En la Baja Edad Media el castellano consolida algunos de los
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En la Baja Edad Media el castellano consolida algunos de los
Università degli Studi di Catania Facoltà di Lingue e Letterature Straniere Moderne Corso di Laurea Specialistica in Lingue Straniere per la Comunicazione Internazionale _____________________________________________________________ Ornella D’Aita Estudio diacrónico del orden sintáctico de los elementos de la frase, en los siglos XV, XVI y XVII, a través del análisis de las obras literarias, “La Celestina”, “Las Fortunas de Diana” y el “Lazarillo de Tormes” Relatore: Ch.ma Prof. María Cándida Muñoz Medrano _____________________________________________________________ Anno Académico 2006-2007 El objeto de mi investigación consiste en el análisis de la evolución de la construcción de la frase, según el orden sintáctico, ya que este aspecto parece ser el más evidente con respecto a la sintaxis actual y a la lengua española en general. El estudio tendrá su demonstración y conclusión a través de obras literiaras, cuales La Celestina, Las Fortunas de Diana y el Lazarillo de Tormes, que testimonian ampliamente esta evolución y que cubren el período histórico que va desde el final de la Edad Media hasta la Edad de Oro. Estas obras ofrecen numerosos ejemplos lingüísticos y también culturales de expresión y dan forma a los más íntimos pensamientos gracias también a la amplitud de las posibilidades expresivas que se iban consolidando con una creciente conciencia lingüística de los escritores. Sólo a través de un análisis diacrónico será posible comprender lo que Michel Foucault llamó el espesor histórico del fenómeno lingüístico y enseñar algunos aspectos fundamentales inherentes a mi búsqueda. A fines de la Edad Media el castellano consolida algunos de los procesos iniciados en épocas anteriores, mantiene la situación de variación en otros y anuncia alteraciones que sólo se cumplirán en el Siglo de Oro. Los historiadores de la lengua española consideran que la evolución del español medieval a la lengua (pre)moderna caracterizó los siglos XIV y XV, definido como un ‘período de transición’, en el cual nació el español medio. Estos dos siglos presenciaron, sobre todo, la introducción de latinismos y se nota también la construcción sintáctica latina; hoy en día casi la mitad del léxico español es de origen culto que remonta a ese período. Donde están las mayores novedades es en la disposición de los elementos de la oración y del período: el orden de las palabras va a sufrir notables modificaciones por el fuerte latinismo sintáctico proprio de los textos de esa época al cual hay que añadir la ampliación de las posibilidades en ciertas estructuras sintácticas. La colocación de los elementos de la frase no es linear y se hallan desplazamientos que parecen obeceder a momentáneos impulsos del autor, o repeticiones que reavivan la frase o elementos de la oración subordinada que aparecen en la principal. El influjo latinizante en el orden de las palabras se observa en la colocación del verbo y del ‘objeto’; no sólo pervive la anteposición de éste por énfasis o per el carácter ‘temático’ del complemento, sino que se extiende el afán por colocar el verbo al final de la frase, a la forma latina. 2 Más notable aún es la general anteposición del adjetivo al nombre que, por tradición retórica y por latinismo, se produce en esta época. Ésto se da con adjetivos ‘explicativos’ y, a veces, con un entorno gramatical muy forzado. Durante el siglo XVI el castellano se convierte en una de las grandes lenguas del mundo moderno y fue denominado “la lengua española” por parte de Juan de Valdés en 1535, A lo largo de estos siglos se extiende la llamada Edad de Oro de la literatura española. El latinismo extremo que había caracterizado al siglo XV desaparece casi por completo y la lengua va adquiriendo solidez; se conoce mucho mejor el latín, y también se conocen mucho mejor las posibilidades y características internas del español; asì como ha señalado Menéndez Pidal, domina el criterio de ‘selección’; el latinismo no es más una lengua de expresión sino un recurso estilístico. Predomina el buen gusto y la naturalidad de la selección. Los autores consideran que a la lengua hay que enriquecerla e ilustrarla. En los siglos XVI y XVII la sintaxis era ya el resultado de grandes evoluciones. Mientras que la sintaxis intraoracional se deslatinazaba, la sintaxis interoracional y la organización del texto imitaban la construcción del período latino, es decir, se latanizaban y los escritores españoles empezaban a retoricar. Solo sucesivamente se naturalizará la retórica latina ofreciendo una forma de organización discursiva hispánica y moderna. Ocurre señalar también la evolución de los mecanismos de cohesión textual, con períodos complejos en los cuales predomina la yuxtaposición de los segmentos textuales con la dilatación de la organización del texto y, al mismo tiempo, de la manera de concebir. En ese período no se puede decir que hay una gramática específica sino una gramaticalización, aunque la gramática no es homogénea sino depende de los contextos culturales y geográficos que hacen posible que se interfieran mutamente un modo sintáctico y uno pragmático en diferentes formas. El siglo XVII supone la consagración definitiva de las tendencias esteticistas en la lengua literaria. Se pierde el gusto por lo natural, y sólo se aprecia el artificio, la ostentación de ingenio y agudeza en el manejo de las palabras, la dislocación de la sintaxis normal y el uso de latinismos sintácticos. En lo referente al orden de las palabras, la colocación del verbo y de los pronombres dentro de la frase constituye la diferencia principal con respecto a la sintaxis actual. Contrasta con la regla moderna sobre todo el uso enclítico proclítico de los pronombres y la anteposición del complemento temático al verbo. Sólo en el siglo XVIII estamos ante el “español moderno”, ante una lengua que ha alcanzado su estabilidad y con la fundación de la Real 3 Academia Espanola, en 1713, el idioma se unifica bajo un sistema completo de normas. Me pareció útil para mi investigación la eleccióñ de las obras literarias, como La Celestina, Las Fortunas de Diana y el Lazarillo de Tormes ya que éstas presentan algunos rasgos comunes, no obstante el desarrollo diacrónico, y dado que con el artificio del ingenio y de una gran aplicación de habildades lingüísticas muestran una vivacidad del cuadro histórico que reflejan, utilizando todos los colores disponibles y aportando únicos ejemplos del uso de la sintaxis de cada su respectivo tiempo. La costante está en el hecho de reflejar una lengua hablada y, tal vez, culta, satisfaciendo el gusto de todos y caracterizando así los personajes de manera diferente según sus específicos lenguajes. Claramente cada obra aporta variaciones importantes aunque el Lazarillo de Tormes y Las fortunas de Diana presentan características peculiares en las estructuras sintácticas que remiten a los tempos anteriores con semejanzas en La Celestina, tanto que la profesora Navarro pretende dar la paternidad del Lazarillo de Tormes a Fernando de Rojas, autor de La Celestina, mostrando evidentes coincidencias entre las obras. Es indudable que La Celestina influyó en el Lazarillo, como en la mayoría de la narrativa posterior. No en vano La Celestina junto con el Lazarillo son la base de la novela actual. La Tragicomedia de Calisto y Melibea, más comúnmente conocida como La Celestina, fue escrita en el siglo XV, época de transición entre las artes caducas de la Edad Media y las renovaciones humanistas y fue publicada en 1499, en pleno momento histórico llamado Prerrenacimiento. Está ambientada en los últimos tiempos del siglo XV cuando en Italia ya habían triunfado las ideas humanistas que comenzaron a sostituir a todo lo que era la vida medieval, ya no sólo en las facetas artísticas, como la literatura, sino también en todas las facetas de la vida y de la sociedad. En este época los enfrentamientos nobiliaros son constantes poque las diferentes casas nobles no desean perder su protagonismo. Se produjo así un auge de la burguesía urbana en esos tiempos que produjo un cambio en el sistema de los valores. Es esta ciudad burguesa la que mejor queda retratada en la obra. El autor refleja una degradación del orden social de su tiempo, mostrando el conflicto que hay en España entre las nuevas ideas nacientes y las tradiciones. En el lenguaje, del que hableremos más adelante en forma más detallada, se muestra también con mucho realismo la sociedad de la época. Merece remarcar que, al ser una obra dramática, se basa en el diálogo y por lo tanto el lenguaje toma un papel predominante en la historia. Por la forma de hablar de los personajes conocemos muchas de sus características 4 inherentes a sus personalidades y, sobre todo, al lenguaje típico de aquel tiempo. En efecto, cada personaje habla de una manera especial y eso le proporciona mayor credibilidad a la obra y al argumento, aunque, algunas veces, varían algunos rasgos de lo que sería normal en los personajes de la época para ajustarlos a la historia y poder tener un cuadro coherente. Además en la descripción de la forma de ser y actuar de los personajes encontramos el cambio con respecto al arte medieval. Así parece que el autor intenta desbancarse de todo lo de su época, siguiendo algunos valores innovadores y modernos, pero sin embargo no puede evitar un final totalmente medieval, dado que los pecadores mueren. Otro recurso utilizado es la “picardía” que está presente a lo largo de toda la novela y se encuentra también el el Lazarillo de Tormes. Este recurso se usa con ingenio para representar la manera de vivir de la burguesía y sus nuevas posabilidades, siendo fiel al cuadro histórico-social. No hay que olvidar que La Celestina llega a un momento de madurez y por ello los diferents modelos culturales y literarios confluyen en ella purificados. Así se aúnan la tendencia culta y la popular y esto determinará en gran medida su lenguaje y estilo. Se pueden distinguir un lenguaje culto y latinizante, cargado de artificios, que refleja una continuidad con el arte medieval y un habla popular que muestra la voluntad de innovar el lenguaje con nuevos expedientes: los refranes y expresiones vivaces que reflejan la lengua hablada con sus principales características. Sin embargo, la separación no es nítida; el uso de los diferentes registros del lenguaje no corrresponde en forma absoluta a las clases sociales distintas, sino que se entrecuzan ambas tendencias, dependiendo no sólo del emisor, sino también del interlocutor y del asunto tratado, y por eso, hay que apreciar una clara tendencia a la diferenciación. Sin embargo, Celestina engloba los dos tipos esenciales de lenguaje que aparecen en la obra: el lenguaje culto y el lenguaje popular. Además, la técnica del diálogo consume la perfección, pudiéndose distinguir diferentes tipos según la intención del autor: monólogos, diálogos oratorios y diálogos breves de una gran riqueza. En general, podemos constatar que la obra está escrita en una prosa artística y elegante de imitación latina en la cual predomina el curso lento. En particular, los diálogos oratorios tienen una retórica muy elaborada; las argumentaciones y la exposición de las ideas y sentimientos de los personajes se expresan mediante oraciones compuestas por numerosas proposiciones subordinadas, expresiones latinizadas, argumentos complicados y fórmulas expresivas amplificadoras. Su función no es sólo enseñar los recursos estilísticos, sino también sirven para la caracterización de los personajes. 5 Como ya he dicho, en La Celestina, obra maestra de la sintaxis y de la prosa, confluyen las tendencias sabias del humanismo y las populares; en ella todo está sólidamente construido, fluyendo la sintaxis abundante. Es una sintaxis desglosada en dos, una popular y otra culta, dos sintaxis hechas a fuerza de temperamento artístico, con orígenes literarios; y ésta fue la razón que me trajo a considerar esta obra para mi investigación sobre la sintaxis y para analizar cómo ésta varía según el diferente orden de las palabras y según las evoluciones de la lengua. La investigación llevada a cabo fue extraída de La Celestina porque la prosa es libre de los condicionamientos que impone la métrica, cuyo género literario puede reflejar más fielmente la lengua hablada común, y en esta obra podemos tener muestra fiel de ello. El lenguaje culto está estructurado según una organización sintáctica latina con figuras que embellecen el estilo, abundan las redundancias, el traslado del verbo al final de la frase, las construcciones de infinitivo y de participio. Por otro lado, La Celestina puede considerarse como testimonio de la necesidad de una reacción contra el pedante cultismo vigente en el siglo XV, a través de un lenguaje vulgar-popular, de imitación de la lengua oral, con la función de incitar la participación del lector en el proceso conceptual del texto, y con el intento de convencer a los receptores por medio del diálogo; por eso se utilizan recursos y estrategias propias del lenguaje coloquial que se expresan de manera ágil y dinámica, con expresiones callejeras, refranes, diálogos, comentarios, anécdotas y sentencias tomados de la vida corriente. Analizamos las diferencias sintácticas de estos lenguajes que se reflejan en el diferente orden de palabras dentro de la frase o del período. Veamos algunos aspectos: Se destaca una organización sintáctica según el modelo latino que prevée la dislocación del verbo al final de la frase1: Mayormente pues ella con toda las otras cosas que al mundo son...(Prólogo) En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotasse...(Calisto a Melibea, Auto I) ¡O bienaventuradas orejas mías que indignamente tan gran palabra avéys oýdo. (Calisto a Melibea, Auto I) ...¿Cómo sentirá el armonía aquel que consigo está tan discorde, aquel en quien la voluntad a la razón no obedece?... (Calisto a Sempronio, Auto I) A continuación las referencias acerca de la obra literiaria La Celestina remiten a: F. De Rojas, La Celestina, Edición de D. S. Severin, Catedra, Madrid, 2005. 1 6 Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía; gritos dan niños y viejos y él de nada se dolía. (Sempronio a Calisto, Auto I) ¿Yo? Melibeo só, y a Melibea adoro, y en Melibea creo, y a Melibea amo. (Calisto a Sempronio, Auto I) Increýble cosa prometes. (Calisto a Sempronio, Auto I) ...y más, a constellación de todos eres amado. (Sempronio a Calisto, Auto I) Possible es, y aún que la aborrezcas quanto agora la amas; podrá ser alcançándola, y viéndola con otros ojos, libres del engaño en que agora estás. (Sempronio a Calisto, Auto I) ..y tú mucho moço eres. (Celestina a Pármeno, Auto I) Notamos también que, los pronombres personales aparecen delante de los infinitivos y si aparecen enclíticos, suele haber asimilación. Los que aparecen detrás de los infinitivos cambian su forma: Prospérete Dios por éste (y por mucho más que me darás. De la burla yo me llevo lo mejor; con todo, si destos aguijones me da, traérgela he hasta la cama. Bueno ando; házelo esto que dio mi amo, que sin merced, imposible es obrarse bien ninguna cosa.) (Sempronio a Calisto, Auto I) ...¡Aun al diablo daría yo sus amores! Al primer desconcierto, que vea en este negocio, no como más su pan. Más vale perder lo seruido, que la vida por cobrallo. (Sempronio a Celestina, Auto III) Madre, mira bien lo que haces. Porque, cuando el principio se yerra, no puede seguirse buen fin. Piensa en su padre que es noble y esforzado, su madre celosa y brava, tú la misma sospecha. Melibea es única a ellos. Faltándoles ella, fáltales todo el bien. En pensallo tiemblo, no vayas por lana y vengas sin pluma. (Sempronio a Celestina, Auto III) ...Loco es, señora, el caminante que, enojado del trabajo del día, quisiese volver de comienzo la jornada para tornar otra vez aquel lugar. Que todas aquellas cosas, cuya posesión no es agradable, más vale poseellas que esperallas. (Celestina a Melibea, Auto IV) Otro aspecto relevante es que los gerundios suelen llevar la preposición “en” delante. Presencia inusual que por cierto altera el orden de las palabras. Tomamos en consideración los ejemplos en comiendo y en yendo: ...Y el que está en muchos cabos, está en ninguno, ni puede aprovechar el manjar a los cuerpos, que, en comiendo, se lanza; ni hay cosa que más la 7 sanidad impida que la diversidad y mudanza y variación de los manjares. (Celestina a Pármeno, Auto I) Yo te prometo, señora, en yendo de aquí me vaya por estos monesterios donde tengo frayles devotos míos y les dé el mismo cargo que tú me das. Y demás desto, ante que me desayune, dé quatro bueltas a mis cuentas. (Celestina a Alisa, Auto IV) La colocación del adjetivo, según su consideración como explicativo o especificativo, marca algunas diferencias entre los diferentes niveles de la lengua. En los fragmentos de la obra, los adjetivos han sido definidos subjetivizadores y están casi siempre antepuestos, con una función explicatica, aunque hay más ejemplos donde se refleja claramente un nivel más culto de la lengua: ...a causa de le faltar defensivas armas para resistirsus fuegos... (Carta) Y como mirasse su primor, su sotil artificio, su fuerte y claro metal... (Carta) ...de tu muy claro gesto a Melibea...(Calisto a Melibea, Auto XII) ...el dulce sonido de tu habla...(Calisto a Melibea, Auto XII) ...la osadía de tus mensajes...( Melibea a Calisto, Auto XII) ...la causa de tu arrebatada pena...(Pleberio a Lucrecia, Auto XX) ...la dañada memoria con la gran turbación...(Melibea, Auto XX) En la misma manera, aunque con menor frecuencia, se encuentran adjetivos antepuestos con función explicativa en los contextos que reflejan un nivel de la lengua menos culta: ...la vida me has dado con tu sotil aviso...(Calisto a Pármeno, Auto XII) ...ya son libre de esta triste vida...( Elicia a Areúsa, Auto XV) ...de sombros árboles del huerto...(Elicia a Areúsa, Auto XV) La interposición entre el adjetivo y su sustantivo de un elemento sintáctico es relativamente frecuente; en los diálogos de los criados podempos encontrar ejemplos como: Sentencia a mi ver digna de perpetua y recordable memoria. (Prólogo) ¡Oh, cuántos dias antes de agora pasados (Auto XII) 8 ...en largos días largas se sufren tristezas...(Auto XX) Las construcciones absolutas de participio se componen de un participio y de un sintagma sustantivo en concordancia de «género» y de «número» con él. La relación que se establece entre ambos es, claramente, la subordinación del sustantivo respecto al participio, puesto que aquél podría ser suprimido, en tanto que éste no. La construcción absoluta de participio tiene un significado básico de todo incidental: «anterioridad temporal», respecto de la oración que le sigue, encontrándose aislado entre pausas, y casi siempre sistemáticamente antepuesta. Todas cosas dexadas aparte, solamente sey attenta y ymagina en lo que te dixere...(Sempronio a Celestina, Auto I) ...Dexadas burlas y passatiempos, oye agora, mi hijo, y escucha, que aunque a un fin soy llamada, a otro soy venida...(Celestina a Pármeno, Auto I) Despedida Celestina de Melibea, va por la calle fablando consigo misma entre dientes. (Auto V) Entrada Celestina en casa de Calisto, con grande affición y desseo, Calisto le pregunta de lo que le ha acontescido con Melibea. (Auto VI) Despedida Celestina de Melibea, va por la calle sola hablando. (XI Auto) Pleberio tornado a su camara con un grandissimo llanto, preguntale Alisa, su muger, la causa de tan subito mal. (Auto XXI) Pues menos podras dezir, mundo lleno de males, que fuemos semejantes en perdida aquel Anaxagoras y yo, que seamos yguales en sentir, y que responda yo, muerta mi amada hija, lo que el a su unico hijo. (Pleberio, Auto XXI) En la lengua popular se destacan numerosísimos refranes y proverbios cuyas estructuras sintácticas obligan a un orden forzado y preciso, según los efectos de la rima o del retintín que quiere desencadenar: Jo, que te estriego, asna coja. (Celestina a Pármeno, I Auto) Refrán que se emplea para rechazar las alabanzas inoportunas. Se subraya la oración relativa puesta entre comas que se intercala en la frase principal. Valiera más solo que mal acompañado. (Calisto a Pármeno, II Auto) 9 Sencillamente, “es mejor hacer las cosas solo que con otros que puedan hacerlas más difíciles”. El orden sintáctico evidencia la contraposicón entre el estado de estar solo o mal acompañado. Otros se ganan por malos y yo me pierdo por bueno. (Pármeno a Calisto, II Auto) lo que se pretende demostrar es que a veces la honradez puede no ser beneficiosa, aunque a la larga acostumbra a serlo. En ambas coordenadas se sigue el mismo orden de palabras para conseguir el mismo efecto y enfatizar el contraste. Allí Un solo acto no haze habito. (Celestina a Areúsa, VII Auto) Semejante a: una golondrina no hace verano o una flor no hace primavera. Significa que no debemos generalizar, que un hecho aislado no tiene las mismas consecuencias que una sucesión o repetición de hechos. El refrán empieza con el complemento temático confiriendo así a éste prioridad e importancia y, en segundo lugar, sigue todo el resto. Sobre dinero no ay amistad. (Pármeno a Sempronio, XII Auto) La intención es dejar claro que los negocios y la amistad no deben mezclarse, que todos anteponen un buen dinero a un buen amigo. Incluso en este caso, es evidente la traslación del argumento temático a la primera posición. Por mucho que madrugue, no amanece mas ayna. (Calisto a Sosia, XIV Auto) La traducción al castellano moderno es: no por mucho madrugar amanece más temprano. Esto significa que hay cosas que no pueden avanzar sin esperar, que debe respetarse el tiempo que tarda algo y por mucho desearlo no se producirá antes. Se nota la anteposición de la oración subordinada respecto a la principal con el intento de enfatizar el esfuerzo que se hace para alcanzar nuestros objetivos, haciendo resaltar el término mucho. Ni es todo oro lo que amarillo reluze. (Sempronio a Calisto, XIV Auto) Equivale a: no es oro todo lo que reluce. Da a entender que las apariencias nos pueden engañar, que aunque veamos algo que reluce (nos 10 llama la atención) no tiene porqué ser valioso. Notamos la dislocación del verbo al final. Por otro lado, un ejemplo de una típica construcción en latín que se ha convertido en un refrán es: ¡O si viniéssedes agora, Crato y Galieno, médicos, sentiríades mi mal. ¡O piadad celestial, inspira en el plebérico coraçón... (Calisto a Sempronio, Auto I) La segunda obra que mi investigación toma en consideración es el Lazarillo de Tormes. Nos trasladamos al siglo XVI y notamos como algunos aspectos del siglo de La Celestina no desaparecen y siguen siendo usados por los escritores; un ejemplo es la inserción de los refranes, reflejo de la lengua popular y algunas temáticas a nivel de contenido. Se tranforma radicalmente la construcción de la frase y no existe más la traslación del verbo al final de la frase sino que se encuentra en su justa posición detrás del sujeto, aunque con algunas excepciones que veremos más adelante. Se nota, sobre todo, la inversión entre la oración subordinada, con un fuerte uso del gerundio, y la oración principal. Muchos son los casos en los cuales el pronombre enclítico reflexivo se pospone al verbo y desparece la insistencia en poner el adjetivo en posicición antepuesta al verbo. Por otro lado, no faltan expresiones cultas, que atestiguan una sociedad en conflicto entre las relaciones con el pasado y la voluntad de renovarse. La novela el Lazarillo de Tormes, aunque sin duda más conocida del siglo XVI fue la Vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, es de autor anónimo y de la que se conservan tres primeras ediciones separadas (Burgos, Alcalá y Amberes) que datan de 1554. Domina el interés de la problemática del amor, tema literario que propició toda una corriente novelística marcada por la descendencia de La Celestina. Además, el Lazarillo presenta una agresividad general contra la sociedad que recuerda en muchos aspectos a La Celestina. En la novela se manejan con gran habilidad una serie de elementos folklóricos que, a través de la autobiografía de Lázaro de Tormes, adquieren nueva significación y sentido, a lo largo de los siete capítulos del que consta, y con un prólogo de relevancia absoluta para comprender adecuadamente el texto y la intención; todo ello con una prosa clara, rotunda y de una gran economía léxica y con un estilo ingenioso y agudo. Con el Lazarillo empieza el género de la novela picaresca que obtuvo gran éxito en el siglo XVII. Aunque el Lazarillo de Tormes no fue el primer personaje literario que fue llamado pícaro. Por eso, es difícil precisar los límites del género picaresco. 11 Esta novela se puede calificar “realista” por su visión del mundo, su lenguaje, el modo de enfocar los acontecimientos. El realismo aparece ya en la Edad Media y se manifiesta con mayor o menos pujanza hasta nuestros días en buena parte de la producción literaria española. Pero, ¿por qué sabemos que es un texto realista? Antes de todo, porque hay una visión no idealizada de la realidad, de la que no se evitan los aspectos más groseros o desagradables. Además, hay verosimilitud en todas las situaciones planteadas y una localización en un tiempo y espacio concretos. Lazarillo de Tormes es una obra en la cual convergen actitudes conversas y erasmistas, y las consecuencias del aplastamiento de la rebelión, que nos ofrece una defensa de la dignidad del hombre, un análisis del planteamiento del conflicto entre el individuo y el mundo exterior, el enfrentamiento dialéctico en que la persona es progresivamente corrompida y fragmentada, y un punto de vista materialista y pesimista de las relaciones humanas. Se trata de la injusta realidad de una sociedad fuertemente dividida en clases y de una crítica desesperada de todo ello. Pero es una obra clásica en el más puro sentido de la palabra porque es perfectamente trasplantable a nuestra realidad actual. Otro aspecto de mayor importancia, por lo que concierne a nuestra investigación, que testimonia este realismo, es relativo al lenguaje; éste es espontáneo, desenfadado y adecuado al contenido y a los personajes. La obra ofrece un habla popular cuyo texto dramático la caricaturiza acentuando los rasgos vulgares y arcaicos. El lenguaje llano, sin afectación alguna, corresponde, a la misma manera que al lenguaje de Las fortunas de Diana, al ideal de lengua del siglo XVI manifestado por Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua, donde defiende los criterios de “sencillez y selección”. En esta sencillez, elaborada y difícil de conseguir, reside gran parte del atractivo de la obra. En efecto, el lenguaje es sencillo pero no descuidado, como lo demuestra la selección del léxico y de las construcciones sintácticas y a diferencia de la obra de Vega tratada en esta investigación. Teniendo en cuenta que es el propio Lázaro quien toma la palabra, resulta plenamente acertado el uso de un lenguaje coloquial, lleno de expresiones populares, de refranes y modismos, que imita el habla cotidiana de la época, incluso los descuidos e incorrecciones (cacofonías, anacolutos). Sin duda, lo más artificioso ha sido dar a la obra esa apariencia de sencillez que tan bien cuadra con la humilde condición de su protagonista. El autor se acoge a las leyes del decoro; los personajes se comportan y hablan de acuerdo con su estado social, origen y educación. Sin embargo, 12 el narrador-protagonista emplea vocablos y giros cultos, construye frases complejas y se sirve de recursos retóricos cuidadosamente dispuestos: polisíndetos, metáforas, símiles, paradojas, antítesis y paralelismos. El autor debía de ser una persona relativamente culta, como lo demuestran también algunas alusiones a las Sagradas Escrituras y a los clásicos (Plinio, Cicerón, Ovidio) que se encuentran a lo largo de la novela. Está claro que esta erudición jamás desentona con la sencillez del conjunto. Sin embargo, en la sintaxis, encontramos cierta negligencia en la construcción de las frases, debido a que el autor intenta reflejar el lenguaje hablado (en el que todos nos permitimos ciertas licencias), y ésta es otra característica común a Las fortunas de Diana. Un elemento importante en la novela son los comentarios y apartes personales de Lázaro, con una función distinta respecto a los que veremos en Las fortunas de Diana. En el Lazarillo sirven para indicarnos que el protagonista se mantiene firme ante unos condicionamientos y opiniones exteriores. En el siglo XVI, el castellano ha superado ya su etapa de formación y nos encontramos con una lengua madura, rica, expresiva, que se aleja cada vez más del latín y que es apta ya para cualquier actividad literaria. Durante este período se escriben distintos elogios sobre la capacidad expresiva de la respectiva lengua nacional, y se proclama el derecho de utilizarla para menesteres que hasta entonces habían sido reservados al latín. La lengua del Lazarillo difiere ya bastante poco del castellano actual. Hay, sin embargo, algunas evidentes diferencias que a nivel sintáctico se notan en el uso de los gerundios y de los pronombres. Además, merece decir que se distingue a través de la novela un desdoblamiento de la narración: el narrador (Lázaro adulto), y el personaje (Lázaro niño, Lazarillo) que se refleja a su vez, en dos voces distintas, dos registros estilísticos: uno irónico, cínico incluso; otro espontáneo e ingenuo. El texto alterna dos tipos de discurso: la narración y el diálogo. Este último, siempre en estilo directo, refleja la riqueza del lenguaje coloquial de la época, tan importante en la obra, a la vez que da viveza y frescura al relato. Como hemos ya dicho, un aspecto significativo de la sintaxis de esta obra es la inversión de la oración subordinada con la principal. Se da prioridad a la subordinada, que frecuentemente se introduce con el gerundio, enfatizando la inversión y aumentando la tensión dramática:2 A continuación las referencias acerca de la obra literiaria el Lazarillo de Tormes remiten a: - , Lazarillo de Tormes, Edición de F. Rico, Catedra, Madrid, 1999. 2 13 Fingendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos...(p. 31, Tratado I) Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado (...); estando recibiendo aquellos dulces tragos, (...) alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder(...) (p. 32, Tratado I) Llegando a un lugar que llaman Almorox al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo dellas en limosna. (p. 36, Tratado I) Queriendo asar el que de ser cocido por sus deméritos había escapado. (p. 39, Tratado I) Llorando, me parescía que hacía injusticia en no se las reír. (p. 42, Tratado I) Pues estando yo en tal estado, pasando la vida que digo, quiso mi mala fortuna (...) que en aquella trabajada y vergonzosa vivienda no durase. (p. 92, Tratado III) Y así, ejecutando la ley (...) vi llevar una procesión de pobre...(p. 93, Tratado III) Pues estando en esta afligida y hambrienta persecución, un día, no sé por cúal dicha o ventura, en el pobre poder de mi amo entró un real...(p. 95, Tratado III) Conviene recordar los arcaísmos que se pueden advertir en la prosa renacentista: a nivel sintáctico se distingue la posposición de los pronombres: - ¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Olé, olé! - le dije yo. (p. 45, Tratado I) Con en esta frase en estilo directo, Lazarillo zanja su venganza, nos parece oír ya todo el cinismo que caracteriza al pregonero de Toledo en el último tratado. Obsérvase que es ésta la única frase de este diálogo que no va precedida del verbo introductorio dije, sino que, para propicionar el contraste irónico con la situación en que se pronuncia, lleva este verbo detrás. Consideramos otros ejemplos: Pues siendo yo niño de ocho años, acacharon a mi padre ciertas sangrías... (p.14, Tratado I) Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas dél tanta parte como yo. Partillo hemos de esta manera. (p. 36, Tratado I) 14 En este caso, notamos también que, el pronombre personal lo se asimila al infinitivo partir y cambia su forma. Sería hemos de repartrlo, lo repartiremos. Véamos otros ejemplos: Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres. (p. 37, Tratado I) Tomóme él un pedazo, de tres que eran, el mejor y más grande.(p.77, Tratado III) Ansí estaba yo a la puerta, mirando y considerando estas cosas y otras mchas.(p.84, Tratado III) De Castilla la Vieja me dijo él que era- le dije yo. (p.109, Tratado III) Aquí se nota no sólo la inversión del pronombre personal sujeto con el verbo, sino también destaca la prioridad dada al complemento temático De Castilla la Vieja. Y aún: No sé en que paro: creo yo que el pecador alfamar pagara por todos. (p. 109, Tratado III) Analizamos, ahora casos donde existe la posposición del sujeto respecto al verbo o la inversión de los elementos del verbo compuesto: Pues sepa Vuestra Merced, antes todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes. (p. 12, Tratado I) Mas también quiero que sepa Vuestra Merced que...(p. 27, TratadoI) Aunque, en otros casos, está la fórmula: Vuestra Merced sepa que desde que Dios crio el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. (p. 25, Tratado I) Y a continuación siguen modelos de la inversión: En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre ls cuales fue mi padre, que(...) fenesció su vida. (p. 14-15, Tratado I) Criado te he y con buen amo te he puesto; (p. 22, Tratado I) Y así, me fui para mi amo, que esperándome estaba. (p.22, Tratado I) Parescióme en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí:”Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer”.(p. 23, Tratado I) 15 Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avivos para vivir muchos te mostraré. (p. 23, Tratado I) Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo. (p. 110, Tratado IV) Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo deso. (p. 133, TratadoVII) Observamos ahora expresiones que atestiguan el uso del pronombre reflexivo enclítico y del pronombre personal complemento, aspecto que adelante veremos que se encuentra también en Las fortunas de Diana: que en casa del dicho Comendador no entrase, ni al lastimado Zaide en la suya acogiese. (p. 20, Tratado I) Se trata de un hipérbaton (Figura de construcción, consistente en invertir el orden que en el discurso tienen habitualmente las palabras) que enfatiza el contraste poniendo al final el verbo con asimilación del pronombre reflexivo enclítico. Observamos otros casos: y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí; (p. 14, Tratado) ...y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes... (p. 15, Tratado) ...y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo... (p. 16, Tratado) ...que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: (p. 23, Tratado) Con esto andábase todo el mundo tras él... (p. 27, Tratado) ...tópome Dios con un escudero que iba por la calle(...). Miróme, y yo a él, y díjome (p. 72, Tratado) ..Y seguíle, dando gracias a Dios por lo que le oí...(p. 73, Tratado) Y llevóme tras sí gran parte de la ciudad. (p. 73, Tratado) Yo lleguéme a él y mostréle el pan. Tomóme él un pedazo, de tres que eran, el mejor y más grande, y dijóme: (p. 77, Tratado) ...y fuime a las vecinas y contéles el caso... (p. 107, Tratado) Sentóse el escribano en un poyo para escrebir el inventario, preguntándome qué tenía. (p. 108, Tratado) 16 Otro aspecto peculiar es la presencia de sintagmas locativos con adverbio pospuesto. Se trata de construcciones locativas en las que un adverbio aparece pospuesto a un sintagma preposicional, como en en el primero y en el tercero ejemplo, y a un sintagma nominal con determinante, como en el segundo ejemplo: A buen paso tendido comenzamos a ir por una calle abajo. (p. 73, Tratado III) ¡Y velle venir a mediodía la calle abajo, con estirado cuerpo, más largo que galgo de buena pasta! (p. 94, Tratado III) A deshora me vino al encuentro un muerto, que por la calle abajo muchos clérigos y gente que en unas andas traían. (p. 96, Tratado III) El adverbio abajo ha sido definido descriptivo, ya que establece distinciones locativas relacionadas con diferentes dimensiones espaciales. Más recientemente, estos adverbios han recibido el nombre de nominales, por el hecho de que presentan características comunes a los nombres y porque en muchos casos se originaron a partir de la incorporación de un nombre a una preposición. Consideramos ahora algunos recursos estilísticos que enfatizan el habla popular y contribuyen a alterar la sintaxis. En el primer tratado, en la anécdota del Lazarillo con el ciego, encontramos dos características notas de la novela: una temática, el carácter reflexivo del protagonista, y otra estilística,el uso del polisíndeton para enfatizar la narración, y característica típica de la lengua oral, así como noteremos en nuestro estudio sobre Las fortunas de Diana. Si bien el uso de estructuras y nexos copulativos suele considerarse síntoma de una sintaxis primitiva y una prosa todavía incipiente, en este caso el polisíndeton contribuye, indudablemente, a acentuar la tensión narrativa: y dende en adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y tapábale con la mano, y ansi bebía seguro. (p. 31, Tratado I) Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo afrmélo más...(p. 44, Tratado I) A continuación comienza un relato donde todo va a depender de la situación atmosférica: Y fue ansí que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes; y porque el día también llovía, y andaba 17 rezando debajo de unos portales (...); mas como la noche se venía y el llover no cesaba.. (p. 44, Tratado I) Consideremos otros ejemplos, caracterizados de manera evidente, de este recurso: Levantéme muy quedito, y habiendo en el día pensado lo que había de hacer y dejado un cuchillo viejo que por allí andaba en parte do le hallase, voyme al triste arcaz, y, por do había mirado tener menos defensa (...) Y como la antiquísima arca, por ser de tantos años, la hallase sin fuerza y corazón, antes muy blanda y carcomida, luego se me rindió, y consintió en su costado, por mi remedio, un buen agujero. Esto hecho, abro muy paso la llagada arca y, al tiento, del pan que hallé partido, hice según de yuso está escripto. Y con aquello algún tanto consolado, tornando a cerrar, me volví a mis pajas, en las cuales reposé y dormí un poco. Lo cual yo hacía mal y echábalo al no comer. Y ansí sería... (p. 62, Tratado II) Como hallase el pan ratonado y el queso comido y no cayese el ratón que lo comía, dábase al diablo, preguntaba a los vecinos qué podría ser comer el queso y sacarlo de la ratonera y no caer ni quedar dentro el ratón y hallar caída la trampilla del gato.(p. 65, Tratado II) Incluso el polisíndeton se utiliza a principio de frase, como se nota en el siguiente ejemplo: Y yo dije entre mí: "Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras". Tornóla a meter y ciñósela, y un sartal de cuentas gruesas del talabarte. Y con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro y a veces so el brazo, y poniendo la mano derecha en el costado, salió por la puerta, diciendo: –Lázaro, mira por la casa en tanto que voy a oír misa, y haz la cama, y ve por la vasija de agua al río, que aquí bajo está y cierra la puerta con llave, no nos hurten algo, y ponla aquí al quicio, porque, si yo viniere en tanto, pueda entrar. (p. 82, Tratado III) He querido evidenciar el recurso del polísindeton porque, según yo, crea una diferente construcción sintáctica, que causa una dilatación de la organización del texto y, al mismo tiempo, de la manera de concebir, proceso que se destaca a partir del siglo XVI, modificando además el ritmo por la redundancia de la conjunción “y” y enfatizando el contenido; en este caso el polisíndeton subraya la insistencia del aguacero. Otro expediente estilístico que demuestra el desorden sintáctico de la lengua popular, reflejo de una lengua espóntanea y descuidada, es el anacoluto (inconsecuencias en la construcción de las frases), cuya presencia es frecuente en esta obra: 18 Toma y vuélvela luego y no hagáis sino golosinar. (p. 48, Tratado II) La mezcla de tú y vos tiene como antecedente el fácil tránsito de un tratamiento a otro dentro de una misma frase o en frases vecinas. En la segunda mitad del siglo XVI estas formas se mezlcan y su alternacia depende sólo de la respectiva cortesía o confianza entre los interlocutores, sea cual sea su condición social. Este arquetón es viejo y grande y roto por algunas partes, aunque pequeños agujeros. (p. 59, Tratado II) Para remediar el anacoluto otras versiones lo han modificado con la fórmula ...con algunos agujeros. Merece la pena concluir nuesta investigación sobre el Lazarillo de Tormes con el análisis de algunos refranes y expresiones populares, que se encuentran a lo largo de la novela, brillantes testigos de la lengua coloquial del siglo XVI, y vemos qué construcción sintáctica presentan: No hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena. (Prólogo) Significa que todos los libros tienen algo bueno. La honra cría las artes. (Prólogo) El sentido es que los autores quieren que sus obras sean reconocidas. Más da el duro que el desnudo. (p. 35, Tratado I) Quiere decir que más da el que tiene algo que el que no tiene nada. San Juan y ciégale. (p. 57, Tratado I) El Lazarillo lo utilizó para expresar su deseo de que el clérigo no logra ver su artilugio, y se lo pide a San Juan, que es el Santo de los criados. Escapé del trueno y di en el relámpago. (p. 47, Tratado II) El Lazarillo usó esta expresión para dar a entender que salió del ciego que era muy cruel y se fue con el clérigo que aún era peor. Mas cuando la desdicha ha de venir, por demás es diligencia. (p. 68, Tratado II) Significa que poco vale la diligencia contra el mal predestinado. Éste es pobre y nadie da lo que no tiene. (p. 91, Tratado III) 19 Significa que ninguno da lo que no tiene; es un refrán muy usado en La Celestina. Y, además, consideramos algunas expresiones populares: Marido y señor mío. (p. 96, Tratado III) Significa Dios mío. Manténgaos Dios. (p. 100, Tratado III) Se solía decir cuando alguien no quería tener nada que ver con nadie; es como si se dijera “ya te apañarás”. Como se nota a través de estos refranes es fácil considerar que su construcción depende de la espontaneidad con la cual el interlocutor quiere ser más directo y conciso posible, alterando el orden de las palabras según como más convenga para su objetivo; dando prioridad y énfasis al complemento temático y oscurando el valor de las otras palabras que tienen menor importancia. Aunque es además fácil constatar como algunas veces el orden es muy linear para ser muy claro y no tergiversar. A continuación, esta investigación sigue adelantándose en el tiempo hacia el inicio del siglo XVII y parándose frente a una gran obra que es testimonio único del estado de la lengua y de las evoluciones diacrónicas sobre todo por lo que concierne la sintaxis, dado que la obra está escrita en una lengua que se acerca a la oralidad, y la lengua oral evoluciona más rápidamente que la lengua escrita. Las fortunas de Diana fue publicada en 1621 y forma parte de un conjunto de cuatro novelas, las Novelas a Marca Leonarda, que Lope de Vega escribió a petición del último gran amor de su vida, Marta de Nevares. Una novela que fue definida “de capa y espada”, en la cual el desarrollo de la intriga amorosa se basa en un intercambio de cartas de amor, en diálogos y en monólogos dramatizados cuyo fin es, como explicó Lope de Vega, dar “contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte”. El histórico personaje Marta de Nevares se cela detrás del personaje ficticio Marcia Leonarda, a la cual Lope escribe de manera que la presencia de un narrador y de un narratario están ambos relacionados con Lope de Vega y con Marta de Nevares transportando el mundo de la ficción al de la realidad, con una continua mise en abîme. Ingenio, agudeza alocución directa, formulación coloquial son parte de una retórica seductiva. El lector real sigue el proceso mental con la lectora ficcional (la amada y narrataria) 20 y establece con ella un pacto tácito, la cual está ligada al narrador (el amante). He querido evidenciar este recurso porque subraya la estrategia de combinar oralidad y escritura y de ofrecer la viveza y la inmediatez del lenguaje, con el dominio de la acción, de la intriga amorosa entre los amantes Celio y Diana sobre la descripción, así que Lope de Vega se apropió del discurso comediesco para elaborar su retrato literario. Las gradaciones del continuum conceptional entre los polos extremos de ‘inmediates’ y ‘distancias comunicativas’, entre la oralidad y escritura son evidentes en la lengua de Vega, en la cual resaltan la ‘cooperacion’, la ‘dialogicidad’, la ‘espontaneidad’, y en la cual se pueden destacar dentro del estudio lingüístico tres niveles que aquí se funden en un único sistema: el nivel universal que abarca la actividad del hablar entre los interlocutores; el histórico, donde aparecen, por un lado, las lenguas como técnicas históricas del hablar y, por otro, las tradiciones discursivas, y el nivel actual donde encontramos los discursos concretos. Estos tres niveles han sido puestos en evidencia por la triple función de Marcia Leonarda y por la traslación del plano ficcional a lo real que hemos subrayado precedentemente. La línea del continuo entre los extremos de la ‘concepción hablada’ o inmediatez comunicativa y la ‘concepción escrita’ o distancia comunicativa en lo específico del texto literario Las fortunas de Diana y el Lazarillo de Tormes consisten exactamente en la posibilidad de fingir y, al mismo tiempo, de seducir con una retórica brillante. El resultado es una lectura fragmentada y tetralizada que representa la organización típica de la novela barroca por la convivencia de segmentos narrativos y argumentativos. El énfasis de la acción ha de colocarse sobre el dramatismo: la consigna fue ganar al fiel a través de la emoción. Las escenas se vuelven dinámicas, lejos de los estilos anteriores. Las composiciones se complican para ofrecer variedad y colorido. Las luces, los colores, las sombras se multiplican y ofrecen una imagen vistosa y atrayente de sus protagonistas. Dentro de la lengua oral de Vega hay partes coloquiales (dialogos) y poesía, algo que era usual en la Edad de Oro, para enseñar su habilidad. Destaca también el uso de las figuras mitológicas que contribuyen a enriquecer su lengua y a dar prueba del intento de contentar los gustos de todos cultivando la mayor parte de los géneros vigentes en su tiempo con extraordinaria calidad, tal que le valió el título de “Monstruo de la naturaleza”. La introducción de digresiones e interrumpciones en la obra testimonian el intento del autor de evidenciar que está hablando con Marcia 21 Leonarda, y las cosas que dice no tienen nada que ver con el tema. Muchas son eruditas, cultas, para hacerlas verdaderas, y éste es un recurso típico de la retórica. Estos expediententes enseñan la dificultad de Vega de librarse del peso de la tradición clásica y de la historia de su lengua causando así una ruptura de su manera típica de escribir, con evidentes giros sintácticos y ambivalencias del texto, y para ganar la complicidad del lector. Estos recursos crean confusión dentro del texto, interrupen el hilo argumental y descuidan la forma sintáctica con el intento de resaltar algunas figuras para impactar al lector.3 Aposentóse el Duque en la corte con la grandeza que a tal príncipe convenía. Íba y venía a palacio, llevando siempre en su coche a Diana, que se convertía en los ojos de Argos para ver si por aquellas calles o en los patios y corredores del alcázar parecía Celio, que con fuertes prisiones estaba en Cartagena de las Indias. (p. 154) Con una metáfora el autor explica que Diana intentaba ver Celio un día, como si fuera Argos, figura mitológica que tenía cien ojos, y que simboliza la vigilancia. Esta metáfora está subrayada por una compleja estructura sintáctica que empieza por la inversión del verbo respecto al sujeto y está organizada en diferentes oraciones subordinadas, donde cada una añade un significado preciso al sentido general del período. En los palacios de Circe estuvo mi entendimiento cautivo sin hermosura y agradecido sin premio. En esta transformación no pude ver sus defetos: ¡Mal haya amor que, pasado, es todo arrepentimiento! (p. 158) En esta nota observamos la importancia dada a la coordinada espacial puesta en la primera colocación para poner en evidencia el escenario mitológico. Sigue la anteposición del verbo respecto al sujeto entendimiento, sustantivo al cual siguen dos adjetivos coordinados calificativos ( cuyo cambio de posición respecto del sustantivo no implica cambio de sentido) y que tienen una función especificativa ya que están pospuestos al sustantivo. Con la exclamación el autor quiere enfatizar que mal es el amor pasado, adjetivo subrayado en cuanto está puesto entre comillas. Naturaleza y la diosa que vuestros prados amenos visten por abril y mayo, en su boca compitieron. (p. 159) Esta nota, insertada en el canto de Diana, hace referencia a la diosa Flora. Naturaleza y la diosa se encuentran en primera posición con el A continuación las referencias acerca de la obra literiaria Las fortunas de Diana remiten a: L. deVega, Las fortunas de Diana; Texto y gramática de M. C. Muñoz Medrano, A. Lippolis Editore, Messina, 2007. 3 22 intento de intensificarlos. Sigue la anteposición del complemento objeto respecto al verbo, para enfatizar la riqueza de estos prados que compitieron en la boca de la diosa; según la creencia mitológica, la divinidad hacía brotar las flores de los árboles. Tres dicen que son las Gracias los que las suyas no vieron, porque las hicieran más o fueran las otras menos. (p. 160) También en este caso hay una evidente inversión sintáctica que quiere enfatizar la cantidad de las Gracias que representan la hermosura, el arte, el baile y el canto. Lope confiere variedad a sus relatos, ricos, ciertamente, en episodios y paréntesis, en historias y fábulas. Alega referencias doctas e intercala “episodios mitológicos. Como explica Vega en La Arcadia, el escritor ha de saber “todas las ciencias, o a lo menos principios de todas”. El latín era la base de la enseñanza, y a través de la lectura de los clásicos se alegaban sentencias, conocimentos mitológicos, máximas que fijaban una forma de ser y de comportarse. Esto provoca que el orden temporal se interrumpa y haya discordancias entre el orden temporal de la historia y el orden de sucesión en el relato, insertando narraciones al presente en narraciones pasadas (anacronías hacia el pasado) o futuras (ancronías hacia el futuro). Claramente estas inserciones se reflejan en el desorden de la sintaxis y en la sucesión de las palabras. Empeñé las joyas en Sevilla para cosas que me fueron necesarias, con determinación que, si Dios me volvia con bien del comenzado viaje, volvería las joyas a su dueño. Pero si por la relación añadió el piloto que me habéis dado conocéis esta dama, este diamante es suyo: mirad si le conocéis. (p. 146) La identificación y el reconocimeinto del diamante sirve para reconocer la identidad de la amada que se ignoraba. El autor aplica una técnica bizantina que está en la anticipación de un evento que se va a desarrollar posteriormente en el relato. Esta técnica contribuye a fragmentar el texto, mezclando diferentes recursos, aportando desorden a la organización textual. El autor invierte la subordinada si por la relación que me habéis dado a la principal añadió el piloto, insertándola dentro de la subordinada que Vega divide en dos partes; si por la relación y que me habéis dado sin usar ninguna coma. Todo esto crea claramente un evidente desorden de las palabras y del texto, en general, a través del uso de la prolepsis, para subrayar el contenido, según la posición de los términos, reflejando la lengua hablada y las intenciones discursivas intímas suyas. 23 Vega disfruta de la alternancia entre la modalidad escrita y la hablada con una mezcla de heterógenas opciones y conferiendo sinuosidad al relato. A través de los recursos de la narración hablada puede interrumpir su relato, añadir digresiones, divagar sobre otros asuntos, y retomar el relato. Lo que no sería posible a través del uso único de la modalidad escrita ya que no disfruta de la actualidad del relato oral. ¿Qué había de hacer Diana en este atrevimiento? ¿Era Troya Diana? ¿Era Cartago o Numanca? Que bien dijo un poeta: Tardóse Troya en ganar, pero, al fin, ganóse Troya. Desmayóse la turbada doncella. Celio la recibió en los brazos y puso con respeto y honestidad en su cama... (p. 94) Vega se basa en fuentes eruditas que evocan la caída de Troya que tuvieron suceso en la tradición oral. En particular el autor usa la técnica típica de los relatos del siglo XIV que consistía en versar en torno a los asuntos clásicos como la guerra y la destrucción de Troya. El sujeto Diana se pospone al verbo había de hacer, y en la interrogativa se pospone incluso al complemento objeto Troya. De la misma manera, el sujeto el poeta se pospone a bien dijo y el sujeto Troya a los verbos se tardó y se ganó. Sigue el sujeto la turbada doncella que se pospone al verbo al cual està ligado se desmayó, cuyo adjetivo turbada se antepone al sustantivo con función explicativa que destaca y acentúa una característica inherente de lo nombrado, explicitando algo que ya está comprendido en el significado del sustantivo al fin de enfatizar la condición de la doncella. El uso vivido del lenguaje es testimonio concreto de un discurso paralelo a la historia, construido come relato oral que da vida a una lengua hablada. Pretende que nosotros creamos que està contando algo que està escrito para ser hablado. Consigue que su relato sea hablado más que escrito, dialogado más que narrado. El precepto “hay que escribir bien como se habla, el escribir tiene que quedarse cerca del hablar” fue introducido por Juan de Valdés en su obra el Diàlogo de la lengua (1535), “el estilo que tengo me es natural, y sin afectación ninguna escrivo como hablo”. Así que, esta mímesis de lo hablado de Vega se puede hacer resalir a Valdés con la fórmula “Escribe como hablas” con un estilo orientado hacia la expresión de lo ‘natural’ y ‘lo simple’; la mímesis de lo hablado utiliza construcciones y elementos sacados directamente de la lengua hablada, con el uso de recursos literarios que aparecen en el discurso directo. Hay que considerar que la lengua escrita no evoluciona con la misma velocidad de la lengua hablada y entonces la lengua de Vega es un testimonio inestimable del estado y de las evoluciones de la lengua espanola, ilustrándonos el fundamento de la lengua que hoy hablamos. 24 La lengua de Vega es muy fluctuante, muy poco equilibrada, no hay un método preciso que sigue con coherencia, y, además, es una lengua insegura y no cuidada. Esto demuestra el fin primario del autor, el de persuadir a un público amplio que exige que se represente la acción en el modo más directo posible. Así que, el objetivo es el de impactar emocionalmente a los receptores sin hacer caso de los recursos estilísticos empleados o a la lengua. Además el uso de una lengua concreta no es sólo por voluntad del autor sino es el resultado del hecho que Vega escribió mucho yendo de prisa y, a veces, sin la posibilidad de releer sus obras o de hacer caso a su forma. La intención era sólo la de satisfacer a todos cada uno con su gusto, combinando todos los recursos y géneros a disposición. En su Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo, Vega recuerda los nuevos principios del arte retórica y poética, aclarando a cada paso, que hay que hacer las cosas como las espera el vulgo. Las fortunas de Diana se caracteriza por una concatenación y acumulación de ideas, e impulsos creativos. Todos estos aspectos que hemos considerado hasta ahora dan lugar a la construcción de la frase de manera desordenada, en la cual el verbo no está en su sitio y el sujeto se pospone, característica típica de la lengua oral. Por esta razón el artificio del autor de escribir como se habla no se puede considerar lo que se llama “ficción converacional”, cuando el autor imita no sólo el lenguaje hablado, sino también las estrategias y mecanismos de la dialogacidad oral. En este caso la imitación de lo hablado o las diferentes formas del discurso directo con los recursos del lenguaje oral no son nunca completas ni perfectas, se trata siempre de simulaciones, o sea, la conciencia lingüística del autor, la que selecciona ciertos rasgos lingüísticos considerados característicos de la lengua hablada. Pero eso no es el caso de Vega que utiliza el lenguaje hablado no sólo como un recurso estilístico sino también con espontaneidad dando prueba inminente a sus pensamientos y estados de ánimo, poniéndose al servicio y al gusto de su público. Reflejo de la lengua oral es la alteración de los componentes de la oración, y esto implica que casi nunca está la disposicion linear de los elementos, según el orden, sujeto, predicado y complemento. Es grande la diferencia y más humilde el modo. ...llamaban a las novelas cuentos...se reducían sus fábulas a una manera de libros. (p. 76) Fueron en esto los españoles ingeniosísimos. (p. 78) 25 Vega seguía la regla en vigor que los sustantivos y los pronombres habían de ir tras el verbo aunque no hay ningun rigor formal, ya que estamos hablando de una lengua oral, que no puede ser rígida en cuanto es fruto espontáneo de las consideraciones y deseos de los personajes. No erraba Lisena en componer honestamente su hija, que una doncella en hábito estraordinario de su estado no es mucho que desee cosas estraordinarias...(p. 81) Atenta estuvo Lisena y sin responder a Otavio...(p. 83) Quedó Celio con la llave de aquellos aposentos. (p.90) Distaba la ventana del suelo catorce o dieciséis pies...(p. 91) Algunas noches duró en estos amantes la conversación referida secretamente, porque Diana no daba lugar a lo que Celio con eficaces ruegos pretendía y con juramentos aseguraba. (p.93) Dejó finalmente Celio en manos de Diana su determinación. Mil veces se maldecIa Diana por haber dado lugar a Celio en su deshonra... (p. 97) No quiero yo que me quieras, que como el amor es alma...(p. 112) Admirados quedaron los pastores de ver entre aquellas ramas tal prodigio de hermosura...(p. 116) Tenía conocimiento este labrador con el mayoral de los ganados del Duque... (p. 127) Contenta estará vuesta mercé, señora Leonarda, de la mejoría de nuestro cuento, pues ya queda Diana en servicio del rey Católico..(p. 155) ...ya hicieron fin las fortunas de la hermosa Diana y el firme Celio. (p. 166) Es claro que alterando el orden de los complementos la lengua se acerca a la oralidad y la anteposición del predicado o la disposición del complemento se realiza por imitación de la lengua hablada. En consecuencia, a las incongruencias de la lengua hablada se da forma a través de su expresión escrita. Como ya hemos considerado, otra tendencia típica de la Edad barroca està en la construción de la frase con el verbo puesto al final. La sintaxis y la organización del texto imita, algunas veces, la construcción del período latino, con finalidades estéticas y retóricas, aunque domina la tendencia de la posición postverbal tan característica del castellano medieval del siglo XV, como hemos observado a través del análisis de La Celestina. Veamos 26 ahora algunos ejemplos que muestran una organización sintáctica impregnada de retocismo latino: Y viniéndole a la imaginación a Celio que...así presumiendo hallarle como por alejarse de su tierra, resolvióse a ver si en aquella insigne ciudad estaba.(p. 120) Vino gente y dividiósela conversación con gran sentimiento de Silveria, que de allí adelante con más declarados ojos la miraba.(p. 132) A muchos enviaba a ella con los procesos y averiguaciones y a muchos hacía dar garrote en secreto y sepultura en el mar, si allí le había.(p. 163) Esta tendencia a organizar la frase según la construcción latina era típica del barroco con la finalidad de enriquecer la lengua, contraponiendo típicas formas de la lengua hablada y construcciones más elegantes que adornan la lengua empleando todo los recursos posibles para su narratario, Marcia Leonarda y para satisfacer el gusto de todo el mundo. No obstante Vega ha sido considerado como el enemigo de Góngora, que solía decorar tal lengua hasta el punto de privarla de contenido, el autor juega con las diferentes posibilidades lingüísticas, y, como hemos visto, no se puede excluir el uso de construcciones cultas que se alternan a las más cercanas a la lengua oral, dando a cada personaje su personal lengua, aunque, a veces, con contradicciones. Otra característica de la lengua oral es el uso reiterado de la conjunción “que”, así como se suele repetir en la conversación, con una función de refuerzo al sentido; su ripetición causa interrumpciones dentro de la organización sintáctica de la lengua escrita y evidencia, en cambio, la sinuosidad y la modulación típicas de la conversación: Porque mandarme que escriba una novela ha sido novedad para mí, que aunque es verdad que en el Arcadia... (p. 89) Y que habiendo conocido la deslealtad de otros amigos...se había reducido a quere tratar y conversar el caballero más noble...; y que mirase que, después que andaba con él, no le había dado disgusto ni sacado la espada.... (p. 83) ...y el alma de la novedad y ternura que sintió oyéndolas, que me des licencia para hablarte, que no sé si tengo qué decirte; (p. 89) La reiteración de la conjunción “y” es otro típico ejemplo de la lengua oral que contribuye a hacer menos fluida la organización sintáctica rompiendo el hilo argumentativo que se puede seguir sólo con un justo 27 orden de las palabras sin interrumpciones: en el siguiente ejemplo, observamos cómo la conjunción “y” aparece bien seis veces: Otavio era hijo de una señora viuda, que dél y de una hija que se llamaba Diana y de quien toma nombre esta novela estaba tan gloriosa como Latona por Apolo y la Luna. Acudía Lisena, que éste fue el nombre de la madre, a las galas y entretenimientos de Otavio liberalmente, y con mano escasa y avara... (p. 80-81) No faltan ejemplos de discordancia sintáctica para subrayar algunos detalles en cambio que otros: ...había no ha muchos tiempos dos caballeros de una misma edad...(p. 79-80) En este caso particular se nota el adjetivo muchos puesto en plural y entonces discordante con el nombre tiempo, y la inversión entre el verbo y el sujeto, entre los cuales se pone la coordenada temporal para enfatizarla; además se subraya el hecho que los caballeros son de la misma edad con el adjetivo explicativo misma que ha sido antepuesto al nombre edad al cual se refiere. En Las fortunas de Diana sólo los pronombres enclíticos “reflexivos” contribuyen a alterar el orden linear de los componentes de la frase, aspecto que hemos destacado en el Lazarillo de Tormes. Consideremos algunos significativos ejemplos: Y engáñanse en esto, como en otras cosas, porque a la frescura de lass rosas por la mañana basta el natural rocío... (p. 91) Consertáronse los dos con pacto que no había de pasar de la ventana... (p. 91) Dolióse de su temor el alba, envidiosa de sus lágrimas salió más presto; (p. 110) Sosegóse Otavio, así por esto como porque su madre le disuadía deste pensamiento...(p.121) Además, hay casos en los cuales los sustantivos propios o comunes no tienen artículo y están en singular: ...que amor, dinero y cuidado es imposible disimularse...(p.134) ...porque es ingratitud al cielo o emplearse mal o encubrillas. (p.141) 28 Por lo que concierne a la colocación de los adjetivos, en Vega muchos son especificativos en posición antepuesta al sustantivo, utilizados para una finalidad estética de la época barroca, en cambio en La Celestina estaban sí en posición antepuesta pero con función explicatica. Cosideremos algunos ejemplos en los cuales se destaca la preferencia del autor por la anteposición del adjetivo al nombre con función especificativa: Y así contenta y enternecida Diana más de la verdad y llaneza que del artificio del papel...(p. 89) ...si tan desigual libertad de mis obligaciones llegase a sus oídos. (p. 90) ...y la última fue rogarle que se fuese a vivr a su casa en mejores aposentos. (p. 90) No obstante, no faltan adjetivos pospuestos al verbo, con función explicativa, así como aparecen en el español actual, con el intento de matizar la calidad del nombre: Diana mostraba alegría en la obediencia, y con discreción notable no excedía un átomo sus preceptos, de suerte que ni en misa ni en fiesta pública fue jamás vista de la curiosidad ociosa de tantos mozos...(p. 81) En este caso los adjetivos notable y ociosa restringen las posibilidades referenciales de los sustantivos discreción y curiosidad, añadiendo notas no inherentes a su significado, o sea, agregan algo que no está comprendido en la significación de los sustantivos y se refieren a una parte de la extensión de éstos. Por fin, la construcción atributiva corresponde a la del español actual y, en cambio, se diferencia de la del siglo XV y parte del siglo XVI, dado que en aquel período se anteponía el atributo a su verbo. ...es ansia de las doncellas lucir su primera hermosura con la riqueza de las galas; (p. 81) ...que a diez y a veinte leguas de Toledo anduvieron por espacio de un mes, fue posible hallar señas. (p. 119) ...aunque sean engañosas, no dañan, porque entretienen la vida. (p.121) A través de este excursus diacrónico hemos recorrido un viaje en el tiempo que va desde el siglo XV hasta el siglo XVII, recorriendo las etapas históricas señaladas por la publicación de obras de alto nivel literario como, La Celestina, el Lazarillo de Tormes y Las fortunas de Diana. 29 De manera distinta estas obras presentan aspectos peculiares que nos enseñan la lengua en su respectivo período histórico. En mi investigación he tratado la evolución sintáctica del orden de las palabras y he visto como algunos aspectos se han desarrollado, otros han desaparecido y otros han variado sus matices. Por cierto la manera con la cual construimos y organizamos nuesta ideas enseña una diferente madurez lingüística que se adquiere sólo con un desarollo histórico y cultural. Hemos visto como en el siglo XV la constucción de la frase era concebida según el modelo latino mientras que ya en el siglo XVI el orden se configura de manera más linear aunque con significativas excepciones. En la era de Las fortunas de Diana se destaca la inversión entre el verbo y el sujeto creando desorden en la frase. Estas diferentes configuraciones de la sintaxis demuestran, en diferente manera, la espontaneidad y el escaso cuidado que hay en la lengua oral, el esfuerzo de los escritores de acercarse a los lectores y su gran emotividad; por otro lado, su fuerte arte estilítica no puede sino que trasparentar a través de sus líneas leterarias. Por eso, en las tres obras literarioas analizadas resalta la alternancia entre expresiones cultas y coloquiales que por cierto presentan construcciones sintácticas diferentes; en la primera se nota la fuerte relación con el latín y el arte medieval; y en la segunda hay una construcción más vulgar que quiere impactar al lector dando prioridad a los elementos temáticos y a las palabras llaves. Además, he analizado todos los elementos de la frase que contribuyen a definir su orden. La posición de los pronombres, de los adjetivos respecto al sustantivo, y dentro del período la posición de la subordinada respecto a la principal, según la importancia que el escritor quiere dar a las dos y según las nuevas posibilidades lingüísticas a su disposición; en efecto, ya a partir del siglo XVI se constata la dilatación del texto y el desarrollo del uso de los nexos, copulativos y no. Es en la sintaxis donde se notan mejor los grandes progresos lingüísticos entre la lengua clásica y moderna, progresos que se destacan en mayor medida en la lengua oral, gracias a su capacidad de modificarse día tras días. Y, por esta razón, las obras por mi elejidas me han ayudado en mi investigación. Todavía hay mucho que descrubir, y además hay que considerar que la lengua tiene el poder mágico de revelar continuamente aspectos nuevos, dado que refleja la cultura en la que se habla, y ésta va desarrollándose día tras día gracias a los continuos estímulos de los hablantes sin fin y sin ofrecer conclusiones absolutas. 30 Bibliografía C. Alvar, J.-C. Mainer, e R. Navarro, Storia della letteratura spagnola, vol. I, Il Medioevo e l’Età dell’Oro, Einaudi, Madrid, 2000. P. Q. Barastegui, Antología de la literatura española; vol. I, Edad Media y Renacimiento, A. Lippolis Editore, Messina, 2005. J. J. De Bustos Tovar, La imbricación de la oralidad en la escritura como técnica del discurso narrativo, en T. Kotschi, W. Oestereicher y K. Zimmermann (eds.), El español hablado y la cultura oral en España e Hispanoamérica, Frankfurtam Main-Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 1996, pags. 362- 373. R. Cano, El español a través de los tiempos, Arco Libros, Madrid, 1988. R. Cano, Historia de la lengua española, Ariel, Barcelona, 2004. - , Lazarillo de Tormes, Edición de F. Rico, Cátedra, Madrid, 1999. - , Lazarillo de Tormes, a cura di L. D’Arcangelo, Mondadori, Milano, 2000. J. Polo, Lo oral y lo escrito. Lengua hablada, lengua escrita, escritura de la lengua y dicción de la lengua, en Cortés Rodríguez, Luis (ed.), El español coloquial. Actas del I Simposio sobre análisis del discurso oral, Almería, Servicio de Publicaciones Universidad de Almería, 1995, pags. 71-99. A. Várvaro, C. Samonà, La letteratura spagnola dal Cid ai Re Cattolici, Rizzoli, Milano, 2003. L. de Vega, Las fortunas de Diana; Texto y gramática de M. C. Muñoz Medrano, A. Lippolis Editore, Messina, 2007. L. de Vega, Novelas a Marcia Leonarda, Cátedra, Madrid, 2002. Sitología http://www.rinconcastellano.com/index.html 31