8 Ponencia Dr Pablo Andrés Salazar
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8 Ponencia Dr Pablo Andrés Salazar
DOCUMENTO 8 CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA XCVIII ASAMBLEA PLENARIA Medellín, 3 al 7 de febrero de 2015 LA FAMILIA COLOMBIANA ANTE LOS RETOS DEMOGRÁFICOS DEL SIGLO XXI Doctor Pablo Andrés Salazar-Arango1 Colombia: una población que desacelera y entra en proceso de envejecimiento La fecundidad es el hecho de dar a luz un hijo vivo. En el mundo la fecundidad ha descendido desde finales del siglo XIX, cuando se observó que en países como Francia y Alemania las mujeres comenzaron a tener menos hijos. Y no fue por la anticoncepción masiva como la que ahora presenciamos. Fue un fenómeno demográfico que luego se extendió a los demás países del mundo de modo casi generalizado, llamado por los demógrafos la Transición Demográfica. Desde la antigüedad la fecundidad, los hijos vivos que tenían las mujeres, presentaba niveles altos, entre 7 y 10 hijos por mujer. Sin embargo la población crecía muy despacio porque muchos niños no alcanzaban la edad adulta debido a la alta mortalidad infantil. La Revolución Industrial trajo mejoras en sanidad, urbanización y calidad de vida que permitieron la supervivencia de más niños. La población durante esas décadas creció bastante. Entonces muchas familias disminuyeron el número de hijos porque se dieron cuenta que casi todos ellos sobrevivían. Estos hechos explican a grandes rasgos el comienzo del descenso generalizado de la fecundidad a nivel mundial. Hoy el continente con mayor número de hijos por mujer es África, donde las mujeres tendrán a lo largo de sus vidas entre 4 y 6 hijos (Child Trends 2014). Oriente Medio tiene una fecundidad relativamente alta, alrededor de 2,5 hijos por mujer. Sigue América Central y del Sur donde las mujeres tendrán entre 2 1 Profesor Investigador del Instituto de La Familia de la Universidad de La Sabana. Documento 8 – Pág. 43 y 3 hijos, a excepción de Bolivia donde tienen 3,3. En Asia, a excepción de India (2,6), Malasia (2,6) y Filipinas (3,1), los demás países están por debajo de 2 hijos por mujer. América del Norte también presenta bajas fecundidades con 1,9 de Estados Unidos y 1,7 de Canadá, mientras México tiene 2,3. Europa, tanto Oriental como Occidental, tiene fecundidades muy bajas, donde todos los países ya están debajo del necesario para reemplazar las generaciones. En Oceanía, Nueva Zelanda tiene 2,2 mientras Australia está en el límite con 2,0 hijos por mujer. Colombia también tenía altas tasas de fecundidad hasta 1960, alrededor de 7 hijos por mujer. Estas altas tasas con una mortalidad en descenso explican el importante crecimiento de la población colombiana en el siglo XX registrado en los censos nacionales. A comienzos de siglo había unos 4 millones de habitantes, en 1951 ya eran casi 13 millones, en 1964 la cifra de población alcanzó los 18 millones, a los 24 millones se llegó en 1973, la población siguió creciendo a gran ritmo hasta los 31 millones en 1985, el censo de 1993 arrojó los 37 millones y hacia 2005 había 43 millones de colombianos. Como se aprecia el mayor crecimiento fue en la década de los 70, y luego la velocidad del crecimiento ha disminuido debido a la baja en fecundidad hasta lograr los 47,9 millones actuales2. En las décadas de los 60 y 70 la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, la difusión de la anticoncepción, y la migración rural a la ciudad fueron algunos de los factores principales que ayudaron al descenso de la fecundidad. Para los años 90 la fecundidad ya estaba en 3,5 hijos por mujer y continuaba en descenso. En 2005 descendió a 2,8 hijos por mujer, y en 2010 la Encuesta Nacional de Demografía y Salud reportó una tasa de 2,1 hijos por mujer, es decir, 21 hijos por cada 10 mujeres. Tasa que equivale al número de hijos necesario para que la presente generación sea reemplazada por la siguiente, pues deben nacer 21 hijos para reemplazar a 20 progenitores (10 madres y 10 padres), previendo que alguno de los hijos morirá antes de reproducirse. Es muy previsible que la fecundidad colombiana continúe descendiendo porque las tendencias demográficas son de largo aliento, y además no hay intereses estatales en reversar las tendencias, más bien hay complacencia en que permanezcan bajas. 2 DANE, http://www.dane.gov.co/reloj/reloj_animado.php consultado 16 de enero de 2015. Documento 8 – Pág. 44 La anticoncepción en Colombia ha seguido patrones parecidos a otros países, en el sentido que se ha difundido de modo generalizado en las mujeres tanto en unión como fuera de ella, y de modo intensivo dentro de las personas unidas en matrimonio civil o religioso, o en uniones de cohabitación. A continuación se resaltan algunos datos (ENDS, 2010). En el período 1965 a 2010 se aprecia como la anticoncepción se adoptó por las mujeres en edad de tener hijos (15-49 años) tanto unidas como casadas, pues en 1965 el 20% de ellas utilizaba métodos modernos, cifra que aumentó progresivamente a 79% en 2010. Cabe resaltar que la esterilización femenina continúa su proceso de consolidación entre las mujeres, como primer método de planificación familiar (aumenta de 33% en 1990 a 48% de las unidas, en 2010). La inyección pasó a segundo lugar en ese mismo período (9% de ellas), desplazando tanto a la píldora como al DIU. Entre las mujeres no unidas y sexualmente activas, un 12% del total de mujeres aproximadamente, el uso de anticonceptivos es 81,6%, un poco más alto que en las unidas. El 55.1% de mujeres de 15 a 19 años unidas utiliza anticonceptivos modernos; el 1.5% ha sido esterilizada, 23.5% utiliza inyección, el 10% utiliza la píldora, 7.8% el preservativo, 7.5% implantes y 4.2% el DIU. Las propuestas en materia demográfica de los gobiernos pueden verse reflejadas en el documento Visión Colombia 2019 (Departamento de Planeación Nacional, 2005) donde se acepta acríticamente, más bien de modo complaciente, un continuado descenso en las tasas de fecundidad colombianas. Esto quiere decir que cada mujer colombiana en promedio tendrá dos hijos a lo largo de su vida. Las metas del gobierno en esta materia proponen bajar todavía más las tasas de fecundidad hasta alcanzar 1,9 hijos por mujer en promedio. Es decir, familias de máximo dos hijos. Con esta política de dos hijos a lo sumo el reemplazo de las generaciones no estaría garantizado y supondría una población que pierde habitantes. Además hay un clima de interés mundial y nacional de que grupos poblacionales con mayor fecundidad la reduzcan, como es el grupo de mujeres adolescentes. Es cierto que la fecundidad temprana y precoz y en adolescentes no unidas puede conllevar problemas de salud y socioeconómicos, pero otra cosa diferente es que se acepten las políticas de Naciones Unidas propuestas en Documento 8 – Pág. 45 la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo (1994) y posteriores acuerdos de evitar cualquier nacimiento antes de los 20 años. Pues no parece nada razonable hacer una movilización mundial para proponer a mujeres de 18 y 19 años en uniones estables evitar ser madres, a no ser que haya intereses de reducción de la fecundidad. Y son estas mujeres de 18 y 19 años el grupo de edad de la población que no ha descendido en tasas de fecundidad, en muchos países, incluido Colombia. Parte de la argumentación a favor de las bajas tasas de fecundidad se apoya en teorías neomalthusianas que proponen que el crecimiento de la población frena el desarrollo (Salazar-Arango, 2005). Debate que se generó en los años 60 y continúa, decantado más hacia una ausencia de relación clara entre crecimiento de la población y el desarrollo; mientras se observa más bien un creciente número de problemas debidos al envejecimiento poblacional generado por esas políticas restrictivas de la natalidad fomentadas a partir de los años 60 por agencias norteamericanas de desarrollo. Las principales corrientes de pensamiento económico sostuvieron la necesidad de frenar el crecimiento de la población (Simon, 1996) para lograr un crecimiento económico en los países en vías de desarrollo3. Hoy en día hay bastante acuerdo, fundamentado en la experiencia de estas décadas y no en teorías, de que no existe relación ni correlación significativa entre el crecimiento de la población y el crecimiento económico durante todo el siglo XX, incluso en análisis transversales recientes, ni para países desarrollados ni en desarrollo. Los datos sí muestran que hay más evidencia de cómo mayores densidades de población están asociadas a mayor crecimiento económico (caso Hong Kong, Singapur, Japón, etc.). En los países 3 El sustento teórico utilizado fue principalmente el modelo macroeconómico estadounidense CoaleHoover y sus conclusiones sobre el caso India. Este modelo tenía como principal supuesto que el Producto Interno Bruto (PIB) crecería de igual modo ante diversos escenarios del crecimiento de la población. Por tanto el mejor escenario sería el de menor crecimiento de la población, que llevaría al mayor PIB per cápita como capacidad de consumo e indicador frecuente para medir el desarrollo. Por tanto una población mayor retardaría la productividad por trabajador. Dos elementos de este modelo son los rendimientos decrecientes, propuestos por Malthus y el efecto de dependencia. Los rendimientos decrecientes operan con el supuesto de que el stock de capital (incluyendo el factor Tierra) no aumenta en la misma proporción que el trabajo (población); el efecto de dependencia supone que el ahorro es más difícil en los hogares donde hay mayor número de hijos y que la mayor fecundidad conlleva destinar fondos a la inversión social que de otro modo se invertirían en la producción industrial. Documento 8 – Pág. 46 desarrollados se puede explicar la discrepancia entre teoría y hechos por las economías de escala, la creación y adaptación de nuevas tecnologías debido a números adicionales de personas, y la creación de nuevas fuentes de recursos a través del conocimiento. En los países en desarrollo la explicación económica tiene otros matices: cada nuevo niño induce que en promedio un trabajador labore jornadas más largas e invierta más, y que se realicen mejoras en la infraestructura social (mejores caminos y sistemas de comunicación, acueductos, etc.). El resultado es que niños adicionales traen como consecuencia un costo adicional en el corto plazo para luego beneficiar a la sociedad en el mediano y largo plazo. Por tanto un crecimiento moderado de población en los países en desarrollo traerá un mejor nivel de vida que un crecimiento cero o un crecimiento muy elevado. También hay evidencias de estudios, más de veinte estudios, que “un crecimiento más rápido de la población no está asociado con un menor desarrollo económico” (Orrego, 1989). Toda actividad de producción requiere una inversión inicial de capital y un tiempo de espera antes de percibir utilidades. El caso de un nuevo nacimiento tiene estas mismas características para la economía de un país (Simon, 1992). Se debe invertir dinero en los años iniciales -años que son cada vez más largos en nuestra sociedad del conocimiento-, desviar recursos al consumo para invertir en la educación y preparación profesional, dedicar tiempo y cuidado. Los beneficios de esta inversión sólo se percibirán cuando esa persona pueda comenzar a ser productiva para la sociedad. Normalmente los propios padres son los que realizan las inversiones más fuertes en el proceso de crecimiento del nuevo ciudadano, al menos suelen ser mayores que los del Estado. Una vez la persona comienza a producir económicamente las ventajas fluyen en mayor proporción hacia el Estado en forma de impuestos, y en una menor proporción hacia los progenitores. Los dineros procedentes de las remesas que envían los colombianos en el exterior confirman estos flujos hacia los progenitores y la importancia de cada uno de estos ciudadanos emigrantes para la economía colombiana. A la vez dan una idea de cómo son necesarios sus servicios en las economías de los países receptores de inmigración. La globalización puede estar presenciando la constitución de una nueva forma de servicios de exportación: los migrantes. Ceteris paribus un país con abundancia y excedentes de población puede Documento 8 – Pág. 47 obtener amplios beneficios económicos de la emigración de sus ciudadanos. Sin embargo se pueden generar situaciones de inequidad en los niños ante la ausencia de progenitores en los países exportadores de trabajadores migrantes. Hoy, medio siglo después del inicio de las políticas de desarrollo económico, impulsadas por Naciones Unidas y el Banco Mundial, se puede observar que aquellos países que tienen grandes números de población en el mundo del desarrollo tienen mayores perspectivas de jugar un papel importante en la economía mundial del siglo XXI: China, India, Brasil, entre otros. En Latinoamérica, no cabe duda que Brasil tiene mejores perspectivas de desarrollo en buena parte por su población. El efecto del descenso de fecundidad en la carga prestacional colombiana, debido a la disminución proporcional de personas en edad de trabajar sobre los jubilados, no se verá sino hasta el 2050, cuando habrá cuatro trabajadores por cada jubilado (Ver Tabla). Efecto que se intenta remediar con un aumento en la edad de jubilación y la descarga del Estado del peso pensional en los fondos privados, con el consiguiente traslado de riesgo a las poblaciones más vulnerables: los jubilados. A pesar de las limitaciones que tienen las proyecciones de población, es útil mirar lo que sería el crecimiento según la situación actual de fecundidad y mortalidad. Los índices de dependencia y la prospectiva de población en Colombia según la Population Reference Bureau (PRB), muestran una reducción en población joven de 40% en 1905 hasta 19% en 2050; el aumento de la población en edad de jubilación de 3% a 15% en el mismo período; y la carga prestacional de la población joven más la jubilada sobre la población en edad de trabajar. El índice de dependencia, que se calcula con la población joven y jubilada sobre la que trabaja, desciende de 0,78 en 1905 a 0,54 en 2050; es decir, por cada 100 trabajadores en 1905 había 78 personas dependientes, y habrá 54 dependientes por cada 100 trabajadores en el 2050. Esto a primera vista parece positivo, pero no lo es tanto si se relaciona con el índice de envejecimiento que indica que de ellos el 82% son jubilados; y como es sabido una persona jubilada cuesta al Estado mucho más que un niño. Además la tendencia de envejecimiento es creciente, lo que supone que el problema se acentuará hacia el 2050 y siguientes cuando una de cada cuatro personas será mayor de 60 años. Ver Tabla 1. Documento 8 – Pág. 48 Tabla 1. Dependencia de la población mayor de 60 años, Colombia4. Año Población total Población mayor de 60 2000 2025 2050 39.910.000 54.693.000 71.762.000 2.762.000 8.204.000 16.675.000 Porcentaje en la población 7% 15% 27% Trabajadores población mayor 60 años 13,2 7,4 3,9 La población constituye demanda de bienes, y hoy en día la demanda juega un papel importante en las economías, tanto la demanda interna como externa. Una población en estancamiento, como la que se propone para Colombia en 2019, es un contrasentido para la demanda interna de bienes y servicios. Y más aún cuando la alternativa económica a la inversión en capital humano e intelectual consiste en consumir bienes y servicios producto de la globalización. El estancamiento poblacional de Europa, con el envejecimiento que conlleva, está poniendo en serios aprietos el sistema pensional de los países europeos y antigua Unión Soviética. En una sociedad donde el número de personas dependientes económicamente aumenta debido al creciente número de jubilados y ancianos y a la disminución de niños, la carga prestacional para la población trabajadora es y será cada vez más gravosa. Ante este panorama europeo resulta evidente el interés que se ha puesto en promover sistemas de pensión privada donde los beneficios para los ahorradores están asegurados pero la dimensión de solidaridad del sistema queda en incertidumbre para aquella vasta población no amparada por el sistema o incapaz de procurarse unos ahorros para el mañana. Una mayoría de demógrafos y economistas europeos considera la inmigración como solución a estos problemas demográficos. Sin embargo la inmigración trae consigo otros problemas y retos para la sociedad europea: el multiculturalismo y diversidad étnica. Por otro lado los esfuerzos económicos 4 Elaborado a partir de datos obtenidos el 16 de enero de 2015 http://es.wikipedia.org/wiki/Demograf%C3%ADa_de_Colombia#Siglos_XX_y_XXI y Naciones Unidas, http://www.un.org/esa/population/publications/worldageing19502050/pdf/068colom.pdf. Documento 8 – Pág. 49 de de en fomentar el nacimiento de niños autóctonos ha tenido apenas tímidos resultados, pues la cultura del individualismo, emancipación de la mujer y consumo tiene mayor arraigo que la de la maternidad. La propuesta de Colombia 2019 proyecta un modelo socioeconómico fundamentado en propuestas y modelos llamados hoy en día a revisión por el Banco Mundial, por demógrafos contemporáneos y políticos que en un pasado estuvieron a favor del control demográfico y hoy lamentan sus consecuencias para el desarrollo y bienestar de la sociedad, o al menos han visto las evidencias negativas de tales medidas como propone Cecilia López Montaño (2014): Por ignorar la demografía hemos perdido parte del bono demográfico: período en el cual la fuerza de trabajo crece más rápidamente que los dependientes, menores y ancianos y ahora, al paso que vamos, nos sobrarán escuelas y nos faltarán guarderías para ancianos. Como las mujeres viven más que los hombres, pronto estaremos llenos de ancianas indigentes, sin pensión, sin cuidado, porque además morirán cada vez más a los 90 años. Las consecuencias del descenso en la fecundidad son claras en la composición de los hogares. Hoy los hogares colombianos tienen uno y dos hijos en promedio. Hecho que tiene consecuencias importantes para la familia colombiana. Una primera consecuencia es la ausencia de hermanos y primos. Frecuentemente ocurre que mi único hermano o hermana es mi favorito, sencillamente porque no hay otro; y de modo similar mi único tío o tía, mi favorito. Hecho que desequilibrará la equidad intergeneracional, que es el legado material e inmaterial que una generación entrega a la siguiente. Cada vez será más difícil el sostenimiento de los adultos mayores (ancianos) por parte de los hijos, pues habrá menos hijos, si es que los hay. Llegaremos a situaciones similares a las de sociedades envejecidas en las cuales dos personas unidas o convivientes mantienen a sus cuatro padres y a sus ocho abuelos, como sucede en China debido a las décadas de implementación de la política del hijo único. Entonces se multiplicarán las personas que requieren asistencia del Estado o de instituciones de caridad o filantropía como la Iglesia para su manutención y cuidado, pues no tienen hijos que los sostengan, o los hijos han migrado y se desentienden de ellos. Documento 8 – Pág. 50 Situación que también empobrece a la persona humana, pues el ser humano se descubre a sí mismo y se desarrolla en el diálogo e interacción con sus semejantes, socialización que ocurre normalmente en la familia. No es lejano al descenso de la fecundidad la tendencia al aumento en rasgos de la personalidad más individualistas y con menos competencias de socialización que caracterizan a los hijos únicos, que luego hacen más difícil la convivencia matrimonial y social. Hecho que también afecta sensiblemente la disponibilidad de candidatos a vocaciones de servicio ante la necesidad de ser la única persona que continúe las actividades familiares. Retroceso del matrimonio y otros indicadores de la Segunda Transición Demográfica5. Colombia viene experimentando un retroceso en la proporción de personas que contraen matrimonio desde mediados del siglo XX. Esta tendencia es similar a la de otros países de la región de Latinoamérica y el Caribe, y en bastantes países del mundo (Scott, DeRose, Lippman & Cook, 2013). Tendencia que ha sido descrita por los demógrafos como uno de los rasgos de la Segunda Transición Demográfica, experimentada por muchos países en la segunda mitad del siglo XX. Los principales rasgos que definen a la Segunda Transición Demográfica son: 1. Desinstitucionalización de las relaciones familiares. 2. Declive en la nupcialidad (el 60% de las mujeres colombianas estaba casada en 1964, cifra que desciende a 20% en 2010). 3. Aumento en la edad de contraer matrimonio (en Colombia no ha variado, permaneciendo alrededor de los 21,5 años desde 1990, ENDS 2010). 4. Aumento en la proporción de solteros viviendo solos. 5. Se prefiere la unión libre (cohabitación) al matrimonio (aumento constante desde 12% en 1964 a 35% en 2010; Colombia tiene la segunda tasa más alta del mundo de cohabitación después de Perú que tiene un 38%). 5 Los niveles y tendencias expuestos en esta sección para Colombia se obtuvieron de Florez & Sánchez, 2014. Documento 8 – Pág. 51 6. Aumento de hijos fuera de unión matrimonial (más de la mitad en algunos países; Colombia, con 84%, es el país con más hijos nacidos fuera del matrimonio). 7. Aumento en el número de divorcios y uniones posteriores (rematrimonios), bajo una legislación permisiva. Los divorcios aumentaron en Colombia de 13 a 19% entre 1964 y 2010. La proporción de mujeres de 30-44 años alguna vez unidas y vueltas a unir asciende de 15% en 1990 a 24.9% en 2010. 8. Valores culturales postmodernos que dan prioridad al individuo y al igualitarismo en la relación de pareja, con énfasis en la autorrealización de los adultos sobre la relación de pareja y sobre los niños. El aumento en parejas que cohabitan y uniones más inestables, evidenciado en divorcios y separaciones, son dos características importantes de los hogares colombianos en los últimos treinta años (Florez & Sánchez, 2014). La proporción de uniones consensuales colombiana es la mayor del mundo (Child Trends y Social Trends Institute, 2014). El número de niños que viven sin su padre biológico aumenta de 10 a 20% entre 1990 y 2010, tanto los que viven sólo con la mamá, como los que viven con la mamá y padrastro (Florez & Sánchez, 2014). Los niños que viven sin ninguno de sus padres biológicos asciende a 11%, la mayor cifra de Latinoamércia y el Caribe; y la proporción de niños que nace fuera del matrimonio asciende a 84, la mayor cifra del mundo (Child Trends y Social Trends Institute, 2014). Estas tendencias conllevan cambios en la composición de los hogares. Un 10% de los hogares encuestados en 2010 reportaron ser unipersonales, el 35% hogares nucleares completos, el 12% nucleares incompletos, el 24% familias extensas, el 8% conformados por parejas sin hijos y el 4% familias compuestas (las que incluyen a un no pariente) (ENDS 2010). Cabe resaltar que disminuye el tamaño medio de los hogares, siendo lo más frecuente 3 ó 4 personas por hogar. Hecho que se explica en buena parte por un cambio de mentalidad sobre los hijos, se propone calidad sobre cantidad de hijos. Estas familias y hogares conformadas anteriormente por ambos padres biológicos, ahora son cada vez más familias y hogares reconstituidos o Documento 8 – Pág. 52 monoparentales, debido a un aumento en separaciones y divorcios. Se estima que las mujeres separadas y divorciadas aumentan de 13 a 19% entre 1964 y 2010. Así mismo, la proporción de mujeres de 30-44 años alguna vez unidas y vueltas a unir asciende de 15% en 1990 a 24.9% en 2010. El número de niños que viven sin su padre biológico aumenta de 10 a 20% entre 1990 y 2010, tanto los que viven sólo con la mamá, como los que viven con la mamá y padrastro. La regla de oro según las ciencias sociales. La preocupación por esta situación se hace más urgente ante los hallazgos de las ciencias sociales que cada vez confirman más la importancia de la familia fundada en el matrimonio heterosexual como la regla de oro del nicho ecológico del desarrollo de los niños. La estructura familiar moldea el carácter y el contexto de la vida infantil, así como los recursos humanos disponibles para los niños (Huarcaya et al., 2013; Park, 2007). A lo largo del tiempo en la mayoría de sociedades y culturas el matrimonio ha sido una institución importante para estructurar las relaciones íntimas entre adultos y para conectar a los padres entre ellos y con los hijos que han engendrado (Chapais, 2008; Davis, 1985; Goode, 1963). En muchos países el matrimonio ha cumplido un papel importante en proveer un contexto estable para concebir y criar hijos, y para integrar a los padres en la vida de sus hijos (Chapais, 2008; Heuvelin et al, 2003). Las modalidades de convivencia familiar (número de padres y otros adultos presentes en el hogar) moldean el carácter y el contexto de la vida infantil (Clark y Hamplová, 2013; McLanahan, 2012; Schmeer, 2013). El tamaño de la familia influye en el bienestar infantil, en parte porque los niños en familias grandes tienden a recibir menos inversiones financieras y de cuidado parental que los niños de familias pequeñas (Downey, 1995). Sin embargo, otras investigaciones sugieren que los niños que crecen sin hermanos pierden experiencias de socialización (Downey & Condron, 2004). Interesa también estudiar la maternidad extramarital porque en muchas sociedades los niños que nacen fuera del matrimonio tienen menos posibilidades de disfrutar de una vida familiar estable que los niños con padres casados (Brown, 2010). Adicionalmente, los niños cuyos padres no están casados también tienen una menor probabilidad de tener resultados positivos en muchos aspectos de su vida, desde el comportamiento social hasta el rendimiento académico (Castro Martin, 2002; Park, 2007; Wilcox, 2010). Documento 8 – Pág. 53 Hay abundante evidencia en la literatura científica que tanto a corto como a largo plazo es beneficioso para los niños ser criados por dos padres biológicos o adoptivos casados, comparado con otros tipos de arreglo familiar, en los cuales se enfrentan a un mayor riesgo de problemas socioemocionales y de comportamiento, de más bajo rendimiento académico, peor salud y más probabilidades de lesiones personales no intencionadas (Albrecht & Teachman, 2003; Anderson, Greene, Hetherington & Clingempeel, 1999; DeLeire & Kalil, 2002; Demo & Acock,1988; Fagot et al., 1998; Forehand, Long & Brody,1988; Goldscheider & Goldscheider, 1998; Martinez & Forgatch, 2002; Moore, Morrison & Glei, 1995). La investigación reciente muestra que los padres que están en unión libre o consensual presentan desventajas en cuanto a tres factores: la estabilidad de la relación, menor estabilidad económica y procesos famiiares de menor calidad parentalidad y calidad de la relación marital-, que los padres unidos en matrimonio (Amato, 2000; Brown & Booth, 1996; Carlson, 2007; Kamp Dush, Cohan & Amato, 2003; Manning, Smock & Majudmar, 2004; Sandberg & Hofferth, 2001; Thomson, Hanson & McLanahan, 1994). Por tanto parece que estos tres factores pueden explicar por qué la estructura familiar y sus cambios media en el bienestar de los niños a lo largo de sus vidas (Brooks-Gunn, Han & Waldfogel, 2002; Harold & Conger, 1997; Harper & Fine, 2006; McLanahan, Astone & Marks, 1991). El bienestar de los niños observado en estructuras familares fundadas en el matrimonio no proviene del hecho de vivir con dos padres, pues hay evidencia de que los niños cuyos padres viven en unión libre presentan más resultados adversos que aquellos de padres casados. Los hijos de padres en uniones consensuales presentan mayores probabilidades de problemas emocionales y de comportamiento, de estar en pobreza, y de tener menor rendimiento académico (Acs & Nelson, 2002; Cavanagh & Huston, 2006; DeLeire & Kalil, 2002; Ducharme, Doyle & Markiewicz, 2002; Dunifon, & Kowaleski-Jones, 2002; Kalil, A., DeLeire & Jayakody, 2001; Manning, 2002; Osborne, 2003). Sin embargo, los niños de padres en uniones consensuals evidencian ventajas sobre aquellos de madres solteras que no están en unión consensual, pues tienen en sus hogares la presencia de dos adultos con relaciones románticas entre ellos que ordinariamente aportan dos ingresos (Acs & Nelson, 2002). Algunos autores argumentan que la estabilidad, es decir, el número de transiciones en la estructura familiar, influye más en el bienestar de los niños Documento 8 – Pág. 54 que el tipo de estructura familiar (Hao, & Xie, 2002). La presencia de otros adultos también puede atenuar los cambios en la estructura familar, principalmente la presencia de abuelos y otros familiares adultos (Cherlin & Furstenberg, 1986; Hill, 1999). Luces y sombras de la familia en Colombia Los datos demográficos presentan un panorama ciertamente sombrío de la familia colombiana. Pero el cuadro sería incompleto sin otras dimensiones esclarecedoras. Resulta de gran interés señalar los hallazgos sobre la percepción que tiene la sociedad colombiana de la familia, resultado de la investigación realizada sobre la sostenibilidad de la familia en Colombia, en búsqueda de una definición de familia sostenible (Salazar et al. 2013). La sociedad colombiana reconoce el valor público de la familia y a la familia nuclear completa como el mejor lugar para la crianza, formación, educación y desarrollo de los niños y jóvenes, valoración respaldada por el hecho sociodemográfico de una mayoría de niños viviendo con ambos padres biológicos (62% según Child Trends 2014). Entre los retos que amenazan la sostenibilidad de la familia en la dinámica interna se encuentran unas relaciones humanas caracterizadas cada vez más por la inestabilidad, superficialidad y poco compromiso, dentro de una fuerte presión de la cultura del consumo en todos los estamentos sociales, y por niveles de violencia intrafamiliar que requieren atención. La familia colombiana está amparada por una legislación que cada vez le brinda mayor protección. Pero que presenta falencias al no fundamentar la familia en el matrimonio estable y duradero, y que paulatinamente abre las puertas a la equiparación de las uniones homosexuales al matrimonio. Algunas familias se deslizan hacia realidades fragmentadas de personas aisladas, alejándose de la familia que mejor cumple con las funciones de la familia, aquella fundada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer con intención de procrear un número suficiente de hijos que permita el reemplazo generacional y educar a los hijos en el mejor nicho ecológico de la transmisión cultural. En cuanto al sector educativo, tanto la educación oficial como privada reconocen a la familia como actor clave en el binomio familia-escuela. Se evidenciaron algunos procesos adversos a la sostenibilidad de la familia como la falta de cupos escolares y deserción escolar de los niños motivada por ruptura familiar y carencias en los niños y adolescentes por ausencia de ambos Documento 8 – Pág. 55 padres, en gran parte motivada por jornadas laborales muy extensas y en parte aliviadas por la presencia de otros adultos como abuelos o tíos. Así mismo se constataron dificultades en el ejercicio de la autoridad por el discurso de los nuevos derechos de niños y jóvenes. La iniciativa estatal colombiana de Escuela de Padres favorece la sostenibilidad de la misma y es altamente apreciada. Los padres tienen gran necesidad de servicios de guardería, y proponen la extensión de las jornadas escolares para que sus hijos estén cuidados mientras ellos regresan a la casa del trabajo. Desde la perspectiva de la salud familiar se evidencia la disfunción familiar como el principal riesgo a la sostenibilidad de la familia desde el sector salud. La familia comienza a ser potenciada en su sostenibilidad mediante acciones de puesta en práctica de la perspectiva de salud familiar y la correspondiente atención al grupo familiar por expertos en medicina familiar. Desde hace algún tiempo también viene apoyada por el aseguramiento del grupo familiar mediante la vinculación laboral de uno de sus miembros. En el sector trabajo y empresa la sostenibilidad de la familia se encuentra amenazada por el desempleo y por la informalidad laboral, la ausencia de trabajo que permita ingresos al hogar, la migración internacional de madres y padres en busca de trabajo, la sobrecarga de roles, el desbordamiento de afectos y problemas del trabajo llevados a la familia o viceversa, el estrés, las situaciones de trabajo que no permiten una fecundidad deseada y necesaria para el reemplazo generacional y que dificultan la equidad generacional o el cuidado de los discapacitados y enfermos crónicos. La legislación colombiana viene realizando esfuerzos en la protección a la mujer en situación de cabeza de hogar, concede licencia de maternidad, etc., sin embargo hay carencias de políticas integrales de protección de la familia como unidad social. La iniciativa de Empresa Familiarmente Responsable, apenas incipiente, surge como actor importante de fomento de la sostenibilidad de la familia. Similar al efecto de un filtro respecto al agua contaminada y agente regenerador de tejido es el papel que juega la Iglesia en cuanto a las relaciones entre los miembros de la familia, facilitando su sostenibilidad. La creciente alfabetización en medios (TICs) por parte del Estado y el sector privado han ayudado al control de contenidos y a la protección de los niños de Documento 8 – Pág. 56 riesgos que amenazan la sostenibilidad de la familia como la pornografía infantil y la trata de personas. La visión de familia promovida por Naciones Unidas presenta retos serios a la sostenibilidad de la familia en cuanto a su esencia, unidad y equidad intergeneracional. Pues plantea modelos de familia divergentes de la familia heterosexual fundada en una unión estable de por vida. Según el recorrido realizado, una más completa definición de familia sostenible sería aquella que fundamentada en el matrimonio heterosexual estable y duradero promueve y protege el potencial de sus miembros sin comprometer el de sus descendientes (esto es, su integridad humana, biológica-genética, psicológica, intelectual, espiritual y su hábitat), generando a su vez capital humano y social, con la participación concertada del Estado y de la sociedad civil6. Algunas propuestas 1. Dar a conocer de modo entusiasmante a las jóvenes generaciones la grandeza del matrimonio. No cabe duda que la educación en el amor y para el amor sólido constituye una imperiosa necesidad de la sociedad colombiana actual. El matrimonio propuesto como la respuesta más ecológica a la realidad del enamoramiento y el amor humano, como marco donde se propone, cuida, protege y perpetúa el "sólo contigo y siempre contigo". El matrimonio como la propuesta de vida que más beneficia a los hijos, tanto en su socialización, educación y desarrollo. Los niños prosperan, progresan y se desarrollan del mejor modo en la familia unida en matrimonio, según los hallazgos de las ciencias sociales (Child Trends y Social Trends Institute, 2014; VV.AA. 2007). Salta a la vista la necesidad de repensar la preparación matrimonial, la posibilidad y necesidad de incorporar estrategias curriculares tanto a nivel medio como superior, como el apoyo de instituciones de iniciativa privada que trabajan en favor de la juventud. Pues una de las causas del aumento en separaciones y divorcios lo constituye la ignorancia práctica y carencia de competencias y habilidades de la vida diaria para asumir los 6 Documento de trabajo sin publicar del Instituto de la Familia, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia (2011). Documento 8 – Pág. 57 compromisos de un matrimonio, en una sociedad cada vez más individualista y volcada hacia el éxito laboral. 2. Valorar y proponer la grandeza de las familias numerosas. Al tiempo que se requiere estar más preparados para acompañar y consolar a los padres que pierden a su hijo único. 3. Oportunidades para la acción: habrá creciente necesidad de instituciones para la atención y cuidado del adulto mayor, que con la experiencia multisecular y el saber hacer de las personas de fe aportarán las mejores condiciones a este grupo poblacional vulnerable en aumento. 4. Realizar estudios de prospección de la oferta de niños que podrán asistir a las entidades educativas, pues el número de estudiantes descenderá cada vez más. En otros países se han cerrado muchos colegios. 5. Reflexionar y encontrar propuestas que ayuden a las familias a realizar el número de hijos sin necesidad de acudir a la anticoncepción, dentro de una mentalidad de apertura al don de la vida. 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