Alfonso

Transcripción

Alfonso
Alfonso
vélez pliego
quince
añosde ciencias sociales y Humanidades “alfonso Vélez Pliego”
instituto
BENEMéRITA UNIVERSIDAD AUTóNOMA DE PUEBLA
Alfonso
vélez pliego
presentación
A gustín g rAjAles P orrAs
Hombre de visión, gran político, académico e impulsor de la cultura, Alfonso Vélez Pliego
vivió en la esperanza, confió en el ser humano, usó la inteligencia y el conocimiento en
búsqueda de soluciones y enfrentó los problemas con pasión.
A su desaparición, la magnitud de sus acciones y pensamientos se agiganta y adquiere
la dimensión histórica que le pertenece. Ofrecer una remembranza de quien impulsó
hace quince años la creación de nuestro espacio académico es un tributo a su memoria,
al mismo tiempo que evoca el compromiso que nos unió de brindar a la sociedad un
ámbito universitario de desarrollo científico, cultural y de reflexión social. Alfonso Vélez
señalaba que “la genuina Universidad no existe sin investigación científica, tecnológica y
humanística, y sin las condiciones de libertad académica, autonomía plena y conducción
democrática que posibilitan su adecuado desarrollo”.
La comunidad del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla pone en manos del lector imágenes y
texto que abren la posibilidad de vislumbrar el pensamiento y la obra de un ciudadano
preocupado por desarrollar la vida democrática, un universitario entregado a la tarea educativa
sin interrupción, a la difusión de la cultura, a la protección de los bienes patrimoniales, al
impulso de las ciencias sociales, naturales y exactas, las artes y las humanidades.
Benemérita Universidad aUtónoma de pUeBla
Enrique Agüera Ibáñez
rector
José Ramón Eguíbar Cuenca
secretario general
Esta publicación es resultado de los trabajos de Everardo Rivera,
Francisco Vélez, Guadalupe Grajales, John Mraz, Jorge Lépez,
Marcelo Gauchat, Martha García y Teresa Grajales.
fotografías: Guadalupe Cano, Noel Lira, Mara Salazar, Rafael Durán,
Rodolfo Pérez, Ronaldo Shemidt, Rosa María Palafox y Rufino Vázquez.
colecciones: Ambrosio Guzmán, familia Rivera Flores, familia Vélez Iglesias,
Francisco Vélez, José Grajales, Marina Muñiz y Departamento de Información
y Documentación de la Cultura Audiovisual de la buap.
fotografía de portada: Ronaldo Shemidt
© Primera edición, 2007
instituto de ciencias sociales y humanidades “alfonso vélez pliego”, buap
Av. Juan de Palafox y Mendoza 208
Centro Histórico, Puebla, Pue.
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
Agustín Grajales Porras
director del instituto de ciencias sociales
y humanidades “alfonso vélez pliego”
l veintiséis de julio de 2006 falleció Alfonso Vélez Pliego a la edad de sesenta
años. Fue despedido con honores en el Salón Paraninfo de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, su hogar, su centro de actividades.
El Salón, la escalinata y el vestíbulo del edificio Carolino fueron
insuficientes para albergar a la multitud heterogénea de universitarios de
hoy y de siempre, gente de diversos sectores políticos, sociales, educativos y
culturales, familiares y amigos quienes aplaudían la llegada del ex rector a su
Alma Mater, celebraban la vida esforzada de un universitario comprometido
con la lucha colectiva por la consolidación de la universidad pública.
La muerte de Alfonso, además de concitar múltiples notas de prensa y
artículos firmados por amigos, familiares y colegas, propició la celebración de
distintos homenajes que aportaron testimonios y referencias relativas a su vida
y obra, particularmente en el ámbito de la educación superior y de la cultura.
Alfonso provenía de una familia relacionada desde largo tiempo con la
educación y con la política, y en esa misma tradición forjó su camino. Su vida
profesional se desarrolló esencialmente en el seno de la Universidad Autónoma
de Puebla, institución en la que laboró a lo largo de casi cuarenta años. Además
de desarrollar actividades docentes en distintas escuelas y facultades, ocupó diversos cargos de dirección académica,
administrativos y de representación de la comunidad en los órganos colegiados de gobierno, incluida la máxima
representación unipersonal que encabezó como rector en los periodos 1981-1984 y 1984-1987. Al final de su última gestión
logró que el Congreso del Estado ennobleciera a la Universidad Autónoma de Puebla con el título de “Benemérita”.
¿Cómo comprender la trayectoria de Alfonso y de sus contemporáneos sin revisar el contexto en que se formaron
política y culturalmente?
La vocación progresista de diversas generaciones de universitarios poblanos forma parte de la memoria colectiva
de la sociedad poblana y de la historia de la propia institución. Alfonso hacía referencia frecuentemente a algunos
eventos destacados de esta historia para recordar la vinculación de los universitarios con los movimientos sociales
y políticos de su entorno. Una y otra vez subrayaba que esta relación se había iniciado muchos años antes de los
acontecimientos en los cuales su propia generación fue protagonista.
La simpatía mostrada por algunos grupos universitarios a la revolución cubana en 1959 provocó una reacción
anticomunista por parte de ciertos gobiernos estatales y diversos sectores de interés económico, político y religioso
que comenzaron a organizarse en grupos paramilitares de conservadores, congregados bajo siglas como el
Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (muro), y el Frente Universitario Anticomunista (fua) en
diversas instituciones de educación superior como la unam, la uag, la uap, entre otras.
En Puebla, el 17 de abril de 1961, los estudiantes de la universidad organizaron un mitin de solidaridad en el
zócalo de la ciudad, hecho que provocó la inmediata respuesta del fua, que el 24 de abril protestó contra la actividad
de los comunistas en el seno de la uap. Los “carolinos”, nombre con el que se identificó en adelante a los estudiantes y
maestros progresistas, intensificaron sus demandas sociales, culturales y políticas. Este movimiento fue un antecedente
de la reforma universitaria, base de la posterior transformación de nuestra Universidad.
Alfonso ingresó a la Universidad como estudiante de la Escuela de Derecho en un contexto de inestabilidad y
en un ambiente de polarización ideológica, bajo un rectorado de facto y una legalidad cuestionada. Sería en 1963
cuando se promulgaría una nueva Ley Orgánica que sustituiría a la ley del 23 de noviembre de 1956. Este nuevo
ordenamiento eliminaba la existencia del Consejo de Honor, cuyos integrantes designaban al rector y al Patronato
Universitario, administrador de los recursos institucionales.
Uno de los eventos que sin lugar a dudas marcó a los universitarios poblanos en la década de los sesenta fue el
movimiento estudiantil popular de 1964 que culminó con la caída del entonces gobernador de Puebla, general Antonio Nava
Castillo. Alfonso recordaba algunos episodios de esta época, en particular su primera experiencia como orador en el zócalo
de Atlixco, en donde expresó la solidaridad de los estudiantes universitarios a los campesinos y rancheros de la zona.
Como parte de la agenda universitaria impulsada por el movimiento de reforma se crearon, en 1965, durante
el rectorado del doctor Manuel Lara y Parra, las escuelas de Filosofía y Letras –de la cual sería coordinador de
1975-1979– y de Economía. Alfonso se inscribió en la carrera de Historia al mismo tiempo que continuaba con
sus estudios de Derecho. La ampliación de sus horizontes formativos, el inicio de su carrera como catedrático
universitario en la escuela preparatoria Benito Juárez –como profesor de Lógica– y su relación con universitarios
como Luis Rivera Terrazas, Angelo Altieri y Carlos Colchero, entre otros, lo inclinaron hacia el estudio de la
historia de la ciencia y de la tecnología, filosofía de la ciencia e historia de la cultura.
En 1966, Alfonso, junto con Luis Rivera Terrazas, Jaime Ornelas, Roberto Vélez Pliego, José Grajales, José
Julián Gali, Rosa María Barrientos, Carlos Welti, y algunos más, fundó el Ateneo Cultural Julio Antonio Mella y
editó tres números de la revista Humanismo. En esta iniciativa se esbozaba uno de sus más claros proyectos de vida
expresado en la página editorial del primer número de la revista: “Un solo compromiso tenemos: poner la cultura al
servicio del hombre, hacer realidad nuestro lema: ¡Por la emancipación del hombre a través de la cultura!”.
La fundación y desarrollo del Ateneo se dio en el contexto local de la crisis política abierta entre distintos
grupos universitarios a raíz de la renuncia del doctor Manuel Lara y Parra como rector de la institución; y en el
plano nacional, en un encadenamiento de crisis política de las universidades públicas que acumulaban rezagos y
conflictos de distinta naturaleza: en la unam renunciaba el doctor Chávez como rector; la Universidad Michoacana
sufría una intervención militar, lo mismo que la de Sonora.
Las universidades de Tabasco, Oaxaca, Michoacán, Puebla, Sonora, Guerrero, Nuevo León, Jalisco y, desde
luego, instituciones nacionales como la unam y el Politécnico fueron el espacio en donde personalidades como
Vélez Pliego participaron en la conjugación de agendas políticas y educativas que incidieron en el régimen político
así como en la transformación de las propias instituciones. Estas convergencias apuntaron decididamente hacia la
democratización del país y sus instituciones, promovieron una transformación educativa, cultural y política que se
confrontó con el pensamiento conservador en múltiples campos y, finalmente, se condensaron en el movimiento
estudiantil popular de 1968, movimiento en el que Alfonso participó activamente.
La presencia de los comunistas en las universidades formó parte de este complejo de circunstancias. En Puebla,
desde la década de los cincuenta, estudiantes pertenecientes a las filas de las juventudes comunistas participaron
en los distintos conflictos en alianza con universitarios sin partido o afiliados a diversas agrupaciones políticas
reconocidas por el gobierno.
La conflictiva universitaria que se derivó de la participación de los poblanos en el movimiento estudiantil popular
de 1968, la inestabilidad institucional asociada a las formas transitorias de su conducción, la rápida urbanización y
la creciente demanda de servicios de una población en proceso de expansión, multiplicaron los conflictos sociales,
provocando una creciente inestabilidad política del propio gobierno local, lo que condujo a la renuncia del general
Rafael Moreno Valle y a la designación del médico Gonzalo Bautista O’Farril como gobernador interino.
Diversas confrontaciones de la época tuvieron como actores principales a los universitarios, entre ellos a los
miembros de las juventudes comunistas. En el caso de la demanda por mayor subsidio y de ampliación de la cobertura
educativa, Alfonso Vélez y un grupo de universitarios lograron fundar la Preparatoria Popular Emiliano Zapata en
1970 –de la cual fue su primer director– a fin de garantizar el ingreso a estudiantes que habían sido rechazados por falta
de cupo en la única preparatoria de la Universidad existente hasta ese momento, la preparatoria Benito Juárez.
A las transformaciones universitarias se aunaron los conflictos derivados de los aumentos a las tarifas del
transporte público, del incremento constante del comercio ambulante y de la demanda de tierra y vivienda por
parte de los grupos emigrantes del campo, entre otros movimientos populares distintivos de los años setenta que
generaron una polarización creciente en la sociedad.
Con la salida de Rafael Moreno Valle, a diferencia de lo sucedido en 1961 o 1964, la ofensiva contra la
Universidad y los universitarios estuvo encabezada por el propio sucesor como gobernador interino. El incremento
de las tensiones entre los universitarios y el gobierno estuvo precedido de una serie de asesinatos de origen político,
conflictiva que finalmente repercutió en la partida de Gonzalo Bautista O´Farril y la designación de un nuevo
gobernador, Guillermo Morales Blumenkron, a quién correspondió la responsabilidad de concluir el sexenio.
En este contexto político, social y universitario, Alfonso fue invitado a ingresar al Partido Comunista Mexicano
(pcm). En septiembre de 1973, el Comité Central lo designó secretario regional del partido. Una de sus tareas
inmediatas fue la organización del Primer Congreso Regional del Partido Comunista Puebla-Tlaxcala celebrado
en abril de 1974.
Su ingreso al pcm ocurrió en un momento especial. El ámbito internacional estaba signado por la emergencia
del eurocomunismo. En opinión de sus exponentes, las transformaciones dependían de las circunstancias de cada
país, tesis que rompía con los postulados estalinistas. El ámbito nacional estaba presidido por el tránsito de la
clandestinidad del partido a su pública y abierta participación en la política y en los procesos electorales, lo cual requería
de la transformación de los modos de organización de un partido de cuadros a un partido de masas.
El tránsito de Vélez Pliego por el Partido Comunista y las organizaciones que lo sucedieron: psum, pms y prd, hasta su
salida de esta última formación para fundar el Partido de Centro Democrático (pcd) en Puebla, estuvo marcado por diversas
polémicas; la primera, relacionada con el carácter de la lucha. La convicción de Alfonso era que la transformación del país y
de sus instituciones requería que los ciudadanos conquistaran el ejercicio de sus libertades fundamentales de orden político,
social, gremial y cultural. Asimismo, estaba convencido de que la reivindicación de la democracia, en un entorno cuyos rasgos
distintivos eran el autoritarismo, la represión y el control corporativo, la construcción de los espacios democráticos constituían
el más importante paso hacia la transformación del país. De manera consustancial a esta visión, se postulaba como elemento
inherente la formación política, la cual él mismo concebía como un proceso educativo y cultural complejo, cuyo objetivo
fundamental era la formación de mentalidades comprometidas con la democracia, la tolerancia y la pluralidad.
Este proceso educativo y cultural requería del pleno funcionamiento de las instituciones de la sociedad: universidades,
partidos, sindicatos y familias, en tanto que constituían los ámbitos de formación de estas mentalidades. Para Alfonso,
los espacios universitarios no debieran circunscribirse a ser ámbitos de solidaridad de amplios movimientos sociales de
carácter nacional (ferrocarrilero en 1958, magisterial en 1964, médicos en 1966) sino que también configuraban espacios
de debate sobre los proyectos culturales y educativos de la región y del país.
En esta vertiente de la problemática Alfonso insistía en revisar históricamente la relación entre saber y poder,
particularmente las relaciones entre el Estado surgido de la Revolución de 1917 y las instituciones de educación superior de
carácter público. La polémica Caso-Lombardo, la autonomía universitaria, la Ley Bassols fueron hitos en su reflexión y en
el debate sobre el papel de la educación superior en la configuración de los valores sociales.
Una de las hipótesis que guiaba su esfera de investigación giraba en torno a la determinación del Estado mexicano por
controlar y subsumir la agenda formativa del México posrevolucionario a la agenda política y de gobierno del partido de
Estado. Los desencuentros entre los intelectuales del nuevo régimen con la formación decimonónica, con el positivismo,
con las ciencias sociales y las humanidades, formaban parte de su análisis en la revisión de las formas en que estas
contradicciones gravitaron en el retraso científico y tecnológico del país.
Su indagación se extendía a la forma en que los grandes referentes ideológicos del Estado mexicano como el indigenismo,
el nacionalismo, la industrialización y la reforma agraria auspiciaron el surgimiento de instituciones y prácticas culturales y
educativas, definiéndose programas, opciones disciplinarias y vínculos entre el poder político y las universidades.
Durante los últimos años de su vida, Alfonso observaba agudamente la reforma de Estado emprendida por la corriente
neoliberal tanto del pri como del pan, así como la crisis de las relaciones entre partidos y ciudadanos y entre ciudadanos
y gobierno, como expresión de la puesta en marcha de nuevos instrumentos de control que habían dado como resultado
espacios empobrecidos e instrumentalizados, entre ellos la universidad pública, al servicio cada vez menos de una idea de
Estado y más de grupos de interés económico o político partidario.
Sus convicciones educativas y culturales lo llevaron a multiplicar sus esfuerzos por desarrollar una agenda sistemática
durante su rectorado. En su gestión consolidó una nueva idea de universidad pública mediante la progresiva construcción de
una legalidad que correspondiera a las aspiraciones y a los mejores propósitos del movimiento: la libertad de cátedra y de
investigación, la creación de los espacios de investigación, la infraestructura académica, la profesionalización de la docencia
y de la investigación, la inserción de la universidad en el contexto académico internacional, el impulso de la difusión del
conocimiento y de la cultura, y la redefinición de la extensión universitaria como el canal de arraigo institucional. La
identificación y la precisión de las funciones sustantivas de la universidad se le deben a él, lo mismo que la diferenciación
de la actividad partidaria como actividad ciudadana.
Con la conducción de Alfonso Vélez Pliego, la universidad pública pudo vivir sin acoso y ejercer su autonomía sin que
suscitara inquietud o rechazo social. Como rector tuvo la capacidad de conducir la Universidad hacia su estabilidad, hacia
la institucionalidad plena y hacia la reconciliación social en una Puebla enfrentada.
Él concebía la política como la participación por lo mejor de los propósitos humanos, por la posibilidad de enaltecer la
condición humana, por el derecho a desarrollar las capacidades hasta donde el horizonte social lo posibilitara, por el derecho
a disentir sin discordia. Tuvo la virtud de actualizar valores proscritos por la cultura política autoritaria degradante
y degradada, valores que se resumen en la mística académica que fue la atmósfera de esos años: el respeto al
conocimiento, el valor de la honestidad y la superación personal como un compromiso institucional.
Alfonso fue un apasionado de la historia y en especial de la historia de Puebla. De ahí su preocupación por
crear espacios que salvaguardaran los acervos y los bienes culturales de la memoria colectiva, y en concreto de la
historia universitaria. La diversidad del patrimonio fue atendida en sus formas específicas, así se fundó el Jardín
Botánico, el Centro de Información y Documentación de la Cultura Audiovisual, la Dirección de Patrimonio, el
Museo Universitario, el Archivo Histórico, el Centro de Conservación y Restauración de Materiales Gráficos, se
crearon las bibliotecas de investigación y de área, se incrementaron los acervos bibliográficos y hemerográficos,
se divulgó el patrimonio documental con ediciones facsimilares del valioso acervo de la Biblioteca Lafragua,
restaurada durante su gestión. Se empeñó en enriquecer el fondo poblano impreso, como iniciador y coordinador de
las colecciones bibliográficas: Puebla: la Ciudad y sus Monumentos y Biblioteca Poblana de Historia y Cultura.
Otra forma notable de rescate de la memoria fue la adquisición de numerosos inmuebles del centro histórico
que enriquecieron el patrimonio universitario. A iniciativa suya la Universidad adquirió en 1973 el antiguo colegio
de San Jerónimo, que albergó a la Escuela de Filosofía y Letras. Posteriormente, durante sus gestiones como
secretario general y rector, se adquirieron numerosos inmuebles: la Casa de las Diligencias, el Centro de Lenguas
Extranjeras, la Casa del Alguacil Mayor, la Escuela de Artes, la Casa del Gobernador Calderón, la Casa del Arco,
la Casa de los Muñecos, la Casa Presno, el Edificio Arronte o Casa de los Cañones, la Casa Flores Magón, la Casa
Gabino Barreda, la Casa Sor Juana Inés de la Cruz y la Casa de la Reina, entre otras edificaciones; finalmente, en
el año de 1992 logró del Gobierno del Estado la donación de la Casa de la Aduana Vieja para albergar al Instituto
de Ciencias Sociales y Humanidades (icsyh). Es significativo que el rescate patrimonial fuera por vez primera
una acción sistemática, con una idea muy precisa que aspiraba a convertir a la ciudad de Puebla en un referente
educativo y cultural. Por este programa de rescate la uap recibió el premio “Francisco de la Maza”, otorgado
por el inah. Alfonso también participó en la integración del expediente que llevó a la ciudad de Puebla para ser
considerada Patrimonio de la Humanidad.
Por las acciones que impulsó y encabezó a lo largo de su vida, Alfonso Vélez Pliego recibió nombramientos,
reconocimientos, premios y distinciones de instituciones educativas, así como gubernamentales, del país y de otras
naciones como la República Democrática Alemana, Polonia y Francia. La última distinción que le fue conferida
fue en el mes de junio de 2006, al recibir el premio “Federico Sescosse”, que otorga el Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios (icomos), a “la persona física que cuente con una destacada trayectoria en relación con la
protección, investigación o difusión del Patrimonio Monumental”.
Una de las materializaciones de sus numerosos proyectos fue la creación del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades. Alfonso tuvo la sensibilidad de conjuntar, coordinar y conciliar sus aspiraciones académicas y políticas
con las de un conjunto de universitarios dispuestos y comprometidos con el imperativo de potenciar las actividades
de investigación y la formación de recursos humanos en el ámbito de las ciencias sociales y de las humanidades. Esta
iniciativa de fundación se anidó bajo el espíritu de los cambios recientes que se habían introducido en la estructura
universitaria, la cual culminó el 2 de octubre de 1991, cuando en el marco de un debate muy polémico en el seno del
Consejo Universitario se resolvió la creación del Instituto que ahora lleva su nombre.
Alfonso Vélez Pliego recibió el encargo institucional de emprender la estructuración del Instituto en calidad de
director fundador y después como director electo hasta el dos de marzo de 1997. De acuerdo con las necesidades
y proyectos que se habían preconcebido, se agilizó la composición de la planta académica con un centenar de
investigadores y profesores nacionales y del extranjero provenientes en su mayoría de distintas unidades académicas
de la institución (Instituto de Ciencias, Filosofía y Letras, Arquitectura, Economía, Administración Pública,
Programa de Estudios Municipales y las preparatorias Alfonso Calderón y Lázaro Cárdenas), así como a través
de la contratación de nuevas plazas académicas. El área administrativa estuvo a cargo de personal de la propia
institución e igualmente se crearon algunas plazas de personal de confianza. La investigación se estructuró en siete
áreas: Ciencias del Lenguaje, Estudios del Patrimonio Cultural, Estudios Latinoamericanos, Estudios Regionales,
Historia, Sociedad y Cultura, y Sociología y Ciencia Política. En cuanto a la oferta de estudios de posgrado se
iniciaron tres programas: Ciencias del Lenguaje, Historia y Sociología, mismos que contaron con el reconocimiento
de conacyt a través del Padrón de Posgrados de Excelencia.
Alfonso promovió una visión estratégica del desarrollo para las instituciones culturales, educativas y ciudadanas
de las que él mismo formaba parte. Son muy significativos los proyectos que inició de manera personal y colectiva
a los que dedicó sus últimos días: la Academia para el Avance de la Ciencia, la Tecnología y las Humanidades
del Estado de Puebla; Puebla: un Museo Abierto; Plan Estratégico: Puebla hacia el 2031; Plan Tutelar de Bienes
Culturales: Programas Básicos para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural; Propuesta de Creación de la Facultad
de Bibliotecología, Documentación e Información; Proyecto de Gran Visión 2020 de la buap; Diplomado en
Diseño y Gestión de Exposiciones; Proyecto de Rehabilitación de la ex fábrica textil La Constancia Mexicana, y
la restauración del edificio de la Aduana Vieja como sede del Instituto, así como de una biblioteca y hemeroteca
iberoamericana de trascendencia intercontinental en Ciencias Sociales y Humanidades.
A través de sus acciones, impulsadas por sus ideales y propósito de vida, Alfonso refrendó su compromiso con
los saberes sociales, culturales y científicos como instrumentos insustituibles en la construcción de una sociedad
más justa, equitativa, incluyente, democrática y humana.
Índice de
imágenes
1 Respaldo de los universitarios al candidato a rector Alfonso Vélez Pliego. 2 Marcha encabezada por el H. Consejo Universitario de la uap. 3 Coordinador de
la Escuela de Filosofía y Letras, 1975-1979. 4 Con Pablo Gómez en una reunión del Partido Comunista. 5 Con Amalia García y Valentín Campa. 6–7 Orador
en mítines. 8–11 Campaña por la rectoría. 12 Marcha de protesta. 13 Campaña por la presidencia municipal. 14 Calificación de las elecciones de rector, 1981-1984.
15–18 Toma de protesta como rector, 1981-1984. 19 Con su padre, licenciado Alfonso Vélez López. 20 Candidato a diputado por el psum. 21 Toma de protesta
como coordinador de la Escuela de Filosofía y Letras. 22 Recién electo rector. 23 Con Daniel Cazés y Humberto Sotelo. 24 Con el comandante Tomás Borge, del
Frente Sandinista de Liberación Nacional (fsln) de Nicaragua. 25 Con Raymundo Bautista, Daniel Cazés y Luis Rivera Terrazas. 26 Sesión de Consejo Universitario.
27 Con el ingeniero Luis Rivera Terrazas. 28 Inauguración de la Biblioteca José Revueltas del área de Sociales y Humanidades, con Daniel Cazés y Fernando
Macedo. 29 Inauguración del Instituto de Física del Estado Sólido, con Manuel Lara y Parra, Julio Mendoza, Jorge Flores y Luis Rivera Terrazas. 30 Inauguración
de la Tienda Universitaria. 31 Toma de protesta como rector, 1984-1987. 32 Denominación de Avenida Universidad a la calle14 Sur. 33 El H. Congreso del
Estado declara Benemérita a la uap, 1987. 34 1ra. Reunión Latinoamericana de Historiadores de la Ciencia y la Tecnología, 1982, con José López Sánchez y Juan
José Saldaña. 35 Inauguración de quirófanos en el Hospital Universitario. 36 Inauguración del Museo Universitario Casa de los Muñecos, con Ambrosio Guzmán.
37 Con Hugo Pérez Barrientos, secretario general de la uap. 38 Con un campesino en las calles de Puebla. 39 Firma de convenio de intercambio académico con
Cuba. 40 Firma de convenio con la Universidad Nacional de Nicaragua. 41 Preparativos para otorgar el doctorado Honoris Causa a Salvador Allende, con José
Grajales, Hortensia Bussi y su hija. 42 Visita de astronautas rusos a la uap. 43 Condecoración de la Orden al Mérito en grado de insignia de comandaría, de Polonia,
1986. 44 Condecoración de Oficial de la Orden Nacional al Mérito, Presidencia de Francia, 1987. 45 Medalla por su contribución a la Amistad entre los Pueblos, de
la rda, 1988. 46 Convenio con la Universidad Técnica de Dresden. 47 Edificio Arronte o Casa de los Cañones. 48 Casa de los Muñecos. 49 Casa de las Diligencias.
50 Inauguración de la biblioteca del icsyh Maestro Ernesto de la Torre Villar, con Enrique Doger, Ernesto de la Torre Villar, Masae Sugawara e Ignacio Márquez Rodiles.
51 Último informe como director del icsyh, con Eduardo Lobato y Agustín Grajales. 52 Presentación de un libro. 53 Conferencia de la Academia para el Avance de la
Ciencia, la Tecnología y las Humanidades del Estado de Puebla, con Agustín Grajales, Alejandro Cornejo, Juan José Saldaña y José Luis Carrillo. 54 Pastel de cumpleaños.
55 Casa Presno. 56 Reconocimiento al Mérito Civil por el Ayuntamiento de Puebla, con Guillermo Pacheco Pulido y Manuel Díaz Cid. 57 Rosendo Huesca, arzobispo
de Puebla, lo saluda en el Salón Barroco. 58 Recibe el Premio “Federico Sescosse” 2006 (icomos-unesco), con la gobernadora del estado de Zacatecas Amalia García
y su esposa Lilia Iglesias. 59 En la dirección del icsyh, en la Casa Presno. 60 En los portales con su hermano Roberto Vélez Pliego. 61 Francisco Vélez Pliego cubre el
féretro de su hermano Alfonso con la bandera del pc.
61
El libro Alfonso Vélez Pliego se terminó de imprimir en marzo de 2007, en los talleres del Grupo Impresor México.

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