DE PROFESION, VOLUNTARIO - Teléfono de la Esperanza

Transcripción

DE PROFESION, VOLUNTARIO - Teléfono de la Esperanza
Numero 236 I JULIO - AGOSTO 2010
Revista del Telefono de l a Esperanza
avivir
www.telefonodelaesperanza.org
DE PROFESION,
VOLUNTARIO
Cerca de 4,5 millones de
españoles colaboran con
alguna ONG y 1,2 millones
participan en el voluntariado
Luciano Poyato, presidente de
la Plataforma del Voluntariado:
“No basta con querer ayudar,
hay que hacerlo bien”
Omnipotencia, decepción y
aceptación de la realidad:
etapas en la maduración
psicológica del voluntario
SUMARIO
SUMARIO
Carta del Director // Hombres y mujeres para los demás // 5
A fondo
Ser voluntario en España // 6
Datos e historia de algo más que una moda
Por Herminio Otero
Hacer algo por alguien // 14
Psico (pato) logía del voluntariado
Por Alejandro Rocamora
Formar voluntarios competentes // 20
Un reto y una garantía de solvencia
Por José María Jiménez
Jóvenes voluntarios: de la huida al compromiso // 25
Por José Luis Rozalén
Entrevista // 30
Con Luciano Poyato Roca, presidente
de la Plataforma del Voluntariado.
Por Gloria Díez
Cine // 36
Un cine apasionante
Por Norberto Alcover
A pie de calle // 42
Un lema para vivir: “por todos mis
compañeros”
Por Antonio Saugar
Comunicando // 46
Convenio con la Fundación FISLEM. Primeros pasos del Teléfono de la Esperanza en
Cantabria. Inauguración de la nueva sede
del Teléfono de la Esperanza de Castellón.
Colaboradores:
Herminio Otero
Alejandro Rocamora
Redactor jefe y Publicidad: José Mª Jiménez
Gloria Díez
Fernando Alberca
José Luis Rozalén
Antonio Saugar
Diseño gráfico:
José Luis Mendoza
Coordinación:
Impact 5
Edita:
Tel.: 917 818 795
Teléfono de la Esperanza
Depósito Legal:
Fotografías ©©:
M-28.500-1973
www.sxc.hu
Dirección, redacción
y administración:
Francos Rodríguez, 51
(Chalet, 25)
Con la financiación de:
28039 Madrid
Tel.: 91 459 00 62
Fax: 91 459 04 50
e-mail:
[email protected]
Director:
Pedro Miguel Lamet
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Carta
Carta del
del Director
HOMBRES Y MUJERES PARA
LOS DEMÁS
Cuando se habla genéricamente sobre la gente joven es frecuente caer en el
tópico y la falsa generalización. “¡Hay que ver cómo están los jóvenes!” Recientemente tratábamos aquí del fenómeno de la “Generación Ni-Ni”, que ni
estudia ni trabaja. Pero con frecuencia se olvida otro fenómeno que también
caracteriza a la juventud de hoy día y que podemos calificar de nuevo y admirable: el voluntariado.
El voluntariado, la acción voluntaria, es el resultado de una libre elección, es
una opción ética, personal, gratuita, que no espera retribución o recompensa.
La palabra exacta no es desinterés, porque la persona voluntaria tiene interés,
mucho interés y obtiene satisfacción en sus motivaciones personales.
Los voluntarios se mueven por altruismo, que quiere decir amor al otro, y que es lo contrario de egoísmo. El voluntariado, la acción voluntaria, sólo existe cuando repercute en los otros, cuando su interés es colectivo, general, público.
Viene a ser, en lúcida frase de Pedro Arrupe, la aparición de un hombre o una mujer “para los demás”. El voluntariado
es un medio para dar respuesta a necesidades, problemas e intereses sociales, y no un fin en sí mismo para satisfacer a
las personas voluntarias. La acción voluntaria supone un compromiso solidario para mejorar la vida colectiva.
Todo voluntario se revela no sólo en las buenas intenciones, sino en la acción. Una actividad que no debe llevarse a
cabo como una práctica personal, individual, testimonial o íntima. Porque el objetivo del voluntariado es mejorar la
realidad, transformar el mundo, y hacerlo eficazmente. Frente a la improvisación y la espontaneidad, el voluntariado requiere la capacidad de actuar organizadamente, uniendo fuerzas. Por tanto, la acción voluntaria debe de ser una acción
organizada, sistemática, sinérgica, que requiere de organización, de asociaciones o fundaciones en las que actuar. Además el hecho de que sea una acción aconfesional, aunque también existen los que actúan en razón de su compromiso de
fe, no excluye una axiología, un mundo de valores, una ética en los que basar esa actividad. Si no, es imposible.
En la multiplicación de ONG y de cooperantes en nuestro tiempo no todo es oro lo que reluce. Por desgracia, como en
toda realidad humana, a veces se mezclan elementos espurios: la huida de la realidad, la falta de preparación y hasta la
especulación económica. Por tanto, vale la pena reflexionar sobre el fenómeno y analizar su alcance. Es lo que pretendemos en este número.
En primer lugar hay que decir claramente que el voluntario no sustituye la transformación política necesaria. El mundo puede mejorar gracias a las ONG, pero no cambiará de veras sin un nuevo orden internacional, sin un cambio de
las estructuras injustas. Aunque a veces su testimonio es una sirena de alerta y hasta una bofetada a los responsables
de esa situación.
El voluntariado no puede sustituir tampoco al gabinete psiquiátrico. Aunque esta actividad, por lo general puntual y temporal -son pocos hoy los que se deciden a entregar su vida o quemar las naves-, puede ayudar en la realización personal,
no está directamente destinada a la terapia. No puede ser, como antaño se decía de ciertos conventos, un refugio de desubicados y enfermos, sino un servicio, donde la piedra de toque está en los logros a favor de los cuales se trabaja.
Esta espléndida floración de gente que quiere arrimar el hombro está alcanzando notables proporciones. Ha llegado
pues el momento de separar la paja del grano, de discernir con valentía y profesionalidad a dónde vamos. Decía la gran
Concepción Arenal que “sustituir el amor propio por el amor a los demás es cambiar un tirano insufrible por un buen
amigo”, y que “el dolor cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro”. De hecho esa experiencia ha cambiado la vida de muchos voluntarios.
Cantaba Gloria Fuertes:
La tierra no es un regalo de nuestros padres,
es un préstamo de nuestros hijos.
Curar la tierra sí -está enferma-,
pero antes, curar la pobreza,
curar al hombre.
Desde el Teléfono de la Esperanza, una ONG cuyos voluntarios pretenden ayudar en la liberación integral del hombre,
sobre todo de las angustias que le impiden ser él mismo, valgan estas reflexiones de AVIVIR sobre quienes desinteresadamente quieren colaborar en curar al hombre, que es la mejor manera de curar la tierra.
Pedro Miguel Lamet
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A Fondo
SER
VOLUNTARIO
EN ESPAÑA
Por Herminio Otero
DATOS E HISTORIA DE
ALGO MÁS QUE UNA
‘MODA’
Millones de personas en España trabajan por los demás convirtiéndose en
pequeños héroes cotidianos o de fin de semana. Son los voluntarios, que
hacen gratis lo que nunca harían por dinero, cultivan una sociedad mejor
a costa de lo personal y trabajan con entusiasmo para mejorar el mundo.
Y han crecido especialmente en las últimas décadas del siglo XX.
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A Fondo
Si cocinar hizo al hombre (lo salvó de la horda y
lo reunió para comer juntos), ser solidario y ayudar a los demás lo salvó como especie y le dio
sentido para vivir. En algún lugar del cerebro lo
llevamos inscrito, y por eso nos produce placer lo
que hacemos por otros, como nos produce placer
lo que mantiene la vida: la comida y el sexo. Por
eso siempre ha habido voluntarios, aunque no se
llamasen con ese nombre, que realizaban gestos
de ayuda a los demás.
En España los voluntarios comenzaron a tener
nombre y apariencia a finales de los años 80 (en
Italia eran más manifiestos por esas fechas) y tuvieron su bautismo de fuego en las Olimpiadas de
1992, cuando el término voluntariado, por el que
tanto se había luchado para delimitarlo, se expande a toda práctica no remunerada. Desde entonces, gana reconocimiento social el movimiento del
voluntariado y aumenta de forma imprevista el número de voluntarios, aunque ese incremento no
se correlaciona con un aumento en la participación
social. Veamos algunos datos de esta realidad y un
esquema sintético de su origen y desarrollo.
Radiografía del voluntario en España
Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, en 2005 había en España alrededor de
4,5 millones de españoles que colaboraban voluntariamente con una entidad no lucrativa, ya
fueran asociaciones, cooperativas u otras organizaciones de este tipo.
La mayoría de estos voluntarios participa en alguna
organización que lleva a cabo tareas relacionadas
con la acción social, pero también los hay en entidades que realizan actividades del ámbito sanitario,
educativo, cultural o de cooperación y desarrollo.
En cualquier caso, suelen destinar una media de
cinco horas semanales a realizar tareas de esta
índole.
España es uno de los países europeos con menos voluntarios, ya que, al contrario que en otros
lugares, no existe una gran tradición asociativa,
pero su número había crecido respecto a 2001, la
vez anterior que se había realizado el estudio.
Un estudio más detallado, elaborado por la Universidad Pontificia Comillas en 2003, presentaba
este retrato del voluntario madrileño:
El perfil del voluntario
responde al de una mujer
joven con estudios
secundarios o superiores
volcada en tareas sanitarias
o de docencia
Se trataba sobre todo de mujeres (el 73% de los
voluntarios de la región estaba constituido por
mujeres).
El grupo más numerosos era el formado por mujeres entre 19 y 25 años.
Las amas de casa pisaban fuerte en esto de la solidaridad y batían récords: llegaban al 41,76%.
Los miembros de ONG y asociaciones similares
contaban con un alto nivel educativo: más de un
tercio tenía estudios universitarios de grado medio o superior, y un 16% adicional se quedó en el
bachillerato.
El perfil de la persona voluntaria corresponde,
mayoritariamente, a alguien menor de 40 años y
con un nivel de formación elevado, aunque, cada
vez más, también realizan tareas de voluntariado
las personas que se han jubilado o que han dejado de trabajar.
Los colectivos más atendidos eran los jóvenes
(37%), los menores (35%), la familia (34%) y
las personas con minusvalías (33%). Después, le
seguían las mujeres, los inmigrantes y las personas mayores.
El número de mujeres voluntarias es mayor al de
los hombres.
Las tareas que realizaban variaban en función
del colectivo al que se dedicaban. Decía el estu-
7
A Fondo
dio: “los voluntarios que trabajan con personas
mayores se dedican a hacerles algo de compañía, tomarse un cafelito con ellas, dar un paseo
por El Retiro y realizar labores de asistencia a
domicilio. Con las que están en la cárcel, son
alcohólicas, seropositivas, drogodependientes o
carecen de hogar, luchan por su reinserción. A
los peques les forman, y a sectores desfavorecidos como los inmigrantes, las mujeres o los
gitanos les ayudan a denunciar su situación y
sensibilizar a la sociedad.”
Más de la mitad de las organizaciones de voluntariado habían nacido durante los años 90. “En esa
época hubo una explosión impresionante, llegándose a crear un nuevo voluntariado cada nueve días”.
Entonces se crearon las asociaciones con mayor número de miembros. Sin embargo, las más recientes
se caracterizaban por una plantilla más bien raquítica: “el 75% tiene menos de 50 voluntarios”.
Se exigían pocos requisitos para ser voluntario.
Alrededor de la mitad de las instituciones no establece ninguna condición imprescindible. Y lo
más usual era que demandaran un tiempo mínimo de dedicación, formación o experiencia previa
en el trabajo que iban a desempeñar y tener una
determinada edad.
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El 45% de los colaboradores destinaba entre 5 y
9 horas semanales a esta actividad.
El 78% de las asociaciones estaba compuesto por
aquéllas que se habían constituido como personalidad jurídica o registradas administrativamente. Entonces comenzaron a caer las figuras de fundación
y entidades canónicas de la Iglesia Católica, que suponían el 60% durante la primera mitad del siglo
XX. En 2003, el 85% lo formaban asociaciones.
El 41% de los voluntarios
españoles mantiene un
compromiso estable con
su organización, con una
permanencia continuada
de más de cinco años
El 78% de las asociaciones madrileñas dedicadas
a labores de voluntariado se financiaba mayoritariamente de lo que salía de las arcas del Estado. Sólo en uno de cada cuatro casos, las aportaciones públicas representan menos del 25%. El
A Fondo
principal sustento de otro amplio porcentaje de
organizaciones, el 76%, era la recaudación de las
cuotas de los socios o colaboradores.
El 75% de los centros madrileños tenía 50 o menos voluntarios colaborando en ellos. Cuanto más
recientes eran las asociaciones, menos integrantes tenían.
El trabajo pagado no era la pauta dominante entre las organizaciones dedicadas a labores de voluntariado. El 45% de ellas contaba exclusivamente con personas que no cobraban nada por
sus actividades.
Otros datos u otra forma de estructurarlos señalan
que en España, aunque no existe una información
sistematizada, contamos con esta aproximación:
- Más de un millón de personas tiene una dedicación al voluntariado superior a 4 horas a
la semana.
- Son mayoritariamente jóvenes (un 66%
tiene menos de 35 años).
- Poseen un alto nivel de preparación (un
30% ha realizado estudios universitarios).
- Se mantienen relativamente estables (un
41% con más de cinco años de dedicación).
En resumen, el perfil del voluntario responde al
de una persona joven, mujer, con estudios secundarios o superiores y volcada en tareas sanitarias
o de docencia.
La historia del voluntariado
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Algunos acontecimientos históricos explican los rasgos que
han contribuido a modelar la cultura del voluntariado en España y marcan el modo característico
de su evolución. Aun sabiendo que el movimiento
del voluntariado es un fenómeno complejo y que,
como todo lo humano, posee mucho de enigma,
nos aproximamos a él según los pasos dados por
Sebastián Mora y otros autores. (Véase la síntesis en el recuadro adjunto).
Evolución del voluntariado en España
Mediados del siglo XIX
Benéfico asistencial
Organizaciones religiosas
Revolución industrial
Filantropía
Religiosos/burgueses
Inicios del XX
Solidaridad
Grupos obreros
Final de la guerra civil
Acción social estatal
Freno asociativo
Años sesenta
Ley de asociaciones
Inicios de asociaciones
Años setenta
Sociopolíticos
Reivindicaciones
1977
Crisis
Cambio al movimiento político
Años ochenta
Relanzamiento
Boom del voluntariado social
Años noventa
Consolidación
Aparición de grupos alternativos
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A Fondo
Antes de nada, téngase en cuenta que del voluntariado no se empieza a hablar hasta los años
ochenta y es entonces cuando se efectúa su expansión y consolidación.
El voluntariado como expresión de la entrega
gratuita a los demás y a la sociedad hunde sus
raíces en el más remoto pasado de nuestro entorno, pero no existía el término lingüístico que
expresara las implicaciones (metodológicas, jurídicas, sociales) que se desprenden de él ni
había adquirido el reconocimiento social que
ahora tiene.
Durante el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX (hasta la Guerra Civil), la acción solidaria
se caracteriza por un marcado talante benéfico y
asistencialista debido al peso ejercido por la religión y la Iglesia católica. Esta acción se circunscribe a la atención de los “pobres de solemnidad”
y a los “más menesterosos”.
Posteriormente, la evolución del voluntariado en
España posee algunas características diferenciales con respecto a los países de nuestro entorno.
Después de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla en los países europeos el Estado de Bienestar. En España la participación de las asociaciones
y del voluntariado se ve más restringida. De hecho, el régimen político deja poco espacio al trabajo voluntario que no sea el desarrollado a través de organizaciones dependientes de la Iglesia
o ligadas al régimen político. Es un voluntariado
marcadamente asistencialista y de componente
ideológico.
En los años 60 se inicia un despegue económico que conlleva cambios sociales significativos y
surgen nuevas organizaciones de carácter privado y sin ánimo de lucro, en defensa de intereses
sociales, específicos y de grupo.
La Ley de Asociaciones de 1964, en pleno desarrollismo económico, supone un paso decisivo.
El Estado empieza a asumir funciones de asistencia social y a crear servicios de este tipo. Como
consecuencia, se debilitan las organizaciones de
carácter social vinculadas al régimen político y
muchas de ellas pasan a la Administración del
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Estado. Por otra parte, las organizaciones vinculadas a la Iglesia se adaptan a estos cambios. A
la vez, surgen nuevas organizaciones de carácter
privado y sin ánimo de lucro, en defensa de intereses sociales, específicos y de grupo.
En los años setenta el voluntariado pasa a desempeñar la función de “amortiguador social” (antes había sido de orden “reparador”). Durante
esta década, adopta diferentes formas: beneficencia, caridad, filantropía, asistencia, siendo al
mismo tiempo generoso y abnegado, sin apenas
preparación e impulsado desde diversas motivaciones religiosas y laicas. En muchas ocasiones,
ha incidido más en las consecuencias de los problemas que sobre las causas.
Pero a finales de los años 70, se vivió una eclosión en el mundo asociativo y la vida asociativa
comienza a manifestarse con carácter reivindicativo, aunque en su mayoría se haga de forma discreta. Algunos interlocutores sociales y asociaciones ciudadanas son reconocidos como válidos
por el régimen y se van obteniendo logros en el
plano social.
La Constitución Española de 1978 abre una
nueva etapa y configura un nuevo marco político desarrollado a través del sistema democrático
de economía de mercado que va configurando el
llamado Estado de Bienestar, en el que las organizaciones no gubernamentales desarrollan una
función socializadora que canaliza la solidaridad
social, las redes informales, la cultura participativa y el enriquecimiento del entramado social.
Durante los años ochenta se expande la participación ciudadana y se acrisola la acción social
de organizaciones y asociaciones de todo tipo.
Muchos líderes de la acción voluntaria pasan a
la militancia política y sindical a raíz de la apertura democrática. Aparecen nuevos movimientos sociales, reivindicativos, hacia la conquista
de logros de carácter legal y de una mayor calidad de vida.
Las Leyes Autonómicas de Servicios Sociales reconocen el voluntariado como acción complementaria y fundamental en la intervención de los
servicios sociales.
A Fondo
El cambio en el voluntariado
moderno parece que residía
en el desplazamiento del
interés hacia lo objetivo,
hacia la sociedad sobre la que
actúa, y no a lo subjetivo,
las motivaciones del
voluntariado. Sin embargo,
en gran parte del
voluntariado reciente está
primando la componente más
‘expresivista’: se valoran más
las experiencias relacionales
que la universalidad o la
justicia, se valora más lo
sentido que lo pensado, mi
realización a lo realizado
Esas leyes incluyen una definición de voluntariado, destacan sus principios básicos (solidaridad,
gratuidad, asociacionismo, participación…), señalan los campos de actuación y las características
de las entidades que pueden disponer de voluntarios, establecen algunos requisitos (funcionamiento interno, organización…) y un registro de
asociaciones y de voluntarios, y establecen una
carta de derechos y deberes de los voluntarios,
además de incluir medidas de fomento y apoyo a
la labor de voluntariado.
Ese reconocimiento jurídico facilita la aparición de plataformas nacionales y provinciales
de voluntariado que tienen representación en
organismos internacionales y comienzan a colaborar activamente en el desarrollo de la participación social.
En los años noventa, la reestructuración del
Estado de Bienestar cedió espacios de mayor
participación a la sociedad civil en el ámbito de
la atención social, y la Administración generalizó el reconocimiento oficial del voluntariado social organizado.
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A Fondo
A partir del mítico año 1992 y tras el asentamiento que suponen los años ochenta, “el voluntariado llega a ser una figura mítica: campañas publicitarias, miles de voluntarios que se
apuntan a organizaciones, telemaratones, guías
de voluntariado, mercadillos solidarios, nuevas
asociaciones, noticias en la prensa... y las distintas leyes de voluntariado de las Comunidades
Autónomas, culminadas con la del Ministerio de
Asuntos Sociales.”
Estas leyes autonómicas y de Administración local, especificas para el voluntariado en el espacio
más próximo a las necesidades de los colectivos
vulnerables, articulan medidas de cooperación
con entidades y grupos de voluntarios.
Pero el término voluntariado, por el que tanto se
había luchado para delimitarlo, se expande a toda
práctica no remunerada. Sebastián Mora resume: “El manejo del término voluntariado engloba un amplio espectro de actividades. A partir de
la Olimpiada de Barcelona se amplía el ámbito del
voluntariado al campo deportivo, cultural, ecológico... Las Administraciones, los partidos políticos
y las distintas mediaciones sociales lo consideran
una conquista irrenunciable de la ciudadanía y
comenzamos a hablar del voluntariado como una
‘moda’ que no acertamos a definir si persistirá o
se disipará.”
En los últimos años, el cambio principal en
el voluntariado moderno parece que residía en
el desplazamiento del interés hacia lo objetivo,
hacia la sociedad sobre la que actúa, y no a lo
subjetivo, las motivaciones del voluntariado, su
perfil, su figura. Sin embargo, en gran parte del
voluntariado reciente está primando la componente más ‘expresivista’: “se valoran más las experiencias concretas relacionales que la universalidad o la justicia, se valora más lo sentido que
lo pensado, lo espontáneo que lo elaborado, mi
realización a lo realizado.”
Ante este giro expresivista, algunos piensan que
es necesario “reinventar la militancia” buscando la unidad y coherencia, asentar los cimientos
para trascender la acción puntual y poder acompañar a las víctimas de nuestro mundo sin abandonarles cuando aparezca el dolor y la renuncia.
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Por eso Luis Aranguren, asesor de numerosas
Plataformas de Voluntariado, es partidario de
convertir la acción voluntaria en acción transformadora de la sociedad actual de modo que
juntos caminemos “hacia una sociedad más solidaria”. (Véase su Decálogo del voluntario). Así
el voluntariado, que a partir de los ochenta comienza también a tener una valoración positiva, se convertirá en un signo de esperanza para
nuestro tiempo y dejará de ser un residuo del
pasado para convertirse en un indicio de lo “inédito viable” y en un interlocutor válido de las
políticas sociales.
El 78% de las asociaciones
madrileñas dedicadas a
labores de voluntariado se
financia mayoritariamente de
las arcas de la Administración
y el 75% de estas ONG
cuenta con menos de
50 voluntarios
A Fondo
Decálogo del voluntario
Pese a que España es uno
de los países europeos con
menos voluntarios, debido
a que nunca ha existido una
gran tradición asociativa,
alrededor de 4,5 millones de
españoles colaboran
con alguna entidad
solidaria no lucrativa
Ser voluntario es pensar y vivir de otro
modo.
Ser voluntario es integrarse en una acción
organizada.
Ser voluntario es sentirse portador del inédito viable.
Ser voluntario es cargar la voluntad de acción y la acción de determinación transformadora.
Ser voluntario es pisar a fondo en la tierra
de la exclusión para conocerla, saborearla y
responder con conocimiento de causa.
Ser voluntario es creer que los pasos del
camino por andar son más importantes que
la llegada.
Ser voluntario es vivir la rebeldía como valor en desuso y asumir la contracultura de
la solidaridad.
Ser voluntario es tener los ojos abiertos y
los oídos atentos para no acostumbrarse al
quejido de quien sufre y para atisbar los
mecanismos que genera la fábrica de la exclusión.
Ser voluntario es saber contar con el límite
propio y comunitario y aceptar que nuestra
aportación es significativa, pero modesta.
Ser voluntario es ser personalista y comunitario.
Luis Aranguren
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A Fondo
HACER ALGO POR
ALGUIEN
PSICO(PATO)
LOGÍA DEL
VOLUNTARIADO
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Por Alejandro Rocamora Bonilla
A Fondo
Decía Ignacie Lepp que “en la historia de la humanidad se conocerá probablemente el siglo XX como el siglo de la solidaridad”. Este aserto también se puede extender a los primeros años
del siglo XXI, no solamente por la respuesta universal ante las
grandes catástrofes (terremotos, sunamis, atentados terroristas,
etc.), sino sobre todo porque cada día contemplamos signos de
preocupación por el otro, como lo demuestra el creciente ascenso
del voluntariado. Así, encontramos a asociaciones que se dedican
a cuidar a los niños con cáncer, o en la clasificación de los medicamentos para el Tercer Mundo o visitando a los enfermos, o
ayudando a los emigrantes, etc.
Origen del sentimiento de ayuda
En el útero, madre e hijo forman como un gran
‘magma’ sin diferenciación ni identidad propia: el
bebé no sabe donde termina él y donde comienza la madre. Viven en una simbiosis tan perfecta, que es el paradigma de la felicidad. De alguna
manera siempre volvemos a esa situación fetal
cuando algún peligro nos acecha.
Es con el “trauma del nacimiento” donde el niño
comienza a sentirse como sujeto, pese a su indefensión. Es curioso constatar que el trasfondo de
nuestra preocupación por los demás reside precisamente en la naturaleza de precariedad con la
que nacemos. El ser humano es uno de los seres
vivientes que más necesidad tiene de los demás
para sobrevivir. Sin la ayuda del entorno familiar
el niño moriría en pocas horas.
Es, en esos momentos, donde el bebé descubre
el poder de su madre desde su propio desamparo; esos primeros cuidados son los cimientos del
yo futuro; si recibe cuidados “lo suficientemente
buenos” (Winnicott) podrá ir formando lo nuclear
de su personalidad, que le permita relacionarse
con el otro, no de forma defensiva sino desde la
comprensión y la empatía. Si por el contrario se
produce una ausencia de “atenciones” (alimentación, contacto físico, etc.), la personalidad anómala está servida.
Los dos primeros años de un ser humano son trascendentales para ir reconstruyendo el andamiaje
El voluntario puede ‘pecar’
por exceso o por defecto;
es decir, puede cometer un
doble error en la acción con
el ayudando: mantener un
distanciamiento defensivo
o una relación simbiótica
de su propio edificio: reconocerá su cuerpo y
aprenderá a reconocer sus sentimientos (deseo,
rechazo, amor, odio, etc.) y será capaz de oponerse y rebelarse a todo aquello que no le satisfaga; al mismo tiempo, al comenzar a caminar y
perfeccionar el lenguaje, esto le facilitará la exploración de su entorno y comenzar a tomar posiciones ante el “no-yo”. El momento culmen de
este proceso será la adolescencia donde el encuentro con el “sí mismo” supondrá una confrontación con el entorno y consigo mismo, para encontrar la propia identidad.
Así, pues, el movimiento evolutivo no es desde el
egoísmo a la solidaridad sino que es la propia indefensión del bebé lo que le hace descubrir al otro
(principalmente a la madre, pues la necesita), nutrirse de sus cuidados, fortalecer su yo y entonces poder preocuparse por los demás, sin temor a
la destrucción o a la aniquilación. Es decir, el bebé
pasa de un “yo-indefenso” a un “nosotros” gratificante y fortalecedor de su propia identidad.
15
A Fondo
Es pues, la dialéctica frustración-satisfacción, “yoentorno” lo que irá configurando al sujeto. Aquí
los extremos son negativos: una vida de continuas privaciones de los afectos más esenciales
(figuras paternas) puede conducir a las personalidades psicopáticas; y una infancia, donde se
evite toda contrariedad, será el caldo de cultivo
para una personalidad narcisista.
El voluntario frente a la angustia
El voluntario, al iniciar su andadura en su prestación de ayuda (en un hospital, en una residencia
de ancianos, en un albergue o en el mismo Teléfono de la Esperanza, etc.) comienza con la ilusión, de forma consciente o inconsciente, de que
va a servir de gran ayuda a los demás. Fantasea
con la posibilidad de hacer la vida más agradable
a un anciano, de proteger a un indigente o de salvar a un suicida. Se siente como revestido de un
poder especial, que se puede manifestar de varias maneras: “Yo lo puedo todo”, o “esta institución es la mejor del mundo”. En última instancia
lo que ocurre es que asume, en toda su totalidad,
el poder omnipotente que el ayudando proyecta
sobre él.
El voluntario se puede sentir ‘tocado’ por esta fantasía de omnipotencia que el ayudando proyecta
sobre él y, al mismo tiempo, sentir la angustia o
el miedo de su falta de poder real. De aquí, la posible doble actitud de todo voluntario principiante: de inhibición y de temor al acudir a su puesto
de ayuda, o un deseo compulsivo a atender las
diferentes demandas de los enfermos, ancianos o
los llamantes del Teléfono de la Esperanza. Es decir, la respuesta puede ser de miedo paralizante o
de una “huida hacia adelante”.
En un segundo momento se puede producir un
sentimiento de fracaso o decepción: “Aquí no se
hace nada”, “no podemos ayudar a la gente”,
etc. son algunos de los sentimientos que pueden expresarse. De la omnipotencia se ha pasado a una “impotencia angustiante”, que incluso impide cualquier tipo de ayuda efectiva. Dos
posibles salidas: el abandono del servicio de voluntario, o bien, una acomodación patológica a
la realidad frustrante.
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El trasfondo de nuestra
preocupación por los demás
reside en la naturaleza de
precariedad con la que
nacemos. El ser humano es
uno de los seres vivientes
que más necesidad tiene de
los demás para sobrevivir
Con la anterior etapa se toca fondo y se comienza el recorrido hacia la etapa de aceptación de la
realidad. En este momento, el voluntario asume
sus límites, pero también sus posibilidades reales, aunque éstas no sean de la magnitud que él
fantaseaba. En este momento, el voluntario ha
llegado a un sano equilibrio entre lo que deseaba
y la cotidiana realidad; equilibrio entre lo que él
fantaseaba y las posibilidades reales de su acción
como voluntario. A partir de entonces, su acción
asistencial será más creativa y él mismo podrá
autoalimentarse de la ayuda que presta.
Este proceso no es solamente un recorrido cronológico, sino que también, con más o menos nitidez, se puede poner de manifiesto en épocas distintas de la labor como voluntario. Lo patológico
no es el proceso en sí, sino el quedarse anclado
en alguna de las dos primeras etapas, pues impediría una ayuda eficaz.
Patología de la acción del voluntario
El voluntario puede ‘pecar’ por exceso o por defecto; es decir, puede cometer un doble error en
la acción con el ayudando: mantener un distanciamiento defensivo o una relación simbiótica.
Juan Antonio tiene cincuenta años. Desde hace
unos diez años acude, tras su jornada laboral
en una entidad bancaria, a un centro de Cáritas
de ayuda a los emigrantes. Imparte clases de
español a personas que desconocen totalmente nuestra lengua. Manifiesta que los primeros años de su colaboración acudía con ilusión
A Fondo
y compartía con los usuarios sus problemas, no
solamente los referidos al idioma, sino también
sus preocupaciones personales, laborales y familiares. Desde hace un tiempo, no obstante, le
cuesta acudir al Centro de Ayuda y procura no
participar en los problemas de sus alumnos. El
mismo afirma que es como si se hubiera puesto
una coraza y todos los conflictos le resbalasen.
Así, cuando alguien manifiesta su deseo de contar alguna dificultad personal, contesta siempre
de forma seca y contundente: “Aquí estamos
para aprender español, no para solucionar problemas…” Juan Antonio desea poner distancia
con los ayudandos pues en algún momento se
ha sentido invadido por la angustia de sus alumnos. Como no sabe distanciarse de forma sana,
corta y pone un ‘muro’ entre el ayudando y su
propia existencia.
simplemente a pasear por el Madrid de los Austrias. María nos dice: “A veces, no puedo dormir
pues me llevo a casa todos los problemas de los
usuarios”. Actualmente se ha incorporado al grupo una chica anoréxica y María la llama constantemente por teléfono para preocuparse por su salud y le ha ofrecido salir a pasear todos los días.
“Me da mucha pena”, nos dice.
Todo lo contrario le ocurre a María, voluntaria en
una asociación de enfermos mentales. Su misión
es salir con algunos usuarios (esquizofrénicos,
depresivos graves, etc.) una vez por semana.
Acuden en grupo para ir al cine, a una cafetería o
En el caso de María, ocurre lo contrario: se produce una fuerte identificación con el ayudando,
viviendo su dolencia como propia y constituyendo
una relación simbiótica en la que los dos términos
de la relación saldrán perjudicados.
Ambas conductas, la de Juan Antonio y la de
María, son erróneas. La primera porque produce una relación fría y sin calor humano. Es una
relación personaje-personaje, que no favorece a ninguno de los términos de la relación. Es
una forma defensiva de alejarse del sufrimiento de los demás. Ante el miedo de contagiarse de su sufrimiento, Juan Antonio se defiende
con la distancia afectiva.
17
A Fondo
Salud mental del voluntariado
Entre ambos extremos se encuentra el punto medio, o la virtud: un distanciamiento amoroso.
Consiste en un saber acompañar al ayudando, caminar junto a él, respetando sus necesidades, flaquezas y expresión de dolor, pero al mismo tiempo sabiendo de nuestras posibilidades y también
de nuestros límites. Esto supone que al emigrante no hay que tratarle como a un “bicho raro”, ni
tampoco intentar solucionar los graves problemas del enfermo mental, ni al anciano hay
que vestirlo y asearlo como si fuera un inútil, ni al paralítico transportarlo siempre en coche, ni al depresivo dejarle
que esté todo el día en la cama. Es
decir, debemos intentar compaginar una ayuda técnica con
el afecto y la comprensión.
18
Es lo que algún autor ha llamado “el eros terapéutico”: no es paternalismo, ni tecnicismo, sino
una asociación de ambos.
Con este talante nos debemos acercar al ayudando que está sufriendo con la aparición de la deficiencia. Sabiendo que no existen “recetas mágicas” para la solución de los problemas, sino que
el resultado exitoso va a depender de numerosas circunstancias: momento evolutivo del sujeto, estructura familiar, vivencia del problema, etc., y que estas mismas situaciones son cambiantes como las aguas
de un río.
Como ha dicho Dell
(1983), no existe la
“llave de oro”
que abra
A Fondo
Al iniciar su andadura,
el voluntario puede
sentirse ‘tocado’ por la
fantasía de omnipotencia
que el ayudando proyecta
sobre él. En un segundo
momento, el voluntario
puede tener un sentimiento
de fracaso o decepción. Y,
si su proceso de maduración
es sano, desembocará en
una última etapa de
aceptación de la realidad
en la que el voluntario
asume sus límites pero
también sus posibilidades
‘la puerta’ de la solución de nuestros problemas,
sino que en cada momento, y dependiendo de
la ‘cerradura’ que estemos ofreciendo, habrá que
actuar con una llave de oro, de platino o de bronce. Lo importante, pues, no es el instrumento utilizado, sino conseguir el encaje perfecto entre la
situación angustiosa y el ofrecimiento de ayuda.
Ser solidario: un signo de salud mental
Todos los hombres, pues, nacemos con la semilla de la solidaridad, que puede evolucionar
hacia un sentimiento auténtico de preocupación
por los demás, o bien, convertirse en una fortaleza autosuficiente que desprecie a todo lo que
no sea el mismo. Lo que nunca podremos negar es la presencia del “no-yo”, para bien o para
mal. De ahí la importancia de los primeros años
de la vida, donde desde nuestra primigenia indefensión, debemos ir construyendo un “yo”
fuerte, que nos posibilite una interrelación con
el prójimo sana y enriquecedora, pero sin caer
en la autosuficiencia o narcisismo. El niño debe
aprender de forma teórica y vivencialmente que
no es el “centro del universo”, que no está sólo.
Las necesidades de los demás y sus deseos, son
el contrapunto de sus inclinaciones y proyectos. Ser adulto también es tener en cuenta a los
otros y sus necesidades.
El voluntariado, pues, es una forma de abrirnos a
los demás, potenciado la comunicación y sintiendo el dolor ajeno como propio. De alguna manera,
el solidario, pone su mente y su corazón en la indigencia del otro, aplazando por un momento sus
propias deficiencias. Además, el voluntariado favorece las relaciones interpersonales y provoca que
el individuo salga de sí mismo para ayudar al más
necesitado. Todas las personas que trabajan de voluntarios reconocen que “han recibido más” (afecto, valoración, respeto, autoestima, etc.) que han
ofrecido: un poco de tiempo y de dedicación. Por
otra parte, también está comprobado que al voluntario, que hace de la solidaridad la bandera de su
vida, su propia acción voluntaria (aunque solamente sea una hora a la semana) le ayuda a ser mejor
persona, a tener menos ansiedad y a fortalecer su
propia autoestima. Por esto podemos afirmar que
ser solidario es un signo de salud mental.
A aquel que hace de la
solidaridad la bandera de
su vida, su propia acción
voluntaria le ayuda a ser
mejor persona, a tener
menos ansiedad y a
fortalecer su propia
autoestima. En definitiva:
ser solidario es un signo
de salud mental
19
A Fondo
Aunque sólo recientemente ha ido
adquiriendo una personalidad jurídicamente definida de la que hasta
ahora había carecido, lo cierto es
que el voluntariado no es un fenómeno de aparición reciente. Ha existido siempre como una forma de respuesta al sufrimiento, a la pobreza o
al abandono que vulnera la dignidad
de muchos seres humanos.
FORMAR
VOLUNTARIOS
COMPETENTES
UN RETO Y UNA GARANTÍA DE SOLVENCIA
Por José María Jiménez
20
A Fondo
Verdad es que, a veces, el hombre puede convertirse, como afirmó Hobbes desde su profundo pesimismo antropológico, en “un lobo para el hombre”, pero no es menos cierto, así al menos lo
creemos muchos, que entre las inclinaciones naturales que anidan en el corazón de los humanos
está una especie de propensión o tendencia natural que nos impulsa a alegrarnos con el bienestar
del prójimo y a lamentar sus desdichas.
Por eso, en todos los momentos de la historia
nos topamos con “buenos samaritanos” que, al
margen de los poderes públicos o de los servicios
más institucionalizados, se han apresurado a socorrer al herido, a proteger al desvalido o a compartir su pan con el hambriento.
Respuesta al sufrimiento
Es la respuesta a la marginación y al sufrimiento que hieren a tantos seres humanos. A tantas
personas necesitadas de prójimos comprometidos que sean capaces de sembrar en sus corazones una chispa de esperanza. Porque quizá
sea ésta una tarea que no parece prudente fiar al
buen hacer de las instituciones o a la solicitud de
la Divina Providencia. Tal criterio conduciría a la
pasividad y a eludir la responsabilidad que a todos nos concierne en relación a las carencias de
nuestros congéneres.
Traigo a la memoria la historia de aquel hombre piadoso habituado a tratar con Dios con
toda familiaridad. Parecer ser que, paseando
un buen día por las calles de su ciudad, se cruzó con una niña sucia y andrajosa que le tendía sus manos suplicantes: “¡Tengo frío y hambre! -gritaba-, ¡ayudadme!”… Al buen hombre
se le encogió el corazón, pero siguió caminando. Sentado en una acera, vio entonces a un
joven extremadamente delgado, con el rostro
avejentado y la mirada perdida, que era la imagen viva de la desesperación y la derrota… Se
alejó apesadumbrado de aquel lugar y no tardó en toparse con unas jovencitas, vestidas de
forma llamativa, que ofrecían a los transeúntes
sus servicios sexuales ante la mirada inquietante de unos turbios truhanes que no les quitaban los ojos de encima… Sintió una angustia
insoportable, corrió hacia la iglesia más próxima, se acurrucó en un rincón y gritó, en silencio, su terrible frustración: “¿Dónde estás mi
Dios?, ¿por qué no sales de tus iglesias y haces
algo por toda esa pobre gente?”... Soportó durante algunos momentos el peso de un silencio
abrumador y, pasado ese tiempo, que se le antojó una eternidad, una voz firme habló así a
su corazón: “¿Cómo puedes decir que no hago
nada?, ¿acaso no te he hecho a ti?”
Saber hacer significa
adquirir hábitos de
participación y trabajo en
equipo. Las asociaciones
de voluntarios no son cancha
para francotiradores que
persiguen protagonismos
infantiles, ni el lugar más
adecuado para personas
inmaduras con ansia de
vedetismo o reconocimiento
No hace falta ser muy avispado para extraer la
moraleja: la conciencia de pertenecer a un mundo privilegiado que coexiste con bolsas de explotación y de la marginación más absoluta plantea
a los individuos un verdadero desafío. Porque, de
alguna manera, todos intuimos que no podemos
escamotearnos de nuestra propia responsabilidad exigiendo que otras instancias (autoridades
públicas o el mismísimo Dios…) vengan a solucionar los problemas entre los que nos movemos
mientras nosotros nos cruzamos de brazos.
El voluntariado
Es en este contexto de interpelación ética en el
que surge el voluntariado como reacción solidaria o muro de contención de las penalidades que
golpean el rostro de quienes se sienten maltratados por la enfermedad, la soledad, la pobreza, la
explotación...
21
A Fondo
El voluntario ha llegado a la convicción de que
su aportación en los ámbitos de atención a los
demás, por pequeña que sea, es imprescindible para la edificación de un mundo más justo
y más humano. Es alguien que ha comprendido que es preferible encender una cerilla, tan
sólo una insignificante cerilla, que maldecir las
tinieblas. Como la madre Teresa de Calcuta, el
voluntario cree que, si dejara de poner su granito de arena, al desierto le faltaría ese granito; que, si dejara de arrojar al océano su gotita de solidaridad, a los océanos les faltaría
esa gotita.
La necesaria formación
Pero la acción voluntaria no puede ser fruto de un
buenismo más o menos ingenuo, más o menos
irreflexivo. Si carece de la cualificación adecuada y si el voluntario está ayuno de las competencias que le pueden habilitar para intervenir con la
máxima eficacia posible en las distintas áreas de
las necesidades sociales, perderá en gran medida
su sentido. Podría, incluso, devenir perniciosa y
convertirse en un elemento que, en lugar de contribuir a trasformar realidades dañinas, las cronifica prolongándolas en el tiempo.
El voluntariado no puede ser, pues, mano de obra
no cualificada y, por lo tanto, barata con la que se
suple el trabajo de los verdaderos profesionales.
Tampoco, evidentemente, un hobby para entretenimiento de desocupados, mucho menos una
simple operación de pura cosmética para tranquilizar conciencias o una vía de escape para zafarse de problemas personales. Exige abrazar un
proceso de formación permanente que le capacite para realizar el trabajo con el que uno se compromete con plena conciencia y con la máxima
competencia.
Lo cierto es que, en la actualidad, la formación
del voluntariado constituye todo un reto y, a la
vez, una garantía de la solvencia de los servicios
que en cada caso prestan los voluntarios.
Un proceso en el que, dialogando con la realidad
sobre la que se quiere incidir y aprendiendo de
ella, va sistematizando sus conocimientos, testando sus hábitos de trabajo y potenciando sus
destrezas. Y sobre todo, gracias a la reflexión sobre lo que hace, cómo lo hace y por qué lo hace,
madura como persona y acrisola sus motivaciones iniciales. Porque quizás sólo desde ese crecimiento personal se acaba viendo la vida desde la atalaya de una solidaridad consciente que
impulsa a echar una mano a los más necesitados para ayudarles a solucionar sus problemas y,
cuando esto no es posible, para acompañarles en
el proceso de cambio que les permitirá posicionarse ante ellos con actitudes activas y positivas
que faciliten su superación.
El buen voluntario es aquel que atesora capacidad
de compromiso solidario y disposición a mantenerse en un permanente proceso de formación.
Desde estos principios generales, tres serían los
ámbitos en los que debe incidir una buena preparación de los voluntarios:
22
A Fondo
Desde el principio de que
“nadie da lo que no tiene”,
habrá que reconocer que
quien opte por un modelo de
voluntariado no simplemente
asistencialista sino de
crecimiento y desarrollo
deberá trabajarse a sí mismo
para alcanzar cotas más
altas de madurez y
autonomía personal
Formación en conocimientos
Evidentemente, saber a qué problemática va uno a
enfrentarse es el inicio de una formación que aspire
a ser mínimamente responsable. Las áreas de intervención del voluntariado son tan variadas como
diversos son los problemas que afectan a nuestras
sociedades cada vez más complejas, más plurales
y, también, más necesitadas. De ahí que el voluntario deba comprometerse a intervenir con la máxima soltura en los campos específicos de actuación
de la institución con la que se propone colaborar.
A partir de ahí, formará parte de su responsabilidad disponer de un buen marco teórico que
le permita prestar sus servicios no como el aficionado que actúa al dictado de lo que le sugiere el sentido común o la buena voluntad, sino
como persona experta que conoce el terreno en
el que se mueve y, por tanto, no renuncia a la
profesionalidad y a la eficacia. El buen voluntario comprende que en su interacción, como
agente de ayuda, con seres humanos en situación de dificultad, no basta con que esté acompañado por el sentimiento de simpatía nacido al
abrigo de una primera emoción. Debe ser ejecutada desde criterios de calidad y de eficacia que
incluyan el propósito de que la persona ayudada asuma, en la medida de sus posibilidades, el
protagonismo en el proceso de hacerse cargo de
su propia vida y de buscar solucionar de raíz los
problemas que la acongojan.
Formación en habilidades
Pero no basta con saber, es preciso también saber hacer, es decir, adquirir todas aquellas habilidades y destrezas que son precisas para que
la actuación del voluntario no sólo esté respaldada por un constructo teórico bien fundamentado,
sino que logre alcanzar los máximos niveles posibles de profesionalidad.
Saber hacer significa, en primer lugar, adquirir
hábitos de participación y trabajo en equipo. Las
asociaciones de voluntarios no son cancha para
entrenamiento de francotiradores que persiguen
protagonismos más o menos infantiles. Tampoco, desde luego, el lugar más adecuado al que
pueden acudir personas inmaduras con ansia de
vedetismo o reconocimiento. Es imprescindible,
por lo tato, aprender a interactuar con los otros,
a participar en la programación de las actividades y a adquirir destrezas que contribuyan a la
dinamización y animación de los colectivos con
los que se trabaja.
En segundo lugar, saber hacer significa estar
abierto a la supervisión y al cuestionamiento del
propio trabajo como voluntario. Porque sólo quien
admite ser contrastado y, en su caso, corregido
acredita la madurez que es exigible a quien elige
intervenir activamente como voluntario en estrategias que pueden incidir de forma relevante en
la vida de otras personas.
Y saber hacer quiere decir, finalmente, disponer
y utilizar adecuadamente con la máxima competencia los medios que estén a su alcance y sean
más apropiados a la peculiaridad de su actividad
de voluntario.
Formación en actitudes
Finalmente, la formación debe ir orientada al ser
del voluntario. Desde la sapiencia que recoge aquel
viejo principio de que “nadie da lo que no tiene”,
habrá que reconocer que quien opte por un modelo de voluntariado no simplemente asistencialista
sino de crecimiento y desarrollo deberá, como primera providencia, trabajarse a sí mismo tratando
23
A Fondo
de alcanzar las cotas más altas posibles de madurez y autonomía personal. Porque tal vez sólo desde una razonable madurez se pueda comprender
el verdadero sentido de la gratuidad.
Las personas inmaduras difícilmente se comprometen en tareas que exigen continuidad y que,
más allá de los momentos iniciales en los que la
novedad se convierte en un poderoso refuerzo,
requiere muchas dosis de generosidad y sólidas
convicciones para no abandonar el surco incluso
cuando el laboreo se hace tedioso y el fruto del
propio esfuerzo apenas si se percibe o, en todo
caso, se percibe muy lejano.
Si el voluntario carece de
la cualificación adecuada
para intervenir con la
máxima eficacia posible,
podría convertirse en un
elemento que, en lugar de
contribuir a trasformar
realidades dañinas,
las cronifica
24
El voluntario que trabaja su ser debe abrazarse
a la honradez y a la coherencia y revisar permanentemente sus motivaciones. Conforme éstas sean más sólidas y se hallen más arraigadas, mejor quedará garantizada la limpieza y
aún la nobleza del propósito que le ha impulsado a vincularse con una asociación de voluntarios. Y mejor quedará acreditado que esa vinculación no supone huída de compromisos previos
o abandono de otras responsabilidades. No tendría ningún sentido regalar un tiempo que previamente se ha sustraído a quienes nos son
más próximos o pretender tender una mano a
desconocidos mientras dejamos en la estacada
a los más cercanos.
Formación, pues, en el saber (voluntarios
competentes, “leídos” que conocen lo que llevan entre manos), formación en el saber hacer (diestros en el manejo de técnicas) y formación en el ser (voluntarios maduros con
conciencia crítica y visión solidaria de la sociedad). He aquí una apasionante tarea a la
que nos enfrentamos quienes, desde una u
otra trinchera, queremos que nuestro trabajo
se mueva dentro de los parámetros del buen
hacer exigido por el respeto que profesamos
a las personas a quienes va dirigida nuestra
acción.
A Fondo
JÓVENES
VOLUNTARIOS:
DE LA
HUIDA AL
COMPROMISO
EL 65% DE LOS
JÓVENES OPINA QUE LA
JUVENTUD SE EVADE, EL
20% CREE QUE SÍ
‘SE MOJA’ Y EL 15%
PIENSA QUE SÍ AYUDA
EN OCASIONES
Por José Luis Rozalén Medina
25
A Fondo
Tres grandes grupos
En un reciente estudio sobre los jóvenes voluntarios realizado en la universidad española se ha observado que un porcentaje alto de estos jóvenes
prefiere acciones de ayuda relacionadas con el medio ambiente y con los animales en peligro de extinción; después, en orden de preferencia, eligen la
atención a gente con problemas de pobreza y falta
de escolarización, el apoyo a discapacitados físicos
y psíquicos, los campamentos de verano para intentar recuperar pueblos abandonados y espacios
deteriorados, los viajes a África para llevar el apoyo contra el hambre y la miseria… No cabe duda de
que las universidades constituyen hoy día (entre
otros muchos organismos e instituciones de ayuda
voluntaria) un verdadero puente de unión entre los
problemas sociales existentes y la predisposición
solidaria de muchos jóvenes, ya que en las propias estructuras universitarias existen oficinas de
voluntariado que orientan y ayudan a los jóvenes
dispuestos a trabajar por los demás.
Para Luis Aranguren,
“el verdadero voluntario
joven ‘no juega con los
pobres’, sino que se implica
en la acción, pone su vida
en lo que hace, lleva en sí
una carga transgresora
propia de su edad juvenil,
pretende transformar
radicalmente la sociedad,
hacerla más justa
y equitativa”
Ante el problema de la solidaridad y el compromiso, podemos dividir a los jóvenes de nuestro
país en tres amplios grupos. Por un lado, tenemos una parte de chicos y chicas muy vulnerable,
inestable, desorientada, sin recursos, sin trabajo, sin perspectivas claras, que lo pasa bastante
mal y que poco puede hacer por los demás. Por
otro lado, hay otro grupo que, con medios sufi-
26
cientes, está perfectamente integrado en el sistema social y económico, pero que de forma egoísta se desentiende totalmente de los problemas u
penalidades de los que están a su alrededor. Por
fin, podemos observar a otro grupo de jóvenes
que, con más o menos medios económicos pero
con una gran voluntad, colabora, trabaja y asiste, a través de diversas organizaciones, a los más
desfavorecidos y necesitados, ofreciendo gratuitamente su tiempo y su dedicación.
El verdadero espíritu del voluntario
Conviene matizar brevemente qué entendemos nosotros por un auténtico voluntario; desde luego no
es aquel que en algún momento de su vida, fugazmente, tal vez impulsado por la moda o el capricho,
quiere imitar a algún famosillo que se va a cualquier país tercermundista a fotografiarse rodeado
de niños famélicos, comidos de hambre y mocos,
sin olvidarse del fotógrafo que inmortalice el “maravilloso y generoso momento” que, a buen seguro,
servirá para promocionar su carrera. El verdadero
voluntario no busca el pasatiempo fácil del sábado por la tarde colaborando con alguna ONG, sino
que, en palabras de Luis Aranguren Gonzalo, en su
estupendo libro Vivir es comprometerse, “se implica totalmente en la acción, pone su vida en lo que
hace, lleva en sí una carga transgresora propia de
su edad juvenil, pretende transformar radicalmente la sociedad, hacerla más justa y equitativa”. Ése
es el verdadero espíritu del voluntario.
Como escribe Luis Aranguren en el libro citado,
“el voluntariado no puede convertirse en un simple apéndice más o menos lúcido que viene a
adornar una vida más o menos gris”, sino que
debe surgir de un estilo de vida, de una forma de
entender la existencia que no permite que haya
gente postergada ni marginada. El joven voluntario, en medio de un mundo frívolo, efímero y
superficial, establece relaciones y valores permanentes y duraderos, mira cara a cara, sin miedos, a la dura realidad y lucha para cambiarla.
“Sus horizontes son de justicia social y no de pasatiempo”. Y se esfuerza constantemente por sí
mismo, por los demás, por la esperanza, por la
alegría, por la solidaridad, por la ilusión de lograr
un mundo definitivamente mejor.
A Fondo
El verdadero voluntario joven “no juega con los
pobres”, sino que se identifica con ellos y va
creando a su alrededor una red de actos y sentimientos que van cambiando la faz de la tierra. En
un mundo en donde se impone la dictadura del
dinero, del poder, del triunfo, el auténtico voluntario ofrece la cultura de la gratuidad, de la amistad, de la sinceridad, del encuentro personal, del
contacto de los corazones.
¿Qué dicen los jóvenes?
Como en otras ocasiones, hemos planteado a
un amplio grupo de chicos y chicas una serie de
cuestiones en relación al tema que aquí estamos
tratando: el compromiso social de los jóvenes españoles. He aquí las preguntas formuladas y sus correspondientes respuestas.
1ª. En el ambiente en el que te mueves, entre
tus amigos y conocidos, ¿hay mucha gente que
dedica voluntariamente su tiempo a ayudar a los
demás? ¿Se da con frecuencia el compromiso voluntario, el hacer cosas por los otros, o es más
frecuente la huida, la falta de preocupación por
los problemas que existen en nuestro mundo?
Razona tu respuesta.
En el cómputo de respuestas aparece un elevado
porcentaje, el 65%, que afirma que el compromiso voluntario entre los jóvenes no suele darse
con frecuencia, que la gente es bastante egocéntrica y no suele pensar demasiado en las fatigas
de los demás. Es más frecuente, dicen, “la huida,
el pensar en uno mismo y los demás que espabilen”. “Tengo yo bastante problemas como para
preocuparme de las penas de la gente”. “Mi tiempo libre es escaso y el que tengo prefiero dedicarlo a mis vicios y diversiones”. “En mi ambiente
veo a pocos jóvenes con espíritu de ayuda voluntaria”. “Es triste, pero sólo los que lo han pasado
mal alguna vez tienen la voluntad de escuchar y
ayudar”. “Conozco a muchos que lo poco que hacen por los otros lo airean a los cuatro vientos
para lograr reconocimiento y aplausos”.
Sin embargo, hay un 20% de respuestas que, por
el contrario, sí cree en la buena voluntad del ser
humano, sí está convencido de que “siempre hay,
27
A Fondo
y habrá, personas buenas y generosas que entregan su tiempo libre a los demás, para consolarlos, para curarlos, para atenderlos, para llevarles
un poco de felicidad y alivio”.
Finalmente, se da otro pequeño porcentaje, el
15%, que piensa que, aunque no haya muchos jóvenes que tengan una frecuente y notable actividad voluntaria, en algunas ocasiones, en circunstancias adecuadas, cuando tienen más tiempo,
cuando la situación atañe a la familia o los amigos, entonces sí echan una mano, sí realizan acciones puntuales de ayuda a los demás. Nos dice,
por ejemplo, Sergio, un chico de 19 años: “Suelo
ayudar a mi familia y a mis amigos cuando los veo
‘con el agua al cuello’; tengo un tío ya mayor que
está solo y, de vez en cuando, voy a hacerle compañía; se pone muy contento y yo me siento muy
bien; entonces pienso que es bonito ayudar a la
gente necesitada y que yo, si fuese más generoso,
podría hacer mucho más de lo que hago”.
2ª. ¿Qué tipos de ayuda voluntaria más frecuentes conoces entre los jóvenes de tu entorno?
Entre las acciones más citadas (que, por otra
parte, a muchos de estos chicos/as les gustaría
realizar algún día) figuran las siguientes: participar en campañas de información contra el sida
y la droga, y de prevención del cáncer; ayudar
a la gente que no tuvo oportunidades en su día
para estudiar y aprender; limpiar las costas, los
bosques, los parques y ayudar a tener conciencia
ecológica; ayudar a alguna familia humilde que
tiene a varios de sus miembros en paro o con enfermedades graves; visitar a los enfermos que
están solos en los hospitales; atender y acompañar a los ancianos que están abandonados; apadrinar algún niño del Tercer Mundo; ir a las cárceles a hacer compañía a los reclusos y a charlar con ellos; ayudar a los escolares sin recursos
económicos y con problemas de aprendizaje; ir a
los barrios suburbiales y comunidades desfavorecidas para atender a los más pobres con ropas,
alimentos, comida, trabajo; asistir a campamentos de verano para reconstruir pueblos, conocer
nuevas culturas, hacer nuevos amigos… En definitiva, como vemos, se trata de un buen programa de actividades voluntarias: más que de realidades efectivas, de buenos deseos.
28
El voluntariado no puede
convertirse en algo que
viene a adornar una vida
más o menos gris, sino que
debe surgir de un estilo de
vida, de una forma de
entender la existencia que
no permite que haya gente
postergada ni marginada
3ª. ¿Realizas tú alguna actividad de voluntariado?
¿Cuál es? Razona brevemente tu actitud, tanto si
la realizas, como si no haces nada.
Aparecen aquí respuestas diversas de distinto
calado: “No realizo ninguna actividad, porque no
saco nada en limpio”. “Ahora no hago nada, ni
creo que en el futuro tampoco haga algo aunque
algún día tuviera más tiempo, porque a mí sólo
me incumben mis problemas”. “No hay ninguna
A Fondo
ONG que me motive, y además, algunas se enriquecen a costa del dinero de los demás”. Éstas
son algunas de las contestaciones más negativas y oscuras.
muy joven-, “me sentí muy arropada por mi familia, por voluntarias que me apoyaron, por otras
chicas que estaban allí tan solas como yo; allí
aprendí a ayudar y a que me ayudaran”.
En cambio hay otras muchas más esperanzadoras
que conviene destacar: “Aunque ahora no puedo,
me gustaría colaborar con Acnur”. “Si algún día
tengo más tiempo, querría trabajar con el Samur
o la Cruz Roja, porque creo que realizan una gran
labor”. “Aunque actualmente no realizo ninguna
actividad, estoy seguro de que, si algún día colaboro en algo, me sentiré muy a gusto”. “En estos
momentos” -nos manifiesta Isabel-, “ayudo a un
grupo de niños de mi país, Cabo Verde, que tienen mucha necesidad de alimentos, de protección, de cariño, de todo”. “Cuando doy sangre,
me siento feliz: poco es, pero algo es”. “Colaboro con mi parroquia y con Cáritas en al atención
a los más necesitados y olvidados”. “Sólo puedo dar, de vez en cuando, unas pocas monedas
y unas palabras de conversación a un señor mayor que está pidiendo en una esquina de mi barrio; más que el dinero, agradece mucho el tiempo que le dedico hablando con él”. “Cuando tuve
a mi hijo hace tres años” -nos dice Raquel, madre
4ª. ¿Crees que en una sociedad como la nuestra,
con tantas carencias y necesidades, es importante que haya jóvenes dispuestos a sacrificarse por
los demás, o todos estos problemas tendrían que
ser solucionados por el Estado? Razona brevemente la respuesta.
Salvo algún caso raro que afirma que “atender
los problemas de la gente es asunto exclusivo del Estado y de las organizaciones dedicadas pertinentes”, la gran mayoría de los jóvenes, está convencida de que, “aunque el Estado debe dar ejemplo a los miembros de la
sociedad cumpliendo con sus obligaciones de
atención pública, “desde la Casa Real hasta el
último ayuntamiento”, nos dice Ricardo, alumno de 21 años, “sin embargo, siempre es necesaria la colaboración voluntaria de la gente,
de cada uno de nosotros, porque siempre hay
personas y situaciones a los que la acción pública no llega”. “A veces”, nos dice Ignacio, joven de 20 años, “estamos los jóvenes preocupados por comprarnos la consola más moderna, la última marca de pantalones o zapatos,
el más sofisticado capricho, mientras observamos que hay gente que tiene que comer en los
comedores de Cáritas o va rebuscando en los
contenedores de basura: y nos quedamos tan
panchos”.
Finalizamos con lo que nos dice Luisa, una
chica de 22 años, estudiante en un instituto
nocturno de Madrid, que trabaja por la mañana en unos grandes almacenes: “Es importante que haya jóvenes que estén dispuestos
a sacrificarse por los demás, porque en una
sociedad solidaria todos dependemos de todos, todos nos necesitamos, sobre todo los
que menos tienen… Por supuesto que tenemos que descansar y divertirnos, pero hay
que sacar tiempo para los demás, porque yo
estoy segura de que cuanto más damos más
recibimos, y si nos encerramos en nosotros
mismos, estaremos matando nuestra esperanza y la del mundo”.
29
ENTREVISTA
LUCIANO POYATO ROCA
PRESIDENTE DE LA PLATAFORMA DEL VOLUNTARIADO
“Si no estamos formados y pretendemos
ayudar, a lo mejor estamos perjudicando
Por Gloria Díez
sin darnos cuenta”
Fotos: Cristina Bezanilla
30
ENTREVISTA
Luciano Poyato es un ingeniero agrícola que se encontró con el campo del
voluntariado a través de una huerta, o mejor de La Huertecica. Eran los años
duros de la heroína y nadie sabía muy bien cómo hacer frente al problema.
Hoy es presidente de la UNAD, una entidad que agrupa a 258 organizaciones
que trabajan en el terreno de las drogodependencias. Poyato, cartagenero,
encabezó la candidatura que resultó elegida el año pasado para gestionar la
Plataforma del Voluntariado, entidad que aglutina a la mayor parte de las organizaciones no gubernamentales de este país.
La entrevista tiene lugar en la sala de reuniones de la Plataforma, en un edificio del viejo Madrid. En torno a esta
mesa redonda se habla y se pacta. Para poner de acuerdo a setenta y siete miembros hace falta dialogar mucho.
Usted llegó al voluntariado, y al mundo de las
drogas a través de los cultivos.
Sí, allá por el año 1987, en mi zona, había una
serie de madres preocupadas por los problemas
derivados del consumo de heroína. En aquel momento no había ninguna respuesta a esa situación y alquilaron una finca: La Huertecica. Yo estaba en el último año de carrera y me llamaron
para que pusiera una serie de cultivos hortícolas, con algún invernadero que otro. Pronto nos
dimos cuenta de que, por dedicarse a trabajar
en la tierra, los chicos no dejaban el consumo,
sino que necesitaban una reflexión más profunda sobre qué es lo que estaba pasando en su
vida. Fue entonces cuando empezó a incorporarse gente de otras disciplinas, fundamentalmente
del mundo de la psicología y se constituyó la asociación Colectivo La Huertecica, pero realmente
no se ha dedicado nunca a las labores agrícolas. Nació para ayudar a esos chicos de los que,
por cierto, algunos murieron con nosotros, porque ese momento también coincidió con el boom
del VIH. La asociación creció muy de prisa, fueron unos años duros de aprendizaje, de muerte,
de todo ahí mezclado. Y como en Cartagena, en
el resto del estado español aparecieron también
asociaciones de estas características. Al principio
nos reunimos cinco, fuimos las que firmamos el
acta fundacional de UNAD, la Unión Nacional de
Atención a las Drogodependencias. Llegamos a
ser cerca de 300, pero ahora hemos quedado en
258, porque algunas han desaparecido por fal-
ta de actividad. UNAD, ahora mismo, es verdad
que está muy profesionalizada, pero también tiene muy en cuenta todo el voluntariado que hay
en el sector, y sobre todo la experiencia en materia de gestión, de ofrecer un servicio.
“Nuestro sector tiene que
darse a conocer mucho más
a través del concepto de
marca y de las nuevas
tecnologías”
¿Cuál es la situación actual de las adicciones
en España?
Hemos pasado por una gran epidemia, que se
asociaba a la inseguridad ciudadana, a la muerte, a la delincuencia. Ahora estamos viviendo una
situación que no tiene nada que ver, hay un policonsumo, nadie es consumidor de una sola sustancia, cocaína, cannabis, drogas de diseño… es
verdad que hay menos muertes, pero yo creo que
no deberíamos bajar la guardia, porque hay una
parte de la juventud que no tiene ninguna percepción del riesgo y eso nos preocupa. Otra cosa
que nos preocupa es que se empieza a consumir
a una edad más temprana, consumir con 13 ó 14
años, cuando uno está en periodo de pre-adolescencia y de formación de la personalidad, del
mundo de relaciones, eso complica.
31
ENTREVISTA
¿Se podría decir que el voluntariado es una
vertiente laica de la solidaridad?
Desde mi punto de vista, ser voluntario es independiente de la religión, de la cultura, de la
nacionalidad; es independiente, fíjese lo que le
digo, de la edad, ahora se está vinculando mucho
el voluntariado a gente joven y lo que nos tiene
que unir es la acción voluntaria. Yo no lo llamaría voluntariado laico, además, en la Plataforma
del Voluntariado hay entidades que tienen vinculación religiosa.
“Para abordar recortes
presupuestarios, el Gobierno
tiene que hablar con
empresarios y sindicatos,
pero también debería hablar
con nosotros porque sus
decisiones afectan a la
población con la que
estamos trabajando”
Por supuesto, no digo que en las iglesias no
haya voluntarios, sino que el voluntariado
ocupa un espacio en el que antes era frecuente encontrar organizaciones religiosas.
En ese sentido sí, y de hecho, nuestra plataforma, como muchas entidades, es aconfesional.
Al calor de la democracia
¿Cuándo surgen los movimientos de voluntariado en España?
En este país coincide, evidentemente, con el inicio de la democracia. Es entonces cuando empezamos a hablar, no solamente de voluntariado,
sino de movimiento asociativo, de entidades solidarias, de entidades sin ánimo de lucro, en definitiva, de todo lo que intentamos construir ahora,
que es el “tercer sector” de acción social.
¿Tercer sector?
Sí, hay un sector que es todo lo público, todo lo
que se gestiona desde los ayuntamientos, las comunidades autónomas o desde la administración
general del Estado, luego hay otro sector que tiene que ver con lo privado, toda la clase empresarial en sus distintas modalidades y hay un tercer sector que nosotros le ponemos el apellido de
“acción social”, que no es ni público, ni privado
lucrativo, y la diferencia con los otros dos es que
las entidades que lo componemos no tenemos
ánimo de lucro. En este momento, si preguntamos qué es esto del tercer sector de acción social, la mayor parte de los ciudadanos no sabrían
32
explicarlo, está más asumido el concepto de la
ONG, y a veces, incluso, el concepto de la ONG ligada a la cooperación para el desarrollo, que está
muy bien y hay que apoyar eso, pero también
hay que decir que hay organizaciones que son organizaciones no gubernamentales de acción social en este país, que también hacen falta.
Hablan de ser teóricos del voluntariado ¿Qué
hay detrás de la idea de ser voluntario?
Yo definiría al voluntario como una persona que
se acerca, como una persona que es capaz de ser
generosa y solidaria, pero que, al mismo tiempo,
también tiene que unir sus fuerzas para que las
cosas cambien. Y por lo tanto, cuando decimos
que queremos ser agentes sociales, es porque la
idea del voluntariado tiene que ver con el acompañamiento, pero también con que hay situaciones que deben cambiar para que no se produzcan
ENTREVISTA
Representando a muchos
“Los voluntarios son
personas capaces de ser
generosas y solidarias, pero
que también tienen que unir
sus fuerzas para que las
cosas cambien”
consecuencias injustas. Y en eso yo creo que hay
algunas organizaciones que nos hemos equivocado, porque le hemos dicho a la gente: “No, no
basta con que estés ayudando a un discapacitado, sino que tienes que formarte para hacerlo bien, porque no todo vale y al mismo tiempo, también tienes que estar con nosotros para
proponer cambios legislativos”. Y eso tiene que
ser un proceso de descubrimiento personal, sí es
que se descubre, y si no se descubre, tampoco
pasa nada. Pero sí, hay una parte del voluntariado que defendemos nuestra función como agentes de cambio social.
Ése es un paso más.
Sí ése es un paso más, porque en este país, cuando
un gobierno pregunta, por ejemplo sobre los recortes presupuestarios, ¿a quién va a preguntar?, ¿con
quién van a pactar? Con la clase empresarial y con
los sindicatos. Pero bueno, ¿no hay otro sector? A lo
mejor, también tendrían que preguntarnos, ¿no?, y
que nosotros pudiésemos decir: “Oye esto afecta a
la población con la que estamos trabajando”.
Eso enlaza con la siguiente pregunta, porque dicen que desde la Plataforma representan a 800.000 personas. ¿El objetivo es
básicamente hablar con una sola voz frente
al poder político?
No es fácil, pero ésa es un poco la idea. Cuidado,
en la Plataforma hay organizaciones muy grandes, hay organizaciones muy pequeñas y medianas. Precisamente este año vamos a dedicarnos
a preguntarle a la gente cómo ve la Plataforma y
33
ENTREVISTA
“Ser voluntario es
independiente de la
religión, de la cultura, de la
nacionalidad y de la edad”
qué quiere de la Plataforma. Pero sí, yo creo que
hay que tender a que haya una voz que aúne a
todo este movimiento. Y no tenemos que tener
grandes pretensiones, no nos tenemos que pelear en veinte objetivos, tendremos que coincidir
en cuatro o cinco y esos defenderlos.
¿Qué es el Observatorio del Voluntariado?
Realmente es un encargo, vamos a ser así de transparentes. El Ministerio de Política Social quería tener
un observatorio, y dijimos, ¿por qué no lo gestionamos nosotros? El observatorio tiene una vida ya y,
como muy bien dice la palabra, su objetivo es observar lo que ocurre, no solamente con el voluntariado,
sino también con el fenómeno del voluntariado. No
se trata sólo de saber cuántos voluntarios somos y
cuál es el perfil del voluntario, sino de que se analice
el fenómeno en sí. Se ha hecho también un estudio
sobre lo legislativo, como se legisla el voluntariado
en las distintas comunidades autónomas y qué diferencias hay. Ahora estamos en la fase de ver cuáles
son las necesidades del voluntariado, en qué campos hace falta que el voluntariado se implique.
¿Cómo va a afectar la crisis económica?
El voluntariado como tal es una opción altruista, no
tiene una recompensa económica y por lo tanto es
un complemento de lo que hace la asociación, pero
evidentemente hay asociaciones que están prestando servicios y eso cuesta dinero. Hay entidades
que se dedican a dar de comer, o que ayudan a los
discapacitados, o que trabajan en el ámbito de la
alfabetización, o de las drogas, que tiene sus recursos, sus profesionales, y eso ya se está viendo
afectado, porque entidades que dependen de lo local y lo autonómico ya están sufriendo retrasos en
los pagos. Hay muchas organizaciones pequeñas y
medianas que pueden desparecer, y hay otras que
ya están pidiendo préstamos para sobrevivir.
34
“Con la crisis económica,
hay muchas ONG pequeñas
y medianas que pueden
desaparecer, y hay otras
que están pidiendo
préstamos para sobrevivir”
Darse a conocer
El voluntario es la materia prima, el capital
humano. ¿Cómo se capta?
Cada entidad a nivel local tiene sus relaciones
con la propia sociedad. El esfuerzo que queremos hacer desde la Plataforma del Voluntariado
es crear campañas de sensibilización a través de
las nuevas tecnologías. Nuestro sector tiene que
darse a conocer (www.plataformavoluntariado.
org). Sabemos pedir, pero lo que es el tema de la
marca, esa historia tan empresarial, nosotros no
lo hemos hecho nunca. De hecho, ya hay algunas
organizaciones grandes que están empezando a
vender un poco la marca y yo creo que ésa es
una de las primeras claves para poder contactar
con gente de todo tipo, darnos a conocer, decir lo
que hacemos.
¿Es importante la formación de los voluntarios?
ENTREVISTA
Es una de las cosas más importantes que hay. Si
no estamos formados, y lo que pretendemos es
ayudar, a lo mejor estamos perjudicando sin darnos cuenta. La persona es muy compleja y muy
grande al mismo tiempo. Si queremos ayudar a
un discapacitado, por ejemplo, un discapacitado
puede tener deficiencias físicas, pero, a ver cómo
está interiorizando esas deficiencias y los problemas que eso le ha generado. Por lo tanto, también tendremos que ser, no unos grandes profesionales de la psicología, pero sí tener ciertas
pautas. No podemos ser excesivamente paternalistas, muchas veces hay que decir: “Oye, esto
no se hace”. No por el hecho de que esté mal
no le vamos a decir que “esto no se hace”, pero
también hay que aprender a decírselo. Y a veces
diciendo “no” también estamos ayudando, incluso más que diciendo “sí” siempre. Hay que tener
una formación continua y una formación en distintas disciplinas. A veces nos podemos formar
entre nosotros mismos, compartiendo experiencias, compartiendo situaciones, independientemente de que luego vengan grandes profesionales a formarnos.
Tras su inicio en La Huertecica su trabajo ha
derivado hacia la gestión. ¿Se considera un
gestor?
Hombre, tanto como un gestor… yo no puedo olvidar mi parte voluntaria.
¿Continúa haciendo voluntariado?
Sí, pero de una manera más autónoma. Por otro
lado, este sector de acción social hay que gestionarlo bien, con transparencia, con calidez, con
calidad, con valores. Tenemos unos recursos económicos que vienen en parte de la Administración y en parte de las donaciones, es un dinero público y tenemos que gestionarlo mejor que
cualquier empresa.
35
A Fondo
CINE
UN CINE APASIONANTE
La vida secreta de la solidaridad
Con toda seguridad, un tercio del cine que se ha realizado desde 1945, cuando aparece
en las pantallas Roma, ciudad abierta, del maestro neorrealista Roberto Rossellini, ha
versado sobre historias relacionadas con la solidaridad. Y es del todo normal porque
siempre hemos escrito que “el cine es vida y la vida es cine”, en función del interés
del arte por “representar el devenir del ser humano” en su ponerse existencial en la
realidad histórica. Entonces, resulta que un montón de las acciones y sentimientos de
los hombres y mujeres que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo y del espacio,
corresponden a situaciones solidarias o, por el contrario, contrasolidarias, es decir, al
hecho nuclear de que seamos “hermanos en el camino de la vida” o por el contrario,
“lobos los unos para los otros”.
Por Norberto Alcover
36
A Fondo
Desde la historia bíblica de Caín y Abel, pareciera que es la contrasolidaridad la que impone sus
leyes destructoras, pero nunca podemos olvidar
que tal historia acaba en una cruz a las afueras
de Jerusalén, de donde pende un cuerpo muerto/asesinado por proceder solidariamente y todavía más por cargar sobre sí el misterioso pecado
de los demás. Siempre es mucho más excitante cualquier historia de solidaridad constructiva
que tantas otras en las que nos regodeamos de
una insolidaridad destructiva. Pero en ambos casos y cuando se trata de historias cinematográficas, estamos ante uno de los vectores más apasionantes porque nos coloca ante lo más nuclear
de nuestra propia vida individual y colectiva: la
decisión de estar ahí, junto a los demás, para
ayudarles a construir la ciudad de todos, o por el
contrario, hacer de nuestro ahí una pedrada en el
corazón ajeno, destruyendo parte de lo que tan
costosamente habíamos ya construido. Sumerjámonos, pues, en este universo cinematográfico
tan complejo por extenso y matizado.
Y a efectos didácticos, dividiéremos el estudio en
los capítulos necesarios para enumerar la mayor
cantidad de películas posibles y posibilitar, así,
una amplia experiencia cinematográfica de los
lectores y, tal vez, de lectores relacionados con
las tareas educativas y familiares. Más películas
y menos comentarios personales.
Grandes películas de solidaridad en el amor/
amistad
Indicamos el título del film, su autor, el año de
producción y la cuestión que aborda en el conjunto del epígrafe.
1.El chico, de Charles Chaplin, 1920: Dickens
en pantalla sobre la historia de dos marginales que se ayudan mutuamente. Desde
ahí, saltamos hasta La carretera, de John
Hillcoat, 2009, en que la relación entre padre e hijo se hace itinerante tras el apocalipsis planetario. Con cierto humo la primera y sin concesiones la segunda, muestran
dos formas estéticas y éticas de concebir
la solidaridad por estricto amor pero desde
motivaciones amantes muy diversas.
2.Las uvas de la ira, de John Ford, 1940: una
familia nos muestra su capacidad solidaria en
plena depresión del 29 y en una Norteamérica sin piedad para con los vencidos por la
vida. Del todo actual y del todo pedagógica.
En la misma línea, Solas, de Benito Zambrano, 1998, uno de los mejores films del cine
español sobre una mujer rural que emigra a
la ciudad, se hunde en tal infierno, y tendrá
que ser rescatada por su madre campesina y
por un anciano vecino que la adopta como la
hija no tenida. De la depresión socioeconómica puntual a la permanente depresión urbanita de nuestros días.
La solidaridad atraviesa
todo el cine como elemento
de construcción o, en caso
de devenir insolidaridad,
como causa de tremenda
destrucción, pero en ambos
casos estamos ante uno
de los vectores más
apasionantes de las
historias cinematográficas
porque nos coloca ante lo
más nuclear de nuestra
propia vida individual
y colectiva
3. Million Dollar Baby, de Clint Eastwood,
2004: una dura pero ungida historia de
amistad, devenida en amor, de un boxeador
retirado que acoge y educa en tal deporte
a una joven ambiciosa, hasta la plenitud de
la tragedia. Con la eutanasia activa de fondo, merece una aproximación, sobre todo,
por su estética casi perfecta. En esta misma
línea, de una persona mayor/padre que se
aproxima a su hijo, en este caso un desaparecido en la dictadura argentina, Desaparecido, de Costa Gavras, 1982. Una solidaridad clásica que marca un camino en el
cine transgresor de la ochenta.
37
A Fondo
plendor. Un tanto brechtiana pero ungida de
cariño, de cercanía amable, de amor hecho
de tanta memoria marital, frente al mar, a
la deseada libertad. Recuperarla como sea.
Una historia verdadera, del siempre sorprendente David Lynch, 2000, guarda relación con la anterior al situarnos junto al anciano que recorre una larga carretera para
reencontrarse con su hermano y hacer las
paces tras años de distanciamiento. Gran
cine. Gran humanidad. Gran amor fraternal.
6. Los puentes de Madison, del ya citado Clint
Eastwood, 1995: un film menospreciado críticamente pero de los mejores trabajos del
ya maestro Eastwood, donde nos muestra
hasta qué punto el amor más recio está hecho de detalles casi inapreciables pero inevitables. Pasa el tiempo y nos resulta una historia cada vez más emocionante por realista.
En el estanque dorado, de Mark Rydell,
1981, nos traslada al asunto de los detalles
matrimoniales en la tercera edad, con una
historia de amor casi terminal entre dos gigantes del cine, Henry Fonda y Katherine Hepburn. Algo melosa, pero sintomática.
Grandes películas de solidaridad en la justicia
4. Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica,
1948: una de las mejores historias paterno/
filiares en el paupérrimo ambiente postbélico italiano, en que el amor se hace carencia
y desesperación. Film a visionar de nuevo
sin excusa. En la misma línea, Irina Palm,
de G. Garbarski, 2007, donde asistimos con
estupor a lo que una abuela es capaz de
hacer por la salud de su nieto: dedicarse
al desconocido negocio de la masturbación
en un local para sexo. Un film que te deja
completamente frío porque nos adentra en
lo que nos humilla. Excelente.
1.El acorazado Potemkin, de Sergei M. Eisenstein, 1925: o hasta qué punto la unión
de los hombres y mujeres en una momento
dado, hacen de la justicia solidaria auténtica
gesta revolucionaria. Nunca dejar de verla,
sobre todo en tiempos sombríos y propicios
a la desesperanza como los nuestros. En la
misma línea, un film casi desconocido pero
magistral: El ejército de las sombras, de
J. P. Melville, 1969, que nos permite observar
la valentía solidaria de la Resistencia francesa ante el nazismo invasor. De necesaria visión por la misma razón que la anterior: recuperar el sentido de la dignidad solidaria.
5. La escafandra y la mariposa, de Julian
Schnabel, 2008: la compasión de una ex-esposa para con un ex-marido hundido en la
impotencia física y psíquica, mientras el resto lo abandona tras años de triunfo y de es-
2.Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, 2002: como fresco del drama de un
grupo de parados españoles que soportan su
desclasamiento definitivo en común, como
auténticos parias del mundo. La colmena,
38
A Fondo
de Mario Camus, 1982, nos conduce hasta
un situación semejante en la España de la
postguerra incivil, con mendigos y prostitutas que se acogen, a intelectuales que ponen
en común sus frustraciones sociopolíticas.
Cela al fondo y mucho también de Martín
Santos, tan olvidado. Dos películas en que la
solidaridad, surgida en la marginalidad, llena
por completa la acción fílmica.
3. Salvad al soldado Ryan, de Steven Spielberg, 1998: aplica, al rescate de un soldado
por un comando militar, el criterio de justicia
solidaria, tan típico del ejército norteamericano, con excelente interpretación del cotidiano
Tom Hanks. La espectacularidad no nos priva
de asumir el mensaje inusual. La ley del silencio, de Elia Kazan, 1954, insiste en esta
temática pero trasladada al mundo inhóspito
de los muelles neoyorquinos, donde la justicia solamente se alcanza por la solidaridad
de los pobres…, en beneficio de uno solo de
ellos, un Marlon Brando en estado de gracia.
4.La lista de Schlinder, de Steven Spielberg, 1993: entre la compasión, el interés y, sobre todo, la justicia histórica, un
solo hombre consigue saltarse la feroz estrategia nazi del exterminio judío. Uno de
los films más bellos sobre la solidaridad humana, tan en la línea del maestro Spielberg, siempre marcando caminos. Buenas
noches, buena suerte, del actor George
Clooney, 2005, incide en esta misma temática pero en plena caza de brujas, en el ambiente de una emisora televisiva enfrentada
al pensamiento correcto y a las audiencias
exigidas por el capital. Sobria y en blanco y
negro, es un testimonio histórico solvente y
contenido de unos hombres que persiguieron la justicia ante todo, unidos en unos
mismos ideales solidarios.
5.Philadelphia, de Jonathan Demme, 1993:
un film injustamente menospreciado por la
crítica, pero que contiene varios comunicados impagables sobre cómo la unión de los
que creen en la justicia solidaria alcanzan
el objetivo deseado y trabajado. De nuevo,
un gran trabajo de Tom Hanks. Los santos inocentes, de Mario Camus, 1984, se
mueve en la misma dinámica, pero en este
caso para mostrarnos hasta qué punto la
solidaridad en la injusticia (los amos) insta
a que los siervos marginados huyan camino de la libertad (los hijos que marchan a la
ciudad). Un film siempre necesario y siempre conmovedor.
Grandes películas de solidaridad en la fe/
esperanza
1.Ordet/La Palabra, de Carl. T. Dreyer, 1955:
la mejor película religiosa del cine, donde el
grupo humano resulta resucitado en la resurrección moral y física de una de las protagonistas, en una fe que procura esperanza.
En esta misma línea, pero con una historia
más individualizada, Pena de muerte, del
gran Tim Robbins, 1996, donde una monja
asiste a un condenado a muerte hasta que
suscita en él, antes de la ejecución, la misma esperanza surgida de una naciente fe.
39
A Fondo
Enorme Susan Sarandon, su personaje nos
lleva hasta su propio misterio consagrado.
Recuperar ambas películas sin falta.
2.La Misión, de Roland Joffé, 1986: un film
ya mítico sobre la enorme aventura de un
grupo de jesuitas y su compañero militar,
quienes nos muestran la impresionante experiencia de la llamadas Reducciones del
Paraguay, fruto de una fe fortalecida en la
esperanza, pero sobre todo, fruto de la solidaridad entre europeos e indígenas. El caos
final sabemos, ahora, que fue el mayor de
sus triunfos. En la misma línea está Romero, de John Duigan, 1989, vida y muerte de
un obispo tan solidario con su pueblo que,
en fe y en esperanza, dio su vida por él.
Una maravilla de testimonio en tiempos frágiles como los nuestros.
3.El gran silencio, de Philip Groning, 2005:
la fe radical de unos monjes contemplativos en la actualidad, se hace esperanza de
plenitud vital y de sentido trascendente de
su propia vida. Es la solidaridad de un Dios
que se hace realidad en la soledad sonora
del monasterio. Elemental como película, es
un hito en el cine religioso. La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, 2005,
transfiere esta sensación de trascendencia
plenificada y solidaria a una pareja rota por
la vida y la memoria, hasta poner en común
su fe humana y su esperanza compartida.
No es un film cristiano, pero sí un film profundamente religioso. Porque donde se produce la plenitud del hombre y de la mujer,
allí está Dios que todo lo plenifica.
4.Diez películas no menos solidarias y complementarias:
- La clase, de Laurent Cantet, 2008.
- El festín de Babette, de Gabriel Axel,
1988.
- Canción de cuna, de José Luis Garci,
1994
- 13 rosas, de Emilio Martínez Lázaro, 2007.
- Gran Torino, de Clint Eastwood, 2009.
- Bab’Aziz, el sabio sufí, de Nacer Khemir,
2005.
40
- Mi nombre es Harvey Milk, de Gus Van
Sant, 2008.
- Paseando a Miss Daisy, de Bruce Beresford, 1989.
- Confidencias, de Luchino Visconti, 1974.
- Todos nos llamamos Alí, de Rainer
Werner Fassbinder, 1973.
Descifrar la solidaridad oculta en el cine
La solidaridad cinematográfica va mucho más allá
de las películas que hemos citado en este breve ensayo. Atraviesa todo el cine como elemento de construcción o, según decíamos al comienzo y en caso de devenir insolidaridad, como causa
de tremenda destrucción. Pero hay que saber mirar para acertar a ver esa vida secreta de la solidaridad, apenas distinguible en tantas historias
de vida y de muerte como el cine nos regala. Es
el eterno problema del lenguaje audiovisual: que
solamente quien está preparado para descifrarlo,
será capaz de gozar de tanta riqueza como acierta
a comunicar. Ordet/La Palabra, por ejemplo.
A Fondo
A PIE
DE CALLE
UN LEMA PARA VIVIR:
“POR TODOS MIS
COMPAÑEROS”
Acompañan a los mayores en sus ratos de soledad, ayudan a las personas con discapacidad, realizan talleres y juegos para los más pequeños, se juegan la vida en países del Tercer Mundo para sacar de
la miseria a los más desfavorecidos. Su tiempo libre lo utilizan para
servir a los demás. Los voluntarios siempre actúan bajo un lema que
puede resumir su labor: “Por todos mis compañeros”.
Por Antonio Saugar
42
A Fondo
El Observatorio de la
Juventud del Injuve señala
que, aunque los jóvenes dan
mucha importancia a las
actividades de voluntariado,
no perciben demasiado la
presencia de voluntarios
en sus entornos
Inundaciones, terremotos, hambrunas, guerras
son algunos de los escenarios en los que trabajan
los voluntarios, personas que deciden dedicar su
tiempo libre a ayudar a los demás, estén donde
estén y tengan los problemas que tengan.
Se les puede ver aliviando la soledad de los más
mayores o los enfermos, acompañando a personas ciegas en visitas a museos para explicarles
las exposiciones, jugando con niños desfavorecidos, participando en caravanas humanitarias hacia el Tercer Mundo. Pero son pocos los datos que
hay sobre los voluntarios.
Perfil del voluntariado
El perfil del voluntario en España es el de una mujer, con edad comprendida entre los 30 y los 40
años, según los datos facilitados por la Subdirección General de ONG y Voluntariado, perteneciente
al Ministerio de Sanidad y Política Social. Los voluntarios de entre 25 y 45 años son cerca del 50 por
ciento del total, mientras que entre los que cuentan
entre 45 y 65 años supera el 30 por ciento.
Los datos señalan que los menores de 25 años
brillan por su ausencia. Para tratar de involucrar
a este sector de la población en las tareas de voluntariado, se ha puesto en marcha Voluntarízate, un programa de sensibilización que utiliza las
nuevas tecnologías para promover la participación juvenil mediante el voluntariado.
El Instituto de la Juventud, la Fundación Cibervoluntarios y el Ministerio de Sanidad y Política Social han desarrollado este programa para que los
más jóvenes participen en este tipo de tareas.
Según el director general del Injuve, Gabriel Alconchel, “cerca de un tercio de la juventud de
nuestro país declara tener experiencia en actividades de voluntariado. Un 10 por ciento colabora
actualmente y un 18 por ciento no colabora ahora, pero lo hizo con anterioridad”.
Voluntarizarse
El número de personas que han pensado en colaborar como voluntarios supone el 42 por ciento de quienes no han participado en actividades
de voluntariado. Los jóvenes señalan la “falta de
tiempo” como la razón más importante para no
colaborar en acciones solidarias.
Datos del Observatorio de la Juventud del Injuve señalan que, aunque los jóvenes dan mucha
importancia a las actividades de voluntariado, no
perciben demasiado la presencia de voluntarios
en sus entornos.
De aquí la importancia de la campaña Voluntarízate, que se desarrollará a través de la web www.
43
A Fondo
voluntarizate.org, dirigida a jóvenes de ambos
sexos de entre 16 y 22 años, que podrán opinar
a través de esta web, subir fotos, vídeos...
Las actividades de voluntariado que más interesan
a los jóvenes son las relacionadas con la infancia y
la juventud, la ayuda al Tercer Mundo, trabajar con
personas con discapacidad, así como las tareas relacionadas con el medioambiente y la salud.
En España, cerca del 50%
de los voluntarios lo forman
personas de entre
25 y 45 años
Hay voluntarios que no necesitan salir de su ciudad para desarrollar su labor de ayuda a los demás. Los hay que, de la mano de organizaciones
de vecinos, acompañan a los más mayores en sus
momentos de soledad. Otros, junto a diversas
ONG, tratan de paliar las necesidades de las personas indigentes y recorren las calles, de día y de
noche, para llevarles palabras de aliento y algo de
comer para que puedan aliviar ese vacío del alma
y del estómago que les provoca estar en la calle.
Los hay que dedican parte de sus vacaciones
para acudir a los países más desfavorecidos con
el objetivo de ayudar a los más necesitados. Desde médicos y enfermeras que viajan a países de
África para vacunar y realizar revisiones a mujeres y niños, a otros profesionales que levantan
casas y escuelas, pasando por personas de profesiones variadas que consideran que ayudar a los
que más sufren en esos países es un deber y una
actividad que les llena de satisfacción.
Voluntarios en Internet
Son muchas las organizaciones y asociaciones en las que practicar el voluntariado.
Ofrecemos algunas direcciones de Internet
en las que encontrar información:
www.telefonodelaesperanza.org
www.once.es
www.voluntarizate.org
www.plataformaongs.org
www.plataformavoluntariado.org
www.congde.org
www.unicef.org
www.cruzroja.es
www.ucm.es/info/solidarios
www.entreculturas.org
www.intermonoxfam.org
www.downmadrid.org
www.msf.es
www.solucionesong.org
www.hacesfalta.org
www.canalsolidario.org
www.injuve.migualdad.es
www.msps.es
Si es importante dedicar tiempo a uno mismo, quizá lo sea aún más ofrecer parte del tiempo libre a
quienes padecen injusticias, soledad, marginación,
problemas de integración social. Esas horas que
sobran a cualquier persona les pueden faltar a muchas otras. El trueque es sencillo: nuestro tiempo
dado a los demás, a cambio de la satisfacción de
ser solidario, de ayudar a los otros.
Voluntarios famosos
Pero ser voluntario es, en muchas ocasiones, labor de riesgo. A la hora de escribir este texto,
dos cooperantes españoles de una ONG catalana
se encuentran secuestrados por una rama de Al
Qaeda. Fueron capturados, junto a otra compañera ya liberada, cuando formaban parte de una
caravana solidaria. Llevar ayuda a los más desfavorecidos puede convertirse en una trampa para
quienes quieren ser solidarios.
44
Cuando se habla de voluntarios, siempre se piensa en gente anónima que ofrece su tiempo libre a
los demás. Pero también hay voluntarios que, por
su trabajo cotidiano, ocupan mucho espacio en
los medios: deportistas, modelos, actores... se
han convertido en voluntarios, en embajadores
de las organizaciones no gubernamentales o de
organismos oficiales de carácter internacional.
A Fondo
Los jóvenes se justifican en
la “falta de tiempo” como la
razón más importante para
no colaborar en acciones
solidarias
Unicef cuenta con famosos en su plantel de Embajadores de Buena Voluntad, que provienen de
distintos ámbitos y que comparten un compromiso para mejorar las vidas de los niños de todo el
mundo. Más de 300 famosos son Embajadores de
Buena Voluntad, 15 de ellos en España.
Pau Gasol colabora con Unicef en la creación de seis
escuelas en África. El baloncestista es embajador de
esta organización desde el año 2003. Angelina Jolie apoya desde 2001 la labor que realiza el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR). El barcelonista Leo Messi ha sido nombrado embajador este mismo año. Los actores Orlando
Bloom y Roger Moore, la cantante Shakira, el futbo-
lista David Beckham, son sólo algunos ejemplos de
estos embajadores tan especiales.
Las catástrofes naturales también llevan a los
famosos a mostrar su cara más solidaria. El terremoto que asoló Chile el pasado febrero hizo
que Alejandro Sanz, Juanes, Juan Luis Guerra,
Laura Pausini o Miguel Bosé, entre otros, unieran sus voces para grabar el clásico Gracias a
la vida, de Violeta Parra, poniendo en marcha
el proyecto Voces unidas por Chile, para generar recursos y apoyar a los afectados por el
seísmo.
En el terreno de la salud, Penélope Cruz, Benicio
del Toro o Bono, el cantante de U2, son tres de
los protagonistas de una campaña contra el sida
que pretende despertar conciencias para mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta
enfermedad.
Los famosos juegan un papel importante al convertirse en un ejemplo en el que los demás pueden mirarse para ser solidarios.
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Comunicando
EL TELÉFONO FIRMA UN CONVENIO
DE COLABORACIÓN CON LA
FUNDACIÓN FISLEM
El director general de Ordenación y Evaluación,
José Luis López Hernández, en su calidad de secretario del Patronato de la Fundación Socio-sanitaria
de Castilla-La Mancha para la Integración Sociolaboral del Enfermo Mental (FISLEM), y el secretario de la Asociación Internacional del Teléfono de
la Esperanza (ASITES), José María Sánchez Orantos, firmaron el pasado 21 de mayo en Toledo un
acuerdo de colaboración que asegura que aquellos
castellano-manchegos que se encuentren en situación de conflicto o en riesgo de exclusión social reciban la ayuda profesional que solicitan.
El director general de la Consejería de Salud y
Bienestar Social reconoció el trabajo que realiza
el Teléfono de la Esperanza a través de los centros
que tiene abiertos en Albacete y Toledo, prestando
sus servicios a personas y colectivos en riesgo de
exclusión para ayudarles a su integración y a mejorar su bienestar mental y social. “El intercambio
de experiencias y el desarrollo de nuevos proyectos redundará, sin duda, en el servicio que debemos ofrecer a los ciudadanos”, indicó.
José Luis López, que estuvo acompañado en este
acto por el director de la Fundación FISLEM, José
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Antonio Contreras, aseguró que este acuerdo de
colaboración se adecua a las líneas prioritarias
contempladas en el Plan de Salud Mental de Castilla-La Mancha 2005-2010, que abogan por garantizar una atención de calidad en “un entorno
lo más normalizado posible”.
El convenio suscrito entre la Fundación FISLEM y
ASITES establece el desarrollo del programa de
“Promoción y prevención de la salud emocional e
intervención en crisis” a través de cuatro campos
de actuación: intervención en crisis que posibilitará una atención a las personas que lo necesiten
durante los 365 días del año, orientación familiar
y grupos de apoyo, así como la promoción y prevención de la salud emocional.
Las personas que atenderá este nuevo programa
serán, en primer lugar, las víctimas de malos tratos con especial atención a la violencia en el entorno familiar, personas con problemática psicológica por situación de soledad, incomunicación o
aislamiento social, colectivos en riesgo de exclusión social, jóvenes con problemas psicológicos y
familiares de la red socio-sanitaria de salud mental, entre otros.
Comunicando
EL TELÉFONO DE LA ESPERANZA
DA SUS PRIMEROS PASOS
EN CANTABRIA
Cantabria, la única comunidad autónoma española que aún no cuenta con un servicio telefónico de intervención en crisis, ha comenzado a
dar los pasos necesarios para la creación de un
Centro del Teléfono de la Esperanza en Santander. Así, desde el mes de marzo se vienen realizando las primeras acciones para tal fin y se
ha contactado con numerosas personas interesadas que han acogido con los brazos abiertos
la iniciativa.
Estos primeros pasos culminaron con la celebración del primer curso en Santander del Programa de Agentes de Ayuda los días 6, 7, 8 y
9 de mayo en el Seminario de Monte Corbán.
Allí una veintena de personas iniciaron la andadura personal de convertirse en integrantes
del primer equipo de voluntarios del Teléfono
de la Esperanza de Cantabria. El curso fue dirigido por el presidente internacional del Teléfono de la Esperanza, Jesús Madrid, y contó con
la generosa colaboración de los Centros de Badajoz y León.
Todos aquellos interesados en colaborar con
esta iniciativa, pueden ponerse en contacto
con Jaime Sánchez en el: 942 581 105 o en
[email protected]
Desde un primer momento, los participantes quedaron gratamente admirados por la seriedad y el alto
nivel del programa de formación que se les ofrecía. Al final del mismo, el sentimiento general de
los participantes fue el de un gran entusiasmo para
comprometerse con el trabajo del grupo y en la difusión del Teléfono de la Esperanza en Cantabria.
Fruto también de este primer curso de Agentes
de Ayuda fue la constitución de un grupo de coordinadores que realizarán el seguimiento del curso y que dirigirán desde Cantabria los pasos posteriores que se irán dando para conseguir que el
Teléfono de la Esperanza en Cantabria sea una
realidad en el menor tiempo posible.
Desde aquí saludamos a todos nuestros compañeros cántabros y les animamos a seguir adelante en esta magnifica labor de llevar esperanza a
los que sufren, ahora también desde Cantabria y
para los cántabros. Enhorabuena.
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Comunicando
INAUGURACIÓN DE LA NUEVA SEDE
DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA DE
Por Mª. Jesús García Bronchud
CASTELLÓN
El 27 de mayo, tuvo lugar la inauguración de una
nueva sede del Teléfono de la Esperanza en Castellón. Al acto asistieron Carmen Albert, concejala
de Juventud; Marisa Ribes, concejala de Participación Ciudadana; José Masip, concejal de Hacienda;
y Javier Moliner, de Urbanismo. Por parte de la Diputación Provincial, contamos con la presencia de
Francisco Martínez. Y representando al Teléfono de
la Esperanza, Jesús Madrid, presidente internacional; Ángel Madrid, presidente del Centro de Valencia; y Conchita Cárcel Ródenas, presidenta del
Centro de Castellón; acompañados por los colaboradores de la sede castellonense.
Comenzó el acto con las palabras de bienvenida y
agradecimiento de Conchita Cárcel Ródenas, quien
con este acto estreno su cargo al frente de la sede
del Teléfono de la Esperanza en Castellón.
Seguidamente, Ángel Madrid agradeció a las autoridades presentes la colaboración prestada durante todo el proceso hasta llevar a cabo la finalización
de las obras. “Ha sido una larga trayectoria hasta
la puesta en marcha de su funcionamiento, pero
el resultado final es lo que importa”. Igualmente
agradeció el trabajo desinteresado del arquitecto
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valenciano Juan José Buj, quien a pesar de las limitaciones del local, ha sabido sacar partido del
espacio cedido por el Ayuntamiento. Ángel Madrid
terminó diciendo: “Se nota que una ciudad tiene
corazón si tiene Teléfono de la Esperanza. Y Castellón es una ciudad con corazón”.
A continuación, el presidente de la Diputación en
funciones, Francisco Martínez, resaltó la trascendencia de la inauguración de la sede: “Lo más importante es atender a aquellas personas que sufren”. Asimismo, destacó el compromiso de la
Diputación con el Teléfono de la Esperanza de Castellón en estos nueve años de andadura, manifestado en diversas acciones, y terminó felicitando a
las personas que sustentan esta obra social.
Acto seguido el concejal de Urbanismo, Javier Moliner, en representación del alcalde de Castellón, manifestó la satisfacción de la corporación municipal
porque ya es una realidad la nueva sede que abre
sus puertas a la solidaridad: “Es fundamental que
siempre detrás de cada llamada haya alguien dispuesto a escuchar. Es verdad que cuando se inició
el proyecto, había una serie de necesidades a cubrir,
estaban otros colectivos de la ciudad que requerían
Comunicando
atención. Afortunadamente con el paso del tiempo
se ha resuelto toda esta problemática. El Teléfono
de la Esperanza estaba oprimido con un gasto económico de manutención del local bastante elevado.
Hoy se ha podido subsanar este cometido. Sólo me
queda agradecer a los colaboradores del Teléfono
su participación, y deciros que la ciudad se siente orgullosa de vosotros. El Ayuntamiento estará a
vuestro lado siempre que lo necesitéis”.
Y para finalizar el acto, Jesús Madrid dirigió unas
palabras al público asistente, destacando la sensibilidad de los colaboradores del Teléfono y la de las
autoridades que han hecho posible la nueva sede,
que “no tiene que tener paredes, sino que sus paredes serán toda la provincia de Castellón”. Hizo
alusión a que “el Teléfono de la Esperanza es más
que un teléfono”. Asimismo, afirmó que “la persona es un ser relacional, y para ello es necesario
la capacidad de dar y recibir agradecidamente. Lo
más importante en una ciudad avanzada es la salud emocional de dar y recibir”. Seguidamente, el
presidente internacional detalló que “los indicadores de este tipo de salud son: establecer relaciones
sanas, amar generosamente, tener esperanza, con
una visión positiva de sí mismo y de los demás, y
tener alegría y dinamismo”.
En su intervención, Jesús Madrid explicó también
que “la finalidad del Teléfono no es sólo la intervención en crisis, sino promover la salud emocional” y que “el Teléfono es la entidad española más
extendida en promover la salud emocional”.
Jesús Madrid, finalizó su intervención con una frase de Gandhi: “No os equivoquéis, yo no soy un
iluso, soy un realista con visión de futuro”. Afirmó
que “lo que tiene futuro en esta sociedad es la generosidad” y resaltó “el gozo del acontecimiento
por las semillas plantadas” y por la tarea que hay
que hacer todavía.
Como colofón al acto de inauguración, los colaboradores del Teléfono de Castellón -que nos sentimos realmente contentos por esta sede que estrenamos- quisimos reconocer a Ángel Madrid, con la
entrega de una placa, sus desvelos para que este
sueño fuera realidad.
Desde estas páginas, queremos dar las gracias a todos los que nos han brindado su apoyo para que podamos ofrecer de la mejor manera posible nuestra
escucha y nuestra ayuda para mitigar el dolor, para
fomentar la esperanza, el crecimiento personal y, en
definitiva, la felicidad que todos vamos buscando.
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Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA
ALBACETE
C/ Federico García Lorca, 20-1º
02001 ALBACETE
Tel.: 967 52 34 34. Fax: 967 52 34 48
E-mail: [email protected]
MÁLAGA
C/ Hurtado de Mendoza, 3 - “Villa Esperanza”
29012 MÁLAGA
Tel.: 95 226 15 00. Fax: 95 265 26 51
E-mail: [email protected]
ALICANTE
C/ Benito Pérez Galdós, 41-Entr. C
03005 ALICANTE
Tel.: 96 513 11 22. Fax: 96 512 43 49
E-mail: [email protected]
MURCIA
C/ Ricardo Zamora, 8
30003 MURCIA
Tel.: 968 34 34 00. Fax: 968 34 35 66
E-mail: [email protected]
ALMERÍA
Plaza Administración vieja, 1-1º izda.
04003 ALMERÍA
Tel.: 950 26 99 99. Fax: 950 26 07 89
E- mail: [email protected]
OVIEDO
Avda. de Bruselas, 4 bajo
33011 OVIEDO
Tel.: 985 22 55 40. Fax: 985 27 65 00
E-mail: [email protected]
BADAJOZ
C/ Ramón Albarrán, 15-1º dcha.
06002 BADAJOZ
Tel.: 924 22 29 40. Fax: 924 25 65 08
E-mail: [email protected]
PALMA DE MALLORCA
C/ Miguel Marqués, 7 - 1º
07005 PALMA DE MALLORCA
Tel.: 971 46 11 12. Fax: 971 46 17 17
E-mail: [email protected]
CÁCERES
Avda. de los Pilares, 1- bloque 8-3ºB
10002 CÁCERES
Tel.: 927 62 70 00.
E-mail: [email protected]
PAMPLONA
C/ San Blas, 13 - bajo
31014 PAMPLONA
Tel.: 948 23 70 58. Fax: 948 38 20 34
E-mail: [email protected]
CASTELLÓN
C/ Segorbe, 8
12004 CASTELLÓN
Tel.: 964 22 70 93. Fax: 964 22 02 58
E-mail: [email protected]
SALAMANCA
C/ Pollo Martín, 34 - 2º dcha.
37005 SALAMANCA
Tel.: 923 22 11 11. Fax: 923 22 62 35
E-mail: [email protected]
GRANADA
C/ Horno del Espadero, 22
18005 GRANADA
Tel.: 958 26 15 16. Fax: 958 26 15 06
E-mail: [email protected]
SANTIAGO DE COMPOSTELA
C/ Diego de Muros, 16 - 1º
15701 SANTIAGO DE COMPOSTELA
Tel.: 981 51 92 00
E-mail: [email protected]
HUELVA
Avda. de Andalucía, 5 - 1º A
21004 Huelva
Tel.:959 28 15 15. Fax: 959 54 07 27
E-mail: [email protected]
SEVILLA
Avda. Cruz del Campo, 24
41005 SEVILLA
Tel.: 95 457 68 00. Fax: 95 458 23 75
E-mail: [email protected]
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
C/ Mesa de León, 4 - 3º dcha.
35001 LAS PALMAS DE G.C.
Tel.: 928 33 40 50. Fax: 928 33 60 60
E-mail: [email protected]
TOLEDO
C/ Panamá, 2 - 1º N.
45004 TOLEDO
Tel.: 925 23 95 25
E-mail: [email protected]
LEÓN
Avda. Padre Isla, 28 4ºIzda
24002 LEÓN
Tel.: 987 87 60 06
E-mail: [email protected]
VALENCIA
C/ Espinosa, 9- 1º- 1ª
46008 VALENCIA
Tel.: 96 391 60 06. Fax: 96 392 45 47
E-mail: [email protected]
LOGROÑO
C/ Duquesa de la Victoria, 24 -1º dcha.
26003 LOGROÑO
Tel.: 941 49 06 06
E-mail: [email protected]
VALLADOLID
C/ San Fernando, 7 - Local
47010 VALLADOLID
Tel.: 983 30 70 77
E-mail: [email protected]
MADRID
C/ Francos Rodríguez, 51 - Chalet 44
28039 MADRID
Tel.: 91 459 00 50. Fax: 91 459 04 50
E-mail: [email protected]
ZARAGOZA
C/ Lagasca, 13 - 1º
50006 ZARAGOZA
Tel.: 976 23 28 28. Fax: 976 23 41 40
E-mail: [email protected]
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Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN EL MUNDO
BARRANQUILLA (COLOMBIA)
Calle 53, 50-53
BARRANQUILLA
Tel.: (00 57 5) 372 27 27
E-mail: [email protected]
MEDELLÍN (COLOMBIA)
Calle 57 45 - 129
Tel.: (00 57 4) 284 66 00
E-mail: [email protected]
BOGOTÁ (COLOMBIA)
Cra 25 calle 48-11
4813 BOGOTÁ
Tel.: (00 57 1) 323 24 25
E-mail: [email protected]
OPORTO (PORTUGAL)
Rua Duque de Loulé 98, 2º esq
Tel.: (00 351) 222 03 07 07
E-mail: [email protected]
BUENOS AIRES (ARGENTINA)
Avenida Rivadavia, 2134-6º E
BUENOS AIRES (capital federal)
Tel.: (00 54 11) 495 444 55
E-mail: [email protected]
QUITO (ECUADOR)
C/ Capitán Edmundo Chiriboga
N-47227
Tel.: (00 593 2) 6000 477 / 2923 327
E-mail: [email protected]
CHILLÁN (CHILE)
C/ 18 de septiembre, 456
380-0650 CHILLÁN
Tel.: (00 56 42) 22 12 00/02/08
E-mail: [email protected]
SAN PEDRO SULA (HONDURAS)
Colonia Alameda, 13 y 14 Avenidas, 5ª calle, N.E.
Tel.: (00 504) 558 08 08
E-mail: [email protected]
COCHABAMBA (BOLIVIA)
C/ Lanza # 235, entre Bolívar y Sucre
2º Piso
Tel.: (00 591 4) 452 18 52
E-mail: [email protected]
TEGUCIGALPA (HONDURAS)
Col. Florencia Norte. 1ª Calle, 1ª Avenida. Casa 4058, 2ª Planta
TEGUCIGALPA
Tel.: (00 504) 213-8181 / 232-1314
E-mail: [email protected]
LA PAZ (BOLIVIA)
C/ Costa Rica # 1272 (Zona Miraflores)
Entre Estados Unidos y Guerrilleros Lanza
Tel.: (00 591 2) 224 84 86
E-mail: [email protected]
ZÚRICH (SUIZA)
Postfach 2159
8027 ZÚRICH
Tel.: (00 41 43) 817 65 65. Fax: (00 41 43) 817 66 43
E-mail: [email protected]
LONDRES (REINO UNIDO)
Unit 7, Fairfax House, Overton Road, Brixton
Tel.: (00 44) 20 77733 0471
E-mail: [email protected]
CENTROS EN PREPARACIÓN
ÁMSTERDAM (HOLANDA), COLONIA (ALEMANIA),
LEÓN (NICARAGUA), LIMA (PERÚ),
MIAMI (ESTADOS UNIDOS), SAN JUAN DE PASTO (COLOMBIA),
SANTO DOMINGO (REPÚBLICA DOMINICANA)
Y VALENCIA (VENEZUELA).
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