Una Leyenda de Afectos - Cuenteros, Verseros y Poetas
Transcripción
Una Leyenda de Afectos - Cuenteros, Verseros y Poetas
Una Leyenda de Afectos En estos sucesos de adolescentes, en disputa por la misma novia, la doncella culpable de estas contiendas poseedora del nombre Cintia, realizaba actividades de gimnasia aeróbica, se destacaba de forma excelente en sus movimientos artísticos. Pero sus pretendientes no daban tregua a la contienda, miradas de rechazos, indirectas en conversaciones grupales; una disputa tal vez un poco enfermiza. Se realizó un evento, todos ellos cursaban tercer año del secundario, pero concurriría la gran mayoría de la escuela, todo se desarrolló casi normal. Cuando terminaron los aperitivos, y la música comenzó a sonar, las disputas quedaron a la luz de toda la concurrencia, cada uno eligió su compañera y cómo en un acuerdo estos pretendientes, pidieron la mano de esa chica para bailar un ritmo cada uno. Cintia era la atracción de casi la totalidad varonil concurrente, y sólo uno sería el dueño de su corazón, los dos rivales pronunciaban simpatía ante sus ojos ¡Cuál de ellos sería el afortunado! Al salir a la pista con Juan bailaron excelente, pero no deslumbraron, luego le tocó a Sebastián; éste astuto le pronunció unas dulces palabras en su oído: – Se que tengo la mirada llena de ansiedad, que no halló alegría. – Con un si de tu boca donde iré te recordaré. – Como el momento más sublime que e vivido solo mi vida fue como un sueño hermoso y nada más –. Ezequiel no perdió la oportunidad al ver las intenciones de su contrincante pero sólo sabía que tenía su objetivo y era el de conquistar esa bella dama, cuando la melodía inició el repiquetear de las luces leves, las esferas comenzaron a girar y en un momento de apagón, que su pretendiente no desaprovechó, un instante para darle un fogoso beso que la dejó sorprendida. – Platicamos un rato y nos conoceremos un poco – podría ser, pero 1 ¿A dónde vamos? – continuamos con este rítmo y bajamos al segundo piso, cruzamos la pista, y fuimos a la barra, pedimos dos copas de cerveza. – puede ser, que se repita lo de allá arriba. – Veremos no tan apresurado respondió –. – pero cuéntame, ¿qué pretensiones tienes, en qué año estás, dónde vivís? Sebastián le dice: – me parece que son muchas preguntas porqué antes de todas estas interrogaciones. Quisiera saber si aceptarías ser mi novia, – ¡qué loco que sos! – –Cuéntame sobre tú vida, después te daré la respuesta que esperas con inquietud, – parecés más entretenida, qué cuando estás en el cole, – querés decir, que me observás a escondidas, – no para nada, pero sos tan linda que me atraés la mirada continuamente, –así debes ser con todas y aparte de piropear a cuanta chicas que se te cruzan. – a todas no, a casi todas. – ja, ja, que caradura que sos ¿cuántos años tenés? – diecinueve ¿y vos? – veinte. – ¿qué hay algún problema? – no sólo parecías más chica –. Esa madrugada todo quedó, para las siguientes semanas que se verían y formalizarían una aceptación de noviazgo; pero ella al llegar a su casa, sus padres que muy bien no se llevaban, estaban levantados, su madre se encontraba llorando, se puso al frente de la situación para calmar el clima, ya que su hermano estaba durmiendo; su padre le dijo que el ambiente era insostenible y haría arreglos para irse cuanto antes a instalarse en Francia. Ella sólo escuchó pero él preguntó: – ¿sí quería viajar con él y su amante?, que Cintia ya la conocía, vaciló en su respuesta con evasivas, de no querer estar en medio de esa condición. El lunes al acudir al encuentro con su pretendiente le expresó que era difícil que la relación sea firme por los problemas de su familia, y que su padre la quería llevar a Europa a vivir con él; Ezequiel vio como dos lágrimas descendían desde sus enormes ojos azules hacia la taza de té que sostenía. – Le pregunté si sabían de lo nuestro – ella respondió – ¿qué era lo nuestro? – Si acaso su airado y celoso padre lo sabía – ¡no! – Entonces yo me sentía egoísta y cobarde se me había embotado el corazón me había encerrado cruelmente en mí mismo. Un amigo al que hacía tiempo no veía, cuyo nombre era Héctor Mancha, me desahogué contándole lo que me pasaba, que esa sensación 2 estaba por enloquecerme. Le divirtió pero me aconsejó que una buena borrachera calmaría ese sentimiento, al llegar a casa mis padres me preguntaron: – con delicadeza para no entristecerme demasiado cómo pensaba volverme en un prestigioso arquitecto si pensaba casarme, – les expliqué que eso no ocurriría; un día de invierno en el bar donde paraba, apareció el más grande de sus hermanos, me dijo que su hermana me mandaba muchos recuerdos desde Francia, me alargó el sobre. En la carta que abrí y leí fumando en el local, decía que estaba muy contenta con la nueva experiencia, pero no le creí. Seguí con mis estudios, me fui de viaje de egresado, al volver me encontré con la gran sorpresa de que Cintia había regresado y estaba esperándome junto a mi madre, corrió a mis brazos, pero en ése preciso momento entró mí prometida; todo se tornó en un clima denso, así que al apartarme de ellas, las dejé a las dos paradas frente a mi madre, me volví sobre mis pasos y tomé rumbo desconocido. Hasta que pasaron varios años y volví; encontré a los viejos con sus cuerpos encorvados, canosos pero con una gran fortaleza y sus saludes intactas, los aferré fuerte contra mi ser y les agradecí, por la gran vida que me dieron, nunca más volví a dejarlos solos, ellos forjaron el hombre que soy hoy. – Hijo – expresó el padre – te confesaremos que en este país y tomó la palabra la madre: – le ocultó a esa gente que mi hijo, se escapaba de la escuela para vender diarios, si todos ellos le llaman cabeza de chorlito, más si supieran que dejás las clases; arruinando tú vida y futuro, para vender diarios que te compraban algún día, un par como si fueran una limosna. – Sólo para humillarnos a mí y a tu padre, o quizás te dieran algo de dinero por pura pena, pero nunca te darían la mano de su hija; a un simple canillita ¿Por qué crees que el padre de esa chica la mandó urgente a estudiar a “Francia” en cuanto se enteró de que se había enamorado de ti? En este país tan pobre y rico a la vez, entre esta gente débil, inculta y sin voluntad caritativa de progreso. 3 – Tienes que tener tu propio negocio, ser de clase media alta para vivir como te mereces sin que te aplasten, y así poder mantener la cabeza en alto. No tenemos sentimiento de culpabilidad, como ¡parpadeaban en mi mente tiempo atrás! pero tal como podía percibir en los momentos de rabia, y sentimentalismo excesivo, – hijo – pronunció su padre. – Esas calles de la ciudad que tanto amabas, hoy medías oscuras atractivas sucias y malignas, de este segundo mundo del que tanto se discute. – Supe que esa noche no estallaría la discusión entre mis padres y yo, que poco después cruzaría la puerta, huiría a esas calles que me darían consuelo, y que después de caminar largo rato, regresaría a casa pasada la media noche me sentaría a mi mesa para intentar extraer algo del ambiente y de la química de aquellas calles. – No voy a ser diarero – dije – seré escritor en mis sueños. – Y arquitecto en mis recuerdos. Rodríguez Carrizo Gustavo Alberto 4