Mac Travel :: Guía Turística de Kenya – Parques Parques

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Parques - Viajes y Destinos Turisticos
Representante Uruguay [email protected]
Ante todo, ¿cuál es la diferencia entre parque y reserva? Hay dos diferencias básicas, una que
no le afectará y otra que quizá sí. Los parques nacionales excluyen completamente la actividad
humana excepto para la visita, mientras que las reservas permiten una utilización mixta,
posibilitando el pastoreo y los asentamientos humanos.
Como comprobará in situ, los parques no están siempre exentos de actividades humanas,
debido principalmente a las presiones de las tribus locales.
La segunda diferencia entre parques y reservas sí puede afectarle. En general, los parques
nacionales están gestionados por el Kenya Wildlife Service, la autoridad gubernativa encargada
de la conservación.
Por el contrario, las reservas nacionales suelen gestionarse desde las autoridades locales,
aunque el personal del KWS también está encargado de su mantenimiento.
Por tanto, toda información procedente del KWS se aplica sólo a los parques.
Si por ejemplo el KWS garantiza la seguridad personal en los parques, debe saber que esto no
necesariamente se aplica a Masai Mara y Samburu, ya que ambos son reservas.
El comportamiento del visitante debe regirse siempre con el máximo respeto a la naturaleza,
independientemente de la calificación del recinto. Tenga en cuenta que nuestra sola presencia
allí ya constituye una interferencia con el medio ambiente. Los parques están protegidos para
conservar los ecosistemas que contienen, no para nuestro disfrute, por lo cual el hecho de que
además podamos disfrutarlos es un lujo que hay que apreciar como tal.
DATOS ÚTILES: ENTRADA AL PAÍS
Visado:
Para entrar en Kenya es necesario un visado que puede tramitarse fácilmente a la llegada al
aeropuerto de Nairobi, no es necesario obtenerlo antes del viaje. El único inconveniente de
hacerlo directamente en destino es que tendrás que guardar cola en el aeropuerto, pero de
todos modos si viajas en grupo organizado tendrás que esperar a tus compañeros que no lo
hayan gestionado en España. En consecuencia, la tramitación en destino es la opción más
ventajosa en casi todos los casos.
Kenya está compuesta por cuatro regiones geográficas diferenciadas:
 Cuenca del Lago Victoria (Nyanza)
 Valle del Rift y Tierras Altas
 Altiplano Oriental (Nyika), N y NE
 Costa de Kenya
Superficie total: 582.600 km²
Punto más alto: pico Batian, Monte Kenya, 5.199 m (segunda cumbre más alta de Africa).
Principales ríos: Tana y Galana. Ambos nacen en las Tierras Altas Orientales y desembocan en
el Océano Índico.
División administrativa: 8 provincias: Nyanza, Western, Rift Valley, Central, Nairobi, Eastern,
North Eastern y Coast.
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HISTORIA: LA CUNA DE LA HUMANIDAD (4.400.000 A.C.-50.000 A.C.)
En 1911, el entomólogo alemán Kattwinkel cayó por un barranco mientras perseguía una
extraña mariposa. El lugar era la garganta de Olduvai, en el Serengeti. La caída fue dura, pero
el científico salvó su vida milagrosamente y levantó la vista. Sólo un científico habría apreciado
que aquella pared rocosa era un extraordinario yacimiento fosilífero... Y este hecho cambió la
concepción que el hombre tenía de su propio origen. Para contar la historia de Kenya hay que
comenzar por el principio, por los albores de la humanidad.
Lamarck, Darwin, Wallace, Huxley, Haeckel,... Grandes nombres de la ciencia cuyas pioneras
teorías sobre la evolución de las especies y la selección natural revolucionaron la ciencia
victoriana del siglo XIX, al sugerir un antepasado común para el hombre y los actuales
primates, en contra de la concepción bíblica de la naturaleza humana que defendía una
Creación única. Ernst Haeckel postuló la existencia de un mono-hombre, el Pithecanthropus,
que habría habitado un continente hundido llamado Lemuria, cercano a la India.
La búsqueda del "eslabón perdido" entre el hombre y el simio obsesionó al antropólogo
holandés Eugène Dubois, quien aportó las primeras pruebas de la existencia del
Pithecanthropus con su descubrimiento en 1893 del Hombre de Java, al que denominó
Pithecanthropus erectus. El pensamiento de la época, basado en estas primigenias pruebas y
en la hipótesis de Lemuria, situó el nacimiento del hombre en el continente asiático. Mientras
tanto, Kattwinkel daba su famoso traspiés, pero no fue hasta 1924 que la teoría de Darwin,
que situaba en Africa la "cuna de la Humanidad", comenzó a encontrar apoyo empírico. En
este año, Dart y Broom descubrieron en Sudáfrica los restos fósiles de un prehomínido, el
Australopithecus africanus, cuya edad se remontaba a 2 millones de años, un millón de años
más antiguo que el mono-hombre de Dubois. Nuevos hallazgos comenzaron a dibujar la
estirpe de este nuevo género, cuya posible ubicación en la línea antecesora del hombre
moderno continuó generando controversia durante el primer tercio del siglo XX.
En 1931, el Dr. Louis Leakey y su prometida Mary, kenyatas de origen británico, emprendieron
un estudio exhaustivo del yacimiento de Olduvai que culminó, en 1959, con el descubrimiento
de 400 fragmentos del cráneo de un pre-homínido, el Zinjanthropus boisei. Los restos
adyacentes sugerían que el Zinjanthropus era realmente un primate evolucionado, capaz de
trabajar la piedra para fabricar utensilios. En 1961, la edad del Zinjanthropus -posteriormente
incluido en el género Australopithecus- fue datada en 1,75 millones de años. Fue la primera
evidencia de la presencia de los prehomínidos en el oriente africano, a la que siguió otra de
enorme relevancia: en 1960, los Leakey hallaron los restos del Homo habilis, un homínido
evolucionado capaz de tallar hachas de piedra, cuya edad se estimó en 1,4 millones de años.
Las décadas de los 70 y los 80 presidieron una explosión en el conocimiento
paleoantropológico. Mary Leakey describió las huellas y fósiles de homínidos de 3,6 millones
de años de antigüedad que habitaron la zona de Laetoli, cerca de Olduvai. Por otra parte, su
hijo Richard, con la colaboración del paleontólogo kenyata Bernard Ngeneo, exploró la zona de
Koobi Fora, junto al Lago Turkana, descubriendo restos de Homo habilis de 2 millones de años
de antigüedad. Más al norte, Don Johanson y Tim White desenterraban en Etiopía parte del
esqueleto de Lucy, una Australopithecus de 3,5 millones de años de antigüedad, que se
convertía en la especie más primitiva de los australopitécidos conocida hasta entonces: el
Australopithecus afarensis. Diez años más tarde, en 1984, Richard Leakey conseguía
reconstruir casi por completo el esqueleto de un Homo erectus, el famoso "niño de Turkana",
un homínido de 1,6 millones de años de edad, más evolucionado de acuerdo a su capacidad
craneal y antes considerado un posible antepasado directo del Homo sapiens sapiens, el
hombre actual. El Pithecanthropus de Dubois fue asimilado a esta misma especie.
Al mismo tiempo que se describían nuevas especies de australopitécidos y se trataban de
ordenar las piezas del rompecabezas, las investigaciones permitían dibujar un panorama aún
difuso. Hasta hace sólo un millón de años, los homínidos y prehomínidos habitaban
exclusivamente en el sur y este de Africa. Las dos principales ramas evolutivamente
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divergentes, Australopithecus y Homo, coexistieron hasta que el Australopithecus, más
primitivo, se extinguió. Hace un millón de años, algunos grupos pioneros de Homo erectus
emigraron hacia Asia. Durante estas primeras migraciones, un Homo erectus llegó junto a la
ribera del río Solo, en Java, para morir y ser descubierto un millón de años después por un
científico curioso y emprendedor llamado Eugène Dubois.
Los descubrimientos más recientes no cesan de sorprendernos, empujando los orígenes de los
prehomínidos aún más hacia atrás en la historia. En 1994, Tim White y Berhane Asfaw dataron
en 4,4 millones de años los restos de una nueva especie hallada en Etiopía, el Ardipithecus
ramidus. Un año más tarde, en el yacimiento de Turkana, Meave Leakey, esposa de Richard, en
colaboración con Alan Walker, descubrió el que es hasta hora el más antiguo de los
australopitécidos, A. anamensis, un venerable anciano de 4,2 millones de años de edad
considerado el antecesor del A. afarensis. En noviembre del año 2000, un equipo francokenyata liderado por los doctores Martin Pickford y Brigitte Senut encontró en Kapsomin, en
las colinas Tugen del distrito de Baringo, restos de homínidos fosilizados en estratos de roca de
6 millones de años de antigüedad.
En cuanto a los orígenes del hombre moderno, Homo sapiens, nuestros primeros padres vieron
la luz hace unos 100.000-140.000 años y poblaron el planeta entero. Sin embargo, la biografía
de nuestros antecesores aún no está completa, ni mucho menos. Aunque el estudio de los
restos fósiles cuenta hoy con el inestimable aporte de la biología molecular, el libro de la
historia de la Humanidad tiene aún muchas páginas en blanco. El H. erectus, extinguido hace
100.000 años y antes considerado un antepasado directo del hombre, parece ser en realidad
una vía muerta de una especie anterior, H. ergaster, quien sí fue nuestro antecesor. De esta
especie derivaron probablemente los europeos H. heidelbergensis u "Hombre de Heidelberg",
extinguido hace unos 200.000 años, y su sucesor el H. neanderthalensis u "Hombre de
Neanderthal", que coexistió con el H. sapiens y desapareció hace tan sólo 30.000 años. Pero la
línea evolutiva entre nuestro abuelo H. ergaster y nosotros es materia de discusión entre los
defensores de dos teorías opuestas.
Las primeras evidencias genéticas apoyaron la hipótesis llamada "Out of Africa" también
llamada de la "Eva mitocondrial", del "Arca de Noé" o del "Jardín del Edén", según la cual todos
los hombres modernos tenemos nuestro origen en una pequeña población africana que vivió
hace 200.000 años, y de la cual un sólo linaje materno sobrevivió. Así, todos seríamos
descendientes de una única madre común, cuya herencia guardamos en nuestro ADN
mitocondrial, las secuencias genéticas contenidas en la parte de la célula que suministra
energía, que sólo la madre transmite a toda su descendencia. La emigración de los
descendientes de esta "Eva" primigenia hacia Asia y Europa habría resultado en la extinción de
los grupos locales preexistentes, entre ellos las últimas poblaciones asiáticas de H. erectus y el
H. neanderthalensis europeo, sucesor del H. heidelbergensis.
Frente a la teoría de la Eva mitocondrial, los valiosísimos descubrimientos en Atapuerca
(España) han prestado apoyo al modelo rival, llamado "multirregional" o "de candelabro".
Según esta hipótesis, las poblaciones migratorias de H. erectus en Asia y Europa desarrollaron
características anatómicas diferenciadas que persistieron en el tiempo, lo que se conoce como
"continuidad regional" y que habría dado origen a las diferencias raciales entre distintas
poblaciones humanas. A lo largo de miles de años, estos grupos separados evolucionaron en
paralelo hacia una misma forma que hoy llamamos H. sapiens. La contribución de los hallazgos
de Atapuerca a este modelo se basa en lo siguiente: en esta sierra de la provincia de Burgos, el
equipo de investigación español encontró fósiles atribuidos a una nueva especie, H.
antecessor, cuyos restos más antiguos datan los primeros Homo europeos hace 780.000 años.
Si, como se postula, H. antecessor fue antepasado directo de todas las especies europeas de
Homo, nosotros incluidos, entonces estos primeros pobladores no se habrían extinguido tras
ser invadidos posteriormente por H. sapiens procedentes de Africa, como afirmaría la teoría de
la "Eva mitocondrial", sino que habrían evolucionado de forma independiente hacia nuestra
especie mientras los grupos asiáticos y africanos hacían lo propio.
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En este apasionante contexto, y pese a que cada vez estamos más cerca de conocer a nuestros
primeros padres, los paleoantropólogos no han conseguido todavía determinar qué especies
pueden considerarse antepasados comunes del hombre y de los primates actuales. Aún hoy,
este hombre-mono primigenio continúa durmiendo en algún lugar bajo el suelo de Africa, un
continente en el que queda mucho por explorar.
La cuenca del Lago Victoria (Nyanza)
La región geográfica de la cuenca del Lago Victoria es una meseta situada en el extremo
sudoccidental del país, en la región administrativa correspondiente a las provincias de Nyanza
(lago en swahili) y Western. La meseta se extiende desde las Cherangani Hills al nordeste, en el
límite occidental del Rift, hasta el monte Elgon (4.321 m), cuya cumbre se sitúa en territorio
ugandés. Al sur, el altiplano está bordeado al este por la sierra del Mau y se extiende hasta las
orillas del Lago Victoria, a 1.200 m de altura.
La ciudad más importante de esta zona es Kisumu, en las orillas de Winam Bay, en el Lago
Victoria. La ciudad es la tercera mayor del país, capital del pueblo luo y de la provincia de
Nyanza. El lago, el tercero mayor del mundo con una superficie aproximada de 68.000 km²,
constituye un verdadero mar interior que baña las costas de Kenya, Uganda y Tanzania.
Masai Mara
Masai Mara es "El" parque de los parques en Kenya. Sus suaves colinas tapizadas por praderas,
las aguas chocolateadas del río Mara en las que retozan los hipopótamos, así como la rica
diversidad de vida salvaje, colman las expectativas de cualquier visitante en busca del paisaje
africano que evocan películas como "Memorias de Africa" o "Mogambo". Salvo gustos
particulares o requerimientos especiales, este es el parque que encabeza la lista de los must en
el país: ningún viaje a Kenya estaría completo sin una visita a Masai Mara. Es cierto que no es
el mejor parque para observar aves, y es cierto que algunas de las especies no se encuentran
fácilmente. Sin embargo, los leopardos y rinocerontes abundan, y con sus más de 450 especies
de aves, la reserva no tiene nada que envidiar a Samburu o a los grandes santuarios de la
avifauna kenyata. Pero en un área de extensión similar a la isla de Gran Canaria y con una
geografía diversa y compleja, perderse es infinitamente más fácil que encontrar un leopardo o
avistar una especie concreta de pájaro en sus múltiples bosques.
La reserva, inaugurada en 1961, se localiza al oeste del Rift Valley y es la continuación natural
de las llanuras del Serengeti, en Tanzania. El río Mara, la columna vertebral de la reserva, lo
atraviesa de norte a sur para continuar su camino hacia el oeste hasta el lago Victoria, a través
del parque tanzano. Este cauce es la barrera natural que deben atravesar cada año los grandes
rebaños migratorios de ñúes y cebras que se desplazan entre ambos parques. Como se explica
más abajo, más de un millón de ñúes y 200.000 cebras se desplazan en busca de los mejores
pastos, encontrando en su camino el río atestado de cocodrilos. Cuando los rebaños vadean la
corriente, muchos animales mueren aplastados o ahogados y dejan sus huesos en las orillas
del Mara. Desde julio hasta octubre Masai Mara está en pleno apogeo, con los visitantes
estacionales poblando sus interminables praderas.
La ubicación de Masai Mara y su altitud, por encima de los 1.500 m, determinan un clima
suave y más húmedo que en otras regiones del país. El paisaje de praderas herbáceas y la
riqueza de nutrientes para los grandes rebaños se mantienen gracias a sus abundantes lluvias,
que aquí duran desde noviembre hasta junio, fusionándose las dos estaciones de lluvias largas
y cortas tan características en otros lugares de Kenya. Las tormentas nocturnas son frecuentes.
En las colinas y las planicies, las praderas alternan con bosques de acacias y matorral. Las
orillas del Mara y de las múltiples corrientes tributarias están flanqueadas por densos bosques
ribereños.
La lejanía de esta reserva de los grandes núcleos urbanos la diferencia de otros parques y le
permite conservar algo que cada vez es más raro en Africa: los animales son completamente
libres, sin verjas ni otros obstáculos, e ignoran por completo las fronteras dibujadas sobre el
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papel, no solamente la que separa los dos países sino también los límites del área protegida. La
reserva está rodeada al norte y este por la llamada área de dispersión (dispersal area),
habitada por los Maasai pero en la que a menudo es incluso más fácil observar animales
salvajes que en la propia reserva, excesivamente frecuentada por los turistas que la recorren
en coche, minibús, avioneta, globo o ultraligero.
Al no ser un parque nacional sino una reserva, Masai Mara no está administrada por el servicio
de parques, el Kenya Wildlife Service, sino por las autoridades locales. El problema aparece
con las divisiones administrativas, marcadas por el río Mara: el sector este de la reserva
pertenece al distrito de Narok, mientras que el lado oeste se encuentra en el distrito de
Transmara. Este detalle aparentemente irrelevante es en realidad algo a tener en cuenta: en
teoría, el precio que se paga a la entrada faculta para recorrer la parte del parque bajo la
jurisdicción del distrito desde el que se ha accedido. En la práctica, esta restricción no suele
vigilarse, pero por si acaso es preferible que abandones el parque por el mismo distrito por el
que entraste.
Y en este entramado de vida salvaje, ¿dónde encajan los Maasai? La tribu de nómadas
pastores, antiguamente temida por su carácter guerrero, habita estos territorios desde
antiguo. Cuando en 1911 el jefe Lenana firmó un acuerdo con el gobierno colonial, aceptaba
vender sus tierras en favor del desarrollo urbano de Nairobi para desplazarse hacia el sur. Pero
la región de Masai Mara había quedado ya despoblada durante el siglo XIX, cuando las
epidemias y las guerras entre clanes diezmaron la población Maasai y la condujeron a un
declive del que todavía espera recuperarse. Así, una vieja profecía Maasai que predijo la
llegada de los extranjeros también auguraba un futuro en el que este pueblo recuperaría su
antiguo esplendor.
Cuando se creó la reserva, en 1961, se hizo con el objetivo de proteger la fauna de una región
desierta y salvaje que estaba siendo sometida a continuas matanzas indiscriminadas a manos
de los cazadores blancos. La protección de esta área, entre otros factores, favoreció la
reocupación del territorio por los Maasai, quienes gracias al status de reserva pueden
participar en la administración de la misma a través de los consejos de distrito. Aunque los
conflictos por la tierra continúan en pie, la fórmula elegida para la preservación de este
espacio natural trata de rendir alguna compensación a los Maasai en virtud del comercio con
los turistas, a través de los campings, la venta de artesanía y las visitas a las aldeas. Todo ello
constituye una fuente de ingresos permanente, aunque escasa y fluctuante, para este pueblo
que lucha por conservar sus tradiciones frente a las imposiciones del progreso. Su apariencia y
su leyenda les han transformado con el paso del tiempo en una tribu mítica que muchas veces
se corresponde poco con la imagen romántica que se tiene de ella.
Lo cierto es que los Maasai se debaten entre su clásico conservadurismo y la tentación de
sumarse a la revolución industrial en busca de una vida más boyante. Su tendencia a aferrarse
a la tradición les ha granjeado las simpatías y la admiración de los turistas anhelantes de
escenas pintorescas, pero también el rechazo de los kenyatas más progresistas, quienes
opinan que un pueblo de pastores nómadas en la economía global del siglo XXI está
condenado a la pobreza. Hoy muchas de las costumbres Maasai se ven restringidas por la ley,
como la caza del león, mientras otras como la alimentación tradicional a base de leche y
sangre se diluyen poco a poco en el olvido. Mientras, los turistas esperan encontrar al mismo
tiempo los Maasai de Orzowei y un país seguro y tranquilo, sin furtivismo, sin ganado en las
reservas y sin bandidos. Una combinación imposible, salvo obligando a los Maasai a
convertirse en algo parecido a los empleados de Port Aventura, jóvenes de hamburguesa y
vaqueros que por las noches se disfrazan para interpretar las danzas milenarias de su tribu. Al
fin y al cabo, esto ya puede observarse en las orejas perforadas de muchos camareros y
cocineros en los lodges.
Vayan estos últimos párrafos iconoclastas como una de esas anticuadas lanzas que veíamos en
aquella vieja película de Martin y Osa Johnson, "Simba" (1928), en la que un grupo de moran
Maasai abatía un león. En este caso, arrojo mi lanza contra el monstruo de la globalización
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uniformizante impuesta desde occidente y en defensa de un futuro mejor para todos los
Maasai, que les permita elegir libremente su destino sin el tira y afloja a que se ven
continuamente sometidos. Tal vez así la vieja profecía se haga realidad.
Al no ser un parque nacional sino una reserva, Masai Mara no está administrada por el servicio
de parques, el Kenya Wildlife Service, sino por las autoridades locales. El problema aparece
con las divisiones administrativas, marcadas por el río Mara: el sector este de la reserva
pertenece al distrito de Narok, mientras que el lado oeste se encuentra en el distrito de
Transmara. Este detalle aparentemente irrelevante es en realidad algo a tener en cuenta: en
teoría, el precio que se paga a la entrada faculta para recorrer la parte del parque bajo la
jurisdicción del distrito desde el que se ha accedido. En la práctica, esta restricción no suele
vigilarse, pero por si acaso es preferible que abandone el parque por el mismo distrito por el
que entró.
Los Masai, la tribu de nómadas pastores, antiguamente temida por su carácter guerrero,
habitan estos territorios desde antaño. Cuando en 1911 el jefe Lenana firmó un acuerdo con el
gobierno colonial, aceptaba vender sus tierras a favor del desarrollo urbano de Nairobi para
desplazarse hacia el sur. Pero la región de Masai Mara había quedado ya despoblada durante
el siglo XIX, cuando las epidemias y las guerras entre clanes diezmaron la población Masai y la
condujeron a un declive del que todavía espera recuperarse. Así, una vieja profecía Masai que
predijo la llegada de los extranjeros también auguraba un futuro en el que este pueblo
recuperaría su antiguo esplendor.
Cuando se creó la reserva, en 1961, se hizo con el objetivo de proteger la fauna de una región
desierta y salvaje que estaba siendo sometida a continuas matanzas indiscriminadas a manos
de los cazadores blancos. La protección de esta área, entre otros factores, favoreció la
reocupación del territorio por los Masai, quienes gracias al status de reserva pueden participar
en la administración de la misma a través de los consejos de distrito. Aunque los conflictos por
la tierra continúan en pie, la fórmula elegida para la preservación de este espacio natural trata
de rendir alguna compensación a los Masai en virtud del comercio con los turistas, a través de
los campings, la venta de artesanía y las visitas a las aldeas. Todo ello constituye una fuente de
ingresos permanente, aunque escasa y fluctuante, para este pueblo que lucha por conservar
sus tradiciones frente a las imposiciones del progreso.
Su apariencia y su leyenda les han transformado con el paso del tiempo en una tribu mítica
que muchas veces se corresponde poco con la imagen romántica que se tiene de ella.
Lo cierto es que los Masai se debaten entre su clásico conservadurismo y la tentación de
sumarse a la revolución industrial en busca de una vida más boyante. Su tendencia a aferrarse
a la tradición les ha granjeado las simpatías y la admiración de los turistas anhelantes de
escenas pintorescas, pero también el rechazo de los kenyatas más progresistas, quienes
opinan que un pueblo de pastores nómadas en la economía global del siglo XXI está
condenado a la pobreza. Hoy muchas de las costumbres Masai se ven restringidas por la ley,
como la caza del león, mientras otras como la alimentación tradicional a base de leche y
sangre se diluyen poco a poco en el olvido. Mientras, los turistas esperan encontrar al mismo
tiempo los Masai de Orzowei y un país seguro y tranquilo, sin furtivismo, sin ganado en las
reservas y sin bandidos. Una combinación imposible, salvo obligando a los Masai a convertirse
en algo parecido a los empleados de Port Aventura, jóvenes de hamburguesa y vaqueros que
por las noches se disfrazan para interpretar las danzas milenarias de su tribu. Al fin y al cabo,
esto ya puede observarse en las orejas perforadas de muchos camareros y cocineros en los
lodges.
MasaiMara se localiza a unos 270 km al oeste de Nairobi, en un remoto rincón sudoccidental
del país, al borde de la frontera tanzana. El hecho de que no exista una única carretera
principal hasta la reserva, unido a la propia geografía de Masai Mara, dividida en dos por el río,
hace que sea conveniente estudiar la ruta para cada situación particular. El camino óptimo en
cada caso dependerá no sólo del lugar de procedencia, sino también del destino, según éste se
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encuentre fuera o dentro de la reserva y, en este último caso, en el sector occidental u
oriental.
Por supuesto que el estado de las carreteras es otro factor importante a considerar, y esto no
se aprecia en los mapas. En general, ninguna de las carreteras de acceso a Masai Mara está en
buenas condiciones. El rango varía entre lo aceptable y lo pésimo. Esto sin añadir el factor
lluvia, que durante la estación húmeda embarra las carreteras y dificulta aún más la
circulación.
Por todo ello, un gran número de visitantes elige viajar a Masai Mara en avión. Air Kenya
ofrece dos vuelos diarios en línea regular desde el aeropuerto de Wilson, en Nairobi. El
trayecto dura tan sólo 45 minutos, frente a las más de seis horas que cuesta cubrir la distancia
en un vehículo que obligatoriamente tiene que ser un 4x4. Por no hablar de los autobuses, que
sólo llegan hasta la población de Narok, aún a mucha distancia de la reserva.
A continuación intentamos simplificar las diversas posibilidades de acceso a Masai Mara en
función de la procedencia. Varias de las rutas confluyen en la carretera B3, que corre paralela a
la frontera tanzana en dirección este-oeste y de la que parten varias pistas hacia Masai Mara.
Después, y para que pueda decidir cuál de las opciones le interesa más, explicaremos las
posibilidades de comunicación entre un sector y otro de la reserva.
Desde Nairobi: No se deje engañar por los 270 km de distancia: el trayecto le llevará unas seis
horas sólo hasta el sector oriental de la reserva, a lo que hay que sumar en su caso el recorrido
interior. En Nairobi, toma la carretera A104 hacia Naivasha y Nakuru. Después de pasar el
Kikuyu Escarpment, de contener la respiración con las vistas del Rift Valley y de bajar al lecho
del Kedong Valley, tome en Maai-mahiu el desvío a la izquierda hacia Narok por la carretera
B3. Unos 15-20 km después de pasar Narok, la carretera llega a la localidad de Ewaso Ngiro,
donde hay un cruce. Desde aquí hay dos posibilidades para acceder a la reserva:
Opción A: esta es la ruta más frecuentada, que conduce hasta el sector oriental del parque,
donde se sitúa el Keekorok Lodge. En Ewaso Ngiro, gira a la izquierda por la C12. Unos 40 km
más adelante aparece una bifurcación. Las dos pistas llevan a Masai Mara, pero a distintos
accesos, y confluyen dentro de la reserva en el Keekorok Lodge. La más utilizada es la de la
derecha, que conduce a la entrada principal, Sekenani Main Gate. La ruta de la izquierda lleva
hasta la Ololamutiek Gate cruzando un puente derrumbado (1998), pero es accesible en 4x4.
Opción B: menos utilizada por su peor estado y la abundancia de barro después de las lluvias.
En Ewaso Ngiro, continúe recto por la B3 unos 40 km más hasta Ngorengore. En esta localidad
gire a la izquierda por la C13. Desde aquí nuevamente existen dos posibilidades. La primera es
continuar todo recto hasta la Oloololo Gate y el Kichwa Tembo Camp, en el sector occidental
de Masai Mara. La segunda opción es girar a la izquierda en Aitong por la E177. Esta pista
conduce al sector oriental a través de la Talek Gate.
Desde Naivasha Si parte de Naivasha tiene dos rutas principales para llegar a Ewaso Ngiro,
desde donde se aplican las dos opciones mencionadas en el apartado "desde airobi".
Opción A: tome la carretera general A104 hacia Nairobi hasta Maai-mahiu, de donde parte la
B3 a la derecha hacia Narok y Ewaso Ngiro. Este es el camino más utilizado porque aprovecha
un tramo de la carretera general.
Opción B: justo al sur del lago, tome el desvío a la derecha por la C88. Esta pista atraviesa las
montañas del Mau Escarpment y ofrece bellas vistas, pero presenta mucho barro durante las
lluvias. Finalmente desemboca en la B3, que deberá tomar hacia la derecha en dirección a
Narok y Ewaso Ngiro.
Desde Nakuru: El caso de Nakuru es similar a lo mencionado para Naivasha. Básicamente hay
dos posibilidades, una es más directa y escénica pero más complicada y la otra aprovecha un
ramo de la general A104 hacia Nairobi. Las dos rutas acaban llegando a Ewaso Ngiro, en la B3.
Desde aquí se aplica lo explicado en "desde Nairobi".
Opción A: tome la carretera general A104 hasta Naivasha. Ver "desde Naivasha".
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Opción B: en Nakuru, toma la carretera en dirección sur hacia Njoro y Mau Narok cruzando el
Mau Escarpment. Esta pista se convierte en un barrizal durante las lluvias. La carretera
desemboca finalmente en la B3 a la altura de Narok. Gire a la derecha hasta Ewaso Ngiro.
Desde el norte (Kericho: Tome la C23 en dirección sur hacia Kisii y gire a la izquierda en Litein
por la carretera asfaltada que recorre unos 40 km hasta llegar a Bomet. Allí gire a la izquierda
para tomar la B3. Desde esta pista puede bajar a Masai Mara por la C13 en Ngorengore (a unos
40 km de Bomet) o por la C12 en Ewaso Ngiro, tal como se explica en "desde Nairobi".
Desde el oeste (Kisii
Opción A: tome la carretera principal A1 hacia el sur en dirección a Tanzania. A la altura de
Suna, tras pasar Migori y poco antes de la frontera, hay un desvío a la izquierda hacia Lolgorien
y Masai Mara. Esta pista cruza el Soit Ololol Escarpment y tiene tramos muy empinados.
Entrarás en la reserva por la Oloololo Gate, en el sector occidental (Transmara).
Opción B: desde Kisii toma la B3 en dirección este hacia Keroka y Sotik. Continúa por esta
carretera atravesando Bomet y Kapkimolwa para bajar por la C13 en Ngorengore o por la C12
en Ewaso Ngiro, como se detalla en "desde Nairobi".
Desde Tanzania: Esta opción sólo es posible si viaja en un coche propio, ya que las compañías
de alquiler generalmente no lo permiten a no ser que exista un acuerdo previo expreso bajo
circunstancias especiales. Existe de hecho una puerta de acceso a Masai Mara desde el
Serengeti: la Sand River Gate. Este acceso es muy poco utilizado y hay una distancia de
12 km entre los puestos fronterizos de ambos países. Si entra en Kenya, realizará aquí unos
trámites básicos que tendrá que completar en Nairobi.
Cómo moverse en Masai Mara
Una primera consideración importante es la ubicación del alojamiento elegido. Muchos
visitantes que optan por un lodge o camp fuera de la reserva finalmente ni siquiera llegan a
entrar en ella. Masai Mara es uno de los parques más caros y, al contrario de lo que ocurre en
otros, abundan los animales fuera de los límites. La denominada área de dispersión (dispersal
area) al norte y este de la reserva es igualmente rica en fauna, con la única diferencia que en
esta zona hay asentamientos Masai.
El problema para los que eligen esta opción es que al sur de la carretera B3 no hay
comunicaciones entre las pistas que conducen a las diferentes puertas de entrada, por lo que
un vehículo procedente de Nairobi se ve obligado a dar un rodeo para llegar al sector
occidental sin penetrar en la reserva. De hecho, la ruta desde Kericho es frecuentemente
utilizada en tales casos, ya que incluso durante las lluvias permanece transitable.
De cualquier manera, todos los caminos conducen a Masai Mara y dentro de la reserva sí es
posible cruzar fácilmente de un sector a otro. Eso sí, dando un largo rodeo, ya que el paso se
encuentra en el límite sur de la reserva y del país. Este puente, el New Mara Bridge, se sitúa
sobre la carretera principal del parque, la E176, que une el Keekorok Lodge con Oloololo Gate.
Existe un segundo puente sobre el Mara, pero éste se halla fuera de la reserva, al noroeste de
la misma poco después de cruzar la Oloololo Gate.
El Keekorok Lodge, donde muere la E176, es la principal encrucijada de caminos en Masai
Mara. Desde aquí parten tres carreteras que se dirigen respectivamente hacia las puertas de
Talek (E177), Sekenani (C12) y Ololamutiek (E301). La C12 que viene de Ewaso Ngiro no acaba
en el Keekorok, sino que continúa hacia el sur hasta la Sand River Gate, en la frontera con
Tanzania y el Serengeti.
Aparte de esta red principal, existe una maraña de pistas secundarias en diversos estados de
conservación, algunas de ellas transitables todo el año y otras inundadas durante la estación
húmeda, sobre todo al noroeste. La conducción fuera de pistas (off-road) durante años,
además de dañar el suelo, ha provocado la aparición de una telaraña de rodadas que se
confunden con las pistas autorizadas. Aunque los mapas disponibles en general no son muy
buenos, esto dificulta aún más su utilización. Por todo ello y por la gran extensión de la
reserva, en Masai Mara es fácil perderse, a no ser que utilice un GPS y cuente con una buena
colección de waypoints. Como consejo general, si está convencido de que vé una carretera,
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utilícela, pero tenga en cuenta que posiblemente no la encontrará en el mapa. Registre sus
pasos en un diario de ruta: si se pierde, es conveniente que sea capaz de desandar el camino.
Perderse, pero sabiendo cómo "encontrarse" de nuevo, es la mejor manera de separarse de las
rutas más trilladas para descubrir paisajes y animales en soledad.
La amplitud de las regiones a explorar dependerá del tiempo que dedique a la reserva, pero si
su estancia es corta, conviene que preste especial atención a las zonas que se mencionan en el
siguiente apartado, en función de lo que más le interese.
En general los lodges disponen de estación de servicio. Habitualmente cuentan con suficiente
provisión de combustible, pero durante la sequía la regularidad del suministro puede variar.
Masai Mara es la ebullición de la vida salvaje. Durante la estación seca entre julio y octubre,
cuando los grandes rebaños de herbívoros habitan estas tierras, la concentración de fauna es
un espectáculo que no tiene parangón en todo el mundo, evocando lo que debió ser Africa en
tiempos de los "grandes cazadores blancos".
Debe entenderse que Masai Mara es una reserva de mamíferos. Aunque el número de
especies de aves supera las 450, su geografía dispersa hace que la observación de pájaros sea
más difícil y menos gratificante que en lugares donde la avifauna está más concentrada, como
en Samburu o en los grandes santuarios lacustres. A pesar de todo, en este apartado
repasaremos también las principales especies que pueden encontrarse.
En una reserva tan extensa, es útil saber dónde mirar y cuándo. La segunda cuestión tiene una
respuesta más sencilla. El atardecer, y sobre todo el amanecer, son los mejores momentos
para observar animales. Especialmente al alba, los mamíferos nocturnos aún están activos,
mientras los diurnos aprovechan estas horas de frescor para desplazarse o acechar a sus
presas. Es en estos momentos cuando es posible asistir a una escena de caza, o simplemente
contemplar a los grandes felinos moviéndose por la sabana, antes de que el sol caiga a plomo y
busquen una sombra donde reposar el resto del día.
Durante las horas centrales del día, el calor excesivo imbuye en la sabana un estado de lasitud
que se manifiesta en el comportamiento de la fauna. Los movimientos son lentos, una carrera
es un esfuerzo excesivo y a menudo los animales se protegen del calor a la sombra de las
acacias. Es por esto que los grupos de las agencias de safaris recorren los parques al amanecer
y al atardecer, dejando a los turistas en sus alojamientos el resto del día. Pero en realidad, las
horas centrales son también muy interesantes para el observador de la vida salvaje. En primer
lugar, la escasez de turistas permite disfrutar de los parques en soledad, sin las carreras
frenéticas de minibuses en busca de leones con los primeros rayos de sol. Además, los únicos
animales que se ven con dificultad durante las horas de sol son los felinos. El resto de la fauna
permanece visible y, a no ser que únicamente esté interesado en el reality show de la caza actitud que equivale a la visita al "tablao" en España-, disfrutará de sus recorridos a cualquier
hora. Pero si esto no fuera suficiente aliciente, también puede tener la ocasión de asistir a la
caza en pleno día: muchos animales no admiten de buen grado el acoso de los visitantes
humanos y se ven obligados a adaptar sus costumbres en consecuencia. Cada vez es más
frecuente observar a los guepardos cazando a mediodía, lo que supone un esfuerzo mucho
mayor y reduce el rendimiento de sus carreras, pero es el único momento en que estos
tímidos y solitarios felinos pueden emprender sus rápidas persecuciones sin la molesta
interferencia de los vehículos.
Dentro del "cuándo", conviene hacer una mención a la estación del año. Una pregunta
frecuente es si durante la estación seca se ven menos animales. Muy al contrario: la estación
seca es la más propicia para la observación de animales. Éstos suelen evitar quedar al
descubierto en la medida de lo posible, las presas para no ser atacadas y los depredadores
para no ser advertidos. Cuando el agua abunda, los animales se recluyen en la espesura, donde
cualquier pequeño charco sirve de abrevadero. En la estación seca, las fuentes estacionales
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de agua desaparecen y los habitantes del bosque y el matorral se ven obligados a acudir a las
charcas permanentes, fácilmente localizables tanto para los observadores humanos como para
los carnívoros, que les esperan ocultos en sus proximidades.
Las llanuras entre el río Mara y la sierra de Soit Ololol (Esoit Oloololo o Siria Escarpment), al
oeste de la reserva, es una zona favorita para los famosos leones de melena negra de Masai
Mara, que suelen recorrer sus praderas en busca de caza y dormitar bajo sus dispersas acacias
durante el día. Esta zona es también de una gran belleza escénica, los árboles de copa plana
desvaneciéndose en la calima y dibujados contra las montañas azules en la distancia.
Otro lugar frecuentado por los leones es el pantano de Musiara (Musiara Swamps), que en
realidad permanece seco gran parte del año. Los leones son probablemente el atractivo
principal de Masai Mara es casi imposible abandonar el parque sin haber encontrado algún
ejemplar, ya que su población es la mayor de Kenya.
Los guepardos pueden encontrarse también entre el Mara y Oloololo, así como en el área de
Talek, a lo largo de la carretera entre Talek Gate y Sekenani Gate. Las solitarias praderas junto
al Sand River también son un buen lugar para avistar a estos bellos animales tumbados a la
sombra de una acacia.
Los leopardos abundan en Masai Mara, pero sus costumbres trepadoras y nocturnas los
convierten en objetivos difíciles, habitualmente camuflados sobre las ramas altas de las acacias
no lejos de los cursos de agua. En Masai Mara hay muchos árboles e infinidad de cauces, por lo
que los avistamientos no son frecuentes. Tal vez pueda encontrar sus huellas impresas sobre
las orillas arenosas del Mara en la zona norte, fuera de los límites de la reserva.
Las hienas manchadas corretean por la reserva a todas horas y frecuentan las grandes
manadas, a la espera de los restos del festín de leones o guepardos.
Lejos de esta imagen tópica de oportunistas que les ha granjeado a las hienas la antipatía de
niños y grandes, lo cierto es que las hienas también se ganan el pan, pero habitualmente cazan
de noche. No sería atípico que el cadáver que encuentra al alba rodeado por una familia de
leones corresponda en realidad a una presa abatida por las hienas durante la noche. Por otra
parte, y a pesar su feo aspecto, la observación de la actividad en una hienera es muy
entretenida.
Los hipopótamos permanecen sumergidos durante el día en los múltiples remansos del Mara,
sobre todo en la zona del Mara Serena Lodge y junto al puente en el límite sur de la reserva. En
este último lugar suele tomar el sol una colonia de cocodrilos. Si le sorprende la noche aún en
la carretera, lo que no es habitual debido a las limitaciones horarias para la circulación, quizá
divise la sombra mastodóntica de un hipopótamo cruzando la carretera con una agilidad de
bailarina impropia de su imagen torpona. Por la noche estos animales pastan en las praderas y
recorren grandes distancias caminando.
Los herbívoros pueden avistarse en cualquier lugar de la reserva. Los elefantes se alimentan de
las frondes junto a los ríos y se les puede ver en grupos familiares cruzando las llanuras, así
como alrededor de los pantanos de Musiara. Los rinocerontes negros son una presa difícil para
el fotógrafo, ya que se esconden en la espesura para ramonear de los árboles y arbustos, pero
es posible observar su silueta lejana recortada contra el matorral sobre una colina en Rhino
Ridge. Ahora el parque alberga también una pareja de rinocerontes blancos importados desde
Sudáfrica. Los eland, con su fornido aspecto de buey, pueden observarse en las cercanías de
los matorrales y en las laderas de las colinas. Ñúes, cebras, gacelas de Thomson y Grant, jirafas
Masai, alcelafos de Coke o kongonis, impalas, facoqueros y búfalos habitan todas las regiones
del parque.
Masai Mara es el hogar de algunas especies de mamíferos poco abundantes en otros parques
de Kenya. El topi, un antílope azulado de pelo satinado y aspecto parecido al kongoni, es muy
escaso en todo el país salvo aquí. De carácter muy gregario, los topis forman grandes rebaños
que suelen contar siempre con un vigía de guardia. Otra especie de distribución limitada es el
antílope Roan, un voluminoso animal de orgulloso porte y largos cuernos curvados que en
Kenya sólo se encuentra en el sector sudoccidental de Masai Mara, en la reserva de Shimba
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Hills y en el parque nacional de Ruma (antes Lambwe Valley). Finalmente, el zorro de orejas de
murciélago, un animalito de aspecto simpático y orejas desproporcionadas, es un avistamiento
relativamente frecuente, ya que sus madrigueras abultadas son fácilmente dentificables.
Ya hemos comentado que no podíamos olvidar las aves. Las rapaces acaparan el protagonismo
con más de 50 especies. Los buitres son omnipresentes, volando en círculos sobre los rebaños
acechados por los predadores, en tierra a una distancia prudente de los leones y su presa
fresca, o finalmente hundiendo con deleite sus picos y sus cabezas enteras en las vísceras de la
presa, una vez que los leones y después las hienas se han repartido las porciones más
suculentas. Los marabúes, probablemente las aves más feas del universo, también rondan las
fuentes de carroña. Otras aves de presa habituales en las llanuras herbáceas son los
secretarios o serpentarios. Las grullas coronadas se encuentran cerca de las charcas, así como
muchas especies de aves acuáticas migratorias, especialmente durante las lluvias. Las riberas
acogen a los preciosos turacos de Schalow y de Ross, a los búhos pescadores de Pel y a las
nerviosas bandadas de gallinas de Guinea crestadas. Las tierras más secas son el hábitat de
cálaos de tierra y avutardas de Jackson y Hartlaub.
En Masai Mara hay múltiples opciones de alojamiento en lodge o tented camp:
- Dentro de la reserva: tres lodges y seis tented camps (uno de ellos privado).
- En el límite exterior: dos lodges y tres tented camps.
- En el área de dispersión (al norte y este de la reserva): dos lodges y seis tented camps.
Además, algunas compañías de safaris montan campamentos privados en el exterior de la
reserva para pequeños grupos de clientes en busca de una experiencia exclusiva al estilo de
los safaris clásicos.
Algunos tented camps incluyen dos o tres game drives diarios en el precio de la pensión
completa. Estos establecimientos están dirigidos a clientes que viajan a Mara en avión, por lo
que no son adecuados si conduce un coche de alquiler.
Dentro de la reserva
Keekorok Lodge:
El Keekorok, el más clásico de los lodges de Masai Mara, pertenece a la cadena Block Hotels y
es el principal punto de referencia dentro de la reserva, ya que se localiza en la encrucijada de
las carreteras E176 (Keekorok-Oloololo Gate), C12 (Sekenani Gate-Sand River Gate), E177
(Keekorok-Talek Gate) y E301 (Keekorok-Ololamutiek Gate). Se sitúa en una llanura y tiene 158
camas distribuidas en habitaciones que varían en dimensiones y estilo. Dispone de piscina,
restaurante y bar. Ofrece safaris en globo todos los días a las 6 de la mañana y game drives
nocturnos, además de los tradicionales diurnos. Junto al lodge hay una charca con
hipopótamos.
Mara Serena Lodge: El lodge del grupo Serena se localiza en un área más tranquila de la
reserva, cerca de la E176 en el sector occidental, sobre una colina que ofrece esplénidas vistas
del río Mara y las llanuras adyacentes. Desde lejos es difícil descubrir su presencia, ya que su
arquitectura está plenamente integrada en la fisonomía del paisaje. Las 74 habitaciones,
remozadas en el año 2000, están inspiradas en el estilo de los enkang Maasai, con una
decoración étnica original y atractiva. Dispone de piscina, restaurante y bar, además de ofrecer
vuelos diarios en globo. Los damanes de las rocas habitan en la colina sobre la que se asienta el
lodge y suelen frecuentar sus jardines.
Mara Simba Lodge: El Mara Simba Lodge se sitúa al norte de la reserva, a la orilla del río Talek.
Consta de 84 habitaciones distribuidas en grupos de 6, en cabañas de dos pisos construidas en
piedra y madera. Se trata del único lodge en Kenya que posee una planta de tratamiento de
aguas residuales. La depuradora procesa los residuos generados en el lodge para obtener agua
cristalina que posteriormente se utiliza para irrigación.
Governor's Camp: Este lujoso y caro tented camp fue el primero de lo que ahora es la cadena
Governor's Camps. El lugar acogió en tiempos un campamento de caza para los gobernadores
coloniales y sus invitados. Está especialmente concebido para clientes que llegan a la reserva
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en avión, ya que el precio incluye game drives. Sus 38 tiendas se cobijan en el bosque ribereño
junto a la orilla oriental del Mara, próximo a los pantanos de Musiara. Los elefantes son
visitantes habituales y el restaurante es excelente.
Little Governor's Camp: El Little Governor's, también perteneciente al grupo Governor's
Camps, está concebido como un lugar más íntimo que el campamento base, con tan sólo 17
tiendas. Situado en la orilla opuesta, se accede a él recorriendo primero una carretera de
2 km, subiendo después a un bote para cruzar el Mara y cubriendo el último tramo a pie por el
bosque con escoltas armados. Las tiendas rodean una charca a la que acude una abundante
fauna.
Al igual que en su campamento hermano, el precio incluye los game drives. Los safaris en
globo organizados por el grupo parten desde aquí.
Governor's Ilmoran Camp: Rizando el rizo del lujo, el Ilmoran, del grupo Governor's Camps, con
sus sólo 10 tiendas en el bosque junto al Mara, ofrece todas las comodidades posibles, eso sí, a
un alto precio. Los muebles están fabricados a mano y el servicio satisface las más altas
exigencias.
Governor's Private Camp: La joya del grupo Governor's Camps. Se trata de un campamento
que debe reservarse cada vez en exclusiva para un solo grupo o familia. Acoge a un total de 16
personas que pueden disfrutar en soledad de un remanso del río Mara y de los servicios más
exquisitos.
Sarova Mara Camp: El tented camp de la cadena Sarova es el más accesible de la reserva, ya
que se localiza junto a la entrada principal, Sekenani Gate, en la carretera C12. Cuenta con 75
tiendas.
Mara Intrepids Club: Perteneciente a la cadena Prestige Hotels, el Intrepids es un lujoso y caro
tented camp situado sobre un risco a las orillas del río Talek. El precio de la pensión completa
incluye los game drives. Ofrece también game drives nocturnos con visión de infrarrojos.
Dispone de piscina y de un punto de alimentación para los leopardos, que acuden atraídos por
el cebo que se deposita cada tarde.
Triangle, el sector de la reserva limitado por las montañas al oeste y el río Mara al este. Cada
cabaña está dividida en dos habitaciones dobles.
Mara Fig Tree Camp: Este tented camp pertenece a la cadena Mada Hotels. Se localiza junto a
la Talek Gate, en las orillas del río Talek. Su localización es buena y cuenta con tiendas y
cabañas. Dispone de piscina y organiza safaris en globo y ultraligero, así como game drives
nocturnos.
Kichwa Tembo Camp: El Kichwa Tembo ("cabeza de elefante"), operado por la Conservation
Corporation Africa, fue la respuesta de Abercrombie Camp; Kent al Governor's Camp. Es uno
de los campamentos más clásicos de la reserva, situado al pie de las montañas de Soit Ololol
junto a la Oloololo Gate, justo al exterior del límite de la reserva. El lugar se hizo aún más
famoso cuando Robert Redford y Meryl Streep se alojaron aquí durante el rodaje de
"Memorias de Africa". Cuenta con 40 lujosas tiendas y 2 cabañas estilo cottage, piscina
y un restaurante de calidad. Junto al campamento principal existe otro más pequeño y
exclusivo llamado Bateleur Camp, situado justo debajo del punto desde el que se tomó la foto
para el póster de la película.
Sekenani Camp: El Sekenani, situado junto al límite de la reserva a 6 km al sudeste de la puerta
del mismo nombre, es un pequeño y exclusivo tented camp de tan sólo 10 grandes tiendas. Es
uno de los alojamientos más nuevos en la reserva.
En el área de dispersión: El Mpata Club es un establecimiento exclusivo y lujoso ubicado a
unos 25 km del puente sobre el Mara al norte de la reserva, sobre el Soit Ololol Escarpment.
Ofrece 20 cabañas estilo cottage, incluyendo 12 suites. Cada habitación dispone de un jacuzzi
exterior desde el que puede contemplarse la puesta de sol. El restaurante sirve cocina francesa
y la piscina es magnífica. Obviamente, los precios son muy elevados.
Mara Camp: El Mara Camp pertenece a Cheli & Peacock. Se localiza en el Koyiaki Group
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Ranch, adyacente a Masai Mara, al norte del puente sobre el Mara. Es un campamento
semipermanente, que se desmonta al terminar la temporada, con la llegada de las lluvias
largas. Por ello, sus 6 tiendas son más austeras que en otros camps, por ejemplo el agua para
las duchas se calienta con fuego de leña. Pero por la misma razón recrea más eficazmente el
ambiente de los antiguos safaris. Es muy apreciado por fotógrafos y naturalistas. El precio
incluye game drives diurnos y nocturnos. Abundante fauna alrededor, incluyendo elefantes.
Mara River Camp: El Mara River Camp pertenece a Savannah Camps & Lodges. Se
encuentra al noroeste del parque junto al río Mara, en la Koyaike Conservation Area. Consta
de 16 tiendas permanentes de lujo y 1 suite de mayor tamaño, para familias o parejas en luna
de miel.
Mara Paradise Lodge: Este lodge se encuentra a orillas del río Mara al norte de la reserva,
entre el Mara Buffalo Camp y el Mara Safari Club. La zona tiene una buena provisión de fauna,
pero pocos elefantes y felinos.
Mara Safari Club: El grupo Lonrho Hotels es el propietario de este lujoso tented camp situado
en el área de conservación de Ol-Choro Oiroua, vecina a Masai Mara, al pie de las colinas de
Aitong. El campamento se encuentra abrazado por un lazo del río Mara en el que abundan los
hipopótamos. Cada una de las 50 tiendas dispone de un porche privado con vistas al río.
El establecimiento cuenta además con piscina y safaris en globo. Los game drives están
incluidos en el precio.
Siana Springs Camp: Siana Springs se asienta en el antiguo emplazamiento del Cottar's Camp,
que todavía aparece en algunas guías y mapas antiguos. Pertenece a los mismos propietarios
que el Kichwa Tembo, la Conservation Corporation Africa, y es bastante similar a aquel. Se
localiza en un lugar tranquilo a 10 km del límite este de la reserva, en un bosque de árboles de
la fiebre (Acacia xanthophlea) rodeado de zonas pantanosas y al pie de las Ngama Hills. Sus 38
tiendas cuentan con todas las comodidades. Dispone de una magnífica piscina, así como de
plataformas elevadas para observar a los leopardos y elefantes. Ofrece game drives diurnos y
nocturnos.
Oseur Camp: Este campamento se sitúa en un bosque ribereño, rodeado por una cadena de
colinas al este de la reserva. Las tiendas están distribuidas en grupos, cada uno de los cuales
dispone de cocina, bar y tienda comedor. Otra actividad frecuente en Masai Mara son los
vuelos en globo sobre las llanuras para observar los grandes rebaños desde el aire. Téngase en
cuenta que este es un servicio bastante caro (alrededor de los USD 380 por persona). Pero por
supuesto que es una experiencia absolutamente inolvidable.
Varios lodges y tented camps ofrecen esta actividad, que se basa siempre en la misma
mecánica. Los turistas son recogidos de sus habitaciones sobre las 5 y media de la mañana y
conducidos hasta el lugar donde se va a realizar el despegue. La maniobra de hinchar el globo
forma parte del espectáculo. Una vez que el globo se eleva, los pasajeros tienen ocasión de
contemplar el amanecer sobre las llanuras del Mara desde las alturas. El vuelo dura entre 60 y
90 minutos. Finalmente, el precio suele incluir un bush breakfast, un desayuno preparado
sobre fogones de leña bajo un árbol de la sabana, habitualmente regado con champagne.
Si su alojamiento no ofrece este servicio, puede dirigirse a uno de los que sí lo hacen y
contratarlo el día anterior, siempre que haya plazas libres. Al menos el precio incluye el
servicio de recogida en su lodge. El de Little Governors' Camp (Mara Balloon Safaris Ltd) es
uno de los más apreciados. El de Keekorok (Balloon Safaris Ltd), por su ubicación y los vientos
predominantes, tiende a realizarse a mayor altura, lo que es mejor para contemplar el paisaje.
El Fig Tree Camp (Adventures Aloft) y el Mara Serena, entre otros, también los ofrecen.
El Valle del Rift y las Tierras Altas
El Valle del Rift, la Gran Falla Africana, es una cicatriz que cruza de norte a sur la mitad oriental
de Africa y el Oriente Próximo. A lo largo de su descomunal vaguada se alinean volcanes
extinguidos o inactivos, y sus depresiones forman un conjunto de lagos que caracterizan esta
región del continente.
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Desde el Lago Turkana o Rudolf, en la frontera norte, hasta el Natron, en Tanzania, el Rift
kenyata comprende un rosario de pequeños lagos: Baringo, Bogoria, Nakuru, Elmentaita,
Naivasha y Magadi.
La falla divide en dos la gran meseta central de Kenya, las Tierras Altas. En el límite occidental,
la sierra del Mau asciende desde la frontera tanzana hasta las Cherangani Hills, las cuales
bordean la meseta que se continúa hasta el Monte Elgon. Al este de la falla, la cordillera
Aberdares se prolonga hasta las Ngong Hills, al sudoeste de Nairobi, y por el norte hasta la
sierra de Laikipia.
Las Tierras Altas Orientales están dominadas por la mole del Monte Kenya, el más elevado del
país y el segundo del continente. En sus cumbres nevadas sobresalen tres picos, el Lenana
(4.985 m) y los gemelos Nelion (5.188 m) y Batian (5.199 m).
Esta región comprende las provincias de Rift Valley, Central y Nairobi. En ella se localizan
Nairobi, la capital, y Nakuru, la cuarta ciudad del país, próxima al lago del mismo nombre. El
agradable clima de estas mesetas y sus fértiles valles motivaron el asentamiento de los
primeros colonos europeos en las Tierras Altas de Kenya.
La costa de Kenya
La franja costera de Kenya constituye una llanura limitada hacia el interior por las suaves
colinas que dan acceso a las mesetas. Sus blancas playas bordeadas de cocoteros y sus calas de
aguas cristalinas se encuentran resguardadas del oleaje y las corrientes del Índico por arrecifes
coralinos, cuya riqueza biológica se protege en varios parques nacionales marinos.
La bahía de Ngwana, antiguamente llamada Formosa, acoge la desembocadura de los ríos Tana
y Galana, el primero en su costa norte y el segundo en el sur, cerca de la ciudad de Malindi. A
lo largo de la costa se alinean varias islas, como el archipiélago de Lamu y la isla de Mombasa,
la segunda ciudad más importante del país.
La costa de Kenya, cálida y hospitalaria, fue colonizada desde antiguo por numerosos pueblos
que dejaron sus huellas a lo largo de la historia. La cultura swahili, de origen árabe, prosperó
en este litoral hasta alcanzar un gran desarrollo antes de la llegada de los primeros
exploradores europeos.
La temperatura media anual en la costa kenyata del Índico se sitúa en torno a los 28°. En
general, el clima en la costa es caluroso y húmedo, como corresponde a su latitud. Las
tormentas son frecuentes y la temperatura rara vez desciende por debajo de los 21°,
alcanzando unas máximas en torno a los 32° durante los meses correspondientes al invierno
boreal, que son por lo general más secos y cálidos. La pluviosidad total anual asciende a los
1.100 mm.
Las condiciones de humedad y temperatura convierten a esta región en el hábitat ideal para la
vegetación tropical. Los mangles y cocoteros crecen a lo largo de la línea litoral y aún
susbsisten algunos retazos de selva tropical húmeda.
La cuenca del Lago Victoria
El clima en la región situada a orillas del Lago Victoria está sometido a la influencia de su
altitud (en torno a los 1.200 m) y de los vientos húmedos procedentes de la región de los
Grandes Lagos. La temperatura es elevada durante el día y moderada por la noche, con unas
máximas anuales de 31° y unas mínimas de 17°.
En las faldas del Monte Elgon susbsisten aún algunos retazos de selva húmeda. La vegetación
característica de las Tierras Altas ocupa la mayor parte de este territorio.
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El Valle del Rift y las Tierras Altas
En líneas generales, la altitud de esta región y los vientos que recibe determinan un clima
moderado y suave. En Nairobi, a 1.700 m de altitud, las temperaturas máximas son de 26-27°
en los meses del invierno boreal y de 23° durante el verano boreal. Las mínimas se sitúan entre
los 12 y los 15°. Como es lógico, las temperaturas descienden a mayores altitudes. En la región
del Monte Kenya, las medias se sitúan entre los 12 y los 18°, con temperaturas nocturnas por
debajo de los 10°. Las mínimas nocturnas son igualmente frías en la región de los Aberdares.
Las precipitaciones son abundantes durante las estaciones húmedas, siendo más abundantes
en las long rains.
La sabana, el paisaje más popular y característico de esta región del mundo, no es en realidad
más que una transición entre la selva húmeda y la estepa árida, y su origen como hábitat
natural o creado por el hombre es controvertido. Se trata fundamentalmente de un
ecosistema herbáceo, dominado por las gramíneas y con presencia variable de árboles y
arbustos, principalmente acacias. El equilibrio natural de la sabana es una consecuencia de la
acción de varios factores: la periodicidad regular de las lluvias, que hacen brotar los pastos
tiernos; las migraciones de los grandes rebaños de herbívoros, que se desplazan buscando los
pastos jóvenes, ricos en sales minerales; y la acción del fuego, que impide el sobrecrecimiento
de árboles y arbustos que competirían con la pradera por la luz del sol y los nutrientes del
suelo.
Las especies del género Acacia, de la familia de las mimosas, en forma de árbol o arbusto, son
las más abundantes y típicas de la sabana. Las acacias se distinguen por su copa plana, sus
durísimas espinas, sus hojas compuestas, sus flores de agrupación cilíndrica y su fruto en
forma de legumbre. Su corteza es rica en taninos y se utiliza para la elaboración de tintes y
productos farmacéuticos. La acacia sirve de alimento favorito a especies animales como jirafas,
elefantes y gerenuks.
Las Tierras Altas conservan, por encima de los 1.300 m, las extensiones más abundantes de
selva húmeda que aún persisten en Kenya, aunque no superan el 3% de la superficie total del
país. Las mayores extensiones se encuentran en la región del Monte Kenya. Abundan los
helechos y los auzones, así como el cedro mediterráneo, el enebro y las coníferas del género
Podocarpus. Los bosques de bambú se encuentran a partir de los 2.000 m. A mayores
altitudes, por encima de los 3.000 m, predomina la vegetación de montaña, principalmente
brezo, turberas, praderas de montaña y lobelias gigantes.
El norte, el nordeste y el Altiplano Oriental (Nyika)
Las regiones del norte y el nordeste de Kenya presentan el clima más riguroso, lo que se refleja
en la aridez del paisaje. Las precipitaciones son escasas a lo largo del año, en torno a 350 mm
anuales. Las temperaturas son elevadas durante todo el año, siendo habitual alcanzar los 37°
de temperatura máxima diurna en los meses más calurosos. Las temperaturas nocturnas no
suelen descender de los 21°. En el Altiplano Oriental las temperaturas son cálidas aunque
inferiores, en torno a los 30° de máxima y los 20° de mínima, con un régimen de
precipitaciones más abundante, en especial en las regiones próximas al Kilimanjaro.
La vegetación en el norte y nordeste es escasa, compuesta principalmente por espinos y
arbustos. En la zona sur abundan las acacias y los cactus candelabro del género Euphorbia.
Destaca por su espectacularidad el Baobab gigante (Adansonia digitata), de la familia de las
bombacáceas, con una altura a veces superior a los 18 m y un tronco de 9 m de diámetro. Su
largo y pulposo fruto es comestible, y su corteza se utiliza para la elaboración de cuerdas y
tejidos.
La vegetación es más abundante y variada únicamente en los oasis del norte y nordeste, en los
valles de los ríos y en zonas como las Taïta Hills, con un paisaje casi alpino.
Dada la extensión de las regiones áridas, la mayor parte de la superficie de Kenya se compone
de desiertos o estepas semidesérticas.
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ECONOMÍA
La economía de Kenya ha estado tradicionalmente sustentada en la agricultura. Aunque en el
transcurso de las últimas décadas el crecimiento de la industria y el turismo ha reducido la
dominancia de la agricultura, ésta sin embargo continúa siendo el principal sector productivo
de la economía kenyata.
Generalidades
Desde 1993, el gobierno ha venido desarrollando un plan de liberalización y reforma
económica que incluye la disminución de las barreras a la importación, la eliminación del
control del intercambio internacional y la reducción del sector público mediante la
privatización de empresas estatales y la racionalización del funcionariado. Con el apoyo del
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros donantes, las reformas han
conducido a un crecimiento de la economía que ha aliviado en parte los resultados negativos
del comienzo de la década de los 90. El PIB creció a un 5% en 1995 y a un 4% en 1996, con una
inflación contenida. La tasa de inflación fluctúa enormemente de un año a otro: 19,6% en
1991, 27,5% en 1992, 46% en 1993, 28% en 1994, 1,6% en 1995, 9% en 1996, 11,2% en 1997 y
6,6% en 1998.
El crecimiento de la economía se enfrió en 1997-98, principalmente a causa de la crisis en los
sectores agrícola y turístico. El primero se vio afectado por las lluvias torrenciales de El Niño en
1997 y 1998, que destruyeron infraestructuras y cosechas. En cuanto al turismo, cedió ante la
violencia terrorista (el atentado de 1998 contra la Embajada de los EE.UU.), los disturbios
sociales y el aumento de la inseguridad. Debido al fracaso del gobierno en la implementación
de las condiciones de la reforma y en la lucha contra la corrupción en el sector público, el FMI
permitió un receso en el Programa Impulsado de Ajuste Estructural (Enhanced Structural
Adjustment Program).
Hoy, los principales problemas de la economía kenyata incluyen el déficit en la balanza
comercial (la deuda externa ascendía a 6.450 millones de dólares USA en 1997), la restricción
del suministro eléctrico, el continuado e ineficiente dominio del gobierno sobre los sectores
clave, la corrupción endémica, la alta tasa de crecimiento de la población (que ha disminuido
desde el 4% de los últimos años a un 1,59% en 1999) y el desempleo, que afectaba a un 50%
de la población activa en 1998.
En 1992, el 42% de la población estaba por debajo de los límites de la pobreza. La ayuda
económica externa recibida por Kenya fue de 642,8 millones de dólares USA en 1995.
Agricultura y ganadería
A lo largo de las últimas décadas, la agricultura ha venido disminuyendo su contribución al PIB,
debido al crecimiento de otros sectores. Así, su porcentaje del PIB disminuyó del 38,4% en
1963 al 30% en 1990 y al 29% en 1997. Su papel predominante en la economía kenyata
continúa basado en el hecho de que el 75-80% de la población activa aún depende de esta
actividad. La agricultura proporciona el 50% de los ingresos debidos a las exportaciones. Todo
esto a pesar de que las tres quintas partes de la superficie del país son improductivas.
La agricultura se divide en dos tipos, la industrial o colonial y la de subsistencia o indígena. La
primera representa la herencia de las grandes plantaciones coloniales, dedicadas al cultivo del
café, té, algodón, caña de azúcar, patatas, tabaco, trigo, cacahuetes, sisal (pita) y sésamo. El
café y el té, con 53.400 toneladas y 294.200 toneladas respectivamente en 1998, son los
principales productos agrícolas destinados a la exportación.
La agricultura de subsistencia, practicada en pequeñas parcelas por los campesinos nativos, se
ha basado tradicionalmente en la producción del maíz, básico en la dieta local, la mandioca, las
alubias, el sorgo y la fruta. Sin embargo, el movimiento cooperativista ha crecido en los últimos
años, junto con la incorporación de nuevos cultivos antes monopolizados por las grandes
plantaciones y el aumento de la productividad por la mejora en las técnicas agrícolas. Esto ha
motivado que, a finales de 1990, las dos terceras partes de la cosecha de café, el 50% de la de
té y la totalidad de la caña de azúcar hayan correspondido a pequeños propietarios locales.
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La producción agrícola se ve afectada en periodos de climatología irregular. Así, las lluvias de El
Niño en 1998 afectaron gravemente a algunos cultivos y a las infraestructuras, mientras que la
posterior sequía de La Niña fue perjudicial para el sector en su conjunto.
La cabaña ganadera kenyata se basa en el bovino y el ovino. Al igual que el agrícola, el sector
ganadero está repartido entre las grandes haciendas coloniales y los pequeños propietarios
nativos. Las tribus de tradición nómada practican ganadería de subsistencia, por lo que las
cabezas de ganado constituyen el patrimonio más preciado. Las mayores producciones de
carne, leche y derivados (mantequilla), pieles, cuero y lana corresponden a los grandes
ganaderos de origen europeo. Una parte de esta producción se dedica a la exportación.
Industria y energía
Desde la independencia del país en 1963, el gobierno ha puesto en práctica políticas de
sustitución de las importaciones, de estímulo de las exportaciones y de captación de la
inversión extranjera. La industria manufacturera ha crecido lentamente hasta ocupar un
porcentaje del PIB superior al 15% (17% en 1997) y proporcionar empleo al 10% de la
población. Los principales centros industriales se localizan alrededor de las grandes ciudades,
principalmente Nairobi, Mombasa y Kisumu.
Las principales industrias son las de alimentación (procesamiento de productos agrícolas,
envasado), bebidas, tabaco, química, derivados del petróleo, metales, textil, cuero, goma,
materiales de construcción (cemento, arcilla, vidrio), montaje de automóviles y productos
farmacéuticos. También se fabrican otros bienes de consumo tales como plásticos, muebles,
pilas o jabón.
En los últimos años el gobierno ha estimulado el desarrollo del Jua Kali, un subsector de
fabricación artesanal de productos a pequeña escala, surgido como consecuencia de las altas
tasas de paro. Estos pequeños talleres fabrican gran número de productos, tales como
máquinas y utensilios, marcos de acero para puertas y ventanas, cajas, estufas de carbón y
muebles.
Con respecto a la energía, Kenya dispone de escasos recursos energéticos, lo que le obliga a
importar la mayor parte de la energía que consume, sobre todo petróleo de Arabia Saudí o los
Emiratos Árabes Unidos. En 1997 el porcentaje de energía importada fue del 56,6%,
descendiendo desde los niveles de años anteriores del 75%. La energía consumida procede
principalmente (1996) de centrales hidroeléctricas (81,63%) y combustibles fósiles (10,5%). Las
principales centrales hidroeléctricas se encuentran en el río Tana (presa de Kindaruma, 1968) y
en la garganta del río Turkwel, en el lago Turkana, dentro del proyecto de desarrollo de
infraestructura hidroeléctrica Seven Fork Hydro Project. Sin embargo, la energía hidroeléctrica
continúa siendo irregular y escasa, lo que supone un freno para la producción industrial.
La minería está principalmente representada por los yacimientos de fluorita al norte de
Nairobi, la extracción de sosa y sal de depósitos naturales en el Lago Magadi, los yacimientos
de oro en Kakamega, y de plomo y plata en Kinangoni. En Kilifi existe una planta de
tratamiento de mineral. Gran parte de las 100.000 toneladas de sosa extraídas anualmente se
destina a la exportación. Sin embargo, en su conjunto, la aportación de la minería kenyata al
PIB es mínima.
Turismo
El sector turístico se ha convertido en un pilar clave de la economía kenyata, adoptando el
papel de primera industria nacional que rinde al país mayores beneficios que las exportaciones
de café y es la principal fuente de divisas. Su contribución al PIB es del 12%, lo que lo convierte
en el tercer sector productivo en importancia. Kenya recibe más de un millón de turistas al
año, con una capacidad hotelera superior a los 9 millones de camas. Dado que el turismo de
Kenya se basa fundamentalmente en la naturaleza, las autoridades se esfuerzan en poner en
marcha programas de conservación de la fauna y la vida salvaje frente a sus enemigos
naturales: la caza furtiva y el tráfico ilegal de especies animales. Asimismo, el desarrollo de la
infraestructura turística en otros países africanos amenaza con desviar el flujo de visitantes
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hacia el sur del continente, tendencia que el gobierno kenyata intenta compensar mediante
inversiones en infraestructura hostelera y de comunicaciones.
El turístico es un sector muy sensible al grado de estabilidad del país de destino. En los últimos
años, el turismo se alejó de Kenya debido principalmente a los disturbios sociales y políticos,
en especial al atentado terrorista de 1998 contra la Embajada de los EE.UU., y al repunte de la
inseguridad en las ciudades y zonas turísticas. En 1999 el sector ha recuperado la tendencia al
crecimiento y se esperan grandes resultados para el año 2000.
Infraestructuras, transporte y comunicaciones
Kenya posee un total de 63.800 km de carreteras, de los cuales sólo 8.868 están asfaltados
(1996). La red ferroviaria comprende 2.652 km de vías. El puerto más importante es Mombasa,
con una planta de refino de petróleo, seguido por los de Lamu y Kisumu, éste último en el Lago
Victoria. La red telefónica doméstica se basa principalmente en microondas de radio. Existen
232 aeropuertos, 21 de ellos con pistas pavimentadas (1998). La proliferación de pequeños
aeródromos en parques y reservas ha sido un factor de gran interés para facilitar el acceso del
turismo a los espacios naturales protegidos.
Exportaciones
Históricamente, las exportaciones de Kenya se han limitado a un estrecho rango de productos,
principalmente café, té, sisal y piretro. Esta situación exponía al país a los vaivenes de un
pequeño número de mercados. Durante los últimos años han crecido las exportaciones de
bienes no tradicionales, tales como productos manufacturados y hortofructícolas, gracias al
esfuerzo del gobierno en implementar políticas que permitan una mayor capacidad de
adaptación a las fluctuaciones de los mercados internacionales.
Sin embargo, el té, con un 18%, y el café, con un 15% (1995), continúan ostentando el papel
prioritario en las exportaciones de Kenya, que se realizan principalmente a Uganda (16,1%),
Tanzania (12,8%), Reino Unido (10,4%) y Alemania (7,5%) (1996). El total de las exportaciones
se traduce en unos ingresos por valor de 2.000 millones de dólares USA (1998).
Importaciones
Desde la independencia del país, las importaciones de bienes de consumo han sido
parcialmente sustituidas por la producción doméstica, gracias a la expansión del tejido
industrial. Así, dichas importaciones han descendido desde un 27% del total en 1963 a un 13%
en 1995.
A pesar de ello, la balanza comercial de Kenya es negativa, con un total de importaciones por
valor de 3.050 millones de dólares USA (1998). Esta cifra corresponde principalmente a bienes
de equipo, de transporte y maquinaria (31%), bienes de consumo (13%) y productos
petrolíferos (12%) (1995). Las principales importaciones se realizan desde el Reino Unido
(13,2%), los Emiratos Árabes Unidos (8,2%), Sudáfrica (7,6%) y Alemania (7,4%) (1996).
POBLACIÓN Y CULTURA: LA POBLACIÓN
La larga historia de Kenya se refleja hoy en su diversidad cultural. Diferentes etnias,
costumbres, lenguajes, religiones, ... En esta sección encontrarás las coordenadas básicas del
mapa cultural de Kenya.
La población de Kenya es un conglomerado diverso de etnias, culturas, religiones y lenguas. De
acuerdo a lo que hoy conocemos, el mapa humano del país comenzó a formarse hace 6.000
años, cuando los habitantes originarios de estas tierras comenzaron a sufrir las invasiones de
los pueblos cuchitas y nilóticos del norte. Más tarde llegaron los bantúes, después los árabes,
luego los asiáticos y los europeos... El color de la piel de los kenyatas cubre toda la gama de
claroscuros.
Los casi 30 millones de habitantes de Kenya se reparten de forma muy desigual por todo el
país, ya que las regiones del norte y el nordeste son áridas y poco hospitalarias para la vida
humana. En estas zonas, la densidad de población apenas llega a los 2 hab/km². Por el
contrario, en las ricas y fértiles tierras occidentales, el índice sube hasta los 120 hab/km². En el
Rift Valley la densidad es variable según las áreas, con una media de unos 13 hab/km².
18
La mayor parte de los kenyatas habitan en las Tierras Altas, donde el clima es más moderado.
La población urbana es casi un 25% del total y se acumula en unas pocas grandes ciudades,
sobre todo en Nairobi, Mombasa, Nakuru y Kisumu. La población rural se concentra en las
tierras fértiles y subsiste gracias a la agricultura. Sólo 4 millones de personas trabajan,
incluyendo los pequeños campesinos y pastores nómadas. Un 30% de la población activa son
mujeres.
La mayor parte de la población de Kenya es de raza negra. Las diferentes etnias se agrupan de
acuerdo a su origen lingüístico. Aproximadamente un 65% del total pertenece a tribus de
origen bantú, que pueblan las Tierras Altas centrales, el sudeste y las regiones costeras. El 30%
de origen nilótico se asienta en el sudoeste y la región central del Rift, mientras que un 3% de
cuchitas ocupan el norte del país. El espectro de población se completa con las minorías de
origen indio, árabe y europeo. Tal diversidad es la causa de que una gran parte de los kenyatas
hable más de un idioma. Las lenguas nativas persisten, pero el swahili es la lengua común en
toda Africa Oriental. El inglés es oficial y toda la población escolarizada lo habla con fluidez.
La diversidad es una fuente de riqueza, pero también de conflictos. A pesar de los esfuerzos
del gobierno por inculcar en los kenyatas la idea de un pueblo unido con un destino común, lo
cierto es que en Kenya, como en otros países africanos, el sentimiento de nación se aplica
sobre todo a la propia etnia. Muchos habitantes, especialmente los que no han tenido acceso a
la formación escolar, continúan sin asumir el concepto de estado. El país Maasai fue partido en
dos por la arbitraria frontera entre Kenya y Tanzania hace poco más de cien años. Aunque el
paso del tiempo tiende a separar definitivamente los destinos de los Maasai a un lado y otro
de la frontera, la memoria colectiva sigue conservando una conciencia de pueblo que no
comprende por qué el camino a los poblados de sus primos está interrumpido por un límite
que es difícil franquear. Aún hoy, la penetración de una tribu en el territorio de otra es recibida
como mínimo con desconfianza, y frecuentemente con agresividad.
A continuación figuran los datos generales sobre la población de Kenya. Excepto cuando se
especifica lo contrario, las cifras corresponden a 1999.
Población: 28.808.658 habitantes
Estructura de la población por edades:
0-14 años: 43% (6.244.321 varones, 6.104.181 hembras)
15-64 años: 54% (7.845.083 varones, 7.826.442 hembras)
Más de 64 años: 3% (343.449 varones, 445.182 hembras)
Tasa de crecimiento de la población: 1.59%
Tasa de nacimientos: 30,8 nacimientos/1.000 habitantes
Tasa de mortalidad: 14,58 muertes/1.000 habitantes
Tasa de migración: -0.34 emigrantes/1.000 habitantes
Estructura de la población por sexos:
En el nacimiento: 1,03 varones/hembra
Menos de 15 años: 1,02 varones/hembra
15-64 años: 1 varón/hembra
Más de 64 años: 0,77 varones/hembra
Población total: 1 varón/hembra
Tasa de mortalidad infantil: 59,07 muertes/1.000 nacimientos vivos
Esperanza de vida al nacer:
Población total: 47,02 años
Varones: 46,56 años
Hembras: 47,49 años
Tasa de natalidad: 3,88 nacimientos/mujer
Grupos étnicos: Kikuyu: 22%, Luhya: 14%, Luo: 13%, Kalenjin: 12%, Kamba: 11%, Kisii: 6%,
Meru: 6%, Otros africanos: 15%, No africanos (asiáticos, europeos y árabes): 1%
Religiones: Protestantes: 38%, Católicos: 28%, Religiones indígenas: 26%, Musulmanes: 7%,
Otras: 1%
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Idiomas: inglés (oficial), swahili (nacional), numerosas lenguas locales
Alfabetización: (pueden leer y escribir con 15 años o más, datos de 1995)
Población total: 78.1%, Varones: 86,3%, Hembras: 70%
FAUNA
Te presento a Morani. Es un rinoceronte negro doméstico, algo muy raro en su especie, la más
agresiva de los rinocerontes africanos.
Cuando Morani era pequeño, su madre fue abatida por cazadores furtivos. Él fue criado en
cautividad. Los intentos de reintroducirle al medio natural fueron infructuosos. Morani no fue
capaz de adaptarse a la lucha por la supervivencia. Sus primeros flirteos con una hembra de su
especie encolerizaron a otro macho dominante, el cual le infligió una tremenda paliza que
estuvo a punto de costarle la vida. Recuperado de sus heridas, hoy Morani vive en
semilibertad. Le puedes encontrar en la reserva de Sweetwaters, en las Tierras Altas de
Laikipia, entre el Monte Kenya y la cordillera de Aberdares.
Aunque los parques de Kenya rebosan de animales, lo cierto es que muchas especies se
encuentran amenazadas por la caza furtiva y la destrucción de sus hábitats. Como Morani,
muchos otros animales huérfanos, heridos, enfermos, o rescatados del comercio ilegal,
encuentran refugio en las reservas y santuarios de fauna.
LAGO NAKURU
El Nakuru es uno de los lagos sódicos del Rift Valley y un fantástico santuario de aves, sus
orillas pobladas en otros tiempos hasta por más de un millón de flamencos. Frecuentemente
se utiliza el tópico que lo define como "el mayor espectáculo ornitológico de la Tierra", según
una frase del famoso ornitólogo Roger Tory Peterson que, como toda frase de este estilo, se
utiliza hasta la saciedad con fines promocionales. Lo cierto es que durante los últimos años, los
flamencos han desaparecido esporádicamente para reaparecer después de forma tan
misteriosa como se fueron, pero siempre en números mucho menores.
El parque fue inaugurado como tal en 1968, aunque desde 1961 existió un santuario de aves
en el sector sur del lago. Con el apoyo del World Wildlife Fund, el gobierno de Kenya
emprendió un plan de adquisición de las tierras adyacentes para ampliar el área protegida. Ya
en 1964, el santuario incluía el lago entero, cuya superficie varía con las lluvias entre 5 y 40
km², además de una franja de terreno a sus orillas. Desde su proclamación como parque
nacional, las autoridades y organizaciones conservacionistas continuaron ganando la batalla a
la propiedad privada y a los asentamientos humanos, ampliándose aún más las fronteras del
parque en 1968 y 1974 hasta su extensión actual de 188 km².
Aunque las fotos de esta página no permitan adivinarlo, lo cierto es que el parque se
encuentra a tan sólo 4 km de distancia de la populosa ciudad de Nakuru. Esto tiene
consecuencias varias, pero casi todas de signo negativo para la conservación de este espacio
natural. Después del Nairobi National Park, éste es el segundo parque más accesible, ya que
Nakuru es la cuarta ciudad del país y capital del Rift Valley. El parque recibe por ello un alto
número de visitantes, más de 100.000 cada año, de los cuales una gran proporción
corresponde a ciudadanos de Kenya y residentes.
Pero el tráfico de vehículos no es la única ni la mayor de las amenazas: los vertidos
incontrolados desde la cercana ciudad provocan una fuerte degradación del entorno, hasta tal
punto que en épocas críticas los flamencos han desaparecido por completo del parque. En
1994-95 se produjeron muertes masivas de flamencos menores causadas por envenenamiento
de las aguas con metales pesados y toxinas, debido a un conjunto de factores de origen
climático y humano que produjeron el sobrecrecimiento de cianobacterias y algas
verdeazuladas tóxicas. En aquella ocasión se puso en marcha un plan para el tratamiento de
los residuos urbanos e industriales de la ciudad de Nakuru, para la monitorización de las aguas
y la contaminación y para la protección de la cuenca del lago.
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Por otra parte, la presión de la población circundante sobre el medio natural y de los furtivos
sobre los rinocerontes ha obligado a cerrar por completo el perímetro del parque con 74 km
de valla metálica. El primer vallado se realizó en 1976, reforzándose diez años después con una
alambrada eléctrica alimentada por energía solar, gracias a la cooperación del británico Rhino
Rescue Trust.
Las medidas están destinadas a proteger un espacio de excepcional importancia para la
conservación de la fauna, no sólo la diversidad de aves que inspiró la creación del parque sino
también un gran número de especies de mamíferos, originarios del parque o introducidos, que
viven y crían allí con éxito. Entre los últimos se encuentran los rinocerontes. El parque fue
declarado santuario para la protección de estos grandes y amenazados animales en 1987.
Desde entonces, la reintroducción de ejemplares de las dos especies, blancos y negros, ha
convertido a Nakuru en uno de los principales refugios de rinocerontes en Kenya y en el
parque donde el visitante puede contemplar fácilmente dos de las cinco especies de
rinocerontes que sobreviven en el mundo.
El parque ocupa el lago y una orla de terreno alrededor de las orillas norte, este y oeste,
mientras que hacia el sur el recinto se extiende hasta la cascada Makalia, que marca el límite
sur. Las orillas del lago están rodeadas de terrenos pantanosos, que durante las épocas más
secas desaparecen para dejar al descubierto grandes placas blancas de sal. El bosque ribereño
se abre hacia el sur en una sabana de acacias y arbustos. Las orillas oriental y occidental están
enmarcadas por elevaciones que ofrecen magníficos miradores sobre el lago: Lion Hill, Baboon
Cliff y Out of Africa. Al oeste, los Baboon Cliffs (Acantilados de los Babuinos) son el hábitat
preferido de algunas de las especies del parque, mientras que al este, una parte de Lion Hill
está ocupada por un magnífico bosque de Euphorbia o cactus candelabro, que dan al paisaje
un aspecto prehistórico. En el parque existen varios sitios de picnic y junto a las orillas del lago
se han erigido escondites (hides) para observar a las aves.
Además de aves y rinocerontes, el parque cuenta con un gran número de especies de
mamíferos, entre las que se encuentran los carnívoros como el león y el leopardo.
La cercanía del parque a la ciudad y los frecuentes conflictos entre la conservación del medio
natural y el desarrollo de los asentamientos humanos han alentado varias iniciativas
destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población local y facilitarles el conocimiento
de este espacio único. El Kenya Wildlife Service ha financiado proyectos de educación y
sanidad, destinados a la construcción de aulas, compra de equipamiento y libros, construcción
de dispensarios, etc. Por otra parte, el parque dispone de un autobús que por un precio
módico ofrece visitas guiadas al parque a los vecinos de Nakuru.
SAMBURU - BUFFALO SPRINGS - SHABA NATIONAL RESERVES
El complejo formado por las reservas de Samburu, Buffalo Springs y Shaba constituye uno de
los lugares más interesantes de Kenya y es único por varios motivos. Se trata de los entornos
protegidos más accesibles y visitados del norte del país, en el borde de lo que antiguamente se
conocía como NFD o Northern Frontier District (Distrito de la Frontera Norte), o a la inversa,
son las reservas más remotas e inaccesibles de entre las más populares. También es el lugar
donde es más fácil contemplar algunas especies poco frecuentes en Kenya o de difícil
observación en otros parques, ya que únicamente se encuentran al norte del Ecuador. Entre
ellas destacan la cebra de Grevy, la jirafa reticulada y el oryx beisa.
Desgraciadamente, estas tres reservas ofrecen también el ejemplo más flagrante de una
práctica que personalmente considero abusiva, aunque sea para una buena causa. Samburu y
Buffalo Springs son reservas adyacentes, únicamente separadas por un río. Dado que el río
marca la frontera entre dos distritos diferentes y que las reservas son gestionadas por las
autoridades de distrito, en teoría es necesario pagar la entrada a las dos reservas por
separado, cuando en realidad constituyen un único entorno natural. Lo más curioso de todo es
que la posibilidad de cruzar de uno a otro sin pagar la doble entrada parece depender
exclusivamente de la voluntad de los rangers, por supuesto sin utilizar el recurso de la
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"propina" que personalmente rechazo. Hay un puente que cruza el río a unos 3 km río arriba
del Samburu Lodge.
La condición de frontera de esta región también se refiere a los tradicionales problemas con
las guerrillas somalíes que acontecen con cierta frecuencia al norte de esta zona. Poco después
de la creación de las tres reservas, en los 60-70, éstas permanecieron cerradas durante varios
años a causa de los continuos ataques de los rebeldes. A pesar de esto y de los más recientes
problemas de seguridad tristemente protagonizados por los rangers, la visita a estas reservas
es obligada dentro del itinerario básico. Inicialmente, Buffalo Springs ocupaba ambas orillas del
río Ewaso Nyiro (Uaso Ngiro, "Aguas Oscuras") a lo largo de 16 km, pero posteriormente la
zona al norte del río fue separada como reserva independiente, ya que esta área pertenece al
distrito de Samburu ("mariposa" en la lengua Maa) y la orilla sur está bajo la jurisdicción del
distrito de Isiolo, al que también pertenece Shaba. Este último distrito pertenece a la provincia
oriental, mientras que el distrito de Samburu se encuentra en la provincia de Rift valley.
Shaba, la menos visitada de las tres, es también la más extensa, con 239 km². Samburu y
Buffalo Springs tienen superficies similares, 165 km² la primera y 128 km² la segunda. La zona
ha estado ocupada tradicionalmente por el pueblo Samburu, una tribu nómada de origen
paranilótico estrechamente emparentada con los Maasai.
El panorama del complejo de Samburu es un preludio a lo que espera al viajero que se adentre
en las tierras septentrionales, de ahí su calificación tradicional como frontera: sabana árida de
espinos, matorral seco y acacias achaparradas y dispersas. Las polvorientas llanuras se rompen
en pequeñas colinas, destacando la elevación de Koitogorr en Samburu (1.245 m) y, asomando
en la lejanía, la cumbre plana de la montaña roja de Ol Olokwe. El calor extremo, a pesar de la
altitud muchas veces superior a los 1.000 m, y la desolación del paisaje, son ingredientes
fundamentales del encanto de Samburu y sus reservas vecinas: es el rostro de la Africa menos
hospitalaria y quizá por ello más orgullosa. A primera vista, estas reservas podrían parecer un
desierto faunístico. En realidad, la sabana semidesértica es el hábitat preferido por ciertos
mamíferos adaptados a este ecosistema duro e inhóspito, algunos de ellos poco frecuentes en
otros parques de clima menos riguroso.
Bien es cierto que la mayor parte de la fauna se reúne alrededor de las escasas zonas
húmedas, principalmente las riberas del río Ewaso Nyiro, que trae hasta la región el agua de
los Aberdares, y los manantiales cristalinos de Buffalo Springs, en el sector oriental de la
reserva del mismo nombre, formados por el afloramiento de corrientes subterráneas que
nacen en el monte Kenya. Las zonas húmedas dan origen a una vegetación más exuberante,
con bosques de palmeras-dum, bifurcadas y de aspecto prehistórico, bosques ribereños y
praderas. La concentración de fauna en las charcas y corrientes facilita enormemente la
contemplación de los animales, quienes a su vez observan con extrañeza a los turistas que se
bañan en una de las piscinas de Buffalo Springs que está acondicionada para ello.
Más allá de Samburu y Buffalo Springs, el río continúa su camino bordeando la reserva de
Shaba por el norte. Este lugar toma su nombre de un cono volcánico que domina la llanura y
cuya corriente de lava se cruza para acceder al lodge. Más allá de Shaba, el río serpentea hasta
las cataratas de Chanler's Falls, para morir finalmente en el pantano de Lorian Swamp. El
paisaje de Shaba está sembrado de suaves colinas y sus cuatro fuentes naturales le confieren
un nivel de humedad muy superior al de sus reservas vecinas, hasta tal punto que durante las
lluvias, las pistas de Shaba sólo son accesibles a vehículos todo-terreno. En general, la reserva
está menos desarrollada y es por tanto más apacible y solitaria que sus dos hermanas.
Shaba es conocido por ser el lugar donde en 1980 fue asesinada por los furtivos Joy Adamson,
la autora de "Nacida libre". En el momento de su muerte, la famosa conservacionista estaba
embarcada en un proyecto de reinserción en el medio natural de leopardos criados en
cautividad.
Wildlife Safari
The surrounding riverine forests are good birding country, and in the late afternoon also
excellent leopard territory. Several individual leopards are commonly seen in trees around the
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river each day.
When the rains bring water back to the Ewaso N'giro, the river becomes a desert oasis of life.
Large herds of Reticulated Giraffe, buffalo and Impala all gather on the banks to drink.
Elephant herds often wade across the river, stopping to wallow and bathe in the shallows.
There are plenty of crocodiles here, and large specimens can be seen sunning themselves on
sandbanks. The heavy traffic of game around the riverbanks means that Lion are commonly
seen hunting here.
The plains and surrounding hills are also well worth exploring, and are the best place to find
gerenuk, Grevy's Zebra and cheetah. The rocky slopes of the Kopjes and hills are good country
for Kudu and are home to several prides of lion.
Most of the lodges and camps here are situated on the river bank, and there is good game
viewing from these properties.
The best time to see game is early morning and late afternoon. In the midday heat, most
animals retreat to the cool of thick undergrowth and become invisible. Morning and afternoon
game drives also allow you to witness the unforgettable African dawn and sunsets.
The most common means of Game viewing here is in customized vehicles, specially designed
for photograph. In some parts of the Reserves, guided walks, bird walks or Camel rides are
possible, usually along the banks of the Ewaso N'giro. These can be arranged through your
safari operator, lodge or camp.
If you have a particular wildlife or birding interest, look for a Safari operator who can offer you
specialized guiding and services to suit your needs.
White Water Rafting
One of Kenya's best adventure safaris is a rafting expedition along the Ewaso N'giro river. The
trip can last between three and eight days, depending on water levels and accessibility. Full
equipment and expert guides are provided for this ultimate adventure. The river winds its way
through spectacular white water, with up to 30 kms of nonstop Class II, III and IV rapids, and
seperate stretches of demanding Class V water.
This trip also promises plenty of game, with the river itself home to both crocodiles and
hippos. The banks attracts plenty of big game, and herds of Elephant, antelope, zebra and
giraffe are usually seen along the way. Rafting trips in this area have even been known to
encounter lions.
Each night camp is made on a sandbank, and rafters sleep under the stars, surrounded by the
sounds of the African night. For the real adventure traveller, it doesn't get much better than
this. High water season is May and December.
Trekking
Some lodges and camps organize game walks and hikes. There are definite hiking possibilities
in areas around the reserves, but local guides would be advisable. The best options for walking
are the nearby private sanctuaries, where skilled Samburu guides can give you a personal
introduction to the area.
A privately escorted foot safari is the best way to really experience the African bush at its best.
Walking through the wilds let you explore the wild at its most pure and visceral. as you track
big game, you become aware of every sight and sound, the smell of the earth and the touch of
the wind. An expert tracker will teach you the signs to look for, tracks- the individual tracks and
spoor, and show you how to use the wind to disguise your scent, and to move silently through
thick cover and get up close and personal with the game.
When you are at close range your senses are heightened, and you become increasingly aware
of the animal you are watching, how it moves and feeds, how it reacts to its environment. If
the animal reacts to your presence, it can be a real adrenaline rush.
There are few experiences as exhilarating as a close encounter with an elephant, lion or
buffalo. This is an experience that will make you feel more alive.
You will, of course, want to stay alive so make sure that any foot safari is undertaken by a fully
trained and responsible guide.
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Camel Safaris
Samburu is camel country, and an ideal place for a camel safari. Many of the lodges and camps
within the reserves have camels for guided rides and trips.
For a longer safari, there are many possibilities in surrounding areas. The camel is perfectly
adapted to this landscape and is widely used throughout Northern Kenya. They are usually
used for pack animals rather than riding, and are ideal as back up on a trek through the bush.
Camels with saddles are usually also supplied for those who want to ride.
Many camel safaris either carry all camping equipment and supplies with them, or use vehicle
back up to set up camp ahead of your arrival at a prearranged spot. Gifted Samburu guides, for
whom a camel train through the wilderness is a way of life, will introduce you to the bush and
the local wildlife.
This is a once in a lifetime experience, walking through the bush with only the sounds of the
wild and the soft tinkling of the camel bells, you will find yourself travelling at a relaxed pace,
moving through the wild in tune with the rhythms of nature.
Rock Climbing
The impressively stark massif of Ol Olokwe, 30 kms north of Samburu Reserve, has some
excellent climbing routes, summiting at 1.853 mtrs. Ropes and Equipment, and a guide with
some good local knowledge is advisable.
Bird Watching
This area is very popular with birders, and specialist birding safaris. Samburu and Buffalo
Springs have over 380 recorded species, with similar numbers in Shaba.
Notable species recorded include arid endemics such as Donaldson-Smith’s Sparrow Weaver,
Shining Sunbird and the Bristle Crowned Starling, many Vulturine Guinea fowl, several Hornbill
species, Somali Ostrich and rare species such as the Taita Falcon, migratory Kestrels and
William’s Lark.
Herbalism
For those with an interest in traditional medicine, some safari operators and private
sanctuaries can arrange for guests to learn more about the herbal medicines and rites of the
Samburu.
Throughout most of Kenya's traditional cultures, herbalism has played a major role. Traditional
healers used blends and preparations of native herbs, leaves, and particularly barks to treat
and prevent a wide range of ailments and disease.
This practice continues today, with herbal practitioners known as Daktari wa Miti Shamba
offering traditional remedies. As the practice fades, studies have shown that in many cases
these traditional blends were indeed beneficial and potentially curative. One of the largest
problems, however, is that these remedies and recipes were handed down orally from
generation to generation, with no written or permanent record. So as the practice fades and
these traditions are abandoned so is a treasure trove of medicinal practices that may hold
great scientific value.
Efforts are now being made to research and record these practices before it is too late. Visitors
can arrange to learn more and visit with traditional healers and herbalists.
Another fascinating and fading part of traditional culture in this area is the practice of
divination and prophecy. The Samburu have many astrological beliefs, and read the night sky
and position of the stars to make prophecy and predictions.
Spending time among the traditional people of this region is the best way to gain an insight
into local beliefs and customs.
AMBOSELI
El parque nacional de Amboseli ofrece una de las imágenes más clásicas de Kenya, la enorme
montaña del Kilimanjaro, con sus 5.985 m dominando la llanura como un dios poderoso
gobernando el mundo desde su trono de plata. Antes de que el misionero Johannes Rebmann
descubriese el Kilimanjaro para la cultura occidental en 1848, las antiguas leyendas swahilis y
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árabes hablaban de una montaña en el interior, en cuya cumbre vivía un dios terrible que
castigaba a los que se atrevían a acercarse a su morada paralizándoles los pies y las manos. De
esta manera, los habitantes de la costa tropical describían un fenómeno extraño para ellos, la
congelación.
Curiosamente, el Kilimanjaro no está dentro de los límites de Amboseli, de hecho ni siquiera
está en Kenya. Pero los tanzanos aún no han encontrado la manera de evitar que una de las
vistas más famosas de su montaña sea la que ofrecen sus vecinos. En realidad, si miras el mapa
de Kenya podrás comprobar que la absurda línea recta que separa ambos países se desvía de
una manera deliberada para dejar el monte en territorio tanzano. ¿El motivo? Al realizarse la
partición de Africa Oriental en las dos esferas de influencia, británica y alemana, Inglaterra
tenía dos montañas y Alemania ninguna, así que la reina Victoria regaló el Kilimanjaro a su
sobrino nieto el kaiser Guillermo II con ocasión de su cumpleaños, y el trato dejó satisfechos a
todos.
El parque nacional fue creado en 1974 con una extensión de 392 km², aunque está rodeado
por una reserva mucho más grande ocupada por el pueblo Maasai. Amboseli está situado en la
provincia del Rift Valley, junto a la frontera tanzana al noroeste del Kilimanjaro. A pesar de las
altas temperaturas, las tierras de Amboseli se encuentran por encima de los 1.180 m de altura.
Las cumbres de la montaña permanecen ocultas por las nubes durante gran parte del día. El
mejor momento para tener la oportunidad de divisar su cabeza plana es al amanecer.
El territorio de Amboseli pertenece al país Maasai, la legendaria tribu guerrera de nómadas
pastores que se alimentan de una mezcla de sangre y leche. Los Maasai continúan viviendo
hoy como lo han hecho siempre en la reserva que rodea el parque, pastoreando sus rebaños y
desplazando sus enseres en busca de los mejores pastos. A lo largo de sus migraciones, hoy
restringidas, los Maasai construyen sus poblados, los llamados enkang' o más popularmente
manyatta o emanyata, con palos de madera y estiércol de vaca. Con sus cuerpos esbeltos, sus
rostros hieráticos y orgullosos, sus atuendos coloridos y sus cabellos trenzados y teñidos de
rojo, los Maasai ofrecen una gran plasticidad para el fotógrafo, pero por tu propia seguridad
nunca les retrates sin su permiso.
Amboseli es un ecosistema muy frágil, sometido a grandes variaciones estacionales.
Fundamentalmente el terreno es seco, con pocas precipitaciones anuales, entre los 350 y los
400 mm. El sector noroccidental del parque está ocupado por el lecho del Lago Amboseli, que
durante gran parte del año no es más que una inmensa sartén ardiente de tierra salina
cuarteada en la que revolotean los torbellinos de polvo. Los espejismos se confunden con los
rebaños de cebras y ñúes, que caminan por el lecho cabizbajos y en fila india, con un aire
cansino y perdido.
Durante la estación húmeda, las lluvias inundan el lecho del lago y gran parte de los terrenos
adyacentes. Sin embargo, esta abundancia de agua no permite sostener una amplia variedad
de vida vegetal. El motivo son las sales del lecho del lago, que se dispersan con las aguas
empapando la llanura y frenando el crecimiento de las plantas. Esta es la causa de que en el
parque haya pocos árboles, tan sólo unas cuantas acacias dispersas. Por el contrario, los pastos
crecen ricos en sales y son muy apreciados por los herbívoros.
A pesar de la primera impresión de un terreno árido y polvoriento, en realidad Amboseli
rebosa agua en cualquier estación del año, pero bajo tierra. Las nieves del Kilimanjaro se
funden y discurren ladera abajo, empapando los estratos porosos de roca volcánica del
subsuelo. Se forman así varias corrientes subterráneas, que confluyen en dos manantiales de
agua cristalina en el corazón del parque y salen a la superficie en numerosos puntos formando
grandes pantanos como el Loginya Swamp, en el que crecen los papiros y retozan los
elefantes, los hipopótamos y los búfalos, con su corte de garcillas bueyeras.
La geografía de Amboseli es tan sencilla que su descripción recuerda a los mapas del tesoro de
los piratas. La inmensa llanura comienza en el lecho seco del lago Amboseli, que da la
bienvenida al visitante con su imagen desoladora. Hacia el sur y el este aparece la zona
denominada Ol Tukai, un parche de vegetación frondosa donde se sitúan algunos de los
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lodges. Al sur de éstos aparece un bosque de palmeras, un oasis de frescor que proporciona
agua, sombra y refugio a multitud de animales. A ambos lados del bosque de palmeras se
extienden las zonas pantanosas, y en la parte occidental se alza la Observation Hill, la única
elevación del terreno, una suave colina a la que se asciende a pie y que ofrece un magnífico
panorama del parque. Más al sur, los estratos de roca volcánica arrojada por el volcán hace
cientos de años afloran a la superficie, convirtiendo el paisaje en un malpaís. A la orilla de la
corriente de lava se sitúa otro de los lodges, el Amboseli Serena. Por último, en el límite sur del
parque se encuentran varios poblados Maasai junto al camping de Tortilis.
Amboseli está sometido a una fuerte degradación, tanto por parte de los turistas como de los
nativos. La geografía llana y rala del parque facilita la circulación fuera de las pistas, pero esta
práctica destruye los pastos, por lo que las autoridades insisten en que deben respetarse los
caminos marcados. En cuanto a los Maasai, continúan conduciendo su ganado por zonas
interiores al parque, una práctica prohibida pero a la que nadie se atreve a poner freno. Al fin y
al cabo, los Maasai ya fueron expulsados de sus tierras una vez, cuando se fundó la ciudad de
Nairobi.
Amboseli lies immediately north-west of Mount Kilimanjaro, on the border with Tanzania. The
Park covers 392 square km, and forms part of the much larger 3,000 square km Amboseli
ecosystem.
Large concentrations of wildlife occur here in the dry season, making Amboseli a popular
tourist destination. It is surrounded by six communally owned group ranches.
The National Park embodies five main wildlife habitats (open plains, acacia woodland, rocky
thorn bush country, swamps and marshland) and covers part of a Pleistocene lake basin, now
dry. Within this basin is a temporary lake, Lake Amboseli, that floods during years of heavy
rainfall.
Amboseli is famous for its big game and its great scenic beauty – and the landscape is
dominated by the towering Mount Kilimanjaro.
Major Attractions: Mount Kilimanjaro; Observation Hill which allows an overall view of the
whole park especially the swamps and elephants; Swamp below observation hill hosts many
elephants, buffaloes, hippos and a variety of water fowl like pelican; Egyptian goose;
contemporary Maasai culture and indigenous lifestyle; herds of elephants.
Wildlife: Amboseli has over 80 different mammals to be found ranging from the tiny (and
rarely seen) spectacled elephant shrew to the huge bulk of the African elephant. Few visitors
will go home without superb elephant pictures with Kilimanjaro as a backdrop. There are over
400 bird species.
Giraffe Center - Nairobi
The AFEW (African Fund for Endangered Wildlife) Giraffe Centre is located in Langata, just
outside Nairobi.
The centre has been ostensibly set up as a breeding centre for the endangered Rothschild
giraffe, but now operates conservation/education programs for Kenyan school children.
There is good information on giraffes available here, and an elevated feeding platform where
visitors meet the resident giraffes face to face.
Hand feeding giraffes is an education in itself. You will see, close at hand, how they use their
long, prehensile tongues to remove leaves from prickly acacia branches.
The AFEW centre is also home to Giraffe Manor, a beautifully maintained colonial home, now
an exclusive guesthouse.
The centre's giraffe population wander freely through the lush gardens, and pay an occasional
visit to the house itself, often pushing their heads through the French Windows to inspect the
breakfast table.
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Karen Blixen Museum, Nairobi
For anyone with an interest in Karen Blixen's book Out of Africa or the subsequent film, this
museum is a must see. The author lived on a coffee estate in a house known as Bogani from
1914 until 1931.
This area has now developed into the modern suburb of Karen on the outskirts of Nairobi.
The house is now a National Museum, and is maintained for visitors in its original condition.
Those who have read the book, or seen the film (which was filmed on location here) will
recognize the house with its sprawling tropical garden and views of the nearby Ngong Hills.
Efforts have been made to decorate all of the rooms of the house in their original style.
The house itself is furnished with a mixture of original decor and props from the 1985 film
production. The grounds contain displays of farming equipment from the plantation.
The museum has excellent trained staff who are well versed in the history of the house and
the life of Karen Blixen. They are available to answer queries and to give personally guided
tours. The Museum is easily accessible from Nairobi, by taxi or bus.
Nairobi National Museum
The recently renovated Nairobi National Museum is a good place to learn more about Kenya's
history and culture. The construction of the present Museum Hill site began in 1929 after the
government set aside the land for it.
The Museum was officially opened on September 22, 1930, and named Coryndon Museum, in
honour of Sir Robert Coryndon, one time governor of Kenya and a staunch supporter of the
Uganda Natural History Society.
With the opening of the museum, the society moved its extensive library into the Museum
complex.
Part of this collection made the foundation collection for what is now the Herbarium. In the
early forties and fifties, the late Dr. Louis Leakey made a public appeal for funds to enlarge
the Museum's galleries.
The result was the construction of all the present galleries to the right of the main entrance.
These were named in honour of the Nairobi community members who made their
contributions for the construc-tion. Today, one finds the Mahatma Gandhi Hall, the Aga Khan
and the Churchill Gallery among others.
In the early sixties the Nairobi Snake Park was built with the aim to educate the public about
snakes and the common reptiles of Kenya. The Snake Park continues to be a big attraction in
the Museum.
In 1964, the Coryndon Museum changed its name to the National Museums of Kenya.
Beginning from 1969, the Museum expanded its services and assets beyond Nairobi, and
established museums in Kitale, Meru, Kisumu, Lamu and Fort Jesus in Mombasa.
In addition, the Institute of Primate Research is also closely associated with the Museum.
Each of these regional museums has its own identity and develops its own programmes, and
are run under the office of the Director for Regional Museums, Sites & Monuments.
In the post 1969 period, the Museums have grown and diversified. The Leakey Memorial
building was opened in 1976 and houses the administration, archeology and palaeontology
departments.
The building also houses an auditorium with a sitting capacity of roughly 300 people which
serves to hold different Museum functions. Also during this period, research and
development programmes were developed and initiated.
These included cooperation with the University of Nairobi and the Institute of African Studies,
specialising in ethnography and cultural anthropology.
The Education department initiated programmes for the thousands of school children who
visit the Museums every year. The Casting Department sells casts of important fossil
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discoveries to Museums worldwide, both for study and for exhibition.
For more information on National Museums of Kenya visit www.museums.or.ke
MOMBASA
Fort Jesus, Mombasa (UNESCO World Heritage Site)
Fort Jesus is an interesting place to spend a day exploring the gun turrets, battlements and
houses within the walls. There is an excellent Museum and trained guides available.
Today the majestic Fort Jesus is a National Monument, standing high over the Mombasa
harbor.
Spectacular Sound and Light Show For those who want to learn more about the struggle for
Fort Jesus, the Fort plays host to a spectacular sound and light show 3 nights each week.
Visitors are welcomed into the Fort by guards in flowing robes brandishing flaming torches.
They are led to a specially designed and choreographed show that uses lights, sound effects
and costumed actors to bring to life the long and turbulent history of the Fort.
At the end of the show, a candlelit dinner is served in the open courtyard of the Fort, under
the stars. This wonderfully atmospheric night out is the perfect way to end the day, and learn
more about the history of Mombasa.
The sound and light show can be combined with a sunset dhow cruise on Mombasa harbour.
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