Parte 1 - Comunidad Cristiana Eben-Ezer
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Parte 1 - Comunidad Cristiana Eben-Ezer
-1 - DEPOSITO LEGAL: AL10662009 –Autor: Juan José Santos Rivas. Es el testimonio de una familia española, que relata de manera sencilla, y amena, su vida en una España marcada por la dictadura, la intransigencia y la intolerancia política. Fiel protagonista de la “Transición” hacia las libertades y la democracia, la familia Santos, se convirtió a Cristo, en una epoca difícil para el país, bajo una gran represión policial. Ellos fueron pioneros del evangelismo, en distintas partes de España. Testigos del Poder de Dios, sembraron la Buena Semilla en muchos lugares. El relato es un viaje al corazon de España, a su historia mas reciente. “Aquellos años, el triunfo de la Fe”, es un humilde homenaje para decenas de españoles fieles y sencillos que durante lo mas duro del franquismo, aportaron su simiente en la extensión del Evangelio de Cristo. Personas, en muchos casos, hoy olvidadas y borradas de la memoria, pero que fueron fundamentales para el avance de la Palabra. “Aquellos Años”, está escrito para todos, católicos y evangélicos. No hay animadversiones contra ninguna iglesia o denominación, por que solo cuenta lo que ellos vivieron en primera persona. Es una obra escrita con un solo interés: que el lector se acerque a Cristo. Se presenta la acción de un Dios vivo, actual, emocionante, que perdona, salva y libera. NO ES UN LIBRO RELIGIOSO, es el relato de una vivencia real, clara, determinante de unos hechos muy específicos vividos por unas personas sinceras, que supieron huir de la religion, como costumbre de vida y acercarse a un Dios dinámico. 1 -2 - Primera parte, mi infancia PRIMERA PARTE, MI INFANCIA DIOS EN 1951....................................8 MI PRIMERA INFANCIA…………………………….18 MI PRIMERA ESCUELA..........................25 El lechero………………………………………………27 Los gitanos....………………………..……………29 MADRID Y MIS AMIGOS.........................31 EL ESPÍRITU DEL MEDICO........................34 CARA AL S OL.......................................36 TIEMPOS DE GUERRA............................39 UNA ACEITUNA CON ESCOPETA.................44 EL APROBADO LE COSTÓ UN JARRÓN............47 LA IGLESIA.........................................50 MAL OLOR EN LA ESCALERA.......................62 ¡FUEGO !........................................... 68 LA GRABADORA................................... .73 ¿Qué había detrás de la cortina?......... 79 Miedo en el pasillo………………..………………83 El sueño de la escalera...................... 89 Lágrimas por un error................... 91 El Templo de Hércules................... 97 La calavera de Wamba y mis viajes al pasado……………..……… 104 Los Reyes Magos ……………….… 112 La moneda caliente........................ 117 2 -3 Cosas de niños............................. 119 Disparos en la calle y la lucha por la justicia………….………………………………124 BASUREROS.....................................131 PIEDRAS R EDONDAS EN A LMERÍA…….…… 133 El gato “superman”…… ……..…………… 143 Los Kennedy,Luther King………………. 146 El Hospital Militar de la Marina…………158 COLEGIO SAN A NTONIO.......................161 La muerte puede llamarse “electrocución”.............................163 De Puerto Rico a España……….…………169 El despacho…………………..………………… 176 EN LUCHA CONTRA LA MAFIA …………….…...192 SEGUNDA PARTE: LA FUERZA DE LA FE EL CAMBIO..................................... 235 CON LA CRUZ A CUESTAS.....................252 El libro de Ranagan...................... 265 LA PRIMERA ENFERMEDAD Y LA MONTAÑA SE MOVIÓ.................... 271 El albergue de los pobres en Madrid. 297 3 -4 EL DIABLO EN LA VENTANA…....................305 EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU S ANTO............307 Firmes y adelante huestes de la fe……..326 El rio y el pez paloma…......................336 Mis primeros himnos……………………………337 Eugenio Jiménez.............................. 338 AVENTURA EN LA SIERRA DE GREDOS………. .353 LA TABLA OUIJA .................................. 361 Mi tía Amparo y el espiritismo…………. .373 Encontró trabajo…………………………..…… 382 La chabola de Ángel.........................387 Mi primera predicación……………………… 404 José y su liberación…………………………… 408 Ángel, adolescente problemático…….. 416 El triste final de Gonzalo………….………..430 El aviso de Dios…..….………………………….435 Los jubilados de la Unión y el Fénix Español...........................................439 EL milagro de la matrícula universitaria………………………………………….449 La palabra profética...........................455 EL NÚMERO 12 DE LA CALLE GALILEO…………460 BATARSEH Y LA “OPERACIÓN M ADRID”…. ……465 Nuestra casa en Perales,Madrid………… .496 ANTONIO EL LECHERO…..………………………….500 Julia y su conversión…….………………………504 El aprobado…………………………………………..511 4 -5 El tumor benigno se fue………………………….516 BILLY GRAHAM Y EUROFEST 75………….………….523 EL VIAJE MISIONERO……………......................534 EL HOMBRE DEL CAUTIVERIO………………………….538 EL HURACÁN DEL ESPÍRITU S ANTO EN MÁLAGA, 1975...................................................545 EL PUEBLO DE B EAS EN LA P ROVINCIA DE HUELVA.................................................594 Que verde era mi valle………………………………601 Manuel el endemoniado…………………………..605 El presidente de la Diputación de Huelva………...........................................640 La familia Salazar………………………...............663 FE Y GIMNASIA OBLIGADA………….……… ……………671 ADALBERTO OBAMA Y SU ENFERMEDAD……………….678 LA MADRE DE A LEJANDRO…….........................683 HOMENAJE A V ICTORIA…………………………………….687 ATENCION A PARTIR DE “LA FAMILIA SALAZAR”, TIENE QUE LEER EL 2º PDF. ESTE PDF TIENE EL MISMO ORDEN DE CAPITULOS PERO DISTINTO NUMERO DE PAGINAS. Juventud con una mision…………………………….691 Campaña evangelística en Madrid………………697 EL GOLPE DE ESTADO DE 1981.......................710 Con los gitanitos en Almería………… 716 Nuestro amigo el sacerdote……..…… 740 Avivamiento en una iglesia …………… 747 Doña Carmen…………………………………… 769 El asesino del Marqués…………………… 775 Gran convención cristiana gitana en . Francia……………………………………………. 788 Buscando una esposa……………………… 808 5 -6 Los ojos de Satán…………………………… 817 La boda…………………………………………… 823 El accidente de automóvil……………… 833 ¡Yo vi al Señor!............................ 837 Carlos la barca rota y perdida……… 847 El despacho de papá y su literatura… 856 Las reuniones de oración y el grupo 858 Desde la prostitución hasta Cristo…… 864 Con los Reyes de España………………… 899 Las fuerzas de la oscuridad…..……… … 901 La venta ambulante……………………….. 904 Un corazón enfermo………………..……… 909 El horror humano………….……………….. .921 El viejo automóvil………………..……….. 927 La ayuda de Dios………………..…………… 933 El viaje a Jerusalén………………………… 946 La Biblia y la broma………………………… 952 El bautismo de Carmela……….……… 954 Un corazón operado…………..………… 957 El caballo del cuadro………………………. 963 Mi madre al hospital………………………… 967 Más hospitales…………………………………. 974 El homenaje a mama……………………… 978 De mujer maltratada y muerta a mujer viva con Cristo……………… 988 ATENCION A PARTIR DE AQUÍ SIGA LEYENDO EL 3º Y ULTIMO PDF, DE: AQUELLOS AÑOS EL TRIUNFO DE LA FE. El reconocimiento del 6 -7 Ayuntamiento de Almería…………… 1006 ATENCION La muerte de papá……………………… 1014 En memoria de mi padre……….…… 1035 El mensaje de papá………..….……… 1038 La Biblia en la basura………………… 1041 El descubrimiento de la fotografía… 1046 Un mensaje de papá………………..….… 1053 LA NUMERACIÓN DE LAS PÁGINAS DEL SIGUIENTE, Y ÚLTIMO PDF, NO COINCIDEN CON LAS DEL TEXTO ACTUAL. TIENE SU PROPIA PAGINACIÓN, PERO EL ORDEN DE LOS CAPITULOS ES EXACTAMENTE EL MISMO. ¡Sigue el camino recto!................ 1056 Avanzando en la fe………………………… 1063 Reflexiones personales…………………… 1066 INVITACION PERSONAL PARA TI…. 1077 Album de fotos…………………………… 1079 Curriculum Vitae autor………………… 1088 Cuando te imploro, escúchame, pues en ti se abandona el desvalido.¡Oh, Señor,Roca Eterna! , ¡Oh lleno de luz, desde tu mirada no ocultes tus ojos…! YISHAQ IBN C. Poeta judio español, siglo X d.C. La fe os conducirá, La experiencia os enseñara, La Escritura os guiará…….. Apresurémosnos hacia la Salvación, hacia el Nuevo Nacimiento…. CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Siglo II.d.C. 7 -8 - 1ª Parte: DIOS EN 1951 En esa España de los años cincuenta, agobiada por el embargo internacional decretado poco antes por la O.N.U., la miseria de la postguerra, la escasez, la pobreza, el totalitarismo político, y sindical, la represión brutal de la disidencia, la autarquía, la rigidez mental de la clase política vencedora de la Guerra Civil, los españoles languidecían en una vida triste y carente de expectativas sociales. En ese contexto de hambruna, adormecido por un durísimo nacional catolicismo arcaizante y tridentino, había lugar para la esperanza, el ánimo y la lucha por la supervivencia. En la triste vida de las ciudades, surgían siempre esperanzas para anidar al amor, y creencias en un futuro mejor. El exilio político e intelectual fue brutal, España se había quedado huérfana de mentes preclaras, que en el extranjero aportaban lo mejor de sus conocimientos a otras naciones. El Gobierno de la República en el exilio, y los distintos líderes destacados de los partidos políticos, intentaban mantener la esperanza de una restauración democrática en nuestro país, pero aun siendo la diáspora española, durísima para los que la sufrieron en sus propias carnes, la situación del sencillo pueblo español era aun mas trágica, por que muchos de ellos, no tenían posibilidad alguna de exiliarse, y buscar mejoras para su vida y la de los suyos, aquí se quedaron formando parte de esa masa oscura y desconocida de ciudadanos de los pueblos y de las ciudades, que tuvieron que soportar con harta paciencia una situación carente de 8 -9 - alegría, inflada de proclamas oficiales que trataban de crear una seguridad psicológica inexistente, aludiendo a la manipulación soez de las virtudes de la “raza española”. Las cárceles atestadas de republicanos, demócratas, sindicalistas, socialistas, comunistas, incluso de algún que otro falangista auténtico o de otros que no eran nada, pero que por pensar en la libertad, eran demonizados como gente perversa, malvados, asesinos, acusados de “auxilio a la rebelión”, cuando los verdaderos y únicos rebeldes fueron los nuevos gobernantes, en las mismas palabras del ex ministro de Asuntos Exteriores del General Franco, Serrano Súñer. En esa España oscura, mediocre, necesitada y desventurada, mis padres, se movían en un vínculo de amor. Cuando se casaron el año 1949, carecían de todo, su primera vivienda era una pobre habitación ubicada en los bajos de un edificio. Su ajuar, unas cuantas mantas, y sábanas, ropa para poner y quitar una sola vez, algún par de sillas, una cama de matrimonio y escasos útiles de cocina, mas insuficientes que los vasos para beber, eran latas de leche condensada aprovechadas hasta la oxidación. Eran “tantos” los muebles que tenían que cuando hicieron su primera mudanza, todos ellos cabían en un carrito empujado a mano por su propietario. Sin embargo, ellos tenían esperanza, y en esos años de sombra, había en sus almas un rayo de luz. Mamá, hacía lo imposible para ayudar a su marido, trabajaba cuanto podía, incluyendo el alquiler de habitaciones para salir adelante, la venta de papel al kilo, la venta de las latas de conserva, el coser para otras mujeres, no se asustaba ante la adversidad, pero su salud era débil y quebradiza. Sufrió tres abortos naturales, 9 - 10 - pero ellos no desistieron hasta conseguir el ansiado hijo. Ya en aquellos años, la relación de papá con Dios, empezaba a ser íntima y profunda. Fueron muchas las horas de esperanza vertidas en el próximo hijo que iba a nacer, muchos los desvelos, e ilusiones, anhelos y deseos, muchas las conversaciones a la luz de una bombilla pobre, en la cama, a mitad de la noche, uno al lado del otro, sabiendo que al día siguiente todo iba a estar igual, el mismo traje para la oficina remendado y volteado una y otra vez, la misma serenidad del hogar, las mismas latas de conserva, las mismas escasas pesetillas y céntimos sobre la única mesa, pero ellos tenían una fe inquebrantable en el Señor. Aun no conocían bien la Palabra de Dios, pero ya la tenían en sus corazones haciéndose un huequecito para nacer en sus almas. En ese contexto vital, vino al mundo su primer hijo nacido. Tras él, dos mas, siendo yo el último de ellos. Muchos años después, tras el fallecimiento de mi padre, encontré entre sus escritos, el presente relato, que nos habla de un poderoso milagro sucedido en mi casa. He respetado íntegramente el texto, por que ha de estar ocupando un lugar en este testimonio de fe que se titula: “Aquellos años, el triunfo de la fe”: “Evocando, recordando y sintiendo la presencia viva de Dios en mi corazón hoy diré que el año de 1.951 fue muy hermoso, pues en el mes de Junio nació nuestro primer hijo, el primogénito, el muy amado y no menos deseado, pues su existencia se debe a un puro, simple y enorme milagro. Lola tuvo tres difíciles embarazos que la naturaleza no quiso completar, y el último fue dramático, emotivo, porque estando ella ingresada en una clínica que había entonces en la calle 10 - 11 - Cea de Bermúdez en Madrid, casi esquina a la de Joaquín García Morato, vivimos momentos dolorosos pues nuestras ilusiones se vieron truncadas, rotas, porque el nacimiento pudo haber sido una niña, ya que así me lo dijo el médico cirujano Don Jorge. Le pregunté con un nudo en la garganta si Lola podía tener hijos en adelante, y me respondió que eso estaba reservado a Dios y a su voluntad y creyente siempre, así como Lola, le pedimos al Señor que nos concediera esa gracia. Meses después vimos con satisfacción y no sin cierto temor, que, efectivamente, había un nuevo embarazo. Con temor natural fuimos al ginecólogo y nos confirmó, que, indudablemente estaba embarazada, pero que, tras unos exámenes y análisis era casi inevitable la posibilidad de abortar, y que había que esperar un tiempo corto, cosa que hicimos temiendo lo peor, que efectivamente, se presentó y nos dijo que no había mas remedio que proceder a una rápida intervención, a un legrado ó raspado de matriz. Aquello fue desesperante, pero no desalentamos y aún así, esperamos mas de la cuenta, hasta que nos dijo el ginecólogo que era urgentísima la intervención, de forma que había que proceder de inmediato a ella, por lo que se procedió a llamar a una ambulancia para su traslado a la Clínica, pues se había sentido de pronto a vida ó muerte y estaba en la cama cuando la ambulancia llegaba de camino, y, acercándome a ella, le dijo: “Una voz me dice que no ingreses, que no te deben intervenir”Mi esposa, cogiéndome de la mano, me dijo: “A mí me pasa lo mismo, y además, me estoy sintiendo mejor” Por lo tanto lo que restaba era decir a los camilleros que se marcharan, cosa que 11 - 12 - hice y me reprocharon no haberlo dicho antes, pero nos mantuvimos en nuestra postura, firmes y decididos. Al siguiente fui a la consulta y el médico me dijo que era todo bajo mi propia y personal responsabilidad, por lo cual firmé un documento, haciéndome responsable de lo que le pudiera suceder a mi mujer. Fue una enorme decisión, pero comprendí que me estaba hablando la voz de Dios. El embarazo fue con muchos altibajos, problemático, pero al fin, en la Clínica de la Seguridad Social, en la Maternidad que me parece se llamaba de Santa Cristina, en la calle de O’Donnell de Madrid, nació, tras un doloroso parto nuestro hijo Eduardo. Fue un acontecimiento que celebré con todas mis fuerzas y amor y Lola contemplaba con un amor infinito en su mirada, la belleza del niño, que llamaba la atención de todos. Nada exagero cuando le dije al taxista que me llevó a casa, que estaba entusiasmado, y el hombre se sentía feliz al ver mi gozo, felicitándome cordialmente. Todo fue alegría en torno a la familia, pero pasados unos meses, ahora viene la hora del más grande de los milagros que sentimos en nuestra propia esencia. Aquel bello niño, hermoso como un sol estaba malo y con un, al parecer, raquitismo. La cabeza no se le cerraba, pasando los meses, y su tamaño iba en aumento hasta el extremo que nos decidimos a llevarle urgentemente a un gran médico, una eminencia, el mas preciado colaborador de Don Carlos Jiménez Díaz, el doctor don Alfonso Merchante Iglesias, amigo mío y médico de “La Unión y el Fénix Español”, la mas prestigiosa compañía de seguros de Europa, donde trabajaba yo. Recuerdo con claridad meridiana, cuando con el niño en brazos, mi esposa y yo avanzamos hacia 12 - 13 - Don Carlos, rodeado de médicos. Cogió al niño, le observaron muy detenidamente, nos dijeron que nos apartáramos unos instantes. Consultaron entre ellos y al cabo de mas de media hora, nos llamó don Alfonso, entregándonos al niño, y nos dijo con palabras entrecortadas, con lágrimas, que se encontraba muy mal, que su estado era muy grave y que la única solución que había era llevarlo a mejor clínica de Europa, que estaba en Madrid, al cargo del Doctor Ley, pues al parecer se trataba de una hidrocefalia incurable por su gravedad. Fuimos al doctor Ley y recuerdo que entré yo en la consulta con mi Eduardito, que puse en mis rodillas, le hicieron un “fondo de ojos” muy detenido y la expresión del Doctor fue desalentadora, pero me dio Dios fuerzas para todo y le pregunté para que contestara con toda sinceridad, cual era el estado de la criatura y me dijo: Dios sabe que digo la verdad, que el mal avanza mucho y el primer síntoma sera la ceguera. Me sentí conmocionado y volvía a mis preguntas, pidiéndole que me dijera cuándo ocurría, a su parecer, eso la pérdida de la visión a lo que me respondió: “Puede ser en quince días, pero antes vamos a hacerla unas pruebas, entre ellas, la primera, una punción lumbar”. Cuando le dije a Lola lo que ocurría, lloramos juntos como nunca lo habíamos hecho, y si todo esto era realmente durísimo, más lo fue cuando había unas grandes dificultades para hacerle la punción lumbar. Entonces, al parecer era muy problemático y recuerdo que el médico se negaba a hacérsela, no se por qué, pero tuve una gran discusión con él, diciéndole que por el amor de Dios, se trataba de una cuestión de vida o muerte, que era mi hijo, y, entre ruegos y 13 - 14 - amenazas, dije que si acaso no realizaba la punción lo sabría toda la prensa en pocos días, pero que ante todo apelaba a su bondad, amabilidad y cristianismo. Por lo que fuera, pues yo se lo pedía a Dios de todo corazón, accedió a ello y fue una ambulancia a casa con tres auxiliares y el médico, que por cierto tuvo una actuación muy correcta, ordenó que “los niños que pudiera haber” salieran y “estuvieran alejados, al menos, un día”, pero no había ninguno y procedieron a un aparatoso montaje e instalación para una perfecta punción ordenando medidas profilácticas en el interior de la casa, en fin, todo muy necesario, e indudablemente, aparatoso. Una vez efectuada la punción, me dijo que no lo había hecho por mis amenazas, sino porque era su deber y comprendía nuestra angustia, alentándonos afectuosamente y diciéndonos que pasáramos en unos días a recoger los análisis. Yo, ignorante, le pregunté si había observado algo anormal, pero me dijo que no podía decirme nada hasta tener completo todo. Nos dio la impresión de que algo fallaba o no le gustaba. Y ahora viene la gran prueba de fé, pues siempre hemos sido creyentes e incluso mi esposa más que yo, pues iba a la iglesia algunas veces y yo, nunca, bueno, en raras ocasiones. Siempre me ha sido imprescindible escribir, no necesitaba como una llamada del alma y por aquel entonces estaba escribiendo un libro relacionado con la vida y obra de un personaje medieval, del siglo XI, maravilloso, un auténtico varón de Dios, un hombre de esos que con su vida ejemplar dejan huellas imborrables de su paso por la vida: “DOMINGO DE SILOS” que tenía la bendición de Dios para la sanidad, no nacida del hombre si no de Dios, que lo usaba para ello de una forma 14 - 15 - impresionante. Me cautivó su enorme personalidad y escribí, haciéndolo a fondo, me fui compenetrando más que nunca con la sabiduría y el poder de Dios. Aquella noche, que precedió a la punción, de rodillas, le pedí al Señor con gran fuerza, por la sanidad de mi hijo, a lo largo de toda la noche, hic de, pues la primera vigilia en oración de mi vida, sin saber que años después vendrían muchas mas por otras causas. Así pasaron aquellas horas que después me resultaron cortas, llenas de intensidad y de ese amor infinito que transmite Dios a los corazones, lleno de una esperanza que jamás había tenido, siempre esperando un milagro. Para Lola, y yo no había más que Dios, y la sanidad de nuestro hijo pues era el único que le podía salvar y sanar. A los tres o cuatro días fui a recoger los resultados, pero no entendía absolutamente nada de lo que allí estaba escrito, y lleno de incertidumbre, inevitable, fui a ver al Doctor Ley, quien después de leer los análisis muy detenidamente, me dijo, muy serio y grave, lo cual me alarmó: “Su hijo necesita un tratamiento especial, y lo tienen que realizar con mucha urgencia, pues la medicina que precisa ahora mismo es: ............. ¡mucho sol!, pues.... pues de enfermedad y ceguera ¡no tiene nada de nada!, no me explico cómo ha sucedido, pero ya no hay ningún peligro. Nuestra emoción fue inenarrable y ante tal cúmulo de cosas, le pregunté en que consistía aquellos diagnósticos previos y me dijo muy pensativo que no podía contestarme pues hay cosas que se escapan a la verdad médica, a los médicos y a la medicina, pero que habían obrado como correspondía. Estábamos ante un hecho que se les iba de las manos. Yo le contesté, solemnemente: 15 - 16 - “¡La mano Omnipotente de Dios, doctor Ley!” Una cosa era verdad, que el mismo doctor estaba emocionado. Después vino un proceso, naturalmente de cuidados, paseos, juegos, sol, calle, calle y más calle, buenos alimentos, y sus tíos maternos, Pepe, militar de Marina y gran artista pintor, y su esposa Pilar, se lo llevaron a la sierra donde disfrutó de aire, sol, luz de Dios, y frío de nieve. Gracias al Señor, se fortaleció y salió adelante. No tenerlo a nuestro lado fue muy doloroso, pero sabíamos que Dios estaba con él, y sus tíos le cuidaron con cariño y paciencia. El libro de “Domingo de Silos, su vida y obra”, está dedicado a “Mi hijo Eduardito, mi amado primogénito. A mis hijos Florentino y Juan José, a sus esposas, a mis nietos y nietas, producto éste libro de la fe y del amor. A mi mujer, Lola, con la que he compartido cada segundo de nuestra larga y dilatada vida, en agradecimiento por su labor abnegada, su fé, entrega a la familia y a Dios”. Y siendo mayor, aquel niño que tan milagrosamente salvó, y que todo se lo debe a Dios me ha dado le gran satisfacción y su mensaje de amor, ha quedado grabado en mi corazón y por su puño y letra, que un día,ya adulto, muchos años después le escribiría a su hermano Juan José: “En la oración de ayer pude comprobar lo poco que comprendemos a papá y a mamá, y cuánto nos equivocamos en nuestros juicios y por encima de todo están las gracias que hemos de dar a Nuestro Señor Jesucristo por tenerlos a nuestro lado. La noche de ayer fue para el Señor”. Después, diría: “A las 8,30 de la tarde estuvimos hablando a Dios, para después, 16 - 17 - comentar un texto de la Biblia. Estábamos ya con la luz apagada cuando empezamos a orar y creo que estuvimos como una hora. Preciso hablar de Dios utilizando todas las medidas disponibles y posibilidades. ¿No es hora de que los cristianos rompamos con el “qué dirán” y que nos revistamos con el Poder del Espíritu Santo y hablemos a las muchedumbres con la misma alegría y seguridad como lo hacían los Apóstoles que acaso ellos eran distintos de nosotros?. Creo que eran hombres como nosotros y con el mismo Poder del Espíritu Santo. ¿No es menos fácil hablar de Cristo a aquellos que no le conocen que hacerlo a aquellos que dicen ser sus seguidores?”. Y dice: “Firmes y adelante, huestes de la fé, que Jesús nos ve”, y como la vida tiene el sello del Espíritu Santo en el cristiano, no hay dificultades que valgan, y, con el amor de hermano, y de Jesús, que es insuperable”. Así pues, con estas palabras su madre y yo nos sentimos muy orgullosos de tenerle por hijo y nuestro amor para estas nietas tan bonitas María y Marta. ¿Y Pilar, su mujer? La primera en el amor de Dios. Fotografia de 1955. Mi padre y mis hermanos, Eduardo, el “niño milagro” y Florentino, con un año de edad. Yo naci dos años después. Madrid. Detrás, un cine, con el anuncio de una película de Hollywood, que relataba una invasión extraterrestre. El terror en esa epoca: ”Aguila Negra y Obsesion”, interpretada por Jane Wyman. 1954. 17 - 18 - MI PRIMERA INFANCIA Nací en 1957, en el mismo día de la fiesta española de: “Los Enamorados”, el 14 de Febrero, pesando cuatro kilos y medio, en ese Madrid de finales de los años 50. Mis primeros recuerdos, se remontan al comienzo de la década de los felices años sesenta, en el seno de una familia de clase media, sencilla, afincada en una ciudad con un naciente desarrollo urbanístico. Éramos tres hermanos, Eduardo, Florentino y yo, el menor. Papá, nacido en la Isla de Puerto Rico, allá en el lejano caribe, hijo de emigrantes gallegos que regresaron a España, prácticamente en el mismo año en el que se declaró la II República Española, y mi madre Dolores, una ceutí hija de militar retirado con la Ley de Azaña, se afincaron ambos en Madrid, desde hacía ya muchos años. Se conocieron en la Calle de San Bernardo, allá en el 47, uniéndose en matrimonio dos años después. Década de miseria, escasez, totalitarismo ultraderechista, manías persecutorias del régimen del General Franco contra un “Judeomasónico curioso complot comunista”, que muy pocos españolitos entendían con claridad. Años de estraperlo en los campos de España, de maquis revolucionarios atrincherados en montes y cordilleras, de exilio forzoso en medio mundo, de represión pura y dura contra las minorías del momento, como los “protestantes”, por ejemplo. Eran las horas de la máxima exaltación de “España, una, grande y libre” y “Por el Imperio hacia Dios”. Cárceles repletas de 18 - 19 - presos políticos, sindicalistas, y anarco sindicalistas, de fusilamientos, y de cadenas perpetuas simplemente por pensar y hablar de forma distinta al Régimen. Aislamiento internacional, y orgullo patriotero, por la expulsión de España de ONU, en la madrileña Plaza de Oriente con pancartas como ésta: “¡Si ellos tienen O.N.U. , nosotros tenemos DOS!”. Esos eran los momentos áureos en los que se conocieron mis padres que como buena parte de los ciudadanos y campesinos del país, mejor era callar si se quería sobrevivir, callar y soportar, callar y sufrir. Historia ya olvidada que se debe de recordar de vez en cuando en nuestro país. Esos años, en el extranjero han partido en dos al Siglo XX, con un antes de la II Guerra Mundial y un después. Ciudades arrasadas, países desbastados, nazismo alemán y fascismo italiano, campos de concentración y de exterminio, judíos aniquilados, minorías destruidas, pueblos enteros borrados del mapa, museos arrasados, patrimonios históricos perdidos para siempre, ciudades sitiadas, bomba atómica, en total mas de 50.000.000 de personas fallecidas o desaparecidas al final de la contienda, un infierno caótico del que nadie esperaba salir, millones de niños desamparados y hambre escasez y miseria. Años también de esperanza, nacimiento de Israel, expansión del comunismo en la Europa Oriental, surgimiento de nuevos estados, división de Europa, de Alemania y de su capital, Berlín. OTAN y Pacto de Varsovia. 19 - 20 Yo de bebé en brazos de mi tía Pilar. ¿Era yo un niño hermoso o no?. Aunque aquí ya tenia seis meses, cuando nací pesaba 4 kilos y medio.Con semejante tamaño, no me explico cómo podría haber estado en el vientre de mi madre. Papá trabajaba como oficinista en “La Unión y el Fénix Español”, empresa privada de conocido prestigio en el mundo del Seguro, y una de las pioneras en ese campo social. Mamá, se empleaba solo en el hogar. Mi barrio: “Fuencarral”, así se llamaba, me sabe a primeros libros, primitiva televisión en blanco y negro, a casitas adosadas, tipo “Chalet”, a juegos infantiles. La casa tenía un jardín a la entrada, y allí empleaba yo la mayor parte de mi tiempo en mis juegos infantiles. No teníamos televisión, ya que éste era un medio de comunicación que había nacido en el mismo año que lo hice yo, y sin embargo fue allí, donde descubrí por primera vez, y con evidente entusiasmo de niño, la falsa magia de la pantalla, por que los chiquillos de la barriada íbamos, creo que a un comercio, para contemplar esa caja de madera con pantalla muy grande y de cristal delantero, a través de la cual salían imágenes de muy mala calidad. Ir a ver la televisión, en aquellos años, debía darle pingues beneficios al propietario del bar, pues todos los vecinos se apiñaban en su comercio, para descubrir ese medio nuevo de comunicación. La chavalería se amontonaba tanto que en ocasiones éramos expulsados por el bullicio que ocasionábamos. Mi memoria televisiva se compone solo de la imagen de una locutora algo pechugona, que cada dos por tres salía a pantalla para informarnos de la escasa programación que había. 20 - 21 - Como cuando andamos por un camino rodeado de árboles que lentamente, vamos dejando detrás, así sucede con los recuerdos más remotos. Allí descubrí que no se debe meter los dedos en las aspas de los ventiladores en marcha, aunque estos aparatitos fueran de 125 voltios, que no es bueno atravesar la calle cuando viene algún vehículo, aunque sea la bicicleta del repartidor de leche, como me sucedió. Mi infantil imprudencia hizo que resbalara antes de finalizar mi atolondrado cruce, justo en el momento que se aproximaba el joven trabajador con cara de horror. Yo en el suelo y el muchacho intentando controlar el esquelético vehículo monoplaza, gracias a su pericia solo me atropelló por los pies, causándome marcas de rueda y algún rasguño, junto con un buen susto por ambas partes. Debí incorporarme rápidamente para huir lloriqueando. Del lechero en ruedas solo se oyó el estruendo final, pero yo ya no estaba allí. No debió de sucederle nada grave a juzgar por los comentarios que poco después oí en mi casa. La primera infancia es de exploración, aprendizaje y conocimiento del medio, dicen los psicólogos y pedagogos infantiles y así fine para mi hermano Florentino, quien en un alarde de zoología incipiente, le enseñó a mi madre un grillo o escarabajo con gran alegría demostrativa, sin saber que lo que se traía en manos era una vulgar y gruesa cucaracha que tanto odiaba mamá. A veces creo que los niños se sienten muy sorprendidos por la reacción de los adultos, y así debió verlo mi hermano, a juzgar por el grito desproporcionado que mi madre dio y la consecuente bofetada que recibió no en su 21 - 22 - cara, sino en la mano portadora de la corredora, que si no era de las voladoras, a mi me lo pareció, falleciendo la pobre aplastada contra la pared. Mi hermano, no entendía lo que pasaba, por que a fin de cuentas, pensaría él: “¿Qué mas da una cucaracha que su primo el escarabajo?”. Por las cercanías del barrio, circulaba el tren. Las vías han sido siempre una atracción fatal para la infancia de las zonas aledañas. Mi hermano Florentino, que ejercía de cabecilla en el grupo de chiquillos, solía ir de vez en cuando a ellas. Yo, no sé si por ser su hermano menor, o por mi carácter tranquilo, iba siempre con ellos, como un relleno, de secundón. Allí, esparcían por el suelo un montón de chapas de botellas, que después colocábamos en la misma vía de tren, poco antes de que el maquinista con su desespero, hiciera sonar el silbato de la máquina. Al conocer cuando se acercaba, nos arrodillábamos para poner nuestro oído sobre el mismo metal de la vía, y éste nos transmitía el característico temblor que antecedía a la máquina. Así descubrí el tremendo poder arrollador de esos vehículos y el viento que levantaban a su paso. En esa época, los niños acostumbrábamos a introducir en las chapas, cromos de los futbolistas mas conocidos, de modo que al pasar el tren por encima, quedaban completamente chapados y aplastados al igual que las chapas que los contenían. Aquella aventura se terminó cuando nuestras madres se enteraron gracias al delator de turno. Todos temíamos más sus bofetadas que al mismo tren. Una foto de familia. De izquierda a derecha: Florentino, el “mediano”, (por nacer después de Eduardo), yo, mamá y mi hermano Eduardo, el “mayor”. 22 - 23 - Recuerdo con especial nitidez, quizá por la pequeña tragedia que me supuso, un hecho, que me ha dejado huella a lo largo de la vida, y que explica en cierta manera, mi fobia al hecho de que los niños lleven o jueguen con palos de madera o de otro material. Una vez, el mismo grupo infantil con vocación de futuros trabajadores del tren, decidimos acudir a la casa de uno de nuestros amigos y compañeros, mejor dicho, dispusieron ellos, pero como yo siempre les acompañaba, allí fui. Al llegar a la vivienda, el grupo incluido mi hermano, me dejó en el portal. Era un día soleado, tranquilo, ideal para jugar en la calle. En el suelo, una caña hueca, que alguien tiró. Seguramente había visto en la televisión del bar, alguna película del Oeste Americano. Ese trozo hallado me serviría para hacer las veces de una trompeta del “Séptimo de Caballería”. Me la coloqué en la boca, y allí comencé a tocar, mirando directamente al Sol, deslumbrándome. Justo al lado de la puerta, había un bloque de piedra suelto en el suelo, que por cierto, muchos años después aun permanecía allí, en el mismo lugar, tropecé con el mismo, y caí de boca clavándome por completo la caña en el interior de la garganta. La sangre, comenzó a manar en abundancia, tanto por la boca, como por el mismo hueco interno de la caña. Inmediatamente, alguien debió de socorrerme, extrayéndome dicho objeto. Desconozco como se enteraron mis padres, pero lo que sé es que tuvieron un gran control personal en todo momento. Ese sol deslumbrándome se me ha 23 - 24 - quedado nítido en la retina de mis recuerdos. Estuve a punto de perder la “campanilla” interior que todos tenemos en nuestras gargantas, se mantuvo unida tan solo por un trozo de piel y músculo interno. Cuentan las historias familiares, que siendo yo muy pequeño, debí decidir, por mi propia cuenta, que ya era el “momento de emanciparme”, así que a tan corta edad, desaparecí de mi casa durante unas horas. Mis padres, ante mi notoria ausencia, comenzaron mi búsqueda, que debió durar todo el día. El barrio completo se movilizó. Las horas pasaban y yo no me decidía por volver a casa. Seguramente debí encontrar muy interesante ese insecto volador al que a lo mejor espié, la mariposa multicolor. Encarna, la vendedora de periódicos, fue quien me encontró escondido en un portal, bastante asustado. Yo ya sabía hablar, y lo único que dije, según me decía mi padre, fue: “Un soldado, me ha cogido”. Enigmática frase que nunca nos ha explicado lo que pasó o lo que pudo pasar. ¿Quién era ese militar de reemplazo?. ¿Alguien que quiso apartarme de los míos, y después se arrepintió?, ó ¿un alma caritativa, que encontrándome perdido decidiría introducirme en algún portal?. ¿Por qué me dejó allí y no entregó a la policía municipal más próxima?. ¿Por qué no preguntó a algún vecino?. Por mi parte, no recuerdo nada en absoluto de ese hecho. Esa vendedora de periódicos, con el paso de los años, volvería a tener contacto con nosotros, al final de su vida, para entregarse al Señor completamente, junto con su esposo, quien tras sufrir una grave enfermedad, con unas úlceras sangrantes, y putrefacción de las piernas, que le 24 - 25 - llevaron a una muerte muy dolorosa; justo instantes antes de morir, tuvo una visión maravillosa. Aun consciente, le dijo a su esposa, que estaba sentada junto a él: “Encarna, en estos momentos estoy viendo al Señor entrar a la habitación,¡todo está lleno de luz! ¡Sí! ¡Jesús, me voy contigo, llévame Señor!” En ese instante, falleció. Ella, meses después acompañaría a su esposo, al mismo lugar. MI PRIMERA ESCUELA Mi primer colegio, solo era la primera vivienda, de un bloque de vecinos. Recuerdo vagamente una maestra, por ese entonces, muy joven, y una de las aulas, que correspondía al comedor de la vivienda en realidad. Allí, los pupitres colocados, eran algo más que simples mesas con sus sillas. Teníamos todos, la sana costumbre de garabatear en la madera, marcarla, señalizarla, escribir palabras con muchas tonterías, dibujar corazones e incluso dejar allí nuestros pensamientos más íntimos. He de reconocer, que para mí es un placer personal acariciar los tableros de las escribanías antiguas de los niños. En ellas puedo sentir, ilusiones infantiles, estudios, trabajos, juegos imaginarios, fantasías, y hasta primeros enamoramientos. Iba siempre con mi cartera de cuero oscuro, que contenía mi “plumier”, una cajita de madera, con lápices rotos o mordidos de una forma tal que parecían pinceles estropeados, la cartilla de las primeras letras, un catecismo muy elemental, y un libro titulado “Enciclopedia Alvarez” que contenía buena parte de las materias, que se impartían en la clase. Junto a todo eso, 25 - 26 - el bocadillo envuelto en papel de periódico con su chocolatina dentro. Desconozco la razón por la cual, había siempre, junto al edificio en el que estaba el colegio, un charco de agua embarrada y sucia, el caso es que ese lugar, para nosotros de diversión era un auténtico suplicio para las madres y maestras. No debería pensar lo mismo, mi hermano Florentino, por que un día, bastante cansado de los abusos de poder que otro niño ejercía sobre él, se peleó de tal forma que ambos rodaron sobre el charquito en cuestión, de modo que a mí me parecían como galletas empapadas en chocolate. La bravatada no duró mucho pero sí el tiempo suficiente como para que los demás que allí estábamos nos enerváramos a favor de uno o del otro, con: “¡Dale!, ¡dale!” ó “¡Bronca, bronca, bronca!”. El problema era que cuando repetían con rapidez esa palabra, parecía surgir un insulto masivo contra alguno de los contendientes. Florentino el “justiciero”, hizo “justicia”, pero mi madre después la hizo con él, por que le llovieron las tortas. A partir de ese hecho, el otro chiquillo cambió de parecer, y los problemas se solucionaron. EL LECHERO La leche se vendía libre, aunque por entonces surgieron las primeras bolsas de un litro de marca “Clesa”, cuya fábrica central estaba muy cerca de mi barrio. El lechero, era un gallego, algo grueso, alto y rubio del que tan solo recuerdo que hablaba mucho. El buen hombre, tenía puesto un “mono” de color azul, por que trabajaba en el campo. Se ganaba la vida repartiendo la leche a domicilio. Mi casa, como todas tenía un jardincillo en la entrada, que de vez en cuando había que 26 - 27 - regar. Un día, estaban mi madre y hermano mediano en la entrada, regando con una manguera las plantas. El solicito vendedor de leche a domicilio entró con decisión con un jarro lleno de ese liquido blanco que dan las vacas, y que tanto ha hecho sufrir a los niños en el desayuno, y no se dio cuenta de la manguera que se atravesaba en el camino, pisándola. El niño, que en ese momento era el regante inclinado, percibió que dejó de fluir el agua. Al incorporarse con la manguera en la mano para avisar a su madre de la presencia del lechero, apuntó sin quererlo con ella hacia él: “Mamá, el lechero”. El hombre al levantar el pie, recibía en plena cara el chorro de agua impetuosa que salía con fuerza de una manguera salvaje e incontrolada, que mi hermano empeoró empapándole por completo. Ante tan inoportuna lluvia de agua fría, el vendedor ambulante de tan preciado alimento líquido, chilló, gritó y saltó, como si se le hubiera metido en el cuerpo un millón de hormigas. De la leche que traía no se supo nada, pero de la bronca posterior sí hubo noticia. No sé si ese mismo día o al siguiente, mi padre, experto en relaciones diplomáticas vecinales, pudo aplacar su ira. A tan corta edad, yo no tenía grandes problemas, pero había una cuestión que era para mi sumamente candente: veía llover y no sabía cómo se producía la lluvia. Como mi padre era, una especie de enciclopedia andando, le pregunté un día por que llovía tanto. Su respuesta me dejó sorprendido, por que quizá me contestó con el típico afecto que se suele responder a los niños muy pequeños: “Es que los angelitos hacen pis”. Aquello no me solucionó la terrible duda, sino que por el contrario la aumentó, por que como yo iba 27 - 28 - al servicio para orinar, veía que de mi, salía un chorro de orín, pero solo uno, no varios, así que llevado por mi lógica de niño, o en las nubes había millones de angelitos y angelotes, o cada uno de ellos tenía en vez de un órgano urinario, varios. A mis escasos cinco años, no entendía como un ser alado como las águilas podría disponer de cuatro o cinco. Aquello, se convirtió durante meses en mi principal preocupación porque cuanto mas le preguntaba a papá, me respondía de la misma manera. Incluso en los días lluviosos, me asomaba a la ventana de mi casa, para contemplar las inmensas nubes e intentar ver a esos seres tan raros, pero nunca lo conseguí, hasta que con el paso del tiempo averigüé la verdad natural de la lluvia, quien me la enseñó mi propio padre quizá motivado por mi pesadez e insistencia científica. A comienzos de los 60, comenzaban las primeras emisiones de la televisión en España. Recuerdo, que las familias que tenían un televisor en su domicilio, eran muy pocas, de modo que algunos comerciantes, hacían el agosto, cuando incorporaban uno de esos aparatos a su negocio, sobre todo si éste último se trataba de un “bar”, o una vulgar tasca. Toda la chiquillería nos amontonábamos en esos locales solamente para contemplar a la locutora que salía en la pantalla anunciando la programación. Los programas de la tarde, dedicados a los niños eran los preferidos. Recuerdo ese primer televisor que contemplé entusiasmado, en blanco y negro, de pantalla enorme, o al menos eso creía yo. Como elemento de comunicación masiva que ya se presuponía que iba a ser la televisión, estaba totalmente controlada por el Régimen del General Franco. Con el 28 - 29 - paso de los años se convirtió en su máximo exponente, de modo que para un niño español de esa época, resultaban especialmente tediosos y aburridos los reportajes informativos de la época. Franco aparecía constantemente inaugurando pantanos por todo el país o recibiendo en el Pardo a embajadores en recepciones oficiales dándoles la mano como si ésta la tuviera empalada. Señor, a Jonas el profeta del vientre de la ballena, en que moró tres dias, dentro de la mar llena, sacástelo tu sano, como de casa buena: ¡Salvame,tú ,Mesías, sin culpa y sin pena!. Arcipreste de Hita. Libro del Buen Amor.Siglo XIII. CLasicos de la literatura española. Ediciones Rueda,2002. LOS GITANOS Los gitanos, en esos años, me parecían especialmente enigmáticos, extraños, desconocidos, temidos, y muy pobres. No existía ningún tipo de contacto entre nuestras infancias, y los esporádicos que surgían, eran siempre para recelar, e incluso para pelear a pedrada limpia y después huir, por que cuando surgía algún problema con un niño de ellos, aparecían muchos mas por todos los lados. No siempre eran ellos quienes provocaban una pequeña guerra, por que era común que cuando caminaban por nuestras cercanías se les expulsara por algunos de los nuestros de forma injusta, y la respuesta era obvia. Su altivez, su extraña forma y acento al hablar el castellano, su indumentaria, sus costumbres y forma de vida me causaban 29 - 30 - una extraña sensación de miedo y curiosidad. Tendrían que pasar muchos años, para que mi mundo y el suyo se mezclaran hasta la amistad y el respeto mutuo. Cerca de nuestra comunidad, se levantaba una zona deplorable, un submundo al cual no teníamos acceso, con chabolas, hechas de palos, láminas de hojalata, uralitas viejas, ladrillos mal colocados, formando callejas sin asfaltar embarradas en invierno, repletas de churumbeles sucios, mal vestidos, descalzos, que jugaban por los alrededores entre chatarras. La iluminación de las humilladas viviendas, las pocas que contaban con luz eléctrica, consistía en paupérrimas bombillas, que se mecían al aire pendiendo de cables pelados. Con el paso del tiempo aprendí a conocerlos, y de ser un niño que se asustaba cuando los veía de lejos, pasé a entender lo injusta que es nuestra sociedad cuando se abrieron puertas y se levantaron puentes entre su forma de vida y la mía. Los chavales y jóvenes de esas mal llamadas viviendas, altaneros y orgullosos, de pelo largo y tez aceitunada, solían pasearse a caballo por las cercanías & Fuencarral, y cuando lo hacían, los niños nos escondíamos en los portales para verlos pasar. Como en la naciente televisión, las únicas películas que veíamos eran del Oeste americano, mi mente los mezclaba con aquellos bravos luchadores arapajoes, sioux ó cheyennes cuando se creían vencedores de batallas perdidas para siempre. Cuarenta años después, como la vida da enormes vueltas, y no somos dueños de nuestros destinos, residiendo ya en Almería, hablando un día con un amigo mío, un veterano de la Iglesia Evangélica gitana de Filadelfia, de nombre Alejandro, diez años mayor que yo, le comenté por 30 - 31 - casualidad algo sobre mi primera infancia en ese madrileño barrio. Me quedé sorprendido cuando me dijo, que era uno de esos jovencitos caballistas. Las fechas coincidían exactamente. Sorprende pensar, que ese joven quinceañero gitano, que cabalgaba con cierta vanidad, mientras acariciaba la crin de su caballo y que a lo mejor se rió de un chiquillo de cinco años que corría a esconderse al cruzarse en su camino, se convertirían él y el niño con el paso de las edades, en amigos. MADRID Y NUESTROS AMIGOS Había unos momentos, que me resultaban especialmente interesantes, y era cuando mamá me llevaba hasta el centro de Madrid, para visitar a mis abuelos o a papá en su trabajo en ese bello e impresionante edificio que era “La Unión y el Fénix Español”. El medio de transporte que recuerdo con mejor nitidez, eran esos taxis, que a juzgar por su color se parecían a los coches fúnebres, aunque en el color se diferenciaban, por estar pintados los taxis con una banda roja longitudinal. Había dos modelos de coches destinados a tales fines: SEAT 1400, y los SEAT 1.500. Los primeros eran de formas redondeadas, pero tan compactos que me recordaban a los tanques. Mamá era una admiradora de los “Seat 1.500”, a mi me daba igual, cada vez que nos introducíamos en uno de ellos, su charla con el paciente conductor, desde que iniciábamos el viaje hasta que llegábamos al destino, versaba con insistencia sobre las virtudes de ese modelo de automóvil y su comodidad interior; eran vehículos de formas elegantes y estilizadas, realmente 31 - 32 - resistentes. Utilizados por los taxistas, por la policía, y los servicios oficiales, duraron más de una década y aun hoy, quedan ejemplares circulando, autenticas piezas de museo. En Italia era Fiat quien los fabricaba. El modelo era el mismo. Mi familia, había vivido antes, en la señorial calle de General Mola. Zona urbana de clase media. De esa época no guardo ninguna memoria, aunque he visitado, ya de joven esa parte varias veces. Quizá mis recuerdos gráficos, dependen de las numerosas fotografías que aun conservamos, en blanco y negro. En ellas aparece un hombre muy joven, peinado según la moda de la época, con gafas redondas; junto a él, dos niños de muy corta edad. Al fondo, árboles ciudadanos, aceras recorridas por señoras con peinados a los 50, y un cine que anunciaba una película intergaláctica, que en esa época excitaría el interés, pero que ahora solo provocaría la risa. El personaje, es mi padre, los dos niños, mis hermanos. ¡Cómo nos transforman los años!. En otra fotografía, solo tres niños, el de en medio es un abultado bebé, con gorrilla de lana, en un cochecito de segunda mano, de cara redonda, un poco vasto y regordete, que mira con curiosidad a la cámara fotográfica, y cuando la contemplo, me miro a mi mismo. Papá, tenía buenos recuerdos y amigos de esa época. 32 - 33 - Doña Marichu y Don Camilo, formaban un matrimonio curioso e interesante. Vivían en el mismo edificio que nosotros. Tenían dos hijos, Camilo y José María, éste último ha triunfado en el mundo de la música, convirtiéndose en un prestigioso compositor. Mamá y la madre del músico, tenían una profunda amistad que se mantuvo, posteriormente durante años. Marichu de exquisita educación, había sido educada en los mejores centros de su época. Heredó además un título nobiliario, era Marquesa. Miembro de una familia aristocrática venida a menos por diversas circunstancias que desconozco, permanecía fiel a sus costumbres que hundían raíces en la herencia del pasado familiar. Tuve la oportunidad de conocerla, algunos años después. Para mí representaba, la amabilidad en el trato y la exquisitez en persona. De su esposo solo recuerdo, su curiosa costumbre de dormir con la cabeza apoyada en el quicio de la ventana abierta de par en par, de modo que desde la calle se veía una especie de bola, su cabeza que brillaba por los rayos del sol. Mamá siempre recordó un hecho de Marichu. Según lo que le había relatado ella misma, un día, en el metro de Madrid, ese tren eléctrico subterráneo que recorre, el subsuelo con miles de personas de un lugar a otro, todos los días, había una mujer muy humilde y pobre, con evidentes signos de miseria, que se avergonzaba de pedir. Marichu, mujer noble donde las hubiera, movida a misericordia, extrajo de su bolso, no unas cuantas monedas, sino un pañuelo, y ayudándose de él pudo improvisar una bolsa, rogando a todos los viajeros, uno por uno, que ayudasen en algo a esa sencilla mujer, y así pudo reunir una buena cantidad de dinero que le entregó. No dudó un momento al hacerlo 33 - 34 - ni le retuvo su posición social. Ella pensaba que no solamente se es “noble” por la tenencia de un título aristocrático, sino por que es algo que se siente en el corazón. EL ESPIRITU DEL MEDICO Papá estuvo algún tiempo enfermo y retirado temporalmente del trabajo, por una pleuritis que se podría haber convertido en una tuberculosis, algo muy común en aquellos años, a causa de la escasez y del hambre que se había vivido pocos años antes, tras terminar la Guerra Civil. Un vecino, que mantenía buenas relaciones con mi padre, ofreció sus servicios para curarlo por la estima personal que le tenía. Papá, desconcertado por el ofrecimiento, ya que el amigo no era médico ni tenía conocimientos de medicina, se lo agradeció. Eduardo, si quieres puedo ayudarte Te lo agradezco, ¿cómo me vas a ayudar? Tú tranquilo, esta noche próxima, voy a pedirle a un médico que te visite, un buen especialista en este tipo de enfermedades, y no te va a cobrar nada. Te ayudará gratuitamente ¡Es de agradecer!,¡Muy amable! ¿Cuándo vendrá a verme? ¡Esta noche! ¿Cómo que?.................. ¿esta noche?, ¿a qué hora? Tu Eduardo, no te preocupes por nada, tan solo acuéstate como todos los días Papá muy extrañado por todo, una vez que el vecino se había marchado, se lo contó a mi madre. Cuando éste acabó de hablar, ella le contestó: Eduardo ¿tú sabes lo que hace el vecino? Pues no, ¿no trabaja en una oficina? 34 - 35 - No me refiero a eso, lo que te pregunto es si sabes qué es lo que hace en su casa Pues no, no lo sé ¡Es espiritista! A papá se le transformó el color de su rostro. Cuando el sentía miedo, tenía la costumbre de cubrirse con la manta, hasta sus ojos. Esa noche, le parecieron pocas las de su cama, usando todas las que pudo encontrar, y, poco acostumbrado a las oraciones, hizo su primera vigilia repitiendo decenas de veces el “Padre Nuestro” que Jesús enseñó, aterrorizado por la posible aparición en la oscuridad de una nube con cabeza, ataviada con una sábana blanca, con tez cadavérica, levantando sus fantasmales brazos, diciéndole con voz ronca y bronca: Uuuuuuuuuh! ¡Eduardo! ¡Vengo a curarte! ¡Soy el Doctor Martín que fallecí en la Guerra!, ¡UUUUUUUUUUUUUUH! Papá según me contó años después, estaba dispuesto, a lanzarle lo primero que encontrara a mano, si se hubiera aparecido, pero fue suficiente con creer en el Padre Nuestro. Lo repetiría tantas veces, que al final se convirtió en un absoluto trabalenguas. Ese Doctor Martín no hizo acto de presencia gratuita, quizá pensaría que un trabajo así no era como para no cobrarlo. Por la mañana, el vecino quiso saber algo de lo que pensaba que había sucedido. Eduardo ¿ha pasado algo esta noche?, ¿cómo te encuentras? ¿Yo?, ¡Muy bien!, ¿Por qué lo preguntas? ¡Por nada!, ¡es que esta noche le pedí al espíritu del Doctor Martín, que viniera a curarte y no se ha presentado, ha debido de ocurrir algo muy raro! , ¡una interrupción! contestó el amable vecino, dubitativo. 35 - 36 - Yo no sé por que ese señor que tu dices no se ha presentado, pero lo cierto es que he pasado la noche mas religiosa de mi vida. Desde luego, desde luego, yo he estado rezando “Padrenuestros” toda la noche, ¡deja tranquilo a ese señor, y no le llames mas!, que a lo mejor, tiene mucho trabajo por ahí ¿de acuerdo? respondió papá, malhumorado. ¡Sí quieres puedo llamar a otro! ¡No!, ni se te ocurra, te lo agradezco mucho, pero déjame que ya me pondré bien Repuso con firmeza mi padre. Allí comenzó a descubrir que cuando se busca a Dios, o se le pide ayuda, El nos protege de las fuerzas del mal. Sería su primera experiencia en la lucha espiritual. EL“CARA AL SOL” Papá tenía un “oído” muy torpe para la música en general. Cantaba muy mal. Cuando éramos muy pequeños, utilizaba una curiosa técnica para dormimos, cuando nos resistíamos al sueño y les dábamos “la lata” a nuestros padres, nos cogía entre sus brazos, y comenzaba a mecernos con la tonadilla del himno oficial de la Falange Española: “Cara al Sol”, que si ya era monótono, mi padre lo hacía mucho mas, al imprimirle, cuando cantaba, ciertos impulsos militares muy monocordes. Cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver. …………………………………………… Volverá a reír la primavera, que por cielo, tierra y mar se espera. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer 36 - 37 - Quien se dormía, a veces era él mismo, arrullado por su propia “interpretación musical”. Mamá, consecuente con sus ideas políticas protestaba con energía: ¡Eduardo!, ¡que te estás durmiendo tú, y a mi me está entrando sueño de tanto oírte cantar tan mal!, y además ¡un soldado republicano que duerme a sus hijos con el “Cara al Sol”!, ¡ya veo que Franco te gusta mucho!,¿es que no sabes cantar a los niños otra cancion? Yo no sé si lo que le hacía reaccionar a mi padre era la chillona voz de mamá, o el oír el nombre del general Franco, acompañado de semejante acusación personal, por que nada mas intervenir mi madre, automáticamente reaccionaba con un “¡No!” rotundo. ¡Eso no es verdad! ¡Franco no me gusta!, ¡tú sabes que fui soldado republicano! Probablemente pensó, que la mejor utilización que podría hacer de un himno tan manipulado por el régimen franquista, era convertirlo en una pesada y muy tediosa canción de cuna, mal interpretada,y peor cantada. La música no era el fuerte de mi padre, desafinaba y desentonaba constantemente, así que ese himno se convertía en una especie de tartamudeo. Muchos españoles del bando triunfal, surgido de la Guerra Civil, se educaron bajo esos sones y notas musicales propiedad de la Falange fundada por su líder José Antonio Primo de Rivera, partido político español de ideología similar al fascismo italiano de Benito Mussolini, y al de las “juventudes” portuguesas. Era evidente que esa canción representaba, para los republicanos el lado mas duro y oscuro de la dictadura represora del general Franco, quien durante la contienda española, y por su 37 - 38 - puesto, después de ella, aglutinó en una especie de amalgama a un buen número de movimientos y partidos de derecha, utilizando para ello todos los métodos posibles, incluyendo la domesticación forzosa de quienes se le resistían, como fue el caso de la Falange, que aunque se alinearon con las fuerzas subversivas del general, para derrotar a la República legalmente constituida, se opusieron al mismo por que consideraban que el militar no cumpliría con el espiritu falangista puro, como así fue. Sus principales líderes, como el Sr.Hedilla, hombre honesto, lo pagaron con la cárcel. Al oír el Himno Nacional o cantar el “Cara al Sol” en todos los lugares públicos y empresas privadas, obligaba a levantar el brazo haciendo el saludo nazi o fascista, y quien no lo hiciera, podría ser víctima de una dura reprensión en ese mismo momento. Mamá me comentaba, que ella hacía lo posible para resistirse, simulando que se le había caído un bolígrafo, o que la media le molestaba y lo consiguió, nunca ni en público ni en privado saludó al estilo obligado. Si otros se habían formado bajo las notas del “Cara al Sol” yo también, pero en mi caso, sus machaconas y desentonadas estrofas, cantadas por mi padre como canción de cuna, debieron crear en mi subconsciente una especie de rebelión y de rechazo político, a muy temprana edad, que al paso de los años dio sus frutos. Mi padre, Eduardo, con 17 años, nada mas terminar la guerra. Una generación perdida. 38 - 39 - TIEMPOS DE GUERRA 1936, un año crucial que cambiaría la historia de nuestro país. La hecatombe, el caos, el horror, el revoltijo del miedo y la muerte barrerían nuestra tierra, dividiendo dramáticamente no solo a comunidades y regiones enteras, sino a familias, lanzándose unos contra otros como leones hambrientos. Dirigía por entonces los destinos del país, el sistema político de la II República Española, representativo, democrático, con gobiernos elegidos por la mayoría de los españoles. Fue una época decisiva en el reconocimiento de las libertades y de los derechos en general que facilitaron las bases para el desarrollo social y político de una España moderna y progresista, pero peso a los grandes avances que se hicieron en tan pocos años, recuérdese que la República es proclamada en 1931, fue diluyéndose en sus propias contradicciones internas, hasta caer en un maremoto que desembocaría en el alzamiento militar de Franco y los suyos, que tras una cruenta guerra que duró tres años, impuso por la fuerza un régimen terriblemente autocrático y dictatorial prácticamente calcado del nazismo alemán y del fascismo italiano. Eduardo, mi padre, había nacido en la bella isla de Puerto Rico, allá en el Caribe, en 1921. Hijo de emigrantes gallegos, pasó allí toda su infancia. De esa crucial etapa de su vida, le quedó un recuerdo profundo. Jamás renunció a su tierra natal. Cuando su familia volvió a España, guardó en su corazón una gran nostalgia alimentada por el álbum fotográfico familiar que mi abuelo había hecho en San Juan y Arecibo. Abundantes imágenes de 39 - 40 - color sepia, que revelaban los quehaceres de una familia acomodada como fue la de mi padre, y una infancia muy feliz cargada de amor, y de una sociedad local profundamente hispana. Los aromas del Viejo San Juan se esparcían en mi mente cuando mi padre me enseñaba los personajes y rincones que aparecían reflejados en las fotos. Un muchachito de 12 años, con fuerte y marcado acento caribeño, deambulaba por las calles populosas y céntricas de Madrid, seguramente para comprar alguna novela o revista infantil que tanto deseaba leer, cuando de repente una enorme masa de gente alegre, desde los escasos automóviles y las camionetas, creando un ambiente festivalero a su paso, gritaban sin cesar: iViva la República!. ¡Hemos ganado las elecciones!. ¡El Rey se va! “. El estruendo de los bocinazos de esos vehículos, el griterío de la gente en la calle, en las aceras, portales, y balcones cautivó al puertorriqueño hijo de gallegos. La gente descorchaba botellas de champán, quien las tuviera, y los periódicos de la época trabajaron a destajo para destacar la noticia. España iba a cambiar, y en las sedes de los partidos políticos y sindicatos se organizaron fiestas. Con el paso del tiempo, el chiquillo de aspecto elegante y pantalones bombachos, pasaría a ser el joven, que en el año 39 se uniría voluntariamente a la última quinta, del ejercito de la República, la de “Chupete”, llamada así al estar compuesta por miembros, que no habían alcanzado la mayoría de edad. La nación, sumida en el caos más absoluto se desangraba en un mar de odios fraticidas. Papá, fiel a los valores que la filosofía de la República representaba, se unió a esa última bocanada de aire fresco del 40 - 41 - gobierno republicano muy poco antes de hundirse en la derrota y en el exilio forzoso. Tuvo la suerte de no entrar nunca en combate, de no disparar ni un solo tiro0 pero sin embargo sufrió diversas vicisitudes y penalidades que nunca olvidaría. Con especial crudeza me relataba la dureza del campo de concentración en el que estuvo recluido por “rojo”, allá en la Plaza de Toros de Ciudad Real, cómo los internos sufrían un hambre feroz o se tenían que comer la escasa comida que repartían, a escondidas para que otro no se la quitara por la fuerza. La suciedad extrema, el calor del hacinamiento humano, los malos olores, ya que allí se defecaba delante de todos, la abundancia de piojos, pulgas y garrapatas, la miseria y el hambre generalizada, hicieron mella en los ánimos. Algunos morían, y se les sacaba arrastras. No hacía falta que hiciera testamento, de sus gastadas botas y de sus harapos para nombrar herederos a sus desmoralizados compañeros, por que allí mismo le desnudaban, antes de que se lo llevaran. Su salida del campo, se produjo de forma brutal. Papá deambulaba siempre cerca de la puerta principal, ya que unas parientes cercanas, que residían en Ciudad Real, solían ir de vez en cuando, llevando una suculenta tortillas de patatas, que le llevaban a hurtadillas, haciéndola pasar al campo gracias a que tenían un conocido en el ejercito vencedor, que se lo permitía. Eso sucedía solamente de vez en cuando. Papá se escondía en un rincón, devorando esa suculenta comida. Un día, se dio cuenta que la puerta principal se abrió en par en par. “¡Este es el momento!”, pensó y sin dudarlo, todos los que se encontraban en sus cercanías comenzaron a correr hacia el exterior, quizá por que habían 41 - 42 - creído, durante unos segundos, que algún batallón republicano les libraría de sus captores. Corrió y corrió, hasta que al salir se encontró de bruces con un pelotón de fusilamiento perfectamente ordenado y dispuesto, con las armas apuntándoles directamente. Mi padre, quiso volver inmediatamente al interior, por que el pánico se había apoderado de él. “iNos van a fusilar!”, pero la marea humana que salía dé aquel lugar de muerte se lo impedía. Los gritos y órdenes de los oficiales del ejército nacional, deteniendo por la fuerza a los republicanos, causaron una enorme confusión. Un grupo de detenidos, entre ellos, papá, fueron colocados contra la pared por un pelotón de “moros”, que cargaron sus armas reglamentarias apuntándoles. En ese preciso instante, un capitán español se interpuso y con desaforados gritos, obligó a bajar las armas, por que se trataba de un traslado forzoso en tren, de todos los detenidos, no de fusilamientos. Hambriento, desmoralizado y aterrado, bajo las órdenes de un capitán nacional fue introducido junto con cuatro compañeros en un vagón de ese tren. En la lista que llevaba el oficial, figuraban sus nombres, iban a otro campo o quizá un futuro próximo muy incierto. Una vez que la máquina había comenzado a andar, y llevaba ya algunas horas de viaje, uno de los detenidos se hizo con el arma reglamentaria del capitán y apuntándole con ella a la cabeza, le ordenó que le entregara la lista y que los dejara huir, y así lo hizo. Los cinco hombres tras despedirse, se escaparon, cuatro de ellos decidieron huir a campo traviesa, pero el último, mi padre, pensó que con toda seguridad allí los atraparían y fusilarían, por que aquella zona era nacional. A pesar de ir aun vestido con el 42 - 43 - uniforme republicano, hecho ya harapos y descalzo, decidió regresar a Ciudad Real, refugiándose en casa de sus tías, mas de una semana, donde después d muchos meses, pudo lavarse, dormir y comer en condiciones. En su huida, antes de llegar a su ansiado destino, caminando por la carretera, pues nunca trató de esconderse, se cruzó con un camión militar que venía en dirección contraria, repleto de fogosos y alegres soldados nacionales, que blandían sus armas, disparando al aire sin cesar, por que la guerra había terminado, aunque mi padre no lo sabía. Quedándose quieto, estaba seguro que descenderían del vehículo para fusilarlo inmediatamente, y sin embargo no fue así, pasaron a su lado gritando hasta dañarse las gargantas: “Viva España, arriba Franco!”. Su notable agotamiento físico y su estado mísero, eran tan evidentes que quizá movió a misericordia a ese grupo de militares, por que pese a que la contienda había terminado, si hubieran querido asesinarlo allí mismo, podrían haberlo hecho, al fin y al cabo una bala mas no se notaría nada. Como todos al pasar junto a él, gritaron esas proclamas con el saludo fascista, papá, brazo en alto, sin decir una sola palabra, les contestó. Durante unos segundos, esa escena representaría la viva realidad de dos Españas que se enfrentaron con las armas, una la de la Libertad, derrotada, y la otra, la de la “Intolerancia”, vencedora. Dios estaba con él, por que si hubiera sido fusilado, muchos años después, no se habría convertido al Señor. 43 - 44 - UNA ACEITUNA CON ESCOPETA Tras la Guerra Civil, vendrían años de miseria y hambre. El Régimen había ganado implantándose en la nación, haciendo gala ostensible de una victoria sobre los ideales de la II República. Serían tiempos de honor, no solo en nuestro país, sino también en el resto de Europa, por que los primeros cinco años de la década de los cuarenta nuestro continente se desangraba entre bombas, exterminios, odios raciales, caídas de gobiernos, regímenes dictatoriales, campos de concentración, de exterminio, persecuciones, venganzas, y en definitiva millones de muertos de todas las clases sociales, razas y pueblos. España, salida de una contienda temible, se quedaría totalmente sola en su suerte. Los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgaban de esquina a esquina. El General Franco, que a lo largo de los acontecimientos bélicos de nuestra guerra, se. Había hecho con el dominio total del bando nacional, ahora dirigía el país con mano de hierro, con el apoyo de importantes sectores de la sociedad española, incluida la misma Jerarquía de la Iglesia Católica, cuyos obispos, recibían al general en las iglesias con el saludo falangista, brazo levantado, el mismo símbolo que caracterizaba al nazismo alemán y al fascismo italiano. El militar, claramente alineado con las fuerzas del eje (Alemania e Italia), con multitud de vínculos ideológicos y tácticos, incluyendo el agradecimiento por haber recibido importantes ayudas militares en la Guerra Civil de esas naciones, fine poco a poco en sus relaciones internacionales, situándose del otro lado, conforme la II Guerra 44 - 45 - Mundial se desarrollaba, a favor de los aliados, pero manteniendo al país sometido a una férrea dictadura y aislándolo del resto del mundo. Franco era un hombre austero en sus costumbres. Pensaba que España era un enorme cuartel, tratando a los españoles de la misma forma que un general se relaciona con los soldados, de manera autoritaria pero paternalista. Si no hubiera contado con el apoyo ideológico de ciertos partidos políticos que él había domesticado, apartando a sus líderes opositores, como fue el caso de la Falange, y con otras fuerzas sociales que habían estado a su lado durante la Contienda Española, no hubiera podido dirigir el país. Los intereses de la política internacional, y los juegos de la creciente “Guerra Fría” entre el Occidente dirigido por EEUU y el Oriente europeo, controlado por la desaparecida URSS, hizo cambiar la inicial postura americana hacia Franco, de modo que al comienzo de los años 50, cuando España había sido expulsada de la ONU por su colaboracionismo con Alemania, “América” firmó un tratado bilateral con el gobierno del General, originando con ello un rápido reconocimiento del régimen franquista, por que ambos compartían un visceral rechazo contra el comunismo en general. La “Santa Sede”, firmó por su parte otro acuerdo con “nuestro” Estado, asentando de esa forma la enorme convivencia entre las dos partes. Los españoles, llevaban una vida sumamente monótona, sin ningún tipo de libertades internas, y la gran masa de la población soportaba con estoicismo, miedo y sometimiento, un Estado totalitario que ejercía todos los poderes y tenía todo el control sobre sus ciudadanos. A consecuencia de la derrota republicana, cientos de exiliados emigraron 45 - 46 - forzosamente a Europa y al continente americano. No podían ni querían regresar. La mayor parte de la intelectualidad se unió a ellos. A pesar de no haber recibido los beneficios del Plan Marshall, para la reconstrucción europea, Franco comenzó a suavizar levemente a su régimen, quizá para ir ganándose la simpatía de gobiernos conservadores europeos. Al finalizar la década de los cincuenta, la nación empezaba a despegar económicamente, por que algunos políticos tecnócratas cimentaron el despegue económico e industrial, pero sin separarse de los fundamentos ideológicos del “Aparato Oficial”, y por supuesto absolutamente leales al General. Franco, que en ningún momento dejó de ser quien era en realidad, el omnipresente Jefe del Estado. Es un personaje extraño. Muy religioso como miembro de su iglesia. Con una ideología política pobre, incapaz de entender los cambios que se avecinaban al país. Educado en una familia arraigada a la herencia cultural del siglo XIX, era un hombre duro y pertinaz, nadie sabía lo que pensaba. Los últimos años de su gobierno, pese a demostrar que en lo esencial no había ningún cambio, el régimen se desmoronaba por completo, gracias al despertar de la conciencia del pueblo y a una creciente oposición al Régimen, procedente de los sindicatos ilegales de obreros y las manifestaciones de los estudiantes de universidad, junto con otros elementos de las misma Iglesia Católica, que tras el aperturista Concilio Vaticano II, se enfrentaron al Régimen desde las Comunidades Cristianas de Base, y que en un momento histórico llegaron a contar con tácito apoyo de parte de la Jerarquía Católica que fue posicionándose 46 - 47 - a favor de una apertura hacia vías mas moderadas y democráticas, alejándose poco a poco de la convivencia Iglesia Estado. Así mismo la transformación y los cambios que Europa estaba teniendo, la creación del Mercado Común, al que España aspiraba, pero al que no podía entrar hasta democratizarse, estaban minando las bases del Régimen. El general, era un hombre bajito, mas bien algo rechoncho, con voz atiplada, barrigudo. Solía salir por televisión dando discursos grandilocuentes, inaugurando pantanos y otras obras hidráulicas, entrando en su principal monumento, la Basílica del Valle de los Caídos. Su corta estatura, más bien redonda, y su porte físico, en mi imaginación infantil se asemejaba a una aceituna con escopeta. Su fallecimiento, aceleró los cambios, y en pocos años, gracias a la actuación de S.M. el Rey, de Don Adolfo Suárez, a la sazón Presidente del Gobierno, y a toda la sociedad española, llegó la Democracia y la Libertad. LA GIMNASIA APROBADA LE COSTÓ UN JARRON A mi hermano Eduardo, no le gustaba la asignatura de gimnasia, por aquellos años, los colegios y escuelas nacionales estaban muy mal dotados de servicios básicos para poder ejercer la enseñanza de algunas materias. Habría que inscribirse en centros educativos privados, con el objeto de disfrutar de instalaciones más o menos adecuadas. El centro educativo “San Antonio”, carecía prácticamente de todo. No sé si sería por esa circunstancia o por que dicha materia no era del agrado de mi hermano, el caso es que no había forma humana que la 47 - 48 - aprobara, sobre todo en la modalidad del “potro”, que consiste en correr hacia una madera horizontal con patas de trípode de un metro de altura, posar las manos sobre ella, y abriendo las piernas, lograr saltar sin rozar con los pies la madera. Confieso, que también para mi era una tortura, pues las pocas veces que lograba hacerlo de forma aceptable no justificaban para nada a otras tantas en las que salía muy mal parado. A Eduardo le pasaba lo mismo, y por eso suspendía constantemente la asignatura de gimnasia. Mamá. Habiéndolo intentado todo, optó por utilizar un método curioso pero radical. Pensando qué podría hacer, despejó el comedor todo cuanto pudo, y allí mismo colocó una mesa óptima para ser utilizada como potro. Ella ha sido siempre muy amante de jarrones y platos típicos, que colocaba con arte en las repisas de los aparadores, en las mesas y por supuesto en las paredes. Tenía mucha estima por un bonito jarrón valenciano. La mesapotro estaba colocada de forma que no afectara al conjunto mueble del comedor, ni por supuesto a su decoración. Allí mismo por las tardes, Eduardo y Florentino comenzaron, bajo la atenta mirada y vigilancia materna a saltar cuantas veces fiera necesaria al potro, hasta que dominaran la técnica de salto. Claro, que muchas veces, los golpes, y las caídas eran contínuas, pero de esa forma, con lágrimas de mi hermano, y gritos de mi madre, Eduardo logró superar el difícil reto de esa modalidad deportiva. Sin embargo un día, tras varios fraternales intentos fallidos, con los ojos enrojecidos, no sé si por la rabia contenida contra el dichoso tranco de madera, o por la presión ejercida por mi madre, mi hermano se propuso realizar el último salto de esa tarde, con tan mala fortuna, que su pié se 48 - 49 - enganchó, con la inoportuna mesa central del comedor, causando su brusco desplazamiento, mientras mi hermano, intentaba no caerse al suelo sujetándose a la misma. El bello jarroncito valenciano, mimado maternamente, inició una danza circular, con vueltas y vueltas repentinas. Ante el estupor y el grito de mi madre: “¡El jarrón!, ¡el jarrón!”, Florentino intentó una dramática operación de salvamento, lanzándose sobre la preciada joya, con un brusco salto, con tan mala fortuna, que no pudo evitar su fatal caída al suelo, con un estruendoso ruido, mientras Eduardo ya yacía en el suelo, piernas arriba, sin daño aparente. Ya se encargó ella, de recordarle a Eduardo la corta vida del objeto, cada vez que saltaba en el comedor, por eso cuando al final logró aprobar la asignatura, junto con la alegría natural que sentía mamá hubo por años un suspiro lastimero en memoria del jarroncito de marras, y al cabo de los años, aun de anciana, siempre que me habla de esa experiencia como monitora deportiva de sus hijos, hay un rinconcito de recuerdo para el tristemente desaparecido objeto de artesanía valenciana en tan dramática situación. En el barrio de Carabanchel Bajo, de Madrid. Mis padres, detrás. Mis hermanos y mis primos, y delante de todos yo 49 - 50 - LA IGLESIA No es mi intención, en este capítulo criticar a la Iglesia Católica, aunque discrepe con ella a la luz de la Biblia, por que lo único que deseo es traer a mi memoria, aquellos lejanos recuerdos de mi infancia. Evocaciones que han impregnado mi retentiva, surgidos de la visión que un mocito pequeño tenía de la Iglesia como institución una idea confusa. El cura “perdigones”, era un hombre mayor, de cara muy larga y algo aplanada, no sé si por la edad, o por los problemas sufridos a lo largo de su religiosa vida, que a mí me infundía cierto respeto o quizá, temor. Un niño de siete u ocho años, como yo, no se podía sentir cómodo, en un aula vetusta y descafeinada, de pupitres incómodos, pobremente iluminada, y con chirriantes puertas de cerraduras averiadas. El primer día que entré, el resto de la chiquillería, entró corriendo para disputarse los asientos traseros, dejando libres los delanteros. Me extrañó, por que por regla general, los niños siempre se pelean por los mejores, no entendía por qué, éstos serían precisamente, los más alejados del pupitre magistral. Era el primer din de “Religión”, y yo me senté justo delante de la mesa del desconocido sacerdote, con mi cuaderno y mi libro. Cuando apareció el religioso, me sorprendió el tamaño de su rostro, su voz ronca, su incipiente joroba, y su dificultad al pronunciar. En su lejana juventud debió de ser un hombre alto y bien formado, pero los años no perdonan y achaparran buenas espaldas. A lo largo de la clase, no me enteré de nada, por que mi vista se fijó como hierro atraído por imán, en su 50 - 51 - notable boca. Mis oídos desestimaron como inútil la información religiosa que salía de sus labios, para estar atentos, como radares, a su forma de pronunciar. Tan ensimismado me encontraba, al contemplar las gotitas del babeo que caía de la boca sacerdotal, oyendo el extraño silbidoseseo de las palabras, que no me di cuenta, del enorme jaleo que un grupo de niños decidieron hacer en los asientos traseros, justo en el momento de mayor cansancio del presbítero “perdigones” en el desarrollo de la lección que en ese momento impartía. Era lo que ahora llamaríamos, un “boicot”, que buscaba solo, provocar constantes interrupciones. Francamente, estaba seguro que ese era su verdadero apellido, pero pronto descubriría que se trataba de un “apodo” muy a propósito. Mientras los del final, armaban jaleo, de forma progresiva, igualmente el rostro blancuzco del sacerdote, se iba enrojeciendo, incluidas las venillas desde los ojos hasta la punta de la nariz. En ese instante, me sorprendió ver que todos los que estaban a mi lado pusieron sus libros abiertos, de pie, encima de sus mesas escondiendo la cabeza, tras ellos. Alguno se cubrió además con los cuadernos, como si tuviéramos que protegemos de algo. Yo hice lo mismo por puera inercia, y a tiempo, por que el eclesiástico, cansado de llamar al orden, explotó en cólera contra los alborotadores, hizo volar por encima de nuestras cabezas: papeles, cuadernos deformados, lápices, bolígrafos y hasta las gomas de borrar, y un sin fin de gotas de saliva, que se caían en todas las direcciones, como verdaderos perdigones, impactando contra los libros y el rostro de algún niño despistado, mientras pronunciaba airadas palabras 51 - 52 - incomprensibles con voz ronca. Yo me llevé la peor parte de la inesperada lluvia. Para finalizar, nos regalaba unos cuantos puñetazos en la mesa, que hacían que el catecismo diera pequeños saltitos. Así descubrí él por qué de su curioso apelativo. A partir de ese día no volví a Cuando a raiz del sentarme tan cerca de su persona. Tras la Vaticano II, sonora y lluviosa bronca, venía otra más, le por que todos perdíamos el tiempo preguntaron recogiendo del suelo, todos los objetos que al teologo nos había lanzado. Desconozco, si fue por Rahner, qué su jubilación forzosa o voluntaria, pero no habría volví nunca más a ver a ese pobre opinado hombre. Mi problema era que comencé el Jesús de curso sin saber qué significaba el “Padre Nazareth de Nuestro” y lo finalicé aun peor a causa de las la monótona y aburrida repetición de otros conclusiones rezos aun más incompresibles para mí, del Vaticano como el “El Ave María”. La sobriedad de I, contestó nuestras aulas, la pobreza del material que lo más didáctico, las tenues luces de las probable es bombillas, y el rancio espíritu pedagógico que no de algunos maestros de religión, hubiera convertían esos momentos en una especie entendido de túnel tétrico para mi imaginación. nada de Sentado, en mí escritorio, contemplando nada. Antonio Gala. los nublados días invernales, tenía que Escritor español estudiar una oración, que en mí producía “En propia una ruina mental, especialmente una de mano” sus frases: “A ti, llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas” Al rezar esta plegaria mi corazón se encogía al imaginarme a mí mismo en ese valle desconocido, mezclado con la masa humana desterrada, rota en quebrantos lastimeros, la piel rasgada dejando ver heridas sangrantes y cubierta con harapos, descalzo y con numerosas ampollas en las plantas de los pies. Decenas de hombres, mujeres, niños y ancianos, que fallecían 52 - 53 - víctimas de crueles y espantosas enfermedades, y de hambre. Los supervivientes, entre los que yo me encontraba, levantábamos las manos como pidiendo limosna o ayuda, de rodillas, soportando un dolor intenso producido por las llagas en carne viva al arrodillamos. Me imaginaba a mamá, desfalleciendo a mi lado, y todo ello aderezado geográficamente por un indefinido desfiladero cuyas aguas corrientes no eran ríos naturales sino millones de lágrimas humanas. Yo no podía entender que hubiera que hacer tantos sacrificios para alcanzar la misericordia divina, y además, como si fuere el dios Zeus en el Olimpo de los griegos, delante de esa marea moribunda, tras enormes montañas que rodeaban al collado, me imaginaba una gigantesca imagen de la Virgen que como si con ella no fuera nada, permanecía ajena, estática, paralizada, sin inmutarse a todo lo que allí sucedía. No entendía muy bien quienes eran esos “desterrados hijos de Eva”, por que mi madre se llamaba Lola, al igual que mis dos abuelas, y que yo supiera, nadie la desterró de Ceuta, donde había nacido. Menos mal que aquella carencia de ánimos, eran suplidas con creces al finalizar la clase, por que salíamos de estampida, incluso nos atascábamos en la puerta. Yo solía, pronunciar antes de finalizar los rezos, sus últimas frases para terminar lo más rápido posible cuando los demás estaban aun por la mitad de las oraciones. Las clases, perfectamente diferenciadas, por que la enseñanza en esa época, separaba totalmente a los niños de las niñas en colegios o escuelas distintas, eran por regla general monótonas, poco dinámicas y nada participativas, se 53 - 54 - convertían en un tedio absoluto temido por buena parte de la infancia cuando sufríamos asignaturas como: “Formación del espiritu nacional”, en donde se enseñaba la ideología del Régimen del general Franco, “religión” y “gimnasia”, que además se impartían a últimas horas de las ajetreadas mañanas escolares, precisamente coincidiendo con el aumento del cansancio del alumnado y del profesorado. Por esa misma razón, cuando el director en persona, acompañado del maestro, nos informaba a toda el aula, que el Miércoles de ceniza, que la Iglesia Católica celebra todos los años, en señal de penitencia por los pecados, con el objeto de preparamos para la Semana Santa, deberíamos ir a la iglesia parroquial, era para nosotros una buena noticia, entre otras cosas por que en la mayoría de los casos, en esa mañana no había clases. Ese día de “penitencia”, concepto que yo asimilaba a gente muy triste y llorosa, salíamos del colegio todos los niños, en pareja, y en fila india, dirigidos por impacientes maestros que trataban por todos los medios de controlamos por que aprovechábamos cualquier oportunidad, al ir por la calle para divertimos a costa de los nervios de nuestros cuidadores. La tumultuosa presencia infantil en la iglesia, debía de causar molestias al resto de parroquianos, por que coincidía que al llegar nosotros, las venerables mujeres que allí estaban rezando se marchaban santiguándose con rapidez. Por mucho que nos controlaran, nos sentábamos en tropel, originando tanto ruido que en ocasiones el sacerdote oficiante de la misa, micrófono en mano si lo había, nos reprendía. Era un momento favorito para sentamos con quienes deseábamos hacerlo y no podíamos en el La Iglesia no es una sociedad perfecta y autárquica, a la manera de los estados nacionales. La Iglesia, no es siquiera un conjunto de hombres, que, a semejanza de un partido político, tienen la misma fe; la Iglesia, o es una comunión fraterna fundada en la relación personal y comunitaria con Dios, que es amor, o no es nada. Antonio Gala. Escritor español. “En propia mano”. 54 - 55 - colegio. Mal asunto, para el cura párroco, por que como los niños le encontráramos, siempre, algún defecto, así que tendría que soportar las insidiosas risitas infantiles. Aquellos años aún no se conocía la “Renovación Carismática”, que tantos cambios traerían del Espiritu Santo, y cuya música de alabanza ha pasado a formar parte de las animadas reuniones infantiles que hoy se hacen los creyentes católicos, en buen número de las parroquias. Si el acto religioso se alargaba más de lo que esperábamos, la inquietud infantil amenazaba con contaminar la parsimonia clerical del acto litúrgico, por regla general muy esclereotizado. El momento mas divertido para nosotros, era cuando de dos en dos teníamos que pasar delante del sacerdote; como soldados ante la bandera, para que él nos marcara la frente con ceniza, mientras nos repetía una frase, que a mi se me hacía algo tétrica:“En polvo eres y en polvo te convertirás”. Pensaba que mi madre lo tenía difícil, por que si protestaba siempre del polvo en casa, ¿qué diría si algún día delante de ella, a la hora del desayuno, me transformaba en una nube de polvo?, la verdad es que era un dilema que no me preocupaba mucho. Un niño que se sentaba cerca de mí, delgadito, y ojos saltones, de flequillos en punta, nada mas salir de la iglesia, se escupía en las manos tratando de limpiar su frente manchada con la cruz mal hecha de ceniza, originando con ello una buena suciedad que llevaría toda la mañana. El templo infundía en mí un especial y reverente respeto que fue adquiriendo con el paso de los años mas fuerza, quizá con alguna dosis de temor, al contemplar zonas poco iluminadas, rincones oscuros que escondían esquinas, capiteles de 55 - 56 - columnas, decoraciones con relieves pétreos, capillas con misteriosas imágenes que surgían entre las tinieblas como espectros venidos de otros mundos e iluminadas con la tenue luz de las velas encendidas, originando que sus rostros de madera policromada imprimieran en mi, el recuerdo de ciertos fantasmas infantiles. La débil iluminación, enviaba su trémula luz temblorosa sobre el rostro ajado y arrugado, de una anciana completamente vestida de negro, que a oscuras, hincaba su rodilla ante su imagen preferida. Los reflejos de las velas encendidas y el olor a incienso quemado, causaban en mi ánimo un sentimiento de quietud petrificada, y preguntas sin respuesta acudían en masa a mi mente. La primera vez que fui a una misa, que yo recuerde, tendría alrededor de cuatro ó cinco años. Era un templo hermoso, antiguo, cargado de imágenes, que a esa edad creía que me iban a decir algo, pues todas estaban con la boca abierta, mostrándome sus estupendos dientes. Supongo que sería un Domingo por la mañana, y que era Misa Mayor, a juzgar por la cantidad de gente que allí estaba, hombres y mujeres diciendo lo mismo: “Bis, bis, bis, bis, bisssssss”, sentándose al mismo tiempo, arrodillándose a la vez, cuando marcaban en sus frentes y pecho una cruz, levantándose para volver a decir: “bis, bis, bis, bis, bissssss”. Yo, de la mano de papá, observaba sus labios, y los de un señor calvo, alto y algo enquistado en años que estaba a mi lado, por que quería descubrir esa curiosa sílaba que salía de sus bocas, y que me recordaba al sonido producido por el aire que sale de una rueda desinflándose: “Biss, bisss, bissss”. No sabía si lo que querían era silbar todos en la iglesia, ó qué sentido tenía aquello, 56 - 57 - hasta que descubrí que era el final de una oración en latín, al repetir constantemente: “¡Ora pro nobis!, ¡Ora pro nobis!, ¡ora pro nobis!”. No sabía por qué desaparecía de la letanía: “Ora pro no”, diciendo solo: “bis, bis, bis”, quizá, por que los parroquianos abreviaban a propósito la oración o por que no se la sabían, como posiblemente era el caso del estirado y enjuto caballero, que había a mi lado. Me pareció un lugar estupendo para investigar y descubrir cosas. Así que decidí soltarme de la mano de mi padre, o bien fue él quien lo hizo para que le dejara en paz un rato. El caso, es que me encontré a mis anchas en aquel lóbrego lugar. Al pié de pequeños altares sin luz descubrí unos confesionarios, a los que consideré “casitas” en miniatura, muy bien hechos que llamaron poderosamente mi atención, al ver cómo de su interior salía un cura con la coronilla rapada en circulo. Decidí acercarme a ellos por si veía algo, a lo mejor una puerta que me llevara al otro lado del muro de la iglesia. A pesar de mi edad, me sorprendió la pequeñez del lugar al encontrar allí una banqueta, situada en medio de dos ventanitas diminutas con celosía, cada una de ellas con cortinitas. Era el lugar mas apropiado para esconderme y jugar con papá “al escondite”. Me olvidé de los “bis, bis, bis” que él estaba diciendo junto con el calvo de al lado, y allí mismo, sacando y escondiendo la cabeza comencé a llamar su atención. “¡Papá!, ¡aquí estoy!”, cuanto mas rezaban ellos, mas gritaba yo. Mi padre me miraba con una mirada asesina, y me hacía gestos que yo interpretaba como respuesta a mi juego. Abandone la aburrida “casita de madera”, y decidí correr de un lado para otro, ocultándome tras las hileras de los bancos martirizando 57 ¿Qué nos falta para ser felices?. La felicidad no se halla escondida detrás de la moral de los inmorales, bajo la teología de los que dibujan a Dios violento e intransigente por que Dios es bello y Cristo, alegre, o entre los hombres cabreados que han gobernado el mundo en tantas épocas de la historia. Enrique Miret Magdalena Teologo secular español - 58 - a mi progenitor con mi “escondite”. No recuerdo si esperamos hasta el final del acto religioso, o si por el contrario papá decidió salir a la calle antes. Solo recuerdo el tirón que le dio a mi brazo cuando pudo asirme de la mano. Creo que tardé años en volver a la iglesia, no sé si mi padre no iba o es que acudía a la misma sin mí. Personalmente me inclino a creer lo primero. Papá, fue siempre creyente convencido, pero muy poco practicante. Profundamente honesto consigo mismo y con los demás, era muy metódico, y sin embargo su asistencia a misa, se producía pocas veces al año. La religión como algo formal y externo nunca le había interesado demasiado. Las fórmulas aprendidas no pasaban más allá del “Padre Nuestro” y del “Credo Apostólico”. Un día, sintiendo la necesidad de confesarse; se arrodilló junto a la ventanilla del confesionario y a través de la celosía, un carraspeante y dormido cura esperaba con paciencia el inicio de su confesión. Papá hacía lo mismo, intentando descubrir algún trocito del rostro del sacerdote, mirando a través de los agujeritos de la celosía. Pasaban los segundos, produciéndose un intercambio de tosidos mutuos, hasta que el religioso le dijo varias veces: “¡Ave María!” Como papá no contestaba, insistió de mala manera, dando un golpecillo con los nudillos en la pared de madera. ¡AVE MARIA!. ¡Buenos días! contestó papá. ¡Buenos días, no! respondió de mal humor el cura. ¿Qué quiere usted que diga?, lo primero es saludarle con buena educación respondió mi padre ¡NO!, usted tiene que decir: “Sin pecado concebida!” exclamó el sacerdote. 58 - 59 - Bueno, pues “Sin pecado...qué?” “¡Concebida!” “CONCEBIDA!” Aclaraba el preste muy enfadado. ¡Vale! “Sin pecado concebida!” Repuso mi padre algo asustado. ¡Pero si usted ya me lo ha dicho antes! Repitió el sacerdote varias veces, con molestias, para añadir después: ¡HAY QUE REPETIRLO TODO! ¡Hombre!. ¡No hace falta que usted chille tanto!. suplicó papá, con voz angustiada. ¡SCHIIII! ¡BAJE LA VOZ! contradijo el cura con un tono desabrido y alto, mientras golpeaba una y otra vez con sus nudillos la madera del confesionario. ¡Pero si el que está gritando es usted! mi padre comenzaba a acalorarse. Un grupo de mujeres piadosas, miraban cuchicheando entre ellas. ¡Ave María!, ¡Ave María! reanudó, el religioso, la confesión visiblemente disgustado, intentando tranquilizarse. Sin pecado concebida Respondió papa de mala manera y a disgusto. ¿Qué pecado has cometido esta semana? Demandó suspirante el sacerdote. ¿Pecados? ¡Muchos........ Contestó mi padre con voz muy baja, casi imperceptible ¿Pero cuales son? ¿Cómo que cuales son?, pues no lo se,¡ bastantes! papá hizo un intento de memorización A ver, que me acuerde, espere un poquito, señor cura Hijo, mío, armandose de santa paciencia sacerdotal el confesor intentó ayudar a su confesado tienes que venir preparado, aquí se viene preparado, se está PREPARADO le sugería mientras aumentaba el tono de la voz. ¡Hombre!, yo creía que para que Dios te perdone los pecados, no hacía falta saberse 59 - 60 - la tabla de pecados semanales, como si fuera la Lista de los Reyes Godos, o la Tabla de multiplicar, y además ahora usted me llama: “hijo” y....... ¡me habla de “tú”! ¿Cómo dice!? ¡No le oigo! Respondía el cura llevándose la mano ahuecada a la oreja. ¡Que vengo a que me perdone pecados! papá, desesperado, con la voz igualmente baja para que no lo oyeran las beatas piadosas. Estas, arrodilladas mientras rezaban, estaban inclinando sus cuerpos hacia el confesionario, a ver si podían apresar algo al oído de lo que allí se estaba cociendo. ¡NO LE OIGO! gritó el cura Mi padre, visiblemente nervioso y para hacerse oír, olvidándose que estaba en la iglesia, y creyéndose en una plaza pública, juntó sus manos en forma de bocina para gritar: ¡QUE VENGO A CONFESAR MIS PECADOS!.....” El religioso, visiblemente enfadado, para finalizar la confesión, con voz de mando, atajó ese “interesante” diálogo. ¡Rece usted cuatro “Padre Nuestros” y cinco “Avemarías”, y la PROXIMA VEZ, VENGA USTED PREPARADO, QUE YO NO ESTOY PARA TONTERÍAS! Visiblemente contrariado, y con un color rojo subido en el rostro, motivado por la indignación o por la vergüenza, papá se marchó de la iglesia, con una extraña sensación de haber hecho el más espantoso de los ridículos. Entiéndase claramente que siento un enorme respeto hacia todas las confesiones religiosas, tan solo lo que aquí reflejo son percepciones y vivencias de mi infancia. Soy consciente, de los fundamentales aspectos teológicos que nos unen mucho mas de lo que creemos a 60 - 61 - todos los cristianos, y siempre he defendido la pertenencia a una sola iglesia de todos los creyentes que compartimos los mismos fundamentos cristianos, y esa iglesia es el Cuerpo de Cristo del que tanto hablaría Pablo en sus epístolas; a ella pertenecemos protestantes, anglicanos, ortodoxos, y católicos, si sus pecados han sido perdonados por Cristo, en un proceso de arrepentiemieno y conversión personal, si creemos en la Biblia como única revelación divina, si compartimos el Padre Nuestro, y el Credo Apostólico, si conocemos que nuestra alma se salvará con Cristo al seguirle,si sabemos que hay también un infierno, que Dios es uno y trino, que el Espíritu Santo se mueve hoy día como en tiempos apostólicos con sus dones y su frutos y que además nos amamos y ayudamos. Todos los dogmas que nos desunen son añadidos humanos colocados para alejar al hombre de Dios. Sean de la iglesia que sean.La misma Biblia nos dice que no podemos añadir nada a lo revelado, ni tampoco quitar. Jesús oro: “Para que todos sean uno como tu y yo somos uno, Padre”, en Juan 17. Quizá la unidad cristiana sea una unidad dentro de la diversidad, pero nunca bajo la absurda e inútil bandera de sectas como los G12 y otras que pululan por el mundo, falsamente llamadas carismaticas. Siempre soñé con un uniforme de romano. Mamá me compró éste, más bien de caballero medieval. Me dijo que era romano, y me iba con él hasta a la cama. 61 - 62 - MAL OLOR EN LA ESCALERA Tendría, aproximadamente, once años, ¡bonita edad llena de alegría!. No recuerdo si esa mañana, había o no colegio, sin embargo, pasé parte de ella en mi calle, jugando con unos y otros. Mi amigo Jesús, no aparecía por ningún sitio, por lo que supuse, que estaba estudiando, ya que se pasaba las horas muertas delante de los libros. Como vivía justo debajo de mi casa, su madre Nieves, siempre me invitaba a pasar, y allí hacía yo parte de mi vida. Cuando mamá me buscaba, lo primero que hacía era preguntarle por mí, por que sabía que allí estaría yo comiendo, mientras escuchaba las viejas historias de su pueblo natal: Paredes. Su esposo, hombre de rancio abolengo conquense, era portador de un nombre, que reflejaba su propia esencia como persona: Anastasio. Ser humano, hecho a fuego en la rudeza de la vida, y que se había forjado, minuto a minuto, en la trabajosa tarea de vivir cada día, me daba la impresión de poseer un carácter fuerte, y amable. La concreción de los rasgos de su rostro, parecían un librillo de su historia personal. Quizá algo seco de carácter, sin embargo, era un padre modelo para su familia. A mi me trataba muy bien, nunca escuché de sus labios la menor queja por mi constante presencia en su casa, al contrario, empatizaba mucho con mi padre. En una ocasión me invitaron a pasar unos días a su pueblo natal. Jesús y yo, habíamos trabado muy buena amistad, para mi el era “el amigo”, no había otro mas, incluso le envidiaba por su buen hacer en los estudios. Han pasado muchos años, y aun acuden a mi mente, los días de mi estancia en Paredes. 62 - 63 - Acostumbrado a las aldeas andaluzas, concretamente de Almería, que aunque pobres, lucían al sol sus blancas paredes encaladas, resaltando con fuerza la viveza de los colores iluminados, y al bullicio popular propio del sur español, Paredes me pareció algo triste y melancólico, un lugar, que de no ser por la familia acogedora de Jesús, me hubiera causado cierta tristeza. Puede ser que cuando estuve allí fuera Invierno u Otoño, no lo sé. Me llamó la atención la enorme modestia en la que vivían su lugareños, algo normal en toda España, por aquel entonces, pero aquí, al menos para mí, mucho más matizado y marcado, ya que en contraste con las casitas del sur, estas, las del pueblo me parecían muy grises. Quizá el mal tiempo meteorológico debió de acentuar esa aparente tristeza en mi ánimo. De aquella experiencia tan solo recuerdo, la habitación que compartí con mi amigo Jesús, grande, destartalada, amueblada de forma muy sencilla, con un sencillo baúl y un ropero arcaico. La luz entraba al recinto a través de una ventanuca, de madera rústica, y situada en la esquina superior derecha de uno de los gruesos muros. Allí hacía frío, pero el calor humano de la familia de Anastasio, me era más que suficiente. Seguramente por que no conocía a los niños del pueblo, mi estancia se hizo algo aburrida. Uno de los instantes más interesantes para mí, y que en realidad es el único recuerdo que mantengo con gran fuerza y vigor en mi mente, de esos días, fue una comida que compartí con un grupo de trabajadores del campo. Desconozco si tales personas eran o no familiares de Nieves o de su marido, pero lo que puede comprobar a lo largo de esos minutos, la rudeza de sus vidas en las tareas agrícolas, y más en una época, en 63 - 64 - la que los pueblos, villas y aldeas de nuestra España adolecían de la mayoría de servicios municipales que hoy poseemos. El comedor, era amplio, sus techos de madera, con viejo olor a rancio. Unos cuantos muebles se situaban descolocadamente en su interior. Había una cocina de leña, que yo nunca había visto. Una mesa muy rústica, y unas cuantas sillas de nea. La chimenea regía el lugar, y justo en frente de la misma, una gran olla, repleta de comida. Jamás había visto cosa igual por su tamaño. Años más tarde cuando en España se vendían las historias de Asterix, en las que aparecen grandes marmitas con la pócima sagrada, recordaba aquella de la comida en Paredes. Los hombres conforme iban llegando de las actividades agrarias, se sentaban junto al fuego. En la mesa, una hogaza de pan rústico, a su lado, cubiertos enormes de alpaca desgastada. La gente hablaba y hablaba de no sé que problemas, que a mi no me interesaban. Yo tenía un hambre voraz, Nieves, me dijo que comiera de la olla. Allí todos, introducían sus cucharones, que goteaban y chorreaban hasta llegar a las bocas hambrientas campesinas. Otros introducían trozos de pan, conocidos por “cachos”. Me acerqué a la gran perola, dentro, sobre el liquido flotaban grandes trozos. Veía tanta comida flotando en su interior que a mí me causó cierto rechazo. La madre de Jesús, me animaba a participar con los demás de los cocinados alimentos, no lo hice. La pobre mujer optó por prepararme un plato de patatas fritas, que digerí con ansiedad aunque tenía que pincharlas con ese enorme tenedor. Todo el lugar estaba iluminado tan solo por el fuego de la chimenea. Dos partes de mí se alimentaron: mi estómago y mi capacidad 64 - 65 - de sorpresa. Mientras digería esos alargados trozos de patatas fritas, el rubor se apoderó de mí, y me sentí como si fuera el centro de las misericordiosas miradas de los campesinos. Nunca había sentido qué era eso de ser distinto, pero en esa ocasión descubrí un complejo que se llamaba “ser niño de la capital”. Varios días después de mi regreso a casa, estaba realmente aburrido. Son esos terribles momentos, que uno no sabe qué hacer, y en ocasiones lo que en ellos se realice, puede ser de provecho o de truhanería. Deambulaba por la calle, sin encontrar a nadie con quien compartir algunos juegos. Necesitaba hacer algo, y decidí experimentar. En mi bolsillo tenía unas cuantas pesetas ahorradas. Me acerqué a una tienda de esas que había en los barrios, muy pequeñas pero atestadas de todo tipo de objetos, algo parecido a un bazar en miniatura, mezclados con revistas, periódicos, tebeos, caramelos, y un sinfín de cosas. En esa época hizo furor entre los niños de mi edad un artículo que aún se vende en comercios especializados de artículos para bromas, las “pompitas de mal olor”. Compré un paquetito, sin saber qué haría con él. Continué caminando de un lado para otro, hasta que la luz iluminó mi mente. Rápidamente me dirigí a mi casa, pero no entré en ella. Mis pies se dirigieron al piso superior. La escalera allí no terminaba, continuaba hasta la terraza, así que el tramo que había entre el último y la terraza, era un lugar perfecto para esconderme. Allí mismo, diseñé mi estrategia militar. Agazapado, comencé a lanzar contra las puertas de los vecinos, las pompitas de mal olor. A toda prisa llamé a las cuatro puertas, y salí corriendo. Lo mismo hice con ni propio descansillo y en donde vivía Jesús. Pronto, toda la 65 - 66 - escalera, se llenó de un mal olor espantoso, casi nauseabundo, repugnante que comenzó a penetrar con gran fuerza a las viviendas que abrían sus puertas, por mis persistentes llamadas. Yo me las arreglaba para ver, cómo las vecinas, hacían todo tipo de gesticulaciones con los brazos a fin de expulsar tan mal olor, abriendo las ventanas de las escaleras, mientras sufrían amagos de arcadas. Me escapaba saltando los escalones de cuatro en cuatro. Pocas eran las penalidades que yo causaba a mis vecinas, pero no sé si sería por lo del refrán: “una vez al año no hace daño”, pasados los meses, volví a repetir la hazaña, en el mismo teatro de operaciones militares, pero con otras dos tácticas distintas: la espada de madera y la cuerda, y con una distancia en el tiempo entre ambas de un par de meses, con el objeto de que el enfado vecinal causado por la primera se hubiera ya esfumado antes de la realización de la segunda. La diferencia se planteó entre los dos experimentos: la cuerda era más eficaz, porque podía sujetar los “pomos” o tiradores exteriores de las puertas, y la espada solo atascaba y de mala manera a dos de ellas, que además formasen una esquina. Decidí probar con ambos sistemas, y me percaté que con la espadilla, solo causé las quejas de dos mujeres, las que vivían en las casas cuyas puertas previamente atranqué utilizando mi artilugio, a modo de palanca. Pensé pues, que la cuerda sería más efectiva, así que decidí comprobar. Y lo comprobé con creces. Como cada descansillo tenía cuatro puertas, dos enfrentadas y otras dos alineadas, me dediqué una mañana a atar las puertas y en todas las direcciones, del sufrido piso tercero. Había estudiado con precisión las horas de salida de las 66 - 67 - vecinas, para ir a la compra. Sabía que en ese momento, la mayoría se encontraban en sus domicilios, preparando las comidas. Desde mi punto de espionaje en la escalera, observé lo que iba a suceder, por que una vez hechos los nudos, llamé con brío a todas las puertas, para ocultarme después. Los portazos eran tremendos y mi risa aun mas, ya que cuando una abría, la otra lo hacía también, de modo que sin saberlo yo estaba practicando con pura ley física. Si la vecina de enfrente abría, a la otra se le escapaba la puerta, y eso se complicaba aún cuando las otras dos puertas entraban en acción, así que los portazos eran constantes. Paseando por la calle “General Mola”, que hoy ha cambiado de nombre, en Madrid. El niño del centro, soy yo. Ella es mamá. A la izquierda de la foto, mi hermano Florentino. A la derecha, Eduardo, el mayor de todos. Nuestra conducta nos condena, cuando en nuestras aflicciones recurrimos a todo antes que a Dios. ¿Está enfermo tu hijo?, buscas en todas las partes al mago o a cualquiera que ataque con vanos remedios a tu hijo enfermo, o vas al medico y a los remedios, con desprecio del unico que puede salvarte. Si un sueño te ha lanzado a la turbación, corres a casa del hechicero. Y si tienes un enemigo, buscas un protector entre los hombres. En suma, en cada necesidad tu estás convencido de nombrar a Dios tu refugio, con los labios, pero en realidad buscas recursos en cosas inútiles y vanas. Sin embargo, para el justo Dios es el verdadero socorro. San Basilio, en el Siglo IV, d.C. 67 - 68 - ¡FUEGO! Había algo que me gustaba especialmente, era subir a la terraza de mi casa, cuando la puerta de acceso a la misma estaba abierta. Solía suceder así por que alguna vecina se había olvidado cerrarla una vez que habia hecho uso para colgar la ropa. Evidentemente era un peligro ya que los niños podíamos subir allí y sufrir un accidente. Si algo bueno tiene la primera edad del hombre, a pesar de lo que ello pueda suponer, es precisamente la ausencia de miedos. Disfrutaba, desde esa altura, tirando a la calle avioncitos de papel o dejando caer a mi paracaidista preferido, no entendiendo porqué siempre se liaba en sus propias cuerdas, estrellándose contra el suelo o sobre la cabeza de quien por allí paseara en esos momentos. Las ventanas, y las terrazas, han sido siempre un lugar preferido para lanzar pequeños objetos, o para travesuras tan raras como la que hizo mi hermano Florentino, el mediano, utilizando como víctima a Eduardo, el mayor, por que éste último, un día estaba asomado a la ventana, y Florentino le sujetó con fuerza por detrás, de modo que no se podía mover, y desde allí comenzó a gritar a todos los vecinos que deambulaban, escondiéndose detrás de Eduardo: ¡Eh, oye tu!, ¡que feo eres!, ¡el tío ese del burro! gritaba con fuerza, precisamente en el mismo momento que por allí transitaba un vecino gitano, quien al ser reprendido desde la ventana de mi casa por un menor, le respondió con una buena cantidad de insultos, pero quien los recibía no era Florentino, sino Eduardo, quien luchaba para librarse de él. 68 - 69 - ¡Vecina! ¡VECINA! continuaba con sus gritos, y como todas las mujeres eran vecinas volvían la cabeza, así que Eduardo se encontraba siendo el blanco de todas las miradas femeninas. ¡Vecina! ¡VECINA! ¡Hay que ver ese ¡maleducado ¡ya verás cuando vea a tu madre te vas a enterar!.. respondían airadas las mujeres. A Eduardo se le iban y venían los colores, mientras atizaba al otro, todo tipo de codazos para zafarse de él, cosa que consiguió. La mañana se presentó algo gris, las nubes viajaban por el cielo azul madrileño formando todo tipo de figuras que a mi se me antojaban planos de países o grandes montañas, por las que soñaba escalar. Mamá me dio la ropa para salir con ella de visita. Papá hacía rato que se fue al trabajo, y mis hermanos tampoco estaban en casa. Nos fuimos de visita a casa de mi tío Pepe, el hermano de mi padre, que vivía en otra zona de Madrid. Sería alrededor de la una del medio dia, cuando, mi padre llamó a su hermano por teléfono para decirnos que mi abuelo materno, Antonio, le había avisado sobre un incendio en nuestra casa. Pepe tuvo la “cortesía”, de llevarnos con su automóvil hasta, la mitad del camino, y allí tuvimos que coger un taxi para llegar lo antes posible a nuestro incendiado hogar. Nunca había visto tanta alteración en mi tranquila calle, un lugar donde nunca pasaba nada, y cuando lo hizo tuvo que ser en mi propia casa. Toda la gente estaba en la calle, mirando a mi casa. Algunas mujeres, medio llorosas, se nos acercaban con un espíritu tan triste, que parecían darnos “el pésame” propio de un entierro. Quizá esperaban que mamá sufriera un ataque de nervios con espasmos incluidos, pero 69 - 70 - ella ha sido siempre, y en el día de hoy, ya muy anciana, aun sigue siéndo, una mujer muy fuerte para las malas noticias. Desde la calle se veía ya los daños del fuego, por que las ventanas, todas abiertas, habían dejado escapar los humos negros, manchando e impregnando toda la fachada. Mi preocupación, no era otra cosa que mi pajaro, el canario, cuya jaula había colocado yo en la ventana de la cocina, pero Jesús, mi amigo, que me esperaba en la calle, me dijo que lo tenía él, y que precisamente fue la avecilla, quien le dio el aviso de que algo no iba bien en casa, sencillamente por que estando jugando en la calle observó cómo el animal se daba golpes contra las barras de su jaula, muy nervioso, ya que había detectado el sofocante humo del interior de la casa y se asfixiaba. Eso fue el detonante de la operación vecinal de rescate. Ni siquiera hacía falta acceder al interior de la vivienda, ya que en pocos minutos, oímos como cincuenta versiones distintas. Yo quería ver como había quedado todo. Nunca había tenido la oportunidad de conocer de cerca las leyes físicas relativas a los efectos de un fuego, pero me sentía triste por los daños producidos. Al mismo tiempo me alegré al enterarme de que ninguno de mis hermanos estaba en esos momentos allí. Nunca había visto tanta solidaridad, ya que, desde que inició el fuego, los vecinos no cesaron de entrar a la vivienda, una vez que los bomberos terminaron su trabajo, por esa razón mamá se dio cuenta que un jarrón situado en la entrada, zona que no sufrió ningún daño a causa del fuego, había desaparecido misteriosamente, sin dejar ni rastro, no creo que los bomberos se lo llevaran de recuerdo. Aquello parecía, una oscura cueva. Todo negro y tiznado. EL 70 - 71 - comedor principal había ardido por completo. Mi hermano Eduardo, precisamente dormía allí mismo, en una camabiblioteca, que él cerraba todos los días, en su interior, una pequeña lamparita eléctrica, con forma de pinza. El pasillo estaba lleno de vecinas histéricas, que prácticamente no nos dejaban pasar. Mamá intentó tranquilizar a todos, incluidos los pobres de mis abuelos, quienes vivían justo al lado, y quienes se llevaron el mayor susto y preocupación. Mi afán se convirtió, en recorrer palmo a palmo mi hogar siniestrado. El comedor central, donde se había producido el incendio y el más afectado, estaba prácticamente destruido. Del mueble de mi hermano, solo quedaba un enorme montón de cenizas y el esqueleto retorcido metálico de su cama. Con él se perdieron algunos objetos de valor, entre ellos una colección de libros de ciencia, que papá había conservado desde su infancia puertorriqueña, ejemplares únicos. Toda la pared sobre la cual se apoyaba, lucía sus ladrillos ennegrecidos y resquebrajados por el calor inmenso. La capa de yeso de todo el techo se había caído, originando numerosos destrozos y la lámpara de araña que de él pendía, adquirió un color “tostado” que ha permanecido hasta hace poco tiempo. Algunos jarrones y objetos de decoración saltaron en mil pedazos. La mesa central, toda de madera, se rajó. El intenso humo y las altas temperaturas recorrieron todo el inmueble impregnando aquello cuanto se encontrara de camino: ropas, muebles, juguetes, diversos objetos etc. El peligro de derrumbe del techo central fue evidente mientras el fuego avanzaba y dominaba el domicilio. La vecina que vivía justo encima, quien desconocía por completo lo que estaba 71 - 72 - sucediendo, notó que el calor aumentaba progresivamente en su casa, hasta que al caminar por su comedor, se dio cuenta que el suelo estaba ardiendo. Tras haber meditado qué le podría haber pasado a mi hermano Eduardo si se hubiera levantado mas tarde, decidí buscar y rebuscar objetos retorcidos por el calor, divirtiéndome con las figuras y formas transformadas mientras dejaba que los adultos arreglaran sus diferencias en discusiones interminables. Nunca he sabido por qué, cuando surgen problemas, se finaliza discutiendo de temas que nada tienen que ver con lo que sirvió de inicio al malentendido. Papá habia firmado un seguro justo el dia anterior al incendio, sin saber qué era lo que iba a pasar después. El valor de todo, ascendió a 100.000 pesetas de la época. Recuerdo, con especial nitidez, a la madre de un amigo mío del colegio. Aquella mujer debió ganar el premio a la “mujer más habladora”, pues hablaba y hablaba continuamente. Cuando se encontraba con mi madre, yo miraba con detenimiento su garganta, pues no entendía como podría salir de ella una voz tan aguda. Varios días después del accidente casero, una vez que ya teníamos limpio el piso, quiso ver como había sucedido y la intensidad del siniestro. ¡Lola!, si a mi me hubiera sucedido, me habría desmayado decía una y otra vez, mientras contemplaba horrorizada lo sucedido. ¡Interesante señora aquella!. Por culpa de su monólogo, mamá únicamente se limitaba a decir: “si, es que”...., “pero”...... “de acuerdo”...“ya es que....”. La presidenta del “sindicato de mujeres habladoras”, se enfrascó en la religión, por 72 - 73 - que era muy devota del “Cristo de Medinaceli”, de gran arraigo popular en mi Madrid del alma. Tan curiosa me resultó la conversación, que me detuve a escuchar con atención su interesante análisis odontológico sobre los dientes de esa imagen, ya que todo versaba, según ella en la maravillosa, espléndida, brillante y reluciente dentadura casi milagrosa, ante la cual se arrodillaba llenando su alma de animosa alborada. ¡Que dientes, Lola, que dientes, tan relucientes, perfectos, lindos! lógicamente las alabanzas se extendían así mismo, al resto del conjunto de la boca: ¡Que boca! ¡Que labios!” Eran tantas sus exclamaciones y suspiros, que pensé: Ahora hablará de la garganta, de su campanilla, y hasta de la lengua” y efectivamente así fue: ¡Ay Lola! suspiró ¡Qué lengua!...¡qué garganta y qué campanilla tiene! LA GRABADORA Me parece que era invierno. Papá estaba sentado junto a la mesa del comedor principal, y se quejaba de un fuerte dolor en el omóplato izquierdo, causado posiblemente por un enfriamiento, mamá se lo pudo calmar poco a poco con diversos masajes. Esa tarde habíamos disfrutado a lo grande, los tres hermanos, con una grabadora que nos había traído. Nunca habíamos visto un aparato semejante que pudiera recoger todo tipo de sonidos. La diversión llegó a su mayor clímax cuando organizamos un concurso de ruidos causados por los gases gástricos, y los escuchábamos una y otra vez, volviendo a repetirlo con más fuerza cada vez. Mamá tuvo de soportar 73 - 74 - estoicamente, tanto ruido desagradable. Siempre ganaba mi hermano Florentino, el mediano, disputándole a mi padre el primer premio, que consistía en volver a repetir tan curioso concurso. Papá cansado de tanta broma absurda, nos dejó la grabadora buena parte de lo que quedaba de día, hasta que los nervios maternales no pudieron mas y el aparato terminó guardado y escondido. La revolución llegó a mi casa, con ese reproductor de sonido que mi padre había comprado, o que le regalaron. Era una de esas que había que montar la cinta para grabar en sus ruedas—disco. Tenía el aspecto de una maleta compuesta por dos partes, la tapa superior y la inferior en la cual iba bastante compactado todo el aparato. De la misma manera que ha ocurrido con la llegada de los ordenadores originando une verdadera avalancha en los niños con sus juegos informatizados, fue para los niños de mi casa, todo un descubrimiento oír como se reproducían nuestras voces en una simple cinta de color marrón oscuro. Mi padre, cuando llegaba del trabajo, disfrutaba con nosotros grabando y regrabando ruidos, gritos, voces, música etc. en una ocasión nos propuso hacer un concurso de ruidos gastro intenstinales, quien mas sonoro los hiciera, era el campeón. Ni qué decir que esa experiencia la repetimos infinidad de veces, y otras tantas eran constantemente escuchadas hasta que las cintas se rompían de puro uso. Claro está que si eso lo hacíamos, era siempre a escondidas de mi madre, y si esta se enteraba azuzaba a mi padre para que nos regañara, el cual lo hacia con mucha suavidad. La grabadora no duró mucho, quizá un año o dos a lo sumo, pues de tanto funcionar terminó por averiarse definitivamente, aunque tenía 74 - 75 - reparación. Un día llevado por mi propio interés, decidí abrirla, con la ayuda de un destornillador. Descubrí como se extraían los tornillos, y me encontré con un sin fin de cablecitos que no entendía para qué servían, pero que allí estaban. Tenía una cinta que se había liado totalmente. Encontré motorcitos y pequeñas poleas que servían para mover les ruedasdisco. Cualquiera diría que mi interés por la electrónica me llevaría de adulto a ser un buen especialista. La verdad es que en plena madurez, sigo sin entender nada de nada a pesar de mis intentos frustrados de reparar radios. Oí que mi padre llegaba a casa, y rápidamente escondí el desmontado aparato de la mejor forma que pude con la esperanza que no supiera quien lo había abierto. No recuerdo que es lo que pasó, quizá lo encontraría así el o ella, el caso es que desapareció totalmente de mi casa. El verano anterior, como todos los veranos, había pasado las vacaciones con mi familia en la ciudad de Almería, en el Mes de Agosto. Me gustaba mucho jugar solo, en el balcón de mi casa, en donde había construido una casita hecha desde una caja de cartón de algún frigorífico, efectuando en sus laterales unas ventanitas mal dibujadas que utilizaba a modo de guiñol. La mayor parte de mis días los pasaba en mi hogar con mis “indios” y héroes del lejana, pero lejanísimo oeste, veía a mi padre escribir por las tardes, y preparar entrevistas a personajes notables de la sociedad, que después publicaba en la Revista de su compañía de seguros. A veces obsequiaba libros a mi madre, de literatura española y universal, que después se comentaban. 75 - 76 - Días después, papá y yo fuimos a visitar a mi abuelo Pepe, su padre. Era un señor bajito y algo delgado que vivía solo en la madrileña calle de Espronceda, en el número 6, y para mayor exactitud en la planta baja derecha. Yo disfrutaba recorriendo la vivienda, estrecha, larga, antigua, algo oscura, y con una de sus habitaciones tipo “italiana” es decir, dividida por la mitad con una mampara acristalada, creo recordar. Todo me sabía a antiguo, era como viajar a un mundo alejado para mí, regresar a épocas pasadas. Mi predilección principal, mientras papá hablaba con él, consistía en abrir cajones, cuantos más, mejor, y rebuscar en su interior. Allí encontraba de todo, brújulas en desuso, linternas tipo bolígrafo con pilas usadas y oxidadas, pequeños marcos metálicos de fotografias traídos desde Puerto Rico, (dos de ellos aun los conservo), y un sinfín de objetos curiosos, útiles unos, inútiles los más. El pobre hombre, siempre me daba algo, como recuerdo, quizá por que sabía que su fin ya se aproximaba. Hoy, en mi casa, decorando las estanterías hay una maquinita de la década de los años 20, fabricada en Puerto Rico, que aún funciona, es un pesacartas de oficina. Mi abuelo, había sido un extraordinario dibujante, y pintor, siendo autor, mientras vivió en el caribe, de un dibujo comercial, para una casa conocida de cremas de zapato, que representaba a Charlot visto por la espalda, caminando y con sombrero de chistera. Sus óleos, colgaban de las paredes de su vivienda, y a mi me gustaba contemplarlos e imaginarme que me hacía diminuto y me convertía en protagonista de lo que allí se representaba en óleo. Hoy los niños, si van de visita a casa de algún familiar, tienen que ir armados, con su 76 - 77 - videoconsola, o el teléfono móvil, por no hablar de quienes poseen ordenador portátil, y mientras los adultos hablamos y hablamos ellos se entontecen horas y horas delante de esas maquinitas, como si los únicos músculos que tuvieran que desarrollar, fueran los de los dedos de la mano. Antes, no era así, y estoy seguro que aquella infancia fue mucho más imaginativa y creativa que la de hoy. Como ya sabéis, para mí era un placer ir a verlo, por que siempre me traía cosas viejas a casa. Allí vi una antigua radio de capilla, es decir, con forma de una diminuta capilla religiosa. El aparato me llamó poderosamente la atención, por su forma. Tenía el motor de radio suelto en su interior, solo había que sujetarlo con un par de tornillos a la madera. Como me la regaló me volví con ella a casa. Se convirtió en un preciado juguete, por que me fascinaba su contenido y forma. Contemplar ese abigarrado conjunto de bombillas, cables, y tornillos de todo tipo excitaban tanto mi imaginación, que separando las alargadas bombillas con forma de cohete espacial, de la plataforma metálica repleta de raros instrumentos, convertí en ni mente todo eso en una inmensa estación lunar, con naves interestelares. Para poder jugar mejor, extraje el motor de la caja, guardándola por su belleza decorativa. Yo desconocía los peligros de la electricidad en ese momento. Una tarde, Jesús y yo estábamos jugando en casa, y colocamos la vieja radio en el suelo, enchufándola. Los dos niños veíamos como se iban calentando a la vez todas las bombillas y el ruidillo característico de ese tipo de aparatos al iniciar su proceso. Era un verdadero misterio oír el murmullo de voces y ruidos, que surgían del altavoz. 77 - 78 - Solos en la habitación, sentados en el suelo frente al motorcito colocado en el suelo, sin la caja de madera, sin aislante alguno, enchufado y funcionado. El resto de la casa, completamente a oscuras. No había nadie en esos momentos, y era invierno. Los dos estábamos tan cerca uno del otro, intentabamos animarnos, pero la verdad es que el miedo se estaba apoderando de nosotros. Jesús me decía, que se le estaba poniendo la piel como “carne de gallina” por que estaba sintiendo algo extraño. Juanjo, ¡estoy sintiendo algo extraño, como un calambre pequeño! ¡Bah, tonterías!, yo no siento nada. No era cierto, por que no sé si por el miedo o por otra causa, los cabellos se me erizaron. A lo mejor es un espíritu, que está aquí! apuntó mi amigo, con voz temblorosa. En ese preciso instante, accidentalmente los dos nos rozamos, sintiendo en el lugar de tocamiento, como una punzada mutua, o una diminuta descarga eléctrica estática, causándonos tal pánico, que salimos a galope de la habitación y del piso, tirando todo cuanto nos encontramos en el recorrido. Escalera abajo nos empujábamos a codazo limpio. En la carrera parecíamos como una pelota compuesta de brazos y piernas descoordinadas. El corazón nos latía con enorme fuerza, y allí, en plena calle nos pasamos los dos el resto de la oscurecida tarde, sin decir nada, y contemplando la ventana iluminada de la casa, como si se tratara de un lugar embrujado, y allí, la radio solita, cantando sin cesar extraños ruidos. 78 - 79 - ¿QUÉ HABIA DETRÁS DE LA CORTINA? En psicología infantil o evolutiva, se habla de los diferentes “estadíos” que según Piaget, un gran psicológo infantil ya fallecido, que creó escuela en esta ciencia. Estas épocas, marcan distintos momentos en el desarrollo evolutivo de los niños, hasta llegar a la adolescencia. En los procesos de cambios de esas épocas, se producen crisis de adaptación. Al parecer los “miedos” infantiles pueden estar relacionados con éstas situaciones. No son mas que una falta de respuesta de la psicología infantil ante procesos de trasformación. Yo tuve de pequeño, esas crisis, como todos los niños. Es algo normal. Los “miedos” suelen ser resultados también de frustraciones en las relaciones con los padres, o con ellos, o de ellos con los niños. Ciertas psicopatologías infantiles tienen sus orígenes, en situaciones familiares, complicadas. No era mi caso, ya que mi familia era muy estable en todos los sentidos. Bien es cierto, que muchas de las experiencias que los niños viven, de pánico, pueden ser proyecciones visuales, de sus propias inseguridades personales. El miedo a la soledad me producía en mí una fuerte desazón personal, que papá remediaba con mucho cariño y afecto. A veces me escondía detrás de los muebles, escapando de algo que no conocía, y permanecía allí mucho tiempo hasta que mis padres se daban cuenta, y con palabras de seguridad me sacaban de ese lugar. Con el tiempo eso desapareció. Sin embargo, no se sabe muy bien si ciertas experiencias negativas, expresadas o transformadas en supuestas visiones, sufridas por los niños, son en realidad de origen psicológico, o psicopatológico, o si son producto de otras 79 - 80 - realidades espirituales que nos rodean. La duda está servida. Tendría yo aproximadamente cerca de ocho o nueve años. Un día, estaba muy tranquilo, quizá sería por la tarde, no lo sé, en mi casa. La vivienda tenía una rara estructura. Al comienzo estaba la cocina, después seguía, una habitación. Posteriormente, el comedor, y tras él, el servicio, y dos habitaciones mas, de modo que para ir a mi cuarto personal, tenía que atravesar el comedor. Entre éste y las habitaciones, un pasillo que daba a las mismas. Al comienzo del pasillo, mamá hizo colocar unas cortinas grandes, a modo de puerta, al objeto de evitar las corrientes de aire en el invierno. Me encontraba jugando, y decidí ir a mi cuarto, en realidad, no estaba pensando en nada, ni había visto imágenes desagradables en la televisión, ni había escuchado ninguna conversación que quizá hubiera podido motivarme psicológicamente una extraña experiencia, nada. Me dirigí hacia esa zona de mi casa, pero antes, quizá motivado por la curiosidad, o sin ningún motivo, me detuve ante la cortina, que estaba recogida con un bordón a un clavo en la pared. Automáticamente, sin pensarlo, como si me llevara a ello una orden superior a mí, aparté la cortina. Lo que ví allí me dejó aterrado. Justo en aquel instante, surgió ante mis ojos, una especie de nebulosa blanca trasparente, con un aparente rostro de anciana, muy fea, que se reía con carcajadas terroríficas que me helaron la sangre en mis venas. Yo las oí con toda su fuerza en mi interior. Era un rostro semi humano temible, semejante a la que se usa en los carnavales para representar a las brujas. Mi cuerpo quedó clavado en aquel lugar. No pude gritar, ni correr, no podía hacer nada. Era tan solo chiquito de 80 - 81 - ocho años, totalmente indefenso. La petrificada mano, dejó caer de nuevo el cortinaje, mi corazón latía con fuerza, por que el susto fue enorme. Aquella cosa, producto quizá de mi mente, o........ ¡No!, desapareció. Me quedé mudo, pero pude reaccionar, seguí caminando. Mamá notó que mi rostro estaba totalmente blanco, me abrazó y logró disipar el miedo inicial. Han pasado los años, he conocido al Señor, la vida me ha hecho entender muchas cosas, y saber que hay experiencias que son producto de causas naturales o psicológicas, y que por tanto tienen una explicación racional, pero a pesar de ello, aun sigo pesando, y preguntándome: ¿Qué había detrás de la cortina? ¿Un producto de mi imaginación?...o.....¿una experiencia que ahora llaman:”paranormal”?. Yo humildemente, he de confesar que no lo sé. He leído mucha psicología, pero aun así no encuentro una respuesta adecuada a aquello. Debemos tener mucho cuidado, cuando tratamos con miedos infantiles o de adolescentes, pueden responder éstos a circunstancias psicológicas muy claras, a causa de la edad y de otros factores medio ambientales, sociales y familiares, que tienen tratamiento y curación, pero en ocasiones, cabría preguntarse si ciertas experiencias son algo mas que pura imaginación. La Biblia es muy clara, y nos informa que no tenemos lucha contra carne, ni sangre, sino contra principados, contra huestes de maldad que habitan en regiones celestes. Cuando tratamos con niños hemos de tener mucho cuidado al tratar estos temas, podemos traumatizar al menor, para mucho tiempo, si les hablamos de “espíritus”, “seres malignos”, “demonios”. No hay que hablar de estos temas delante de ellos. Si un niño nos 81 - 82 - cuenta una experiencia de este tipo, hay que tratar de restar todo tipo de importancia, minimizar los hechos, y darle alguna explicación natural, al objeto de rebajar la intensidad del miedo infantil,y procurar hacerle sentirse seguro. Los padres cristianos, no deben hablar delante de los niños de este tipo de experiencias, aunque conforme vayan madurando y creciendo, estos temas pueden comentarse en familia, enfatizándole la grandiosidad del Poder de Dios, sobre este tipo de manifestaciones, y leerle versículos de la Biblia que inspiran confianza, y alejan el temor interno. Por ejemplo, si en la iglesia se ora por la liberación de personas que sufren influencias satánicas en sus vidas, nunca deben de haber niños delante, y ha de hacerse, en habitación aparte, rodeado de un numeroso grupo de adultos cristianos experimentados, o con conocimiento de causa. Suele ser común que al comentar estos hechos maravillosos en nuestras casas, podemos hablar estos temas, con diplomacia si hay niños delante escuchando, comenzando, de una manera muy alegre, y dando gracias a Dios, enfatizando mucho sobre el resultado final en la persona, y no hablando de cómo se comporta una persona que está siendo librada de la posesión diabólica, y procurando hacer énfasis, en lo positivo, en lo bueno, con mucha alegría y seguridad. Se trata de que los niños pierdan el miedo y adquieran seguridad en si mismos. Yo, Eduardo y Florentino 82 - 83 - MIEDO EN EL PASILLO. No recuerdo el día de la mudanza, cuando nos trasladamos desde Fuencarral, al Barrio de Carabanchel Bajo. Debió de ser aproximadamente en el año 1963, por que en esa época, el asesinato del presidente norteamericano Jhon F. Kennedy, en Dallas, a manos de un misterioso francotirador cayó muy mal en mis padres. Quizá sea el recuerdo más antiguo que tengo de la casa que sería mi hogar y en la que pasé la mayor parte de mi niñez. El piso no era nuestro, aunque yo no lo desconocía, y de haberlo sabido no me hubiera importado gran cosa. Pertenecía a mis abuelos matemos, Antonio y Dolores, quienes además vivían justo al lado, puerta con puerta. Vivienda normal de clase media, poseía tres habitaciones, un cuarto de baño, su comedor, una cocina y su terraza. Todo exterior. Allí me enfrentaría a mis propios temores, desarrollaría mis fantasías, crearía mis juegos. Hay momentos en la vida de todo niño en los que se necesita una profunda intimidad, para desarrollar en ella su propio mundo, personal, intransferible, único, con sus dibujos, sus juguetes, descubrir su propio e independiente lugar en el orbe familiar, conocer sus capacidades e inquietudes, hablar con los imaginarios amigos que pueblan la mente secuenciando los segundos unos tras otros. En ese balcón, esquinado y con forma de ángulo recto, construí una diminuta casa, utilizando la caja de un electrodoméstico que papá había comprado, una lavadora “Otsein” que al tener la hélice motorizada al fondo, a mi me gustaba moverla con la mano cuando estaba desenchufada. Cuando mi madre la utilizaba, poniendo en marcha la 83 - 84 - máquina, dejaba que mi mano impulsada diera vueltas y vueltas, movida por el agua enjabonada. A veces surgía de las profundidades acuosas un chirrido e inmediatamente mamá tenía que apagarla. Los botones de las camisas se introducían entre el disco de la hélice y la carcasa metalica. Girando hacia delante y detrás, a la primera y con la mano, lograba extraer la prenda. Alguna vez, para experimentar qué podría suceder, sin que mi madre lo viera, dejaba caer algo en el interior, por regla general caperuzones de bolígrafos, que eran tragados por el remolino liquido, y que en su triste destino, chocaban con prendas que daban vueltas y vueltas, hasta desaparecer ante mi vista. Mamá me prohibía estar junto a la lavadora, pero para entonces ya era tarde por que de su interior surgían extraños ruidos: “Rac, rac, rac, rac”. Tenía que extraer toda la ropa mojada, y tanteando con la mano de manera diestra, buscar el objeto que atascaba el disco para su extracción, y que por regla general siempre eran esos caperuzones de los bolígrafos. Mi casita de cartón, humilde y diminuta solo me pertenecía a mí. Allí nadie podía entrar. Era el santuario de mis muñecos de guiñol: un bombero a quien le puse por nombre Pepe, la bruja Malapata y el lobo feroz. La vivienda, tenía dos pasillos, uno era parte de la entrada general, desde él se accedía a la cocina, a una primera habitación y al comedor central. Otro, que nacía en éste último, era el camino hacia el servicio, y a las dos últimas habitaciones. Hacía esquina, y en su pared, papá, que siempre era un admirador de los sabios, había colocado, un pequeño cuadro, que contenía una fotografía en blanco y negro de un rostro humano, que por años me 84 - 85 - infundiría especial respeto, por no decir miedo. Muchos años después, siendo mi madre, una anciana avanzada en años y viuda, hemos recordado aquel retrato, nunca le había confesado el temor que me inspiraba, pero esa vez, recordando mi infancia, se lo dije, descubriendo que ella también lo sentía, y que quizá esa fue la razón de la desaparición del retrato. La fotografía representaba al rostro de un hombre mayor, en primer plano, resaltando una gran vitalidad en los ojos, con un brillo especial. El pelo revuelto de la poblada cabellera, causaba si se quiere mucha mas impresión. El fotógrafo, Philippe Halsman (19061979), debió realizar la fotografía tan cerca de su objetivo que hizo que el flash brillara en las retinas del fotografiado. Siempre me estaba mirando, era el eterno mirón, hiciera lo que hiciera, pasara por donde pasara, el retrato siempre me observaba. Algunas veces, pasaba corriendo debajo del mismo, y allí estaba: mirándome. Desde la cama, cuando dormía con la puerta abierta, cruzábamos nuestras miradas. Era, pues, el perpetuo observador, como si nos espiara a toda la familia al pasar delante de el. Coincidía que el rostro, tenía un transfondo oscuro con el cual, aun resaltaba más. Sin duda que la fotografía era una obra maestra, pero en esos años, tal cosa no me preocupaba, por que lo que hacía era sentirme perseguido por esa forma de mirarme en cualquier momento. El melenudo viejo con cara de miedo, resultó ser Albert Einstein, premio Nobel de Física, al quien mis padres admiraban casi con devoción. Aquella fantasmagórica fotografía dejó de estar colgada del clavo que había junto a mi puerta, pasando a otro, cual patíbulo, situado junto a la 85 - 86 - alcoba de mis padres. Una parte del pasillo muy oscura. Allí estuvo realizando la misma labor fisgadora. Mi sensación menguó un tanto, pero aun allí seguía causandome el mismo sentimiento, por que situado en un rinconcito oscuro, me producía aun más miedo personal. A veces caminaba delante de él a espaldas, para no sentirme acosado, abriendo la puerta de la alcoba en esa postura, y cerrándola así, igual. En 1947, Halsman estaba en el despacho del científico y Einstein miró a la cámara, y comenzó a hablar de la desesperación que le causó que su famosa fórmula E = mc2 y su carta al presidente Roosevelt hubieran hecho posible la bomba atómica, que su investigación científica hubiera sido la causa de la muerte de muchas personas, que hubiera ayudado a poner en las manos de los políticos una bomba monstruosa de devastación y muerte... Se hizo un momento de silencio y mientras se disponía a apretar el disparador de la cámara, Halsman le preguntó: Entonces, ¿no cree que algún día habrá paz?. “No, –contestó Einstein–mientras exista el hombre, habrá guerras Yo, un niño de ocho años entonces, no sabía nada de nada de esas historias personales, ni de quien era el bigotudo y melenudo rostro que allí aparecía. Creo que mis admiradores padres les causaban la misma y extraña sensación que a mí, y que por eso, por mucho respeto y admiración que sintieran hacia el padre de la teoría de la Relatividad, esa foto, extraída de una revista, un día para mi muy feliz, desapareció de mi casa para siempre. El clavo, en donde estaba colgado el cuadro fue sustituido por el primer 86 - 87 - teléfono que hubo en casa. Ya no recuerdo su color, creo que negro. Allí estaba, en una especie de altar religioso diminuto que solo servía para sostener un aparato que me recordaba, por su forma a una montera de torero español, el típico sombrero taurino, o un tricornio de la Guardial Civil española. Aquella maquinita resultaba tentadora, para unos niños como nosotros. Hoy, nuestros hijos viven sepultados en montones de teléfonos móviles y medios de comunicación de todo tipo, pero en esa época, vivíamos felices sin tantos aparatitos de todo tipo. Más de una vez, a escondidas, realizábamos llamadas, marcando numeros telefonicos al azar. A veces acertábamos, otras no. El afán no era otro que oir una voz al otro lado del hilo telefónico. Mi hermano Florentino, asaz inquieto, se había hecho con un número especial, y en un descuido de mi madre, realizó una llamada. Cuando se quiso dar cuenta, quien respondió al otro lado era la voz gruesa, áspera, y molesta de un soberbio policía. Había llamado a una comisaría de la Policía Armada, antecedentes de nuestra actual Policía Nacional. El niño, que se vería sorprendido por la ronca voz, colgó el teléfono completamente pálido. Parece que a mi hermano no se le ocurrió otra cosa que dar un falso aviso de robo haciendolo tan mal, que no supo terminarlo. Seguramente el guardia encargado de recoger las llamadas, estaría de mal humor, o harto de tantas tonterías infantiles le respondió con una amenaza verbal, mas con deseo de asustar que de recoger la estúpida información dada por un chiquillo nervioso de 9 años. No sé como se enteró mi padre, quizá por que mamá pudo haberlo escuchado, y entre los dos, expondrían la necesidad de un castigo 87 - 88 - que intimidara a mi hermano, a fin de que no volviera a realizar semejante tontería. A mi padre no se le ocurrió otra cosa, que aumentarle el miedo implantado en su alma infantil por el áspero policía. Muy serio, y con rostro de preocupado, se pasó toda la tarde hablando con mi madre, delante de Florentino, de las terribles causas que nos acaecerían por haber realizado esa llamada. Cada dos por tres, sin que hubiera tema para ello, papá alimentaba el fuego de las ascuas del temor que ardían en la mente de mi hermano. Yo, le veía cada vez más débil y asustado. Es noche no cenó. No sé por qué, pero tenía la corazonada, que en el fondo, aprovechando el incidente de la llamada, mi madre estaba gastando una broma a su segundo hijo. El siempre valiente, siempre seguro, siempre decidido, mi hermano, esa noche temblaba de miedo, pues mamá añadiendo mas leña al fuego, le amenazó sin gritos, de que esa noche la policía se lo llevaría a la comisaría junto a papá. Al día siguiente, ya más tranquilo, en el desayuno, le dijo a mi madre, que tuvo una pesadilla enorme pues: “.....Un enorme cabezón con gorra de policía. Ojos sanguinolentos, y furia desparramada me estaba amenanzando con llevarme al cuartelillo, a base de gritos y chillidos” Nunca imaginartía el policía que le recogió la llamada que su voz serviría de fondo sonoro de un sueño terrible. Mamá, con una socarrona respuesta, casi riendose le tranquilizaría para siempre. Florentino, suspirando profundamente, dijo: ¡Juro que nunca volveré a llamar! A la policía armada, seguro que no, pero sí a otros lugares, y no solo él también Eduardo y yo, hasta que mamá cortó esa 88 - 89 - manía con un grito de madre desesperada. Se acabó. EL SUEÑO DE LA ESCALERA Si la memoria no me falla, tendría aproximadamente, doce años, más o menos, cuando tuve un sueño, que por años me turbó, aunque no me inquietaba, por que sabía que el sueño contenía un mensaje, que yo no sabía ni podía descifrar. Desde que lo tuve, raro era el mes que, al acordarme del mismo, no meditaba con seriedad su contenido intentando descifrarlo, pero todo era inútil. Pasaron los años, manteniéndolo en el baúl de mi conciencia, y meses después de convertirme a Cristo, el baúl se abrió y el misterio del sueño se reveló por sí mismo. Lo que por años había permanecido en silencio y en la oscuridad de los secretos, tan solo en pocos segundos se mostró con toda su intensidad, y lo pude conocer plenamente. Cuando lo soñé, tendría aproximadamente unos once años. Corría el prodigioso año 1969, fecha singular por la llegada del hombre americano a la Luna. Sería una noche de invierno, y desconozco el motivo de las causas que pudieron originar ese sueño, por que mi familia, era creyente, pero muy poco religiosa, y casi nunca asistíamos a los oficios religiosos. Soñé, con la escalera vecinal de mi casa. Yo estaba vestido con una capa lujosa, parecida a la que usan los miembros de las tunas universitarias españolas. En cada descansillo, había colocada en la pared una enorme cruz. El edificio tenía tres plantas, por tanto, tres cruces. Conforme yo ascendía o descendía por la escalera, me arrodillaba ante la cruz y oraba el Padre Nuestro, la oración que nos enseñó Jesús. Decidí subir hasta la azotea, y al llegar a ella, encontré una habitación, desconocida 89 - 90 - para mí, con mi cama y la de mi hermano; en realidad era una guardilla, de techo inclinado, con ventana a un patio interior. Algo o alguien me llevó hasta la misma, y asomado vi un grupo de niños y de niñas participando en un juego muy popular en aquel momento. El corro de la patata. Sentí una voz profunda, varonil, serena, pacifica, tranquilizadora, que me dijo textualmente: -“¡Este será tu ministerio!”De nuevo me introduje en el habitáculo, y lo que allí contemplé fue algo extraordinario y curioso, por que vi que todo el interior estaba profusamente cargado de relucientes racimos; sarmientos extendidos por todos los sitios, cama, suelos. Muchos otros, colgados de las paredes. Eran unas uvas sumamente perfectas, de un color verdoso brillante precioso. Su visión fue para mí muy gratificante. Descendí de nuevo por la escalera, con el fin de salir a la calle, y al llegar a la primera cruz, que correspondía, con el primer descansillo, me arrodillé ante la misma, para orar el Padre Nuestro, y al finalizar la oración, apareció en mi dedo corazón de la mano derecha un increíble anillo, de gran tamaño, como de oro, que desprendía una luz propia con enorme intensidad. En ese momento me desperté. Me sucedió, salvando las enormes distancias como al Faraón de la Biblia, quien habiendo soñado en dos ocasiones estaba muy turbado, hasta que José le reveló enigma. Aquel sueño, por años me inquietó y en mi escaso conocimiento infantil quería encontrar respuesta a los innumerables secretos que contenía, y no obstante, me producía también, una extraña sensación de paz. Pasaron cuatro años, aproximadamente, en unos instantes en los que yo ya había conocido el poder 90 - 91 - transformador del Evangelio, con el respaldo del Espíritu Santo. Solo, en mi salón comedor, iluminado por los rayos tardíos del sol en pleno atardecer, Dios me iluminó por primera y única vez todos y cada uno de los secretos de aquella visión. La oración ante la cruz, representaría una vida de consagración al llamado de Cristo, el mismo significado tendría el anillo, y toda mi vestimenta. La habitación tipo guardilla, una especie de cenáculo, con mi cama, significaría un lugar íntimo, profundo, muy personal; el hecho, de asomarme y contemplar un grupo de niños jugando indicaba cual sería a la larga mi misión: el mundo de la infancia, donde el Señor, de una manera u otra me haría trabajar. Quizá, podría representar el educar a personas adultas en los caminos del Señor, gente, que para El, son como niños espirituales. Los ricos y estupendos sarmientos, representaría los frutos que todo cristiano debemos dar si permanecemos fiel a Jesús. El nos dijo en el evangelio: “Yo soy la vid, y vosotros, los sarmientos, separados de mi nada podréis hacer. El que permanece unido a mí llevará mucho fruto”. Es probable que al cabo de treinta años, exista un plan de Dios en el futuro: “PROYECTO BENEFICO LOGOS”, y un posible cumplimiento de lo revelado en aquel sueñovisión. LAGRIMAS POR UN ERROR El aprendizaje, es una constante experiencia de errores y de aciertos, en ello se basa la teoría psicológica del Conductismo. A lo largo de la vida estamos constantemente en un proceso, que se asemeja a la teoría del “tornillo sin fin”que constantemente está 91 - 92 - dando vueltas sin solución de continuidad. Todo proceso de aprendizaje conlleva pequeñas crisis, desde el mismo momento que vemos la luz, cuando nacemos, hasta nuestro fallecimiento. La infancia, es la mejor época del ser humano. Tal y como percibamos en nuestra primera época de vida, a nuestro entorno, y de la manera que éste nos forme, así seremos en nuestra madurez. En ese proceso de formación, surgen, como he dicho antes pequeñas crisis, que sabiendo encauzarlas podemos convertirlas en elementos positivos para nuestra formación. En el mundo animal, se dan básicamente, las mismas circunstancias, eso lo sabe cualquier especialista en psicología comparada, un gato domestico evitará caer dos veces en el mismo error, sobre todo si con el primero, ha tenido una mala experiencia, aunque a veces se hace real el viejo refrán español que dice: “El hombre es el único animal que tropieza tres veces en la misma piedra”. Considero que la edad de diez años, es la cumbre de la infancia, quizá cuando mas se disfruta, pero es también la época en la que se ya se va adquiriendo diferenciaciones claras entre lo que se considera bueno y malo. A veces eso se aprende precisamente por la realización de comportamientos y de actitudes, que la sociedad considera perjudiciales, pero que se hacen por puro desconocimiento. Era mi primer año en el colegio Nebrija. Desconozco por qué razón mamá me cambió de centro educativo, y ni siquiera recuerdo, si hizo lo mismo con mis hermanos mayores. Si sé, que este nuevo centro educativo estaba más cerca de mi casa que el anterior. A mi memoria, viene el rostro de Don Rafael, el director, un hombre delgadito, algo cabezón, con una 92 - 93 - calva que cubría con un puñado de pelos de lado a lado, moreno, con gafas y bigote poblado. Del resto del profesorado no recuerdo a nadie. Quizá hay motivos en mi memoria que justifiquen la imagen casi indeleble del Sr. Director, causados por el miedo que me inundó el último día del curso, cuando al descubrir la involuntaria faena que causé, dejé al descubierto el fracaso administrativo de la secretaria durante todo un año. Me explico, en ese colegio, la norma era entregar el boletín de notas al final de cada mes, para que nuestros padres las firmaran. Una vez hecho, debíamos devolverlas en la secretaría del colegio. Así todos los meses, hasta Junio, el final del curso. Se supone que la administración del centro educativo, lo tenía todo bajo control, pero mira por donde, yo sin saberlo, causé un doble estrago que detallaré en pocos instantes. Las notas del primer mes, fueron para mí, decepcionantes, y suspendí algunas asignaturas, entre ellas las temibles matemáticas. Por vergüenza, o por temor, no se la enseñé a papá, reacción por mi parte poco justificada, por que mi padre, jamás me levantó la mano, únicamente se limitaba a reprocharme las cosas de palabra. Seguramente, tampoco sabía que el colegio tenía la costumbre de enviar a los padres el boletín para su firma al final de cada mes, de modo que no me preguntaba sobre el mismo. Yo era un estudiante normal, poco destacado en las clases, pero cumplía con mis deberes diariamente. Opté por no enseñárselas. Pasaron los días, y ese boletín se convirtió para mí en una especie de patata caliente, por que no sabía qué hacer con el mismo. Por otro lado, estaba la autoridad del Colegio. La figura del Director, quien no sabía nada de nada sobre lo que me 93 - 94 - estaba sucediendo, me causaba pánico, incluso soñaba con el acusándome con su dedo índice de “delincuente”, y de “culpable”. Ni siquiera podía estudiar tranquilo, pues los meses fueron pasando y las notas de Septiembre, allí estaban escondidas, a buen recaudo. Cada día era peor que el anterior. Opté por continuar mi labor de escondite, y las oculté “sine die”. A mitad de curso, se me olvidaron por completo, hasta que llegó el temible y temido mes de Junio. ¿Qué hacer?, por más vueltas que le di a mi cabeza, toda solución me parecía un honor, por que pretendía huir de la bronca del señor director y de la de mis padres, pero no había forma de hacerlo. Lo malo es que papá, estuvo todo el año en el país de las maravillas, sin saber cómo iban mis estudios, de modo, que opté por abrir el boletín y rellenarlo por completo con notas falsas, suspendiéndome donde creía que estaría suspenso y aprobándome donde pensaba amortiguar el broncazo, sobre todo en matemáticas. Fue el año que aprobé toda la asignatura, menos un mes en el que me autosuspendí para ser algo más modesto con mi conciencia. Después faltaba la firma de papá, no sé como me las arreglé, pero logré que firmara. A él le pareció algo extraño que le presentara el boletín a comienzos de Junio, con todos los meses por firmar. Lo revisó, una y otra vez, y el sudor frío recorría mis mejillas, y quizá por que había muchos aprobados modestos, y algún que otro suspenso para no levantar demasiadas sospechas paternas, lo firmó. Los niños sabíamos en qué momento debíamos presentar las notas a nuestros padres, cuando estuvieran mas atareados y preocupados, y así evitábamos que les prestaran mucha atención. 94 - 95 - Tan contento, pensando que me había librado de un sonoro grito por parte de mamá, hice entrega al colegio, para así recibir las notas finales de curso de forma definitiva. Yo no sabía nada de nada respecto a las “medias” que los profesores sacaban como nota y resultado final de todo un curso, ni del necesario control de los boletines firmados. ¡Yo lo desconocia todo!. Y me lo prometía tan feliz. A mediados del mes final, la bronca voz del director consiguió desmantelarme completamente: “Juan José Santos Rivas, ¡dígale a su señor padre que venga a verme con urgencia!” ¡Dios mío, el mundo se me vino encima!. Los temblores de las piernas comenzaron en ese momento. No quería ni comer. Mamá me notó muy raro. La tortura no había hecho mas que empezar, y me duró, en su primera parte, varios días por que papá tardó en acudir al despacho del director por razones personales y de trabajo. Mi madre me había notado mas demacrado de lo normal. Cuando acudí acompañando a papá hasta el despacho del director, me pareció ir camino a la horca francesa, pero fuí. No me dejaron entrar, y me indicaron que esperara en la oficina del colegio. Poco después, aparecieron los dos hombres con cara de pocos amigos. Mi padre me fulminó con la mirada. Mi corazón, mi alma, mi mente, y todo mi cuerpo quedó partido en dos trozos. Don Rafael, boletín en mano, le fue indicando donde me había autosuspendido y en donde me autoaprobé, mes tras mes y asignatura por asignatura. De momento, la tortura terminó allí, por que tras las bronca que los dos me propiciaron, al unísono, con 95 - 96 - amenazas de denuncia a la policía incluida, quedó todo aclarado, o quizá con un:“tierra encima” por que al falsificar yo las notas, y no entregarlas durante nueve meses, descubrí así mismo, la total inutilidad administrativa del colegio, que ni se enteró durante todo un año de la ausencia de mi boletín no avisando a mis padres por teléfono, ni por carta. Seguramente, en la entrevista del director con mi padre, el primero reclamaría al segundo mas control sobre su hijo, y conociéndole como yo le conocía, lo aceptaría pero indicándole por su parte mejor funcionamiento administrativo al centro educativo. Aun así lo peor estaría por venir. Mamá quedó ampliamente informada, punto por punto de toda mi fechoría infantil. ¡Pobre de mi, por que queriendo evitar un desastre, organicé otro mayor!. Esa tarde, mis padres, me llamaron a parte, y con un rostro pétreo, me hicieron temblar como nunca lo habían hecho. Las rodillas me temblaban y sentía una sensación extraña como si las articulaciones dieran una con otra. La voz aguda de mamá, comenzó a penetrarme en mi interior, y sentada en su silla de fiscal acusador, comenzó a regañarme con tanta fuerza, que poquito a poquito me fui sintiendo cada vez más pequeño. Buscaba en vano la mirada consoladora de papá, pero todo inútil. No sé qué me dolía mas, si la fiscalización materna, o el desprecio paterno. Entré temblando, pero salí diminuto. ¿Es que quieres ser un delincuente?, tu no sabes que quienes empiezan así terminan en la cárcel?, me gritaba la colérica de mamá, con el permiso de papá. 96 - 97 - Yo no sabía nada, y mucho menos que si alguien en vez de tener un suspenso en sus notas tenía un aprobado, aunque fuera falso para contentar a sus progenitores, podría ir de por vida a una lóbrega, triste, dura, y oscura cárcel llena de gente con el rostro de cicatrices. Cuando se terminó la bronca, no quedaba nada de mí. Mi ánimo estaba tan por los suelos, sobre todo cuando escuché a mi señora mamá decirme: “¡Antes que te conviertas en un delincuente, prefiero verte en el cementerio!”, esas palabras, actuaron en mi mente como una trituraqdora, precisamente a mi, a su hijo preferido, a quien de mas pequeño mimó con una frase llena de contenido sentimental: “¡Don mimos!”. He de reconocer que surtieron su efecto, pues no ha habido noche mas cargada de sollozos, lamentos y rezos por mi parte que aquella. Me encerré en mi habitación, lanzándome a la cama, y usando la almohada como esponja, lloré y lloré tanto, que la empapé por completo. Cada gota de lágrima era acompañada por lamentos profundos, acompañados por no se cuantos “Padrenuestros”. Seguramente, mis padres debieron oírme, y por que se dieron cuenta que me lo había tomado demasiado en serio, y que el asunto se les estaba yendo de las manos, de todas las formas, la frase que mi madre pronunció: “prefiero verte en el cementerio antes que en la cárcel”, hizo aún mucho mas efecto que si me hubiera dado una bofetada. A partir de entonces nunca más volví a falsificar las notas. No recuerdo una noche con tantas oraciones repetidas como aquella, si las había pronunciado diez veces, ahogado en lágrimas, me debieron parecer pocas. Eso me sirvió para dormir como un bendito. Al día siguiente tenía la conciencia tan molida, tan abatida, que 97 - 98 - aunque mis padres habían vuelto a ser los de antes de la bronca, mis hermanos se pasaron todo el día recordándome lo malisimo que había sido. No sé por qué los niños tienen especial predilección por remarcar los errores y equivocaciones de los demás. Como ya me habían concedido vacaciones en el colegio, no tuve que pasar por la humillación de las acusaciones de los profesores ni de mis compañeros de clase. No obstante, al iniciarse el curso siguiente, y posteriormente, conforme iba avanzando en años y pasando de curso a curso, me fui dando cuenta que no había sido yo el único. Hoy, médicos, políticos, eminente juristas, prestigiosos abogados, sacerdotes católicos, pastores evangélicos, con una moralidad personal intachable, han recurrido alguna vez, en su infancia y juventud a ese subterfugio. Si hay un recuerdo especial, que ha quedado en mi mente grabado a fuego es esa palabra con la cual mamá me acariciaba y me besaba de muy pequeño: “Don Mimos”. Ese término, representa todo lo que ella era para mí, el sentimiento mas profundo, el amor mas entregado, el cuidado y el cariño de una madre para su hijo. Mi madre, poco antes de fallecer en el año 2006, a la edad de 88 años, en casa, rodeada de los suyos, anciana, huesuda, carente de fuerzas, con voz tremula, aun era capaz de abrazarme amorosamente, para decirme, algunas veces a petición mía, esa bella frase, llena de amor materno: “Don mimos”, mientras me besaba el cabello, o mi rostro ya cuarentón y maduro. Me hacía feliz, y por esos segundos, volvía a ser niño entre sus brazos. Son momentos eternos que nunca mas volverán. En su último ingreso hospitalario, me abrazó a su viejo cuerpo, yo de rodillas, y colocando mi oido derecho 98 - 99 - sobre su vientre aquejado y atizado por las efermedades, le decía: Mamá, quiero oirte decir lo que me decías cuando era niño, necesito escuchar tu voz Y allí, regresaba a mis años de niño, al oir el retumbar de la voz materna en su vientre. Por unos segundos, se agolpaban en mi interior todos esos años, olvidándome por completo de los malos momentos, y allí, sin importarme quien estuviera mirandonos, ella y yo solos. No habia lágrimas solo amor. “Don Mimos”sonaba con fuerza, curando todas las heridas que a veces la vida nos causa. Un bálsamo de paz interna. Algo que ha quedado en mí para siempre. En esas dos simples palabras se reflejan todo mis sentimientos hacia ella. Yo por mi parte, acariciaba su arrugado rostro, besándolo, con solo dos frases: “Mi viejita, mi madre”. En estos instantes, he de reconocer, que al escribir estás dos ultimas frases, me cuesta trabajo leer el texto que escribo en la pantalla del ordenador, ¡mis ojos estan llorando!. Las cosas son así, pero por encima de todo está Dios. Hay momentos en el relato de esta biografía “Aquellos Años”, que escribo con humor, pero otras veces, con dolor, aunque estén mezclados. LA LEYENDA DEL “TEMPLO DE HERCULES” Tendría yo, aproximadamente nueve o diez años, cuando se despertó en mi un enorme interés por la historia antigua de nuestro mar Mediterráneo, con enorme interés devoraba todos los libros que caían en mis manos, y que me trajeran vientos cargados de antiguas y arcaicas leyendas propias de los origenes de nuestra cultura. Grecia, despertó en mí un enorme interés. Me interesaba todo cuanto de ella leía. Recuerdo haber empezado un libro un sábado por la 99 - 100 - mañana y terminarlo el domingo por la tarde, dejando tiempo solo para las comidas y el sueño. Sin embargo ya tenía una gran inquietud espiritual, en mi fondo, había un anhelo: Dios. En tan solo unas páginas de libro no se puede reflejar toda una infancia. Fueron años muy felices para mí. Gracias a Dios, El me concedió una familia muy estable y equilibrada. Crecí en un ambiente donde la honestidad era el pan de cada día, la laboriosidad y el buen hacer por parte de mis padres reflejaban el camino que en el futuro deberíamos caminar los hijos. Nunca he sido testigo de malos tratos, ni de relaciones vejatorias ni humillantes, por el contrario, las relaciones entre papá y mamá fueron de un enorme equilibrio, cariño y respeto mutuo. Había, un gran interés por la cultura. Mis padres amaban la lectura, y la literatura. Recuerdo que mamá, de vez en cuando, tras las tareas de la casa se sentaba, para oir música clásica, su compositor preferido era Beethoven. Teníamos una buena biblioteca, de literatura variada. Ella solía, sentarse al amparo de la ventana cerrada del comedor principal, y allí leía y leía un rato todas las tardes. Como yo tenía que pasar de un lado para otro, me obligaba a sentarme a su lado para leerme algún párrafo que considerara interesante, u obligarme a escuchar una partitura de música clásica. He de reconocer que me fastidiaba por que rompía mi juego o lo que estuviera haciendo en esos momentos, y sin embargo, descubrí la dulzura literaria de autores como Rabindranat Tagore, Premio Nobel de Literatura, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Frank Yerby, y otros clásicos. Me acostumbré a la solicitud materna, y aunque a los dos minutos, me marchaba de nuevo, poco a 100 - 101 - poco fui conociendo y aprendiendo cosas que desconocía. Quizás, animado por todo aquello, se fue generando en mí un creciente deseo por conocer el pasado. Tendría unos ocho o nueve años cuando me puse a la maquina de escribir, que aun uso hoy, y tan solo con dos dedos, expresé ideas que me venían a la mente. Palabras, frases, hechos, leyendas. Había leído algo sobre la cultura griega y me fascinaba el mundo romano. Y la Biblia, conocía algunos elementales hechos de Jesús en los Evangelios, y tenía remotas nociones de Israel pero muy pobres. En casa, la reina de los libros era, y es, una Biblia, versión Nácar—Colunga, que papá habia obsequiado a mi madre, y que ella al igual que otros libros insistía en leerme. Aquellas primeras cuartillas que surgieron e la maquina, fueron tomando cuerpo poco a poco, una y otra vez, hasta conformar un relato inspirado en la Grecia clásica. Pasaba horas enteras golpeando las teclas de imprimir, muy despacito, hasta que llegué a coger cierta velocidad, con un resultado poco alentador por que muchas letras estaban machacadas, algunas palabras juntas por no haberle dado al espaciador, una mala construcción gramatical, y más de una falta de ortografía....pero la historia adquirió cuerpo sirviendo para la admiración de los míos, y quizá también para mi egolatría personal, titulado : La Leyenda del Templo de Hércules y que comenzaba así: “Cuando Grecia era tan solo un puñado de hombres y mujeres, que vivían en sus ciudades—estados, bajo la organización tribal del matriarcado antiguo, dos dioses se unieron en uno solo para dar origen a un semidios: Hercules. Zeus, el padre, se enamoró de una mortal elevada a la categoría de diosa por los hombres que 101 - 102 - rodeaban el monte Olimpo, sede del dios. Cuando el niño nació, Zeus, mandó al tiempo, al mar y a la tierra que se estremeciesen, que temblasen y que tronaran para anunciar la llegada del semidiós. La madre Gea, la tierra se estremeció tanto que una gran hecatombe sacudió la débil península helena. Se hundieron terrenos, surgieron islas, desaparecieron ciudades y una nueva estructura se creó: Grecia”. El relato continuaba describiendo los enfados y las guerras entre los dioses, que arrastraban a los mismos humanos a situaciones desgraciadas para después contar cómo en una humilde casa, un niño escuchaba con interés estas historias de boca de su madre, que precisamente sería el personase central de aquella historia nacida de mi mente infantil, alguien inventado por mi, inexistente, un héroe mítico desconocido, pero que centró todo mi interés: Aristóulo ó Aristóbulo, un griego valiente que recorrería todo el Mediterráneo enfrascado en luchas y aventuras, obsesionado por encontrar la “verdad”, hasta su muerte al sur de a Península Ibérica, en pleno periodo de las colonias griegas de nuestras costas levantinas y andaluzas. La leyenda real nos cuenta que en Cádiz se situó antiguamente el Templo de Hércules, y que Gibraltar y Ceuta, eran la columnas de dicho héroe, por eso quise relacionar a este personaje con mi tierra, dándole incluso el nombre al relato “La Leyenda del Templo de Hercules”, que era en realidad “La Leyenda de Aristobulo”. Después de diversos cambios, mi aventurero, desembarcó en Diana (Denia, Valencia,España) y tomó rumbo a la antigua Mauritania(hoy Marruecos), pero nada mas llegar a la costa de Africa viró 102 - 103 - totalmente el timón y de regreso a Iberia desembarcó para ir a descansar en una ciudad fenicia: Urci (Almería). Era ya un hombre viejo y no podía hacer ya grandes viajes. En Urci se organizó un gran motín de iberos y Aristoulo se marchó de aquel lugar, para siempre hacia un puerto que hoy es Melilla, donde quedó paralítico. Residió allí otros tres años y volvió a en una pequeña galera para desembarcar en Gádir (Cádiz), muriendo en la población que los romanos llamarían Ad—Herculem (hoy Sancti Petri). En su último día de vida, fue trasladado a la pequeña caleta, donde mas tarde el semidiós Hercules levantó su propio templo antes de morir Aristoulos, pronunció una emotivas palabras: “Señor, de los hebreos, llega la hora de que me pidas cuentas...he cumplido con mi deber....he luchado por la justicia y la igualdad de bienes....y siento ahora que mi vida se disipa de este mundo...al fin, pues, Emperador del Universo encomiendo mi espiritu....habiendo cumplido mi labor en esta tierra...Señor... si algo malo he hecho...perdóname...Hombres………………. ¡escuchadme! no os dejéis llevar nunca por la tiranía del mal...es la perdición de vuestras vidas... jamás compréis el amor y la libertad humanas.....por el brillo del oro o del dinero; Dios premia aquellos justos que sufren y mueren por nosotros y vosotros los castigáis, pero llegará el día que conozcáis.. ...a Aquel...llamado el Cristo...que vosotros le matareis por cobardía. ...no seáis cobardes como esos que le mataran decid: Señor he pecado espero tu justicia....y El os perdonará...por que os habréis portado como valientes que sois....ahora me reuniré con Aquel al cual encomiendo este mundo...” Asi termina la vida uno de los mas grandes hombres de la historia, cuyo 103 - 104 - nombre ha quedado borrado de la mente de los hombres, pero no de todos. Hércules mandó levantar un templo en su honor...”.Finalicé mi historia, con el bueno de Aristoulo en una vejez muy viajera y llena de calamidades dando con sus huesos en la fenicia Gádir, hoy Cádiz, en España, y además convirtiéndose al Dios de los hebreos, actuando como profeta bíblico anunciando la venida del Mesías. ¡Rizando el rizo!. Ahora de adulto al releer mi primera narración encuentro numerosos anacronismos e inexactitudes, pero no se le puede pedir mas a un niño de nueve años, que diariamente leía y releía historia antigua europea, y al cual le fascinaba los nombres que los griegos, fenicios, y romanos dieron a numerosas ciudades mediterráneas que aun existen en España. Quizá pueda incomodar a algún lector, que en este testimonio cristiano de mi familia, incluya una cita literaria tan dispar con la Biblia, pero recuerde que fue un ejercicio literario de un pequeño, que previamente se estaba documentando y cuyo final era solo ese mensaje que supo escribir con maestría y colocarlo en boca de un personaje inventado por su imaginación. Supongo que algún mérito tendrá. Aun conservo ese borrador de novela, que quizá algún día vea la luz. LA CALAVERA HUMANA DE MIS VIAJES AL PASADO WAMBA Y En aquellos años, se despertó en mí un entusiasta interés por el pasado de mi país, me convertí por arte de magia en un fanático de la arqueología y de la historia antigua. Interés que aun permanece latente en mi interior al cabo 104 - 105 - de los años. Todo libro que caía en mis manos, y que versara sobre estos temas, era literalmente devorado por mí. Leía y leía, sobre la herencia de Fenicia, Grecia y Roma en España y Portugal. Las fotografías de los monumentos y restos arqueológicos, fueron una llave para que yo abriera la puerta de los misterios, y viajara al interior de la arqueología. Mis padres les gustaban también esos temas, y siempre aprovechábamos la oportunidad para viajar los domingos a cualquier lugar, al objeto de visitar las zonas arqueológicas monumentales. Recuerdo con especial nostalgia, la gran ciudad romana de Mérida, en Badajoz, la antigua Emérita Augusta de los romanos. La ciudad grecoiberoromana de Ampurias en Cataluña. Numancia, Sagunto, Carmona y tantas otras. Era tal mi fiebre descubridora, que pasaba mas tiempo mirando al suelo que al cielo. Cada trocito de cerámica antigua que descubría, para mi era un mensaje del pasado. Intentaba por todos los medios, reconstruir la pieza, imaginarme qué era y para que serviría, incluso, creía descubrir en la superficie de los trocitos cerámicos, viejos dibujos decorativos, mediante la unión de las rallitas, que el tiempo, produce por el roce en las superficies. Tal era mi pasión. Llegué incluso a enamorarme de una de las más importantes leyendas primitivas que existe en España: Tharsis o Tartessos, mencionada en la Biblia, y cuya localización se sitúa al sur, en Andalucía, entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, incluyendo al sur de Portugal. Fue una civilización real, que nos ha dejado innumerables restos arqueológicos, como el Tesoro de Carambolo, hoy en el Museo Arqueológico de Sevilla, de un valor incalculable, todo ello de oro macizo. Sin 105 - 106 - embargo, la mítica capital del reino, es decir Tharsis, nunca ha aparecido. Leyendo sobre ella, cuando tenía aproximadamente unos once o doce años, prometí que algún día la encontraría. Sin embargo, nunca lo he hecho, por que dirigí mis estudios profesionales por otro camino distinto. Me equivoqué. Era un soleado domingo, de aquel mes de Agosto. Como estuve toda la semana, insistiéndole a mi padre para que me llevara a ver una antigua ciudad: Segóbriga, al final lo conseguí. A mamá le entusiasmaba la idea, pues aunque sus estudios eran solo primarios, todo lo que tuviera relación con la cultura, era su pasión. En nuestro automóvil Renault8, nos dirigimos allí. Segóbriga en la provincia de Cuenca, es un rico yacimiento arqueológico, que data de los tiempos de los romanos, y quizá de antes, de los iberos. Nos estamos remontando aproximadamente 2000 ó 2500 años atrás. Los muros de las viviendas, la ruina del Anfiteatro y del teatro romanos, las murallas que la circundan, las callejas que tenía, las ruinas del templo pagano, los restos de un pasado que reflejaron y que contuvieron un mensaje de vida, me cautivaban tanto, que yo disfrutaba imaginándome vestido de soldado romano, y caminando por aquel mismo lugar, dos mil años antes. En las afueras, se situaba la necrópolis. Yo no sabía que era eso, y lo que no pude creer es que tal maravilla por descubrir, estaba justo en el mismo lugar donde se aparcaban los automóviles. Pensé que era una osadía colocar una estúpida máquina sobre algo tan valioso. Mi imaginación estaba tan caliente, que a toda costa 106 - 107 - quería descubrir, y descubrir, pensando que quizá, en alguna esquina, bajo rocas, habría un cofre cargado de monedas de oro romanas. La palabra “necrópolis” me sonaba a misterio, a escondido, a desconocido, algo que me producía mas interés y curiosidad. Segóbriga, había perdurado, habitada hasta la época visigótica entre los siglos IV y VI después de Cristo. Para el lector no español, le informaré brevemente que hace dos mil años, la Península Ibérica, lugar que hoy ocupan España y Portugal, pertenecían al Imperio Romano, que desapareció como tal, entre los siglos IV y V, cayendo por completo, ante el avance de tribus muy guerreras: Los bárbaros, compuestas por innumerables pueblos procedentes de Europa Oriental, y de Asia, una de ellos eran los Godos, divididos a su vez en dos ramas: Los ostrogodos que ocuparon Italia, y los Visigodos, que lo hicieron con lo que hoy conocemos por España. En realidad, aquí vinieron mas, como los vándalos, y otros, pero quienes dominaron en realidad fueron los visigodos, que crearon un estado y asumieron como propia la mayor parte de la cultura romana que subsistía totalmente viva. Después de los godos, en el año 711, llegaron los musulmanes, quienes ocuparon la mayor parte de la Península. Escrito este necesario inciso, Segóbriga perduró hasta los tiempos godos. Allí quedaron sus piedras arruinadas, y los esqueletos de sus habitantes. Las ciudades mueren como lo hacemos nosotros. Una curiosa ironía es aquella que le sucedió a un desconocido godo llamado Wamba, si es que ese era su nombre. En aquellos tiempos se defendían las ciudades y se hacía la guerra, con diez años u once 107 - 108 - años de edad en adelante. Todos los varones capaces de usar un arma, en tiempos bélicos eran utilizados aunque fueran tan jóvenes. Este Wamba quizá murió luchando contra un grupo de adolescentes belicosos y bastante molestos. Quien le iba a decir a este pobre, que sus restos humanos, casi dos mil años después iban a ser saqueados y robados de su tumba por otro adolescente, curioso y molesto. Tan entusiasmado estaba yo descubriendo y descubriendo que cuando alguien me dijo donde estaba ese misterioso lugar llamado: “necrópolis”, corría hacia el sitio que resultó situarse justo donde la gente aparcábamos los vehículos. Al llegar, el guarda del lugar, mi indicó qué era eso, y donde estaba. Allí descubrí que “Necrópolis” es una palabra griega que significa: “Ciudad de los muertos”. ¿Una ciudad donde vivían muertos? ¡El misterio aumentaba!. No obstante, se designa así a cualquier cementerio, o enterramiento humano. Mi corazón parecía estallar cuando vi delante de mí una tumba abierta por completo y allí estaba él, o ella, con buena parte de su esqueleto, los huecos de los ojos de los restos de la calavera, me contemplaban. Era como si me estuvieran observando desde hacía dos mil años. Lo que allí quedaba, estaba bastante deteriorado, y a juzgar por lo que había de restos del cráneo, me pareció que debió ser, una persona muy fea. Salté al interior de la tumba, y acaricié cada uno de los huesos allí extendidos. Solos los dos, un godo de hace siglos y yo, que pudiera ser que por azares del destino, a lo mejor podría descender de él, nos contemplamos a lo largo de muchos minutos. Allí nos conocimos, y nos saludamos. Como si yo hubiera sido el aventurero arqueólogo, 108 - 109 - grite en mi interior: “¡Por fin te encontré!” Tanta era mi avidez científica, me acerqué a mi coche, aparcado en las proximidades, y extraje de él una caja vacía de zapatos. Allí, maquiné todo mi plan, para marear un poco al hipotético Wamba, que yacía en esa tumba: Me lo quería llevar a casa, para estudiarlo. Me reintroduje en el pequeño habitáculo de la tumba, y con muchos nervios, desconociendo que aquello era un delito, comencé a introducir todos los huesos que pude, comenzando por la cabeza, una parte del esqueleto que siempre me ha llamado la atención, sobre las demás. El cráneo ya estaba bastante deteriorado, pero lo logré, incluyendo la mandíbula, las clavículas, algunas costillas, y un par de huesos largos de los brazos. Wamba se quedó descabezado. Cerré la caja, y la introduje debajo del asiento de mi padre. Estos son los restos de la calavera que yo escondí. La ciudad romana de Segóbriga El acceso a Segobriga se encuentra en la salida 103 de la autovía MadridValencia Alicante, (España), y puede realizarse también desde la localidad de Saelices. Desde este punto es preciso recorrer 3 km por la carretera que une Saelices con Quintanar de la Orden hasta llegar a la ciudad romana. 109 - 110 - Ruinas romanas de Segógriga, el anfiteatro Necrópolis, o cementerio.De una de estas tumbas extraje a Wamba. Se hizo tarde, por tanto, como Madrid quedaba lejos, había que irse ya. No dije nada. Salimos de las ruinas, y con ellas se me quedó la imaginación de lo que fue una ciudad viva hace siglos. Continuamente hablábamos de lo que habíamos visto, hasta que le dije a mis padres, de manera entusiasta y alegre, como si fuera un tesoro personal que había cogido unos huesos de la tumba. Ya estábamos muy lejos de la ciudad, y no podíamos volver a ella. No había tiempo, mi madre optó por castigarme solo con una frase: 110 - 111 - Pues como nos detenga la Guardia Civil, vamos a la cárcel Fue suficiente, por que el miedo, se apoderó de mí hasta el punto, que cuando veíamos a una pareja de policías patrullando por la carretera, me escondía detrás del asiento, procurando tapar lo mejor posible al pobre de Wamba, o a lo que de él quedaba. Se me despertó una especie de angelito negro en mi conciencia, con cuernos y rabo, que con dientes sangrantes me decía que era un ladrón y que me iban a meter en la prisión por coger esos santos huesos. ¡Pobre de mi!. Mi afán científico, se me convirtió en una pesada cadena. Yo no sabía qué hacer y a mis padres les puse en una difícil situación. Papá en el fondo no le dio mayor importancia. Cuando llegamos a casa, yo tenía en mi cerebro al estúpido angelito negro por un lado, dándome “¡ Ladrón, malvado, gritos, de: delincuente!”, y a otro blanquito, que me decía: “Lo has hecho bien, todo sea por la ciencia”. Guardé la cajita fúnebre, en el alto de mi armario, y la preocupación por la persecución de la justicia buscándome, se terminó para dar comienzo a otra aun más incómoda, pues me asustaron mis hermanos, diciéndome que a lo mejor el espíritu del godo ese me iba a traer problemas. Ni comía. Ni estudiaba tranquilo. Pero pasó el tiempo y la sola contemplación de esos restos, ahuyentaron por completo todos los temores. Yo disfrutaba sacando y metiendo los huesos. Cuando al pobre Wambita se le caía un diente, es decir, el único que tenía, volvía a colocárselo otra vez, eso si en otro agujero distinto, pero daba igual. Allí lo tenía en un cajón junto con el resto de pequeñas piezas arqueológicas y fósiles. 111 - 112 - Con el paso de los años, me enteré que toda extracción de piezas arqueológicas es un delito, y estoy de acuerdo, por que este país sufre los ataques de los expoliadores y eso debe de acabar, pero.... ¿que es mas delito, que un niño entusiasmado por la arqueología extraiga unos huesos que cuidó con amor durante años, o que una tumba permanezca abierta, sin protección alguna ni cuidados reales? ¡Oh Señor, que se cumpliesse esto que tanto desseo, porque yo no poseyese los dolores que posseo!. Jorge Manrique siglo XV. Poesia: Ni venir quiere que viva. Ediciones Catedra. Madrid. 1984. Mi, padre, a la izquierda, de pie, como periodista, entrevistando, a uno de los mejores escritores de la época, Don Ramón Mejía Vallejo. Papá comenzaría a desarrollar en esos años una intensísima actividad cultural, literaria y periodística, entrevistando a numerosas personalidades tanto españolas como extranjeras que visitaban nuestro país. 112 Nadie, salvo Dios, ha podido crear un sentimiento tan hermoso como es el del - 113 amor, inexplicable para algunos e incomprensible, sin una base lógica ante la cual no encuentran razón alguna para expresarla. Hablar con Dios es una necesidad, y además, de muy bello, un descanso para el alma. Hablar con Dios, nos lleva a una gran paz espiritual, a una renovación constante de nuestro ser…….. Eduardo Santos Elola, escritor. 1995. “La voz de Almería”. Yo, junto a los Reyes Magos de Oriente LOS REYES MAGOS Tumbado encima de la alfombra del comedor, veía con interés, el televisor que papá decidió comprar, una “Enodine”, cuyo mando para cambiar los canales estaba situado en un lateral de la misma. Al comienzo, solo transmitía dos o tres horas por la tarde noche, después, comenzó el “Telediario”, o “el parte” como algunos españoles le llamaban porque en tiempos de la Guerra Civil, Radio Nacional transmitía las noticias bélicas informando con el “parte”diario. Recuerdo de aquellas transmisiones televisivas, algo tan curioso como la “carta de ajuste” que había siempre al comienzo de las mismas, para dejar paso a la imagen de una antena gigante, que dominaba un globo terráqueo y de cuyo extremo surgían curiosos rayos en forma de “Z”. De fondo una chillona 113 - 114 - musiquilla. Todo ello provocaba un agudo interés familiar, por que de esa forma, en la mayoría de los hogares españoles, las familias se apiñaban en tomo al aparato. Por la tarde podíamos ver películas como “Bonanza”, “Los invasores”, “El túnel del tiempo”, los reportajes de “Disneylandia” con sus dibujos, y otros personajes como “el conejo de la suerte: “Bus bunny”, “Porky y sus amigos”, “El Pato Lucas”, “Corre caminos” etc. En esa misteriosa pantalla de cristal, que era la televisión, me entusiasmaba contemplar la llegada de los Reyes Magos desde el lejano Oriente, la noche del día cinco de Enero. Finalizada la transmisión de la cabalgata, los de Televisión Española imitían películas de miedo, quizá con la idea de que los pequeños nos acostaramos pronto. Los nervios hacían mella en mi, pero antes de dormimos, mis hermanos y yo, nos asomábamos a la ventana, para intentar descubrir en el cielo estrellado del invierno madrileño, algún rastro mágico y rutilante de la marcha real entre las estrellas. Han pasado los años, he sustituido mi mente crédula por otra analítica matemática y fría, pero lo que yo vi aquella noche en la constelación de Orión aun perdura en el fondo de mi subconsciente. Nos protegíamos con las mantas, con sospecha devota, dejando sin cubrir nuestras cabezas, por que, al despertarnos, investigaríamos cualquier rayo de luz que entrara tímidamente por la puerta semi abierta de la habitación. Esperaba ver alguna vez a sus reales personas en pleno ajetreo juguetero, Melchor, Gaspar y Baltasar, o quizá a sus pajes, una especie de seres mágicos anillados blanquillos o muy negritos, éstos últimos como los del Belén que montábamos siempre con la ayuda de 114 - 115 - papá. Como ya conocía algunas películas bíblicas en Semana Santa, pensaba que los Reyes Magos irradiarían una multitud de rayos luminosos de todos los colores, girando alrededor de sus altezas, con predominio del color amarillo anaranjado, pero a su vez no me atrevía a levantarme de la cama, pues me habían dicho que si lo hacíamos, los Reyes ó sus emisarios, abandonaban nuestra casa llevándose todos los juguetes y regalos. No sé cómo sucedía todo, el caso es que cuando nos lanzábamos los tres hermanos al comedor, sin lavarnos, en pijama, y descalzos, allí refulgían sobre la mesa central un sin fin de juguetes, que a lo sumo no eran mas de dos por “cabeza”, pero a nosotros nos parecían un montón. Todavía hoy puedo yerme con ese “Scalextric” compuesto por dos vehiculitos, “SEAT 600”, uno rojo y otro amarillo, que patinaban en las curvas. Me gustaba colocar en las pistas pequeños objetos e incluso muñequitos para ver qué les pasaba a ellos y a los automoviles, lanzados a toda velocidad. Todos los años pedía un “Coche de Bomberos”, y desde luego era pertinaz e insistente en mi solicitud, pero no entendía por qué los Reyes Magos eran aun más insistentes que yo l no traérmelo, hasta que lo conseguí. Otro coche deportivo, de color rojo igualmente, dirigido por cable, que además incluía dirección, claxon e intermitentes, fue mi gran pasión durante mucho tiempo hasta que comenzó a sufrir pequeños accidentes y averías que le llevaron, tras un año de viajes por la casa y la calle a ese “mecanico”que era yo, y que no entendía para nada el mecanismo de funcionamiento. Cada vez que reparaba algún juguete, me sobraban, sin saber por qué, tornillos, cablecitos, y muelles. En casa teníamos un pájaro“canario” 115 - 116 - enjaulado, que trinaba muy bien. El animalito era feliz hasta el momento que yo me acercaba a él, para convertirle en cómplice involuntario de mis juegos. Nunca le perjudicaba, pero una vez le invité por la fuerza, quisiera o no, a viajar gratis en mi tren eléctrico. Abrí por completo un vagón y alli lo introduje, comprobando que la avecilla, muy ajustada y estrecha, cabía en su interior. Con ese curioso pasajero cuyos ojos irradiaban una petición de misericordia o una llamada de socorro, el tren dio vueltas y vueltas. Sabía que mi madre estaba a punto de regresar a casa, por que oí su voz hablando con alguien, así que libré a mi pájaro de la tortura y lo devolví a su jaula, que estaba visiblemente asustado, sujetándole para ello por las plumas de la cola. Estas se desprendieron del canario, y como ellos las utilizan al volar como un timón, se daba golpes en el interior de su “hogar”. Nunca me había pasado una cosa como esa, y me asusté tanto, que quise evitar una bronca por parte de mi madre, quien se encargaba de cuidarlo. El pajarito estaba horroroso, así que con toda rapidez, para evitar problemas “innecesarios”, opté por “pegarle” con cinta adhesiva las desprendidas plumas y el resultado final estético fue peor. Me preocupaba, que se muriera desangrado por su zona “anal”, desconocía que las plumas nacían de nuevo. El macho cantor, que notaba algo raro en su cuerpo se empeñaba en desplumarse arrancando el adhesivo una y otra vez con el pico. No se murió, pudo sobrevivir dos años más. 116 - 117 - LA MONEDA CALIENTE Después de estar un rato jugando en la calle con mi amigo del alma Jesús, esa calurosa tarde del verano de 1968, subí a mi casa para beber algo de agua. El sudor corría por mi rostro y padecía los síntomas de una sed aguda. Papá y mamá no estaban, habían salido para resolver un asunto desconocido, encareciéndonos con ánimo que les esperásemos en casa, pues vendrían pronto. No había problemas, por que mi abuelo Antonio, que vivía justo al lado, estaba con nosotros en esos momentos. Cuando entré lo hallé sentado en el comedor, con la mirada perdida supongo que de aburrimiento. Mi hermano Florentino, un poco mayor que yo, estaba en la cocina, y creo que había alguien mas, no estoy seguro si era mi hermano mayor Eduardo. Desconocía por completo que era lo que hacía en la cocina, no presté ningún interés. No me apetecía nada y decidí acompañar ese solitario ex militar, antiguo capitán que era el padre de mi madre, y que sentado en la silla, me parecía un poco a Don Quijote. Florentino, saliendo de la cocina, me abordó para darme una peseta, extendiéndomela con una extraña sonrisa generosa que me sorprendió: Toma Juanjito, una pesetita muy bonita La miré y no me pareció nada de bonita, era una vulgar peseta ennegrecida por el uso y con la típica cara del General Franco, a la sazón “Caudillo por la G., de Dios”. Era algo curioso, pues por años no sabía que era eso de la “G.”, hasta que los míos me dijeron que significaba “gracia” no cual no me aclaró nada, pues no entendía que era lo que tenía que ver, la risa, la broma, o la alegría divina con ese señor que mandaba en nuestro país. Claro que a todo 117 - 118 - le llega su aclaración pues pude comprender que la palabra “gracia” reflejada en la moneda española, nada tenía que ver con los anteriores conceptos, si no con la “Voluntad de Dios”. Cuando me di cuenta de su significado, mi confusión aumentó hasta lo inconcebible, pues no entendía que era lo que tenía que ver lo divino con lo humano, y mucho menos con ese militar que de tanto vivir en el palacio del Pardo, creía yo que dicho edificio y mencionado caballero eran la misma cosa. Volviendo a mi relato, me extrañó que mi voluntarioso hermano me regalara una moneda tan vista como esa, ¡con unas tenazas! La cogí, o mejor dicho, no pude ni hacerlo, por que la había calentado tanto, que me quemé, y dando un grito la lancé al aire, por puro instinto de defensa. En pocos segundos, la moneda giró y giró. El rostro de mi hermano, palideció aun mas que el mío, intentando en escasas décimas de tiempo atraparla, pues se estaba dando cuenta cual estaba siendo el recorrido del dichoso metal, por que describió una parábola en el aire, por encima de mi cabeza, cayendo con tan mala suerte en mi espalda, justo entre la camisa y mi piel. Me hizo tanto daño la envenenada peseta que por todos los medios trataba yo separarme la camisa apartando la moneda de la piel. Mis gritos fueron tales, que mi hermano presa de los nervios, y totalmente emblanquecido, luchaba para extraérmela, empeorando la situación. Al final conseguí quitarme la ropa. Florentino con voz muy temblorosa únicamente me decía: “¡Tranquilo!, no te ha pasado nada” Desde luego, sí que me pasó, por que la huella de la quemadura desapareció al cabo de los años, conforme fui creciendo. Yo esperaba que Don Antonio hiciera algo 118 - 119 - para socorrerme, pero lo único que recuerdo, es que su emblemática figura, se levantó, expulsando de su garganta un torrente de quejas, que me sorprendieron en ese momento. ¡En esta casa no se puede estar!. ¡que mala educación! Allí nos quedamos los dos niños, yo como víctima de la fatal broma fraternal,y él parecía el niñoanuncio: “Señora, lave su ropa con blanqueador OMO, y quedará así de blanca”, pues así estaba el rostro de mi hermano. El muchacho, intentando remediar semejante desaguisado, me untó para curarme con todo tipo de cremas que encontraba en los cajones, cosa que no consiguió, pero sí lo hizo mamá con él en cuanto se enteró de la aventura por boca del enfadado abuelo. Mi padre, una vez que mi madre terminó con las consiguientes bofetadas hacia mi hermano, se encargó de llamarle la atención con severidad. Claro que, tras agradecer a su suegro la malhumorada información le recriminó con severidad el hecho de que protestara mucho no hiciera nada para aliviarme la herida. COSAS DE NIÑOS Eran años de escasez para muchos desheredados, y allí estaban los gitanos. Yo como cualquier niño de clase media, les temía, para mi eran unos extraños vestidos de pobreza, exóticos, nómadas, muy mal vestidos, descalzos, despeinados, y muy desaliñados. Yo comprendía, que la miseria, castigaba y esclavizaba a los seres humanos. De vez 119 - 120 - en cuando, se organizaba un tinglado callejero infantil al sonido de un bombo viejo, o de ollas de cocina abolladas utilizadas como panderetas. La vieja y cascada voz de un viejo gitano, vociferando para llamar la atención a los vecinos, nos servia a la chiquillada para bajar atolondradamente por las escaleras. El espectáculo iba a comenzar. Una cabra rematadamente sucia, y algo esquelética, haría piruetas sobre una cazuela colocada boca a bajo, y situada en la cima de varios trastos, organizados en forma de montaña. A mí siempre me parecía que el pobre animal obedecía mas por el miedo al daño que le causaba la vara de madera del dueño, que por otra cosa. Después de la actuación del pobre y castigado animal caprino, una niña descalza, comenzaba a hacer piruetas retorciendo su cuerpo hacia atrás, al redoble del estropeado tambor, hasta alcanzar con la boca un vaso de vino a medio llenar, situado a su espalda. No sé qué era más lo que me impresionaba, si su retorcimiento corporal o su ingesta de vino, el caso es que esas gentes eran temidas pero despertaban en mí un curioso interés. Nunca supe qué fue de esa familia, pero es probable que con el paso de los años, esa niña espectáculo, se convirtiera en alguna de las hermanas de etnia gitana que he visto y conocido, ya de adulto, en las filas de la Iglesia Evangélica de Filadelfia. A veces pienso, que no hay circunstancia peor que pertenecer a alguna especie animal doméstica y caer en manos de inocentes niños de barrio. La chiquillada de mi barrio en su mayoría éramos niños de clase media, y de economías modestas. En la infancia es donde se aprende a convivir con los demás. Ella nos prepara para el día de mañana, por que quienes en 120 - 121 - el largo período de formación que es nuestra niñez, quien tenga problemas de adaptación social, va a repetir esos roles de adulto. Era una época en la que no había ordenadores ni vídeo juegos. La televisión estaba comenzando, y la radio aunque implantada ampliamente no era un medio muy usado por los niños, aunque tenía programas dedicados a ellos. La mayor parte del tiempo, lo empleábamos en nuestros juegos callejeros de grupo. Solíamos organizarnos en ocasionales pandillas, en las que siempre había un líder cuya jefatura en algunos casos duraba menos que un pastel a la puerta de un colegio, y en otros podría ser más o menos estable. Otras pandillas, compuestas por otros menores mas acostumbrados a la supervivencia callejera, formadas por chicos quincalleros que no vivían en nuestra zona, solían causamos conflictos que resolvíamos en batallitas que se llamaban “dreas”. Es decir, a pedrada limpia en plena calle. Yo, dentro de mi grupo, era siempre uno de los del “montón”, y de los últimos, de los que forman “el relleno” para asustar al contrario, pero que sabe salir corriendo nada mas caer el primer pedrusco, aunque este sea del tamaño de una cabeza de alfiler. No me gustaba la violencia, siempre he creído que las diferencias se pueden resolver hablando. Era un niño pacifico, y fácilmente manejable aunque muy independiente. Mi gran ilusión no era otra que me comprara un uniforme de romano. Mi afición a la historia nació cuando en compañía de mis hermanos acudí al Cine Kursal, o al Canadá, pues los dos estaban juntos, muy cerca del enemigo barrio de CañoRoto, para ver “La caída del Imperio Romano”. Tanto insistí que por fin me lo obsequiaron. Cuando ahora 121 - 122 - contemplo la fotografía, lo único que veo es un niño de ocho años, con unos pantalones que me quedaban por encima de los tobillos, ataviado con un pectoral, una espada y un casco español del siglo XVI, que no me encajaba bien en la cabeza Era yo, supuestamente vestido de romano. Es en esa edad cuando se descubren las injustas diferencias sociales, se aprende algo trágico, que nuestro mundo no es justo y que hay decenas de miles de personas que a veces no logran salir de la pobreza y de la marginación; lo digo por que recuerdo a un chiquillo, mas pequeño que yo, mal vestido, con una ropa que por el continuo uso, estaba deshilachada y con sandalias totalmente desgastadas. No obstante no era su aspecto exterior lo que más me reclamó mi atención, si no algo que nunca había visto hasta ese momento, y que por ese entonces, algunas madres, quizá por espíritu práctico, solían hacer en los pantaloncillos de sus pequeños. El niño llevaba por fiera, su pene, de forma permanente. Aquello me desconcertó y me sorprendió. Era como si un gusanito grueso saliera de nido. Pensé que no sería mala idea, por que al fin y al cabo, no tendría que bajarse los pantalones cada vez que quisiera hacer sus necesidades urinarias. Una mañana, paseando por la acera, observé a un grupo de chavales que yo conocía, y me acerqué. Había una gran algarabía de voces y de chillidos, de niños ellos excitados, alegres, que estaban dándose órdenes y contraórdenes, a base de codazos y de manotazos. Formaron un corrillo y en el centro descubrí una gallina, con su mirada desencajada por el miedo. El pobre animal, saltaba sin cesar y 122 - 123 - pretendía escapar de aquel altercado de cualquier forma. Su cacarear era como gritos de auxilio. Daba saltos en los que su desprendía de vez en cuando alguna que otra pluma. No podía mantenerse de pie, y cada vez que pretendía correr para huir, se tambaleaba. Yo no a penas conocía las gallinas, pues era un niño de ciudad, pero noté que su voz era mas ronca que de lo normal, y además, por su pico ¡echaba humo!. Uno de los organizadores, quien reía a carcajadas, había encendido un cigarro y con la ayuda del resto, inmovilizaron a la pobre y desamparada ave de corral obligándola a fumarse el resto, introduciéndole el pitillo encendido por el pico y cerrándoselo con cinta adhesiva. Cada vez que pretendía dar un salto batiendo sus alas, se desplomaba. Personalmente, aquello me desagradaba, y opté por apartarme del lugar, pues en vano resultaban mis protestas liberadoras de aves atrapadas. No me escuchaba nadie. A pesar de la chiquillada chillona, la corredora logró escapar. El cigarro, o bien ya lo había consumido, o se le desprendió. El animal, sacando fuerzas de debilidad, huyó de un lado para otro, saltando, batiendo sus alas, en un intento desesperado por sobrevivir, perseguido por niños gritones, y expulsando por su pico bocanadas de humo contenido en sus pulmones, que lo excitaban aun más. Poco después, los experimentos no habían terminado. Quizá alguien pensó como reaccionarían otros animales de menor tamaño, ante la obligatoriedad de consumo de nicotina y humo impuesta por los humanos. Un chaval doceañero, había atrapado a una lagartija grande, obligándola a abrir la boca para introducirle un cigarro. Dada la enorme 123 - 124 - diferencia de tamaño, el pobre animal no sobrevivió a la primera bocanada DISPAROS EN LA CALLE Y LA LUCHA POR LA JUSTICIA Carabanchel Bajo, donde vivíamos era un barrio de clases medias y modestas, compuesto en su mayoría por gente emigrada desde los pueblos de la capital y procedentes de otras provincias españolas, sobre todo de Toledo, de Ciudad Real, Cuenca, etc. Nosotros nos habíamos trasladado desde la calle General Mola, una zona mucho mejor, de la que si tengo recuerdos es por haber ido allí varias veces en mi juventud, sobre todo para visitar la Iglesia Ortodoxa Griega que se encuentra en sus alrededores, al objeto de conocer mas y mejor el Rito Oriental. Como cristiano que soy, creo que es fundamental, conocer las distintas liturgias que imperan en el cristianismo, y su historia, que a pesar de los errores pasados, es en sus aspectos positivos realmente apasionante. Dimitri era su máximo responsable espiritual y pastoral, un sacerdote ortodoxo de origen griego, quien en todo momento, me abrió su Templo, mostrándome sus ricos artesonados y sus iconos, y quien incluso tuvo la enorme delicadeza de traerme desde Atenas, Grecia, una Biblia Ortodoxa en griego, y un Nuevo Testamento completo, en el mismo idioma, que conservo y utilizo en mis estudios bíblicos. Mi calle, de raro nombre, Bocarrana, estaba siempre sin asfaltar, embarrada por completo. Conectaba el barrio con el centro de Madrid un autobús municipal, la línea 17, que mi padre utilizaba todos los días, para él era el autobús de las “pipas”, 124 - 125 - por que los viajeros, en su mayoría de clases populares “bajas” se entretenían comiendo pipas de girasol y escupiendo sus cáscaras en todas las direcciones. Como ese medio de transporte público tenía que frenar frecuentemente, los usuarios sujetos a las barras de seguridad se tambaleaban constantemente, y de esa forma caían cáscaras en forma de lluvia sobre el malhumorado rostro de mi padre. Teníamos en casa dos escopetas de perdigones con permiso oficial, que solo utilizábamos para agujerear latas de conserva, en nuestra casa de campo. Papá no nos permitía su uso, por estar prohibido para menores, y francamente, eso era algo que yo sabía perfectamente. He sido siempre en ese aspecto un niño muy responsable, y consciente de los peligros que pudiera tener el uso de esa arma, que yo nunca utilicé. Junto a mi casa, había un campo en donde los niños íbamos para jugar al fútbol. En una ocasión, un grupo de adolescentes nos causaron problemas. Florentino, era como “Dartañán”, quien salía siempre en defensa de los pobres; y uno de ellos se enfrentó con mi hermano con bastante violencia, aunque de la pelea se dirimió a favor de mi hermano, aquel niño juró venganza amenazándonos con avisar al suyo. Una bravuconada, pensé. Algunos días después, nos encontrábamos en el portal de mi casa, cuando vimos venir por nuestra acera a dos jóvenes, mayores que nosotros, de unos diecisiete o dieciocho años aproximadamente. Sin mediar palabra alguna, los dos comenzaron a golpear brutalmente a mi hermano, quien se protegía como podía. Me ordenó que subiera inmediatamente a la casa, y sin 125 - 126 - embargo el miedo me dejó inmovilizado. Los puñetazos se sucedían uno tras otro, hasta que un señor intervino separándolos. Mi hermano, sangrando abundantemente por la nariz, subió la escalera corriendo. Allí estaba la escopeta de perdigones, la abrió e introdujo abundante sal, por que le habían dicho que ese producto producía picor pero que no causaba mayores daños. Desde una de las ventanas, que daba a la calle, me asomé por petición suya, serían aproximadamente las trece horas del medio día, por lo que caminaban algunos vecinos de regreso a sus viviendas. Me preguntó si los agresivos gamberros seguían allí, y efectivamente, aun no se habían ido; continuaban lanzándonos insultos y amenazas. Mi hermano, sacó la escopeta, sin perdigones, justo a mi lado, y desde allí comenzó a disparar contra los agresores, pero sin perdigones, rellena de bolitas de sal. Estos, pensando, que el arma estaba realmente cargada, se asustaron y corrían de un lado para otro, protegiéndose con las chaquetas. En ese instante, Nieves, nuestra vecina, asustada por el estruendo de los disparos, se asomó justo por la ventana que estaba debajo de la nuestra, y al mirar hacia arriba, dio un grito al vernos a mi, mas blanco que la nieve, y a mi hermano con sangre que chorreaba por el brazo y disparando el arma. La buena mujer cerró corriendo la ventana, atenazada por el miedo, pues había creído que la escopetilla de perdigones era una autentica de caza. Nunca he visto a nadie correr tanto como esos chicos. Uno de ellos parecía participar en una carrera de fondo, desapareciendo por una esquina, justo en el mismo instante, que aparecía mi abuela Dolores quien sufriendo un empujón del joven, se 126 - 127 - tambaleó. En ese mismo instante, florentino, atolondrado en su afán de cazador sin fortuna, volvió a disparar justo cuando apareció mi protestona abuela. ¡Socorro! ¡que me matan! gritaba muy asustada. Mi hermano, percatándose de la presencia familiar, cerró a toda prisa la ventana. La mujer, no cesaba de dar gritos, uno tras otro. Se organizó tal algarabía vecinal, que los comentarios surgieron como un virus a lo largo de toda la calle. ¿Qué estampida ha sido esa? una vecina. ¡Que ha explotado un petardo! respondió un anciano Han sido tres añadió un niño ¡Estarán de fiestas! apuntó un caballero ¡Han disparado a un señor!aclaraba una mujer, para luego añadir: ¡Yo he visto la sangre! ¡Pero si ha sido un petardo!Una anciana arrugada ¿Qué sangre? acotó la primera charlatana La de la esquina de mi casa, donde se han oído los disparos ¡No digas tonterías, eso no era sangre, era un bote de pintura roja que se me ha caído en la calle! exclamó el caballero de la fiesta. ¡Socorro! ¡Es la guerra, otra vez la “guerra”! Gritaba una señora en su balcón, que estaba con su esposo e hijo. El marido que estaba sentado muy cerca de ella, y que era un poco sordo, le preguntó al niño: ¿Que le pasa a la “perra”?, ¡tu madre está gritando no se qué de la perra! ¿Qué perra, papá? ¡Si no tenemos ninguna! En otro lugar de la vía pública, se formó un segundo corrillo femenino. Todos sus componentes, levantando los brazos, y gesticulando sin cesar. 127 - 128 - ¡Ha sido un petardo!, y creo que ha sido en casa de Luisa y de Fernando primera mujer Pero si no están! mujer segunda Creo que le ha explotado al segundo de sus hijos, al Antoñito ese primera mujer ¡Pobrecito! mujer tercera Alguien había derramado algo de pintura roja, muy parecida a la sangre humana, y ésta estaba aun fresca. Está todo lleno de sangre, pues hay gotas en la acera mujer segunda. ¡Es que ese niño, Antoñito, se mete en cada lío! el vendedor de la esquina.¡un día va a sufrir una desgracia irremediable El corrillo de mujeres, todas a una: Ya sabes que educación dan a sus hijos ¡Son muy mal educados! Esa familia son unos salvajes! ¿Qué me vas a decir? ¡El otro día, Luisa me invitó a merendar a su casa, y no te puedes imaginar cómo tenía la cocina!...¡ y los niños! que brutos,........¡saltando encima de las camas!....y ¡ descalzos! Pues anda que el maridito que tiene, ¿pues no va a la calle sin corbata?, y dice que es representante de comercio... ¿Pues que venderá? Pues vende.... ¡corbatas! El pequeño mencionado hizo aparición en ese momento, saliendo de un portal distante del nuestro, y de pronto se vió rodeado de bondadosas esas mismas mujeres que, llorosas para la ocasión por aquello de la supuesta sangre, parecían que se lo iban a comer a besos y caricias. El muchacho se sintió tan protagonista de tanto zalameo, que con un mal gesto se desembarazó de todas ellas, no entendiendo nada de lo sucedido, aunque instantes después, pensándoselo bien, y coincidiendo que una de las del corrillo lastimero, era la amiga de su madre, la 128 - 129 - que fue a merendar el día anterior, aprovechó la ocasión para pedirle un dinerillo. No le salió bien la cosa, lo que se llevó fue un pescozón en la cabeza, al descubrir el grupo de señoras que ni sangre ni nada, y porque creyeron que el muchacho se quiso aprovechar de la circunstancia para sacar beneficio económico. El niño Antonio se quedó atónito y perplejo, por que salir de pronto a la calle para ver que había sido el estampido ese, encontrarse con un grupo de plañideras que se lo comieron a besos, todas ellas muy lastimeras, y recibir un golpe en la cabeza, sin motivo alguno, no era algo que le sucediera todos los dias. A partir de ese momento, decidió alejarse lo más posible de las vecinas. En otro corrillo se decía. ¿Qué ha sido eso?exclamaba un hombrecillo grueso y calvo. Nada, que ha estallado la rueda de un coche Contestó un viandante delgado, calvo y antipático Claro, como la calle está como está intervenía una anciana, añadiendo: El otro día, al querer cruzar tropecé y me caí en pleno barro Es que los del Ayuntamiento son unos sinvergüenzasAñadió el calvo. ¡Anda que el estallido de la rueda ha sido pequeño!, pero yo he creído escuchar tres estampidas Aclaraba el grueso. ¡Pues habrán reventado las tres ruedas! Los disparos de la escopeta de aire comprimido de mi hermano, dieron para chismes y comentarios de todo gusto, que nada tenían que ver con lo sucedido. Eso de momento, por que cuando mi padre regresó del trabajo, ya que mamá estaba visitando a su hermana, fue requerido urgentemente por su suegra, mi abuela, quien a la sazón, sentada en el sofá de su 129 - 130 - comedor, atenazada por el susto, blanca como la pared, estaba fuera de control: ¡Tu hijo, tu hijo me a querido matar!, ¡es un sinvergüenza!, ¿así educáis a vuestros hijos? Mi abuelo Antonio, con el rostro algo desencajado, aprovechando la ocasión se unió con fuerza a la reprimenda: ¡Que falta de respeto, Eduardo! Al salir de su casa, bastante mareado y calentado, ya que él desconocía lo que había pasado, estaba bastante enfadado, y allí se encontró con la madre de mi amigo Jesús, Nieves, quien se había asustado mucho. Papá, completamente mareado por la circunstancias, se reunió con nosotros, para pedirnos explicaciones, muy serio. Yo, que aun temblaba por lo que le había sucedido a mi hermano, opté por callarme, Florentino, sin embargo, le explicó a mi padre todo lo que le había sucedido. Mi padre decidió guardar la escopeta, advirtiéndole a su segundo hijo de las consecuencias que todo eso iba a tener. En ese momento, llegó mi madre de la calle, y al verla, papá se envalentonó aun mucho mas, no dejándole que ella interviniera en el castigo que estaba imponiendo, y tratando de evitar así, una fuerte discusión familiar, cosa que consiguió a duras penas. Papá entendió en su interior las razones de mi hermano, aunque no le aprobaba el método. El problema que se planteaba en mi casa, no fue ya el hecho en sí, sino el tener que soportar con santa paciencia las críticas diarias, día tras dia de mis abuelos y de todo su circulo familiar, condenándonos a los dos hermanos. Mi hermano había luchado por la justicia, pero ésta se había vuelto hacia el. Papá tuvo que hacer verdaderos esfuerzos diplomáticos para 130 - 131 - tranquilizar a mis abuelos, deshaciéndose en todo tipo de explicaciones, día tras día. Curiosamente, aquellos delincuentes, jamás volvieron por la calle, ni por el barrio. Al menos habíamos conseguido espantarlos definitivamente. Al fin de cuentas en eso salimos todos beneficiados. A mis padres nunca les gustaron las armas, aunque de fueran de caza menor, y nunca mas, se volvieron a usar. En ningún momento, no deben de haber armas en las casas, ni de fuego ni de aire comprimido, como era el caso, y por supuesto, prohibir e impedir el acceso a ellas, por benignas que sean de personas no autorizadas, y aun mejor es no tenerlas por ninguna circunstancia. LOS BASUREROS El servicio de recogida de basuras, era muy curioso. En esos años, no existían contenedores de basuras, en los que ahora arrojamos nuestras bolsas con los desperdicios. El ayuntamiento, tenía contratados unos camiones, que en España eran de marca nacional, “Ebro”. A su caja, se enganchaban varios operarios de la basura. Llevaban unas gorras, parecidas a la de los militares, y uno de ellos se colocaba al cinturón un cornetín, una especie de trompeta. Cuando llegaba a la calle, se bajaba de un salto, y comenzaba a tocarla con fuerza. Pronto se formaba, una peregrinación de mujeres y niños, que salían de todas las viviendas con bolsas y cubos metálicos de basura, que eran arrojadas sin piedad al interior de los pequeños camiones. Se usaban mucho más los cubos que las mismas bolsas de plástico, ya que por ese entonces, las mismas eran muy escasas. En las casas donde había porterías, las pobres porteras 131 - 132 - tenían que recoger todos los paquetes y cubos y entregárselos a los empleados del servicio de la limpieza, de modo que se les veía, aunque fuera en pocos metros, convertidas, en autenticas mujeres basureras. En pocos segundos los niños contemplábamos como volaban por los aires, mondas de plátano, de patata, arroz con tomate, latas de conserva, papeles de todo tipo, huesos de pollo, lápices viejos, trozos de tela, juguetes rotos. Posteriormente, cuando las bolsas de plásticos se generalizaron, nos acostumbramos a dejarlas en un punto de la calle, y eso facilitaba mejor el trabajo a los basureros y a las mujeres mismas, aunque era sin duda las delicias de los gatos y perros callejeros. Al cabo del tiempo se instalaron unos contenedores que los empleados debían volcar en el interior del camión. La operación era sencilla, con el vehículo parado, aunque con el motor encendido, acercaban entre dos hombres los contenedores, por detrás, para volcarlos manualmente. Como lo hacían muy rápido, y bien, mientras aun estaba cayendo dentro su contenido, avisaban al conductor con un silbido de labios, este arrancaba muy deprisa, y se iban a otro lado. Hasta allí todo bien. El problema se planteaba cuando los niños de mi edad, se escondían detrás de una ventana próxima a las basuras, y justo en el segundo que los trabajadores estaban aun arrojando la basura dentro del camion, silbaban igual que ellos, de modo que el conductor, arrancaba por que creía que sus compañeros le avisaban, y se iba dejando un reguero de basura por la calle, el contenedor tirado y a los empleados protestando y gritando con todo tipo de palabras e insultos hacia los niños. 132 - 133 - Aquel verano, habíamos estado en nuestra pequeña casita de Almería, situada en el humilde barrio de Piedras Redondas. Allí era éramos la atracción de los vecinos, todos ellos gentes humildes, precedentes del duro campo almeriense. Allí éramos los “madrileños” o los “forasteros”. El barrio estaba situado en una colina, y había que acceder al mismo por una pronunciada cuesta, que aun existe. Nuestro viejo 600, repleto de maletas y de gente, se las veía y se las deseaba para poder hacerlo, pero lo lograba. PIEDRAS REDONDAS, EN ALMERIA En el barrio de “Piedras Redondas”, de Almeria. Frente a nuestra casa, con En nuestra televisión nuestro viejo Seat-600 de marca “Enodine”, se anunciaban las excelencias de un nuevo automóvil, el Seat 600, y todos los españolitos de la poca que se lo podían permitir se lanzaron a 133 - 134 - comprar ese automovil chiquito. Parecía un huevo gigante. En realidad, era un modelo inspirado en uno italiano. Seat, era una marca industrial formada por cuatro siglas: “Sociedad Española Automóviles Turismo”, asociada con la gemela italiana Fiat: “Fabrica Italiana Automoviles Turismo”. Papá había podido obtener el carnet de conducir en el año 1962, pero no lo usaría hasta mas tarde. Tres años después, compró de segunda mano, uno de esos cochecitos de color verde aceituna, descapotable, a un amigo de su hermano Pepe. Fuimos a probarlo al barrio de Aluche, muy cerca de donde vivíamos, y nada mas sentarse al volante, se salió de la carretera, por culpa de las confusas explicaciones tecnicas que le estaba dando el tal Remigio, el ex propietario. Tras el saltito y el sustito de turno con gritito de mamá incluido, no habiendo sucedido nada de importancia, nos fuimos a casa, llegando a nuestra calle envueltos en la admiración del común vecindario. Como entonces había pocos vehículos, los niños se agolparon a nuestro alrededor, mirando y remirando el cuadro de mandos, que consistía tan solo en un sencillo cuenta kilómetros, y la llave de arranque situada en el centro. Nada mas, era todo, pero el hecho de tener un techo descapotable, supuso que mis hermanos y yo nos pasáramos todo el resto del día, sacando la cabeza por esa parte, e incluso saliendo del automóvil por allí, hasta que papá nos regañó. La verdad es que “descapotable” como tal no lo era, pues la “descapotabilidad” consistía en una pequeña parte del techo fijo, que se podia descubrir. Daba igual, era nuestro. Todos los domingos, nos convertimos en unos “domingueros”, la típica familia española que aprovechaba ese día para salir a dar 134 - 135 - vueltas por las carreteras madrileñas. Tres niños llenos de vida, que siempre se peleaban por estar junto a la ventanilla. Una madre, que era de las primeras en llevar pantalón, pañuelo en la cabeza, y gafas de sol, y un padre con cara de oficinista semanal que se estrenaba en la condución. A mi siempre me tocaba quedarme en el centro, aplastado, por mis hermanos. No me quedaba otra alternativa que mirar siempre de frente. Aquel automovil marcó la vida de miles de españoles en unos años, en los que España comenzaba a despertarse tímidamente de un largo letargo invernal. El “seílla”, tal y como se le conocía popularmente al Seat600 funcionaba mas mal que bien, pues a mi padre, el amigo de su hermano, es decir, de mi tío, le había endosado un vehículo algo decrépito, pero funcionaba. La albaragía que organizábamos en su interior, los tres, unas veces llenas de protestas y peleas infantiles, otras para reirnos de los ocupantes de otros automóviles, era amansada por la voz de mi madre, con amenza de “bofetada” incluida, en caso de ser demasiados ruidosos. No sé cómo nos las arreglábamos pero siempre estábamos llenos de migas de pan que se caían de nuestros bocadillos, y en un vehículo tan reducido no merecía la pena sacudirnoslas. Ahí se quedaban siempre. Recuerdo uno de esos domingos festivaleros, y veraniegos. Era el primer viaje que hicimos para estrenar nuestro cochecito de segunda mano. Todos, alborozados, llenos de alegría preparamos un viaje corto, a un pueblo de la provincia de Madrid, Cubas. Nunca habíamos salido de nuestra calle, y prometía ser, toda una experiencia. Los tres niños ávidos de ver cosas nuevas, escrutábamos todo cuanto pasaba por 135 - 136 - delante de nuestros ojos, como si de repente, se nos presentara un mundo nuevo. Mis padres, hablando y charlando de todo, estaban tan animados como nosotros. El vehículo, alegre, y resuelto a llegar a su meta, rodaba por una carretera, que hoy sería poco más que un camino asfaltado. El pueblo de Cubas, en Madrid, del que no recuerdo nada, excepto a un guardia civil mal humorado, un poste pétreo golpeado, una anciana desmayada, un asno rebuznando de miedo lleno de tinajas metalicas de leche y dando coces al aire y a un señor que se metió en nuestro automovil para ponernos fuera del perímetro urbano como si nos hubieran declarado: “personas no gratas”, a mi madre haciendo todo tipo de aspavientos, a padre tembloroso y mas colorado que un semáforo en rojo, era, como digo un pueblo como tantos, de esos que tenian unas cuantas casitas, un cuartelillo de la Guardia Civil, una parroquia, y unos cuantos aldeanas vestidas de negro, nada mas, al menos que yo supiera. Allí estuvimos toda la mañana del domingo, y como no teníamos mucho que ver, mis padres decidieron dar la vuelta, para seguir con el viaje a cualquier otro lugar. En mitad de la plaza, a mi padre el vehículo se le paró, pues aun no dominaba bien el manejo tecnico del embrage y la entrada de las velocidades, especialmente la de la “marcha para detrás”. El cochecito parecía una cabra: daba saltitos y se paraba, pero para detrás. Nuestras cabezas todas a la vez, se movían bruscamente. Tantos eran, que mi madre comenzó a perder los nervios. A cada salto hacia detrás, un chillido. ¡Lola! Déjame en paz, que no puedo meter la velocidadprotestaba mi padre. 136 - 137 - No, si ya te he dicho que para qué te han dado el carnetrespondía malhumorada mamá. Pues para qué va a ser, para viajarreponía papá nervioso, mientras forzaba el cambio de marchas sin pisar el embrague, produciendo un ruido termenedo en el motor. O para quedarnos a vivir en el centro del pueblo, como si fueramos una atracción de feria, anda que no haces ruido con el coche, ¿a que nos tenemos que ir andando a casa? ¡Vamonos ya! En ese momento, mi padre, que a fuerza de nervios, logró introducir la marcha para atrás, de forma brusca, aplastando el acelerador con el pie, provocó que nuestro Seat, retrocediera tan rápidamente, que no lo pudo controlar. Los niños, nos dimos cuenta, que nos acercábamos a toda velocidad a un murito de piedra, en el cual estaba apoyado un joven guardia civil, con su pierna derecha, por que sobre esa rodilla, tenía un cuadernillo en el que apuntaba algo. El hombre que, seguramente estaba absorto en su labor, no se dio cuenta, que se le venía a toda velocidad un cochecito lleno de niños, marcha atrás. Algunos vecinos, comenzaron a gritar: ¡Guardia!, ¡que se dan!, ¡que se dan! Como mis padres discutían, no nos enterabamos nada de lo que decían esas caras desencajadas de los aldeanos. Por un segundo miré por el cristal trasero, y ví que nos íbamos a empotrar contra el asiento de piedra usado por el guardia. No me dio tiempo a avisarle, porque lo único que ví, fue cómo ese representante de la autoridad dio un salto, justo en el último segundo, salvando a su pierna izquierda de morir aplastada entre el parachoque y la piedra. El típico tricornio, saltó por el aire, 137 - 138 - dando vuelta y media, antes de caer en la acera, o en lo que fuera. Nuestras cabezas se movieron al unísono por última vez hacia detrás por el golpe, solo en eso estabamos forzosamente de acuerdo. Mamá, a la que se le calleron las gafas, gritó: ¡Que nos matamos!, pero bueno Eduardo ¿a ti donde te han dado el carnet, en el circo? Papá, más blanco que el color de la leche de vaca, intentó dar todo tipo de explicaciones al joven guardia, que al parecer, era su primer dia de trabajo, nada mas salir de la Academia de Guardias Civiles. Precisamente lo que estaba anotando en su boletín era una correspondiente multa contra mi padre, en el preciso instante del incidente. Tras el malentendido, y las consiguientes explicaciones paternas, el guardia se tranquilizó, pero muy malhumorado, viendo que todo era producto de los nervios por ser nuestro primer día de viaje, nos ordenó que siguieramos. Mi padre se despidió de él cortésmente. Mi madre, ya no decía nada, pues intervino lo mejor que pudo ante el agente, para calmar sus nervios, o hacerle salir del susto inicial. Aquel joven se dio cuenta que eramos gente de bien. Pocos metros depués, papá que seguía temblando por dentro y por fuera, volvería a cometer el mismo error pero esta vez hacia delante. Claro está, era hacía allí a donde queríamos ir, hacia delante, pero el pie derecho de mi padre, debió quedarse pegado al acelerador de nuevo, provocando que saliéramos velozmente, como una bala, nuestras cabezas, todas ellas, fueron lanzadas hacia al frente, justo en el mismo instante que una sencilla y delgadita anciana, de esas que llevaban un 138 - 139 - pañuelo negro en la cabeza, decidió dirigir a su burra con cántaros de leche por allí, cruzándose por delante nuestro. En ese momento, mamá gritó, aunque en realidad no había trerminardo de hacerlo: ¡La vieja!. ¡Que va a dejar de ser vieja!, ¡Eduardo, frena! Y frenó, a pocos centímetros del asno. Nuestras cabezas, ahora todas inclinadas por la fuerza del frenazo, como si dijéramos: “¡Amen!”. El jumentito, al ver un objeto así dirigirse a toda velocidad hacia el, se asustó, lanzando por el aire los cántaros metálicos de leche, provocando un gran ruido, y mas gritos de algunas mujeres que por allí andaban. La viejecita, creyendo que moriría aplastada, se desmayó. El borrico rebuznando una y otra vez, estaba saltando con cara de loco, y dando coces, el público asistente al espectáculo recogió lo que podía de la carga, alguien ayudaría a la ancianísima, que más bien me parecía un humilde esqueleto con un poco de carne y vestido de negro. Mi madre asustada, y mi padre aun más, formaron todo un cuadro de actores parecido a una comedia de teatro. Nosotros, los niños, todos serios, no decíamos ni pío, solo esperábamos en que terminaría todo aquello. El guardia, que si bien se había repuesto del susto original, parecía que iba a explotar. Un tal: “Pepe”, que por allí andaba, recibió una fulminante orden: ¡Pepe!, saca este automóvil del pueblo, no quiero verlos mas por aquí por que, este señor por papá es un ¡peligro publico numero uno!y dirigiéndose muy enfadado, a papá, le dijo¡Como estén ustedes un segundo mas aquí, me los llevo al cuartelillo!, ¡lo juro por mi santa madre!, ¡vaya, con mi primer día de trabajo! 139 - 140 - Cierto es, que en todos los pueblos hay muchos “pepes” dispuestos a obedecer una orden tan fulminante. Y el señor, hizo lo que hizo, se sentó en el asiento de mi padre, llevando el coche hasta la misma salida del pueblo. Menos mal, que desde allí mismo estaba ya el primer tramo recto de la carretera, por que si nos econtraramos con una curva inicial, no sé que hubiera pasado. A lo largo de nuestro primer viaje, el del estreno del vehículo, nadie habló nada. El silencio era total. Una semana después, papá, tras abonar la multa, escribió una carta al Jefe del cuartel de la Guardia Civil, disculpándose una y otra vez, y ofreciéndole su amistad. Recibiría respuesta, por cierto muy tranquilizadora, y amable del mismo guardia. Transcurrido un mes, coincidió que en, su empresa: “La Unión y el Fénix Español”, se convocó un premio literario. Papá presentó un trabajo relatando todo lo sucedido, y se lo concedieron. Tiempo después volvimos a ir al pueblo sin más contratiempos, visitando el cuartel. No había sucedido nada, incluso la anciana se repuso rápidamente del susto, o eso pensamos por que nunca mas supimos nada de ella. Todos los años, viajábamos hasta Almería. En esa época, el recorrido se hacía tedioso, y aun más en un automóvil, al que al parecer, la calefacción le funcionaba en verano y no en invierno. O era eso, o era que al llevar el motor detrás, entraba mucho calor por el respaldo del asiento trasero, donde íbamos los tres hijos. Mi hermano Florentino empeñado en sentarse junto al cristal, sufría el castigo de esa anomalía mecánica, teniendo que colocar un cojín encima para tapar la entrada de aire tan caliente. Así ciculabamos por las ardientes carreteras de La Mancha, cinco 140 - 141 - personas, y la jaula de un pájaro, dentro colgada en el interior. Por fuera, sobre el coche, en las barras superiores del techo, lo que en España se llama, “Baca”: un colchón enrollado, maletas sujetas con cuerdas, y no sé cuantas cosas mas. Ahora, nuestro país es visitado todos los años, por automóviles de familias marroquíes, desde Francia, hacia su pais, y nos asombramos cómo cargan sus vehículos, pero nosotros, ibamos igual en esa época. Yo no sé cómo podía soportar tanta carga el Seat 600, pero lo hacía. Un grupo de amigos de Piedras Redondas, al lado de mi casa, aunque no lo parezca yo también estoy pero sepultado por sus cuerpos. Piedras Redondas, es un humilde barrio de Almería. Formado por una inicial hilera de casas humildes, y bajitas, todas ellas repetidas una y otra vez, que van cubriendo la loma del mismo montecillo. Es un barrio tan sencillo que hasta su nombre revela lo elemental de su simple historia. Efectivamente, había muchas piedras redondas a lo largo y ancho de la loma. He de recordar algo, ahí fue donde encontré casualmente mi primer fósil: un caracol petrificado, porque los había. Hecho para gente humilde, la barriada era en esos años, un sencillo grupo de 141 - 142 - viviendas unifamiliares, que a su vez, conformaban todas ellas, una gran familia. Papá compró una de esas casitas, la penúltima de la primera fase de construcción. En las calurosas tardes veraniegas, nadie paraba dentro, la mayor parte de los vecinos, franqueabamos las puertas, con sillas, y organizábamos corros vecinales de conversación. Los niños jugábamos hasta bien avanzadas las primeras horas de la noche. Algún vecino, colocaba en la entrada, una televisión y todos, allí, de pié, sentados, en el suelo o arrimando sillas, la veíamo comentando una y otra vez las noticias del Régimen, que por regla general no se las creian nadie. Tengo muchos recuerdos ligados a ese barrio. Quizá uno de ellos, es el de un señor que vivía varias casas ante que la mía. No recuerdo su nombre, pero sí se que era muy hablador y simpático. Tenía una fama, quizá injusta de no haber hecho nada en la vida, o al menos eso decían algunos vecinos, pero sin embargo se le estimaba por que de lo unico que hablaba era de las recetas de las medicinas. Se las leía todas, palabra por palabra, y no había medicamento que se le resistiera. Era capaz de repetir los contenidos de las medicinas. A menudo, cuando los vecinos, sentados en la calle, a la luz de la Luna, o iluminados, por las luces artificiales que salían del interior de sus casas, lo veían venir por la acera, se decía: Vamos a ver, de qué medicina habla este hoy Y efectivamente, nada mas llegar, traía en su bolsillo una receta, que comentaba con rapidez a todos los reunidos, dándose mucha importancia, al pronunciar las palabras científicas más difíciles. Papá, llevado por su buen hacer, procuraba 142 - 143 - corregirle, si se equivocaba, lo cual hacía muy a menudo, o justificando su mala dicción diciendo que era un nuevo componente, algo que su interlocutor, al que llamaban “El farmaceutico”, a veces comprendía, y a veces no. El ilustrado vecino jamás había estudiado nada relativo al mundo de la farmacia, pero al menos, hay que reconocerlo, la lectura de las recetas, le animaba a aprender conceptos y significados. Para mi, aun niño, era un misterio cómo ese hombre tenía tanto amor por tan rara literatura, pero con su sapiencia popular, se conquistó la amistad de buena parte del vecindario, por que allí vivían muchos que por desgracia no sabían leer ni escribir. Era pues, “El Farmaceutico”, una buena ayuda para los que tenian que administrarse medicamentos recetados por el médico. EL GATO SUPERMAN Allí nos esperaban toda la chiquillada almeriense de Piedras Redondas. Nuestra llegada a Almería, cuando eramos niños, era motivo de alegria inusitada en toda la infancia de esa humilde barriada de trabajadores. No era yo el motivo, tampoco Eduardo, mi hermano mayor, si no Florentino, el mediano. Nada mas detener nuestro humilde automovil Seat 600 de color verde oliva, conocido por el “seílla de los madrileños”, eramos rodeados de una turba infantil ansiosa por llevarse de un lado a otro a mi hermano. Yo también iba, pero era otra historia. Por supuesto, Eduardo también. Rápidamente, se perdía por ahí, a pesar de los costantes gritos de mi madre, para que regresara a casa a descansar un poco, del largo viaje. Mi 143 - 144 - padre tan taciturno como siempre, optaba la mayor parte de las veces, por tumbarse en una cama. No en vano había empleado siete o diez horas de su vida en conducir aquel cacharrito por las tortuosas carreteras de esa España. Elcocjhe, redondo y pequeño, atiborrado de cosas utiles e inútiles traidas desde Madrid, incluyendo una jaula colgada en el interior con su correspondiente pajarito cantor, mas bien parecia una caja llena de piernas y brazos, que un automovil en sí mismo. En esos años, recuerdo que el general Franco tenía la manía de premiar a las familias numerosas, y salió por televisión, una familia de ocho niños, saliendo todos de un vehículo exactamente igual al nuestro, el mismo modelo. Efectivamente no había ni tranpa ni cartón, eso fue real, por que si fuera poco, nada mas terminar de salir toda la escuela completa, lo hicieron los padres. No sé si mi hermano era el “esperado” del barrio, o es que venía muy oportuno, por que era un muchacho muy ocurrente, siempre estaba dirigiendo no sé que aventuras. El caso es que algo sucedía nada más llegar él. Su nombre sonaba más que el del mismo alcalde, de quien por cierto nunca lo supimos. Los niños, a las órdenes de Florentino, nos organizabamos para los juegos, arriesgándonos a tener problemas, pero lo hacíamos. El campo que nos rodeaba nos ofrecía muchas veces grandes posibilidades para desarrollar nuestros planes. En las cercanías, existían aún antiguos casones, algunos de ellos semiabandonados, en los cuales nos introducíamos a hurtadillas, para recorrer sus destartaladas habitaciones, repletas de muebles arruinados, y ventanas descolgadas por el abandono. 144 - 145 - Ser perro, o gato en ese barrio era todo un suplicio. Peor suerte no se podía tener. No había cánido que no hubiera soportado con paciencia o con terror, las manos de los niños sobre sus cuerpos. Todos ellos eran “bautizados” obligatoriamente, por las tremendas mentes infantiles, mediante un sistema torturador para los pobres animales: Atrapar al animal, fuera como fuese, y atarle a la cola o rabo, una cuerda con botes metálicos y latas vacías, para despues soltarlos asustándolos cuanto mas, mejor. Los gatos eran otra cosa, por que apresarlos resultaba siempre mas dificil, pero a veces se conseguía, a pesar de la feroz resistencia que el animal felino ofrecía en todo momento. Esos niños, aparecían muchas veces con las manos, los brazos y la cara, totalmente arañados. Una tarde de domingo, en la explanada que había delante de nuestra casa, oí un gran barullo de chillidos pueriles, que surgían de las gargantas de un puñado de niños, quienes alborozados, saltaban y gritaban a alguien. Ví entre ellos a mi hermano Florentino. Me pregunté qué hacía allí, pues a juzgar por sus gestos, parecía controlarlo todo. Me acerqué, lo antes que pude, y lo hice a tiempo para ver cómo un espantado gato callejero, que era conocido por deambular alrededor de esa zona todos los dias, repleto de pulgas y por su duro mal carácter, dió un salto tremendo agarrándose a todas las paredes que encontraba en su loca huída, vestido con una capa roja larga atada de mala manera a su cuello, al grito unanime de la chiquillada de: “¡Superman!, ¡superman!, ¡superman!” El sufrido y aterrado animal, saltaba de terraza en terraza, perseguido desde la calle por la turba infantil, que le tiraba 145 - 146 - toda clase de objetos, piedras incluidas, emulando al heroe americano, por que al lanzarse hacía que la capa se abriera aún más. Un grupo de vecinas, que hablaban y hablaban sentadas a la puerta de una de las casas, entre las que se encontraba mi madre, ajenas, por completo a la situación, sufrió el aterrizaje forzoso, concretamente en la espalda de una de ellas, del “supergato” ataviado con la capa roja. La mujer no dijo nada, por que no pudo, se quedó paralizada de miedo ante aquel acoso, con los cabellos de punta y muy blanca. Los chicos, se detuvieron en seco, perdiendose todos ellos por las calles, las casas, y automóviles aparcados, evitando así en lo posible los manotazos maternos en sus caras. Tan alocada era la carrera del felino, que su capa se enganchó en un saliente, dandose un tirón tan grande, que se rompió la cuerda. Del astuto animal nunca mas se supo, parece ser que lo vieron correr carretera abajo, totalmente erizado y maullando como un desesperado. En el mismo día de la tortura del gato, me hicieron esta foto, en el innolvidable Seat600, matricula de Madrid 262.069, ¡R.I.P.¡ LOS KENNEDY, MARTIN LUTHER KING Y MI PADRE 22 de Noviembre de 1963. Un niño de seis años, caminaba por una de las calles, del barrio madrileño de “Mirasierra”, en Fuencarral, Madrid. Formaba parte de un grupo de pequños que se dirigian hacia uno de los primeros bloques de vivienda que allí se levantaron 146 - 147 - para gente de clase obrera. El menor, iba el último, había salido de su casa unifamiliar, portando, en la mano un tubo metálico o una caña hueca. La tarde anterior, pudo ver en la televisión a blanco y negro una película del Oeste Americano, sobre el “Septimo de Caballería”. Identificado con el capitán vencedor de mil batallas, le había llamado la atención la corneta que éste llevaba y que hacía sonar en el momento máximo de la guerra. Aquel chiquillo, lleno de fantasía creyó que el tubo o caña que sujetaba en su mano, se convertiria, por arte de magia en ese cornetín militar. Todos los demás entraron en un portal y él se quedó, en la puerta, a la espera de su salida. En el grupo estaba tambien uno de sus hermanos. El sol calentaba con fuerza, y levantando la mano que empuñaba el tubo, comenzó a dar vueltas mientras imagianaga que de ese objeto saldrían las mismas notas de marcha militar que del cornetín del capitan peliculero. Introdujo parte en su boca, y así daría vueltas y vueltas, dejándose cegar por el sol. El Astro Rey, le cegó por completo, impidiendole ver una piedra o un saliente que había en el suelo, lo que originó que tropezara de tal manera, que cayó de boca, contra el suelo, clavándose todo el tubo dentro de la garganta. Pudo levantarse, coincidiendo que en ese momento, los demás salían de la casa. El chiquillo comenzó a llorar, acuciado por el dolor, y asustado por la cantidad de sangre que surgía a borbotones de su garganta. Su hermano, acudió con toda rapidez en su ayuda, y los dos juntos, hundidos en un mar de lágrimas, con la ayuda de vecinos, acudieron con rapidez a su casa. La sangre no paraba de manar, y el pequeño tenía problemas para hablar. Su madre, sin dejarse dominar por el miedo, y 147 - 148 - conteniendo los nervios, se lo llevó a “urgencias”, en donde lograron parar la hemorragia. Le salvaron la vida, y la voz, por que el doctor le dijo, que la caña, había penetrado en el interior de la garganta hiriendo a la “campanilla”, ya que ésta colgada del interior solamente por un poco de carne o de piel. Había sido un milagro, por que podría haber muerto desangrado o ahogado en su propia sangre. Ese niño era yo. Aquel día iba a ser recordado por otro suceso, aun mas luctuoso que el mio. A esa edad tan temprana no se sabe qué es “España”, ni quien era un señor que solía aparecer de vez en cuando, por la Televisión en el hueco de las noticias, alguien completamente ajeno a mi, y a todos nosotros. En las brumas de mis recuerdos lejanos, hay un hueco dedicado a ese personaje. Con el paso de los años, supe su nombre: Kennedy. Papá, que a la sazón tenía 42 años, se estaba iniciando en el noble arte de la literatura y haciendo algunos intentos de periodismo. En realidad, siempre lo había hecho pero fue en ese año en el cual se decidió a publicar de forma periódica, diversos artículos. Recuerdo que la figura del Presidente Kennedy, le llamaba poderosamente la atención. Esa época, según me contaría años después, es decir, los primeros años de los Sesenta, representaría un momento muy interesante, en su visión de la política: Kennedy en Estados unidos, Juan XXIII como Papa en Roma, y Nikita Kruschef, en la Unión Sovietica. En cierta forma, mantenía vivos aquellos recuerdos, quizá por que coincidió con nuestra mas tierna infancia, años que para él fueron muy felices, siempre en compañía de mi madre o por que añoraba esa época de 148 - 149 - entrañable amor familiar, lo cierto es que mi padre, admiraba fielmente la figura de ese mítico presidente que fue J.F. Kennedy. Siempre que podía leer algo sobre su figura, lo comentaba en casa. Había en mis padres un enorme interés por hablar de personajes de prestigio social e internacional. Se sentía especialmente atraído por esa familia de origen humilde, descendiente de emigrantes irlandeses, que había sabido situarse en la sociedad norteamericana. Kennedy, es uno de los presidentes norteamericanos mas recordados de la historia de los EEUU, y sin embargo aun no esta totalmente aclarado su asesinato, a pesar los informes oficiales. Mi padre, siempre recordaría esa época en la que el Presidente Kennedy, tuvo que enfrentarse a una situacion terrible, ante el descubrimiento de missiles soviéticos en territorio de Cuba. La resolución final, originó la retirada de los mismos de ese pais. Fueron momentos de extrema tensión, entre las dos superpotencias del momento, y gracias a la firme determinación del Presidente, la Rusia de Kurschef reconsideró la situación, el mundo pudo respirar en paz. Durante un tiempo, todos contuvieron la respiración y el miedo heló la sangre de los líderes del momento, así como de sus naciones. Nadie sabía que era lo que iba a pasar, pero la feliz solución no podía venir en mejor momento. 149 - 150 - El problema, no es saber si hemos de ser extremistas, sino en la clase de extremistas que seremos. ¿Llevaremos nuestro extremismo hacia el odio o hacia el amor?. En la monraña del Golgota, fueron crucificados tres por ser extremistas. Dos de ellos, eran extremistas de la inmoralidad.. Ese día, quizá estaría jugando con mis “indios” de plástico, o con el cuatrero que rifle al hombro parecía disparar y nunca lo hacía. Probablemente estaría haciendolo con un cochecillo de carreras, dotado con un motor de discos dentados, sin pilas, que hacía un ruido espantoso, al hacerlo rodar, y seguramente, mi vista se levantó por unos instantes del suelo, en donde estaba sentado disfrutando de mis aventuras, para observar como mi madre, dejaba caer una lágrima ante la noticia del magnicidio. Curioseando, escuché la radio, mientras papá elevaba el volúmen de voz, para oir al locutor dar la terrible noticia del asesinato de Kennedy. Absorto en el final de mi propia historia, me olvidé con rapidez de lo que estaba pasando, para navegar con mis muñecos al viejo “Oeste”. “Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, orar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender las libertades juntos, sabiendo que algún día seremos libres. Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado: mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad Y por eso cayeron bajo el mundo que les rodeaba. El otro, Jesucristo, era un extremista del amor, de la verdad, y de la bondad, y por eso se elevó por encima del mundo que les rodeaba. MARTHIN LUTHER KING “¿Por qué no podemos esperar?” 150 - 151 - donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si estados unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad. Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California!. Pero no sólo eso: ¡que repique la libertad desde la montaña de piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios Omnipotente, ¡somos libres al fin!" -Washington, dc 28 de agosto de 19631968, 4 de abril de 1968. Yo, que ya había cumplido 11 años y dos meses, en ese día sin duda trágico, me encontraba ensimismado ante las explicaciones detalladas de mi profesor sobre “lengua española”. Todo transcurría igual, con una enorme tranquilidad, por que en esa época nada se movía en España, excepto en la Universidad y en los sindicatos clandestinos de la época, las huelgas y las manifestaciones, pidiendo “democracia”, eran disueltas por la fuerza policial 151 - 152 - constantemente. Aun se encontraban, adheridos a las paredes de edificios públicos, fotografías del General Franco celebrando los “25 años de la Victoria”, carteles ajados por el tiempo, pues esa efemérides oficial, se había conmemorado en el año 1964, pero aun seguían allí pegados, aunque cayéndose a tiras. Para sus seguidores fue un momento ideal, pero para la mayor parte de la población había pasado sin pena ni gloria. Persistían esas fotos amarillentas en seguir unidas a los viejos ladrillos del pasado. Tendrían que transcurrir diez años para que el país se decidiera por el cambio social. Mi padre, un sencillo español, que congeniaba con quienes desde una opción cristiana se entregaban por los demás, leía con interés y entusiasmo un libro titulado:“Por qué no podemos esperar” . Recuerdo que de vez en cuando yo lo abría, descubriendo entre sus páginas todo un mundo de inquietudes. Su autor, Martin Luther King, pastor evangélico, líder de la no violencia, firme defensor de los derechos de los ciudadanos afroamericanos y Premio Nobel de la Paz. Sus frases, a mi corta edad, me impactaron y su visión del Evangelio hizo mella en mí. Mamá, lo leía costantemente, solía colocarlo al lado de la Biblia Nácar Columga, que aun conservo. Hacia la derecha de la tabla de la mesa, otro libro: “Recuerdos”, del escritor hindú Tagore, premio Nobel de literatura. Ella solía hablarme muchas veces de estos personajes, añadiendo a su lista el nombre de Gandhi, el padre de la “Noviolencia”, para despertar en mí un ideal del ser humano, pero de todos ellos, era Martin Luther King, quien con su trabajo, su labor de lucha desde el Evangelio, cautivaba el interés de mis padres. Todo cuanto por la televisión salía sobre su figura, interesaba 152 - 153 - y marcaba el ideario de papá. Se había leído el libro palabra por palabra, como por coma, una y otra vez, despertando en él la pasión por los Derechos Civiles. Sé que si ellos hubieran podido viajar a los Estados Unidos, sin duda alguna, se habrían adherido al movimiento de Luther, por que entendía que Dios estaba haciendo algo, en virtud del ministerio de este pastor norteamericano, quizá por que en su subconsciente reinaba las ansias de una libertad que aquí no teníamos. Desgraciadamente la televisión oficial, era un aparato del Régimen, que a penas ofrecía noticias, sobre lo que en realidad estaba pasando en esos años de lucha en los EEUU. Las noticias, eran muy escasas, y el interés informativo absolutamente insuficiente. Ya de por sí aquí estaban surgiendo disturbios y temian que la emisión de las noticias norteamericanas sobre las manifestaciones que Luther hacía en distintas ciudades, tuvieran en España una acogida popular. Lo que sucedía es que desde la visión española oficial, no se conocía ni se entendía la realidad social, política y religiosa del poderoso amigo americano. Los españoles vivíamos mirandonos siempre al ombligo. Papá, en la mesa, senguía como podía, todas las noticias, que llegaban, sobre King y ansiaba poder hacer algo. Hacía ya tiempo, que en sus horas libres, cultivaba un tipo de periodismo interno, para la publicación interna de la empresa de seguros en la que trabajaba. Consiguió realizar numerosos encuentros para entrevistas con los mejores personajes públicos españoles de la época, y con tal astucia literaria, que lograba que ninguno de sus artículos pasara por la Censura oficial. El amó y admiró la obra de King. Su corazón estaba junto a los desheredados 153 - 154 - afroamericanos informándose todo cuanto podía sobre las enormes injusticias raciales y sociales que en su país sufrían. A la hora de la cena, cuando todos nos reuníamos alrededor de esa sencilla comida preparada por mamá, esas patatas fritas con su correspondiente huevo frito, ellos solían comentar no solamente las incidencias del día, sino tambien lo que habían leído en ese librodenuncia del Reverendo negro. Lola, voy a enviar al Reverendo King una entrevista por correos, tengo la carta preparada, para exponerle qué es lo que pretendo con ella, y aunque está en español, creo, sin duda alguna, que se la van a traducir al inglés directamente, por que allí, viven muchos hispanos, y creo que él tiene tambien en su equipo, algunos hispanos que le apoyan, me interesa mcuho, por que es un hobre de Dios, sin duda algna, he conseguido saber donde vive, atraves de la editorial Eduardo ¿está seguro de lo que vas a hacer?, inténtalo pero no creo que la carta llege a su destino, por que me parece, que aquí, en España, la van a perder No importa, yo lo voy a intentar Nunca supe si la entrevista escrita, salió en realidad para estados unidos, por que jamás llegó ninguna respuesta. Quizá el temor de mi madre estaba mas que fundado. Esa mañana del 4 de Abril, regresé a mi casa, como todos los dias, descargando la pesada cartera de cuero negro, repleta de cuadernos y de libros de estudio sobre una silla del comedor de mi casa. Poco después de la comida del medio día, corría hacia la ventana de mi habitación y miraba a lo lejos, al final de la calle, a la esquina del último edificio, por que me gustaba ver cómo de pronto aparecía mi padre 154 - 155 - caminando tranquilamente por allí, regresando de su trabajo diario. “¡Ya viene papá”era mi grito de guerra. Los tres hijos le besábamos nada mas aparecer por la puerta del domicilio. Mi madre, aconstumbraba oir la radio, por que cada hora, emitian noticias, y en un momento dado, algó llamó poderosamente la atención de mis padres, la voz del locutor, al final de la tarde, en el “parte” de las ocho de la noche, daría una terrible noticia, provocando, en mis progenitores una rápida atención exigiendonos a los niños el máximo silencio: Hoy ha sido asesinado el reverendo Martin Luther King, en la ciudad de menphis. Disponemos de las palabras del senador Robert Kennedy, que nuestro enviado especial en Wasinthong nos ha enviado: “Damas y Caballeros, esta tarde solo voy a hablar para ustedes por algo así como un minuto. Debido a... Tengo noticias muy tristes para todos ustedes, y creo que igualmente son noticias tristes para todos nuestros con ciudadanos, y para las personas que aman la paz en todo el mundo, y trata de que: Martin Luther King recibió un disparo y murió esta noche en Memphis, Tennessee. Martin Luther King dedicó su vida al amor y la justicia entre la fraternidad de seres humanos. Él murió por causa de ese esfuerzo. En este día difícil, en esta hora difícil para los Estados Unidos, tal vez esté bien preguntar que clase de nación somos y en que dirección nos queremos embarcar. Para aquellos entre ustedes que son negros considerando la evidencia, se hace evidente que personas blancas fueron las responsables puede que les llene de amargura, y de odio, y de un deseo de venganza. Podríamos movernos en esa dirección como nación, hacia una polarización mayor personas negras entre 155 - 156 - los negros, y blancos entre los blancos, llenos de odio unos contra otros, o podríamos hacer un esfuerzo, como Martin Luther King lo hizo, para entender y para comprender, y sustituir esa violencia, esa mancha de matanza que se ha extendido a lo largo de nuestra tierra, con un esfuerzo para entender, compadecer y amar. Para aquellos entre ustedes que son negros y están tentados a llenarse con odio y desconfianza, por la injusticia de semejante acto, en contra de todas las personas blancas, yo solo les diría que en mi propio corazón puedo también sentir la misma clase de sentimiento. Yo tuve un miembro de mi familia asesinado, empero el fue asesinado por un hombre blanco. Necesitamos hacer un esfuerzo en los Estados Unidos, necesitamos hacer un esfuerzo para entender, para sobreponernos a estos tiempos definitivamente difíciles. Lo que necesitamos en los Estados Unidos no es la división; lo que necesitamos en los Estados Unidos no es odio; lo que necesitamos en los Estados Unidos no es violencia o anarquía, sino que amor y sabiduría, y compasión unos con otros, y un sentimiento de justicia hacia aquellos que aun sufren dentro de nuestra nación, independientemente si estos si blancos o si son negros. Interrumpido por aplausos Así que les pido esta noche para volver a casa una oración por la familia de Martin Luther King, en verdad, pero con mas importancia hacer una oración por nuestro propio país, al cual todos amamos; una oración por la comprensión y aquella compasión de la cual hablaba. Podemos estar bien en este país. Tendremos tiempos difíciles. Hemos tenido tiempos difíciles en el pasado. Y tendremos tiempos difíciles en el futuro. Esto no es el fin de la violencia; no es el fin de la anarquía. Y esto no es el fin del desorden. Pero la vasta mayoría de las 156 - 157 - personas blancas y la vasta mayoría de las personas negras de este país quieren vivir juntos, quieren mejorar la calidad de nuestras vidas, y quieren justicia para todos los seres humanos que abriga nuestra tierra. – Aplausos Permitámonos dedicarnos a lo que los griegos escribieron hace muchísimos años: A dominar el salvajismo existente en el hombre y hacer apacible la vida de este mundo. Permitámonos dedicarnos a eso, y decir una oración por nuestro país y por nuestro pueblo. Muchísimas Gracias Aplausos. Esa era la segunda vez que vi llorar a mis padres, por alguien o algo que no era de nuestra familia más cercana. ¡Dios mio un hombre bueno!exclamó papá con la voz quebrada por la emoción¡no es justo!,¡no hay lugar en el mundo para los seres humanos buenos! ¿Por qué lo habran matado?,¡ si era un hombre justo!¿por qué?,¿por qué? repetía mi madre una y otra vez, con ojos llorosos, mientras limpiaba la mesa de los restos de la cena. Esa noche se fueron a la cama con el alma encogida por la triste noticia, pero desde entonces, Luther King pasó al Ateneo personal de mi familia. Papá seguiría con interés todo cuanto la televisión emitiría dias después sobre el tema, repitiendo una y otra vez el mismo estribillo: ¡Es injusto lo que han hecho! A lo largo de muchos años, hay una frase de King que me ha ayudado a enmarcar mi vida, y que sin duda, creo que ha sido una verdadera visión que el Señor le dio, un sueño autentico, y no una mera palabra política: “¡Hoy tengo un sueño!. Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos 157 - 158 - serán enderezados, y la gloria de dios será revelada, y se unirá todo el género humano” EL HOSPITAL MILITAR DE LA MARINA DE: “LOS MOLINOS” EN MADRID Por primera vez me sentí importante, cuando mi tío Pepe y yo hicimos entrada en el recinto: del Hospital Militar de Marina de los Molinos, en la sierra de Madrid. El viaje lo hicimos en su Seat 600. Conducía su utilitario, atravesando las penumbras nocturnas con sus focos. A un lado y a otro de la carretera, hileras de arboles que la custodiaban pasaban a toda velocidad. Yo quería contarlos, pero no era posible, sin embargo por segundos se me asemejaban a figuras fantasmagóricas bailando una misteriosa danza de claros—oscuros. Me preguntaba qué había tras ellos, allá en los campos, en sus montañas, en aquellas casitas que aparecían y desaparecían por arte de magia, que a pesar de la oscuridad se las veía débilmente iluminadas desde sus interiores. De vez en cuando algún que otro automóvil solitario. ¿De donde venían?...¿a donde iban?, cuando se cruzaban con nosotros, intentaba vanamente ver los rostros de sus ocupantes, todo inútil. Lo más que conseguía ver, es ese instante de iluminación artificial de los focos de nuestro auto, invadiendo su interior unos pocos segundos. Los arboles eran soldados petrificados en perfecta fila, como si estuvieran saludando en parada militar al rango oficial de mi tío. Obligados, forzados, inmobiles. Mis ojos de niño, escudriñaban por encima del salpicadero o cuadro de mandos del vehiculo, por si veía 158 - 159 - algún zorro cruzar rápidamente la carretera, y jugando con migo mismo, me convertí en paladín con espada incluida que estaba dispuesto a saltar sobre el capó del cochecillo, en defensa del mismo en caso de que entre los arboles surgiera una temible fiera. En la bruma de mis recuerdos más lejanos, ha permanecido algo que ha sido una seguridad para mí: cuando algo me asustaba, y estaba cerca mi padre me situaba detrás de el, y me abrazaba a sus piernas, y de esa manera hallaba mi protección. Podía sentir su calor humano, y la tranquilizadora voz me disipaba cualquier temor. Lo sentía a mi lado, y estaba allí. Setenta y cinco años después, en el ocaso y final de su vida, volví a sentirme igual, pero los papeles se habían invertido, yo ya adulto y el, anciano y enfermo. De mocito con un amor de niño, era la columna a la que yo me sujetaba durante unos segundos que para mi eran eternos, ya de adulto, él enfermo en la cama del Hospital fue un amor de hermanos, de compañeros, de amigos y de hijo a padre con un enorme y profundo respeto mutuo. De niño me asía a sus piernas,y de adulto acaricié sus arrugadas manos...y se las besé. Un compañero de mi padre de habitación en el hospital exclamó: “¡Nunca he visto un amor tan sincero entre hijo y padre!” y había motivos para ello. Regresando a aquel viaje a los Molinos, mi única seguridad era ir en esa especie de huevo gigante con ruedas que era el 600 e ir bajo la protección de mi tío, que además iba provisto de su uniforme oficial de Militar de Marina con su graduación bien expuesta a la vista de todos, aquella prenda me insinuaba tranquilidad y cierto orgullo personal. Pepe era y es un hombre algo seco de carácter, cortante e imperativo. Muy parecido a mi 159 - 160 - madre. Algo pequeño de estatura y con un bigote que en todo momento llamaba mi atención. Su carácter me hacia sentir cierta ambivalencia. No quiero dar una opinión errada de él, por ello he de decir, que era un buen hombre. Sin embargo me sentía seguro en esa solitaria carretera. Inmolábamos las sombras chinescas con nuestro rápido pasar. No recuerdo gran cosa del Hospital de Marina. Esos días me quedé en casa de mis tíos, me llevaron para hacerme unas pruebas a través de los Rayos X, parecía que me habían detectado algo, y aunque yo me encontraba perfectamente, imagino que mis padres y ellos habrían hablado de realizarme alguna revisión como medida de prevención. Efectivamente algo extraño apareció por la pantalla de los rayos en mis pulmones, pero de muy escasa importancia, que sin embargo había que detectar y curar. No recuerdo con exactitud qué era, pero allí estaba. La solución, muy sencilla, no hacía falta medicinas, solo aire puro, y sierra. Residíamos en una especie de urbanización. Las montañas blancas de reluciente nieve, y el aire límpido de la sierra hicieron un pequeño milagro en mi vida. Nunca había visto la nieve y la agradable sensación que me producía el suave hundimiento de mis pies al pisarla, mis manos engüantadas o no, saborearon una delicia especial de niños y adultos, fabricando bolas de nieve para después arrojarlas contra cualquier objeto que se cruzara. De la casa no recuerdo nada, tan solo la constante cantinela matutina y machacona que salía a cada momento de la radio situada en una estantería de la cocina: “Yo soy aquel negrito del Africa tropical” y que relataba las excelencias de un producto llamado “Cola Cao”, y que mi propia tía me daba al servirme el 160 - 161 - desayuno. Ella era, parte integral del mismo anuncio. Era como si al cantar el cantante, saliera del aparato una tía Pilar de manera maquinal con un tazón bien oloroso, que yo debía engullir sin rechistar. Me daba la impresión que en todos los hogares españoles, al unísono, de una sola vez, brazos de madres y tías de forma automática, surgían de las radios con las notas de la canción para alimentar a un sin fin de cachorritos humanos. Me gustaba contemplar el dibujo de las latas y botes: “Cola – Cao”, y siempre veía a unos negritos, con caras muy redondas y labios muy repintados trabajando en el campo. ¿Quien sería aquel negrito indefinido de la canción?, en mi imaginación infantil podía ver a un sufrido grupo humano, cuyas vestimentas eran cubanas cantando sin parar: ‘”Yo soy aquel negrito del Africa tropical”, y me imaginaba hablando con ellos diciéndoles: ¡Sed buenos chicos! y dejad de cantar semejante machaconería, a ver si mi madre y mi tía me dan otro desayuno. – Después de tomarlo... ¡a la calle, al campo, a la nieve! El frío de la montaña curtía mi rostro, sanó cualquier mal que tuviera, para eso fui llevado a Los Molinos. En pocos meses había cambiado de playa a sierra, de sol de costa a nieve, de calor a frío. EL COLEGIO SAN ANTONIO Nuestras carteras de cuero, me recordaban maletas de viaje. De color marrón o negro, estaban confeccionadas con cuero grueso. Desde luego que eran resistentes. Algunas de ellas servían para el otro curso y para el hermano menor. 161 - 162 - Ahora no llegan ni a la mitad del curso y si llegan al final lo hacen totalmente deshilachadas o con las cremalleras rotas, aunque es cierto que hoy tienen ruedecillas, que hacen más fácil el transporte de un sinfín de libros y de material escolar, peto en esos años por lo general solo teníamos un libro a modo de enciclopedia compacta, con todas las materias contenidas, unos cuantos cuadernos, varios sacapuntas y una cajita de madera, conocida por “plumier” en donde había de todo. Claro que en las carteras escolares se llevaba algo más, pues había quienes introducían sus bocadillos, y los insidiosos “tirachinas”, que tantos culpables de la rotura de tantos cristales escolares. Mi experiencia, en el colegio “San Antonio” fue muy ambigua. Era una escuela de estructura muy rara, bastante mediocre, muy normal en esa época. En realidad habían aprovechado un piso destinado a vivienda y un par de locales en la planta baja, donde situaron el parvulario, el despacho del director y dos aulas angostas que me angustiaban. No tenían éstas luz del exterior, y estaban iluminadas sendas bombillas solitarias, pendientes de un cable central Una de ellas se separaba del despacho de Don Julián, por una mampara de hierro con ventanazos corredizos superiores, de modo que de vez en cuando, aparecía la calva del Director y parte de su rostro, pues no cabía mas, soltando todo tipo de reprensiones contra los alumnos. No me explicaba cómo lo hacía, ya que el ventanuco estaba situado muy alto, hasta que descubrí, que cuando nos increpaba, se ponía de pié sobre su propia mesa. Esa postura tan forzada se hacía aún más extraña cuando pretendía introducir un brazo con el fin de lanzar la tiza contra 162 - 163 - niños escandalosos. Yo creía que algún día, al ver el distorsionado rostro del director, a causa del marco de la ventana, los vería desaparecer de pronto, en pleno estruendo de nidos, propios de una caída, pero por suerte para él, nunca fue así. En esa clase nos amontonábamos un sin fin de chiquillos. LA MUERTE PUEDE “ELECTROCUCIÓN” LLAMARSE “La paga del pecado es la muerte, pero el regalo de Dios es vida en Cristo Jesus”. Ahora, lo recuerdo muy bien, sí, era alrededor de las trece horas del mediodía, yo tenía 14 años, había vuelto del colegio, dejé caer la cartera escolar al lado de la cama, y levantando la vista hacia mi lámpara de bronce de seis brazos, estudiada cual de ellos no producía luz. Todos tenían su lámpara correspondiente, y se veía con claridad que las mismas, no estaban fundidas. Eran correctos sus filamentos lumínicos. Entonces ¿ por qué una de ellas no iluminaba de noche?. Para ahorrar dinero, lo que hacíamos era aflojar algunas de ellas, pues con dos o tres, suficiente luz, pero uno de los brazos, no funcionaba. Yo ya, sabía lo peligrosa que resultaba ser la electricidad, pero nunca lo sufrí, hasta ese momento. A sí mismo conocía cómo funcionaba una lámpara, pues ya había desarmado y armado una con todo su cableado interior, y sus contactos bien hechos, con aislantes suficientes. Descubrí con la vista que una bombilla, tenía algún problema. Decididamente, encaramándome sobre mi cama, pensaba 163 - 164 - que la única forma de arreglar eso, era, sencillamente desmontarla del brazo de la lámpara. No tomé la precaución de cortar la luz con el interruptor de la habitación. Para que me fuera más fácil la sencilla operación, sujeté el brazo metálico, con una mano, y con la otra procedí a desenroscar la bombilla. Posiblemente sin darme cuenta, toqué involuntariamente la parte metálica de la bombilla. En ese momento, una tremenda descarga eléctrica arqueó mi cuerpo. Sentí en una décima de segundos una sacudida tal por mi interior, atravesando todo mi sistema nervioso, en todas las direcciones, que mis músculos quedaron agarrotados, todo ello en un espacio de tiempo cortísimo. Solo recuerdo que abrí mi boca brutalmente, el cabello se me erizó, y perdí el conocimiento por completo, desplomándome sobre y fuera de la cama. Segundos después me desperté caído en el suelo, pero con la espalda apoyada en las sábanas. Me dolía especialmente el brazo, y buena parte de mi sistema nervioso. Para mi sorpresa, descubrí que mi mano derecha, la del brazo adolorido, estaba totalmente aferrada, al desgajado y arrancado brazo de la lámpara. Al caer electrocutado, me llevé conmigo esa parte del aparato, quebrándolo todo, incluidos los cables internos. Dios me había salvado, y yo no lo sabía. Había un plan para mi vida, mi hora final no había llegado. No necesité ingreso hospitalario ninguno, pues un cuarto de hora después, ya estaba sentado en la habitación contemplando el peligro que había pasado. Ese fue el tiempo que me duró el dolor interno, pero rápidamente pude mover las articulaciones de mi mano, y decidí dejar todo eso. 164 - 165 - Me resultaba curioso, que lo primero que hice nada mas levantarme, aun con la mano cerrada pues no me respondía bien, fue alisarme la cabeza, por que todo el cuero cabelludo se me levantó. Estaba solo en la casa, y el resto de mi familia, padres, y hermanos, llegaron después. Relaté con detenimiento, lo sucedido, solamente agradecieron a Dios, que no me hubiera pasado nada mas grave. La lámpara estuvo manca un mes o dos. Aprendiendo de la experiencia, desconecté la luz, y procedí de nuevo a otro intento de reparación como así fue. Anulé los cables del techo, y la descolgué. ¿Por qué me había dado esa descarga tan fuerte?, aparentemente todo estaba bien. Hasta que tras un minucioso estudio del aparato, descubrí un detalle básico, muy sencillo, pero tan humilde, que pudo matarme con facilidad. Había un problema: En la salida del tronco principal de la lámpara, en el tubo interior que lo recorre, el cable tenía un pequeño y diminuto daño, el aislante que lo envuelve, de tan solo un milímetro y por allí salían los filamentos de cobre que estaban tocando el metal. Eran muy chiquitos, pero allí estaba el origen de lo que pudo ser una catástrofe personal y familiar muy grave. La muerte me rondó en aquella ocasión pero había Alguien mucho más poderoso que ella, que me cuidaba. El cristiano ha de ser muy precavido, pero seguro. Creer que por el solo hecho de ser Hijos de Dios, podemos movernos en la vida, con la creencia de que todo es valido, todo sirve, y que podemos hacer lo que querramos, es un grave error. El 165 - 166 - haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, nos capacita para tener un gran potencial a la hora de enfrentarnos a los avatares de nuestra existencia, una enorme seguridad, que otros no tienen, pero eso no nos da el permiso para hacer de “nuestra capa un sayo”, ni para tomarnos alegremente las promesas que hay en la Biblia, ni mucho menos para coquetear con los placeres de la carne. La Biblia nos enseña que quien cree estar fuerte, “mire que no caiga”. Yo, sin pensarlo, creyéndome un electricista experimentado, no tomé las debidas precauciones apagando el interruptor. Muchos profesionales de la electricidad han muerto por lo mismo. Antes de dar un paso, incluso antes de ayudar a la restauración de una persona que ha caído en las garras de Satán, hay que tomar precauciones, y con nuestra oración, cortar, como si fuera una corriente eléctrica, todas las influencias diabólicas. Actuar por nuestra cuenta sin el permiso de Dios, aunque lo que hagamos sea bueno, puede ser un mal camino que nos lleve a recibir un “calambrazo”, una descarga aleccionadora para nuestra vida. Yo me moví con la mejor intención, pero ese deseo me colocó ante las puertas de la misma muerte. Muchas veces, nos movemos así, creyendo que hacemos lo correcto ante el Señor. Cierto es que, acudimos a nuestras reuniones cristianas, cumplimos con regularidad, somos externamente un modelo a seguir para los demás, vivimos una vida correcta, inmaculada aparentemente. Cumplimos puntualmente con todos. Nos hemos convertido en simples muñecos movidos de forma autómata. Un par de “¡amén! ¡Gloria a Dios!”, y ya está. Leemos la Palabra de Dios, cuando la televisión nos 166 - 167 - da “su permiso”. Bendecimos la mesa a diario, rápidamente, por que hay hambre, y ya está. Ese estado espiritual moribundo, puede conducirnos rápidamente a un callejón a oscuras. Creyéndonos los mejores evangélicos del mundo nos hemos olvidado, que “no todos los evangélicos son cristianos, y no todos los cristianos son evangélicos”. Este adagio se puede aplicar también a los cristianos católicos, “No todos los católicos son cristianos, no todos los cristianos son católicos”. Cuando el ser humano vive de espaldas a Dios, está en una posición de “pecado”, de desobediencia, por que en vez de vivir “en la Gracia”, es decir bajo el reinado de Cristo en su vida, vive “en la Desgracia”, es decir bajo el reinado del YO, o peor aún, bajo el Diablo.. Todo lo que el hombre haga en ese estado, producirá siempre su muerte espiritual. Cuando comentemos un delito, estamos obligados a pagar un precio ante la Justicia. De igual forma es con la Ley de Dios. Si podemos ir a la cárcel por algo hecho que rompe con la ley establecida, o se nos obliga a pagar una multa, cuando no hacemos lo que el Señor nos legisla, nuestra paga será siempre, esa especie de “muerte” de la que nos habla la Biblia, la condenación eterna, de nuestra alma, tras nuestro fallecimiento físico. Al igual que ese adolescente poco precavido y descuidado, quiso reparar una lámpara metálica, recibiendo una descarga que le pudo costar la vida, el hombre y la mujer, sea cual sea su edad, si lleva una vida descuidada, alejada de Dios, tomando iniciativas por su cuenta, apartado de la Divinidad, recibirá su paga. Sin embargo:“la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo-Jesús”. Todo puede 167 - 168 - cambiar, cuando abrimos nuestro corazón al Señor. Si nos damos cuenta, que no podemos hacer nada sin El, que nuestros esfuerzos son baldíos, que TODO lo hizo Cristo por nosotros, y que lo único que tenemos que hacer por nuestra parte, es disponer nuestra vida al servicio de Dios, y voluntariamente caminar por el sendero de la fe. “Caminante, el camino se hace al andar”, dijo nuestro gran poeta Antonio Machado, y es eso lo que el cristiano debe de hacer, comenzar a caminar, sin detenernos por el único CAMINO que es Jesús. “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO ES POR MI” Si leemos de nuevo el versículo que encabeza al comienzo este capítulo de: AQUELLOS AÑOS, nos daremos cuenta, que tiene dos partes: la primera, nos presenta la realidad espiritual del hombre SIN Cristo, y la segunda, la del hombre CON Cristo. Te invito a leer en tu Biblia, dos capítulos completos de la carta a los Romanos. En primer lugar lee: “Romanos 7” (completo) y después lo mismo con el capítulo 8 de la misma carta, y te darás cuenta, que el 7 se puede resumir con: “La paga del pecado es muerte” Y el capítulo 8, está relacionado con: “La dádiva de Dios es vida eterna Cristo Jesús”. en 168 - 169 - DE PUERTO RICO A ESPAÑA La bandera de Puerto Rico 4 1 5 3 2 1ª/Un paseo de Arecibo,1921. 2ª/Marcha Militar en la calle Fortaleza, San Juan 1922. 3º/ niños puertorriqueños, mi tio Pepe, con la bandera al suelo y a su izquierda, mirandole, papá 4º/ Una casa señorial de PR.Mi abuela en la parte superior de la escalera, junto a la puerta principal. 5º/La Fortaleza de S.Juan. Aquella tarde del mes de Mayo de 1970 después de comer, ordené mis libros de estudiante, repasé mis apuntes y los introduje en mi cartera de colegial. Me disponía para ir a mi colegio, en donde cursaba mis estudios de Bachiller Elemental. Hacía muy poco tiempo Que mi familia se había trasladado desde el madrileño barrio de Carabanchel, en donde pasé parte de mi infancia hasta el céntrico barrio de Arguelles. Nos mudamos de una barriada obrera, a otro lugar señorial algo clasista, y de clase media alta. Dejamos un piso modesto de tres habitaciones, un cuarto de 169 - 170 - baño, comedor y cocina, de ochenta metros cuadrados, por otro de seis habitaciones, un cuarto de baño completo, un servicio, una cocina grande con su despensa, comedor de amplias dimensiones, calefacción central, suelo de parquet, puertas acristaladas, grandes ventanales, todo exterior con balconada de piedra alternando con hierro forjado. El techo del comedor estaba profusamente decorado con motivos en escayola que aludían a verduras y frutas. Tenía cerca de 140 m2 habitables. El edificio ocupaba y aun hoy lo hace, pues está legalmente protegido por el Ayuntamiento de Madrid, una esquina de la calle Galileo a la de Carrere, con el número 12.Nuestro piso era el sexto, y por tanto desde su espléndida balconada e veía toda la calle que lleva el nombre del sabio italiano renacentista. Obedece a una arquitectura de comienzos del siglo XX para clases sociales de alto nivel. Toda su estructura, revela nobleza y alcurnia, casi de palacete. El portal tiene una amplia escalera de mármol de acceso y otra central que rodea al espacio que ocupa el ascensor, cuya vieja cabina acristalada y en madera ha subsistido hasta hace pocos años. Junto al gran portón de hierro de la casa, hay en el exterior, una lápida cargada de historia y arte recordando al poeta almeriense Francisco Villaespesa, autor de obras como: “El bazar de las Perlas” y amigo de Federico García Lorca, por que murió allí. Conoció a muchos de los grandes escritores de la generación del 98 y posteriormente de la del 27. Fue director de teatro y viajó con notable éxito, por la América Hispana. Una anciana que vivía justo en el último piso, lo había conocido personalmente allí mismo nos dijo que vivió en la planta séptima, en el piso central. Si algo me impresionaba de la casa en general, y que siempre consideré muy injusto, era 170 - 171 - donde vivían los porteros de la finca. La portería como tal, consistía en una pequeña habitación mal acondicionada, entrando a mano derecha, con un solo teléfono, una mesita, y un par de sillas. Allí tenía y tiene su puesto de trabajo el bueno de Pedro Escudero ayudado por Carmen y su madre Julia. La familia procedía de la provincia de Toledo. Son personas excelentes, muy trabajadoras con las que establecimos una saludable amistad. La portería no era lo peor si se descendía a su lugar de residencia oficial, situada en el sótano de la casa, justo al lado de la carbonera de la calefacción central del edificio, los motores del ascensor y un restaurante cuya cocina expulsaba todos sus olores por el patio central. Pedro, Carmen y su madre Julia formaban una familia muy servicial y laboriosa. Esta última siempre se ha destacado por ser una mujer muy dinámica y activa que pronto estableció un buen lazo de amistad con mi madre. No es fácil escribir sobre el pasado, por que los recuerdos se amontonan y a veces uno se siente en la obligación de imaginar hechos considerados poco importantes, dándoles relevancia a otros. No obstante, todos los detalles son necesarios para construir nuestro ayer. La habitación que compartíamos mi hermano y yo tenía las camas que aun hoy suelo usar. Hace quince años, descansaba yo en ellas, hoy lo hace mi hijo. También la biblioteca que no ha parado de crecer, aunque lentamente, componía el mueblaje de una de las habitaciones. Mi padre, Eduardo, nació en la calle la Fortaleza, de San Juan de Puerto Rico, allá en el Caribe, en el año 1.921. Los primeros años de su infancia, fueron transcurriendo como un borinqueño mas, profundamente identificado con su cultura hispana. Aun 171 - 172 - hoy, casi sesenta años después, rememora con nostalgia aquellos deliciosos años de placidez familiar. Mis abuelos, José y Dolores, españoles y gallegos que viajaron a la Isla para conseguir un porvenir, regresaron a la Patria a comienzos de la década de los 3O, casi coincidiendo con la caída de la Monarquía de Don Alfonso XIII, y el nacimiento de la II República Española en 1931. Los muchos contactos que hemos mantenido con Puerto Rico han refrescado el cajón de los recuerdos familiares. Los aires del el casco antiguo del Viejo san Juan acariciaban con su brisa el alma de papá. La arquitectura, el alma de las calles, la distribución urbana nos hace creer, cuando paseamos por allí, que estamos en cualquier ciudad andaluza. Mi abuelo Pepe era gente de Comercio, y allí logró una saludable situación económica para su familia. Algunos de sus placeres eran el dibujo, la pintura y la fotografía. Mi padre conservaba un álbum, que en sí mismo es todo un documento histórico—familiar. La ciudad de Arecibo reclama un lugar en su memoria, su playa, algunas de las plazas, calles, casas y nombres de personas, que entonces eran niños, y hoy ancianos. Una maestra, sus compañeros del colegio, son nombres que se agrupan en su mundo de recuerdos. Allí nació también su hermano José. De igual forma lo hicieron dos más: José Luis y Emilia, que allí se quedaron por que fallecieron accidentalmente. El matrimonio gallego se instala en Madrid, y como todas las familias son testigos del desastre de la Guerra Civil Española de 1.936. Mi padre, a los 17 años se enrola como voluntario en favor del ejercito republicano, en el año 39, no acude al frente, pero ha de sufrir la dureza de 172 - 173 - campos de concentración, la penurias, amenazas de fusilamiento, miseria, y odios no buscados, por haber apostado en favor de la libertad y de la democracia. En el mismo día que entró a trabajar en la Compañía de Seguros La Unión y el Fénix Español, hada mas acabada la locura bélica, estalló la Segunda Guerra Mundial. Eran años desastrosos para nuestro país, por que una dictadura de corte militar— fascista gobernaba en el territorio. Europa se derrumbó y en España había hambre. Eduardo estaba lleno de juventud, pero como todos los de su generación, la perdieron entre trajes zurcidos veinte veces, sueldos miserables, demasiadas horas de trabajo. Brazos adolorados de tanto ser levantados para cantar los Himnos oficiales por obligación. Días, meses y años, dejando en la cuneta de la vida todos sus deseos e ilusiones. Con el paso de los años, las circunstancias económicas fueron mejorando como también las laborales. Nunca o1vidó su vocación de escritor. En su biblioteca había por entonces una Biblia que era leída con frecuencia y hoy sigue ocupando, aun hoy, un lugar preferencial en la colección de Biblias que poseemos, de todos los lugares del mundo, idiomas y países. Cuando mis hermanos hicieron la Primera Comunión según el rito de la Iglesia Católica, no tuvieron un misal cada uno, si no un ejemplar del Nuevo Testamento, algo muy poco usual en aquellos tiempos postconciliares del llamado Vaticano II. Me gustaba leer esa Biblia roja, deslumbrándome con las reproducciones miniaturizadas de murales románicos, que intentaban representar de forma didáctica para las gentes del Medioevo la vida y el mensaje de los personajes bíblicos. Papá, 173 - 174 - al representar en España a decenas de estudiantes de Puerto Rico, tenía con ellos mucho trabajo. Mi casa, parecía una verdadera embajada de la Isla en Madrid. Como adolescente a mi se gustaba todo ese movimiento, y la importancia que mi familia estaba adquiriendo como punto de referencia de tantos y tantos jóvenes. No sospechaba ni conocía los múltiples problemas que se nos vendrían encima. Sufrí una época de crisis de identidad propia de la adolescencia en que me cuestioné todo lo que la sociedad había creado y la religión oficial era uno de sus aspectos mas criticados por mí. No me gustaba la estructura religiosa del momento, ni la absoluta presencia de una iglesia determinada en todos los órdenes de la vida. Acudía poco a misa, y cada vez fui haciéndolo menos. Unicamente me interesaba la lectura por parte del sacerdote de algunas porciones de la Biblia, del resto no entendía nada. Mis padres siempre se habían preocupado en mayor o menor incidencia para que tuviéramos algún tipo de fé cristiana. Una vecina del barrio de Carabanchel era Adventista del Séptimo Día y nos invitó a su iglesia. Confieso haber ido, que yo recuerde un par de veces, la primera a un culto de bautismo de adultos y la segunda una conferencia sobre los abusos del alcohol, las drogas y el tabaco. Estas son actividades muy propias y loables de los adventistas. Así mismo en su casa se realizaban reuniones, allí pude conocer a su pastor, apellidado Blanco. Sin embargo y pese a ser casi un niño el Adventismo del Séptimo Día, no respondía a ninguna de mis interrogantes. No entendía por que todo el mundo procuraba inducirnos a sus grupos, por que un par de años después, una amiga de Puerto Rico, Testigo de 174 - 175 - Jehová, procuró por todos los medios que nos hiciéramos de ellos. Asistimos al Salón del Reino. Nos encontramos a una anciana, que por años apareció en un anuncio de Televisión Española de productos “Gallina Blanca”. Nítidamente recuerdo la enorme cantidad de Pintadas obscenas que tenían las paredes de acceso al recinto del “Salón”, realizadas por grupos de extrema derecha española, insultándoles. Nunca he podido entender la falta de respeto, la intolerancia, el despotismo, la tiranía, el integrismo fanático, contra cualquier minoría religiosa, política, étnica o social. Hoy profundo conocedor de la Biblia, conozco la multitud de profundos errores cometidos por los “Testigos” en sus “Biblias”, y las abismales diferencias que me separan de ellos en todos los puntos doctrinales, pero eso es una cosa y otra muy distinta es dar por “buenos” todos los insultos, y las humillaciones a las que han sido sometidos. Como cristiano, no puedo aceptar ni tolerar semejante actitud por parte de otros intolerantes. A la salida del colegio, me acerqué un día a la cercana calle de Balmes, para visitar la Gran Sinagoga Judía de la Comunidad Israelita de Madrid. Nos atendió un Rabino con su típica “Quipá” en la cabeza, quien nos enseñó todo el edificio, y sobre todo el lugar del culto principal. En las paredes habia escrituras en hebreo con Salmos de la Biblia. En frente y cara a los creyentes, el lugar sagrado donde guardaban los rollos de la Torá, con dos puertecitas con doce piedras incrustadas traídas expresamente desde Israel, que representaban a las doce tribus de Israel. Aquella visita me causó una muy grata impresión, una agradable sensación que se vió oscurecida y molestada por las pintadas que el edificio tenía en su 175 - 176 - exterior, realizadas por los mismos grupos “ultras” que habían dejado sus huellas molestas en el “Salón” de los “llamados” Testigos de Jehová. EL DESPACHO. La calle “Desengaño”, forma parte del intricado laberinto urbano de la ciudad de Madrid. No es muy larga, pero su nombre, tenía para mí un sabor romántico. Nunca supe el porqué de ese nombre tan triste y romántico a la vez, pero mi imaginación volaba hacia una época indefinida, de la historia de mi ciudad. Me venían imágenes de un ayer decimonónico, de unos años recordados por los populares sainetes madrileños, imágenes del teatro de los hermanos Quintero. Me hacía pensar en la posible existencia de una joven madrileña, en la mitad o en los finales del siglo XIX, que después de un largo romance de amor oculto, un aciago mes de Agosto descubrió la infidelidad de su amor de toda la vida. Un apuesto galán español, que jugó con ella a lo largo de toda su vida, ocultándole la existencia de una esposa y de dos hijos habidos con ellas. Yo veía a la muchacha, apoyada en el alfeizar de una ventana cualquiera hundida en la depresión y en la más absoluta de las penas. Pensé que ese sería el origen del nombre de la calle. Me gustaba caminar por allí, pero si algo me llamaba la atención era la suciedad de las fachadas de los edificios, y la existencia de algunas salas de alterne en las calles adyacentes. Viejas historias corrían de boca en boca, por el vecindario, como el descubrimiento de un cementerio en el 176 - 177 - derribo de uno de esos vetustos edificios. Aquello atizó con fuerza mi ánimo arqueológico, pero nunca supe donde se encontraba. Las gentes hablaban de restos humanos de la Guerra Civil española, otros comentaban que eran de los tiempos de los “moros”. Al otro lado de la calle, justo enfrente de la entrada a la oficina de papá, se encontraba el popular Bar: “Los Pinchitos”, donde él solía reunirse con sus amigos y compañeros de trabajo y de otros conocidos. Uno de ellos, se llamaba de apellido Gállego. Lo recuerdo como un hombre hablador, algo grueso, ligeramente barbudo, simpático y extrovertido, que al parecer debía de sufrir una especie de fobia hacia las lindas y simpáticas palomitas que revoloteaban en las ventanas de su oficina. Papá y el eran compañeros de trabajo, con muy buenas relaciones. Gracias a ello, mi padre me informaba siempre al detalle de las aventuras y desventuras del mencionado Gállego con sus queridas palomitas. Desconozco el origen de esa tumultuosa relación de amor y odio entre él y las aves, lo cierto es que siempre a primera hora de la mañana, abría la ventada llamando a los animales, mientras les esparcía al aire migas de pan: ¡Titas!,¡titas!,¡titas! Exclamaba mientras que desde sus dedos caía el ansiado alimento en los salientes del edificio. Cuando las palomas se agolpaban para poder comer, el Sr. Gállego comenzaba a insultarlas, mientras hacía aspavientos con las manos en todas las direcciones, visiblemente enfadado con ellas. ¡Golfas!, ¡como os vea por aquí, os mato a todas! 177 - 178 - Nunca pudo papá saber cual era el problema psicológico y emocional que tenía su extraño amigo con esas aves. Ellas que no entendían nada de lo que salía por esa boca humana, revoloteaban constantemente, en los alrededores de la ventana, por que ese extraño ser humano, les daba abundante comida, aunque se arriesgaban a recibir mas de un manotazo cuando acudían para saciar su hambre, dejando varias plumas al aire. Para los palomos era un verdadero problema, por que cuando las hembras entraban en celo, no podían cortejarlas en el borde de la ventana que le correspondía a Gállego, por que corrían peligro de muerte súbita al recibir alguna agresión espontánea, es decir un guantazo, de su raro benefactor. El despacho, era el centro de trabajo de mi padre, para los ciudadanos puertorriqueños, situado en una sexta planta. El edifico estaba totalmente dedicado a oficinas. Mi padre tenía, un par de estanterías, utilizadas como archivos, dos mesas de trabajo, su máquina de escribir “HispanoOlivetti” que aun conservo intacta, su teléfono, y muchos documentos parcialmente ordenados. Decoraba el conjunto un enorme jarrón de artesanía hindú, según se me había dicho, convertido en un gran florero. La decoración, era por tanto muy austera y sencilla. Por doquier reinaba cierto orden desorden. Los documentos, esparcidos por la mesa, el sello de caucho, muchos bolígrafos y lápices, y un sin fin de cositas extrañas introducidas en los cajones. Le gustaba, guardar todo aquello que en la mesa le estorbaba, fuera lo que fuese. Lo normal era encontrar allí artículos propios de la escribanía, pero podría toparme con otros, como cucharas, cuerdas, hilos, 178 - 179 - algún que otro tornillo, libros, papeles garabateados, candados sin llave, llaves sin candados, y objetos aun mas peculiares sin cabe, fotografías de amigos puertorriqueños o de familiares, y mas de un objeto cuyo uso y función era completamente desconocido para el y para nosotros. Todo quedaba allí bien almacenado para que cuando yo llegara me lo pasara realmente bien especulando con el contenido de los hermosos cajones de su despacho. En ocasiones me quedaba solo, y de vez en cuando, el me llamaba desde su oficina de trabajo. Yo tenía llave del despacho y podía entrar al mismo cuando me placiera. El tenía toda su confianza en mí, y sabía que no dejaría la puerta abierta al marcharme. Allí, en la tranquilidad de la soledad, usaba la maquina de escribir para mis propios asuntos. En general el interior del edificio me parecía especialmente sucio. Daba la impresión que: o nadie se acordaba del necesario mantenimiento interno, o nadie pagaba su cuota correspondiente para tal labor. Nunca había visto paredes con un color blanco tan oscurecido, servicios públicos con un ejercito de cucarachas, popularmente llamadas “curianas”, por su color negro marchando marcialmente de un lado hacia otro, como si se tratara de un desfile militar, y tanta cantidad de papeles en grandes bolsas, abiertas, en una habitación contigua, que servía de almacén para recoger los documentos inútiles, si es que los hay útiles, y cartas sin contestar. Alguien dijo una vez, que las misivas están para no ser contestadas, y en esta ocasión bien me parecía gran verdad. Puede ser que algunos de los despachos próximos al de mi padre, fuera el de algún represéntate de grandes figuras del toreo, o de la canción española, 179 - 180 - pues en ese local, encontré inmensas bolsas repletas de cartas de admiradores y de admiradoras, a los que se les caía la baba por sus figuras admiradas. Recuerdo especialmente una procedente del sur de España, dirigida a un famoso de la época, en la que se deshacía en halagos y alabanzas. A mi me pareció algo triste que tanta hermosura literaria fuera a parar a una habitación de una novena planta, que además tenía la puerta que daba al exterior, a una balconada repleta de excrementos de palomas y de golondrinas, totalmente abierta, de modo, que las preciosas joyas escritas, eran mecidas por el caprichoso aire de Madrid, y muchas de ellas, decididas a emular a las aves citadas, volaban de un lado hacia otro, edificio abajo, mientras mi mirada las seguía con atención. Desde el balcón me divertía viendo cómo caían y en donde: “Allá va la carta de Manuel Cortés dirigida a Lola Flores”, “La de la enamorada del Cordobés” se ha depositado en el casco del policía municipal, “Esa otra que cantaba las grandilocuencias de Raphael, se ha introducido por la ventana del váter, y a lo mejor alguien la utiliza allí”, para leerla se entiende, decía para mi interior. De vez en cuando, si me encontraba una curianita de esas, recorriendo la balaustrada de piedra, tenía de ella misericordia y no la mataba, tan solo le propinaba un golpecito, utilizando mi dedo como una catapulta, contemplando cómo el insigne bichito, que agitaba con evidente desespero sus patitas, se perdía en el aire madrileño, mecido por las ráfagas de viento. Nunca supe donde iban a parar, tampoco me preocupaba demasiado por el tema. Las “cucas”, llevadas por una ráfaga de viento entraban como misiles en alguna ventana abierta muy cercana. Era curioso, 180 - 181 - si había alguien dentro, siempre cerraban bruscamente después. se La paz y me desahogo personal se terminaban pronto, cuando la puerta del ascensor se abría vomitando a un nutrido numero de puertorriqueños y puertorriqueñas, vestidas con colores chillones, y ansiosos por hablar con Don “Edualdo”, como ellos decían en su característico acento caribeño. Por unos segundos, al identificarme como “el” hijo, me sentía centro de las miradas, y una especie rara de orgullo patriofamiliar se me subía hasta la cabeza, al informarles, sentado en una de las sillas del despacho de papá sobre las horas de atención al público, o tras su cerrada puerta con llave. Era una época de trasformación, estaba abandonando la infancia, y me daba cuenta, de que mi propio cuerpo estaba cambiando poco a poco. No quería abandonar aquellos momentos de alegría que había tenido a lo largo de mi infancia, y sin embargo, quería madurar lo antes posible. Cada adolescente es protagonista de los cambios sociales que se producen en ese momento. Los percibe, los examina, y los asume, en virtud de las bases educativas que haya recibido, los concreta y los usa para su propia trasformación. A mi me tocó un momento de convulsiones sociales y políticas muy fuertes que estaban estallando en la sociedad española. Aunque era muy joven, apenas un niño, sin embargo, adquirí una conciencia social, que ideológicamente me estaba situando frente al franquismo de la época. Mi espíritu combativo no pasaba más allá de una mera pataleta. Mi principal fuente de aprendizaje fueron mis padres, y las historias que ellos me contaban de la 181 - 182 - Guerra Civil y de la post guerra, y de su pasiva resistencia al Régimen que tuvieron que soportar a lo largo de tantos años. Aunque ellos nunca participaron en política, ni se afiliaron jamás a ningún partido o sindicato en la clandestinidad, formaban parte de esa enorme masa de ciudadanos medios españoles que tenían que ir a trabajar todos los días, de clase modesta o media, que no se vinculaban a movimientos sociales, gente honesta y trabajadora, pero que de una manera muy sutil se oponían con fuerza al régimen establecido. Mamá, por ejemplo, cuando pegaba un sello o estampilla con el rostro de Franco, a las cartas, lo adhería al revés y cuando el papelito engomado se resistía lo golpeaba con puño una y otra vez. Solía contarme, que en los años 40, los españoles, al oír el Himno Nacional, estaban obligados a saludar brazo en alto y mano extendida, permaneciendo firmes, estuvieran donde estuviesen en ese momento, ella siempre tenía una excusa para no realizar el obligado saludo nacional sindicalista, o nazi, (brazo en alto y mano extendida hacia delante), o bien se ataba los cordones del zapato, o disimulaba recoger algo del suelo, o se hacía la despistada, estuviese quien estuviera delante. Para mi padre era aun peor, pues acabada la Guerra Civil, él, que fue soldado republicano y de ideas democráticas moderadas, tuvo que afiliarse a la Falange Española, único partido político, con autentica ideología política y social, (asimilado y dominado por el General), tras la contienda, para poder encontrar un trabajo, por que la situación era realmente desesperada. Aun así mantuvo siempre intactas sus ideas republicanas moderadas y su lealtad a las mismas. Cuando en la oficina de Seguros 182 - 183 - en la que trabajaba, se les obligaba a todos los funcionarios a cantar el “Cara al Sol”, himno de la Falange, brazo en alto, el tenía que hacerlo, por que de lo contrario, podría costarle el puesto de trabajo y serios problemas con la policía, sin embargo, en su mente solo había una idea: “¡Viva la libertad!”. Cuanto mas cantaba el himno, más se mantenía firme a sus ideas liberales. Así día tras día, soportando escasez, racionamientos, hambruna, miseria, pobreza, siendo testigos de persecuciones políticas, arrastrando la miseria humana y la depresión por los seres queridos fusilados injustamente en la Guerra Civil y en la inmediata post guerra, viviendo en un país empobrecido, sangrado, entristecido, victima de la angustia, una nación gris, sin alegrías, con múltiples penalidades, y sin embargo cargado de inflamas nacionalistas grandilocuentes, hechas solo para martirizar a una ciudadanía, que tenía que sobrevivir día a día y que poco le podrían importar las supuestas maravillas de un “Imperio hacia Dios”. Como ellos había miles de españoles, que supieron soportar una enorme losa que pretendía aplastarlos, y al final terminó siendo destruida por ellos mismos. Eran ciudadanos valientes, sufridos y abnegados que sin llegar a militar activamente en la oposición, aunque muchos lo hicieron, inventaron de una manera o de otra, la “resistencia pasiva”, en los momentos más duros de represión y de persecución. Una fuerza de voluntad pétrea que consistía en no doblegar su espíritu interno, aunque tuvieran que trabajar diez o doce horas, casi sin comida, con una pobreza alimentaría enorme. Mi padre, para doblegar el hambre que tenía y acallar los dolores de estómago, se apretaba con 183 - 184 - fuerza el cinturón del pantalón. Lloraba en su puesto de trabajo cuando venía el vendedor de chocolatinas, por que no tenía dinero para comprarlas, y por que nada mas ver a ese humilde trabajador, los jugos gástricos se hacían presentes en su estómago. Era la época del traje remendado una y otra vez. ¡Cuantas esposas se convirtieron en artesanas de la tela!, cuando el traje de caballero, estaba deslucido, recosido, había perdido su color, ellas los deshacían y les daban la vuelta para hacer otra chaqueta. Papá me decía que Madrid era una enorme legión de “pobretones”, en sus propias palabras. Aunque la España de los años 70 se alejaba de la de los 40, yo estaba asimilando todo aquello, y poco a poco a partir de los trece años, fui conformando mi ideal, proponiéndome un compromiso personal de luchar contra toda injusticia, y me prometí que haría siempre algo por ayudar a los mas necesitados, en la medida de mis posibilidades intentar acabar con los despropósitos, luchando por la libertad. En mi influyó mucho la enseñanza moderada de mis padres por que de la misma manera que no aceptaban al Régimen gobernante, se oponían con la misma fuerza a cualquier clase de comunismo, quizá motivados por los excesos de la Guerra Civil, tanto de los extremos de un bando como los de otro. Es cierto, que con el paso de los años, la personalidad va cambiando, pero en lo que a mi me respecta, los aspectos de compromiso que decidí tener en esos años juveniles, no han cambiado. Veía desde mi casa, las algaradas estudiantiles por las calles de mi barrio, Argüelles, pidiendo cambios democráticos, y mi pensamiento estaba de su lado. Sin embargo, con el 184 - 185 - paso de los años, he aprendido que las injusticias humanas se repiten en todos los regímenes sociales y políticos, y que en definitiva, la condición interna del hombre, sigue siendo la misma bajo un signo político o en otro, y que mi compromiso por la libertad es mas profundo, por que si no hay cambios en el corazón humano no lo habrá en la sociedad, por tanto, el único mensaje que puede cambiar a la especie humana, es el Evangelio de Amor, que predicó Jesús, y que está perfectamente recogido en la Biblia. En cuanto el resto creo, que es verdad lo que dice el Predicador del Antiguo Testamento: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Mi adolescencia hervía de ideales de justicia y de solidaridad, ya estaba quedándose atrás ese niño que disfrutaba con su camión de plástico, o con sus aventuras y fantasías, con sus chiquilladas y pequeñas travesuras. Ahora estaba conformándose mi independencia y personalidad, mi propia identidad personal. Ahora, yo ya pensaba por mi mismo, y si la adolescencia es postularse ante la autoridad, yo lo hice de forma pasiva frente a las injusticias que me tocó vivir. Sin embargo, no era consciente, o desconocía que el mayor cambio, revolución, trasformación de mi vida, en plena edad púber, pronto iba a suceder, marcando un cambio radical, no solo en mí sino en mi familia. España estaba cambiando, pero yo lo haría más. Mis contactos con Puerto Rico, fueron para un adolescente como yo, una especie de liberación, algo nuevo y distinto a lo añejo 185 - 186 - de mi país. En esos años, España estaba tan cerrada políticamente al exterior, que ver un extranjero andando por nuestras calles, era motivo de curiosidad, chisme, alabanza y comentario, todo juntito. Aquellas puertorriqueñas, vestidas a la usanza del Caribe con colores muy chillones y llamativos, levantaban todo tipo de cuchicheos entre las ancianas asustadas por tantas “modernidades”. Para mi era un placer, contarles a mi mis amigos del colegio, lo que papá hacía con ellos, y mucho mas que me vieran a su lado, aun mejor, cuando éstos eran mulatos . Me hacía sentirme importante. Yo estaba cambiando, mi familia también y España ¡ no digamos!. Fue el inicio del turismo en nuestras costas mediterráneas, y si el reducido grupito de borícuas llamaba la atención en mi Madrid desgastado, la llegada masiva de las primeras “suecas”, altas, rubias, en minifaldas, con gafas oscuras de cristales en forma de pepita de calabaza, y una exuberante liberalidad, causó estragos entre la población masculinomachista de esos años. Por “sueca” se entendía a cualquier mujer procedente del norte de Europa, fuera del país que fuese. Ellas, deseosas de bañarse en las aun vírgenes playas españolas, y de conocer a los míticos machos hispánicos, y ellos, psicológicamente taponados toda su vida como si fueran una botella de cerveza bien agitada, eran el caldo de cultivo para absurdos y estúpidos encuentros aventureros. El caso es que cuando llegaba la época del verano, el aumento de españoles que se iban para trabajar de camareros a las zonas turísticas era enorme, por algo sería 186 - 187 - Corría el año 1970, cuando papá alquiló esa oficina, para atender su negocio de tramitación de documentos para los estudiantes de Puerto Rico que venían a Estudiar a España. Un día, mientras comíamos en casa, nos dijo que iba a salir en Televisión Española. Aquello me sorprendió muchísimo. La televisión de aquellos años, en blanco y negro, ya se estaba convirtiendo en el centro de atención de las familias, pues de forma diferente a lo que es ahora, ya que en la mayoría de los hogares hay ya dos televisiones, con un repertorio de canales y emisoras, y siempre están encendidos, a cualquier hora, y muchas veces sin que nadie les preste atención, toda la familia nos sentábamos juntos, frente al televisor, con un silencio y respeto casi sagrado , excepto como en el caso de mi familia, que cuando el General Franco era motivo de reportaje inaugurando pantanos o dando largos discursos, había desbandada familiar general. Había que ir al Aeropuerto de Barajas para recibir al primer contingente de boricuas hispanizados, con ansias estudiantiles, y allí estarían las cámaras, dispuestas a grabar a los sorprendidos rostros de los nietos de la Madre Patria. Mi único interés estribaba en destacar lo más posible, haciendo curiosos movimientos delante de los objetivos televisivos, para ello me mezclé, ya en tierra con los puertorriqueños. Claro, que yo era el hijo de Eduardo Santos Elola, no podía ser de otra forma. Al día siguiente de este patriótico recibimiento a los que parecían ser una especie de “hijos pródigos”, fui con mi padre, y el presidente de la Asociación de Estudiantes, Sr. Fiszpatrick, nada menos que al mismo edificio de Televisión Española, en Prado del Rey, Madrid. Aquello me pareció 187 - 188 - enorme, todo lleno de pasillos, de habitaciones, repletas de trastos mecánicos, cables por todos los sitios, y de unas raras máquinas expendedoras de café que nunca había visto, y que al parecer solo funcionaban al recibir una patada o un puñetazo, a juzgar por el trato que recibían de los trabajadores. Nos pasaron a un local, un estudio para entrevistas, con varias cámaras, dos sofás y una mesita redonda. Papá se sentó, o mejor dicho se hundió, en el reblandecido asiento; el Presidente, lo hizo en otra silla en relativo buen estado. Seguía insistiendo de una manera o de otra para que mi rostro saliera en la pequeña pantalla. Aunque fuera una solamente una parte de mi cabeza, cualquier cosa. El periodista, propuso que me pusiera detrás de los sofás, de pie, pero no fue posible. La verdad es que me presencia allí era cuanto menos curiosa, pues se trataba de una entrevista en toda regla para mi padre y para Fiszpatrick, no para mi. Así se hizo. Del contenido de la misma, no recuerdo nada, ya que mi interés, frustrados mis pinitos de actor secundario, se centró en la estúpida mesita redonda. Toda ella rota, arañada, mal tratada y complemente garabateada, que además se vino a bajo, teniendo el entrevistador que colocar el mismo una pata. Nunca había visto tanta suciedad y desorden. Me pareció extraño no ver cucarachas, aunque sin duda las habría, pensé que habían decido huir ante el caos. 188 - 189 - Ese mismo día, una vez finalizada la entrevista nos fuimos a un Restaurante a comer, y recuerdo el menú: pollo asado. Era importante, ya que el reportaje televisivo incluía la comida del medio día. Volví a luchar para sentarme lo más cerca posible de la cámara, y lo logré. La cámara de tv, estaba a mi lado, y yo me sentí muy feliz, pero cual sería mi sorpresa cuando el trabajador honrado de televisión decidió cambiar el enfoque y se situó justo detrás. Así que lo único que se vio de mí en primera plana, fue la coronilla de mi cabeza. Cien mil españoles aburridos delante del único informativo franquista de la Televisión, contemplaron mi cabello. Únicamente pude verme a mi mismo, mezclado entre los estudiantes, en la pista del Aeropuerto, pero para mí fue suficiente, por que por ello, brincaba y saltaba de alegría de orgullo, y todo ello 189 - 190 - gracias a mi padre, quien por cierto no se interesó mucho por su propia entrevista en pantalla. Intenté, por todos los medios, decírselo a mis amigos, pero lo que yo esperaba que se convirtiera en la “noticia del año” se quedó convertida en una profunda satisfacción personal, que tan solo duró un día. Papa tenia su despacho en la madrileña calle de Desengaño. Cuando me dirigía en el Metro, tren electrico subterraneo, desde mi casa hasta el despacho de la calle con nombre deprimente, sentía cierta vanagloria personal, por que al acercarme al lugar de trabajo de papá, me cruzaba en el camino con numerosas personas que ataviadas con ropa de colores chillones, sabía que eran puertorriqueñas, sospecha que se confirmaba, ya que procuraba acercarme lo mas posible a ellas, para escucharles en su clásico acento caribeño y antillano, el nombre completo de mi padre. Sentía como si creciera de pronto un centímetro más. Cuanto mas me acercaba, a esa calle con nombre tan triste, más aumentaba mi ego personal de adolescente orgulloso de ser hijo de Santos Elola. Al pie del edificio donde se situaba el despacho, había un hervidero de puertorriqueños, hablando todos a la vez. El ascensor, era como un diminuto avión que aterrizaba en San Juan, la capital de Puerto Rico, y la entrada al despacho, ya de por sí pequeño, se convertía en una hazaña. El traqueteo de la máquina de escribir, se mezclaba con las voces de los que allí estaban, una de ellas era la de mi madre, que yo no me explicaba cómo era posible tanta facilidad en ella para dialogar tanto. Mis dos hermanos, aparecían con frecuencia, pues solían colaborar con mi padre, realizando gestiones sencillas pero 190 - 191 - muy útiles. En el animado calor de las conversaciones, surgían constantemente nombres geográficos como San Juan, Arecibo, Mayagüez, y tantos otros lugares, pueblos, y ciudades de la Isla, mezclados con los de España: Madrid, Sevilla, Zaragoza, Bilbao, Santiago, por que allí estaban las universidades de destino estudiantil. Comencé a conocer a un país, situado en el Mar Caribe, pequeño por su extensión, pero grande en su alma, del que ya tenía alguna información gracias a mi padre y a sus recuerdos de infancia, pero ahora tenía la oportunidad de aprender mas de él. Su historia, sus costumbres, su hispanidad arraigada hasta la médula, su situación política, por que a pesar de mi adolescencia y gran juventud prestaba enorme interés a todo cuanto veía y oía. Nunca he podido viajar a ese lugar, que en un aspecto muy discreto era como un ensueño para mí, y sobre todo para papá. Solo tenía que ver las fotografías de las playas antillanas con sus cocoteros y palmeras, para dejar correr mi imaginación viéndome disfrutar de las mismas. Una isla, que España perdió en 1898, junto al resto de sus últimas colonias de ultramar, en la desventurada e injustificada guerra que los EEUU mantuvieron con nosotros. Todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminación, y es posible que España debiera haber emancipado antes a Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, pero la intervención norteamericana, no fue justa. Es cierto que los primeros años de la colonización española se cometieron muchas injusticias contra las tribus de los primeros pobladores de la Isla, errores que aumentaron con la trata de esclavos procedentes de Africa negra, pero no hay 191 - 192 - una nación en la Tierra, que no tenga su memoria limpia de enfrentamientos y de abusos. Todo aquello me hizo reflexionar, encaminando mi pensamiento por una vereda que aun no he abandonado. Pude constatar, que a pesar de todo eso, Puerto Rico, se afianzaba con fuerza en la hispanidad, como entidad nacional, como columna vertebral del ser puertorriqueño, como esencia del alma antillana. Quizá motivado todo ello, ante la poderosa y adsorbente, cultura norteamericana y por su estatus político de Estado Libre Asociado a los EEUU. Incluso manteniendo en lo mas profundo el dolor por los excesos de los primeros años de la colonización española, algo típico en el siglo XVI y genérico al occidente europeo en general, Puerto Rico es un hijo pequeño pero quizá el mas fiel de España. EN LUCHA CONTRA LA MAFIA, “Puerto Rico, Patria mía, la de blancos almenares, la de verdes palmeras, la de extensa bahía, ¡Qué hermosa estas en las brumas del mar que tu playa azota, como blanca gaviota, dormida entre las espumas!” José Gautier Benitez. Poeta Puertorriqueño. 1969, llegaba a su fin, había sido un año cargado de buenos recuerdos. Los americanos habían llegado a la Luna, yo creía haber visto un ovni posado en las laderas de unas montañas lejanas, suspendí cinco asignaturas al final del curso, en el mes de Junio, y aunque me presenté en los exámenes de Septiembre, volví a suspender tres de las anteriores: lengua, francés y matemáticas. Desde 192 - 193 - luego no podría decir que mi historial como estudiante fuera excelso, pero al menos, lo intentaba. Había visto en el cine Kursal o en el Canadá una película que nunca olvidaría, de Stanley Cubrik, “2001, Odisea en el Espacio”, y me enamoré románticamente por primera vez, pero en silencio de una niña rubia y de ojos azules que acudía a mi curso. Pasaba las noches enteras pensando en ella, e incluso hacía esfuerzos para no olvidarla. Me negaba a dormir, hacía lo imposible para mantenerme despierto, incluso rezaba al estilo catolico, todo lo que sabía, con un solo propósito: pensar mucho en ella. Nunca supe su nombre, ni siquiera conocía en donde vivía, pero mi corazón era suyo eternamente. Cuando estaba en clase, la voz del profesor, por cierto un joven maestro de izquierdas y opuesto al Régimen de Franco, desaparecía de mi cerebro, sus palabras por interesantes que fueran se iban al garete, por que toda mi atención se centraba en esa niña preciosa, que se me figuraba una muñeca de porcelana. Solo la insistente llamada del maestro, pronunciando repetidas veces mi nombre o una tiza lanzada por él contra mi cabeza de vista derivada, me hacían reaccionar con una desconcertante respuesta: “¿Qué?, ¡si ya voy!?”. A finales de ese año, papá nos dijo que estaba decidido a trasladarse al centro de la ciudad. “Es un barrio de señores” nos comentó está situado en el mismo centro de Madrid, muy cerca de la Plaza de España, la casa tiene 150 metros cuadrados, seis habitaciones, dos cuartos de baño, el suelo es de parket, y es una sexta planta” 193 - 194 - Si a los doce años, uno descubre el amor, se da cuenta de las transformaciones fisiológicas que comienzan a cambiarlo, se traslada de casa, de barrio y de colegio o escuela, el inicio a la pubertad ¡está servido en problemas!. Mudarnos de casa, y dejar el barrio donde pasé buena parte de mi vida como niño, para mi significó algo mas que todo eso, por que estaba abandonando la infancia, comenzó la búsqueda de mi identidad, el preguntarme el por qué de todo, quería autoafirmarme. Percibía injusticias que me rodeaban y empecé a adquirir cierta postura ideológica y política. Mis padres eran muy críticos con el Régimen autoritario del General Franco, y aunque nunca pertenecieron a ninguna ideología concreta, yo estaba algo imbuido por lo que se hablaba en casa. Aun así, por mi propia cuenta y riesgo solía leer todo lo que caía en mis manos al respecto, que era bastante poco, y además muy exiguo. Mi nueva casa, situada en el número 12 de la calle Galileo, en pleno barrio de Argüelles, me impresionó por su amplitud, y luminosidad. El portal de entrada, antiguo y hermoso, realizado en mármol, con una amplia escalera a través de la cual se accedía al edificio. A un lado y a otro de la misma, dos enormes macetones esculpidos en el mismo material. El portón de entrada de madera noble, y con distintos adornos. Una vez que recorríamos la escalera, ya en el interior del edificio, a la izquierda, una habitación cuchitril, minúscula, iluminada con una simple bombilla de la época de la Guerra Civil, era la portería, amueblada con una mesa, sobre la cual se colocaba una guía 194 - 195 - telefónica, y un aparato de radio, propiedad del portero, y una silla. A lo mejor no había mas muebles por que no cabían. En frente de la miniatura, la escalera vecinal que rodeaba al enrejado del viejo ascensor, que descendía a la planta baja del edificio. El portero se llamaba Pedro, su mujer Julia, y la madre de ella, Carmen, quien después haría una enorme amistad con mi madre. El matrimonio tenía un hijo, algo más pequeño que yo, Pedrito. Eran oriundos de un pueblo de Toledo, gente sencilla, amable, cortés y sincera, buenas personas de gran talante y palabra cumplida. Me llamó la atención la cabina del ascensor. Toda ella de madera, acristalada, con la que me encariñé un tanto por su vetustez. Funcionaba perfectamente, desde el año 1932, época de construcción del edificio. Me resultaba curioso ascender en ese aparato, ya que hacía un ruido de carraca. Según subía o descendía, se podía espiar a los vecinos que bajaban o ascendían por las escaleras. Nuestra vivienda, al igual que las demás, poseía un portón de buena hechura, un pasillo largo, amplio y de techo alto, articulaba toda la vivienda. A un lado y a otro, las habitaciones, solo una de ellas era interior, pero con ventana a patio, el resto, todas miraban a la calle Galileo y a la de Emilio Carrere. La barandilla de los balcones, de piedra. Al final del pasillo, el gran comedor, y la cocina, tan amplia como las mismas habitaciones, también interior, pero con ventana a patio. El suelo de parquet antiguo y el techo con frisos en escayola a lo largo de toda la casa. Aquella era una vivienda, cómoda, amplia y grande. Yo no podría sospechar que allí sería donde iba a vivir horas y momentos de enorme 195 - 196 - importancia para mi familia y para mi propia vida. Aún recuerdo el día de la mudanza, por que en la planta baja del edificio, había una casa de comidas, un pequeño restaurante, que se llamaba “Niágara”, un eufemismo que traía a mi mente, las cataratas del mismo nombre en los EEUU, y si lo recuerdo con especial interés es por que, una de las ventanas que daba al lado del portal de entrada al edificio, en la misma calle, tenía una reja que se asemejaba a un somier de cama, sujeta por unas cadenas. Papá, que había traído el lecho de muelles, es decir, el somier de mi cama desmontada, sobre el automóvil, una vez que había lo había estacionado justo al lado del restaurante, bajó del coche todas las maletas, equipaje, cosas y trastos, y además el somier, que lo colocó sobre la ventana de la casa de comidas. Yo muy solícito, mientras mi padre hablaba con pedro, fui subiendo todos y cada uno de los objetos al ascensor, incluida esa pieza de mi cama. Una vez que introduje todo en la casa, volví a bajar al coche por si había que subir algo más. Al salir a la calle, me encontré a papá discutiendo con un acalorado señor, que resultó ser el dueño del negocio hostelero de nombre rimbombante. Mi padre, asió de lo que el creía que era el somier de mi cama, y se empeñó en darle fuertes tirones, pues pensaba que alguno de sus hijos, había sido un estúpido por sujetar esa parte de la cama con una cadena a la ventana de un bar. El ruido era tan estrepitoso, que hizo salir del comercio a su propietario dándole grandes voces: ¡Oiga! ¿Qué hace? Gritó el dueño 196 - 197 - ¿Yo?, ya ve que quiero llevarme esto para mi casa, y además ¡a usted qué le importa! contestó fríamente mi padre, sin darse cuenta de lo que estaba pasando, mientras continuaba con el aporreo, los golpes y los tirones, para ver si la cadena se aflojaba. ¡Que quiere usted robarme las rejas! Exclamó con una voz chillona, que salía a borbotones de una garganta enrojecida. ¡Que pesadez!, ¡déjeme hombre!, ¿por qué estará esta parte de la cama de Juan José sujeta a la ventana con una cadena? se cuestionaba papá, mientras estudiaba con detenimiento a la cadenita, dando la espalda al enrojecido y furioso propietario. ¿Quiere estar de una vez quietecito ya? ¡ya es usted muy mayor para hacer esas tonterías! Pedro el portero, testigo de la discusión intervino para ayudar. Papá, al percatarse del error, hizo alarde de su habitual diplomacia, y tras disculparse por semejante equivocación realizó un frío y calculado comentario, entre dientes: ¡A quien se le ocurre poner unas rejas con forma de somier de cama! El edificio, se erguía sobre los que le rodeaban, con una gran nobleza arquitectónica. En los soleados días de la primavera madrileña, las terrazas de innumerables construcciones se repartían por todo el horizonte ante mis ojos adolescentes. Mi escrutinio infantil buscaba y rebuscaba cada rincón de la esplendida casa. Tenía mucho artesonado exterior, incluso había,y hay, en la fachada principal, una lápida conmemorativa al poeta almeriense Villaespesa, que residió 197 - 198 - allí en tiempos de la II República Española. Toda la balconada exterior, de piedra y de hierro forjado, me ofrecía seguridad al contemplar el hermoso paisaje urbano. La luz solar entraba a raudales por las ventanas, y para evitarlo, existían unas contraventanas metálicas, tan antiguas como la misma vivienda. Un día, palpando palmo a palmo todos y cada uno de los rincones, adornos y esquinas, descubrí que una de las contraventanas tenía un agujero. Lo estudié con detenimiento, y descubrí que era de bala, es decir producido por un disparo procedente del exterior, pero..... ¿de qué edificio?, por que por la forma del mismo, debería de proceder de otro tan alto como mi casa, y allí, delante no había ninguno de ese tamaño, ni existió antes. Se me ocurrió cerrar la contraventana totalmente, y observar por el agujerito, pues supuse que al hacerlo descubriría el lugar del impacto final. Así lo hice, se observaba una parte del marco de madera que rodeaba a la puerta principal del comedor, el tapajuntas, allí, justo en el centro del mismo, me percaté de la existencia de un añadido pequeño, que había pasado desapercibido durante muchos años. Aquello me extrañó mucho, y con toda rapidez seguí mis detectivescas pesquisas, buscando más impactos de bala, y efectivamente los encontré. En uno de los balcones de hierro, descubrí una bala aplastada e incrustada, que extraje con la ayuda de un destornillador, y entre ese balcón y el contiguo, en la fachada, otra más que aun permanecía allí, a la espera de que alguien la retirara. Hacerlo era muy peligroso, pues suponía poner en peligro la vida misma, sin embargo un amigo nuestro puertorriqueño lo consiguió. La fachada estaba ametrallada, y con toda 198 - 199 - seguridad, aquellas balas fueron brutalmente escupidas por un ataque aéreo. Mis ojos se detenían en los agujeros producidos por los impactos, mientras me detenía imaginándome, a quienes cuarenta años antes a lo mejor estaban en ese mismo comedor, justo en el momento, que un avión fraticida vomitaba fuego y muerte a discreción. Los primeros meses, papá no pudo trasladarme de colegio, por que no había plaza para mi en los situados en la zona, por lo cual, para seguir asistiendo al anterior, tenía que trasladarme todos los días, solo, usando el popular “Metro”, llamado “Suburbano”. Quizá sea por que a un niño de doce años todo lo que le rodea es interesante, mi diario viaje hasta el barrio de Carabanchel, para seguir asistiendo a mi anterior escuela, me apasionaba. Quien haya conocido el Madrid de esa época podrá entender la singularidad de mis recuerdos. Todos los días, después de desayunar, me iba caminando, hasta la Plaza de España, dejando a mi lado derecho el interesante edificio del colegio de los Areneros, y bordeándolo, encaminaba mis pasos por la calle cuesta de Amaniel. Fachadas ennegrecidas y sucias, por los años, y por la contaminación disipaban mi interés. Al comienzo de esta vía, había una plaza de forma irregular, donde existía un extraño bullicio de hombres y mujeres que nunca había visto antes, entrando y saliendo de un lúgubre antro de luz mortecina. Exuberantes señoras de piel brillante, por las cremas faciales utilizadas, labios tomateros, pestañas enormes que salían de párpados arrugados y decorados con colores llamativos, iban de un lado para otro caminando de puntillas, a causa de 199 - 200 - zapatos de fino tacón, revoloteaban con algún compañero de turno, fumando, gritando, jaleándose mutuamente con risotadas, mientras entraban o salían por esa puerta infernal, rodeadas por hombres, que como moscas al olor de la putrefacción, se remolinaban por allí, dispuestos a cazar cualquier cosa. En alma doceañera, se mezclaban pensamientos antagónicos, temor y cierta aquiescencia de consideración hacia esas pomposas mujeres. Al fin y al cabo ellas hacían lo que únicamente podían hacer, pero ¿y ellos?, ¿quiénes eran?, ¿para que servían en realidad?. El viaje diario en el suburbano, me producía todos los días, una extraña experiencia de renacimiento, al salir del interior del túnel, en su recorrido por la superficie hacia su destino final. Todos los días, los mismos desconocidos rostros, la jovencita morena, que nunca se sentaba, la señora gruesa de pelo corto de mirada perdida, el caballero que leía el mismo periódico y que carraspeaba tres veces seguidas antes de llegar su estación. El antipático joven de aspecto universitario, la aguerrida madre de mediana edad, que a diario introducía a sus hijos a empujones en el vagón, con numerosas quejas, resoplidos e impertinencias, por que al parecer éstos llegaban tarde a su colegio. La ruta por la superficie atraía mi interés al contemplar en la lejanía algunas casitas esparcidas, árboles, campo, gente deambulando, y a lo lejos montes a los que me escapaba con la imaginación para subir hasta sus cimas. Me acompañaban mis libros de texto, eternos compañeros que no se quejan. Uno de ellos, que aun conservo con afecto, era de religión. Aquel ejemplar, despertó en mí un enorme 200 - 201 - interés. Lo leía una y otra vez, siempre en el suburbano, por que apenas hablaba de liturgia, sino de Evangelio. En si era un Nuevo Testamento muy reducido. Por primera vez en mi vida, disfruté hasta lo más profundo de mí ser, de las parábolas, enseñanzas y milagros de Jesús. Me apasionaba su lectura, vibraba con ella. Yo no podría saber, ni sospechar lo mucho que me importaría, años después todo lo que allí estaba descubriendo. Recordaba que a la edad de nueve años, cuando aun residía en el anterior domicilio, en el barrio Carabanchel, había leído un “tebeo”, que en su momento dejó cierta huella en mi, por que relataba la historia de una pareja de científicos, uno creyente y el otro ateo, los dos dominaban el latín, el griego, el hebreo y el arameo, y habían inventado una maquina del tiempo, parecido a un minisubmarino, repleto de manivelas y cuadros de mando. Estos hombres se habían propuesto viajar al pasado para investigar in situ, a la misma figura y persona de Jesús. Así lo hicieron, y después de muchas vicisitudes, propias de una narrativa de aventuras, se integraron el la sociedad judía de la época, llegando a conocer al grupo de judíos seguidores de Jesús, poco antes del juicio, muerte y resurrección de Cristo. Fueron testigos directos de aquellos hechos, tal y como los narran los evangelios. Habían decidido, regresar al siglo XX, para contar de viva voz su experiencia, pero el creyente decide no hacerlo uniéndose a los 120 discípulos del Señor y cooperando con los doce apóstoles. Su compañero agnóstico, regresó a su época, pero al salir de la máquina, cuando ésta ya se había detenido, decide, en una noche estrellada, ponerse de rodillas junto al aparato, para proclamar, en oración su conversión total 201 - 202 - al cristianismo. A sí mismo recordaba, y de una manera insistente, sin saber por qué, el argumento de una película, que por esa misma época, había visto en un cine del mismo barrio. En aquellos años, la dictadura fué muy fuerte, y las artes escénicas en general eran fuertemente controladas por una feroz censura. Algunas películas se escapaban de la tijera, mas por casualidad que por otra cosa, como era el caso. Aun recuerdo parte de su argumento, se trataba de una joven oriental, al parecer china, que era de fe cristiana, y que se vio involucrada en un sinfín de enormes problemas con la sociedad de su momento, pues era hija de un noble aristócrata de religión budista, a finales del XIX o a comienzos del XX. Al final es encarcelada por su fe, pues al parecer pudo haberse casado con su pretendiente de toda la vida y de ojos rasgados, debiendo renunciar a Cristo. Ella no lo hace, y es puesta en prisión. La última escena que recuerdo es que allí hizo una oración entre lágrimas, reafirmando su fe. Era para mi un placer, recorrer aquellas vetustas calles, repletas de vida urbana. Contemplaba el quehacer diario de sus gentes. Siempre encontraba una anciana residente en planta baja de cualquier edificio madrileño del centro de la ciudad, que asomaba su cabellera blanca por la ventana, mientras cosía o tricotaba. La verdulería, estrecha y atestadas de frutas y verduras, con su propietario ataviado con un delantal manchado de todos los colores. Recuerdo, haber visto cangrejos vivos, que se escapaban de las marisquerías, corriendo con su peculiar forma de hacerlo, tenazas levantadas, como si nos retaran valientemente antes 202 - 203 - de morir aplastados por los automóviles, las pisadas de los viandantes, o ahogados en las aguas sucias residuales de las alcantarillas de Madrid. Aprovechaba para visitar las librerías de antiguo, repletas de miles de libros amontonados. Allí se podía encontrar de todo y a buen precio. Era mi pasión contemplar vetustos ejemplares de años pasados. Ediciones arcaicas de ejemplares raídos por los años y el uso. Pasaba mis manos juveniles por esos lomos de tomos descoloridos, descubriendo títulos que me sugerían ideas y suscitaban mi imaginación. Era muy difícil que llevara dinero encima, solo poseía algunas pesetas sueltas, con sus céntimos, que siempre invertía en la adquisición de los ejemplares del Capitán Trueno, o del Jabato. Dos personajes situados en tiempos históricos españoles distintos. El primero un paladín español, del siglo XII, ayudado por sus inseparables Crispín y Goliat, y enamorado perdidamente de Sigrid, reina de Thule, hoy Islandia. El Segundo, un ibero, de la época de los romanos, muy similar en todo al anterior. Sus aventuras me apasionaban. Bajar a la calle, solamente para comprarme esos ejemplares, y subir a mi casa, con el objeto de hacerme yo mismo la merienda, chocolate marca:“ColaCao” y pan tostado con mantequilla, merendar despacio degustando cada trozo de pan y cada sorbo de leche, leyendo las aventuras, era mi mayor placer. Ese año de 1969, fue para papá muy importante por que el 13 de Junio, la “Asociación de Padres de Estudiantes Puertorriqueños en España”, nacida en Rio Piedras, Puerto Rico, acordó nombrar a Eduardo Santos Elola, representante a todos los efectos para España mediante 203 - 204 - documento oficial ante notario, firmado por el vicepresidente de la entidad y el mismo notario, Don Bienvenido Rodriguez Mundo y D. Alfredo Álvarez respectivamente. Desde el primer ida que recibimos la grata noticia, comenzamos a hacer gestiones de representación ante las autoridades españolas del momento. El primer contacto se establece con Pío Cabanillas, por entonces Subsecretario de: “Información y Turismo”, quien contestó con una carta, el día 9 de Agosto del que destaco su frase: “Con mucho gusto, procuraremos atenderles en aquellas peticiones concretas que nos soliciten. Firmado: Pío Cabanillas...” En la asociación, entidad, no lucrativa oficialmente, había un español, Gonzalo, afincado en Puerto Rico, quien se encargaba de organizar los vuelos a España con compañías aéreas de vuelos Chárter. Era el típico negociante de dinero rápido que lo había hecho todo en la vida, desde taxista y camarero hasta empresario, tenía muy pocos escrúpulos personales, y siempre estaba dispuesto a ganar dólares y pesetas a toda costa. Remitiéndome a informe de personas que lo conocían muy de cerca tuvo negocios en Nueva York., Clubes nocturnos. Además mantenía contactos con la mafia. Casi el millar de puertorriqueños que vinieron a Madrid, en tres meses escasos, se presentó como un negocio muy lucrativo para Gonzalo en complicidad con otras personas. Para los muchachos, a pesar de que su moneda oficial era el dólar americano, era un sacrificio económico importante el venir a España, máxime cuando a muchos de ellos se les suministró información falsa respecto al nivel de vida español. Se les decía que podían vivir con 10 dólares durante un mes, que todo estaba muy barato, unas 700 pesetas de la 204 - 205 - época. Los problemas por la, desorganización aérea eran continuos. Nosotros no solo finalizábamos la labor al legalizarles su situación en España, si no que también éramos asilo residencial y, supuesto afectivo y moral. Venían a la Madre Patria con unas costumbres familiares iguales a las nuestras, una fuerte cultura isleña—caribeña, y española............ Los meses de septiembre y de Octubre, coincidiendo con el año universitario, llegarían los primeros solicitantes borinqueños para la matriculación y convalidación, con muy buenos resultados para ellos. El 1 de Diciembre Don Bienvenido Rodriguez Mundo, en una carta llena de gratitud, reconoce la labor, que no había hecho nada más que comenzar y que en tan corto espacio de tiempo, desde el nombramiento de la Representación, produjo buenos y notables resultados. En esa carta se nos encomendaba a Dios para la consecución de, los fines marcados. No pude conocer en profundidad a este hombre por la juventud de mi edad, pero de él permanece un recuerdo muy grato, creyente y bonachón, y muy amable y servidor. A lo largo del año siguiente, coincidiendo con nuestro traslado a la Calle Galileo y el alquiler de un despacho en la popular y céntrica calle de Desengaño, la avalancha fue creciendo. Entre los meses de Mayo y Noviembre de ese ya lejano año de 1970, venían a la Calle Desengaño, decenas, incluso centenares de jóvenes puertorriqueños. Se trabajaba a destajo, y sin medios. La “Asociación” había llegado a un compromiso formal con mi padre para abonarle una comisión económica mensual, y facilitarle algunos medios prácticos, con el fin de facilitarle su 205 - 206 - trabajo. Aquellas promesas, realizadas en firme, no se estaban cumpliendo. Yo, por ese entonces era muy pequeño, pero mis padres y hermanos, formaron una piña unida. Los gastos del alquiler de la oficina, los muebles, el teléfono y la luz, corrieron a cuenta de papá. Dos máquinas de escribir, y una voluntad de hierro, fueron los unicos medios que mi padre puso por delante. Los muchachos comenzaron a venir a España con una imagen del pais muy equivocada. Hubo uno que al parecer le habían dicho que se tenía que traer desde la Isla, cuanto papel higienico pudiera por que aquí “no se usaba o se desconocía”. Al llegar a casa, pues se quedó a dormir unos dias, nos comentó, la enorme carcajada del policía español en la aduana del Aeropuerto de Barajas, al abrir la maleta y encontrarse con semejante contenido, rellenando todo su interior, y con la particularidad que era un papel higienico con olor a rosas. Parece ser que el policía comentó a risotada limpia con otro compañero suyo, que: “Hay quienes trafican con drogas y otros pretenden hacerlo con papel higienico”. Otros, eran enviados a España con 40 dólares solamente, creyendo que con ese dinero podían vivir con holgura durante tres o cuatro meses. Recuerdo muy bien que en esos años el dólar equivalía a 65 ó 68 pesetas del momento. Muchos mas, llegaban con lo puesto y una maleta mas bien llena de necesidades que de abundancia. Muchos eran apiñados en cuartuchos de alquileres baratos, en condiciones infrahumanas, teniendo que compartir algunos la misma cama. El problema mas grave surgía cuando desde la “Asociación” allá en la Isla, no se les informaba de forma conveniente sobre las matriculaciones en las universidades 206 - 207 - españolas, las fechas para realizarlas, y los documentos necesarios que debían tener ya previstos desde Puerto Rico. Hubo en aquel año, algunas modificaciones por parte del Ministerio de Educación y Ciencia de España, competente en el tema, sobre las fechas para las matrículas a todos los estudiantes, extranjeros y españoles, del que nunca se informó al estudiantado borícua allí, por que el caso, era aprovechar la afluencia masiva de jóvenes que querían venir a España a estudiar, fuera como fuese, llenar los aviones de tipo “vuelos charter” de forma masiva, cobrándoles a los muchachos precios abusivos, y enviarlos para nuestro país con “cuatro dólares”, en el bolsillo y un montón de mentiras sobre España, por parte de Gonzalo, organizador de dichos vuelos. Papá, se encontró ante una situación dramática. No solamente era el representante para España de dicha entidad, sino que con medios humanos y materiales mas que exigüos, tuvo que actuar con esa masa humana, no solo como un eficaz gestor, sino también como un padre, entrando con el paso de los meses, en una extraordinaria y dificil situación de conciencia que rápidamente resolvió pese a los enormes problemas que ello le acarreó: o entrar como parte activa en el juego sucio de los maleantes de turno, que se estaban aprovechando de aquellos jóvenes y de sus familias, teniendo la posibilidad con ello de ganar muchos dólares en una España que comenzaba a salir del sueño económico, o situarse al lado de los mas necesitados enfrentándose a quienes les manipulaban trágicamente, sabiendo que incluso podría poner en riesgo su propia seguridad y la nuestra. El problema se planteaba de la siguiente manera, la Asociación, como tal 207 - 208 - estaba legalmente constituida, y formada en su dirección por personas de gran prestigio personal y social, totalmente honestas. La mayoría de sus componentes, eran, de igual manera, miembros limpios en su integridad moral, pero en el interior del organismo, había un sector, que no respondía nada mas que a sus propios intereses lucrativos, y que llegaron a infestarlo todo hasta el punto que su poder interno fue enorme, dirigidos por los mal sanos intereses de un mafioso de origen español, Blanco, conocido en Puerto Rico y en Nueva York por ciertos negocios de muy dudosa bondad moral. Mi padre, abrió nuestra casa de par en par, no solo a los estudiantes, sino a sus familias. Recuerdo el pensó caso de Anthony, paciente epiléptico, que cuando llegó a Madrid, traía una chaqueta de un tallaje inferior al suyo, pantalones largos que quedaban por encima del tobillo como 20 centímetros, unos zapatos que parecían mas bien zapatillas. Una camisa a cuadros desabotonada, y con tan mala fortuna, había perdido, en el aeropuerto, su maleta con toda la documentación, el poco dinero y aun mas escasa ropa personal, incluidas sus medicinas necesarias. En su bolsillo tenía la dirección de mi casa, unas cuantas pastillas para controlar sus ataques, y par de dólares. Nada más. Mamá no podía permitir semejante desaguisado e inmediatamente, le preparó todo de forma completamente gratuita, habitación, ropa, cuarto de baño y cuanta ayuda precisara, no solo para ese día sino todo el tiempo que fuera necesario. Mi padre, sin acobardarse, asumió todas y cada una de las responsabilidades emanadas de su “cargo”, sino aquellas que se producían como gestor en las matriculaciones de diversas universidades españolas y del 208 - 209 - Ministerio de Educación de la época y esas que surgirian como eventuales de situaciones personales y familiares adversas por parte de los recien llegados a España. La llegada de tantos jóvenes puertorriqueños a España para estudiar en las universidades, fue motivada por una circunstancia muy concreta, para muchos de ellos: la guerra de Vietnam. En esos años EEUU, había decretado la obligatoriedad del Servicio Militar, por que estaba inmerso en una de las guerras más crueles que ha conocido Norteamérica, en el sudeste asiático. Puerto Rico tiene un tratado de libre asociación con el gigante americano, y por eso le afectaba, al igual que cualquier otro estado, dicha prestación militar. Mi hogar no conocía la diferencia horaria, por que muchas veces, siendo en Madrid, de madrugada, o media noche, sonaba el teléfono. Alguien llamaba desde la Isla con urgencia. Martin, un muchacho que había terminado en Puerto Rico todos sus estudios básicos y necesarios, tenía que presentarse para ir a prestar su servicio en Vietnam. Solo podría librarse si podia demostrar que estaba matriculado en alguna universidad española. Realizó los trámites necesarios para tal efecto, pero aunque desconozco por qué sucedió así, el plazo de presentación, de los documentos justificativos ante las autoridades militares se estaba agotando dramáticamente. Se informó de que iría a formar parte de un destacamento de los Marines USA, que ya se había batido en uno de los frentes de guerra más crueles, y que precisamente allí cayeron muchos puertorriqueños. Sus gestiones estaban siendo inútiles, por que parece ser que los encargados de realizarlas no supieron hacerlo a tiempo 209 - 210 - desde Puerto Rico. A la desesperada, estaba dispuesto a todo. El quería vivir, y no terminar sus dias en el interior de una caja de madera, ya cadáver con un par de balas en el corazón o con su cuerpo destrozado por una bomba portada en el cinturón de un niño vietnamita enviado por el “vietcom”, hasta el coche militar americano para ir a recoger un pan para comer. Era las tres de la madrugada, todos dormíamos plácidamente, cuando, sonó el timbre telefónico. Papá, que había estado trabajando hasta las doce de la noche, redactando documentos para su posterior tramitación, estaba agotado, pero con rapidez se despertó. Mi madre también lo hizo, por que se daba cuenta que el tema era muy delicado, disponiéndose en la preparación de un café caliente, que pudiera ayudarlo para mantenerse despierto. Bostezando, en pijama, en zapatillas, y aún protestando, atendería esa llamada urgente: ¿Don Eduardo Santos Elola? Si, ¿quién es? Me llamo Martín Maldonado García, perdóneme que le moleste, pero es que necesito su ayuda de forma urgente Dime, cuéntame qué es lo que te pasa Don Eduardo, deseo estudiar en España lo antes posible, y he entregado toda mi documentación en las oficinas que hay en Puerto Rico, pero me dan excusas de un tipo y de otro, y no recibo contestación ninguna, y lo malo de esto es que el plazo se me agota ya en estos dias, y si no presento con suma urgencia mi matricula en España, las autoridades militares norteamericanas me llevan a Vietnam. Por favor, ayúdeme, es muy urgente, es usted mi única salida, pues deseo estudiar allá lo antes posible, matriculándome en Filosofía y Letras 210 - 211 - Pero, ¿has entregado todo ya? Todo ¿A quien? A los que tramitan los viajes de estudiantes a España ¿Qué tiempo hace de eso? Varios meses ¿Qué te han dicho? Muchas excusas, pero nunca veo el justificante de la matricula No lo ves, por que el que tiene que gestiornar las matriculas soy yo, no son ellos. Te han dado excusas por que no han hecho nada, simplemente. Ahora, vamos a hacer una cosa, dame todos tus datos, y mañana mismo envíame por vía urgente tus documentos, directamente. ¿Qué día se agota por completo el plazo que te han dado? Creo que en 20 dias Envíamelo todo con urgencia. ¿Sabes sí algún conocido de confianza viene a España? Sí, un amigo mío de la infancia, sale en mañana en un vuelo para Madrid ¿Podría traerlo todo él? ¡Si! Pues entrégaselo ya mismo, y en cuanto llegue que me visite y me dé todo Por favor ayúdeme, pues estoy desesperado, por favor, por favor,¡ por favor! No te preocupes, que yo ahora mismo voy a hacer varias gestiones por teléfono. Dime, tu nombre completo, dirección y todos los datos que tengas, lo demás déjalo en manos de Dios y en las mías, aunque no me pueda ir a dormir de nuevo. Prometo ayudarte en lo que pueda Después de facilitar toda la información, se oyó al otro lado del Atlántico un llanto de hombre, con solicitudes de disculpas y perdones, por las molestias causadas a 211 - 212 - esas horas nocturnas españolas. Papá, dejó de hablar con él para marcar un número internacional, estaba llamando directamente a un teléfono puertorriqueño, a alguien relacionado con el Gobierno de la Isla, con el objeto de exponerle con detalle la situación creada para intentar encontrar allí, algún tipo de ayuda estrictamente legal, siempre dentro del margen de la ley, procurando no mencionar el miedo de este muchacho para cumplir con sus obligaciones militares correspondientes eludiendo en todo instante ese detalle, sin mencionarlo. Era un alarde de diplomacia, sin mentir. Hora y media después, volvió a la cama, dejando el café enfriarse en la taza. A primera hora de la mañana, aprovechando que ese día no tenía que ir a la compañía de seguros, se fue a la Embajada de los EEUU, por si algo se podría hacer, realizando allí un mayor esfuerzo personal. En todo momento, contaba con algo a favor suyo, y era la excelente opinión que tenía el Excmo. Sr. Embajador y su equipo de la figura y persona de mi padre. Tras exponer con todo lujo de detalles el deseo urgente de este muchacho de estudiar aquí, le pidieron algún tipo de información que aclarara que al menos estaba en trámite su documentación. ¿Qué podría decir él, que fuera cierto?, rápidamente respondió que, después de recordar que los documentos, habían sido entregados para tal efecto en P.R. y que además estaban de camino a España, respondió con seguridad que efectivamente, se estaban tramitando a todos los efectos, y que el justificante se lo mostraría en un par de dias. Era un hombre de confianza, y solo les valió su palabra. Esperaron a que papá cumpliera con lo dicho, en dos dias tenían que ver el documento acreditativo. Ahora, quien se 212 - 213 - quedaba en una situación de exclusiva confianza en Dios, era mi padre. Si el puertorriqueño que venía, no se presentaba, se jugaba el todo por el todo, conociendo cómo funcionaba la administración en la Embajada de los EEUU en Madrid. De no hacerlo, surgirían dos circunstancias: se quebraría su reputación, y el futuro de este joven solicitante. Esperó y confió en Dios. Por la noche, llamaron a casa desde Barajas, un joven con documentos personales y ajenos. Dos horas después, a las diez de la noche, toda la documentación estaba ya en sus manos. Al oto día, pidió un permiso especial en la compañía de seguros, y se fue urgentemente al Ministerio de Educación y a la Facultad de Filosofía en Madrid. Hubo suerte, pues el plazo de solicitud de matriculación se acababa ya en esos días. Lo consiguió. Después dirigiría sus pasos con un taxi, a la Embajada, y antes de terminar la mañana, entregaba el justificante acreditativo, justo en el instante en el que se cerraba la atención al público. Es usted un hombre de palabra, pero no era necesario que nos lo entregara tan rápido, nos bastaban unos dias, mas, pues con lo que nos dijo, nos bastaba de momento Le comentaron en la secretaría del embajador. Yo cumplo lo que prometo, o al menos lucho para conseguirlo hasta el final, está en juego mi reputación personal Esa misma tarde Martín volvió a llamar aun mas desesperado que en la anterior ocasión, pero su clamor se volvería en alegría cuando se le informó con todo lujo de detalles, de todo lo acontecido. Varios dias después ya estaba en Madrid, en casa, abrazándonos, una y otra vez, convertido en un mar de gratitud. Aquí se 213 - 214 - matriculó y pudo terminar su carrera universitaria, regresando a su país. Nunca tuvo que contar sus hijos los horrores de un Vietnam aterido de miedo, y destrozado por las bombas o el napalm de uno y otro contendiente. La situación se estaba haciendo insostenible con el paso de los meses. En casa se trabajaba a destajo, colocando por delante, a las agravadas situaciones de aquellos chicos que llenos de ilusiones venían para hacerse un porvenir seguro a su regreso. Eran, pues, muchos, los problemas que de continuo surgían. Mi casa se llenó del acento puertorriqueño a todas horas. Nos traían regalos, souvenir, obsequios diversos desde lejos, artesanía popular, banderas, abundantes fotografías. Han pasado más de treinta años, y aun quedan en casa algunos de ellos. El comedor parecía una mini embajada, cuando extendíamos sobre la mesa esos pequeños objetos de aire borinqueño. El mar del Caribe y la Fortaleza del Viejo San Juan llegaron a ser tan comunes para mí, que han quedado asimilados a lo mejor de mis recuerdos juveniles. A veces me imaginaba a mi mismo, sentado en las playas de la Isla, al amparo de las grandes palmeras, acariciando las suaves arenas mientras veía el sol del ocaso al atardecer, lanzando flechas de colores por todo el cielo. Fui un soñador. Los vuelos “Chárter” no cesaban, y las protestas de papá aumentaban en intensidad. La administración no funcionaba y las carencias eran enormes. Enviaba cartas a la dirección una y otra vez, reclamando que desde allí se hiciera algo para remediar el caos organizador. Los dos primeros presidentes de la Asociación, aun siendo personas de 214 - 215 - probada honradez personal y pública, no pudieron hacer nada ante las presiones de ese sector liderados por el español, por que acabaron por imponerse a la mayoría. En Madrid, sabíamos que todo eso era un autentico desastre, y motivado por la total falta de apoyo que papá tenía desde la Asociación, se sintió tan solo que por las noches, oraba a Dios, aun sin conocerle totalmente, pidiendo ayuda espiritual. No estaba dispuesto a seguir representando a un organismo así, influenciado por algunas personas que querían hacer pingues negocios a costa de los estudiantes. Con un largo informe, detallando todos los aspectos de su denuncia pública de los despropósitos cometidos una y otra vez allí, y explicando punto por punto todo cuanto había hecho a favor de los estudiantes, las reclamaciones constantes, la lucha por lo que era realmente justo, presentó su irrevocable dimisión a todos los efectos, para lo cual, presentaría a su vez, un informe lleno de cartas oficiales hacia su persona por parte de las autoridades españolas. Esas misivas, no le fueron enviadas por que él las solicitara como documento acreditativo de su honor, sí no que ya las tenía en su poder, desde el comienzo de su trabajo en Madrid. Altos cargos del Ministerio de Educación y Ciencia, incluido del mismo Ministro, Secretarios y subsecretarios de distintas y diferentes secciones, habían respondido, por su buen hacer, incluyendo las del Embajador de los EEUU. Siendo como era un defensor de la democracia, y que en su juventud había estado al lado de la República, para poder resolver favorablemente la situación de numerosos estudiantes, que vinieron equivocados y desinformados desde Puerto Rico, y en una fecha errónea para las matriculaciones en 215 - 216 - España, no tuvo ningún inconveniente en solicitar una resolución para ellos al mismísimo Franco, y lo hizo con toda suerte de detalles, gestión que dio sus buenos resultados. Si ello no hubiera sido así, numerosos muchachos hubieran tenido que regresar a la Isla, con el quebranto económico familiar que ello suponía y la pérdida lamentable de un año completo de sus estudios. La pugna fue tal que comenzó a recibir presiones indeseables, y problemas de todo tipo. Recuerdo que llegó a sentirse amenazado, sin embargo buena parte del estudiantado borícua se volcó en su favor. Presiones de todo tipo, amenazas solapadas, chantajes, intentos de compra y de denuncias correrían hacia su persona. Con el paso del tiempo llegó a confesarme que sintió miedo, pero que algo le decía, que siguiera adelante. Lola, no voy a ceder ni un palmo, por que lo que es justo, es justo Le decía a mi madre por las noches. La dirección de la Asociación en Puerto Rico cambió a favor del sector más contrario a mi padre. En una asamblea dirigida por ellos, le “dieron de baja”, después de que el presentara oficialmente su dimisión, ante la anterior dirección como se hizo costar en actas. ¡Inaudito e inaceptable!. El estado de cosas era dramático para él y las mejoras para los estudiantes jamás se produjeron. Todas sus propuestas, fueron archivadas y anuladas, intentó por todos los medios el diálogo desde España y por escrito, con ellos pero en ningún momento se le permitió hacerlo. Ante ese cúmulo de circunstancias, decidió defenderse ante la opinión pública de la Isla, enviando uno y otro informe con todo lujo de detalles, y allí obtuvo la total confianza de las 216 - 217 - autoridades políticas del momento, así como de altos cargos de la función pública puertorriqueña. Su salud comenzaba a presentar algunos problemas, pero él seguía adelante, ayudando a cuanto estudiante se lo pidiera, sin coste alguno. Hacía tiempo que había dejado de ser representante de esa organización de forma voluntaria, pero proseguía con su labor en ese humilde despacho de la calle Desengaño y en el de nuestra casa. Adalberto, llamó una de esas mañanas, estaba muy alterado, con un verdadero ataque de furia contra papá. Había tenido contacto con él, pues estuvo destinado en Honduras, y tras dejar el ejército norteamericano, empeñó todos sus ahorros para venir a estudiar a España. Había enviado todo su expediente a una oficina que la Asociación abrió por su cuenta en Madrid, tras la decisión que mi padre tomó por su dimisión y en pleno enfrentamiento. Cuando vino a Madrid, lo hizo con la esperanza de que ya estaba matriculado, y cual sería su sorpresa al enterarse que no lo estaba, y que sus documentos, ni siquiera habían sido revisados para proseguir con el proceso de matriculación. Se había quedado sin dinero, y en 24 horas, de no resolverse la situación tendría que regresar a la Isla. Algún personaje mal intencionado, le dijo que los documentos, obraban en poder de Santos Elola, y que era a él a quien tenía que amenazar, gritar, o algo peor. Se presentó en casa, con una actitud desafiante y grotesca. Era tanto el daño que recibió que estaba fuera de sí. Papá lo recibió en su despacho y me dijo que les dejara solos a los dos, como así hice. Los puñetazos en la mesa, dados por Adalberto eran continuos. Mi padre, seguramente con 217 - 218 - temblor en las piernas, logró apaciguarlo, poco a poco, con su buen hacer, hasta que pudo informarle que su expediente, estaba en poder de la oficina que la Asociación tenia en Madrid, y le demostró que así era,con informaciones claras y concisas, puntuales y determinadas. Mamá entró en ese momento, con dos cafés y unas pastas, precisamente en el instante en el que el joven iracundo se desmoronó entre lágrimas por todo lo que le había hecho pasar el español Gonzalo, y la enorme cantidad de mentiras que le hizo creer, sin contar con la perdida total de sus ahorros. Toda una tarde fue necesaria para aclarar de manera concisa la situación real del muchacho. Papá se comprometió a intervenir a favor de su caso. Sin embargo la ira, de nuevo apareció en su mente. Mirando fijamente a mis padres, exclamó de pronto: Don Eduardo, juro que voy a matar mañana mismo a Gonzalo Su determinación era tan grande, que papá sin dudarlo, sacó de su biblioteca la Biblia que solía leer de vez en cuando, y que hoy forma parte de mi colección privada de Biblias, se la puso delante, le asió su mano derecha, obligándole a ponerla encima del sagrado libro y con mas determinación que la que tenía Adalberto, le ordenó mediante súplicas: Esta es la Palabra de Dios, por ella, me vas a prometer en este mismo instante, que no vas a hacer nada de lo que dices contra Gonzalo ni contra nadie, y que vas a perdonarlo todo. ¡Prométemelo, o no sales de mi casa, hasta que lo prometas de todo corazón! Bajó su mirada, y de nuevo las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas. Lo prometo, Don Eduardo, lo prometo, ¡por la Santa Biblia! 218 - 219 - Allí mismo, los dos sellaron su amistad con un abrazo. Y su situación, dias después quedaría resuelta. Hasta el momento nunca había oído nada sobre la droga. En esa época estábamos muy lejos aún de ese grave problema que hoy azota a la humanidad. Mi infancia, estaba trascurriendo como en una burbuja, quizá por que a esa maquiavélica mano negra destructora le faltaban aún algunos años para llegar a nuestra sociedad, instalándose finalmente entre nosotros, para destruir decenas de miles de vidas. Aún así, me fui dando cuenta, en virtud de ciertos comportamientos que tenían algunos jóvenes borícuas, de lo destructivo que puede llegar a ser consumidor de sustancias perjudiciales. Era cierto que nunca ví a ninguno de ellos usar esos productos, pero había algo muy sutil, que podría pasar desapercibido a ojos de cualquier persona, pero que, pese a mi edad, yo iba sospechando. Sospechas que papá y mamá tenían, y que ellos con su gran prudencia, me fueron confirmando. Entre tanta masa de gente era imposible evitar que algunos vinieran fuera de tono. Con los que eran amigos abordábamos esos temas, de esa manera, obtuve información de lo que ya entonces se estaba convirtiendo en una seria amenaza para la juventud puertorriqueña y norteamericana. Eran los años del LSD, relacionado directamente con el “Movimiento hippie” con su “haz el amor, no la guerra” y su manera alternativa de vida. Me contaban historias de amigos suyos que acabaron con sus huesos en la cárcel o en la tumba. Aquello me hizo ser precavido. A pesar de ello, los múltiples problemas con los que se estaba encontrando mi padre, iban a ir en aumento progresivo. Papá tenía varios 219 - 220 - frentes: la lucha contra los abusos de Gonzalo, los agobiantes papeleos de los jóvenes, las circunstancias personales de algunos, las presiones de ciertos sectores mal interesados; a todos ellos se iban a unir algunos mas, uno de ellos, el incipiente consumo de drogas que unos pocos desaprensivos decían traer para su “uso personal” a España, aprovechádose de su calidad de estudiantes. Quizá por temor a la Dictadura de Franco, no decían nada, y es más, nosotros nunca supimos quienes eran los que en sus maletas no solo traían libros, y ropa de uso diario, pero aquellos que en verdad formaron parte de nuestro núcleo de amigos de confianza, nos advertían del peligro que estábamos corriendo. Desde el balcón de nuestra casa, veíamos a alguien inquietante y misterioso que se sentaba en frente de nuestro portal con el mismo periódico de siempre. Un español silencioso, a quien nadie conocía en todo el barrio. Mamá ¿Quién es ese hombre? Creemos que uno de la “policía secreta” Decir eso, era echarse a temblar de miedo, pues el régimen político anterior, la represión era brutal.Cualquier persona que cayera bajo sospecha, carecía de todas las garantías democráticas, simplemente por que éstas no existían. Al parecer algún extranjero de los que venían a traves nuestra, o estaban consumiendo o traían en su equipaje pequeñas cantidades, y ¡claro está!, las investigaciones policiales averiguaban nuestra dirección. Algo más se dejaba ver ya: la enfermedad, que papá sufrió después y que le llevaría a conseguir la baja anticipada de su puesto de trabajo. Nunca lo he sabido, pero estoy seguro que ese mal, con depresiones incluidas fue el resultado de su lucha personal en esos 220 - 221 - años. No estaba dispuesto a dejarse llevar, no doblaría sus rodillas ante nada y ante nadie, solo ante Dios. Creía en lo que estaba haciendo y lo haría hasta el final. Se propuso dejar este trabajo poco a poco, ya que quería mantener la unidad de la familia y librar a sus hijos de esos problemas, pero antes de hacerlo se sentía con el deber de dar solución a todos los asuntos, y por supuesto, al hacerlo dejar bien alto su pabellón personal de honor y dignidad. Recuerdo ese día, que en la mesa, antes de comer nos dijo a todos: No estoy dispuesto a seguir tolerando este tipo de cosas, y le he pedido a Dios ayuda. He ido con todos las cartas que tengo del Ministro, y de otras autoriddes, respaldándome, y me he ido a hablar con el Comisario de Policía, pues sé que nos han sometido a vigilancia, le he hablado con franqueza, de cual es mi labor en realidad, y que no tengo nada que ver con esos sinvergüenzas que han venido, la verdad es que estoy muy cansado de todo, y bastante preocupado, pues ya conocemos a ésta policía ¿Cómo te han tratado?Le preguntó mi hermano Eduardo. Bueno, digamos que bien. He de reconocer que éste Comisario ha sido estado muy tratable conmigo Desde ese día el misterioso del periódico ya no estaba. Pasaron dos meses después, creyendo que esa presión había desaparecido, y no fue así. Algo notó en la línea telefónica: ruidos extraños, cruces de línea, bajadas de tono. Sospechó que nos estaban controlando el teléfono. De nuevo se dirigió a ver al Comisario, pero quien le atendió fue otro. Resultando una conversación desagradable, amenazadora, y con mucha agresividad verbal hacia él. 221 - 222 - A pesar de todo, pudo salir airoso de la situación demostrando su total inocencia y la limpieza de su labor. No obstante, apellido “Elola”, pesaba aun mucho, pues era pariente lejano de un antiguo ministro del general Franco. Ante la verborrea amenazante y sumamente grosera de ese miembro de la policía, papá pudo mal que bien usar la suya, recurriendo a esos lazos familiares con Don José Antonio Elola Olasso, y de la misma forma, nombrando a altos generales del Ejército con los que estaba emparentado, y recurriendo en todo momento a su prestigio personal en la Compañía de Seguros. De igual manera, pudo recurrir a su correspondencia con altos cargos de la Administración y del Gobierno de España. El, quien siempre se había mantenido en una discreta oposición al gobierno franquista, se guardaba para sí su ideología, sí el fin último era bueno, no tanto para su familia sino para aquellos muchachos que procedían de América. Los problemas no iban a terminar allí por que un ciudadano acaudalado, alcalde de una villa importante de Puerto Rico, tenía demasiados intereses para que su “niño” estudiara en España, para lo cual, a cualquier precio, sin respetar las normas establecidas aquí. Era de los que estaban convencidos de que “todo el mundo tiene un precio”, que se mueve a base de dinero. El chico, al igual de todos los que habían venido ese mes con él estaba teniendo importantes problemas para matricularse por la mala gestión de la asociación. Como mi padre tenía que tratar problema por problema, uno por uno, no era amante de hacer excepciones, pues había casos mucho mas graves que el de ese joven que se mal sentaba con las piernas abiertas, y tratándonos a todo con unas confianzas que no se le habían concedido nunca. 222 - 223 - Incluso en una ocasión, de esa guisa, miró a la lámpara central que habíamos instalado, aquella que me pudo causar la muerte por electrocución, que por demás era bastante sencilla y humilde, y que me ha durado hasta hace muy poco tiempo, par preguntarle a mi madre lacónicamente: Doña Lola, ¿esa lámpara la han comprado con los dólares que están ganando? La fulminante respuesta materna, no tardó: ¿A ti que te importa?, ¡será con lo que tu has pagado! ¿No? EL joven se quedó paralizado, por que era verdad que papá tenía una tarifa oficial para hacer las gestiones, pero era mucho mas cierto, que la mayoría no pagaban nunca, y menos ese hijo de poderoso alcalde, padre de la impertinencia. Un hombre chiquito de estatura, pantalones enormes, chaqueta de color claro, camisa sin corbata, y un sombrero estilo “años 40”, lanzó, con mucho desdén, sobre la mesa de despacho de mi padre, un apelotonado grupo de billetes de dólares. Cada billete, era una bola de papel, algunos cayeron rodando al suelo, otros se esparcieron a lo largo del tablero. Mamá, presente en esa “interesante” conversación creía que iba a estallar de rabia. Papá miró con una mezcla de ironía y malhumor. ¿Qué es eso? Preguntó al desafortunado. ¿No lo sabe usted, Don Eduardo?, son 500 dólares para usted La situación económica en casa era normal, pero siempre existían muchas necesidades para cubrir, pero la conciencia está por encima de todo. Así podrá ustedcontinuó el diablo con su tentación pagarle al Secretario del Ministerio de Educación una buena cena, 223 - 224 - para que mi hijo pueda ser matriculado ya, el resto es para usted, y no el oculto que habrá mas en el futuro Le voy a rogar que me haga el favor, de retirar ese dinero ¡ahora mismo!, no quiero verlo. Le digo dos cosas, su hijo será matriculado a su tiempo, al igual que los demás, y sí no puede estudiar pues se lo lleva usted de vuelta a nuestra común tierra natal, y en segundo lugar, tenga usted claro que a mi no me hace falta pagar ninguna cena a nadie, ya que la persona que usted ha citado, es un gran amigo mío, persona muy honesta, con el que me veo cuando me da la gana. No necesito su dinero, solo he de llamarlo ahora mismo, y sé que su chaval tendrá seguramente prioridad, pero le añado que no lo voy a hacer, por que hay otros que lo necesitan mucho mas que su hijo Tras una pausa tensa de algunos segundos con silencio total, añadió Si sigue usted en esa postura le voy a rogar que por favor se marche de mi despacho, le brindo pues la oportunidad de cambiar en este momento conmigo, o sin o lo hace, por favor márchese ahora mismo Era difícil ver mi padre enfadado, pero en esa ocasión lo estaba y mucho, mostrando su disgusto de manera fría, calculadora, midiendo sus palabras una por una, y sabiendo que eran flechas directas a la mente de su tentador contertulio, de pantalones grandes. El alcalde dibujó como pudo una maliciosa y diplomática sonrisa de circunstancias, y tras la invitación que papá le hizo de cambio, lo hizo al menos en apariencia. Por favor no se enfade Eduardo, es que es mi manera de hacer las cosas, le pido disculpas, no era mi intención dañar su honestidad, pero por favor haga lo que pueda por mi hijo, pues me está dando muchos problemas. Usted es padre, también 224 - 225 - y podrá hacerse cargo de mi preocupación Es “su manera de hacer las cosas” ¿no?, pues la mía no esa sí; ¿molestarme?, sí, lo ha hecho, pero disculpado está. No se preocupe, pues atenderé el caso de su hijo en su momento justo, y cuando lo haga, le doy mi palabra que haré todo lo que esté en mi mano, pero a mi manera, y que no se le ocurra a usted volver a ofrecerme dinero ni ayuda, ni nada que se le parezca. Es más, no le voy a cobrar nada por la gestión, pero no quiero mas favoritismos.¿Está claro? El político visiblemente molesto, intentó guardar las buenas maneras. Mañana he de regresar a Puerto Rico, Don Eduardo, dejo el caso de mi hijo en sus manos Que tenga usted un buen viaje Diría mi madre con cierta alegría al oír sobre el viaje de regreso Los dos hombres se levantaron. Papá le acompañó hasta la puerta, allí mismo el puertorriqueño se volvería una vez mas para un último “adiós”. Francamente, Santos, no he visto a nadie como ustedes Como en mi casa siempre se hablaba de lo mismo, en una de los descansos, contemplando la televisión, mis padres y hermanos, pusieron “encima de la mesa” ese detalle desafortunado, pero había una noticia que todos desconocíamos, y que nuestro padre, no quiso ocultarlo por mas tiempo: Creo que Don Prudencio, se fue muy molesto, ¡vaya sin vergüenza!. Me han llegado noticias no muy buenas sobre este señor, y he de deciros que a quien la ha molestado más que a nadie ha sido al “bueno” de Gonzalo, por que curiosamente los dos son muy amigos, y el alcalde éste, le ha ido con el cuento de lo sucedido. Me 225 - 226 - llamó ayer por la tarde, que quiere venir a hablar conmigo, aquí a casa ¿A casa? ¿aquí?,Eduardo, yo no lo quiero, no quiero ver a ese mafioso en mi hogar.¡Aquí no! Afirmó mi madre. Yo tampoco quiero, pero las circunstancias me obligan, Lola, y prefiero que sea aquí, por que en el despacho hay mucha gente entrando y saliendo, y es precisamente allí donde no quiero que le vean a él. Note preocupes Lola, Dios está de mi parte, confía en El, no va a pasar nada Yo fui quien abrió el portón de mi casa, para dejar pasar a un corpulento de vientre abultado, de cara ancha, medianamente amable, que siempre andaba con un maletín pegado a él, como sí su madre lo hubiera traído al mundo así. Gonzalo, me miró sonriente, y dándome un amistoso y pequeño golpecillo en la cara, me saludó: ¿Tu eres Juan José, verdad? ¿El mas pequeño de tus hermanos? Si soy yo ¿Está tu papá? Antes de que yo fuera a contestarle con un “sí”, mi padre, ya había salido a su encuentro de manera muy efusiva. ¡Hombre! Gonzalo, bienvenido a mi casa ¡es la primera vez que vienes! ¿Conoces a mi esposa Lola? Si ya he tenido el gusto de saludarla en más de una ocasión Deja que te invite a tomar algo mientras hablamos En ese momento, mi madre, que se encontraba preparando la cena para todos, se asomó por la puerta de la cocina. Gonzalo, perdóname que no te salude, pero es que me ¡encuentro en plena cena! No te preocupes Lola, ¡os felicito por la bonita casa que tenéis! 226 - 227 - Lola, prepáranos algo para los dos, vamos a trabajar en el despacho, ¿puedes hacerlo? Mientras Gonzalo era entraba al despacho, casi empujado por mi padre, mamá hacía un gesto de molestia, mezclado con algo de temor. Su marido, le contestaba en el lenguaje de signos, que no se preocupara. Yo me fui a estudiar a mi habitación pero por primera vez tuve miedo de lo que podría suceder. Había escuchado muchas cosas extrañas sobre ese hombre, e incluso le vi un par de veces, no sé Si en las reuniones de papá, o en la prensa puertorriqueña que los estudiantes traían a propósito para enseñársela a mi padre. Mi madre, salía y entraba del despacho, las veces que creía oportuno, con cualquier escusa, y lejos de molestarse los dos negociadores, terminó por participar unos segundos, antes de terminar ese encuentro, aportando dos cafés con sus correspondientes galletas o dulces. Aun así, estaba muy preocupada por la conversación. El hombre de la barriga oronda, se fué, dos horas después, con un seco “¡Adiós!”, casi sin despedirse de nadie. Pude respirar. Al cerrar la puerta, mis padres se sentaron en el comedor central, para comentar lo sucedido. Lola, te confieso, que he pasado por un momento difícil. Temía su visita por que sabía a qué venía. Me ha estado amenazando a lo largo de toda la conversación, pero le he dejado claro que no voy a doblar rodillas ante nadie, y que estoy dispuesto a luchar hasta el final con todas mis fuerzas. Ha habido momentos en la conversación realmente complicados, pues he de confesarte que las rodillas me temblaban, pero Dios me ha dado fuerzas. No es justo lo que están haciendo entre 227 - 228 - todos los que dirigen esa organización y mucho menos, éste que está haciendo tanto daño a los muchachos. No voy a ceder ni un milímetro, me da igual, lucharé hasta el final Eduardo, ¡déjalo todo, no merece la pena, y tenemos demasiados problemas en casa! No, no voy a abandonar ahora, los muchachos se merecen un respaldo y yo voy a luchar hasta las últimas consecuencias. Abandonar ahora, sería darles la razón y de cobardes. Aquí estoy, y te digo una cosa, Gonzalo no es capaz de hacerme nada, son todas bufonadas suyas Eduardo ¿por qué haces esto? preguntó mamá con voz cansada. Solo quiero hacer una cosa: justicia, y que mis hijos estén orgullosos de su padre. No podré dejarles muchas cosas en herencia, pero al menos, les enseñaré el camino de la rectitud y de la moral. Con el paso de los meses, la situación se iría solucionando a favor nuestro, pero para eso fue necesaria una lucha sin cuartel. Resuelto a solucionar todos los contenciosos que surgían, en una batalla sin cuartel, pues se solucionaba un problema, pero se acudían dos aun mas difíciles, papá tomaría una decisión, para acabar con todos esos desmanes e injusticias: enviar toda la información a las autoridades políticas de Puerto Rico, y a la opinión pública, con informes excesivamente detallados, ajustándose a la verdad mas escrupulosa, y así lo hizo. Algunas noches, en una total soledad, desde su corazón oraba al Cielo, pues aunque su esposa conocía la mayor parte de los detalles, había algunos que se reservaba para no preocuparla, pues nuestra situación personal se estaba exponiendo a un gran peligro ya anunciado por parte de sus oponentes. Nunca quiso MI CORAZON A TUS PIES: Lo sé, Señor, sé que todo esto, está la luz de oro que se filtra por las hojas. Éstas nubes indolentes que cruzan los cielos, esta brisa suave que me refresca la frente…todo esto no es mas que tu amor hacia mi,. La luz de la mañana, ha inundado mis ojos. Esto es tu mensaje a mi corazón. Tu rostro se inclina a mí desde tu mansión divina, tus ojos miran a mis ojos, y yo pongo mi corazón a tus pies…. Rabindranath Tagore. Gitanjali, 1959. 228 - 229 - hacer daño a nadie, odiaba las revanchas, no quería saber nada de venganzas, y en todo momento, estaba dispuesto a abrir su mano pacificadora a quienes le presionaban, lo único que pedía era justicia, solo justicia. Pasaron los meses, el se fué alejando cada vez mas de esa actividad pero recibiría el apoyo mayoritario de numerosos grupos de estudiantes puertorriqueños, que desde Zaragoza, Barcelona, Santiago de Compostela, Madrid, Sevilla, Salamanca y Burgos, le enviaron listas de firmas recogidas, defendiendo su buen hacer, y su honor, con el permiso expreso de hacerlas públicas ante España, y Puerto Rico, si fuera necesario. No las utilizó, por que para él fue suficiente el gesto. Papá ya no vienen estudiantes a casa, como hace un año le pregunté un día del mes de Enero¿Por qué? Hijo yo ya hice lo que tenía que hacer, me retiré de aquello, por que no deseo el mal para nadie, ni para los que me hicieron tanto daño, de hecho ellos siguen con lo suyo, pero consegui que las autoridades españolas no autorizaran mas esos viajes Charter, con condiciones tan penosas para los chicos, y a mi se me ha reconocido mi labor en España y el Puerto Rico, no quiero mas, por que todo está en manos de Dios ¿Te ha vuelto a molestar Gonzalo? Nunca mas, ya no sé nada de él, y dudo que esté interesado en volver con sus presiones, creo por fe que todo se acabó Aunque determinado a alejarse de tanta actividad, nuestros amigos de la otra orilla del Atlántico seguían viniendo a casa, mes si, mes no, para compartir, para hablar, para hacer amistad. Los hijos requeríamos de su atención, cuidad y vigilancia, siendo éste otro de los motivos que le llevaron a tomar esa decisión personal. Con ella, se 229 - 230 - le esfumó la posibilidad de ir a gastos pagados a Puerto Rico, enterrando de esa manera, su vieja ilusión de volver a ver la calle del viejo San Juan, donde nació, saludar a su cuidadora que aun vivía ya muy entrada en años; visitar la iglesia de San José en donde lo bautizaron o ir a Arecibo para revivir lejanos años de una feliz infancia al calor del recuerdo de sus padres ya fallecidos. A veces abriendo el gran album fotográfico de sus años de niñez allá, me hablaba de los personajes que allí están reflejados, iconos mudos de un pasado que ya no volverá. Su casa, sus juguetes, las historias de la Escuela a donde iba a estudiar, la foto de la única hermana que tuvo, Emilia, y que falleció pocos meses después de nacer, por indirecta, culpa del huracán “San Felipe”, cuyo cuerpo fue enterrado enel cementerio de San Juan y que él hubiera querido visitar; digo “indirecta” por que en realidad la pequeña, murió por tomar una leche en malas condiciones, procedente de una vaca que había sobrevivido a la catástrofe, pero que estaba enferma por culpa de unas heridas causadas por ese ciclón. Podía habner cedido a esas invitaciones que le realizara de manera muy firme...¡Gonzalo!, pero no lo hizo. Dejó escapar la única oportunidad de su vida, para no perder lo que mas valoraba: su moral, su libertad, y su conciencia. Importantes sumas de dólares se quedaron para siempre a la puerta de mi casa, y se esfumaron por completo. No obstante, No sabía que iba a pagar un alto precio en su salud, la enfermedad se estaba apoderando de su cuerpo, con serios síntomas de depresión, algo que forjaría un cúmulo de inesperados síntomas que iban a convertir el siguiente año en un castigo de mareos, llantos 230 - 231 - repertinos en plena calle, desmayos, visitas a los médicos, altas y bajas laborales costantes, inicios y abandonos del trabajo en la compañía de seguros a lo que habría que sumar los crecientes problemas que los hijos, en plena adolescencia y pubertad le causaríamos. Cuando nos parecía que la paz llegaba por fin a casa, soplaron otros huracanes. Ahora la estabilidad económica estaba seriamente amenazada, pues el Tribunal Medico, se resistía una y otra vez, a concederle una baja“absoluta, total y permente, por incapacidad laboral”, concediéndole una “parcial”. Si eso sucedía, podíamos perder buena parte de su sueldo, trasladarnos a otra casa mas económica y volver a empezar de nuevo, todo ello teniendo a mi hermano Florentino viviendo en Cádiz desde hacía algún tiempo, y al mayor, Eduardo, en Córdoba, en el Servicio Militar, a punto de iniciar sus estudios universitarios, a los cuales enviaba siempre una cantidad de dinero determinada para ayudarles. De nuevo, el mismo tesón, voluntad de hierro, fe y coraje, que había demostrado tener un par de años antes, los volvería a esgrimir. Mamá, dándoles ánimos, estaba dispuesta a volver a los viejos tiempos, a hacer lo mismo que hizo en la década de los años 50: alquilar habitaciones, si fuera necesario para sobrevivir, vender libros, periódicos, viejas latas lo que fuera preciso. Dios tenía otros planes, muy distintos de lo que él mismo podría imaginar, y pronto saldrían a la luz. Teníamos, la oportunidad de conocer a personajes interesantes, curiosos, que nos amenizaban las reuniones, como era el caso del Sr. Rinaldi Lara, jurista prestigioso y Fiscal General. Hombre delgado y 231 - 232 - bigotudo, escondía su rostro, debajo de un sombrero de paja de ala ancha, tipo caribeño. Iba vestido de cualquier forma, con unos pantalones que parecían una bandera cuando soplaba el viento. Siempre a su aire, el Sr. Rianldi, creo una gran amistad con mis padres, pues venía a casa, solamente para hablar y hablar tardes completas, tuviera que trabajar mi padre o no. El caso era conversar de todos los temas, para contarnos sus incidencias al llegar a España, desde EEUU o de Puerto Rico. En una ocasión, habiendo alquilado un automovil, para moverse por Madrid, tuvo la mala suerte, de equivocarse de carretera, perdiendose por la zona de El Pardo, precisamente en las cercanías de la residencia oficial del General Franco. El hombre, que ya entonces alcanzaba los setenta años, iba por su carretera principal, buscando cómo ir al centro de Madrid,cuando se vió abordado por imponentes Guardias Civiles en moto, que venían hacia él a toda velocidad, Le dieron el “¡Alto!”, obligándole a dar un volantazo, deteniendo su coche al bode de la carretera. Uno de ellos, con voz de sargento y de muy malos modos, le obligó a que le mostrara los documentos. EL ex fiscal de los EEUU, visiblemente molesto, le enseñó el pasaporte. Otro de los policías, se acercó con su fusil. ¡Sr. Agente, ¡le exijo que me diga por qué han detenido mi automovil! ¡Viene Franco! Contestó el Agente ¿Usted quien es? ¡Soy Fiscal General de los Estados unidos!,¿Por eso que Franco vive por aquí me echan ustedes de la carretera?, ¡a mi que me importa!,¡a ver, digame una cosa ¿ que pitos y flautas toca Franco en esta orquesta? 232 - 233 - El uniformado, al ver el pasaporte y al oir su respuesta, prefirió explotar por dentro, y no responder ante una pregunta tan rara, devolviendole el pasaporte de muy mala manera, y arriconando al vehículo con el airado jurista hispano dentro dando voces. Segundos despues, pasó justo por allí, la comitiva oficial del “Caudillo”, a toda velocidad. Nunca sabré si el humilde servidor español de la ley, se dio cuenta que pudo haber sido protagonista de un incidente diplomático, y prefirió no preguntar a sus superiores, que tipo de respuesta debería de dar, a una pregunta en la que se solicitaba información del puesto que el Generalísimo tenía en la orquesta nacional. Si hubiera sido un ciudadano español, la réplica se habría producido transformada en una detención en calabozo, con regalos muy agresivos. Otro personaje, en este caso, mujer y española para mas señas, era “Doña Inoportuna”, llamada así por mi padre, a causa de su costumbre. Era una mujer ya entrada en años, que se encargaba de alquilar pisos a estudiantes. Parecía estar sola, y dejaba pasar su tiempo, hablando y hablando a todas las horas. De vez en cuando, precisamente por su medio de vida, llamaba a papá, para ofrecerle pisos a buen precio para los estudiantes borícuas, pero se olvidaba del motivo de la llamada, y se enroscaba en larguísimas conversaciones unidireccionales, es decir hablaba ella sola, en voz alta, consigo misma. Mi padre, caballero en todo momento, siempre la atendía, mientras escribía a maquina, infinidad de documentos. Solo podía responderle con monosílabos “Si”, “No”, y la frase mas larga que se permitía expresar era: “¡No me diga, Doña Francisca!”. Un día se equivocó y le respondió: 233 - 234 - ¡No me diga Doña Inoportuna!, ¡perdón, Doña Francisca! Menos mal que la aludida no se dio cuenta. Media hora después del incidente, volví a entrar a su despacho. Papá había colocado el teléfono al lado de la máquina, y ella seguía y seguía. Dos dias después, del curioso suceso, volvió a llamar la parlamentaria mujer. Papá no sabía cómo quitársela cortésmente de encima, así que quiso recurrir a mi madre, quien siempre le hacía señales para que no se la pasara, por que le obligaba a detener el trabajo de la casa, un par de horas, o mas. Pero esa tarde mamá no estaba, y yo me fui de allí, tenía que estudiar. Así que se quedó solo ante el peligro. Poco antes de cenar, mi madre, quien ya había regresado y preparado la cena, me requirió para que lo llamara. Coincidió que él estaba muy cansado ese día. Había sido muy agotador por causa del trabajo. Al abrir la puerta, me encontré a papá tumbado en el suelo, dormido, roncando y al lado de su cabeza, el micrófono del teléfono con la voz esa mujer: ¡Bla, bla, bla, bla, bla, bla! Cogí el teléfono, y con esmerada educación, corté el monólogo femenino. Doña Franciscale dijetengo que colgar, es que hemos de cenar ¡Perdón!,¿puedo seguir hablando con tu papá mañana? ¡Claro que sí, hágalo, el está deseando! Mi padre, que se incorporó en ese momento, me hacía señas en mudo para que no le dijera eso. Aquella señora, tenía en realidad, un problema: estaba sola en la vida. A mi madre le daba pena, por que necesitaba comunicarse con alguien aun a sabiendas que podría pecar de inoportuna. Puedo 234 - 235 - decir, que encontró después en mis progenitores, unos buenos amigos, que al menos supieron pacientemente escucharla. En 1971, ya había gente sola en nuestra sociedad, y hoy ¿cuantos se sienten así, sin que nadie les oiga?. ¿Qué hacemos los cristianos que no acudimos a ellos?, ¿Qué, seguiremos refugiándonos en nuestras iglesias, mientras el mundo está lleno de solitarios?. Doña Inoportuna, es decir, Doña Francisca, era una señora, amable, cariñosa, y educada, que solo buscaba que alguien estuviera al otro lado dispuesto a oir sus cuitas y sus dilemas. 2º parte el cambio la fuerza de la fe LA CONVERSION “Durante 30 años, he caminado a la búsqueda de Dios y cuando al fin de este tiempo, he abierto los ojos, he descubierto que era El quien me buscaba” ElBistamí. “Caminando en la Esperanza”.FP12.Editorial Edelvives, Zaragoza 1983 “El hombre es trasformado, el prisionero pasa a ser libre, la sombra se aleja. Khmvum (Dios), a ti elevamos nuestra voz” Canto de una tribu pigmea africana. “Caminando a la Esperanza”. “Cuando lo hayas encontrado: ¡Anótalo!” Charles Dickens, 181270 “El agua cae desde muy arriba, el amor también desde muy arriba.¡Inúndame con un amor tan fresco, como la clara bóveda celeste. Las gotas de lluvia dan leve 235 - 236 - esperanza a las almas perturbadas”. “40 días junto a la Cruz”, Arthur Blessit “Dormirás muchas horas todavía sobre la orilla vieja, y encontrarás una mañana pura amarrada tu barca a la otra ribera” Anónimo. Aun teníamos amigos puertorriqueños que nos visitaban a menudo. Uno de ellos, era Nelson Robles Cardona, estudiante de medicina en Santiago de Compostela. Esos días estaba en Madrid, y solía visitarnos muy a menudo. Una mañana se acercó por casa, por que tenía interés en que leyéramos dos libros: “La Cruz y el Puñal” de David Wilkerson, y “Paz con Dios” de Billy Graham. El primero se quedó a la espera de una buena lectura, y el segundo pasó a ser un libro de diaria consulta para mi madre, quien motivada por su inveterada costumbre, me leía frases y párrafos completos, cuando yo coincidía con ella en el comedor de la casa. Aun así, de esos dos títulos, con el paso de los meses, sería el de Wilkerson el que marcaría mi vida. En esos momentos, yo no estaba por la lectura de ninguno de los dos. Desconocía, lo que iba a suceder después. Ya Dios, estaba dando vueltas alrededor de nuestra vida. Dos años antes, cuando vivíamos en Carabanchel, acudí en dos ocasiones al templo Adventista del Séptimo Día, para asistir a una conferencia sobre los nefastos resultados del consumo de Alcohol, y para contemplar un Servicio Religioso de bautismos por inmersión. A sí mismo, en casa de una vecina adventista, acudimos a una reunión con el pastor de esa comunidad. A pesar de mi corta edad, pues era un niño, no me gustaron. Año y medio después una amiga puertorriqueña de la familia, Aida, Testigo de Jehová, nos invitó a una reunión en el Salón del Reino. No me enteré de nada. 236 - 237 - Mientras ellos se sentaban o se levantaban a petición del predicador de turno, mis ojos no se apartaban de una señora mayor, toda ella muy redonda, con un curioso moño, que parecía una bolita sobre su cabeza. El predicador hablaba y hablaba, pero mi atención se depositaba sobre la abuelita de cara simpática. Quería conocerla, y recordé haber visto ese rostro en un anuncio de Televisión, resultaba ser la protagonista del “spot” publicitario de “Gallina Blanca”. Me sorprendió verla allí. Al margen de este detalle, todo cuanto ellos enseñaban allí nunca nos interesó en lo mas mínimo. No estábamos de acuerdo con sus enseñanzas y no nos gustaban sus prácticas. Los “testigos” nos visitaron una y otra vez, para intentar convencernos de las bondades de su teología, pero mis padres se pertrecharon completamente, logrando, que con el paso del tiempo, dejaran de visitarnos definitivamente. Al comienzo del curso escolar, en el mes de Septiembre, se despertó en mí un enorme deseo de buscar respuestas más allá de mi mismo. Pasé algún tiempo muy inquieto, queriendo acallar ciertas turbulencias espirituales que tenía. No estaba conforme con la religión que hasta entonces había aprendido y necesitaba encontrar en lo trascendente una relación más íntima. Precisaba encontrarme con el Señor, averiguar si Dios estaba dispuesto a oírme, o si El existía como me lo habían dicho. Solía acudir a la Iglesia Católica, sin ser un creyente católico plenamente convencido de la validez de ciertos ritos, pero allí iba yo. Unicamente lograba aquietar mi alma, la lectura que el sacerdote hacía tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, el resto del acto de poco me servía. Entraba con interés pero salía turbado, desconociendo por qué. En 237 - 238 - casa, a solas, cuando los míos, estaban en otros quehaceres, y me aseguraba que podía hacerlo sin interrupciones, me arrodillaba en solitario, para rezar con intensidad ante un crucifijo que mis padres tenían de bronce, con toda mi sinceridad, con deseo, con fuerza, buscando a Dios, y demandándole respuestas ante situaciones y problemas de adolescente que solo a mi me sucedían. Me encontraba en plena búsqueda, y al no encontrar nada, ni hallaba respuestas, pensé que era mejor dejar por un tiempo todo eso hasta mas adelante. No quería obsesionarme, prefiriendo optar por la espera larga y tranquila. Descubrí que el crucifijo, era materia, una madera cruzada y una imagen de bronce, y que nada podría resolverme. Aquello no me resultaba. Me habían dicho que las imágenes religiosas representaban a Cristo, pero percibí que solo eran eso: imágenes, es decir, algo que se imagina alguien, pero que nunca lo ha visto en realidad. Era una tarde otoñal madrileña del día 26, en Octubre de 1972, cuando las hojas de los arboles comenzaban a caer, y el crepúsculo del atardecer invadía el ánimo de los habitantes de la ciudad. Un muchacho de catorce años, sentado frente a un cuaderno escolar expresaba sus profundos sentimientos en una poesía. Fue como un borbotear de palabras, una fuente de agua que salía de su mente y de su corazón. Sobre la vieja mesa de estudio, con la ayuda de una lámpara, escribió y redactó una composición literaria, que de alguna forma iba a ser premonitoria, y que sin saberlo estaba abriendo las puertas a unos acontecimientos que cambiarían para siempre el destino de su vida y el de los suyos. Ese chico era yo mismo. Recuerdo 238 - 239 - perfectamente aquel atardecer en mi ciudad, cómo los últimos rayos solares penetraban aun por mi amplio ventanal. Mi mano, deslizó el bolígrafo por esa cuartilla, que aun conservo: “Mi corazón, hoy está alegre, por que he sentido, dentro, muy dentro de mí, un cántico alegre. El cántico de aquel que ha cumplido con su conciencia. El cántico de aquel que ha cumplido con Dios. ¡Venid hermanos! y todos juntos unamos nuestras plegarias, como si Aquel hubiera querido decirnos algo. Ante el Altar, oro con toda mi alma, y grito a Dios: ¡Gracias! ¡Uníos todos, todos!. Para que nuestros sentimientos de amor, sean cada vez mas grandes.. El cántico de aquel que ha cumplido con su conciencia, lo siento yo gota a gota. Mil y una veces yo gritaría: ¡¡UNIOS TODOS ANTE LOS OJOS DE CRISTO!! Mi corazón está compungido: ¡Oh pobre de el, que llora sin razón!. Corazón, corazón ¿ por que lloras en el día mas maravilloso de mi alma?. ¡Oh alma! Tú estas dolida ¿por qué?. Mi corazón llora, mi alma dolida, y mis sentimientos hacia ti, ¡Señor!, son cual rosa, que se abre en el campo, brillando de luz y de color,. Ante los ojos de Cristo Moribundo, mi alma se desgarra, mi corazón se parte, mis sentimientos......lloran ¡por un hombre, cual bondad fue mas grande.....mas grande....mas grande....¡que sé yo!. Y alzándome de voz en grito, grito: ¡BLANCOS, NEGROS, COBRIZOS, AMARILLOS! ¡Unid vuestras plegarias y postraos ante los ojos de Cristo!” Guardé este escrito, en algún lugar, por que algo me decía, que lo hiciera. Veinte días después: una revolución en Madrid. El papel permaneció oculto muchos años, hasta que en la tarde del día 26 de Febrero de 1995, coincidiendo con el ocaso de la vida cristiana de mi padre, apareció 239 - 240 - escondido. Es curioso, esta composición literaria, deficiente, pobre, mal construida, fue escrita pocos días antes de nuestra conversión a Cristo, y apareció justo al final del ministerio de papá. ¿Por qué?. La vida en casa, pasaba normalmente, asistía a las clases de mi colegio, estudiaba mis asignaturas. Papá estaba dado de baja temporal en su trabajo, por un serio problema de salud que estaba afectando a su sistema nervioso, impidiéndole trabajar. Mi madre, atendía diariamente la casa, y los problemas que surgían. Estabamos en serias dificultades económicas a causa de la baja por enfermedad. Mi hermano Eduardo, realizaba su servicio militar en Córdoba. Florentino, atravesaba una mala racha. Y aun perduraban dificultades con amigos puertorriqueños. Algunos días después, iba a suceder un hecho muy extraño en nuestro hogar. El domicilio era muy grande, 140 metros cuadrados habitables, seis habitaciones, dos servicios, todo exterior, con amplia balconada hacia la calle. Las habitaciones perfectamente separadas unas de otras. La alcoba de mis padres era la última de ellas. Para acceder a la misma había que atravesar otra, y estaba separada de ésta por una puerta acristalada. Sería aproximadamente alrededor de las tres de la madrugada. Silencio total, absoluto, solamente el ruido esporádico de alguna moto circulando por la calle, o la voz de Manuel el sereno, que cuando alguien le llamaba para entrar a su domicilio gritaba: “¡Voy!”. Los serenos, eran empleados del Ayuntamiento, que abrían las puertas de los portales a los vecinos que volvían de madrugada, y realizaban sencillos servicios de vigilancia. Mis padres dormían plácidamente cuando en un momento determinado, papá, se despertó 240 - 241 - sobresaltado, a las cuatro de la madrugada: Alguien estaba golpeando por tres veces seguidas, con fuerza pero con suavidad, los cristales de la puerta de la habitación. Tres sonidos, claros y concisos, suaves pero fuertes: ¡Blom!, ¡blom!, ¡blon! Con rapidez, despertó a mi madre: ¡Lola!, ¿has oído?, ¡alguien está llamando a la puerta! Ya lo he oído, ¡levántate y ve a ver quien es! respondió mamá ¿Serán los chicos? ¡Yo que se! ¡Que te levantes!. ¿Qué quieres que lo haga yo? ¡Estoy muy cansada!...¡venga muévete ya!....¡qué hombre, todo lo tengo que hacer yo! protestaba ella. ¡Voy a ver! Papá se levantó, lo más rápidamente que pudo y abrió esa puerta golpeada. No había nadie. El silencio absoluto, la oscuridad total. Se dirigió a nuestras habitaciones y estábamos totalmente dormidos. Eduardo, como digo estaba fuera, y allí dormíamos solamente Florentino y yo. Papá se aseguró, no habíamos sido ninguno de los dos. ¿Quién fue, entonces el que llamó?, no lo sabíamos. El caso, es que tenía una extraña sensación de paz interna, ese hecho no le conturbaba, algo le estaba tranquilizando. Para buscar respuestas, a la mañana siguiente, mi padre, realizó muchas llamadas a familiares y a amigos tanto en España como en Puerto Rico, por si había sucedido alguna llamada. En ningún momento, pensaron en nada que tuviera relación con fenómenos paranormales o espiritistas pues mis padres jamás aceptaron ni creyeron en esas experiencias, pero aun así se dejó llevar durante esa mañana por la cautela de la investigación. Quizá podría ser un 241 - 242 - aviso de algo. No obstante, un pensamiento ajeno a el, le decía que no buscara soluciones ni respuestas, no las encontraría temiendo el fallecimiento de alguien, ni nada que tuviera que ver con fuerzas ocultas, en las que el no creía, y además rechazaba de pleno, de hecho nada había sucedido ni en España ni en Puerto Rico. Aquello, nada tenía que ver con el ocultismo, era algo totalmente distinto, pues el recuerdo de esas llamadas, le infundían mucha paz, y una curiosa seguridad de que algo sucedería en casa, bueno y grande. Cansado de buscar respuestas, dejó de hacerlo, y una tarde, abrazó a mi madre, en el pasillo, justo en la puerta de la cocina, y le dijo, mirándola a los ojos directamente: ¡Lola!, ¡algo va a pasar en casa muy grande! Mamá respondió con tristeza, aun recuerdo esa respuesta, pues yo estaba allí: ¿Algo mas?, ¡después de los problemas que tenemos! ¿Mas problemas? No Lola, tranquila y segura, algo grande va a suceder, bueno y hermoso, ¡esas llamadas del otro día!........... Sin saberlo, papá estaba siendo preparado, por el Señor para ser depositario de un precioso don que se llama: ¡FE!. Algo que a partir de entonces, jamás se apartaría de su alma, hasta el final de su vida, siendo protagonista del mover de Dios, en nuestra vida, y en la de muchos otros, sirviendo al Señor, y llevando el Mensaje de Cristo a todos cuantos quisieran oírle. Quizá fue en la noche del jueves, día 9 de Noviembre, en el programa informativo de esa noche, “24 horas”, donde escuché una curiosa noticia, que rompía todos los esquemas de aquella televisión en blanco y El mundo no es otra cosa, que mares en los que las olas se entrechocan violentamen te, por ello:¡cuantos naufragios en las orillas! AbuIbn Hassanal Gasani. Filósofo hispanoárabe, siglo XI 242 - 243 - negro, dirigida por el régimen franquista, y fuertemente controlada por el mismo: “El Sábado llegará a Madrid el predicador norteamericano, Arthur Blessitt, “sacerdote protestante”, popularmente conocido por el: “Hombre de la Cruz”, por que carga con una cruz, y viene a predicar el evangelio. En todos los lugares por los que ha pasado ha sido muy bien recibido por la multitud”. La noticia, me dejó algo perplejo, pues nunca había oído algo parecido, sobre todo por lo de: “Sacerdote protestante”. Yo no tenía muchos conocimientos en materia de religión pero sabía que los sacerdotes eran católicos, y que lo que tenían los protestantes, eran pastores, y que si era sacerdote no podía ser protestante, ni estar casado como lo estaba, y si era protestante, no era católico. En aquella época era lógica la confusión del periodista, y mucho mas bajo un régimen autárquico, aliado con una todopoderosa, Iglesia Católica Apostólica Romana muy conservadora que aun estaba digeriendo con dificultades al Concilio Vaticano II. Entonces, era lógico, pero lo que no lo es, es que después de 30 años, bajo un régimen democrático, pluralista, aconfesional, con una Iglesia Católica, separada ya del Estado, con minorías religiosas no católicas muy importantes y pujantes, los periodistas sigan cometiendo los mismos errores informativos. Quizá denote, el enorme analfabetismo que en materia de religiones tiene la sociedad española a comienzos del siglo XXI. La noticia hubiera pasado desapercibida si los acontecimientos del sábado siguiente, no hubieran tenido lugar. Quisiera comenzar a relatar lo que allí sucedió recordando unas bellísimas palabras de un escritor medieval, del siglo XI, nacido en Almería: 243 - 244 - “Señor Dios, haz que nos refugiemos en ti, y que tu seas la mas bella amistad, y nuestra fortaleza, hasta el día en que nos envíes la muerte. Ocultos, escondidos, satisfechos con tu beneplácito, correremos a Ti el día que vayamos a tu encuentro” (Sidi – Abu – Ishaq – Ibrahim Iben – Al Hayy.) ¡Papá!, Le pregunté a mi padre al comienzo de la tarde de ese Sábado, día 11 de Noviembre¿Puedes darme veinticinco pesetas, para ir al Cine y comprarme una “bamba”? Una bamba, era un pastelillo de crema o de chocolate, que yo consumía siempre que iba al cine mas próximo. -No tengo, hijo Me contestó mi padre, mientras, se colocaba el traje azul oscuro de invierno ¿Te vienes conmigo a la Plaza Mayor? me preguntó. Como yo ya estaba para salir a la calle, por supuesto que acepté con agrado. Aquel elegante caballero, que era papá, se entusiasmaba visitando los viejos edificios del Madrid antiguo. Amaba la literatura, y siempre me llevaba con él, para acompañarle al Parque del Retiro, o a la Cuesta de Moyano, donde se apiñaban casetas de madera vendiendo montones de libros antiguos y viejos. El motivo del viaje a la Plaza mayor, corazón de la historia de Madrid, era otro: Venía Arthur Blessitt. Lola, ¿te vienes conmigo? preguntó papá a mi madre. ¡Yo ya no tengo ganas de ver tanta parafernalia religiosa, estoy cansada de procesiones y de promesas! Respondió mi madre, creyendo que se trataría de algún acto litúrgico de la Iglesia Católica. Sin embargo, no lo dudó mas, rápidamente se preparó para ir. En casa se quedó mi hermano Florentino viendo la aburrida televisión. Se negó a venir. 244 - 245 - En las olas del amor, donde las almas nadan….¡Ah, si el amor pudiera tender una mano a los naufragos para salvarlos! Anonimo del siglo XII Fuimos en autobús. Era una tarde clareada, lucía el sol del atardecer. Al acercarme a la citada Plaza, ví en las calles de los alrededores, a muchos jóvenes, que con guitarras, y canciones se acercaban a todos repartiendo muchas sonrisas sinceras, palabras de afecto, y adhesivos, que colocaban en las solapas de las chaquetas, mientras decían: “¡Sonríe!, que Dios te ama”. Los adhesivos estaban escritos en Inglés, con el mismo lema: “Smile God love you”, pero ellos eran españoles. La forma de expresarse, el entusiasmo que impartían y la viveza de sus palabras, comenzaron a llamarme la atención, me hacían sentirme bien, cómodo, a gusto. Entramos por la Puerta de Curtidores, hacia el interior de la Plaza. La conocía muy bien, siempre había gente allí, pero en esa ocasión estaba a rebosar. Y el ambiente era totalmente distinto. Numerosos grupos, repartidos por todos los rincones, cantaban acompañados con guitarras, canciones a las que ellos llamaban: Alabanzas, muy alegres. Todo el mundo nos saludaba, nos daban la mano, nos regalaban adhesivos como los anteriores. Acompañaban sus canciones con palmas, levantaban las manos. Vi a otros en oración. Había jóvenes, adultos, mayores, niños, gente de todas las edades y condiciones. Mi interés estaba aumentando. Me acerqué a un grupo de personas que atrajo mi atención: Allí había un hombre que estaba hablando al público, era de etnia gitana, y con la Biblia en la mano, levantándola, gritaba a quien quisiere oírle: “Yo antes era un alcohólico, pegaba a mi mujer palizas enormes, y también a mis hijos, todo me lo gastaba en prostitutas. Llevaba una vida mala, perdida, estaba en un tunel sin salida, sin solución, e iba al desastre, pero 245 - 246 - un día conocí al Señor, ¡Cristo cambió mi vida!, ahora dejé el alcohol, y mi casa es una casa feliz. ¡Yo te predico a ti, amigo quien quieras que seas, que solo Cristo puede cambiar tu vida!” Yo, que había acudido tres veces a las reuniones de los adventistas del Séptimo día, y al Salón del “Reino” (¿qué Reino?) de los Testigos de Jehová un año antes, y que no me habían gustado ni interesado, estaba cada vez mas seguro que allí había lo que yo buscaba, pero no en la gente, si no en el ambiente. Alrededor de las seis de la tarde, se oyó una voz a mi lado, alguien exclamó: ¡Allí viene, está entrando por el Arco de Cuchilleros” Una de las puertas principales que da acceso a la Plaza. En ese instante toda la multitud se arremolinó en el lugar. Arthur Blessitt, hacía su entrada portando una larga pero ligera cruz. Como solo se veían los maderos cruzados, moverse poco a poco, según le permitía avanzar el gentío, delante de la arquería de los soportales, me hacía recordar por unos segundos, a las películas bíblicas de Cristo hacia el Calvario. Sin embargo no me causó ninguna impresión sensacionalista, lo que yo pude percibir por unos instantes, fue la Presencia Real de Alguien mucho mas importante que un simple predicador norteamericano, como si Blessitt fuera tan solo una excusa, un medio accidental, circunstancial, de escasa importancia. Recuerdo que durante unos segundos, alcé mis ojos al cielo madrileño, y descendió a mi vida algo que yo nunca había tenido antes: la seguridad de que Jesús estaba en el lugar, y no por Arthur, sino por Sí mismo. Y con esa misma seguridad que estaba penetrando en mi corazón, 246 - 247 - manteniendo la mirada hacia arriba, confesé: “¡Jesús tu estas aquí, por fin te he encontrado!” Segundos después, fuí arrastrado por la multitud, que se apresuraba para saludar a Blessitt. Allí no se aclamaba a un hombre, por muy pastor que fuera, sino al Señor, pues oía por todos los sitios: “¡Gloria a DIOS!”, “¡Aleluya!”. Por un momento quise sujetarme a la mano de mi padre, pero me fue imposible. Opté por dejarme llevar y zafándome del gentío, me liberé de ellos, acercándome a Arthur. Junto a el caminaba un señor, alto, delgado, con gafas, que le traducía al castellano. No lo sabíamos en ese momento, pero después caminaríamos juntos por un tiempo en la obra de Dios. Era el pastor Alberto Araujo. Si la Plaza ya albergaba gente, pronto se llenaría completamente. A vista de pájaro calculé que estaríamos allí aproximadamente: de mil a dos mil personas. Incluso en los balcones que la rodean, observé público y las cámaras de Televisión Española. Sin embargo, ese reportaje jamás sería visto por los españoles: fue censurado. En medio de la Plaza porticada, se eleva la estatua ecuestre del Rey Felipe IV, antepasado del actual Don Juan Carlos I. Allí a los pies de la misma, Arthur colocó su cruz, y con micrófono en mano comenzó a predicar el Evangelio, ayudado por Alberto Araujo. Nosotros estábamos detrás de ellos, es decir, no podíamos verlos, por que la estatua nos lo impedía. El mensaje sencillo del Evangelio se oyó por primera vez, en un lugar, que siglos atrás había servido para realizar los mal llamados “Autos de fe” de la Inquisición, en tiempos de ese mismo Rey, y de los anteriores, muriendo quemados a lo vivo, Tu y yo jugando estamos/ al escondite,Señor / a la vez que te llamo…¡es tu voz!/ por todas las partes te busco/sin encontrate jamás/y en todas las partes te encuentro/solo por irte a buscar….. Antonio Machado, según Antonio Gala.Paisaje andaluz con figuras. Teatro Biblioteca cultura andaluza.Ed. Anel, Granada 1984. 247 - 248 - decenas de personas, cristianas reformadas, teológicamente hablando antepasados directos de los actuales evangélicos, solamente por seguir a Cristo y creer en la Biblia, nada mas. Allí, en un lugar donde si las piedras pudieran hablar, contarían horrorosos crímenes contra cristianos realizados por otros que decían ser cristianos; Allí se predicó a Cristo. Es como si Dios hubiera querido hacer justicia a sus hijos asesinados, ante los hombres. El pastor Blessitt predicaba con todo denuedo, mientras la multitud permanecía en un absoluto silencio. No recuerdo ni a los juegos de los niños. Nada. Las luces artificiales de la Plaza se encendieron, la tarde avanzaba y el sol ya se despedía. Algunos cañones de luz iluminaban para la ocasión de manera especial al centro, donde se levanta el recuerdo a caballo del Rey Borbón. Blessitt predicaba, con suavidad, pero con decisión, un mensaje, claro, conciso, directo al corazón. La traducción de Araujo, enriquecía al mismo mensaje dado. Uno y otro predicaban con autoridad. Blessitt, respetuoso con la Iglesia Católica, alabó la fé del pueblo español, en ningún momento lanzó ninguna crítica por muy “constructiva” que ésta fuera. Me llegaron noticias que escuchaban con respeto y atención algunos sacerdotes que por allí deambulaban. La inquietud se fue adueñando del lugar. No sabíamos que era lo que estaba sucediendo, por que mientras que el pastor predicaba sobre un silencio sepulcral multitudinario, sirenas de los coches policiales comenzaron a oírse cada vez más fuertes. La gente comenzó a sentirse intranquila, la paz inicial se marchitó. El lugar era el más apropiado para una encerrona policial. Muchos 248 - 249 - comenzaron a irse como podían. Las cámaras de TV desaparecieron misteriosamente. Ya no quedaba ninguna. Blessitt y Araujo se dieron cuenta de lo que iba a suceder, y aumentaron al máximo sus voces en la predicación, cuanto mas sonaban las alarmas, mas gritaban ellos. El caos se adueñó en pocos minutos del lugar, sin embargo a pesar de ello los dos pastores persistían con fuerza en el mensaje. Estaban decididos: nada ni nadie les callarían. Dada la persistencia de los predicadores, la policía decidió entrar en el interior de la Plaza e interrumpir por la fuerza, la reunión. Aproximadamente serían las siete y media de la tarde, cuando comenzaron a intervenir. Numerosos cristianos, se apiñaron en grupos dispersos, orando de rodillas y elevando sus manos. Las guitarras se callaron, para dejar lugar a oraciones muy intensas, mientras las lágrimas corrían abundantemente por sus mejillas. La policía descargó con todos los medios de los cuales disponían entonces. Papá que había telefoneado urgentemente a Florentino, antes de que comenzaran a suceder esos hechos, muy entusiasmado por la predicación, lo había animado a venir. Mi hermano, así lo hizo, pero llegó justo en el preciso momento el que se iniciaba la represión policial. No me aparté ni un momento de mis padres. La violencia aumentó cuando Blessitt, y Araujo, fueron obligados a bajar, y agredidos con golpes. Arthur, se abrazó al policía que lo derribó al suelo, perdonándole y deseando para su vida, una especial bendición de Dios. Varios comisarios y jefes se hicieron cargo de la represión ante el desconcierto que los mismos policías de base estaban sufriendo, por las reacciones de los 249 - 250 - grupos cristianos. Donde yo me encontraba, estabamos un nutrido grupo de personas. Todas ellas hincaron sus rodillas al suelo y electrizados por las oraciones de los demás, se unieron a las mismas con verdadera pasión. Una anciana gitana, a la que aun recuerdo, apoyada sobre una de las columnas, oraba dejando salir por su boca un clamor a favor de los policías que cumplían órdenes: “¡Señor!, perdónalos por que no saben lo que hacen” Aquella forma de amar me tocó en lo más íntimo de mi alma. Mis padres, se unió al grupo, de oración, y aun estando convaleciente de su terapia, y dado de baja por enfermedad, se entregó con corazón a los que allí, oraban. Mamá, trató de impedírselo, solamente por temor a que sufriera daños físicos que le causaran problemas a su baja, pero él clavó rodillas al suelo, justo en el instante, que unas porras policiales se emplearon a fondo con todos los brazos levantados a Dios, incluidos los de papá. Por suerte, yo no sufrí ningún daño. Una anciana se cayó al suelo, a causa de los malos tratos de algunos agentes. Por todos los rincones los policías represores, acostumbrados a las feroces resistencias de las manifestaciones de los sindicatos y partidos políticos entonces ilegalizados, hoy legales, de los estudiantes de la universidad contra la Dictadura, y a verdaderas batallas campales callejeras, se encontraron con otra resistencia aun mas feroz: EL AMOR. Sillas de minusválidos caídas, con sus ocupantes perdonando. Pastores con Biblias bien apretadas sobre sus pechos, que servían de parapeto contra los golpes de las porras. Jóvenes que se gritaban: ¡Cristo!....¡Cristo! 250 - 251 - Otros que se empeñaban en canciones de alabanza volviendo a usar sus guitarras, mientras que éstas eran destrozadas por la policía. Numerosas maquinas fotográficas eran requisadas y sus carretes fotográficos, destruidos. Yo no sé por donde y cuando había entrado mi hermano a la Plaza, pero le ví en medio de toda la confusión general durante unos segundos y de nuevo le perdí la pista, en medio de la gran descarga policial. Un ciudadano, cercano a los sesenta años, delgadito, con gafas, de buena voluntad, levantaba el puño contra los guardias, protestando con toda su fuerza: “¡Esto es injusto, es un crimen de la Dictadura, este hombre solo viene a predicar del Amor de Dios, y se lo llevan detenido!... ¡mas vale que cerraran los cines del centro de Madrid, y quitaran tanta película sucia que allí ponen!...... ¡esto es intolerable!”. El caos se adueñó por completo de la zona. La policía formó entonces una especie de pasillo, desde un grupo de coches policiales, hasta el lugar donde se encontraban, apaleados Blessitt y Araujo. Dos imponentes comisarios uniformados, arrogantes se dirigieron a ellos, y como Arthur pretendía hacerse entender con un comisario, siendo traducido por Alberto, y acogiéndose a su ciudadanía norteamericana, y a un permiso especial concedido para la reunión. La única respuesta que obtuvo fue un puñetazo para obligarlo a entrar al vehículo patrulla. Aquello aumentó el dolor de los asistentes, y el clamor general. Las gafas de Araujo terminaron por el suelo, y si hay en mi memoria, una imagen terrible de aquellos acontecimientos, fue contemplar, por indicación de mi padre, cómo la Cruz 251 - 252 - grande, que Blessitt llevaba, al hombro, fue introducida en uno de los vehículos, y que por el tamaño de sus brazos, no cabía, en el interior. Arthur, instantes antes de entrar en la Plaza Mayor, escribiendo unas palabras, sobre una Biblia, para dedicársela al padre del niño que está en el carrito. Hoy ese menor, tendrá 30 años, y posiblemente esté casado. No recordará esos momentos, pero muchas personas que allí estuvimos no podemos olvidarlos. En la segunda foto, haciendo entrada a la Plaza Mayor. No fue obra del predicador, sino del Espíritu Santo. Era una manera curiosa de predicar, pero tan valida como otra cualquiera. CON LA CRUZ A CUESTAS - Varios cientos de personas se congregaron en la Plaza mayor para escuchar a Arthur Blessitt, el norteamericano que, con una cruz a cuestas, ha recorrido casi 20000 kilómetros por el mundo predicando el amor cristiano según su punto de vista. A 252 - 253 - los pocos minutos, la Policía Armada disolvió la concentración, aunque la gente permaneció bajo los soportales observando cómo era detenido el predicador. La gran concentración, entrada a la Plaza, más de 1000 personas presentes, lo nunca visto ni oído. La cabeza que aparece, justo en un en el punto que se cruzan los madres que conforman la cruz, y que lleva unas gafas, es la del pastor Alberto Araujo. Yo estoy entre la multitud. Fue el inicio de un cambio radical en mi vida. No era obra de los pastores Blessitt, ni Araujo, solamente del Espíritu de Cristo. Es así como obra Dios. Ver, cómo un coche policial se llevaba “detenida” a una cruz, en un país, sobradamente cargado de cruces, actos religiosos, y procesiones, fue un espectáculo bochornoso. A papá le impresionó aquella manifestación absurda de un poder dictatorial contra el Evangelio del amor. Las lágrimas caían por su rostro, invitándome a observar tan humillante hecho: “Miran como se la llevan a la cruz, ¡que vergüenza!” 253 - 254 - El desorden y el caos fueron implantados por la descarga policial. Muchos buscaban a sus familiares, concretamente mis padres, que lo hacían con Florentino, a quien yo había visto durante unos segundos perdiéndose en la vorágine de la descarga policial. Papá, por un lado y mi madre por otro, hacían lo que podían para dar con su paradero. Intuitivamente, mi padre se acercó a uno de los guardias que habían actuado obedeciendo órdenes, e intuyó que aquel hombre, estaba siendo conmovido por lo que él mismo estaba observando en primera línea, ya que formaba parte de las fuerzas de choque, tenía los ojos cargados de lágrimas, a duras penas reprimía el llanto. Papá sintió lástima por el, pero rápidamente observó que habia muchos mas policías en ese estado de ánimo y que quizá por ello, a última hora, tuvieron que presentarse allí inspectores de policía para hacer cumplir las órdenes de disolución por la fuerza. Mire , policía, por favor, estoy buscando a mi hijo, tiene 18 años, es español, y no sé donde está, no sé si se lo han llevado a la Dirección General de SeguridadLe preguntó angustiado a un agente . Usted quede tranquilo, que si su hijo no ha hecho nada, nada le sucederá, ya verá como apareceContestó el lloroso policía. ¿Qué era la DGS en aquellos años?, para todo español la DGS, representaba, un lugar siniestro, oscuro, maquiavélico, donde no se respetaba ni los mas elementales derechos humanos. Ir allí, era entrar con miedo, para salir con terror. Hay que tener en cuenta, que era una máquina de represión al servicio directo del Estado. Aunque más tormentos sufra, aunque más rigores vea, aunque llore más angustias, aunque más miserias pase, aunque halle más desventuras, aunque más hambre padezca, aunque mis carnes no cubran estas ropas, aunque sea mi esfera esta estancia sucia, FIRME HE DE ESTAR EN MI FE, por que es el sol que me alumbra, por que es la luz que me guía, es el laurel que me ilustra, Dios defenderá mi causa, pues yo defiendo la suya. Calderon de la Barca.Obras completas, Aguilar,Madrid 1945.Palabras de un hijo del rey portugues, Juan I, que al conquistar Tánger, cae prisonero de los musulmanes. 254 - 255 - Y precisamente, en esos años, se vivía en España, en las fábricas, y universidades, numerosas manifestaciones, y huelgas de todo tipo para derribar al franquismo y traer a la democracia. La idea de que mi hermano había ido a parar a las dependencias de la DGS, causaba en los míos una honda preocupación, que pronto quedó disipada al aparecer Florentino, mezclado entre los grupos de jóvenes cristianos que habían apaleados. Florentino, hijo, ¡ que susto nos has dado a tu madre y a mi, pero gracias a Dios, que no ha pasado nada Mi padre notó que a mi hermano le dolía la espalda. ¿Qué te han hecho?, ¿te han pegado? Si papá, me han dado con la porra varios golpes en la espalda, por que cuando llegué, me acerqué a donde estaba Blessitt y el señor de gafas, el traductor ese. En ese momento, que fué cuando os vi, comenzó la descarga policial, y los golpes de los guardias. Yo estaba justo al lado de Blessitt, en el momento que lo derribaron al suelo, intenté hacer lo que podía y me sujeté con fuerza a la Cruz. En ese momento, un guardia comenzó a golpearme en la espalda una y otra vez con la porra reglamentaria, mientras yo repetía el “Padre Nuestro”. Pero, hijo, ¿que has hecho? Nada, papá volverme al policía, y en vez de insultarlo, le dí un abrazo, diciéndole: Tu me pegas pero yo te perdono, por que a Blessitt le han hecho lo mismo, y cuanto mas le pegaban a él, mas perdonaba. 255 - 256 - ABC, Domingo 12 de Noviembre de 1972. Edición de la mañana, pg.: 47 Disuelto por la Policía un acto confesional no autorizado. Aproximadamente unas 1000 personas se concentraron ayer tarde en la Plaza Mayor para presenciar la llegada del miembro de la iglesia baptista Arthur Blessitt conocido como «el hombre de la cruz». Que lleva tres años recorriendo el mundo portando una Cruz. A los pocos minutos de empezar a hablar el señor Blessitt se personó en la plaza Mayor la Fuerza Pública, que le comunicó que esta reunión no estaba autorizada, porque las leyes españolas no permiten los actos confesionales en público, sin previo permiso, e invitó a los concentrados a disolverse. El señor Blessitt y alguno de sus acompañantes fueron llevados a la Dirección General de Seguridad, donde se les notificó que la concentración había sido disuelta por no haber sido solicitada previamente la correspondiente autorización para celebrar un acto confesional en la vía pública. Al poco rato el súbdito norteamericano, que es natural del Estado de Mississippi y sus acompañantes abandonaron él centro, acompañados por un miembro del Consulado de los Estados Unidos. Este artículo revela cómo trató la prensa española, concretamente, uno de los diarios mas conocidos, y de solvencia nacional, el ABC, la noticia de los hechos acaecidos en la Plaza Mayor de Madrid. No fue así, la prensa ocultó todo lo que allí había sucedido, por que entre otras cosas, ella misma estaba sometida a un férreo control de la dictadura, ya que en esos años, las revueltas sociales en demanda de una democracia, eran tan grandes, que el Gobierno, intentaba controlar a todos los medios de comunicación, amordazándolos. ABC siendo un, periódico de ideología monárquica, y conservadora, ofrecía como el resto de periódicos una información ahogada por la Censura oficial. 256 - 257 - Creo, no obstante, que fue el único periódico que se atrevió a publicar la noticia, por que de vez en cuando, se atrevía a introducir alguna información medianamente crítica al Gobierno del General Franco. Interesó al Régimen del General, taponar la noticia, por que de haberse conocido en el extranjero, podría haberse convertido el tema en un escándalo internacional, convirtiéndose en un incidente diplomático entre España y su principal aliado: EEUU. No obstante, la actitud de nuestro gobierno entonces, era sobradamente conocida. España estaba en la lista negra de naciones que no respetaban los Derechos Humanos, cuya legislación, aun mantenía la Pena de Muerte, y donde no existía la Democracia. ¿Qué se podía esperar, pues?. Cuando podíamos viajar al extranjero, sentíamos cierta vergüenza de ser españoles. Estaba en crisis nuestra identidad nacional. Alrededor de las ocho de la tarde, distintos grupos de personas que habían estado allí se pusieron en marcha, todos en una misma dirección, saliendo de la Plaza Mayor y callejeando por el casco antiguo e histórico de la capital. Nosotros también. De nuevo perdí la vista a mi hermano, pero ya estábamos más tranquilos. Era una riada de gente, aturdida, adolorida, pero en el ánimo levantado. Yo no sabía a donde íbamos todos, ni en qué terminaría todo eso. Mamá me dijo: Vamos a una iglesia que dicen que hay en la Calle Calatrava Ni idea de ello, yo no conocía para nada esa zona. Había pasado por allí en alguna ocasión pero no la desconocía. No me preocupaba, los míos estaban bien, y el resto de la gente, aunque con magulladuras, lo mismo. 257 - 258 - Al llegar a la Calle Calatrava, el número de personas había aumentado considerablemente. Tanto era así que los automóviles tuvieron que detenerse, no podían circular. En un lugar en concreto, el grupo estaba creciendo a tanta velocidad, que muchos optaron por quedarse fuera. Era la Iglesia Evangélica de Calatrava, un edificio hermoso, amplio, y con un buen foro interno. Nunca había estado dentro de una iglesia protestante, pero todo el ambiente interno de aquella tarde me impactó enormemente. Estaba completamente llena, no había lugar para nadie más, y sin embargo no cesaban de entrar fieles, todos ellos muy variopintos, pues se mezclaban gitanos procedentes de los barrios marginales con gente de traje y corbata. Sin embargo, todos estaban allí, participando en las mismas alabanzas. Era difícil poder sentarse por que la iglesia estaba completamente llena. A pesar de los dolores físicos, pues la mayoría habían sufrido la represión policial, todos compartían una misteriosa alegría, era como si cada uno de ellos, repitiera al del al lado, la frase del apóstol Pablo: “Yo llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús”. No surgían en sus bocas palabras de reproche, ni de condena, ni maldiciones, ni odios, solo perdón y mucha alabanza a Dios. Me llamó la atención la forma de la Iglesia. Acostumbrado a los templos católicos postconciliares, modernos y con escasas representaciones religiosas, tan solo el Crucifijo central, y alguna que otra imagen mas, esa iglesia me pareció, si cabe, aun mas sencilla, pues contaba tan solo con una gran cruz desnuda que presidía el púlpito del pastor. Sin embargo la enorme espontaneidad de los creyentes me animaba. Me senté más o menos por el centro, consiguiendo para mis padres otros 258 - 259 - dos asientos más. Aproximadamente a las nueve de la noche, Blessitt y Araujo, a la sazón pastor titular de aquella congregación hicieron entrada triunfal en la comunidad. Yo y mi hermano nos pudimos acercar a los dos predicadores, para saludarles. La multitud allí congregada exclamaba constantemente: “¡Gloria a Dios!”. Todos querían abrazarlos, saludarlos, besarlos, cualquier cosa era poca. Pronto, delante de la Asamblea había dos cruces: la de la iglesia, y la de Arthur. Una vez conseguido el silencio total, Blessitt prosiguió con la predicación justo en el punto en la que la dejó por la fuerza. Aun recuerdo sus palabras: “Samuel, era un jovencito, quizá un niño cuando escucho la voz de Dios llamarle: “¡Samuel, Samuel!”, Moisés era ya un hombre de edad avanzada, cuando el Señor le llamó delante de la Zarza ardiente: “¡Moisés, Moisés!”. ¡No importa la edad que tengas!, ¡Cristo te está llamando!, ¡hoy es el día del arrepentimiento y de la conversión al Señor” Blessitt, con la Biblia en alto, se movía con gran libertad por el podium de la Iglesia. Yo nunca había oído predicar de esa forma, con tanta claridad. Araujo traducía palabra por palabra. Al finalizar la predicación, Arthur, pidió a toda la iglesia que se unieran en una oración. Yo, sentado, incliné mi cabeza, al igual que hicieron mis familiares y otros tantos. Durante unos segundos, se apoderó de la comunidad un silencio casi total. En ese instante, yo oí una voz en mi interior, que no era mía, pero que me infundía una gran serenidad. Tampoco pertenecía a ningún miembro de mi familia, y de igual forma, no era de nadie que me rodeara en ese instante. Una voz suave, delicada, fina, que me dejó mudo, que me decía: 259 - 260 - “Ven, levántate, baja adelante, y ACEPTAME” Al momento, nada mas oír la última sílaba: “ME (acepta-me)”, se oyeron las voces de Blessitt y de Alberto que decían: “Si hay alguien que quiera ACEPTAR, ó reconocer a Cristo, que se levante, y venga hasta aquí, vamos a orar”. Mis piernas se levantaron como lanzadas por un muelle. Cuando me di cuenta, estaba de rodillas, delante de las dos grandes cruces. A mis lados, mucha gente, y mis padres también. Blessitt, presidió una oración, siempre asistido por Araujo, que todos repetimos de corazón: “Señor Jesús, hoy yo te reconozco como mi Señor y Salvador, te acepto y te recibo, entra tu en mi vida, y cámbiame, Señor” Cuando finalicé, sin abrir los ojos, sentí claramente como si saliera de mi cuerpo algo oscuro, y penetrara en mi alma una gran luz interior. Aun no lo sabía, pero me había convertido al Señor. Yo no quería levantarme de allí, pretendía mantener cuanto mas mejor, aquella suave sensación de paz interna y de liberación. Era consciente que el pecado se había marchado de mi interior. 260 - 261 - El pastor Blessitt, parece decirle a esta anciana española: “No señora, no estoy realizando una penitencia por mis pecados, solamente, llevo una cruz, para anunciar al Evangelio de Cristo. Nosotros no hacemos penitencias, por que entregamos a Jesús nuestros errores, faltas y pecados, y sabemos que El las cargó en la Cruz hace 2000 años, una vez y para siempre. Dios le ama, señora. Unicamente Cristo puede ayudarla en sus problemas. El vive en mi vida y en mi corazón, y es un Dios, maravilloso, al cual podemos sentir diariamente. Un Dios que se reveló en las Sagradas Escrituras, la Biblia, y nos dejó en ellas, establecido el camino que nos lleva hacia El. Cristo vino, para hacer cumplir la Voluntad de Dios. El es el unico Redentor, y Salvador, el unico mediador entre Dios y usted, señora. Confíe en El, por que estoy seguro que en todo momento El va a estar a su lado”. Junto a mi, mi padre, que emocionado dejaba caer unas lágrimas por su rostro. A todos nos abrazó al levantarse. Toda la Asamblea prorrumpió en grandes clamores: “¡Gloria a Dios!”. Había comenzado un cambio, tan grande, que ni siquiera podría imaginar lo que el futuro más próximo me iba a traer. Al finalizar, nos fuimos todos a casa, aproximadamente a las once de la noche. 261 - 262 - Mi propio hermano, tenía la espalda adolorida por los golpes, pero algo nació en nuestra vida, en la mía. Aquella noche, noté el nacimiento de un cambio interior. Mis padres se habían informado sobre las reuniones que Blessitt, daría a lo largo de la semana entrante. A las once de la mañana del domingo, la familia Santos, estaba de nuevo en la Iglesia evangélica de Calatrava. De nuevo volvió a predicar Arthur, siempre con la ayuda pastoral y técnica de Alberto Araujo, y de nuevo, volví a entregarme al Señor. Fue allí en ese culto, como decimos en España, cuando entré en contacto con las reuniones cristianas que hacían los gitanos, en un local situado en el piso superior de la misma iglesia. Era la primera vez que asistía a uno de sus Servicios de Alabanza. Me impresionó favorablemente su fervor espiritual, captando mi atención, su modo de adorar a Dios, en lenguas que yo no conocía, y que en un principio creí que se trataba del Caló, la lengua de los gitanos. En un momento de la adoración, una mujer elevó su voz, y de forma potente, mientras mantenía sus manos y brazos elevados al cielo dijo con autoridad: He aquí, yo tengo puestos mis ojos sobre vosotros pueblo mío Me quedé desconcertado, pues no sabía a qué se refería, ni qué sentido tenía todo eso, sin embargo, a pesar de mi enorme desconocimiento, intuía que esa palabra tenía algo que ver con Dios. Con el paso del tiempo aprendí qué era una profecía. Aun recuerdo con mucha nostalgia, una canción corta, que todos cantábamos allí, acompañando con palmadas, y guitarras: “¡Como la Aurora va en aumento de luz!, ¡Como la Aurora va en aumento de 262 - 263 - luz!,¡¡Así nosotros crecemos en gloria!, ¡Con amor y fe que nos ha dado Jesús!” Los besos, abrazos, que todos se daban entre ellos, los sentía hacia mí. Bajé al Culto en el cual aún se encontraba Arthur. Ya había finalizado, pero aun se oían a algunos hermanos cantar otro himno, que al igual que el anterior permanecen en mi “baúl particular de los recuerdos”: “Anunciamos la fe, la paz, el amor.Anunciamos la fe, la paz, el amor.Anunciamos la fe, la paz, el amor.Anunciamos, la fe, la paz el amor que da el Señor” Blessitt, instantes antes de finalizar, nos anunció que había sido invitado expresamente a predicar, en el Domingo siguiente, en una iglesia católica de un barrio de Madrid, Aluche, y que los dos pastores, es decir, él y Araujo habían aceptado. Allí estuvimos. Esa semana de novedades para mi, la aproveché para visitar los cultos que los gitanos hacían en Calatrava por la tarde, iniciando de esa manera, un contacto, que llevaría, a conocer poco a poco al mundo evangélico y protestante español, del cual ellos, eran tan solo una parte. La parroquia, era muy sencilla, y humilde, pero en esa ocasión los allí reunidos, la ocuparon en su totalidad. El sacerdote, presentó a los dos pastores, a su congregación. La misma estaba perpleja, pues nunca habían visto a un pastor evangélico o protestante, y mucho menos que uno de ellos, fuera americano, y con una curiosa vestimenta, que recordaba mucho a los Hipiies de esa misma época. La Iglesia de la Calle Calatrava.Esta foto, es de su inauguración, en 1963. 10 despues, aquí me convertí.Del libro:”Memorias de la familia Fiedner”.Gayata Ediciones. 263 - 264 - Blessitt, proxima pagina a la izquierda, predicando, traducido por Araujo, el dia 18 de Noviembre en una iglesia católica del barrio madrileño de Aluche, una semana después de mi conversión. Fue un acto ecuménico sin precedentes en esos años. Blessit a la derecha, dentro de su autocaravana, hablando con Arnaldo, junto a la ventana, y con un hermano ingles. 264 - 265 - EL LIBRO DE RANAGAN Papá se iba poco a poco apagando, pues aunque la operación había sido un éxito, su edad estaba ya determinada hacia un final mas o menos rápido, y él lo sabía, por ello, se puso a los pies del Señor y continuó su labor literaria. A lo largo de su enfermedad Dios le había dado suficientes señales de que Él estaba a su lado. Una de ellas fue cuanto menos, muy curiosa e interesante. Cuando se convirtió, tres libros fueron fundamentales para su vida, la Biblia por supuesto, y después “La Cruz y el Puñal” de Wilkerson, y “Pentecostales católicos” de Ranagan; éste último relata de manera prodigiosa el nacimiento en EEUU de lo que hoy se conoce como “Renovación Carismática”. Es un libro de obligada lectura, muy bien estructurado y con una enseñanza bíblica muy pura. No es un libro convencional de doctrina catolico romana, como tal, por que se centra tan solo en la experiencia bíblica del Bautismo del Espiritu Santo, y en testimonios auténticos de quienes lo recibieron, y en abundantes estudios de la Biblia. Además relatra la experiencia de aquellos profesores de la universidad católica norteamericana, que comenzaron a leer y a estudiar el libro de Wilkerson y ha asistir a reuniones de oración ecuménicas con miembros de iglesias presbiterianas, y de otras denominaciones, protestantes, que habían sido bautizados en el Espíritu Santo. Es mas, Dios le habló por ese libro, motivándole para su búsqueda del Bautismo del Espíritu Santo. ¿Qué sucedió?, que a principios del año 265 - 266 - 73, ese título desapareció totalmente de España. Estaba editado en EEUU, y al parecer la editorial evangelica que lo había impreso, dejó de existir. En los días de la preoperación de mi padre, me propuse buscarlo. Recordaba perfectamente, el color, su tamaño, los autores, y el nombre de la editorial. Tenía, pues, todos los datos bibliográficos. Algo le comenté a papá, y le dije que orase al Señor, allí mismo hicimos una oración: “Señor” Oraba mi padre“dame una señal de que estás a mi lado, y si es tu voluntad, que ese libro aparezca, no por el mismo, por que para mi, lo único que me sirve es tu Palabra, la Biblia, pero simplemente como una señal mas de tu amor”. De vuelta a casa, me movilicé por correos, no sabía a quien dirigirme ni a donde, escribí un sin fin de cartas a distintas direcciones de librerías cristianas en España. Nada. Me puse en contacto con el servicio de ediciones de la Renovación Carismática Católica. Todo inútil. Una y otra vez, las respuestas eran negativas, nadie conocía el libro, ni los evangélicos ni los católicos. Hice llamadas telefónicas inútiles, y el tiempo pasaba. Oré y oré. Como último recurso me puse en contacto con Editoriales evangélicas en EEUU y en América Latina. Imposible, no había forma, hasta que se me ocurrió una idea: Hacer un pequeño texto, hay que tener en cuenta que en esa época Internet estaba muy retrasada en España, y yo carecía incluso de ordenador o computadora: “Cristiano español, busca libro, de tamaño bolsillo, editado en EEUU por la Editorial Evangélica Logos. Titulo “Pentecostales 266 - 267 - Católicos”, de color verde, y escrito por Kevin y Dorothy Ranagan. Ruego que me lo envíen con urgencia a la siguiente dirección:......” Lo envié a una editorial norteamericana, rogándoles que lo imprimieran en revistas cristianas de habla española. Pensé que podría ser un buen recurso, pero tenía muy pocas esperanzas. Pasaron un par de meses, y un dia al regresar de Granada, un fin de semana para descansar en casa, se me ocurrió ir a mí apartado de correos, descubriendo allí un paquetito típicamente americano. Me sobresalté, “¡El libro!” pensé. Efectivamente, allí estaba, con una carta redactaba en mal castellano, me lo enviaba alguien que había leído mi anuncio en los EEUU, y que se acordó que otra persona lo tenía guardado y olvidado en su biblioteca personal. Así pude rescatarlo. Al regresar al hospital, le dije a mi padre: “¿No pediste una señal al Señor, como Gedeon en la Biblia?, pues aquí está” Dos meses después, recibí otro ejemplar más. Por lo que a mí me respecta, sé que son los dos únicos ejemplares de esa edición que hay en nuestro país. Y me consta que ni siquiera lo conocen los miembros de la Renovación Carismática española. Regresé ese lunes a Granada, para estar a su lado. No quería ausentarme tanto tiempo, y lo hice llevándome el libro. El Hospital granadino “Virgen de las Nieves” o “Ruiz de Alda”, es un edificio grande, con numerosas dependencias, y una multitud de camas. En la octava planta estaba: “cardiología”, y allí, en la habitación 822, 267 - 268 - me esperaba él. Yo, me había ido tranquilo a Almería, por que necesitaba hacerlo, y por que el hijo del otro paciente de al lado, me dijo, que me marchara, por que él se ocuparía de cualquier cosa que mi enfermo precisara. Esa mañana, nada mas entrar en la habitación y tras los correspondientes saludos a todos, me senté en su cama. Papá se encontraba incorporado en la cama, hablando con mucha alegría con su compañero de habitación. ¿Cómo te encuentras? pregunté ¿Yo?, muy cansado pero estoy bien,¿cómo están los niños? Bien, todos te mandan un abrazo y muchos besos, ya sabes cómo son. ¿Te acuerdas del libro aquel, que al comienzo de tu vida cristiana tanto bien te hizo? Si, el de “Pentecostales Católicos”, de Ranagan, he orado por eso Pues, aquí lo tienes Le constesté deshaciendo el paquete que lo envolvíaLo he encontrado, y está excelentemente conservado, me lo han enviado desde los EEUU, ha sido todo un milagro Pero ¿cómo los has conseguido? Me preguntó mientras lo abría para ojearlo. Ha sido muy difícil, en primer lugar escribí y llamé por telefono a la Renovación Carismática católica de España, nada, imposible,ni siquiera lo conocían. Hice lo mismo con numerosas distribiuidoras de libros a nivel nacional, sin resultados. Todo negativo, llamé a la Librería Evangélica de Barcelona, sin conseguirlo. Hablé con la Editorial “Clie” y me dijeron que un libro 268 - 269 - editado en los EEUU, hacía ya treinta años era muy difícil encontrarlo y que “Lógos” había desaparecido como editorial. Escribí a Editorial “Betania” y a otras, pidiendoles que colgaran en Internet un anuncio de búsqueda del libro. Sin resultados. Repetí lo mismo con “Editorial Vida”, y ellos publicaron mi solicitud en una especie de periódico, o revista evangélica que reparten o envian a numerosas iglesias de habla española en los EEUU. Finalmente, alguien en no sé qué estado, leyó el anuncio acordándose que una persona que conocia tenía ese libro guardado en una biblioteca personal. Gracias a ello, su propietario me lo envió, y aquí está Yo había orado al Señor, para que me diera algún tipo de señal de que El está conmigo, como lo hizo Gedeón, tú sabes que mi fé está basada en la Biblia, pero esto es una respuesta muy clara de Dios Me respondió con un tono de voz taciturno. ¿Sabes una cosa? añadiría que poco después de marcharte tú para Almería, pasó por aquí el sacerdote capellán del Hospital, para ofrecerme su ayuda, y te voy a contar cómo fue la conversación: “Don Eduardo, soy el párroco del Hospital y vengo para preguntarle si usted desea “confesión” “¿Yo? no, me hace falta, y le diré porqué, soy cristiano, he conocido al Señor en mi vida, incluso le sirvo, y mi relación con El es completa, no obstante, si quiere, para mi sería un honor compartir con usted del Amor de Dios. Yo sé que usted, en su iglesia, sirve tambien al Señor, para mi es un gusto poder hablar con usted ¿“Es usted evangélico”? me preguntó 269 - 270 - “Si, lo soy” “Pues poco puedo hacer ya, por que usted está en paz con Dios” Contestó el sacerdote. “¿Puedo hacerle, una pregunta?” “¡Claro, como no!”. “Me gustaría orar por usted, para que el Señor le ayudara en su labor” ¡Por supuesto!, es más, se lo pido, por favor, por que a diario, tengo que ver a muchos enfermos Estuvimos largo rato compartiendo del Evangelio, pero como el sacerdote, tenía mucho trabajo se tuvo que ir, así que date cuenta, hijo, Dios se ha glorificado una vez mas Allí comentando y saboreando el sencillo testimonio, estuvimos gran parte de la mañana, mientras el sol, penetraba por la ventana entreabierta de la habitación. Desde ella, veía buena parte de la hermosa ciudad de Granada, alcanzando con mi vista a la extensa vega que la rodea. Desde allí percibía los montes norteños situados a la espalda del cercano pueblo de Albolote. De vez en cuando, me salía al pasillo, pues las horas en un hospital son realmente tediosas y aburridas. Al final del mismo a través de otra ventana acristalada, permanentemente cerrada, el paisaje cambiaba por completo, ya que ante mi, se abría como un abanico, la inmensidad de Sierra Nevada, con sus cumbres nevadas que se elevaban como si quisieran clavarse en un cielo azul intenso. Papá leía y releía el libro compartiendo con los familiares de 270 - 271 - su compañero de habitación el mensaje de Cristo. Sentado al pie de su cama, mirandole a él, mientras leía: pensé, ¿Qué hay detrás del suceso del libro?, sé que estás en la última faceta de tu vida, y es curioso, que al comienzo de todo, ese libro, fue uno de los que Dios usó para bendecir tu vida, y que ahora, treinta años después, de nuevo aparezca en el ocaso de tu existencia física. Señor ¿Qué me quieres mostrar con esto? LA PRIMERA ENFERMEDAD: Y.... ¡LA MONTAÑA SE MOVIO! Buscando entre los archivos de mi padre, hoy día, 10 de Septiembre del 2005, cuando escribo el testimonio de mi familia, he encontrado un documento de extraordinario valor documental, que deseo respetar en toda su integridad. Yo recordaba, perfectamente que estuvo enfermo y convaleciente, en esos años de grandes cambios. Recuerdo que cuando paseaba con él por la calle, o le acompañaba para cualquier cosa, solía entrar en un portal y lloraba abundantemente. Eran fuertes depresiones. A mi mente aun viene la imagen de un collarín, o cuello ortopédico, que estuvo usando durante algún tiempo. Mamá recuerda esos años, a sus 87 años aun llora de emoción al leerle el informe medico, por que mi padre expresa síntomas, que ocultó a su familia, solo para no preocuparnos. Leyendo este informe, veo una vez, el inmenso poder de Dios, y la serenidad de papá para no 271 - 272 - contarnos sus problemas, de los que conocíamos parte, pero no todos. Yo sabía que la enfermedad comenzó a manifestarse el año 1971, pero creí siempre que su final estaba radicado en el año 1974. Ahora, por primera vez, he descubierto que al menos administrativamente, fué resuelta en 1976, cuando ya no tenía síntomas. Quisiera añadir algo más, hasta hoy he desconocido por completo, el nombre de la misma, causas y orígenes, y su gravedad. El relato que a continuación tengo el honor de exponer para todos los lectores, es un mensaje, que ha sido guardado durante treinta años, y que ha aparecido ahora, me trae una gran enseñanza de lo que debe ser la fe como hecho consumado. Mi padre dejó escrito el título de este capítulo: “Y LA MONTAÑA SE MOVIO”. Quizá sea interesante decir que en esa época, no había un Ministerio de Sanidad, en España. Todo lo relacionado con la misma estaba asumido en trece departamentos gubernamentales. Quizá se comprenda así los numerosos problemas administrativos con los que se encontró mi padre. Cuando llegó la democracia, se creó el Ministerio de Sanidad, facilitando las cosas a los españoles. Este testimonio que mi padre relata aquí, es tan solo el resumen de casi dos años de constantes de lucha contra la Administración sanitaria del Estado. Era pues David contra Goliat, ante los hechos consumados se reveló y luchó, hasta lograr vencer. Y lo consiguió............ “En 15 de Noviembre de 1.971, fui dado de alta por el Dr. Perez Schuller. Sentía grandes dolores, molestias, cansancio general, agotamiento. Me pasaron a Dr. Escudero, quien me tuvo en tratamiento y no encontró mejoría alguna. 272 - 273 - Se sucedieron diversos análisis de sangre, orina, radiografías, etc., y en la especialidad de Traumatología me ordenaron un aparato en el cuello, por servicio artrosis, y finalmente, me enviaron a la Clínica la Paz, donde ingresé en 11 de Marzo de 1.972,y del período que allí estuve obra un informe en mi expediente nº: 70.323, siendo dado de alta en 14 de Junio de 1.972. Se acrecentaron las molestias, y los dolores. Me pusieron muchas inyecciones de Redoxon y para combatir el reuma, de vitaminas, por vía buca1 y se repitieron los análisis. (14 meses seguidos de baja). En 31 de Diciembre, creyendo encontrarme mejor, sentí ánimos para incorporarme al trabajo, pero inmediatamente volví a sentirme mal, faltando constantemente al trabajo en bajas de pocos días y volviendo, pero en Marzo, mejor, en Enero se repitieron los análisis de sangre y orina, registrando algunas variaciones y habiendo sufrido mas de seis en muy corto espacio de tiempo. Tomé Relaxybis—comprimidos—y el Dr.Escudero, psiquiatra, me recetó otras medicinas que no recuerdo, entre ellas: la Diclamina en gotas, para la circulación cerebral coronaria y otras que me tranquilizaban. Sentía mareos, cansancio, agotamiento, crisis de angustia, con llanto frecuente. Pasé nuevamente a los servicios de Traumatología y en el mes de Mayo se dio orden nuevamente de ingreso en la Paz, por recaída.Se me ha recetado ARTRINOVO, ARTROBLOGINA, ARTERIOVINCA, y otros estando en rehabilitación , y no sentido mejoría alguna, sufriendo fuertes dolores, y caídas en la calle con pérdida del sentido. Todo un año después dado de alta luchando 273 - 274 - contra los dolores, con falta de rendimiento en el trabajo, perdida de reflejos, inyectándome de forma constante bajo la vigilancia del doctor. El reloj del mundo parecía haberse parado, y nada me hizo perder aquel hilo maravilloso, y me sentí mas emocionado. Recordé que cuando toda mi familia se entregó al Señor y yo estaba atravesando por una grave crisis física y las depresiones me obligaban a refugiarme en cualquier lugar y llorar abundantemente, hasta me sentía reconfortado, no podía trabajar. La nueva experiencia del Amor de Dios, permitió que me recuperara casi totalmente y pude reintegrarme al trabajo al mes siguiente de haber vivido ese precioso cambio. Solo Dios sabe lo que de mí hubiera sido de haber seguido con aquellas depresiones y también dolores, aunque no agudos, muy molestos. Pensé que mi fe no fue nunca lo suficientemente grande, porque mi mejoría era notoria, pero no total, y el año aquel en que me reincorporé al trabajo, tuve muchos problemas de toda índole dentro de mi propio trabajo, aunque la relación con los compañeros en general fuera buena, por tener excelentes amigos entre ellos y los mismos jefes, pero yo sabía que no rendía lo suficiente y me sentía como un extraño, desplazado, con la completa convicción de que ya tenía todo hecho en mi vida laboral y que nada podía esperar en aquel lugar, por encima de todo, y a pesar de mi situación, el ambiente al que en el fondo me unía mucho, era bueno, por los años transcurridos con la misma e invariable monotonía. Sentí un deseo tremendo de oración y como en medio de aquel movimiento no podía hacerlo, fui a los servicios, los urinarios, y allí, en el retrete, me puse en 274 - 275 - comunicación directa con el Señor, alabándole y bendiciéndole, con los codos en las rodillas, sentado, y la cara entre las manos. “Señor, tu que todo lo puedes, ayúdame. Te amo, te llevo dentro de mi corazón y hoy vuelvo a renovar mi promesa de entrega total a Ti,, que tanto nos quieres. Yo Señor, te pido de todo corazón, con todas mis fuerzas, lleno de amor y de fé, sabiendo que Tu ahora me estas escuchando, que me saques de aquí, Señor. Esa es ni petición. Te lo suplico, Señor, quiero darte las gracias por mi trabajo porque ha sido el pan nuestro de cada día, y lo es, más Padre, mi súplica es ésta: “Ayúdame a ser libre y poder dedicar a Ti todo el tiempo de mi vida, Señor. Yo no reniego de lo que tengo Padre, al contrario, amo a mis compañeros, te pido perdón por sus faltas, y que les bendigas grandemente, pero Tu sabes que yo sufro con estas cosas de un mundo que quiero entender y que no comprendo, tal vez por culpa mía. El Señor se manifiesta a sus hijos de múltiples formas, y aquella vez yo sentí un gran consuelo súbitamente. Sabía por fé! Gloria a Dios!, que El no solo me había escuchado, sino que aprobaba mi súplica y que el milagro de iba a realizar, cuando fuera, dentro de su tiempo, no del mío ni del nuestro. El Señor se ha manifestado siempre en mí por medio de la fé, nunca de forma audible, y apenas por medio de visiones, y muchos momentos a través de la Biblia, con pasajes frecuentísimos de la vida de Abraham, mi guía ó modelo espiritual a través de las Escrituras. Salí del, urinario, lleno de contento y me recreaba en el pensamiento preguntándome como sería mi salida del trabajo. ¡ Si mis compañeros supieran que había estado orando en ese lugar!. 275 - 276 - Cualquier sitio es válido para hablar con Dios, siempre que se haga con unción. Transcurrió el mes de Noviembre sin novedad alguna, con los naturales percances y problemas del trabajo, faltando algunos días a la oficina por catarro, que degeneró en gripe. Mi pensamiento estaba puesto en la promesa del Señor, y, en muchas ocasiones llegaba a dudar, hasta el extremo de orar volviéndole a pedir confirmación al Señor, de su Promesa y por misericordia en algunas ocasiones, lo confirmaba, muy pocas veces por cierto, pero yo veía que pasaban los días y todo seguía igual, sin síntoma ni señal alguna aparente de cómo se iba a realizar ese prodigio, porque desde el punto de vista humano yo no encontraba forma ni solución alguna. Por mi edad, totalmente imposible. Por años de servicio, tampoco. Me interesé en ciertos momentos en la legislación laboral, pero nada. Ni idea. Aquel secreto estaba en mi corazón y sólo lo comuniqué a los miembros de mi familia, que como es natural, creyeron firmemente y mi esposa me ayudó mucho moralmente diciéndome: “Cuando te angustias, el proceso de la fé se tiene que fortalecer. Déjalo, cree en su promesa y El ya se manifestará con todo su poder Efectivamente, no tenía otra solución: Esperar de su infinito poder y seguir viviendo de la misma forma, siempre con la esperanza preciosa de una redención que yo sabía iba a llegar con plenitud a toda mi familia. Muchas cosas nos ligaban al mundo, pero esas amarras terminaríamos soltándolas, librándonos de ellas, porque 276 - 277 - estaban expuestas y presentadas a nuestro Dios. Hay una espera santa y este proceso, para el siervo de Dios, debe ser de oración y de unción, con resultados preciosos y el mas hermoso de ellos es la caridad y las obras, producto maravilloso de la fé, y la fé es la raíz de todo cristiano, que te enseña a amar al prójimo infinitamente sin medida, porque la mente humana nunca sabe basta que punto puede llegarse con el amor. Pero yo tenía impaciencia, y lo repito, volvía a fallar mi fé, ó insistía, preguntando: Señor, ¿hasta cuando? ¡Señor dime cuando! Y aunque lo hiciera a medianoche, de rodillas en la alcoba, el Señor guardaba un silencio terrible, silencio que algunas veces me impresionaba, llegando a creer que El había olvidado su promesa. ¡Ingrato de mí!. ¡No pensaba que El se estaba manifestando en una gran cantidad de milagros que estaba haciendo en nuestra casa, en testimonios que llevo en mi corazón con todo amor, y que han servido de edificación a muchos amigos. Y así, con nuestros pequeños problemas y mis dudas se fué pasando el tiempo y llegó el mes de Marzo, pero esa temporada de invierno la pasé bastante mal, con frecuentes catarros que me obligaban a guardar cama y casi siempre se presentaban con alguna fiebre, al parecer producto de una gripe mal curada, y por ello me veía obligado a faltar mucho a]. trabajo, previos justificantes de la Sanidad Social, a la cual pertenecía, y me sentía sumamente cansado, agotado, cada vez peor, hasta el extremo de apoderarse de mí una gran tensión nerviosa, que me 277 - 278 - obligó a ir a la consulta del médico de cabecera, un señor muy amable, bajo y grueso, que me dijo “Le voy a dar un boleto para el especialista neurólogo, porque usted necesita un tratamiento que no puedo yo dárselo. “El neurólogo ordenó que me hicieran una radiografía de cráneo y me recetó unas gotas para la circulación, mejor dicho, para el riego cerebral y unas pastillas para los nervios “Estas gotas las tomará usted en tres dosis diarias. Ya le doy la fórmula por escrito, y verá como se siente como nuevo. Des a estas pastillas, le sentarán muy bien y su sueño será tranquilo “Doctor, me encuentro muy cansado y me vendría bien un descanso— “Le voy a dar una nota para que el médico le tenga dos dado meses de baja y entonces, vuelva por aquí, pero venga antes para ver el tratamiento definitivo que le conviene. Ese mismo día fui a la consulta del medico de cabecera y primer volante para la baja de dos meses. Le correspondía al especialista el darle a usted directamente esta baja pero por tratarse de un caso así, se lo haré yo. Aquella noche me desperté y me puse a orar. Sentí un deseo de comunicarme con el Señor, y sentí su llamada espiritual. Mi gozo fue infinito porque me di cuenta estaba en el principio del cumplimiento de la promesa. Una fé inquebrantable se apoderó de mí. Los volantes se sucedieron y por fin, se cumplieron los dos meses prescritos por el Neurólogo, quien estimó que yo, vistas las radiografías, debía pasar a los servicios de Traumatología, y re remitió al médico de cabecera para que é1 tomara la 278 - 279 - determinación oportuna con respecto a la continuidad ó no de la baja. El médico me dijo: “Usted es un enfermo de especialidad y yo no puedo continuar haciéndome cargo suyo ni responsabilizándome con su curación. Le daré un boleto para que vaya al especialista y sea él quien determine sobre su baja, o vaya al trabajo. Yo no puedo hacer más. Extendió la enfermera secretaria un volante de alta para el trabajo y lo firmó decididamente el doctor. Aquello llevaba implícito que yo tenía que reincorporarme al trabajo al día siguiente, sin más demora, sin dilación alguna. El especialista de huesos podría ó no estimar que yo fuera dado de alta, pero lo cierto es que debía enfrentarme con una nueva situación, y como sabia por fé que tenía que continuar sin asistir al trabajo, fui al traumatólogo, un señor amable, de mediana edad, quien me dijo: “Yo lo siento pero quien tiene que darle a usted las bajas es el médico de cabecera, aunque el estime que soy yo y si él le ha dado un alta, no puedo hacer nada. Lo lamento. Volví al día siguiente al médico de cabecera y le dije: El especialista dice que es usted quien tiene que darme las bajas. Este señor, se indignó y me contestó que se negaba rotundamente a ello, y que se mantenía en su postura de que mi tratamiento dependía única y exclusivamente de la especialidad de huesos. 279 - 280 - A mí aquello me desagradó mucho, porque yo me encontraba cansado físicamente y sabía que no estaba en condiciones de volver al trabajo. Acudí a la Superioridad de la Sanidad Social y el Director no tomó determinación alguna, pero me dio una nota para el especialista diciendo que era aconsejable que fuera é1 quien me diera las bajas. El especialista se mostró muy seguro de si mismo y mantuvo la postura firme de que yo estaba en condiciones de trabajar. Yo llevaba ya entre ir y venir, consultas por un lado, consultas por otro, y visitas a la Inspección, ocho días sin ir al trabajo, obrando solo por fé. “Lo siento señor, pero yo no estoy en condiciones de trabajar y estoy dispuesto a pedir que se vea mi caso ante cualquier tribunal o en donde sea. Estuve todo el año 71 dado de baja, y fui asistido cuatro veces en el Centro Médico, y me hicieron muchas pruebas e incluso me dijo el médico de cabecera por aquel entonces, que me iba a pasar a informe para invalidez, pero me sentí animado y decidí incorporarme al trabajo, con un resultado totalmente negativo para la Entidad, y ahora, vuelvo a las mismas. “Bueno, entonces lo que vamos a hacer va a ser extender una orden para que le examinen a usted en el Centro Médico, y mientras tanto, podrá usted continuar dado de baja. ¿Le hace? Le di las gracias al Señor en mi fuero interno, y también al doctor. Extendió un volante la secretaria, que firmó el doctor, y nuevamente comenzaba otro período de bajas. La fecha, muy importante para mí, 280 - 281 - fue fijada a partir de aquel día, pero estimé más oportuno no molestar mas al especialista y le pedí al Señor que me ayudara en lo de aquellos días que quedaron en blanco. El Centro Médico era una Institución magnífica y atienden al enfermo con verdadero interés, examinándole clínicamente sin omitir nada. Lo que más me impresionaron fueron los niños enfermos que allí acudían a rehabilitación, algunos con unas tremendas deformidades, siendo llevados por madres, sufridas y abnegadas hasta extremos que me daban escalofríos. ¡Hasta donde puede llegar el amor de una madre! ¿Tiene límites?. El equipo médico del servicio de Traumatología, me envió a Rehabilitación y en el gimnasio tuve a una enfermera muy simpática, que durante una hora diaria estaba pendiente de mí, preocupada por mis ejercicios, regañándome amablemente cada vez que me quejaba ante los dolores. En el gimnasio vi a un anciano solitario que miraba siempre con dulce tristeza, y nostalgia, Aquel rostro me resultaba conocido. ¡Señorita Encarna, ¿quien ese señor del sillón de ruedas? ¿No lo sabe, se trata de Don Valentín Tornos, el del programa Española: “Un, dos, tres”? de Televisión Sentí una extraña sensación. Don “Cicuta”, por que ese era su nombre artístico en su última intervención en TVE, era un artista muy célebre, que todo el mundo le conocía. Se hizo famoso por sus barbas y bromas pesadas. Hacía muy poco tiempo que yo le había visto en plena actividad, 281 - 282 - solicitado por cientos de personas, miles de veces había salido su fotografía en los periódicos, en los anuncios, una auténtica figura del momento, un verdadero reclamo explosivo, y allí estaba, hundido en un sillón metálico, y paralítico de medio lado. Desde entonces todos los días, hablaba con él un poquito y claramente me daba a entender que sentía nostalgia por el reciente tiempo pasado, cuando todo era trabajo, fama y... ¡como no!, dinero, pero yo le hablé de la grandeza del Señor, y me escuchaba amable y complacido, admitiendo mis palabras con un gran interés. Valentín Tornos, me reveló, algo realmente curioso e interesante, para los historiadores evangélicos: Era nieto, o biznieto de Cabrera, uno de los mas grandes evangelistas españoles del siglo XIX, fundador de numerosas iglesias que aun funcionan y que han dado lugar a otras muchas mas, perseguido por las autoridades conservadoras españolas de ese siglo, autor y escritor insigne. También conocí allí a un hombre que había perdido una pierna, la izquierda, un brazo y un ojo. Parecía un guiñapo, pero tenía unos deseos fervientes de recuperación, una gran entereza. Había sufrido una terrible descarga eléctrica y estaba en plena prueba de aparatos, que lo dejaban peor, los dolores y las operaciones, que fueron un auténtico calvario. Eran tiempos pasados y ahora tenía que adaptarse resignadamente al uso aparatos ortopédicos para poder manejarse y caminar, dándole gracias a Dios de haber conservado la vida. Pasé a los Servicios de Medicina General y me hicieron muchas pruebas, diversos análisis de sangre, que solo, por su importancia se podían hacer en el Centro Médico, otros análisis se sucedieron, así 282 - 283 - como de orina. Las radiografías se sucedieron con frecuencia, de columna, medio cuerpo, cuerpo entero, cráneo El tiempo fué pasando y no dejé un día de asistir a las consultas que me fijaban en el cartón de control..etc. En ese intermedio me pidieron por parte de la Jefatura de Personal, un volante que cubriera los días que habían que dado en blanco hasta que el especialista en Traumatología acordó enviarme al Centro Médico. Aquello me creó otro problema porque había necesariamente que justificar ese periodo de días y aunque en la Jefatura de Personal tenía pruebas de mi situación, ellos, indudablemente precisaban un justificante oficial. Fui otra vez a la Dirección de la Sanidad Social y me dijeron que eso lo podía arreglar única y exclusivamente quien me estaba dando las bajas, pero para mí significaba otro compromiso grande y pensé que no iba a rectificar otra vez, teniendo en cuenta, además la situación creada tan molesta. Por fin, quien no tuvo inconveniente en ayudarme fué el médico de cabecera. Extendió un parte suplementario y lo hizo con deseo de servirme, ya que sabía que, al fin, se había hecho cargo de mí, como él opinaba acertadamente, el Traumatólogo. Así resolví esa tonta molestia. En todo estaba Satanás procurando estropear las cosas. No había un asunto que no procurara por todos los medios colarse con sus nefastas actuaciones. ¡El Señor le reprenda!. Así pasaron cinco meses y medio, y en el Centro Medico ya tocaba a su fin toda clase de reconocimientos, pruebas, 283 - 284 - experiencias, y se acercaba el momento en que me tenían que dar un informe oficial y pasar otra vez a los servicios clínicos y médicos de Traumatología. Usted tiene un desgaste celular, amigo, y dentro de unos dias le daremos un informe, y creo que ya no tendrá usted que venir más por aquí. No podemos hacer nada. Yo me sobrepuse y le pregunté tranquilamente: No tengo cura, ¿verdad?. Yo me encuentro muy cansado. No me extraña. Tenga cuidado con las caídas por mareos. Me recetó unas medicinas muy buenas. En estas condiciones, doctor, yo no puedo trabajar... Desde luego, nadie le va a mandar al trabajo. Es que yo prefiero que sean ustedes quienes me tramiten el informe propuesta para una invalidez. Nosotros no acostumbramos a hacerlo pero no obstante vaya usted a los Servicios Sociales y allí le dirán si con el tiempo que usted lleva de Baja, se puede tramitar oficialmente y cuando venga, hablaremos de ello. Tiene que volver el día 30. El pensar que se pudieran hacer cargo de mi situación por parte del Centro Médico, me gustó y dio tranquilidad. Fuí a los Servicios Sociales y me dijeron que sí, que efectivamente, por el tiempo transcurrido, se podría extender el informe de invalidez. Le comuniqué al traumatólogo todos aquellos pormenores y asintió. Muy bien, entonces, cuando le hagan el informe, con arreglo al mismo, yo continuará dándole las bajas, pero me lo trae usted para su historial 284 - 285 - Todo aquello era completamente normal y como es lógico, no se trataba de ninguna impertinencia suya, muy al contrario. El día 30 me reconocieron por última vez en el Centro Médico, y me dijeron que me enviarían un informe a casa y que me pasarían nuevamente a los Servicios de Traumatología. Aquello me desconcertó, pero no pude hacer otra cosa. Estaba en sus manos y primeramente, en las de Dios. Todo lo demás era lucha, porque la situación increíble se creó cuando pasados 15 6 20 días, recibí, en un sobre azul, el informe oficial del Centro Médico. El ansiado informe. Abrí el sobre y cual no sería mi asombro cuando leí el informe. Se trataba de algo expresado tan ambiguamente, que yo no sabía que hacer ni que pensar. Decía que me pasaban a los Servicios del Traumatólogo por no tener posibilidad de recuperación quirúrgica, y decía también que se me daba de alta. Todo lo que me habían dicho verbalmente quedaba desarticulado ante aquel inconcebible informe, y como no tenía mas remedio que presentarlo, con la natural preocupación, fuí al Traumatólogo. ¿Tiene usted ya el informe?. Ya lo necesitamos para saber si debemos continuar con las bajas, ó darle el alta Maquinalmente, le di el papelito. Bueno, amigo, aquí dice claramente: Alta, y como yo veo nada de lo que usted me ha dicho, desde ahora mismo le doy a usted el alta. Pues yo lo siento más doctor, pero no estoy en condiciones de trabajar y todo lo que me han dicho, yo se lo he dicho a usted. Yo no le he mentido. 285 - 286 - Todo está muy bien, señor, pero le doy el alta. Usted va a trabajar mañana mismo, con esto me basta, y aquí pone ALTA. Pero doctor, esa definición de Alta, como usted bien dice es en los Servicios del Centro Médico, no de usted y no quiere decir que yo pueda trabajar. Bueno, señor, tenga usted el alta y cuando en el Centro Médico me digan que usted no está en condiciones de trabajar, yo le daré a usted las bajas correspondientes, mientras tanto, torne usted estas medicinas que le voy a recetar y...!a trabajar, hombre, a trabajar!. Y sin más dilaciones me dio el certificado de alta. Aquello era al parecer, el fin y no admitía más discusiones Aquella noche, como otras muchas, me postré de rodillas al borde de la cama y lloré y oré al Señor para que diera fuerzas, porque todo se acababa y mi problema no estaba en sentir temor alguno por ir al trabajo. Lo que yo sentía en el fondo de mi corazón era defraudar a mi Señor y rendirme, cuando sabía por fe que era una obra suya y que nada podría contra su inmenso poder, pero ya me sentía asustado, defraudado y no sabía que rumbo emprender. De pronto sentí una inmensa fe, un poder tremendo, algo que no se puede explicar, porque el Señor no me respondía por visión alguna ni a través de su Santa Palabra, la Biblia, pero la luz la viví en mi alma, como cuando el Señor nos baña con su amor y sentimos su presencia a nuestro lado: ¡Adelante! ¡adelante!,¡adelante!. Al día siguiente no fui a trabaja,¡loria a Dios!, la situación estaba así, latente, vivida solo por fé, sin mas agarradero humano...Sostenido solo por la fé. Y para 286 - 287 - testimonio, he de decir que sentí un deseo tremendo de regalar al traumatólogo, una Biblia, a pesar de aquel tremendo tropiezo, que fué aún mayor cuando al día siguiente volví a la consulta a decirle que rectificara, que yo no podía trabajar en esas condiciones. Ya le he dicho que me mantengo en lo del alta y anímese, vaya a trabajar, y solo vuelva cuando el Centro Módico me diga lo contrario, y desde luego no insiste, porque yo no puedo ni decirle al medico de cabecera que le dé a usted la baja. Ya lo sabe La enfermera—secretaria hizo un gesto como de fastidio y yo pasé con ello muy mal rato, porque además comprendí que había cometido una equivocación al volver. El Señor quiere que obremos con un orden y nos da lecciones como la que yo acababa de recibir. Mas sin dudarlo, compré una Biblia muy bien encuadernada, me puse en oración, y después de ponerle una corta dedicatoria, sobre la fé, con amor, de rodillas, le dije al Señor: Señor, ¿puedo regalarle este libro al Doctor? ¡Señor! ¿Me lo confirmas? Mi corazón latió apresuradamente y sentí que Dios me decía: ¡Mateo diecisiete, veintisiete!Cogí la Biblia, y leí: “Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estartero, tómalo Y DASELO POR TI Y POR MÍ.”287 - 288 - Grité: “¡Gloria a Dios!”. Estaba aprobado el regalo. Por mediación de una tercera persona, el libro llegó a sus manos, y este fue un maravilloso testimonio, muestra de la grandeza de Dios, ejemplo de lo que significa la lucha, el poder de la fé y la fuerza de la oración, porque el Señor premia la constancia, el amor y la firmeza, ya que nada se consigue, siendo de Dios, sin lucha, porque el Diablo anda siempre intentando destruir cualquier obra buena. Yo procuraba ni abrir la boca para que el maligno no escuchara y mis oraciones eran silenciosas aquello constituía un verdadero secreto entre Dios y yo. Pronto se manifestó la gloria de Dios y fui al centro médico, exponiéndome a que no me recibieran, porque es preciso hacer constar para este testimonio, que en el Centro médico, una vez enviado, y redactado un informe, se cierra el expediente, y solo se puede reanudar cuando se solicita oficialmente, y a través de la Sanidad Social, con firmas de los inspectores correspondientes, en un nuevo ingreso y a pesar de ello, el ingreso en el Centro, por exceso de enfermos, se retrasa o efectúa tardando unos dos meses como mínimo. Me encomendé al Señor y presenté mi tarjeta a la enfermera, sin hablar palabra, confiando ciegamente. Cogió la tarjeta, entró en la Clínica y al cabo de unos minutos salió y me dijo: Vuelva usted el dia 27, a las 9 de la mañana Sentí un gozo impresionante. Aunque faltaban unos dias para el día 27, seguí sin acudir al trabajo, orando, y confiando cada vez más en Señor. 288 - 289 - El día 27 estaba allí a las nueve en punto de la mañana. La sala estaba abarrotada de gente esperando ser atendida. Hacía un calor sofocante y yo estaba sintiendo angustias y temores. ¿Qué pasaría?. ¿Porqué estaba allí manteniendo aquella lucha?. ¿Que me dirían en la consulta? Lo mas lógico sería que me preguntaran que porqué iba, y que ya estaba sentenciado mi asunto. Lo cierto es que se fue desalojando la sala y pasando el tiempo, hasta que solo quedábamos un joven y yo. Aquello ya no podía soportarse, porque llamaron al joven me quedé yo solo, y ya se iban los médicos. La señorita Julia, la enfermera, me dijo: ¿Santos Elola? Sí, —contesté ansioso— ¿puedo pasar? Entré en el consultorio y estaba allí un doctor que yo no conocía. Era joven y recio. ¿Que desea?—preguntó. Yo vengo por que en este servicio. Se me dijo que me iban a proponer para una jubilación. Espere un momento pero ¿ y el expediente de este enfermo? Pues no está, y el caso es que está citado para hoy El corazón me dio un vuelco que yo crei que se me iba a salir del pecho. Si—dijo la señorita Julia—efectivamente, este enfermo le ha dicho el doctor Sira que habla que hacerle una propuesta de invalidez. Yo lo he oido. Bueno, entonces no hay problema, que vaya a Servicios Sociales y que allí le informen y le digan que día puede venir a que le hagamos el informe 289 - 290 - Yo no sabía en que iba a parar aquello, pero como mi Dios me decía: “¡Adelante!”, adelante iba yo. Entonces, doctor, yo le agradecería que hablara usted con el Servicio Social, porque a mi a lo mejor no me hacen caso. El doctor, marcó un número interior y habló diciendo que yo iba para aquellos servicios y dijo que me atendieran por orden suya. Yo salí lleno de alegría y me fui a la oficina de Servicio Social. La señorita jefe estaba en un gran despacho. Ya me ha dicho el doctor que usted ha solicitado que seamos nosotros quienes le demos el informe propuesta. No es corriente, pero si tiene usted problemas con sus médicos, no importa, se lo haremos aquí. Venga usted el lunes a las nueve de la mañana. Comprendí que allí me estaba yo jugando todo, y casi volví a perder la fé, ese poderoso tesoro que mueve montañas junto con la oración. Yo le agradeceré que me haga usted, señorita, una nota, para yo dársela al médico de cabecera, haciendo constar que me van ustedes a extender el informe propuesta. Me quedé temblando. Bueno, pero la verdad es que no lo hacemos nuca, pero para evitarle problemas, espere usted un momento. Yo vi que pasó a otro despacho y a través de una cristalera, observé que escribía, con copia, un informe. Aquí tiene usted lo que desea, ¿Conforme? La carta llevaba los sellos oficiales, un sello en tampón, la firma de la señorita Jefe de Servicio Social y decía: Don Eduardo Santos Elola, acudirá a este centro el próximo día 29, para hacerle el 290 - 291 - correspondiente informe—propuesta de invalidez, lo que se hace constar para su justificación y a petición del interesado.” Yo al ver aquello brincaba de alegría. En seguida pensó en el traumatólogo, y aquella misma tarde acudí a su consulta, pero como estaba tan escarmentado, pasé primero a la Dirección de la Sanidad Social y les enseñó el parte de alta del Doctor y la carta del Centro—Médico. Aquí hay una cosa que es un verdadero disparate. Las dos cosas son absurdas y contrapuestas Me dio una nota de su puño y letra para que el doctor continuara dándome las bajas. Con ese precioso bagaje, pasé decidido a la consulta del especialista, a quien yo había regalado la Biblia, la palabra de Dios y cuya atención ya tenia casi olvidada. Nada mas yerme, abrió sus brazos, se dirigió a mí amablemente y me ofreció una silla. Aquello era maravilloso. ¡Santo Dios! !Que inmenso es tu poder! Querido amigo, ¿que le trae por acá?. Muchas gracias por la Biblia. Se lo agradezco mucho Le dije que habia estado en la Inspección, aunque no lo consideraba necesario, pero le expuse noblemente que lo habia hecho por las circunstancias, y le enseñé la carta del Centro Médico. Esto es lo que hacia falta, señor. Ya con esto basta. Señorita, que ahora mismo se le dé otra vez de baja, cubriendo los dias desde que yo le dí el alta Le devolví el alta que me había dado, la rompió y comenzó otra vez una nueva serie de bajas, de volantes de bajas, de nodo que llevaba un año casi de baja y los partes comenzaban otra vez, como si todo empezara, porque volvían a numerar desde el uno, pero ese a mi me traía sin 291 - 292 - cuidado. Todo se arreglaría. Ya no podía llegar a mas allí estaba la Gloria de Dios y el premio a la paciencia... Es usted un buen cristiano me dijo Aquello me hizo llorar y le di la mano con gran emoción, lleno de gozo. Ya tenía asegurada un nuevo grupo de volantes de baja, pero necesitaba volver al centro medico y que allí se culminara la obra, aquella obra que tanto me estaba costando. El día fijado, fui a la consulta del centro Médico, y para mi, aquella mañana creí que ya no podía mas y que ya no se podía resistir mas presión. El Jefe de los servicios, me dijo que no me hacía el informe propuesto porque no lo estimaba oportuno, y que debería volver a solicitar ser visto pasados dos meses. Rotundo y categórico, sin mas paliativos. Solo se me quedaba a recibir ese segundo informe, presentarlo al traumatólogo, e ir al trabajo. Ya era aquello el verdadero final, pero, quedaba:.........¡Dios!. El tenía que guiarme. ¿Me habría perdido?, ¡Que falta o error había cometido?. Yo seguí solo con mi amor, con mi fé, y sin decir nada ni a los medios. No quería ni hablar. Pertenecía al secreto más grande del mundo, mejor dicho, de mi vida. Además, todo el mundo sabía que yo estaba así por fe, y aunque se me presentara la mas terrible de las pruebas, ¡Gloria a Dios!, ¡ganaría!. Y llegó el tremendo informe, peor que el otro, sin rodeos, y si sombra de los pudiera significar una propuesta invalidez. Todo era insignificante y que debería volver a los dos meses pero que no se me hacía recomendable una propuesta. Todo el castillo de Dios parecía haberse derrumbado. No tenía nada a mi favor, al contrario, la tremenda obligación de ir al 292 - 293 - traumatólogo, quedar absurdamente con él, decirle que no había hecho caso al Jefe de los Servicios ni de sus propios servicios médicos. Todo hundido. Mis lágrimas eran abundantes, mi gozo había sufrido un rudo golpe, mis fuerzas me faltaban, y cada vez yo me sentía mas débil, incluso espiritualmente. ¿Cómo podría ser aquello?. Mientras meditaba, oraba y pensaba, por no ver al especialista, mandé a mis hijos a recoger los volantes de baja y ellos, que apenas sabían lo que estaba pasando, me hacían ese inmenso favor, por que en cuanto me viera me preguntaría si me habían hecho el informe de invalidez y a mis hijos le daba recuerdos amablemente para mí, pero aquello tenía que tener una solución. No podía continuar así, en falso, porque la fe habia que cimentarla en algo sólido, en una realidad plasmada y yo sabia que el Señor ya estaba obrando, pero ¿cómo?. Una noche me desperté orando y recibí respuesta, recibí respuesta en un momento casi de desespero porque llevaba días entero sin la menor comunicación espiritual con el Señor. Aquello era espantoso, y el aviso me vino por sensación, por fe, por revelación. La respuesta estaba en el médico de mi oficina. Allí estaba la clave, porque este señor era también médico de la Seguridad Social. Al dia siguiente, como un autómata, llamó por teléfono a la Sanidad Social y en Información me contestaron: Si usted quiere que su médico de la Empresa le de los volantes de baja, este señor puede hacerlo, pero tiene que ser porque lo estime oportuno y quiera, pero en su doble calidad de médico de empresa y de la Sanidad Social, puede perfectamente . 293 - 294 - Entonces, sin pensarlo mas, me volví a poner en oración y pensé que lo mejor era dirigirme al Director General, personal y particularmente, con toda sinceridad, aún arriesgándome en maniobra tan tremendamente grave. El Señor se me manifestó por visión, presentándome, pero inmediatamente, un anillo, y no me quitaba esa visión. Entonces, la Santa Biblia me dio la respuesta por aquella visión del anillo, en el libro de Esther, 8/8, que dice así, ¡Gloria a Dios!, porque yo le pregunté: Señor, ¿puedo escribir esta carta?— “Escribid, pues vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del Rey y selladlo con el anillo del Rey, porque un edicto que se escribe en nombre del Rey, y se sella con el anillo del Rey, no puede ser revocado”. ¿Cabe mejor y mas bella aprobación?. Inmediatamente procedí a escribir la carta, larga y detenida, pero escrita con rapidez y la mandé, orando constantemente para que fuera bien acogida. Y no tardó en ser contestada. El médico de la empresa, se hizo cargo de todo y se responsabilizó no solamente con las bajas, si no con todo el tramite oficial para la consecución de la baja definitiva. Y por fin me concedieron la Invalidez total y Absoluta, logrando con ello cobrar una buena pensión de por vida. De otra manera me hubiera quedado con una jubilación de risa, y no sé qué hubiera sido de mi ni de mi familia económicamente hablando. Mi esposa, comentando un día sobre eso me dijo: No te preocupes, Eduardo, pues si tenemos que alquilar habitaciones, lo que sea, se hace Amo la luz que llega a mi ventana/ Te saludo en ella cada dia/ Entre el vasto universo que me cerca y la brizna de hierba que se levanta al sol casi triunfante/ Tu mesales al paso/ Quiero escapar y me retienes en la sorisa calida de un niño/ es tu presencia sustento de ese amor que me redime/. “Triunfo del amor en mi, a Dios”. Acacia Ucedo Malo, poesía femenina española 1950 1960.Edi., Bruguera 294 - 295 - Pero no fue necesario, por que el Señor hizo las cosas muy bien, y me jubilé cobrando el cien por cien de mi sueldo en esos momentos. Han pasado los años, Dios me ha sanado por completo de aquella enfermedad, y hoy realizo una vida completamente normal, viajando con los míos, conduciendo mi automóvil, si se precisa, y sirviendo al Señor donde El quiera enviarme para su obra.” He de reconocer y de confesar, que este testimonio que he respetado en su integridad, lo he descubierto en estos días, descubriendo por primera vez en mi vida cosas que yo desconocía por completo de aquellos años, y de su enfermedad, y preguntándome cómo era posible que tras su jubilación por enfermedad, mi padre pudiera haber desarrollado una labor tan grande como la que hizo al servicio de la Palabra de Dios, cómo fue con su jubilación cuando él trabajo mas y mejor con Nuestro Señor. Siempre que leo algún documento suyo desconocido por mi descubro un poquito mas de esa gran personalidad que tuvo mi padre, y su imagen y recuerdo se acrecientan para mi, dándome ejemplo vivo de cómo tiene que ser un cristiano. Ese hombre que ya mayor jugaba, en el suelo, con su nieto de meses, mi hijo, albergaba en su interior el ejemplo de cómo debe ser un siervo de Dios, que lo mismo compartía con los hermanos de la Renovación Carismática Católica, que con los mas conservadores de las iglesias protestantes. A lo largo de este testimonio “AQUELLOS AÑOS, EL TRIUNFO DE LA FE.....”, vais a ver, amigos cómo trabajaba con todos, señalándome el camino a seguir. Y es así, papá viajó con nosotros, a distintas partes de España y del Extranjero, estuvimos viviendo en la 295 - 296 - provincia de Huelva en dos ocasiones, donde el Señor se glorificó cuanto quiso, recorrimos buena parte del país, en ocasiones juntos, otras por separado. A Madrid íbamos infinidad de veces, conocimos Portugal, Francia, Suiza y Bélgica, y finalmente nos trasladamos para Almería, en donde finalizó su vida completamente entregado a la literatura, a la historia, aquí, participó en numerosos programas de radio, y escribió innumerables artículos en prensa, participó en distintas conferencias culturales, siempre dando testimonio. Hizo amistad con todos los alcaldes de la ciudad, a los que siempre regaló y dedicó Biblias. En Almería se publicaron algunos de sus libros. Participó como miembro de honor en la recepción oficial a sus Majestades los Reyes de España. Realizó una obra tan prolífica a favor de la historia local de la ciudad de Almería, y de sus calles, que cuando cayó enfermo del corazón, el Ayuntamiento le concedió una placa. Posteriormente, tras su fallecimiento, y a propuesta mía, el mismo consistorio municipal, hizo el honor de dedicarle a mi padre una calle con todo su nombre completo, en una de las mejores zonas de la capital almeriense, convirtiéndose por tanto, en el primer cristiano de fe evangélica, que tiene una calle dedicada a él,cuya fotografía aparecerá mas adelante. Lo que yo no recordaba era, que un día el Señor, estando, ya papá enfermo le dijo: “Te he justificado ante mi, pero también te justificaré ante los hombres”. Hoy ya hace cinco años que falleció mi padre, y su anciana esposa, mama, siempre que 296 - 297 - pasamos con el automóvil por esa calle, se le llenan los ojos de lágrimas, y le envía un beso, quizá recordando alguna de las frases, que papá le escribió, en un libro de amor, que aun conservo como oro en paño, cuando eran novios, allá en el ya muy lejano año de 1947: “Lola, el amor eres tu, eres la fuente de mi existencia, en ti hallo, en tus ojos inspiración, en tu boca el néctar de la felicidad, en tu voz una bella canción de cuna, en tu simpatía amor reluciente, en tus lagrimas las perlas de tu corazón, en tu bondad un alma grande y generosa...” EL ALBERGUE DE LOS POBRES EN MADRID Buscando entre los numerosos archivos de mi padre, he tenido la suerte de encontrar un documento, que en sí mismo es una oración que el realizó el 28 de Noviembre de ese año 1972, escasamente 15 días después de nuestra conversión. Es una súplica al Altísimo por un albergue para los desposeídos, los alcohólicos, los más pobres de los pobres en Madrid, aquellos que tenían por techo el cielo, y por suelo, la dura calle asfaltada. La tarde del 20 de Noviembre, mis padres decidieron visitar un albergue para marginados, situado en el barrio de Carabanchel Bajo, donde anteriormente habíamos vivido, motivados por una información periodística en la cual se reflejaban las grandes carencias y necesidades que dicho “lugar” tenía. Era un edificio modesto, de planta baja, organizado en habitaciones individuales o compartidas, servicios y comedor. Además tenía una pequeña y humilde iglesia, y el 297 - 298 - despacho en el cual trabajaban los responsables del centro. Estaban regentado por tres sacerdotes católicos. El Director era el hermano Juan. Recuerdo a otro, Ramiro, que trabajaba como taxista para mantener los gastos que allí se creaban, ayudando con ello al mantenimiento del centro. Yo tuve la oportunidad de visitar el centro, por que mis padres, aprovechaban cualquier ocasión, para no ocultarme nada de lo que en el mundo sucedía, y de esa manera, contribuir a mi propia formación personal. Entrar allí, era hacerlo en la depresión, a causa de las enormes carencias que los ingresados padecían. Se carecía de todo, y las condiciones eran muy deficitarias. Las tuberías estaban atascadas, y las habitaciones rezumaban de pobreza. Juan, el Director, era, de pura sangre castellana, sencillo, humilde, con una enorme vocación hacia los mas necesitados. Vestía, un gabán raído y descolorido, aprovechaba toda la ropa que le daban. Estuvo alguna vez en mi casa, hombre de dulce palabra, era la viva representación de la sencillez cristiana. El sabía que nuestra conversión a Cristo, al amparo de la iglesia Evangélica, era decisiva, pero entre nosotros no hubo nunca ningún problema, pues nos unía Jesús. Hijo labradores muy humildes, nacido en un pequeño pueblo castellano, fue educado en los dogmas de la Iglesia Católica. Decidió seguir a Jesús, en la manera y camino que el había conocido. Su fe era sencilla y sincera, amaba a Dios por encima de todo y ese amor, le motivó a dedicarse a los que más necesitaban de ayuda y comprensión. Tuvo la oportunidad de cruzarse en su camino con dos hermanos, y juntos decidieron poner por obra, lo que Dios les estaba indicando, sin 298 - 299 - ayudas de ningún tipo y por fé. Ellos hacían de todo, incluso de albañiles y fontaneros. Así nació el albergue de San Martín de Porres. Todas las noches recorrían las calles madrileñas para invitar a los indigentes, la mayoría de ellos alcohólicos abandonados a su suerte, y alguno que otro padecía algún tipo de enfermedad mental. El trabajo con estas personas se tornaba muy difícil, y en alguna ocasión, peligroso, y sin embargo el Amor de Cristo, estaba en el corazón de Juan y de los suyos. Nuestra distancia de la Teología Católica, y de la estructura eclesial era ya mucha y alejada, y sin embargo, entendíamos que al menos en lo más básico nos unía el mismo Señor. Nunca hemos tenido inconveniente alguno, para compartir las enseñanzas de nuestro común Dios. Papá se empapó de la grave situación que estaba atravesando el albergue, y decidió emprender una campaña, para recaudar fondos económicos. Bajo la lectura de la Biblia, la incipiente oración, el comienzo de nuestra asistencia a las Reuniones de la Iglesia Evangélica de Calatrava, como de otras, en pleno primer amor, con un escaso conocimiento bíblico, creyó por fe que Dios iba a obrar un milagro a favor de esos desprotegidos de la sociedad y en el de sus responsables. De vez en cuando, se reunía con Juan en su despacho para orar, tal y como estábamos aprendiendo a hacer, compartiendo con el bajo la luz de la Biblia. El buen sacerdote, escuchaba con interés, apoyando todo cuanto decíamos y hablábamos. Papá era ya un hombre experimentado en relaciones humanas y públicas, con ideas para hacer. Probablemente el director del centro, debió pensar que mi padre había venido como 299 - 300 - “anillo al dedo”, es decir, nunca más oportuno y adecuado, como alguien enviado por la Providencia Divina. Cada vez que iba al “Refugio”, tal y como él lo llamaba, se volvía hondamente preocupado. “Allí había que hacer algo, pero ¿qué?”, pensaba a menudo. Consultó y habló varias veces con Alberto Araujo, intercambiando ideas, pero no se encontraban soluciones. Llevó el tema a las reuniones de oración de la comunidad gitana, incluso, en una de ellas, armándose de valor, pues no era hombre de fácil palabra para dirigirse a un público abiertamente, explicó en un culto gitano, la situación del albergue pidiendo oración. La comunidad evangélica entera, se levantó y oraron unánimemente con el fin de obtener una ayuda Divina. Aquello le infundió más fuerza y valor. Había ideado un plan de acción y lo puso en marcha: Se trataba de organizar un concierto musical en un teatro o cine de Madrid, para recaudar fondos a fin de ayudar al albergue. Para ello habría que contar con los mejores cantantes de la época. Rápidamente se puso a trabajar con entusiasmo, visitando a menudo al hermano Juan, con quien oraba una y otra vez. Lo primero que hizo, al estar el “Refugio” bajo la dirección espiritual de la Iglesia Católica, fue enviar un dossier al Arzobispo de Madrid, máximo responsable. Tras idas y venidas a distintos organismos, después de las numerosas aclaraciones necesarias que siempre surgen en la organización de éstos actos, parecía que no se podría realizar nada, a causa de numerosos problemas. No obstante, mi padre estaba empeñado en creer por fé que se podría hacer. Mientras tanto, la situación del Albergue de San Martín de Porres empeoraba cada día más, y los 300 - 301 - hermanos, que lo dirigían trabajaban demasiado para su mantenimiento. Parecía que todo era imposible. Algunos residentes del Refugio causaban numerosos problemas de comportamiento a los compañeros allí acogidos. El ánimo de mi padre se mantenía fuerte, por que tras varias negativas, recibió un día una carta del Arzobispo de la Diócesis de Madrid, en la que le felicitaba por la idea y la labor. Inmediatamente se dirigió al Albergue, para decírselo al hermano Juan. Gracias a estas gestiones, y a la constante oración intercesora de mi padre, se logró el bienaventurado concierto benéfico. No obstante, papá ya se había retirado de todo ello, dejando todo en manos de los organizadores reales, pues aunque él fue el principal promotor de todo ello, no quiso participar activamente, deseaba estar al margen y que la gloria humana, se la llevaran otros, el caso es que quería que el dinero se destinara al Albergue de San Martín del hermano Juan. Se consiguió la recaudación necesaria. Dios había respondido al llamado de su pueblo, pero de nuevo, la torpeza humana estorbó a la obra de Dios, por que muchos meses después de los acontecimientos, nos visitó Juan en nuestra casa, con el talante algo desanimado, por que de lo recaudado en aquella campaña, no habían recibido prácticamente nada. El dinero había sido desviado hacia otros fines, y el “Refugio” estaba en la misma situación que antes. De nuevo mas oración, por que aunque ya no era posible volver a organizar nada, aun quedaba la consecuente y renovada ayuda del Señor. Tiempo después supimos, que el “Refugio” había recobrado nuevas fuerzas, que se invirtió mucho dinero, y aunque le perdimos la pista al hermano Juan, ya que al parecer fue destinado a 301 - 302 - otro lugar, el Albergue se recuperó por completo. Quizá los nuevos directores católicos no supieron nunca, que detrás de ese levantamiento, estaba la oración constante renovada y persistente de un sencillo cristiano de fé evangélica. La misión estaba cumplida, y la confianza en Dios de mi padre crecía por dias. Estaba aprendiendo a hacer de su corazón un nido de esperanza, y de humildad ante Dios. A penas sabía orar, pero eso no importaba en absoluto, por que lo esencial de la oración es la suprema confianza en el Todopoderoso. Sus palabras eran como las de un niño, balbucientes, quizá muy ritualistas, pero eran sinceras, sencillas, y eficaces. ¡Cuantas veces, al acostarme, le veía encerrarse en la habitación para orar una y otra vez, esta oración!: ¡Señor, yo no sé orar como los demás, pero lo único que te digo es esto: ¡JESUCRISTO, estoy aquí! Lo repetía una y otra vez, minuto tras minuto, hora tras hora. Así hasta altas horas de la madrugada, de rodillas, con una Biblia en la mesita de al lado. Como tenía la costumbre de escribir las oraciones, esta es la que hizo por la situación del “Refugio”: ¡Oh Señor Dios mío y Señor! Yo te pido en especial que me concedas la suprema gracia de tu misericordia para que hoy, día 28 del Mes de Noviembre te dignes a atenderme para que unos pobres desvalidos a los que tu tanto proteges siempre sean atendidos conforme a mis súplicas y que todo lo queda haber en ni de vanidad quede borrado para que solamente resulten beneficiados todos aquellos por los cuales yo deseo interceder si es que mis fuerzas y persona tienen acceso a ello. 302 - 303 - Yo quiero entrar por la puerta estrecha y te doy las mas profundas gracias por haberme permitido ayer vivir la honra de poder dirigir torpemente la palabra a unos hermanos en Cristo pertenecientes a la raza gitana y esclavos tuyos a los cuales solo pude torpemente decir: ¡Gracias! y no te pido que me concedas el Don Divino de la predicación, mas si algún día me llegara de sobras que a tí te lo debería. También aquellos hermanos gitanos cono tú ya sabes han orado por esto que te pido el día de hoy y te pediré siempre con profunda fe rogándote nuevamente y con la mayor do las humildades que arranques de mi todos los abrojos de mi corazón que pueden encerrar semilla alguna do vanidad, y toda la luz que para mi pido, proyéctala sobre mi familia, ausentes y presentes y concede también a mi hijo Eduardo la gracia del entendimiento y la claridad para que sepa el camino a elegir. Dame fuerzas Señor para que pueda perseverar hasta el fin a causa de tu dulce nombre, porque quiero ser salvo. Dale gracia a mi esposa porque mi boca habla por ella y ella quiere y necesita serenidad de espíritu para poder alcanzar la vida eterna y si alguna vez tenemos que coger la espada, que sea para defenderte y tener valor para amarte siempre mas que a nosotros mismos y entre nosotros mismos”. El día 23 de ese mes de Noviembre, papá escribía a mi hermano Eduardo, que se encontraba en la provincia de Cádiz, realizando el Servicio Militar: Voy al “Refugio” a ayudar al hermano Juan y hoy le llevaré ropa. A nuestra casa de Perales de Tajuña. Irán unos jóvenes 303 - 304 - norteamericanos a retirarse espiritualmente, de una obra muy buena, que hacen estudios del Evangelio. (Juventud con una Misión). Yo creo que voy a que voy a poder sacar adelante el Refugio, ya que aquello es espantoso y el hermano Juan me ha dicho que puedo hacer mucho. Nosotros queremos orar y dar. Esta casa ha sufrido una transformación y quiero que todas estas cosas sean para el bien tuyo y si vienes, ya sabes, a ayudarnos en estas tareas, que después, traen, la solución a nuestros problemas íntimos”. Si alguna vez has buscado la respuesta:¡Entonces encuentrala!. La vida esta en ese camino. La tragedia es que muchos nunca encuentran la mayor respuesta de la vida:¿Quién soy yo?,¿Por qué estoy aquí?,¿para ué vivo?,¿Qué es la Eternidad?. “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre, sino por mi”.La respuesta está hecha carne en una persona:¡Jesucristo! Arthur Blessitt, pastor evangelico norteamericano. 304 - 305 - EL DIABLO EN LA VENTANA Aun recuerdo el día en el cual mi madre, me dijo que iba a hacer un viaje a Cádiz, con mi hermano Florentino, para estar unos días con Eduardo. Me apetecía viajar pero en esa ocasión no pude, a causa de mis estudios. Papá y yo nos quedamos en Madrid, ellos se marcharon en nuestro automóvil. Y aunque mi padre no era una persona que le gustara la cocina, los dos solos nos arreglábamos como podíamos. Estuvimos alrededor de una semana disfrutando de nuestra soledad. No habían transcurrido cuatro jornadas, cuando papá, estando yo en mi habitación me dijo: “Hoy he sentido, la necesidad urgente de orar por tu madre y tu hermano, no sé que es lo que ocurre, pero el Espíritu me ha ordenado que ore por ellos, hay un peligro” Pensamos que podría ser un accidente pero la quietud se adueño de nuestro corazón, no teníamos que temer nada al respecto. Esa tarde, mi madre llamó a casa por teléfono, y nos tranquilizó. Sin embargo, algo nos ocultaba que sería revelado después a la vuelta del viaje. Saldríamos de dudas poco tiempo mas tarde. Eduardo relató mamá al regresar a casa definitivamente, con mi hermano ¿sabes lo que nos ha sucedido en el viaje? No, dime Pues que al llegar a Cádiz, no encontrábamos donde dormir, y tuvimos que alquilar una habitación en un hotel 305 - 306 - para poder descansar. Aproximadamente, un día después o dos de estar allí, por la noche sucedió algo tremendo. Habíamos alquilado una habitación doble, con dos camas, una para Florentino, y otra para mi. A media noche algo me despertó súbitamente: la habitación, llena de humo negro, denso, y él dormido, respiraba con mucha dificultad, yo no veía nada, estaba totalmente oscuro. Me asfixiaba. Teníamos el inicio de un incendio en la misma habitación causado por la lámpara del techo. Nacían llamas que podrían habernos matado allí mismo. Sin embargo, con mucha tranquilidad, me levanté, tapé algunas salidas con toallas húmedas, y abrí la ventana para que saliera todo el incipiente humo. Al hacerlo, allí en el marco de la ventana estaba él ¿Quién, mamá? Pregunté con interés El diablo, Satán Respondió con total tranquilidad, como si hablara de algún vecino o conocido, sin miedo ninguno. Me quedé perplejo. El demonio, hijo. Allí estaba, lo vi perfectamente, agazapado, negro u oscuro, como adoptando la postura de un animal, pero mucho mas grande, y se estaba riendo, con una risa escalofriante. Lo vi cara a cara, mientras tu hermano tosía sin cesar, aun dormido, a causa del humo que se escapaba por la ventana maléfica. Era un rostro terrible, que no puedo describir, que estaba sonriendo, y tenía forma apepinada, ovalada. En ese momento, con toda la tranquilidad que me dio el Señor, le miré fijamente y oré al Señor, recordando las palabras del Padre Nuestro, reprendiéndole con serenidad: No te tengo miedo alguno, ¡vete en el Nombre de Jesús! Y así fue, desapareció. Dejé que se fuera todo el humo, limpiando después los desperfectos, y 306 - 307 - al despertarse tu hermano nos fuimos de esa pensión. Eso es todo lo que pasó Con razón el Espíritu Santo me ordenó que orara, sabía que había un peligro del cual saldríais victoriosos Añadió mi padre al terminar el relato de lo sucedido. El problema no son las drogas, las armas, el crimen, el problema es la gente, y los problemas de la gente, necesitan la solución de Dios. Arthur Blessitt. Pastor evangelico norteamericano EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO La Biblia es muy clara, el don de lenguas está bien detallado, y pese a las críticas, al igual que el resto de los dones, no era tan solo para el Siglo I, como siempre se ha dicho, es para todas las edades y épocas. Los conservadores argumentan que ahora los dones del Espiritu no son necesarios, y francamente se equivocan, por que hoy más que nunca la iglesia tiene que estar muy despierta. Vivimos tiempos difíciles para los valores cristianos, y hay demasiado materialismo en nuestra sociedad, y en nuestras comunidades cristianas. La fe tiene que estar muy viva, cuanto mas, mejor. Hay muchos aspectos a considerar para valorizar la necesidad del Espíritu en el día de hoy, al igual que fue en los tiempos apostólicos, y el mas importante de todos es que como dice la Sagrada Escritura: “Jesucristo es el mismo ayer hoy y por los siglos”. Si ello es así, ¿quiénes somos los hombres para enclaustrar a Dios en el siglo I, e invalidarlo en la actualidad?,¿que tenía 307 - 308 - el siglo I, o la Era Apostòlica, que no tengamos hoy?, por que si Dios es el mismo, también lo es el hombre. Si el ser humano de la época imperial romana y pagana, necesitaba con toda rapidez encontrarse ante un grupo de cristianos avivados, que mediante su fe, imponían manos en los enfermos, y éstos curaban, y su predicación causaba decenas de conversos, hoy sigue siendo igual, el cristianismo oficial enfriado por siglos y fuertemente paganizado, necesita una revolución que lo renueve, y lo ponga, como decimos en España “patas arriba”, esa revuelta espiritual, que conlleva, transformaciones interiores, cambios de corazón, sanaciones psicológicas, liberación y perdón de pecados, es el Pentecostés. Hoy mas que nunca el Espíritu de Dios está moviéndose en todas las comunidades cristianas, unos llaman a eso Renovación Carismática, que por cierto, no se da solo en la Iglesia Católica con ese mismo nombre, si no así mismo en otras denominaciones tradicionales protestantes, otros neopentecostales, y los mas numerosos: pentecostales. Otras consideraciones bíblicas nos conducen a la siguiente conclusión: El Espíritu Santo es para todas las edades de la historia de las iglesias. Por tanto relegar los dones espirituales referidos en el nuevo Testamento, tan solo a la primera época del cristianismo, es de una gran torpeza y de una enorme y total opacidad mental. El Espíritu Santo está presente sustentado a la comunidad cristiana verdadera desde hace 2.000 años. Es verdad que pentecostés fué el inicio de la iglesia cristiana, pero argumentar que el poder del Espiritu Santo solo actuó entonces con los milagros, sanidades, profecías, lenguas, discernimiento de espíritus, y que 308 - 309 - ha dejado de hacerlo después es esgrimir un total y absoluto analfabetismo en el conocimiento de la historia del cristianismo. Cierto es que la cristiandad en general, y con ella todas sus grandes iglesias, se ha enfriado durante siglos, pero es también verdad, que ha habido siempre pequeñas comunidades, con los dones muy despiertos, que han sido perseguidas en muchas ocasiones a sangre y fuego por esa misma cristiandad oficial y oficialista. Resulta que en los últimos tiempos, estamos asistiendo a un gran avance del Pentecostés, realmente impresionante, en el seno de todas las denominaciones, y en ocasiones, fuera de ellas, ello es innegable. Somos cada vez más los cristianos que hemos recibido el Bautismo del Espíritu Santo, por que San Juan dijo muy claramente: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento, pero detrás de mi viene otro, al cual no soy digno de desatar la correa del calzado, el cual os bautizará con Espíritu y Fuego”. No busquemos enredarnos en el significado de este versículo, su enseñanza es tan simple como clara: Hay Bautismo en el Espíritu Santo, y quien lo da es el Señor. ¡Punto!. Desde ese maravilloso 11 de Noviembre, comenzamos a buscar el deseado don de Dios. Así lo entendí yo, era como un maravilloso regalo, y yo lo quería, aun mejor. ¿Qué había que hacer? orar un día y otro, desear y amar a Dios. Mi insistencia era total, absoluta, continua. Se me había dicho que Cristo, quería toda mi vida, y desde luego que se la di. Abrí las puertas de mi corazón y de mi mente al Señor. Yo seguí con mis estudios, y mi vida normal, pero en mi había una fontana de agua 309 - 310 - reluciente que comenzaba a brotar con fuerza. En Madrid, en el mes de Enero, hace frío. Poco antes, habíamos conocido a la familia del cantante Antonio Molina, por que vivían muy cerca de nuestra casa. Allí se organizaban reuniones, en el comedor de su vivienda, casi todas las tardes. El día 9, vinieron a casa, Nelson Robles Cardona, Cristina una hermana argentina, y no sé si alguien mas. Nos fuimos a la casa de los Molina, acompañándonos papá. Prometía ser una reunión de amigos, como otra cualquiera, por que nuestro amigo puertorriqueño Nelson, estudiante de medicina, era un gran admirador de Antonio Molina, pero: El hombre propone y Dios dispone, dice un refrán clásico español. Antes de marcharnos, una vez que hubimos terminado, decidimos quedarnos unos minutos para hacer una oración rutinaria, mas de compromiso que de deseo, en una pequeña habitación situada a la derecha de la puerta de entrada. Allí nos sentamos como pudimos, y todos comenzamos a orar. Lo que iba a ser algo sencillo se iba a convertir en una lluvia de bendiciones. Al comienzo, de la reunión, todo el grupo oró por mí, para que yo recibiera lo que estaba buscando, el bautismo en el Espíritu, pero nada sucedía. Las oraciones comenzaron a sustituirse unas a otras. Oró, Cristina, oró mi padre, y oró Nelson. En ese preciso momento, el futuro médico, con mucha solemnidad, añadía: ¡Siento que debemos orar por Don Eduardo! Todos, en ese instante, con la colaboración de Angela Molina, esposa del cantante, se levantaron e impusieron sus manos, sobre él. Yo, curioseando demasiado, abrí un ojo, 310 - 311 - mientras mantenía el otro cerrado, oraba pero no oraba, miraba pero no miraba. A la espera de los acontecimientos, clavé mi único ojo abierto sobre la figura de mi padre. Papá, apoyó su cabeza, sobre sus manos cerradas, acodado en la mesa que tenía delante. Vi como, invocaba, normalidad absoluta, pero con un enorme deseo y grandes dosis de humildad. Poco, a poco, comenzamos a sentir cómo bajaba la santidad de Dios, a aquel lugar, sencillo y humilde. Había algo especial que llenó el ambiente. Los brazos de mi padre, comenzaron a levantarse, mientras, su oración empezaba a transformarse, grandes gotas de sudor corrían por su cuerpo, allí no hacía ningún calor, su oración se hacía cada vez mas intensa, fuerte, poderosa, y sentida: ¡Señor!, ¿Por qué a mi?, ¡a mi no me lo des Señor, primero dáselo a mi hijo Juan José que te lo está pidiendo ahora!. ¿Por qué me lo das a mi, Señor que no soy digno de ello, Señor?, ¡yo no me lo merezco Señor! En ese mismo instante, ¡un torrente de palabras en un idioma desconocido, comenzó a brotar de su garganta, con una fuerza enorme!, mezclándose con nuestro idioma, hasta arrollarlo por completo. Papá quería seguir orando en castellano, pero la plenitud era tanta, que su cuerpo temblaba con fuerza, pero con total seguridad. Los hermanos seguían orando, retirándose respetuosamente, para dejar que él continuara recibiendo la bendición del Señor. Yo ya tenía los dos ojos abiertos, pero como si fueran platos, estaba atónito. Me olvidé de la oración y me quedé completamente perplejo, por que estaba contemplando un verdadero y autentico bautismo en el Espíritu Santo, incluso los allí reunidos, se impresionaron. 311 - 312 - Levantó sus manos, y en pocos minutos era ya un torrente de lenguas que él no podía detener, y además no quería. Glorificaba a Dios una y otra vez, en nuestro idioma, y eso le motivaba, para continuar en lenguas desconocidas. Todos los asistentes, sentimos un temor amoroso y reverente, permanecíamos en oración silenciosa, mientras mi padre seguía y seguía. Me sentí enormemente defraudado, por que lo busqué y lo pedí muchas veces, en la iglesia y en las reuniones que hacíamos en casa. Desconozco cuanto tiempo estuvimos allí, pero esa reunión de oración superó mas de dos horas, la mayor parte protagonizada por papá. ¿Quieres que oremos por ti, Juan José, para que recibas el bautismo del Espíritu Santo? Me preguntó Nelson. ¡Claro que sí!, pero yo no he recibido nada, supongo será que tengo algún pecado que desconozco ahora, pero quiero pedirle perdón al Señor por si acaso hay alguno Respondí Todos volvieron a hacer un círculo a mí alrededor, y al igual que a mi padre, me impusieron las manos. Cristina me dijo que mi espontáneo arrepentimiento era muy buena decisión. ¡Señor!, oré con toda mi fuerza e intensidad¡Te pido que me bautices en el Espíritu Santo, como a mi padre! Abrí los ojos, unas décimas de segundo, para observarlo y vi que el quería orar por mi en nuestra lengua, pero que no podía, por que cuanto mas oraba en castellano, mas palabras desconocidas surgían de su boca. ¡Señor!, si tengo algún pecado perdóname. ¡Perdóname incluso de los que no me acuerdo!continué pero, nada, no sucedió nada en mi. La decepción aumentaba aun más. Sin embargo, cuando finalizó la 312 - 313 - oración colectiva por mi, todos se sentaron. Mi padre comenzaba ya a orar más lentamente, pero seguía sumido en la maravilla de la Presencia de Dios. En ese momento, Cristina, se volvió a levantar, para colocar su mano sobre mi boca, dándome una profecía, que años mas tarde se cumpliría: ¡Por esta boca saldrá el Evangelio! Así de sencilla y simple, pero grande y gloriosa, fue la humilde reunión de oración. Papá, sentado y sumamente relajado nos relató lo que sintió y vió: Al comenzar a orar, vi que el cielo se abría, y de él descendía a una enorme velocidad, como una especie de bola de fuego, maravilloso, y que venía hacía mi, directamente, alcanzándome por completo. En ese instante, sentí todo mi cuerpo llenarse de la Presencia del Espíritu Santo, con una fuerza tal que yo no podía ni quería controlar. Todo mi cuerpo y mi alma se llenaron de un fuego amoroso, y de pronto mi lengua comenzó a decir palabras desconocidas que yo sabía en todo momento, que eran alabanzas al Señor. He sentido la Presencia de Dios, de una manera total y absoluta Esa misma experiencia la volvería a vivir dos años después, pero, no ya para él sino para un colectivo cristiano de cincuenta jóvenes o más. Al regresar a casa, aproximadamente a las ocho y media de la tarde, una hora que en Madrid es de noche, el rostro de mi padre irradiaba algo especial. Tenía toda la camisa empapada en sudor, y a pesar de que la distancia entre la casa de los Molina y la nuestra, no era mucha, el seguía y seguía, hablándome de lo que había recibido. Rápidamente, en nuestro domicilio, nos reunió a todos los que allí estábamos de la familia, al finalizar el 313 - 314 - relato, sumido en la emoción, comenzó a llorar, abrazándose a mi madre y queriendolo hacer así mismo con mi hermano Florentino, quien muy temeroso, lo rehusó diciéndole: No, papá, por favor no me abraces,¡por que creo que estoy ante un santo o algo parecido! Como todos los días, al siguiente, mi padre se incorporó a su oficina de trabajo, normalmente, como había hecho a lo largo de tantos años, de forma puntual. Durante cuarenta años, nunca había ido tarde, ni tan solo se retrasaba unos minutos, únicamente una vez, de forma voluntaria se presentó media hora después, a las ocho y media de la mañana, por puro gusto. Ese día a las ocho en punto, ya estaba sentado en su mesa de oficina, ante su máquina de escribir, y con todos los documentos por hacer, como siempre, como todos los dias meses y años, pero algo había cambiado su vida, y no podía paralizarlo, ni siquiera trabajando. Desarrollaba su actividad normal de oficinista, hablando con sus compañeros de temas livianos propios del trabajo, pero no podía evitar que le preguntaran costantemente: ¡Eduardo!. ¿Qué te ha pasado?, ¡te vemos distinto! ¡Pero si sigo siendo el mismo! Contestaba. El sabía que no era así, por que por dentro seguía ardiendo en el Señor, y deseaba subirse encima de la mesa, y anunciar a los cuatro vientos lo que Dios estaba haciendo en su vida. Mi padre, siempre ha necesitado ir al servicio varias veces por la mañana, unas por simple escusa, para descansar del esclavizante trabajo documental, otras por pura necesidad, pero en esta ocasión acudía cada dos por tres, motivado por algo mucho mas serio e 314 - 315 - importante: necesitaba orar, cuanto mas mejor, y dejar que el Espíritu se manifestara en el, a través de las lenguas que le concedía para orar y alabar al Señor. Prefería que no le escucharan por que el ambiente era sumamente contrario. Así estuvo más de una semana, orando y glorificando a Dios, no solo de manera constante en su oficina, sino en casa, y en ocasiones por la calle, en el autobús, o en el metro. Cada vez se sentía mejor. En una ocasión, recibimos una llamada de mi tío José, hermano de mi padre, para preguntarle a mi madre qué era lo que le pasaba a su único hermano. Pepe, aunque trabajaba en la misma empresa que papá, mantenía una relación fraternal muy escasa con mi padre. Lola, soy tu cuñado Pepe, te llamo por que estoy preocupado por tu marido, Eduardo, algo le pasa muy raro Dime, ¿a que te refieres? Sucede que cuando voy al servicio, me lo suelo encontrar, allí, sin saberlo él, diciendo unas palabras muy raras que yo no entiendo, y rezando No te preocupes, Pepe, que no le sucede nada en especial, tranquilo, es cosa de Dios le tranquilizó mi madre. Bueno, si es así, de acuerdo, es que os veo que estais todos muy raros desde lo de la Plaza Mayor. Esto nunca lo he visto ni oído José, no te preocupes, lo único que tienes que hacer, por tu parte, es buscar al Señor, donde quieras que estés, y leer la Biblia. Allí te va a dar muchas respuestas que ahora no entiendes y que no tienes Aconsejaba mi madre. Papá, quiso compartir, días después la noticia con su hijo ausente, Eduardo, que a la sazón estaba en la ciudad de Cádiz: 315 - 316 - Madrid 18 de Enero de 1973 “Mi querido hijo: Estoy lleno de orgullo y de bendición del Señor, y de regocijo espiritual. Esto es una bendición del Señor, tan inmensa, que si me costara la vida, sería con placer, y no sientas estremecimiento ante, lo que te digo pues es una vida llena de esplendor. Voy a explicarte el proceso. El día 9 me encontraba don dolores en los riñones y en la cama, por la tarde, pero mamá, muy desabridamente, y ¡bendita sea!, me dijo que me levantara y oré para no disgustarme de palabra. Me levanté, y ella se fué a la iglesia de Calatrava. Yo me quedé, pero Nelson me dijo que me fuera con ellos a casa de Antonio Molina. Así que una por que sacó y otro porque me pidió que le acompañara fui a casa de Antonio Molina, con Juan José y allí estabamos solo la hija de Contreras, la de Don Alberto Araujo, un hijo de Antonio Molina, su esposa (la de Antonio Molina), Juan José, Nelson y yo, así que fué bien poco numerosa la congregación. Se oró, cantó y al final, Nelson pidió para Juan José que solicitáramos el Espíritu Santo, y antes, departimos un poco , y yo me atreví a decir que llevaba unos días pidiendo al Señor, pero que era la primera vez que lo decía y confesaba, ante el asombro de Juan José y del propio Nelson, y hubo un momento en que la hija de Contreras dudó y entonces yo le dije que no pidiera nada, por mí, que lo hiciera por mi hijo Juan José, tan bueno y tan generoso pero ella, inspirada, y Nelson, hicieron la imposición de manos sobre mi y desde aquel mismo instante empecé a sentir una sensación inenarrable de gozo y de placer, seguida de un copioso llanto de gracias al Señor, con temblor de piernas y cánticos entrecortados en lengua extraña, monosilábica y me vino con solo diez 316 - 317 - minutos de oración. Todos lloraban de emoción diciendo: “¡mlagro, milagro!”. Juan José estaba exaltado dando gracias al Señor, y yo estoy lleno de firmeza ante la responsabilidad que esto significa pues el Señor me ha confirmado como Jefe espiritual de la familia, aparte de ser el material, ante los hombres y el Señor. Voy a dedicar oraciones especiales a ti pues necesito orar continuamente y leer la Biblia, lo mas incansablemente posible.. Hoy estoy en ayuno, ¡Gloria al Señor! y no he sentido ni el mas insignificante deseo de beber ni siquiera agua. Es el auténtico estado de entrega espiritual al Señor. Yo te, pido que cualquier problema que tengas me lo expongas ya sin rodeo alguno, pues puedo a Dios gracias, ser tu confesor, padre y amigo, y procura por todos los medios ser lo mas sumamente perfecto que puedas, ya que el Señor te vigila y los pasos que des que puedan ser malos, aunque sé que no lo harás, el Espíritu Santo sufrirá un dolor grande, muy intenso. Yo te pido que busques tu porvenir con anhelo, mas si tienes angustia, ora, descansa entrégate a la tranquilidad y al Señor y verás como todo te sale bien, y yo te ayudaré hasta los límites mas grandes. No sientas agobio te lo pido de rodillas para que no sufra el Señor. Eduardito, acabo de sentir un gozo impresionante ahora mismo al escribirte, porque acabo de recibir una carta del Cardenal Arzobispo de Madrid, en la que me dice que pasa mi petición en favor de los pobres del Albergue de San Martín de Porres, en la que me llama: “Amadísimo en Cristo” y me dice que se interesa por ellos y pasa instrucciones a los organismos diocesanos. ¡Dios mio!, que placer. Si el Cardenal se interesa, se salvan de esa 317 - 318 - miseria. Dale gracias a Dios, Eduardo. Me dice el Cardenal, finalmante: “Dios le pagará con creces cuanto haga con ese fin tan humano y tan cristiano”. Tu primo ha salido ya para Cádiz y é1 te verá. Estuvo en casa muy afectuoso y le dijimos que comiera con nosotros, pero no lo hizo por querer estar en su casa por ser el último día. Eduardo, pide a Dios por mi para que, en esta entrega vio confíe una misión que sea lo mas útil posible a la Humanidad porque ahora viene el destino y la misión que él quiera enviarme, pues estoy entregado a El, y ahora voy a dejarte pues estoy percibiendo necesidad de recibir comunicación del Señor. Te abraza tu padre, y bendice constantemente, Eduardo En un principio me sentí bastante decepcionado, llegando a pensar que lo mío no tenía solución, por que yo no había sido bautizado en el Espíritu Santo, pero la constancia, y el ánimo que recibía al leer la Biblia, y compartir con todos los demás, me devolvió el deseo de continuar. Tres libros, marcaron nuestra vida, en primer lugar, la Biblia, por supuesto, pero después, para mi vida personal: “La Cruz y el Puñal” de Wilkerson, y en el caso de mi padre: “Pentecostales Católicos”, editado por una editorial evangélica que ya ha norteamericana: Logos, desaparecido, y que narra los orígenes del mover del Espíritu en la comunidad católica estadounidense, motivada precisamente por la lectura, y el estudio de la Biblia y del libro de Wilkerson, como reconocen sus autores Kevin y Dorothy Ranagan, y con una doctrina exclusivamente evangélica, sin mas 318 - 319 - añadiduras. Curiosamente, ese libro desapareció por completo, no solo de mi casa, sino del resto del país. Era imposible encontrarlo en ninguna librería evangélica y mucho menos, católica. Casualmente, volverá a aparecer de forma milagrosa al final de la vida de mi padre. He de decir claramente, que papá se integró plenamente en la teología evangélica, a todos los efectos, pero mantuvo siempre, un espiritu cristiano totalmente abierto y plenamente ecuménico, para con otros cristianos sinceros de otras confesiones, y siempre defendió que Dios se está moviendo con poder en sectores. Me enseñó que si otros cristianos comparten lo básico de la fe cristiana es decir........... Dios es un y Trino, Creador de todo el universo.Cristo es Dios, Redentor del mundo, vino a salvarnos.Una Biblia, la palabra de Dios.Un cielo para los que se salvan. Un infierno para los que se condenan por negar al Evangelio.Un alma creada por Dios que está en cada uno de nosotros. Una Fe, que nos justifica. Un Satán enemigo de Dios y de los hombres destinado a ser condenado por la eternidad, contra el cual tenemos que luchar, ya que la victoria sobre él, se obtuvo con la muerte y Resurrección de Cristo. ........Entonces son también nuestros hermanos, si creen esto de corazón y tienen frutos en su vida, y por tanto El Señor puede y quiere derramar en ellos, su Espíritu Santo. Papá creía en un ecumenismo de hermano a hermano, de persona a persona, pero nunca compartió para nada el ecumenismo oficial de las altas jerarquías religiosas, no estaba en 319 - 320 - absoluto de acuerdo con esa postura post moderna, y postbíblica. Para él era puro oportunismo político. Yo no desistía en la búsqueda del Señor. Tenía una enorme y creciente sed, leyendo con avidez todo cuanto caía en mis manos de literatura evangélica. Mis padres hacían lo mismo. Sería por el mes de Marzo, cuando un misionero cubano evangélico, me invitó a unas reuniones, que se hacían en su casachabola. Yo ya me estaba acostumbrando a la forma de vida de los gitanos, a su espontaneidad, a su demostración de fe viva. Esa casita chabola, fue para mí un faro en mi vida, por que de nuevo mi vida iba a dar otro cambio en el Señor, y las enseñanzas de la Biblia que allí recibí han marcado para siempre mi devenir espiritual. Siempre he dicho que yo he tenido dos pastores, por un lado, Alberto Araujo Fernandez, de la Iglesia Evangelica de Calatrava, un gran intelectual, y experto en la Biblia, y Angel Borja, pastor gitano, de la iglesia Evangelica de Filadelfia de España. Las enseñanzas de ambos, se complementaron en mí, dando forma a mi educación espiritual, y asentando las bases de mi ministerio posterior. Ramón, era un misionero cubano que durante unos días, estaba acogido en los bajos de la Iglesia Evangélica de Calatrava. Personaje curioso e interesante, bajo de estatura y grueso, calvo, de rostro apepinado, y orejas diminutas, contrastaba con su forma peculiar de predicar, chillona, y radical. Era un hombre rudo y tosco, de escasos estudios. Furibundo anticomunista que predicaba el evangelio golpeando la tarima donde apoyaba su Biblia, y gesticulando de forma total, de modo que sus movimientos lo llenaban todo. Había estado en la cárcel de Fidel Castro por 320 - 321 - motivos políticos siendo allí donde se convirtió. Tenía la costumbre de inventarse apodos para nombrar a quienes conocía. No sé por que motivos a mi me llamaba: “Manitas de plata” de una manera familiar y coloquial, quizá sería porque un día, presionado por su enorme insistencia, y para que me dejara en paz, accedí a romper con un pequeño martillo un objeto que a él no le gustaba. A mi me resultaba muy sorprendente su forma de ser, pero me caía simpático, por que en el fondo era un buen hombre, de corazón noble que daba todo lo que tenía, que por cierto era bastante poco. ¿Qué hacía en la católica España?, según el: misionar. De hecho, de vez en cuando, al reunir algo de dinero y ropa, que los hermanos le dispensaban, no dudaba en salir de viaje, en las peores circunstancias, durmiendo incluso en la misma calle, o en pensiones de mala muerte o de ínfima calidad, en las que se enfrentaba a sus peores enemigos: el diablo y el comunismo. A mi hermano Eduardo no le gustaba acompañarlo a los comercios de la calle, pues en una época en la que nuestro barrio, estudiantil y obrero, ardía en manifestaciones pidiendo el retorno de la Democracia, con las fuertes represiones policiales y los conflictos políticos, que de pronto apareciera un humilde predicador cubano enarbolando su particular protesta contra todo lo que le parecía comunista o rojo, era bastante comprometedor. Gracias a Ramón fuimos un día a la casita sencilla y humilde de una familia numerosa de etnia gitana. Era una chabola levantada de cualquier forma, pero consistentemente. Situada cerca de la Avenida del General Ricardos, personaje del que nunca he conocido su verdadera historia, la calle, o mas bien calleja de 321 - 322 - Comandante Cirujeda, se adentraba serpenteando, entre casitas humildes, y sencillas. El número 10, era la de Angel. Toda la vivienda era diminuta, con un reducido patio a la entrada de forma irregular, donde los miños gitanitos jugaban y guardaban sus trastos. Allí, Angel, el paterfamilias, tenía un espejito pequeño, roto, que colgaba ladeado de un clavo. Debajo del mismo, una palangana de plástico para el agua de todos los afeitados mañaneros. Al entrar, se accedía a una habitación transformada en lugar de reuniones, en iglesia evangélica. Unas sillas de diversa calidad y de distinto material, sustituían a los bancos de iglesias oficiales. En frente, en la pared, un rudimentario versículo de la Biblia, acompañado por una tosca cruz hecha de dos maderas clavadas. Los cables de luz, campeaban de un lado a otro, como si fueran las combas que las niñas utilizan para saltar en la calle. Bombillas de poca potencia lumínica, se convertían en improvisados matamoscas, se movían mecidas por el aire corriente que entraba por la puerta, o lo que decía llamarse así, por que si la había, no se cerraba, simplemente por que no encajaban en su marco. La única cerradura que tenía, consistía en una cuerda. La primera vez que fui, con mis padres y el cubano, fue suficiente, para comenzar una larga amistad, que ha durado hasta el día de hoy. Todo el local, estaba lleno de gente, orando, unos de rodillas, otros, sentados. Las mujeres gitanas, ataviadas con su peculiar forma de vestir, recogidas en un rincón sostenían a sus pequeños en los brazos, y mientras le daban el pecho para alimentarlos, oraban sin cesar. Si hubo hasta el momento un lugar donde yo me encontrara tranquilo y acogido, fue allí. 322 - 323 - Conocí allí al pastor, gitano de sangre íntegra, de raza pura, me cautivó su carácter abierto, agradable y acogedor. Alto y recio, con voz grave, comenzó a impartir en mi vida una secular forma de ver el Evangelio. Ramón, nada mas entrar, empezó a orar con sus gestos con uno de sus gestos característicos: Acostumbraba a acariciarse una y otra vez la cabeza, sacandole brillo, mientras repetía sin cesar: “¡Gracias Señor!”, moviéndose de un lado para otro. Yo me senté donde pude, creo recordar que fue en el suelo. Han pasado los años, y aun sigo haciéndolo. Había llegado el momento para mí, y no lo esperaba. Allí, en un rincón, oré al Señor: “Señor, junto a esta gente sencilla, aquí estoy”. Abrí los ojos, y Angel venía hacia mí, orando, en comunión. Papá le acompañaba. Los dos me impusieron las manos en la cabeza. Cerrando los ojos me abandoné en las del Señor. Las humanas, las de Angel y Eduardo eran grandes en tamaño, pero aun mas en amor y suavidad. Las lenguas comenzaron a brotar con enorme fuerza en la garganta del pastor gitano y en las de mi progenitor. Allí se sintió algo especial, por que todos los hermanos, apoyaron la oración. El cálido ambiente espiritual, aquietaba los ánimos. No se chillaba, no se gritaba, solo se oraba y alababa a Dios. Abrí mis manos al Señor, y Dios me visitó, sentía un fuego enorme interior que yo sabía que no procedía de origen humano alguno ni físico, era interno, maravilloso, nada tenía que ver con el calor que podría surgir de los dos pares de manos que había sobre mi, por que la imposición solo duró unos segundos. No fueron necesarios mas, solo unos segundos como para que el Espíritu Santo me llenara aquella tarde. Llegó mi 323 - 324 - hora, aunque fue mucho menos espectacular que la de mi padre, pero a mi me daba igual. Dios hizo lo que hizo y como quiso hacerlo. Mi alma se llenaba de una Santa Presencia, saturada de Amor, es algo que no se puede explicar con palabras humanas. Está en la Biblia, es lo que se llama la presencia del Espíritu Santo, que se manifiesta de muchas maneras, y de forma diferente en cada creyente que lo pida y lo busque. Hay quienes solo han recibido unas suaves y leves palabras bien articuladas, en sus bocas, para el Señor, otros, una experiencia mas apoteósica, otros mas, no han visto sus almas llenarse de un fuego interno pero real, sino tan solo una enorme paz y quietud sobrenatural, dejando fluir en sus bocas maravillosas canciones de alabanza al Señor soltando libremente su lengua en la articulación de sonidos claros suaves, y santos. Pero básicamente la experiencia es la misma, es la presencia del Espíritu en nuestras vidas. Dos meses después, coincidiendo, en Madrid, con la campaña que realizó el jordano Bahjat Batarseh, de la que sin duda hablaré un poco más tarde, fuimos a una iglesia que había en la calle Pelícano. Solíamos nombrar a las iglesias no por su nombre bíblico, si no por el de la calle donde se situaban, por tanto esta era la de Pelícano, al igual que la de Calatrava, por situarse en esa vía urbana. El jordano, que había sido invitado a predicar, lo hizo con gran vehemencia esa mañana. Al final, hizo un llamamiento para aquellas personas que deseaban recibir la ayuda de Dios. Mi madre, estaba entre las que salieron, por que un día, antes, tuvimos en casa un problema familiar y se encontraba muy triste. Fue lo que Dios utilizó para motivarla en su petición de oración, por que al salir, Bahjat oró por ella. 324 - 325 - Precisamente estaba yo en ese momento detrás de mi madre, cuando vi como el Señor le dio a ella el bautismo en lenguas. Papá, siempre al lado de su esposa, ayudaba en la oración. Poco después algunas personas se bautizaron en las aguas. Ella también. Motivado por la alegría, mi padre, ya en casa, envió una carta a Eduardo, con fecha del 30 de Marzo, dos días después: Madrid, 30 de Marzo de 1973 Queridísimo Eduardo: ¡Gloria al Señor!, ¡Bendito y alabado sea su Santo nombre!, ¡mama ha recibido el glorioso bautismo del Espíritu Santo con hablar en lenguas en una impresionante sesión de oración. Yo vi cómo brotó, cómo rompió a orar en lenguas cuando le impuse las manos, pero ya estaban brotando, pues oraba el jordano. Fueron bautizados cuatro o cinco personas. Batarseh ha estado en Barcelona, y en Santiago de Compostela donde se han bautizado varias personas...............El jordano, y Cristino están ahora hablando entre ellos, y mamá me ha llamado a la oficina para que ore por ellos en este momento, pues seguramente Batarseh está orando por Cristino. ¡Aleluya!. Te escribiré más. ¡Gloria al Señor!, tu padre Eduardo.” Dios fuerte, Señor celoso y terrible/ tu estás por encima de poemas y canticos/tus obras son excelsas/ y cuando redimes tu liberación es luminosa/los que claman invcando tu nombre/ se dirigen al que responde en la aflicción/ tu obras pequeños y grandiosos prodigios/insignificantes y notables maravillas/ mas el favor que me otorgasgte Señor va mas allá de cuantas gracias conozco, si me dicen en el dia de la angustia:”¡Escondete hasta que pase la tormenta”, replico: “El es mi Roca para la aflicción”.Si me preguntan: “¿No tienes miedo?”, respondo con asombro: “El Señor está conmigo. ¿Cómo voy a temer?”. Semuel Ibn Nagrela HaNegid. Poeta judiohispano. Siglo X., d.C. 325 - 326 - FIRMES Y ADELANTES HUESTES DE LA FE Domingo, 17 de noviembre de 1972. Iglesia Evangélica de Calatrava, 11 de la mañana, culto principal. Alberto Araujo, iniciaba la reunión, ataviado con su toga oficial como pastor titular de la congregación. Todos los asistentes de pie, en señal de respeto ante la lectura de los diferentes capítulos de la Biblia. El ambiente sereno, firme, y respetuoso, de aquella asamblea cristiana en torno al mensaje divino, que transmitiría el pastor recogía la serenidad y sencillez de quienes se reunían allí. Mi padre, esa misma mañana, había salido de casa a las ocho de la mañana con la Biblia que entonces teníamos, y que aun conservamos, versión Nácar Colunga, de tipo familiar, siendo por tanto el ejemplar de la misma, bastante notorio como para llevar de aquí para allá. Era pues, un libro muy voluminoso, con una bella edición facsímil, el menos aconsejable como para usar a diario. Quería demostrar que había conocido al Señor, y hacerlo notar de una manera práctica, pero no sabía que el Señor le iba a enseñar algo importante, y que en muchas ocasiones, a lo largo de su vida, recordaría como ejemplo. Con ese ejemplar, se dirigió, a la Iglesia de los Areneros, un templo católico, cercano a casa, bellísimo por su estructura. El, que en raras ocasiones acudía a Misa, ahora motivado por no sabía qué, lo haría antes de ir a Calatrava. Decidido entró al Servicio Católico.. A esa hora de la mañana, solo estaban un reducido grupo de mujeres mayores muy religiosas y el sacerdote oficiante del acto litúrgico. No había nadie mas, excepto mi padre con su 326 - 327 - Biblia. El silencio era total, casi sepulcral, roto tan solo por los rezos de esas señoras y las palabras del cura. Todas escuchaban con mucha atención. Papá, se sentó en el primer asiento, casi al pie del Altar. Los asientos, de estas iglesias son de madera, todos ellos muy largos, para dar cobijo a varias personas, y delante tienen un reclinatorio con un estante un poquito inclinado y con un borde de madera, para apoyar y colocar los libros de oración. No encontró lugar mas apropiado para colocar su enorme Biblia. El problema que tenía es que el Libro se deslizaba lentamente. Bostezando para dejar el sueño de la noche, escuchaba con respeto la predicación sacerdotal. Ni siquiera se oía el vuelo de una mosca, nada. En un instante, mientras miraba a la boca del sacerdote, la Biblia se deslizó, dando, al caer un enorme golpe en el suelo. El mensaje se interrumpió, pues el sonido hizo eco dentro de la iglesia. Las miradas femeninas, se clavaron en mi padre, quien enrojecido por la vergüenza, hizo un pequeño gesto de petición de disculpas, mientras intentaba recoger a la Biblia, caída torpemente al suelo y abierta de par en par....El religioso, reanudó, tras unos segundos, su mensaje, y las escasas mujeres allí reunidas volvieron a mirar hacia el predicador. Como mi padre no conseguía retirar el ejemplar del suelo, para no hacer mas ruidos innecesarios, decidió agacharse de una vez por todas, con tan mala fortuna, que al hacerlo empujó el banco de madera, delantero, arrastrándolo un metro, causando un gran chirrido. Al levantarse, con la Biblia, e intentar colocar el banco en su sitio, éste se cayó, el ruido fue tremendo. Fue tan aparatoso que el sacerdote, volvió a interrumpir el sermón furioso, y si hubiera 327 - 328 - podido se habría comido a papá, aunque ya lo estaba haciendo con la vista, ordenando un: “Schhhh, ¡Silencio!”. Las beatas, se unieron a la orden ministerial, con más “¡Silencio!”, que estamos en la “casa de Dios”. Un coro de comentarios surgía de entre los bancos: ¿Quién es ese?Preguntó una escuálida mujer No sé, un señor muy raro, que ha traído un libro muy gordoRespondía otra, vestida de negro y con un rosario en las manos. ¿Un libro grande?. ¿Para qué?preguntaba la primera. Hija yo que sé, será un inspector de HaciendaAñadía una tercera, de rostro redondo, que portaba un misal. ¿De “Paciencia”? ¿Qué es eso de inspector de paciencia?Una pequeña anciana, algo sorda, y de cuerpo afilado. ¡Paciencia debemos tener todas Doña Gertrudis!,¡santa paciencia!. ¿Pero ese señor alto, de cabeza gorda y gafas, quien es?. Apostillaba una cuarta mujer con deseos de hablar, aunque no supiera que iba la conversación. ¡Un inspector!Asustada, la primera. ¡Jesús y María!., ¡Un inspector de policía! Mas asustada, la segunda, santiguandose a toda velocidad. La policía ¿qué hace por aquí la policía? La del misal. ¿La polilla?, no, no hay polilla en los bancosLa sorda. Gertrudis, ¡cállate ya que estas un poco sorda! La del Rosario. Era tanta la algarabía de chismes que el párroco, dando unos golpecitos en el micrófono rogó la vuelta a la normalidad, mientras mi padre, que si antes estaba colorado, ahora se sentía con deseos de estallar de vergüenza, gritando en su interior: 328 - 329 - ¡“Tierra, trágame”!. Esta vez no colocó la Biblia delante, sino junto a el. La marea de susurros críticos era tan grande, que estuvo varios segundos, pidiendo disculpas públicamente. El sacerdote, esperando que no hubiera ya más interrupciones por parte de un asistente desconocido por completo, y dándose cuenta que el estropicio causado era por una Biblia dijo: ¡Os animo, hermanos, a que leáis toda la Biblia, es la Palabra de Dios, y ella nos va a ayudar en nuestra vida cristiana! Papá se dirigió, después, rápidamente, a la iglesia pastoreada por Alberto Araujo, con el ánimo por el suelo, consciente que Dios le había enseñado con cierta dureza, que su obligación, como la de todos los cristianos, era y es leer la Biblia, y dejarse orientar por ella, y no enseñarla como un trofeo. La solemnidad del culto de la iglesia de Calatrava, acompañaba al ministerio de la Palabra de Dios. Alberto Araujo, con su toga pastoral, impartía magistralmente la predicación. Esa misma mañana, estando toda la iglesia al completo de creyentes, el pastor quería iniciar el Servicio cristiano evangélico, con algunos himnos elegidos en el himnario oficial. Se tenía la costumbre de tener ya los himnos elegidos de ante mano, pero aquello iba a ser algo diferente, ya que Dios, estaba enseñando a mi padre, aun no había terminado ese día con él. Papá estaba, en esos momentos algo confuso, y quería aclarar su situación respecto a las iglesias. Sentado en un banco de la calle, oró al Señor, con la mano en esa misma Biblia: Ilumíname, y dime si cometo un error, al asistir a actos religiosos de distintas confesiones cristianas. Te pido Señor que me 329 - 330 - muestres tu presencia, ¡respóndeme a esta oración, Señor!, ¡Dame una señal! Al finalizar, reanudó su marcha hasta llegar a la iglesia evangélica. El culto estaba ya iniciándose. Papá se hizo con un himnario, sentándose como otro creyente más, y allí, su cuerpo comenzó a temblar, su corazón palpitaba con fuerza, y la emoción embargaba su alma, por que al abrir de forma casual el himnario, señaló un himno: “¡Firmes y adelantes, huestes de la fe!” Mientras algo le decía: ¡Este es el elegido!” Alberto, desde el púlpito dijo: Queridos hermanos, hoy vamos a cantar un himno que es para mi muy especial, permitidme que haya decidido cambiar a última hora los himnos elegidos, pero hoy siento que debemos entonar, en alabanza al Señor, uno bellísimo, dejadme unos segundos para buscarlo, por que es.... El pastor abriendo el libro, lo buscó una y otra vez, pero mi padre, lloraba por que Algo o Alguien, ya le había llevado el dedo a señalar, con anticipación, cual iba a ser el elegido. ¡Señor!, es este. ¡Es este!. ¡Gracias Señor por darme la respuesta a mi oración anterior! Alberto, lo encontró y dijo: Hermanos, el Himno elegido especialmente es: “Firmes y adelantes, huestes de la fe” Eduardo lloraba en silencio, por que el Señor le había indicado con claridad donde debía de estar en realidad. Así lo expresaría, en una oración escrita por él, ese mismo dia 17 de Diciembre: ¡Oh Dios mío! Te doy las mas profundas gracias por haberme escuchado en mis oraciones humildes, dirigidas a Ti, para que iluminaras mi espíritu, quebrantado por la duda de mi actuación mas firme en Ti, pues te llevo en mi corazón y por eso pido el Don 330 - 331 - de tu Divina Palabra, que me has concedido con todo tu esplendor y gracia! ¡Oh, Señor mío Jesucristo, y Dios, cuando yo te dije: Ilumíname y dime si hago mal al asistir a actos religiosos de distintas confesiones a la fe católica, tú me contestaste! “Habiéndonos reunido para orar y adorar, somos los mejores representantes de Cristo donde quiera que vayamos” “Cuando nos reunimos en la iglesia, que adora a Dios, le damos las gracias, confesamos nuestros pecados, recibimos, su perdón, oímos la proclamación de la Palabra de Dios, y nos consagramos a la obra de su Reino” ¡Oh, Señor!. Nuevamente gracias por haberme permitido vivir el momento feliz de haber hablado contigo recientemente pidiéndote tu presencia y habérmela concedido, al permitirme señalar un maravilloso himno, que se iba a interpretar de forma especial, entre la multitud de ellos, y que se cantó con verdadera unción por todos los presentes, elegido después de haberme dicho Tu, cual iba a ser y que se titula: “Estad firmes en Cristo”. ¡Oh Señor, dame fuerzas para perseverar en la fe, y permíteme acercarme al Reino de los cielos para poder entrar en él, el día que tú llames a tu lado, así como a todos los míos, ausentes y presentes”. La decisión paternal, no evadió nunca la creencia firme y segura de que en todas las iglesias cristianas hay siempre un pueblo de Dios en constante renovación. El siempre defendió, que pese a las diferencias eclesiales y doctrinales, hay en la iglesia católica una inmensa grey que pertenece unicamente al Señor, como sin duda también está en la Ortodoxa Oriental y en otras. El nunca pretendió hacer cambiar de religión a los que 331 - 332 - predicaba, sino que basó su mensaje en algo muy importante: El cambio en el corazón de cada uno, que solo puede producir Cristo. Transformándose éste, se producirían los cambios necesarios en el medio religioso y en la iglesia a la que se asiste regularmente. En su ánimo superó el viejo conflicto entre unos y otros, asumiendo plenamente, al Espíritu de Cristo, aunque su forma espiritual de pensar era plenamente evangélica, y su fidelidad a la vedad bíblica revelada era total, absoluta. Era evidente que no aceptaba las manipulaciones humanas sobre la Biblia, ni permitía usar recursos hipócritas para cambiar lo que en este libro santo está revelado por Dios, procedentes, de ambos lados, tanto del bando católico como del protestante. Lo revelado era lo revelado, y eso era suficiente. Ahora bien esta postura no evitaba creer que en ambas iglesias hay un pueblo cristiano hermoso, lleno de fe y de testimonio único. El movimiento del Espíritu Santo, no hace acepción de iglesias pero sí de sectas. En ningún momento de la historia, se ha visto que el Pentecostés, con sus grandes ramas o grupos: Pentecostales, neo pentecostales y carismáticos, sea recibido en Mormones, ó Testigos de Jehová, e innumerables sectas hereticas surgidas del y en el cristianismo, pero sin embargo, respecto a las denominaciones cristianas, no es lo mismo, por que allí está actuando el Espíritu Santo con todos sus dones, y aunque es en el mundo evangélico donde mas se mueve, con el nombre de “Pentecostales” y “neo Pentecostales”, es evidente que la presencia de los dones del Espíritu en la renovación carismática, es un hecho incontestable, por que ellos son 332 - 333 - intrínsicamente “Cristocéntricos”, lo mismo está sucediendo al parecer en pequeños grupos de la iglesia Ortodoxa. En base a todo esto cabe preguntar: ¿Cuál es el plan de Dios para con su iglesia?, ¿cuál es la iglesia verdadera de Cristo?, por que todas asumen ese papel. Todas dicen ser la autentica y única iglesia, pero al parecer nuestro Señor, está llevando las cosas por otro lado, por que quizá la “iglesia”, (Eklessia) es decir, la “Asamblea de los separados, de los escogidos”, por que eso significa la palabra en griego: “Ecclesia”, no es una denominación humana, sino que está formada por TODOS los cristianos, verdaderos, sinceros, que comparten básicamente la misma fe y la misma doctrina bíblica, y que además han sido redimidos por Cristo en su muerte y resurrección, estén físicamente en la iglesia que estén. Quizá la mirada de Dios, va mas lejos que la humana. La Biblia nos enseña que sus pensamientos son más altos que los nuestros, y sus caminos más que los nuestros. En base a eso, ¿quiénes somos nosotros para cegar nuestros ojos, cuando vemos que en otras comunidades e iglesias, Dios se está moviendo?, tenemos que tener mucho cuidado a la hora de hacer juicios de valor peligrosos, al poner en duda la acción del Espíritu de Dios, en otras iglesias, atribuyéndola al maligno, por que si eso decimos, no nos damos cuenta de que estamos cometiendo el unico pecado, que no tiene perdón: La blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir, el atribuir una acción de Dios a las fuerzas del mal. Jesús dice que juzguemos con justo juicio, y que si no es así, que no juzguemos para no ser juzgados por los demás. Ahora bien, hay una verdad revelada, que si algo o alguien 333 - 334 - nos enseñan extrañas creencias que no están en la Biblia, sean rechazadas. Yo soy y he sido testigo en innumerables ocasiones que cuando un hermano católico carismático y un cristiano evangélico renovado, pentecostal o neo pentecostal, se unen en oración y hacen de Jesús el centro de sus vidas: algo sucede, el Espíritu Santo bendice a los dos. Incluso las diferencias que existen entre sus respectivas iglesias pueden ser debatidas en un franco ambiente de reencuentro, o quedan alojadas en una especie de baúl cerrado, por que lo importante es Dios. Quizá se demuestre aquí, el viejo adagio: “No todos los evangélicos son cristianos, ni todos los cristianos son evangélicos”, a lo cual yo añadiría algo mas: “No todos los católicos son cristianos, ni todos los cristianos son católicos”.La denominación, pues, no hace cristianos, es decir: hijos de Dios, quien nos hace creyentes es Cristo Jesús. Sin duda alguna es bueno y recomendable reunirse todos, pues es la mejor manera de ayudarnos mutuamente, pero que quede claro que el hecho de ser “evangelico” ó “católico” es meramente un nombre que no ha de indicar nada en si mismo. Cristo dijo: “Por sus obras los conocereis” Los frutos y los dones carismáticos del Espíritu son el resultado, de una vida consagrada, de una relación intima con Dios, que solo se consigue con muchas horas de rodillas, de oración y de lectura de la biblia, y de común unión, es decir de comunión con el resto del cuerpo de cristo. Ahora bien, la iglesia no es solamente un grupo denominacional, ella, la esposa con mayúsculas, es mucho mas universal de lo que creemos. Algunas tribus nativas de África, de Asia, o de 334 - 335 - América creen que la totalidad del mundo habitado es el terreno en donde ellos viven, es pues: “su mundo”. Lo mismo sucede con muchos cristianos, que piensan que la iglesia de Dios, es solo esa a la que ellos asisten regularmente, y que los demás “son otra cosa”, ni siquiera “hermanos”, quedando tan solo y en todo caso como “primos hermanos”. Tal afiliación no existe en el pensamiento alto y profundo de Dios que es padre de todo su pueblo, de quienes han sido perdonados, lavados, justificados por Cristo en la redentora obra del Calvario. La iglesia cristiana, el cuerpo del Señor, es en si misma universal, pese a los defectos que nos caracterizan a quienes formamos parte de ella. Quizás convenga aclarar un concepto, cuando hablamos de “universal”. Esa palabra, en el latín clásico es “católico”.del latín “catholicus” y éste !"# $%&"$'# ()*+,-(./# 01234'5&1ós” “universal, general”, compuesto por el prefijo “katá”:“sobre, hacia abajo” y el adjetivo !,+/# 04ólos” : “entero” 6%'7"8&"83"# !"5# $%&"$'# 2%92&9':# /.,;+/# “sóluos”, derivado del solwos: “entero” (Latín: “solidus”: “sólido” o indostánico: “sárvas”:“entero”,sanscrito:“sabrá”,latín:” salvus”: “sano, entero”).Desde los tiempos de la Reforma, ese concepto quedó ligado tan solo a las iglesias que quedaron bajo la obediencia de roma, pero en realidad, aunque hoy designe a una determinada comunidad eclesial de todos conocida, en realidad, antiguamente se refería a la universalidad del mensaje de dios, y de la comunidad cristiana primitiva. De modo, que en realidad todos los cristianos convertidos a Cristo somos católicos, en el verdadero sentido de la palabra, pero no por eso, hemos de estar bajo la dirección del obispo de roma. Si 335 - 336 - hay una sola dirección universal es la del Espíritu Santo, quien en función de la Biblia, palabra de dios, ilumina, bendice y guía a los creyentes. Ambos van juntos, espíritu y biblia. Otro concepto: apostólico. Es evidente, nuestra doctrina es básicamente y de forma única la de los apóstoles, quienes sirvieron a Cristo. Si ellos oraron en lenguas espirituales, también nosotros, si impusieron las manos y los demonios salieron en el nombre de Cristo, igualmente nosotros. El concepto de “apóstol” reviste en si mismo: autoridad y respaldo de Dios. Ahora bien, el tercer concepto en combate: “romano”, establece la clarísima diferenciación ahondada por culpa de ese concilio de Trento, que tantos debates ha suscitado. No somos romanos. No es el Papa, nuestro pastor, sino el Espíritu de Dios. El RIO Y EL PEZPALOMA Muchas son las especies de peces que hay en el mundo, tanto de río como de mar. Conocemos, uno en especial, el pez volador, que cuando salta del agua, puede volar unos metros, sobre el mismo nivel del mar, para después hundirse en el mar. En la Biblia, el pez es citado en numerosas ocasiones tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, siendo usado como un símbolo muy importante, que tiene una trascendencia en los mensajes bíblicos. Al pescador Pedro, Jesús le llamó para convertirle en un evangelista de masas, por tanto en un pescador de seres humanos. El pez en ese pasaje representa a las almas. Los cristianos adoptaron durante muchos años, 336 - 337 - el símbolo del pez, por que en griego, se dice: “Ikzus” , palabra formada por letras que son las iniciales de la declaración de fe: (I) JESU(K) CRISTO(Z) DIOS(U) HOMBRE (S) SALVADOR, y por que recuerda a la multiplicación de los panes y de los peces realizada por Jesús ante cinco mil personas. En numerosas ocasiones el pez, ha sido una representación simbólica de las almas humanas. Mi anhelo por servir al Señor en esos años, era como una zarza ardiente encendida de forma perenne en mi corazón. Seguía mis estudios normales, como cualquier otro muchacho, pero dentro de mí, algo volaba mas lejos, mas alto, y era el anuncio del Evangelio, a toda criatura, y proclamar a los cuatro vientos cuan grandes es el poder y el amor de Dios, que barre fronteras políticas, culturales, étnicas, y sopla mas lejos y mas amplio que los límites de nuestra propia denominación. En ocasiones nos sentimos demasiados encorsetados, enquistados, paralizados por las normas de las agrupaciones cristianas a las que pertenecemos. Podemos llegar a caer en la tentación de pensar que Dios es evangélico, y que por tanto es propiedad exclusiva de esta denominación y de sus múltiples grupos de los que está compuesta. Otros cristianos, tienden a pensar lo mismo, que Dios es únicamente católico y nada más. Llevamos más de mil años de manipulación de la divinidad para fines humanos, y aun no nos hemos parado a pensar que es lo que piensa Dios de verdad respecto a estos temas. O será que Dios es tan alto, que está en realidad muy lejos de todos estos problemas, peleas y broncas entre los supuestamente cristianos, y emplea todo su tiempo, en penetrar en lo mas intimo de los corazones creyentes, sean miembros oficialmente de 337 - 338 - la iglesia que sean, o sea que el Señor es Señor de la verdadera iglesia, de la manada pequeña de la que habló en los Evangelios, aquella, que está formada por gente de todas las denominaciones pero que han sido redimidos por la muerte y resurrección de Cristo, y sellados por el Espíritu Santo. Esa iglesia espiritual que tiene a sus miembros integrados en todas las grandes denominaciones cristianas, oficialmente separados por los hombres pero unidos todos por Dios en el Espíritu. Hay una canción que en esos años aprendí y que colocaba a quienes la cantaban entre la espada y la pared. Aun hoy día, tiene pleno valor y vigencia: “No me importa la iglesia a la que vayas sí detrás del calvario estas. Si tu corazón es como el mío, dame la mano, y mi hermano serás” ¿Es que un siervo de Dios, como el hermano Emiliano Tardif, ya fallecido, líder de la Renovación Carismática, evangelista mundial, utilizado por el Señor, en todo el mundo, con gran respaldo en sanidades, lenguas y otros dones del Espíritu Santo, no puede ser mi hermano, por el solo hecho que esté dentro de su iglesia, y yo en la mía?, ¿Es que alguien que pertenezca a la Iglesia Luterana, y esté sirviendo a Dios en las misiones del Tercer Mundo, haciéndolo con una vocación clara, en situaciones adversas incluso con peligro de su propia vida, no es mi hermano en la fe?.¿No somos miembros de la misma iglesia, que es única y universal, esa que es la verdadera esposa del Cordero de Dios?. Esa Iglesia, en realidad no es una denominación oficial, ni tiene sede en ninguna ciudad humana, ni obedece a un solo hombre, por que su 338 - 339 Siempre ha sido así. Todas las personas a las que he predicado, y se han convertido se han integrado en distintas iglesias evangélicas, donde hoy son bendecidas. Cuando me han pedido asesoramiento, les he orientado personalmente, presentándoles todas las comunidades existentes, e incluso acompañandolas buscando un mejor acoplamiento e integración. Los que me conocen, saben que nunca les he alimentado separación alguna, y que he estado totalmente en contra de las frecuentes divisiones internas en las iglesias, tan tristemente comunes en España. Juan José Santos Rivas. único Pastor, es Jesucristo. Su sede no es Roma con su vaticano, ni Londres con la Catedral de San Pablo, ni ninguna otra ciudad mundana, es el Corazón de Dios, esa es su sede. En ningún momento diré que hay que salir de nuestras iglesias, por que si sentimos que Dios nos ha colocado en ellas, allí debemos de estar hasta que Él disponga lo contrario, pero no nos atrincheremos, no organicemos trincheras religiosas, para disparar al vecino, que está en otra. No ese no es plan de Dios, no es la voluntad de Dios, no es el deseo de Dios, por tanto es pecado cuando lo hacemos. Lo que sí es cierto, y no me duele decirlo que Dios no es de los Testigos de Jehová, ni Mormón, ni de otras sectas que aunque se llamen “cristianas” han destruido todos y cada uno de las creencias básicas del cristianismo, y no tiene nada que ver con ellos, por mucha manipulación hagan de la Biblia. Libro Santo y Perfecto. Así era mi ánimo, dentro de la fe evangélica, encendido, fuerte, enaltecido. En una ocasión, estaba en mi casa, quizá no habría cumplido los 16 años, mamá estaba sentada, preparada para ir a la calle acompañando a papá. Él estaba ya vestido con su elegante traje, dispuesto a marcharse para ir a Calatrava. Yo en medio de los dos, me abracé ella. Sentí sus brazos recogerme maternalmente, y allí lloré en su hombro, y no era de pena, lo hice por que sentía un llamado íntimo, le susurré al oído que quería servir al Señor. La amorosa mano de mi padre, emocionado también, se posó sobre mi hombro, y ella, mamá me dijo: 339 - 340 - “Sé que tienes alma de niño, pero por eso vas a ser un buen siervo de Dios, así lo siento”. Esa frase de “Alma de niño” me la repetiría muchísimos años después, justo en la lucha de la enfermedad de mi padre, que le llevó a la muerte, una anciana hermana, que aun hoy vive, abrazándose a mí. Yo no se si esa alma, la he tenido o no, pero lo que es cierto, es que el anhelo primigenio, de los tiempos de mi conversión, era un tizón encendido, que ahora deseo renovar. Incluso quise estudiar una carrera universitaria, que fuera acorde con mi vocación cristiana. En esa confianza, no recuerdo cuando fue, pero sería en la avivada primavera del 73, Dios me dio una visión, que se quedó grabada en mi recuerdo, y que de vez en cuando acude a mi mente, recordándome muchas cosas, que a lo mejor en estas alturas de mi tiempo, ya he olvidado, y que aun puede que estén pendientes de su ejecución o cumplimiento mientras yo viva: “Me vi en un gran desierto, pero no era como los que conocemos aquí, era todo completamente plano, había un ambiente de paz absoluta, de tranquilidad total, de quietud. Ausencia total de calor, y de sed. En la línea del horizonte, limpia y puramente recta, aunque lejana, nacía un delicado, estrecho y sinuoso rio, de aguas mansas y tranquilas, con un sonido casi se podría decir musical, completamente trasparentes, sin una sola partícula vegetal o animal. Aguas puras, que venían hacia mí. Ese riachuelo, pasaba delante de mis pies. Yo me quedé observando tanta limpieza, nunca vista por mí en los manantiales 340 - 341 - terrestres, tanta tranquilidad, tanta paz, tanta transparencia cristalina. Allí había un solo pez, plateado, hermoso, de especie desconocida para mí, grande, casi parado en su nadar por las aguas puras, quieto ante mi persona. Era tan brillante su color suavemente plateado, que introduje mi mano, para cogerlo. Dócilmente se dejó atrapar. Lo levanté hacia el cielo, como quien ofrece un sacrificio, una oración. Allí mismo, al estar totalmente elevado, se me fue transformando en una blanquísima paloma, que remontó vuelo, volviéndose a transformar en muchas mas palomas que se marcharon volando. Allí en ese momento me desperté”. Dios me estaba mostrando cual sería mi labor y ministerio. Lo que Dios, en su infinita misericordia, me mostró, creo a mi modesto entender, era: Enseñar y predicar la Palabra de Dios, a las almas . Rescatar personas (símbolo:el pez), para que ellas, puedan ser, por la obra de Dios, llenas de su Espíritu Santo, vuelen solas, y se multipliquen, para ser bendición para otros. MIS PRIMEROS HIMNOS Y ALABANZAS ¡Que hermoso era ver, cuando todos, unidas nuestras manos, cantábamos con la fuerza de las voces mal armonizadas!: Como la aurora va en aumento de luz Como la aurora va en aumento de luz Asi nosotros crecemos en gloria El Señor, El Señor, resucitado de la muerte y es Señor, arrodillados estarán, cada lengua clamará que Jesús es el Señor. Tenemos victoria, tenemos victoria En el nombre de Jesús. No hay otro nombre dado a los hombres sino el nombre de Jesús. ¡Aleluya!. Toda fuerza El venció JEHOVA REINA ¡JEHOVA REINA! BENDITO SEA EL NOMBRE DE DIOS, ALEGRENSE LOS PUEBLOS Y DIGAN EN LAS NACIONES: 341 - 342 - JEHOVA REINA ¡JEHOVA REINA!, BENDITO SEA EL NOMBRE DE DIOS. Antes vagaba en oscuridad, sin esperanza, sin luz, hasta que mi alma por su bondad la rescató mi Jesús. Coro: La carga que llevaba me la quitó, Todas mis culpas me perdonó. Jesús mi Salvador, en la cruz murió, Y con su sangre me rescató, Libertad plena por fin me dio, Mis culpas El perdonó. Ya no mas sombras ni soledad, pues la mañana brilló, No más temores ni ansiedad, Cristo mi alma salvó. En servidumbre no vivo mas, pues encontré libertad. Cristo ofrece completa paz por toda la eternidad LOS me HERMANOS JIMÉNEZ LOS HERMANOS JIMENEZ Eugenio Jiménez, amigo de mis padres, quien estuvo en casa varias veces, orando y compartiendo de Dios. “¡Gran campaña evangelística!”, se anunció en todas las nacientes iglesias evangélicas pentecostales de Madrid. Tendría lugar en un cine del barrio de Carabanchel Alto. ¿Quiénes eran los evangelistas invitados?. 342 - 343 - Eugenio y Raimundo Jiménez, habían estado en casa algunos días antes, invitados por papá. Allí me los encontré. Creo que eran hijos de una española extremeña residente en Puerto Rico. Año y medio antes, mi casa era una especie de embajada oficiosa de Puerto Rico, siempre me encontraba borinqueños hasta en la sopa; después eso cambió y a quienes hallaba era a predicadores y evangelistas, puertorriqueños o no, de modo que algunos miembros mas antiguos de las iglesias establecidas nos criticaban a menudo. No les gustaba. No era culpa nuestra, Dios obraba como quería. Hacíamos reuniones en una hermosa habitación que habilitamos para las mismas. Allí solíamos orar con amigos diversos, con Araujo cuando nos visitaba, Angel Borjas; Daniel Secristh, fundador en España de Juventud con una Misión; Rivas, un pastor puertorriqueño que misionaba en Madrid; Paco Revilla, y tantos otros, incluyendo a Bahjat Batarseh, quizá el mejor evangelista que visitó España en esa época y el cual merece un capítulo aparte en estas memorias. Me llamó la atención lo barbilampiño que era Eugenio, alto y delgado con una piel clara y blanca. Me parecía un niño grande. Su hermano por el contrario, era totalmente distinto, bajo y grueso. Estaban en Madrid invitados para predicar, y he de reconocer que cuando él lo hacía, algo sucedía, pero en realidad el éxito no estriba en el predicador, sino en algo o en Alguien muy por encima de él, en el Señor, y en las oraciones o consagración de los que trabajan en la obra de Dios. Eugenio en sí no era nadie, como tampoco lo soy 343 - 344 - yo, ni cualquiera otro, por que quien en realidad tiene toda la Gloria es Jesús. Ahora bien, si queremos un ministerio con éxito, hay una sola clave: la oración y la adoración a Dios. En el Evangelio hay una interesantísima conversación entre Cristo y una mujer samaritana. Conociendo que los judíos, (y el Señor lo era por completo, desde la punta de los pies hasta la de sus cabellos, y que incluso tenía el título de “Rabí”, es decir, maestro) y los samaritanos no se hablaban entre sí, añadiendo una doble dificultad mas, que ella era mujer y algo alegre con los hombres en general. Conviene leer ese encuentro una y otra vez, por que en el deja claro Jesús una cosa trascendental: “El Padre busca adoradores que le adoren en Espíritu y en verdad”, no aquellos que lo hagan por cumplir un rito obligado, como los judíos en el Templo y los samaritanos en el Monte, por que quienes así lo hacemos, podemos correr el peligro de no hacerlo en el Espíritu, y hacerlo en la mentira. El éxito pues, de las predicaciones consiste en adorar a Dios, como dijo Jesús, en Espíritu y en la Verdad. Por eso se producen milagros, conversiones, sanidades, e incluso derramamientos del Espíritu Santo. Así a sido siempre, lo es y lo será. Es muy sencillo, consiste en dejarse llenar por la presencia de Dios. Teresa de Calcuta dice: “Si de verdad queremos orar, tenemos que aprender a escuchar, por que Dios habla en el silencio del corazón. Escuchemos en silencio, por que si nuestro corazón está ocupado con otras cosas, no podemos oir la voz de Dios. Pero cuando se ha escuchado la Voz de Dios en la calma del corazón, éste se llena de Dios. Esto exige mucho esfuerzo, pero si tenemos verdadera intención de orar y queremos 344 - 345 - orar, debemos prepararnos a hacerlo ya”. Es verdad, no solamente por que lo diga Teresa, sino por que así se deja intuir en la misma Biblia. El silencio aquí no consiste solamente en apartarnos del mundanal ruido, si no también en abandonar todas nuestras preocupaciones, por muy cristianas que éstas sean. Ese silencio, es producto de la paz que nos da el Espíritu Santo. Yo mismo he podido experimentar que cuando antes de predicar he adorado al Señor, en la quietud, en la calma, en mi silencio interior, ha fluido más y mejor el Espíritu de Dios en mi vida, por que el Señor dijo claramente en el Evangelio de San Juan: “Aquel que cree en mi de su interior saltarán ríos de Agua Viva”. El mismo evangelista, añade que se refería al Espíritu Santo que habrían de recibir aquellos que en Él creyeran. Es cierto, que incluso en el mayor de los ruidos exteriores Dios ha bautizado con su Espíritu a decenas de miles de personas, pero por que en su interior había una absoluta paz, quietud y silencio ante la Majestad de Dios. Hoy no hay tantos avivamientos, ni tantas señales, por que los cristianos, estamos demasiados llenos de ruidos internos, absorbidos por la mecánica de nuestras actividades. Hacemos muchas cosas en nuestras iglesias, creemos que tenemos que ser “obreros todoterreno”, es decir que tenemos que hace cincuenta mil cosas, y estar dispuesto como si fuéramos empresarios. Todo eso es necesario, pero, de nuevo surge el aviso de Jesús: “El Padre busca adorares que le adoren en Espíritu y en Verdad”. 345 - 346 - Nos estamos dejando dominar por el mundo que estamos creando. Yo mismo soy victima de mi “yo”. “Levantamos” una obra para el Señor, nos vamos a una ciudad para “levantar” una iglesia, y eso no es así. Nosotros no “levantamos” nada, en sí esa forma de hablar tan común en nuestras comunidades es una aberración de difícil justificación, por que no es que nosotros debamos levantar nada, ya que somos imperfectos, y carnales, si no que nuestra postura, ha de ser estar dispuestos humildemente a ir al lugar en donde Dios será quien levante a su propia obra. Es Dios quien actúa, sin duda con nuestro servicio total, no con nuestra colaboración, nosotros no colaboramos con Dios, le servimos somos sus siervos. Creernos sus colaboradores, es otro error gravísimo, pues nos colocamos casi a la misma altura que Él. La palabra “Colaborar” procede del latín “Laborare”, Por tanto: que significa: “Trabajar”. en una Colaborar: es “Trabajar con”, condición de igualdad entre dos partes que están de acuerdo para un mismo fin. Por tanto, nosotros no estamos en igualdad con Dios, por que somos SUS SIERVOS, ESCLAVOS de Jesucristo, como decía San Pablo. Allí estriba el éxito de los siervos de Dios, y es cuando el Señor, actúa con poder. Como digo lo he podido experimentar en mi propia vida. Cuando antes de predicar he adorado al Señor en Espíritu y en Verdad, el tiempo que fuera necesario, he visto cómo a actuado el Poder de Dios, cómo se han convertido las personas, cómo el Espíritu se ha hecho presente en realidad, y cómo he sentido y visto el mover del Señor en las reuniones, dejándome a mi también estupefacto a pesar de los años que llevo conociendo al Señor. Todo ello por que como dice Teresa 346 - 347 - de Calcuta, he escuchado al Señor, en el silencio y en la quietud de mi alma y de mi corazón. De la misma forma, he sido testigo directo que cuando yo no he adorado al Señor, la rutina ha marcado el resultado, incluso en ocasiones llevándome al mismo fracaso. No es tanto repetir cien veces la misma oración, sino dejar adorarlo a El, por muchas peticiones que tengamos que hacerle. Al comienzo del Proyecto Benéfico Logos, yo siempre estaba dominado por el teléfono móvil, el celular como se llama en América Latina. Un día soñando, me ví en una costa marítima, huyendo de una gran ola Sutnami, que me amenazaba con destruirme, yo escapaba como podía, pero no dejaba de hablar por el celular, como si pidiera socorro. Entendí el mensaje, fuera o no una visión, me di cuenta que el sueño reflejaba una realidad: estaba mas pendiente de los asuntos terrenales representados por ese aparato de comunicación que de Dios mismo. He sido testigo de hermanos que en las reuniones, interrumpían constantemente su oración personal y colectiva para atender a sus llamadas telefónicas. Carabanchel Alto al igual que el Bajo barrio madrileño muy populoso, formado por un sin fin de calles pobladas por gentes de clase media, sencillos trabajadores, en su mayoría emigrantes de los campos de la provincia de Madrid, y de otros lugares, que habían emigrado en la década de los años 60 a la capital buscando una mejora de su calidad de vida, en vez de emigrar al extranjero. Pequeñas y humildes tiendas se abrían poco a poco dando vida en la zona. Allí se abrieron varias salas de cine. Eran tiempos en los que no existía internet ni las 347 - 348 - videoconsolas, eran tiempos en los cuales los niños disfrutábamos con nuestros juegos en las calles. ¡Cuantos cristales rotos por los balones de fútbol!. Esa tarde nos fuimos todos a un cine de Carabanchel, y no era para ver ninguna película, sino para asistir a una campaña de evangelización, en la que iba a predicar Eugenio Jiménez. La sala estaba llena de gente, incluso hubo quien perdió el asiento, quedándose de pié y en la calle. Para mi era un placer colaborar, así que prefería permitir que mi butaca fuera usada por otra persona. Entraba y salía del lugar constantemente, por que una vez iniciado el grandioso culto, me quedaba fuera del salón en la calle, para invitar a las personas que por allí caminaban para que entraran y se quedasen a escuchar la Palabra de Dios. Conmigo estaba un muchacho mayor que yo, de raza gitana, que era hermano de un buen amigo mio, conocido por el sobrenombre curioso del “patata”. Nunca supe por qué lo llamaban así, supongo por que comía muchos de esos tubérculos, aunque si juzgamos por su apariencia física, no debían de alimentarle mucho, por que era muy delgado. Por la acera de enfrente a la del cine, iba una mujer pequeña, con su cesta de la compra diaria, muy decidida, dispuesta a llegar a su casa a toda prisa, para la preparación de la comidacena. Atravesé la calle al objeto de hablar con ella, para invitarla a entrar. Estaba dispuesta, tenía ánimos para hacerlo, al decirle que era una campaña de evangelización. Su disposición era positiva y con deseos. Me sorprendió mucho cuando me dijo que era Testigo de Jehová. No es mi estilo atacar a nadie, ni criticar sus creencias, por que entiendo que hemos sido llamados a la evangelización, 348 - 349 - y ello es ya de por sí un acto de amor. Evidentemente, si la persona es dialogante, y desea contrarrestar sus opiniones, entonces entro en debate usando la Biblia, pero en un debate, abierto, franco y sin acaloramientos, ese es mi estilo, nunca es impositivo ni autoritario, por que entiendo que cuando mas se emplea la imposición, nuestro oponente, se cierra aun mas en sus creencias, y es mucho mas difícil la comprensión. La mujer me dijo, que en cuanto pudiera, iba a asistir, aunque ya sabía que éramos evangélicos. En ese momento, el hermanísimo del “patata”, al oír que era Testigo de Jehová, salió corriendo desde la puerta del cine, para alcanzar a la mujer, quien ya se iba a su casa para dejar toda la compra. El abordaje fue tan brutal, que la señora se asustó, pues entró de lleno en la imposición del Evangelio casi por la fuerza. Empleando toda una dialéctica evangélica aprendida contra las enseñanzas de los Testigos de Jehová....lo único que logró hacer fue provocar la pérdida de esta persona, quien tras acalorada discusión prometió no volver nunca más. Probablemente si hubiera entrado, habría visto lo que allí sucedería una hora después, y a lo mejor, se hubiera convertido. Un poco desalentado ante ese fracaso, me volví al interior, para asistir y participar de la Asamblea. Nunca había visto un cine tan lleno de público asistente, y con tanto entusiasmo; pude sentarme al lado del pasillo central, de modo que desde allí podía ver mejor a Jiménez predicar. En la butaca opuesta, recuerdo a una muchacha mas joven que yo. Allí se dieron cita, todas las iglesias organizadoras del acto, de las 349 - 350 - Asambleas de Dios, no gitanos, y de Filadelfia, gitanos. No recuerdo el tema principal de la predicación, pero sí se que Eugenio habló y predicó con enorme soltura y muy claramente. Al final, solicitó que todos los que pudiéramos, nos levantásemos para orar. En ese instante, como un rumor de olas, el público creyente comenzó a orar, unos sentados, otros de rodillas, y los más, de pie levantando las manos, y orando con unción. Las lenguas en el Espíritu sustituían al castellano. Allí se sentía la Presencia de Dios en adoración libre y espontánea. Dios nos estaba visitando. La multitud cantaba de manera muy coordinada: “Pasa por aquí, Señor, pasa por aquí. ¡Oh Señor!. Quédate aquí” Y como El Señor es muy educado, efectivamente pasó y se quedó. Cuando se terminó de orar, Eugenio, solicitaría la presencia de los enfermos. Aquello fue expectante. Los pastores allí presentes se repartieron la responsabilidad de las oraciones. De momento, al menos que yo recuerde, no sucedía nada espectacular, en caso de que los milagros sean espectaculares. Es probable que nuestro error sea creer que una intervención de Dios es espectacular, y sin duda lo es, por que no estamos acostumbrados de manera cotidiana a estas cosas, pero lo que debería ser algo espectacular es que no hubiera milagros. Junto a Jiménez, había un niño que debería tener unos ocho o nueve años, rubio, sentado en una silla de ruedas, a su lado su madre. Al finalizar la oración por los enfermos, Eugenio, miró fijamente al pequeño y dándole una orden clara y 350 - 351 - concisa, y con mucha autoridad, comenzó a suceder algo: “¡En el nombre del Señor Jesús, levántate y anda!”. El pequeño, no dudando, apoyaba sus poliomielíticas piernas en el suelo, y ayudándose con las manos sobre los apoyamanos de la silla de ruedas, comenzaba a levantarse, al comienzo con titubeos. Su llorosa madre, quería evitarle una caída pero los pastores le aconsejaron que no hiciera nada. Todo el cine enmudeció por completo, al ver cómo el pequeño, se enderezó sobre sus delgados miembros inferiores, y comenzó a caminar sin la ayuda de nadie. Jiménez, arrebatado por la fuerza del Espíritu le gritó: “¡Corre, hijo, corre en el nombre de Jesús, eres un niño y debes de correr!” Y así fue, el niño comenzó a correr delante de todos, al principio con cierta duda, pero después, una y otra vez, cada vez mas deprisa. Las 1000 personas que estaban allí exclamaban con fuerza: “¡Gloria a Dios!” “¡Aleluya!” “¡Milagro!” Fue la locura de la alegría. La joven que estaba a mi lado, lloraba abundantemente de alegría al ver a ese desconocido chaval correr de un lado para otro, tocándose las piernas, y contemplando el mismo cómo sus extremidades funcionaban bien. Su madre, embargada por el sentimiento, se hizo con el micrófono y relató, entre suspiros y lágrimas: “Mi hijo tiene ahora nueve años. Cuando nació, a los ocho meses, tenía la 351 - 352 - poliomielitis, le pusieron una inyección pero con tan mala suerte, que le empeoró la enfermedad, quedándose totalmente parapléjico. Jamás, pudo caminar, el no sabe que eso de andar. Siempre me decía: “Mamá, que pena que no puedo jugar con otros niños”, a mi se me partía el corazón con eso. Somos una familia modesta, mi marido es un sencillo trabajador, y nos hemos gastado todo el dinero en los mejores médicos, sin ningún resultado. Yo soy creyente, católica, y tengo mucha fe en el Señor. Hoy al venir aquí, le pedí al Señor que sanara a mi hijo, y.............”En ese momento, no pudo seguir hablando mas, por que el llanto llenó su garganta, pero era de agradecimiento, de gratitud, de amor a Dios. Unicamente, reponiéndose unos segundos después dijo: “Mi hijo nunca pudo caminar, y hoy lo ha hecho por primera vez en su vida” De nuevo llorando, hizo un esfuerzo para decir: “¡Gracias Señor!”. Era imposible evitar una emoción colectiva ante esas palabras, y el milagro. La madre del pequeño saltarín que estrenaba sus piernas, como si fueran nuevas, no pudo seguir hablando, por que no solamente le embargaba la emoción a ella sino también a todos los que allí estábamos que con centenares de gritos de euforia espiritual, exclamaban: “¡Gloria a Dios!”, “¡Aleluya!”, “¡Cristo vive!”. Yo no supe nada mas de esa señora y de su hijo, solo recuerdo lo que Dios hizo con él. El cambio, la trasformación. Me imagino que lo primero que haría el menor al llegar a su casa, y reunirse con sus amigos, sería jugar a un buen partido de fútbol, y posiblemente, se dañaría la piel en las caídas, e incluso es probable que se rompiera algún hueso, no lo sé, pero lo que sí es seguro, es que el poder de Dios no tiene límites. 352 - 353 - En otra ocasión y en el mismo cine, se había organizado una campaña distinta. No recuerdo si fue con la colaboración de los Jiménez, pero esta vez, al igual que en las anteriores, se formuló la petición para orar por los enfermos. Estos respondieron, y pronto surgió un nutrido grupo de personas, pacientes todos ellos, para que orásemos. Recuerdo especialmente a un joven, de la misma edad que yo, que estaba sentado en una silla de ruedas. Siempre me ha gustado colaborar. En el momento de la oración, me dirigí al adolescente, para preguntarle si quería que orasen por su enfermedad, pero el me dio una grata enseñanza, pues con una mirada pacífica, me respondió: “Yo no quiero ni necesito la sanidad de mi cuerpo sino la de mi alma” AVENTURA EN LAS MONTAÑAS DE SIERRA DE GREDOS A mis 17 años yo había recorrido gran parte de España, acompañando a mis padres, pero se me presentó una oportunidad que no quería dejar pasar, para disfrutar unos dias en un campamento al aire libre, con un grupo de chicos de mi edad, en plena sierra. En esos años, España tenia mas masa forestal que 353 - 354 - la que hoy posee, y siempre me ha gustado disfrutar de la montaña y de su bosques. Son momentos especiales, que debemos de aprovechar, pues allí aprendemos a conocer la naturaleza, y quizá nos ayude a reencontrarnos a nosotros mismos. Mi hermano Florentino, quien contrayó matrimonio poco antes, en la Iglesia Evangelica Bautista de Villaverde bajo, Madrid, me dijo un día que los jóvenes de la iglesia estaban preparando un campamento en plena montaña animándome a ir con ellos, pese a que yo no era miembro de dicha comunidad. Por supuesto que contesté positivamente. Se dio la casualidad de que mi hermano Eduardo se ofreció para llevarles en nuestra furgoneta. Gredos es uno de los macizos montañosos más atractivos de la Cordillera Central, que divide a CastillaLeon, de CastillaLa Mancha, y recorre desde el este hasta el oeste de la Peninsula Iberica. Este importante conjunto montañoso, compuesto además por diversas serranías que se entrecruzan con él, hasta penetrar en la vecina Portugal. Ha configurado notablemente a la historia de nuestras dos naciones ibéricas, y es hoy, con seguridad, un lugar lleno de vida natural, que se precisa conservar a toda costa. Se sitúa Gredos a caballo entre las provincias de Avila, Cáceres, Madrid y Toledo. Su máxima altitud se da en la provincia de Ávila en la Plaza del Moro Almanzor a 2.592 m. Está declarado “parque regional”. Gredos es la principal Sierra del Sistema Central y está compuesto por cinco valles fluviales: Alto Tormes, Alto Alberche, Tiétar Oriental, Tiétar Occidental y la Vera, y 354 - 355 - Valle del Ambroz. En torno a sus grandes moles graníticas basculan cuatro comunidades autónomas: Castilla y León, Extremadura, CastillaLa Mancha y Madrid; extendiéndose de Este a Oeste desde San Martín de Valdeiglesias a Hervás y de Norte a Sur del Valle Amblés al Rosarito. Su agreste relieve ha servido de refugio a la tribu celta más meridional (los vetones) y a otros rebeldes históricos como El Empecinado o los maquis. Observamos una variación vegetal, intimamente relacionada con la altitud a medida que ascendemos; encina, roble, haya, sustituido en diversas zonas por el pino, y pradera de montaña. Las principales especies animales son la cabra montés (cabra hispánica), el corzo y la perdiz roja. Nos lideraba un monitor, del cual a penas recuerdo nada, solo que usaba gafas, y que respondía al nombre de Alfonso. Llegamos, por la tarde, a una explanada, rodeada de encinas, y pinos, situada al pie de un macizo montañoso, alto, y soberbio.El día había sido claro, límpio, y la noche prometía ofrecernos un espectáculo maravilloso de miles de estrellas. El aroma de los árboles, el piar de innumerables pajaros de todos los tamaños recogiendose al atardecer en sus nidos, se adueñarian de nuestros sentidos. Una vez instaladas las tiendas, Eduardo, regresó a Madrid. Organizados bajo la dirección de Alfonso, cada uno se situó en la tienda preferida, sacando nuestras cosas de los macutos. Entre ellas todos teníamos nuestras biblias personales. 355 - 356 - Aquella primera noche, nos costó dormir, pues no estábamos acostumbrados a dormir así, pero me apetecía, y no estaba dispuesto a desmoralizarme. Todas las mañanas, desayunábamos alrededor de las 9. Después, participabamos en un culto, amenizado con la guitarra del continuo Monitor, que cumpliendo con su deber, estaba siempre en todo, y al lado de todos, pero al cual esquivábamos en cuanto terminamos de orar, y de recoger los desperdicios, para escaparnos al monte cercano, o al riachuelo que teníamos justo al lado del campamento, para explorar todo ese entorno que nos rodeaba. Una vez, iba con dos de mis compañeros, ladeando el pequeño rio de aguas cristalinas trasparentes, y frescas, cuando al pasar cerca de la orilla, una culebra o víbora, elevó su cabeza amenazadora, sacandonos su bífida lengua, mirándonos con fijeza. Por ese entonces, desconocía que en realidad, estos reptiles sacan la lengua para olfatear, no como amenaza. Realmente era imponente, de buen tamaño, y su piel brillaba con fuerza, bajo la luz del Sol. Uno de mi grupo, se enfrentó a ella, en un alarde de absurdo dominio humano, en una pelea desigual. No quise participar en ello, por que sabía cual iba a ser el final. El hombre tiene un miedo ancestral a todos los reptiles, y en algunas ocasiones, es totalmente injustificado, estando en otras, demostrado. Quizá el hecho relatado en la Biblia en el cual Satán se encarnó en una serpiente, para tentar a nuestros primeros padres, ha contribuido a ese temor atávico humano. Entendiendo que los reptiles son 356 - 357 - absolutamente necesarios para la naturaleza, y cumplen, aunque algunos de ellos sean muy peligrosos y venenosos, una gran función positiva, programada por Dios en la Creación de todo, hay que desvincularlos de la idea de seres en los cuales se engendra el Mal. Lo que está en la Biblia, que es palabra de Dios, es un símbolo, para explicar el origen del problema del pecado y del mal. El muchacho, animado quizá por nuestra accidental presencia, pretendió mostrarse ante nosotros, como una especie valeroso caballero medieval, emprendiendola a pedradas contra el desventurado animal, que ante aquel acoso, intentaba vanamente defenderse como podía, moviendo su cabezota, en señal de ataque. No había sido culpa de ella, si no nuestra, por que invadimos su área vital, ya que estaba enroscada sobre si misma, dormitando al hacer la digestión de alguna ratita cazada. Quise impedirselo pero estaba totalmente obcecado por sus ansias de ataque, propias de un depredador. Era conscienciente de que la víbora o la culebra podría sernos peligrosa, pero el problema se podría resolver, solamente alejándonos de ella. No me hicieron caso. Como una jauría humana, todos comenzaron a gritar y a asustar al pobre animal, que recibiendo numerosos golpes de piedra, quiso escapar, ya herida, hacia la vaguada del río, pero allí volvieron a acosarla hasta darle muerte. Aquello, me impresionó. No todos los chicos que venían con nosotros, eran cristianos, y ese al menos, estaba muy lejos de serlo. Ahora bien, he visto en muchos que dicen ser hijos de Dios, un comportamiento 357 - 358 - negativo para maltrantando, contaminándola. con la naturaleza, ensuciando, La Biblia, es tambien muy clara en ese punto: Dios demanda que cuidemos de ella, y el maltrato hacia los animales está considerado como pecado ante Dios. Cierto es que el planteamiento filosófico del ecologismo clásico, se aleja tambien mucho de Dios, pues tienen dificultades para aceptar la idea de un Creador Universal, pero en la Biblia, hay una gran cantidad, de ordenanzas divinas, que exigen a los hombres un cuidado exacto de la naturaleza. Aunque muchos ecologistas de hoy no lo saben, hay recogidos en la Palabra de Dios, numerosos conceptos puramente ecologicos. Ese es otro de los problemas del total desconocimiento que tenemos sobre la Biblia. Aquel cabezota y testarudo jovenzuelo, le importaba muy poco, la vida del tranquilo y durmiente saurio, por que lo que al final se demostró era que a toda costa quería fabricarse un cinturón de piel, y no encontró mejor oportunidad. El hombre, motivado por su completa y total desobediencia y pecado, ha manipulado su capacidad de control sobre la naturaleza, equivocando por completo el sentido bíblico que Dios le dio al comienzo de todo: “Creced, multiplicaos y sojuzgad la tierra”. Todo ese hecho, me ayudaría a comprender aún mas, si cabe, cual es la divina voluntad de Nuestro Señor, para cada uno de nosotros. Pensamientos de Paz y Bien no de destrucción. Claro, que al depredador, de nada le sirvió esa estúpida cacería, pues, la piel hay que saber 358 - 359 - prepararla, así que terminó esparcida entre dos piedras. La naturaleza, que todo lo aprovecha, hizo desaparecer, en pocos dias, todos los restos del pobre animal. Eso me hizo pensar. La vida, no termina con la muerte de un ser vivo, por que sus restos dan lugar a mas vida, al ser completamente usados y consumidos para el avance natural. De igual forma, nuestro viejo hombre con sus pasiones, ha de morir, para que nazca el nuevo cuando conocemos a Cristo personalmente. Es decir, somos los mismos antes y después de la conversión, pero hay algo dentro de nosotros, que ha cambiado, por que caminamos hacia delante, dejando atrás todo lo mundano. Aquellos fueron dias maravillosos, por que en la paz del campo, alejados del mundanal ruido, del mundo y de la sociedad, estábamos tranquilos frente a lo creado por Dios. Yo podía sentir su mano amorosa, en cada planta, arbol, montaña y estrella. Mis horas preferidas, se circunscribían a las nocturnas, pues, abriendo un poquito la cremallera de la tienda, contemplaba la hermosura estelar, y me impresionaba pensar, que bajo esas mismas luces rutilantes, un dia Dios habló al bueno de Abraham, prometiendole que la descendencia de su pueblo sería, mas amplia que el número de las estrellas. Miles de años después allí me encontraba yo, ante el mismo Creador. Claro, que esos pensamientos, se ausentaban de mi mente, cuando tenía que cerrar la cremallera, por que mis compañeros comenzaban a quejarse. No todo era tan 359 - 360 - bucólico, por que el dormir compartiendo ese pequeño habitáculo era un dilema, ya que estábamos tres o cuatro, apretados como sardinas, y a mas de uno le olían los pies, y los zapatos. Algunos adolescentes, sacaban sus calzados a la puerta, toda lo noche, pero no sé por que razón, a la mañana siguiente, o no estaban, o aparecían esparcidos a varios metros de distancia. ¡Menudo misterio!. El caso es que no solo los calzados, sino otros enseres solían amanecer pisoteado, o dispersos. Yo dormía, al lado de Alfonso, por lo cual me sentía algo mas privilegiado, y no por nada en especial, simplemente, por que el monitor, deseoso de un buen descanso, acabó con el problema interno de la aglomeración, sacando a dos de mis compañeros fuera, e introduciendolos en otras tiendas de campaña, aumentando allí el conjunto, pero disminuyendol0 en nuestro area de descanso. Así que, creo recordar que nos quedamos solos los dos un par de noches. Era una buena persona, y un cristiano intachable. Agobiado por el calor que sufríamos de noche, dormíamos los dos en paños menores, sobre nuestros sacos de dormir. No sé por que todos nos ibamos a dormir con miedo, pues creíamos que por allí rondaban lobos u otros animales. Ya en la lejana prehistoria, el hombre ha temido a la noche, por eso se refugiaban en cuevas. Los gemidos, lamentos, cantos, y ruidos guturales producidos por las gargantas de animales nocturnos, han sobrecogido al ser humano, hecho para vivir de día. Ese era nuestro sentimiento, 360 - 361 - pero a la vez, nos atraía, interesaba, sojuzgaba. y Una noche, de Luna llena, alrededor de la cuatro de la madrugada, estaba despierto, con pensamientos varios de historias legendarias de lobos y zorros. La quietud era total, y la tranquilidad me embargaba. La plateada luz lunar iluminaba toda la sierra, con una claridad, tal que casi se podía leer bajo ella. Pensando e imaginandome no sé que cosas raras, de pronto ví una masa oscura, al otro lado de la tela, que desde el exterior se avalanzaba hacia mi a toda velocidad, enorme, redonda, y toda la tienda de campaña comenzó a temblar. No me pude mover, de miedo. La pared de lona, casi se me vino encima justo donde yo estaba, y en una décima de segundo contemplé como algo parecido a una gran pezuña iba a pisar desde fuera, en el mismo lugar en donde yo tenía mi cabeza. El instinto natural, me hizo girar sobre mi mismo, en el preciso instante que aquello hizo en el suelo: “¡Plaff!”. Dos de los cordeles que sostenian los mástiles, se soltaron, uno tras otro provocando que éstos últimos se ladearan tanto, que Alfonso, el monitor, asustado, salío corriendo en calzoncillos, por la campiña, gritando y gesticulando, intentando perseguir a ese mostruo destructor que nos amenazaba. Resultó ser una vaca, un pobre bovino hembra de 600 kilos, que se había enredado con las cuerdas o cordones que sostenian los mástiles de las tiendas de campaña, para poder pastar, y que casi se cayó sobre la nuestra. Nuestro querido instructor bíblico descubrió que todo el campamento estaba lleno de vacas que andaban por ahí, de un 361 - 362 - lado para otro topando con nuestros elementales enseres de aprendices de Boyds Scouts, y enganchandose con sus enormes cornamentas con las humildes cuerdecitas que pretendian mantener pie, a duras penas, nuestra acampada. Nada mas salir a estampida de donde dormiamos los dos, se encontró, en mitad de la noche, con una enorme carota, dotada de grandes cuernos, mugiendo un profundo: “¡MUUUU!”, en las mismas narices alfonsinas. El caso, es que el custodio cristiano bautista, corrió de un lado para otro, descalzo, medio despojado de sus ropas, levantando los brazos, para ahuyentarlas. Claro, que algunas de las atacantes involuntarias, se debieron asustar al ver a alguien hacer ese tipo de gestos, en plena noche, y echaron a correr lo que podían, organizádose con ello un curioso alboroto natural y campestre. Todos los niños salieron de estampida, pero yo me quedé hasta el final dentro de la semiderruida tienda. Vacas por un lado, niños atacados por la risa, por otro, y el valeroso Alfonso medio desnudo, queriendo controlarlo todo en esa guisa, a la luz de la Luna, hasta que lo consiguió. Se equivocaron los que le dieron la autorización para levantar el campamento juvenil, pues era un lugar para el pasto del ganado vacuno. Ahora bien ¿Qué hacían las vacas a esa hora de la noche?, tengo la impresión que nunca lo sabremos, por que nadie se lo preguntó, aunque me temo, que no hallaríamos respuestas por su parte. Curiosamente el vaquero responsable, ni apareció. El misterio de 362 - 363 - los objetos diseminados quedó revelado para siempre. Menos mal, que al regresar a mi casa, no llevé impreso en mi rostro, la huella de un pisotón bobino, por que dehaber sido así, quizá mi madre habría pensado que en vez de irme a un campamento me había ido a una corrida de toros. De cualquiera de las maneras, creo, que nunca mas se volvió a organizar un campamento allí. LA TABLA OUIJA Los obsequios y los regalos, eran algo natural en mi casa, en la época de los puertorriqueños. Tantos eran los que llegaban a Madrid, para estudiar, y lo hacían con tantas carencias y dificultades de todo tipo, que cuando papá les solucionaba la gran mayoría de los problemas, ellos solían reaccionar con gestos de agradecimiento. Un día se me ocurrió reunir en la gran mesa del comedor que teníamos, todos los obsequios y regalos que nos llegaban de Puerto Rico. Aquello parecía un mercadillo de venta ambulante de souvenirs. Había de todo. Entre todos los objetos, una curiosa tabla, que me atraía por las letras del alfabeto que contenía, colocadas en forma de medio arco. Como en casa entraba de todo tipo de personas, así mismo lo hacían gente de extraños orígenes espirituales que, queriendo ser agradecidos, nos obsequiaban en ocasiones con objetos, que yo consideraba “curiosos”. Me habían dicho, que con esa extraña madera escrita, 363 - 364 - se comunicaba uno con los espíritus del mas allá. Era un tema al que yo tenía un respeto cargado de miedo, pero desconocía por completo cual podría ser la influencia de dicho objeto. El simplemente de tenerlo en casa, como un adorno, o decoración es sencillamente un gran error. La Ouija, como cualquier otro objeto dedicado al espiritismo, es francamente peligrosa, son puertas abiertas a Satanás. Ninguna casa cristiana debe de guardar tales cosas. En la Biblia leemos, que los castigos de Dios, contra quienes posean o practiquen esas artes son durísimos. En el Libro de los Hechos, la gente al convertirse traían todos los libros de ocultismo y los quemaban ante las predicaciones apostólicas. No hay nada más contrario al mensaje del Evangelio de Cristo, y hoy en la actualidad, el avance de las sectas espiritistas, y de toda forma de invocación a los “espíritus” está avanzando en la sociedad a pasos agigantados. Es la moda de estos tiempos, en todas las clases sociales, se practican las artes ocultistas y, la Ouija es una de las más peligrosas para la estabilidad emocional y psicológica de los que la usan. Es una auténtica puerta abierta al diablo. Tan es así, que incluso algunos ocultistas dicen que la ouija es muy peligrosa. Por todos los países y en todas las escalas sociales la invocación a lo oculto, a las fuerzas diabólicas, a los poderes de la oscuridad está avanzando a pasos agigantados. Eso quizá sea señal de los difíciles tiempos que los que estamos viviendo, de la pérdida de la fe en los valores cristianos tradicionales, del fracaso del cristianismo oficial, de la falta de expectativas al futuro, de la inseguridad ante lo desconocido, del temor al futuro, de la huida hacia delante, ante los problemas que nos acechan diario, de la 364 - 365 - rotura y quiebra de la seguridad familiar, de la ausencia de la fé en Dios, de una sociedad materialista y consumista. El peligroso avance en toda Europa, de las ciencias ocultas, del espiritismo, del satanismo, esta sirviendo para dar la voz de alarma tanto de los estados y gobiernos como de las iglesias oficiales. Miles de jóvenes están siendo captados por peligrosos elementos que se manejan unicamente en ese mundo de lo exotérico. Miles de videntes, sanadores, adivinos, falsos profetas, curanderos, forman un enorme ejercito, que está devorando a quienes tienen cerca. Es como un avivamiento pero a la inversa, para el mal. No hay una brujería buena y otra mala. Ambas son malas. No hay quirománticos buenos y adivinos malos, ambos hacen cosas prohibidas por la Biblia. Nos regalaron esa extraña tabla, que había guardado en su armario del dormitorio de mis padres. Me gustaba su estructura pero al mismo tiempo la temía. Poco tiempo después de mi conversión, estaba en un culto de adoración y de alabanza en el cual el Señor se había manifestado hablándonos en profecía. Yo nunca había oído ninguna profecía, desconocía que era realmente aquello. Una tarde, estábamos en un culto y una mujer se levantó para compartir con todos lo que Dios estaba diciéndonos, por su propia boca: “¡Sobre vosotros he fijado mis ojos!. Dice el Señor” Al salir de allí, algo había en mi corazón, que me impulsaba a realizar un gesto sin precedentes: Tenía que ir a casa, lo antes posible y en el Nombre de Jesús, destruir 365 - 366 - esa tabla de Guija, la orden que yo sentía en mí era un mandato. Llegué a casa, y lo primero que hice fue dirigirme a la alcoba de mis padres, y extraer de allí la Tabla, con todos sus complementos. Así lo hice, con verdadera saña y ganas. La fracturé en cuatro partes, al grito de: “¡En el nombre de Jesús”. ¿Qué hacer con los trozos?, pues, ¡a la basura de casa!, cuyo cubo estaba en la cocina. Allí los dejé, entre desperdicios de naranjas y endurecidos macarrones. Creí que mi labor había ya terminado, así que me fui a una de las habitaciones, cuando, en medio del pasillo, el Señor me habló muy claramente: Aun el cubo de la basura de esta casa, ¡es mío!, entra dentro, y deshazte de esos trozos No lo dudé ni un segundo, por que recogí las partes de la tabla, y sin pensarlo, los lancé por la ventana, a la calle. No recordaba que vivíamos en una sexta planta, y que debajo había una cafetería con sillas y mesas en la calle bajo un techo de uralita. La caída, de los trozos de la Ouija, causó un estruendo impresionante, que asustó a todos los que por allí caminaban, deteniéndose incluso los automóviles que en ese momento, circulaban por la zona. Pedro, nuestro portero de la finca, intentaba averiguar quien había lanzado desde tanta altura, aquel objeto destruido, sin conseguirlo. Me sentí enormemente libre y satisfecho, porque obedeciendo a Dios, expulsé de mi casa al mismo demonio, y en el Nombre de Jesús. En los últimos años, estamos asistiendo a un avivamiento de todo lo oculto, 366 - 367 - exotérico, secreto, diabólico, satánico. Las ciencias del ocultismo, y la misma parapsicología están adquiriendo cada vez más lugares importantes en todos los medios de comunicación mundial. Unido a ese fenómeno, están otras prácticas como el regreso a las creencias precristianas, muy bien representadas en las producciones de Cine, como: “El Señor de los anillos”, o “Harry Potter”. Nuevas filosofías amenazan al mismo cristianismo, Nueva Era, o la Iglesia de la Cienciología. Así mismo, las practicas cada vez mas extendidas entre los mismos niños y adolescentes, de “Mancias”, adivinaciones, y del uso de la OUIJA, están causando verdaderos estragos entre ellos, e iniciándolos en períodos iniciáticos altamente peligrosos para el desarrollo de su personalidad y de su equilibrio mental. Muchos de ellos, llevados por el absoluto desconocimiento por parte de los padres y de los educadores, y a veces con la connivencia de ellos mismos, creen que la Ouija es un mero juego divertido. Quizá sea el arma mas poderosa del diablo: hacer caer a todos en el mero relativismo: nada importa, no pasa nada, no sucede nada. Muchos niños en España, han practicado a manera de juego la ouija, y no saben que cada vez que lo hacen les abren una puerta a Satanás, que en caso de que se conviertan a Cristo posteriormente, es necesario cerrar definitivamente, aunque en muchas ocasiones, la misma conversión al Señor hace cerrar esa puerta abierta. Yo he visto en las estanterías de las jugueterias, un juguete, que es una bola de cristal para adivinar, patrocinada por el mayor espirista de España. 367 - 368 - Manuel, un adolescente, vecino nuestro, que bajaba casi a diario a mi casa, pues el vivía justo en el piso superior, ejercía de monaguillo en su parroquia local desde niño. Tenía una enorme vocación para servir a Dios dentro de su iglesia católica. Numerosas veces compartimos y estudiábamos la Biblia, conociendo las diferencias eclesiásticas entre los católicos y evangélicos, pero siempre orábamos al mismo Señor, de modo que nació una gran amistad, muy sincera. Ansiaba el conocimiento de la Palabra de Dios, y muy asiduamente leía cuantos libros de teología evangélica caía en sus manos. Participaba activamente en nuestras reuniones. Incluso colaboramos en una campaña de evangelismo. Una tarde, hablándome de sus aventuras pasadas, me relató una experiencia vivida en sus años de infancia, en el preciso momento en el que nuestro estudio bíblico versaba sobre temas de ocultismo, viendo qué dice la Palabra de Dios contra esas prácticas. Tendría nuestro amigo, la corta edad de unos ocho años mas o menos, cuando, en unión con un grupo de niños y niñas de su edad, decidieron entrar en edificio abandonado, medio en ruinas, y allí, en su interior, uno de ellos colocó una Ouija sobre una mesa astillada, con un vaso de cristal. Los niños guardaron silencio, después de hacer una pregunta a un supuesto espíritu. En ese instante, el terror se apoderó de todos ellos, pues notaron que algo sucedía extraño en esas abandonadas dependencias. Allí había algo o alguien. Huyeron de allí como pudieron, incluso hubo alguno que se lanzó por una ventana, sin sufrir daños físicos. Manuel me dijo que por años, había tenido pesadillas, desde aquel hecho, que después se fueron desapareciendo poco a poco, 368 - 369 - añadiéndome que el niño autor de la invocación fue víctima con posterioridad de numerosos problemas graves en el desarrollo de su psicología infantil. Todos los participantes, recordaban aquello como algo que no deberían de haber practicado nunca. Quizá motivado por aquel amargo recuerdo, me pidió oración. Allí mismo, después de su relato, oré por el, con la autoridad en el Nombre de Jesús. El resultado obtenido fue una liberación espiritual completa para nuestro hermano en Cristo. El hombre vive, con una enorme inseguridad en el su futuro personal y colectivo, y al no creer en Dios, ha sustituido la confianza en El, y la seguridad de que nuestro futuro personal está protegido en sus manos, por todo este maremagno de ocultistas, que aprovechan la coartada para enriquecerse a costa de la ingenua confianza de muchos. Dios condena, en la Biblia toda practica ocultista, sea cual fuere. Vivimos en tiempos difíciles en los que no sabemos qué es lo que pasará mañana por la mañana. El mundo está cada vez mas sumido en conflictos bélicos, económicos, sociales, y naturales. No es necesario un mensaje catastrofista desde los púlpitos de las iglesias en general, sino tan solo es prudente ver nuestras televisiones, ellas nos hablan en los noticiarios del catastrofismo que pretenden ocultar algunos. Incluido el cambio climático que estamos viviendo y que al parecer es irreversible. La misma sensación de inseguridad colectiva se vive en plano personal. Son cada vez menos los que pueden decir, que tienen una seguridad al cien por cien en sus puestos de trabajo, en sus familias, en sus hijos. Ello conlleva, inevitablemente a consultas exotéricas, para saber si podemos abrir un negocio, o 369 - 370 - no, gastándonos el dinero, llamando a televisivos adivinos, que dicen tener un “don”. ¿Don de quien?, ¿de Dios? ¡No!. No hace mucho tiempo, un íntimo amigo mio, que por entonces era seminarista, y hoy ejerce como sacerdote católico, asistía con interés a nuestras reuniones de oración y alabanza. Un dia me pidió ayuda, para contarme que desde niño arrastraba un problema que por años no le había dejado dormir. Me contó, que en la ciudad de Almería, donde residió siempre, junto a la iglesia a la que solía asistir como monaguillo, había una casa en ruinas, convertida en el principal centro de fantasías y curiosidades infantiles. Allí se iban a jugar todos cuando podían, a descubrir tesoros desconocidos. En una de sus habitaciones ruinosas, solía reunirse con un grupo de niños de su edad. Chicos y chicas. Allí en el suelo, una de las niñas, colocaba una tabla ouija, y entre los cascotes y muebles destruidos, invocaban a seres muertos. Varias veces aquella tabla se manifestó pero en una de las ocasiones, el terror se apoderó de todos los pequeños presentes, de tal forma, que todos huyeron como pudieron.Incluso uno de ellos se lanzó a la calle por una ventana. El que hoy es sacerdote, me confesó que durante años tuvo pesadillas, y que aquello le hizo sufrir mucho de niño, pero lo más impresionante fue que la niña medium terminó muy mal, llegando a la madurez con alteraciones psiquicas que requirieron la asistencia psiquiatrica. Eso aun le molestaba, tuvimos que orar los dos, y yo, remprendí en el nombre de Cristo todas esas molestias. Desde entonces, el joven pudo dormir sin problemas. Lo curioso era que mi amigo, 370 - 371 - tenía su confesor personal, otro sacerdote, pero había cosas suyas que solo las sabía y conocía yo. De pequeño fue un niño muy travieso. En una ocasión, el anciano sacerdote que le tenía bajo su ministerio, le pidió que le acompañara en su automovil, para hacer unas gestiones, por lo que precisaba que el niño le acompañara. Antes, de entrar al vehiculo, sin que su propietario lo supiera, introdujo en el tubo de escape un globo grande desinflado, de esos que los niños usaban para saltar con ellos. Lo sujetó con una cuerda al tubo, con mucha fuerza, empleando toda la que tenía como niño que era. EL bueno del cura, sin saber nada, una vez sentado, puso en marcha el vehiculo. Era evidente que los gases de expulsión, tenían que salir por el tubo de escape, como siempre sucede, y por cierto contaminando el medio ambiente, pero en este caso se encontraron con un gran globo elástico tan bien colocado, que comenzó a hincharse tanto, hasta el punto que creó un enorme interés entre los caminantes de la calle. Muchos de ellos, conocían al conductor del vehiculo, o sea el cura. El, tenía el cristal cerrado, y ademas, padecía cierta sordera. EL monaguillo estaba a punto de estallar a causa de la risa contenida. Por el cristal trasero observó el niño las dimensiones que el globo estaba adquiriendo. La gente, pretendiendo ayudar al religioso le advertía de lo que había detrás, con gestos. El párroco que no les entendía, por su sordera y a causa del ruido del motor, se estaba enojando con ellos, y no se daba cuenta de lo que iba a suceder segundos después. Cuanto más le advertían, más pisaba el acelerador; aun no había 371 - 372 - introducido el embrague, ni las marchas. Por unos segundos, el tamaño de la esfera inchable, tapó todo el cristal trasero, hasta que reventó de tal manera, produciendo un estallido enorme mientras libraba todo el humo contenido del coche. El pobre hombre, presa de tal sobresalto, salió del interior gritando que habia sido victima de un explosivo terrorista. El acólito desapareció escondiendose debajo entre los asientos, no se sabe si atacado por una feroz risa, o temeroso de los golpes que iba a recibir de tan religiosa mano. El caso es que aquello terminó de la mejor manera que podia ser: con una lluvia de tortazos en el rostro del niño, procedentes no solo de las manos del sacerdote, sino tambien de su propia madre, cuando se enteró de lo sucedido. A pesar de ello, canónigo y feligrés se reconciliaron totalmente, aunque no sería ni la primera ni la última vez que lo hicieran. Han pasado los años, y el primero ya está retirado. El segundo ya se ordenó en su iglesia. Hoy los dos se admiran y se aprecian mutuamente. EL que no vive para servir, no sirve para vivir.Refran español. Creo en la libertad y en la esperanza, y en una fe que nace, cuando se busca a Dios y no se alcanza, y en el Dios que se lleva y no se hace. Antonio Machado, según A.Gala.Paisaje andaluz con figuras.BCAAnel Granada.1894 Son tantos los pueblos, diseminados por el orbe de la tierra….que no forman mas que dos generos de sociedad humana, conformándonos con nuestras Escrituras, dos ciudades. Una es la de los hombres que quieren vivir según la carne, y otras es la de l os que viven según el Espíritu…La ciudad de Dios. San Agustín.Ed.Cincel. 372 - 373 - MI TIA AMPARO Y EL ESPIRITISMO De la familia de mi madre, recuerdo con especial nitidez, a una mujer ya entrada en años, hermana de la madre de mamá, por tanto, tíaabuela mía. Cuando había reunión familiar en casa de mi vecina y abuela, nos juntábamos un nutrido grupo de miembros del clan “Lara”, mi madre junto con sus hermanos, las hermanas de mi abuela, Rosario y Amparo, que eran como la “noche y el día” aunque ellas, las hermanas, se querían mucho, primos, hijos, sobrinos en general. Amparo, delgada, enjuta, abierta, comunicativa, era la alegría de la familia. Mi madre y ella, tenían extraordinarias relaciones, por que ambas tenían mucho en común. Compartían formas de pensar muy parecidas en general. Mi padre, hizo amistad con ella, y siempre que se veían en estas reuniones, charlaban largo rato. Yo, aunque era muy pequeño, se sentía cómodo a su lado, me hacía estar bien, quizá por que veía en ella algún parecido con mi madre, o seguramente, por que tía Amparo, era la típica “tía” que hay en todas las familias, que por su figura y carácter atrae a los sobrinos. Sin embargo, ya en esos años, yo notaba algo extraño en ella. Algún elemento que no me cuadraba bien, y no sabía que era. Llevado por la curiosidad infantil, escuchaba atentamente, las historias familiares por boca de mamá, sobre sus tíos y primos allá en Ceuta. Una ciudad española, situada al otro lado del “Estrecho de Gibraltar”, en el norte de Marruecos, pequeña, provinciana, casi un pueblo, en donde todos se conocen, y todo 373 - 374 - se conoce. Una ciudad fuertemente militar, fortín español, que incluso había sido cárcel. Villa anexionada a Andalucía, como provincia de Cádiz. Allí la familia materna de mi madre, señoritas de provincia, educadas en la moral de principios de siglo, unidas a la tierra que las vió nacer, y sometidas a los rancios controles de la opinión vecinal, que vivían con desahogo económico y bien situadas, gracias al trabajo duro de su padre, un malagueño que hizo dinero en Ceuta. Así era el núcleo familiar de mi abuela Lola. En ese mundo estrecho, de mente estrecha, mi tía abuela Amparo se descolgaba de los demás. Mamá me hablaba que en su infancia, vió pasar el Dirible alemán “Cepellin”, un gigantesco globo en forma de “puro habano” que volaba sigilosamente por los cielos hasta el día que se estrelló en EEUU, terminando así con su vida. Contaba anecdotas que me hacían reir, y pequeñas historias que pertenecen al seno familiar, de unos y de otros, pero, siempre, cuando lo hacía de su tía Amparo, frenaba en un algo que ella no asimilaba bien. Allí, al llegar al misterio, cambiaba un poco el tono de su voz, y me lo revelaba no con miedo, sino con cierto rechazo. Tía Amparo, acudía con regularidad a sesiones de espiritismo. No era “médium”, pero había hecho de eso una religión. Ese era su misterio. Aquello me resultaba intrigante, y mi madre me contaba extrañas experiencias que su tía había vivido a través de las sesiones. Mis padres jamás compartían esas creencias, y sin embargo, respetaban a la anciana hermana de mi abuela. Ella nunca rechazaba ninguna conversación en la que se hablara de Dios, por que se confesaba creyente. 374 - 375 - Un día cualquiera de un año olvidado, sé que nos reunimos en casa de mi abuela para merendar, por que habían venido Amparo y Rosario a ver a su hermana. Papá aprovechó la ocasión para saludar a las dos, y de esa manera, abrir conversación con Amparo. Teníamos una Biblia nueva, y no lo dudo dos segundos, con ella bajo el brazo se fue a la casa de su suegra. ¡Tia Amparo!,¡que alegría verla por aquí!Le dijo mientras le daba un respetuoso beso. ¡Gracias Eduardo!¿cómo están los niños, y mi sobrina Lola? Ella va a vanir de aquí a un rato, los niños están bien, por aquí anda el menor, Juan José, que no se pierde unaContestó mi padre, sentándose a su lado. La Biblia bajo su mano, esperando el momento oportuno, pues iban y venían los cafés, los dulces, los primos, los chismes, las historias, los critiqueos y los gritos de alegría cada vez que entraba alguien por la puerta para ver a las “tias” o para apuntarse a a merienda. Hora y media después del jolgorio, papá ansiaba poder hablar con ella de Dios, pues siempre que lo iba a intentar, alguien se interponía con la escusa más tonta. Mi padre sabía que no era el momento más oportuno, pero le daba igual, el caso es buscar el instante, y lo hizo, y lo encontró. Siempre sucede lo mismo, en esas regiones, al final todos cansados, empiezan por bostezar, ya que hablar se ha hablado mucho, y criticar se ha criticado mas, y ya no hay nada que decir, y como entonces no se podía hablar de política se chismorreabasobre los anuncios comerciales de la televisión, que eran malos y escasos. Amparo, viendo de reojo 375 - 376 - toda la tarde, el libro que papá tenía entre manos, le preguintó: Eduardo, se que te gusta mucho leer y escribir,¿qué llevas ahí?¿que libro es ese?, a mi tambien me gusta mucho leer Tia Amparo, es una Biblia, y la tengo aquí por que sé que te gusta leer. Me gustaría regalartela, si lo aceptas ¿Es para mi?,¡Oh, es un detalle!, ¡claro que te la acepto!, te puedo decir que yo soy muy creyente, y no tenía ningunaLe dijo, abriendola enseguida, y dandole a papá un beso de agradecimiento. Tu sabes, tía Amparo que yo he conocido a un Dios maravilloso, que esta vivo, que responde a las oraciones, que nos ama, que se mueve por nosotros, y yo podría contarte mil y un testimonios de su poder inmenso, tía, es maravilloso, y como yo sé que tú eres muy creyente, he sentido que debería regalarte esta Biblia, que además está dedicada por mi y por mi mujer para ti, para que siempre la leas y la tengas en tu biblioteca Eduardo te lo agradezco de todo corazón, sinceramente, claro que la voy a leer No fue posible seguir hablando, pues de nuevo se organizó la “barabunta” familiar, pero en éste caso, ocasionada por las prisas para irse todos a sus casas. Amparo y Rosario, se levantaron dando por finalizada la larga visita a casa de mi abuela Lola. No hubo lugar para entrar en los temas espirituales, pero allá se fue la Biblia, en el bolso de su nueva propietaria. Diversas fueron las razones, que nos impidieron, durante años, el contacto con 376 - 377 - tía Amparo. Ella, fue envejeciendo con el paso del tiempo, y solamente de vez en cuando, solíamos tener noticias suyas mediante mi abuela. Papá hizo cuanto pudo por conseguir su dirección, pero en la familia, existían muchos prejuicios, que actuaban como absurdos impedimentos. Todos sabían que nosotros, nos habíamos convertido al Señor. Aquello era nuevo para todos, y en una época de rancio sueño religioso español. Esa era la razón por la cual él decidió dejar el tema en manos de Dios, y El haría según fuera su voluntad soberana. Amparo, regresó a su Ceuta natal, y nosotros, tras el fallecimiento de mi abuela, nos trasladamos a Huelva en varias ocasiones, hasta que finalmente, nos instalamos en Andalucía. Las hojas del calendario fueron cayendo una detrás de otra, meses, y años seguidos, y los contactos familiares se espaciaban quizá demasiado en el tiempo. Mi madre, que mantenía un fluido contacto telefónico con su hermana Dora, recibió por parte de ella la noticia del empeoramiento de salud de tía Amparo, y gracias a su intervención pudo conseguir su número telefónico. La situación no era buena, aunque ella estaba plenamente consciente. Tía y sobrina, hablaron largo rato de esos temas tan usados en estos casos que surgen siempre en estos momentos de intimidad familiar. El tiempo y la distancia, no habían logrado borrar el afecto que las dos mujeres se profesaban personalmente desde hacía años. Mamá, no lo dudo un solo instante y abordó su principal preocupación. Tía Amparo, tu no tienes que estar preocupada ahora por nada, debes de descansar y olvidarte de los problemas de la 377 - 378 - familia. Tú, sabes, tía que somos cristianos, y que Dios tiene en sus manos nuestro destino. Lo que tienes que hacer ahora es dejar todo en manos del Señor, buscarle en oración y leer la Biblia, pues ella es la palabra de Cristo, viva y eficaz. Cariño, Dios es muy grande y El te ama, yo sé que tú siempre has sido una buena mujer, pero date cuenta, que el tiempo va pasando, y que todos nos tenemos que ir de este mundo, y para eso hay que estar preparado Papá, que había llegado de la calle en ese momento, miraba con interés a su mujer, para saber con quien estaba hablando. Tanto insistió, que ella, tapando el micrófono le contestó ásperamente: ¡Eduardo, déjame en paz!, que estoy hablando con mi tía Amparo, que está muy enferma Pero él siguió insistiendo, una y otra vez, para que le dejara hablar con ella. ¿Me quieres dejar en paz?, ¡que no es tía tuya, que es mia!,¡por favor no me pongas mas nerviosa! Pero si solo deseo que al terminar, me pases el teléfono Diez minutos después, logró su objetivo. Asi era mi padre. Tía Amparo, te dejo con mi marido por que no hay forma humana, está “erre que erre”, y no me deja hablar contigo.¡Que hombre mas pesado! Papá, limpiando el teléfono con un pañuelo, saludó con mucho afecto a la anciana, hablando con interrupciones . 378 - 379 - ¡Tia……….. Amparo!,…………………………… ¿Cómo………………. estás?...........ya.........ya veo.......si.............ya........me doy cuenta....o sea que.........bueno, mira, no tengas pena..........tu puedes hacer algo, dame tu dirección, por que yo te voy a mandar una carta, en donde te quiero explicar cómo puedes orar al Señor....por......si....eso es...así es.....debes de confiar en Cristo y entregarte a El solamente, ¡por fe!.....No es necesario nada, solo abrir tu corazón al Señor, por que El es el Camino, la Verdad, y la Vida, y para ir a Dios, has de hacerlo atraves………………………… de Cristo.....eso es...si.......¡exacto!.....¿que me dices?...¡¿qué tienes aun esa Biblia que te regalé hace tiempo?!, ¡cuánto me alegro!, pues leela, y busca al Señor....yo te voy a enviar esta misma tarde una carta de testimonio cristiano, y verás cómo Dios va a hacer algo en tu vida, y la semana próxima te vuelvo a llamar, si no te importa Después de colgar el teléfono, mamá informó con detalle del problema que tenía tía Amparo. Eduardo, está muy enferma y se va a morir pronto, ya no hay nada que hacer médicamente. He estado hablando con ella, se ha emocionado mucho, y me ha dicho que se acuerda de nosotros Pero, ¿te ha dicho algo de Dios? Si, le he comentado que debe de orar al Señor, incluso diciendole cómo ha de hacerlo, pero me ha confesado que se ponde muy nerviosa, que algo le impide hacerlo, y que tiene la Biblia, pero que le pasa lo mismo. ¿Que hacemos? 379 - 380 - Nada, orar solamente. Yo esta tarde voy a escribirle una carta cristiana, para ayudarla, y dejar que Dios se mueva Pero ella ha estado mucho tiempo con el espiritismo ese, y yo creo que eso es lo que le impide la oración, y como estamos tan lejos no podemos ayudarla ¿No? ¡Claro que sí!, el poder de la oración es muy grande. Dios ve las circunstancias, dejemos que El obre, yo por mi parte voy a escribir ahora mismo Tú, Señor, eres la luz que nos ilumina. El sol que nos calienta. Esa misma tarde se fue de nuevo al correo central con un sobre en la mano. Había estado orando mientras escribía, con la Biblia en la mesa. Allí, en ese par de cuartillas, escritas a máquina, le expuso el 380 - 381 - amor de Dios en Cristo para ella. Todas las palabras, las comas y los puntos, estaban cargados de vida y de amor. Tal fue la presentación que le hizo de Jesús, que al final redactó un sencillo texto: Querida tía Amparo, después de haberte expuesto en esta carta quien es Jesús el Señor, me gustaría que tu en la soledad de tu habitación pensaras en El, y le dijeras esta oración que yo te envio aquí: Señor Jesús, soy Amparo, y quiero abrirte mi alma, darte mi corazón, Creo, que tu eres Señor y así lo confieso con la boca y lo creo en el corazón, te recibo dentro de mi como lo que te he dicho, y quiero que seas mi Salvador, en este mismo momento, en tu nombre Jesús Esa noche, antes de dormir, los dos, abrieron la Biblia, y allí oraron con intensidad: Padre Celestial, en estos momentos, intercedemos por Amparo, tú sabes que no podemos ir a verla, y conoces su corazón. Ella quiere conocerte, pero hay algo que se lo impide, y es el diablo que por años la ha tenido sujeta mediante la gran mentira del espiritismo. Señor, ¡en el Nombre de Jesús!, reprendemos a todas las fuerzas malignas, y protegidos y respaldados por tu poder, Señor, ordenamos a Satán que salga de su vida, ahora mismo, ¡Sal de su vida!, ¡ya no te pertenece!,¡no es tuya, es de Cristo!. No importa cuantos años haya estado asistiendo a esas diabólicas sesiones, por que lo que importa es que en este momento, Cristo la está liberando, ¡Amen! Quince dias después, volvimos a hablar con ella. Había recibido la carta, y la leyó no una vez sino todas las noches, una y 381 - 382 - otra vez, entregándose al Señor, nos confesó que ya podía orar y leer la Biblia tranquilamente, sintiendo mucha paz interior. ¡Gloria a Dios!exclamó papá con gran alegría¡lo conseguimos, se ha convertido a tiempo!, ¡el Señor tiene la victoria! Poco tiempo después, falleció. ¡ENCONTRÓ TRABAJO! Estoy muy preocupada por nuestro hijo Florentino, Eduardo ¿qué vamos a hacer? Igualmente yo, he estado toda la noche orando por él....¡este hijo nuestro, con sus dificultades! Papá, desayunaba esa mañana madrileña, antes de ir al equipo médico que le tramitaría definitivamente su baja permanente, total y absoluta. Mi hermano, había regresado no hacía mucho tiempo de Cádiz, y se encontraba en casa, sin hacer nada, en una difícil situación personal, muy inquieto, sumamente desajustado a la realidad familiar. Andaba de acá para allá, sin un futuro claro. Siendo quizá el que más prometía para hacer una carrera universitaria, sobre todo: “Filosofía y Letras”, abandonó los estudios de bachillerato para disgusto de nuestros padres. Eduardo, el mayor, estaba lejos, realizando su Servicio Militar, en Cádiz, por lo tanto, en ese momento, era el “mediano”, quien absorbía por completo las preocupaciones paternales. Necesitaba trabajar para realizarse como persona. Era 382 - 383 - urgente. Yo al ser el mas pequeño de todos, y al estar estudiando mi correspondiente Bachiller, no era el centro de sus pensamientos en esos momentos. Mi hermano, estaba totalmente indolente y apático, algo propio de las situaciones en crisis, y mi padre no estaba dispuesto a que esa situación se eternizara en casa, por que podría crear conflictos internos familiares. Tenemos que tomar una decisión, Eduardo, esto no puede seguir así. Este hijo nuestro se nos va a perder Estoy de acuerdo, ¿pero qué puedo hacer yo ahora? Intenta hablar con alguien, en “La Unión y el Fénix Español”, en tu compañía de seguros Lola, tú tranquila, vamos a ver qué se puede hacer Ese día trascurrió normalmente, sin ningún inconveniente. Esa tarde, nos visitó Daniel Secristh, director en España, de Juventud con una Misión, los famosos “Jcum”, y pastor evangélico. Merendando con nosotros, mamá le expuso el problema personal que teníamos con mi hermano. Precisamente él, experto en el trabajo con jóvenes de todas las edades, nos aconsejó, mucha paciencia, hablar con Florentino, ver cuales eran sus preferencias, y canalizar en lo posible su vida lo antes posible. En el campo espiritual, añadiría algo: su necesidad de buscar la Palabra de Dios. Todo eso ya se estaba haciendo, pues no había día que, o bien mi madre, o bien mi padre se sentaran a hablar con él. 383 - 384 - La situación en casa, pasaba por malos momentos a causa de la falta de trabajo de mi hermano, y transcurrirían varias semanas, no sé si quizá un mes o dos meses después de la visita de Daniel, sin que ello tuviera visos de solución. El camino que al parecer estaba tomando su vida, no era saludable para el deseo de mis padres. Papá, estuvo haciendo todo ese tiempo numerosas gestiones, para abrir a su hijo una puerta laboral, pero todo resultaba inútil, y sin embargo persistía en su oración constante a favor de su hijo. El era un hombre de contactos sociales y de recursos pero a veces no resultaban con rapidez. Seguramente sería a finales de Mayo o a principios de Junio. Al regresar a mi casa, una tarde, me encontré que había habido una discusión familiar a causa del mismo asunto. En el ambiente se respiraba mucha tirantez. Preferí callarme, guardar silencio, no era el momento más oportuno para hablar de nada. Ni bueno, ni malo. Era preferible dejar que las cosas siguieran su línea, y desde luego, papá sabía muy bien lo que tenía que hacer, por que aquella misma noche, decidido se encerró en la habitación y de rodillas, oró con tanta intensidad, cuanto tiempo fuera necesario, que a la mañana siguiente, nos dijo en el desayuno: Voy a hablar esta mañana, con Don Emilio Junquera, Director General de la Unión y el Fénix, tengo mucha confianza en él, y le voy a regalar una Biblia, por que esta noche he estado orando al Señor, por Florentino y El me ha dicho: “¡Junquera!” 384 - 385 - Bueno, a ver si hay suerte Añadió mi madre, con un gesto de enfado. Como todos los días, acudí a mi responsabilidad de estudiante, pasando el resto del día, entre libros y compañeros de clase. Por la tarde, el impasible de papá, en familia, y sin que mi hermano estuviera delante en ese momento, absorbiendo un café casi hirviendo, comentaba para tranquilizar a la inquieta y preocupada de mi madre: No sé que es lo que le habrá comentado Junquera al otro señor, pero me han dicho que mañana vaya a verlo. Desde luego, Don Emili, me ha dicho que no me preocupe, pero que tendrá que hablar con su amigo, y que por supuesto, el solo puede hacer lo que esté a su alcance, nada mas, ¡ah! y se ha emocionado mucho, cuando, le he dedicado una Biblia, me ha dicho: Eduardo, es el mejor regalo que me han hecho, se lo agradezco mucho, soy un hombre muy creyente, y desde luego que la leeré Si había alguien experto en intensas oraciones, ese era sin duda mi padre. Yo no sé si el Señor le concedía las peticiones por su insistencia o ó por su pesadez. El caso es que se estaba acostumbrando a luchar solo por la fe, y a colocar todo en manos de Dios, sea cual fuere la causa y el motivo. Al día siguiente, tras un día cargado de estudios y de clases de bachillerato, como todos los días, regresé, siendo ya tarde a casa. No había nadie, estaba completamente solo, pero al sentarme junto a la mesa, para merendar 385 - 386 - un poco, sentí claramente cómo el Señor me dijo: -“Hay trabajo para el” Me quedé sorprendido por unos instantes, pues ni siquiera había orado, y no tenía muy claro, a qué y a quien se refería el Señor, con su palabra, aunque pude intuirlo. Un par de horas después, ya de noche, poco antes de la cena, mi padre, muy alegre nos dijo a todos: “He ido a hablar esta mañana con el Director General de esa compañía, amigo de Junquera, y nada mas recibirme, muy amable, se levantó de la silla, al entrar yo en su despacho, me ha saludado con gran afecto, y prácticamente sin darme tiempo a hablar, me ha dicho que no me preocupe que Florentino se presente el próximo Lunes en sus oficinas, por que ya tiene trabajo, y al igual que Don Emilio, me ha agradecido mucho la Biblia que le he obsequiado Mamá, respirando dijo: profundamente, solo ¡Gracias Señor, por todo lo que estás haciendo! Y de esa manera mi hermano comenzó a trabajar. 386 - 387 - LA CHABOLA DE ANGEL “¡Undibel camela a tusa!”, gritaba predicando un barbudo y robusto pastor gitano con voz ronca, una tarde en la maltrecha chabola de Ángel, mientras golpeaba con la mano abierta en la tarima, que de por si era un milagro que pudiera soportar tantas agresiones. El lugar era pequeño, pero recogido, había un ambiente acogedor, allí no sobraba nadie, todos eran bien venidos. Las vetustas y disparatadas sillas, aun servían a la obra de Dios, pues, aunque algunas amenazaban inminente ruina, seguían siendo útiles. El culto comenzaba con mucha alegría, los cánticos y alabanzas hacían temblar las paredes, pero ¡menos mal! que entonces, la iglesia evangélica gitana no usaba la estridente y terrible megafonía que hoy utiliza. Los churumbeles de Ángel, deambulaban de un lado para otro, por que no en vano, era además de iglesia, su propia casa. Con franqueza, he de decir, que el estilo de vida familiar gitano me llamaba poderosamente la atención incluso me gustaba. Allí cayó en mi corazón la semilla que después germinaría en un mi primer libro de investigación histórica documental, titulado: “Historia del Pueblo Gitano”. Las canciones cristianas, eran realmente sorprendentes, por la gran espontaneidad y alegría que contagiaban cuando Ángel se hacía cargo de la dirección del culto. Había un orden, pero allí todo el mundo podía participar. Al abrir su Biblia, buscaba 387 - 388 - en las páginas del Antiguo Testamento, cuando Dios mostró a Moisés cómo debía de hacer el Arca de la Alianza: Esa fue la orden del Señor dada a su siervo, y ese versículo, en aquella humilde y sencilla casita gitana, se cantaba con fuerza esa ordenanza divina, con un gran ímpetu mientras las palmadas hacían la percusión de la música. Algunos de los asistentes levantaban las manos, para después orar con enorme fuerza y libertad. “¡Mira que lo hagas conforme al diseño!” (3 veces) Que se ha mostrado en el monte de Dios Y verás la gloria, del Señor, (3 veces ) ¡Que se ha mostrado en el monte de Dios!. Fue allí, en ese sencillo hogar en donde el Señor tuvo a bien, darme una visión que me ha marcado. Recuerdo que estaba sentado a la puerta del “culto”, aún no habíamos empezado, no había nadie, no era la hora de la oración, y como hacía una tarde soleada, opté por esperar. En ese instante, tuve una revelación: mientras en mi corazón, resonaba el Aleluya de Haendel, toda mi mente se iluminó y como si me trasladara al pasado me ví formando parte del público judío que presenció el juicio a Cristo. Delante de mí, a todo color, en movimiento, perfectamente iluminado, iba Jesús cargando con la cruz, torpemente, abatido por el peso del madero. A su alrededor, el gentío que gritaba y gritaba. Los soldados romanos, 388 - 389 - perfectamente pertrechados con su atavío militar, y a caballo, custodiaban al Condenado. El Maestro continuaba su lento caminar, mientras de sus heridas y distintas llagas, emanaban hilos de sangre, que caían por su piel, hasta gotear en el suelo. Todo mi cuerpo se estremecía ante semejante visión, acompañada por esa grandiosa partitura del genial músico, que solo oía yo en mi interior. En el horizonte, estaba el Gólgota, y sobre el monte, tres cruces se levantaban solitarias, resplandeciendo tras ellas una misteriosa luz plateaba y brillante, y el “Aleluya” del músico Haendel, llegaba a su cenit, con esa coral final que lo caracteriza. Fueron unos segundos solamente, pero definitivos, por que allí me quedé, paralizado ante lo que mi cerebro humano había recibido en ese instante. Cuando me di cuenta, había levantado mis manos al cielo, como en adoración. Yo solo, y nadie más. Era como si hubiera tenido el honor de presenciar en vivo y en directo la crucifixión del Señor. De las profundidades de mi alma, surgía un manantial de alabanza y de adoración. Hubiera permanecido así horas enteras, si no fuera por el comienzo de la reunión. Allí mismo, con la valentía propia de un jovencísimo discípulo lleno de energía compartí con los hermanos gitanos, lo que había visto segundos antes. La sorpresa para mi no fue que ellos lo recibieran con vítores de gozo, si no que tales visiones, revelaciones y demás manifestaciones de Dios, les era algo normal. Sentía con enorme fuerza, una necesidad imperiosa en mi corazón de predicar sobre la Biblia. Visitaba con frecuencia distintas iglesias evangélicas, de diferentes denominaciones, y cada vez amaba mas él poder enseñar a otros lo que yo leía en las 389 - 390 - Sagradas Escrituras. Cuando un pastor, se dirigía a los congregantes, y todos esperábamos su mensaje, yo ya lo sabía, por que segundos antes de comenzar a predicar, recibía en mi mente, todas y cada una de las palabras que surgirían de su voz, mientras mi corazón comenzaba a latir con fuerza en mi pecho. ¿Por qué me sucedía eso?, sin duda era el Espíritu Santo, quien me estaba preparando para la enseñanza bíblica. ¿Cómo era posible que yo supiera lo que el predicador iba a decir, segundos antes de que comenzara su mensaje, cuando el pastor era además alguien totalmente desconocido para mí?. Dios me estaba llamando, siendo ese tan solo un comienzo, de una llamada que aun no ha terminado. Con enorme cariño, recuerdo mi primera predicación pública. Tenía entonces solo 16 años, llevaba muy pocos meses como cristiano militante, mi conocimiento de la Biblia era muy elemental, pero creía en lo que leía y vivía lo que creía. Era un decidido por Cristo, cuya fe estaba siendo acunada en la presencia amorosa del Espíritu Santo. No tenía miedo a nada ni a nadie. Leía con interés toda la bibliografía que caía en mis manos sobre las profecías bíblicas que indican el final del gobierno humano. Mateo capítulo 24 caló en lo más profundo de mis neuronas. Angel, deseo esta tarde predicar. Tengo en mi corazón hacerlo sobre Mateo capítulo 24 No hay problemas, puedes hacerlo, pero antes de que lo haga yo, ¿de acuerdo? De acuerdo Respondí con alegría. 390 - 391 - Me temblaban las piernas, por que nunca me había dirigido a ningún grupo de personas. Siempre he sido un niño tímido, de pocos amigos, retraído. Sin embargo allí estaba, dirigiéndome a un pequeño grupo de personas, que me escuchaban con interés. Ante mí tenía numerosas miradas, fijándose en cada movimiento que hacía, dispuestas a oír todas y cada una de las palabras que saldrían de mi boca. No sé si existe el llamado: Síndrome del Predicador, pero si no existe, en ese instante lo sentí o con todo su poder, y sin embargo, había algo en mi que me incitaba a hablar con total seguridad. No había preparado nada, solo dejé que fuera el Espíritu quien hablara por mí. Antes de dirigirme a la “multitud”, oré unos segundos, y me situé delante de todos. Al principio, titubeaba en la lectura del Evangelio, tropezando con las letras. Al finalizar, levantando los ojos, observaba a todos y cada uno de los asistentes, entre los cuales estaba Juana, la mujer de Ángel, el mismo, y tres o cuatro personas más. Para mí eran muchos. Mirándoles con detenimiento, comencé a predicar. Las palabras fluían a empujones por mi boca, pero salían, porque tenía total seguridad de lo que estaba hablando. A lo largo de mi vida he predicado muchas veces, y he ido adquiriendo conocimientos, y madurando no solo como persona, si no también como cristiano. Hoy mis predicaciones son mucho más intelectuales, aportando experiencias de la vida, y conocimientos de distintas áreas culturales. Ayer era un adolescente inmaduro lleno de vida, hoy soy un hombre maduro con estudios, pero he aprendido que cuando predico con un corazón lleno de amor como cuando lo hice en aquella ocasión, suceden cosas, y las 391 - 392 - vidas cambian. En ese primer mensaje les hablé del Reino de Dios, del cumplimiento profético según la Biblia, de la reconciliación con Dios, mediante la fe, de la Segunda Venida del Señor Jesús. No recuerdo cuanto duró mi mensaje, pero lo que viene a mi memoria, son esos: “¡amen!” que los asistentes soltaban a cada palabra que decía. Al terminar, me senté con la rara sensación de haber comenzado a hacer algo importante, pero si entonces no tuve ni el menor atisbo de vanidad personal, hoy tampoco la tengo; siempre he creído que en todo momento, yo he de estar apartado del centro, para que ese centro, sea el Trono de Cristo. Él es el importante, no yo. En plena mitad de la predicación me di cuenta, que hacía entrada al culto mi propia madre. Quise continuar hasta el final, y lo hice. Al finalizar me senté con los demás, para oír a Ángel, sintiéndome extraño por que algunas personas, mujeres gitanas sobre todo, me miraban con rostros complacientes, musitando palabras entre labios de condescendencia con mi persona. No sé si lo hacían admirándose de mi juventud o apenadas por la misma. Cuando me miro a mí mismo, en esa edad de 16 años, y me comparo con la actualidad, pienso qué es lo que me he dejado en el camino, en realidad, al retroceder a los primeros años de fe cristiana, argumentamos que hoy tenemos una gran madurez espiritual, pero en ocasiones no es mas que un intento de justificarnos para eludir el reconocimiento de numerosas pérdidas que hemos tenido a lo largo de los años. Es cierto que el proceso normal de aprendizaje, conlleva una larga maduración. En las mismas cartas de Pablo se nos exhorta a madurar, pero en ocasiones conviene que miremos 392 - 393 - al pasado, a esos años de iniciación en la fe cristiana, por que es muy cierto, que en ocasiones lo que llamamos “maduración” no es tal, si no tan solo un barniz que nos impide ver la realidad de nuestra situación espiritual actual. No hay mas que leer la Carta al Ángel de Efeso, en Apocalipsis, en donde Dios reconoce las muchas virtudes de esa iglesia, pero le avisa de forma muy contundente: “Una cosa tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”. Podemos llegar a predicar ante grandes multitudes, a adquirir un gran prestigio social como cristianos, a ser incluso utilizados para anunciar el evangelio a las masas mediante los mejores medios de comunicación actuales, incluido Internet. Pero si hemos dejado de tener ese primer amor, nada es. He de confesar que muy a menudo ansío volver a tener ese espíritu de búsqueda y avivamiento que yo tenía a los 16 años. En ese momento, para mí todo era muy sencillo: se trataba de creer a Dios y nada más. La chabola era algo más que una mísera casita construida con viejos ladrillos. Allí se movía algo, una luz especial irradiaba desde aquel humilde lugar. Delante había una explanada, que con alguna que otra frecuencia, solía ser el aparcamiento de numerosos automóviles, algunos de ellos con matrícula extranjera, que recorrían media España tan solo para asistir a las reuniones que dirigía Ángel. En esa España, no pasaba desapercibido ese hecho. Numerosos predicadores se daban cita allí. ¿Por qué? Sencillamente por que allí se movía el Espíritu Santo. Siendo como era el pastor una persona con escasos estudios teológicos, Dios lo usaba grandemente, hasta el punto que una vez 393 - 394 - fue invitado a predicar en una asamblea de sacerdotes católicos. Toda esa actividad podría despertar los celos y envidias de un grupo de pastores evangélicos de su misma iglesia, como así sucedió. Borjas predicaba con autoridad, con respaldo, con poder, y con una cuarta cualidad: parpadeaba sin cesar al hablar al público. Si se puede crear un libro “Guiness” de records, quizá Angel Borjas Vargas, tendría un lugar, pues en una ocasión estuvo 22 días completos orando, levantándose tan solo para comer y para dormir. Los callos en la rodilla denotaban tal voracidad en la oración. Aquello rompía todos los esquemas establecidos, pues los pastores de la iglesia gitana de Filadelfia, no se explicaban lo que Dios estaba haciendo en la chabola. El siempre les respondía: El único secreto que tengo es la oración, y vosotros no lo haceis lo suficiente, eso es todo. Para mí que estaba acostumbrado a ver extranjeros, no me extraña encontrármelos en mi casa, pero sí y mucho cuando los veía en una simple chabolita como la de Angel. Aun más, descubrir al llegar a ella desde el Metro, una hilera de automóviles aparcados en el terreno que se extendía enfrente de la misma, y aun mas ver a sacerdotes católicos invitarle para que les predicara a ellos. Borjas que no tenía inconveniente hacerlo, así lo hizo, preparándose previamente en ayuno y en oración. Un hombre sencillo y humilde como él, sin una preparación académica adecuada, fue poderosamente usado por el Señor, y predicando de manera magistral, sin 394 - 395 - atacar a la Iglesia Católica, predicó con fuerza y denuedo, ante una comunidad sacerdotal importante. Un mensaje cuya duración alcanzó tres o cuatro horas. Como resultado de esa labor, el Señor, derramó de su gloria allí, y uno de los asistentes, se hizo pastor. El resto han permanecido como sacerdotes en su iglesia, pero aun hoy recuerdan con especial cariño y afecto, a ese humilde gitano ungido por el Espíritu Santo, y que tanto les impactó en su vida ministerial. Solía quedarme todo el día en casa de Angel, me gustaba ese ambiente familiar en un hogar tan humilde y rodeado de niños gitanitos por todos los lados. Comía y me divertía con ellos, aprendiendo su forma de vida, sus costumbres, incluso algunas palabras sueltas de su lengua, el Caló. Una de tantas tardes, cuando estábamos en oración, antes de comenzar el culto, vino mi hermano Florentino, y sentándose, se dispuso para orar. Era un verano muy caluroso, parecía que el aire se había esfumado por completo, nada se movía mecido por la ligera brisa. La puerta que daba acceso al saloncillo del culto, tenía una cortina vieja extendida, bien parecía un trozo de madera. Inamovible por la ausencia total de viento. El calor era sofocante. Había varias sillas, todas ellas, distintas, diversas, y algunas divertidas, pues de tan rotas que estaban solo servían para durar media hora, no mas. Mi hermano, se sentó a muy poca distancia de la puerta. Algo extraño sucedería allí, por que en un momento dado, observé como la cortina era doblada hacia dentro, de la misma manera, que cuando alguien entra y precisa apartarla para hacerlo, pero no había nadie, ni detrás de la misma, ni delante. Pensé que podría ser el 395 - 396 - viento, pero esa forma de doblez no la provoca el aire. Aun así no había nada de aire. No le importancia alguna, pero minutos después, mi hermano, que estaba sentado justo de espaldas a la entrada, dio un pequeño testimonio: Quiero contar algo, ahora mismo, mientras comenzaba a orar, he sentido con claridad, como unas manos poderosas, me han cogido por detrás de manera muy amorosa, por los hombros, y de la misma forma se han colocado en mi cintura por la espalda, y sin embargo, no hay nadie detrás Era verdad, yo que estaba justo en frente de él, pude asegurar que en ese preciso instante, me di cuenta que era lo que había pasado con la cortina, y que no había absolutamente nadie mas allí. Solo estábamos, él, yo, Angel y alguno mas, pero sentados en otros lugares. ¿Por qué se movió la cortina de una manera tan perfecta como ésa?. En realidad ¿quien entró?,¿quién toco por la espalda a mi hermano?. Yo lo vi, y todas las conjeturas que se puedan hacer, sobran. Quizá una semana después a esos hechos, que Borja, consideraba normales, nos contó a todos un testimonio: ¡Queridos hermanos! clamó en uno de sus mensajes Hoy voy a contaros un testimonio que hemos tenido hace pocos días, en esta casa. Un grupo de hermanos nos reunimos para hacer una vigilia en oración. Estuvimos orando varias horas, con cánticos, alabanzas, algo de café, compartiendo testimonios, y hablando. Estábamos 396 - 397 - aproximadamente seis o siete reunidos, todos hombres, y entrando en una larga oración bajó la presencia del Espíritu Santo, en ese momento todos empezamos a orar en lenguas, hubo algunas profecías, pero lo mas hermoso fue que en un momento dado, el Señor se hizo tan real, que comencé a sentirme elevado. Me sentía como si el Señor me estuviera levantando del suelo, algo realmente maravilloso, único, indescriptible, hermoso. pero ¡hermanos!, siempre el diablo tiene que molestar, por que en ese mismo instante, mi hermano Gabriel se abrazó, a mis piernas, con todas sus fuerzas, gritando y llorando: ¡Pápa!, Así suelen llamar los gitanos a Dios¡no te lleves a mi hermano!, ¡Pápa!, ¡que tiene muchos niños a los que alimentar! ¡Señor que va a ser de ellos, pobrecitos! Solo por imaginarnos la escena, y la manera tan rústica de relatarla, la carcajada fue impresionante, mis padres lloraban de la risa, como los demás. El pobre de Gabriel no estaba allí, supongo que huyendo de la vergüenza que temía sentir. Borjas, en realidad fue levantado, y por eso su hermano quería sujetarlo a toda costa. Juana, solía contar cómo el Señor era de igual manera, era para ella hermoso y bueno. Ángel, Un testimonio relatado por ella, cuando su hijo Lucas tenía apenas cuatro o cinco años Es de noche, son las dos de la madrugada ¿Dónde está Lucas?¿No está con nosotros? 397 - 398 - Yo no lo he visto, pero es muy de madrugada, y oscuro. ¿No está en su cama? No ¿Estará con sus hermanos? Tampoco, lo he buscado y no lo veo. Los dos, ansiosos por encontrar al niño y temiendo que se hubiera marchado a la calle a esas horas, lo buscaron por toda la casa, despertando incluso a Gabriel y a su mujer, por si lo habían visto. No tuvieron que salir a la calle para encontrarlo, por que el pequeño, se divertía en el salón dedicado al Culto, solo, riéndose a carcajadas y escondiéndose de Algo o de Alguien, para volver a reírse más. Tanta era la algarabía que no deseaba atender a las llamadas y requerimientos de sus padres y tíos. Juana, le regañó con severidad, pero la respuesta dejó desconcertados a sus familiares: Mamá, es que estaba jugando con ese señor vestido de blanco, tenía barba, y era muy bueno conmigo ¿Qué “señor?” ¡Si Juana, nerviosa. aquí no hay nadie! Juana Ángel, tranquilizándola Gabriel y yo hemos comprobado que todo está perfectamente cerrado. La tranquilizadora palabra de Borjas, trajo paz al asustado ánimo de la buena de Juana. Mirándola con fijeza, ella pudo 398 - 399 - comprender qué quería decirle su marido con esa mirada. Hijo, ¿cómo era ese hombre? preguntaba la pacificada voz maternal. Alto, pelo largo, un poco barbudo, vestido de blanco, y muy buenoRespondía la suave voz infantil. ¿Por donde se ha ido? No lo sé, pápa, simplemente se fue Imposible, está todo cerrado, puertas y ventanas Añadía Gabriel. Todos enmudecieron, sospechando quien había estado allí realmente. Mi padre tenía el deseo de conocer cómo había sido la conversión de nuestro amigo y hermano. Había días que yo estaba mas tiempo en su casa que en la mía y a menudo solíamos comer juntos. Aquella comida bien preparada por su mujer, prometía ser deliciosa. Allí mismo en el patio central, o en lo que parecía serlo, por lo destartalado que estaba y el desorden reinante, colocamos una mesa vieja, sobre ella un curioso mantel desdibujado y descolorido, aunque muy limpio. En una esquina, junto a un muro de la casa, un zapato izquierdo infantil abandonado a su suerte. Por allí deambulaban los niños del matrimonio, y uno de ellos, estaba descalzo de un solo pie, del izquierdo precisamente, aunque el calzado del derecho era de distinto modelo, aunque del mismo número. En la pared frontal, un diminuto y escueto espejo, ladeado. Debajo, una bacinilla para el agua. A su 399 - 400 - lado, una brocha de afeitar, su maquinilla, y una pieza de jabón, un viejo pantalón roto, un cubo con ropa recién recogida del tendedero. Al lado de éste batiburrillo de objetos, yacían esparcidos por el suelo numerosos trozos de juguetes viejos, que Juana se empeñaba en apartar blandiendo al aire una escoba y gritando a los niños. ¡Ángel! chilló ¡Regaña a los niños, que me lo dejan todo por medio, y no puedo mas! ¡Ya voy!Respondía Ángel, con enorme tranquilidad, y como si estuviera muy agotado todo el día, reprendía a sus hijos con absoluto desdén. ¡Ángel!, ¡El niño está descalzo! ¡Ángel, esto, Ángel lo otro!, ¡esta mujer no me deja en paz! Dirigiéndose al niño¡ Nene, ponte ese zapato que está en el suelo!. El pequeño obedeció, calzándose como pudo, de modo que iba con dos de distintos colores y formas, y dps minutos después volvió a perder un zapato. Después de haber comido, quisimos saber cómo se había convertido. El pastor, tras un descanso, mirándome inició el relato: Aquí, la Juana, estaba asistiendo a unos cultos, y yo no quería. A mi eso no me gustaba. Todos los días discutía con ella. Tu ya sabes cómo somos los gitanos. En ese tiempo llevaba colocado en mi cuerpo un aparato ortopédico, sujeto con correas, hasta el cuello, por que tenía un gran problema en mis huesos. Estaba dado de baja por enfermedad, con una invalidez total. Las posibilidades de recuperación eran escasas, lo estaba pasando bastante mal, el aparato y sus correas en todo mi tronco me producían muchas molestias, pero si me lo quitaba los dolores eran 400 - 401 - insoportables e irresistibles, no podía dormir ni caminar correctamente. Así que mi vida era un total desastre. Un día, cansado, de discutir con mi mujer, decidí asistir a uno de esos cultos. Iba con deseos de buscar a mi mujer, y sacarla de allí como fuera, de cualquier manera. Recuerdo que el local estaba lleno de gente, y que predicaba un pastor negro, africano. Al principio me estaba riendo de todo eso, pero poco a poco, lo que allí se decía, comenzó a interesarme, dándome cuenta que no era como yo creía. El pastor predicó con un gran respaldo del Señor y el Espíritu Santo empezaba a tocar dentro de mi corazón, cayéndoseme las lágrimas, aunque me las secaba para que mi mujer no me viera, pues aun luchaba dentro de mí, no quería dar la sensación de ser un hombre blando. En un momento determinado, al finalizar el mensaje, se hizo un llamamiento, para aquellos que quisieran aceptar al Señor Jesús, y yo me levanté. Una vez que lo hice, el pastor quería orar con los enfermos. Yo no sé cómo me levanté, pero cuando me quise dar cuenta, me encontraba de rodillas delante de todos. Justo en ese instante, noté que Algo muy grande entraba en mi, que Dios estaba trabajando. Lo único que pude decir fue: “¡Señor!”, y en ese instante, Juan José, todos vieron allí, cómo las correas de mi aparato ortopédico comenzaron a soltarse solas, una detrás de la otra, y sentí cómo mis huesos sonaban, como si un médico especialista los estuviera colocando uno tras otro. Los hermanos, exclamaban: “¡Gloria a Dios!”, “¡Milagro!”, “¡Aleluya!”. Temblaba como un terremoto, y allí mismo, de rodillas, al tiempo que era sanado de una forma tan clara recibí el bautismo del Espíritu Santo. Esa fue mi conversión, ya lo sabes” 401 - 402 - Me quedé perplejo, tras el relato, pues desde luego, no esperaba algo así. Han pasado ya muchos años, y quizá un relato así puede pecar de exageración, o sencillamente, no creerlo, pero solamente para aportar datos y pruebas, tuve la oportunidad, hace muy poco tiempo, de hablar por teléfono con un pastor gitano, que estuvo en esa reunión, por que después de treinta años sin saber nada de Borjas yo lo estaba buscando. Cuando le pregunté por él me dijo: Ah, usted busca al hermano de las correas ¿es cierto? ¿Cómo el de las correas?, no, yo pregunto por Ángel Borjas Vargas Si, le llamábamos el de las correas, por que le saltaron todas en un culto de oración. Yo estaba allí y lo vi Aquella sencilla casita, hoy desaparecida, fue un faro, que por un poco tiempo alumbró a muchas vidas, y aunque las nuevas generaciones desconozcan esos hechos, hay algo que no cambiará nunca, y es que cuando Dios se mueve, lo hace con tanto poder y autoridad que deja una huella indeleble en las conciencias de quienes lo vieron y fueron sus testigos. Yo sé, como Vargas, al dirigirse a una pequeña asamblea de extranjeros, hablando en lenguas, les predicaba en....¡su propio idioma!. He visto grandes cosas de Dios, pero he de decir algo, si existiera un registro del Libro Guiness de records en la oración continuada, y solamente para dormir y comer, Angel debio de batirlo aquella vez que estuvo sin levantarse de las rodillas 22 402 - 403 - dias seguidos oración.. en total y constante Señor, a Jonas el profeta del vientre de la ballena, en que moró tres dias, dentro de la mar llena, sacástelo tu sano, como de casa buena: ¡Salvame,tú ,Mesías, sin culpa y sin pena!. Arcipreste de Hita. Libro del Buen Amor.Siglo XIII. CLasicos de la literatura española. Ediciones Rueda,2002 Dios ha bendecido a la familia Borjas. A la izquierda, arriba, Amparo. Derecha, sentados, Eliseo, Abraham y Jacob. Sirven al Señor. Adbajo, Angel, y detrás dos de sus nietos, con vocación para el servicio de Dios. A la derecha, otros nietos. 403 - 404 - MI PRIMERA PREDICACION, SAN MATEO 24 Me temblaba el cuerpo cada vez que un pastor se colocaba detrás del púlpito para comenzar a hablar, por que siempre, antes de que lo hiciera, me venía un torrente de palabras a mi boca, desde lo mas profundo del alma, que casi no podía retener, era como un rio inctonenible. Coincidía que cuando el predicador comenzaba a hablar, siempre lo hacía con las mismas frases que yo ya tenía en mis labios. Era una fuerza incontenible. Yo ya era consciente, en esos momentos, que el Señor me estaba preparando para la predicación. Mi sueño era, tener tan solo una pequeña cmunidad a la cual poder hablar. A veces me veía en mi imaginación en un local muy estrecho, en el cual cabía solo un par de filas de asientos, con un reducido grupo de personas. Muchos, deseaban llenar grandes iglesias, yo soñaba con todo lo contrario, con un grupo casi minusculo, pero en mi había una llama ardiente, que con el paso de los años, echo de menos. Aquel anhelo tan desorbante, esa relación íntima con Dios, la amistad que sentía y la pasión por el evangelio, propia de un primer amor, es lo que necesitamos hoy. Los años pasan, y el aprendizaje nos hace madurar, es algo natural, y en muchas ocasiones nos vamos olvidando de esa pasion amorosa de los comienzos, para volvernos frios y pragmaticos. Si leemos en las cartas del Apocalipsis Dios dice a la de los Efesios, que aun reconociendo lo mucho que esa iglesia ha practicado en la Obra de Dios, hay algo que tiene contra ella, y es que “has dejado tu primer amor”, y la llama al arrepentimiento, bajo 404 - 405 - una grave advertencia que ninguno debemos de olvidar. Para ser sincero, ¡cuantas veces, en los últimos meses he orado, al Señor, al objeto de recuperar aquellas profundas vivencias!. Que bueno es cuando, unimos la larga experiencia personal obtenida a lo largo de estos años, con ese primer amor que nunca debemos de olvidar. Mi corazón, latía con fuerza, ese día del 23 de Marzo de 1973. Había cumplido hacía poco, 16 años, no tenía experiencia, y tampoco me importaba, por que únicamente lo que quería era hablarle a los demás de lo que el Señor me daba. Siempre he sido una persona muy controladora de mis propios sentimientos, quizá por ello me alejaba un poco de la gente de mi edad. Tenía ante mis manos la Biblia abierta, por Mateo 24: “Las señales del fin”. Tenía la convicción que debía de hablar yo y ya en ese momento, que debería colocarme ante la comunidad. Yo, que siempre, había sido muy tímido, y aun en esos años, pero una fuerza impulsora me estaba lanzando hacia delante. Angel le susurré a Borjas, antes de comenzar el culto en su chabola, mientras la gente entraba y se sentaba, incluida mi familia ¡Dejame predicar esta tarde! Sin problemas, puedes hacerlo Es la primera vez que lo voy a hacer ¿Y qué?, tú comparte lo que Dios ha puesto en ti, y ya está Eso fue todo cuanto mi hermano me dijo. Comenzó el culto, no habría más de 405 - 406 - diez personas, pero todos en armonía y en paz unos con otros. Las alabanzas sonaban con fuerza, para dar lugar a las oraciones espontáneas de los participantes. Mi corazón estaba como una batidora, por que no podría reprimir por más tiempo aquel caudal de palabras que me venían sobre Mateo 24. El pastor, me cedió el púlpito, y todas las miradas se clavaron en mi, csi un niño, un adolescente con granos en la cara que se atrevía por primera vez en su vida a predicar ante un auditorio, sencillo, humilde, pero tan digno como si hubiera sido de grandes dimensiones. Fui consciente, que tenía ante mí una enorme responsabilidad: la gente. Debemos darnos cuenta de algo cuando nos situamos ante los demás: No somos vendedores de automóviles, sino expositores de la Palabra de Dios, y que cada persona que se sienta a escucharnos tiene un mundo interior repleto de interrogantes, y que aunque desconozcamos cuales son, es nuestra responsabilidad, buscar la respuesta idónea en amor, para cada una de esas preguntas. Lógicamente solo Dios conoce los pensamientos, y es por ello, que si nos abandonamos en sus manos, El será quien se encarge de resolver cuantos enigmas, tengan los que nos escuchan, pero por nuestra parte, algo debemos hacer, es ser responsables de lo que vamos a decir, ante Dios y ante los demás.Predicar el Evangelio, no es algo para hacerlo a la ligera, como cualquier otra cosa, no. Tenemos que “mimar” la enseñanza, y ofrecerla lo mejor posible.Ese era mi sentir en esos momentos, y sigue siendolo hoy. 406 - 407 - Hoy va a predicar Juan José, al que todos conoceis bienEscuetas palabras del pastor, quien se sentó a la derecha de mi padre, para escrutarme cada sílaba que yo dijera en ese momento. Se hizo un silencio sepulcral, mientras, yo sin titubear, me situaba delante de ellos. Yo era tan temeroso de la pureza de la doctrina que contemplando por unos segundos todos los ojos abiertos oré al Señor, en mi interior. Señor, que no diga yo ni una sola letra que no sea tuya, no quiero enseñar ni una sola coma si ésta no viene de ti, SeñorOré, antes de comenzar a predicar: Hermanos, por favor, abrid vuestras Biblias por Mateo 24, hoy con el permiso del Señor, voy a predicar sobre los últimos tiempos, y las señales que Elnos dio para que pudieramos conocer su Voluntad, pero antes vamos a orar.......... Angel, elevó su voz y oró por mi, para que Dios, me usara. Era consciente, del examen al que me estaba sometiendo sin saberlo, y me apoyó con su oración intercesora. Mi padre, me contemplaba complaciente, y mamá sonreía plácidamente. En ese momento, no eran mis padres, sino gente que escuchaban la palabra de Dios. 407 - 408 - JOSE, EL LIBERACIÓN PUERTORRIQUEÑO,Y SU Una de las personas a las que de una manera deliberada, les voy a cambiar el nombre es la protagonista de este testimonio. No deseo citarlo por ser respeto, a la hora de mencionarlas en situaciones soportadas por ellas mismas. Estudiante de la carrera de psicología, nuestro amigo puertorriqueño, residía en Madrid y nos visitaba muy a menudo, con frecuencia. En una ocasión, papá después de haber recibido el Bautismo del Espíritu Santo, le invitó a orar en nuestra casa. Había estado orando toda la tarde y la conversación transcurrió muy animada. Nuestro, amigo, demostraba un interés mas cercano a la curiosidad que a otra cosa, pero había en él un enorme respeto cargado de buenas dosis de afecto hacia mi padre. Se reunió en una de las habitaciones, cerrando la puerta para tener una mayor intimidad. La oración brotó de los labios de Eduardo y de Lola, con una enorme paz interior y armonía en el ambiente, prefirieron apagar la luz, pues era suficiente la escasa luz solar del atardecer que entraba por la ventana. En un momento determinado, José, que era mestizo, soltó un terrible grito de horror, tanto que mi padre corrió a auxiliarlo, mientras mamá encendía a toda prisa la luz eléctrica. Al hacerlo se encontraron al pobre José, completamente blanco y paralizado por el terror. ¿Por qué has gritado de ese modo tan terrible? Preguntó papá. Don Eduardo Dijo, temblando Cuanto usted estaba orando, con tanta fuerza, he 408 - 409 - visto de pronto, como una especie de nube de azufre o algo parecido, y en ella estaba el diablo.....¡lo he visto!.....¡he sentido un espantoso y terrible frío, que no podía moverme! Tranquilo Respondía mi madreEl Señor está aquí y ha vencido al maligno. Lo que pretende es asustarte y aterrorizarte para que no te encuentres con Jesús. No te preocupes, entrégate al Señor, nosotros seguiremos orando por ti La oración se reanudó y nuestro amigo se sintió mucho mas confortado. Durante los meses que transcurrieron fue poco a poco conociendo al Señor, abriendo su corazón más y más a su palabra. Dios estaba trabajando en su vida, ya que él tenía un problema muy claro: Espiritismo. Su madre lo practicaba con regularidad, por que era Médium, y él mismo parecía que lo había realizado en su adolescencia o infancia. José padecía mucho del aparato digestivo, y ella al parecer había querido curarlo usando prácticas espiritistas. No se pueden evitar situaciones curiosas en la vida cristiana, anécdotas que sazonan de alegría de buen humor nuestra relación con Dios, aunque estas sean equivocaciones producidas por nosotros mismos llevados por la impaciencia natural. Varios meses después de los hechos relatados nuestro amigo estaba invitado a una vigilia de oración que se hizo en casa con la participación de varios pastores evangélicos. Después de cenar, comenzamos a orar, cantamos alabanzas, volvíamos a orar, de nuevo más alabanzas. Mi madre de vez en cuando nos hacía café a todos, hablábamos, compartíamos la lectura de la Biblia, contábamos testimonios, así transcurría la vigilia. José, 409 - 410 - ya avanzada la noche luchaba contra el sueño, los párpados se le cerraban por el cansancio. Sentado a la derecha de mi padre, en plena oración, se durmió. Papá que también oraba, para despertarlo, no se le ocurrió otra cosa, que darle un pequeño golpe en la rodilla, con la mano, para inmediatamente seguir orando. José se volvió a despertar sin darse cuenta quien fue en realidad el que le avisó de esa forma, incorporándose a la oración de todos. Al finalizar la misma, de manera muy decidida pero respetuosamente le dijo a mi padre: Don Eduardo, quiero contar un testimonio ¿Ah sí? ¡Que bien! ¿De qué se trata? José se acercó a su oído y le dijo: Pues que me he quedado dormido, y que me ha despertado Jesucristo, con un golpe suave en la rodilla Papá, quien también estaba siendo víctima de un terrible cansancio, le contestó: ¡Pues qué bien!Tras unos segundos de mutismo, reaccionó: ¡No!, déjalo muchachoLlevándose el dedo índice a los labiosChiiiiiiiiiiissssss,¡otro día!.....¡otro día!Le dio dos o tres palmaditas en la espalda, añadiendo:Están ya todos muy cansados, y ya se van.“¡Dios mío que no se le ocurra contar semejante testimonio!”Pensaba papá. José muy confuso con lo sucedido, optó por hacerle caso, y como el sueño volvía a aprisionarlo, se quedó dormido. 410 - 411 - Nuestro amigo borícua, típico representante del cruce de razas, era un resultado del cruce racial, entre negros, indígenas y blancos. Su única familia en España éramos nosotros, y por ello estaba más tiempo en nuestra casa, que en la suya. Leía con mucho interés la Biblia, y algo en él comenzó a cambiar. Una lucha se estaba desatando en su espíritu. Papá compartía todo cuanto nos estaba sucediendo, incluso, por su cuenta, iba de vez en cuando a la Iglesia de Calatrava. Tenía por entonces unos amigos formados en Psicología, o en Psiquiatría, y en una ocasión les invitó a una de las reuniones de alabanza de los gitanos. Allí se fueron, con el único interés de observar, como profesionales de la psique humana, qué era lo que en realidad allí sucedía. Querían dar una explicación científica a extraños sucesos, como el “hablar en distintas lenguas”, las “profecías” y otras manifestaciones. Me fui con ellos, para que pudieran investigar, y tener una opinión sobre lo que sucedía allí Nos dijo José, al regreso de la experiencia. ¿Qué dijeron? Salvo un caso o dos, en los que había una situación de histerismo, en el resto, no han sabido dar ninguna explicación científica. Desde el punto de vista de la ciencia, no han encontrado justificación alguna a las “lenguas” ni a las “profecías”. No han podido llegar a ninguna conclusión Respondía, sentado mientras tomaba un café. 411 - 412 - Esa tarde, tomando como excusa esa experiencia, el estudiante, se enfrascó en una larga conversación con nosotros. Hablando y hablando de muchos temas variados, abrió su corazón y dejó que éste hablara por su boca. Allí, la historia de su infancia y los problemas de su vida surgieron como un torrente. Quizá fue por que leyó un libro, que le presté, muy conocido en el mundo juvenil evangélico: “Corre, Nicky, Corre”, que relata la vida de Nicky Cruz, un puertorriqueño, hijo de una espiritista, que tuvo una vida delictiva terrible con los “MauMau”, una de las bandas mas sanguinarias de Nueva York, y que tras conocer a Cristo, su vida dio un cambio radical. Pues yo, tengo un hermano, en Estados Unidos, que hoy es pastor evangélico. El fue también miembro de los “MauMau”, y al convertirse al Evangelio, mucho después de lo que se relata en éste libro, su vida cambió y ahora se ha dedicado a servir al Señor, sin embargo por diversas razones, tengo pocos contactos con él Nos quedamos un tanto sorprendidos ante esa información que desconocíamos, pero se evidenciaba que José arrastraba una ambivalente relación familiar. Había en él heridas abiertas, a lo largo de toda su historia personal. Fracasos emocionales, que le habían marcado de por vida. Desilusiones incrustadas en sus recuerdos. Quizá fuera todo eso lo que le motivó a estudiar Psicología. El encontraba calor de familia, de hogar, en mi casa, junto a mis padres y hermanos. Papá y mamá le apreciaban con sinceridad, era como si 412 - 413 - fuera un hijo adoptado. Nos contó incluso que su madre era espiritista, igual que la de Nicky, quizá, al menos entonces, con una diferencia con ella, ya que la de Cruz, dejó el espiritismo y se entregó a Cristo, gracias al ministerio de su propio hijo. Fue la tardenoche de un Sábado. Todos en el gran comedor de mi casa. Nos habíamos dado cita para hacer una vigilia de oración. Después de ingerir la cena que mamá nos había preparado, comenzamos a orar. José, Ramón Mejías un misionero cubano, y nosotros. Todo “va bien” en la oración, hasta que el Espíritu de Dios, decide hacer lo que considere mejor, y comience a manifestarse la Gloria de Dios. Así sucedió esa ya lejana noche en la historia del tiempo familiar, por que a mitad de la misma, sobre las once mas o menos, Algo portentoso sucedería. Cristo comenzó a romper las cadenas que oprimían por años el alma del puertorriqueño. Aun recuerdo nítidamente, que justo en el instante en el cual, Mejías, decidió, motivado por el Señor, imponerle las manos, para orar por él, José cayó al suelo retorciéndose su cuerpo, a la vez que desde su garganta, salían gritos desaforados, y una voz distinta a la suya, la de alguien o algo que se manifestaba CONTRA Cristo. Nosotros no teníamos mucha experiencia en el exorcismo, pero sí había algo en mi casa: unción del Espíritu Santo. Todos nos unimos sin titubear ordenando al espíritu inmundo que había en él que lo dejara, que saliera de su cuerpo. Los desagradables chillidos aumentaban mas, cuanto mas le ordenásemos, que abandonara ese cuerpo, por que ya no tenía nada que hacer alli, 413 - 414 - ya que esa persona, pertenecía a Jesús desde hacía días. Mi padre, acercándose a la cocina trajo un poquito de aceite de oliva puro. Se oró al Señor, para que ese aceite, fuera un símbolo representativo de la unción con el Espíritu Santo, y después ungimos con el a José. Lo que allí sucedió fue sencillamente tremendo. El borinqueño, era un hombre delgado, y de escasa altura física. Su constitución física no era muy fuerte. Yo no me podía explicar cómo un cuerpo humano tan sencillo como ese, era capaz de semejantes sacudidas. Observé muy frugalmente, que en su mirada había algo extraño, ajeno a él, algo interior que no me gustaba. Tumbado en el suelo, se movía como si imitara los movimientos de un animal. Gritos y voces. ¡En el Nombre de Jesús, sal de ese cuerpo, te lo ordenamos, Satán, deja este cuerpo, pues ya no es tuyo, es de Cristo! Ordenaban Ramón y Eduardo, apoyados por nosotros. Pese a ser la primera vez, yo no tenía ninguna sensación de temor, por el contrario, era consciente de vivir bajo una Gran Autoridad maravillosa. Aun no me explico cómo los vecinos no nos denunciaron, pues los ruidos eran enormes. En esos años, cualquier escándalo, podía situarnos ante la policía franquista en una difícil posición. Creo que Dios les tapó los oídos. José, o lo que hubiera en él buscaba arrinconarse, como si huyera del Poder que allí había, pero donde lo hiciere, todo inútil, ya que el Espíritu Santo, ocupaba 414 - 415 - todo. Además la Biblia, dice que “No tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra espíritus de maldad”, en Efesios capítulo 6, y tenemos las garantías de la Victoria obtenida por Cristo. El es Rey, y todo el Poder y Autoridad le han sido dados, en el Cielo y en la Tierra. No se expulsan a los demonios en el nombre de ningún santo varón humano, sino solo en el de Jesús. Suficiente. José al final, fue liberado por completo. El muchacho, entre lágrimas, oró fervientemente al Señor, abriéndole su corazón por completo. Allí renovó su compromiso con Cristo. Los avatares de la vida, llevan en ocasiones, a imponer su dictadura, y lamentablemente, de él solo sé que regresó a su tierra, y que allí participaba en las actividades de una iglesia cristiana, pero se perdió todo contacto, por completo, y nunca hemos tenido noticias suyas. Han pasado 30 años, y no ha sido posible volver a tomar contacto con el, ya que su dirección personal se perdió un par de años después de su marcha a Puerto Rico. No sé, quizá cuando partamos con el Señor definitivamente, nos veamos allá arriba, y me cuente que fue de él. 415 - 416 - ANGEL, UN ADOLESCENTE PROBLEMÁTICO La adolescencia, es uno de las épocas más difíciles de nuestra vida, y aun más, si no se cuenta con la estabilidad de una familia unida. En particular mi paso por esa época, no tuvo grandes dificultades, tan solo las normales que todo adolescente tiene. Asistía a una escuela, del que aun recuerdo su nombre: “Colegio España”, se llamaba así por una doble alusión, al nombre de nuestro país, y por que en realidad, llevaba el apellido de su director, Don Pablo España de la Torre. Era un centro educativo masificado. En esos años la población infantil había aumentado, y sin embargo la inversión en escuelas, no cubría las necesidades totales de la demanda. Había niños por todos los sitios, y de todas las edades. En mi “clase”, de lengua y literatura española, éramos cerca de cincuenta o más adolescentes. Para los maestros, reconozco que debería ser realmente difícil proceder a impartir las materias. Mantener la atención de los alumnos se convertía en ocasiones en una tarea ardua y difícil para ellos, y a pesar de ello, existía un enorme respeto del alumnado, en general, hacia la figura del Profesor. Hoy a desparecido todo eso. Cierto es que el numero de alumnos es de 25 por aula, para facilitar mejor la enseñanza, pero por otro lado, la crisis de valores humanos en la sociedad española, es tal, que la caída en picado de la calidad de la enseñanza ha producido una crisis sin par en la historia de nuestra educación oficial. Hoy, impartir enseñanza, se está convirtiendo en una aventura de la que se sabe cómo se entra, pero no se sabe cómo se va a salir. Reconozco, que mis años de 416 - 417 - adolescencia, aprendí en ciertas y concretas materias mas, que lo que hoy mi hijo aprende. Aquella era una didáctica cerrada, muy dirigida por los objetivos franquistas, y que la democracia, como en el resto de la sociedad brillaba por su ausencia en los colegios, escuelas, e institutos, pero a pesar de esas enormes carencias, añoro en cierta medida esos años de mi vida estudiantil. Hoy, estoy convencido de ello, la enseñanza está en crisis, y no hablo como maestro titulado que soy, aunque no ejerza la profesión. Nuestros hijos están desmotivados, los profesores en activo también, y a pesar de la variedad existente en las materias que se imparten, el desaliento ha cundido a todos los niveles, y como los valores humanos, han cambiado por completo en España, en toda su sociedad, (algo de lo que no tiene culpa la Democracia), estamos entrando en una espiral cada vez mas creciente de desasosiego, intranquilidad social, y cierto aumento de la violencia, tan bien servida, por los poderosos medios de comunicación, como la Televisión. Hoy la falta de respeto de los más jóvenes hacia los adultos es enorme, quizá por que ese es el espíritu que reina, en la sociedad materialista de hoy. Nadie respeta a nadie, a pesar de la máscara democrática que tenemos, y del continuo reclamo al cumplimiento de los Derechos Humanos. Uno de los tantos problemas que acucian a nuestros jóvenes, en el interior de las escuelas y de los institutos de enseñanza media, es el acoso escolar, que muchos de nuestros hijos e hijas soportan con paciencia y con impaciencia. Es un serio problema, por que está arruinando el feliz desarrollo psicológico de nuestros 417 - 418 - adolescentes. Estoy seguro que es una situación agravada en los últimos años, que les desborda no solo a ellos, sino también a los padres, a la que es debemos hacer frente, muchas veces sin recursos a nuestro alcance, por que las medidas disciplinarias que existen en los centros educativos, son muchas veces completamente inútiles en sus aplicaciones. El acoso de los muchachos puede causar muchas heridas psicológicas a las víctimas, y ello sin contar los daños físicos que sufren algunos, cuando no solamente hay insultos y humillaciones diarias, sino también agresiones físicas. Hoy es un problema “increscendo” que no tiene fácil solución. Muchos padres de hijos adolescentes, saben de lo que estoy hablando. Es una situación que siempre ha existido, aunque en éstos años va en aumento, pero siempre ha estado allí, quizá por que la adolescencia demuestra en realidad, cómo es la condición humana de una manera mas cruda, es en esa época cuando comienza a florecer todo lo que se aprendió en el hogar desde la mas tierna infancia. El problema de hoy en gran medida es el resultado de lo que hemos enseñado a nuestros hijos e hijas desde pequeños. La sociedad está cambiando, los valores tradicionales familiares han entrado en crisis, y ya desde hace una veintena larga de años, es normal, que la madre española esté fuera del hogar, trabajando a destajo, el padre aparezca a las diez o a las once de la noche, y las responsabilidad de la educación, que ha de ser compartida por ambos sexos, en muchos casos, ni exista, por razones laborales, cayendo sobre los abuelos, o familiares mas cercanos, que a su vez 418 - 419 - tienen sus propios problemas. Hay hogares, solo se habla de dinero y de sus derivados, y se prima a quien es más fuerte, y a quien triunfa a cualquier precio sobre los demás. Nuestro ritmo de vida, nada tiene con el de nuestros abuelos, mas taciturnos, mas tranquilos, menos agobiados por los pagos a los bancos. No hace mucho, en un conocido pueblo industrial – agrícola de la provincia de Almería, El Ejido, se desarrolló la figura del “niño –llave “, es decir, los menores de edad, de nueve o diez años, que aun siguen siendo niños y no un adolescentes, que portaban la llave de su casa, por que ninguno de sus padres estaban al medio día, para algo tan sencillo como el comer en familia, recurriendo a calentarse la comida que la madre les dejaba hecha desde el dia anterior. Siempre así, a su libre antojo y albedrío, hasta la hora que veían a sus padres, muchas veces de noche. En este estado de cosas, es normal el enorme desbarajuste emocional y educativo, que hay entre padres e hijos. Yo sufrí el acoso escolar, por parte de un compañero de clase, del que recuerdo su nombre, Angel. Teníamos a la sazón sobre 13 años, los dos. El respondía al papel de “niñodominador”, necesitaba rodearse de un grupo de chicos de su edad, los “dominados”. Formaban el grupo más agresivo de la escuela. Angel, era un muchacho procedente de un barrio muy humilde, que no tenía la atención debida por parte de sus padres. Algunas veces no acudía al colegio, e incluso en ciertas ocasiones llegó a escaparse de su casa, apareciendo dormido en viejos automóviles abandonados. Ya en un año 419 - 420 - tan alejado como 1972, perdía todo el dinero que llevaba en “los billares “, como se conocía en aquella época a los locales con máquinas que tanto han arruinado a los niños, y que siguen haciéndolo hoy con mayor pendencia por el exceso de artilugios informatizados y repletos de “realidad virtual” que hoy existen. En frente de mi escuela, había uno de éstos salones, para mayor disgusto y temor de los padres; yo no iba nunca, no me gustaba el ambiente, pues todos los niños y adolescentes que allí iban eran fotocopias de Angel, fumadores consumados algunos de ellos. Recuerdo a uno que se llamaba de apellido Polo, que tenía por costumbre fumar en pipa. No obstante eran los menos. Hoy el consumo del tabaco se ha extendido de tal forma entre los adolescentes que es una seria amenaza para su salud. Angelito, que de tal nada de nada, era fanfarrón. Controlaba a todos los que le rodeaban y como no tenía mejor cosa que hacer, su mayor placer era molestar a alumnos pacíficos, que como yo, solo les interesaba estudiar y pasar desapercibidos entre la multitud. Su principal víctima: yo. No atendía a las explicaciones del profesor, y siempre se sentaba al final de las aulas, lugar en donde la autoridad del maestro llegaba con dificultad. De manera muy evidente, el director, tenía que localizar a sus padres cada día de la semana, y éstos no respondían a sus requerimientos, y si lo hacían era solo cuando podían o querían. Las molestias que me causaba él o sus amigos, eran al principio esporádicas, de tipo psicológico o moral, y me desagradaban mucho. Llegó a convertirse con el paso del tiempo en alguien odiado por mí, pues se convirtió en una figura repudiable. En una ocasión, un muchacho 420 - 421 - de otro curso, un año mayor que yo, y muy amigo de el y que apenas conocí, compañero suyo en sus tropelías y andanzas, sin saber por qué y sin motivos algunos, se acercó a mi, y me dio dos grandes bofetadas. Me quedé perplejo y sin saber cómo reaccionar. Yo sabía de quien venía en realidad la agresión. El gordo fue el ejecutor, quien obedecía órdenes. Angel estaba detrás de ello, por que si algo le caracterizaba era su cobardía personal. Mi hermano Florentino, hacía algún tiempo que se había comprado unos guantes profesionales de boxeo, sencillamente por el gusto de practicar en casa ese deporte, que rápidamente arrinconó ante los requerimientos de mis padres. Ahora bien, había aprendido algunos golpes y tácticas suyos. Le conté el problema que tenía, y en el patio de mi casa, en Perales de Tajuña, me enseñó algunas reglas prácticas a lo largo de unos días. Yo ya estaba realmente cansado de tanto acoso por parte de ese adolescente y de los suyos. Decididamente, un día, fui al centro educativo, con una bolsa de deporte que solía llevar para hacer gimnasia, pero allí no introduje las ropas propias de esa disciplina deportiva, sino los abultados guantes de boxeo. Estaba dispuesto a todo, con tal de que me dejara en paz de una vez. A la salida del colegio, me dirigí al “billar” que había enfrente. Un amigo de Angel coincidía conmigo en la salida. Yo ya me enfundé los dos guantes, imposible de disimular, y para que el que estaba jugando con una máquina, no me viera, crucé mis manos por mi espalda. ¡Angel!Le llamé 421 - 422 - ¿Qué quieres, cabezón?Me respondió con malvada ironía. ¿Yo?, nada, que vengas conmigo a la cabina de teléfonos que hay en la esquina, he de darte un regalo-Contesté con una sonrisa. El amigo de Angel, que estaba detrás de mí, y que veía mis gruesos guantes profesionales de Pesos Pesados, le hizo señas con las manos avisándole que yo estaba bien protegido. Me dí cuenta, y mostrándole las manos enguantadas, sencillamente le dije: Ya no te soporto mas, y estoy dispuesto a darte una paliza en la esquina, eres un cobarde, sal y pelea como un hombre, a mi no me gustan las peleas, pero no te soporto mas, vamos a terminar con esto En realidad, yo no quería esa solución, solo deseaba que me dejaran tranquilo, mis rodillas daban una contra otra, pero no era momento de titubeo, se necesitaba una solución y estaba dispuesto a ello. Mi enemigo, se resistía, no quiso acompañarme, y ante mis insistencias, se negó una y otra vez, quedando delante de todos, como lo que era en realidad, un muchacho acobardado y asustado. No sucedió nada. Me fui a casa, con el ánimo victorioso, por que por fín logré que se olvidara de mí. Pasaron algunos meses, y en ese intervalo se produjo mi conversión a Cristo. A pesar de que me había librado del pesado de “Angelito”, pues dejó de molestarme, sentí una gran lástima por él. La distancia física, entre los dos era enorme, incluso en el lugar donde nos sentábamos en el aula de 422 - 423 - Literatura, pero la espiritual era más. Yo sabía que este muchacho tenía problemas familiares, y personales, y que en el fondo era un pobre desgraciado que lo único que hacía era reclamar la atención que sin duda sus padres le negaban, y quería hablarle, compartir con el sobre Cristo. El curso llegaba al final y algo tenía que hacer. Acercarme no me era fácil, pues aun existían prejuicios personales fuertes, y sin embargo yo oraba por él todos los días. Dios estaba trabajando en mi corazón, me estaba sanando las heridas, aprendí a perdonar, y perdoné. Una mañana, me llevé a la escuela, un Nuevo Testamento, y desde mi pupitre, con una nota escrita para él, se lo hice llegar a través de amigos comunes. Observé que el Libro, viajaba con normalidad de pupitre en pupitre hasta que llegó a sus manos. Rápidamente, se formó un corralillo de muchachillos alrededor de Angel, cuando le llegó el Evangelio. Desde lejos pude ver su rostro, me miraba desde su silla, una y otra vez, asombrado, mientras leía y releía la nota que le había mandado adjunta: “Para Angel, mi BUEN amigo, Juan José “el cabezón” Con sus miradas, me estaba agradeciendo el regalo. Si ya había dejado de molestarme cuado estuve a punto de tener con él una seria pelea en la calle, a partir de ese momento, me llegaron noticias de que dio la orden de que nadie me molestara mas. Incluso quedando las relaciones de esta manera, yo no estaba conforme conmigo mismo, tenía que hacer algo mas, a muy pocos días del final 423 - 424 - de curso. Le envié pasado un mes, una carta, en la que decía: “Angel siempre me has molestado, cuando yo no quiero tener problemas con nadie, me hubiera gustado ser tu amigo, y tu no has querido nunca, haciéndome daño, y enviando al “gordo” a pegarme, y me has humillado muchas veces, pero te digo una cosa, te pido perdón por que quise pegarte ese dia con los guantes de boxeo de mi hermano. Te perdono todo cuanto me has hecho, por que he conocido a Cristo. El ha cambiado mi vida, y deseo que tu le conozcas bien, El puede ayudarte, tu no puedes seguir así, por eso te regalé un Nuevo Testamento, que te hablará de el. A partir de hoy quiero ser TU amigo”. Me costó trabajo dar ese paso, pero lo di. Algo pasó allí entre los dos muchachos, pero volvió a mirarme con agradecimiento. Tampoco pude hablar directamente con él, las circunstancias, y mi carácter fuertemente tímido, lo impidieron, nadie puede juzgarme pues yo solo era un chaval que estaba aprendiendo a vivir. Hice lo que sentí que tenía que hacer, y lo digo por que quizá puede haber quien me diga que debería haber hablado con él, que si esto, que si lo otro. No se me podía pedir más. Los dos nos beneficiamos, ya que estoy seguro que Dios hizo algo en ese muchacho, al que busqué nada mas reiniciar el curso siguiente, pero al que no encontré por que dejó de asistir a mi colegio. Nunca supe nada de él, incluso quise saber donde vivía, pero su zona estaba muy lejos de mi casa, en un barrio marginal, y nadie sabía su dirección en concreto. Digo “los dos nos beneficiamos” por que el día que le escribí para pedirle un perdón suyo por algo de lo que yo no 424 - 425 - tenía culpa, ofreciéndole mi amistad para que conociera él al Señor, me libré de un sentimiento, de odio, y resentimiento. Ese día, al igual que el otro en el cual le regalé un nuevo Testamento, me ví librado y sanado de una herida personal que el otro chico se había encargado de provocarme a lo largo de todo el curso. Desconozco, lo que pudo pasar con él a lo largo de la vida, pero si en alguna ocasión me lo encuentro, estoy seguro que me volverá a dar las gracias por mi ofrecimiento, y quien sabe si a lo mejor aun conserva ese Nuevo Testamento que le di. Como se ve, este es un testimonio de un hecho sucedido en mi adolescencia, que quizá no tenga la enorme trascendencia y repercusión de otros como el caso de Nicky Cruz, y de tantos que después de vivir una vida depravada encontraron en Cristo la solución a sus problemas, pero para un muchacho normal, un hecho como el relatado tiene tanto valor e importancia como cualquiera otro, por que de acuerdo a su nivel de edad, SU problema es SU problema, y merece ser tratado con igual interés que los que podemos tener los adultos. Los resultados, de estos hechos, se trasforman en prejuicios y complejos psicológicos con el paso del tiempo, e incluso se pueden convertir en conflictos emocionales de importancia que van a incidir en el desarrollo de la personalidad madura, y en el proceso de aprendizaje y desarrollo de la conducta humana. Por ello es aconsejable atajarlos a tiempo, con el fin de favorecer un mejor desarrollo personal. Y a pesar de todo eso, no hay ser humano en la Tierra que no haya 425 - 426 - padecido problemas similares infancia y adolescencia. en su De esta “guisa” me quise enfrentar con él. Esos eran los guantes de boxeador. Allí comenzó mi gusto por el boxeo, y alli terminó. Yo soy el de la foto. ¿Cuál es la “edad feliz” del hombre?. Se sobre entiende que la respuesta está clara: La infancia, siempre y cuando ésta, cuente al menos con un factor básico: Una familia unida por el amor y el respeto, al margen de las creencias religiosas, económicas, culturales y etnicas. Es en esos años, y sobre todo en los primeros de la vida, en donde se van a conformar los pilares fundamentales del desarrollo del individuo. Los cinco primeros años de cualquier persona, es decir cuando se es muy, pero muy pequeño, son en si mismo los mas importantes, por lo cual es necesario que cuente con ese elemento ya mencionado, y lo mas unido posible, por que es allí en la estabilidad emocional, elaborada entre dos adultos, de DISTINTO sexo, donde se va a desarrollar el universo emocional del chiquitín, columna primordial de su futura personalidad. Sin embargo, no se puede decir, que la adolescencia como tal, sea en realidad un mar de felicidad. Si el menor cuenta con el apoyo institucional de una familia, que pese a sus dificultades personales, a los problemas de relación, a las crisis internas, sabe mantenerse unida en el vínculo del 426 - 427 - amor mutuo, su descubrimiento del mundo tendrá un apoyo incuestionable, y pese a ello, la adolescencia, es una época acelerada de descubrimiento de su propia identidad frente a la de los padres. Su cuerpo está cambiando, surge el sexo, hay una auténtica hecatombe interna, ya no es un niño, deja detrás su momento dorado, y se abre camino hacia un mundo sutil de cambios. El ser humano se identifica mas con el grupo de iguales que con la misma familia, y aprende a vivir en sociedad, a entender lo sumamente complejas que son las relaciones humanas. Es una época vertiginosa, que creará dificultades en los adolescentes, y por supuesto en las mismas familias. Es un momento proclive a probar todo lo que la sociedad ofrece, y he allí el peligro, si nuestros hijos están bien formados desde la infancia, y tienen además de todo ello unos padres que a pesar de todo, van a estar allí cuando se les precise, no debemos obsesionarnos ante la adversidad, aunque hemos de estar vigilantes. Ellos se tienen que sentir seguros. En cierta manera, hay una semejanza, entre el bebé que titubea solo al dar los primeros pasos, confiando que sus progenitores están allí para evitarle una caída con daños, y el adolescente, que empieza a emanciparse emocionalmente dando esos primeros pasos en la búsqueda de su propia identidad personal, sabiendo que sus padres van a estar cuanto menos, cerca de él. Es importante que estemos alerta sobre nuestros hijos, y desde luego nos lo van a poner muy difícil. Nuestra relación de padrehijo, puede que en muchas ocasiones esté en permanente crisis. El choque es inevitable, son dos formas de ver la vida, y es cierto que las situaciones 427 - 428 - planteadas por ellos y en ellos, nos van a colocar entre la “espada y la pared”.Yo confieso que muchas veces, me he cuestionado si sirvo para ser padre, y hoy creo una cosa: no lo sé. Ellos nunca pueden ni deben olvidar que somos SUS padres, y que la vida nos ha concedido un papel de dirección familiar. Ellos no deben ser nunca los pilotos de su propia vida, por que el adolescente, adolece, aun está aprendiendo a vivir, y le quedan años para conseguirlo por completo. Ahora bien, debe ser oído, en ciertas cosas, consultados, y ayudados en todo momento, pero buscando los mecanismos psicológicos, para que vayan adquiriendo madurez e independencia personal; ésta última no implica una rotura con la familia. Es evidente, que el elemento cultural tiene de la misma manera, un valor destacado, por que las matizaciones a estos conceptos varían mucho, es decir, una familia finlandesa, en lo básico comparte estas ideas con una italiana, pero después los conceptos de cómo tienen que ser las relaciones entre adolescentes y padres, tiene matices muy diferenciadores. Si nuestros hijos son cristianos, es decir, han aprendido a tener una relación personal con Cristo, voluntariamente decidida por ellos, al margen de la edad que tengan, aprenderán a solucionar sus problemas personales, encontrando por ellos mismos, soluciones en la Biblia. Es evidente que la presencia de unos padres creyentes, les va a condicionar mucho. No siempre se dan hijos creyentes por haber tenido padres creyentes. Aquí hay un problema serio para los adultos que profesan una fe determinada, en este caso cristiana, y es este ¿podemos evitar manipular la mente de nuestros hijos?. 428 - 429 - Evidentemente sí. Es decir, en nuestro celo por mantener una “casa cristianizada”, debemos ser un testimonio vivo para ellos, enseñarles a orar, a leer la Biblia, presentarles a diario un Dios que vive, pero tenemos que ser muy cuidadosos para no caer en la manipulación psicológica, es decir la fé no se impone, se expone . La obligatoriedad, puede ser un callejón sin salida, y provocar en el menor, un verdadero rechazo o una creciente rebeldía, que puede ser peligrosa en el día de mañana. Nuestros hijos serán nuestros discípulos mas difíciles, por que una cosa, es predicar en una iglesia, y actuar de pastor, varios dias a la semana con personas, a las que vemos solo esos dias, que no conocen cómo somos en realidad a diario, y que con toda seguridad, a pesar de las crisis que surjan nos admirarán diciendo de nosotros, lo “ estupendos cristianos que somos “ y otra muy distinta, son nuestros hijos que a diario conviven con nuestro malhumorado, antipático, y contradictorio carácter personal. En este punto, decir, que la familia es una buena escuela dominical para ellos, una maravillosa catequesis, por que si aprenden a soportarnos, como nosotros a ellos, se darán cuenta, en el futuro, que los cristianos no son tan perfectos como dicen, que son seres humanos con sus caídas y sus aciertos, y en la madurez sabrán torear situaciones muy difíciles, e incluso encajarán con seguridad en Cristo, esos malos testimonios que de vez en cuando vemos en algunos que dicen que son creyentes, y no les afectará personalmente en su relación personal con el Señor. De cualquier forma, aquel muchacho, cuyo rostro se me pierde ya en la memoria, a 429 - 430 - pesar de sus problemas y de su mala conducta, ahora sería uno de tantos, incluso un sencillo inocente, al lado de los que hoy hay en los centros escolares. EL TRISTE FINAL DE GONZALO Creo recordar que estábamos en Diciembre, preparando la casa para las fiestas Navidad. El año 1973 se terminaba para nosotros, dejándonos absortos ante el magnífico Poder de Dios: bautismos del Espíritu Santo, sanidades, conversiones, bautismos en las aguas, expulsiones de espíritus malignos y muchas más experiencias vividas directamente en mi propio hogar. Mi padre, quiso, a lo largo de todo ese tiempo, cerrar viejas heridas que la experiencia de su trabajo con los antiguos estudiantes nos había dejado. Tenía un pensamiento en mente, que le apremiaba: “¿Qué había sido de Gonzalo?” Todas las noches oraba intensamente por esta persona, por que aun seguía recibiendo noticias muy contradictorias sobre él. Era un hombre que continuaba con sus sucios negocios, y su único afán consistía en ganar cuanto más dinero, mejor, a toda costa, en cualquier momento, en todo instante, a cualquier precio, y no daba señales de cambio. Estoy orando por Gonzalo, pues sigue igual que siempre, me gustaría mucho volver a saber algo de él. No le tengo 430 - 431 - ningún odio, mas bien lo contrario, siento por su alma verdadera lástima, por que si quisiera pedirme ayuda, con mucho gusto estoy dispuesto a dársela, pero ¡claro!, está en Puerto Rico, y según me han dicho, no ha vuelto más a España desde lo de los vuelos “Charter”. Ahora bien, oro al Señor para que encuentre a Cristo Me dijo un día en la comida. -Tu no puedes hacer nada, sigue orando por él y ya estácomentó mamá. Si voy puedo, me voy a enterar de cual es su dirección en la Isla, y le voy a escribir. Quiero darle testimonio, precisamente yo, que tanto daño me ha hecho, pero me da igual, por que desde hace tiempo le perdoné por completo, y llevo ya varios dias orando al Señor para que se convierta Dos dias después unas cuartillas salían impresas del rodillo de su máquina de escribir, para hacerlo había estado orando al Señor. “20 de Septiembre de 1973 Querido amigo Gonzalo Me encantaría saber qué ha sido de tu vida desde la última vez que nos vimos en mi casa. Yo puedo decirte algo sobre la mía, pero en primer lugar permíteme decirte que desearía renovarte mi oferta de amistad. Tu me conoces bien, y en todo momento, siempre te he tratado bien, y que desde luego no soy capaz de desearte ningún mal, todo lo contrario. Espero y deseo, que tu salud marche bien, ya me conoces. Lola y los chicos están bien, y te mandan saludos. ¿Cómo está mi tierra 431 - 432 - natal?, a lo mejor algún día iré por allí, ya sabes cuales son mis deseos. Te contaré algo de mi vida, en este año, ha pasado algo en mi casa, muy grande, pues desde el año pasado, concretamente desde el mes de noviembre, Cristo ha sido muy real entre nosotros. Ha habido un cambio total, en todos los sentidos, y quisiera compartir contigo esta buena noticia, Gonzalo. Deseo hablarte directamente al corazón por que deseo ser tu amigo. No quiero recordar cosas del pasado, por que para mi está todo olvidado, aun así, no me sentiré tranquilo hasta que inicie yo éste paso que voy a dar ante tu persona. Tu conoces muy bien que nunca he hecho nada malo, que siempre he luchado por la justicia, que trabajé bien por esos muchachos, y mi labor me llevó a denunciar pública y privadamente unos hechos absolutamente injustos. Sé que los dos nos enfrentamos seriamente, pero ahora y hoy tenga o no yo la razón y la verdad de mi lado, quiero, como cristiano que soy, deseo pedirte perdón si en algo te he dañado. Con esta carta, que sale del corazón más que de la máquina de escribir, deseo fervientemente, enviarte un abrazo en éstos próximos dias de la cercana Navidad, en la que celebramos el nacimiento de Nuestro Señor. Por eso permíteme hablarte ahora con franqueza, como te digo Jesús ha cambiado totalmente mi vida, por que he recibido el bautismo del Espíritu, algode lo que seguramente, tu habrás oído hablar en Puerto Rico. Gonzalo, Dios es maravilloso, y El puede cambiarte por completo, tu mejor que nadie, sabes cómo andas, y cómo estás ante El. Me da igual que me digas que no eres creyente, Cristo te ama,y desea entrar en tu vida para cambiarla. No te hablo de religión sino de un Cristo vivo. Me encantaría, que en tu casa, y con alguna 432 - 433 - Biblia que tengas a mano, ores al Señor, de todo corazón esta oración: “Señor, deseo fervientemente, recibirte en mi alma, entregarme a ti por completo, confesarte todos mis pecados pidiendote perdón por ellos, y reconocer que eres mi Señor y Salvador personal, en el Nombre de Jesús, amén” No era una carta muy larga pero sí muy sentida. Nunca obtuvo respuesta a la misma, pero papá continuaba su oración intercesora. Tuvo alguna constancia que la carta llegó a su destino a través de conocidos comunes, pero le fue imposible saber la reacción de Gonzalo. El 14 de Diciembre, un estudiante que aun no había regresado a su tierra, nos trajo una breve noticia publicada en un diario de Puerto Rico, en donde se decía expresamente que: “El conocido empresario español Gonzalo Garay de la Riva, ha sido asesinado, de tres disparos, en un aparcamiento de la ciudad de San Juan, tras una disputa por un aparcamiento” Nos quedamos todos petrificados. Eso del aparcamiento, me suena a algo preparado por sus enemigos, para acabar con su vida. Este hombre andaba muy mal Comentó nuestro amigo 433 - 434 - Papá estaba estupefacto, pero por desgracia, salvo que haya un cambio de vida, en el cual Cristo sea el protagonista, y se continúe practicando el pecado, hay una realidad reflejada en el viejo refrán español: -“Quien mal anda, mal acaba” ¡Dios mío! exclamó papá, en su sillón¡Menos mal, que pude escribirle para darle testimonio!, la pena es que nunca sabré si él recibió al Señor como se lo pedí de todo corazón, al menos me queda el consuelo de haberlo intentado, y bien sabe Dios, que me hubiera encantado tener buenas noticias suyas! ¡Quien sabe!, por que pudiera ser que antes de ser asesinado, leyó detalladamente la carta, y puede que se hubiera entregado al Señor. 434 - 435 - EL AVISO DE DIOS En casa, hacíamos todas las tardes oración. Nos acostumbramos a leer unos párrafos bíblicos y después un rato de comunión con Dios, todos juntos. El Señor nos estaba visitando de una manera muy poderosa, y desde luego no estábamos libres de problemas, pero permanecíamos unidos en un solo Espíritu. Puedo recordar con total nitidez, un hecho que cambiaría mi vida espiritual, un par de meses a mi bautismo en el Espíritu Santo. Nos habíamos reunido a orar un grupo de personas en una de las habitaciones de mi casa. Clavé mis rodillas en el suelo, y entramos en la oración compartida y comunitaria. Al cabo de media hora de duración, sin interrupciones, entre oraciones, alabanza y adoración, me encontraba sumamente tranquilo, en paz con Dios y conmigo mismo. Fue en un instante, en un segundo, en un paréntesis temporal de mi vida, cuando comienzo a notar algo realmente maravilloso, la presencia del Señor se hizo tan palpable en ese momento, al menos para mi y me imagino que de la misma forma, para los demás. Algo estaba pasando en mi cuerpo, y era consciente de ello, pero seguía orando y adorando al Señor: ¡Me estaba elevando!, pero no era mi cuerpo, si no mi alma. Pude constatar que se estaba separando del cuerpo, que permanecía arrodillado, y veía cómo salía de mi mismo, hacia una inmensa y pacífica luz que Alguien emitía, lleno de amor. Yo, levantándome, y mi cuerpo físico allí, sobre el suelo. Solo 435 - 436 - sentía una inconmensurable fuerza de oración y de alabanza invariable. Pero de pronto, bajé de manera automática, como si me introdujera en mi mismo, y abrí los ojos quedándome por unos segundos, atónito ante la experiencia que disfruté. Muy al comienzo de la vida espiritual de mi padre fuimos observando en su ministerio cristiano, el don de la profecía. Era un hombre tan temeroso de Dios, que antes de emitirla, tenía que estar muy seguro, buscando en todo momento en la Biblia, y pidiendo confirmación a través de otros hermanos conocidos o desconocidos, sin revelarles nunca a ellos sobre el contenido del mensaje que el Señor tenía a bien darle para alguien. Muchas veces, los mismos pastores, acudían para orar con él con el fin de buscar soluciones a problemas que se les planteaban. Nunca daba una palabra si el Señor no le autorizaba expresamente a darla. El 17de Octubre del año 1974, se reunió conmigo a puerta cerrada en mi habitación. Yo estaba estudiando matemáticas, y pidiéndome de manera expresa que dejara de hacerlo por unos instantes, le escuché con interés. Puedo recordar todo esto, por que él acostumbraba a anotarlo todo con fecha incluida, en un cuaderno especial de anotaciones personales. Aconsejable rutina que recomiendo hacer siempre, por que ese directorio lo tengo abierto ahora mismo delante de mi, al escribir estas líneas. Con su apacible manera de hablar, me dijo: 436 - 437 - Hijo, he estado orando por ti ayer por la noche, y el Señor, ha tenido a bien enviarme este mensaje para ti. Cuando lo recibí el corazón me palpitaba con tal fuerza, por qué era el Espíritu Santo quien me lo transmitía y dice así: “¡Varón!, andando firme los pasos de tu Señor que te ama, y sentirás el peso del amor. No te quiero incierto ni quebradizo por que los pequeños te van a mirar, y van a clavar sus tiernos ojos en ti, y tu les veras llorar y yo daré consuelo a tu corazón. Pero también conocerás la satisfacción de un cumplimiento. Un remanso de paz correrá a tus pies. Afirma tus rodillas y emprende el camino que ya tienes abierto, y algún día tendrás también entre tus manos las canas de tus amados ancianos y su recuerdo en tu corazón cuando mires a la hembra santa que yo ya tengo para ti y que te acompañará en tu peregrinar, y yo te la descubriré a su hora. Pero, ahora, hijo mío espejo de amor quiero ver en ti por que faltan dias largos para ello” Hay algunas secciones que he eludido por ser muy personales, pero fueron necesarios 30 años, para ver cumplidas algunas de las promesas aquí reflejadas, otras aún están por verificarse. Yo sabía desde siempre que mis ancianos padres, 437 - 438 - estarían a mi lado hasta el final de sus días, algo que ha sido muy incomprendido por algunos miembros de mi cercana familia, y por conocidos. En los últimos años tanto los de mi padre como los de mi madre, algunos me insistían que sería mejor para mí, dejarlos en una residencia de ancianos. Ni ellos querían, ni mujer ni yo. Yo me quedé al cuidado de mis progenitores y se hizo realidad el cumplimiento de esa profecía, por que fue la promesa de Dios la que se hizo real. He tenido el placer de acariciar las canas de mis padres, no una si no muchas veces. Papá falleció en el hospital, pero quien estaba día a día, con él, incluso mucho mas que en mi propia casa era yo. Después de su muerte, mamá dejó su casa, y nosotros la nuestra, para vivir juntos. Siempre he estado a su lado, día y noche, en los malos y en los buenos momentos, con la ayuda inestimable de Milagros, mi sacrificada y abnegada esposa. “Aquellos años, el triunfo de la fe” es precisamente el resultado de los “recuerdos en tu corazón” que el Señor me profetizó aquel ya lejano 17 de Octubre de 1974, siendo la “hembra santa”, mi esposa, quien me está acompañando en circunstancias difíciles, y que el Señor me la mostró en 1989. ¿Quiénes son esos “pequeños”, que dice la palabra?, mis dos hijos, sin duda. Cuando papá estaba ingresado en Granada al objeto de ser operado a vida o muerte, me acordaba muchas veces de esa promesa que Dios me hizo en ese distante día. Así mismo hay menores en riesgo social con los que trato. Ellos, según sus padres, me tienen como su mejor amigo. 438 - 439 - LOS JUBILADOS DE “LA UNION Y EL FÉNIX ESPAÑOL”. La empresa en la cual trabajó papá durante tantos años, era en esos años una de las mas prestigiosas en el sector del Seguro y Reaseguro. Gracias a la labor paciente de miles de sus empleados, extendidos por todo el pais, había logrado alcanzar el primer puesto en su campo de trabajo. El edificio “Fénix”, bellísimo por su arquitectura clásica , y coronado por una significativa estatua de estilo griego que representaba a un mancebo desnudo sentado sobre un águila voladora y situado en pleno centro de Madrid, en la madrileña calle de Alcalá, se levanta, con el orgullo de ser una gran empresa. Cuando yo era niño, en alguna ocasión solía acompañar a mamá, por las tardes, al centro de Madrid, para ver a mi padre trabajando en el interior de ese edificio, hasta muy avanzada la tarde. Me gustaba caminar por esa calle, en los días invernales, cuando la lluvia caía, acariciando las fachadas y dando al asfalto un brillo semejante al espejo, en donde las luce de los faros de los escasos automóviles se reflejaban rutilantes. Las cercanas salas de Cine, anunciaban fantásticas películas del Oeste Americano, ó productos cinematográficos españoles cargados de sentimentalismo religioso, siempre precedidos por los documentales franquistas del NoDo, que los niños veíamos a codazo limpio, para contemplar las grandilocuencias del Régimen de Franco, ó para ver al proclamado “Generalísimo”, inaugurando pantanos y mas pantanos. Ir al centro, para saludar a papá era cambiar de ambiente, pues 439 - 440 - teníamos que usar los transportes públicos, el autobús, de la línea 17, o el metro. Suponía, incluso, poder merendar con cualquier pastelito de nata en los comercios de esa importante zona madrileña. Era un placer infantil plenamente satisfecho en mi, acercarme al despacho en donde papá realizaba su cansina labor de selección y clasificación documental. La añeja mesa de madera, repleta de papeles indescifrables para mí, dominada por la máquina de escribir de nombre inglés, que después fue sustituida por la HispanoOlivetti, de inmejorable factura, atesoraba tesoros que deseaba descubrir a toda costa abriendo sus cajones. En cuanto veía a mi padre, me olvidaba de él para buscar y rebuscar en esos interiores inconfesables, pues allí me encontraba de todo, hasta alguna cuchara de la casa. Comenzaba a sacar uno por uno todos los extraños objetos que encontraba, artículos de oficina en su mayoría, como grapas usadas, máquinas grapadoras de todos los tamaños, clips retorcidos, lápices de diferentes tamaños, sacapuntas, bolígrafos gastados, y papeles, muchos papeles, pequeños, medianos y grandes.....Todo aquello conformaba un universo imaginario para mi, y excitaba mi pensamiento. Rápidamente convertía todos esos artilugios en un ejército extraplanetario invasor, dándoles vida. Aquello me parecía normal, pero ¿qué hacían las cucharas abandonadas al final del cajón?, en ese lugar que mano humana nunca llega, y en donde se amontonan el polvo, restos desconocidos, virutas de lápiz, ¡incluso miguitas endurecidas de un pan de bocadillo! Yo tenía la respuesta, por que de vez en cuando, me gustaba hacer bromas con el paciente de mi padre. Cuando se iba 440 - 441 - al trabajo, algunas veces, llevaba una cartera de cuero, como la que yo usaba para ir al colegio, para trasportar documentos, que solía traer de la oficina, a fin de finalizarlos en casa. Sin que él lo supiera, yo tenía una estúpida costumbre: introducirle tenedores, cucharas y cucharillas de la cocina, solo para imaginarme la cara que pondría al encontrarse con ellas. Su lugar de trabajo me resultaba un tanto lúgubre, triste, monótono. Siempre, los mismos papeles, las mismas luces mortecinas, los mismos rostros, las mismas conversaciones, y las mismas tonterías que sus compañeros me decían cuando me veían para congraciarse conmigo, con mi padre, con mi madre, o no sé con quien. De vez en cuando papá me contaba anécdotas que le sucedían en el trabajo, como esa vez, que al salir del servicio, resbaló no se sabe con qué cosa del suelo, deslizándose unos metros, como si hiciera patinaje artístico, y como intentaba por todos los medios, mantenerse de pié fue dando tumbos, sujetándose a todo lo que encontraba por el camino, de forma instintiva. Su cuerpo fue a parar de forma estrepitosa contra un archivo metálico causando un gran ruido. No se había hecho ningún daño, pero tenía una duda: ¿Qué hacía un sobre cerrado en su mano, con un documento que no era suyo?, ni idea. Totalmente desconocido, así que lo guardó. Pocos momentos después, sentado ya delante de su máquina de escribir, observaba cómo un compañero suyo, dos mesas más adelante, buscaba por todos los sitios algo. ¡Gállego!¿Qué buscas? Un documento, dentro de un sobre. Debo haberlo perdido, pues hace un instante 441 - 442 - estaba de pie, cuando de pronto lo he extraviado, Eduardo Papá, miró el misterioso sobre. ¿Es este, Gállego? Le preguntó. ¡Ese es! ¿por qué lo tienes tú? ¿qué hace en tu mesa? Es largo de contar, tómalo, no sé por que lo tengo, no me lo explico, pues de pronto, cuando antes me resbalé, me dí cuenta que lo tenía en mi mano, ¿cómo ha llegado a mi?, ¡Chico, no tengo ni idea! Ya me doy cuenta, Eduardo, ya, pues me he cruzado contigo, y sin darme cuenta yo, justo en el momento que dejé el sobre encima del archivo, pasaste tu a toda velocidad y de allí desapareció. Eduardo, uno se sujeta a un mueble, una cortina, pero....¿ a un simple, sobre de correos? La verdad es que no me he dado cuenta, si te lo puedes creer, créetelo, amigo Esa generación de amigos, dedicó lo mejor de su vida al trabajo anquilosado, tedioso y aburrido de una oficina por muy prestigiosa que fuera la empresa propietaria. El horario era en realidad por la mañana, desde la ocho hasta las tres del medio dia, pero muchas veces se tenían que quedar hasta las nueve de la noche, realizando las odiosas horas extraordinarias. Esos empleados fueron en realidad la columna y el sostén de la Empresa, en años de penuria, de escasez, de carencia de estímulos laborales. Todos ellos pusieron lo mejor de sus vidas en una poltrona total, absoluta, entre millares de folios, archivos, impresos, sobres, seguros, reaseguros, sellos de caucho, tintas, 442 - 443 - bolígrafos, grapas, y periódicos. Con el paso de los años, el país fue cambiando, y la ciudad, y la empresa y ellos. Todos. La empresa fue la fusión de dos, una de ellas llamada “La Unión”, cuyo símbolo era ese perfecto mancebo griego desnudo, que levantando la mano derecha nos saludaba a todos, y “El Fénix”, representado por el Ave Fénix, un ser mitológico griego que resucitaba de las cenizas, y que emprendía vuelo. Al igual que el pajarito en cuestión, que abriendo sus alas parecía que por fin iba a levantar vuelo, la Empresa por fín comenzó a volar, convirtiéndose en los años sesenta en una de las mejores de su campo social. El “Fénix” llegó a ser lo que era en esos años, gracias a la generación de mi padre, que tras la Guerra Civil, se cuadricularon mentalmente en ella durante más de veinte años. Y llegó la jubilación para buena parte de ellos. Papá ya la había conseguido por enfermedad, y gozaba de todos sus derechos, pero su corazón cristiano, no podía permitir que algunos de sus compañeros, jubilados antes que él, cobraran una misérrima pensión, viviendo en condiciones muy modestas y humildes. Algunos ya enfermos, y olvidados por los demás. Tras años de teclear y teclear en las viejas máquinas de escribir, hundidos sus cabezas en montañas de papeles, iluminados por arcanos focos de luz, ahora nadie pensaba en ellos. Sería el año 1974. Habíamos salido de un precioso culto en la Iglesia Evangélica de la calle Calatrava. Alberto predicó un vibrante mensaje. En casa, a la hora de la comida, mamá notaba que mi padre estaba pensativo. 443 - 444 - Eduardo, ¿Qué te pasa? ¿En qué piensas? Lolita, estoy muy preocupado por todos mis compañeros jubilados, he visto esta mañana a algunos de ellos, y no me gusta como han quedado, por que han dado su vida por la empresa y me parece muy injusto que ahora nadie se acuerde de ellos. El Fénix es hoy lo que es, gracias a ellos. Están enfermos, deprimidos; algunos de ellos, tienen unas pensiones muy pequeñas. Lola, ¡ voy a hacer algo por ellos!, ¡voy a orar!. Pero, ¿tú qué puedes hacer?, estas solo y jubilado por enfermedad. Madrid, es muy grande y vas a perder mucho tiempo con ellos, es una lucha grande Reflexionaba mamá. Lola, ¿No dice el Señor: clama a mi y yo te responderé?, pues voy a poner a trabajar mi fé en este tema, y voy a conseguir que la Dirección General de la empresa haga algo por los jubilados. Tengo que trabajar por los intereses personales de mis compañeros, y no estoy solo, por que el Señor está conmigo. Afirmó mi padre con claridad y seguridad. En ese momento, trazó un plan de trabajo, en el que emplearía varios meses de viajes por toda la ciudad, visitando, a todos y cada uno de los antiguos compañeros, escuchándoles, compartiendo con ellos, amistad, y buen consejo, compartiéndoles a muchos su fe en Cristo, regalando Biblias, y libros cristianos, orando por algunos, acompañándoles en momentos difíciles. Entrevistándose una y otra vez con el Director General, Sr. Junquera, con quien hizo una duradera amistad, y con quien obsequió una preciosa Biblia dedicada. Escribiendo al Presidente del 444 - 445 - Consejo de Administración de la Compañía, Sr. Don Eduardo Carriles, y con altos cargos intermedios, hasta conseguir un compromiso de reconocimiento público para y por los jubilados. Se había empeñado por pura solidaridad con sus compañeros, amigos o no. Buena parte de ese año se fue en todo tipo de visitas, de llamadas telefónicas, de gestiones, algunas muy desalentadoras, otras difíciles, y unas pocas muy animadoras. Hubo, entre los jubilados, quienes le criticaron, otros le apoyaban pero la mayoría no hacían nada. El, había llevado este tema a la oración, y sabía por fe que nada ni nadie, iba a impedir que se cumpliera lo que el creía que era la Voluntad de Dios. La oposición era grande, pero su amor por la justicia era aun más. Tiempo después de la ardua pero paciente labor, en un momento de gran desaliento personal, después de orar, recibió una carta procedente de la Dirección General de la Compañía, en donde se le informaba que tanto el Presidente del Consejo de Administración y la Dirección General, habían decidido hacer un Homenaje Público, en el Salón de Actos de la empresa, con todos los jubilados del Fénix, mas de un millar. Llegó el día señalado. Mi padre, orgulloso de lo conseguido, antes de ir con su mejor traje a las dependencias de la Empresa, se encerró un instante, para darle gracias al Señor, muy emocionado, pues no pensaba en él, sino en ese amplio número de compañeros y compañeras que habían compartido el mismo espacio laboral durante dos decenios, compartiendo alegrías y penas, momentos, felices y 445 - 446 - tristes, hambre y cierta abundancia. A su mente acudieron nombres de aquellos que ya no estaban en este mundo, con los que había hecho profunda amistad. La mirada de los enfermos y solitarios que aun vivían, atrincherados en sus recuerdos y soledades, en modestas casitas del extrarradio madrileño. Lloraba y oraba por todos ellos. Les había llevado consuelo, y orado por ellos. Por fin lo consiguió. Le hubiera gustado que a todos ellos le hubieran aumentado la pensión, pero eso ya no estaba en su mano, pero al menos un reconocimiento, algo que les hiciera sentirse que su labor no había sido inútil, que no había caído en saco roto, que la empresa por al que lucharon se acordaba de ellos, aunque solo fuera en un Homenaje, pero algo era algo. El Salón de actos estaba lleno de gente, todos, hombres trajeados y mujeres ataviadas con sus mejores joyas y bisuterías. En la gran, frente al Auditorio del Salón, estaba la larga mesa, con todos los miembros al completo de la Dirección General y el Consejo de Administración. La prensa y los medios de comunicación de la época, deambulaban por allí: cámaras de TV, micrófonos de radio, y numerosos periodistas de la prensa escrita, tanto del órgano oficial del Fénix, como de la prensa pública. Llegó el momento de los discursos. Hablaron los Altos Cargos, la emoción embargaba el ambiente. Llegó el instante del discurso por parte de los jubilados, y muchos esperaban que fuera mi padre el encargado, pero para sorpresa de muchos, se levantó un jubilado casi desconocido, para dar el discurso de agradecimiento hacia la empresa. Papá había decidido retirarse, y dejar que otros se llevaran la gloria humana, el solo quería 446 - 447 - sentir la de Dios, y así fue. Era mucha casoalidad, ese portavoz había sido uno de los que menos hizo por ellos. Sin embargo, cuando el Sr. Carriles, llamó uno por uno a todos los jubilados, para entregarles una medalla especialmente diseñada para la ocasión, con diamantes, al mencionar el nombre completo de mi padre, ante el auditorio, un aplauso general llenó el ambiente. Con una gran sonrisa compartida entre los dos “Eduardos”, el presidente y el jubilado, se dieron un fuerte apretón de manos, mientras el primero le susurraba entre labios: Es para mí un gran honor, Santos, estrecharle su mano, es usted un gran hombre y un excelente cristiano, la Compañía le agradece todo cuanto usted ha hecho como miembro de la misma, y lo que está haciendo por sus compañeros. Esta medalla, que le entrego personalmente, no es suficiente para agradecerle lo que ha hecho. Papá, muy emocionado, por la importancia del momento, recibió con cariño la medalla, que yo he heredado, como hijo, y que conservo como testimonio de lo que tiene que ser el trabajo por la fe en Dios. Muchas gracias, Sr., Carriles, muchas gracias, y que Dios le bendiga, por que me costa que es usted una excelente persona y un gran Presidente del Consejo, es un honor para miContestaría,mi padre, con caballerosidad y sentimiento. No, Eduardo, el honor es mío poder estrecharle la mano. En nombre del Consejo de Administración y de la Dirección General 447 - 448 - de la Unión y el Fénix Español, muchas gracias, y nuestro reconocimiento personal Regresando a su asiento, sonreía con orgullo sano, mientras acariciaba la medalla, con el honor bien alto, con la seguridad de haber conseguido algo y de alcanzar la meta por la cual había luchado tanto tiempo. Y con la certeza de que ese éxito le serviría para elevar nuestra moral, la de sus hijos. Mirando a sus compañeros jubilados, en el fondo del corazón se la dedicaba a ellos. No quería honores, ni reconocimientos, ni publicidad. Podría haber alcanzado metas humanas, reconocimientos sociales en el colectivo de los jubilados de su empresa, pero desestimó todo eso. Esa labor que la hicieran otros, el no. El solo pensaba en su esposa e hijos, y en los amigos. Así había podido cumplir la Voluntad de Dios, pues esa labor, le llevó meses de oración, ayunos y vigilias, por que no se trataba solo de conseguir un reconocimiento empresarial hacia los trabajadores, sino algo mas que todo eso, el hecho de llevarles a muchos de ellos, la Biblia, el consejo y consuelo divino, el compartir con ellos el Mensaje divino de Cristo, contándoles todo lo que Dios había hecho con él, sin buscar ningún proselitismo denominacional. Muchas biblias han quedado esparcidas por esos hogares humildes, y quien sabe, si la sola lectura ha sido el inicio de cambios en la vida de los lectores. Era su manera y forma de evangelizar, de una manera personal, compartida, por puro amor y solidaridad, respetuosa con la iglesia a la que perteneciera la persona evangelizada por el. No predicaba a una denominación, sino a Cristo. Siempre extendió una mano amiga a quien se la pedía. Sabía sentarse 448 - 449 - en la cocina, como uno más, cuando llegaba a casa de algún antiguo compañero de trabajo, en un rincón, para allí con el alma abierta charlar largo rato de las trivialidades de la vida. AL terminar la conversación les regalaba alguna Biblia ó Nuevo Testamento, siempre firmado y dedicado, que todos le aceptaban de buen grado, incluso los más reticentes y ateos, por su bien hacer las cosas. Rubricaba sus visitas con un apretón de manos, un abrazo, acompañándolos de palabras de ánimo. EL MILAGRO UNIVERSITARIA DE LA MATRICULA En aquel día de primavera madrileña, el sol brillaba con esplendor, aunque la mañana se habría levantado un poco fresquita, pero si hay un recuerdo especialmente entrañable para mi, era el despertarme con el graznido de las golondrinas en las primeras horas de la mañana, por que tenían sus nidos justo en mi balcón. Una delicia personal consistía en pasear por el Templo egipcio de de Debob, situado muy cerca de la popular Plaza de España, regalo del gobierno egipcio al español, por haber colaborado éste último en los rescates de los templos faraónicos a causa de la Presa de Asuán, en Egipto. Muy cerca de allí se elevan las dos torres, que en esos años han caracterizado a la capital: El Edificio España, y la Torre Madrid, pobre emulación de los gigantes de ladrillo neoyorquinos, pero para nosotros, los niños de ese Madrid de los años 60, soberbias construcciones que definían el desarrollo 449 - 450 - de la capital española. Desde allí, ascendía hasta mi barrio, por la estrecha calle de Amaniel. Llegué a casa, satisfecho por ese paseo, por que incluso me había detenido en las fachadas de las librerías de libros viejos y antiguos, verdadera pasión personal y afición que nunca he dejado. Papá, estaba sentado en la butaca principal, tomando una taza de café con mi madre, conversando de los temas del día a los que yo ya estaba acostumbrado. Mal asunto, Lola, mal asunto Decía con dudasLuis Alberto Irizarry Reyes y su amiga Mildred, lo tienen muy difícil, y muy complejo. Casi no tienen dinero, han venido desde Puerto Rico a España para matricularse, y están fuera de plazo de matrícula. Van a tener que volverse a Puerto Rico No son ricos, son gente sencilla, Eduardo, ¿no hay forma que se puedan matricular en España?, se han venido a nuestro país, por que allí, en Puerto Rico, les engañaron diciéndoles que aquí había plaza para estudiar, y al llegar a la facultad de Zaragoza, se han encontrado que no es así, y ahora no saben qué hacer Reflexionaba con preocupación mamá. Esa tarde, yo no tenía nada que hacer, y me quedé mirando la aburrida Televisión. No conocía a ese tal Irizarry. Su apellido me sonaba fuertemente vasco. Bostezando, contemplaba un absurdo anuncio televisivo, como toda la publicidad. Mi tedio diario fue interrumpido de forma brusca por el timbre de la puerta principal. 450 - 451 - Buenas tardes, ¿es la casa de Don Eduardo Santos Elola? me saludaría un risueño jovencito borícua, acompañado por una señorita rubia y de ojos azules, que respondía al nombre de Mildred. ¡Si! Aquí es Respondí dejándoles pasar. cansinamente, ¡Hombre!, ¡Luis Alberto!,¡Bienvenidos los dos! exclamaba mi padre al verlos entrar. Tras la presentación de rigor, mamá les preparaba un café. Todos nos sentamos, y pronto nos vimos enfrascados en una de esas dinámicas conversaciones a las que ya estaba acostumbrado. Luis, comenzó a hablar, exponiendo las enormes dificultades con las que se estaba encontrando para matricularse en nuestro país, sin dinero, sin ropa, y con el ánimo por los suelos. A Mildred le sucedía lo mismo. Mi padre era su última posibilidad. Habría que añadir otro hecho, papá estaba retirándose de toda esa labor hecha con anterioridad, pero como profundo conocedor de esos trámites sabía que las posibilidades de matriculación para ambos jóvenes eran muy escasas o inexistentes. Hablando, y hablando, descubrimos, que al menos, Luis, compartía la misma fe cristiana. Rápidamente la conversación se desvió a otros temas importantes, compartiendo nuestros testimonios. La pareja, nos compartieron sus temores de fracaso para matricularse. Habían estado en Zaragoza, y tuvieron que regresar a Madrid, completamente decepcionados con el ánimo por los suelos. Solo tenían unos cuantos dólares para pagar lo que les quedaba de pensión y para el retorno en avión a su país. Dios pensaba de manera 451 - 452 - distinta. Tras relatarnos su situación, Luis, dio un giro inesperado a su relato: El caso, Don Eduardo, es que me ha pasado algo curioso, pues antes de venir a su casa, hemos estado Mildred y yo caminando, por la calle, y Dios me ha dado un raudal enorme de oración en lenguas del Espíritu, en plena calle. Yo no sé qué era lo que estaba pasando, pero no podía pararlas, justo antes de venir a hablar con ustedes. Don Eduardo, he de volver a Puerto Rico, pero ¿qué hago? Papá, mirándole fijamente, le dijo: Luis, regresa a Zaragoza, y sigue insistiendo, aunque te quedes sin dinero, intenta entrar en la Universidad como puedas. Por mi parte, yo haré todo tipo de gestiones ante el Ministerio de Educación, vamos a ver qué es lo que sucede Pero Don Eduardo, me queda poco dinero, y si ahora no lo conseguimos debemos regresar. No puedo quedarme Tu regresa, Alberto, y tu también Mildred, por que vamos a poner este asunto en Manos de Dios. Ya tranquilos, seguimos hablando toda esa tarde, y de nuevo el diálogo se fue por los caminos del Señor. Todos, al final, del mismo, nos levantamos para orar un poco. En ese preciso instante, Luis puso sus manos sobre mi cabeza, sin yo esperarlo, y allí mismo, surgió de sus labios un torrente de palabras proféticas hacia mi persona: ¡Así te dice el Señor!: Hijo mio, tu me vas a servir, y vas a predicar mi evangelio, 452 - 453 - sígueme, pero muchos de mis siervos intentarán entorpeceder, y pondrán dificultades en tu vida, pero ¡tú sígueme a mí!...¡Así dice el Señor!”. Me quedé estupefacto. Conocía muchas profecías, eran para mi ya algo común, pero era la primera vez que una palabra tan clara y diáfana estaba dirigida a mi. Luis y Mildred regresaron a Zaragoza, con mejores ánimos. Sin embargo un mes después, en casa se recibía esta respuesta: Queridos Don Eduardo y Doña Lola: Debido a los inconvenientes que se me han presentado, en relación con la matrícula, he vuelto a molestarlo sin desearlo, pues se que tiene muchas ocupaciones, pero el Señor me ha movido para hacerlo nuevamente. Nosotros hemos ido a la Facultad pero nos dicen que es necesario que el Ministerio nos mande una orden, la cual autorice, que yo pueda matricularme. De otra forma, la Facultad no lo va a permitir. Tiene que ser antes del día 30. Como verá la cosa parece casi imposible, pero si el Señor ha dicho que esto saldrá para adelante, oramos por sus esfuerzos, pues Él está con cada uno de sus hijos y no nos desamparará. Seguiremos orando por ustedes, pues sé que son instrumentos del Señor. Él ha puesto en mi corazón el mandarles una ofrenda, sus hermanos en Cristo: Luis y Mildred 25 de Abril de 1974” 453 - 454 - No quedaba tiempo, y mi padre asumió toda la responsabilidad de ese caso para ayudar a estos dos jóvenes. ¿Qué podría hacer?, no había tiempo. Se empleó a fondo, pero las gestiones telefónicas con altos cargos del Ministerio de Educación, estaban siendo infructuosas. No había ninguna otra posibilidad excepto la oración. Esa noche, el Señor le dijo a mi padre: -“¡Habla con Martinez!” ¿Martinez?,¿qué Martinez? Pensaba mi padre con dudas En España los hay a miles, Señor, ¿ cómo quieres que vaya al Ministerio y pregunte nada mas entrar por el Sr. Martinez?¿cuántos me van a contestar a la vez? -¡Habla con Martinez!Insistía el Señor. Pero Señor, ¿Quién es ese Martinez?...¡YA SÉ!.....¡El ministro de Educación: ¡Cruz MartinezEsteruelas!, ¡él es! Con esa rápida seguridad, se sentó delante de la máquina de escribir sin perder un solo minuto, detallándole el caso de Luis, y solicitando su intervención en el caso. Fecha de la carta, 27 de Abril de 1.974. La carta fue entregada directamente por mi padre en el mismo despacho de la secretaría del Ministro. La respuesta no se hizo esperar. En el mismo día 30 Luis y Mildred fueron aceptados en la Facultad de Zaragoza. ¡Caso resuelto!. 454 - 455 - LA PALABRA PROFETICA Papá motivado por la bendición del Espíritu, estaba orando una noche. Podría ser a lo largo del mes de Febrero del 73. Sintió necesidad de escribir en su máquina una palabra que estaba llegando a su corazón como un manantial de agua. No podía ni quería evitar hacerlo, así que de forma decidida y segura, dejó impresa en un folio un mensaje que Dios le estaba dando, parecía incluso que le inconvenía el dejarlo para después, tuvo que hacerlo en ese instante. Dejó los problemas de ese día para destinar todo su esfuerzo, en la escritura que el Señor le demandaba hacer en ese preciso instante. Un débil rayo de luz solar atravesaba la contraventana metálica, y se detenía en la misma hoja blanca introducida en la máquina de escribir; las partículas del polvillo flotante de la habitación, iluminado por la luz, parecían bailar al son del sonido del teclado de su máquina. En la quietud del atardecer, las palabras fueron tomando cuerpo, mientras que de sus caían lágrimas de amor, y de reverencia hacia el Señor, su cuerpo temblaba pues sentía estar lleno de la Presencia del Espíritu Santo. Sabía lo que estaba recibiendo: era una profecía. Hacía muy poco tiempo, ni el mes siquiera, que Dios le había bendecido con el Bautismo del Espíritu Santo, y ya estaba siendo usado como un canal abierto del Señor. He de decir que hay algunas partes de esta profecía que he obviado a propósito, por que son sumamente personales y familiares, pero que sin embargo he respetado el texto íntegro del resto 455 - 456 - profético, nada. punto por coma. Sin añadir “Oye lo que te voy a decir: No tengas temor alguno, firme ante la fe, sigue amando a tu Señor. Tu casa será consagrada con la oración. Debéis siempre estar en oración. Yo velo por tu casa y los tuyos. Yo te amo y el diablo nunca podrá derrotarte. Yo te he tocado en el corazón, nunca olvides el amor a los tuyos, precisan de tu guía. Yo te conduciré por derroteros insospechados y el amor será siempre tu camino. Mis caminos son pidiéndote oración y amor a los demás. Tu casa es bendecida y debes permanecer en constante oración, pues te tengo un destino. La humanidad vive unos momentos muy dolorosos y los hogares están siendo hollados por la huella del diablo por no guardar mis mandamientos”. He decir, que de forma inmediata, cotejó el mensaje con la Biblia, y bajo el consejo de nuestros amigos pastores probados. “Yo te amo y nunca te dejaré. Limpiaré toda simiente mala y purificaré tu casa. Ora y no me abandones, no te dejes llevar por el diablo. Yo proveeré y tendrás siempre hogar santificado. Perfecciónate en el bien y no te salgas de mi camino. Yo estoy en tu casa. Santificarse es muy hermoso y yo os santificaré a todos. Ya te daré momento para tu misión. Tu destino está en mis manos. Gime y llora cuando lo desees y ora. Ama aun más, a tu esposa, a la cual yo atenderé y le daré dones para fortalecerla en el amor y la 456 - 457 - fé. No trazeis planes para un futuro que solo me pertenece a mi.” Esta iba a ser la primera palabra que recibiría, aunque él había recogido ya algunas, pero la que aquí está redactada, por su importancia, y su carácter, era destinada a marcar el comienzo de todo un ministerio espiritual, de por vida, hasta su muerte. Era pues, la vía de tren por la que circulará todo el ferrocarril de su vida. El decidirá hacer de la oración el centro de su vida hasta su muerte. A la luz de la frase que dice: “Ya te daré el momento para tu misión”, se podría pensar que papá se hizo misionero o pastor, y que se fue a trabajar al Tercer Mundo, no es así. En su caso, ha sido un misionero interior, en donde ha ido ha dado testimonio, y ha abierto obra. No tendrían que pasar muchos años, para ver cómo esa palabra profética se cumplió plenamente, hasta el día de su muerte. Huelva, Málaga, Almería, Madrid, y en donde estuviere presente, son lugares en los que quedaron la impronta de un siervo de Dios, que sin destacar en nada, sin tener títulos acreditativos, sin cargos en las iglesias, sin haber pasado por el seminario preparatorio, el fue un hombre aprobado por Dios, para realizar su obra. Como se verá los hechos relatados darán la razón a la profecía. Cuando viajábamos por los pueblos, y nos deteníamos para descansar y contemplar la naturaleza, o los monumentos, se sentaba en el bar, para tomar un café y leer la prensa local, o para hablar con cualquier persona que estuviera por allí, solía ser el momento para dar algún testimonio. Allí empezaba todo. Fue instrumento usado no solamente para pequeños laboreos de Dios, sino así mismo para otros muy grandes. Era obvio su 457 - 458 - rechazo al deseo de destacar en la iglesia Evangélica, nunca se sentaba delante de todos, sino con todos. Amaba pasar desapercibido, aunque no podía hacerlo, dada su altura física, y su elegante porte en el vestir. La profecía decía que: “Yo velo por ti, y el diablo nunca podrá derrotarte”. Así sería pues en varias ocasiones, en la soledad de la noche, surgirían terribles situaciones, escalofriantes, destinadas a destruirlo, pero como un auténtico valiente, fuertemente enganchado a la fé, se batiría en lucha contra las fuerzas del mal, hasta vencerlas en el Nombre de Jesús. No mucho tiempo después, papá se encontraba orando en casa. Mis hermanos y yo, todos en la calle, cada uno en sus estudios o en sus quehaceres. Le acompañaba solamente mi madre, quien en ese momento, se encontraba realizando las normales faenas de la casa. Estaban solos en la casa, cuando sucedería algo, que si bien en ese momento les sería extraño, después volvería a repetirse a lo largo de la vida. Estaba escribiendo unos documentos, cuando necesitó orar, sin saber por qué. Encerrándose en la habitación, comenzó a interceder por todos y cada un miembro de la familia. Mamá, sabía que papá andaba por casa, pero no sabía qué era lo que estaba haciendo en ese instante. La vivienda era muy grande y espaciosa, con un pasillo central largo y amplio. Todas las puertas que daban acceso al mismo, estaban cerradas en ese minuto. Ella salía de la cocina, en donde habíamos instalado la lavadora, con algo de ropa en el brazo, para tenderla, un pantalón. En el preciso instante en el que se disponía a abrir el portón del comedor central, notó, vió y sintió como alguien 458 - 459 - sujetaba la prenda, de muy mala manera, provocando que ella misma se tambaleara. Pensó que se trataba de una broma de papá. ¡Eduardo!, ¿Qué estás haciendo?,¡que me vas a hacer caer al suelo?,¡suelta el pantalón! No hubo respuesta alguna. Se dio cuenta, que allí no había nadie. Pudo comprobar que la prenda no se había enganchado accidentalmente con nada, y no tropezó con ningún otro objeto, y que éstas se había movido sola de una manera un tanto extraña. ¿Quién está aquí?, ¡Eduardo!¿eres tu? preguntó y sintiendo temor, Lola, hizo una oración:¡Padre, en el Nombre de Jesús!, ¡apartame de todo mal,Señor! Después de extender al sol la ropa recien lavada, papá y mamá se encontraron en la cocina. Ellá le contó con todo detalle lo que le había sucedido, obteniendo una respuesta por él mismo: Precisamente, tu sabes, Lola, que yo estaba escribiendo en mi despacho una carta, cuando sentí de pronto la necesidad urgente de orar, como si el Señor, me estuviera dando una orden, y en un momento determinado el Espíritu Santo me dio fuerzas para reprender en el Nombre de Jesús a todo mal que nos estuviera rodeando. ¡Sentí una gran fuerza y un enorme poder! Ha sido justo en el momento, Eduardo, en el que eso me ha sucedido en el pasillo 459 - 460 - -¡Gloria a Dios!Exclamó élpor que lo que fuera¡ ha sido expulsado por el Señor! EL NÚMERO 12 DE LA CALLE GALILEO. La adolescencia es una época de efervescencia natural en todos los seres humanos. Son años de búsqueda e identificación de la propia personalidad, buscando la diferenciación de los padres y su autoafirmación constante frente a lo establecido, a lo que se considera rígido, a lo inamovible. Son años de contestación social. Para mi, al igual que para otros tantos de mi edad, y mayores que yo, significaron ansias de cambio, de transformación. Vivíamos en un régimen social y político que se estaba asfixiando, dirigido por un anciano que cada dos por tres entraba y salía del Hospital, y al que se le mantenía en el poder a toda costa, por parte del Gobierno y del Estado por puro interés continuista. La sociedad clamaba por las calles y las presiones desde el extranjero eran constantes. El Gobierno de España, rodeado de huelgas y manifestaciones de obreros y estudiantes universitarios, se mantenía a duras penas, recurriendo cada vez más a la represión policial, y demostrando el verdadero rostro del franquismo. Yo, aun siendo muy joven, casi un niño comenzaba a tener mis propias ideas, extraídas del seno de mi familia. Mis padres, aunque antifranquistas, eran políticamente moderados. No se simpatizaba con el comunismo. Poco a poco fui formándome en mis propios ideales de lucha contra la injusticia social. Recuerdo que estaba en la cocina de mi casa, y pensando en lo que vivía a diario en ese barrio estudiantil de Argüelles, con tantas huelgas y manifestaciones pidiendo la llegada de la 460 - 461 - democracia, decidí que en el futuro haría todo lo posible para cambiar las injusticias sociales, y que en la medida de mis posibilidades, estaría siempre con los mas necesitados, que había que hacer una revolución, pero sin tragedias humanas, ni muertos. Me propuse revelarme contra todo tipo de opresiones en los pueblos. Aprendí que lo importante eran las personas y sus derechos y deberes. Había oído algo del anarquismo, y lo rechacé, me informé sobre el comunismo, y lo rechacé, y así sucesivamente, fui formando mi mente, de igual manera hice lo mismo con el fascismo. Han pasado los años, todo ha cambiado, algunas cosas que entonces eran injustas, siguen siéndolo hoy, por que me he dado cuenta, que ni siquiera los cambios políticos hacia la democracia, aunque necesarios y vitales, no son suficientes para terminar con lo que es injusto, por que cuando yo era adolescente, aun no sabía que el problema estriba en el corazón humano, y que es lo primero que hay que cambiar. No obstante, aunque me he dado cuenta, que ese espíritu de transformación para mejorar a los mas desprotegidos y necesitados, aun permanece en mi, indeleble, intacto. La calle Galileo, en el madrileño barrio de Argüelles, fue todo un mundo sugerente para mi espíritu de adolescente, donde yo viví momentos decisivos en mí. El barrio ardía de vida urbana. Cerca estaba mi colegio, de nombre “España”. Su director era Don Pablo de la Torre, quien heredó ese local, antes de que lo transformara en centro de estudios, de sus padres y de sus abuelos, que lo habían destinado en tiempos de la República a vaquería. Allí realicé mis estudios de Bachillerato Superior. Fueron años de rápido aprendizaje. Tuve la suerte 461 - 462 - de encontrarme con un profesor de nombre Lino, que además daba clases en la Universidad, pero que transformó en lo que pudo el sistema de enseñanza. Nos hablaba de todo, de libertades, de derechos humanos, de democracia, y de Filosofía. Escucharle era un encanto, abierto, participativo, comunicativo, rompía todos los esquemas que yo traía de la anterior escuela. Me hizo amar lo que me enseñaba, y logré mejorar mucho las notas finales de curso. Mientras en casa temblábamos al recibir las bendiciones de Dios, en nuestras vidas, Madrid, y con ella España entera temblaría también pero por otra causa muy distinta, el Almirante, y Presidente del Gobierno Don Luis Carrero Blanco, fue asesinado por un brutal atentado de la banda terrorista ETA, en el mes de Diciembre, que hizo volar su automóvil blindado mas de veinte metros por los aires, para caer, destrozado en el patio interior de un edificio. La explosión hizo temblar a buena parte de la capital, reventando numerosos cristales de edificios colindantes al atentado, sembrando el terror y el pánico en la zona, y causando un gigantesco agujero en el pavimento de varios metros de ancho. El Almirante, mano derecha del Caudillo, representaba en continuismo del Régimen por la vejez de Franco. Había ya muchas corrientes encontradas dentro del mismo Régimen, que estaban enturbiando la situación del mismo. Por primera vez, los españoles, nos encontramos ante un hecho del que teníamos muy poca información: El terrorismo etarra. Recuerdo ese mismo dia: el miedo se apoderó de todos los madrileños y españoles en general, pero en particular en mi ciudad. Madrid se paralizó por completo, no había nadie por las calles, el tráfico rodado disminuyó. 462 - 463 - Muchos no fueron al trabajo, incluso mis padres se acantonaron en casa, no dejándonos salir. Mi tío Juan, hermano de mi madre, se acercó hasta nuestro domicilio realmente nervioso. Era el tema de todas las conversaciones en los hogares. Fueron dias terribles, por que los adeptos al Régimen franquista se lanzaron a las calles, brazo en alto, cantando el “Cara al Sol”, pidiendo y exigiendo el inmediato fusilamiento de todos los “enemigos de la Patria”. Los presos políticos y sindicalistas, fueron brutalmente reprimidos en las prisiones. Muchos miembros de partidos políticos clandestinos se escondieron, y la sombra de una nueva Guerra Civil volvió a planear sobre las cabezas españolas. Sin embargo algo nos decía en casa que no iba a pasar nada, que las cosas, irían por su curso, y que en este país no volvería nunca más a pasar por otra Guerra interna. No sé por que mi padre actuaría en mi vida, como un elemento tranquilizador. El mismo día del atentado, mamá, temió al igual que millones de españoles, un regreso a los acontecimientos del año 36, pero el, colocando la mano en su hombro, le dijo: “Tranquila, Lola, no va a suceder nada, Dios no lo va a permitir, las cosas iran por su propio camino”. Galileo 12, significó para mi, algo mas que mi casa, mi hogar, por que se convirtió a lo largo de los meses, en ese año 73, en un lugar de encuentro y de testimonio de cristianos. Allí comenzamos a hacer reuniones de oración y de adoración. Las hijas de un pastor evangélico de Valencia, recibieron el bautismo del Espíritu en mi casa. Yo también. Galileo 12, se convirtió en un centro de contacto cristiano para muchos. Era curioso que no pedíamos que vinieran a nuestro domicilio, es que lo 463 - 464 - hacían ellos, presentándose en ocasiones gente que no conocíamos de nada. Dos años antes, el trasiego con los puertorriqueños fue enorme, ahora Dios lo sustituyó, por cristianos. Nos visitaban pastores como Alberto Araujo, Daniel Secristh fundador de Juventud con una Misión en España, Contreras, el pastor Rivas de Puerto Rico, los evangelistas Jimenez, y numerosos hermanos de distintas iglesias evangélicas de Madrid, muchos misioneros, y algunos predicadores mas que estaban de paso por la capital, el sacerdote Juan, director del Albergue San Martín de Porres, el sacerdote Carther, pionero de la Renovación Carismática en España. En todo este ir y venir de gentes conversas, un día al terminar el culto principal, Araujo habló con mi padre para ver si podía albergar en mi casa a un predicador extranjero que iba a dirigir unas campañas de evangelismo en Madrid, en la Iglesia pastoreada por Alberto: Bahjat Batarseh. Mi casa en la calle Galileo de Madrid, yo vivía en el último piso, el que está sin acristalar 464 - 465 - BATARSEH Y LA OPERACIÓN: “MADRID” A comienzos del año 1973, la Iglesia Evangélica de la antigua calle Calatrava, en Madrid, estaba muy concurrida por distintas actividades, todas ellas, al menos para mí, en pleno avivamiento. Yo acudía día sí, día no, a todo cuanto allí se organizaba. No había conferencia, reunión de oración, u otras actividades cristianas que yo no faltara. Mi deseo era enorme, quería conocer a toda costa todo cuanto hablara de Dios. Coincidía que la mayor parte de los conocidos nos dábamos cita allí. Calatrava se convirtió en el punto de atracción de muchos creyentes de fe evangélica de esa época. Alberto Araujo, pilotaba diestramente la comunidad, pero pronto yo me daría cuenta, que allí habría grandes bendiciones. El movimiento del Espíritu era magno. El pastor, apoyó desde el primer momento, el soplo de Dios y decididamente dispuso. Su labor fue de enorme importancia en el plan histórico divino para esos años, de modo que lo que allí sucedió, ha sido la semilla posterior para el ulterior crecimiento de la Obra en Madrid, y por extensión, en España. Teresa de Jesús, dijo: “Dios escribe recto en renglones torcidos”, y ello es plenamente cierto. Las iglesias estaban divididas en dos comunidades, unas, las mas antiguas, titulares de algunos templos, eran los conservadores, a quienes quienes les costaba aceptar, algunos cambios de renovación, y las segundas, quizá en la que yo, sin saberlo, estaba incluido, éramos todos aquellos, que desde el primer día abrimos nuestro corazón al Espíritu. Desconocía por completo esa diferencia, puesto que para mi, todos, Evangelista Batarseh, en la actualidad 465 - 466 - absolutamente todos éramos “hermanos”, y no distinguía entre los “conservadores” y los “renovados”. De cualquier forma, entiendo bien el mensaje liberador de la Biblia, cuando en el capítulo 1 de San Juan dice, refiriéndose a Cristo: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, sin embargo a todos aquellos que creen en su nombre, se les ha dado la potestad de ser hechos hijos de Dios”. Ello es una promesa para todos los cristianos, pertenezcan a la iglesia que pertenezcan. Si leemos la historia del Cristianismo protestante, nos daremos cuenta, que la Iglesia, y cuando hablo de “iglesia” no me refiero a una sola denominación, si no a toda la cristiandad como hecho espiritual, ha sido sacudida varias veces por el Viento del Espíritu Santo, que comenzó su andadura en el mismo día de pentecostés, hasta el día de hoy. Siempre ha sucedido lo mismo en la historia de las iglesias evangélicas, descendientes directas de la Reforma Protestante: Ha habido grandes avivamientos espirituales, después, las comunidades surgidas de esos eventos, se han estancado, y con el paso del tiempo, sus “iglesiasnietas” han sido visitadas de nuevo por el Espíritu Santo, dividiéndose la comunidad en dos grupos, los “reacios” y los “decididos”. Por regla general, los últimos tuvieron que abandonar sus iglesias madres, creando otra para ellos. En algunos casos, estas últimas comunidades, se han vuelto conservadoras como sus antecesoras, y el problema se ha vuelto a dar. En todo caso unas y otras, han continuado firmemente enraizadas en la Biblia, y recordando su nacimiento como denominación. Es una situación que, como digo, se ha producido, siempre en el seno 466 - 467 - del cristianismo, y que se seguirá dando. Calatrava no iba a ser una excepción. Es verdad que cuando el Espíritu viene sobre una comunidad, llenando vidas humanas de bendición, hay un enorme despertar, y Dios se manifiesta con poder, y gran gloria. Cuando un pueblo le dice al Señor: “Sí Señor, queremos cambiar, renuevanos”, comienzan a suceder cambios y cambios. Lo que muchas veces no sabemos es que se desata una guerra espiritual sin cuartel, terrible. Mi padre, siempre me hablaba de la “Tabla del Ajedrez”, en la cual dos jugadores se enfrentan y en realidad, es un juego de origen militar, pues las piezas son dos ejércitos, enfrentados, el blando y el negro, hasta que alguno de ellos realice el prodigioso: “JaqueMate”, acabando con el contrario. Eso es lo que sucede en el mundo espiritual, pero sabiendo, siempre que hay una diferencia, respecto al juego del Ajedrez, y en este caso, es que siempre NUESTRO EJERCITO, el blanco (símbolo de pureza ) va a vencer, por que el contrario, el negro, está ya derrotado, aunque la lucha va a ser feroz. Y vamos a vencer, por que Cristo, YA VENCIO, en la Cruz y en la Resurrección. Un enemigo que se sabe derrotado es un mal enemigo, si su odio es feroz, como es el caso del diablo y de sus secuaces. La segunda planta del edificio de Calatrava, fue abierta para la naciente iglesia gitana de Filadelfia, con el respaldo de Alberto Araujo. Yo acudía a esas reuniones muchas veces. Allí fui testigo del mover de Dios, con poder y autoridad. Allí escuché por primera vez, y quizá solamente un mes después de mi conversión, una profecía que levantaba los ánimos de todos los asistentes. En ese local comencé a experimentar el “don de 467 - 468 - las lenguas” del que nos habla la Epístola a los Romanos, y en ese mismo sitio, mi espíritu empezaba a inquietarse sólidamente en un anhelo: predicar la Palabra de Dios. Venían pastores para mi, totalmente desconocidos, que cuando se situaban ante la congregación y abrían sus Biblias, yo recibía el mensaje que ellos iban a predicar, antes de que comenzaran a hacerlo, mientras el corazón me latía con inusitada fuerza. Es mas, la Palabra, me llenaba la lengua y la boca, es decir, como si me estuviera dando una orden: “¡Enseña, y predica!”. En ese mismo local, me bauticé bajo el ministerio del Evangelista Bahjat Batarseh. Lola Comentaba un día papá con mi madre, a la hora de comer Alberto me ha llamado y me ha preguntado si podemos albergar aquí, a un evangelista, que viene a predicar a Madrid. Creo que se llama algo asi como “Batance”, ó Batarseh, y me parece que según me ha dicho es de Jordania— ¿Viene a predicar en Calatrava? Le pregunté con interés a mi padre. Creo que sí, y además, va a ver una campaña de evangelismo, con muchos jóvenes de toda España He de decir, que me el tema me interesaba enormemente. Estaba decidido a participar en esa campaña. Yo no podía ni imaginar que iba a pasar allí, pues dos hechos coincidieron plenamente: la campaña de Batarseh y la Operación Madrid, y en la misma iglesia, en Calatrava. Papá confirmó la buena voluntad de toda la familia para albergar en nuestra casa al pastor jordano, y esa misma tarde, fuimos a casa de Alberto para recoger por unos días a Batarseh. Quisiera aclarar que en ningún momento, pongo en tela de juicio a las estructuras organizadas de las diferentes iglesias, con sus normas de acción, y de organización. Ese no es el problema. Lo que sucede es que la Norma, ha de estar al servicio del Poder Renovador del Espiritu Santo, y no ser SUSTITUTIVA de Él como sucede en muchos casos, es decir: No debemos ser tan solo oidores de la Palabra, sino HACEDORES. Por lo tanto, mi postura, como cristiano y autor de esta memoria escrita, es diametralmente opuesta a todos esos grupos, erróneamente “carismáticos” que pretenden destruir a las iglesias en general, como los G12 y otros. 468 - 469 - El jordano, alto, y delgado, moreno, y con fuertes rasgos árabes, vestía como un autentico caballero, elegante, y muy educado. Era una persona altamente educada, guardando en todo momento exquisitas formas. Hablaba un inglés impecable, y nada de español. Sin embargo, a lo largo de su estancia en casa, pudimos comprendernos perfectamente. Mamá, había preparado concienzudamente una habitación exclusiva para él, prestándole, los mejores servicios y los cuidados mas exquisitos, y no podía ser de otra forma, se trataba de un invitado en casa, y para los tales, siempre lo mejor de cada uno. La Biblia nos aconseja practicar la hospitalidad, por que “algunos hospedaron ángeles”. No obstante, aconsejaría, que esto se haga con el cuidado máximo, y con un espíritu de discernimiento claro, pues en ocasiones, sin saberlo podemos albergar a personas, que por muy “cristianas” que digan ser, no son claras y pueden causarnos muchos trastornos personales. Una voz grave, resonaba detrás de la puerta, era Bahjat, quien muy temprano, se levantaba, para orar un par de horas, y las lenguas del Espíritu fluían constantemente por su boca, mientras las lágrimas fluían con abundancia, mientras oraba con verdadera pasión. Allí se unieron dos varones de Dios, mi padre y él, por que papá lo que hacía antes de ir a trabajar a la oficina de seguros, compartía con el evangelista unos minutos de intensa oración. Mamá, no tenía que hacer nada, pues Batarseh, antes de ir a Calatrava, dejaba toda la habitación mejor que cuando la había ocupado, todo sumamente ordenado, limpio, barrido y recogido. Nada por medio. Todo colocado. 469 - 470 - No importaba para nada que el idioma fuera un obstáculo, pues siempre, en todo momento, el pastor, cuando estaba en casa, compartía con nosotros la comida. Mi hermano Florentino sabía unas pocas palabras en inglés y con eso hablábamos. Mamá, que se había criado en la ciudad El pastor española de Ceuta, situada en el norte de Batarseh, fue conocía algunas de las invitado como Marruecos, conferenciante, costumbres de los musulmanes españoles hace muy poco a allí residentes, casi genéricos a todos los una reunión de los países islámicos. Sabía que algunas veces llamados G12, pero la comida se hacía en el suelo con brasas, personalmente no y una olla grande, en la cual comen todos creo que tenga los miembros de la familia, con una sola nada que ver con ellos. De cualquier mano. Ella deseosa de comunicarse con el jordano, por gestos, le hizo una manera, en la época de mi representación casi teatral de esa manera relato, fue un de comer, estando Bahjat sentado a la siervo de Dios mesa, comiendo. Rápidamente lo entendió aprobado, por sus todo, y con una gran risotada, confirmó frutos, su que también, alli, en Jordania, se hacía enseñanza y su sana doctrina, y el así. respaldo, que Era un hombre muy formal. Recuerdo, que califico de enormeen una ocasión, me encontraba estudiando que tenia del matemáticas, y sin encontrar una Señor. Su historia respuesta por mi parte, me encontraba personal y públicatotalmente atascado, como era norma en posterior, me es mí, a lo largo de toda mi vida de desconocida. estudiante, con las matemáticas. Sorpresa Relato, lo que vi, y presencié entonces,para mí fue ver entrar en mi habitación al pastor, quien posando su mano sobre mi aquello que significó en mi hombro, me preguntó en inglés: vida. ¿Mathematics? Yes contesté con la única palabra que yo sabía de este idioma. Batarseh, mirando el libro, y a pesar de estar redactado en español, me garabateó en el cuaderno una posible respuesta escribiendo números, y así fue. Salvo mi padre, no he visto nunca, alguien que estuviera tantas horas orando por la 470 - 471 - noche, de rodillas, al regresar de sus actividades eclesiásticas. Naturalmente esos momentos eran aprovechados por su nuevo amigo, papá. El jordano, afectuoso y cariñoso con toda la familia, llamaba: “papá”, a Eduardo, y “mamá” a mi madre, mientras les abrazaba todos los días antes de ir a dormir. Llegó la semana de avivamiento, se preparaba una supercampaña en la que iban a colaborar numerosas iglesias madrileñas. Aquel domingo, la iglesia de Calatrava, iba a celebrar un culto multitudinario. Allí se dieron cita varias decenas de jóvenes que habían venido desde Zaragoza, Sevilla, Granada, Barcelona, Zaragoza, Valencia y por supuesto Madrid. Varios autobuses fueron alquilados para este viaje. La alegría rezumaba por todos los rincones del templo. En el sótano, usado para actividades infantiles en el desarrollo normal de las actividades evangélicas a lo largo de todo el año, se albergaron un nutrido grupo juvenil con sus sacos para dormir y sus enseres personales. La gente salía y entraba de un lado para otro, mientras el culto comenzaba a caminar en el interior del Templo. El pastor Alberto con gran serenidad inició el Servicio con distintos himnos tradicionales, que hacían temblar las paredes del Templo, pues en el canto nos uníamos todos, tanto, los miembros tradicionales de la iglesia, como los recién venidos. No solamente sonaba el órgano central, sino así mismo las guitarras, y otros instrumentos que habían llegado bajo el brazo de sus dueños. Los jóvenes de “operación Madrid”, se organizaron dividiéndose la capital en secciones, al objeto de predicar con una mejor organización, y de esa manera Todos los cristianos carismáticos, por ser precisamente cristianos, se han de sujetar estrictamente a lo revelado en la Palabra de Dios. No hay escusa para inventarse teologias que se apartan de lo que está enseñado y revelado. Precisamente, quien pretenda ser carismatico, está obligado a tener una fidelidad INTEGRAL, a la Biblia, y que la iglesia ha transmitido desde siempre.El Espíritu, que es el que da los dones,(carismas), va unido a la enseñanza bíblica depositada en la iglesia. Eso fue uno de los temas impartidos en la campaña de Calatrava, es imposible la desunion entre ambos. Quien pretenda lo contrario, no es de Dios. 471 - 472 - obtener algunos resultados. Yo me reagrupé con uno de esos grupos, de los que ya no recuerdo ni sus nombres, pero allí estaba yo, recién convertido, lanzándome a dar testimonio de mi fe, a pesar de que en España aún gobernaba el General Franco, y no había libertad de culto. No temíamos a nada ni a nadie. Mi grupo salió una tarde muy lluviosa, y era imposible estar en la calle, predicando o compartiendo con la gente. Sin embargo, de pronto, el cielo se abrió y un sol maravilloso lanzaba su calor y su luz, permitiéndonos, predicar con libertad. A continuación mi madre me dijo que ella, y otros, entre los que se encontraba papá y varios más, con Alberto a la cabeza, habían estado orando con intensidad para que el sol se apoderara por unas horas de Madrid, y así fue. Alguien puede decir, que eso fue una coincidencia, y puede ser que sea verdad, pero hay que pensar que Dios es el Señor de las coincidencias. Nunca he dudado que muchas respuestas pueden tener explicaciones científicas, pero es que Dios es Señor de la ciencia, sean los científicos creyentes o no. Resultaba muy hermoso, ir viajando en el Metro madrileño, y ver cómo nos cruzábamos en las estaciones con otro tren que venía en dirección contraria, cuyos coches estaban llenos de esos otros jóvenes de la “Operación”, y allí mismo, desde nuestro arcén, gritábamos a los otros. Subíamos por las escaleras comunicadas y nos dábamos abrazos, para después, hacer allí mismo un culto de alabanza repartiendo decenas de folletos, y evangelios de San Juan. No nos importaba el miedo a la policía, estábamos llenos de Dios, y eso era lo que en realidad nos importaba. En ésa época, yo ya era consciente de la situación en la que vivía 472 - 473 - nuestro país, pero mucho mas grande era la realidad de Dios en mi vida, y en la de muchos otros. Se trataba, pues de obedecer a Cristo por encima de cualquier consideración. Solíamos repartirnos algunas “bocas de metro”, para de esa manera, hablar con los viajeros que entraban y salían. Era difícil, ya que la gente solía tener prisas y era imposible poder hablar con ellos, pero lo intentamos. Al pie de la escalera de salidaentrada, me aposté para aprovechar cualquier oportunidad. Una anciana, lenta, que pasaba a mi lado, vencida por los años, me prestó cierta atención. Compadeciéndome de ella, le hablé del Evangelio. Las arrugas de su rostro, revelaban su antigua vida, y los largos años vividos. También era creyente, pero muy conservadora en sus ideas, y aferrada a las tradiciones españolas. No nos entendimos, por que quizá yo no supe orientar su fe hacia una mejor relación con Cristo. Señora, oraré por usted para que conozca al SeñorLe dije mientras ella me daba la espalda subiendo las escaleras, para salir a la calle. ¡Yo ya conozco a Jesucristo, pero nadie me va a cambiar de mi religión! Vociferaba la anciana, moviendo sus brazos al aire. No era mi intención que cambiara de religión ni de iglesia, y nunca lo ha sido. La conversión no viene por una simple mudanza de denominación religiosa, sino por una transformación en el corazón. No es la iglesia, cualquiera que ésta sea, la que cambia, sino Cristo. Al finalizar las jornadas de “Operación Madrid”, nos citábamos en Calatrava, coincidiendo con el inicio de las predicaciones masivas de Bajhat. Por supuesto, que muchos daban testimonio de lo que les había sucedido ese día, y 473 - 474 - Quien argumente que tiene la bendición del bautismo del Espíritu Santo, sabe que el ningún momento, nunca, jamás el Espiritu de Dios, le enseñará caminos distintos, a los que estan fielmente reflejado en la Palabra de Dios, y en la enseñanza magistral que de ello, ha dado Dios a su pueblo a lo largo de la historia cristiana. Bhajat Batarseh fue absolutamente leal a la enseñanza bíblica y evangelica. cómo Dios se movía entre los jóvenes. Siempre, la organización, esperaba que regresaran todos los grupos esparcidos por Madrid, pero había uno que no lo hacía hacía ya varias horas, desde la convenida oficialmente. Eran de Zaragoza, y estábamos muy preocupados. Alberto y los demás esperaban noticias, pues temían que surgieran complicaciones con las autoridades, pasaban las horas, y llegó la noche. Por fin aparecieron. Su responsable, para calmar nuestros ánimos, micrófono en mano, nos relató lo que les había sucedido en realidad: Mirad, hermanos, no os preocupéis de nada de lo sucedido, por que en realidad, nos perdimos, y comenzamos a deambular por Madrid, al no llevar un plano, cansados de tanto caminar, y creyendo que al final habíamos cogido la buena dirección para regresar, nos volvimos a perder por un barrio extremo y terminamos en un grupo de chabolas repletas de familias gitanas, que viven sin agua y sin luz, en condiciones muy duras, todo lleno de barro, los niños descalzos. Allí hemos podido dar algún testimonio, pero surgieron problemas, y finalmente fuimos a parar a unas comisarías de policía, detenidos o retenidos. El comisario, nos ha tratado con mucha antipatía, cansados de tanto caminar y sin comer nada, tuvimos que atender a las preguntas del Jefe, dándole todo tipo de explicaciones sobre qué hacemos, quienes somos, y todo eso. Así, que hermanos, tanto tiempo que nos retuvo con preguntas de todo tipo, aprovechaba yo, para predicarle el Evangelio una y otra vez, hasta que fastidiado de tanta palabra bíblica, nos echó de la comisaría, con muy malos modos. Ha sido cuando hemos podido llamar a Araujo por el teléfono de una 474 - 475 - cabina, y gracias a Dios ya estamos aquí, para ¡la gloria de Dios!. El gran templo en Calatrava, estaba que hervía de público, como resultado de la “Operación Madrid”, y de la asistencia de numerosos creyentes procedentes de otras iglesias locales. Cuando comenzaba el culto, era ya imposible encontrar sitio para poder sentarse. Alberto, habilitó todas las dependencias de la sala central, con el fin de que cupieran el mayor número posible de asistentes. Toda la asamblea, comenzaba a cantar alabanzas, dirigidas por el órgano de la iglesia, las palmas, las guitarras y otros instrumentos musicales. Parecía que el templo se iba a venir a bajo. Toda la bóveda central se llenaba de voces en adoración y alabanza, como si éstas quisieran romper los cristales de las ventanas. Al finalizar éstas, dos hombres, al lado del púlpito oraban ante toda la comunidad. Uno, Batarseh, otro, Araujo, los dos unidos en un mismo sentir. En un determinado momento, la voz grave, serena y fuerte de Bajaht comenzaba a sonar, mientras Araujo le traducía perfectamente al español. El predicador, acostumbrado a evangelizar por todo el mundo, conocía perfectamente qué era lo que tenía que hacer al predicar, al objeto de que su mensaje, fuera perfectamente traducido, tomándose los segundos silenciosos necesarios, pero cuando el Espíritu respaldaba con autoridad el mensaje, Araujo traducía con gran ímpetu de forma simultanea. Yo disfrutaba viendo a esos dos hombres de Dios formando un equipo tan unido en esos momentos, y mi corazón ardía deseando ser un día, yo quien estuviere allí, ante las multitudes,pero no ha sido así. 475 - 476 - Bahjat, acostumbraba a orar dos horas antes de predicar, quebrantándose ante el Señor de tal manera que hincaba rodillas en el suelo, mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos, clamando e intercediendo por quienes iban a escuchar el mensaje de Dios. Ver a Bahjat orar así, rodeado por los pastores y con el apoyo de todos los hombres y mujeres de Dios que allí estaban. Arrodillado, y totalmente inclinado hacia delante, con la frente apoyada en el suelo, me resultaba realmente impresionante. Papá también se unía a ese grupo de oración. Y Dios se movía. Al final de cada predicación, ante la invitación otorgada por los dos pastores a la gente, con el fin de orar por quienes querían entregarse al Señor. El pasillo central se llenaba de gente, unos llorando; otros, nerviosos por que querían ser los primeros; otros mas, enfermos, pero todos ellos con un verdadero afán de reencuentro con el Señor. Como era mucha gente, el tiempo se nos iba, y sin embargo nos parecía poco. Batarseh, con la ayuda de distintos pastores, y colaboradores, comenzaba a orar por todos y cada uno, imponiendo manos a diestra y siniestra. Solo bastaban unos segundos y ya éramos testigos del mover de Dios: Bautizos en el Espíritu Santo sobre hombres y mujeres, ancianos, niños, jóvenes, con su inequívoca señal de las lenguas. Milagros físicos autentificados, expulsión de demonios y sobre todo eso, conversiones, muchas conversiones. Cada día era una nueva enseñanza, con señales reales. Los cultos comenzaban alrededor de las siete de la tarde, y finalizaban a las nueve de la noche, más o menos. Sin embargo, la campaña diaria no terminaba allí, sino que después tenían 476 - 477 - lugar, en la segunda planta, concretamente en el local destinado al culto gitano, un ciclo de oración contínua, de enseñanza y discipulado a cargo a cargo de la misma manera de Bajhat, que solía finalizar el algún caso a las dos de la madrugada. Uno de los aspectos que mas me llamó la atención de la forma de predicar del jordano, era la estricta seriedad que exigía a los asistentes, no permitiendo, que la gente se levantara a mitad de culto, para cualquier cosa, interrumpiendo el mensaje y a quienes lo escuchaban. En una ocasión, en el local central, una amiga nuestra, que se había sentado justo a mitad del público, estimó que debía marcharse para un asunto personal, levantándose delante de todos. Bahjat, interrumpió la predicación, para de manera literal, ordenarle a la mujer que se sentara. Algo que ella tuvo que hacer sonrojándose sobremanera. ¡Yo nunca he visto esto!expoleaba con una voz fuerte, nuestro predicador oriental En ningún país en los que he predicado, la gente se levanta a mitad del mensaje. ¡Hermanos!, la palabra de Dios exige total obediencia, y ustedes no la respetan cuando se levantan e interrumpen a la asistencia. El diablo utiliza cualquier método para distraer a la gente, y la Biblia precisa TOTAL atención. Si ustedes tienen que hacer cualquier cosa, o marcharse antes de tiempo, por favor, no se sientan en mitad del templo, ni delante de todos, quédense detrás, de manera que si han de salir, nadie les vea, y no molesten a los demás que están escuchando. Mientras yo esté predicando, nadie va a molestar! Desde esa época, aprendí esa lección y estando totalmente de acuerdo con ello, 477 - 478 - siempre he preferido sentarme junto al pasillo, y detrás, al objeto de evitar las distracciones de quienes están oyendo la palabra. A mi mismo me ha molestado cuando alguien se levanta delante de una congregación, para salir, y aun peor, en la actualidad, con la llegada de los teléfonos móviles, cuando suenan a lo largo del desarrollo del culto. No es suficiente con que el portador del aparato hable bajo. Lo que exijo es que dicha máquina sea apagada al comenzar. Celedonio, era un hombre de mediana edad, algo calvo, mas bien bajito, que tenía, según me comentó después, algunos problemas serios con el alcohol, obligándole a llevar una vida deambulante, de un lado para otro, malviviendo por las calles madrileñas, casi de vagabundo. Su atuendo pobre, era la rúbrica de lo que decía. Aun así, había estudiado en un seminario, y estuvo a punto de hacerse sacerdote católico. Quizá se deseo de algo nuevo, su ansia por la vida, su falta de vocación sacerdotal, y los avatares alcoholicos, le habían llevado a un fracaso total habiendo perdido el apoyo familiar. Solía acercarse a Calatrava, quizá por que recibía ayudas puntuales, quizá por que en realidad mas que dinero, o ropa, lo que venía buscando era a ese Dios, al que por años llamó en su desesperación personal. . Sentado, igual que cualquier otro, escuchaba con expectación la predicación del evangelista, sobre la conversión de uno de los ladrones crucificados al igual que Jesús. Y cuando el ladrón reprendió a su compañero diciendole: ¡Cállate! por que nosotros estamos aquí por nuestras culpas, pero este Justo nada ha hecho, y dirigiéndose al Señor le dijo: 478 - 479 - Señor, acuérdate de mi cuando vengas en tu Reino Jesús le respondió: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso” Y yo os digo hermanos, que en ese momento, el sol de justicia volvió a iluminar una vida en el absoluto de los ocasos. Justo cuando ya toda esperanza se estaba perdiendo, Cristo cambió todo, y ese antiguo ladrón se fue al cielo. Seguramente había llevado una vida maldita, llena de mujeres, de borracheras, de latrocínio, pero el poder de Dios y su Amor, trasformó su corazón mudándole en una criatura nueva. La luz de Dios limpió su alma, su vida, su espíritui, su mente. Ese mismo Dios, que cambió al ladrón en el postrer minuto de su vida, ¡quiere y puede cambiarte a ti en estos momentos!, ¡depende de ti! atronaba una y otra vez la voz jordana, traducida por la de Araujo. Celedonio, con la boca abierta, miraba con fijeza. No apartaba ni un solo instante su vista del mensajero de Dios. En el momento de la oración, pasó adelante como todos, pero justo en el momento en el que Batarseh, Araujo, mi padre, y otros pastores mas, le impusieron las manos, se cayó al suelo dando alaridos, y retorciéndose. Su rostro revelaba algo maligno que no quería marcharse de allí, y que se había apoderado de él, para causarle todo tipo de problemas. La fuerza del Espíritu Santo, brotó con tal poder, que en pocos instantes, el secuaz de Satán fue expulsado del cuerpo de nuestro antiguo exseminarista. Poco después, cuando ya todos se habían ido a sus casas, solamente quedaba una persona, arrodillada ante la Cruz central de la Iglesia Evangélica, en sumisión y entrega total al Señor, en obediencia ciega, en conversión auténtica. Era Celedonio, 479 - 480 - totalmente liberado, quien habiendo encontrado al Señor en su vida, se entregó por entero a El, en un acto público y personal de adoración y de sometimiento, ante Jesús, quien al igual que había cambiado al ladrón ahora lo estaba haciendo con él. Me lo encontré de nuevo, un par de días después, y su rostro, ya no era esa fotografía añeja, raída, reveladora de daños interiores y de caos espiritual, de desorden y de oscuridad absoluta, ahora solo reflejaba una paz inmensa, con dosis de felicidad notables. El me contó que sintió que algo terrible salía de su cuerpo, cuando oraron por el, y cómo después una inmensa luz interna, penetró en su alma, limpiándole todo, acompañada de una maravillosa e inexplicable paz interna, que dio rápidamente como fruto, el irrefrenable deseo de entregarse totalmente al Señor, por lo que se arrodilló ante el púlpìto, tras el cual, la inmensa cruz de la iglesia pendía del techo abovedado. Según me dijo era de Toledo o de Ciudad Real, y allí quería irse. Nunca más volví a verlo. Ni siquiera Alberto supo más de él, careciendo de todo tipo de datos suyos. Treinta años después, me han llegado noticias, mediante otras personas, que estuvieron aquel mes en Madrid, de un tal Celedonio, que ha sido pastor, en una de las ciudades anteriormente citadas. ¿Será el mismo? A primera hora de la mañana, también había cultos en el mismo salón de los estudios bíblicos nocturnos. Como probablemente coincidió que mi padre estaba de baja en esos días en el trabajo, por tanto no se perdía ni uno. Uno de esos dias de campaña, me llamó por la mañana, era viernes o sábado: 480 - 481 - ¡Juan José! Menuda reunión hemos tenido con todos aquí, ven rápido a Calatrava! Y allí fui, encontrándome, un hervidero de hermanos que iban y venían, salían y entraban, hablaban y callaban. Rafaela, de raza gitana, mujer consagrada al Señor, que ya hoy está en su Presencia, me abrazó con inusitada fuerza de amor. Esa mujer era un borbotar de profecías, pues el Señor le dio ese don mediante el bautismo del Espíritu que había recibido. Uno de sus hijos, por entonces un adolescente menor que yo en edad, se encerraba un par de horas todos los días para orar. Allí en la sencillez de un hogar gitano, dedicado solo a la venta ambulante, Rafaela aprovechaba para buscar al Señor en el silencio de su corazón, y en las reuniones y cultos, Dios usaba su lengua para hablar al pueblo que escuchaba con interés. Allí la fe hervía, se vivía, se sentía. ¡Hay hermanito!, ¡que gran maravilla!,¡cuanta presencia de Dios sentimos esta mañana!,¡he visto a tus padres por aquí! exclamaba de manera alborozada nuestra amiga. Me colocó en mi rostro, un beso de saludo. Subí al culto, y una mujer gitana, estaba llena de alegría mientras gritaba una y otra vez: ¡Me ha sanado, Dios me ha sanado el bocio que yo tenía,¡ya no lo tengo, ha desaparecido! Entré, saludando a papá, en silencio, pues aun estaban en oración. Rumores llegaron a mis oídos, de que alguien, que iba a entrar después que yo había sido bautizado con el Espiritu Santo en ese mismo instante, en el pasillo de entrada. Papá, acercando su boca a mi oreja, me susurró: 481 - 482 - Menudo culto hemos tenido Juan José, pues el Señor ha bautizado con el Espíritu Santo a Alberto Araujo! Efectivamente el rostro de nuestro hermano, brillaba con mejor fuerza y unción que antes. Algo había pasado en la vida del pastor. Allí estaba con otros mas, en el núcleo final de la oración pastoral, rodeando a Bahjat. Acercándome todo lo que podía a ese grupo, pues en mi sinceridad buscaba ser bendecido por el Señor, si me aproximaba a estos varones de Dios, quería oir. Después me di cuenta, que no es el acercamiento físico a los portavoces de la Palabra de Dios, si no mi proximidad espiritual a la Palabra de Dios, lo que habría de bendecirme. Batarseh, solicitando una masiva imposición de manos, de todos los pastores que allí estaban, elevó sus manos al cielo. Era impresionante, por que ver una figura humana tan elegante, como la suya, derrumbarse poco a poco, con un gemir espiritual adornado por un profundo llanto sincero de humillación ante el Señor, mientras se arrodillaba despacio delante de toda la comunidad asistente. La unción de Dios, en la oración se contagiaba a todos los que allí estábamos. Vi a mi madre, un poco mas allá, y de sus ojos saltaban lentas lágrimas que ella no podía reprimir. Cuando Bahjat oraba, y se humillaba ante el Señor, sin quererlo o sin decirlo nos invitaba a todos a hacerlo, y finalmente toda la iglesia estaba de rodillas orando con amor y consagración. En ese mismo día, el último de la semana, tendría lugar el final de la campaña, y se nos dijo a todos los asistentes, y eramos muchos, que por la noche habría bautismos en el agua. Yo ya conocía muy bien toda la enseñanza teológica sobre este tema, tan necesario 482 - 483 - en la vida de los creyentes, desde luego, que en mi había un gran deseo, y aprovechando la invitación me uní al grupo de personas que deseaban bautizarse. Y llegó el momento, el día no podría finalizar mejor. La última predicación en el salón central de la Iglesia, fué un gran final, pues mientras el jordano, predicaba a la multitud con denuedo y seguridad, al invitar a los enfermos que descendieran para orar por ellos, de pronto, el pastor Alberto, que usaba gafas, delante de todos los que allí estaban, en pleno culto, se las quitó, tirándolas al suelo, y pisándolas delante de todos, entre las exclamaciones de jubilo por parte de los asistentes: ¡Gloria a Dios!, ¡aleluya!, ¡alabado sea el Señor! Como de costumbre, al finalizar el culto principal, y después de la cena, volvíamos al templo, al estudio bíblico, que en este caso, iba a ser especial pues se impartirían los tan ansiados bautizos públicos en agua. Me vestí de blanco, para lo cual mi madre había sacado del cajón una camiseta que tenía este lema: “Jesús, unico camino”. Allí sentado junto a otros, entre los cuales estaba también uno de mis hermanos, esperé el final. Aun recuerdo el tema de la predicación, Bajhat, relataba su experiencia entre los musulmanes de Pakistán o de la India: Hermanos, allí estaba ese hombre proclamaba el jordano, refiriéndose a un hombre que había sido musulmán que había dicho que si Jesús, era el Hijo de Dios, que se lo mostrara, y en ese momento, ese hombre, tuvo una visión: Vió a Jesús crucificado, derramando sangre por él. El sabía que Jesús había pagado el precio por el. Ese hombre clamaba: Estoy viendo a Jesús sacrificado”, y quiero pedirle que me cambie”. 483 - 484 - Como había escuchado el mensaje sobre el Espíritu Santo, le dije: ¡Este es el momento, pídale que le bautice con el Espíritu Santo!. En ese mismo instante, de rodillas, el que había sido un antiguo musulmán, proclamaba con fuerza: ¡Jesús es el Hijo de Dios!, ¡ahora lo entiendo todo! El arrodillado ante la visión, comenzó a hablar en otras lenguas, y pronto era un auténtico manantial que borbotaba como un raudal lleno de vida. Posteriormente, en otro país musulmán me visitaron un grupo de musulmanes muy enfadado a causa de nuestro testimonio de Jesús, me retaron públicamente, estando allí un hombre sordo al que yo le había llevado a Jesús, sin que ellos lo supieran, pero que era bien conocido por ese grupo exaltado. Muy broncos, gritaban a una: Si tu Jesús es el Hijo de Dios, ruega por este hombre para que oiga Fue uno de los momentos mas difíciles que he tenido, pues sabía que algo iba a pasar, que Dios preparó ese momento, y que su testimonio habría de ser poderosa, ya que estaba en juego nuestra propia vida física. Oré al Señor con todo mi corazón, ya que no era momento para dudar. Delante de mí, tenía una turba enfurecida, enfadada, que no podría dominar, era Dios quien tenía que tomar control de la situación. Oré por el hermano recientemente convertido, y supliqué por la sanidad fisica de sus oídos y público: ¡Señor, pon tu mano, en este hombre! En ese instante ¡hermanos! ese hombre fue TOTALMENTE SANADO, y todos ellos lo comprobaron, y algunos de ellos se convirtieron de corazón al Señor. ¡Ese Dios está aquí, y esta es la noche de tu vida! ¡Comprométete con El!.............” 484 - 485 - Al finalizar el mensaje, se pasó a los bautismos. Uno a uno fuimos entrando en las aguas. Para mi fue uno de los días mas hermosos de mi vida, pues estaba diciéndole a todos los reunidos que personalmente decidí seguir a Cristo. Sería alrededor de la una de la madrugada cuando dimos ese paso. Mi bautismo en aguas por el evangelista Batarseh, en la Iglesia Evangélica de Calatrava, Madrid.1973. Mi camiseta: “Jesús, único camino” Al terminar, aproximadamente, una hora después, todos nos saludábamos. Para mí, el bautismo, era tan importante que llegué a creer que al salir del agua, lo que me rodeaba sería distinto. No fue así, y con rapidez aprendí que ese proceso no cambia a nadie, que quien lo hace es Cristo en nuestra conversión y vida diaria, pero que es un mandato bíblico, un símbolo importante, que significa la muerte del hombre viejo y el nacimiento del nuevo en Cristo, y además es la ratificación de un compromiso ante Dios y ante los hombres presentes que están como testigos de ese hecho. Todo esta finalizando, pero allí, apoyado sobre una columna, vi a un jovencito gitano, casi un niño, dos años mas joven que yo, que llevaba un paquete de cigarros en el bolsillo de la camisa. Percibí que sus ojos estaban lagrimosos, y en un momento 485 - 486 - determinado, el muchacho, que por su apariencia física, denotaba una infancia azarosa y difícil, sacó su paquete de cigarros, tirándolo al suelo, para pisarlo mientras decía: ¡Yo también quiero cambiar, es el momento! Inmediatamente, corrió abriéndose paso entre los asistentes, para introducirse en la balsa de agua para ser bautizado lanzándose a ella como si fuera una piscina, sin cambiarse de ropa, y asiendo fuertemente las manos de los pastores, a las que colocó en su propia cabeza, para que le bautizaran, mientras, no cesaba de exclamar su fe en Cristo a voz en grito. El amor cristiano se adueñaba de ese improvisado bautismo, toda la comunidad lloraba de felicidad. El serio jordano, no lo dudó. El paquete de tabaco aplastado simbolizaba el hombre viejo que había sido derrotado, y la felicidad del gitanito, al salir del agua, representaba, el surgimiento del hombre nuevo, redimido por Cristo. Como asistiría con mucha regularidad a las reuniones de los gitanos cristianos, a lo largo de ese año, busqué al muchacho, pero desconozco por qué nunca supe nada de él. Mi intención era hacer amistad con ese hermano, pero no me fue posible. A quienes les preguntaba, nadie le conocía. Fue allí en una de esos multitudinarios cultos que dirigía Bahjat magistralmente con la siempre bienaventurada ayuda de Alberto, donde él nos enseñó uno de los himnos mas bellos que jamás he escuchado. Batarseh, nos dijo que: ¡Todos los cristianos deberían aprenderlo1 La potencia de las voces masculinas, unidas a las de las mujeres cantando a viva voz, estremecía los pilares del edificio, hasta ensordecernos a todos, al llegar al 486 - 487 - coro final. Lamentablemente, en un testimonio escrito no es posible reflejar la belleza de la música, aunque se puede recurrir al pentagrama, pero no podemos expresar la grandiosidad del momento cantado.Quizá quede como consuelo el hecho de que es un himno ya antiguo y conocido por los de mi generación, pero es muy lamentable que las juventudes cristianas, acordes lógicamente con su tiempo, no conozca lo que en esos años cantábamos y que hizo caer numerosas fortalezas espirituales. Cuando lo aprendí, me hacía ilusión cantárselo al Señor, por que en mi casa del pueblo, al abrir las ventanas, veía la montaña que teníamos en frente, las plantas, los árboles y matorrales, y era allí cuando surgía de mi corazón con mas fuerza, aunque por desgracia no sé cantar bien poseo una voz muy potente, y al llegar a la última estrofa, en la que hay que subir mucho la nota final, casi me ahogaba. “Señor, mi Dios, al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil. Al oír tu voz en los potentes truenos y ver brillar el sol en su cenit, mi corazón entona esta canción: Coro: “¡Cuán grande es él, cuán grande es Él!” Al recorrer los montes y los valles y ver las bellas flores al pasar, al escuchar el canto de las aves y el murmurar del claro manantial, mi corazón entona la canción... Coro 487 - 488 - Cuando recuerdo del amor divino que desde el cielo al Salvador envió, a aquel Jesús, que por salvarme vino, y en una cruz sufrió por mí y murió, mi corazón entona la canción. Coro Cuando el Señor me llame a su presencia, al dulce hogar, al cielo de esplendor, le alabaré, Loando la grandeza de su poder, y su infinito amor, mi corazón entona la canción “¡Cuán grande es El, cuán grande es El!” No fue todo un “Jardín de rosas” en la iglesia para los ministerios pastorales que habían apoyado de manera explícita a la naciente iglesia gitana. Uno de ellos albergó y apoyó a evangelistas aprobados delante de Dios, y el Señor le bendijo con el bautismo del Espíritu Santo. El ha sido una pieza clave, un elemento fundamental en el desarrollo de la historia de la Iglesia Evangélica, y aun hoy algunos de los movimientos surgidos bajo el amparo del Espíritu Santo han tenido lugar con personas que fueron ministradas en esos años, y como siempre pasa, cuando el Espíritu Santo se mueve, algo se rompe, surgiendo numerosos problemas y en ocasiones graves, en las iglesias y comunidades cristianas donde se han dado avivamientos. Este es un proceso, desgraciadamente normal, en la historia del cristianismo desde sus orígenes, aunque no debiera ser asi, pues la iglesia de Dios, ha de estar siempre bajo la El pastor aquí citado, aun vive. Retirado por la edad, sigue predicando cuando la salud se lo permite, y escribiendo sobre temas de la fe, pero me he permitido salvaguardar su identidad. 488 - 489 - dirección y unción del Espíritu de Dios y de sus dones. Quizá, la campaña del jordano, pudo ser el detonante de una explosión, en Madrid, que seguramente se venía desarrollando ya desde hacía tiempo. Un sector de la membresía oficial de una Iglesia Evangélica, cerró filas contra el pastor Hernández, y con ellos, algunos pastores de distintas iglesias. Se convocó una reunión, y a ella, fuimos invitados meramente como oyentes. Quizá querían que viéramos una parte de la realidad existente, y lo hicieron con cierto espíritu pedagógico. El evento se realizaría en una de las salas de una iglesia. Estuve en la puerta justo en el momento que daba comienzo cónclave, o como se quiera decir, pero nada mas entrar no me gustó nada el ambiente. Había algo que me tiraba para detrás, y no entré. Desde la puerta, se veía mucha gente sentada y, alterada. Con franqueza el espíritu reinante no era el Espíritu de Dios. Papá sí entró, sentándose de los primeros, no iba a intervenir en nada, solo escucharía. Yo me fuí al grupo de los hermanos gitanos, que estaban en oración. Notaba algo extraño. Allí me encontré con un conocido que se llamaba Gabriel, de pelo rizado, con el que trabé amistad en la chabola de Angel. ¿Qué sucedía?, todos ellos oraban con intensidad y lloraban en la oración. ¿Por qué?, estaban intercediendo por Hernandez. Allí esperaba al final del cónclave anti pentecostés, por que lo lógico era volver a casa con mi padre, y así de paso, me enteraría de todo lo que allí estaba acaeciendo, de los hechos concretos y concisos. Buscando entre los numerosos escritos que papá me ha legado, he encontrado uno, en el que relata, parte de lo que allí sucedió.El texto lo reproduzco letra por letra: 489 - 490 - Nuestro hermano, pastor de lna iglesia, se sintió conmovido por la presencia del Espíritu Santo en su corazón y fue tanto el poder de Dios sobre el, que se decidió a cambiar algunas normas religiosas, y obedecer la Palabra de Dios a sabiendas de que iba a tener muy serios problemas, con los fieles de la iglesia, como así fue. Todo lo soportó con amor cristiano sin replicar ni elevar su voz. Dios estaba con él, y lo sabía. Recibió el bautismo del Espíritu Santo en una de las reuniones de oración con un predicador. Un día me pidió que si lo estimaba oportuno, acudiera a la junta de la Iglesia, en la que se estudiaría si él se quedaba como pastor o no. Accedí muy interesado como si fuera en calidad de simple observador por que, aunque pertenecía a la comunidad no estaba adscrito a la misma oficialmente. Una señora a mi lado, daba muestras de inquietud, y fumaba sin parar. Aquella reunión nunca la olvidaré. Sentía la sensación que de golpe y porrazo me había trasladado a una reunión mundana, donde los intereses económicos estaban a la orden del día. Se puso de relieve todo, gastos generales, superfluos, ingresos, salidas, y discusiones. “DIOS ES AMOR” fue cambiado por “NOSOTROS SOMOS PELEA”. Muchos congregantes, eran señores que presidían y dirigían empresas y sus señoras lucían en aquellos actos. La sociedad estaba bien definida humanamente, por que parecía que todo el mundo había dejado a Cristo en la puerta para tomarlo después a la salida. El punto culminante fue cuando se procedió a la votación sobre el pastor. El hermano, como auténtico varón de Dios habló después de una emotiva oración sobre su transformación y expresó a todos el rumbo 490 - 491 - que daría a la iglesia desde entonces, si le aceptaban como pastor. Aquello fue un gallinero revuelto, la señora que fumaba tanto, dijo en voz alta: ¡Queremos a nuestro pastor, pero lo que no queremos son los del bautismo del Espíritu Santo ni con los gitanos! ¡Eso, eso! gritaban otros Yo sentía ganas de llorar, pero Dios me decía: NO TEMAS, YO ESTOY CON VOSOTROS Hernandez, parecía extasiado. Tenía en la solapa una pequeña flor y estaba decidido a todo. Su rostro era firme y sereno. ¡Cristianos!, ¡cristianos!, ¡cristianos! ¡Dios santo! ¿Qué está pasando en tu pueblo?. Tantas bendiciones y amor parecían venirse abajo. Parecía que todos nos habíamos convertido en cartón piedra. Nuestro interior estaba en constante oración y aquellas furias desatadas, no podían contra nuestra fortaleza espiritual. La votación fue reñidísima y la distensión total, pero los escandalosos nada pudieron y el número de votos favorable a la permanencia, al menos por un año, del pastor fue superior. Supimos también que hubo votos favorables a su marcha, de personas que no estaban allí presentes, y pese a todas las ruines maquinaciones, el hermano podía permanecer al frente de aquel desbarajuste, un tiempo más, aunque la situación se hacía insostenible. Ante la pasividad amorosa, pero firme de los tocados por el Espíritu, estaba la resistencia sin cuartel de los tradicionalistas, que hacían uso de un arma muy poderosa, el dinero, que estaba en manos de ellos, junto al poder humano. Nosotros no teníamos nada ni una peseta, pero no nos querían allí y para mayor abundancia de problemas se unieron a nosotros, los miembros de la naciente “iglesia de Filadelfia”, bautizados 491 - 492 - con el Espíritu Santo, y que eran despreciados por los conservadores evangélicos.” El pastor, se mantuvo como pastor, algún tiempo más, pero después, obligado por las circunstancias, dejó de serlo. Con el nos marchamos algunos mas, quienes continuaríamos nuestras reuniones en el Paseo de Castellana, creo recordar que en el número 16, y se abrió incluso un lugar de acogida, un centro de acogida social. Como su familia era numerosa, mis padres pensaron que al menos por un tiempo podrían estar en nuestra casa de Perales de Tajuña, y así fue. Sin embargo, al quedar muy lejos de Madrid capital, Hernández realizaría otro traslado más, al barrio de Madrid, para habitar en una vivienda unifamiliar de dos plantas. Dirigía una capilla propiedad de unas hermanas de la unidad, una congregación de mujeres cuya misión es buscar la unidad de los cristianos. En esa capilla adaptada al culto evangélico, el Señor se manifestaba. Fue allí en donde por primera vez, conocimos a un sacerdote católico norteamericano, amigo personal del pastor, el hermano Cárter, pionero de la Renovación Carismática en España, y quien posteriormente nos obsequiaría con una visita a nuestra casa. Uno de los momentos más emocionantes que yo he vivido en esa pequeña iglesia, sucedió en un día muy concreto, y en pleno culto dominical. Estaba el pastor disertando magistralmente sobre un capítulo de la Biblia, cuando, justo a mitad del Servicio, tuvo que parar su mensaje, mirando fijamente a una persona que entraba por la puerta en esos instantes. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas. 492 - 493 - Queridos hermanos, os pido disculpas, por que no puedo seguir, ya que la emoción me embarga, y el motivo es que la persona que está haciendo su entrada a esta reunión, es una hermana a la que hacía muchos años que no veía Los dos hermanos, se dieron un abrazo profundo de amor, por que ella, de la que no recuerdo su nombre, separada de la familia, en tiempos de la Guerra Civil Española, siendo muy niña, evacuada de Madrid, para evitar morir por culpa de los bombardeos, fue llevada, junto con otros centenares de “niños de la guerra” a Francia. Allí tras diversas vicisitudes, la pequeña se educó en un convento de monjas católicas, profesando como era lógico esa forma de fe cristiana. Tuvieron que pasar muchos años para que los dos hermanos se abrazaran. Ella, católica, y el pastor de la iglesia evangélica. El culto continuó hasta su fin, pero el ambiente había cambiado por completo, todos estábamos emocionados e impresionados por ese acontecimiento tan feliz, entre personas de la misma familia, y por qué no decirlo, entre cristianos de distintas confesiones. Los años han pasado, Hernandez, ya no vive en Madrid, sino en la provincia de Burgos. Ha seguido en el ministerio de la Palabra, y hoy, ya anciano, dedica su vida a Cristo, con muchas actividades y a su familia. Es curioso, que con el paso del tiempo, he tenido la oportunidad de tener amistad con un siervo de Dios, hoy pastor de una pujante iglesia evangélica bautista, absolutamente renovada en el Espíritu, y madre de otras muchas iglesias, que al comienzo de su ministerio estuvo en ese triste cónclave antitodo, como acusador. 493 - 494 - El mismo, me dijo con gran espíritu de tristeza: Lamentablemente yo fui uno de los que le acusaron, y hoy lo siento de todo corazón, es un error en mi vida Creo en su arrepentimiento, pues con posterioridad a los hechos, el fue bautizado en el Espíritu Santo, y hoy Dios le ha bendecido con una comunidad muy entregada a su Obra en general, y que está creciendo, no solamente en España, sino en otros lugares del mundo, con el respaldo del mover del Señor. Esta claro: DIOS HACE LO QUE QUIERE Y COMO QUIERE. Todo esto me lleva a una conclusión, que cuando el Espíritu de Dios se mueve lo hace con tal fuerza, que se tiemblan los cimientos de todas las iglesias, incluso aunque éstas se denominen “Pentecostales”. Cuando hay avivamiento, siempre surgen crisis, pero lo que sí es cierto es que la Gloria de Dios se manifiesta cambiando vidas, sacando a la gente de los vicios, sanando a los enfermos, liberando a los poseídos por fuerzas satánicas, y haciendo prodigios bíblicos en toda regla, pero siempre dentro del orden establecido en la Biblia. Si hay un movimiento espiritual que interesa ser “domesticado” por el conservadurismo religioso, ese es el carismático o Pentecostal, por que lógicamente cuanto mas sometido esté a la autoridad HUMANA, menos problemas ocasiona a lo establecido de forma oficial. Sin embargo, no es lícito pensar que los cristianos bautizados en el Espíritu, o como otros dicen: cristianos que han recibido la Efusión del Espíritu Santo, tienen patente de corso, para tomarse la libertad que nos da el Señor como libertinaje. Tenemos que aceptar un hecho, y es que es cierto, que 494 - 495 - dentro de la renovación carismática, o del movimiento Pentecostés, han surgido grupos que se han extralimitado, saliéndose por completo de lo que el mismo Espíritu de Dios enseña en la Biblia. Yo personalmente no me siento identificados con tales grupos, son otra cosa, en casos, muy extraña, por que lo que se puede alejar de lo enseñando en la Biblia, sencillamente lo que no es bíblico, no es bíblico, y se está alejando de la Verdad Revelada. Ahora bien, si hay un movimiento virtualmente poderoso es el carismático, por que es allí donde el Espíritu del Señor, se mueve con dones. Ningún cristiano que se precie como tal, puede decir, que las lenguas fueron solo para el siglo I. Decir eso, es sencillamente mentir a la palabra de Dios, y es negar los hechos históricos que se han dado a lo largo de toda la historia del cristianismo. No es verdad, que los dones sean solo para esa época, quienes defienden ese punto de vista, están obstaculizando en su propia vida, la bendición de Dios. ¿Quién es el más interesado en cerrar esta cuestión? ¡El diablo! A él no le interesa una iglesia bendecida con el Espíritu, por que es la que mas batalla le va a presentar en toda regla. Las diferentes formas de cristianismo, versus iglesias, están llenas de multitud de organizaciones, y movimientos, todos ellos plausibles, buenos en sí, con mucha historia, y que han sido utilizados por el Señor para la expansión de su palabra, pero lo quieran o no, de todos ellos, hoy es el Movimiento del Espíritu Santo, que nunca ha dejado de soplar en la cristiandad, a pesar de lo que algunos creen, es el que hoy tiene mas potencia en todo el mundo, contando no con miles, si no con millones de seguidores. Todo ello es el cumplimiento Por ser precisamente un movimiento del Espíritu Santo, creo que el diablo tiene especial interés en su destrucción. Por ello estamos viendo, en los últimos años avances de grupos “pseudo carimáticos”, y “pseudo cristianos”, cuya doctrina no es clara. MUY VIGILANTES. 495 - 496 - de una profecía de Joel, que comenzó a cumplirse en Hechos 2: -En los ultimos dias derramare de mi espiritu sobre toda carne Y eso, sintiéndolo mucho por los que se oponen, es totalmente imparable. Todas las denominaciones están siendo visitadas por el Espíritu de Dios. TODAS. Acusar de “herejía” a lo que se enseña en el interior de este movimiento, tanto en cuanto no solo se ajusta a la Palabra de Dios, si no que la cumpla, es caer en un error muy serio. NUESTRA CASA DE PERALES DE TAJUÑA, MADRID Mis padres, quisieron que fuera la “Casa de Jesús” el tiempo que se precisara, y lo fue. Allí pasé parte de mi adolescencia. Fue una época, de transición en la que disfruté los mejores momentos de mi vida de adolescente. Papá se la regaló a mi madre, allá en el año 1968. La adquirió gracias a la venta de la casa de mi abuelo Pepe, su padre, tras fallecer éste. Era una vivienda adosada a otras, formando parte de una comunidad vecinal. Tenía el número 12. No poseía terreno alguno, pero delante, en la puerta de entrada, nació un árbol ciruelo, que yo me encargaba de cuidar con esmero. Todos los años, nos daba profusión de frutas, pero 496 - 497 - los inviernos allí eran duros, y las heladas fuertes. Para evitar que la flor del ciruelo se estropeara, me dijeron algunos del pueblo que lo mejor o lo único que se podría hacer era cubrir la copa del árbol, con alguna tela o plástico, sujetándola a las ramas o al tronco principal, con el fin de que el viento no se la llevara volando. ¡Cuantas noches, lloviendo y con frío reinante, me levantaba de la cama, aun cuando me había calentado, y abrigándome, salía para cuidar de ese árbol!. Incluso cuando ya le había colocado la protección me preocupaba por su estado y su protección. Era para mi como un dócil animal del que me sentía plenamente responsable. Yo ya sabía que las plantas son seres vivos, pero lo que no conocía, hasta qué punto. Su estructura biológica es totalmente distinta a la animal, pero estoy seguro que cuando se sienten bien cuidadas, ellas responden positivamente. De alguna manera, que no conocemos hay una relación de “tu a tu” entre las especies vegetales, y nosotros, es la biodiversidad, es el equilibrio natural, es el espacio vital compartido, o quizá algo mas sutil y hermoso: el Amor de Dios. Dios nos enseña a través de la misma naturaleza, El se deja sentir y ver en todo lo que nos rodea. En la Biblia son múltiples las referencias al mundo vegetal y animal. En conclusión, siempre he creído que muchos principios de lo que hoy llamamos “ecología” ya estaban reflejados en las Sagradas Escrituras. Todas las noches, después de ver un poco la televisión, si hacía frío, me acostaba, generalmente pronto, pero mi pensamiento era mi arbolito. Una de ellas, el frío, tenaz acompañado de viento creciente, me inquietó, por que se me había olvidado extenderle el protector a la 497 - 498 - copa arbórea. Luchando contra el antipático aire, logré no sin cierta dificultad hacerlo bien. Cuando, cumplida mi labor, entré a casa, sin esperármelo, de sorpresa el Señor, me habló a mi corazón de forma muy directa, me quedé petrificado durante unos segundos, por que en mi corazón una voz potente y amorosa, me dijo: “¡De la misma manera, que tu cuidas a este arbol con amor, yo te cuido a ti!”Una inmensa paz se apoderó de mi interior, solo pude pronunciar una titubeante pregunta: “¿Señor?” Muchas veces, los chicos de la colonia, entre la Primavera y el Verano, Jesús y Javi su hermano, Jesús el pelirrojo, yo y alguno otro mas, nos íbamos por las montañas de alrededor, explorando nuestro entorno, descubriendo cuevas, introduciéndonos en rincones recónditos, entrando y saliendo en casas abandonadas por los años que despertaban cierta morbosidad. Los matorrales de tomillo, que se extendía por todas las laderas y faldas montañeras, inundaban con su aroma nuestros olfatos. Conejos, zorros, palomas torcaces, y otros animales solían cruzarse delante de nuestros pasos, velozmente para esconderse en cualquier guarida, o agujero. Siempre me acompañaba mi perro, noble animal, que defendía con fiereza la casa con sus ladridos, y que quizá si hubiera sido preciso habría dado su vida por mi. Ese día, nos fuimos toda la mañana, por la cima del monte que teníamos enfrente, cargado de matojos soberanamente reverdecidos. Nos llevamos bocadillos, y botellas de agua, que nos habíamos “apañado” antes de salir. Siempre que nos encontrábamos un árbol frutal a mitad de 498 - 499 - camino, nos encargábamos de aligerarle de su peso. Por alli, en algún lugar entre peñas, había una higuera de brevas. Por entonces no conocía los tiempos de las frutas, y me apeteció acercarme por si encontraba una apropiada. No había, no la encontré por que no era su tiempo aun. Molesto conmigo mismo, mirando esa hermosa higuera, el Señor, volvió a tratar con mi persona, directamente: -“La higuera da sus frutos maduros en su tiempo justo, asi son los frutos del Espíritu. Tienes que madurar” Me aparté de allí pensando en lo que había recibido en ese momento, mi fiel compañero cánido, ladraba y jugueteaba a mi alrededor saltando entre los matorrales persiguiendo cuanta criatura viviente se le cruzara en el caminar. ¡Juan José,! La voz del pelirrojo reclamándome mi atención¿estás bobo o qué?, ¡parece que has visto algo raro!, ¡vámonos a casa, que es tarde!. ¡Ya voy, un momento!Respondí. Esa mañana, regresé a casa habiendo aprendido una lección que el Señor me había querido mostrar. Hay que madurar, y el proceso en la vida del cristiano debe ser constante, y para ello son precisos cuatro aspectos: leer, oir, hacer y hablar. Leer la Biblia, oir lo que Dios nos dice en ella, hacer lo que allí está escrito y hablar con Dios en oración. Alguien ha dicho que en la Biblia, Dios nos dice una frase: “No temas”, 365 veces.¡Que casualidad!, por que 365 son los dias del año, es decir, que desde el 1 de Enero hasta el 31 de Diciembre, el Señor nos dice lo mismo. Pero atención:¡Es una orden!. 499 - 500 - ANTONIO EL LECHERO La lechería de Antonio estaba situada en frente de la casa de la anciana Escolástica. Era un joven alegre, simpático y muy agradable. Ir a su sencillo comercio para hablar con él, suponía pasar un buen rato en compañía de un amigo que siempre estaba dispuesto a reír y a sonreír. Era evidente nuestra diferencia de edad. El ya estaba casado y tenía un hija pequeña, pero a mi me gustaba conversar con él. Nuestra amistad se fraguó con el paso del tiempo. Papá, siempre que bajaba para comprar algo de pollo y leche, prefería hacerlo en la carnicería de nuestro amigo, y así poder hablar. La caballerosidad y el buen trato de mi padre se mezclaban con la simpatía de Antonio. Ambos esperaban a que las mujeres terminaran de comprar, para hablar cuanto más tiempo mejor de lo mucho que les unía. Todo había empezado algún tiempo antes, aquel día en el cual mi madre, se convirtió en una cliente segura para él. A partir de ese momento, prácticamente día si y dia no, ella y el se ensarzaban en largas conversaciones que amenizaban las mañanas, entre huevos frescos, pollos, carne cortada, jamones y longanizas, y allí, la Palabra de Dios, encontró un hueco, para ser atendida. Mis padres siempre que podían compartían con el lechero el mensaje de la Biblia, y Antonio, se convirtió en su mejor discípulo. El muchacho, estaba encontrando muchas respuestas a innumerables preguntas que siempre se había hecho, desde pequeño, y en nuestros encuentros, contactos, y 500 - 501 - conversaciones, la Palabra de Dios fue poco a poco aflorando en su corazón. Una flor comenzó a nacer, y que nunca se marchitaría a partir de entonces. En ese lugar, entre cabezas de pollo cortadas, y cuchillo de matarife, estaba, en lugar preferencial, el Nuevo Testamento que papá le había regalado. Dia tras dia, aprovechando los escasos minutos que Antonio tenía de descanso, leía con avidez todo lo que en él estaba escrito, y su fé aumentaba cada día a pasos agigantados, de modo que de vez en cuando aprovechaba para subir, algunas tardes, a nuestra casa, con un solo objeto, la oración. En esos improvisados cultos de oración que hacíamos, le enseñábamos canciones cristianas, música y contábamos testimonios de fe. Nuestro amigo escuchaba con deseo, y un día entregó su corazón al Señor, a El se dió. Desde ese momento, el lechero del pueblo, comenzó a ser un pequeño faro de luz, pues, añadió a su buen carácter esas palabras de vida que hay en quienes viven la fe cristiana con alegría y entusiasmo. Siempre que podía predicaba el evangelio en su carnicería a todas las mujeres que allí compraban. Aquello comenzó a producir cierto alboroto, y al poco tiempo, nuestro amigo era criticado por algunos vecinos por su amistad con los “protestantes”, es decir con mi familia. A él le daba igual los comentarios vecinales, cuanto mas era criticado mas se enardecía. No había un cliente que, a parte de llevarse su medio kilo de carne o su docena de huevos, se llevara también, y de regalo unas palabras del Evangelio. Nuestro amigo, valiente y decidido no tenía ningún inconveniente, si se establecía algún tipo de discusión, sacar el Nuevo Testamento y enseñárselo a quienes lo solicitaran. 501 - 502 - En una ocasión estando yo en mi casa, se acercó para comentarnos algo que había sucedido en el restaurante “Las Vegas”, la unica casa de comida que en ese lejano año había en la villa. Fue para dar un paseo, y acercándose allí al objeto de tomar unas bebidas refrescantes, se dio cuenta que allí, estaba sucediendo algo anormal. Como de costumbre, el restaurante tenía su público. Es un comercio muy conocido y concurrido. Pero allí había un pequeño tumulto, un grupo de personas arremolinas en círculo, gritaban. Antonio, animado por la curiosidad se acercó, abriendose paso hasta el centro de la algarabía. En el suelo, una muchacha, de otro pueblo pero conocida, yacía en el suelo semiinconsciente. Unos reclamaban un medico, otros la presencia de algún familiar o conocido. Otros gritaban una cosa, y los más hablaban sin parar. Sin embargo, nuestro amigo, notó que esa muchacha tenía otro problema. Mientras unos trataban hace algo, el estaba quieto, de pie, delante de la muchacha, mirándola con detenimiento, mientras su corazón oraba al Señor, y dirigiéndose a ella, de su boca salió solo una orden: ¡En el Nombre de Jesús, demonio, te ordeno que la dejes,¡sal de su cuerpo!” En ese preciso instante, su cuerpo comenzó a dar grandes sacudidas, y cuanto más lo hacía, mas Antonio aumentaba su confianza en el Señor y su seguridad en la Palabra de Dios, hasta que las sacudidas terminaron y la muchacha quedó en el suelo, como si estuviera relajada. El Señor estaba hciendo grandes cosas, en la vida de nuestro sencillo lechero, por que 502 - 503 - él tenía un corazón sencillo para Dios. Fue usado por el Señor, por que allí durante un tiempo brillaría la luz del evangelio en ese pueblo madrileño. Siempre con su Nuevo Testamento sobre la mesa de trabajo, para de esa manera, testificar de lo que Cristo estaba haciendo en su vida. En una ocasión le visitó el sacerdote del pueblo,un muchacho joven que había salido recientemente del seminario, y que se empeñaba en levantar un grupo de jóvenes en la parroquia, utilizando unos métodos curiosos. Le habían llegado noticias del constante testimonio “antoniano”, y quiso comprobarlo personalmente. Creyendo que con su visita todo quedaría bajo su control parroquial, se dio cuenta, que quien en realidad recibió una buena palabra cristiana fue él. Antonio, en ningún momento se presentó hostil, ante la visita sacerdotal, todo lo contrario, por que lo recibió con gran alegría. El cura, optaría por reconocer que el lechero, tenía a Cristo en su corazón. Como Antonio le dijo que la familia “protestante”, es decir, la mia, le había enseñado el camino de Cristo, el sacerdote, tomó la decisión de hacernos una visita. Naturalmente, le recibimos con la amistad que siempre hemos tenido hacia cualquir representante de una iglesia, sea cual sea. Nunca supimos cual era su intención real, pero lo ciero, es que estuvimos toda una tarde compartiendo el mensaje del Evangelio. En ningún momento, presentó hostilidad alguna, más bien, todo lo contrario, respeto y alguna apertura. Nos dio la impresión que en realidad, era una persona sin brújula alguna en su vida espiritual, y que había entrado en la carrera sacerdotal mas por buscar recursos humanos, que por una verdadera llamada espiritual. Boquiabierto 503 - 504 - se quedó cuando, delante de un buen café preparado por mamá, oyó los testimonios de sanaciones y curaciones, bautismos en el Espíritu y demás manifestaciones divinas en las comunidades cristianas, incluyendo a los grupos de la Renovación Carismática católica, que ya por entonces comenzaban a hacerse notar con notoriedad. Si el religioso vino para convencernos, más bien fué él quien salió de casa convencido de nuestra fe cristiana. Mi padre, Eduardo con Julian, un hermano y amigo estudiante en el Seminario Evangelico Español. 1980 JULIA,Y SU CONVERSIÓN Allá en ese lejano año 1973, nos íbamos todos los fines de semana a nuestro chalet de Perales de Tajuña. Como papá estaba ya de baja por enfermedad, todo ese verano completo, pude disfrutar de ese pueblo. Todo el día me iba con mi bicicleta a recorrer los caminos que herían 504 - 505 - las laderas montañeras, acompañado por mi fiel perro. Los secretos rurales se me revelaban uno tras otro. El monte cargado de higueras, pinos mediterráneos, zarzamoras, rosales silvestres, tomillo y otras plantas, me ofrecía su corazón, y yo no dudaba llamar a su puerta. Los intrincados caminitos recorridos a primera hora de la mañana por cabras y ovejas, penetraban en mi, como lo hacían en los montes. Esa mañana del verano en Perales, me fui muy temprano, por el camino que teníamos justo detrás de mi casa. Mi amigo y fiel aliado, el perro que no tenía nombre, hijo de una “pastor alemán” y un chucho vulgar, se me uniría en mi paseo por las lomas de la montaña. El sol madrugador, ya calentaba lo suficiente. Paseando entre matorrales, a más de una hora de distancia de mi hogar, jugando con mi mejor amigo, oí un balido detrás de mí. Me sorprendería, por que al volverme, allí estaba, perdida, desorientada, solita. Una cría de cabra. Con rapidez ordené al can que se estuviera quieto, y así lo hizo. Hay amor en la naturaleza. La pobre hembra, no tendría mas de un mes de vida. Quise saber qué haría, así que sentándome en el suelo, esperé poco tiempo, por que nada mas verme, y sin temer a mi compañero, se acercó un poquito más. Reanudé mi marcha, como no queriendo saber nada de ella, y el animal me seguía. Si yo corría a propósito, lo único que hacía era quedarse quieta viéndome como le alejaba y balaba aun con fuerza. Como coincidía que ya era el momento de regresar a casa, y quedaba un camino largo y caluroso, la recogí en mis brazos, como un bebé humano. Era evidente que se había perdido de un rebaño. Como en mi casa, había una pequeña habitación a la entrada, la cabra 505 - 506 - se quedó allí, para pasar la noche. Después de cenar, volví a verla, y cerré la puerta de entrada, como de costumbre. Comenzó a balar, cada vez con más fuerza. Me sentía obligado, y de nuevo regresé para verla. Dejaba de molestar nada mas verme. Allí había una silla de anea, que mamá tenía para sentarse allí, junto a su máquina de coser. Sentándome unos minutos, la cabra chiquita daba un salto, y se dormía en mis brazos, introduciendo ella misma su pequeña cabeza entre mi pecho y mis brazos, buscando el calor, y la seguridad. Desde luego que la cabrita no se llamaba “Julia”, ni tampoco se convirtió, pero esta historia, tan bucólica como real, me recuerda de forma paralela, a otra, que deseo relatar, entre otras cosas, para no olvidar a una sencilla mujer, de la que no conozco sus apellidos. Mis padres, en 1991.Valverde del Camino, Huelva. Aun así creo que solo el hecho de mencionar en unas cuantas cuartillas, su nombre, ya es recordarla y rendirle cierto homenaje. El Homenaje siempre es para Cristo, pero es bueno el hecho de mencionar en unas cuantas cuartillas, su nombre, ya es recordarla y rendirle cierto homenaje. El Homenaje siempre es para 506 - 507 - Cristo, pero es bueno reivindicar a personas, que a lo mejor no han significado nada para la sociedad, pero que han tenido un pequeño lugar en la historia de los suyos. Quizá rememorar a Julia, es hacerlo con las millones de mujeres, en todos los paises, culturas, credos, y razas, que desde la mas triste miseria, han trabajado y luchado como leonas, para sacar a delante en la dura aventura de la vida, a los suyos, contra viento y marea, sin saber leer ni escribir. No han ido a ninguna escuela, pero han aprendido en la de la calle. No han participado en grandes eventos, pero lo han hecho dia a dia, rompiéndose el alma trabajando. No han sido escritoras, pero han escrito con el sudor de sus frentes, no se han graduado en la Universidad, pero la vida las ha graduado. Nunca han aprobado ninguna asignatura, pero Dios las ha aprobado, por que le han conocido. No han hecho nada para el Gobierno humano, pero el de Cristo, las ha levantado. Esa era Julia. La conocí, por que uno de mis vecinos, que se llamaba Jesús, iba todos los fines de semana a Perales, con su familia. Era un hombre gordito, algo bajo de estatura, creo que llevaba gafas y de él poco más sé. Estaba casado y tenía al menos que yo recuerde, dos hijos, uno de ellos era menor que yo. La madre de su mujer se llamaba Julia. Mujer ya mayor, entrada en años, alta, de pelo blanco, sencilla, sincera, ayudaba en lo que podía a la familia, en las tareas generales del hogar, y en el cuidado de los niños. No sabía leer ni escribir, pero tenía un alma grande para Dios. Siempre solícita para ayudar a los demás, le encantaba charlar con mis padres, y en particular con mamá en los corrillos vecinales. Mi madre, en todo 507 - 508 - momento, trataba de hacer amistad con Julia, por que veía que la pobre anciana sufría en su casa. ¡Pobre Julia, esta mujer está sufriendo en su casa, a mi me parece que nadie le hace caso, y es tan buena persona, siempre que me ve, se echa a llorar! Diría mi madre en una animada conversacíón sobre Jesús y su familia, en casa. Los atardeceres de los cálidos veranos, aprovechaban los padres de familia vecinos, para tomar algo, en casa de alguno de ellos. Unos vinos, con morcilla frita, unos caracoles recién hechos, y cositas así, suficientes para estar hablando largo rato de mil y un temas variados, mientras los chicos hacíamos lo propio por nuestro lado. Mamá, que hizo amistad con la anciana, no perdía nunca la ocasión para hablarle de Jesús, pero no de su yerno, sino del de la Biblia. A Julia, se le cambiaba el gesto triste del rostro. Aquella mujer parecía iluminada por la alegría. En una ocasión, le reveló algo que sin duda nos llamo poderosamente la atención: Doña Lola, ¿Sabe usted que mi madre, en tiempos de la Guerra Civil, me leía la Biblia en casa, y me contaba cosas de ella? ¿Ah si?, eso es maravilloso Yo no sé leer ni escribir, pero hay historias de la Biblia que nunca he olvidado, por que como usted ve, señora Lola, yo creo mucho en Dios. Yo, eso de los curas, como que no me va mucho, pero en Dios..... ¡Vaya que si creo! Julia, lo importante, es creer en Cristo, yo sé que usted tiene un alma de Dios, muy grande. ¡Pídale siempre al Señor! Yo sé que hay un cielo y un infierno, por eso yo creo en Dios ¿Quiere usted que le hablemos del Señor, y le leamos la Biblia? 508 - 509 - Claro que si, pero es que en mi casa, con mi yerno......no sé. Bueno, no se preocupe por eso, véngase a tomar un café a la mía, y alíí mismo se la leo yo. ¿Hace? ¡Hace! Y así comenzó una sencilla amistad entre dos buenas personas. La pobre, en cuanto se podía escapar un poquito de su hogar, se venía a merendar algo con mi madre, y allí, ella compartiría, del Señor con Julia. Pero un día dejó de venir, una semana, otra, y otra. Pasó un mes, o más. Ellos bajaban desde Madrid, pero la abuela no. ¿Qué pasaba?, sufrió una trombosis, de la que no se recuperó nunca por completo, y que quizá fue lo que la condujo hasta la muerte. No obstante, a pesar del mal que sufría, pudo reponerse bastante bien. Perdió su facultad de hablar, aunque pudo desenvolverse bastante bien por un tiempo. Esa tarde de Agosto, en mi garaje privado, con las puertas abiertas para sacar mi bicicleta, vi a Julia, por la calle, andando, detrás de su travieso nieto, llamándolo con una sola sílaba: ¡Je.....je.....je(Jesús, al igual que su padre) ¡Julia, me alegro de verla! Le dije sabiendo que no me podía contestar, pero que me entendía perfectamente. ¿Puede venir un momento, Julia? Quisiera hablar con usted un instante. Estaba muy cerca tan solo a seis o siete metros. Accedió por que tanto ella como yo sabíamos, lo que opinaba su yerno de todo esto, y no queríamos crearle a la anciana mas problemas. Yo no quería perder aquella oportunidad que el Señor me estaba dando en ese momento, y allí mismo, uniendo mi mano con la suya, le dije: 509 - 510 - Julia, yo sé que no me puede contestar, pero le pregunto una cosa: ¿usted quiere recibir en su corazón al Señor?, si lo desea, apriéteme una vez mi mano Una lágrima viva, llena de amor, se soltaría salvaje por las arrugas de su rostro. Apretó mi mano, una, dos tres veces seguidas, mientras trataba de decirme algo. Tranquila, Julia, no se preocupe, no hable si no puede, pero yo sé que usted cree mucho en el Señor, ahora, yo voy a decir una oración, y usted en su corazón la va a repetir, como si la hiciera usted, lo unico que le pido es que en este momento, piense en Jesucristo, dígaselas usted al Señor, y si lo ha hecho, apriéteme de nuevo tres veces seguidas, ¿está preparada?¿quiere hacerlo? Con su cabeza me indicó que sí quería. Señor, yo Julia, creo en mi corazón que resucitaste de los muertos, y te confieso como mi Señor, te acepto en mi vida como mi Señor y Salvador personal, toma mi corazón, entra en mi, sé tu el centro de mi hogar.Padre Dios, te pido en el Nombre de Jesús que me recibas La mujer no me apretó tres veces mi mano, lo hizo solo una vez, pero larga, durarera, con fuerza, mientras acariciaba una y otra vez mi joven rostro, casi de adolescente, dándome las gracias, con su trapajosa lengua. Yo sabía que en ese instante, Jesús, el del cielo, no el otro, entró definitivamente en su alma, para no salir nunca más. Fue un momento, impresionante, se respiraba una paz sobrenatural, nadie nos molestó, ni siquiera mi perro que andaba dando vueltas por allí. Otra batalla estaba ganada para toda la eternidad, por que nuestra amiga, poco tiempo después partiría con el Señor, y allí está, formando 510 - 511 - parte de ese pueblo redimido por la sangre derramada de Cristo en la Cruz del Calvario. Quizá Julia, era como esa cabrita solitaria que se perdió del rebaño. Al igual que ella, precisaría una mano amiga, que sirviera de orientación y de cobijo. Un poco de amor hace maravillas. Unas palabras dulces, milagros. Esa cabra al dia siguiente, fue recogida por su pastor verdadero, que vino hasta mi casa, para llevársela a donde correspondía; Julia, lo sería por parte de el Gran Pastor, que vino solícito a colocarla junto a El, en los lugares celestiales. EL APROBADO Se aproximaba el temido fin de un curso escolar que fue muy diferente de los anteriores, por que en realidad, lo había comenzado con mi conversión. Fue un año de enormes transformaciones en mi vida. Papá había recibido el bautismo del Espíritu Santo el dia 12 de Enero, mamá lo recibió alrededor del Mes de Marzo, y yo más o menos por la misma época. Así mismo me bauticé en la iglesia evangélica de Calatrava, sobre el Mes de Mayo, bajo los ministerios de Bahjat Batarseh y de Alberto Araujo. Participé activamente en las campañas evangélicas multitudinarias de Batarseh. Lo recuerdo perfectamente, porque la última se hizo coincidir con la “operación Madrid”, en la que decenas de jóvenes de distintas ciudades, se dieron cita para sembrar las calles de la capital con decenas de evangelios, folletos, bíblias etc.......y música cristiana. Fue el año, de la chabolita de Ángel Borjas, pastor gitano, en donde nos reuníamos muy a menudo, 511 - 512 - un lugar muy pobre y humilde pero lleno del Espíritu de Dios, y en el cual prediqué por primera vez, con tan solo 16 años, sobre el capítulo 24 de San Mateo, a una comunidad gitana naciente. Eran los días y los meses, en los que empleaba mas tiempo visitando todas y cada una de las iglesias evangélicas de Madrid, colaborando, participando y apoyando, regresando, en ocasiones a mi casa sobre las dos o las tres de la madrugada, al finalizar las espectaculares reuniones de la Iglesia de Calatrava. Fue una época de cambios radicales en mi vida, que me dejaron marcado para siempre, por que en mi casa, seguíamos albergando gente, pero ahora cristianos, y realizábamos reuniones periódicas, en las que Dios se manifestaba de forma constante. También se produjeron milagros como la liberación espiritual de un amigo intimo puertorriqueño que estaba poseído por el diablo, y fue liberado. Con todo ese movimiento era difícil estudiar, pero yo tenía muy claro, que pese a ser un estudiante muy regular, y con una disciplina para mis estudios poco clara, había que aprobar todo el curso en el Mes de Junio. Tenía, asignaturas pendientes del año anterior que quería superar. A pesar de mi poca eficacia como estudiante, decidí estudiar todo lo que pudiera a fin de superar mis dificultades estudiantiles. Había algunas asignaturas especialmente temidas por mi parte: lengua, latín y matemáticas. Me propuse superarlas dedicándoles varias horas de estudio continuado.........pero al final del curso académico. A lo largo del mismo dediqué de manera muy desigual el tiempo necesario, de forma que logré mantener unas notas trimestrales mas o menos aceptables, con notas medias y algún que 512 - 513 - otro suspenso. Dios me estaba enseñando a orar, y a confiar en su respuesta. Aprendí que El desea un esfuerzo por nuestra parte, un empeño en nuestras labores profesionales o personales, una búsqueda constante de la superación personal. Había materias que me suponían un autentico suplicio, pero allí estaban, diciéndome...........: “¡Supérame!”. Llegaron los temibles exámenes finales del Mes de Junio, y había que estudiar a toda costa, y lo hice, incluso en plena maratón de reuniones, cultos, campañas evangelísticas, viajes de fin de semana a nuestra casa de vacaciones. No recuerdo con exactitud para qué asignatura, tuve que prepararme en muy pocos días aquella primera semana del mes, creo que fue latín o griego. Los dos o tres anteriores, al dia del examen final y decisivo, me entregué de cuerpo y alma a los libros, casi sin descanso. Aun así, conocía perfectamente que mis posibilidades de aprobar no estaban claras. El estudio no fue suficiente, al menos para mí. Tras descansar del esfuerzo mental la tarde anterior al examen, tomé la decisión de levantarme de madrugada para un último esfuerzo. En esa época, vivíamos en una casa lujosa, hoy conservada y catalogada por el Ayuntamiento de Madrid, y nuestro piso, una sexta planta, era realmente alta. Me deleitaba muy de mañana contemplando viendo la salida del sol sobre la ciudad y las numerosas golondrinas que anidaban en mis ventanas y balcones. Tenía sus nidos casi a la altura de mi mano. Aquel día, oré al Señor a pié de cama, y le supliqué algo que yo necesitaba: “Señor, ¡despiértame mañana a las cuatro de la madrugada, necesito estudiar!”. La oración fue sencilla, pero con una total confianza en íntima relación filial. 513 - 514 - En mitad del apacible sueño, tuve una experiencia que nunca he olvidado, y que permanecerá conmigo hasta el final, muy sencilla, humilde, quizá de esas que pasan desapercibidas para la mayoría, mi cuerpo sintió un amoroso y ligero temblor, salí bruscamente del sueño, con leve temblor y percibí una cálida presencia de Alguien que me decía, y no era la de mis padres o hermanos: -“¡Animo, levántate, son las cuatro!” Permanecí inmóvil unos segundos, por que era consciente de Quien era el que me despertó. Un minuto exacto después, sonó en mitad de la noche, la campana de la iglesia católica de los Areneros que retumbaba por todo el barrio, marcando el compás horario: ¡Cuatro campanadas!..... ¡Dios me había despertado, respondiendo, de manera muy clara a mi primera oración práctica! Cinco minutos después, con renovado esfuerzo y deseo comencé a estudiar hasta las ocho de la mañana, cuatro horas seguidas, con escasos intervalos de descanso que aprovechaba para contemplar la salida del sol y el madrugar de las ruidosas golondrinas. Luché con tanto esfuerzo personal, que conté con la ayuda directa del Señor. Los resultados finales se hicieron evidentes: ¡Aprobado!. Esa fue mi primera experiencia personal con el Amor de un Padre Celestial enamorado de sus defectuosos e irresponsables hijos. Incluso se preocupaba de mis esfuerzos para estudiar, contestándome de forma AUDIBLE, a mi oración, como debe de hacerlo cualquier padre humano. Yo lo oí, y solo yo puedo, al cabo de treinta y 514 - 515 - tantos años, entender que esa hermosa Voz, esa amorosa Presencia, ese afectuoso despertar con un ligero temblor en mi cuerpo, era el Señor. Allí me quedé unos segundos, despierto, mientras escuchaba la confirmación humana de la hora exacta que pedí en oración, a través de las campanadas de la iglesia cercana. Allí estaba yo, un sencillo adolescente, preocupado por sus estudios, y por los exámenes finales. Es verdad, en ese mismo instante, habría en el mundo millones de adolescentes como yo, de todas las razas, culturas, idiomas y etnias, pidiéndole a El multitud de respuestas. No sé si a ellos les respondió, seguramente sí, pero a mi me contestó. Durante unos segundos, allí estábamos los dos solos, en la quietud y tranquilidad de la noche madrileña. Un chaval sencillo y un Dios Universal, los dos juntos, como amigos, como padre e hijo, como un “tu y yo”.Allí pude comprender en tan solo dos o tres minutos su grandeza y su inconmensurable amor y poder. Francamente, me da igual que algunos crean que fue producto de mi mente, por que yo solo sé que no fue así. Mi relación con Dios y mis estudios, me volvería a provocar una segunda manifestación personal por su parte siete u ocho años después. Aproximadamente sería a comienzos del año 75. De nuevo más exámenes finales. Ya habíamos sido bautizados y en ese entonces, teníamos cierta experiencia en la Obra de Dios. En esa época, estábamos apoyando y colaborando con una iglesia que Alberto Araujo había abierto en la Avenida de Extremadura de Madrid. Me entregué tanto a la Obra de Dios, que había descuidado mis responsabilidades humanas. Recuerdo que en una reunión sencilla de amigos, 515 - 516 - que tuvo mi familia con Alberto al finalizar el culto, en ese local, me levanté para acudir al servicio. Allí mismo en la puerta, oí la voz del Señor que me dijo, con cierto tono de enfado y algo imperativo, pero con mucho amor: -Cumple con tus obligaciones de estudiante!. Me quedé de piedra, pero sabía que era El. No había nadie conmigo en esos momentos, estaba solo. Al volver con los míos y con Alberto, le conté lo que me había pasado, y el mismo me dijo: ¡Yo tenía en mi corazón decirte que no descuides tus estudios, que está muy bien que trabajes para el Señor, pero El quiere que seas responsable contigo mismo, me alegro mucho, a si que ¡cumple! El TUMOR EN EL PANCREAS SE FUE ¿Vamos a comer todos hoy?Le pregunté a mamá, como si no fuera conmigo y con cierto desdén, pensando en todo el grupo. -No, pero estoy haciendo la comida, para hoy y para mañana, por que Angelines, nos ha llamado invitándonos a Alcorcón, por que vamos a hacer allí un culto con todos. Es una idea de ella, de Maria José y creo que también de Marisa. Los tres matrimonios, nosotros, y seguramente de alguien mas Respondió mientras daba una vuelta con la sartén a la estupenda tortilla de patatas, 516 - 517 - que al juzgar por su aspecto prometía estar realmente buena, como ella las hacía. En aquellos años, tenía un nombre peculiar cargado de cierta connotación nacional: “Tortilla española”, quizá en contraposición a la sencilla y humilde “Tortilla francesa”, hecha solamente con un huevo frito batido varias veces en el plato, y un poquito de sal. Hoy confieso, que como se me ocurra preguntar en cualquier restaurante por la Tortilla española, seguramente me traerían una frances con una banderita española, por que ese nombre se ha perdido por completo, debido quizá al europeismo que enferma hoy a nuestro pais. Así que he optado por la prosaica nominación de “tortilla de patatas”. Mamá,¿Qué es lo que le ha pasado a papá?, lo noto un poco preocupado preguntaba mientras metía un tenedor en la misma sartén para arrancarle un trozo a la tortillita. Mi madre, dándome un golpe en la mano, que me hizo desistir de ceder a tan agradable tentación, me dijo: -Está preocupado, por que hace un par de meses, le hicieron unas radiografías, y unas pruebas médicas ¿Y, qué? ¿Tú sabes como murió tu abuela Dolores, su madre? Si, de cáncer al pácreas, según me dijo él Efectivamente. El problema es que a papá le han encontrado algo en ese organo corporal, creo que algo que podría ser un tumor que al parecer, parece benigno, pero que hay que estudiar con detenimiento, por que eso, según le han dicho podría trasformarse en uno maligno, es decir en…. ¡Un cáncer!Abrevié yo por lo sano. -Eso es, y tu hermano Eduardo, tiene contactos en la Cruz Roja, fué con papá 517 - 518 - para que allí le pudieran hacer otras pruebas complementarias ¿Qué han dicho allí? Han confirmado que el páncreas tiene algo extraño, y como podrás comprobar está muy preocupado En esos años, mi hermano estaba atravesando una dura prueba, y su confianza fue sometida a una verdadera tormenta. A pesar de la preocupación que papá tenía, yo percibí en él una enorme confianza en la oración. El temor tenía fundamentos sólidos, mi abuela murió en el año 1959 a causa de esa enfermedad, y según la ciencia, hay mas posibilidades de padecerla si se ha tenido algún pariente directo fallecido por el cáncer. Sin embargo, mi hermano, estaba más intranquilo que mi padre. Esa tarde, hablé con mi progenitor para que me informara sobre ese asunto. Papá ¿estás preocupado por ese asunto? Bueno, un poco sí, pero tengo una confianza sublime en Dios, he visto su mano poderosa en este tiempo, ¿Por qué no la voy a ver ahora? Tienes razónLe interrumpí. Mirándome fijamente a los ojos, algo que hacía cuando estaba completamente seguro por fe, o mejor aun, al al haber recido la certeza de lo que afirmaba, me dijo: -Esta enfermedad, si la hay, es para la gloria de Dios, y no es para mí, sino para tu hermano. El martes que viene tengo que ir con él a recoger los resultados DEFINITI VOS me dijo puntualizándome muchos las letras de esa palabra-y Dios va a obrar, no sé como, pero lo hará El domingo, nos fuimos a Alcorcón y después de pasar todo el día con nuestros amigos decidimos empezar el culto. Al terminar, papá pidió oracion comunitaria, y 518 - 519 - allí mismo, oramos al Señor, quizá de una manera un tanto rutinaria por mi parte, para que los resultados fueran negativos. Yo, en realidad, no estaba muy informado de lo que podría suceder con esa enfermedad en caso de presentarse, y no le dí importancia a nada de lo que estaba sucediendo, conocía el caso de mi abuela, por que me lo habían contado, pero no estaba lo suficientemente sensibilizado. Si esa noticia, me hubiera sido dada hoy estoy seguro que me dejaría llevar por la preocupación. Todos los asistentes a la reunión nos levantamos, e impusimos las manos sobre la cabeza de mi padre. Eduardo, mi hermano, que estaba allí, permanecía a un lado, callado, observando, en silencio respetuoso. Las mujeres elevaron la voz: ¡Padre Celestia!, te pedimos, en el Nombre de Jesús, que ayudes a Eduardo, declaramos por fe, que hay sanidad para él, Señor. Pon tu mano sobre tu siervo, y sánalo, Señor. Mi progenitor, al levantarse, nos dijo a todos: -Sé que va a ver un milagro, y el testimonio no será para mí, sino mayormente para mi hijo mayor Tenía tanta seguridad, que nos infundió a todos un gran ánimo. Todas las pruebas médicas certificaban la existencia de un tumor que por muy “benigno” que fuera, había que tratar con urgencia. Una leve sonrisa de triunfo se dibujó en sus labios. Ese martes, se fueron los tres, mi hermano, y mis padres, para recoger las pruebas definitivas. El doctor tenía todo, incluidos los de la Cruz Roja. Quince dias antes, se hizo unas de absoluta necesidad, y que resultarían las clarificadoras. -Doctor, vengo a recoger el resultado de las pruebas que me he hecho. 519 - 520 - Le estaba esperando. Muchas gracias por la documentación que me han traido de la Cruz Roja, por que están complementando el informe que hay hecho. Aquí tengo ahora mismo en mis manos, las anteriores que le he hecho, y como verá, sr. Santos, en todas ellas, incluidas la que me han aportado su hijo Eduardo, no hay duda alguna. En el páncreas aparece algo extraño, que hay que tratar lo antes posible Detalló el doctor con claridad, algo que los mios agradecieron gentilmente, mientras les enseñaba unas pruebas muy concluyentes. Papá permaneció en todo tiempo tranquilo ante en la conversación. Doctor, le agradezco mucho su claridad, deseo pues que me informe con absoluta sinceridad, sobre el problema y el alcance que pueda tener. Usted sabe que mi madre falleció por algo semejante, o igual, y si hay que abordarlo lo antes posible, dispuesto estoyRespondió con tranquilidad. El doctor, en ese momento, solicitó a la enfermera, que le trajera el sobre de las pruebas concluyentes, las definitivas. La ayudante, empleó en su búsqueda un par de minutos, hasta que las encontró perfectamente archivadas y ordenadas. Aquí están, doctor Deme la radiografía y el informe, por favor La mujer, se las entregó, y el médico, comenzó a estudiarlas, una y otra vez. Mi madre, se entretenía hablando con la enfermera. Mi hermano, sentado esperaba el dictamen medico, y papá clavó su mirada en el rostro del médico. El rostro del doctor reflejaría poco a poco una mezcla de sorpresa y dudas. Pidió el resto del informe, una y otra vez. Sacó todas las radiografias, mirándolas como si se trataran de un cuadro de Rubens ante la contemplación de un enamorado de la pintura. 520 - 521 - -Esto no puede ser, enfermera, usted se ha equivocado, traigame el ultimo informe de Santos, éste no es Doctor, lo he comprobado varias veces, y es el suyo, no hay dudas ¡Vamos!, no puede ser, aquí hay algo que no coincide.Enfermera, venga y mire. Compare Los dos vestidos de blanco, estuvieron unos minutos comparando todos los documentos con el final. Algo no encajaba bien. -Doctorinterrumpió mi padre con seguridad¿Puede decirme qué es lo que pasa? Mi hermano se había levantado, y con el permiso del médico cotejaba unos y otros datos. -¿Que qué es lo que pasa?Respondió el médico con la misma pregunta, para después añadir:-pues pasan muchas cosas y se lo voy a decir, que en el informe final, no hay nada, que no parece por ningún lado el tumor ese, que es la primera vez que me sucede esto a mi, en toda mi vida profesional, y que al parecer es verdad que los milagros existen Papá que sabía muy bien lo que sucedía, hizo un poco de teatro, simulando algo de asombro, para que, de esa manera hicera mas efecto el hecho en mi hermano. ¿Un milagro?, ¿por qué?preguntó con disimulado asombro. El doctor, sentándose, le preguntó directamente: -Don Eduardo ¿usted que ha hecho? ¿Yo? Nada, solamente tener un tumor benigno, y desde luego no lo hecho voluntariamente No me refiero a eso, lo que quiero preguntarle, es cómo ha hecho para curarse, por que está claro, que aquí no hay nada de nada, que está sano, que algo ha 521 - 522 - pasado por encima de la ciencia, y aquí están los informes, y que es la primera vez que me pasa en la vida como profesional, así que he de creer en Dios, sin duda. Pues con mucho gusto, se lo digo, que somos cristianos, y que hemos estado reunidos en oración para pedirle al Señor que me sanara, concretamente el domingo pasado, hace dos dias. Eso es todo lo que he hecho, nada más El facultativo, acomodando su cuerpo hacia atrás en su sillón de la consulta, le dijo con total claridad: Pues a usted, si no le ha curado Jesucristo, no tengo ni idea de quien le ha sanado Ha sido El, doctor, Jesús quien me ha sanado, para testimonio a mi familia, y tambien a usted mismo Y yo lo certifico como médico, felicitándole en mi calidad de profesional por la fé cristiana que usted ha demostrado tener, y recibo ese testimonio por que me vendrá muy bien para mi propia vida espiritual, pues yo tambien soy creyente La alegría se apoderó de mi madre y de mi hermano, siendo compartida por él y la enfermera. Papá con una gran sonrisa, estuvo compartiendo del mensaje de Cristo con el médico un largo rato. Allí le regaló una Biblia dedicada, que el doctor le agradeció. De regreso a casa, lo primero que hizo fue contarme todo lo que pasó en la consulta, e inmediatamente llamó a todos los del grupo cristiano para compartir su alegría. Nunca más precisó volver ir a consulta, gozando hasta el final de sus días de una buena salud. 522 - 523 - BILLY GRAHAM, EUROFEST 75 Aquel iba a ser un verano especial, que marcaría un cambio radical en la vida de numerosas personas. Nosotros, sin saberlo, y ni siquiera sin sospecharlo, íbamos a ser utilizados por el Señor de una manera muy importante. Hechos que sucederían en el mes de Agosto, no solo marcaron el cambio de rumbo para muchos, si no que se convertirían en un recuerdo perenne en nuestras vidas, a lo largo de muchos años, en un ejemplo de poder y de victoria, de gloria y de bendición espiritual, de alegría y de liberación. Mamá, ¿nos vamos de viaje a Bruxelas?Pregunté a primeros de Junio muy interesado, por que conocía que en Bélgica había una gran concentración de cristianos de toda Europa, donde predicarían el norteamericano Billy Graham, el argentino Luís Palau y el congoleño y obispo anglicano carismático Festo Kinvengere. Para ir allá, teníamos que hacerlo a través de una iglesia evangélica, y pudimos realizar el viaje, gracias a la iglesia bautista de mi cuñada. Aún recuerdo aquel viaje con cierta nostalgia. En la frontera con Francia, estuvimos detenidos aproximadamente unas dos o tres horas, ya que los requerimientos oficiales para pasar eran muy específicos. Hay que tener en cuenta que en esos años, nuestro país estaba sometido bajo una dictadura muy aislada del resto de Europa. Cuando al fin pudimos atravesar los dos puestos policiales, el español y el francés, sentimos todos como una liberación. Recuerdo, que papá, acercándose a mí, me dijo muy entusiasmado: ¡Siento una gran liberación! 523 - 524 - Hicimos la ruta, con un solo conductor de autocar, durmiendo en Burdeos, y después en París. Ha sido la única vez que visité la Torre Eiffel. Al ser la primera vez que lograba salir al extranjero, todo lo que veía me sorprendía gratamente. Me surgieron algunos aspectos que me sorprendieron a lo largo del viaje. En el autocar había una señora, de mediana edad, rechoncha, con un moño al mas puro estilo campesino español, vestida completamente de negro. Mujer bastante rústica, de mente rústica, y costumbres aun más rústicas. Mi impresión es que se había unido al viaje por puro placer, y que nada tenía que ver con la iglesia organizadora ni con el motivo final. La rusticidad de esta acompañante quedaba bien expresada en la paquetería que hizo introducir en el habitáculo destinado a tal fin en el autocar: una vieja maleta, atada con una tosca cuerda, y un colchón de lana enorme, enrollado, y bien sujeto con otra cuerda. El resto del pasaje llevábamos macutos, paquetes y maletas cómodas. Para poder introducir el mencionado colchón dentro del portamaletas, el conductor se tuvo que emplear a fondo, y al hacerlo, tan mullido era, que su cuerpo que se hundió en el mismo. Yo, que estaba asomado por la ventanilla, observé cómo el conductor, una vez que pudo hacerlo miró con rabia a la propietaria, mientras se limpiaba el sudor con la mano. Cuando llegamos a Bruselas, el caballero descansó al extraer del interior del autocar semejante objeto. La viajera del colchón desapareció de Eurofest,75. Parecía que la tierra se la había tragado por completo. Al iniciar el regreso, me la volví a encontrar en el mismo autocar, con el mismo colchonazo, y con el mismo sufrido conductor. Por aquellos años, se hizo popular en el mundo cristiano un 524 - 525 - saludo internacional, cuyo significado era: “Un solo camino, Jesús”se hacía con el dedo índice señalando al cielo. La multitud de jóvenes europeos que se despedían de nosotros, desde la calle, lo hacían señalando al cielo. Nosotros respondíamos igual, pero la señora del colchón, decía al ver a un inglés con pinta de hippie: ¡Mira ese melenudo que se ríe al mirarme, y que cosa más rara me hace con el dedo índice! Creí que perdí de vista a la mencionada mujer, pero cinco años después, en otro viaje cristiano organizado para ir a “Misión 80” en Lausana, Suiza, me la volví a encontrar, vestida de negro, y ¡con el mismo colchón!. Yo nunca había asistido a un evento evangelístico internacional de esa magnitud. Allí nos dimos cita grupos procedentes de distintos países, con cánticos, Biblias, música cristiana, y una gran hermandad. Muy cerca del Atomium, está el Palacio de Exposiciones, y el Estadio de fútbol Heissel. Allí fue donde nos concentramos cerca de 14.000 personas procedentes de numerosos países, en su mayoría cristianos de fe evangélica. Así mismo, cerca de las instalaciones, acamparon numerosos zíngaros miembros de la Iglesia Evangélica de Filadelfia europea. Aquello se organizó por grupos lingüísticos, y por estado social, es decir, casados y familias con hijos, por un lado, y solteros por otro. Todos compartíamos momentos de adoración y alabanza, en nuestros idiomas, participando al unísono en todos los actos. Papá oró al Señor, pues deseaba hacer algo más. Sin pertenecer oficialmente a ninguna iglesia, siendo un desconocido en realidad, no era fácil participar activamente en la organización. Un día, mi padre de pié junto a la puerta 525 - 526 - principal, vio desde lejos, que se acercaba un grupo de personas, entre ellas estaba Billy Graham, el evangelista. Mi padre, sabía quien era en realidad, y oró al Señor para que le permitiera compartir con el predicador unos segundos. Sus piernas temblaban. El pastor norteamericano al ver a papá, rompió el protocolo, y lo abrazó con gran entusiasmo, aunque no lo conocía. Quizá, pensó que era pastor por su semblante personal. Fotografía 1ª: Decenas de grupos de cristianos jóvenes, de distintos países se extendían por las explanadas, para alabar a Dios.Fotografía 2ª: Desde el reloj central, hasta la hierba del campo de fútbol, la inmensa coral del equipo evangelístico de Billy Graham. ¡God bless you!. ¡God bless you, brother! Exclamó Graham. 526 - 527 - Papá, se vio sorprendido por el efusivo abrazo americano. Es curioso que, sus acompañantes, entre ellos algún que otro español, nunca se hubieran acercado a saludarlo, aunque lo conocían de vista, se volcaron en la diplomacia de los saludos y agasajos una vez que Graham había terminado. Papá, quien en su infancia puertorriqueña había hablado el inglés, no conocía ahora ni una sola palabra, pero como era un caballero con un alto nivel en las relaciones sociales, les respondió al saludo con su español. Quizá fue aquello lo que le valió para ser seleccionado como “consejero oficial” en la campaña evangelística del Sr. Graham. El estadio de fútbol, se llenaba por completo, en secciones lingüísticas, y cada una de ellas contaba con potentes altavoces con traducción simultánea. Abajo, en el centro, se había levantado toda una plataforma, para todo el equipo de los que tenían que predicar. Detrás, justo en las gradas situadas a sus espaldas, se situaba el espléndido coro evangélico, formado por sopranos, tenores, tiples, barítonos etc... que entonaban de manera magistral y armónico las mejores alabanzas e himnos, al fina de cada mensaje. Para una persona como yo, joven, que nunca había salido de España, resultaba algo impresionante, ver cómo la gente respondía a la llamada a la conversión a Cristo, que Graham realizaba al final de sus prédicas, descendiendo por las escaleras, hasta el césped del Estadio, mientras el coro principal cantaba con gran fuerza y poder, un himno, ya clásico en la música cristiana: -¡El Señor, el Señor!, ¡Resucitado de la muerte y es Señor! Arrodillados estarán!. 527 - 528 - Cada lengua clamará: ¡Que Jesús es el Señor!” Otro de los himnos preferidos usados para ese fin era: -Tal como soy pecador, ¡bendito Cristo heme aquí!Sentado, estaba yo, en las gradas, cuando, sentí el roce de una mano amiga. Era mi hermano Eduardo, quien nos acompañó al viaje, para indicarme que bajaba para responder a la llamada efectuada. Biografía: Billy Graham, escritor, predicador y evangelista de renombre mundial, ha llevado cara a cara el mensaje del evangelio a más seres humanos que cualquier otra persona en la historia, y ha ministrado en todos los continentes del mundo. Millones han leído sus clásicos inspiradores, entre ellos: ÁNGELES, EL SECRETO DE LA FELICIDAD, PAZ CON DIOS, EL ESPÍRITU SANTO, ESPERANZA PARA EL CORAZÓN AFLIGIDO, Y NACER A UNA NUEVA VIDA. 528 - 529 - El doctor Graham, predicaba con una gran soltura y con mensajes muy claros el Evangelio de Cristo. Recuerdo con nostalgia y alegría, cómo distintos grupos procedentes de diversos piases se reunían, en la amplia explanada que hay frente al Palacio de Exposiciones para cantar y alabar a Dios. Todos participábamos en el mismo espíritu. Nos reuníamos a menudo, formando amplios círculos, y cada uno en su idioma nos uníamos en tono a una misma canción cristiana Siendo difícil, en ocasiones acomodar las letras por la diversidad lingüística, sin embargo lo conseguíamos sin dificultades. Muchas veces finalizábamos abrazándonos unos a otros. Fueron días inolvidables que se grabaron en mi recuerdo con fuerza. Hicimos una salida al centro de Bruxelas, para reunirnos todos los grupos en una plaza histórica, de la que no recuerdo su nombre, y allí me encontré, causalmente con la emigración laboral española y con numerosos exiliados políticos. Apenas oía el francés, solo se escuchaba español. Aquello me sorprendió mucho. Había oído hablar de nuestros emigrantes y de los exiliados políticos, pero aquella tarde me topé con un nutrido grupo de ellos. Eurofest, 75, una conferencia internacional de la juventud y una cruzada evangelística organizada por la organización de Billy Graham en Bruselas, terminó a primeros del Mes de Agosto. El regreso estuvo cargado de nostalgia por lo vivido. Cuando llegamos a Madrid, nada más bajar del autobús, nos esperaba una noticia muy triste: mi tío Juan, hermano de mi madre, y una bellísima persona, había fallecido, tras una penosa enfermedad. Muchas figuras evangélicas bien conocidas vinieron, tal como Luis Palau, el obispo Festo Kivengere, Annie Vallotton la buena 529 - 530 - ilustradora de la Biblia y Manfred Siebald el cantantecompositor alemán. Uno de los huéspedes especiales era el cantande ingles Cliff Richard. Luis Palau ya entró en la historia moderna como uno de los contados hombres que le hablaron a más personas en el mundo. Su mensaje fue, y es escuchado por más de 800 millones de personas en 112 países a través de la radio y la televisión, y tiene el privilegio de haberle hablado a más de 22 millones de personas cara a cara en 80 países del mundo, organizando, junto a un selecto grupos de colaboradores internacionales y con el apoyo de invitaciones locales, congresos, seminarios, charlas informales, conferencias y recitalesconferencia llamados "Festivales". Festo Kinvengere, Obispo anglicano ugandés, un hombre renovado por el Espíritu Santo, predicaba a las multitudes con la resolución y la firmeza de un evangelio respaldado por la unción de Dios. Su voz grave y profunda, animosa y agradable, nos animaba a seguir a Cristo, 530 - 531 - por encima de todo y de todos. Festo, nos contó parte de su testimonio, de cómo tuvo que huir una noche, caminando, hacia la frontera, para escapar de las tropas del dictador Idi Amin, uno de los dictadores mas crueles y sanguinarios, que ha dado el siglo XX en África, por que quería asesinarlo, resaltando la ayuda espiritual que obtuvo de Cristo, en los momentos mas difíciles. Al final de cada predicación tanto de Luís como de Festo, decenas de personas, se levantaban para reconciliarse con Dios, a través de Cristo. La poderosa voz del obispo clamaba como la del profeta Juan, pero esta vez no en el desierto, sino entre multitudes de toda Europa: ¡No importa, cual sea tu religión, si eres católico o protestante, o anglicano, tienes que tener un encuentro personal con Cristo, por que de nada te sirve tener una religión si tu no tienes a Jesús en tu vida!, no importa el color de tu raza, ni la lengua, ni la nación a la que pertenezcas, solo importa hoy un hecho: que tu tienes que tomar una decisión al respecto: ¿qué vas a hacer con Jesús?, yo te invito a que te acerques a El, y que dejes atrás todo aquello que te ha alejado de El, por que El puede ayudarte, El puede hacer la obra en tu vida. Hay un camino abierto ante ti: Es el camino de Cristo. La religión de por sí de nada te va a servir, si tu no tienes a Cristo en tu corazón. Hoy en esta mañana, tienes la oportunidad de dar un cambio, de dar un sentido a tu existencia, y es ahora, es hoy, es en este momento, cuando debes de abrir tu corazón al mensaje de la Palabra de Dios.” Nada mas terminar, todos los allí reunidos, varios miles, colocados perfectamente en grupos y nacionalidades, 531 - 532 - con el fín de escuchar el mensaje de Dios en nuestras lenguas maternas, nos levantábamos y comenzábamos a cantar con fuerza inusitada, mientras muchos respondían a la llamada de Cristo: El Señor, el Señor. Resucitado de la muerte y es Señor. Arrodillados estarán, cada lengua clamará, que: “¡Jesús es el Señor!” Todo el recinto, desde el “Atomium”, hasta el Estadio, y en todas las instalaciones restantes, los grupos de diferentes iglesias evangélicas de toda Europa, se repartían cualquier espacio libre para adorar al Señor. Franceses, italianos, portugueses, españoles, daneses, suecos, alemanes, ingleses y de otros países, guitarra en mano, comenzaban a dar testimonio público de su decisión por Cristo. Allí, todos nos uníamos, fuera cual fuera nuestra lengua oficial, y en amor, compartíamos nuestra común fe. Miles de evangelios se distribuyeron, se hicieron centenares de oraciones, y seguramente todas escuchadas y respondidas por ese Dios Omnisciente, y Omnipresente tan grande que tenemos a nuestro lado. Ficha de mi padre como consejero del equipo de Billy Graham 532 - 533 - El Atomium, principal monumento de Bruselas. Muy cerca de allí, el palacio de Exposiciones y el Estadio de Futbol Yo, con un refresco, y mi madre. Eurofest. Papá, con los cuadernos rojos de Eurofest. Preparados para escuchar el mensaje de Dios, a través de Graham. 533 - 534 - EL VIAJE MISIONERO Si fue importante nuestra venturosa visita a la que hoy es capital de la Unión Europea, aun lo sería mas lo que vendría después, y que marcaría un antes y después. En la canícula veraniega, no sospechábamos que era lo que sucedería mas adelante. Al regreso de Bélgica, pasábamos los días en mi casa de Perales de Tajuña, disfrutando de la piscina y visitando de vez en cuando a familiares y a amigos. ¿Qué os parece si nos vamos de viaje a Andalucía? Nos preguntó papá en medio de una comida. ¡Bueno por mi no hay problema, yo siempre estoy dispuesta contestó mamá, mientras recogía los últimos vasos y utensilios. ¡Cuando quieras! comenté con alegría. Yo llevaba muy poco tiempo con el carnet de conducir, solo dos meses, aunque a la misma semana de recibirlo, hice un viaje de 1.000 kilómetros, desde Madrid hasta Almería y su regreso, toda una pequeña aventura dado el estado de las carreteras en esos años. Teníamos una furgoneta Pegaso Saya J4, de color amarillo. Ahora viajamos con vehículos bien preparados incluso con aire acondicionado, y nos hemos olvidado de los anteriores, cuyo único sistema de aireación consistía en bajar las ventanillas, y sin embargo ¡cuanto disfrutábamos!. Tras los consecuentes preparativos viajeros, nos dispusimos a salir. Como habíamos obtenido el pasaporte, se decidió salir para Portugal. Adaptamos la furgoneta por dentro, instalando una cómoda cama, de esa forma, mi padre 534 - 535 - pudo llevarse varios libros para Leer y algunos periódicos. Mamá prefería siempre ir a mi lado. Llegó el día de la salida. Estaba todo preparado, y dispuestos nuestros ánimos. Sabíamos que teníamos un presupuesto muy ajustado, y aun así decidimos salir, nos esperaban más de 1.000 kilómetros de recorrido. ¿Cómo descansaríamos?, donde se pudiere, y por fe. Estábamos decididos a viajar por puro placer, sin una previa organización, aunque nuestra meta era recorrer el sur peninsular y quedamos unos días en nuestra casa de Almería. Antes de salir, papá me dijo: Juan José, he estado orando por el viaje, y el Señor me ha dicho: “Van a conocerme varios”, yo sé que el Señor nos va a bendecir, no sé por que calcúlo que serán como siete u once personas Si el mensaje de Dios me pareció un tanto extraño, la corazonada o interpretación de mi padre me desconcertaría mucho más. Los hechos que iban a suceder poco después, no solo confirmaron la palabra de Dios, si no que serían muchísimos mas de los que mi progenitor había predicho. Una mañana calurosa de ese mes de Agosto, recordando, con mucho cariño la experiencia de Bruxelas, en Bélgica, pusimos nuestro vehículo en marcha. Estuvimos todo el día anterior con los preparativos para el viaje hacia Andalucía y Portugal. En esa época, nuestras carreteras eran muy deficitarias, y los vehículos carecían de las comodidades que hoy tienen.... ¡pero qué bonitos recuerdos hay en ni mente de aquellos viajes! Al llegar a Extremadura serpenteaba la carretera por los agrestes campos llenos de verdor. Afloraban en la superficie rocas decoradas por la madre naturaleza con manchas multicolores, en los que predominaba el verdemarrón. Arboles, y 535 - 536 - arbustos formaban un ejército paralizado. Yo idealizaba entre ellos, a las especies animales que allí viven, como los jabalíes, zorros, etc. El espectáculo natural de esa zona de mi país, se había hecho sucumbir ante su belleza. El cansancio por el largo viaje, no tenía importancia alguna, aunque mi vehículo no sobrepasaba en ningún momento los 90 kilómetros por hora. De vez en cuando nos deteníamos para comer un rato, y mientras hablábamos, mi vista perseguía el dulce y encantador vuelo de las numerosas cigüeñas que anidaban en los vetustos campanarios de iglesias extremeñas, o el veloz de las aves depredadoras como la majestuosa e imponente águila, señora de los cielos ibéricos. Papá, aprovechaba, mientras yo conducía, en las tediosas horas del viaje, para leer la Biblia o alguno de los innumerables libros que siempre llevaba consigo. Era un voraz lector, y nunca perdía la oportunidad para leer cualquier obra de la literatura. Extremadura se abrió a nuestra visión mostrándonos todo su encanto monumental. Trujillo, con sus edificios, sus antiguos casones blasonados, que rememoraban su rancio abolengo. Su estatua de Pizarro, conquistador del Perú. Calles empedradas que se habían enquistado en el tiempo. Los montes apretaban a la carretera, como si quisieran que ésta no les robara el patrimonio natural que ellos habían protegido durante siglos. Aproveché nuestro viaje, para acercamos a las ruinas romanas de Mérida. Emérita Augusta, así era como se llamaba en la antigüedad, fue una ciudad muy importante, capital de la provincia de Lusitania, hoy Portugal. El teatro romano, con su fantástica columnata, el anfiteatro, las ruinas de las viviendas con sus 536 - 537 - fantásticos mosaicos, el museo arqueológico, todo ello me envolvía en un sueño lleno de fantasías clásicas. Tras la visita, emprendimos el viaje a Badajoz, hasta la frontera con Portugal. Queríamos pasar la frontera, pero mis padres me dijeron: Antes de entrar en Portugal, vamos a orar, para pedirle a Dios, que nos permita la entrada Allí mismo, en el interior del vehículo, Dios nos contestó por medio del Libro de los Hechos, cuando Pablo, proponiéndose ir a una zona de la actual Turquía, se le apareció un varón macedonio pidiéndole que el Apóstol predicara el evangelio en Macedonia y Grecia. El siervo de Dios entendió con claridad el mensaje, y como nuestra intención, era, bajar por Portugal hasta Huelva, entendimos, que por el momento el Señor no nos permitía la entrada al país hermano, y que nos ordenaba ir directamente a la ciudad y provincia mencionada. Así se hizo, y de esa forma comenzó una pequeña simiente. En aquel momento no podría imaginarme cuantas veces viajaría a esa bella provincia occidental de Andalucía, ni mucho menos que llegaría a vivir allí en dos ocasiones distintas. Descendimos hasta la costa, por la carretera interior, desde la ciudad de Badajoz, hacia el norte de la provincia de Hueva. A un lado y a otro, el verde campo extremeño nos enseñaba sus encantos, revelando algunos de sus más íntimos secretos. Pude contemplar un fantástico paisaje mediterráneo de montaña interior. Al llegar a Huelva, por la zona de la sierra de Jagubo, me sorprendieron los inmensos eucaliptales que poblaban la mayor parte de la provincia. Decidimos continuar nuestra ruta, hasta la misma frontera sur 537 - 538 - de Portugal, marcada por la desembocadura del Guadiana entre Ayamonte, España, y Vila Real do Santo Antonio, Portugal. Mis intenciones era entrar por un sitio o por otro a Portugal. Tampoco lo conseguí en ese momento. No era el plan de Dios. El piensa de una manera y nosotros de otra. Para nuestro caso y viaje en particular, Dios no estaba pensando en Portugal sino en Sebastián Casillas, panadero, y vecino de Ayamonte, un pueblecito fronterizo, situado entre España y Portugal, al sur de la Penin sula, en la misma desembocadura del rio. EL HOMBRE DEL CAUTIVERIO Y CRISTO Subiendo, por una calle con escalera muy empinada, mamá encontró una panadería que se llamaba “Santa Lucía”. Era pequeña, modesta, regentada por una atenta mujer onubense. Tan amena fue la conversación, que allí surgió una pronta amistad. Su esposo, Sebastián era algo grueso y rechoncho. El pelo canoso decoraba un rostro ancho. Hombre de gestos amables y de buen hablar, lento y pausado, sentados todos en torno a una mesita de madera, nos contó buena parte de su vida, entre sorbos de cerveza y trocitos de pan con un plato de comida para “picar”(comer). Su relato no podía más que despertar en mi joven vida una inusitada atención. Yo había escuchado historias sobre el desastre de la Guerra Civil Española, y en buena parte estaba ya acostumbrado, pero nunca tuve la oportunidad de oír el estremecedor relato de alguien, que para salvar su vida, al término de la contienda, se escondió en un diminuto habitáculo, de tan solo dos por dos metros, en el suelo de su casa, a lo largo de nueve largos años. Su único afán 538 - 539 - era poder huir de un vecino franquista, que le había denunciado por sus ideas republicanas. Mientras nos contaba cómo había sido su largo cautiverio, las lágrimas afloraban suavemente por sus mejillas. El buen hombre, ante una pregunta que mi padre le formuló, y que en parte yo temí hacérsela, sobre la pérdida o no de la fé en Dios, contestó con una aclaratoria respuesta que me dejó sin palabras. El solo conocía el cristianismo católico, y lo poco o mucho que aprendió de Jesús, penetró en su alma. Sebastián, dulcemente, con lentitud, nos relató su experiencia en el cautiverio: “Estando en el pequeño habitáculo, me comunicaba con mi mujer solo a través de una rejilla que había en el techo. Esta, a su vez, se situaba debajo de una alfombra. Allí permanecía, en total aislamiento, a lo largo de todo el día, hasta la noche. Algunas veces, mi esposa, al anochecer, me sacaba del habitáculo, y podía estar con ella algún tiempo, caminando un poquito por la casa, procurando no hacer ni el más mínimo ruido, con el objeto de los vecinos no se enteraran. No obstante, cuando temíamos por mi propia seguridad personal, tenía que permanecer oculto en el agujero meses completos. En esas condiciones, y en plena oscuridad, llegué a perder la facultad de caminar, y mi vista. Mi esposa, tenía una labor muy difícil, mantener la casa, y llevar una vida normal”, ante la comunidad, trabajando, comprando, vendiendo, como si no hubiera nadie mas en la vivienda. Siempre decía que me había ido al extranjero. Para no levantar sospechas compraba un poquito más todo, pero no mucho. Así de esa forma, por un agujerito, me metía la comida, y el agua. Nadie sabe cuanto sufrimiento era esa prisión en mi propia casa. Si fallecía alguien de mi familia, 539 - 540 - algún ser querido, yo me tenía que tragar las lágrimas, por que todos, excepto mi esposa creían que estaba en Francia. Así día tras día, hora tras hora, mes tras mes, hundiéndome en la desesperación, en el miedo, en la oscuridad más absoluta, hacía mis necesidades en un cuenco. Todo ello por culpa de un vecino que me había denunciado, una persona a la que yo nunca hice nada, y a la que incluso en un momento dado, le hice un favor. El vivía muy cerca de mi casa. Si yo aparecía, temía que me pasaría cualquier cosa peor. A Portugal no podía huir, aunque la frontera está muy cerca, aquí mismo, a menos de 500 metros, por que Salazar, el presidente portugués era muy amigo de Franco, y a todos los españoles que se marchaban al país vecino, la Guardia de Fronteras los fusilaba de forma inmediata. Llegué a olvidarme de cosas tan bonitas como el anochecer, la Luna llena, la lluvia, sentir el aire y el viento, y sobre todo del amanecer. Una noche, me encontraba hundido en mi desesperación, en mis lágrimas, en ni terror. Llevaba ya meses así, por que como les digo, la única luz que me llegaba era por la trampilla de mi techo. Llorando con amargura, pero nunca con odio, algo pasó allí, por que de pronto, ni diminuto lugar se llenó de una Luz maravillosa, y no era la de mi casa, sentí una paz inmensa que llenó toda mi alma mientras veía como Alguien lleno de amor, me hablaba con una voz masculina bellísima: “No temas, Sebastián, por que yo estoy contigo, sigue adelante, por que no te faltará mi ayuda”En ese momento del relato, el silencio era sepulcral, pues al parecer era la primera vez que lo contaba. Había estado ocultando esa experiencia a lo largo de 540 - 541 - toda su vida, hasta que nos conoció, y continuó: Me pregunta, usted, Eduardo por mi fé ¿cómo no la voy a tener, si sé perfectamente que quien se me apareció fue Jesucristo?. Tras una pausa, Sebastián prosiguió con su relato: Aquello me dio muchas fuerzas para seguir adelante. Todavía tendría que pasar muchas penurias, hasta que al final de mi largo cautiverio, dejé el agujero, para quedarme en el interior de mi casa, sin salir nunca, y sin ver a nadie. Seguía ocultándome por completo, nada o poco había cambiado, pero por lo menos podía caminar un poco. Para el pueblo continuaba fiera de España. Al estar tanto tiempo en total oscuridad, estuve a punto de quedarme ciego. Tuve que tener mucho cuidado con la luz del sol. El primer amanecer que contemplé en toda su intensidad, me pareció algo maravilloso. Con el tiempo, me di a conocer, como si hubiera vuelto de Francia, y pude salir de ni casa, ante al asombro de mis vecinos. Al denunciante, lo veía todos los días pasar por delante de mi casa. Poco después falleció. Nunca tuve más problemas, pero la larga y trágica experiencia me marcó para siempre. He ido poco a poco superándome, con trabajo y fe en Dios. No tengo odio contra nadie, por que soy un hombre sencillo, como ustedes, me ven” Papá, conmovido por el relato de Sebastián, abrió su Biblia, y con amor, le leyó un versículo, mientras su mano se unía con la de nuestro amigo. Mamá hizo lo respectivo con la mujer, de la que no 541 - 542 - recuerdo su nombre. Había una enorme carga emotiva. Invitándole a orar, dijo: Sebastián, lo que me has contado es impresionante, y nada tengo que añadir, por que eres un verdadero cristiano, pero me gustaría ayudarte para que hagas una oración Desde luego, Eduardo, contestó el panadero desde luego- -Coloca, Sebastián, tu mirada en Jesucristo, y dile estas palabras que yo voy a pronunciar, como si fueran tuyas: Señor, soy Sebastián, y te doy las gracias, por que te he conocido. Me hablaste en esos momentos terribles. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado, por eso quiero confesar con mi corazón que tú eres mi Señor, y creo de corazón que fuiste levantado de entre los muertos, te doy pues, mi vida, y mi alma Al finalizar la oración, hubo un largo silencio. Allí se notaba algo, y ninguno queríamos desaprovechar aquel momento. La presencia de Dios se hizo notar, la emoción nos embargaba. Nunca había escuchado un relato semejante, sencillamente escalofriante. Ante mi estaba. Los ojos de Sebastián se cargaban de suaves lágrimas, que aumentaban cuando nos añadió que no sentía odio alguno contra aquel vecino que tanto daño le había hecho. Tenía dos hijos, el mayor, resultó que había sido compañero de mi hermano mayor en el Servicio Militar, en Cádiz. El mas pequeño entraba al mes siguiente de nuestra visita a prestar su obligación militar en el Hospital de la Marina, en 542 - 543 - Madrid, donde precisamente estaba destinado como comandante mi tío Pepe, hermano de mamá. Papá, le escribió una carta para que, cuando el muchacho, llegara a su destino, se la entregara directamente. Así fue, y aquello le sirvió para hacer un buen servicio a la nación en las Fuerzas Armadas de Marina, el tiempo que estuvo destinado en ese hospital militar. Teníamos que continuar el viaje, pero en vez de pasar hacia Portugal, decidimos recorrer toda la costa andaluza. Eran días diáfanos, claros, radiantes. La carretera de la costa de Huelva, por aquellos años, era muy defectuosa y estrecha, pero discurría por un litoral repleto de verde, árboles achaparrados, pinos mediterráneos, y suaves dunas de fina arena. Sus blancas playas, se sobrecogían ante los amaneceres que llenaban el cielo de colores. Así mismo la caída de la tarde, llenaba la bóveda celeste de trazos anaranjados, amarillos, violetas enviados por un sol durmiente. Bordeamos, toda la costa andaluza, desde Huelva. Esta ciudad, me pareció demasiado contaminada por las industrias del Polo Químico. Ya habíamos estado antes en una lejana ocasión, hacía algunos años con el Renault8 de papá, en 1968, pero de aquel viaje no retenía ningún recuerdo. Pasamos de largo hacia Sevilla, sin sospechar nada respecto a los planes que Dios tendría para nosotros tres meses después en esa misma ciudad andaluza. La carretera que unía a Huelva con la ciudad de la Giralda, estaba en malas condiciones, pero, merecía la pena recorrerla, para contemplar la belleza del campo onubense. Tampoco sospechaba las 543 - 544 - innumerables veces que en un futuro cercano yo recorrería, en ambas direcciones, esa ruta. La vida da muchas vueltas, y si Dios dispone sobre nuestro destino, aun más. Dejando Sevilla detrás, nos encaminamos hacia Cádiz. Las ciudades andaluzas, son todas ellas, distintas, pero les une un mismo sentir, algo especial que las diferencia del resto, quizá es el espiritu del sur, la esencia de viejas culturas que perduran en su idiosincrasia, en el latir del alma del pueblo. La bahía gaditana se nos abría en todo su esplendor. El sol brillaba sobre un mar esplendido. La ciudad, con todas sus cúpulas del barrio de la Viña, y las de la Catedral se reflejaban en el horizonte. Antaño fue un puerto importante con las colonias españolas en América, y de ese rancio abolengo permanecían recuerdos indelebles que han marcado a la ciudad y a sus habitantes. No nos detuvimos allí, sino que continuamos bordeando la costa, hacia el sur, rumbo al Peñón de Gibraltar, última colonia británica. Yo nunca había visto grandes extensiones de campo dedicadas a la cría de ganado vacuno, a toros de lidia. Entre robledales y pinos que se apretaban en las laderas de los montes y campos, se movían numerosos toros. Soberbios animales, de bella estampa y apretados músculos que me miraban con orgullo y altanería cuando mi vehículo recorría las fronteras de las dehesas. Aprovechábamos para comer, mamá compraba en los pueblos, productos típicos de la zona, algo de fruta, unos refrescos, y abundante pan. Amparándonos bajo la copa de cualquier árbol, nos preparaba bocadillos. Los 544 - 545 - acicalados pueblos blancos de Cádiz nos saludaban desde sus lugares de ubicación antigua. Papá aprovechaba para leer su Biblia y orar un poco. Era un hombre feliz, se contentaba con poco. No teníamos mucho dinero para viajar, pues dependíamos solo de su jubilación, pero el Señor nos bendecía constantemente. EL HURACAN DEL ESPIRITU SANTO EN MALAGA, 1975 “Dios escribe recto en renglones torcidos” Había sentenciado Teresa de Cepeda y Ahumada, Teresa de Jesús, en el siglo XVI, entre las viejas paredes y murallas de su Ávila natal. Así volvería a ser de nuevo en nuestro viaje, por que el Señor iba a hacer algo que ni siquiera podríamos sospechar. El es Rey y soberano, y cuando se mueve...... ¡se mueve! Ya desde Ayamonte, habíamos fijado como meta a la ciudad de Almería, donde teníamos un piso, para poder descansar del largo viaje unos días, así que por fuerza teníamos que pasar por Málaga y su Costa del Sol. Mi madre, tenía allá unas amigas de la juventud, a las que hacía años que no veía. Se decidió una visita. Ya en 1975, los pueblos costeros de Málaga, se perfilaban como un lugar prometedor para el turismo europeo y para el español de mediano y alto poder adquisitivo. Ciudades como Marbella, Estepona, Benalmádena, iban creciendo con urbanizaciones, y sus playas se llenaban de veraneantes procedentes de diversos lugares del mundo, pero aquello era solo el comienzo. 545 - 546 - Habíamos conocido en Madrid, concretamente en las reuniones que se hacían en el centro cristiano liderado por el pastor Alberto Araujo situado en la popular y céntrica calle de la Pasa, a un inglés, que tenía su misión cristiana abierta en la Provincia de Málaga. Como dicha provincia, era ya un futuro y próspero centro de turismo europeo, sobre todo inglés, tuvo la idea de instalarse cerca de Torremolinos, en una zona llamada “Los Boliches”. Allí, creó un hostal, para descanso veraniego, en el cual recibía a todos aquellos, que quisieran pasar unos días de reposo y de alabanza. Tenía, dispuesto para ello, unas cuantas habitaciones, e intentaba crear un buen ambiente, amable, acogedor, de tipo familiar, en donde unos y otros pudieran compartir testimonio cristiano creando vínculos de amistad. El edificio se llamaba “La Casa de Jesús”. La idea era muy buena, y desconozco si esa obra se ha mantenido hasta la actualidad, pero de no haberlo hecho, habría sido una lástima. Siempre, después de un desayuno que hacían todos los residentes en el comedor, se reunían allí mismo para un rato de alabanza y de oración compartida, de manera voluntaria. Conocíamos esta obra no solo por las reuniones en Madrid, ya comentadas, si no por que yo había estado, año y medio antes, en albergue cristiano, local de iglesia incluido, con todos los jóvenes de la Calle de la Pasa, en un pueblo muy cercano a Marbella. Allí tuve contactos con el grupo de “Los Boliches”. Tras el largo viaje de recorrido turístico, papá pensó que mejor sería descansar en ese hostal cristiano, y así lo hicimos. Al llegar allí, nos encontramos, por casualidad, a un amigo que asistía a la Pasa, miembro de una de las familias mas conocidas de esa comunidad, los “Del Árbol”, ese era su 546 - 547 - apellido. La cena fue muy agradable, bromeamos, hablamos, y compartimos un simpático rato. El pastor inglés, nos dio las llaves de una habitación con dos camas, una de matrimonio y otra normal, por que era la única libre que quedaba. No tardamos nada en dormirnos.Estaba cansado, por que aunque mi padre en esa época aun conducía mucho, yo ya le estaba reemplazando en la mayor parte de los viajes, si bien es cierto, que de vez en cuando, el me ayudaba. Creo que ni siquiera oré antes de dormir, rápidamente entré en el mundo de los sueños. La noche transcurría de forma apacible, tranquila. Como habíamos dejado una ventana ligeramente abierta, la brisa nocturna nos acariciaba el rostro. Quizá sería mas o menos las tres de la madrugada, cuando sucedió algo realmente sorprendente: En un momento dado, mi padre me despertó muy sobresaltado y excitado, pero no de miedo, si no de alegría, rebosante de mucha felicidad: ¡Juan José, Lola! ¡Despertad!, ¡despertad! gritaba mientras me zarandeaba ¡He de contaros algo que me acaba de suceder! ¡Es impresionante!, ¡maravilloso!..... ¡Despertad, despertad! No pude ni reaccionar, por que estaba tan entusiasmado, que logró contagiarme en pocos segundos su enorme alegría. Quedé expectante, y papá nos informó sin perder tiempo. ¡Algo maravilloso va a suceder en este viaje, y seguramente será mañana!, porque he visto que caía sobre nosotros una gigantesca bola de fuego, desde el cielo, llena de llamas, pero maravillosa, y explotaba justo encima nuestro. Ha sido tan 547 - 548 - fuerte, que la explosión me ha llenado de una enorme carga de amor y bendición, y estoy seguro de que se trata del Espiritu Santo........ ¡Juan José!, algo maravilloso va a suceder... ¡lo he visto!, ¡lo he visto y sentido! Volví a dormirme por el sueño que me dominaba, pero pude observar la rebosante alegría que brotaba del rostro de papá. Por la mañana, tras desayunar, y compartir unos minutos con los residentes, partimos hacía Málaga, recorriendo la carretera costera que unía ambas ciudades. Hoy hay una entramada red vial de comunicación terrestre, pero en ese año, solamente se disponía de una vía relativamente buena y aceptable, pero peligrosa a juzgar por las numerosas curvas que tenía, y el abundante tráfico que ya existía. No tuve mucho tiempo para poder disfrutar de esa hermosa ciudad, por que disfrutar si que disfrutaría, pero de otra manera muy especial, ya que iban a suceder unos hechos, que cambiarían para siempre la vida de numerosos jóvenes, y que aún hoy se recuerdan al cabo de treinta años, y del que conservo aun la grabación original, aunque ya en muy mal estado. Un hecho histórico, dentro del movimiento cristiano, y que iba a repercutir tanto en la Iglesia Católica malagueña como en las iglesias evangélicas locales. Fue con mucho el mayor avivamiento de los que allí han sucedido. Nos dirigimos, al llegar a la ciudad, a casa de las amigas de mamá, Julia, madre de mi amigo Leoncio, y Eulogia hermana de Julia. Nos recibieron con mucho cariño. La relación de amistad era ya antigua, desde nuestros respectivos abuelos. El padre de mi madre, Antonio, había sido militar de profesión y fue en el 548 - 549 - Ejercito donde hizo amistad con el padre de Julia y Eulogia, de modo que mi madre, su hermana Dora, y las dos amigas citadas se conocían desde muy jóvenes. Mamá estaba muy agradecida a esta familia ya que por razones de salud de mi hermano mayor, Eduardo, ella se trasladó, antes de nacer yo, hasta Málaga para pasar unos días en casa de sus entrañables amigas. Rápidamente, por todas estas razones, la conversación transcurrió muy animada entre todos. Julia, tenía, y tiene, varios hijos, mas o menos de mi edad. Allí comimos, y descansamos, pero a lo largo de la conversación, surgió un tema, por parte de Aurora, una de las hijas: Nosotros, nos reunimos esta tarde en la Parroquia de la Amargura, aquí, en el barrio del Carranque Desde luego apuntó Leoncio, su hermano allí tenemos un grupo muy grande de jóvenes, que el sacerdote Don José Alcaide, ha ido congregando, por que es de la Renovación Carismática, y el domingo, si queréis podéis asistir a la Misa Pentecostal que hacemos. Hoy es Viernes, si queréis podéis participar también en una asamblea que hacemos en un piso alquilado por la parroquia para las actividades de nuestro grupo La invitación de mis amigos, nos pareció muy oportuna, dado nuestro espírirtu universal desde que nos convertimos al Señor tres años antes. Así que aceptamos con mucho gusto. La parroquia de la Amargura, es una iglesia importante, situada en el barrio del Carranque, una zona popular de antiguas viviendas protegidas, bien urbanizado, de clases medias trabajadoras. Sin duda es 549 - 550 - un edificio que destaca por su hechura, aunque no es muy antiguo. Como iglesia es en sí, una de tantas extendidas por el territorio nacional. Tiene un bonito pórtico arqueado y una sencilla pero esbelta torre campanario. No me fijé en esos detalles cuando entramos a su interior para saludar al sacerdote Alcaide, quien al recibirnos en su despacho, no se levantó para darnos la bienvenida, aunque sí lo hizo sentado de piernas abiertas cubiertas por su sotana. Hombre de mediana estatura, mas bien delgado y pelo moreno, voz algo aflautada y sonrisa permanente, nos atendió en un comienzo mas por cortesía forzada por la situación del momento, pero la espontaneidad de nuestro dialogo abierto y sincero, respetando en todo momento su liderazgo, y la enorme capacidad ecuménica que mi padre tenía para esos momentos, fueron suficientes como para hundirnos en una larga exposición de ideas y de experiencias espirituales sobre la presencia de Cristo en nuestras respectivas vidas. Nos dimos cuenta, que una cosa es el dialogo oficial entre denominaciones e iglesias, y otra muy distinta es la relación que surge entre cristianos de un lado y de otro, cuando hay una acción del Espiritu Santo en los corazones, y ese es el autentico ecumenismo que papá tenía en todo momento, no el anterior. Toda una tarde de conversación en privado, nos abrió las puertas para entendernos mutuamente. El creía que nosotros íbamos a interponernos en su labor, por eso no se levantó al recibirnos. Pudo entender que nuestras intenciones eran muy distintas, y cuando nos sinceramos, él también lo hizo. Nos contó que había estado de sacerdote en Uruguay, y que allí había conocido a diversos hermanos de la iglesia Bautista, y 550 - 551 - al parecer estuvo a punto de hacerse pastor. Desconozco por qué razón no dio ese paso, pero lo que si es cierto, es que estando en Montevideo, la capital, y permaneciendo en su iglesia, su obispo, miembro de la Renovación Carismática, le dio un mensaje muy claro, cuando Alcaide le dijo que regresaría a España, para hacerse cargo de la Parroquia , en Málaga: “Dios va a enviar a una familia, y El va a hacer algo, en tu parroquia, cuando estés allí” Aun recuerdo esas palabras, mencionadas por la boca sacerdotal, con tildes nostálgicos, y pronunciadas de forma que parecía indicar la revelación de un secreto mantenido y custodiado en lo más profundo de su alma. Mis padres escucharon con interés, prestando la máxima atención. En el modesto ambiente de su despacho religioso, una mesa oscura, varias sillas, un viejo armario arquetipo de la sobriedad, un montón de libros de meditación, una máquina de escribir, algunos folios extendidos y desordenados sobre la mesa, y la presencia de elementos de culto católicos, conformaban su halito de vida. La quietud y el silencio, roto de vez en cuando por las voces de los niños y jóvenes que de tarde en tarde entraban para requerir algún servicio del sacerdote o buscando no sé qué cosas, fueron un sostén adecuado para una sincera conversación de “tu a tu”, con la Biblia por delante. El mensaje obispal dado en Montevideo, y que yo no acertaba en ese momento a comprender, sería algo más que un simple mensaje, era una palabra profética, inspirada por el Espíritu Santo, y que ya se iba a cumplir de una forma desbordante y positivamente 551 - 552 - desgarradora. Concluimos con una oración en común, el “Padre Nuestro”, intensamente pronunciado y sentido. Alcaide, nos invitó aquel viernes, a la reunión que tendría lugar en un local próximo, con todos los adolescentes y jóvenes, y por supuesto que aceptamos con mucho gusto. La Asamblea comenzó a las diecinueve horas más o menos de la tarde. Francamente he de decir, que me impresionó, ver a un grupo tan nutrido y numeroso de chicos de mi edad, algunos más pequeños, otros más mayores, reunidos con tanto fervor hacia el Señor. En aquel lugar, no había ningún tipo de imágenes, o al menos no recuerdo que estuvieran allí, y si lo estaban, no reparé en ellas. Yo estaba acostumbrado a los Servicios o cultos Pentecostales, pero ese, por su organización y bien hacer superaba a algunos de los que había conocido anteriormente. Tras cantar todos juntos “¡Alabaré, alabaré!”, acompañándonos con palmas y órgano, el sacerdote, se levantó para dirigir el culto: Estamos alabando al Señor, con los labios, pero espero que lo hagamos también con el corazón, vamos a cantar: ¡Arrepentíos dice Pedro!. Y comenzó la atronadora alabanza, a repercutir entre las paredes, acompañada con el órgano eléctrico y el batir de las palmas, todas ellas al unísono: “¡Arrepentíos dice Pedro!.En el Nombre de Jesús.Mándense a bautizar, para el perdón de pecados, y recibiréis el Don del Santo Espiritu de Dios.Un solo nombre bajó del cielo.......”, 552 - 553 - Me sorprendió presenciar tal espíritu de alabanza y de avivamiento, y mayor sería mi asombro entonces al ver que todos los “coritos” e himnos, procedian de la musica evangélica carismática y/o pentecostal. Sería solo el comienzo. Una vez que terminamos de cantar, el párroco retomó la palabra para presentarnos: ¡Gloria al Señor Jesús!. Hermanos, esta noche tenemos un regalo del Señor. Ha venido aquí una familia que van a testificar. No le he dicho nada, pero ha sido para mí una alegría. Me han visitado en mi despacho... dirigiéndose a nosotros, añadió: Cuando ustedes quieran, pueden compartir lo que Dios les haya puesto en su corazón” Papá estaba sentado casi en las últimas filas, yo mas o menos, en la mitad, y mi madre, delante. Ella, impulsada por su decidido carácter, se colocó ante todos, y con palabra clara y contundente comenzó a predicar con su peculiar forma. Fue un mensaje, sencillo, sin hermenéutica ni homilética alguna, nada elaborado, pero directo al corazón. Aquí reproduzco con toda exactitud sus palabras por que están conservadas en un cassette: Lo primero, es que doy gracias al Señor, por que yo no tenía ni idea de esta reunión. Todos vosotros sabéis que estamos en una época de muchísima confusión. Entonces, sabemos que el Señor está llamando a su pueblo, ¡no hay confesiones ninguna, es el Cuerpo de Cristo, que El está preparando, y esta es la iglesia realmente que el Señor está buscando en cada culto donde cualquier cristiano lo busque. Sentimos en nuestro corazón la vivencia de un Dios que se manifiesta a través de nuestra vida. El Señor 553 - 554 - por su misericordia, se manifiesta en medio de nuestro corazón para darnos a conocer la magnitud de su amor. Hermanos, el sacerdote nos preguntó ¿a qué iglesia pertenecíamos?, y mi contestación fue, y lo digo delante del Señor, para la honra de El, que soy ínter confesional. Yo no soy ni de esta ni de aquella, por que soy de Cristo, soy de vosotros y de cualquiera que esté buscando con afán al Señor. Nuestra vida fue como la de la inmensa mayoría de los españoles.....¡Espiritu del Señor, guíame para no dañar a ninguna persona!...............Éramos católicos, apostólicos y romanos, pero nuestro corazón nunca sintió eso. Buscaba para mis hijos una fe, que pudiera ayudarles a caminar en vida. Yo decía: :¡hay que buscar a Dios!, por que entraba a la iglesia y salía vacía, mi mente juzgaba todo aquello que yo veía, y como había cosas con las que no estaba de acuerdo, decía: ¡esto no puede ser de Dios!, pero realmente yo no buscaba al Señor, por que nosotros no podemos juzgar a nadie. Eso es lo primero que hay que hacer. Nosotros buscamos a un Dios vivo, que se ha estado manifestando en los jóvenes, por que desgraciadamente en mi edad, ya que yo soy una persona madura, y los mayores estamos llenos de tradiciones, y el Señor vino a romper todas esas tradiciones y ha llenarnos de ese amor que El da a cada uno de nosotros. Yo veo que aquí hay muchos jóvenes como mis hijos. Ellos andaban por el camino del mundo, un poquito alejados por que no han sido del mundo, pero tenían verdaderos problemas, por que ellos me decían: “¡es que tu no comprendes a la juventud!”. Y yo les decía: “¡mira!, eso no es así por que hay dos caminos, uno el bueno, otro el malo. Sabemos que el camino de la verdad es Jesús. El puede hacer de cualquier cosa 554 - 555 - una realidad, que nosotros la veamos, por que nuestra mente está cerrada y entonces tiene que llamarnos la atención de alguna forma. Teníamos una casa muy grande, y un día oímos tres golpes en la puerta acristalada de nuestra habitación, me levanté pero dije yo a mi esposo, ya que los dos estábamos en nuestra cama al oír los golpes de llamada: ¡Cuidado que eres tranquilo, que yo me tengo que levantar de la cama!risas de los jóvenes. Me levanté, y fui a las habitaciones, y veo a los niños durmiendo. Me volví a la cama diciendo: ¡Que raro!, por que podían haberme llamado usando el timbre. Al día siguiente, mi esposo, en el pasillo, me puso sus manos en mis hombros, y me dijo, muy seguro: Lola, van a pasar cosas muy grandes en casa. ¿Mas de las que estamos pasando?,¡yo no entiendo esto!”. Le contesté. Llamamos a nuestros amigos de Puerto Rico, y a la familia, y nada, no había pasado nada. Unos días después, vino el pastor Arthur Blessitt. Ese hombre era cristiano, esa es la palabra ¡cristiano!, y sería recibido en Madrid en la Plaza Mayor. Mi marido me dijo, el día 11 de Noviembre de 1972: ¡Yo voy a ver a ese hombre! ¡Yo estoy cansada de tantas procesiones, y de palabrerías, yo necesito ver realidades, por que nuestro país está lleno de 555 - 556 - palabrerías, y tenemos que ver realidades!” Le contesté, pero aun así me decidí a acompañarle. Nos fuimos a la Plaza Mayor. En esos días estaba leyendo el libro de Billy Graham: Paz con Dios, y el Señor estaba tocando mi corazón. Cuando llegamos, vi un hermoso pueblo gitano, un pueblo desechado por nosotros mismos, y vi. a aquel pueblo clamar al Señor, cuando los guardias entraron dando golpes. Los cristianos, solo decían: ¡Hermanos, arrepentíos y amad. Cada uno quédese en el lugar que en la vida le ha tocado pero ame al Señor. Blessitt venía diciendo: “¡Todos tenemos que ser luz en el sitio donde Dios nos coloca!”.En ese instante, la policía armada, rodeó toda la Plaza Mayor de Madrid, impidiendo la predicación del Evangelio con sus sirenas, y disolviendo la concentración utilizando la fuerza. Los gitanos cristianos, clamaban al Señor: ¡Padre, perdónalos por que no saben lo que hacen! Aquello fue terribleal llegar a este punto del relato, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, mientras con voz entrecortada continuaba: Por que vi a un pueblo que había sido desechado por el mundo, un pueblo inculto, pero que tenía amor. ¡Amor y amor!, que es lo que necesitamos. Estamos caminando en un mundo inseguro, la juventud se droga, por que quieren satisfacciones nuevas. La juventud comete errores carnales, por que quieren deleites y no los encuentran y cada vez el diablo les va dando más satisfacciones. Allí en esa Plaza, el Señor se manifestó en nuestras vidas............ 556 - 557 - ....Nosotros tuvimos muchas relaciones con pueblos del Caribe, allá en América. Venían muchas personas estupendas, pero por desgracia otras nos causaron grandes problemas relacionados con el consumo de drogas. Yo le rogaba al Señor: ¡Que no se pierdan nuestros hijos!......... Mi hijo mediano me lo trajo el Señor a casa, por que vivía fuera, y Dios le hizo volver, y cuando mi esposo lo llamó desde la Plaza Mayor, el le contestó: Papá yo no creo en chaladuras Pero el Señor le tocó el corazón al ver esa manifestación de amor cristiano, le dijo: Papá, ¡ahora sí creo! No quiero decir que mis tres hijos, vayan a ser sacerdotes, ni que sean pastores, pero las pequeñitas cosas el Señor las usa para su gloria. Allí comenzó nuestro caminar” …El Señor está llamando a su pueblo. Los testimonios los tenemos en la Palabra de Dios. ¿Por qué no leen la Biblia?, si no lo hacen es por que dudan, y la duda es del diablo. Yo antes de convertirme al Señor, leía la Palabra cuando tenía grandes problemas, y notaba paz en mi corazón y si vosotros lleváis una Biblia, la lectura ha de ser constante, y cuando tengáis pruebas difíciles en la carne debéis abrir vuestro corazón al Señor y orar, y decir: Señor, soy débil, oh Señor, pero tu me vas a ayudar!. ¡Abrir vuestras Bíblias y el Señor os va a mostrar ese descanso!, por que Jesús va a llevar esa carga. Entonces conoceréis un 557 - 558 - nuevo amanecer, un nuevo vivir, y veréis que el mundo ya no es el mundo que conocéis. No es el mundo del misticismo religioso, por que el Señor nos dijo: …Padre en el mundo están, pero no son del mundo. Padre ¡guárdalos!..... Nosotros vamos a caminar en la luz del Evangelio. Vamos a llevar la directriz, por ejemplo este hermano va a llevar este grupo, por que el Señor le ha dado ese ministerio, y decirle al Señor: …¡Limpia nuestra mente analítica que es una de las cosas que mas daño hacen!........... Mamá finalizó su intervención ante el grupo de jóvenes que escuchaban con interés. Muchas veces he visto estupendos predicadores anunciar con denuedo la Palabra, pero en ese momento, mi madre, una sencilla mujer era usada con gran respaldo del Espíritu Santo, estaba actuando como lo que era en realidad, una predicadora de Dios. Los “Aleluyas”, y “¡Gloria a Dios!” resonaban con fuerza en el interior del piso, en donde se realizaban esos cultos. Al momento intervino mi padre, quien compartió con todos Marcos capitulo 16, cuando dice: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio” Finalmente, yo mismo dirigí unas palabras de ánimo y consuelo. No quiero dejar en el olvido ningún detalle de los que tenga memoria, y que aun aparecen en el cassette que guardo con especial cariño, por que la reunión finalizó con un bello 558 - 559 - cántico, con todos puestos en pié, manos levantadas, y corazón abierto al Señor: -¡Maravilloso es!. Maravilloso es, cuando pienso en que Dios me ama a mí. Maravilloso es. Maravilloso es, cuando pienso en que Dios me ama a mí Conozco muchos himnos, canciones, “coritos”, y “alabanzas”. He visitado numerosas iglesias y grupos, a lo largo de estos treinta años, pero en concreto esa composición nunca volví a oírla, hasta hace muy poco tiempo en boca de un amigo procedente de Ecuador. Todo no había hecho mas que comenzar, el tren se había puesto en marcha y ya no se detendría, por que quien lo tripulaba era el Espíritu de Dios, y el Señor había decidido hacer las cosas a su forma, manera y antojo. Ese viernes, nos fuimos todos a cenar y a dormir, compartiendo animosamente la bendición de esa reunión. Notamos que la obra que Dios había iniciado usando al sacerdote José Alcaide Anguiano, prometía ser un lugar de referencia para ese grupo, y para la historia del movimiento carismático y pentecostal de Málaga, y aun así no teníamos ni idea de lo acertado de nuestro pensamiento y de las enormes repercusiones que tendría para la posteridad. El Sábado siguiente, iba a tener lugar otro paso mas, que recuerdo con total claridad. Es curioso el juego que nos hace en la mente nuestra psicología, por que puedo recordar cada detalle de esos acontecimientos acaecidos hace ya treinta años, tal y como los viví yo, y sin embargo lo que ayer hice no lo recuerdo. Nos volvimos a reunir con algunos de los chicos y las chicas de manera informal por 559 - 560 - la mañana, en ese mismo lugar, y decidimos volver a hacerlo por la tarde. He presenciado oraciones con poder, pero esa vez, sería testigo directo, de una de las súplicas más poderosas que jamás he escuchado. Una habitación sin muebles, una sencilla mesita redonda y un puñado de sillas. Alrededor de la humilde mesa nos sentamos nosotros y dos o tres jóvenes, para orar un poquito. No recuerdo quien inició el círculo de oración. En un comienzo, creí que iba a ser una reunión norma, de compromiso, fría, con varias oraciones sencillas y nada más, pero lo que sucedió me enseñó que aun siendo así, pueden suceder cosas. En el cassette que tengo, fiel testigo de esos hechos, la primera voz que allí aparece, es la de mi madre. ¡Oh Señor estamos, ante tu presencia, nada podemos esconder, ¡límpianos!, te lo pedimos en el Nombre de Jesús! Sabemos Señor, que tu estás presidiendo este culto”! continuó mi padre Papá aún no había finalizado su oración cuando de pronto, un muchacho que estaba sentado a mi lado, levantó las manos, mientras todo su cuerpo se movía como si hubiera recibido una descarga eléctrica poderosa. Por su rostro comenzó a descender una catarata de lágrimas, y su oración fue como una explosión rompedora, demoledora, destructora, hasta el extremo de llegar a gritar con una impresionante fuerza y con un potencial de voz tan sublime, que me vi absolutamente empequeñecido. Un estruendoso clamor surgía por su garganta, por que en ese mismo instante se estaban rompiendo muchas cadenas espirituales que le 560 - 561 - oprimían y torturaban. Yo mismo ni siquiera pude orar en voz alta, y decidí que él se expresara sin cortapisas, con total libertad: ....Pero, pero, pero yo, yo.........yo te quiero Señor......¡Ayúdame!..........¡Ayúdame!........ gritaba el joven Mientras oraba, con intensidad, las gotas de sudor comenzaban a caerle por el rostro, aumentando, a cada segundo su clamor, hasta chillar con todas sus fuerzas, levantando sus brazos, y abriendo sus manos al cielo, gritando desesperadamente: ¡Ayúdame!mas,gritos–¡Ayúdame!.....¡que estoy sucio!....¡AYUDAME!........¡que no tengo nada de ti!.......¡AYUDAMEEEE!...... En ese instante, nuestro amigo, se echó a llorar con enorme intensidad, parecía que sus pulmones iban a reventar por completo, mientras se llevaba las manos a la cara, y las lágrimas corrían a raudales, mezclándose con las gotas de sudor. Yo nunca había presenciado, semejante oración con tanta fuerza y poder. Fue un escaso minuto, pero allí la batalla contra Satanás se había ganado. Cristo triunfó y las ligaduras que ataban al joven al pecado fueron rotas por completo. Así es el poder de Dios, allí sucedió un milagro. Fue necesario todo eso, por que el diablo huyó. Una vez que se tranquilizó, los tres oramos por el con imposición de manos, y la presencia amorosa del Espíritu de Dios se adueñaría de su alma. Tenía la ropa completamente bañada en sudor y una enorme paz penetró en su alma, sintiendo la plenitud del Espiritu Santo. 561 - 562 - Estábamos dando cuenta que el Señor iba a cumplir la visión que papá tuvo un par de días antes en la Casa de Jesús. Aun así todavía quedaba lo mejor por venir. Por nuestra parte se decidió no seguir con el viaje a Almería, hasta ver cual sería el final de todo aquello. Me había llamado poderosamente la atención, que a la entrada de la Parroquia, el sacerdote colocó un letrero que decía: MISA PENTECOSTAL Me sorprendió muchísimo, por que había tenido noticias en Madrid, sobre reuniones en iglesias católicas de tipo carismático, incluso tuvimos el honor, en el año 73, de recibir una visita cristiana protagonizada por el pastor Alberto Araujo y el sacerdote norteamericano Carter, uno de los fundadores e iniciadores de la Renovación carismática en España. Nunca había estado en una Misa pentecostal, por que teniendo en cuenta que la Renovación Carismática, es quizá algo mas moderada en sus manifestaciones exteriores que el movimiento pentecostal, aunque tenga un mismo tronco, raíz y origen, hubiera aceptado como mas lógico “misa carismática”. La Parroquia que preside el barrio malagueño del Carranque, es hermosa, amplia, con una gran nave central, y que da cabida a un importante número de fieles católicos. Esperaba, encontrar un ambiente típico de misa, es decir, con una liturgia sobradamente conocida, quizá algo fría y poco acogedora, pero no fue así. Mientras entraba toda la feligresía, se situaban, se colocaban, se sentaban, los niños dejaban de correr de un lado para otro, y la gente se disponía a participar en 562 - 563 - el Oficio, el órgano y la guitarra eléctrica llenaban con sus notas todo el templo. Aquello me maravilló, por que lo que se estaba interpretando con la música era un bellísimo himno evangélico de las Asambleas de Dios: “¡BELLAS PALABRAS DE VIDA!” Fue allí donde lo escuché por primera vez, por que lo había visto en los himnarios evangélicos, pero desconocía cómo se cantaba. Una vez sentados todos, mientras el sacerdote, se preparaba ante el Altar, según sus normas, la música instrumental dejó paso al cantante solista que interpretaba el himno con una gran fuerza. No había rincón en el templo que no temblara ante esa voz clara, que penetraba por todos los lugares recónditos. La estructura arquitectónica del templo, y el interior con los símbolos de la religión cristiana católica, dejaron de ser el centro de mi interés personal, por que me centré exclusivamente en el ambiente espiritual que allí se estaba creando. Cuando el intérprete dejó de cantar el himno, toda la comunidad se puso de pié, para cantar el salmo: ¡Que alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!. Yo también me uní a ese canto, por que además siempre me ha gustado. Mis padres y yo esperábamos con curiosidad la predicación del sacerdote, por que acostumbrados, como estábamos a mensajes cortos, y en ocasiones muy centrados en temas sociales, o humanistas, con grandes dosis de teología mariana, pronunciados a modo de homilías por parte de la curia romana, no esperábamos a oír una predicación tan 563 - 564 - evangélica como aquella, totalmente centrada en Cristo, y con un fin renovador en la fé. José Alcaide, con su vestimenta ordenada por la liturgia católica para presidir la Misa, se colocó ante el micrófono. Tras carraspear un poco, levantó su mirada a los parroquianos y dirigiéndose a todos y cada uno de ellos, hablaría, con claridad y decisión: “¡Bienvenidos todos, por que estamos de fiesta, hoy Domingo, pero.......¡.ese traje que traes!............ese vestido........... Tal vez le falta algo importante..........¡que Jesús lo ponga!.............por que si no estás preparado como Jesús quiere todo es vano y todo es inútil ¿verdad?, entonces..¡Vamos a pedir perdón a Jesús, para que te ponga lo que tal vez en tu corazón, tu no hayas preparado para venir aquí , a alabar a Dios. Vamos a cantar, hermanos: “PASA POR AQUÍ, SEÑOR, PASA POR AQUÍ!”, pero ve tu necesidad, y haz que el Señor Jesús te toque y te dé aquello que tú necesitas para que este culto agradable a Dios, un culto de alabanza, un culto a Nuestro Señor Jesucristo....” Esta es la Iglesia malagueña en cuya comunidad tuvieron lugar los hechos, pero el derramamiento del E.S., se produjo en un piso cercano, y no en el templo. 564 - 565 - El sacerdote, comenzó a cantar con suavidad, y animada la comunidad por su propuesta, todos comenzamos a alabar con total participación y fuerza, pero de forma pausada: “Pasa por aquí, Señor, pasa por aquí. Pasa por aquí, Señor, pasa por aquí. ¡Oh Señor! Lléname de ti. Espíritu Santo lléname de ti. Espíritu anto, lléname de ti. ¡Oh Señor, lléname de ti!” Cantada la estrofa una primera vez, José Alcaide, la repitió pero acompañando con sonoras palmadas al ritmo de la música. Toda la iglesia le imitó. Mi madre, que estaba sentada en las primeras filas, se levantó de su asiento, y fila por fila animaba a los asistentes para que alabaran con ánimo y fuerza, ante las estupefactas miradas de las beatas religiosas. ¡Venga, vamos, esta fila, aquí hay que alabar al Señor!, ¡tu joven, y usted señora, a alabar al Señor!, ¡hay que romper cadenas! La bóveda del templo resonaba con gran fuerza. En la canción, se le invitaba al Señor a pasar por allí y a quedarse, y ¡desde luego que pasó y se quedó! “Podemos alabar a Dios”continuó la predicación “si estamos preparados para ello, hermanos”: “Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, 565 - 566 - te damos gracias, Señor Dios, Rey Celestial. Dios Padre de Nuestro Señor único Jesucristo” “Señor Dios Cordero de Dios, Hijo del Padre, tu que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Tu que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestras súplicas. Tú que estás sentado a la diestra del Padre..................” Tras las preceptivas rogativas que impone como necesarias la liturgia de su Iglesia, por parte del sacerdote, se leyó el capítulo 22, versículos 20 al 23 del Libro de Isaías: “En ese día, llamaré a mi siervo, a Eliaquim, hijo de Elcías, lo vestiré con túnica, le pondré un cinturón de honor, y le daré autoridad, será como un padre para los habitantes de Judá.“En sus hombros le pondré, la llave de la Casa de David. Nadie podrá cerrar, lo que el abra, ni abrir lo que él cierre. El será como un tronco de honor para la familia de su padre. Yo haré que quede firme en su lugar, como si fuera un clavo”. La profecía de Isaías, se refería como ya lo dice a Eliaquim, un personaje muy concreto en la vida pública de esa época, pero es así mismo un tipo de Cristo, es decir, un ejemplo de lo que Jesús sería después. Esas palabras bíblicas iban a ser muy interesantes para conocer qué pasó ese mismo domingo por la tarde y el lunes a la misma hora, entre la juventud de la Parroquia de la Amargura. Cristo abrió corazones y vidas que nadie pudo cerrar después. 566 - 567 - Al finalizar la lectura del profeta, el solista, acompañado por el órgano y la guitarra eléctrica, volvió a interpretar el himno: “Bellas palabras de vida” “¡Que el Señor esté con vosotros!” añadió el sacerdote, continuando con su predicación Lectura del Santo Evangelio: -“En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe....................” Mateo 16,1330 “En este mundo de confusión, unos dicen que Jesús era Jesucristo Superstar, otros que un buen hombre, que murió por una causa justa,............ que no tuvo suerte....... si le hubiesen salido mejor las cosas,............. si hubiese buscado una referencia mejor, pero sin embargo buscó la gente mas pobre, los que no tenían nada, ni influencias. Otros dicen que Jesús, fue pensador, muy grande en la historia y otros, incluso, que Jesús un mártir, ¡un mártir!, pero hay una única respuesta y es la que tenemos aquí en la Biblia. ¡Jesucristo pregunta! Y cuando Jesucristo pregunta exige una respuesta, solamente aquella persona que está en comunión con el Padre, solamente una persona que tiene una vida libre, y que puede ver claro, y que no está atada, solamente una persona que no tiene intereses mundanos de ninguna clase puede contestar correctamente con la Biblia: “¡Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo!” Dijo Pedro, y mereció alabanza: “Por que no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo”. 567 - 568 - “¡Eso no viene de abajo, eso viene de arriba!, y la respuesta que debemos de dar debe de venir de lo alto, no deben venir de invención humana, no sale de mucho pensar ni de mucho hablar. Hay personas que se pasan hablando toda la vida, pero no encuentran el camino. No consiste en mucho discutir, sino en amar a Dios mucho, en buscar con sinceridad, y quitar toda la barrera que impida que Dios te hable, y si tienes en tu corazón algo que no es santo, o que no estés dispuesto a quitarlo Dios no te hablará. Es importante que sea Dios quien te revele quien es su Hijo: “Eso no te lo ha revelado carne ni hueso sino mi Padre que está en el cielo”,, y viene la alabanza: ¡DICHOSO TU!. En esta mañana, cada uno de nosotros, podemos recibir la misma alabanza de Dios: ¡DICHOSO TU! . ¿Qué hermoso, verdad?. ¡Menos mal que el Espiritu Santo puede hacer las cosas nuevas!, y esas palabras que son repetidas, aprendidas desde pequeños en el catecismo, antes de hacer la primera comunión, cuando nos preguntan: “¿Quién es Jesucristo?” y contestamos : “Dios y hombre verdadero!”, y lo sabemos y lo repetimos, pero Jesús vuelve a preguntarle a esta comunidad hoy mismo: “¿Quien dices tu que soy yo?”, por que tal vez tú digas que es el Hijo de Dios, pero no crees, ¿dudas en tu corazón que tú tienes un Amigo de tanta influencia? . Te gusta hablar de cosas que sabes, te gusta dártelas de importante. Si has ido a Roma, se lo dirás a tus amigos: “He estado en Roma en peregrinación”, ¡ es una cosa importante, yo no he estado!, y así cuentas cosas de tus estudios, de tus aficiones, hablareis mucho, pero nunca hablas de ese amigo tan importante que tienes. Entonces....¿por qué dices: “Palabra de Dios, te alabamos Señor”?, ¿por qué dices el Credo todos los Domingos, si no 568 - 569 - sabes hablar de un Amigo que te ama?, ¿si sabes hablar de todo menos de El?, ¿es ese Amigo que tú tienes?, ¿ esa es la lealtad que tienes a tu Amigo?, ¡tantas veces traicionado!, ¡tantas veces olvidado!,¡tantas veces vendido por un plato de lentejas, o por treinta monedas!. Dices “¡Tengo un amigo grande!”,pero lo haces de palabra, dudas en tu corazón que El pueda cambiar tu vida. Dudas que El pueda comenzar de nuevo, desde lo que parece que era bancarrota en tu vida. Ese Jesús es el mismo, el mismo que cambió a Pedro ¿maravilloso, verdad? , que podamos alabarlo. Si nos ponemos en contacto con el Padre para que El te revele y recibas su alabanza: “¡Dichoso tú!” entonces sí, entonces sí que esas palabras son palabras de vida. Entonces sí que las cosas que hacemos no son cosas bonitas, para agradar a los oídos, si no para satisfacer una necesidad en tu corazón, entonces sí que esta iglesia es grande, por que el Espiritu de Dios, la llena, no por que lo que estemos aquí seamos importantes, no por que seamos influyentes, si no por que tenemos un Amigo influyente que está con nosotros, que está con su pueblo, que lo protege, que lo mira con bondad. ¡Miremos, nosotros arriba! El pide que volvamos la mirada hacia El y que cantemos con gozo por que sigue siendo el mismo, no ha sido destronado, sigue estando a la diestra del Padre con todo poder. No dudes en tu corazón que El lo pueda hacer. “Yo tengo un amigo que me ama”, vamos a cantarlo con alegría, grade por que es verdad, es una realidad, no somos fantasiosos, no somos ilusos, como personas que dicen mentiras y se las creen. Nosotros partimos de la Palabra de Dios. ¡El Hijo de Dios, no un mártir!,¡el Hijo de Dios poderoso!,¡gloria al Señor!,¡aleluya!....” 569 - 570 - Toda la iglesia en ese instante, prorrumpió en una alabanza incontenible cantando con fuerza: “¡YO TENGO UN AMIGO QUE ME AMA!” Alcaide, continuó una vez terminada la alabanza, y cuando las palmadas rítmicas se terminaron: “¡Gloria al Señor!. Entonces, hermano....” reanudando su predicación “¿Por qué sacias tu hambre, en algo o en alguien que no es el Pan Vivo, “Yo soy el pan vivo bajado del cielo” , dijo Cristo. ¿Por qué sacias tu sed en algo o en alguien que no es la fuente de Agua Viva que brota para vida eterna?. ¿Por qué te arrastras por el camino si tienes un amigo tan influyente? ¡Demuéstralo pero con fé!, por que una iglesia debe estar cimentada en fe, la que tuvo Pedro. Pero cuando no hay fe, entonces no recibimos alabanza, sino reprensión, por que el mismo Pedro, poco después se dejó llevar de la carne, no del Espíritu de Dios, el Padre Dios no le habló, le habló Satanás, trató de disuadirle, de llevar a cabo su misión, quiso invitarle a que llevara el camino fácil, como dejarse llevar de la multitud que quería aclamarlo como Rey. Una iglesia tiene que vivir en fe. En el momento que no estamos unidos al Padre, no recibimos alabanza, sino reprensión , y me pregunto yo: ¿esta comunidad cristiana merece alabanza o reprensión?. La Palabra de Dios, será nuestra autoridad, para ver si tu caminas, en obediencia según ella, o vives en rebeldía. ¡Gloria al Señor Jesucristo que nos ha dejado una autoridad para que podamos sopesar nuestras vidas!, para que sepamos si nuestro camino es de muerte, por que hay caminos que nos parecen rectos, Libro de los Proverbios. Hay caminos que al hombre rectos, pero es camino de 570 - 571 - muerte. Hay personas que pueden venir todos los Domingos a la Iglesia, pero sus caminos son torcidos, por que este lugar es santo, hermanos. Aquí hay muchas personas que se han encontrado con Dios, que han llorado sus pecados....¡no lo profanemos!, este lugar es santo, por eso siempre que venimos, lo hacemos para adorar a Dios, a testificar de nuestra fe, pero si vives en obediencia, por que aunque vengas a la iglesia, tu camino puede ser camino de muerte, si vivimos en rebeldía no hay limpieza de corazón. Debemos de decir y de creer: “¡ Tu eres el Hijo de Dios viviente, tu eres influyente, tu eres mi amigo de siempre. Tu eres mi amigo que en cualquier momento está escuchando y supliendo mi necesidad que no importa cual sea!”. Hermanos es hermoso hablar estas palabras de vida. Es hermoso, pensar que son para la eternidad, que no son para este mundo, sino para el otro, por que comienzan aquí pero terminan allá arriba en toda su plenitud. Lo que hoy vemos en espejo, un día lo veremos en claridad, ¡aleluya!. Hay personas que no se deciden. Cuando no hay una decisión, la iglesia está debilitada. Una iglesia puede tener un Credo muy correcto, podemos recitar fórmulas de fe, que todas las generaciones pasadas, han creído, y han recitado, pero esas fórmulas de fé son muertas si no tienen vidas, si cuando las pronuncias con tus labios, no las crees en tu corazón. ¿Por qué caminas de ese modo, tan debilitado?.¿Por que una iglesia no contagia a ese mundo frío que está a su alrededor?,¿porqué una iglesia yace postrada?....cuando tiene Alguien tan importante, una cabeza sabia llena de sabiduría y de bondad para con su cuerpo,¿por qué el cuerpo se separa de la cabeza?. Por que el cuerpo quiere seguir su propio camino. Es un disparate ¿verdad?, 571 - 572 - ver por la calle un cuerpo sin cabeza, ¡sería una monstruosidad! y sin embargo eso es lo que pretendemos nosotros los cristianos: llevar nuestros propios caminos, y no mirar a la cabeza. Cuesta trabajo ¡claro que sí!, hay que llevar la cruz, pero en Cristo tenemos gozo, alegría, seguridad. Todas esas palabras ¡son promesas!, no son palabras vanas, ¡son promesas de vida!. Los pobres y oprimidos pueden mirar con alegría un futuro mejor. Los“¡Bienaventurados los mansos, por que ellos poseerán la Tierra!”, dijo Jesús, y El lo hizo todo nuevo. Sació a la gente hambrienta en el desierto, al cojo, lo hizo andar, al ciego lo hizo ver, ¡son signos!, para que nosotros aprendamos que puede hacer todas las cosas nuevas, no importa si tu has puesto la mirada atrás, Cristo puede hacerlo de nuevo. Mira con alegría. Jesucristo es paciente con su pueblo, sabe recibir en cualquier momento, no necesita carta de recomendación. Tu corazón es lo único que vale para ser recibido por Jesucristo. Si has puesto la mano en el arado, y tu vida se ha enfriado, si has sido desleal: ¡Jesucristo sigue siendo leal! . Su promesa no ha sido rota, aunque tu palabra la hayas olvidado, traicionado. La promesa del Señor sigue en pie, pero siempre que vayas por el camino de Cristo. Dile al Señor en este momento: “¡TU ERES EL HIJO DE DIOS....QUIERO IR A TI.....”!. El mensaje, finalizó con un sincero llamamiento al arrepentimiento, y a la conversión a Cristo. He querido respetar íntegramente el mensaje del sacerdote en su totalidad, palabra por palabra, transcribiéndolo de la grabación...........Me impresionó su contenido muy favorablemente. Fue claro, conciso, y 572 - 573 - respaldado por el Señor, se notaba la Presencia en esos momentos. La tarde del domingo, se organizó una reunión mas en el piso alquilado por la parroquia. El número de asistentes, respecto a las reuniones anteriores aumentó considerablemente. Como era una planta baja, había gente por todos los sitios. Prácticamente era imposible poder sentarse. La sala central, que siempre se destina a comedor en las viviendas, estaba atestada. La comunidad al completo, acompañada con el órgano eléctrico, inició la alabanza con un himno lleno de poder y de bendición, levantando las manos, y acompañando con rítmicas palmadas, tan estruendosas que hacían temblar las paredes de la casa: “¡CIENTO VEINTE ESPERABAN LA PROMESA DEL SEÑOR!” José Alcaide, sin su sotana habitual, se levantaría con voz clara para decir a todos los asistentes: ¡Hermanos!, aquí Dios se ha dignado a bendecir este lugar con su presencia.¡Amen!, entonces vamos a cantar con alegría: “¡El Espiritu de Dios se mueve, se mueve, se mueve!. Todos de nuevo, unidos en un mismo sentir comenzarían a romper todas las diabólicas estructuras que se levantan contra el Señor, y con fuerza inusitada, el coro llenaría toda la casa, y con él lo que en su letra se pedía: El Espíritu Santo: 573 - 574 - “El Espiritu de Dios se mueve, se mueve, se mueve.El Espiritu de Dios se mueve, dentro de mi corazón.¡Oh hermano deja que se mueva!, se mueva dentro de tu corazón...” ¡El Espiritu de Dios se está moviendo aquí, deja que se mueva, pero vamos a quitar toda barrera, vamos a quitar todo impedimento, para que el vaso esté dispuesto a recibir los dones del Espiritu....! gritaba Alcaide al finalizar la canción intentando sobreponer su voz sobre la de los demás, dado que la algarabía era enorme. ¡Aleluya! exclamé con mi grabadora en mano, yo no podía moverme, me senté en el borde de la ventana por la gran cantidad de gente. Era asfixiante, pero se sentía la presencia de ALGUIEN muy poderoso, moviéndose entre la multitud apretada. Mientras tanto, la comunidad reanudaba cada vez con más fuerza la alabanza.....José intentaba controlar la situación dando participación a los testimonios, y en un momento determinado, intervendría:...... “Y cuando la comunidad esta agotada, Dios se digna a hace su voluntad y su obra. Estamos contentos ¡Gloria al Señor Jesús!, entonces vamos a ver, si algunos testimonios de ayer, quieren comunicar lo que sintieron, que lo compartan con este aposento alto”. Aun desconocía Alcaide lo profético de su palabra al nombrar a ese lugar “Aposento Alto”, por que eso era lo que precisamente se estaba esperando y sucedería con gran poder, fuerza y autoridad. Como nadie se levantaba, mi oportuna madre, con exclamaciones de: 574 - 575 - Aleluya, y Gloria a Dios, comenzó a animar a los allí presentes, mientras mi padre hacía lo suyo por otro lado. Venga, hermanos, es la gloria de Dios, lo que hay que manifestar a este pueblo.....! Clamaba ella, levantándose y ayudando a los jóvenes a salir adelante, para que dieran su testimonio. ¡Uno por uno!añadí yo ¡Exacto, que a la gente se le quite la venda! añadió mamá mientras se sentaba entre las asustadas mujeres de su edad. Alcaide, agitando las manos pidió silencio al objeto de facilitar las intervenciones de algunos dispuestos a contar lo sucedido con ellos mismos el sabado anterior. La hermana de mi amigo Leoncio, Aurora, se levantó decidida: Voy a decir lo queme ocurrió ayer por la mañana. Pronto me vi llorando como una tonta, y empecé a arrepentirme de todos mis pecados, y entonces Dios entró en mi, y El............... ¡no sé!......es algo inexplicable, ¡estupendo!.........¡maravilloso!..................es igual que: ¡vamos a suponer que soy una basura, y Dios metió su mano en mí y arrancó todo lo malo que yo tenía. Sentí ese gozo que El nos da. Fue algo maravilloso y empecé a temblar, y alabo a Dios por lo que El me dio..........” Otro muchacho, desconocido, compartió después su testimonio: nos Cuando me impusieron las manos, empecé a temblar, noté algo que no era ni frío ni caliente ni nada, pero algo entró en mí llenándome de amor, y mis labios se llenaron de palabras maravillosas........ 575 - 576 - Aquel, que en la tarde del sábado, había clamado con tanta fuerza, la ayuda de Dios, se levantó para hacernos partícipes de su alegría: “Estuve orando con esta familia, y con dos o tres hermanos mas. Ellos alabaron a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios, aleluya!, y esas cosas. Entonces una lágrima, me corrió por aquí. Fui a quitármela, y se me levantaron las manos ¡aleluya, gloria a Dios!, y yo le pedí a Dios que me librara del pecado, que me librara de las cadenas que me tienen atado, por que el Señor es muy bueno y muy santo ¡gloria a El!. Después sentí como una paz muy grande en mi cuerpo, una paz que no había sentido nunca. Me quedé como si hubiera tenido una gran pelea con alguien ¡Gloria al Señor!, por que me quedé nuevo..................”. Tuve que intervenir, al finalizar este testimonio, sentado en el alféizar de la ventana, prácticamente inmovilizado a causa del gentío que ya estaba dentro, por que no cesaba el constante goteo de personas entrando desde la calle: “¡Por favor que no quede nadie afuera, que quien quiera pasar aunque estemos mas apretados, que pasen,¡abrir la puerta!.....¡allí hay habitaciones!......¡vayan pasando, vayan pasando!.......¡llenen las habitaciones!” Y tanto que las llenaron, por que había quienes se tuvieron que sentar en el mismo borde de la bañera, usando algunos como silla la misma taza de váter. El sacerdote cantásemos: propuso que todos 576 - 577 - “Estoy alegre, alegre, muy alegre. Estoy alegre, por que Cristo me salvó. Estoy alegre alegre muy alegre. Por eso canto, canto ALELUYA. Por eso canto, canto gloria a Dios........” El himno sonaba con toda fuerza y vigor en ese pequeño piso malagueño. Todos participábamos con inusitada alegría. “Estoy alegre, alegre muy alegre”, empezaba a ser una realidad en esos mismos instantes. Papá se levantó y comenzó a orar de forma casi indiscriminada, no había cabeza que no recibiera su imposición de manos. Mamá apoyaba cuanto podía. A penas había sitio y lugar para moverse, pero aquello no fue impedimento, para el joven organista, quien mientras tocaba las teclas, en un momento dado dejó de hacerlo y levantando sus brazos en gesto de adoración profunda, se levantó para arrodillarse ante el Señor, con abundantes y suaves lágrimas, mientras de su boca ya no salía las estrofas de la alabanza que se cantaba en esos momentos, sino un armónico murmurar de palabras desconocidas. En ese mismo instante, unos por un lado, otros por otro, eran quebrantados al unísono, glorificando al Señor en distintas lenguas, de rodillas, sentados, de pie, Alcaide no daba crédito a lo que estaba viendo. La multitud seguía y seguía. Yo mismo sentí, como nunca había sentido antes, ni como lo sentiría después una Presencia real del Espíritu Santo, tan fuerte, y potente como en ese instante. La algarabía ya no era por la canción que algunos seguían repitiendo una y otra vez, sino por las numerosas lenguas en el Espiritu que se estaban produciendo, e incluso por los gritos que 577 - 578 - surgían de alguien que era liberado de la posesión de espíritus malignos. Hubo instantes, en los que el jaleo era impresionante. No sé como pude salir de mi propio atolladero, creo, que tuve que saltar rácticamente por encima de quienes estaban sentados delante de mí. Mi grabadora portátil se quedó sola, en el marco de la ventana, grabando todo cuanto allí sucedía, como testigo de los hechos aquí y ahora relatados, ya que como digo el cassette original aun se conserva, aunque en muy mal estado de audición. El “Aposento Alto”, ese era el nombre del lugar de reunión, era ya una realidad, por que el mismo Espíritu de Dios bajó con toda fuerza, autoridad y poder, bendición y amor, bautizando con lenguas, visiones, liberaciones de endemoniados e impactando en las almas y en las conciencias de todos los que allí estaban. Surgió tal avivamiento que el Señor tomó control de la situación, y dispuso que en su honor se cantara masivamente otra alabanza: Cristo no está dividido. No hay ni bárbaro, ni judío, ni griego, ni hombre, ni mujer, sino un hombre nuevo, formado por el Espíritu Santo deDios. CLEMENTE DE ALEJANDRIA Un solo nombre bajó del cielo, dado al hombre, al pecador. Un solo Salvador que nos bautiza. Un solo mediador.. Mientras se repetían las estrofas, se iban cumpliendo cada una de ellas, y el derramamiento del Espíritu era cada vez mas evidente. La gente iba cayendo de rodillas, hablando nuevas lenguas, llorando sus pecados, y la algarabía fue tan grande que en esos momentos, yo clamaba a todos: 578 - 579 - “Libertad para el Espíritu, ¡Gloria al Hijo de Dios!” añadiendo con asombro mío: “¡Están cayendo de rodillas!”. Aun se oía la ya débil voz del cura quien ayudando en lo que podía se le oía decir: “¡Levantad las manos al Señor!”. La alabanza se interrumpió por completo, ya que todos los asistentes oraban y alababan en distintas lenguas, lloraban, clamaban. Tuve que, bajar de donde me encontraba, para orar por unos y por otros. No vi. a mis padres, por que entré en una de las habitaciones con el único objeto de ayudar en la oración. Al parecer papá salió de la casa, hacia el pasillo de la comunidad de vecinos, que allí estaba sucediendo lo mismo, bautismos del Espíritu Santo, jóvenes y adolescentes que allí mismo se arrodillaban para alabar en lenguas al Señor. Alcaide y mi madre se quedaron dentro. El sacerdote decía una y otra vez: “¡Nunca he visto una cosa semejante en todo mi ministerio!”. Los hechos estaban lejos de terminar, por que al ser una planta baja de un bloque de pisos, numerosas personas, no pudieron acceder ni siquiera al pasillo general de entrada, donde suelen estar los buzones de correos y los ascensores, y en la misma calle eran tocados por el poder del Espíritu Santo, las lenguas fueron masivas. Tenían que sentarse en la acera para seguir alabando y orando. No querían irse, deseaban orar y orar cada vez mas y mas. Papá me contó cómo muchas madres, alertadas de lo que allí estaba pasando, se acercaron incluso con sus bebés para que orásemos por ellos. En la Misa Pentecostal se le invitó a Jesús a pasar por allí y a quedarse, y desde luego, 579 - 580 - lo hizo, pero curiosamente no allí, si no en la casa. En la habitación que yo me encontraba en esos momentos, se encontraba un adolescente, que realizaba funciones muy específicas en la parroquia, dos niñas de unos doce años, y otra joven, mas bien gruesa, de unos dieciséis, rubia, de buen parecer. Todos ellos oraban y cantaban. El muchacho se comportaba de forma muy extraña. Vi su rostro, y en él se reflejaba claramente una posesión diabólica. No lo dudé un instante, y comencé a orar por él. Inmediatamente, se puso como si fuera un animal, a cuatro patas, surgiendo de su garganta gritos y absurdas palabras. No soy en absoluto partidario de orar para expulsiones de demonios ante menores, pues puede ser muy peligroso, pero en esos momentos no había tiempo que perder. Las niñas estaban siendo tocadas por el Espíritu del Señor, una de ellas estaba profetizando, la otra oraba constantemente. La rubia, estaba tan llena del Espíritu de Dios, que oraba en una lengua suave, con un cántico de alabanza, su rostro irradiaba una Presencia dulce. Constantemente miraba al cielo, a través de la ventana, para dirigir después su mirada hacia el endemoniado. Las lenguas se sucedían. Aurora, entró en ese instante y le rogué que se acercara a mi vehículo, aparcado en las cercanías para que me trajera, un redoma de aceite de oliva. La Biblia nos enseña, que cuando alguno esté enfermo, se ore por él, ungiéndolo con aceite, y el enfermo será sanado. Era evidente que el muchacho estaba sano, pero no espiritualmente. En esos años, llevábamos siempre algo de aceite de oliva natural, de reserva. Quede claro que esta grasa extraída desde antiguo de las 580 - 581 - aceitunas, no tiene poderes milagrosos ni posee cualidades de tipo espiritual. Es un producto que nos da la naturaleza, y que desde ese aspecto, sí posee grandes cualidades en todos los sentidos. Desde la enseñanza de la Biblia, podemos ver, que se usaba en el Antiguo Testamento para el consumo humano, pero se utilizaba como un símbolo de gran importancia. Los profetas ungían a los reyes hebreos que Dios había dispuesto para gobernar a Israel o a Judá. Era todo un ritual. Una persona ungida con el aceite, significaba que estaba designada por Dios para una labor en su obra, era pues, alguien sobre la cual estaba el Espíritu de Dios. El aceite representaba al Espíritu Santo. Así mismo, los objetos del culto de Templo eran ungidos con aceite de oliva, para significar unción y limpieza, objeto apto para prestar al Señor un culto especial. En el Nuevo Testamento, el valor significativo del producto de la oliva, era el mismo pero el apóstol Santiago le añadió algo mas, inspirado por el Espíritu Santo: -“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite, en el Nombre del Señor, y la oración de fé sanará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si hubiere cometido pecados le serán perdonados” Santiago capítulo 5 A partir de este último versículo, quedó ya completada la representación espiritual del aceite de oliva, lo digo por que algunos cristianos tienen la costumbre, cuando van a una casa u hogar en donde pueden surgir problemas, de ungirla por completo con el aceite, incluyendo muebles, objetos, electrodomésticos etc.....En ningún 581 - 582 - versículo se nos dice que esto ha de ser así, puesto que los únicos objetos que debían ser ungidos eran los dedicados al culto a Dios en el Templo judío, pero solo esos y nada mas que esos. Por tanto la exagerada unción no es bíblica, quizá se le esté dando al aceite un valor demasiado extraordinario que no tiene. En ese camino debemos someternos de manera estricta a lo que se dice en la Biblia y nada más que en ella. El caso que relato, había una enfermedad muy clara, incluyendo los síntomas. Aurora nos trajo, también una toalla de mano, por que era verano, y habíamos muchos en el piso, el sudor abundaba. El joven, se comportaba como un animal, y de su garganta surgían extraños gemidos. No lo dudé, pidiendo a todos los que allí estaban que continuasen orando y alabando. Habiendo orado al Señor para solicitarle su bendición y su respaldo, le impusimos las manos, y su reacción fue brutal: se retorcía en el suelo, y chillaba. Si dicen que la cara es el espejo del alma, aquí era una gran realidad, ya que su rostro dejaba entrever lo que había dentro de él. Había que actuar rápidamente, y de forma inmediata, y con el respaldo de Jesús, mientras proseguíamos con la unción, ordenamos al espíritu maligno que saliera de ese cuerpo, y se hizo en el nombre de Jesús. ¡En el Nombre de Jesús!, espíritu inmundo, ¡sal de el! Le ordené El poseído se retorcía aun más. Mi padre me apoyaba con sus oraciones. La joven que nos acompañaba oraba sin cesar en lenguas del Espíritu. Nunca había visto un caso así, pero la potencia del Espíritu Santo era tal, que le muchacho se cayó al suelo, siendo liberado por completo de 582 - 583 - todo lo tenía dentro, el adolescente, se retorcía, saliendo de su garganta extrañas voces que no eran la suya, y lo mas impresionante de este caso, es que en un momento dado, llegó a comportarse como si imitara a un animal, a un perro, levantándose sobre el suelo a cuatro patas.. La muchacha de las lenguas, me confesó, que cuando estábamos orando por él, tuvo una visión: vió el cielo abierto, y de allí descendía el Espíritu del Señor hasta el adolescente. Por eso ella miraba una y otra vez a las estrellas y al muchacho.¡Gloria a Dios!. Se levantó, muy tranquilo pero sintiendo que algo malo había salido de el. Era lógica su enfermedad espiritual, por que nos confesó que había practicado espiritismo mediante la tabla satánica de la Guija, y al parecer lo había hecho a menudo. Después de eso recibió al Señor, entregándole a El su vida. Habiéndose disgregado el grupo, después de varias horas de avivamiento espontáneo del Espíritu Santo, la gente fue dispersándose y saliendo del piso, pero aún quedaban muchos grupos pequeños, que continuaban orando. Mientras nosotros, es decir mi madre y yo, hacíamos lo que podíamos dentro de la vivienda, papá se acomodó en la furgoneta, convirtiéndola en iglesia improvisada, por que algunos de los que no pudieron entrar a causa del gentío, acudían a mi vehículo para orar y recibir la bendición del Señor, con mi padre al frente ministrando; allí mismo entraban buscando al Señor, y ¡salían hablando en lenguas!. Varios años después tuvimos que vender ese vehículo, al que destinó su dueño para carga y descarga. Ni los 583 - 584 - locales, ni las mismas iglesias como edificios, ni los automóviles son importantes, solo es el Espíritu de Dios. Sin embargo en la salida, nos encontraríamos con una gran sorpresa: estaba toda la zona acordonada por la policía. Algún vecino asustado por el enorme jaleo que Dios había organizado, avisó a las Fuerzas de Seguridad. Eran años de grandes cambios políticos. El dictador, Franco, estaba ya enfermo, el gobierno comenzaba a tambalearse, las manifestaciones de los obreros eran continuas en todo el país. Los estudiantes, en las universidades, organizaban constantes huelgas para pedir la llegada de la Democracia. El país, socialmente ardía por los cuatro costados, y en medio de esa convulsión, a Dios se le ocurrió convulsionar con el derramamiento de su Espíritu a un pequeño grupo de adolescentes y jóvenes de una parroquia católica de la ciudad de Málaga, demostrando de esa manera, que El es Señor, y hace lo que quiere y cuando lo desea, por encima de gobiernos y estados totalitarios ó democráticos y de iglesias ó denominaciones, dogmas y creencias. La presencia policial contribuyó a enrarecer aun mas la situación, por que creían que había allí algún altercado de orden público, o peor aun, de tipo político, pero lo que se encontraron fue a un nutrido grupo de personas muy jóvenes hablando en unas lenguas desconocidas, a un sacerdote bastante nervioso, y a una familia sencilla y normal que únicamente hablaba de la Biblia. Un guardia, se acercó a uno de los muchachos para interrogarle, pero éste último, que estaba en plena llenura del Espíritu, solo le respondía en un idioma desconocido, de forma que el sencillo policía, no se enteraba de nada. Se 584 - 585 - dirigió a mi padre, que en esos momentos estaba en las proximidades, para decirle: “Oiga, he querido hablar con este chico y me responde con unas palabras desconocidas. ¿Usted entiende algo, por favor?” Preguntó el agente de la autoridad mientras se rascaba la cabeza, mientras otro compañero añadía: “No nos estamos enterando de nada.¿ Que ha pasado aquí?”. No se preocupecontestó papácon ironía inglesayo tampoco me entero de lo que dicen ¿Es que son extranjeros?Se preguntaba el mismo policía ¡Que va!¿es que no los ves?, si son de por aquí contestaba su compañero El comisario o el Jefe, se entrevistó con Alcaide, y éste trataba por todos los medios de tranquilizar a la policía, dando todo tipo de explicaciones, muchas de ellas bastantes confusas para las Fuerzas de Seguridad. La situación se estaba enrareciendo cada vez más, de modo que tomamos la decisión de marcharnos inmediatamente de Málaga. Al sacerdote, le pareció muy bien, seguramente por que a esas horas podría ser la mejor solución y por supuesto la mas rápida, para evitarnos molestias importantes, ya que él intentaría tranquilizar a la policía como máximo responsable del grupo juvenil y titular de la Parroquia de la Amargura, por que si no lo conseguía, con toda seguridad hubiéramos pasado toda la noche, detenidos, en las dependencias cuarteleras de una policía franquista, dándoles explicaciones de temas celestiales a policías que solo entendían sobre asuntos Yo te invoco, Eterno y Omnipotente Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: Dios incomprensible, inenarrable, eterno, perpetuo, bendito. Dios de quien son todas las cosas, a quien todo está sujeto, y por quien és cuanto existe. Limpia mi alma, olvida mis pecados, perdona mis males, borra mis actos y mis crímenes. Visita al que está débil, sana al enfermo, cura al doliente. Dame un corazón que tema, un sentrido que entienda, y unos ojos que vean. Eulogio de Córdoba.Siervo de Dios, siglo VIII. José Capdecilla Orozco. Fco Baena Editor.Cordoba 1989 585 - 586 - terrenales. Las patrullas no cesaban de llegar y cada vez había mas uniformados. Nos reunimos con la mayor parte de los chicos con toda rapidez, para comunicarles nuestra decisión, y esa misma noche, sin esperar a los acontecimientos, continuamos hasta Granada. Mi furgoneta que era de gasoil, un vehículo destinado en realidad a transporte de mercancías, por lo tanto, en las cuestas pronunciadas, era muy lenta, pero en esa ocasión parecía que participaba en una competición de carreras. Nunca había corrido tanto como entonces. Ninguno de los tres decíamos nada, el silencio era casi sepulcral, tan solo roto por el rugir del motor. La carretera, bastante mala discurría por la sierra malagueña, hasta entrar en la provincia de Granada. Nosotros estábamos tan impresionados como todos los miembros del grupo. Habíamos sido testigos, de un derramamiento del Espíritu que me recordaba constantemente a lo que se relata en la Biblia, a lo largo de todo el Libro de los Hechos. Muchos expertos en Biblia, opinan que el mencionado texto, donde se relata el nacimiento de la iglesia primitiva, y los milagros de Dios a través de los apóstoles, es un libro inconcluso, sin terminar, por que finaliza Lucas su autor con los dos años de Pablo en Roma, y no está acabado por que, según la opinión de los expertos, en realidad, la acción del Espíritu no ha terminado a lo largo de todos estos siglos. Es posible que tengan razón. No soy yo quien crea que el apostolado primitivo es mi ministerio, pero de lo que estoy seguro, es que la labor del Espiritu Santo aun continúa, y lo seguirá haciendo hasta que se cumplan todos los designios divinos para con la especie humana, y su historia. 586 - 587 - Sobre nuestras cabezas, la bóveda celeste se extendía cuajada con miles de rutilantes estrellas, capitaneada por un disco lunar esplendoroso cuya débil luz plateada aterciopelaba el paisaje montañoso. Las luces de mi vehículo se proyectaban sobre el horizonte. Vimos una pequeña explanada, y allí decidimos descansar unos minutos, pero en realidad necesitábamos orar para darle gracias a Dios, por la experiencia vivida. Allí mismo, a varios kilómetros de distancia de la capital, en mitad de la noche, acompañados por una quietud natural sobrecogedora, Dios nos habló de nuevo para darnos ánimo a través de un versículo de la Biblia que papá compartió con nosotros. ¿Cómo era posible que una familia tan sencilla como la nuestra, que no estaba afiliada oficialmente a ninguna iglesia, haya sido el vehículo que Dios usó para su gloria?, ¿y además habiendo en Málaga varias iglesias evangélicas establecidas?. Varios días después, habíamos regresado a Madrid. Fue un viaje de triunfo absoluto, y de bendiciones. Volvíamos a casa, con muchos testimonios, que quisimos compartir con hermanos y amigos. Como muestra, teníamos el cassette grabado. Allí se oía todo. El pastor Araujo, quien nos recibió con los brazos abiertos, en su despacho personal escuchaba atentamente, muy impresionado por el relato conciso de lo sucedido. A petición suya, al finalizar, hicimos una oración de agradecimiento y de gratitud. Alberto, motivado por el Señor, se levantó, y como estábamos de rodillas, nos impuso las manos, pronunciando unas bellas palabras, comisionándonos en el Señor: 587 - 588 - “Yo, como pastor de la Iglesia, ministro de Dios, os comisiono y os animo, bajo el espíritu de la Gran Comisión de Nuestro Señor Jesucristo para que continuéis predicando el Evangelio como embajadores del Señor” Continuamos compartiendo esos hechos con otros pastores, como Ángel Borjas, de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, pero pudimos constatar que tan solo ellos dos dieron crédito a lo narrado, y que en general la recepción de la noticia del avivamiento malagueño, fue muy fría e incrédula, motivado por un hecho clave: que tal acontecimiento tuvo lugar en una iglesia católico romana. ¡Como si Dios fuera únicamente evangélico!. Dios es Dios, y nada mas, siéndolo para todos los cristianos por igual, sean de la iglesia que sean. No todos los católicos son cristianos, ni todos los cristianos son católicos, de la misma manera que no todos los evangélicos son cristianos, ni todos los cristianos son evangélicos. Papá mantenía una correspondencia epistolar con José Alcaide, muy interesante, a lo largo de varios meses, y yo lo hacía con uno de los jóvenes del grupo, con el cual hice amistad. A través de ellos obteníamos información de lo que allí estaba sucediendo. El sacerdote supo solucionar, en la medida de lo posible el tema de la policía, aunque tuvo bastantes molestias. Hay que reconocer que su situación era muy difícil, por que si el escándalo llegaba a oídos del Obispo, sus problemas podrían aumentar. Con seguridad tendría, como al parecer fue así, que dar muchas explicaciones a los padres de los numerosos chicos y chicas de su grupo. Sin embargo, las noticias que nos llegaban eran insuficientes. En el 588 - 589 - campo informativo evangélico, meses después, nos llegó una curiosa información: Algo muy grande había sucedido en una iglesia católica malagueña y varios pastores de renombre se interesaron por los hechos. Se hablaba de una familia desconocida de fe evangélica. Muchas veces, para escapar de los halagos y alabanzas, preferíamos callarnos y escuchar los comentarios sin participar en ellos. El párroco, solucionó lo mejor que pudo el problema con la policía, gracias a que no se trataba de una manifestación política. Hay que tener en cuenta, que en esos años, muchos sacerdotes, colaboraban con los sindicatos obreros ilegales por entonces, hoy perfectamente legalizados, dando cobijo a los obreros que se encerraban en las iglesias. Como los templos, gozaban de inmunidad, es decir que la policía no podía entrar en ellos para proceder a detenciones, no lo hacían. No obstante, algunos padres y sus familias, tuvieron que soportar pacientemente molestas investigaciones policiales, en sus trabajos, y en sus domicilios. Concretamente una, cuyo hijo es hoy gran amigo nuestro y además está sirviendo al Señor de manera muy activa, en una iglesia evangélica, tuvo que soportar un tipo de vigilancia, que incluso se extendió a parientes residentes en otra ciudad española. Es muy probable, que la investigación y vigilancia policial llegara hasta Madrid, tras nuestras huellas, pero lo desconocemos. ¿Cómo reaccionaron las iglesias evangélicas locales de Málaga?. De forma variada, unas lo aceptaron como algo venido desde el cielo. Algunas no 589 - 590 - concebían que el Señor quisiera hacer algo así en una iglesia católica. Otras comunidades se regocijaron por lo sucedido. Algunos líderes, pensaron que aquello debía ser como un enorme pastel, al cual habría que desgajar un buen trozo, porque a partir de lo sucedido, y a lo largo de mucho tiempo, responsables de iglesias locales comenzaron a visitar el nutrido grupo de jóvenes, con la intención de absolverlos. José Alcaide, mantuvo unidad todo el tiempo que pudo. El mismo asistía, de modo personal, a numerosas reuniones de oración y de alabanza, organizadas y dirigidas por pastores evangélicos, en distintas zonas de la provincia de Málaga. Mantuvo, a lo largo del siguiente año una correspondencia muy personal con mi padre, en donde expresaba todos sus temores, preocupaciones e incluso confesiones muy íntimas sobre problemas de enorme trascendencia personal. Todos esos documentos obran bajo mi custodia personal. En las cartas había una franca relación de amigo a amigo. El quería seguir al Señor, pero se debatía en un mar de grandes dudas. En sus cartas se observaba un alma humana debajo de una enorme interrogación. Observábamos grandes dosis de sinceridad y de claros deseos ante la Palabra de Dios. Era un hombre convencido de la realidad del Evangelio, por que había sido testigo de un avivamiento impresionante. El sacerdote católico, había sido, sin duda, un instrumento en las manos de Dios, cumpliendo, sabiéndolo o no, con los designios divinos para ese grupo, dándole una cohesión, un cuerpo, una forma. Sin embargo, creyendo que todo estaba bajo su control, el Señor optó por cumplir su propósito final enviando a una familia ajena a su parroquia, perteneciente a otra 590 - 591 - confesión cristiana distinta, para que se produjera, allí, ante sus ojos, un Pentecostés muy específico. Es evidente que aquello sucedió por exclusiva voluntad de Dios, y que sin duda, nuestra presencia física no hubiera sido necesaria para que el Espíritu del Señor se derramara en esos jóvenes. Por supuesto que el mérito no es nuestro, como tampoco lo era de Alcaide, ya que el mérito es solo del Espíritu Santo. Dios conjugó dos ministerios distintos y distantes, cruzó dos caminos completamente ajenos, diametralmente opuestos, absolutamente antagónicos, pero unidos en la Palabra de Dios, en Cristo. Así obra Dios. José, a lo largo de su vida ministerial tuvo muchos contactos con el mundo cristiano evangélico, tanto en su estancia americana, como en España y en Holanda. Algunas veces pensó hacerse pastor evangélico. Hay cartas que las expresaba sus dudas sobre qué decisión tomar, si permanecer dentro de la obediencia a su Iglesia en la forma mas conocida y conservadora, optar por un camino mucho mas abierto como es la Renovación Carismática, aunque permanezca bajo la dirección de Roma, o unirse al movimiento carismático evangélico ó pentecostal. Al margen de las dudas sobre su situación religiosa, su ministerio sacerdotal, Alcaide sufría interiormente dificultades personales muy profundas, de gran importancia, que jamás revelaré. Este drama interior, afectaría posteriormente al mismo grupo. El sacerdote, pasado el tiempo dejó la Parroquia, siendo destinado, por el obispado malagueño a otros pueblos. El nutrido grupo que había permanecido fiel, ya no se reunían en la iglesia, haciéndolo en la misma calle, en las casas, o en locales de iglesias evangélicas. Allí 591 - 592 - comenzó la dispersión, pues algunos miembros se integraron en iglesias evangélicas, otros se organizaron como tales, abriéndose paso en el mundo evangélico local, un tercer grupo, quizá el núcleo central, permaneció independiente, manteniendo contactos con la Iglesia Católica, como con el resto de iglesias evangélicas. Todo esto estaba sucediendo a lo largo de la década de los 80. El avivamiento de Málaga de 1975, fue el origen de numerosos grupos, e iglesias evangélicas, no solamente en Málaga, sino también en otras partes de Andalucía, como sucedió en la cercana Línea de la Concepción, provincia de Cádiz. Así mismo muchos de aquellos jóvenes, tras el desarrollo normal de sus vidas, de su ministerio espiritual, de sus profesiones laborales, y los cambios que se producen siempre, han servido a Dios, llevando el conocimiento del Evangelio a otros, y aunque los contactos con el grupo principal se hayan enfriado, incluso hayan desaparecido, han sido simiente para el nacimiento de iglesias y ministerios, dentro y fuera de Andalucía. Sin embargo todos ellos, conservan en su recuerdo imborrable, lo que sucedió aquel verano de 1975. Por nuestra parte, nuestros contactos con los miembros, quedaron completamente paralizados a finales de 1979, por exclusiva decisión unilateral del sacerdote, y sin motivo aparente ninguno. Las relaciones se rompieron, afectando incluso a las existentes con nuestros amigos. Nunca supimos que fue lo que pasó y el porqué. El tiempo lo cura todo y Dios también, por que veinte años después, en pleno ocaso físico de mis padres, poco antes del primer ingreso hospitalario de mi padre a causa de una cardiopatía, que le llevaría a sufrir una 592 - 593 - operación estuvimos Málaga. de alto riesgo, papá y yo hablando con nostalgia de ¿Te acuerdas de lo de Málaga? le pregunté, mientras oíamos el cassette del avivamiento. Claro que sí contestó mi padre de forma taciturna por eso he estado orando a Dios, y le he preguntado, si ese grupo se ha multiplicado, y El me ha respondido: “Como las estrellas del cielo” ¿Te gustaría, saber qué ha sido de ellos, papá? Claro que sí, pero el cura ya no está allí, y los chicos han crecido, se han casado, y muchos han cambiado de dirección, pero voy a orar para que Dios establezca de nuevo esos contactos, me gustaría mucho saber qué ha sido de ellos Contestó con alguna tristeza. Únicamente tuvimos algún contacto con las amigas de mi madre, pero muy escaso, incluso les hicimos una breve visita. Dios iba a hacer las cosas de manera muy sorprendente, y utilizando un medio extraño. En ese tiempo, en 1995, yo ya estaba casado y vivía en la calle Largo Caballero, en Almería. Justo al lado de mi casa, había viviendas destinadas a los militares. Un amigo mío, Oscar, que hoy es sacerdote católico, y que asistía a nuestras reuniones evangélicas, y que por ese entonces era un adolescente, conoció a un joven militar 593 - 594 - malagueño, que estaba viviendo en esa zona, y que era carismático, y que al parecer conocía muy bien lo que sucedió en 1975. Me lo comentó y fui a visitarle, y cual sería mi sorpresa, cuando descubrí que era de Málaga, y pertenecía a ese grupo. El conocía todo lo que sucedió, aunque entró en esa comunidad carismática después de los hechos, era amigo personal de uno de los responsables del grupo con el cual yo si mantuve una estrecha amistad hasta el año 79. 20 años después nos volvimos a encontrar de nuevo. Mensaje espiritual indio hacia los cristianos. Lorenzo Cadieux,”Cartas de las nueve misiones del Canadá”.18431852. Conversaciones entre un jefe indio Chaselles y un misionero. Hermano mio, es posible que yo no sea tan ignorante como tu piensas acerca de las cosas que vas enseñando por todas las partes. El Gran Espíritu había establecido el orden tanto en tu isla como en la mía. Había dado grandes dones a tus ancianos. Pero tu no has sabido aprovechar esas preciosas ventajas y has rechazado esas bendiciones de tus ancianos. Por eso envió el Gran Espíritu a su Hijo, al hombre blanco, pero el hombre blanco lo echó. Soy partidario de una gran libertad religiosa en cualquier parte del mundo por respeto a la dignidad de la conciencia ajena, pero también por convencimiento de que solo la fe es libre, es autrentica, es decir, la respuesta total del hombre a la llamada de Dios. Joaquin Ruiz Jiménez, a Jose Maria Gironella. 100 españoles y Dios. Arca de papel.Plaza y Janes. 594 - 595 - Mientras cantan, las florecillas, se ladean uniformes a la luz de la Luna, y hay un momento que crece en belleza porque una puertecilla de vieja y carcomida madera, se abre muy lenta hasta que ¡apareces tu!, en cuerpo y alma. Te acercas despacio con andares de reina. ¡Lola!,¡Loli!, ¡otra vez a mi lado!. ¿No te das cuenta que el tiempo nunca podrá separarnos?. Eduardo Santos Elola, “Hablando con el amor”. 1949. Poesía, dedicado en su totalidad a mi madre. Mis padres en Beas, provincia de Huelva EL PUEBLO DE BEAS EN LA PROVINCIA DE HUELVA Beas, es un pueblo pequeño, en la provincia de Huelva, situado en un campo verdoso, saturado de pinos y eucaliptos. En la cercanía están dos poblaciones importantes, Trigueros y Valverde del Camino, ésta última capital de la comarca del Andévalo. Su nombre procede del latín: “via”, ya que desde la zona del Andévalo, bajaban las carretas romanas cargadas de minerales, hasta la costa. Al lado de Beas, hay una pequeña aldea cuyo nombre es Candón, con un puente romano. Posee además una ermita, bajo la cual se han encontrado algunos restos romanos del siglo II. Es Beas, un pueblo onubense de calles empedradas, hileras de casas con fachadas de abolengo y señorío de gran sabor andaluz. La plaza principal, posee viejos y nobles edificios 595 - 596 - que se levantaron al socaire de su propia historia. El más importante de ellos es la Iglesia con su campanario, cuyos orígenes enraízan en el siglo XIII, a partir de un templo perteneciente a la orden de los templarios. Pasear entre los árboles que rodean la villa, significa inundarse del olor a pino, aspirar con agrado el fresco y suave olor de los eucaliptales, respirando un aire fresco con aroma suave...Pueblo de patios interiores, con columnas y arcos, pozo y macetas, en las casonas de tronío; las restantes, sencillas viviendas de una o dos plantas con azulejería en los soportales de entrada. De la misma forma las hay aun muy sencillas, humildes si cabe, con un par de macetas colgadas en las rejas. Cuando llegamos por primera vez, en aquel lejano año de 1977, la primera impresión que me dio fue la de un pueblo muy sombrío en invierno. Sin embargo, la tranquilidad reinante, la paz del ambiente, y el aroma de los eucaliptos próximos, predecían mi aclimatación. Yo había terminado mi primer año de Magisterio en Almería, y cursé mi petición de matriculación en la Escuela Universitaria de Huelva. Habíamos estado orando al Señor para trasladarnos a esta provincia, y El nos aprobó el viaje. Confiábamos en la Voluntad de Dios, con el fín de anunciar el Evangelio a quien quisiere escuchar. Nuestra relación casual con la provincia de Huelva, venía ya de lejos. En el verano del año 1975, un mes antes de salir de viaje para la campaña evangelística de Eurofest´75, en Bruxelas, Bélgica, estaba en mi casa del pueblo de Perales de Tajuña. Allí oía la radio. En un momento dado, escuché cantar a un grupo de niños onubenses una bella canción: “¡Tu eres Señor el pan de vida/ mi vida sin ti no será vida/”. Su nombre 596 - 597 - era Brotes de Olivo. Nos gustó mucho y decidimos indagar su dirección con el fin de establecer contacto con mencionado grupo. Averiguamos que eran católicos y de Huelva, miembros todos de una misma familia. Al regreso del viaje de Bélgica, papá y mamá querían hacer un viaje de descanso y turismo. Ibamos con una gran dosis de testimonio cristiano recibido en Eurofest. Nuestra furgoneta nos servía para todo, allí comíamos, y dormíamos con un presupuesto muy escaso pero suficiente para viajar. Al llegar a la provincia de Badajoz, frontera con Portugal, yo tenía muchas ilusiones para pasar la frontera hacia el país hermano. Justo en la misma línea, a pocos metros del puesto de policía, pensamos que lo mejor era orar para buscar la voluntad de Dios. Abrí la Biblia y el Señor nos respondió a través de la visión del varón macedonio que se le apareció a Pablo, pidiéndole ayuda con la frase: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. Entendimos, como nuestro deseo era ir a Huelva, el Señor, nos indicaba claramente ir a esa provincia, dejando para mas adelante la visita a Portugal. Así se hizo. Aun recuerdo el estado general de esas carreteras, y lo inmensamente largo que se nos hacían los viajes. No obstante, el recorrido resultaba realmente hermoso, por los numerosos robledales y pinares que salpican a Extremadura y al occidente de Andalucía. Dejábamos, aquí y allá pueblos cargados de historia como Mérida, con sus importantes restos romanos, la misma Badajoz, Monesterio y tantas otras villas. Llegamos a la ciudad de Huelva, acercándonos al pueblo de Ayamonte, en donde conocimos por casualidad al panadero, Sebastián, cuyo relato está anteriormente relatado. Pero no 597 - 598 - sería hasta el año 1976, cuando decidimos regresar a la Provincia de Huelva. Concretamente a su capital. La ciudad, en esos años, rodeada de un Polo de Desarrollo industrial, desenfrenado, ofrecía a los visitantes, un aspecto poco aceptable. El irrespirable mal olor que se impregnaba en sus calles y casas, procedentes del cercano Polo Químico, y de la Celulosa de San Juan del Puerto, producía nauseas a quienes no estaban acostumbrados, y en verano, enormes mosquitos nos freían a picotazos. Gracias a la laboriosidad y el buen hacer de sus habitantes, hoy es una maravillosa capital de provincia, muy agradable, bonita, hermosa, y con un futuro muy prometedor. Estando en Madrid, papá había tenido contacto y amistad con un profesor que tenía en Huelva un piso cerrado, sin uso, destinado solo a pasar los veranos. Era un hombre de pelo cano, pero no por años, pues aun creo que tenía menos años que mi padre, lleno de una honestidad que se notó en la conversación que yo presencié: Eduardo, yo no tengo ni idea de alquileres, ni siquiera sé cuanto debo cobrarles, así que dígame usted una cifra, ¡ponga usted el precio! ¡Hombre con personas como usted, se puede negociar, pero es que yo tampoco se nada de eso!.¿que le parece 500 pesetas al mes? ¡Hecho! Y con un apretón de manos entre los dos, se cerró el curioso trato. Allí comenzaba una aventura por la fe en Cristo. 598 - 599 Yo levantando una cruz con palos de eucalipto, detrás de la casa. Mis padres con unas amigas de Beas, madre e hija. Las “lecheras” del pueblo. 11ª Mi casita de campo en Huelva, en la que papá, oraba, al calor del fuego de la leña. Allí tuvo sus mejores momentos de intimidad con el Señor, alejado del mundanal ruido, y en la paz absoluta del campo. En la foto de color, mis padres y un amigo, en la de blanco y negro, mi madre y yo. “Cuarenta coronas estan dispuestas para cuarenta siervos tuyos. Haz que ninguna, quede sin su receptor, Señor”. Oración comunal pronunciada en el siglo IV por soldados romanos cristianos, de la Legion del Trueno, que murieron congelados Mamá, en nuestro campo de Beas, lleno de eucaliptos, en un atardecer, después de orar 599 - 600 - Mamá, en nuestro campo de Beas, lleno de eucaliptos, en un atardecer, después de orar Una puesta del Sol, entre los eucaliptos de mi campo. Mis padres, en el verdor de la foresta, en su mano, la Biblia. Iban a orar allí. 600 - 601 - QUE VERDE ERA MI VALLE El título de una de las obras de literatura inglesa más hermosas que yo conozco, y que describe la vida dura de los mineros, creo que de finales del siglo XIX ó de comienzos del XX, me trae a la memoria, los verdes campos de Huelva. Toda la provincia, es un bosque relleno de pinares y de eucaliptos. Es imposible rodear andando a cualquier pueblo, sin introducirse en el arbolado campo onubense. En el atardecer, cuando el sol decide desaparecer por el horizonte, toda la bóveda celeste se cuaja de colores que se esparcen con grandes brochazos, como si se tratara de una pintura divina, mientras el canto de decenas de pajarillos silvestres habitantes del soto bosque se adueñan del silencio, y una fragancia se apodera de todo olfato, olor que se desprende de los eucaliptos, mezclándose con el de los pinos y el de otros árboles y plantas. Allí en mitad, de la arboleda eucaliptal, papá había comprado un pequeño terreno, en un descampado, y allí mandó edificar una modesta casita, por que su ilusión era dedicarla a la obra de Dios, un lugar en donde los cristianos, pudieran estar unos días, relajados, alejados del mundanal ruido, y en comunión con el Cielo. EL acceso a ella, se hacía, derivándose de la carretera general que une a Beas con Valverde del Camino, a mano izquierda. Había que penetrar con el coche por un camino en mal estado, pero ciertamente seguro, que hería al bosque como un cuchillo, abriéndose paso entre la masa de eucaliptos y pinos mediterráneos. Y después de un par de kilómetros, girando y dando vueltas, llegábamos a 601 - 602 - nuestro terreno, y allí sola, unica, casi como una niña abandonada, nuestra diminuta blanca casita. Tenía la vivienda, una pequeña entrada, a modo de comedor, una cocina, tres habitaciones y un estrecho cuarto de baño sin hacer. Eso sería todo, si no fuera por que poseía una chimenea, en la que papá disfrutaba los atardeceres campestres, rodeados de una inmensa paz absoluta, echando en ella, trozos de leña seca. Junto al crepitar de las maderas quemándose, bajo un fuego calentador cuyas llamas iluminaban nuestros rostros, solíamos leer la Biblia, y orar en familia. Estábamos los tres completamente solos en mitad de esa extendida arboleda campestre, pero no nos importaba. Desde ese mismo lugar contemplábamos un cielo sobrecargado de brillantes y rutilantes estrellas. La vivienda no tenía luz eléctrica, pero eso no era ningún problema. Nuestro radiocassette, funcionaba con baterías, pilas. Dormir allí en pleno verano, sin la tediosa presencia de la industria humana, era un relax absoluto. Disfrutábamos del sueño. En varias ocasiones nos llevábamos a nuestro variopinto grupo de amigos, Anta Teresa, Maria José, Bartolomé, Alfonso y a otros mas, y allí mismo abríamos las biblias para improvisar una reunión que nosotros mismos dirigíamos con libertad y en la que todos participaban animadamente. En esa humilde casita, mi padre se centraba en la oración horas completas, extasiándose en la lectura de la Biblia y buscando en todo momento comprender los misterios de la fé. Y fue allí en donde él, que siempre cargaba en su bolsillo de la chaqueta con un par de bolígrafos, su documentación personal, y la envoltura de las gafas, junto con un pañuelo mal doblado y arrugado, escribiría algunas de la revelaciones o profecías que 602 - 603 - el Señor le daba en el secreto del silencio natural. Emocionado cuando recibía desde el corazón del Padre, un mensaje, sin titubear escribió, era el 11 de Julio del 78: “NO TEMAIS, MIA ES LA OBRA, Y LA VICTORIA, YO OS TENGO DE MI MANO Y OS AMO. HAY UNA RESTAURACIÓN SANTA. MIRADME A MI Y SEGUID ADELANTE, NO RETROCEDAIS. YO HABLO A MI PUEBLO, ORANDO OS QUIERO” Beas, Huelva, 11 de Julio de 1978. Papá y mamá trabajando en el campo Al siguiente día, lunes, el escribiría la siguiente meditación: “Creo que todos somos representantes de Dios en la tierra (los cristianos auténticos) que tenemos la misma llamada sin acepción de personas, y que nuestro grado de santidad no depende solo de Dios, sino también de nosotros mismos, es decir de nuestro grado de consagración al Cristo y 603 - 604 - con la fuerza y el amor del Señor podemos alcanzar la mayor de las glorias. Ir hasta Dios, a través de Cristo, sin necesidad de teologías, sotanas o pastoreos humanos. En un segundo de autentica unción podemos llegar a la cumbre, que es Cristo, que está por encima de las glorias humanas, que es la unción con Dios”. Varios días después, el sábado, tras una oración el Señor le contestó a través de Hechos 20, y él anotaría lo siguiente: “Sábado. Hechos RESTAURACION” 20. HAY UNA Mamá tenía poco tiempo para meditar, era algo natural en ella, que nada mas llegar, motivada por su carácter, no descansaba ni un instante, haciendo todo tipo de labores en el campo, incluso siendo tan mediana como era en su estatura, no dudaba en intentar arrancar de la tierra alguna de las temibles raíces de Eucaliptos cercanos. Solía traerse la comida hecha, solo calentar en un infiernillo de gas butano, que instalamos allí. La gran dicha: No teníamos televisión ¿para qué?, por que aunque hubiéramos tenido luz eléctrica, nunca habríamos llevado a ese lugar tan nefasto aparato. Y por la tarde, al anochecer, junto a la chimenea, a unirse en oración junto al fuego del hogar. ¡Cuánto calor humano!, ¡ cuantas charlas teníamos sobre los problemas familiares y de los demás!. ¡Que bien me sabía ese plato tan español del huevo frito al aceite de oliva, con algún chorizo, acompañado con un pan de pueblo y un vaso de buen vino de Beas!. Como aun carecíamos de servicio, cuando “precisábamos”, no teníamos dificultad 604 - 605 - alguna. El campo era grande. Si se necesitaba luz eléctrica un buen rato, sin problemas, por que para eso estaban los focos del automóvil. MANUEL EL ENDEMONIADO No quisiera olvidar en estas páginas, el testimonio, de una persona, a la que personalmente conozco, y que hoy gracias a Dios, es cristiano. Es un testimonio vivo de cómo es el poder de Dios cambiando vidas. El, me ha autorizado a contarlo, pero quizá por la dureza del mismo, aunque lo relate, me voy a permitir, usar del derecho a la intimidad, al objeto de que nadie pueda causarle daños inmerecidos. Por su parte, no hay ningún inconveniente en nombrarlo, pero, deseo salvaguardar sus datos personales. Podéis entender pues que el nombre que aquí figura no es el suyo en realidad, y es evidente que tampoco aparecerá su actual lugar de residencia, pero esta persona existe. Teniendo en cuenta estos aspectos, todo, absolutamente todo lo que aquí se va a contar es absolutamente cierto, por que él es un producto del ministerio que el Señor realizó en mi familia. 1950. En un pueblo andaluz, de viejo señorío, callejas estrechas de sabor árabe, ventanas de hierro forjado retorcido y acaudaladas de macetas llenas de colores floridos, campos verdes y húmedos en invierno, soleados en verano, nació en un hogar humilde, un bebé, fruto de una relación tormentosa de amor sincero por parte de su madre, traicionado por su 605 - 606 - padre. Eran años de oscuridad cultural, y ser madre soltera, significaría la humillación, el desprecio, el oprobio, de todos. La mujer, con el corazón roto, debería buscar el amparo de quien tenía mas cerca, en su propia familia. Casualmente, su hermano, era sacerdote, y fue precisamente él quien le sugirió la idea de que se viniera a vivir a su casa. Hombre de carácter muy fuerte y decidido, profundamente creyente en su formación religiosa, formado a fuego en los avatares de la vida, se acantonó junto a su hermana, proporcionándole toda la protección posible, cortando cualquier relación con el padre de la criatura, hombre de nula palabra, de vida muy desordenada y lasciva. El sacerdote, actuaría como tutor del menor, siendo un padre para él. El niño ya desde muy pequeñito supo que ese hombre vestido de negro, el de la sotana, no era su progenitor, si no el hermano de su madre. Manuel, se educaría, para siempre al amparo de los altares, las velas, y los “santos”, esa sería parte de su vida familiar. Era un niño revoltoso, y travieso, que de vez en cuando conquistaba con sus fechorías infantiles los gritos sacerdotales en su persecución, mientras se escondía detrás de los muebles. Como la labor pastoral de su tío se tenía que realizar en los pueblos a los que era destinado por el Obispo, cambió muchas veces de escuela, marcándolo profundamente.Tendría aproximadamente diez u doce años, dentro y fuera de la escuela, organizaría una pandilla de chavales de la que él era el jefe. En esos años, las empresas nacientes de cualquier producto, debían esforzarse todo cuanto podían para dar publicidad a sus artículos. Una de ellas, dedicada 606 - 607 - exclusivamente a los nuevos detergentes que comenzaban a abrirse paso poco a poco en los hogares andaluces y españoles, tuvo la feliz idea, de enviar al pueblo en donde vivía Manuel, a un vendedor. Este estaba obligado a ir vestido con un traje de riguroso blanco, camisa, corbatas, chaquetas, pantalón, zapatos y calcetines. El automóvil de la empresa, era un Seat 600, que para los que somos españoles nacidos en esos años, significó mucho. Por supuesto que el vehículo era todo blando, por dentro y por fuera. Aquel confiado caballero, con la moral alta, decidió conquistar medio pueblo para su empresa, visitando casa por casa, y dando charlas por todos los sitios. No sé por que razón Manuel y los suyos decidieron que se marchara de allí. El vendedor comenzó a sentir cierta ansiedad, cuando descubría que su vehículo había sido cambiado de aparcamiento un par de veces, no se lo explicaba, por que ese era un pueblo tranquilo. Sin darle mas importancia, seguiría con su labor comercial, hasta que los cambios de lugar llegaron a ser constantes, descubriendo que los autores fué un grupo de niños del lugar. En esos momentos, la autoridad del Cura párroco, era enorme en cualquier lugar de España, y Don Joaquín, tío de Manuel, la tenía muy asumida. La paliza fue aplicada, de inmediato. EL niño, reuniendo a los suyos tomó la decisión de vengarse del sufrido vendedor. Entonces, las mujeres usaban mucho unas pequeñas bolsitas llamadas popularmente: “azulinas”, para lavar, por que contenían un polvo muy concentrado de un fuerte color azul, que cuando se abrían y el contenido se escapaba, impregnaba todo de un azul intenso. Estudiado el plan, 607 - 608 - espiaron todo el día a su víctima, dándose cuenta, que éste hombre tenía la costumbre de no cerrar con llaves el vehículo. Manuel trajo de su casa, una de esas bolsas, abriéndola en su totalidad, con esmerado cuidado de que su contenido no se saliera. Al menor movimiento, todo fuera. Otro niño del grupo, se vigilaría, otro, de abrirá la puerta del Seat, y Manuel, que conociendo las costumbres del conductor, levantó suavemente el cojín que usaba en su asiento para conducir mejor, depositando la bolsa, para colocar encima de ella, el cojín. Dejaron todo como lo habían encontrado, igual, sin rastro alguno de su fechoría. Los niños, avisados por el vigilante, salieron corriendo para esconderse detrás de una valla. El buen hombre, con muestras de mal humor, por que protestaba con las mujeres, por el trato, “humillante” de los niños, ya había tomado la decisión de subirse a su automóvil para salir de viaje a otro lugar, y ese era el momento; abrió la puerta, dejándose caer sobre el asiento, y en ese instante, una enorme nube interna, de color azul, llenaría todo el habitáculo del coche, incluyendo al blanquísimo conductor. ¡Socorroo!...... era lo único que se oía salir de su garganta, sentado dentro. Braceando, gesticulando y tosiendo constantemente, abandonó su azulado vehículo, sacudiendo a manotazos todo el polvo azul, que cubría su impecable traje blanco. Cuanto más intentaba quitárselo, peor. Su cara parecía la de un payaso de circo pero en azul. Los improperios, insultos, palabrotas saltaban de su boca, empujándose unas a otras. Algunas 608 - 609 - mujeres que por allí pasaban no pudieron contenerse, pese a su hipócrita queja contra los pequeños, las risotadas fueron históricas. Los niños se esconderían como mejor entendieron, para huir de la furia del vendedor. Este, tras blandir con su puño al pueblo entero, se marchó con su azuladísimo Seat, con las ventanillas del mismo, bajadas al objeto de que el aire descontaminara el interior. En el lugar donde había estado aparcado, quedaban las huellas del delito: una mancha azul pisoteada. Si grande era la ira del sufrido vendedor, aun mayor sería la de Don Joaquín. El cuerpo de Manuel dio testimonio de la sacra ira, durante muchos dias. Manuel, no obstante, adoraba a su madre, y por su edad, aprendió a desenvolverse en una sociedad campesina, muy cerrada, cargada de granes y enormes prejuicios. Como sobrino del sacerdote párroco, aprendería todas las formas del Rito Católico, la liturgia y los distintos quehaceres de la iglesia parroquial. Mucho antes de esos sucesos, a la edad de cinco años, alguien ajeno a la familia, y amigo de la misma, sometió al pequeño a abusos sexuales, amenazándole para que no dijera nada. El niño, que no sabía que era lo que estaba pasando, se sintió humillado, atemorizado de por vida, y torturado, sin embargo no hablaba. La inquietud, los nervios, producidos por el recuerdo de ese hecho y los continuos cambios de escuela, hicieron de él un mal estudiante. Su madre y tío, creerían siempre que los problemas de Manuel, tenían una sola causa: la ausencia de su padre, y en parte era verdad, pero nunca supieron toda la verdad, por que el muchacho, con el paso de los años, y conforme fue creciendo, 609 - 610 - sentía verdadera devoción por su madre y admiración por su tío, y no quería compartir con ellos sus problemas, entre otras cosas, por que en esos años, la reacciones y las actitudes de los familiares podían ser muy perjudiciales para las víctimas de los abusos. Era un estigma que llevaría siempre a cuestas. Era tanto el pánico que sentía cuando tenía que ver a ese degenerado, que se orinaba en los pantalones. Los problemas no terminarían allí. Con doce años, se está produciendo una trasformación radical en los chicos. Están dejando de ser niños, y os cambios en el cuerpo y en la psicología son decisivos, tanto en ellos como en ellas, y a Manuel le pasó exactamente lo mismo, como a todos, pero la desgracia volvería a cruzarse en su camino. Otra persona, distinta a la anterior, volvió a cometer diversos y reiterados abusos sexuales, sometiéndole a un terrible chantaje emocional y social. Todos los miedos y traumas de la anterior experiencia, volvieron a surgir, ahora con terror. Lo que él creía haber olvidado, llamaba a la puerta y entraba a su vida, como un invitado no deseado. Su situación se estaba haciendo cada vez más insoportable, por que los tabúes de su educación le impedía contar la tragedia que estaba sufriendo a su tío y a su madre. Iba muy mal en los estudios, y ellos no se dieron cuenta, de lo que estaba sucediendo. Muchas noches, el jovencito, hundía su cara en la almohada, inundándola por el llanto. Una y otra vez, gritaba en su alma, que no se repitiera aquellos sucios actos. Satán, dueño y señor de la mente y del cuerpo del violador, se fue apoderando poco a poco de 610 - 611 - la suya, como víctima. Manuel, que ya había conocido como eran las garras del miedo, ahora saborearía las del pánico. No había salida para su vida, por que con el paso del tiempo, caería en el abismo. Poco a poco, se fue acostumbrando a la amistad con ese mal llamado hombre, y aquel terror inicial se dulcificaría. El daño ya estaba hecho. Su madre, recluida en si misma, y en la casa de su hermano, no veía el drama que se estaba produciendo ante ella. Era una mujer absorbente, cómoda, servida siempre por su propio hijo, o por la sirvienta que el sacerdote tenia contratada. El joven sentía verdadero amor de hijo hacia ella. Don Joaquín, mas sagaz que su propia hermana, sospechaba algo, pero no logró nunca saber qué era lo que sucedía en realidad, y al fin de cuentas, era un hombre cargado de viejos arquetipos sociales, temeroso tanto como ella, de las suspicacias de las gentes, las sospechas de los demás, propias de todo pueblo y de una Andalucía rural pobre y marginada. Quizá sus constantes quehaceres como cura parroquiano, le absorbieron el tiempo necesario que debería haber empleado en su familia. Por una razón u otra, unos y otros, no cerraron la puerta que deberían haber cerrado, en la vida de Manuel. Fue creciendo, y abandonó los estudios. Don Joaquín quiso que estudiara en un seminario, quizá con la noble intención de reformar la vida de su sobrino, y sacarlo de lo que ya era evidente en esos momentos, pero fue expulsado del mismo. El sacerdote, hizo todo cuanto pudo para ayudarlo pero le sería imposible. Manuel, llevaría a partir de entonces una vida desenfrenada, en los antros de Cádiz 611 - 612 - y de Málaga. Había perdido todo. El pueblo en el que residía, al final le aceptó como era. Perdió todas las esperanzas, por lo cual muchas noches, en su soledad, seguía siendo ese niño temeroso que lloraba su desgracia en la almohada. Varias veces la idea del suicidio planeó sobre sus pensamientos. Se dio cuenta de lo muy podrido que en ese instante estaba. Sus ademanes muy afeminados, le denunciaban constantemente. A pesar de todo eso, tenía un buen corazón para todos, a cambio de nada, prestaba su ayuda a quien se la pidiere o no, si estaba necesitado. Probablemente por que a él nunca se la habían dado, y por que la lectura que su tío el sacerdote hacía a diario en la misa de los textos bíblicos, estaban haciendo en él un lento pero seguro beneficio. El sería el báculo, principal de su madre, a lo largo de toda su vida, y hacia ella, ni una sola queja, ni un solo reproche, ni una sola acusación, por que en definitiva la mujer, lo amaba e intentó darle la mejor educación que podía darle. Es posible, que se sintiera victima de su propio mundo cerrado, obtuso, arcaico y arcano. Don Joaquín, preocupado por el futuro de su sobrino, le respaldó con la apertura de un pequeño comercio; idea sana ya que lo que quería era que él se valiese para el futuro por si mismo. El Señor, en su poder, nos condujo hasta ese pueblo gaditano, para residir allí. Nuestra intención en realidad era precisamente esa, vivir, el tiempo que fuera necesario. En nuestro interior teníamos otro propósito: Ser testigos del mover de Dios. Nunca antes, esa zona, había conocido la voz del evangelio. Papá 612 - 613 - pudo alquilar una vivienda, planta baja, allí mismo, muy hermosa, con patio para guardar nuestra furgoneta. En un comienzo, éramos conscientes, de que en todo momento, nos tratarían como a extraños. No en vano, ser de Madrid, nos identificaba mucho, pero pudimos entrar en su cerrada sociedad, se nos respetó desde el primer día. Todas las tardes, en torno a la mesita camilla redonda, al abrigo del brasero eléctrico, a penas sin muebles, papá, mamá y yo abríamos la Biblia, y nuestra oración se levantaba a cada momento. Así comenzaron a pasar los meses, enfrascados cada uno en nuestras actividades. Yo, estudiante, descendía todos los días, a la capital de la provincia, para cursar mi primer año de Magisterio. Ida, y vuelta, así siempre, a cada momento. Mi padre, sin olvidar su vocación de escritor, o se bajaba conmigo para realizar cualquier gestión, o se quedaba escribiendo en casa, o hablando con la gente del lugar. Mamá a sus quehaceres. Hizo mucha amistad con la lechera del pueblo, y allá que se iba siempre a charlar y a reír, al amparo de la chimenea central de esa casa. Y de paso entre bizcochos y cazuelas, contar lo que el Señor era para ella. En nuestro horizonte planearía siempre, el otear para abrir la obra de Dios allí. Hacerlo al estilo “evangélico” puro, es decir, abrir una iglesia como tal, no estaba en nuestro punto de mira. Queríamos hacer la obra, según Dios, y no según los hombres, por que entrar en un pueblo como aquel, tan sumamente conservador, y tan arcaico en sus tradiciones, de una manera rompedora, sería inútil, había que hacerlo en SU propio campo, acomodándonos a su forma de ser, a sus 613 - 614 - costumbres, aprendiendo sus tradiciones, aunque no las compartiéramos en realidad. Así pues, en todo momento, nos presentamos como cristianos, sin más apellidos. Noche tras noche, al pie de mi cama, oraba con intensidad, para encontrar una salida en este tema. Yo sabía que los míos, hacían otro tanto. He de decir que nunca tuve el más leve sentimiento de soledad. Eran unos años, en los que España, comenzaba a salir de un largo sueño en todos los órdenes de la vida, incluso del religioso. En las grandes capitales, ser “protestante”, ya se consideraba, por parte de la ciudadanía algo normal, pero no así en los pequeños pueblos. La verdad es que el problema del rechazo, no lo era tal para mi familia. Aun recuerdo ese martes de invierno, de no sé que mes del año cuando papá, en casa, a la hora de la cena, y apagando la televisión me dijo: Hoy, he visto la mano de Dios, por que creo que vamos a poder hacernos cargo de un grupo de personas, para predicar la Palabra, Juan José En él no me sorprendía nada, así que escuché lo que me tenía que decir, así que retomando la palabra añadió......: Resulta, que aquí se reúnen, en un piso, un grupo de jóvenes del pueblo, formando parte de un “cursillo de cristiandad” que les daba un cura, pero éste sacerdote, los ha dejado prácticamente abandonados a su suerte, por no sé que problema, que ahora no viene al caso, pero casualmente, me han pedido a mi que nos hagamos cargo del grupo, y he aceptado. Estoy seguro que es cosa del Señor 614 - 615 - ¡Menudo tema!, un grupo de personas, dejados a su suerte, pero que en realidad, formaban un grupo liderado por un sacerdote católico. Allí mismo, los tres, buscamos al Señor en oración, y el Espíritu nos hizo sentir que era su voluntad. Había que comenzar rápidamente. Se reúnen todos los Jueves por la tarde añadió papá No podíamos perder tiempo, ya que comenzaríamos el mismo jueves de la semana en curso. Las siete de la tarde, un piso alto, de una casa antigua, situada en pleno centro del pueblo, amueblada con trastos viejos de no sé que año, una mesa central, y un montón de sillas desordenadas y descabaladas. Daba igual, como estuvieran. ¡Ah! y un ratón residente que se atrevía a corretear por allí justo cuando mas gente había. Nadie le hacía el menor caso, yo sí. Todos sentados, iluminados por una bombilla sin lámpara, que se mecía por el viento entrante de la ventana. A algunos de los que asistían allí ya los conocíamos, teníamos mucha amistad con ellos, otros nos vieron por primera vez. Uno tras otro, entraban y se sentaron. No sabíamos cómo hacer ni qué, pero la espontaneidad de mi madre, y la diplomacia de mi padre, fueron suficientes, por que a la media hora, la algarabía era total, en un ambiente de la mas pura amistad. Nuestra carta de presentación era simple: cristianos. A los muchachos, todos ellos de mi edad, y mayores que yo, era algo que no les decía nada, ya que ellos también se identificaban como tal, por pura tradición, pero rápidamente, comenzaron a ver algunas diferencias respecto a lo que habían aprendido desde pequeños. Como un grupo de los que allí 615 - 616 - asistían ya nos conocían, eso nos facilitó las cosas. De la mejor manera que pudimos, repartimos algunas “alabanzas”, y les enseñamos cómo cantarlas de manera espontánea y sencilla. Todos trajeron sus bíblias, o nuevos testamentos. Yo, acostumbrado desde hacía tiempo, a usar las versiones católicas, no me fue problema alguno, aunque llevaría la Reina Valera. Leíamos, de un capítulo escogido al azar, un versículo, y cada uno de ellos, leía el siguiente, el que les correspondía leer por turno, preferiblemente de los cuatro Evangelios. Una vez hecho esto, mi madre, les animaba a que explicaran qué era lo que habían leído y que les decía a ellos. De esa forma, todos participaban. No sé por qué razón terminaban hablando siempre de temas sociales incluso políticos, quizá por que el anterior responsable, el sacerdote, formaba parte de esa nueva hola de curas de izquierdas, algo que a Don Joaquín le calentaba mucho la cabeza, pues él como párroco oficial, mantenía una postura muy conservadora en general, y no tenía buenas relaciones con este clérigo, que trajo a mal traer, y a mal llevar, a miembros de su parroquia, para su disgusto. Cuando el mencionado religioso, desapareció del lugar, Don Joaquín respiró profundamente. La espontaneidad en el desarrollo del estudio bíblico, era enorme, y el respeto también. Entre bromas, risas, chascarrillos, la Palabra de Dios, fue entrando poquito a poco en esos corazones, y la luz se hizo. Algo raro sucedió con los congregantes, pues me di cuenta, que algunos comenzaron a irse, quizá por que verían que íbamos muy rápido, y que estábamos rompiendo 616 - 617 - tradiciones, nadie les echó, simplemente dejaron de ir, quedándose lo mas humilde de la villa: María, una avispada maestra, muy despierta, e inteligente, sumamente participativa pero que tenía un problema importante: Esquizofrenia paranoide. Julio, un muchacho de mi misma edad, con grandes desviaciones de la conducta sexual, y pocos mas, cada uno con dificultades serias en su vida, y nosotros, los mas “normalitos”. Esa era nuestra congregación en ese momento. No nos importaba, allí estaba la Biblia, iluminándolo todo. Como todos, amistad y cariño. Desconozco las causas, por las cuales el chismorreo del pueblo creció a nuestro alrededor como una Ola Gigante. Nos daba igual. Nuestra fama, se extendió por las calles, con un mote: “Los protestantes”. No fuimos nosotros, fue la sociedad del pueblo. Mi madre, gracias a que una de las que iban al grupo era vecina de Manuel, le habló de él. Como era la una droguería del pueblo, con la excusa de comprar cualquier cosa, allí se dirigió a su tienda. Nuestro amigo, que por entonces tenía ya 28 años, estaba barriendo la puerta del comercio, su acera. Oye,¿tu eres Manuel? Le preguntó casi sin darle tiempo a contestar, entrando en el comerciovengo a comprarte un litro de lejía, pero en realidad, no vengo a eso, lo que quiero es que vengas a la reunión que estamos haciendo todos los Jueves.¡Bueno!, ¿vienes o no?, venga dímelo que no tengo todo el día, y no te olvides de la lejía Las frases como un rio, sin fin alguno, Manuel, no sabía qué hacer, entrar, seguir barriendo, ó servirle el material¡Vamos, deja de barrer, que quiero hablar contigo! 617 - 618 - Pues mire usted, señora, le sirvo todo, lo que quiera, pero yo también quería hablar con ustedesotro raudal de palabras in contenidaspor que a ustedes, los de Madrid, aquí les dicen “ los protestantes”, y yo lo que quería hace tiempo, era hablar con usted señora para que me dijeran, quienes son en realidad A mi me hablas de: “tu”, ¿vale?, mira, nosotros, somos cristianos, y solo hablamos de Jesús, leemos la Biblia, y nos amamos todos, ¿cómo te llamas?, yo me llamo Lola, mi marido Eduardo, y mi hijo Juan José, bueno ¿qué? ¿te vienes o qué? ¡Si!, eso era lo que yo estoy buscando, claro que si, Lo.....la, ¡cuente que voy! ¡Que me hables de “tú”! ¡Vale, vale!, cuenta que voy Ese jueves, teníamos otro asistente más. La reunión trascurrió como las demás, participativa, alegre, dinámica, y emotiva. Nuestro nuevo amigo, escuchaba con detenimiento, aportando de vez en cuando alguna idea, alguna opinión. No recuerdo qué capítulo de la Palabra de Dios, se comento, pero lo que sí puedo decir, es que las alabanzas, que por entonces llamábamos “coritos”, sonaron con más fuerza que nunca. Algunas de ellas, ya eran conocidas en el mundo católico, como: “Alabaré, alabaré”, “Yo tengo un amigo que me ama”, y otras que ya han pasado a la historia musical, lamentablemente. Creo recordar que sería alrededor de las 9 y media de la noche. Todos se habían ido, solamente quedamos, mi familia, María la maestra que bajaban por la escalera, para salir, mi padre, yo, y Manuel, los tres solos. EL sobrino de Don 618 - 619 - Joaquín, no pudo más, y apartando bruscamente una silla que le estorbaba se hincó de rodillas y levantando las manos, hizo la oración más hermosa de su vida. Por fin la Luz, iluminaría su amargada vida. Aun recuerdo algunas de sus frases: ¡Señor!,¡Señor!,¡Señor!, ya te he encontrado, Dios mío, que por años te he estado buscando, Señor, tu sabes lo que he sufrido, Dios, tu sabes, cómo es mi corazón, ¡tu eres mi vida!, ¡tú eres mi Salvador!, claro que si ¡hoy te recibo en mi corazón como mi Señor y Salvador1,¡te confieso delante de los hombres, Señor ¡Sálvame Dios mío del pecado!, ¡Señor!. En todo momento he preguntado por ti, y gracias a esta familia, tu me has hablado hoy por fin, ¡Señor! Era tanta la necesidad espiritual de Manuel, que estuvo así más de una hora, repitiendo una y otra vez las mismas palabras, pero cada vez con más volumen de voz. ¡No me importa ya lo que digan de mi, Señor, no me importa que me llamen “protestante”, Señor, tú sabes cuanto te necesito en realidad Dios mío, mi vida es un desastre, pero por fin te he encontrado! Cada vez gritaba más y más, hasta el punto que temí que se produjera un escándalo en el pueblo conservador y tradicional, y sin embargo nada sucedió. Las voces de Manuel, retumbaron en las paredes del viejo edificio, pero retumbarían mas entre las huestes satánicas, que por años le habían oprimido y estrangulado. Esa misma noche comenzaría una terrible batalla espiritual por Manuel. Quien había estado en una 619 - 620 - oscuridad absoluta, ahora vería la luz para siempre. A partir de ese momento, nuestro gran valedor iba a ser él, y quien estaría en una situación difícil sería él también. Los cultos se durarían aun un tiempo, y poco a poco, todos los asistentes, comprenderían mejor las cosas. Una creciente marejadilla de opiniones contrarias, estaba naciendo en la sociedad pueblerina, un clamor de los reaccionarios en contra de la labor que allí se estaba haciendo. Dios de nuevo manejaría las piezas del ajedrez a su antojo, para su obra. No sabíamos por donde iba a salir la solución. Papá viajaba a menudo a Madrid, y como escritor amante de los libros, un día, en la capital de España, se fue a la popular “Cuesta de Moyano”, una calle muy céntrica en donde se instalaron librerías de ocasión, es decir de libros usados. Allí, entre vetustos, ejemplares se encontró uno sobre Teresa de Jesús, fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, personaje histórico básico del siglo XVI. Al regresar al sur, nada mas llegar, tuvo la feliz idea de dedicárselo a Don Joaquín. El sacerdote, se lo agradeció tanto, que a partir de entonces, los dos, se convertirían en muy buenos amigos. Ello nos sirvió para contar con el tácito apoyo del sacerdote, muy necesario en esos momentos cruciales, y esto sin renunciar a ninguna de nuestras creencias, lo cual pudo mitigar y frenar las habladurías de las impopulares beatas de turno. Aun así, el ambiente, estaba perjudicando a Manuel, quien veía que podrían surgir nuevos problemas en el horizonte. Perfectamente conocedor, de las doctrinas cristiana evangélica y de la católica, 620 - 621 - estaba muy inquieto, su deseo era que nos dejaran trabajar de una vez por todas. Nunca hemos tenido ningún inconveniente, por asistir a un servicio religioso católico, por que cuando lo hemos hecho, nos hemos mantenido a una prudente distancia respecto a lo que nos separa, y hemos participado en la escucha de las lecturas de la Biblia, lo que nos une, compartiendo de la misma manera, la oración común del Padre Nuestro. Quince días después de la conversión de Manuel, Dios le respondería a una oración suplicante, que nuestro hermano, hizo una noche en su habitación: ¡Señor!, tu sabes que la gente está haciendo daño a esta familia, y hay una sola manera, de que les dejen trabajar tranquilos, Señor, te pido una cosa, para que todo el pueblo les vea, y se den cuenta que son siervos tuyos, te pido que mañana, Domingo, Eduardo, Lola, y Juan José, vengan a la Misa Mayor de las Doce, cuando todo el pueblo esté en Misa, por que es la Fiesta de Clara, y no es por la Misa, sino para que les dejen en paz de una vez. Entiendo que para algunos, este testimonio pueda ser contradictorio, pero solo me atengo a los hechos. Yo no habia vuelto a ver a Manuel, desde el jueves anterior, no sabía lo que estaba pasando. Ese domingo, mis padres se habían ido, cada uno por su lado al centro, me quedé en casa, estudiando, pero aproximadamente sobre las once y media, algo me motivó: una necesidad, una llamada, un sentir, para ir a la iglesia, no lo dudé. Allí fui como una bala. Yo cristianos de fé evangélica, en misa ¿para qué?, ¿por qué?, ni idea, no lo sabía. Lo que me 621 - 622 - resultó sorprendente, fue ver a mi padre, en la plaza a la puerta del templo, diciéndome: Estaba, en el Mesón tomando un café y de pronto, he sentido que el Señor, me decía que tenía que ir a la Misa, y al salir, me he encontrado con tu madre, que ha sentido lo mismo y contigo, ¿por qué será? El pueblo llenaba el templo, gente, que no cabía dentro, todos los bancos ocupados, el oficio religioso ya comenzaba, así que buscando lugar donde sentarnos, tuvimos que hacerlo.....¡en las primeras filas!. Desconociendo el por qué de todo eso, y qué era lo que hacíamos allí en realidad, me senté en el primer banco, justo al pie del altar mayor, imposible hacerlo en otro lugar. Todos nos miraban y cuchicheaban entre ellos, mas tarde me enteré que Manuel que estaba entre la multitud, casi lloraba de alegría, pues los asistentes, comentaban en voz baja, como un rumor total, de esquina a esquina del templo, y en la misma plaza: ¡Los protestantes, en el templo, pues si son buenas personas! El sobrino del cura, se encaró con un grupo de mujeres. ¿Sabéis lo que os digo?, que están allí solo para que les dejéis en paz, por que ellos son mas cristianos que vosotras, que os pasáis todo el tiempo metiéndoos en la vida de los demás, y han venido a la Misa, no por la ella, sino por que Dios ha querido Algo sucedería, para el colmo de males, o de bienes. Don Joaquín, serio como una estatua, nos vió pero no por ello, interrumpiría la predicación. El monaguillo, 622 - 623 - era un muchacho con retraso mental, pero que hacía bien las cosas, tuvo el percance de tropezar con un gran jarrón floreado que estaba junto al altar. El copón gigantesco, con su planta viva dentro, daría un vuelco enorme rompiéndose estrepitosamente, justo delante de mi, con tal fuerza, que todos los allí reunidos tuvieron que dirigir su vista hacia donde yo estaba. Don Joaquín mismo interrumpió la homilía, hasta que el monago pudo amontonar un poco los trozos en un lado, justo delante de nosotros, para que todos, por si alguien no lo había hecho, nos miraran. Era evidente que en el ritual católicoromano, hay aspectos que no compartimos, y de la misma manera, nos diferencian algunos dogmas para ellos importantes, para nosotros no, ero por un pricipio de respeto estábamos todos allí presentes, sin participar de la eucaristía católica. Manuel, estaba tan deseoso de conocer la palabra de Dios, que no solo asistía puntualmente al grupo sino que se convirtió en nuestro mejor amigo. Venía muchas veces a casa, y se pasaba las tardes enteras charla que te charla. Su tío el sacerdote, se trasformó en nuestro mejor apoyo externo, pues en una ocasión un grupo de parroquianas se reunieron a puerta cerrada, para presentarle quejas sobre lo que allí estábamos haciendo. El cura, hombre antiguo y conservador, de buen talante pero de carácter muy fuerte, dio por terminada aquella entrevista con una soberbia frase: ¡Esa familia, son mas cristianos que vosotras, dejadlos tranquilos, por que cuentan con mi respaldo! 623 - 624 - Una noche, después de cenar, me encontraba solo en mi casa. Creo que mi padre se había ido a Madrid para resolver unos asuntos. Sería, quizá sobre las nueve, cuando, comienzan a entrar en mi domicilio, María, otra amiga, mi madre y Manuel. Justo a la entrada teníamos una habitación prácticamente vacía. Cuatro sillas, y una gran alfombra central. ¿Por qué no oramos un poco? ¿Que os parece? sugeriría Maria. Todos aceptamos de buen grado. Cada uno apoderándose de una silla, se situó en una esquina. No sé por que se hizo así, quizás por casualidad, quizá por voluntad de Dios. EL sobrino del sacerdote, para estar más cómodo, decidió sentarse sobre la alfombra, sin silla. Iniciamos la reunión con un “Padrenuestro”, algo que yo siempre solía hacer, y después, cada uno de manera libre y espontánea. ¡Señor tu tienes todo el Poder, te presento esta reunión úngenos con tu Espíritu Santo!...... ¡en tu Nombre Jesús!Oré. Los demás se unían cada uno con sus súplicas y ruegos, mientras discurría con normalidad el desarrollo de la oración comunal, miré a Manuel, y después de ello, mamá y yo nos cruzamos las miradas, los dos notamos que lo que él estaba haciendo era algo muy extraño, no era normal. Mi preocupación se centraría en las dos muchachas que nos acompañaban, pues, sabiendo yo ya lo que Manuel en realidad sufría, era consciente, que ellas, nunca habían visto algo así. Otro aspecto de mis pensamientos, se centró en la situación de la casa, justo en pleno casco urbano de un pueblo terriblemente tradicional y conservador. Si ellos 624 - 625 - sospechaban algo, allí se podría organizar un gran escándalo. No obstante, la acción era del Espíritu, y no podía evitar lo que sucedió después. Muchas veces, tememos ser centro de problemas graves, pero nos olvidamos que el Señor, es el Señor, y que si El desea controlar una situación, adelante, no hay dificultad alguna. Manuel, sentado sobre la alfombra, estaba haciendo unos extraños dibujos en el pelo de la misma, muy repetitivos, automáticos. Me recordó cómo se comportan los mediums, cuando el supuesto espíritu se manifiesta a través de ellos, con la “escritura automática”. Así estaba nuestro amigo. De forma decidida, me levanté para orar por él imponiéndole las manos, mientras mi madre me apoyaba cada vez con mayor fuerza con la oración. No me preocupé mas por mis amigas, pues ellas también lo harían. ¡Sal de ese cuerpo, te lo ordeno en el Nombre de Jesús!. El muchacho, volvería su rostro hacia mí, y lo que pude percibir de forma inmediata, no me gustó nada. Un rostro amable, y cariñoso como el suyo revelaba ahora una frialdad espantosa, su mirada, siempre cálida, era vacía de contenido emocional, profunda, y reflejaba algo tétrico. Sus labios dibujaron una diabólica sonrisa. Cayó de espaldas, sobre la alfombra, y siendo como es, un hombre mucho mas delgado que yo, y con bastante menos masa muscular, parecía tener una descomunal fuerza, pues en esa postura, me situé sobre él, con mucho cuidado, en plena oración, había instantes, que cuando dejaba yo de orar para descansar un poco, me levantaba. El podía con mi peso físico. 625 - 626 - ¡En el Nombre de Jesús!¡sal, Satán de ese cuerpo, Manuel no te pertenece, es cristiano,¡fuera! Yo, con el apoyo de todos. ¡Hermanas!Mi madre¡Vamos a alabar al Señor, mientras oramos! Las tres mujeres cantaron de corazón, derramando su alma ante el Señor: “¡Que bueno es alabar al Señor, y cantar a su nombre!.Anunciar por las mañanas tu misericordia, y tu fidelidad cada noche!” Reanudé la oración, mientras mi amigo, de nuevo, estaba de espaldas sobre el suelo. Allí, se revolcaría, de un lado para otro, dando bruscos movimientos. Es cierto, que la Biblia nos enseña claramente, que hay géneros de malos espíritus que solo salen con ayuno y oración. Jesús lo dijo. Mirándole fijamente a sus ojos, volví a reprender al mal. Mamá, por su lado, junto a mí, haría lo mismo, de lo que estaba seguro, es que a las dos hermanas que allí estaban no les pasaría nada, pues ellas oraban por el muchacho. No es bueno que en momentos así, estén presentes personas no creyentes, pues esos espíritus les encanta ocupar cuerpos, para atormentar a las almas a su placer. ¡En el Nombre de Jesús! madre y yo¡Sal!. Ordenamos mi Y.... ¡salió! Dos horas después, Manuel, renovaría de nuevo su compromiso con Cristo. Era una batalla sin cuartel, en la mas absoluta de las soledades, por que aunque hubiéramos 626 - 627 - querido pedir ayuda a alguna iglesia cercana, imposible, ya que en esos años, ni en la capital ni en la provincia había nada. En ese aspecto, no había nada que hacer. Nosotros, éramos conscientes, que Dios nos llevó allí, y estaban por tanto bajo nuestro ministerio y cuidado espiritual. No se podía perder el tiempo en largas discusiones misioneras desde Madrid, o desde otro lugar, si así lo hubiéramos hecho, habría sido un total fracaso. Yo no me quedé conforme, aunque consciente que el Señor, se había manifestado poderosamente esa noche, en días sucesivos, aun viendo una clara mejoría en mi amigo, algo me indicaba que la obra aun no estaba terminada. Por el contrario, solo comenzó esa tarde en casa. Aun quedaban cadenas espirituales muy fuertes en su alma. Había que seguir orando, y ministrándole personalmente. ¡Tanto era lo que él traía de su vida anterior! Llegué a comprometer mi propia persona, ante los comentarios de los vecinos, pero allí seguimos, sin temor, con la fé en el Poder de Cristo. Ese verano nos fuimos a Madrid, y allí se expuso la situación de la Obra en ese pueblo, ante la comunidad a la que asistíamos. Los tres contamos, todo lo sucedido a lo largo del año anterior. Hablando con el pastor, se me ocurrió sugerirle la idea de que ellos fueran al sur, para conocer a todos, especialmente a Manuel, persiguiendo la idea de un bautismo en la playa mediterránea, incluso que allí, pudieran tener ellos, un lugar de misión. Con toda la iglesia reunida, lo dije, pero cual sería mi sorpresa, no observé gran interés en el viaje propuesto. Por 627 - 628 - primera vez, en mi vida, después de 30 años, voy a dejar por escrito lo que en realidad sucedió. Ellos, querían bautizarse, les dimos instrucción bíblica necesaria, estaban deseosos, incluso una de las muchachas, tuvo una visión muy clara al respecto, no se podía esperar mas, era necesario hacerlo. Como notamos que la iglesia no reaccionaba, se me ocurrió algo. Escribí al grupo en el pueblo, y les expuse lo que estaba pasando, y lo que noté, que no había interés real, sugiriéndoles, que sin mencionar, que yo les dí la idea, que ellos mismos escribieran al pastor, de forma personal para invitarles a conocerles, y así poder bautizarse como el Señor nos mandó. Yo no estaba dispuesto a que se quedaran solos, y algo había que hacer. Pasaron los días, y al comienzo de un culto, el pastor, muy alegre nos dijo a todos los congregantes, que estaban dispuestos a ir por que les habían invitado desde esa aldea. Mi sorpresa fue mayúscula, y mi desconcierto total, pero al fin de cuentas lo habíamos conseguido. Ese mismo mes, nos fuimos todos en varios coches, y entre una pensión y mi casa, nos repartimos. Allí estuvimos alrededor de diez días, en los que Manuel y alguno mas, se bautizó, dejando constancia pública de su decisión por Cristo. Antes de ir al bautismo, todas las tardes, hacíamos cultos y reuniones de oración, para lo cual aprovechamos cualquier lugar apropiado, algunas veces fuera del pueblo, por no haber sitio. En una de ellas, Manuel sería por fin totalmente liberado. Después del bautismo, un par de días mas de estancia, y de nuevo el regreso de todo el grupo. Nosotros, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, tuvimos que salir 628 - 629 - definitivamente de aquel pueblo. Mi esperanza era que ese grupo no se perdiera. Pensé que el contacto con los de Madrid, no se quedaría solo en el bautismo, si no que posteriormente unos y otros, motivados por el Señor, bajarían al pueblo, pese a los muchos kilómetros, y no fue así. Nuestra única opción, hacerlo nosotros, cuantas veces, nos permitiera el Señor. Así fue, pero ya no era lo mismo. No perdí la fé, porque meses después, cayó en mi mano una Revista cristiana: “Fiel”, órgano de las Asambleas de Dios en España. Como allí aparecían testimonios, direcciones de comunidades, pastores, e iglesias, se la envié a Manuel. Por mucho tiempo, la revista “Fiel” sería su único contacto con el mundo evangélico. Deseoso de asistir a una congregación cristiana, mi amigo, escribiría a su director, José Palma, en Madrid, para preguntarle si cerca había alguna comunidad. Palma, contestó con información puntual, dando una dirección en una ciudad cercana, como a cien kilómetros de una iglesia de las Asambleas de Dios. Allí se presentó un fin de semana. Por fin encontraría unos hermanos, que pudieron ayudarle durante muchos años. El Señor le ha regalado a Manuel, además de muchos hermanos, el bautismo en el Espíritu Santo, y el matrimonio con una maravillosa mujer, con la que ha compartido a lo largo de 15 años, la felicidad matrimonial. Ella, partió con el Señor, muy joven, y aunque no han tenido hijos su recuerdo permanece inalterable, por que su esposa, escuchó la voz del Señor, se convirtió, se bautizó y recibiría la promesa del Espíritu. Nuestro amigo, atendería en sus últimos días, a su ya anciano tío, el sacerdote, Don Joaquín, y 629 - 630 - con él, en el mismo lecho de la muerte por cáncer, su sobrino orando a su lado, quien le invitaría a recibir al Señor en su corazón, algo que el sacerdote hizo con placer y deseo. De la misma manera, nuestro amigo, se bautizó en aguas, gracias a que pudimos organizar unviaje especial para ello, desde Madrid, involucrando a otros hermanos, entre los cuales vino un pastor evangélico. Tenía a su madre, en un asilo del pueblo, por que no le era posible atenderla correctamente en casa. Todos los días, se acercaban a verla por la mañana y por la tarde, ayudando en lo que él podía. El cura ya partió con el Señor, no así su mujer, que lo hizo mucho tiempo después. En ese año, nosotros, habíamos regresado a Andalucía, pero muy lejos, de su pueblo. ¡Juan José!, mi madre está muy mal, se me muere, por favor orar al Señor, pues aun no se ha entregado a El, aunque llevo años dándole amor, y testimonio, yo la quiero mucho, no te pido que vengas, sino que por favor ores Me suplicaría un Miércoles por teléfono. Al día siguiente, allí nos fuimos. Sus lágrimas de agradecimiento fueron enormes. ¿Dónde está tu madre? En la residencia, aun está viva, y me entiende, pero ya se nos vacon gesto muy preocupado y triste. Vamos a allí, y oraremos por y con ella ¿Pero cómo lo vamos a hacer? ¡nos pueden echar! 630 - 631 - Tranquilo, no va a pasar nada, se trata del alma de tu madre. ¿Ella está consciente? Si pero no puede hablar ya No importa, oraremos ¡Pero si no puede hablar!insistiendo. No es necesario que hable, tu déjame hacer a mi, ¿vale? Allí nos fuimos los dos. En la habitación de la anciana, ella sola en su cama. Le dije a Manuel: ¡Quédate, en la puerta, para que nos dejen tranquilos, y mientras yo voy a hablar con tu madre Así lo hizo. Juana. Soy Juan José, de Madrid, el hijo de Eduardo y Lola ¿me recuerdas? fijó su vista en mi y con ella, solo con ella, me contestó.Juana, te cojo la mano, con todo mi cariño,¿Crees en el Señor?Con sus ojos me dijo que sí¿Te gustaría recibir al Señor como tu Señor y Salvador personal?¿Crees en tu corazón que El fue levantado de los muertos, y es Señor?Una lágrima descendía por su avejentado rostroSi quieres, repite en tu corazón estas palabras, cariño: Yo Juana, recibo a Jesús en mi alma, como mi Señor y Salvador, y creo que Dios lo levantó de los muertos y le confieso Señor; en tu Nombre Jesús Manuel, desde el marco de la puerta, no podía contener las lágrimas que caían en abundancia Juana, cierra los párpados, si puedes, para decirme que has recibido al Señor en tu corazón Los cerró y abrió para mirar por última vez a su muy querido hijo. 631 - 632 - Pocas horas después otra alma se fue con Cristo, para siempre. Desconocíamos que era lo que Dios quería de nosotros, y tampoco sabíamos qué hacíamos allí, tan lejos de nuestro Madrid, y sin embargo, El nos colocó durante un tiempo en una zona tan alejada, entre los montes onubenses. No nos podíamos imaginar que estábamos siendo pioneros de la Obra de Dios, y que los primeros, por no decir los únicos en el evangelismo, fuimos nosotros. A mi me divertía conducir mi viejo Citroën, DIAN – 6, una especie de caja de latón con cuatro ruedas dotadas de unos estupendos amortiguadores, que cuando recorría un camino, se movía como si fuera una barca, introduciéndolo por los dificultosos caminos que se perdían entre la masa boscosa, y hacer algunas piruetas, con velocidad muy lenta, en las arenas de los eucaliptos. Eso no era un coche, era una cucaracha que peleaba para no quedar atrapada en la mullida capa de hojas caídas que cubría el arenal. No sé que es lo que hacen los “todo terreno”, pero mi vehículo no les envidiaba. En una ocasión me salí de un camino, a propósito, para abreviar el viaje hasta la casa, pesando que si circulaba por un campo, que yo creí libre de peligros y de suelo firme, llegaría antes, a la casa, pero llegué después, mucho después. Me hundí en el terreno, y a punto estuve de volcar, pero mi pericia y la bondad de la sufrida máquina que yo conducía, pudimos resolver el problema. Aquello crujía que daba miedo, pero aguantó. A veces en el camino de la fé, queremos, “abreviar” y lo que hacemos es salirnos de 632 - 633 - la línea que Dios nos ha marcado para enfrascarnos en un sin fin de problemas, que no hubieran tenido lugar si seguimos en donde El nos ha colocado, y con la paciencia suficiente, invirtiendo en ello el tiempo que sea. En esa época, repartíamos nuestra vida entre la Provincia de Madrid, y la de Huelva. Para nosotros, era normal, viajar un par de veces al año, a Perales de Tajuña, por diversas causas. Allí teníamos fijada nuestra residencia. Causas familiares, asuntos por resolver, temas diversos, responsabilidades distintas. Yo estaba estudiando, no podía dejar mis estudios y sobre todo eso, estaba la obra de Dios. Hacíamos lo que El quería que hiciéramos, nos movíamos bajo su dictado. En Madrid, amen de ayudar en lo que se podía a la obra del Señor encargada a Alberto, también manteníamos un asiduo contacto con nuestro grupos de amigos y hermanos del pueblo de Alcorcón. A través de ellos, decidimos apoyar de manera muy concreta, a una pequeña y reducida congregación que se reunía en el Barrio de Villaverde Alto. Se denominaba “Betania”. El grupo, era muy variopinto y escaso. Su pastor, Francisco con su mujer Azucena e hijos; Maria José, Ricardo y su esposa Angelines, Juan José y Marisa, que ya falleció, la gruesa Guadalupe, nosotros, Miguel Ángel el minusválido, Miguel Ángel el pelirrojo, Ángel, Julio y algunos mas. El local no era muy grande, algo estrecho y alargado. Al final, el púlpito, a la izquierda del mismo, una cruz de madera. A su derecha, la puerta del servicio, junto a ésta un versículo de la Biblia, clavado en la pared, realizado de manera muy 633 - 634 - rudimentaria, y que por no caber bien, parte del mismo era un poco voladizo. El excusado, por estar situado donde estaba, no era problema, por que para que nadie nos viera entrar o salir de él, a lo largo del culto, lo visitábamos antes o después del mismo. No era plan oír el ruido de la cisterna del Walter justo a mitad de la Reunión. Algunos años después, ese local, terminó convirtiéndose en un taller de motos. Conocí a un pastor de una iglesia, del cual nunca supe su nombre, pues ellos acostumbran a usar los apodos. Hice alguna amistad con el. No tenía local donde dar sus prédicas, por lo que hacía sus reuniones casa por casa. El “None”, así le llamaban, y no sé por qué, ya que de joven no tenía nada, siendo además algo tosco y bastante rudimentario en su manera de hacer las cosas. No obstante, le ofrecí de manera muy desinteresada mi ayuda, ya que lo único que yo quería era predicar. El me vió hacerlo, y como se daba cuenta que le aportaba muchos conocimientos bíblicos a la gente, pensó que podría yo ser un buen elemento para SU labor. Por entonces no me daba cuenta de lo que estaba sucediendo en realidad. Personalmente a mi me gustaba el mundo gitano y su cultura, entre ellos me encontraba bien, y en sus nacientes iglesias aprendí de ellos, y ellos hicieron otro tanto de mi. Era algo recíproco, pero como en todos los lugares “cuecen habas”, algo sucedía en el grupo del “None”, de hecho pasado el tiempo me enteré que su iglesia, Filadelfia, tuvo que disciplinarlo seriamente. Y me pareció lógico. Hice amistad con una de las familias que él pastoreaba. A lo largo del tiempo percibía que se precisaba allí y con urgencia, una 634 - 635 - buena base bíblica, que su pastor no les estaba dando, sencillamente por que no la tenía. Percibí la enorme necesidad que urgía, y procedí a obedecer a Dios, antes que a los hombres, operando siempre con un máximo respeto, hacia la figura pastoral que ellos tenían. Jaime cabeza de familia, hombre joven y agradable, estaba muy interesado en conocer la grandeza de la Biblia. Amable, y cortés, siempre con un pañuelo al cuello a modo de buen vestir, tenía conmigo una palabra de amistad dulce. Entre largas conversaciones, tenía curiosidad por saber, cual era su norma de vida, es decir: de qué vivían, pero lo único que obtenía de el era evasivas, aunque adiviné, casualmente, que se dedicaba a comprar y a vender cuadros de grandes pintores. Con él vivía, aparte de su mujer e hijos, un hermano suyo algo mas joven. Un muchacho sagaz e inteligente, de rápido pensamiento, y alegre vida. Para mi, tras conocerlo, era simplemente una pura fachada. Ocultaba detrás de su sonrisa, algo, que no comprendía. Una vez tuve un sueño que me inquietó, aunque la recepción del mismo, me infundía mucha paz espiritual, yo sabía que era un aviso muy claro de Dios, para ese joven. Me veía al borde del mar, sentado, en un escalón de algún puerto, de modo que delante de mis piernas estaba el agua marina. A mi lado, un pescador, también sentado, estaba con las labores de la red. Había recogido varios peces. Los separaba y extraía de la red, todos ellos muertos, o moribundos, pero uno de ellos, estaba totalmente vivo, y el animal, no sé si en las manos del pescador o en las mías, me miraba con ojos humanos, llenos de vida, 635 - 636 - profundamente suplicantes. Me estaba pidiendo que le salvara la vida, que se estaba asfixiando. Su boca se abría y se cerraba intentando inhalar un poco de oxígeno, su cuerpo se revolvía constantemente. Ese pez tenía ojos humanos, y me decía: ¡Ayúdame, que me estoy muriendo! Inmediatamente, lo devolví al mar, por que sabía que sería su salvación, como así fue. Dos días después, se lo dije, quedándose el muchacho algo perplejo. De forma decidida, reforcé mi amistad con él, compartiéndole todos los días que podía verle, todo cuanto yo conocía del Señor. Yo seguía observando algo extraño en el funcionamiento interno de ese grupo, pues el “None”, a toda costa quería nombrar “candidato” a Jaime. ¿Por qué tanto interés en ello?. Ser nombrado “candidato” en su iglesia, es prepararse para ser pastor, pero aquello y en ese caso concreto en mi opinión no lo veía claro. Ese muchacho no estaba en absoluto preparado como cristiano para esa responsabilidad. En una ocasión, Jaime y su hermano, me invitaron a ir con ellos, a Barcelona, por que tenían que hacer una operación comercial. Mi único interés se centraba solo en dar un paseo por España, solo eso. El viaje fue agradable, cómodo, hablamos sin parar a lo largo del mismo, pero yo observaba que ellos miraban mucho los espejos retrovisores del automóvil, quizá como si temieran que alguien los siguiera. Yo me fui con ellos, sin dinero alguno, por que nos dijeron que no nos preocupáramos, que ellos se hacían cargo 636 - 637 - de todos los gastos, y desde luego fue así. Nos fuimos a un pueblo situado a una distancia de 30 kilómetros de la capital catalana, para dormir en un hotel. Cometí una triple imprudencia, en primer lugar no llevar dinero alguno; en segundo lugar, no memorizar la dirección exacta del hotel, y en tercer lugar, confiar plenamente en el ser humano, la peor de todas. Al día siguiente, nos dirigimos a un gran mercado de segunda mano, en Barcelona, igual que el “Rastro” madrileño. Los dos me dijeron que les esperara allí, que pronto vendrían a por mí. Era media mañana. Las horas fueron pasando, y los vendedores ambulantes, comenzaron a recoger sus pertrechos para marcharse. Pronto me vi. Completamente solo, esperando y esperando, sin moverme, en una ciudad desconocida por completo, en la que no tenía recursos algunos, con una gran inexperiencia, y sin dinero alguno. Seguí esperando, sin comer, y muy nervioso. A las cinco de la tarde, decidí tomar una decisión, ya que ellos no vendrían a buscarme. Me fui andando por una avenida próxima, atravesando varias calles importantes, para que me informaran en donde había una estación de Autobús. Por primera vez en mi vida, me sentí completamente solo en medio de una gran urbe: Señor, tu vas a ser mi guía, ahora Pensé llamar por teléfono a mi casa, ¿pero cómo?, no podía, ya que en el bolsillo solo tenía 50 pesetas, lo justo para un billete de autobús. Así lo hice, y por la noche ya estaba en el hotel, esperando. 637 - 638 - Jaime entró por la puerta principal, visiblemente molesto, y encontrándome en la sala de Televisión, me dijo que al día siguiente había que irse muy rápidamente para Madrid. A mi todo aquello me pareció muy raro, algo estaba pasando, no entendía nada de lo que sucedía. Preferí por no preguntar nada, ni el porqué de mi abandono en Barcelona, por que si alguien debía estar enfadado era yo y no él, pero mi animo no caminaba por ese lado. Solo testimonios cristianos salieron de mi boca a lo largo del viaje de regreso. Después de todo, se reiniciaron las reuniones, los cultos. Era yo quien predicaba, pero un par de domingos posteriores, al entrar a la casa de Jaime, el apodado “None”, abrió la puerta, y no me dejaba entrar. En ningún momento me trató mal, si no que muy educadamente me dijo: Hermano, hay mas iglesias en las que puedes predicar, lo haces muy bien, pero puedes ir a otros sitios Ya entiendo, lo que me dices, en otras palabras, es que me vaya, es decir que me estas echando ¿no?, dime los motivos, si te los he dado, por que tu sabes que mi testimonio ha sido siempre bueno y en el Señor No hubo más palabras, por que me fuí. Desde ese día dimos, mis padres y yo por terminada la labor que habíamos realizado en esa casa. El contacto con todos ellos se perdió por completo. Jaime me había dicho anteriormente que tenía que ir a Málaga por razones de trabajo. Meses después, en la prensa, me enteré que los cuadros de una aristócrata, que 638 - 639 - vivía en Málaga, habían sido robados por un grupo organizado, y que parte de ellos fueron vendidos en Barcelona. Toda esa banda fue detenida y enviados a la cárcel. Supe entonces con claridad todo lo que en realidad pasó, y se daban los nombres, uno de ellos era Jaime. Papá. Me dijo, que ellos habían estado orando por el viaje, pues, una vez que yo me fui sintieron que había un riesgo cuando fuí a Barcelona. Dios me había cuidado especialmente del enorme peligro en el que yo estaba. De todo ello, ni Jaime, ni su hermano, sujeto principal de la visión que el Señor me había dado, quisieron escuchar la voz profética, ni el mensaje que Dios les estaba dando a través de mí. Sin embargo he de agradecerles algo a ellos, que en ningún momento mencionaron mi nombre ni mi compañía, cuando fueron detenidos, por que seguramente, eran conscientes de mi total y absoluta inocencia, ya que sentían un enorme respeto por la labor que el Señor me había dado para hacer entre ellos. Si lo hubieran hecho, podríamos haber sido investigados por la policía. Es muy triste, saber que en ocasiones, hay vidas, que se nos van de las manos, y que no podemos hacer nada por ellos, tan solo orar, por una sola y simple razón: eligen vivir según el mundo y no según Cristo. Nunca mas supe nada de ellos, ni siquiera del pastor que cerró las puertas a su Señor, por que según me dijeron mucho tiempo después, o fue sometido a disciplina por parte de la autoridad de su denominación o expulsado de la misma. Venid todos, ajuntemos, A su Nombre bendeciremos, Y de El demandaremos, La bendición de Israel… ABRAHAM TOLEDO, siglo XVII, “Noche de Alhad”.Coplas de sefardies. 639 - 640 - Las Tablas de la Ley de Dios, en pizarra, que hizo mi hermano Florentino en numeros latinos. Era en los tiempos de mi amigo Manuel. EL PRESIDENTE DE LA DIPUTACION DE HUELVA. Sentados a la puerta de mi casa, en Beas, provincia de Huelva, contemplábamos con el atardecer el ocaso del sol, repartiendo por doquier en la inmensidad de la bóveda celeste, esa mezcla de colores rojos, amarillos, naranjas y azules, entrelazados entre sí, unidos todos en una gran sinfonía del color natural. La quietud de las últimas horas del día que moría poco a poco, con el suave olor del eucalipto, tranquilizaba nuestros animos. Papá,¿ en que piensas?Le pregunté al taciturno de mi padre, sentado conmigo, a mi lado En este momento, estoy orando al Señor, por tu hermano Florentino, que comotu sabes se ha venido a Huelva, con su esposa, y los dos niños, y está sin trabajo. La verdad es que no sé con quien hablar, ya sabes que estoy dispuesto a hacerlo todo por vosotros los hijos ¿Qué vas a hacer? 640 - 641 - Si no te importa, hijo, vamos a orar ahora mismo Allí, en la casa de campo que teníamos, con la Biblia en la mano, elevamos una sencilla oración al cielo, acariciados por la brisa suave del campo onubense. Solo oíamos, el canto de aves silvestres y pájaritos pequeños que, en los nidos, piaban sin descanso siendo arrullados por sus progenitores. Era un silencio ensordecedor. ¡Señor! Tu sabes, lo mucho que necesitamos que intervengas en este asunto de mi hijo Florentino, díme qué es lo que tengo que hacer, cuando, cómo, donde y con quien, solo Tu tienes la respuesta. En el Nombre de Jesús, amén Nada mas terminar pensativo, me dijo: de orar, muy ¡Creo que ya tengo la respuesta, Juan José..........Voy a ir a hablar con el Excelentísimo señor Presidente de la Diputación de Huelva Pero... ¿tú lo conoces? Por ahora no, pero eso para mi no es problema alguno Al día siguiente, nos fuimos los tres hasta la capital. Huelva, lucía como una novia al ser bañada por el Sol. Yo, como ya había vivido anteriormente un tiempo en la ciudad sabía a donde quería ir, mientras mi madre, se quedaba en el mercado central, y mi padre, hacía las gestiones pertinentes en las oficinas del centro, aprovechaba para subir hasta el barrio de la Orden desde el Conquero. No quería perder la espléndida vista de las marismas del Rio 641 - 642 - Odiel. Allí, a un lado, detenía mi vehículo, y perdía cuantos mas minutos mejor, solamente mirando ese bello espectáculo natural que allí se ofrece gratuitamente para deleite de la vista. Habíamos quedado citados en una cafetería popular del centro de la ciudad.Todo lo teníamos previsto y bien organizado. Al final de la mañana, los tres nos reuniríamos en ese lugar. No teníamos prisa, que si queríamos comer por el centro, dispuesto estábamos, para volver a cualquier hora. Un lugar bullicioso, cruzado a diario por gentes populares del lugar, lleno de vida, con mesitas en plena calle, rodeadas por camareros frenéticos repartiendo cafés y bebidas refrescantes a una velocidad de torbellino, sin equivocarse nunca. Mujeres y hombres de todas las edades, y tipos sentados en las sillas, andando, detenidos o paradas ante los escaparates de las tiendas, hablando, riendo, gritando, o simplemente no haciendo nada de nada. Niños que con sus carteras colegiales, denunciaban con su cansina presencia, su cansada salida de las escuelas, caminando aburridamente hacia sus respectivas casas. Bebes llorones hasta lo indecible, que en sus carros, reclamaban la atención de las madres charlatanas. Dejé aparcada la furgoneta en cualquier calle que pude, algo alejada de la zona. Fui andando hasta la pequeña cafetería, donde mis padres ya me esperaban tomando un café con bizcocho. Qué ¿habéis hecho lo que teníais previsto? Les pregunté. Papá, introduciendo el dulce en el café con leche, derramó la mayor parte del contenido de la taza, ante la mirada curiosa de mi madre. Ayudándose de unas servilletas de papel, intentó limpiar aquello 642 - 643 - como pudo. El bizcocho, empapado de la leche, se doblaba peligrosamente sobre la mesa, hasta que se cayó. Eduardo, ¡eres un manazas!,¡has tirado el café poniéndolo todo perdidole dijo mi madre, mientras se levantaba para limpiar todo aquello. Mi padre no le dio la mayor importancia, y disponiéndose a contestarme me dijo: He ido a hablar con el Presidente de la Diputación pero me ha sido imposible. ¡Siempre las “supersecretarías”,¡chico!, ¡les tengo miedo!, ¡ellas controlan todo!,¡es imposible hablar con nadie cuando están por medio esas señoritas tan simpáticas!, pero una cosa te digo, voy a conseguirlo, y si tengo que saltar por encima de una de ellas, lo hago Mientras hablaba medio en broma, medio enfadado, mamá quien diestramente había adecuado la mesa pidiendo, después, otro café con leche al camarero, observó que al lado, estaba sentada, una muchacha muy joven, de raza gitana, muy agraciada que hablaba con otras personas al parecer amigas o miembros de su familia. En ese grupo se hablaba de Cristo, con una enorme, alegría y seguridad. La joven no se dio cuenta que estaba siendo observada por los ojos de mi madre y continuaba enfrascada en un diálogo lleno de chispa, de risas, bromas, con un acento andaluz onubense muy marcado. Mientras mi padre y yo comentábamos sobre los avatares de ese día, mi madre, despintándose de nuestros temas, había girado la cabeza por completo hacia ese grupo humano, que teníamos al lado. Tan segura como siempre, interrumpió a la muchacha. En el poder y gracia y misericordia del Misericordioso, y de su Mesías y del Espíritu Santo”. Frase cristiana , del 542, hallada en Arabia, antes de Mahoma. 643 - 644 - ¿Son ustedes cristianas?, disculpe, pero es que les estoy oyendo hablar y la curiosidad me anima a preguntarles ¡Claro que sí!, ¡somos cristianas! Respondió con exquisita educación. Es que les he escuchado hablar de Dios, y de la forma que ustedes hablan, he visto que son cristianas. respondió mamá. Aun seguía en la misma difícil postura para hablar Esta mujerpensé sobre mi madreva a tener una fuerte “tortícolis” como sigua hablando así ¿Les molesta que les haya interrumpido? agregó mamá. La joven, de manera resuelta, y como si nos hubiéramos conocido toda la vida, le contestó con toda seguridad: No, en absoluto, por favor, no hay problemastras unos segundoses mas......vamos a ordenar todo esto, y juntamos las dos mesas, y así hablamos mejórale parece? Claro que sí, no hay problemascontestó mi padre. Cuando ya habíamos unido las mesas con sus respectivos cafés, sin leche, con leche, sin dulces, con dulces, y el contenido de las tazas, dejó ya de temblar con tanto meneo de mesa, se reanudó la conversación retomando la conversación mi madre. Aproximadamente transcurrió media hora de dialogo cuando mamá añadió: 644 - 645 - Resulta que nosotros somos de Madrid, y estamos viviendo en Beas, donde el Señor nos ha enviado para hacer su obra....y esta mañana hemos bajado al centro por que mi marido, Eduardo, tenía que hacer unas gestiones oficiales, y dentro de un rato nos vamos para comer en casa. ¿No han comido aún? nuestra hermana gitana. interrumpió No, pero vamos, no hay problema, por que tengo todo hecho No, ustedes no se van a su casa a comer, por que les invito yo. Para mi es un honor hacerlo y quisiera que se vinieran conmigo a mi casa, y así conocen a mis padres, y seguimos hablando del Señor, por que yo ahora, siento la Presencia de Dios, y sé que hay un plan divino en este encuentro. Para mi es un placer, ¡ah! y perdonen, me llamo Dominga Yo, Lola, y háblame de “tu” por favor, que puedo ser tu madre. Mi marido, Eduardo, y este hijo mío, Juan José Todos nos levantamos, y nos dimos la mano. El resto de sus contertulios estaban de acuerdo, todos apoyaron su idea. Cinco minutos después, mi furgoneta estaba circulaba hacia la barriada de Natividad. Natividad es un barrio popular, de casas bajas, habitado por gentes humildes, muchos de ellos de raza gitana, que se levanta entre el monte del Conquero y las marismas del Rio Odiel. Aparcamos la furgoneta delante de la casa de Dominga. Fue la primera en bajar, y entrando sin abrir la puerta, ya que ésta estaba abierta 645 - 646 - de par en par, dio una voz llamando a sus padres: ¿Estáis ahí? ¡Siiiiiiiiii! respondió desde el interior de la cocina una voz gruesa de mujer. Undevel camela a tusa. Dios te ama, en lenguaje caló El olor a guisado recorría toda la casa. Un señor muy bien vestido, y con un clavel en la solapa de la chaqueta, miraba in interés la televisión. ¡Máma, te traído gente a comer, son unos hermanos de Madrid que me he encontrado en el centro El caballero floreado, se levantó inmediatamente. Abriéndonos sus brazos nos dijo: Bienvenidos a esta casa por favor siéntense Dirigiéndose a la hijaDomi, prepárales sillas, que se sienten en las mejores de la casa De la cocina, salió una mujer, gordita con delantal, de mediana estatura, con el pelo recogido en moño, cara redonda, y una espumadera en la mano derecha que goteaba aceite por todos los lados, quien levantando sus gruesos brazos, nos dio un abrazo a todos y un par de besos a cada uno, mientras se limpiaba la mano libre en una servilleta que llevaba colgando de la cintura. ¡Me llamo Lorena!, y éste es mi marido Guillermo Yo me llamo Lola, y tu y yo vamos a hablar mientras hacemos la comida, que yo sentada me aburro respondería 646 - 647 - alegremente mi madre, a la par que se besaban las dos. Asi que las dos mujeres se perdieron en el interior de la cocina, mientras, Dominga, organizaba el diminuto comedor, corriendo sillas, y muebles, para abrir la mesa central. Papá y Guillermo se sentaron juntos haciendo una rápida amistad criticando a sus respectivos hijos. Aquella tarde, después de una comida llena de alegría y hermandad, vino el resto de su familia, los que un principio estaba también en la cafetería y algunos más, para conocer a los “hermanos de Madrid”. Allí mismo organizamos un culto, antes de la hora de la merienda en el cual se manifestó el Señor. Pasaron algunas semanas, desde aquel encuentro feliz, sin respuestas del Presidente. Papá comenzaba a inquietarse, pero no cejaría en su lucha. Ese lunes, a primera hora, fuimos los dos a Huelva. Yo tenía que ir a la Escuela Universitaria de Magisterio para resolver algunos asuntos personales, y el se fue a una librería cualquiera del centro de la ciudad. Allí, compró la mejor Biblia que tenían a la venta, y tras garabatear unas palabras en la contraportada, la envolvió en un delicado papel de regalo. Con ese paquete se fue a la Diputación y entrando directamente hasta el despacho de la Secretaria, le rogó que cuando pudiera, se la entregara. Jesús penela: Manguisinelo el drom, la chanigua, y la changué. Nadie abillela al Patu sino por Bangui. Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al padre sino por mí. JUAN 14-6. En Caló Hoy no puede ser dijo la funcionaria, de manera muy seca y cortante No está. Tiene una reunión con el Alcalde 647 - 648 - No importa, pero prométame que le va a entregar usted personalmente este paquete al Presidente en cuanto vuelva. ¿Lo promete? Claro que sí, ahora mismo, lo coloco aquí, junto a mi lado, y en cuanto entre se lo entrego. No se preocupeRespondió la eficacia en persona, dejando la Biblia de cualquier forma en una esquina de la mesa, sin levantar la vista del interesante documento que tenía entre manos. Papá, intentando ver sus ojos, se agachó un poco para decirle: Se lo agradezco, señorita El sereno semblante de papá me dio la seguridad que el estaba tramando algo de lo que estaba seguro de obtener una pronta respuesta. Dos dias después volvió a llamar por teléfono, a la secretaria. Como ella no le había visto la cara en la entrevista, no se acordaba. Secretaria, ¿me podría decir, Presidente, tiene ya la Biblia? si el ¿De qué Biblia me habla?Escuetamente, la simpatía en persona. Le hablo de la que antes de ayer le dejé en su mesa, para el Presidente de la Diputación En ese momento, cambió el tono áspero de su voz, por otro lleno de alegría. ¿Es usted el de la Biblia? Si, si, que soy yo, no creo que haya muchos que todos los dias le envíen el Libro a este 648 - 649 - señorcontestó con ese laconismo inglés, que tanto le caracterizaba ¡Que gran alegría! ¡Asi que es usted!, sí la ha recibido, yo misma se la entregué y el Sr.Presidente, se alegró mucho, encargándome que le de las mas expresivas gracias, por que le puedo decir que allí mismo la abrió leyendo las palabras que usted le ha dirigido en la contraportada Acostumbrado a estas cosas, papá no sabía quien se alegró mas, o el Presidente o la secretaria, pero de la esperada entrevista nada de nada. Me alegro mucho que usted se la haya hecho llegar, pero dígame, ¿y la entrevista? El Presidente me ha dicho que en cuanto pueda lo recibirá, pero que en estos dias, le va a ser imposible. Su agenda está llena hasta que pasen veinte días, más o menos Bueno, pues muchas gracias por todo respondería papá colgando el teléfono. ¡Veinte dias!, para que cuando terminen, tenga que ser de nuevo aplazada la entrevista Pensó mi padreMe toca de nuevo orar, no me fío de esto Coincidiría que en ese plazo de tiempo, nos llegó una noticia a través de un amigo de Beas. Era ese tipo de información frugal que se comenta en los corrillos vecinales, entre los chismes diarios populares. Paseando por la plaza del pueblo, papá y yo, nos encontramos con Martín, un antiguo conocido. Hablando con él de los asuntos de la villa, nos dijo: 649 - 650 - Eduardo, van a inaugurar una Residencia de la Tercera Edad, en Gibraleón, este próximo sábado, y creo que van a ir todas las autoridades de la provincia, incluido el Presidente de la Diputación ¡Gracias amigo!,¡esta es la oportunidad! Me dijo papá mirándome a los ojos. Fuimos a esa hermosa población de Huelva, con nombre de origen árabe, y llena de historia. El lugar estaba abarrotado de gente,y era imposible poder pasar por allí. En frente, en un balcón tres autoridades, el Alcalde del pueblo, el Presidente ansiado por mi padre, y el director de la residencia, ante un micrófono que enviaba la voz a todos los altavoces. A sí mismo, equipos humanos y técnicos de la radio y la prensa pululaban por ahí de un lado a otro. Papá no atendió a ni una de las palabras que los políticos estaban pronunciando respaldados por los aplausos de los asistentes. No le interesaba. Me rogó que le esperara el tiempo que fuera necesario, para perderse después entre la multitud, desapareciendo como devorado por la misma. Logó librarse diplomáticamente de la escolta policial, y se introdujo en el mismo edificio que se estaba inaugurando, por fé, todo por fé. Señor si para ti no hay nada imposible ¿me van a impedir cuatro policías entrevistarme con un simple mortal? ¡no claro que no!, así que allá voy A pesar de conseguir penetrar dentro, no veía el momento oportuno, por que todos hablaban de todo, la prensa interceptaba constantemente, y aquello era un constante ir y venir de trajes con corbata 650 - 651 - relucientes, pero del Presidente no había ni rastro en esa zona. El acto se estaba acabando, y por unos instantes pensó que la oportunidad se perdía de nuevo. “Este hombre es mas difícil que Su Majestad el Rey” pensó nervioso. Mi padre, era una persona que precisaba con rapidez hacer sus necesidades fisiológicas, y sin pensarlo buscó el servicio para orinar. No podía dudarlo, necesitaba entrar. Y lo hizo. Allí, tranquilo frente al urinario, miró al compañero que entró medio minuto después, justo al lado, quedándose de piedra: ¡El presidente!, solo, solito, cumpliendo lo mismo que él. ¡Sr. Presidente! ¿Es usted? Si soy yo. ¿Qué desea? Hablar con usted ¿Ahora? ¿No puede usted esperar a que terminemos de......? Soy Santos Elola, que le envié una Biblia el otro día El rostro del político cambió por completo, y ajustándose con rapidez el pantalón, dando por finalizada su necesidad fisiológica, le dio un fuerte abrazo a papá, quien aun no había podido cerrar por completo la cremallera de su pantalon. ¡Hombre!, ¡Eduardo!, que gran alegría, no sabes lo que te agradezco la Biblia! ¿Sabes una cosa?, yo soy creyente, y te puedo decir que leo el Santo Libro todos los dias, ¡ es el mejor regalo que he recibido!, ¡Dime!,¿Quieres que hablemos? 651 - 652 - Papá finalizando su ardua tarea por tanto abrazo, tras arreglarse la compostura del pantalón, le dijo: Llevo detrás de ti, y perdóname que te hable de “tu”, ya que lo haches conmigo, no sé cuantos dias, para tener contigo una entrevista, lo necesito Eduardo, mañana mismo, te recibo Le contestó saliendo del servicio, y llamando a la sempiterna secretaria, que en ese día, figuraba como un florín adornado, le dio una orden¡Mañana recibo a las once de la mañana, a mi amigo Eduardo!,¡no me pases llamadas!,¿de acuerdo? Ese día, se vistió con el mejor traje que tenía, y llevando bajo su brazo, otro libro que estaba leyendo, se fue a hablar con el Presidente, por si éste pudiera interesarse de alguna manera por el caso del trabajo de mi hermano, siempre dentro del cumplimiento mas estricto de la ley. El presidente le expuso con detalle cómo funcionaban los asuntos, y que el no podía hacer nada al respecto, pero le prometió estudiar el tema, teniendo por delante, la brillante exposición que se le hizo de la laboriosidad y experiencia de mi hermano, y dejando muy claro que mi padre no quería ningún tipo de favoritismos que hubiera manchado el testimonio, y el encuentro entre los dos, únicamente buscaba orientación y consejo. Salió de la entrevista con una enorme esperanza, por que la conversación se derivó hacia temas relacionados con la Fe, la Biblia y la oración, quedándose a un lado el asunto principal. Dios se mueve de maneras distintas a las nuestras, su plan era que el testimonio 652 - 653 - cristiano llegara personalmente a la maxima autoridad civil de la provincia, proporcionándole a mi padre, de paso, un espaldarazo humano a su labor testimonial en Huelva. No se consiguió el ansiado trabajo en la Diputación, por que el Señor que “pone en nosotros tanto el querer como el hacer”, marcó otro destino distinto. Aun así la situación de mi hermano, necesitaba respuestas. Informándose que habían sido convocadas unas oposiciones al Banco Atlántico, le animaría una y otra vez para que estudiara, a fin de poder presentarse a las mismas. Papá no cesaría ni un instante en su búsqueda. Entrando accidentalmente en el círculo social de Huelva, hizo amistad con Suárez, director de una Empresa, que tenía allí delegación. Esta señor, Suárez, resultaría ser conocido del Presidente de la Diputación, quien le había hablado de un tal Sr. Santos, de Madrid, y de uno de sus hijos, sugiriéndole que si el podía hacer algo, se lo agradecería mucho por que tenía en ese caso especial interés en ese caso, ya que Santos, demostraba ser una excelente persona. Papá, hacía tiempo que había dejado de impresionarse ante las “coincidencias”. Suárez, se mostró muy abierto en todo momento, prometiendo interesarse por el caso, dentro de sus posibilidades. Por nuestra parte, mi hermano, estudiaba con esfuerzo todas las tardes, para participar en las oposiciones. Estas se convocaron, y las aprobó con un resultado excelente, el número uno. Papá, muy preocupado, por que quizá la ayuda del Sr. Suárez, fue la que determinó ese resultado, fue a consultar con él. Sin embargo su nuevo 653 - 654 - amigo, le mostró claramente que no había sido así, por que florentino, aprobó por sus buenos conocimientos. No fue necesaria ninguna ayuda. Mi padre se quedó tranquilo. De nuevo, el Señor se movería según su Voluntad. Papá, usando, sus habilidades sociales, se movía como un pez en el agua, entre los cargos políticos provinciales, y los directores de empresa. Mientras fue empleado de la “Unión y el Fénix Español”, pudo establecer contactos con las delegaciones que ésta entidad tenía en distintas provincias, y como para él era algo preceptivo, se veía obligado, siempre que iba a una capital de provincias a visitar al responsable de la “Union”. Martinez, se había formado en la gestión de los seguros, recorriendo cada hogar, cada familia, cada pueblo, aldea, villa ofreciendo seguros una y otra vez. Vendedor osado de pólizas, hizo de ese mundo su vida comercial. Desde muy joven, animado por las primas que ofrecían los mantenimientos de los contratos realizados y firmados por los clientes, quiso marcarse un futuro prometedor. Desde muy joven, seguramente por que lo había visto en su padre, se marcó una meta segura y firme, para, de esa manera, crearse una seguridad financiera familiar. Dendicándole muchas horas, dias, meses y años, utilizando incluso los dias festivos, pudo ir ascendiendo poco a poco en la empresa. Gracias a su labor entregada, realizó además el sueño de su vida: casarse, comprándose un piso y dar a sus hijas, un futuro prometedor. Cualquiera diría, que Martínez, había llegado a la cumbre de la felicidad. Lo tenía todo, un buen puesto de 654 - 655 - trabajo en la dirección de la sucursal de una gran compañía de seguros, prestigio provincial, puertas abiertas en los mejores ambientes de Huelva, una bella esposa y un par de hijas estupendas que estudiaban en la Universidad. Se diría que representaba al hombre triunfador, el inmejorable técnico de seguros que todo lo consigue, y sin embargo había algo en su vida personal que no funcionaba bien. Sentándose cada dia en su despacho, ante un montón de documentos y numerosas llamadas de telefono que le requerian para asuntos comerciales y personales. Los empleados discutían cada día con el sobre los asuntos concernientes a las incidencias de las contrataciones, accidentes de automóviles y otros asuntos. Allí podía sentirse el rey, y en esos momentos lo era. Gobernaba un reino muy chiquititito, pero era el suyo. Terminaba su quehacer muy tarde, y al volver a su casa para descansar averiguaba que algo le faltaba, y que no era feliz del todo. No se encontraba satisfecho. No sabía el porqué de aquello pero su vida se estaba desmoronando. ¿Motivos para ello?, ninguno. Su esposa era fiel, y sus hijas le adoraban, pero en su mente, algo se estaba rompiendo, viéndose que día a día, su mente caminaba al borde del abismo. Pudiera ser, que el exceso de trabajo, su celo por la labor bien hecha, le encaminaba a un punto sin retorno. Apareció como una sombra negra maldita la depresión psicológica, que le atormentaba dia a dia. Para combatirla, se entregaba aun mas a su labor, olvidando poco a poco que tenía una familia a la que mantener, no solo con dinero, sino con atención, dedicación y amor. Cada vez se alejaba mas de su mujer, y ésta cansada y aburrida de la montonía familiar, notaba que su marido, 655 - 656 - quien de joven la colmó de atenciones, ya no era el mismo, y que estaba cambiando. Su carácter alegre se tornó en arisco y rebelde. Aquella persona, se estaba volviendo irritable, malhumorado, apático, agresivo. El amor primario, se estaba hundiendo cada vez más en un abismo sin fin. Las costantes discusiones familiares, la ira contra cualquier cosa que las jóvenes hacían o decían en casa, minaban la unidad familiar. Aparecieron los celos, y la sufrida esposa, no podía moverse sin temer a la reacción de su marido. Martínez, era cosciente de esto, pero no podía evitarlo, así que comenzó a visitar médicos, y a atiborrarse de medicinas que a la postre servían para poco.Desesperado se agarraba al sillón de la dirección empresarial, en donde al parecer, al menos encontraba una paz inexistente y aburrida, pero al menos, huía de la casa, de la mujer, de sus hijas, o de sí mismo. Sin saberlo a ciencia cierta, estaba huyendo hacia delante. Los premios a su labor por parte de la Empresa le parecían a la postre, algo ridículo cuando se miraba en el espejo. Perdía por minutos el principal aliciente, el amor a la vida. Un día apareció por la puerta de su oficina, un antiguo empleado de la Dirección General de la Compañía en Madrid, quien insistentemente le había pedido entrevistarle para saludarlo tan solo. El todopoderoso director, recibía con los brazos abiertos a todos los que desde Madrid, se acercaban, pero ese personaje le causó una grata impresión, hombre culto, bien presentado, y de buenos modeales. Había algo en él que llamaba la atención del director de la delegación, algo distinto, que le intrigaba con notoriedad. Era mi padre. Ese día los dos salieron de la oficina a tomar un café en el bar de la 656 - 657 - esquina, y allí Martinez se explayó con Santos Elola. Todos los quehaceres rutinarios de su trabajo, quedaron, suspendidos por un par de horas. Los dos hombres, rápidamente crearon una buena amistad, partiendo del conocimiento de amigos comunes en “La Unión”. Y así, cuando le placía a papá, llamarlo por teléfono, para hablar, Martínez con mucho gusto accedía. Seguramente por que ya estaba cansado de tanto problema, y en el fondo le daba un igual todo lo que le rodeaba o por que amaba hablar con alguien que le infundía algo de paz. Así en este ir y venir de confidencias personales, le confesó su principal problema: la depresión. Mi padre sabía que había algo mas, y que ese mal, no era ni mas ni menos que el síntoma de problemas aun mas profundos. El no era psicologo, ni psiquiatra, pero estaba avezado en la lucha diaria por la supervivencia. Conocía pues las posibles causas. CarlosLe dijo mi padre, mirándole fijamente a los ojos, los dos sentados frente a frente, en su despacho,a puerta cerrada, para que nadie les molestaratu problema, es que tienes un enorme vacío, interior, que no te lo llena nada ni nadie, y eso es lo que te pasa. Te voy a hablar de Alguien que puede y que quiere cambiar tu vida. Conmigo lo ha hecho, no veo por que no lo puede hacer contigo Eduardo, no sé a quien te refieres, pero si me vas a hablar de un buen psicólogo, ahórrate el esfuerzo, por ue estoy muy cansado de todos ellos, para mi no hay salida 657 - 658 - Claro que sí, que la hay, yo tambíen he sufrido el azote depresivo,por causa de uan enfermedad que he superado gracias al poder de Dios, y si me permites, te voy a decir, que hay una ayuda y esa está en la Biblia Al oir esa palabra, Carlos, se mostró intranquilo y concierto desdén dijo. Por favor no me hables de religión, yo ya estoy muy “quemado” de todo Amigo te equivocas, no te hablo de religión, por que no soy religioso, soy cristiano Contestó con tranquilidad Bueno, yo no sé que es lo que tú, Eduardo, eres, pero veo que tu eres distinto a los demás, hay algoen ti que me llama poderosamente la atención, quiza sea tu tranquilidad, y el no tener problemas ¿Qué yo no tengo problemas?, ¡que poco me conoces Carlos!,¡ si yo te contara!,¡claro que los tengo y los he tenido!,¡nadie está libre de ellos!, pero¿sabes cual es la diferencia entre tu y yo?, y no quiero decir que yo sea mejor, mas bueno, mas santo, mas guapo que tu, no es eso... ¿Cuál es? Sencillamente, que un día conocí al Señor ¿A que “Señor”? A Cristo ¿A qué “Cristo”? exclamó Carlos pensando dos cosas, o bien que Eduardo estaba “loco”, o que estaba en alguna cofradía de Semana Santa detrás, de 658 - 659 - alguno de esas imágnes de “cristos” tan populares en la España católica. No es nada de lo que tú estás pensando, seguramente. Yo no pertenezco a ninguna hermandad, ni a sectas religiosas de esas que andan por ahí de un lado para otro engañando a pobres mentes.Como ya te he dicho no soy religioso, por tanto no estoy vinculado a nada de eso, pero si lo estoy con Cristo, el verdadero, y unico, Jesucristo, el Hijo de Dios, que vino a predicar la palabra divina, y verdadera. No es un personaje de hace 2000 años solamente, es Alguien que vive y que es fuente de felicidad Eduardo ¿eres Testigo de Jehová? Ya te he dicho que no, nada tengo que ver con ninguno de esos grupos religiosos y sectarios, mas bien me llevo fatal con ellos Prosigue, Eduardo, te escucho Mira, Carlos, todos esos problemas que tu tienes, es por que falta algo en tu vida, y es tener un encuentro personal con Dios vivo, que en estos momentos, aunque tu no te lo creas está aquí Eduardo ¡no me vengas con tonterias religiosas!, ¡yo no veo a ese Dios que tu dices tener! Por que te niegas a verlo, pero El si te ve a ti, y me da igual que seas o no creyente, ateo, supersticioso, agnóstico o lo que seas, pero sí te digo que....Mirándole con autoridad directamente a los ojosCristo desea ayudarte, a ti a Carlos Martiñez, maximo responsable de esta delegación en la provincia, por que en el fondo estás solo, y necesitas ayuda 659 - 660 - Eduardo no pretendas, meterme en ninguna religión o secta, por que por ahí no entro, y si así lo haces ahora mismo damos por acabada nuestra amistadexlamó Carlos, con cierta timidez, por que se daba cuenta, que nadie le había hablado nunca así. Sentía que en el fondo estaba temblando. Las palabras que salían de los labios de Santos, tenían un poder especial. Algo le estaba motivando a hablarle así. Quizá una fuerza superior que él desconocía. Nunca, jamás, amigo haría tal cosa, no se trata de ir mucho a la iglesia, sea cual sea ésta, por cumplir, por tradicción, de lo que se trata es que seas valiente, y busques personalmente a Cristo, creas o no en El, aunque es mejor que al menos tengas alguna creencia en su persona, pero incluso eso ahora mismo da igual, si eres sincero, y decides buscar en su palabra respuestas a tus problemas, Carlos Eduardo, me estás convenciendo, y no sé por qué Yo no te convenzo de nada, eres tu mismo, quien en el fondo de tu alma, se está dando cuenta que tanta resistencia por tu parte no es mas que una pataleta ante una salida a tus problemas.Eso es Quizá sea eso Respondió el director, desmoronándose ante la seguridad del mensaje de mi padre. A lo largo de la conversación el duro de Carlos se fue ablandándose cada vez más, hasta que ya no pudo más. Eduardo, te confieso que necesito tu ayuda 660 - 661 - La mia no, la de Cristo, Carlos La que sea, pero tu eres un hombre de fe, y nunca le he dicho esto a nadie, pero como tú me has hablado me ha llegado muy dentro. ¿Cómo puedo conocer a ese Dios, que tú tienes? Habla con El Pero...¿cómo lo hago? Bien, Carlos, si no te importa, vamos a hacer algo que seguramente te va ser muy extraño, vamos a orar ¿Aquí?, ¿en el despacho? Sí, da igual Daré órdenes de que no nos molesten Martinez, habló con su secretaria para que nadie pasara a la oficina, y ordenó que no le transfirieran llamadas telefonicas de ningún tipo, por urgentes que éstas fueran. Una vez hecho esto, los dos hombres se sentaron mas cómodamente en el sofá, y procedieron a orar. Carlos, mantenía sus ojos bien abiertos, mientras que Eduardo, los cerraba, como era su costumbre. Carlos, te invito, a que de alguna manera, pienses en Jesucristo, que mis palabras sean para ti como un piloto que te está orientando en el mar ¡Como no, cuando quieras amigo, buena falta me hace! Señor—Comenzó a orar mi padre, en voz baja, en quietud respetuosa, como si estuviera en una iglesia antiguaTe ruego por mi amigo Carlos, deseo que tu le hables 661 - 662 - a él, que entres en su vida, que el vea la luz en la oscuridad. Señor, está en un momento muy malo de su vida, solo tu puedes y quieres ayudarle a salir de esta situación.Padre, te lo ruego, interven en su alma, por que él quiere ser liberado de esa depresión, llena su vida de tu luz Señor. Todo te lo pido en el Nombre de Jesús Al terminar, papá levantó la vista, y observó que los ojos de Martinez, estaban llorosos. Gracias, Eduardo, muchas gracias Mi padre, tenía en el bolsillo un libro de psicología cristiana, titulado “Como vencer la depresión”, del pastor y psicólogo Tim La Haye. Su intención era precisamente regalárselo a su amigo el director. Carlos, si no te importa, me gustaría regalarte un libro muy bueno, que seguramente te va ayudarLe dijo mientras se lo mostraba. Por supuesto, Eduardo, me vendrá muy bien Carlos y Eduardo se levantaron, dándose un fuerte abrazo. No sé por que razón me encontré con ese señor, pero un día mi padre me lo presentó, posiblemente, era por que tendríamos algún viaje que hacer a Madrid, para lo cual nos despediríamos de él. Lo único que recuerdo de mi encuentro fugaz con el director, son sus palabras: He leído el libro y me ha ayudado mucho, ahora estoy ya mucho mejor. Estoy saliendo de la depresión 662 - 663 - Los azares de la vida son injustos, pero así están hechos. Nunca mas pudimos tener noticias de él, quizá por que falleció, o por que se marchó a vivir a otro lado, o por cualquiera otra razón, pero lo que sí es cierto es que papá antes de despedirse le regaló ademas una Biblia invitándole a que recibiera al Señor en su vida, algo que Carlos agradeció sinceramente. EN EL SEGUNDO PDF DISFRUTARAS DE LA LECTURA Y DEL TESTIMONIO. 663