Intento dibujar una sonrisa
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Intento dibujar una sonrisa
Cancel, Mario R. Intento Dibujar una Sonrisa. Carolina, Terranova Editores, 2005. 176 págs. En esta colección de cuentos podemos escoger entre los varios temas trabajados, uno que a mi entender sobresale sobre todos. Para expresarlo parafraseo una frase de Milán Kundera: la lucha del hombre contra sus fantasmas es la lucha de la memoria contra el olvido; todo contado en una prosa en la cual el duende poeta que habita al autor lucha contra el prosista, el historiador, para manifestarse en todo su esplendor en cada resquicio de la obra. En una evocación el narrador se desgarra las vestiduras y expone al desnudo cuanto de vulnerable ha sido su existencia y es la literatura la que tiende un puente para una posible redención ante los múltiples demonios y fantasmas que lo acosan. El autor de la llamada generación de los ’80 hace alarde con todos los rompimientos con el canon, las estructuras, desacralizando desde su óptica instituciones y conceptos. Aunque se nota la influencia de otros autores que lo antecedieron, v.g., flujo de conciencia, monólogo interior, fusión de tiempos y espacio, procesos sicológicos lacanianos, la fantasía, el viaje, mundos paralelos y metamorfosis, la forma de estructurarlo va dirigida hacia una fragmentación que da la impresión que rompe con la unidad de la obra al dramatizarlo con los cuentos individuales. Algunos de ellos podrían ser clasificados dentro de la estructura del cuento convencional: “El niño briol”, “La bala”, “El libro”, pero cuando la obra se analiza en su totalidad cada cuento descubre los fantasmas y se van sumando como si fueran piezas de un mosaico. Se utilizan recursos variados: alusiones a libros, autores, juego de palabras, mitos, filosofía. Se muestran escenarios diversos, laberintos, espacios en estado de deterioro, ciudades viejas, olvidadas. La obra está narrada desde el punto de vista del mismo personaje, Mario, pero la focalización cambia cuando interviene un cambio de voz como es el caso en el que incursiona una segunda voz, “En esta soledad de todo”. En la mayoría de los cuentos Mario ve, siente y narra. En este cuento en particular la segunda voz narra lo que hace y piensa Mario en un proceso de transformación. Aunque cada cuento es autónomo, al finalizar la lectura podemos concluir que la obra ha sido concebida como un proceso de investigación por medio de evocaciones, la memoria personal, sumada a la que le imparte su entorno, todo matizado por una soledad asfixiante. La obra se podría catalogar dentro del neo gótico en una travesía al pasado por unos laberintos de una memoria fragmentada donde fantasmas luchan por quedarse y el narrador por arrojarlos fuera, de un individuo que transita por una crisis existencial como si se trabajara en una investigación de un proceso criminal. En este caso las pistas que se recogen en cada cuento van dirigidas no ha resolver un asesinato, pero sí a sustentar las causas que lo condujeron a cometerlo. El desencanto por lo vivido, la náusea que lo persigue, el sin sentido que lleva su vida, el condicionamiento de macho que actúa por instinto, lleva al hartazgo al poeta, al escritor, y trata de finalizar no con la muerte del personaje sino con una etapa de su vida para renacer y redimirse mediante la escritura. El personaje ante el desencanto de la vida vive momentos de lo que llama Milán Kundera el lítost, palabra en checo que no puede traducirse, y que representa un estado de ánimo, de frustración y melancolía como si alguien o la vida tuviera una deuda con la persona y ésta necesitara una revancha y mientras no lo consigue, sólo puede pensar en el problema llevando a la persona al estancamiento, estado que no le permite adelantar. Al autor dramatizar su posición en un estilo vanguardista , me hizo sentir en algunos pasajes como si al caminar por un campo cubierto de tulipanes amarillos , recibiera de golpe en pleno rostro un baño de agua helada o una boñiga de mono con el propósito de recordarme que la vida no es un camino bordeado de flores bellas. Señalo la situación de la actitud del personaje en relación con la mujer, la cual presenta como un lastre o una rémora; una molestia que habla como cacatúa con la que interviene por rutina en una la relación que había llegado al hastío. En otro episodio, el de la mujer del gato, prefiere verla como si fuera la esfinge, callada e inmóvil, alguien que pasó por su vida y aunque la evoca sólo guarda de ella algún recuerdo como si fuera la imagen de un cuadro. A veces vemos un dedo índice acusador, con la “yema marcada por un laberinto digital”, auscultándolo todo, introduciéndolo en los lugares más insospechados para luego explotar con el díctum: “Todas las mujeres sueñan con ser violadas”, provocando de esta manera al lector. Sin embargo en otros pasajes, el lirismo corre a raudales. En el cuento Intento dibujar una sonrisa podemos ver un poema escrito en estructura de prosa que aquí transcribo. Y esta palabra ruda / de jinete tortuoso/ que brota de mi boca Caminará la página reverso/rematando la hoja. /su anverso, su Y ese hosco caballo/ con mis crines de furia / se irá de mi ventana. Como se van las olas. Antes de leer el cuento final, pensaba que el intentar dibujar una sonrisa iba dirigido al lector, sin embargo es la conclusión que marca el destino del personaje, vivido hasta ese momento en el cual la sonrisa se convierte en mueca y es entonces que llega la redención al decidir un cambio radical, una muerte metafórica que traerá una metamorfosis para que el poeta pueda comenzar a esbozar una sonrisa. De esta manera, al evocar los instantes de su vida elimina los fantasmas que lo acechan para darse otra oportunidad. Lydia M. Iguina Escritor