doc - Golem

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JUNTOS
Una comedia de Lukas Moodysson
http://www.golem.es/juntos
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Sinopsis
Elisabeth, harta de su marido, decide hacer las
maletas, coger a los niños e irse a vivir con
Göran, su hermano. Estamos en el año 1975.
Elisabeth es la típica ama de casa de clase
media que vive en las afueras, pero Göran es
otra cosa. Vive en una comuna en la que
aterrizan Elisabeth y sus hijos; una casa caótica
llena de gente con el pelo largo que habla de
política, practica el sexo libre, planta verduras y
bebe mucho vino tinto. El encontronazo entre
los dos mundos da lugar a un drama que
cambiará sus vidas.
Una película que describe a personas que se
esfuerzan en convivir. A veces funciona, otras,
es un desastre. Habla del amor y del divorcio,
de la familia feliz y de la familia desdichada, de
niños y de adultos, de la amistad, de sexo y de
fútbol.
Lukas Moodysson – Biografía
Lukas Moodysson, nacido en el sur de Suecia
en 1969, publicó un libro de poesía a los 17
años, seguido por otros libros de poesía y una
novela. Tiene mujer y dos hijos de dos y cuatro
años y medio. Vive en el centro de Malmö, le
gusta escuchar lo último de Eminem, Neil
Young, Zuma, el “Live 1966” de Bob Dylan, y al
grupo sueco Latin Kings.
FUCKING ÅMÅL, fue el primer largometraje de
Lukas Moodysson. La película, aclamada por la
crítica y el público, fue estrenada en numerosos
países. FUCKING ÅMÅL fue nominada para
“Mejor Película Europea de 1999” por la
Academia Cinematográfica Europea.
Lukas Moodysson también fue el coguionista de
la serie DET NYA LANDET para la televisión
sueca en el año 2000.
JUNTOS (Together) es su segundo largometraje.
Lukas Moodysson – Entrevista
Continuación, una palabra difícil de evitar en
estas circunstancias. Pero Lukas Moodysson
está a punto de demostrar al público que
FUCKING ÅMÅL no es la única maravilla que
tenía guardada en el bolsillo.
Desde luego, no parece que Moodysson haya
sufrido un bloqueo creativo; sólo le llevó un año
terminar JUNTOS (Together). Esta nueva
película, un drama basado en las relaciones en
una comuna de los setenta, es muy diferente de
FUCKING ÅMÅL. No hay un verdadero
protagonista, la película sigue al grupo en su
conjunto. El espíritu de la época es lo que
cuenta. Pero el público reconocerá el buen
humor y la fotografía de la película anterior.
• Lukas Moodysson llega a la habitación del
hotel para la entrevista envuelto en una
parka verde. Es un día gris y lluvioso en
Malmö, y acaba de dejar a sus dos hijos
pequeños en la guardería. Hace poco que ha
terminado la película. Tiene cuidado en no
decir que ha hecho otra gran película, pero
parece estar satisfecho, más aún, aliviado
con el resultado. Se le ocurrió la idea de
rodar una película basada en los años
setenta después de visitar “El corazón está a
la izquierda”, una retrospectiva de arte
político sueco de 1964 a 1974 en el Centro de
Arte de Gotemburgo, en 1998.
Era una de las mejores exposiciones que
había visto. A menudo, el arte
contemporáneo me parece poco interesante.
La retrospectiva era divertida, comprometida
y personal.
• Estaba decidido a romper el típico molde de
“vamos a reírnos de los setenta”. Decidió
explorar el pro y el contra del movimiento de
izquierdas que surgió en esos años. Para
Moodysson, lo más positivo de aquella época
es la idea de la rebelión a nivel público y
privado, la solidaridad y el compartir. Del lado
negativo, la teoría y el fundamentalismo.
Suena bien en teoría, pero tanta teoría acaba
contigo. El amor libre parece genial, pero si
uno se siente mal, ya no es tan genial. El
fundamentalismo religioso y político es
excluyente y, por lo tanto, no es
revolucionario.
• En la película de Moodysson, la comuna
funciona gracias a los miembros que no son
dogmáticos y que abren sus puertas a gente
con menos conciencia política, gente más
“corriente”. Sin embargo, Moodysson cree
que Eric, uno de los fundamentalistas de la
comuna, es el miembro más entrañable.
A pesar de la ingenuidad de Eric, de su deseo
de unirse a la Baader Meinhof, me cae bien.
Ha heredado gran parte de su indignación y
de su rebeldía de mí.
• Hablamos del idioma de sus películas.
Moodysson es un experto en conseguir que
los diálogos reflejen cómo habla la gente en
la vida real.
Me interesan los diálogos. Los leo en voz alta
para asegurarme de que suenan bien, de que
tienen ritmo.
• Lukas Moodysson se expresa con cuidado.
Empieza una frase, se interrumpe y vuelve a
empezarla usando diferentes palabras,
buscando una mayor precisión, como un
director volviendo a rodar una toma.
Se trata de escribir tal como se habla. La
única forma de entrar en un personaje es
buscándolo dentro de uno mismo.
• La trama, los diálogos y los personajes son lo
más importante en las películas de
Moodysson. No le interesa usar un idioma
cinematográfico sofisticado, ni las últimas
técnicas. Es un escritor que cuenta una
historia con imágenes. Dirige sus películas
para asegurarse de que la historia se cuenta
tal como él quiere.
Para mí, la parte clave es la escritura. Nunca
estoy seguro de lo que escribo, de si es
bueno. La autocrítica se me da bien. Rodar
ya es otro cantar. Me siento muy privilegiado
al estar en ambos lados, en la soledad
egocéntrica del escritor y en el colectivo
caótico del cineasta. Para un escritor, lo más
duro es empezar desde cero frente a una
página en blanco. Para un director, lo más
difícil es encontrar a los actores idóneos, las
personas adecuadas para el papel.
• Le gusta mezclar las ideas más radicales con
un humanismo sin controversias, basarse en
personajes buenos y normales. En cuanto a
su estilo, también ocurre lo mismo. Un
expresionismo casi documental apoya un
argumento que no se aleja mucho de lo que
se ve en las películas estadounidenses.
Me gusta combinar la superficialidad
americana con la seriedad europea.
• También dice que cree en los viejos
conceptos de Hollywood, en los héroes, en
los modelos que se quieren imitar.
Pero, claro, no tengo la misma moralidad, mi
imagen del héroe ha cambiado. Tal como lo
veo, ahora se aprende del arte, se absorben
conocimientos. Me interesa el arte que no sólo haga preguntas,
sino que también intente aportar respuestas.
Si un artista representa algo, no hace falta abrazar todo
su sistema de valores para apreciar sus
obras. El arte contemporáneo, e incluyo la
música pop y el cine, se limita sobre todo a
hacer preguntas. Nunca aporta una
respuesta. Incluso se considera una
banalidad incorporar esperanza al arte.
Cuanto más oscuro, mejor.
• Moodysson reconoce que le cuesta imaginar
una película sin un final feliz.
Quiero que acabe como en los cuentos de
hadas excepto por la última frase: “Fueron
felices y comieron perdices”. Esas palabras
lo estropean todo. Quiero un final adecuado,
un final a lo grande, pero sin la última y
aburrida coletilla, sin el “para siempre
jamás”. Quiero que sea un final abierto.
•¿Puede Lukas Moodysson ser el nuevo
salvador del cine sueco? Aunque esta
película tenga éxito, es difícil decidir una
cosa así después de sólo dos películas.
Quiere tener un público más amplio, es una
de las razones por las que se lanzó a hacer
películas.
Aunque imagino que acabaré cansándome y
querré hacer películas más pequeñas,
independientes. A veces, la industria
cinematográfica y el mundo del cine me
sacan de quicio. Entonces, me entran ganas
de hacer algo que no guste a nadie. Me da
miedo, no mucho, pero un poco, quedarme
estancado, hacer la quinta divertida película
de Lukas Moodysson.
• No le queda mucho, ya ha hecho dos.
Torbjörn Ivarsson
Lukas Moodysson por Juan Zapater
Lukas Moodysson nació el 17 de enero de 1969,
es pues un cineasta joven que empezó a vivir
cuando la explosión del 68 comenzaba a ser
escrita con letras de leyenda, cuando el
movimiento hippy se creía capaz de detener la
guerra de Vietnam y mientras Janis Joplin,
Jimmy Hendrix y Jim Morrison se erigían en
cadáveres emblemáticos de un nuevo orden
efímero basado en la libertad, el desorden y un
lema: haz el amor y no la guerra.
Estas referencias no son ni retóricas ni
caprichosas. Quien ya conozca su segundo
largometraje, JUNTOS (Together), dará fe de
que en este filme ambientado en el contexto del
año 75, en el seno de una comuna nada
convencional que forma parte de la película de
Moodysson se perciben poderosos, indelebles,
esos rasgos distintivos que determinan el
antecedente cultural y emocional de un puñado
de cineastas llamados a revitalizar el decadente
cine europeo desde premisas escasamente
académicas. Dentro de un tiempo, se le
reconocerá a Moodysson ese carácter de
pionero y su valor de ariete en una
cinematografía, la sueca, tan solvente y sólida
como mal conocida pese a sus excelentes
legados.
Un gigante llamado Ingmar Bergman domina la
realidad del cine sueco, la fortaleza y la
precisión de sus mejores obras –obras cumbre
de la cinematografía mundial, películas
insuperables, siempre vivas–, ha oscurecido, ha
tapado mejor dicho, una evidencia
incontestable, Suecia lleva desde que el cine se
inventó, algo más de un siglo, suministrando
nombres decisivos al cine y a su historia.
La incontestable cinematografía del realizador
de EL SÉPTIMO SELLO y de GRITOS Y
SUSURROS ha contribuido decisivamente a
dotar al cine sueco, al menos a la proyección
que del mismo se tiene en el resto del mundo,
con los rasgos de frialdad, hondura y rigor. Cine
adulto con ácidas introspecciones capaces de
asomarse hasta el borde mismo de la angustia
y el sufrimiento. Melodramas de melancolía y
dolor, de soledad y represión, de
incomunicación y agonía... ciertamente nadie
como Bergman –con la excepción brillante y
prometedora de Liv Ullmann que recoge su
testigo– ha sabido desnudar los sentimientos
humanos en su estado más puro. Pero así como
la genialidad de Buñuel no acaba con todo el
cine español, el magisterio de Bergman, con ser
abrumador, convive con un puñado de nombres
míticos nacidos en Suecia que forman parte de
los recuerdos del espectador de todo el mundo.
Pese a un panorama rico en gentes de valía, el
cine sueco, como fruto de una nacionalidad
concreta, jamás ha gozado del predicamento de
otros países que, al menos durante algún
tiempo, supieron atraer las miradas del resto
del mundo. A lo más y en el capítulo de las
anécdotas, para unos pocos el cine sueco
representó la llamada de un cine desinhibido y
procaz abanderado de cierto erotismo anclado
en la proverbial tolerancia sueca que
levantaban ciertas expectativas especialmente
entre los espectadores de países subyugados
por censuras y mojigaterias.
Pero ciertamente no ha sido sino hasta la
irrupción de Lukas Moodysson cuando, de
repente, se han disparado las señales de
atención ante un brote de renovación
cinematográfica en cuyos planos se adivina un
saludable espíritu renovador. Probablemente, en
algún caso, se puede incurrir en el desliz de
asemejar esta presencia al vigente e irreverente
movimiento Dogme 95 liderado por Lars Von
Trier. De hecho el productor de Moodysson, Lars
Jönsson, ha colaborado con Zentropa, la
productora de Von Trier. Además, Moodysson
dirige con frescura, retrata personajes
cercanos, contemporáneos y desde luego en su
cine se cumplen muchos de los mandamientos
del controvertido decálogo. Sin embargo, el
fenómeno que Moodysson representa con
participar de muchas de las actitudes del grupo
Dogme, camina por cuenta propia. O como él
mismo ha llegado a apuntar, en ese sentido su
cine debe más a John Cassavetes que a los
vecinos daneses de CELEBRACIÓN, MIFUNE y
LOS IDIOTAS.
Por ejemplo, uno de los rasgos distintivos con el
que se ha encontrado Moodysson, el cineasta
que cambió la poesía de la escritura literaria
por la crónica cinematográfica de la gente
corriente, ha sido su capacidad de servir de
banderín de enganche del propio público sueco,
público que como el de la mayor parte de
Europa dispensa más favores al cine
estadounidense que al de sus propios países.
Mientras otros cineastas suecos como Lasse
Hallström aparecen integrados en el cine
hoollywoodense y otros como Liv Ullmann o
Bille August permanecen fieles a las señas de
identidad de Bergman, Moodysson vuelve su
cámara hacia la realidad circundante y no duda
en plantear en primer plano los pequeños-inmensos
problemas de la gente de a pie, y esa
gente, por vez primera de forma masiva parece
interesarse por ese cineasta que les habla de
cosas y personas a nivel de la piel.
Cuando Moodysson, con varios poemarios
publicados, tras cumplimentar su período de
formación en la escuela de cine Dramatika
Institutet de Estocolmo y realizar tres
cortometrajes, decidió debutar en la dirección
de un largometraje, nada hacía sospechar lo
que iba a acontecer.
Moodysson, que ha calificado el cine como la
forma de expresión artística más bella que
pueda darse en la actualidad, se enfrentó a su
primer filme, FUCKING ÅMÅL, con tanta
humildad como lucidez. Desprovisto de todos
los lastres de una gran producción, Moodysson
se rodeó de actores sin experiencia, diseñó el
retrato de la aburrida y asfixiante vida en una
ciudad provinciana y forjó un simpático y vital
filme de adolescentes tratados como tales,
como personas que se enfrentan a problemas
tales como reconducir su sexualidad, encontrar
el amor, enfrentarse a la presión-represión
educativa y demoler la hipocresía social. Es
decir, cine en las antípodas de los American Pie,
Screams y otros engendros con acné a los que
Hollywood resulta tan aficionado.
Y aconteció que ese cine sin espacio aparente,
localista –¿quién demonios sabía antes que
ahora que Åmål era una agobiante ciudad sueca
a las orillas de un lago que limita con
Noruega?– y sin ninguna concesión al mercado
arrasó en Suecia, fue el filme que representó a
su país en las candidaturas al Oscar 2000,
entusiasmo en el Cinema Jove de Valencia,
1999 –Primer Premio–y se paseó cosechando
premios por Berlín, Karlovy Vary y por donde
quiera que iba. La película, de esas que con
condescendencia se califica de chiquita y
bonita, entra en combustión y se crece más de
lo que aparenta, servida por la precisión de su
director y guionista y por la veracidad que le
confieren sus dos principales protagonistas. Sin
duda resultaba estimulante presenciar cómo un
filme modesto y sincero como FUCKING ÅMÅL
sólo fue superado en las taquillas suecas por
TITANIC con un presupuesto que no llegaba ni
para pagar los trajes de los figurantes del filme
de James Cameron.
Sin embargo, la cosa podía haberse resuelto en
uno de esos aciertos de óperas primas llenas
de evocaciones de la adolescencia y escritas
con la pasión de quien ha vivido lo que cuenta,
cuando un año después Moodysson presentó
JUNTOS. La historia arranca el 20 de
noviembre de 1975, en una vivienda colectiva en
Suecia, en medio de un alborozo entusiasta que
repite sin cesar que Franco ha muerto y con ello
el fin de la dictadura en el estado español. Ese
arranque brinda al público un escalofrío
solidario al servirle en bandeja el recuerdo de la
alegría de un puñado de suecos porque el
estado español podía recuperar las libertades
arrebatadas. Pero al margen de esta anécdota
con la que JUNTOS despliega una galería de
personajes tan poliédricos como humanos, en
su segundo largometraje, Moodysson obtiene un
filme de orfebrería magistral, cine que atrapa
por la seducción implícita de sus personajes,
celuloide que regala mucho más de lo que se
espera y que recupera la vigencia de actitudes y
sueños que en muchos casos ya no se
encuentran en las salas de cine.
No resulta difícil pensar que este poeta, casado
y con dos hijos, vegetariano convencido y
empeñado en transmitir una sensación de
vitalismo social y existencial, en JUNTOS echa
mano de sus recuerdos de la infancia –en 1975
Lukas Moodysson tenía 6 años–. Pero sea más
o menos autobiográfica lo que sorprende en
JUNTOS, en ese análisis que no duda en
mostrar los excesos y los defectos de la vida
alternativa enfrentada a las formas
convencionales y esa sensación de inusitada
modernidad. Sensación completamente alejada
del aspecto anacrónico en el que se perdieron
muchas de las películas realizadas en aquella
época de confusión, sueños y cambio.
Probablemente todo ello favoreció ese paseo
triunfal de JUNTOS, primero en Suecia, luego
en los festivales de Venecia, Toronto y el resto
del mundo. En el último festival de Gijón, por
ejemplo, JUNTOS emblematizó los mejores
aciertos de un festival que año tras año ha
sabido consolidarse entre los tres o cuatro
mejores de todo el estado español y Gijón lo
colmó con una lluvia de premios: mejor director,
mejor actor, mejor guión y premio del jurado
joven a la mejor película. Es decir, JUNTOS
arrasó.
Mientras tanto y por tanto iba creciendo en los
escaparates cinéfilos de todo el mundo la
sensación de que algo estaba pasando en
Suecia. Ese algo era el brote de un
renacimiento cinematográfico nacional muy
especial. Se trata de una sospecha que tomó
fuerza cuando el propio Lukas Moodysson no
dudó en apoyar y producir a un joven de origen
libanés forjado en Suecia Josef Fares con
JALLA! JALLA! un filme directo y eficaz, una
comedia ¿laboral? y próxima que, nuevamente,
volvía a interesar al público sueco a la vez que
despertaba más curiosidad entre quienes ya
han gozado con los dos filmes de Moodysson.
Es pronto para saber si su ejemplo puede
provocar todo un movimiento. No lo es para
reconocer que el cine sueco existe más allá de
Bergman, que ya no es ni gélido ni angustioso y
que está hecho con sangre mezclada de la
nueva realidad de una Europa bruñida por razas
y credos de todo signo. Así que resulta
estimulante presenciar cómo, frente al declive
de industrias europeas que muestran señas
inequívocas de decadencia, acontecen
pequeños movimientos subterráneos como los
que ahora encabeza este poeta sueco que
construye fotogramas llenos de música y
sentimiento.
Filmografía
UPPGÖRELSE I DEN UNDREN VÄRLDEN,
cortometraje, 1995
BARA PRATA LITE, cortometraje, 1997
FUCKING ÅMÅL, 1998
DET NYA LANDET, serie, coguionista, 2000
JUNTOS (Together), 2000
Ficha técnica
Director y guionista: LUKAS MOODYSSON
Productor: LARS JÖNSSON
Fotografía: ULF BRANTÅS
Director artístico: CARL JOHAN DE GEER
Vestuario: METTE MÖLLER
Maquillaje: LINDA BOIJE AF GENNÄS Y
JESSICA CEDERHOLM
Montaje: MICHAL LESZCZYLOWSKI Y
FREDRIK ABRAHAMSEN
Sonido: NICLAS MERITS, ANDERS BILLING Y
LJUDLIGAN
Mezclas: MORTEN HOLM
Coproductor: PETER AALBAEK JENSEN
Productor ejecutivo: MALTE FORSSELL
Productores asociados: ANNA ANTHONY Y
KERMIT SMITH
Ficha artística
Elisabeth: LISA LINDGREN
Rolf: MICHAEL NYQVIST
Göran: GUSTAF HAMMARSTEN
Lena: ANJA LUNDQVIST
Anna: JESSICA LIEDBERG
Lasse: OLA NORELL
Klas: SHANTI RONEY
Stefan: SAM KESSEL
Eva: EMMA SAMUELSSON
Sigvard: LARS FRODE
Signe: CECILIA FRODE
Fredrik: HENRIK LUNDSTRÖM
Margit: THERESE BRUNNANDER
Ragnar: CLAES HARTELIUS
Erik: OLLE SARRI
Tet: AXEL ZUBER
Birger: STEN LJUNGGREN
Måne: EMIL MOODYSSON
Información técnica
Duración: 106 minutos
Formato: 35 mm (Color) 1:1;85
Sonido: Dolby SR/ Año: 2000/ País: Suecia
Producida por Memfis Film AB en coproducción con Zentropa Entertainments, Film i
Väst, SVT Drama Göteborg, Keyfilms Roma, Nordic Film-och TV-Fund, con el apoyo
del Instituto de Cine de Suecia/Mats Arehn, el Instituto de Cine de
Dinamarca/Mikael Olsen, en cooperación con TV1000.
Los actores y sus personajes
Lisa Lindgren Elisabeth
Es un ama de casa que vive con su familia,
Rolf, Eva y Stefan, en Hägersten (un barrio
en las afueras de Estocolmo). Quiere a su
marido, pero también desea trabajar, crecer,
ver algo diferente... Y, desde luego, lo ve.
Michael Nyqvist Rolf
Se queda solo cuando su mujer y sus hijos se
mudan a la comuna. No sabe cómo
enfrentarse a sus sentimientos y acaba
bebiendo. Conoce a Birger, que también sabe
lo que significa la soledad, y por fin consigue
ayuda.
Gustaf Hammarsten Göran
Es superoptimista, pacifista, timido en los
conflictos y Gandhi es su luz guiadora.
Piensa bien de todo el mundo y prefiere
sufrir antes que expresarse para herir.
Intenta estar ahí siempre para apoyar a todo
el mundo, y a menudo se encuentra pillado
entre dos deseos diferentes. Siempre intenta
comprometerse, tiene un buen corazón.
Anja Lundqvist Lena
Es la pareja de Göran, intentan tener una
relación abierta. Lena es una persona muy
emocional, nunca piensa antes de actuar.
Lena es hippy por casualidad, sólo porque
vive con Göran y él vive en una comuna.
Jessica Liedberg Anna
Tiene un hijo, Tet. Antes era la pareja de
Lasse, han roto hace poco y los tres viven en
la comuna. Ahora busca un amor, ¿y quién
no? Aprovecha para probar cosas nuevas.
Ola Norell Lasse
Es el cínico de la comuna; tiene unos treinta
años, estudia medicina y es apolítico. Lo que
más le importa es su hijo Tet (llamado así por
la ofensiva Tet en 1968) cuya madre es Anna.
Su relación con Anna ha terminado y la única
persona de la comuna con la que tiene una
relación algo más profunda es Klas.
Shanti Roney Klas
Le gusta el sexo, el vino y tejer.
Sam Kessel Stefan
Tiene diez años y vive en una comuna con su
madre y su hermana. Sus compañeros de
colegio se meten con él porque es un
empollón sabelotodo y tiene poca
autoestima.
Emma Samuelsson Eva
Tiene trece años, es silenciosa y solitaria. Se
meten mucho con ella en el colegio. Se
siente muy triste porque sus padres se han
separado.
Olle Sarri Erik
Políticamente comprometido, comunista,
joven, enfadado. Odia el Teatro Real de Arte
Dramático y toda esa mierda burguesa. Está
frustrado porque a nadie más le preocupa. Se
siente solo en la comuna. Total, son unos
capullos, buena gente, pero, ¡joder!
Cecilia Frode Signe
Tiene principios y los defiende; está asustada
pero tiene buenas intenciones. Vive en la
comuna con su marido Sigvard y su hijo.
Signe sabe cómo deben ser las cosas para
que todo vaya bien.
Lars Frode Sigvard
Es un gran idealista al que nada en el mundo
le hará abandonar sus ideales.
Henrik Lundström Fredrik
Tiene 14 años, vive al lado de la comuna. Su
padre y su madre son muy estrictos y los
vecinos no les caen muy bien; no les gusta
que sean tan libres. Fredrik no tiene amigos.
Nadie se mete con él, pero no tiene amigos.
Lleva gafas de culo de botella. Conoce a Eva,
que vive en la comuna. La única razón por la
que se conocen y se atreven a hablar es que
ambos llevan gafas.
Claes Hartelius Ragnar
Es un hombre de lo más normal. Vive
enfrente de la comuna con Margit, su mujer.
La comuna les molesta mucho.
Therese Brunnander Margit
Es de esas amas de casa que nunca dejan de
hacer punto y van vestidas de marrón y
beige; es la madre de Fredrik y está casada
con Ragnar. Los nuevos vecinos hippies le
parecen horribles pero, a la vez, se siente
fascinada por ellos. Le preocupa sobre todo
el contacto que pueda tener su hijo con la
comuna y lo que hacen. Pero su hijo la
ayudará de un modo inesperado a abrir los
ojos y dejar el marrón y el beige.
Axel Zuber Tet
Tiene 8 años, hace el papel de Tet.
Sten Ljunggren Birger
Más vale comer gachas en compañía que
solomillo solo.
Memfis Film Productora
JUNTOS ha sido producida por Lars Jönsson
para Memfis Film.
Anteriormente, Memfis Film produjo
ÄNGLAGÅRD, de Colin Nutley; y FUCKING
ÅMÅL, de Lukas Moodysson. Lars Jönsson
también fue el productor ejecutivo de
ROMPIENDO LAS OLAS, de Lars von Trier.
ÄNGLAGÅRD y FUCKING ÅMÅL fueron dos de
los mayores éxitos cinematográficos suecos de
la última década. Lograron récords de taquilla
en Suecia y fueron distribuidas
internacionalmente a gran escala.
Memfis Film estrenó cuatro largometrajes en el
año 2000. Además, Lars Jönsson es uno de los
productores ejecutivos de BAILAR EN LA
OSCURIDAD, la ganadora de la Palma de Oro
en Cannes 2000.
Empezó a colaborar con Lukas Moodysson en
1997 en el cortometraje BARA PRATA LITE.
La prensa ha dicho Festival de Gijón 2000
Humor fresco. Cinemanía
Mucho humor. El País de las tentaciones
Una película que puso la sonrisa al festival. ABC
Un guión brillante y bien encadenado. El País
Excelente comedia sueca que reivindica las ganas
de vivir. Odisea
Dejo al público con muy buen sabor de boca y la
sonrisa de oreja a oreja. Fotogramas
Divertida historia. El Correo
Un canto a la amistad y a la diversidad. El Treinta y
Ocho
Divertida película. El Periódico
La prensa ha dicho Alemania
Una obra de arte. Berliner Zeitung
Una comedia muy refinada.
Frankfurter Rundschau
Analiza sin rodeos, pero con gran sutileza e ingenio, la
estrechez de miras de los años posteriores al 68.
Süddeutsche Zeitung
Una exquisita película sobre la discusión del 68. Una
película obligatoria para todos los que no estuvieron allí.
Y de primera también para los viejos revolucionarios.
Der Tagesspiegel
Política sexual, ecología, Abba y el Che Guevara.
Taz
Si hubiese un premio que galardonara la descripción
auténtica de la época, el director Lukas Moodysson lo
hubiese ganado.
Bonner Generalanzeiger
Un canto de sirena malhumorada y satírica sobre la con-vivencia
humana, en la que no se ha dejado fuera el
horror del día a día, llamado soledad.
Stuttgarter Zeitung
El gabinete de figuras de cera inamovibles del año 68 de
Lukas Moodysson consigue dar cita, sin ningún tipo de
esfuerzo, a un extravagante humor y un dramatismo muy
sensible.
FOCUS
Una visión nostálgica y al mismo tiempo divertidamente
tierna del grupo de espontáneos y alegres idealistas de
izquierdas, de los blandos de barba cerrada y de los
jóvenes obstinados con el Che Guevara.
Münstersche Zeitung
Tras Fucking Åmål, retrato introspectivo de dos
adolescentes que se ahogan en la vida cotidiana de
una pequeña y provinciana ciudad sueca, Lukas
Moodysson apostó a fondo con JUNTOS
(Together), una incursión en la memoria de su
¿propia infancia? a través de las vicisitudes de una
comuna en la Suecia de 1975. Lo que en Fucking
Åmål eran aullidos vitales de unas escolares desorientadas
incluso sobre su propia sexualidad, cine
de miradas cortas, aguas claras y angustias adolescentes,
en JUNTOS (Together) adquiere el rango
de revisitación a una propuesta de vida sobre la
que no han abundado noticias ni tan certeras ni tan
equilibradas. En este sentido, Moodysson avanza
sensiblemente en su cine, arriesga más, logra más,
ambiciona más y consigue con humildes presupuestos
llegar mucho más lejos.
Al margen de que sea más o menos autobiográfica
esta mirada de Lukas Moodysson a un tiempo
en el que su edad coincide con la de los niños
protagonistas, la mayor virtud de este filme que
arrasó hace un año en el Festival de Gijón,
emana de la precisión de su retablo coral, de su
capacidad para evocar un tiempo usurpado y de
la precisión con la que perfila unas maneras de
vida que, ahora, un cuarto de siglo después, se
nos antojan, en plena inquietud antiglobalización,
más vigentes que nunca.
Frente a las desgarradas miradas a las formas de
convivencia alternativa auspiciadas en los años 60 y
70, modelos beligerantes con las formas tradicionales,
desde la familia a los sistemas de producción,
educación y relación social, Moodysson cambia el
registro. Frente a aquellas epopeyas cinematográficas
al estilo de Easy Ryder y Sweet Movie, filmes
casi siempre distorsionados por sus vertientes más
sórdidas a través del sexo, las drogas y los excesos,
JUNTOS (Together) ofrece la particularidad de recrear
el seno de una relación convivencial en comuna
con el mismo pulso imperturbable con el que
Bergman hurgaba en la desolación de la familia convencional.
La diferencia acaso resida en que mientras
Bergman parecía sacudirse los demonios interiores
de una infancia acosada por la culpa, el miedo
y la represión, en Moodysson, el tono final se apare
ce como mucho más luminoso, más complaciente y,
especialmente, menos atormentado.
Sin estridencias ni desgarros, sin melodramas ni
falsas épicas, JUNTOS (Together) penetra en las
contradicciones de sus protagonistas, en sus normas,
en sus sueños, en sus amores, anhelos y
frustraciones. Los habitantes de esa familia
numerosa que comparte casa en JUNTOS
(Together) están tan lejos de ser retratados bajo
una épica distorsionadora como de ser objeto de
la apología o/y de la satanización. Frente a ellos
Moodysson se conduce como un cronista de hábil
discurso, cómplice indudablemente de sus personajes
pero no hasta el punto de perder ese distanciamiento
necesario para dejar que sus invitados
a este ceremonial crezcan por sí mismos y
muestren sus pliegues oscuros, sus heridas
abiertas y hasta sus pies de barro.
El resultado deviene en filme de amables engarces,
en vibrante galería de personajes queridos
protegidos como especímenes en peligro de
extinción. Se trata de gentes corrientes debajo de
formas de vida heterodoxas, de propuestas de
vida alternativa que lejos de radicalidades gratuitas
y de prejuicios malintencionados evidencian
que hay muchas formas posibles de asumir la
existencia, de compartir las cosas, de educar a
los hijos... Y eso es lo mejor de JUNTOS
(Together), su innata capacidad para contagiar un
entusiasmo afable y optimista por el ser humano;
y su positiva que no ingenua apuesta por la
tolerancia y el entendimiento. Valores ahora muy
caros y sin duda tan o más necesarios que hace
25 años, cuando aquel 20 de noviembre de 1975,
el general Franco moría y mucha gente llegó a
creer que con su defunción llegaba la hora del
comienzo de una vida distinta. Viendo ahora
JUNTOS (Together) es de temer que aquel nuevo
tiempo, tiempo de pasiones y libertades, de
esperanza y convivencia todavía está sin comenzar
para esa inmensa mayoría demasiado obnubilada
por el brillo de tanto bienestar edificado
sobre débiles columnas de caspa y grasa.
Juan Zapater

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