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VISITADORES DE DIOS MISIONEROS DE LA ALEGRÍA Subsidio N.: 3, para la animación de misioneros En primer lugar no existen recetas para la organización y método misionero. Si puede haber líneas de orientación que pueden servir de acuerdo a cada realidad que se quiere misionar. Hoy se les llama misioneros a cada discípulo. Desde el Documento de Aparecida, todo creyente, bautizado es “Discípulo misionero”. Vamos a intentar llamar a los que en nombre del Señor y su Iglesia salen a encontrarse con familias, personas: Visitadores. Son lo que hacen posibles con una acción específica esta visita de parte de Dios. Visitadores misioneros para el encuentro y la comunión El objetivo del Visitador de Dios es ser un puente que religa con el Señor y ayuda a las personas a encontrarse con Él, en la fe o en un cuestionamiento sobre lo que significa este Dios que SI quiere encontrase con él a través del visitador. Pero no debe perder la certeza el visitador que Dios lo espera en las familias y las personas con quien se encuentra en su salida (ya saliendo de la puerta del templo o los salones parroquiales, capilla institución), Dios favorece los encuentros y los encausa. El encuentro con el dialogo sencillo, partiendo de quien somos, nuestra humilde presentación, y no importa si el interlocutor me mira con cara rara… Y con la ayuda del Espíritu proporcionará la gracia de que uno, dos o tres… sean los nuevos hermanos que conozco o reconozco de la familia de la Iglesia. Y estos conocerme a mí y a mi compañero como esa familia en Espíritu a veces lejana, distante. El Espíritu Paráclito hará posible la comunión de fe, de sentimientos fraterno, amistoso, de oración y de vida que se comparte. Puede pasar que alguno rechace al visitador, pero esta visita hará posible una pregunta que se podrá dar tarde o témpano en el visitado: ¿Quiénes son estos que se presentan en nombre de Dios y de la Iglesia? ¿Y por qué me tocó a mí? Pregunta que podrá llevar al visitado a un futuro encuentro con el Señor y con su Iglesia. Los convocados no deben ser solamente “aquellos que le gusta la misión”, sino todo bautizado que se entusiasme y se prepare. Símbolos y ritos Los símbolos religiosos son importantes: La cruz, la medalla de María o algún santo y la imagen de la Virgen que debo portar con devoción a la hora de visitar. Además, nunca debería faltarme el Libro de la Palabra de Dios (Biblia) y si es posible el agua bendita para rezar y bendecir. Salir junto a otro es importante para ayuda ante los desafíos de la visita, a no ponerse nervioso por demás, a rezar, al diálogo con él o los visitados. La oración al reunirnos para visitar, que no sea un trámite sino que nos demos tiempo para pedir la ayuda al Espíritu, contemplar la Palabra que vamos a anunciar y revisar desde la oración lo planificado, las manzanas, casas, calles, plazas… La oración silenciosa personal, el rezo de decenas de rosario, mientras vamos de camino. La oración al volver de acción de gracias o de pedidos ante el sagrario o la imagen del Santo Patrono o la Virgen. Esta oración será para entregarle lo sembrado al Señor, para que con su gracia lo haga crecer y llegue a fructificar. Elementos a tener en cuenta a la hora de rezar junto al visitado o visitados, si así lo quieren, luego de un mínimo dialogo A veces te atienden en la puerta. Asumir la puerta como lugar simbólico donde cada uno tiene que pasar para encontrase. Estar en la puerta recuerda al Señor que “Siempre está a nuestra puerta y llama…” La puerta con entrada al corazón del visitado o su familia. Rezamos ante la puerta si podemos y si así lo quiere el visitado. Puede tener la imagen de María en sus manos mientras realizamos la oración. Hacemos la señal de la cruz, saludamos con este saludo: -Que la paz del Señor este con tu casa y tu familia y los demás respondemos: - Amen. Luego rezamos la oración inicial que es la oración de la misión diocesana para la visita y el encuentro… Luego, le presentamos el pequeño Evangelio de San Lucas como regalo pero haciendo notar que la Palabra de Dios es la Buena Noticia de la Vida, Cristo Jesús. Leemos el texto elegido de antemano en la reunión de los visitadores. Compartimos algo del texto Luego hacemos peticiones Le proponemos si quiere que bendigamos la puerta y en ella la familia. A veces, tenemos la gracia de que nos invitan a pasar y lo debemos hacer con naturalidad, sin parecer unos lanzados ni timoratos. Pasamos, si vemos que hay una mesa nos sentamos. Y comenzamos la charla que pude durar un tiempo, a veces considerable. No habría que andar corriendo con ansiedad, hay que dar tiempo a la escucha y luego invitamos a rezar solamente que a la conclusión del rezo le proponemos bendecir la casa. Materiales que se pueden entregar La estampa con la oración de la misión diocesana para la vista y el encuentro. El Pequeño Evangelio de San Lucas. Una botellita de agua bendita. Si se entrega un folleto con actividades de la parroquia, que sean elegidas. No apabullar con tanta información. Especialmente, invitaciones a espacios de oración, la Santa Misa, de encuentros de la Palabra, de fiesta… Que no sea lo primero la entrega del folleto que desvirtuaría la propuesta de salir al encuentro de estos vecinos que no son público para mis actividades. Si en el tiempo propuesto no llegamos avistar todo lo que nos proponíamos, paciencia ya lo haremos el año siguiente, porque la Iglesia no es misionera sólo un tiempo, lo debe ser permanentemente. Tratar si de hacer muchas acciones pequeñas, con mucha iniciativa misionera. Misas en sectores, novenas en casas, celebraciones en plazas, peregrinaciones a santuarios convocando a los visitados. María ejemplo y guía Mirando a María rostro verdadero de un Visitador de Dios, que vivió fuertemente la visita de Dios para con ella y que luego, esa gracia la supo compartir. Leemos el pasaje del Santo evangelio de San Lucas 1, 39-56. Que tradicionalmente llamamos, “La Visitación”. Palabras de nuestro Obispo Luis en la Fiesta de Nuestra Señora del Buen Viaje (octubre del 2014): “El Evangelio que acabamos de proclamar nos invita a SALIR, como María, “aprisa, sin demora”: ¡Hay una Buena Noticia, un Evangelio que anunciar, comunicar, compartir con los hermanos! La Palabra de Dios resuena, el Espíritu Santo llena de gozo el corazón de María y de Isabel. Por eso, el canto de alabanza y de acción de gracias en labios de nuestra Madre: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad mi pequeñez, me proclamarán feliz todos los hombres. El Señor hizo en mí grandes cosas, ¡Su Nombre es Santo!” Dios irrumpe en la historia, interviene con su Gracia en la vida de estas mujeres, dando así comienzo a la plenitud de la Historia de la Salvación: Ambas embarazadas, para dar a luz, una a Juan, la palabra profética que anunciará y preparará los corazones para recibir al Salvador; y otra a Jesús, la Palabra eterna de Dios hecho hombre. ¡Es el amor de Dios que se manifiesta! Por eso la alegría, el compartir con entusiasmo la alabanza al Señor. Es el anticipo de lo que será y es la misión de la Iglesia: ¡Anunciar con alegría el amor de Dios Padre que entregó a su Hijo, para que Él, cumpliendo su voluntad, por su muerte y resurrección nos rescate dándonos nueva Vida con el don del Espíritu! Así somos hombres y mujeres nuevos, hijos de Dios hermanos entre nosotros, familia de Dios, Iglesia: y así hoy, aquí, en Morón, celebrando la Fiesta de su Madre, nuestra Purísima Concepción del Buen Viaje. Es el anticipo de nuestra misión: El anuncio del Evangelio es la vocación propia de la Iglesia, su misma naturaleza, su gozo inacabable; y nosotros, en esta Diócesis de Nuestra Señora del Buen Viaje en Morón, mirando a María misionera, anunciadora, que lleva a Jesús a su prima Isabel, hoy queremos también renovar esta vocación, sintiéndonos verdaderos discípulos misioneros. El Papa Francisco, nos dice: “Recobremos y acrecentemos el fervor, ‘la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas (…) Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”. Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: El Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, ‘les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse’. Cristo es el ‘Evangelio eterno’ y es ‘el mismo ayer, hoy y para siempre’, pero su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de novedad. La Iglesia no deja de asombrarse por ‘la profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del conocimiento de Dios’” (Evangelii Gaudium, 10-11). Abramos nuestro corazón para recibir nosotros mismos, en primer lugar, el alegre primer anuncio de la Buena Noticia de Jesús, el kerygma, que tanto bien nos hace, renovando nuestra vida de fe y nuestra vocación de discípulos misioneros. Así, nos preparamos para la Misión 2015, en la cual debemos ir a todos, para darles todo (¡el Evangelio!), para involucrarlos a todos, para integrarlos a todos. Que la Misión 2015 nos encuentre a todos de pié, dispuestos a echar las redes: El Señor nos lo pide hoy, María nos acompañará. Que Ella interceda por nosotros, para que el Señor nos bendiga y nos dé la gracia de responder a este llamado con generosidad. ¡Iglesia de la Purísima Concepción del Buen Viaje! Hoy, todos ustedes son llamados a ser discípulos misioneros. Los convoco a la misión y los envío. Estamos preparándonos para la Misión del año 2015. Que así sea.