Trashumantes guión final documental,0
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Trashumantes guión final documental,0
TRASHUMANTES. PATRIMONIO MATERIAL E INMATERIAL EN EL ENTORNO DE LA VÍA DE LA PLATA. Introducción Podríamos recurrir al tópico y decir que Castilla y León es tierra de caminos, una compleja tela de araña sobre la que caminantes, peregrinos, arrieros y pastores fueron creando infinidad de rutas. Pero los caminos no solo son marcas en el suelo ya que sobre ellas se asientan formas de vida creadoras de importantes manifestaciones sociales, culturales y artísticas. Los pastores trashumantes se adaptaron a los movimientos migratorios que de forma natural realizaban los animales en busca de pastos, en un constante ir y venir de los cálidos pastos invernizos de Extremadura y Andalucía a los agostaderos del norte de León y de ahí surgió la Cañada de la Plata, en el solar donde siglos antes los romanos conectaron Mérida con Astorga. El vagar hace cucharas… El camino ofrece remansos de tranquilidad, sobre todo cuando el ganado pasta plácidamente en los verdores de los puertos leoneses o en las dehesas extremeñas. Estas tareas de estar con el ganado permitirán disponer de mucho tiempo libre; se resume de forma magnífica en el dicho mirobrigense de “El vagar hace cucharas”. Gracias a ello el pastor podía dedicarse al trabajo de pequeños artículos de uso cotidiano, objetos de menaje para ellos mismos o piezas de regalo para sus seres queridos y dueños de los rebaños. Estas se convierten en testigos, cual tapiz de Penélope, de que el pastor no ha desperdiciado su tiempo en actividades indebidas, sino que ha tenido presente en el recuerdo a los suyos y ha estado ocupado en la labra de la pieza. Así el hatero se convierte en artista, artista con mayúsculas pues no es un artesano, es un nómada que vaga por el campo, no tiene una infraestructura, ni taller, ni unos clientes a los que vender sus piezas, no es un alfarero, ni un herrero, ni un carpintero, y sin embargo es creador de originales objetos en hueso, cuerno, asta, madera y corcho únicos que ningún otro artesano ha realizado jamás. El arte de los pastores es original y propio y se desarrolla en un amplio periodo de tiempo, desde el siglo XVII hasta la pérdida de la actividad trashumante ya en pleno siglo XX. Con unas escasas herramientas: navajas, punzones, leznas, fragmentos de vidrio, un poco de fuego… y con los humildes materiales que la naturaleza le proporciona: cuernos, astas, cueros, madera, corcho, hueso… elaborará toda una panoplia de piezas a las que dará uso lo largo del camino. El arte pastoril Antes de que los materiales plásticos inundaran nuestra vida, los pastores idearon eficaces envases de gran resistencia a los golpes y donde además no entraba el agua ni el aire, permitiendo así la conservación del contenido. Los cuernos de los bóvidos fueron indispensables para el desarrollo de la actividad. El trabajo de las cuernas dependía de la finalidad de las mismas y como no, de la pericia y paciencia del pastor. Lo primero que hacía el pastor para seleccionar la cuerna era comprobar cual se adaptaba mejor al uso que se le iba a dar bien un vaso, unas vinajeras, una polvorera o una trompa para llamar al ganado. Las cuernas se pulían con un fragmento de cristal eliminando así las rugosidades e imperfecciones del material, en numerosos casos este era el único tratamiento que se le dada a la pieza, pero si lo que se quería era elaborar una pieza de regalo, el pastor tallaba complejas decoraciones. Las cuernas usadas como vasos o contenedores se complementaban con una base o un fondo y una tapa de corcho, lo que permitía que el recipiente fuera verdaderamente hermético. Muchas veces el corcho se fijaba a la cuerna mediante agujas de espino o astillas de encina y otras veces, las menos, con pequeñas puntas de metal. En cuanto a las decoraciones, la iconografía desplegada en el arte pastoril es muy extensa ya que sus fuentes de inspiración son muy variadas; destacan los motivos geométricos, los modelos tomados del natural, representaciones humanas, con temas de la vida doméstica, el propio pastor con el ganado, el torero, los danzantes…; a personajes contemporáneos como la guardia civil o Francisco Franco. Los animales, los que conoce de primera mano: serpientes, gallos, caballos, toros, ovejas… o bien animales que seguramente nunca llegó a ver, como leones o pavos reales. Los temas vegetales como ramos de azucenas y árboles son igualmente muy abundantes. Del arte culto, el pastor selecciona temas que ha visto en las pinturas de iglesias y ermitas, en obras literarias y en de las coplas de ciego. Asimilará decoraciones de seres imaginarios y mitológicos como sirenas y águilas bicéfalas. Del mundo religioso, tomará desde las propias devociones de vírgenes; virgen de Valdejimena, de la Peña de Francia, de Guadalupe, de Nieva; a cristos como el de Cabrera y santos como Santiago Matamoros o San Miguel pesando almas. También recreará pasajes bíblicos como el Pecado Original y representaciones de elementos litúrgicos como ostensorios, cruces y cirios. Frente a aquellos que piensan que el pastor es un ser analfabeto e inculto, no es infrecuente la presencia de textos como elementos decorativos, que se concentran en la presencia de nombres, descripciones o de expresiones del tipo VIVA MI DUEÑO o VIVA MI AMO, si bien en numerosas ocasiones no son fieles a la ortografía. Las piezas que destacan por sus decoraciones son las colodras y las cajas de rapé que destinaban a regalos de novia o amos; suelen ser piezas de decoración muy abigarrada ocupando toda la superficie de la pieza y en ellas exhiben su gran maestría técnica. Si hacemos una lectura más profunda, encontramos una especie de libro, de diario, en el que refleja el pastor sus inquietudes, sus vivencias y sus creencias. En nuestra Comunidad hay numerosas colecciones que atesoran importantes muestras de arte pastoril; entre ellas destacamos las que se custodian en el Museo Etnográfico Provincial de León situado en Mansilla de las Mulas, la colección titulada Arte de Occidente que lo hace en el Museo Etnográfico de Castilla y León de Zamora y la colección del Padre César Morán actualmente en el Museo de Salamanca. Hace ya tiempo que los pastores no labran la madera, no trabajan el asta y no curten el cuero. Los caminos han quedado huérfanos de su arte, al tiempo que las ovejas han dejado de viajar a los extremos. Aun así su memoria permanece vive en objetos que de la paciencia, de la necesidad o del deseo de ser recordados fueron robados al tiempo.