Celebración de la Pasión del Señor
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Celebración de la Pasión del Señor
Celebración de la Pasión del Señor 1. Monición de entrada: Hoy no es un día triste pero sí dramático. A continuación vamos a celebrar la Pasión del Señor. No se trata simplemente de recordar uno de los días más tremendos de la historia, se trata más bien de unirnos a Cristo en su sufrimiento y en su muerte. Ya le hemos acompañado en el Vía Crucis, ahora se trata de contemplar su pasión, de vivirla con el corazón. Va a ser una celebración intensa, preparemos el corazón para unirnos a Aquel que nos amó hasta el extremo. (El altar desnudo, sin velas ni manteles. El sacerdote revestido de rojo sale sin canto de entrada y se postra en silencio como signo de adoración. Todos nos ponemos de rodillas y oramos durante unos minutos. Después de esto hace la oración.) 2. Monición a la Liturgia de la Palabra. La liturgia de la Palabra es un momento fundamental en la celebración de hoy. Escucharemos la palabra de Dios y trataremos de descubrir en ella el sentido y el valor del amor divino hecho pasión y muerte en Cristo. Nosotros, que rechazamos el sacrificio y la austeridad, sólo sabremos aceptarlos si sabemos mirar las manos de nuestro Dios, manchadas con su sangre y su dolor. Para los hombres sin fe, la cruz es un absurdo, una locura, un fracaso. Para los ojos creyentes la muerte de Jesús es victoria, es triunfo, es vida, es la inauguración del Reino del amor. 1ª Lectura del libro del profeta Isaías 52, 13-53, 12: La primera lectura es del profeta Isaías. Este profeta predijo 400 años antes de Cristo, que Dios nos iba a salvar por medio de un Siervo, un hombre que no iba a utilizar la violencia ni el poder para salvarnos, sino la humildad y el propio sacrificio. Ese Siervo de Israel, desfigurado, despreciado, es Cristo mismo que carga con nuestros pecados y muere por nosotros. Escuchemos atentos. Salmo: Padre, a ti encomiendo mi vida. (intercalamos la antífona) 2ª Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9: La carta a los Hebreos nos da otra clave. ¿Por qué decimos que Cristo en la cruz nos ha salvado? Pues porque él es Dios, y se ha compadecido de nosotros hasta el punto de asumir el sufrimiento y la injusticia él mismo. De manera que, quien hoy sufre la soledad, el abandono, la violencia, la injusticia, no pueda decir que Dios no ha pasado por lo mismo. Proclamación de la Pasión y Muerte de Jesús Jn 18,1- 1 9,42: Vamos a proclamar a continuación la lectura de la Pasión. Fijaos, estos hechos quedaron tan grabados en la retina de los que lo presenciaron, que se han transmitido fielmente. Nosotros estamos invitados a meditarlos sintiendo los mismos sentimientos que tuvieron los que acompañaron a Jesús en la cruz. Trata de implicarte. Ponte en el lugar de cada uno de los personajes. Mira a Jesús a la cara y date cuenta de lo que ha hecho por ti. HOMILIA 3. Monición a la Oración Universal. Jesús vivió, murió y resucitó por todos; por eso hoy es día de orar por todos. La “oración de los fieles” de todas la eucaristías, hoy se convierte en “oración solemne” por toda la Humanidad. La Oración Universal que vamos a proclamar es una de las tradiciones litúrgicas más antiguas de la Iglesia; simplemente es un signo más de la actitud universal de perdón y fraternidad a la que, desde siempre, Jesús ha llamado a su Iglesia. En esta oración, cada petición tiene el mismo esquema de desarrollo: primero se indicará por quién se va a orar; se continúa con un breve momento de silencio y se termina con la oración conclusiva del sacerdote. - Por los niños y los desvalidos. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, Tú que tuviste palabras de ternura y cercanía para con los niños, ayuda a tu Iglesia a difundir el amor y la protección para los más indefensos. Por JNS. Amén. - Por los jóvenes de todo el mundo. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, da esperanza a quien la ha perdido, suscita profetas de esperanza entre tantos jóvenes desesperados, y haznos conscientes a nosotros de nuestra responsabilidad sobre los más pobres. Amén. - Por los enfermos y rechazados. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, compadécete de tus hijos que sufren en su propia vida el rechazo y el abandono de sus iguales. Y a nosotros ayúdanos a progresar en la comprensión, acogida y en el amor hacia nuestros hermanos enfermos. Por JNS... Amén. - Por los ancianos. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren. Lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que sientan el consuelo de tu misericordia. Por JNS. Amén. - Por las personas que sufren las guerras. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, que tienes en tu corazón de Padre, los nombres de todos y cada uno de nosotros y los destinos de todos los pueblos, enseñamos a buscar la paz por caminos de justicia, dialogo y verdad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. - Por las victimas del terrorismo. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren, escucha amorosamente las súplicas de los que te invocan en su dolor, transforma nuestros sentimientos y siembra en nosotros la concordia, la ternura y la compasión ante todo ser humano. Por JNS. Amén. - Por los que no tienen fe. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, concede a quienes no creen en Cristo, que viviendo con sinceridad ante ti, lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. - Por los que formamos la Iglesia Sacerdote: Dios y Señor nuestro, haz que Tu Iglesia extendida por todo el mundo dé testimonio con fe inquebrantable del amor que tú nos tienes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. - Por los que nos guían en la Iglesia. Sacerdote: Dios y Señor nuestro, atiende nuestras súplicas y protege al Papa y a los Obispos, para que nos ayuden a progresar en la fe y juntos demos testimonio de esperanza y buenas obras. Por JNS. Amén 4. Monición a la Adoración de la CRUZ. Hay momentos y situaciones en la vida en las que las palabras sobran y sólo los gestos pueden describir los sentimientos. Ante la Pasión y la Cruz al creyente le faltan las palabras adecuadas para expresar lo que su corazón contiene; por eso, ahora, la palabra deja paso al gesto beso de la cruz. Que esta tarde, nuestro beso a la cruz sea expresión de un compromiso: aceptar el Evangelio de Jesús como centro de nuestra vida. Primero el Sacerdote irá descubriendo la cruz, procesionalmente, viniendo del fondo de la Iglesia hasta el presbiterio; tras adorarla él, la dejará en el presbiterio para que todos podamos pasar a besarla. - Procesión con la Cruz. Adoración de la Cruz. 5. Monición a la Comunión. Como último acto de nuestro encuentro de hoy comulgamos con el cuerpo de Jesucristo. La eucaristía que celebramos ayer, nos alimenta también hoy mientras esperamos compartir, mañana por la noche, la eucaristía de la pascua. Jesús nos dice hoy: Entregadme lo que os pese, lo que os encadene, lo que os esclavice, lo que os agobie, lo que os entristezca, lo que os condene; Yo lo tomaré conmigo, lo cargaré en mis hombros, lo subiré a mi cruz. Nota: Esta es una liturgia sobria y densa en lo que el clima de silencio, meditación y oración, reinará durante el día. Por eso, hoy no habrá cantos, ni despedida, todo quedará cortado, como misterio inacabado. Hay que esperar a la Vigilia Pascual.