Palatino con la dinastía Flavia: usos y FuncionEs

Transcripción

Palatino con la dinastía Flavia: usos y FuncionEs
El Palatino con la dinastía Flavia:
usos y funciones del palacio imperial
La residencia imperial que mejor conocemos en el Palatino es sin duda la denominada ‘domus Flavia’ construida por Domiciano, el tercer emperador de la dinastía
flavia. Conviene comenzar recordando que el término es una invención moderna.
El palacio, tal como quedó establecido con las obras de Domiciano, fue a partir
de entonces denominado domus Augustana o Augustiana 1. Ello no es sorprendente. Independientemente del sucederse de las dinastías imperiales, la casa albergaba la sede oficial de los ‘augustos’ 2, los emperadores de Roma y así se refleja, por
ejemplo, en las conducciones de plomo que se han descubierto en la colina o en la
denominación del personal de servicio que es citado en diferentes inscripciones 3.
Tres siglos de excavaciones arqueológicas en el Palatino han puesto al descubierto un denso tejido de construcciones formado por varios palacios, templos
y santuarios que cubren toda la colina. La domus Flavia es tan sólo una parte de
*
Este texto constituye un desarrollo de las conclusiones obtenidas por el proyecto español
de excavaciones arqueológicas junto al denominado templo de Jupiter Stator (1989-2001), cuyos
resultados han sido ya publicados, ver R. Mar, El Palatí. La formación dels palaus imperials a Roma,
Tarragona 2005 (citado a continuación Mar, El Palatí, cit.). En dicha monografía presentamos la
revisión cartográfica de todos los restos documentados hasta entonces en la colina, a la vez que
analizábamos su evolución topográfica. Asimismo, un resumen de estas conclusiones fue presentado en el catálogo de la exposición M. Coarelli (a cura di), Divus Vespasianus. Il bimillenario dei
Flavi, Catalogo della mostra (Roma, 2009), Milano 2009, 250-264: R. Mar, La domus Flavia. Utilizzo e funzioni del palazzo di Domiziano.
Respecto a las denominadas domus Augustana o Augustiana, ver L. Sasso D’Elia, s.v. Domus
Augustana, en LTUR II, Roma 1995, 40-45.
2
M. Royo, Domus imperatoriae. Topographie, formation et imaginaire des palais impériaux du Palatin,
Roma 1999, 303 ss.
3
Numerosas inscripciones (CIL VI, 2271, 8640-8652, 33736, CIL XV, 7246) citan expresamente libertos y siervos de la domus Augustana o Augustiana al igual que dos conducciones hidráulicas de plomo (CIL XV 7246); en el mismo sentido los Catálogos Regionarios del siglo IV indican
la presencia en la Región X (Palatino) de la Domus Augustiana y de la Domus Tiberiana.
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todo ello. Un edificio aparentemente compacto, organizado en torno a patios y
peristilos monumentales que ocupa el centro de la colina. Se construyó rodeado
por edificios más antiguos que fueron integrados en un único sistema topográfico. Los arquitectos de Domiciano levantaron los nuevos edificios sobre rellenos
de tierra y terrazas artificiales que modificaron la topografía de la colina. Para
entender la lógica del proyecto es necesario considerar los antecedentes desde sus
orígenes augusteos.
Los palacios imperiales nacieron a partir del agrupamiento de viviendas aristocráticas republicanas y de su asociación con un monumental santuario dedicado a
Apolo construido en terrazas, cuyas subestructuras albergaban las partes más privadas de la casa de Augusto 4. Esta situación se mantuvo en sus rasgos principales
hasta que en el año 64, tras el famoso incendio, los arquitectos de Nerón procedieron a la reorganización completa de la colina, integrando en un único recinto palacial los horti del Esquilino y la colina de la Velia. En realidad fue una obra efímera,
pues el emperador se suicidó cinco años después del incendio y sus edificios quedaron inacabados. Nerón intentó elevar su residencia física y materialmente sobre
el horizonte de los comunes mortales. Su muerte abortó el intento, dejando a la
dinastía que le sucedió, los flavios, el espacio para la construcción de un nuevo palacio imperial. Fue en particular Domiciano, quien ejecutó completamente el diseño unitario de una elevada morada celeste que ocupaba toda la colina. Su actuación
fue en muchos aspectos una continuación de la política urbana comenzada por su
padre Vespasiano desde el momento de la toma del poder de la nueva dinastía. Los
flavios se plantearon desmembrar la domus Aurea para recuperar la continuidad del
espacio urbano en el centro de la Urbs, sin renunciar por ello a los logros urbanísticos de la reconstrucción de Roma tras el incendio del año 64 5. En este sentido, la
obra de Vespasiano fue una continuación lógica de los proyectos puestos en marcha por los arquitectos de Nerón en los últimos cinco años de su reinado.
El nuevo palacio dinástico (domus Flavia) pudo así desarrollarse verticalmente en el propio corazón de Roma para ser visto por sus habitantes como «una
morada alta como el cielo». Así lo describen los versos exagerados, pero no por
ello menos expresivos, de Marcial (ep. 8.36.1-12). Entre metáforas mitológicas, se
introduce la idea de un palacio tan alto que asciende a los cielos 6. Más allá de las
hipérboles de un poeta cortesano, podemos captar la idea topográfica que reconstruye la arqueología. Son los poetas del régimen los encargados de ilustrar, como
hemos visto con el poema de Marcial, las pretensiones divinas de la casa del emMar, El Palatí, cit., capítulo 4.
M. Royo, Domus Imperatoriae, cit., 304-317 (Un héritage embarrasant).
6
C.F. Giuliani, Domus Flavia, una nuova Lettura, en RM 84, 1977, 91-158; Id., Note sull’Architettura delle residenze imperiali dal I al III secolo d.C., en ANRW, II.12.1, 1982, 233 ss.
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El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
perador. Las construcciones que se extendían escalonadas desde el nivel del Foro
hasta los cielos son el reflejo de un nuevo modelo de organización del palacio del
soberano. Donde antes dominaba la vivienda de uno más (primus inter pares) de
los aristócratas de Roma, domina ahora la morada de un dios, como refleja otro
poeta: Estacio (silv. 4.2.18-31). Su imagen del palacio es la del centro de un imperio
que gira en torno a la residencia de un dinasta, decorado con mármoles preciados
provenientes de todos los rincones del Mediterráneo.
Frente a las ambigüedades que expresan las sucesivas residencias de Augusto,
Tiberio, Calígula y Claudio, las decisiones radicales de Nerón consolidaron una
idea concéntrica del escenario del poder: el Palacio Imperial debía ser el centro
de la ciudad y esta a su vez el centro del Imperio. Es en el fondo el modelo de la
nova urbs neroniana, adaptada a los nuevos tiempos de la dinastía flavia. Podemos
concluir que entre Nerón y Domiciano se establece por primera vez en Roma la
dialéctica fundamental ciudad-palacio que conocemos en las ciudades de Oriente
desde el cuarto milenio a.C. o en las capitales de los reinos helenísticos.
La construcción del palacio de los flavios implicó un cambio trascendental en
la relación de la casa príncipe con la ciudad. Augusto había colocado el templo
de Apolo dominando el conjunto. Algo comprensible dada la moderación con la
que el primer emperador pretendía presentarse ante sus conciudadanos. Como
resultado de todo ello, el poder imperial en Roma se configuró a partir de dos
polos urbanos bien definidos: el Palatium como sede de las decisiones políticas y
los jardines del Esquilino como una tranquila y apartada morada 7.
Vespasiano y la domus Aurea
El 22 de diciembre del año 69 tuvo lugar una histórica sesión del Senado de Roma,
en ella, Domiciano, en nombre de su padre aun ausente de la ciudad, señaló entre
los primeros propósitos del nuevo régimen la restauración del archivo capitolino 8,
dañado en el asalto de los vitelianos (Suet. Vesp. 17-18). Algunos meses más tarde, ya con Vespasiano en Roma, otra sesión histórica confirmó esta declaración
de intenciones: un uotum, solemne anuncio con el que prometía a los dioses la reconstrucción del Capitolio (Tac. hist. 4.53) 9. El propio Vespasiano vertió el pri7
E. La Rocca, Il lusso come espressione di potere, en M. Cima, E. La Rocca (a cura di), Le tranquille
dimore degli dei. La residenza imperiale degli horti Lamiani, Roma 1986, 3-36.
8
El objetivo político de esta medida es evidente, como señala Tácito: restaurar «las leyes convertidas en ilegibles por el tiempo‘y depurar ‘los fasti corruptos por el servilismo de los años precedentes» (Tac. hist. 4, 40.2).
9
En torno al programa edilicio de Vespasiano ver: F. Castagnoli, Politica urbanistica di Vespasiano a Roma, en Atti del Congresso Internazionale di Studi Vespasianei, Rieti, 1981, 261 ss.
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mer capazo de materiales procedentes del edificio destruido en la fosa de cimentación del nuevo templo. La reconstrucción del Capitolio fue presentada como la
restauración de la maiestas de la Urbs. El ceremonial de la dedicatoria, se convirtió
en la proclamación del inicio de una nueva era 10 con la celebración de certámenes
aunque no coincidiese con una fecha secular 11. La reconstrucción del templo de
Júpiter no fue la única actuación urbanística impuesta por la nueva situación política. La damnatio de la memoria de Nerón, obligaba a distanciarse de su imagen.
Consecuentemente era necesario desmantelar públicamente los aspectos más evidentes del mayor logro urbanístico de su reinado: la domus Aurea. Tras cinco años
de trabajos intensos, el palacio de Nerón se había convertido en el corazón de una
Nueva Roma. Concebida al modo de las ‘regias’ de las capitales helenísticas, además de su residencia, era una enorme infraestructura que albergaba los principales servicios del estado. Por otra parte, integraba a su alrededor los nuevos barrios
residenciales de la ciudad reconstruida tras el fuego 12.
Las excavaciones arqueológicas han demostrado que cuando Vespasiano tomó
el poder todavía no se habían concluido la mayor parte de las manzanas que delimitaban la Sacra Via. Tan sólo existían los porticados que flanqueaban el acceso
al vestíbulo de la domus Aurea, como un inmenso dromos que conducía al recinto
del célebre coloso. Lo mismo ocurría con el Vicus Caput Africae, una avenida que
descendía desde el Celio enmarcando la perspectiva del stagnum de Nerón y que
delimitaba el perímetro de un barrio residencial. La solución que aportaron los
arquitectos de Vespasiano para reelaborar este programa ideológico fue simple
pero efectiva. La construcción del gran anfiteatro (Colosseo) sobre el stagnum desarticuló el sentido unitario del proyecto urbano. Se transformaba así el mensaje de
la gran obra de Nerón, cancelando sus aspectos más significativos, mientras que
se mantenían las mejoras en el trazado urbano de la ciudad.
La nueva dinastía tuvo que recurrir a algunas operaciones de maquillage político, aparentemente poco importantes, pero de gran valor ideológico. El rostro del
coloso de Nerón fue sustituido por la imagen de Helios y tal vez desplazado de su
originaria colocación 13. Para celebrarlo se emitieron monedas con la representación del nuevo coloso. Diversas fuentes escritas reflejan el acontecimiento (Plin.
nat. hist. 34.45; Suet. Vesp. 18; Mart. de spect. 2.1; I, 70.7; Cass. Dio 65.15) 14 y recuerM. Clavel-Lêveque, L’empire en jeux, espace symbolique et pratique sociale dans le monde romain,
Paris 1984.
11
Sobre el modo en que se realizó la reconstrucción ver P.A. Brunt, Free Labour and Public
Works at Rome, en JRS 70-71, 1980-81, 81-100.
12
Mar, El Palatí, cit., 113-137: Capítulo 7: La Domus Aurea de Nerón.
13
M. Bergmann, Der Koloß Neros, die Domus Aurea und der mentalitätswandel im Rom der frühen Kaiserzeit (13. Trierer Winckelmannsprogram), Mainz 1993, 6 ss.
14
Bergmann, Der Koloß Neros, cit., 6 ss., para una recopilación exhaustiva de las fuentes escritas.
10
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dan que se sustituyó el rostro de Nerón en tanto que se mantenía el simbolismo de
Apolo-Helios 15. De hecho la corona radiata, símbolo de Helios, constituye un elemento frecuente en las monedas de Vespasiano 16. Aunque su utilización aparecía
ya en las acuñaciones de moneda de Nerón como alegoría de carácter divino, serán las emisiones de Vespasiano las que incorporen la imagen del emperador con
dicha corona 17. Más que una literal reivindicación divina del propio emperador,
el uso de la corona radiata se ha de interpretar como una referencia al Apolo-Sol
mantenido como protector de la ciudad. Permanece el problema de saber si el coloso fue trasladado de lugar. Hülsen 18 considera que el texto griego de Dion Casio
(65.15.1) debería ser traducida por un refectus est lo que no implica necesariamente
el movimiento de la estatua. El indicio más consistente que tenemos de un traslado de lugar del coloso procede de un epigrama del poeta Marcial, que en realidad
se podría referir a otro coloso situado en el Palatino 19. Las ambiguas palabras del
poeta (Mart. Spec. 2.1-2) podrían significar que el Coloso no se encontraba ya en el
vestíbulo del Palacio sino que había sido trasladado a la Sacra Via 20.
La arqueología ha sido sin embargo más explícita respecto a la actuación de
Vespasiano en la zona de la Velia. En particular respecto a la construcción de las
manzanas que delimitan la Sacra Via y que habían sido trazadas precedentemente
por los porticados de Nerón. Algunos indicios arqueológicos datan la construcción íntegra de los porticados en una fase vespasianea 21. Estos se apoyan sobre
muros continuos de cimentación que delimitan las fachadas de estas manzanas y
que integran una malla de cimientos puntuales de travertino, de varios metros de
profundidad, que se extiende desde el Foro Romano hasta el valle del Colosseo.
Los pilares son constructivamente anteriores al sistema de cimentaciones corridas
que definen las fachadas con pórticos, sin embargo ambos elementos (pilares y
muros perimetrales) son funcionalmente partes constructivas de un mismo edificio. Estamos probablemente ante sistemas regulares de tabernae tabulatae proyectadas y parcialmente construidas en época neroniana, transformadas en época
vespasianea en edificios porticados de baja altura. Posteriormente serán reconsJ. Vogt, Die alexandrinischen Münzen, Stuttgart, 1924, 4 y H. Nissen, Die Stadtgründung der Flavier, en RhM 49, 1894, 286-287.
16
H. Mattingly, en BMC II, p. XVIII.
17
L. Cesano, Di un nuovo medaglione aureo di Costantino I e del princeps iuventutis, en Rassegna
Numismatica, 1911, 36-43 y Ph. Lederer, Beiträge zur römischen Münzkunde IV, en Zeitschrift für Numismatik 40, 1930, 51 ss.
18
H. Jordan, Topographie der Stadt Rom in Altertum, Berlín 1906, 321.
19
J.M. Pailler, Martial et l’espace urbain, en Pallas 17, 1981, ss.
20
A. Boethius, Et crescunt media pegmanta via, en Eranos 50, 1952, 129-137.
21
A. Carandini, Domus e insula sulla pendice settentrionale del Palatino, en BCAR 91, 1986,
263-277.
15
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truidos en época domicianea, incluyendo escaleras de más de tres pisos (probablemente alcanzaban 4 ó 5 plantas). Se trata sin duda de una operación especulativa
para aumentar el volumen edificatorio de unas manzanas que en su estado original
no incluían escaleras para acceder a terceros pisos 22.
Sin embargo estas operaciones de escala pequeña no podían por si solas cancelar de la memoria colectiva el recuerdo espléndido de una domus aurea extraordinaria. Se hacia necesaria una medida de mayor impacto urbano. Se decidió la
construcción de un inmenso anfiteatro sobre uno de los elementos más representativos del palacio y de la personalidad del ‘tirano’: el stagnum. El lago constituía
una especie de rótula que articulaba el gran parque urbano construido por Nerón.
Era el autentico centro donde confluían los accesos a las tres colinas ocupadas por
los dominios imperiales: Palatino, Celio y la pendiente del Esquilino. La diagonal
del gran estanque rectangular coincidía con el eje compositivo que relacionaba entre sí la orientación de los edificios de las tres colinas 23. La sustitución del stagnum
por un edificio dedicado a la reunión de todo el pueblo significó un importante
cambio en el mensaje ideológico. La propaganda antineroniana puso su acento en
el carácter compensatorio de esta monumental construcción: se restituía a la ciudad su espacio y con ello la soberanía se devolvía en modo simbólico a la ciudad 24.
Por otra parte, la victoria sobre los judíos en el año 71, permitió proclamar la paz
en el imperio y cerrar las puertas del templo de Jano (Tac. apud Or. 7.3.7 y 7.19.4).
Para Vespasiano fue la ocasión de incorporar otra de las temáticas augusteas a la
propaganda de su dinastía: la paz. El mismo año 71, fue comenzada la construcción de un inmenso templo votado a esta paz vengadora cuya consagración se
pudo realizar en el año 75 (Cass. Dio 65.15 y Joseph. bell. Jud. 7.158). Nuevamente
fueron las monedas las encargadas de celebrar la consagración del templo 25.
Dion Cassio (65.10.4-5) nos cuenta que Vespasiano tras instalarse en Roma
después de su ascenso al poder, prefería residir en los horti Sallustiani antes que en
el Palatino. El autor griego precisa asimismo que «las puertas del palacio estaban
abiertas toda la jornada sin que ninguna guardia las vigilase». La actitud de Vespasiano responde una vez más a su distanciamiento propagandístico respecto a
la figura de Nerón y al intento de regresar al modelo de Augusto como príncipe
moderado y justo. La idea de un soberano encerrado en su palacio inaccesible es
22
E. Papi, s.v. Horrea Piperataria, en LTUR III, Roma 1996, 45-46; Id., s.v. Horrea Vespasiani, en
LTUR III, Roma 1996, 49-50.
23
P. Meogrossi, Allineamenti topografici tra Palatino e Valle del Colosseo. Ragioni e regole del disegno
reale della Forma Urbis, en La ciudad en el mundo romano, Actas del XIV Congreso Internacional de
Arqueología Clásica (Tarragona, 1993), Tarragona 1994, 277 ss.
24
G. Alföldy, Eine Bauinschrft aus dem colosseum, en ZPE CIX, 1995, 195-226.
25
Mattingly, BMC XXXIX, ns. 161-164.
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El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
la de un tirano arbitrario 26, tal como la propaganda dibujaba a Nerón en su domus
Aurea. En realidad, las fuentes escritas no se extienden acerca de la política de Vespasiano respecto a la Residencia Imperial en el Palatino. No ocurre así con la arqueología. Los trabajos de los últimos años están identificando en el Palatino una
serie de edificios que se superponen a la domus Aurea y que a su vez son cubiertos
por construcciones realizadas por Domiciano. La única interpretación posible es
que se trata de obras promovidas por los emperadores del año 69 (Otón o Vitelio)
o más probablemente, durante el gobierno de Vespasiano.
En tres zonas de la zona de la domus Tiberiana los arqueólogos suizos han identificado un nivel de construcciones intermedio entre Nerón y Domiciano 27. El
gran basamento rectangular que formaba la domus Tiberiana de Nerón había quedado inacabado a la muerte de Nerón. Probablemente fue Vespasiano, tras el paso
efímero de Otón y Vitelio, el encargado de concluirlo y de darle un nuevo nombre
acorde con la situación política. Recordemos que la domus Tiberiana construida
por Nerón estaba formada por una enorme plataforma levantada sobre sistemas
abovedados. La terraza superior albergaba un gran peristilo rodeado por jardines.
Los trabajos de Clemens Krause y el Instituto Suizo han detectado una serie de
transformaciones en el entorno del peristilo que son precedentes a los trabajos
ordenados de Domiciano. La única interpretación posible es que se trata de los
trabajos de conclusión del edificio realizados por Vespasiano. Los muros de los
criptopórticos del peristilo fueron doblados a la vez que se construía un gran
ábside semicircular en el eje del lado menor del peristilo y se cegaban parte de las
ventanas en boca de lobo que iluminaban las galerías enterradas 28. Tres intervenciones que apuntan a una radical transformación arquitectónica del peristilo. Es
probable que fuese transformado en una gran aula basilical mediante la cobertura
del originario espacio libre del jardín porticado. De este modo se ampliaría la
reducida superficie construida sobre la terraza del edificio inicial, facilitando el
destino utilitario del conjunto. Los arqueólogos suizos han detectado además la
construcción de una serie de salones decorados con grandes ábsides situados en el
extremo NW de la plataforma. En realidad se han descubierto tan sólo las cimentaciones en hormigón que cortan los precedentes muros del edificio neroniano 29.
Es probable que estemos ante los cimientos de salones destinados a funciones
representativas o ceremoniales que amortizan parte de los originarios jardines
neronianos. Las construcciones domicianeas inutilizan estos salones por lo que
pueden ser interpretados como parte de las intervenciones debidas a Vespasiano.
F. Millar, The Emperor in the Roma World, London 1977.
Cl. Krause, Domus Tiberiana I. Gli scavi (Bollettino di Archeologia 25-27), Roma 1994.
28
Krause, Domus Tiberiana I, cit., 28.
29
Krause, Domus Tiberiana I, cit., 27.
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Finalmente, se construyó un complejo termal en la zona de las escaleras principales de acceso a los jardines 30. Estas termas fueron completamente arrasadas por
los arquitectos de Domiciano, por lo que su cronología debe ser situada entre en
proyecto inicial (Nerón) y su transformación radical (Domiciano). Los muros de
las termas sirvieron de subestructura sobre la que se apoyó un gran salón colocado a la cota superior. Se repite por tanto la dinámica que perfilan las intervenciones de Vespasiano en las restantes zonas de la domus Tiberiana. En lo alto de la
terraza se construyeron salones de representación alternados con jardines y pórticos mientras que las bóvedas situadas en los niveles inferiores, construidas para
elevar en altura la terraza superior, servían para albergar funciones más cotidianas
como almacenes, archivos o en este caso un establecimiento termal. No podemos
dejar de pensar que al menos en parte, las bóvedas sobre las que se apoyaban los
salones de representación y los jardines elevados en lo alto de la colina fueron
proyectadas desde su origen como parte de los sistemas administrativos ligados a
la casa imperial.
El segundo sector que fue objeto de intervenciones en lo alto del Palatino
en época de Vespasiano corresponde a la zona donde se edificaría más tarde el
Salón de Trono de Domiciano. Bajo el pavimento del salón de trono del palacio
de Domiciano aparecieron construcciones que formaban parte de la domus Aurea
(alineadas con el trazado neroniano del clivus Palatinus) a las que se superponían
los restos de dos grandes aulas de representación edificadas sucesivamente con
la misma orientación y sobre el mismo eje de simetría. Conviene en primer lugar
recordar que los restos descubiertos se hallan actualmente de nuevo recubiertos
de tierra. Por ello, para su estudio disponemos tan sólo de los informes de las excavaciones y de las fotografías tomadas cuando todavía se encontraban a la vista.
La primera campaña de excavación en la zona del Salón de trono de Domiciano
se realizó entre los años 1912 y 1915 y fue dirigida por Giacomo Boni 31. Una
segunda intervención se realizó 35 años más tarde en el contexto de una revisión
más general de los trabajos de Boni 32. El trabajo de campo fue realizado en los
años 1949-50 y fue dirigido por M.Marella Vianello 33. El objetivo científico era la
‘Casa dei Grifi’ y la excavación se extendió bajo el pavimento del Salón del Trono.
Los restos fueron olvidados de nuevo tras ser recubiertos de tierra. Tan sólo en
1982 se publicó la interpretación de los restos como sucesivos salones de repreKrause, Domus Tiberiana I, cit., 190-191, figs. 234-235, planta reconstruida de las termas.
G. Boni, Recent Discoveries on the Palatine Hill, en JRS 3, 1913, 243-252.
32
M. Marella Vianello, Resoconto circa la ricomposizione del lavoro di scavo compiuto da Giacomo Boni
nella zona della Domus Flavia, en Antichità I.3, 1947, 3-34.
33
M. Marella Vianello, Di alcuni dati e problemi suggeriti da nuove indagini intorno alla Casa dei Grifi,
en Antichità III, 1950, 21-32.
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El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
sentación imperial 34. El trabajo realizado por Cairoli Fulvio Giuliani, basado en la
documentación gráfica de los excavadores y en la interpretación de las fotografías,
permitió identificar un primer gran salón casi cuadrado de más de 20 m de lado.
El eje de simetría de esta primera aula coincidía con el del Salón de trono de Domiciano 35. Esta primera construcción de planta simple fue arrasada para realizar
una nueva construcción, con la misma orientación y eje de simetría. Los cimientos
del segundo salón permiten intuir algunos rasgos del alzado del edificio. El extremo sur del edificio estaba ocupado por una gran exedra abierta hacia el espacio
principal. Este podría haber contado con columnas decorativas adosadas a las
paredes interiores siguiendo el esquema compositivo de los porticados del Foro
Transitorio. Basta el simple examen de la planta para identificar estos edificios superpuestos como antecedentes del aula regia del palacio de Domiciano 36. El rasgo
más interesante es que en ambas fases, el gran salón debía constituir un bloque
de edificación aislado en medio de un paisaje más o menos abierto. Ello debería
constituir un indicio de que se mantenía la organización compositiva del gran palacio de Nerón 37. Los restos de estas aulas anteriors al palacio de Domiciano son
en el fondo el indicio de la continuidad de esta zona como área representativa del
palacio tal vez incluso desde comienzos del siglo I. El palacio a partir de los flavios
será denominado domus August(i)ana 38, lo que podría ser interpretado como un resultado de
la continuidad de la parte representativa del palacio.
Domiciano y la construcción del nuevo palacio
El joven emperador, desde el mismo momento de su ascenso al poder, tuvo que
afrontar la reconstrucción del Campo de Marte seriamente dañado en el incendio
del año 80 (Suet. Tito. 8). Domiciano utilizó una estrategia similar a la empleada por Nerón con la Nova Urbs, aprovechar las destrucciones del incendio para
promover una planificación urbana innovadora. La aplicación de los nuevos ‘patterns’ urbanísticos desarrollados en los últimos años de Nerón tiene su origen
34
C.F. Giuliani, Note sull’Architettura delle residenze imperiali dal I al III secolo d.C., en ANRW,
II.12.1, 1982, 233 ss.
35
C.F. Giuliani, Domus Flavia, una nuova lettura, en RM 84, 1977, 91-158.
36
A. Boethius, The Reception Halls of the Roman Emperor, en ABSA 46, 1950, 25-31; C.F. Giuliani Note sull’Architettura delle residenze imperiali dal I al III secolo d.C., cit., 248.
37
B. Tamm, Aula regia, aulè and aula, en Acta Univ. Stockholmiensis (Opuscula V), Stockholm
1968, 135-242.
38
Augustiana en CIL IV, 8640, 8647-9 y augustana en CIL IV 2271, 8651, se refieren con mucha probabilidad a la parte del palacio construida por Domiciano; domus Flavia y domus Severiana
son términos modernos.
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precisamente en la experiencia que constituyó la gran reconstrucción de los edificios destruidos por el fuego en el Campo de Marte. Los arquitectos de Domiciano habían recogido las enseñanzas de la obra neroniana corrigiendo además sus
errores: había que incidir globalmente en la ciudad, pero entendiendo los límites
de la innovación. Para un experimento de este tipo el Campo de Marte constituía
el marco idóneo: un barrio no central, geográficamente bien definido, caracterizado por una función representativa y con una densidad de población relativamente
baja 39.
Sabemos que el incendio del año 80 destruyó los templos de Serapis y de Isis,
los Saepta y el Diribitorium, el Posidonion de Agripa y el Panteón, el teatro de Balbo
y la escena del teatro de Pompeyo además del Portico de Octavia y el Capitolio.
La reconstrucción de todos estos edificios fue aprovechada por Domiciano para
conferir unidad a lo que hasta entonces era una sucesión de monumentos inconexos. El área urbana que fue objeto de este proyecto conjunto se extendía desde
la via Lata (via Flaminia) hasta los monumentos más occidentales del Campo. La
fachada oeste del nuevo barrio monumental se regularizó con la construcción de
un estadio para juegos atléticos y de un odeón. Ambos edificios se alinean con el
teatro de Pompeyo ofreciendo una fachada continua del barrio monumental hacia
el Trigarium y la orilla del río. Desde esta fachada occidental un sistema continuo de
monumentos se extendía hasta la porticus Minucia Frumentaria, incluyendo los Saepta
y el Diribitorium. Los vecinos templos de Isis y Serapis habían sido destruidos por
el incendio. El proyecto domicianeo fue extremadamente hábil: se reconstruyó
el santuario a las divinidades egipcias asociándolo a una gran plaza porticada, la
porticus divorum, consagrada a la memoria de Vespasiano y Tito divinizados 40. En
las puertas del conjunto se situó el templo de Minerva calchidica, la divinidad personal de Domiciano con el epíteto de su función de ‘portera’. La utilización de
arcos de triunfo como soluciones de continuidad monumental y la valorización de
los recorridos procesionales que atravesaban estos arcos aporta una de las claves
interpretativas del proyecto domicianeo 41. Ello permitió transformar un conjunto
desordenado de monumentos aislados, en un ‘continuo’ organizado y delimitado.
Por primera vez se tenían en cuenta las enseñanzas de la obra planificadora de los
arquitectos de Nerón.
La topografía del Campo de Marte constituye una temática compleja en la que subsisten
muchos puntos de debate, como referencia general es fundamental la obra de F. Coarelli, Il Campo Marzio. Dalle origini alla fine della Repubblica, Roma 1997. Respecto a cada uno de los numerosos
monumentos construidos en los dos últimos siglos de la República es fundamental la actualización bibliográfica de las respectivas voces del Lexicon Topographicum Urbis Romae (M. Steinby ed.).
40
G. Gatti, Topografía dell’Iseo Campense, en RendPontAcc 20, 1943-44, 117-163; F. Coarelli, s.vv.
Iseum et Serapeum in campo Martio, y Isis Campensis, en LTUR III, Roma 1996, 107-110.
41
M.C. Laurenti, s.v. Iseum: Arco di Camigliano, en LTUR III, Roma 1996, 110.
39
10
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
Una obra realizada en un momento avanzado del gobierno de Domiciano
nos muestra hasta que punto se había alcanzado un extraordinario nivel en la
realización de proyectos urbanos. A finales de los años 80 d.C. se emprendió la
monumentalización de una vieja e importante vía romana, el Argiletum. Esta vía
comunicaba el barrio de la Suburra con el Foro Romano atravesando la franja de
terreno que quedaba libre entre el Foro de Augusto y el Foro de la Paz. El espacio residual que quedaba entre los dos foros, a pesar de su reducida anchura, fue
trasformado en una auténtica plaza. El nombre del nuevo espacio (Forum Nervae
o Forum Transitorium) se debe a la damnatio de Domiciano y al hecho circunstancial
de que su construcción fue concluida por Nerva. Un epigrama de Marcial (1.2.78) datado entre los años 85-86 lo cita con el término poético de forum Palladium,
en alusión al templo de Minerva que lo presidía 42. El Foro de Augusto y el Foro
de la Paz habían sido concebidos como monumentos autónomos cerrados por
grandes muros. La construcción del Foro Transitorio, al monumentalizar el Argiletum produjo un continuo espacial entre el templo de Mars Ultor, el templo de
la Paz, el Foro Romano y la Suburra 43. A pesar del reducido espacio disponible,
los arquitectos de Domiciano fueron capaces de ajustar el proyecto para integrar
en un único espacio urbano un gran templo rodeado de porticados virtuales y
un sistema de accesos monumentalizados que sorprende por la habilidad con
que fue planteado 44. Con ello se consagraba un modelo de espacio urbano que
resume toda la experiencia urbanística del siglo I d.C. La percepción del espacio
urbano como un tejido continuo nos aparece ya en una forma embrionaria en
la construcción de los arcos de triunfo de Augusto en el Foro Romano 45. Con
Domiciano se convertirá en uno de los criterios fundamentales que guiará la
organización de los nuevos espacios urbanos y por supuesto la reordenación de
la nueva residencia imperial en el Palatino. El sofisticado diseño urbano del Foro
Transitorio recoge la experiencia acumulada en los largos años del gobierno de
Domiciano.
Paralelamente a la reconstrucción del Campo de Marte, Domiciano se ocupó de los edificios que la muerte de su hermano había dejado inacabados. Es
particularmente importante el templo del Divo Vespasiano para comprender el
nacimiento de un nuevo estilo decorativo en el trabajo del mármol. Las oficcinae
imperiales que desde Augusto trabajaban los materiales procedentes de las canteras imperiales se sometieron a una reordenación general que se reconoce en el
estilo ‘vegetalizado’ que cubre los detalles de toda la decoración arquitectónica.
H. Bauer, C. Morselli, s.v. Forum Nervae, en LTUR II, Roma 1995, 307-311.
J.C. Anderson Jr., Domitian, the Argiletum and the Temple of Peace, en AJA 86, 1982, 101 ss.
44
H. Bauer, Porticus Absidata, en RM 90, 1983, 111-184.
45
H. Drerup, Bildraum und Realraum in der römischen Architektur, en RM 66, 1959, 147 ss.
42
43
11
Ricardo Mar
La creación de un nuevo lenguaje arquitectónico
La identificación de una decoración arquitectónica típicamente flavia surge en
Roma en 1940, con el estudio de Blanckenhangen centrado en el foro de Nerva 46. La comparación entre las celebres Colonnacce (foro de Nerva), la decoración
de la domus Flavia en el Palatino, el templo del divo Vespasiano y el arco de Tito
permitió a este autor alemán, definir unas características muy homogéneas de un
estilo ‘flavio’ de decoración arquitectónica. No es necesario subrayar la importancia de esta comparación, estamos ante edificios muy bien datados que podemos atribuir sin dudas a la ‘officina imperial’ y que fueron encargados, directa o
indirectamente, por Domiciano. El desarrollo de la investigación a lo largo de
estos 60 años ha permitido proseguir el análisis detallado de este material arquitectónico, en especial gracias a la publicación exhaustiva de algunos de estos
monumentos 47. Fruto de estos nuevos estudios es el reconocimiento de una mayor complejidad en la definición del estilo ‘flavio’ de decoración arquitectónica,
sobre todo cuando se consideran las relaciones internas entre los diferentes elementos arquitectónicos 48.
El nuevo estilo se reconoce ya en la primera época domicianea en la decoración
del Templo de Vespasiano. Naturalmente, los talleres de época de Domiciano no
inventaron el nuevo estilo de la nada. Las primeras experiencias que podemos citar en este proceso de vegetalización son ejemplos julio-claudios como el templo
de los Dióscuros en el Foro Romano o el templo de la Concordia, también en el
Foro Romano. En el templo de los Dióscuros, de cronología tiberiana, es significativa la decoración de los sofitos del arquitrabe con una rica composición vegetal
estructurada sobre las diagonales del rectángulo delimitado por las columnas. El
paralelo para este motivo decorativo lo encontramos en los sofitos del templo del
Divo Vespasiano. Estos indicios de cronología tiberiana parecen sugerir que el
proceso de vegetalización de la decoración arquitectónica tiene sus raíces en una
evolución interna de los talleres imperiales de tradición augustea. La impresionante actividad constructiva de Nerón pudo jugar un papel de gran importancia en la
afirmación de nuevas formas decorativas.A partir del punto de partida que representa el templo del Divo Vespasiano podemos seguir el desarrollo del estilo con
las sucesivas obras de Domiciano. La decoración vegetalizada, tratada de un modo
naturalístico, es incorporada a las diferentes partes del orden como cornisas, y
P.H. von Blanckenhagen, Flavische Architektur und ihre Dekoration, untersucht am Nervaforum,
Berlin 1940.
47
C. Leon, Die Bauornamentik des trajansforums, Wien 1971; M. Pfanner, Der Titusbogen, Mainz
am Rhein 1983; S. De Angeli, Templum Divi Vespasiani, Roma 1992.
48
De Angeli, Templum Divi Vespasiani, cit., 149 ss.
46
12
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
arquitrabes 49. A ello hemos de añadir otros elementos de la decoración como
entablamentos y cornisas en los que destaca la utilización de anthemia vegetalizados, de elaboración muy detallada. Esto ocurre por ejemplo en la coronación de
los arquitrabes y las cornisas del entablamento del Foro de Nerva, del templo del
Divo Vespasiano o en los disiecta membra de la domus Flavia en el Palatino. Del mismo modo los cimacios lésbicos recuperan parte de los contornos vegetalizantes
que habían sido el origen compositivo del tipo decorativo. Los investigadores de
las formas decorativas en la arquitectura romana han interpretado esta evolución
estilística como un efecto de la utilización del trépano en la definición del perfil de
los motivos vegetales y en la realización de las acanaladuras que marcan las hojas
de acanto de los capiteles.
Asimismo, los capiteles de gran tamaño producidos por las oficinas imperiales
de Roma a lo largo de todo el periodo domicianeo se reducen a un limitado número de variantes 50, cuya utilización en diferentes edificios responde a un modelo
unitario 51. Ello significa que su producción se asignaría a un único taller independientemente del edificio a que se destinase. Las officinae de producción urbana,
estarían especializadas por tipos de piezas y no por edificios.
La construcción de la domus Flavia refleja este proceso. C. Leon 52 identifica una
tradición decorativa tardo-domicianea cuando relaciona algunos elementos de la
decoración de la domus Flavia con la reconstrucción del templo de Venus Genitrix
en el Foro de César 53. En particular los fragmentos procedentes del Aula Regia
conservados en los tropaea Farnese. Esto coincide con la datación del palacio de
Domiciano entre os años 81-92, los últimos años del reinado de este emperador.
Los citados Trofeos Farnese, probable decoración del Aula Regia, constituyen
un indicio cronológico seguro ya que en ellos se alude al triunfo de Domiciano
sobre los Dacios (año 86). De este modo, contamos con un término ante quem que
permite datarlos entre el 86 y el 92 54. La decoración de estos dos edificios (Venus
Genitrix y domus Flavia) se puede relacionar con el Foro de Nerva.
von Blanckenhagen, Flavische Arkitektur, cit., 90-92.
K.S. Freyberger, Stadtrömische Kapitelle aus der Zeit von Domitien bis Alexander Severus, Berlin
1990, ver la definición de los tipos flavios de capitel en los ns. 5-7 y 40.
51
Por ejemplo, las coronas de acantos presentan hojas cuyos limbos están perforados por
profundas canales verticales y una serie de breves y marcados entalles oblicuos a los lados. Igualmente los lóbulos inferiores de las hojas se acaban con cuatro pequeños dedos y el tronco de los
caulículos están trabajados con dos largas perforaciones verticales.
52
Leon, Die Bauornamentik des Trajansforums, cit., 106 y 129.
53
El taller que realizó la reconstrucción del templo de Venus Genitrix fue englobado en las
offinae que construyeron el Foro de Trajano, como se deduce de la continuidad de modelos decorativos existente entre ambos edificios, Leon, Die Bauornamentik des Trajansforums, cit., 89.
54
M. Durry, Les tropheés Farnèse, en MEFRA 39, 1921-22, 303-318.
49
50
13
Ricardo Mar
En conclusión todos estos detalles técnicos nos permiten concluir que desde
el comienzo del gobierno de Domiciano se procedió a una reordenación general
de los talleres imperiales encargados de producir los elementos de mármol de las
construcciones promocionadas por el emperador.
El mercado edilicio con Domiciano
Para afrontar este ambicioso programa de construcciones fue además necesaria
la reordenación de la producción de los materiales de construcción. Las inmensas cantidades de ladrillos que se necesitaban para abastecer el creciente mercado
edilicio condujeron al redimensionado de las fabricas (figlinae) y a la concentración
de las producciones. Precisamente para controlar el volumen de la producción,
los propietarios de los terrenos del que se extraía la arcilla establecieron poco a
poco la norma de estampar en los ladrillos un sello con la indicación del fabricante. La costumbre de aplicar marcas de fabricación a los materiales cerámicos
dedicados a la construcción se remonta al siglo I a.C. En estas tempranas fechas
nos encontramos ya con tegulae y ladrillos pequeños (bésales) provistos de lo característicos ‘bolli’ que se generalizarán en el siglo II 55. Estos mismos sellos comenzarán a aplicarse en época de Claudio a los grandes ladrillos de 60 x 60 cms. (bipedales). En general, dominan los pequeños productores independientes 56. Entre
ellos, destacan tres familias que trabajan en la figlinae Marcianae (los Statii Marcii, los
Satrinii y los Calpetani) suministrando material edilicio a la casa imperial. Sus sellos aparecen entre los materiales constructivos de los pabellones de recreo de la
primera de las naves de Nemi (Caligula) 57. Parece que en este período temprano
domina el pequeño industrial libre con producciones que se prolongan a lo largo
de generaciones. La reconstrucción de Roma tras el incendio del año 64 y las nuevas normas constructivas impulsadas por Nerón aumentaron de forma notable
la actividad productiva e implicaron, cada vez más, a grandes latifundistas de alto
rango senatorial 58. De hecho, tan sólo con el reinado de Domiciano los sellos se
hacen habituales en los ladrillos de las construcciones imperiales. Un reflejo de la
existencia de grandes productores capaces de gestionar el ingente mercado de materiales de construcción necesario para cubrir el programa edilicio de Domiciano.
Los numerosos estudios dedicados al tema, en particular los de Herbert Bloch,
G. Lugli, La técnica edilizia romana, ••lugar•• 1958, 553 ss.
T. Frank, An Economic Survey of Ancient Rome, V: Rome and Italy of the Empire, Baltimore 1940.
57
H. Bloch, I bolli laterizi e la storia edilizia romana, Roma 1947, 334 ss.
58
M. Steinby, I senatori e l’industria laterizia urbana, en Epigrafia e ordine senatorio (Tituli, IV), Roma
1982, 227-237.
55
56
14
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
permiten poner nombre propio a los agentes de esta creciente actividad productiva. Destaca en particular un personaje, Cn. Domicio Afer 59, originario de Nemausus (Nimes) en la Galia Narbonenese, que fue cónsul suffectus el año 39 d.C.
Desde el año 49 hasta el 59, fecha de su muerte, fue curator aquarum. Quintiliano,
Tacito, Plinio y Cassio Dion lo mencionan como un celebre orador en el foro. En
época de Caligula nos aparece ya como un productor a pequeña escala. Serán sin
embargo sus dos hijos adoptivos Domicio Lucano y Domicio Tullo, tras heredar
las propiedades paternas, los que se aprovechen la oportunidad que ofrecía la reconstrucción de Roma tras el incendio de Nerón. Ambos ofrecen el perfil típico
y la carrera de los grandes personajes de rango senatorio 60. Domicio Lucano, el
mayor de ambos hermanos alcanzó el consulado en la década de los años 70 y fue
posteriormente gobernador de provincia y legado imperial en África. Su hermano menor, Domicio Tullo, fue dos veces cónsul además de gobernador y legado
imperial, entre otros cargos. Ambos hermanos crearon un complejo formado por
numerosas empresas que acabaron formando la base de la inmensa actividad industrial de Domicia Lucilla Menor, nieta de Domicio Lucano y heredera de ambos hermanos. Las propiedades de Domicia Lucilla menor acabaran confluyendo
en las propiedades de Antonio Pío en el siglo II 61.
Durante el gobierno de Domiciano se incrementaron notablemente las producciones y asistimos a la homogenización del mercado. Los grandes latifundistas
de rango senatorio desembarcan en la producción de ladrillos como una forma
complementaria de obtención de recursos económicos a la posesión de la tierra.
El extraordinario éxito industrial de estos dos hermanos, que dominaron el mercado en los últimos cuatro decenios del siglo I, se tuvo que basar en la adopción
de criterios racionales en la producción, sin duda estimulada desde el propio poder imperial. Domiciano necesitaba disponer de producciones ágiles y de calidad
y sin duda esto es lo que le ofrecieron los hermanos Domitii. 62
El ejemplo de estos productores precoces fue pronto seguido por otros nobles
del entorno imperial. Recordemos que la producción de ladrillos formaba parte
de la explotación de las propiedades agrarias y como tal no resultaba mal visto que
un senador participasen en dicha actividad. De hecho, aunque Domiciano se mantuvo al margen de la producción, durante el siglo II d.C. asistimos al progresivo
paso de las fábricas a manos del dominio imperial. Con los severos, a finales del
siglo, el emperador se convertirá en el propietario monopolístico de la producción
de ladrillos.
P. Setälä, Private domini in Roman Brick Stamps of the Empire, Helsinki 1977, 34-35.
Setälä, Private domini in Roman Brick Stamps of the Empire, cit., 35-36.
61
Setälä, Private domini in Roman Brick Stamps of the Empire, cit., 108-109.
62
Steinby, I senatori e l’industria laterizia urbana, cit., 230.
59
60
15
Ricardo Mar
La reordenación del Palatino y su entorno: Domiciano y la domus Flavia
Todos los estudios modernos que se han ocupado de la evolución y desarrollo de
la arquitectura romana, coinciden en adjudicar a este edificio un papel central en
la formación de un lenguaje arquitectónico propiamente romano 63. Sin embargo,
es sorprendente que la reconocida importancia del monumento no se corresponda con los estudios y la documentación que por ahora han sido publicados 64. En
realidad, para conocer materialmente los restos del palacio flavio solo disponemos de unas pocas publicaciones de carácter parcial. En particular los trabajos de
Helge Finsen (1962 y 1969) 65, la monografía de Gisella Wataghin Cantino (1966) 66
y la publicación de la planta del nivel inferior por Luca D’Elia y Susana Le Pera 67.
A estas obras básicas debemos añadir algunos estudios que se han ocupado de
cuestiones puntuales del alzado del edificio 68. Toda esta bibliografía contribuye
sin duda a clarificar aspectos significativos del palacio, pero evidencia la falta de
una adecuada documentación arqueológica de todo el conjunto. En este sentido,
nuestro trabajo se ha reducido a reflejar en una planta única las documentaciones
parciales que se han ido publicando. Ello naturalmente no sustituye la publicación
de una planta completa y actualizada del edificio que esta aún por realizar. Las
nuevas investigaciones realizadas en diferentes puntos de la colina permiten deducir que la obra de los arquitectos de Domiciano se extendía mucho más allá de los
límites de la comúnmente denominada ‘domus Flavia’: excavaciones arqueológicas
en la Vigna Barberini (Ecolè Francaise de Rome) 69, junto al Arco de Tito (Escuela
Española y Univ. Rovira i Virgili, Tarragona) 70 y en el sector de las denominadas
L. Crema, L’architettura romana, Torino 1959, 305 ss.; A. Boethius, J.B. Ward-Perkins, Etruscan and Roman Architecture, London 1968, 232 ss.; W.L. MacDonald, The architecture of the Roman
Empire, New Haven-London 1965, 69 ss.; P. Gros, L’architecture romaine, II, Maisons, Palais, villas et
tombeaux, Paris 2001, 252 ss.
64
Ver la documentación arqueológica en Mar, El Palatí, cit.
65
H. Finsen, Domus Flavia sur le Palatin, Aula Regia-Basilica, en Analecta Romana Instituti Danici,
Suppl. II, Roma 1962; Id., La residence de Domitiane sur le Palatin, en Analecta Romana Instituti Danici,
Suppl. V, Roma 1969.
66
G. Waraghin Cantino, La domus augustana, Torino 1966.
67
L. D’Elia, S. Le Pera, Rilievo del peristilio inferiore della Domus Flavia, en Roma, archeologia nel centro, I, Roma 1985, 176 ss.
68
C.F. Giuliani, Domus Flavia: una nuova lettura, en RM 84, 1977, 91 ss.; S. Gibson, J. Delaine, A. Claridge, The Triclinium of the Domus Flavia: a new reconstruction, en PBSR 62, 1994, 67-97.
69
Recogidas en los informes anuales de excavación publicados en los Melanges de l’Ecolè
Française de Rome y en el catálogo de la exposición Il giardino dei Cesari. Dai palazzi antichi alla
Vigna Barberini, sul monte Palatino. Scavi dell’École française de Rome, 1985-1999. Guida alla Mostra, a
cura di F. Villedieu, Roma 2001. Ver por último, F. Villedieu, La Vigna Barberini II. Domus, palais
impérial et temples. Stratigraphie du secteur nord-est du Palatin, Roma 2007.
70
Publicadas en Mar, El Palatí, cit., parte II.
63
16
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
‘Arcade Severiane’ (Istituto Archeologico Germanico) 71. Si a ello añadimos las
conclusiones del estudio de la domus Tiberiana (Istituto Svizero) 72, vemos que la
obra de los flavios fue fundamental para definir la fisonomía definitiva de la colina. Muchas de las construcciones flavias quedaron posteriormente cubiertas por
las reformas de época adrianea y severiana. La construcción del mayor templo de
Roma (templum Urbis o de Venus y Roma) alteró completamente la topografía de la
Velia, la construcción severiana del templo de Heliogabalo canceló prácticamente los jardines del palacio flavio y finalmente, la construcción del Septizodium en la
zona de las Arcadas Severianas dio pie a la remodelación completa del extremo
meridional de la colina. Sin embargo, por debajo de las construcciones adrianeas
y severianas los edificios domicianeos dibujan una completa planificación urbana. Una impresión que es confirmada por los múltiples indicios arqueológicos
que hablan de proyectos urbanísticos desde época neroniana en este sector de la
ciudad. El eje formado por el Arco de Tito y la Meta Sudans, o las avenidas porticadas que enlazaban la domus Flavia con la Sacra Via, reflejan con su alineación la
existencia de un cuidadoso proyecto urbano, obra probable de los arquitectos de
Domiciano, pero que fue construido apoyándose en los antecedentes de Nerón y
Vespasiano 73.
Podemos enumerar al menos ocho grupos de edificación datados en época
domicianea que transformaron completamente la colina y dieron una forma casi
definitiva a las residencias imperiales: Construcción de las insulae que flanquean la
Sacra Via; Delimitación del Clivus Palatinus; Arcos de Triunfo; Construcción de la
Meta Sudans. Estos primeros cuatro grupos responden a la lógica urbanística de
dar continuidad al tejido urbano de la colina y conectarlo orgánicamente al sistema del Foro Romano, Foros Imperiales y Valle del Colosseo. Se trata en el fondo
de la misma estrategia urbana que hemos podido reconocer en la reconstrucción
del Campo de Marte tras el incendio del año 80.
Dentro del palacio es posible distinguir: Remodelación de la domus Tiberiana;
Reforma del área del templo de Apolo; Construcción de la domus Flavia; Sistema
de jardines (bajo la Vigna Barberini). Estor cuatro últimos grupos de edificación
responden sin embargo a una lógica diferente. Se trata de la construcción casi
completa de un nuevo palacio representativo, destinado a cubrir las necesidades
propias del centro del poder imperial.
71
A. Hoffman, U. Wulf, Vorbericht zur bauhistorichen Dokumentation der segenannten Domus Severiana auf dem Palatin in Rom, RM 107, 2000, pp. 279 ss.
72
Cl. Krause, Domus Tiberiana I, Roma 1994.
73
Tenemos que destacar en este sentido la importancia de las reflexiones realizadas por Mario
Torelli en torno a la planificación urbanística flavia, presentadas en el congreso científico L’Urbs,
espace urbain et historie, Ier siècle avant J.-C. – IIIe siècle après J.-C. (Roma 1985): M. Torelli, Culto Imperiale
e spazi urbani in età flavia. Dai rilievi Hartwig all’arco di Tito, en URBS, Roma 1987, 563-582.
17
Ricardo Mar
Las cuatro primeras intervenciones corresponden a la definitiva ordenación del
paisaje urbano y de los recorridos viarios entre la región de los foros, el Valle del
Colosseo y el Palatino. El principio compositivo que guía el proyecto es el establecimiento de una compleja y articulada secuencia urbana. La Meta Sudans colocada
en el eje del Arco de Tito crea un primer recorrido visual flanqueado por los porticados neronianos que conducen a lo alto de la Velia. Una vez que se atraviesa el
Arco de Tito, la vía porticada gira hacia lo alto del Palatino (clivus Palatinus), también
flanqueada por bloques de edificación ocupados por tabernae tabulatae de varios
pisos de altura. Los pórticos culminan en el arco de Domiciano que sustituye probablemente al Arco de Octavio Pater y que servía de ingreso monumental de la
parte representativa de los palacios imperiales 74. Desde el Arco de Tito y girando a
la derecha se accede a la Sacra Via. Con domiciano fueron reconstruidas con mayor
altura las manzanas de casas que flanqueaban la vía porticada (Sacra Via). Es probable que en el punto culminante de esta, coincidiendo con el acceso al vestíbulo de
Nerón, se situase un tercer arco de triunfo dedicado esta vez al fundador de la dinastía: Vespasiano 75. Este grandioso proyecto de intervención supuso la aplicación
de un proyecto urbano global que incluyó la redefinición de las insulae neronianas.
Domiciano trató de imprimir un carácter mucho más enérgico a la intervención
urbanística. La renovación con mayor altura de las insulae previamente delimitadas
en el proyecto de Neron 76 refleja la continuidad de las nuevas obras con el proyecto
de Neron y su (probable) primera materialización por Vespasiano.
La extensa zona ocupada por los grandes edificios neronianos situados entre las bibliotecas y el final del Clivus Palatinus que hemos descrito en el capítulo
precedente, fue íntegramente reconstruida. Tan sólo se respetaron las principales
alineaciones marcadas por los muros de contención construidos por Nerón. De
hecho, estos quedaron en buena parte englobados en las construcciones de Domiciano 77. Las pequeñas irregularidades que se reconocen en el trazado de esta
parte del palacio proceden precisamente de la adaptación al sistema estructural
construido por Nerón. Este sector es que la literatura arqueológica denomina
habitualmente domus Flavia. Esta parte del palacio fue destinada a las funciones
representativas. Probablemente, Nerón y Domiciano se limitaron a reconstruir de
un modo cada vez más lujoso los edificios que desde época de Augusto se habían
destinado a funciones ceremoniales.
74
En contra de esta opinión ver M.A. Tomei, I resti dell’Arco di ottavio sul Palatino e il portico delle
Danaidi, MEFRA 112, 2000, 557-610.
75
Torelli, Culto Imperiale e spazi urbani in età flavia, cit., 563-582.
76
Para los horrea de la Via sacra ver Papi, s.v. Horrea Piperataria, cit., 45-46.
77
I. Iacopi, G. Tedone, L’opera di Vespasiano sul Palatino, in Coarelli (a cura di), Divus Vespasianus, cit., 240-245.
18
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
La residencia de Augusto, como ya hemos observado, estaba concebida siguiendo el patrón de los complejos palaciales de los reyes helenísticos 78: un parque urbanizado sobre el que se desplegaban edificios más o menos aislados. Los
arquitectos de Domiciano mantendrán la continuidad funcional de esta zona,
construirán un nuevo vestíbulo, grandes salas de recepción y una enorme ‘cenatio’.
Al igual que en la tradición helenística cada una de estas piezas arquitectónicas
serán definidas como volúmenes compactos 79. Sin embargo, cada uno de estos
bloques no se presentará aislado en la composición general. La domus Flavia será
concebida como un sistema integrado de peristilos y pórticos que se extenderán
sin solución de continuidad desde las bibliotecas del templo de Apolo hasta alcanzar prácticamente el Valle del Colosseo. La gran habilidad de los arquitectos
de Domiciano estará precisamente en el desarrollo de un lenguaje compositivo
que permita integrar diferentes piezas arquitectónicas en la composición general
sin que estas pierdan su caracterización propia. Así aparecen ejes de composición
marcados por exedras, nichos, triples puertas... que conducen los recorridos por
un espacio ceremonial flexible, en ocasiones poco definido funcionalmente, pero
muy coherente por su cualidad espacial y arquitectónica.
No insistiremos en esta sede en un análisis detallado de cada uno de los espacios que forman parte del edificio. Nos interesa subrayar tan sólo algunos de
los elementos más significativos de la composición. Por ejemplo, la existencia de
un eje compositivo principal formado por la gran exedra que abre hacia el Circo
Máximo, el peristilo de dos pisos que le sigue, el gran peristilo central y el Patio
de Recepción y entrada al conjunto del palacio. En torno a estas cuatro unidades
perfectamente alineadas vemos como se multiplican las habitaciones sin caracterización funcional, pero dotadas de una rica elaboración plástica de los espacios
interiores. Numerosas puertas garantizan el acceso simultáneo a diferentes espacios. De este modo se permitía una gran flexibilidad para su utilización por las
diferentes oficinas que rodeaban la alta gestión del estado.
A cada lado de este eje principal se sitúan dos conjuntos bien definidos, cada uno
con su propio eje compositivo. Hacia el oeste y a espaldas de las bibliotecas se sitúa
un gran peristilo al que se abren el salón de trono con sus dependencias y el salón
de banquetes principal. Hacia el este se sitúa el denominado hipódromo, equipado
con una monumental exedra cuyo eje principal se prolonga hacia el norte con un
I. Nielsen, Hellenistic Palaces, Aarhus 1999.
Un precedente de este modo ‘compacto’ de concebir el palacio lo encontramos en el palacio del rey Juba II, construido en época augustea sobre los jardines de un santuario precedente
ubicado en el centro de la Acrópolis de Lixus (Mauritania Tingitania) y el Villa Iovis de tiberio en
Capri.
78
79
19
Ricardo Mar
conjunto ceremonial organizado en torno a un ninfeo monumental 80. Detrás del
ninfeo se sitúa una serie de depósitos de agua directamente alimentados por un
ramal nuevo del acueducto Claudio. Detrás de la gran exedra del hipódromo se situaron las termas del palacio. Algunos indicios permiten suponer que esta parte de
la colina se destinaba en época neroniana a función termal. Posteriormente, primero
en época severiana y después con Majencio se construirán nuevos edificios termales
en esta zona.
La parte del palacio que se orienta hacia el Circo Máximo, en concreto el entorno del peristilo cuadrado asociado a la Gran Exedra, fue concebido con un
desarrollo escalonado ordenado en dos niveles superpuestos. Hemos descrito el
nivel superior, debajo y rodeando el peristilo cuadrado se extiende un complejo
conjunto de habitaciones claramente segregado del resto del palacio por un único
acceso fácilmente controlable que los estudios denominan habitualmente domus
Augustana y que se asocia con las estancias privadas del emperador. Los espacios
interiores de este conjunto inferior sobresalen por su riqueza espacial y plástica.
La domus Augustana se organizaba en torno al peristilo cuadrado cuyo interior
estaba ocupado por un complejo sistema de jardines y de fuentes. El eje de simetría que ordena la composición coincidía con el eje principal del palacio. Al fondo
del peristilo y enfrentado con el salón que da acceso a la Gran Exedra se sitúa un
conjunto de habitaciones intercomunicadas que sobresalen por la riqueza de sus
espacios interiores. Los arquitectos de Domiciano concentraron en este punto sus
capacidades creativas. Reelaborando algunas de las soluciones espaciales creadas
para la domus Aurea consiguieron plasmar el potencial de un nuevo lenguaje arquitectónico que prefigura los mejores logros de la arquitectura romana del siglo
II d.C., en particular las partes más barrocas de la Villa Adriana en Tivoli. Tres
pozos de luz de planta rectangular iluminaban parte de las habitaciones. El fondo
de estos pozos es concebido como pequeños estanques mixtilineos de tal modo
que la lámina de agua se convierte en un auténtico espejo capaz de reflejar la luz.
Entre las dependencias se reconocen algunos dormitorios y al menos un gran
salón triclinar abierto directamente al piso inferior del peristilo. Mediante una habitación colocada en el eje de simetría del conjunto se accede al nivel inferior de la
Gran Exedra. Esta se desarrollaba a dos niveles en correspondencia con los dos
pisos del palacio.
Se han conservado solamente los muros de cimentación del trazado de la exedra. Corresponden al trazado de la columnata que aparece dibujada en el fragmento conservado de la Planta de Mármol. Sin embargo, la pared posterior de la
exedra aporta algunos elementos importantes para su reconstrucción. En el nivel
80
U. Wulf-Rheidt, N. Sojc, Evoluzione strutturale del Palatino sud-orientale in epoca Flavia (Domus
Augustana, Domus Severiana, Stadio), en Coarelli (a cura di), Divus Vespasianus, cit., 268-279.
20
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
inferior se dibujan dos series simétricas de habitaciones intercomunicadas accesibles desde la domus Augustana. En el nivel superior el espacio de estos dos grupos
de habitaciones esta ocupado por dos grandes ábsides semicirculares decorados
con nichos. La planta severiana (FUR) restituye los detalles del piso superior. Los
dos ábsides aparecen abiertos a la galería de la Gran Exedra a través de sendas
triforas. El ritmo de las columnas del porticado curvo de la Gran Exedra coincide
con el de las columnas de las triforas que dan acceso a los ábsides. La gran habitación que conecta el piso superior del palacio con el piso superior de la Gran Exedra aparece en la FUR como un simple espacio de paso entre el peristilo cuadrado
y el gran ambulacro curvo. Esta sala nos aparece en la FUR estructurada mediante
columnas que reproducen el esquema de triple puerta (trifora) que hemos visto en
los dos ábsides del piso superior de la Gran Exedra.
El cuadrante noreste (NE) del Palatino se halla actualmente ocupado por el
recinto de los ‘horti’ que poseían los Barberini. Esta propiedad incluía la iglesia
de San Sebastiano y se extiende sobre un recinto monumental romano organizado en torno a un gran templo. La crítica arqueológica identifica unánimemente
este templo con el de Heliogabalo, construido a comienzos del siglo III d.C. las
excavaciones de l’Ecolè française de Rome han descubierto un importante tejido
de construcciones anteriores al templo de Heliogabalo. Son conocidos los restos
de una gran residencia privada identificable como la domus de los Licinii que se
extendía en esta zona. Las excavaciones han documentado la destrucción de esta
casa en época flavia y su sustitución por un inmenso jardín construido al mismo
tiempo que las restantes construcciones domicianeas que estamos describiendo.
Una observación adicional se hace necesaria. Las construcciones flavias de la Vigna Barberini fueron radicalmente transformadas en época Adrianea y antonina.
Por ello, buena parte de los edificios que delimitaban los jardines de Domiciano
quedaron completamente arrasados y actualmente son difíciles de reconstruir. En
muchos casos sólo se han conservado pequeños fragmentos de cimentaciones
que permiten intuir los trazos generales del conjunto pero que dejan muchas incógnitas abiertas.
La parte mejor conservada del conjunto flavio bajo la Vigna Barberini es una
gran exedra porticada que en planta da la espalda a domus Flavia. Los restos documentados permiten suponer que los pórticos de esta exedra se prolongaban hacia
el norte en dirección a la Velia y definían un jardín escalonado que debía alcanzar
la prolongación de la Sacra Via hacia el Colosseo. El eje de la exedra esta ocupado
por un gran propileo con triple puerta y vestíbulo que debía conectar el jardín con
el palacio imperial 81. Las excavaciones francesas han documentado solamente una
81
F. Villedieu (a cura di), Il giardino dei Cesari, cit.
21
Ricardo Mar
gran puerta central situada en el eje del hemiciclo y una pequeña puerta lateral.
Asimismo, asociado a estas puertas, se ha descubierto el inicio de tres muros paralelos perpendiculares al muro de cierre del pórtico y que se dirigen hacia el sur.
El eje de simetría del jardín permite restituir estos elementos como un sistema de
triple puerta centrada respecto a la columnata curva. Es cierto que podría tratarse
de un aula cerrada abierta al jardín y sin relación con la domus Flavia. Sin embargo,
si consideramos el papel de estos jardines en relación al conjunto del palacio parece más probable interpretar estos elementos como el sistema de acceso principal
desde el sector ceremonial y representativo de la domus Flavia.
¿Donde vivia el emperador?
A la hora de analizar funcionalmente la situación del palacio después de las obras
de Domiciano conviene comenzar por la componente puramente residencial del
conjunto: ¿Dónde vivía y dormía el emperador?... Tradicionalmente se han identificado los apartamentos privados de Domiciano con el piso inferior de la domus
Flavia que gira entorno al peristilo asociado con la gran exedra abierta hacia el
Circo Máximo. Los arqueólogos han denominado domus Augustana este conjunto
compacto de dependencias. Sin embargo, sabemos que este debía ser el nombre
de todo el palacio sur (domus Augustana), para distinguirlo del palacio norte (domus
Tiberiana). Los argumentos fundamentales y desde luego convincentes para esta
identificación son que se trata de las más ricas dependencias de todo el palacio sur
y que además constituyen un conjunto segregado del resto del palacio, accesible
tan sólo a través de una sola escalera monumental, controlada desde un cuerpo
de guardia.
Basta observar el espacio reservado a la residencia privada del emperador en
el Palatino para observar sus reducidas dimensiones. Podemos alcanzar inmediatamente una conclusión: difícilmente Domiciano residía exclusivamente en este
espacio. Especialmente si comparamos su superficie con la que tienen las zonas
residenciales de la grandes villas imperiales 82. Podríamos pensar que su residencia
ocupaba parte del piso superior del palacio sur, sin embargo esto es poco probable. Las dependencias superiores del palacio están dotadas de numerosas puertas
que permiten la circulación a través de los dos grandes peristilos. Una situación
incompatible con la necesaria seguridad que debía rodear el entorno más privado
del emperador. En realidad, no parece que el palacio sur estuviese pensado para
largas estancias del emperador. Quizás la solución la podemos encontrar en la na-
82
22
H. Mielsch, Die römische Villa. Architectur und Lebensform, München 1987.
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
rración de la vida de Tiberio. Nos cuenta Suetonio que el primer emperador flavio,
tras su victoria definitiva sobre Vitelio, no residía en el Palatino sino que ocupaba
los lujosos pabellones rodeados de jardines ubicados en los horti del Esquilino 83.
El final tumultuoso de Nerón fue una lección bien aprendida por sus sucesores.
Un palacio en el centro de Roma, expuesto a los ojos de toda la ciudadanía, no
podía ser el escenario lujoso de la vida del príncipe como un díos viviente. Vespasiano utilizó los jardines del Esquilino. Domiciano construyó una inmensa villa
junto al lago Gandolfo, a pocos kilómetros de Roma. Adriano a su vez construiría
la villa de Tivoli. Los severos residirán en el palacio Sensorio, situado en el Laterano y finalmente Majencio construirá su villa residencial junto a la Via Appia.
Una primera conclusión puede ser expresada a partir de todo ello. La luxuria
privata asociada con el papel semidivino del emperador, después de la muerte de
Nerón no se podía presentar en el centro del poder. Fue desplazada a los horti del
Esquilino o incluso fuera de la ciudad. No fue posible ya el mito de rus in Urbe (el
jardín paradiasico) que había guiado el proyecto neroniano 84. Las grandes villas
de Domiciano, en particular la villa de Castelgandolfo muestran cual será a partir
de entonces el camino. El entorno ceremonial que rodeaba la vida cotidiana del
dominus et deus (términos utilizados por Domiciano) se traslada fuera de Roma. El
conjunto del palatium se reserva para los aspectos más públicos de la exposición
de príncipe a sus súbditos. Será a partir de entonces el escenario de la ‘autorrepresentación’ imperial. Un término acuñado por la investigación alemana (Selbsdarstellung) para referirse a la imagen pública autoconstruida por un sujeto o por
una clase social. En este sentido, la obra del último de los flavios marca además
una cita ideológica fundamental. Entre la construcción de la domus Aurea y la del
palacio de Domiciano se consolida el protagonismo urbano asignado a la residencia imperial. Se trata de un cambio no sólo urbanístico, sino también ideológico
y político.
En origen, la ciudad de Roma en su concepto amplio era la única sede imaginable del poder. Esta identidad quedaba fijada en el paisaje urbano por la atención
que la comunidad prestaba a determinados lugares de la vida cívica como el comitium, el Arx o la Curia del Senado. Estos lugares constituían el escenario de las liturgias cívicas que garantizaban la cohesión social de la población y cuyas raíces eran
ante todo religiosas. La progresiva consolidación del régimen imperial entre Augusto y los flavios alteró el trasfondo ideológico asignado a la ciudad (Urbs) como
sede exclusiva de la soberanía. Recordemos que el círculo anticuario del entorno
de Augusto tuvo que reinventar la topografía arcaica del Palatino para justificar en
sentido amplio el protagonismo asignado a una divinidad, Apolo, hasta entonces
83
84
Cima, La Rocca (a cura di), Le tranquille dimore degli dei, cit.
J. Ward Perkins, Nero's Golden House, en Antiquity 30, 1956, 209-219.
23
Ricardo Mar
relegada a una posición exterior al pomerio de Roma (ver inf. capítulo 6). En el
fondo, el palacio de los flavios refleja con su forma el cambio político operado en
Roma a lo largo del siglo I d.C. De la originaria idea nobiliaria del principado, como
gobierno del mejor, pasamos a la concepción del imperium como magistratura. Los
acontecimientos del año 69 nos muestran que en la mentalidad colectiva se había
producido un sutil pero significativo cambio. La sede del poder no era ya ciudad
(Urbs) sino el Palatium. En los momentos de agitación política las multitudes ya no
se reunirán ante el templo Capitolino o en la plaza del Foro, sino a las puertas del
palacio del emperador. Domiciano, después del episodio de Nerón, dará la forma
casi definitiva a los Palacios Imperiales como centro representativo del poder.
Uso y función en los palacios imperiales con Domiciano
A la hora de considerar los espacios ceremoniales del palacio es necesario comenzar por las dos funciones públicas que conocemos bien para los palacios de la aristocracia republicana: la salutatio y el convivium. La salutatio nos refiere a las audiencias públicas del emperador, en primer lugar a sus clientes directos, pera también a
grupos amplios de ciudadanos. Su escenario debía estar asociado con el vestíbulo
del palacio y probablemente con la puerta adornada con el fastigium, la corona cívica y los laureles que aparece representada en las monedas. Ya hemos comentado
que su posición exacta es tan sólo una hipótesis, sin embargo es verosímil que se
situase al final del principal acceso a la colina, el Clivo Palatino. Por el relato del
asesinato de Calígula, transmitido por Flavio Josefo, sabemos que a mediados del
siglo I d.C. dicha puerta estaba precedida por una plaza pública (area Palatina) en
la que se podía instalar un teatro temporal para la celebración de festivales públicos. A medida que fue creciendo el papel político del príncipe, creció también la
dimensión de su clientela. Con Domiciano, el emperador era el dominus de toda
Roma. Por ello, ser admitido en la salutatio matutina del Palacio Imperial era una
premisa imprescindible para cualquier ciudadano con ambiciones políticas. Como
hemos visto en el capítulo correspondiente, los salones ceremoniales del palacio
de Domiciano (domus Flavia) fueron dimensionados en relación con esta importante función representativa. El vestíbulo de la casa de Augusto, aunque no conozcamos su ubicación y forma exacta, tuvo que ser proyectado en relación a la
inmensa clientela que debía ser recibida por el príncipe. Los banquetes públicos
debían requerir también sus propios espacios adaptados. En la tradición republicana, la invitación a participar en el banquete aristocrático se había convertido en
el símbolo de pertenencia a la nobilitas. El convivium era por ello el escenario privilegiado del lujo privado de los nobles (luxuria privata), contrapuesto a su acción
política en el foro (publica magnificencia). El recelo del Senado ante la expresión de
24
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
riqueza individual había relegado el escenario del banquete a la intimidad de los
jardines privados. En realidad, la nobleza, consciente de los riesgos que suponía
la excesiva exaltación de la riqueza individual en la propia Roma, había reservado
esta faceta para las villas suburbanas. Sus jardines eran concebidos como auténticos paradeisos en los que grandes salones (oeci), decorados con columnas, mosaicos,
mármoles y estatuas importadas se integraban en una naturaleza controlada por la
mano del hombre. Sabemos que el origen último de este tipo de jardines se sitúa
en la tradición oriental de jardines colgantes levantados sobre terrazas. Alejandro
los encontró en Babilonia y en Persia y sin duda fueron directamente introducidos en la arquitectura de los palacios helenísticos. Los generales romanos que
conquistaron Oriente los vieron en las grandes capitales como Pérgamo, Alejandría o Antioquia. Su incorporación al modo aristocrático de vida se reconoce en
las grandes villas republicanas que la arqueología ha documentado en la campiña
itálica y sobre todo a lo largo de la costa tirrena.
Los espacios representativos
A lo largo de los siglos I y II se fueron formalizando los tipos de ceremonias de
presentación del emperador a sus súbditos. Basta recordar los relieves flavios aparecidos en Roma en la Cancillería, para darse cuenta de la importancia que adquieren las llegadas, las partidas o la aparición pública del emperador 85. El palacio
imperial tendrá un protagonismo fundamental en este complejo sistema de ceremonias. Las dimensiones, la decoración y las estatuas que decoraban los espacios
principales de la domus Flavia nos permiten identificar sin demasiadas dudas los
grandes salones de recepción dedicados a la presentación pública del emperador.
Se trata del denominado Salón de Trono y de la Basílica adyacente. Ambos espacios disponían de sendas puertas que comunicaban directamente con el exterior
del palacio. Sin embargo es poco probable que los invitados fueran conducidos
en presencia del emperador sin pasar un filtro previo a través de un vestíbulo. En
este punto, resulta menos evidente identificar la entrada principal del palacio dada
la situación actual de los restos.
La recepción matutina de los clientes y familiares constituía desde época inmemorial una de las bases fundamentales de la estructura gentilicia de la sociedad
romana 86. Como subraya Vitruvio al hablar de la estructura de la casa romana
E. Baldwin Smith, Architectural Symbolism of Imperial Rome, Princeton 1956.
Como subraya Vitruvio al hablar de la estructura de la casa romana (Vitr. 6.5.1), el atrio
forma parte de los «lugares comunes con los extraños» (loca comuna cum extraneis), en los que el
patrono recibe el homenaje de los clientes.
85
86
25
Ricardo Mar
(Vitr., VI.5.1), el atrio forma parte de los «lugares comunes con los extraños» (loca
comuna cum extraneis), en los que el patrono recibe el homenaje de los clientes. La
ceremonia del saludo matutino (salutatio) estaba reservada en principio a los clientes propios del grupo familiar. Sin embargo, cuando el señor de la casa pretendía
concurrir a una carga pública, estas recepciones se convertían en audiencias públicas abiertas a un público mucho más amplio. Este progresivo aumento de la muchedumbre que era admitida en el atrio de la casa de un noble republicano, obligó
a establecer criterios en la organización de las recepciones. Seneca (ben. 6.34.1)
nos explica que C. Graco y Livio Druso fueron los primeros que organizaron
las salutationes matutinas por grupos, distinguiendo los que podían ser admitidos
en espacios más internos y privados (in secretum recipere), los que eran acogidos en
grupos selectos (alios cum pluribus) y los que de forma genérica eran recibidos en
el anonimato de la muchedumbre (alios universos). Seneca, subraya finalmente que
la masa de clientes se aproximaba a las puertas de la casa para ser distribuida en
primera clase y segunda clase de admisión. Tocar el umbral, hacer guardia honorífica en la puerta, entrar en la casa antes que los demás, situarse más cerca o más
lejos del patrón… o como concluye el texto atravesar «una serie de puertas que
impiden el acceso incluso a los que han sido admitidos», eran rasgos públicos que
expresaban una forma de jerarquía interna en el conjunto de los clientes de un
grupo familiar 87.
La casa de Augusto debía reflejar el papel de dominus de su propietario: «Los
días de recepción admitía hasta a las gentes del pueblo y recibía con la mayor
afabilidad las solicitudes que se le dirigían; cierto día reconvino jovialmente a uno
que temblaba al darle un memorial diciéndole que empleaba tanta precaución
como para presentar una moneda a un elefante» (Suet. Aug. 53.2). Sus sucesores
prosiguieron esta práctica cotidiana hasta ritualizarla condicionando incluso los
espacios en que se debía realizar. Los documentos literarios que se han conservado nos recuerdan los atrios de Calígula (Suet. Cal. 41.2), Claudio (Sen., cons.
Pol., 14.33.2), Galba (Suet. Gal. 2) y Tito (Plin. nat. hist. 34.55). El de Claudio en
particular constituía una habitación monumental situada en la zona más alta de la
colina. Las estructuras aparecidas bajo el pavimento del salón de Trono de la domus Flavia, estudiadas por C.F. Giuliani 88, podrían corresponder a la evolución, en
la casa del emperador, de los espacios relacionados con las formas de recepción.
Recordemos que se trata de los restos de dos salones superpuestos que fueron
La casa de Augusto debía reflejar el papel de dominus de su propietario: «Los días de recepción admitía hasta a las gentes del pueblo y recibía con la mayor afabilidad las solicitudes que se
le dirigían; cierto día reconvino jovialmente a uno que temblaba al darle un memorial diciéndole
que empleaba tanta precaución como para presentar una moneda a un elefante» (Suet. Aug. 53.2).
88
Giuliani, Domus Flavia, una nuova lettura, cit., 91-158.
87
26
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
construidos sucesivamente en el mismo lugar después de la muerte de Nerón y
antes de la construcción de la domus Flavia. Sus dimensiones y sus formas evidencian sin dificultades que se trataba de salones de recepción.
La jerarquización en grupos de las personas admitidas en presencia del emperador implicó necesariamente la multiplicación y naturalmente la diferenciación
arquitectónica de los espacios reservados a estas ceremonias. A lo largo del siglo
I d.C. se multiplica el personal de la casa imperial adscrito a estas funciones. Conocemos gracias a las inscripciones funerarias la existencia de funcionarios especializados 89: ab admissione, nomenclator ab admissione, a cura amicorum… En época
de Antonino Pío la salutatio matutina constituía un ceremonial complejo y que
duraba un tiempo considerable, hasta el punto que el emperador debía prepararse
comiendo pan seco antes de la recepción (SHA, Ant. Pius 13.2; Aur. Vic., epit.
15.1). Probablemente, la construcción de la domus Flavia por Domiciano implicó
la reglamentación definitiva del ceremonial de saludo matutino al emperador y su
fijación en ambientes específicos del palacio. Así lo sugiere la multiplicación de
los espacios dedicados a la recepción, su posición dentro del palacio, el sistema de
recorridos que los relaciona y su monumentalidad 90.
El primer problema que es necesario afrontar es la identificación del acceso
principal y del vestíbulo. Creemos que esto es posible en el extremo noreste de la
domus Flavia, zona que corresponde con la culminación del Clivo Palatino. En este
punto coincidimos con las propuestas realizadas por Helge Finsen en 1962 91. No
es verosímil imaginar que los invitados a la salutatio matutina accedieran directamente a los salones de audiencia directamente desde la calle, a pesar de que estos
dispongan de una puerta de acceso directo. La puerta del salón de trono debía
servir tan sólo en ocasiones extraordinarias para la exposición del emperador ante
la multitud reunida a las puertas del Palacio, en el área palatina. El único espacio
que podía jugar el papel de vestíbulo monumental o de patio de acceso se sitúa
en el eje principal del palacio. No sabemos si constituía un patio al aire libre o si
presentaba algún tipo de cubierta. Desde nuestro punto de vista y en función de
los restos conservados, parece que se trataba de un patio descubierto. El acceso
89
A. Winterling, Aula Caesaris. Studien zur Institutionalisierung des römischen Kaiserhofes in der Zeit
von Augustus bis Commodus, ••lugar•• 1999.
90
Contradice esta opinión la imagen negativa de Domiciano que nos aportan algunas fuentes (panegírico de Plinio a Trajano), acusado de no mostrarse nunca en público. Sin embargo, la
construcción de la domus Flavia responde a necesidades políticas que trascienden el carácter de un
personaje concreto: el palacio incluía salones pensados para la salutatio matutina y aunque Domiciano no se hubiese dejado ver en público, sus sucesores, entre ellos Trajano, si que lo hicieron.
No olvidemos que el discurso de Plinio era político: contrapone la figura del optimo princeps al tirano que le había precedido.
91
H. Finsen, La residence de Domitien sur le Palatin, Roma 1969.
27
Ricardo Mar
desde el Clivo Palatino se realizaba a través de un cuerpo de guardia cuya planimetría se desconoce en sus detalles. Los escasos datos arqueológicos de la puerta
que han sido documentados, sugieren que se trataba de un acceso en bayoneta 92.
El elemento central del sistema era una sala decorada con un ábside, colocada en
el eje del vestíbulo y conectada con dos pasillos tangenciales. Uno de ellos, orientado hacia el este, debía permitir el paso hacia los jardines de la Vigna Barberini, el
otro, orientado hacia el oeste, debía dar acceso al palacio desde el Clivo Palatino.
¿Quiere decir esto que no existía un acceso monumental en forma de arco de
triunfo?. Es lo que todos esperaríamos del punto de acceso del público admitido
al saludo matinal. Sin embargo, la configuración de la zona de acceso, tal como
emerge de los fragmentarios datos arqueológicos, parece excluir esta posibilidad.
En realidad, el Clivo Palatino estaba configurado como una avenida porticada de
acceso al palacio (dromos) que se culminaba en el gran arco de triunfo dedicado a
Domiciano. Este, daba acceso a la plaza situada delante del palacio (Area Palatina)
y estaba asociado con un templo abierto hacia la plaza.
El vestíbulo imperial, tal como lo reconstruye Finsen, estaba decorado con
una gran columnata ornamental y se concluía en un monumental propileo, levantado sobre una escalinata, que daba acceso a uno de los peristilos interiores
(peristilo semicurvo). La estructura del espacio, tal como emerge de su reconstrucción arqueológica 93, sugiere que una gran masa de gente podía ser admitida a
la recepción en el vestíbulo. Se situaría en el amplio patio de ingreso y podría observar al emperador asomándose desde el propileo situado a una mayor altura. El
pavimento del vestíbulo se hallaba a una cota inferior que el peristilo semicurvo.
Por ello es verosímil imaginar que la multitud agolpada en el vestíbulo a una cota
inferior observase la aparición imperial en la puerta central.
Disponemos de dos salones identificables con salas de recepción: el salón de
trono y la denominada basílica. Están comunicados entre sí por una puerta, se
sitúan junto al vestíbulo pero no comunican directamente con este. Para acceder
a estos salones era necesario atravesar el gran propileo y recorrer los dos grandes
peristilos del nivel superior del palacio. Solo entonces se llegaba a los dos espacios
mas prestigiosos del palacio. Parece por tanto posible proponer una secuencia de
espacios organizada en base al tamaño y a la riqueza decorativa. El vestíbulo, el salón de trono y la basílica constituyen una secuencia espacial, organizada jerárquicamente. Los tres se hallan interconectados mediante un recorrido claro y responden
a una sucesión en la que a menor tamaño corresponde mayor riqueza de materiales.
Con estos datos podemos reconstruir el itinerario imperial saliendo de sus aposentos privados para dirigirse a la más compleja de las audiencias ceremoniales, la
92
93
28
Para la reconstrucción del vestíbulo flavio ver Mar, El Palatí, cit.
Para la reconstrucción del peristilo ‘semicurvo’ ver Mar, El Palatí, cit.
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
que debía incluir la recepción de tres grandes grupos de invitados. En primer lugar
atravesaría el peristilo ‘semicurvo’ para acceder al pequeño templo situado en una
isla en el interior del estanque que ocupaba todo este peristilo. Si algún lugar debería ser llamado larario imperial sería precisamente este. Sabemos que Domiciano
daba culto en su palacio a Minerva, su divinidad personal. Tras realizar los correspondientes actos de devoción familiar en este pequeño templo, se dirigiría hacia
el propileo que une este peristilo con el vestíbulo. Podemos imaginar que a continuación el emperador, desde la puerta central del propileo se expondría a la contemplación de sus súbditos. Tras saludar y probablemente escuchar las peticiones
de este amplio grupo, se debería dirigir hacia el Salón de Trono para saludar a un
grupo más restringido. Sabemos que en algunas ocasiones señaladas el Senado era
recibido corporativamente. Las dimensiones del salón lo permitirían sin dificultad.
Finalmente, tras la recepción en el Salón de Trono el emperador se podría dirigir
hacia la Basílica donde podría recibir a un grupo aún más reducido de personas.
Esta jerarquización de los espacios dedicados a la recepción pública tiene su reflejo
en una noticia recogida por Paul Zanker (2004) en un reciente artículo sobre la
‘autorepresentación’ imperial en la domus Flavia. Se trata de una noticia de la vida de
Severo Alejandro (siglo III d.C.), recogida en la Historia Augusta (20,1), que refleja
la división en grupos de los invitados: amici primi loci, secundi loci et inferiores. Resulta
sugestivo imaginar que las tres categorías así establecidas encontraban su escenario
preciso en los tres espacios representativos identificados en la domus Flavia: la de
los «inferiores» en el gran vestíbulo, los «amigos de segundo nivel» en el salón de
Trono y los «amigos de primera línea» en la denominada Basílica.
La lectura funcional que proponemos de los espacios representativos de la domus Flavia choca en algunos aspectos con la tradición científica que considera que
el desarrollo ceremonial de la corte imperial solamente llegó en época tetrárquica.
«Diocleciano fue el primero que aceptó ser considerado y adorado públicamente
como un dios» (Aurelio Victor 39.2), palabras que coinciden con las transmitidas
por Amiano Marcelino (15.5.18): «Diocleciano Augusto fue el primero que impuso ser adorado según la costumbre de los reyes extranjeros». Ambos autores
coinciden con la afirmación de Lactancio, que sitúa en el período tetrárquico la
introducción de ceremoniales extranjeros (externo et regio more), aunque atribuye las
responsabilidades a Galerio, en particular después de su victoria sobre los persas
(año 298): «después de la victoria sobre los persas, este hombre (Galerio), quiso
también introducir en los territorios romanos las costumbres y usos de aquellas
gentes, esto es que el pueblo fuese considerado totalmente una posesión de su rey
como un esclavo» 94. Más allá de la problemática contraposición entre el malvado
94
Lact. mort. persec. 21.2.
29
Ricardo Mar
Galerio y el buen Diocleciano que encontramos en algunos autores cristianos
como Lactancio 95, estos autores coinciden al afirmar que en época tetrárquica
fue introducido en ceremonial persa en la corte imperial romana. En realidad,
creemos que es posible argumentar que algunos rituales, como la adoratio, o más
específicamente la proskynesis 96, habrían perdido, antes de su introducción en la corte imperial, algunas de sus connotaciones religiosas originarias. Así lo sugiere la arquitectura de
algunas villas imperiales como Villa Adriana, o la interpretación que nosotros proponemos de
la domus Flavia. Acceder en presencia del emperador se había transformado en un
privilegio social, reservado a aquellos pocos miembros del consilium (más adelante
del consistorium), que tenían acceso a la persona sagrada del emperador. En definitiva, esta laicización del ritual oriental acabaría contribuyendo a su aceptación por
parte de los emperadores cristianos, sin crear con ello una contradicción religiosa
entre los fieles y los propios emperadores 97. En cierta manera, cuando Domiciano
afirma el carácter divino del poder imperial, da un nuevo sentido ceremonial a las
viejas prácticas del adventus, la consecratio o la apoteosis.
La sacralización extrema de la figura del emperador tuvo como consecuencia
el aislamiento de su persona en un círculo restringido y protegido por el personal
de corte 98. El palacio de Domiciano marca el inicio de una tendencia que solamente se consolidará en el siglo III. El panegirista Mamertito, narra el encuentro
de Diocleciano y Maximiano en el palacio de Milán y la maravilla que experimentaron cuantos asistieron al encuentro y pudieron venerar el sacer vultus, cita el panegirista, de los emperadores: «adoración escondida en el más íntimo santuario, que
debía captar tan solo las almas de aquellos a quienes el rango permitía avecinarse
a vos» 99. En realidad este fenómeno se remonta, al menos, a los años centrales del
siglo III, como demuestran los autores de la Historia Augusta, cuando recuerdan el
problema, referido esta vez a la vida de Aureliano: «el emperador que esta encerrado en su palacio no conoce la verdad de las cosas y se ve obligado a conocer solo
lo que ellos (los cortesanos) le cuentan» (SHA, Aurel. 43).
La crítica al aislamiento del soberano constituye un lugar común en los escritores tardíos, sin embargo, no debería ser interpretada literalmente. En el marco
ideológico de las tendencias monárquicas del poder imperial, el emperador debía
ser exhibido como la figura más sagrada del imperio. Su presentación oculta deR. Teja, Sobre la muerte de los perseguidores, Madrid 1982, 126 ss.
G. Bravo, El ritual de la proskynesis y su significado político y religioso en la Roma Imperial, en J.
Arce (ed.), La creación de una tradición: ceremonial y liturgia en el paganismo greco-romano, Madrid 1990.
97
•. Teja •••••••••••••••••••••••••••••título••••••••••••••••••••••••••••• 1993, 616.
98
La difusión de la figura del eunuco correspondería a esta tendencia, K. Hopkins, Eunucs in
politics in the Later Roman Empire, en PCPhS CXXXIX, 1963, 62-80. Más discutible es la justificación de Hopkins: «el poder absoluto se corresponde con un aislamiento absoluto» (79).
99
Panegirici Latini 3.II.3 (ed. Galletier).
95
96
30
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
trás de una cortina (parapetasma), era la premisa de una epifania triunfal. Como nos
muestra el palacio de Domiciano, el emperador debía aparecer de forma teatral,
en un escenario diseñado para su exaltación, cuya referencia debía ser sin duda
el propio palacio. Algunos pocos pueden acercarse a su persona en el marco del
sagrado consilium (más adelante consistorium). Otros, más numerosos, tienen acceso
al interior del salón de recepciones, para asistir a la epifanía ceremonial de su persona cuando se abre el velum místico que oculta su sagrado trono. En las grandes
ocasiones, la multitud podría verlo a lo lejos, agolpada a las puertas del palacio.
Finalmente, el pueblo en masa tenía la posibilidad de verlo en el kathisma del circo.
Los banquetes públicos
Una de las funciones del palacio de Domiciano que tiene un reflejo más claro en
las fuentes escritas es la organización de monumentales banquetes para centenares de invitados. Como en las restantes funciones palaciales, encontramos los
antecedentes en la tradición republicana. Los banquetes públicos (epulae publicae)
organizados en ocasiones solemnes, con frecuencia tenían como escenario el interior de los templos más prestigiosos e incluso las plazas públicas. Su celebración
se mantuvo a lo largo del periodo imperial como lo demuestran reiteradamente
las actas del colegio de los ‘arvales’ o las fiestas suntuosas que organizaba regularmente el colegio de los ‘salios’. Los emperadores mantuvieron esta tradición,
tal como se deduce de las frecuentes citas literarias. La inauguración del Pórtico
de Livia fue celebrada el año 7 a.C. con sendos banquetes: mientras que Augusto celebraba uno de carácter público con todo el Senado en el templo de Júpiter
Capitolino, Livia invitaba privadamente a las mujeres de los senadores (Cass. Dio
55.8.2). Sabemos también que el emperador Claudio «con frecuencia organizó
espléndidos festines en parajes inmensos, y de ordinario tenía hasta seiscientos
invitados... Cierto día que estaba juzgando en el Foro de Augusto, llegó hasta él
el olor de un festín que cerca del lugar estaban preparando los sacerdotes salios,
en el templo de Marte. Claudio abandonó en el acto el tribunal… y se sentó a la
mesa con ellos» (Suet., Claud. 32-33). Calígula y Nerón se hicieron famosos por
sus multitudinarios banquetes celebrados en espacios públicos (Tac. ann. 15.37;
Suet. Calig. 32 y 37; Tac. ann. 14.2, 15.37 y 16).
Suetonio, en la vida de Augusto, nos explica que la celebración de banquetes de
estado era una práctica normal desde el comienzo del principado: «Invitaba con
frecuencia (Augusto). Pero en estas comidas, siempre regulares, distinguía cuidadosamente los rangos y las personas. Refiere Valerio Mesala que jamás admitió a
su mesa a ningún liberto, exceptuando Menas, a quien había concedido todos los
derechos inherentes al nacimiento libre, por haberle entregado la flota de Sexto
31
Ricardo Mar
Pompeyo … Sus comidas consistían habitualmente en tres servicios, y seis en las
grandes solemnidades … hacía acudir músicos, histriones, bufones y bailarines del
Circo» (Suet. Aug. 74). Estas celebraciones tenían como escenario preciso la casa
del príncipe. En una ocasión sabemos que Augusto se presentó al banquete como
Apolo y sus huéspedes se vistieron con los atributos de otros dioses (Suet. Aug.
70). Eran cenas que se movían en la ambigua frontera entre una cena privada y un
banquete público. En la práctica, acabaron convirtiéndose en una forma de presentación pública del emperador. En cierta manera, los aspectos ceremoniales de la
celebración convirtieron la invitación a palacio en una obligación formal asociada
con el cargo que un noble podía ocupar en un momento concreto de su carrera.
Los arquitectos del palacio de Domiciano tuvieron buen cuidado en la organización de un escenario adecuado para estos banquetes públicos. La investigación
arqueológica ha reconocido el salón de banquetes en la gran sala decorada con
un ábside que se contrapone al Salón de Trono. La narración del asesinato del
emperador Pertinax el año 193, recogida en la Historia Augusta (SHA, Pertinax
11.2) aporta el nombre antiguo de la sala: «súbitamente llegó a Palacio el pelotón
mencionado de trescientos soldados y ya no fue posible alejarlos de allí ni dar
aviso al emperador….» estos se encontraron con Pertinax en el momento en que
estaba organizando el servicio palaciego y rebasaron los pórticos del Palacio hasta
llegar al lugar que llaman Sicilia y comedor de Júpiter (cenatio Iovis). La organización
del salón presenta las características de un oecus (salón) ciziceno, tal como lo describe Vitruvio al citar los tipos de salas de banquetes (triclinia): con ventanales en
los lados que permiten disfrutar de una naturaleza humanizada 100. Efectivamente,
las ventanas laterales de la cenatio Iovis se abren a dos patios simétricos, decorados
con sendas fuentes. El espacio porticado de los patios comunica con el gran salón
mediante cuatro puertas. En la práctica, ambos patios funcionaban como espacio
auxiliar para facilitar el servicio de las mesas de los invitados. El pavimento actual
del gran salón fue colocado en el siglo II d.C., cuando se instaló un sistema de calefacción por debajo del suelo (hipocastum). La zona del ábside se haya al mismo nivel
que el resto de la sala. No se trata por tanto de un lugar destinado a la colocación
de un baldaquín, como ocurre en el ábside del salón de trono. La única posibilidad
por tanto es suponer que el salón estaba dedicado a la celebración de banquetes y
que su nombre antiguo era precisamente el cenador de Júpiter (cenatio Iovis).
Un elemento de la descripción de la muerte de Pertinax que ha incidido históricamente en la interpretación del palacio es el término de ‘Sicilia’ asociado con
la cenatio Iovis. Suetonio cita la existencia en el palacio de Augusto de un lugar llamado Syracusa: «Cuando tenía que tratar algún asunto secreto o quería trabajar sin
100
Para la restitución de la planta del salón ver H. Finsen, La residence de Domitien sur le Palatin,
Roma 1969.
32
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
que le interrumpiesen, se encerraba en la parte superior de su casa, en un gabinete
que llamaba Siracusa o su museo» (Aug. 72.2). Ambos términos nos refieren a una
idea de ‘calma insular’ que reconocemos en las numerosas descripciones literarias
de las grandes villas suburbanas y marítimas. Seguramente, los sucesivos Palacios
Imperiales y desde luego la domus Flavia debía contar con denominaciones propias
de ciertos espacios característicos que, desgraciadamente, no se han conservado a
través de las fuentes escritas.
Giuseppe Lugli, en su celebre volumen recopilatorio de las fuentes escritas
en torno al Palatino, recoge numerosas referencias a los grandes banquetes organizados por Domiciano en su nuevo palacio. Un material reelaborado por Paul
Zanker (2004) en el artículo que hemos citado respecto a la ‘autorrepresentación’
imperial. Recogemos en particular la cita de Estacio (silv. 4.2) en la que se refiere
en lenguaje poético a un banquete en palacio para más de mil invitados. Probablemente se trata de una exageración, pero, si tenemos en cuenta la documentación
escrita que nos habla de invitaciones colectivas al Senado como corporación, en
las que se incluía además una selección del orden de los caballeros, nos damos
cuenta que con Domiciano las enormes dimensiones de la Cenatio Iovis no eran
suficientes para acoger a varios cientos de comensales (caben tan sólo 180 lechos
triclinares). Para resolver este problema, Zanker propone ubicar los restantes lechos en el Salón de Trono (216 plazas) y en la Basílica (108 plazas). De este modo
alcanza la cifra de 500 comensales. El problema de esta interpretación radica en
que no todos los invitados podrían contemplar al emperador. Existe sin embargo
una distribución de los lechos diferente, que permitiría visualizar la unidad del
banquete presidido por el emperador. Supondría utilizar el gran peristilo para la
colocación de los lechos 101. Un indicio arquitectónico apunta en esta dirección. El
gran peristilo esta decorado con un estanque central que no llega hasta los porticados. Efectivamente, existe una distancia de 8 metros entre los ambulacros y el
estanque. Espacio más que suficiente para distribuir los lechos conviviales necesarios para alojar más de quinientas personas. Si tenemos en cuenta que la comunicación entre la cenatio Iovis y el peristilo es a su vez una columnata que cubre toda
la anchura de la sala, los huéspedes acomodados en los lechos del peristilo podrían
contemplar al emperador en todo momento durante el banquete. En cierta manera, podemos definir la relación arquitectónica entre peristilo y cenatio como una
pirámide visual focalizada en el ábside ocupado por el lecho imperial.
La colocación de parte de los huéspedes al aire libre podría ser considerada
como una objeción a la distribución funcional que proponemos. Sin embargo sabemos, gracias a Suetonio, que en época de Augusto (Suet. Aug. 98.4), de Calígula
101
Mar El Palatí, cit., capítulo de conclusiones.
33
Ricardo Mar
(Suet. Calig. 23.2) y de Vitelio (Suet. Vit. 15.3) algunos de estos convites tuvieron
como escenario lujosos jardines imperiales. Por si hubiese todavía alguna duda,
los peristilos de muchas de las casas pompeyanas y villas de la Campania, incluyen
triclinios estivos, colocados al aire libre, que muestran la originaria conexión del
ritual del convivium con una naturaleza controlada y humanizada 102. En definitiva,
desde sus orígenes aristocráticos, el banquete como forma de reciprocidad entre
‘iguales’ tuvo como escenario el paredeisus helenístico entendido como un jardín
controlado y geometrizado (hortus conclusus) de cuya vista disfrutaban los huéspedes mientras banqueteaban. El desarrollo de las liturgias imperiales invirtió la
relación visual. El dominus pasa a ser el protagonista observado por la masa de
invitados al banquete 103.
En las páginas precedentes hemos comentado los cambios que transformaron
el ritual de la salutatio para dejar paso al ceremonial de la recepción áulica. Ocurrió
algo similar con el originario convivium igualitario entre aristócratas: fue sustituido
por banquetes multitudinarios que servían de marco a la exhibición pública del
dominus 104. Algunas grandes villas imperiales, como la de Domiciano en torno al lago Gandolfo,
ilustran elocuentemente este proceso de cambio. Sin embargo, los mejores ejemplos los encontramos
en la Villa Adriana de Tivoli 105. En primer lugar podemos citar el denominado Canopus. En
realidad, un gran stibadium integrado en una gran exedra, abierto hacia un gran estanque (euripus) y cubierto con una cúpula 106. Los pabellones laterales que se abren
al euripus, tienen también funciones triclinares, lo que sugiere ya la forma tripartita
que tendrán los conjuntos triconques de las residencias tardías. En este sentido,
la Villa Adriana ofrece otros conjuntos conviviales que muestran claramente la
organización de tripartita en la organización de banquetes públicos, como sería el
caso de la Piazza d’Oro 107.
Si tuviésemos que destacar un rasgo arquitectónico específico para resumir los
efectos de este proceso de cambio en las villas de la aristocracia, escogeríamos
la introducción de los lechos en forma de sigma (stibadium) organizados en salones dotados de tres ábsides contrapuestos (triclinio triconque). Los antecedentes
Sobre los triclinios estivos en Pompeya ver E. Salza Prina Ricotti, The importance of water
in Roman garden triclinia, en Ancient Roman Villa gardens, (MacDougall ed.), Washington 1987,
137-138.
103
L. Bek, Cuestiones conviviales. The idea of the triclinium and the staging of convivial ceremony from
Rome to Byzantium, en AnalRom 12, 1983, 81-107.
104
I. Lavin, The House of the Lord: Aspects of the Role of Palace triclinia in the Architecture of Late
Antiquity and the Early Middle Age, en Art Bulletin 44, 1962, 1-27.
105
H. Khäler, Hadrian und seine Villa bei Tivoli, Berlin 1950.
106
H. Stierling, Hadrien et l’architecture romaine, Fribourg, 1984
107
C.F. Giuliani, P. Verduchi, Ricerche sull’architettura di Villa Adriana (Quaderni dell’Istituto di Topografia Antica della Università di Roma, 8), Roma 1975.
102
34
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
aparecen nuevamente en la arquitectura del siglo I d.C. En la villa de Tiberio en
Sperlonga encontramos un triclinio cuya forma sugiere el futuro desarrollo curvo
de los stibadia 108, mientras que en la villa toscana de Plinio el Joven, a mediados
del siglo II, la forma curva del stibadium esta ya perfectamente descrita. En el siglo
III encontramos lechos de banquete en forma de sigma en todas las provincias
del imperio. Podemos reconstruir su origen como una evolución de los triclinia
convencionales, al sustituir los tres lechos rectangulares por un lecho único en
forma de ‘sigma’. Es probable que su uso se generase inicialmente al aire libre,
como una transformación de los triclinios estivos dispuestos en los jardines 109. El
carácter ambivalente del escenario, acentuado por una arquitectura de pérgolas
y balaustradas de jardín, en algunos casos semicirculares, habría propiciado un
cambio estructural en el mobiliario del banquete. Su transposición al interior de
la casa se reflejaría en la aparición de oeci absidiados abiertos hacia el jardín. Los
denominados ‘triclinios de agua’, frecuentes en los jardines interiores de las casas
pompeyanas 110, con su ambigua relación entre interior y exterior, habrían propiciado el cambio 111. La combinación de tres stibadia, distribuidos en torno a un
espacio libre central, daría lugar a una sala con tres ábsides contrapuestos (triclinio
triconque) 112.
Cocinas y almacenes
Imaginar un banquete para 500 personas hace que nos tengamos que plantear
la colocación de las cocinas y de los almacenes de servicio. No hay evidencias
arqueológicas seguras para su ubicación. Sin embargo, basta observar la planta
general del palacio, para darse cuenta que detrás de las bibliotecas del templo de
Apolo se desarrolla un circuito de habitaciones con patios y dependencias que
forma un conjunto unitario. Este, no era accesible desde el santuario de Apolo y,
por otra parte, estaba separado de las habitaciones de la parte privada del palacio.
Los fragmentos conservados de la planta marmórea del palacio (FUM), reflejan la
Salza Prina Ricotti, The importance of water in Roman garden triclinia, cit., 137-138.
K.M.D. Dunbabin, Convival spaces: dining and entertainment in the Roman villa, en JRA 9, 1996,
66-80; Id., The Roman Banquet. Images of Conviviality, Cambridge 2003.
110
Casa de Loreius Tiburtinus, Praedia de Julia Felix, Insula Occidentales, entre otras.
111
•. Dumbabin, •••••••••••••••••••••••••••••título••••••••••••••••••••••••••••• 1996, plantea
una explicación funcional para esta evolución: la forma curva del stibadium facilita el paso de los
sirvientes y el servicio del banquete; asimismo la solución triconque genera de forma natural un
espacio central para el desarrollo de los espectáculos.
112
P. Grossmann, The triconchoi in Early Christian Churches of Egipt and their origines in the Architecture of Classical Rome, en Roma e l’Egitto nell’architettura classica, Roma 1992, 182-190.
108
109
35
Ricardo Mar
posición de una gran escalera que conectaba este conjunto con el sistema de bóvedas que se extendían bajo el pavimento de la plaza porticada de Apolo. Dado que
el conjunto ‘segregado’ conecta directamente por el otro extremo con la Cenatio
Iovis, parece posible imaginar que se trata de la zona de cocinas del palacio con sus
almacenes alojados bajo la plaza de Apolo. De este modo, el cambio de cota que
sufre la plaza (area sacra) con Domiciano, encontraría su justificación funcional
asociada con los espacios de servicio del palacio.
Aunque carecemos de pruebas seguras para sustentar esta hipótesis, el conocimiento que tenemos de la planta completa del palacio construido por Domiciano
excluye por ahora otra posible ubicación del sector de cocinas y servicios.
Espacios administrativos
Los escasos indicios topográficos disponibles hacen pensar en una cierta especialización entre los dos palacios (norte y sur) que organizaron la colina a partir
de Domiciano. Las construcciones situadas sobre la terraza superior del palacio
norte (domus Tiberiana) se dedicarían a la custodia de los actos de gobierno y a la
residencia y educación de los herederos a la corona. El subsuelo de este palacio,
formado por varios pisos de bóvedas superpuestas estaría dedicado a las funciones administrativas. Esta vez disponemos de algunos datos arqueológicos. Los
grafitos de las paredes de algunas de estas cámaras permiten situar las mensae nummulariae de fisco en las subestructuras de la domus Tiberiana. El monumental vestíbulo con su rampa helicoidal, situado junto al Foro Republicano (Sta. Maria Antiqua) permitiría que el público fuera accediendo, controladamente, a los sucesivos
pisos de oficinas.
La definitiva ordenación del estado entre Augusto y los flavios hizo que se
multiplicasen los espacios funcionales destinados a alojar las oficinas de la administración que dependía directamente del emperador. Nos hemos referido ya a
las escasas noticias que se han conservado de los consilia de los emperadores de la
dinastía julio-claudia. Un fragmento de la vida de Vespasiano escrita por Suetonio es ilustrativa en este sentido: «Desde su advenimiento al poder se levantaba
siempre antes del amanecer y empezaba su trabajo. Una vez leídas todas las cartas
y examinados los partes de los empleados de palacio, hacía entrar a sus amigos
(amici = consejo de gobierno) y mientras recibía sus saludos se calzaba y vestía por
si mismo. Después de despachar todos los asuntos, paseaba en litera; volvía luego
a descansar un poco, teniendo a su lado en el lecho, alguna de las numerosas concubinas… De allí pasaba a la sala de baño y de esta al comedor; se asegura que este
era el momento en que se le veía de mejor humor y el que cuidaban de aprovechar
las personas a su servicio para dirigirle sus peticiones» (Suet. Vesp. 21). Por nuestra
36
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
parte, sabemos que todo esto ello debía ocurrir en la villa situada en los jardines
de Salustio y que formaba parte de los Horti del Esquilino. La relación del consejo
con el lugar donde residía el emperador resulta evidente a lo largo de todo el siglo
I. Sabemos por otra parte que esta situación debía continuar con Domiciano (Tac.
Agr. 45,1; Plin. ep. 4.11.6; Juv. 4.144) y sus sucesores. Sin embargo, podemos suponer que los actos de gobierno imperial fueron necesitando una creciente burocracia administrativa. Hemos hablado de las actas de gobierno. Estas eran producidas
por los diferentes departamentos del consejo imperial. Hemos comentado ya que
con Augusto el consilium del príncipe estaba dominado por el sentido familiar de
sus amigos (las fuentes escritas los denominan amici), sus clientes y sus siervos. A
lo largo del siglo I d.C., con los gobiernos sucesivos de Tiberio, Claudio y finalmente Nerón, el consejo del príncipe se fue progresivamente organizado en base
a los libertos imperiales. Con los flavios asistimos al imparable ascenso de la clase
de los caballeros (equites) en la administración imperial. En fondo se trata de una
profesionalización progresiva que culmina en el siglo II. En consecuencia, podemos imaginar que esta importante función del gobierno tuvo que tener su propia
sede en los Palacios Imperiales.
Disponemos de dos zonas como posibles destinatarios a esta función: la terraza superior del palacio norte (domus Tiberiana), donde creemos que se guardaban
las actas de gobierno y el entorno del peristilo abierto hacia el Circo Máximo
en el palacio sur. Recordemos que el piso inferior de este peristilo acogía las dependencias privadas del emperador. La lógica funcional del consejo obligaba a
una estrecha relación personal con el príncipe. Por ello creemos más verosímil la
hipótesis que sitúa las dependencias del consilium en el palacio sur. Si recordamos
además que las dependencias que rodean este peristilo posterior quedan enmarcadas en un rectángulo cerrado por tres de sus partes, parece posible plantear que el
entorno restringido del alto gobierno del estado imperial pudo tener como escenario esta parte del palacio sur. Si ello fuera cierto, los dos pisos que rodean dicho
peristilo constituirían el escenario de la vida cotidiana del emperador en el palacio.
En la planta baja su residencia privada, y en la planta superior las reuniones del
consejo. Cinco puertas alineadas, fácilmente controlables, permitirían acceder a la
zona del consejo desde la parte pública del palacio, mientras que una escalinata
única, asociada a un cuerpo de guardia, permitiría descender a los apartamentos
privados desde la zona del consejo.
La ‘autorepresentación’ imperial
La lectura funcional que hemos realizado del palacio de los Flavios se basa en el
análisis de su planta y en consideraciones respecto a la circulación y sistemas de
37
Ricardo Mar
acceso entre sus partes. Desgraciadamente, las fuentes literarias son, en muchos
aspectos, escuetas y ambiguas a la hora de dar una base documental a nuestra propuesta. A pesar de ello, nuestra argumentación se apoya en numerosos antecedentes y referencias literarias que ilustran la arquitectura de los palacios aristocráticos
de época tardorepublicana y altoimperial. Creemos, que el palacio flavio constituye una última manifestación de una tradición que nace de la experiencia palacial
que Roma encontró en las monarquías helenísticas de Oriente. En cierta manera,
el desarrollo de las prácticas ‘de corte’ en la dinastía julio-claudia fue preparando
el programa funcional que acabaría siendo desarrollado por los arquitectos de
Domiciano. En este sentido, los palacios de Tiberio en Capri, en particular la Villa Iovis, son los antecedentes del proceso de formación de la auténtica tipología
funcional del palacio de un soberano romano. No son los únicos ejemplos. Conocemos otros casos, de cronología anterior a época Flavia, en los que se aplicaron
estos modelos funcionales. Están situados en los dos extremos del Mediterráneo
y corresponden a situaciones marginales respecto al centro del poder en Roma.
El primer caso lo constituye el conjunto de palacios de Herodes en Palestina. Sin
embargo, contamos con una residencia regia construida en Lixus, en la costa atlántica de la antigua Mauritania, hoy Marruecos, datada en época augustea, que se
explica funcionalmente por la articulación de los espacios interiores que hemos
reconocido en el palacio Flavio del Palatino. Se trata, con toda probabilidad, de
una de las residencias menores del rey Juba II 113. Fue edificada sobre los jardines
de un santuario cuyos orígenes se confunden con los inicios de la fundación fenicia de la ciudad (s. VIII-VII a.C.). La construcción augustea del palacio de Lixus,
incorporó los viejos altares y templos fenicios, con varios siglos de historia, como
una parte más de su palacio. Podemos reconocer en ello una imitación explícita de
la política adoptada por Augusto en relación al santuario de Cibeles en el Palatino
y a los lugares que custodiaban el recuerdo de la fundación mítica de la Urbs. Sabemos que la principal capital del reino se hallaba en Iol-Cesarea. Sin embargo, las
excavaciones no han documentado por ahora los restos de la gran ‘regia’ de Juba
II. Paradójicamente, las excavaciones de Lixus nos muestran en toda su extensión las dependencias de un gran conjunto palatino (7000 m2) proyectadas para
organizar las necesidades representativas y simbólicas de la corte de un soberano.
Destaca la posición y forma del salón de trono, así como el complejo recorrido
que permite el acceso al mismo a través de un patio decorado con una galería de
estatuas. Contamos tan sólo con los basamentos de las mismas, pero no es difícil
suponer que debían estar coronadas por las glorias de la dinastía. Contamos también con un monumental salón de banquetes en medio de un jardín rodeado por
113
C. Aranegui, R. Mar, From a Mauretanian Sanctuary to an Augustan Palace in Lixus (Morocco), en
PBSR ••, 2009 (en prensa).
38
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
una galería porticada. Como en la cenatio Iovis del palacio de Domiciano, el jardín
porticado constituía el espacio natural de proyección para el desarrollo de los banquetes de la corte. Es significativo que en Lixus, ambos espacios, salón de trono
y gran triclinio, se cierran con sendos ábsides como en el palacio de Domiciano.
Es aún pronto para valorar la importancia de los hallazgos de Lixus. Aunque los
restos fueron excavados en los años 50-60 por M.Tarradell y M.Ponsich, las excavaciones del equipo marroco-español que han evidenciado la funcionalidad del
edificio se han concluido tan sólo en 2009. A pesar de ello, el palacio de Juba II,
como los citados de Tiberio en Capri, muestran indirectamente la evolución de
las tendencias monárquicas en el principado, que hasta época neroniana y Flavia
pudo proyectarse tan sólo fuera del centro del poder.
La construcción del palacio de los flavios implicó un cambio trascendental en
la relación de la casa príncipe con la ciudad. Augusto había colocado el templo de
Apolo dominando el conjunto. Algo comprensible dada la moderación con la que
el primer emperador pretendía presentarse ante sus conciudadanos. Fue Nerón
quien intentó elevar su residencia física y materialmente sobre el horizonte de los
comunes mortales. Su muerte abortó el intento, dejando el espacio a los flavios
para la construcción de una morada celeste. Son los poetas del régimen, como
Marcial, los encargados de ilustrar las pretensiones divinas de la casa del emperador. En sus poemas se mezclan metáforas mitológicas con la idea de un palacio
tan alto que asciende a los cielos. Más allá de las hipérboles de un poeta cortesano,
podemos captar la idea topográfica que reconstruimos con la arqueología. Las
construcciones que se extendían escalonadas desde el nivel del Foro hasta los cielos son el reflejo de un nuevo modelo de organización simbólica de Roma. Donde
antes dominaba la vivienda de uno más (primus inter pares) de los aristócratas de
Roma, domina ahora la morada de un dios. Hemos comentado ya las fuentes escritas que se refieren al palacio de Domiciano como una morada alta como el cielo. En cierta manera el Palatino sustituye al Capitolio como símbolo religioso del
Estado. Esta vez es el propio emperador el que sustituye a Júpiter. El crecimiento
de la ‘maquinaria imperial’, polarizado en los dos palacios de la colina arrincona
los viejos santuarios, reduciéndolos al papel de reliquias de una ciudad-museo.
Ricardo Mar
Universitat Rovira i Virgili
Tarragona
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Ricardo Mar
Fig. 1 – Reconstrucción de la planta del nivel principal de la domus Flavia y de su entorno inmediato.
40
Fig. 2 – Recorridos relacionados con el saludo al Emperador. Desde el exterior del palacio podemos observar el recorrido de los grupos de invitados a la recepción. Desde las escaleras que inician en la domus Augustana y los apartamentos
privados, hemos marcado el recorrido del emperador, primero a través del peristilo semicurvo que rodea el estanque
con el larario, para proseguir a continuación hasta los tres espacios reservados a la recepción.
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
41
Fig. 3 – Distribución de los lechos para grandes banquetes públicos en el palacio. Se observa el itinerario de los invitados hasta
alcanzar su posición.
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42
El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
Fig. 4 – Posible zona de cocinas y de servicio asociada con los banquetes en el palacio.
43
Ricardo Mar
Fig. 5 – Conjunto de estancias y dependencias distribuidas en torno al nivel superior del peristilo
de la domus Augustana. Costituye un grupo cerrado accesible solamente mediante tres pequeñas
puertas y tres espacios cerrados.
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El Palatino con la dinastía Flavia: usos y funciones del palacio imperial
Fig. 6 – Grupos arquitectónicos que forman las dependencias distribuidas en torno al nivel superior del peristilo de la domus Augustana. La riqueza de los espacios interiores unida a su configuración cerrada sugiere un uso asociado con las más altas funciones del palacio y con la presencia
del emperador.
45
Ricardo Mar
Fig. 7 – reconstrucción del palacio de Juba II en Lixus según Aranegui-Mar (de PBSR ••, 2009
[en prensa])
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