Buenos Aires: las manzanas, los lotes y las casas

Transcripción

Buenos Aires: las manzanas, los lotes y las casas
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
HABITAR FUERA DEL CENTRO: QUINTAS, CASERONES Y VILLAS (LA ILUSIÓN
DEL VERDE)
Gustavo A. Brandariz
Abriendo puertas a la tierra
Buenos Aires, ciudad joven, posee, sin embargo una riqueza y una complejidad poco
frecuentes. La conurbación es tan extendida y diversa que en vez de una ciudad
podríamos hablar de cien ciudades, a veces parecidas y otras tantas distintas. Existe, es
cierto, un "imaginario" típico del habitar en Buenos Aires. Pero también –y ese es nuestro
tema en este momento- un "imaginario" de otra forma de habitar que no es la del centro
de la ciudad; es el de vivir "fuera" del centro, y no por casualidad.
El 11 de junio de 1580 Juan de Garay fundó definitivamente la Ciudad de Buenos Aires.
Desembarcó en el sitio elegido, izó el pendón de Castilla, plantó el rollo de la justicia y
labró el Acta de Fundación. La ciudad nacía con un sentido y una misión: sería puerta y
puerto del país. Tendría una razón geopolítica a escala atlántica, sudamericana y a la vez
austral. En el punto geométrico en que Garay marcó el nacimiento de la ciudad, nacería
también un proyecto urbano que atravesaría los siglos. Un proyecto con centro, periferia,
campos, rutas y puerto. En síntesis, Buenos Aires nacía con una razón y una morfología,
pero también con un ideal: habitar y gobernar, pero habitar con cierta calidad. Es una de
las claves de su identidad.
En 1580, luego de más de diez días de exploración de la costa para elegir el mejor sitio
para el emplazamiento, Garay dispuso la traza de la futura ciudad. Rectángulo cósmico
paralelo a la costa del Río de la Plata y orientado según los puntos cardinales cumpliendo
con las disposiciones legales españolas para fundación de ciudades en Indias.
El damero tiene 16 manzanas de frente y nueve de profundidad y alrededor se extiende el
ejido. Por fuera, a 45º con respecto a la traza urbana, las chacras son bandas paralelas
que, a partir de un escaso frente sobre la cresta de la barranca, se extienden hacia el
interior alejándose hasta alcanzar la profundidad de una legua.
Así, desde el plano al terreno, la ciudad nació con un diseño geométrico básico. Pero
también allí hay un sentido higiénico. ¿No sostenía ya Aristóteles en su "Política", que
entre las cosas que deben tenerse en cuenta para fundar una ciudad, "la primera y más
importante es la salubridad"?
Las chacras de las afueras
El crecimiento de la ciudad fue muy lento durante sus primeros dos siglos de vida: pocos
habitantes, pocos edificios, pocas manzanas realmente ocupadas. Durante doscientos
años la traza de Garay parecía excesivamente ambiciosa para un enclave condenado a
vegetar sin esperanza, limitado su puerto al cabotaje, por decisión tozuda de los intereses
monopolistas centrados en el Virreinato del Perú.
Buenos Aires era tan pequeña que el centro y el resto de la ciudad apenas se
diferenciaban. Fuera del "centro", las construcciones se hallaban muy espaciadas. Desde
muy temprano, la zona rural que empezaba en la actual Plaza San Martín y se
desplegaba hacia el noroeste, se conoció como "El Pago de la Costa".
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En el reparto de tierras que hizo Garay, las chacras del Pago tenían entre 300 y 500 varas
de frente y una legua de profundidad. En tiempos del Virreinato, la zona era “la despensa
de la Ciudad”, por que la abastecía de trigo, verduras, fruta y madera para la construcción
y para leña.
Una de aquellas chacras puede darnos una idea de las historias de aquellas propiedades
rurales. En 1764 don José de Olivares adquiere una chacra de 200 varas de frente y una
legua de fondo en el Pago de la Costa, en San Isidro. Veinte años después, la vende a un
comerciante de Buenos Aires, nacido en Granada: Cecilio Sánchez de Velazco, quien
administra la fortuna heredada por su esposa y pasa a integrar el núcleo dirigente de la
actividad económica y política porteña 1 .
En esa familia nace en 1786 Mariquita Sánchez de Thompson, notabilísima dama patricia.
La familia vivía en una casa de patios grande y lujosa del centro de Buenos Aires, en la
actual calle Florida al 200. Fue allí en donde Mariquita Sánchez reinó en su Salón y cultivó
la amistad de los próceres de la Independencia, de Rivadavia y de la generación
romántica de 1837 2 .
Además de la casa de la calle Florida, los Sánchez de Velazco poseían muchas
propiedades, incluso aquella en donde trabajaba la Logia Lautaro de San Martín. Pero
como residencias propias, la familia usaba la casa del centro, una quinta en la zona de la
Recoleta, y la Chacra de San Isidro, llamada "Los Ombúes".
Como todas estas chacras, Los Ombúes llegaba hasta la barranca y, entre el río y la
barranca, "el bajo" era público. En los hechos, allí se hacía puerto y ese puerto
sanisidrense durante muchos años se conoció como "Puerto Sánchez". Allí
desembarcaron las tropas de Liniers, amigo de la familia, que venían a reconquistar
Buenos Aires, ocupada por la invasión inglesa. También allí llegó el primer barco a vapor.
Cuenta María Sáenz Quesada que "entusiasta de las novedades del arte y de la técnica,
el nombre de Mariquita se vincula con el primer viaje a vapor de Buenos Aires a San
Isidro, que tuvo lugar el 13 de noviembre de 1825". Subieron a bordo del "Druid",
Rivadavia, Balcarce, Miguel Belgrano, el almirante Brown y unos cuantos residentes
ingleses. La embarcación zarpó a las once de la mañana, se detuvo cuatro horas en San
Isidro, y volvió a las nueve de la noche de ese día luminoso. Mariquita Sánchez fue uno
de los 40 pasajeros.
Si bien la chacra era una propiedad rural, también era una residencia temporaria de la
familia y de huéspedes... especialmente por motivos políticos. Más allá de tales
ocasiones, la chacra era, habitualmente, un lugar de descanso: vida placentera en plena
naturaleza, escenario de cabalgatas, cacerías de patos y animadas tertulias estivales.
La larga vida de Mariquita fue deslumbrante y sin embargo triste. Criada en un ambiente
barroco virreinal, abrazó el Iluminismo y fue hospitalaria y madrina de la juventud
romántica de Buenos Aires. Con los años, su fortuna, que parecía invulnerable, fue
menguando. En 1828, mucho antes de su fallecimiento, Mariquita tuvo que vender Los
Ombúes, pero jamás olvidó sus días en la chacra. Y no era para menos: al fin y al cabo,
las chacras eran los insustituibles escapes desde el centro hacia el ambiente natural.
1
Sáenz Quesada, María. Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental. Buenos Aires, Sudamericana, 1995.
2
Loudet, Osvaldo. Figuras próximas y lejanas, al margen de la historia. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1970.
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Allá por las quintas
De a poco, las chacras se hicieron quintas. La historia del Pago de la Costa nos revela la
gradual transformación de aquellas chacras rurales en bucólicas y risueñas "quintas". “Las
quintas - escribe Bonifacio del Carril 3 - fueron desde antiguo un lugar de descanso y
veraneo de los habitantes de Buenos Aires". Estuvieron situadas en las afueras de la
ciudad, cerca del Parque Lezama y en Barracas, al Sur; sobre la calle Callao, hacia el
oeste; y en la barranca del río, desde el Retiro hasta más allá de la Recoleta, en el norte.
"A medida que la ciudad fue creciendo se fueron formando nuevas quintas en los pueblos
cercanos que rodearon a Buenos Aires. En general, tenían una gran casa, con árboles
frutales y de sombra”
Sigamos en el tiempo la evolución de la chacra de Mariquita Sánchez de Thompson en
San Isidro: En 1828, Rosa Azcuénaga de Santa Coloma compró Los Ombúes a Mariquita;
en 1867, la chacra pasa a manos de Pascuala Beláustegui de Arana; desde 1872, ya
transformada en "quinta", Los Ombúes pasa a ser propiedad del Dr. Eduardo Lahitte.
Finalmente es comprada por el Dr. Cosme Beccar y su señora, María Varela –
descendiente de Florencio Varela-, quedando en propiedad de la familia Beccar Varela
hasta el año 2005, en que el Dr. Horacio Beccar Varela la lega a la Municipalidad de San
Isidro, en perfecto estado de conservación, y allí se establece el Museo, Biblioteca y
Archivo Histórico Municipal. Los Ombúes, chacra y luego quinta de memorable pasado, el
solar que inspiró a Manuel Mujica Láinez para escribir su libro "Aquí vivieron" (1949), es
hoy Monumento Histórico Nacional.
Pero muy pocas de las antiguas quintas tuvieron esa fortuna. Quedan hoy escasos rastros
de las que fueron grandes zonas de quintas, como Belgrano, Flores, Barracas, Olivos,
San Fernando o Temperley. Las quintas han desaparecido del paisaje de Buenos Aires y
han desaparecido también, en gran parte, de la memoria colectiva. Sin embargo, durante
muchos años, fueron la característica del paisaje de la ciudad, especialmente en la costa
y en la zona suburbana.
Los caserones
¿Cómo era la arquitectura de aquella Buenos Aires pequeña y rodeada de quintas? El
centro poseía edificios típicamente urbanos, como los de las ciudades europeas. En el
campo, más allá de los pocos cascos de estancias, los edificios más numerosos eran
ranchos. Las quintas tenían edificios europeos y ranchos. Pero había otro tipo de edificio,
muy escaso pero significativo por su tamaño: el caserón, una suerte de mansión, con
numerosas habitaciones y poco pretensiosa arquitectura.
Un ejemplo de caserónes el que estuvo en terrenos de la actual Plaza San Martín y que
se conocía como el "Caserón del Retiro". Su historia es más complicada que la de las
quintas risueñas: una de aquellas historias que sería preferible no tener que contar. El
edificio databa de los tiempos de la Colonia, cuando era Gobernador Agustín de Robles.
Fué él quien lo había edificado. Pero el inmueble estaba a nombre de Miguel de Riglos,
hombre de negocios vinculado al monopolio comercial establecido por las políticas del
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Del Carril, Bonifacio; Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. Buenos
Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1982.
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absolutismo monárquico. A la llegada del nuevo Gobernador, en 1691, Riglos se convirtió
en uno de los empresarios y financistas cercanos al poder.
"Era momento de grandes negocios", escribe Hebe Clementi 4 , pero, como anota Bonifacio
Del Carril 5 , "las Leyes de Indias prohibían a los gobernadores la adquisición de bienes
raíces en el territorio sometido a su mando". A lo que agrega con ironía: "claro es que esto
no detuvo a don Agustín. Las Leyes de Indias no decían nada sobre los amigos de los
gobernadores". El Caserón del Retiro era enorme.
Poco después, el edificio se encontró con su destino: fue alquilado a la Real Compañía de
Guinea, como asiento para el negocio de la "trata de negros" y fue en Buenos Aires el
lugar de concentración de esclavos, hasta su demolición.
El otro famoso "caserón" suburbano de aquel Buenos Aires de la primera mitad del siglo
XIX fue "San Benito de Palermo". Residencia familiar, casco de una explotación rural
iniciada en 1838 y asiento del poder del gobernador Juan Manuel de Rosas, ocupó un
papel singular en la vida política y social de su tiempo y su memoria quedó fijada en las
telas de León Pallière y de Eduardo Sívori, en obras literarias como la novela "Amalia" de
José Mármol, la crónica de Domingo F. Sarmiento sobre la "Campaña en el Ejército
Grande" y los relatos de Lucio V. Mansilla incluidos en "Los siete platos de arroz con
leche" 6 .
Cada uno de estos caserones tiene su historia particular. Pero no traducen un modo
definido de vivir fuera del centro. El Caserón puede ser urbano, suburbano o rural, pero no
es un escape hacia la naturaleza: su arquitectura es introvertida, indiferente al medio y
favorece un modo de vida reconcentrado en sí mismo y no interactivo con el paisaje,
aunque esté rodeado de jardines. De estos grandes caserones, no queda en Buenos
Aires más que la memoria y algunas imágenes: han desaparecido hace ya más de un
siglo.
La ciudad pintoresca
Hacia 1820, la vieja Buenos Aires colonial vio surgir una nueva Buenos Aires, pintoresca y
sorprendentemente británica, de la cual tampoco nos queda casi nada más que el
recuerdo. No era un hecho inexplicable. "La moda del jardín "natural" –escribe Rafael
Alberto Arrieta 7 fue una manifestación de anglofilia en la Francia de Luis XV. El propietario
parisiense intentó transformar el fondo exiguo de su casa en parque diverso y agreste.
Después, en días de Luis XVI, el amor a la naturaleza convirtió al parisiense, que la
adoraba desde su patio, en un lector apasionado de los Études de la nature de JacquesHenri Bernardin de Saint-Pierre. Lo que cuenta Arrieta nos devuelve a nuestro país:
4
Clementi, Hebe. El Retiro, como vestigio y como memoria. En: Barela, Liliana (Editor responsable). Retiro, testigo de la
diversidad. Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 1998.
5
Del Carril, Bonifacio. Breve historia de la plaza San Martín. La trata de negros en El Retiro. En: La Nación, Buenos Aires,
17 de marzo de 1988.
6
7
Mansilla, Lucio V. Los siete platos de arroz con leche y otras charlas. Buenos Aires, Eudeba, 1972.
Arrieta, Rafael Alberto. La ciudad y los libros. Buenos Aires, Librería del Colegio, 1955.
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"Mariano Moreno, joven abogado porteño, se alejaba de la ciudad todos los días festivos y
se iba a descansar al campo. La excursión no excedía de tres o cuatro leguas. Aunque lo
acompañase algún amigo, llevaba, para "contemplar mejor las bellezas de la campaña",
los famosos estudios de Saint-Pierre, "a cuya lectura se entregaba con deleite a la sombra
de un árbol, a la vista del río o en el corredor de alguna casa humilde, en que pasaba el
día".
Producida la Revolución de Mayo, Mariano Moreno, tuvo que dejar la lectura por placer
para empeñarse en los asuntos de Estado. Sin embargo, restando horas al descanso,
continuó su labor intelectual, escribiendo un Prólogo al Contrato Social de Rousseau, libro
que consideraba de importancia para la formación de la juventud americana. Rousseau
era un pensador trascendente para el nuevo espíritu democrático, pero también era el
autor de "Emilio", de cuyas páginas novelescas surgía una nueva mirada hacia el hombre
y la naturaleza.
Tan corta fue la fecunda vida de Moreno, que no llegó a plasmar en hechos aquel
formidable pasaje del Iluminismo al Romanticismo, pero estos datos de su vida nos
demuestran la velocidad con que las ideas pasaron del artificioso jardín rococó al
sentimiento de la naturaleza, poco después.
Si el iluminista Moreno leía a Bernardin de Saint-Pierre, el también iluminista Manuel
Belgrano estudiaba las ideas fisiocráticas de Quesnay y el pensamiento de Jovellanos 8 . El
economista fisiócrata ha ido a buscar en el virgilianismo de sus ancestros genoveses la
autoridad para construir una utopía social progresista e higienista, como modo de
presentar las virtudes de la agricultura y de la vida en el campo. La ciudad será el
mercado, pero la salud y la felicidad son propias del vivir afuera de la ciudad.
Es razonable pensar que el influjo de aquellas ideas de Quesnay, Jovellanos, Bernardin
de Saint-Pierre y Rousseau sumadas a las de Goethe y de Condillac, hayan sido
fundamentales para el desarrollo de una nueva sensibilidad hacia la naturaleza, hacia el
campo y hacia la vida suburbana, tanto en Europa como posteriormente en Buenos Aires.
“Toda la naturaleza es un jardín” escribía, Horace Walpole. Pero Walpole era un
romántico y su visión del paisaje no es iluminista: es ya la de un hombre capaz de ser
sensible hacia el conjunto. Y en Buenos Aires, en 1826, un óleo romántico nos muestra la
vieja quinta de Altolaguirre, mirando hacia el río sobre la barranca cercana a la Recoleta.
La mirada es romántica pero el paisaje es anterior, De repente, en 1826, aquella
propiedad es adquirida por Thomas Whitfield y es él quien encarga a Richard Adams la
nueva casa –romántica, de estilo neo-griego- que reemplazaría a la anterior. A ésta
nueva, Carlos Enrique Pellegrini la retrata en una magnífica acuarela, en donde se la ve
rodeada por un jardín muy británico.
Adams, Pellegrini, Morel y Prilidiano Pueyrredón han perpetuado en sus cuadros la
imagen de aquella Buenos Aires pintoresca del primer romanticismo que ya perdimos
hace un siglo y medio. Prilidiano, por ejemplo, retrató la quinta de Samuel B. Hale, el
amigo de Sarmiento en cuya casa se alojaron, al llegar, las maestras norteamericanas
que partían luego por los rumbos de la patria esparciendo educación. El jardín era más
notable que la casa (hoy forma parte del predio de la Embajada Britanica).
8
Weinberg, Gregorio. Introducción. En: Belgrano, Manuel. Escritos económicos. Buenos Aires, Raigal, 1954.
5
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En los jardines pintorescos crecían las diamelas y las violetas y los chingolos y los patos
convivían con las bandadas de garzas y flamencos que no distinguían el límite entre el
campo y los parques suburbanos. En las casas, el ambiente era austero y la tertulia
entremezclaba la vida y la política con los versos y el sonido de las guitarras. El ambiente
romántico hacía románticos hasta a los menos inspirados.
La villegiatura en Buenos Aires
Fue probablemente entre 1557 y 1558 cuando Andrea Palladio construyó en Maser,
Treviso, la "Villa Barbaro", una de sus magistrales casas de campo señoriales. Poco
pueden entenderse estas casas si no se las ubica en su paisaje y en su momento, dentro
de la historia de la región veneciana. En 1453, con la caída de Constantinopla, la actividad
comercial marítima de Venecia sufrió un daño irreversible y fueron pensadores como
Alvise Cornaro y estadistas como Andreas Gritti, los que impulsaron la reconversión de la
economía volcándola a la agricultura. Ese es el origen del fenómeno de la villegiatura, al
cual Palladio inmortalizo con sus creaciones arquitectónicas. Producción, higiene, salud,
vida sobria, moderación, naturaleza, campo y arquitectura palladiana quedaron para
siempre fundidos en un sólo y vigoroso ideal.
¿Cómo llegaron estas ideas a Buenos Aires? En 1847 Domingo F. Sarmiento está en
Italia, ha recorrido la zona de Venecia y de Vicenza y los campos de la Lombardía. y
piensa en su país: "¿Porqué la pampa no ha de ser, en lugar de un yermo, un jardín como
las llanuras de la Lombardía, entre cuyo verdinegro manto de vegetación la civilización ha
salpicado a la ventura puñados de ciudades, de villas y de aldeas que lo matizan y
animan?" 9 . Es la imagen de la villegiatura traspuesta a la pampa y engalanada por el arte
renacentista y palladiano. "Hay en Italia un pueblo entero de estatuarios, pintores y
arquitectos que viven, no ya en la tradición popular, sino mezclados a la existencia actual
y cuyos nombres, fisonomías y acciones son de todos más conocidas que los principales
personajes vivientes". ¿Porqué Italia? El afecto por lo italiano era muy lógico en los
románticos, no sólo por lo romántico de las campiñas italianas sino también por motivos
más ideológicos políticos. De Italia venía el influjo de Mazzini y la Generación del '37 era
mazziniana.
Por entonces había mazzinianos en Buenos Aires, en Londres, en Boston, en París y
hasta en Alejandría, en donde funcionaba una filial de la Joven Italia. Gobernaba Egipto
Mehmet Alí, que procuraba industrializar, modernizar, europeizar e italianizar su
Virreinato, independizándose del Sultán. Y justamente desde allí venía el arquitecto
lombardo Pedro Fossati, mazziniano y garibaldino, que será en la Argentina el introductor
de la arquitectura refinadamente neo-renacentista italiana 10 . No sólo un estilo estético: un
ideal de vida y de forma de habitar.
Fossati era un claro exponente del pensamiento neo-renacentista italiano, que se
identificaba con la libertad intelectual, el progreso material y social, la democratización y la
modernización. Era el soporte lingüístico de un mensaje profundamente renovador. Era
cuestión de ideas: el cónsul Cerruti recomendaba a Fossati porque "un profesor mira
mucho más al nombre que al interés". Tiene ideas y compromiso con sus ideas.
9
Sarmiento, Domingo Faustino. Viajes por Europa, África y América 1845-1847. Buenos Aires, Colección Archivos ALLCA
XX – Unesco - Fondo de Cultura Económica- , 1993.
10
Ruiz Moreno, Isidoro J. Orígenes de la diplomacia ítalo-argentina. En: Revista Histórica. Año 1, Nº 2. Buenos Aires,
Instituto Histórico de la Organización Nacional, Enero-Marzo de 1978.
6
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En los años de la Organización Nacional, el estilo neo-renacentista fue el manifiesto
republicano y progresista hecho arquitectura. Y no sólo para la arquitectura oficial, o para
la arquitectura del centro. También fue el estilo de la sociedad civil, el de las casas de
patios de los nuevos barrios de inmigrantes, el de los almacenes, el de las escuelas
laicas. Con pocas excepciones, todo lo nuevo fue italiano: ese el Buenos Aires posterior a
la epidemia de fiebre amarilla, antes de que irrumpieran los Luises en el barrio norte,
afrancesando a la ciudad. El Buenos Aires profundo que rememora Borges en San Telmo,
que no es colonial, sino italiano. Y las nuevas casas suburbanas, las nuevas quintas, sólo
pretenden ser villas palladianas. Ahora el sentimiento no era pintoresquista, sino
democrático y productivo. Implicaba combinar la belleza con la revolución industrial y
también con la mejora sanitaria, con el avance científico.
Estas ideas flotaban en el ambiente y eran propias no sólo de intelectuales, sino también
de inmigrantes emprendedores como Agustín Comastri, que en 1875 construyó una casa
de estilo neorenacentista en su quinta de la zona de Chacarita y que era todavía un trigal.
Comastri fue agricultor, tuvo moreras y gusanos de seda, pero su orgullo eran sus
viñedos. Como era habitual en un descampado, la casa poseía un alto mirador. Aún está
en pie, convertida en escuela y desde hace años, desde el Gobierno de la Ciudad, se ha
venido intentando con empeño su recuperación, aunque los presupuestos nunca
alcanzan. Sin ser una obra singular, El Mirador es también un testimonio de aquellos años
del neo-renacimiento.
La quinta de Azcuénaga
En el verano de 1862 Mariquita Sánchez pasó, invitada, una temporada de descanso en
una quinta de San Isidro. Desde allí le escribe a su segundo esposo: "¿Te acuerdas de
Miguel Azcuénaga? Ha hecho una casa en la barranca, en el camino que viene a San
Isidro, un palacito lo más bien acabado, los jardines con fuentes de agua, cosa preciosa.
No hay ya sino jardines franceses; pero de primer orden; no te puedo decir el movimiento
de estos pueblos; es cosa admirable a pesar de esta infernal política".
¿Quién ha proyectado aquella casa?: Prilidiano Pueyrredón. La Quinta de Azcuénaga, en
Olivos no es una caja compacta y cerrada, sino una estructura perforada por pluralidad de
aberturas. Pagano 11 cuenta, al respecto, algo anecdótico pero significativo: “Explican unos
la superabundancia de vanos diciendo que Azcuénaga le mandó (a Prilidiano Pueyrredón)
construir una casa “que diera la impresión de dormir afuera”. Otros aseguran que ante el
número de puertas y ventanas - 133 sumados los cuatro frentes - exclamó Azcuénaga:
“¡Pero Prilidiano: yo creo que me has tomado por un pájaro! ¡Esto es una jaula!”. A lo que
contestó Pueyrredón: “Y, ¿quién duda de que eres un pájaro, Miguel?”. "Este rasgo afirma Pagano refiriéndose al arquitecto - nos aproxima al hombre estético y nos descubre
su carácter”. Nosotros agregaríamos que este rasgo es también revelador de sus ideas.
Prilidiano venía de París impregnado de nuevas y modernas ideas acerca del espacio
arquitectónico: las ideas desarrolladas por los neorenacentistas que, como Labrouste,
empezaban a lograr espacios más abiertos, transparentes y luminosos que los que nunca
antes se habían logrado en arquitectura. Si Labrouste hizo luminosa su Biblioteca de
Santa Genoveva, en París, utilizando delgadas columnillas de fundición de hierro,
11
Pagano, José León. En: Academia Nacional de Bellas Artes. Prilidiano Pueyrredón. Buenos Aires, Academia Nacional de
Bellas Artes, 1945.
7
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Prilidiano, en Olivos, hizo espacios luminosos “como una jaula” con la mampostería y la
madera de la pampa.
Flores, Belgrano
Entre 1860 y 1890, cuanto más lejana del centro, más italiana era la arquitectura de
Buenos Aires. Pero superada la crisis de 1890 y restablecida la marcha ascendente de la
economía nacional, la mayor parte de las viviendas opulentas se alejaron de la austeridad
renacentista y prefirieron los lujos franceses. En el centro de Buenos Aires, pero
principalmente en Flores y en Belgrano, se registraron con toda claridad esos cambios de
estilo y principalmente de modo de habitar.
En 1776 don Juan Diego Flores compró las chacras cuyo loteo dio origen a la ciudad de
San José de Flores, actual barrio de la Capital. En 1857 llegó el ferrocarril y el 11 de
noviembre de 1859, en la casa-quinta de Terrero, se firmó el Pacto de San José de
Flores, soñando con la definitiva Unión Nacional.
¿Casas-quintas en Flores? Por cierto que las hubo, y bastante numerosas y lujosas,
especialmente hacia fines del siglo XIX. Unas, típicamente italianas y simétricas, con una
logetta como entrada y un vestíbulo, como la de Alejandro Rosa o con arco central y
frontón, como la de Marcó del Pont; otras más pretensiosas, más altas, más francesas y
coronadas por mansardas y cúpulas, como el "Palacio Miraflores".
¿Y en Belgrano? En 1855, en el paraje llamado “La Calera”, dentro del Partido de San
Isidro, fue fundado el nuevo pueblo de “Belgrano” y en 1882 Ernesto Bunge terminó de
construir para sus suegros, Francisco Chas y Catalina Salas, la casa-quinta de veraneo
neo-renacentista que hoy, transformada al estilo neo-colonial por Martín Noel, es sede del
Museo Municipal de Arte Español "Enrique Larreta".
¿Y más allá, en La Lucila? En 1912 Lucila M. Anchorena de Urquiza y su esposo, el Cnel.
Alfredo Froilán de Urquiza encargaron una fastuosa mansión de "estilo francés" al
arquitecto Paul Pater. Fue esa residencia, llamada "La Lucila", la que dio origen a la
urbanización de su nombre, al demolerse la casa en 1943 y lotearse sus 13 hectáreas de
jardines.
San Fernando, Flores, Caballito, Belgrano, Vicente López, La Lucila... De esta voluntad
periférica nacieron nuevos enclaves, nuevos barrios, nuevos centros, con nuevas
periferias. ¿Porqué no ensayar una historia suburbana de Buenos Aires, a partir de la
voluntad de habitar fuera del Centro? Cuando se loteaban las viejas quintas, y se
fraccionaban Villa Devoto, Villa Malcolm, Villa Urquiza, Parque Chas... ¿No se estaba
construyendo una Buenos Aires diferente? Basta ver cómo se anunciaban los loteos,
como el de Villa del Parque, para comprobar que había mucho más que conveniencia
económica en ese alejamiento del Centro hacia el verde. Promesa hecha factible por el
ferrocarril y por el tranvía. Y perdida luego, cuando aquellos nuevos barrios se
densificaron y se volvieron tan parecidos al crecimiento indiferenciado del tejido.
Los recuerdos de Victoria Ocampo
¿Qué sueños tenían aquellos habitantes? Victoria Ocampo nació en el Centro, visitaba a
su abuela en San Telmo, vivió con sus padres en la calle Viamonte, en San Isidro, en Mar
del Plata y en París. En cuanto pudo, se hizo una casa en Palermo Chico. Sin embargo,
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cuando tuvo que optar, abandonó la casa elogiada por Le Corbusier y volvió a la casa de
San Isidro, diseñada por su padre. El estilo arquitectónico francés no correspondía a sus
convicciones estéticas, pero la casa era hospitalaria y estaba poblada de recuerdos
queridos. ¿Porqué Victoria hizo de ella su paraíso? Se equivocan quienes la juzgan a ella
-tan irreverentemente moderna- como una conservadora encubierta. Ella misma lo
explica: lo sintió como una deserción sólo justificada por la nostalgia 12 . En carta a
Gabriela Mistral, le escribía en 1954: "Vivo sola en este caserón vacío, por cariño al lugar.
Preferiría una casa con dos cuartos". Desde San Isidro, todos los días "tomo el auto y me
voy manejando yo misma a Buenos Aires"; y a las diez de la noche "me vuelvo sola,
manejando, a San Isidro" 13 .
11 Adrogué, Morón, Haedo
En 1969 la Editorial Sur publicó un distendido diálogo entre Victoria Ocampo y Jorge Luis
Borges 14 . Pregunta la escritora: "Supongo que Adrogué era para usted lo que San Isidro
para mí, ¿no es así? Descríbame un poco ese lugar donde han veraneado tantos años", y
Borges le responde: "Al pensar en Adrogué, no pienso en el Adrogué actual deteriorado
por el progreso, por la radiotelefonía y las motocicletas, sino en aquel perdido y tranquilo
laberinto de quintas, de plazas, de calles que convergían y divergían, de jarrones de
mampostería y de quintas con verjas de fierro. En cualquier lugar del mundo en que me
encuentre, basta el olor de los eucaliptos para que yo vuelva a ese Adrogué perdido que
ahora sólo existe en mi memoria y, sin duda, en tantas memorias". De aquella quinta de
los veraneos en Adrogué, se conservan algunas fotos y una pintura ingenua de Norah
Borges.
En 1974, dentro de un tierno libro de memorias 15 el médico psiquiatra e historiador de la
medicina Osvaldo Loudet incluyó un emotivo capítulo dedicado a "Morón, un paraíso
perdido": "No puedo olvidar en esta historia un pueblo donde viví la parte más florida de
mi adolescencia". "Era Morón en aquel entonces, hace más de cincuenta años, un villorio
encantador con casonas de tipo colonial, y numerosas quintas, sembradas de jardines, de
árboles frutales, y otros muy altos que las protegían del sol y de los vientos. Eucaliptos,
plátanos, nogales, sauces y paraísos, decoraban y limitaban las calles amplias del interior
de los jardines. Al penetrar la pequeña aldea los ojos se embriagaban de los verdes y del
perfume de madreselvas y jazmines. Ingresar en aquella aldea, después de haber
trajinado el día entero en la ciudad tentacular de Buenos Aires, era penetrar en un oasis
pletórico de oxígeno y de aire perfumado. Los que iban y venían de la ciudad a la aldea,
obligados por sus trabajos y sus estudios se habían apercibido que el sol, la luna y el cielo
de Morón eran distintos. El sol tenía más fuerza, la luna más dulzura, el cielo era más
transparente y más azul".
Es probable que no hayan existido muchos científicos tan capaces de evocar
románticamente sus recuerdos como Loudet, y en sus páginas se descubren los mil
12
Ocampo, Victoria. A propósito de la Bauhaus. En: Ocampo, Victoria. Testimonios. Novena serie. 1971/1974. Buenos
Aires, Sur, 1975.
13
Mistral, Gabriela; Ocampo, Victoria. Esta América nuestra. Correspondencia 1926-1956. Buenos Aires, El cuenco de
plata, 2007.
14
Ocampo, Victoria. Diálogo con Borges. Buenos Aires, Sur, 1969.
15
Loudet, Osvaldo. Recuerdos de infancia y juventud. Historia de mi casa. Buenos Aires, 1974.
9
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
porqués de huir del centro hacia el paraíso suburbano: "Yo llegaba a Morón de regreso de
Buenos Aires, en el tren de las seis y cincuenta... los pasajeros de aquel tren eran en su
mayoría estudiantes y empleados. Era un tren lleno de esperanzas y de ilusiones y los
sueños corrían más que el tren... desde una ventana de la izquierda, veía a lo lejos los
eucaliptos de mi casa, los más altos de ese lugar... cuando llegaba a la "estación",
después de un viaje de más de media hora, me sentía más liviano y con ansias de
correr... la casa era del tipo común en aquel entonces, con un zaguán central cerrado por
una puerta de dos hojas de madera al cual daban otras dos puertas laterales que
permitían entrar a una serie de habitaciones a un lado y otro del eje de la casa... ¡cuántas
veces he conversado al borde del aljibe con mí mismo escuchando el eco de mi voz!...
Frente a una de las últimas piezas y mirando al aljibe, mi madre había levantado una
glorieta. Era de madreselvas. Se transformó con el tiempo en una habitación vegetal,
preciosa y fuerte, pues las ramas de la enredadera, juntas con otras de jazmines, habían
tejido una verde cortina... es en las casas pequeñas y sencillas donde se esconden los
grandes corazones. En los lujosos palacios se mueren de frío". ¡Palabra de médico!.
No pocas de las más famosas ciudades históricas de Europa fueron, en su tiempo
"ciudades libres", es decir, con unos derechos especiales. Pero si tuviéramos que
proponer un declaración de derechos urbanos quizás debiéramos incluir el de poseer por
lo menos un poeta. Así, aquellas viejas ciudades no serían iguales si no hubieran sido
cantadas a lo largo de los siglos. Y quizás por eso mismo nuestro Carlos Barocela se
dedicó con tanto sentimiento a hablar de las cosas sencillas del Haedo de su infancia,
alrededor de 1950 16 :
Cuando era un chiquilín mi pueblo era un lugar
de casas con jardín y cercos de verdad.
Había mucha luz brillando alrededor
y era un milagro azul el paraíso en flor.
Y había un bulevar con árbol y farol
y calles para andar a pleno sol.
Y en la fresca soledad de los andenes
mucho tiempo para ver pasar los trenes.
(...)
Y al final, una profesión de fe:
Yo nací en este lugar y aquí me quedo,
porque todos mis recuerdos son de Haedo.
Aunque el mundo sea tan ancho y tan diverso
cuatro calles pueden ser el Universo.
Cuatro calles con sus árboles cordiales
que a los pliegues de mi alma son iguales.
Cuatro calles y en las calles una esquina
que ilumina la amistad de algún farol.
Por eso a media voz estoy cantando aquí
para que mi canción también se quede aquí.
16
Barocela, Carlos. Canción para Haedo. Incluida en su CD "Recuérdame". Buenos Aires, EPSA, 1996.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Más allá de los hechos físicos, una ciudad es un imaginario compartido. Es difícil
describirlo con precisión, evaluarlo, mensurarlo. Pero evidente en las expresiones más
sensibles y más capaces de relatarlo. Y con frecuencia no es el centro, sino el afuera del
centro el que mejor inspira los sentimientos.
La ciudad de las Juanas
Le Corbusier llamó a Buenos Aires "La ciudad sin esperanza". Sin embargo, Buenos Aires
tuvo un futuro mejor que el esperado. Sin embargo, no toda la ciudad tuvo igual suerte y
sus problemas habitacionales no vienen de hoy, sino de lejos. No sólo por la aparición, en
1934, de "Villa Desocupación" y las posteriores e inversas "Villas Miseria", según el
nombre que les inventó Bernardo Verbitsky en 1957 17 , que, en realidad, también habría
que considerarlas como formas nunca voluntarias de "habitar fuera del centro".
También la necesidad fue mala consejera en otro aspecto: el de la resignación. Como la
de "La Juana", protagonista de la irónica pero realista canción de María Elena Walsh 18 ,
cuya protagonista genérica es la joven que viene "de tierra adentro" y que, en "Buenos
Aires un calabozo la espera y pregunta dónde está el cielo de la ciudad". Es tan
"pretensiosa" esta Juana que, "cuando tiene techo y pan / también quiere la ventana" !.
¡Pobre Juana! ¡Tantas Juanas, que viniendo del campo buscaron un horizonte entre
cuatro paredes de la ciudad. No eligieron vivir en el centro sino que no encontraron mejor
solución. Porque aquello de elegir dónde se vive no es para todos, sino para los que
pueden elegir. Y mientras unos se iban, otros venían, y la "decadencia del centro", que es
un fenómeno típico de varias décadas del siglo veinte, es un capítulo dentro de la historia
de la ciudad.
Del Tortugas al Boating
Mejor suerte que nuestra Juana tuvieron los que pudieron poblar Bella Vista, el suburbio
de San Miguel diseñado por Sourdeaux. O quienes pudieron construirse en 1930 casas
en el "Tortugas Country Club", el primer barrio suburbano aristocrático inspirado en las
nuevas urbanizaciones norteamericanas, con sus casas de "estilo californiano". Incluso
quienes poblaron el Barrio de Suboficiales Sargento Cabral (1937) "Ciudad Evita" y los
varios barrios obreros "californianos" de los años cuarenta y cincuenta.
Mientras que los pobres rara vez pueden elegir; en cambio, los inversores sueñan con
comprar la felicidad ya hecha. Y para ellos, nada mejor que un club de campo: " A los
sesenta minutos de haber abandonado su trabajo, los socios del Tortugas Country Club
podrán pasar el portón de entrada al parque en que estará enclavada su residencia,
parque de más de cien hectáreas de expansión, en cuyo interior les espera un restaurant
de primer orden ubicado en el edificio social, especie de monasterio de estilo colonial
californiano, de grandes dimensiones, con todas las comodidades pero sin lujos
17
Verbitsky, Bernardo. Villamiseria en Buenos Aires. En: Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, Nº 89.
París, octubre de 1964.
18
Walsh, María Elena. Juguemos en el mundo. Buenos Aires, Sudamericana, 1970.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
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superfluos, tal como es hoy la tendencia en las mejores instituciones similares del
mundo" 19 . ¿Ha cambiado algo desde 1930 en el marketing inmobiliario?
"Clubes de campo, el suburbio feliz", titulaban Alberto G. Bellucci y Julián Gil, en 1981, un
artículo que publicaban en la revista "Nuestra Arquitectura" 20 : "Todas las maneras de ser
feliz juntas. Con este promisorio slogan cuyas infinitas variantes pueden recorrerse en los
folletos de promoción de la mayoría de los clubes de campo de los últimos años, los
ajetreados habitantes de la gran ciudad conquistan de la noche a la mañana el derecho a
una vida bucólica y serena, "descontraída" como les gusta decir gráficamente a los
cariocas".
Ya por entonces (1981), "el suburbio feliz" de Pilar tenía 32 clubes de campo, con una
capacidad habitacional potencial de 64.000 pobladores nuevos en un municipio que
registraba 83.000. Una de serie de nombres nuevos se estaban incorporando a los
mapas: El Jagüel, Carmel, Mayling, Los Lagartos, Highland Park, Aranjuez, Parque de las
Naciones, Azul... Obras de estudios como los de Kocourek, Beccar Varela y Robirosa,
Bielus-Goldemberg-Waistein Krasuk, Azulay-Benedit-Robredo, Juan Manuel ValcarcelRoberto Fernández y tantos colegas más. Indudablemente el más sorprendente fue, en su
momento, el "Boating Club", fantasía de barrio y marina. Desde los más austeros y
homogéneos hasta los más exóticos retoños de los Kew Gardens, los "countries" fueron y
son un modo también de habitar fuera del centro, primero en el fin de semana y más tarde
en forma permanente.
Del "Country-Club" al "Barrio Cerrado" Vertical.
En marzo de 2005, el diario La Nación publicaba una nota de Marina Gambier titulada
"Los nuevos barrios verticales porteños, edificios de lujo con todos los servicios" 21 .
¿Todos los servicios, nos preguntamos?
De acuerdo con la nota ["Tendencia urbana: sorprenden en Palermo 20 nuevos complejos
habitacionales"] "Tienen jacuzzi, microcine, jaulas de golf, gimnasio, expendedoras de
bebidas y hasta un lavaautos. En su mayoría, los propietarios viven solos. Son los nuevos
cultores del estilo bon vivant. El m2 cuesta por encima de los US$ 1000 y se pagan unos
500 pesos de expensas". El modo de vida está descripto así: "Llegar del trabajo y jugar al
tenis con el vecino del quinto, luego relajarse en la ducha escocesa o en la cabina del
sauna. Ir por un margarita al lounge del último piso, ver qué película pasan en el microcine
o chatear un rato en el ciber mientras el restaurante envía la cena". Es una novedad: "Se
trata de una nueva generación de edificios de departamentos que está revolucionando el
concepto del clásico consorcio de propietarios donde nacieron nuestros padres y
abuelos". Ahora, " El futuro son los "barrios verticales", construcciones que están
multiplicándose como champignones salvajes por la ciudad y que son la muestra de
cuánto ha cambiado el estilo de vida en los últimos diez años".
19
Tortugas Country Club. El primer country argentino. Extraído de Nuestra Arquitectura de diciembre de 1930. . En: Nuestra
Arquitectura, Año 51, Nº 516. Buenos Aires, Contempora, 10 / 1981.
20
Bellucci, Alberto G.; Gil, Julián. Clubes de campo, el suburbio feliz. En: Nuestra Arquitectura, Año 51, Nº 516. Buenos
Aires, Contempora, 10 / 1981.
21
Gambier, Marina. Los nuevos barrios verticales porteños, edificios de lujo con todos los servicios. Buenos Aires, La
Nación, Lunes 21 de marzo de 2005.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
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¿Y sus habitantes? "¿Quiénes habitan esas fortalezas contemporáneas, donde no hace
falta salir a la calle porque todo está a mano y el metro cuadrado vale arriba de 1000
dólares y las expensas no menos de 500 pesos? Los principales consumidores de estos
edificios top son los "BoBos", o bohemios bourgeois (burgueses en francés), gente cool
que tiene a cargo una mascota, aspirantes a bon vivant que no necesitan un plan de
financiación para acceder a un techo a su medida"., a pesar de que tanto el precio de
compra como las expensas están a tono con estos valores agregados (amenities)
Agrega Marina Gambier: "No está probado que la vida resulte más fácil adentro de estas
burbujas de lujo, aunque seguro es más amable si se piensa desde el sauna o la
peluquería. Más cosmopolitas que individualistas, los propietarios aseguran que no es
pecado aislarse de todo si eso significa conectarse con los intereses y con el mundo
interior".
Además del Country horizontal y vertical, hay que anotar los "barrios cerrados". En 1996
el tema era noticia periodística. "Cada vez más la gente huye de las grandes ciudades en
busca de calidad de vida. Los inversores inmobiliarios han capitalizado esta demanda
creando los barrios cerrados", escribe Ricardo Braginski 22 . Quienes los proponen ya no
son urbanistas, sino que los proveedores de "amenities" se llaman "Brokers de Real
Estate". Y los compradores tienen entre 25 y 35 años de edad.
En mayo de 1998, el diario La Nación 23 informaba acerca del proyecto de una nueva
Ciudad satélite en el municipio bonaerense de Tigre. La firma Consultatio en sociedad con
un grupo de inversores suizos, haría allí viviendas en un vasto predio de 1500 hectáreas,
una "megaurbanización". El emprendimiento estaría formado por "un conjunto de barrios
cerrados", con una capacidad potencial para albergar a 140.000 personas, es decir tantas
como las de municipios muy poblados como Vicente López o San Isidro, formados a lo
largo de décadas. El predio, propiedad desde 1970 de una firma llamada "Nordelta",
acababa de ser adquirido en un 50 %, la semana anterior, por la empresa del financista
Eduardo Constantini. El proyecto incluía, de entrada, clubes, supermercados, bancos,
paseos de compras y dos campus para universidades privadas. Y como era de esperarse,
nada se decía de reserva alguna de terrenos para escuelas públicas, como era obligatorio
en tiempos más sarmientinos (eso jamás, podrían concurrir chicos de afuera de Nordelta,
por lo tanto" no exclusivos").
Fortalezas y exclusiones. Diseños exclusivos... ¿o excluyentes?. Gran parte de la
propaganda actual de "productos de alta gama" adula al posible comprador sobre el
supuesto de que "pertenecer" es un "privilegio", lo que implica resignificar al "privilegio" –
tan detestado por los próceres republicanos e igualitarios de nuestra Asamblea de 1813- y
convertirlo en una supuesta virtud. De este modo se diseña y comunica una "identidad" no
por obra de la propia virtud sino por medio de la exclusión de los otros, no admitidos en el
club de los exclusivos.
22
Braginski, Ricardo. El avance de los barrios encerrados. En: Clarín, Buenos Aires, 15 de julio de 1996.
23
Aznares, Juan. Ciudad satélite en Tigre. La firma Consultatio hará viviendas en 1500 hectáreas. En: La Nación, Buenos
Aires, miércoles 27 de mayo de 1998.
13
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Así, el viejo ideal democratizador que llevó al género humano desde la tribu hacia la polis,
y desde allí hacia la ciudadanía libre, queda cancelado por el ideal opuesto, que
fragmenta a la sociedad en múltiples ghetos desvinculados entre sí y amurallados. Esta
ya no es una sociedad "urbana": ni siquiera es una "sociedad" propiamente dicha, porque
el espíritu de asociación –tan claramente explicado por nuestro Esteban Echeverría 24 – ha
desaparecido. Y al no haber ciudad, ya no hay centro ni periferia.
La esencia de la urbanidad
¿Y los niños?, se preguntaría Francesco Tonucci 25 . En una sociedad y en una ciudad
fragmentadas, no hay mucho lugar para ellos. "Cuando veo la zona de los juegos de niños
en las plazas, rodeados por una reja, pienso que es como un canil, y me parece
absurdo" 26 . Tonucci no es arquitecto, sino pedagogo, y se ha propuesto "un modo nuevo
de pensar la ciudad": desde la mirada de los niños. Así, desde la infancia, aspira a
regenerar la esencia de la urbanidad. "En las últimas décadas, y de modo espectacular en
los últimos cincuenta años, la ciudad, nacida como un lugar de encuentro y de
intercambio, ha descubierto el valor comercial del espacio y ha trastocado todos los
conceptos de equilibrio, de bienestar y de convivencia, para seguir sólo programas que
tiene por objetivo la ganancia, el interés económico. Se ha vendido. Hasta hace pocas
decenas de años, los pobres y los ricos vivían unos cerca de los otros, compartiendo el
mismo espacio; sus casas, obviamente, eran distintas, unas pobres y otras de ricos, pero
estaban en los mismos barrios". ¿Utopía histórica fruto de la nostalgia? Tal vez Tonucci
sea un romántico, pero es bastante perspicaz: no es cierto que pobres y ricos se hayan
separado irremediablemente: ¿acaso no comparten sin prejuicios el ciberespacio? ¿acaso
no "chatean" entre desconocidos, sin ver la marca de sus vestimentas? ¿porqué se ha
hecho de la fractura urbana una propaganda? ¿tan sólo por el valor de la tierra? ¿tanto
vale la separación? ¿quién paga así por una ciudad mutilada en vez de pagar por una
ciudad integrada?
Este proceso que denuncia Tonucci nunca escapó a la preocupación de quienes
monitorearon atentamente la evolución urbana. Ya en 1951, el VIII Congreso Internacional
de Arquitectura Moderna, reunido en Hoddesdon, Inglaterra, estuvo dedicado a analizar el
tema de "El corazón de la ciudad", cuando apenas empezaba a plantearse como
problema la degradación de los centros. No por nada uno de los primeros temas de
profunda reflexión del movimiento en favor de la Preservación del Patrimonio fue el de las
ciudades y áreas urbanas históricas. En 1964, el II Congreso Internacional de Arquitectos
y de Técnicos de Monumentos Históricos, en su "Carta de Venecia", consideró que "la
noción de monumento histórico comprende la creación arquitectónica aislada así como el
conjunto urbano o rural que da testimonio de una civilización particular, de una evolución
significativa, o de un acontecimiento histórico". Y en 1987, la Asamblea General del
ICOMOS reunida en Washington D.C, emitió la "Carta Internacional para la Conservación
de Ciudades Históricas y Áreas Urbanas Históricas".
24
Echeverría, Esteban. Echeverría, Esteban. Dogma Socialista de la Asociación de Mayo. Precedido de Una ojeada
retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el Año 37. Buenos Aires, Perrot, 1958.
25
Tonucci, Francesco. La ciudad de los niños. Un modo nuevo de pensar la ciudad. Buenos Aires, Losada - Unicef
Argentina, 1996.
26
Grossman, Luis J. Urbanismo: Francesco Tonucci. Una ciudad de chicos felices. En: La Nación, 28 de febrero de 2007.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Repoblar el centro, recuperando su calidad habitacional, pasó a ser una política pública
necesaria para que el equilibrio social no quedara roto. No muchos lo entendieron.
Cibernautas y ciudadanos
Desde entonces, el mundo, y especialmente el mundo urbano, no ha dejado de cambiar.
En los años sesenta, Marshall Mc Luhan empezó a advertir el profundo cambio social que
empezaba a producirse por obra del uso cada vez mayor de medios de comunicación
electrónicos: la televisión, la "caja boba", se estaba instalando en la mesa familiar,
desplazando la antigua conversación familiar. Su discípulo, Derrick de Kerkhove,
encuentra que hoy, Internet, está ayudando a la democratización del saber. Pero en
ambos casos, lo que se está perdiendo es la relación física con el lugar, con el ambiente
real, con el clima, el paisaje, el campo, la ciudad, el centro o la periferia. En una red de
nodos sin coordenadas fijas, todos nos comunicamos con todos... y tal vez con nadie, o
con casi nadie.
Estamos en un nuevo mundo de interrelaciones múltiples. En 1988, el escritor James
Gleick publicó 'Caos', libro en el que describe el asombroso 'efecto mariposa'. Esta
cuestión, formulada en los años 60 por el meteorólogo y matemático Edward Lorenz, del
Massachusetts Institute of Technology, forma parte de la llamada Teoría del Caos y trata
de responder una pregunta: '¿Puede el aleteo de una mariposa en Pekín provocar
cambios climáticos un mes después en Nueva York?'. Interactuamos y ahora sabemos
que nuestra "localidad" coexiste con nuestra "globalidad".
Pero la misma suerte no les toca a todos. De acuerdo con una nota publicada por el diario
La Nación en octubre de 2007 y firmada por Josefina Giglio 27 , "la banda ancha se
desarrolla en forma despareja en el país". Hay en la Argentina, 2.058.109 conexiones a
Internet lo que equivale a 5 accesos cada 100 habitantes. Sin embargo, el 77% de los
accesos se concentra en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Por otra parte, en su
artículo "Teletrabajo. Empleados a distancia", publicado en La Nación, en septiembre de
2007 28 , Daniela San Giovanni informa que "en la Argentina hay 980.000 oficinas
hogareñas". Hay más de 1 millón de personas trabajando en sus casas, on line. ¿Dónde
estarán? ¿En el centro o fuera del centro?
¿Y los niños de Tonucci? ¿Y los adolescentes? Roxana Morduchowicz 29 ha procurado
descubrir a los adolescentes del 2006, la "generación multimedia" de nuestro país: "aún
cuando sólo el 15 % de los adolescentes tienen conexión a Internet en su casa, el 90 %
del total de la población joven utiliza Internet, la gran mayoría en locutorios"(...). "La
llamada "privatización" de los medios (el consumo personalizado e individual que de ellos
hacen los chicos) es una tendencia general, más allá del contexto social al que
pertenecen".
27
Giglio, Josefina. La banda ancha se desarrolla en forma despareja en el país. En: La Nación, Buenos Aires, viernes 19 de
octubre de 2007.
28
San Giovanni, Daniela. Teletrabajo. Empleados a distancia. En: La Nación, Buenos Aires, domingo 16 de septiembre de
2007.
29
Morduchowicz, Roxana. La generación multimedia. Significados, consumos y prácticas culturales de los jóvenes. Buenos
Aires, Paidós, 2008.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
En 1999, no exento de ironía, William J. Mitchell, Profesor de "Architecture and Media Arts
and Sciences" en el M.I.T., publicó su libro "e-topia" 30 , al cual subtituló con una frase de
película de ciencia ficción: "Urban Life, Jim--But Not As We Know It". Mitchell describe una
red que es mucho más que un sistema de correo electrónico, páginas web y televisión
digital. "Es una nueva y completa infraestructura urbana que va a cambiar
dramáticamente nuestras ciudades, como lo hicieron en el pasado los ferrocarriles, las
autopistas, el suministro eléctrico y la red telefónica".
Pero la ciudad no ha muerto. En el año 2001 François Ascher publicó un interesante libro
titulado "Les nouveaux principes de l'urbanisme", cuya traducción española lleva prólogo
de Jordi Borja 31 . Profesor del Instituto Francés de Urbanismo (Universidad de Paris-VIII),
se debe a Ascher el concepto de "Metápolis", con el cual nombra "aquellos fenómenos
urbanos que, sobrepasando la escala metropolitana, se desligan de cualquier soporte
territorial para basarse en redes de interconexión compuestas por transportes visibles y
medios de comunicación invisibles". Así, "bajo la denominación de metápolis, adquieren
atributos urbanos todos aquellos espacios que, perteneciendo a la ciudad o no, cumplen
la condición de tributar sus recursos, fuerzas de trabajo y hábitat a la metrópolis
garantizando su funcionamiento cotidiano".
La ciudad se ha convertido en un problema complejo, con nuevos desafíos. La revolución
industrial fue también una gran densificación urbana, y muchos de los que pudieron,
eligieron habitar fuera del centro y de las aglomeraciones, buscando con espíritu virgiliano
o romántico, el verde y el horizonte despejado. A mediados del siglo XX, el deterioro del
centro expulsó a gran parte de su población, para repoblarse con quienes carecían de
medios para optar por el verde. Las ideas de Mumford, enemigo del maquinismo
automotriz, todavía resuenan pese a los avances de la informatización del transito
vehicular en las ciudades. La utopía del suburbio feliz terminó siendo en gran medida la
revancha elitista en contra de la democratización e integración sociales. Ahora, el
teletrabajo y la instalación en el ciberespacio parecieran romper los lazos de urbanidad.
Pero el vivir, el habitar, no es un hecho virtual, sino físico. En algún lugar viviremos y de la
calidad de ese lugar seguirán dependiendo múltiples factores de nuestro bienestar. No
podemos vivir humanamente en "Second Life" 32 . Mientras nos desprendemos de nuestra
localidad a través de los medios electrónicos, seguimos viviendo físicamente en un sitio.
¿Existen nuevas ideas? Tenemos nuevos problemas. Por ejemplo, el de la privacidad.
Escribe Eric Schmidt, el CEO de Google 33 : "Habitamos una pecera digital, y resulta
imperioso acordar reglas comunes para preservar la vida privada". ¿Seguirá siendo un
valor vigente, un deseo, la privacidad?
Muchas de las nuevas ideas no son tan nuevas. Y no por ello han perdido actualidad. En
1882 escribía Sarmiento: "Debemos llamar la atención del Gobierno Nacional y de la
30
Mitchell, William J. e-topia. "Vida urbana, Jim, pero no la que nosotros conocemos". Barcelona, Gili, 2001.
31
Ascher, François. Los nuevos principios del urbanismo. El fin de las ciudades no está a la orden del día. Madrid, Alianza,
2004.
32
Boss, Hira. Más realidad que fantasía. Second Life. En: La Nación, Buenos Aires, 16 de septiembre de 2007. / Lunardelli,
Laura. Ser o no ser. Una dimensión cada vez más desconocida. La facultad, las marcas de siempre, U2. Lo mismo en
Second Life. En: La Nación, Buenos Aires, 3 de octubre de 2007.
33
Schmidt, Eric. La privacidad en la era digital. En: La Nación, Buenos Aires, 2 de octubre de 2007.
16
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Municipalidad sobre la urgencia de promover la descentralización de la población y del
movimiento comercial y administrativo de la ciudad" 34 . La consecuencia de la
concentración "es la carestía creciente de los alquileres, la estrechez y lo insalubre de las
habitaciones". ¡Hace más de 125 años!
Bibliografía
*Aguilera Rojas, Javier. La cuadrícula: un modelo urbano para las ciudades americanas. En:
Ciudad y territorio, revista de Ciencia Urbana, Nº 54, 4/82. Madrid, Instituto de Estudios sobre
Administración Local, 1982.
*Aliata, Fernando; Silvestri, Graciela. El paisaje en el arte y las ciencias humanas. Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1994.
*Casella de Calderón, Elisa. Revista Buenos Aires nos cuenta, Nº 17. Buenos Aires, Octubre de
1989.
*Difrieri, Horacio. Buenos Aires, geohistoria de una metrópoli. Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires, 1981.
*Gorelik, Adrián. La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887 1936. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
*Gutman, Margarita y Jorge Enrique Hardoy. Buenos Aires. Historia urbana del Área Metropolitana.
Madrid, Mapfre, 1992.
*Hanon, Maxine. Buenos Ayres desde las Quintas de Retiro a Recoleta (1580-1890). Buenos Aires,
Editorial K, 2006.
*Ingenieros, José. La evolución de las ideas argentinas. Buenos Aires, Elmer, 1957.
*Luna, Félix. Buenos Aires y el país. Buenos Aires, Sudamericana, 1982.
*Molinari, Ricardo Luis. Buenos Aires 4 siglos. Buenos Aires, Tipográfica Editora Argentina, 1980.
*Ocampo, Victoria. Testimonios. Tercera serie. Buenos Aires, Sudamericana, 1946.
*Scobie, James R. Buenos Aires, del centro a los barrios 1870-1910. Buenos Aires, Solar /
Hachette, 1977.
*Wundram, Manfred; Pape, Thomas. Andrea Palladio 1508-1580 Arquitecto entre el Renacimiento
y el Barroco. Köln, Taschen, 1999.
34
Sarmiento, Domingo F. Descentralización urbana. En: Progresos Generales. Vistas Económicas. Buenos Aires, Luz del
día, 1954. Obras completas de Sarmiento, tomo XLI.
17
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 1: Quinta Los Ombúes en San Isidro, que perteneciera a Mariquita Sánchez de Thompson hasta 1828.
Figura 2: Quinta de Thomas Whitfield en la actual Avenida Alvear, barrio de la Recoleta. Probablemente
Richard Adams, arq. (1826). Acuarela de Carlos Enrique Pellegrini.
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Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 3: Casa-quinta de Miguel J. de Azcuénaga en Olivos. Prilidiano Pueyrredón, arq. (1849-1853) Foto del
plano original.
Figura 4: Mansión de la familia Miró Dorrego, en la actual Plaza Lavalle. Nicolás y José Canale, arqs.
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Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 5: Mansión de veraneo "Villa Ocampo" en Punta Chica. Manuel S. Ocampo, ing. (1891).
Figura 6: Casa de veraneo de la familia Santamarina en las barrancas de Punta Chica. Jacques Dunant y
Charles Paquin, arqs. (1892). Dibujo publicado por Federico Ortiz.
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Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 7: Loteo en Villa Devoto (1906). Anuncio en la revista PBT. Publicado por Margarita Gutman.
Figura 8: Casa-quinta donde veraneaba la familia de Jorge Luis Borges en Adrogué.
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Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 9: Casa-quinta donde veraneaba la familia de Jorge Luis Borges en Adrogué. Pintura de Norah Borges.
Figura 10: Mansión "La Lucila", residencia de Alfredo Urquiza y Lucila Anchorena de Urquiza. Paul Pater, arq.
(1912).
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Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 11: Quinta Sans Souci en Olivos. Ferruccio Togneri, constructor.
Figura 12: Chalet en calles Forest y Virrey del Pino, c. 1925.
23
Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 13: Chalet en Forest y Virrey del Pino. Sánchez, Lagos, De la Torre, arqs.
Figura 14: Chalet en la calle Rawson, Olivos.
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 15: Tortugas Country Club. Edificio social. (1930).
Figura 16: Boating Club, San Isidro (1969).
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 17: Aranjuez Country Club en Ingeniero Maschwitz. Perspectiva de una calle interna. Juan Manuel
Valcarcel y Roberto Fernández, arqs. (1976)
Figura 17: Aranjuez Country Club en Ingeniero Maschwitz. Perspectiva de una calle interna. Juan Manuel
Valcarcel y Roberto Fernández, arqs. (1976).
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 18: Libro de Francesco Tonucci, "La ciudad de los niños", escrito en 1996.
Figura 19: Urbanización Nordelta, en Tigre (1998).
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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas
Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray
Figura 20: Libro de William J. Mitchell, "e-topia", escrito en 1999.
Figura 21: Calle Salta, en Olivos (ca. 2000).
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