VALLADOLID 2012 NÚMERO 47 - Real Academia de Bellas Artes
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VALLADOLID 2012 NÚMERO 47 - Real Academia de Bellas Artes
47 VALLADOLID 2012 NÚMERO 47 (BRAC) VALLADOLID 2012 NÚMERO 47 El Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (BRAC) es una revista científica, fundada en 1930, que publica artículos originales. Está dedicada a la investigación de las Bellas Artes (Arquitectura, Escultura, Pintura y Música) y a la defensa del Patrimonio Histórico Artístico en cumplimiento de los contenidos encomendados a esta Real Academia. Se dirige preferentemente a la comunidad científica y universitaria así como a todos los profesionales e interesados por el Arte en general. Su periodicidad es anual. El BRAC aparece recogido en las bases de datos ISOC, LATINDEX y DIALNET Edición, Redacción e Intercambio Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción Casa de Cervantes. C/ Del Rastro, s/n. 47001 Valladolid [email protected] [email protected] www.realacademiaconcepcion.net Director Luis Alberto Mingo Macías (Universidad de Valladolid. E.T.S.A.) Secretario Jesús Urrea Fernández (Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras) Consejo de Redacción Salvador Andrés Ordax (Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras) José Carlos Brasas Egido (Universidad de Salamanca. Facultad de Filosofía y Letras) Joaquín Díaz González (Fundación Joaquín Díaz. Urueña. Valladolid) M.ª Antonia Fernández del Hoyo (Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras) Jesús Urrea Fernández (Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras) Consejo Asesor Santiago Alcolea Blanch (Instituto Amatller de Arte Hispánico. Barcelona), Miguel Cortés Arrese (Universidad de Castilla-La Mancha. Toledo), Eduardo Carazo Lefort (Universidad de Valladolid E.T.S.A.), José Manuel Cruz Valdovinos (Universidad Complutense de Madrid), Odile Delenda (Wildenstein Institute. Paris), Pedro Dias (Universidade de Coimbra), Ismael Fernández de la Cuesta (Real Academia de San Fernando. Madrid), José López-Calo (Universidad de Santiago de Compostela), Emilio Marcos Vallaure (Museo de Bellas Artes de Asturias. Oviedo), Pedro Navascués Palacio (Real Academia de San Fernando. Madrid), José Javier Rivera Blanco (Universidad de Alcalá de Henares) y Enrique Valdivieso González (Universidad de Sevilla). © Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción © De los textos: sus autores Depósito Legal: VA. 237.–1992 I.S.S.N. 1132-0788 Imprime Gráficas Gutiérrez Martín Cobalto, 7. Valladolid Sumario 47-2012 Estudios 9 Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica, Clementina Julia Ara Gil 25 Dos bustos relicarios de las once mil vírgenes, de taller alemán del entorno de Colonia, en Joarilla de las Matas (León), Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez 35 ¿Una traza para el Retabalo Mayor del Sagrario de Málaga?, Jesús Urrea 39 En el entorno de Gaspar Becerra: modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573), Manuel Arias Martínez 53 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid), Eloísa Wattenberg García 67 El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción, Alba Rebollar Antúnez 93 El compositor y bailarín Antonio Cayron en Valladolid, Joaquín Díaz 97 Un apunte sobre la práctica litográfica en Valladolid, Estela Mielgo Crespo 105 El escultor Moisés de Huerta. Una evocación desde Valladolid y La Habana, Salvador Andrés Ordax 115 La primera promoción de la residencia de paisajistas de El Paular, Javier García-Luengo Manchado 125 Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral, Ana M.ª Pérez Pérez 139 Oteiza en Valladolid, Fernando Zaparaín y Jorge Ramos Vida Académica 153 Memoria del curso académico 2012-2013 157 Lista de Académicos ESTUDIOS BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 LOS CRUCIFIJOS DE ALEJO DE VAHIA. APROXIMACIÓN A UNA CLASIFICACIÓN TIPOLÓGICO-CRONOLÓGICA Clementina Julia Ara Gil Real Academia de BBAA de la Purísima Concepción RESUMEN: El crucifijo es el tema iconográfico más repetido en la obra del imaginero Alejo de Vahia (activo ca. 1480 – m. 1515). Los ejemplares que hasta ahora se han puesto en relación, más o menos directamente, con su forma de hacer superan la veintena. La revisión de sus características formales y de la valoración de las variantes, en función de los cambios en la escultura de la época, permite establecer una clasificación tipológica y formular una propuesta de ordenación cronológica. PALABRAS CLAVE: Alejo de Vahia. Escultura. Crucifijo. Gótico tardío. Siglo XV. ALEJO DE VAHIA’S CHRISTS ON THE CROSS. ATTEMPTING A TYPOLOGICAL AND CHRONOLOGICAL CLASSIFICATION ABSTRACT: Christ on the Cross is the most repeated subject of sculptor Alejo de Vahia’s work (active ca. 1480 – d. 1515). There are more than twenty examples that have been put in connection, more o less directly, with his way of working. The review of their formal features and the evalluation of variations - based on the changes of the sculpture of the time -, make it possible to establish typologies apart from formulating a proposal of chronological order. KEY WORDS: Alejo de Vahia. Sculpture. Christ on the Cross. Late Gothic art. 15th century. Entre los temas iconográficos que forman parte de la actividad del imaginero Alejo de Vahia (activo ca. 1480 – m. 1515), la figura de Cristo crucificado tiene un puesto importante, ya que, de hecho, es el tipo de imagen que más se repite en su producción1. El número de crucifijos que hasta ahora se han puesto en relación, más o menos directamente, con la manera de hacer de este escultor alcanza ya el número de veinticuatro en madera tallada, más un relieve en piedra, sin contar otro en paradero desconocido2 y otro en curso de publicación. El destino, en muchos casos azaroso de las imágenes de devoción, ha dado lugar a una gran dispersión de modo que es posible descubrir todavía obras nuevas. Por este motivo y por la diferente valoración de que han sido objeto las obras conocidas, creo oportuno volver en este momento sobre estas imágenes en el intento de fijar sus características, establecer una tipología y, en la medida de lo posible, ensayar una secuencia cronológica. El problema principal en esta tarea es la carencia de referencias temporales sobre las que apoyar la propuesta. Con excepción de 10 Valladolid. Convento de Santa Teresa. Clausura. Crucifijo. la imagen de la Magdalena para el retablo mayor de la catedral de Palencia y de las esculturas asociadas a retablos de los que formaron parte, las piezas de imaginería no se relacionan con fechas concretas y este es el caso de los crucifijos. Por eso su clasificación ha de hacerse en función de las características estilísticas e iconográficas, lo que tampoco es un terreno firme dada la fidelidad del escultor a unos esquemas establecidos. No obstante y a pesar de los rasgos comunes que se reconocen en todos los crucifijos, hay variantes que permiten establecer grupos. Los Cristos crucificados de Alejo de Vahia se ajustan en términos generales a la configuración de los crucifijos del siglo XV según la tipología aportada por Thoby3. Son BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Clementina Julia Ara Gil rasgos propios de época la gruesa corona de espinas tallada, la cabeza inclinada sobre el costado derecho, los brazos casi horizontales o con ligera elevación sobre la cabeza, el cuerpo vertical, alargado y en forma ahusada con escasa proyección hacia delante de las rodillas, los pies cruzados en rotación interna y la carencia de suppedaneum. A pasar de esa contención en el movimiento suelen tener un aspecto dramático principalmente por los rasgos de sufrimiento en el rostro. En ese momento el paño de pureza o perizonium se acorta considerablemente en relación al siglo anterior, con excepción de Italia, de modo que se reduce a una estrecha banda que rodea las caderas, cruzada o no entre las piernas y cuyos extremos pueden en ocasiones caer verticales o formar volutas volanderas en uno o en los dos lados. Sobre esta base general los distintos artistas han aportado diferencias de matices que pueden servir como criterio de clasificación. Alejo de Vahia interpreta la figura del crucifijo dentro de estos parámetros pero con sus particularidades. Una de ellas es el escaso nivel de dramatismo. Los rasgos estereotipados del rostro pretenden conseguir un cierto tono de dolor y a ello contribuye la forma de los ojos, entreabiertos en la mayoría de los casos. Pero el resultado es de serenidad y dulzura, incrementado por el rictus de la boca que parece esbozar una sonrisa, tanto si está semiabierta, dejando ver ligeramente los dientes, como si está cerrada. La apariencia corporal tampoco contribuye a crear efectos especialmente patéticos porque, si bien en los que parecen más antiguos están exagerados los detalles anatómicos, en todos ellos hay un suave movimiento curvilíneo que se acusa, sobre todo, en el perfil de la espalda. Por otra parte hay que señalar que el rigor esquemático que a veces afecta a estos crucifijos no excluye la búsqueda de una interpretación naturalista de huesos, Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica 11 Becerril de Campos (Palencia). Museo de Santa María. Crucifijo. Viana de Cega (Valladolid). Iglesia parroquial. Crucifijo. músculos y articulaciones, detalles que originariamente se completarían con la policromía. Aunque la mayor parte de estos crucifijos ha llegado a nuestros días con la pintura modificada por arreglos posteriores, tenemos los testimonios que aportan el crucifijo de Villafáfila (109 x 103 cm.)4, recientemente restaurado5, y sobre todo el del convento de Santa Teresa de Valladolid (95 x 88 cm.)6, conservado en excelentes condiciones y con una minuciosa policromía original que llega a reproducir pequeños detalles de vello en diferentes partes del cuerpo. Este último tiene además como rasgo singular, el estar asentado sobre una peana a modo de Calvario con la calavera y huesos esparcidos bajo los pies de Jesús. Esta obra ha de tomarse asimismo como referencia para el madero de la cruz, que en las obras de Alejo de Vahia es liso, y para la cartela, que en muchos de los crucifijos ha desaparecido o ha sido sustituida. Aparte de los inconfundibles formalismos en el trazado del cabello, de las facciones de la cara y de la peculiar forma de resolver la barba, puede tenerse como particularidad de este escultor el trazado de la corona de espinas, tallada en forma de dos gruesas ramas sin desbastar que se enroscan en forma de cordón. Sólo ocasionalmente en dos esculturas propias del artista –La Seca (Valladolid) y San Francisco de Palencia– y en una de taller –Villalba de Guardo (Palencia)–, la corona tiene tres cabos tejidos en forma de trenza. El tratamiento de la anatomía contiene detalles que se repiten y que revelan su autoría, como son la pronunciada articulación de los hombros, la resolución de los músculos del brazo mediante un surco en Y, así como BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 12 Clementina Julia Ara Gil CLASIFICACIÓN TIPOLÓGICA Palencia. Iglesia de San Miguel. Crucifijo. el relieve prominente en forma de cordón de los tendones flexores de la cara interna de uno o de los dos antebrazos También son aspectos que se mantienen a lo largo de toda su producción el estrechamiento de la cintura, las caderas redondeadas, el vientre prominente con el ombligo en forma de ojo, la fuerte definición de la articulación de la rótula y de la arista de las tibias, pero sobre todo el perfil curvilíneo de la espalda. En todos los casos el pie derecho monta sobre el izquierdo, y ambos siempre se cruzan en rotación interna con excepción del de Villafáfila, que tiene el pie izquierdo en la vertical del cuerpo y el derecho cruzado sobre él, en rotación externa. Las dimensiones de las tallas son variables dado que su altura oscila entre los setenta centímetros y los casi dos metros, pero esta diferencia de tamaño apenas afecta a sus características. BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Las variables que se reconocen en los crucifijos de Alejo de Vahia son la disposición del cabello, el tratamiento anatómico y la manera en que el perizonium se ciñe a las caderas. En función de estos aspectos es posible elaborar una clasificación y establecer grupos. El perizonium es el que inicialmente marca de una forma más llamativa la diferencia entre las distintas imágenes y por ello puede servir como primer criterio de ordenación. Los dos modelos que, con pequeñas variantes, se encuentran en los crucifijos de Alejo de Vahia se repiten igualmente en las obras de este escultor cuya temática implica un desnudo, como el Bautismo de Jesús, el Ecce Homo, los grupos de la Piedad, el Llanto sobre Cristo muerto o las imágenes de San Sebastián7. En uno de ellos la banda de lienzo se ciñe a las caderas, cruzada entre las piernas, de modo que el borde superior, en forma de V, desciende hasta la parte inferior del vientre. En el otro, la banda de lienzo rodea el cuerpo horizontalmente formando pliegues estrechos y se anuda en el costado con una caída vertical del extremo de la tela. Otra de las variables que se reconoce en las imágenes del crucificado de Alejo de Vahia es el modo en que cae el cabello sobre los hombros. En la mayor parte de los crucifijos con el paño cruzado el cabello cae por delante del hombro derecho hacia el pecho, mientras en el lado izquierdo cae hacia la espalda dejando el hombro al descubierto8. Por el contrario, salvo alguna excepción, en los crucifijos que tienen el paño horizontal, el pelo cae verticalmente sobre el pecho en mechones simétricos a ambos lados de la cabeza. El modelado del cuerpo contribuye a la vez a establecer diferencias entre los crucifijos de Alejo de Vahia. Este escultor realizó Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica Cervera de Pisuerga (Palencia). Iglesia parroquial. Crucifijo. su actividad en el momento en que comenzaba a dejarse sentir la influencia renacentista que introduce toques naturalistas en las formas esquemáticas del cuerpo propias del gótico final. 13 este modelo de perizonium a lo largo de toda su producción con ligeras variantes, sobre un formato posiblemente elaborado en los comienzos de su trayectoria artística y modificado en el curso de su trabajo. En este grupo, el paño forma pliegues oblicuos descendentes a partir de las dos caderas, en la mayor parte de los casos con la zona correspondiente a la cadera derecha montada sobre la izquierda cuyo cabo cruza entre las piernas, pero también, en algunos, con la parte correspondiente a la cadera izquierda montada sobre la derecha. Si se compara este tipo de cruzado con el del perizonium de otros crucifijos de la época, el que ofrece una semejanza más estrecha –como ya apuntaba Joaquín Yarza9– es el gran crucifijo que preside el presbiterio de la iglesia de Santa María de Aguilar de Campos, procedente de la iglesia de San Andrés10. Este crucifijo, relacionado con la forma de hacer LOS CRUCIFIJOS CON EL PERIZONIUM CRUZADO Este tipo de paño puede considerarse estilísticamente más antiguo. Se utiliza en el arte flamenco desde la primera mitad del siglo XV, y es el que adoptan los crucifijos conservados en Castilla anteriores a 1500, aunque existan recurrencias en el siglo XVI. La manera en que está tratado el cruzamiento varía de unos escultores a otros, y cada uno suele ser fiel a su propio modelo. Los crucifijos de Alejo de Vahia o de su taller que han sido realizados con esta forma de paño constituyen el grupo más numeroso. A juzgar por las diferencias que se observan entre ellos, el escultor ha debido de acudir a Villafáfila (Zamora). Centro parroquial. Crucifijo. BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 14 Aguilar de Campos (Valladolid). Iglesia de Santa María. Crucifijo. del segundo taller que intervino en la sillería de coro de la catedral leonesa entre 1464 y 1475, especialmente con las figuras de Reyes del relieve del Árbol de Jesé, puede servir de referencia para este tipo de cruzado por ser anterior en cronología a los de Alejo de Vahia. Entre los crucifijos con el paño cruzado de Alejo de Vahia se observan algunas diferencias. Hay un grupo en que la parte que envuelve el cuerpo tiene la misma disposición que se observa en el gran crucifijo del presbiterio de Aguilar, aunque no lo siguen en la riqueza de los laterales volantes. Con la excepción del ya citado crucifijo del convento de Santa Teresa de Valladolid en el que el extremo del paño forma una voluta volandera en el costado derecho, la mayor parte de ellos tienen una simple caída vertical en la cadera izquierda. A este tipo pertenecen el BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Clementina Julia Ara Gil Palencia. Convento de San Francisco. Crucifijo. de gran tamaño de Viana de Cega (Valladolid) (200 x 185 cm.)11, el del Museo Marès de Barcelona (n.º 232) (106 x 95 x 17,5 cm.)12, el situado actualmente en el ático del retablo de la capilla de San Juan Evangelista en la nave del evangelio de la iglesia de San Miguel de Palencia (130 x 121 cm.)13 y de Villafáfila (Zamora). La misma forma de paño, pero enriquecida por la vuelta en voluta de la caída del perizonium, se encuentra en el crucifijo del retablo colateral de la epístola de la iglesia de Santa María de Aguilar de Campos (Valladolid) (130 x 115 x 23 cm.)14. En esta obra las proporciones son más esbeltas y el cuerpo se hace más flexible, incurvado ligeramente como continuación del giro de la cabeza. En todos estos crucifijos citados, el cabello cae verticalmente sobre el pecho por encima del hombro derecho y hacia atrás, sobre el hombro izquierdo. Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica 15 Capillas (Palencia). Iglesia parroquial. Crucifijo. Barcelona. Museo Marès. Crucifijo (n.º 237). Los crucifijos de la iglesia de Santa María de La Seca (Valladolid) (105 x 93 x 21 cm.)15, y del convento de San Francisco de Palencia (174 x 160 x 33 cm.) 16, tienen el paño estrechamente ajustado a las caderas sin caídas en los costados. Su configuración anatómica y sus proporciones corporales son más naturalistas que en los anteriores y se diferencian de ellos en la forma de la corona, con tres ramas trenzadas, y del cabello que cae simétricamente sobre el pecho a ambos lados del rostro. El mismo tipo de cruzamiento en el paño se encuentra también en el crucifijo tardío de la iglesia de Villalba de Guardo (Palencia) (109 x 90 x 20 cm.)17, en el que también coinciden la tendencia naturalista de la anatomía, la corona de tres ramas y la disposición simétrica del cabello. Otro grupo de crucifijos de Alejo de Vahia tienen el cruzamiento del perizonium invertido con respecto a los anteriores, así como la caída lateral, ahora situada en la cadera izquierda. Como es habitual en los crucifijos de paño cruzado, en este grupo también el cabello cae verticalmente sobre el pecho en el lado derecho y hacia atrás, sobre el hombro izquierdo. Siguen este modelo el gran crucifijo de Becerril de Campos (182 x 160 x 33 cm.), modificado por añadidos de tela encolada18, el de pequeño tamaño de Cervera de Pisuerga (Palencia) (90 x 90 x 16 cm.)19 y el del relieve del Calvario, procedente de un sepulcro, en la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Cuenca de Campos (Valladolid)20, enriquecido por el vuelo del paño. La misma forma de cruzamiento se encuentra en el segundo de Villafáfila (Zamora)21 y en el del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, procedente de BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 16 Clementina Julia Ara Gil dente de Cubillo del César (Burgos) y conservado en el Museo del Retablo en San Esteban de Burgos e igualmente tiene que ver con el de la imagen de San Sebastián en el Museo Diocesano y Catedralicio de León25. LOS CRUCIFIJOS CON EL PERIZONIUM HORIZONTAL Castromocho (Palencia). Iglesia de Santa María. Crucifijo. Villacreces (Valladolid)22. Ambos son de inferior calidad y aunque no se pueden considerar obra del escultor, tienen características que permiten asociarlos a su taller. Una excepción en el grupo de crucifijos con el paño cruzado de Alejo de Vahia es el conservado en el Museo Marès de Barcelona (n.º 237) (186 x 131 x 20 cm.)23, procedente de la iglesia de Santa María la Antigua de Valladolid24. Esta obra tiene los pliegues del paño horizontales en la cadera derecha, y descendentes desde el borde superior hasta la cadera izquierda, más parecido al tipo utilizado por Gil de Siloe, pero, en cualquier caso, con la dirección invertida. Esa manera de hacer tiene una semejanza más estrecha con la del crucifijo considerado de influencia flamenca y de cronología en torno a 1480-1500, proce- BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Hay un grupo de crucifijos con las características propias de Alejo de Vahia que presentan estrechas afinidades entre ellos y que coinciden en tener el paño de pureza en forma de una banda de tela que rodea el cuerpo horizontalmente y se anuda en la cadera derecha. Este tipo de paño es el que se impondría en Castilla en los crucifijos del primer tercio del siglo XVI por lo que cabe pensar que pertenece a un momento más tardío que el cruzado. Quizá en este cambio de modelo haya tenido que ver la influencia de Felipe Vigarny, quien a partir de 1498 trabajaba en el trasaltar de la catedral de Burgos, donde utiliza el paño horizontal en el crucifijo del relieve del Calvario. No hay que olvidar que este escultor fue contratado por el cabildo de Palencia para realizar las tallas para el retablo mayor de la Catedral, anteriormente encargadas a Alejo de Vahia. Con la única excepción del crucifijo de Villavaquerín (Valladolid), en todos los crucifijos que tienen el paño horizontal, el pelo cae verticalmente sobre el pecho en mechones simétricos como ocurría también en los de La Seca y de San Francisco de Palencia. A la vez, en las tallas de este grupo el tratamiento anatómico tiende a suavizarse y, sin perder del todo los rasgos esquemáticos, el cuerpo toma formas más flexibles y elegantes y, en algunos, describe una ligera curvatura. Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica El crucifijo de pequeño tamaño conservado en el Museo de Santa María de Becerril de Campos (Palencia) (75 x 64 x 16 cm.) puede servir de referencia para este grupo26. Restaurado en 1984, ha llegado a nuestros días, desprovisto de la cruz y sin corona de espinas, aunque conserva las huellas de haberla tenido. Su cuerpo describe un ligero movimiento que sigue la curva marcada por la inclinación de la cabeza. Son muy semejantes entre sí los crucifijos de Capillas (Palencia) (174 x 150 x 23 cm.) 27 , de Castromocho (Palencia) (178 x 168 x 25 cm.) 28 , de Moral de la Reina (Valladolid) (159 x 155 x 23 cm.) 29 y de Riberos de la Cueza (Palencia) (160 x 150 x 26 cm.)30, casi de tamaño natural, con el cuerpo muy esbelto y con escasas diferencias en sus dimensiones. Aunque repintados, dejan traslucir la excelente calidad de su talla. Muy cercano a ellos en cuanto a características y proporciones, pero quizá un poco menos elaborado, es el de Gatón de Campos (Valladolid) (168 x 140 x 26 cm.)31, cuya curvatura corporal algo más pronunciada que en los anteriores le aproxima al de pequeño tamaño de Becerril y al de paño cruzado de Aguilar de Campos. Esta curvatura afecta al crucifijo, también de pequeño tamaño, conservado en la clausura del convento de Agustinas de Palencia (71 x 60 x 15 cm.)32. El de la iglesia parroquial de Santa Cecilia de Villavaquerín (Valladolid) (150 x 136 x 20 cm.)33, que ha llegado a nuestros días repintado y con algunas roturas, es una obra de gran calidad con la particularidad, dentro de los de este grupo, de tener el pelo hacia delante en el lado derecho y hacia la espalda en el izquierdo. Una de las obras más importantes por su tamaño y ejecución es el gran crucifijo de la iglesia de El Salvador de Valladolid (179 x 153 x 30 cm.)34. 17 Moral de la Reina (Valladolid). Iglesia de Santa María. Crucifijo. APROXIMACIÓN A UNA ORDENACIÓN CRONOLÓGICA De acuerdo con las premisas aportadas por la iconografía, y por comparación con las esculturas que se relacionan con alguna fecha conocida se puede proponer la siguiente secuencia, aplicable más específicamente a grupos que a imágenes particulares. PRIMER GRUPO (1480/85-1492) Los crucifijos que se pueden estimar como más antiguos son aquellos que además de tener el perizonium cruzado, que en sí mismo indica antigüedad sea cual sea la dirección del cruzamiento, tienen mayor rigidez en el cuerpo y detalles anatómicos tratados de forma esquemática, con los BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 18 Riberos de la Cueza (Palencia). Iglesia de Santa María. Crucifijo. pectorales planos en forma de esclavina, el tórax abultado, las costillas muy marcadas y dos pliegues verticales desde el arco torácico hasta el abdomen. Este rigor formal no obedece a falta de técnica sino a un concepto estilístico propio del gótico tardío. De hecho los crucifijos que tienen estas características son obras de excelente calidad y se relacionan con los trabajos realizados por Alejo de Vahia en fecha temprana, pero en un momento de madurez artística. Como elementos de comparación se puede acudir a las esculturas que pertenecieron al retablo mayor de la iglesia de Becerril o las del retablo mayor de la iglesia de Santa Eugenia de Paredes de Nava, cuya cronología está dada por las pinturas de Pedro Berruguete, entre BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Clementina Julia Ara Gil 1485 y 1490. También puede servir como referencia para fechar los crucifijos de este momento, su intervención en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid entre 1487 y 1492 y su participación, en torno a esta última fecha, en la sillería de coro de la catedral de Oviedo. Las obras de este grupo tienen dimensiones muy variables, Uno de los de mayor tamaño es el de Becerril, que ha de tenerse como referencia, a pesar de los postizos que se han añadido a su primitivo perizonium cruzado, por pertenecer al lugar donde el escultor tuvo el taller. En atención al trazado esquemático de su anatomía puede estimarse próxima a las tallas que Alejo de Vahia, realizó para el retablo de la iglesia de Santa María de esa localidad en colaboración con Pedro Berruguete hacia 1485-1490. En este ámbito temporal se puede incluir, por su relación estilística, el de gran tamaño que se encuentra en el presbiterio de la iglesia parroquial de Viana de Cega (Valladolid), anteriormente en el antiguo Seminario Diocesano de Valladolid, obra de gran calidad y próximo al primero. El conservado en la clausura del convento de Santa Teresa de Valladolid es el de menor tamaño de este grupo, pero sin embargo tiene también una calidad excelente y sobre todo, ha llegado prácticamente intacto a nuestros días. También de pequeñas dimensiones, aunque un poco mayor, es el que se encuentra en el Museo Marès de Barcelona catalogado con el n.º 232. Aunque ha perdido la cruz y parte de la policromía es obra también de gran calidad con muchas afinidades con el crucifijo de tamaño un poco mayor de la iglesia de San Miguel de Palencia. También de pequeño tamaño pero de ejecución fina, aunque ha perdido la corona y tiene mutilaciones, es el que se encuentra en la sacristía de la capilla de Santa Ana de la iglesia parroquial de Cervera de Pisuerga. Relacionado Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica 19 con él, pero de calidad inferior es el del centro parroquial de Villafáfila (Zamora) en el que se reconocen las particularidades del escultor, pero con un tratamiento del rostro menos elaborado y con la particularidad de que los pies cruzan de forma poco afortunada en rotación externa en lugar de la habitual rotación interna usada por el maestro. En él, las formas se adelgazan y alargan, lo que también ocurre en el segundo crucifijo de esta misma localidad, obra de ejecución torpe, con el cruzado inverso al del anterior, que aunque mantiene los rasgos esenciales de la manera de hacer de Alejo de Vahia, difiere en cuanto a la disposición del cabello, al tratamiento de los brazos y sobre todo en cuanto a la forma del rostro. SEGUNDO GRUPO (En torno a 1492-1505) Es difícil precisar con exactitud en qué momento se producen los cambios. En algunos crucifijos con el paño cruzado se pueden percibir variaciones en el aspecto corporal. Por un lado, aumenta la flexibilidad de los miembros y por otro, el tratamiento de los detalles anatómicos, gana en naturalismo. La tendencia al adelgazamiento de las formas que se advierte en los crucifijos de Villafáfila afecta también al crucifijo que se encuentra en la actualidad en el centro de un retablo neogótico situado en el testero de la nave de la epístola de la iglesia de Santa María de Aguilar de Campos (Valladolid), una obra de gran calidad con sentido de la flexibilidad y del movimiento y con el perizonium enriquecido por una voluta volante en el extremo que cae en la cadera izquierda. El alargamiento y la plasticidad del cuerpo hacen pensar que fue realizado probablemente en el mismo momento que el grupo del Llanto sobre Cristo muerto de la iglesia de la Magdalena Villavaquerín (Valladolid). Iglesia parroquial. Crucifijo. de Valladolid. En el crucifijo del relieve en piedra del Calvario que se encuentra actualmente en la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Cuenca de Campos, se reconocen afinidades con de Aguilar aunque el paño cruza en sentido contrario y sus extremos tienen aún mayor movimiento lateral. Un nuevo paso hacia el cambio se aprecia en los crucifijos de La Seca y de San Francisco de Palencia, cuya anatomía de formas redondeadas parece acusar el eco de la influencia renacentista. El del convento de San Francisco de Palencia tiene dos hileras de gotas de sangre en relieve en el costado que cabría atribuir a las intervenciones realizadas en él. Sin embargo, se puede observar que esa particularidad se encuentra también BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 20 Clementina Julia Ara Gil ajusta a las caderas sin lazadas ni caídas que interrumpan la silueta ahusada del cuerpo. La delicadeza de la talla en estas piezas muestra al maestro en un momento pleno de su producción quizá en relación con la obra para el retablo de la catedral de Palencia en torno a 1505. En los tres crucifijos el pelo cae verticalmente hacia el pecho a los dos lados del rostro. TERCER GRUPO. LOS CRUCIFIJOS DE PERIZONIUM HORIZONTAL (Posteriores a 1498) Valladolid. Iglesia de El Salvador. Crucifijo. en el Cristo muerto del grupo del Santo Entierro conservado en el Museo de Santa María de Becerril de Campos, una obra que tiene bustos clásicos en el frente del sepulcro lo que indica igualmente influencia renacentista y por lo tanto una fecha posterior a 1500. En este crucifijo los brazos se elevan por encima de la horizontal de forma un poco más acusada de lo que es habitual en el escultor, un aspecto que se puede apreciar igualmente en el gran crucifijo conservado en el Museo Marès (n.º 237) procedente de la iglesia de la antigua de Valladolid. Como en los anteriores, el modelado del cuerpo gana en suavidad y el paño, a pesar de la forma especial de su cruzamiento –en relación, como ya se ha visto, con obras del siglo XV tardío– se BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Se trata de un conjunto de obras, como ya se ha dicho, con estrechas afinidades entre ellas a pesar de las diferencias de tamaño. La apariencia general del cuerpo es cercana a los del segundo grupo, especialmente al crucifijo de Aguilar de Campos, pero con la particularidad de tener el paño horizontal con una lazada en la cadera derecha, lo que da para ellos una fecha posterior a 1498, aunque seguramente, en la mayor parte de los del grupo, todavía no demasiado avanzada dentro del siglo XVI porque su anatomía conserva muchos convencionalismos góticos. En todos ellos el pelo cae en mechones verticalmente hacia el pecho a los dos lados del rostro, a excepción del de la iglesia parroquial de Villavaquerín (Valladolid), cuya configuración corporal un poco rígida se acerca a la del gran crucifijo de la iglesia de El Salvador de Valladolid. Los de Capillas, Castromocho, Moral de la Reina y Riberos de la Cueza tienen estrechas afinidades, con una ligera curvatura y una ejecución delicada. Muy cercano a ellos el de Gatón de Campos un poco inferior en calidad. Por encontrarse en la localidad donde Alejo de Vahia tuvo su taller puede servir de referencia para este grupo el pequeño crucifijo de Becerril, semejante en tamaño al Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica conservado en el convento de Agustinas Canónicas de Palencia. CUARTO GRUPO. OBRAS DE TALLER O DE SEGUIDORES (ca. 1510-1515) Los crucifijos de Villalba de Guardo y Villacreces tienen características que son próximas a la forma de hacer de Alejo de Vahia pero también algunas diferencias respecto a las obras anteriores. En ambos la anatomía tiende a una conformación naturalista y el cabello cae en mechones paralelos sobre el pecho a ambos lados del rostro. Estos dos detalles, que se pueden entender como de época tardía, están asociados en ambos crucifijos a un perizonium cruzado, lo que habría que interpretar como una recurrencia a los modelos iniciales. El de Villaba de Guardo (Palencia), tiene en el rostro el rictus característico de las obras del escultor aunque sin su finura habitual y ha sido objeto de modificaciones que afectan sobre todo a los antebrazos y las manos. La corona de espinas es del tipo de tres cabos trenzados como en los crucifijos de La Seca y del convento de San Francisco de Palencia, y como éste último tiene gotas de sangre en relieve en el costado, al igual que en el Cristo muerto del Santo Entierro de Becerril. Esta última particularidad se da también en el crucifijo de Villacreces, en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, cuyo rostro se aparta de los esquemas habituales, pero que mantiene coincidencias en el concepto general. Cabe pensar que Alejo de Vahia, en su época tardía, dejó el trabajo en manos de ayudantes que, si bien trataron de modernizar la apariencia física de las imágenes al aportar un cierto naturalismo a la anatomía, no consiguieron alcanzar su maestría e 21 incluso acudieron a antiguos modelos de perizonium. El crucifijo que se conserva en la sala de Juntas del Ayuntamiento de Villalón (160 cm.)35 ha sido justamente catalogado como obra de un seguidor, pero debe de excluirse del círculo de Alejo de Vahia el conservado en una colección privada de Barcelona36, en el que ni en la forma del rostro, ni en las particularidades anatómicas, ni en el tipo de paño se reconocen conexiones con la forma de hacer del escultor o su taller. NOTAS 1 Clementina Julia ARA GIL, En torno al escultor Alejo de Vahia (1490-1510), Valladolid, 1974, p. 31; C. J. ARA GIL, Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Valladolid, 1977, p. 409; Joaquín YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía: Una nueva imagen», Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, LV, 1989, pp. 376-79. 2 En 1974 se encontraba en el ático de un retablo plateresco en la desparecida iglesia de San Mamés en Cuenca de Campos (Valladolid). 3 Paul THOBY, Le Crucifix des origines au Concile de Trente. Étude iconographique, Bellanger, Nantes, 1959, pp. 211-213. 4 En Villafáfila se conservan dos crucifijos relacionados con el taller de Alejo de Vahia. Uno de ellos en conexión directa con la forma de hacer del maestro y el otro de un seguidor mucho más torpe. Cfr. José Ángel RIVERA DE LAS HERAS, «Nuevas obras relacionadas con Alejo de Vahia y su escuela en la diócesis de Zamora», BSAA, LXXVI, 2010, pp. 25-32; C. J. ARA GIL, «Crucifijo» en Catálogo de la exposición Passio. Las Edades del Hombre, 2011, pp. 234-235. 5 La restauración se llevó a efecto en el año 2011, en los talleres de Las Edades del Hombre. 6 Con cruz y peana tiene 124 cm de altura. Este crucifijo fue probablemente donación de doña María de Mendoza, mujer de don Francisco de los Cobos a raíz de la fundación del convento de Santa Teresa en 1585 del que era patrona. Hay testimonio de que hizo entrega al convento de muchas obras de arte. Cfr., C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 63, lám. V, 2 y 3; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 420, lám. CCLIII, 1; Juan José MARTÍN GONZÁLEZ y Francisco Javier DE LA PLAZA SANTIAGO, Catálogo de la exposición El arte en las clausuras de los conventos de monjas de Valladolid. Valladolid., 1983, n.º 27; Juan José MARTÍN GONZÁLEZ y Francisco Javier DE LA PLAZA SANTIAGO, Catálogo monumental de la provincia BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 22 de Valladolid. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Conventos y Seminarios. T. XIV, II, Valladolid, 1987, p. 228; Javier BURRIEZA SÁNCHEZ, Catálogo de la exposición «Gólgota», Valladolid, 2004. 7 C. J. ARA GIL, En torno al escultor…, 1974, pp. 11-12. 8 Las indicaciones de localización corporal –derecha e izquierda– se refieren siempre a las propias del crucifijo. 9 Joaquín YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, p. 379. 10 La presencia en la iglesia parroquial de Santa María en Aguilar de Campos de dos imágenes de Cristo crucificado góticas, del tercer cuarto del siglo XV, ha dado lugar a confusiones. El crucifijo que preside el presbiterio se relaciona con los talleres leoneses mientras que el situado en el retablo colateral del lado de la epístola es obra de Alejo de Vahia. Cfr., C. J. ARA GIL, «Escultura de Cristo Crucificado» en Catálogo de la exposición El arte en la época del Tratado de Tordesillas, Valladolid, 1994, pp. 130-131. 11 Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 317, sin atribución; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 30 y 67, lám. IV, 4 y 5. C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 422, lám. CCXLIX; Joaquín YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía:…», 1989, p. 379. 12 Ingresó en el Museo Marés inmediatamente antes de 1989, al parecer, como resultado de una donación anónima. Cfr. Joaquín YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía:…», 1989, pp. 376-379; Joaquín YARZA LUACES, «232. Alejo de Vahía. Crist cucificat», Fons del Museu Federic Mares/ I. Cataleg d’escultura i pintura medievals, Barcelona, 1991, p. 274; Francesca ESPAÑOL y Joaquín YARZA, El Museo Frederic Marès, Barcelona (col. «Musea Nostra», núm. 9), Bélgica, 1996, pp. 5051; Núria RIVERO y Pilar VÉLEZ, El Museu Frederic Marès, Barcelona, 1996, fig. 17; Joaquín YARZA LUACES, «Cristo Crucificado» en Catálogo de la exposición Alejo de Vahía mestre d’imatges, Barcelona, 2001, p. 128-130, 305-307. 13 En 1974 estaba adosado a uno de los pilares del lado del evangelio de la iglesia de San Miguel, después de su rehabilitación. Ahora se encuentra en la capilla de San Juan Evangelista en el lado del evangelio de la iglesia, situado en el ático de un retablo del primer tercio del siglo XVII. Cfr. C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, p. 31 y 58, lám. V, 4; Jesús URREA y Enrique VALDIVIESO, Inventario artístico de Palencia…, 1977, t. I, p. 31, lám. 14; Rafael MARTÍNEZ GONZÁLEZ, La iglesia de San Miguel de Palencia, Palencia, 1986. 14 Es el titular de un retablo neogótico que fue realizado para la imagen. En la documentación de la iglesia de Santa María se menciona, al menos desde finales del siglo XVII la existencia de una capilla con la advocación BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Clementina Julia Ara Gil del Santo Cristo. Cfr., C. J. ARA GIL, Escultura gótica…, 1977, p. 409; C. J. ARA GIL, «Escultura de Cristo…», 1994, pp. 130-131; Ramón PÉREZ DE CASTRO, «La herencia del tiempo del tiempo: arte y patrimonio en Aguilar de Campos» en Pascual MARTÍNEZ SOPENA (coord.), Aguilar de Campos: Tres mil años de historia, Valladolid, 2002, p. 217. 15 Se encuentra actualmente en la Sacristía de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, donde se conserva también una imagen de la Virgen del mismo escultor. En 1970 fue inventariada en la iglesia de San Francisco. Cfr., WATTENBERG, Federico, Exposición de la obra del Maestro de Santa Cruz de Valladolid, Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 1964-1965, n.º 9, p. 17; J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 156, sin atribución; ARA GIL, C. J., En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 54, lám. VI, 1 y 2; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 416, lám. CCLI, 1 y 2; J. YARZA LUACES, Catálogo de la exposición Alejo de Vahía…, 2001, pp. 169 y 324; Miguel Ángel MARCOS VILLAN y Ana María FRAILE GÓMEZ, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Antiguo partido judicial de Medina del Campo, Valladolid, 2003, p. 354, lám. 388; Fernando GUTIÉRREZ BAÑOS, «Cristo crucificado. Alejo de Vahía» en Apasionarte. Pasos de Palencia. Exposición iconográfica. Palencia, 2006, p. 12. 16 J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Palencia…, 1977, t. I, p. 38; Rafael MARTÍNEZ GONZÁLEZ, La Semana Santa (Apuntes palentinos, t. V, fasc. 9), Palencia, 1983, p. 24; Enrique GÓMEZ PÉREZ y Rafael MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Semana Santa en Palencia, Historia, Arte y Tradiciones. Palencia 1999, p. 32; Enrique GÓMEZ PÉREZ, La Semana Santa en la ciudad de Palencia. Cofradías, pasos, procesiones y tradiciones. Palencia, 2005, pp. 96-98, 115 y 132; Fernando GUTIÉRREZ BAÑOS, «Cristo crucificado…», 2006, p. 1213. 17 Javier RIVERA BLANCO, «Un crucificado de Alejo de Vahía en Villalba de Guardo (Palencia)», Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 1979, 211-212; Juan José MARTÍN GONZÁLEZ y José Carlos BRASAS EGIDO, Inventario artístico de Palencia y su provincia. Madrid, 1980, t. II, p. 249, lám. 212; Joaquin YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, p. 377 nota 2. 18 Cuando se le dio a conocer se encontraba en la iglesia de Santa Eugenia, pero puede proceder de la de Santa María llamada también de la Asunción. Ha sido objeto de una restauración en 1984. Cfr. Federico WATTENBERG, «Exposición de la obra del Maestro de Santa Cruz de Valladolid», Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 1964-65, p. 19; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, p. 30 y 46, lám. III, 1 y 2; J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Palencia…, Los crucifijos de Alejo de Vahia. Aproximación a una clasificación tipológico-cronológica 1977, t. I, p. 100; Rafael MARTÍNEZ, La villa de Becerril y el Museo de Santa María, Palencia, 1996, p. 29; J. YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, p. 379. 19 Se encuentra la sacristía de la capilla de Santa Ana o de los Gutiérrez de Mier situada en el crucero del Evangelio de la iglesia parroquial. Cfr. J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y J. C. BRASAS EGIDO,Inventario artístico de Palencia…, 1980, t. II, p. 71, lam. 56; J. YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, p. 377, nota 2. 20 Jesús URREA FERNÁNDEZ y José Carlos BRASAS EGIDO, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Antiguo partido judicial de Villalón de Campos, Valladolid, 1981, p. 42. 21 J. A. RIVERA DE LAS HERAS, «Nuevas obras…», 2010, pp. 25-32 22 J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 325, sin atribución; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 68; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 422, lám. CCLIV, 1. 23 Catálogo del Museo Marés, Barcelona, 1958, p. 62 (n.º 446, lám.40), sin atribución; L. MONREAL AGUSTÍ, J. J. ARNAL, Guía del Museo Marés, Barcelona, 1970, p. 20, n.º 74, lám. p. 92, sin atribución; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 46, lám. VI, 3 y 4; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 424, lám. CCLI, 3 y 4; Museo Federico Marés Deulovol. Barcelona, 1979, p. 56, n.º 1.852, láms. p. 97 y 100; J. YARZA LUACES, «Cristo Crucificado» en Catálogo de la exposición Alejo de Vahía mestre d’imatges, Barcelona, 2001, p. 168-169, 305-307. 24 En la iglesia de Santa María de la Antigua de Valladolid se vendieron varios crucifijos. En 1953 se autorizaba la venta de dos de tamaño grande que se guardaban en el Bolo de la Antigua. 25 Esta obra ha sido vinculada con el taller de Copín de Holanda en la sillería de la catedral leonesa y fechado en torno a 1480-1500 (Cfr. María Jesús GÓMEZ BÁRCENA, «San Sebastián», en Catálogo de la exposición Lumen Canariense, San Cristóbal de la Laguna, 2003, pp. 148-9). Es muy parecida en cuanto a sus características faciales a la imagen de la Virgen del parteluz de la capilla del rey Casto de Oviedo. En torno a 1492 se realizaba en esa localidad la sillería de coro en la que intervino Alejo de Vahia, donde también se reconoce su estilo en algunas tallas del retablo mayor. 26 Cuando se dio a conocer por primera vez esta imagen se encontraba en la ermita de los Nazarenos de Becerril, desde donde pasó temporalmente a la iglesia de Santa Eugenia, antes de ser depositada en el Museo. Cfr., C. J. ARA GIL, En torno al escultor…, 1974, p. 30 y 46, lám. III, 1 y 2; J. J. MARTÍN GONZÁLEZ, y otros, Inventario artístico de Palencia…, 1977, t. I, p. 100; R. MARTÍNEZ, La villa de Becerril…, 1996, p. 29. 23 27 Se encuentra situado, como titular de un retablo rococó, realizado para la imagen, en la nave del Evangelio de la iglesia parroquial de San Agustín. Cfr., J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico…, 1977, t. I, p.119, lám. 73; J. YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, pp. 377 nota 2. 28 Ocupa el nicho central de un retablo rococó, realizado para la imagen, en el crucero de la Epístola de la iglesia de Santa María de esta localidad. Cfr., J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Palencia, 1977, t. I, p. 131, lam. 82; J. YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, pp. 377 nota 2. 29 En la actualidad y, al menos, desde el año 2002, preside el testero de una capilla situada a la izquierda del pórtico de la iglesia parroquial de Santa María de Moral de la Reina. Anteriormente era la imagen central de un retablo rococó que, a juzgar por su forma, había sido realizado para esta imagen y que estaba situado en el testero de la nave del Evangelio. En su lugar hay ahora otro retablo también rococó y con un crucifijo igualmente gótico tardío, procedente de la arruinada iglesia de San Juan, donde era objeto de gran culto popular bajo la advocación de Cristo de los Afligidos o de San Juan. El crucifijo de Alejo de Vahía conserva la advocación de Cristo de la Vera Cruz y pertenecería por lo tanto a la cofradía de ese nombre que tenía su altar en el crucero del evangelio de la iglesia de Santa María al menos desde 1578. Cfr., C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, p. 31 y 56, lám. V, 1; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 417, lám. CCL, 1 y 2; Jesús María PARRADO DEL OLMO, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Antiguo partido judicial de Medina de Rioseco. Valladolid, 2002, pp. 100-101, lám. 101. 30 Se encuentra en la nave de la Epístola de la iglesia de Santa María como titular de un retablo barroco del último tercio del siglo XVII, realizado para la imagen. Cfr., Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, Jesús URREA FERNÁNDEZ, Inventario artístico de Palencia y su provincia. Madrid, 1980, t. II, p. 165, lám. 140; J. YARZA LUACES, «El crucificado en Alejo de Vahía…, 1989, pp. 377 nota 2; Patricia ANDRES GONZÁLEZ, «Cristo», en Catálogo de la exposición Memorias y Esplendores. Las Edades Hombre, Palencia, 1999, p. 266-267. 31 Ocupa el centro de un retablo neoclásico situado en la nave de la epístola de la iglesia de San Pedro de Gatón de Campos, donde también se conserva una imagen del Ecce Homo del mismo escultor. Cfr. J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 139, sin atribución; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 53, lám. V, 5; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 404, 409 y 414; Jesús URREA FERNÁNDEZ y José Carlos BRASAS EGIDO, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Antiguo partido judicial de Villalón de Campos. Valladolid, 1981, p. 50, lám. 163. BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 24 32 C. J. ARA GIL y Ramón PÉREZ DE CASTRO, «El crucifijo de las Agustinas Canónicas de Palencia de Alejo de Vahia», BSAA LXXV, 2009, pp. 56-62. 33 Se encuentra en la hornacina central de un retablo neoclásico con adornos rococó, realizado para la imagen, y situado en la nave del Evangelio. Cfr. J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 353, sin atribución; C. J. ARA GIL, En torno al escultor..., 1974, pp. 31 y 69; Jesús URREA FERNÁNDEZ, Catálogo monumental de la provincia de Valladolid. Antiguo partido judicial de Valoria la Buena, t. VII, Valladolid, 1974, p. 171; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 423, fig. CCLIII, 2. 34 Se encuentra en el llamado altar del Santo Cristo, situado en el tramo de los pies de la capilla de San Juan Bautista de la iglesia de El Salvador de Valladolid, en un retablo que se hizo para esta imagen en 1623, fecha en la que se encontraba ya consagrado pero al parecer recientemente terminado porque el visitador de la iglesia ordenaba que se pusiese el ara BRAC, 47, 2012, pp. 9-24, ISSN: 1132-0788 Clementina Julia Ara Gil en él para poder decir misa. En 1641 se pagaba a Pedro de Fuentes pintor por pintar y dorar el retablo del Santo Cristo. Cfr. Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, Mi parroquia. Breve historia del templo y tesoro artístico de la iglesia del Salvador de Valladolid, Valladolid, 1970; J. J. MARTÍN GONZÁLEZ y otros, Inventario artístico de Valladolid…, 1970, p. 353, sin atribución; C. J. ARA GIL, Escultura gótica..., 1977, pp. 409 y 421, fig. CCLII; Juan José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús URREA FERNÁNDEZ, Catálogo monumental de la provincia de Valladolid. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Catedral, parroquias, cofradías y santuarios, t. XIV, I, Valladolid, 1985, p. 35. 35 José Ignacio HERNÁNDEZ REDONDO, «Cristo Crucificado» en Catálogo de la exposición Del olvido a la memoria. Patrimonio provincial restaurado, 19971998, Valladolid, 1998, s/p. 36 Francisco Javier MONTALVO MARTÍN, «Dos nuevas obras del círculo de Alejo de Vahía», Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, n.º 93, Madrid, 2004, pp. 97-102. BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 DOS BUSTOS RELICARIOS DE LAS ONCE MIL VIRGENES, DE TALLER ALEMÁN DEL ENTORNO DE COLONIA, EN JOARILLA DE LAS MATAS (LEÓN) Pilar Vidal Meler Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Junta de Castilla y León. Emilio Ruiz de Arcaute Martínez Servicio Restauración Diputación Foral de Álava. RESUMEN: La restauración de dos bustos relicarios de la Iglesia de Joarilla de las Matas (León), realizados en madera policromada, además de recuperar la legibilidad de las magníficas imágenes gravemente comprometida por burdos repintes, ha permitido documentar las técnicas de elaboración de los mismos, facilitando su adscripción sin ningún género de duda a una escuela o taller de origen. PALABRAS CLAVE: Joarilla de las Matas. Once mil Vírgenes. Santa Úrsula. Bustos relicarios. Técnicas de elaboración. Taller del entorno de Colonia. TWO RELICARY BUSTS OF THE ELEVEN THOUSAND VIRGINS, FROM GERMAN WORKSHOP NEAR COLOGNE, IN JOARILLA DE LAS MATAS (LEON) ABSTRACT: The restoration of two reliquary busts from the church of Joarilla de las Matas (León), made of polychrome wood, has allowed the recovery of the legibility of both magnificent images, seriously compromised for repaints, apart from making it possible to know their manufacturing process and to assimilate them undoubtedly to a workshop of origin. KEY WORDS: Joarilla de las Matas. Eleven Thousand Virgins. St. Ursula. Reliquary busts. Processing techniques. Cologne Workshop environment. En la iglesia parroquial de Santo Tomás Apóstol, en Joarilla de las Matas (León) se conserva una pareja de bustos relicarios de dos de las Once Mil Vírgenes de excelente factura. Su calidad artística y mal estado de conservación justifican su estudio y restauración en el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León. La intervención ha permitido conocer a fondo los materiales y técnicas de su elaboración, posibilitando el estudio integral comparativo con otras obras de similares características, relacionándolas sin lugar a dudas con un mismo taller probablemente alemán, del entorno de Colonia, del que proceden otros 21 bustos relicarios, dispersos por varios museos e iglesias de Europa y Estados Unidos. 26 Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez Los relicarios de Joarilla de las Matas, realizados a principios del siglo XVI, se encontraban a ambos lados del retablo mayor del siglo XVIII, aunque sin ninguna relación estilística o iconográfica con el mismo. Se desconoce el momento en el que llegaron a Joarilla o el motivo de su traslado a esta iglesia. La devoción de los feligreses les atribuye un poder de intercesión contra los incendios. Tras una somera revisión de la documentación existente en el archivo parroquial1, podemos comprobar la tardía mención que se hace de su presencia en la iglesia. Aparecen citados en dos ocasiones, en inventarios contenidos en el libro de fábrica que comienza en 1788. En el «Inventario General de Todas la Alajas de la Iglesia de Sto. Tomas Apostol unica parroquial de la villa de Juarilla», redactado en 1853, se mencionan escuetamente en el retablo mayor: «dos reliquias de las Oncemil Virgenes»2. En el «Inventario de los bienes pertenecientes a la Iglesia parroquial y a la Ermita del Santo Cristo del Humilladero de Joarilla de la Matas», fechado en 1942, se especifica «…en la primera escalerilla, o grada del Altar, están dos Bustos relicarios, que según tradición pertenecen a las once mil Vírgenes, a quienes se les tributa devoción especial, y son de valor artístico»3. Se trata ciertamente de dos piezas de gran interés artístico, que representan a santas mártires de la compañía de Santa Úrsula. No tienen aparentemente relación artística o iconográfica con ninguno de los retablos o elementos muebles de las capillas de la iglesia. Resulta desconcertante que relicarios de estas características, relacionados con otros que están asociados a grandes familias de la nobleza castellana, aparezcan en Joarilla, mencionados de manera tan somera y se encuentren en cierto modo descontextualizados. Partiendo de la comparación de sus características técnicas y constructivas con las de la tipología establecida a partir de otros trabajos anteriores4, podemos afirmar, sin duda alguna, que las dos piezas de Joarilla pertenecen al mismo grupo que otros 21 bustos relicarios realizados a principios del siglo XVI por un taller posiblemente renano5. Este conjunto disperso por distintos museos e iglesias, incluye, además de los de Joarilla, cinco bustos del Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria, cuatro de The Cloisters Collection. Metropolitan Museum of Art de Nueva York, uno de Los Angeles Country Museum of Art, uno del BodeMuseum de Berlín, uno de la Capilla del Salvador de Úbeda (originalmente eran cuatro, pero durante la guerra civil desaparecieron tres), dos del Museo de las Caminos de Astorga, dos del Museu Nacional d’Art de Catalunya de Barcelona y dos más de la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad Coronada de Sanlúcar de Barrameda. Varios se hallan descontextualizados y sin reliquias, desconociéndose su procedencia al ser vendidos a finales del siglo XIX o principios del XX6, pero parece que en cualquier caso procedían de iglesias españolas. Muchos también han perdido total o parcialmente sus bases, han sufrido transformaciones, mutilaciones o repolicromías, pero todos ellos repiten la misma estructura constructiva básica y medidas semejantes. La mayor diferencia que presentan es que sólo algunas imágenes incluyen las manos, como las cinco de Vitoria, la de Berlín o dos de las desaparecidas de Úbeda. En cualquier caso, siendo todas ellas tallas de bulto redondo, tienen un perfil estrecho muy característico, destacando el naturalismo de sus rostros, la combinación de elementos renacentistas y tardo góticos, así como el primoroso acabado de los detalles con tocados, lazos, colgantes, collares, broches, BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 Dos bustos relicarios de las once mil vírgenes, de taller alemán del entorno de Colonia… pedrería y decoraciones en telas, que se repiten en todas con ligeras variantes. Desde el punto de vista técnico, están talladas siempre en madera de roble y compuestas de numerosas piezas. El escultor partía de un bloque principal que formaba ensamblando tres tablones, cortados en sentido radial, de un espesor máximo de 7 – 8 cm. y que remataba a ambos lados con otros bloques de madera. El número final de piezas es variable, dependiendo de la complejidad de cada figura y si, como hemos dicho, tienen brazos. En el caso de la Santa Balbina de Vitoria hay un total de 14 piezas. La elección del corte de la madera, el apreciable estrechamiento de los tablones en uno de sus extremos y la colocación de éstos ‘a contra veta’, compensando su deformación, revelan la utilización de madera seca y la intención de minimizar sus movimientos. El ensamblado de las piezas se realizaba mediante encolado de ‘uniones vivas’, reforzado puntualmente con espigas de madera e intercalando ‘chuletas’ de madera, para solucionar pequeñas irregularidades o defectos. El ahuecado interior de la cabeza, que llegaba hasta el cuello, y del cuerpo, que se extendía hasta unos centímetros de la base del busto, se realizaba independiente en la parte delantera y trasera de la imagen, por lo que sus bordes no coinciden. En su interior los huesos eran colocados envueltos en fragmentos de ricas telas, que podían ir decoradas con dorados, bordados y lentejuelas, reservándose alguno de los fragmentos para su contemplación. Por ello todas las imágenes llevan un registro con tapa, en lo alto de la cabeza, para ver la reliquia. Su tamaño y forma varía en cada caso, pudiendo ser circular, cuadrado, rectangular, triangular o hexagonal. En algunos ejemplares existe igualmente una ‘teca’ en el pecho. En todos los casos son muy semejantes las herramientas y técnicas empleadas para la 27 realización de los detalles y de los elementos decorativos. La finalización de los bustos, unión de las partes principales, reforzada con espigas en cuello, hombros y tronco, así como el aparejado, el dorado y la policromía, se realizaba cuando las reliquias ya estaban en su interior. El acabado polícromo de las tallas se caracteriza por su sencillez y finura, destacando los bordados de las telas y las decoraciones de los tocados. Está aplicado sobre una fina capa de preparación de carbonato de calcio y cola animal. El dorado de vestidos y cabellos y el plateado de algunos elementos decorativos están realizados ‘al mordiente’, con pan de oro y plata sobre un asiento de tierras y minio aglutinado con óleo. El resto de carnaciones y decoraciones de telas están realizados al óleo, con la excepción de los azules de azurita aplicados a la cola. Las imágenes iban montadas finalmente sobre una peana, sujetas por un bloque de madera rectangular, que atraviesa la base del busto. La mayoría de las características descritas, en especial los aspectos estructurales, son apreciables a simple vista, ya que las uniones entre piezas se suelen abrir, las cabezas de las espigas se suelen marcar, etc. Esto hace que sea relativamente fácil identificar obras realizadas con este sistema constructivo. Todas las imágenes estudiadas, los 20 bustos femeninos y los tres masculinos (obispos), coinciden también en iconografía, ya que representan a personas del séquito de Santa Úrsula que, según la leyenda7, sufrieron martirio por los hunos en Colonia. Varias de ellas conservan aún la inscripción que las identifica, como es el caso de una de las de Joarilla («Caput ex societati Xi millie virgine»). BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 28 Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez El culto a Santa Úrsula y sus compañeras, ha tenido una gran tradición en la península, aunque hasta principios del siglo XVI la mayor parte de las reliquias de las Once mil Vírgenes procedían del conjunto traído al Monasterio de San Pedro de Gumiel de Izán (Burgos) desde Colonia por el abad don Pedro, en 1223. Sin embargo, el culto a los santos, el de las reliquias y muy especialmente el de las de Santa Úrsula, se impulsó fuertemente en el siglo XVI, apoyado por la corona y por las órdenes religiosas, en especial los jesuitas, como reacción de la Iglesia católica a las corrientes reformistas y como apoyo a la evangelización de las colonias. En este sentido, hay que reconocer el importante papel ejercido por la dinastía de los Austrias, especialmente Carlos V y Felipe II, que coleccionaron numerosísimas reliquias (Felipe II llegó a reunir más de siete mil). Muchos nobles y cortesanos extendieron su auge al imitar los gustos de los monarcas y coleccionar además de obras de arte, libros y otros objetos exóticos, numerosas reliquias. Alguno de estos conjuntos de reliquias terminó integrándose en oratorios, camarines, armarios, capillas relicario o capillas funerarias, a imagen de los del Escorial. Precisamente hay que destacar la relación de este conjunto de bustos con el círculo de Carlos V y con sus visitas a Colonia. Sabemos por los Annales Coloniensis del abundante séquito de consejeros y nobles que acompañaba al emperador, cómo visitaban regularmente el templo de Santa Úrsula de esta ciudad, y cómo numerosas reliquias procedentes de Colonia fueron traídas a España con motivo de dichos viajes. Podemos comprobar que más de la mitad de estas 23 piezas pertenecieron a personajes de la alta nobleza o del círculo próximo del emperador y que le acompañaron en sus desplazamientos. Carlos V, en una de estas visitas a Colonia, compró y luego regaló a su Secretario de Estado, don Francisco de Cobos, cuatro cabezas de las 11.000 vírgenes, junto con su cédula de autenticidad. Se trata de las cuatro imágenes de la Sacra Capilla de Úbeda. Los dos bustos de Astorga, procedentes de la Capilla de la Trinidad de la Colegiata de Villafranca del Bierzo, pertenecieron a don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca y virrey de Nápoles en tiempos de Carlos V. Los cinco bustos de Vitoria, proceden de la Capilla de las Once Mil Vírgenes de la iglesia de San Vicente de esta ciudad, capilla familiar fundada por don Hortuño Ibáñez de Aguirre, que fuera oidor del Consejo Real y de la Inquisición. Los dos bustos de Sanlúcar de Barrameda, que se encuentran en la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad Coronada, que es una fundación perteneciente al Ducado de Medina Sidonia, fueron donación del VII duque, don Alonso Pérez de Guzmán. Especialmente interesante es el del busto del obispo del Bode Museum de Berlín. Aunque se trata de una de las piezas descontextualizadas de las que no hay documentación, en su mitra aparecen tallados cuatro medallones que representan a los emperadores Alejandro Magno y Julio Cesar, por un lado, y Maximiliano I y Carlos V, por el otro. Se trata claramente de una referencia a la coronación como emperador de Carlos V y nos sirve para acotar la realización de los bustos en torno a esa fecha (1520). En estos 14 casos la relación es obvia. Sin embargo, falta información para establecer la del resto al haberse perdido durante su traslado o venta. En cuanto a la procedencia de los dos bustos de Joarilla y de su conexión con éste contexto cortesano hay pocos datos, pero podemos establecer las siguientes hipótesis: BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 Dos bustos relicarios de las once mil vírgenes, de taller alemán del entorno de Colonia… 29 Relicario n.º 1. (Foto: Alberto Plaza Ebrero). Relicario n.º 2. (Foto: Alberto Plaza Ebrero). 1.ª Que pertenecieran al capitán Juan de Juara (1520-1588), castellano de Castilnovo de Nápoles, primer señor de Joarilla, que pudiera haber tenido alguna relación con el Emperador. O bien hubieran llegado a este señorío como consecuencia de enlaces matrimoniales. 2.ª Que se trate de los bustos de las Once Mil Vírgenes que se encontraban en el Real Monasterio de San Benito de Sahagún: «En una especie de escaparate están colocadas dos cabezas de las Compañeras de Santa Ursula»8, y que, tras la Desamortización terminaran en la iglesia de Joarilla9. 3.ª Que se trate de dos de los «quatro cuerpos de bírgenes de las once mil on cabezas», mencionados en el documento del inventario de relicarios, arcas y ornamentos del oratorio de la fortaleza de Benavente10, redactado en 1611, que terminaran en Joarilla por enlaces matrimoniales o venta. Esta última parece la hipótesis más plausible, ya que podemos establecer una relación familiar entre los marqueses de la Florida Pimentel, que pagaban una dotación anual de 29 reales y 14 maravedíes a la iglesia de Joarilla 11 , y la casa de Benavente. Juan Antonio Pimentel de Prado y Olazábal (1626-1708), I marqués de la Florida Pimentel, descendía de una rama segundona de los señores de Alvires, y de Joarilla12, emparentados con la casa de Benavente. Es conocida la abundante colección de obras de arte, libros y reliquias que llegó a acumular la casa de Benavente. Una afición que compartía el III Marqués de la Florida Pimentel que fue, además de ministro de Economía, superintendente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con una reconocida colección de arte. BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 30 Imagen radiográfica de uno de los relicarios. (Foto: Consuelo Valverde Larrosa). ESTUDIOS Y RESTAURACIÓN Con motivo de su restauración en el C.C.R.B.C de Castilla y León, se han llevado a cabo análisis organolépticos y físicoquímicos que han permitido confirmar los materiales y técnicas de elaboración así como situar cronológicamente intervenciones de «restauración» posteriores a su elaboración13. TÉCNICAS Y MATERIALES Dimensiones: Busto 1: 46 cm. X 38 cm. X 20 cm. Busto 2: 52 cm. X 41 cm. X 20 cm. Elaboración: Las tallas están elaboradas en varias piezas de madera de roble, procedentes de un corte radial, siendo vertical el BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez sentido de las vetas. Dos bloques principales componen respectivamente el anverso y el reverso de la figura. Otras dos piezas forman los hombros y otra la cara. Los bloques están ensamblados a unión viva y en la misma dirección de la veta. Los ensambles están reforzados por espigas de 4 mm. de diámetro, apreciándose 2 de éstas en cada uno de los laterales y en la zona inferior central del anverso de la figura n.º 2. En algunas zonas de unión de bloques que no ajustan se disponen pequeñas chuletas de madera. El modo de construirlo sería ahuecando las piezas más grandes antes de armarlas. Tal como se aprecia en la imagen radiográfica, tienen dos vaciados, uno en la cabeza y otro en el pecho. Antes de montar las piezas definitivamente, introducían las reliquias en estas cavidades y las cerraban con el fragmento de cráneo, quedando dentro del busto antes de ensamblarlo. De las peanas en las que se ajustaban las tallas sólo se conservan las bases superiores. Éstas son piezas independientes (también de roble) donde vemos la dirección de la veta en sentido horizontal, al contrario que en el resto de la obra. Tienen forma rectangular, con las esquinas anteriores achaflanadas. Sus medidas son 38 cm. X 16 cm. en el caso de la figura n.º 1 y 40 cm. X 16,5 cm. en la figura n.º 2. La moldura es simple, de doble filo y talón. Las tallas se ensamblan a las bases de las peanas mediante una espiga de sección rectangular (6 cm. X 2 cm. en la figura n.º 1 y de 7 cm. X 1,5 cm. en la figura n.º 2). Espigas de 4 mm. de diámetro (2 en la figura n.º 1 y 5 en la figura n.º 2) y clavos de forja (2 en la figura n.º 1 y 5 en la figura n.º 2, estos últimos sólo visibles en la imagen radiográfica) refuerzan la unión a las peanas. La espiga rectangular de la figura n.º 1 está reforzada con dos clavos de forja, clavados desde la parte superior de la base, operación Dos bustos relicarios de las once mil vírgenes, de taller alemán del entorno de Colonia… que sólo se puede realizar con la peana separada de la talla, lo que nos inclina a pensar que los clavos han sido colocados en operaciones de refuerzo posteriores a la manufactura original. En la zona superior de la cabeza se dispone una pieza de madera que se abre sobre una bisagra, dando acceso al relicario. Esta pieza, en la figura n.º 1 es rectangular, mide 6,5 cm. X 5,8 cm. y está forrada de tela de seda roja encolada y sobre ella aparece una etiqueta de papel con una inscripción manuscrita con tinta ferrogálica: «Caput ex societati Xi millie virgine». El acceso al hueco del relicario está sellado por un fragmento de cráneo que se colocaría antes de ensamblar las piezas de madera, dando la sensación de que las cabezas contienen un cráneo completo. En la figura n.º 2, la pieza de madera que abre el relicario es triangular, mide 6 cm. X 8 cm. y está forrada de seda azul. Del fragmento de hueso que sellaría el relicario sólo se conserva un pequeño trozo, que, conjuntamente con un paquetito de tela de lino de hilo fino, reposan sobre una base acolchada de lino tostado de hilo grueso. Las distintas analíticas han permitido confirmar la naturaleza de los materiales de la policromía, constatando que esta se dispone sobre un aparejo compuesto de carbonatos conteniendo calcio y zinc. Las caras están policromadas con técnica grasa (óleo), al igual que las camisas de ambas. Las túnicas y camisas de las dos están ribeteadas en oro. La túnica de la figura 1 está realizada en oro fino, mientras que la policromía de la túnica de la figura 2 es de técnica magra (temple). Los cabellos, tocados de los mismos, collares y capas van dorados, con detalles en laca (roja y verde) que imitan piedras preciosas. La imprimación de los dorados es una capa, en ocasiones muy fina, de color ana- 31 Fragmentos textiles contenidos en el relicario n.º 2. (Foto: Alberto Plaza Ebrero). ranjado, compuesta por carbonato cálcico, arcillas y adhesivo. Las imágenes han sufrido un repinte completo, tanto en las carnaciones como en el resto de la talla. Los estucos de los repolicromados son de yeso (sulfato cálcico) y cola. La talla presenta, en las carnaciones, hasta tres policromías que no aparecen en todas las zonas. La segunda, el primer repolicromado, es de un tono más rosado y la externa es blanquecina. Hay retoques en la zona de las cejas y labios. Túnica, cabellos y tocado aparecen redorados con purpurina. En alguna de las zonas analizadas aparecen hasta dos capas de purpurina. La purpurina oculta un dorado a la sisa y lacas como motivos decorativos en las ruedas que, a modo de tocado, aparecen en ambos laterales de la cabeza. En la talla denominada 2 la camisa está repintada con posterioridad a la factura original. La naturaleza del pigmento azul, azul de Prusia, pigmento empleado a partir del año 1710, sirve para acotar el repolicromado a partir de esta fecha. Como pigmentos mayoritarios encontramos Albayalde, Bermellón, Negro Humo, Negro Carbón, Tierras y Azurita. El oro fino BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 32 Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez se trabaja a la sisa sobre una base de carbonato cálcico y arcillas. Suciedad compactada con cera, restos de limpiadores de metal, gotas de cera y manchas de distinta naturaleza se depositaban sobre las imágenes provocando una visión distorsionada de las mismas. y 21 x 17 cm. El ligamento de cuatro de ellos es en tafetán, en los otros dos en mantelillo. Un retazo es de seda roja, mientras que los demás son de color crudo y de algodón. En la zona más interna del relicario se localizan dos pequeños conjuntos textiles. Cada conjunto está formado por fragmentos textiles de distinta naturaleza unidos entre sí. Uno de estos conjuntos tiene unas medidas generales de 13,1 cm. x 8,6 cm., contando entre sus componentes diez tejidos de lino, seda, raso, galones y tejidos compuestos, en color crudo, tostado, dorado, amarillo, rojo y verde, con ligamento de tafetán y sarga. El otro conjunto está compuesto por seis fragmentos textiles cuyas medidas oscilan entre 0,8 cm. x 0,5 cm. y 61,7 x 16,7 cm., de lino, gasa, seda y seda con cobertura de plata. Uno de los fragmentos lleva un galón con hilo metálico y aplicación metálica en forma de hoja de trébol. Uno de los fragmentos de seda lleva estampado de pan de plata con líneas negras. CONTENIDO DEL RELICARIO Tras examinar con Rayos X las imágenes, se observó la presencia de material en los huecos de la parte superior de la cabeza. Para poderlo documentar correctamente, se extrajo el contenido del Busto Relicario n.º 2, aprovechando el hueco dejado por la rotura del fragmento del cráneo que cierra el relicario. Una vez realizada la documentación, fue depositado nuevamente en el interior. Las reliquias son pequeños retazos de telas suntuosas, la mayoría de seda, con estampación de oro y plata y damascos con aplicaciones de lentejuelas metálicas. En algunos casos están envolviendo pequeños fragmentos de huesos, formando con éstos un pequeño hatillo cosido. El pequeño tamaño de todos estos elementos, impide concretar si los fragmentos pertenecen a algún tipo de pieza determinada, sin embargo al tratarse en general de textiles de seda, con ligamentos precisos, técnicas complejas y en algunos casos con pequeños detalles decorativos, inclinan a pensar que probablemente se puede tratar de fragmentos provenientes de indumentaria rica, e incluso elementos decorativos, todos ellos coetáneos de los bustos relicarios. Al levantar la tapa del relicario, accesible a simple vista, se observa un pequeño fragmento de hueso que podría proceder del hueso que lo cerraba. En esta misma cavidad se localizan seis pequeños fragmentos textiles cuyas medidas oscilan entre 2,4 cm. x 1,9 cm. BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 RESTAURACIÓN Además del estudio de los bustos que ha permitido documentar las técnicas y materiales constituyentes se ha realizado un tratamiento de conservación de la obra y de recuperación de su potencial estético e iconográfico, sin cometer una falsificación artística e histórica y sin enmascarar la impronta del paso del tiempo. Estaban afectadas las tallas por daños de índole física y estética. Entre los primeros hay que citar algunas zonas de policromía, principalmente en la camisa y túnica de la figura n.º 2, que presentaban separaciones con ahuecados entre los distintos estratos, con riesgo de desprendimiento y pérdidas de pintura. Existían también pequeñas pérdidas generalizadas en toda la superficie pictórica. Los Dos bustos relicarios de las once mil vírgenes, de taller alemán del entorno de Colonia… estratos superficiales superpuestos al original (repintes de purpurina y ceras compactadas con suciedad y restos de limpiadores de metal) constituyen una degradación estética de las imágenes, desvirtuando su policromía y apariencia. La intervención de restauración ha consistido en la fijación de estratos pictóricos, limpieza, eliminación de repintes, tratamiento de pérdidas de policromía y barnizado de acabado y protección final. También se han restituido las peanas que habían perdido las imágenes para recuperar la legibilidad de las mismas. Se han realizado en madera de chopo que se ha teñido. En cuanto a la forma y dimensiones, nos hemos basado en el volumen capaz simplificado de las peanas de otras imágenes de la misma escuela o taller, inferido esto de las similitudes estilísticas, materiales y tecnológicas. Tras valorar los depósitos de superficie y los pertinentes tests de solubilidad, se ha realizado una eliminación de los depósitos superpuestos a la policromía original. Se han utilizado medios físico-químicos (bisturí, espátula de ultrasonidos y disolvente). En el caso de las carnaciones, después de confirmar mediante los análisis físicos– químicos pertinentes y distintas catas la falta de correspondencia y la escasa extensión de las policromías subyacentes, se ha optado por no eliminar la más externa. La reintegración pictórica se ha llevado a cabo con un método fácilmente reversible. Como acabado y protección final se ha aplicado un barniz sintético acrílico. NOTAS 1 Archivo Parroquial de Joarilla de las Matas (APJ). Libro de Fábrica de 1788. 2 A cargo de don Braulio Avecilla Enríquez, cura párroco, por orden del obispo don Joaquín Barvarejo, 33 3 Realizado por el ecónomo Nicéforo Pérez, con el visto bueno del párroco Hermenegildo Maudes y del delegado del arcipreste, Daniel Paniagua, por orden del obispo don Carmelo Ballester. 4 Los primeros trabajos que permitieron establecer dicha tipología se hicieron, a fines de los 90, en el Servicio de Restauración de la Diputación Foral de Álava. R. GARCÍA RAMOS y Emilio RUIZ DE ARCAUTE. «The conservation and restoration of the polycrome scupture in Álava. The main altarpiece of San Vicente de Arana and the bust-reliquaries of the Church of San Miguel de Vitoria», en Polychrome Skulptur in Europa. Technologie, Konservierung, Restaurierung. Tagungsbeiträge, Dresde, 1999, pp. 84-89; IDEM, ‘Técnicas de estudio de la escultura policromada’, en Ponencias of the 9th Congreso Nacional END, Asociación Española de Ensayos No Destructivos,. Vitoria, 1999, pp. 203-211; IDEM, «Los Bustos relicarios de las once mil vírgenes. Claves para su estudio», AKOBE, 1, 2000. pp. 18-21; IDEM, «La escultura policromada. Criterios de intervención y técnicas de estudio», Arbor, CLXIX, 667-668, 2001. pp. 645-676; Emilio RUIZ DE ARCAUTE, «Busto Relicario de Santa Aurelia», en Splendor Europae. Arte Europeo en la Diócesis de Jaén, Jaén, 2012, pp. 94-97; Emilio RUIZ DE ARCAUTE, «On the trail of a select group of central european reliquary busts. Authorship attribution on the basis of constructive typology», en Poychrome Sculpture: Artistic Tradition and Construction Techniques. ICOM-CC Working Group Interim Meeting, Glasgow, 2012 (sin publicar). Precisamente en base a esta tipología constructiva hemos podido identificar las piezas realizadas por este mismo taller, descartando otras, como por ejemplo los dos bustos de la Catedral de Ávila, que han aparecido relacionadas con ellas en alguna ocasión. 5 Se ha discutido sobre el origen de estas piezas y aún hoy se siguen relacionando con talleres flamencos. Sin embargo nosotros planteamos una filiación alemana, apoyados en el gran número de relicarios de características y calidad semejantes que se produjeron en Alemania, en el mismo periodo, y en el origen coloniense de las reliquias. 6 Las piezas de Barcelona, Berlín, Los Ángeles y Nueva York, se vendieron en dicho periodo y pertenecieron a coleccionistas como William Randolph Hearst, S. Carlton Clark, J. Pierport Morgan o Lluís Plandiura i Pou. 7 La fuente más conocida de esta Leyenda es el relato «De las Once mil Vírgenes» de La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, pero más interesante para nuestro estudio es el texto de J. FERREIRO ALEMPARTE, La leyenda de las once mil vírgenes Sus reliquias, culto e iconografía,. Murcia, 1991. 8 R. ESCALONA, Historia del Real Monasterio de Sahagún sacada de la que dexo escrita el padre fray Joseph Perez. Madrid, 1782. p. 235. BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 34 Pilar Vidal Meler y Emilio Ruiz de Arcaute Martínez 9 Aunque algunos autores apuntan que estos bustos están en la actualidad en el retablo relicario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villacarralón (Manuel ARIAS MARTÍNEZ y José Ignacio HERNÁNDEZ REDONDO, Catálogo de la exposición Del Olvido a la Memoria VII «Patrimonio Provincial Restaurado 20062008», Valladolid, 2009, p. 16-19). 10 Mercedes SIMAL LÓPEZ, Los Condes de Benavente en el siglo XVII. Patronos y coleccionistas en su villa solariega. ed. Benavente, 2002, p. 199. 11 Hemos podido constatar apuntes anuales de dicha Dotación del Marqués de la Florida, desde 1787 hasta 1825. A partir de este año, en el que se indica «Item veinte y nueve reales y catorce maravedíes que paga de dotación a la iglesia el Marqués de la Florida, esta dotación ha pasado al Señor de la villa por compra», la dotación pasa a ser abonada por los Señores de Joarilla. El último apunte del libro es de 1849. Libro de Fábrica de 1788. APJ. 12 El I Marqués de la Florida Pimentel, fue biznieto del XI Señor de Albires, Don Gaspar de Prado Pimentel, casado con Beatriz de Joara, hija de los señores de Joarilla, y según algunas fuentes nieto de Juan Alonso Pimentel, V Duque de Benavente. 13 Véase «Informe Final Restauración 2 Bustos Relicarios de la Iglesia Parroquial Joarilla de Las Matas (León). C.C.R.B.C Junta de Castilla y León» (inédito): Pilar VIDAL MELER, restauración. Cristina GÓMEZ GONZÁLEZ, documentación textil. Jesús ANGULO MALDONADO, carpintería. Mercedes BARRERA DEL BARRIO, química. Rufo MARTÍN MATEO, físico. Consuelo VALVERDE LARROSA, estudios físicos. Isabel SÁNCHEZ RAMOS, analista de laboratorio. Emilio RUIZ DE ARCAUTE, estudio histórico. Alberto PLAZA EBRERO, fotografías. Consuelo VALVERDE LARROSA «Estudios Radiográficos determinantes para el conocimiento constructivo de tres esculturas policromadas realizados por el CCRBC de Castilla y León». ©Ge-Conservación, 3. Madrid, 2012. BRAC, 47, 2012, pp. 25-34, ISSN: 1132-0788 BRAC, 47, 2012, pp. 35-38, ISSN: 1132-0788 ¿UNA TRAZA PARA EL RETABLO MAYOR DEL SAGRARIO DE MÁLAGA? Jesús Urrea Museo de la Universidad de Valladolid (MUVa) RESUMEN: Se pone en relación un dibujo de la colección Abelló, atribuido a Alonso Berruguete, con el proyecto para el retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia), desde 1943 instalado en el templo del Sagrario de la Catedral de Málaga. PALABRAS CLAVE: Renacimiento. Retablo. Dibujo, Becerril de Campos. Málaga. Juan Ortiz. Juan de Valmaseda. Alonso Berruguete. A DESIGN FOR THE MAIN ALTARPIECE OF THE SANCTUARY OF MÁLAGA? ABSTRACT: A drawing attributed to Alonso Berruguete from the Abelló collection is related to the project for the altarpiece of the church of San Pedro in Becerril de Campos (Palencia), which has resided in the sanctuary of Málaga Cathedral since 1943. KEY WORDS: Renaissance. Altarpiece. Drawing. Becerril de Campos. Málaga. Juan Ortiz. Juan de Valmaseda. Alonso Berruguete. Como es bien conocido, el retablo principal de la capilla titulada del Sagrario en la Catedral de Málaga procede de la iglesia parroquial de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia), en la que permaneció desde el siglo XVI hasta el momento de su venta en 19431. Aquel año, otros cuatro retablos pertenecientes a la misma localidad castellana se enajenaron y también fueron a parar a la capital andaluza para sustituir a otros tantos destruidos durante la guerra civil, integrándose en el ajuar litúrgico de su catedral, al igual que alguno más, de factura vallisoletana, procedente de Plasencia2. Sobre el retablo que nos interesa ahora se ha escrito bastante pero, en definitiva, nada unánime ni concluyente en relación con su autoría, lo cual es indicativo de que, pese a los trabajos que se han dedicado a la escultura palentina del siglo XVI, se está aún muy lejos de tener todas las claves relativas a los artistas que configuraron esa escuela. El maestro Gómez Moreno consideró su escultura como obra de Juan de Valmaseda3, mientras que G. Weiss matizó que sería de su taller; por su parte, Azcárate prefirió estimarlo como de un artista «influido por Berruguete»4; Camón Aznar, que lo calificó de «deslumbrador» definiéndolo como «una de las obras más importantes del Renacimiento castellano», también lo encuadró dentro del taller de Valmaseda5 y lo mismo hizo Portela, si bien apreció que en su factura se podían 36 ¿Dibujo para el retablo de la iglesia de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia)? Madrid. Colección Abelló. BRAC, 47, 2012, pp. 35-38, ISSN: 1132-0788 Jesús Urrea distinguir varias manos próximas a Cambray y a Giralte6. Por último, Parrado lo define como un retablo «muy problemático por el cruce de estilos que se aprecian en el mismo» y señala aspectos mayoritarios vinculables al denominado Juan Ortiz el viejo I junto con otros derivados del joven Manuel Álvarez, de Juan de Valmaseda «o quizás mejor de Miguel de Espinosa», todos ellos a su vez influidos por Berruguete7. Centrados los citados autores en análisis estilísticos o en descripciones iconográficas, nadie se ha planteado todavía las circunstancias que concurrieron en su génesis ni buscado sus posibles claves en el estudio de aspectos extra estéticos, como los socioeconómicos, que pueden contribuir a aclarar las particularidades del encargo por parte de la parroquia de San Pedro de Becerril de Campos. El retablo se ha datado como obra de finales de la década de los cuarenta del siglo XVI, indicándose que su arquitectura, organizada a base de finas columnas abalaustradas, podría vincularse a la tipología utilizada por Francisco Giralte en el retablo de la capilla del Obispo, en la iglesia de San Andrés de Madrid. Durante bastante tiempo debió de permanecer sin dorar ni policromar, tal y como aclara la fecha de 1585 que aparece en una de sus hornacinas, correspondiendo estos trabajos a los pintores Simón de Cisneros y Gómez de Ugea8. La reciente publicación del espléndido catálogo de dibujos pertenecientes a la colección de D. Juan Abelló9 me permite tratar sobre dicho retablo, mediante este breve apunte que acompaño con un importante documento gráfico. Tal vez así se consiga profundizar más en la gestación de tan excepcional obra. En el mencionado catálogo se da a conocer un magnífico dibujo, hecho sobre papel a ¿Una traza para el Retablo Mayor del Sagrario de Málaga? 37 Retablo del Sagrario de la Catedral de Málaga procedente de Becerril de Campos (Palencia). tinta roja y negra, aguada roja y negra (673 x 225 mm.), que representa un Estudio para la parte derecha de un retablo, sobre el que no se precisa destino o ubicación pero que se atribuye a Alonso Berruguete10. Después de pasar por diferentes colecciones europeas, fue subastado en Sotheby´s de Nueva York y, afortunadamente, se ha reintegrado al medio en el que lo concibió su autor11. Proyectado a manera de casi media traza, el autor del dibujo propone un retablo formado por banco, tres calles divididas a su vez en tres cuerpos compartimentados mediante columnas abalaustradas respaldadas por pilastras, coronamiento y ático. En él se aprecia que su estructura no se pensó como un organismo plano sino que sus extremos formaban ángulos o escuadras y en BRAC, 47, 2012, pp. 35-38, ISSN: 1132-0788 38 ellos se disponían, abrazando los dos primeros cuerpos, columnas abalaustradas de tamaño gigante y otras más pequeñas coincidiendo con el tercer cuerpo. En las hornacinas de tipo avenerado situadas en las calles estrechas se disponen seis figuras escultóricas de santos, probablemente Apóstoles o Evangelistas (se pueden identificar a Santiago, Lucas y Juan), mientras que en la calle central se superponen relieves: en el banco, el referido a la Decapitación de San Pablo; la Conversión de San Pablo (o es Santiago matamoros?) se representaría en el primer cuerpo; en el tercero, la historia de «la muerte de nuesa se/nora con los apostoles», a juzgar por una inscripción; mientras que no se especifica cuál sería el ubicado en el último cuerpo. En el coronamiento se dibujan, entre roleos, una bicha, un medallón con un busto femenino, y un frutero; finalmente, en el extremo derecho, una figura masculina con una gran espada en su mano derecha. La comparación de este dibujo con el retablo ahora conservado en el Sagrario malagueño no admite lugar a dudas: es evidente que ambos están relacionados e, incluso, podría apuntarse una vinculación directa, a manera de obra proyectada y trabajo realizado. Es cierto que existen algunas diferencias, seguramente debidas a cambios de última hora en el momento de la formalización de la escritura del contrato o bien aprobadas sobre la marcha, refiriéndose la más sobresaliente al módulo gigante de las columnas abalaustradas de los extremos, que en la obra final de ensamblaje se redujeron de formato, así como alguno de los elementos ornamentales del coronamiento. También, al instalarse en Málaga la estructura del retablo se adaptó a la pared plana de la cabecera del Sagrario, enderezándose los dos extremos laterales que poseía originalmente. BRAC, 47, 2012, pp. 35-38, ISSN: 1132-0788 Jesús Urrea Lamentablemente, el escaso conocimiento que todavía existe sobre los modos de trabajo, la grafía de los diseñadores de estas arquitecturas en madera o sobre su capacidad para la figuración, obstaculiza la formulación de atribuciones convincentes, de ahí que para proponer una adscripción habitualmente se recurra a los nombres de los autores más representativos creyéndoles los únicos capacitados para imaginar este tipo de máquinas o componer su historiado. NOTAS 1 Anselmo REDONDO AGUAYO, «Monografía histórica de la villa de Becerril de Campos, Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 9, 1953, pp. 177-178. 2 En el mismo Sagrario, otro retablo del círculo de Esteban Jordán (José M.ª AZCÁRATE, «Escultura del siglo XVI», Ars Hispaniae, XIII, Madrid, 1958, p. 287) y en una capilla de la nave de la epístola un retablo salomónico procedente del templo de San Pelayo, también de Becerril, cfr.. Sergio RAMÍREZ GONZÁLEZ, «La política de restitución patrimonial en la catedral de Málaga tras los sucesos de la Guerra Civil», en Germán ANTONIO RAMALLO (coord.), El comportamiento de las catedrales españolas: del Barroco a los Historicismos, Murcia, 2003, pp. 360-366. En una de las capillas del ábside catedralicio, un retablo del siglo XVII procedente de las clarisas de Plasencia, cfr.. Jesús URREA, «Un retablo de Agustín Castaño, discípulo de Gregorio Fernández, en la catedral de Málaga», BSAA, 76, 2010, pp. 185-192. 3 La escultura del renacimiento en España, Barcelona, 1931, p. 49. 4 José M.ª AZCÁRATE, Ob. cit., p. 85. 5 «Juan de Balmaseda», Goya, 12, 1956, p. 368. 6 La escultura del renacimiento en Palencia, Palencia, 1977, pp. 164-166. 7 Los escultores seguidores de Berruguete en Palencia, Valladolid, 1981, pp. 94-97. 8 Jesús PARRADO DEL OLMO, Ob. cit., p. 97. 9 VV. AA., Colección Abelló, Madrid, Ediciones el Viso, 2011. 10 Almudena. ROS DE BARBERO, en Colección Abellló, n.º 237, p. 362. 11 Kornfeld, 1979; Lodewijk Houthakker (P. FUHRING, Design into Art: Drawings for Architecture and Ornament: The Lodewijk Houthakker Collection [Hardcover], 1989, pp. 246 y 249, n.º 280); Londres, Hazhtt. Gooden & Fox. Ltd; Colección Bill Blass, 1993. Nueva York, Sotheby´s. BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 EN EL ENTORNO DE GASPAR BECERRA: MODELOS, RASGUÑOS, PINTURAS Y OTROS OBJETOS DE GASPAR DE HOYOS (m. 1573) Manuel Arias Martínez Museo Nacional de Escultura RESUMEN: Dos inventarios del pintor y discípulo de Becerra Gaspar de Hoyos, uno hecho a su muerte en Astorga, en 1573 y la noticia de los objetos que poseía su esposa en Madrid en 1576, permiten disponer de más información sobre su personalidad y su trabajo como policromador. Son muy interesantes las relativas a pinturas o a lo que faltaba por policromar en el retablo astorgano. El uso de dibujos y modelos anatómicos proporciona claves para penetrar en el proceso creativo y ayuda a valorar los esquemas de trabajo que tenían origen en Italia. PALABRAS CLAVE: Gaspar de Hoyos. Gaspar Becerra. Gaspar de Palencia. Juan de Cerecedo. Joaquín del Texo. Astorga. Madrid. Modelos. Dibujos. Trazas. Retablo. Policromía. IN GASPAR BECERRA’S ENVIROMENT: MODELS, SKETCHES, PAINTINGS AND OTHER OBJECTS OF PAINTER GASPAR DE HOYOS (D. 1573) ABSTRACT: Two inventories of Gaspar de Hoyos - who was a disciple of Gaspar Becerra -, one of them drawn up to his death in 1573, and the list of the objects that his wife had in Madrid in 1576, provide unpublished information about him and his work. There are very interesting data related to paintings or the information about the part of the Astorga Cathedral altarpiece that hadn’t been polycromed yet. The use of drawings and anatomical models informs of creative process and they help us to value the ways of working that had their origin in Italy. KEY WORDS: Gaspar de Hoyos. Gaspar Becerra. Gaspar de Palencia. Juan de Cerecedo. Joaquín del Texo. Astorga. Madrid. Models. Drawings. Desings. Altarpiece. Polichromy. Inicialmente, las referencias a la figura artística de Gaspar de Hoyos, pintor y discípulo de Gaspar Becerra, en palabras de Ceán, se reducían a su participación como policromador en el retablo mayor de la catedral de Astorga, un trabajo que había contratado en 1569 con Gaspar de Palencia repartiéndose de manera equitativa, y como fuera habitual, tan ingente tarea1. Esas noticias, dadas a conocer más ampliamente en la historiografía local asturicense2, pero también en otras fuentes de mayor alcance3, tenían un carácter meramente documental, limitadas a constatar su participación en una obra de extraordinarias dimensiones. La información valiosa pero escueta, de añadir simplemente un nombre propio a la nómina de los artistas del siglo XVI, se ha incrementado con el transcurrir del tiempo hasta llegar a perfilar mayores detalles sobre su personalidad y su contexto, que contribuyen a conocer mejor el propio proceso creativo. Precisamente en esta misma línea es en la que ahora podemos añadir algunos datos nuevos. 40 La posibilidad de vincularlo a los trabajos cortesanos de embellecimiento de los palacios reales filipinos, en el entorno mismo de Gaspar Becerra (+1568), sirvió para entender una dimensión más global del artista, situado en el escenario puntero del momento y, de este modo, al tanto de las mayores innovaciones estéticas conocidas4. Su nombre se registraba en la nómina de los encargados de la decoración tanto del Alcázar de Madrid como de El Pardo, en calidad de ayudante de Becerra, al lado de un desconocido pintor llamado Susarte. Pienso que es factible identificar a este Susarte con el pintor documentado en Toledo durante la segunda mitad del siglo XVI, llamado Cosme Zuzarte, con el que nunca se había puesto en relación5. Por desgracia no se han identificado pinturas de caballete como obras de Gaspar de Hoyos, pero la vinculación de los modos pictóricos de Gaspar de Palencia, compañero suyo en la policromía del retablo catedralicio astorgano, con la pintura toledana hacen razonable establecer esa relación. La oportunidad de profundizar en el trabajo desarrollado por Hoyos en la gran obra de este retablo, al darse la circunstancia de que falleciese en el transcurso de la misma, sirvió para aumentar las coordenadas de su actividad6. La tasación del trabajo realizado proporcionó noticias técnicas sobre la policromía, en las que ahora no queremos entrar; también sobre sus circunstancias familiares o sobre su taller, a lo que se sumaban otro tipo de datos facilitados por su testamento, mencionado en el citado libro publicado con motivo de la restauración del retablo de Astorga. El análisis de este documento venía a corroborar, en la intimidad de lo cotidiano, la existencia de un consolidado taller familiar, formado por hermanos y sobrinos del protagonista, dando pie a suponer la común BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez pertenencia gremial a un linaje de pintores que se remontaría a generaciones anteriores. Hoyos se declara originario de la villa de Cuenca de Campos, en cuya iglesia parroquial de San Justo, y en la tumba de su padre, mandaba enterrarse en último término, aunque su obra conocida la hubiera llevado a cabo muy lejos de su patria chica. Lo cierto es que todavía se conocen muy pocos detalles sobre su actividad profesional que, sólo con su participación en la fase pictórica del retablo de la catedral astorgana, alcanzó cotas considerables de prestigio en el campo de la policromía. Considerando que era natural de Cuenca de Campos, hay que suponer que su primer escenario sería Valladolid y su entorno inmediato, desde donde pudo incorporarse al círculo de Becerra, que había tenido aquí su primer centro de operaciones tras regresar de Italia. La primera noticia sobre su actividad se refiere a la ejecución de labores menores en San Jerónimo el Real de Madrid, donde Felipe II efectuaba reformas construyendo o modificando un cuarto real. En 1563 doraba la reja de la capilla mayor y realizaba pinturas y estucos en el relicario donde estaban las cabezas de las Vírgenes, junto al altar mayor de la iglesia monástica7. Entre 1564 y 1566 Hoyos aparece trabajando en el Alcázar madrileño como ayudante del mismo Becerra, al lado de Susarte y de los estuquistas Miguel de Ribas, Miguel Martínez y Baltasar del Torneo, la cual permite suponer que se encontrara vinculado al maestro en sus obras cortesanas, hasta la muerte de éste en 1568, para contratar al año siguiente la obra de policromía de Astorga. Su rastro en las tareas que se hacían en los sitios reales, confundido con los distintos oficiales, se aclaraba hace unos años al documentarse, a través de una declaración del propio Hoyos, su actividad en la policromía del retablo madrileño de las Descalzas Reales8. En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) Con motivo del fallecimiento de Paula Velázquez, la viuda de Becerra, en 1569, salía a la luz una reclamación judicial planteada por Gaspar de Hoyos, a causa de ciertas cantidades que Becerra le había dejado a deber. Al resolverse el problema, Hoyos declara que se trataba de trabajos en la pintura del retablo de la Princesa, así como del coste en viajes a Rioseco hecho por orden de Becerra, y también a Yecla y Murcia9. Ese papel de agente de Becerra, que había quedado constatado de manera más imprecisa en las cuentas del bachiller Torneo10, lo sitúan muy cerca del maestro, como buen conocedor de sus innovaciones y tal vez como ejecutor de muchas tareas a las que el propio Becerra no llegaba. Una interesante información para conocer las inquietudes artísticas y formativas de Gaspar de Hoyos, se documenta con su presencia en la almoneda de los bienes de Paula Velázquez, comprando objetos de Becerra. Además de colores y aceites para pintar, adquirió varios libros que habían pertenecido a su maestro: un confuso «libro de Alverto de Juane (¿) en ocho reales un con el otro en dose mrs.» y un «Vitruvio en toscano», además de otros ejemplares no reconocibles por citarse de forma genérica. La posibilidad de identificar el primero de aquellos con algún tratado de Alberto Durero, como se ha planteado, unido a la obra clásica de Vitruvio, permiten reconocer dos de los pilares de la tratadística como imprescindible bagaje en las bibliotecas de los artistas. Pero, además, en esa almoneda Gaspar de Hoyos adquirió algunos trabajos estrechamente vinculados a Becerra. Se trataba del cartón de la Dánae recibiendo la lluvia de oro, empleado para las pinturas de la Torre de la Reina en el palacio de El Pardo, con la fábula de Perseo y Andrómeda11, y de unos papeles representando cinco Artes Liberales, 41 que formarían parte de las pintadas por Becerra en uno de los cubillos del Alcázar madrileño. Junto a estos trabajos preparatorios, la compra de la célebre traza del retablo de las Descalzas, que de la colección Carderera pasó a la Biblioteca Nacional, fue la más significativa de las realizadas por Hoyos entre los bienes conservados de Becerra quizás por el hecho de estar relacionada con la participación en su policromía12. Por último, junto a sustancias para pintura, Hoyos adquirió por 40 reales «tres rostros», sin duda tres esculturas de bulto realizadas en algún tipo de material perecedero y empleadas como modelo según propondremos más adelante. Realmente todas estas compras, por otra parte generalizadas en el mundo artístico de su tiempo, forman parte de lo que fue una intensa relación discipular que, de este modo, se perpetuaba a través de la presencia y el uso de objetos que seguirían cumpliendo su función en las tareas pictóricas de Hoyos. El hecho de que el 5 de diciembre de 1569, Hoyos y Palencia contrataran la policromía del retablo mayor de la catedral de Astorga, que estaba concluido de talla en 156113, pone de manifiesto la vinculación a la producción del maestro incluso después de su muerte. Si ahora sabemos que Hoyos había policromado el retablo de las Descalzas Reales, la otra gran creación retablística de Becerra, estaba justificada su contratación para llevar a cabo la obra astorgana sin solución de continuidad y explica su alejamiento de la corte para desplazarse a Astorga, una vez fallecido su mentor en Madrid. Precisamente, ese mismo año de 1569 tuvo trascendencia para la vida del pintor. Según lo que afirma en su testamento, aquel año se casó en la capital con Isabel del Texo, hija de un platero vecino de Madrid, Joaquín del Texo y de su mujer Mariana de Çaballos, emparentados con la saga de los Reynalte, BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 42 orfebres muy activos en Valladolid y a la que también pertenecía Luisa de Reynalte, esposa del pintor Alonso Sánchez Coello14; y se trasladó a Astorga, donde residiría hasta septiembre de 1573 cuando, en esa ciudad le sorprendió la muerte. Su tarea en el retablo astorgano transcurrió en un clima de ciertas disensiones con Palencia, pero al ritmo que establecían las condiciones contractuales. Su testamento, ya analizado15, aclara la participación en los trabajos de un taller familiar formado por dos de sus hermanos, Francisco y Rafael, además de su sobrino Floristán, a quienes dejaba «los papeles con las colores y aparejos del arte con piedras de moler… con los moldes que yo tengo lo qual se les de después de acabar la obra». En efecto, la familia Hoyos seguiría haciendo trabajos de policromía, como se comprueba en el retablo de la capilla de los Alderete en Tordesillas16 y en otros que se definirán con mayor precisión. EL INVENTARIO REALIZADO EN ASTORGA EN 1573 Los complejos problemas legales que siguieron al fallecimiento de Hoyos, suscitados por los acreedores, su propia familia y la de su esposa, cuando su parte en la policromía del retablo asturicense no estaba concluida, generaron una abundante documentación sobre la que hemos tratado en otra ocasión y a la que, sin duda, habrá que volver. En ese contexto, y al hilo de la partición de sus bienes17, se inscribe un inventario redactado en Astorga al fallecer el pintor, el día 5 de octubre de 1573, para utilizarlo en las reclamaciones judiciales. La relación de los objetos que tenía el artista en su casa accidental ofrece el panorama de unas sencillas condiciones de vida, BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez como no podía ser de otro modo. Se mencionan objetos personales, vestidos, un exiguo mobiliario y menaje, así como su espada, daga y arcabuz, elementos imprescindibles en la sociedad de su tiempo. Más singular resulta la presencia de un arpa, quizás por saber tañerla el artista lo cual sería un aspecto más interesante de su cotidianeidad. Sin embargo, los elementos relacionados directamente con su profesión, son los que ahora nos interesan de manera particular: Colores y sustancias para la pintura: 8 emboltorios de açul en sus taleguillos que podrán pesar cinco libras; otra media dozena demboltorios de carmín de Florencia y de indias; 20 libras de albayalde bueno; 2 taleguillos de verde terra que pesaran tres libras; 1 libra de verde granillo; 1 libra de verde montaña; 1 libra de senuli (sic); 1 libra de açarcon; 3 quarterones de bermellón; media libra de arquilla; 2 libros de oro que tendrán quinientos y çinquenta panes; 4 losas de moler colores con sus moletas; 8 piedras de bruñir oro; 4 plomaçones de cortar oro; 2 cuchillos; 6 dozenas de pinzeles; 2 dozenas de brochas de aparexar Dibujos, trazas y libros: 1 retrato de un rostro de mujer pintado en papel; 25 papeles debujados con lápiz de mano; 30 papeles de estampa grandes e pequeños; 3 rostros pintados en papel de marca mayor los dos de mujer el uno de ombre; 3 ymagenes pequeñas de papel guarnezidas de madera; 135 papeles de mano de los de marca mayor y grandes y de los menores y de buena mano; 3 figuras del Dilubio pintadas al olio en un pliego de papel de marca mayor; 1 traza de un retablo en un pergamino grande metida en una caja; 28 libros grandes e pequeños de los que tratan arquitetura y otros de otras materias. Pinturas: 1 rretrato del Rey, en lienzo; 1 rretrato de la reyna, en tabla; 1 del prinçipe, en lienço; 1 tabla donde esta pintada la Justiçia; 1 Nuestra Señora con su hijo; 1 San Juan de En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) medio cuerpo, en lienço; 1 rostro de Nuestra Señora pintado en tabla con su guarniçion; 1 retrato de Ysavel de Tejo su mujer del defunto questa en un quadro; 1 niño pintado en un lienço; 1 ymagen de Nuestra Señora pintada en un quadro de cobre con sus portezuelas doradas de guarnición. Era lógico que los componentes empleados para la policromía del retablo astorgano ocuparan un espacio preferente. Colores, panes de oro e instrumentos propios de la profesión, como losas de moler, piedras de ágata para bruñir o los pinceles, entre los que se diferencian los utilizados para dar el aparejo previo, formaban parte de las necesidades de un taller muy especializado. En el segundo grupo de objetos que componen el cuerpo del inventario, es necesario reparar en los dibujos y lamentar la escasa precisión en su identificación. Los dibujados sobre papel y las referencias al tamaño de marca mayor, se referirían a los cartones adquiridos por Hoyos entre los bienes de Becerra y aludirían, sin duda, a obras diseñadas por el maestro para los sitios reales. Los rostros de mujer y hombre parecen evocar aquellos que, conservados en El Escorial, representan las figuras que Becerra había representado en las perdidas pinturas del Alcázar de Madrid. Lo mismo sucede con las tres figuras del diluvio ¿Podrían referirse a los personajes de la escena de Dánae en El Pardo puesto que, en ocasiones, la literatura antigua se refiere al episodio de la lluvia de oro como el diluvio de Júpiter? Lo cierto es que la clasificación de los papeles, que en el caso de uno de los grupos se eleva hasta 135, indica que se trataba de obras de buena mano y, por lo tanto, tendrían cierta consideración entre las obras inventariadas. Tampoco faltaban estampas ni libros, parte sustancial en los inventarios artísticos del momento, pero se carece de datos que permitan su identificación ni los asuntos que 43 Gaspar de Hoyos y taller. Detalle de policromía con motivos fantásticos en el retablo mayor de la Catedral de Astorga. integraban esta colección, posiblemente compuesta por repertorios ornamentales, especialmente utilizados para las policromías. Los títulos de los 28 libros que componían la biblioteca no se especifican aunque había obras de arquitectura, pero su número, que hoy puede resultar exiguo, no era corto en relación con otras bibliotecas de artistas de su tiempo. La traza grande en pergamino de un retablo, guardada en una caja, hace pensar en el modelo para las Descalzas que, como vimos, adquirió Hoyos en la almoneda de Becerra, sin embargo al señalarse que su soporte era pergamino y no papel, material en el que se dibujó la traza conservada en la Biblioteca Nacional, obliga a buscar otro modelo como la traza del BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 44 retablo de Rioseco o ¿acaso Hoyos manejaba la traza del retablo de Astorga como guía en el proceso de policromado? Por último, entre las pinturas que conservaba en Astorga se diferencian tres grupos. El primero estaba compuesto por varios retratos reales, identificados con más precisión en el inventario de 1576, y uno alegórico representando a la Justicia, los cuales, por lo que veremos más adelantes, parecían ser encargos hechos por el Cabildo astorgano. También figura en esta relación un pequeño grupo de pinturas devocionales, sobre tabla, lienzo o cobre, con representaciones de la Virgen o San Juan, sin especificar autorías. Pero lo que más llama la atención, junto con el retrato de un niño, es la presencia de otro de su esposa Isabel del Texo, que residía en Madrid, y cuya imagen serviría de continua evocación al marido. Las noticias que facilita este inventario concluyen con una curiosa relación para conocer el transcurrir del proceso de policromía del retablo de Astorga. Su fallecimiento, antes de que concluyera el trabajo, generó problemas judiciales con Gaspar de Palencia y obligó a una tasación pormenorizada gracias a la cual se ha podido conocer muy bien la historia del retablo. Este listado, usando la terminología propia, ayuda a conocer el desarrollo de las diferentes etapas en el dorado o en el estofado y permite formular precisiones a un trabajo de alta estima económica, por el uso de materiales caros, y también estética por contribuir a valorar al resultado final de la obra. EL INVENTARIO MADRILEÑO DE LA VIUDA DE GASPAR DE HOYOS EN 1576 Gaspar de Hoyos nombró como testamentarios suyos a dos plateros: Sebastián de BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez Encalada, establecido en Astorga, y su suegro, Joaquín del Texo. Este último formalizó en Madrid en 1576, tres años después del fallecimiento del pintor, un documento de inventario de los objetos que se encontraban en poder de su hija Isabel, viuda de Hoyos, quien por ser menor de edad estaba sometida a la curaduría paterna18. El inventario no es un documento especialmente largo ni pormenorizado pero sí bastante elocuente por suministrar información relativa a la vida diaria y, sobre todo, a la actividad pictórica y proceso creativo del artista. Respecto a la primera faceta, los objetos que formaban el ajuar doméstico de la viuda, tres años después de fallecido Hoyos, son de escasa trascendencia. En el mobiliario solo figuran piezas de uso, algunas viejas y otras sin terminar como ocho sillas de nogal a las que faltaba el asiento de cuero; arcas de pino, mesas o cofres encorados, curiosamente uno al modo de Valladolid y otro al de Italia, y un pequeño conjunto de ropa de cama en el que destacaba el sobrecielo de lienzo, con un Cristo pintado sobre una nube, tal vez obra del difunto. Escasa era también la ropa de mujer pero no faltaban las sayas, mantos y jubones, parte indispensable del atuendo femenino, así como algunos tocados y pequeñas joyas de corto valor. Entre la ropa masculina tampoco había piezas excepcionales. Junto a una daga y una espada, la túnica de vocaçin19 negro con su cordon y insignia de Nuestra Señora de la Soledad en ojadelata que manifiesta su vinculación a la cofradía de la Soledad de la Victoria, cuya talla había trabajado Becerra en el ambiente legendario de un acontecimiento fabuloso20, contribuye a vincularle todavía más con el maestro. Muy interesantes resultan los registros del inventario relacionados con la profesión de Gaspar de Hoyos, que todavía permanecían En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) 45 Gaspar de Hoyos y taller. Detalle de policromía en la arquitectura del retablo mayor de la Catedral de Astorga. Gaspar de Hoyos y taller. Detalle de policromía con representaciones alegóricas en el manto de la Asunción del retablo mayor de la Catedral de Astorga. en su casa, tres años después de morir. Como se puede comprobar, algunos pertenecientes a su maestro los había adquirido en la almoneda de la viuda de Becerra y son fácilmente identificables. Con objeto de analizarlos con más detalles he efectuado la siguiente clasificación: -Colores y sustancias para la pintura: 1 taleguillo de azul de vernal que pesó libra y media; unos papelillos de colores del fresco y del temple, todos derramados…; unas redomillas de aceite para pintar. -Dibujos, estampas y modelos: 2 cartones de lápiz negro en papel de marca mayor, grandes y pequeños; 1 envoltorio de diez u once papeles de máquinas rasguñadas pequeñas, de medio pliego cada una; 1 envoltorio de papeles viejos rotos de rasguño y de estampa, tasados por Juan de Cerecedo, pintor, en 30 reales; una arquilla vieja con modelos: 3 rostros grandes de yeso, 2 figuras de barro enteras, 2 figuras de cera o betún colorado enteras, 2 pedazos de modelos, brazos, pies, rostros. -Pinturas: 2 lienzos pequeños con retratos de la emperatriz, acabado, y el emperador, bosquejado; 1 Alegoría de la Justicia, en tabla, con moldura de oro y negro, para el Cabildo de Astorga; 1 retrato del rey Felipe II en lienzo, sin moldura, para Astorga; 1 retrato del príncipe don Carlos en lienzo, sin moldura, para Astorga; 1 retrato de la reina Isabel de Valois, en tabla, para Astorga. De los colores y sustancias para el arte de la pintura, tanto la taleguilla de azul como las redomas de aceite pueden corresponder con las compradas en la almoneda de Paula Velázquez. Era corriente que los artistas acudieran a las almonedas de miembros o familiares difuntos del gremio con el fin de adquirir, por cantidades más asequibles, materiales de uso. Los inservibles papelillos de colores al fresco y al temple, muestran también la dedicación de Hoyos en la ornamentación de los sitios reales donde, una vez más a la sombra de Becerra y de la influencia italiana, el fresco gozó de excelente fortuna. En cuanto a los modelos que le habían pertenecido figuran dos cartones en lápiz negro, el color en el que Becerra los dibujaba según Ceán, sin aportar ninguna precisión más sobre su temática. ¿Podría ser uno el de la Dánae de Becerra, adquirido en la almoneda de su viuda? La presencia de cartones, utilizándose con exactitud el término correcto, vuelve a reiterar su oficio como fresquis- BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 46 ta, en cuyo proceso el uso de estos elementos cumplía una función absolutamente necesaria, siguiendo las pautas de trabajo consagradas en Italia. A ellos se unen los envoltorios de papeles, uno de diez u once máquinas rasguñadas y pequeñas21. Pienso que los dibujos en apuntamiento o tanteo, porque eso es lo que quiere decir rasguños, contenidos en esta entrada, hacían referencia a trazas ornamentales, de arquitecturas o de retablos, utilizadas como fuente de inspiración. El otro envoltorio, a pesar de tratarse de papeles rotos con dibujos y estampas, destaca en el conjunto por conocerse su valor económico aunque fuese de una pequeña cantidad, pero resulta curioso que lo tasara el pintor Juan de Cerecedo, a quien se registra acompañado de su dedicación profesional. A Cerecedo le cita Ceán como pintor y vecino de Alcalá de Henares, cuando acudió en 1576 con Gaspar de Palencia a tasar el retablo que Sánchez Coello había hecho para la iglesia de San Eutropio, en El Espinar22. Esa referencia en relación con Palencia, apenas tres años después de la muerte de Hoyos, confirma que ambos tenían puntos en común. Además, habría que añadir que Cerecedo figura entre los pintores de la princesa de Portugal23, de forma que su actividad giraba en torno a las Descalzas, y por lo tanto a Becerra y al propio Hoyos, y esta sería la razón para que Joaquín del Texo acudiera a él a la hora de tasar los bienes de su yerno. También resulta muy interesante la presencia de esa arquilla vieja con modelos, entre ellos tres rostros de yeso que quizás pueden identificarse con los pertenecientes a Becerra, adquiridos por Hoyos por 40 reales en la almoneda de Paula Velázquez. Figuras de barro y cera, así como otros fragmentos de anatomías de yeso, forman un importante ajuar artístico, fundamental en el inventario de un artista y contribuye a comprender su BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez proceso de trabajo. En el testamento astorgano de Hoyos no se cita ninguno de esos modelos aunque sí se mencionan plantillas, posiblemente utilizadas para los repertorios desarrollados en las decoraciones de policromía. Estos modelos de bulto, en el taller de un pintor, respondían sin embargo a una utilidad más propia de un artista de caballete que de un policromador, por lo que quizás nunca llegaron a estar en Astorga por no serle necesarias para aquel encargo. Aunque esta arquilla no se mencione en la almoneda de Paula Velázquez, pienso que es preciso tener en cuenta las referencias documentales respecto a un mueble usado con similares funciones, primero en el testamento de Becerra donde se menciona un arca con modelos suyos que debían reclamarse a Jerónimo Vázquez y entregar a sus albaceas24, y después por su viuda cuando indica que en poder de geronimo vazquez pintor vecino de Valladolid estan todos los modelos que su marido truxo de Italia que con carta de execucion se cobre del y de los otros donde estubieren25. ¿Podría ser la misma arquilla, la que estaba en poder de la viuda de Hoyos en 1576? Los modelos de Becerra que tenía Jerónimo Vázquez, pudieron terminar en manos de Hoyos, vinculado tan directamente con los modos del maestro y a quien vimos actuando como su agente. Quizás su prematuro fallecimiento, como el de Becerra, le impidió sacarles partido como artista de caballete o desarrollando tareas de fresquista, del mismo tenor que las que había ejecutado en El Pardo o el Alcázar. Las pesquisas documentales pueden proporcionar en el futuro alguna pista más sobre el destino de esos modelos que, con muchas posibilidades, terminarían en poder de algún artista cortesano, y que, mejor descritos, ayudarían a entender con más claridad las fuentes de inspiración empleadas. En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) Finalmente la existencia en el inventario de una serie de pinturas de caballete, compuesta por retratos de la familia real y una Alegoría de la Justicia, ya registrados en 1573, que Joaquín del Texo cobraba en Astorga como producto de un encargo realizado por el Cabildo catedralicio de la ciudad, aumenta las perspectivas de conocimiento sobre la actividad artística de Gaspar de Hoyos. Aunque en ningún caso se menciona específicamente su autoría, el hecho de que uno de los retratos estuviera bosquejado, transmite la información de no estar concluido y, por lo tanto, de encontrarse en el taller del pintor sin haber sido terminado. A su actividad artística como fresquista y policromador se une ahora la de pintor de caballete, como retratista regio y también como autor de alegorías moralizantes y, aunque no se hayan identificado trabajos suyos de ese tipo, la calidad contrastada de Hoyos como autor de hermosas y cuidadas policromías a punta de pincel, permiten sospechar que su nivel pictórico tendría una aceptable consideración. APÉNDICE DOCUMENTAL 1.–Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, Protocolo n.º 561, ff. 471-477. Protocolos de Cristóbal de Henao. 5 de octubre de 1573. Astorga. Inventario de los bienes de Gaspar de Hoyos, pintor, difunto26. Astorga, 5 de octubre de 1573. El inventario fue presentado ante el escribano Villalpando por Francisco de Hoyos, pintor y Sebastián de Encalada, platero, testamentarios de Gaspar de Hoyos. …inbentario cierto e verdadero de todos los vienes que parescieron aver quedado e 47 tener el dicho Gaspar de Hoyos en esta dicha ciudad de Astorga y todos ellos los pondrá por rrequento ynbentario sin encubrir ninguno e ansimesmo declarara por ynbentario e pondrá las cosas que faltaban por haçer en el dicho retablo estando presentes por testigo Francisco Trezeño de Zaballos e Ambrosio Briz Maldonado e Graviel de Aguilar mercader vecinos de esta ciudad de Astorga ante mi Antonio de Billalpando Primeramente siete sabanas de lino groseras y delgadas; cinco almuadas de lienço la una labrada de negro y las otras quatro blancas; cinco colchones de lienço gruesos y delgados llenos de lana; ocho cabeçales los cinco de terliz y los tres de lana llenos de pluma; seys mantas fraçadas buenas /; dos cobertores colorados; Tres camas de cordel viejas; Quatro mesas de manteles buenos y malos; Una dozena de paniçuelos de mesa; Quatro paños de manos el uno de Ruan y el otro de lienço delgado y dos gruesos; Quatro camisas de lienço traídas; Dos telas de lienço cassero echas en pedaços que tendrán todas ellas veinte baras poco mas o menos; Quatro paños de limpiar la cabeça; Dos panyzuelos de narizes; Tres capas negras en ques un herreruelo traído y una capa de vyntedoseno e otra de bayeta; Un capote flairiengo de camino guarnezido con unos pasamanos negros; Una ropilla de bayeta negra vieja; Una cuera; Un jubón de lienço nuevo; Unos cuerpos de lienço / Unos greguescos de estameña negra; Unos avlados (sic) de gamuza con unos cañones de rojo pardo; Unas medias calzas de aguja de seda traídas; Dos pares de botas unas de baqueta y otras blancas de cordobán traídas; Un sombrero de fyeltro traído; Un espada y una daga con su petrina y talabartes; Un arcabuz con su llave y caja e bolsa e frasco y frasquillo; Una arpa con su funda y una arca caja en que se mete; Un bufete de BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 48 açipres; Dos arcas digo tres de pino viejas; Seis sillas de costillas; Un escritorio de nogal con su pie; Un escabel; Una mesa con su banco que es de Encalada; Otra mesa sin bancos prestada; Doze tablas de pradano y de nogal; Dos cazos de cobre; Una sarten de hierro; Una caldera grande de cobre / Dos asadores de hierro; Un poçal viejo; Quatro candeleros de azofar; Unas tijeras despabilar; Tres candiles de hierro; Un almirez con su mano; Una cuchara de hierro; Dos cueros de traer bino; Dos cantaros de barro; Una dozena de platos y otra descodillas de talavera; Un plato de peltre; Un cribo y una çeranda; Un carro de paja; El rretrato del Rey en lienzo; Otro rretrato de la reyna en tabla; Otro del prinçipe en lienço; Una Nuestra Señora con su hijo; Un San Juan de medio cuerpo en lienço; Un rostro de Nuestra Señora pintado en tabla con su guarniçion; El retrato de Ysavel de Tejo su mujer del defunto questa en un quadro; Un niño pintado en un lienço; Tres figuras del Dilubio pintadas al olio en un pliego de papel de marca mayor / Una ymagen de Nuestra Señora pintada en un quadro de cobre con sus portezuelas doradas de guarniçion; Un retrato de un rostro de mujer pintado en papel; Veinte y cinco papeles debujados con lápiz de mano; Treinta papeles de estampa grandes e pequeños; Tres rostros pintados en papel de marca mayor los dos de mujer el uno de ombre; Tres ymagenes pequeñas de papel guarnezidas de madera; Çiento y treinta y cinco papeles de mano de los de marca mayor y grandes y de los menores y de buena mano; Una traza de un retablo en un pergamino grande metida en una caja; Un espejo de cristal; Veinte y ocho libros grandes e pequeños de los que tratan arquitetura y otros de otras materias; Ocho emboltorios de açul en sus taleguillos que podrán pesar cinco libras poco mas o menos que se ba gastando dello; Otra media BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez dozena demboltorios de carmín de Florencia y de indias que se ba gastando; Veinte libras de albayalde bueno poco mas o menos que se ba gastando dello; Dos taleguillos de verde terra que pesaran tres libras poco mas o menos; Una libra de verde granillo poco mas o menos; Una libra de verde montaña poco mas o menos; Una libra de senuli (sic) poco mas o menos; Una libra de açarcon poco mas o menos; Tres quarterones de bermellón poco mas o menos; Media libra de arquilla poco mas o menos que todas las colores arriba dichas se van gastando en la obra; Dos libros de oro que tendrán quinientos y çinquenta panes poco mas o menos; Quatro losas de moler colores con sus moletas; Ocho piedras de bruñir oro; Quatro plomaçones de cortar oro / Dos cuchillos; Seis dozenas de pinzeles; Dos dozenas de brochas de aparexar; Una tabla donde esta pintada la Justiçia; Un peso con ocho libras; Tres candados andaderos con sus llaves; Un caballo morzillo con su freno e manta. Relacion y memoria de las cosas que faltan por hacer en la parte del retablo que a su cargo tenia de pintar Gaspar de Hoyos, es lo siguiente Primeramente la historia de la Quinta Angustia que estaba dorada y metida de primeras colores y acabadas en perfección solo el çielo con la cruz todo lo restante qua ay que haçer en la dicha ystoria para ponerla en perfección es lo que falta por hacer Yten el frontispicio grande ques remate de todo el retablo sobre que biene el Cristo y Maria y San Juan tan solamente quedo dorado todo lo que parece / conbenia dorar en el lo ques lo que falta es destofado que conbiniere hacer en el Yten quedo por començar el respaldo de la ystoria de la Coronación de Nuestra Señora y hase de haçer En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) Yten un friso de los bueys de la primera orden que quedo la mitad del por dorar lo que falta por haçer dorar el friso y estofarle conforme a lo demas Yten un escudo de armas de la yglesia estaba solamente aparejado y falta de dorarle y estofarle Yten quatro molduras grandes digo tres en un pedazo que quedaron aparejadas lo que falta por haçer en ellas es dorarlas conforme a las demas que ay en la obra Yten dos Birtudes del banco que quedaron doradas y estofadas lo que falta por haçer en ellas es las encarnaciones y dorar los lados y recorrer algunas cosas que seran menester / Yten seis niños grandes de los remates de los frontespiçios lo que falta en ellos es encarnarlos y estofar y darlos paños que tienen debaxo de si Yten todas las repisas que son diez que quedaron todas las ystiras (sic) por meter de azul y rojas Yten quedaron por estofar los modillones de los dos frisos del remate anse de estofar conforme a los demas Yten seis traspilares de la segunda orden que quedaron dorados lo que falta por hacer en ellos es unos colgantes de açul conforme a los demas Yten quedo por haçer que se han de dar de berde todas las peanas de los santos anse de acabar conforme a los demas Yten faltan por començar de aparexar y dorar nuebe caxas grandes y pequeñas que son de los santos de las entrecalles anse de aparejar y dorar conforme a los demas Yten quedo por estofar dos medios escudos en que bienen los… / Yten falta por aparejar dorar y estofar un asiento del Cristo de la Coronación conforme a lo demas… 2.–Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, Protocolo n.º 467, s.f. Protocolos de 49 José de Uclés. 6 de abril de 1576. Madrid. Inventario de los bienes de Isabel del Tejo, viuda de Gaspar de Hoyos, pintor. En la villa de Madrid a diez y seis días del mes de abril de myll y quinientos y setenta y seis años ante el muy magnifico señor licenciado Salaçar tiniente de corregidor en la dicha villa y su tierra por su magestad pareçio presente Juachin del Tejo curador de la persona y bienes de Ysabel del Tejo su hija biuda muger que fue de Gaspar de Hoyos, pintor difunto e dixo que para que conste de los bienes que la dicha su menor tiene los quales por ynbentario puso en esta manera: Una cama de campo de madera de nogal nueva; –Una cama de cordeles de pino viexa; Ocho sillas de nogal nuevas sin acavar la madera y herraxe nescesario sin cueros. Son las seis grandes y las dos chicas; Tres mesas de pino viexas con sus pies asidos en ellas; Una arca grande de pino razonable; Otra arca grande de pino larga compartida en dos; Dos cofres encorados, uno de los que se hacen en Valladolid razonable y el otro viexo de los que se hacen en Ytalia; Siete tablas de madera de platano de a seis y siete pies cada una; Un baul viexo Ropa de cama: Una colgadura de cama de palmilla de Cuenca azul con sus flecos de seda azul y con su cobertor y redropie y sobre mesa de lo mismo; Otro cobertor azul de seçeno traydo con su flocadura de seda amarilla y azul; Tres colchones llenos de lana, los dos de Ruan y el otro de brin de lino; Doze savanas de lienço casero nuevas de a tres piernas cada una; Dos avantales de lienço casero el uno mas gordo que el otro; Otras tres savanas de lienço casero viejas, la una de tres piernas y las dos de a dos y media; Mas diez varas y media de lienço en dos pedaços el uno de siete varas y BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 50 el otro de a tres y media; Dos fraçadas traídas demediadas; Dos paños de manos uno bueno y otro viexo; Un camyson de lienço casero, es camisón de hombre y no tiene puños ny… y es nuevo; Otro camyson de hombre viexo; Quatro aranbeles viexos de guadamecil las çanefas; Un sobrecielo de cama de lienço con su gotera pintado en el un Cristo en una nuve / Vestidos de hombre: Unos muslos de terciopelo negro viejos con su cuera de raso negro ansimysmo viexa; Otros muslos de terciopelo pardo con sus medias de punto de seda y su cuera de raso pardo pespuntada todo viejo; Otros muslos de terciopelo morado con sus cañones de lo mismo viejos; Un sayo y una capa de rraja viejo; Una gorra de terciopelo rico viexa; Una espada y una daga con su talabarte de terciopelo viejo con sus fierros pavonados y dorados; Una ropa de levantar de paño de mezcla con sus alamares y pasamanos de seda negra traída; Una túnica de vocaçin negro con su cordon y insignia de Nuestra Señora de la Soledad en ojadelata. Vestidos de mujer; Una saya entera de terciopelo negro buena; Una saya basquiña de raso carmesí guarnesçida de terciopelo carmesí con sus cuerpos de los mismo; Seis cabritillas negras para un jubón; Un jubón de raso carmesí pespuntado con seda de la mysma color; Una ropa de raso negro con dos ribetones de terciopelo negro; Un vestido entero de gorgorán negro guarnesçido de terciopelo negro con sus cuerpos vajos de los mismo; Un manto de burato de seda viexo; Otro manto de seda y lana ansimesmo traído; Una ropilla de tafetán viexa aforrada en bayeta negra Tocados: Un escofión de oro ylado y plata escarchada y argenteria de mylan; Otro escofión de oro y plata ylada de Sevilla y argenteria; Una toca que llaman de reyna de dos varas y media de largo. BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez Cosas de oro: Una sortija de oro esmaltada toda de negro con una piedra granate que pesa diez y ocho reales es vieja saltada todo el esmalte y la piedra no es de valor; Otra sortija vieja ansimesmo esmaltada toda de negro y saltado el esmalte, tiene un vaso de dos piedras y faltale la una la que tiene es un diamantico pequeño pesa diez y ocho reales; Unas arracadas de oro y ambar esmaltado el oro de esmalte blanco. Son hechas en Françia devese sobre ellas dos ducados; Otra sortija de oro con un rubi fino la qual pesa veyntiquatro reales el oro della; Mas quedo enpeñado en poder de Martin de la Peña, vecino de Madrid un agnus dey de ambar y una poma de ambar que pesa todo con su ambar quinçe castellanos y medio y queda empeñado en ducientos reales / Dos cartones de lápiz negro en papel de marca mayor grandes y pequeños; Un emboltorio de diez o onçe papeles de maquinas rasguñadas pequeñas de medio pliego cada uno; Mas otro emboltorio de papeles viejos rotos de rasguño y de estampa, que los taso Juan de Çereçedo pintor en treinta reales; Un taleguillo de azul de vernal que peso libra y media; Unos papelillos de colores del fresco y del temple todos derramados y poco de cada cosa por lo qual no son de valor; Una arquilla vieja con modelos en la qual ay tres rostros grandes de yeso, dos figuras de varro enteras, otras dos figuras de cera o vetun colorado enteras y otros pedazos de modelos como son braços, pies, rostros, en pedazos; Dos lienços pequeños de retratos uno de la emperatriz acavado y otro del emperador bosquejado; Unas redomyllas de azeytes de pintar. Dos almohadas y dos acericos de Holanda vasta para la cama començadas a labrar de seda azul; Dos tobaxas de lino y algodón de a vara y terçia cada una; Mas otra vara y terçia de lienço casero. En el entorno de Gaspar Becerra: Modelos, rasguños, pinturas y otros objetos de Gaspar de Hoyos (m. 1573) Mas una tabla de pintura de la Justiçia con su quadro de una moldura alrrededor de ella de oro y negro la qual cobre del Cabildo de la Yglesia Mayor de Astorga; Mas un retrato del rrey don Philipe en un lienço; Mas otro rretrato del prinçipe don Carlos su hijo que este en gloria en otro lienço sin moldura también como el del rrey; Otro lienço de la rreyna doña ysabel hija del rrey de Françia y mujer del rrey Philipe nuestro señor hecho en una tabla pequeña los quales dichos tres retratos cobre en Astorga; Mas un hespejo cristalino con su guarniçion de hebano Juro a Dios en forma de derecho que no sabe ni tiene noticia de otros bienes y quando que viniere a su noticia de otros bienes o supiere dellos los manifestara y porna por ynbentario pidió al señor tiniente ynterpuniendo a ello su autoridad y de cómo manifiesta los dichos bienes se le de por testimonio, testigos… de Salaçar…e Pedro Roxo. Joachin del Texo. Joseph de Ucles. NOTAS 1 Juan Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, Madrid, 1800, T. II, p. 302. Recoge tan solo el dato de su trabajo en Astorga, tomando como fuente el archivo capitular. 2 Pedro RODRÍGUEZ LÓPEZ, Episcopologio Asturicense, Astorga, 1908, T. III, pp. 181-195; Matías RODRÍGUEZ DÍEZ, Historia de Astorga, Astorga, 1909, pp. 811-820. 3 Esteban GARCÍA CHICO, Documentos para el estudio del arte en Castilla, T. III-I, Pintores, Valladolid, 1946, pp. 112-119. 4 Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, «El Alcázar de Madrid en el siglo XVI (nuevos datos)», Archivo Español de Arte (AEA), n.º 137, 1962, pp. 1-19. Carmen GARCÍA-FRÍAS CHECA, Gaspar Becerra y las pinturas de la Torre de la Reina del Palacio de El Pardo, Madrid, 2005, pp. 52-53. 5 Isabel MATEO y Amelia LÓPEZ-YARTO, Pintura toledana de la segunda mitad del siglo XVI, Madrid, 2003, p. 313. Las citas de Zuzarte trabajando en Toledo habían sido recogidas por Fernando MARÍAS, «Maestros 51 de la catedral, artistas y artesanos: datos sobre la pintura toledana de la segunda mitad del siglo XVI (II)», AEA, n.º 221, 1983, p. 24. 6 Manuel ARIAS MARTÍNEZ y Miguel Ángel GONZÁLEZ GARCÍA, «El retablo mayor. Escultura y policromía» en El retablo mayor de la catedral de Astorga. Historia y Restauración, Salamanca, 2001, pp. 13-162. 7 Javier RIVERA BLANCO, Juan Bautista de Toledo y Felipe II. La implantación del clasicismo en España, Valladolid, 1984, p. 260. 8 Francisco Javier HERRERA GARCÍA, «Gaspar Becerra: su entorno familiar y profesional a la luz de nuevas fuentes documentales», Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, n.º XCIII, 2004, pp. 59-96. 9 Con buen juicio, Herrera García veía el viaje a Rioseco orientado hacia los negocios relativos al retablo mayor de Santa María, ejecutado con la traza del maestro, mientras que las razones de los de Yecla y Murcia estarían, probablemente, en la recepción de materiales de Italia, empleados en el retablo de las Descalzas. 10 Manuel ARIAS MARTÍNEZ, «Gaspar Becerra, escultor o tracista. La documentación testamentaria de su viuda Paula Velázquez», AEA, n.º 283, 1998, pp. 273-288. 11 Carmen GARCÍA-FRÍAS CHECA, Op. Cit. 12 La trascendencia de la traza del retablo mayor de las Descalzas iba a ser significativa en el entorno de Astorga, especialmente en la obra de ensamblaje de Bartolomé Hernández, quien también forma parte del grupo madrileño de Becerra, pero que del mismo modo que Hoyos, regresará a Astorga tras su muerte para atender a un mercado seguro. Herrera García se plantea cual sería el recorrido de la traza hasta terminar en la colección Carderera. Es muy probable que primero estuviera en Astorga y dejara allí sus repercusiones. Sobre el dibujo de la traza se ha escrito en distintas ocasiones. Una de las referencias más actualizadas es la ficha de Adela ESPINÓS para el catálogo Felipe II, un monarca y su época. Un príncipe del Renacimiento, Museo Nacional del Prado, 1998-1999, pp. 526-528. 13 Resulta significativo que para el gasto que suponía la policromía, el obispo de Astorga reclamara y obtuviera la ayuda regia, logrando el mecenazgo de Felipe II para dar término a la obra de Becerra, después de haber fallecido el artista. Manuel ARIAS MARTÍNEZ, «Miscelánea sobre Gaspar Becerra», Boletín del Museo Nacional de Escultura, 2007, n.º 11, pp. 7-15. 14 Cfr. Stephanie BREVER-HERMANN, «Alonso Sánchez Coello. Vida y Obra», en Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II, Museo del Prado, Madrid, 1990, pp. 13-35. 15 Manuel ARIAS MARTÍNEZ y Miguel Ángel GONZÁLEZ GARCÍA, Op. Cit., pp. 143-144. 16 José MARTÍ Y MONSÓ, Estudios histórico artísticos relativos principalmente a Valladolid, Valladolid, BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 52 1900, pp. 429-439. Manuel ARIAS MARTÍNEZ, «Noticias sobre el escultor Bartolomé Hernández y el retablo de los Alderete de Tordesillas», AEA, n.º 294, 2001, pp. 127-138. 17 La noticia documental de la partición de bienes en Cristóbal PÉREZ PASTOR, Noticias y documentos relativos a la historia y literatura españolas, T. II, Madrid, 1914, p. 52. El inventario está en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHPM), prot. N.º 561, ff. 471477, protocolos de Cristóbal de Henao. 18 AHPM, prot. 467, s. f. Protocolos del escribano José de Uclés. El documento anterior es asimismo un inventario de bienes de los jóvenes Juan y Jerónimo de Villafranca, hijos de los difuntos Juan de Villafranca y Catalina Romera, de los que también Joaquín del Texo era curador. 19 El Diccionario de Autoridades define este material textil común como tela de lino de varios colores especialmente negro, encarnado o verde, que parece está engomado por lo tieso. 20 Una actualización sobre el tema en Manuel ARIAS MARTÍNEZ, «La copia más sagrada: la escultura vestidera de la Virgen de la Soledad de Gaspar Becerra y la presencia del artista en el convento de Mínimos de la Victoria de Madrid», Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (BRAC), n.º 46, 2011, pp. 33-56. 21 El término «máquina» puede resultar algo confuso. Hay que entender que en esta tesitura no se trataría BRAC, 47, 2012, pp. 39-52, ISSN: 1132-0788 Manuel Arias Martínez de artificios de madera o de otra materia para ejecutar alguna cosa, como señala una de las definiciones que da el Diccionario de Autoridades. En cambio, encajaría mejor en este caso la acepción de Fantasía o traza que uno idea o edificio grande y suntuoso. 22 Juan Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Op. Cit., T. I, p. 311. 23 Roberto GONZÁLEZ RAMOS, «Para una cronología del pintor Juan de Cerecedo», Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, n.º 99, 2007, pp. 167-198. Su pintura es muy dependiente de las fuentes impresas, especialmente de la obra gráfica de Cornelis Cort, sobre lo que se podría profundizar en el futuro. 24 Eugenio LLAGUNO Y AMIROLA, Noticias de loas arquitectos y arquitectura de España desde su restauración, T. II, Madrid, (ed. facs. 1977), pp. 261-263. Los albaceas eran su esposa Paula Velázquez y su hermano Juan Becerra. 25 Manuel ARIAS MARTÍNEZ, «Gaspar Becerra, escultor o tracista…», pp. 273-288. 26 En 1586, Floristán de Hoyos, de Cuenca de Campos, solicita una copia del inventario que se realizó de los bienes de Gaspar de Hoyos, pintor, en el momento de su muerte acaecida en Astorga, con motivo del pleito que sigue con Joaquín del Tejo, vecino de la villa del Madrid. El inventario se había hecho ante el escribano Antonio de Villalpando, a quien sucede en el oficio Diego de León, que es el que proporciona el traslado. BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 LA ANTIGUA IGLESIA DE VIANA DE CEGA (VALLADOLID) Eloísa Wattenberg García Museo de Valladolid RESUMEN: La historia de la antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) parece arrancar de finales del siglo XII. Albergó un magnífico retablo de pintura, pero fue pobre y sobrevivió con dificultades hasta su desaparición en los años sesenta del siglo XX. Cuando se hizo el Catálogo Monumental de la provincia ya no existía; sólo recogió la nueva parroquia y alguna de sus imágenes de devoción. Con este artículo se quiere recuperar la memoria de aquel humilde templo como homenaje a quienes lo dieron vida durante casi ocho siglos. PALABRAS CLAVE: Iglesia de Viana de Cega. Valladolid. Matías Machuca. Fray Juan de Ascondo. THE OLD CHURCH OF VIANA DE CEGA (VALLADOLID) ABSTRACT: The history of the old church of Viana de Cega (Valladolid) seems to begin at the end of 12th century. The building housed a wonderful altarpiece of paintings, but the temple was poor and survived with difficulties until its disappearance in the decade of ’60 of the 20th century. It didn’t already exist when the Monumental Catalogue of the province was published, which only gathered information about the new parish church and some of its images. This text tries to recover the memory of the humble temple as homage to the persons who maintained it alive during eight centuries. KEY WORDS: Viana de Cega. Portillo Master. Matías Machuca. Fray Juan de Ascondo. Segovia Fortress. La documentación de época medieval conservada acerca de Viana de Cega es muy escasa, y más aún la referida a su iglesia. En un laudo del año 1200 para dirimir cierto litigio entre el Obispo de Palencia y el Abad de la Colegiata de Valladolid, sobre el pago de diezmos de algunas poblaciones, el Abad alegaba que las iglesias de Villanubla, Viana y Boecillo (Ecclesia de Uillanubla, et de Uiana et de Bouezielo) pertenecían de pleno derecho a la Iglesia de Valladolid (pertinebant pleno iure ad Eclessiam Ualleoleti), dando así a entender la existencia de un templo en estos lugares y confirmando que Viana se encontraba en el territorio de Valladolid dependiendo su iglesia del cabildo de la Colegiata1. Son estos datos los que permiten suponer que a finales del siglo XII ya hubiera una pequeña iglesia en el lugar. Después hay un gran silencio en la historia del templo. Los libros parroquiales llegados a nosotros arrancan del año 1629, por lo que de tan gran paréntesis documental –más de 400 años– sólo hablaría su pila bautismal y algunos de sus restos arquitectónicos más antiguos, algunos capiteles, fustes y basas, que actualmente se pueden ver dispersos por las cercanías. El historiador Juan Ortega 54 Pila bautismal. Siglo XIII. Rubio anotó en 1893 la existencia en la iglesia de un arco ojival cegado que juzgó testimonio de su antigüedad2. Desaparecido todo rastro de aquella construcción tras sufrir ruina y haber sido luego derribada y sustituida por la nueva iglesia consagrada en 1965, sólo cabe repasar su historia a través de la información que encierran sus documentos, en especial los libros de su fábrica, testigos de una existencia que siempre fue difícil de sostener para la exigua población de su entorno, la cual no obstante siempre se mostró atenta a las necesidades de su parroquia. La actual advocación de Nuestra Señora de la Asunción es su primera denominación documentada. Con dicho título figura el templo en la visita general del representante del obispado, de 1655. Pero a lo largo del tiempo se comprueba que ha tenido otras advocaciones, eso sí, siempre marianas. En 1679 tenía el nombre de Nuestra Señora de los Remedios. Luego cambiaría este nombre por el de Nuestra Señora de la Alegría cuya imagen se cita en la iglesia en ese mismo año3. Con este nombre de iglesia parroquial de Santa María de la Alegría figura en 1842, en la documentación de la Cofradía de la Vera Cruz que tenía sede en el templo, y también aparece en el Diccionario de BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Eloísa Wattenberg García Madoz mediado el siglo XIX4. En 1860, en palabras de su propio párroco, era titular del templo Nuestra Señora del Purificación5, pero así debió permanecer pocos años pues en 1893 el historiador Ortega y Rubio menciona la parroquia de Viana dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, nombre con el que también figura en los papeles contemporáneos del Archivo de Curia del Arzobispado de Valladolid. Hoy por fin, el templo, quizá como en sus orígenes, tiene la advocación de la Asunción de Nuestra Señora. Además del edificio de la iglesia se registra en Viana la antigua existencia de un humilladero. Así se dice en el inventario parroquial de 1655 que anota entre los enseres de metal «una lámpara de azófar del santo Cristo del humilladero»6. De esta construcción no queda memoria ni hemos encontrado documentación particular, pese a que el lugar debía de ser muy concurrido pues cuando el Visitador General acude a la parroquia en junio de 1663 y lo ve, deja constancia en acta de que allí se guardaba «un Santo Cristo de mucha devoción»7. La presencia de este humilladero se confirma en el siglo XVIII pues sería la «ermita extramuros de la villa» que se menciona en el catastro de Ensenada en 17528. LA FÁBRICA Y LOS BIENES DE LA IGLESIA Como se ha dicho y se deduce de la documentación medieval, el templo ya existiría a finales del siglo XII. Parece haber tenido una sola nave, sin cabecera, con bóveda de crucería simple en el presbiterio y portada al sur con pórtico de columnas toscanas, como algunas iglesias de las poblaciones del entorno. En su historia abundan las noticias referidas a su mala situación económica y a la 55 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) Capiteles de los siglos XV-XVI, reaprovechados en una vivienda. necesidad de realizar obras, por ruinas parciales o por mal estado del tejado, noticias todas ellas que indican que la construcción arrastraba problemas de estructura y que su fábrica era de materiales pobres, viéndose además afectada constantemente por las aguas del Cega. La sacristía en concreto, que estaba adosada al templo, siempre fue motivo de preocupación y gasto por su mal estado, hasta su reparación definitiva a finales del siglo XVIII. Se correspondía esta penuria permanente con la escasa entidad de su patrimonio y de su ajuar litúrgico que venía a ser lo estrictamente necesario para cumplir con las exigencias del culto, según reflejan los inventarios realizados en 1655 y en 1679. De este último, por ser el de más amplio contenido, se incluye transcripción al final9. A través de las descripciones y detalles de los libros de su archivo se puede saber también que, además del altar mayor, había varios altares laterales: el del Santo Cristo, el de Nuestra Señora y San Sebastián y, al otro lado, el de San Bartolomé y San Blas, aunque tal distribución se ve alterada a lo largo de los años pues se puede constatar que las imágenes de estos altares van cambiando de emplazamiento, se sustituyen por otras o se añaden nuevas devociones. En distintos años se citan no más de seis imágenes del fervor de los feligreses: en 1655 además del Santo Cristo, San Sebastián y San Blas, cada uno con su altar, había en la sacristía un cuadro de Nuestra Señora, Santiago y San Juan. Y en el inventario de 1679 figura además un cuadro de Santa Águeda. Curiosamente no aparecen en los inventarios las imágenes de otros dos crucifijos, del siglo XVI, que actualmente se encuentran en la parroquia y que ya debía poseer de antiguo. Es posible que uno de ellos sea el «Santo Cristo», que en el del siglo XVII se cita en uno de los altares de la iglesia. Luego, en documentación del siglo XIX se habla de un Cristo mayor y de un Cristo pequeño, quizá refiriéndose a esas dos imágenes. Otra talla de crucificado, de comienzos del siglo XVII, que hoy se conserva mutilada (no tiene brazos) y en mal estado, podría ser la que estuviera en el humilladero10. Al culto en la parroquia se encuentran otras dos imágenes: San Roque y San Blas Entre la escasísima documentación gráfica del templo no existe plano alguno. Algunas fotografías del exterior, anteriores a 1952 y otra de mediados de los años sesenta en que se ve arruinada su torre, son las imágenes que perduran del exterior del templo BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 56 Columnas del antiguo pórtico en la urbanización Coto del Cardiel. Eloísa Wattenberg García según datos de 1663, consistían en un noveno de los diezmos del lugar y una viña que tenía a censo don Pedro Villagutiérrez, por la que pagaba 26 reales cada año, y otras dos viñas que rentaban 23 reales, además de los ingresos por el rompimiento de las sepulturas12. Para el sostenimiento de la parroquia y decoro del culto constan algunas donaciones de benefactores, en especial las recogidas en el inventario de 1679 debidas al mencionado Pedro de Villagutiérrez. También se anotan compras de la iglesia que, en general, eran de pequeño alcance, exceptuando los gastos de materiales y salarios en las constantes obras de reparación. En relación con todo ello –el templo y sus bienes– se comentan a continuación algunos datos, principalmente entresacados de la documentación parroquial, por estimar que son los de mayor interés para reconstruir la historia de sus cuatro últimos siglos. SIGLO XVII parroquial11. De su última etapa queda entre sus antiguos feligreses el recuerdo de los altares de las ya citadas devociones; el pórtico, bastante modificado al haberse aprovechado su espacio para varias dependencias; el coro, con antepecho de balaustres de madera; una capilla modernamente abierta, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús; la ubicación del bautisterio bajo el coro, en el lado del Evangelio, y el acceso a la escalera de la torre en la zona del pórtico. De los escasos caudales que manejaban sus mayordomos son bien expresivas las cuentas anuales, en las que se reflejan generalmente gastos ineludibles de pequeña cuantía, como aceite para la lámpara del Santísimo, incienso, cera, arreglo de ropa, sogas para las campanas… y pequeñas reparaciones. Las pocas rentas de la iglesia, BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Entre las primeras noticias documentadas figura una de las más interesantes: en 1648 se deshizo y se vendió, con licencia del señor Provisor de la diócesis, una cruz de plata que pesaba veinticuatro marcos. Se hizo otra nueva que pesó quince marcos, lo que supuso nueve marcos de ahorro en plata equivalentes a ochocientos veintiocho reales13. La antigua cruz sería gótica o renacentista –cuando se la cita en el inventario de 1679 se dice que tenía su peana lisa «a lo moderno»– y la hechura de una nueva proporcionaría a la parroquia cierta mejora económica. Otra noticia destacable, por reiterarse luego a lo largo del tiempo, es la situación de la sacristía. En 1663 estaba «caída» por la inundación y la percepción del Visitador La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) 57 general fue que se hallaba «malparada y a riesgo de arruinarse», lo que hubo de motivar las reparaciones anotadas en 1664. Parece que en el transcurso de estas obras se intervino especialmente en el pórtico o soportal, aunque no sabemos con qué finalidad. En 1671 la iglesia seguía sin sacristía, lo que hacía que los sacerdotes tuvieran que revestirse «bajo el chozo»– se referirían a alguna pequeña construcción aneja– e ir al altar por medio del cuerpo de la iglesia. Además, la capilla de San Bartolomé se estaba hundiendo y la iglesia estaba muy mal retejada. Ante la situación y la pobreza de la parroquia, el Visitador diocesano ordenó ese año nuevos precios para las sepulturas del interior de la iglesia estableciendo seis, tres o dos ducados, en función de la proximidad de estas al altar. Con todo y pese al esfuerzo por lograr mayores recursos no parece que la situación prosperara, pues en 1679 la sacristía seguía arruinada. SIGLO XVIII A mediados de esta centuria, el catastro del marqués de la Ensenada en el que se refleja la situación de los pueblos de la Corona de Castilla en esa época, anota en Viana una vecindad de diecisiete almas lo que habla de las circunstancias en que se desenvolvía la vida de la parroquia en esos años y los anteriores, cuando el deterioro de su fábrica exigió realizar obras irremediables. La necesidad debía ser tal que la solución excedía todos los posibles, lo que parece haber obligado al cabildo metropolitano a ocuparse de ellas. Así es como se da un hecho de los más destacables en la historia del templo: la intervención en su fábrica del arquitecto Matías Machuca, de toda confianza para el Cabildo y en aquellos años el más solicitado de la ciudad. La antigua iglesia. (Fotos: Casa de cultura de Viana, cedidas por los vecinos). Entre 1731 y 1732 se llevan a cabo obras especiales en la iglesia, seguramente las de más envergadura hasta entonces acometidas, consistentes en «una bóveda y algunas capillas con otros adornos». La obra se ajustó en mil quinientos reales con el citado Machuca, arquitecto, alarife y maestro de obras de Valladolid que por entonces se ocupaba de BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 58 su obra más conocida: la iglesia de San Juan de Letrán. Se sabe de su intervención en localidades cercanas: muy cerca de Viana: en 1733, hacía obra y reparos en el puente de Boecillo, próximo al Real monasterio del Abrojo, y en Matapozuelos, en 1723, había construido el último cuerpo de la torre de su iglesia14. Consta en la documentación parroquial que la villa de Viana entregó mil reales para la obra, el Real Monasterio de San Benito aportó cuatrocientos reales, correspondientes a los que produjo ese año el diezmo que tenía en la villa, y el cabildo de la catedral de Valladolid cuatrocientos ochenta y ocho. Además los vecinos contribuyeron llevando yeso, adobes, ladrillos y diferentes materiales, poniendo algunos a disposición sus huebras para el transporte. Con ocasión de estos arreglos se hicieron bancos, no sabemos si nuevos o es que no los había. Se pusieron dos vidrieras en la capilla mayor y la sacristía, y se blanqueó la iglesia. Finalmente hubo fiesta en acción de gracias, en la que se gastaron trescientos veinte reales para agasajar, tanto a los predicadores que asistieron a las celebraciones, como a los vecinos y personas que colaboraron en la obra. Estas reparaciones no parecen, sin embargo, haber afectado a la sacristía ni zanjado el mal estado de la Iglesia. En 1746 la sacristía permanecía «sin el menor abrigo y defensa de las aguas» acumulándose en ella la humedad y el agua de las goteras, que entraba en los cajones donde se guardaban los ornamentos con el consiguiente perjuicio para ropas y muebles15. Y para colmo de males, pocos años después, en 1754, hubo que remediarse el hundimiento del tejado. Las obras para repararlo, que obligan a comprar cerca de dos mil tejas, debieron ser de cierta envergadura y son dignas de mencionar por aparecer como director de las mismas Fray Juan de Ascondo, destacado maestro arqui- BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Eloísa Wattenberg García tecto y religioso del Monasterio de San Benito de Valladolid donde construyó parte de su claustro principal16. Después, y periódicamente a lo largo del siglo, se siguen constatando retejos, pequeñas reparaciones en la fábrica y algunas obras de mejora de mayor entidad, como las de un nuevo presbiterio que en 1769 realizó José del Río, maestro cantero de Simancas. Se hubo de arreglar la campana para lo que se desmontó, asegurándose además el arco de la torre donde estaba. Y se hizo un tenebrario nuevo, un confesonario, tres atriles, un calvario… todo ello encargado al maestro «puertaventanista» Juan Morales y al pintor Matías Rodríguez, de Valladolid17. Entre 1784 y 1785 se menciona el retablo cuando se anota el gasto de su limpieza y barnizado, lo que viene a confirmar que el citado retablo fuera el de pintura aludido en la documentación del siglo anterior. Coincidiendo con esta etapa de mejora, también se limpió y blanqueó la iglesia y se mudó de sitio el Santo Cristo. Cinco años más tarde, en 1790, el pórtico se volvía a adecentar y quizá entonces se reutilizaran ciertos elementos constructivos antiguos algunos de los cuales se adivinan en las pocas fotografías del exterior de la iglesia que actualmente se conocen, tomadas en los años cincuenta y sesenta del siglo XX18. Al mismo tiempo se embaldosó la iglesia, arreglo éste que parece ser de los de mayor coste pues alcanzó la suma de novecientos veintiocho reales19. La amenaza de ruina en la torre, latente desde mediados del siglo anterior, requirió hacer nuevos reparos entre 1792 y 1794, periodo en que se encargó una mesa nueva para el altar, una palomilla para la lámpara y una cruz de cristal al maestro tallista Braulio Durán, de Valladolid. Y parece que fue pocos años después, en 1798, cuando se hizo, por fin, una nueva sacristía. Se com- 59 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) praron los ladrillos en La Cistérniga por valor de ciento cincuenta y tres reales y José Pérez Piedra, vecino de San Cristóbal de Goyan, del obispado de Tuy, cobró por ello mil seiscientos reales. SIGLO XIX Entre 1808 y 1841 las noticias siguen haciendo referencia a pequeños gastos y reparaciones de escaso interés. Se ve que sólo se intentaba adecentar el templo en lo más imprescindible, posponiendo las mejoras de cierto importe para cuando hubiera caudales20. En tal situación se encontraba la hacienda parroquial cuando en 1853 una riada se llevó el cementerio. Cuatro años después, en 1857, don Manuel Vergara tomo posesión como nuevo párroco y a él se deben unos Apuntes de la iglesia –referidos sólo y lamentablemente a unos años– que ofrecen una preciosa información para acercarnos a la etapa más reciente del antiguo templo, que entonces estaba, según figura en su relato, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Purificación21. De los acontecimientos recogidos en los citados apuntes merecen ser destacados estos que siguen: Desde 1860 se constata con frecuencia la participación en el culto y las celebraciones parroquiales de los colegiales del Real Colegio de ingleses de Valladolid, unas veces celebrando misa, otras interpretando música con su orquesta y otras cantando. Tenían su casa de campo muy cercana a la iglesia, aguas abajo del Cega, y se ve que en sus estancias veraniegas participaban con frecuencia en la vida parroquial. El día 2 de junio de ese año visitó la parroquia el que fuera primer arzobispo de Valladolid, don Luís de la Lastra y Cuesta quien, entre sus mandatos, dejó dicho que se hiciera una tapa de madera de dos hojas para La torre arruinada, al fondo, el campanario de la nueva iglesia. la pila bautismal, como la que hoy tiene. Concedió generosas indulgencias por el rezo ante el altar de distintas imágenes, nombrando junto a la de de la Virgen titular, nuestra Señora de la Purificación, a Nuestra Señora de la Soledad, al Santo Cristo, a San Blas y a San Roque. El hecho más sobresaliente de los apuntes de don Manuel Vergara quizá sea el robo que sufrió la iglesia en la noche del 4 al 5 de febrero de 1862, cuando la puerta exterior y las de la sacristía, archivo y sagrario fueron forzadas, llevándose los ladrones todas las alhajas de plata: La cruz parroquial, el viril para la exposición del Santísimo, dos cálices, un copón, una naveta, un incensario, los extremos de las varas de San Roque y dos cucharillas de los cálices. …a las siete de la mañana vino todo asustado el monaguillo que iba a tocar a las Ave Marías y fui a la iglesia en su compañía…. BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 60 Hallamos las cortinas corridas, la lámpara apagada y en el suelo, el sagrario violado y las formas sobre el corporal, la puerta de la sacristía también violentada y la cajonería y ropas en un desorden espantoso22. A los pocos días del robo se hacía una colecta entre los vecinos para reponer en lo posible los objetos sustraídos, a la que se sumaron aportaciones de los curas del arciprestazgo. Un vecino de Valdestillas apellidado Hernández regaló un cáliz que se estrenó el día de la Ascensión. Se adquirió una cruz parroquial de metal blanco y un viril de plata que se colocaba en la peana del cáliz. La cruz fue estrenada el día de Pascua de Pentecostés y el viril se usó por primera vez el día del Corpus Christi. Con posterioridad y sin indicar fechas se mencionan dos nuevos robos de escasa trascendencia23. Un dato revelador de las buenas relaciones que mantenía la parroquia con las del entorno y con los colegiales ingleses es la anotación de que en 1872 el arzobispo Juan Ignacio Moreno Maissonave llegó a la parroquia para visitar las iglesias del arciprestazgo, hospedándose en el Colegio de los Ingleses. El arzobispo estuvo presente en la celebración de San Roque a la que también asistió la capilla de música de la Catedral. Predicó el cura de Puente Duero y concelebraron los de Valdestillas y el capellán de la Vega de Porras. SIGLO XX A comienzos de esta centuria nada hace suponer que las circunstancias de constante precariedad de la fábrica hubieran mejorado. Nuevas obras en 1907 parecen atender urgencias en la armadura de la cubierta y reparaciones en el pórtico, pero apenas parecen solucionar los problemas pues las noticias de los años veinte y treinta se centran en dar cuenta del pésimo estado no sólo de la edificación sino también de los cimientos, que al BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Eloísa Wattenberg García final de los treinta se encontraban socavados por haber extraído arena un vecino. Datos de 1921 y 1926 hablan de la existencia en la parroquia de «una capa encarnada antigua y unas dalmáticas con su casulla», seguramente las que figuran en el inventario de 1679, cuya venta parece autorizarse para conseguir fondos que permitieran atender las grandes necesidades, ya casi estado de ruina, tanto de la iglesia como de la casa rectoral24. Por esos años se insistía en que la iglesia ya era insuficiente para el culto, precisando ampliarse con una nueva capilla, que parece ser la que en 1937 se abre del lado del Evangelio, en la parte de la torre, dedicándola al Corazón de Jesús25. Al entrar los años cincuenta se anunciaba ya el fin del templo. La grave situación provoca, en 1952, el desplome de una parte de la pared sobre la que descansaba el retablo. Así las cosas, la década siguiente es de pura subsistencia, hasta que la situación obliga a tomar la decisión de construir un nuevo edificio. En enero de 1962 se autoriza al párroco a adquirir terrenos para una nueva iglesia con el dinero reunido de donativos particulares. En octubre de ese mismo año se le autoriza la venta del retablo y, finalmente, en abril de 1967 se aprueba la venta del terreno de la vieja iglesia y su cementerio. De estos últimos tiempos de la vieja parroquia es testimonio excepcional una fotografía de su interior que ha de fecharse entre finales de 1962 y 1965, en la que, ausente ya el retablo de su cabecera, se identifica la imagen del gran Cristo que se traería por esos años del antiguo Seminario Diocesano y que hoy preside el presbiterio de la nueva parroquia26. EL ANTIGUO RETABLO El retablo que tuvo la antigua iglesia de Viana fue su presea más valiosa, pero no lo pudo conservar en su patrimonio y se 61 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) encuentra hoy en el Alcázar de Segovia. Su venta en 1962 se conoce y está bien documentada, sin embargo no así su origen. Se viene diciendo que llegó a Viana desde la cercana Cartuja de Aniago, lo que parece acorde con la maltrecha economía parroquial que en ningún momento de su historia podría haber permitido sufragar su coste, pero no se sabe la razón de tal afirmación27. En 1612 Bernardo Matienzo había donado a la Cartuja la hacienda que poseía en Viana, dato que permite establecer una relación entre la villa y la Cartuja en el intento de explicar la presencia del retablo28. Pero del retablo –o retablos– que pudo tener la Cartuja anteriores al que contrató Gregorio Fernández para su iglesia en 1634, en realidad poco o nada sabemos29. En el testamento de don Juan Vázquez de Cepeda, obispo de Segovia y fundador de la Cartuja, otorgado en 1436, se dice que en la capilla mayor se hizo un altar nuevo de madera, probable referencia a un retablo de tablas pintadas, pero que no se correspondería con el instalado luego en Viana, atribuido al Maestro de Portillo, ya que la actividad de este pintor se documenta en el primer cuarto del siglo XVI30. Tampoco la visita de Ambrosio de Morales a la Cartuja, en 1572, aclara nada al respecto pues sólo se detiene, dada la finalidad de su viaje, en describir el hermoso relicario que ésta poseía al cual se accedía por dos puertas a los lados del altar mayor. La primera noticia en los libros parroquiales acerca del retablo que tuvo la antigua iglesia de Viana se refleja en junio de 1655 con ocasión de la presencia del Visitador general del obispado de Valladolid: se dice que el «retablo es de pintura muy antiguo», información que vuelve a repetirse en 1663, también en la Visita General, cuando se dice que su altar mayor era «de pintura antigua». Mucho tiempo después, otra anotación, de Interior de la Iglesia en 1964. 1784, informa sobre su limpieza y barnizado31. Juan Agapito y Revilla en su trabajo sobre La pintura de Valladolid cita este retablo entre los ejemplos de la producción de los artistas vallisoletanos en época de los Reyes Católicos32 y según Francisco Sabadell, que pudo verlo en 1908, era obra de mérito pese a no haberlo podido apreciar bien «por la escasa luz que daba una ventana». De 1958 datan las primeras gestiones para su venta, pero es en 1961 cuando se encauza la misma: en junio de ese año el patronato del Alcázar de Segovia escribe al arzobispo de Valladolid, don José García Goldáraz, interesándose por el retablo para la capilla de su sede. Conocido el asunto por el Director General de Bellas Artes solicitó BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 62 Eloísa Wattenberg García Retablo. Maestro de Portillo. Primer cuarto del siglo XVI. Alcázar de Segovia. información al arzobispado, respondiendo el señor arzobispo que la iglesia de Viana era «muy pequeña y destartalada» y que precisaba vender el retablo para construir una nueva. Por fin, en 1962, en carta del presidente del Patronato del Alcázar, de 1 de setiembre, se acepta la compra del retablo en un millón de pesetas, acordándose el pago en cuatro plazos: el primero de cuatrocientas mil pesetas y otros tres de doscientas mil. El entonces párroco de Viana, don Lucio Martínez Vaca, recibió comunicación de la autorización de la Santa Sede para la venta y se dirigió al Vicario General, el 9 de octubre de 1962, para que vinieran a retirar el retablo, cosa que se hizo ese mismo mes. Al poco tiempo es cuando debió de llegar a la antigua iglesia el hermoso Cristo de Alejo de Vahía que hoy preside el nuevo templo parroquial33. BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Tal y como se puede contemplar en antiguas fotografías anteriores a su traslado y en su actual emplazamiento del Alcázar segoviano, el retablo es de dos cuerpos con banco, tres calles y dos entrecalles. La principal y las dos entrecalles forman un bloque central con remate arqueado, sobresaliendo en altura. La mazonería, toda ella dorada, es de columnillas, con doseletes que realzan cada una de las tablas. Conserva el guardapolvo, decorado con grutescos a candelieri, y apoya sobre un friso, a modo de sotabanco, donde se disponen elegantes figuras de dragones afrontados –quizá aves con cola de dragón– que están separados entre sí por copas o fuentes. La hornacina central la ocupa actualmente una imagen gótica de Santa Bárbara adquirida al poco de su traslado34. Está dedicado a la Virgen y lo integran quince tablas, siendo las cinco de mayor 63 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) tamaño las dedicadas a episodios de la vida de Nuestra Señora: En el centro, presidiendo el retablo, la Crucifixión, y en lugar principal de los las calles laterales, de izquierda a derecha, Anunciación, Natividad, Epifanía y Presentación del Niño en el templo. En las dos entrecalles, San Sebastián y San Roque, dos santos sanadores; Santa Elena, con la cruz y los clavos de Cristo; y San Albino representado en su condición de obispo (lleva cartela: SANTO AL:VIN35) ambos protectores de los pobres; San Agustín –con sus símbolos: una iglesia y un corazón flameante saliendo de ella– y San Ildefonso (también con cartela: SAT ELIFOSO). En el banco los cuatro evangelistas: San Marcos, San Juan, San Mateo y San Lucas, distribuidos a ambos lados de un panel central que ocupa el sagrario, al que flanquean pequeñas tablas con las representaciones de San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio Magno, y San Ambrosio, doctores de la Iglesia. En la puerta del sagrario, labrada en bajorrelieve con motivos similares al guardapolvo, cuatro pequeños tondos con las efigies de Santo Domingo, aquí representado con un libro y una vara de azucena como símbolo de su pureza, y de San Francisco, portando una cruz en su mano; debajo, San Pablo y San Pedro. El conjunto y su ornamentación responde a las características del primer tercio del siglo XVI, periodo en el que se enmarca la producción de su autor: el Maestro de Portillo, un pintor cuya biografía se desconoce y cuya labor se documenta principalmente en las provincias de Ávila y Valladolid. Se le considera seguidor de Pedro Berruguete pero también influenciado por los modelos flamencos del momento y especialmente por Juan de Borgoña. En la corriente de ambos artistas se conjugan los elementos de su estilo, marcado por la tradición medieval y la pintura hispanoflamenca en contacto ya con las claves renacentistas llegadas de Italia. Finaliza aquí esta primera aproximación a la desaparecida iglesia de Viana de Cega, confiando en que la recuperación de su memoria aliente la aparición de nuevas noticias y documentos que puedan ir ampliando el conocimiento de su historia. APÉNDICE DOCUMENTAL Inventario de 1679 Libro 1.º de cuentas 1629-1739, fols. 91v a 95 Plata: Una caja de plata con cubierta que está en el sagrario en que se pone el santísimo dentro de un cofrecillo pequeño con su cerradura y llave aforrado en felpa azul; Tres crismeras de plata en que se ponen los santos olios; Dos cálices de plata con su patena: Una cruz de plata con su peana lisa a lo moderno que pesa cinco marcos y una onza: Un viril en que se pone el Santísimo con sus rayos; Una naveta de plata con su cuchara. Ornamentos: Una capa de damasco de seda con capillo y flocadura de bordados en Crucifijo, por Alejo de Vahía, hacia 1500. BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 64 Eloísa Wattenberg García San Roque. Siglo XVI. terciopelo carmesí;Más dos dalmáticas con sus collares de catalufa de seda de diferentes colores con caídas de raso verde bordados con blanco; Una casulla de lana azul celeste con bordados y estola de tafetán doble carmesí= aderécese por la parte de adelante; Otra casulla de damasco blanco con cenefa de terciopelo rosa seca y flores verdes, consumase en aderezar la antecedente y la siguiente la cenefa para estolas y manípulos y luego se dé por consumida; Otra casulla de terciopelo noguerado con cenefa de terciopelo, los bordados de tela dorada con estola y manípulo; Otra casulla de tafetán morado y sin estola; Una estola y manípulo de cañamazo de la Yndia de diferentes colores en carmesí; Otra casulla de catalufa usada de diferentes colores y labores pequeñas con estola y manípulo que dio de limosna don Pedro de V.ª Gutiérrez Palias y otros: Tres palias, la uno de raso pajizo con costados de morado y cenefa de terciopelo carmesí; Otra de tafetán carmesí con cortados pajizos y una insignia de Jesus en medio; Otra de terciopelo negro con cortados de raso pajizo y una cruz en medio; Más otra palia de brocatto de flores carmesí blan- BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 co con guarnición de plata y una cruz en medio=;una cama y caída y cenefa de lo mismo sin guarnición que dio de limosna Don pedro de V.ª Gutierrez; Un palio de damasco de colores con sus varas; Un paño de grana fino con guarnición de terciopelo para el púlpito; Una manga de tafetán blanco para la cruz y otra de tafetán negro más corta; Más dos cortinas de damasco que sirven al Santo Cristo; Una cama, caída y cenefa de tafetán azul celeste con guarnición de plata falsa y cortina de tafetán sencillo azul con guarnición en hilo de plata que dio de limosna a ntr.ª Sra de la Alegría el dicho don Pedro de Villa Gutiérrez; Una mucetta de tafetán sencillo azul con guarnición de seda; Una cama de tafetán verde de tres cortinas con cielo de lo mismo; Más tres tafetanes cubrecalices encarnados de tafetán sencillo; Más un capillo para cubrir el cáliz para administrar el viatico de raso blanco forrado en tafetán doble carmesí; Quatro bursas de corporales la una de brocateles de oro, azul y blanco, otra de damasco de flores carmesí y blanco con guarnición de seda, otra de cuatro azes? verde morado forrada en tafetán, la otra de catalufa de lana de flores grande blanca y carmesí con guarnición de plata y seda azul que dio don Pedro de Villa Gutiérrez; Más dos carpetas viejas. Frontales: Un frontal de picotillo de lana y seda morado con cenefa y caídas de raso pajizo y bordados de terciopelo verde; Otro frontal de damasco carmesí sin caídas; Otro de catalufa de seda blanco de flores del mismo color con caídas y cenefa de lo mismo; Otro de raso pajizo con cortaduras de terciopelo carmesí en forma de cruzes sin frontalera ni caídas que dio de limosna don Pedro de Villa Gutiérrez; Otro frontal de catalufa rayado color amusco y azul, con caídas de terciopelo azul y bordados de raso pajizo y blanco; Otro de catalufa de seda carmesí rayado de colores 65 La antigua iglesia de Viana de Cega (Valladolid) diferentes con caída de terciopelo carmesí en campo pajizo; Otro de catalufa de lana, flores grandes en campo blanco con flores color carmesí con guarnición de seda azul en bastidor que dio de limosna don Pedro de Villa Gutiérrez; Otro de picotillo de colores que sirve al altar del humilladero; Un paño de facistol de damasco de lana, labores menudas con caídas de catalufa rosa seca rajada; Un paño grande de paño negro con cortaduras de terciopelo naranjado que sirve a la tumba y otro menor de lo mismo con una cruz encima de las mismas labores que sirve para encima de las andas. Ropa blanca: Dos albas, una de lienzo delgado usada y remendada que dio el dicho don Pedro de Villa Gutiérrez y otra de lienzo más grueso usada; Una sobrepelliz de lienzo grueso; Dos amitos de lienzo delgado usados; Dos cíngulos de hilo, uno en forma de cinta y el otro de cordón; Cuatro pares de corporales delgados con guarniciones de puntas de diferentes labores, más otro corporal sin palia; Más tres sábanas para los altares, las dos con puntas que dio don Pedro de Villa Gutiérrez más otra que está en el humilladero; Dos cortinas de lienzo de pinturas para el altar mayor. Metal: Dos campanas grandes en la torre y en cuanto al esquilón y campana más pequeña con que se hacía señal a misa, se guarde lo proveído por su Merced; Dos candeleros de bronce y otros dos pequeños plateados; Nueve campanillas que sirven a la rueda, la una está quebrada, consumase con las demás que fuesen necesarias para la fundición del esquilón; Un incensario de latón; Un caldero con hisopo de cobre dicho caldero; Tres lámparas de bronce; Una cruz con su peana de estaño y a un lado una efigie de un santo Xpisto y por otro Ntra Sra; Dos vinajeras y un plato de peltre que dio don Pedro. Libros: Dos misales ya viejos, un manual, cómprese otro con los cincuenta reales que para este efecto está a pagar (foto 50822) en poder de Marcos Gomez; Más cuatro libros de canto viejos malparados Madera: Un cajón con seis navetas para la guarda de los ornamentos en la sacristía; Un arca de pino grande barriada; Una custodia de madera pintada con sus guarniciones y una cruz por remate para la reposición de Sacramento; Dos ciriales de madera y una mesa de pino; Tres atriles, dos para los altares y otro para el coro; Un tenebrario; Unas andas para los difuntos; Unas andas de Ntra Señora y tres bancos; Un cuadro mediano de pintura de santa Agueda, todos los cuales bienes mandó su Merced se entreguen al Licenciado Pedro Martinez Tamayo, cura y de por entregado de ellos. NOTAS 1 Manuel MAÑUECO VILLALOBOS y José ZURITA NIE- TO, Documentos de la Iglesia Colegial de Santa María la Mayor (hoy metropolitana) de Valladolid. Siglos XI y XII, Valladolid 1917, Documento LXIV, p. 325. 2 Juan ORTEGA RUBIO, Los pueblos de la provincia de Valladolid. Ed. facs. Valladolid 1979, p. 318-319. 3 Archivo General Diocesano de Valladolid (AGDV). Viana de Cega, Libro 1.º de cuentas 16291739. 1679 Inventario (fols.91v-95) entre los bienes enumerados figura una cama, caída y cenefa de tafetán azul celeste con guarnición de plata falsa y cortina de tafetán sencillo azul con guarnición en ylo de plata que dio de limosna a ntr.ª Sra de la Alegría el dicho don Pedro de Villa Gutiérrez 4 AGDV. Cuentas de la cofradía de la Vera Cruz 1842-1879. Figura en portada: Regla de la Cofradía de la Vera Cruz sita en la Yglesia parroquial de Santa María de la Alegría de Viana de Cega (es de señalar que la citada cofradía ya se cita en los libros de fábrica en 1663). Pascual MADOZ, Diccionario geográfico-estadístico-histórico 1845-1850. Ed. facs., Valladolid 1984, p. 244. 5 AGDV. Apuntes de la iglesia de Viana de Cega, 1857-1863, datos referidos a 1860. 6 AGDV. Libro 1.º de cuentas 1629-1739. 1655 Inventario de los bienes y joyas de la iglesia del lugar de Viana, fol. 64 7 La imagen tenía su correspondiente altar que disponía de su frontalera y sábana, lo que hace pensar que BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 66 en él se celebraría culto AGDV. Libro 1.º de cuentas 1629-1739. 1663 Visita general, 1679 inventario (fols. 91v-95): frontales… otro de picotillo de colores que sirve al altar del humilladero. Ropa blanca… más otra (sábana para el altar) que está en el umilladero 8 AGS, Catastro Ensenada. RG. Fol 543, pregunta 39 …no hay combento alguno, solo la Iglesia Parroquial de esta villa y una hermita extramuros de ella 9 AGDV. Libro 1.º de cuentas: 1629-1739: inventario de 16 de junio de 1655 y de 21 de abril de 1679 10 Es en el libro de cuentas de la cofradía de la Vera Cruz donde se habla de estas dos imágenes, fol. 49: Remate de insinias 1893. El Cristo mutilado, por su mal estado hace pensar que sufriera un periodo de abandono y deterioro, quizá estando en el desparecido humilladero del que no queda memoria. 11 Además de un dibujo de F. Pahino, también en pintura en el Ayuntamiento, con fecha 1995. 12 Los diezmos pertenecientes a la iglesia, según consta en la visita general de 20 de junio de 1663, se dividían en nueve partes: tres pertenecían al cabildo y mesa capitular de la catedral de Valladolid, otras tres pertenecían al cura, otras dos las percibía el convento de San Benito el Real de Valladolid y el otro noveno pertenecía a la fábrica. 13 El marco venía a pesar 230 gramos. 14 Esteban GARCÍA CHICO, «Dos obras de Matías Machuca» Boletín del Seminario de Arte y Arqueología 26, 1960, p. 145-152. Contrato firmado el 39.VI-1732 para labrar parte de la fachada, tres bóvedas y tres arcos. IDEM, Documentos para el estudio del arte en Castilla. Arquitectos, Valladolid, 1940, p.226. José Carlos BRASAS EGIDO, «Nuevos datos sobre arquitectura vallisoletana», BSAA, XLIX,, 1983, p. 497 ss. «Noticias documentales de artistas vallisoletanos de los siglos XVII y XVIII» BSAA, XLX, p. 465 ss. Jesús URREA, «El templo la torre y el retablo de Matapozuelos (Valladolid), BSAA, LIII, 1987,p. 263. 15 AGDV. Libro de fábrica 2.º 1739-1801. Visita general de 9 de julio de 1746 16 José Carlos BRASAS EGIDO, «Nuevos datos sobre arquitectura vallisoletana» BSAA XLIX, 1985, p. 501. 17 AGDV. Libro de fábrica 2.º, 1739-1801. Cuentas de 1769-1770 18 En concreto dos pequeños capiteles que se identifican en una fotografía, localizados actualmente en una construcción del entorno. 19 AGDV. Libro de fábrica 2.º, 1739-1801. Cuentas del año 1790 20 AGDV. Libro de fábrica 3.º, 1808-1841. Visita general 1816 21 AGDV. Apuntes de la iglesia de Viana de Cega, 1857-1863 22 La narración es algo más detallada pero los trazos de la escritura apenas se dejan leer por haberse perdido la tinta BRAC, 47, 2012, pp. 53-66, ISSN: 1132-0788 Eloísa Wattenberg García 23 En el primer robo se anota la falta de una caja porta viático. La segunda vez sólo se abrieron las puertas 24 En el inventario de 1679 figuran: una capa de damasco de seda con capillo y flocadura de bordados en terciopelo carmesí, más dos dalmáticas con sus collares de catalufas de seda de diferentes colores con caídas de raso verde bordados con blanco. La autorización de venta figura entre la documentación de la parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves, Viana de Cega. Archivo de Curia, Arzobispado de Valladolid 25 Existe una lápida de mármol con la inscripción: Regalo de la capilla del S. C. de Jesús por Juana Puras. Viana 1937 26 Esta fotografía es la única que hemos podido encontrar del interior de la antigua iglesia. Su localización en el archivo del Real Colegio de Los Ingleses ha sido posible gracias al interés de Javier Burrieza a quien agradezco su amable y generosa ayuda. 27 Se afirma esta procedencia en 1908. Francisco SABADELL, «Excursión campestre a Viana de Cega el 25 de octubre de 1908», Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, Año VI, 1908, n.º 72, p. 566 28 Santiago CANTERA MONTENEGRO, La Cartuja de Santa María de Aniago (1441-1835), Tomo I, p. 136 y 158. El licenciado Bernardo Matienzo realizó una donación «inter vivos» de su hacienda de Viana de Cega: casas, colmenas, viñas y pinares. José Miguel LÓPEZ GARCÍA, «Economía monástica y sociedad rural en Valladolid durante el Antiguo régimen: la Real Cartuja de Ntra. Sra. de Aniago», Anales de la Universidad de Alicante, n.º 2, 1982, p. 99 Detalla que la hacienda se componía de cinco pinares, seis viñas y una casa con un corral y un colmenar ocupando todo el conjunto 32,6 hectáreas 29 Sobre el retablo contratado por Fernández en 1634 y que aún construía Melchor Beya hijo en 1642 y se policromó en 1662, cfr. Jesús URREA, «Acotaciones a Gregorio Fernández y su entorno artístico», BSAA, XLVI, 1980, pp.388-393. 30 Santiago CANTERA MONTENEGRO, Ob. cit., Tomo I, p. 24 31 AGDV. Libro de fábrica 1.º, 1629-1739. Visita general, fols. 31v. y 65v. Libro 4.º (1786-1856). Gastos entre 1784 y 1785, fol. 6 32 Juan AGAPITO Y REVILLA, La pintura en Valladolid. Programa para un estudio histórico-artístico, I, Valladolid 1925-1943, p.100. 33 El gran crucifijo, fechado hacia 1500, se atribuye al escultor Alejo de Vahía y se dice que procede del antiguo Seminario Diocesano de Valladolid. Clementina Julia ARA GIL, Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Valladolid 1977, p. 422 34 En origen, y dando por supuesta su procedencia de la Cartuja de Aniago, el retablo estuvo presidido por la escultura de La Piedad, conservada en la iglesia parroquial de Villanueva de Duero. 35 San Albino fue obispo de Angers. Vivió en el siglo VI y fue un santo popular en la Edad Media. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 EL COLEGIO DOMINICO DE ATOCHA EN MADRID. UNA PROPUESTA PARA SU RECONSTRUCCIÓN Alba Rebollar Antúnez Universidad de Valladolid RESUMEN: Partiendo de la parcial percepción del académico Antonio Ponz, se elabora una propuesta de reconstrucción y ubicación del patrimonio mueble que poseyó el colegio dominico de Santo Tomás de Madrid, reuniéndose las noticias documentales localizadas y el devenir de las obras artísticas que contuvo. Concebido a manera de guía virtual, el estudio pone en valor aquel conjunto monumental que en su día definió uno de los ejemplos más importantes del arte barroco castizo madrileño. PALABRAS CLAVE: Madrid. Barroco. Convento. Dominico. Atocha. Colegio. Ponz. THE DOMINICAN COLLEGE OF ATOCHA IN MADRID. A PROPOSAL FOR ITS RECONSTRUCTION ABSTRACT: Using the partial information gathered by the academic Antonio Ponz in his book, it is set a reconstruction and location of the works of art that owned the Dominican college of Saint Thomas in Madrid. Conceived as a virtual guide, this study puts together the documentation and the development of the works of art that the building contained to put in value this monumental ensemble that was defined in its time as one of the most important examples of the genuine Madrilenian baroque art. KEY WORDS: Madrid. Baroque. Convent. Dominican. Atocha. College. Ponz. El templo, convento y colegio dominico de Santo Tomás de Madrid fue uno de los muchos edificios religiosos que desaparecieron en Madrid durante el siglo XIX. Estuvo situado en la Calle Atocha, donde ahora se levanta la iglesia de Santa Cruz, contiguo a la Cárcel de Corte, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, en el barrio de la Concepción Jerónima. En el siglo XVII era ésta una zona secundaria, pese a encontrase próxima a la Plaza Mayor, con pocos espacios abiertos y con gran densidad de edificación a base de manzanas muy cerradas que proporcionaba al barrio un aire muy ascético dominado visualmente por grandes parcelas ocupadas por comunidades religiosas. No sólo era un núcleo de profunda espiritualidad sino que, además, era un enclave de residencias nobiliarias y, por consiguiente, inactivo desde el punto de vista comercial, donde vivían entre otros el conde de Castelar, el marqués de Cerralbo, la condesa de Miranda y el marqués de Almenara así como un sinfín de hidalgos y caballeros (Alonso de Mexía de Tobar, Juan de Hinestrosa, Jerónimo Ramírez de Arellano, Fernando de la Cerda, Pedro y Magdalena de Urosa o Jerónimo Altamirano) y la vecin- 68 dad de Marcos Fúcar, asentista y descendiente de la famosa familia de banqueros, consolidaba el dominio por parte de los estamentos más simbólicos de la sociedad1. Las calles principales del barrio eran la de la Concepción Jerónima, donde estaba el convento de su nombre, y la de Atocha, así denominada por conducir hasta aquel convento. En esta última se situaba el Colegio de Santo Tomás y también el de la Trinidad calzada; por ella se llegaba, en dirección contraria, a la Cárcel de Corte, Plaza de Provincia e iglesia de Santa Cruz, y desembocaba en la Plaza Mayor. Con los datos que facilita Antonio Ponz2, las noticias documentales reunidas desde entonces y las obras de arte procedentes del convento que le han sobrevivido, proponemos ahora la reconstrucción de su memoria. EL COLEGIO DOMINICO DE ATOCHA La primera noticia relacionada con esta fundación religiosa se remonta a 1565 cuando el bachiller Pedro Renxifo de Santo Domingo y su esposa Ana de Arteaga decidieron fundar en Madrid una vicaría sujeta al convento de Nuestra Señora de Atocha, situado en las afueras de la villa, para «que los religiosos viniesen a predicar y confesar, se recogiesen, y pudiesen curarse, si caiesen enfermos». El matrimonio compró varias casas junto a la iglesia de San Salvador (en la c/ Mayor) que luego donaron al convento de Atocha pero su prior, fray Alonso de Santo Domingo, considerando que no estaban en lugar apropiado las vendió y adquirió otras en la calle de Atocha, sobre cuyo solar acabó levantándose el convento y el templo3. La primitiva iglesia, instalada en aquella casa, la bendijo el 24 de marzo de 1569, el obispo de Fez don Francisco Megia y el Capítulo Provincial celebrado en Valladolid BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez en mayo aceptó la fundación del Colegio dependiente del convento de Atocha dotándolo con una cátedra de Teología: «…Item accepetamus domum seu collegium Sancti Thomae Matriti, quod subiectum volumus conventui Sanctae Mariae de Atocha»4. El dominico fray Diego Chaves, confesor de Felipe II y del príncipe don Carlos, insistía en 1583 en la necesidad de que el Colegio se segregase de su matriz y se convirtiese en convento independiente. El 18 de diciembre se aceptó su propuesta y el 5 de marzo de 1584 el General de la Orden, Fray Sixto Fabro de Luca, concedió desde Génova su licencia. El 16 de abril el arzobispo de Toledo ordenó que el convento e iglesia que se edificasen deberían ponerse bajo la advocación de Santo Tomás de Aquino. Un año después se decidió que las rentas del de San Pedro de las Dueñas (Segovia), así como «sus bienes espirituales y temporales», pasasen al nuevo convento cuya iglesia nueva se bendijo en 15895 y en ella hubo, al menos, cuatro capillas dedicadas a San Jacinto, Virgen de los Dolores, ambas en el lado de la epístola, Nuestras Señora del Rosario y Santa Cruz, en el del evangelio6. Entre sus primeros benefactores figuran el doctor de cámara de Felipe II, don Diego de Olivares fallecido en 15847; doña Ana de León que en 1590 otorgó un importante legado para la «erección, fundación y dotación del Convento… con su Iglesia, campanas, campanario, Sacristía, Claustro, Dormitorio, Refectorio, huerta con ortaliza y las demás oficinas necesarias, según y cómo en los demás monasterios de nra. Orden se estila», empleándose también su hacienda en fundar un pequeño hospital para el cuidado de seis pobres ancianos8. En 1591 la marquesa del Valle, doña Magdalena de Guzmán, adquirió el patronato de la capilla mayor y se obligó a labrarla desde sus cimientos y a poner retablo y reja además de El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 69 dotarla de ornamentos9, pero sólo pudo mantener lo acordado hasta 1613 en que trasladó los cuerpos de sus familiares al convento de la Merced calzada. CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO Iniciada la obra de la iglesia nueva el 8 de noviembre de 1611, ésta prosiguió «con mucha lentitud por falta de medios»10. Sin embargo, el 6 de enero de 1626 el Conde Duque de Olivares se hizo cargo del patronato, comprometiéndose a dotar «la iglesia con su capilla mayor, reja, retablo y convento, segun la planta que sus Exc.ªs aprobaren». No obstante, las primeras condiciones se modificaron en 1633, especialmente en lo relativo a la cuantía original de las rentas, pero dos años después el derribo de diez casas para hacer la obra de la iglesia11 auguraba que las obras correrían a buen ritmo. Las noticias sobre su edificación son poco claras. Martínez Escudero asegura que la obra en 1643, año de la caída en desgracia del Conde Duque, había avanzado poco y que los religiosos comprendieron, ante las circunstancias por las que atravesaba Olivares, que no podrían proseguirla según la forma y planta con que se había iniciado, «por no haber salido tan a propósito como al principio pareció» ni por su elevado coste. Con la aprobación de los patronos decidieron escoger «entre todas las iglesias de Madrid una, que siendo la más aventajada, sirviese como planta, en que se enmendasen los defectos pasados y se pudiese continuar la fábrica sin alzar mano de ella». En los dieciséis meses siguientes «se deshicieron todos los cimientos que estaban sacados para la primera traza, se abrieron las zanjas para la nueva planta y se sacaron todos los cimientos de ella hasta el suelo holladero de la iglesia», interviniendo durante el proceso La iglesia de Santo Tomás en el plano de Madrid de 1769, por A. Espinosa. El convento de Santo Tomás en el plano de Madrid de 1875, por Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero. constructivo fr. Francisco Giraldo, que era maestro de obras12. A pesar de ello, la obra caminó con mucha lentitud; además el incendio que padeció el templo en 1652 provocó un serio contratiempo13. Pero, aunque se ha afirmado que todo él se reconstruyó en 1656 de nueva planta14, es poco creíble que se edificase un templo nuevo en tan solo cuatro años. Lo que en realidad sucedería fue que no sería necesaria su total reconstrucción sino que se atendería a subsanar los desperfectos ocasionados por el incendio continuándose la BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 70 Alba Rebollar Antúnez construcción. Así lo corrobora tanto Martínez Escudero, al decir que «después de sucedido el incendio, se prosiguió y concluyó la fábrica de la Iglesia»15, como el hecho de que entre 1652 y 1656 el convento vendió varias capillas nuevas a distintos particulares y cofradías. Durante el gobierno del padre maestro fr. Diego Ramírez (1652-1658) el convento pudo ya disponer de iglesia, «que desde su fundación no la había tenido, sino muy indecente». Su intervención no se limitó al templo sino que además hizo «toda la fachada de fuera con el Sto. Tomás, de piedra que está sobre ella, las dos agujas romanas con sus soles por veletas y perros en las de las dos torres, e hizo las dos capillas de nra. Sra. y de nr.º Pe. Y toda la vivienda del convento en la calle de Atocha que consta de cuatro cuerpos, tiene 50 ventanas con sus rejas y cornisa y todo el adorno interior del cuerpo de la iglesia así en los modillones, follages y fajas de yeso, como en las cinco pinturas que son las más excelentes que hai en esta Corte»16. El templo se inauguró con solemnes fiestas en 1656. Por entonces no se edificó su capilla mayor pues, en 1684, siendo prior el padre maestro Fr. Clemente Echavarría, se dice que «se concluio la fábrica de la iglesia en marzo y que en abril del dicho año se pagó por el retablo mayor…y después por dorarlo»17. Sin embargo la autoría de todo el templo no se ha documentado suficientemente. Por ejemplo, se ha sostenido18 que la construcción, inaugurada en 1656, corrió a cargo del maestro arquitecto Manuel Torija, pero las primeras noticias relativas a este autor se refieren a 1679, cuando intervino en varias obras efectuadas en la Real Armería19, y para entonces la obra de la iglesia, al menos hasta el crucero, estaba concluida desde hacía BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 tiempo. Por consiguiente, quizás su nombre se haya confundido con el de algún miembro de su familia, por ejemplo con su tío Juan Torija, aparejador de las obras reales, que en ese momento trabajaba en el Hospital de Nuestra Señora de Montserrat. Es más probable que Manuel Torija interviniera en las obras que se hicieron en 168420. Lo que sí está documentado es su trabajo en la iglesia desde 1715 hasta 1724. Superado un parón constructivo, firmó en 1723 una escritura con el convento, obligándose a fabricar la capilla mayor, «la cual ya estaba comenzada y hechos los cimientos hasta el piso de dicha iglesia». La obra se ejecutaría «desde el piso de dicha iglesia hasta el último del remate de dicha capilla en la misma forma según y como la demás de fábrica que está hecha de la iglesia, con pilastras, muros, medias pilastras etc.»21. Pero parece que tuvo alguna discrepancia con el convento ente febrero y marzo de 172422 porque el 4 de mayo el arquitecto José Benito Churriguera firmó otro contrato expresándose que la obra, hasta entonces, había «corrido por dirección de Manuel de Torija, arquitecto desta Corte, hasta la altura de la cornisa de la iglesia», y se aclara que Torija no quiso continuarla por lo que Churriguera se comprometió a cumplir los plazos, condiciones y precios que se habían estipulado con el primero23; sin embargo, la muerte le sorprendió a éste último en 1725 y fueron sus hijos, Jerónimo y Nicolás, los que remataron la obra24. En 1726 se dice que «quatro maestros de obras de los más afamados de esta Corte, y otro que se trajo de Alcalá», estaban encargados de levantar la cúpula sobre el crucero25. Sin embargo, estando a punto de concluirse el cuerpo de ventanas de la media naranja, su enorme y elevadísima estructura se vino abajo. Cincuenta años más tarde Antonio Ponz aún recordaba el suceso y res- El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 71 Fachada principal de la iglesia de Santo Tomás de Madrid. @Biblioteca Nacional de Madrid. ponsabilizaba a los maestros que la levantaron de su escasa pericia26. En el accidente murieron, al parecer, entre ochenta y cien personas27. Los hechos sucedieron: «El día 11 de abril del año 1726, à las 7 menos quarto de la tarde, día de S.n León Papa, y víspera de los Siete Dolores de Nuestra Señora, estando la comunidad en la Salve de sus Maitines en el coro alto, se arruinó de repente toda aquella machina; dejándolos á los religiosos tan deslumbrados y atónitos al estruendo, y claridad, que unos caireon en el suelo, otros corrieron tan desatinados, que á no haver tenido las ventanas del antecoro rejas, hubieran caído á la calle, y finalmente fue la tal confusión, gritería, polvareda, y alboroto de la Corte, que pare- cía el día del Juicio»28. Aunque lo acontecido fue muy aparatoso, ni el cuerpo del templo, capillas, coro, sacristía o biblioteca sufrieron daño alguno29 reabriéndose al culto aquel 4 de agosto30. La reconstrucción de la cúpula no se demoró, gracias a la generosidad del monarca, y en marzo de 1727 el alarife Gabriel Valenciano inició la obra que se concluyó antes del 28 de septiembre de 1735, momento en que de nuevo fue consagrado el templo31. FACHADA Los grabados que se conocen de la vecina Plaza de Provincia y Cárcel Real, fechables BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 72 a mediados del siglo XVII, permiten contemplar, aunque muy sesgadas por la perspectiva con la que están dibujados, la fachada de la iglesia y el convento de Santo Tomás. Se aprecia en ellos como, originalmente, la clásica y desornamentada fachada del templo se componía de dos cuerpos, flanqueados por torres campanarios coronadas con chapiteles. La segunda altura del imafronte, más estrecha, se hallaba perforada por un óculo para iluminar el interior del templo, y se conectaba con la inferior mediante aletones de suave curvatura; el ingreso al templo se efectuaba a través de una sencilla portada coronada por frontón recto. En definitiva un esquema excesivamente viñolesco, si se exceptúa la presencia de las torres, para un edificio levantado en 1656. En el siglo XVIII el conjunto sufrió una importante modificación al adosarle tres portadas, una en el centro que daba acceso al nártex y dos laterales que facilitaban el ingreso a las capillas de Nuestra Señora del Rosario y de Santo Domingo. Esto sucedió durante el segundo priorato del P. Eguiluz (1731-1735), cuando se terminó «todo el claustro alto e hizo la Portada de la iglesia»32, sabiéndose tan sólo que en marzo de 1732 se entregaron a Alonso de Navas 500 reales «por la piedra para la portada» y, un año después, otros 843 reales a Pedro García «por la composición de la portada»33. A pesar de que comúnmente se atribuyen estas portadas a José Benito Churriguera (m. 1725) o a sus hijos34, su autoría debe ponerse en duda. La disposición esquinada de los plintos sobre los que se asentaban las columnas de los cuerpos bajos de las portadas generaba una notable sensación de movimiento que contrastaba con la tersura del resto de la fachada, al tiempo que el juego de perspectivas provocaba la atención del transeúnte. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez Sólo la portada central tenía los fustes de sus columnas decorados con telas y guirnaldas mientras que las columnas laterales eran lisas. Además, las gruesas molduras que enmarcaban las entradas poseían orejeras quebradas las laterales y mixtilíneas la central generando un fuerte juego de luces y sombras. El segundo cuerpo de las laterales, organizado a manera de ático con pilastras lisas y entablamento incurvado en su parte central, abrazaba en marcos de perfil quebrado sendos óvalos con relieves escultóricos: el de la izquierda, coincidiendo con la capilla de la Virgen, representaba el tema de Nuestra Señora entregando el rosario a Santo Domingo; y el de la derecha, que correspondía con la capilla de Santo Domingo, al Santo fundador en un pasaje de su vida. Por encima se abrían vanos rectangulares, enrejados, rematados con frontoncillos rectos35. El cuerpo alto de la fachada central poseía un zigzagueante entablamento sobre el que se asentaba un relieve con el tema de los Ángeles colocando a Santo Tomás el cíngulo de castidad, flanqueado por pilastras decoradas con finos estípites y remates. Por encima, el escudo de la orden dominica rematado por una corona englobado en el arqueamiento del cornisón que protege a las tres fachadas. Ante lo que veían sus ojos, Ponz no pudo resistirse y escribió que «si las portadas de la iglesia y convento de Santo Tomás se hubieran tardado en hacer unos años, es regular que fueran muy diferentes. Aquellos pedestales que se presentan por el ángulo, las columnas llenas de garabatos, que parecen, como dijo don Francisco Gregorio de Salas, enroscadas en los troncos de escabrosas encinas, y de robles, que suben a buscar, para comerse los huevos, o los pollos de los nidos; la confusión de cartelas, modillones y otras mil extravagancias, que ni significan ni El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 73 hacen cosa alguna». Por si fuera poco, se quejó también de «la extraña idea de pintar con colores parte de estas cosas siendo de piedra, y últimamente el haber blanqueado los bajorrelieves de sobre las puertas, sea el que quiera su mérito, ocultando con eso la mejor y más noble materia, que es la piedra, son circunstancias de que siempre tendrá que hablar quien haya formado alguna pequeña idea de buen gusto…En fin: esto ya no tiene remedio, a no ser que algún prelado de gusto pueda y quiera picar todo lo malo y aprovechar las columnas en hacer otra cosa digna de aquel paraje»36. INTERIOR El templo poseía planta en forma de cruz latina, con nave amplia, alta, alargada, y rematada en su testero en forma, ligeramente, semicircular; el transepto no se marcaba en planta. Cubierto con bóveda de cañón con lunetos, se iluminaba mediante elegantes vanos termales. En el crucero se alzaba una gran cúpula sostenida por pechinas, que se trasdosaba al exterior mediante un gran cimborrio rematado por chapitel. Pautadas por pilares de separación recorridos con pilastras gigantes rematadas en capiteles compuestos, disponía de ocho profundas capillas laterales, cuatro por lado37, más grandes las situadas inmediatas a la entrada principal del templo la cual estaba precedida por un espacio en forma de nártex iluminado por dos ventanas enrejadas. Las capillas se cubrían por cúpulas sobre pechinas y se iluminaban mediante las ventanas abiertas en sus respectivos tambores o linternas. Era, pues, un templo de formato muy convencional adscrito a esquemas clasicistas, heredero tardío de la sobriedad escurialense, cuyo interior recibiría un complemento Interior de la iglesia de Santo Tomás durante la celebración de las 40 horas. Interior de Santo Tomás, hacia los pies del templo, después del incendio de 1872, por A. Ferrant. decorativo barroco superpuesto a su estructura. Ponz lo dice con estas palabras: «La iglesia es tan espaciosa y de buena planta; pero sus adornos de muy mal gusto»38. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 74 La bóveda de cañón de la nave estaba decorada con cinco pinturas, a manera de lienzos encastrados, realizadas antes de 1656. En el sobrecoro, una excelente Asunción de Nuestra Señora pintada por Juan Montero de Rojas39; a continuación el que representaba San Pedro Mártir; después otro de la Santísima Trinidad, «adornado de ángeles, y serafines con instrumentos músicos, que son cosa aventajada», ambos originales de Francisco Camilo40; luego, Santo Tomás arrodillado ante el Crucifijo ofreciéndole su obra mientras Cristo le pregunta: «Bene scripsisti de me, Thoma, quid ergo retribuam tibi?, y el santo le responde: Nihil aliud, quam te, Domine», «muy excelente cuadro» de Juan de Toledo que «califica la gran opinión que tenía en esta Corte pues fue nombrado para pintar en aquel sitio para donde se eligieron los primeros nombres que había entonces en ella»41; y, por último, el Sueño que tuvo el pontífice Honorio III, «cuando se trataba de la Confirmación de la Regla del Glorioso Patriarca Santo Domingo de Guzmán, y el glorioso, y Seráfico Padre San Francisco de Asís; cayéndose el templo de San Juan de Letrán, y teniéndole estos dos bien aventurados patriarcas», realizado por Juan de Carreño de Miranda42, «obra de gran perspectiva» y, en opinión de Palomino, «una de las mejores, que este artífice hizo». Entre 1735 y 1739, las pechinas que sostenían la gran cúpula levantada sobre el crucero se decoraron con pinturas de los cuatro pontífices de la orden dominica: Pio V, Benedicto XI, Inocencio V y Benedicto XIII, colocándose también en la capilla mayor los escudos de las armas de los patronos y otras tres pinturas de San Vicente Ferrer, San Luis Beltrán y San Raimundo de Peñafort aunque esta última quedó oculta al construirse el retablo principal del templo43. A los pies del mismo y en alto, se hallaba el coro de la comunidad. Allí se situaría la BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez sillería de los frailes así como un monumental órgano44. LADO DEL EVANGELIO Capilla de Nuestra Señora del Rosario La primera capilla del lado del evangelio, comenzando desde la puerta del templo, estaba dedicada a Nuestra Señora del Rosario y Santo nombre de Jesús. En 1590, por decreto del Nuncio, se extinguió la Cofradía del Rosario de los Morenos que estaba radicada en el templo parroquial de San Ginés. El convento dominico adquirió entonces, por 330 reales, la escultura titular de la Cofradía para colocarla en su templo y sacarla en procesión los días festivos y, además encargó un vestido blanco y un manto azul. La escultura sustituyó a otra que tenían los dominicos y que trasladaron al oratorio de la casa de novicios45. Contó con un retablo diseñado en 1663 por Pedro de la Torre, en el que además de la Virgen titular, obra de vestir, había un San José y otra escultura del Niño Jesús46. Sería después del incendio de 1756 cuando se hizo un nuevo retablo que según Ponz era «de aquellos que tienen excelente disposición para que no deje de hacer efecto cualquier vela que se les arrime»47. El 30 de septiembre del año siguiente se llevó procesionalmente hasta Santo Tomás, desde el convento de madres dominicas de Santa Catalina, que estaba situado en la Plaza de las Cortes, una nueva escultura de la Virgen del Rosario para colocarla en su retablo48. Obra de Luis Salvador Carmona, su precio de 13.000 reales lo costeó el Marqués de Montealegre y conde de Oñate49. Hoy se conserva en el Oratorio del Santo Cristo del Olivar de Madrid50, a donde los religiosos la trasladaron cuando se instalaron en su recinto. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 75 Virgen del Rosario, por L. Salvador Carmona, Oratorio de Olivar. Virgen del Rosario, por L. Salvador Carmona. Convento de Santo Domingo. Otra de las piezas más importantes que guardaba Santo Tomás era el Paso del Descendimiento de la Cruz, original de Miguel de Rubiales que lo contrató en 169651. Salía en la procesión del Viernes Santo y destacaba, no sólo por su calidad, sino por su aparatosa composición y la excelente forma de resolver todo el conjunto. Sobrevivió hasta 193652. Fue esta misma capilla la que eligió don Miguel de Múzquiz y Goyeneche, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Hacienda en el reinado de Carlos III, I conde de Gausa, para mandarse enterrar. El 25 de mayo de 1787, a los dos años de su muerte, los testamentarios cumplieron su encargo y aquel día se descubrió en ella un magnífico sepulcro, delineado y esculpido por el artista académico José Rodríguez Díaz, conocido con el nombre de Sócrates. Compuesto «de varios mármoles de diferentes colores, tanto de España, como de Italia, ricamente labrados y alustrados, con sus bronces correspondientes dorados fuego, es todo sólido, está arrimado a una pirámide de estuco de diez y ocho pies de altura, de color jaspe, que lo separa de la pared, y se divide en tres cuerpos que tiene 13 pies… y 6 y ½ de longitud y 2 de profundidad; el primer cuerpo se compone de un pedestal de mármol pagizo morado de Cuenca, que fixa sobre el cimiento y zócalo que son de piedra berroqueña y de colmenar, en cuyo neto está embutida una lápida de mármol blanco de Granada, que en letras gravadas y doradas contiene la inscripción siguiente:….El segundo cuerpo se compone de una grada del mismo color donde fixa la base y urna sepulcral en forma de pentágono, cuyo mármol es de color morado con medias cañas de bronce dorado, y el escudo de las armas de S.E. del mismo metal que están sobrepues- BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 76 Alba Rebollar Antúnez tas. El tercer cuerpo contiene el busto retrato del Excmo. Señor difunto, sostenido de su base, que estriba sobre la urna sepulcral; es de mármol blanco de Génova, tiene sobrepuesto el Collar y Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III, todo de bronce dorado a fuego; y a sus lados hay colocados dos Genios del mismo mármol de Genova, que representan al honor y al zelo con sus atributos también de bronce dorado»53. Capilla de Nuestra Señora de los Dolores Ponz señala seguidamente el altar de los Siete Dolores cuya imagen «se atribuye a Sebastián de Herrera, como también la traza del retablo» sin hacer más precisiones pero dando a entender que aquella era la advocación de la capilla, como aclara perfectamente Martínez Escudero54. Según éste, en Santo Tomás se hallaba instalada desde 1593 la Cofradía de los Siete Dolores por requerimiento de la emperatriz Doña María de Austria, hija de Carlos V. Sobre la titular de la capilla se sabe que el 17 de marzo de 1591 el dominico fray Domingo de Mendoza, religioso de Atocha pero formado en el colegio de Santo Tomás, promovió una cofradía bajo la advocación de los Siete Dolores y donó una imagen de Nuestra Señora de los Dolores que le envió desde Guadalajara el escultor Agustín de Campos. Como no quedó satisfecho, encargó otra al escultor Juan de Porras que policromaron Andrés Cerezo y Alonso de Rivera colocándose el jueves santo en su capilla. A partir de entonces se integró en los pasos de Semana Santa. De pequeño formato y con sus siete estoques, se cobijada por un dosel donado por el marqués del Valle, que por entonces gozaba del patronato sobre la capilla mayor del templo. Disponía de un trono BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 de ángeles y se alumbrada con ocho lámparas de plata regaladas por diversos nobles como la duquesa de Osorno, la marquesa de Villanueva, la condesa de Alcaudete, etc. Esta escultura se destruyó en el incendio de 1652. Al año siguiente se encargó otra talla al escultor Domingo de la Rioja (m. 1654)55 la cual, según Martínez Escudero, se colocó en el templo el 19 de marzo de 1653. Esta última fue la que conoció Ponz y atribuyó a Sebastián de Herrera Barnuevo interpretando lo que dijo Palomino a propósito del retablo de esta misma capilla cuya «traza y estatuas de Nuestra Señora de los Siete Dolores» consideró suyas56, si bien el escritor académico apuntó que «sea de quien fuere, es de mal gusto». Tampoco es posible asegurar que una Virgen de la Soledad, de vestir, publicada por Serrano Fatigati en 1910, fuese la misma Dolorosa realizada por Domingo de la Rioja57. Para el retablo o imagen de los Dolores hizo el escultor granadino José de Mora «dos ángeles, y niños de Pasión…, cosa superior» según Palomino58, que ya no se conservaban en 1910 aunque podemos imaginarlos gracias a otros que hizo para la Piedad de la Catedral de Jaén59. Los alguaciles de corte, hermanos de la citada cofradía de los Siete Dolores, adquirieron, el 11 de septiembre de 1667, al convento esta capilla60. De su retablo sólo se sabe que en la puerta del sagrario tenía una pintura del Salvador, original de Francisco Herrera el mozo, autor igualmente de la historia del Triunfo de la Cruz pintada en su cúpula, con la que podría relacionarse un dibujo suyo que representa este mismo asunto conservado en el Museo del Prado61. Felipe Sánchez, maestro dorador, y Sebastián de Benavente estaban interviniendo en 1676 en las pechinas de la cúpula62 quizás recubriendo sus superficies con elementos ornamentales de madera tallada y dorada. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción En las paredes laterales se dispusieron dos lienzos (3,04 x 3,42m. y 3,02 x 3,47m.), también de Herrera el mozo, con los temas de Jesús sentenciado a muerte y Jesús camino del Calvario63 en cuyas composiciones el autor apuesta por el dinamismo y las violentas diagonales64. En su ejecución, según Palomino, participó el pintor Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia65. La cofradía de los Siete Dolores sostuvo uno de los pleitos más ruidosos e interesantes para la historia del arte español. Se trataba de una Cofradía en la que estaban agremiados desde 1630 numerosos artistas activos en la corte quienes, a partir de 1634, asumieron la obligación de alumbrar o acompañar la imagen titular de la cofradía durante la procesión del Viernes Santo. Los problemas surgieron en 1647 cuando se nombró por mayordomo al pintor Alonso Cano que no acudió a cumplir su función. Se inicia entonces un largo pleito entre la cofradía y los artistas que todavía se continuaba en 1695 cuando Lucas Jordán eleva al rey un memorial para tratar de acabar con las obligaciones contraídas por los miembros de su oficio66. Capilla del Santo Cristo de la Agonía Ponz no describe todas las capillas del templo. De hecho, dejó de mencionar dos, una a cada lado de la nave. La del lado del Evangelio tenía la advocación del Santo Cristo de la Agonía y de su existencia se tiene constancia gracias a Martínez Escudero cuando a propósito de la venerable Águeda de la Cruz (1550-1621), terciaria dominica, señala que sus cenizas «se colocaron en una urna dorada y en alto elevada que siempre ha estado en una capilla de la iglesia, como la vi muchas veces en la del SSmo Xpto; hasta que siendo prior de este convento el P. Mro. Fr. Josef Delgado la mandó, sin motivo algu- 77 Apoteosis de la Cruz, por Francisco Herrera el mozo. Museo del Prado. no, mudar a la sala de capítulo en donde al presente permanece»67 La imagen del Crucifijo ya existía en 1637 porque aquel año lo sacó en procesión el gremio de maestros de obra prima o zapateros de nuevo68; en 1652 se le menciona entre las obras salvadas del incendio que sufrió el templo aquel año69. Sin embargo no parece probable fuese el mismo Cristo que en 1910 acompañaba a la Virgen de la Soledad en la iglesia de Santa Cruz, publicado como de Herrera Barnuevo por Serrano Fatigati, a pesar de que, curiosamente, se trataba de un Cristo vivo, representado en su agonía70. Capilla de San José La última capilla que Ponz menciona es la dedicada a San José, localizada inmediata al crucero o capilla mayor. Los dominicos la BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 78 Propuesta de reconstrucción del retablo de la capilla de Santo Domingo en Soriano, a partir del de las Carmelitas de Toledo. concedieron el 29 de noviembre 1656, ante el escribano real Diego de Orozco, a la Cofradía del glorioso Patriarca San José que se hallaba integrada por maestros y oficiales ensambladores, carpinteros y ebanistas de Madrid71. Hasta el 25 de septiembre de 1659 la cofradía no contrató su retablo con el ensamblador Sebastián de Benavente, que hizo también el de la capilla de Santo Domingo en Soriano. En el contrato se especifica que sería responsabilidad suya toda la obra del mismo, «menos un santo christo de bulto en un sepulchro questa en el pedestal [de la traza] y las tres echuras de Jesús María y Joseph de bulto que an de estar en la caxa principal [es decir una Sagrada Familia] y la pintura del remate», además de dos niños que coronaban el retablo72. Tal vez, de las esculturas pudo encargarse Juan Sánchez Barba (1602-1673) que acompañó a Benavente en el contrato. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez El lienzo del remate tenía por tema el Sueño de San José (1,95 x 2,08 m.) y fue cometido del sevillano Francisco de Herrera el mozo. Palomino lo calificó como «peregrino» y «de lo más regalado, y de buen gusto, que he visto suyo»73. Aunque su cronología se ha establecido en 1662 habrá que adelantar esta datación debiéndose poner de acuerdo con la ejecución del retablo. La pintura pasó a la colección del Infante don Sebastián de Borbón en donde se encontraba en 1835 cuando se le incautaron sus bienes devolviéndosele en 1861. Después perteneció al Chrysler Museum de Norfolk y, recuperado para España, en la actualidad forma parte de una colección particular74. Obra magnífica donde con el torbellino resplandeciente de nubes, en el que campean unos angelitos apenas matéricos, contrasta la oscuridad que envuelve la figura de San José la cual forma una potente diagonal con la del Ángel que le conforta de su sueño. Llama la atención la existencia de un Cristo yacente en el pedestal del retablo, pero más aún averiguar cuál fue su ulterior paradero. Como en 1756, con motivo del incendio en Santo Tomás, sus esculturas se trasladan a la vecina parroquia de Santa Cruz y no se menciona ningún Yacente, podría pensarse que por entonces ya no se conservase. Sin embargo, resulta tentador identificar este yacente con el existente en la iglesia madrileña del Carmen, cuya procedencia se desconoce aunque la hipótesis no es convincente debido a la cronología (1650) del contratado por Sánchez Barba, anterior a la del retablo de la capilla de los carpinteros en Santo Tomás75. A la incógnita motivada por la posibilidad de que no se hiciera el Yacente que figuraba en la traza, de que se vendiera o se destruyera con posterioridad, se añade la certeza de que en 1807 la Cofradía de San El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción José poseía otro, con la advocación de Cristo de la Vida Eterna, que salía en la procesión de Corte el Viernes Santo por la tarde76. La fecha y autoría de esta escultura son desconocidas pues, aunque se ha incluido en el catálogo del escultor Juan Pascual de Mena77, tal afirmación se basa exclusivamente en que el artista hizo en 1767 la imagen titular de la cofradía de Nuestra Señora de la Caridad, radicada en la antigua parroquia de Santa Cruz, sin tener en cuenta que el Cristo de la Vida Eterna siempre perteneció a la cofradía de San José y nunca recibió culto en el viejo templo de Santa Cruz78. Los grabados que de él se conocen y las fotos del Cristo en procesión, sobre sus andas, no son suficientes para aventurar una clasificación aunque la urna en donde se guardaba parecía tener una cronología de gusto neoclásico. Las paredes laterales de la capilla se decoraban con dos grandes lienzos de los Desposorios de San José y la Muerte de San José, de 21 pies de alto por 15,5 de ancho (= 5,83 x 4,30 m.), originales del pintor veneciano Francisco Leonardoni que los contrató, por 5.400 reales, el 6 de enero de 1691 y su trabajo debía estar concluido en septiembre de aquel año79. Ambos cuadros salieron de Santo Tomás en 1872 y se depositaron en el Convento de Santa Catalina de Siena. Por sus enormes dimensiones, a las monjas dominicas les estorbaban y la cofradía se vio obligada a deshacerse de ellos en 187780. LADO DE LA EPÍSTOLA Capilla de Santo Domingo en Soriano Fue costeada por don Fernando de Fonseca Ruiz de Contreras81, miembro del Consejo de Indias, y Secretario del Despacho Universal de Felipe IV, entusiasta colec- 79 La Virgen intercediendo por las ánimas del Purgatorio, por Lucas Jordán. Museo de la Abadía de Montserrat. cionista y de refinado gusto. Gracias a su segunda esposa, doña María Felipa de Fonseca, marquesa de La Lapilla, consiguió el ansiado título nobiliario. Don Fernando decidió fundar su capilla en el templo de Santo Tomás por la cercanía del convento con sus casas, situadas en la c/ de Carretas, su devoción a Santo Domingo y disponer de un digno enterramiento familiar. Se le concedió el patronato el 28 de agosto de 1652, comprometiéndose el convento a construir la capilla cuando se terminase el templo, correr con el gasto de la bóveda y de las reparaciones arquitectónicas posteriores, así como no hacer huecos en la capilla (tribunas, ventanas o entradas) ni a inmiscuirse en su ornato, el cual sería competencia del patrono. Los dominicos pondrían un altar BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 80 provisional mientras se terminaban las obras, comprometiéndose a no tener ningún otro espacio dedicado a Santo Domingo. Disponía de acceso desde la fachada del templo y en 1654 don Fernando mandó construir una casa pequeña o cuarto, anejo a la capilla, desde el cual se pasaba a una tribuna, cerrada por celosías, que comunicaba con el recinto sagrado. La obra corrió a cargo del alarife Lorenzo Leal y sus rejas y balcones los fabricó Pedro Sánchez. La traza de su retablo la dio Alonso Carbonel pero fue el ensamblador Sebastián de Benavente quien lo hizo en madera de Valsaín, colocándolo sobre un pedestal de jaspe trabajado por Bartolomé Miguel Zumbigo. En el cuerpo principal, formado por cuatro columnas estriadas de orden corintio, dos a cada lado, se colocó un gran lienzo de Santo Domingo en Soriano, encargado por el patrono al vallisoletano Antonio Pereda (1611-1678) artista que, según Palomino, fue «uno de los grandes insignes que han dado honor a la nación española con sus pinceles»; por ella cobró 2.000 reales y la estaba pintando en 165682. El ático, semicircular, adaptado al cerramiento de la capilla, contenía una pintura de la Trinidad, también suya y se flanqueaba por esculturas de San Pedro y San Pablo, ambas originales de Manuel Pereira, las cuales estaban terminadas en junio de 1655 cuando Pedro Pérez de Araujo y Clemente de Ávila se disponían a dorar y estofar el retablo83 que se completaba con un guardapolvo. El cuadro principal (4,70 x 3,10m.) vino a sustituir otro del mismo asunto, pintado en 1629 por el dominico fray Juan Bautista Maíno, residente en el mismo convento, que se destruyó en el incendio de 1652. El de Pereda, es un cuadro fascinante; la escena se desarrolla en el interior de una iglesia gótica del siglo XV, según Pérez Sánchez «del tipo tan frecuente en las iglesias de dominicos y BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez franciscanos de tiempos de los Reyes Católicos, incluso con el detalle, tan característico, del presbiterio alzado sobre una grada»; en su cabecera se aprecia un retablo de columnas salomónicas, provisto de enorme tabernáculo, con una gran pintura de la Asunción flanqueada por esculturas de San Pedro y San Pablo, creándose así el juego barroco del cuadro dentro del propio cuadro. La pintura se conserva ahora en el Museo Cerralbo de Madrid, por ser los marqueses de este título descendientes de Doña Mariana Ruiz de Contreras, hija del fundador de la capilla, casada en 1649 con Luis Nieto de Silva, padres del VI marqués de Cerralbo84. En cambio, no se sabe qué sucedió con el lienzo de La Trinidad aunque podamos imaginar su composición gracias a otro (1,43 x 2,30m) de tema similar, también de Pereda, conservado en el Museo de Bellas Artes de Budapest, del que se sospecha proceda del convento madrileño de San Felipe el Real, o con el que remata el retablo mayor de la iglesia de El Carmen. Encima de la mesa del altar de la capilla, decorado por un frontal original de Domingo Ribero, se disponía la custodia y unas gradas doradas sobre las que se situaban jarrones y ramilleteros trabajados por Juan de la Cuesta. El recinto se iluminaba con las lámparas de plata fabricadas por Francisco Alderete y se cerraba mediante la reja que realizó el cerrajero Lorenzo Hernández de Medina, asentándose sobre un pedestal de piedra contratado con el maestro cantero Juan Marroquín. Este último se encargó también de construir la portada de la capilla «que cae a la calle de Atocha», de acuerdo con «la planta y traza echa por Pedro de la Torre, maestro Arquitecto, que queda firmada del dh. Padre Prior…y la a de executar…en toda perfección». Los tableros de nogal de sus puertas, con el escudo del patrono, los fabricó Juan de Torresada. La decoración de la capilla finalizó en 1660. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 81 Camino del Calvario y Cristo en el Pretorio, por F. Herrera el mozo. Museo Cerralbo. Madrid. Capilla de San Vicente Ferrer Aunque Ponz no la menciona, se hallaba alineada o enfrentada con la dedicada a la Virgen de los Dolores pues cuando se derrumbó la cúpula del templo en 1726 los altareros que estaban casualmente armando el monumento «atajaron [la iglesia] con bancos que atravesaban desde la capilla de los Dolores a la de San Vicente…y así no cogió a persona alguna de los que estaban en el cuerpo de la Iglesia»85. Es decir se hallaba situada enfrente de la capilla de Ntra. Señora de los Dolores. De 1804 data un grabado que ofrece la imagen titular de la misma86. Además, en esta capilla, siendo patronato de la marquesa de Alange, estuvo depositada desde 1855 hasta 1872 una escultura de la Virgen de la Consolación y Correa, obra de Juan Pascual de Mena, procedente del desamortizado convento de San Felipe el Real87. Capilla de las Ánimas La siguiente capilla estaba dedicada a las Ánimas. En su interior su retablo contenía un lienzo con el tema de las Ánimas del Purgatorio por las cuales intercede Nuestra Señora con su Santísimo Hijo, original del pintor napolitano Lucas Jordán. Palomino asegura que el lienzo llegó a España antes que viniese el artista a trabajar en la primavera de 1692. Por la descripción que da Ponz lo más probable es que fuera muy similar a otra pintura de Jordán existente en el convento de carmelitas descalzas de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) o a otra conservada en el Museo de la Abadía de Montserrat88. Capilla de la Virgen de las Nieves La última capilla del lado de la epístola a la que Ponz se refiere es la Capilla de la Virgen de las Nieves, servida por la Hermandad de su nombre que agrupaba al gremio de zapateros. Su retablo ya estaba hecho y montado en 1670 pues aquel 1 de mayo de se firmó con el maestro dorador y estofador Blas Solano el contrato para su policromía, el cual permite tener alguna idea de cómo fue el retablo. Sería estofado a punta de pincel, con motivos de grutescos en pilastras, pedestales, jambas, tarjetas y festo- BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 82 Alba Rebollar Antúnez El sueño de San José, por F. Herrera el mozo. Colección Arango. Madrid. nes. Para el fondo de sus cajas se exigía un estofado emulando motivos de brocados y todos los motivos debían ir, además, rayados con labores diferentes. La hornacina donde estaba la talla de la Virgen de las Nieves debería sólo dorarse, no estofarse ni esgrafiarse. Como la imagen era más grande que el lugar donde iba a colocarse se pide a Blas Solano que reduzca su peana. El contrato también hace referencia a la reja de la capilla para la que Solano debía de hacer el escudo de la Hermandad así como otras tarjetas para colocarse en la crestería. Trabajada en chapa de hierro, después se debía dorar todo el conjunto. La suma total ascendió a 28.000 reales y como entre los testigos aparece el ensamblador Jusepe de la BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Torre no sería extraño sospechar su participación en la obra del retablo89. Además, el 13 de febrero de 1671 Solano se comprometió a «dorar dos tablas que están en los dos lados del dicho retablo», insertar doce festones y doce tarjetas en el pedestal así como dorar el marco del frontal de altar. Su última intervención en la capilla fue la policromía del zócalo de la reja imitando jaspe. En las paredes laterales de la capilla se dispusieron en 1688 dos grandes pinturas de Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia con los temas de la Asunción y la Coronación que, tras el incendio de 1872, se trasladaron al templo de Las Calatravas, en la calle Alcalá90. Mariano Téllez-Girón y Beaufort Spontin, XV duque del Infantado y caballero El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 83 Asunción y Coronación de María, por F. I. Ruiz de la Iglesia. Sevilla. Iglesia del Corpus Christi. calatravo (m. 1882) fue el responsable del traslado y su descendiente Iñigo de Arteaga y Falguera, en los años 50 del siglo XX los donó a la iglesia parroquial del Corpus Christi de Sevilla, que es donde actualmente se conservan91. El propio artista, según Palomino, también pintó «el del remate del retablo, y todo el demás ornato de la capilla, en la bóveda, y entrada, ejecutado al fresco, con gran acierto; salvo lo de la parte inferior, que es a el óleo»92. Ponz precisa que eran suyos «los ángeles y ornatos que hay en la bóveda» de la misma capilla así como «el Santo Tomás de la puertecilla del sagrario» al que se refiere confusamente Palomino por localizarle «en el Sagrario del altar mayor». ALTARES EN LA NAVE Según Ponz, «todos los postes de la iglesia están llenos de retablitos», es decir, a los pilares de la nave se adosaban pequeños retablos de los que únicamente describe dos: uno en el lado de la epístola y otro en el del evangelio aunque no detalla exactamente dónde. El de la epístola, tenía una pintura de Lucas Jordán con el tema de «Santo Tomás, de rodillas delante de Nuestra Señora, ciñéndole dos ángeles en señal de su pureza», obra que no se ha conservado pero que se conoce gracias a un grabado del siglo XIX93. Posiblemente fue pintado durante su estancia en España mientras trabajaba para Carlos II, es decir, podríamos fechar la obra entre 1692 y 1702. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 84 Alba Rebollar Antúnez Santo Tomás, por L. Jordán según grabado de Manuel de la Cruz, 1780. San Vicente Ferrer. Grabado por Fernando Albiztur, 1804. El altar del evangelio estaba dedicado a San Juan Bautista y disponía de un cuadro con este asunto pintado por José de Ledesma; en su banco pequeños lienzos dedicados a San Francisco, la Encarnación (en el centro) y Santo Domingo y, en el ático, otro de la Trinidad, que, según Palomino, «unos y otros parecen de Carreño»94. PRESBITERIO Un primer retablo mayor se pagó y doró en 168495 y presidiría el cierre provisional del templo a la altura del futuro crucero. Pero hasta 1721 el templo no dispuso de capilla mayor definitiva, cuando el prior Francisco Paolo mandó derribar el muro provisional que servía de testero a la nave. Una vez construida la capilla mayor se fabricó en 1739 un nuevo retablo mayor96, según Ponz, a cargo de un religioso lego del convento. Según el citado académico, se trataba de un enorme aparato en el que la arquitectura y la decoración se imponían sobre la escultura, cebándose con él BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 e incluyéndolo «entre los promontorios de primera clase que hay en Madrid. Sería casi imposible hallar regla en la arquitectura para algo de lo que allí se ve; y muchas cosas repugnan totalmente a la razón». Se levantaba sobre un banco de mármol, disponía de un solo cuerpo gigante dividido en tres calles delimitadas por cuatro columnas salomónicas que denomina «columnazas». En los intercolumnios, dentro de hornacinas, se alojaban dos esculturas, tal vez Santo Domingo y San Francisco, y el espacio principal de la calle central lo ocupaba un gran lienzo con Santo Tomás del que se desconoce el autor. En el ático o frontispicio tenía dos figuras sentadas sobre «las grandes columnas que, a manera de potro, parecían hechas para darlas tormento». Como la capilla mayor, según Martínez Escudero, contaba con un remate en forma de media naranja, es probable que el retablo pudiera haberse adaptado a ella mediante un cascarón. La policromía de esta gran máquina se contrató en 1750 con los doradores Manuel Martín de Aguilar y Domingo Álvarez Riesgo. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 85 San Pío V y la batalla de Lepanto, por Toribio Álvarez. Palacio Arzobispal. Madrid. Sobre su tabernáculo, diseñado por el francés Hubert Dumandre, poco después de 1742, se colocó un grupo escultórico de la Virgen del Rosario flanqueada por Santo Domingo y Santa Catalina arrodillados sobre tronos de nubes, «todos pequeños aunque grandes en el arte», original de Luis Salvador Carmona al que el humo de las velas afectó tanto que, en 1787, se decidió subirlo a la altura de la parte baja del lienzo principal, «donde no hace tanta gracia a la arquitectura del altar, como antes hacía»97. También el escultor Dumandre fue responsable de la traza de los retablos colaterales colocados a ambos lados del crucero98 y su dorado lo cobró en 1751 el pintor Martín de Aguilar, contratándose en enero de aquel mismo año con Florencio López la hechura de la reja de la capilla mayor99. A la entrada de la misma, «bajo una lápida con cerco de jaspes», se mandó enterrar en 1777 el cardenal Buenaventura de Córdoba y la Cerda, patriarca de las Indias100. SACRISTÍA Denominada por Palomino, «sacristía nueva», Martínez Escudero fecha su construcción en 1717101. A juzgar por las obras que se conservaban allí, tuvo que ser un espacio ricamente alhajado. Una pintura de la Inmaculada Concepción, original de Vicente Carducho102, hoy desaparecida, es probable que fuese la que en 1865 se trasladó al Museo de la Trinidad depositándose en 1885 en la Escuela Modelo Municipal de Madrid. Palomino también menciona aquí una pintura BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 86 Alba Rebollar Antúnez Santo Domingo exorciza a un endemoniado y Santo Domingo resucita al joven. Orsini, por Juan Vicente Ribera. Martirio de San Pedro de Verona y Milagro del cáliz por Santo Domingo en Tolosa, por Toribio Álvarez. Palacio Arzobispal. Madrid. del Greco con el tema de Cristo Resucitado «del tamaño natural, cosa excelente»103. El escultor Felipe de Castro describió en este mismo lugar varias pinturas, entre ellas «dos cuadros de mano de don Juan Vicente de Ribera», otro de «San Pío Quinto y la batalla naval [de Lepanto] (que) como asimismo el de enfrente son pinturas de mano de Toribio Álvarez»104. Los primeros se han identificado con los que del primero se conservan en el Palacio Arzobispal de Madrid con los temas de Santo Domingo de Guzmán intercede ante la Virgen para exorcizar a un endemoniado y Santo Domingo resucita al joven Napoleón Orsini. A Toribio Álvarez pertenecen los que aluden al Martirio de San Pedro de Verona y al Milagro del cáliz por Santo Domingo en Tolosa, correspondiéndole también otros dos, BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 que antes estuvieron atribuidos a Teodoro Ardemans. Estos dos últimos, dispuestos como sobrepuertas de la misma residencia arzobispal105, representan El sueño del Papa Inocencio III y la intervención de San Francisco y Santo Domingo así como El Papa Pio V y la batalla naval de Lepanto, todos pintados en 172016. En la sacristía estuvo también la escultura de la Virgen del Rosario, de Luis Salvador Carmona que, una vez concluida, se trasladó procesionalmente desde el convento de los Mínimos de la Victoria hasta la iglesia de Santo Tomás, el día de Pascua de Resurrección de 1757. Costeada por fray Joseph Alonso Pinedo, pagó al artista 9.000 reales. La Virgen, que se hallaba sentada sobre un magnífico sillón en cuyo respaldo El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 87 Claustro del Colegio de Santo Tomás, en Madrid (destruido). estaba representado el astro sol debe identificarse con la imagen del Rosario, de tamaño menor que el natural, señalada en el Compendio de la vida y obras de Carmona (1775) sospechándose que después de la Desamortización pasó al convento femenino de Santo Domingo el Real de Madrid107. También de un altar propio de la Congregación de religiosos legos y seculares, autorizada por Inocencio II (1691-1700) en Santo Tomás, procedía una pintura, de autor desconocido, que representaba la Conversión del Apóstol San Pablo de la que se conoce un mediocre grabado fechado en 1796, y que es probable fuese la misma obra que, tras la desamortización, se trasladó al Museo de la Trinidad y en 1855 fue deposi- tada en el convento dominico de Ocaña perdiéndose allí su pista108. OTRAS OBRAS De las obras de arte que se guardaban en el interior del convento puede recordarse que en su sala de profundis Palomino menciona un lienzo de José de Ribera, con el tema de Cristo Crucificado, al que califica de «maravilloso, del tamaño del natural»109, que Ponz describió colocado «en el altar de una capilla correspondiente al claustro que sirve de aula», y del que no se vuelve a tener más noticia. También en la misma dependencia, según el escultor Felipe de Castro, BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 88 «ay un bajo relieve de mano de nuestra famosa doña Luisa Roldán»110. En su testamento, redactado en 1673 el escultor Sánchez Barba legó al prior del convento, fray Tomás de Carbonell, sobrino suyo, una escultura de Santa Rosa111. La portería, según Ponz, se hallaba decorada con copias de pinturas de Carlo Maratta, «cuyos originales están en Roma», refiriéndose tal vez, a alguna hecha sobre su popular Inmaculada de la iglesia romana de San Isidoro. Cuando Martínez Escudero habla del incendio sucedido en el templo en 1756 señala que a la parroquia de Santa Cruz se llevó la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, refiriéndose a la escultura de Domingo de la Rioja; la del Cristo de la Agonía, el grupo escultórico de la Sagrada Familia que presidía la capilla de San José; un San Vicente; el Paso del Descendimiento de Miguel Rubiales; la imagen de Nuestra Señora de las Nieves; otra de Santa Catalina de Ricci 112 , así como otros santos113. Proclamada por el gobierno intruso, el 18 de agosto de 1809, la disolución de todas las órdenes religiosas, sus bienes fueron incautados aunque, algunos, se reintegraron el 2 de julio de 1814. Entre las obras devueltas se hallaban diversos cuadros y aunque se especifica muy poco sobre ellos, su enunciado ayuda a reconstruir parcialmente la decoración del convento: 50 pinturas, de medio punto, correspondientes al claustro, con temas de Cardenales y otros asuntos; 16, grandes, de la vida de Santo Tomás; uno de Santa Inés de Montepulciano; 8 de varios Santos de la orden dominica; uno de San Pedro Advincula; 2 de San Rafael; uno de los dos Patriarcas (Santo Domingo y San Francisco) abrazados; otro del martirio de San Cipriano; uno de San José, la Virgen y el Niño; y un Calvario114. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez EL CLAUSTRO La iglesia se comunicaba con el claustro conventual a través de una puerta situada en el crucero del lado del Evangelio. Como apuntó Gaya Nuño «es incomprensible que Ponz no mencione el patio, ante el que es muy probable que se hubieran calmado sus iras. Porque la mayor belleza del Convento residía en esta hermosa dependencia»115. Vinculado tradicionalmente a José Ximénez Donoso, sin embargo su traza correspondió a Rodrigo Carrasco Gallego, figurando en julio de 1678 el trasmerano Melchor de Bueras como su principal constructor trabajando junto con Miguel Martínez y Pedro Díaz116. Las obras se dilataron en el tiempo erigiéndose el piso alto entre 1727 y 1731 bajo el gobierno del P. Mro. Fr. Juan Raspeño quien en 1727 hizo traer piedra, pues «no había más en él que el arco de en medio en el paño de capítulo», colocándose la primera piedra el día de S. Pedro González Tello de 1728. Luego se concluyeron «los tres paños que dan vuelta desde la librería por el del refectorio hasta la portería» y durante el segundo priorato del P. Eguiluz (1731-1735) se terminó «todo el claustro alto e hizo la Portada de la iglesia»117. Por último, en 1759 el claustro bajo se adornó con azulejos y lienzos de pinturas118. NOTAS 1 Julio VIDAURRE JOFRE, El Madrid de Velázquez y Calderón Villa y Corte en el siglo XVII. II, El plano de Texeira: lugares, nombres y sociedad, Madrid, 2000, pp.148-149. 12 Antonio PONZ, Viage de España. Madrid, 1776, ed. Aguilar, 1947, pp. 431-432. 13 Francisco VIÑALS, Santo Tomás de Madrid. Historia manuscrita e inédita de este convento dominicano por el P. Fr. Antonio Martínez Escudero,1899 (1900), en adelante Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Historia del Convento de Santo Tomás de Madrid, del Orden de Predicadores [1783…1808], p. 3. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 14 Ramón HERNÁNDEZ MARTÍN, «Actas de los Capítulos provinciales de la Provincia dominicana de España de los años 1569 y 1571», Archivo Dominicano, 2011, p. 5. 15 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 20. Se le devolvió sus rentas en 1593. 16 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 32. 17 A cambio pidió la construcción, en el lado del evangelio del templo antiguo, en el «tránsito desde la capilla maior a la Sacristía», de una capilla dedicada a la Santa Cruz, Fallecido el 25-VIII-1584, sus restos permanecieron en ella hasta 1652 cuando se trasladaron a la bóveda de la capilla de N.ª Señora del Rosario, cfr. Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 21-22. 18 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 22. 19 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 25. 10 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 32-33. 11 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 35, 41 y 44. 12 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit. pp. 55 y 57. 13 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 57. Afirma que el incendió se inició en la casa vecinal pegada al templo y que las llamas se extendieron con rapidez hasta el coro alto del templo, «por las espaldas del órgano». 14 M.ª Fernanda PUERTA ROSELL, «Aspectos artísticos de un patronazgo madrileño del siglo XVII. Don Fernando Ruiz de Contreras y la Capilla de Santo Domingo en la Iglesia del Convento de Santo Tomás» en Patronos, promotores, mecenas y clientes: VII CEHA, Murcia, 1988, I. pp. 351-357. Siguiendo a Díaz del Valle, asegura que el incendio obligó a construir un edificio de nueva planta, inaugurado en 1656 «con grande y espléndido aparato». Sobre estas fiestas, cfr. Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 58-65. 15 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 58. 16 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit. p. 65.Se refiere a las pinturas de la bóveda del templo. 17 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 65. 18 Alberto TAMAYO, Iglesias Barrocas Madrileñas, Madrid 1946, pp. 193-197; Juan Antonio GAYA NUÑO, La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, Madrid, 1961, pp. 396-400. 19 Virginia TOVAR MARTÍN, Arquitectos madrileños de la segunda mitad del siglo XVII. Madrid, 1975, p. 309. 20 Su padre, Gil de Torija, fue maestro de obras como su abuelo; su tío, fue teórico y aparejador de las Obras Reales. Estaba emparentado con los Olmo y con los de la Peña, grandes familias de arquitectos del XVII. Gracias al prestigio de su familia y allegados, se introdujo en el círculo cortesano donde tuvo una enorme capacidad de trabajo. No se sabe nada de su vida y obra entre 1698 y 1713, coincidiendo con el cambio de dinastía. Aquel año reparó los torales del templo de las 89 Comendadoras de Santiago, siendo una de sus obras más celebradas la intervención en el templo de Santo Tomás y «el pasadizo que sale a la calle de la Concepción desde el Convento». Cfr. Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit. p. 311. 21 Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit. pp. 311-312. 22 Virginia TOVAR MARTÍN habla de un pleito interpuesto por Torija, avalado por Pedro de Ribera arquitecto del Ayuntamiento, contra los religiosos de Santo Tomás. 23 Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit., p. 313. 24 MARQUÉS DEL SALTILLO, «Los Churriguera. Datos y noticias inéditas (1679-1727)», Arte Español, 1945, p. 101 25 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit. p. 66. Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Diccionario, I, Madrid, 1800, pp. 329-330, asegura que los constructores fueron Jerónimo y Nicolás Churriguera. 26 «Buena lección fue aquélla para los que mandan fabricar obras de esta clase sin asegurarse antes de la destreza y habilidad del artífice», cfr. Viaje de España, p. 432. 27 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. Cit., p. 72. Quita hierro al asunto y reduce a 70 los fallecidos de los cuales, según él, la mayoría eran obreros. 28 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 66-67. 29 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 68. 30 Manuel José MEDRANO, Oración panegírica, que en aplauso de los dos gloriosisísimos patriarcas nuestros padres S. Francisco y S. Domingo dixo el dia quatro de agosto de este año, en el Convento de S. Thomas de Madrid (s.i.) (s.n.), 1726. 31 José Antonio ÁLVAREZ BAENA, Compendio Histórico de las Grandezas dela Coronada Villa de Madrid, Madrid, 1786, p. 127. Un nuevo incendio sufrió el templo en 1756; el fuego comenzó por la capilla de la Virgen del Rosario pero fue más aparatoso que grave. Antonio PONZ dice: «Un fuego tan terrible que comunicándose por la bóveda a los tejados, los abrasó todos sin poderlo atajar hasta que se encontró con la cúpula de la Iglesia», cfr. Ob. cit., p. 431. Por su parte Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO: «túvose á milagro que no prendiese también su voracidad, por la puerta del Coro, ó espaldas del Órgano, que solo son unas tablas, y muy inmediatas a las ventanas que alrededor tiene la Capilla de Nr.ª. Sr.ª. que si esto huviese sido, sin remedio acaso con el Coro, y Órgano se havría abrasado la Iglesia», cfr. Ob. cit. p. 77. 32 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 69. 33 Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit., p. 313. 34 Alberto TAMAYO, Iglesias Barrocas Madrileñas, Madrid 1946, pp. 193–197; Antonio VELASCO ZAZO, Recintos sagrados de Madrid,. Madrid, 1951, pp. 176179. Juan Antonio GAYA NUÑO, La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, Madrid, 1961, pp. 396-400. Su adscripción a Churriguera no la han BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 90 recogido quienes recientemente se han ocupado de este autor. 35 Estas ventanas daban luz al coro y sus rejas impidieron que los frailes saltaran al vacío por el pánico que les invadió cuando en 1726 se hundió la cúpula, cfr. Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 66-67. 36 Antonio PONZ, Ob. cit., p. 431. 37 Antonio PONZ, Ob. cit. p. 431, sólo habla de seis capillas e incluso no resulta clara alguna de sus advocaciones. 38 Antonio PONZ, Ob. cit., p. 431. 39 Lázaro DÍAZ DEL VALLE, «Epílogo y nomenclatura de algunos artífices» en Francisco Javier SÁNCHEZ CANTÓN, p. 366 y Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 1.010. 40 Lázaro DÍAZ DEL VALLE, Ob. cit., p 379 y Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 972. 41 Lázaro DÍAZ DEL VALLE, Ob. cit., p. 366 y.Antonio PALOMINO, Ob. cit., pp. 940-941. 42 Lázaro DÍAZ DEL VALLE, Ob. cit., p. 382 y Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 1.028, «por la cual dijo Miguel Colona, preguntándole el Rey nuestro señor Felipe Cuarto, que quién era en su concepto el mejor pintor de la Corte: que aquel que áveba fatto la testa de la Domenica, porque a la verdad la cabeza del pontífice es un pasmo, y por ella definió toda la pintura, según el estilo de Italia; que dicen; Fa una buona testa e vistela de un costalo». La única imagen que se conoce su interior es un grabado, conservado en el Museo Municipal de Madrid, publicado por V. TOVAR (Ob. cit. lám. L,a., sin indicar el asunto tratado) en el que se aprecian dos de estas pinturas. El grabado representa el Jubileo de las Cuarenta horas, celebrado por 1.ª vez en Santo Tomás en 30-IV-1848, con la magnífica y vistosa colgadura, y se repitió en 1853, 1859. 1860, 1861, 1864 y 1866, cfr. Gaceta de Madrid. 43 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 69 y 70. 44 Dibujo de Alejandro Ferrant del interior del templo, publicado en La Ilustración de Madrid después del incendio de 1872. 45 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 21. 46 Mercedes AGULLÓ Y COBO, «Pedro, José, Francisco y Jusepe de la Torre, arquitectos de retablos», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 37, 1997, pp. 38, 60-61. 47 Antonio PONZ, Ob. cit., p. 431. Aquel incendio se originó en esta capilla. 48 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 78. 49 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 79. 50 Jesús URREA anticipó esta procedencia, cfr. «Revisión a la vida y obra de Luis Salvador Carmona», BSAA, 1983, p. 448. En el «Compendio de la vida y obra de Don Luis de Salvador y Carmona», redactado en 1775 se citan como obras suyas: «En el Colegio de BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez Santo Tomás de PP. Dominicos las dos ymágenes del Rosario, sentadas, la mayor del natural, en su capilla, y la menor en la sacristía de dicho convento, una y otra tan bellas y bien executadas como lo publican su gracia y magisterio», cfr. Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, Luis Salvador Carmona. Escultor y Académico 1990, pp. 32 y 109 […] y considera que « se puede fechar en la década de los cincuenta» La identificación se corrobora plenamente gracias a un grabado, cfr. M.ª Concepción GARCÍA GAÍNZA, El Escultor Luis Salvador Carmona, 1990, pp. 63 y 64. Juan José MARTÍN GONZÁLEZ, Ob. cit. p. 109. 51 Enrique GUEVARA PÉREZ y Mariano RIVERA VÁZQUEZ, Historia de la Semana Santa de Madrid, Madrid, 2004, p.108. 52 Margarita ESTELLA MARCOS, «Observaciones sobre el Paso del Descendimiento de Miguel de Rubiales», BSAA, 44, 1978, pp. 481-484. 53 Memorial literario, instructivo y curioso de la corte de Madrid, t. XIV, 1788, pp.694-695. Sobre el escultor, cfr. M.ª Teresa CRUZ YÁBAR, «El escultor José Rodríguez Díaz, Sócrates (h.1746-1817)», Espacio, Tiempo y Forma, H.ª del Arte, 15, 2002, pp. 169-188; Virginia ALBARRÁN, «Escultores académicos del siglo XVIII en el Diccionario de Ceán Bermúdez. Nuevas adiciones (II)», AEA, 312, 2005, pp. 404-405, 54 En el templo antiguo la capilla de esta advocación estuvo situada en el lado de la epístola, cfr. Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit. pp. 27 y 32. 55 José. Luis BARRIO MOYA, «El escultor Domingo de Rioja y las águilas del Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid», Boletín del Museo del Prado, 1989, pp. 43-47. 56 Antoino PALOMINO, Ob. cit., p. 968. 57 Enrique SERRANO FATIGATI, «Escultura en Madrid desde mediados del siglo XVI hasta nuestros días», BSEEx, XVII, 1910, pp. 221-222. 58 Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 1.139. 59 Pedro GALERA ANDREU, La Catedral de Jaén, León, 2000, p. 36. 60 Enrique GUEVARA PÉREZ y Mariano RIVERA VÁZQUEZ, Ob. cit., p. 108. 61 Antonio PALOMINO, ob. cit., p. 396. Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ, Museo del Prado. Dibujos españoles, siglos XV-XVII, Madrid, 1972, p. 95, lám. XL. 62 Mercedes AGULLÓ Y COBO, Documentos sobre escultores, entalladores y ensambladores de los siglos XVI al XVIII, Valladolid, 1978, p. 28. 63 Adquiridos en 1875, después del incendio del templo dominico, por el XVII marqués de Cerralbo, se conservan en el Museo Cerralbo de Madrid, cfr. http://ceres.mcu.es/page/Main 64 Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ, Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo, pp. 97, 98 y 99. El colegio dominico de Atocha en Madrid. Una propuesta para su reconstrucción 65 Antonio PALOMINO, Ob. cit. p. 1.021: «con los dos cuadros grandes de la Pasión de Cristo Señor nuestro, que están a los lados; que aunque Francisco Ignacio los adelantó por los mismos borroncillos de Herrera, él los acabó, y golpeó a su modo en toda forma». 66 Eugenio LLAGUNO y AMÍROLA, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración, pp. 157-159. Pilar MORENO PUERTOLLANO, «Los pintores madrileños y la cofradía de Nuestra Señora de los Siete Dolores», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 23, 1986, pp. 51-68. 67 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 35. 68 Enrique GUEVARA PÉREZ y Mariano RIVERA VÁZQUEZ, Ob. cit., p. 93. 69 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 58. Durante el incendio de 1756, junto con otras imágenes, se trasladó a la vecina parroquia de Santa Cruz, cfr. IDEM, Ob. cit., p. 77. 70 Enrique SERRANO FATIGATI, Ob. cit., pp. 221-222. 71 Hortensia DÉNIZ YUSTE, «Real y Primitiva Cofradía del Glorioso Patriarca Señor San José y del Santísimo Cristo de la Vida Eterna», cfr. http://www. santoentierromadrid.es/historia.php 72 José Luis BLANCO MOZO, «El escultor Juan Sánchez Barba», Anales del Departamento de Arte y Estética de la Autónoma de Madrid, 2003, p. 85 y nota 48. 73 Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 396. 74 Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ, El Museo de la Trinidad: (bienes desamortizados). Museo del Prado, Madrid, 1991, p. 94. IDEM, Pintura española recuperada por el coleccionismo privado, Madrid, 1996, pp.154155. 75 MARQUÉS DEL SALTILLO, «Efemérides artísticas madrileñas», BSEEX, 1948, p.20. M.ª Elena GÓMEZ MORENO, «Escultura del siglo XVII», Ars Hispanie, XVI, 1963, p. 318. José Luis BLANCO MOZO propone identificar el Yacente de Sánchez Barba con el existente en la ermita de la Vera Cruz de Navalcarnero (Madrid), cfr. Ob. cit., pp. 90-92. Los Acuñadores de la Real Casa de Moneda Martillo de la Corte sacaron del Carmen Calzado, en la procesión del Miércoles Santo de 1708, el paso del Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo. El gremio se suprimió en 1709, cfr. Miguel HERRERO, La Semana Santa de Madrid en el siglo XVII, Madrid, 1935, pp. 39-40. Francisco AZORÍN, El Madrid devoto y romero, Madrid, 1992, asegura que el Cristo de El Carmen procede de la iglesia de San Luis en donde sufrió las consecuencias del incendio de 1936. En El Carmen existe otro yacente, moderno, del murciano Planes. 76 VV. AA., Arte y Devoción, pp. 47-48. El Viernes Santo de 1669 y 1670 el gremio de vidrieros sacó en 91 procesión, del convento de Santo Tomás, el paso del Santo Sepulcro, cfr. Miguel HERRERO, Ob. cit., pp. 5455. En la Semana Santa de 1787 los ensambladores de nogal, ebanistas y carpinteros sacaron en procesión su Cristo difunto, cfr. Diario Curioso, erudito, económico y comercial, Madrid, viernes santo, 6-IV-1787. 77 Lorenzo PÉREZ DOMINGO, El escultor Juan Pascual de Mena en Madrid, Madrid, 2007, pp. 171172. 78 No es correcto afirmar que la cofradía de Nuestra Señora de la Caridad era la antigua de carpinteros de San José, cfr. Enrique CORDERO DE CIRIA, «Cristos yacentes madrileños», Villa de Madrid, 87, 1986, p. 54. Sobre la cofradía de Caridad, cfr. José M.ª ENRÍQIUEZ DE SALAMANCA y Félix VERDASCO, Historia de parroquia de Santa Cruz de Madrid, Madrid, 1988, pp. 103-104. La de San José nunca radicó en la antigua parroquia de Santa Cruz; en 1872 se trasladó, desde Santo Tomás, a San Isidro y regresó a la nueva parroquia de Santa Cruz en 1902. 79 Jesús URREA, La pintura italiana del siglo XVIII en España, Valladolid, 1977, p. 160; Mercedes AGULLÓ Y COBO, Documentos para la historia de la pintura española, Madrid, 1996, pp. 61-62. 80 El Imparcial y Correspondencia, 10-II-1877. 81 MARQUÉS DEL SALTILLO, «La capilla de Santo Domingo Soriano en la iglesia del convento de Santo Tomás», Revista del Archivo, Biblioteca y Museo del Ayuntamiento de Madrid. 1946, n.º 4, pp. 253-267. M.ª Fernanda. PUERTA ROSELL, Ob. cit., pp. 351-357. 82 Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ, Don Antonio de Pereda (1611-1678) y la pintura madrileña de su tiempo. Catálogo, Madrid, 1979, n.º 29. 83 ¿Podría ser similar al retablo que Sebastián de Benavente trazó para la Capilla de San José de Aldeavieja en Ávila o al retablo de las carmelitas de Toledo? 84 En el siglo XIX la propiedad de la capilla recayó en don Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo. Tras el incendio de 1872 reclamó el lienzo del soriano y lo depositó en su palacio. 85 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 67 86 VV. AA., Arte y Devoción, Estampas de imágenes y retablos de los siglos XVII y XVIII en iglesias madrileñas. Madrid, 1990, p. 53. 87 Actualmente en el Colegio de Valdeluz de Madridi, cfr. Lorenzo PÉREZ DE DOMINGO, El escultor Juan Pascual de Mena en Madrid, Madrid, 2007, pp.152-155. Por su parte Manuel OSSORIO BERNARD, Galería biográfica de artistas del siglo XIX, Madrid [1883], ed. 1975, p 327 la consideró obra del granadino Pedro Hermoso. 88 Antonio PONZ, Ob. cit., p. 431. Parece que ambos protagonistas tuvieron un papel activo en el hecho. Cabe preguntarse cómo lo hubiera descrito Ponz si María sostuviese al Niño. BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 92 89 Mercedes AGULLO Y COBO, Documentos para la historia de la escultura española, Madrid, 2005, pp. 292-293. 90 Elías TORMO, Las Iglesias del Antiguo Madrid [ed.1927] 1972, p. 151: «Se viene a juntar ahora, en precario, pero desde hace medio siglo, otros dos igualmente inmensos lienzos del mismo pintor…procedentes del en 1873 incendiado templo de Santo Tomás y de su capilla de la Virgen de las Nieves…». Diego ANGULO ÍÑIGUEZ, «Pintura del siglo XVII», Ars Hispaniae, Madrid, 1971, pp.302-303. IDEM, «Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia», AEA, 1979, 380-385. 91 La prensa de la época se hizo eco de la directa vinculación de este personaje con la parroquia sevillana. 92 Antonio PALOMINO, El Parnaso Español Pintoresco Laureado, ed. Madrid, 1946, p. 353. 93 VV. AA., Arte y devoción, p.46. 94 Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 965. 95 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 65. 96 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 70. 97 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 76. Juan. José MARTÍN GONZÁLEZ, Luis Salvador Carmona. Escultor y Académico, Madrid, 1999, p. 32. 98 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 75. También fue responsable del catafalco levantado en el templo con motivo de las exequias celebradas por Felipe V en 1748 aprovechándose el que había diseñado dos años antes para la Colegiata de La Granja, si bien se añadieron las esculturas de los siete santos dominicos recientemente canonizados, cfr. Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, pp. 75-76. El grabado del de La Granja, en Yves BOTTINEAU, L´Art de cour dans l´Espagne de Philippe V (1700-1746), Bordeaux, 1962, lám. 95, fig. xcv-b. 99 Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit., p. 313. 100 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., pp. 8081. 101 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit.,p. 66. 102 Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 852. 103 Antonio PALOMINO, Ob. cit., p. 841. 104 Claude BEDAT, «Un manuscrito del escultor Don Felipe de Castro ¿Esbozo inédito de una parte del Viage BRAC, 47, 2012, pp. 67-92, ISSN: 1132-0788 Alba Rebollar Antúnez de España de Don Antonio Ponz?», AEA, 164, 1968, s.p.(fol. 62). 105 Diego ANGULO ÍÑIGUEZ («Pintura del siglo XVII», Ars Hispaniae, Madrid, 1971, p. 306) los consideró originales de Teodoro Ardemans, sin precisar su origen. 106 Ismael GUTIÉRREZ PASTOR, «Juan Vicente de Ribera, pintor (Madrid, c.1668-1736)», Anuario del Departamento de H.ª y Teoría del Arte,6, 1994, pp. 236- 237. 107 Jesús URREA, «Revisión a la vida y obra…», p. 448. El grupo se destruyó en 1936. Juan José. MARTÍN GONZÁLEZ, Luis Salvador Carmona. Escultor y Académico, Madrid, 1990, p. 32. 108 Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ, Inventario general de pinturas. II. El Museo de la Trinidad: (bienes desamortizados). Museo del Prado, Madrid, 1991, p. 1.432. Esta es la descripción: «La conversión de Sn Pablo, caído con el caballo de cuerpo ent.º y medio nat». 1,88 x 2,49 m. 109 Antonio PALOMINO, p. 978. 110 Claude BEDAT, Ob. cit. AEA, 164,1968, s.p. (fol. 62). 111 José.Luis BLANCO MOZO, Ob. cit., p. 92. 112 Beatificada en 1732 y canonizada en 1746. 113 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 77. 114 Wifredo RINCÓN GARCÍA, «Un manuscrito con inventarios artísticos de conventos madrileños en 1814», Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 60, 1985, p. 329. 115 Juan Antonio GAYA NUÑO, Ob. cit., pp. 396-400. 116 El primero en atribuir y fechar correctamente el claustro fue el MARQUÉS DEL SALTILLO en «Arquitectos y alarifes madrileños del siglo XVII (1615-1699)», BSEEx. 1948, p. Los datos de archivo fueron corroborados por Virginia TOVAR MARTÍN, Ob. cit., p. 313. En 1698 el aparejador Manuel García declaraba que había trabajado en el Colegio de Atocha pero sin especificar en qué, cfr. Javier RIVERA BLANCO, «Nuevos datos documentales de Teodoro Ardemans, José de Churriguera y otros arquitectos barrocos cortesanos», BSAA, 48. 1982, pp. 446-447. 117 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 69. 118 Antonio MARTÍNEZ ESCUDERO, Ob. cit., p. 79. BRAC, 47, 2012, pp. 93-96, ISSN: 1132-0788 EL COMPOSITOR Y BAILARÍN ANTONIO CAYRON EN VALLADOLID Joaquín Díaz Real Academia de BB.AA. de la Purísima Concepción RESUMEN: El hallazgo del programa de la obra teatral “La Valeria o la cieguecita de Olbruk”, representada, a comienzos del siglo XIX, en el Teatro de la Comedia de Valladolid por el compositor y director de bailes Antonio Cayron, permite conocer mejor el nivel de calidad de las funciones teatrales ofertadas en la ciudad así como sobre sus intérpretes y bailes. PALABRAS CLAVE: Teatro. Baile. Valladolid. Cayron. THE COMPOSER AND DANCER ANTONIO CAYRON IN VALLADOLID ABSTRACT: The discovery of the programme of “La Valeria o la cieguecita de Olbruk”, played in the early 19th century at the Comedy Theater in Valladolid by the composer and dance director Antonio Cayron, makes it possible to know better the quality level of the performances carried out in the city, apart from knowing about their actors and dances. KEY WORDS: Theater. Dance. Valladolid. Cayron. Hace algún tiempo aparecieron en esta Academia, detrás del marco de un grabado y formando cuerpo con el cartonaje que lo protegía, unos programas de teatro de comienzos del siglo XIX. Los impresos, de diferentes establecimientos de Valladolid, procedían probablemente de esa época en que la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes, por decreto Real, percibía unos ingresos devengados de los espectáculos que tenían lugar en el teatro de la Comedia. Tales ingresos, que ayudaban a mantener los gastos de la Academia, comenzaron a recibirse a partir de una Real Orden de 1804 pero no se convirtieron en una ayuda fija y mensual hasta 1807. Acerca de la relación entre la Junta del Teatro y la Real Academia y sobre las deudas que provocaron, con las consiguientes reclamacio- nes de Javier de Aspiroz protector de la corporación hasta 1846, puede consultarse la obra de Díez Garretas El teatro en Valladolid en la primera mitad del siglo XIX1. Me interesa concretamente, por su contenido y por haber sido impreso por Santarén, uno de los programas encontrados. EL PROGRAMA Aunque desde hace años se llama genéricamente «no libro» a los papeles que no alcanzaban esta categoría por tener menos de 48 páginas, las imprentas solían denominar a ese tipo de material «remendería», esto es papel u obra de corta entidad o extensión. La definición, del mismo modo que su clasi- 94 Joaquín Díaz LAS OBRAS ANUNCIADAS Programa del Teatro de la Comedia, Valladolid, 1834. ficación, siempre tuvo un sentido negativo, ya que «mendum» significaba defecto y «remiendo» algo no terminado de hacer, de modo que en esa consideración tenían los tipógrafos e impresores a estos papeles que, según su opinión, parecían inconclusos, faltos de entidad o endebles. Fernando Santarén Martínez, propietario de la imprenta que llevaba su nombre, ya había conseguido hacia la tercera década del siglo XIX un cierto prestigio en la ciudad, prestigio que tratarán de mantener a su muerte su viuda y su hijo Dámaso Santarén. El programa, sin fecha en la parte que se conserva –aunque probablemente sea del año 1834–, parece de la época en que la razón comercial se conoce bajo el nombre de Viuda e hijos de Santarén (desde 1833 a 1836 al menos), aunque el pie de imprenta sólo diga «Imprenta de Santarén». BRAC, 47, 2012, pp. 93-96, ISSN: 1132-0788 El programa anuncia una función habitual en la época: la empresa del Teatro de la Comedia, «que no perdona medio para proporcionar al público los mejores espectáculos, ha hecho venir al Señor Antonio Cayron, maestro, compositor y director de bailes de los teatros de la Corte». Para el día 2 de enero en la sesión de tarde2 se anuncia una comedia en tres actos seguida de un baile general, formato muy habitual para los años de que estamos hablando. «Valèrie», la comedia a la que se refiere el programa, fue escrita por el autor francés Augustin Eugène Scribe para la actriz francesa Ana Mars, también conocida como mademoiselle Mars, la misma que recomendó a Delacroix al conde de Mornay y la misma que presentó a su alumna Isabelle Constant a Dumas para que hiciese el papel de Hèlene en «El capitán Lajonquière», convirtiéndose después en amante del escritor. Scribe fue uno de los autores más conocidos en su época, no sólo por sus obras sino por haber sido libretista de celebradas óperas como «I vespri siciliani» de Verdi o «La favorita» de Donizetti. El melodrama «Valèrie» fue traducido al español por Bretón de los Herreros, se editó en la imprenta de M. Galiano en 1825 –bajo el título «Valeria o la cieguecita de Olbruk» y se estrenó en 1826 en el Teatro del Príncipe. Tuvo una segunda parte, tal vez a causa del éxito de la primera, que adaptó Manuel Antonio Lasheras en 1837 con la colaboración de Gaspar Fernando Coll. Ese éxito, inexplicable en nuestros días ante un melodrama de tal tipo, se extendió sin embargo a lo largo de más de cuatro décadas3. El argumento nos parece hoy demasiado endeble y el desarrollo y el lenguaje un poco afectados pero el Romanticismo estaba en todo su esplendor y exigía protagonistas con vidas desgraciadas que acababan encon- 95 El compositor y bailarín Antonio Cayron en Valladolid trando la felicidad gracias a un destino manejado por la mano del autor que entusiasmaba a las audiencias (recuérdese que en el programa se hace referencia a la obra como una pieza que había agradado mucho a los «sabios espectadores» de los teatros de la Corte). La función se completaba con un baile general en tres escenas. «El robo de Dorila o el abate enamorado» (Dorila es un nombre habitual en la poesía del XVIII y XIX que usan desde Meléndez Valdés, Blanco White o Martínez de la Rosa hasta Bretón de los Herreros) se representó al menos desde 1816 (se estrenó el 24 de abril de ese año como «baile nuevo» y después aparece anunciado en el Diario de Madrid en diciembre de 1816, bailado siempre por Antonio Cairón) hasta 18394. ANTONIO CAYRON El bailarín francés Antonio Cayron, nacionalizado Cairón, comenzó a bailar en España hacia 1816 en el teatro del Príncipe de Madrid, según se desprende de un comentario de Emilio Cotarelo y Mori en su obra Isidoro Máiquez y el teatro de su tiempo5. Cayron, que ya venía precedido de una cierta fama como bailarín y coreógrafo, fue el traductor y adaptador de un texto titulado Compendio de las principales reglas del baile6, escrito, según sus propias palabras, para satisfacer la curiosidad de algunos apasionados del baile amigos suyos «...que pretendían tuviésemos en España una obrita que nos diese una idea más que general de este arte». Cayron se basó principalmente en las obras de Feuillet7 y de Noverre8 a las que añadió algunos aspectos descritos por Ferriol9 y finalmente aportó sus propias experiencias. Entre los papeles de Francisco Asenjo Barbieri se puede ver una lista de las compa- Compendio de las principales reglas del baile. Traducción de A. Cairon, Madrid, 1820. ñías de teatro unidas de los teatros de la Cruz y del Príncipe en el año de 1823 y en ella Cayron figura como director de la compañía de baile, cargo que, según reza el programa, ocupó durante algunos años10. Los títulos con los que se le presentó en Valladolid «Maestro, Compositor y Director de Bailes de los Teatros de la Corte» parecen suficientes para atraer al público vallisoletano al teatro de la Comedia después de un año terrible en el que la peste y otros males se cebaron con la ciudad. El artista aprovechó las últimas páginas del tratadito mencionado, en el que promete una segunda parte que probablemente no llegó a BRAC, 47, 2012, pp. 93-96, ISSN: 1132-0788 96 Joaquín Díaz le, atribuyéndole no sólo funciones coreográficas o relacionadas con los pasos a realizar sino otras ocupaciones que llegan a darle vara alta en la redacción del texto de la propia obra para adaptarlo a la parte musical del baile, lo que justificaría el título de «Compositor» que se le añade en el programa. NOTAS Teatro de la Comedia de Valladolid (destruido). editarse, para hablar de la figura del maestro de bailes: «El maestro a quien se encarga la dirección de los bailes, debería poseer un talento vastísimo y un gusto sobresaliente. Ligar la danza a la acción, imaginar nuevas escenas análogas al drama, conducirlas discretamente al fin, aumentar lo que se ha escapado al ingenio del poeta, llenar los huecos o partes más frías del asunto que se trata de hermosos episodios que en vez de desfigurar la acción la haga más hermosa y teatral: esta es la obligación de un compositor, esto lo que debe fijar su atención, y lo que puede hacerlo distinguir de estos maestros que creen saber algo porque han ligado una docena de pasos y formado cuatro figuraciones, que todas ellas constan de ruedas, cuadrados, de algunas líneas derechas, molinetes y cadenas»11. Cayron destaca el papel de director de escena del maestro de bai- BRAC, 47, 2012, pp. 93-96, ISSN: 1132-0788 1 Rosa DÍEZ GARRETAS, El teatro en Valladolid en la primera mitad del siglo XIX. Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1982, p. 124 y ss. 2 Falta una esquina del programa pero la hora de comienzo de la sesión de tarde en la época siempre solía ser las 6 o las 6 y media 3 Tras el estreno la obra sigue en cartel y continúa representándose con numerosa asistencia de público según se desprende del hecho de haberse incluido en la Biblioteca dramática. Colección de comedias representadas con éxito en los teatros de Madrid, impresa por Galiano en 1862. 4 Gaceta de Madrid, febrero de 1839: en el Teatro de las tres musas de la Plaza de la Cebada. 5 Emilio COTARELO y MORI, Isidoro Máiquez y el teatro de su tiempo. Reedición de la Asociación de Directores de Escena de España, con estudio preliminar de Joaquín Álvarez Barrientos. Madrid, 2009, p. 404. Al hablar del momento en que la Villa de Madrid vuelve a encargarse de los teatros, recuerda que Máiquez seguía siendo autor en el teatro del Príncipe que se reforzó en 1816 con algunos artistas extranjeros como Justa Quatrini y su marido Juan Bautista Cozzer: «Vinieron también María Fabiani, que estaba en Lisboa, y Antonio Cairón, famoso compositor de bailes pantomímicos...». 6 Antonio CAYRON, Compendio de las principales reglas del Baile: traducido del francés por …, y aumentado de una explicación exacta, y método de ejecutar la mayor parte de los bailes conocidos en España, tanto antiguos como modernos. Madrid, Imprenta Repullés, 1820. 7 Raoul FEUILLET, Chorégraphie, ou L’Art d’Écrire la Danse par Caractéres, Figures et Signes Démonstratifs. París, 1700 8 Jean Georges NOVERRE, Lettres sur la danse et sur les ballets. Lyon, 1760. 9 Bartholome FERRIOL, Reglas útiles para los aficionados a danzar. Provechoso divertimento de los que gustan tocar instrumentos...Capua, 1745. 10 Francisco Asenjo BARBIERI, Documentos sobre música española y epistolario. Edición a cargo de E. Casares. Madrid, Fundación Banco Exterior, 1988. Doc. 3.447 correspondiente al Ms. 14.067. 11 Antonio CAYRON, Ob. cit., p. 210. BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 UN APUNTE SOBRE LA PRÁCTICA LITOGRÁFICA EN VALLADOLID Estela Mielgo Crespo Universidad de Valladolid RESUMEN: La elaboración del inventario de piedras litográficas conservadas en el Museo de la Universidad de Valladolid (MUVa) permite presentar un apunte sobre el inicio de la enseñanza académica de esta técnica en la antigua Escuela de Artes y Oficios de la misma ciudad y la actividad de los alumnos interesados en ella. PALABRAS CLAVE: Litografía. Piedras litográficas. Museo de la Universidad de Valladolid. Escuela de Artes y Oficios de Valladolid. A NOTE ON LITHOGRAPHY IN VALLADOLID ABSTRACT: Working out the inventory of the lithographic stones in the collection of the University of Valladolid Museum (MUVa), makes it possible to outline the beginning of the academic teaching of this technique in the old Arts and Crafts School in the city, as well as knowing the activity of the students interested on it. KEY WORDS: Lithography. Lithographic stones. Museo de la Universidad de Valladolid. Escuela de Artes y Oficios de Valladolid. Un Real Decreto de 4 de enero de 1900 prescribe la creación de talleres como medio auxiliar necesario para completar en España las enseñanzas de las por entonces denominadas Escuelas de Artes e Industrias y, en la de Valladolid, se trata de este asunto en la memoria escolar de aquel mismo año, señalándose los inconvenientes que se originarían al llevar a la práctica el proyecto por la inexistencia de locales adecuados a tal fin1. Sobre el problema del espacio se vuelve a insistir en la memoria de 1903, planteándose como solución anexionar al Colegio Mayor de Santa Cruz, lugar que entonces ocupaba la Escuela, el edificio de su antigua Hospedería, igualmente propiedad del Estado, que había dejado de ser Instituto provincial y se hallaba en desuso. En octubre del año siguiente se ordenó al arquitecto estatal, Teodosio Torres, que realizase una visita al edificio para acordar, junto con el director de la Escuela, los nuevos espacios que se requerían. La ampliación fue presupuestada y aprobada, comenzándose la reforma el 25 de junio de 1906, dándose noticia de que las obras estaban llegando a su fin en agosto de 1907. Por entonces se había comprado, gracias a un presupuesto extraordinario concedido por el Ministerio, el material necesario para poner en marcha los talleres. Al año siguiente, el director de la Escuela, José Martí y Monsó, en el discurso de la entrega de premios del pasado curso, 98 Estela Mielgo Crespo Escudo de Valladolid,por Mariano Cantalapiedra, 1913. Retrato de Johann Aloys. Senefelder, por Mariano Cantalapiedra. BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 99 Un apunte sobre la práctica litográfica en Valladolid Personaje masculino vestido de época, por Mariano Cantalapiedra, 1915. explicaba que, además, había solicitado ayuda económica al Ayuntamiento y a la Diputación, y que esta última se lo había concedido. La organización de estos talleres fue otro de los puntos a solucionar. Ya en 1900, en una junta de profesores celebrada el 11 de septiembre, se trató sobre ello: «No pretende la Escuela de Valladolid organizar grandes talleres, ni que estos sean una repetición de los que en la localidad se encuentran establecidos y divulgados; trátase de especialidades poco conocidas, de prácticas de taller necesarias para formar operarios hábiles y poseedores de los recursos y secretos que emplea la industria moderna; o también, si esto fuera posible, para renacer algunos procedimientos que en nuestra patria y en nuestra localidad misma florecieron en otras épocas…»2. La decisión sobre el número y organización de los mismos correspondía a cada escuela aunque la planificación acordada debía ser supervisada y aprobada posteriormente por el Ministerio. Respecto a su carácter, el director de la Escuela advertía en 1907 que, «para evitar equívocos en el concepto», había que tener claro que éstos estaban destinados a alumnos que ya conocieran el oficio y quisieran perfeccionar sus habilidades, no siendo lugar para aprendices3. Las prácticas de taller pasaron a ser parte integral del plan de enseñanza. Al frente estaban un maestro y un profesor; el primero4, en contacto directo con el alumnado y bajo las órdenes del profesor, era el Jefe Inmediato de los trabajos; el segundo estaba dedicado a supervisar las enseñanzas que se desarrollaban. Ambos eran elegidos por el Jefe de Talleres, cargo que ostentaba el director de la Escuela quien, ayudado por la junta de profesores, designaba a los maestros. Para el de Litografía de la Escuela de Valladolid, se designó maestro de taller a Celestino González Ramos; auxiliar de BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 100 Militar con pipa, por Mariano Salas Martín. estampación a Salomón Limorti Gómez, y profesor inspector a José Martí y Monsó como profesor que era de Dibujo Artístico ya que el taller de litografía estaba adscrito a esa materia. Una vez establecidos y organizados, comenzaron a funcionar en el curso 1908-1909. Aquel primer año el número de matriculados ascendió a 24 alumnos, de los cuales 8 eran litógrafos de profesión, siendo el taller de mayor afluencia y aquel curso se realizaron 189 trabajos. En la memoria anual5 figura una lista de útiles comprados para el taller: 12 mesas y 12 banquetas, 9 piedras litográficas, un kilo de tinta de reporte, 6 buriles etc., destacando la adquisición de un libro original de Jean Louis Sponsel titulado Das Moderne Plakat, obra importante para la valoración del cartelismo como forma de arte seria, en la que se hace un recorrido BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 Estela Mielgo Crespo geográfico por diversos países mostrando carteles de los artistas más destacados: Tolouse Lautrec, Chéret o Mucha. Con el plan de enseñanza implantado en el curso 1913-1914, el Taller de Litografía dejó de existir de forma independiente, pasando esta disciplina a formar parte del denominado Taller de Artes Gráficas que integraba tres materias: litografía, tipografía y taller de encajes y bordados. A su vez, éste se incluía en la Sección de Artes y Oficios. No obstante, fueron 17 los litógrafos matriculados aquel año académico. Lamentablemente el Taller dejó de funcionar en 1917, pues en el curso siguiente sólo se ofertaron los de Tipografía, Carpintería artística y Labores de la mujer, recordando el director de la escuela en 1918 el pésimo estado en el que se encontraban los talleres vallisoletanos, no sólo por el deterioro de su maquinaria, que había quedado obsoleta, sino también por la carencia del espacio necesario para las cátedras debido al alumnado matriculado «que en algunas pasa de trescientos»6. Dentro de su Colección de Historia y Arte, el Museo de la Universidad de Valladolid posee un conjunto de 24 piedras litográficas procedentes de la antigua Escuela de Artes y Oficios de Valladolid. Tienen diverso tamaño y algunas están firmadas y fechadas. Su estado de conservación varía, apreciándose en sus cantos una numeración romana, no legible en todas ellas debido a los desperfectos sufridos. La temática desarrollada en ellas es diferente. Algunas reproducen modelos tipográficos con diseño propio del art nouveau, enlazándose la letra con la imagen mediante trazos decorativos, a manera de iniciales de capítulo (en 1908 se compró el libro titulado Moderne Graphique) e incluso, en colaboración con el taller de tipografía, se realizó la portada de la memoria escolar del año 19107; otra representa el sello oficial de Un apunte sobre la práctica litográfica en Valladolid la Escuela, lo cual permite fecharla después de 1913 pues aquel año dejó de llamarse de Artes y Oficios para denominarse Industrial y de Artes y Oficios; otra, muestra diversos membretes de establecimientos comerciales de la ciudad. Pero, sin duda, el tema de la figura, humana o animal, fue el más repetido, en especial el asno y la vaca8, junto con el del paisaje, las flores9 o los edificios de carácter rural o en ruinas. La estatuaria clásica fue otro de los asuntos tratados, extraídos del modelo en yeso10. Por encima de todas, sobresale la que representa el busto del inventor de la litografía, Johann Aloys Senefelder (1771-1834), advirtiéndose en ella calidad en el dibujo y una cuidada composición.11 Sabemos que estas litografías fueron realizadas por alumnos, pues sus nombres corresponden con los que aparecen como premiados en las memorias de diferentes cursos. Por este motivo, hay que considerar sus trabajos como juveniles y aunque en algunos se advierte dominio en el dibujo otros poseen un carácter más elemental. El primero del que hay noticia es de Víctor Pérez Alonso, mencionado por primera vez en 1903, que estudió en la Escuela hasta 1916. Era litógrafo y debió tener buenas dotes para el dibujo; también estuvo adscrito al taller de Cincografía por lo que recibió numerosos premios en ambas disciplinas. Otro que permaneció en la Escuela durante un largo período, de 1908 a 1915, fue Mariano Cantalapiedra Nieto12, también litógrafo de profesión aunque en una ocasión se le cita como tipógrafo; también recibió varios premios tanto en la sección de dibujo artístico como en la de litografía. También Mariano Salas Martín, litógrafo profesional, estuvo matriculado en la escuela, al menos, entre 1911-1913 pues en esos años recibe varios premios por su labor en el taller de litografía. 101 Asnos, flor y torre, por M.ª Dolores Nadal, María Sabugo y Soledad, 1916. Las féminas igualmente tuvieron cabida en esta disciplina, aunque no fueran litógrafas de profesión sino que, en la mayoría de los casos, figuran sus labores como ocupación. Este fue el caso de Milagros Tamariz Zuloaga, alumna que se matriculó en la Escuela, desde 1903 a 1914, otorgándosele numerosos premios por su destreza en el dibujo artístico. Otra de las firmas que aparece es la de María Dolores Nadal Salcedo, estudiante que destacó en diferentes asignaturas, entre ellas litografía –obtuvo sobresaliente en 1916–; figura como alumna entre 1915-1918. María Sabugo Sánchez también practicó la litografía y, como las anteriores, recibió el merecido reconocimiento desde 1910 a 1917, por destacar en la sección de dibujo artístico, al igual que su hermana Paulina. Apenas hay noticia de Lidia Solano, al igual que de una Soledad de la que sólo se conoce el nombre. BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 102 Estela Mielgo Crespo INVENTARIO DE PIEDRAS LITOGRÁFICAS DEL MUVA13 1. Escudo de Valladolid con orla y decoración vegetal (22,2 x 27,7 x 3,9) Firmado y fechado: Mariano Cantalapiedra / 15-11-1913. Se lee: Escuela de Artes y Oficios Valladolid. Numeración: ilegible. 2. Escudo de Valladolid (44 x 32,3 x 6) Firmado: V. Pérez. Numeración: ilegible. 3. Paisaje con hombre y caballo (34,7 x 51,1 x 5,2) Firmado: V. Pérez. Se lee: Escuela Industrial de A. y O. Valladolid. Numeración: […] / XXIV. 4. 5. 6. Membretes de comercios (24 x 29,5 x 4) Se lee: Comercio de Jalmeria. Cordelería Esterados / Pablo Lunas / Despacho Troya, 29 / Casa fundada / en 1903 / Torrecilla, 10. Numeración: ilegible. Leda I (48,6 x 31,7 x 7) Firma: V. Pérez. Se lee: Copia directa del yeso. Numeración: V / XXIV. Modelo para diplomas (43,4 x 54,3 x 5) Se lee: Escuela de Artes e Industrias Valladolid Sometidas a la aprobación del Claustro de Profesores las propuestas de premios de la Virtud y el Trabajo / formuladas por el voto sus propios compañeros, se ha acordado por unanimidad conceder a V. el premio / otorgado por D. … / En BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 cumplimento del referido acuerdo y para que en todo tiempo pueda V. acreditar en honor que con / la concesión de este premio se le dispensa, como estímulo a su vida honrada y laboriosa, en la que espe– / ramos preserve para ejemplo de buen ciudadano, se le expide este DIPLOMA como testimonio del justo / fallo de sus condiscípulos y la satisfacción de este Claustro que sanciona en la solemnidad de esta fiesta, / tan señalada como merecida distinción. Dios guarde a V. muchos años. Valladolid a […] de 191[…]. Sr. D. … / El Director,[… ] El Secretario […]. Fiesta / de la / Virtud / y el / Trabajo. Numeración: VI / XVIV. 7. Leda II (49,1 x 32,1 x 7) Firmado: M. Cantalapiedra. Numeración: ilegible. 8. Retrato de Senefelder (35,3 x 51,3 x 5,5) Firmado: Mariano Cantalapiedra. Numeración: VIII / XXIV. 9. Lisa I (21,5 x 27 x 4,5) Numeración: IX/ XXIV. 10. Lisa II (24 x 30 x 4,3) Numeración: ilegible. 11. Lisa III (24 x 32 x 7) Numeración: X […] / XXIV. 12. Asnos, flor y torre (32,5 x 24 x 5,3) Firma y fecha: – Asnos: M.ª Dolores Nadal 1916. – Torre: Soledad […]. – Flor: María Sabugo 13.3.1916. Numeración: ilegible. 103 Un apunte sobre la práctica litográfica en Valladolid 13. Flor, ave, edificio, asno y vaca (44,8 x 32,8 x 7) Firma y fecha: – Tulipán: anónimo. – Castillo: Lidia Solano. – Gallina: Milagros Tamariz 24.3.1916. – Asno: M.ª Dolores Nadal 1916. – Vaca: M.ª Dolores Nadal. Numeración: ilegible. 14. Militar con pipa (44,3 x 32,2 x 8) Firma: Mariano Salas Martín. Numeración: XIV / XXIV. Otras observaciones: N.º 4. 15. Torre (27,3 x 22 x 5,3) Numeración: ilegible. 16. Letras U y D (¿?). Sello de la Escuela y ¿? (32,2 x 44,1 x 7) Se lee: Escuela de Artes y Oficios 1913. Numeración: XVI / XXIV. 17. Lisa IV (60 x 49,2 x 4,7) Numeración: XVII / XXIV. 18. Vaca (24,8 x 32,7 x 6,5) Firma: M. Cantalapiedra. Numeración: XVIII / XXIV. Otras observaciones: M.E / N.º 2. 19. Lisa V (24 x 30,3 x 4) Numeración: XIX/ XXIV. 20. Dos sellos (27,2 x 22 x 7) Se lee: Escuela Industrial y de Artes y Oficios Valladolid. Numeración: XX / XXIV. 21. Personaje masculino vestido de época (24 x 32 x 4,3) Firma y fecha: Mariano Cantalapiedra 1915. Numeración: XXI / XXIV. Leda, por Víctor Pérez Alonso. 22. Inicial de capítulo: letra U y retrato de mujer (24,3 x 29,5x 3,2) Firma: Mariano Salas. Otras observaciones: N.º 4. Numeración: XXII / XXIV. 23. Cabeza de vaca y flor (27,5 x 22 x 6) Firmas: – Flor: María Sabugo Sánchez 1916. – Vaca: María Dolores Nadal 1916. Numeración: […] / XXIV. 24. Asno y molino (32 x 24 x 6,5) Firma: V. Pérez. Numeración: no legible. Otras referencias: N.º 3 (¿?) 03-XI-1918. BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 104 NOTAS 1 Con este R.D. se unifican las Escuelas de Bellas Artes y las de Artes y Oficios, pasando a denominarse Escuelas de Artes e Industrias. Así mismo, se propone que cada Escuela: «…tendrá un museo formado con el material de enseñanza, reproducción de objetos artísticos y modernos, modelos de máquinas y aparatos científicos […] Se procurará formar, como dependencia del Museo, una Biblioteca…». 2 Memoria del curso 1901-1902 pp. 10-12. En ese apartado se explican los requerimientos para los aspirantes a maestro de taller, que, igualmente, debían someterse a lo dispuesto en el citado R.D. 3 Memoria del curso 1906-1907 pp. 7-8. El tema se vuelve a tratar en la memoria del curso siguiente. 4 Las funciones del maestro de taller se definen en el capítulo XI del R.D. de enero de 1900. 5 Memoria del curso 1908-1909, p. 36. 6 Memoria del curso 1917-1918. p. 9. El director detalla aquí el estado del edificio: «no responde en modo alguno, ni a la importancia de esta capital, ni a los fines pedagógicos que deben reunir estos Centros». 7 En la decoración del interior de la memoria participó Victor Pérez Alonso, activo en el Taller de Cincografía que obtuvo el premio ordinario anual. BRAC, 47, 2012, pp. 97-104, ISSN: 1132-0788 Estela Mielgo Crespo 8 En las piezas 13 y 24 se advierte que ambos autores manejaron el mismo modelo, posiblemente extraído de cuadernos franceses de dibujo artístico, adquiridos por la Escuela anualmente. En el cahier 12 de L´Ecolier Parisien (1900) aparece un modelo de asno muy similar a éste. Lo mismo ocurre con la vaca, repitiendo modelo en la 13 y 18. 9 Probablemente, los modelos florales se tomaran de los libros adquiridos por la Escuela en 1912, como el de G. Fraipont, Le plante dans la nature et la décoration. 10 Para el Taller de Modelado y Vaciado, la Escuela compróó modelos de yeso en varias ocasiones, que a su vez se utilizaban en el de Litografía (pieza 5 y 7) y en la clase de Dibujo Artístico. 11 Para este retrato pudieron inspirarse en el realizado por Franz Hanfstaengl (1804-1877) en 1834, conocido retratista litográfico alemán que estuvo en contacto con Senefelder. 12 Su caricatura, dibujada por Juan Palencia, junto a las del fotógrafo Agustín Cacho y otros empleados de El Norte de Castilla, se publicó en el rotativo del 6 de noviembre de 1960. 13 En la actual numeración de las piedras se ha mantenido, en aquellas que era legible, la ordenación establecida por la ya existente en caracteres romanos. BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 EL ESCULTOR MOISÉS DE HUERTA. UNA EVOCACIÓN DESDE VALLADOLID Y LA HABANA Salvador Andrés Ordax Universidad de Valladolid RESUMEN: Al cumplirse el cincuentenario de la muerte del vallisoletano Moisés de Huerta hacemos una evocación sintética de su trayectoria, con específicas aportaciones sobre el Monumento a las Víctimas de Maine, en el Vedado de La Habana y posteriores modificaciones. PALABRAS CLAVE: Moisés Huerta. Monumento. La Habana. Bilbao. Academia. THE SCULPTOR MOISÉS DE HUERTA. AN EVOCATION FROM VALLADOLID AND LA HABANA ABSTRACT: Synthetic evocation of Vallisoletan sculptor Moisés de Huerta’s career at the fiftieth anniversary of his death, with specific contributions about the Victims of Maine monument, in the Vedado of La Habana, and following modifications. KEY WORDS: Moisés Huerta. Monument. La Habana. Academy. Se acaba de cumplir el cincuentenario del fallecimiento del escultor vallisoletano Moisés de Huerta, al que dedico esta evocación académica en su patria chica. Mi primera información sobre el artista fue en las iniciales clases sintéticas del profesor José María de Azcárate, en mayo de 1961. Más tarde, al cabo de unos años, tuve gran interés personal y académico por la escultura del País Vasco, coincidiendo con Oteiza, Sanchotena o Chillida, y recordé a Huerta dentro de la serie de artistas que en las primeras décadas del XX habían desplegado allí una gran actividad. Viviendo en Álava, comisionado por la Universidad de Valladolid para organizar su Colegio Universitario, coincidí diariamente, camino de mis clases, con el monumento a Fray Francisco de Vitoria que allí realizara en 1945 Moisés de Huerta, escultor también de la cripta de la catedral nueva vitoriana y numerosas obras en otros lugares norteños. Cuando después me incorporé a la cátedra de la Universidad de Extremadura me interesé, evitando el defecto claustral de interferir en lo que ocupase a otros, por los grandes temas de investigación del patrimonio específico de ese territorio, y también puntualmente recordé que las síntesis historiográficas indicaban que Moisés de Huerta había fallecido a la edad de ochenta y un años en la ciudad de Mérida. Como hemos recordado en otra ocasión, ignorando la razón por la que finó en la clásica capital extremeña, tuve curiosidad por saber la circunstancia de ese final y lo pregunté a algu- 106 Salvador Andrés Ordax Foto antigua del monumento (Museo de la Ciudad). Foto del Monumento en la actualidad. nos artistas y colegas emeritenses o badajocenses, mas no tuve respuesta hasta que se me presentó un joven estudiante universitario solicitando que le dirigiera una tesis sobre Moisés de Huerta. Era un nieto del artista, Moisés Bazán de Huerta, cuya familia establecida en Mérida había acogido los últimos alientos del escultor. En 1989 terminó su tesis, con el máximo reconocimiento, desarrollando asimismo numerosos estudios sobre Huerta que junto a otros méritos acreditan la cualificada trayectoria universitaria del profesor Moisés Bazán. Publicada en 1992 constituye el estudio más importante sobre el maestro vallisoletano, que ampliaría Bazán con otras publicaciones específicas o más amplias1. Para un conocimiento óptimo del escultor remito a su libro y demás publicaciones de Moisés Bazán, de concienzudos estudios cumplidos. En esta evocación debemos hacer una previa mención sencilla de varios detalles. Nace Moisés de Huerta y Ayuso el 25 de setiembre en 1881 en Muriel de Zapardiel (Valladolid), hijo de modestos labradores, que en 1882 van a vivir a Bilbao. Por tanto es castellano de nacimiento e identificación familiar, y vasco de inicios artísticos, pues en Bilbao vivió desde que cumpliera tan sólo un año. Con su desarrollo profesional adquirió una madura universalidad que le llevaba a definirse como «castellano montado en vasco» 2, «vallisoletano, aunque vasco de adopción», o bien «castellano injerto en vasco»3. Pero la verdad es que generalmente se le consideraba, por su formación y evolución, como un escultor norteño pues se inició de modo libre tallando en el entorno familiar bilbaíno, incluso modelando piezas en una panadería vecina, que se vendían. Con sucesivas pensiones de la Diputación de Valladolid y de la de Vizcaya sigue varios cursos hasta 1905 en la Escuela de Bellas Artes y Oficios de Bilbao. En esa formación bilbaína «tuvo ocasión de vivir en un intenso ambiente intelectual, al relacionarse con personalidades que después tendrían gran relieve en la vida española: … preferentemente, su amistad con el escultor Nemesio Mogro- BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 El escultor Moisés de Huerta. Una evocación desde Valladolid y La Habana 107 Cañón y cadenas del Maine, con grupos de Alegorías y «Naturaleza» en bronce; escudo de Cuba en el fuste. vejo y con los escritores Sánchez Mazas y Pedro Mourlane Michelena»4. Finalmente alcanzaría los máximos niveles del arte en una trayectoria, que aquí tan sólo pergeñamos para renovar su memoria. Como es lógico la atención por el artista ha tenido la notoriedad que le es propia dentro de las obras generales de la escultura española, además de la dimensión universitaria de Moisés Bazán, y sobre todo en los estudios propios del País Vasco, recordando la singular personalidad de Moisés Huerta, que «dotado de especiales cualidades artísticas, siguió la línea realista afirmada en sus estudios italianos, que le aficionan a los desnudos miguelangelescos…»5. Aunque no desarrollara especial actividad plástica vallisoletana, también ha sido atendida en monografías de académicos actuales6. Recordamos que en 1909 obtuvo por oposición una plaza de pensionado en la Escuela de Bellas Artes de Roma, que disfruta entre 1910 y 1914, siendo propuesto en 1911 para un primer premio internacional, frustrado con enojo de intelectuales y artistas, como sucedería en otras ocasiones. Pero en la Exposición Nacional de 1912 ya obtuvo la primera medalla, y expuso en sala preferente en la Exposición Regional de Bellas Artes de Valladolid, en Santa Cruz por expresa invitación del Alcalde. Estos años serían decisivos para el artista, pues el mundo clásico con temas mitológicos se advertirá en algunas obras; la fuerza renacentista tendrá un eco miguelangelesco en el monumental grupo de Las Parcas; y la escultura contemporánea de Mestrovic, Bourdelle y otros, a la que tuvo acceso matizarían algo su concepción artística posterior. En el marco de los viajes que realiza por Europa destacan sus biógrafos la estancia en París donde tuvo el impacto de la personalidad de Rodin, cuya influencia se percibe en algunas obras del momento como El salto de Léucade (Círculo de Bellas Artes de Madrid) o la Hetaira (Museo de Bellas Artes de Bilbao). Vuelve a establecerse en Bilbao, donde desarrolla una gran actividad proyectada en el entorno bilbaíno y Madrid, además de la BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 108 Salvador Andrés Ordax Firma del arquitecto Félix Cabarrocas. obra para Cuba. Las décadas de los veinte y los treinta son de fecunda actividad en el País Vasco, con retratos, mausoleos, obras religiosas, monumentos, etc. que afirman su personalidad artística, además de obras de pequeño formato o la colaboración en proyectos monumentales y también en la ornamentación de edificios bilbaínos con arquitectos como Manuel María Smith, Pedro Guimón, Manuel Galíndez o Ricardo Bastida. En esa época atendió obras en Cuba, que a veces se asocia con su éxito en un concurso internacional para erigir una Piedad en un Panteón de La Habana, en 1916, obra que fue realizada pero que, por diversas circunstancias no se llegó a instalar, si bien propició otros encargos cubanos, su presencia personal en la isla de Cuba, e incluso la participación en el concurso para el Monumento al general Máximo Gómez, en 1919, en el que obtuvo el segundo premio por sus proyectos en colaboración con el arquitecto cubano Félix Cabarrocas. Al poco tiempo hizo en La Habana dos obras notables, el monumento a las víctimas del Maine y el mausoleo del Conde del Rivero. Nueva etapa se marca el 8 de junio de 1942 al ser recibido como Académico de Bellas Artes de San Fernando, con un discurso titulado Fuerza expresiva y carácter en la escultura española, sintetizando su BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 Firma del escultor Moises de Huerta. concepción y fuente artística. Al día siguiente comenzaría las oposiciones superadas como Catedrático en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. Por ello se establecerá Huerta en nueva casa de Madrid el año 1943, siguiendo obras como el monumento a Fray Francisco de Vitoria en 1945, y encargos para la clientela oficial, con retratos del Jefe del Estado, obras religiosas, y proyectos o realizaciones monumentales, como los relieves del Arco de la Victoria en la plaza de la Moncloa. El escultor Moisés de Huerta. Una evocación desde Valladolid y La Habana 109 Data «BILBAO. ESPAÑA». EL MONUMENTO A LAS VÍCTIMAS DEL MAINE EN EL VEDADO DE LA HABANA Esta apretada síntesis del escultor vallisoletano Moisés de Huerta, innecesaria para los especialistas pincianos, es solamente una referencia para valorar los restos del monumento erigido en el Vedado de La Habana, como recuerdo de las víctimas del Maine7, aportando nosotros una serie de fotografías detalladas con el estado actual, que hemos realizado a propósito de otros estudios. No es necesario que nos extendamos en recordar el hundimiento del acorazado esta- dounidense Maine, a causa de una explosión que se produjo en el anochecer de La Habana del día 15 de febrero del año 1898, a las 10 menos cuarto. Fue determinante para que los Estados Unidos declarasen la guerra a España y facilitase una independencia de Cuba controlada por los intereses norteamericanos. No valían las explicaciones españolas que dejaban evidente que no era posible, pues existía una operación estratégica que fue aprovechada por la prensa acaudillados por William Randolph Hearst, cuyas ambiciones y extravagancias por otra parte han sido difundidas por Orson Wells en el film Ciudadano Kane, que en su provocación BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 110 Salvador Andrés Ordax Empresa de Fundición Codina, en Madrid. sensacionalista ya sentenció: «El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo». El caso es que murieron 266 marinos, casi todos de tropa. Así se ultimó la independencia de Cuba, cuyo proceso estaba auspiciado por muchas circunstancias históricas. Aún faltaban pasos que hacían temer que aún no fuera Cuba «ni libre ni independiente», en palabras del general cubano Máximo Gómez, hasta el respaldo abierto de los EEUU mediando cesiones territoriales (ej. Enmienda Platt, Guantánamo), y se llegó a la República de Cuba el 20 de mayo de 1902. Lógicamente el amparo o tutela estadounidense promovió que en Cuba se erigiera un Monumento a las Víctimas del acorazado Maine. El 16 de marzo de 1912 los restos del Maine se hundieron definitivamente a tres millas de la costa, con el respetuoso asombro de la multitud que lo divisaba desde el Malecón. Un año y medio más tarde, el 6 de diciembre de 1913 el Presidente de la República general Mario García Menocal decretó la erección de un monumento a las víctimas del acorazado estadounidense, llevándose a cabo las diligencias y gestiones para el oportuno concurso, aspecto al que estaban acostumbrados los cubanos pues entonces se levantaron monumentos a los BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 Parte superior de las alegorías de Cuba (con Niké, pulsera, brazalete, anillos) y Estados Unidos. próceres del nuevo sistema, en los que intervenían artistas cubanos y extranjeros. Precisamente Moisés de Huerta había establecido relaciones con cubanos ocasionando varios viajes, relaciones con artistas de ultramar, y varios encargos escultóricos. Al concurso convocado por García Menocal se presentaron dos arquitectos, siendo elegido el proyecto del joven cubano Félix Cabarrocas, que diseñó un conjunto monumental dominado por dos columnas clásicas, en el que se dispondrían motivos escultóricos a realizar por un amigo de Huerta, el italiano Domenico Boni, que entonces había logrado prestigio por el monumento ecuestre del santiagués General Antonio Maceo y Grajales, que impresiona junto al Malecón por la fuerza y espectacularidad. La muerte del escultor italiano y las dificultades económicas retrasaron el monumento al Maine. Mientras Cabarrocas y Moisés de Huerta colaboraban en otros proyectos determinando que cuando se renueve el encargo a Cabarrocas del monumento a las víctimas estadounidenses opte por hacerlo con la colaboración escultórica del maestro vallisoletano en 1924. La dilación y las nuevas cir- El escultor Moisés de Huerta. Una evocación desde Valladolid y La Habana 111 La «Naturaleza» acoge dos víctimas del naufragio. cunstancias obligaron a que este monumento se hiciera con menos presupuesto y plazo más breve, pues querían inaugurarlo en la fecha del aniversario de la tragedia del año 1925. La obra específica de Huerta se hizo en España, siendo pasada al bronce en la madrileña Fundición de Codina, embarcando las piezas en el puerto de Bilbao. Con esta premura se logró atender a los comitentes, de modo que el 8 de marzo de 1925 fue inaugurado el monumento por el Presidente de la República Alfredo Zayas, con ausencia del escultor pues estaba ocupado en España ultimando el Mausoleo del Conde del Rivero, que ese mismo mes llevaría a La Habana. Se eligió para el monumento un emplazamiento hermoso, que acabaría siendo aún más atractivo. Era en el Malecón, en una zona entonces alejada, aunque un pequeño montículo vecino estaba protegido por la «Batería de Santa Clara»8. El conjunto arquitectónico diseñado por Félix Cabarrocas consta de un basamento Detalle de la «Naturaleza» con una víctima. alargado paralelo al borde costero, al muro del Malecón. En su centro se elevan dos columnas de orden gigante, con capitel jónico, de fuste estriado, salvo el tercio inferior liso en que se adosa la heráldica cubana con BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 112 Salvador Andrés Ordax Una inscripción de pequeña labra en la piedra da testimonio de la fecha y autoridades asistentes a la inauguración: «INAUGURADO SIENDO PRESIDENTE / DE LA REPUBLICA / EL D. ALFREDO ZAYAS Y ALFONSO / Y SECRETARIO DE OBRAS PUBLICAS / MANUEL J DE CARRERA Y STERLING / MARZO 8 1925». Leyenda en la parte anterior criticando la «voracidad imperialista». 1961. También en la piedra se recuerda, al modo tradicional latino de los artistas, la autoría del arquitecto: «FECIT / FELIX CABARROCAS». Asimismo vemos que en las partes debidas a Moisés de Huerta quedan señales de su autoría, lugar de ejecución y fundición que lo pasó al bronce. Según su costumbre, el escultor dispone al modo clásico la letra U del apellido como V9: MOISES DE HVERTA. La datación está señalada en las palabras «BILBAO. ESPAÑA». Y la producción en bronce corresponde a la inscripción «CODINA HNOS / FVNDIDORES / MADRID»10. Una importante inscripción figura en la parte que mira hacia el interior, con el texto de la resolución conjunta cubanonorteamericana de abril de 1898, firmada por el presidente William McKinley: «EL PUEBLO DE LA ISLA DE CUBA ES / Y DE DERECHO DEBE SER Águila original de Huerta (1925), en la Oficina de Negocios de EE. UU., de La Habana (foto difundida por Carlos Luis Brito en Internet). LIBRE E / INDEPENDIENTE. RESOLUCIÓN CON/JUNTA DEL CONGRESO DE LOS ES/TADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA / DE 19 DE ABRIL DE 1898»11. guirnaldas. El dístilo sostiene un exiguo entablamento con la palabra LIBERTAD, y encima se puso un águila de bronce que simboliza a los Estados Unidos. Gran fuerza simbólica tiene la disposición en cada lado del amplio basamento de sendos cañones de 10 pulgadas pertenecientes al acorazado Maine, y las cadenas que sujetaban su ancla. Entre los añadidos ajenos a Huerta se encuentra una placa broncínea relacionando los nombres de los muertos en la explosión del Maine, dispuesta por estadounidenses. BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 Dos alegorías de Cuba y Estados Unidos están delante, con mayestática solemnidad de evocación clásica, y sutiles detalles específicos para cada una de ellas, en la de EEUU con algunas estrellas en su zona inferior, la de Cuba con collar, pulsera y una especie de Niké áptera en su mano. En la parte anterior del monumento, la que se ve desde la orilla del mar, está un grupo broncíneo titulado en el catálogo del maestro como «Naturaleza», que nos parece evocar a una Piedad que en cada lado acoge sendas víctimas desnudas del naufragio del Maine. El escultor Moisés de Huerta. Una evocación desde Valladolid y La Habana 113 Firma de León Droucker en la peana de la crátera. Una crátera de la urbanización, firmada por León Droucker (Museo de la Ciudad). Finalmente, como tercera pieza broncínea de Huerta, en su remate tenía un águila, en composición amplia con desenvueltas alas, forma que contribuyó a actuar como vela náutica cuando el año siguiente se produjo un ciclón que derribó el monumento. Al reconstruir el conjunto hizo Moisés nuevamente un águila pero con las alas en disposición menos opuesta a los vientos. RENOVACIÓN DEL MONUMENTO EN 1961 También se cambiaron algunas leyendas del monumento, como la ya indicada Declaración Conjunta de 1898 que se puso en español eliminando el inglés. Pero más radical fue el cambio de la leyenda que se ve en la parte anterior, legible desde la orilla del mar, aludiendo a que entonces consideraban que las víctimas se habían producido por el afán imperialista norteño hacia la isla. Sobre la alegoría de la «Naturaleza» mostrando dos ahogados, existía originalmente el rótulo «A LAS VICTIMAS / DEL / MAINE / EL / PUEBLO DE CUBA». Pero se cambió en 1961 por otro en letras de bronce sobre placa de mármol, que dice: «A LAS VICTIMAS DE EL MAINE / QUE FUERON SACRIFICADAS POR / LA VORACIDAD IMPERIALISTA EN / SU AFAN DE APODERARSE DE LA / ISLA DE CUBA».-15 DE Pero el 18 de enero de 1961, cuando ya había triunfado la Revolución Cubana de Castro Ruz, el Consejo de Ministros tomó algunos acuerdos referidos a la memoria norteamericana dispuesta en el Maine. El más notable sería eliminar el águila estadounidense, operación realizada por una gran grúa del Ministerio de Obras Públicas el día 1 de mayo. FEBRERO / DE 1898 – 16 DE FEBRERO DE 1961». Con la redacción de este texto claramente se alude a las dudas planteadas entre los historiadores y políticos sobre las razones de la explosión, que aquí se decantan por cierta intencionalidad, dudas que incluso vemos en varios discursos presidenciales cubanos difundidos por su órgano Granma, el principal periódico cubano. BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 114 Salvador Andrés Ordax UN PAR DE ESCOLIOS FINALES NOTAS Solamente un par de notas en esta evocación del cincuentenario de Moisés de Huerta. La primera es sobre los restos de la primera águila de bronce derribada en 1926, que se encuentra en la actualidad recogida en los Jardines de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, una especie de criptoembajada en los tiempos de ruptura de relaciones diplomáticas, con una placa que indica tratarse de un símbolo de la amistad entre los dos países12. La segunda águila se rompió cuando fue derribada por la grúa en 1961, conservando los almacenes del Museo de Historia de la Ciudad su cuerpo, cola y alas, mientras la cabeza está en un salón de la citada Oficina de Intereses Estadounidenses. Otra nota es sobre la urbanización perimetral del monumento, de la que queda una parte, con una serie de cráteras de grandes dimensiones ilustradas con el escudo cubano, águilas y finos relieves del hundimiento del Maine. Sobre ellas estaban las efigies de Wiliam McKinley que declaró la guerra hispano-norteamericana, Leonard Wood, primer interventor en la Isla de Cuba, y el presidente Theodore Roosevelt. Queda parte de la urbanización, pero en 1961 se eliminó estos retratos. En el Museo de la Ciudad hemos podido ver una de las cráteras firmada por «L. DROUCKER», León Droucker, uno de los numerosos extranjeros, que colaboraron en la notable actividad cubana, como en la ilustración escultórica del monumental Capitolio de La Habana13. 1 Moisés BAZÁN DE HUERTA, Moisés de Huerta (1881-1962). Prólogo de Salvador Andrés Ordax. Bilbao, 1992. Es un resumen de la tesis doctoral, cuya extensión incluía numerosas noticias y valoraciones del artista, información propiciada por el acceso a fuentes documentales diversas conservadas por sus familiares. Obra prácticamente exhaustiva, su catálogo reúne 340 esculturas y 300 dibujos. 2 Idem, Idem, p. 23. 3 Francisco Javier SÁNCHEZ CANTÓN, «Don Moisés de Huerta y Ayuso, Necrología». Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, n.º 14, 1962, pp. 5-8. Esta necrológica constituye una buena síntesis del maestro Huerta 4 Francisco Javier SÁNCHEZ CANTÓN, Ob. cit., p. 8. 5 Salvador ANDRÉS ORDAX, Arte, El País Vasco, Colección «Tierras de España», Fundación Juan March y Editorial Noguer de Barcelona, Barcelona, 1987, pp. 312-313. Son numerosas las referencias de los escritores vascongados, y también la inclusión en distintas BDs informáticas. 6 Jesús URREA FERNÁNDEZ, La escultura en Valladolid de 1800 a 1936. discurso del académico… el día 18 de enero de 1980, y contestación de Juan José Martín González. Valladolid, 1980. José Carlos BRASAS EGIDO y Jesús URREA, Jesús: Pintura y escultura en el siglo XX (1900-1936). Valladolid, 1988. 7 Además de lo indicado en la citada obra general del escultor, cfr. Moisés BAZÁN DE HUERTA, La escultura monumental en La Habana. Madrid, 1994. 8 Un lustro más tarde sería inaugurado aquí el Hotel Nacional de Cuba integrando como jardines las defensas y cañones de esa batería que con el conjunto de La Habana Vieja han sido declarados por la UNESCO en 1982 como Patrimonio de la Humanidad. Uno de los dos cañones es el «Ordóñez», que entonces era el cañón más grande conocido. 9 Nos recuerda, con exceso, los dictados renacentistas de Pierre de la Ramée, el humanista asesinado en la «matanza de San Bartolomé» de 1572. 10 También una placa quebrada que dice «…LASTICA / …ERMANOS / MADRID». 11 Originalmente estaba en inglés, inscrita en la piedra, pero con la llegada de la Revolución se dispuso en español con letras de bronce. 12 En un reciente viaje quise ver esa obra de bronce, pero no me fue posible indicándome la Policía cubana que protege su acceso que ignoraba las razones por las que no se había abierto al público. 13 Florencia PEÑATE, «Apuntes sobre la escultura en Centro Habana y su entorno». Arquitectura y Urbanismo, vol. XXXI, n.º 3/2010, pp. 88-96. BRAC, 47, 2012, pp. 105-114, ISSN: 1132-0788 BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 LA PRIMERA PROMOCIÓN DE LA RESIDENCIA DE PAISAJISTAS DE EL PAULAR Javier García-Luengo Manchado Universidad de Salamanca RESUMEN: A partir de la obra de Joaquín Roca Carrasco titulada Tarde gris en el bosque, efectuada durante el pensionado de su autor en la Residencia de Paisajistas de El Paular en los años 20 del siglo pasado, se propone una revisión y recapitulación del origen, desarrollo y momentos iniciales de la referida Escuela través del estudio de su primera promoción, tanto desde el punto de vista de las relaciones humanas, como del docente y artístico. PALABRAS CLAVE: Escuela de El Paular. Paisaje. Escuela de San Fernando. THE FIRST CLASS OF THE SCOOL OF LANDSCAPISTS OF EL PAULAR ABSTRACT: From the work of Joaquín Roca Carrasco called Grey Evening in the Forest, that was made in the early twenties of the last century during his grant at the School of Landscapists of El Paular, a brief review and summing-up are proposed in order to explain the origin, development and initial moments of that School through the study of its first class, and from the point of view of human relations, teachers, and artists. KEY WORDS: School of El Paular. Landscape. School of San Fernando. En la colección de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid destaca un cuadro que, en algunos casos, ha pasado inadvertido, sobresaliendo sin embargo no sólo por su calidad, sino por encarnar muchos de los valores del proceso de modernización que la pintura de paisaje vivió en los años 20 del pasado siglo en nuestro país. Se trata del lienzo titulado Tarde gris en el bosque, firmado por Joaquín Roca Carrasco1. En efecto, dicha obra fue ejecutada durante el pensionado de Roca en la Residencia de Paisajistas del Paular. Dicha Residencia, dependiente de la Cátedra de Paisaje de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, como oficialmente se llamaba a la que aun se seguía conociendo como Escuela de San Fernando, pretendía aglutinar en el estío a una serie de jóvenes alumnos para trabajar en contacto directo con la naturaleza. De esta manera las enseñanzas oficiales incorporaban ciertas experiencias de modernidad llegadas, no sin cierto retraso, más allá de los Pirineos, acercando a aquellos estudiantes a un lenguaje estético acorde con lo que entonces la señalada institución entendía por un arte más novedoso. Como Urrea y Brasas han referido, Joaquín Roca es un pintor sumamente interesante tanto en el plano profesional como 116 Javier García-Luengo Manchado Tarde gris en el bosque, por Joaquín Roca. Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. Valladolid. en el biográfico. Formado inicialmente en el ámbito artístico en la Escuela de San Fernando, su dedicación al retrato y al paisaje le reportó algunos reconocimientos, entre los que destaca la beca concedida por la Junta de Ampliación de Estudios en 1925 para trabajar en París durante un año. Si bien es verdad que aquella estancia le permitió el contacto con la vanguardia más puntera de entonces, el destino quiso unir su vida en esa misma ciudad a la de la bailarina asturiana Manuela del Río, abandonando los pinceles por la guitarra, al convertirse en el acompañante de la mencionada bailarina2. La importancia que El Paular tuvo desde el punto de vista profesional y personal tanto para Roca como para otros de sus compañeros en los últimos años diez y primeros veinte del siglo pasado, así como las consecuencias que la Residencia tendría en el proceso de modernización de la pintura a través de la labor de aquellos jóvenes3, hacen necesarias algunas puntualizaciones respecto a BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 tal experiencia, comenzando por la parte menos conocida de la misma, esto es, el origen, conformación y desarrollo en sus primeros tiempos. A pesar de que contamos con importantes testimonios de algunos de los estudiantes y directores de El Paular, así como con destacados estudios historiográficos, una detenida lectura de todas estas fuentes resulta un tanto equívoca y confusa, sobre todo por lo que a fechas se refiere en el periodo que aquí se aborda. Buena muestra de lo referido es que en la monografía de referencia al respecto, De El Paular a Segovia. 1919-1991, publicada en 1991 por Esteban Drake, se apunta que el primer año de pensionado fue 1919 y que, debido a su nefasta organización, no se volvió a repetir la experiencia hasta 19214. Sin embargo, el testimonio de José Francés que habla sobre la creación de esta Escuela y de la primera exposición realizada por los pensionados en noviembre de 19185, como también lo hará Juan de la Encina6, o las La primera promoción de la residencia de paisajistas de El Paular 117 Plaza de Buitrago, por Timoteo Pérez Rubio (Col. Ministerio de Asuntos Exteriores). crónicas y críticas de prensa de 1919 donde se alude a la segunda promoción de El Paular y el correspondiente catálogo de la exposición realizada por los becarios en 1919 intitulado Segunda Exposición de paisajistas de El Paular7, atestiguan sobradamente como esta Residencia se instituyó e inició su funcionamiento en el verano de 1918, siendo, por tanto, 1919 su segundo año de actividad. Efectivamente, es en 1918 cuando se crea de manos del entonces Director General de Bellas Artes, Mariano Benlliure, la Residencia de Paisajistas de El Paular8. Si desde hacia tiempo la modernidad en la Escuela de San Fernando y en general en el panorama pictórico español venía de la mano del paisaje, lo que ahora se pretendía era consolidar los logros alcanzados desde hacía tiempo mediante dicho género dentro de la precitada institución a través de personalidades como Carlos de Haes o Aureliano de Beruete. Se trataba de formar una colonia de noveles pintores que durante los meses de verano conviviesen entre sí en continua relación con el paisaje y la naturaleza, con el fin de constituir ambientes propicios para la creación artística basada en la expresión del natural al aire libre y para fomentar el estudio común y mutuo conocimiento de los jóvenes artista9. De este modo, se abría un nuevo camino para la tan reclamada renovación en los sistemas pedagógicos y metodológicos de la Escuela10, pues con la creación de esta Residencia, la abanderada de la enseñanza oficial se hacía eco tardíamente de otras experiencias europeas, tales como la Escuela de Barbizon, BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 118 Javier García-Luengo Manchado Plaza de Buitrago, por Timoteo Pérez Rubio (Col. Ministerio de Asuntos Exteriores). –de hecho, la colonia de El Paular fue definida por algunos autores como la segunda Barbizon española tras la escuela catalana de Olot11– o los Nabis. Al margen de estos ejemplos, lo cierto es que en determinados métodos docentes del Madrid de entonces existían modelos más cercanos por cuanto a la exaltación intelectual y artística del paisaje y la naturaleza se refiere. Baste recordar en este sentido los ejercicios llevados a cabo por la Institución Libre de Enseñanza o la Sociedad Española de Excursiones, pues desde la segunda mitad del decimonono asistimos al descubrimiento de la naturaleza como fuente básica de instrucción y estudio, siguiendo los dictados pedagógicos del krausismo, tan en boga en este momento. No es por ello tampoco extraño que el mar- BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 co elegido para formar esta colonia se asiente en el entorno de la serranía madrileña, ya que también fue ese el enclave donde se habían desarrollado múltiples prácticas relacionadas con la Institución Libre de Enseñanza, además de ser éste un entorno natural investigado y ampliamente trabajado por algunos de los paisajistas españoles más representativos12. El mismo Benlliure, cuando elaboraba este logrado proyecto, afirmaba que el objetivo de este pensionado sería que fueran a pasar cuatro meses anuales un determinado número de alumnos que hayan obtenido buenas notas en los concursos, y pasaran los meses de verano viviendo gratuitamente y dedicándose a pintar paisajes, que en el otoño se presentarán en una exposición y serán premiados los mejores13. La primera promoción de la residencia de paisajistas de El Paular 119 Estudiantes de la Residencia de Paisajistas de El Paular (Fundación Gregorio Prieto). Por tal motivo, la estancia en El Paular incluía el alojamiento y manutención gratuitos en el monasterio durante julio, agosto y septiembre, así como una pequeña suma en metálico para los gastos propios del pensionado. A final del verano se realizaría una exposición con los trabajos ejecutados durante el estío. El objeto de todo ello era no sólo ampliar la formación de los estudiantes, sino también la promoción de los jóvenes a través del premio al mejor cuadro allí realizado y la posibilidad de exhibir públicamente sus creaciones, siendo éste el modo más común de ir salvando niveles para consolidar paulatinamente la trayectoria profesional de los pintores en ciernes14. La oposición para obtener la correspondiente plaza constaba de un ejercicio de pintura al aire libre en uno de los parques o jardines madrileños15. Hay que decir que los alumnos de esta primera promoción estaban acostumbrados a ello, pues con la clase de paisaje, dirigidas entonces por el catedrático en la materia, Muñoz Degrain, eran frecuentes durante la primavera las excursiones a la Casa de Campo, El Retiro o La Moncloa para pintar la naturaleza in situ. En el mes de junio de 1918 se organizó la primera de estas oposiciones, siendo los alumnos más destacados del grupo inicial de El Paular Timoteo Pérez Rubio, José Frau, Joaquín Valverde, Enrique Igual Ruiz y Gregorio Prieto. El jefe de la expedición fue Francisco Pompey, quien realmente era el secretario de la Residencia pero al tener que sustituir al director oficial de la misma, Muñoz Degrain, terminaría por hacer las veces de profesor y gestor16. Según los testimonios de aquellos artistas, director incluido, en el año inaugural todos ellos fueron, en cierto modo, víctimas de la novedad y la inexperiencia. Durante aquel verano debieron ocupar la parte correspondiente a la hospedería del antiguo monasterio de El Paular, ruinoso desde su desamortización. El aspecto que presentaban estas celdas era el de paredes húmedas llenas de salitre y desconchadas, celdas apenas sin luz ni aire, comedor desmantelado, cocina negruzca, retretes sin agua corriente…17. Lo BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 120 Javier García-Luengo Manchado Estudiantes de la Residencia de Paisajistas de El Paular (Fundación Gregorio Prieto). cierto es que esta situación no cambiaría mucho a lo largo de las sucesivas promociones18. Empero más allá de las dificultades y de los bajos presupuestos, la actitud y afán de los jóvenes estudiantes hizo que el buen ambiente y las ganas de aprender y trabajar superasen con creces los inconvenientes señalados. No sólo el monasterio de El Paular y sus aledaños eran el centro de operaciones durante ese tiempo, pues tal y como recogía el reglamento, podían hacerse excursiones y salidas a otros parajes o pueblos cercanos, con el fin de explotar al máximo las posibilidades pictóricas de un entorno tan pintoresco y rico en variaciones lumínicas y atmosféricas. La prueba más evidente de las referidas jornadas son algunas de las obras que han llegado hasta nosotros y en las que tanto Pérez Rubio, Ruiz, Prieto o Frau pintaron y recrearon emplazamientos como Rascafría, Lozoya, Buitrago y otras vistas BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 correspondientes al próximo Valle del Lozoya. Este grupo de jóvenes, cuya edad media estaba entre los veinte y veintidós años, debía ser dirigido por un profesor de la Escuela Especial de Pintura Escultura y Grabado, a quien, según el reglamento, además de coordinar la logística, le correspondía actuar como auténtico maestro, programar excursiones y mantener la disciplina. Como se ha insistido, todo esto recayó sobre la figura de Francisco Pompey, quien a pesar de los inconvenientes enunciados parece haber salido bastante airoso de la situación, hasta el punto de repetir al año siguiente en el cargo y de conservar un recuerdo agradable y entusiasta de aquellos días. Siempre se sintió orgulloso de haber colaborado en lo que no dudaría en llamar primer grupo de El Paular, encabezado principalmente, según él mismo, por Timoteo Pérez Rubio, José Frau y Gregorio Prieto19. La primera promoción de la residencia de paisajistas de El Paular Evidentemente, todos los pensionados de esta promoción inaugural se conocían con anterioridad gracias a las clases de paisaje en San Fernando, sin embargo, tal y como expresa la vallisoletana Rosa Chacel, novia por entonces de Timoteo Pérez Rubio, desde El Paular la relación se hizo mucho más estrecha entre todos, destacando la franca camaradería existente entre Gregorio Prieto y el propio Pérez Rubio, o la amistad que ahora se forja entre Prieto y Joaquín Valverde20. Buen testimonio de esta duradera relación son los retratos que mutuamente se hicieron en El Paular y la importante correspondencia epistolar existente entre Prieto y Valverde hasta prácticamente los últimos días de este último. Como se verá más adelante, estas relaciones humanas se traducirían de igual modo en un enriquecimiento del arte y de las influencias existentes en la pintura de cada uno de ellos a lo largo de este periodo. Además de pintar paisaje, en El Paular se procuraba que los alumnos entrasen en contacto con algunos intelectuales que visitaban de manera aislada o con relativa frecuencia la Residencia. En este sentido, una vez más, la experiencia se hace perfectamente parangonable a los sistemas pedagógicos propios de la Institución Libre de Enseñanza. Una de las visitas destacadas en este año inicial fue la del poeta Enrique de Mesa21, con quien los alumnos mantuvieron interesantes debates y conversaciones y quien influyó sobre ellos a la hora de titular algunas de las obras que este grupo presentaría en la exposición realizada una vez concluido el verano. Confrontar los nombres de los cuadros de dicha muestra con la poesía de Enrique de Mesa de este mismo periodo dedicada a parajes similares a los que pintaron los componentes de aquella promoción por entonces, pone en evidencia lo que se acaba de argüir22. 121 Como curiosidad, en algún caso, El Paular no sólo fue una lección estética, profesional y humana imprescindible para los estudiantes ya citados, sino que incluso alguno, gracias al contacto con el campo y el aire libre, vio restablecida su salud. Este sería el caso de Gregorio Prieto, quien, al parecer, en 1918 se encontraba en una situación bastante desmejorada, y los días pasados en la sierra durante este verano y el siguiente, que también repetiría en El Paular, le ayudaron a recuperarse totalmente. Por ello no es extraño que al hablar de esta etapa el pintor manchego afirmase: No puedes imaginarte que cinco meses me pasé allí. Trabajando con una ilusión tremenda. A esa época de El Paular debo la salud, la fama y ese dinero que tantos me atribuyen. [...] Éramos los religiosos del arte. Pinté muchísimo y con mucha alegría; paisajes que desde el primer momento se impusieron por su ingenuidad y alegría de color23. Lo cierto es que en la mayoría de los casos El Paular resultó ser un punto de inflexión en sus vidas, por ejemplo Rosa Chacel dice que Pérez Rubio vino enamorado de la sierra24, y precisamente Pérez Rubio dedicará la mayor parte de su carrera al paisaje, lo mismo sucedió en los casos de Valverde, Prieto, Frau y, por supuesto también en otros creadores de promociones postreras a la que aquí se estudia a lo largo del primer tercio de la centuria pasada, como Enrique Climent, Eduardo Santonja, J. Esplandiú, Saenz de Tejada, Ricardo Segundo, F. Briones, R. Simonet, el referido Joaquín Roca y un largo etcétera. Concluido este primer año de pensionado y coincidiendo con el inicio del nuevo curso académico de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, en noviembre de 1918, fueron expuestas en el Salón de los Amigos del Arte de Madrid las BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 122 obras efectuadas por los becarios de El Paular. La exhibición fue un auténtico éxito de crítica, así lo cuenta Rosa Chacel: En el curso 1917-1918 los trabajos realizados en El Paular tuvieron un éxito enorme. Eran, en verdad, testimonio del avance logrado, de lo que habían podido hacer los destacados por aquella ayuda oficial, que tenían una frescura de ambiente, que tenían el encanto del ambiente que ponía el genio [...] Eran jóvenes, novicios artistas que, sin aquello habrían seguido en la oscuridad y con aquello entraban en al mundo. Se hicieron exposiciones, se publicaron reproducciones en la Esfera y otras revistas ilustradas25. En efecto, la prensa destacó con especial énfasis a tres figuras de esta primera promoción, Timoteo Pérez Rubio, José Frau y Gregorio Prieto, por encontrar en ellos una sincera búsqueda de nuevos senderos abiertos a la modernidad. Pero quizá más importante que todo esto, sea el hecho mismo de que la muestra recogiese los trabajos de un grupo de jóvenes que desde entonces vieron como su arte y su forma de hacer iniciaba el camino hacia la madurez, El Paular y esta exposición supuso en muchos de ellos el comienzo real de su ulterior trayectoria. Los óleos que allí se pudieron ver marcarán por otra parte una línea estética que será continuada por las siguientes promociones de la Escuela de El Paular hasta bien entrado el primer lustro de la tercera década del siglo XX. Se trataba de un tipo de paisaje influenciado por el puntillismo de Regoyos en la búsqueda de la luz y sus esfuerzos sobre la naturaleza 26 . Igualmente, como la misma crítica del momento señaló, tanto el color como sus formas evocaban ciertos regustos cercanos a Joaquín Mir27. En las obras que por estos años realizaron los precitados artistas hallamos un BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 Javier García-Luengo Manchado indudable aire de familia, como sucederá en las creaciones procedentes de las generaciones inmediatamente posteriores, pensemos, por ejemplo, en los óleos que en este mismo contexto realizaron hacia 1920 Sáenz de Tejada o Eduardo Santonja. Es fácil comprobar lo que decimos confrontando las creaciones de Gregorio Prieto, como Iglesia de El Paular (1919, Fundación Gregorio Prieto) o Jardín de Rascafría (1918, Fundación Gregorio Prieto), con las del Pérez Rubio de estos años: Jardín de Otoño (1919, Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz), Mañana de Bruma (1920, Círculo de Bellas Artes de Madrid) o Plaza de Buitrago (1922, Ministerio de Asuntos Exteriores)28. Otro tanto podemos decir respecto a la relación entre la plástica de los citados con José Frau por aquel entonces29. En definitiva, en todos ellos apreciamos similar interés por captar la expresión del natural al aire libre, consecuencia de uno de los ya referidos objetivos de la Residencia de Paisajistas de El Paular, fomentar el estudio común y mutuo conocimiento de los jóvenes artistas30. Lo cierto, no obstante, es que esta forma de entender la pintura de paisaje no era privativa de El Paular, sino que, como ha señalado Pérez Rojas a propósito de los jóvenes pintores valencianos de estos mismos años, como Guiteras, Pons Arnau, Igual Ruiz, Antonio Esteve o Usabal, el neopuntillismo que practican los valencianos es un modo de pintar bastante frecuente en la plástica española de estos años, ciertos jóvenes como, pongamos por caso, las primeras obras de Timoteo Pérez Rubio, de Frau o de Gregorio Prieto. Es decir, que estamos ante un fenómeno bastante extendido cuyos impulsos están más cerca de Signac y de Cross que Seurat, y en La primera promoción de la residencia de paisajistas de El Paular gran medida viene también a través de Mir y Regoyos31. La consolidación del estilo referido vinculado a la experiencia de los que podemos definir como precursores de El Paular, vendrá del hecho mismo de que en la siguiente promoción, es decir, la de 1919, volveremos a encontrar los nombres de Pérez Rubio, José Frau, Joaquín Valverde y Gregorio Prieto, a quienes se les unen ahora Adolfo Hübner, Aristóbulo de la Peña y M.ª Luisa Pérez Herrero. Fue el jefe de la expedición por segunda vez Francisco Pompey. La Segunda Exposición de Paisajes por los Pensionados en la Residencia de Paisajistas en El Paular, efectuada al regreso de los pensionados de la siguiente promoción en el Salón de los Amigos del Arte, sito en el Palacio de la Biblioteca Nacional en Madrid entre noviembre y diciembre de aquel año32, no hacía sino incidir en una forma de interpretar la luz, el paisaje y los efectos atmosféricos de manera similar a la que se acaba de estudiar. Dicha tendencia continuará hasta precisamente la promoción de Joaquín Roca, esto es, los años 1921 y 1922, donde, como bien se aprecia en el óleo con el que se iniciaba el presente artículo, la fuerza de la linealidad o la utilización de unos colores cada vez más densos y ajenos a los modelos del natural inaugurarían una nueva etapa estética en la Residencia de Paisajistas de El Paular. NOTAS 1 Dicha obra y el referido autor han sido estudiados por: Jesús URREA, Pintores de Valladolid (1890-1940), Valladolid, 1985; y José Carlos BRASAS EGIDO, La pintura en Valladolid de 1900 a 1936, Historia de Valladolid, vol. IX, Ateneo de Valladolid, 1988, pp. 61-66. Tarde 123 gris en el bosque fue una obra que debió ser realizada entre 1921 y 1922, pues en ambos años Joaquín Roca disfrutó de la correspondiente beca en la Residencia de Paisajistas de El Paular. 2 Ibídem. 3 En este sentido hay que destacar la labor de Javier Pérez Rojas, uno de los primeros en destacar la importancia que El Paular había tenido en la historia de la pintura en nuestro país, cfr.: Javier PÉREZ ROJAS, Art Dèco en España, Madrid, 1990, pp. 387 y ss.; y Javier PÉREZ ROJAS y Manuel GARCÍA CASTELLÓN, El siglo XX. Persistencias y rupturas, Madrid, 1994, p. 108. 4 Cfr. M.ª Luisa ESTEBAN DRAKE, De El Paular a Segovia, 1919-1991, Segovia, 1991, pp. 79, 97 y ss. 5 José FRANCÉS, El año artístico. 1918, Madrid, 1919, pp. 355 y 366; José FRANCÉS, El año artístico. 1919, Madrid, 1920, pp. 382 y ss. 6 Juan de la ENCINA, «La semana artística: Residencia de paisajistas en El Paular», Semanario España, Madrid, 28-IX-1918. 7 Segunda Exposición de paisajes por los Pensionados en la Residencia de Paisajistas de El Paular. Palacio de la Biblioteca Nacional, Madrid, del 23 de Noviembre al 8 de Diciembre de 1919. 8 Real Orden de 22 de febrero de 1918 por la que se creaba la Residencia de Paisajistas de El Paular. M.ª Luisa ESTEBAN DRAKE, Ob. cit., 1991, p. 65. 9 Armando PILATO IRANZO, «El pintor Enrique Igual Ruiz», Ars Longa, n. .º 9-10, Valencia, 2000, p. 227. 10 Sobre el debate en torno a la necesidad de renovación, véanse, por citar sólo algunos ejemplos: Francisco GINER DE LOS RÍOS, «Estética con especial aplicación a las Bellas Artes», Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, año LVIII, Madrid, 1923, p. 123; o Juan DE LA ENCINA, «La Escuela Nacional celebra estos días oposiciones para cubrir la plaza del Profesor Sorolla», La Voz, Madrid, 13-X-1923. 11 Armando PILATO IRANZO, Ob. cit., 2000, p. 219. 12 Lily LITVAK, El tiempo de los trenes. El paisaje español en el arte la literatura del realismo (18491918), Barcelona, 1991, pp. 23 y ss. 13 Entrevista con Mariano Benlliure publicada en La Crónica, S. Sebastián, 27-II-1918, recogido en Carmen DE QUEVEDO PESSANHA, Vida artística de Mariano Benlliure, Madrid, 1947, p. 409. 14 Como ha señalado Arañó Gisbert, en muchos casos la enseñanza de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, a través del sistema de premios y promociones, pretendía recrear el panorama artístico real más allá del ámbito netamente académico: Juan Carlos ARAÑÓ GISBERT, La enseñanza de las Bellas Artes en España, 1844-1980, Madrid, 1988, pp. 130 y ss. BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 124 15 Reglamento de la Residencia de Paisajistas de El Paular. 1921. Al parecer, éste es el primero que hubo, a pesar de no coincidir con la fecha exacta de 1918, dada su proximidad y según los diversos testimonios de varios pensionados, dicho reglamento no debía ser muy distinto a las normas que rigieron la colonia en 1918 y en 1919. Archivo Histórico de la Facultad de Bellas Artes de la U. Complutense, C. 192; y M.ª Luisa ESTEBAN DRAKE, Ob. cit., 1991, pp. 75 y 76. 16 Francisco POMPEY, «Residencia de Paisajistas de El Paular», Blanco y Negro, Madrid, 1918. Reseña de prensa conservada en el Álbum de prensa 1913-1947, Archivo Fundación Gregorio Prieto. 17 Cita extraída de un informe de Rafael Pellicer, director de la Residencia desde 1932 a 1936, cfr.: M.ª Luisa ESTEBAN DRAKE, Ob. cit., 1991, p. 70. Aunque muy posterior cronológicamente al periodo que tratamos, estas palabras se hacen perfectamente aplicables a la situación que debió vivir la primera promoción, es más, resulta lógico pensar que si en los años treinta las circunstancias materiales eran nefastas, en sus inicios tuvieron que ser aun peor. 18 Aunque el primer director, Francisco Pompey, fue quien posiblemente debió enfrentarse a más problemas por la novedad e inexperiencia, no menos cierto es que sus sucesores tuvieron que salvar continuamente la sempiterna carencia de medios. Es curioso saber cómo durante la dirección de E. Simonet y Lombardo, su mujer se encargaba de preparar fiestas y excursiones de bajo presupuesto, llegando a ser muy apreciada y querida por los alumnos. Pero las dificultades económicas continuaron en tiempos del siguiente director, F. Esteve Botey. Es sumamente representativa la anécdota por él mismo narrada, con motivo de la visita del Ministro de Instrucción Pública y el Director General de Bellas Artes a la Residencia, dice Esteve Botey:...se les invitó a café por cuenta de los BRAC, 47, 2012, pp. 115-124, ISSN: 1132-0788 Javier García-Luengo Manchado alumnos, la Señora Justa –la esposa del guardián– invitó a cognac y los cigarrillos de mi bolsillo. María L. ESTEBAN DRAKE, Op. cit., 1991, p. 65. 19 Francisco POMPEY, Ob. cit., p. 26. 20 Rosa CHACEL, Timoteo Pérez Rubio y sus retratos del jardín, Madrid, 1982, pp. 19 y ss. 21 Gregorio PRIETO, Enlace de El Paular con Enrique de Mesa. Texto mecanografiado, Archivo Fundación Gregorio Prieto, 22/8. 22 Enrique MESA, El silencio de la Cartuja, Madrid, 1916; Además de este poemario, prueba de la afición y buen conocimiento que Enrique de Mesa poseía de la sierra madrileña es: Andanzas serranas (por Somosierra y Guadarrama), Madrid, 1910. 23 M. GÓMEZ-SANTOS, Gregorio Prieto habla de su vida III, Pueblo, Madrid, 21-IV-1962. 24 Rosa CHACEL, Ob. cit., pp. 19-20. 25 Ibídem. 26 M.ª José SALAZAR, «Gregorio Prieto en las Vanguardias»; en VV. AA., Gregorio Prieto en las Vanguardias, Madrid, 1997, pp. 12 y 13. 27 José FRANCÉS, El año artístico. 1918, Madrid, 1919, pp. 355 y 366; José FRANCÉS, El año artístico. 1919, Madrid, 1920, pp. 382 y ss. 28 Juan Manuel BONET, «Tras los primeros pasos de Timoteo Pérez Rubio»; en VV. AA., Timoteo Pérez Rubio, Badajoz, 1996, p. 63; y en este mismo catálogo, pp. 80, 83 y 88-89. 29 VV. AA., Frau. O artista noseu século, Vigo, 1998, p. 52. 30 Armando PILATO IRANZO, Ob. cit., p. 227. 31 Javier PÉREZ ROJAS, Tipos y Paisajes, Valencia, 1999, pp. 234-245. 32 Segunda Exposición de paisajes por los Pensionados en la Residencia de Paisajistas de El Paular. Palacio de la Biblioteca Nacional, Madrid, del 23 de Noviembre al 8 de Diciembre de 1919. BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 ENTRE EL ARTE Y LA POLÍTICA: «LA FRONTERA» DE EMILIANO BARRAL Ana M.ª Pérez Pérez Museo Nacional de Escultura RESUMEN: Se dan a conocer noticias inéditas sobre la historia del proyecto del monumento dedicado en Valladolid al poeta Leopoldo Cano y Masas, vinculadas con los acontecimientos políticos sucedidos el año anterior al estallido de la Guerra Civil española. PALABRAS CLAVE: Leopoldo Cano y Masas. Emiliano Barral. Antonio García Quintana. Constantino Candeira. Juan Agapito y Revilla. La Frontera. Monumento. Museo Nacional de Escultura. BETWEEN ART AND POLITICS: “LA FRONTERA” BY EMILIANO BARRAL ABSTRACT: The purpose of this article is to present some unpublished information about the history of the project of Leopoldo Cano y Masas memorial, linked to the political events that took place the year before the outbreak of the Spanish Civil War. KEY WORDS: Leopoldo Cano y Masas. Emiliano Barral. Antonio García Quintana. Constantino Candeira. Juan Agapito y Revilla. La Frontera. Monument. National Museum of Sculpture. El 13 de noviembre de 1844 nacía en Valladolid Leopoldo Cano y Masas. Como es sabido, fue hombre dedicado tanto a las letras como a la vida castrense y aunque sus méritos militares fueron destacados se le recuerda fundamentalmente como literato. Nombrado en 1883 hijo predilecto de Valladolid1 no sería hasta 1901 cuando el Ayuntamiento le dedique la calle donde nació, hasta entonces denominada c/ de Las Damas. Murió en Madrid, el 9 de abril de 1934 y, tres días después, la Comisión de Gobierno del municipio vallisoletano comenzó a ocuparse de su memoria2. El concejal Sr. Cabello, propuso que «se haga el elogio debido a los merecimientos de tan ilustre hijo de Valladolid» y que «la Comisión de Gobierno estudie la manera de perpetuar el nombre de Don Leopoldo Cano, no simplemente dando su nombre a una calle, como ya la tiene, sino erigiéndole un busto o un monumento en la forma que se considere adecuada». En la sesión del 21 de abril3 se concretó la forma de homenajearle aceptando la propuesta del Sr. Cabello de erigir un monumento o una fuente artística «en los jardincillos situados en la plaza de Libertad, a mano derecha… por ser un lugar de cierto recogimiento, como por estar próximo a la casa donde vivió el poeta y asimismo al teatro en que obtuvo sus mejores éxitos como dramaturgo». El citado concejal sugirió, 126 Ana M.ª Pérez Pérez Boceto presentado a concurso por Juan José Moreno LLurba, Cheché (AMVA). «después de releer algunas de sus obras, que la plasmación alegórica, en piedra o bronce, de una poesía bellísima que ha encontrado […] podría ser el mejor monumento que Valladolid dedicase a su hijo predilecto». Incluso dio lectura a la poesía que había elegido: La Frontera: «Allá en mi país natal,/que de Francia está vecino,/ hay en medio de un camino/una piedra y un rosal./La piedra está en la frontera,/el rosal en torno crece,/y cada flor que aparece/de su hermana es extranjera./Mas, cuando mueren las dos/enemigas del rosal,/en una sola espiral/vuela su perfume á Dios,/que á las almas y á las flores,/en ese espacio azulado/una sola patria ha dado/sin fronteras ni rencores./Yo, mirando tristemente/esa línea fronteriza,/que tortuosa se desliza/con aspecto de serpiente,/y recordando los lazos/que el hombre rompe iracundo,/pensé: «¡El amor creó el mundo!/¡El odio le hizo pedazos!/¡Cuán absurda y capri- BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 chosa/es la pretensión humana!/¿Dejará de ser hermana/una rosa de otra rosa?»/Y en la piedra, entre las dos/pobres flores, dejé escrito:/»La frontera es un delito/contra las leyes de Dios». En la siguiente sesión municipal4 se aprueba convocar el concurso para realizar el monumento. Las propuestas del concejal se fijan como bases del concurso: por un lado, la interpretación en piedra del poema La Frontera y, por otro la ubicación, planteada días atrás. Además, se acordó que sólo podrían concurrir artistas españoles en el plazo de dos meses desde la publicación de las bases en el Boletín Municipal, lo que ocurrió el 7 de mayo, y se estipula también que «el autor del proyecto aceptado se encargará de la construcción del monumento, por lo que con las proposiciones se indicará la cantidad en que se adjudicaría, señalando también el plazo en el que el mismo habrá de estar concluido». Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral 127 Dibujos de emplazamiento presentados por C. Candeira y A. García Lesmes (AMVA). El 12 de julio se procedió a la apertura de los pliegos presentados al concurso5, concretados en tres propuestas: la primera de Juan José Moreno Llurba; la segunda de Emiliano Barral, junto a la maqueta; y la última propuesta era obra conjunta de Pedro Verdugo y Alejando Conde. En aquella misma sesión de la Comisión, se acordó solicitar opinión autorizada sobre los proyectos a personas entendidas en arte: a Constantino Candeira, en calidad de arquitecto de la Diputación vallisoletana, a Juan Agapito y Revilla, como arquitecto municipal, y al pintor Aurelio García Lesmes. Del proyecto de Verdugo y Conde no se sabe más que lo que los expertos indicaron en sus informes: la utilización de diversos materiales policromados, la introducción del agua como elemento natural y el consabido busto del homenajeado. Destacaron que primaba lo arquitectónico sobre lo escultórico y lo pintoresco sobre lo simbólico, siendo la efigie del poeta la parte central del proyecto, lo que no se ajustaba a las bases del concurso. Por su BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 128 Ana M.ª Pérez Pérez Croquis de emplazamiento realizado por C. Candeira (AMVA). parte, Agapito y Revilla descartó esta propuesta por su falta de espontaneidad y gracia, mientras que García Lesmes y Candeira adujeron un motivo mucho más débil justificándose de esta manera: «ha de guiarnos para la elección algo que parecerá a primera vista notoriamente injusto: el valor demostrado anteriormente […] hemos de dejar en una primera selección reducida la elección de las dos obras presentadas por los señores Moreno y Barral […] pues esos nombres son garantía suficiente para que su obra sea digna de emplazarse públicamente»6. Juan José Moreno Llurba (Valladolid, 1900; Madrid, 1954), más conocido como «Cheché», era fundamentalmente pintor y caricaturista por lo que explica que si su obra fuese elegida sería supervisada por su maestro el escultor Victorio Macho. Presentó un proyecto muy arquitectónico con una brevísima reseña de la simbología que utilizaría para dar forma plástica a la poesía. En la base del monumento sitúa una BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Maquetas del monumento (Archivo de la familia Barral). piedra en torno a la que crece una rosa, simbolizada ésta con dos rosáceas a ambos lados de la reja, y ésta a su vez, encarnaría esa «línea fronteriza/que tortuosa se desliza/con aspecto de serpiente». «La absurda y caprichosa pretensión humana» se representaba como ciudades o pueblos especificando el autor que eran hermanos, como las rosas, y se hallan separadas por esa frontera rígida y negra, es decir, por la reja. El perfume de Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral las flores, lo representa como dos grandes hombres que unen las ciudades con el espacio azulado, encarnado éste por líneas sinuosas simulando nubes, que son las que coronan el monumento7. El arquitecto municipal se decantó por esta propuesta, aduciendo que para él, éste es el proyecto que reunía las mejores condiciones de originalidad, monumentalidad y modernidad, al mismo tiempo que predominaba la sencillez en la interpretación de la poesía, algo que no vislumbra en el planteamiento de Barral. Entiende que éste «se excede del tema, y en vez de representar la unidad de dos pueblos hermanos y, precisamente, separados por una frontera, extiende el pensamiento a la fraternidad universal»8, motivo por el cual lo descarta. En el informe de García Lesmes y Candeira se hace todo un soliloquio del emplazamiento y los problemas de visión que pueden dar las dos propuestas, en especial la de Moreno. Para ellos, la forma tan arquitectónica del monumento era un error pues acentuaba la monotonía del paraje donde se ubicaría; además, ven algo excesivas las medidas del basamento para el lugar en que se tenía que colocar. Entienden que se trata de un proyecto que, por el punto de vista frontal, por la carga arquitectónica y por las medidas, sería más apropiado adosarlo a algún muro o aislarlo del conjunto de la plaza; para ellos esto es «un defecto fundamental en un monumento destinado a colocarse de modo que el observador lo rodee al circular por la vía pública»9. Emiliano Barral (Sepúlveda, 1896; Madrid, 1936)10 en su propuesta se presenta como un escultor al que le han encargado monumentos al aire libre anteriormente, sentando así las bases de su trayectoria artística en este campo. Analiza las características del 129 entorno donde iría alojada la escultura, lo que hace que ésta tenga unas cualidades u otras. En este caso, el monumento iba a emplazarse «en el corazón mismo de la urbe […] rodeado de casas modernas sin un estilo definido, y en medio del tráfago ajeno al sosiego de un sitio apartado o recogido»11. Para el escultor esto es importante en cuanto que la obra no puede suponer un cambio brusco en el entorno ni en el ánimo del ciudadano, tiene que estar acorde con el dinamismo, con la actividad diaria de una ciudad moderna. Esto, además, tiene que ir unido al tema propuesto, esto es, a la poesía; y en concreto a la simbología que se desprende del texto. Una poesía de un marcado simbolismo y que el escultor lo interpreta como la fraternidad universal. Y ¿cómo representar un tema tan complejo? Lo explica por medio de una pregunta retórica: «¿Qué mejor imagen de ésta fraternidad, que la fraternidad de unos hijos, unidos bajo el manto de la misma madre?» Matiza su explicación: «es ésta fraternidad, el concepto victorioso que percibe el monumento, la mujer que avanza intrépida, cobijando a sus hijos distintos, bajo el mismo manto, que es también el mismo cariño, uniéndoles a todos en la misma protección y el mismo amor, orgullosa de su unidad, como de su variedad»12. Fue el único que en su propuesta se postula por unas medidas definitivas13 dejando claro que la grandiosidad y belleza del conjunto escultórico no se aprecia en el boceto presentado, sino que el monumento se ajustará más a los ideales de la poesía cuando se realizase a mayores dimensiones. Plantea una altura total de 3,85 m., de los cuales, 2,50 m. correspondería a la matrona con los niños. En su informe, Candeira y García Lesmes alegaron varios motivos para la elección de BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 130 Barral. Por un lado, el artista se inspira en la síntesis del pensamiento del poeta, renunciando a toda narración, reduciendo el monumento a la idea esencial. Por otro, explican que el movimiento de avance planteado para la figura femenina rompe con la uniformidad del fondo donde iría emplazado y al mismo tiempo, aunque parezca contradictorio, daría sensación de reposo y tranquilidad. También alaban que el monumento sea exento, algo que a su juicio era fundamental para la estatuaria de calle. Entienden que, así como las medidas propuestas por Juan José Moreno eran desproporcionadamente grandes, las del proyecto de Barral eran perfectas pues, si bien es verdad que la matrona tendría una altura de 2,50 m., esto no suponía un alejamiento del canon humano sino todo lo contrario: engrandece a la matrona –y por extensión al significado del poema–, pero no empequeñece al viandante. En palabras de ambos expertos: «se establece una inmediata relación espiritual entre el lugar, el monumento y el espectador que es indispensable para la emoción artística en todo monumento público»14. A pesar de estas justificaciones, para su elección todo se concreta bajo una idea final: para ellos, el nombre del artista y su trayectoria les parece garantía suficiente para elegir al sepulvedano como autor del monumentohomenaje al poeta y dramaturgo15. La adjudicación del monumento a su favor quedó plasmada en las actas de la sesión del Ayuntamiento del 18 de agosto, por un importe de 24.000 pesetas16. Diez días más tarde el escultor remitió una carta al alcalde García Quintana donde le expresa su entusiasmo ante el proyecto, al tiempo que le agradece sus atenciones, finalizando la carta con las palabras «un abrazo de su buen amigo»17. BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Ana M.ª Pérez Pérez Sin embargo, la importancia de la misiva radica en que Barral explica que ya tiene el barro preparado para la realización del boceto y que comenzará a trabajar la semana siguiente, antes incluso de haber firmado el contrato. El escultor, además, le solicita una copia del informe de Constantino Candeira, imaginamos que para tener un perfecto conocimiento del porqué eligieron su propuesta, así como las objeciones que hubo en su contra. Resulta curioso que únicamente solicitase el informe del arquitecto de la Diputación y no el de Agapito y Revilla. Entiendo que por ser el informe más favorable pero también porque el arquitecto realizó unos bocetos sobre plano con diferentes puntos de vista, de tal manera que se podía vislumbrar mejor el futuro resultado y así el escultor tenía una idea más clara de lo que quería la Corporación municipal. En el contrato18, firmado a principios de septiembre, se especifica la forma de pago que se fraccionaría en cuatro partes, siendo las tres primeras de 5.000 pesetas. Una, a la formalización del acuerdo entre las partes; otra, cuando el artista tuviese modelada en arcilla la escultura a tamaño definitivo; y la tercera, al recibir la piedra el escultor. Las 9.000 pesetas restantes las recibiría al entregar la obra terminada. Quedó especificado que el grupo principal se haría en piedra numulítica oscura, mientras que el pedestal sería de granito gris, y se precisa que el monumento tenía que estar terminado el 1 de abril del año siguiente. En octubre y, sin que el escultor lo intuya, comienzan sus problemas con la Corporación Municipal. Acontece un hecho que tendrá bastante relevancia en todo el proceso: el alcalde don Antonio García Quintana es cesado temporalmente de su cargo y la alcaldía la ostenta don Mariano Escribano. A él se dirige Barral en una carta registrada 131 Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral el 21 de noviembre solicitando el tercer pago, tal y como establecía el contrato ya que tenía en su taller los bloques de piedra para el monumento. Su solicitud no es atendida y, en diciembre, el Ayuntamiento se plantea estudiar de nuevo el contrato suscrito con el artista por la anterior Corporación alegando que «puede tener vicio de nulidad y exigirse responsabilidades a quienes lo firmaron». El señor Ruiz de Huidobro, concejal de la nueva Corporación, explicó en la sesión ordinaria del 14 de diciembre19 que no se habían entregados los dos primeros plazos del montante total del monumento y que el escultor sólo había reclamado el primero y el tercero, y que no tenía «conocimiento de que el segundo de los plazos haya sido satisfecho, ni pedido». Expuso que ese proyecto no se ajustaba a las bases establecidas pues no apuntaba el plazo de ejecución, al tiempo que ha habido transgresión del contrato y plantea la posibilidad de que un letrado estudiase el caso para saber si el contrato era nulo o no. Estudiado el expediente por don Miguel Romero, letrado consistorial, emite un informe en el que dictamina que el Ayuntamiento no puede rescindir el contrato con el escultor y que éste no puede solicitar el tercer pago si no ha cumplido las condiciones anteriores, es decir, si no tiene el boceto modelado en arcilla a tamaño original. A mediados de enero de 1935 varios concejales vallisoletanos viajan a Madrid para comprobar si el escultor había cumplido con las condiciones pactadas en el contrato. Acreditan que el artista tiene modelado en arcilla el monumento a tamaño original y que también tiene ya en el taller los bloques de piedra, por lo que se procede al pago de las 10.000 pese- Emiliano Barral a los pies del monumento una vez concluidos los trabajos de montaje (Archivo de la familia Barral). tas correspondientes. Le plantearon la posibilidad de modificar el emplazamiento del monumento que iba a ser instalado en el jardín existente delante de la casa n.º 13 de la Plaza de la Libertad pero se decide, con la aprobación del escultor, situarlo en el mismo lugar después de hacer algunas mejoras urbanísticas, como la ampliación de las calzadas, algo a lo que Barral accede. También le sugieren aumentar la altura del basamento, pues consideran que la altura de 1.35 m. es antiestética y antiartística y de ese modo el monumento «estará a disposición de la chiquillería, que lo destrozará enseguida»20, por lo que proponen que el basamento tenga una altura de 2,50 m. BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 132 En marzo Barral escribió al alcalde solicitando una prórroga de nueve días para finalizar el monumento, asunto que se aborda en la sesión ordinaria del Ayuntamiento de 22 de ese mes21 y, tras mucho debatir, se acuerda no concederle la moratoria. Aun sin otorgársela, sabemos que el grupo escultórico estaba en Valladolid el primero de abril22, comenzando ese mismo día el montaje del monumento bajo las órdenes del escultor, al tiempo que se trabajaba en el ensanche de las calzadas de la Plaza de la Libertad. Finalmente, y a pesar de los pequeños contratiempos que surgieron, como el percance que sufrió el propio Barral23, el homenaje al escritor se celebró el día del aniversario de su fallecimiento24. A las 12 h. del mediodía y acompañados por los acordes del Himno de Riego interpretado por la Banda «Unión Musical Vallisoletana», se procedió a descubrir el grupo escultórico en la Plaza de la Libertad bajo la atenta mirada de las personalidades políticas, culturales y militares de la ciudad, así como de representantes de las diferentes asociaciones y numeroso público allí congregado. Después de presentar al pueblo y a los familiares del escritor la escultura, se dirigieron al salón de actos del Ayuntamiento donde tuvieron lugar los discursos del alcalde, don Mariano Escribano, el de don Narciso Alonso Cortés cronista de la ciudad, y el del catedrático de literatura don Emilio Alarcos, todos ellos halagando tanto la obra literaria como las virtudes personales del hijo predilecto de la ciudad. Se dispone de muy pocas fotografías para saber cómo era el monumento conmemorativo. En las publicadas hasta la fecha destaca una, tomada en lo que parece ser el taller madrileño del escultor, donde se ve a la matrona desde su lado derecho25. Se trata de BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Ana M.ª Pérez Pérez una gran figura femenina, hierática, mirando al frente, con la pierna derecha adelantada y el brazo diestro levantado, al tiempo que sujeta el manto que le cae al lado del cuerpo. Es posible que sea «el modelo en arcilla a su tamaño» a que hace referencia el escultor en una carta dirigida al alcalde con fecha 22 de diciembre de 193426. Pero en la misma imagen se aprecia, al fondo, colocada sobre un pedestal otra figura femenina, seguramente boceto de un modelo hecho a menor tamaño, con un manto de pliegues esquemáticos que cae de su brazo alzado. La destacamos por varias razones ya que el modo habitual de trabajar el escultor era la talla directa27 pero, a la vista de esa fotografía, se puede afirmar que para La Frontera hizo distintos modelos en arcilla y en diferentes tamaños; además el artista así lo explica en la aludida carta: «…como le dije, me había encariñado con la obra y llevo hechos varios estudios en distintos tamaños…». En una carta de los primeros días del 1935 dirigida a la corporación vallisoletana el artista comenta que tiene terminado el grupo escultórico en arcilla y solicita que la comisión encargada de revisar la marcha de los trabajos viaje a Madrid para poder dar comienzo al «sacado de puntos en la piedra»28. Por lo tanto, es evidente que, en este caso, no utilizó la técnica de la talla directa. Lo cierto es que la maqueta presentada al concurso era de escayola pues así lo dice el mismo autor en carta enviada el 7 de mayo al regidor don Mariano Escribano. Cabe preguntarse si ese modelo que se ve en la foto era el mismo boceto remitido al concurso, inclinándome a pensar que sí, pues se encuentra situado junto a la figura de tamaño natural como para pasarlo al modelo definitivo. Podrían corroborarlo varios datos más: el 28 de agosto de 1934, a los pocos días de 133 Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral Torso de la Matrona conservado en el Museo Nacional de Escultura. conocer que había sido elegido para realizar el monumento, escribe a su buen amigo García Quintana y le explica: «Estoy contentísimo y entusiasmado […] y a pesar de lo poco prometedor del boceto espero que esta obra sea una de mis mejoras cosas»29; en efecto, en la foto se aprecia que se trataba de un boceto muy esquemático, poco definido. Otro argumento que respalda esta idea se encuentra en el agradecimiento que expresa Barral a García Quintana, aquel 19 de septiembre, por proponerle la devolución del prototipo que había presentado a concurso: «Acepto y agradezco el ofrecimiento de la maqueta que efectivamente necesito. Aunque para hacer las cosas con seriedad le ruego que en cualquier lugar de la maqueta estampe el sello de esa Alcaldía y conve- nientemente embalada me la envíe lo más pronto posible […] En cuanto termine con ella se la devolveré nuevamente para que en su día sirva de control a las bases convenidas»30. Existe otra imagen muy significativa, en la que el autor aparece junto al monumento ya descubierto y ubicado en su emplazamiento urbano. Se observa en ella la plasticidad de los tres niños desnudos a la izquierda de la mujer, con sus brazos levantados agarrando la ropa de la matrona, al tiempo que hacen ademán de caminar, pudiéndose contemplar también un pequeño detalle que sólo se menciona en el proyecto presentado por el escultor al concurso: «en la mano, la madre lleva una hojita de oliva, símbolo de ésa paz, tan deseada por la Humanidad y a la cual se BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 134 invoca tan repetidamente por todos los pueblos»31. Asimismo, se intuye que el frente del basamento poseía una lápida rectangular en la que estarían cincelados los versos con los que se homenajeaba al poeta32 y la firma del escultor, como es habitual en casi toda su obra33. Sin embargo la forzada perspectiva con la que se fotografió el grupo escultórico y la mala calidad de la reproducción impiden confirmar tales suposiciones. En el conjunto se aprecia la solidez, la fuerza y el realismo habituales en la obra de Emiliano Barral34. Solidez en cuanto a que el artista es fiel a la materia en la que concibe el monumento: la piedra. Fuerza en cuanto al alma de la escultura; toda ella desprende esa rotundidez que caracteriza la escultura castellana de la primera mitad del siglo XX. Realismo por descubrir las formas femeninas captadas en el preciso instante del caminar de la mujer. Se trata de un conjunto de volúmenes cerrados y formas plenas, una escultura sobria y contenida que expresa el ímpetu interior de su creador. En palabras del escultor: «Yo huyo de todo efectismo engañoso y huero que de sensaciones del momento, en desdoro del verdadero arte. Yo persigo la línea, siento la forma, busco la carne… Camelos, no. Mis esculturas, mis hijas entrañables, salen a su padre: son tan francas como yo…»35. La figura femenina de La Frontera no poseía esa fuerza interior pero sí una rotundidad clara, dada en parte por las medidas y la materia. Claramente influenciada por la Victoria de Samotracia, que pudo ver en el Museo del Louvre en sus años adolescentes36, se aprecian también todas las características propias de sus obras de los años 30: eliminación de los detalles superfluos, planos levemente insinuados en los que parece que sólo cobra importancia el volumen y BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Ana M.ª Pérez Pérez formas un tanto abstractas y geométricas, todo ello en aras de conseguir la monumentalidad y el estatismo del conjunto, recogiendo así el testigo de los aires nuevos que venían de Europa en aquellos momentos. Tampoco puede obviarse que, con la encarnación en una matrona del amor fraternal y universal a cuya sombra se cobijan sus hijos, Barral se sentía influido por el denominado Realismo Soviético –muy relacionado también con sus propios ideales políticos–, tendencia artística que recupera el realismo para las formas y el idealismo en los contenidos, reflejado aquel por la túnica transparente que permite contemplar los pechos femeninos, y éste por la simbología de la maternidad. Aún contando con algunos elogios por parte de la prensa local37, el monumento pronto cayó en desgracia y fue motivo de burlas y escarnios por parte de algunas autoridades y ciudadanos. Sólo 16 días después de instalarse en la Plaza de la Libertad, el Ayuntamiento, en sesión de la Comisión de Gobierno convocada para tratar este asunto, solicitó diversas explicaciones al escultor y se mostró reticente a pagar al artista, alegando el señor Alcocer, en el pleno del día siguiente, que: «en el boceto, la figura de la matrona tenía levantado el brazo izquierdo y en el monumento es el brazo derecho. Es lógico que sea así. Y el grupo de niños figuraba en la maqueta al lado derecho, y en el monumento aparece al lado izquierdo»38. Pero ¿porqué se aducen estos motivos después de haberse inaugurado el monumento? Es más, fue el señor Alcocer quien en enero de 1935 se trasladó a Madrid para comprobar los trabajos del escultor y dio por bueno lo que éste tenía hecho hasta esa fecha, a excepción de dos detalles: la altura de la Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral matrona y el grosor de una de las muñecas de la misma, pero en ningún caso hizo referencia a los cambios de ubicación de los niños o del brazo levantado. ¿Modificó el artista toda la obra en tan sólo tres meses? No es probable, entonces ¿qué es lo que había sucedido en tan poco tiempo? Sin duda, las causas de la devaluación del monumento hay que encontrarlas, más que en motivos de índole estético, en el convulso momento político que se vivía y, en especial, a la afiliación izquierdista del artista. El alcalde de la ciudad escribió a Barral instándole a que «sustituya el monumento por una alegoría directa de Leopoldo Cano, que pudiera ser un busto»39 y en esta carta se encuentra la clave del porqué había caído en desgracia el monumento. El regidor le dice que, aun estando de acuerdo con las explicaciones que dio a la Comisión de Gobierno en 25 de abril, había recibido un escrito de la Comisión de Monumentos pidiendo a la Corporación la retirada del grupo escultórico: «esta Comisión Provincial de Monumentos40, haciéndose interprete calificado del sentir general, ha visto con desagrado el monumento […] rogándole (al Ayuntamiento) una decisión en armonía con el decoro artístico de la Ciudad, cuna, hogar y taller de la gran escultura española de los siglos de oro»41. Y como desde el municipio se quería zanjar el asunto, se propuso al escultor que hiciese un sencillo busto, pues sería un modo honroso, a su entender, de solucionar este tema. En la dura contestación que remite al consistorio el 7 de mayo, Barral se niega a aceptar la propuesta42 e informa haber consultado a un abogado. Pero lo más destacable es la alusión directa que hace a su ideología política de izquierdas relacionándola con la petición formulada por la Comisión de Monu- 135 mentos: «Referente a la comunicación enviada a ese Ayuntamiento por la Comisión Provincial de Monumentos Artísticos e Históricos, ni me ha sorprendido ni indignado, pues es un poco sospechoso que el celo artístico de dicha comisión haya permanecido indiferente ante la estatua de Zorrilla43 (por no citar más que una) y haya despertado ante la de un escultor socialista…»44. De vital importancia fueron los cambios políticos acaecidos en Valladolid durante el año que transcurre desde que se convoca el concurso hasta que inauguran el monumento. La corporación que decidió encargarle el grupo era de clara mayoría socialista con Antonio García Quintana a la cabeza; sin embargo, el Gobernador Civil del momento, don Alonso Velarde Blanco del Partido Republicano Radical45 suspendió al regidor de su cargo el 5 de octubre de 1934, constituyéndose nuevo Ayuntamiento seis días más tarde. El nuevo alcalde, Mariano Escribano Álvarez, afín a los ideales políticos del gobernador, sería quien inaugurase el monumento el 9 de abril de 1935. Las complicaciones entre el Consistorio y el artista prosiguieron debido a la propuesta de sustituir el grupo escultórico por un busto del homenajeado. Mientras el escultor pretendía cobrar lo que le adeudaba el Ayuntamiento por su trabajo, es decir, las 9.000 pesetas que aún no había cobrado, éste se afanaba para que el artista aceptase el traslado de su monumento al Campo Grande. Por entonces, el monumento estaba protegido por unas lonas y una valla46. El acuerdo se produjo el 22 de junio, de manera extraoficial, entre el nuevo regidor, don Ángel Chamorro47 y el escultor48, proponiendo los letrados consistoriales, el 5 de julio, el siguiente acuerdo: Trasladar el monumento «por cuenta del Ayuntamiento BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 136 al Campo Grande, donde será colocado entre follaje en el lugar que se determine, para ser después pulido por el escultor Sr. Barral antes del 10 de septiembre, habiéndose de realizar el traslado bajo la dirección del escultor…»49. A tres días del límite fijado para el traslado, el escultor comunicó al Consistorio que necesitaba una prórroga, pues no podía ausentarse de Madrid al prohibírselo los médicos por sufrir de agotamiento nervioso50. Ante ello, el Ayuntamiento en sesión de 13 de septiembre decidió rescindirle el contrato, desmontar el monumento y trasladarlo a un lugar apartado de la vista de los ciudadanos51. El grupo quedó desmontado el 15 de octubre52 y el grupo se almacenó en el Matadero Viejo53. Gracias a García Quintana, elegido de nuevo alcalde de la ciudad54, se retomó en mayo de 1936 el asunto del «monumento ejecutado por el Sr. Barral a la memoria de Leopoldo Cano…»55. En el acta de aquella sesión municipal se lee: «No cabe duda que el monumento de referencia tiene un positivo valor hoy sin provecho, y la comisión de gobierno ha creído un deber ocuparse del asunto y, previa consideración, propone como solución más conveniente se emplace el monumento en los jardines que existen delante del Hospicio Provincial (hoy, Plaza de la Trinidad), ya que el tema tratado de la obra escultórica tiene adecuada cabida en aquel lugar de amparo y protección del niño». ¿Cómo es que en menos de un año, una obra pasó de ser denostada y ocultada a los ciudadanos a tener un valor destacable? ¿Por qué el nuevo regidor se ocupa de un asunto que estaba ya zanjado? Hay dos respuestas evidentes a estos interrogantes. Por un lado, no hay que olvidar la amistad de García Quintana con el escultor; y por otro, BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Ana M.ª Pérez Pérez el ambiente político de Valladolid, y de España, en general, estaba en constante cambio; eran los momentos previos al estallido de la Guerra, por lo que las tensiones de todo tipo se hallaban en su punto más álgido. El regidor consiguió que Barral aceptase el nuevo emplazamiento y el artista acudió otra vez a la ciudad para efectuar algunas modificaciones en el grupo como colocar un brazo nuevo a la figura femenina por haber sido destruida su mano56. Finalmente, en julio de 1936 se instaló en la actual Plaza de la Trinidad. El subsiguiente estallido de la Guerra Civil provocó su derribo y destrucción. Y aunque no se tiene constancia del momento exacto en que el grupo escultórico desapareció de esa plaza pública57 su historia se ha podido esclarecer demostrándose que la inquina que provocó su pérdida se basó en la ideología política de los gobernantes que decidieron su realización coincidente con la del propio autor. NOTAS 1 Archivo Municipal de Valladolid (en adelante AMVA), Libros de actas de sesiones del pleno, 183-0, ff. 378-379. 2 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 223-0, ff. 195-196. 3 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 223-0, ff. 200-201. 4 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 223-0, f. 216-127. 5 AMVA, Caja 758-9, f. 12. 6 AMVA, Caja 758-9, f. 36. 7 AMVA, Caja 758-9, f. 18. 8 AMVA, Caja 758-9, f. 31. 9 AMVA, Caja 758-9, f. 39. 10 José Luis MARTÍN, La escultura segoviana. Segovia, 1992, pp. 116-120. José Luis PUERTO, «Emiliano Barral: hacia una contemporaneidad imposible», Biblioteca 22. Estudio e Investigación. 2007, pp. 151-184; Juan Manuel SANTAMARÍA LÓPEZ, Emiliano Barral. Colección Villalar, n.º 6. Salamanca, 1986, pp. 47-56. 11 AMVA, Caja 758-9, f. 24. Entre el arte y la política: «La Frontera» de Emiliano Barral AMVA, Caja 758-9, f. 25. Cheché especifica en su propuesta que el tamaño definitivo será de 5 metros de altura, pero que puede ser ampliable con modificación en el presupuesto. 14 AMVA, Caja 758-9, f. 40. 15 No olvidemos que Emiliano Barral, dos años antes, había realizado para la ciudad el monumento a Gaspar Núñez de Arce, que había sido muy alabado, además de múltiples grupos escultóricos repartidos por toda España. 16 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 223-0, f. 384. 17 AMVA, Caja 758-9, f. 6.3Aunque no hemos encontrado documentación que lo justifique, sabemos que existió una relación entre García Quintana y Barral al menos desde el año 32. Desconocemos el alcance de dicha amistad que presuponemos estrecha, bien por la cercanía en la ideología política de ambos, bien por las amables palabras en esa misiva y en otras sucesivas, o bien por delegar en el regidor de la ciudad para el contacto con los canteros de Valladolid para la realización del pedestal del monumento, pues el escultor prefiere que se haga en Valladolid tal y como explica en esa carta 18 AMVA, Caja 758-9, f. 51. 19 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 224-0, ff. 141-142. 20 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 224-0, ff. 198. Aun con esta precaución, sabemos que, una vez inaugurado el grupo escultórico, éste aparece lleno de «chafarrinones», según publica El Norte de Castilla (en adelante ENC) el 7 de mayo de 1935. 21 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 224-0, ff. 285-286. 22 ENC, 2 de abril de 1935. 23 ENC, 2 de abril de 1935: «…al tratar de bajar del camión el trozo que constituye la parte inferior del grupo escultórico falló un tablón, y aquel cayó violentamente a tierra, dando un fuerte golpe al Sr. Barral, que resultó ligeramente herido». 24 ABC (Madrid), 10 de abril de 1935. ENC, 9 y 10 de abril de 1935. M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL HOYO, Desarrollo urbano y proceso histórico del Campo Grande de Valladolid. Valladolid, 1981, pp. 483-485. José Luis CANO GARDOQUI, La escultura pública en la ciudad de Valladolid, Valladolid, 2000, pp. 75-78. 25 Jesús URREA, «La escultura de 1900 a 1936», en Pintura y escultura en Valladolid en el siglo XX (19001936). Valladolid, 1988, s/p; Juan Manuel SANTAMARÍA, Exposición Homenaje a Emiliano Barral, Segovia, 1985, p. 53. Juan Manuel SANTAMARÍA, Emiliano Barral, Salamanca, 1986, p. 141. 26 AMVA, Caja 758-9, f. 74. 12 13 137 27 En realidad Barral es un cantero reconvertido a escultor, debido a que proviene de una familia de canteros y a que gran parte de su obra está realizada por medio de la talla directa, algo perfectamente visible en alguna de sus esculturas, por ejemplo la serie de Osos Polares que hizo para el XI Salón de Otoño de 1931. 28 AMVA, Caja 758-9, f. 77. 29 AMVA, Caja 758-9, f. 63. 30 AMVA, Caja 758-9, ff. 65-66. 31 AMVA, Caja 758-9, f. 25. 32 En su propuesta el autor explica que prefiere cincelar los versos que, según él, son la idea principal del poema: «¡Cuán absurda y caprichosa/es la pretensión humana!/¿Dejará de ser hermana/una rosa de otra rosa?», y no las propias de todo homenaje, haciendo alusión al agasajado. 33 El listado de las esculturas firmadas por Barral es muy largo. Desde bustos, como el de Antonio Machado (1920) o el de Javier de Winthoysen (1926), pasando por monumentos como el dedicado a Daniel Zuloaga (1924) o figuras exentas como la Maternidad (1928). SANTAMARÍA, Ob. cit., pp. 65-113. 34 Josefina ALIX TRUEBA, Escultura española 1900–1936, Madrid, 1985, pp. 223-224; SANTAMARÍA, Ob. cit., pp. 63-113. Juan Manuel SANTAMARÍA, Ob. cit., 49-105. Juan Manuel SANTAMARÍA LÓPEZ, «El escultor Emiliano Barral en el centenario de su nacimiento». Estudios Segovianos, tomo 38, n.º 95, 1997, pp. 297327. 35 El Adelantado de Segovia, 28 de julio de 1919. 36 Juan Manuel SANTAMARÍA LÓPEZ, Ob. cit., p. 18. 37 Carlos Rodríguez Díaz (periodista y, posteriormente miembro de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción) publicó en ENC, dos días antes de la inauguración, una crónica en la que, aún alabando el trabajo del escultor, afirma que el poema elegido para el homenaje no es representativo del dramaturgo y que no se presta a una buena representación plástica. Tampoco es de su agrado el lugar designado para la ubicación del monumento, y aduce un motivo que ninguno de los expertos consultados tuvo en cuenta: la orientación con respecto al sol, pues la luz dará de lleno en la parte posterior del monumento ya que carece de fondo arquitectónico, por lo que no se podrá apreciar toda la belleza de las figuras. 38 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 224-0, f. 326. 39 AMVA, Caja 758-9, f. 95. 40 La Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Valladolid en esos momentos estaba compuesta por don Alonso Velarde Blanco como Presidente Honorario por ser el Gobernador Civil de la Provincia; don Cayetano de Mergelina Luna, don BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 138 Francisco Antón Casaseca, presidente y vicepresidente respectivamente; don Julián María Rubio Esteban como conservador y don Saturnino Rivera Manescau ejerciendo de secretario. Como vocales académicos correspondientes: don Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, don Narciso Alonso Cortés, don Mariano Alcocer Martínez, don Alfredo Basanta de la Riva, el ya nombrado don Juan Agapito y Revilla así como el conservador y el secretario. Muchas de estas figuras jugaban un papel político importante por los cargos que ocupaban. Tal es el caso del presidente honorario perteneciente a la Derecha Liberal Republicana o el caso de Remigio Gandásegui, arzobispo de Valladolid. 41 AMVA, Caja 758-9, ff. 94-95. 42 AMVA, Caja 758-9, ff. 96-97. 43 Es posible que Barral se refiriera a los cambios hechos, en 1929, en el monumento a Zorrilla con motivo de las obras de su plaza: Se desplazó varios metros y en su pedestal se añadió un zócalo adornado con mascarones que servían de caños a dos fuentes adosadas a la base, todo bajo las órdenes del arquitecto Juan Agapito y Revilla. 44 La militancia en la izquierda de Emiliano Barral era abiertamente conocida. Fue uno de los miembros más activos de las Milicias Segovianas una vez comenzada la Guerra Civil, hasta el punto que murió en el frente de Usera, defendiendo Madrid el 21 de noviembre de 1936. SANTAMARÍA LÓPEZ, Ob. cit., p. 14. 45 De actitudes conservadoras, fueron colaboradores de la derecha monárquica y confesional. 46 ENC, 7 mayo de 1935 y AMVA, Caja 758-9, f. 100. 47 Ángel Chamorro Sanz, también del Partido Republicano Radical, fue nombrado alcalde el 8 de junio de 1935, sólo dos meses después del homenaje al escritor. 48 AMVA, Caja 758-9, ff. 101. 49 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 225-0, f. 9. 50 AMVA, Caja 758-9, f. 119. BRAC, 47, 2012, pp. 125-138, ISSN: 1132-0788 Ana M.ª Pérez Pérez 51 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 225-0, f. 105. 52 ENC, 16 octubre de 1935: «Ayer, los obreros municipales comenzaron a desmontar el monumento a Leopoldo Cano. Ya ha sido quitada del pedestal la lamentable estatua, que será retirada a los almacenes municipales. Inmediatamente será desmontado también el pedestal (…) Las operaciones de desmonte del monumento han sido presenciadas por el público con verdadera complacencia, pues se deseaba vivamente la desaparición del antiestético armatoste». 53 Se trata del que en esos momentos era conocido como Matadero Viejo, situado en el Prado de la Magdalena, pues el nuevo se inauguró, después de solventarse graves problemas de financiación desde el año 1926, al final del Paseo de Zorrilla (actual sede de LAVA) el 11de julio de1935. 54 Fue nombrado alcalde en febrero de 1936 al ganar el Frente Popular las elecciones municipales. 55 AMVA, Libros de actas de sesiones del pleno, 226-0, f. 99. 56 Jesús URREA, La escultura en Valladolid de 1800 a 1936. Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. Valladolid, 1980, p. 21. El grupo escultórico sufrió toda clase de escarnios durante el tiempo que estuvo expuesta en la Plaza de la Libertad: pintadas y agresiones de las que da cuenta la prensa. Véase nota 50. 57 Escultura del Siglo XX del Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 1987, pp. 8-9. (Cat. Exp. 5111/1984/2/23, Museo Nacional de Escultura). A principios de los años 80 se identificó una parte del monumento, en concreto el torso de la matrona, en dependencias interiores del Santuario de Nuestra Señora del Carmen Extramuros, junto al Cementero municipal y la Junta Directiva de esa Devoción lo entregó al Museo Nacional de Escultura. Instalado primero (sábado 28 de julio de 1984) en el patio de acceso a la Capilla del museo, después de diversas peripecias se colocó en 2000 en el jardín del Colegio de San Gregorio, junto a una arquería procedente del denominado Palacio de las Aldabas. BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 OTEIZA EN VALLADOLID Fernando Zaparaín y Jorge Ramos Escuela de Arquitectura de Valladolid RESUMEN: Se analizan las esculturas de Jorge Oteiza situadas en Valladolid, y la relación que tienen con sus emplazamientos. Son dos obras colocadas en los Dominicos de Arcas Reales (1953-54); una copia de “Macla de dos cuboides abiertos” (1973), junto al templo de San Agustín y otra, “Retrato de un gudari armado llamado Odiseo” (1975), ubicada en la Fundación Segundo y Santiago Montes, que representan los tres procedimientos básicos del trabajo de Oteiza. PALABRAS CLAVE: Oteiza. Escultura. Valladolid. OTEIZA IN VALLADOLID ABSTRACT: This paper analyzes the sculptures of Jorge Oteiza located in Valladolid and the relationship that they have with their sites. They are two works placed on Dominicos de Arcas Reales (1953-1954), a copy of “Macla de dos cuboides abiertos” (1973), close to the church of San Agustín, and another copy of “Retrato de un gudari armado llamado Odiseo” (1975) located in the Fundación Segundo y Santiago Montes. They represent the three basic procedures of Oteiza’s work. KEY WORDS: Oteiza. Sculpture. Valladolid Este trabajo analiza varias esculturas de Oteiza presentes en espacios urbanos de Valladolid, y la relación que tienen con esos emplazamientos. Cronológicamente, las primeras son Santo Domingo portando una estrella y Visitaciones y aparición de la Virgen a Santo Domingo (1953-54) y están colocadas sobre el ábside y la entrada de la iglesia del colegio de los Dominicos en Arcas Reales. Otra es una copia de Macla de dos cuboides abiertos (1973) y está situada en el parque arqueológico anejo a la iglesia de San Agustín. La última es otra copia de Retrato de un gudari armado llamado Odiseo (1975) y se ubica en el jardín de acceso a la Fundación Segundo y Santiago Montes. Solo la primera está pensada expresamente para el lugar de Valladolid donde se colocó, mientras las otras han acabado aquí circunstancialmente. Pero, en conjunto, representan tres etapas diferenciadas del trabajo de Oteiza y, lo que es más ilustrativo, sus tres maneras básicas de construir esculturas: modelar, tallar y plegar1. A través de estos ejemplos cercanos, se intenta reflexionar sobre la forma de trabajar del escultor y también sobre la relación de estas obras de arte con sus entornos, aún sabiendo que Oteiza habitualmente no pensaba en la escala pública. LAS ESCULTURAS DE LOS DOMINICOS DE ARCAS REALES (1953-54): MODELAR Oteiza recibe el encargo de una estatuaria para los Dominicos de Arcas Reales de 140 Aparición de la Virgen a Santo Domingo, 1954. Foto Archivo Fundación Jorge Oteiza Reg. 11.704. Valladolid, de Miguel Fisac, después de haber colaborado con otros arquitectos como Oíza y Romaní en Arántzazu y en el proyecto de una Capilla en el Camino de Santiago. El edificio de Fisac fue premiado en el Concurso de Arquitectura religiosa de Viena. Para él, Oteiza realiza varios bocetos de temas diversos, como Elías en su carro de fuego, una escuadrilla de ángeles, un reloj de sol con la figura de Jesús resucitando a Lázaro, Aparición de la Virgen a Santo Domingo y Santo Domingo portando una estrella, ejecutada finalmente en aluminio. De todas ellas, solo fueron aceptadas y colocadas las dos últimas. Estas esculturas pertenecen a un momento clave en la trayectoria de Oteiza. Son contemporáneas de su conocido Apostolado BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos para la fachada de Arántzazu, cuando desde la figuración, empezaba a explorar categorías abstractas. Proceden de originales en pasta y evidencian el proceso de modelado, sobre todo por excavación de la masa. Aquí se aprecia el buen entendimiento entre arquitecto y escultor, especialmente en el caso de Santo Domingo portando una estrella, concebida como prolongación del ábside ligeramente convexo de la iglesia. Este remate de la nave es una pantalla muy alta y delgada, tensada hacia el horizonte, como una vela o una proa que abre camino hacia el infinito a todas las demás edificaciones. La pieza viene a coronar ese muro como una mancha orgánica en contrapunto con la superficie pulida y blanca de la piedra caliza. Todo el conjunto se focaliza hacia este vértice. Los distintos cuerpos del colegio confluyen axialmente en la capilla como si esta tirase de la actividad de la institución y a su vez fuera orientada por Santo Domingo, el fundador, que muy significativamente muestra a todos una estrella elevada a la que tienen que aspirar. Aunque tanto el lenguaje arquitectónico como el escultórico son avanzados (y más en la España de los años 50), estamos ante un programa iconográfico bastante habitual. Lo interesante aquí es cómo Fisac va renunciando a la jerarquía clásica por simetría axial, en la que él se había iniciado y que todavía era reivindicada entonces en nuestro país por el nacionalismo arquitectónico. Por influencia nórdica empieza a manejar con soltura la yuxtaposición moderna de la composición por partes, que distribuye el programa, incluso simbólicamente, pero respeta la autonomía de cada elemento. A esa relación ordenada de objetos independientes se incorporan las piezas de Oteiza, aportando como singularidad lo orgánico frente a las superficies geométricas y lisas de la arquitectura. 141 Oteiza en Valladolid Pero las esculturas son un elemento más en esa yuxtaposición. No están sometidas al marco arquitectónico, como si este las alojase en sus nichos y órdenes, para decorarlos, según preconizaba el sistema clásico. Son objetos autónomos que han renunciado a la peana y al marco que antes les proporcionaba la arquitectura. Tienen significado propio y se ordenan con sus leyes. La manera de relacionarse con el edificio no es por subordinación sino por contraste y contigüidad entre iguales. En esta arquitectura, vinculada a la vanguardia moderna, se ha optado por el muro arquitectónico en sí mismo, sin huecos, hecho de un único material, ladrillo o piedra, que no necesita estructurarse con las pilastras e impostas de los órdenes clásicos. A ese carácter abstracto responden las esculturas silueteándose como objetos contra el muro, según las leyes gestálticas del fondo-figura, por simple contraste de materiales y forma. De esa manera parecen flotar, algo muy apropiado para personajes e historias que pertenecen al ámbito celestial. En lo escultórico, conviene destacar que estas obras de los Dominicos de Arcas Reales, empiezan a manifestar uno de los conceptos que mejor caracterizará la obra de Oteiza, el llamado vacío activo. Aunque están dentro del terreno figurativo y todavía no utilizan el sistema de las unidades Malevich, que gobernará toda su abstracción, se alejan en muchos aspectos del realismo tradicional. Como se ha adelantado más arriba, el sistema de modelado sirve aquí para que las partes sustraídas sean las más significantes. En concreto, los ojos del Santo Domingo y de la Visitación, se sustituyen por una sola cavidad polifémica, que agudiza simbólicamente la profundidad de una mirada que ya no pretende sobresalir, sino volcarse hacia la interioridad espiritual. Por cierto, que según Fisac, este ojo único le Fachada de la Basílica de Arántzazu. llevo a ordenar la colocación de las esculturas a horas muy tempranas de la mañana, para que los frailes no fueran demasiado conscientes de la transgresión que suponían respecto a la iconografía tradicional. Otro punto donde este vacío se hace más elocuente que la masa es en la separación entre Santo Domingo y la pared curvada del ábside. La figura no se separa limpiamente de la piedra, sino que con su espalda hace un arco cerrado respecto a la fachada, concentrando toda la tensión en ese hueco delimitado entre el soporte y la pieza, que ejemplariza el esfuerzo por desprenderse de lo terreno y saltar hacia lo trascendente. También la hendidura que hay entre la Virgen y Santo Domingo está destinada a teñirse de sombra, marcando las diferencias entre el santo y la aparición, lo humano y lo divino. Además, el resto de los cuerpos se trabajan suprimiendo zonas para dotarles de expresión. BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 142 Vista del ábside Iglesia del Colegio de los PP. Dominicos de Valladolid. Foto Archivo Fundación Jorge Oteiza Reg. 19.293. En la investigación espacial que Oteiza realiza sobre estas esculturas y mediante las diferentes operaciones ejecutadas sobre la superficie de las piezas, se caracteriza un espacio entendido como hueco sobre la materia. Gracias al aplastamiento de la masa escultórica se consigue configurar un hoyo abierto al espacio circundante. Estamos ante el trabajo del ceramista2, en el que se modela actuando sobre la superficie del volumen como espacio continuo, consiguiendo definir nuevas topografías que son percibidas desde el exterior en una sucesión de ámbitos cóncavos y convexos. Esta acción de modelar o ahuecar la superficie de la pieza permite mantener una continuidad de la piel del objeto y de ella se pueden deducir dos categorías o modos de entender el espacio así construido. BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos Por un lado el objeto como forma sólida, masiva, sobre el que se han comenzado a practicar ahuecamientos pero sin llegar a su total perforación y que sirven como primeras experiencias para lograr romper con el concepto tradicional de la escultura entendida como bloque masivo. Por otro lado, el objeto entendido como un nuevo recinto o lugar de protección, simbolizado por el hueco practicado que construye un espacio como sitio desocupado, y que tendrá al cromlech neolítico como referente y justificación en la búsqueda plástica del artista vasco. Uno de los juegos que más le gustaba realizar a Oteiza de niño, y que usaría posteriormente como referencia, era aprovechar los cráteres que hacían los carros que se llevaban la arena de la playa para ocultarse en ellos y desde allí ver tan sólo el cielo recortado por el círculo que el hoyo dibujaba sobre su cabeza3. El aplastamiento, real o teórico, de la materia escultórica, hace que la masa se despliegue hacia los laterales del punto de acción, creando un espacio cóncavo abierto hacia el espacio exterior, al que le sigue un espacio convexo que forma el bulto de la estatua. Se produce así un diálogo de formas positivas, abiertas al espacio, y negativas, cerradas a la forma. En definitiva, al modelar, Oteiza está trabajando desde el exterior del objeto, tratando a este como una superficie continua que se ve atacada en determinados puntos para excavar huecos cóncavos, hoyos que actuarán como recintos para el nuevo espacio creado, y que se verán activados por la acción de la luz y la sombra. Estos ensayos de aplastamiento del volumen le llevarán a su concepción del desarrollo hiperespacial, como cuarta dimensión de la escultura, expresada mediante la figura del hiperboloide, que supondrá el paso de la estatua-masa a la estatua-energía o transestatua, como fue denominada en sus escritos teóricos. 143 Oteiza en Valladolid «Parecerá que rechazo como ilegítimo el sistema contrario, el de la división de la masa, y así es. El paralelismo entre este enfoque para la liberación espacial de la energía estética y el de la liberación de energía en la Física Nuclear, parecerá también evidente. Lo es y aún con anticipación en el terreno artístico. (Hemos ya olvidado aquellos años en que la figura en el arte parecería caprichosamente engordar, exagerar su pesadez: se estaba configurando un verdadero isótopo de la estatua griega –la transestatua–, que permitiría volar su núcleo por perforación –creación del vacío por fisión del cuerpo tradicional pesado– y que la obra monumental de Moore, destacándose oportunamente, popularizó. En la grandeza de ese expresionismo actual no está, sin embargo, la nueva estatua. Una estatua nueva no es la alteración de una anterior. El expresionismo es una prolongación pero no un nacimiento. Nace la Estatua por una forma nueva y necesaria de pensar el Espacio. Y antes que la idea misma de algo nuevo que la estatua pueda traducir, la Estatua es algo, por sí mismo, capaz especialmente de ser. De nada sirve que el escultor trabaje –el ingenio y el capricho del escultor–, es preciso que la escultura sea, con su primera, actual y más desnuda objetividad»4. El hueco abierto en la concavidad de la materia será para Oteiza la representación del espacio como elemento estructural de la escultura, y por tanto será este el recurso formal que le permita intensificar la relación entre la masa y el espacio. La materia se verá accionada por el espacio circundante, que conseguirá penetrar en la materia sólida, pero sin traspasarla aún completamente. En definitiva, estos canales abiertos sobre la escultura servirán a Oteiza como estrategia formal para construir muchas de sus obras figurativas. Dos volúmenes cilíndricos se abren al exterior por un espacio cóncavo Santo Domingo Portando una Estrella, 1953. Aluminio. intermedio, transformándose en hiperboloides, que se unen originando una masa desocupada y receptiva5. Ese espacio cóncavo será el que destaque frente a la masa resultante, por lo que no es de extrañar la atención por parte del escultor vasco hacia estas aperturas en relación al resto de la figura, en la que se va perdiendo la representación de sus partes en un proceso claro hacia la abstracción geométrica. MACLA DE DOS CUBOIDES ABIERTOS (1973): TALLAR Los juegos de aperturas iniciados en los cuboides Malevich en los años 1956 y 1957 se irán complicando cada vez más dando lugar a composiciones de gran riqueza expresiva y dinamismo, como consecuencia de los diferentes modos de seccionar la pie- BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 144 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos Maquetas preparatorias de la serie Laboratorio de Maclas, 1972-74. Madera, cera y yeso. dra. Es sabido que el escultor daba mayor importancia al vacío generado por su acción que al objeto final obtenido. La combinación de cuboides en la serie escultórica de las maclas ya evidenciaba esta búsqueda. Aunque Oteiza abrió demasiadas opciones, debido a las múltiples variantes según el número de elementos usados, el tipo de apertura o el modo de combinación: binaria, ternaria, disyuntiva, conjuntiva, divergente, convergente, por fisión o fusión. Esta serie de las maclas resume muchos de los contrastes que observamos en la obra de Oteiza. Con un repertorio mínimo de unidades, se logra una rica variedad de resultados con efectos orgánicos y espaciales distintos, así como sensaciones diferentes en el espectador. Y todo ello sin que las obras pierdan su aire de familia y un mismo carácter monumental que las relaciona con BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 el lenguaje arquitectónico. Son obras resultado de la unión de diferentes partes, que si bien forman una unidad, nunca pierden el carácter fragmentario que las constituye, ya que las relaciones entre las partes no son estables o simétricas sino dinámicas e inestables, de modo que la obra actúa como un eje o matriz que genera actividad espacial y zonas desocupadas en su entorno6. Del análisis de estas maclas debemos destacar dos aspectos. Por un lado lo relativo a su condición esencialmente sólida, tanto de los cuboides previos a la fusión, como de la pieza final una vez realizada la combinación. Sin embargo su densidad masiva no es sólo sinónimo de concentración espacial, sino que la naturaleza abierta de sus elementos les dota de una gran expansividad hacia el espacio que circundante, tal como había ensayado 145 Oteiza en Valladolid varios años antes en los hiperboloides, siguiendo su idea de transestatua. El segundo aspecto a destacar es el estudio del modo de combinación de los elementos que constituyen una macla. Este término alude, en el lenguaje geológico, a la asociación de dos o más cristales gemelos orientados simétricamente respecto a un eje o un plano. Pero a diferencia de estos cristales, los cuboides Malevich se conjugan de forma asimétrica. Normalmente, varios planos rectos, orientados entre sí diagonalmente, se combinan a su vez con otros planos incurvados7. La observación detenida de estas obras permite identificar los cuboides iniciales, pero, como establece Txomin Badiola, lo particular de la macla es el aspecto de unión inseparable. La fusión de varios elementos produce la sensación de una alta concentración de energía, proporcional a la que se necesitaría para separarlos8. Por todo lo dicho, se deduce que en las maclas funcionan dos tipos de energías contrapuestas: la externa, que moldea al sólido, y la interna, consecuencia de la fusión de elementos. Esta característica produce una gran tensión dinámica que, como sabemos, Oteiza traduce en expresividad, una característica que pretendía apagar. Frente al dinamismo del conjunto, las maclas presentan una estabilidad derivada de su posición sobre el plano del suelo. Estas obras tienen una asimetría vertical jerárquica, al establecerse claramente que una de sus caras es la base de apoyo, mientras las otras se abren al espacio circundante. Desde una perspectiva gravitatoria, estas esculturas se aproximan a las relaciones volumétricas propias del lenguaje arquitectónico, que define una cota cero como lugar de contacto entre la edificación y el suelo. Por esta característica, así como por cuestiones más evidentes, como la percepción gestáltica centrada en aspectos formales, no debe Boceto para hiperboloide manzana/energía, 1950. Lápiz, 21 x 31,2 cm. extrañarnos que Oteiza escogiera alguna de las esculturas de estas series para vincularlas a proyectos de arquitectura. Por otro lado, estas maclas de cuboides se realizan mediante el tallado. La eliminación y perforación por medio del corte sobre el objeto permite al espacio circundante traspasar y romper el volumen masivo, creando flujos de energía a través de él. Después de los aplastamientos del volumen analizados anteriormente, y por influencia de Moore9, Oteiza decide cortar y perforar completamente la masa, buscando siempre la desocupación espacial propia de la estatua-energía. Utilizaremos otro recuerdo de la infancia de Oteiza para desentrañar los objetivos estéticos de este tipo de acción sobre la forma material. Además de mirar al cielo desde dentro de los agujeros de la playa, encontraba otra gran felicidad infantil cuando paseaba con su abuelo por una cantera de piedra arenisca de Zarauz. Allí, nos cuenta, «elegía unos pequeños bloques y los perforaba». La activación estética de ese pedazo de piedra procedía de una doble acción sobre ella. Por un lado, el hecho mismo de la perforación de la masa, eliminando materia de un extremo a otro, y por otro, la actuación estética consistente en mirar a través del hueco producido. Tal como BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 146 Macla de dos cuboides abiertos, 1973. Mármol. Situada junto a la iglesia de San Agustín, Valladolid. Oteiza recuerda: «Mi descanso, mi seguridad, era mirar por el agujero y localizar un pequeño mundo para mi»10. Se trata de penetrar en el objeto, a veces sin conseguir atravesarlo completamente. Ya no será suficiente con el modelado para concebir la obra, y se deriva hacia la necesidad de aplicar un corte o incisión, procesos propios del trabajo tradicional de tallado. En este proceso será necesario valorar el peso, la densidad, y en definitiva la sección que se ha de atravesar. No será lo mismo abrir un hueco sobre una superficie sin apenas espesor, o con un espesor virtual, tal como sucede en los relieves murales, que abrirse camino a través de una masa compacta con el objetivo de comunicar o abrir sus extremos opuestos. Debemos analizar la obra como entidad unitaria con características volumétricas cerradas en sí mismas, cuyas cualidades formales primarán sobre las espaciales. Destacarán, por tanto, categorías como la solidez, el peso o la densidad, frente a otras más vinculadas a la percepción espacial. A pesar de ello, para el modo en que percibimos el objeto material es esencial su forma material, la cual viene determinada por sus límites. Para su ensayo plástico de liberación BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos de la energía espacial, Oteiza ya no partirá ni siquiera de la perforación de la masa, sino de lo que denomina como «rompimiento de la neutralidad del espacio libre a favor de la estatua». Mediante esta operación, la masa se ve intervenida por la energía que la envuelve consiguiéndose que nazca «la estatua por una forma nueva y necesaria de pensar el espacio», como reflejan otras palabras del escultor: «Yo observo esta relación entre Masa de la estatua y E[spacio] libre: a más Masa, a más cantidad de escultura tocable, más impresión de escultura sorprendente, aparentemente poderosa, pero el E[spacio] libre más indiferente o ajeno a la estatua, más propiedad el sitio. Y al contrario: a escultura más modesta, e menor Masa, E[spacio] libre más activo»11. Una buena representación de esta transición desde la estatua-masa a la estatuaenergía como procedimiento generador, es el dibujo que hace Oteiza para explicar la capacidad receptiva del corazón sobrante de una manzana, que precisamente desde su contorno mordisqueado, remite al volumen esférico inicial, perdido pero todavía presente en su ausencia. Volviendo al ejemplar situado en Valladolid, la Macla de dos cuboides abiertos no fue pensada con las dimensiones y la situación que tiene en su emplazamiento junto a la iglesia de San Agustín, pero en cambio, ese entorno sí ha tenido en cuenta la pieza que iba a alojar. En primer lugar, Oteiza, como hemos visto, establecía para estas maclas un plano de apoyo muy concreto, que soportase el peso estructurando los movimientos. Desde él se levantarían los cuboides como brazos abiertos. A ello se ha respondido en lo arquitectónico con una base neutra y amplia, proporcional al tamaño de la escultura, que como fondo no interfiere en su lectura. Se forma una especie de plataforma plana, algo ele- Oteiza en Valladolid 147 vada sobre las aceras circundantes, y suficiente para crear un ámbito propio singularizado. La segregación del entorno se completa con un banco corrido en ángulo que focaliza las miradas de los espectadores hacia la obra aislada en el centro. Hacia el fondo, se diferencia esta zona de las ruinas y excavaciones circundantes con un talud de piedra. Por otra parte, las texturas rugosas y grises del pavimento contrastan bien con el carácter pulido de los cuboides y su color más oscuro. RETRATO DE UN GUDARI ARMADO LLAMADO ODISEO (1975): PLEGAR Esta escultura es una reproducción de la original, a escala algo mayor, y se ubica en el jardín delantero de acceso a la Fundación Segundo y Santiago Montes. Es un presente de Jorge Oteiza como memoria a la figura de Santiago Montes, amigo personal desde que coincidieran en la etapa de Arántzazu12. Es una obra que expresa muy bien el final de las investigaciones de Oteiza, su concepción de la escultura como hecho arquitectónico, que por lo tanto, se centra en construir un hueco interior habitable mediante superficies yuxtapuestas. Esas superficies son de chapa recortada y soldada en sus aristas, con el grosor estándar del propio material constructivo. No existen vestigios de la masa modelada de sus comienzos y ni siquiera se experimenta sobre el volumen como hacen las maclas volumétricas de los cuboides y tizas. Todo el esfuerzo se dedica a definir una envolvente que active y haga significante el vacío interior. Algo que se consigue con la operación de plegar, concebida como la transición de unas caras a otras siguiendo las ortogonales del triedro euclídeo. Para ello son de suma importancia los recortes a los que se someten los planos de ese triedro, y la selección precisa de las aristas más decisivas Retrato de un gudari armado llamado Odiseo, 1975. Chapa pintada. Jardín de acceso a la Fundación Segundo y Santiago Montes, Valladolid. para soportar el artefacto y definir un prisma virtual dinámico. El plegado garantiza la superposición y el silueteado de unas caras del cubo virtual sobre otras a través, precisamente, del vacío interior. Este último se llena de relaciones y sirve de puente entre los distintos planos plegados y recortados. Es un espacio diagonal y dinámico que fuga por las esquinas y bordes. Paradójicamente la escultura se reduce a composiciones bidimensionales porque las caras se ven como siluetas oscuras sobre el vacío espacial luminoso y blanco. La consecuencia de un vacío activo tan elocuente es que el espacio exterior se ve enmarcado a través de los recortes de las caras, y a través del espacio interior. Por eso Oteiza en sus fotografías intencionadas de estas piezas intenta proponer como deben exponerse. Se debe facilitar la mirada a través de ellas disponiéndolas contra contendedores neutros y luminosos como habitaciones vacías y blancas, o el cielo, que permitan ver sus siluetas negras sobre un fondo blanco. Circunstancialmente, los perímetros de la chapa enmarcarán una cara o un objeto. La disposición que tiene la escultura en el pequeño jardín previo a la Fundación de los hermanos Montes no facilita la forma de BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 148 Retrato de un gudari armado llamado Odiseo, 1975. Fotografía con texto de Jorge Oteiza. percepción para la que fue concebida. La pieza está sumergida en una abundante vegetación, que desde la calle casi la oculta13. Las hojas se acercan excesivamente a las caras de chapa e interfieren con ellas, de forma que a través de las aberturas solo se ve una masa confusa que acaba ocupando el vacío interior. No olvidemos que esta categoría de esculturas fue concebida por Oteiza a una escala pequeña, de forma que el espectador no pudiera entrar en el espacio que abrigan sino que se viera obligado a mirar a través de él, algo que aquí se ve muy dificultado. Esta escultura es consecuencia directa de Homenaje a Mallarmé de 1959, la tercera de las conclusiones experimentales de Oteiza. Es una evolución lógica de las cajas vacías de los años cincuenta, pero con una movilidad expresiva que en ellas había quedado apagada. El nuevo dinamismo se consigue al interponer un diedro formado por unidades Malevich entre el núcleo interior y el espacio exterior. Así se produce una reacción que BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos lleva a que las superficies de la pieza se abran o cierren fuera de la geometría del cubo original. En Retrato de un gudari llamado Odiseo, Oteiza procura estabilizar la expresividad de su tercera conclusión experimental mediante el cierre del puente circulatorio conector entre el exterior y el vacío interior: «Lo cerré con la plancha que ahora hace de escudo protector del espacio interior (en estas dos fotografías que tomé en el taller se puede observar perfectamente con su anatomía de hierro y luz, la estructura clarísima de la estatua que se me constituyó). Pues cuando tapé el hueco con la plancha fue como si hubiera tratado de asfixiar a un organismo vivo, la escultura se agitó y se levantó, se cerró y se abrió en todo su rededor. No tuve más que fijarme en lo que había sucedido y fijarlo, y lo fijé»14. El resultado será una estatua-tótem, hueca y receptiva, que vuelve a la conexión teórica establecida entre las cajas vacías y el cuadro de Malevich Cuadrado Blanco sobre Blanco. Desde el punto de vista estético, estas piezas constituyen para Oteiza la evolución tridimensional de la pintura de Malevich: «Emocionante y repentino momento en que queda en suspenso la expresión, en que aisladamente y accidentalmente se produce esa nada-cromlech en el alma fatigada del gran investigador del espacialismo cinético»15. Oteiza piensa que «para Malevich la presencia del cuadrado alude al infinito»16, de forma que su cuadrado blanco será expresión del vacío. En la escultura, esa referencia al vacío surge cuando se atraviesa con la mirada el núcleo espacialmente hueco de la caja, y se prolonga la percepción hasta el infinito: «El fondo de la caja recordará el Blanco sobre blanco de (para mí, pintura vacía) Malevich, así lo he querido»17. Oteiza en Valladolid En cuanto a su composición formal, todas estas obras se basan en una geometría esencialmente cúbica conseguida con chapas metálicas. Estas sufrirán cortes rectos según el módulo de la unidad Malevich, lográndose en cada una de sus caras una relación positivo-negativo o sólido-vacío, según nos fijemos en los límites visibles de la chapa o en el hueco vacío. Las maquetas con las que Oteiza experimenta esta serie expresan de un modo muy claro la relación entre el espacio lleno y el vacío. Para ello utiliza pequeños cubos de madera o de vidrio y dibuja sobre sus caras las formas que deben permanecer, manteniéndose presente aún el pedazo de superficie que se ha de eliminar. En estas maquetas, más que en las cajas definitivas, se comprueba mejor la relación geométrica entre área positiva y negativa, que permite adivinar fácilmente el sólido capaz generado por las caras mantenidas, pero también el sólido capaz del vacío desocupado. En cuanto a su naturaleza formal, las cajas vacías son recintos completamente estáticos en cualquiera de sus posiciones sobre el espacio, pero al mismo tiempo guardan en su interior una gran tensión espacial producto de la apertura de su corazón, virtualmente comprimido, hacia el espacio exterior. El dinamismo plástico se concentra en el vacío interior de la escultura. Al llegar a este punto, se consigue definitivamente aislar un espacio fuera de su condición temporal. El núcleo vacío constituye el verdadero material escultórico, caracterizado, por tanto, por la inmovilidad y concentración en sí mismo, así como por la apertura hacia el continuo espacial circundante18. Por último, siguiendo su objetivo de buscar una escultura liviana, Oteiza olvidará la materialidad del objeto, pasando a trabajar apenas con las cualidades geométricas y 149 matemáticas de la forma. De entre las relaciones dimensionales entre punto, línea, plano y volumen, el escultor elige las de estos dos últimos, para hacer construcciones basadas en procesos de plegado superficial. Con él consigue un recinto configurado como espacio materialmente vacío, pero relacionalmente lleno y receptivo a la activación del espectador. Oteiza se plantea el modo de densificar este espacio vacío conseguido. De qué manera hacerlo significante para los sentidos, o de qué forma controlarlo para que sea una construcción artística. En definitiva, de qué manera hacer presente su ausencia. Si tal como él lo entendía, el vacío necesita de lo lleno para existir, una de las posibilidades de hacerlo perceptible será ocuparlo virtualmente, trabajando desde la condensación de la materia o de la energía y haciendo posible su aprehensión consciente. La otra posibilidad será la inversa: usar la capacidad de limitar el espacio vacío con una piel sin entidad, prácticamente geométrica, que pueda generar un espacio de protección, una superficie plegada sobre sí misma, a la que es intrínseca la idea de captura del espacio, creando un lugar preparado para la vida, sea esta real o artística. El espacio así obtenido, nace de una complejización de su propia volumetría. Al desarrollarse, el pliegue consigue separar y unir el interior con el exterior de su superficie, densificando el espacio capturado mediante un nuevo sistema de relaciones que hace presente la materia vacía circundante. Los espacios internos y externos respecto al pliegue quedan así ligados, maclados en una novedosa unidad. La materia-pliegue se percibe como un nuevo objeto, quizás aún inmaterial ante nuestros ojos, pero compacto y masivo ante el espacio que lo ocupa. Espacio envuelto de espacio. Vacío presente en su ausencia. BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 150 NOTAS 1 Este texto nace de las experiencias desarrolladas en el taller de escultura contemporánea «Oteiza: modelar - tallar - plegar» realizado en colaboración con el Museo Nacional de Escultura dentro del programa de actividades Calle Museo «Calleesculturaactiva», llevado a cabo en Enero de 2013. El taller se encontraba adscrito al proyecto de I+D+I «Ensayos de restitución fotogramétrica de bajo coste mediante fotografía digital; aplicado al levantamiento de obras de Chillida y Oteiza», coordinado por el Departamento de Urbanismo y Expresión Gráfica de la Universidad de Valladolid, de cuyo grupo de investigación son miembros los autores del artículo. 2 Durante su etapa americana y a partir de los conocimientos de química de su periodo universitario, Oteiza se especializa en el trabajo de la cerámica, consiguiendo trabajos alrededor de su enseñanza o producción industrial, llegando a ser profesor en la Escuela Nacional de Cerámica de Buenos Aires en el año 1941. Véase Pilar MUÑOA, Oteiza, la vida como experimento, Irún, 2006, pp. 75-76. 3 Miguel PELAY, Oteiza, su vida, su obra, su pensamiento, su palabra, Bilbao, 1979, p. 63. 4 Jorge OTEIZA, Escultura de Oteiza. Catálogo. IV Bienal de Sao Paulo, 1957. Propósito Experimental, 1956-57, Madrid, 1957. 5 Soledad ÁLVAREZ, Jorge Oteiza, pasión y razón, San Sebastián, 2003, p. 104. 6 Jon ECHEVARRIA, La Finalidad del Arte. La obra y el pensamiento de Jorge Oteiza: arte, estética y religión, Tesis doctoral en la Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 2008, pp. 176-177. 7 Ibídem. p. 166 8 Citado en el Documental Oteiza 1908-2008, y sigo; escrito y dirigido por Alberto J. GORRITIBEREA y producido por Baleuko para la ETB. 9 Existe un paralelismo entre el modo de comprender las posibilidades estéticas del hueco entre Oteiza y Moore. Este último explica que sus esculturas nacieron de una revelación: «cuando hacemos un agujero en un sólido, la BRAC, 47, 2012, pp. 139-150, ISSN: 1132-0788 Fernando Zaparaín y Jorge Ramos unidad física y preceptiva del sólido se acentúa. Un día me sorprendido que algunos guijarros de los que suelo recoger en la playa tenían agujeros; a pesar de ello, el trozo de piedra no quedaba debilitado». Citado en Manuel PRADA, Arte y vacío. Sobre la configuración del vacío en el arte y la arquitectura, Buenos Aires, 2009, p. 22. Otra de las artistas que toman la idea de la perforación como elemento esencial en sus obras y en la que encontramos paralelismos formales con la obras oteizianas analizadas será Barbara Hepworth . Sobre la pieza Forma agujereada, de 1931 escribe: «En la Forma agujereada sentí el más intenso placer perforando la piedra para crear una forma y un espacio abstractos». Citado en Herbert READ, La escultura moderna, Barcelona, 1994, p. 194. 10 Miguel PELAY, Ob. cit., p. 63. 11 Jorge OTEIZA, Archivo Fundación Museo Jorge Oteiza (en adelante AFMJO) Reg. 16.560. 12 Marcada en la escultura puede verse la inscripción «A Santiago Montes con el profundo afecto de OTEIZA». Ejemplo de su amistad es el prólogo que escribe Jorge Oteiza en el año 1962 titulado «Poeta en Burgos» para el libro de poesía del polifacético artista vallisoletano «A orillas del gran silencio». 13 La ubicación concreta dentro del jardín, así como la forma y tamaño de la base en donde debía ser instalada fue decisión de Jorge Oteiza. Para ello se facilitó al escultor una sucesión de fotografías que mostraban una visión panorámica de todo el espacio. La pieza se coloca en el año 2002, siete años tras la inauguración de la Fundación Segundo y Santiago Montes, y tan sólo uno antes de la muerte del escultor vasco. Pero con el tiempo la vegetación se ha hecho mucho más tupida de lo que era originalmente. 14 Citado en Miguel PELAY, Ob. cit., p. 206. 15 Jorge OTEIZA, Quousque Tandem…! Ensayo de interpretación estética del alma vasca, San Sebastián, 1963, en índice epilogal: breve diccionario critico comparado del arte prehistórico y el arte contemporáneo: Explicación ilustración n. 50. 16 Jorge OTEIZA, AFMJO Reg. 6.049 17 Citado en Miguel PELAY, Ob. cit., p. 197. 18 Soledad ÁLVAREZ, Ob. cit., p. 156. VIDA ACADÉMICA BRAC, 47, 2012, pp. 153-155, ISSN: 1132-0788 MEMORIA DEL CURSO ACADÉMICO 2012-2013 memorativos del Bicentenario de la Institución Provincial. SE HAN CELEBRADO LAS SIGUIENTES JUNTAS ACADÉMICAS Nueve Juntas Generales Ordinarias, correspondientes a los meses de octubre a diciembre de 2012 y de enero a junio de 2013. Dos Juntas de Gobierno celebradas en los meses de octubre y abril. Una Junta Extraordinaria pública celebrada el 8 de diciembre con motivo de la festividad de la Inmaculada Concepción, patrona de esta Academia, con participación de la Coral Vallisoletana durante la solemne misa celebrada en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol. Para dar cumplimiento al convenio suscrito con la Excm.ª Diputación Provincial de Valladolid, la Academia celebró el día 25 de junio de 2013 su Junta General Ordinaria en el Palacio de Pimentel, sede de la Presidencia de la Diputación Provincial, sumándose así a los actos con- EN LAS JUNTAS PÚBLICAS SE LEYERON LAS SIGUIENTES COMUNICACIONES 25-X-2012, D. Diego Fernández Magdaleno, «Estética e interpretación en la obra pianística de Josep Soler», discurso de apertura del curso 2012-2013. 21-III-2013, D.ª Ángeles Porres Ortún, «La Música en la Educación», Discurso de ingreso como Académica de número. MOVIMIENTO DE PERSONAL El 21 de marzo de 2013 ingresaba en esta Academia la Ilma. Sra. Dña. Ángeles Porres Ortún, como Académica de número de la misma, siendo contestada en nombre de la Corporación por el Ilmo. Sr. D. Diego Fernández Magdaleno. La Academia en la exposición «A los progresos de las artes». 154 El día 16 de noviembre de 2012 fallecía en Ginebra Don Luis de los Cobos, Académico Correspondiente de esta Institución y uno de los compositores más importantes de Castilla y León. Llevaba más de medio siglo residiendo en Suiza y ha dejado inédita su segunda sinfonía, en torno a la ciudad de Valladolid. Asimismo ha fallecido en Santander la Correspondiente D.ª Matilde Gómez Camus, el 28 de abril de 2012; en Valladolid, el 13 de diciembre de 2012, Don Germán Pérez Román y, en Palencia, el 17 de enero de 2013, el también Correspondiente don José María Fernández Nieto, premio Castilla y León de Poesía en 2012. El día 23 de marzo de 2013 han sido elegidos académicos de número de esta Real de Bellas Artes la escultora D.ª Belén González Díaz y el liturgista Don Aurelio García Macías. En la Junta General Ordinaria de 29 de diciembre de 2012 fue nombrado Académico de Honor el ilustre y acreditado pintor D. Félix Cuadrado Lomas y en la celebrada el 25 de junio de 2013 el Excm.º Sr. Don José Lladó y Fernández de Urrutia, presidente de la Asociación Colección Arte Contemporáneo que configura la permanente del Museo Patio Herreriano de Valladolid. CELEBRACIÓN DEL CURSO «CONOCER VALLADOLID» VI Con el objetivo de mantener el carácter pedagógico de la Institución, contribuyendo a la difusión del conocimiento patrimonial de Valladolid y su provincia, se celebró una nueva edición del curso iniciado en el año 2007. Con la asistencia total de 1.098 participantes, las intervenciones realizadas fueron las siguientes: I. VALLADOLID SUBTERRÁNEO 5-XI-2012, D. Germán Delibes. Académico, «Tesoros vacceos de Padilla de Duero». Memoria del Curso Académico 2012-2013 6-XI-2012, D. Jose Antonio Rodríguez Marcos. Profesor de Prehistoria. UBU, «El territorio de Valladolid entre el Neolítico y la Edad del Hierro». 7-XI-2012, D. Fernando Díez Martín. Profesor titular de Prehistoria. UVA, «Los primeros pobladores del territorio de Valladolid». II. VALLADOLID. ARQUITECTURA Y URBANISMO 12-XI-2012, D.ª M.ª Antonia Fernández del Hoyo. Académica, «Las sedes del Ayuntamiento de Valladolid a lo largo de su historia». 13-XI-2012, D. Francisco Javier de la Plaza. Académico, «El Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana». 14-XI-2012, D. José Delfín Val. Académico, «Viejas calles vallisoletanas». III. VALLADOLID ARTÍSTICO 19-XI-2012, D. Manuel Arias Martínez. Académico, «El espacio coral de San Benito el Real». 20-XI-2012, D. Salvador Andrés Ordax. Académico, «Escultura exterior en los monumentos vallisoletanos». 21-XI-2012, D.ª Eloisa Wattenberg. Académica, «El estandarte de San Mauricio». IV. VALLADOLID INTANGIBLE 26-XI-2012, D. Pascual Martínez Sopena. Catedrático de H.ª Medieval. UVA, «El Conde Ansúrez». 27-XI-2012, D.ª Ángeles Porres. Académica, «Historia del Conservatorio de Valladolid». 28-XI-2012, D. Joaquín Díaz. Académico, «Antiguos fotógrafos vallisoletanos». 155 Memoria del Curso Académico 2012-2013 EDICIONES EXPOSICIONES Patrocinado por el Instituto de España y con la generosa colaboración económica de la Diputación vallisoletana, se ha editado el n.º 46 del Boletín de la Real Academia de Bellas Artes (BRAC), correspondiente al año 2011. Con el patrocinio del Excm.º Ayuntamiento de Valladolid, que coadyuva a su edición, se ha publicado el volumen correspondiente a las conferencias impartidas durante el curso Conocer Valladolid, V. La exposición «A los progresos de las Artes», dedicada a la historia y funciones de la Academia, inaugurada el 31 de agosto y clausurada el 14 de octubre de 2012, con el patrocinio del Excm.º Ayuntamiento de Valladolid, fue contemplada por un total de 9.004 visitantes. ASOCIACIÓN DE AMIGOS Durante el presente año se ha constituido la Asociación de Amigos de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, con la intención de apoyar a la Institución en su tarea de defensa y difusión del patrimonio provincial de Valladolid, colaborando en sus actividades. CONVENIO DE COLABORACIÓN CON LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN MUSEO Para formar parte de la exposición «80 Años del Instituto Núñez de Arce de Valladolid. Espacio, imagen y palabra», celebrada en el Palacio Pimentel de la Diputación, se procedió al préstamo de la obra: Retrato de Narciso Alonso Cortés, original de Aurelio García Lesmes (Inv. P-32). Con el apoyo de la Junta de Castilla y León, el 10 de octubre de 2013 se inauguró en la sede de la Real Academia la exposición «Antonio Vaquero (1910-1974) un escultor olvidado». Para contribuir al desarrollo de las actividades que tiene encomendadas esta Real Academia, se ha suscrito un convenio de colaboración con la Junta de Castilla y León, que permitirá en el año 2013 la realización de exposiciones, cursos u otro tipo de proyectos que redunden en la protección y promoción del patrimonio artístico de Valladolid y su provincia. Durante todo este período ha permanecido activa la página web de la Academia: www.realacademiaconcepcion.net De todo lo cual como secretario de la Corporación doy fe. Valladolid, 1 de octubre de 2013 Manuel Arias Martínez LISTA DE ACADÉMICOS (a 1 de septiembre de 2013) JUNTA DE GOBIERNO Excmo. Sr. D. Jesús Urrea Fernández PRESIDENTE Ilmo. Sr. D. Luis Alberto Mingo Macías CONSILIARIO DE ARQUITECTURA Excma. Sra. D.ª Eloísa García de Wattenberg CONSILIARIA DE ESCULTURA Ilmo. Sr. D. Benigno Prego Rajo CONSILIARIO DE MÚSICA Ilmo. Sr. D. José Delfín Val Sánchez CONSILIARIO DE PINTURA Ilma. Sra. D.ª Eloísa Wattenberg García TESORERA Ilma. Sra. D.ª M.ª Antonia Fernández del Hoyo BIBLIOTECARIA Ilmo. Sr. D. Manuel Arias Martínez SECRETARIO SECCIÓN DE ARQUITECTURA SECCIÓN DE MÚSICA Ilmo. Sr. D. Jesús Urrea Fernández. 1980. XXII Ilmo. Sr. D. Javier López de Uribe y Laya. 1982. XXV Ilmo. Sr. D. Javier Arribas Rodríguez. 1983. XXIX Ilmo. Sr. D. Luis Alberto Mingo Macías. 1984. V Ilmo. Sr. D. Francisco Javier de la Plaza Santiago. 1986. XI Ilmo. Sr. D. Nicolás García Tapia. 2000. XV Ilmo. Sr. D. Fernando Zaparaín Hernández. 2009. III Excmo. Sr. D. Joaquín Díaz González. 1982. XXX Ilmo. Sr. D. Juan Bautista Varela de Vega. 1990. VI Ilmo. Sr. D. Pedro Aizpurúa Zalacaín. 1988. XIII Ilma. Sra. D.ª M.ª Antonia Virgili Blanquet. 1992. XXIII Ilmo. Sr. D. Benigno Prego Rajo. 1994. VII Ilmo. Sr. D. Diego Fernández Magdaleno. 1999. XXXI Ilma. Sra. D.ª Angeles Porres Ortún. 2012. X Ilmo. Sr. D. Aurelio García Macías (electo). SECCIÓN DE ESCULTURA SECCIÓN DE PINTURA Ilma. Sra. D.ª Eloísa García García de Wattenberg. 1985. VIII Ilma. Sra. D.ª Clementina Julia Ara Gil. 1992. II Ilmo. Sr. D. Salvador Andrés Ordax. 1993. XVI Ilma. Sra. D.ª Eloísa Wattenberg García. 2000. XXXII Ilmo. Sr. D. Manuel Arias Martínez. 2008. XXVIII Ilmo. Sr. D. Germán Delibes de Castro. 2011. XIV Ilma. Sra. D.ª Belén González García (electa) Ilmo. Sr. D. José Carlos Brasas Egido. 1982. XIX Ilmo. Sr. D. Félix Cano Valentín. 1986. XXVI Ilmo. Sr. D. Santiago Estévez García. 1999. XVII Ilma. Sra. D.ª M.ª Antonia Fernández del Hoyo. 2000. I Ilmo. Sr. D. José Delfín Val Sánchez. 2009. XII Ilmo. Sr. D. Ángel Marcos Hernández (electo) 158 Lista de Académicos ACADÉMICOS DE HONOR Excmo. Sr. D. Ramón González de Amezua y Noriega. 1993 Excmo. Sr. D. Miguel Ángel Cortés Martín. 1999 Ilmo. Sr. D. Ramiro Ruiz Medrano. 2000 Excmo. Sr. D. José María Campos Setién. 2002 Excmo. Sr. D. Rafael Moneo Vallés. 2008 Excmo. Sr. D. Antonio Bonet Correa, 2009 Excmo. Sr. D. Íñigo Moreno de Arteaga. 2010 Excmo. Mr. Don Michel Randel. 2010 D. Félix Cuadrado Lomas. 2012 Excmo. Sr. D. José Lladó y Fernández de Urrutia. 2013 ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES D. Juan Van Halen Acedo (Madrid). 1969 D. Teodoro Carrasco Llorente (Miami. USA). 1979 D. Manuel Pérez Olea (Madrid). 1980 D.ª Josefina Verde Ropero (Salamanca). 1980 D. Aurelio Ramírez Gallardo (Murcia). 1980 D. Santiago Arauz de Robles (Madrid). 1983 D. José Antonio Falcao (Lisboa). 1988 D. José López Calo (La Coruña). 1990 Rvdo. P. Fray Teófilo Aparicio (O.S.A.). 1991 D. Eduardo Capa Sacristán (Arganda. Madrid). 1993 D. Venancio Blanco Martín (Madrid). 1993 D. Juan Carlos Elorza Guinea (Burgos). 1996 D. Pedro Dias (Coimbra). 1998 D. José Manuel Cruz Valdovinos (Madrid). 1999 D. Víctor Nieto Alcalde (Madrid). 1999 D. Manuel Cociña Abella (Santiago de Compostela). 1999 BRAPC, 42, 2007, pp. ???-???, ISSN: 1132-0788 D. Enrique Valdivieso González (Sevilla). 2000 D. Jesús Legido González (Madrid). 2002 D. Pedro Navascués Palacios (Madrid). 2000 D. Miguel Cortés Arrese (Ciudad Real). 2002 D. Rafael Martínez González (Palencia). 2006 D.ª Mercedes López García (Madrid). 2006 D. Joaquim Montezuma Carvalho (Lisboa), 2006 D. Luis Jaime Martínez del Río (Madrid). 2007 D. Adolfo Saravia Santander (La Rioja). 2007 D. José Javier Rivera Blanco (Alcalá de Henares). 2007 D.ª Pilar Mogollón Cano-Cortés (Cáceres). 2007 D. Emilio Marcos Vallaure (Asturias). 2008 D. Fernando Llamazares Rodríguez (Toledo). 2008 D.ª Odile Delenda (París). 2008 D. Antonio Pau Pedrón (Madrid). 2009 D.ª Rosario Álvarez Martínez (La Laguna). 2010 NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES La lengua del Boletín es el español. Los trabajos se enviarán, acompañados de los datos de identificación de su autor, a la redacción del Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (Casa de Cervantes, calle del Rastro, s/n. 47001 Valladolid; correo electrónico: [email protected]). Deberán ser originales e inéditos y redactados de forma definitiva. Irán precedidos de un breve resumen (de 6 líneas como máximo) en español e inglés seguidos de las correspondientes palabras clave. Los originales se presentarán en soporte informático estándar y en papel (UNE A4), impresos por una sola cara (tanto el texto como las notas), numerados y con las notas al final del texto. El tamaño de la letra del texto será 12, y 10 para las notas, tipo Times New Roman. Los trabajos no excederán los 40.000 caracteres (espacios incluidos) con la posibilidad de incluir 3 páginas más para ilustraciones que podrán aumentarse según criterio del Consejo de Redacción. Las ilustraciones, numeradas y con sus respectivos pies en relación aparte, deberán presentarse en fotografía o soporte informático con máxima resolución en formato JPG/TIF, recomendándose la mejor calidad posible. En el texto, las llamadas de las notas se indicarán con números volados y sin paréntesis. Las citas bibliográficas en las notas se ajustarán a las siguientes normas: 1) Libros: nombre completo o abreviado del autor en minúscula y apellidos en mayúscula, título de la obra en cursiva, lugar y año de edición y el número de la p/pp. 2) Artículos: nombre completo o abreviado del autor en minúsculas y apellidos en mayúscula, título entrecomillado, nombre de la revista en cursiva, tomo, año y pp. Esta última norma es también aplicable a las actas de congresos, misceláneas, obras colectivas, volúmenes de homenajes y diccionarios o enciclopedias. Cuando el título de una revista se repita con frecuencia sólo se pondrá completo la primera vez: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (en adelante BRAC). Los indicadores de fondos archivísticos se pondrán completos la primera vez: Archivo Histórico Provincial de Valladolid (en adelante AHPV). Los originales, una vez analizados por el Consejo de Redacción, se someterán al dictamen externo de dos especialistas en la materia, tras el cual el Consejo decidirá si procede o no su publicación. Superado el trámite, los artículos entrarán en lista de espera para su publicación, según orden de llegada a la revista y criterio del Consejo de Redacción. La corrección de las pruebas se efectuará por el Consejo de Redacción. Los originales que no se adapten a estas normas serán devueltos a sus autores. La responsabilidad sobre el contenido y redacción de los textos, así como los derechos de reproducción de la documentación gráfica, corresponde a los autores de los trabajos.