Dossier de comunicación Nº 53
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Dossier de comunicación Nº 53
ik 1 de abril 2013 Nº 53 1. El periodismo como misión, Manual de cabecera por Luis Sexto 1 2. Un arte radial olvidado por Mario Castro 4 3. Comunicación y tecnología por Claudia Mazzeo 6 4. Los tres partidos británicos llegan a un compromiso para la regulación de la prensa por Carlos Fresneda 7 5. Batalla interminable por la libertad de expresión por Armando Mariaca 8 6. La plata como mordaza por Ricardo Trotti 9 7. Libertad de expresión e insultos por José Ayala Lasso 10 8. La Asociación de la Prensa de Madrid contabiliza 5.000 afectados por la crisis . 11 9. Periodismo y derechos humanos por Esteban Rodríguez 13 10. Credibilidad periodística y lectores por Wifredo Espina 14 11. ¿Cómo podemos medir el impacto del periodismo? por Ben Colmery 16 1. El periodismo como misión, Manual de cabecera por Luis Sexto En ocasión del Día de la Prensa, ofrecemos a nuestros lectores estas palabras de presentación del libro El periodismo como misión, de la Editorial Pablo de la Torriente, de la UPEC, en el Centro de Estudios Martianos, pronunciadas por el colega Luis Sexto durante la recién finalizada Feria Internacional del Libro de La Habana. Por esta vez prescindo de la recomendación que el francés Jean Guitton llamó estilo apagado y que protege a la opinión de las afirmaciones o negaciones apodícticas. Prescindo, pues, de la cautela ante lo absoluto. Y digo, tajantemente, que José Martí resolvió hace más de cien años nuestro litigio sobre si el periodismo es escritura subalterna o literatura de servicio. Todavía me parece recordar cuándo, 40 años atrás, en la redacción de mi estreno periodístico me recomendaban que escribiera para todos. Y mi respuesta era una pregunta: ¿Escribir incluso para los que no saben leer? Más simple resultó después cuestionar la norma de cierta agencia de noticias que obligaba en su código deontológico a recordar que escribíamos para América Latina, región colmada de pobres y de analfabetos. Aún predominante en algunos de nuestros medios, ese concepto tan paternalista e ingenuo explica, en parte, que la pobreza formal se haya convertido en los últimos tiempos en una especie de moral y cívica de nuestra prensa. Ante esta evidencia cotidiana, uno -que de sobresalientes colegas aprendió la lección de intentar pensar con cabeza propia- duda de que José Martí sea leído y tenido en cuenta en nuestra práctica periodística. No parecen abundar en Cuba las actividades humanas que, como el ejercicio del periodismo, sean sometidas a tan constante, filoso y reductor escrutinio, resuelto a veces en pedradas con ínfulas académicas. Nuestra prensa actual ha sido sepultada por la crisis y por la crítica. Y si el que esto dice es periodista y le duele la falta de rigor en la concreción habitual de su oficio, no calla para recomendar el remedio a tanta insuficiencia, a tanta palabra huera de convicciones y de respeto por los lectores que saben leer. Quizás el lector que solo se interese por la información sobre los deportes, o los espectáculos, se contente con cualquier bisutería. Y vuelva la espalda al periodismo que procure nutrirse del martiano quehacer, deslegitimándolo con una frase automática: “Me quedé como pescado en tarima”. Es decir, no entendí. Y si hay alguien que pueda no entender, habrá que seguir revisando nuestro sistema de educación y en particular el espacio que la lectura ocupa en nuestras escuelas y universidades. Debo aceptar que en una dialéctica lamentable el periodismo cubano se ha rebajado ante las exigencias del sector impreparado de sus destinarios, y los menos aptos han influido en el rebajamiento de nuestros medios. Por tanto, El periodismo como misión, cuya segunda edición aumentada hoy -20 de febreropresentamos, llega para proseguir delineándonos a Martí desde la exégesis teórica, como paradigma del periodismo de la nación. Este libro compone una sugerente guía para corregir las desviaciones profesionales y hacer de nuestros periódicos, como definía el Maestro, una réplica constructiva de la vida. El periódico es la vida, y ha de salir cada día a quitar caretas, dijo el homagno que diseñó su obra con los utensilios de la claridad, aunque alguien lo haya visto andar dentro del misterio. Posiblemente, y arriesgo una hipótesis, esta percepción de Lezama Lima haya sido solo un vislumbre de poeta sobre poeta. Lo primero que encarezco de este libro es el título: El periodismo como misión. Y este breve sintagma encapsula todo el proceder periodístico de Martí, incluso sus conceptos teóricos sobre la prensa. Porque solo asumiéndola como una misión –término de resonancias heroicaspodemos estar en condiciones de proponer enunciados que a la vez que informen y opinen, tiendan a elevar a quienes los reciben. Porque el ejercicio del periodismo como misión no puede reducirse a una faena que solo informe, sino que sobre todo transforme, o ayude a transformar éticamente al cubano. Fuera de ese empeño de integrar una voluntad renovadora, el periodismo en nuestro país se inutiliza, y más que atraer anuencias, genera la discordancia entre lo que ofrece y lo que el lector, el televidente y el radioyente maduros esperan en una sociedad donde la prensa ha de ser la resina que junte y selle. Este libro, además de las certezas sobre el periodismo martiano, tiene la virtud de haber sido compilado y prologado por Pedro Pablo Rodríguez. Como sabemos y no sobra repetir, Pedro Pablo es un intelectual que al conocimiento de Martí une la devoción hacia este hombre único de nuestra patria. En Pedro Pablo, por tanto, el acercamiento al Unificador de la nación parte de una actitud amorosa, de una estudiosa ternura que descontamina toda erudición de cuanto esta pueda acumular de pueblerina vanidad. Y el compilador sabe hacerse acompañar. Y a la suya, ha unido firmas sagaces y profundas e igualmente distinguidas por el culto martiano: Fina García Marruz, Ivan A. Shulman, Ibrahim Hidalgo Paz, Mayra Beatriz Martínez, Carmen Suárez León, Salvador Arias, Salvador Morales, Ramón de Armas y otros de parejo o parecido crédito, que se sumergen en la azarosa y a la vez reflexivamente inspirada carrera periodística de José Martí, para componer un volumen magistral. Página 2 de 18 En estas monografías y ensayos vamos a conocer, o a reconocer, que el Apóstol dominó y enriqueció nuestra lengua y llegó a superar el común de la prosa hispana de su época, tanto en este lado del planeta como más allá del Atlántico, anticipando una voluntad de estilo inquebrantable e inimitable. Pero comprobaremos también que no le resultó, en cambio, una faena sin sudores proponer conceptos revolucionarios sobre la prensa de su tiempo, también útiles para hoy, sobre todo cuando una especie de democratización informativa pretende anular reglas éticas y formales. Porque la web, última técnica y último soporte, sea dicho a propósito, no es sólo un campo para fines superiores de eficiencia y efectividad periodísticas; también ofrece un ancho espacio para la irresponsabilidad, o sea, para decir sin verificar, para opinar sin demostrar, y escribir por momentos con el peor color de la grosería o de la ira estólida. Convengamos que antes como ahora existían los que no entienden. Antes como ahora el facilismo productor de lectores acomodados a las baratijas de papel y tinta, le exigió a Martí ser hasta cesanteado en La Opinión Nacional, en Caracas. Y qué hacer al saberlo defensor abnegado de la dignidad de la letra en los periódicos. En mi opinión, el alegato martiano a favor de un periodismo que se niegue a aceptar como “cosa mala” el esmero formal, habrá de erigirse para los periodistas cubanos en una regla de respeto propio y de respeto al universo de los receptores. Si aún los criterios burocráticamente erróneos frenan en la prensa el poder de aventar las acciones negativas y de airear las ideas más constructivas, mientras esperamos a que llegue la definitiva claridad a nuestros medios, hemos de aceptar que nada ni nadie impide decir cuanto podemos decir con inteligente gracia, con ese esmero que Martí nunca estuvo dispuesto a echar en el rincón menos visitado de las redacciones; ese esmero que tiene en cuenta la sencillez, sin que haya que obligarla “a excluir del traje un elegante adorno”. Y en palabras de Martí, ni el adjetivo elegante, ni el sustantivo adorno significan banalidad o baratija. Significan asumir el periodismo como una formación estilística pragmática que necesita igualmente del dato informativo jerarquizado por importancia e interés, y de la apropiación desde la estética, desde un espíritu de creación. Citemos de ejemplo a Terremoto en Charleston. Este texto, que yo clasifico de reportaje, compone todavía, como tantas páginas, una muestra antológica de la narrativa periodística. Las descripciones martianas en ese enunciado se anticipan, por su precisión y ritmo, a la cámara noticiosa del cine. Admítanme una confesión personal, con la cual quisiera sumarme a sentimientos colectivos de cuya existencia no puedo dudar. Cuando leo a Martí experimento la certeza de mi poquedad. Reconozco la distancia inapresable entre su nombre y el mío, entre sus letras y las mías. Pero no rehúyo acatar el mensaje que nos sugiere desde la obra que sobrevive a su cuerpo y conserva su alma; no evito dejarme atraer, ni me niego a permitir que el Maestro sea también una perenne tentación de lo más alto, casi de lo imposible. Y es en ese sentido con que dije al principio que Martí había resuelto nuestros litigios formales, nuestras nunca despejadas definiciones profesionales y políticas sobre la prensa. Tratar de hacerlo como él, equivale a ascender, aunque nos adecuemos a nuestras facultades menores y a las variaciones de las épocas. Antes de concluir, vaya mi gratitud a la Editorial Pablo de la Torriente, precaria materialmente, pero nutrida de conceptos y convicciones para dar voz a los periodistas que se afanen por trascender sus reducidos espacios y hospedarse en un libro. Agradezco a Pedro Pablo haber aceptado o pedido mi intervención. De cualquier manera, la honra que recibo con este acto supera cuanto creo merecer y me subordino al crédito y al talento de cada uno de los autores de este libro y al talento y al prestigio de Pedro Pablo Rodríguez. Y como si mis Página 3 de 18 palabras pretendieran ser una oración, termino a la usanza litúrgica. Que Martí, con su obra y su invitación al mejoramiento humano, esté siempre con nosotros. Así sea. Fuente: Cubaperiodistas, 18.3.13 por Luis Sexto, periodista cubano 2. Un arte radial olvidado por Mario Castro Cuando faltan pocos días para conmemorar el Día del Radialista Boliviano, una emotiva evocación de los días de radioteatro. Una vieja forma de comunicación, la expresión oral, al paso de la evolución, un día se canalizó por la radio. Pero sus posibilidades no se limitaron al avance tecnológico, sino que fue necesario el aporte humano. Entonces se ponderó la labor del locutor, luego del operador de emisiones y más tarde se extendió a libretistas, periodistas, discotecarios y a todos quienes se fueron sumando a esta labor trascendente, la radiodifusión. El próximo martes 19 se celebrará el Día del Radialista Boliviano, conmemoración que se instituyó a iniciativa de quien escribe esta columna cuando presidía el primer Congreso Nacional de Trabajadores de Radio, en 1961, acontecimiento impulsado por radialistas calificados. Seguramente la fecha motivará el repaso de la historia de la radiofonía, trayectorias, discursos laudatorios y más, pero, ahora hemos pensado ocuparnos sólo de un aspecto que le es propio. Hace más de 50 años era habitual en radio la difusión de uno de los géneros populares más exitosos del siglo XX: el radioteatro; un mundo de magia y fantasía que habitó el dial en las décadas de los años 50 y 60, en el que no faltaron amores, héroes y villanos, y que revolucionó los horarios y las costumbres de la gente. Entonces no había emisora que no tuviera por lo menos una obra episódica diaria en el aire, con historias románticas, dramáticas, detectivescas y, semanalmente, se podía sintonizar una obra unitaria: “Teatro como en el teatro”, “El gran teatro del mundo” con obras clásicas, modernas, costumbristas. Pero, lamentablemente, por los altos costos de sostener elencos y la falta de auspiciadores comerciales en un mercado pequeño como el nuestro, poco a poco este género fue desapareciendo. Y finalmente la TV le extendió su certificado de defunción en la década del 70. Ahora, sería importante evocar a los directores, a los protagonistas y a los actores y actrices secundarios, pero es larga la lista y la limitación de espacio no lo permite; otro día lo haremos pero, mientras tanto, veremos algunas generalidades. Un día se trasplanta el teatro mismo a otro escenario que es la radiodifusión. En el teatro uno de los componentes vitales es la palabra y si el instrumento o la herramienta esencial de la radio es la palabra ¿cómo no hacer teatro en la radio? Con una variante, para la escena los actores tienen que memorizar los textos de los personajes; en la radio se tenía la ventaja de leer los textos, claro, con las voces seleccionadas adecuadamente, tanto que muchas veces han conmovido a los radioyentes hasta las lágrimas o han provocado estallidos de alegría inimaginables; así que han sido amados u odiados por el público asiduo a las radionovelas. Una de las voces más importante era la del relator, aquel que hilvanaba la trama, describía hechos y lugares involucrando al oyente en el argumento mismo. Página 4 de 18 Había otro personaje importantísimo en el radioteatro, el sonidista que no hablaba pero escoltaba las palabras con música y efectos especiales de sonidos y ruidos, y que tenía a su cargo la elección de los pasajes musicales, incluso de una breve frase musical para acompañar expresiones románticas, dramáticas, trágicas. Pero el sonidista no se limitaba sólo a la música sino también a la creación de los efectos especiales; de pronto a alguien se le ocurrió grabar magnetofónicamente esos “efectos”: ruidos de una locomotora, de un ascensor, de la lluvia, de pájaros, de caballos' pero no siempre se los encontraba pregrabados y en tales casos había que lograrlos de un modo artesanal. Se tenía en los estudios una pequeña plataforma de madera para hacer pasos de interiores, allí mismo se podían poner otros elementos como arroz, por ejemplo, para simular que se andaba en el césped o en medio de la selva, y no faltaba una pequeña puerta prefabricada con distintas cerraduras para “representar” las puertas de un caserón o de un palacio. Hacer truenos y tormentas era cuestión de batir ante el micrófono una placa usada de radiografía; de pronto en el libreto se anunciaba un granizo y la solución era simple, se inflaban unos globos, se metían unos garbanzos dentro, se sacudían frente al micrófono y se tenía el efecto perfecto de un granizo. Para viento no siempre era lo más adecuado soplar, el efecto más perfecto se conseguía con una rueda vieja de bicicleta y unas lonetas a los costados; la sensación del fuego se lograba estrujando papel celofán cerca del micrófono' en fin, el sonidista “jugaba” logrando innumerables efectos. Un día que relataba El corazón delator, de Edgar Alan Poe, en un ciclo de cuentos dramatizados que hice hace muchos años, y que se llamaba Apague la luz y escuche, al no encontrar la grabación de un corazón latente, se me ocurrió pedir al sonidista que tocara una cuerda de un contrabajo y haciéndolo muy hábilmente consiguió los latidos que necesitábamos, y así se recurría a latas, serruchos, plásticos y muchos otros. Lo grave era cuando el radioteatro se hacía en directo, los errores no tenían vuelta de hoja; hay “sabrosas anécdotas”, ahora con computadora se pueden modificar incluso sílabas. Volviendo al género como tal, muchas radionovelas causaron un suceso extraordinario; por ejemplo, una durante mi dirección en radio Altiplano: El precio de un pecado, que mucha gente seguramente recuerda. Los personajes habían seducido y fascinado tanto a la gente que muchas personas iban a comprar al mercado y la “casera” no vendía nada, en tanto estaba escuchando “su capítulo” del día; y el impacto no sólo era en las mujeres, también en hombres; muchos espectadores del fútbol estaban “viendo” el partido y con el receptor en la oreja siguiendo la novela. Un día decidimos hacer un concurso simple y premiar a algunos oyentes llevando los últimos capítulos a su casa, con una grabadora profesional, con una recomendación a los ganadores: que no divulguen el desenlace, pero cuando llegábamos ya era toda una asamblea, habían preparado un té con masitas y todo era un sonado recibimiento. Cuando por fin escuchábamos los últimos capítulos, era un silencio ritual, nos despedíamos pidiéndoles otra vez que guardaran reserva, pero al día siguiente lo sabía todo el vecindario y no supimos si todos los habitantes de la ciudad. Si bien el radioteatro está olvidado, siempre habrá oportunidad para actores y actrices que deseen redescubrirlo. Fuente: Ideas Página Siete, 17.3.13 por Mario Castro, radialista bolivianos Página 5 de 18 3. Comunicación y tecnología por Claudia Mazzeo “No basta con que los resultados de las investigaciones sean conocidos, elaborados y aplicados por unos cuantos especialistas. Si los conocimientos científicos se limitan a un pequeño grupo de hombres, se debilita la mentalidad filosófica de un pueblo, que camina así a su empobrecimiento espiritual.”Albert Einstein Argentina es uno de los pocos países de la región que ostenta una tradición de más de veinticinco años en la formación ininterrumpida de periodistas científicos. Quienes entre mediados y fines de los ’80 nos vimos tentados a seguir los “experimentos” ideados por el químico Enrique Belocopitow, para formar profesionales capaces de actuar de nexos entre los investigadores y la sociedad, lejos estábamos de imaginar que, más allá de nuestros anhelos, llegaría de verdad el día en que, en nuestro país, la ciencia y la tecnología serían llamadas a desempeñar el papel protagónico que ocupan hoy. Es probable que quien como profesional escriba por primera vez en estos días un artículo sobre ciencia apenas perciba que, a comienzos de los ’90, lograr que un investigador con cierto prestigio aceptara ser entrevistado sin recelo no era una tarea sencilla. Recuerdo claramente que el camino más corto para echar a perder una entrevista era preguntarle al interlocutor para qué servía lo que investigaba. Las barreras que separaban las llamadas ciencias básicas de las aplicadas eran poco menos que inquebrantables. Y si el editor del medio para el que trabajábamos nos pedía un título, o un copete, en el que resumiéramos cuáles eran los resultados que perseguía el estudio en cuestión, nos ponía prácticamente en un lugar equivalente al de un hijo de padres recién separados, y había que hacer malabares para no defraudar a uno o a otro, en función de la respuesta. En contraste, los investigadores actuales se han habituado a fundamentar sus pedidos de subsidios brindando explicaciones claras y, en ocasiones, hasta aventuradas, de cuáles son los fines que persiguen con su trabajo. Más aún, esta tendencia no reconoce fronteras y hasta se observa en revistas científicas internacionales, que permutan siglas casi inescrutables por oraciones con sujeto y predicado, alejándose de la jerga y acercándose al gancho periodístico, en un claro intento de ampliar el universo de lectores y, en consecuencia, el índice de citas y de impacto. Por otra parte, los periodistas científicos también hemos evolucionado. En un país donde el sistema científico-tecnológico ha sido ampliamente fortalecido, el periodista científico, además de acercar al investigador con los potenciales beneficiarios del conocimiento que éste genere, se plantea otros objetivos, como poder indagar sobre los múltiples aspectos que hacen al conocimiento, alertando también sobre las posibles incongruencias del sistema. La capacitación juega en todo esto un papel protagónico. Así lo entiende la Red Argentina de Periodistas Científicos, fundada en 2007, cuyos integrantes, que hoy superan el centenar, reafirman mediante diferentes estrategias (cursos, publicaciones, reuniones periódicas) su compromiso de “contribuir a la capacitación profesional y a la reflexión crítica sobre la relación entre ciencia, medios y sociedad”. Además de la escuela de Belocopitow, con base en la actual Fundación Instituto Leloir (FIL), en los últimos años se han ido sumando numerosas propuestas relativas a la comunicación de la ciencia. En lo que hace a la formación, las especializaciones de las universidades nacionales de Río Negro y de Córdoba, además de la propuesta de la española Universidad Pompeu Fabra. Página 6 de 18 En lo referente a la comunicación, se reconoce el trabajo de las agencias de noticias CyTA, en la FIL, y de la CTyS, en la Universidad Nacional de La Matanza, iniciativa esta última surgida en 2010, que ofrece a los egresados en Comunicación Social una nueva instancia de capacitación, además de una salida laboral. Asimismo, se destaca la creación de áreas y departamentos de comunicación en universidades, centros de Conicet y centros tecnológicos como el INTA y el INTI. También la aparición de secciones, suplementos, revistas, diarios, blogs, programas de radio y TV, libros y colecciones de divulgación, ferias y eventos. Y como broche de oro, Tecnópolis, una megamuestra de ciencia y tecnología, que pone en valor “lo que fuimos y somos capaces los argentinos cuando avanzamos por el camino del conocimiento, la creatividad y la innovación”. Fuente: Página12, 20.3.13 por Claudia Mazzeo, periodista especializada en ciencia, tecnología y ambiente. Docente universitaria en grado y posgrado. 4. Los tres partidos británicos llegan a un compromiso para la regulación de la prensa por Carlos Fresneda Los tres grandes partidos británicos han llegado a un principio de acuerdo para la regulación de la prensa. El primer ministro David Cameron ha dado su brazo a torcer y se ha mostrado favorable a un compromiso con la oposición laborista y con su socio en la coalición de Gobierno, el viceprimer ministro Nick Clegg, que ha mediado en la contienda política y ha reiterado la necesidad de satisfacer las demandas de las víctimas de las escuchas ilegales. Cameron había dado por zanjadas las negociaciones hace cuatro días, reiterando su oposición a la creación por ley de un organismo regulador de la prensa, una decisión que se enfrentaba al boicot de los grandes grupos mediáticos. A cambio, el primer ministro ofrecía una cédula real –sin rango de ley- que fuera aceptada voluntariamente por los propios medios y que ofreciese suficientes garantías de "no interferencia" del Estado en la libertad de prensa. El acuerdo alcanzado incorpora aparentemente varias enmiendas de los laboristas y de los liberal-demócratas a la cédula real sobre la regulación de prensa. Los detalles finales no han trascendido aún y tanto el Gobierno como la oposición han cantado por anticipado la "victoria" política. El grupo 'Hacked Off', co-dirigido por el actor Hugh Grant, ha participado indirectamente en las negociaciones en representación de la mayoría de las 800 víctimas de la escuchas ilegales. Evan Harris, ex diputado liberal-demócrata y portavoz del grupo ha adelantado que las víctimas están dispuestas finalmente a "aceptar un compromiso". El escándalo de las escuchas se ha saldado hasta la fecha con una veintena de procesamientos; entre ellos, el ex jefe de Prensa de Cameron Andy Coulson y la ex directora de News International Rebekah Brooks, amiga personal del primer ministro. El escándalo dio pie a la comisión encabezada por el juez Brian Leveson, que en noviembre pasado recomendó expresamente la creación de un organismo independiente de regulación para velar por los abusos de la prensa. En la antesala de la votación en la Cámara de los Comunes, los grandes medios conservadores –como 'The Daily Mail' y 'The Daily Telegraph'- llevaron a cabo sus propias campañas contra el "el mayor intento de acabar con la libertad de prensa de los últimos 300 años" Fuente: El Mundo, 21.3.13 por Carlos Fresneda, periodista español Página 7 de 18 5. Batalla interminable por la libertad de expresión por Armando Mariaca Hace pocos días, en un programa radial se decía: “Parece que, finalmente, terminó la batalla por la libertad de prensa”. Al respecto, cabe señalar: la libertad de expresión, que es consecuencia de la libertad de pensamiento, es interminable, ininterrumpible porque es un derecho del ser humano; porque sin libertad no puede haber vida y sin expresar lo que es en sí misma y la extensión que tiene en la vida no es ni cuestionable ni medible ni cancelable; es esa libertad lo más íntimo que tiene el ser humano desde el mismo momento en que empieza a vivir. Para los periodistas, escritores, analistas, articulistas y quienes expresan sentimientos, ideas, opiniones, criterios, así como para los que informan y muestran a la comunidad nacional e internacional el diario vivir de los pueblos, la libertad de expresión es vital, es la razón de vida, es misión interminable. Para quienes se sienten aludidos por las críticas, criterios u opiniones que lanzan los diversos medios de comunicación como son prensa, radio, televisión, publicidad, información alternativa, teatro, cine, etc., etc., “los medios deberían someterse a reglas y condiciones muy especiales”. Nadie, en los medios de prensa, puede aceptar limitaciones de ninguna clase a su libertad. Regular, reglamentar, reducir, restringir o usar cualquier argumento contra la libertad de expresión es, simplemente, como quitarle al ser humano el derecho a respirar, a vivir, es, como decía Gracián, “sumir al mundo en la oscuridad”. El hombre, por principio, necesita saber de su entorno, del sitio en que vive y se desenvuelve, de su país que ama y busca que alcance altos índices de desarrollo y progreso. Todo ello lo puede conseguir enterándose de cómo se desenvuelve la sociedad en que vive, una sociedad que es social, política, económica, cultural, cívica y que, parcialmente o en su conjunto, hace la vida del ser humano. La libertad de expresión está amparada por la Constitución Política del Estado, por la Declaración de los Derechos Humanos y por diversas leyes y códigos que amparan su ejercicio que es sinónimo de vivir en Democracia. Todo esto implica vivir con la fuerza del Derecho, como son la CPE y las leyes, rechazando los derechos de la fuerza que ejercitan quienes ven en la comunicación social, sea prensa, radio, televisión y otras formas de comunicación, enemigos inexistentes, seres que tan sólo por decir lo que deben decir son menospreciados por quienes no saben de libertad, porque sólo hacen uso del libertinaje tanto en su vida privada como en la que desarrollan en lo público. Creer que la libertad de prensa debe tener frenos y condiciones para su desenvolvimiento es pretender su manipulación engañosa, su ejercicio contrario al bien común; la propalación de noticias y comentarios, opiniones y críticas sin responsabilidad o sea con menoscabo de virtudes y valores, es totalmente equivocado porque, si así fuese, esos creyentes que también usan su libertad de expresión, tendrían que confesar que todo lo expresado o sentido por ellos es contrario a todos, a la comunidad en que viven e irían, en sus funciones públicas o privadas, en contra de lo que es el país y su pueblo. La responsabilidad acompañada de la verdad, son únicas condiciones de la libertad de expresión; sin esas cualidades, no habría libertad y, al no haberla, no merecería ningún pueblo gozar de la Democracia y la vigencia de las leyes; sería el reinado de la anarquía. En Bolivia, como en la mayoría de los países libres y democráticos, la responsabilidad es básica en el desempeño de toda actividad de información, opinión, análisis o comentario porque son las condiciones de privilegio que se cumple en el desempeño de lo que es la Página 8 de 18 diseminación de noticias y parte sustantiva de los medios de comunicación. Por supuesto, lo expresado no cabe en las mentes de quienes tienen inclinación, vocación o premeditación para llegar a los extremos; no cabe en gobiernos dictatoriales y menos en los hombres que buscan sólo la satisfacción de sus ambiciones. No tener libertad de expresión y no respetar esa libertad en los demás es como sentir sin pensar y pensar sin sentir; es decir, es vivir sin ser y negar a los demás lo que son. Fuente: El Diario, 22.3.2013 por Armando Mariaca, economista y periodista 6. La plata como mordaza por Ricardo Trotti Para silenciar a medios y periodistas, el narcotráfico ofrece una insalvable opción: plata o plomo. Algunos gobiernos, en cambio, son más sutiles, pero igualmente efectivos: plata o mordaza. Gobernantes de todas las tendencias usan el dinero como recompensa y castigo para disciplinar a medios privados, imponiéndoles multas exageradas, negándoles publicidad o restringiéndoles acceso a los insumos. Si se quejan, los acusan de mercantilistas, oligarcas y de no compadecerse con el pueblo. El ejemplo reciente es Globovisión en Venezuela. Los propietarios anunciaron la venta de la televisora, forzados por multas desproporcionadas que les impuso el Gobierno, lo que hace inviable su modelo periodístico independiente y crítico. La estrategia de silenciar a Globovisión no es tanto el problema, como que el comprador en fila es un allegado al chavismo. Este esquema de acogotar en lo económico para forzar la venta a partidarios del Gobierno, no es nuevo. Es un mecanismo bien utilizado en Argentina, Ecuador y Bolivia. En Nicaragua es aún más perverso, muchos medios privados ya pasaron a manos de leales y familiares del presidente Daniel Ortega. Queda una televisora independiente. Los gobiernos también malgastan los dineros públicos para hacer publicidad en medios de su conveniencia, sin importarles la efectividad de su mensaje. La Sociedad Interamericana de Prensa cargó la culpabilidad de esta añeja práctica latinoamericana no solo en las autoridades, sino también en aquellos medios que las incentivan. En varios países, los gobiernos son aún más atrevidos. Fuerzan a empresas privadas a retirar la publicidad de los medios. En Argentina, bajo la excusa del congelamiento de precios, el Gobierno decretó que supermercados y comercios de electrodomésticos no pueden hacer publicidad. En Ecuador y Honduras, es práctica común de los presidentes Correa y Porfirio Lobo, atacar a los medios independientes. Las reformas legislativas permitirán el absurdo de que en sus países haya tantos medios estatales como privados, a la vez de crear organismos oficiales de censura. Una postura diferente se está adoptando en México. El presidente Enrique Peña Nieto, presentó una reforma de telecomunicaciones para terminar con el monopolio de la telefonía que mantiene el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y con el duopolio de televisión entre Televisa y TV Azteca. De esta forma, el PRI, que por 70 años restringió la libertad de prensa, reconoce mayor número de empresas y medios privados. El presidente Correa intentó exportar la fórmula del dinero como mordaza. Su Gobierno está a favor de la reforma del sistema interamericano de derechos humanos. Este viernes, en la asamblea de la OEA, insistía que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y Página 9 de 18 su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión no deberían operar con aportes de EEUU, Canadá, países europeos y fundaciones u oenegés estadounidenses. La prioridad reformista de Correa enmascara un ajuste de cuentas. Prometió que pulverizaría a la CIDH, después que el organismo pidiera a la justicia de su país, suspender la sentencia que le adjudicaba 40 millones de dólares por una columna que consideró difamatoria en El Universo. El uso político del dinero para comprar lealtades o como castigo para silenciar a los medios críticos, no sólo es práctica corrupta y contraria a la libertad de prensa, sino subversiva de otras libertades económicas y democráticas. Fuente: La Prensa, 23.3.13 por Ricardo Trotti, periodista argentino 7. Libertad de expresión e insultos por José Ayala Lasso Uno de los diarios más conocidos de Europa publicó hace pocos días, una noticia que debe suscitar reflexiones en todos los países amantes de la libertad y la democracia. El año 2008, respondiendo al gesto descortés de un ciudadano, el presidente Sarkozy le espetó un insulto (algo así como "esfúmate, estúpido"). Meses después, mientras visitaba Laval, otro ciudadano desplegó frente a Sarkosy una pancarta con esa misma expresión. De inmediato intervino la Policía y se inició un proceso judicial por "ofensas al Jefe de Estado". El presunto infractor, condenado a pagar una multa de treinta euros, apeló ante la Corte Europea de Derechos Humanos. Para este tribunal, la expresión usada contra Sarkozy era "literalmente ofensiva", pero no constituía un "ataque personal gratuito", sino una crítica política a la que toda persona que actúa en la vida pública "se expone inevitable y conscientemente". Añadió la Corte que quien utilizó la misma expresión usada previamente por el propio Sarkozy recurrió a la sátira como una de las formas que puede revestir la crítica política y concluyó que sancionar penalmente tal comportamiento podría tener un efecto "disuasivo" sobre las intervenciones satíricas que normalmente pueden contribuir al debate acerca de cuestiones de interés general. Dijo también que procurar una sanción penal contra el infractor es desproporcionado y que, al hacerlo, Francia ha violado la libertad de expresión. La sentencia de la Corte Europea ha suscitado comentarios de variada índole. Algunos la han atacado por considerarla contraria a la necesidad de promover el respeto a las autoridades de la República, aunque muchos otros consideran que se inscribe dentro de la obligación de fomentar el ejercicio de las libertades y derechos ciudadanos. Creo que se puede afirmar que el ciudadano que injurió a Sarkozy hizo mal, pero que más criticable fue la conducta del propio Presidente que, con todo el peso pedagógico de su autoridad nacional, empleó previamente la misma expresión ofensiva. Todo esto demuestra que, para que exista y se fortalezca el respeto a la autoridad legítima, esta tiene que dar ejemplo de civilidad y tolerancia y ganar así el aprecio general. Quien incursiona en política debe tener conciencia clara de que se expone "inevitable y conscientemente" al riesgo de ser injustificablemente ofendido. En este aspecto, debe premunirse de una "piel de cocodrilo". Pero, en cambio, debe ser sensible a la crítica sustantiva sobre su obra de gobierno, para examinarla y eventualmente modificarla. La condena contra quien agravió a Sarkozy fue considerada "desproporcionada" por la Corte Europea. ¿Qué diría la Corte de sentencias que en nuestros lares se producen por decenas de millones de dólares de multa y años de prisión? Fuente: El Comercio, 23.3.13 por José Ayala, periodista ecuatoriano Página 10 de 18 8. La Asociación de la Prensa de Madrid contabiliza 5.000 afectados por la crisis . El Observatorio de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) para el seguimiento de la crisis lleva anotados 4.994 trabajadores afectados por la crisis en el sector periodístico madrileño desde mediados de 2008. En concreto, 4.625 despidos, 158 prejubilaciones y 211 reubicaciones en otros medios a 22 de marzo de 2013. Asimismo, ha registrado 108 cierres, 36 expedientes de regulación de empleo (ERE) y otros 88 procesos de despidos en los medios madrileños. La APM señala en un comunicado que los medios audiovisuales se han sumado definitivamente a la espiral de despidos y cierres en la que otros sectores periodísticos están inmersos desde hace más tiempo. Dado el tamaño de sus plantillas, el número de bajas en el caso de algunas televisiones es muy elevado. La Comunidad de Madrid aprobó a principios de año un ERE en Radio Televisión Madrid (Telemadrid, Onda Madrid, La Otra y el área corporativa) para 829 de los 1.170 empleados en plantilla. Por el momento, han sido despedidos 795 trabajadores, 139 de los cuales tenían categoría de redactor. Por su parte, Antena 3 TV, de Atresmedia, despidió en enero pasado a 12 trabajadores de su equipo de realización de programas. En cuanto a las radios, ABC Punto Radio, de Vocento, fue absorbida por la Cadena COPE, operación autorizada por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) el 13 de marzo. Anteriormente, la cadena de Vocento había firmado un ERE para 136 trabajadores (125 despidos y 11 reubicaciones en el grupo). En Madrid, afectó a 77 personas (73 despidos y 4 reubicaciones). La Cadena COPE despidió a 9 trabajadores (3 de Madrid) a finales de noviembre del año pasado. Pero uno de los trabajadores de Madrid fue readmitido, por lo que finalmente fueron 8 despidos en total. Expedientes en los principales diarios Los grandes grupos de comunicación siguen vaciando las redacciones de sus principales diarios. Así, a principios de año, el grupo Prisa llevó a cabo un ERE en “El País” para 129 personas, aunque se despidió a otros tres periodistas pocos días después. Las 132 bajas (104 de periodistas) se distribuyeron en 101 despidos y 31 prejubilaciones. En la sede central de Madrid, 46 despidos y 20 prejubilaciones. En Unidad Editorial, el grupo presentó el pasado 11 de noviembre un nuevo ERE para 143 personas, en forma de bajas voluntarias y forzosas, en distintas sociedades del grupo. También se contempló, aunque no estaba recogido en el ERE, la salida de un número determinado de directivos. Hasta la fecha, se han producido 129 salidas (32 redactores). En las sedes de Madrid en concreto, se han anotado 112 (27 redactores). Y ya han salido 8 directivos. En el diario “ABC”, de Vocento, se han producido en lo que va de año 11 bajas (8 en Madrid), algunas de ellas pactadas. Este grupo ha puesto en marcha además varios expedientes de regulación y procesos de despidos en algunos de sus medios regionales: “Las Provincias”, “La Verdad”, “Sur”, “Hoy”, “El Correo” y Corporación de Medios de Alicante, lo que se traduce en más de 200 despidos, que no están contabilizados en este observatorio madrileño. La debacle de las revistas Las revistas fueron las primeras en sufrir esta crisis –junto a los diarios, especialmente los gratuitos–, y siguen acumulando despidos y cierres; muchos más cierres que en ningún otro sector periodístico. Ediciones Reunidas, del Grupo Zeta, cerró 4 revistas entre 2012 y 2013: “PlayStation Revista Oficial”, “Man”, “Superjuegos” y “Geronimo Stilton”, además de Página 11 de 18 “Aqua” en 2009. La editora despidió a 12 trabajadores (9 en Madrid) durante los dos últimos años. En G+J, del Grupo G+J, despidieron a 14 personas en 2012: 4 de “Marie Claire”, incluida la directora; 8 de “Mía”, y 2 de Revistas Corporativas. En 2013, aún no se han producido despidos, pero la gerencia ha anunciado al comité que puede haberlos antes del verano. En diciembre del año pasado, también se despidió a tres personas en Motorpress-Ibérica, del mismo grupo. Y en Gestión de Publicaciones y Publicidad (GPS), sociedad conjunta entre G+J y Motorpress-Ibérica, despidieron a 39 personas (30 de la sede de Madrid) entre finales de 2012 y 2013. También a finales del pasado año, la editorial América Ibérica cerró las cabeceras especializadas “Trofeo Pesca” y “Trofeo Pesca Mar” y despidió a su redacción: el director de ambas revistas, la diseñadora y la ayudante de redacción. Fue despedida también la responsable comercial de “Jara y Sedal”, otra publicación cinegética del grupo asociada al programa de Televisión Española. Durante esta crisis del sector, la editorial ha despedido a otros 50 trabajadores y ha cerrado también las revistas “Turismo Rural”, “Los Astros”, “El Mundo del Perro” y “Top Franquicias” o los anuarios “Trofeo Golf” y “Trofeo Nieve”. La multinacional Reed Business Information (RBI), que editaba en España el mayor conglomerado de revistas profesionales, decidió dejar de operar en el mercado español, lo que se ha traducido en un ERE para sus 115 trabajadores (90 despidos, 24 reubicaciones y 1 jubilación). De entre los despidos, ya han salido de la empresa 77 empleados: 23 de los 24 previstos en Madrid, 47 de los 58 en Bilbao y 7 de 8 en Barcelona. En cuanto a las reubicaciones, 24 trabajadores han pasado ya a una nueva empresa, Wilmington Inese, S.L., que adquirió la división de Seguros (Inese) de RBI. Hasta el 30 de junio, fecha de la extinción de la compañía en España, saldrán poco a poco las 14 personas restantes encargadas de finiquitar la empresa. Sin duda, el de RBI es un caso muy destacado entre las revistas profesionales. Ha supuesto el cierre de 78 publicaciones (27 con sede en Madrid): 27 revistas, 27 publicaciones digitales, 10 webs, 8 directorios en papel y 6 directorios digitales. Aún así, las cifras de este Observatorio aumentarían a buen seguro si se pudieran detectar los despidos y cierres de este sector inabarcable. “Capital”, del grupo Diximedia, anunció el 5 de diciembre el cierre inminente de la revista y el despido de todo el personal mediante un ERE. Sin embargo, no cerró finalmente. Durante las negociaciones del expediente, Diximedia la vendió a un grupo de inversores de Gestiona Radio, por lo que la revista ha seguido publicándose y no se ha despedido a nadie. Agencias y medios digitales El ERE de la Agencia EFE ha afectado por el momento a 66 trabajadores: 37 bajas indemnizadas y 29 jubilaciones (54 en Madrid: 30 bajas indemnizadas y 24 jubilaciones). La segunda fase del expediente de regulación, en la que la agencia entró a finales de febrero, se ha resuelto de la siguiente manera: en Madrid, 2 bajas indemnizadas, 1 compromiso de jubilación, 29 reducciones de jornada del 25 % y 18 reducciones de jornada del 50 %; en delegaciones nacionales, 13 reducciones de jornada del 25 % y 10 reducciones de jornada del 50 %, y en delegaciones internacionales, 3 bajas indemnizadas. El pasado 11 de enero, Europa Press despidió a tres empleados de la delegación central de Madrid: además de la redactora de contenidos en internet, la redactora jefa y la única redactora de Cultura, por lo que la agencia se quedó sin esta sección. Además, el jefe de Delegaciones fue despedido el 8 de marzo. Página 12 de 18 Los medios digitales tampoco han podido esquivar la crisis. PR Noticias despidió a 5 trabajadores a mediados de febrero. No es el único digital: Lainformacion.com, del grupo Diximedia, ejecutó anteriormente varios despidos. Y prosiguen las malas noticias La APM avanza que no hay fecha todavía para el final de la crisis del sector. Aún quedan grandes expedientes de regulación y cierres que se están negociando y se ejecutarán sin remedio. Destaca el del Grupo Intereconomía, que presentó un ERE el 1 de marzo, que afectaría a 70 de los 98 trabajadores de su diario, “La Gaceta”. De los 28 empleados que eludirían el expediente, solo la mitad son de la redacción del periódico. Se pretende eliminar secciones enteras como Economía, Maquetación-Infografía, Fotografía y Madrid y sustituirlas por colaboraciones de trabajadores de empresas externas. Empresa y comité están actualmente en negociaciones para reducir el número de despidos. En “La Gaceta” ya se ejecutó un ERE que conllevó la salida de 43 trabajadores el pasado 30 de junio y, posteriormente, se registraron otras 4 bajas voluntarias. Asimismo, Prisa anunció al comité de empresa de Prisa Radio su intención de ejecutar el segundo ERE en la compañía, que podría afectar a 150 trabajadores. De momento, la negociación está paralizada porque en el anterior expediente se firmó una cláusula según la cual no se podía materializar otro ERE en 18 meses, periodo que concluirá a mediados del próximo mes de abril. En el primer expediente de regulación se efectuaron 183 salidas de trabajadores en plantilla, a las que hay que sumar la de 7 directores de emisoras. Con la avalancha de despidos que se han acometido y que se van a acometer también en los medios audiovisuales, la APM afirma que todos los sectores periodísticos se han visto seriamente dañados por la crisis. Aunque con distinta gravedad en cada caso, ningún sector se ha salvado de la quema: diarios gratuitos, de pago, digitales, revistas, agencias, televisiones y radios. Fuente: Periodistas en español, 22.3.13 9. Periodismo y derechos humanos por Esteban Rodríguez En las sociedades que nos tocan la violación de derechos humanos no es un problema que sólo involucra a los Estados. También pueden hacerlo las corporaciones, entre ellas las empresas de comunicación. En nombre de la libertad de prensa, el periodismo viola derechos de ciudadanos, sobre todo de aquellos que se encuentran desaventajados. Los derechos de niños, mujeres, minorías políticas, sociales o étnicas, los derechos de los jóvenes, las víctimas y victimarios suelen ser sistemáticamente afectados por las coberturas sensacionalistas y urgentes que ensaya el periodismo paraempresarial. Detrás de la violencia de género, la discriminación, el odio racial, la represión y criminalización de la protesta social, la estigmatización y segregación de barrios pobres, la demonización de la juventud suele estar el periodismo. Las noticias que producen menoscaban derechos y crean condiciones (legitiman) para que otras agencias continúen haciéndolo. Los periodistas vulneran derechos cuando sobreexponen a los niños, manipulan el dolor de las víctimas, etiquetan y prejuzgan a los jóvenes, subestiman y reducen a la mujer a objeto de moda, burla y escándalo; cuando reproducen el mismo punto de vista desautorizando o invisibilizando la perspectiva que tienen otros actores involucrados en el conflicto; cuando la policía se convierte en la única fuente de información; cuando escrachan a los supuestos victimarios. El derecho a la intimidad, al honor y la imagen propia, el derecho a la inocencia y Página 13 de 18 el debido proceso; a la identidad y la recreación; el derecho a la calidad informativa, “el derecho a ser dejado tranquilo” son vulnerados por los modos en que el periodismo organiza sus quehaceres profesionales. Los periodistas y reporteros gráficos violan los derechos humanos cuando no tienen en cuenta los derechos de los ciudadanos involucrados en los eventos que están relevando. La libertad de expresión no es un derecho absoluto, sino relativo, un derecho que hay que pensarlo al lado de otros derechos. La actualización de la libertad de expresión no puede menoscabar otros derechos fundamentales. Uno de los rasgos de los derechos humanos es su integridad. La violación de un derecho supone la violación de otros derechos. No puede justificarse la violación de un derecho (supongamos el derecho a la identidad) para satisfacer otro (libertad de prensa). La libertad de prensa no es un fin que justifique los medios. Digámoslo claramente: la libertad de expresión no es un fuero, un privilegio de los periodistas, sino un derecho de todos. Los periodistas suelen experimentar la libertad de prensa como una “patente de corso”. Algunos periodistas creen que los constituyentes le dieron un “cheque en blanco” para decir lo que se les canta y que nunca tienen que rendir cuentas por lo que dijeron. Ahora bien, si no hay que acotar la libertad de expresión a la libertad de prensa, eso quiere decir que la labor periodística no es un problema que incumbe sólo a los periodistas o las empresas que contratan sus servicios. Si en la libertad de expresión está en juego el debate colectivo que necesita cualquier democracia, el modo de contar los hechos no atañe exclusivamente a los periodistas o sus editores responsables. También a nosotros –como ciudadanos– nos interesa cómo se escribe una noticia. Y nos interesa porque el derecho a la libertad de expresión en el siglo XXI, enmarcado en el derecho a la comunicación, abarca el derecho a publicar las ideas y opiniones sin censura previa, pero también el derecho a ser informado, a no ser manipulado o desinformado, y el derecho a no ser molestado cuando otros están informando. No estamos hablando del contenido, sino de las formas y, sobre todo, de los procedimientos que se activan para contar una noticia. No se trata de decirle al periodista qué tiene que decir, sino cómo decirlo. Pensar entre todos los mecanismos que adecuen la libertad de prensa, al derecho a la intimidad, el derecho a la personalidad, a la imagen propia, el derecho a la protección de los datos personales, el derecho a la identidad, a los derechos del niño, de la mujeres, etcétera. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es el punto de partida para la democratización de los medios, pero sólo el punto de partida. Así como la desmonopolización no garantiza el pluralismo (aunque crea indudables y mejores condiciones), tampoco determina un buen quehacer informativo con responsabilidad social. El periodismo comprometido con valores sociales democráticos y respetuosos de los derechos humanos sigue siendo una tarea pendiente, un debate que nos incluye a todas y todos. Fuente: Página12, 27.3.13 `por Esteban Rodríguez, argentino, profesor de Derecho a la Información UNQ, autor de Contra la prensa y Justicia mediática. 10. Credibilidad periodística y lectores por Wifredo Espina Se olvida lo que es obvio. No es misión de los medios hacer política partidista. Ni de los partidos gubernamentales ni de la oposición. Cuando caen en este error, se convierten en simples boletines partidarios. Dejan de ser medios periodísticos de comunicación para ser instrumentos de propaganda. Página 14 de 18 Ya no sirven al interés general, sino al de la fuerza política afín, y principalmente de sus dirigentes. Ni siquiera se preocupan de evitar su censura, ya que incluso se someten voluntariamente a su servicio. Bien por convicción de sus directivos -empresariales o periodísticos- , bien a cambio de soporte financiero. Si es por convicción, estamos ante un caso de sectarismo, Si es por dinero, se trata de una venta deshonesta de la mente. Ninguno de los dos casos responde a los principios de objetividad e independencia de la profesión periodística. No es una novedad histórica, pero parecía que íbamos hacia la superación de estas servidumbres con la profesionalización del periodismo, integrado en los estudios universitarios y en colegios profesionales. Incluso con brillantes códigos de ética solemnemente proclamados, a los que casi nadie hace caso. Al contrario, asistimos a ciertas prácticas de algunos medios que actúan como “brazos armados” o “brazos mediáticos” de partidos políticos. No solo son portavoces de sus ideologías, sino incluso de sus consignas, aquello que tanto repudiamos del franquismo. Más aún, hay medios que colaboran en el juego táctico de las luchas partidistas, como simples instrumentos innobles de sus obscuros regateos y enfrentamientos de poder o intereses. Asqueroso. En estos casos, ¿dónde está su dignidad? ¿Qué credibilidad pueden tener ante la opinión ciudadana? La respuesta está, lamentablemente, en encuestas recientes que casi equiparan la credibilidad de los medios a la de los políticos. Que mal servicio a la sociedad y a la democracia. Hay que reaccionar, compañeros! Y hay que reaccionar, ¡también!, amigos lectores. No todos los medios son iguales, por fortuna. Conviene saber distinguir. Porque hay, principalmente, dos grupos bien definidos de lectores. Hay lectores, o telespectadores o radioyentes, que a la hora de escoger un medio sólo buscan aquel que les confirme y halague en sus ideas, creencias o sentimientos. Con ello no enriquecen sus conocimientos ni sus opiniones, solamente se sienten complacidos. Esto es empobrecedor y no se inmunizan de las posibles manipulaciones de su medio preferido. Otros lectores, por contra, buscan contrastar sus informaciones y opiniones con diversos medios de comunicación, distintos y a veces contrarios a las propias convicciones. Esto es abrir la mente, esto es enriquecedor. Hacen caso al filósofo Balmes cuando alertaba a los lectores de “un solo libro”. Y, además, saben hacer una lectura crítica de los medios escogidos. Mientras los lectores del primer grupo contribuyen a ha creación de una sociedad cerrada y monolítica, propensa al dogmatismo, a la intolerancia y las corruptelas, los del segundo grupo ayudan a la formación de una sociedad abierta, dialogante y saneada, y, al mismo tiempo, a que el sistema comunicativo sea más plural, representativo de la sociedad y transparente de la verdad de las cosas. A la denuncia del servilismo político y del sectarismo de ciertos medios, hay que añadir esta otra denuncia del comportamiento ciego -la “fe del carbonero”- de algunos lectores, radioyentes o televidentes, que no ayuda al saneamiento social y del sistema comunicativo, pieza fundamental de la democracia. Todos compartimos responsabilidad. Fuente: Periodistas en español, 29.3.13, por Wilfredo Espina, periodista español Página 15 de 18 11. ¿Cómo podemos medir el impacto del periodismo? por Ben Colmery Los medios de comunicación no tienen claro cómo evaluar el aporte de su trabajo a la sociedad. Para entender mejor y comunicar este valor, tenemos que mejorar la manera de medir el verdadero impacto del periodismo. Las tecnologías de análisis nunca han sido más abundantes y accesibles al punto de casi lograr hacer lo que necesitamos, pero todavía necesitamos mejores herramientas. Estos problemas me llevaron al evento "Research, Three Ways" del Brown Institute for Media Innovation y el Tow Center for Digital Journalism. El evento reunió a periodistas, tecnólogos y expertos en medios de comunicación para estimular la investigación sobre el aumento de la transparencia, los usos innovadores de los datos en el periodismo y cómo medir su impacto. Medir el impacto ocupa una gran parte de mi atención en las Knight International Journalism Fellowships. Nuestros becarios ejecutan proyectos en todo el mundo para mejorar la vida de las personas a través del periodismo. Seguimos y comunicamos el impacto de nuestro programa para entender lo que funciona y lo que podemos mejorar. Nuestros seguidores saben el valor de este trabajo y la comunidad periodística puede beneficiarse de las lecciones aprendidas. Estamos lanzando nuestro nuevo programa que se enfoca en crear culturas de innovación en los medios para mejorar el flujo de información de calidad. Esto significa que estoy inmerso en la pregunta: "¿Cómo podemos medir y comunicar el impacto de la innovación periodística en un ambiente de rápidos cambios tecnológicos?" Gracias al formato del evento, en el que las personas crearon grupos de discusión por temas de interés, interactué con mentes brillantes, como Brian Abelson, el Open News Fellow y experto en medir el impacto de medios que acaba de incorporarse al The New York Times para enfrentar el reto de la medición del impacto. Nuestra tarea: identificar las preguntas clave que a menudo quedan sin respuesta y desenterrar nuevas ideas para hacerles frente. Estuvimos de acuerdo en que todavía es muy difícil evaluar el impacto de un artículo determinado. ¿Qué tipo de cobertura impulsó a otros periodistas y medios de comunicación? ¿Cambió el tipo de cobertura? ¿Cambió el comportamiento humano o la política? ¿Cómo podemos automatizar este tipo de seguimiento? ¿Puede hacerlo la tecnología de hoy en día? ¿Hay alguien que ya esté automatizando este proceso? Ciertamente, ya existen medidas de impacto basadas en la tecnología como la analítica web, las menciones en redes sociales y las métricas relacionadas. Existen paneles de control para que podamos verlo todo en un sólo lugar. Pero estos miden impacto en la atención. El modelo y la tecnología son todavía muy nacientes para medir el impacto en el comportamiento y la política más allá de la página web, el programa de televisión, la aplicación móvil. Google Alerts puede rastrear palabras clave en la web. La herramienta If This Then That puede hacer que las alertas creadas por el usuario y otras formas de menciones, como Twitter, sean publicadas automáticamente en hojas de cálculo de Google. Fusion Tables puede convertir estos datos en visualizaciones para crear paneles de integración. Sabiendo un poco de programación se puede establecer un lugar único para el seguimiento y monitoreo. Desafortunadamente, son relativamente pocos los periodistas que saben programar y pocos medios de comunicación pueden permitirse el contratar desarrolladores. Y se necesita saber bastante para crear las sofisticadas herramientas de código abierto que necesitamos específicamente para medir el impacto del periodismo. Página 16 de 18 La medición se puede hacer manualmente. Por ejemplo, a través de entrevistas y encuestas con personas interesadas o búsquedas web para ver qué historias surgen y conectarlas visualmente a mano (piensa: publicar enlaces en orden en una página Web o en Storify). Pero estos son caros, lentos y difíciles de escalar. Automatizar la medición de impacto, por lo tanto, sería un gran alcance. Imagínalo. Los periodistas y los medios mostrando su impacto, ganando la confianza del público, para que éste vea con claridad quién tiene la mejor información disponible y quien hace una diferencia, en lugar de tener que confiar únicamente en la fe o la reputación del medio. A su vez, esto podría impulsar a los periodistas y los medios a medir más exhaustivamente, respaldados por datos, sobre su valor en el mundo. Por supuesto, argumentos contrarios fueron mencionados. ¿Perdemos algo importante si los reportajes se escogen únicamente cuando se enfocan en tener impacto? ¿No corremos el riesgo de tener una falacia lógica y de tergiversar la historia completa si asumimos que el periodismo es el único catalizador de un impacto dado, cuando normalmente hay grandes fuerzas gubernamentales y sociales que considerar? ¿Realmente es el papel de un periodista siempre tener un impacto? Si no lo hace, ¿eso plantea preguntas sobre el apoyo de fundaciones, que cada vez más pagan por tener un impacto a través del periodismo? Al final, nos pusimos de acuerdo en que los periodistas y los medios de comunicación necesitan hacer más para destacar claramente su valor y que mejores herramientas automatizadas simplificarían la medición de impacto más allá de los productos noticiosos. Al hacerlo, podríamos construir confianza, lo que volvería a los medios de comunicación más competitivos en la lucha por una audiencia e ingresos. Incluso puede ser la diferencia entre la viabilidad y la extinción. Fuente: Ijnet, 26.3.13 por Ben Colmery, director ejecutivo de las Knight International Journalism Fellowships para el Centro Internacional para Periodistas. . Tel: 591 2 278 5052 Fax: 591 2 211 7326 Calle 21 Nr. 8227 Torre Lydia, oficina 201, Calacoto, La Paz – Bolivia Edición a cargo de Ronald Grebe Página 17 de 18 Página 18 de 18