¡QUÍTATE LA CARETA! - Teléfono de la Esperanza

Transcripción

¡QUÍTATE LA CARETA! - Teléfono de la Esperanza
Numero 260 I ENERO - MARZO 2016
Revista del Telefono de l a Esperanza
avivir
www.telefonodelaesperanza.org
¡QUÍTATE LA
CARETA!
Máscaras para
ocultar el “yo”
y modos de
recuperarlo
Detrás de cada máscara
se oculta miedo al rechazo.
Un estudio histórico de
Herminio Otero
“Elegimos una personalidad
para que los demás nos quieran”
Entrevista con la psicóloga
Victoria Cadarso
Cómo dejar de vivir en
la mentira.
Por María Guerrero
SUMARIO
SUMARIO
Carta del director // Quítate la careta // 5
A fondo
Entre la máscara y el disfraz
// 6
Nuestras caretas nos ocultan y al mismo tiempo, nos delatan
Por Herminio Otero Martínez
Al encuentro del yo // 14
Hay que dejar un margen para la aventura, el descubrimiento y el asombro
Por Alfonso Echávarri Gorricho
Cómo quitarnos la máscara // 20
Deshacer nudos, levantar prohibiciones, dejar de vivir en la mentira
Por María Guerrero Escusa
Educar para la autenticidad // 26
No aceptar, ni aceptarnos, nos obliga a utilizar máscaras
Por José María Jiménez Ruiz
La tiranía del disfraz // 32
Los jóvenes tienen miedo al ridículo, a quedar fuera del juego social
Por José Luis Rozalén Medina
Entrevista // 38
Con Victoria Cadarso Sánchez, Psicóloga,
escritora y directora del Victoria Cadarso
Team
Por Gloria Díez Fernández
Cine // 46
Máscaras de cine
Por Norberto Alcover Ibáñez
A pie de calle // 52
¿Con qué cara nos quedamos?
Por Antonio Saugar Benito
Comunicando // 58
Más de cuatro millones de españoles se
sienten solos // Un 9% de los españoles
sufren una enfermedad mental // “Reflexiona. Ponte en mi lugar. Conecta conmigo”
// “Hacer voluntariado es querer cambiar
el mundo y hacerlo” // “Bodas de plata”
con la ilusión del primer día // ¡Apúntate a
nuestra gran familia en RED! // La Guardia
Civil y el Teléfono de la Esperanza se unen
para promocionar la salud emocional y prevenir el suicidio
Colaboradores:
Herminio Otero
Alfonso Echávarri
María Guerrero
Redactor jefe y Publicidad:
José María Jiménez
Gloria Díez
José Luis Rozalén
Norberto Alcover
Diseño gráfico:
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Coordinación:
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3
Carta del Director
¡QUÍTATE LA CARETA!
Recuerdo haber leído una frase deI famoso novelista japonés Susako
Endo: “Las personas nunca conocen su verdadero aspecto. Todo el mundo cree que esa máscara social falsa y afectada que luce es su auténtico
rostro”. Desde niños, de forma inconsciente, cuando vamos alcanzando
el uso de razón comienza en nosotros una difusa sensación de miedo a no
ser valorados, a no ser queridos. Entonces nos comparamos con aquellos
de nuestro entorno que reciben alabanzas, protección y cariño. “Mira tu
hermano, qué bien se porta”. “Fíjate en fulanita, qué niña tan mona”. Y
nos muestran un arquetipo, una figura ideal que debe ser imitada: el estudiante aplicado, la adolescente ordenada, el hijo obediente que nuestros
padres y familiares han proyectado desde su “superego” para nosotros. O
bien, para escapar de eso, elegimos personajes rebeldes o alternativos que
nos atraen en el cole, el cine, la religión, la calle como identidad apetecida.
Así arranca en mí la necesidad de ponerme una máscara, adoptar un determinado disfraz. A medida que crecemos el
truco se hace habitual y se multiplica. Ya no adopto una sola careta, sino varias, según las circunstancias: una en casa
y en familia, otra con los amigos, la tercera en la oficina, que también cambia ante el jefe, los compañeros de trabajo o los clientes. Solo cuando cerramos la puerta de nuestro cuarto emerge algo de lo que somos en verdad, y esa incoherencia nos pone tristes.
Tal fenómeno se ha acrecentado sobremanera en la sociedad de modelos publicitarios que se nos presentan como ideales de triunfo: la seductora irresistible, el ejecutivo agresivo, el propietario de un coche o una vestimenta cuya asociación nos lanza al “estrellato”. El proceso llega a extremos de hacernos un liftin, cirugía estética e incluso inventarnos
títulos universitarios, aventuras increíbles que jamás hemos vivido, o corrompernos y hasta robar si hace falta.
De esta manera, como actores o actrices consumados, (del teatro viene la palabra máscara=”persona”), llegamos a
creernos que esa careta es nuestro auténtico rostro. Es verdad que no hay que exagerar, y que lo mismo que no podemos
ir desnudos por la calle tenemos que protegernos muchas veces con cierto disfraz. No le puedes decir al patrón que te
va a contratar, antes de intentar aprender y demostrar capacidad para un trabajo, que estás “pez” en la materia.
Pero aquí en este número de AVIVIR intentamos reflexionar sobre algo más profundo: si nos hemos instalado de tal
manera en la mentira que tenemos reprimido o machacado nuestro verdadero yo. Este proceso es tan antiguo que ya
Séneca advierte que nuestra verdadera identidad acaba saliendo a flote: “Nadie puede llevar mucho tiempo el disfraz.
Todo lo que está disfrazado acaba por volver a su naturaleza”.
¿Sabéis cuales son las máscaras peores? Las máscaras espirituales que nos apartan de nuestro centro. Muchos pretendidos maestros y gurús nos vampirizan para alimentar su propio ego y hacerlo más fuerte y poderoso con nuestro
borreguismo. No hemos salido de fábrica como fotocopias, somos únicos, originales y llevamos dentro nuestra mejor
identidad, solo que ahogada por mucha hojarasca.
Es verdad que bajo la careta nos sentimos más cómodos exhibiendo nuestra “normalidad”, nuestro “status”. Pero no
somos nosotros, vivimos desconectados de nuestra auténtica esencia y al cabo eso se paga. Decía Anthony de Mello
que “La verdad que nos libera suele ser la que menos queremos escuchar”. Como el leoncito que creció entre ovejas
y creía ser una de ellas hasta que vino otro león y tuvo miedo de ser devorado. El congénere le llevó hasta un lago y
cuando vio su auténtico rostro finalmente rugió y recuperó su identidad de león.
Es el miedo el que nos impide ser nosotros mismos, sin darnos cuenta que con careta o sin ella siempre vamos a tener
amigos y enemigos, partidarios y detractores. ¿No es mejor escuchar nuestra voz interior y seguirla? Vuelvo a citar al
gran Tony de Mello: “El yo no está bien ni mal, no es bello ni feo, inteligente ni estúpido. El yo es, simplemente. Indescriptible, como el espíritu. Todas las cosas —como tus sentimientos, pensamientos y células— vienen y van. No te
identifiques con ninguna de ellas. El yo no es ninguna de ellas”. En una palabra, dejarse ser es quitarse la careta.
Pedro Miguel Lamet
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A Fondo
Por Hermino Otero Martínez
Entre la
máscara
y el
disfraz
Nuestras caretas
nos ocultan y
al mismo tiempo,
nos delatan
Las máscaras y disfraces nos han
acompañado a lo largo de nuestra
historia humana y siguen muy
presentes en la sociedad actual, tan
impregnada de fragilidad.
6
A Fondo
El relato biblico nos cuenta que los primeros seres humanos, personificados en Adán Hecho de la
Tierra y en Eva Madre de los Vivientes, andaban
desnudos. Sólo cuando toman conciencia de lo
que son y de lo que hacen, comienzan a cubrir
cus cuerpos, comenzando por lo que llamamos
“sus vergüenzas”.
La ciencia parece confirmarlo: los seres humanos anduvieron unos 800 mil años desnudos y a
la intemperie, sin la protección de pelo o ropa,
acogidos por el calor de África. La investigación
genética de pigmentación sugiere que los primeros seres humanos perdieron el vello corporal hace alrededor de 1 millón de años. Y David
Reed, investigador del Museo de Historia natural
en Florida, usando secuencias de ADN, descubrió que fue hace solo 170 mil años cuando los
piojos tradicionales de cabello empezaron a divergir en piojos de ropa y, por lo tanto, que fue
entonces cuando los seres humanos comenzaron a cubrir sus cuerpos con ropa. Lo hicieron 70
mil años antes de migrar desde la Tierra Madre
de África a climas más fríos y latitudes más altas, algo que se cree sucedió hace 100 mil años.
Unas decenas de miles de años antes habían comenzado a usar ropa.
Los hombres primitivos pasaron de llevar el cuerpo desnudo a cubrirlo con vestidos entre las dos
últimas glaciaciones y, probablemente, no fue
para protegerse del frío.
Ya en el siglo XIX, el filósofo inglés Thomas Carlyle
(1795-1881) afirmaba que “la primera intención
de la ropa no fue para calentarse o por decencia,
sino con fines de ornato”. O sea, para identificarse con su grupo, para destacar ante los demás y
para mostrar éxito y poder.
Siglos o milenios después de la aparición, la moda
se consolidó como una forma de mostrar las diferencias entre los grupos o clases sociales: ponía de
manifiesto quiénes eran los amos y quiénes los esclavos. Y era también una forma de identificación
con el grupo al que se pertenecía. Desde entonces
y hasta ahora ha servido para disfrazarnos comunicando además información específica, como la
soltería o la viudez, el oficio o la ocupación, y la
pertenencia a una religión o a un grupo social.
Diferencia e identidad
La ropa nos dio identidad y por lo tanto diferencia, o al revés, nos dio diferencia y por lo tanto identidad, pero a la vez nos iba uniformaba
dentro del mismo grupo. Por eso el ser humano
descubrió la fuerza de su mirada como vestigio
que lo hacía poderoso o sumiso ante los demás,
lo diferenciaba de ellos y lo convertía en único e
irrepetible. Y nacieron las máscaras.
Las máscaras estuvieron destinadas en un principio a ocultar la cabeza o el rostro, o a amplificarlo,
y se utilizaban sobre todo como instrumentos mágicos en la vida cotidiana o en rituales religiosos.
Jung nos lo recuerda: cuando el hombre primitivo se coloca una máscara de un animal con el que
competía por la supervivencia, no pretende ser ese
animal sino que está convencido de que lo es. Comparte esa identidad en el reino del mito y del símbolo. Así lo podemos ver dibujado, por ejemplo, en la
pared de una cueva en el sur de Francia: un hombre primitivo, disfrazado con la piel y la cornamenta
de un ciervo y con los dedos de las manos y los pies
asomando bajo la piel, formaba parte de una danza
destinada a atraer o a incrementar la caza.
7
A Fondo
Con el tiempo, el disfraz completo de animal, tan
usado por el hombre primitivo para la caza, fue
reemplazado en muchos sitios por máscaras de
animales, a las que cargó de magia y poderío. La
imagen enmascarada transforma a su portador y
le da fuerza para ser como ese animal y luchar
contra él. El hombre primitivo, que se coloca con
ceremonial una máscara representativa de un
animal, de un dios o de un espíritu, cree convertirse en ese ser, hasta el punto de que, imitando
sus actitudes y movimientos, lo transforma en
una danza ritual. Las máscaras de las antiguas
pinturas rupestres dan cuenta de ello.
“La ropa, al principio, no
fue para calentarse o por
decencia, sino con fines de
adorno, para mostrar éxito
y poder”
Las máscaras han tenido también otros fines, sobre todo de origen funerario. Fueron muy usadas
en Egipto en las ceremonias de los entierros para
perpetuar con ellas los rostros de los muertos.
Con ellas se imitaba de la forma más fielmente
posible el rostro del difunto y, pintadas y doradas
primorosamente, se colocaban junto al sarcófago. En el antiguo Egipto, los sacerdotes utilizaban
también máscaras con formas de animales para
comunicarse con los dioses.
La máscara europea se origina en Micenas y tiene
también en gran medida fines mágico-religiosos.
En la Grecia antigua, las máscaras fueron muy
importantes en los ritos religiosos: representaban a dioses, cubrían el rostro de difuntos y se
colgaban de los árboles pidiendo mágica protección. Las máscaras de fiesta dedicadas a Dionisos
llegaron a incorporarse en representaciones dramáticas, de donde pasaron al teatro para diferenciar a los distintos personajes.
En Roma las llevaban los actores en los cortejos
fúnebres para que se reconociera y recordara el
rostro del difunto. Posteriormente las utilizaron
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también los actores para representar fielmente
en sus obras los rostros de los personajes históricos que interpretaban y para hacer resonar la
voz y que se oyera más facilmente. De ahí vien la
palabra persona, y eso somos: máscaras auténticas o máscaras sin máscara.
Las máscaras se comenzaron a utilizar enseguida
en las fiestas saturnales en Roma, y de ahí nació
su uso con carácter festivo, dando origen a la utilización en lo que hoy es nuestro carnaval.
A Fondo
Siempre las máscaras
Invisibles, pero muy reales
Pero las máscaras están presentes en todas las culturas. En el África negra se utilizan en las danzas
ceremoniales y exorcismos. Las sociedades secretas
llevan mascaras para atemorizar a sus miembros.
En la actualidad las máscaras han perdido su carácter ritual y solo tienen un uso carnavalesco, pero el
ser humano sigue usando otras máscaras, a veces
invisibles pero muy reales, para refugiarse en la
seguridad y protegerse de nuevas amenazas.
En Oceanía las máscaras, de formas geométricas
y estilizadas, tienen un sentido mágico-simbólico
caracterizado por su espíritu religioso (son símbolos de dioses o espíritus mitológicos) y por su
realismo cultural. Se utilizan en danzas ceremoniales con expresiones deformadas y caricaturescas y también están asociadas a ceremonias guerreras, de iniciación o de actividades agrícolas.
“Ocultarse es una de las
primeras reacciones del
ser humano ante las faltas
cometidas. Todos tememos
que nos descubran”
También está presentes en Asia. Las máscaras japonesas, algunas de ellas consideradas como las
mas bellas del mundo, aparecen ligadas a cultos religiosos. Posteriormente se utilizaron de forma laica
en la danza cortesana y en el siglo XIV pasaron al
drama japonés. En la época feudal, los guerreros
japoneses y sus caballos llevaban máscaras de hierro de aspecto feroz para amedrentar al enemigo.
En Ceilán, los curanderos enmascarados danzaban
para lograr expulsar los demonios o espíritus. Y Los
bailarines camboyanos y siameses, utilizan máscaras coronadas por estructuras puntiagudas, como
las estructuras de los templos de Bangkok.
Las máscaras de América trazan una breve historia del continente con representaciones indígenas
similares a las africanas. En el periodo precolombino americano abundan las máscaras rituales y
también las funerarias, fabricadas en piedra dura.
En los países andinos, se cubría a los fallecidos
con mascaras de madera u oro batido. Los mayas
realizaban mascarones con la serpiente emplumada. Y en las antiguas civilizaciones mexicanas,
los sacerdotes tenían el privilegio de utilizarlas.
Según la Biblia, el primer disfraz humano fue un
ceñidor entrelazado con hojas de higuera que
Adán y Eva se colocaron “cuando se les abrieron
los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos”. Después “se escondieron entre los árboles del huerto para que Dios no les viera”. Se
ocultan porque así creen que nadie les va a ver,
pero Dios los llama por su nombre. Ellos se ponen las máscaras de la disculpa y de la mentira,
pero de poco les servirá, y Dios reparte a cada
uno lo suyo. El relato bíblico termina: “El Señor
Dios hizo para Adán y su mujer unas túnicas de
piel, y los vistió”. Ya eran conocedores del bien y
del mal y tenían como armas para defenderse las
máscara del engaño y un disfraz.
Ocultarse es una de las primeras reacciones del
ser humano ante las faltas cometidas. Todos tenemos miedo a ser descubiertos en falsedad, y
tememos que los demás vean quiénes somos en
realidad y cuáles son las verdaderas intenciones
de nuestro corazón. Con frecuencia buscamos
ocultar lo que somos y queremos aparecer como
lo que no somos. Y para eso nos servimos de disfraces y de máscaras.
La máscara reviste nuestros miedos, tan abundantes siempre y especialmente en la sociedad
actual: miedo a expresarnos o a que nos conozcan más de lo que deseamos; miedo a mostrar
nuestro lado oscuro; miedo a no obtener la aprobación de los demás; miedo a que nos juzguen y
rechacen; miedo a la intimidad con otros o a parecer vulnerables frente a los demás; miedo a la
inseguridad; miedo a ser diferentes a lo marcado
por las convenciones sociales; miedo al compromiso y a la responsabilidad.
Con estos miedos enmascarados, disfrazamos
nuestro verdadero yo y perdemos uno de nuestros más fuertes y grandes atractivos: el encanto
natural de ser uno mismo.
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A Fondo
Para parecer “normales”
Dice Erich Fromm que nos ponemos aquellas máscaras que creemos nos harán parecer “normales
y comunes”. De hecho, utilizamos las máscaras
para aparecer como “personas respetables”. Con
ellas representamos lo que queremos que los
otros vean y así agradarlos y ajustarnos a lo que
los demás quieren ver de nosotros, aunque eso
implique que nuestro comportamiento vaya en
contra de lo que realmente somos y dejemos de
ser auténticos.
En la selva urbana, en la que vivimos perdidos y
manejados por las tecnologías de la comunicación, abundan ahora las máscaras que nos sigen
dando fuerza, protección o seguridad en un mundo de manifiesta fragilidad. Detrás de cada máscara siempre está el miedo al rechazo, al fracaso, al compromiso, a comunicarnos, a establecer
relaciones, a cubrir expectativas que los demás
tienen de nosotros.
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“Detrás de cada máscara
siempre se oculta el miedo
al rechazo, al fracaso, al
compromiso”
Las máscaras, al menos en apariencia nos defienden, pero corremos el peligro de terminar haciendo lo que los demás esperan de nosotros y no
lo que nosotros queremos hacer de nuestra vida.
La consecuencia es la ansiedad y la frustración.
Todas estas máscaras nos ocultan y a la vez nos
delatan. Y están reforzadas por ropajes de todo
tipo con los que nos disfrazamos, ahora con un
uso desaforado, a causa del consumismo que nos
invade o de la necesidad que tenemos de ocultar
lo que somos, mostrar aquello que no somos… o
pedir lo que queremos ser.
A Fondo
La panoplia de las máscaras
He aquí algunas máscaras posibles. Las cuatro últimas está referidas a
heridas emocionales sufridas.
Máscara
Lo que hace
Lo que revela
Indiferente o “qué me
Hace aparecer que nada le impor-
Manifiesta miedo al rechazo, a in-
importa”
ta, que no se conmueve ante lo que
volucrarse en las historias de los
ocurre a su alrededor, que no le afec-
otros o a que descubran que pue-
ta lo que los demás digan o hagan. den ser vulnerables
Nos hace ver que todo es alegría…
Realmente tiene miedo a intimar
Se ríe, se burla de todos. Muestra
con los demás y usa el chiste para
que nada le va en serio en su vida,
evitar cercanías que demuestren
que todo es superficial y jocoso. sus fallos o carencias.
Se defiende antes de que los de-
Muestra miedo al fracaso, a no
más lo ataquen, agrede a las per-
poder o comunicarse de manera
sonas, es autoritario y genera
adecuada, a no responder a las
miedo, ya que impone por la fuer-
expectativas de los demás…
Payaso o chistoso
Agresivo
za sus ideas y hace lo que quiere.
Yo no fui, yo no sé
Nunca sabe nada. Hace las cosas
Es una postura cómoda que refle-
y aparece como ingenuo e inocen-
ja miedo a la responsabilidad, a
te. Con su actitud hace culpables
hacerse cargo de sus actos, a no
a los que lo rodean y nadie puede
actuar adecuadamente según lo
cuestionarlo porque se las arregla
que piensa.
para presentarse como víctima.
Crítico
Confundido
No está de acuerdo con lo que otros
Refleja miedo a no actuar de
dicen y hacen, cuestiona siempre
modo excelente y a no cubrir las
a los demás, aparece como sabe-
expectativas sociales, a no poder
lotodo y desde esa posición des-
pensar, sentir y actuar según lo
valoriza todo lo que le rodea.
que le piden los demás.
Nunca toma decisiones porque
No se deja ver porque tiene miedo
dice que no está seguro de hacer-
al compromiso, a comunicarse o
lo, cambia permanentemente de
a involucrarse con una forma de
idea y de posición. Nunca se sabe pensar, sentir y actuar…
cual es el rumbo que tomará.
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A Fondo
Máscara
Lo que hace
Lo que revela
Pesimista
Todo lo ve con una visión catastró-
Vive paralizado porque esconde el
fica, pensando siempre que lo peor
temor a ser responsable y a com-
vendrá, que nada es posible, que
prometerse.
es mejor no hacer nada porque
igual saldrá todo mal… Y que solo a
él o a ella le pasan cosas terribles. El popular
Aparece como la persona de ma-
Lo que realmente teme es al re-
yor aceptación entre los demás,
chazo y no quiere que los demás
siempre minimiza a los que lo ro-
vean su inseguridad.
dean, hace creer a los demás que
todos deben comportarse como él
o ella para ser aceptados, tiende a
burlarse de aquellos que son diferentes y que no se someten a sus
exigencias .
El controlador
Quiere controlarlo todo, a veces de
Se ha sentido traicionado e inten-
forma, incluso, exagerada. Ante el
ta que vuelva a sucederle, lo que
dolor de la traición, quiere que los
refleja gran inseguridad.
demás cumplan sus promesas.
El rígido
El dependiente
Perfeccionista, actúa de forma in-
Manifiesta haber sufrido anterior-
flexible buscando siempre la jus-
mente una situación de suma in-
ticia y la exactitud de las cosas, a
justicia y quiere evitar que vuelva
veces de forma obsesiva.
a repetirse.
No lo es en realidad: sufre por no
Teme ser abandonado, herida que
poder confiar en que las perso-
le provoca el desapego a cualquier
nas importantes para él nunca lo
persona.
abandonarán.
El fugitivo
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Prefiere la soledad y los momen-
Tiene miedo al rechazo pues le
tos de calma y rechaza estar en
causaría tal herida que no podría
compañía.
evitarla.
A Fondo
Al encuentro
del yo
Hay que dejar un margen
para la aventura, el
descubrimiento y el
asombro
Por Alfonso Echávarri Gorricho
14
A Fondo
Al amanecer del 13 de diciembre de 1939, el “Graf Spee”, que llevaba
más de tres meses por el océano Atlántico, se dirigió hacia los mástiles
que desde lo alto del puente habían sido identificados como cruceros. El
comandante del buque, Hans Langsdorff, era conocedor de que estaba
actuando en contra de las órdenes recibidas, que eran evitar cualquier
encuentro con fuerzas enemigas, ya que éste no era el papel del corsario
que él mandaba. No se sabe porqué actuó así. Los meses en alta mar y la
presión a la que estaba sometido, o bien tratar de concluir con el hundimiento de un convoy la brillante campaña desarrollada hasta entonces,
a pesar de la protección que pudiera llevar, pudieron ser los factores que
le hicieron actuar de esta manera. Desconocemos porqué en vez de virar
y eludir la acción se fue hacia los cruceros a toda marcha. Este enfrentamiento sería el principio del fin del acorazado y de su comandante.
Jorge Guridi. El acorazado “Admiral Graf Spee”
¿Quién soy yo? Menuda pregunta, nada fácil de
contestar. Porque lo que primero nos sale, por lo
menos a mí, es dar todo tipo de detalles sobre
mi profesión, sobre lo que hago, el lugar dónde
he nacido y si me apuran un poquito terminaré
hablando de las aficiones que tengo y hasta de
mi equipo de fútbol del alma y de lo bien que
juega. Si quien ha realizado la pregunta no se
queda conforme porque no es lo que esperaba
escuchar, bajaré dos escalones más y tirando de
los cursos que he realizado en el Teléfono de la
Esperanza pondré una de mis caras interesantes
y “bueeeeeno… lo que soy es una persona que
esto y lo otro”. Y ahí es donde me doy cuenta de
que la respuesta que estoy dando es más bien
fruto de la improvisación del momento y no de
una afirmación certera que debiera ser tan conocida por mí como mi propio nombre.
Con el propósito de dar un poco de luz a todo
esto, vayan a continuación algunas reflexiones.
¿Qué pienso de mí mismo?
¿Qué es lo que pienso sobre mí mismo? Lo que
pienso sobre mí mismo incluye todo un conjunto de ideas, opiniones y percepciones acerca de
una serie de características que reconozco en mi
propia persona. Si soy generoso o un tacaño del
quince. Si se puede confiar en mí o casi como
que no. Si me enfado con facilidad o Job a mi lado
era un aficionado. Si tengo habilidades de relación, iniciativas y destrezas o lo mío es la contemplación de las olas del mar.
Todo esto es lo que Burns llama el “Autoconcepto”, algo relacionado con la cognición y la razón,
es decir, con un mapeado descriptivo de algunas
características que yo pienso que me definen. Es
importante recalcar esto último, “que yo pienso
que me definen”. Porque el autoconcepto no entiende entre la verdad o falsedad de aspectos que
yo me atribuyo a mí mismo. Elementos que yo
15
A Fondo
pienso que están en mi persona y que después ni
están ni se les espera, ligados, en la mayor parte
de las ocasiones, a situaciones externas que examinan con constancia lo que yo pienso que soy.
Puedo pensar que soy más duro que esos turrones por Navidad y sin embargo naufragar estrepitosamente en la mirada de un anciano. Y lo que
yo pensaba sobre mí se viene abajo y me descoloca, aunque siempre está la socorrida mota de
polvo en el ojo, que mira que los lagrimales son
muy sensibles. Pero el pensamiento tiene mucha
fuerza y puede llegar a convencer a la persona, a
través de un razonamiento contaminado, que su
yo sea de una manera o de otra en función de la
conveniencia de la situación. Es decir, que utilice
maquillaje y artificio para no mostrar lo auténtico, no vaya a ser que no responda a lo que se
espera de mí, o lo que yo mismo espero.
“Coherencia entre el pensar,
el sentir y el actuar. Ahí está
la clave para el acceso al
yo profundo”
a través de su pensamiento. Por eso, mejor que
realizar la pregunta inicial, sería más aconsejable
reformularla de la siguiente manera: ¿Qué es lo
que pienso de lo que pienso sobre mí mismo?
De este modo ponemos un puntito de duda sobre el conocimiento que pensamos tenemos a la
vez que introducimos margen para la aventura, el
descubrimiento y el asombro.
Sentimientos y sensibilidad
Pero a pesar de esto, el ser humano tiene la experiencia de que puede descubrir a lo largo de su
vida otra serie de atributos que, pensando que no
se poseía, sorpresa, ahí están, contribuyendo a
la configuración transparente de su auténtico yo
16
Una vez que se nos ha quedado corto nuestro yo
explicado exclusivamente desde el pensamiento,
desde la razón, acudimos a un nivel algo diferente con otra pregunta: ¿Qué es lo que sentimos
A Fondo
cuando pensamos lo que pensamos de nosotros
mismos? ¿Qué es lo que siento cuando pienso
que soy amable y educado? ¿O qué siento cuando pienso que soy tímido? O egoísta. ¿Qué es lo
que siento?
Estamos viviendo unos años en los que parece
que el tema de las emociones y lo sentimientos lo
es todo. Desde que Daniel Goleman tuvo la genial
idea de inundar las librerías y los mercados con su
Inteligencia emocional, recogiendo en su famosísimo libro algunos conceptos ya expresados por
Mayer y Salovey, podemos caer en la tentación de
pensar que ese yo profundo ansiado de contactar,
está junto al ser humano que siente, y con exclusividad, ya alejado de la racionalidad cartesiana
que consideraba a la razón como la única facultad
que podía conducir al conocimiento de la verdad.
Si admitimos esta posición emocionalista, acabaremos sin remedio en el otro extremo.
Y no sé si en el medio estará la virtud, pero sí
que sé que no está en los polos. Una persona no
sólo es “auténtica” por la cantidad y calidad de
emociones que tenga. Ni tampoco por sus habilidades empáticas y simpáticas. O le pone también
por medio a su razón, o la autenticidad quedará muy sesgada. Peligrosamente sesgada hacia
“Puedo pensar que soy más
duro que los turrones, pero
luego naufragar en la mirada
de un anciano. Y lo que
pensaba sobre mí se
viene abajo”
el secuestro emocional, es decir, a hacer buena
la tercera ley de Newton sobre la acción y la reacción. Sucede esto, siento esto. Me pasa aquello, siento aquello. Y así, la persona puede salir
todos los días de puerto como un barco sin giróscopo a intentar negociar el balanceo de un inmenso mar de emociones, intentando encontrar
ese yo profundo a través de una búsqueda sin fin.
El ser humano no tiene que seguir estrictamente
a Newton, ya que ante la acción, tiene la capacidad de responder (Gerónimo Acevedo, Pablo Etchebehere, Cecilia Saint Girons, 2015) que no es
lo mismo que reaccionar. La respuesta tiene su
origen en la libertad y en la voluntad, la reacción
en el automatismo. Un animal reacciona, el ser
humano responde.
17
A Fondo
Entonces, el yo profundo no se encuentra sólo
en la razón y tampoco sólo en la emoción. Es
de suponer, por lo tanto, que para buscar ese yo
profundo, la persona no puede radicalizarse hacia
la razón y o hacia la emoción, puesto que ambas,
forman parte de su estructura.
Pero no de forma exclusiva, sino junto al pensamiento, la emoción y el sentimiento. Esto se va
complicando…o no.
Coherencia entre el pensar, el sentir y el actuar. Ahí
está la clave para el acceso al yo profundo. Al menos es lo que a mí me parece. Además este planteamiento no cierra las puertas a los mecanismos
que el ser humano suele utilizar para su conocimiento y su continua construcción, desde la introspección al análisis de la conducta, pasando por los
más variados abordajes psicológicos, muchos de
los cuales trabajamos en el Teléfono de
la Esperanza con tal fin.
Consideramos ahora la última parte de lo que tradicionalmente se ha considerado la triada en la que
se manifiesta el yo. El homo faber del que Appius
Claudius Caecus (340 a.C-273 a.C) nos hablaba
en su obra Sententiae y sobre la capacidad de
actuar que tiene el ser humano en su
propio devenir quisque faber suae
fortunae, que puede traducirCoherencia entre el pensar,
se como cada persona es
el sentir y el actuar. Pero
el artífice de su propio
hay algo que me falta. Y
destino. Me refiero al
digo “me” con intención.
ser humano que maPorque a partir de este
nifiesta su yo a través
momento, si todo lo
de su conducta, pero
escrito anteriormente
conducta condicionaes opinable, esto aún
da por lo que piensa
lo es más, ya que es
y por lo que siente.
una aportación más
De no aceptar dicho
basada en el deseo y
condicionamiento esen mi particular visión
taremos
accediendo
de ese yo profundo: el
al yo sólo a través de
yo profundo en la mejor
lo visible, de lo patente
persona. O viceversa. Me
y observable, limitando su
explico. A mi entender,
profundidad en función
no basta sólo con esa
de sus acciones. Y todo
“El
ser
humano
tiene
la
coherencia de la que veesto que puede parecer
nimos hablando. Porque
complicado, está muy
capacidad de responder, que
arraigado en la persono es lo mismo que reaccionar. personas “coherentes”
las ha habido, las hay
na, cuando con facilidad
Un
animal
reacciona,
un
ser
y las habrá, al estilo de
confunde el hacer con el
humano, responde”
Pol Pot, Idi Amin, Hitser. De ahí tantas y tanler o esos otros que, en
tas etiquetas asignadas
nuestros días, muestran
con frivolidad acerca de
una depravada predilección por decapitar rehenes.
lo que la persona es. Etiquetas que asignamos, que
Hace falta algo más que coherencia. Algunas personos asignan y que en demasiadas ocasiones hasta
nas le llamarán ley natural. Otras, buenos principios
nos las colgamos nosotros mismos de las solapas de
o buenos valores. Utilizo el adjetivo bueno porque
ese autoconcepto del que hablábamos al comienzo.
no todos los principios y valores lo son. Sólo cuando
esta coherencia esté inspirada en el bien, para uno
mismo y para los demás, el ser humano no sólo esUn paso más, la coherencia
tará capacitado para descubrir su yo profundo, sino
que además estará responsablemente llamado a su
Con todo esto quiero decir que ese yo profundo,
continua construcción y cuidado.
por supuesto que también está en la conducta.
18
El habla de mi pueblo
José Luis Rozalén Medina, colaborador habitual de “A Vivir”, acaba de publicar un libro de notable
mérito. Su título es “El habla
de mi pueblo”. En él, este conquense, catedrático de Filosofía,
ha recogido una larga y paciente
investigación lingüística sobre el
lenguaje de su tierra.
Su objetivo ha sido: “Que no se
vayan al olvido las viejas y bellas
palabra que constituyen al alma de
mi pueblo, los localismos, arcaísmos, dichos y decires que han ido
expresando la pequeña intra-historia de mis antepasados, para que
las nuevas generaciones no olviden de dónde vienen, para que, a
través del lenguaje de sus padres y
abuelos, sepan enlazar armónicamente el pasado con su futuro”.
Una frase de Miguel de Cervantes abre el volumen: “En cualquier palabra del pueblo se esconde siempre una gran fuente de sabiduría”. José
Luis Rozalén ha salido a buscarla.
A Fondo
Cómo
quitarnos
la
máscara
Deshacer
nudos, levantar
prohibiciones, dejar
de vivir en la mentira
Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos
ante los demás, que terminamos disfrazándonos ante nosotros mismos.
François de La Rochefoucauld
Por María Guerrero Escusa
20
A Fondo
Adela es una mujer de 43 años, está casada desde hace 15 y tiene dos hijos
de 9 y 12. Es una mujer que resulta agradable, siempre tiene una espléndida
sonrisa para todo el mundo, no discute de nada y acepta lo que le digan con
agrado. Es una anfitriona perfecta, está pendiente de todo y de todos, nunca
se olvida una fecha especial de su familia ni de sus amigos, por lo que todo
el mundo se siente confortable y cuidado a su lado.
El marido de Adela es un hombre perfecto para
ella, suele ponerle como modelo en las charlas de
café con sus amigas. Sus hijos, perfectos, son los
mejores de la clase, los más educados, obedientes, responsables y estudiosos. Cuando habla de
sus padres y hermanos, a los que no ve más de
una o dos veces al año aunque viven en la misma
ciudad, los define como los mejores; su familia
es, simplemente, perfecta.
tras máscaras de una perfección imposible de
alcanzar. Tapando realmente su humanidad y la
de los suyos, esa humanidad que nos hermana
y nos une porque nos hace semejantes. Adela
murió como vivió, adornada, sola, encerrada en
un mundo de fantasía que había creado para ella
en el que “todo” era perfectamente perfecto y
ordenado.
Un día sus hijos llegaron del colegio a la hora
de comer, llamaron al timbre y al ver que nadie abría la puerta, usaron la llave, que, para las
emergencias, estaba metida en una bolsa oculta
de la tierra del macetero. Y entraron. Todo estaba en silencio. ¡Mamá, mamá! Mamá no contestó. Esa mañana se había arreglado el pelo, se
pintó los labios con su carmín rojo favorito, se
puso su vestido azul turquesa, con el que siempre solía vestirse cuando quería sentirse especialmente guapa y se calzó los zapatos de tacón
a juego. Se sentó en su sillón, vació en su mano
un bote de pastillas, se sirvió un vaso grande de
agua para ayudarse a tragarlas y se quedó dormida. Allí, inerte, la encontraron los atónitos ojos
de los pequeños.
Para un gran dolor, una gran máscara
Adela vivió o más bien sobrevivió oculta detrás
de mil máscaras de colores diferentes, según la
ocasión, para tapar su angustia, la vergüenza
de sí misma, tapándose y tapando a su familia
Las máscaras que utilizamos los adultos son directamente proporcionales al dolor que ocultamos por no haber sido queridos, mirados, escuchados, tenidos en cuenta y cuidados cuando
éramos pequeños.
En palabras de Oscar Wilde “para la mayoría de
nosotros la vida verdadera es la que no llevamos”. Fingimos todo el tiempo, todos fingimos
con el único objetivo de ser aceptados, así lo
aprendimos para ajustarnos a las exigencias que
demandaba el ambiente en el que nacimos. Nos
pusimos la máscara de lo que se esperaba que
fuéramos para sentirnos seguros y queridos,
hasta tal punto que terminamos mimetizándonos
con ella y perdiendo nuestra identidad, actuando
según se esperaba y asumiendo un papel que,
precisamente, es el causante de nuestro descontento y nuestra desdicha, porque nos termina-
21
A Fondo
mos convirtiendo en personas rígidas e inflexibles
y poniendo serios límites a nuestro crecimiento.
Con las máscaras que usamos bloqueamos nuestra experiencia, no ponemos en juego nuestras
potencialidades y nos impedimos evolucionar.
Si la Adela de nuestra historia se hubiera atrevido
a quitarse las máscaras de exigencia y perfección, tanto para ella como para su entorno ¿Se
habría quitado la vida? Seguramente no. Habría
vivido según sus propios parámetros, con sus
propios límites y habría entendido que para ser
una persona feliz no es requisito imprescindible
ser perfecta, ni tener un marido perfecto ni unos
hijos perfectos ni una familia perfectamente perfecta. Habría tenido la oportunidad de amar a los
suyos tal y como son desde quien ella es y recibir
su cariño desde quienes son ellos. Seguramente
habría incorporado las limitaciones, que nos son
propias a todos, como parte natural de las personas “normales” en proceso de evolución permanente, que se ajusta al cumplimiento de las “tres
P”: Proceso, Poco a poco y Paso a paso.
Muchas circunstancias
“Fingimos todo el tiempo,
todos fingimos con el único
objetivo de ser aceptados”
“Todos usamos máscaras, pero llega un momento en el cual no podemos quitárnoslas sin quitar
un poco de nuestra propia piel” decía André Berhiaune.
Quitarnos las máscaras significa deshacer los
nudos que nos aprietan y levantar las prohibiciones que nos encadenan a vivir en la mentira,
escondidos de nosotros mismos y con miedo de
ser quiénes somos y de que los otros descubran
nuestra falsedad.
Para deshacer el engaño, es necesario conectar
con nuestro coraje y reconocer lo que está en
nosotros, lo que nos es genuino, para recuperar
el valor y lanzarnos a vivir desde quiénes somos,
exponiéndonos a triunfar y a fracasar, a tener
sentimientos de felicidad o de tristeza, a recibir
alabanzas y críticas.
22
Sin duda son muchas las circunstancias que nos
han dolido a lo largo de la vida y que han contribuido a que nos protejamos poniéndonos las
máscaras, sin embargo es importante que pongamos conciencia en que tenemos capacidad
para vivir ese dolor y superarlo. Cuando estamos
en nosotros, desde la aceptación, ya no hay lucha y por tanto ya no puede afectarnos. El dolor
vivido y aceptado tiene sentido y no se convierte
en sufrimiento gratis, por lo que, como cualquier
otro sentimiento, pasa, todo pasa.
Para quitarnos las máscaras es preciso sanar los
asuntos pendientes con nosotros mismos, con
nuestros seres queridos, con las vivencias de
nuestra vida. Es necesario recuperar el sentimiento original con el que nacimos de ser personas completas, dignas, valiosas y queribles.
Es necesario reconciliarnos y reapropiarnos de
nuestra historia. Para ello tenemos que hacer un
acto de fe en nosotros mismos, asumir nuestra
responsabilidad y tomar una decisión comprometida para poder avanzar:
A Fondo
Reconocer nuestras máscaras y atrevernos a ir
dando pasos para despojarnos de ellas, supone
asumir el riesgo de vivir desde quien somos, con
autenticidad, desde lo que es nuestro en esencia.
Cuando nos quitamos la máscara, con miedo o
sin él, nos damos permiso para ser nosotros mismos, rompemos nuestros bloqueos y nos abrimos
tanto a la experiencia como a los demás. Nos relacionamos tal como somos y les damos la oportunidad a los otros para que nos conozcan y nos
quieran. Al mostrarnos con autenticidad dejamos
de estar encerrados y ser presa de nuestros fantasmas, avergonzados de esas partes nuestras
que juzgamos con tanta dureza y experimentamos la alegría de ser quienes somos.
Algunas técnicas útiles
Primero, tenemos que perdonarnos por todo el
daño que nos hemos hecho y nos hacemos al ningunearnos, boicotearnos y pasar por encima de
nosotros tantas veces. Perdonarnos por no haber
creído en nosotros mismos ni legitimar nuestras
necesidades y apuntarnos en el número uno de
nuestra lista de “favoritos”.
Segundo, perdonar también a las personas significativas de nuestra vida, que, precisamente por ser
tan queridas, han sido las que más influencia han
ejercido en nosotros y por tanto sus acciones han
podido causarnos más dolor. Nos dieron su amor
como sabían y como podían, tal como aprendieron a
darlo y transmitirlo. No olvidemos que somos herederos de historias y, en la mayoría de los casos, repetimos patrones aprehendidos sin ser conscientes
de que hacemos lo mismo de lo que nos quejamos.
Necesitamos ponernos en paz con nuestra vida y
con todas las circunstancias que hemos vivido.
Tercero, el siguiente paso supone la toma de otra
decisión, esta vez se trata de ser honestos con nosotros mismos y coger nuestro presente con todo lo
que nos trae en cada momento y abrazarlo y acogerlo y mimarlo porque es lo único que tenemos.
Algunas técnicas para conectar con nosotros y
recuperar nuestro sentimiento original de valía
son: el trabajo terapéutico, que nos permite adentrarnos dentro de nosotros, conocernos
y desenmarañar los mecanismos y las máscaras
que hemos creado para escondernos de lo que
nos dañó.
Revisar nuestras creencias y cambiarlas por
creencias más realistas, que nos permitan recuperar nuestra verdadera identidad. En palabras
de Robert Oxton “una creencia no es meramente
una idea que la mente posee, es una idea que
posee a la mente”, por eso depende de nosotros
decidir que pensamientos, ideas y creencias son
las que queremos que ocupen nuestra mente.
Descubrir cómo es nuestro diálogo interior,
esas voces que permanentemente están hablando en nuestra cabeza y que determinan nuestro
modo de sentir, de actuar y de vivir.
El viaje al centro de nuestra intimidad, puede hacer aparecer un sentimiento de miedo a descubrir
aspectos de nosotros que no nos gusten y a los
cambios que puedan derivarse de nuestros descubrimientos, sin embargo, esto es solo un boicot
más en el camino del autodescubrimiento, una
trampa para continuar acomodados en lo conocido. El miedo a los cambios es natural porque
23
A Fondo
implica salir de nuestra zona de confort, ahora
bien para mí el mayor miedo es permanecer en el
inmovilismo manteniendo una vida que no quiero desde alguien que no soy. Cuando perdemos
el miedo podemos conocernos, comprendernos,
querernos y mostrarnos como somos.
La meditación también es una práctica que nos
lleva a ese espacio de silencio interior que nos
permite ir un poco más allá de lo conocido y conectar con lo más esencial de nuestro yo.
Todas las formas de trabajo personal han de estar
encaminadas a la integración de nuestra realidad y
a la aceptación sin condiciones de quiénes somos
La aceptación es el requisito principal para desarrollar amor hacia uno mismo y es lo que más
nos cuesta a todos los seres humanos, realmente
no es nada fácil, duele aceptar que somos limitados, vulnerables; duele aceptar que no podemos
con todo y en muchas ocasiones necesitamos
ayuda; duele quitarnos las máscaras y dejarnos
al descubierto.
Aceptar,aceptarnos
La ACEPTOMICINA es el remedio infalible para
desarrollar amor hacia uno mismo. Esta medicina
sana, no tiene contraindicaciones y sus efectos
curativos son innumerables.
Uno de sus efectos más inmediatos es liberar la
actitud amorosa hacia nosotros y hacia los demás, convirtiéndonos en personas más auténticas, amables, alegres, integras y sabias.
Este remedio nos permite liberarnos del esfuerzo
de seguir aparentando ser alguien que no somos,
utilizando las máscaras de mil colores que no engañan a nadie y nos deja libres para cumplir con
el más importante propósito de nuestra vida,
descubrir nuestra verdadera naturaleza interna
y ser nosotros mismos, dejando brillar nuestras
cualidades y acogiendo nuestros límites. Tal como
somos, está bien.
Otro de los efectos de la ACEPTOMICINA es que
potencia la visión de la realidad, nos permite ver
24
“Necesitamos conectar con
nuestro coraje y exponernos
a triunfar y a fracasar, a
recibir alabanzas y críticas“
A Fondo
lo mejor y más positivo de cada situación o circunstancia y aceptarla tal como viene, ya que no
son las situaciones las que nos alegran o derrotan sino nuestra visión de ellas. Además reactiva
nuestra capacidad de acogerla y elegir en cada
momento como queremos vivirlo y que decisiones son las que podemos tomar para sentirnos
más vivos y llenos de energía.
El remedio potencia la fortaleza interior que nos
permite asumir nuestra responsabilidad, requisito
imprescindible para atrevernos a ser y desarrollar
nuestra confianza. Cada uno somos responsables
de lo que decimos, hacemos y vivimos, así que
al responsabilizarnos de lo nuestro, nos damos la
oportunidad de cambiar lo que no queremos que
esté en nuestra vida y elegir vivir más en consonancia con nuestro verdadero yo.
“Tenemos que perdonarnos
por todo el daño que nos
hemos hecho y nos hacemos
al pasar por encima de
nosotros tantas veces”
A veces también resulta complicado aceptar nuestras emociones y luchamos contra ellas quedando desgastados y desenergetizados. La ACEPTOMICINA nos permite redescubrir nuestra forma
de sentir transitando desde el sentir aprendido
al sentir auténtico y nos permite conectar con la
vida que nos corre por dentro, ampliando la visión de nosotros mismos y proporcionándonos la
sintonía necesaria para mantener nuestro equilibrio emocional.
Una dosis de ACEPTOMICINA diaria, nos ayuda a recuperar nuestro poder, trascender nuestros autoengaños, liberarnos de nuestros condicionamientos limitadores, apropiarnos de nuestra realidad, dar en cada momento lo mejor de
nosotros mismos ante los desafíos más difíciles y
nos deja libres para ser los auténticos artífices y
protagonistas de nuestra vida.
¡TOMA ACEPTOMICIDA TODOS LOS DÍAS!
25
A Fondo
Educar para la
autenticidad
No aceptar, ni aceptarnos,
nos obliga a utilizar máscaras
Por José María Jiménez Ruiz
26
A Fondo
Veo en un vagón del metro propaganda de un libro cuya autora, Margarita
del Mazo, titula “El rebaño”. En la breve presentación que se hace de él en la
portada puede leerse: “pertenecer al rebaño es fácil porque sólo hay que hacer lo que hace el resto”. No se puede sintetizar mejor lo que es la imagen de
una existencia inauténtica, de una existencia diluida en el mísero anonimato
de lo que todos dicen, de lo que las mayorías piensan. De una existencia que
renuncia al propio destino, al esfuerzo por dar respuesta a su más genuina
vocación y elige, en una dramática renuncia a su propia originalidad, convertirse en un número más de una dócil y acrítica manada. A la que se le dicta
qué pastos debe consumir y en qué abrevaderos debe saciar su sed. A la que
se le imponen los senderos a seguir y se le marcan los pasos a dar. Copias
unos de otros, aceptando, con fidelidad perruna, directrices que fuerzas anónimas les obligan a seguir.
No eres una copia, sino un original
Pero no es esta una opción a la que inevitablemente haya que adherirse. Bien vale la pena
atender el sabio consejo de Dale Carneige que
recomienda: “Encuéntrate a ti mismo, recuerda
que no hay nadie como tú”. Todos únicos, distintos, con derecho a desarrollar nuestro yo más
auténtico, en un esfuerzo honesto y generoso
por desarrollar y potenciar lo más rabiosamente
propio de nuestra personalidad. No estaría de
más que prestáramos atención a la inteligente
proposición de Anthony de Mello quien en La
oración de la rana sugiere: “No imites a nadie,
ni siquiera a Jesús. Jesús no era copia de nadie.
Para ser como Jesús, has de ser tú mismo, sin
copiar a nadie, pues todo lo auténtico es lo real,
como real era Jesús”.
Desgraciadamente no siempre actuamos desde esa formidable libertad de espíritu que recomienda el conocido jesuita indio. Con mucha
frecuencia nos comportamos encorsetados en
incómodos trajes cortados al dictado de lo que
otros dicen que somos o debemos ser. Como si
de una representación teatral se tratara se nos
atribuyen papeles a los que, para ser reconocidos, no nos queda más remedio que ajustarnos:
“el bueno”, “el listo”, “el vago”, “el gracioso”, “el
constante”, “el huraño”, “el generoso”, “el inteligente, pero nada trabajador”, “el envidioso”…
No faltan quienes logran zafarse de esas atribuciones que implican una forma de control, de
imposición y hasta de mixtificación del propio
yo. Pero tampoco menudean aquellos que las
interiorizan y dirigen su vida, con independencia de lo que uno verdaderamente es, de acuerdo a lo que marcan esos estereotipos. Lo que no
deja de ser un drama porque puede muy bien
suceder que nunca se hagan conscientes de la
tramposa situación en que han sido colocados.
Obligados a actuar de acuerdo al rol que les ha
sido asignado porque sólo así son reconocidos
por los otros o, lo que es aún más relevante,
solo así experimentan lo que consideran, falsamente, como su más específica identidad.
27
A Fondo
Ser uno mismo significa, justamente, liberarnos
de esa especie de atadura que nos liga a creencias o expectativas que los demás albergan sobre nosotros. Ser auténtico es dejar de ser esclavo de las configuraciones que, desde fuera,
se nos quieren imponer. Hasta convertirnos en
copias de arquetipos con los que otros han decidido debemos converger. Naturalmente desde
lo mucho que les interesamos y desde lo mucho
que se nos quiere. Tanto como el taxidermista
adora al pobre animal al que su cariño artístico
acaba convirtiendo en copia muerta de la vida
real que le fue arrebatada.
“Todos somos únicos,
distintos, con derecho a
desarrollar nuestro yo más
auténtico”
¿Qué es lo auténtico?
Pero, ¿qué es realmente lo auténtico? Lo es todo
aquello que es, en verdad, lo que se supone ser.
Un billete de cincuenta euros lo es cuando no ha
sido adulterado, cuando su valor coincide con
el que le fue asignado por el Banco Central que
lo emitió. Un cuadro de Velázquez, cuando se
certifica que él y sólo él fue su autor, que no es
un remedo de un acreditado copista que sólo
los más expertos serían capaces de descubrir;
un Rolex cuando se comprueba que no se trata
de una falsificación que aunque, dada su perfección, pasaría desapercibida para la mayoría
de la gente, sería de inmediato descubierta por
quienes son entendidos en esas cuestiones.
Y un ser humano, ¿cuándo se dice que es auténtico? Como destaca Ferrater Mora en su Diccionario Filosófico, y de acuerdo a los pensadores
que más han reflexionado sobre esta cuestión,
cuando es o llega a ser lo que verdadera y radicalmente es. Es decir cuando se desarrolla de
acuerdo a su verdadera naturaleza sin permitir
que ésta sea mixtificada, adulterada. Ortega y
Gasset hizo de la autenticidad e inautenticidad
uno de los ejes de su reflexión filosófica. Habló
del “yo auténtico“ como del “yo insobornable”,
28
como del yo que no puede dejar de ser lo que
en verdad es. Es el yo que no renuncia al desarrollo de su verdadera naturaleza, el yo que,
abandonada la tranquilidad que le brindaría el
dócil acomodo a lo que de él se espera, pugna
por ser fiel a sí mismo, por vivir conectado a
lo más profundo de su propio ser. Inauténtico,
por el contrario serían aquel hombre o aquella
mujer que han dejado de tener una vida propia
y, en consecuencia, ha dado la espalda a su verdadera vocación y ha renunciado a ser fiel a su
personal e intransferible destino.
A Fondo
El “yo” insobornable
Con frecuencia suelen considerarse como equivalentes los conceptos de sinceridad y autenticidad. A veces, hasta se tiende a identificarlos.
Sin embargo, y pese a su proximidad, no debieran ser confundidos. Sinceridad es la adecuación entre lo que se piensa o se siente y
lo que se dice. Los hombres o las mujeres que
llevando una existencia enajenada, una existencia impropia, han asumido sin discutirlo el rol
que desde fuera se les ha asignado, no dejan de
ser sinceros cuando lo que dicen coincide con lo
que piensan o sienten. Digamos que no mienten
cuando representan en el gran teatro de la vida
el papel que les ha sido asignado. Aunque ellos
no lo haya elegido, ni decidido. Pero la autenticidad es algo más profundo que tiene que ver
con la fidelidad a nuestro yo más auténtico y
con la coherencia respecto a lo que ese yo nos
exige en cada momento.
Uno es auténtico no simplemente por decir lo que
piensa o lo que siente sino cuando ha asumido
“Nadie puede educar en la
autenticidad, si no mantiene
la coherencia personal. No se
pueden proponer valores en
los que uno no cree”
29
A Fondo
un compromiso de fidelidad hacia su propio yo y
desde él trata de clarificar que sus pensamientos
y sus sentimientos no estén adulterados por servidumbres que le son impuestas desde fuera, sino
que brotan de ese manantial puro al que se refería
Ortega como “yo insobornable”. En este sentido
no es auténtico, por poner sólo algunos ejemplos,
quien está esclavizado por su adición a sustancias
que adulteran su voluntad. No lo es aunque sea
sincero y se exprese con coherencia en relación
a lo que siente y piensa. Sencillamente porque
sus pensamientos y sentimientos no nacen de su
yo insobornable, sino de un yo falsificado que ha
dado la espalda a su verdadera vocación.
Tampoco el fanático terrorista que abrazado a un
credo incuestionable vive traicionando su auténtica esencia humana al servicio de ideologías que
le han sido inoculadas. Porque nadie se puede
considerar auténtico cuando su cerebro ha sido
lavado, manipulado hasta extremos que reducen su personalidad a puro instrumento diabólico
orientado a la destrucción o al mal. Ni siquiera
serían auténticos, aunque no pudieran ser acusados de faltar habitualmente a la verdad, aquellos seres humanos que, llevando una existencia
anodina, no se han preguntado jamás por lo que
realmente son o pueden llegar a ser.
30
Engañar o engañarse
Es decir, ser auténtico quizá signifique, más
que nada, ser honesto consigo mismo. No tanto no mentir a los demás, cuanto no engañarse
a sí mismo sobre la cuestión más esencial a la
que se enfrenta todo ser humano. Que no es
otra que la de descubrir su verdadera naturaleza y tratar de ser coherente con su irrenunciable vocación.
Pero quizás esto nos exija diseñar modelos educativos que inviten y autoricen a los menores a
ser fieles a sí mismos. Desde la conciencia de
que cada persona es distinta a los demás y tiene
derecho a que se respete su originalidad. Desde
la conciencia de que no aceptar a cada uno tal
como es equivale forzarle a traicionarse a sí mismo, a imponerle, de alguna manera, la obligación
de incorporar a su vida una máscara y asumir la
imagen social de lo que de él se espera. Aunque
eso suponga la triste renuncia a coincidir con su
yo más profundo.
Lo que implicaría mantener el más escrupuloso
respeto a la idiosincrasia de cada menor, autorizando la expresión de sus sentimientos y
de sus pensamientos. Acogiéndole tal como es
A Fondo
para no obligarle a adentrarse por las sinuosas
veredas de la simulación a que se ven obligados cuantos para contar con el respeto de los
demás son colocados en la triste tesitura de
falsificarse a sí mismos. O lo que es lo mismo, de negarse a sí mismos, adoptando la falsa
personalidad que interpretan, desde los mensajes que han recibido, les va a ser más útiles
para contar con la aceptación, tristemente condicionada, de los demás.
Y desde luego nadie puede educar en la autenticidad si no mantiene la coherencia personal.
Quien no es consecuente con lo que exige y la
conducta que él mismo observa está incentivando, con el lenguaje analógico de los hechos,
la confusión de los menores. Es fundamental,
en consecuencia, abstenerse de proponer valores en los que uno no cree porque eso supone
dar por hecho que resulta irrelevante actuar de
acuerdo a las propias convicciones, que carece
de importancia vivir en la simulación, que no
es para nada relevante aceptar la impostura de
actuar de acuerdo a lo que aconsejan las circunstancias o está más en consonancia con las
convenciones. Aunque esto sea la más palmaria
expresión de lo que es una existencia falsa, absolutamente inauténtica.
“Ser auténtico significa ser
honesto con uno mismo. No
tanto no mentir a los demás,
sino no engañarnos
a nosotros”
Educar, en fin, persuadiendo de la paz y tranquilidad que uno puede experimentar cuando es fiel
a sí mismo, cuando se renuncia, por ventajoso
y cómodo que aparentemente pueda parecer, a
convertirse en fotocopia de modelos impuestos
por quienes son más hábiles en la manipulación
de las conciencias. Que sepan interiorizar la importancia de la serenidad interior, que se comprometan a ser exactamente aquello que están
destinados a ser. Que no renuncien a ninguna de
las infinitas posibilidades que nacen de la fe en sí
mismos. Que conserven, como su más preciado
patrimonio, los dones que han recibido y tengan
la generosidad de trasmitirles a los demás la inmensa riqueza que atesora su corazón. Que se
sientan felices y orgullosos consigo mismos, satisfechos de su modo de ser… Y que estas convicciones se asienten en lo más profundo de su alma
y permitan a su corazón cantar, con libertad, sus
propias canciones, danzar, con espontánea alegría, sus propios ritmos, rezar confiadamente al
Dios bondadoso en el que creen y gozar con espontánea alegría de la vida que aman.
31
A Fondo
La tiranía
del disfraz
Los jóvenes
tienen miedo
al ridículo, a
quedar fuera
del juego social
Por José Luis Rozalén Medina
32
A Fondo
Sentado en las milenarias gradas del soberbio teatro clásico de Taormina, en la bella Sicilia, divisando el Etna frente a mí, con su permanente y
amenazante fumarola, contemplo con delectación la tragedia Los Persas,
una de los textos más grandiosos de Esquilo, quien, por cierto, anduvo por
estas tierras allá por los siglos VI-V a. de J.C. Realmente es espléndida la
noche y espléndida la obra, que nos habla de los héroes de Salamina, de
su valentía, de su arrojo por defender la dignidad de un pueblo… Me fijo
especialmente en las máscaras con las que cubren sus rostros algunos de
los actores, que representan de ese modo personajes diversos, con sus
amores y cóleras, con sus calmas y arrebatos.
Y durante los siguientes días, y aun semanas,
recordando lo que vi en Taormina, he pensado
con detenimiento sobre el uso frecuente de las
máscaras y sus significados; he pensado por qué,
en muchísimas ocasiones, los seres humanos (incluso los más jóvenes, que deberían dar ejemplo
de autenticidad y verdad) ocultan su verdadera
personalidad bajo una máscara o disfraz distorsionante y mentiroso.
He recordado que, aunque el término máscara tal vez provenga del árabe: masjara, es
el término griego prosopon (lo que se coloca
ante el rostro) y el latino “persona” los que
encierran el verdadero significado de esta palabra. Persona-personare significan etimológicamente “hacer resonar nuestra voz a través
de la ancha boca de la máscara o prosopón,
para que los espectadores la puedan escuchar
con claridad y potencia. Fue en los cultos dedicados a Dionisos, el dios enmascarado por
excelencia, en donde empezaron a usarse las
máscaras, que luego pasaron a los grandes
autores griegos (Esquilo, Sófocles, Eurípides,
Aristófanes…), y parece ser que hasta setenta
y ocho tipos o personajes diferentes podían
representarse bajo las distintas máscaras.
Del teatro griego, el uso de máscaras pasó al
etrusco, al romano, al de la edad de oro, a la
comedia dell´arte italiana… y así hasta nuestros días.
Pero lo que aquí más nos interesa es que el significado de máscara ha superado el restringido espacio
teatral y ha invadido la vida entera: La máscara ha
venido a significar el engaño, el disfraz, el artificio,
la mentira, la ocultación que nos hace mostrarnos
ante los demás como en realidad no somos.
Escribía Lucrecio en el siglo I a. de J.C. que “cuando la dignidad humana arranca palabras sinceras,
cae la máscara y aparece el ser humano en todo
su verdadera dimensión”. Y Goethe, en el siglo
XVIII, nos animaba a ser fieles a nosotros mismos: “No tanto, decía, hay que buscar ser virtuosos (que también): basta con ser sinceros y tener
el coraje de reconocer con franqueza lo negativo
que pueda haber en nosotros”.
No cabe duda de que la actitud que adoptemos
ante la verdad es la prueba de la clase de persona
que somos. Ya afirmaba Nietszche que “la fuerza
del espíritu se expresa por la cantidad de verdad
que seamos capaces de soportar…” El miedo a la
verdad es un síntoma de la debilidad humana que
se puede medir con exactitud, como Erich Fromm
experimentó, observando las diferentes actitudes
ante los sistemas opresores y totalitarios: En esos
momentos difíciles, hay personas que son barridas
por la mentira y la esclavitud, que se entregan a
la cobardía y a la máscara…, mientras que otras,
valientes y erguidos, luchan por la verdad y la autenticidad, aunque les vaya en ello la propia vida.
33
A Fondo
Seducidos por la apariencia
Si observamos con atención la sociedad posmoderna en que vivimos, vemos que, en muchas
ocasiones, el hombre de nuestros días lleva la
máscara puesta, y no es capaz de mostrar la
imagen de su yo real. El hombre y la mujer de
nuestros tiempos suelen vivir sin demasiados
ideales, sumergidos en el momento (carpe diem),
perdidos entre un acomodaticio relativismo y un
estéril escepticismo, enmascarados en la apariencia, enredados en un endeble “pensamiento
débil” que les hace abandonar la búsqueda de
los auténticos valores éticos, aquellos que son intransferibles y universales, aquellos que dan pleno sentido a la existencia.
Ese Hombre posmoderno vive bombardeado y
deslumbrado continuamente por las máscaras
de la seducción, la apariencia, la belleza corporal, el triunfo ´a toda costa´, el tener, el poder,
el dinero, la moda, la velocidad, ´el glamour´…,
máscaras que los Medios de Comunicación (cine,
revistas, televisión, redes sociales…) presentan
como los ideales de la vida actual. El símbolo
más preciso de este tipo humano, el icono más
significativo es, sin duda, Narciso, quien, desde
la antigua Grecia, sigue enamorado permanentemente de su bella figura, reflejada en las aguas
cristalinas del río: el Narciso del siglo XXI sólo es
capaz de vivir para sí mismo y su máscara.
A pesar de todo, no podemos admitir que todo
sea igual, que todo tenga la misma carga de dignidad y de verdad. Si no hubiera verdad que trasmitir, si todo fuera “más o menos igual”, si no intentásemos distinguir lo que está más cerca de la
verdad de lo que es pura filfa, si no pudiésemos
desechar las máscaras mentirosas para acercarnos a lo auténtico y real, entonces no habría evolución ni esperanza para el género humano.
Sin caer en el exceso
Sin embargo, a pesar de la importancia de buscar
y decir siempre la verdad, no debemos olvidar lo
que Moliere expresó magistralmente en El Misántropo: Debemos evitar los excesos de sinceridad
propios de esos tipos que se creen perfectos, que
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no se relacionan con los demás por no contaminarse, que, en el fondo, desprecian a todos; esos
individuos que no son capaces de decir nunca una
mínima palabra de aliento y comprensión (¡ellos
son radicalmente ´super-sinceros´!) hacia las
flaquezas y limitaciones de los otros; esos personajes que queriendo ser radicalmente sinceros,
se convierten, en seres despreciables llenos de
orgullo y altivez.
A Fondo
“Se trata de decir la
verdad, pero sin herir los
sentimientos de la persona
que tenemos delante, sin
humillarla, respetándola“
Estoy de acuerdo con el filósofo Javier Gomá
cuando escribe en Todo a mil que, si tuviera que
escoger, preferiría antes a un filántropo mentiroso, que a un misántropo sincero. Porque, en efecto, hay que ser precavidos ante esos tipos que,
en cuanto te ven, te estampan en la cara: “Oye,
te aviso, yo soy muy sincero”. Échate a temblar
porque no van a tener piedad de ti. Es evidente
que la verdad, en lo esencial, en aquello que es
fundamental para la dignidad de toda persona,
es lo primero que debemos buscar, sin dudar un
momento, pero “la verdad no debe estar reñida
con esas pequeñas claudicaciones piadosas, con
esas balsámicas hipocresías, esas mínimas dosis
de simpatía y acogida que hacen que la vida sea
más llevadera y soportable para todos en medio
de nuestras deficiencias y carencias”.
Ser sinceros no significa decir sin más, con implacable crueldad, lo que pensamos de los demás,
sino que se trata de ser auténticos y respetuosos,
es decir, de manifestarnos a los demás desde la
honda bonhomía de nuestro ser, diciendo siempre
la verdad, pero sin herir los sentimientos de la
persona que tenemos delante, sin humillarla, sin
hundirla, respetándola y dignificándola.
Máscaras juveniles
Y los jóvenes, ¿llevan máscaras? ¿Usan habitualmente disfraces que alienan y destruyen su
verdadero ser, su auténtico penar y sentir, o, por
el contrario, viven con la cara despejada, con la
mirada limpia, con el corazón en la mano, mostrando y buscando la verdad? No podemos olvidar
que la cultura juvenil no es monolítica ni unitaria,
sino múltiple y diferenciada, por lo que nos encontramos con estilos de vida y de conducta muy
diferentes.
Por otra parte, comprobamos que los jóvenesadolescentes, hoy día, van forjando su identidad
personal no sólo en la familia y en la escuela,
sino también (a veces lamentablemente) a través
de los modelos e iconos que les van ofreciendo
los Medios de Comunicación, en toda su amplia e
influyente gama. Los pobres y machaconamente
repetidos eslóganes de estos medios, perfectamente globalizados, difundidos hasta la saciedad,
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A Fondo
manipulados, mercantilizados, virtualizados…,
que giran casi siempre en torno a los pseudovalores que anteriormente apuntamos: búsqueda
del poder, del tener, de triunfar como sea, del
consumir desaforadamente, de la tecnología sin
humanismo, del pragmatismo sin alma…, son los
potentes imanes hacia los que tienden muchos
de nuestros jóvenes.
Es muy difícil salirse de esa rueda. Y entonces,
claro está, los chicos y chicas de nuestro tiempo,
para lograr esas metas que les imponen “a presión”, tienden a ponerse la máscara de la conveniencia, el disfraz de la inautenticidad, la careta
de la falsedad, porque tienen que seguir viviendo
y medrando, porque tienen miedo al fracaso, al
olvido, al ridículo, a quedarse fuera del juego social. Y entonces, lamentablemente, se olvidan de
ser ellos mismos, de ser veraces y auténticos,
de ser valientes y honestos, de buscar su propia
senda… En definitiva, se olvidan de ser felices.
Pero muchos de ellos, como he tenido ocasión de
escuchar de sus propios labios, no se resignan a
vivir así, enmascarados, sin afirmar su verdadero ser. Miguel Ángel, estudiante universitario, me
dice: “No es lo mismo ser famoso que ser importante; yo creo que lo verdaderamente importante
en mi vida es el trabajo, la honestidad, el esfuerzo,
la búsqueda de la verdad, la belleza, el amor, la
sinceridad en mis relaciones con los demás, no lo
que me exigen aparentar”. Su amiga Isabel, que
está a su lado, interviene a continuación: “Nos han
puesto delante de nuestros ojos unos señuelos falsos y estériles que nos esclavizan; la familia, la
escuela, los amigos, las sociedad… nos deberían
ayudar a desterrarlos y a proponer otros más alentadores y humanizadores”.
Dar codazos si hace falta
Frente a estas dos posturas claramente esperanzadoras, escucho lo que me manifiesta Juan Carlos, joven-adolescente, que ha finalizado la Selectividad y “ya promete el muchacho”: “En esta
sociedad tan cruel y falsa hay que estar preparado para ´saber nadar entre dos aguas´, para dar
codazos cuando haga falta, para poner zancadillas y trampas si no hay más remedio, para adu-
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lar, trepar, mentir con la máscara bien puesta, si
no quieres morirte de asco y de ser nada”… Y en
la misma línea de Juan Carlos, Ricardo, que lleva
en paro más de dos años, se expresa con desengaño: “Mira, aquí miente todo el mundo: los
políticos, que no dicen más que ´chorradas´, los
empresarios, que estrujan al trabajador, los curas, que no hacen lo que predican, los banqueros,
que se llevan los millones de los pobres ahorradores, los compañeros, que inventan currículos
falsos, méritos inexistentes… hasta los padres,
educadores, amigos… a veces nos traicionan y
también nos mienten…. Yo reconozco que es muy
difícil no ponerse en alguna ocasión (yo el primero) la máscara” Y, luego, añade: “Mira, mentimos
para ´fardar´, para ´darnos pisto´ delante de los
demás, para ´hacernos los machotes´, los simpáticos, para opinar lo mismo que todo el grupo,
porque, en definitiva, no tenemos c… para ser
nosotros mismos”.
“El Narciso del siglo XXI
sólo es capaz de vivir
para sí mismo y para
su máscara”
Por el contrario, Ana Isabel, voluntaria social durante muchos años, que ha escuchado a Ricardo,
no quiere esconder sus ideas: “Yo pienso, sin embargo, que sería estupendo poder vivir sin miedo a la mentira, vivir en un mundo basado en
la verdad, en la confianza mutua, en la dignidad
personal: Sé que es casi una utopía, pero a mí
nadie me puede prohibir que aspire a ello… Eso
me mantiene viva”.
Para terminar, no me resisto a recordar lo que me
dice Ana Elisa, joven química: “Yo creo que mentir, enmascararse, es faltar al respeto a los demás:
El que miente una vez podrá mentir siempre. El
mentiroso no tiene fondo como persona y suele
ser inmaduro e irresponsable. Los que mienten
habitualmente y no se muestran con nobleza y
verdad no confían en sí mismos, ni en los demás.
Es imposible una sociedad con futuro, si la basamos en la máscara y en el engaño. Para mí, sólo
la verdad es la semilla de un mundo mejor”.
ENTREVISTA
Por Gloria Díez Fernández
Fotos: Cristina Bezanilla Echeverría
Victoria CADARSO SÁNCHEZ
Psicóloga, escritora y directora del
Victoria Cadarso Team
“Solo el amor elimina al miedo”
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ENTREVISTA
Victoria Cadarso es psicóloga, una psicóloga con sólidas bases académicas
obtenidas en dos universidades madrileñas: Complutense y Comillas. Podría
haber colgado sus títulos en un despacho y haberse quedado ahí, pero conformarse no entraba en sus cálculos. Además de ampliar sus estudios en Estados
Unidos, se ha interesado por técnicas novedosas como la Psicología Energética, el Eneagrama o las Técnicas de reprocesamiento del trauma mediante
movimiento de ojos. Con ese bagaje ha creado un Centro de Psicología y Desarrollo Personal, el Victoria Cadarso Team. Su deseo de llegar al mayor número posible de personas, le ha llevado a publicar, con éxito, varios manuales
de autoayuda como Botiquín para un corazón roto, Las emociones ¿engordan
o adelgazan? o Destapa tu olla estrés. Su último libro Abraza tu niño interior
ha alcanzado rápidamente la segunda edición. Nunca es tarde para sanar tu
infancia, asegura. ¿Y quién no desea restañar antiguas heridas? ¿Quién no
guarda algún fragmento de juguete roto en una vieja caja?
La entrevista tiene lugar en el madrileño barrio de Moncloa, a pocos metros del Arco de Triunfo, en una de
las salas del centro de cursos y terapias que dirige Victoria Cadarso. La larga melena rubia de esta mujer
combina bien con su sonrisa franca y con unas flores recién traídas que, justo ahora, empiezan a despertar.
Dice Victoria que nos rondan los fantasmas de nuestro pasado hasta que nos tomamos el tiempo suficiente para ayudarles a pasar a la luz.
La personalidad, lo que llamamos personalidad, ¿puede considerarse una máscara?
La personalidad es el conjunto de pensamientos,
emociones, mecanismos de defensa, comportamientos, hábitos, costumbres, que utilizamos de
forma reiterada y predecible; es lo que hace que
tú digas, esta persona tiene este tipo de personalidad, pero la personalidad se forma para ocultar
nuestro auténtico ser y en ese sentido, sí puede
ser una máscara.
llamamos las personas significativas, padre, madre, tíos, abuelos… va dejando de ser él mismo
para adaptarse, con la idea, que no es una idea,
es una sensación, de que “si yo actúo así, me van
a querer más”. La personalidad se va formando
para acomodarse al entorno. Yo la defino siempre
como la mejor opción que tuvo esa persona para
sentir que le iban a querer, le iban a acoger y no
le iban a rechazar.
¿Existe un “yo” al que volver? ¿Un yo primigenio?
¿Cuándo y cómo se crea?
Se crea porque el ser humano cuando es un niño,
necesita sentirse acogido, querido, necesita sentir que forma parte de una familia y se va amoldando a la gente que tiene alrededor, a los que
Yo hablo del niño interior: ese es el yo al que
hay que volver. Volver al niño interior es volver
a la esencia, al auténtico ser, que es el que tiene todas las posibilidades, el que está conectado
con la fuente. Un bebé es perfecto, sonríe, está a
39
ENTREVISTA
gusto, está en armonía, solo necesita que le cubran las necesidades primarias. Luego, en el desarrollo de ese bebé, en la adaptación a las reglas
y a las normas, es donde deja de ser el que es en
esencia. Volver a nuestro niño interior es volver a
la sensación de amor, alegría, curiosidad, espontaneidad, todo eso que está en el fondo de nosotros, y que no hemos perdido, simplemente lo
hemos escondido.
Y ¿cuál es el precio de ese viaje de vuelta?
Hay que empezar a darse cuenta de quién eres
tú. Vamos a ver, todos necesitamos una personalidad, pero depende de si hablamos de una personalidad sana, o hablamos de personalidad como
ego, estructura defensiva no necesariamente tan
sana. Volver a casa es el darte cuenta de que tú
te has adaptado, pero tu auténtico ser, tu yo verdadero, tu niño interior, ese no necesita ni la mitad de las cosas que has estado buscando. Y esa
vuelta normalmente la hacemos cuando llegamos
a la crisis de la mediana edad, cuando, de repente, dices: ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿He hecho lo que yo quería? ¿O resulta que es la vida la
que me ha ido llevando? Porque estamos, como
encarrilados. Naces, vas al colegio, vas a la universidad, te pones a trabajar, te casas, tienes hijos y, de repente, dices: ¡Huy! ¿Cómo he llegado
hasta aquí? Me queda otra mitad de mi vida y, a
lo mejor, no he hecho nada de lo que me gustaba.
Ese es el momento de plantearte la vuelta a casa,
el momento de preguntarte: Realmente, ¿yo qué
quiero? ¿Qué me hace a mí estar bien? ¿O resulta que he estado todo este tiempo cumpliendo las
expectativas de otros y no me he encontrado a mí
mismo? Eso es para mí el viaje de vuelta, volver
a nuestro auténtico ser.
“La personalidad es la
mejor opción que tuvimos
para conseguir que los
demás nos quisieran”
llevas en “modo protección”, pero sabes que la
llevas, y otra, creerte que tú eres la coraza. Si tú
sabes que para salir a la calle tienes que ponerte un abrigo, porque hace frío, eso te puede ser
útil. La personalidad nos es útil en la medida en
que nos sirve de estructura que nos hace sentirnos seguros, el problema aparece cuando te crees
que tú eres eso.
Ha hablado de la adaptación a la familia, entiendo que los padres, los hermanos, lo que
ha llamado personas significativas, son determinantes a la hora de generar la personalidad.
Protegerse para sobrevivir
¿Podríamos movernos en sociedad a pecho
descubierto, sin protección, sin coraza?
Si todos estuviéramos dispuesto a mostrar nuestra vulnerabilidad, nuestro auténtico ser, sí. Pero,
desgraciadamente, como unos sí y otros no, pues
no. Todos necesitamos cierta coraza, y esa coraza hay dos maneras de llevarla, una es que tú la
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Sí, al nacer, de alguna forma necesitamos sentirnos protegidos, acogidos, cuidados, nutridos… entonces formamos lo que se llama “un apego”. En
principio, lo ideal sería que todos tuviéramos un
apego seguro, pero solemos tener un apego inseguro. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que hay
un desencuentro entro lo que el niño quiere o necesita y lo que la madre puede o le quiere dar. En
ese desencuentro ya empieza a haber carencias
ENTREVISTA
que generan inseguridad. Desde esa inseguridad
es desde la que el niño va generando las capas de
la coraza o de la máscara, para que no le dejen,
para que no le abandonen. Hay distintas formas
de manejar eso, y de ahí podrían salir los nueve tipos de personalidad que define el Eneagrama, con
todas sus variaciones. Los niños lo captan todo,
son como esponjas. Hasta los siete años, nuestro
cerebro funciona en plan hipnótico todo lo que te
dicen, lo grabas, y no lo discutes. Entonces, ¿qué
pasa? Que hasta los siete años eres el reflejo de
los que están a tu alrededor. Cuando ya pasamos
del pensamiento concreto al pensamiento abstracto, que es a partir de los siete años, entonces es
cuando el niño empieza a decir: esto me gusta,
esto no me gusta, esto me lo apropio, esto lo descarto, empieza a discutir y a ir formando una personalidad más definida. Hasta que no llegamos a
la adolescencia, que es cuando realmente hay la
ruptura, no se consolida la personalidad, pero, las
bases, ya han quedado firmemente asentadas
Usted confiesa en el prólogo que en un momento su madre no la aceptó plenamente.
“Si aceptas tu miedo,
puedes comenzar a
superarlo”
En mi caso, mi tipo de personalidad necesita sentirse valiosa, hay otras personas que necesitan sentirse
fuertes, o buenas, o queridas. Yo necesito sentir que
tengo una valía, que voy a aportar algo. Yo necesitaba que mi madre me reconociera por lo que hacía.
¿Qué papel juega el aspecto exterior a la hora
de ser aceptados? No es una cuestión banal…
No, desgraciadamente, no. La sociedad tiene unos
criterios que varían con las épocas, y entonces,
bueno, si tú estás dentro de esos criterios eres
más valorada. Es la parte externa de la máscara.
Pero, al final, está compensado de una u otra forma, si eres guapa, no eres simpática, o no eres
inteligente, o no tienes una dulzura… al final quiero creer que todo está compensado.
41
ENTREVISTA
“Al volver al niño interior,
nos damos cuenta de que
no necesitamos la mitad de
las cosas”
Aprender a manejar el miedo
¿Una dificultad puede convertirse en un desafío?
Por supuesto. Eso depende de cómo manejes el
miedo. Tú puedes tener tres movimientos ante el
miedo: cuando tienes miedo y dices “voy a superar este miedo”, sale la lucha, y puedes sobreponerte a la dificultad y vencerla. Eso es lo que
hacen todos los toreros cuando salen al ruedo. O
puedes decir “yo no puedo con esto” y te retiras
o huyes. O bien no sabes manejarlo y te quedas
bloqueado. El que dice, vale, tengo miedo, pero
pese a eso voy a hacer todo lo posible por salir adelante, saca fuerzas que no sabía que tenía
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y esas fuerzas le hacen superarse, porque, realmente, para superar el miedo lo primero es darte cuenta que lo tienes y luego, pensar, ¿puedo
desarrollar recursos o puedo buscar apoyo? Eso
te hace superar el miedo. El miedo te puede limitar y hay mucha gente que está bloqueada. Si tú
aprendes a superar el miedo, sacas recursos para
vencer cosas que creías no poder vencer.
En las familias, ¿funciona el modelo freudiano y las niñas se identifican más con el
padre? Usted habla del suyo como una presencia protectora.
ENTREVISTA
En el caso de mi padre, en concreto, tenía una figura muy masculina, mi padre tenía el rol protector y sí, para mí mi padre es una figura que… (Victoria deja la frase en el aire y se queda pensando
antes de continuar) Porque, aunque una persona
se muera, tú las llevas dentro. Igual que cuando
creemos en Dios, nos sentimos acompañados por
ese Dios, cuando creemos que la presencia del
padre está ahí, te sientes acompañada y eso te
da fortaleza.
mejor esa figura del amor incondicional es la de la
abuela, o la tata o la tía… quién sabe, pero tenemos esas tres necesidades y en función de las carencias desarrollaremos un tipo de personalidad.
“Todos llevamos coraza.
Pero puedes darte cuenta
de que la llevas o creerte
que tú eres la coraza”
Con “nutritiva” no quiere decir alimenticia,
claro.
Amar o ser amado
No, cariñosa. Los psicólogos cuando decimos nutritivo nos referimos a cariñoso, acogedor, que te
anima, que te sonríe, mi madre estaba siempre
muy ocupada, hacía muchas cosas, en cambio mi
padre era más de acariciar, de achuchar, de besar… El tema es que todos necesitamos una figura nutritiva y una figura protectora, y también
Necesitamos una tercera figura, que no está explícita en la mayoría de los libros de psicología:
necesitamos que nos den amor incondicional. A lo
Relaciona usted amor y miedo, la falta de
amor nos provoca inseguridad y eso nos lleva al temor.
El amor y el miedo son incompatibles. Tú no puedes tener miedo si estás vibrando en el amor.
Cuando tú tienes miedo tu organismo está en
modo supervivencia y cuando estás en modo
de supervivencia es: “yo primero”. Y el amor es
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ENTREVISTA
“La personalidad
se consolida en la
adolescencia, pero las bases
están en la infancia. Por eso
hay que curarla”
pensar que el otro es tan importante como tú,
desear lo mejor para el otro, es incompatible estar en modo de supervivencia y estar pensando
en la otra persona y queriendo lo mejor para ella.
Esa es la clave.
Es decir, el amor elimina el miedo pero cuando tú amas, no cuando recibes amor.
Claro, cuando tú amas, porque ese es el error del
ser humano, anda buscando el amor, pero anda
buscando que se lo den. Para recibir amor, primero tienes que darlo, si tú lo das, lo generas, y
cuando lo generas, es contagioso. Si nos establecemos en el miedo, tú no das amor y no lo recibes. El amor es la única emoción que cuanto más
das, más tienes.
Para hacer ese trabajo que usted propone,
es decir para “sanar la infancia”, ¿basta con
su libro o es necesario un acompañamiento,
una terapia?
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Si tú te lo tomas realmente en serio, tú misma
puedes hacer el trabajo, pero siempre es mucho
más agradable sentirte acompañado. Entiendo
que hay personas que hacen el esfuerzo por sí
mismas, los libros de autoayuda tienen eso: que
ayudan a la gente a ayudarse. ¿Cuándo las personas no se bastan sí mismas? Cuando hay trauma.
Porque el trauma es una situación con gran carga
emocional, vivida en soledad, donde tú has sentido que peligraba tu estabilidad física y psicológica, y no ha habido nadie que te ayudara. Cuando
hay trauma, hay que trabajarlo en terapia.
A Fondo
CINE
Por Norberto Alcover Ibáñez
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A Fondo
Máscaras de cine
Caretas y cine son casi la misma cosa,
todo film miente
Una vez más, decimos que vivir es cine y que cine es vivir. Nos guste o nos
disguste, cada uno de nosotros llevamos a nuestras espaldas una mochila digital o de celuloide en donde el juego de nuestras vidas se oculta en el claroscuro de las imágenes audiovisuales. Y al morir, nuestros descendientes, si es
que nos aman de verdad, acaban por realizar el film definitivo al pronunciar la
frase maravillosa respecto de cada uno de nosotros: “¿Te acuerdas de…?”
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A Fondo
Recuerdo, memoria, imágenes, película. Máscaras multiformes que nos ocultan pero que también permiten desvelar nuestras intenciones más
personales. Vivir de cine es enmascararse para el
cine. Este artículo va de esto: de los diversos tipos
de máscaras y enmascaramientos cinematográficos por medio de los cuales los demás pueden
descubrir la verdad de nuestros rostros. Nuestra
carne sin maquillaje. Una tarea apasionante.
I. Máscaras absolutas
Aquellas que, precisamente mediante el uso de
algún recurso fílmico, dominan absolutamente
nuestra personalidad y obligan a ser tal y como
el recurso determina. Suelen tratarse de películas
redondas en sí mismas, de perfecta conjunción
entre fondo y forma, hasta crear un estilo evidente y en general, se trata de guiones-historias
dramáticas a tope porque el recurso en cuestión
obnubila una comprensión inmediata de su significado. Sugerimos:
1. El show de Truman, de Peter Weir, USA
/1998 (un guión dominante).
2. La mirada de Ulises, de Theo Angelopoulos,
Grecia /1995 (la caducidad del celuloide
degradado, signo de la degradación vital).
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“Nuestra carne sin
maquillaje, una tarea
apasionante”
3. Blow-up, de Michelangelo Antonioni, Rusia/ 1966 (la capacidad falsificadora de la
imagen fotográfica).
4. El año pasado en Mariembad, de Alain
Resnais, Francia/1961 (el montaje como
creador de la realidad).
5. Malditos bastardos, de Quentin Tarantino,
USA/2009 (la interpretación y maquillaje
como re-creativos).
6. Eyes wide shut, de Stanley Kubrick, Reino
Unido/1999 (el trueque de lo real por la
máscara).
7. Teorema, de Pier Paolo Pasolini, Italia/1969
(un personaje enmascarado desenmascara a los demás).
8. Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola,
USA/1979 (Marlon Brando o la máscara de
la amoralidad perfecta).
9. La vida de los otros, de Florian Henckel,
Alemania/2006 (la máscara como sistema
defensivo).
A Fondo
“En Sonata de Otoño de
Bergman, una madre y una
hija se quitan la máscara
y entonces descubren su
profunda sintonía”
10. Viridiana, de Luis Buñuel, España/1961 (en
función del estricto guión, todos los personajes aparecen víctimas de su propia máscara).
Son un conjunto de películas excepcionales, más
o menos, pero demuestran que el lenguaje fílmico es capaz de enmascarar la realidad mediante
dobles sentidos narrativos, ocultaciones psicológicas, utilización de materiales técnicos, etc. En
una palabra, máscara y cine es casi lo mismo,
desterrándose la teoría de que puede haber un
“cine hiperrealista”. Todo film miente… precisamente para resultar creativo.
II. El oficio de “la máscara”
Cuando alguien, algún/os protagonistas, mediante
las más estrictas técnicas de interpretación y len-
guaje, se comunican con el espectador mediante
situaciones que determinan una realidad “enmascarada”. Suelen ser excelentes intérpretes, pues
gran parte del éxito depende de sus cualidades
para la “creación de su personaje”. Sugerimos, entre otras muchas otras obras posibles:
1.La gran belleza, de Paolo Sorrentino,
Italia/2013 (perfecta creación enmascarada
del protagonista).
2.El ladrón de palabras, de Brian Klugman y
Lee Sternthal, USA/2012 (un enmascaramiento para mentir perfectamente).
3.Traffic, de Steven Soderbergh, USA/2000
(dos máscaras frente a frente sin exageraciones actorales.
4.Showgirls, de Paul Verhoeven. USA/1995
(la capacidad de la protagonista para enmascarse según cada una de las personalidades que representa).
5.El Padrino, de Francis Ford Coppola, USA/
1972 (el rictus eterno del gran Brando,
máscara ambivalente e insuperable).
Repetimos la importancia de la interpretación y
maquillaje para culminar estos enmascaramientos. Ahí está el caso perfecto del ya citado, sin
poder evitarlo, Brando, capaz de mantener todo
el film el rictus de distanciamiento y a la vez te-
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A Fondo
rrible frialdad… para defender a su discutible “familia”… mientras acaricia suavemente el pelaje
de su gato. No es nada fácil conseguir una máscara de tal categoría. Produce tristeza a la vez
que repugna. Un tipo humanamente perverso…
pero con sentimientos. Todo gira en torno a esa
máscara/rictus.
5.Pan Negro, de Agustín Villaronga, España/
2010 (las diversas máscaras de vencedores
y vencidos en nuestra postguerra).
Suelen ser films crueles, que representan ámbitos sociales denunciables pero bajo una pátina
de honorabilidad de puertas afuera. Atraen narrativamente y a la vez repelen. Pan Negro es
modélico en este sentido.
III. Máscaras para conseguir objetivos
En definitiva, todo film enmascarado intenta conseguir algún objetivo, pero hemos seleccionado
cinco muestras casi perfectas de esta intencionalidad del guionista:
1.Leones por corderos, de Robert Redford,
USA/2007 (todos enmascaran sus intenciones mediante actuaciones perfectas, que
además mutuamente se van reconociendo).
2.Match Point, de Woody Allen, Reino
Unido/2005 (el engaño se muestra bajo la
máscara cínica/atractiva de quien pretende
subir en el escalafón social).
3.El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese,
USA/2013 (la mejor interpretación de Di
Caprio al enmascarar al simpático estafador… hasta el final).
4.Belle de Jour, de Luis Buñuel, Francia/1967
(la mujer fría oculta su intención de golpear
a su marido cruelmente).
IV. Máscaras para sobrevivir
Muy relacionadas con las del apartado anterior,
estas películas tienen menos agresividad y mucha más ternura, ya que los protagonistas luchan
contra los avatares de su propia vida, intentando
superarlos, si bien por razones muy diversas. Es
un tipo de cine siempre presente porque afecta al
espíritu del espectador. Así:
1.Philadelphia, de Jhonathan Demme, USA/
1993 (un film excelente pero poco valorado,
propone muy diferentes formas de enmascararse para superar los retos de la vida).
2.La escopeta Nacional, de Luis García Berlanga, España/1978 (la gran carcajada del
maestro sobre el completo enmascaramiento español para sobrevivir a lo más vulgar).
“Ahí está el caso de Marlon
Brando, capaz de mantener
el rictus mientras acaricia
a su gato. No es nada fácil
conseguir una máscara
de tal categoría”
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A Fondo
3.Pequeñas mentiras sin importancia, de Guillaume Canet, Francia/2010 (idéntica a la
anterior pero en el ambiente pequeño burgués actual: tierna y patética).
4.Gloria, de Sebastián Lelio, Chile/2013 (contra la decadencia y ansias de vivir, la máscara inútil…)
5.El señor de la guerra, de Andrew Niccol,
USA/2005 (sobrevivir en una esquizofrenia
absoluta, de forma perfecta.
Insistimos en que, dentro de su desagradibilidad
por razones diversas, son historias cuyas dimensiones se entrechocan, casi siempre condensadas en el
protagonista. Tom Hanks destaca en Philadelphia.
V. Máscaras patéticas
Cierta crueldad se filtra en estos films, cuando
hombres y mujeres son víctimas de su propia
máscara, en ocasiones libremente, casi por gusto, y en otras por necesidad. La dirección, junto
al guión, es clave para dominar los excesos de
actores y actrices:
1.American Beauty, de Sam Mendes, USA/
1999 (el varón maduro se enmascara de
seductor ante la lolita de turno).
2.Danzad, danzad malditos, de Sidney Pollack, USA/1969 (bailar frenéticamente en un
concurso para ganar agónicamente unos
dólares: excelente muestrario de la depresión del 29).
3.Ay, Carmela, de Carlos Saura, España/1990
(el patetismo más acendrado en un terrible
enmascaramiento ideológico).
4.Nebraska, de Alexander Payne, USA/1973
(la búsqueda de la redención familiar se
vuelve fractura insuperable).
5.El Padrino, de Francis Ford Coppola,
USA/1972 (Brando víctima de su propia
crueldad, llega a dolernos de verdad).
tran en pantalla, sin que deje de haber la inevitable máscara de toda “puesta en escena”. En general, grandes películas, que pueden engañar al
espectador… y le engañan. Elegimos:
1.Hannah Arendt, de Margarethe von Trotta,
Alemania/2012 (una historia apabullante
de una mujer absolutamente sincera).
2. Bienvenido Mister Chance, de Hal Ashby, USA/
1979 (en una época de vulgaridad, un tipo
espontáneamente mediocre pero ocurrente,
alcanza el máximo poder: gran guión).
3.El artista y la modelo, de Fernando Trueba,
España/2012 (el arte convertido en absoluta realidad… por afecto).
4.Sonata de otoño, de Ingmar Bergman, Alemania Oeste/1978 (madre e hija acaban
por quitarse las máscaras y entonces descubren su profundísima sintonía).
5.Celebración, de Thomas Vinterberg, Dinamarca/1998 (exactamente lo mismo: la
verdad acude al quitarnos las máscaras,
pero en este caso, la verdad es terrible y
doliente).
Películas nada fáciles ni en dirección ni en interpretación, porque hay que dar salida a “situaciones que enmascaran la falta de máscaras”, que
es lo más arriesgado en cine. Bergman fue maestro, y los actores/actrices nórdicos plausibles: Liv
Ullmann, entre ellas.
VI. Sin máscaras
Tal y como reza el subtítulo de este artículo, hemos asistido a una multiplicidad de máscaras/enmascaramientos. Y también decíamos en el primer párrafo que nadie está libre de tales formas
de encubrir o enfatizar realidades que interesan o
bien detestamos. Así pues, repetimos que hacer
cine es hacer vida… siendo a su vez el cine, por
el hecho mismo de estar filmado, un permanente
“juego de máscaras”, como tan bien han demostrado los grandes realizadores italianos. De esta
manera, cerramos este mínimo ensayo trayendo
hasta el lector Ocho y medio, la película maestra
en su capacidad de enmascarar para desventrar
una realidad escurridiza y feroz.
Películas que nos sorprenden porque irradian
realismo sin caer en tipo alguno de exageración
o ternurismo. Los intérpretes son como se mues-
“Los poetas llegan a ser los más destructores de
los artistas. Destructores y tiernos, muy tiernos”.
Federico Fellini.
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A Fondo
A PIE
DE CALLE
¿Con qué cara
nos quedamos?
Hay muchos motivos para
mostrar una cara distinta
a la que se tiene
Por Antonio Saugar Benito
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A Fondo
El ser humano, al igual que las monedas, suelen tener dos caras: en realidad, algunos tienen más. Cada persona se muestra de una u otra manera
dependiendo del escenario en el que se encuentre y de quienes están a su
alrededor. Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar a alguien que se
muestre a cara descubierta.
Mostrarse a cara descubierta debería ser una virtud. Pero, suele ocurrir que, a quien se atreve a
hacerlo, le cueste caro. Ese miedo es una de las
razones que llevan al ser humano a mostrar una
cara u otra, dependiendo del escenario en el que
se encuentre, de quienes están a su alrededor, de
si el ámbito en el que está es privado o público...
Pero hay otros motivos para mostrar una cara
distinta a la que realmente se tiene.
Cuando este texto se redacta, España se encuentra en plena campaña electoral. En los días previos a las elecciones del 20 de diciembre de 2015
hemos visto a políticos de uno y otro signo mostrar, en los programas de televisión de más audiencia, unos aspectos de su vida que, al menos,
eran desconocidos para el gran público; aunque
algunos pueden pensar que esas caras que han
mostrado son mera fachada, caretas para buscar
el voto.
Los más destacados comunicadores televisivos se
han convertido en asesores de diferentes líderes
políticos. Y éstos han permitido que se muestren
determinados aspectos que, quizá, unos meses
antes no hubieran aceptado enseñar. Pablo Motos, Bertín Osborne, María Teresa Campos, Ana
Rosa Quintana o Jesús Calleja han llevado a sus
programas a los cabezas de lista de los diferentes
partidos para que los ciudadanos vean sus “otras”
caras. Pero ¿cuáles son las verdaderas? ¿Por qué
ahora sí las muestran y antes no?
Buscar el voto en casa
El político, y más en época electoral, suele dar
un aspecto de moderación, de seriedad, de tener
todo controlado para un buen gobierno, de confianza para que el electorado le otorgue su voto.
La ciudadanía ya está acostumbrada a ver a ese
candidato o candidata en un mercado, saludando
a comerciantes y compradores; o a escucharles
en pequeños mítines en plena calle; o repartiendo propaganda electoral por cualquiera de los
parques y aceras de la ciudad.
Eso ahora ya no basta. Ahora hay que entrar en
la casa de la gente y mostrar una cara distinta,
que atraiga, que convenza para el día de la votación. Hay que reconocer que a algunos les saldrá
bien; pero otros quizá deberían haberse pensado
mejor eso de entrar en los domicilios a través de
estos programas.
Para buscar el voto joven, hay políticos que han
mostrado “otros aspectos de su personalidad” en
programas como “El Hormiguero”. En este espacio televisivo se ha podido ver a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría,
bailando la canción con la que el equipo inicia el
programa.
También pasó por este programa el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que se prestó a las
distintas bromas de los componentes del equipo.
53
A Fondo
Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, fue otro
líder que visitó “El Hormiguero”, donde se le pudo
ver participando en una carrera de coches de juguete contra sus rivales políticos, representados
por los colaboradores del programa.
Pero la vicepresidenta del Gobierno no fue la única
que pasó por este espacio. Albert Rivera fue copiloto de Jesús Calleja durante el Rally Baja Aragón,
prueba en la que sufrieron un accidente durante un
entrenamiento con varias vueltas de campana.
Y Pablo Iglesias, líder de Podemos, entonó, junto
a Pablo Motos, una de las canciones más emblemáticas de Javier Krahe.
Como si de escalar en las encuestas se tratara,
Pedro Sánchez ascendió el Peñón de Ifach, en
Calpe (Alicante), y realizó un rápel desde un aerogenerador de 70 metros de altura.
Voto aventurero y veterano
Para conquistar el voto de los más veteranos,
los candidatos se han paseado a mostrar su otra
u otras caras por el programa “Qué tiempo tan
feliz”, de María Teresa Campos. La presentadora
fue arrullada por Pablo Iglesias, que le cantó una
nana, guitarra en mano. Junto a Albert Rivera repasó las canciones de la vida del candidato de
Ciudadanos. Y con Pedro Sánchez, tres el recorrido biográfico y musical, pasó revista a la relación
con su mujer. Mariano Rajoy, tenía previsto acudir a este programa el viernes 12 de diciembre.
Por si existe el “voto aventurero” o quizá, también, para seguir buscando el voto joven como si
fuera el Santo Grial, los líderes políticos, también
mostraron su cara aventurera en “Planeta Calleja”, programa en el que se pudo ver a Soraya
Sáenz de Santamaría conduciendo un todoterreno a gran velocidad, recorriendo parte del Camino de Santiago, y montando en globo, actividad
que no estuvo exenta de un pequeño susto.
54
A Fondo
“Mostrarse a cara
descubierta debería ser una
virtud, pero puede ocurrir
que, a quien se atreve a
hacerlo, le cueste caro”
Y la pasarela televisiva no se completa sin pasar
por las manos de la nueva estrella de Televisión
Española, Bertín Osborne, en cuya casa se pudo
ver a un Mariano Rajoy candidato degustando
una empanada y unos mejillones, como si de su
propio domicilio se tratara, jugando al futbolín y
contando anécdotas de su vida personal y respondiendo a preguntas sobre política.
“En la tuya o en la mía” también recibió a Pedro
Sanchez, que reveló su pasado de “ligón” y “un
poco bala”. La cocina también fue escenario de
anécdotas y preparación de zumos, además de
someter al candidato socialista a la dura prueba
de beber cerveza con un toque de tabasco.
Y los candidatos siguieron mostrando su alma
(o parte de ella). Esta vez, de la mano de Ana
Rosa, que pasó una jornada con cada uno. La
presentadora puso ante la cámara a un Pablo
Iglesias con el pelo suelto, tras salir de la ducha. A un Mariano Rajoy, de cañas por Madrid
y en su despacho de Moncloa. También mostró
a un Albert Rivera recordando su infancia en su
barrio y paseando en una moto de alta cilindrada a la propia Ana Rosa. Finalmente, jugó al
baloncesto con Pedro Sánchez para, posteriormente, ser testigo de un paseo del líder socialista con su mujer.
Además, los candidatos han “jugado” en terrenos en los que nunca lo habían hecho, como los
programas deportivos de las radios, que se han
convertido en escenarios electorales en los que
los políticos comentaron los partidos de fútbol y
las noticias del deporte y, de paso, lanzaron sus
proclamas electorales para tratar de convencer
a los más forofos. Quizá pensaban que ser del
mismo equipo que quienes les escuchan o poner
por las nubes a tal o cual estrella futbolística les
puede dar votos.
55
A Fondo
Lugares, escenas, acciones, tareas que han
mostrado ante las cámaras las caras de cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno de
España, pero que no volveremos a ver hasta
la próxima campaña electoral; y siempre que
sea imprescindible hacerlo. Ya no es suficiente
besar niños, saludar amas de casa en los mercados, o estrechar la mano del frutero... En la
campaña para las elecciones del 20 de diciembre de 2015, los políticos han mostrado una
cara o una máscara. Cada uno debe juzgar si
de verdad son así, si esas son sus verdaderas
caras; si se mostrarán igual de amables dentro
de unos meses.
A la hora de leer este texto, todos habremos visto la que quizá sea la cara más auténtica de un
político: la que se le queda la noche electoral tras
conocer los resultados de la votación. La cara,
como dice el refrán, “es el espejo del alma” y, por
muchas tablas que uno tenga, hay situaciones en
las que es difícil mostrar una máscara que tape
el rostro verdadero. Eso sí, siempre les queda la
opción de centrar su discurso en aquellos datos
salidos de las urnas que mejor les vengan y tratar de disimular la derrota. Cuando esto ocurre,
se les pone cara de que todos han ganado.
Las mil caras de Internet
Ocultar la verdadera cara no es sólo cosa de políticos. La mayoría de la gente suele ocultar cosas,
algo normal en la naturaleza del ser humano. Las
nuevas tecnologías permiten mostrar una cara u
otra y ocultar, para fines poco claros, la cara de
quien no quiere darla.
En páginas de perfiles profesionales, en webs
personales o de búsqueda de parejas se pueden
ver fotos y textos que no muestran la verdadera
cara de la persona que los protagoniza. Engordar
un currículum suele ser lo más habitual en este
tipo de webs, para tratar de llamar la atención
del posible empleador.
A la hora de buscar un candidato para un puesto
de trabajo, las empresas rastrean todos los rincones de Internet tratando de pillar en un renuncio a los aspirantes. La pose tranquila y modosa
56
“Con motivo de las
elecciones generales,
hemos visto a los
políticos mostrar aspectos
desconocidos de sí mismos.
¿Cara o máscara para
conseguir el voto?”
A Fondo
de la entrevista de trabajo puede derrumbarse si
en la Red de Redes aparecemos en situaciones
comprometidas, o no coincide lo que hemos colgado imprudentemente con lo que hemos declarado ante el empleador.
Si pasamos al terreno de buscar pareja, fotos retocadas o de estudio suelen ilustrar los perfiles
de quienes buscan a su media naranja. Además,
a la hora de contar aficiones, características de la
personalidad, etc., la literatura fantástica suele
campar por sus respetos para sacar el mejor perfil de cada uno. Luego puede venir el chasco del
cara a cara en la cita presencial.
“Cada moneda tiene dos
caras, pero en el caso del
ser humano, el número
aumenta. A veces, es difícil
saber cuál es el verdadero
perfil”
Incluso en las páginas personales de Facebook
o Twitter las caras no son lo que parece. Algunos de estos perfiles ocultan buena parte de la
personalidad de quienes los protagonizan. Algo
muy normal, ya que los rastreos en Internet para
buscar renuncios de un aspirante a un empleo
o de un candidato a un cargo público están a la
orden del día.
Lógicamente, quienes no dan la cara en Internet
son aquellos que la utilizan para delinquir. Antes
un pasamontañas tapaba la cara de quienes perpetraban un atraco. Ahora, servidores y líneas informáticas ocultan la verdadera cara de quienes
usan las Nuevas Tecnologías para el mal.
Cada moneda tiene dos caras, pero en el caso
del ser humano el número aumenta. Es difícil,
por no decir imposible, saber si quien tienes al
lado da su perfil verdadero, u oculta su cara tras
una máscara. Es complicado saber “a qué cara
quedarse”, pero este puede ser otro de los retos
de la vida de cualquier persona. Desentrañar qué
rostro es el verdadero puede convertirse en una
experiencia que te enseñe a vivir.
57
Comunicando
Celebración del “Día de la Escucha” en Canarias.
Un grupo de participantes en la jornada dedicada a la escucha
en Huelva.
Nota de Prensa del Teléfono de la Esperanza con motivo del Día de la Escucha
Más de cuatro millones de españoles se
sienten solos
Cada vez es mayor el número de personas que reconoce que tiene
serios problemas para comunicarse con su pareja, con sus padres, con
sus hermanos, con los hijos, con los compañeros de trabajo, etc. Este
sentimiento de falta de una auténtica comunicación se debe, en gran
parte, a que no se sabe escuchar a los demás. Saber escuchar bien es, por
tanto, una destreza que merece ser valorada y enseñada porque produce
efectos muy beneficiosos tanto para el que es escuchado como para el
que realiza la escucha activa.
Los medios de comunicación han pasado de puntillas sobre un interesante estudio sobre la soledad realizado a instancias de la Fundación AXA y
la Once. El trabajo, que ha sido elaborado por un
equipo de investigadores de ASEP (Análisis
Sociológicos, Económicos y Políticos) bajo la
dirección del profesor Juan Díez Nicolás y la coordinación de María Morenos, profundiza en lo
que los autores definen como “uno de los problemas más relevantes en la actualidad” y
aborda por primera vez el fenómeno de la soledad en España desde una perspectiva subjetiva, es decir, no desde la óptica tradicional del
58
número de personas que viven solas sino analizando las circunstancias, características, contexto social y número de las personas que experimentan puntual o regularmente un sentimiento
de soledad. En el mismo, se pone de manifiesto, como dato más significativo, que más de la
mitad de la población española admite haber experimentado en algún momento cierta sensación de soledad durante el último
año y cerca de uno de cada diez –algo más
de cuatro millones de españoles- asegura
haberse sentido solo con mucha frecuencia
en ese mismo periodo.
Comunicando
Voluntarios de Honduras.
Las estadísticas que manejan los servicios de ayuda psicológica en casos de crisis emocional ponen
de manifiesto que el sentimiento de falta de una
auténtica comunicación entre las personas avanza
de forma creciente. En realidad, la mayoría no se
encuentran incomunicadas en sentido estricto, lo
que sucede es que la comunicación profunda y auténtica va dando paso a otra, funcional, para salir del paso, en la que el ‘peso’ de los sentimientos
es cada vez menor y donde apenas se escucha al
otro. Y esta es la clave del problema: comunicarse
significa escuchar a la otra persona, no solo es hablarle y contarle nuestros pensamientos.
Pese a que cada vez hay más personas que manifiestan que tienen una gran necesidad de ser
escuchadas porque se sienten aisladas y que las
consecuencias de la falta de una escucha activa
puedan ser tan destructivas, sin embargo el arte
de saber escuchar no es algo que se valora en
nuestra sociedad. Tristemente, cada vez es más
frecuente encontrarse con personas que no escuchan. Solo hablan, habla y hablan... Y cuando
parece que están escuchando, en realidad están
pensando lo que dirán en cuanto vuelvan a arrebatar la palabra a su interlocutor.
De hecho, la principal demanda que realizan
las personas que llaman a los servicios de
ayuda psicológica en casos de crisis emocional es “ser escuchado”. En concreto, el 65%
de los llamantes al Teléfono de la Esperanza
En Venezuela también celebraron el “Día de la Escucha”.
“ El Teléfono de la
Esperanza recibe cien mil
llamadas anuales. Más de
mil setecientas estaban
relacionadas con el suicidio”
asevera que necesita que “alguien le escuche”, muy por delante del 17% que pide orientación respecto a un problema o del 7% que solicita
entrevista con un psicólogo o un abogado.
La escucha en si misma, es sanadora
La escucha profunda y de calidad es, por tanto, un
bien escaso (y poco valorado en la sociedad actual),
aunque tremendamente necesario. Las personas
que, de verdad, saben escuchar escasean y, sin embargo, son hoy más necesarias que nunca. Por eso
el profesor Torralba recalca que “nunca se insistirá la suficiente en el bien que supone ser escuchado por alguien, tener la sensación de que
los sentimientos y pensamientos que uno experimenta en sus adentros son acogidos generosamente por un interlocutor que se dispone, libremente, a asumirlos, a integrarlos y a recibirlos en
su propia interioridad sin juzgarlos, ni fiscalizarlos”.
Cuando una persona se encuentra en una situación de crisis emocional, solo con el hecho de
compartir aquello que le causa sufrimiento y poder desahogarse con alguien que le respeta y no
le juzga, efectivamente se “des-ahoga” y experimenta una gran liberación. La buena escucha es,
en sí misma, terapéutica.
59
Comunicando
Además, si la escucha ha sido realmente activa, de manera que la persona escuchada se ha
sentido acogida y el escuchador ha sabido
encontrar las palabras precisas y cálidas
para formular las preguntas oportunas que
abren la inteligencia, la persona escuchada
puede reformularse su situación y repensarse las posibles decisiones que deba tomar
en su vida.
Asimismo, cuando una persona nos dedica su
tiempo y nos escucha sin rechazo, sin interrumpirnos cuando lo que necesitamos es hablar,
prestándonos su atención, entonces nuestra autoestima se siente reforzada y nos sentimos
más capaces de encarar situaciones sufrientes
que nos demandan una respuesta.
El 15 de noviembre el Teléfono de la Esperanza celebra el Día de la Escucha, una jornada de
sensibilización que pretende popularizar la escucha
como un bien necesario en la sociedad para servir
de base a la auténtica comunicación, basada en el
respeto y el diálogo entre unos y otros. Con ello, se
procura hacer una llamada de atención a los ciudadanos para que sean conscientes de que muchas
personas de nuestro entorno se sienten solas
y aisladas, y tienen una gran necesidad de ser escuchadas. Nuestra mejor arma para derrotar a
la soledad es la ESCUCHA.
El Teléfono de la Esperanza recibe más de
100.000 llamadas anuales. Las problemáticas más comunes son la soledad, la enfermedad mental, la depresión, la ansiedad y las crisis de proyecto vital. En el último año, atendió
1.745 llamadas relacionadas con el suicidio, de
las cuales 45 eran intentos de suicidio en curso.
Igualmente, se recibieron 11.984 llamadas cuyos contenidos se relacionaban directamente con
la prevención de suicidio. Los voluntari@s del
Teléfono de la Esperanza han detectado una
creciente necesidad de comunicación en los
llamantes y un sentimiento de soledad dolorosamente vivido. La Escucha es un valor olvidado en nuestra sociedad hipercomunicada y
nuestros voluntari@s quieren hace una llamada
para que recupere la capacidad de comunicación
y la escucha activa como valores claves de nuestra convivencia.
60
Los enfermos mentales
Un 9% de los
enfermedad
El 65% de las más de noventa mil llamadas
atendidas en la línea de atención a crisis del
Teléfono de la Esperanza, están relacionadas
con problemas de salud mental. Las personas con una enfermedad mental necesitan
atención y solidaridad de la sociedad española. Los dos problemas básicos que afectan a
este colectivo son la escasez de recursos para
atenderles y el estigma asociado a sus patologías. Por eso nos parece importante celebrar como se merece el Día Internacional de
la Salud Mental, aprovechando el 10 de octubre para dedicar la jornada a concienciar a
la sociedad española sobre los problemas de
este colectivo y la importancia de una adecuada política pública de prevención y atención de la Salud Mental.
El Teléfono de la Esperanza se une al Manifiesto
elaborado por la Confederación de Salud Mental
de España y alza su voz pidiendo a la sociedad
escuchar el grito de las personas con enfermedad mental: “Reflexiona. Ponte en mi lugar:
conecta conmigo”
• El 9% de la población española padece en
la actualidad una enfermedad mental.
• En España, algo más del 19% de la población padecerá un trastorno mental a lo
largo de su vida, cifra que se incrementará considerablemente en el futuro.
• Más de la mitad de las personas que necesitan tratamiento no lo reciben y de las
que están en tratamiento, un porcentaje
significativo no recibe el adecuado.
Comunicando
luchan contra el estigma social y la falta de medios
españoles sufren una
mental
• Se estima que la repercusión económica
de las enfermedades mentales en España
tuvo un coste total anual de 3.005 millones
de euros.
• Un 1% de la población desarrollará alguna forma de esquizofrenia a lo largo de su
vida. En España la padecen 400.000 personas y se cree que muchas otras están
sin diagnosticar.
• La tasa de mortalidad por suicidio ajustada
para la edad y el sexo de las personas que padecen un trastorno esquizofrénico, es 9 veces
mayor que la de la población general. En la
depresión mayor, el riesgo de suicidio se multiplica por 21, en los trastornos de la alimentación, por 33 y en las toxicomanías, por 86.
• Las personas con enfermedad mental,
como sus familiares y los profesionales
que las atienden, consideran que existen
estereotipos “de peligrosidad” asociados a
la enfermedad mental, lo cual implica una
notable estigmatización.
• Sólo el 14% de las personas con enfermedad mental crónica tiene pareja estable y
un 18% afirma no tener ninguna amistad.
• El 18% de la población general, el 28%
de los familiares e incluso el 20% de las
personas con enfermedad mental crónica creen que las personas con enfermedad mental suponen un riesgo si no se las
hospitaliza. El 99% de los y las profesionales no lo cree.
• El 56% de la población general confunde la
enfermedad mental con el retraso mental.
• Los trastornos que aparecen con mayor frecuencia a lo largo de la vida, son los trastornos depresivos: 26,23% (12,98% en el
último año); a continuación los Trastornos
de Ansiedad: el 17,48% y el 12,91%, respectivamente. La prevalencia de la Esquizofrenia es del 1,02%.
• El principal ámbito de discriminación para
las personas con enfermedad mental es el
laboral; sólo el 5% de las personas con enfermedad mental tiene un empleo regular.
61
Comunicando
Manifiesto del Día Mundial de la Salud Mental 2015
“Reflexiona. Ponte en mi lugar.
Conecta conmigo”
A continuación, publicamos el Manifiesto elaborado por el Comité de Personas con Enfermedad
Mental de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, en la jornada conmemorativa del Día
Mundial de la Salud Mental
¿Cuánto mide la línea imaginaria que une
las estrellas las unas con las otras? ¿Cuán
pequeño puede ser un punto en el espacio?
¿Puede una vela alumbrar el infinito? Forma
parte de la naturaleza humana indagar en lo
desconocido.
Hay una certeza: la enfermedad mental aparece y todo tu universo se conmociona. La
mente, a la par de la luz, viaja tras una respuesta que no llega, quizá porque la sociedad, en su aparente cordura, no reconoce a
sus propios hijos.
Cambia la mirada porque me necesitas. Me
necesitas como la montaña necesita quien la
encime, como la hoja amarillenta necesita las
gotas de rocío, como el anciano en su vejez
necesita la sonrisa del niño.
Me miras, te miro, me ves, te veo. Estamos
en el mismo lugar, cosas del destino. Nos hemos encontrado, por algo será. Viajamos incansablemente por lejanos parajes buscando nuevas experiencias, y es posible que no
sepas que cerca de ti hay personas que pueden aportarte mucho más de lo que imaginas.
Búscanos, contacta con nosotros y encontrarás respuesta en lo desconocido, en lo olvidado; verás lo valioso de la vida.
Cuando te levantas por las mañanas y te miras
al espejo allí estás tú, pero no te das cuenta
62
que una de esas mañanas puedo estar yo también reflejado en ti.
Hay quien dice que la esencia para descubrir
nuevos mundos es empezar. Caminemos hacia una nueva conciencia compartida sobre la
enfermedad mental; conectemos, conecta.
Atrévete a abrirte a la información, a la ciencia, a tender puentes conmigo. Soy un mundo por descubrir.
Ya no hablaremos de limitaciones, ni de sufrimiento: comencemos a hablar de espíritu
de superación. Ya no hablaremos de soledad:
atrevámonos a tender puentes de amistad.
No volveremos nunca más a ser castigados a
la travesía del desierto donde perecen las esperanzas.
La vida, la verdadera vida, crece al otro
lado de las arenas; no te quedes con las
apariencias. Atrévete, explora, contacta
conmigo.
Hay algo detrás del oro incrustado en la roca.
Hay algo detrás de las piedras talladas por el
hombre. Hay algo detrás de las lágrimas diseminadas por el suelo. Hay algo que da coherencia al conjunto, y que hace que la mente
sea permeable a la belleza.
Reflexiona. Ponte en mi lugar: conecta
conmigo.
Comunicando
Día Internacional del Voluntariado
“Hacer voluntariado es querer cambiar
el mundo y hacerlo”
Con motivo del 5 de diciembre, Día Internacional del Voluntariado, las
organizaciones sociales -a través de la Plataforma del Voluntariado de España- y el Teléfono de la Esperanza quieren destacar el valor de la solidaridad que
expresan millones de personas, como contrapunto al individualismo y la
violencia que nos rodean.
El voluntariado de nuestro país se construye cada
día con personas normales que han elegido transformar pequeñas parcelas de injusticia, aislamiento, abandono, intolerancia… para levantar
una realidad que reivindique lo humano por encima de todas las cosas. Gente corriente que planta cara al desánimo y combate la apatía dando su
tiempo a las diferentes causas que lo demandan.
Hay muchos espacios donde actuar, multitud de
dificultades que atender, pero cuatro millones de
personas en nuestro país han entendido que nada
mejora si no se actúa, porque “Hacer voluntariado es querer cambiar el mundo y hacerlo”.
En este 2015, contamos con una nueva Ley que
ha costado no poco esfuerzo sacar adelante y que
nos permitirá implantar en todas las esferas de
la vida el valor de la tarea voluntaria. Apostamos
por un voluntariado que cuente con las personas
y las sitúe en el centro de cualquier actuación.
Un voluntariado abierto a la sociedad, que tenga
presente la diversidad e incida en las verdaderas
causas que excluyen a las personas. Pedimos el apoyo de la escuela donde la infancia
comienza su socialización y adquiere hábitos que la
acompañarán toda la vida. Pedimos el respaldo de
los centros de secundaria, para afianzar en la adolescencia el valor de la solidaridad y, por supuesto,
pedimos el soporte de la Universidad -cantera fundamental del voluntariado- y espacio para culminar este proceso de aprendizaje de la solidaridad.
En esta tarea necesitamos ciudadanía dispuesta a dar su tiempo, pero también un compromiso firme de las Administraciones, para poder
desarrollar los programas y ofrecer los servicios
necesarios. Apelamos a las empresas para que
impulsen una riqueza que no se mide en cuentas de resultados, sino en beneficio social.
Apoyar el voluntariado, hacerlo cada día más visible, inocularlo en todas las etapas de la vida
como un virus transformador de realidades no es
fantasía. Es el compromiso de la Plataforma del
Voluntariado de España y del Teléfono de la Esperanza. Os invitamos a formar parte de esta red
activa e imparable.
63
Comunicando
Teléfono de la Esperanza de Albacete,un cuarto de siglo prestando ayuda
“Bodas de plata” con la ilusión del primer día
Se han cumplido 25 años de uno de los servicios sociales
que trabaja los 365 días del año, las 24 horas del día, para
poder ayudar a todos aquellos que se encuentran en una
difícil situación personal, familiar, laboral y que, en algunos
casos, les puede llevar a la intención más trágica de la vida,
como puede ser el suicidio. Nos referimos al Teléfono de
la Esperanza de Albacete, que celebra sus bodas de plata,
Un día para el recuerdo. Albacete
celebra sus 25 años.
con la misma ilusión del primer día y evolucionando en la
formación de sus voluntarios para poder seguir realizando el trabajo altruista.
El aniversario se conmemoró con diferentes actividades y sirvió para que los fundadores, presidentes y voluntarios del Teléfono de la Esperanza
recordaran todo lo hecho y tomaran más fuerza e
ilusión aún para el futuro.
Los primeros pasos comenzaron en la Parroquia
del Buen Pastor, en 1990, gracias a un grupo de
personas que quisieron seguir los pasos de los que
iniciaron el Teléfono de la Esperanza a nivel nacional, en Sevilla, allá por 1971, cuando un grupo de
sacerdotes, preocupados por la situación de algunos enfermos, pensaron que con un teléfono y
una voz amiga tras el auricular se podría solucionar los problemas emocionales de los pacientes.
Desde entonces ha corrido mucho tiempo y en la
actualidad son 30 las sedes abiertas en todo el territorio nacional, entre ellas la de Albacete.
Y en Albacete desde los inicios en esa parroquia se
ha avanzado mucho, y se ha ido mejorando en todos los aspectos. Desde la parroquia se pasó a la
primera sede que estuvo en un piso de la calle en
Octavio Cuartero y años más tarde se trasladaron
a la sede definitiva, en la calle Federico García Lorca. Y desde entonces han sido siete sus presidentes, Caridad Navarro, Elías García Grimaldo, María Elena Villacorta, Llanos García, Salvador Moya,
Carmen Soria y el actual, Joaquín Fresneda.
A veces hay que hacer filigranas
«En la actual sede estamos bien, aunque a veces
tenemos que hacer filigranas, pero nos arreglamos
porque estamos en el centro sociocultural del barrio
64
y podemos utilizar algunas de sus salas. Además algunos cursos intensivos que realizamos con todos
los voluntarios los realizamos en otros lugares, como
las Angustias, la Casa de Ejercicios, en los Escolapios». En lo que llevamos de año Joaquín Fresneda
recuerda que desde el Teléfono de la Esperanza se
han atendido 1.585 llamadas y 399 entrevistas y en
lo que se refiere a los cursos de promoción de salud
emocional hasta la fecha se han hecho 126. El año
pasado se cerró con 2.084 llamadas recibidas, de las
que el 65,30 por ciento fueron realizadas por mujeres y un 34,70 por hombres. La mayoría de ellas,
unas 700 eran procedentes de usuarios de la capital,
350 de la provincia y otra buena parte, más de 600,
procedían de otras provincias y algunas se derivaron
al 112. Además en dicho año hay que sumar las 640
entrevistas que los técnicos y voluntarios del Teléfono realizaron en la sede a personas que precisaban
ayuda ante una determinada problemática.
«Nuestra misión es ofrecer un servicio gratuito con
los 77 voluntarios que contamos a todas las personas que requieren de nuestros servicios. Pero
aquí no sólo se trata de descolgar el teléfono, ya
que se realizan cursos y actividades para prevenir
y mejorar la salud emocional de las personas, de
sus familias y del conjunto de la sociedad.
La sede en Albacete está operativa durante toda la
semana, pendientes de que suene el 967 52 34 34. Además, en la sede hay dos trabajadoras, una psicóloga y una administrativa. Y durante la semana hacen
falta 36 voluntarios para descolgar el teléfono y atender las llamadas, ya que se mantienen 36 turnos.
Comunicando
Ya somos 12.000 en el Facebook y 4.000 en Twitter
¡Apúntate a nuestra gran familia en RED!
La página del Teléfono de la Esperanza en Facebook ha alcanzado la cifra de 12.000 seguidores
y en Twitter 4.000. Desde ellas intentamos, cada
día, favorecer la salud mental y emocional, ofertar reflexiones sobre las crisis del ser humano,
concienciar acerca de problemáticas sociales y la
necesidad de transformaciones en nuestros contextos socio-económicos. Unido a esto, promocionamos el voluntariado y ofertamos información relevante del mundo de las ONGs. da y propague los valores del Teléfono de la Esperanza, siempre en línea con la Declaración de
Derechos Humanos, patria común de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad.
Nos sentimos muy felices de poder contar con
16.000 amigos en estas redes sociales y seguiremos trabajando para que esta herramienta difun-
Arsenio Fernández de Mesa y Juan Sánchez Porras firman un protocolo
La Guardia Civil y El Teléfono de la Esperanza,
se unen para promocionar la salud emocional
y prevenir el suicidio
La Guardia Civil y la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza firmaron el pasado cinco
de octubre un protocolo de colaboración para acciones formativas, de prevención, tratamiento
de la salud emocional y de intervención en crisis, según informa el instituto armado.
El convenio ha sido suscrito por el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de
Mesa, y el presidente de Teléfono de la Esperanza, Juan Sánchez Porras.
La Guardia Civil podrá desarrollar las prácticas llevadas a cabo por la asociación e implementarlas en
las actividades del Servicio de Psicología del Cuerpo,
así como dar a conocer su labor en lo referente a la
atención telefónica y personalizada a los miembros
del instituto armado que solicitan ayuda psicológica.
Teléfono de la Esperanza es una organización de
voluntariado que tiene como finalidad esencial
el tratamiento integral de las crisis y la promoción de la salud emocional. Entre sus prioridades está ofrecer un servicio permanente de intervención en crisis por teléfono, Internet o de
Saludos y sonrisas tras la firma del documento.
forma presencial a cuantas personas, familiares
o colectivos lo soliciten.
Ambas instituciones se comprometen a crear un
espacio colaborativo para la promoción de la salud
emocional, la prevención del suicidio y el tratamiento
de las situaciones de crisis personales y familiares.
65
Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA
Atención en Crisis
902 500 002
ALBACETE
C/ Federico García Lorca, 20-1º
02001 ALBACETE
Tel.: 967 52 34 34. Fax: 967 52 34 48
E-mail: [email protected]
CASTELLÓN
C/ Segorbe, 8
12004 CASTELLÓN
Tel.: 964 22 70 93. Fax: 964 22 02 58
E-mail: [email protected]
MURCIA
C/ Ricardo Zamora, 8
30003 MURCIA
Tel.: 968 34 34 00. Fax: 968 34 35 66
E-mail: [email protected]
ALICANTE
C/ Benito Pérez Galdós, 41-Entr. C
03005 ALICANTE
Tel.: 96 513 11 22. Fax: 96 512 43 49
E-mail: [email protected]
CÓRDOBA
C/ Concepción, 7 - 1º Puerta 2
14003 CÓRDOBA
Tel.: 957 47 01 95
E-mail: [email protected]
NAVARRA
C/ San Blas, 13 - bajo
31014 PAMPLONA
Tel.: 948 23 70 58. Fax: 948 38 20 34
E-mail: [email protected]
ALMERÍA
C/ Francia, 131
04009 ALMERÍA
Tel.: 950 26 99 99. Fax: 950 26 07 89
E- mail: [email protected]
GRANADA
C/ Horno del Espadero, 22
18005 GRANADA
Tel.: 958 26 15 16. Fax: 958 26 15 06
E-mail: [email protected]
PALENCIA
C/ Francisco Reinoso, 3 - 3º D
34003 PALENCIA
Tel.: 979 17 01 00
E-mail: [email protected]
ARAGÓN
C/ Lagasca, 13 - 1º
50006 ZARAGOZA
Tel.: 976 23 28 28. Fax: 976 23 41 40
E-mail: [email protected]
HUELVA
Avda. de Andalucía, 11 - Bajo
21004 HUELVA
Tel.: 959 28 15 15. Fax: 959 54 07 27
E-mail: [email protected]
SALAMANCA
Paseo de Canalejas, 56 - 1º B
37001 SALAMANCA
Tel.: 923 22 11 11. Fax: 923 22 62 35
E-mail: [email protected]
ASTURIAS
Avda. de Bruselas, 4 bajo
33011 OVIEDO
Tel.: 985 22 55 40. Fax: 985 27 65 00
E-mail: [email protected]
ISLAS BALEARES
C/ Miguel Marqués, 7 - 1º
07005 PALMA DE MALLORCA
Tel.: 971 46 11 12. Fax: 971 46 17 17
E-mail: [email protected]
SANTIAGO DE COMPOSTELA
C/ San Pedro de Mezonzo, 26 bis 2ºB (Viviendas San Fernando)
15701 SANTIAGO DE COMPOSTELA
Tel.: 981 51 92 00
E-mail: [email protected]
BADAJOZ
C/ Ramón Albarrán, 15-1º dcha.
06002 BADAJOZ
Tel.: 924 22 29 40. Fax: 924 25 65 08
E-mail: [email protected]
JAÉN
C/ Peso de la Harina 1, 4º
23001 JAÉN
Tel.: 953 26 09 31
E-mail: [email protected]
SEVILLA
Avda. Cruz del Campo, 24
41005 SEVILLA
Tel.: 95 457 68 00. Fax: 95 458 23 75
E-mail: [email protected]
BIZKAIA
Avda. Sabino Arana, 42, 1º
48013 BILBAO
Tel.: 944 100 944
E- mail: [email protected]
LA RIOJA
C/ Duquesa de la Victoria, 12
26003 LOGROÑO
Tel.: 941 49 06 06
E-mail: [email protected]
TOLEDO
C/ Panamá, 2 - 1º N.
45004 TOLEDO
Tel.: 925 23 95 25
E-mail: [email protected]
CÁCERES
Avda. de los Pilares, 1- bloque 8-3ºB
10002 CÁCERES
Tel.: 927 62 70 00.
E-mail: [email protected]
LEÓN
Avda. Padre Isla, 28 4º Izda.
24002 LEÓN
Tel.: 987 87 60 06
E-mail: [email protected]
VALENCIA
C/ Espinosa, 9- 1º- 1ª
46008 VALENCIA
Tel.: 96 391 60 06. Fax: 96 392 45 47
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CANARIAS
C/ Mesa de León, 4 - 3º dcha.
35001 LAS PALMAS DE G.C.
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MADRID
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VALLADOLID
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47010 VALLADOLID
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CANTABRIA
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MÁLAGA
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29012 MÁLAGA
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ZAMORA
Plaza del Seminario, 2, despacho 4.
49003 ZAMORA
Tel.: 980 535 365
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Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN EL MUNDO
BARRANQUILLA (COLOMBIA)
Calle 53, 50-53
BARRANQUILLA
Tel.: (00 57 5) 372 27 27
E-mail: [email protected]
PASTO (COLOMBIA)
Parroquia de Santiago Apóstol de los Hermanos Capuchinos
Tel.: (00 57) 3014927430 / (00 57) 3104987978
E-mail: [email protected]
BOGOTÁ (COLOMBIA)
Cra 25 calle 48-11
4813 BOGOTÁ
Tel.: (00 57 1) 323 24 25
E-mail: [email protected]
QUITO (ECUADOR)
C/ Capitán Edmundo Chiriboga
N-47227
Tel.: (00 593 2) 6000 477 / 2923 327
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CHILLÁN (CHILE)
C/ 18 de septiembre, 456
380-0650 CHILLÁN
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SAN PEDRO SULA (HONDURAS)
Colonia Alameda, 13 y 14 Avenidas, 5ª calle, N.E.
Tel.: (00 504) 2558-0808
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GUAYAQUIL (ECUADOR)
C/ Guatemala, 403 y Washington (Barrio del Seguro)
Tel.: (00 593 4) 2335839
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TEGUCIGALPA (HONDURAS)
Col. Florencia Norte. 1ª Calle, 1ª Avenida. Casa 4058, 2ª Planta
TEGUCIGALPA
Tel.: (00 504) 2232-1314
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LIMA (PERÚ)
C/ Gustavo Yabar 221-225.
Urbanización Vista Alegre. Santiago de Surco.
Tel.: (00 51 1) 273-8026
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VALENCIA (VENEZUELA)
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Naguanagua. Edo. Carabobo. Venezuela. Zona Postal 2001.
Tel.: (00 58) 241 8433308
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MEDELLÍN (COLOMBIA)
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ZÚRICH (SUIZA)
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OPORTO (PORTUGAL)
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CENTROS EN PROYECTO
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CENTROS DE PRÓXIMA INAUGURACIÓN
GUAYAQUIL (ECUADOR)
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