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SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
21 de Noviembre de 2004
Muy queridos hermanos y hermanas que van a recibir hoy el sacramento de la confirmación; muy queridos hermanos y
hermanas en Jesucristo nuestro Señor:
El próximo domingo vamos a comenzar un nuevo año litúrgico, un ciclo que nos acerca cada vez más a la Salvación de
Dios; un ciclo de celebraciones litúrgicas que nos hacen disfrutar cada vez más de la Salvación que Dios nos ofrece. Este
domingo, por tanto, es la coronación de un año litúrgico y la Iglesia, nuestra madre, nos invita a que celebremos con
solemnidad a Jesucristo, proclamándolo Rey del Universo. Rey de todo y de todos.
La palabra que se nos acaba de proclamar nos ayuda a descubrir el sentido del reinado de Cristo†¦ en que sentido Cristo es
nuestro rey. Y el Evangelio nos invita a contemplarlo en el trono de su reinado: la cruz. Cristo reina desde la cruz, ¿por qué?
Porque nos hace saber que su reinado no es de poder, no es de presión, no es de ambición, su reinado es de amor. Nos amó
hasta el extremo de dar su vida por nosotros; por tanto, el quiere reinar en cada uno de nosotros y en todos los hombre y
mujeres haciéndolos experimentar su amor. Siendo Dios se hizo hombre, se entregó a la muerte por la Salvación de todos y
su reino de amor se manifiesta asÃ, como reino universal.
No se entregó a la muerte Jesucristo Nuestro Señor por un pueblo o por unos cuantos, se entregó a la muerte por amor a
todos los hombres y todas las mujeres de todos los pueblos, generaciones, lenguas, razas y naciones.
Su reinado es de un amor universal. Su reinado es de verdad, no se entregó a la muerte en apariencia, se entregó de verdad.
No se entregó reservándose para sà alguna cosa, se entregó plena y verdaderamente a la muerte y muerte de cruz.
Su reinado es un reinado de paz. Murió precisamente para reconciliarnos a nosotros con nosotros mismos y para reconciliarnos
con Dios. Nosotros, por nuestra propia cuenta, no podÃamos pagar a Dios el precio por nuestro pecado. Cristo lo pagó para
pacificar nuestras relaciones con Dios. Su reinado es de paz, no es de violencia, no es de imposición†¦ es un reinado de paz.
Cristo, nuestro Señor, muriendo en la cruz y al reconciliarnos con Dios, nos dio la posibilidad de entrar de nuevo a la
participación de la misma vida de Dios y esto nos hace santos. Por eso su reinado es de santidad.
Aunque lo vemos traspasado, crucificado, muerto en la cruz, su reinado es de vida. Porque la última palabra sobre Jesucristo
nuestro Señor no la tuvo la muerte. La última palabra la tuvo la vida, la Resurrección. Dios lo resucitó y vive para siempre.
Su reinado es de vida.
Este dÃa, queridos hermanos y hermanas, es para contemplar a Jesucristo, nuestro único y verdadero Salvador, Rey del
universo. Y este dÃa es para profundizar como es que Cristo es rey y como reina Jesucristo de verdad en nuestro corazón y en
el corazón de todos los hombres. Un reinado silencioso, pero un reinado que está trabajando cada vez más en el corazón de
los hombres. Aún cuando nosotros, por nuestro pecado, pongamos muchas veces resistencia al reinado de Cristo.
¡Cómo le hace falta a nuestro mundo contemplar el reinado de Cristo, asimilar el reinado de Cristo! Y como le hace falta a
nuestro mundo trabajar por establecer el verdadero reinado de Jesucristo. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo marcado
fuertemente por el ansia de poder. Todos los dÃas contemplamos como muchos ansÃan el poder, viven en una lucha constante
por el poder†¦ poder polÃtico, poder económico.
Vivimos en un mundo en el que, muchas veces, no importa que hagamos para adquirir, para alcanzar un grado superior de poder
sobre los demás, no importa que los humillemos, no importa que pisoteemos sus derechos, no importa que pasemos de largo,
por las necesidades de muchos.
Vivimos en un mundo que ansÃa el poder, el tener, el placer, por encima del bien de los demás. Nos hace mucha falta
contemplar con nuestra mente y nuestro corazón a Jesucristo, nuestro Rey y Señor.
Nos hace mucha falta comprometernos con él para que su reinado se establezca en el mundo. Nosotros podemos hacer que el
reinado de Jesucristo, reinado de paz, reinado de amor, reinado de justicia, reinado de verdad, reinado de fraternidad, reinado de
universalidad, que el reinado de Cristo se establezca. Todos y cada uno de nosotros, que hemos sido bautizados en Cristo,
estamos llamados a trabajar para establecer su reinado en este mundo, si no en vano nos llamamos sus discÃpulos. Somos
cristianos, discÃpulos del Señor Jesús, comprometidos a establecer su reinado en nuestra propia vida, en nuestra familia, en
nuestro ambiente laboral, en nuestro ambiente social, en nuestra ciudad, en nuestra nación, en el mundo†¦ todos estamos
llamados a trabajar por establecer el reinado de Cristo en el mundo.
Contemplemos pues a Jesucristo, el primogénito, el que es nuestra cabeza, el que es nuestro Dios y Señor, quien es nuestro
único y verdadero Salvador, y profesemos nuestra fe en Él, pero que sea una fe que se exprese en el compromiso diario
porque su reinado se establezca cada vez más con mayor claridad y cada vez abarcando a más y más y más personas.
Que asà sea.

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