32B - Monestir Sant Pere de les Puel·les
Transcripción
32B - Monestir Sant Pere de les Puel·les
Domingo 32º tiempo ordinario, ciclo B LAS DOS MONEDAS por EVANGELISTA VILANOVA monje de Montserrat La escena del evangelio de este domingo está bien construida, con esmero, desde un punto de vista literario. Tres cuadros introducidos por estos verbos: “sentado... miraba”, “llegó una viuda pobre que echó...” y finalmente “llamó a los discípulos y les dijo...”. Observación, acción, lección. O bien: mirar, leer, comprender. El punto de partida quizás está formado por el contraste entre la avaricia de los letrados, denunciada poco antes en una dura reprensión, donde Jesús los acusa de “devorar los bienes de las viudas”, y la conmovedora generosidad de la mujer del evangelio. Aún más: la cerrazón altiva de los grandes, de los sabios, en contraposición con la disponibilidad de la gente sencilla, hacia la que Jesús no esconde su simpatía. La pobre viuda dio más que todos. A pesar de ello, algunos echaban mucho, mientras que ella apenas echó nada. En la especial contabilidad de Jesús, las cifras son importantes, no por su consistencia sino por su procedencia. No se tratad de cantidad, sino de valor. Los que han dado mucho, en realidad han dado “menos”, porque han hecho la ofrenda de los que les sobraba, de lo que tenían en abundancia. La viuda ha dado más, porque ha hecho ofrenda de lo que le faltaba. La diferencia sólo es notada por Jesús. Todos somos capaces de dar de lo que tenemos. Pero dar lo que no se tiene es una característica de los “pequeños”, a quienes Jesús quiere con predilección. Esa viuda, además, ha tenido el honor de cerrar las controversias planteadas por los doctos. La lección final le ha sido confiada a ella. Esperaríamos una declaración última de Jesús, una afirmación suya, solemne, doctrinal. En cambio, el Maestro dejó la palabra a esa mujer, la cual, como no sabe hablar, se explica con un gesto. Y hay que reconocer que se explica muy bien. A pesar de tantos profesores a disposición, Jesús nos lleva a la escuela de esta pobre analfabeta. Y peor para nosotros si no sabemos aprender. Si todos nuestros debates interminables hallaran esta conclusión: un gesto concreto, pequeño si se quiere, pero importantísimo... Si, mientras nos movemos en búsqueda de soluciones para nuestros complicados problemas, fuéramos tocados por el pensamiento de que la solución está en otro sitio... Si, cuando enseñamos a los demás, llegáramos a sospechar que tenemos algo que aprender de los pobres, de los que no son expertos... Si el ruido de nuestros estériles parloteos fuera interrumpido, alguna vez, por el dring provocado por dos monedas de compromiso personal, de entrega total... Dejadme acabar con una oración de agradecimiento. Gracias, Señor, por la lección que hoy nos das, a través del gesto de la pobre viuda innominada. MONESTIR DE SANT PERE DE LES PUEL·LES