doc - Iglesia de Cristo en Cali
Transcripción
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EL SUFRIMIENTO HUMANO - III Con la mayoría de las personas la oración ha sido el primer y último esfuerzo para tratar con el sufrimiento. Si el sufrimiento es aliviado entonces Dios es acreditado con la respuesta a la oración. Si no hay alivio, alguna razón es pensada para el fracaso aún hasta el grado de volverse contra Dios o negar que hay un Dios. Al mismo tiempo hay casos de aquellos que no oran confiando en Dios para que los alivie o socorra a ellos mismos o a alguna otra persona. El socorro viene y luego afirman que deben estar bien con Dios porque recibieron aquello por lo que habían orado. Fallan en reconocer que el sufrimiento pudo haber ocurrido también sin su oración. O, toman la fe del cristiano que ora por el alivio del sufrimiento, y solamente se vuelven peores. Pueden ser propensos a pensar que Dios no contesta la oración, o algo en la misma vena. No, pueden haber varias razones de por qué el sufrimiento no fue aliviado. Exactamente como la lluvia viene sobre el justo y el injusto de igual manera, los justos y los malos prosperan, por tanto el sufrimiento y el alivio del sufrimiento puede venir sobre cualquiera. Ser justo y orar no le asegura a uno la liberación del sufrimiento humano, no ser injusto significa que uno sufrirá sin socorro en esta vida. Esto es evidente de nuestra propia experiencia. Mire alrededor suyo. Pero miremos ahora algunas cosas que regulan la oración y lo que podemos esperar. I. SOLAMENTE EL HIJO DE DIOS TIENE EL DERECHO PARA ORAR. Dios nunca ha prometido al pecador que aún no es hijo suyo la alameda (o vía) de la oración para el perdón de los pecados, o algún otro asunto para la oración. Solamente los hijos del Padre pueden llamarlo y orarle a El. Nótese el siguiente pasaje: “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 Ped. 3:12). Los justos son aquellos que hacen la justicia, y Dios oye sus oraciones. Esta es la principal bendición que tienen los cristianos. Pero de nuevo. “21Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; 22y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Jn. 3:21-22). Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Jn. 15:7). Esta verdad era bien conocida por los judíos como es visto en Juan 9:31 cuando el que antes era ciego, ahora sanado por el Señor, dice: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye”. En Romanos, capítulo 8, llegando a la sección de la superioridad del hijo de Dios y que las bendiciones por ser eso, Pablo inyecta algunas declaraciones acerca de una bendición del Espíritu. Los versículos 26-27 dicen: “26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. El santo es especificado, y la oración del santo con la obra del Espíritu está siendo discutida. Todos estos pasajes, y otros, testifican que para que la oración sea escuchada y atendida, para empezar uno debe estar en oración conectado con Dios. Esa conexión está ampliamente bosquejada en la Biblia. II. POR QUE LAS ORACIONES PUEDEN NO SER CONTESTADAS, AUN PARA EL CRISTIANO. Aún estando en oración conectado con Dios no asegura que recibiremos todo lo que pudiéramos ofrecer en oración a Dios. Hay algunas reglas por las cuales pasar, y muchas razones de por qué pudiéramos no conseguir eso por lo que oramos, ya sea con respecto al sufrimiento, o cualquier otra cosa. Pablo imploró al Señor tres veces con respecto a su aguijón en la carne, pero Dios no se lo quitó. Esto pone de relieve el primero de nuestros puntos en esta sección. (1) Por lo que oramos debe estar en concordancia con la voluntad del Señor en el asunto. El puede tener algo mas en mente con respecto a nosotros. Dios sabe mejor que nosotros acerca de lo que es mejor para nosotros. 1 Juan 5:14-15 dice: “14Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. La clave para esto es entender que esto debe ser “conforme a su voluntad”. Jesús mismo mostró esto en el huerto de Getsemaní, cuando oró, “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42). (2) Lo que pidamos debe estar en Su poder para dar. En Mateo 20:20 y siguientes tenemos la narración de la madre de los hijos de Zebedeo pidiendo una posición exaltada para sus dos hijos. Jesús contesta, “No sabéis lo que pedís” (v.22). Y, esto “no es mío darlo” (v.23). Algunas personas no caen en cuenta lo que le están pidiendo a Dios que haga. Debemos ser realistas. No podemos esperar que Dios obre un milagro solo para aliviar algún sufrimiento, pero algunos cristianos oran de esa manera. Dios es capaz de obrar cualquier cosa, pero ha limitado ese poder en aplicación. Podemos orar fervientemente para que Dios restaure un brazo amputado, pero eso no sucederá. Los milagros de sanidades fueron limitados al primer siglo, y en ese entonces no fueron usados sobre todos, ni aún los cristianos. Y luego las personas son propensas a invocar la ayuda de Dios y al mismo tiempo decirle la solución que quieren al problema. Luego, si no conseguimos la solución por la que pedimos, concluimos que Dios no contesta la oración, o algo parecido. La verdad es que Dios puede haber escuchado y tomado alguna acción en nuestro beneficio, pero no en la forma en que la pedimos. También, como se notó en Romanos 8:26, algunas veces no sabemos que pedir, pero puede estar seguro de que Dios sabe de qué tenemos necesidad. Pero, cuídese de no imponer sus reglas sobre cómo Dios va a contestar su oración. (3) El deseo egoísta obstaculiza nuestras oraciones. Santiago 4:3 dice: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. (4) ¿Cómo nos las arreglamos con las otras repercusiones de la oración? 1 Pedro 3:7 – “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Nótese también, Mateo 4:23-24; 6:14-15. Estas son algunas de las formas en que las oraciones no pueden ser contestadas. Debemos tener en cuenta que Dios sabe mejor que nosotros lo que es mejor y ayuda acorde a Su sabiduría. No es que Dios tenga la intención de que suframos sino que muchos factores deben ser considerados en cuanto a por qué sufrimos. Lo que Dios haga acerca de esto puede estar sujeto a un número de regulaciones. Dios nos ha dicho que podemos orar y debemos orar por muchas cosas. En adición a la alabanza a El, el agradecimiento por las bendiciones, confesar los pecados, podemos pedirle por varias cosas. Sabiduría (Santiago 1:5-7); necesidades materiales (Mat. 6:9-15); salud (3 Jn. 2; 2 Cor. 12:7-10); y fortaleza y denuedo (Hch. 4:29-31); perdonar a los demás (1 Jn. 5:16); y otras cosas. Pero todo esto está sujeto a regulaciones. Y ser cuidadoso de no tomar pasajes tales como Santiago 5:14-15, que tratan con la era de los milagros y su aplicación y aplicarlos a nuestra situación hoy día. Los cristianos van a experimentar sufrimientos en esta vida, sean serios o menores, y Dios cuida y ayuda. Debemos estar preparados para convertir tales experiencias para nuestra propia mejoría, y la mejoría de los demás. Usted terminará más feliz y más productivo enfrente de la adversidad. [Gospel Anchor, Vol. 3, Pág. 231, Maurice Barnett].