Dom
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EL MATRIMONIO ES UNA VOCACIÓN Domingo 27 del Tiempo Ordinario B Génesis 2, 18-24 Hebreos 2, 9-11 Marcos 10, 2-16 P. Gerardo Coté, sme Servicio de Comunicación Social Vicariato Apostólico de Pucallpa El hombre y la mujer que se unen para formar una familia deben ser conscientes de lo que aportan a la sociedad: la familia es la base y el núcleo de la sociedad. Siendo creyentes deben tomar conciencia que el matrimonio debe ser visto como don del amor de Dios en la familia y en la sociedad. Sin embargo, una de las múltiples crisis del mundo actual es la desunión y separación de parejas. Consecuencia de ello la integridad de la familia como base fundamental de la sociedad se ve afectada cuando no destruida. Un hecho de vida de Jesús ayuda a descubrir cual es la voluntad de Dios respecto al matrimonio. Con ánimo de hacerle caer en una trampa, se acercaron a Él unos fariseos para preguntarle si un marido podía despedir a su esposa. La respuesta de Jesús fue firme y franca: “Si Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse fue por la dureza de sus corazones.” Por supuesto, Jesús se dio cuenta de la mentalidad machista escondida detrás de la pregunta: ciertamente se referían a las infidelidades de las mujeres y no a las suyas. Después de encarar su hipocresía, Jesús les recuerda lo que dijo Dios al crear el hombre y la mujer: “Dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe”. La voluntad del Creador implica que el vínculo que les une a los dos exige amor, unión y ---------------------------------------- responsabilidad mutua. Vienen a ser una misma carne. Y hablar de carne en el lenguaje hebreo no se refería sólo al acto sexual, sino a toda la persona. El lazo que une a los esposos se constituye en una unión tan grande que, tanto el hombre como la mujer, deberían normalmente encontrar su plena realización como personas y vivir felices. Sin embargo, el número de parejas que se unen y luego se separan, porque no tienen la preparación ni la madurez necesaria para llevar juntos un proyecto de vida, es muy alto. Lo vemos claramente en la actualidad con adolescentes que dicen amarse, se reúnen, pero no se conocen realmente, y luego se separan. La vida de pareja no es fácil. Se necesita respeto mutuo, diálogo, comprensión y fortaleza para superar juntos las dificultades. Se necesita tomar conciencia que el matrimonio es una vocación, un don de Dios, un proyecto de vida que se va construyendo poco a poco. La bendición sacramental unge a los esposos para llevar adelante este proyecto. Debemos preguntarnos: ¿dónde está la fe del varón y de la mujer que forman una pareja? ¿Qué lugar le dan a Jesús en su proyecto de vida? Querer hacer las cosas solos sin Dios, no lleva a ninguna parte. En este mes de octubre, Jesús, el Señor de los Milagros, llama a los esposos a renovar su compromiso matrimonial para crecer como pareja y vivir felices con la bendición y el amor del Dios Creador.