testimonios de la emigración - Comisiones Obreras de Andalucía
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testimonios de la emigración - Comisiones Obreras de Andalucía
La emigración como condicionante socioeconómico para el desarrollo del movimiento obrero en Andalucía Alfonso Martínez Foronda Sº de Estudios y Fundaciones de CC.OO. de Andalucía Si la economía andaluza mantuvo su carácter dependiente desde que se iniciara el proceso modernizador en España a finales del siglo XIX (fundamentalmente Cataluña y País Vasco) es, sin duda, a partir de 1936 cuando, definitivamente pierde el tren de la industrialización. Son numerosos los trabajos1 que ratifican el deterioro que para la economía andaluza supuso la política económica franquista: desde el período autárquico al Plan de Estabilización (1959) y los posteriores Planes de Desarrollo. La autarquía, que fue un proyecto no sólo económico, sino también político2 de la dictadura, hizo estragos: se alargan las jornadas de trabajo, se contraen hasta lo indecible los salarios y se imponen mínimos de subsistencia inverosímiles. No es ajeno a ello el bagaje intelectual del dictador. Se cuenta la anécdota histórica que en 1929 se entrevistó en Asturias con el político conservador Calvo Sotelo, siendo aún Franco general a secas. Franco le espetó que las reservas de oro no tenían la más mínima importancia para la estabilidad de la moneda, puesto que se trataba de una mera convención y, por tanto, podían ser sustituidas por cualquier otro objeto: piedras, por ejemplo. De la situación de atraso crónico de Andalucía, heredado del pasado, se pasa a otra de “subdesarrollo dependiente”,3 que junto a los efectos de la guerra y al bloqueo internacional prolongaron el sufrimiento de los españoles. Por ejemplo, si la aportación de Andalucía al producto industrial español se situaba en la década de los años veinte en torno al 18 por ciento, en los años sesenta se encontraba por debajo del 8 por ciento.4 El peso de la agricultura seguía siendo abrumador en los años cuarenta, propio de una sociedad subdesarrollada, al tiempo que la política agraria del régimen, a partir de la creación del Servicio Nacional del Trigo (SNT), fue nefasta. El Estado, con el objetivo de regular el 1 Cf. LÓPEZ RUBIO, J. (dir): Introducción a la estructura económica andaluza, Edit. Civitas, Madrid, 1997; MOYANO ESTRADA, E. y PÉREZ YRUELA, M. (Cords): Informe Social de Andalucía (19781998). Dos décadas de cambio social. Córdoba. Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA), 1999; MARTÍN RODRÍGUEZ, M.: Estructura económica de Andalucía. Espasa Calpe. Madrid, 1992 o AURIOLES MATÍN, J.: Claves actuales de la economía andaluza. Ágora, Málaga, 1989. 2 . En SARTORIUS, N. y ALFAYA, J.: La memoria insumisa..., op. cit. p. 75. 3 Véase LACOMBA, J.A.: “Desde los inicios de la industrialización al Plan de Estabilización de 1959”, en MARTÍN RODRÍGUEZ, M. (dir.): Estructura Económica de Andalucía. Madrid, Espasa Calpe, 1993, pp. 21-72. 4 Cf. BAENA LUQUE, E. y ORTEGA LÓPEZ, T. Mª.: “1962, el mayo andaluz. Andalucía ante las huelgas mineras de Asturias”, en VEGA GARCÍA, R. (coord.): Las huelgas de 1962 y su repercusión internacional, Fundación Muñiz Zapico, Oviedo (Asturias), 2002, pp. 10-11. 2 abastecimiento de las materias primas, como el trigo, adquiría a precio de tasa toda la cosecha para después, en régimen de monopolio, venderlo a los fabricantes de harina. El resultado fue obvio: ante la rigidez del mercado, los grandes productores desviaban parte de las cosechas hacia el mercado negro con el fin de obtener mayores beneficios y, consecuentemente, se multiplicó la inflación, el comercio negro y el estraperlo. Baste este cuadro comparativo para comprobar que el precio que alcanzaron algunos productos básicos no podía garantizar, obviamente, el nivel de subsistencia. Precios (pts.kg.) de tasa y estraperlo en 1949, Sevilla.5 Aceite Pan 3ª Patatas Tasa 7,87 3,58 1,56 Estraperlo 16,55 9,13 3,14 Fuente: Cámara de Comercio, Sevilla. En definitiva, Andalucía se especializa en la industria agroalimentaria y es un desierto respecto a actividades transformadoras como el textil, el papel o la siderometalurgia, al tiempo que el tejido empresarial se caracteriza por un minifundismo excesivo. De las 70.873 empresas registradas en 1958 en Andalucía la media de trabajadores empleados era de 5´1. En 1958 el 93% de las empresas tenía menos de 9 trabajadores. Sólo 57 empresas superaban los 500, representando un pírrico porcentaje de 0´08%.6 Por tanto, a comienzos de los setenta el rasgo definitorio de la industria andaluza es su minifundismo. Así, entre la autarquía y el desarrollismo de los años sesenta, asistimos a esa especialización agrícola –en la que se había afianzado el latifundismo-, junto a un trasvase de fuerza de trabajo y En FERNÁNDEZ ROCA, F.J.: “El salario industrial en Sevilla: 1900-1975”, en ARENAS POSADAS, C. (Edit.): Industria y clases trabajadoras en la Sevilla del siglo XX, Universidad de Sevilla, 1995, p. 133. 6 Cf. SANTIAGO RAMOS, A.: La actividad y el espacio industrial en Andalucía. Ed. Ágora, Málaga, 1991, p. 45. 5 3 capital que, en modo alguno, proporcionó una base para el desarrollo industrial de Andalucía, sino antes al contrario, limitó el crecimiento económico de la región. Los efectos de la política económica franquista sobre la industria andaluza fueron nefastos. En primer lugar, a partir de los sesenta, la industria andaluza se orienta hacia actividades industriales y sectores (minería, industria del papel y sus derivados, refino de petróleo, industria química, producción y primera transformación de metales), que estaban muy alejados de su especialización secular –la industria agroalimentariay, por tanto, terminó de sancionar sus desventajas respecto a otras regiones españolas. Tal circunstancia explica que al término de la dictadura, la industria andaluza viera reducido su nivel de especialización y diversificación respecto a España y aquélla presentara una menor productividad que el conjunto nacional.7 Como consecuencia, este crecimiento fue más bajo que en otras regiones: una agricultura con excesiva mano de obra que llevaba a un paro estructural, un objetivo retraso-desierto industrial, la salida de capitales –fruto de la sobreexplotación de la mano de obra- en busca de inversiones más rentables hacia las zonas industrializadas del norte y centro de España y la nula inversión en sus recursos naturales –en manos de capital extranjero la mayoría-. En este sentido, los datos de población activa comparativos de Andalucía y España confirman este atraso: Población activa por sectores en 1960 (porcentajes) Total Sector 1º Sector 2º Andalucía 34,6 49,9 20,8 España 38,7 39,9 28,7 Fuente; LACOMBA, J.A. (1993, pp. 21-72). Sector 3º 29,3 31,4 Más elocuente para conocer nuestro atraso en estos años de tránsito, es la posición de las provincias andaluzas según la renta per cápita respecto a la media nacional. 7 Cf. RUS MENDOZA, G. y RASTROLLO HORILLO, Mª A.: Capitalización y crecimiento de la economía andaluza (1955-1998), Fundación BBVA, Bilbao, 2002, P. 239. 4 Ranking provincial según renta percápita Provincia 1955 Almería 49 Cádiz 23 Córdoba 35 Granada 50 Huelva 24 Jaén 47 Málaga 39 Sevilla 17 Fuente: LACOMBA, J.A. (1993, p. 69). 1960 49 27 28 48 29 32 41 20 Finalmente, si tomamos el referente del incremento de su valor añadido bruto –VAB- en el período de tránsito, comprobamos que Andalucía sigue en la tónica de incorporarse de forma más lenta al proceso general de crecimiento, ya que entre 1955-1964 alcanza el 36%, frente al 56% de la media nacional.8 Por centrarnos sólo en Sevilla, la ciudad más industrializada de Andalucía, en 1957 su VAB industrial representaba un exiguo 3.22% del total español,9 mientras que el de transformación de productos del sector primario se mantenía a la altura de 1958 como hacía cincuenta años. En fin, si el VAB industrial del sector metalúrgico aportaba a España el 18.80%, el sevillano, siendo el más alto de Andalucía, representaba sólo el 13.10%.10 A ello hay que sumar una inflación galopante, pese a las subidas salariales de los años cincuenta. En la década de los cuarenta los salarios reales estaban por debajo del 50% de su valor de la preguerra y todavía a mediados de los cincuenta no se alcanzaron los salarios reales que se cobraban a mediados de la década de los treinta.11 A comienzos de los sesenta el salario real de los españoles se situaba por debajo de los niveles de 1936 (en Sevilla, en 1959, estaba todavía 25 puntos por debajo - aún sumando al salario base el resto de percepciones, desde gratificaciones, diversos pluses y pagas extras-12; y en Granada, Cf. LEMUS LÓPEZ, E.: “Andalucía bajo el franquismo”..., op. cit. p. 476. Cf. Fuente: Banco de Bilbao: Renta Nacional de España y su distribución provincial, 1955-1975, Madrid, 1978. 10 Cf. MARTÍNEZ RUIZ, J.I.: “La desindustrialización de la ciudad, trasfondo económico de una época de protestas y conflictos”, en ÁLVAREZ REY, L. y LEMUS LÓPEZ, E.: Sindicatos y trabajadores en Sevilla, Universidad de Sevilla, 2000, pp. 255-256. 11 Cf. BABIANO, J.: Emigrantes, cronómetros..., op. cit. p. 158. 12 Encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Sevilla, Cf. FERNÁNDEZ ROCA, F.J. “El salario industrial de Sevilla: 1900-1975, op. cit. p. 139-142). 8 9 5 por ejemplo, los salarios reales del colectivo mayoritario de su industria, los peones, seguían sin atender los dos componentes básicos del cesto de la compra, la alimentación y el vestido.13 No es de extrañar que el mismo Arzobispo de Sevilla, en 1962, denunciara mediante una pastoral la escandalosa situación social y económica existente como el analfabetismo, el paro y “el contraste casi insultante entre el nivel de vida de las clases elevadas y el de los trabajadores”.14 A partir del cambio de gobierno de 1951 la economía española experimenta un claro crecimiento económico y una mayor integración internacional que tiende a una industrialización rápida. Ésta, sin embargo, se produce desde una clara desigualdad territorial, ya que la nueva industria se localizará fundamentalmente en la cornisa cantábrica, Cataluña y Madrid, acentuándose aún más los desequilibrios territoriales. Una industria que verá crecer, precisamente, nuevos sectores emergentes como la química, la metalurgia –con sus diversos subsectores- el automóvil y los bienes de equipo. Este desequilibrio industrial se traduce, lógicamente, en una nueva clase obrera industrial y de servicios, fundamentalmente urbana, que concentra los salarios más altos, dejando a las provincias de marcado carácter agrícola con remuneraciones más exiguas. Baste indicar que en 1960 el salario medio de un trabajador de Madrid superaba en 2,6 veces a su homólogo de Jaén15. Ni la actuación del Instituto Nacional de Industria (INI), ni las sucesivas actuaciones en los Polos de Desarrollo lograron el objetivo de industrializar Andalucía. El INI, ciertamente, participa ya en 1943 en la Hispano Aviación S.A., y en CASA, en la Empresa Nacional Elcano o en SACA, todas ellas empresas sevillanas; en 1942 en la Empresa Nacional Elcano, que desde 1921 había sido convertida en Astilleros de Cádiz y nacionalizada en 1951. En cuanto a los Polos de Desarrollo que se inician en 1964 constatan de nuevo un fracaso en su aplicación y en las expectativas creadas. 13 Biblioteca del Ministerio de Trabajo. Jefatura Provincial del Movimiento (1959): Veinte años de paz en el Movimiento Nacional bajo el mandato de Franco. Provincia de Granada. Biblioteca del Consejo Económico y Social, p. 9. 14 Cf. RÍO MARTÍN, Juan del: “El papel de la Iglesia en la Autonomía Andaluza”. VI Curso de Otoño de la Universidad de Cádiz, en Andalucía 25 años después: de la transición a la autonomía (1975-2000). Jerez de la Frontera, 2001. 15 Véase GARCÍA FERRER, A.: “Análisis de los diferenciales interprovinciales de los salarios en España: una aproximación hedónica”, en A. ESPINA, Ll. FINA y F. SÁEZ (comps.), Salarios y políticas de rentas, vol. II de Estudios de Economía de trabajo en España, Madrid, Ministerio de Trabajo, 1987, p. 513 y ss. 6 De los 300 proyectos presentados en los primeros años de vigencia del Polo de Sevilla, en 1970 apenas si habían entrado en funcionamiento 73, creándose sólo 5.700 puestos de trabajo, de los 29.000 previstos.16 En cuanto al Polo Industrial de Huelva, el desarrollo de éste tampoco se reflejó en la renta per cápita: si en 1962 ocupaba el trigésimo sexto puesto entre las provincias españolas, diez años más tarde, ocupaba el trigésimo noveno puesto.17 Por su parte, el Polo de Desarrollo de Granada registró un tremendo fracaso: de los 3.288 puestos de trabajo aprobados en los distintos proyectos que se iniciaban en 1969, tan sólo se crearon 665 en 1974.18 Ni siquiera el llamado “Plan Jaén”, de 1953, dotado escasamente, dio algunos frutos como la empresa Metalúrgica Santa Ana, una fábrica de cementos en Torredonjimeno o algunos regadíos dispersos por la provincia. Ya en 1973 el balance de este Plan no pudo ser más negativo, pues sólo se habían hecho realidad un puñado exiguo de proyectos.19 En definitiva, la profusa propaganda franquista sobre los beneficios del llamado desarrollismo económico de los sesenta fueron, a todas luces, un tremendo fiasco porque incluso, a la muerte del dictador, Andalucía seguía siendo una región periférica y subdesarrollada. 2.1. La emigración andaluza y su impacto en la economía regional El desempleo estructural de Andalucía no pudo superarse a pesar de la rápida industrialización que experimentó el país desde comienzos de los cincuenta y que se aceleró en la década siguiente. Las medidas macroeconómicas del gobierno tecnócrata de 1957 consiguieron el objetivo de introducir a España en la Organización Europea de Cooperación Económica –en enero de 1958- y en el Fondo Monetario Internacional, en julio de ese mismo año, pero el reajuste económico que exigió el Plan de Estabilización para impulsar el desarrollo tuvo consecuencias negativas para la clase obrera. El paro se acrecentó y la única salida fue la emigración. Aunque el deseo de los vencedores fue mantener una mano de obra abundante en el campo, sin embargo, desde Cf. MARTÍNEZ RUIZ, J.I.: “La desindustrialización de la ciudad...”, op. cit. pp. 263-264. Cf. LEMUS LÓPEZ, E.: “Andalucía bajo el franquismo”, op. cit. pp. 480-481. 18 Cf. GIL BRACERO, R.: “Una aproximación retrospectiva: el final del franquismo en Granada”. Universidad de Granada, pp. 383-384. 19 Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, D. y CRUZ ARTACHO, S.: Protesta obrera y sindicalismo en una Región “idílica”. Historia de Comisiones Obreras en la provincia de Jaén. Universidad de Jaén, 2003, pp. 5051. 16 17 7 mediados de los cincuenta y, fundamentalmente, desde los años sesenta, el proceso migratorio fue imparable y sin precedentes. La negativa evolución económica y demográfica andaluza marcaría, sin duda, su estructura sociolaboral. La impotencia de la economía andaluza para ocupar sus excedentes laborales supuso una sangría demográfica sin precedentes que vació pueblos y comarcas enteras de gran parte de la Andalucía rural y que condicionaría el devenir económico de la región hasta la muerte del dictador Francisco Franco. Si tomamos como referencia los datos que proporciona el Informe del Banco de Bilbao20 en el período 1955-1975 comprobamos este atraso andaluz respecto al español en sus tres parámetros: en la tasa de actividad, en la tasa de ocupación y en las tasas de paro. Tasas de actividad, ocupación y paro de Andalucía y España (1955-1975)21 ANDALUCÍA ESPAÑA Años 1955 1962 1975 1955 1962 1975 Tasa de 35,56 35,17 32,96 41,20 40,13 37,45 Actividad Tasa de 96,33 96,64 86,46 98,56 98,85 94,42 Ocupación Tasa de 03,66 03,35 13,53 01,43 01,14 05,47 22 Paro Fuente: MARTÍNEZ, D. y ARTACHO, S. 2003, op. cit., p. 35. La baja tasa de actividad, por tanto, se debía al fuerte impacto que tuvo la emigración, a lo que hay que añadir la reclusión de la mujer al trabajo en el ámbito doméstico y/o familiar al que había sido condenada por el régimen franquista. Como consecuencia, el proletariado agrícola pierde peso numérica y económicamente, ya que el campo tenía cada vez menos importancia dentro de la economía española. Baste indicar que el salario agrícola era a comienzos de los años 60 en Andalucía dos veces y medio inferior 20 Cf. Informe del Banco de Bilbao: Renta Nacional de España y su distribución provincial (1955-1975) Tasa de Actividad (% de activos respecto a la población de hecho); Tasa de Ocupación (% de ocupados respecto de activos); Tasa de Parados (% de parados respecto de activos). 22 Hay que tener en cuenta que esta baja tasa de paro se debe a la emigración forzosa, a la que hay que añadir la precariedad de muchos pequeños agricultores que lograban esquivar la dramática salida migratoria con mucho sacrificio, así como el ocultamiento de la explotación del trabajo femenino en el hogar. 21 8 al que se percibía en la propia industria andaluza y 3,3 veces menor al de la industria catalana23 Casi todas las regiones españolas, en mayor o menor medida, sufrieron procesos migratorios, pero, sin duda, el saldo mayor de salidas correspondió a Andalucía. Así, desde mediados de los años cincuenta hasta el setenta contemplan la salida de Andalucía entre dos millones y dos millones y medio de personas, según diversos autores, 24 siendo las provincias orientales de Andalucía (Jaén, Granada, Almería y Málaga) las más afectadas por aquellos desplazamientos. Desde 1940 sólo dos provincias mantuvieron una atracción de población permanente (Madrid y Barcelona), mientras que de las 16 provincias con saldo negativo, se encuentran nada menos que cinco andaluzas: Almería, Córdoba, Granada, Huelva y Jaén.25 Según el Censo Oficial de 1970, eran 1.611.791 los andaluces que vivían en otras regiones, de los que cerca de un millón pertenecían a la parte oriental. 26 Por poner algunos ejemplos de estas provincias, el Servicio Español de Emigración calcula que fueron 217.156 granadinos los que emigraron a Europa entre 1969 y 1975 y otros 172.368 a zonas de atracción industrial del país; Córdoba perdió 170.181 individuos en la década de los sesenta y otros 100.000 en la de los cincuenta; Jaén, la provincia con mayor emigración de España, contempló la salida de más de 300.000 emigrantes entre 1955 y 1975.27 Los años cincuenta suponen para la provincia de Jaén la entrada al principal período de regresión demográfica conocida en los últimos 150 años. Se puede afirmar que a partir de finales de esta década la provincia inicia una de las convulsiones demográficas más fuertes de España. En cuatro lustros muestra un crecimiento negativo severo, que lo sitúa entre las caídas más fuertes respecto de la media nacional. La causa principal está en la GONZÁLEZ DE MOLINA, M.: “De la autarquía a la industrialización de la agricultura andaluza”, en GONZÁLEZ DE MOLINA, M. y GÓMEZ OLIVER, M. (Coords.): Historia Contemporánea de Andalucía (Nuevos contenidos para su estudio), Granada, Junta de Andalucía, 2000. 24 Según José Babiano fueron 1, 4 millones de personas entre los cincuenta y los sesenta, en “La Memoria democrática..., op, cit. pp. 15-18; A. González considera que desde 1950 a 1975 Andalucía perdió 1.707.000 habitantes, Castilla-León con 1.017.000; Castilla-La Mancha 895.000, Extremadura 687.000 y Galicia con 494.000. Cf. en GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, A.: “Una dictadura fuera del tiempo: crecimiento económico y cambios sociales”, en ÁLVAREZ REY, L. y LEMUS LÓPEZ, E.: Sindicatos y trabajadores en Sevilla, Universidad de Sevilla, 2000, p. 245. 25 Cf. NICOLÁS MARÍN, Mª. E.: “El franquismo”, op. cit. p. 81. 26 Los datos que ofrece este censo son elocuentes: en Barcelona, 712.160; en Madrid, 318.593; en Valencia, 170.646 y en el resto de Cataluña (sin Barcelona) 127.933. Cf. LARA SÁNCHEZ, F.: La emigración andaluza, Ediciones de la Torre, Madrid, op. cit. p. 51. 27 Cf. CHECA, A.: “La herencia de una dictadura”, en CHECA, A. y ESPEJO, J. (coords.): Memoria de la transición democrática en Jaén (1973-1983). Fundación La General, 2003, p. 14. 23 9 penuria económica de esos años, que acentúa la emigración en la mayoría de los pueblos de la provincia. La salida de jiennenses entre los años 1951 y 1970 se sitúa en torno a las 325.000 personas, en su mayoría hombres jóvenes. Sólo la alta tasa de natalidad que mantiene la población local pudo contener en cierto modo un declive más acelerado de la misma. Desde los años cincuenta, la población de Jaén se desenvuelve en una inestable caída, que presenta al final saldos más o menos sostenidos. La disminución de la emigración estructural, el incremento de la esperanza de vida al nacer y la aparición de nuevos flujos migratorios positivos pueden explicar el actual estancamiento de la población. Por otro lado, si comparamos la provincia de Jaén con el resto de las andaluzas, con las cuales forma parte de una tradición sociodemográfica común al compartir, además de cultura, otros aspectos socio-estructurales básicos, podemos encontrar algunas diferencias sugerentes. En este sentido, Jaén es la única provincia andaluza que pierde población desde 1970 hasta 1991. Paradójicamente, en ese mismo período de dos décadas, Andalucía crece en aproximadamente un millón de habitantes; es decir, que mientras el contexto sociocultural al que pertenece Jaén tiene un impulso demográfico relevante, con un crecimiento relativo de un 15,8 por 100, justamente Jaén decrece en una proporción (-4,6 por 100) significativa. Al mismo tiempo, la población nacional muestra un comportamiento demográfico similar a Andalucía, con un incremento del 13,9 por 100 de la población total, que supone en términos absolutos 4.754.645 españoles más. Estas diferencias no hacen sino confirmar la singularidad demográfica de Jaén. La mayor parte de los pueblos agrícolas de Jaén tienen una tendencia similar. Lopera, por ejemplo, no es una excepción. A partir de 1940 el fuerte crecimiento poblacional de Lopera va a cambiar bruscamente, de tal forma que en el período de 1940 a 1980 el crecimiento es negativo, de menos 64,72 habitantes año, un decrecimiento del 11,76 por mil anual; estabilizándose prácticamente durante la década de 1980. Esta continua recesión demográfica, que dura medio siglo tiene una causas muy definidas. El descenso en la década de 1930 hay que atribuirlo a la Guerra Civil. Entre 1936 y 1939, Lopera fue "frente de guerra", quedando gran parte de la población destruida. La emigración, consecuencia del conflicto bélico, fue casi total; y 10 tras el conflicto hubo muchos vecinos que no volvieron por haber rehecho su vida en otros lugares. La población vuelve a decrecer en la década de 1940, años de duras condiciones de vida y de miseria, agudizadas por bloqueo comercial internacional tras la Segunda Guerra Mundial. El desempleo y el hambre empujan a parte de la población, normalmente los más desfavorecidos, a buscar en la ciudad un remedio a su situación. No obstante, la terrible crisis de subsistencias de 1946 no dejó en Lopera una huella tan funesta como en otras muchas poblaciones. A partir de 1950 comienza la emigración a los polos industrializados del Norte de España, a las capitales (Madrid y de provincia), y al extranjero, que se manifiesta en un estancamiento poblacional entre 1950 y 1960. Es una emigración continua que se acelera en las décadas de 1960 y 1970. La ausencia cada vez mayor de trabajo en una población de economía básicamente agrícola, la opción de trabajo que dan los nuevos polos de desarrollo nacionales y extranjeros, la búsqueda de un mayor nivel de vida, etc., llevan a la población joven en estos años a salir de Lopera -fenómeno similar a todo el mundo rural-, de tal forma que en Lopera entre 1930 y 1981 la población pierde la mitad de sus habitantes.28 En la década de 1980 la población comienza a estabilizarse y a recuperarse lentamente. Mucho tiene que ver en ello el final de la emigración y el despuntar de una actividad industrial que tiene como palanca impulsora la industria del mueble y el sector servicios en torno a la autovía de Andalucía, aunque el principal sector económico sigue siendo la agricultura. 28 LÓPEZ CORDERO, Juan AntonioJuan Antonio López Cordero: VII Jornadas sobre la historia de Lopera. Cámara de Comercio e Industria de Jaén. Jaén, 1996, pp. 15-62). 11 Las migraciones, tanto hacia el exterior de España, fundamentalmente a Alemania, Francia y Suiza, como hacia las zonas más industrializadas del país (Madrid, Cataluña, País Vasco y, en menor medida, el Levante), como las migraciones hacia el interior de Andalucía, fundamentalmente hacia las capitales de provincia y, especialmente, Sevilla, dan resultados espectaculares, convirtiéndose en un verdadero fenómeno social. Sólo hacia Europa emigraron entre los años 1950 y 1973 unos dos millones de españoles, de los que entre el 30% y el 40% eran de Andalucía.29 Súmese otro millón y medio aproximadamente hacia el interior del país y comprobaremos el coste personal y social de la emigración. Prácticamente, hasta avanzados los años sesenta, la residencia que acogió a la inmensa mayoría de emigrantes no fue otra que los suburbios de las grandes ciudades, llegando a fenómenos como el chabolismo (El Pozo del Tío Raimundo, en Madrid, o la Bota, en Barcelona). La emigración española y la andaluza, en particular, tiene en su haber una de las más duras y negras páginas de su historia. Es elocuente este otro testimonio al respecto: “Influye también en el empeoramiento constante de la clase obrera el aflujo ininterrumpido a Madrid de campesinos y obreros procedentes de Jaén, Toledo, Ciudad Real a los que el hambre obliga a huir de sus pueblos. En muchos casos estos hombres no tienen conciencia de clase. Esto y el hambre les lleva a ofrecerse a trabajar en las condiciones que sea, o a aceptar como buenas las actuales, lo que dificulta la lucha reivindicativa”.30 Sevilla, sin embargo, presenta unas características especiales dentro del marco regional andaluz por su carácter dual. De una parte, se convierte en un foco de atracción de población del campo que se desplaza a la capital para evitar el paro endémico de las zonas de procedencia rural; pero, al mismo tiempo, dada la escasez de industria y el desarrollo económico inadecuado de la ciudad, se produce una mano de obra excedentaria que no puede absorber su escaso tejido productivo y sale, consecuentemente, a la emigración. Según el Censo de 1960, el 56,03 de los sevillanos han nacido en la Cf. LEMUS LÓPEZ, E.: “Andalucía bajo el franquismo”, op. cit. p. 485. Cf. Informe Madrid, 23 de mayo de 1955, p. 1, ACCPCE, serie Activistas, carp. Núm. 2, en BABIANO MORA, J.: Emigrantes..., op. cit. p. 209-210. 29 30 12 capital y el resto es de fuera (el 17% procede de algún municipio de la provincia y el 25,75% del resto del territorio español), por lo que el crecimiento de la provincia de Sevilla, el más alto de Andalucía, se debe exclusivamente a la capital.31 La mano de obra que procede fundamentalmente de la emigración está, básicamente, descualificada. Baste indicar que la agricultura concentraba a la población con más bajos niveles de instrucción –el 17% era analfabeta y el 80´71% no tenía estudios, seguida de la construcción y los servicios32 Esta mano de obra que la conforma prácticamente el campesinado se absorbe en un porcentaje amplio por dos sectores: la industria manufacturera y la construcción.33Además, tiene dos características fundamentales: por una parte, es joven y, de otra, tiene un escaso nivel de instrucción. Así, el 70% de los emigrantes de los sesenta lo hacen con edades inferiores a los treinta años y el 64% de los emigrantes de esa misma década, por ejemplo, poseían sólo estudios primarios.34 Se produce, por todo ello, una proletarización de una mano de obra joven y básicamente industrial que, por una parte, se socializa políticamente con cierta rapidez y, de otra, es ajena al sindicalismo de los años treinta. En un primer momento, y durante los años cincuenta, esta emigración masiva supone también una competencia con otros sectores cualificados, al tiempo que fomenta una cierta división entre distintas capas obreras, que puede explicar también la desmovilización de esta década, ya que por lo general estos trabajadores, llevados por la necesidad, están dispuestos a trabajar en peores condiciones y a cambio de salarios más bajos. Porque la emigración se produjo por lo general en condiciones tercermundistas: viviendo en los suburbios de las ciudades, en barracones, incomprendidos muchas veces por la población receptora, mirados con desprecio por muchos europeos acomodados, trabajando más horas de las prescritas para ahorrar y Cf. FERNÁNDEZ CARRIÓN, R.: “La población de Sevilla y su mercado de trabajo”, en ARENAS POSADAS, C. (Ed.): Industria y clases trabajadoras en la Sevilla del siglo XX. Universidad de Sevilla, 1995, p. 93. 32 Cf. RUS MENDOZA, G. Y RASTROLLO HORILLO, M.Aª.: Capitalización y crecimiento de la economía andaluza..., op. cit. p. 169. 33 De 1950 a 1970 la industria manufacturera y la construcción habían crecido desde el 24,8% hasta el 36,4% en su población activa, al tiempo que la agricultura y la pesca habían pasado del 50,5% al 22,8%. Cf. BABINAO, J.: “La memoria democrática: de las primeras Comisiones Obreras a la Asamblea de Barcelona”, en Comisiones Obreras: memoria democrática, proyecto solidario. Fundación 1º de Mayo, Madrid, 2001, pp. 15-18. 34 Según J. Babiano, la asalarización de la población activa de esos años osciló, según la EPA, del 59,2% en 1964 hasta el 70% en 1975. Cf. BABIANO, J.: Emigrantes, cronómetros..., op. cit. pp. 17-18. 31 13 enviar a las familias el poco dinero ganado. Es gráfico el testimonio del manchego Cipriano García, uno de los dirigentes históricos de las Comisiones Obreras de Cataluña, al respecto: “ [...] Hemos contribuido a ese desarrollo industrial en una gran medida, pero desgraciadamente nuestros derechos económico-sociales no han sido tenidos en cuenta en la misma medida. El gran capital ha ido exclusivamente a la suya, mientras que en las barriadas –de emigrantes- se vive abandonados, en la indigencia, careciendo de los elementos más fundamentales, es decir, los hogares no están en condiciones para poder vivir y poder descansar las horas de ocio; los chicos no pueden asistir a una escuela..., nuestra alimentación es deficiente e igual sucede en muchos otros aspectos como el vestir...”.35 Por tanto, se establecen cuatro grandes condicionantes que retrasan en Andalucía el resurgir del movimiento obrero: ausencia de grandes empresas y un minifundismo industrial que dispersa considerablemente la mano de obra; fortísima emigración, que desmantela socialmente las zonas rurales y supone una válvula de escape para el régimen al dar salida al paro; una represión institucional y policial en las zonas agrarias y, finalmente, una escasez de industria que imposibilita la concentración de trabajadores. Pero, dialécticamente, la emigración supuso no sólo un cambio o una modificación de las pautas culturales y sociales de las zonas rurales abandonadas, sino que en contacto con otros pueblos y con condiciones de vida lamentables (desde la infravivienda hasta las condiciones de trabajo), ella misma se transformó tanto en conciencia de clase,36 como en conciencia 37 nacionalista/regionalista, reforzando en muchos casos los nacionalismos de las áreas de llegada. Obviamente, Andalucía perdió valiosos cuadros sindicales como puede deducirse de la composición del primer Congreso de la C.S. de CC.OO. de 1978, 35 Cf. VILAR, S.: La oposición democrática (1939-1969), Ediciones Sociales, Barcelona, 1969, p. 249. Cf. Archivo de la Secretaría de Organización de la C.S. de CC.OO., Primer Congreso, Encuestas a los congresistas, junio de 1978, p. 2, caja 4, leg. 7. 37 De nuevo, Cipriano García decía: “nos identificamos con su lucha por el problema nacional”. Cf. VILAR, S.: La oposición democrática, op. cit. p. 249. 36 14 pues de los 249 delegados presentes que habían nacido en Andalucía, nada menos que 106 residían fuera de la región.38 La emigración permitió que algunos militantes como Manuel Rubia Molero, emigrante en Gavá, conozcan la nueva experiencia que se estaba desarrollando en el movimiento obrero español de las CC.OO. y allí en ellas militará desde 1963. Al llegar a Córdoba a finales de 1965 conecta con trabajadores de otras empresas como CENEMESA o SECEM y otros trabajadores como Rodríguez Linares, “El goro” de RENFE o Ildefonso Jiménez (construcción) y crearán el grupo embrionario de las CC.OO. cordobesas a finales de 1966. Manuel Rubia sería, ya en la legalidad, el primer secretario de la U.P. de CC.OO. de Córdoba. La reconstrucción del PCE, por ejemplo, tiene una relación directa con la emigración en algunos casos. Por ejemplo, la implantación inicial del PCE en Sanlúcar debemos situarla a finales de los cincuenta cuando algunos emigrantes en Francia, como Ponce, inician sus contactos con José Benítez Rufo (alias “El Míster” o “Jesús”) y a su vez con Manuel Rmero Pazo o Nicolás Ruiz “Pancaro”, quien a su vez conectan a este dirigente comunista con Emilio Fábregas, máximo dirigente del movimiento obrero del Marco de Jerez, a comienzos de los sesenta. En Granada, por ejemplo, tras las caídas de 1960 y 1961 con centenares de detenidos, Francisco Portillo, que había emigrado a Francia para trabajar en empresas de Metz o en Alsacia-Lorena, ingresa en el PCE en 1960 y en 1963 vuelve a Granada donde consigue articularlo de nuevo. Un caso no menos importante será la labor que los instructores del PCE juegan en la reorganización no sólo de su partido, sino también del movimiento obrero. Este es el caso del cordobés Juan Menor que es enviado por el PCE desde Francia para reorganizar este partido en Sevilla al mismo tiempo que comience a convencer a jóvenes obreros como Fernando Soto o Eduardo Saborido para que organicen las primeras CC.OO. Sin duda, como afirman sus protagonistas, sin la labor minuciosa de concienciación de Juan Menor el movimiento obrero sevillano –y por su importancia, el andaluz-, no se hubiera desenvuelto de la misma Cf. MORALES RUIZ, R. y MIGUEL BERNAL, A.: “Del Marco de Jerez al Congreso de Sevilla. Aproximación a la historia de las CC.OO. de Andalucía (1962-1978)”, en RUIZ, D. (Dir.): Historia de Comisiones Obreras (1958-1988), Madrid, 1993, pp. 215-216. 38 15 forma. Lógicamente, Menor conocerá la experiencia de las primeras CC.OO. que se habían formado a partir de las huelgas asturianas de 1962 y trasladará esta experiencia a Sevilla. Podemos afirmar que es a partir de finales de 1962 y principios de 1963 cuando se forman las primeras comisiones obreras en fábricas como Hispano Aviación o SACA desde la aportación que había realizado este instructor. En el caso de la emigración al exterior, la experiencia acumulada en estos países con tradición democrática se trasladaba posteriormente a España, demandando para sus zonas de origen estas formas democráticas o sirviendo en ocasiones de enlaces entre los sindicatos clandestinos españoles y el exterior. Finalmente, está la emigración por motivos políticos, minoritaria, que ante el acoso o la represión se desplazan a otras zonas del país o al extranjero. Entre los dirigentes de CC.OO. de Cataluña, por ejemplo, se constata la presencia de muchos andaluces; de otra parte, la emigración por motivos políticos conoce a dirigentes como Antonio Brioso, enlace de CC.OO. en FASA, que se trasladó a Francia; el de Antonio Gasco, líder sindical del sector de panadería o de Luis Santos Peraza.39 39 . Cf. LEMUS, E.: “Andalucía bajo el franquismo”, op. cit. pp. 485-488. 16 17 TESTIMONIOS DE LA EMIGRACIÓN Emigración. Manuel Rubia Molero. Emigración a Barcelona. M.R.M: Dieciocho años, sí. Y entonces, bueno, a mí se me pagaba todo y en aquella época yo ganaba el sueldo de oficial de primera que eran 31.75. Esto podía ser en el año cincuenta y tantos. De ahí que en esa vida que llevaba, era también la época en que la gente buscaba, buscaba... y los pueblos comenzaban esa sangría de Andalucía, buscando... Y todos estábamos buscando y no nos dábamos cuenta de que lo que estábamos buscando era la libertad porque no se tenía. Yo tenía trabajo, en fin, aunque el salario era... ganaba lo que cualquier persona adulta, mayor, pero allí faltaba aire. Entonces yo, fue el primer salto, que yo me fui a Madrid, me fui a Madrid con la idea de buscar... la idea que yo tenía era..., antes había un cuerpo militar que era de armamento y construcción, que era un poco el peritaje...el, lo... el peritaje que todavía no existía, eran los maestros, los peritos de las fábricas del Ejército, era un cuerpo de armamento y construcción que para sus fábricas preparaban precisamente como si fuera más peritos que maestros porque exigían más prácticas que teoría, ¿no? Y, entonces se me metió en la cabeza: “Yo me voy a Madrid”. Yo había visto en las películas, en las películas eso de que el tío trabajando había llegao a Jefe de Estao [risas] F: ¿Te lo creíste? M.R.M: Me lo creía [risas] E: Eso en Estados Unidos. M.R.M: En Estados Unidos, claro. Y entonces digo pos “Yo me voy a Madrid” y tal. Y entonces, bueno, pues me fui a Madrid. E: ¿Cómo..., o sea, además de que conoces la empresa a través de tu padre, pero tienes algún vínculo allí o cómo...? 18 M.R.M: Allí, allí había familia mía. El primer salto me parece que fue con mi abuela [pausa] No, no, yo estuve antes en Madrid porque fui a operarme [pausa] Ya no estaba mi abuela. Yo no fui a Madrid con mi abuela. Yo me fui a una pensión, a una pensión de éstas de comida y cama, ¡de patrona! Yo me fui pues con veinte o treinta duros, o sea, no me fuí... o sea... yo no he tenío nunca el miedo al paro. Me fui. Allí tenía yo un amigo –porque había estao mi hermano antes- y, bueno, pues me puse a parar en el mismo lugar de mi amigo, un sótano de la calle General Pardiñas, 48 [risas], y allí me situé con él y encontré trabajo en seguida ¿no?, o sea, me puse a trabajar en FEMSA que era Fábrica Española de Magneto- y elegí aquella empresa porque era una empresa muy potente, hacía todo el trabajo de electromagnetismo de los coches. Allí... no había que hacer el Servicio Militar. Entonces [...], puedo estudiar, buscarme la academia, me preparo, no que ir al Servicio Militar, pero empezaron las dificultades aparte de las económicas que con lo que ganaba, ganaba menos que en Écija, me dejaron de Oficial de Segunda. Yo tenía... no había opción sindical, tendría diecinueve o veinte años más o menos y... y yo no podía ser Oficial de Primera, tenía que trabajar de Oficial de Segunda y, yo lo que pasa es que ganaba algo más por los destajos porque allí se trabajaba a tiempo, entonces le sacaba ventaja a los trabajos. Y...y, bueno, la primera dificultad es que me pusieron a turno y tenía que trabajar por la mañana y por la tarde, entonces las gestiones que había hecho para meterme en una academia a estudiar, pues se me jodió la marrana, aparte de que la academia era de militares y toa la gente iba allí echa unos pijos y, yo no tenía na de pijo [risas], o sea, que mi vestimenta y mi estética no era precisamente pa estar en aquella academia [risas] ¿no? [...] M.R.M: Bueno, no podía ir y, bueno... No pude hacerlo. Entonces seguí trabajando ahí en FEMSA y al no tener... al tener esa dificultad pos ya digo: “Yo no quiero estar aquí en FEMSA porque yo no puedo estudiar”. Estuve intentando en la empresa de que me cambiaran e incluso que me pusieran a turno de noche para poder estudiar, para poder ir a la academia y, incluso de noche siempre había un plus de nocturnidad que se ganaba un poco más y decía: “Bueno, pues aquí saco yo... Por la noche se saca mucha más productividad en el trabajo más el plus, pues ya me vale a mí para poder...”. Pero no me lo permitieron, no. Entonces, pues me fui de la empresa y estuve trabajando en varias empresas más. E: Y... Y para no... para desarrollar luego todo el trabajo, me gustaría saber y terminar en la parte de educación, como ahora... ¿Seguiste intentando ir a la academia? M.R.M: No, ya lo que seguí intentado es cómo irme de España. [...] F: ¿Qué pueblo era que no lo hemos dicho? M.R.M: En Gavá. En Gavá trabajaba aunque yo vivía en Barcelona ¿no? Eh, bueno, entonces, allí, sí es cierto que nos encontramos varios andaluces y, la verdad es que el nivel de conciencia de los andaluces, de conciencia social en el aspecto, era muy superior a la de los catalanes. Las Comisiones Obreras de Cataluña que nacieron en aquella época, podían decir, eran todos catalanes, pero podíamos decir sin temor que las comisiones de base eran tos andaluces, eso estaba claro. Nosotros formamos una 19 comisión obrera en la fábrica y, bueno, éramos tos andaluces, el único que no era andaluz era precisamente Coscubiera, que era uno que formaba parte de las comisiones obreras que detuvieron. F: ¿En la misma empresa? M.R:M: En la misma empresa. Cuando lo detuvieron, yo recuerdo que nos repartíamos el trabajo que había que hacer en aquellos momentos, aparte de, bueno, de tratar de concienciar que habían detenido a un compañero y tal, a todo el mundo nos planteamos la ayuda económica inmediata y nos repartimos la petición de dinero por todos los sitios, y yo como estaba en las oficinas técnicas, pues me tocó pos el bailar con la más difícil [risas], con toda la jefatura de Cataluña, de Barcelona, toda la jefatura de la empresa que eran tos... el Jefe de Personal era un viejo falangista y, bueno, pues me tocó el tema y he de responder con todos perfectamente. Todos a los que llegué... tan sólo hizo dejación alguno que no, que dijo: “No quiero saber nada de este tema”. Pero el resto de la, de la nómina de mando, de la nomenclatura de mando, todos respondieron, no generosamente pero respondieron y, además respetando la petición que se estaba haciendo sin... Nosotros, hombre, cuando yo empecé, pues me planteaba el tema de lo que podía tener de denuncia y de represión porque teníamos la evidencia de aquí, de Andalucía y Córdoba y, aquella gente, muy respetuosamente, unos me dieron y otros no me dieron pero no pasó nada, incluso los del Movimiento Catalán que había allí en la, en esta empresa, bueno, pues me felicitaron “por la valentía que tenéis los andaluces” y tal. Y después, todo lo que se recogió, fuimos a casa de Coscubiera, a su mujer y a su hijo que era pequeño todavía -porque nos conocimos, yo conocí al chico, él ya no sabe, no se acordaba de mí cuando he vuelto a verlo, después ya recordando, pues, la memoria, pues sí, efectivamente sabía que habían ido allí algunas personas a tal-, porque allí, quizás, el trabajo nos correspondía a nosotros porque además no estábamos identificaos con la policía y, nosotros dijimos: “Hay que ir, hay que ir”. Sin más complicaciones ¿no? F: Estamos hablando de, de... esa célula nueva la formasteis en el 63, 64..., o sea... M.R.M: Sí, sí, la empresa...ese año, o sea, por esa época es cuando detienen a la primera Comisión Obrera de Cataluña. Nosotros ya teníamos montás nuestras comisiones obreras en la fábrica ¿no? F: Cuando tú estuviste, ¿ya existían las Comisiones Obreras? M.R.M: Igual nosotros las creamos. F: Estamos hablando del 63... M.R.M: 63, 64 o por ahí, nosotros creamos...la fecha de referencia es muy difícil de... F: ¿Cuánta gente había en esas comisiones obreras? M.R.M: Nosotros podíamos decir que teníamos asambleas allí. F: ¿Pero numerosas? 20 M.R.M: Las asambleas, numerosas. F: ¿Y no había problemas...? M.R.M: No, o sea, la empresa era de un catalán que era bastante liberal y aunque tenía... el Jefe de Personal era un falangista reconocido y tal, pero toleraba la cosa bastante... Y ese hombre estaba muy cerca del movimiento catalanista [el empresario]; era una persona un poco culta, pero era respetado por los catalanistas del movimiento catalanista que... Había ahí un grupo de, de Jaime Balmes de Cataluña. Estaba ahí ese grupo representado en cuadro de profesionales universitarios, ingenieros y tal, que estaban, incluso trataban de imponer el catalán en las notas de servicios, que de unas secciones a otras estaban queriendo... Ellos mandaban las notas a los servicios en catalán, entonces teníamos nuestras trifulcas y yo tenía bastantes discusiones, vamos, charlas con ellos. Entonces, yo les acusaba de que todo el movimiento político que estaban llevando, o sea, que sin acoger a los andaluces se estaban equivocando: los andaluces éramos tan catalanes como andaluces ¿no? Y que ellos tenían que buscar precisamente de que nosotros, que nos íbamos a vivir allí, que habíamos tomao la decisión, por motivos económicos o por lo que fuera, de ser catalán, de vivir en Cataluña, sin hacer negación de nuestras raíces, pero que tenía que haber un movimiento para que aprendiéramos el catalán, de que nos integráramos en la sociedad con su lengua, con su propia lengua y tal. A mí me invitaron a que fuera a dialogar, a tener unas tertulias en el círculo, bueno, porque yo en la profundidad de los pensamientos que yo tenía, planteamientos sociales y políticos que nosotros hacíamos allí, los andaluces, bueno, pues hubo una identificación y querían que yo fuera y les comenté que yo no sabía catalán y tal. Total, que ellos se empeñaron en que yo aprendiera el catalán y ya me trajeron la Gramática, un Diccionario del Catalán, o sea... F: No había en el fenómeno de la emigración, que muchas veces se ha contado, como cierto rechazo, ¿no lo vistes tú así?, ¿un rechazo de la sociedad o bien de los andaluces hacia los catalanes o a la inversa? M.R.M: Pudieran ser ambas cosas. Es un poco el andaluz chistoso que tiene que ser y es el menos chistoso, es el tema ¿no? El catalán consciente y había... A mí la cultura del pueblo catalán me atraía enormemente, yo decía, pues... ahí tienes la sardana que es una expresión de su propio pensamiento, que es un poco todos cogidos de las manos formando un círculo ¿no? Y para mí aquello es una expresión de una cultura en la que nosotros bailábamos individualmente [risas], nuestro baile era individual ¿no? F: Nuestro cante. M.R.M: Y nuestro cante. Tanto el cante como el baile es individual, siempre suelto, mientras ellos se cogían unos a otros. Yo esto lo ponía como ejemplo de la cultura catalana. A mí, yo con los del movimiento catalán, la gente que estaba minimizadamente politizada o preocupada, tanto los nacionalistas como cualquier otro, no había rechazo hacia...por lo menos hacia mí, yo no lo he sentido. Allí se rechazaba mucho que se hablara el catalán, por los andaluces, ¡porque no se comprendía, coño! Ése era el tema. Que yo creo que había una falta de comprensión de los que íbamos allí que de ellos mismos. Ellos, cómo queríamos nosotros que dejaran de hablar su lengua por nosotros, yo no lo comp..., o sea, yo le decía a un compañero mío: “Si tú te vas a Francia ¿qué, 21 que los franceses se tienen que poner a hablar contigo en español aunque supieran? Ellos piensan en catalán, igual que el francés piensa en francés y nosotros en castellano”. Y, entonces, eso era difícil. Cuando ellos querían dialogar con nosotros y se ponen a nuestra altura, no cabe duda de que estaban haciendo un esfuerzo. Entonces, yo no he encontrao el rechazo, ni he visto ni he sentío el rechazo del catalán por el hecho de que yo fuera andaluz ni mucho menos. Al contrario, en las conversaciones que yo he tenío con ellos, sociales, ellos me han invitao a formar parte de su pequeño grupo –ya te he dicho que un grupo como era éste de Jaime Balmes- que era un grupo intelectual y un grupo de personas altamente cualificadas y tal, me invitó a mí que yo no tenía titulación alguna. F: ¿Tú te acuerdas de algunos otros andaluces que formaban parte de estas primeras consignas obreras...? M.S: Un sindicalista católico que has dicho, pero que no has terminado de dar el nombre... M.R.M: Éste se llamaba Delgado, Delgado de apellido. M.S: Muy bien. M.R.M: Éste era de electromecánica. Era una persona para mi exquisita, y además que yo siempre he pensao que será uno de los primeros que entreviste `porque es un hombre que desde su infancia ha estao en el movimiento obrero con la OA, ha sío conciliario de la OA, y ha sío un hombre de una coherencia de compromiso extraordinaria. Y el hijo, después ha estao en las Juventudes Comunistas y dejó de hablarle incluso al padre, porque el padre se mantenía en su coherencia cristiana, en su sindicalismo moderao y tal, pero el padre ha seguío y el hijo dejó de serlo, o sea, que ése es el tema. F: Y decía... ¿otros andaluces, tú conociste allí en la fábrica, que siendo de Andalucía, hayan formado parte de estas comisiones? M.R.M: Sí. Ahí teníamos el que estaba metío en el partido, o sea, que era sevillano, Acevedo, Paco Acevedo que formaba parte, aquí, del grupo de CENEMESA; y otro más que no recuerdo cómo se llama, que también era sevillano, que se vino aquí a trabajar a CENEMESA y después, precisamente, se fue a la fábrica donde...; había otro que no recuerdo el nombre, también sevillano, mu buena persona, pero éste era mu radical, era más bien stalinista, pero como les pasa ha tos los radicales, después, a la hora del hacer se quitó de en medio, más revisionista. Este Paco Acevedo estuvo con responsabilidad incluso de alguna célula importante, en la parte de Gavá, y éste estaba dentro en las comisiones obreras, también en la empresa ésta de SERRANS, de Gavá. F: Y más allá de la empresa, ¿conociste algún otro dirigente de comisiones...? M.R.M: Yo conocí, hombre, yo allí estuve... En el barrio tuve conexión con el partido y, entonces en mi casa se celebraban reuniones del partido y, los nombres, no me preguntes por ellos porque en aquellas fechas yo ni los quería saber, o sea, que era un tema, cómo puedes comprender, de la máxima seguridad. Y tenía, pues, relaciones. Y cuando recogía la propaganda -no sé si le he comentao-, este Coscubiera que cuando lo 22 habían detenío a él, a mí me había soltao un talegón de propaganda, me lo había soltao él, y no hizo na más que soltármela y lo cogieron a él. Yo no me di cuenta ni la policía se dio cuenta de lo que yo tenía en la mano, no me verían porque el tema... si me ven [risas] ¡vaya la que me cae encima, un talegón que era de puta madre! Entonces...ahí nosotros actuamos como Comisiones Obreras y íbamos a reuniones en las iglesias, asambleas importantes, bueno. Pues toda la vida, el movimiento obrero ha estao plagao de andaluces, ¡ahí no había más que andaluces! Y algunos estudiantes nos ponían de ejemplo. Algunos estudiantes iban a las asambleas y nos ponían de ejemplo tanto como andaluces como trabajadores: “¡Fíjate tú cómo se están organizando y con qué cojones le están echando a esta gente que se reúnen en todos los sitios donde quieren. Como quieren, a riesgo de lo que haga falta, pero van avanzando en ese tema!” ¿No? Ése era el tema de esa comisión obrera que se había creao. Entonces yo tenía unas vivencias y unas experiencias con respecto al trabajo de fábrica que es un poco... que cuando me vine aquí, yo esperaba que ya mi célula –que era la que estaba metida precisamente en la empresa-, pues que hubiera hecho algo, no en la empresa, estaba en la sociedad...aparte de que Aristóteles ya estaba en la empresa, en CENEMESA. F: Después de Barcelona te vienes aquí, estás hablando del 64, 65. M.R.M: Sí, yo me vine en 66. F: En las elecciones sindicales ¿estabas aquí? M.R.M: Las elecciones sindicales lo que pasa es que...Yo me vine a una empresa pequeña, o sea, a mí me trajo uno de los clientes de la fábrica donde yo estaba trabajando, allí me...va, me conoce, charlamos y me dice el tío: “¿Por qué no te vienes allí? El mismo sueldo que tienes aquí yo te lo doy allí. Te quiero hacer Jefe de Taller de la fábrica que vamos a montar” y tal. Bueno, me convenció porque el tema de Cataluña se me vino un poco abajo en cuanto a oportunidades, en cuanto a mitos que los andaluces teníamos, que teníamos siempre un complejo de inferioridad por aquello de que éramos, podemos decir, bueno, la propaganda oficial: no sabíamos más que cantar y bailar. Siempre hemos tenío problemas los andaluces, porque a mí me han querío hacer cantar en Madrid porque yo era andaluz, y como estuve trabajando en Madrid, en fin, los compañeros: “¡Coño, un andaluz!” Y tal y cual, y venga a rondarme, y venga a rondarme, y venga a invitarme a que cante [risas]... F: Cuando vienes a Córdoba, vienes a una empresa pequeña ¿no? M.R.M: Vengo a una empresa pequeña. F: ¿Tú sabes...? ¿No sabes, el año, sesenta y tantos...? M.R.M: Yo, hombre, te lo puedo hacer porque tengo documentos precisamente de la Seguridad Social, cuando la jubilación, que tengo ahí tos los partes de las fechas en que he cotizao. F: Y las condiciones de trabajo en esa empresa, en Barcelona, ¿cómo eran...existía alguna reivindicación, alguna huelga...? 23 M.R.M: Sí, había... Nosotros aprovechábamos todas las situaciones que había para crear complicaciones y tomar conciencia, hacer que la gente se concienciara de la situación en que nos encontrábamos. Allí, la persona que más tiraba del carro en esta empresa era Paco Acevedo. Paco Acevedo, pero sus reivindicaciones y planteamientos a veces eran... no eran reales, no eran realistas en cuanto a... Y nosotros lo que sí llevábamos una lucha de demostrar que los andaluces éramos más profesionales que todos ellos ¿no? Y, bueno, yo fui a... contrato para una Sección de Taladro, de encargao de una sección de taladro. Había un maestro y varios encargaos, y los procedimientos de trabajo me parecían muy rudimentarios, sin mucha racionalización, entonces estaba en una discusión constante con el maestro... 24 Manuel Gil Murillo, militante del PCE, nos narra su experiencia migratoria y las condiciones de vida tras su llegada a París en 1964: Yo era de los que pensaba que no había que irse, que había que estar aquí y aguanta el chaparrón [la dictadura]. Pero la verdad es que (...) las condiciones de trabajo, para mí, desastrosas (...) si llovía, fango; si no llovía, mucho polvo; no te pasaban ropa de trabajo (...) O sea, que mi hermana viene de vacaciones (...) mi hermano estaba trabajando en la RKS, una factoría de cojinetes [engranajes] y había posibilidad de que, a través de mi hermana, te manden un contrato o te llamen. Total, que así lo hicimos, mi hermana apalabró allí en la fábrica, cuando vino mi hermana en el 64, cuando vino de vacaciones, y así lo acordamos. En septiembre pedí la cuenta (...) y marché para allá. [...] Me fui por libre, no tenía papeles. Tenía el compromiso que me había logrado mi hermana en la empresa [francesa]. Tomé mi pasaporte, que tuve sus más y sus menos porque no había cumplido los 25 años, lo hice a través de un abogado (...) Llegué a París y enseguida tuve que ir al consulado para rellenar una serie de papeles que me dio la empresa (...) El piso, en el Sur de París, en el cinturón rojo (...) En el distrito aquel (...) Mi hermano y unos amigos habían acondicionado allí lo que se llamaba el Patio Español, una serie de habitaciones antiguas que habían restaurado (...) Una casa antigua, que la habían restaurado (...) tuvimos que arreglar el techo (...) la situación era más bien precaria (...) Porque claro, vivir en un hotel suponía que no ganar dinero. Y los alquileres y eso (...) estaban caritos. El barrio era de emigrantes, muchos de ellos argelinos (...) La relación vecinal casi no existía, exceptuando lo nuestro del patio. 25 Alfredo Pérez González, va a trabajar a la fábrica Opel de la RFA: Describe las instalaciones que la empresa tenía a disposición de los trabajadores emigrantes: “Las instalaciones estaban bien, pero las habitaciones, muy pequeñas (...) En una habitación vivían tres emigrantes; literas, además (...) Los servicios, después, eran comunes, igual que la cocina era común. Y allí en una zona específica vivíamos españoles, en otra vivían griegos y en otra vivían turcos”. Acerca de la diferencia salarial con respecto a España: “mandaba 20 duros diarios a mi madre (...) Y no recuerdo bien si en aquella época estaba a 36 ptas. el sueldo en España [año 1964, cuando emigra]”. Habla acerca de su actividad política allí, cuando en España era asunto prohibido: “Allí realizo una gran actividad política, allí es donde empiezo a conocer lo que es la actividad política, dentro de un marco de libertades”. Y allí es donde participa por primera vez en una manifestación porque el médico de empresa se negaba a atender a un compañero (también emigrante) enfermo. Es la primera acción de protesta pública en la que participa en su vida (aprendizaje democrático). Alfredo, a su regreso a Sevilla, pasó una “cuarentena”, en la que no trabó contacto con militantes del PC, como medida de precaución ante la presencia de confidentes y policías infiltrados de la Político-Social en los grupos de españoles en la emigración. Francisco Ponce Barneto, también en la RFA, describe también dónde vivía: “Era propiedad de la empresa (...) Allí vivía en una habitación de 5x4 [metros], más o menos, allí había cuatro literas (...) Hicimos una especie de comuna, yo era el cocinero, otro fregaba, otro hacía la compra”. Francisco llega a militar en sindicatos libres en Alemania. Antonio Gascó Navarro. Cuenta el cortejo de las organizaciones opositoras en el exterior, años 60: “Había muchos grupos de oposición tratando de ganar adictos (sic) en las colonias españolas de Alemania: estaba la UGT, el propio Partido Socialista Exterior, estaban grupos anarcosindicalistas, la CNT o sea, y había caldo de cultivo”, e insiste en “el bombardeo continuo a que los grupos en el exilio sometían a las colonias españolas, grupos de toda tendencia (...) Mi simpatía por el PCE era evidente”. Reconoce más adelante que uno de los vectores fundamentales de captación de militantes era ofrecer solidaridad, el grupo (en este caso político) arropa y ofrece protección a los individuos que lo forman. Finalmente, Gascó ingresaría en el PCE en Alemania y es allí (curiosa y significativamente) donde toma conciencia política y de los conflictos de su gremio (panadería) en Sevilla; a su regreso volverá a panadería y será un dirigente destacado en los conflictos de este sector. Gascó cuenta también que estaban organizados los comunistas españoles en un club que disfrazaba su verdadero significado asociativo [el PC era ilegal en la RFA]. Y en efecto consta la presencia de elementos de la Político-Social, “yo no me fío, porque allí había mezclados de la Brigada Político Social confidentes”. 26 En el sentido del aprendizaje democrático en la RFA, todos destacan elementos comunes: la facilidad para asociarse y encontrar sede para reunirse en libertad, participar en los primeros de mayo y otras manifestaciones y reivindicaciones sindicales, encuadrarse en sindicatos libres o promover cursos y seminarios de pensamiento marxista. También puede resultar de interés este testimonio indirecto de José Gutiérrez Ruiz, acerca de los nuevas ideas y comportamientos que traen los emigrantes retornados a Fuente Andalucía: “nosotros éramos una juventud muy dinámica (...) nosotros incluso íbamos a los bares y bailábamos, y la gente mayor nos decía maricones... y nosotros lo que pasa es que empezábamos a despertar y, claro, para nosotros era un tabú todo lo que olía a franquismo. A partir de esas fechas [1965 – 1967], es ya otra vida, empieza a mejorar la vida, la emigración. Fuentes [de Andalucía] había tenido siempre mucha emigración: la gente empieza a salir a Alemania, a Francia, a Suiza, a Holanda; en fin, Fuentes ha sido uno de los pueblos que ha tenido más emigración en la provincia de Sevilla y entonces, claro, eso también va generando, diríamos, en el pueblo, aparte de lo que llegaba la gente y decía: ‘coño, pues allí hablo libremente y están los sindicatos’, venían y hablaban...” 27