III Ferias de Artesanía de Ríotorto

Transcripción

III Ferias de Artesanía de Ríotorto
III Ferias de Artesanía de Ríotorto.
PREGÓN
“SIGUIENDO LA HUELLA DE
LOS HERREROS DESDE SUS
ORÍGENES HASTA HOY”.
J.G. Vián
Ríotorto 5 de abril de 2009.
III Ferias de Artesanía de Ríotorto. 5 de abril de 2009
SIGUIENDO LA HUELLA DE LOS HERREROS DESDE
SUS ORÍGENES HASTA HOY.
J.G. Vián
1. INTRODUCCIÓN.
La Historia de los herreros se remonta a los primeros tiempos de la Edad de Hierro y
desde entonces han participado de forma muy relevante en el progreso de los
movimientos culturales de todas las civilizaciones hasta nuestros días.
Este trabajo tiene por objetivo hacer un homenaje, más que merecido, a los
herreros en general y especialmente a los de Ríotorto y de toda la cuenca del río Eo
y de sus afluentes, desde el primer momento de su historia, hasta hoy.
En este contexto, esta profesión milenaria se inicia en la Península de Anatolia con los
Hititas, en el Cáucaso con los Cálibes, herederos de los anteriores, y en los Balcanes con
los Celtas, quienes difundieron a través de Europa occidental esta profesión, una vez que
se adueñaron del secreto tan guardado por los herreros Hititas. Los Celtas conocían muy
bien que la tecnología del hierro era un secreto que daba superioridad a los pueblos que la
dominaban
Son los pueblos Celtas los que trajeron el oficio de ferreiro a toda Europa, desde los
Balcanes y el Cáucaso hasta las Islas Británicas y la zona atlántica de la Península
Ibérica, hasta la dominación Romana.
En el siglo I a.C. toda la zona céltica cae en poder de los Romanos, quienes ampliaron
la producción metálica heredada de los herreros Celtas, aumentando la escala de sus
instalaciones férreas y ampliando el número de éstas. En el caso de la Península Ibérica
estas ferrerías fueron las precursoras de las ferrerías Vascas y Catalanas de la Edad
Media.
Desde entonces el oficio de herrero tomó gran importancia y contribuyó al desarrollo
de Galicia, y en particular en la provincia de Lugo, en la cuenca del río Eo y de sus
afluentes, ya que esta zona reunía, por una parte, la fuerza hidráulica, y por otra, el
Siguiendo la huella de los herreros, desde sus orígenes hasta hoy.
José González Vián
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mineral de hierro y la vegetación necesaria para producir el combustible de madera para
los hornos utilizados en aquella época.
Es precisamente en la localidad de Ferreiravella (Conceillo de Ríotorto) donde toda la
comunidad ha estado desde tiempos inmemoriales especializada en el trabajo tradicional
de ferreiro. Todavía hoy es posible observar cómo siguen trabajando los ferreiros
tradicionales y comprender así todo lo que este oficio ha significado y significa. A pesar
de que en estos últimos años su actividad ha decaído notablemente, todavía es posible
reactivarla mediante la formación, la organización y la distribución en nuevos
mercados.
2. BREVE HISTORIA DE LA METALURGIA.
El comienzo de la Historia de la Metalurgia se remonta al Neolítico, época en la que el
hombre se hizo sedentario abandonado el nomadismo. En dicha época el hombre empezó
a utilizar los metales, primero aquellos que se encontraban en estado nativo: el oro, el
cobre, el hierro y el platino. Su empleo probablemente fue consecuencia de una serie de
propiedades que hacían diferentes estas “piedras” de las habituales: tenacidad,
endurecimiento por deformación y conformabilidad en caliente y en frío.
No obstante, es la Edad de Hierro la que más interesa desde el punto de vista de la
historia de los herreros, ya que, al amparo de la metalurgia del hierro, surgió el oficio de
herrero.
2.1. Edad de Hierro
El hierro se encuentra en la corteza terrestre en estado nativo y también procede del
exterior de los meteoritos (piedras de las estrellas, tal como posteriormente las
denominaban los griegos). Este hierro meteórico contiene un promedio del 10% en peso
de Níquel, por lo que es fácil distinguirlo de los demás hierros obtenidos de sus minerales
terrestres, prácticamente sin Níquel. En aquellos tiempos, el procedimiento para trabajar
el hierro meteórico consistía en martillarlo tanto a temperatura ambiente como a alta
temperatura, con recocidos intermedios de ablandamientos que le proporcionaban gran
dureza. Este hierro, por su escasez, era considerado un metal muy valioso, más incluso
que el oro.
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La metalurgia del hierro exige unos conocimientos y una tecnología distintos de las
existentes Edad del Bronce. Los primeros herreros debieron trabajar el hierro mediante
hornos, con fuelles, y forjar los objetos mediante martillado, para lograr el
endurecimiento y el temple correcto.
La nueva tecnología del hierro era un secreto que daba superioridad a los pueblos
que la dominaban. Los primeros en entrar en la Edad del Hierro y en conocer este
secreto fueron los Hititas, habitantes de la zona central de la Península de Anatolia
(actual Turquía, tal como se observa en la Figura 1) que lo guardaron celosamente
durante muchos años.
Figura 1. Mapa del imperio Hitita: en rojo oscuro el territorio del reino Hitita hacia el 1560 a.C.; en rojo
claro su máxima expansión antes de la batalla de Qadesh
Estos Hititas eran hombres con talento y de ideas avanzadas, y conocían las técnicas
de fundición y forjado del hierro en el siglo XIII a.C. Fueron ellos quienes, a partir de los
recursos de hierro, en Anatolia, extrajeron por fusión y por primera vez el hierro de su
mineral. A partir de este momento todo cambia. Los minerales de hierro son de los más
abundantes en la tierra, suponen el 5% del peso del la corteza terrestre, por lo que su
aprovisionamiento no era difícil. Sin embargo, son necesarios combustibles de una alta
capacidad calorífica para su reducción (generalmente se utiliza el carbón vegetal). La
reducción, tal como se muestra en la Figura 2, se realiza en hornos a una temperatura
menor que la de fusión (1536ºC).
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Figura 2. Trabajos metalúrgicos: horno donde se funde el metal, molde que da forma al metal fundido y
retoques finales con el "yunque" y el martillo. A la derecha diversas piezas metalúrgicas de hierro, cobre y
bronce
Se considera que el uso de armas de hierro por parte de los Hititas fue uno de los
factores más importantes en el auge de su imperio. [1], [2].
2.2. La aceración del hierro: la edad de Acero.
Realmente la edad del bronce y del hierro se corresponden con una metalurgia
extractiva y de transformación respectivamente, y no con un conocimiento de ambos
metales, que fue prácticamente simultáneo en su estado nativo y meteórico. Cuando los
historiadores hablan de la edad de hierro, deberían hablar en realidad de la Edad del
Acero, pues el antiguo forjador (herrero) ya había aprendido a transformar el blando
hierro en duro acero.
Aunque es imposible decir con precisión cuándo se produjo esa invención, lo más
probable es que el descubrimiento se hiciera en la región caucásica donde se producía el
metal en crudo por los herreros Cálibes y Escitas, herederos de los Hititas. En el 1500
a.C. los Hititas dominaron el comercio del acero, lo introdujeron en el Mediterráneo
oriental y se difundió rápidamente penetrando en Europa central con los pueblos Celtas.
El descubrimiento del acero fue, sin duda, accidental, puesto que el herrero, al
introducir la barra con fuego de carbón de leña, observaba un endurecimiento que
aumentaba su eficiencia. Otro método por el que se descubrió el acero es el denominado
“sistema de palo” de carburación de hierro. En este caso el primitivo herrero-fundidor
trataría de acelerar el proceso de separación del metal y la escoria utilizando un palo. Si
esta agitación era prolongada, el palo carbonizado podría recarburar el baño acerando el
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hierro. Este método del palo es el antecesor de la “fundición al mimbre verde”, que fue
utilizada por los herreros Celtas en los bosques de Weald en el Condado de Kent, situado
al suroeste de Londres.
El conocimiento del carburado fue decisivo en la expansión del hierro y se extendió
rápidamente por el Próximo Oriente, Chipre y el Egeo. La expansión hacia Europa tuvo
dos vías de difusión: una marítima y otra continental. En esta última el centro de difusión
parte desde Anatolia, Siria, y Chipre, y se difunde a través de los Balcanes y el Cáucaso
llegando a las I. Británicas en el siglo VI a.C. En Europa occidental el hierro fue
introducido por los pueblos Celtas y su periodo alcanza hasta la época Romana y en
Escandinavia hasta la época Vikinga. La vía marítima, se difundió a través del
Mediterráneo con las colonizaciones Fenicias y Griegas, que llegaron a Italia, al norte de
África y a la Península Ibérica aproximadamente en el siglo X a.C. [2]
3. LA METALURGIA DE LOS HERREROS CELTAS.
Los Celtas formaban parte de los pueblos indoeuropeos afincados en el norte de los
Alpes. En el siglo XII a.C. iniciaron una rápida expansión ocupando los Balcanes y
porciones menores de Europa occidental. Destruyeron parte del imperio Hitita
adueñándose del secreto de la metalurgia del hierro.
Son los Celtas, en el siglo VI a. C., los que desplazan hacia el oeste la cultura del
hierro, llegando al norte de la Península Ibérica a través de los pirineos y la zona
Atlántica, tal como se muestra en el mapa de la Figura 3. Parten de dos poblaciones
Celtas: Hallstatt (700-450 a.C) y Tène (450 a.C. hasta la conquista romana), que se
caracterizan por la utilización del hierro, como lo muestran con el paso de las cortas
espadas de bronce, que en un principio usaban los guerreros, a las refinadas y típicas
espadas de hierro hallstattianas. Este poblado Celta se encuentra precisamente en la zona
de minas de sal y hierro (Salzburgo), que hacían de aquel lugar un rico mundo de
intercambios comerciales con el resto de Europa y Asia.
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Figura 3. Expansión de la cultura Celta
Hoy todavía encontramos a los Celtas en los nombres de lugares en toda Europa. Los
restos de la lengua y cultura céltica siguen viviendo en Escocia, Irlanda, el País de Gales,
Bretaña (Francia) y en Galicia (España). [3], [4].
Los Celtas poblamos Galicia en el año 700 a.C aproximadamente (nos llamábamos
"Brigante") y luego fuimos conquistados por los romanos en los años del 58 al 51 a.C.
Las fortificaciones Celtas que se han encontrado en Galicia se llaman "castros".
Se puede decir que los Celtas somos la base de la Galicia actual y de los herreros en
particular. Plinio, escritor romano, dijo que los Celtas éramos valerosos, inteligentes y
aptos para el progreso.
El centro más importante para la guerra y el comercio de los Celtas gallegos era
Brigantia, la ciudad que se llama hoy "A Coruña", siendo un lugar emblemático la "Torre
de Hércules". La leyenda dice que Gerión fue matado por el héroe Hércules y después
enterrado al pie de la torre, que desde entonces se llama Torre de Hércules. [5], [6]
Nuestra minería y forja fue conocida y alabada por autores griegos y romanos. Destaca
el conocimiento que los Celtas tenían de la aceración del hierro, así como su forjado
hasta obtener el producto final, tal como se puede ver en el esquema de la Figura 4. [9]
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Figura 4. Moldeo, forja, tratamiento térmico y producto final
Los castreños desarrollamos una importante metalurgia y orfebrería, introduciendo un
buen número de innovaciones tecnológicas relacionadas con
el conocimiento de la
metalurgia del hiero, como son:
El Arado. No es una invención Celta, pero fueron
ellos quienes le hicieron varias útiles modificaciones,
como la sustitución de la reja de madera por una de
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hierro de una pieza. Eran grandes expertos en trabajar y forjar hierro. También en algunos
modelos incorporaron unas ruedecillas aunque eso no se generalizó.
Cota de Malla.
La prenda de protección más usada de la historia. A
los hábiles herreros Celtas se les ocurrió entrelazar
pacientemente multitud de pequeños aros de hierro para
vestirse con ello. Ofrecía una inmejorable protección
contra cortes y tajos, y algo menos efectiva contra
estocadas y flechas.
Llanta.
Disponían de gran variedad de carros, tanto de combate como de transporte, y fueron
pioneros en adaptar un aro de hierro alrededor de la rueda para evitar su desgaste.
Segadora.
Empujada por mulas, la segadora era una especie de cajón con ruedas en cuya parte
anterior, una fila de dientes metálicos cortaba el cereal según avanzaba.
Torques y otras piezas de orfebrería.
Collar de uso masculino y femenino, macizo en forma de cuerdas trenzadas que
acababa en dos bolos y ajustable por presión. Así como arrancadas, brazaletes o
diademas.
4. LA METALURGIA DE LOS HERREROS ROMANOS EN LA EDAD MEDIA
4.1. Metalurgia de los herreros Romanos.
En el transcurso del siglo I a.C. toda la zona céltica cae en poder de las legiones
romanas, sobre todo a partir de la conquista de la Galia por Julio Cesar, que llevó a cabo
campañas entre el 58 y el 51 a.C., excepto Irlanda y Escocia, donde perduró su cultura
hasta comienzos de la Edad Media. Los Celtas se van integrando en la nueva sociedad
romana produciéndose, en muchos casos, un proceso de romanización.
El imperio romano con su minuciosa organización, extendió y amplió la producción
metálica heredada de los herreros Celtas aumentando la escala de sus instalaciones con
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hornos más grandes. Explotaron de forma formidable los yacimientos metálicos
europeos y norteafricanos. Hicieron una especialización de las diferentes instalaciones
metalúrgicas: cada tipo de arma o utensilio se fabricaba en unas determinadas factorías.
Así en las costas del mar Negro los herreros se especializaron en la forja de hierro, en la
fabricación de acero por cementación (carburación) y temple del acero. En España por
aquella época eran famosas las espadas Bilbilis (Calatayud) y Turisona (Tarazona) así
como el acero a orillas del Ebro. Estas espadas y herramientas tenían un temple
excelente, debido a la pericia de los herreros de aquella época. [7].
La cementación y el temple se emplearon en el Imperio Romano de forma habitual
como tratamientos térmicos del acero. La cementación se realizaba mezclando el arma o
utensilio con carbón vegetal. La mezcla se calentaba hasta que el carbón, por difusión,
formaba una capa de 0.5 a 1mm de profundidad. Con este tratamiento se obtenían
durezas elevadas. La mayoría de los utensilios fabricados eran espadas y sables, así
como aperos de labranza y herramientas (los romanos desarrollaron la mayoría de las
herramientas que actualmente utilizamos). Todas estas instalaciones férreas que los
Romanos desarrollaron en la península Ibérica fueron las precursoras de las famosas
Ferrerías Vascas y de las Fargas catalanas en la Edad Media. [8].
4.2. La metalurgia de los herreros en la Edad Media
Los pueblos subsiguientes a la caída del imperio romano no introdujeron novedades en
la producción de hierro forjado. Inicialmente se siguieron produciendo de la misma
forma. Los hornos utilizados eran básicamente de dos tipos: Bol, con desarrollo
horizontal y con desarrollo vertical. Este último es el que condujo más tarde al famoso
horno catalán o Farga catalana que se utilizó con gran éxito hasta el siglo XIX en Europa.
Mucho más tarde dos hechos vinieron a mejorar la metalurgia del hierro. En primer
lugar fue el desarrollo de hornos más eficientes, con temperaturas más elevadas,
utilizando, eso sí, el carbón vegetal como combustible. La eficiencia venía del soplado
del aire a presión procedente de una caída de agua (siglo XIV). Lo segundo fue el
empleo del agua como elemento de potencia en la Edad Media (siglo XIII-XV) en los
hornos de reducción, así como en los martillos de forja, piedras de afilar, minería y
laminadores de hierro. Todo ello llevó a producir tochos de hasta 100kg.
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La aplicación de la fuerza del agua afectó a la transformación del hierro de dos modos.
Por una parte, permitía el funcionamiento de enormes mazos, con los que se estiraba el
metal, tras calentarlo, de una manera mucho más rápida y efectiva que si se hacía
manualmente. Por otra, facilitaba la producción de corrientes de aire continuas, sin las
cuales resultaba imposible avivar el fuego y alcanzar las temperaturas necesarias para que
el hierro fuese maleable y se pudiese trabajar con el martillo o el propio mazo.
En España se produce un aumento de la producción férrea en Cataluña y País Vasco
debido a la presencia de mineral, agua y combustible, llegando a 150 instalaciones en
Cataluña y 300 en el País Vasco en el siglo XV.
5. LA METALURGIA DE LOS HERREROS EN GALICIA.
La metalurgia del hierro en Galicia, tal como hemos mencionado en el apartado 3, la
traen los Celtas en el periodo que ocuparon Europa en el siglo VII a.C. La aparición de
los primeros instrumentos metálicos de hierro concuerda cronológicamente con ese
periodo, sin duda, por coincidir con la época de construcción y ocupación de los castros.
Las excavaciones arqueológicas efectuadas confirman la presencia generalizada de este
metal. Las piezas más abundantes encontradas en estos lugares son herramientas, clavos
y herraduras entre otros, aunque, más tarde, la aparición de abundantes y dispersas
escorias indican que la forja del hierro debió ser una tarea cotidiana en muchos de
estos poblados, en los que la huella de la metalurgia extractiva y forjado de hierro era
una actividad cotidiana utilizando hornos de fundición de mineral de hierro, similares a
los de Bol con desarrollo vertical propios de aquella época (Edad Media).
En la geografía de la provincia de Lugo existen lugares donde se utilizaban hornos
similares a los
descritos anteriormente, concretamente en Ferreiravella (en la zona
conocida como A Fraga) debían existir ferrerías con hornos de este tipo para fundir el
hierro mezclado con manganeso que se extraía en esa zona (Pena do Lindeiro y
alrededores), tal como se puede ver en la Figura 5. La forma que tenían los primeros
diseños de hornos para la fundición de hierro en Yorkshire, en Gran Bretaña, [9] que se
corresponden con los que debía de haber en la zona de Ferriravella.
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Figura 5. Primeros diseños de hornos para la fundición de hierro
Disponían de la leña para fundir una parte del hierro extraído y el resto quedaba en una
escoria mezclada con manganeso, ya que con los hornos de entonces no se alcanzaba el
punto de fusión del hierro de 1536ºC. Además se evacuaba el metal líquido y las escorias
por la parte inferior del horno, quedando impregnadas ambas. Prueba de ello es que
existían grandes montículos de escorias en la zona conocida como “O Escoiral”, que
durante muchos años, a partir de 1965, fueron extraídas sin el mínimo control que
permitiera ver si había restos arqueológicos de esas ferrerías y las transportaban en
camiones para la factoría metalúrgica de Ensidesa, en Avilés. Esta enorme cantidad de
escorias muestran la gran actividad metalúrgica desarrollada en esa geografía de
Ferreiravella, actividad que llega hasta hoy.
En Galicia, el hierro se halla en estado mineral en las montanas orientales de la
provincia de Ourense y, fundamentalmente, en las de Lugo, en donde llega a encontrarse
prácticamente hasta en el litoral, siguiendo la cuenca del río Eo. Durante la
romanización que sucedió a la ya comentada metalurgia de los Celtas, muchos castros se
ubicaban, de hecho, en las proximidades de los yacimientos de hierro y oro existentes
en estas montañas orientales, albergando a pequeñas poblaciones que, sin duda, se
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dedicaron exclusivamente a su extracción, [10], [11] y que continuaron durante la
romanización y la Edad Media, pasando por los siglos XV y XVI de poca actividad,
reactivándose de nuevo con la Revolución Industrial del siglo XVIII, siendo una
referencia de ello los antiguos hornos de Sargadelos construidos en 1794 y que
constituyen la primera siderurgia de España [13], utilizando como combustible carbón
vegetal. Esta siderurgia representa un avance de las ferrerías Vascas y Catalanas de esa
época, siendo precursora del primer horno alto, que funcionó en España en el 1884. Más
tarde entre 1902 y 1912 se ponen en marcha los hornos de limonita de Villaodrid-A
Pontenova, que se clausuraron en 1964 junto con el ferrocarril.
Se conservan documentos escritos (en el monasterio de Celanova) que hacen referencia a la explotación de las minas de la zona desde, al menos, el siglo X, concretamente
en el año 959.
Es precisamente en la Edad Media, tal como hemos mencionado en el apartado 4.2,
cuando el trabajo de hierro alcanza un gran impulso con la aplicación de la fuerza
hidráulica que permitía mover unos martillos de grandes dimensiones para estirar el metal
y evitar así el esfuerzo humano. Esto hizo que la ubicación de las ferrerías fuera al lado
mismo de los ríos y que, a partir de este momento, el agua
adquiriese la misma
importancia que tenía el hierro y el carbón, [11].
Junto a estas ferrerías se construían unas presas (banzado) que acumulaban gran
cantidad de agua (Figura 6a). Este agua acumulada caía posteriormente por gravedad a
través de un tubo (chifrón) incidiendo verticalmente sobre una rueda con aspas (Figura 6
b) y provocando su giro. De esta rueda parte un eje (árbol) en cuyo extremo opuesto lleva
cuatro pequeños salientes (malugreiros) que inciden sobre el brazo del mazo,
levantándolo y dejándolo caer alternativamente sobre la ingre, tal como se muestra en el
esquema dibujado por Xaquin Lorenzo (Figura 6c) A su vez, la caída del chorro de agua
arrastraba aire, que se extraía por un tubo siguiendo la dinámica del efecto Venturi y que
servía para activar el fuego de la fragua.
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a)
b)
c)
d)
Figura 6. a) Banzado; b) Rueda de aspas sobre la que cae el agua por gravedad a través del chifrón; c)
Esquema de las distintas partes que componen un mazo (Xaquin Lorenzo); d) Mazo o martillo
La existencia, hasta el siglo XIX, de grandes ferrerías de este tipo originó la llegada de
vascos a Galicia, en el siglo XVI, expertos en el trabajo del hierro y que han dejado una
marcada huella con nombres vocablos y apellidos que existen todavía hoy en esta zona y
que proceden del Euskera [10], [11].
Fueron los herreros los principales suministradores de todo tipo de útiles tanto para
Galicia como para buena parte del de la península Ibérica hasta hace poco tiempo.
La zona de Galicia donde se ha conservado durante tanto tiempo (hasta hoy) el oficio
de herrero es la situada a lo largo de la cuenca del río Eo y sus afluentes. En lugares
tales como Riotorto, A Pontenova, Taramundi, Bogo y otros, el agua de los ríos se
aprovechaba para mover estos mazos hidráulicos, tal como
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hemos mencionado
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anteriormente. En la parroquia de Ferreiravella existieron durante muchos años dos de
estos mazos, uno de los cuales ya funcionaba, como mínimo, en el año 1594, y que
acabaría dando nombre al lugar (Mazo de Ferreiravella). Este mazo también se llamaba
mazo de Abajo. El otro se halla ubicado actualmente en la Fraga (conocido con el nombre
do Mazo da Fraga) y todavía hoy se conservan gran parte de sus restos y entorno con
gran interés turístico.
La llegada de corriente eléctrica, hace aproximadamente medio siglo, supuso la
decadencia de estos ingenios hidráulicos con siglos de historia, pero, a su vez, también
supuso una mejora en la calidad de vida de los herreros y afiladores, que pasaron a
disponer de la comodidad de unas instalaciones semejantes en el espacio dedicado a la
fragua, como se muestra en la Figura 7.
Figura 7. El herrero trabajando en el mazo eléctrico
En la fragua, para el trabajo del hierro, es necesario disponer de una serie de equipos
tales como: el barquín, la forxa, el baño del temple y la ingre, así como un martinete o
mazo eléctrico, en el que se dan siempre los primeros pasos para trabajar la herramienta
de que se trate, tal como se muestra en la Figura 7.
Otros dos importantes equipos del herrero son la muela de afilar (moa) y el torno,
donde se elaboran los mangos de madera que llevan las piezas fabricadas en la forxa
(hoces, cuchillos,…). Ambos equipos se ubicaban hasta hace tres o cuatro décadas a
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orillas de los ríos para aprovechar la fuerza del agua como elemento de impulsión. Es de
nuevo la llegada de la electricidad la que posibilitó la mejora de las condiciones de
trabajo, al evitar que tanto los ferreiros como los afiladores debieran desplazarse al frío y
la humedad del cauce de los ríos, para realizar unos trabajos que, actualmente, siguen
realizándose, al lado de casa, con los mismos equipos. Lo único que ha cambiado es la
sustitución de la fuerza hidráulica por la eléctrica.
En la parroquia de Ferreiravella, Espasande de Abaixo e Ríotorto, toda la comunidad
ha estado desde hace varios siglos especializada en el trabajo del hierro y, en particular,
en la fabricación de hoces, cuchillos, etc. de todo tipo y todavía hoy continúan
haciéndolos y de esta forma nos ayudan a comprender este oficio.
Para fabricar las herramientas mencionadas anteriormente, el herrero comienza
siempre por el calzado o calda, es decir, por unir hierro y acero en una sola pieza y
luego, aplicándole calor, se golpea en el mazo, de modo que el hierro quede a un lado
(cota) y el acero al otro (filo). A partir de esta pieza inicial, se procede a su estirado,
dando lugar a varias hoces. Seguidamente se procede al espalmado, en donde se le da la
forma curva característica de este tipo de herramientas.
Posteriormente se realiza el cravuñado prescindiendo ya del mazo para ir dándole ley
con su martillado manual sobre el yunque, aproximándola a su forma final.
Una vez marcada la herramienta, se lleva a cabo el temple, consistente en un
calentamiento de la pieza forjada hasta unos 800ºC, temperatura que los herreros
aprecian a ojo, y sin necesidad de ningún tipo de instrumento. Seguidamente la sumergen
en un baño de agua en el que se provoca su rápido enfriamiento, para que la herramienta
adquiera dureza. Con el fin de evitar que esta dureza sea excesiva (lo que provocaría la
ruptura de la pieza forjada), los herreros la someten a un revenido, que consiste en un
ligero calentamiento (de nuevo, a ojo) [10], [11], [12].
Estos tres tratamientos térmicos (calda, temple y revenido) que el herrero realiza
correctamente, sin conocimientos científicos de metalurgia y sin el uso de instrumento
alguno de medida, es un mérito que sorprende a los científicos dedicados a esta ciencia
y que sólo se explica como el resultado de cientos de años de puro empirismo,
transmitido con el oficio de generación en generación.
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La sorpresa mencionada anteriormente la he vivido yo cuando estudiaba Ingeniero en
la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, en las asignaturas de Metalurgia. Mis
profesores Dr. Apraiz y Dr. Eluztondo no daban crédito a mis palabras cuando haciendo
las prácticas de metalurgia en la empresa Echavarría, les manifestaba cómo hacíais
vosotros la calda, temple y revenido, a ojo sin ningún tipo de instrumento, para medir
las temperaturas. Ellos, con ese enorme caudal de experiencia y sabiduría, no podían
aceptar que estos tratamientos térmicos de tanta precisión pudieran realizarse a ojo.
Precisamente ese conocimiento empírico, tan perfeccionado que tenéis, fruto de esa
experiencia milenaria, no puede substraerse al olvido y a la extinción a la que está
evocado en estos últimos años. Es un tesoro que hay que reactivar, y colocarlo de nuevo
en el lugar que le corresponde, por el bien y el desarrollo de esta zona. Para ello habrá
que empezar por:
1. El conocimiento, proponiendo a la Consellería de Educación de la Xunta de
Galicia, la creación de la especialidad de forja o fundición en algunos de los
módulos de los Centros de Formación Profesional, ya existentes en otras
comunidades, en el contexto de la especialidad de construcciones metálicas.
Este conocimiento fomentaría en los jóvenes la afición por el oficio de
herrero, dinamizando esta actividad basada en el conocimiento y la
innovación para transformar el saber en resultados económicos y sociales,
que es el objetivo final.
2. Organización, constituyéndose en una cooperativa y como tal, buscar
financiación a través de los canales adecuados de las Consellerías de la Xunta
de Galicia, encargadas de la planificación tanto de fondos propios como
comunitarios, tal vez en el Marco Estratégico de Convergencia, 2007-2013
(Mecga).
3. Distribución y Mercados. Otro aspecto muy importante y que ya debería
iniciarse es la difusión y venta de los productos elaborados por los herreros.
En este sentido hay que empezar por hacer un riguroso estudio de mercado.
¿Cómo? Encauzando a través de los servicios de que disponen tanto la
Administración Autonómica como el Gobierno Central. La autonómica, con
su representación en Bruselas, se encargaría de explorar los mercados
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internacionales, así como el tipo de herramienta que habría que fabricar. La
Central a través de los agregados comerciales de las Embajadas que tenemos
por todo el mundo. Dichas administraciones estarían tan interesadas como
vosotros en explorar estos mercados internacionales y ver la forma de
introducir en ellos vuestros productos.
El herrero ha sido tradicionalmente considerado en algunas de las culturas más
importantes del mundo, un personaje de especial relevancia dotado de un cierto prestigio,
lo que en ocasiones lo situaba por encima del resto de la sociedad en la que vivía. Tal es
así que hasta pintores como Velazquez y Rubens plasmaron respectivamente con sus
pinturas “La fragua de Vulcano” y “Vulcano forjando los rayos de Júpiter” que figuran
en el Museo del Prado, mostrados en la Figura 8. Así mismo, en la mitología griega,
Hefesto, hijo de Zeus, Dios del fuego y de los herreros, era considerado una de las doce
divinidades del templo de Ágora en Atenas.
Figura 8. a) “La fragua de Vulcano” Pintura de Velazquez b) “Vulcano forjando los rayos de Júpiter”
Pintura de Rubens
Siguiendo la huella de los herreros, desde sus orígenes hasta hoy.
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6. CONCLUSIONES.
•
Se hace una revisión histórica siguiendo la huella que los herreros han dejado
desde su aparición con los Hititas (siglo XV a.C.) en la Península de Anatolia,
trabajando primero el hierro meteórico y segundo el hierro nativo
(extractivo). Fueron ellos en el siglo XIII. a.C. los que extrajeron por fusión y
por primera vez el hierro de su mineral.
•
El conocimiento de la carburación del hierro fue decisivo para su difusión,
que tuvo dos vías: la marítima y la continental. La marítima se difundió a
través del Mediterráneo con las colonizaciones Fenicias y Griegas. La
continental la realizaron los pueblos Celtas en el siglo XII a.C. después de
adueñarse del secreto más guardado de los Hititas, lo difundieron a través de
los Balcanes y el Cáucaso, llegando a las islas Británicas y a Galicia a través de
los Pirineos, en el siglo VII a.C. y su periodo alcanza hasta la época Romana.
•
Son los Celtas los que traen la metalurgia del hierro y con ello el oficio de
herrero a la zona atlántica de la península Ibérica y concretamente a Galicia,
hasta que fueron conquistados por Julio Cesar al mando de las legiones
romanas entre el 58 y 51 a.C. Los herreros Celtas desarrollaron una gran
actividad en metalurgia y orfebrería, tal como lo demuestran los
descubrimientos arqueológicos encontrados en los castros.
•
Los herreros-forjadores Romanos extendieron y ampliaron la producción
metálica heredada de los herreros Celtas. Hicieron una especialización de las
diferentes instalaciones metalúrgicas, perfeccionando la cementación, el
temple, y desarrollaron la mayoría de las herramientas que actualmente
utilizamos.
•
Después de la caída del Imperio Romano y a lo largo de los siglos del XIII al
XV se mejoró la metalurgia del hierro, en primer lugar con el desarrollo de
hornos más eficientes con temperaturas más elevadas utilizando como
combustible carbón vegetal; y lo segundo, con el empleo del agua como
elemento de potencia. El agua, por una parte, permitía el funcionamiento de
Siguiendo la huella de los herreros, desde sus orígenes hasta hoy.
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grandes mazos para estirar el metal; y por otra, facilitaba la producción de
corrientes de aire continuas (efecto Venturi), para activar el fuego.
•
En Galicia, en los siglos medievales se encontraron abundantes escorias en
distintos lugares de su geografía, que indican que la huella de la metalurgia
extractiva y el forjado del hierro era una actividad cotidiana en muchos de
estos pueblos. En la provincia de Lugo y en concreto en la parroquia de
Ferreiravella (Ríotorto), en lugares como A Fraga existen restos que
demuestran que existían ferrerías con hornos propios de la Edad Media y
anteriores, para fundir el hierro mezclado con manganeso que se extraía de la
zona conocida como “O Escoiral”.
•
Los yacimientos de hierro en la provincia de Lugo se halla en la parte oriental
de ésta donde se encuentra hasta el litoral, siguiendo la cuenca del río Eo y sus
afluentes. Por ello, ya en la época Celta se ubicaban muchos castros en las
proximidades de estos yacimientos, que luego continuaron con la romanización
y la Edad Media, pasando por los siglos XV y XVI de poca actividad,
reactivándose de nuevo con la Revolución Industrial del siglo XVIII, siendo
una referencia de ello los antiguos hornos de Sargadelos construidos en 1794.
Sin olvidar experiencias más recientes como las minas de limonita de
Villaodrid-A Pontenova.
•
Fueron los herreros de la cuenca del río Eo, los principales suministradores de
todo tipo de útiles tanto para Galicia como para buena parte del de la península
Ibérica hasta hace poco tiempo. En lugares tales como Ríotorto, A Pontenova,
Taramundi y otros, el agua de los ríos se aprovechaba para mover los mazos
hidráulicos, muelas de afilar y tornos de hacer los mangos.
•
Con la llegada de corriente eléctrica, se inicia la decadencia de estos ingenios
hidráulicos con siglos de historia, pero también supuso una mejora en la
calidad de vida de los herreros y afiladores, que pasaron a disponer de la
comodidad de una instalación semejante en un espacio más reducido dentro y
al lado de la propia fragua.
•
Los tratamientos térmicos que el herrero realiza a ojo, sin conocimientos
científicos de metalurgia y sin el uso de instrumento alguno de medida es un
Siguiendo la huella de los herreros, desde sus orígenes hasta hoy.
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mérito que sorprende a los científicos dedicados a esta ciencia y que sólo se
explica como el resultado de cientos de años de puro empirismo, transmitido
con el oficio de generación en generación.
•
Precisamente ese conocimiento empírico tan perfeccionado, fruto de esa
experiencia milenaria, no puede substraerse al olvido y a la extinción a la que
está evocado en estos últimos años. Es un tesoro que hay que reactivar, y
colocarlo de nuevo en el lugar que le corresponde, por el bien y el desarrollo de
esta zona.
•
Para que la reactivación de este sector fuera efectiva, y se lograse transformar
el saber en resultados económicos tendrían que cumplirse los siguientes
aspectos: La educación, porque el conocimiento lo generan y aplican personas
cualificadas. La cooperación, ya que ninguna entidad por sí sola, posee la
metodología
y
tecnología
suficientes
para
ser
competitiva.
Y
la
internacionalización, porque la excelencia del trabajo bien hecho no tiene
fronteras.
7. AGRADECIMIENTOS
El presente trabajo se ha realizado con motivo del Pregón de las III Ferias de
Artesanía de Ríotorto (05/04/2009), con el fin de que sirva para rendir un pequeño
homenaje a los herreros del Concello de Ríotorto y en particular a los de la cuenca del río
de Ferreiravella.
El autor quiere expresar su agradecimiento a los Drs. Javier Fernández Carrasquilla y
David Astrain Ulibarrena, profesores de la Universidad Pública de Navarra, así como a la
profesora Mª Dolores Angélica Expósito Fernández, por su ayuda y sugerencias en
diversos aspectos de la elaboración de este trabajo. Y por último desea agradecer a
Domnino Fernández Pol y a la profesora Mariluz Rodríguez Expósito, por su
colaboración y apoyo tanto en los datos suministrados del oficio de ferreiro como de la
geografía concreta de la zona.
Siguiendo la huella de los herreros, desde sus orígenes hasta hoy.
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8. REFERENCIAS.
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1976.
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[3] http://www.dearqueologia.com/celtas_intro01.htm
[4] http://www.pastranec.net/historia/prehistoria/prespmet.htm
[5]Markale, Jean (1992). Los Celtas y la civilización celta: mito e historia. Madrid:
Taurus Ediciones. ISBN 84-306-0230-5.
[6] Sainero, R. “La huella Celta en España e Irlanda”. ISBN: 9788476001677 Ed.1. 1998
[7] Sanchez-Palencia Ramos, F.J. y otros. “La minería y la metalurgia en la época
romana” Libro de actas del primer Simposio sobre la Minería y la Metalurgia antigua en
el Sudoeste Europeo. ISBN 84-88894-740. Cataluña 2000. pp 277-290
[8] Riu Riu, M. “La metalurgia del hierro en la España cristiana medieval” Actas de la I
Jornadas sobre Minería y Tecnologia en la Edad Media Peninsular. ISBN 84-87920-07-1
León, 1996. pp 41-45
[9] Tylecote, R.F. “A History of Melalurgy” Ed. The Metal Society London 1979.
[10] Abraira, M. Artigo sobre os ferreiros de Riotorto, no coleccionable. Lugo artesano. 4
Ferreiro. Editado por El Progreso
[11] González Pérez, C. “A producción tradicional do ferro en Galicia: as grandes ferrería
da provincia de Lugo” Ed. Servicio de publicaciones da Deputación Provincial de Lugo.
ISBN 84-8682-494-4. Lugo 1994
[12] Fernández, J. “Forxas hidráulicas, mazos ou machucos no norte galego”. Ed.
Ediciones do Castro. ISBN 84-7492533-9, Sada 1991.
[13] Carmona Badia J. “Sargadelos en la historia de la siderurgia española” Universidad
de Santiago de Compostela Ed. Revista de historia Industrial nº3, año 1993
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