Portada - Ayuntamiento de Tarifa
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NÚMERO MONOGRÁFICO CONMEMORATIVO DEL XIII CENTENARIO DEL DESEMBARCO ÁRABO-BEREBER DEL 711 Cierro y ventana en Mª Antonia Toledo, 12 CIERROS Y BALCONES Aljaranda Año XXI Núm. 81 Segundo Trimestre. Junio 2011 2 XIII Centenario desembarco Aljaranda 81 (2011) árabo-bereber aliados, el conde Julián y los parientes de Witiza, solo podían lograr sus respectivos objetivos mediante la derrota y derrocamiento del rey Rodrigo. Y resulta también claro que esto solo sería posible tras los asedios y tomas de la ciudad de Córdoba (capital de la Bética) y de Toledo (capital del estado visigodo). La simple observación del mapa físico de la Península Ibérica nos descubre de forma inmediata que la única vía posible de penetración de las tropas de Tarik hacia esos objetivos habría de ser a través del valle del Guadalquivir. Las sierras béticas y penibéticas eran obstáculos insalvables para un rápido avance por cualquier trayecto diferente. De hecho, tras la victoria de los árabes y sus aliados en la batalla de la laguna de la Janda, los soldados de Tarik fueron conquistando sucesivamente las poblaciones de Medina Sidonia, Morón, Carmona, Sevilla, Écija y finalmente Córdoba y Toledo. Surge por tanto la hipótesis de que, una vez realizado el desembarco inicial en Gibraltar, lugar de fácil defensa, y dominada la situación en el entorno de la bahía, se produjeran nuevos desembarcos - durante los meses de junio y julio del 711- en los caladeros de Tarifa (lugar ya conocido por haber sido invadido y saqueado por Tarif ibn Mallik en julio del 710) o de la ensenada de Barbate. En estos desembarcos habrían llegado los 5.000 soldados enviados como refuerzo por el emir Musa. Además, conocida y demostrada la penetración de las tropas árabes victoriosas por el valle del Guadalquivir, varios argumentos pueden apoyar esta idea de los desembarcos en Tarifa y Barbate: 1.- El grueso de la tropas invasoras procedía de Tánger. 2.- El lugar donde acamparon las tropas árabes, previamente a la decisiva batalla contra las fuerzas del rey Rodrigo, fue la orilla sur de la laguna de la Janda, zona muy cercana y de fácil comunicación con los indicados puertos o caladeros naturales de Tarifa y Barbate. 3.- La aceptación posible de lo expuesto ayudaría a despejar los actuales puntos difíciles y oscuros que se presentan al tratar de explicar satisfactoriamente la versión más aceptada de que la invasión pudo realizarse por Gibraltar con solo cuatro embarcaciones de comercio. 4.- Es posible reforzar los supuestos anteriores si se tiene en cuenta que la primera crónica que se refiere a la invasión árabe de la Península – la llamada Crónica mozárabe – se escribió en el año 754, pasados 43 años desde que los hechos ocurrieron. En la misma no se menciona ningún lugar de desembarco. La siguiente crónica escrita en el año 860 por Ibn Abd al-Hakam describe el paso del Estrecho Imagen 2.- Busto de Muza en Tudela. por un monte llamado después Yébel Tarik, situado entre Ceuta y España. Por los muchos años transcurridos entre los hechos y su relato, parece evidente que ambas crónicas y las que posteriormente se escribieron, resultaron imprecisas, cuando no contradictorias, respecto a los detalles de la invasión. Datos tales como el número de soldados y caballos transportados, la clase y número de las embarcaciones utilizadas, los puertos de desembarco, la duración de las travesías y los días empleados, las fechas reales de cada situación, etc. fueron obviados o reflejados solo de forma aproximada y poco fidedigna por tanto. La deseada y rigurosa reconstrucción de la invasión árabe de las tierras hispánicas en el año 711, un muy interesante y decisivo episodio de nuestra historia, puede decirse que no será empeño fácil. J. Cestino es autor de los libros “ESTRECHO DE GIBRALTAR- Costas y Ciudades” y “EL ESTRECHO- Treinta siglos de Historia en Gibraltar, Tánger, Tarifa, Ceuta y Algeciras” 67 Sumario Aljaranda número 81 segundo trimestre 2011 4 Presentación Carlos Ruiz-Bravo ALJARANDA: número extraordinario monográfico conmemorativo del XIII Centenario del desembarco árabobereber en la costa del Campo de Gibraltar. Revista de Estudios Tarifeños ALJARANDA Año XXI - Número 81 - 2º trimestre Junio de 2011 Edita Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Tarifa. Delegación Municipal de Cultura. Consejo de Redacción Juan Andrés Gil García Manuel Reiné Jiménez Manuel Liaño Rivera Carlos Ruiz Bravo Francisco Ruiz Giráldez Francisco Terán Reyes Mari Carmen Tizón Bernabé Comité científico José Antonio Castillo Rodríguez José Carlos García Gómez Iván García Jiménez Víctor Heredia Flores Juan Antonio Martín Ruiz Virgilio Martínez Enamorado Alejandro Pérez-Malumbres Landa José Ramos Muñoz. Coordinación, Distribución y suscripciones Delegación Municipal de Cultura [email protected] Dirección postal Aljaranda Casa de la Cultura C/Amor de Dios, 3 11380 Tarifa Tfno. 956 68 46 89 Dirección electrónica [email protected] Edición digital www.aytotarifa.com Depósito legal CA-157/91 ISSN 1130-7986 Imprime Tipografía La Nueva S. C.A. Arapiles, 11 - 11380 Tarifa 6 Prólogo Wenceslao Segura González Prólogo monográfico de ALJARANDA. 8 María Jesús Viguera Molins La conquista de al-Andalus según Ibn al-Qutiyya (siglo X). 14 José Beneroso Santos Breve análisis del embarque y del desembarco de los árabobereberes de Tariq Ibn-Ziyad en la península Ibérica en 711. 28 Esther Sánchez Medina Reflexiones en torno al 711 Problemas, metodologías y posibles avances. 37 Enrique Gozalves Cravioto El paso del Estrecho:las fuentes. 43 Ángel J. Sáez Rodríguez ¡Allah akbar! La conquista del paraíso. 54 José Luis Gómez Barceló La aventura transfretana del 711. 56 Manuel López Fernández Aproximación al desembarco beréber en Gibraltar el año 711. 64 Joaquín Cestino Comentarios a diversas cuestiones relativas a la invasión árabe del año 711. La Portada Manuel Reiné nos ilustra la portada de este número con un dibujo donde se recrea la llegada del ejército árabo-bereber a nuestras costas. 3 PRESENTACIÓN Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Gumia árabe. ALJARANDA: número extraordinario monográfico conmemorativo del XIII Centenario del desembarco árabo-bereber en la costa del Campo de Gibraltar Carlos Ruiz-Bravo P rimavera-verano del año 711. Un ejército formado por guerreros norteafricanos, dirigido por oficiales árabes y acaudillado por el walí Tarik Ibn Ziyad irrumpió por sorpresa en una estrecha banda de la costa más meridional de la península Ibérica. Fue el origen de una invasión militar que se hizo trascendente en la historia de la futura España. Tanto la fulgurante expansion previa islámica por el norte de Africa como la fogosa situación política reinante en el Magreb en el 711 que pudieron propiciar las ansias de invadir Hispania, son tratadas en este número conmemorativo de ALJARANDA con gran autoridad histórica. Y se produjo el desembarco de un ejército invasor que inició una conquista,. la cual está ampliamente descrita y pormenorizada en multitud de libros, documentos, crónicas y artículos de Historia de España. No ocurre lo mismo con el suceso estricto y concreto con el que se inició la invasión islámica. Las crónicas y libros de historia se limitan simplemente a consignar de forma lacónica el desembarco de un ejército que cruzó el Estrecho y que procedía del Norte de Africa.Una laguna histórica envuelve desconcertantemente este lance tan trascendente y caracterizado. Efectivamente, no hay unanimidad sobre la composición de los efectivos desembarcados, ni sobre los puntos tanto de 4 embarque como de desembarque. Ni cómo cruzó la fuerza expedicionaria el Estrecho. Ni qué barcos utilizó. ¿Cuántas oleadas y viajes de ida y vuelta hicieron falta? ¿Con qué resistencia nativa se topó?. Muy singular y curiosamente, en la primaveraverano del 2011 confluyen cuatro circunstancias especiales: 1ª--se cumple el XIII Centenario del desembarco, 2ª--Tarifa ocupa geoestratégicamente una muy clara ubicación en la banda de costa que recibió el desembarco, 3ª--la implicación que Tarifa tiene en la Historia Medieval del Estrecho siempre ha tenido un valioso órgano de expresión: la revista de estudios tarifeños ALJARANDA y 4ª--una reactivación de la vieja inquietud de los historiadores por dar rigor a la narración del desembarco conque se inició la invasión del 711 y de su porqué. La consideracion de todo el anterior planteamiento nos lleva de la mano, y de forma casi ineludible, a conmemorar el 1.300 aniversario del desembarco del 711 publicando un número extraordinario de ALJARANDA que recoja y analice los pormenores de este suceso y el clima que lo propició. La publicación de esta edición monográfica tiene una intencionalidad muy bien definida: por un lado, establecer –en la medida de lo posible,-- certeza y rigor histórico en aquellos datos que, a fecha de hoy, todavía no tienen definición concreta; y Imagen 2.- Destinos y distancias de las posibles travesías. ALJARANDA en Internet En la dirección http://www.aytotarifa.com pueden consultar todos los ejemplares publicados hasta ahora de la revista, además de otras actividades e información de la Concejalía de Cultura. ALJARANDA es una revista abierta a cuantas personas dedican parte de su tiempo al estudio del municipio de Tarifa en sus más diversas vertientes: Historia, Geografía, Patrimonio, Arte, Tradiciones, Creación literaria y otros. Los artículos pueden ser remitidos al Consejo de Redacción bien por correo postal (Revista Aljaranda Excmo. Ayuntamiento de Tarifa. Calle Amor de Dios, 3 11380 Tarifa) o electrónico ([email protected]). 5 Aljaranda 81 (2011) y prestigioso grupo de historiadores, expertos en el tema, para que analicen y den contestación a las citadas cuestiones. Sus versiones personales, cordialmente agradecidas por ALJARANDA, dan contenido a este número extraordinario de la revista al rememorar y recrear, dejándolo más definido, un suceso que trasladó su relevancia en la historia del Estrecho y de la costa del Campo de Gibraltar a la Historia de España. PRESENTACIÓN por otro, emitir hipótesis sólidamente fundamentadas sobre aquellas cuestiones que, por falta de referencias y suficientes estudios, se resisten a la concreción histórica. Tiempo habrá para contrastar las diferentes versiones e hipótesis emitidas. La presente propuesta para conmemorar el XIII Centenario del desembarco musulmán en España conlleva la invitación a un reducido PRÓLOGO Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Ejército musulmán. Prólogo monográfico de ALJARANDA Wenceslao Segura González E ste año se cumplen trece siglos del comienzo de la dominación musulmana de España. Aún siendo uno de los acontecimientos más importantes de la historia nacional, no ha recibido atención alguna por parte de las autoridades culturales. Por esto se acoge con agrado la decisión de la revista de estudios tarifeños ALJARANDA de editar este número monográfico dedicado al desembarco de Tariq ibn Ziyad. En el 2010 se conmemoró en Tarifa los mil trecientos años de la primera incursión musulmana a la Península 1 capitaneada por Tarif ibn Mallik al-Maafiri, 2 personaje que dio nombre a la ciudad. 3 Tampoco las administraciones culturales apoyaron esta efeméride, que fue organizada por la asociación Proyecto TARIFA2010. La fecha que se apunta como más probable para el desembarco de Tariq es a finales de abril del año 711. Pero los historiadores árabes dan muchas otras fechas, que van desde finales de abril a finales de julio, aunque la mayoría la 1 dan en el mes de rajab (del 24 de abril al 23 de mayo aproximadamente).4,5 Estamos pues, en el año 1.300 posterior a este episodio, lo que ha dado pie a la edición de este monográfico. Los primeros momentos de la invasión musulmana no han sido tratados con la debida profundidad. Todo se ha quedado en considerar que los árabes, encabezados por Musa ibn Nusair, programaron la conquista, utilizando para ello el destacamento tangerino que acaudillaba Tariq ibn Ziyad. Al menos esto es lo que nos ha trasmitido la historia musulmana, que muestra una clara intención manipuladora, tratando de realzar el protagonismo árabe en detrimento de los bereberes. Ya hemos señalado en otro lugar 6 que, aún sin pretenderlo, las antiguas crónicas árabes dan a entender que la conquista de España fue fortuita, resultado del desembarco de los bereberes de Tariq, que parece fue realizado sin conocimiento del gobernador de Ifriquiya, o al Parece ser que el primer desembarco musulmán en España fue en Mallorca en el año 707, IBN AL-ATHIR, Annales du Maghreb et de l'Espagne, traducción de E.Fagnan, Alger, 1989, p. 33. 2 Una biografía de este personaje se encuentra en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: “Tarif ibn Mallik”, Al Qantir 11 (2011) 36-55. 3 Tarifa fue conocida durante la dominación musulmana como Yazirat Tarif (Isla de Tarif). Un nombre un tanto confuso, porque Tarifa no es una isla, como tampoco lo es al-Yazira al Jadra (Isla Verde, Algeciras). Estos nombres no hacen referencia a las islas que hay frente a sus costas (isla de las Palomas e isla Verde) sino a las poblaciones continentales. Añadir que en los primeros autores árabes que tratan de la conquista de España, parece más bien que con al-Yazira al Jadra significan la comarca del norte del Estrecho y no solo la población de Algeciras, 4 Contrasta este dispersión de fechas con la unanimidad sobre la fecha en que desembarcó Tarif: julio de 710. 5 SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio: “Itinerarios de la conquista de España por los musulmanes”, Cuadernos de Historia 10 (1984) 21-74. 6 SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: “El comienzo de la conquista musulmana de España”, Al Qantir 11 (2011) 92-1 6 vean obligados a especular sobre lo que ocurrió hace ahora trece siglos. Esto es lo que ha pasado con la batalla del Guadalete, que también este año conmemoramos, donde se ha utilizado la lógica militar para averiguar el lugar donde se produjo. 8 Los historiadores encuentran dificultad en el análisis del inicio de la invasión Lo que acabamos de exponer nos muestra que los primeros momentos de la invasión (o si se prefiere de la conquista) es un tema histórico abierto. A cubrir este vacío apuntan los ocho artículos que componen este monográfico, que aportan nueva luz a uno de los episodios de mas significación histórica que se han desarrollado en el litoral norte del Estrecho. El estudio de las fuentes, los medios navales, la operación del desembarco, el protagonismo de Ceuta, la situación del reino visigodo, son algunos de los asuntos que analizan ocho prestigiosos historiadores, buenos conocedores todos ellos de la historia de nuestra comarca y de Tarifa en particular. Ángel Sáez, Enrique Gozálbes, Manuel López, José Luis Gómez Barceló, María Jesús Vigueras, Esther Sánchez Medina, José Beneroso y Joaquín Cestino, hacen su aportación en este número extraordinario de ALJARANDA, contribuyendo a esclarecer lo que ocurrió en nuestra tierra hace ahora exactamente mil trescientos años. Imagen 2.- Guerrero magrebí. Wikipedia. 7 Un análisis de las crónicas árabes que nos interesan se encuentra en VIGUERA MOLINS, María Jesús: “El establecimiento de los musulmanes en Spania – Al-Andalus”, V Semana de estudios medievales de Nájera, Instituto de Estudios Riojanos, 1995, pp. 35-50. Por nuestra parte hemos reunido las crónicas cristianas y árabes en “Inicio de la invasión árabe de España, Al Qantir 10 (2009) 1-135. 8 BERNABÉ SALGUEIRO, Alberto: “La batalla del Guadalete, aproximación a su realidad histórica y arqueológica”, Actas del I Congreso Internacional del Estrecho de Gibraltar, Madrid-Ceuta, 1988, tomo II, pp. 73-99. José Beneroso apunta que la batalla se produjo en la bahía de Algeciras, BENEROSO SANTOS, José: “Acerca de la entrada de los arabo-bereberes en la península ibérica en el año 711: hipótesis, ucronía, y realidad histórica”, Almoraima 36 (2008) 129-137. Nosotros hemos apuntado nuestra sospecha de que la batalla del Guadalete no llegó a producirse a consecuencia de la deserción en el ejército visigodo, Wenceslao Segura González, “El comienzo de la conquista musulmana de España”, ob. cit. También hemos notado el parecido entre la batalla del Guadalete y la batalla del Salado, lo que apunta hacia la teoría de que, de haber ocurrido, el enfrentamiento habría sido en el municipio de Tarifa, para impedir que las tropas visigodas alcanzasen la bahía de Algeciras, tierra ya conquistada por los bereberes de Tariq, SAAVEDRA, Eduardo: Estudio sobre la invasión árabe de España, 1892. 7 Aljaranda 81 (2011) PRÓLOGO menos sin su apoyo explícito. La debilidad del reino visigodo contribuyó a que una operación que, tal vez solo pretendía ser una algarada de mayor envergadura que la de Tarif, terminara convirtiéndose en la conquista de un inmenso reino. Los historiadores encuentran dificultad en el análisis del inicio de la invasión. Las fuentes históricas son escasas y las primeras crónicas árabes se escribieron un siglo después.7 Ha sido habitual, y lo tendrá que seguir siendo, que los historiadores se XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Alfanje árabe. La conquista de al-Andalus según Ibn al-Qutiyya (siglo X) María Jesús Viguera Molins F uentes sobre la conquista de al-Andalus. Sobre la conquista de al-Andalus no carecemos de noticias en las fuentes musulmanas y cristianas, aunque tales noticias suelen ser incompletas, contradictorias, y desfiguradas por intereses personales o colectivos, muchas veces producidos desde filtros ideológicos, con recursos a tópicos y leyendas que cada bando forjó por propaganda, estrategia, justificación... Entre lo así reunido, apenas los datos llegan a responder sobre cómo ocurrió la conquista, y quedan por esclarecer cuestiones de tiempo y espacio, de personalidad, intención, jerarquía y actuación de los protagonistas, o su número y proporción, en cuántos casos dominaron por las armas o por pacto, cómo establecieron su Estado y se relacionaron con los autóctonos... Ante esta situación, un recurso considerable es el del análisis de las fuentes disponibles para nuestro conocimiento, volviendo a editar y traducir las que lo requieren a partir 1 de los avances del conocimiento histórico e historiográfico. Entre las fuentes árabes relativas a la conquista, me he ocupado en ocasiones1 de las aportaciones y situación de las crónicas, tipo de fuente textual muy definido dentro del ámbito araboislámico, y que en modo alguno son ni se consideran como exclusivas canteras informativas, pues las noticias de la expansión islámica no sólo se hallan, como bien se sabe, en tales Crónicas, sino en obras geográficas (por citar algunos geógrafos, que ofrecen importantes testimonios sobre el tema de la expansión islámica: Ibn Jurradbih, al-Yacqubi, y al-Bakri, por no alargar más la lista, siendo tan interesantes las referencias escuetas de los más antiguos, como un reflejo de la cronística del s. IX2); jurídicas (recordemos las observaciones de R. Brunschvig acerca de la notable presencia de lo jurídico en aquellos episodios y en su elaboración3; o los tratados de la organización fiscal de la expansión, y entre ellos toda la serie de kutub al-amwal y de kutub al- VIGUERA MOLINS María Jesús , “Fuentes árabes para el estudio de al-Andalus”, Xelb 9 “O Gharb no al-Andalus: sínteses e perspectivas de estudo” ( 2010) 29-37;. GARCÍA MORENO L. A y. VIGUERA MOLINS M. J, eds.: Del Nilo al Ebro. I. Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica, Alcalá de Henares, 2010. 2 CORNU G. , "Les géographes orientaux des IXe et Xe siècles et al-Andalus", Sharq al-Andalus III (l986) ll-l8. 3 BRUNSCHVIG Robert, "Ibn cAbd al-Hakam et la conquête de l'Afrique du Nord par les Arabes. Étude critique", Annales de l'Institut d'Études Orientales d'Alger VI (l942-l947),lO8-l55; Al-Andalus XL (l975) l29-l79. 8 Los hechos referidos por Ibn al-Qutiyya se encuentran contrastados y aprovechados por contribuciones sucesivas de la investigación Ante tan amplio panorama, prefiero centrarme ahora en ofrecer mi traducción de los pasajes de esta conocida “compilación de noticias” que tratan sobre la conquista de alAndalus, compilación seguramente puesta por escrito a mediados del siglo X, a la que se aplica el título de “Historia de la conquista de alAndalus” (Tarij Iftitah al-Andalus), recogiendo transmisiones procedentes del gramático, poeta y narrador Muhammad Ibn al-Qutiyya: (“el hijo de la Goda”) Abu Bakr b. cUmar b. cAbd alcAziz b. Ibrahim b. cIsa b. Muzahim, que llevó también -como algunos de sus antecesores y descendientes- ese apelativo de el hijo de la Goda, otorgado a los hijos del primer matrimonio de Sara la Goda (al-Qutiyya) con cIsa b. Muzahim (m. 136 H./755 d. C.), en principio para distinguirlos de la descendencia de Sara y su segundo marido. Los hechos referidos por Ibn al-Qutiyya se encuentran contrastados y aprovechados por contribuciones sucesivas de la investigación, bien planteadas tanto en el marco general de la historia de España en el siglo VIII7, como en el marco concreto relativo a Ibn al-Qutiyya, su familia de ilustres antepasados, entre ellos los witizanos, y su personalidad cultural, carácter y situación de su obra histórica8, acerca de este característico sabio andalusí, nacido quizás en Sevilla o ya en Córdoba, en la última decena seguramente del siglo IX, y que murió en Córdoba en 367 de la Hégira 977 d. C. En mi siguiente traducción, entre corchetes numero y doy título a los epígrafes relativos con los sucesivos temas que aparecen en esta obra de Ibn al-Qutiyya, la “Historia de la conquista de España”, obra así llamada, aunque sólo dedique sus primeras páginas a esa XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) jaray4); los repertorios biográficos (con obras tan informativas sobre nuestro tema como las de Ibn Harit al-Jus anî, Ibn al-Faradi, al-Maliki y al-Dabbag5); o de bellas letras (en las que los episodios de la expansión se adornan con las galas literarias, no exentas de la habitual carga ideológica, tan notable6). Imagen 2.- Cerámica árabe encontrada en Tarifa. Foto A. Pérez Malumbres. 4 Muy bien inventariados por Muhammad cImarat en su estudio introductorio a su edición del Kitab al-amwal de Abu al-Qasim b. Sallam, Beirut, l989, pp. lO-l6. 5 ˇ Como el libro de al-Jusani, Ajbar al-fuqaha' wa-l-muadditin (Historia de los alfaquíes y tradicionistas de al-Andalus), ed. Mª. Luisa Avila y Luis Molina, Madrid, l992. 6 Significativo es que hazañas de la expansión islámica lleguen a la literatura popular, y que el nombre de Musà b. Nusayr, por ejemplo, se aplique a un héroe de Las Mil y Una Noches : Mia I. Gerhardt, The Art of Story-Telling, Leiden, l963, l98-235; y sobre la literaturización del tema, en general: Mahmud cAli Makki, "al-Asatir wa-l-hikayat al-sacbiyya almutacalliqa bi-fath al-Andalus" [„Las leyendas y relatos populares relativas a la conquista de al-Andalus•], Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid XXIII (l985-6) 27-5O; RUBIERA Mª Jesús, "Estructura de 'Cantar de Gesta' en uno de los relatos de la conquista de al-Andalus", ibidem, 63-73. 7 Remito a las exposiciones de DÍAZ Y DÍAZ M.C., GARCÍA MORENO L.A., RUIZ TRAPERO M. y ORLANDIS J., Las invasiones. Las sociedades. La iglesia, en Historia de España Menéndez Pidal. España visigoda, III-1, Madrid, 1991. 8 FIERRO M., «La obra histórica de Ibn al-Qutiyya», Al-Qantara X (1989) 485-511; y JAMES D., Early Islamic Spain. The History of Ibn al-Qutiyya, Londres-Nueva York, 2009. cUbayd 9 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) cuestión. Señalaré el comienzo de cada página en las ediciones de Pascual de Gayangos9 (donde los relatos sobre la conquista de al-Andalus ocupan las páginas 2-11), tras indicar G- y en la edición de al-Ibyari –como Ib- (donde se extiende entre las pp. 29-37)10. Traducción del texto sobre la conquista de alAndalus en el Iftitah al-Andalus de Ibn alQutiyya [1.- Preámbulo: transmisión de noticias] [G, p. 2; Ib, p. 29] En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso, Dios bendiga y salve a nuestro señor Muhammad y a sus Compañeros. Nos transmitió Abu Bakr Muhammad b. cUmar b. cAbd al-cAziz [Ibn al-Qutiyya], que dijo: Nos contaron más de uno de nuestros maestros, entre ellos el maestro Muhammad b. cUmar b. Lubaba, y Muhammad b. Sacid b. Muhammad al-Muradi y Muhammad b. cAbd al-Malik b. Ayman y Muhammad b. Zakariyya al-Tanyiyya al-Isbili, tenga Dios misericordia de ellos, que lo tenían de sus maestros, diciendo que: [2.- Witiza y sus hijos: participación en la conquista de al-Andalus] Witiza, el último de los reyes de los godos de al-Andalus, murió dejando tres hijos, el mayor Olmundo, luego Aquila y luego Ardabasto, que eran pequeños a la muerte de su padre, y su madre mantuvo para ellos el reino de su padre en Toledo. Rodrigo, que era un general del rey, su padre, se apartó con los hombres de guerra que le rodeaban, y ocupó Córdoba. Cuando [G, p. 3] entró Tariq b. Ziyad en al-Andalus, en tiempos de al-Walid b. cAbd alMalik, escribió Rodrigo a los hijos del rey [Witiza], que ya eran jóvenes y montaban a caballo, pidiéndoles ayuda y que sus manos se unieran frente contra el enemigo. Ellos movilizaron tropas en la frontera [de Toledo], avanzaron y acamparon en Secunda, pues no se fiaban de Rodrigo para entrar en Córdoba [Ib, p. 30]. Y [Rodrigo] salió hacia ellos. Luego marcharon al encuentro de Tariq. Cuando estaban los dos bandos frente a frente, acordaron Olmundo y sus hermanos traicionar a Rodrigo, y aquella noche enviaron mensajeros a Tariq, para informarle que Rodrigo había sido un perro de los perros de su padre, de su séquito, y le pedían el amán, si ellos partían al día siguiente junto a él, y él les asignaba los fundos de su padre, que eran tres mil fundos, después de eso llamadas “la parte escogida de los reyes”. Cuando amaneció, ellos y los que estaban con ellos se agregaron a Tariq, y fueron la causa de la victoria. [3.- Pactos entre los hijos de Witiza y los musulmanes] Cuando llegaron a él, le dijeron: “¿eres emir tu mismo o sobre ti hay [G, p. 4] un emir?”, les dijo: “sí, sobre mí hay un emir y sobre este emir hay un emir”, y les autorizó a encontrarse con Musa b. Nusayr en Ifriqiya para que les consolidara [el vínculo de ellos con él. Ellos le pidieron que le escribiera [a Musa] sobre el asunto de ellos con él y sobre el compromiso que él [Tariq] les había dado. Asi hizo, y ellos fueron a Musa, y le encontraron en su marcha hacia al-Andalus], cerca del territorio de los beréberes, con el escrito de Tariq acerca de cómo ellos habían aceptado la sumisión, y la condición que con ellos había establecido. Musa b. Nusayr les dirigió [al califa] alWalid b. cAbd al-Malik, y llegaron ante él, que les formalizó el compromiso de Tariq b. Ziyad, y con aquello garantizó a cada uno de ellos un acta, y en sus actas estaba: “que no se pondrían de pie ante nadie que entrara a su presencia ni saliera”. [4.- Sara la Goda; su viaje a Damasco; casamientos y descendientes en al-Andalus] Y llegaron a al-Andalus, y siguieron en esta situación hasta que murió Olmundo, dejando una hija que era Sara la Goda (al-Qutiyya) y dos hijos pequeños, uno de ellos [Ib., p. 31] el arzobispo de Sevilla y [el otro] Oppas, muerto en Yilliqiyya. Entonces, Ardabasto extendió [su 9 Edición del texto árabe por P. de Gayangos, con colaboración de E. Saavedra y F. Codera, Madrid, 1868, publicada junto con la traducción completa, por J. Ribera, Historia de la conquista de España de Abenalcotía El Cordobés, Madrid, 1926. 10 AL-IBYARI I., Tarij Iftitah al-Andalus, El Cairo-Beirut, 1982, 158 pp.; 2ª ed., 1989; reimpr. 2003. 10 Madhiyi y cUmayr b. Sacid al-Lajmi, [pero Taclaba b. cUbayd al-Yudami se interesó por cUmayr b. Sacid ante cAbd al-Rahman [I] b. Mucawiyya], que le casó con ella, dándole un hijo, Habib b. cUmayr, antepasado de los Banu Sayyid [al-Nas], y de los Banu Hayyay, y de los Banu Maslama, y de los Banu [Hayz] al-Yurz. Tales son los nobles descendientes de cUmayr en Sevilla, pues tuvo hijos con otra [mujer], que no alcanzaron la distinción de aquellos. Esta noticia, o su mayor parte, está en el libro de cAbd al-Malik b. Habib sobre la conquista de al-Andalus y en el “poema en metro rayaz” (uryuza) de Tammam b. c Alqama. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) mano] a los fundos de ellos y los agregó a los suyos, en los comienzos del cargo [como califa] de Hisam b. c Abd al-Malik [724-743]. [Sara la Goda] hizo construir [G., p. 5] un barco en Sevilla, ya que su padre Olmundo había elegido como residencia Sevilla, pues fueron para él mil fundos en el Occidente de alAndalus, y para Ardabasto igual en el centro de al-Andalus, y se quedó a vivir en Córdoba. Entre sus descendientes está Abu Sacid al-qumis (“el conde”). Hay de Ardabasto noticias juiciosas, ocurridas entre él, c Abd al-Rahman b. Mucawiyya y los sirios que entraron [a alAndalus] con los omeyas y [otros] árabes, que transmitimos de los sabios y mencionaremos en su lugar, si Dios quiere. Para Aquila fueron mil fundos en el Oriente de al-Andalus, y se quedó a vivir en Toledo. Entre sus descendientes está Hafs b. Albar [Álvaro], juez de los “cristianos”. Luego, [Sara la Goda] se dirigió con sus hermanos a Siria en un barco, hasta desembarcar en Ascalón, [Ib, p. 32] y se encaminó hasta parar en la puerta [de la residencia] de Hisam b. cAbd al-Malik, haciendo llegar su noticia y la del compromiso contraído con su padre [Olmundo] por [el califa] al-Walid [I], quejándose de la injusticia de su tío Ardabasto. [El califa Hisam] la hizo llegar ante él, y ella vio ante él al joven cAbd al-Rahman b. Mucawiyya. cAbd al-Rahman [I] le recordaba esto a ella en al-Andalus, pues, cuando [Sara] iba a Córdoba, le permitía entrar al alcázar [a visitar] a la familia [omeya]. Y [el califa] Hisam escribió a favor de ella a Hanzala b. Safwan al-Kalbi, gobernador de Ifriqiya [742-747], sobre el cumplimiento [G., 6] del compromiso de al-Walid b. cAbd alMalik, [...] 11 y ordenándole aquello a su gobernador [en al-Andalus] Husam b. Dirar que es Abu l-Jattab al-Kalbi-, que cumplió todo para ella. [Y el califa Hisam la casó] con cIsa b. Muzahim, que marchó con ella a al-Andalus y recuperó los fundos de ella. Es el antepasado de los al-Qutiyya. De ella tuvo dos hijos, Ibrahim e Ishaq, y murió en el año [136/755 d. C.] en que entró a al-Andalus cAbd al-Rahman [I] b. Mucawiyya, y por ella porfiaron Haywa b. Malamis al- [5.- Victoria del Guadalete; leyendas sobre Toledo] [G., 7; Ib., 33] El encuentro de Tariq y Rodrigo fue en el Wadi Laka / Lako (Guadalete) [del distrito] de Sidonia, y Dios procuró la derrota a Rodrigo, cuyas armas le pesaban, y se arrojó al Wadi Laka, y ya no se le encontró. Se dice que los reyes godos tenían en Toledo una casa, donde había un arca, y en el arca los cuatro Evangelios, sobre los que prestaban juramento. Estimaban mucho aquella casa, y no la abrían. Cuando moría su rey, se escribía allí su nombre. Al alcanzar el reino Rodrigo, se llevó la corona, y los cristianos censuraron eso. Luego, abrió la casa y el cofre, después de que los cristianos le prohibieron abrirlo, y halló allí figuras de árabes, con sus arcos en bandolera y sus turbantes sobre sus cabezas. En la parte inferior de las maderas estaba escrito: “cuando se abra esta casa y se saquen estas figuras entrará en al-Andalus gente con esa imagen, y la dominarán”. [6.- Julián y Rodrigo; venida y campañas de Tariq b. Ziyad] La entrada de Tariq en al-Andalus ocurrió en ramadán del año 92 [de la Hégira]. La causa de su entrada en al-Andalus fue que uno de los comerciantes no árabes (cayam), llamado Julián (Yulyan), que solía ir de al-Andalus al territorio de los beréberes, y Tánger [...] 12 estaba 11 Laguna en el manuscrito. 12 Laguna en el texto árabe. 11 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) sobre ella, [Ib., p. 34] y la gente de Tánger [G., p. 8] eran cristianos [...]13, y [Julián] llevaba a Rodrigo caballos de raza y halcones de aquella parte. Murió la mujer del comerciante, dejándole una hermosa hija. [Rodrigo] le ordenó ir al litoral [del norte de África], y se excusó con la muerte de su esposa y por no tener a nadie con quien dejar a su hija. [Rodrigo] ordenó llevarla a palacio, y se fijó en ella, le gustó y la consiguió. Ella informó a su padre de aquello, cuando él regresó, y le dijo a Rodrigo: “he dejado [allá] caballos y halcones como no se han visto iguales”, y [Rodrigo] le dio permiso para ir a por ellos, enviando con él dinero. [Julián] se dirigió junto a Tariq b. Ziyad, y le hizo apetecer al-Andalus, mencionándole su nobleza y la debilidad de sus gentes, que no eran valientes. Tariq escribió a Musa b. Nusayr para informarle de aquello, y él le ordenó entrar [en la Península], y Tariq reunió tropas. Tras entrar a los barcos, con quienes le acompañaban, se quedó dormido, y en su sueño vio al Profeta, Dios le bendiga y salve, y a su alrededor los que con él marcharon [desde La Meca a Medina] y los que allí le defendieron (al-Ansar), con las espadas ceñidas y los arcos en bandolera; al pasar el Profeta, la paz sobre él, junto a Tariq, le decía: ¡adelante en tu asunto!, y Tariq vio en sueños al Profeta y a sus Compañeros hasta que entraron en al-Andalus, considerándolo buen presagio y dando albricias a quienes le acompañaban. [Ib, p. 35] [Cuando cruzó] Tariq y marchó por la litoral de al-Andalus, lo primero que conquistó [G., 9] fue la ciudad de Carteya (Qartayanna), en la cora de Algeciras (al-Yazira). Ordenó a sus compañeros cortar a los prisioneros que habían matado y cocer su carne en ollas, y encargó soltar a los prisioneros que quedaban para que los liberados notificaran eso a quienes encontraran, y llenara Dios sus corazones de temor. Avanzó luego y tuvo el encuentro con Rodrigo, ocurriendo lo que antes se mencionó. A continuación avanzó hasta Écija y Córdoba, luego a Toledo, luego al desfiladero conocido como “Desfiladero de Tariq”, desde el cual entró en Yilliqiya, que cruzó hasta alcanzar Astorga (Asturqa / ¿Asturiqa?). [7.- Venida y campañas de Musa b. Nusayr] Cuando Musa b. Nusayr tuvo noticia de lo fácil que le resultó [la expedición a Tariq], le tuvo envidia y avanzó con numeroso ejército [...], y cuando estuvo en la costa del litoral, desechó la entrada por la que había penetrado 13 Otra laguna en el texto 14 Laguna en el texto. 12 árabe. Tariq b. Ziyad, y se dirigió al lugar llamado “Puerto de Musa” (Marsa Musa), dejando el camino de Tariq y cogiendo la costa de Sidonia. Su entrada fue un año después que la de Tariq. [Llegó a Sidonia, luego] a Sevilla, y la conquistó, luego se dirigió desde Sevilla a Fuente de Cantos (Laqant), al “Desfiladero de Musa” (Fayy Musa), al principio [del camino] de Fuente de Cantos a Mérida. [Alguno de los sabios ha dicho] que las gentes [G., p. 10] de Mérida capitularon y que no los dominaron por la fuerza. [Musa] siguió adelante y entró en Yilliqiya por el Desfiladero al que dio nombre, y la cruzó por donde [Tariq] había entrado, y [Ib, p. 36] se encontró con Tariq en Astorga (Asturqa / ¿Asturiqa?). Luego les llegó el documento (cahd) de[l califa] al-Walid [I] b. cAbd al-Malik para que se marcharan [de alAndalus], y se marcharon ambos, tras haber ocurrido entre ellos algún desacuerdo. [8.- Marcha de Musa; su hijo cAbd al-cAziz le sucede] Reforzó Musa los castillos (husun) de alAndalus, nombró como sucesor suyo en al-Andalus a su hijo cAbd al-cAziz, instalándole en Sevilla, y dejó con él a Habib b. Abi cUbayda b. cUqba b. Nafic al-Fihri. cAbd al-cAziz emprendió la conquista de las ciudades de al-Andalus que quedaban. Musa se puso en camino, y con él cuatrocientos entre los hijos de los reyes de los no árabes (cayam), llevando sobre sus cabezas coronas de oro y en sus talles cinturones de oro. Cuando se acercaba a Siria, [el califa] al-Walid [I] enfermó del mal del que murió. Y [su próximo sucesor, el califa] Sulayman le ordenó: “detén la marcha para que llegues en mis días [de califato], pues mi hermano está como está”. Y Musa, que poseía firmeza, y estaba agradecido a los favores [de al-Walid], dijo a su mensajero: “por Dios, no lo haré; mi opinión es que seguiré mi marcha, y si el destino decreta la muerte de mi benefactor [G., 11] antes de llegar a él, sea lo que [Sulayman] quiera”.Y [Musa] llegó antes de la muerte de al-Walid [el 23 febrero 715]. Cuando Sulayman tuvo el poder, encarceló a Musa b. Nusayr y le impuso una multa. Ordenó a cinco destacados árabes de al-Andalus que mataran a su hijo cAbd al-cAziz; entre ellos estaban Habib b. Abi cUbayda al-Fihri y Ziyad b. al-Nabiga alTamimi, que fueron hacia él [...]14. [9.- Asesinato en Sevilla de cAbd al-cAziz, hijo de Musa] Al amanecer, marchó [cAbd al-cAziz] hacia una mezquita, se puso en el mihrab y leyó la [primera azora] Fatiha del Libro y la azora [número 56] al-Waqica, [El califa] Sulayman, cuando le llegó la cabeza, hizo traer a Musa b. Nusayr, y se la mostró en un recipiente, y Musa le dijo: “por Dios, le has hecho matar cuando ayunaba y cumplía [la oración]”. De Sulayman, durante su califato, no se repite ni se señala sino lo que hizo con Musa. Su muerte ocurrió a finales del año 98 [de la Hégira/verano 717 d. C.]. Pasaron años sin que les uniera [G., p. 12] ningún gobernador, aunque los beréberes nombraron sobre ellos mismos a Ayyub b. Habib al-Lajmi, hijo de la hermana de Musa b. Nusayr [...]15 . XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) y los del grupo alzaron sus espadas contra él de un tajo, y cogieron su cabeza y se la enviaron a Sulayman. [Ib, p. 37] Aquello ocurrió [en marzo 716] en la mezquita de Rufina [Rubina / Rufina ?], que daba sobre el Prado de Sevilla, pues [cAbd al-cAziz] vivía en la iglesia de Rufina [Rubina / Rufina ?]. Cuando casó con una mujer de los godos, llamada Umm cAsim (“Madre de cAsim”), vivía con ella en esta iglesia, junto a la cual construyó la mezquita en la que fue muerto, y en ella había [restos de] su sangre hasta tiempos recientes. Imagen 3.- Ejercito magrebí. Imagen 4.- Grafía árabe de Al-Andalus. 15 Y sigue el Kitab Iftitah al-Andalus de Ibn al-Qutiyya, ocupándose del resto de la historia de al-Andalus hasta comienzos del siglo X. 13 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Cimitarra árabe. Breve análisis del embarque y del desembarco de los árabo-bereberes de Tariq Ibn-Ziyad en la península Ibérica en 711 José Beneroso Santos o es tarea fácil realizar un análisis, aunque se intente hacerlo de forma breve y poco profunda, de un asunto tan complejo como es el paso del Estrecho de Gibraltar de las tropas de Tariq Ibn Ziyad en 711 y que desencadenó un hecho histórico tan trascendental como es el inicio de la invasión arabo-bereber de la península Ibérica. Esta acción hay que enmarcarla dentro de lo que ha sido denominada Segunda Oleada de Conquista y tiene su origen más inmediato en la ocupación del norte de África completada por Musa Ibn Nusayr. Asimismo, en este proceso histórico que conlleva que la península Ibérica pase a ser parte de una nueva entidad políticosocial, económica y cultural conocida como alAndalus, debemos considerar tres aspectos o componentes que deben ser claramente diferenciados: el conquistador o invasor, el expansivo y el migratorio1. Conquistador o invasor, por cuanto es un contingente militar o paramilitar el que se enfrenta y vence al ejército hispano-visigodo, con la directa participación de un estado, musulmán, el Califato de Damasco, que ataca a otro estado, cristiano, el reino de Toledo. N 1 BENEROSO Expansivo, porque se está produciendo, desde hace ya algún tiempo, el progreso de los grupos arabo-musulmanes en dirección Este-Oeste, dominando toda la franja litoral norteafricana, desde Egipto hasta el Magreb. Este avance parece que alcanza su culminación con la ocupación, hasta cierto punto premeditada y de forma perdurable, de la península Ibérica. Migratorio, porque en última instancia lo que verdaderamente provoca el cambio y la disolución del régimen hispano-visigodo es un movimiento demográfico, es decir el trasvase de un número importante de población civil bereber norteafricana que pronto se yuxtapone con la población peninsular, considerando desde un punto de vista riguroso que al-Andalus fue colonizada por numerosas tribus bereberes que reproducen sus tradicionales pautas de asentamiento y que el nuevo sistema económico-social musulmán va a propiciar la desarticulación del sistema de organización de tipo esclavista visigodo. Para encontrar un posible móvil que explique este proceso conquistador-expansivo migratorio árabo-musulmán debemos indagar en los distintos planos, político, militar, social, económico, ideológico, etc., en el que dicho proceso se desarrolla, de tal manera que pueden ser SANTOS, José: La entrada de los árabo-bereberes en la península Ibérica. Los inicios de al-Andalus en la zona del estrecho de Gibraltar (711-714). (En prensa). 14 Los contingentes bereberes estaban integrados por una amalgama de guerreros de distintas tribus comes Julián. Los contingentes bereberes estaban integrados por una amalgama de guerreros de distintas tribus entre los que se encontraban en calidad de rehenes-amigos, los hijos de muchos de los jefes tribales y gente importante de los distintos clanes sometidos. Dos hechos son importantes de señalar, el carácter de yihad que desde un primer momento concede Tariq a la campaña y el esfuerzo llevado a cabo para islamizar a los grupos bereberes y asociarlos así a dicha yihad. Esto es fundamental porque los muqatila, los guerreros de la fe, solo podían ser musulmanes, es decir la conversión al Islam era un requisito indispensable para ser registrados en el diwan y tener así derecho a percibir la soldada, ‘ata, del ejército regular árabe y a participar en el reparto del botín, que entre los bereberes se XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) señalados varios. Nosotros los condensaríamos fundamentalmente en dos, aunque todos están de alguna manera en parte relacionados. En primer lugar destacamos el ideológico, el Islam, como idea-fuerza, materializado en la yihad, que provoca, justifica y sostiene por sí solo la creación de un dominio musulmán, convirtiéndose en el vehículo propagador de esta civilización, que acarrea entre otras cosas la arabización e islamización de los pueblos sometidos. En segundo lugar, el económico, como medio-fin, factor que provoca el avance conquistador buscando esencialmente botín y tributos 2 , es decir mediante la anexión de territorios con una masa social que posibilite y soporte el establecimiento de un sistema productivo tributario, como será esencialmente el andalusí3. Bien, teniendo en cuenta todo lo anterior, podremos obtener una percepción más ajustada del significado de la operación militar en sí y de la trascendencia histórica que conlleva la acción de Tariq ibn Ziyad. Una vez acabadas las campañas militares magrebíes, las tropas bereberes quedaron acuarteladas e inactivas en Tánger bajo el mando de su recién nombrado gobernador, Tariq ibn Ziyad, y esto suponía una amenaza para el control de la zona4, de hecho ya se habían producido algunos altercados con sus habitantes, ghumaras, bereberes de confesión cristiana, mawali del Imagen 2.- Navío árabe. 2 De la misma forma que en otras zonas bajo dominio musulmán, el sistema impositivo de al-Andalus fue confesional. 3 ˇ Al-Andalus puede ser calificado, sin lugar a dudas y tal como muchos autores lo han hecho, como una formación social tributaria, pues queda establecido preferentemente el modo de producción tributario, aunque para muchos autores sería más correcto y completo considerarla tributario-mercantil, opinión que compartimos en parte, pero que nosotros definiríamos más concretamente, según nuestro criterio, modo de producción andalusí o islámico occidental, al presentar a su vez unas peculiaridades propias que le hacen ser un subtipo o variante de este modelo tributario. 4 La situación era complicada porque acostumbrados a la lucha y a la adquisición de botín, ahora estaban asentados, asignándoseles una soldada a la que están poco acostumbrados y que siempre sería insuficiente en comparación con los beneficios que obtenían habitualmente en las campañas militares. 15 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) realizaba de forma colectiva, por grupos, y no de forma individual, excluyendo a los familiares y herederos del combatiente caído5. Estos grupos bereberes son inscritos y distribuidos en liwa’, banderas, adaptándolos así a la organización militar omeya, teniendo en cuenta su estructuración tribal, y de este modo serán embarcados para la Península. Al regreso de Tarif, tras su exitosa incursión, se confirma la fiabilidad del pacto realizado con Julián y de la viabilidad del planificado desembarco ante la debilidad de las defensas visigodas en el arco de la Bahía. Tras dicho pacto se escondía la necesidad de los arabomusulmanes de pasar a la Península para seguir obteniendo recursos económicos y el deseo de Julián de recuperar sus anteriores posesiones peninsulares, principalmente Iulia Traducta, que le fueron arrebatadas tras la elección de Rodrigo, o al menos el control económico de la zona del Estrecho. Todo esto con independencia y sin descartar que la entrada de los árabo-bereberes obedeciera, como a menudo se ha justificado, a una posible intervención en la larvada guerra civil visigoda entre los partidarios de Witiza y de Rodrigo. El paso de Tariq a la Península estaba previsto y creemos que Musa estuvo al corriente de ello, al igual que de la incursión protagonizada por Tarif. Y como elemento dinamizador de toda esta serie de acciones aparece el comes Julián, señor de Ceuta, debiéndose considerar su participación como indispensable y decisiva. Cruzar el Estrecho nunca es fácil, siempre es una operación que implica un riesgo por las fortísimas corrientes existentes y las cambiantes condiciones meteorológicas del mismo 6 . Por esta razón la acción se adelanta, aprovechando la mejor situación que ofrecen los meses de mayo y junio7 (desde época romana durante los meses de noviembre a marzo se consideraba mare clausum y se suspendía la navegación) y también porque se conoce que la zona de la Bahía se halla desguarnecida de tropas, al estar Rodrigo sofocando una rebelión en el norte peninsular. Ante esta situación, Tariq toma la iniciativa de comenzar la operación, e informa a Musa, pero sabiendo que cuando a éste le llegue la noticia y dé su contestación, él ya estará inmerso en la campaña. Es decir, inicia el paso sin esperar repuesta, amparándose en el permiso implícito que le otorgaba el que Musa conocía los planes previstos, por lo que debemos suponer que su actuación es voluntaria y bastante meditada. En cuanto al número de combatientes, repasemos esta cuestión pues existen profundas discrepancias entre las fuentes. Si partimos del número de hombres que Musa acuartela en Imagen 3.- Jinetes bereberes. 5 La emisión de monedas de bronce, fulus en los que aparecían inscritos referencias a la yihad, durante los años 709, 710 y 711 en Tánger tenían como finalidad pagar estas soldadas. 6 Pensamos que la fecha prevista debía ser la misma elegida por Tarif en su incursión de 710. 7 Además esta época coincidiría con la cosecha de cereal, lo que facilitaría el avituallamiento de sus tropas, pues habitualmente en Andalucía y en particular en la zona del Campo de Gibraltar, se adelanta casi un mes, concretamente a partir de San Juan, a la del resto de la Península, que comienza a recolectarse desde mediados de julio. 16 Estos grupos bereberes son distribuidos en banderas, liwas, teniendo en cuenta su estructuración tribal, y de este modo, serán embarcados para la Península Existen algunas referencias al empleo de esclavos negros en varias obras como es el caso del Dikr bilad al-Andalus en el que aparece, « A estos [esclavos negros] los colocó [Tariq], una vez en tierra, en la vanguardia de las tropas con un aspecto aterrador, de modo que XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Tánger a las órdenes de Tariq, según al-Maqqari8 ascendía a diecinueve mil bereberes, y si tenemos en cuenta que Tariq, contando con esta importante cantidad de guerreros, no fue capaz de someter completamente a Julián y su principal enclave, Ceuta, por la fuerza de las armas, podemos deducir, con bastante probabilidad de estar en lo cierto, que debía de existir un «equilibrio de fuerzas» entre ambos contendientes, o al menos un número muy considerable de guerreros ghumaras a las ordenes de Julián, suficiente para contrarrestar esa fuerza y que propiciara ese «equilibrio». Todo esto teniendo presente que en los ejércitos califales era costumbre dividir sus efectivos al realizar una campaña, movilizando una parte de la tropa que acudía al combate, mientras la otra quedaba de reserva en la retaguardia. Esta medida árabe fue adoptada por las tropas bereberes auxiliares conforme quedaron incorporadas en los ejércitos musulmanes. De lo que deducimos que el ejército de Tariq, tanto el que pasó a la Península, que calculamos en unos siete mil efectivos, como el que quedó en Tánger, de similar cuantía, alcanzaría un total de catorce mil hombres a los que se deberían sumar los esclavos que tuvieron que ser numerosos. Imagen 4.- Tipo bereber. los godos se atemorizaron al ver tales figuras»9. En cuanto al contingente de Julián que participó directamente en la campaña lo cuantificamos en cinco mil hombres10, y si aceptamos que quedó en la zona de Ceuta una cifra similar sus fuerzas estarían compuestas por unos diez mil hombres, sin contabilizar tampoco, claro está, los esclavos. Por lo tanto el potencial del ejército de conquista de la Península pudo llegar a ser como mínimo de veinticuatro mil hombres, muqatila libres, que por supuesto ni se llegó a utilizar en su totalidad ni coincidieron todos sus efectivos en la Península. Las fuentes resaltan esa condición de combatientes libres. Ibn al-Kardabus señala al respecto, «De todo lo que se consiguió como botín, tomó Tariq el quinto para el tesoro público y distribuyó las cuatro quintas partes [restantes] entre los combatientes libres [musulmanes y cristianos] que asistieron al combate [con Rodrigo]»11. 8 Por la facilidad en su consulta véase, AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: «Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales», Al-Qantir 10 (2010) 103. 9Ibídem, 90. 10 Defendemos que la petición de ayuda realizada por Tariq en vísperas de su encuentro con Rodrigo es socorrida por Julián, y no por Musa, que envía un cuerpo de ejército de cinco mil hombres. 11 Hemos extraído y refundido este párrafo de las traducciones de la obra de Ibn Kardabus, realizadas por A.M. AL-ABBADI (Ed.): «Tarih al-Adalus li-Ibn al-Kardabus», RIEIM, XIII (1966), y MAÍLLO F.: Ibn Kardabus, Historia de al-Andalus, Madrid, Akal, 1993 (2ª edición). 17 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Un hecho clave que no debemos pasar por alto es el referente a las autorías y secuencias de la acción, para esto resulta muy significativo citar el texto extraído de al-Maqqari12, en el que aparece en palabras de Ibn Jaldún que, « […] antes de comenzar la expedición Tarik (se refiere a Tarik ibn Ziyad) dividió su ejército en dos cuerpos, él mismo tomó el mando de uno, colocando en el otro bajo las órdenes inmediatas de Tarif n-najaí (se refiere a Tarif ibn Malik) con sus hombres, desembarcó al pie de la roca ahora llamada Jebalu-l-fatah [el monte de la entrada]13 y que entonces recibió su nombre, y fue llamada JebalTarik [montaña de Tarik] mientras su compañero Tarif desembarcaba sobre la isla después llamada de él Jezirah-Tarif [isla de Tarif]. En orden a dar seguridad para sus respectivos ejércitos, ambos generales seleccionaron, poco después de sus desembarcos, un buen campamento, que rodearon con muros y trincheras, porque apenas tuvieron noticias del desembarco los ejércitos de los godos14 comenzaron a marchar contra ellos desde todos los lados. [...]» Imagen 5.- Gibraltar, lugar de concentración de las tropas bereberes que en el 711 pasaron el Estrecho. Imagen 6.- Timón de dos palas largas, sin codaste; vela cuadra; 40-50 remeros. Sin duda aquí el autor confunde las dos acciones (años 710 y 711), pero sí creemos que esta en lo cierto al afirmar que Tariq Ibn Ziyad dividió sus tropas en dos cuerpos de ejército. Uno, al mando de Tarif ibn Malik como vanguardia que intentó desembarcar en las playas dentro de la Bahía y que al ser rechazado se posiciona en Gibraltar, pero eligiendo como lugar de desembarco del resto de sus tropas la zona de Guadalquitón, pasada punta Mala de Levante, donde finalmente acamparon. Mientras, Tariq Ibn Ziyad al frente de otro cuerpo comienza a desembarcar directamente en la Península15, en esta zona ya citada y que debía estar ya acondicionada, una vez tomadas algunas precauciones estratégicas, de vigilancia y protección, como la construcción o reutilización de Sur al-Arab16 un recinto fortificado o línea defensiva citada por las fuentes17, en el propio Gibraltar. Según las fuentes, Tariq llegó con el último envío cuando las posesiones estaban consolidadas y Carteia conquistada por Tarif ibn Malik. La estrategia es la misma que la del año anterior, es decir un reducido grupo que por sorpresa tome una posición que servirá para planificar y facilitar el trasbordo del grueso de las tropas. Por esto se habla de cuatro barcos mercantes, que tanto por su número como por sus 12 AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, ob. cit., p. 109. 13Creemos que mejor traducción sería «Monte de la Victoria». 14 Se refiere a las incursiones del sobrino de Rodrigo, Sancho, que veremos más adelante, y no como aparece en este mismo texto obra de Tudmir, « […] tan pronto como Tarik puso su pie en alAndalus fue atacado por un godo de nombre Tudmir, a quien Roderico le había mandado defender la frontera [...] », en AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, ob. cit., p 109. 15 En el texto anterior de al-Maqqari, al-Yazirat debe referirse a la Península y no concretamente a al-Yazirat Tarif de aquí gran parte de la confusión. 16Del término bereber Tsur, recinto fortificado, resguardo rocoso. 1 7 Tal como señalamos ( BENEROSO SANTOS J.: “La incursión de Tarif ibn Malif en 710. Preludio de una invasión”, Al-Qantir 11 (2010) 82-83.), podría corresponderse con la conocida por las fuentes como Torre del Tuerto, haciendo referencia a la anomalía física de Tariq Ibn Ziyad, 18 Las tropas fueron agrupadas para el embarque en Ceuta Las tropas fueron agrupadas para el embarque en Ceuta, el mejor lugar para cruzar si se tiene como destino el interior de la Bahía, aunque también se disponía de otros puntos muy cercanos como, Balyanash 18 y Wad-Marsa principalmente. A pesar de la insistencia en las fuentes en señalar que fueron cuatro los barcos utilizados y cedidos por Julián, debieron ser algunos más. Creemos interesante señalar que, desde finales del siglo VII, se venía produciendo una intensificación en la construcción de naves de guerra por parte árabe, como consecuencia de la lucha por la supremacía del Mediterráneo mantenida con los bizantinos. De hecho, Musa contaba con una flota que tenía su base en Túnez y que desde 703 estaba hostigando sistemáticamente las zonas de Sicilia, Cerdeña e incluso llegan a las Baleares en 707, pero que no participa en la operación de Tariq. Es lógico suponer que la mayor parte de los recursos navales de las zonas de Ifriqiya y del Magreb, fueran destinados a engrosar esta flota por eso tanto la materia prima (maderos, velamen, maromas, etc.) como el personal cualificado como carpinteros (tal como señala algún autor muchos fueron traídos desde Egipto), calafateadores, (muy apreciados pues el calafateo junto al carenado, la limpieza de escaramujos del casco, eran imprescindibles para el buen funcionamiento de estas embarcaciones), tripulantes, etc., debieron escasear en la zona del Estrecho. Esta plena dedicación a la fabricación de naves de guerra durante algunos años estancó en cierto modo a la marina mercante, privándola de un probable mayor crecimiento. De tal manera disminuyó el trasiego comercial entre los siglos VII y VIII19 que apenas se han localizados registros arqueológicos en los fondos marinos de naves mercantes por la práctica ausencia de naufragios en esas fechas. Sin embargo, Julián contaba con sus propios recursos. Con total seguridad y a pesar del requerimiento de naves que Musa había hecho para la flota con base en Túnez, debía poseer todavía algún dromon de tipo bizantino20 o monere21. Suponemos que al menos contaría con una XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) características pudiesen pasar desapercibidos y no alertar a la población de la Bahía desde un primer momento. Con Tarif Ibn Malik vienen las tropas, en su mayoría bergwata, y exploradores hispanovisigodos, hombres de Julián, que le habían acompañado en la incursión del año anterior. Su número debió ser muy parecido, cuatrocientos hombres y un escuadrón de caballería, que nosotros estimamos en torno a cien jinetes. Imagen 7.- Guerrero bereber. 18 Durante la época invernal, y en distintos períodos históricos, esta zona fue utilizada como varadero de galeras que eran cubiertas para reservarlas de las inclemencias del tiempo, así se lograba alargarles la vida. 19 Esta reducción tuvo su culminación con la derrota naval árabe en 718 que paralizó durante algún tiempo todo el comercio marítimo en la zona norte africana. 20 Nosotros pensamos que al menos debía tener un par de ellos. 21 Aunque las referencias existentes suelen ser posteriores, estas moneres, pequeñas galeras de una única fila de remos, tripuladas por cuarenta o cincuenta hombres, podían estar ya disponibles. 19 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 8.- Tarik Ibn Ziyad. triada de galeras. Estas naves eran de dimensiones más reducidas que las anteriores, menos de cincuenta toneladas, pues desde hacía ya algún tiempo se diseñaban más pequeñas, buscando que fuesen más ligeras y rápidas22. Generalmente tenían de treinta y cinco a cuarenta metros de eslora y siete u ocho metros de manga, con una sola hilera de remeros23, bancada ajustada, y un solo mástil, aparejada con vela latina24, lo que la hacía muy maniobrable. Utilizar velas latinas para navegar de bolina, es decir ciñéndose al viento, aproando en su contra y realizando bordadas regulares y equidistantes, corrigiendo las derivas para no abandonar el rumbo trazado, etc., aunque requiere de la pericia de navegantes expertos por su dificultad y de un gran esfuerzo de la tripulación25, era y es todavía una práctica muy frecuente en la navegación del Estrecho pues posibilita avanzar de forma más segura y en menos tiempo. Estas naves de combate eran las encargadas de vigilar y defender las posiciones norteafricanas de Julián, siendo algunas de ellas utilizadas, como parecen señalar las fuentes, cuando Ceuta es asediada por Musa y recibe la ayuda de Witiza desde la Península. Y son estos 22 23 24 25 20 dromones los que participan activamente en el traslado del grueso del ejército de Tariq trascurridos los primeros momentos de la operación y tras haberse esfumado el factor sorpresa. Entra dentro de lo lógico que estos dromones tuvieran capacidad para transportar a varias decenas de combatientes (suponemos que entre setenta y noventa combatientes en cada viaje) dependiendo de las condiciones climatológicas, que podían influir en la disposición y cantidad de la carga. Igualmente por esta causa y sus repercusiones en el estado del mar (que puede variar en cuestión de horas) sería imprevisible la duración del recorrido entre Ceuta y la Península, pero podemos considerar como promedio de duración media jornada y para un recorrido completo (ida y vuelta) se emplearían dos días, pues es probable que no hicieran el regreso a continuación. Se debe tener en cuenta que habría días en que podría realizarse el trayecto incluso dos veces, siempre contando con tripulaciones de reserva, y otros días, ninguna vez, circunstancia que durante el desarrollo de la operación se daría en más de una ocasión. Entra dentro de lo lógico que los dromones pudieran transportar varias decenas de combatientes También es necesario señalar que tanto las entradas como las salidas de los fondeaderos, y al entrar en combate, se hacían a golpe de remo y luego se intentaban desplegar las velas. La carga y descarga de la impedimenta supondría algún tiempo más. Teniendo en cuenta todo lo anterior calculamos que la operación duró como mínimo unos cuarenta y cinco días aunque cabe la posibilidad de que se alargase hasta los dos meses. Posteriormente se invirtió de nuevo la tendencia constructiva realizando naves de muchísimo mayor tamaño. Solían ir en total cincuenta y un remeros. La vela latina estaba más difundida en el Mediterráneo occidental durante los siglos VII y VIII que en la zona oriental. La participación de la marinería cedida por Julián fue imprescindible en el paso de las tropas. y siempre con rumbo a Gibraltar, existía otro que, a su vez, se dividía según el punto exacto de arribada, si hacia el interior de la Bahía o para continuar trayecto costeando dirección noreste, muy utilizados por naves mercantes. Si seguimos a al-Hakam, se puede observar, siempre refiriéndose al cruce del Estrecho, que aparecen dos majaz29, pasos o rutas, lugares de desembarco 30 , dos posibles entradas «naturales» a la península Ibérica desde Ceuta31, y entre ambas se encontraba Gibraltar. «Y había entre los dos majaz una montaña que hoy es llamada Djabal Tarik, entre Septa y al-Andalus»32. Es decir, lo que implicaría que Gibraltar, y esto es importante destacarlo, no era punto de arribada en ninguna de las dos rutas. Además, desembarcar en Gibraltar sin ser vistos, teniendo en cuenta su atalaya, es bastante complicado. Por supuesto un contingente de tropas como nos refieren las fuentes es difícil de concebir y materialmente imposible de mantener y XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) En cuanto a las cuatro embarcaciones que inician el trasbordo26, que en algunas fuentes aparecen como barcazas o almadias, creemos, teniendo en cuenta las características de las aguas del Estrecho y el transporte que solían realizar, que bien podrían tratarse de taridas o usari27, si no todas, al menos algunas de ellas. Estas naves eran bajas, es decir de poco puntal, de manga ancha y poco calado y posiblemente de popa redonda. Solían tener una pequeña tripulación de unos ocho o diez hombres. Eran utilizadas para el suministro y transporte de todo tipo de mercancías, pero especialmente estaban acondicionadas para el de animales, de tal manera que al poder adaptar una especie de pasarela en la popa facilitaba su desembarco, haciéndolo directamente en la zona de playa. La poca caballería que acompañó a Tariq debió de ser transportada en estos barcos. Para cruzar el Estrecho se utilizaban, dependiendo del lugar de destino, distintos pasos o rutas28. Así el de Tánger a Tarifa, el occidental, fue el usado por Tarif ibn Malik. Desde Ceuta, Imagen 9.- Tarik quema las naves del desembarco. 26 Es de suponer que estas naves mercantes también seguirían transportando gente en un número comprendido entre treinta y cincuenta personas. 2 7 Este tipo de embarcación de origen árabe fue muy empleada para el transporte de caballos. 28 De hecho todavía son conocidos por los pescadores de la zona. 29 Es denominado como al-mayazayn, «los dos pasos». 30 Así lo traduce John Harris Jones, (IBN 'ABD AL-HAKAM: History of the Conquest of Spain, trans. JONES J. H., Gottingen: W. Fr. Kaestner, 1858, pp. 18-22., localizada esta obra en Internet Medieval Source Book, 1996, www.fordham.edu/halsall/source/conqspain.html.), “But there was a mountain called the mountain of Tariq between the two landing places, that is, between Septa and al-Andalus”. 31 La elección de una ruta u otra dependía del estado de las aguas, es decir si el viento soplaba de poniente, junto a la fuerza de la corriente entrante, la atlántica, que actuaba sobre la amura de babor de la embarcación, podría facilitar el cruce desde Ceuta poniendo proa al viento y rumbo a Gibraltar, hacia la costa mediterránea peninsular. Si predominaba el viento de levante y aprovechando la vaciante se prestaría mejor el paso al interior de la Bahía. 32 Hemos acudido indistintamente a las traducciones de Eliseo Vidal Beltrán, Emilio Lafuente y Alcántara y de John Harris Jones de la Conquista de África del Norte y de España de al-Hakam. 21 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) utilizada, la situamos en el litoral mediterráneo, donde existían varios lugares excelentes para el fondeo y el desembarco, como las playas de la Atunara, de Sobrevela, de La Hacienda, pero particularmente, una vez pasada la Piedra del Hombre, se encuentra una amplia zona en la que destaca el estuario del Borondo-Guadalquitón, que llega hasta la desembocadura del Guadiaro, navegable sin problema durante un importante tramo. En toda esta línea de costa han abundado los puntos de aguadas que han sido utilizados insistentemente a lo largo de la historia para arribar y aprovisionar. La primera entrada y la más usada era por la Bahía, independientemente del lugar exacto de arribada Imagen 10.- Grabado donde se representa una carga árabe, (detalle). abastecer con los propios recursos del lugar. Gibraltar además de presentar una dificultosa orografía e inexistencia de tierras de pastos y leña, ha sido y es deficitaria en agua*. Por lo tanto, el desembarco aquí realizado debió de ser de un reducido grupo y por la zona de Punta Europa o en los acantilados próximos, siempre con la intención de neutralizar la atalaya, probablemente una antigua torre de vigilancia de Carteia, desde la que se visualizaba la Bahía y la línea de costa de levante. La primera entrada y la más usada era por la Bahía, independientemente del lugar exacto de arribada: Iulia Traducta, Portus Albus, Carteia o las playas de Getares, GuadarranquePuente Mayorga, El Campamento, Arenas Coloradas, o el propio istmo de Gibraltar. La segunda entrada, menos conocida y Bien, creemos que inicialmente el paso o majaz elegido fue hacia el interior de la Bahía, «[…]Muça envió a Tarif [debe referirse a Tariq] con esta gente [un cuerpo expedicionario], e como tenía muchas fustas33 e la traviesa es pequeña embarcaron todos a ora de vísperas34 en Ceuta, e como fue la noche dieron vela35 e arribaron en Algezira36 […]»37. Las cuatros naves mercantes pusieron rumbo a Iulia Traducta para en un último momento plegar velas y a golpe de remo, virar, dirigiéndose, ya anocheciendo, a un lugar próximo a Carteia, pero evitando las cercanas y temidas piedras del Gallo, la cual debía conservar aún algún tipo de líneas defensivas y estaba separada de Iulia Traducta, principal núcleo poblacional de los alrededores, por dos ríos, el Palmones y el Guadarranque que facilitarían su defensa ante un eventual ataque visigodo. Esta zona de la Bahía, por sus excelentes condiciones, ha sido a lo largo de la historia escenario de otros desembarcos. 33 Utilizada como genérico para todo tipo de embarcación durante la Edad Media. 34 Se refiere el autor a las Vísperas, el momento de la oración que se celebra por la tarde, cuando ya declina el día y que debió de coincidir con el montante de marea, momento idóneo para iniciar la navegación en las aguas del Estrecho. 35 Con la expresión “dar vela”nos indica el uso de las velas amparándose en la poca visibilidad desde la costa peninsular en el momento en que se realizaba el trayecto. 36 Aquí el término al-Yazirat debe interpretarse como Península y no a la ciudad de al-Yazirat al-Hadra 37 DE CORRAL P.: Crónica del Rey don Rodrigo. Postrimero Rey de los godos, en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: “Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales”, Al-Qantir 10 (2010)96. 22 realizó en varios lugares de la costa, incluida la montaña de Gibraltar, pero que este no fue ni el único ni el principal punto de arribada. Acondicionado para resistir inicialmente un posible ataque visigodo, quizás fue lugar de concentración y punto de partida para las incursiones de forrajeo hacia el interior. Si tenemos en cuenta el factor sorpresa y sobre todo la realización de forma oculta que parece ser condición esencial de los primeros contingentes al desembarcar38, operación militar siempre arriesgada, nos inclinamos, como ya hemos señalado, por la zona comprendida tras superar punta Mala de Levante, saliente que interrumpe el trazado rectilíneo de la costa y prácticamente escondido desde sierra Carbonera39, por los alrededores del BorondoGuadalquitón (concretamente pensamos en la desembocadura del Guadalquitón para el desembarco del grueso de las tropas), como nos lo parecen confirmar algunos topónimos40 que pueden estar relacionados con este suceso, y sitio que reúne dos importantes peculiaridades: fácil avituallamiento 41 y total discreción 42 . XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Pero al acercarse a la línea de playa son sorprendidos por un grupo de cristianos que alertados le esperan apostados e impiden que tomen tierra. Así, el pretendido desembarco sorpresa en la zona de Carteia fracasó, y se trastocaron los planes previstos. Viendo que la noche se acercaba y la dificultad que conlleva salir de la Bahía cuando no existen las condiciones idóneas, tuvieron que arribar en un sitio muy cercano. Este lugar abrupto, al que se retiran tras la abortada acción, es identificado en la mayoría de las fuentes con Gibraltar, Ahora bien, la consideración de Gibraltar como principal punto de desembarco, tal como muchas fuentes antiguas y la historiografía moderna suelen señalar, debe contemplarse dentro de un contexto operativo, pues desde la óptica castrense es necesario asignar la ubicación geográfica más exacta posible donde se desarrolla la acción militar, si bien Gibraltar, ni táctica ni logísticamente, sea el mejor sitio para tomar tierra y llevar a cabo una operación de esta magnitud. Nosotros creemos que el desembarco se Imagen 11.- Detalle de un escudo de guerrero árabe. 38 “ […] ocultándose los soldados por la costa española durante el día [...]”, en Al-HAKAM, Conquista de África del Norte y de España, Intro., trad., notas e índices Eliseo Vidal Beltrán. Valencia, Anubar, 1966, p 42. 39 Tras la incursión de Tarif se había establecido una estrecha vigilancia de la costa con probables puntos de observación o atalayas ubicadas en Gibraltar y sierra Carbonera, por lo que la elección de esta zona, no visible desde la Bahía ni desde sus inmediaciones, evitaba que fuesen alertadas las poblaciones de Carteia y de Iulia Traducta. 40 Como el propio topónimo Guadalquitón, Wadi-l-Qytun, “río o valle de la Acampada”; Borondo; Barquitón, al-Barbar-l-Qytun; Loma del Rey, etc. 41 “Aquí, en las proximidades del Borondo y del Guadalquitón, existían las condiciones necesarias para el establecimiento, aunque temporal, de un gran contingente de tropas: pastos, agua potable, tierras cultivables, caza y pesca y sobre todo abundancia de leña por tener frondosos bosques que aún son apreciables”, en BENEROSO SANTOS J.: “Acerca de la entrada de los arabo-bereberes en la Península Ibérica en el año 711. Hipótesis, ucronía, y realidad histórica”, Almoraima 36 (2008), nota a pie de página número 19. 42 Incluso cabe la posibilidad que se produjese en el Guadiaro aunque este río queda ya un poco más alejado del destino inicial de arribada de las tropas bereberes. 23 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Este enclave estaba comunicado con un antiguo ramal romano que nosotros identificamos con el tramo que aparece en el Itinerario de Antonino, que desde Barbariana, es decir Barbérsula, donde era fácil vadear el Guadiaro, seguía la línea de costa, pasando por Borondo hasta Gibraltar y Carteia, la estación CalpeCarteiam que aparece en el texto, para luego continuar hacia Portus Albus, etc. Ahora bien, el primer enfrentamiento importante, en el que vemos un intento de obstaculizar los desembarcos, se produce entre las tropas visigodas guiadas por Sancho43, sobrino de Rodrigo, y los bereberes de Tarif ibn Malik. Nos lo narra al-Razi: «[...] E quando el rrey Rodrigo sopo la traycion cayo en el engaño que le fizo el conde, e luego embio a llamar a Sancho que era ome muy fuerte e muy valiente e muy ossado e de mucho para las lides […] junto [Sancho] la mas gente que pudo, e andubo tanto por sus jornadas fasta que llego cerca de do estaban los moros [...] »44. Un intento de obstaculizar los desembarcos, se produce entre las tropas visigodas guiadas por Sancho Es muy probable que a pesar de tener Rodrigo noticias del lugar donde estaba acampado Tarif (opinamos que Tariq no había desembarcado todavía), del estado de sus defensas y de los efectivos que disponía, Sancho no conociese, o no calibrase realmente, la magnitud del ejército bereber, pues suponemos que sólo tendría noticias de las fuerzas posesionadas en Gibraltar al abrigo de las defensas levantadas, ignorando las acampadas en la línea de costa de levante. Por eso al acercarse Sancho a Gibraltar 43 Imagen 12.- Playa de Guadalquitón, al fondo el peñon de Gibraltar. para tratar de impedir que prosiguiera el desembarco piensa solo en las tropas bereberes posicionadas allí y son sorprendidos por los efectivos ya desembarcados en la zona de Guadalquitón, cayendo en una emboscada. Para nosotros este o estos enfrentamientos, o al menos algunos de ellos, tuvieron lugar en las inmediaciones de Gibraltar, posiblemente en los arenales del propio istmo, «[…] de él descendió (de un lugar abrupto45) al campo abierto, mientras ellos [los cristianos] no lo sabían. En ese punto lanzó una 46 algara contra ellos y cayéndoles encima los hizo su presa [...]» . A partir de la victoria sobre Sancho es cuando se produce la conquista y posicionamiento estratégico de Carteia. Parece ser que Iulia Traducta también es neutralizada en este momento aunque no hubo acción de armas. Más bien nos inclinamos a creer que ante la derrota de Sancho y debido a la persistente insistencia de Julián, que como hemos señalado En otras fuentes aparece como Enneco, Iñigo, etc. Incluso se le atribuye esta acción a Tudmir. 44 AL-RAZI: Crónica del moro Rasis, Ed., Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés, Madrid, Editorial Gredos, 1975, p.347. 45 Siempre se ha considerado que este lugar es Gibraltar, pero podría referirse también a las estribaciones de la cercana Sierra Carbonera. 46 IBN AL-KARDABUS: Historia de Al-Andalus, Ed., Felipe Maíllo Salgado, Madrid Akal S.A., 1993 (2ªed.), p.60. 24 Carteia a Tariq ibn Ziyad, cuando realmente fue efectuada por Tarif ibn Malif al-Ma’afiri 51 Es interesante señalar con respecto a esta conquista lo siguiente, «[...] Tariq, going along with his companions, marched over a bridge of mountains to a town called Cartagena [...]»52 La expresión «bridge of mountains» puede hacer referencia a «paso de las montañas», es decir puerto sobre, o para cruzar, las montañas y no «puente de la montaña (singular)» como habitualmente se ha venido traduciendo. Por otro lado las grafías en árabe de ambas palabras pueden ser fácilmente confundibles. Nosotros identificamos este «paso» con los Puertos y los Portichuelos entre la zona de Guadalquitón y Carteia. Con Gibraltar, Carteia y Iulia Traducta en poder de Tariq, quedaban establecidas las posiciones árabo-bereberes ante el enfrentamiento decisivo con Rodrigo. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) anteriormente debía tener todavía una gran influencia en esa población, obligaron a sus habitantes a entregar la ciudad y pactar con Tariq47. «[…] una vez que se hubieron pertrechado [debe referirse a las tropas de Tarif ibn Malif], salió de la montaña y se precipitó hacia el llano haciendo algaras, hasta conquistar Carteya y llegar a la Laguna [...]» 48 . Esta laguna, pensamos que mejor traducción sería marisma, a que hace mención este autor no debe ser confundida ni con la de la Janda ni con la propia Bahía49 sino que debe referirse a una existente entre los ríos Guadarranque y Palmones y que quedaba unida con un enorme estuario, originado por la confluencia de otro río, el Madre Vieja, en la misma entrada del puerto de Carteia. Es la que parece indicar el geógrafo al-Udri cuando señala que en el litoral de Algeciras existe un lugar denominado como mar de la Caza del Ave50. Las fuentes adjudican la conquista de Imagen 13.- Billete de cinco libras donde se reproduce un grabado de Tarik. 47 Al-HAKAM señala al respecto, «Julián y los mercaderes que estaban con él [ya se había producido la llegada de Tariq] quedaron en Algeciras para animar a sus compañeros y a la gente de la ciudad», en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: «Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales», ob.cit. p.8. 48 Ibídem, p. 42. 49 Entre otros trabajos véase BENEROSO SANTOS J.: «Acerca de la entrada de los árabobereberes en la Península Ibérica en el año 711. Hipótesis, ucronía, y realidad histórica.», ob.cit., p.135. 50 Este lugar es señalado por Lorenzo Valverde, (VALVERDE, Lorenzo: Carta histórica y situación de la ciudad de San Roque […], Textos recopilados y anotados por F. E. Cano Villalta, Trascripción de E. Cano Villalta. Algeciras, IECG, 2003, p. 76), « […] cuando traen estos dos ríos [Palmones y Guadarranque] las avenidas mui grandes se juntan en aquella playa y arenal que hay entre uno y otro, las dos aguas y nos parece […] que el mar se ha subido y a inundado aquel parage [...]». 51 Véase entre otros trabajos el de CHALMETA Pedro, Invasión e Islamización, en Colección al- Andalus. Madrid, Editorial Mapfre, 1994, pp.164-168 y los de BENEROSO José, «La incursión de Tarif Ibn Malik en 710. Preludio de una invasión», ob.cit, p.80, y «La suplantación amirí. ¿Tentativa de cambio dinástico o nueva forma de gobierno?», Actas III Congreso Internacional Almanzor y su época, (Algeciras), (noviembre-diciembre 2002). 52 En J. HARRIS JONES: History of the Conquest of Spain, ob.cit. 25 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) A modo de conclusión Consideramos oportuno más que unas conclusiones, que serían todavía provisionales debido a que las investigaciones siguen abiertas, algunas aclaraciones. Se trata ante todo de una operación bereber, en la que participan gente visigoda de Julián y un insignificante número de árabes, que aún estando enmarcada en el proceso de conquista árabe, presenta algunos factores locales y ajenos a la política dictada por Damasco y Qayrawan. La acción de Tariq tiene como objetivo, cercano e inmediato, la recuperación de las posiciones peninsulares arrebatadas a Julián, hecho que podría justificar el tamaño de su ejército y la práctica ausencia de caballería. Posteriormente tras la derrota de Rodrigo y ante la perspectiva favorable, Tariq decide, ahora sí, la conquista de Toledo y el dominio del país. Por último, es obligado señalar en torno a las líneas de investigación que la arqueología no ha dicho todavía su última palabra y queda mucha documentación inédita y dispersa por rastrear, sobre todo en archivos del actual reino de Marruecos. Muchas fuentes están siendo otra vez traducidas, y estudiadas, por lo que debemos confiar en que aportarán nuevos datos. En el campo de la numismática también se están llevando a cabo diversos estudios. La toponimia, sobre todo, la menor, también puede deparar más de una sorpresa. En definitiva, debemos ser optimistas con respecto al avance en la investigación de los primeros momentos de la entrada de los grupos arabo-bereberes. Fuentes y Bibliografía Ante la imposibilidad de exponer aquí todas las obras utilizadas, hemos creído interesante seleccionar al menos algunas de ellas. -AL-HAKAM: Conquista de África del Norte y de España, Intro., Trad., Notas e Índices Eliseo Vidal Beltrán. Valencia, Anubar, 1966. -ÍD.: Dikr Futuh al-Ándalus, Trad. John Harris Jones, New Cork, B. Franklin, 1969. -ÍD.: The History of the conquest of Egypt, North Africa and Spain, Ed. Charles C. Torrey. New Haven, Yale University Press, 1922. (Reimpresión de 1980). -AL-RAZI: Crónica del moro Rasis, Ed., Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés, Madrid, Editorial Gredos, 1975, p.347. -Ajbar Maymu’a fi fath al-Andalus wa dikr umara’iha, Trad. Emilio Lafuente. Madrid, Guillermo Blázquez, 1984. 26 -Corpus Scriptorum Muzarabicum, Ed. por Juan Gil. Madrid, Instituto Antonio de Lebrija, 1973 Crónica mozárabe de 754, Ed. y crítica de José Eduardo López Pereira, en Textos Medievales, 58. Zaragoza, Anubar Ediciones, 1980. -Dhikr bilad al-Andalus (Una descripción anónima de al-Andalus), Ed. Y Trad. por Luis Molina. Madrid, CSIC, 1983. -IBN IDARI AL-MARRAKUSI: Historia de al-Ándalus, Traducción y Estudio Histórico-Crítico de Francisco Fernández González. Málaga, Ediciones Aljaima, 1999. -IBN AL- KARDABUS: Kitab al-Iktifa (Historia de Al-Andalus), Estudio y notas por Felipe Maíllo. Madrid, Akal, 1993. -JIMÉNEZ DE RADA, Rodrigo: De Rebus Hispaniae, ed. Fernández Valverde, Corpus Christianorum, Continuatio Medievales, 72, R. Ximenii, Turnhout, Brepols Publishers, 1987. -AHMED, Rachib Raha (Editor): Imazighem del Magreb entre Occidente y Oriente (Introducción a los bereberes), Granada, La Gioconda, 1994. - AL-ABBADI A.M (Ed.): «Tarih alAdalus li-Ibn al-Kardabus», RIEIM, XIII (1966) -BENEROSO SANTOS, José: La entrada de los arabo-bereberes en la Península Ibérica. Los inicios de al-Andalus 711-714. (En prensa). -ÍD.: «La suplantación amirí. ¿Tentativa de cambio dinástico o nueva forma de gobierno?», Actas III Congreso Internacional Almanzor y su época, (Algeciras), (noviembre diciembre 2002). -ÍD.: «Acerca de la entrada de los arabobereberes en la Península Ibérica en el año 711. Hipótesis, ucronía, y realidad histórica.», Almoraima 36 ( 2008) 129-137. -ÍD.: «Los primeros tramos de los itinerarios seguidos por Tariq y Musa. Una cuestión sin resolver.», Almoraima 38 ( 2009) 45-55. -ÍD.: «Aproximación al proceso de sedentarización de los primeros grupos árabobereberes y su importancia en la formación de al-Andalus. La toponimia menor como material de estudio.», Actas XI Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar, (Jimena), (octubre 2010). ÍD.:«La incursión de Tarif ibn Malif en 710. Preludio de una invasión», Al-Qantir, 11 (2010) 82-83. -CHALMETA, Pedro: Invasión e Islamización, En Colección al-Andalus. Madrid, Editorial Mapfre, 1994. - GARCÍA MORENO, L: «Ceuta y el Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad -TERÉS SÁDABA, E.: Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe: Nómina fluvial, t.I, Madrid, CSIC, 1986. -VALLVÉ, J.: «Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España: Toponimia y Onomástica», Madrid, Real Academia de Historia, 1989. -VILLAVERDE VEGA, NOÉ: Tingitana en la antigüedad tardía (siglos III-VII): auctonía y romanidad en el extremo occidente Mediterráneo, Madrid, Real Academia de la Historia, 2001. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) tardía (siglos V-VIII)», en Congreso Internacional «El Estrecho de Gibraltar» (n. 3), pp. 10951114. -GUICHARD Pierre: Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente, Granada, Universidad de Granada, 1998. (2ªed.) -LÓPEZ DE AYALA, I.: Historia de Gibraltar, Madrid, Ed. Antonio de Sancha, 1782. Edición facsímil de la Caja de Ahorros de Jerez de 1982. -SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: «Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes documentales», Al-Qantir 10 (2010). Imagen 14.- Desembarco de tropas árabes. 27 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Detalle de una miniatura de Tarik. Reflexiones en torno al 711 Problemas, metodologías y posibles avances Esther Sánchez Medina ste artículo pretende realizar una rápida reflexión sobre la importancia de la conquista árabe de la península Ibérica, tanto del acontecimiento histórico en sí mismo, como de su reflejo en la historiografía árabe y mozárabe e incluso en la mentalidad de la población hasta nuestros días. Se trató, sin duda, de un momento clave de la historia hispana que tendrá gran incidencia en el posterior desarrollo histórico de los diversos territorios peninsulares. Este estudio aborda pues los principales problemas a los que ha de hacer frente la investigación actual, así como también las nuevas metodologías aplicadas a su estudio y los avances logrados gracias a ellas. E Introducción Desde hace años dedico mis investigaciones a la historia del norte de África durante la Antigüedad tardía. A este lugar y cronología 1 consagré mi Tesis doctoral1 y los posteriores estudios que dentro del proyecto y grupo del que formo parte he venido realizando2. Debido a mi participación en este proyecto y el interés que las investigaciones llevadas a cabo en su marco por los diversos miembros del grupo provocaron en el equipo editor de la revista ALJARANDA, hace unos meses, recibí la amable invitación de don Carlos Ruiz-Bravo -miembro de su consejo de redacción- para participar en un número especial dedicado a la conquista islámica de la península Ibérica en el décimo tercer centenario de la efeméride. Se trataba de ofrecer una visión personal de la misma, lo cual resultaba enormemente sugerente. Agradezco dicha invitación desde estas líneas, no sin señalar que las siguientes páginas son sobre todo el resultado de mi entusiasmo por el que creo un episodio vital de la historia peninsular, y no el de mi especialización en el tema que va a ocuparlas. Aún así intentaremos Fideles et rebelles: Africanos y Romanos en conflicto con el poder imperial durante la primera mitad del siglo VI d. C., UAH 2009, que será publicada próximamente por el CEBNCh de Granada. 2 “La expansión del Imperio árabe-islámico en el Norte de África y España (siglos VII-VIII) según las fuentes no-islámicas”, dirigido por el Dr. García Moreno. I+D+I Ref.: S2007/HUM-0487. Este proyecto de investigación internacional tiene por objetivo la recopilación y análisis de todos los documentos, literarios y arqueológicos, no islámicos contemporáneos a la expansión del primer imperio árabe islámico por el norte de áfrica (Egipto y el Magreb) y la península Ibérica. La reconstrucción integradora de los procesos históricos que tuvieron lugar, y el contraste de sus conclusiones y resultados con la historiografía árabe-islámica sobre los mismos, ayuda también a comprender mejor la génesis especial de esta última. Agradecemos a L. Fernández la corrección de las transcripciones de los términos y nombres propios árabes, así como a O. Herrero la amable revisión y actualización bibliográfica de nuestro manuscrito original. 28 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) reflexionar sobre aquellos problemas que puedan resultar útiles a los lectores para la interpretación del proceso, así como las nuevas metodologías de análisis posibles para el estudio de la evolución histórica de tan intrincado periodo y los actuales avances recientemente alcanzados por la investigación. En torno al 711 La llegada del ejército árabo-bereber a la Península en el 711 estuvo precedida de un apasionante viaje que tuvo su origen en las importantes ciudades de las arenas de Arabia y que durante cerca de cien años estremeció casi la totalidad del Mediterráneo, especialmente en sus territorios orientales y meridionales. El mundo en el que surgió el Islam contaba con dos gigantes de pies de barro en constante lucha: Bizancio y la Persia sasánida, entre los cuales supo hacerse un sitio un nuevo monoteísmo y sobre todo, un nuevo poder político en auge. Las tempranas victorias militares y el ingente botín obtenido en las ricas ciudades de Oriente motivaron una rápida expansión del nuevo credo más allá de la península Arábiga. Su ancestral relación con las rutas caravaneras que recorrían el Oriente y el Magreb facilitó enormemente su expansión, al igual que la prontitud con que sumó adeptos especialmente en el norte de África. Este territorio jugó un papel fundamental como lugar de reclutamiento y refuerzo de posiciones en su conquista del Mediterráneo y su avance hacia los territorios occidentales. El mundo en el que surgió el Islam contaba con dos gigantes de pies de barro en constante lucha: Bizancio y la Persia sasánida A favor del éxito jugó también el respeto a la vida y las propiedades de las poblaciones conquistadas, la instalación de las fuerzas Imagen 2.- Mano de Fátima. expedicionarias y/o militares fuera de los recintos urbanos, la imposición de tributos moderados siempre adaptados a las condiciones de sumisión3, y sobre todo, y de manera crucial, el mantenimiento de los sistemas administrativos previos a la conquista así como de sus administradores autóctonos. A ello habríamos de sumar que los constantes conflictos religiosos relacionados con la naturaleza de Cristo habían minado desde hacía siglos la fe de los orientales y les habían predispuesto a abandonar sus creencias a cambio de una estabilidad económica y social que los nuevos poderes árabes parecían dispuestos a garantizar. Las conquistas se sucedieron una tras otra4: Damasco en el 635, Jerusalén en el 638, Cesaréa en el 6405, las islas de Chipre y Sicilia en el 649 y 652 respectivamente, los principales núcleos de Egipto en el 656, Cartago en el 692 y un largo etcétera, que les facilitará el avance 3 Recordemos que la tributación estaba en estrecha relación con las condiciones bajo las cuales las poblaciones conquistadas hubieran pasado a formar parte de la nueva entidad política, dependiendo de si se había tratado de una capitulación o de una derrota militar, en cuyo caso las condiciones se endurecían notablemente. Véase: GARCÍA SANJUAN, A., “Formas de sumisión del territorio y tratamiento de los vencidos en el derecho islámico clásico”, en M. Fierro - F. García Fitz (eds.), El cuerpo derrotado: cómo trataban musulmanes y cristianos a los enemigos vencidos (Península Ibérica, ss. VIIIXIII), Madrid, 2008, 61-111. 4 Sobre estas conquistas, véase: KAEGI, W.E., Byzantium and the Early Islamic Conquests, Cambridge, 1994. 5 Estas primeras conquistas dejaban además gran parte de las embarcaciones comerciales y militares bizantinas a su merced, facilitando su expansión ultramarina posterior. 29 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) por el norte de África hacia su zona más occidental y, más tarde, a la Península y sur de la antigua Galia. Sin embargo, todo ello no debe darnos la equivocada idea de que las conquistas fueron indoloras, bien al contrario. En el caso norteafricano, con el que estamos más familiarizados, debemos señalar la irregular progresión de los avances debido tanto a la resistencia bizantina como a la propia de la población autóctona. Si en un primer momento la conquista de la Pentápolis pretendió tan sólo la protección del flanco occidental de Egipto, con posterioridad, y viéndose ampliada hacia la Tripolitania y el África menor, cobró sentido en sí misma, jalonada siempre, eso sí, de avances y retrocesos entre los que mediaron numerosas pausas cronológicas6. Uno de los aspectos más importantes, clave para el éxito de las diversas campañas, fue la heterogénea composición tribal de los ejércitos conquistadores, dentro de los cuales se fomentó siempre la incorporación de la población conquistada bajo liderazgo árabe. En el caso africano, la relación entre árabes y beréberes dentro de su ejército no ha sido lo suficientemente estudiada como para ofrecernos una visión clara de las tensiones que debieron existir entre ambos grupos y que se traducen a partir de las fuentes árabes relacionadas con la conquista de Spania, tal y como tendremos ocasión de ver más adelante. Mientras que el papel jugado por las fuerzas sirias y egipcias parece decisivo en las primeras tentativas de control sobre Ifriqiya nombre árabe de la antigua África menor- y los ensayos de toma de su capital Cartago, la inclusión de elementos beréberes, a partir de la actuación de ‘Uqba7 en Barqa, ha sido analizada con menor detalle. La fundación de Qairawan en el 670 supuso la consolidación del control del Magreb central, pero sobre todo la base para las futuras expediciones a Argelia y Marruecos. La resistencia bizantina y autóctona se hizo especialmente notable en el extremo más occidental -precisamente en la decisiva ciudad de Tánger, aún bajo poder imperial, aunque los árabes también se habían visto forzados a atender la amenaza de enemigos tan notables como los aunados bajo el gobierno de Kusayla 8 y más tarde, de la Kahina, derrotada de forma definitiva en el 698 9 . Imagen 3.- Diversas rutas de las expediciones de conquista. 6 Véase la inédita tesis de BEN ABBES, M., L’Afrique byzantine face à la conquête arabe: recherche sur le VIIe siècle en Afrique du nord, París 2004. Disponible en la Bibliothèque Centrale de l’I. N. P. 7 Véase LÉVI-PROVENÇAL, E., “ ‘U˙ba b. NÇfi‘ ”, en EI1 (Encyclopaedia of Islam =EI) y CHRISTIDES, V., “ ‘Ukba b. Näfi‘ ”, en EI2; Leiden, 2000, vol. X, 789-790, también MARÇAIS, G., “Sîdî ‘Uqba, Abû l- Muhâjir et Kusaila”, Cahiers de Tunisie 1 (1953) 11-17. 8 Sobre Kusayla véase: CAMPS, G., “De Masuna à Koceila. Les destinées de la Maurétanie aux VIe et VIIe siècles”, Histoire et Archéologie de l’Afrique du Nord. IIe Colloque International (= Bulletin archéologique du CTHS n.s. 19B), París, 1985, 322-323; TALBI, M., “Kusayla”, EI2, Leiden, 1986, vol. V, 517-518; MODÉRAN, Y., “Kusayla, l’Afrique et les Arabes“, en C. Briand-Ponsart (ed.), Identités et Cultures dans l’Algérie Antique, Rouen, 2005, 423-457; Id., s.v., Encyclopédie Berbère (=EB), XXVIIIXXIX, Aix-en-Provence, 2008, 4255-4264. 9 Véase MODÉRAN, Y., Les Maures et l’Afrique romaine (IVe-VIIe siècle), Rome 2003, 197-201; 751-756; 794-797; TALBI, M., “Un nouveau fragment de l’histoire de l’Occident musulman (62-196/682-812): L’épopée d’al-Kahina”, Cahiers de Tunisie XIX 73-74 (1971) 19-52; Id., “Al-Kahina”, EI2, Leiden, 1982, vol. V, 440-442; ROTH, N., “The Kahina: Legendary material in the accounts of the 'Jewish Berber Queen'”, The Maghreb Review, vol7 (1982) 5-6 y 122125; FANTAR, M., “La Kahina, reine des Berbères”, Reppal 3 (1987) 169-184; HANNOUM, A., Colonial Histories, Post-Colonial Memories. The Legend of the Kahina, a North African Heroine, Portsmouth, 2001. 30 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Este desembarco, así como el que se produciría como refuerzo un año después -en junio del 712-, supuso un punto de inflexión en la historia peninsular. El reino godo, heredero y continuador de la tradición hispanorromana, se mostró incapaz de frenar el avance del ejército musulmán debido a sus problemas internos. Hasta aquí los acontecimientos comúnmente aceptados por la historiografía, pero ¿qué ocurrió con el reparto de poder entre árabes y beréberes dentro del ejército musulmán?, ¿era en su totalidad un ejército converso?, ¿cuál fue la implicación de los poderes africanos en el paso de los musulmanes a la Península?, ¿cómo se mostró la población hispana, resistente o aquiescente?, ¿y las autoridades visigodas?, ¿y su ejército?, ¿cuál era la situación socio-política del reino germánico?, etc. Imagen 4.- Miniatura de Tarik. El nuevo gobernador de Ifriqiya, Musà b. Nusayr10, un sirio converso cliente de los Omeyas, se dirigió con un ejército muy diverso, compuesto por sirios, egipcios y beréberes, a Tánger. En el año 709 nombró gobernador de la ciudad a un beréber, Tariq b. Ziyad11 y tan sólo unos meses después, en julio del 710 autorizó una expedición comandada por otro de sus clientes beréberes, Tarif12. Éste, con medio millar de soldados, árabes y beréberes, en unas pocas embarcaciones suministradas desde tierras africanas, habría realizado una expedición de tanteo del sur de Spania, durante la cual constató seguramente la riqueza de la siempre fértil Bética y las posibilidades que dicho territorio podía ofrecer en el caso de realizar acciones más definitivas. Dichas acciones no tardaron en llegar. Abierta de nuevo la temporada de navegación segura, en la primavera del 711, el gobernador tangerino, Tariq, cruzó el Estrecho al frente de unos 12.000 beréberes y unos 300 árabes, acuartelándose en Gibraltar (lugar que toma probablemente su nombre del propio Tariq, Yâbal Tariq: la montaña de Tariq)13. Este desembarco supuso un punto de inflexión en la historia peninsular No pretendemos, obviamente, darles respuesta en este brevísimo trabajo, pues excede en todo a nuestra intención y posibilidades, pero sí, al menos, queremos recoger las muchas inquietudes y reflexiones que dicho episodio y el estado actual de su investigación nos suscitan. Problemas, metodologías y posibles avances A pesar de tratarse de un cambio extremadamente importante en la tradición político-social de la Península, con substanciales consecuencias en su desarrollo posterior, los estudios dedicados a los primeros momentos de la conquista no son demasiado abundantes14. El principal escollo al 10 11 12 13 Véase LÉVI-PROVENÇA L , E., “Müsa b. Nusayr”, EI 2 , Leiden-New York, 1993, vol. VII, 643-644. Véase MOLINA, L., “Tarik b. Ziyad”, EI2, Leiden, 2000, vol. V, 242-243. Véase LÉVI-PROVENÇAL, E., “Tarif”, EI1, Leiden-Paris, 1934, vol. IV, 699. Sobre la navegación del Estrecho durante la Antigüedad véase: BRAVO, S., “Aspectos náuticos de la travesía del estrecho de Gibraltar a través de la literatura periegética”, III Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba 2003, 13-43. Véase también de carácter general: FERRER, B., El fin de la Antigüedad en el Mediterráneo Occidental (569-732). Navegación y comercio internacional marítimo: el marco jurídico-institucional (2003, Tesis inédita). 14 Véanse, por ejemplo (por orden alfabético): BARCELÓ, M., “Sobre algunos ‘fulus’ contemporáneos a la conquista de Hispania por los árabe-musulmanes”, Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona 34 (1971-1972) 33 42; CHALMETA, P., “De historia hispano-musulmana: reflexiones y perspectivas”, Revista de la Universidad de Madrid, vol. XX 79 129- 160; Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus, Madrid, 1994; GARCÍA MORENO, L. A., “Ceuta y el 31 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) que hacer frente es la escasez de fuentes referidas a los siglos VII y VIII lo cual dificulta, de manera ineludible a veces, la reconstrucción histórica. La tradicional separación de las distintas etapas, hacen de la época de la conquista un momento “de nadie” Dichas investigaciones muestran además una carencia esencial: la falta de contacto entre estudiosos del Mundo clásico y/o tardoantiguo, medievalistas y arabistas.La tradicional separación de las distintas etapas históricas como objetos de investigación diferenciados y cerrados y lo que es aún más grave, de las diversas escuelas filológicas, hacen de la época de la conquista un momento “de nadie”, o mejor dicho, “de todos y ninguno”. Si bien es cierto que las notables diferencias existentes -fonética, escritura, construcción gramatical, etc.- entre las lenguas en uso por los grupos humanos implicados en la conquista y las utilizadas por la historiografía posterior (latín, griego, árabe, etc.) no facilitan la labor, el trabajo aislado de los diversos investigadores y especialistas tampoco lo ha hecho. La Filología o filologías -según la lengua a la que se consagran- se han ido replegando sobre sí mismas, perdiendo la perspectiva comparativa que el manejo fluido de varias lenguas podía ofrecer y la Historia, a su vez, separada cada vez más de la escuela filológica, ha perdido en gran parte también su capacidad de análisis de las fuentes como base para reconstruir un discurso histórico plausible. El tinte religioso y providencialista de las fuentes cristianas hace del relato histórico el resultado de un plan debido a la voluntad divina Asimismo cabría destacar que la aproximación a los diversos textos no se ha realizado de la misma forma dependiendo del intermedio lingüístico en el que estos estuviesen escritos. La hermenéutica de las lenguas clásicas -especialmente del latín y el griego- difiere enormemente de la aplicada al árabe. Una de las consecuencias de esta distinta forma de trabajo con ambos tipos de fuentes es la pérdida de apreciación de la continuidad existente entre algunas tradiciones historiográficas latinas, pero sobretodo griegas -propias del Oriente helenístico-, y la historiografía árabe 15 . Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad Tardía (siglos V-VIII)”, Congreso Internacional ‘El Estrecho de Gibraltar’ Ceuta 1987, I, Madrid 1988, 1095-1114; Id., “Los últimos tiempos del Reino Visigodo”, BRAH 189, 1992, 425-460; Id., “Bizantinos, ceutíes y la invasión islámica del 711”, Del Nilo al Guadalquivir, en prensa (RAH Madrid, 2011); GARCÍA SANJUÁN, A., “Las causas de la conquista islámica de la Península ibérica según las crónicas medievales”, MEAH sección árabe, 53, 2004, 101-127; MANZANO MORENO, E., “Las fuentes árabes sobre la conquista de al-Andalus: una nueva interpretación”, Hispania, LIX/2, 202 389-432; MARTÍNEZ ENAMORADO, V. y TORREMOCHA, A., “Monedas de la conquista: algunos feluses hallados en la ciudad de Algeciras”, Caetaria 3 (2000) 136-149; MOLINA, L., “Los Ajbar maymu‘a y la historiografía árabe sobre el período omeya en al-Andalus”, Al-Qantara: Revista de estudios árabes 10 fasc. 2 (1989) 513-542; SÁNCHEZ-ALBORNOZ, C., “Itinerario de la conquista de España por los musulmanes”, Cuadernos de Historia de España 10 (1948) 21-74; VALLVÉ BERMEJO, J., Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España. Toponimia y onomástica, Madrid, 1989; VIGUERA MOLINS, M. J., “El establecimiento de los musulmanes en Spania - al-Andalus”, V Semana de estudios medievales: Nájera, 1 al 15 de agosto de 1994, coord. J. I. de la Iglesia Duarte, Nájera, 1995, 35-50, actualizado recientemente en: “22 crónicas árabes sobre la expansión por Al-Andalus”, Del Nilo al Ebro: I Estudios sobre la conquista islámica, coord. L. A. García Moreno - M. J. Viguera Molins, Alcalá de Henares 2010, 209-228. En esta misma obra, coordinada por nosotros, encontramos uno de sus tres grandes apartados dedicados a la Península tras la invasión (pp. 181-245). Véanse también en su totalidad los recientes números 10 y 11 de la revista Alqantir. 15 Véase: GARCÍA MORENO, L.A., “Historiografía andalusí e historiografía hispanolatina”, en prensa. Agradecemos al Dr. García Moreno que nos haya facilitado la lectura de este manuscrito, así como también el de: “Teodomiro de Orihuela y la invasión islámica”, también en prensa. 32 De todas formas, y a pesar de la distinta metodología aplicada, la historiografía grecolatina en sí misma presenta enormes diferencias con respecto a la árabe. Mientras que la primera, especialmente la latina, andaba preocupada por ofrecer los acontecimientos de una forma ordenada, atendiendo principalmente al año en el que habían sucedido los distintos hechos, la árabe se centraba en ofrecer una relato dramatizante16. Como bien imaginará el lector, esa manera de presentación de la información histórica en las crónicas latinas no está exenta de problemas de cronología absoluta y relativa que dificultan aún más su exégesis. Asimismo, el tinte religioso y providencialista de las fuentes cristianas hace del relato histórico que recogen, el mero resultado de un plan debido a la voluntad divina 17 . Dicho plan obedecía, según las mismas, a los pecados cometidos por los godos, especialmente por sus monarcas, que durante las últimas décadas habían derramado sangre de unos y otros con frecuencia, en una lucha parricida y fratricida por hacerse con la corona, el llamado «morbo gótico». El carácter ineludible de la decisión divina de castigar esa conducta justificaría en sí mismo la derrota de los cristianos a manos de los conquistadores árabes, pero curiosamente, y tal y como demuestra García Sanjuán, esa interpretación está ausente de las dos primeras crónicas (la XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 5.- Batalla del Barbate, conocida por la de Guadalete. Año 711. (Cuadro de F. Mota). bizantinoarábiga y la mozárabe del 754) y es formulada e incluida en la historiografía cristiana con posterioridad 18 . En contraposición a la corriente historiográfica cristiana, encontramos las fuentes musulmanas, en las cuales la divinidad apenas juega papel alguno. La ausencia de dimensión religiosa no puede sino extrañarnos si tenemos en cuenta que la expansión islámica debía tener como leitmotiv la difusión del mensaje de Mahoma. La historiografía musulmana ofrece, aun sin estar exenta de algunos elementos legendarios19, un relato centrado principalmente en la actuación humana. A pesar de la diferencia entre unas y otras fuentes en lo referido a la causalidad -divina o humana- de la conquista, resulta interesante sopesar la responsabilidad atribuida a sus distintos protagonistas, especialmente a los hijos de Witiza y Rodrigo. En el caso de las fuentes cristianas, la culpabilización de los primeros va en aumento hasta alcanzar la Baja Edad Media y se produce, de manera paralela, a la legitimación y ensalzamiento de la figura de Rodrigo. La historiografía árabe también relaciona la caída de los godos con la actuación de los hijos de Witiza, pero ofrece, a su vez, una visión negativa de Rodrigo debido a su depravado comportamiento con la hija del conde Julián20. Podríamos afirmar, pues, que mientras que los cristianos intentan salvar Nos referimos a las primeras crónicas sobre la conquista, pues bien es cierto, que también encontramos otros textos a modo de anales. A este respecto puede verse la obra de MAILLO SALGADO F., De Historiografía Árabe, Madrid 2009. 17 Véase SÁNCHEZ SALOR, E., “El providencialismo en la historiografía cristiano-visigótica de España”, Anuario de Estudios Filológicos 5 (1982) 179-192. 18 Cf. G ARCÍA SANJUÁN , “Las causas de la conquista islámica…” 104 y ss. 19 Sirva como ejemplo el relato de la Casa de los Cerrojos de Toledo (cf. HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La Península imaginaria. Mitos y leyendas sobre al-Andalus, Madrid, 1996, 194 y ss.). 20 Si bien es cierto que la visión negativa y la traición del conde Julián están presentes ya en las primeras fuentes árabes, el episodio de la violación de su hija no figura en las dos primeras, haciendo su aparición, ya en el siglo IX, en el relato de Ibn ‘Abd al-Hakam (GARCÍA SANJUÁN, “Las causas de la conquista 16 33 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) del oprobio a una parte de la estirpe goda, fundamento de la futura Reconquista de alAndalus, los musulmanes hacen recaer, sin ambages, toda la responsabilidad de la derrota de los peninsulares en la desunión y erróneas actuaciones de los nobles godos. Por tanto, parece que debamos seguir, al menos en lo referido a las causas de la conquista, los relatos musulmanes, a priori no interesados en atribuir la responsabilidad de manera tendenciosa a ninguno de los grupos de poder -partidarios de los herederos de Witiza21 o de Rodrigo-, pues en definitiva, todos ellos habían resultado derrotados bajo sus armas. La historiografía musulmana ofrece, aun sin estar exenta de algunos elementos legendarios, un relato centrado principalmente en la actuación humana En todo caso, si algo parece claro es que los problemas sucesorios del último periodo del reino godo tuvieron mucha incidencia en su desenlace final. Tal vez, la ilegitimidad de Rodrigo, poco a poco omitida de las fuentes cristianas, dificultó su consolidación en el trono, especialmente cuando los hijos de Witiza alcanzaron edad suficiente para oponerse al gobierno y lograron el apoyo de parte de la nobleza goda. Asimismo, y teniendo en cuenta la tradicional política de pactos de la Antigüedad tardía, especialmente en el norte de África22, parece acertado suponer que, efectivamente, la llegada de los musulmanes, o mejor dicho de los beréberes, pues ésta era la composición mayoritaria del ejército, estuviera en relación directa con un llamamiento cursado desde la Península. La invasión musulmana del Magreb parece haber supuesto un revulsivo para el desarrollo del proceso de afianzamiento de los beréberes que se encontraba ya en plena efervescencia, y sin los cuales la conquista no hubiera sido posible. A favor de una fuerte política de pactos que uniera las poblaciones de uno y otro lado del Estrecho estarían relatos tales como el de la entrega de la «Mesa de Salomón» a Tariq por nada menos que un sobrino de Rodrigo23, algo que sin dejar de formar parte de la historia legendaria de la conquista podríamos poner en relación con esa política. Otro de los asuntos cruciales de la conquista es el reparto de fuerzas entre los distintos elementos del ejército conquistador: beréber y árabe. Independientemente del número de hombres de uno u otro grupo que componía dicho ejército, queremos reflexionar mínimamente sobre el llamado “clientelismo beréber”. Tarif y Tariq, principales artífices de la inicial conquista, aparecen en las fuentes como mawali, es decir, como “clientes” beréberes. Y ante este Imagen 6.- Fulus del Periodo Gobernadores (Al-andalus, 711 - 756 d.C). Wikipedia. islámica…” 121). Este episodio no aparece en las fuentes cristianas hasta el siglo XII, momento en el cual empiezan a amalgamarse ambas tradiciones historiográficas. Sobre este personaje acaba de aparecer: GOZALBES CRAVIOTO, E., “El Comes Iulianius (Conde Julián de Ceuta), entre la historia y la literatura”, Alqantir 11 ( 2011) 3-35. 21 Es interesante el relato sobre el pacto establecido entre los hijos de Witiza y los musulmanes, con él se comprometían a ayudarles a cambio de la garantía de conservar sus propiedades (v. Ibn al-Qutiyya, Historia de la conquista de España de Abenalcotía el cordobés, J. Ribera (ed. y trad.), Madrid, 1926: 1- 2//2-3; HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La Península imaginaria…, 191; MANZANO MORENO, E., Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de alAndalus, Barcelona, 2006, 44-45). 22 Sobre la importancia del elemento beréber como apoyo a las diversas facciones en conflicto en África, sirva como ejemplo: SÁNCHEZ MEDINA, E., “La población beréber de la Tripolitania durante la Antigüedad tardía”, Del Nilo al Guadalquivir, en prensa (RAH Madrid 2011). 23 Cf. HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La Península imaginaria…, 208 y ss. Este relato aparece recogido en Ibn ‘Abd al-Hakam, Futuh Misr. The History of the Conquest of Egypt, North Africa and Spain, Ch. C. Torrey (ed.), New Haven, 1922, 207. 34 Imagen 7.- Teodorico, rey godo. Museo del ejército. pesar de estar unidos por un lazo de clientela (o walá) una fuerte diferenciación al menos en la conquista del futuro al-Andalus25. Al fin y al cabo, los cargos de la administración local habían permanecido en manos no árabes, pensemos, por ejemplo, en Tariq, gobernador de Tánger. La segunda de las incógnitas, la “berberidad”, es aún más compleja de analizar. El estudio más completo sobre el África preislámica (ss. IVVIII), realizado por nuestro compañero, desgraciadamente desaparecido, Y. Modéran, se muestra a menudo ambiguo en la interpretación de los términos26. La pretendida continuidad entre mauri -tardoantiguos- y barabira -tras la conquista islámica- no es aceptada por todos los investigadores27, así como tampoco hay consenso acerca de lo que significaba en sí mismo “ser barbar”28. En relación con estos problemas interpretativos encontramos en las fuentes literarias los episodios referidos a los conflictos entre Tariq y Musà. El más que posible origen beréber de Tariq y su carácter de mawlà, ambos aspectos entendidos según la tradicional historiografía, dificultarían la comprensión de la totalidad de sus actuaciones y el enorme poder que parece haber ejercido en los momentos iniciales de la conquista. Tal vez por ello deban ser reconsiderados. Curiosamente, en esos primeros momentos, durante los cuales el apoyo de los nuevos musulmanes era crucial, es cuando surgen las desavenencias entre nuestros protagonistas. El enfrentamiento entre ambos hombres parece tener su primer reflejo en el episodio de la sustitución de una de las patas de la «Mesa de Salomón», algo que Tariq llevó a cabo ante la sospecha de futura traición de Musà. La Mesa no era más que una parte del abundante botín que Tariq consiguió en las primeras campañas peninsulares de la antigua Bética, lo cual despertó pronto la envidia y codicia de Musà. Éste decidió cruzar el Estrecho hacia la Península e ir en busca de Tariq, el cual se encontraba cerca de la ciudad de Toledo. Al parecer, tras el encuentro, Tariq sufrió un severo castigo 29 al que se sumó obviamente la XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) dato se nos plantean dos incógnitas, por un lado, en qué consistía exactamente “ser cliente”24 y por otro, de mayor complejidad aún, en qué consistía “ser beréber”. Tradicionalmente entendido como sumisión, el clientelismo bien pudiera ser una forma de pacto entre la autoridad musulmana y la autoridad local y no implicar, a 24 Véase FIERRO, M. I., “Mawali and muwalladun in al-Andalus (second/eighth-fourth/tenth centuries)”, M. Bernards J. Nawas (eds.), Patronate and Patronage in Early and Classical Islam, vol.1, Leiden, 2005, 195-245; Ead., “Los mawali de `Abd al-Rahman I”, Al-Qantara, vol. XX (1999) 65-98. También OLIVER PÉREZ, D., “Sobre el significado de mawlà en la historia omeya de al-Andalus”, Al-Qantara XXII ( 2001) 321-344. 25 Sin embargo, sabemos que, aunque teóricamente los nuevos musulmanes deberían haber tenido “los mismo derechos y ventajas que los árabes, (…) la identificación entre Islam y arabismo fue tan fuerte en un principio que los árabes de raza mantuvieron a los neoconversos en una situación de inferior” (cf. MAÍLLO, F., Vocabulario de Historia árabe e islámica, 2ª ed. Madrid, 1999, 152). 26 MODÉRAN, Y., Les Maures…, 11. 27 Sirva como ejemplo, el recientísimo trabajo de Ramzi ROUIGHI, “The Berbers of the Arabs”, Studia Islamica, new series, 1, 2011, 67-101. 28 Sobre los beréberes de al-Andalus, DE FELIPE, H., Identidad y onomástica de los beréberes de al- Andalus, Madrid, 1997. 29 Azotes o presidio, según las distintas fuentes. Ibn ‘Abd al-Hakam (Torrey ed., 1922, 210), quien nos ofrece un relato detallado, afirma que al llegar la noticia del apresamiento al califa, éste mandó un 35 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) confiscación de las riquezas obtenidas durante la conquista. Sin embargo, el califa, desde Damasco, pareció tomar partido por Tariq. A partir de ese momento ambos hombres avanzarían juntos hacia el Norte. El posterior llamamiento califal de ambos hombres a Damasco posibilitó el desenlace de la historia, al descubrir el califa que Musà mentía cuando afirmaba que la Mesa formaba parte del botín obtenido por él, pues sólo Tariq30 pudo explicar el cambio que había sufrido una de sus patas y demostrar así su decidido protagonismo en las primeras conquistas. El estricto control de Damasco sobre las acciones peninsulares y los conflictos surgidos entre las distintas facciones implicadas, a pesar de lo legendario de este relato, ponen de manifiesto las tensiones originales, tensiones que darían lugar a distintas interpretaciones historiográficas de la conquista en las cuales beréberes, árabes y autoridades damascenas, jugaron papeles muy distintos. La progresiva integración -dado su escasísimo número en relación al total peninsular con la población hispana pareció diluir las tensiones y garantizar un cierto equilibrio social que se consolidaría a principios del siglo X. Conclusión Muchos más son los aspectos que deberíamos abordar aquí, pero la extensión requerida nos lo impide. Sin embargo, no queremos terminar estas páginas sin resaltar la necesidad de continuar líneas de investigación como las emprendidas recientemente31 y a través de la cuales se pretende realizar un exhaustivo análisis comparativo de la evolución de la historiografía árabe y cristiana, sus formas de elaboración y transmisión, las contaminaciones horizontales que pudieron producirse, las leyes propias de cada uno de los géneros literarios, etc. Para ello la multidisciplinariedad es imprescindible, así, resultan muy interesantes los resultados que la arqueología puede ofrecernos en lo referido a la resistencia de las poblaciones conquistadas durante los primeros momentos de llegada de los árabes a tierras europeas32. Otro aspecto a nuestro parecer muy interesante y que no hemos podido ni siquiera esbozar aquí, es la imagen que de lo “moro” se va a fraguar en la Península y cómo esa imagen condicionará la evolución del posterior desarrollo histórico, especialmente en la Reconquista, pero también la mentalidad española a lo largo de los siglos y hasta la actualidad, época en la cual nuevos acontecimientos y conflictos traen desgraciadamente a veces los viejos clichés a nuestra mente. Imagen 8.- El rey Don Rodrigo y Florinda. Año 710. (Cuadro de N. Méndez Bringa). mensaje a Musà en el que le advertía: “Si lo golpeas, yo te golpearé a ti; si lo matas, yo mataré a tu hijo”. 30 Sobre la trascendencia del elemento beréber y la autoría de la conquista puede ser interesante la lectura del reciente trabajo de O. HERRERO SOTO, “Tariq b. Ziyad: las distintas visiones de un conquistador beréber según las fuentes medievales”, Biografías magrebíes. Identidades y grupos religiosos, sociales y políticos en el Magreb medieval. EOBA, M. Meouak (ed.) (en prensa). También de esta autora: “La arenga de Tariq b. Ziyad: un ejemplo de creación retórica en la Historiografía árabe”, Talia Dixit 5 (2010) 45-74. 31 Véase n. 2. En unos meses se publicará el segundo libro fruto del trabajo del proyecto: Del Nilo al Guadalquivir, RAH Madrid 2011. 32 Ph. Sénac -también miembro del equipo de investigación- demuestra la dureza de la conquista árabe y la notable resistencia de la población de la Narbonense (trabajo actualmente en prensa). 36 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Gumías árabes. El paso del Estrecho:las fuentes Enrique Gozalves Cravioto Introducción nte el episodio del año 711 los historiadores se encuentran con una inmensa paradoja. Acostumbrados para las Edades Antigua y Medieval a trabajar con un número muy limitado de documentos, respecto al hecho histórico que nos ocupa, el problema no es precisamente ese, sino más bien el contrario: el de la hiper-inflación de crónicas. A Episodio histórico e historiografía Ello fue así en principio por la enorme trascendencia histórica que el episodio tuvo en la Historia, por el hecho de que acabara con un mundo, el de los visigodos en Spania, y diera inicio a un proceso histórico de muy largo alcance en el mundo occidental. De forma independiente a cómo lo vivieran los contemporáneos de los hechos, sí podemos deducir cómo lo observaron en momentos posteriores. Así pues, el inicio de la conquista musulmana de España significó con el tiempo para unos una épica gloriosa, la de la incorporación de AlAndalus a “dar al-Islam”, y para otros el amargo trago de una derrota y retroceso, un desastre visto por el clérigo autor de la Crónica Mozárabe como una de las mayores tragedias, comparable a las sufridas por Babilonia o por Jerusalén. La discusión del concepto de Reconquista no puede llevar a negar la dinámica conquistadora del Imperio Omeya, que había extendido ya su dominio por todo el Norte de África. Por esta razón, cuando en un lado y en otro de la frontera desarrollaron la narración e interpretación de lo que había pasado lo hicieron desde mentalidades diferentes. Así para los cristianos lo que realmente tuvo importancia es que el mundo godo se había venido abajo en la Península, y desde siempre fueron proclives a explicar este hecho a partir de la existencia de una traición en las propias filas. Así primero recurrirán a la actuación de los hijos de Witiza, que habrían conspirado abiertamente a favor de los árabes, quizás sin pretender el resultado final alcanzado. Más adelante tomarán de la historiografía árabe el trágico episodio del Conde Julián, personaje de todo un drama, de enorme potencia literaria como muestra el Romancero, y que explicaría el propio tránsito del Estrecho. Pero por la parte islámica lo más destacable es que se va a producir una proliferación de relatos, copiados unos de otros, alterados con la introducción de elementos, de cuya realidad concreta tenemos muy escasas garantías. Así pues, no son pocas sino excesivas las fuentes medievales, pero por su propio carácter de fuentes secundarias, rehechas según el estilo medieval (por ejemplo, en el proceso de intenciones y diálogos de Rodrigo, Julián, Musa ibn Nusair o Taric ibn Ziyad), resulta problemático concretar historia y literatura. Este es el problema ante el que la historiografía moderna se ha enfrentado a la hora de analizar el paso del Estrecho. Los mitos que rodeaban al personaje de Julián, y a la propia tragedia de Rodrigo, ocasionaron ya el escepticismo de José Antonio Conde, en su Historia de la dominación de los árabes en 37 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) España (1820). Poco más tarde, Reynhart Dozy escribía su Histoire des Musulmans d'Espagne, jusqu'à la conquéte de l'Andalousie par les Almoravides,711-1110 (1861), en la que intentaba poner orden en los testimonios, concluyendo que el Conde Julián había sido el último gobernador (exarci) bizantino de Ceuta, y que favoreció el paso de las tropas beréberes en sus barcos desde la plaza africana a Gibraltar. La historiografía española, a grandes rasgos, ha seguido la misma visión con algunas variantes. Podemos mencionar al respecto la Historia de la invasión de los árabes en España (1892) de Eduardo de Saavedra, escrita sobre todo a partir de las fuentes árabes y deudora de Dozy, y también sobre las fuentes cristianas analizadas en El rey Rodrigo en la literatura (1924) de Ramón Menéndez Pidal. Las tropas que pasaron el Estrecho fueron básicamente infantes Después realizó un análisis muy completo, repleto de erudición, Claudio Sánchez Albornoz, en el volumen segundo de sus En torno al feudalismo, dedicado a Fuentes para la historia hispano-musulmana del siglo VIII (1942), que completó en el análisis de un artículo publicado en los Cuadernos de Historia de España (1948), titulado “Itinerario de la conquista de España por los árabes”, que consideró innegables los hechos: existencia del Conde Julián, el paso del Estrecho por parte de las tropas en sus barcos, desde su plaza de Ceuta a Gibraltar. Pero sobre todo Sánchez-Albornoz ya aclaraba un aspecto peculiar: las tropas que pasaron el Estrecho fueron básicamente infantes, e infantería sería lo que los beréberes-árabes confrontaron a jinetes (muy escasos) e infantes visigodos en la batalla de La Janda. Una visión que, por su carácter completo, con pequeñas variantes (nada exentas de interés, por cierto), nos han inspirado a todos los historiadores, que siguiendo todo el planteamiento derivado de las fuentes, hemos aceptado con matices las grandes ideas acerca del paso del Estrecho y la invasión islámica. Todo ello con 38 la excepción de la aportación de Joaquín Vallvé, cuyas Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España (1989), trastoca todo el panorama de los hechos, con una reinterpretación a partir de fuentes secundarias y tardías en muchos casos, pero que afecta al fondo del tema que nos ocupa, pues el desembarco musulmán no se habría producido en el Campo de Gibraltar sino en Cartagena. La contestación a este tipo de planteamientos fue realizada por el citado Sánchez Albornoz, en sus Estudios polémicos (1979), si bien más adelante el propio Vallvé volvió sobre la cuestión. Las fuentes más antiguas Ante los aditamentos de una cuestión, rellena de elementos legendarios así como de versiones, nuestro juicio como historiadores es indicar la necesidad de una crítica textual, que priorice unas fuentes sobre las otras. Es cierto que, dadas las contradictorias visiones, este juicio no puede ser aceptado por todos, con lo que entra en discusión el criterio utilizado para priorizar. Más allá de que para realizar un estudio exhaustivo se precisen más factores, a nuestro juicio el criterio fundamental a utilizar debe de ser el de la antigüedad de los testimonios. El más antiguo de todos ellos es el de la Crónica Mozárabe del 754, elaborada por un cristiano cordobés con inmediata anterioridad a la proclamación del primer Omeya independiente en Al-Andalus. El autor indica muy de pasada que Musa ibn Nusair había enviado a Taric al frente de unos moros que hacían incursiones por el territorio, “[...] cum Mauros a Muze missos, id est Taric Abuzara et ceteros, diu sibi Imagen 2.- Las aguas del Estrecho, escenario del paso árabobereber. tal forma que se creyó que se transformaban en comerciantes. Todos estos soldados fueron así introducidos poco a poco, y Taric, acompañado de su entorno, pasó con el último destacamento [...]”. Hemos recogido este texto por cuanto el mismo es de una gran antigüedad, de tal forma que, aunque no pueda considerarse contemporáneo de los hechos, sí reproduce la versión árabe más antigua. En la misma ya encontramos algunos hechos que van a introducirse en la tradición historiográfica: el personaje de Julián, su pacto con los árabes para la travesía del Estrecho, un numeroso ejército (cifrado en 12.000 elementos) en el que la inmensa mayoría eran bereberes, paso en pequeños barcos que realizaban cabotaje entre ambas costas (comerciantes y pesqueros), viajes repetidos de esas pequeñas embarcaciones. En el siglo IX tenemos otros escasos testimonios árabes sobre el episodio de la conquista. Hacia el año 848 escribirá el persa Ibn Jurdadbih su obra geográfica dedicada a la mención de los reinos y los caminos. Sus datos son muy esquemáticos, pero resulta muy significativo que al tratar de Ceuta, hablando en pasado (como reflejó en su traducción Guillermo Gozalbes Busto), afirmaba que en la ciudad en el pasado había reinado Julián. Su cita tan antigua, y el propio hecho de que no precisara de mayor aclaración, indica que Julián era bien conocido e identificado en el mundo árabe de la primera mitad del siglo IX. También para el siglo IX debemos citar la obra de Ibn Habib, un granadino pero que aprendió sus datos en Oriente. Su relato está repleto de magia: “Muza llegó a la costa argelina (Tremecén) y ordenó capturar algún barco cristiano; un viejo prisionero fue interrogado y éste realizó una descripción de quien realizaría la conquista de al-Andalus [...]”. La orden de Muza, con la descripción de la persona, coincidía con Taric, que llegó a un monte donde concentró sus tropas. Parece evidente que el monte en cuestión debe tratarse de Gibraltar. En todo caso, quizás lo más importante del relato de Ibn Habib es que ofrece las cifras de 1700, para los que rodeaban a Taric, y de 12000 los bereberes que finalmente pasaron a al-Andalus. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) provinciam creditam incursantibus sumulque et plerasque civitates devastantibus [...]”; esta única alusión al paso de Taric se complementa con la referencia de que el rey Rodrigo marchó a los Transductinis promonturiis para luchar con ellos, pero cayó en la batalla debido al abandono de su ejército. Algunas indicaciones más encontramos en referencia al paso de Musa ibn Nusair, cuando indica que en esa época devastaban Spania los expedicionarios, y Musa atravesó “per Gaditanum fretum columnas Herculis pertendentes”, y alude a continuación que la entrada del puerto (o del paso) se la sugería clabes in manu. Nos hallamos ante un pasaje de difícil interpretación, pero que estaría referido a la llave en la mano del “ídolo” o estatua humana que remataba un monumento turriforme de Cádiz de época romana, la llamada “torre de Hércules”, y cuya descripción recogen diversos geógrafos árabes medievales. En cualquier caso, dos aspectos se deducen de esta observación a la fuente más antigua: prácticamente no hay acotaciones a las circunstancias del paso del Estrecho por parte de los árabes, y guarda un estricto silencio acerca de las características de los ejércitos en disputa. Así pues, no puede hablarse del problema de la presencia de la caballería entre visigodos o musulmanes. En la misma línea de escasos datos, con un carácter muy genérico, el paso del Estrecho es mencionado hacia el año 790 por parte del historiador franco Paulo Diacono, en su Historia Langobardorum: “ [...] eo tempore gens Sarracenorum in loco qui Septem dicitur ex Africa transfretantes universam Spaniam invarerunt [...]”. Pocos datos en referencia a la “invasión” de “toda España” por los “sarracenos”, señalando que se produjo a partir del paso del Estrecho (transfretantes) desde el lugar que se llama Septem, por tanto, desde Ceuta. Entre las innumerables fuentes sobre la conquista islámica de España, y el paso del Estrecho, reproducimos inicialmente un testimonio recogido por Ibn Idari, que lo copia de un historiador egipcio de finales del siglo VIII, llamado al-Waquidi: “(El Califa) nombró a Musa ibn Nusair gobernador de Ifriquiyya (África), y a su vez Musa nombró para gobernar la zona de Tánger a Taric. Éste se convirtió en vecino de Iulian (Conde Julián) debido a su proximidad a “la isla Verde”, y se puso en contacto con él. Ambos llegaron a un acuerdo e Iulian se comprometió con hacer que él y sus tropas entraran en España. Taric, que tenía un ejército de 12.000 beréberes, se decidió a realizar esta expedición después de recibir el permiso de Ibn Nusair. Para transportar estas tropas Iulian empleó los barcos que practicaban el cabotaje entre ambas costas, de Fuentes posteriores En el siglo X la información sobre el paso del Estrecho y la conquista árabe de al-Andalus se convierte en canónica, y en buena parte lo va a hacer en función de las necesidades políticas del Estado Omeya de Córdoba (convertido en Califato). En ello tendrá gran importancia, sin duda, la magna obra histórica del cordobés alRazi, y sobre todo de Ibn Hayyan. Así en la visión de los hechos del segundo, recogida de forma casi textual por al-Maqqari (autor magrebí 39 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) del siglo XVII), se menciona ya la expedición previa de Tarif contra Tarifa (se precisa que con 400 infantes y 100 de caballería), la instigación de Julián para la invasión y paso del Estrecho, pero a continuación se ofrecen dos versiones: a). Sobre el ejército invasor, en un caso compuesto por 7.000 efectivos, de los que la mayoría eran beréberes y libertos, en el otro, compuesto por 12.000 de los que prácticamente todos eran beréberes. b) El paso en cuatro barcos, mientras en la segunda versión se indica que eran de mercaderes. c) El desembarco en Gibraltar en el mes de agosto de 711, mientras en la segunda versión fue en abril. d) El paso constante de ida y vuelta de los mismos barcos hasta completar la totalidad de las tropas. e) Se aclara que después del desembarco Tariq había reclamado a Muza más tropas, por lo que le envió 5.000 soldados suplementarios, hasta constituir un total de 12.000 los invasores. En el mismo siglo X otro autor andalusí, Ibn alQutiyya (“el hijo de la Goda”) escribió otra Historia en la que incluye los episodios de la conquista. Como bien ha indicado Gabriel Martínez-Gros el relato tiene sus propios fundamentos, como son los de reflejar los méritos y servicios de la familia respecto a la dinastía Omeya. Así el mérito principal habría estado en la “traición” de los hijos de Witiza, mientras Julián queda reducido a la categoría de un comerciante cristiano, que solía llevar caballos y halcones desde Tánger. Imagen 3.- Representación gráfica de las fechas y trayectos de las distintas incursiones magrebíes. 40 Finalmente, en el siglo XI el Ajbar Machmúa recoge ya de forma definitiva la versión más reiterada con el tiempo, que incluye naturalmente el episodio literario de las relaciones del rey Rodrigo con la hija de Julián, la venganza de Julián, el más lógico episodio de la incursión previa contra Tarifa, así como el mandato de Muza a Tariq para que fuese a Al-Andalus con 7.000 musulmanes, que en su mayoría bereberes y libertos, ya que eran escasísimos los árabes, y pasó en el año 92 en los cuatro barcos mencionados, que eran los únicos disponibles, los cuáles fueron y vinieron con la infantería y la caballería que se iban reuniendo en un monte muy fuerte….. Muza le mandó 5.000 hombres, de forma que el ejército de Tariq llegaba hasta los 12.000 componentes. Nos parece inútil continuar con la recopilación de las fuentes árabes posteriores y que añaden datos circunstanciales. Incluso en ocasiones refieren los hechos de una forma más lógica y explicada, pero ello corresponde no a una realidad básica, a datos que estuvieran en su fundamento documental, sino a la recreación o actualización por parte de los escritores. A nuestro juicio, desde el siglo XI no tenemos ya fuentes de documentación, sino puramente “historiografía”. Ello incluye también a Ibn Idari, un autor magrebí del siglo XIV, y cuya aportación recoge una pluralidad de testimonios, que llevó a Sánchez- Albornoz a considerarla un auténtico “cementerio de crónicas”. Fuentes cristianas En el campo cristiano, haciendo abstracción de la Crónica Mozárabe de 754, de la que ya hemos tratado, así como de la débil referencia franca, las fuentes cristianas prácticamente dan un salto hasta los siglos IX y X, con la cronística del Reino de Asturias. Así en la Crónica Albeldense, fechada por ella misma en 883, lo único que se indica es que los musulmanes llamados por la traición, ocuparon Hispania, apoderándose de la monarquía de los godos, una parte de la cual la dominan tenazmente, aunque los cristianos les hacen la guerra de una forma constante, de día y de noche. Como puede verse, lo único de lo que se habla es de la traición, sin concretar la misma. En cualquier caso, tres décadas más adelante ya la Crónica de Alfonso III aclara la traición referida al señalar que al tercer año de reinado de Rodrigo, por causa del engaño de los hijos de Witiza, los sarracenos invadieron Hispania; menciona a continuación que Rodrigo marchó a la guerra con su ejército, pero atrapado por la traición de los witizanos, los guerreros abandonaron la batalla. Como puede observarse, las crónicas hispano-cristianas de los siglo IX y X están en Finalmente, la Crónica Silense, del siglo XII, finaliza por enriquecer los datos mozárabe, que integró los datos que estaban presentes desde hacía mucho tiempo en los escritos andalusíes. Finalmente, la Crónica Silense, del siglo XII, finaliza por enriquecer los datos, pero todos ellos ya tomados del impacto de las crónicas andalusíes de los siglos X y XI. En este caso atribuye la agresión inicial a Rodrigo, que expulsó de Yspaniis de una forma infamante a los hijos de Witiza, que se coaligaron con Julián (Tingitanam provintiam transfretantes, Iuliano comitti) y éste fue quien se encargó de Mauros introducendo, et sibi et totius Ispanie regno perditum. Pero habla simplemente de que Rodrigo, cuando se enteró de la invasión, llevó su ejército, y después de un combate de siete días, en el que los visigodos inicialmente ganaban, se encontró con la derrota, la desbandada y el hundimiento de su reino. La destilación del historiador A partir de todo lo recogido el historiador debe actuar y tomar partido, destilando de forma adecuada la información. Por esta razón debemos escapar de considerar las versiones conocidas como definitivas. Podemos deambular entre los dos extremos, la de aquellos que han aceptado las descripciones de los hechos tal cual, así como la de aquellos que han impugnado las fuentes; entre estos últimos Ignacio Olagüe consideró que los árabes “jamás invadieron España” (se produjo una paulatina conversión al Islam como sucesión natural del Arrianismo), o el citado Joaquín Vallvé, quien creyó que la invasión no se produjo a través del Estrecho propiamente dicho, sino a partir de otros lugares diferentes (Cádiz o Cartagena). No parece lógico, ni siquiera “serio” según la gran mayoría de los historiadores, establecer una especie de “conspiración” general de las fuentes documentales para despistar o engañar. La expedición previa contra Tarifa, en el año 710, entra más en los datos de la lógica que de la seguridad documental. La existencia de una avanzada, anterior al envío definitivo, es coherente con el proceso de invasión de un “finisterre” absolutamente desconocido. Pero en lo que respecta a la documentación puede considerarse (interpretación) que alude a ella de forma harto confusa la Crónica Mozárabe de 754, pero es silenciada por las fuentes árabes (orientales) más antiguas. La incorporación de la expedición de Tarifa al relato del paso del Estrecho y la invasión se produce desde el escrito de Arib, con toda la historiografía andalusí del siglo X. El personaje de Julián (comes Iulianus) ha sido discutido en su realidad histórica. Sin embargo, cosas distintas son la existencia del personaje en sí mismo, y su papel político más o menos discutible, y la discutible realidad de su imagen literaria. Dejando como legendaria la historieta de las relaciones de Rodrigo, lo cierto es que hay bastantes datos que prueban la historicidad de Julián como gobernante de Septem (Ceuta). La realidad histórica del personaje viene probada por la existencia de sus descendientes en Córdoba, las alusiones a él por parte de geógrafos (Ibn Jurdadbih, al-Bakri), y también de crónicas bastante antiguas. Ceuta como lugar de paso es plenamente coherente con su existencia, y el paso desde la ciudad lo tenemos mencionado ya en el siglo VIII por parte de Paulo Diácono. Problema diferente es el de su propia adscripción como bizantino, godo, autóctono ceutí cristiano o beréber, si bien parece claro (aunque no seguro) que aceptaba la autoridad del rey visigodo. En lo que respecta a los barcos de transporte, las fuentes más antiguas son bastante determinantes al respecto: se trataba sólo de cuatro barcos, de dimensiones no muy grandes, por lo que tuvieron que realizarse viajes constantes. Todos los datos indican que para el paso era imprescindible la colaboración de Ceuta, lo que certifica el que los barcos únicos disponibles tenían su base en este puerto. Estos datos seguros abren una incógnita menos resuelta, a saber, si los barcos correspondían realmente a los dromones de la base naval bizantina (todavía XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) una línea determinada: desconocen los detalles, ignoran la existencia del personaje de Don Julián, y atribuyen el episodio de la derrota a una traición, protagonizada por los hijos del rey Witiza. Pero ya en el siglo XI la Chronica Gotorum PseudoIsidoriana presenta novedades importantes. Ya en ella, por vez primera entre los cristianos, aparece el personaje de Don Julián, como Comite Tingitana, y ya se recoge el episodio del ultraje de Rodrigo con su hija, la venganza del dramático personaje, el ofrecimiento de paso del Estrecho; de esta forma, se indica en el texto: ad insulam Tarif cum luliano veniens inter Malacam et Leptam ascendit in montent, qui usque hodie mons Tarech. La crónica Pseudo-Isidoriana constituyó la elaboración de un 41 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) 42 existente en el siglo VII con seguridad), o eran barcos comerciales (sin la imposibilidad de que fueran las dos cosas al tiempo). En cualquier caso, los datos históricos reflejan que prácticamente era imprescindible la participación de Ceuta en el paso del Estrecho. Las tropas embarcadas en Ceuta fueron desembarcadas y concentradas en Gibraltar (el Yebal Tariq o monte de Tariq). Con toda probabilidad el propio hecho del desembarco venía motivado por las condiciones defensivas del lugar, fácil para el ocultamiento, a resguardo de ataques exteriores pues en aquel tiempo todavía constituía una especie de isla, unida a tierra firme por un puente o trozo de tierra muchísimo más angosto que en la actualidad. Las fuentes más antiguas insisten en el hecho de que estas tropas estaban compuestas por un total de 7.000 efectivos. Aunque resulte puramente especulativo, ello significa que si cada barco trasladaba 100 guerreros tuvieron que producirse unos 13 viajes de ida de cada uno de ellos en dirección Ceuta-Gibraltar, lo que significa que el transporte se realizó en un mínimo de 15 días. Se haga la relación que se quiera de cifras, los datos indican que el traslado pudo efectuarse no empleando en ningún caso más de un mes. Las tropas trasladadas eran en su inmensa mayoría beréberes. Y este propio hecho aclara el propio problema de la caballería, puesto que en el siglo VII los bereberes apenas disponían de caballos (otra cosa eran los camellos). Los caballos eran reducidos sólo a los escasísimos mandos árabes, y la alusión al traslado de caballos (por ejemplo, en el episodio de Tarifa se cifran en 100) es muy tardía y exagerada. Sánchez- Albornoz, con muchos fundamentos, reflejó la conclusión de que la conquista de alAndalus no se efectuó por parte de caballería, sino por el contrario, por parte de un ejército de infantes. Los propios relatos de la crónicas árabes, sobre la batalla de La Janda, así como sobre otros episodios, permiten concluir que la inmensa mayor parte de los combatientes (por ambas partes) eran infantes, por lo que la caballería no jugaba absolutamente ningún papel militar. No fue el de abril o agosto de 711 (la fecha es discutible), después del paso previo del 710 hacia Tarifa, el único traslado de tropas. En momentos cercanos, y ante la perspectiva de la batalla de La Janda, Tariq pidió a Muza nuevos efectivos. Su jefe le correspondió con el envío de otros 5.000 soldados, de nuevo la inmensa mayoría de ellos beréberes. Y al año siguiente, en el 712, el propio Muza decidió pasar a AlAndalus, aunque en este caso aparentemente se embarcó no en Ceuta sino en Marsa Musa (en la costa del Estrecho, al Oeste), y desembarcó en Cádiz, como indica la mención de la estatua característica de esa ciudad. Bibliografía - Tradicional DOZY, R. : Histoire des musulmans d´Espagne jusqu´a la conquête de l´Andalousie par les Almoravides (7111110), Leyden (1861) SAAVEDRA, E. : Estudio sobre la invasión de los árabes en España, Madrid. (1892) LEVI-PROVENÇAL, E. : España musulmana hasta la caida del Califato Omeya de Córdoba, en MENÉNDEZ PIDAL, R.: Historia de España. IV, Madrid. 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Conducía a una oleada de guerreros bereberes que seguía los pasos de Tarif ibn Mallik, quien el año anterior había dirigido una cabalgada contra las tierras del sur de Hispania tras tocar tierra en Tarifa y ahora volvía a formar parte de la expedición invasora. Había partido de Septem antes del alba, cuando el sol aún no había coronado el Hacho, en busca de una tierra rica en agua, en pastos, en tierras de cultivo y en ciudades. Una tierra que prometía aventuras y futuro para sus hijos. Una tierra llena de infieles y de ganima, el botín que animaba las más férreas voluntades. Tariq ibn Ziyad, el Tuerto,1 aferrado a una driza, encabezaba el último viaje de la fuerza invasora. 2 En los montes grisáceos que se adivinaban allí al Norte, entre la bruma marina, le esperaban la victoria, la fama y la gloria. Debía E hacer saltar el cerrojo del país de los Rom, para abrir sus campos fecundos a quienes lo habían de seguir, con Musa ibn Nusayr a la cabeza. El gobernador yemení del norte de África, su señor, tenía ese privilegio. Como representante del califa omeya de Damasco, Ulit (de verdadero nombre Al-Walid ibn ‘Abd al-Malik), hombre extraordinario y digno sucesor del Profeta, quien había ya sometido la India, debilitado la Romanía, arrasado Libia y subyugado toda la Mauritania,3 disponía de su suerte y de la de los suyos. La expansión imparable de la verdad predicada por Mahoma, ¡Dios bendiga a su Profeta, elegido de entre lo más puro de los árabes!,4 así lo exigía. Sólo unas décadas atrás, la palabra liberadora de Allah no era alabada más allá de los arenales arábigos, en las tierras sagradas de La Meca y Medina. Ahora, gracias al fervor de sus seguidores, a la férrea voluntad de los califas y al empuje piadoso de sus hijos, era invocada desde Oriente a Occidente, a todo 1 MENÉNDEZ PIDAL, R. Primera Crónica General de España (ed.), Vol, 1, Ed. Gredos, 1977, pp. 306-310. AL-HAKAM, Ibn Conquista de África del Norte y de España, E. Vidal Beltrán (trad. y notas), 1966, p. 42. 3 LÓPEZ PEREIRA, J. E. Crónica mozárabe de 754, (edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 67 y ss. 4 AL-SAQUNDI ABU-L-MALID ISMA’IL IBN MUHAMMAD, Elogio del Islam español (Risala Fi Fadl al-Andalus), E. García Gómez (trad.), Madrid, 1934, p. 118. 2 ABD 43 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) lo largo del Mediterráneo. Y pronto arrollaría a los cristianos en sus tierras frías y lluviosas del norte, desterrando de ídolos sus templos para siempre. Estaba seguro: tras las montañas transductinas5 le aguardaban la victoria, la fama y la gloria. Y, si la Fortuna le era esquiva, iría al encuentro de la muerte sin pesar, porque nada lo haría volver sobre sus pasos. La zona del Estrecho que había de cruzar apenas si medía 130 estadios.6 Eran menos de 17 millas náuticas las que lo separaba de las playas bajas y arenosas que, más allá de Iulia Traducta, entre Carteia y el pilar de Herakles, le permitiría desplegar a sus fuerzas en orden de combate, organizar su caballería y tomar la iniciativa ante cualquier ataque de los cristianos. Con ese viento constante por la aleta de estribor tenían garantizado el crucero de 4 nudos y medio a la hora, para tocar tierra mucho antes de mediodía.7 Si el viento, siempre caprichoso en estas latitudes, no cambiaba. Y si los patronos de las embarcaciones afrontaban con diligencia las complicadas y potentes corrientes de aquel mar. Pero no había de qué preocuparse por el momento, puesto que las noticias eran favorables. Las tropas transportadas en los viajes de los días anteriores habían desembarcado sin ningún problema. El territorio parecía desierto, aparte de las embarcaciones que se movían entre el río de Carteia y el fondeadero de la ciudad amiga de Iulia Traducta, que los verdaderos creyentes llamaban al-Yazira al-Hadra. No se esperaba ninguna reacción de los habitantes de esta ciudad, dependiente, como la de Septem, del conde Yulián. 8 Este misterioso comes Iulianus era, sin duda, un cristiano relevante. Admitido por el rey Rodericus en su consejo privado cuando visitó la capital del reino visigodo, había quien decía que servía a dos señores: al occidental de Toledo, el que tenía más cerca y cuya amistad y confianza le eran imprescindibles para mantener su autoridad a ambos lados del Estrecho, y al oriental de Bizancio, el cruel Justiniano II. Pero esta historia más parece debida a sus detractores, que deseaban vincular su imagen con la del tirano bizantino, alimentando una leyenda que parece inspirada en la época de Imagen 2.- Detalle de un relieve donde aparece Justiniano II. 5 LÓPEZ PEREIRA, J. E. Crónica mozárabe de 754, (edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 67 y ss. VELA TEJADA, José y GRACIA ARTAL, Jesús. Estrabón, Geografía, Libros V-VII, Editorial Gredos, p. 78, n. 179. 7 Sin emplear la propulsión a remo, las galeras podían mantener una velocidad media de 5’5 nudos por hora, algo más de 10 kilómetros a la hora, si su gran vela cuadra llevaba el viento de popa. Éste de Levante o del segundo cuadrante que traemos como protagonista en el paso de Tariq, por lo habitual en el estrecho de Gibraltar, no entra exactamente por la popa de los barcos dado el rumbo nor-noroeste que habían de seguir. Los diferentes tipos de galeras heredados del mundo clásico no admitían la navegación con mala mar, porque podían embarcar mucha agua y llegar a perderse. Asimismo, el viento de través, perpendicular al eje de la nave, hacía imposible su gobierno con la vela desplegada, lo que obligaba a arriarlas y propulsarse con los remos. Un nudo es la distancia recorrida de una milla náutica por hora, es decir, unos 1852 metros por hora. Véase CASSON Lionel, Speed Under Sail of Ancient Ships, New York University, en Transactions of the American Philological Association, Vol. 82, 1951, pp.136-148. Disponible desde Internet en: <http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/secondary/journals/TAPA/82/Speed_under_Sail _of_Ancient_Ships.html > [con acceso el 05-12-2010]. 8 “Julián, gobernador de Algeciras, de Ceuta y otros lugares”, en Ibn el-Athir: Annales du Maghreb & de l’Espagne, E. Fagnan (trad. y notas), Typographie Adlophe Jourdan, Alger, 1898, p. 41. 6 44 El viento le llegaba entre la amura de estribor y la popa, hinchando la vela cuadrada, que empujaba tensa la embarcación, como un caballo vigoroso Ésta nunca se llevó a efecto y el proyecto imperial quedaba demasiado lejos para que el señor de Septem, de Iulia Traducta y de toda la región de al-Yazira al-Hadra siguiese al servicio de Bizancio. Pero si todo eso fuese cierto, reflexionaba el caudillo bereber, en realidad tendría tres compromisos, pues aparte de ese juego a dos bandas, entre Hispania y Bizancio, contaba con las obligaciones contraídas con Musa, su señor común. En virtud de las cuales conservaba, al menos, el control sobre su ciudad del monte Hacho. A pesar de la quietud que los primeros contingentes islamitas desembarcados habían encontrado en las costas peninsulares, las órdenes de Tariq eran determinantes. La vanguardia de su ejército había de buscar refugio en la escarpada ladera occidental del enorme peñón blancuzco que cerraba la bahía de al-Yazira alHadra por el Este. Era una montaña singular, completamente despoblada a pesar de la abundancia de cal para construcciones de su suelo, donde los navegantes fenicios habían hecho escala en tiempos remotos sólo para ofrecer sacrificios a sus dioses y gozar de favorables travesías. A salvo de temporales, monstruosas criaturas marinas y feroces piratas acechantes en las calas recónditas de su ruta hacia las Hespérides. Entre sus cortados poblados de pajarracos y bajo los tupidos acebuches, la vanguardia que mandaba Tarif debía aguardar su llegada, ya que no había ninguna fortaleza en aquel lugar que pudiera servirles de refugio o protección. Sus crestas eran, cuando las nubes no lo impedían, un magnífico oteadero de los mares y territorios circundantes, pero no habían atraído suficientemente la atención del hombre para establecerse en ellas. Posiblemente por la mayor comodidad que ofrecían las tierras del otro lado de la bahía, más accesibles, con fondeaderos protegidos en las bocas de sus ríos y con buenas tierras de cultivo a la mano. Los bereberes ya desembarcados harían tiempo, discretamente, hasta que Tariq llegase, confiando en que cualquier mirada curiosa hubiese confundido las embarcaciones que los habían traído con las que hacían el tránsito comercial cotidiano entre ambas orillas del Estrecho. No debían fiarsede la calma aparente que reinaba en la región, donde sabían podía haber tropas que vigilasen la frontera sur de aquella convulsa Hispania, quizás alerta por la cabalgada del propio Tarif ibn Mallik del año anterior. La incapacidad de Yulyán para rechazarla, como señor de la región de al-Yazira al-Hadra, parecía haber atraído la atención de Toledo, mandando algunos contingentes de caballería que podían resultar demoledores si sorprendían a los musulmanes en plena operación de desembarco, en inferioridad numérica, desorganizados, mareados por la travesía y con los caballos inquietos y bajando de las naves. Todos estaban advertidos de que esa quietud también podía ser sólo pronóstico de la llegada del grueso del ejército godo de Rodericus, empeñado todavía en la lucha con los vascones en el norte, pero que acudiría a uña XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) la Recuperatio Imperii, cuando se instituyó la Provincia de Spania con centro en Carthago Nova. Entonces, siglo y medio atrás, Justiniano el Grande extendió el poder de Constantinopla hasta las Columnas de Herakles, quizás con el deseo callado de realizar la conquista de la antigua Hispania. Imagen 3.- Columnas de Herakles, hasta donde se extendía el poder de Constantinopla. 45 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Ifriqiya Imagen 4.- Ifriqiya ocupaba aproximadamente el territorio que corresponde a la actual Túnez. de caballo tan pronto tuviese noticia de la amenaza islamita. Y, para entonces, él mismo estaría al frente de sus tropas para demostrarles cómo luchaban los ágiles guerreros de las arenas, los curtidos montañeses del Atlas y algunos fieros árabes que preferían la cimitarra a los mullidos almohadones de sus palacios. Durante las últimas horas de la noche, en la costa de Septem, mientras la calma seguía haciendo posible la navegación, Tariq había supervisado al resto de sus tropas y la carga de los barcos que habían regresado a golpe de remo, viendo relevadas de inmediato sus tripulaciones. Había impartido órdenes, recordado a sus lugartenientes las instrucciones para el momento de desembarcar y las acciones a ejecutar en todas las situaciones que se pudiesen dar al pisar tierra hispana, hasta contactar con los guerreros que los habían precedido en las anteriores travesías. Ya quedaba poco para alcanzar la otra orilla. Ahora, cuando la luz del día iba despejando las tinieblas inquietantes, los rociones de agua le salpicaba a veces el rostro. El gusto salobre le causaba una incierta impresión. Era un sabor extraño para un beréber de las tierras altas a oriente de Ifriqiya, donde la sal era un bien preciado y el agua, escasa, era siempre dulce. El viento le llegaba entre la amura de estribor y la popa, hinchando la vela cuadrada, que empujaba tensa la embarcación, como un 9 BENEROSO SANTOS, caballo vigoroso. La proa cabalgaba con entusiasmo sobre olas limpias, despuntadas en briznas de espuma, en un mar azul turquesa cada vez más brillante. Escuchaba sólo el crujido del mástil, el gualdrapeo de la lona a ratos, cuando la nave perdía brevemente el rumbo ideal, rápidamente rectificado por los marinos de la ciudad norteafricana. Sentía náuseas. La inestable embarcación era el asiento más extraño que pudiera ofrecerse a un guerrero habituado al seco golpeteo de los cascos de su montura en terrenos polvorientos y pedregosos, siempre atento a las rutas del comercio terrestre que recorrían el norte de África, de espaldas al mar. Sus compañeros de armas, bereberes recientemente convertidos a la fe verdadera, como él mismo, sufrían del mismo modo la presencia inquietante del mar que los rodeaba, amenazador, capaz de engullirlos repentinamente, sin previo aviso. A pesar de la quietud reinante, que arrancaba muecas burlonas a la tripulación cada vez que alguno de ellos se retorcía sobre la borda, entre arcadas inevitables y bufidos nerviosos de caballos encinchados.9 Tariq volvió a centrar su pensamiento en las horas próximas, que serían determinantes para el éxito de la empresa que acometía. Enfrente no había grandes fortalezas que asaltar. Eso vendría más adelante, cuando enfilasen un valle inmenso, fértil, plagado de aldeas y ganados. Las tierras que decían de Asido, de Xerez y de Hispalis, de Astigi, en la ruta hacia Corduba… J. “La incursión de Tarif ibn Mallik en 710. Preludio de una invasión”, conferencia pronunciada en Tarifa el 23 de septiembre de 2010, con motivo de los actos conmemorativos del XIII centenario de la primera incursión árabe a España. Disponible desde Internet en: < http://www.tarifa2010.com/conferencia2.pdf > [con acceso el 08-12 2010]. 46 A orillas del Estrecho sólo iba a encontrarse con el oppidum de al-Yazirat Tarif a los romanos 250 años atrás y las calzadas que recorrieron toda Hispania desaparecían lentamente entre el progreso de la vegetación y el abandono de los nuevos dirigentes. Tariq no quería dejarse invadir por la euforia que produce el desprecio del enemigo, creyéndose superior. Sabía bien que era esa una mala consejera en vísperas de la batalla, pero las noticias de los conflictos internos de los visigodos, sus divisiones, su tardanza en extender el dominio sobre todo el territorio lo impulsaban a verse vencedor aún antes de haber formado sus huestes en orden de batalla. A orillas del Estrecho sólo iba a encontrarse con el oppidum de al-Yazirat Tarif, las murallas romanas de Traducta10 y las de Carteia. Nada cabía temer de ninguna de ellas. Tarifa, como otros minúsculos núcleos fortificados dispersos por todo el territorio, apenas si bastaría para ofrecer cobijo a sus moradores y a los campesinos de los alrededores. Esa era la fórmula más común en un espacio sin grandes núcleos urbanos, que sufrían en toda Hispania la recesión que siguió a la desmembración del imperio de Roma. 11 Algunas empalizadas, murallas decadentes y añorantes de tiempos pasados y mejores, sin guarniciones militares dignas de tal nombre y, por tanto, despreciables para una fuerza invasora como la que encabezaba el líder musulmán. En el resto del territorio, algunos castra miserables, verdaderos nidos de águila inaccesibles; unos al-sajra encaramados a rocas de los que nada cabía temer. Con frecuencia, reconversiones de villae para sobrevivir en tiempos tan convulsos como aquéllos. Pero era voluntad de Tariq que ninguna molestia se causase a los habitantes de esas tierras, que habían de acogerlos como libertadores del yugo visigodo. O, al menos, no convertirse en sus enemigos, porque si las cosas venían mal dadas, aquella sería su vía de escape para alcanzar la costa norteafricana. Y, en plena retirada, ningún enemigo es pequeño. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Pero nada parecido en la región de Traducta. Estaban bien informados por la gente de Yulyán. Los godos parecían ser gentes poco amigas de la civilización urbana. Apenas si mantenían las ciudades que les fueron ocupando En el resto del territorio, algunos castra miserables, verdaderos nidos de águila inaccesibles Yazirat Tarif, quizás la punta o la península de Tarifa, ocupaba un cerro a cuyos pies rompía el mar, con una isla delante. La punta rocosa avanzada sobre el mar quedaba delimitada por el norte por la depresión de un arroyo y, por el sur, por el acantilado litoral.12 Este lugar, 10 Véanse JIMÉNEZ-CAMINO ÁLVAREZ, R. y BERNAL CASASOLA, Darío “Redescubriendo a Traducta. Reflexiones sobre su topografía urbana y su secuencia ocupacional (siglos I al VII), en Anales de Arqueología Cordobesa, Vol. 18, 2007. pp. 157-200 y JIMÉNEZ-CAMINO ÁLVAREZ ,R. y otros, “De Iulia Traducta a al-Yazirat al-Hadra. La Algeciras de los siglos VI al VIII a través de la excavación arqueológica de la calle Alexander Henderson, 19-21”, en Primer Congreso Internacional sobre “Espacios urbanos en el Occidente Mediterráneo (S. VI-VIII)”, Toledo, 2009, pp. 91-100. 11 Sobre la decadencia urbana en esta región desde el siglo IV, véase PRESEDO, F. “La decadencia de Carteia”, Habis, Vols. 18-19, Sevilla, 1987-1988. Hablan de la continuidad población algunos autores: RIPOLL, G. “Los hallazgos de época hispano-visigoda en la región del Estrecho de Gibraltar”, Actas Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar (Ceuta-1987), Vol. 1, UNED., Madrid, 1988, p. 1.130 y BERNAL CASASOLA , D. y LORENZO MARTÍNEZ, L. “La arqueología de época bizantina e hispano-visigoda en el Campo de Gibraltar. Primeros elementos para una síntesis”, Caetaria, Vol. 3, Algeciras, 2000, pp. 97-134. 12 Vallvé Bermejo propuso que el nombre de la ciudad procediera, precisamente, del vocablo árabe tarf, “punta”. VALLVÉ BERMEJO, J. Nuevas noticias sobre la conquista árabe de España. Toponimia y 47 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 5.- Mellaria, situación geográfica (según Bonsor). conocido como “isla de al-Andalus” hasta la expedición de Tarif del año anterior, que le dio su nuevo nombre, era un arsenal de los cristianos, “desde el que zarpaban sus embarcaciones”.13 Ellos la llamaban Mellaria, pero ese nombre nada decía a los musulmanes y nunca lo usaban para designar el punto más meridional de Hispania. Sus endebles murallas no suponían amenaza alguna para los invasores, ni era su intención atacarlas para encontrar poco más que un templo pagano. Tampoco había que prestar atención a las islas del litoral, una frente a Tarifa y otra delante de al-Yazira al-Hadra. Se encontraban deshabitadas, sin construcciones, aunque sí tenían agua. Pero era difícil desembarcar en ellas por los escollos que las rodeaban y la cercana tierra firme era preferible para cualquier asentamiento con carácter permanente. La gente de la mar llamaba a ambas, por igual, isla de las Palomas, decían que por la espuma blanca que las olas levantaban al estrellarse contra su perímetro rocoso, semejante a los muros de una ciudadela. Más allá de Tarifa, Baelo, abandonada casi dos siglos atrás, era un campo de ruinas que tampoco requería atención militar. Sus piletas de salazones hacía mucho que no envolvían en salmuera los jugosos atunes que, periódicamente, entraban y salían del Mediterráneo. Ni preparaban las jugosas salsas que condimentaron las mesas más exquisitas del imperio de los romanos. Sus maltrechas columnatas, desbaratadas en mil piezas, sólo servían de cobijo a los cuervos y las alimañas del bosque, aunque algunos pobres pescadores malvivían entre ellas. Siguiendo la costa en sentido inverso, hacia el Atlántico, encontraría Baessippo. En la desembocadura del río de su nombre, no merecía más atención que la de recordar un embarcadero aprovechable en caso de retirada apresurada. O, mejor aún, como lugar en el que encontrar provisiones durante el inminente camino hacia el Oeste. Carteia, por su parte, había perdido tanto su pasada relevancia como el pulso del predominio regional a favor de Traducta.14 Sus murallas púnicas y romanas yacían desportilladas, apriscos apenas capaces de recoger los ganados y ponerlos al amparo de lobos y salteadores. La decadencia de las rutas comerciales, el saqueo vándalo, las luchas de los visigodos para lograr la expulsión de los bizantinos, la extensión de la Carteia, por su parte, había perdido tanto su pasada relevancia como el pulso del predominio regional a favor de Traducta piratería y la sombra alargada de la vecina ciudad del Nahr-Alaseli [río de la Miel] habían arrastrado a la orgullosa Colonia Libertinorum Carteia a la postración que precede a la pérdida definitiva de las onomástica, Madrid, 1989, pp. 46-58. 13 Ajbar Machmuâ. Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI, E. Lafuente Alcántara (trad. y notas), Real Academia de la Historia, 1867, p. 20, en TORREMOCHA SILVA, A. Fuentes para la historia medieval del Campo de Gibraltar (ss. VIII-XV), Los Pinos Distribución y Conservación, 2009, pp. 371- 372. 14 Hay autores que consideran que este trasiego de capitalidad regional no habría de ocurrir hasta después de la invasión. Véase MANZANO MORENO, E. Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de al-Andalus, Ed. Crítica, 2006, p. 261. 48 Imagen 6.- Ruínas de Carteia. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) ciudades.15 Y sus habitantes tenían mucho que ganar con la implantación de un nuevo poder en la región que activara los reducidos circuitos comerciales de Hispania con la Mauritania Tingitana.16 Iulia Traducta era el emporio decadente de los tiempos del esplendor romano en la región,17 todavía con edificios relevantes y alguna airosa torre descollando en sus murallas, con su zona portuaria de Portus Albus a orillas del río, aún restañando las heridas del paso de los vándalos. Cetaria, al Sur de esa doble ciudad, fue también lugar costero, industrial, alfarero y salazonero, cuyo nombre ya nadie recordaba, sin siquiera vestigios relevantes que reclamasen ser rescatados del olvido de los hombres.18 Barbésula y Borondo, más allá de la bahía, hacia Levante, camino de Salduba, languidecían como tantos otros lugares venidos a menos, entre alfares silenciosos y viviendas abandonadas y en ruinas. Pobres moradas de algunos pastores y de pescadores que no tenían otro lugar mejor al que marcharse a vivir.19 A espaldas de los recién llegados quedaba la ciudad de Septem, amurallada por los imperiales de Justiniano, sobre antiguos muros que se decían romanos.20 Las defensas bizantinas 15 Carteia ya había padecido una crisis notable a mediados del s. I d.C. cuando César la pasó por las armas a causa de su apoyo a Pompeyo en la guerra civil que sostuvieron ambos. BRAVO JIMÉNEZ, S. Dinámicas de control ideológico y territorial en el estrecho de Gibraltar en épocas fenicia, púnica y romana, UNED, 2010, p. 264. Disponible desde Internet en: < http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=tesisuned:GeoHis-Sbravo&dsID=Documento.pdf > [con acceso el 01-04-2011]. 16 GÓMEZ DE AVELLANEDA SABIO, C. “La Carteya medieval y la fortaleza denominada <Torre de Cartagena>", Almoraima 17 (1997) 107-120; ROLDÁN GÓMEZ, L; BENDALA GALÁN, M.; BLÁNQUEZ PÉREZ, J.; MARTÍNEZ LILLO, S. Carteia II, Cepsa, Junta de Andalucía, Madrid, 2003. 17 BERNAL CASASOLA, D. “Las industrias de salazón de época romana en Iulia Traducta (Algeciras, Cádiz). Espectaculares novedades arqueológicas”, Revista de Arqueología. 249 (2002). Argumento esencial para ubicar Traducta en la Villa Vieja de Algeciras es que, al norte del río de la Miel, los vestigios de la ciudad islámica más temprana, de época emiral, asientan directamente en el geológico, sin vestigios de ningún asentamiento romano. Véase SUÁREZ, J.; TOMASSETTI, J. M. y JIMÉNEZ-CAMINO, R. "Algeciras altomedieval. Secuencia arqueológica al norte del río de la Miel: del siglo IX al siglo X", Almoraima 33 (2006) 359390. Al sur del río se encuentra el complejo industrial de piletas de San Nicolás: B ERNAL C ASASOLA , D.; JIMÉNEZ-CAMINO, R.; LORENZO, L.; TORREMOCHA, A. y EXPÓSITO, J. A. “Las industrias de salazón de Traducta. Espectaculares hallazgos arqueológicos en la c/ San Nicolás 3-5 de Algeciras”, VII Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar, Almoraima 29 (2003) 163-183 y JIMÉNEZ-CAMINO, R. y BERNAL CASASOLA, D. “Redescubriendo a Traducta. Reflexiones sobre su topografía urbana y su secuencia ocupacional (ss. I-VII)”, Anuario de Arqueología Cordobesa 18 ( 2007) 157-200. 18 PONSICH, M. Aceite de oliva y salazones de pescado. Factores geo-económicos de Bética y Tingitania, Universidad Complutense, Madrid, 1988, p. 187. 19 GÓMEZ ARROQUIA , Mª I. y otros, “El asentamiento romano de Borondo-Guadalquitón (San Roque, Cádiz): nuevos datos sobre el comercio de las salazones en el sur peninsular”, Almoraima 29 (2003) 151162. 20 Procopio de Cesarea menciona una muralla abandonada cuando llegan las tropas imperiales, tras haber sido descuidada por los vándalos. HITA RUIZ, J. M. y VILLADA PAREDES, F. “En torno a las murallas de Ceuta”, Actas de las I Jornadas de estudio sobre fortificaciones y memoria arqueológica del hallazgo de la muralla y puerta califal de Ceuta, Ceuta, 2004, p. 26. 49 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) habían protegido una base militar con 300 milites y una flota de dromones muchos años atrás,21 una potencia inimaginable en los tiempos que corrían, cuando Tariq debía emplear unos pocos barcos para trasladar en muchos viajes a sus tropas para atacar el país de los politeístas. Las murallas de la ciudad norteafricana, bajo la atenta mirada de la fortificación en la cima del Hacho como excelente observatorio del Estrecho, permanecían bien guarnecidas entonces por las tropas de su aliado Yulyán. el país de los Rum. Como él mismo, que nada dejaba detrás y esperaba el mayor de los éxitos o, por el contrario, el final ignominioso a sus días. Los trazos de la costa de enfrente perdían su aspecto fantasmal y adquirían claridad, poco a poco. El sol hacía reverberar una montaña blanca, solitaria, a la derecha, escalonada desde el mar hasta las crestas coronadas por una nube grisácea, mientras las proas enfilaban la enorme ensenada rodeada de cerros preñados de color, de montes verdes y fragosos. Una fortificación en la cima del Hacho como excelente observatorio del Estrecho Extraños estos cristianos del conde don Yulyán, pensaba Tariq. Conducían con diligencia a quienes debían considerar sus enemigos, los seguidores de Mahoma, para llevarlos a hacer la yihad a sus hermanos de Hispania. ¿Tan ambicioso era para traicionar a los suyos? ¿O tal vez había de dar crédito a lo que se contaba, que el señor de Septem actuaba de esta manera por despecho? Que el rey de los cristianos le había violentado a Florinda,22 la hija que le mandara para ser educada en su corte de Toledo.23 Y que ahora buscaba venganza de la manera más cruel que había alcanzado a imaginar, franqueando el paso del Estrecho al enemigo llegado del Este, que venía impulsado por una fe inquebrantable, por el hálito divino de la guerra justa. O quizás, más prosaicamente, del deseo de huir de sus vidas miserables en el paupérrimo territorio norteafricano para encontrar las riquezas sin cuento que se decía existían en 21 Imagen 7.-Navío árabe. Las naves avanzaban velocísimas. Playas blancas a lo largo de toda la costa, sobrevoladas por chillonas gaviotas. Alguna vaca, ramoneando en los cercanos prados, levantó curiosa la testa. Arenales colorados, a la derecha, al pie de la roca blanquísima, en llamativo contraste más allá de las olas que salpicaban entre los bajíos amenazantes. Vio bajar desde aquella montaña a su vanguardia, impetuosos bereberes, impacientes por entrar en acción después de su prolongada inactividad en las inmediaciones de Septem al HITA RUIZ , M. y VILLADA PAREDES, F.“De Septem Frates a Sabta”, Actas del II Congreso Internacional “La ciudad en al-Andalus y el Magreb”, Granada, 2002, p. 486. GOZALBES CRAVIOTO, E. “Huellas de la Antigüedad en la Ceuta Medieval”, en Ceuta en el Medievo: La ciudad en el universo árabe. II Jornadas de Historia de Ceuta, Ceuta, 2002, p. 28. 22 Al-Razi, Ahmad ibn Muhammad ibn Musa, Crónica del Moro Rasis, versión del Ajbar Muluk al-Andalus… romanzada para el rey don Dionis de Portugal hacia 1300 por Mohamad, alarife, y Gil Pérez, clérigo de don Perianes Porçel, Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés (ed.), Gredos, 1974, p. 346. 23 “Relación de la conquista de España por Ibn Abd al-Hakam” en Ajbar Machmuâ. Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI, E. Lafuente Alcántara (trad. y notas), Real Academia de la Historia, 1867, p. 208. 50 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 8.- El paso de los árabo-bereberes a la conquista de la península Ibérica. (Biblioteca Nacional de Paris). finalizar su triunfal recorrido por las orillas del sur del Mediterráneo. Cansados, también, de aguardar la llegada de Tariq. Con su lugarteniente al frente. Barcos varados en la arena; maniobras de desembarco, apresuradas; planchones desde la borda, bajando animales excitados, entre soplidos de bestias y gruñidos de hombres, renegando. ¡Alerta, los godos! Allí estaba el escuadrón del que habían oído hablar, surgiendo entre el polvo de su propia estela, lejos, en el camino del puente de Carteia. Voces de mando de Tariq. Rigurosas, imperativas. Se reúnen los invasores, forman las haces. La caballería de hombres del norte se acerca, pero pierde impulso con la proximidad. ¿Cansancio de las cabalgaduras por el exigente arenal o ánimo decaído a la vista de un enemigo más numeroso del esperado? La gente de Tariq aprieta las filas, a pie firme, con el flanco izquierdo apoyado en el mar. Las lanzas en ristre. Tensos todos y muchos asustados, ¿por qué no? Más arriba, su caballería, hacia las dunas, caracoleando antes de lanzarse en movimiento envolvente que desbaratase la carga cansina que se aproxima. El sol, aunque ya alto, deslumbra al enemigo. Las galeras se retiran. No hay marcha atrás posible. La montura del caudillo se levanta sobre sus pies justo antes del choque. ¡Allah akbar! La providencia está con Tariq y los suyos. La victoria fue tan breve como decisiva. Los godos no habían calibrado sus fuerzas, o las habían menospreciado. Ya ninguno podría contarlo. Los musulmanes se repartieron sus caballos, sus anillos y sus armas. La empresa comenzaba con los mejores augurios. Carteia no ofreció resistencia. Iulia Traducta apenas hubiese tenido ocasión de hacerlo. Sombra de su anterior esplendor, sus murallas tal vez hubiesen resistido un tiempo. Sobre todo ante un oponente sin máquinas para batirlas y asaltarlas, pero la mediación de Yulián había previsto la capitulación pactada. Sus habitantes, que sufrían como la vecina Carteia la decadencia de las rutas mercantiles, con sus piletas para la conserva de pescados ya desmochadas y los templos criando jaguarzos, garantizaban la vida y la hacienda. A cambio, su arsenal sería controlado por los bereberes para establecer un nexo estable con la otra orilla del Estrecho. Una vía de llegada de las tribus norteafricanas que se sintieran atraídas por la garantía de botín en la nueva y desconocida frontera. Y la salvaguarda de una retirada garantizada.24 Por si las cosas se torciesen. 24 LÉVI-PROVENÇAL, E. España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba, 711-1031 de J.C., Historia de España, Vol. IV, Espasa-Calpe, Madrid, 1967, p. 13. 51 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Pero no había tiempo para la holganza, pues todo estaba por hacer. El pequeño ejército, bien aprovisionado, hubo de tomar el camino del interior, sin pausa. Poner rumbo al valle del Betis, entre umbríos alcornocales, hacia el corazón de aquella parte del país y donde estaban las tierras más ricas y las ciudades más atractivas. Dar al-Islam quedaba ahora a sus espaldas. Ante ellos, tras los bujeos y los bosques infinitos, “la casa de la guerra”, Dar al-Harb, sobre la que los musulmanes tienen el derecho de expandirse y la obligación de llevar la fe verdadera. Debía buscar el mejor lugar para presentar combate a los guerreros de Rodericus, que ya debían estar en camino. Anotaciones del autor: Los relatos de la invasión islámica de Hispania del siglo VIII son tantos como numerosas son las versiones que pueden encontrarse, especialmente para los primeros compases de la misma. Con frecuencia han sido utilizadas con afán partidista, dependiendo de las hipótesis de partida que se hayan querido respaldar con dichas referencias cronísticas. Entre las múltiples interpretaciones de los acontecimientos que conducen al hundimiento de la Hispania visigótica y al nacimiento de al-Andalus, deben atenderse algunas singularidades: la proliferación de leyendas vinculadas a la irrupción norteafricana en la Península (canibalismo de los invasores, el ensueño de Tariq, la anciana de Algeciras, la casa de los cerrojos de Toledo, etc.),26 que Algún pecado inconfesable debía arrastrar consigo ese monarca Y, al poco, las avanzadillas dieron aviso de su llegada. Mucha gente, al parecer extenuada por una marcha apresurada desde el norte, atravesando toda Hispania. Caballería pesada poco hábil para esos rápidos traslados por el enorme lastre que transportaba. Y muchos peones agotados por la falta de descanso. Llegado el momento, Tariq, el Tuerto, volvió a encomendarse a su Dios, el único verdadero. Ironías de la vida, se decía. Ahí forma un rey con su ejército plagado de traidores. Sin saber Rodericus que los hijos de Witiza, el monarca anterior, nunca lo aceptarían en el trono de su padre. Aquí forman los muslimes, traídos por Yulyán, empujado a su vez por el comportamiento miserable de ese mismo rey Rodericus. Por el honor de su hija, por la memoria de Florinda, a la que ya siempre llamarán la qahba, la manceba.25 Pero algún pecado inconfesable debía arrastrar consigo ese monarca, cuando la sombra de la traición lo perseguía para hacerlo desaparecer, a él y a los suyos, de la faz de la tierra. Para siempre. 25 “Inicio Imagen 9.-Representación de una carga Visigoda. de la invasión árabe de España. Fuentes documentales”, en SEGURA GONZÁLEZ, W. Monografías y Documentos sobre la Historia de Tarifa, (selección de textos y notas) Al Qantir 10 (2010) 2. 26 Todas estas leyendas en “Conquista de España por los árabes, según se refiere LAFUENTE Y ALCÁNTARA, E. en AlMakkari 1 156 y ss.” en Ajbar Machmuâ (Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI), (trad. y ed.), Colección de obras arábigas de Historia y Geografía, Real Academia de la Historia, Madrid, 1867, Vol. 1, p. 171-208. 52 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) amplifican el carácter legendario de los hechos; la exageración en las cifras, sobre todo de tropas implicadas en combates, al objeto de exaltar el valor de las propias;27 la diferente credibilidad que suele concederse a las distintas fuentes, valorándose especialmente las más cercanas a los hechos narrados y menos, en consecuencia, a las tardías, por más que entre estas recopilaciones tardomedievales puedan figurar tradiciones de alto interés. En este ejercicio de recreación históricoliteraria, hemos navegado entre muy diferentes versiones de los hechos, extrayendo elementos de algunas de ellas para ofrecer un relato verosímil que permitiese cumplir el encargo recibido para contribuir a la conmemoración de este 1.300 aniversario de la invasión: ofrecer un panorama verídico de la situación de las defensas que las fuerzas de Tariq ibn Ziyad pudieron encontrar al pisar suelo andaluz. Para cada argumento de los empleados cabrá encontrarse algunas fuentes que lo respalden y otras tantas que lo contradigan, sin duda. La fecha de la invasión, en primavera28 o en otoño;29 el origen del propio Tariq, beréber30 o persa;31 el papel, el carácter y la relevancia de Julián,32 Yulyán,33 Urbano34 o comes Iulianus35… Dos siglos de historiografía permiten abundar ampliamente en estos temas. Quede aquí nuestra recreación de los hechos, a la luz de algunas de las fuentes y, sin poderlo evitar, a la sombra de otras. 36 Imagen 10.- Músicos, guerreros y portaestandartes de un ejército islámico (miniatura del "Maqamat" de Al-Hariri, s.XIII). 27 Tanto el Ajbar Machmuâ (ibídem) como Ibn al-Kardabus, Historia de al-Andalus, MAÍLLO, F. (ed.), Ed. Akal, 1986, pp. 52-61, refieren los 12.000 hombres de Tariq frente a los 100.000 de Rodrigo, que son 70.000 para otros autores: ANTUÑA, MELCHOR , M. “Notas de Ibn Abi Riqac de las lecciones de ibn Habib acerca de la conquista de España por los árabes”, Cuadernos de Historia de España. 1-2 (1944) 248-268, en Al Qantir, Op. Cit., p. 19. 28 EL-ATHIR, Ibn Annales du Maghreb rt de l’Espagne, E. Fagnan (trad. y notas), Typographie Adlophe Jourdan, Argel, 1898, p. 43. 29 CONDE, J. A. Muhammad al Hammudi al-Idrisí, Descripción de España, (trad. y notas), Impr. Real, 1799, p. 34 y MAÍLLO, F. Ibn al-Kardabus, Historia de al-Andalus, (ed.), Ed. Akal, 1986, pp. 52-61. 30 MOLINA, Luis. Dikr, Una descripción anónima de al-Andalus, (ed. y trad.), C.S.I.F., Vol. 2, Madrid, 1983, p. 106. 31 DOZY, R., Recherches sur l'histoire et la litérature de l'Espagne pendant le moyen age, Oriental Press, 1965, Vol. 1, p. 43. 32 Entre otras muchas fuentes, Ibn el-Athir: Annales du Maghreb & de l’Espagne, E. Fagnan (trad. y notas), Typographie Adlophe Jourdan, Alger, 1898, pp. 40-44. 33 RIVERA, J. Ibn al-Qutiyya, Historia de la conquista de España por Abenalcotía el Cordobés, ( trad.) , Real Academia de la Historia, 1926, p. 1-6 y Al-Nawayri, "Conquête e l'Afrique seteptrionale par les musulmans et histoire de ce pays sous les émirs arabes", en Ibn Khaldoun: Histoire des Berbères et des dynasties musulmanes de l’Afrique septentrionale, Barón de Slane (trad.), Librairie Orientaliste Paul Geuthner, 1978, tomo 1, p. 343-348. 3 4 LÓPEZ PEREIRA , J. E. Crónica mozárabe de 754,(edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 75. 35 SEGURA GONZÁLEZ, W. “La incursión de Tarif ibn Mallik en 710. Preludio de una invasión”, en Al Qantir. Monografías y Documentos sobre la Historia de Tarifa, (selección de textos y notas) 10 (2010) 4. Las opiniones más autorizadas sostienen que más que nombre propio, Yulyan sería “denominación del cargo que ostentaban los regidores del Estrecho, Comes Iulianus, del nombre de iulia Traducta (Algeciras)”. Véase HITA RUIZ, M. y VILLADA PAREDES, F. “Medina Sabta”, Historia de Ceuta. De los orígenes al año 2000 1 (2009) 209. 36 Una clarificadora perspectiva de los intereses que inspiraron el sentido de las crónicas islámicas en MANZANO MORENO, E. Op. Cit, p. 37 y ss. 53 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- La costa de Tarifa fue uno de los escenarios de los desembarcos árabo-bereber. Foto A. Pérez Malumbres. La aventura transfretana del 711 José Luis Gómez Barceló Escribir sobre el medioevo es cosa harto difícil, más aún para quien no es especialista en la época. En nuestro caso y región, hay que enfrentarse a las fuentes, unas veces en castellano, otras en portugués y muchas en árabe. Además, la apreciación de su carácter más literario y partidario que histórico, acaban de complicar el asunto, sin contar su distanciamiento del momento en el que ocurrieron los hechos. Las fuentes cristianas y las islámicas coinciden en que la aproximación de las tropas islámicas por el norte de Africa se produjo de forma lenta. Así también, se fechan los primeros contactos entre los omeyas y el Magrib al-Aqsa hacia el 681-682. Coinciden en esta teoría historiadores como Ahmed Tahiri1 o José Manuel Hita y Fernando Villada2. Lo que es más difícil, como decían estos últimos, es saber si esos contactos se realizan ya con el personaje histórico que ejercía de Señor de Ceuta y Tánger, y que las E 1 2 fuentes cristianas identifican con Ilián, Iulianos, Urbano o D. Julián3. Existen discusiones sobre si Julián pudo ser el señor de un comes iulianus, de un territorio que abarcase ambas orillas, como parecen insinuar Tahiri o García Moreno4, y que podría confirmar la afirmación de Ibn Idari sobre haber sido Ilián, gobernador de la isla Verde5. Sin embargo, los intentos de hacer un mismo personaje de quien se enfrenta a Musa ben Nusayr a finales del VII y quien pudiera morir cercano a la revuelta jariyí del 741 se hacen prácticamente imposibles. La importancia de la Septon bizantina se había puesto de manifiesto con anterioridad por la disposición que su bahía presentaba a la hora de la reunión de tropas y flotas en sus operaciones por la región. Así pues, no es extraño que fuese elegida, de nuevo, para servir de estribo al puente imaginario que debía salvar el Estrecho. El historiador bizantino Procopio habla de esa notabilidad de la población, en TAHIRI, A. Rif Al-Magrib y Al-Andalus, Fundación El legado andalusí, Granada, 2007 pp. 24-25. HITA RUIZ, J.M. y VILLADA PAREDES, F. “Medina Sabta” en Historia de Ceuta. De los orígenes al año 2000, Instituto de Estudios Ceutíes, Ceuta, 2009, t. I, pp. 208-212. 3 GOZALBES BUSTO, G. “De la Ceuta bizantina a la Ceuta islámica”, en Cuadernos del Archivo Municipal de Ceuta 6-7 (año III) 19-26. 4 GARCÍA MORENO, L.A. “Ceuta y el Estrecho de Gibraltar durante la antigüedad tardía (siglos V-VIII)” en I Congreso nternacional El Estrecho de Gibraltar, Ceuta, 1987, t. I, pp. 1095-1114. 5 IBN IDARI AL MARRAKUSI, Historia de Al-Andalus, Málaga, 1999, p.18 54 Uno el pacto del conde Urbano con Musa ben Nusayr. Dos el asalto de los beréberes a Ceuta, después de ocupar Tánger [...]”. Desde este momento, y aunque don Julián parece conservar el gobierno de la población, no lo es menos que se ve obligado a colaborar en los planes de desembarco contra el reino visigodo, participando en las razias que se realizan en la costa norte del Estrecho. Ibn Jaldún llegará a decir que las tropas árabes no entraron en la ciudad hasta la muerte de Julián8. Guillermo Gozalbes da mucha importancia al hecho de que Ceuta quedó constituida en un lugar privilegiado donde ni podían entrar los árabes ni mantener guarnición. Un pacto que se firmó con la garantía mínima de la vida del Conde y que no sólo se cumplió, sino que aparece en diferentes fuentes como Al Maqqari, Ibn Al Atir o Ajbar Machmua. En esta última colección de crónicas, se habla de la conquista de Tarifa como una expedición previa al gran desembarco. Una operación más importante que las razias ejecutadas hasta el momento, pero con el fin de explorar las posibilidades de la conquista que habría de llegar años después. Se habla de una operación con cuatro embarcaciones, trescientos infantes y cien de caballería –que para Ibn Idari son cuatrocientos y cien, respectivamente-, con los que se tomó Tarifa. Sólo con posterioridad a esta incursión, don Julián y Musa firmarían su pacto, según anota Lafuente Alcántara en su edición. Para el anónimo autor de Ajbar Machmua, la operación nace de la iniciativa del propio don Julián, en lo que coincide Ibn Al-Kardabus9, viéndose obligado a comandarla para demostrar su fiabilidad en las noticias que estaba procurando. Este último dirá que, tras el éxito de la operación, Julián daría cuenta a Musa del mérito y valor de su acción. Fuera como fuera, el Conde de las diversas fuentes, se nos antoja como un personaje notable, cuya influencia en una y otra orilla había ido decayendo. Su papel, de héroes para uno, de traidor para otros, no es más que una salida práctica a un conflicto de poder, a una resistencia inútil a un poder emergente que, por buenas o por malas, estaba llamado a dominar la región durante largo tiempo. Sin duda salvó las vidas y haciendas de su pueblo y eso le hace, objetivamente, un buen gobernante. El precio pagado, como en cualquier drama del siglo de oro: la fama y la honra. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) interpretación del doctor Vallvé6: “En la región gaditana y en la segunda de las Columnas de Hércules, a mano derecha del que viene del Océano al Mediterráneo, estuvo en la costa africana una fortaleza llamada Septem, que siglos atrás habían edificado los romanos. No se cuidaron los vándalos en rehacer la fortificación, desmantelada y arruinada por la pesadumbre del tiempo. Mas nuestro emperador Justiniano la hizo restaurar y la dotó de una guarnición conveniente. Allí también erigió, bajo la advocación de la Madre de Dios, un templo considerable, confiando a su protección el nuevo régimen político y su fortaleza inexpugnable para la hostilidad de cualesquiera gentes [...]”. A comienzos del siglo VIII las tropas de Musa intentaron tomar Ceuta, pero sus férreas defensas, sin duda las que dejaron los bizantinos durante su reconstrucción, hicieron desistir a los asaltantes, que optaron por dirigirse hacía Tánger. Así lo leemos en la edición de Lafuente Alcántara del Ajbar Machmua7. Todo lo que viene después tiene dos lecturas: La primera, el hecho de que el Gobernador de Ceuta va a abrir las puertas a los omeyas, en un pacto que preservará vida y fe de sus habitantes; la segunda, la traición del conde don Julián, bien por política de partidos, bien por venganza ante la afrenta hecha a su hija a manos de don Rodrigo. Si esto fuese historia, no dejaría de ser novelesco. Pero si es literatura, ocupa demasiadas páginas en la historia. Lo cierto es que el impulso de las tropas islámicas era imparable, como lo iban a demostrar sus conquistas posteriores, y que el gobernador sólo tenía dos posibilidades: resistir hasta la muerte, o conseguir las mejores condiciones posibles en su rendición. Carlos Posac ha dicho, frecuentemente, en sus conferencias, que todo héroe en una parte de la frontera, es un traidor en la otra, y viceversa. Guillermo Gozalbes, tras la atenta lectura del trabajo del profesor Luis A. García Moreno, hablando del pacto firmado entre don Julián y Musa ben Nusayr en el artículo anteriormente mencionado, decía que : “Ceuta nunca llegó a ser invadida por las fuerzas islámicas, y que su paso al dominio árabe tuvo lugar de una manera precaria, aunque pacífica, muy poco antes de la gran sublevación beréber encabezada por el aguador Amysara. [Y continuaba diciendo]: Tenemos dos puntos básicos para confirmar lo antedicho. 6 VALLVÉ BERMEJO, J. Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España, toponimia y onomástica. Discurso leído en el acto de su recepción pública en la Real Academia de la Historia, Madrid 1989, p. 31. 7 LAFUENTE ALCÁNTARA, E. Ajbar Machmua, Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI, Madrid, 1867, p. 18. 8 IBN KHALDOUN.. Histoire des berbères et des dynasties musulmanes de l’Afrique septentrionale, Paris, 1925, t. I, pp 345-353. 9 IBN AL-KARDABUS. Historia del al-Andalus, Akal Bolsillo, Madrid 1993, 2ª edición. 55 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Antiguo grabado donde se representa la invasión árabo-bereber. Aproximación al desembarco beréber en Gibraltar el año 711. Manuel López Fernández Introducción a invasión de los musulmanes en la Península comenzó con el desembarco de un ejército beréber en Gibraltar al mando del norteafricano Tarik ibn Ziyad. Las fuentes que seguimos y los trabajos de numerosos tratadistas apuntan a que fue una maniobra bien planificada, después de varios intentos previos. Los islamistas, en un momento de pocos recursos navales en ambas orillas del Estrecho a consecuencia de variadas causas, aprovecharon que los visigodos tenían un escaso potencial terrestre en la zona, ocupados como estaban en una guerra civil. Con anterioridad, la estrategia de los visigodos con respecto al peligro africano parecía basada en una defensa en profundidad -más que en frenar pequeñas incursiones litorales-, seguros como estaban de su potencial terrestre. Unas y otras circunstancias hicieron posible que el pequeño grupo trasportado desde África en el primer viaje, sin caballería y fortificados en el Peñón, fuese reforzado con una continuada 1 ˇ secuencia de desembarcos hasta constituir un ejército considerable. Se puede decir que la habilidad de los jefes invasores y la tardía e insuficiente reacción de los invadidos hizo el resto. Antecedentes histórico-militares. La invasión de la Hispania visigoda vino precedida de la expansión del Islam por el norte de África y de la misma cabe destacar la relativa rapidez con que se efectuó, aunque no por ello quedó exenta de momentos difíciles para los musulmanes. Dueños de Egipto al comienzo de la cuarta década del siglo VII1, no fue hasta el año 670 cuando los árabes fundaron Qayrawan2. En su avance hacia occidente a lo largo de la costa mediterránea el siguiente objetivo fue Cartago -la principal base naval bizantina en la región3- ciudad que conquistaron en año 695 y volvieron a perder un par de años más tarde para recuperarla definitivamente en el año 6984.Asentados en Túnez, los musulmanes iniciaron el asalto a las tierras del actual Marruecos5 en el LADERO QUESADA, Miguel Ángel: Historia Universal. Edad Media. Editorial Vicens Vives, Barcelona, 2004, p. 170. En el año 640 montaron un campamento en lo que luego sería El Cairo y dos años más tarde se hicieron con Alejandría. 2 ˇ El origen de esta ciudad fue un campamento fundado por Uqba ibn Nafi. Véase esto en LIROLA DELGADO, Jorge: El poder naval de al-Andalus en la época de del Califato de Córdoba. Universidad de Granada, 1993, p. 65. 3 ˇ Ibídem, p. 66. 4 ˇ Ibídem, p. 66. También en WATT, Montgomery: Historia de la España islámica. Cambio 16. Madrid, 1992, p.10. 5 ˇ WATT, Montgomery: Historia de…, pp. 10 y 11. 56 6 ˇ LIROLA DELGADO: 7 ˇ Ibídem, p. 67. 8 ˇ Ibidem, de los medios navales y no desaprovecharon la ocasión de utilizar éstos para atacar a sus rivales asentados en otras orillas de dicho mar, hasta el punto que en el año 655 fueron capaces de derrotar a los bizantinos en una batalla naval10. Por otro lado, su asentamiento en Túnez y los ataques que desde aquí dirigieron sobre las islas occidentales del Mediterráneo, demuestran que dominaban las artes náuticas de la época; No sorprende que la Crónica de Alfonso III diga que en el reinado de Wamba , los musulmanes intentaran invadir la Península XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) año 700, derrotando a los ejércitos bereberes en el 7026. A partir de aquí muchos de los vencidos pasaron a formar parte de los ejércitos vencedores mediante acuerdos y tratados, constituyendo en el futuro el grueso de las fuerzas que habían de llegar hasta las orillas del Atlántico y cruzar después el estrecho de Gibraltar. Por la fecha antes señalada entra en escena Muza ibn Nusayr como delegado del gobernador de Egipto en la provincia de Yfriqiya. A pesar de la importancia naval de Cartago, en el año 703 Muza termina el arsenal de Túnez7 y desde allí comienzan las expediciones marítimas sobre las islas del Mediterráneo occidental8; Sicilia fue la primera en sufrir las consecuencias el año 704 y dos más tarde le tocaría el turno a Cerdeña, para sufrir una nueva incursión en el año 707, fecha en que las naves musulmanas también atacaron la isla de Mallorca en busca de botín. Para entonces ya había iniciado Muza su campaña terrestre contra el Magreb después de desligarse de la tutela del gobernador de Egipto, al recibir del califa al-Walid el nombramiento de gobernador de la provincia de Yfriqiya9. En el año 708 Muza alcanzaba las costas atlánticas con un ejército mayoritariamente beréber y sólo Ceuta (Septem) pudo resistirse a su dominio. Intentos que precedieron al desembarco del 711. El apartado anterior, aunque breve, habrá servido para poner de manifiesto varias cosas: la rápida expansión y dominio de los musulmanes en Yfriqiya y en el Magreb; la extinción aquí de la civilización latina en un tiempo muy corto; el ambiente militar reinante en la región y, sobre todo, la utilización del poder naval de los dirigentes árabes en los años que precedieron a la invasión de la Península, a pesar de que en sus orígenes las artes marineras fuesen algo relativamente ajeno a la mayoría de ellos. Parece meridianamente claro que su contacto con los marinos del litoral Mediterráneo les había llevado a valorar en su justa medida la capacidad utilizando éstas superaron las corrientes marinas que en esta parte de ese mar se mueven de Este a Oeste a lo largo de la costa norteafricana, y aprovecharon también los vientos dominantes de la zona a pesar de que los mismos soplen aquí del Noroeste, o en dirección Norte- Sur. Por tanto, es seguro que a principios del siglo VIII, sus naves comerciales y de guerra surcaban el Mediterráneo con los mismos medios y las mismas técnicas que habían utilizado antes los navegantes fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos y bizantinos. Considerando lo que precede, no sorprende que la Crónica de Alfonso III diga que en el reinado de Wamba (672-680), probablemente en el año 67511, los musulmanes intentaran invadir la Península siendo El poder naval …., p.66 p, 71. 9 ˇ CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus- Editorial Mapfre, Madrid, 1992, p.100. También en WATT: Historia de…, p. 10. 10 ˇ LIROLA DELGADO: El poder naval…, p. 60. La batalla, llamada “de los Mástiles”, se dio en las costas de Licia, en la actual Turquía. 11 ˇ GÁRATE CÓRDOBA, José María: Historia del Ejército español. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1981, tomo I, p. 328. También en LIROLA DELGADO: El poder naval…, p. 74 -75. 57 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 2.- Vista general del Peñón. rechazados en un lugar impreciso; aunque poco después hubo otro intento posterior en tiempos de Egica (697-702)12 -en este caso los invasores fueron bizantinos- que en tierras levantinas fue repelido por el duque Teodomiro. Teniendo en cuenta esto último, debemos pensar que los visigodos confiaban más en su capacidad militar terrestre que en la naval, y por ello no creemos desacertado decir, en sintonía con algunos tratadistas13, que por aquellos tiempos existía por su parte un abandonado generalizado de la construcción naval, debido tal vez a la falta de recursos económicos en la Hacienda real14. En esta situación, el cruce del Estrecho desde África no creemos que resultara un serio problema técnico para los mandos musulmanes de haber tenido medios navales suficientes y contando, además, con el conocimiento que de la zona tenían los marineros de Tánger y Ceuta15. La dificultad estribaba en las dudas que planteaba a los posibles invasores el mantener el terreno ganado en la Península, dado el potencial militar terrestre de los visigodos; por ello no puede sorprender que en el 682 el jefe de las primeras oleadas árabes fuese convencido por el comes julianus –Julián en las crónicas árabes y Urbano en la Crónica Mozárabe16que la empresa tenía sus dificultades y Uqba ibn 12 ˇ GARCÍA Nafi viera menos arriesgado dirigir sus ataques hacia el interior del Magreb17. Sin embargo, la postura de Julián cambió diametralmente cuando Muza llegó a dominar la zona meridional del Estrecho y asentó sus fuerzas en Tánger, aunque recientemente el gobernador de Yfriqiya hubiera fracasado frente a Ceuta a consecuencia de la resistencia opuesta por el citado Julián. Parece ésta una señal inequívoca de que Muza carecía en aquellos momentos del poder naval necesario para bloquear Ceuta y, menos todavía, si ésta había recibido ayuda por mar desde la Península como dicen algunas fuentes musulmanas18. En esta situación el gobernador de Ifriqiya abandonó la zona del Estrecho y salió para Qayrawan en el año 708 dejando en Tánger a su liberto, Tariq ibn Ziyad, al mando de un ejército formado por bereberes. Todo apunta a que este último siguió presionando a Julián mientras el duque Rodrigo -gobernador de la Bética- temiendo un previsible salto de los islamitas a su provincia, retiró su confianza al conde Julián y le despojó de sus dominios en las tierras del litoral norte del Estrecho19. Este agravio debió resultar definitivo para que Julián cambiara de aliados a finales del año 709, viviendo todavía el rey visigodo Witiza20. Sin demora alguna, Julián inició una razia contra la costa visigoda del MORENO, Luis: Las invasiones, la ocupación de la Península y las etapas hacia la unificación. Historia de España Menéndez Pidal, dirigida por José María Jover Zamora. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2001, tomo III, p. 261. También en LIROLA: El poder naval…, p. 74 13 ˇ CERVERA PERY, José: El poder naval en los reinos hispánicos. Editorial San Martín. Madrid, 1992, p. 22. 14 ˇ Más detalles en GARCÍA MORENO, Luis: Las invasiones… p. 262. 15 ˇ GARCÍA MORENO, Luis: Ceuta y el Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad tardía (siglos V-VIII). Actas del Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar. Madrid, 1988, pp. 1095-1114. 16 ˇ Ibídem, pp. 1.113-1.114. Estamos de acuerdo con la hipótesis de Enrique García Moreno, relativa a que Julián tenía por entonces el control del Estrecho y de sus litorales al señorear el triángulo Tánger- Ceuta- Julia Transducta. Más detalles sobre lo mismo en CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 114. 17 ˇ CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 116. 18 ˇ Esta situación queda recogida en los Ajbar. Véanse en la recopilación de fuentes hechas por SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes documentales. Al-Qantir 10. Tarifa, 2010, documentos 11 y 12. También habla de ella al-Maqqari; podemos verlo en el documento nº 35 de la colección de fuentes documentales aquí citadas. 19 ˇ Las fuentes árabes, para explicar esta situación política, hablan de la leyenda de la Cava, hija de Julián, ultrajada por el mismo rey Rodrigo. 20 ˇ CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, pp. 119-120. 58 El definitivo desembarco en Gibraltar Todos la historiografía, proceda del bando que proceda, coincide en que el asalto definitivo a la Península desde la orilla meridional del Estrecho se produjo en el año 711; relacionada con la misma, trataremos de dar nuestra personal opinión sobre el desarrollo de la invasión definitiva apoyándonos en las fuentes y en trabajos de un variado número de tratadistas, cargando las tintas en matices de carácter militar. Entrando ya en materia, comenzaremos por tener en cuenta la situación en torno al Estrecho. Respecto a su orilla africana todas las fuentes apuntan a que había en ella un ejército respetable que carecía de medios navales para ser transportado a la Península y que Muza, además, se había retirado a Qayrawan donde sí tenía reservas de hombres y de embarcaciones con el potencial peligro que aquello significaba. No podemos admitir que los visigodos ignoraran estas circunstancias y tal vez para prevenir un posible desembarco en las costas levantinas -desdeñando la amenaza de Tánger y seguros de su potencial terrestre en caso de que se produjera algún incursión en pequeña escala por el Estrecho-, las naves de guerra disponibles en nuestra zona las retiraran hacia otro puerto del Mediterráneo –quizá Cartagonova (Cartagena)- todavía en tiempos del rey Witiza. Por esa razón creemos que cuando se produjo la incursión de Julián, a finales del 709, éste no encontró oposición naval alguna; ni la encontró Tarif ibn Malluk, cuando en julio del año 710 utilizó como base de operaciones la isla de Tarifa. Lo llamativo en este último caso es que, debiendo prolongarse esta incursión más que la de Julián24, tampoco encontrara oposición terrestre; la razón tal vez radique en que para esas fechas las guarniciones de la Bética estuvieran casi sin efectivos cuando el duque Rodrigo tuvo que disputar a otros rivales políticos su acceso al trono, ya fallecido el rey Witiza, a comienzos del año 71025. Esta carencia de naves en ambas orillas del Estrecho resulta llamativa y en ella coincide la bibliografía a nuestro alcance; así lo parece cuando de las embarcaciones visigodas nadie habla y las que a su disposición tenían los musulmanes quedan reducidas a cuatro barcos en manos de Julián. Puede que este número sea simbólico, pero si tenemos en cuenta que la vida media de una embarcación de madera -como XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Estrecho con ánimo de demostrar a sus nuevos socios políticos que la empresa era militarmente factible21. Animados por el éxito de la misma, se realizó otra provechosa incursión en julio del año 710 que tomó como base la isla de Tarifa22, e incluso hay historiadores que hablan de una tercera en la misma zona a cargo de un viejo beréber23 en la cual participan hasta mil hombres. Imagen 3.- Witiza. Biblioteca Universidad de Oxford. 21 Esta operación queda admitida en toda la bibliografía que manejamos. Algunos autores hablan que sólo duró un día. último que conocemos sobre la misma es el trabajo de BENEROSO SANTOS, José: La incursión de Tarif ibn Mallik en 710. Preludio de una invasión. Conferencia pronunciada en Tarifa con ocasión de la conmemoración del XIII centenario de la primera incursión árabe en España. El texto de esta conferencia ha llegado a nuestro poder por gentileza de su autor. 23 ˇ El caso es confuso ya que algunas fuentes musulmanas hacen coincidir a este viejo beréber, Abu Zarah, con Tarif ibn Malluk. Más detalles en CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 122. 24 ˇ No olvidemos que llevaba un centenar de caballos y el embarque de estos animales es más lento que el de las personas; por otro lado, el transporte de este número de animales necesitaría al menos cuatro barcos de la época. 25 ˇ Luis A. García Moreno habla hasta de un interregno mayor a seis meses en: “Los últimos tiempos del reino visigodo”. Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIX (1992) 432. 22 ˇ Lo 59 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) eran todas las de aquella época- rondaba entre los ocho y diez años como mucho26 por la fatiga y desarticulación del ensamblaje27, se hacía necesario la llegada a los arsenales de abundante material de este tipo para renovar la flota. Ahora bien, si la obtención de madera resinosa –la idónea para construir la obra viva de las embarcaciones- ya resultaba difícil en Yfriqiya, en Ceuta lo tenían realmente complicado porque debían traerla de Sicilia28, de Hispania, o de la cordillera del Atlas29. De modo que si a partir de los últimos años del siglo VII el reino visigodo descuidó la renovación de su flota por motivos políticoeconómicos, la dependiente Ceuta pudo encontrar Imagen 4.- Gibraltar, uno de los puntos del desembarco árabo-bereber. dificultades para el aprovisionamiento de madera al no contar con bosques donde cortar árboles con la suficiente envergadura para las partes vitales de sus barcos de guerra y de comercio30. Por tanto, puede que esta última sea la respuesta 26 ˇ a la escasez de barcos disponibles en Ceuta con capacidad para cruzar el Estrecho con ciertas garantías, atendiendo a lo que señalan las fuentes musulmanas. Después de justificar la escasez de barcos en la zona del Estrecho, debemos dedicar unas líneas a la tipología de aquellas embarcaciones que Julián puso a disposición de Tariq. Si éstas eran de guerra, diremos que la eslora de las mismas podía ser inferior a 30 metros si las comparamos con las bizantinas de aquellos tiempos; de la más caracterizada y larga de éstas, el dromón, nos dice Juan Vernet31 que tenían poco calado, 40 metros de eslora, 7 de manga y alcanzaba velocidades entre 5 y 6 nudos. El dromón era un navío con impulsión mixta -rémica y de vela- una sola cubierta donde se colocaban unos 50 remeros por borda y utilizaba vela cuadrada sobre un solo mástil32; fue el antecesor de las galeras y, como éstas, se utilizaron especialmente para la guerra dotándolos de castillos a proa y popa donde se solían colocar unos 50 hombres para combatir. Ahora bien, aunque ésta era la dotación de una nave de guerra, no correspondía su número con el de hombres que en ella podían transportarse en un trayecto corto como era el cruce del Estrecho; y menos todavía si tenemos en cuenta que los mismos soldados expedicionarios podían remar en el trayecto de ida y la dotación de remeros podía quedar reducida a la mitad en el viaje de vuelta33 al ser ayudados también por el impulso de las velas. Por tanto, no sería extraño que para la ocasión que estamos hablando cada embarcación tipo dromón pudiera poner en tierra cerca de 100 hombres por viaje. Conocemos el caso de un contrato en 1253 en el que la Orden de Santiago se obliga a renovar cada siete años una galera que le había sido donada por Alfonso X, en Sevilla. Véase nuestro trabajo: Pelay Pérez Correa. Historia y leyenda de un maestre santiaguista. Diputación de Badajoz. Badajoz, 2010, p. 594. 27 ˇ CASADO SOTO, José Luís: Construcción naval y navegación. En “Historia de la Ciencia y de la Técnica en la Corona de Castilla. Edad Media”. Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, 2002, p. 458. 28 ˇ Esta isla fue la fuente de suministro de madera para toda la costa norteafricana, tanto en tiempo de los bizantinos como de los árabes. 29 ˇ TURIENZO VEIGA, Gustavo: Observaciones sobre el comercio en al-Andalus. Universidad Complutense. Madrid, 2002, pp. 85-89. 30 ˇ Los bizantinos dominaban en Sicilia y los árabes le habían cortado el acceso a la cordillera del Atlas. Así las cosas el aprovisionamiento más lógico podía hacerse desde la Península, pero también cabe la posibilidad de que los visigodos no quisieran potenciar la capacidad naval de Ceuta estando rodeada de musulmanes; de aquí que prefirieran apoyarle, como lo hicieron, desde sus puertos en caso de peligro. 31 ˇ VERNET, Juan: El Islam en España. Editorial Mapfre. Madrid, 1993, p. 226. 3 2 ˇ TYLER, Frank: Historia de la navegación a vela. Ultramar Editores. Barcelona, 2000, p.73. 33 ˇ En una embarcación sólo bogaba toda la tripulación en circunstancias especiales; generalmente solían hacerlo la mitad de los remeros mientras los otros descansaban. 60 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Pero además de estas naves utilizadas especialmente para la guerra por su movilidad e independencia de los vientos, también existían embarcaciones comerciales más cortas y panzudas que al no emplear remeros tenían un mayor velamen para aprovechar al máximo el viento reinante; pero estos barcos, al utilizar velas cuadradas34 no podían ceñir -navegar contra el viento-, necesitando que éste le soplara de popa o abierto de ésta unos ochenta grados35, casi de través. Esta impulsión lateral era gobernada por dos remos con mucha pala que llevaban en popa haciendo las veces de timón; así que no navegaban con todos los vientos, pero debían cruzar el Estrecho con cierta facilidad por soplar aquí vientos dominantes con dirección Este-Oeste. En estos barcos de vela, con mayor capacidad de carga por ser más anchos y más altos de borda - con mayor vaso- era donde normalmente se transportaban los caballos y la impedimenta o bagaje de los ejércitos, aunque también se emplearan otras veces para transportar hombres y en este caso el número de personas embarcadas podía ser ligeramente mayor que los embarcados en naves con remeros, pero la rapidez del transporte dependía de la dirección e intensidad de los vientos. No se sabe con exactitud si los barcos utilizados en la invasión del 711 fueron de guerra, comerciales, o hubo de ambos tipos. Lo que sí nos parece seguro es que, dándose las condiciones que se daban, el transporte del contingente militar se hiciera con nula comodidad para los hombres tratándose de viajes relativamente cortos; por tanto, puede que los soldados –sin necesidad de caballería en estos momentos iniciales 36 embarcaran en Ceuta utilizando los muelles de madera disponibles al efecto; sin embargo, en los lugares de desembarco se debió hacer acercando las naves tanto como se pudo a las playas y desde allí descender directamente a aguas con poco calado, o a tierra directamente utilizando largas planchas de madera. Con los medios navales descritos se podían transportar en cada viaje, considerando cuatro naves tipo dromón, unos 400 hombres con el armamento e impedimenta de éstos alojada en las bodegas37. Si se utilizaron naves de carga, Imagen 5.- Rodericus. Biblioteca Nacional de España. Reyes visigodos de Hispania. en las más grandes de este tipo podía ser mayor el número de personas transportadas al utilizarse la cubierta y la bodega. Lo más probable es que la invasión del año 711 se planeara sin transportar caballería en sus primeros desembarcos y contando además con la falta de reacción por parte de las más cercanas guarniciones visigodas; eso sin olvidar que en Ceuta se contaba con efectivos suficientes como para reforzar el contingente puesto en unos primeros momentos en la orilla norte del Estrecho. Todo apunta a que la idea de maniobra era transportar el máximo de hombres posibles en el viaje inicial y, una vez desembarcados, hacerse fuertes en un punto de la costa para proteger la llegada de sucesivas oleadas expedicionarias; todo ello hasta el momento que el contingente puesto en tierra tuviera la entidad suficiente como para pasar a la ofensiva con ciertas garantías, tal y como debió hacerse cuando se utilizó como base la isla de Tarifa en el 34 ˇ La vela latina se introdujo en el Mediterráneo en el siglo IX. Así en MARTÍNEZ HIDALGO, José María: Las naves del Descubrimiento y sus hombres. Editorial Mapfre. Madrid, 1992, p. 24. 35 ˇ MANERA REGUEIRA, Enrique: La marina de Castilla. El buque en la Armada Española. Editorial Silex. Madrid, 1981, p. 25. TURIENZO VEIGA: Observaciones…, p. 104. 36 ˇ El embarque y desembarque de estos últimos era una tarea dificultosa, pero ya rancia en las técnicas militares por ser frecuente y muy antiguo el transporte de equinos; ganado al que previamente había que taparle los ojos antes de hacerlos subir o bajar por las pasarelas dispuestas al efecto. Pasarelas que conducían al interior de las naves a través de portones laterales, o bien a cubierta donde se encerraban en jaulones preparados para la ocasión. 37 ˇ Aunque el dromón tenía poco calado, debajo de la cubierta existía una bodega. 61 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) 71038. Con respecto a las reservas no había problemas en el norte de África; considerando el éxito de las expediciones precedentes, entre las miembros de las tribus gomaras –antes dependientes de Julián- debía existir gente suficiente para iniciar la operación, incentivada por los botines obtenidos con anterioridad; por otro lado, Tariq contaba con un ejército que superaba los 12.000 hombres39 y parte de ellos debían estar próximos a Ceuta; pero lo más probable es que estos últimos efectivos no se emplearan hasta que la cabeza de puente estuvo asegurada. Por ello creemos que Tariq no puso en conocimiento de Muza el comienzo de la maniobra hasta que no se vio en serios aprietos, después de la tardía reacción visigoda. Así que contando con los medios suficientes para iniciar la operación y darle continuidad en el tiempo si las circunstancias se presentaban favorables, a los dirigentes de la operación -Tariq y Julián- sólo les quedaba elegir el sitio donde instalar la cabeza de playa. Pero la elección era bien sencilla porque este último debía saber que había un punto en la costa norte del Estrecho que reunía las condiciones óptimas para una operación de este tipo, lugar que estaba relativamente cerca del lugar de embarque y, sobre todo, era muy fácil de defender de un ataque proveniente de las fuerzas visigodas. Este punto era el peñón de Gibraltar; por ello parece lógico que casi todas las fuentes musulmanas coincidan en reconocerlo como el lugar donde desembarcaron las fuerzas invasoras al mando de Tariq, ni sorprende tampoco que el monte pasara a ser denominado desde entonces con el nombre de éste: Gabal Tariq (monte de Tarik). Pero antes de continuar analizando los primeros pasos que debieron darse al comienzo de la invasión, debemos señalar que el banco arenoso –tómbolo- que une sierra Carbonera con el Peñón debía ser forzosamente más estrecho y menos elevado sobre el nivel del mar que lo es 38 ˇNo en nuestros días. Existen abundantes indicios y referencias40 para asegurar que esto era así, de modo que la Roca estaba casi aislada y el tránsito entre ésta y el continente no debía ser fácil porque el agua afloraría entre la arena formando lagunas más o menos extensas rodeadas de cañaverales. Así que con un mínimo esfuerzo por parte de los invasores se podía proteger, mediante amplias zanjas41, el acceso a la zona de desembarco y a las alturas del peñón, lugar éste a donde podían efectuar la retirada en caso de un fracaso inicial. La Roca estaba casi aislada y el tránsito entre ésta y el continente no debía ser fácil Según algunas fuentes, el primer desembarco se hizo en los días finales del mes de abril y no debe extrañar que de Ceuta se saliera de noche42 para aprovechar al máximo el efecto sorpresa. Los cuatrocientos o quinientos hombres desembarcados inicialmente en las playas situadas a levante del Peñón, con las primeras luces del día, no emprendieron una rápida algara ni tomaron posesión de las alturas del mismo, sino que debieron organizar la defensa de la zona de desembarco cavando las correspondientes zanjas en el banco arenoso para dificultar los efectos de un posible ataque. Pero éste no debió producirse, tal vez porque no había preparados efectivos suficientes –no olvidemos que por esas fechas el rey don Rodrigo estaba de otra manera se pudieron transportar 400 hombres y 100 caballos en cuatro naves. 39 ˇCHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, pp. 100 y 102. 40 ˇ En 1561 el banco arenoso tenía en las proximidades del Peñón poco más anchura que el alcance de una ballesta. Véase esto en Pedro de Medina: Crónica de los duques de Medina Sidonia. “Colección de documentos inéditos para la Historia de España”. Tomo XXXIX. Madrid, 1861, p. 127. 41 ˇ La defensa del lugar de desembarco mediante zanjas la utilizaron ya los romanos en el año 256 a.C. cuando trataron de llevar la guerra a las proximidades de Cartago. Véase en FERRERO, J. Albert: “Las campañas navales de la Primera Guerra Púnica”. Revista de Historia Naval 31 (1990) 35. 42 ˇ Sirva como referencia que Julio Cesar, en las dos ocasiones que desembarcó en Bretaña, salió de los puertos de la Galia a media noche la primera ocasión y al ponerse el sol en la segunda. Véase así en Guerra de las Galias. Editorial Gredos. Madrid, 1996, pp. 52 y 100. 62 más que sobrado para transportar y poner en Gibraltar varios miles de hombres de guerra. Desde luego, los desembarcados en la primera semana podían superar ligeramente el par de millares de hombres y eran más que suficientes para apoderarse de Carteya, por entonces un lugar con escasa entidad poblacional según demuestran las más recientes investigaciones arqueológicas 45 . A medida que pasaban los días los expedicionarios pudieron acumular más efectivos humanos46 y puede que la primera caballería llegara por entonces, al tener asegurada la zona de desembarco y pastos a su alcance para alimentar los animales. En estas condiciones, no resulta sorprendente la derrota de Sancho en algún lugar cercano a Julia Traducta a fines de la primera decena del mes de mayo; a la victoria campal de los musulmanes pudo seguir la toma de Traducta para extender luego sus movimientos por todo lo que hoy es el Campo de Gibraltar. Las playas de la Bahía pudieron servir entonces para desembarcar oleadas expedicionarias más numerosas. El decisivo choque del Guadalete se vislumbraba en el horizonte. XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) combatiendo a los vascones43- o tal vez porque los visigodos pensaran que se trataba de una algara parecida a las anteriores y creyeran conveniente organizarse y esperarlos a la vuelta en algún lugar favorable para derrotarlos44. Así que mientras los desembarcados se aprestaban a la defensa, los marineros debieron emprender otro viaje para potenciar los efectivos desembarcados. Con los medios navales utilizados antes, en unas doce horas –diez para cruzar en los viajes de ida y vuelta y dos para embarcar- un nuevo contingente de iguales proporciones que el precedente pudo ser puesto en Gibraltar. Con cerca de un millar de hombres situados en las arenas del Peñón, puestos a la defensiva detrás de fosos y con la posibilidad de retirada hasta las alturas de Gibraltar, se necesitaba un número tres veces superior para intentar desalojarlos de sus posiciones. Una fuerza de tal magnitud no debía estar disponible en las cercanías, ni siquiera en Medina Sidonia; así que cuando se reaccionó desde Sevilla, o tal vez desde Córdoba, y Sancho –al que algunos historiadores hacen sobrino del rey don Rodrigo- pudo alcanzar la zona de desembarco, los invasores habían tenido tiempo Imagen 6.- Armas musulmanas. (museo de la Historia de Valencia). 43 ˇ Toda la bibliografía a nuestro 44 ˇ Muchas veces se conseguía alcance habla de esta circunstancia. la derrota de una algara cuando sus componentes regresaban cargados con el botín. 45 ˇ Esta es la opinión del arqueólogo de la Diputación Provincial, Salvador Bravo Jiménez, a quien agradecemos la amplia información que nos proporciona y que no podemos incluir aquí por limitaciones de espacio. 46 ˇ Tengamos en cuenta que a un promedio de 400 hombres por viaje y día, en la primera decena del mes de mayo se pudo transportar un contingente más que suficiente, que tuvo además la ventaja de elegir el campo de batalla, para derrotar al ejército de Sancho. 63 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) Imagen 1.- Grabado antiguo sobre una carga del ejército musulmán. Comentarios a diversas cuestiones relativas a la invasión árabe del año 711 Joaquín Cestino Introducción a primera crónica que se refiere a la invasión árabe de la Hispania visigoda, la crónica mozárabe, se escribió en el año 754, es decir, 43 años después de la fecha, abril-mayo del 711, en que dio comienzo la invasión referida. La segunda de las crónicas que relata la conquista árabe, la crónica de Ibn Abd al-Hakam, se escribió hacia el año 860. Es evidente que fueron demasiados los años transcurridos entre los hechos ocurridos y su posterior narración. Sin duda por ello, esas crónicas, y las que después se escribieron – que en su mayor parte repiten con pocas variantes lo dicho en las primeras – no son ni extensas ni precisas en los detalles de lo acaecido. Surgen por eso numerosas preguntas de difícil respuesta: ¿Cómo las fuerzas invasoras, bajo el mando del walí de Tánger llamado Tarik, compuestas en su mayor parte por beréberes, pudieron derrotar al ejército visigodo? ¿Cómo se hizo el traslado de esas tropas a través del estrecho de Gibraltar? ¿Cómo aceptar que esos siete mil combatientes pudieran llegar en solo cuatro embarcaciones, como las crónicas señalan? ¿Cuáles, aparte del repetidamente citado Gibraltar, pudieron ser los puertos o lugares de desembarco? ¿Cómo eran las naves? ¿Cuáles las dificultades? Los párrafos que siguen tratan de acercarse a esas cuestiones planteadas, y desean esbozar, con todas las reservas que procedan, las posibles respuestas. 64 Los combatientes beréberes. La palabra berébere es una deformación del nombre latino barbarus que significa extranjero. Así denominaban los romanos a los pueblos exteriores a sus fronteras. Los pueblos beréberes están constituidos por varios diferentes grupos étnicos, y sus fronteras, en la antigüedad, llegaban al Niger por el sur, a Egipto por el Este y al Atlántico por el Oeste. En las zonas cercanas al estrecho de Gibraltar los beréberes senhayas se encuentran al sur de Tánger y en el Fahs, los majmuda en la zona de Al Ksar es-Seguer, y los ghomárah en las cabilas de Anyera y el Hauz. El idioma de los beréberes es una lengua más antigua que el latín y el árabe, y se la considera relacionada con las lenguas arcaicas de Egipto y Abisinia, y con otras también muy antiguas como las etrusca, minoica, euskara y guanche. Los beréberes son físicamente parecidos a los europeos mediterráneos, y algunos de sus tipos son de cabellos rubios y ojos azules. Eran pastores nómadas aunque eventualmente se convertían en ganaderos estables o agricultores cerealistas. Las poblaciones beréberes siempre trataron de mantener su autonomía frente a los pueblos invasores (romanos, vándalos, bizantinos o árabes). Es sabido que las poblaciones del norte de África se resistieron a las sucesivas oleadas Las embarcaciones. La índole de los barcos utilizados en las travesías, y las condiciones en que estas se desarrollaron, parece un asunto mucho más difícil de aclarar. Como se sabe, la navegación a través de las aguas del estrecho de Gibraltar no está exenta de dificultades. Existe una corriente superficial desde el Atlántico al Mediterráneo - hasta Port Said- con velocidad media de 2 a 2,5 nudos que suele aumentar con viento del Oeste. En los intervalos de mareas entrantes esa velocidad puede llegar a los 4 o 4,5 nudos. Con mareas salientes, sin embargo, la corriente fluye con lentitud o se detiene. Por otra parte, los llamados hileros de corrientes (producidos por el encuentro de mareas y corrientes) aparecen inesperadamente en las proximidades de puntas o bancos. Estos hervideros, a veces peligrosos, son frecuentes en lugares como Trafalgar, la isla de Tarifa, los Cabezos y la Perla, punta Europa, punta Carnero, cabo Espartel y punta Al Boasa entre otros. En los meses de invierno las borrascas, que traen lluvias importantes, entran al Estrecho procedentes del Atlántico. Se alternan con situaciones de predominio de vientos de levante, fuertes y persistentes, que habitualmente producen temporales que llegan a impedir la navegación. A partir del mes de mayo, y en los meses de verano, las condiciones climáticas se modifican al desaparecer las altas presiones atlánticas. Las lluvias son escasas, los levantes amainan, y se impone un régimen de brisas de mar y de tierra. En principio, el viaje de 7.000 soldados y un cierto número de caballos (crónica Ajbar maymu’a del siglo XI), posiblemente unos mil, parece imposible de realizar con sólo cuatro embarcaciones (citadas en casi todas las fuentes) en un tiempo razonable y acorde con las circunstancias. Sin embargo, podemos hacer algunas conjeturas: se sabe que eran naves de comercio habitual entre las dos orillas del Estrecho, conseguidas por el conde Julíán en Ceuta o en la costa peninsular. Los marinos serían hombres expertos en atravesar el Estrecho en diferentes situaciones de clima y de mar, y por otra parte, la presencia de estas embarcaciones habría de ser frecuente - de día o de noche - en esas aguas. Debe tenerse además en cuenta que las travesías se efectuaron en el mes de mayo, época del año en que las condiciones meteorológicas mejoran. Corrientes, mareas, oleajes y vientos, eran sin duda asuntos bien conocidos para los marinos de la zona. Es posible suponer en consecuencia que se emplearon buques ligeros (no naves de guerra) de remos con uno o dos palos - fustas o galeras – que ya utilizaban la vela triangular o latina, adoptada por árabes y bizantinos desde finales del siglo V. Aunque el timón central o de codaste aún no existía (se impuso a partir de finales del siglo XIII), era común el uso de espadillas o timones dobles a cada costado. Con velas triangulares - usuales en las galeras - era posible ceñir o navegar de bolina. Sabemos por Herodoto que las antiguas naves fenicias o griegas a remo, empleaban dos jornadas para navegar desde el monte Calpe (Gibraltar) hasta Tartessos (posiblemente Trafalgar), distanciados unos 65 kilómetros. También se conoce que las naves cartaginesas podían alcanzar una velocidad de hasta 8 nudos (14,8 km. por hora). Por ello, tal vez se podría deducir que embarcaciones como las indicadas serían capaces de realizar dos travesías diarias, relevando los remeros, entre Ceuta y Gibraltar cuya separación es de 25 kilómetros. Las fustas o galeras pueden suponerse con esloras de 16 a 20 metros, y con 15 remeros a cada costado. Así, siguiendo con las conjeturas XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) de la invasión árabe que se inició en la primera mitad del siglo VII. Pueden recordarse las sublevaciones de Kusayla, en el año 687, y de la princesa Al-Kahina en el 689, que fueron finalmente dominadas. Pero las tropas del emir Musa, entre los años 705 y 707, sometieron a los beréberes del noroeste, tomaron Tánger, y llegaron a Tafilatet y el Sus. La citada ocupación del Tánger visigodo en el año 707 fue llevada a cabo por el general y walí Tarik ibn Ziyad al frente de 2.000 soldados árabes, 12.000 beréberes y 700 africanos de raza negra. Puede pues aceptarse, respecto a la posterior invasión del reino visigodo de Hispania, que los 7.000 hombres, la mayor parte beréberes, que llegaron conducidos por Tarik en mayo de 711, cuatro años después de la toma de Tánger, eran ya combatientes experimentados, adiestrados y disciplinados. No puede olvidarse que en Tánger se abrieron entre 17 y 25 escuelas coránicas, y que la conversión al Islam de la mayor parte de los rifeños probablemente se había producido ya en años anteriores. También conviene recordar que a lo largo de la historia, los beréberes, fuertes y combativos, fueron contratados como soldados mercenarios por las legiones cartaginesas y romanas. Los franceses lo hicieron en el curso de las dos guerras europeas del siglo XX, y en España estuvieron presentes, en el llamado bando nacional, mientras duró la guerra civil del año 1936. 65 XIII Centenario desembarco árabo-bereber Aljaranda 81 (2011) y admitiendo que cada nave pudiera transportar en cada viaje unos ochenta hombres, las cuatro embarcaciones trasladarían 640 soldados al día (dos viajes, uno de día y otro de noche). Se necesitarían por tanto unos once días para traer las tropas, a los que habría que añadir algunos días más para los caballos. Serían quince días, aproximadamente, los requeridos. De hecho, llegaron en ese intervalo de tiempo otros 5.000 combatientes enviados por Musa La crónica de Ibn Qutayba del siglo IX cita seis o siete bajeles. Tal vez fueran más. Aunque parezca que fueron muchos días los empleados en las travesías, puede también considerarse que hubo tiempo, unos dos meses y medio (entre la primera arribada en Gibraltar, y el día inicial de la batalla en la laguna de la Janda), para transportar holgadamente las tropas. De hecho, llegaron en ese intervalo de tiempo otros 5.000 combatientes enviados por Musa. Los puntos de desembarco. Muchas de las crónicas antiguas se refieren al desembarco junto a una elevada y escarpada montaña. Otra fuente (la citada crónica de Ibn Qutayba, escrita en el siglo IX) menciona una montaña roja y sin vegetación. Pero en cualquier caso, aparecen con cierta claridad dos circunstancias: a). La más fácil travesía del Estrecho era la de Ceuta a la bahía de Algeciras, zonas ambas sujetas al gobierno del conde Julián y donde la población le era afecta. Las embarcaciones de comercio a utilizar, conseguidas por Julián, probablemente tenían su base en Ceuta. Puede dudarse además de que la zona de Tarifa estuviera bajo el control del conde. Las costas visigodas del Estrecho, por la proximidad de los conquistadores árabes en la otra orilla, quizás estaban entonces poco pobladas. Además, no se conoce que en las fechas de la invasión Algeciras y Tarifa existieran como tales. Carteya y Mellaria habían sido destruidas por los vándalos en el 409, y Baelo (Bolonia) tal vez lo fue en el 429. La partida de las naves desde el puerto de Tánger, de donde procedían las tropas, 66 seguramente habría despertado sospechas. No así desde Ceuta. b). El monte Calpe, Gibraltar, por su configuración, era sin duda el mejor lugar para un desembarco poco visible de las naves. Gibraltar, la segunda columna de Hércules, remonta sus orígenes a los tiempos mitológicos. Su primera denominación se cree que fue la de monte de Saturno, y más tarde fue la montaña Calpe. La palabra calpe, según algunos, era fenicia e indicaba altura. Según otros se trataba de una palabra de origen hebreo que significaba cavernoso. En sus cuevas hoy denominadas Gorham y Vanguard habitaron los neanderthalenses, y en la cueva llamada de San Miguel, elevada y con amplios espacios, existe un pequeño lago interior. Las escarpadas cumbres de Gibraltar, que llegan a una altura máxima de 424 metros, se alinean de norte a sur a lo largo de unos 2 kilómetros. Estos elevados lugares, y las abundantes y rocosas laderas configuran un paisaje extremadamente abrupto e inexpugnable. Hay en Gibraltar varias calas bien protegidas (Cala Rosia, Camp Bay y Little Bay) en su litoral de poniente, y debe señalarse que cualquier movimiento en las proximidades de punta Europa es difícilmente detectable desde cualquier punto de la costa o el interior. Gibraltar, como se ha dicho, es prácticamente inexpugnable, y las tropas transportadas por Tarik podrían hacer frente allí, concentradas en sus alturas y refugios, a cualquier ataque imprevisto. A esta hipotética defensa contribuiría evidentemente la existencia del istmo que separa la montaña de la península. En la impunidad del monte Calpe, las tropas de Tarik, en complicidad con las del conde Julián, pudieron ultimar con tiempo todas las medidas preparatorias para la campaña prevista de enfrentamientos armados. El posible mareo de los soldados como consecuencia de las travesías no se considera significativo si se tiene en cuenta que no debieron producirse enfrentamientos o combates en los desembarcos, puesto que el conde Julián controlaba la bahía de Algeciras. Por eso, la pequeña resistencia a que se refieren algunas de las fuentes pudo ser el posterior encuentro, quizás en algún lugar no cercano, entre los hombres del conde Tudmir o Teodomiro enviados por el rey Rodrigo, y algunos destacamentos de Tarik desplazados para hacerles frente. Admitido el desembarco inicial de Tarik y sus tropas en el monte Calpe, tal como se recoge en diversas crónicas, es posible sin e m b a rg o f o r m u l a r a l g u n a h i p ó t e s i s complementaria. Parece evidente que los árabes y sus 2 XIII Centenario desembarco Aljaranda 81 (2011) árabo-bereber aliados, el conde Julián y los parientes de Witiza, solo podían lograr sus respectivos objetivos mediante la derrota y derrocamiento del rey Rodrigo. Y resulta también claro que esto solo sería posible tras los asedios y tomas de la ciudad de Córdoba (capital de la Bética) y de Toledo (capital del estado visigodo). La simple observación del mapa físico de la Península Ibérica nos descubre de forma inmediata que la única vía posible de penetración de las tropas de Tarik hacia esos objetivos habría de ser a través del valle del Guadalquivir. Las sierras béticas y penibéticas eran obstáculos insalvables para un rápido avance por cualquier trayecto diferente. De hecho, tras la victoria de los árabes y sus aliados en la batalla de la laguna de la Janda, los soldados de Tarik fueron conquistando sucesivamente las poblaciones de Medina Sidonia, Morón, Carmona, Sevilla, Écija y finalmente Córdoba y Toledo. Surge por tanto la hipótesis de que, una vez realizado el desembarco inicial en Gibraltar, lugar de fácil defensa, y dominada la situación en el entorno de la bahía, se produjeran nuevos desembarcos - durante los meses de junio y julio del 711- en los caladeros de Tarifa (lugar ya conocido por haber sido invadido y saqueado por Tarif ibn Mallik en julio del 710) o de la ensenada de Barbate. En estos desembarcos habrían llegado los 5.000 soldados enviados como refuerzo por el emir Musa. Además, conocida y demostrada la penetración de las tropas árabes victoriosas por el valle del Guadalquivir, varios argumentos pueden apoyar esta idea de los desembarcos en Tarifa y Barbate: 1.- El grueso de la tropas invasoras procedía de Tánger. 2.- El lugar donde acamparon las tropas árabes, previamente a la decisiva batalla contra las fuerzas del rey Rodrigo, fue la orilla sur de la laguna de la Janda, zona muy cercana y de fácil comunicación con los indicados puertos o caladeros naturales de Tarifa y Barbate. 3.- La aceptación posible de lo expuesto ayudaría a despejar los actuales puntos difíciles y oscuros que se presentan al tratar de explicar satisfactoriamente la versión más aceptada de que la invasión pudo realizarse por Gibraltar con solo cuatro embarcaciones de comercio. 4.- Es posible reforzar los supuestos anteriores si se tiene en cuenta que la primera crónica que se refiere a la invasión árabe de la Península – la llamada Crónica mozárabe – se escribió en el año 754, pasados 43 años desde que los hechos ocurrieron. En la misma no se menciona ningún lugar de desembarco. La siguiente crónica escrita en el año 860 por Ibn Abd al-Hakam describe el paso del Estrecho Imagen 2.- Busto de Muza en Tudela. por un monte llamado después Yébel Tarik, situado entre Ceuta y España. Por los muchos años transcurridos entre los hechos y su relato, parece evidente que ambas crónicas y las que posteriormente se escribieron, resultaron imprecisas, cuando no contradictorias, respecto a los detalles de la invasión. Datos tales como el número de soldados y caballos transportados, la clase y número de las embarcaciones utilizadas, los puertos de desembarco, la duración de las travesías y los días empleados, las fechas reales de cada situación, etc. fueron obviados o reflejados solo de forma aproximada y poco fidedigna por tanto. La deseada y rigurosa reconstrucción de la invasión árabe de las tierras hispánicas en el año 711, un muy interesante y decisivo episodio de nuestra historia, puede decirse que no será empeño fácil. J. Cestino es autor de los libros “ESTRECHO DE GIBRALTAR- Costas y Ciudades” y “EL ESTRECHO- Treinta siglos de Historia en Gibraltar, Tánger, Tarifa, Ceuta y Algeciras” 67 NÚMERO MONOGRÁFICO CONMEMORATIVO DEL XIII CENTENARIO DEL DESEMBARCO ÁRABO-BEREBER DEL 711 Cierro y ventana en Mª Antonia Toledo, 12 CIERROS Y BALCONES Aljaranda Año XXI Núm. 81 Segundo Trimestre. Junio 2011