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JUNTOS Una comedia de Lukas Moodysson http://www.golem.es/juntos Golem Distribución, s.l. Avda. Bayona, 52 · E 31008 Pamplona / Iruña · Tel. 948 17 41 41 · Fax. 948 17 10 58 www.golem.es · [email protected] Sinopsis Elisabeth, harta de su marido, decide hacer las maletas, coger a los niños e irse a vivir con Göran, su hermano. Estamos en el año 1975. Elisabeth es la típica ama de casa de clase media que vive en las afueras, pero Göran es otra cosa. Vive en una comuna en la que aterrizan Elisabeth y sus hijos; una casa caótica llena de gente con el pelo largo que habla de política, practica el sexo libre, planta verduras y bebe mucho vino tinto. El encontronazo entre los dos mundos da lugar a un drama que cambiará sus vidas. Una película que describe a personas que se esfuerzan en convivir. A veces funciona, otras, es un desastre. Habla del amor y del divorcio, de la familia feliz y de la familia desdichada, de niños y de adultos, de la amistad, de sexo y de fútbol. Lukas Moodysson – Biografía Lukas Moodysson, nacido en el sur de Suecia en 1969, publicó un libro de poesía a los 17 años, seguido por otros libros de poesía y una novela. Tiene mujer y dos hijos de dos y cuatro años y medio. Vive en el centro de Malmö, le gusta escuchar lo último de Eminem, Neil Young, Zuma, el “Live 1966” de Bob Dylan, y al grupo sueco Latin Kings. FUCKING ÅMÅL, fue el primer largometraje de Lukas Moodysson. La película, aclamada por la crítica y el público, fue estrenada en numerosos países. FUCKING ÅMÅL fue nominada para “Mejor Película Europea de 1999” por la Academia Cinematográfica Europea. Lukas Moodysson también fue el coguionista de la serie DET NYA LANDET para la televisión sueca en el año 2000. JUNTOS (Together) es su segundo largometraje. Lukas Moodysson – Entrevista Continuación, una palabra difícil de evitar en estas circunstancias. Pero Lukas Moodysson está a punto de demostrar al público que FUCKING ÅMÅL no es la única maravilla que tenía guardada en el bolsillo. Desde luego, no parece que Moodysson haya sufrido un bloqueo creativo; sólo le llevó un año terminar JUNTOS (Together). Esta nueva película, un drama basado en las relaciones en una comuna de los setenta, es muy diferente de FUCKING ÅMÅL. No hay un verdadero protagonista, la película sigue al grupo en su conjunto. El espíritu de la época es lo que cuenta. Pero el público reconocerá el buen humor y la fotografía de la película anterior. • Lukas Moodysson llega a la habitación del hotel para la entrevista envuelto en una parka verde. Es un día gris y lluvioso en Malmö, y acaba de dejar a sus dos hijos pequeños en la guardería. Hace poco que ha terminado la película. Tiene cuidado en no decir que ha hecho otra gran película, pero parece estar satisfecho, más aún, aliviado con el resultado. Se le ocurrió la idea de rodar una película basada en los años setenta después de visitar “El corazón está a la izquierda”, una retrospectiva de arte político sueco de 1964 a 1974 en el Centro de Arte de Gotemburgo, en 1998. Era una de las mejores exposiciones que había visto. A menudo, el arte contemporáneo me parece poco interesante. La retrospectiva era divertida, comprometida y personal. • Estaba decidido a romper el típico molde de “vamos a reírnos de los setenta”. Decidió explorar el pro y el contra del movimiento de izquierdas que surgió en esos años. Para Moodysson, lo más positivo de aquella época es la idea de la rebelión a nivel público y privado, la solidaridad y el compartir. Del lado negativo, la teoría y el fundamentalismo. Suena bien en teoría, pero tanta teoría acaba contigo. El amor libre parece genial, pero si uno se siente mal, ya no es tan genial. El fundamentalismo religioso y político es excluyente y, por lo tanto, no es revolucionario. • En la película de Moodysson, la comuna funciona gracias a los miembros que no son dogmáticos y que abren sus puertas a gente con menos conciencia política, gente más “corriente”. Sin embargo, Moodysson cree que Eric, uno de los fundamentalistas de la comuna, es el miembro más entrañable. A pesar de la ingenuidad de Eric, de su deseo de unirse a la Baader Meinhof, me cae bien. Ha heredado gran parte de su indignación y de su rebeldía de mí. • Hablamos del idioma de sus películas. Moodysson es un experto en conseguir que los diálogos reflejen cómo habla la gente en la vida real. Me interesan los diálogos. Los leo en voz alta para asegurarme de que suenan bien, de que tienen ritmo. • Lukas Moodysson se expresa con cuidado. Empieza una frase, se interrumpe y vuelve a empezarla usando diferentes palabras, buscando una mayor precisión, como un director volviendo a rodar una toma. Se trata de escribir tal como se habla. La única forma de entrar en un personaje es buscándolo dentro de uno mismo. • La trama, los diálogos y los personajes son lo más importante en las películas de Moodysson. No le interesa usar un idioma cinematográfico sofisticado, ni las últimas técnicas. Es un escritor que cuenta una historia con imágenes. Dirige sus películas para asegurarse de que la historia se cuenta tal como él quiere. Para mí, la parte clave es la escritura. Nunca estoy seguro de lo que escribo, de si es bueno. La autocrítica se me da bien. Rodar ya es otro cantar. Me siento muy privilegiado al estar en ambos lados, en la soledad egocéntrica del escritor y en el colectivo caótico del cineasta. Para un escritor, lo más duro es empezar desde cero frente a una página en blanco. Para un director, lo más difícil es encontrar a los actores idóneos, las personas adecuadas para el papel. • Le gusta mezclar las ideas más radicales con un humanismo sin controversias, basarse en personajes buenos y normales. En cuanto a su estilo, también ocurre lo mismo. Un expresionismo casi documental apoya un argumento que no se aleja mucho de lo que se ve en las películas estadounidenses. Me gusta combinar la superficialidad americana con la seriedad europea. • También dice que cree en los viejos conceptos de Hollywood, en los héroes, en los modelos que se quieren imitar. Pero, claro, no tengo la misma moralidad, mi imagen del héroe ha cambiado. Tal como lo veo, ahora se aprende del arte, se absorben conocimientos. Me interesa el arte que no sólo haga preguntas, sino que también intente aportar respuestas. Si un artista representa algo, no hace falta abrazar todo su sistema de valores para apreciar sus obras. El arte contemporáneo, e incluyo la música pop y el cine, se limita sobre todo a hacer preguntas. Nunca aporta una respuesta. Incluso se considera una banalidad incorporar esperanza al arte. Cuanto más oscuro, mejor. • Moodysson reconoce que le cuesta imaginar una película sin un final feliz. Quiero que acabe como en los cuentos de hadas excepto por la última frase: “Fueron felices y comieron perdices”. Esas palabras lo estropean todo. Quiero un final adecuado, un final a lo grande, pero sin la última y aburrida coletilla, sin el “para siempre jamás”. Quiero que sea un final abierto. •¿Puede Lukas Moodysson ser el nuevo salvador del cine sueco? Aunque esta película tenga éxito, es difícil decidir una cosa así después de sólo dos películas. Quiere tener un público más amplio, es una de las razones por las que se lanzó a hacer películas. Aunque imagino que acabaré cansándome y querré hacer películas más pequeñas, independientes. A veces, la industria cinematográfica y el mundo del cine me sacan de quicio. Entonces, me entran ganas de hacer algo que no guste a nadie. Me da miedo, no mucho, pero un poco, quedarme estancado, hacer la quinta divertida película de Lukas Moodysson. • No le queda mucho, ya ha hecho dos. Torbjörn Ivarsson Lukas Moodysson por Juan Zapater Lukas Moodysson nació el 17 de enero de 1969, es pues un cineasta joven que empezó a vivir cuando la explosión del 68 comenzaba a ser escrita con letras de leyenda, cuando el movimiento hippy se creía capaz de detener la guerra de Vietnam y mientras Janis Joplin, Jimmy Hendrix y Jim Morrison se erigían en cadáveres emblemáticos de un nuevo orden efímero basado en la libertad, el desorden y un lema: haz el amor y no la guerra. Estas referencias no son ni retóricas ni caprichosas. Quien ya conozca su segundo largometraje, JUNTOS (Together), dará fe de que en este filme ambientado en el contexto del año 75, en el seno de una comuna nada convencional que forma parte de la película de Moodysson se perciben poderosos, indelebles, esos rasgos distintivos que determinan el antecedente cultural y emocional de un puñado de cineastas llamados a revitalizar el decadente cine europeo desde premisas escasamente académicas. Dentro de un tiempo, se le reconocerá a Moodysson ese carácter de pionero y su valor de ariete en una cinematografía, la sueca, tan solvente y sólida como mal conocida pese a sus excelentes legados. Un gigante llamado Ingmar Bergman domina la realidad del cine sueco, la fortaleza y la precisión de sus mejores obras –obras cumbre de la cinematografía mundial, películas insuperables, siempre vivas–, ha oscurecido, ha tapado mejor dicho, una evidencia incontestable, Suecia lleva desde que el cine se inventó, algo más de un siglo, suministrando nombres decisivos al cine y a su historia. La incontestable cinematografía del realizador de EL SÉPTIMO SELLO y de GRITOS Y SUSURROS ha contribuido decisivamente a dotar al cine sueco, al menos a la proyección que del mismo se tiene en el resto del mundo, con los rasgos de frialdad, hondura y rigor. Cine adulto con ácidas introspecciones capaces de asomarse hasta el borde mismo de la angustia y el sufrimiento. Melodramas de melancolía y dolor, de soledad y represión, de incomunicación y agonía... ciertamente nadie como Bergman –con la excepción brillante y prometedora de Liv Ullmann que recoge su testigo– ha sabido desnudar los sentimientos humanos en su estado más puro. Pero así como la genialidad de Buñuel no acaba con todo el cine español, el magisterio de Bergman, con ser abrumador, convive con un puñado de nombres míticos nacidos en Suecia que forman parte de los recuerdos del espectador de todo el mundo. Pese a un panorama rico en gentes de valía, el cine sueco, como fruto de una nacionalidad concreta, jamás ha gozado del predicamento de otros países que, al menos durante algún tiempo, supieron atraer las miradas del resto del mundo. A lo más y en el capítulo de las anécdotas, para unos pocos el cine sueco representó la llamada de un cine desinhibido y procaz abanderado de cierto erotismo anclado en la proverbial tolerancia sueca que levantaban ciertas expectativas especialmente entre los espectadores de países subyugados por censuras y mojigaterias. Pero ciertamente no ha sido sino hasta la irrupción de Lukas Moodysson cuando, de repente, se han disparado las señales de atención ante un brote de renovación cinematográfica en cuyos planos se adivina un saludable espíritu renovador. Probablemente, en algún caso, se puede incurrir en el desliz de asemejar esta presencia al vigente e irreverente movimiento Dogme 95 liderado por Lars Von Trier. De hecho el productor de Moodysson, Lars Jönsson, ha colaborado con Zentropa, la productora de Von Trier. Además, Moodysson dirige con frescura, retrata personajes cercanos, contemporáneos y desde luego en su cine se cumplen muchos de los mandamientos del controvertido decálogo. Sin embargo, el fenómeno que Moodysson representa con participar de muchas de las actitudes del grupo Dogme, camina por cuenta propia. O como él mismo ha llegado a apuntar, en ese sentido su cine debe más a John Cassavetes que a los vecinos daneses de CELEBRACIÓN, MIFUNE y LOS IDIOTAS. Por ejemplo, uno de los rasgos distintivos con el que se ha encontrado Moodysson, el cineasta que cambió la poesía de la escritura literaria por la crónica cinematográfica de la gente corriente, ha sido su capacidad de servir de banderín de enganche del propio público sueco, público que como el de la mayor parte de Europa dispensa más favores al cine estadounidense que al de sus propios países. Mientras otros cineastas suecos como Lasse Hallström aparecen integrados en el cine hoollywoodense y otros como Liv Ullmann o Bille August permanecen fieles a las señas de identidad de Bergman, Moodysson vuelve su cámara hacia la realidad circundante y no duda en plantear en primer plano los pequeños-inmensos problemas de la gente de a pie, y esa gente, por vez primera de forma masiva parece interesarse por ese cineasta que les habla de cosas y personas a nivel de la piel. Cuando Moodysson, con varios poemarios publicados, tras cumplimentar su período de formación en la escuela de cine Dramatika Institutet de Estocolmo y realizar tres cortometrajes, decidió debutar en la dirección de un largometraje, nada hacía sospechar lo que iba a acontecer. Moodysson, que ha calificado el cine como la forma de expresión artística más bella que pueda darse en la actualidad, se enfrentó a su primer filme, FUCKING ÅMÅL, con tanta humildad como lucidez. Desprovisto de todos los lastres de una gran producción, Moodysson se rodeó de actores sin experiencia, diseñó el retrato de la aburrida y asfixiante vida en una ciudad provinciana y forjó un simpático y vital filme de adolescentes tratados como tales, como personas que se enfrentan a problemas tales como reconducir su sexualidad, encontrar el amor, enfrentarse a la presión-represión educativa y demoler la hipocresía social. Es decir, cine en las antípodas de los American Pie, Screams y otros engendros con acné a los que Hollywood resulta tan aficionado. Y aconteció que ese cine sin espacio aparente, localista –¿quién demonios sabía antes que ahora que Åmål era una agobiante ciudad sueca a las orillas de un lago que limita con Noruega?– y sin ninguna concesión al mercado arrasó en Suecia, fue el filme que representó a su país en las candidaturas al Oscar 2000, entusiasmo en el Cinema Jove de Valencia, 1999 –Primer Premio–y se paseó cosechando premios por Berlín, Karlovy Vary y por donde quiera que iba. La película, de esas que con condescendencia se califica de chiquita y bonita, entra en combustión y se crece más de lo que aparenta, servida por la precisión de su director y guionista y por la veracidad que le confieren sus dos principales protagonistas. Sin duda resultaba estimulante presenciar cómo un filme modesto y sincero como FUCKING ÅMÅL sólo fue superado en las taquillas suecas por TITANIC con un presupuesto que no llegaba ni para pagar los trajes de los figurantes del filme de James Cameron. Sin embargo, la cosa podía haberse resuelto en uno de esos aciertos de óperas primas llenas de evocaciones de la adolescencia y escritas con la pasión de quien ha vivido lo que cuenta, cuando un año después Moodysson presentó JUNTOS. La historia arranca el 20 de noviembre de 1975, en una vivienda colectiva en Suecia, en medio de un alborozo entusiasta que repite sin cesar que Franco ha muerto y con ello el fin de la dictadura en el estado español. Ese arranque brinda al público un escalofrío solidario al servirle en bandeja el recuerdo de la alegría de un puñado de suecos porque el estado español podía recuperar las libertades arrebatadas. Pero al margen de esta anécdota con la que JUNTOS despliega una galería de personajes tan poliédricos como humanos, en su segundo largometraje, Moodysson obtiene un filme de orfebrería magistral, cine que atrapa por la seducción implícita de sus personajes, celuloide que regala mucho más de lo que se espera y que recupera la vigencia de actitudes y sueños que en muchos casos ya no se encuentran en las salas de cine. No resulta difícil pensar que este poeta, casado y con dos hijos, vegetariano convencido y empeñado en transmitir una sensación de vitalismo social y existencial, en JUNTOS echa mano de sus recuerdos de la infancia –en 1975 Lukas Moodysson tenía 6 años–. Pero sea más o menos autobiográfica lo que sorprende en JUNTOS, en ese análisis que no duda en mostrar los excesos y los defectos de la vida alternativa enfrentada a las formas convencionales y esa sensación de inusitada modernidad. Sensación completamente alejada del aspecto anacrónico en el que se perdieron muchas de las películas realizadas en aquella época de confusión, sueños y cambio. Probablemente todo ello favoreció ese paseo triunfal de JUNTOS, primero en Suecia, luego en los festivales de Venecia, Toronto y el resto del mundo. En el último festival de Gijón, por ejemplo, JUNTOS emblematizó los mejores aciertos de un festival que año tras año ha sabido consolidarse entre los tres o cuatro mejores de todo el estado español y Gijón lo colmó con una lluvia de premios: mejor director, mejor actor, mejor guión y premio del jurado joven a la mejor película. Es decir, JUNTOS arrasó. Mientras tanto y por tanto iba creciendo en los escaparates cinéfilos de todo el mundo la sensación de que algo estaba pasando en Suecia. Ese algo era el brote de un renacimiento cinematográfico nacional muy especial. Se trata de una sospecha que tomó fuerza cuando el propio Lukas Moodysson no dudó en apoyar y producir a un joven de origen libanés forjado en Suecia Josef Fares con JALLA! JALLA! un filme directo y eficaz, una comedia ¿laboral? y próxima que, nuevamente, volvía a interesar al público sueco a la vez que despertaba más curiosidad entre quienes ya han gozado con los dos filmes de Moodysson. Es pronto para saber si su ejemplo puede provocar todo un movimiento. No lo es para reconocer que el cine sueco existe más allá de Bergman, que ya no es ni gélido ni angustioso y que está hecho con sangre mezclada de la nueva realidad de una Europa bruñida por razas y credos de todo signo. Así que resulta estimulante presenciar cómo, frente al declive de industrias europeas que muestran señas inequívocas de decadencia, acontecen pequeños movimientos subterráneos como los que ahora encabeza este poeta sueco que construye fotogramas llenos de música y sentimiento. Filmografía UPPGÖRELSE I DEN UNDREN VÄRLDEN, cortometraje, 1995 BARA PRATA LITE, cortometraje, 1997 FUCKING ÅMÅL, 1998 DET NYA LANDET, serie, coguionista, 2000 JUNTOS (Together), 2000 Ficha técnica Director y guionista: LUKAS MOODYSSON Productor: LARS JÖNSSON Fotografía: ULF BRANTÅS Director artístico: CARL JOHAN DE GEER Vestuario: METTE MÖLLER Maquillaje: LINDA BOIJE AF GENNÄS Y JESSICA CEDERHOLM Montaje: MICHAL LESZCZYLOWSKI Y FREDRIK ABRAHAMSEN Sonido: NICLAS MERITS, ANDERS BILLING Y LJUDLIGAN Mezclas: MORTEN HOLM Coproductor: PETER AALBAEK JENSEN Productor ejecutivo: MALTE FORSSELL Productores asociados: ANNA ANTHONY Y KERMIT SMITH Ficha artística Elisabeth: LISA LINDGREN Rolf: MICHAEL NYQVIST Göran: GUSTAF HAMMARSTEN Lena: ANJA LUNDQVIST Anna: JESSICA LIEDBERG Lasse: OLA NORELL Klas: SHANTI RONEY Stefan: SAM KESSEL Eva: EMMA SAMUELSSON Sigvard: LARS FRODE Signe: CECILIA FRODE Fredrik: HENRIK LUNDSTRÖM Margit: THERESE BRUNNANDER Ragnar: CLAES HARTELIUS Erik: OLLE SARRI Tet: AXEL ZUBER Birger: STEN LJUNGGREN Måne: EMIL MOODYSSON Información técnica Duración: 106 minutos Formato: 35 mm (Color) 1:1;85 Sonido: Dolby SR/ Año: 2000/ País: Suecia Producida por Memfis Film AB en coproducción con Zentropa Entertainments, Film i Väst, SVT Drama Göteborg, Keyfilms Roma, Nordic Film-och TV-Fund, con el apoyo del Instituto de Cine de Suecia/Mats Arehn, el Instituto de Cine de Dinamarca/Mikael Olsen, en cooperación con TV1000. Los actores y sus personajes Lisa Lindgren Elisabeth Es un ama de casa que vive con su familia, Rolf, Eva y Stefan, en Hägersten (un barrio en las afueras de Estocolmo). Quiere a su marido, pero también desea trabajar, crecer, ver algo diferente... Y, desde luego, lo ve. Michael Nyqvist Rolf Se queda solo cuando su mujer y sus hijos se mudan a la comuna. No sabe cómo enfrentarse a sus sentimientos y acaba bebiendo. Conoce a Birger, que también sabe lo que significa la soledad, y por fin consigue ayuda. Gustaf Hammarsten Göran Es superoptimista, pacifista, timido en los conflictos y Gandhi es su luz guiadora. Piensa bien de todo el mundo y prefiere sufrir antes que expresarse para herir. Intenta estar ahí siempre para apoyar a todo el mundo, y a menudo se encuentra pillado entre dos deseos diferentes. Siempre intenta comprometerse, tiene un buen corazón. Anja Lundqvist Lena Es la pareja de Göran, intentan tener una relación abierta. Lena es una persona muy emocional, nunca piensa antes de actuar. Lena es hippy por casualidad, sólo porque vive con Göran y él vive en una comuna. Jessica Liedberg Anna Tiene un hijo, Tet. Antes era la pareja de Lasse, han roto hace poco y los tres viven en la comuna. Ahora busca un amor, ¿y quién no? Aprovecha para probar cosas nuevas. Ola Norell Lasse Es el cínico de la comuna; tiene unos treinta años, estudia medicina y es apolítico. Lo que más le importa es su hijo Tet (llamado así por la ofensiva Tet en 1968) cuya madre es Anna. Su relación con Anna ha terminado y la única persona de la comuna con la que tiene una relación algo más profunda es Klas. Shanti Roney Klas Le gusta el sexo, el vino y tejer. Sam Kessel Stefan Tiene diez años y vive en una comuna con su madre y su hermana. Sus compañeros de colegio se meten con él porque es un empollón sabelotodo y tiene poca autoestima. Emma Samuelsson Eva Tiene trece años, es silenciosa y solitaria. Se meten mucho con ella en el colegio. Se siente muy triste porque sus padres se han separado. Olle Sarri Erik Políticamente comprometido, comunista, joven, enfadado. Odia el Teatro Real de Arte Dramático y toda esa mierda burguesa. Está frustrado porque a nadie más le preocupa. Se siente solo en la comuna. Total, son unos capullos, buena gente, pero, ¡joder! Cecilia Frode Signe Tiene principios y los defiende; está asustada pero tiene buenas intenciones. Vive en la comuna con su marido Sigvard y su hijo. Signe sabe cómo deben ser las cosas para que todo vaya bien. Lars Frode Sigvard Es un gran idealista al que nada en el mundo le hará abandonar sus ideales. Henrik Lundström Fredrik Tiene 14 años, vive al lado de la comuna. Su padre y su madre son muy estrictos y los vecinos no les caen muy bien; no les gusta que sean tan libres. Fredrik no tiene amigos. Nadie se mete con él, pero no tiene amigos. Lleva gafas de culo de botella. Conoce a Eva, que vive en la comuna. La única razón por la que se conocen y se atreven a hablar es que ambos llevan gafas. Claes Hartelius Ragnar Es un hombre de lo más normal. Vive enfrente de la comuna con Margit, su mujer. La comuna les molesta mucho. Therese Brunnander Margit Es de esas amas de casa que nunca dejan de hacer punto y van vestidas de marrón y beige; es la madre de Fredrik y está casada con Ragnar. Los nuevos vecinos hippies le parecen horribles pero, a la vez, se siente fascinada por ellos. Le preocupa sobre todo el contacto que pueda tener su hijo con la comuna y lo que hacen. Pero su hijo la ayudará de un modo inesperado a abrir los ojos y dejar el marrón y el beige. Axel Zuber Tet Tiene 8 años, hace el papel de Tet. Sten Ljunggren Birger Más vale comer gachas en compañía que solomillo solo. Memfis Film Productora JUNTOS ha sido producida por Lars Jönsson para Memfis Film. Anteriormente, Memfis Film produjo ÄNGLAGÅRD, de Colin Nutley; y FUCKING ÅMÅL, de Lukas Moodysson. Lars Jönsson también fue el productor ejecutivo de ROMPIENDO LAS OLAS, de Lars von Trier. ÄNGLAGÅRD y FUCKING ÅMÅL fueron dos de los mayores éxitos cinematográficos suecos de la última década. Lograron récords de taquilla en Suecia y fueron distribuidas internacionalmente a gran escala. Memfis Film estrenó cuatro largometrajes en el año 2000. Además, Lars Jönsson es uno de los productores ejecutivos de BAILAR EN LA OSCURIDAD, la ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2000. Empezó a colaborar con Lukas Moodysson en 1997 en el cortometraje BARA PRATA LITE. La prensa ha dicho Festival de Gijón 2000 Humor fresco. Cinemanía Mucho humor. El País de las tentaciones Una película que puso la sonrisa al festival. ABC Un guión brillante y bien encadenado. El País Excelente comedia sueca que reivindica las ganas de vivir. Odisea Dejo al público con muy buen sabor de boca y la sonrisa de oreja a oreja. Fotogramas Divertida historia. El Correo Un canto a la amistad y a la diversidad. El Treinta y Ocho Divertida película. El Periódico La prensa ha dicho Alemania Una obra de arte. Berliner Zeitung Una comedia muy refinada. Frankfurter Rundschau Analiza sin rodeos, pero con gran sutileza e ingenio, la estrechez de miras de los años posteriores al 68. Süddeutsche Zeitung Una exquisita película sobre la discusión del 68. Una película obligatoria para todos los que no estuvieron allí. Y de primera también para los viejos revolucionarios. Der Tagesspiegel Política sexual, ecología, Abba y el Che Guevara. Taz Si hubiese un premio que galardonara la descripción auténtica de la época, el director Lukas Moodysson lo hubiese ganado. Bonner Generalanzeiger Un canto de sirena malhumorada y satírica sobre la con-vivencia humana, en la que no se ha dejado fuera el horror del día a día, llamado soledad. Stuttgarter Zeitung El gabinete de figuras de cera inamovibles del año 68 de Lukas Moodysson consigue dar cita, sin ningún tipo de esfuerzo, a un extravagante humor y un dramatismo muy sensible. FOCUS Una visión nostálgica y al mismo tiempo divertidamente tierna del grupo de espontáneos y alegres idealistas de izquierdas, de los blandos de barba cerrada y de los jóvenes obstinados con el Che Guevara. Münstersche Zeitung Tras Fucking Åmål, retrato introspectivo de dos adolescentes que se ahogan en la vida cotidiana de una pequeña y provinciana ciudad sueca, Lukas Moodysson apostó a fondo con JUNTOS (Together), una incursión en la memoria de su ¿propia infancia? a través de las vicisitudes de una comuna en la Suecia de 1975. Lo que en Fucking Åmål eran aullidos vitales de unas escolares desorientadas incluso sobre su propia sexualidad, cine de miradas cortas, aguas claras y angustias adolescentes, en JUNTOS (Together) adquiere el rango de revisitación a una propuesta de vida sobre la que no han abundado noticias ni tan certeras ni tan equilibradas. En este sentido, Moodysson avanza sensiblemente en su cine, arriesga más, logra más, ambiciona más y consigue con humildes presupuestos llegar mucho más lejos. Al margen de que sea más o menos autobiográfica esta mirada de Lukas Moodysson a un tiempo en el que su edad coincide con la de los niños protagonistas, la mayor virtud de este filme que arrasó hace un año en el Festival de Gijón, emana de la precisión de su retablo coral, de su capacidad para evocar un tiempo usurpado y de la precisión con la que perfila unas maneras de vida que, ahora, un cuarto de siglo después, se nos antojan, en plena inquietud antiglobalización, más vigentes que nunca. Frente a las desgarradas miradas a las formas de convivencia alternativa auspiciadas en los años 60 y 70, modelos beligerantes con las formas tradicionales, desde la familia a los sistemas de producción, educación y relación social, Moodysson cambia el registro. Frente a aquellas epopeyas cinematográficas al estilo de Easy Ryder y Sweet Movie, filmes casi siempre distorsionados por sus vertientes más sórdidas a través del sexo, las drogas y los excesos, JUNTOS (Together) ofrece la particularidad de recrear el seno de una relación convivencial en comuna con el mismo pulso imperturbable con el que Bergman hurgaba en la desolación de la familia convencional. La diferencia acaso resida en que mientras Bergman parecía sacudirse los demonios interiores de una infancia acosada por la culpa, el miedo y la represión, en Moodysson, el tono final se apare ce como mucho más luminoso, más complaciente y, especialmente, menos atormentado. Sin estridencias ni desgarros, sin melodramas ni falsas épicas, JUNTOS (Together) penetra en las contradicciones de sus protagonistas, en sus normas, en sus sueños, en sus amores, anhelos y frustraciones. Los habitantes de esa familia numerosa que comparte casa en JUNTOS (Together) están tan lejos de ser retratados bajo una épica distorsionadora como de ser objeto de la apología o/y de la satanización. Frente a ellos Moodysson se conduce como un cronista de hábil discurso, cómplice indudablemente de sus personajes pero no hasta el punto de perder ese distanciamiento necesario para dejar que sus invitados a este ceremonial crezcan por sí mismos y muestren sus pliegues oscuros, sus heridas abiertas y hasta sus pies de barro. El resultado deviene en filme de amables engarces, en vibrante galería de personajes queridos protegidos como especímenes en peligro de extinción. Se trata de gentes corrientes debajo de formas de vida heterodoxas, de propuestas de vida alternativa que lejos de radicalidades gratuitas y de prejuicios malintencionados evidencian que hay muchas formas posibles de asumir la existencia, de compartir las cosas, de educar a los hijos... Y eso es lo mejor de JUNTOS (Together), su innata capacidad para contagiar un entusiasmo afable y optimista por el ser humano; y su positiva que no ingenua apuesta por la tolerancia y el entendimiento. Valores ahora muy caros y sin duda tan o más necesarios que hace 25 años, cuando aquel 20 de noviembre de 1975, el general Franco moría y mucha gente llegó a creer que con su defunción llegaba la hora del comienzo de una vida distinta. Viendo ahora JUNTOS (Together) es de temer que aquel nuevo tiempo, tiempo de pasiones y libertades, de esperanza y convivencia todavía está sin comenzar para esa inmensa mayoría demasiado obnubilada por el brillo de tanto bienestar edificado sobre débiles columnas de caspa y grasa. Juan Zapater