CANTARES 1 VERSO 2 “¡Oh, si él me besara con besos de su boca
Transcripción
CANTARES 1 VERSO 2 “¡Oh, si él me besara con besos de su boca
CANTARES 1 VERSO 2 “¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino” La Sulamita empieza expresando su deseo por, y deleite en, el amor de Salomón. En la primera línea, ella piensa en voz alta; en la segunda, ella se dirige a Salomón. Para sacar provecho espiritual de este verso, debemos hacer tres preguntas: 1. ¿Qué está anhelando la mujer, cuando habla de los “besos de su boca”? i. El deseo de sentir el amor de su amado Un beso puede ser un saludo, o una expresión de amor. Se puede besar en la mejilla o en la boca. Cuando se besa, se usa los labios; pero en besos más intensos, se besa con la boca. Cuando una esposa le pide al esposo que la bese, es porque quiere sentir su amor. La Iglesia debe sentir este deseo por disfrutar el amor de Cristo. Debe anhelar Sus ‘besos’. Lo mismo es cierto del creyente. Debe haber un profundo deseo por sentir el amor del Señor. ii. El deseo de intimidad con su amado Un beso en la mejilla se hace en público; un besito en los labios, igual. Pero un beso de la boca, o con la boca, es algo reservado para momentos de intimidad. Cuando la esposa ama mucho a su esposo, anhela esto profundamente. Quiere estar a solas con él. Disfrutar algo único entre ellos. La Iglesia debe tener ese mismo deseo, profundo, de disfrutar tiempos de gran intimidad con el Señor. Lo mismo debe ser cierto de cada creyente. Es bueno orar en grupo; pero es mejor orar a solas. A solas puedes disfrutar un grado de intimidad mayor, que no puedes experimentar cuando estás rodeado de otras personas. iii. El deseo de sentir pasión con su amado Besos despiertan pasión; especialmente, besos de o con la boca. Cuando una mujer busca que su amado la bese con besos de su boca, lo que está queriendo es disfrutar de la pasión sexual. Esa clase de beso lleva tiempo, y produce gran pasión. ¡Hasta hay un elemento de descontrol! La Iglesia debe desear sentir pasión por y con Cristo. Lo mismo es cierto del creyente. Debemos separar tiempo para estar a solas con el Señor, para así poder disfrutar de una gran pasión espiritual. iv. El privilegio de ser besado por el rey La Sulamita está hablando de Salomón, el gran rey de Israel. En ciertas circunstancias, el rey permite a sus súbditos besar su pie, su mano, su vestimenta. Eso en sí es un gran honor para el súbdito. Pero mucho mayor es el privilegio de ser besado por el rey. Y que el rey bese con los besos de su boca, es un increíble privilegio, sólo reservado para la persona a quien más ama. Cuando consideramos quien es Cristo, el Rey de reyes y el Señor de señores, empezaremos a entender el tremendo privilegio de disfrutar Sus ‘besos’, y los ‘besos de su boca’. En el Sal 2:12, el salmista exhorta a las naciones, “Honrad al Hijo” (el verbo en hebreo significa, ‘besar’). La Iglesia tiene el privilegio de disfrutar el beso del Hijo. 2. ¿Cómo se hace realidad todo esto? La “boca” de Cristo es sinónimo de Su Palabra (Apo 1:16). Por medio de Su Palabra, Él nos muestra Su amor; y Su Palabra puede despertar pasión en nosotros. Él nos habla por medio de las Escrituras; también nos habla por Su Espíritu. Cuando Cristo habla a la Iglesia, o al creyente, Él está usando Sus ‘labios’, Su ‘boca’, para expresar Su amor por nosotros. Pero, ¿cómo se hace esto realidad, en nuestra experiencia? i. Debemos desear profundamente escuchar Su Palabra. Cada domingo, debemos venir al culto con este deseo: “¡Oh, si él me besara con besos de su boca!” Cada día, a solas con el Señor, debemos desear lo mismo. ii. Debemos tomar el tiempo necesario para disfrutar Su Palabra. Un besito con los labios se da en un instante; pero, ‘besos de la boca’ requieren tiempo. Lamentablemente, muchas veces la Iglesia o el creyente se conforman con ‘besitos de los labios’ de Cristo, y no disfrutan los ‘besos de la boca’, simplemente porque no se dan el tiempo necesario para ello. iii. Debemos anhelar sentir una profunda pasión espiritual, al escuchar Su Palabra. No debemos contentarnos con el toque de Sus manos, o con los besos de Sus labios; sino que debemos anhelar ‘los besos de Su boca’, porque son esos ‘besos’ que despiertan pasión espiritual. Eso implica que debemos tener la buena disposición, y el amor necesario para el Señor, capaz de sentir pasión espiritual. Y eso requiere vivir constantemente con el ‘primer amor’. iv. Debemos estar dispuestos a reaccionar (o corresponder) a esos ‘besos’ del Señor. Una esposa no es pasiva, al recibir los besos de la boca de su esposo. Lo mismo es cierto de la Iglesia y del creyente. Cuando comenzamos a sentir los ‘besos’ de Cristo (es decir, cuando empezamos a escuchar Su Palabra), debemos responder a ello con una intensidad propia nuestra. Debemos meditar en Su Palabra, recordarla, traerla a la mente, etc. ¡El Señor debe sentir una profunda tristeza, cuando nota nuestra frialdad espiritual, ante Su Palabra! 3. ¿Cuál será el resultado de estos ‘besos’? La respuesta está en las palabras de la Sulamita a Salomón: “Porque mejores son tus amores que el vino” (v.2b). Los “amores” obviamente incluyen los “besos de su boca”. La Sulamita compara esos “amores” con el vino. ¿Por qué? ¿Qué hace el vino? El vino alegra al corazón (Sal 104:15). Una mujer se deleita cuando siente el amor y la pasión de su esposo. La hace sentir muy especial; sumamente feliz. Se olvida de todos los problemas, y las luchas de la vida, cuando disfruta los ‘besos de la boca’ de su esposo. Es igual con la Iglesia y el creyente. Si tan sólo lográramos experimentar estos ‘besos de la boca’ de Cristo, disfrutaríamos una alegría y un gozo muy intenso, que nos ayudaría a sobrellevar todas las cargas y dificultades de la vida. REFLEXIÓN: Una expresión de todo esto es el Salmo 119 (ver v.20, 24, 47, 72, 82, etc). NOTA FINAL La Sulamita reconoce que Salomón tiene la iniciativa en este asunto. Dice, “¡Oh, si ÉL me besara con besos de su boca!”. Ella lo desea, pero tiene que esperar que él tome la iniciativa. Ella no lo va a iniciar. Es igual con el Señor. La Iglesia (Su Novia) debe acercarse a Él con el deseo de recibir esos ‘besos’; pero el recibirlo, depende de Su gracia y misericordia hacia ella.