos libres, ya que era muy normal el verme por las tabernas, en las noches de tempestad y frío con mi amigo y maestro. Él bebía como un cosaco, mientras yo observaba los comportamientos de todos. Hacía como que lo saboreaba y me gustaba, pero más tarde siempre tiraba el vino al suelo, o lo echaba en la copa de otro, así no quedaba mal con nadie. Ya que siempre intentaban conocerme y para ello me invitaban a beber. Los dueños de las tabernas y posadas se 376 alegraban mucho cuando los visitaba, ya que sabían que en muy pocos minutos, estarían vendiendo más vino. Siempre había alguien que quería verme bailar y pagaría por ello. Los mismos posaderos eran los que vaciaban mis copas cuando veían que el gallito que tenía delante quería emborracharme. Así fue como me hice otro hogar en las tabernas. Acompañante y bailarina, también los portaba en mi carro a sus casas, ya que no podían llegar en sus caballos. Cuando la cosa no me gustaba, desaparecía y no volvía al lugar durante unos días, los cuales o estaba en el monte o en el mar, o en la casa de alguna mujer, donde pude recuperar mi imagen más femenina, cuidándome otra vez mis cabellos y cepillándomelos todos los días. Los días se iban aclarando y empecé a dormir en la playa. El calor estaba ya empezando, tenía que terminar el trabajo en el barco y ponerlo en el agua, por ello, me apresuré a terminarlo cuanto antes. En los meses que había estado en tierra firme había enriquecido la despensa de éste, y había decorado mi estancia en él con muchas pertenencias que había estado ganándome de cama en cama. Desmonté el carro, lo subí a bordo y dejé libre a mi caballo. Ya no 377 tenía ni gallina ponedora. Las joyas también habían caído en manos de los usureros y me encontraba muy ligera de peso, más libre y fuerte que nunca. Mi corpulencia era notable después de aquel duro invierno, en el que había estado ejercitando no sólo mi cuerpo, sino mi agilidad mental para subsistir entre la fauna que rodeaba mi entorno. Me sentía feliz y con fuerzas de afrontar lo que viniera en mi ansia de encontrar un horizonte diferente. Una mañana de primavera, inicié otra vez mi viaje. En dirección al sur, había una ciudad llamada Pelusio, la entrada al •As-Suways era una vía fluvial que podría estar abierta si las aguas habían sido lo suficientemente abundantes, y los sabios decían que el año había sido poderoso. Esta vía, comunicaba con el Mar Rojo y era el destino que después del invierno había decidido tomar. Necesitaba encontrar mi camino sola, ya que no quería volver en las circunstancias que me encontraba con los míos. Había perdido la esperanza de verlos. Sabía que podría encontrar el camino, pero mi corazón me pedía seguir sola. La necesidad de libertad rodeaba mi entorno. Estuve costeando durante diferentes lunas no bajando 378 a tierra, hasta que llegué a lo que parecía esta vía fluvial de la que hablaban los sabios. El lugar era muy hermoso, lleno de pequeños islotes, en los cuales sólo habitaban animales carroñeros y aves de mar. Llegué a la ciudad (llamada Pelusio) al amanecer. En ella abastecí mi despensa de víveres y salí de mi cascaron. Era fácilmente confundida con un hombre. Esa máscara era la mejor de todas las que había conseguido trabajar. Hablaba un montón de dialectos de estas costas y me entendía muy bien con las gentes de éstas. Ello me proporcionaba tranquilidad. En el puerto donde amarré mi embarcación, había otros grandes barcos los cuales eran de ricos comerciantes. Había un cálido y conocido ambiente comercial que me recordaba a mis tierras. Era maravilloso encontrar un atajo hacia otro mundo, hacia otras culturas. En mi corta juventud había viajado mucho y estaba satisfecha conmigo misma, pero mi afán de aventura me recordaba en mis horas de descanso y mis antepasados, dando vueltas por los mares en busca de un nuevo futuro.•• Estos eran los pensamientos que ondeaban en mi cerebro, mientras disfrutaba de un vaporoso baño público sólo para mujeres de origen turco. Sentía que me quitaba la coraza de salitre en cada pozalazo de 379 agua caliente y volvía a ser doncella. ¡Qué placer tan sensual ondeó en mi subconsciente!. Mientras me lavaba una joven mujer que trabajaba en éstos, acariciaba mis ondeantes y sensuales formas con una esponja de mar jugosa y suave, como sus masajes por todo mi cuerpo. No pude reprimir mis instintos animales y al terminar ésta, le di unas monedas y me dejó sola. El lugar es muy bello, con una gran sala central cupulada, calentada con vapor. Son lugares sociales y hay personas que pasan en éstos parte del día. Era ya muy tarde y las mujeres se habían retirado a sus casas. Me encontraba sola sentada en una gran piedra de mármol, acariciando mis pechos y mi sexo, sediento de vida y de amor. Terminé masturbándome placenteramente. Hacía semanas que no disfrutaba de estas emociones y mi cuerpo y subconsciente agradecían dicho regalo. Cuando llegué al orgasmo oí unas risas en aquellos pasillos de oscuras habitaciones húmedas. Con ligereza, abrí mi hatillo y volví a vestir mis limpias ropas de hombre, saliendo del lugar rápidamente. El envoltorio, con las sucias, lo dejé en un escondite seguro, no muy lejos de allí.•• Vagué por las calles ya de noche, respirando el oxígeno limpio de aquel lugar, oliendo 380 a buenos guisos y a familias. Así es como llegué a encontrar una cantina, en la cual estaba decidida a probar el puchero de aquella casa que olía tan bien, cuando vi a un guapo y tímido hombre, que cautivó mi mirada durante unos minutos. Llevaba mi cabeza y rostro cubierto por un pañuelo como los moradores del desierto, al igual que él. Por lo tanto, lo único que podíamos vislumbrar el uno del otro eran nuestros ojos, los cuales lucieron como dos estrellas en una noche sin luna. Era un hombre de complexión fuerte, no mucho más alto que yo. Los mechones que salían por los lados de aquel turbante eran de color negro azabache. Me llamó la atención. Aquellos ojos oscuros y su mirada serena me dieron fuerzas para seguir adelante, cruzar el limite de nuestra distancia y entablar conversación con él: -------- ¿Estás solo? -------- Sí. ¿ Y tú? -------- Yo viajo hacia el sur, donde se esconde el sol. -------- Yo no tengo destino. Tan sólo vago por estas 381 tierras. -------- ¿Qué es lo que haces? -------- Nada. Sobrevivo. -------- ¿No quieres nada? -------- No deseo nada que no seas tú. Estas últimas palabras me dejaron transpuesta y sorprendida. -------- ¿Sabías que era una mujer? -------- Llevo varias horas tras de ti. -------- ¿Qué viste en mí?•-------- Tu bravura y libertad. Eres como un hombre y esto me hizo pensar y buscar una respuesta a mis preguntas. Fueron las últimas palabras que dijo antes de cogerme de la mano y sacarme de aquel antro. Nos dirigimos hacia una calle oscura. No sentí miedo, ya que mi fortaleza y mis instintos me hacían sentir tranquilidad. Mi sentimiento era de sorpresa y felicidad. No me importaba a dónde nos dirigíamos. Tan sólo necesitaba seguir a alguien hasta cualquier lugar. Llevaba sola muchas lunas y mi deseo sexual 382 fue creciendo más y más. El contacto de su fuerte mano era muy sensual y poderoso. No era un hombre de campo. Sus manos muy finas y delicadas me decían que estaba criado entre almohadones de plumas. Salimos a una plaza y allí estaba atado un caballo blanco esperando que su amo lo recogiera. Le acarició el morro y relinchó feliz. Era el suyo. Subió a lomos de éste y me tendió su brazo elegante y firmemente. En este instante, de un tirón limpio, me descubrí el rostro y mi pañuelo cayó al suelo. Moví mi cabeza y mi larga melena, todavía húmeda, ondeó al viento de aquella suave brisa nocturna. En este instante, miré hacia el cielo y volví a mirar aquellos ojos negros, como si fueran estrellas brillantes y felices. Sus poderosos brazos recogían a mi fibroso cuerpo, y abrazándome a la luz de aquella noche estrellada, me daban la bienvenida, besándome jugosamente en los labios. No tardamos mucho en estar adentrándonos en un angosto paso estrecho entre casas de adobe. El paso de su caballo era majestuoso y tranquilo. Me tenía cogida por la cintura junto con las riendas de su caballo. Los mechones limpios de mi pelo, suave como la seda sobre su rostro, enardecían su sexualidad 383 prominente en mis riñones. Sentía latir su corazón salvaje y, cuando terminaron aquellas callejuelas, salimos a una gran extensión iluminada por la luna llena. Allí su poderoso caballo empezó a galopar en dirección a las montañas. No pregunté. Me dejé llevar. Adentrándonos en un pequeño bosque, entre las ramas de los más altos árboles, los rayos de la luna iluminaban nuestro paso. En éste apareció uno de los pasajes naturales más bellos que se pueden tener en los sueños. Un plácido lago rodeado de una gran extensión de fauna vegetal, el más bello jardín que jamás había visto, alrededor de un Dios. En él la figura de Nanna (dios de la luna). Este lugar hizo sentirme en casa. Al bajar de la cabalgadura y mirar a mi alrededor, volví mi mirada hacia este hombre y le pregunté en lengua aramea: ------- ¿Cuál es el nombre de tu familia? -------- Nabonidus (rey de entre ríos) Babilonia. -------- ¿ Y qué haces tan lejos de tus tierras? 384 -------- Buscarte. -------- ¿Sabes quién soy? -------- Sí, mi sacerdotisa. --------¿ De dónde vengo? -------- Del otro lado del mar. -------- ¿ Adónde voy? -------- A mi reino. -------- ¿Por qué eres un hombre tan seguro de tus palabras?. -------- Soy Rey. Llevo muchas lunas en auténtico retiro espiritual buscándote, vagando por estas tierras, esperando el descanso entre tus brazos. -------- No puedo dar crédito a tus palabras. Soy una extraña en tu vida. -------- Te conozco. Los dioses hablan conmigo todos los días y las pistas me han llevado hasta ti. Sufro por mi tierra. Estoy a punto de perderlo todo. Mis súbditos están sufriendo bajo el yugo de los persas. Necesito sacrificar mi vida para ascender a los cielos y tú tienes que ser la mano que corte mi 385 cuello. En este instante, se quitó el turbante de su cabeza y me enseñó su largo y poderoso cuello, bello como el de una gacela del bosque, poderoso como el de un toro salvaje. No pude resistir mis instintos y me tiré hacia éste, besándole con la más imperiosa necesidad de amor que un ser humano puede tener en su interior. Este me acogió entre sus poderosos brazos, no tardando mucho en ir desnudándonos el uno frente al otro, mirándonos fijamente a los ojos, deseando el amor que nos estaba predestinado, y en unos segundos estábamos rodando por el frondoso y rico suelo, lleno de suaves y frescas hierbas, olorosas y sensuales. Estuvimos haciendo el amor toda la noche. Ya en el preludio del amanecer, derrotada entre sus poderosos brazos, acurrucada, mirándome a los ojos me dijo: ------- Necesito que seas mía siempre. ------- Esto es algo que sólo una vez concedí a un hombre con mi palabra y éste la rompió. No creo que pueda creer en otro hombre jamás. Su soberana mirada me aterrorizó en este instante. Sus poderosos brazos me cortaron la respiración y su 386 fuerza me dio miedo. El odio salió de su cuerpo e inundó el mío. Temblorosa y desfallecida era presa de este poderoso semental, el cual no tuvo compasión y, en un acto duro y brusco, me introdujo su poderoso sexo en mis posaderas, enternecidas por el calor del amor que había estado dándome toda la noche, pero con la desavenencia de la tensión de aquel instante duro y frívolo. Me causó mucho dolor. Las lágrimas afloraron de mis ojos y el corazón se me rompió en aquellos segundos eternos. Llorando e implorándole que parara, enardecía su virilidad y esto le llevó a la locura. Me rompió entera y cuando miré hacia mis piernas, éstas estaban llenas de sangre. Esto lo llevó a un éxtasis, el cual, no tuvo límite y explotó en un orgasmo lleno de furia animal. Sentí verdadero miedo. Hacía mucho tiempo que no vivía esta sensación en mi cuerpo, y recordé el cadáver frío de Alejandro ya muerto entre mis brazos. En este instante, lo miré a los ojos y vi la cara del diablo en su rostro. Sentí pánico e intenté consolarlo entre mis pechos. Esta sensación no la olvidaría nunca y ello me daría una clave de por vida. 387 Después de este orgasmo, se durmió como un bebé. Yo me relajé durante un buen rato y en un descuido por su parte, me deslicé de sus poderosos brazos, muy despacito y con un miedo terrible. Recogí mi ropa, aprehendí las suyas, y me las llevé también. Estaban hechas de ricos materiales. Con éstas iban sus poderosas armas, recubiertas de gruesas piedras preciosas y me fui alejando en dirección al riachuelo. Allí me lavé con desesperación. Quería quitarme hasta la última partícula que hubiera en mi cuerpo de este hombre. No quería tener nada de él en mi organismo. El aroma tan dulce y suave con el cual me había hipnotizado me hacia odiarlo. Cuando estuve limpia, salí mojada vistiéndome rápidamente y muy despacio, me deslicé hasta donde pastaba su blanco caballo, me hice con él y, andando muy lentamente, me alejé de aquel lugar. Cuando vi que estaba a una prudencial distancia, me subí en su caballo y al galope me dirigí en dirección al mar. Aquel hombre no era ni mi amigo ni un buen amante. Era un loco sanguinario. Aquel fue mi sentimiento en aquel instante. Cuando salía en dirección segura, al llegar a la ciudad, fui a mi escondite y recogí mis cosas, cambié el caballo por más comida y zarpé en 388 dirección al lejano Oriente, con un gran botín. Los hombres sabios me habían dado la clave. Había una estrella en el cielo que era muy poderosa. Ella me llevaría hacia mi destino, le llamaban La Estrella Polar. En mi inconsciente estaban muy presentes las palabras de Tales de Mileto, con el cual, había tenido gran trato, ya que pasaba muchos meses al año con Padre. Era un gran Filosofo, estando muy centrado en sus estudios de astronomía. Las explicaciones que nos daba del universo eran mitológicas, y su interés por la sustancia física básica del mundo marcó mi pensamiento científico. Él me había dicho muchas veces que al otro lado de esta vía fluvial, estaba un mundo lleno de magia, en el cual otras razas dominaban estos mares. Siempre sentí una gran curiosidad por este sueño y en él estaba sola. Hubieron momentos en los cuales tuve que ser muy hábil y prudente, ya que la navegación por aquellas aguas era muy peligrosa. Había remolinos y lugares donde la profundidad era muy poca; Pero la navegación era muy rápida, ya que estaba impulsada por una tromba de agua. Llovía incesantemente, no pudiendo dejar de navegar durante dos noches enteras. Exhausta y destrozada fue como llegué a un recodo de aquel 389 torrente y encontré un remanso de paz, no dando crédito a esta alucinación. El cansancio pudo con migo y me desmayé. Despertándome con los primeros rayos de sol, sintiendo la brisa de aquel amanecer, un escalofrió recorrió mi cuerpo y volví en mi. Nada más abrir los ojos, me incorporé y miré a todo alrededor de mi embarcación. Estaba encallada en un banco de arena. Respiré profundamente y me volví a sentar en la cubierta. Con las piernas abiertas y medio desnuda, vi como salía el sol por la proa de éste, sintiendo una gran necesidad de acariciar mi desnudo y bello cuerpo. Dándole gracias a los dioses por la vida. Así fue como desperté entre suspiros y rayos de luz. Cuando había concluido mi masturbación y el sol dominaba el día, me incorporé despojándome de las ropas que todavía cubrían mi cuerpo, dejando solo en él, mi cinturón con el puñal que mi último amante llevaba consigo. Este era de oro y piedras preciosas y me tiré de cabeza al mar. Estuve nadando durante mucho tiempo, cogiendo gran cantidad de unos moluscos muy grandes. Estaban 390 pegados a las rocas. También pude apreciar bancos de corales rojos bellísimos, cogiendo trozos de éstos, así como grandes estrellas de mar y dos caracolas gigantes. La fauna marina llenaba mis pupilas y me deslizaba entre ésta con gran naturalidad. Esto estimuló mi baño y cada vez que emergía de las profundidades subía cargada de tesoros. También cogí un gran pulpo, con el cual, tuve una pelea, ya que interrumpí en su hábitat y me cogió de una de mis piernas, teniendo una gran confrontación con él. Hubo un momento que creí que tendría más fuerza que yo, ya que lanzó una gran manta de tinta negra, la cual me hizo quedarme en la más oscura soledad. Existió otro instante en el cual, sentí paralización de mis miembros, miedo, desesperación, agonía y gracias a los dioses a los cuales invoqué en este instante y al puñal de aquel último amante, pude defenderme y salir airosa de este percance. Al subir a la cubierta de mi barco exhausta y debilitada por aquella contienda con aquel grandioso animal de más de un cuerpo, me di cuenta del milagro de la vida y de lo preparada que estaba en aquel momento. Aquella mañana me sentí muy feliz, volví a nacer otra vez. Tenía un montón de cosas que hacer y no dejé a mi cerebro pensar en nada 391 más que en comer. Colgué el pulpo en lo alto del mástil y me senté en la cubierta con mi cuchillo, decidida a comerme estos maravillosos moluscos. Gran sorpresa la mía, cuando vi que contenían unas majestuosas perlas, bellas como nunca había visto. La vida me recompensaba mis penalidades y esto era suficiente para preparar un ritual para aquella tarde, en tierra firme. Estaba agradecida a la vida y esto valía un buen baile. Mi barco estaba encallado pero seguro. Sólo tenía que esperar una crecida y la luna estaba llenándose. Esta me traería buenas energías y me ayudaría a salir de allí. La mañana era muy cálida. Me vestí cómoda y bajé a tierra. El litoral era muy agreste, parecía otro mundo. Era de color grisáceo volcánico triste y sombrío. En él había una gran montaña, la cual, había oído contar por los sabios que era la montaña sagrada, en la cual me sentía extraña y al mismo tiempo muy feliz. Era un lugar especial en el que me encontraba. Subí una ladera que me condujo a un lugar, en el que podía dominar aquella bahía. Estaba feliz de haber superado esta dura prueba de mi viaje. 392 Entre la oscuridad de aquella naturaleza hostil, encontré un manantial con agua dulce. Esta fuente de vida me inspiró confianza y me desnudé tranquila frente a aquella maravilla de paisaje a mis pies. Me introduje en el agua fresca y la sal de mi cuerpo fue limpiándose con ésta. Me lavé bien mis cabellos enredados con el duro viaje y me sentí purificando mi alma. El pequeño manantial quitó mi sed y reconfortó mi espíritu, el cual había sufrido en esta dura prueba. Mirando hacia atrás, intente localizar el punto donde me encontraba. El sol venía del este y se pondría tras de mí. Tenía que encontrar un buen lugar para mi ritual sagrado. Estos eran mis pensamientos en el instante que sentí una sensación extraña y conocida en mi espalda. Me sentí observada y pensé que no estaba sola. En ese instante, muy despacio, volví la mirada distraída y allí estaban los ojos de aquel ser extraño. Era un animal de más de un cuerpo, muy estilizado y poderoso. Un íbex o cabra de montaña con una gran cornamenta curvada hacia detrás. Estaba pastando y bebiendo de aquel manantial sabiendo que yo estaba allí, confiado con mi presencia. No presté atención y en unos minutos había más bebiendo. Era una familia 393 de éstos. Había algunas piezas pequeñas. Mi primer instinto fue pensar en cazar alguno de éstos, pero en segundos pensé que estas bellas criaturas serían los testigos de mi ritual. Medio desnuda volví a mi embarcación, cogí todos los recipientes que encontré vacíos, volví a aquel pequeño manantial y me dispuse a ir llenándolos y llevándolos de vuelta a mi navío, Esto me ocupó aquella mañana llena de energías. Cuando tuve otra vez ganas de comer, me tire a aquel mar y volví a por frutos de éste, los cuales comí vivos. Aquella experiencia me recordaba mi primer y último viaje con Alejandro. Él decía que, los moluscos vivos eran afrodisíacos y le encantaba comerlos con vinos blancos jóvenes. Era un gran sibarita y me enseñó muchas cosas. En aquel instante, a solas conmigo misma, pensé en él, en el maravilloso artista que era, en las cosas que aprendí a su lado, en lo joven que era cuando me enamoré locamente de él. Estos pensamientos hicieron que las lágrimas afloraran de mis ojos. Me sentí muy extraña. Este día era un día muy especial y fue entonces cuando hice cuentas y percibí que estaba en un punto muy estratégico de mis últimos momentos con él en el desierto. Más o menos 394 podía estar a la misma altura, pero en dirección más al oeste. Era la misma estación en la cual, los dioses se lo llevaron de entre mis brazos. Esto trastornó mi presente y empecé a dar vueltas en círculos. Había algo que quería salir de mi interior, y no sabia por dónde. Sentí ansiedad y, viendo que el día se alejaba de mí, recogí leña para hacer un fuego, hice un círculo de piedras y en el Caúcaso de este día tan especial, hice un ofrecimiento, en el que habría un sacrificio y decidí tirarme al monte a por un ser vivo. Necesitaba sangre para ofrecerlo esta noche a la Diosa Artemisa (Esta deidad era diosa de los dioses de la caza y de la luna), la cual me ayudaría a encontrar mi presa. Estos eran mis pensamientos mientras encendía el fuego y preparaba mis vestiduras sagradas. En el tiempo que había estado disfrutando del sexo femenino en mi último lugar de residencia, había obtenido bellas indumentarias de las mujeres con las cuales intercambiaba placeres por regalos de éstas. Vestida como una diosa y con mis armas a cuestas, me adentré en la inmensa montaña que presidía aquel paisaje digno de un cuento de terror. 395 Dejé encendido el fuego para saber volver a aquel lugar y muy cautelosamente, me deslicé furtiva en busca de una presa, la cual no tardé mucho tiempo en encontrar. En aquel pequeño manantial, mi arco era poderoso y mi pulso certero, no tardando en estar trasportando aquel gran íbex a hombros. Al llegar al lugar donde dejé mi fuego, las brasas eran ya las reinas de éste. Allí decidí abrir en canal aquella pieza y con su sangre todavía caliente embadurnar todo mi cuerpo desnudo. Algunas de sus vísceras las comí crudas. Tenía en la bodega de mi barco un buen vino regalo de uno de los taberneros, y éste fue mi compañero. Aquel ritual terminó con unas danzas muy salvajes las cuales había aprendido en el desierto. Conseguí entrar en trance, volver a ver a mi amado Alejandro, bailar para él y hacer el amor por última vez entre sus brazos. Exhausta y embriagada, desfallecí frente a aquel fuego. Al despertar, los primeros rayos del sol daban la bienvenida al próximo día. Todos mis pensamientos de la noche anterior estaban difusos. Sabía y presentía cierto tipo de vivencias, pero no quería recordar más, ya que mi cuerpo estaba lleno de sangre seca. Esto me hizo volver al pequeño manantial a 396 lavarme y allí encontré a un pequeño hijo de aquel animal que me había servido para mi ritual sagrado. Estaba solo, hambriento y triste. Exactamente igual que yo. Esta sensación me hizo pensar en mi familia y en cómo se encontraría mi padre si todavía vivía. Mi hermana estaría también muy preocupada y su pequeño retoño levantaría dos cuartas. Estos pensamientos inundaron mi presente y las lágrimas afloraban de mis ojos inundando mi rostro. La prueba era muy dura y esto me consternó. Tenía que tomar una decisión rápida. Miraba a aquel animalillo y me veía en el espejo de la vida, sola. El sol se oscureció por unas grandes nubes negras y, en muy poco tiempo, estaba cayendo agua a mares. El cielo parecía roto. Cogí aquel pequeño animal entre mis brazos y las cosas con rapidez para volver al barco. Al subir a éste, la gran cornamenta de mi víctima estaba en la proa de él, siniestramente guiando mi camino. No puedo recordar cómo pudo llegar hasta aquel lugar.•• Otra vez navegando por aquel pequeño mar, ayudada por las fuertes corrientes que provocaron aquellas aguas diluviales, en dirección al sur oeste de mi último punto de partida, el destino me llevaba en dirección opuesta a mis pensamientos 397 familiares. El destino era mi compañero, al igual que aquel animal que no pude dejar solo en aquel territorio estéril. Mi naturaleza era muy sensible y en aquel ritual había vuelto a las capas más internas de mi ser, a mi verdadera naturaleza, a la que había dejado olvidada después de la muerte de Alejandro, donde la subsistencia había sido mi compañera. ¡Otra vez luchando entre la vida y la muerte!. Eran mis compañeras. Así fue como empecé a darme cuenta de la importancia que tiene la familia en nuestras vidas; y esto me dotó de fuerzas, para seguir adelante con la misma energía que tenía en el último puerto. Fuera donde fuera tenía que tener las fuerzas para volver. Tenía que encontrar a mi familia y saber cómo estaban ellos. Esta conclusión eran mis pensamientos en aquellos momentos llenos de vida. Mis meditaciones estaban dando sus frutos y esto aliviaba mi espíritu, dándome la energía necesaria para salir de aquella tormenta en la que estaba viviendo el fin del mundo. Bueno, del mío, ya que aquel diluvio era tan intenso que estaba subiendo el nivel de aquella vía fluvial por segundos. Hubieron momentos que no veía costa por ningún lado, la tormenta me impulsaba y tenía que estar en todo momento pendiente del 398 timón. Las velas las tenía plegadas y los bandazos eran preocupantes, pero mi control sobre aquella nave era máximo y esto me daba la seguridad de poder ver un rayo de luz en el cielo. Así fue, y a él me dirigí. El impulso de aquellas aguas me alejaron muy pronto de las nubes, que acechaban mi tranquilidad. Cuando pude relajarme unos minutos, pensé en aquel pequeño animal que había subido a bordo en el último momento. Estaba totalmente mareado y embriagado. Tal vez la falta de alimento influyó en su estado casi somnífero. Esto lo hacía estar muy tranquilo y relajado. Lo cogí entre mis brazos e intenté darle algún alimento. Tenía leche de almendras dulces y le gustó muchísimo. Esto le daba esperanzas de vida a este pequeño animal al cual yo le había arrebatado la de su madre. Me relamía mis manos llenas de la dulzura de esta leche y estas gratas caricias me sensibilizaron aún más, volviendo las lágrimas a mis ojos. ¡Menudo día llevaba!. Hacía mucho tiempo que la ternura no era mi compañera. Esta afloró en mí, sorprendiéndome a mi misma. Las corrientes me llevaron hacia el lado opuesto de 399 aquella vía de agua. Por la tarde, otra vez estaba en un lugar lo suficientemente protegido para descansar. Las aguas estaban más tranquilas y el paraje era mucho más bello. Ahora veía la costa por la parte izquierda de mi embarcación. Esto me hizo pensar que estaría en estas otras tierras para mí desconocidas. No era la costa donde estaban las grandes Pirámides o tumbas de los egipcios. Este lugar era también desértico y aplanado en la costa, pero a lo lejos se veía una gran cordillera de montañas con unas formas muy extrañas y aplanadas en su parte superior. También podía ver algún oasis a lo lejos, donde grupos de grandes palmeras y vegetación me indicaban lugares donde había agua. Esto me hizo pensar en vida humana y decidí descansar cerca. Pude anclar mi barco en un lugar protegido por un arrecife de coral cercano. En toda esta andadura por este nuevo mar, tenía que estar muy pendiente de éstos ya que eran abundantes y peligrosos. La temperatura durante el día era muy cálida, pero al anochecer el frío era insoportable. No sabía si había elegido bien la estación para poder navegar por estas aguas. Las lluvias también estaban haciendo mi viaje 400 muy difícil, pero ya estaba embarcada en él y sola. Una sensación extraña y difícil de asimilar si no hubiera sido por aquel pequeño animal que me hacia compañía. Él me necesitaba, ya que yo lo había dejado sin madre. Tenía que encontrar el sustento para que pudiera seguir vivo. Este aliciente fue el que me hizo poner el pie en tierra. Tenía que encontrar algún animal de su especie o similar que quisiera amamantarlo. Lo metí en una bolsa de cuero y me lo puse en el costado. Así fue como llegué a estas tierras. Al llegar a este lugar solitario y desconocido, busqué para hacer un fuego. Pasaría la noche en tierra. El barco está muy húmedo y la mayoría de mis cosas también lo están. Necesitamos calentarnos, ya que si no podemos morirnos de frío. En ello estoy cuando miro al cielo y veo el firmamento más espléndido que jamás vi. Bueno, en Egipto también había visto estos cielos llenos de estrellas gigantes. ---------¡Mira allí!(dije señalando a una estrella fugaz). Pedí un deseo mientras cerraba los ojos, 401 concentrándome en éste. Horas más tarde me di cuenta de que los dioses habían oído mi deseo y, entre las sombras de aquella tarde, pude ver un reflejo el cual veía claro que no era una hoguera. En la ladera de la montaña lejana, esta señal era lo suficientemente poderosa como para acercarme a ella, y así lo hice. Anduve durante horas con aquel retoño en mi costado. Me daba calor mientras yo lo protegía. Sentía el pequeño latido de su corazón en mi costado. Era el aliento de vida que necesitaba para no desistir en mi empeño. Así fue como me fui acercando hacia el sonido de un tambor. ¡Esto me recordaba a tantos lugares en los cuales había estado!. Sentía cómo se comunicaban desde la costa hacia este reflejo en el monte. Ya sabían quién era y que procedía del mar. Esta sensación era la que yo percibía mientras subía el acantilado rocoso. Hubo un momento en el cual ya sentí la presencia cercana de un vigilante a mi lado. Este seguía mis pasos y con sonidos muy parecidos a los que tienen los animales en la noche. Tenía un lenguaje, el cual, traducía que iba sola y en dirección a la cueva. No sentía ningún miedo. Relajada y tranquila seguía mi camino. 402 Al llegar a la boca de ésta, la iluminación de una poderosas antorchas me iban indicando mi destino. En él estaba esperándome un hombre de complexión muy potente. Iba vestido todo de blanco. Ello me hizo pensar en una ceremonia. No me equivocaba, ya que la música, conforme había ido ascendiendo, era mucho más poderosa y armónica. Este hombre me aguardaba con una bonita sonrisa y una bella mujer a su lado estaba esperando su señal para ofrecerme agua. Había andado durante horas y había seguido sus señales, ya que el reflejo que había visto desde la costa al atardecer no podía ser el fuego. Era algo mucho más poderoso. La cueva se abría a una gran caverna de grandes magnitudes, en ella todo un poblado vivía dentro. Quedé totalmente sorprendida, ya que la riqueza de ella y el salvajismo que percibía eran muy poderosos. Estas personas eran civilizadamente salvajes y ello se intuía en cómo miraban y sonreían ante mi presencia. Era muy diferente a ellos. Su fisonomía era mucho más pequeña que la mía. Yo soy una mujer muy fuerte y poderosa. Aquí las mujeres son muy sumisas y de estatura muy diminuta. Esconden sus rostros con la mirada y los hombres me desnudaban con esta. Mi piel es mucho más blanca, aunque este dorada 403 por el sol. En las magnánimas paredes, pinturas de colores desafiantes dan reflejo de sus costumbres, el ganado y la caza. Todas las pinturas reflejan el sentimiento de parentesco entre todos los seres vivos. Me hicieron sentirme cómoda y me ofrecieron un lugar donde descansar y comida. Cuando estuve relajada, después de comer y beber algo, vi el lugar sagrado donde estos humanos ofrecían las ofrendas a sus dioses. Lugar de culto. En este decidí ofrecer un ritual sagrado en el cual hice un sensual baile, terminando ofreciendo el animalillo que llevaba en mi bolsa. Hasta aquel momento nadie había percibido su presencia. Estaba adormilado, casi muerto de hambre. Rápidamente una de las mujeres trajo a una gran cabra con sus ubres llenas de leche y la acostó junto a él. Mi pequeño enseguida olió y sintió el calor de ésta, y con los ojos cerrados buscó sus grandes pezones, sacando su lengua muy lentamente intentando sentir aquella fuente de vida. En segundos estaba amamantándose como una fiera, muerta de hambre. Seguiría vivo y esto me llenaba de vida. Mis deseos habían sido escuchados por los dioses y mi esfuerzo en aquel duro camino hacia la cueva, estaba siendo redimido por sus moradores. Estaba llena de 404 amor, cuando pude ver sus ojos en la oscuridad. Un rayo de luz muy poderoso fue el que me hizo parar unos segundos ante aquel hombre. Estaba sentado frente a mí. No perdía ni un segundo mis movimientos con sus ojos. Estaba hambriento al igual que yo de amor. Ello fue lo que sentí en aquella cálida expresión que enamoró mi instante, terminando de rodillas ante él, algo que jamás pude saber como pudo ser así. La fuerza hipnótica de su mirada era cegadora. Ello fue algo decisivo para estar junto a él y cerrarlos, sintiendo en aquel instante la dulzura de sus jugosos labios sobre los míos, la dulce caricia de sus suaves manos en mi piel. Aquellas manos me decían que no era un hombre de campo, ni su trabajo eran los animales. Pronto me di cuenta de cual era su misión: la pintura, el arte, es su mundo. Otro morador de los templos era lo que me ofrecían los dioses. Esta fue la sensación que pude sentir junto a él. En muy poco tiempo estábamos amándonos, rodeados de otras muchas personas a nuestro alrededor. Me recordaba mi otra vida con un artista. Al amanecer, salimos entre la niebla de aquel nuevo día. Llenos de amor y paz, nos dirigíamos hacia la 405 costa. No hablábamos el mismo idioma pero el idioma del cuerpo era entendido por ambos. Pasaríamos el día solos en la costa. Él cogió unas frutas frescas y vino. Así fue cómo, entre risas y juegos, llegábamos hasta mi barco, el cual estaba custodiado por dos hombres en la costa. Eran dos pastores que él mismo había mandado para que no le sucediera nada en mi ausencia. Esto fue lo que intentó decirme por señales, mientras me los presentaba como amigos. Aquello me hizo darme cuenta de que estaba muy bien protegida. Aquel hombre era muy educado y correcto, sensible y atento. Era un hombre de rasgos muy especiales. Tan sólo en la isla de Delfos había visto a humanos con estos rasgos. Proviene de la lingüística Altaica (habitantes del norte de Siberia), pueblo Turco o Mongol llamados Yacuto. Sabe utilizar la escritura Cuneiforme y, poco a poco, voy entendiendo más y más a este hombre. Al mediodía, los dos buceamos entre los arrecifes, amándonos en el agua como seres de éste. Puedo comprender que es un Chaman elegido para plasmar la historia de las culturas por donde va y encuentra a su paso. Esto lo va plasmando en tablillas de arcilla, metales y piedras, con los materiales que encuentra según el 406 lugar por donde pasa. Es nómada y con su arte puede pagar su estancia y dejar la huella de estas tribus en los diferentes sitios donde pasta su vida. Es un hombre simple y servidor. Intenta complacer mi existencia a su lado y esto era algo que necesitaba mi espíritu para poder descansar unos días, después de tanto mar y tormentas. Así se me van pasando las semanas junto a este hombre, que es muy adorado y respetado por todos. Siempre, cuando despertamos de nuestras noches de amor, encontramos a nuestro lado leche fresca y alimentos. La gente lo quiere y yo me siento muy feliz y honrada de haber caído entre sus brazos. Cuando el calor va apretando y mi tiempo en este lugar va llegando a su fin, decidimos marcharnos los dos juntos, ya que él esta también solo en este lugar.• Nuestra despedida esta llena de sorpresas ya que toda la tribu de pastores bajan a la costa y aquella noche un gran festejo, llena de luz y fuego la playa. Todos se han vestido con sus mejores galas y nos ofrecen lo mejor de sus bienes. Cada persona trae algo para nuestro viaje y esto me llena el corazón de amor. Hay un regalo el cual me llama mucho la atención. Son unas pequeñas runas las cuales están 407 hechas de huesos de pequeños herbívoros, las cuales provienen de las montañas de aquellos seres, de las culturas más viejas. La trae entre sus manos temblorosas una vieja mujer, que me las ofrece en continuidad. Esto llena mi alma y da fuerzas a mi espíritu para seguir indagando en él.•• Mi compañero Hipomenes, que así lo llaman, me dice: ------ Este detalle que la vieja mujer ha tenido en darte su más rico tesoro con el cual ha nacido, es muy importante. Con ello quiere decir que tú serás el nervio de su energía. ------ Lo asumiré con la importancia que para ella tiene y estudiaré sus leyes. Mi contestación clara y concisa fue bien recibida por mi compañero, el cual me ofrecía unas tablas que le habían sido confiadas a él para que las transcribiera y llevara por los mares a otros lugares. Estos hombres sabían lo importante que era llevar la cultura de sus ancestros hacia otros parajes del mundo. Aquel ritual sagrado estaba en manos de dos espíritus libres, que volarían dejando un rastro estelar a su paso. Esto es lo que decían los Dioses de nosotros y de nuestro destino, el cual era muy 408 incierto y acontecimiento esperado, ya que había una vieja leyenda en la cual dos dioses vivientes viajarán hacia el sur de los mares, para encontrar a otros dioses y enseñarles nuestras costumbres y profecías. Así fue como dejamos estas costas llenas de familiaridad y calor por parte de sus moradores. Hipomenes me hacía sentirme muy feliz y esto era para mí magnánimo. Hacía mucho tiempo que estaba muy sola y él era una gran compañía y un buen amante. Me tenía plagada de halagos y siempre estaba a mi lado. Si lo necesitaba cerca, dejándome al mismo tiempo mi espacio vital a solas, era un gran sabio de la vida y esto llenaba la mía. Siendo un hombre de tierra pronto se acostumbró al mar y en su papel de marinero era excelente, ya que tenía claro desde el primer momento que subió en mi barco que yo sería su capitán y su camino. En mi vida había tenido varios hombres y siempre había sido yo la mujer y seguidora de sus dogmas. En este caso, era todo lo contrario. Yo sólo era mujer a la hora de hacer el amor con él. En este momento, era en el único del día que lo sentía hombre y macho hacia mí. El resto del día era un gran amigo y compañero de 409 viaje. Él me llamaba Atlanta. Y así me sentía entre sus omnipotentes brazos, ya que me hacía sentirme suya como Atlanta, que según cuenta la historia, fue una veloz corredora que prometió casarse con quien le venciera en una carrera. Los que perdieran serían asesinados, y la verdad era que en mi vida había sido así. Dicen que el joven Hipomenes ganó con la ayuda de Afrodita, la Diosa del Amor, quien le dio tres manzanas de oro a Hespérides. Él las dejó caer una a una y ella, por recogerlas, perdió la carrera. Más tarde, ellos fueron convertidos en los leones que tirarían del carro de Cibeles, a causa de una afrenta con los dioses. La leyenda decía que tuvieron un hijo, Partenopeo. Así sería como se llamaría el retoño que llevaba entre mis entrañas, de este hombre que había ganado mi amistad y confianza. Con tan sólo una mirada, estaba de rodillas entre sus poderosos brazos y su gran humanidad y sencillez Fin Firmado seudónimo “ El Secreto del Sahara” 410