EL DESAFÍO CONTINÚA

Transcripción

EL DESAFÍO CONTINÚA
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EL DESAFÍO CONTINÚA
Qué difícil es condensar en palabras una noche henchida de
sentimientos. De alegría por ver tantas amigas y amigos. De
agradecimiento con todos ustedes por acompañarme a este acto y con
Rolando y Bernal por la generosidad de sus palabras. De satisfacción
por el deber cumplido, con la ayuda de todos ustedes y de cientos de
miles de costarricenses. De reflexión sobre la tarea que hicimos y la
que aún tenemos pendiente, porque el desafío continúa.
Llegamos cargados de ilusiones. Formábamos una verdadera
fraternidad que compartía una visión de futuro para Costa Rica y
estaba preparada para enfrentar el reto de construir el Puente del
Progreso. Por eso
llegamos
plenos de entusiasmo, alegría
y
esperanza.
Salimos con el cariño y el respeto de los costarricenses. Habíamos
laborado sin descanso, con unidad y lealtad, con capacidad y miras
claras y la obra había avanzado mucho. Por eso terminamos nuestro
período con satisfacción y con gratitud a Dios y a todos los
colaboradores.
Y por haber compartido esas ilusiones y ayudado a hacer realidad
tantos logros, vengo hoy con Lorena, a dar gracias a los costarricenses
por su apoyo y su afecto, y a renovar mi permanente fe en los valores
de la patria y mi optimismo por nuestro futuro.
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Durante muchos años nos preparamos. Como persona encontré en el
regazo familiar los valores y la cultura nacionales; busqué en nuestras
escuelas y universidades las leyes y tradiciones fruto de nuestra
historia y los conocimientos de la producción y el consumo; aprendí
la acción política en las campañas electorales que tuve la suerte de
vivir desde la convención del 20 de enero de 1957 para escoger como
candidato a Don Mario Echandi; viví las congojas y satisfacciones de
la función pública cuando tuve el honor de participar en el gobierno de
don José Joaquín Trejos y de colaborar desde esta Asamblea
Legislativa con el de don Rafael Ángel Calderón Fournier. Con,
Lorena y mis hijos, con mis padres y hermanos, y con cada
costarricense que tuve la suerte de tratar, me llené de amor por nuestra
gente, nuestra historia y nuestra tierra.
Durante
muchos
impregnamos de
años
nos
preparamos.
Como
partido
nos
valores y principios en el Primer Congreso del
Partido Unidad Social Cristiana en noviembre de 1985, y los
destilamos y perfilamos en el proceso participativo y multitudinario
que gestó la Carta Social Cristiana a Costa Rica de 1995. Juntos
aprendimos la realidad nacional, con la participación de mujeres,
jóvenes, campesinos, trabajadores y profesionales, en todos los
rincones del país, en las muchas campañas en las que disfruté el jarro
de café caliente en la fría tarde en la montaña o el fresco de chan en la
cálida mañana costeña; en el tocapuertas
de las ciudades, en la
pequeña reunión en la casa del maestro rural, en la conversación con
los pescadores o con los empresarios. Conocimos los problemas
nacionales y estudiamos sus soluciones desde el gobierno y desde la
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oposición, cuando contribuimos sin reticencias al progreso nacional, y
por supuesto de manera muy especial cuando elaboramos los
programas de gobierno para el 86-90, para el 94-98 y Soluciones para
el Futuro para 1998-2002.
En las victorias y derrotas electorales que vivimos juntos, desde la
casa de mis padres en Aranjuez, en los recorridos del país, apoyando la
elección de Rafael Ángel Calderón Fournier, en la casadora de votos
compartiendo el polvo y el calor con los dirigentes cantonales, y
distritales, en las 123 pequeñas y aisladas comunidades que visité en la
campaña del 98 a donde no había llegado nunca un candidato
presidencial, en todas esas y muchas otras ocasiones compartiendo
entusiasmo, patriotismo, alegrías y tristezas, nosotros, ustedes, yo y
muchos más, forjamos una amistad entrañable que nos dio la fuerza
para la unidad y la lealtad de nuestro gobierno socialcristiano.
Y así llegamos preparados, unidos, con una visión, con muchísimos
proyectos y compromisos.
Y nos entregamos todos al trabajo. Las vicepresidentas y Bernal mi
chofer, cada ministro y cada policía de la nueva generación, la
Presidenta Ejecutiva y el trabajador del MOPT, la maestra y el médico,
el directivo y el ingeniero agrícola, el oficinista y el dirigente comunal;
la diputada y el guarda forestal; el asesor y la regidora...todos nos
entregamos al trabajo.
Sin horario, sin fatigas, sin miedos, sin
compasión para nosotros mismos ni para nuestras familias. ¡¡¡Cuatro
años eran muy poco tiempo y había tanto que cumplir, tanto sueño que
realizar, tanto proyecto que establecer!!!!!
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No nos contentamos con poco. Queríamos excelencia en todos los
campos. Innovamos en todos los sectores. Cambiamos la forma de
hacer las cosas para así poder hacer más y ser más eficientes.
Los
resultados
en
salud,
educación,
seguridad
ciudadana,
infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, programas sociales, baja
de la inflación, apertura de mercados, atracción de inversiones,
atención a la pequeña empresa y al agro, y desarrollo turístico; con
ejemplos tan elocuentes como el nuevo puente sobre el Río Tempisque
que a partir de mañana tantas familias usarán rumbo a su descanso,
los cientos de niños que se están beneficiando de la Ley de Paternidad
Responsable y los extraordinarios resultados que está mostrando la
Ley de Protección al Trabajador que acaba de cumplir tres años, son
por todos reconocidos y los he explicado en mi libro. No ahondaré en
ellos. Confío en el veredicto de la historia. A Dios, a mi pueblo y a
esa historia agradezco el honor de verme hoy integrado a esta galería
de costarricenses que tuvimos el extraordinario privilegio de
representar ante el mundo a Costa Rica: una nación pequeña en
geografía y poder, pero inmensa en fuerza moral y en el respeto que
nos otorgan en todos los países. El honor de compartir esta sala con
mi admirado tatarabuelo el primer Presidente de la República, José
María Castro Madriz
Pudimos alcanzar nuestros objetivos gracias a un equipo leal y
comprometido. Y la Concertación Nacional nos permitió ampliar el
universo de personas comprometidas.
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Cuando tuvimos que escoger entre nuestras ideas, por muchos años
acariciadas y estudiadas, y la vigencia tranquila de la democracia, con
humildad republicana y a la manera costarricense optamos por la paz.
Pero aún en esos casos optamos por la mejor solución posible entre las
que quedaban disponibles. Aprendimos a escoger las segundas mejores
alternativas: la red de banda ancha para internet avanzado, el
crecimiento de teléfonos celulares y fijos, el de la generación eléctrica,
la propuesta de reforma fiscal de los señores Exministros de Hacienda.
Le
planteamos
con
seriedad
y
sin
miedos
al
país
otras
transformaciones esenciales: la reforma política para un nuevo
equilibrio semipresidencial de poderes, la reforma de la administración
pública, las leyes para la ética en la función pública y para terminar
con
la
impunidad,
la
descentralización
administrativa,
el
fortalecimiento municipal y el Triángulo de Solidaridad. Muchas
fueron aprobadas. Otras quedan como tareas pendientes de la
República.
A veces cuando reflexiono sobre el gobierno me duele el no haber
logrado todo lo que queríamos. Me consuelo pensando que si lo
hubiéramos logrado habría sido porque habíamos pecado fijándonos
metas mediocres y pequeñas.
Hicimos mucho. Mucho faltó por hacer. Todavía sufrimos la lágrima
en el rostro de la patria de un 20% de familias costarricense en la
pobreza, que para ellas es diario dolor y frustración. Todavía una
quinta parte de los jóvenes no atiende secundaria. Todavía las familias
no cuentan con instalaciones adecuadas y modernas para enfrentar el
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horror del cáncer. Todavía hay muchas niñas y niños con caritas
tristes. Todavía los agricultores luchan con caminos vecinales en
pésimas condiciones. Todavía hay familias sin vivienda, jóvenes sin
buenos empleos, mujeres que sufren agresión familiar, una cantidad
intolerablemente alta de muertes por accidentes viales. El ingreso de
muchas familias es insuficiente, las oportunidades de progreso para los
trabajadores no dan abasto.
Mucho faltó y falta por hacer. Y hoy Costa Rica, más que nunca,
puede resolver sus carencias. Puede ser un país mucho mejor. Con más
oportunidades, con más crecimiento, con más educación, salud e
infraestructura. Con mejores servicios de justicia, con mejor
administración pública, con ciudadanos más satisfechos, responsables
y reflexivos. Con menos pobreza. Con personas más felices.
Lo que hicimos es una pequeña muestra de lo que se puede alcanzar.
La historia de Costa Rica es una emotiva epopeya de los éxitos que
brillantemente escribieron nuestros antepasados y cuya senda nosotros
podemos y debemos ensanchar.
Para lograrlo solo debemos confiar en Dios y en nosotros mismos, y
no tener miedo de acometer grandes empresas. El mayor riesgo, el
peligro más negativo, la peor dificultad que enfrentamos, es el temor a
pensar y actuar en grande. Sí, necesitamos pensar y actuar con los pies
sobre la tierra... pero con los ojos en el cielo. Sí, con pragmatismo,
pero con los más avanzados conocimientos.
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De no
proponernos grandes hazañas no ganaremos ni efímeras
victorias. Si no trabajamos con afán por alcanzar enormes progresos,
nuestros avances serán mínimos. Nuestro compromiso con los pobres
y los más débiles debe traducirse en la búsqueda de la excelencia,
rechazando el conformismo, el “pobrecitico” y la mediocridad, a fin de
alcanzar el crecimiento económico acelerado que sacará a esas
familias de la pobreza.
Y como nos lo demuestra la década de los noventa en Latinomérica, el
crecimiento acelerado no está garantizado, ni es fácil de alcanzar, ni se
obtiene con la aplicación sencilla de las mismas recetas para todos.
Cada nación debe conocer su propia especificidad para construir sobre
sus fortalezas históricas. Se deben mejorar los incentivos para ahorrar,
invertir y producir, y proteger eficientemente los derechos de
propiedad. Para eso necesitamos una administración pública de
primera y políticas macroeconómicas responsables. Y, ante todo, se
requieren largos períodos de maduración y de constancia en la
aplicación de las políticas correctas.
El crecimiento de la economía se asemeja a la siembra de un árbol de
guanacaste. Uno no siembra la semilla hoy y va mañana a sentarse a la
sombra de ese árbol. Eso toma años de cuidados, de quitar la maleza,
abonar y protegerlo de las quemas que hacen tantos irresponsables.
Pero si se hace todo ese trabajo, con paciencia y esmero, los frutos
llegan, son enormes y causan la admiración de todos los que ven la
buena sombra que así se logró formar.
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Nuestra historia de desarrollo humano, educación, salud, democracia,
Estado de Derecho y apertura comercial, son árboles que nos permiten
esperar muy buenos frutos, pero tenemos que desyerbarlos y abonarlos
con mucha dedicación.
Quitar la maleza del déficit fiscal es una tarea imprescindible, que esta
Asamblea Legislativa debe asumir con valentía y concretar con
brevedad. El déficit es un matapalo que obstaculiza el crecimiento
acelerado de nuestra economía. A finales del año anterior, las
diputadas y los diputados le dieron una fumigada provisional, lo cual
estuvo bien y el país así lo reconoció. Pero esa medida solo bastará por
un año, y lo que todos necesitamos es la erradicación total de ese
matapalo. Espero que primará el interés patrio y esta Asamblea pasará
a la historia como aquella que, con responsabilidad, se atrevió a
eliminar definitivamente el déficit fiscal e impulsar decisivamente
nuestro crecimiento económico. Solo así podemos ser congruentes
con la decisión que tomaron mayoritariamente los costarricenses de no
vender activos estatales.
Abonar el crecimiento con el Tratado de Libre Comercio que se está
negociando con los Estados Unidos es otra medida trascendente e
inmediata. La integración comercial ha sido, desde los albores de
nuestra independencia, un elemento clave para impulsar nuestro
crecimiento. El café no transformó Costa Rica porque el sembrado en
Tres Ríos se vendiera en Alajuela o el de Tarrazú en Puntarenas, sino
porque se exportaba a los países desarrollados.
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Nuestro equipo negociador es de primera categoría a nivel mundial y
estoy seguro de que negociará el mejor Tratado posible. Claro que se
trata de una negociación y algunas cosas tendremos que dar a cambio,
pero el resultado final será muy favorable y nos dará acceso seguro al
mayor mercado del mundo. Esa es una oportunidad única que se debe
aprovechar y estoy seguro que así lo comprenderán los costarricenses
y este Congreso cuando tenga que pronunciarse.
Pero ese abono, como todos, es una fórmula que debe integrar varios
elementos. El acceso al mercado es uno de ellos, pues dará la
oportunidad; pero hacen falta otros, las herramientas para aprovecharla
plenamente. En la fórmula del abono deberán agregarse medidas muy
concretas y ambiciosas para fortalecer la educación, apoyar con crédito
y capacitación a la pequeña y mediana empresa, y ayudarla a
encadenarse con las multinacionales que han invertido e invertirán en
el país, promover tecnología y conocimiento nacional, como en el
software, y desarrollar un ambicioso programa para atraer inversión
extranjera directa que no dependa de privilegios de zona franca, sino
que esté incentivada por el acceso que el Tratado nos dará al mercado
estadounidense. El Tratado de Libre Comercio es necesario pero no es
suficiente.
Requerimos continuar con IMPULSO, y promover la
innovación.
El guanacaste necesita que se protejan sus nuevas ramas. Para ello, hay
que asegurar que los recursos de Asignaciones Familiares lleguen
realmente a las familias pobres y promuevan el estudio de sus hijos,
como hicimos con los programas de becas y segunda oportunidad.
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Esto demanda objetivos bien especificados, especialización y
coordinación institucional, focalización hacia los pobres y permanente
evaluación de los resultados, como planteó el Plan de Solidaridad, y es
necesario aprobar la ley que propusimos para consolidar y profundizar
esas reformas. Esto hará que el guanacaste crezca con fuerza y que
todos sean cubiertos por su sombra y su belleza.
Al árbol también que defenderle su espacio vital. Costa Rica se ha
quedado rezagada en la aplicación de la planificación urbana. Es
indispensable subsanar esa carencia para mejorar la calidad de vida.
Rescate de los centros urbanos, obras de alcantarillados y aguas
negras, sectorización del transporte público, nuevas obras viales,
electrificación subterránea, son componentes en los que debemos
avanzar para no ser ahogados por el hacinamiento, la congestión y la
contaminación. En estos campos dejamos sembrados avances, pero los
trabajos más importantes para la felicidad de los costarricenses aún
están pendientes.
Yo, amigos y amigas, soy optimista. Confío en que, superando las
pequeñeces político-partidistas, el país logrará quitar la maleza del
déficit fiscal y brindar el abono del TLC con los Estados Unidos,
proteger las nuevas ramas apoyando adecuadamente a los pobres, y
defender el espacio vital renovando la utilización de su geografía y
continuando el mejoramiento en infraestructura, seguridad ciudadana,
salud y educación. Y al hacer esas tareas, el árbol de nuestra economía
crecerá fuerte y fecundo, en beneficio de todas las familias.
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Costa Rica sí puede. Los costarricenses con nuestro trabajo, valores y
tradiciones si podemos. Dejemos atrás las pequeñeces, los intereses
sectarios, los celos y egoísmos. Ninguna persona individual por grande
que sea puede darnos la felicidad. Solo nosotros con la ayuda de Dios
podremos
alcanzarla.
Unámonos
alrededor de la solución
costarricense y avancemos sin complejos hacia una vida buena.
Gracias queridas amigas y queridos amigos por su apoyo para llegar al
gobierno y para ejercerlo con entusiasmo y responsabilidad.
Gracias a todas y todos los costarricenses por haberme brindado el más
sublime de los honores al hacerme su Presidente.
Gracias patria. COSTA RICA: Lorena, mis hijos y nietos y yo te
rendimos tributo de gratitud y te renovamos nuestra admiración y
nuestro afecto. COSTA RICA: TE RENOVAMOS NUESTRA FE.
LA FE EN LAS Y LOS COSTARRICENSES. LA FE EN TU
CAPACIDAD DE REALIZAR GRANDES EMPRESAS. LA FE EN
EL PUENTE DEL PROGRESO. LA FE EN LA SOLUCIÓN
COSTARRICENSE.

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