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De tan antigua presencia por Francisco Basallote SOMBRA INELUDIBLE II Detenía la nieve de la celinda en la fragancia del instante, como plumas los pétalos del azahar, barcas de olor profundo para bogar en la bahía de los sentidos. ¡Ay! la tierra. Jardín de las blancuras diminutas que exhalaban la esencia del Paraíso. Allí, de verdad, nací; pero me deportaron a extrañas latitudes. Y me seguías... III En el húmedo aroma de la tierra, el afán de sus caricias, abrazos de lavanda y manzanilla en la carne dúctil de un niño que ignora el río que lo lleva a un mundo abierto a los sentidos, a una promesa de esplendores, a la vida, que tu, celosa, tras los celajes de tu niebla, acechante, vigilas. VII Con una mariposa de engaños llegas al núcleo de la luz; no se quemará, tan sólo arde en el fuego de los días dorados por la dicha, en las llamas fugaces del placer, en la felicidad perdida. En su humo la presencia inevitable de tu sombra, oscura mariposa. XI En los labios la gota de ebriedad, manantiales de hidromiel en la crátera de tu lengua, beber la esencia del instante, su dulzura de río de néctar desbordado y brindar por el tiempo detenido en el éxtasis de tu delectación. Se oculta en los pliegos del deleite tu sombra de amargura. DESCENDIMIENTO DE LA NIEBLA III Entre los hierros la liberación de su voz, tan antigua sabiduría desplegaba las rojas enseñas escondidas, sin rencor, su desprecio era victoria, en la celebración oculta de enigmáticas palabras. Vencedor de sí mismo y de sus vencedores, naufragó en ti. V Era tan sencillo en el goce de vivir, su embriaguez de rosas y amaneceres henchidos de canciones y de hermosos reflujos de pasión, desbridar la ira del viento en su sonrisa y ceder al fuego el fulgor de sus diamantes. Todo fue una sencilla manera de vivir la inconsciente inocencia de los ángeles, tan cercano al paraíso. Tú lo segaste. VII En sus pupilas la gruta del mensaje: más allá de su brillo oscuro la senda dibujada hacia lo ignoto, lentamente sus pasos como en una iniciática liturgia, lo condujeron a esa isla de horribles artilugios. En su voz sólo el espejo de los profundos escorpiones mientras en la oscura laguna aun brillaba su gesto. Como primicia lo alzaste sobre la luz. VIII En la frente del viento el mármol de su pose erosionado de pasiones: el amor y el poder, la reconstrucción de la historia en un tiempo reescrito, los días como metas de gloria y el áspid oculto entre las sombras. Guadamecí de los siniestro en el relieve de su fuego, la sangre, desmandada entre el veneno y la traición, escribe la secuencia de sus límites. En la bruma de sus latidos la tormenta de tu designio. En su corazón el reflejo de tu espada, puerto final. CELAJES DE VÍSPERAS II De qué ricos brocados tu ceñidor, el tahalí. Brilla tu espada de damasquino el negro terciopelo de tus ojos, la seda que los nubla. IV Sobre la piel esgrimes la antigua danza por si en el tacto recordado emergiera la yedra lasciva de tu sombra, ballet postrero. VI Ya oigo el roce de tus alas en el viento, tan cerca tu vuelo de su fin, que entre los árboles esquivos tu cintura de niebla deja celajes de vísperas. Vibra en el aire tu premura. X Nada queda en tus brazos, sólo la noche y tu negrura. Fragmentos del poemario ganador del XXI Certamen Andaluz de Poesía ‘Villa de Peligros’